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ES

Cuidar el Planeta: “Ahorrar Agua”


Agua”

Ref. 20820

INTERDIDAK, S.L. Av. Pobla de Vallbona, 34. 46183 LA ELIANA (Valencia) SPAIN www.akros.org
¡ADVERTENCIA! No recomendado a menores de 36 meses por contener elementos susceptibles de desprendimiento con posibilidad de ser ingeridos.
Riesgo de asfixia. Conservar estas informaciones y los datos del fabricante.
Ref. 20820 CUIDAR EL PLANETA: AHORRAR AGUA ES

CONTENIDO
- 30 FICHAS (ilustraciones) de 13,5 x 16,5 cm. con el desarrollo de 6 historias (5 viñetas por historia).
- 1 CD AUDIO MP3 con la narración de 6 divertidas historias en varios idiomas. El CD también contiene los
textos de las historias y las ilustraciones en blanco y negro para colorear.
- 1 Guía para el uso de CD
- 5 bases de madera

SISTEMA DE JUEGO Y RECOMENDACIONES DE USO


Contiene 6 divertidas historias que narran las aventuras de dos hermanos que aprenden sencillos métodos para
ahorrar agua. Cada historia consta de 5 fichas ilustradas que se han de ordenar siguiendo el guión del cuento en el CD.

1º Familiarización con el material:


Se recomienda al educador leer o escuchar las historias y familiarizarse con las ilustraciones antes de trabajar con
los niños. De ese modo, antes de utilizar el material completo, podrá explicar a los niños algunos de los métodos de
ahorro que se desarrollan en las historias para que éstos se vayan familiarizando con el nuevo vocabulario. En este
proceso, pueden utilizarse para colorear las ilustraciones en blanco y negro que se incluyen en el CD. Una vez el
educador y los niños se han familiarizado con el material:
2º Agrupar las fichas/ilustraciones por el color del marco.
3º Seleccionar del CD una pista/historia y coger las fichas con el marco de color correspondiente (según se
indica en la guía para el uso del CD que se adjunta).
4º Escuchar la historia y ordenar las fichas (en un primer momento el docente junto a los niños, luego los niños
solos)
5º Comprobar que el orden es correcto mirando el reverso de las fichas.

Para trabajar con un grupo de niños y que todos puedan ver correctamente las ilustraciones, se recomienda apoyar
las fichas sobre las bases de madera que se adjuntan.

EDAD RECOMENDADA
A partir de 3 años.

OBJETIVOS PSICOPEDAGÓGICOS
- Aprendizaje de HÁBITOS DE COMPORTAMIENTO ADECUADOS en aspectos relacionados con la
conservación y el cuidado del Planeta: Ahorrar Agua.
- Desarrollo de actitudes de escucha.
- Aprendizaje de nociones temporales (antes, luego, después,…).
- Desarrollo de la secuenciación temporal al ordenar las escenas correctamente.
- Estimulación y enriquecimiento del lenguaje: estimula a hablar al niño y le permite comenzar a estructurar el
lenguaje.
- Posibilita el enriquecimiento del vocabulario y la asimilación de estructuras lingüísticas complejas.
- Facilita el aprendizaje de otros idiomas.

DESARROLLO DE LAS ACTIVIDADES


1. Escuchar atentamente el cuento antes de proceder a ordenar las viñetas.
2. Con las viñetas de un cuento sobre la mesa y mientras escucha el cuento, el niño irá seleccionando la viñeta
correspondiente y las irá colocando en orden. Una vez terminada la narración dará la vuelta a cada viñeta y
comprobará si están ordenadas según su numeración de 1 a 5.
3. Con las viñetas de un cuento sobre la mesa y una vez el niño o niña conoce el cuento, realizará la ordenación de las
viñetas sin necesidad de escucharlo.
4. Con las viñetas del cuento ordenadas sobre la mesa el niño o niña narrará el cuento.
5. Con las viñetas de un cuento sobre la mesa el niño deberá ir ordenándolas mientras narra el cuento.
6. Trabajar la comprensión del niño sobre el método de ahorro que se muestra en cada viñeta mediante la narración
de la misma.

