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Descubrimiento de células IPS

(Células madre)

Como dijo Virchow: “Omnis cellula ex cellula”. En ese sentido, a toda


célula de la que surgen otras células se le puede llamar madre; sin
embargo, actualmente entendemos por células madre o células
troncales (stem cells, en inglés) aquellas células que, por su
plasticidad y potencialidad de diferenciación, así como por su
capacidad generativa, dan lugar tanto a células similares que
conservan las mismas capacidades como a otro tipo de células que
han optado ya por un tejido específico. Estas células madre las
podemos ordenar, según su potencialidad, en totipotentes,
pluripotentes, multipotentes, progenitoras y unipotentes, según den
lugar a todo el organismo (totipotentes) o a un único tipo de células
(unipotentes). La única célula totipotente es el cigoto, que dará origen
al cuerpo entero; después, en los tejidos del embrión, podemos
encontrar células pluripotentes que darán lugar a tejidos de las tres
capas embrionarias; y, luego, ya en cada órgano, podemos encontrar
células multipotentes, como las de la médula ósea, de las que se
originan diversos tejidos celulares, u otras que sólo dan lugar a las
diferentes células de la sangre o células ya diferenciadas a término.
Actualmente, se va encontrando que en prácticamente todos los
órganos hay células madre, y que su plasticidad es mucho mayor de lo
que se pensaba.
Fecundación in vitro y células madre embrionarias.
Aunque ya mucho antes, en 1960, se había descubierto el papel de las
células madre, con las investigaciones de Ernest McCulloch y James
Hill, del Instituto del Cáncer de Ontario, en Canadá, en el trasplante de
médula ósea en ratones, no cabe duda de que la fecundación in vitro,
en 1978, con la consiguiente disposición de embriones humanos,
ofreció la posibilidad de su utilización instrumental en la investigación.
James Thompson, del Centro de Investigación en Primates de la
Universidad de Wisconsin, de Madison, en Estados Unidos, descubrió
en 1998, junto con colaboradores de otros centros, el potencial de las
células madre de la masa interna del embrión en fase de blastocisto .
Concretamente, las células embrionarias así obtenidas tenían tres
características: 1) se mantenían indefinidamente, siempre y cuando se
fueran cambiando a un medio fresco, lo que les permitía durar muchos
meses, cuando lo habitual en las células animales es que mueran al
poco tiempo (también se pueden conservar a bajas temperaturas); 2)
no presentaban aberraciones cromosómicas, lo que se puede
comprobar por la presencia de la enzima telomerasa; 3) conservaban
su potencial de diferenciación, que se comprueba al constatar los
teratomas producidos en ratones, en los que se distinguían los tipos
celulares derivados de las tres capas embrionarias.
Aunque este descubrimiento es interesante, surge un problema ético,
dado que para la obtención de las ESC es necesaria la muerte del
embrión. También es preciso comprobar, desde el punto de vista
científico, las posibilidades terapéuticas reales de este tipo de células
para no crear falsas expectativas.
A la hora de pensar en una acción terapéutica a partir de las ESC
surgen dos problemas: el primero es la capacidad de crecimiento y la
multiplicación de estas células, que las lleva a formar teratomas, y, el
segundo, el rechazo inmunológico que causan al introducirlas en otro
organismo. Para evitar este último problema se ha intentado la
clonación por TN, que explicaremos en el siguiente apartado.
Además, se ha comprobado que no son genéticamente estables y que
su diferenciación es impredecible a largo plazo . Por el momento, lo
único que podemos comentar es que apenas hay 11 protocolos de
experimentación con ESC y unos 3.023 con células madre adultas,
como recoge la página web <www.clinicaltrials.gov>. Tampoco la
totalidad de las ESC se han ensayado con enfermos. En enero del
2009, la FDA de Estados Unidos aprobó un ensayo clínico en fase 1
con ESC para enfermos con lesión en la médula espinal. Este permiso
fue revocado pocos meses después, debido a la aparición de quistes
en los ensayos previos en animales. A finales de julio del 2010 la FDA
