Está en la página 1de 20

Balance y proyección del informe

Prospectiva 2020: las diez áreas que más


van a cambiar en nuestras bibliotecas

2020
Documento elaborado por el Grupo de Trabajo Estratégico de Valoración del Informe
de Prospectiva 2020: Las diez áreas que más van a cambiar en nuestras bibliotecas
en los próximos años del Consejo de Cooperación Bibliotecaria, en el marco
del III Plan Estratégico 2019-2023.

Coordinación:
José Pablo Gallo León
Biblioteca de la Universidad de Alicante - Biblioteca de Educación
Participantes:
Lluis Mª Anglada i de Ferrer
Ciencia Abierta del Consorci de Serveis Universitaris de Catalunya (CSUC)
Juan Francisco Elizari Huarte
Sección de Publicaciones. Servicio de Proyección Institucional del Gobierno de Navarra.
Lorena Gómez Méndez
Biblioteca de la Universidad de Santiago de Compostela
Carmen Méndez Martínez
Servicio de Instituciones y Programas Culturales. Delegación Territorial de Fomento,
Infraestructuras, Ordenación del Territorio, Cultura y Patrimonio Histórico en Almería.
Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico
Cristina Novoa Fernández
Asesora de Bibliotecas Escolares. Dirección General de Centros y Recursos Humanos.
Consejería de Educación, Universidad y Formación Profesional, Galicia
María Jesús del Olmo
Centro de Recursos Informativos. Embajada de los Estados Unidos de América
Honorio Penadés de la Cruz
Apoyo al Aprendizaje y la Docencia en la Biblioteca. Biblioteca de la Universidad Carlos III
de Madrid - Biblioteca Multidisciplinar Menéndez Pidal
Pedro Quílez Simón
Biblioteca Regional de Murcia
Concha Vilariño Periañez
Subdirección General de Inmigración y Cooperación al Desarrollo, Comunidad Autónoma
de Madrid

Edita:

MINISTERIO DE CULTURA
Y DEPORTE

SECRETARÍA GENERAL TÉCNICA


Subdirección General de Atención al Ciudadano,
Documentación y Publicaciones
NIPO: 822-20-040-1
Contenido

Introducción....................................................................................................................................... 4
Metodología....................................................................................................................................... 5
Resultados de la encuesta.................................................................................................................. 6
Análisis de las tendencias................................................................................................................... 7
Tendencia nº 1. La gestión de las bibliotecas deberá flexibilizarse
y sus actuaciones deberán integrarse más en las finalidades
de las instituciones a las que sirven.............................................................................................. 7
Tendencia nº 2. Se incrementará la cooperación:
una mayor cooperación y colaboración ampliará el papel
de la Biblioteca dentro y fuera de la Institución............................................................................ 8
Tendencia nº 3. Los recursos públicos serán escasos y las bibliotecas
deberán encontrar nuevas estrategias de ahorro y de financiación............................................. 9
Tendencia nº 4. Los profesionales deberán tener perfiles flexibles
y cambiantes y las bibliotecas necesitarán personal con conocimientos
diversos; la formación dejará de tener un carácter unitario....................................................... 10
Tendencia nº 5. Las bibliotecas deben reforzar su función
de crear comunidades, dotarlas de cohesión social y garantizar
la igualdad de oportunidades de los ciudadanos en el acceso a la información......................... 11
Tendencia nº 6. Bibliotecas ágora o bibliotecas como tercer lugar............................................. 12
Tendencia nº 7. Los espacios de las bibliotecas aún permanecerán
como tales, pero serán flexibles acogedores y sociales.............................................................. 13
Tendencia nº 8. La educación, el aprendizaje y las habilidades
serán la clave de la misión de las Bibliotecas.............................................................................. 14
Tendencia nº 9. Servicios que se adaptan a una realidad digital................................................. 16
Tendencia nº 10. Estrategias innovadoras para gestionar fuentes
y colecciones híbridas................................................................................................................. 17
Conclusiones.................................................................................................................................... 18

A Javier Docampo, en nuestro recuerdo.


Introducción

El 4 de marzo de 2014 se presentó ante el Consejo de Cooperación Bibliotecaria el informe Prospec-


tiva 2020: las diez áreas que más van a cambiar en nuestras bibliotecas en los próximos años (en
adelante, Prospectiva 2020). Transcurridos siete años desde su elaboración, y coincidiendo con el
horizonte marcado de 2020, se evidenció la necesidad de realizar la valoración del cumplimiento de
las diez tendencias que se incluyeron en el estudio original.

