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Amundsen-Scott: Duelo en la Antártida

Estos días se cumplen 100 años de uno de los grandes hitos de la exploración del planeta, la
conquista del Polo Sur, que además, revistió de un interés humano extraordinario. Esta aventura
se recoge perfectamente en el libro, con el mismo título de esta entrada, escrito por Javier
Cacho, donde se narra la historia de esta gesta, pero además mostrando en todo momento un
gran interés humano por sus autores, el noruego Amundsen, el vencedor final, y el británico
Scott que, además de ser derrotado en esta competición, pagaría con su vida el intento.

Merece la pena explorar las casi 500 páginas del texto, que nos llevan, de una forma muy
amena, a vivir ambas fascinantes expediciones y llegar a conocer los porqués del desenlace
final, que no por conocido es fácilmente entendible sin la precisa documentación de esta obra.

Entre los antecedentes de esta expedición, podemos saber que Amundsen participó como
timonel en la expedición antártica belga de 1897, donde también participó Cook, y después
dirigió la primera expedición que logró atravesar el mítico paso del noroeste entre los océanos
Pacífico y Atlántico; por lo que era un consumado explorador de primera fila ya reconocido.
Otro tanto ocurría con el otro contendiente, Scott, que realizó una primera expedición de
reconocimiento en 1900 con el navío Discovery, y donde alcanzaron los 82°17' de latitud
estableciendo el record de la época.

Por otra parte, un miembro de la Discovery, Ernest Shackleton, realizó otro intento en 1907 a
bordo del Expedition. Para lo cual, establecieron su base en la isla de Ross, y realizaron su
intento utilizando ponis de Manchuria en lugar de perros, cuyo resultado en la expedición
anterior no había dado los resultados esperados. No obstante, en esta ocasión tampoco se mejoró
mucho con el cambio, debiendo confiar fundamentalmente en el tiro de los propios hombres
para el transporte. La expedición estuvo a punto de triunfar, llegando a alcanzar los 88°23' y
quedando sólo a 180 km del Polo. No obstante, tomaron la decisión de retroceder ante el
elevado riesgo de sus propias vidas.

En 1910, a bordo del Terra Nova, Scott comienza un nuevo intento, pensando correctamente
que si Shackleton estuvo casi a punto, corrigiendo algunos de los defectos observados podría
conseguir el éxito, y parcialmente lo logra, si bien con las consecuencias que ya sabemos.

Como tracción en su nueva expedición, utiliza combinados todos los elementos ya usados antes,
perros, caballos y fundamentalmente el propio esfuerzo humano; y además, en una meritoria
apuesta por la tecnología, lleva también tres trineos motorizados con orugas. El mejor de los
cuales se hundió en durante su propia descarga. No obstante, su apuesta fundamental, como
hiciera Shackelton, fueron los caballos y sus propios hombres; lo que fue uno de sus primeros
errores.

El mismo año tiene lugar la expedición de Amundsen. No obstante, plantea originariamente su


expedición como dirigida al Polo Norte, para lo que logra que el gobierno noruego le ceda el
buque Fram , un velero auxiliado con un motor de carbón, que el propio Amundsen sustituyó
por otro de gasoil, y perfectamente adaptado a la navegación polar, también en una apuesta por
la tecnología emergente. Tras su partida de Noruega, en la escala en Madeira, anuncia
sorpresivamente al mundo el cambio de sus planes, y su nueva ruta al Polo Sur, tras lo cual
reanuda el viaje sin hacer nuevas escalas en ningún punto, para evitar la posibilidad de recibir
órdenes de regreso. Influyó en este cambio el hecho de que el Polo Norte ya había sido
conquistado, y además estando entonces vigente la disputa entre Peary y Cook por su autoría,
por lo que preveía un escaso reconocimiento para esa hazaña.
Como tracción para los trineos, Amundsen tomó una decisión más acertda que su oponente. Se
basó únicamente en perros esquimales, perfectamente adiestrados y conocedores de sus
cuidadores. La falta de esa conexión, y no la elección de perros, había sido el error por el que en
las expediciones británicas no dieron un buen resultado. En esta nueva ocasión funcionaron a la
perfección.

En su planteamiento del reto, ambos tuvieron siguieron líneas parecidas. Scott estableció su
base, al igual que hiciera Shackelton, en la isla de Ross, y siguió su misma ruta ya conocida,
para lo cual, durante el verano anterior planificó establecer depósitos de provisiones para su uso
en el regreso. No obstante, sólo logró establecer uno, denominado de la gran Tonelada, y
localizado en los 79º29', a 56 km de la previsión inicial, lo que repercutiría gravemente en el
desenlace posterior.

