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(Estos apuntes son en una buena parte originales del profesor y en otra
tomados de otros colegas. Este profesor se ha sentido con la libertad de añadir
o suprimir fragmentos dependiendo de las necesidades de sus alumnos. No
cito todas mis fuentes porque el uso que hacemos de estos apuntes es privado.
Si encuentras faltas de ortografía se debe a que tengo estropeado el teclado
del ordenador).
1. INTRODUCCIÓN
2. EL TEXTO
Ya sabes que te vas a encontrar dos textos y tendrás que elegir uno de ellos
para elaborar tu examen. En principio, los textos serán periodísticos o literarios
(recuerda que te pueden caer dos literarios). Aunque es bastante improbable
que caiga un texto de ensayo, ofreceré en estas notas algunas características
generales de este tipo de textos.
Bien, he dicho que tres tipos de textos son los que debes tener presentes:
periodísticos, literarios y de ensayo. Antes de decir algo sobre cada uno de
ellos, te diré algunas características comunes de los textos que puedes utilizar
en el examen.
Un texto debe poseer textualidad y para que esto ocurra deben darse una serie
de condiciones:
- que tenga adecuación, es decir, que se adapte al tipo de receptor a
quien va dirigido, que no se salga del tema del que trata, que utilice el
lenguaje conveniente (culto, coloquial…)
- que tenga coherencia, es decir, que tenga en cuenta una adecuada
cantidad de información, que las ideas del texto sean claras y
comprensibles, que todo vaya en relación al tema propuesto, que este
bien estructurado.
- Que tenga cohesión, es decir, que posea coherencia lingüística. Con
esto me refiero a que las construcciones gramaticales sean correctas.
Ya sabes que un texto puede utilizar muchos mecanismos de cohesión
textual:
++ La referencia: que puede ser situacional o textual. Situacional cuando
se señala algún elemento que no esta en el texto; textual cuando se
señala a algún elemento que esta en el texto. Si se refiere a algo ya
enunciado se llama anáfora; si se refiere a algo que se enunciara
después se llama catáfora.
++ La deixis: que sirve para señalar a una persona o a un objeto. Son los
pronombres personales, los posesivos, los demostrativos, los adverbios
de lugar y los de tiempo.
++ La elipsis: que se produce cuando existe una omisión de algún
elemento del texto que se sobreentiende.
++ La sustitución que esta muy relacionada con la referencia textual.
++ La isotopía, que consiste en repetir elementos del texto y puede ser
gramatical si se refiere a repetición de sustantivos, adjetivos, etc.;
semántica si se refiere a repetición de significados; y fónica si se refiere
a la repetición de sonidos.
++ Los conectores (o marcadores textuales, enlaces, nexos), que son
palabras que sirven para enlazar los enunciados o partes del texto.
Pueden ser conjunciones, adverbios, locuciones adverbiales o
conjuntivas. Pueden expresar: temporalidad, adición, restricción,
objeción, causa, consecuencia, alternativa, orden, especificación. Como
ves, los conectores están estrechamente relacionados con el asunto de
la oración compuesta tanto por coordinación como por subordinación
(aprovecha para repasar el cuadro de la oración compuesta, aprender
los nexos y hacer ejercicios de análisis).
Hasta aquí las características generales de cualquier texto que debes señalar
en el texto del examen que escojas, no importa de que tipo sea. Estas nociones
que te he puesto arriba deben ser analizadas sea cual sea el texto. No hace
falta que hables de todo pero si que se te note una cierta soltura en estos
asuntos. Escoge la pregunta tres para desarrollar estas cuestiones
puramente textuales.
A continuación te diré algo sobre cada uno de los tres tipos de textos que antes
he mencionado:
Los medios de comunicación social son los canales específicos a través de los
cuales se difunde todo tipo de informaciones sobre hechos de interés para una
colectividad. La comunicación periodística busca satisfacer la necesidad de
información sobre asuntos de interés general.
Los medios de comunicación social cumplen, en general, tres funciones:
información, formación y entretenimiento. Las propiamente periodísticas son las
dos primeras: información y formación.
La información es el fin principal de un periódico. Transmitir información,
difundir noticias es la función fundamental que satisface la necesidad básica
del lector, oyente o espectador de conocer lo que acontece en el mundo.
Puede definirse como la difusión objetiva de relatos de hechos novedosos que
tienen un interés general, realizada periódicamente. Son, pues, cuatro
caracteres básicos los que contiene esta definición:
Rasgos diferenciales
El límite que separa al lenguaje literario de otros tipos de lenguaje es muy
difuso. Muchos escritos de carácter periodístico o científico pueden ser
considerados como verdaderas piezas literarias.
La extensión de un texto literario no es un rasgo distintivo, puesto que es muy
variable, desde un par de versos hasta cientos y millares de páginas.
Así pues, el texto literario posee unas características internas sumamente
peculiares pero, a la vez, difíciles de aislar. Comparte un buen número de ellas
con otras clases de textos: la plegaria, el mensaje publicitario, el eslogan, el
conjuro, el texto periodístico, etc.
Carácter desinteresado
Quizá el rasgo más diferencial sea su carácter desinteresado. Desinteresado
en cuanto a la comunicación en sí misma, no por lo que se refiere a la
remuneración que el autor pueda obtener a cambio de lo escrito. El texto
literario no tiene una finalidad práctica inmediata.
Final previsto
A diferencia de lo que ocurre en la comunicación ordinaria (la conversación
entre dos interlocutores), el texto literario posee un final previsto por el autor. La
extensión del texto dependerá del género elegido, pero siempre fluctuará
dentro de unos límites aproximados. El cierre es, pues, otra de sus
características diferenciales.
Artificios lingüísticos
Cuanto más estricta sea la exigencia del cierre, mayores efectos suele
provocar en el lenguaje de la obra. Los géneros en verso muestran mayores
artificios lingüísticos que los géneros en prosa; pero, en general, el empleo de
expresiones poco usuales: arcaísmos, neologismos, voces inusitadas y cultas,
y construcciones sintácticas atípicas caracterizan a todos los géneros literarios.
De estos artificios lingüísticos trataremos con más detalle en el apartado
Recursos literarios.
Polisemia
El texto literario se presta a múltiples interpretaciones o lecturas; en teoría, a
tantas como lectores y oyentes. Y ello no perturba la comunicación; por el
contrario, muchos lectores que muestran entusiasmo por una obra literaria no
la entienden, o la comprenden de un modo deficiente y superficial. Pero la
comunicación resulta satisfactoria. Esto no puede ocurrir en los mensajes
ordinarios o en otros mensajes de finalidad práctica, pues daría lugar a errores
que podrían ser muy graves; imaginemos lo que podría resultar de una
polisemia en las señales de tráfico.
Recursos literarios
Uno de los recursos que de forma más general caracterizan al lenguaje literario
es el uso de una adjetivación especial, el uso de epítetos. Los epítetos son
adjetivos ornamentales, no estrictamente necesarios para la comprensión de
un mensaje. El buen escritor busca evitar los epítetos triviales y, en general,
prescindir de los que no produzcan efecto de novedad.
Según la Retórica tradicional, son figuras todas las anomalías que se producen
en un escrito, todo aquello que produce extrañeza en el lector. Muchas de
ellas se basan en la repetición y en el paralelismo. La repetición produce
efectos rítmicos tanto en verso como en prosa. Puede conferir brillo a cualquier
tipo de prosa, aunque el abuso de las construcciones rítmicas entraña el riesgo
de caer en la excesiva musicalidad o en el sonsonete.
Se han descrito varios centenares de figuras posibles, algunas con nombres
impronunciables. No se trata aquí de ofrecer un catálogo detallado de figuras
retóricas, trataremos sólo de ofrecer una clasificación coherente de algunas de
las más frecuentes:
Figuras fónicas
La principal es la aliteración o repetición de uno o varios fonemas, con una
frecuencia perceptible. Cuando la aliteración persigue una finalidad imitativa de
sonidos o ruidos de la naturaleza, se denomina onomatopeya. La aliteración,
como toda repetición muy marcada, perjudica a la prosa no literaria, y puede
producir cacofonías y sonsonetes.
Figuras sintácticas
Son artificios de la construcción gramatical, y muchos de ellos se producen por
apareamiento o paralelismo. Son más abundantes en el verso, pero no están
ausentes en la prosa literaria. Dos de las más frecuentes son el hipérbaton y la
anáfora.
El símil o comparación
No se trata, hablando con propiedad, de un tropo, pero es un concepto muy
próximo. Cuando comparamos, por ejemplo, la vejez con una puesta de sol, en
ninguno de los dos términos que intervienen en la comparación se produce
mutación de significado. En todo símil hay un término real (A) y un término
imaginario o imagen (B). Además, de un modo u otro, al comparar marcamos
gramaticalmente el hecho de que estamos comparando (A es como B, A
semeja B, A me parece B, etc.).
La comparación es frecuente también fuera de la lengua literaria. Se recurre a
ella para presentar más plásticamente lo que se quiere decir y, muchas veces,
para concretar un pensamiento abstracto.
Los símiles estereotipados o hiperbólicos suelen ser perjudiciales para el estilo
de un escrito.
La metáfora
La metáfora es el tropo por el cual se aplica el nombre de un objeto a otro
objeto con el cual se observa alguna analogía, suprimiendo cualquier rastro
gramatical de comparación.
Hay metáforas que están incorporadas al uso general, los diccionarios las
registran y nadie las identifica como figuras, ya que no producen extrañeza
alguna (la cabeza de un alfiler). Pero el escritor crea sus propias metáforas (Mi
soledad llevo dentro, torre de ciegas ventanas; o, en un texto periodístico: Raúl
se pasó la tarde hambriento de balón).
Una palabra aislada no puede funcionar como metáfora, necesita de un
contexto en el que cobrar significado.
La metonimia
Consiste en la sustitución de un término por otro que esta en relación de
continuidad por causa, por procedencia, por efecto o por consecuencia. “Te iras
llenando de sol” (se entiende que de la luz del sol).
Figuras de pensamiento
Hipérbole
En ella la expresión no corresponde al pensamiento. Se trata de una
exageración, de una afirmación por exceso: Una mujer tan delgada, / que en la
vaina de una espada / se trajo a la sepultura.