Los estudios de prospectiva son una práctica frecuente entre la comunidad bibliotecaria, pero es
mucho más raro que se valoren sus resultados. Tienen la difícil labor de predecir acontecimientos,
intento que resulta a menudo fallido, pero del que se extraen enseñanzas útiles para la adaptación a
las nuevas circunstancias. Esto es así porque lo que se persigue no es tanto adivinar el futuro como
modificar el presente.

La supervivencia de las organizaciones depende en parte de la capacidad de adaptación que tengan


a una realidad cambiante, y esta se ve facilitada si tenemos capacidad de anticiparnos a lo que pueda
suceder. El informe Prospectiva 2020 descubría 10 tendencias que iban a modificar la realidad de
las bibliotecas y proponía acciones que se deberían ejercer para adaptarse mejor a las tendencias
detectadas.

Este trabajo pretende ser, de esta forma, una reflexión sobre lo indicado en Prospectiva 2020, así
como un punto de partida hacia futuros trabajos que continúen la labor de exploración sobre hacia
dónde se dirigen las bibliotecas. Se desea evaluar el cumplimiento y explorar la vigencia de las ten-
dencias que se vislumbraron.

El informe original fue el resultado del trabajo del grupo estratégico formado a raíz del objetivo ge-
neral 2.1 del I Plan Estratégico del Consejo de Cooperación Bibliotecaria (CCB) 2013-2015, como uno
de los proyectos previstos para el 2013. Con él se quería “Impulsar estudios de prospectiva sobre la
biblioteca en el nuevo entorno económico, social y digital”.

El grupo estuvo formado por diversos profesionales procedentes de los diferentes sectores biblio-
tecarios que componen el CCB, la mayoría de los cuales ahora participan de nuevo en esta revisión.
Además, se contó con el asesoramiento de un grupo de expertos externos al ámbito bibliotecario
que expusieron sus propias ideas sobre la previsible evolución de nuestros centros y de las tenden-
cias que les afectan.

El examen que nos ocupa viene marcado, de forma inevitable, por los acontecimientos vividos en
2020 a raíz de la epidemia de la COVID-19. Al respecto, las dos fases principales del trabajo se han
realizado antes y después del confinamiento, lo cual entraña cierta evolución. Por otra parte, el
alcance de la propia pandemia y su influencia sobre las bibliotecas a medio y largo plazo aún son
inciertos, pues ni siquiera ha finalizado cuando se redactan estas palabras. No podemos dejar de
preguntarnos si estos cambios, la llamada nueva normalidad, serán la realidad definitiva. Descono-
cemos si a esta pandemia le sucederán otras y, consecuentemente, el texto original se conformó
según una situación ahora desaparecida definitivamente. A la dificultad inherente de la anticipación
y exploración de tendencias, se une esta nueva incertidumbre. Resulta, de esta forma, complicado
no caer en el cortoplacismo.

4
Sobre la evolución de las tendencias descritas en 2013, la prolongación y profundidad inusitada de
la crisis de 2008 también parece que ha influido de forma inexorable. Ciertos indicios negativos
anteriores a la pandemia se han visto totalmente desfasados por una realidad más oscura. En estos
momentos nos resulta imposible conocer cómo evolucionará la economía y cómo esta afectará a
los presupuestos públicos, de los que dependen la mayoría de nuestros centros. Por otra parte, los
cambios de exigencias sociales como resultado de la pandemia también deberían suponer una evo-
lución, quizá positiva, en la prestación de servicios públicos como los bibliotecarios, pero esto entra
en el terreno de la especulación.

En otro ámbito, debemos tener en cuenta que esta vez no se ha podido contar de forma plena con el
punto de vista de todas las clases de bibliotecas, pues se han producido varios cambios en la dedica-
ción profesional de los miembros y no todos los componentes originales han podido participar en los
trabajos. Aun así, parece que la visión transversal está asegurada y que estos cambios la enriquecen.
Además, contamos con la doble mirada, como usuarios y bibliotecarios. Igualmente, resulta muy
enriquecedora la diferente perspectiva de personas que han tenido una labor de gestión más gene-
ral frente a aquellas que están en el día a día. Se puede transitar de lo general a lo particular en las
opiniones, siendo más optimista la visión global que la más próxima al día a día de las instituciones.
Se nota, no obstante, las grandes diferencias entre tipologías bibliotecarias, destacando la situación
particular de las escolares.

Hemos de decir que el informe original se caracterizó por su ambición. Desde las primeras reuniones
en el Ministerio de Cultura, se pretendía que el mismo marcase unas líneas de mejora y ayudase a
evitar amenazas. Transcurridos siete años, deseamos que esta ambición permanezca.

