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de la soberanía compartida
El país Vasco sería otro ejemplo de una nación que desea reivindicar un Estado
propio diferente al español, y lo mismo habría que decir de Chechenia, que pese
a la pérdida de vidas humanas reclama su secesión de la federación Rusa. Estas
evidencias de Estados plurinacionales y de naciones sin Estado propio (los
casos de Chipre, las islas Aland en Finlandia, y las islas Feroe en Dinamarca, no
deberían pasar desapercibidos) llaman a la reflexión y al debate, toda vez que
las transformaciones que venimos experimentando, supondrá nuevas
construcciones políticas y una reingeniería de la concepción misma de Estado.
¿Qué tiene un Estado, que no tenga una nación? Palestina, que posee un
profundo sentimiento patriótico, a pesar de no ser Estado formalmente
reconocido, carece de un territorio perfectamente delimitado. Asimismo, una
nación sin Estado propio no tiene soberanía ni personalidad jurídica
internacional, con lo cual si una nación desea tener soberanía política tendría
que ejercer, vía referéndum, su libre autodeterminación. El caso del nuevo
Estado de Montenegro, independizado de Serbia hace poco más de 4 meses, es
ilustrativo al respecto.
Pero las transformaciones políticas van mucho más de lo que nos imaginamos,
y actualmente estamos frente a un ente que no siendo nación, ni Estado, goza
de soberanía. Nos referimos a la Unión Europea, un cuerpo supranacional
surgido en 1992 con el Tratado de Maastricht, aunque el proceso de integración
europea viene desde 1952 con la Comunidad Económica del Carbón y Acero
(CECA), seguida en 1957 con la Comunidad Económica Europea (CEE) y la
Comunidad Europea de la Energía Atómica (CEEA o EURATOM) en 1958.
Hay libre competencia sí, pero la libertad económica se armoniza con un control
de la Unión, que impone incluso topes a la producción agrícola de las empresas
asentadas en cada Estado miembro. La búsqueda de un mercado común
impone ciertas restricciones por parte de la Unión, y el Tratado Constitucional
para Europea habla de una economía social de mercado. La Unión Europea
profesa entre sus fines el empleo, la protección social, la libertad, justicia,
seguridad, y el respeto por los derechos fundamentales de los ciudadanos
europeos se constituye en la piedra angular de la integración.