Lítotes o litótesis
Con ella se atenúa lo que se quiere decir, bien para no molestar al interlocutor,
bien para dar más relieve al contenido: no está mal (por está bien).
Personificación
Es la atribución de cualidades humanas a los animales y a las cosas: el viento
susurra una canción monótona.
Ironía
Consiste en decir lo contrario de lo que se piensa: por ahí va Brad Pitt,
(señalando a un tipo feísimo).
Antítesis
Una palabra se pone en relación, más o menos sorprendente, con otra
contraria: Era sólo sombra de su pasado esplendor.
Paradoja
Es una contradicción aparente: al avaro, las riquezas lo hacen más pobre.
Narración
Los términos narración o texto narrativo se utilizan en su sentido estricto para
hacer referencia a los fragmentos en los que se relatan hechos reales o
imaginarios.
La narración es una de las formas de elocución más antiguas y de mayor
tradición literaria. Es la base del cuento, de la novela, de la leyenda, del poema
épico y otros géneros y subgéneros literarios; pero también lo es de buena
parte de nuestra comunicación habitual con los demás.
Puesto que lo narrado son principalmente acciones, el verbo ocupa un lugar
destacado en ella, tanto por su frecuencia, como por su significado.
Como el narrador cuenta sucesos ya ocurridos, predominan los verbos en
pasado, en especial los pretéritos indefinidos y los imperfectos. Cuando
aparecen otros tiempos verbales como conductores de la narración, suelen
tener valor de pasado (presente histórico, por ejemplo).
La selección de enunciados largos y complejos, con predominio de la
subordinación, da impresión de lentitud narrativa, de calma, de estatismo. Los
enunciados cortos y sencillos, con predominio de la yuxtaposición, de la
coordinación o de las oraciones simples, dan impresión de dinamismo, de
velocidad, de movimiento.
El narrador
Descripción
Describir es dibujar con palabras. Definida con más precisión, la descripción es
la representación de personas o cosas por medio de la lengua, refiriendo o
explicando sus distintas partes, cualidades o circunstancias.
En toda descripción interesan las cosas y sus propiedades o características, no
las acciones. En consecuencia, en un texto descriptivo predominan los
sustantivos y los adjetivos sobre los verbos; abundan los tiempos verbales que
se refieren al desarrollo y no al término de la acción (aspecto imperfectivo),
sobre todo, los presentes y los pretéritos imperfectos. Se prefiere la
yuxtaposición y la coordinación a la subordinación. La ausencia de nexos da
una mayor rapidez a la descripción, la multiplicación de nexos le confiere
lentitud y estatismo. Se recurre frecuentemente a la comparación como método
descriptivo.
Clases de descripción
Según lo descrito, podemos hablar de descripción de paisajes y objetos, o de
personas y animales. Ambas pueden realizarse de forma realista o
impresionista. La descripción de personas se denomina retrato, que suele
realizarse mediante la combinación de prosopografía (descripción de la
apariencia externa de una persona, los rasgos físicos y la indumentaria) y
etopeya (descripción del carácter, acciones y costumbres de una persona). Ni
una ni otra suelen aparecer aisladas. Aunque predomine la descripción física,
el autor suele introducir comentarios relacionados con el carácter del personaje
o hace derivar de los rasgos físicos alguna peculiaridad psicológica de la
persona retratada. Según la intención con que se realice el retrato o el tono
empleado en su redacción, hablamos de retrato objetivo o subjetivo, laudatorio
o satírico.
Según el que describe, la descripción puede ser objetiva o subjetiva, estática o
dinámica. La finalidad de la descripción objetiva es informar fielmente del
aspecto, componentes y otras características de un mecanismo, de un
fenómeno, de una reacción, etc. Es más propia de la prosa de investigación
que de la literaria. La descripción subjetiva se caracteriza por dar entrada, en
mayor o en menor medida, a la opinión del que describe. De hecho, es muy
frecuente que, a través de sus descripciones, el autor pretenda influir en la
opinión que el lector ha de formarse sobre lo descrito.
Estática o dinámica. En una descripción estática el punto desde el cual se
supone que el autor observa es fijo; desde ese punto y mediante una técnica
fotográfica más o menos fiel el autor presenta un cuadro de lo que percibe. En
la dinámica el autor describe el objeto a medida que va descubriéndolo; con
técnica cinematográfica, se va adentrando en una realidad que aparentemente
descubre al tiempo que el lector.
Diálogo
Aunque el diálogo, el medio de comunicación humana más utilizado y es
característico de la lengua oral, también aparece con frecuencia en la lengua
escrita, por ejemplo en formas narrativas como la novela o el cuento, en formas
expositivas e, incluso, en poesía.
Para la trascripción del diálogo puede utilizarse el estilo directo, el indirecto o el
indirecto libre.
Cuando el discurso de una persona se dirige hacia sí misma o hacia un
interlocutor que no se halle presente, se produce un monólogo. El monólogo
está sujeto a las mismas formas de trascripción que el diálogo.
Géneros literarios
El concepto de género se ha ido conformando históricamente; se entiende por
género un conjunto de constantes retóricas y semióticas que identifican y
permiten clasificar los textos literarios; dicho de otro modo, son ciertas técnicas
de composición, y ciertas leyes de forma y contenido a las que se someten las
obras literarias.
Puede resultar sorprendente que aún se utilice la primera clasificación de los
géneros, debida a Aristóteles, quien los redujo a tres: épica, lírica y teatro. Hoy
se mantiene esencialmente la misma clasificación con distintos nombres
(narrativa, poesía y drama), pero la evolución de los gustos y modas estéticas
ha provocado que en muchos textos modernos resulte difícil fijar rígidamente
los límites entre lo puramente lírico, lo narrativo o lo dramático.
El género lírico
Los textos líricos expresan el mundo subjetivo del autor, sus emociones y
sentimientos, o una profunda reflexión. Se prefiere para ello el verso a la prosa
y se manifiesta profusamente la función expresiva del lenguaje.
Tradicionalmente la lírica es una expresión de la experiencia del yo, pero en
ciertas formas de la lírica moderna el yo se desvanece en favor de la imagen o
de una escena desligada de la subjetividad del poeta.
El género dramático
El autor no habla por sí mismo sino que hace hablar a sus personajes. Puede
estar compuesto en verso o prosa y habitualmente están presentes todas las
funciones del lenguaje. Aunque puede ser leído, se escribe para ser
representado.
Acción
Son todos los acontecimientos que suceden en escena durante la
representación relacionados con la actuación y las situaciones que afectan a
los personajes. Dicho de otro modo, la acción es el argumento que se
desarrolla ante nuestros ojos cuando asistimos a una representación teatral.
Este argumento suele estar dividido en actos o partes (también denominados
jornadas). La antigua tragedia griega no se dividía en actos, sino en episodios
(de dos a seis) separados entre sí por las intervenciones del coro. A partir del
teatro romano se generalizó la división en cinco actos, hasta que Lope de Vega
(1562-1635) redujo la acción a tres actos, división que llega hasta hoy. Si
dentro de un acto se produce un cambio de espacio, entonces se ha producido
un cambio de cuadro, con lo que dentro de un acto puede haber distintos
cuadros según los espacios que aparezcan. Por otra parte, cada vez que un
personaje sale de la escena, o bien cuando se incorpora uno nuevo, se
produce una nueva escena. Un acto constará de tantas escenas como
entradas y salidas de personajes haya.
Personajes
Son quienes llevan a cabo la acción dramática a través del diálogo. Debido a
las limitaciones espacio-temporales de una obra teatral, es difícil que podamos
asistir a una caracterización psicológica profunda de todos los personajes, por
lo que sólo son analizados con detenimiento los protagonistas. Los personajes
se suelen valer de la mímica o los gestos como complemento al discurso. Estas
expresiones fisonómicas o gestos suelen obedecer a las acotaciones del autor,
aunque en algunas representaciones es el director de escenografía el que dicta
los movimientos de los actores, en ocasiones, de manera distinta a las
acotaciones. Con la eclosión del teatro durante el Siglo de Oro (XVI-XVII),
aparecen una serie de personajes o tipos característicos que representan
actitudes o comportamientos ideales, tales como el galán, la dama, el padre o
hermano de la dama, el gracioso como contraste al galán, el criado criticón o el
soldado presumido y fanfarrón. A partir del Romanticismo no podemos hablar
de tipos determinados, sino de personajes que evolucionan ante los ojos del
espectador.
Tensión dramática
Es la reacción que se produce en el espectador ante los acontecimientos que
están ocurriendo en la obra. Los autores buscan el interés del público mediante
la inclusión de momentos culminantes al final de cada acto, lo cual contribuye a
que se mantenga la atención hasta el desenlace. La tensión dramática pone en
juego recursos como el avance rápido de la acción justo después de la
presentación, de modo que se pone inmediatamente en marcha el conflicto;
momentos que van retardando el desenlace, con lo que el interés aumenta, y el
denominado anticlímax, cuando el conflicto que presenta la acción llega a un
desenlace inesperado o no previsto.
Tiempo
No es fácil el tratamiento del tiempo en una obra dramática, ya que ésta se
desarrolla ante los ojos del espectador y las posibilidades que ofrece una
novela, por ejemplo, son prácticamente infinitas en comparación con una obra
teatral. Hemos de tener en cuenta que, por un lado, está el tiempo de la
representación, es decir, lo que dura la obra teatral (dos o tres horas,
habitualmente). En ese tiempo se debe desarrollar una acción determinada,
que puede durar lo mismo que la representación, o más, con lo que los
personajes deberán hacer referencia al tiempo que transcurre (prolepsis),
denominado tiempo aludido. Así, hemos de diferenciar entre tiempo de la
representación, tiempo de la acción y tiempo aludido.
Como hemos dicho arriba, las obras se suelen dividir en actos o jornadas.
Normalmente, si se produce algún salto temporal, éste estará situado entre dos
actos, y serán los personajes los encargados de informar, mediante sus
palabras, del tiempo que ha transcurrido con respecto al acto anterior.
Aristóteles, en el siglo IV a. C., estableció en su Poética unas sencillas técnicas
que ayudaban a evitar los saltos espaciotemporales: se trata de la regla de las
tres unidades, según la cual la acción de una obra dramática sólo se podrá
desarrollar en un día (unidad de tiempo), en un único espacio (unidad de lugar)
y con un solo hilo argumental, sin acciones secundarias (unidad de acción).
