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Marc Ribot
¿Lo escuchaste alguna vez a Derek Bailey tocar en vivo? Incluso cuando tocaba con
improvisadores muy ruidosos de noise, rock, funk o punk, hacía una cosa delicada y
detallada, como si estuviera tocando él solo en una sala de concierto silenciosa, a menudo
totalmente inaudible a no ser que alguien volviera a escucharlo en una cinta multipista (en
cuyo caso quedaría asombrado: fijate su trabajo con con los Ruins o con Jamaaladeen
Tacuma y Calvin Weston). Como si Derek no quisiera que el hecho de estar pintando un
mural al costado de la autopista le impidiera pintar miniaturas. Parar el auto, salir de la
autopista, ver vos mismo los detalles: quizá era todo parte de la idea.
2. “Improvisación libre”
3. Adaptado de las notas para el disco de Derek Bailey Ballads (Tzadik, 2002)
Cuando Derek Bailey, el más aquí y ahora de los músicos, decide luego de tantas décadas
grabar standards de jazz, esto significa algo especial. Siempre sentí, y creo que Derek estaría
de acuerdo, que el pasado suele ser pasado por una razón...
Y entonces, ¿qué se proponía Derek Bailey? Lo llamé y le pregunté. “Fue idea de
Zorn... El hecho de que iba a tocar un standard hizo algo interesante con la improvisación...
Me compré esta guitarra que es totalmente inapropiada para tocar standards, pero... No me
interesa la Música Improvisada con mayúsculas. Me interesa improvisar... Pensé: a lo mejor
hay algo interesante ahí”.
El resultado es algo diferente de cualquier cosa que yo haya escuchado. La forma de
tocar es impresionante. Pero lo más sorprendente es el método de Bailey para relacionar el
texto recibido de los standards con la improvisación. Claro que incluso en la improvisación
libre lo que emerge de la imaginación es en gran parte lo que fue a la memoria o alguna
síntesis de sus elementos. Además de los standards en cuestión y buena parte de la historia
del jazz alrededor de ellos, diría que también se metieron en la mezcla las improvisaciones de
Django y las piezas de tema y variaciones de Webern. Usualmente primos lejanos, estas
emergen de la compostera de Bailey como una única voz.
Bailey hizo Ballads entretejiendo largos tramos de improvisación y standards de jazz
en una performance única y continua. Los standards son hermosos. Los parámetros de
improvisación vienen del vocabulario de la improvisación libre y son bastante más amplios
que los usados normalmente en el jazz. Y sin embargo no se oye como un pastiche que
yuxtapone un concepto preconcebido de “improvisación libre” a una idea preconcebida de
cómo tocar “standards de jazz”. El enfoque es integrador, los standards le dan forma a la
improvisación y viceversa. Cómo lo hacen es misterioso y potente.
Incluso para las personas que suelen hacer improvisación, es difícil improvisar
libremente una vez que se introduce la idea de una estructura. Es prácticamente un reflejo, al
menos entre aquellos músicos con el entrenamiento suficiente para tocar de verdad una
melodía de jazz, aferrarse al bote de la estructura más cercana de la canción, incluso si se está
hundiendo (y, en esas situaciones, usualmente se está hundiendo). La maestría de Derek
Bailey es evidente en su habilidad para resistir esta tentación y dejar que la canción sea lo que
es mientras deja que la improvisación vaya adonde va. La hermosa paradoja es que esto no
corta la relación entre la canción y la improvisación sino que crea relaciones más profundas y
menos predecibles.