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Cuadernos LIRICO

Revista de la red interuniversitaria de estudios sobre las


literaturas rioplatenses contemporáneas en Francia 
24 | 2022
¿Qué pasado para el porvenir? Historias y tiempos de
la literatura

Las preguntas de la historia literaria


Les questions de l'histoire littéraire
The questions of literary history

Julio Premat

Electronic version
URL: https://journals.openedition.org/lirico/12020
DOI: 10.4000/lirico.12020
ISSN: 2262-8339

Publisher
Réseau interuniversitaire d'étude des littératures contemporaines du Río de la Plata
 

Electronic reference
Julio Premat, «Las preguntas de la historia literaria», Cuadernos LIRICO [En línea], 24 | 2022, Publicado
el 29 mayo 2022, consultado el 13 junio 2022. URL: http://journals.openedition.org/lirico/12020 ; DOI:
https://doi.org/10.4000/lirico.12020

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Las preguntas de la historia literaria 1

Las preguntas de la historia literaria


Les questions de l'histoire littéraire
The questions of literary history

Julio Premat

1 La crisis del tiempo en nuestro contemporáneo afecta la relación con el pasado y


también, por lo tanto, la percepción de la historicidad de la producción artística, en
particular la de la literatura. De hecho, la historia literaria habitual, ese relato
codificado que circula en diversas instituciones y espacios sociales, es hoy una historia
maltrecha, tartamuda, víctima desde hace varias décadas de ataques que debilitaron sus
creencias y su legitimidad. Las grandes estructuras lógicas, las ideologías y los mitos
culturales que acompañaron la construcción de las narraciones sobre el devenir de las
obras y de los creadores ordenados en períodos sucesivos, esas maneras de contar una
historia al respecto, perdieron sus certezas después de, por lo menos, dos
cuestionamientos simétricos.
2 Por un lado, el que supuso una deconstrucción de los principios epistemológicos y de
los criterios lógicos que la sustentaban: las categorías de evolucionismo, determinación
por el contexto o por el autor, periodización, denominación de movimientos y
generaciones, influencia, innovación, fueron, una por una, puestas en duda. Por el otro,
la toma de conciencia sobre la dimensión nacional y a veces autoritaria, patriarcal y
etnocentrada de la jerarquías que promovía fue convirtiendo a ese relato en un terreno
de conflictos, cancelaciones, reescrituras y reivindicaciones: la globalización y la
consecuente circulación de textos resquebrajaron las fortalezas narrativas de las
literaturas nacionales en tanto que marco ineludible para pensar las obras –como por
ejemplo las teorías sobre la literatura mundial–, mientras que ciertas reivindicaciones
sociales (feminismo, minorías, debates sobre lo postcolonial), desestabilizaron a su
manera los cánones y las certezas de un relato hasta entonces unívoco y coherente,
pero discriminante. La historia tradicional de la literatura es uno de los grandes relatos
sociales que se volvieron inoperantes.
3 Los ensayos de Benjamin, las lúcidas especulaciones de Paul Valéry, la inestable y sutil
concepción de la literatura de Roland Barthes, las ideas borgeanas sobre la lectura y

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sobre la capacidad de cada obra de cambiar el pasado y, más cerca de nosotros, la