Lope de Vega rompe con estas reglas tan estrictas y el teatro del
Romanticismo (XIX), siguiendo las directrices de Lope en su Arte nuevo de
hacer comedias, consagrará la ruptura definitiva con la Poética de Aristóteles.
Diálogo
Las conversaciones que los personajes mantienen entre sí hacen que la acción
avance. Estas conversaciones se pueden producir entre dos o más personajes.
En algún momento, un personaje, apartándose del resto o desviando su
mirada, puede hacer un comentario en voz alta, destinado al público, que no es
oído por el resto de personajes. Este recurso se denomina aparte. Mediante los
apartes los personajes realizan reflexiones en voz alta, hacen comentarios
malintencionados o declaran un pensamiento que puede ser de utilidad para el
desarrollo de la acción. La finalidad de los apartes es la de informar al público.
Por otra parte, uno de los recursos más característicos del teatro es el
monólogo: discurso que un personaje, normalmente solo sobre el escenario,
pronuncia para sí mismo a modo de pensamiento o reflexión, aunque en
realidad el receptor último es el público. Suele tener un carácter lírico y
reflexivo y una extensión considerable. El monólogo más famoso de nuestra
literatura es el que pronuncia Segismundo en La vida es sueño, de Pedro
Calderón de la Barca (1600-1681). Hoy en día el término monólogo se ha
puesto de moda gracias a las intervenciones que ciertos humoristas realizan
sobre un escenario ante el público. Se trata de un recurso teatral desgajado del
contexto de una obra dramática, que demuestra el gran rendimiento que puede
ofrecer como reflexión o información a los espectadores. Por último, en el
teatro clásico grecolatino solía aparecer un coro que, en ciertos momentos de
la representación, era tomado por la voz de la conciencia del personaje, el
narrador o una comunidad de personas. Este personaje colectivo solía poner el
punto final a cada uno de los episodios en los que estaban divididas las obras
dramáticas.
Acotación
Se trata de aclaraciones que el autor de la obra teatral realiza sobre cómo debe
ser el decorado, cómo se tienen que mover los personajes, qué gestos deben
hacer... Son orientaciones que intentan clarificar la comprensión de la obra, por
lo cual, aunque aparezcan ante nuestros ojos cuando leemos una obra
dramática (normalmente entre paréntesis o con letra cursiva), no pueden ser
pronunciadas durante una representación.
Elementos caracterizadores
Para que el argumento de una obra sea creíble, los directores teatrales suelen
recurrir a recursos auxiliares que contribuyan al espectáculo: un vestuario
acorde con la época en la que se sitúa la obra, música de fondo o de
acompañamiento (con la misma finalidad que la banda sonora de una película),
iluminación adecuada a cada momento y una escenografía adaptada a la obra
en cuestión, que suele estar al cargo del director de escena. En el teatro
medieval estos recursos eran casi inexistentes, con lo que los espectadores
debían utilizar más su imaginación para la contemplación de una obra teatral.
Durante el Siglo de Oro, con la representación en corrales de comedias, los
autores se debían valer de dos o tres puertas al fondo del escenario y un
primer piso con ventanas y un balcón. Poco a poco el teatro se fue
desarrollando y fue precisamente Calderón de la Barca quien más contribuyó al
desarrollo de los efectos más o menos especiales y de la escenografía. Hoy en
día la representación depende, en cuanto a su escenografía, del director de
escena, que puede concebir un escenario minimalista, es decir, con los
mínimos recursos, o bien una representación clásica, esto es, lo más realista
posible.
Para realizar un buen resumen (supuesto que ya has leído el texto con el
máximo interés) tienes que tener en cuenta cuatro premisas básicas: la
primera, que la extensión de lo que escribas no debe superar un tercio del texto
original; la segunda, que no debes repetir oraciones que ya aparezcan en el
texto (ni siquiera para citarlas entrecomilladas: esto déjalo para el comentario
critico); la tercera, que lo mejor es comenzar con una oración simple tratando
de evitar expresiones del tipo: “en este texto se dice…” o “el autor señala…”, y
otras del mismo tipo; y cuarta pero no menos importante, que no hagas
comentarios críticos ni juicios de valor en este momento (eso lo dejas para la
pregunta 3).
Para hallar la estructura interna (la del contenido) se pueden seguir las
siguientes pautas de trabajo:
La estructura interna también dependerá del tipo de texto que tienes delante.
En general, los periodísticos (en el caso de los artículos de opinión) y los
ensayísticos son más fáciles de tratar en este sentido ya que suelen
estructurarse en forma de tesis-desarrollo-conclusión, trinomio que incluso se
encuentra separado ya en párrafos, por lo que no importan tanto los conectores
o marcadores textuales. Donde importan mas es en los textos literarios
narrativos (en los poemas menos) ya que al ponerte un fragmento pequeño de
una obra completa uno puede encontrarse algo mas perdido. Por eso, aquí
conviene atender a los conectores porque nos pueden ayudar a resolver la
estructura interna del párrafo y sobre todo no te olvides, cuando no hay
párrafos, de dividir por líneas, es decir, de la línea tal a la línea cual... Te
escribo ahora los conectores más usuales:
Por ultimo, en lo que respecta a los textos poéticos, la estructura interna puede
variar y no siempre coincide con una estructura estrofita (entre otras cosas
porque no todos los poemas son eutróficos). Trata de actuar como si te
encontraras ante un texto narrativo sabiendo que la ausencia de conectores
será notable.
Dentro de la pregunta 3, la del comentario crítico, tienes dos vertientes a las
que tienes que atender: por un lado, a cuestiones de topología textual y para
eso léete el apartado que he dedicado al texto. Con eso tienes más que
suficiente para responder a la primera vertiente, digamos, mas objetiva. La otra
vertiente, la más subjetiva, es la de tu opinión crítica sobre lo que has leído.
a) Localización
Se parte de la idea principal: se glosa, se explica. Hay que tener en cuenta que
no siempre se pide opinar sobre la idea principal del texto, sino que se sugiere
alguna idea que tenga alguna relación con el mismo. No se puede opinar sobre
un texto que no se entiende. Se pueden utilizar apoyaturas (Citar textualmente
frases del texto, siempre "entrecomilladas”). El comentario puede incluir aquí
explicaciones sobre esas ideas.
- se lo cree
- no se lo cree.
el punto de vista: objetivo, irónico, afectivo, humorístico, etc. Justificarlo
adecuadamente, citando el texto si es preciso.
la manipulación del material ideológico y lingüístico, señalando el uso de
procedimientos literarios y gramaticales que lo justifiquen
Hay que evitar siempre la visceralidad. Las opiniones deben ser medidas y
pesadas, tanto en el contenido como en la expresión. El elogio excesivo y la
crítica feroz no son muestras de mayor madurez, sino precisamente de lo
contrario. Comentar con mesura, sin miedo, pero razonadamente.
Ya sabes que la pregunta cuarta del examen tiene dos opciones para que te
decidas por una de ellas. La opción “a” se refiere a análisis sintáctico o
relaciones sintácticas. La diferencia si te piden una u otra es que en el caso del
análisis sintáctico es necesario un mayor grado de minuciosidad, es decir, se
trata del análisis tradicional; mientras que si te piden relaciones sintácticas se
trata mas bien de un análisis proposicional en el que de manera redactada
tienes que ir relatando el tipo de relaciones que se establecen entre las
distintas proposiciones del segmento textual que te hayan propuesto. El grado
de dificultad entre la una y la otra es similar.
A los profesores que te corrijan el ejercicio de análisis no les importa la forma
en que decidas realizarlo siempre que el resultado sea bueno. Aunque no voy a
indicarte ahora la manera de realizar un análisis sintáctico, conviene que tomes
buena nota de estos consejos.
El segundo es que analices siempre desde fuera hacia dentro o por partes,
pero no de forma lineal. Esta estrategia es más para que la tengas en la
cabeza que sobre el papel, quiero decir que analices por partes sin perder de
vista la relación entre las partes.
EL LÉXICO ESPAÑOL.
Base latina.
El léxico español está formado mayoritariamente por las palabras
procedentes del latín. El porcentaje de palabras de procedencia latina se
estima en un 73%. Ahora bien, no todas han sufrido los mismos cambios, ni se
han incorporado a la lengua de la misma forma. Se distinguen dos vías:
Vía patrimonial:
Son aquellas palabras que han estado presentes siempre en nuestra lengua,
desde que los romanos llegaron a la Península hasta hoy. Nuestra lengua no
es sino "latín del Siglo XX". Estas palabras han evolucionado fonéticamente (al
igual que los otros niveles de la lengua) hasta el punto de que, a veces, no se
puede reconocer su "paternidad" latina. Así, la palabra latina hominem es
nuestra actual hombre. En medio de ambas, hay toda una evolución y
vacilación entre diversas soluciones ( hominen> hom'ne> hombre ) que sólo se
encontrarán si se estudian los textos medievales y renacentistas, pues estas
palabras quedan fijadas, con su forma definitiva, hacia el siglo XVI/XVII en el
mejor de los casos. Y ello es así porque en esta época queda "fijado" el
sistema fonológico español en sus aspectos más importantes. Todas ellas se
conocen como palabras patrimoniales.
Vía culta:
Frente a las palabras patrimoniales, los cultismos no han sufrido apenas las
evoluciones fonéticas propias de aquellas. Conservan casi intactos los fonemas
del latín. Así, la palabra latina fraternus es hoy fraterno.
Ha habido diversas épocas en que la incorporación de cultismos se ha
producido de forma masiva. En general, coinciden con épocas de latinización
del lenguaje. Por diversos motivos, el siglo XV y el siglo XVI y XVII han sido los
periodos más productivos. No obstante, los cultismos llegan hasta hoy, pues la
mayoría de los tecnicismos son cultismos.
Germanismos.
