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En el caso de los seguros, la devolución del dinero ante una eventual quiebra de la compañía
aseguradora está garantizada por el Consorcio de Compensación de Seguros, una entidad
dependiente del Ministerio de Economía y Hacienda, y que actúa como el Fondo de Garantía de los
Depósitos.
Además, el ahorrador decide quién es el beneficiario del seguro en caso de fallecimiento. Es,
por tanto, un producto indicado para familias en las que la diferencia de edad entre los padres y los
hijos sea importante o para aquellas en las que alguno de los hijos sea dependiente.
Otra de las ventajas de los PIAS es que son fáciles de contratar en cualquier aseguradora o entidad
financiera con productos de seguro, bancos incluidos, y su mecanismo es muy sencillo: son seguros
de ahorro donde se aportan primas periódicamente con el fin de constituir un seguro de vida y
acumular un dinero que se puede recibir en forma de renta vitalicia o como capital. Esta última
decisión tiene consecuencias fiscales muy importantes, pero como el PIAS permite que pueda
tomarse (rescatarse) casi en el último momento, no es necesario esperar a la jubilación, con lo
que no se puede decir que el PIAS sea un producto específico para ello.
La entidad depositaria paga una rentabilidad que varía según el riesgo que el ahorrador quiera
asumir en sus inversiones, por lo que conviene preguntar en varias entidades y comparar antes de
dar el paso. Por lo general, el mercado marca la rentabilidad de estos productos, que se revisa
periódicamente según el contrato (seis meses, un año…).
Otra de las ventajas de este producto es que el importe de las aportaciones lo decide el
partícipe, por lo que se adapta a todo tipo de ahorradores. Es interesante para los ahorradores de
patrimonios más bajos, pues no existe una aportación mínima obligatoria (a menos que la entidad
decida proponer unos mínimos). En este sentido se parece mucho al preahorro, ya que propone una
inversión sistemática que se realiza automáticamente todos los meses, como si se tratase de una
transferencia bancaria a otra cuenta corriente, solo que en lugar de ir a otra cuenta, va al PIAS.
Además, un ahorrador puede cubrir parte de sus necesidades financieras con un PIAS y otra
parte con otros productos financieros, pues el primero es compatible con los Planes de Pensiones
tradicionales y con los Planes de Previsión Asegurados (PPAs), así como con otros productos como
fondos de inversión, por ejemplo.
Desde un punto de vista fiscal, si el capital ahorrado se retira antes de los 10 años desde la
primera aportación, no tiene ventajas al pagar impuestos y tributaría como un depósito. A
partir de esos diez años y según la edad en la que se realice el rescate, la renta tendrá un
tratamiento ventajoso. Es, por lo tanto, un producto que ofrece su mayor eficiencia en un plazo
superior a diez años, por lo que conviene complementarlo con otros que sean eficientes en plazos
más cortos, como los fondos de inversión o los depósitos.