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Larrosa Jorge: El maestro enseña el arte de no dar nada.

Lo que el maestro enseña es el arte de no dar nada, el arte de hacer enriquecer a


cada uno a los que va dirigida su enseñanza. Este maestro hace que cada uno
descubra lo que es, lo mejor que posee; hace elevarlo a su propia altura. Esto es,
lograr que cada uno llegue a ser el que es.
¿Cómo lo logra? Larrosa (1996) afirma que para Píndaro lograr ser lo que se es
“funciona como una apelación a no renunciar a lo que cada uno tiene de original
y de distinto, de artístico en suma” (p. 255). Y es que el autor compara ese logro
al logro de un pescador. Este maestro tiene el tiempo, la paciencia, la soledad y el
silencio del hombre que espera calmadamente por sus peces.
Un maestro de lectura (leer el mundo) no imparte demagogia ni se presenta como
un salvador del mundo profesante de una nueva fe; el maestro, tal como lo
presenta Larrosa en líneas tan ciertas,  “tira y eleva, hace que cada uno se vuelva
hacia sí mismo y vaya más allá de sí mismo, que cada uno llegue a ser el que es”
(p.256).
Nietzsche es a quién Larrosa cita para asegurar que no existe un método seguro
para hacer llegar a la verdad sobre sí mismo. Ese camino está por inventarse; es
un camino lleno de incertidumbres y de rodeos. Es un camino guiado por los
instintos más que por la razón. 
No se llega a ser el que se es sobre la base de una observación introspectiva de
uno mismo, como lo afirmaba Rousseau. “No hay un yo real y escondido que
descubrir. Detrás de un velo siempre hay otro velo, detrás de una máscara otra
máscara, detrás de una piel otra piel” (Nietzsche citado por Larrosa, 1996). Ese
“yo” no descubre, inventa; no realiza, conquista; no explora, crea como un artista
crea su obra. Ser artista de uno mismo es la clave para llegar a ser el que se es
(p.257).
Ahora bien, existen dos reglas fundamentales para lograr lo anterior. Primero,
seguir el propio instinto, y segundo, utilizar maestros, libros y modelos pero con
una función estrictamente mediadora. Función que desaparece al ser abandonados
estos maestros, libros y modelos por quiénes llegan a ser lo que se es. Es
necesario dejarlos en el momento oportuno. Larrosa llega a referirse a los
primeros como una “agradable corrupción”, “un seductor”, “un gran tentador”,
“antídoto” y “veneno” (p.258).
Vale la pena acotar un extracto de Larrosa quien expresa lo siguiente:
“¡Llega a ser el que eres! Quizá el arte de la educación no sea otro que el arte de
hacer que cada uno llegue hacia sí mismo, hasta su propia altura, hasta la mejor
de sus posibilidades (…). Algo para lo que no hay un método que valga para
todos, porque el camino no existe”. Consiste en un viaje tortuoso y arriesgado,
único para cada quién, trazado y recorrido por sí mismo (p.259).

REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
Larrosa, J. (1996). La experiencia de la lectura. Estudios sobre literatura y formación. Barcelona:
Editorial Laertes.

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