concedió la autorización para continuar con las pruebas en seres
humanos.
5. Células madre adultas
En contra de lo que comúnmente se piensa, no han sido los
experimentos con embriones, sino los realizados con células adultas
los que han dado inicio al estudio de las llamadas células madre. Los
investigadores Ernest McCulloch y James Hill, delInstituto del Cáncer
de Ontario (Canadá), recibieron en el 2005 la medalla Lasker por sus
trabajos realizados 45 años antes sobre trasplante de médula ósea en
ratones. Pusieron así las bases para el desarrollo de la actual
medicina regenerativa.
Actualmente, se ha avanzado mucho en la aplicación biomédica de
células provenientes de los distintos tejidos del organismo adulto que
conservan multipotencialidad; son las llamadas células madre adultas.
Estas células son las encargadas demantener y reparar los distintos
tejidos, y se ha ido descubriendo su presencia en casi todos los
diferentes tipos tisulares. Aunque hasta hace pocos años se pensaba
que las ASC sólo daban lugar a células del tejido de procedencia, se
ha demostrado fehacientemente que pueden originar diversos tipos
celulares.
Destaca la terapia a partir de células madre de la médula ósea, de la
que se pueden conseguir células de las diferentes capas germinales
con las que se están tratando, desde alteraciones de las células
sanguíneas hasta la reparación del corazón que ha sufrido un infarto,
pasando por el tratamiento de la ontogénesis imperfecta y otras varias
enfermedades causadas por degeneración de diversos tejidos.
Todavía no se conoce bien la causa del alivio de las distintas
patologías, que puede provenir de la transdiferenciación a células del
tejido que requiere reparación o de la estimulación de los mecanismos
endógenos de reparación del propio tejido enfermo por secreción de
factores y efecto paracrino.
También es muy reciente la obtención de células madre a partir del
tejido adiposo que Damián García Olmo ha conseguido en el Hospital
Universitario de La Paz en Madrid, y cuyo primer medicamento está a
punto de sacar al mercado europeo, tras superar las
fases de experimentación necesarias. Este remedio servirá para el
tratamiento de fístulas perianales. La diabetes y algunas patologías
vasculares son objeto también de terapia con estas células. Las
células madre obtenidas a partir de la fracción vásculo-estromal del
tejido adiposo dASC (Adipose-derived Stem Cells) se descubrieron el
año 2001 y se identificaron como células con una morfología
fusiforme, capaces de diferenciarse en adipocitos, condrocitos y
osteocitos, y con unos marcadores de membrana específicos:
CD9, CD29, CD44, CD51, CD59, CD90, CD105, HLA 1 y D7-FIB.
También se ha descrito diferenciación a células de músculo
esquelético y cardiaco, hepáticas, endotelio vascular, epitelio y tejido
pancreático, lo que las convierte en células de una potencialidad
muy amplia. Además de la diferenciación del tejido necesitado de
reparación y de los efectos señalados anteriormente para las células
madre provenientes de otros tejidos del organismo adulto, las dASC
poseen una actividad inmunomoduladora que inhibe los procesos
inflamatorios, lo que nos lleva a pensar en tratamientos de
enfermedades como la artritis reumatoide o la colitis intestinal, que ya
han sido tratadas con estas células en experimentos con animales en
los que han aliviado la inflamación y controlado la respuesta de las
células T. Además, las dASC son muy seguras, pues, según
losestudios realizados, en seis meses de cultivo no han sufrido
alteraciones fenotípicas ni cariotípicas .
Otra fuente importante de células madre es el cordón umbilical. Las
llamadas SCU se encuentran en mayor proporción que en la médula
ósea y sus aplicaciones pueden ser convenientes para unas cuarenta
enfermedades. Desde Minnesota se ha coordinado un estudio con
varios centros y se ha comprobado que es la mejor opción para
algunos
tipos de leucemia. Asimismo, en trasplantes alogénicos hay una menor
agresividad inmunológica, que podría ser debida a la regulación de
linfocitos T, lo que facilita la creación de bancos públicos y privados de
este tipo de células.
Descubrimiento de células ips sin morir el embrión.