INTERDIDAK, S.L. Av. Pobla de Vallbona, 34. 46183 LA ELIANA (Valencia) SPAIN www.akros.org
¡ADVERTENCIA! No recomendado a menores de 36 meses por contener elementos susceptibles de desprendimiento con posibilidad de ser ingeridos.
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CUIDAR EL PLANETA: AHORRAR AGUA
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1. Un truco para ahorrar agua

Mati y Lucas estaban de campamento con la clase, disfrutando en un albergue en plena


montaña. A los dos hermanos les encantaba estar unos días lejos del ruido y del humo de la
ciudad. Además, su monitor les había enseñado un montón de cosas interesantes sobre la
naturaleza. Esa noche después de la cena se reunieron todos al aire libre para observar las
estrellas.
Llegó la hora de volver al albergue para dormir. Mati y Lucas entraron en los aseos para
lavarse los dientes. Abrieron los grifos para mojar un poco el cepillo antes de poner la pasta
dentífrica y comenzaron a cepillarse los dientes dejando los grifos abiertos. En ese momento,
su monitor entró en los aseos para comprobar que todo iba bien y al ver lo que estaban
haciendo les dijo:
-Chicos, ¿qué hacéis con el grifo abierto? ¡estáis desperdiciando mucha agua inútilmente!
Mati y Lucas se miraron extrañados y casi a la vez le dijeron:
-Son sólo unos minutos, no creemos que sea tan grave.
-Así que ¿creéis que casi tres minutos dejando que se derroche el agua no tiene
importancia?, pues os voy a proponer un experimento que seguro os va a hacer cambiar de
opinión.
El monitor salió un momento y enseguida volvió con varias botellas de plástico vacías.
Mati y Lucas estaban muy intrigados porque no sabían qué estaba planeando su monitor.
-Muy bien chicos, el experimento es el siguiente: tú Mati, toma mi reloj, vas a cronometrar
desde el momento en que abramos el grifo hasta que pasen tres minutos, que es lo que soléis
tardar en lavaros los dientes.
-Lucas, tu trabajo es muy importante: mientras tu hermana cronometra vas a ir llenando
estas botellas vacías durante los tres minutos, intentando, en la medida de lo posible, que no
se pierda agua.

Cuando el monitor les dio la señal, Mati puso en marcha el cronómetro y abrió el grifo con
la otra mano. Lucas se puso a llenar la primera botella. Durante los tres minutos, los
hermanos permanecieron muy concentrados en su tarea. Las caras de concentración
empezaron a ser de sorpresa cuando Lucas ya había llenado más de dos botellas enteras.
Por fin, se cumplieron los tres minutos:
-¡Tiempo!- gritó Mati mientras cerraba el grifo.
Era el momento de observar los resultados del experimento.

Mati estaba con las manos en la cabeza y la boca abierta de ver el resultado: Lucas había
llenado de agua más de tres botellas. ¡Qué barbaridad! En sólo un ratito estaban
despilfarrando un montón de agua. Y no sólo eso, Mati y Lucas aún se quedaron más
sorprendidos cuando su monitor les preguntó lo siguiente:
-A ver chicos… ¿Cuántas veces al día os laváis los dientes?
Mati y Lucas se miraron y le respondieron que tres veces.
Entonces su monitor les explicó:
-Tened en cuenta que si os laváis los dientes tres veces al día, estáis desperdiciando cada
uno, casi 10 botellas de agua al día. Imaginad ahora si calculamos las botellas de agua que
se pierden en los 30 días que dura un mes: ¡Son muchísimos litros de agua por persona cada
mes!

Su monitor les propuso que de ahora en adelante llenaran un vaso de agua para
enjuagarse la boca cada vez que se lavaran los dientes.
-Bueno niños- dijo el monitor -creo que por hoy ya ha sido suficiente y mañana nos espera
un largo día por delante, así que, volvamos a los dormitorios.
Mati y Lucas fueron corriendo al dormitorio, donde sus compañeros se preparaban para
dormir. Esa noche los dos hermanos pensaron que si a partir de ahora, tanto ellos como sus
amigos, se esforzaban en ahorrar agua con este sencillo método al lavarse los dientes, se
ahorrarían miles y miles de litros de agua.
CUIDAR EL PLANETA: AHORRAR AGUA
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2. Los consejos de Papá y Mamá