Los germanos, procedentes de Centro Europa, invadieron la Península
Ibérica en el siglo V. Para combatir a estas tribus invasoras (suevos, vándalos,
alanos), los romanos se aliaron con otro pueblo germánico, el de los visigodos,
que acabaron imponiendo su poder militar. Sin embargo, como su número era
escaso, adoptaron la lengua de los vencidos: el latín, en donde introdujeron
algunas palabras germánicas o germanismos, referidas principalmente al
campo bélico: adrede, agasajar, aspa, ataviar, brotar, escarnecer, escatimar,
espía, espuela, esquila, estaca, galardón, gana, ganar, ganso, guardar, guerra,
guiar, parra, rico, rapar, ropa, rueca, sala, tapa, triscar, ufano, yelmo.
Hay también antropónimos (nombres propios de persona) germánicos:
Alberto, Álvaro, Fernando, Rodrigo, Rosendo, Argimiro, Elvira, Gonzalo,
Alfonso, etc. Y son también germánicos algunos topónimos (nombres de
lugar): Mondariz, Guitiriz, Gondomar, Castrogeriz, Villafáfila, etc.
Arabismos.
En el 711 los árabes iniciaron la conquista de la Península. Su avance fue
vertiginoso. En sólo siete años ocuparon toda la Península. Sólo resistieron
algunos reductos cristianos al norte. Al quedar aislados entre sí, el latín perdió
la homogeneidad que hasta entonces había tenido y se produjo la
fragmentación lingüística de la Península, en donde fueron surgiendo las
nuevas lenguas romances, siguiendo en buena medida el avance de la
Reconquista.
Hasta 1492 no se consigue la total expulsión de los musulmanes. Fueron en
total siete siglos de convivencia, Esto se tradujo en una incorporación masiva
de palabras árabes a las diversas lenguas hispánicas. El castellano posee hoy
unas cuatro mil palabras (un 17% de léxico). No debemos olvidar que los
árabes aportaron una serie de conocimientos fundamentales a la Europa de su
tiempo, gracias a la Escuela de Traductores de Toledo y que representaban
una cultura más rica que la europea.
Los árabes son los que enseñan álgebra, pues están acostumbrados a
operar con cifras, y conocen el número cero también practican la alquimia, en
busca de la piedra filosofal. Conocen el alcohol, que destilan en alambiques. Su
organización militar y administrativa es superior: alcaldes y alguaciles velan por
el buen funcionamiento del municipio. Las campanas tocan a rebato, cuando se
produce una algarabía; los alféreces y adalides dirigen a los jinetes, que
destrozan todo con sus alfanjes.
Pero también hay períodos de paz. Las mujeres se dedican a fabricar
alfombras, albornoces, almohadas. Se adornan además con alhajas, abalorios
y ajorcas, pues son muy zalameras. Las casas tienen bellos zaguanes,
adornados con azulejos. De ahí se pasa a las alcobas. En la cocina tienen
alacenas, donde guardan tazas y jarras. Como vemos, a los albañiles no les
faltaba trabajo; hacían buenos tabiques y azoteas. Y se preocupaban por el
alcantarillado.
En el campo, hacían acequias, para retener el agua. Sacaban el agua de los
pozos con norias y la repartían a través de zanjas. Con estos nuevos sistemas
de regadío conseguían buenos productos, como berenjenas, zanahorias,
sandías, alcachofas, alubias, arroz, azafrán, azúcar, etc. A veces, los jabalíes
destrozaban los huertos. Las aceitunas eran prensadas en almazaras, de
donde retiraban luego el aceite, después del pago de la maquila.
Además, se conservan numerosos topónimos: Alcalá, Algeciras, Madrid,
Guadalajara, Medina de ...; aunque el más extendido es el que hace referencia
a los ríos, en árabe guad-: Guadalorce, Guadalquivir. Algunos topónimos
mezclan el árabe con el latín: así Guadiana, "Río Ana" (denominación latina del
mismo río) o Guadalupe, "río de los lobos", [lupi (plural), en latín].
Galicismos
Las voces procedentes del francés (galicismos) se han incorporado
abundantemente al castellano en dos épocas, la Edad Media y el siglo XVIII.
En la Edad Media, y a través del Camino de Santiago, se incorporaron
muchos galicismos: alemán, batalla, barón (título), ciprés, coraje, hereje, pincel,
escote, jamón, joya, manjar, mantel..
Americanismos
Hasta la conquista de América, nadie fumaba tabaco, ni se podían comer
patatas, tomates, maíz, cacao, cacahuetes, ni tampoco se podía tomar café, ni
chocolate. Colón descubrió un Nuevo Mundo, al que llevamos nuestra lengua.
A cambio, América aportó muchas plantas y frutos desconocidos por los
europeos, tantas como había en la tierra de Jauja . Los ríos servían de
comunicación por medio de las canoas, pero tenían que tener cuidado con las
pirañas. En el mar acechaban los tiburones y los tremendos huracanes.
Cada tribu tenía su jefe o cacique. Las lenguas y pueblos eran numerosos.
Desde México hasta la Patagonia vivían aztecas, mayas, aimaras, araucanos,
incas, etc.
Anglicismos
El mundo anglosajón domina hoy. Desde esa situación de privilegio ha
impuesto su lengua a otros muchos pueblos. Y ha dado innumerables
préstamos desde en todo el siglo XX: bistec, cheque, club, ponche., pijama,
güisqui, champú, túnel, vagón, yate. A ellos habría que sumar algunos que no
están admitidos por la Real Academia Española, pero de uso común: long-play,
trust, living, etc.
Otros préstamos
Cambios de significado
• Causas.
o Ocasionales. En ciertos casos, las causas del cambio son
caprichosos. Durante la posguerra, a cualquier coche grande se le conocía
como haiga. Al parecer de algunos estudiosos, la palabra procedía de los
deseos mal expresados de la clase social que por esos años podía permitirse
un coche grande. El dinero que poseían no estaba acorde con su cultura
lingüística, lo que les llevaba a solicitar "el coche más grande que haiga".
o Históricas. Al cambiar el referente, (la realidad extralingüística a
la que las palabras se refieren) las palabras van incorporando nuevos
significados o cambiando el que poseían. Así, la palabra pluma ha ido
cambiando de significado a lo largo de la historia conforme ha cambiado su
referente, desde la pluma de ave que utilizaban los monjes medievales hasta la
estilográfica más moderna . En Hispanoamérica, carro sigue designando a un
vehículo, pero ya automóvil, generalmente con motor de gasolina, con
suspensión en las cuatro ruedas, etc...
o Lingüísticas. El contexto en el que se suelen aparecer algunas
palabras hace que su significado cambie en ocasiones. En sus orígenes, nada
(cosas nacidas) y nadie (nacidos) no tenían significado negativo; sin embargo
aparecían con tal frecuencia en tales contextos que acabaron contagiándose
de este valor.
o Estos cambios contextuales suelen producir una ampliación o
especialización (restricción) en los significados.
Ampliación: En las retransmisiones futbolísticas suele
escucharse que tal o cual jugador lee el fútbol con gran precisión, y los
comentaristas hacen su particular lectura de la contienda.
Especialización: En el mundo taurino, el maestro realiza
la faena auxiliado por los peones o subalternos.
o Psicológicas. En este apartado, se tienen en cuenta factores
emotivos comunes al conjunto de los hablantes. Entre las palabras y su
referente se producen asociaciones subjetivas que hacen posible su cambio de
significado. Así, la repugnancia o afecto a ciertos animales motivan su
significado insultante o apreciativo cuando se aplican a las personas. Ej.: buitre,
cerdo, osito, etc.
o Ciertas palabras se cargan de connotaciones negativas,
produciéndose fenómenos de tabú (préstamo polinesio que designa lo
prohibido). El término latino siniestro, 'izquierdo', se fue asociando a malos
agüeros y presentimientos, hasta llegar a su significado actual. Fue sustituido
por el vasquismo izquierdo, que carecía de tales connotaciones. Con todo,
quedan rastros de su antiguo significado en expresiones como "a diestro y
siniestro", ('a derecha e izquierda').
• Mecanismos.
Dos son los procedimientos más usuales por los cuales una palabra puede
cambiar de significado y convertirse en polisémica.
o La metáfora. Entre los dos significados hay una relación de
semejanza, de parecido, real o imaginario. Así, cabeza de alfiler.
o La metonimia. Entre los dos significados se establece una
relación de contigüidad. A un torero se le llama espada porque utiliza ese
instrumento para su arte.
o Deonomástica. Un proceso especial es el paso de nombres
propios a nombres comunes. Implica previamente un proceso
metafórico. El significado actual de michelín procede de
la marca de neumáticos francesa, que ideó un muñeco compuesto de ruedas
como medio publicitario. El muñeco, más estilizado que el original, sigue siendo
utilizado por la marca y la identifica, aunque no muchos hablantes sepan
establecer la relación de semejanza entre el muñeco actual y los pliegues
adiposos en ciertas partes del cuerpo.
metonímico. La prenda conocida hoy como rebeca,
(chaqueta de punto) procede de la película Rebeca, cuyo personaje
protagonista aparecía en múltiples escenas con una prenda de esas
características.
1. El Castellano
Nace en la zona cántabro-asturiana, en lo que hoy es el norte de la provincia
de Burgos, muy cerca del dominio vasco, zona poco romanizada, y por tanto
con una mayor
- Pérdida de la f- inicial latina que pasa a h- aspirada y luego se pierde: filium>
hijo; farina> harina.
- El grupo li + vocal da la actual /x/ (sonido de j ): muliere> mujer;
- Pérdida de g- j- iniciales ante e, i no acentuadas: janiariu> enero; germanu>
hermano.
- El grupo -ct- y -ult- se convierte en ch: octo> ocho. cultelu> cuchillo.
- Las vocales tónicas breves -e, -o latinas que generalmente diptongan en ie
ue, no lo hacen si están en contacto con un sonido yod: nocte> noche.
- pl-, cl-, fl- iniciales se palatalizan en ll: clave> llave, pluvia> lluvia.
- Se reducen los diptongos latinos au>o, ai>e, oe>e, auru> oro, tauru>toro,
baisu> beso, foedo> feo.
El castellano comenzó siendo una lengua de mediación interlingüística en un
área de gran variedad dialectal. Llevado por la expansión política del condado y
posterior reino de Castilla se extendió con gran velocidad hacia el Sur. Hay
documentos escritos desde el siglo X (Las Glosas Emilianenses y Silenses)
aunque son muestras muy fragmentarias. Los escritos de los siglos XI, XII y XIII
muestran varios problemas:
- Una fuerte fragmentación dialectal, que crea dudas y vacilaciones en el uso
del lenguaje.