Se pueden obtener células troncales pluripotentes sin necesidad de


manipular y destruir embriones humanos.

Introducción
Uno de los descubrimientos biomédicos que en las últimas décadas ha
suscitado más expectativas es la obtención de células adultas
reprogramadas o células troncales pluripotentes inducidas, celulas iPS
(induced Pluripotent Stem). Un dato que posiblemente avala esta
afirmación son los más de 5400 artículos que hacen referencia a estas
células publicados desde 2006 y la concesión del premio Nobel de
Medicina en 2012 a uno de los científicos que puso a punto la técnica
para su obtención, Shinya Yamanaka, quien un año después obtuvo
células iPS a partir de fibroblastos humanos3 en lugar de murinos. El
proceso consiste en la obtención de células pluripotenciales,
semejantes a las células embrionarias, a partir de células adultas que
son reprogramadas genéticamente, lo que permite su posterior
diferenciación en distintas estirpes celulares. La trascendencia del
hecho no solo responde a razones biomédicas, sino también éticas,
pues se presupone que las células iPS podrán sustituir, en la
experimentación biomédica e incluso en la práctica clínica, a las
células madre embrionarias humanas, cuyo empleo suscita numerosos
problemas éticos.

Sin embargo, transcurrido un decenio, su uso está todavía sometido a


serias limitaciones, fundamentalmente, en lo que hace referencia a sus
aplicaciones clínicas en medicina regenerativa.

Dificultades en la investigación con células iPS

Una de las principales limitaciones es que no se conocen bien los


mecanismos moleculares que gobiernan la reprogramación celular, por
lo que no se pueden solucionar adecuadamente algunos de los
problemas que las células iPS plantean, como la baja eficacia de las
técnicas empleadas para obtener un porcentaje suficiente de ellas, su
reprogramación incompleta, o la mutagénesis derivada de la inserción
de genes exógenos codificantes de factores de transcripción, que
pueden producir tumores en las células obtenidas. Además, desde un
punto de vista médico, en 2015 se paralizó el primer ensayo clínico
utilizando células derivadas de las iPS, dirigido a tratar la
degeneración macular con células de epitelio pigmentario de la retina,
pues en las células obtenidas se detectaron anomalías genómicas no
controladas.

Las células iPS frente a las troncales embrionarias humanas

Del hecho de que las células iPS humanas y las troncales


embrionarias humanas sean molecular y funcionalmente similares
depende en gran medida que las primeras puedan o no utilizarse en
un futuro en la clínica humana, y, sobre todo, que puedan sustituir en
sus indicaciones a las células madre embrionarias humanas. En
relación con ello, un trabajo reciente concluye que las células madre
embrionarias humanas y las células iPS son molecular y
funcionalmente equivalentes. Las consecuencias éticas son
importantes, dado que la utilización de células madre embrionarias
implica la destrucción de embriones, que cuando son humanos es una
práctica éticamente inaceptable.

Utilidad de las células iPS

Estudios experimentales
Por un lado, su campo de utilización se dirige a la evaluación de
determinadas enfermedades, lo que permite estudios in vitro sobre
estirpes celulares obtenidas por estas técnicas, que reproducen en el
laboratorio una patología clínica determinada. En este sentido, se han
logrado ya células iPS procedentes de células somáticas de pacientes
afectos de más de 30 enfermedades distintas, principalmente
relacionadas con el sistema nervioso, el corazón o el sistema
hematopoyético . Por otro, utilizándolas, se pueden evaluar
tratamientos sobre estas estirpes celulares, obtenidas de
enfermedades concretas.

Aplicación clínica
En cuanto a su aplicación clínica, se han realizado con éxito ensayos
preclínicos en ratones para tratar la anemia falciforme, el párkinson,o
la hemofilia.

Los ensayos clínicos en humanos están lejos todavía de lograr


resultados significativos. El único ensayo clínico iniciado con células
iPS estaba dirigido a tratar una enfermedad ocular, la degeneración
macular ojoasociada a la edad, desarrollado en el Instituto RIKEN
(Kobe, Japón), pero como anteriormente se ha comentado, dicho
ensayo se ha suspendido temporalmente, por la aparición de
mutaciones, potencialmente oncogénicas, en las células
reprogramadas.
La futura combinación de la reprogramación celular con la edición
genética, utilizando una prometedora metodología, el CRISPR-Cas9
(Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats),
permitiría obtener células iPS en las que se ha corregido una concreta
alteración genética, para ser aplicadas en el tratamiento de
determinadas enfermedades.

Futuras aplicaciones de las células iPS

Antes de proseguir con los ensayos clínicos es preciso mejorar el


rendimiento y seguridad de los procesos de obtención de células iPS,
así como su implantación en los tejidos.

El mayor potencial terapéutico de las células iPS se basa en su


obtención a partir de células del propio paciente (autólogas), ya que
los riesgos de rechazo inmunológico se reducirían.

También existen propuestas de creación de bancos de células iPS, en


cuyo caso el tratamiento de la compatibilidad inmunológica resultaría
análogo a los actuales trasplantes. En este sentido, se ha sugerido
que la terapia alogénica (células de individuos distintos al paciente)
con células iPS, podría reducir dos importantes escollos que presenta
la utilización de las células del propio paciente, como son, por un lado,
el elevado coste económico que conlleva el procedimiento, y, por otro,
el prolongado periodo de tiempo que se necesita para culminar el
proceso de obtención de células iPS aptas para su aplicación
terapéutica, que puede superar el año de espera.