puesta de relieve del anacronismo en el arte por Georges Didi-Huberman, son algunos
hitos célebres en una trayectoria de desapego ante el gesto habitual de aplicar los
principios de la historia académica a las artes plásticas o a la literatura. Porque esta
evolución volvió evidente un fenómeno conocido pero a menudo desdeñado: la
literatura es una producción cultural que, por muchas razones, no se adapta a un
esquema cronológico y a una explicación lineal de tipo causa/efecto. Su tiempo es el del
acontecimiento perpetuo (el tiempo de la lectura, el de los efectos de los textos), su
espacio es indecidible y su horizonte es la heterocronía, o sea el de una multiplicidad de
tiempos, de presencias, de espectros del pasado, que se superponen e interactúan entre
sí. De más está decir que esta desconfianza va de par, a su vez, con una serie de debates
y transformaciones que atañen las formas de concebir y de evaluar todo relato
histórico, es decir con los debates e innovaciones historiográficas en los últimos
cincuenta años. Como lo hubiese dicho Nathalie Sarraute, la historia, y en general
nuestra relación con el pasado, entraron hace ya décadas en la era del recelo.
4 A pesar de todo esto, por razones institucionales, ideológicas e incluso pragmáticas, la
producción crítica, los programas de enseñanza, las dinámicas interpretativas,
prolongan, de manera a veces mecánica, una adhesión a los principios evolucionistas, a
la coherencia de época, a la garantía de sentido propuesta por el contexto, a la
tentación de un nominalismo que supuestamente abarca y agota la diversidad.
Seguimos buscando novedades, identificando apelaciones uniformizantes, exaltando
ciertos textos como expresión y síntesis de su tiempo, reuniendo –sobre todo en
antologías y denominaciones semi periodísticas– a escritores disímiles en armoniosas
generaciones. En paralelo, la crisis de las jerarquías tradicionales, la ausencia de un
relato alternativo que vaya más allá de la corrección ética o política, la acción repetida
de deconstrucción, convierten al pasado de la literatura en un campo de ruinas; o al
menos, en un espacio ininteligible para críticos y docentes aunque los escritores y
escritoras sigan trazando en él, como siempre, insólitos recorridos, inherentes al hecho
en sí de creación.
5 El número 24 de los Cuadernos LIRICO, ¿Qué pasado para el porvenir? Tiempos e historias de la
literatura, pretende modestamente abrir debates al respecto, esbozando preguntas y
yuxtaponiendo perspectivas diferentes. Enumero algunas, en tanto que horizonte de
trabajo: ¿según qué protocolos y desde qué exigencias institucionales los especialistas
de literatura hablan de su historia? ¿Es la historia de qué, en términos de idea (qué es la
literatura) y de objeto de estudio (de qué está compuesto aquello que vamos a
observar)? ¿Nos referimos a una, o varias historias, más o menos concretas y
reconocibles? Más allá de lo factual, ¿hay una dimensión "metarrativa", si no
legendaria, en los relatos que circulan en la sociedad sobre el tema? ¿Y cuáles son sus
funciones específicas? En la narración así construida, ¿qué entendemos por
"acontecimiento", esos hechos que jalonan su devenir? ¿Cuáles son las concepciones
intrínsecas que justifican y explican las transformaciones de las obras, vale decir qué
hipótesis se manejan sobre la causalidad de los cambios? ¿Cómo pensar hoy conceptos
tan remanidos como generación, contexto, autonomía? ¿Qué lugar atribuirles a la
lectura y a la visión de los escritores y escritoras sobre el pasado literario? ¿Qué
relación se establece con imaginarios temporales actuales y con la idea de
contemporáneo? Después de semejante enumeración, nunca mejor venido un "etc."
para cerrar una serie de preguntas que desborda con creces las posibilidades de este
número pero que intenta mostrar hasta qué punto el interrogante sobre la historia