- En los siglos XII y XIII una fuerte entrada de galicismos y provenzalismos
(paje, homenaje, doncel, hostal, preste...) debida a los contactos con Francia
sobre todo a través del Camino de Santiago, pero también por los contactos
oficiales y religiosos.
- Una incipiente literatura ayuda a estabilizar el uso del lenguaje, aun
mostrando frecuentemente rasgos dialectales: Razón de Amor, Poema de Mío
Cid, Auto de los Reyes Magos...
Entre los siglos XII y XIV se producen dos importantes fenómenos:
- Culmina la evolución desde el latín con la sonorización definitiva de las
oclusivas sordas intervocálicas y la pérdida de vocales intertónicas.
- Alfonso X el Sabio confiere fijeza a la lengua al declararla lengua oficial y
regularizar la ortografía con un inusual criterio fonológico. Su propia obra
literaria además crea un incipiente vocabulario jurídico y científico incorporando
ya cultismos y arabismos.
Los siglos XIV y XV reciben influencias italianas y francesas, aunque persistan
aún vacilaciones. Además hay intentos de relatinización, como consecuencia
de la nueva cultura
* En el siglo XVI: /s/ y /z/ (s sonora) que dan la actual /s/
* En el siglo XVII: prepalatal fricativa sorda y prepalatal fricativa sonora en la
actual j. (Grafías, g. j)
* En el siglo XVIII: dental africada sorda (grafía ç) y dental africana sonora
(grafía z) en la actual z.
La formación de la lengua clásica lleva a que el castellano domine sobre el
resto de lenguas peninsulares:
- Se generaliza como lengua española desde Carlos V.
- El descubrimiento de América proyecta el castellano hacia América con la
consiguiente expansión.
- La lengua supera la mayor parte de sus irregularidades y vacilaciones.
De esta forma, en el siglo XVIII, con el clima erudito imperante, y con la
vocación de unificación y racionalización del período, se procede a la
unificación definitiva de la lengua, en lo que tiene un importante papel la Real
Academia Española (1713? a través de sus Diccionario de Autoridades (1726-
39), la Ortografía (1741) y la Gramática (1771). Con ello, la lengua se estabiliza
plenamente, se reajusta la ortografía adaptándola a los previos reajustes
fonéticos y se lucha contra el exceso de galicismos que penetran en ese
momento en el idioma como consecuencia de la influencia francesa.
Los dialectos básicos del castellano son:
- El andaluz: evolución del castellano llevado a Andalucía. Se caracteriza por
el seseo y el ceceo (realización de z como s y s como z respectivamente),
rotacismo (intercambio de -r y -1 en final de sílaba), pérdida de la -d-
intevocálica, aspiración o pérdida de la -s final, yeísmo, y a veces pérdida de -r
o de -z final.
- El extremeño tiene mucha presencia de rasgos leoneses: Cierre de las
vocales finales -o> -u (abaju) -e> -i (airi); comparte además algunos usos
andaluces: yeísmo, seseo ceceo, y rotacismo.
- El murciano se habla en Murcia, Alicante, nordeste de Jaén y Granada y
norte de Almería. Participa de la influencia del español meridional y de
influencia aragonesa y levantina. Se caracteriza por mantener alguna
consonante sorda oclusiva intervocálica (acachar por agachar), palatalización
de l- inicial (llampar por lampar), yeísmo, seseo y ceceo.
- El canario tiene los mismos rasgos que el andaluz, pues la región debió ser
repoblada precisamente desde esta zona.
2. El leonés.
Registró una fuerte influencia de Galicia y del gallego. Nunca tuvo una fuerte
unidad lingüística, lo que hace que aún hoy haya tres variedades: central,
oriental y occidental. Se trata de una lengua particularmente arcaica, sin
fronteras claras con el gallego. En la actualidad abarca el antiguo reino de León
y las provincias de Asturias, Santander y parte de Cáceres.
Son características:
- Mantenimiento de la f- inicial.
- Grupos pl-, fl- cl- evolucionan a ch
- Las vocales cerradas finales -i -u pueden inflexionar a la tónica precedente
cerrándola: palu> pelu...
- Palataliza la 1- inicial: lubina> llubina. - Palataliza la n- inicial: ñiñu, ñabu.
- e breve tónica diptonga en ie ue.
3. El aragonés.
En la actualidad, el aragonés ha quedado reducido a los valles de Ansó,
Hecho, Biesca, Sobrarbe, Ribagorza y Lanuza. El resto de Aragón emplea un
castellano vulgar con rasgos de aragonés arcaico: el baturro. El aragonés
medieval debió tener rasgos comunes con el leonés, adquiridos probablemente
en época visigoda.
Sus características:
- o breve tónica diptonga en ua o en ue; e breve tónica diptonga en ia o en ie,
incluso ante yod: cualu, hiarba.
- Se conserva la f- inicial: fablar.
- Permanece la d- intervocálica: viedes, paradiso.
- El grupo -ct- evoluciona a -it-: directam> dreita.
4. El gallego.
Lengua situada en los territorios al norte y al sur del Miño. También llamada por
tanto gallego-portugués. Evoluciona desde el latín, sufriendo la influencia de un
substrato suevo, sin registrar prácticamente arabismo alguno, salvo por
contagio del castellano. Gallego y
Sus características:
- Reducción del artículo determinado a "o" (masc.) y "a" (fem.):
- No diptongan ni la o breve ni la e breve latinas tónicas, al contrario que en
castellano: porta, terra.
-pl-, cl- fl- palatalizan en ch-: chorar, chamar, chama (llama).
- Se conserva la diptongación primitiva ai> ei y au> ou, sin cerrar en e y a,
respectivamente, como en castellano.
- Se conservan la f- inicial (folia> folla), así como el grupo -mb
En cuanto a su división interna, existen cuatro zonas: sudoccidental,
noroccidental, central y oriental. El rasgo más típico de las zonas occidentales
es la "geada," paso del sonido g al de j: afojarse por afogarse...
5. El Catalán .
Comprende además de Cataluña, el antiguo Rosellón, Andorra, una franja de
unos treinta km. de ancho entre Cataluña y Aragón, Castellón, la mayor parte
de Valencia y Alicante y las islas Baleares. La literatura catalana estaba
apegada en la Edad Media a la literatura en lengua provenzal, logrando solo
cierta autonomía en el siglo XV. Solamente la prosa había contado con autores
de relieve en los siglos XIII y XIV. También la literatura catalana entró en
decadencia desde el siglo XVI hasta el Romanticismo, aunque siguió
empleándose como lengua familiar y administrativa. En el siglo XIX se crea el
Instituto de Estudios Catalanes que se ocupa de unificar la ortografía, aspecto
muy importante para la posterior recuperación de la lengua.
Sus características: - Tendencia a la pérdida de vocales finales: dulce> dolç -
No diptonga las breves tónicas e y o: septe> set; porta> porta. Los diptongos
au, ai se reducen a o, e respectivamente. - La 1 se palataliza en cualquier
posición: lupu> llops (lobo) - Se conservan los grupos fl- cl, pl-: plantum> pla. -
El grupo -mb- evoluciona a -m-.
El catalán posee formas dialectales subdivididas en dos grandes grupos:
Oriental y Occidental.
6. El vascuence .
Es el único resto de una lengua prerromana en la Península. Se trata además
de la única lengua preindoeuropea en Europa. Su origen sigue siendo
desconocido, aunque se ha intentado relacionar con orígenes camíticos y
caucásicos e incluso como resto del ibero (teoría del vascoiberismo). Quedan
en ella adstratos iberos, celtas, latinos, franceses y castellanos, que no han
perturbado gravemente el sistema de la lengua, influyendo solo en morfología,
fonética y en el vocabulario. Es una lengua aglutinante, que funciona a través
de la suma de eelementos aislados, prefijos, sufijos. Es bien conocida la
dificultad de su conjugación verbal y el orden de palabras, muy diferente del de
cualquier lengua románica. Fonéticamente es mucho más cercana al
castellano, ya que éste tuvo su origen, como queda dicho, en el contacto con
una lengua seguramente emparentada con el vasco: lo más característico son
sus sibilantes. En cuanto al vocabulario, el vasco ha ido incorporando
préstamos del latín, del español normativo y de otras lenguas pero su base
léxica no tiene puntos comunes con las de las lenguas que lo rodean.
Su extensión debió de ser muy superior en otro tiempo, al menos a Juzgar por
los topónimos: Debió extenderse por todo el Alto Aragón, Gascuña francesa y
Cataluña en la zona pirenaica. Por el Oeste, hasta la desembocadura del
Nervión. La Romanización lo hizo desaparecer de las zonas con menor
arrraigo, y volvió a remitir de nuevo a partir del siglo XIII como consecuencia de
la expansión de las otras lenguas peninsulares románicas. Quedó como lengua
exclusivamente familiar y nunca como lengua escrita, aunque haya algunos
mínimos rastros medievales. Ejerció no obstante una fuerte influencia sobre la
formación del castellano, especialmente en la reducción de las vocales latinas
a las cinco vocales actuales, y en la pérdida de la f- inicial así como en la
indistinción de pronunciación entre b y v. Tan solo hay libros escritos desde
1545: se trata casi siempre de colecciones de poesías o refranes. Desde 1848,
calendarios. Hoy día comprende la mayor parte de Vizcaya, una pequeña parte
de Álava, toda Guipúzcoa, una pequeña parte de Navarra y la mitad del
Departamento Francés de Altos Pirineos. Hay una gran división en dialectos:
cuatro en la zona española y tres en la francesa. Se tratan de unificar en la
actualidad bajo el euskara batua, que intenta crear una lengua única
regularizada en cuanto a formas, uso y ortografía.
. Como en otras autonomías, el vasco es lengua cooficial en Euskadi y en
Navarra. Especialmente en la primera hay un esfuerzo intensivo por difundirlo
desde las escuelas y los medios de comunicación, pero pese al apoyo social el
porcentaje de nuevos hablantes no crece en la proporción esperada por la
dificultad real del aprendizaje. Es la comunidad con menor número de
castellanohablantes que hayan adquirido competencia, aunque sea pasiva, en
la otra lengua: Emplea el vasco como lengua principal algo más del 20% de la
población de la comunidad vasca y el 5% de la población de Navarra.
