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ATRAPADOS EN EL HIELO, LA AVENTURA DEL ENDURANCE

Se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo. Frío


extremo. Largos meses de completa oscuridad. Peligro constante.
No se asegura retorno con vida. Honor y reconocimiento en caso
de éxito". Este fue el impresionante anuncio de reclutamiento
que el explorador inglés Ernest Shackleton publicó en el
Times para poder llevar a cabo su sueño: una expedición para
cruzar por primera vez a pie la Antártida en lo que él llamó la
Expedición Imperial Trasantártica.
Y muchos respondieron a su llamado, sin duda los mejores exploradores
que había en la época. Un total de 27 hombres que viajarían hasta tierra
firme-helada a bordo del Endurance, y que serían los protagonistas de una
de las hazañas más llamativas de la era de los exploradores. Shackleton no
era un advenedizo. Ya en 1901, con sólo 27 años, había participado con
Scott en una expedición a la Antártida; y en  1909 se quedó a tan sólo
190 km del Polo Sur. Por esta hazaña, el rey Eduardo VII le nombró Sir.

Pero el irlandés no había completado su cupo de hazañas, y se propuso lo


que nadie nunca había hecho: atravesar el continente helado a pie, a
través del Polo Sur, en una expedición que había programado al milímetro.
La tripulación partió a bordo del buque Endurance el 8 de agosto de 1914
del puerto de Playmouth. El viaje prometía ser tranquilo, pero Shackleton
no había contado con su gran enemigo: el hielo.

En diciembre, cuando ya surcaban las aguas gélidas del mar de Weddel, a


unos 160 km del continente austral, los inmensos bloques de hielo
comenzaron a dificultar la travesía. El 18 de enero de 1915, el

Endurance quedó definitivamente atrapado en el hielo. Era imposible


continuar la marcha. A bordo, la tripulación y su capitán, Shackleton.

Las primeras semanas, la labor de la tripulación fue tratar de liberar al


barco del hielo. El inmenso busque, sin capacidad de ser manejado, se
movía al ritmo de los hielos que lo atrapaban, a la deriva. Pero los
esfuerzos fueron en vano. Las semanas, y los meses, fueron pasando, y con
ellos se iban esfumando las posibilidades de ser desatrapado... y la moral
de los hombres.
Aquí es donde el liderazgo de Shackleton jugó un papel vital para levantar
la moral de la tripulación: organizaba partidos de fútbol, carreras de perros
en el hielo y obras de teatro para representar por las noches. Pero el hielo
seguía asfixiando al barco, y ni siquiera los meses de verano aflojaron su
presión. Tanto, que finalmente el 27 de octubre de 1915, más de un año
después de haber zarpado, el buque fue literalmente engullido por el hielo.

Los expedicionarios se vieron a la deriva en el enorme bloque de hielo, con


tierra firme a unos 480 km de distancia; caminar hasta allí se hacía harto
complicado. Shackleton abandonó la idea de la expedición transcontinental
y se centro en la supervivencia de sus hombres.

En el hielo instaló lo que denominó Campamento de la Paciencia. Pensó


esperar a que esa misma deriva les acercara al continente, pero este
pensamiento pronto fue desechado. En abril de 1916, los expedicionarios
partieron en tres botes rumbo a la Isla Elefante. Una vez allí, parecía
muy complicado que alguien les fuese a rescatar

Así que Shackleton eligió a cinco de sus hombres para dirigirse, en el bote
James Caird, a los centros balleneros de la isla de Georgia del Sur. Un
viaje que duró 17 angustiosos días en los que recorrieron en un bote y en
medio de un mar helado 1.300 kilómetros. La llegada fue un auténtico
calvario. Las condiciones físicas de su tripulación obligaron a dejar a tres
de ellos en tierra firme, nada más llegar.

Shakleton y los otros dos consiguieron atravesar la isla y llegar a las


estaciones balleneras del otro lado. De esa última expedición escribiría el
capitán, que no era un hombre religioso: “No tengo duda de que la
providencia nos ha guiado. Yo sé que durante aquella larga y terrible
marcha de 36 horas sobre las montañas sin nombre y glaciares, a menudo
me parecía que éramos cuatro y no tres”.

Una vez logrado el objetivo, y ya rescatados los otros tres hombres de este
viaje en el James Caird, Shackleton comandó las operaciones de rescate de
los 22 hombres que se habían quedado en la isla Elefante. Hicieron falta
cuatro intentos para rescatar a unos hombres que habían sufrido serias
penurias físicas y mentales. Finalmente, el 30 de agosto de 1916,
Shackleton regresaba a la isla Elefante para rescatar a su tripulación.

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