Mati y Lucas ya habían regresado a casa tras pasar un divertidísimo fin de semana en el
campo. Durante la cena, los dos hermanos contaban con entusiasmo todo lo que les habían
enseñado sobre la naturaleza. Cuando el padre de Mati y Lucas escuchó que habían
aprendido un buen método para ahorrar agua, quiso contarles unos consejos que había oído
en la televisión:
-Ya veo que os interesa conocer trucos para ahorrar agua y así cuidar el medio ambiente.
Pues hoy mismo en las noticias han dado unos cuantos consejos sobre cómo ahorrar agua.
-¡Cuéntanos Papá!- dijo Mati muy contenta.
Lucas no podía decir nada porque tenía la boca llena, así que asintió con la cabeza
mientras masticaba.
El padre de los niños bebió un poco de agua y empezó a contarles:
-En primer lugar, nos han recomendado que no pongamos la lavadora si sólo está medio
llena.
-¿Por qué papá?- preguntó Lucas intrigado.
-Pues porque la lavadora usa la misma cantidad de agua en cada lavado
independientemente de la cantidad de ropa que metamos y si ponemos una lavadora con
poca ropa, estamos desperdiciando agua inútilmente. Es mejor lavar muchas prendas de una
vez que gastar el agua de dos o tres lavadoras para lavar esa misma cantidad de ropa. Es
decir, que pongamos siempre toda la ropa que quepa del cesto en la lavadora.
-¡Ya lo entiendo!- dijo Lucas.

Al ver que los niños estaban tan interesados en el tema, su madre les dijo que ella sabía
un consejo más:
-Yo también escuché un buen consejo en las noticias ¿Queréis que os lo cuente?
-Adelante mamá- dijo Mati.
Esta vez Lucas tampoco respondió porque se distrajo viendo el delicioso postre que traía
su padre desde la cocina.
Su madre empezó a contarles:
-¿Verdad que a veces nos ayudáis a lavar los platos?
En ese momento, Lucas volvió a prestar atención y respondió:
-Claro Mamá, pero… ¿cómo se puede ahorrar agua así?
-Muy fácil hijo, simplemente hay que acordarse de cerrar el grifo mientras enjabonas los
platos, los vasos y los cubiertos. Si dejamos que corra el agua cuando enjabonamos estamos
derrochando muchísima agua que no aprovechamos para nada. Así pues, lo que hay que
hacer es: primero, lo mojamos todo con un poco de agua. Después cerramos el grifo y
enjabonamos todo hasta que quede bien limpio. Finalmente, abrimos de nuevo el grifo para
enjuagarlo todo y lo ponemos a secar en el escurreplatos.

Entonces, Lucas añadió:


-Además mamá, al abrir el grifo tampoco necesitamos hacerlo al máximo, con que esté
abierto a medias es suficiente ¿no?
-¡Bien pensado Lucas!- exclamó su hermana.
-¿Te das cuenta Mati? -dijo Lucas- Con estos dos últimos consejos ya sabemos tres
métodos para ahorrar agua fácilmente.
-Es verdad, Lucas, si todas las personas siguiéramos estos pequeños consejos sería muy
bueno para el planeta, sobretodo cuando vienen épocas de sequía como nos explicaron en el
colegio.
-“Sequía” era cuando no llovía durante mucho tiempo y se agotaba el agua ¿no Mati? Y
eso era malo para los cultivos, los bosques, los animales… ¿Verdad?
-Así es, Lucas- dijo Mati -Y para nosotros también.
Los dos niños terminaron su postre tranquilamente con el propósito de seguir los
ejemplos que habían aprendido.
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3. Los consejos del abuelo

Una tarde después de clase, Mati y Lucas fueron a visitar a su abuelo. Hacía varios días
que no lo veían y tenían muchas cosas que contarle. El abuelo recibió a sus nietos con un
fuerte abrazo. Luego se sentó en su viejo sillón donde tantas veces había narrado historias a
sus nietos, que siempre escuchaban muy atentos sentados en la alfombra. En esta ocasión,
Lucas le contó a su abuelo los trucos que habían aprendido para ahorrar agua y su abuelo le
escuchaba con mucha atención. Después Mati preguntó:
- Abuelo, ¿tú conoces algún otro consejo para ahorrar agua?
-Claro que sí, además sé varios… ¿queréis que os los cuente?
-Si, por favor- respondieron los hermanos al mismo tiempo.