La semántica.
Vamos a pasar ahora al estudio del significado. Es la ciencia que conocemos
con el nombre de semántica. Tenemos que partir de una definición previa.
Sabemos que todo signo lingüístico tiene dos caras. el significante o parte
material del signo y el significado o imagen mental que sugiere el significante.
Aún hemos de añadir un nuevo elemento: el referente o elemento real,
existente, al que se refieren tanto significado como significante. No es lo mismo
la palabra que designa un referente que el referente mismo.
La última pregunta depende en gran medida del texto que hayas elegido. Si
has elegido un texto periodístico te van a preguntar muy probablemente sobre
este tipo de textos (de ellos ya hablamos en el apartado dos de estos apuntes).
Si has escogido, por el contrario un texto literario, las preguntas giraran o bien
en torne a algún escritor en particular (Baroja, Cela, poetas del 27, Savolta…) o
bien en torno a preguntas mas generales sobre la literatura española a partir de
1898. A continuación tienes lo fundamental respecto de la narrativa, de la
poesía y del teatro. Por ultimo te incluyo algo sobre literatura hispanoamericana
por si acaso.
1. La generación del 98
Cuando hablamos de la narrativa anterior a 1936 nos referimos a un
conjunto heterogéneo de escritores que engloba tanto a los supervivientes del
Realismo y el Naturalismo, a los novelistas de la generación del 98 y el
Modernismo, a los novecentistas, a los hijos de las Vanguardias. Sin embargo,
aquí nos vamos a circunscribir a los autores de la denominada generación del
98, por ser los primeros que de un modo consciente decidieron romper con la
estética realista o naturalista.
A finales del siglo XIX y principios del XX la sociedad occidental ―y,
en este sentido, la española no es una excepción― vive una crisis
generalizada tanto en lo socio-económico como en lo cultural, que en el caso
de la literatura española e hispana va a desembocar en la aparición de un
movimiento que presenta dos caras: el Modernismo y la generación del 98.
Ambos pretenderán ser una respuesta a esa situación de crisis; sin embargo,
mientras el primero se inclina más por una postura estetizante y un tanto
evasiva, la segunda intentará erigirse en un faro intelectual que impulse el
cambio de la España decadente del momento, objetivo que no alcanzó por
apostar por soluciones idealistas alejadas de lo pragmático. Esta loable
intención les empujó a poner la creación literaria al servicio de su propósito
renovador.
Con el término Generación del 98 se denomina a una serie de
escritores españoles que se muestran preocupados por la realidad española y
adoptan ante ella una postura crítica. A la misma pertenecen Ramiro de
Maeztu, Pío Baroja y José Martínez Ruiz («Azorín»); Miguel de Unamuno,
Antonio Machado y Ramón María del Valle-Inclán.
Estos autores coinciden en ideología y estética. Les influyen las
filosofías de Schopenhauer, Kierkegaard o Nietzsche que les dan una visión
pesimista del mundo. Sus temas predilectos son el “problema de España” y las
preocupaciones existenciales. Con respecto al primero, todos ellos son
conscientes de que la España de su tiempo es una España decadente y
atrasada, que esperan poder mejorar con su labor literaria. Ese amor por su
patria les lleva a descubrir sus paisajes y gentes ―sobre todo, castellanos,
porque los del 98 identifican España con Castilla―; por esto mismo,
reconstruyen la historia y la intrahistoria (la vida de gente anónima) de los
españoles y recuperan a los escritores de siempre (Gonzalo de Berceo, Jorge
Manrique, Arcipreste de Hita,…). Respecto al segundo tema, les preocupa la
vida, la muerte y el paso del tiempo y la religión (aunque algunos de ellos
fueron agnósticos, otros como Unamuno estuvieron muy preocupados por la
existencia de Dios).
La estética del 98 se enfrenta a la del Realismo y Naturalismo. Utiliza
un estilo antirretórico, natural e introducen arcaísmos y palabras en desuso.
Todo lo anteriormente dicho explica que de la mano de este grupo de
escritores viniera el auge del ensayo y del periodismo, cauces apropiados para
el desarrollo de sus ideas, y la modernización de los géneros tradicionales; por
ejemplo, las nivolas de Unamuno, mezcla de reflexión y relato.
intimismo, realismo...)
El autor y su obra
Eduardo Mendoza publica en 1975 La verdad sobre el caso Savolta. A
ella siguen entre otras El misterio de la cripta embrujada, El laberinto de las
aceitunas, La ciudad de los prodigios, Una comedia ligera y, más
recientemente, El tocador de señoras.
El argumento
Si de Tiempo de silencio dijimos que el tratamiento narrativo importaba
más que el argumento, en La verdad sobre el caso Savolta importa mucho el
tratamiento, ciertamente, pero no menos el asunto. El autor, como decíamos,
reivindica el «placer de contar» y nos restituye el placer de leer una historia; es
decir, resucita la función narrativa, relegada por quienes propugnaban la
destrucción de la anécdota en la novela.
Sin entrar en detalles del argumento, la obra recoge los recuerdos de
Javier Miranda, espectador y protagonista de unos hechos ocurridos en
Barcelona entre 1917 y 1919. Es un mundo de tensiones sociales, vistos en
torno a una importante empresa industrial y presididos por un aventurero
enigmático, Lepprince, que se entretejen con una trama amorosa.
Hay, pues, una combinación de peripecias individuales y de
acontecimientos colectivos, con ciertos ribetes de novela histórica. Pero por
debajo de los sucesos se percibe una reflexión sobre el lugar y las actitudes del
hombre en el mundo que le rodea.
1
a) Los capítulos I-V (Primera parte) presentan la máxima complejidad. En ellos encontramos materiales
heterogéneos: fragmentos de un interrogatorio judicial, textos periodísticos, documentos, cartas... Y entrelazados con
todo ello, van surgiendo los recuerdos del protagonista, pero de forma muy inconexa, a retazos dispersos o en
«flashes» rápidos.
b) Los capítulos I-V de la Segunda parte ofrecen menor complejidad. Sin embargo, siguen alternando varias líneas
narrativas y se conserva el desorden cronológico.
c) En fin, en los cinco últimos capítulos (VI-X), el relato se desarrolla con una máxima sencillez: hay un solo hilo
argumental, contado linealmente y de acuerdo con patrones narrativos tradicionales, sometidos a un hábil pastiche (de
lo que luego hablaremos).
Por otro lado, tanto en retratos como en descripciones, se pueden
encontrar, en fin, muestras de una técnica realista tradicional, junto a
tratamientos irónicos, poéticos, etc.
El diálogo, en fin, abunda en la novela.
El «pastiche»2
Ya hemos hechos diversas alusiones a la importancia capital de este
recurso en las técnicas empleadas y en la concepción general de La verdad
sobre el caso Savolta. Detengámonos en sus aspectos más notorios.
A la novela policíaca, según dijimos, debe mucho la estructura general
de la obra. Abundantes ingredientes lo confirman: asesinatos, enigmas,
sospechas, falsas pistas,... y —sobre todo—, la «aclaración del caso», al final.
Algunos elementos de la historia pueden recordarnos géneros vecinos:
la novela de espionaje (con la figura de Max) o la novela negra americana.
Pero el otro gran género sometido a pastiche es el folletín3, cuya
presencia en la obra es fundamental, y se percibe en tres aspectos. En primer
lugar, en la importancia del enredo y de las aventuras. En segundo lugar, son
reconocibles los elementos folletinescos de las escenas de los bajos fondos: el
cabaret y las tabernas, el hampa, los círculos de conspiradores, etc., con esa
convivencia de lo mísero y lo noble, de toques sociales y de truculencias... En
tercer lugar —y sobre todo— hemos de destacar la anécdota sentimental: la
historia de María, su origen oscuro, sus amoríos con el hombre rico y su
peregrina boda con el hombre humilde, sus misteriosas «enfermedades», su
intento de suicidio, sus fugas, sus retornos... A veces, se desemboca incluso en
la «novela rosa».
E, incluso, la novela histórica asoma en cierto momentos.
Variedad de estilos
Sin duda, no podemos hablar de «estilo» —en singular—, sino de
«estilos».
Los diversos materiales que integran la novela y los múltiples géneros
remedados son, por supuesto, la fuente de tal variedad estilística. Junto al
estilo peculiar de los géneros antes aludidos (en especial, el del folletín
sentimental), encontraremos parodias o imitaciones del lenguaje judicial y
administrativo, del informe policial, del lenguaje periodístico, etc.
2
En el vocabulario artístico español, como en el de otras muchas lenguas, se usa este término francés (procedente, a
su vez, del italiano) para designar la imitación intencionada de diversas maneras o estilos.
3
El folletín o novela folletinesca, —publicada en los periódicos— se inició en Francia en la época romántica. Fue
inmensa la popularidad de autores como Eugenio Sue (Los misterios de París), Paul Feval (Los misterios de Londres,
El jorobado, etc.), Ponson du Terrail (con varias series sobre el aventurero RocamboIe), etc. En España, cultivaron el
folletín popuIar—-o su variante, la «novela por entregas»— autores como Fernández y González, Pérez Escrich,
Ayguals de Izco (éste con una orientación social avanzada), etc. Ingredientes fundamentales del género son, entre
otros, los que arriba señalamos en la novela que nos ocupa: acción, enredo, misterio, gusto por los bajos fondos y,
sobre todo, historias sentimentales.
En el plano social, hemos visto un panorama completo y exacto de las
diversas fuerzas que contienden en un momento histórico. La mirada del autor,
ora cordial, ora satírica, es siempre compleja. De ahí que convivan fervores
revolucionarios, nostalgias y desencanto.
En el terreno artístico, en fin, habrán quedado patentes la fecundidad
imaginativa del autor.
Los personajes
En la poblada galería humana de la obra, destacan tres personajes,
cuyas vidas irán apareciendo progresivamente entrelazadas: Javier Miranda,
Paul-André Lepprince y María Coral. Se trata de tres figuras perfiladas con
singular complejidad y hondura
Javier Miranda es ambiguo y contradictorio. Hay en él nobleza, bondad,
sentido de la justicia; pero es también débil, vulnerable. Se deja tentar por el
panorama que, frente a su vida gris, ve tras Lepprince. A la vez, se siente
atraído por sueños revolucionarios, pero siente que «no podía pagar el precio
de la dignidad». Indignidad y amor se mezclan también en su vida sentimental.
