1.¿En qué consiste la función evaluadora y cuáles son sus objetivos? La entrevista constituye uno de los puntos básicos dentro del proceso general de evaluación psicológica en el cual se busca la conceptualización de un problema, la formulación de hipótesis, la selección y la definición de metas terapéuticas y la evaluación del progreso y seguimiento (Fernández-Ballesteros et al., 2001). Por tanto, la evaluación psicológica es un concepto más amplio uno de cuyos instrumentos más utilizados es la entrevista. Los objetivos de la entrevista psicológica en el ámbito clínico responden a los de cada uno de los pasos detallados previamente. Este capítulo se ocupa de la función evaluadora y diagnóstica de la entrevista, centrándose, por tanto, en los dos primeros pasos descritos en la GAP. De este modo, no se abordará la función de la entrevista en la devolución de información, los seguimientos o evaluación del cambio, sino que se centrará en las entrevistas, cuyo objetivo principal consiste en recabar información que permita: a) Identificar y definir de forma adecuada y comprensible la demanda o problema: «saber qué le pasa» al cliente. b) Formular o elaborar hipótesis acerca del diagnóstico que debe recibir la persona. c) Contrastar las hipótesis descritas, en qué medida el problema del paciente se ajusta a los criterios diagnósticos planteados por los manuales diagnósticos oficiales, ya sea la CIE o el DSM. El primer objetivo (a) respondería a un análisis descriptivo, mientras que el segundo y el tercero (b y c) responderían a un análisis funcional y diagnóstico respectivamente. Estos tres niveles de análisis irán alternándose continuamente durante el proceso de evaluación (Muñoz, 2003).
2. ¿En qué consiste la función de devolución de la entrevista psicológica?
La entrevista de devolución es una de las tareas de obligado cumplimiento para cualquier psicólogo, sea cual sea el ámbito de su ejercicio profesional. Su existencia responde a la necesidad de informar al cliente de las conclusiones que se han obtenido después de una evaluación del problema que motivó los encuentros previos con el psicólogo, proporcionándole nuestra visión de ese problema, así como de acordar y negociar con el paciente los desacuerdos que puedan existir con su propia visión u opinión y determinar, en su caso, el mejor modo de abordar los problemas analizados. Las principales tareas de estas entrevistas son: delimitar con precisión los problemas del cliente que requieren atención especial, teniendo en cuenta también la queja principal que motivó la consulta, resumir el problema de un modo conciso y con lenguaje accesible y claro y asegurarse de que el cliente comparte la síntesis que le acabamos de ofrecer, organizar la información en conjuntos significativos y coherentes, reformular de un modo diferente la narración que el paciente hace de sus problemas y los significados que le atribuye, con el fin de promover un cambio de significado que se ajuste más a la realidad, proporcionar al paciente información adicional sobre el problema, asegurarse de que comprende las explicaciones y explorar sus reacciones a la información que estamos dándole. Por último, se revisan tres grupos de clientes que presentan una complejidad mayor de la habitual (hostiles y resistentes, con dificultades especiales de comprensión y menores) y se ofrecen estrategias para su manejo.
3. ¿Cuáles son los objetivos generales de la entrevista de devolución?
•Proporcionar información clara y ajustada a los problemas del cliente. Esto implica saber valorar qué cantidad y calidad de información necesita un cliente concreto con el fin de proporcionar aquella que es capaz de elaborar y procesar en un momento dado, evitando, por tanto, la sobrecarga innecesaria de información, así como la restricción o concisión excesivas. La información que se proporcione en cada momento debe ser fácil de recordar y de comprender. •Negociar las diferencias. Es esperable que entre el clínico y el paciente surjan discrepancias a la hora de interpretar un hecho, un síntoma o cualquier otro factor que se asocie con la visión que cada uno tiene del problema. Por tanto, es imprescindible que el clínico propicie el intercambio franco de opiniones, dando al paciente la oportunidad de exponer sus dudas y/o conclusiones con el fin de debatirlas y lograr un consenso inicial que facilite la alianza terapéutica y su implicación en el plan de tratamiento. •Alcanzar una visión compartida del problema y su afronta- miento. Para lograrlo, se necesita incorporar la perspectiva del paciente a la del clínico. Requiere explorar los pensamientos, creencias y sentimientos del cliente sobre la información que se le está proporcionando mediante el establecimiento de un diálogo constructivo, huyendo, por tanto, de una transmisión de información unidireccional. Bibliografía Perpiñá, C. (2012). TITULO DEL LIBRO EN CURSIVA. Ediciones Pirámide.