Entonces el abuelo se levantó de su sillón y les dijo que le acompañaran al cuarto de


baño. Una vez allí, el abuelo levantó la pesada tapa de la cisterna. Los nietos se miraban
intrigados porque no sabían qué pretendía enseñarles.
-Mirad niños- dijo el abuelo.
Mati y Lucas asomaron sus cabezas y se quedaron muy extrañados al ver una botella de
agua llena dentro de la cisterna.
A los hermanos sólo se les ocurría una explicación: al abuelo no le cabían más botellas en
la nevera.
El abuelo se rió de la ocurrencia de sus nietos y les explicó que esto servía para que la
cisterna utilizara menos agua al llenarse y así no se derrochase tanta agua al tirar de la
cadena.
-¡Qué buena idea! pensaron los niños

-Y no sólo esto -añadió el abuelo- Hay más maneras de ahorrar agua en el cuarto de
baño.
-¡Cuéntanos abuelo! -decía Lucas saltando.
El abuelo se acarició la barbilla, como siempre hacía antes de contar alguna de sus
historias, y comenzó:
-Es muy importante lavarse todos los días como bien sabéis.
En ese momento Lucas pensó en la pereza que le daba a veces la hora del baño al final
de cada tarde.
-¿Y bien? -preguntó Mati.
-Pues que puedes lavarte sin necesidad de llenar toda la bañera de agua. Es mejor darse
una buena ducha, ya que gastas menos agua y te quedas igual de limpio.
Ahora fue Mati quien pensó que ya era hora de empezar a ducharse y dejar de usar la
bañera como si fuera una piscina.

-Y aún hay más -dijo el abuelo. Si cuando te estás enjabonando en la ducha mantienes el
grifo abierto, estás desperdiciando agua que no utilizas. Por tanto, es mucho mejor cerrar el
grifo para enjabonarse y luego lo vuelves a abrir para quitarte el jabón. De ese modo, vais a
quedar igual de relucientes y además habréis ahorrado una gran cantidad de agua. Si queréis
comprobarlo, probad a ducharos como os he dicho pero poniendo el tapón en la bañera.
Cuando hayáis acabado veréis que habréis gastado muy poca agua en comparación con una
bañera totalmente llena de agua. ¿Qué os ha parecido?
-Fenomenal abuelo -dijo Mati.
-¡Hay que ver la cantidad de agua que se puede ahorrar desde casa! Si todos siguiéramos
estos consejos, el agua del Planeta tardaría más en agotarse -comentó Lucas.
-¡Bien dicho! -dijeron Mati y el abuelo.
Gracias a todo lo que les había contado el abuelo, Mati y Lucas ya contaban con unos
consejos más para añadir a su lista.
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4. Hay que regar sin derrochar

Mati y Lucas habían ido a pasar el fin de semana a casa de sus tíos en el campo. Era una
casa inmensa, rodeada por un bonito huerto y con un patio enorme para poder jugar con sus
primos. Aprovechando que su tío había colocado una canasta en el patio, los primos se
pusieron a jugar un partido de baloncesto. En un momento del juego, Mati lanzó la pelota a su
hermano un poco más fuerte de lo normal y ésta sobrevoló la cabeza de Lucas yendo a parar
al huerto.

Mati corrió a buscar la pelota adentrándose en un huerto lleno de tomates, pimientos y


calabazas. De hecho, casi confunde la pelota con una de las calabazas, pero al fin la
encontró. Cuando se agachó a recogerla, Mati vio algo extraño alargado que parecía una
serpiente y se asustó. Su tío, al oír el grito de su sobrina, fue corriendo en su ayuda.
-¿Qué ocurre Mati?
-Nada, nada -dijo ella aliviada- es que por un momento pensaba que ese tubo de goma
negro era una serpiente.
-¡Vaya! -exclamó su tío sonriendo- pero si es un tubo de riego por goteo.
-¿Riego por goteo? ¿Qué es eso? -preguntó Lucas, que se había acercado porque estaba
ansioso por reanudar el partido.