Al cabo, se define a sí mismo como un «náufrago» en un mundo vulgar y ajeno.
De ahí su «soledad agónica», su «hastío»; es decir, su malestar existencial, su
sentimiento de frustración y de fracaso. Javier, en suma, no ha sabido ser ni un
héroe, ni un pícaro, ni un canalla. Su trayectoria conduce inevitablemente al
desencanto.
Lepprince viene a ser la contrafigura de Javier. Se define, ante todo por
su ambición, por su falta de escrúpulos, por su individualismo absoluto.
María Coral, esa gitanilla de 18 ó 19 años, artista de cabaret, es —en
principio— un producto de la miseria; de ahí sus contradictorios perfiles.
Conoce el poder de su belleza, la impresión que produce en los hombres, y
juega con ellos. Se muestra ora perversa, ora delicada; es tan capaz de amar
como de engañar. En ella conviven el frenesí de vivir y la desconfianza en la
vida.
Los restantes personajes son de índole variadísima: los hay graves,
conmovedores, innobles, grotescos, o varias de estas cosas a un tiempo4.
Citemos a algunos: Pajarito de Soto, noble e iluso, entregado a un ideal; su
mujer, Teresa, apasionada y desvalida; María Rosa Savolta, delicada, frágil,
producto de la educación burguesa; los implacables directivos de empresa,
Claudedeu, Parells, etc., y, junto a ellos, el abogado Cortabanyes, de
apariencia mediocre, pero de oculto poder manipulador; el comisario Vázquez,
astuto y tenaz... Interesantes por diversos aspectos son Doloretas y
Serramadriles y, en un estrato ínfimo, Nemesio Cabra, mezcla de pícaro y de
místico ridículo. Y taberneros, prostitutas, matones, pistoleros, escorias
sociales...
En conjunto, Eduardo Mendoza demuestra poseer una singular
capacidad para crear vidas, dotándolas de espesor humano.
4
No puede perderse de vista que, en toda la obra, los aspectos graves se combinan con enfoques humorísticos y
tratamientos lúdicos. La presencia de lo grotesco se advierte ya en los nombres de muchos personajes. Es evidente lo
cómico de nombres como Pajarito de Soto, N. Cabra, Serramadriles, Totorno ... ; y, para el lector catalán, es
transparente el juego de palabras a que responden los de Claudedeu (llave —o clavo— de Dios), Cortabanyes
(banyes: 'cuernos'), etc. Incluso algunos de los nombres extranjeros producirán un efecto hilarante si se traducen al
castellano.
ÚLTIMOS AñOS
La mayoría de los autores que se han dado a conocer en los años 80 se
orientan hacia formas narrativas más tradicionales.
Por lo demás, es difícil señalar tendencias compartidas. Lo que sí puede
apuntarse es la consolidación de algunas de las líneas que aparecieron en la
década anterior y que, a veces, se llevarán hasta sus últimas consecuencias:
de una parte, el intimismo, con una variada gama de problemas personales o
existenciales; de otra parte, el gusto por contar historias, sobre todo de corte
realista, pero sin propósitos testimoniales o sociales. También es cierto que se
ha señalado que estos autores no se pretenden, en general, «explicar el
mundo», sino sólo contar experiencias limitadas.
Entre los autores que habría que destacar se hallan Álvaro Pombo (El
héroe de las mansardas de Mansard, 1983), Alejandro Gándara (La media
distancia, 1984), Eduardo Alonso (El insomnio de una noche de invierno, del
mismo año), Javier Marías (Todas las almas, Corazón tan blanco); Julio
Llamazares, José M. Merino, Luis Mateo Díez; Antonio Muñoz Molina (El
jinete polaco)... Y hay que estar atentos a autores como Soledad Puértolas,
Jesús Ferrero, Miguel Sánchez Ostiz, José Pedro Aparicio, Carlos Pujol, Rosa
Montero; por no citar a autores de ultimísima hora como ay Loriga o Javier
Cercas.
2.5.2. Etapas
En la producción poética de Salinas se distinguen tres etapas:
Primera etapa. En los textos escritos durante estos años se percibe la
influencia de la poesía pura, del creacionismo y del futurismo, sobre todo en la
selección de ciertos temas (poemas dedicados a un automóvil, a la máquina de
escribir, a la bombilla... ), aunque también están presentes asuntos como el
amor y la búsqueda de lo que está más allá de la realidad, de lo desconocido.
Corresponden a este período Presagios (1923), Seguro azar (1929) y
Fábula y signo (1931).
Segunda etapa. Abarca la trilogía amorosa La voz a ti debida (1933),
Razón de amor (1936) y Largo lamento (1939). Estas obras, sin duda la•
más celebradas del autor, conforman una especie de cancionero amoroso: en
La voz a ti debida, el amante canta a la amada, a sus cualidades, y gracias
a ella (recuérdese el título), también a la realidad que la rodea, iluminada por el
amor; Razón de amor celebra el sentimiento amoroso, que por otra parte se
ve condenado a desaparecer; Largo lamento expresa el dolor por la
separación inevitable de la amada, ante la que solo cabe la resignación, la
serenidad y el agradecimiento por lo vivido.
Tercera etapa. Desarrollada en el exilio, incluye El contemplado
(1946), diálogo con el mar de Puerto Rico; Todo más claro (1949), en el
que aborda la creación a través de la palabra y la reflexión angustiosa ante lo
que ve (la cultura del consumo, los avances científicos que propician la
destrucción... ), y Confianza (1955), libro póstumo de tono esperanzado, que
defiende la salvación por medio de la contemplación y el análisis de la vida.
Poesía desarraigada
Blas de Otero se inicia en la poesía religiosa con Cántico espiritual
(1942), pero introduce un cambio con Ángel fieramente humano (1950) y
Redoble de conciencia (1950), fundidos luego en un único libro titulado Ancia
(1958).
Los versos de esta etapa expresan la angustia del hombre frente a la
muerte. El yo poético se siente solo, abandonado, y dirige a Dios –un Dios más
parecido al vengador y justiciero del Antiguo Testamento que al benevolente
Jesús del Nuevo– preguntas desesperadas, sin respuesta. Ese silencio
provoca el enfrentamiento hombre-Dios, con duras imprecaciones. Al final, solo
queda el vacío, una enorme soledad. Estilísticamente, es una poesía que
emplea un lenguaje violento y dramático, como ya dijimos más arriba.
Poesía social
Esta poesía se inicia con Pido la paz y la palabra (1955) y continúa con
En castellano (1960), Esto no es un libro (1963) y Que trata de España
(1964). El poema «A la inmensa mayoría» hace explícito su cambio de actitud:
Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre / aquel que amó, vivió, murió por
dentro / y un buen día bajó a la calle: entonces / comprendió: y rompió todos
sus versos. En su búsqueda solitaria, el poeta se encuentra con «los otros»:
Definitivamente, cantaré para el hombre. Y en su canto, dos vocablos se
convierten en claves: la palabra, que permite a todo hombre gritar su protesta,
y la paz, para que España pueda vivir sin la presencia de la muerte y la
injusticia. En definitiva, el poeta buscará solidarizarse con los que sufren;
incluso podríamos decir más, con los españoles, que sufren, porque él debe
convertirse en un testigo que denuncie las injusticias de la España franquista.
Estilísticamente, Otero ha pasado de los tonos dramáticos de los libros
anteriores a tonos más sencillos.
Última poesía
En los años setenta, Blas de Otero vuelve a una poesía de carácter
reflexivo, pero centrada en aspectos autobiográficos. El poeta medita sobre la
realidad desde la perspectiva del hombre que analiza su propia trayectoria. A
esta época pertenece su obra Historias fingidas y verdaderas (1970), escrita
en prosa.
4. Los «Novísimos»
Bajo esta denominación se incluyen poetas como M. Vázquez
Montalbán, Martínez Sarrión, J. M. Álvarez, Félix de Azúa, Pedro
Gimferrer, V. Molina-Foix, Guillermo Carnero, Ana M. Moix y Leopoldo
María Panero.
Estos poetas no cubren, desde luego, todo el horizonte poético del
momento, pero resultan muy representativos de una nueva sensibilidad,
dentro de la llamada generación del 68.
Se trata de poetas que se han dejado influenciar por autores muy
diversos: desde los hispanoamericanos Vallejo u Octavio Paz, a algunos
poetas del 27 —sobre todo Cernuda y Aleixandre— o de los 50 , como Gil de
Biedma o Valente, sin olvidarnos de ciertos poetas ingleses, franceses y
griegos. Pero no es menos importante la inspiración que encuentran en el cine,
la música y la canción, los «cómics», etcétera.
En la temática encontramos lo «personal» (la infancia, el amor o el
erotismo, etc.) junto a lo «público» (la guerra del Vietnam, la sociedad de
consumo ... ). Al lado de tonos graves —ecos de un íntimo malestar— aparece
una provocadora e insolente frivolidad. Marilyn Monroe se codea con Che
Guevara, y Carlos Marx con Groucho Marx. Frente a la sociedad de consumo,
son sarcásticos y corrosivos. Sin embargo, muestran su «escepticismo sobre
las posibilidades que tiene la poesía de cambiar el mundo» (F. de Azúa). En lo
personal y lo político, son inconformistas y disidentes; pero, como poetas,
persiguen metas estéticas.
Es el estilo, en efecto, lo que les importa ante todo. La renovación del
lenguaje poético es, pues, objetivo, principal. Ven en el Surrealismo, en
especial, una lección vigente de ruptura con la «lógica» de un mundo absurdo.
Por ello, y por la audacia de ciertas experiencias, puede decirse que nos
hallamos ante un nuevo vanguardismo, paralelo de las corrientes
experimentales que vimos en la novela y en el teatro de aquellos años.
2. EL TEATRO EN ESPAÑA
En el primer tercio del siglo XX, el teatro en España se divide en dos
frentes: el del teatro comercial que triunfa y el de aquellos autores que buscan
una RENOVACIÓN del mismo.
A esta etapa pertenece una de las obras que hemos leído este curso:
LA CASA DE BERNARDA ALBA.