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literaria supera sus marcos estrictos para apuntar a una pregunta general sobre lo
literario.
6 Del lado de los textos incluidos en este número, dos momentos distintos. Primero, se
reproducen enseguida una serie de artículos que, desde la teoría, desde el estudio de
ejemplos o desde aperturas de las fronteras de lo literario, plantean modos de acercarse
a esta historia hoy, en particular en el contexto rioplatense y latinoamericano. Luego,
prolongando pero también ampliando una sección habitual de la revista, se publican
traducciones de textos críticos que reflejan lo importante que es la producción al
respecto en Francia. Son ensayos que no han circulado hasta ahora en castellano y que
prolongan puestas en duda anteriores y más conocidas.
7 En estas reflexiones se busca especular sobre una utopía: la invención de un relato al
pasado de la literatura sin volver a la creencia en una historia literaria supuestamente
definitiva, sean cuales fueren los valores que la determinen. Más que de despejar las
encrucijadas sobre la filosofía de la historia que subyacen en los planteos precedentes,
la intención es más bien la de poner de relieve los imaginarios, las relativizaciones, las
incertidumbres que acompañan el fenómeno, como para esbozar un estado de la
cuestión y avanzar hacia una aprehensión más aguda de esa historicidad, aprehensión e
historicidad que se presentan hoy como problemáticas.
8 Quizás la historia literaria sea un fracaso necesario (Beltrán 2005: 124), y en todo caso,
la narración histórica de ese tipo de discursos seguirá existiendo, aunque ya no respete
protocolos de coherencia, capacidad abarcativa y justificación epistemológica.
Simplemente, es necesario actualizar, si se puede decir así, los fracasos de esa historia.
No intentar una cientificidad quimérica, sino evitar la fuerte dimensión ideológica, a
menudo inconsciente, que acompaña ciertas prácticas; de una manera u otra,
reemplazar la estabilidad inmutable de la recepción del pasado literario (Beltrán 2005:
127) por una continuidad que suponga una apuesta de inteligibilidad de ese pasado, en
particular en términos de tradición, es decir aquella difusa memoria que propone
indicios sobre cuáles son los tesoros y dónde encontrarlos (Arendt 1995: 77).
9 En última instancia, se trata de instaurar una discusión sobre historia literaria que
parta entonces de nuestros modos contemporáneos de leer, y por lo tanto de las
especificidades de la presencia del pasado en nuestro tiempo. En este caso preciso, se
percibe una fuerte ambivalencia: si no nos interesa más la historia literaria, salvo
cuando señalamos sus limitaciones e injusticias, todos estamos fascinados por el
pasado, atónitos ante su inmensidad, su falta de disponibilidad, su mudez cuando le
dirigimos, una y otra vez, preguntas ansiosas sobre su sentido, cuando intentamos
discernir en él un valor de guía para el futuro o buscamos recuperar una novedad
transformadora que nos permitiese, al mismo tiempo, sentirnos legítimos herederos de
algo que parece perdido.
10 Porque en el desorientado, cuando no apocalíptico, contexto contemporáneo, es sin
duda más necesario que nunca disponer de un relato sobre el pasado, un relato que
permita afianzar su presencia, no en el sentido del mausoleo en el que se guardan los
restos de las inefables obras de otrora, ni tampoco bajo la forma de una proyección de
lo actual que convierta, anacrónicamente, lo que alguna vez pasó en un reflejo
simétrico de lo que pasa –o bien de lo que se anhela que pase–. No, ni museo ni
proyección autocentrada, sino una presencia dinámica, un repertorio de
disponibilidades, un territorio diferente en el que rastrear creatividades por venir. Es

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decir, una presencia aureolada por una memoria viva, reacia a la melancolía, y que
apunta, por eso mismo, a una transmisión concebible.
11 Repito: los interrogantes sobre las posibilidades e imposibilidades de la historia
literaria son, en sí mismos, un terreno heurístico extremadamente fértil, ya que
preguntarse sobre las posibilidades y los tiempos de ese relato lleva a preguntarse sobre
la esencia de la literatura hoy, sobre sus valores y dificultades, sobre sus modos de
insertarse en temporalidades inciertas. En nuestro presente, más que nunca, tener un
pasado inteligible desde el cual y en el cual pensarse, alimentarse, es necesario para
concebir un futuro habitable. Interrogar los modos de contar la historia de la literatura
supondrá pensar en las condiciones de una transmisión, o para decirlo con Hannah
Arendt, pensar en la posibilidad de atribuirle "un pasado al porvenir" (1995: 77). Por
ello, la reflexión sobre estas cuestiones es, también, un debate sobre lo contemporáneo
y sobre el devenir de la literatura.

BIBLIOGRAPHY
Arendt, Hannah, De la historia a la acción, Buenos Aires, Paidós, 1995.

Beltrán Almería, Luis y José Antonio Escrig (comp.), Teorías de la historia literaria, Madrid, Arco
Libros, 2005.

Sarraute, Nathalie, La era del recelo, Madrid, Guadarrama, 1967.

AUTHOR
JULIO PREMAT
Université Paris 8 – Institut Universitaire de France
ju.premat@wanadoo.fr

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