-El riego por goteo es un modo de regar sin desperdiciar agua. Dijo su tío acercándoles el
tubo para que lo vieran bien. El agua sale en forma de gotitas por estos pequeños agujeros
que tiene el tubo. Así la tierra aprovecha toda el agua. Si regara el huerto con una manguera
de agua corriente, se encharcaría todo porque a la tierra no le da tiempo a absorber tal
cantidad de agua y además, parte del agua que se quedara estancada se perdería por
evaporación.
Lucas recordó que en el colegio le habían explicado que el agua se evaporaba con los
rayos del sol.

Mati pensó que el riego por goteo era un método buenísimo pero comentó:
-Lo malo es que para regar esas macetas más alejadas del jardín no podemos usar el
mismo método de ahorro de agua.
En ese momento, su tía se asomó por la ventana de la cocina. Llevaba en las manos una
cazuela humeante llena de verduras hervidas en agua y dijo:
-¡Claro que podemos ahorrar agua Mati! Podemos “reutilizar” el agua que usamos para
hervir los alimentos. ¡Venid y lo veréis!
Todos fueron a la cocina donde su tía sacó las verduras de la cazuela y las puso en una
fuente. A continuación, su tío puso la cazuela con agua en la ventana para que se fuera
enfriando.

Unas horas más tarde, cuando el agua de la cazuela se había enfriado, el tío de Mati y
Lucas regó las macetas del jardín con esa misma agua. Además, su tío les explicó que como
ya estaba anocheciendo, el agua no corría el riesgo de evaporarse con el sol. Esa noche,
todos cenaron al aire libre las riquísimas verduras del huerto de los tíos. No sólo había sido un
día muy divertido en el campo, sino que además habían aprendido nuevos métodos para
ahorrar agua.
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5. La cena de la abuela

Una tarde de miércoles, Mati y Lucas ya tenían los deberes hechos y estaban tan
tranquilos leyendo un libro de aventuras cada uno en el salón de su casa. De repente,
escucharon el sonido de la puerta al abrirse. Era la abuela de los niños, que venía
cargadísima con el carro de la compra lleno. Mati y Lucas se levantaron de un salto y fueron a
ayudar.
En la cocina, mientras su abuela iba sacando cosas del carro, Mati y Lucas las iban
guardando en su lugar correspondiente. Aunque de vez en cuando tenían que preguntar:
“¿dónde se guarda esto?, ¿dónde se guarda lo otro?”. Lo que sí sabían muy bien era el sitio
donde iban las galletas y los refrescos. La abuela estaba muy agradecida por la colaboración
de sus nietos y les propuso que también la ayudaran a preparar la cena. La verdad es que a
Mati y a Lucas no se les ocurría nada mejor para terminar de pasar la tarde, así que aceptaron
con mucho gusto la propuesta de su abuela.

Esa noche, la abuela les dijo que iba a preparar una ensalada y luego un pescado al
horno. A Mati le hacía mucha ilusión ser ella quien preparara el pescado, así que muy
decidida sacó el pescado de su bolsa. El pescado estaba congelado y a Mati se le ocurrió que
la manera más rápida de descongelarlo era ponerlo bajo el grifo cayéndole agua tibia en gran
cantidad. La abuela casi se echa las manos a la cabeza al ver lo que hacía su nieta:

-Espera Mati, cierra el grifo, no hay prisa. Vamos a dejar que el pescado se descongele en
la parte baja de la nevera. Si te das cuenta, al descongelarlo así no gastamos nada de agua y
mientras tanto podemos ir preparando la ensalada.
-¡Cuánta razón tienes!- respondió Mati. Y entonces la abuela dejó el pescado en la parte
baja de la nevera.

Como Lucas vio que su hermana se encargaba del pescado, se nombró a sí mismo el
encargado de la ensalada. Sin dudarlo un minuto cogió la lechuga y dijo:
-Abuela, yo preparo la lechuga para la ensalada.
-De acuerdo Lucas, pero antes que nada no olvides enjuagar la lechuga con agua.
-¡Es verdad!- Y seguidamente, abrió el grifo de la pila y puso la lechuga bajo un fuerte
chorro de agua.