Este «drama de mujeres en los pueblos de España», como lo subtitula el
propio Lorca, fue escrito en la primavera de 1936, pero no se estrenó hasta
1945 en Buenos Aires.
Señalemos, como curiosidad, que la génesis de la obra tuvo su punto de
partida en figuras reales5.
I. Planteamiento y temática
Tras la muerte de su segundo marido, Bernarda Alba impone a sus cinco
hijas, como luto, una larga y rigurosa reclusión. Catalizador de las fuerzas
encerradas en la casa será la figura de Pepe el Romano, pretendiente o novio
de Angustias, pero enamorado de Adela. Tal es la situación de la que arranca
en este caso Lorca.
Se ha dicho que el tema central de la obra es el enfrentamiento entre
autoridad y libertad (Ruiz Ramón) o el conflicto entre la realidad y el deseo
(Belanich). Podría hablarse de rebeldía contra represión, de naturaleza contra
tradición, etc. En cualquier caso, los temas de siempre en Lorca.
A esta temática central se une una serie de temas no menos importantes:
la moral tradicional y la presión social sobre los individuos; las diferencias
sociales, con lo que llamaremos el orgullo de casta; y, en fin, la condición de la
mujer en la sociedad española de la época.
5
Una tal Frasquita Alba y sus hijas, cuya casa era colindante de la que tenían los Larca en Valderrubio
(Granada).
III. Personajes principales
Bernarda -cuyo nombre significa «con fuerza de oso»- es la encarnación
de las fuerzas represivas. Ante todo, representa las convenciones morales y
sociales más añejas (a los impulsos eróticos opone «la decencia», la honra, la
obsesión por la virginidad). Tales ideas corresponden a la concepción
tradicional del papel de la mujer, frente al del hombre. Ello va inseparablemente
unido a la conciencia de pertenecer a una capa social superior.
En fin, Bernarda, representa, como se ha dicho, la autoridad, el poder,
casi en estado puro. Así lo indican el bastón.
Las hijas
Todas ellas viven entre la reclusión impuesta y el deseo del mundo exte-
rior («querer salir»). Ante su situación, las cinco hijas de Bernarda encarnan un
abanico de actitudes que van, como apuntamos, de la sumisión o la
resignación a la rebeldía, con grados intermedios. Así como Magdalena (30
años) y Amelia (27 años) son personajes un tanto desdibujados, Angustias,
Martirio y Adela se hallan más perfilados.
Angustias (39 años) es hija del primer matrimonio y heredera de una
importante fortuna que no tarda en atraer -pese a su edad y su falta de
encantos- a un pretendiente, Pepe el Romano. Para ella el matrimonio supone
«salir de este infierno». Pero no hay ya en ella algo que pueda llamarse pasión
o ilusión verdadera.
A Martirio (24 años) la veremos arder con una pasión que la lleva hasta
una irreprimible y nefasta vileza.
Adela (20 años) es, en fin, la encarnación de la abierta rebeldía. El
momento culminante será aquel en que rompe el bastón de mando de
Bernarda. Pero ya sabemos que la suya será una rebeldía trágica...
VI. Conclusión
La casa de Bernarda Alba es, en resumen, ejemplo máximo de lo que
páginas atrás dijimos sobre el mundo dramático y la concepción teatral de
García Lorca. Hemos visto sobradamente cómo rebosan en ella sus
obsesiones y temas más profundos.
TEATRO POSTERIOR A 1936
1. Introducción.
La evolución del teatro español, como la de la narrativa y la lírica, está
determinada por la Guerra Civil y sus consecuencias.
2. Orientaciones dramáticas.
En los años 40, la escena española estaba dominada por un teatro
“nacional” al servicio de la dictadura. Triunfa un teatro evasivo, como era la
comedia burguesa y el teatro de humor.
A finales de los 40, irrumpe el teatro realista, de denuncia con el estreno
en 1949 de Historia de una escala de Bureo Vallejo. Tendencia confirmada más
tarde con Escuadra hacia la muerte de Alfonso Sastre.
Desde los 50 surge un teatro de vanguardia con Fernando Arrabal y
Francisco Nieva, y en los 60, el teatro simbolista, influidos por el teatro del
absurdo y el teatro de la crueldad.
A finales de los 60 surge el teatro independiente. Las últimas
dramaturgias, a partir del 75, se inclinan por temas contemporáneos, de
estética realista y moderada renovación formal.
A. Rasgos generales
El teatro de posguerra cumplió básicamente dos funciones: entretener y
transmitir ideología por medio de distintas vías:
- Negación del teatro más relevante de preguerra (Valle, Lorca...)
- Estreno de obras que exaltaban a los vencedores.
- Programación de autores clásicos.
B. La comedia burguesa
Fue una evolución de la alta comedia que cumplió la función de entretener
al público y de educar mediante el elogio de la virtud. Se caracteriza por su
perfecta construcción y por su intranscendencia. Entre otros, sobresale el tema
del amor, empleado para exaltar a la familia, el matrimonio y el hogar, con fines
moralizadores.
Autores y obras destacados:
El testamento de la mariposa (1941) de Pemán; Cuando llegue la noche
(1943), de Joaquín Calvo Sotelo; Dos mujeres a las nueve (1949), de Luca de
Tena.
C. El teatro de humor
Los dos representantes más destacados de este género, alejado de la
realidad inmediata, fueron Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura. Ambos
presentan facetas que se han considerado precedentes del teatro del absurdo,
al menos por la introducción de un humor disparatado y poético.
Sin embargo, sólo Enrique Jardiel Poncela eligió en su teatro el camino de
la evasión. Su producción se caracteriza por la incorporación de lo inverosímil,
con ingredientes de locura y misterios. Los personajes pertenecen a la
burguesía y aparece con frecuencia el esquema criado/amo. Representan una
sociedad cuyos objetivos son el amor y el dinero. En los diálogos, se
entremezclan el humor verbal y el de situación.
Obras: Eloísa está debajo de un almendro (1940), Cuatro corazones con
freno y marcha atrás (1936).
4. TEATRO RENOVADOR
C. El teatro experimental
El teatro realista y social siguió siendo defendido, durante los años 60, por
un sector de la crítica, como el único que respondía a las circunstancias del
país. Pero a partir de 1970, otros dramaturgos se lanzan a una renovación
teatral. Se supera el realismo y se asimilan corrientes experimentales del teatro
extranjeros, desde el teatro del absurdo a Brecht y Artaud. Surge así una
vanguardia teatral, que desecha el enfoque realista por enfoques simbólicos o
alegóricos.
Entre estos dramaturgos vanguardistas, podemos citar a Fernando
Arrabal y a Francisco Nieva.
Fernando Arrabal crea el llamado teatro pánico, caracterizado por la
confusión, el humor, el terror y la euforia que se basa en la búsqueda formal,
tanto espacial como gestual, y en la incorporación de elementos surrealistas en
el lenguaje. Sus temas son la sexualidad, la religión, la política, el amor y la
muerte. Obras: Pic-Nic (1952), El cementerio de automóviles (1957), El
arquitecto y el emperador de Asiria (1966).
Francisco Nieva conecta con el teatro del absurdo, pero sin su
pesimismo. Comparte con Arrabal, la idea de un teatro catártico y liberador,
cuya finalidad es mostrar la esencia del hombre. En su obra, se plantea el
problema de las relaciones entre el hombre y la sociedad represiva que lo
degrada.
Tomando como base el lenguaje popular, pero mediante técnicas del
surrealismo y del absurdo, consigue une estilo peculiar tanto en el léxico como
en sus originales construcciones sintácticas.
Obras: Pelo de Tormenta (1962), Malditas sean Coronada y sus hijas
(1968).
D. El teatro independiente
Junto a estos autores vanguardistas, no podemos olvidar un fenómeno
importante que surge a finales de los 60: el teatro independiente. Iniciadores de
este teatro fueron Els joglars. Otros grupos destacados son Els comediants
,Dagoll Dagom en Cataluña; EL TEI, Tábano, o Los Goliardos en Madrid; La
Cuadra en Sevilla.
E. Últimas dramaturgias
Hacia 1975 aparecen una serie de autores (José Sanchís Sinisterra ―!Ay,
Carmela!―;José Luis Alonso de Santos ―Bajarse al moro―).que abordan
temas contemporáneos con una estética realista y una moderada renovación
formal.
Aspectos temáticos:
— Junto a las realidades inmediatas, irrumpen la imaginación, lo fantástico.
Pronto se hablará de realismo mágico (expresión creada, al parecer, por el
escritor italiano Massimo Bontempelli en 1938) o de lo real maravilloso. Esta
última denominación se debe a Alejo Carpentier.
El realismo mágico persigue hacer un retrato total de la realidad, ya
que, a juicio de los novelistas que lo cultivaron, el mundo —y, sobre todo, el
mundo hispanoamericano— va mucho más allá de lo que puede ser percibido
por los sentidos. Un narrador mágico realista, crea la ilusión de "irrealidad".
Para ello cuenta los hechos más triviales como si fueran excepcionales; y los
excepcionales, como si fueran de lo más común. Sin embargo, la literatura del
realismo mágico no es una literatura fantástica, ya que en la base de todas
estas obras está el mundo real y reconocible. A partir de este momento,
realidad y fantasía se presentarán íntimamente enlazadas en la novela: unas
veces, por la presencia de lo mítico, de lo legendario, de lo mágico; otras, por el
tratamiento alegórico o poético de la acción, de los personajes o de los
ambientes.
— Entre los temas nuevos, está el interés por el mundo urbano..
― La condición humana. Se plantean los grandes problemas del ser humano
en la sociedad contemporánea, enraizados en la situación de Hispanoamérica.
La visión, en general, es bastante pesimista.
― El erotismo.
Aspectos formales
― El narrador. El narrador omnisciente deja paso al narrador protagonista,
personaje o testigo.
― El tiempo. Se rompe la linealidad temporal por medio de recursos como la
inversión temporal, las historias paralelas o intercaladas o el caos temporal.
― El lenguaje. Entre los nuevos narradores existe una gran preocupación por la
elaboración lingüística, por el ritmo de la prosa y por el empleo de imágenes,
hasta tal punto que se ha hablado de una tendencia barroca en el estilo de
estas novelas.