Igualmente, el inconveniente de la necesidad de tener que utilizar


tratamientos inmunosupresores cuando se utilizan células iPS
alogénicas, podría reducirse mejorando la valoración de su
histocompatibilidad a través del tipaje HLA (Human Leucocyte
Antigen).

Por último, es imprescindible, profundizar en el conocimiento de los


mecanismos biológicos de la reprogramación celular, y aquellos otros
que conducen a las células indiferenciadas a transformarse en células
de diferentes tejidos, antes de poder utilizarlas.

Conclusión

El descubrimiento de Yamanaka, transcurridos 10 años, ofrece


valiosas posibilidades en la investigación de la etiopatogenia y el
ensayo de nuevos tratamientos de determinadas enfermedades, y
alberga esperanzas de futuras aplicaciones clínicas, todavía no
logradas a día de hoy. La creación de bancos de células iPS, que
abarataría su utilización y agilizaría su aplicación, junto a la
incorporación de las novedosas técnicas de edición genómica, abren
el horizonte hacia logros desconocidos hasta ahora en medicina
regenerativa. Pero sobre todo, la posibilidad de obtener células
troncales pluripotentes sin necesidad de manipular y destruir
embriones humanos, constituye un progreso ético que bien merece la
promoción de la investigación con células iPS.
Las células madre sin dilemas éticos se llevaron el Nobel de 2012
Yamanaka descubrió los llamados factores Yamanaka (Oct3/4, Sox2,
Klf4, c-Myc) entre los 24 genes que suelen manifestarse en las células
ES. Para crear las células madre pluripotentes inducidas, similares a
las ES, Yamanaka utilizó fibroblastos de ratón y transfirió los cuatro
factores mencionados al ADN de las células mediante vehículos
retrovirales. La i del término célula iPS (del inglés induced pluripotent
stem cell) se puso en minúscula a propósito con la esperanza de
contagiarse de la suerte del reproductor de música portátil iPod de
Apple, que entonces triunfaba en todo el mundo.

La revista estadounidense Cell publicó los pormenores del


procedimiento de creación celular y la identidad de los cuatro genes
descubiertos por Yamanaka el 25 de agosto de 2006. Pero, para
poderlas aplicar a tratamientos en humanos, las células iPS debían
obtenerse a partir de células humanas. Pues bien, mientras que para
las células ES se tardó diecisiete años en pasar de las células de ratón
a las humanas, el profesor Yamanaka logró obtener células iPS
humanas en 2007, el año posterior a su creación en ratones.
Las células iPS tenían el potencial de transformar no solo la medicina
regenerativa, sino toda la medicina clínica. Por ejemplo, se preveía
que comparando las células enfermas de un paciente con sus células
iPS regeneradas sería posible dilucidar el mecanismo de la
enfermedad, algo que contribuiría a desarrollar fármacos para tratarla.
Incluso acérrimos detractores de las células ES por motivos morales
como el entonces presidente de Estados Unidos George Bush o el
Papa de Roma recibieron con los brazos abiertos la aparición de las
iPS. En 2012, aunque el descubrimiento seguía sin haberse podido
aplicar para salvar ninguna vida humana, le valió el Premio Nobel de
Medicina o Fisiología a Yamanaka.

El descubrimiento de las células iPS humanas representó el


pistoletazo de salida en la carrera del desarrollo de la anhelada
medicina regenerativa.

El método de preparación inicial presentaba riesgos de cancerización


de las células y una eficiencia productiva extremadamente baja. La
mejora de la seguridad mediante la modificación del método
productivo y los genes utilizados permitió iniciar los estudios clínicos
en 2014. El 12 de septiembre, en el Instituto de Investigación e
Innovación Biomédica de Kobe, se trasplantó en el ojo de una paciente
de 70 años que sufría degeneración macular senil (de tipo exudativo)
—una enfermedad ocular intratable— una lámina epitelial del pigmento
retiniano originada por células iPS creadas a partir de sus propias
células dérmicas.

La investigación fue liderada por Takahashi Masayo, oftalmóloga y jefa


de proyecto en el instituto de investigación RIKEN. Como el objetivo
que regía el experimento era la evaluación de la seguridad, se
proyectó un período de cuatro años para monitorizar el estado de
fijación del injerto y la posible presencia de cancerización. Ya han
pasado dos años y por el momento no ha ocurrido ninguna
irregularidad. No obstante, un segundo experimento previsto para
2015 tuvo que cancelarse al observarse una serie de mutaciones
genéticas en las células iPS formadas a partir de tejidos del paciente.

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