Por su lado, Amundsen, que inicialmente pretendía alejarse lo más posible de los británicos,
estableció su base en la bahía de las ballenas, que no lo estaba demasiado, al no encontrar otro
lugar adecuado. Este punto estaba situado mucho más cerca de la meta que la base británica, si
bien tenía el inconveniente de que la ruta a seguir era completamente desconocida. También
realizó depósitos, logrando establecer tres de ellos, en las cotas de 80º, 81º y 82º, lo que le
facilitó el posterior camino de regreso. Además, Amundsen no tuvo escrúpulos en alimentar a
los perros, e incluso a ellos mismos, con los perros fallecidos o directamente ejecutados cuando
ya no eran necesarios por la disminución de las provisiones a transportar, lo que no hicieron los
británicos por la oposición del propio Scott.

Con el verano austral ambas expediciones parten hacia su destino. Los noruegos el 19 de
octubre y los británicos el 1 de noviembre. Ya desde sus primeros pasos, todavía por el mar
helado antes de alcanzar tierra firme bajo los hielos, los perros de Amundsen funcionan a la
perfección, aunque la mitad de ellos fueron sacrificados al alcanzar la parte superior de la
meseta, al ser ya innecesarios; tanto para no consumir recursos, como para servir de alimento.
Por el contrario, la combinación de perros, caballos y vehículos motorizados de Scott no dan los
resultado esperados., como ya ocurriera con Shackelton.

El 14 de diciembre los noruegos alcanzan su meta, el Polo Sur, mientras los británicos en esos
momentos sólo han llegado a la meseta superior, con poco más de la mitad del camino
realizado. Aquellos comienzan el retorno, mientras el tiempo va empeorando, para desgracia de
los británicos. Scott logra llegar al Polo el 17 de enero, al mismo tiempo que Amundsen, con un
equipo ya exhausto, consigue alcanzar el primer depósito de provisiones, lo que le sirve para
reponer fuerzas. En la meta, los británicos encuentran la bandera noruega y una carta de
Amundsen dirigida a ellos. La famosa foto que tomaron refleja el abatimiento que debieron
sentir.

El camino de regreso para ellos fue extremadamente duro, mucho más que para los noruegos,
por el empeoramiento extremo de las condiciones climáticas. Y mientras que el 25 de enero,
estos llegan a su destino final, la base de la bahía de las ballenas, para entonces Scott y su
equipo aún no han alcanzado los 88º. El 7 de febrero alcanzan el límite de la meseta
completamente extenuados, y con un tiempo increíblemente duro deben invertir más de un mes
en su descenso. Debido a esas extremas condiciones, en ese intervalo se produce la muerte del
primer caído, Evans. Pocos dias después, el 17 de marzo se produce la muerte de Oates que,
imposibilitado de continuar, decide abandonar de noche el campamento sin avisar a sus
compañeros, decidido a evitar ser una carga para ellos, y que se negaban abandonarlo. Pero ese
generoso sacrificio es inútil, pues finalmente, el 20 de marzo se ven detenidos definitivamente
por un gran temporal, y completamente imposibilitados para atravesarlo, habiendo agotado ya
ampliamente todas sus fuerzas. Se encontraban a 18 km. del depósito establecido, que debió
haber estado, si las previsiones se hubieran cumplido, mucho más al sur y a su alcance, lo que,
quizá, hubiera podido salvar sus vidas e incluso la de Oates.
La expedición de Amundsen estuvo mejor preparada que la de Scott , no obstante, ésta, aún con
sus defectos, el principal de los cuales fue no usar perros, podría haber tenido éxito de no haber
contado con una climatología enormemente adversa, el peor invierno de los registrados en todo
el siglo XX, e incluso la mala suerte del momento elegido para establecer el depósito para la
vuelta, donde también debido al mal tiempo, tuvieron que dejarlo antes de lo previsto, lo que a
la postre devino en el fallo definitivo que les costó la vida.

En el lugar donde cayeron, durante el rescate se encontró el diario que Scott mantuvo en todo
momento, con anotaciones hasta el mismo día de su fallecimiento, ya perdidas todas las
esperanzas y esperando el final. Dicho diario, reflejo de la extraordinaria personalidad de este
gran explorador, y ante todo, gran persona, contribuyó a que la expedición de Scott tuviese, si
cabe, mayor reconocimiento que la del propio vencedor.

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