-Lucas, cariño, cierra el grifo un momento -interrumpió la abuela- si lavas la lechuga así
estás gastando demasiada agua. Es mucho mejor llenar un recipiente con agua por la mitad y
luego poner la lechuga dentro, así no echas a perder tanta agua.
-No se me había ocurrido. ¿Has visto Mati? Ya sabemos una manera más de ahorrar
agua.
Finalmente, la abuela y sus nietos terminaron de preparar una cena digna del mejor de
los restaurantes. Cuando llegaron sus padres del trabajo y terminaron de cenar dieron la más
sincera enhorabuena a la cocinera y a sus dos improvisados ayudantes.
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6. Mati, Lucas y el coche del vecino

Era una de esas tardes de verano en las que a Mati y Lucas les apetecía dar una vuelta
en bici por el parque, como habían hecho muchas otras veces. Su madre, les recordó que se
pusieran el casco y de camino al parque tuvieran mucha precaución con los coches, y sobre
todo en los cruces, donde debían detenerse y mirar con atención antes de decidirse a cruzar.
Al salir de casa vieron que su vecino estaba lavando en su casa su gran coche nuevo. Mati y
Lucas se acercaron a saludarle y Mati dijo:
-¡Con lo grande que es este coche vas a tardar una eternidad!-
-¡Y vas a gastar un montón de agua!- añadió Lucas.
-¿Quieres que te echemos una mano?- preguntó Mati.
- La verdad es que seis manos trabajan mejor que dos, ¡de acuerdo!- contestó el vecino.
Cuando Lucas acabó de contar las manos de los tres, se dio cuenta de que a él también le
habían incluido en el trabajo.
En un periquete Mati y Lucas mojaron las esponjas en un cubo con agua y jabón, y se
pusieron a limpiar la carrocería del coche.

Cuando ya estaba todo el coche bien enjabonado, el vecino pensó que lo más rápido
sería quitarle el jabón con la manguera, así que no dudó en cogerla y abrir el grifo lanzando
un buen chorro de agua por la parte frontal del coche. Lucas, al verlo, corrió a decirle que no
lo enjuagara con la manguera y cerró el grifo de la manguera. El vecino lo miró extrañado y
entonces Lucas le dijo:
-Verás, si utilizas la manguera desperdicias mucha agua innecesariamente y además se
va a quedar todo encharcado. La verdad es que lo mejor para ahorrar agua es lavar el coche
en un lavadero de coches, pero como ya hemos empezado lo que podemos hacer es quitar
los restos de jabón con unos cuantos cubos de agua y así no derrochamos tanta agua.

En ese momento, el vecino vació sobre el coche un cubo de agua quedando la parte
superior prácticamente limpia. Luego llenó el cubo con agua una vez más y lo volcó sobre un
lateral repartiendo bien el agua por todos los lados. Con un par de cubos más, el coche quedó
reluciente, como si lo hubieran comprado ese mismo día. Los tres estaban asombrados de lo
bien que había quedado.

Cuando ya estaban terminando de recogerlo todo, Mati observó que el grifo se había
quedado mal cerrado y goteaba. Pensó que si seguía goteando así, a lo largo de un día se iba
a desperdiciar un montón de agua. Así que Mati empleó todas sus fuerzas en cerrarlo, pero
finalmente no lo consiguió. Lucas se acercó con mucha seguridad y le pidió a su hermana que
se apartara, pero él tampoco pudo cerrarlo:
-¡Qué duro está! -dijo Lucas mientras se soplaba las manos enrojecidas.

Al ver lo ocurrido, el vecino entró un momento en su garaje y salió con una herramienta
muy grande. Con eso no habría grifo que se resistiera. Apretó bien el grifo con la llave y
enseguida dejó de gotear. Mati y Lucas estaban muy contentos porque habían utilizado el
agua de una forma muy responsable. Además, como premio por su ayuda, el vecino les dio
un paseo con el coche nuevo y les invitó a tomar un refresco.

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