Metodología

La metodología original del informe Prospectiva 2020 consistió en la recolección y propuesta de ten-
dencias que debían ocurrir en los diferentes sectores bibliotecarios. Se preguntó a los participantes
cómo creían que iban a cambiar sus propias bibliotecas. Se aprovechó la representación de los diver-
sos sectores que conforman el Consejo de Cooperación Bibliotecaria para que aportasen su visión al
respecto de forma sectorizada. Además, como se ha indicado, se contó con la opinión de expertos
externos sobre cómo veían el futuro de la biblioteca. Toda esta información se refundió para confor-
mar el texto y sus propuestas.

En esta valoración, se ha optado por una metodología algo diferente. El cambio profesional de mu-
chos de los miembros originales, así como la ausencia de otros, ha llevado a optar por solicitar textos
individuales de valoración que, igualmente, se han refundido para la redacción final. Se debe hacer
notar que en el proceso de síntesis se han perdido muchos ejemplos y alguna información valiosa
que sería interesante recuperar.

Además de este acercamiento cualitativo, se ha contado con una herramienta parcialmente cuanti-
tativa, pues se realizó una encuesta de cumplimiento a todos los participantes.

Como fruto de opiniones diversas, el texto presenta una visión amplia y heterogénea del cumpli-
miento y la proyección futura de las tendencias.

5
Resultados de la encuesta

La encuesta muestra que el informe de prospectiva acertó más en las tendencias de futuro que sobre
los retos o acciones que las bibliotecas tendrían que afrontar para hacerles frente. Las primeras se
reafirman como ciertas, aunque con matices, en 9 de los 10 casos. Debemos, pues, valorar positiva-
mente la capacidad predictiva del informe, aunque, a su vez, tenemos que estar menos satisfechos
de su utilidad para reorientar las actividades de las bibliotecas hacia las direcciones que el informe
previó que se iban a tomar.

En su descarga debe decirse que la capacidad mencionada de modificar la realidad presente de cual-
quier informe depende de forma importante del grado en que sea asumido por el colectivo al que
se dirige. En nuestro caso al informe quizá le faltó difusión y que fuera debatido en las asociaciones
profesionales.

Sobre el grado de acierto o desacierto, y analizando los casos de forma global, los encuestados con-
sideran que su capacidad de anticipación con respecto a las tendencias fue alta y, en cualquier lugar,
que hay mucho más acierto en la determinación de las tendencias que en la satisfacción de los retos.
Solamente la tendencia 4 (sobre los perfiles profesionales) no se considera confirmada por la encuesta.

Sobre los retos, se observan dos tipos de resultados: los que dependen de la actuación individual
de las bibliotecas y los que implican coordinación, más recursos o actuaciones de la administración.
Como por otra parte es lógico y esperable, se podría resumir en que parece que creemos que hemos
hecho más los bibliotecarios individualmente que las administraciones competentes o las asociacio-
nes profesionales.

Por ejemplo:

• En la tendencia 7 (flexibilización de los espacios), los resultados de la encuesta son más positivos
para el reto 7.2 (reordenación de espacios) que para los retos 7.3, 7.4 y 7.5 que dependen de más
recursos o de acciones concertadas entre diferentes administraciones.

• Lo mismo se podría decir de los retos 6.2 y 6.3 (actuaciones a favor de presentar la biblioteca
como un tercer lugar) con respecto el 6.4 (concienciar a las autoridades sobre el uso de los espa-
cios abiertos y libres)

Resulta imposible diferenciar los resultados de la encuesta según tipología bibliotecaria o Comuni-
dad Autónoma (CCAA), pero sí parecen hacerlo en función de la potencia, generalidad o grado de
internacionalización de la tendencia. Así:

• Las tendencias 1 (integración de finalidades de las bibliotecas en las de la organización), 2 (más


cooperación) o 4 (flexibilización de perfiles) pueden ser todavía validas, pero a nivel internacional
se han manifestado solo a escala regional (tendencia 1 en los EUA) o discursiva (tendencias 2 y 4)

• En cambio, las tendencias 6 (biblioteca como tercer lugar), la 9 (digitalización) y parte de la 10 (re-
tos 10.2 y 10.3) obtienen grados de realización superiores según los resultados de las encuestas,
y esto no debe ser solamente resultado de los esfuerzos individuales, sino que ha sido más fácil
avanzar donde se manifestaban empujes generalizados.

6
Análisis de las tendencias

Tendencia nº 1. La gestión de las bibliotecas deberá flexibilizarse y sus actuaciones


deberán integrarse más en las finalidades de las instituciones a las que sirven.

Se considera que los avances en esta tendencia han sido diversos. Muy tímidos en cuanto a la flexi-
bilización de la gestión administrativa, pero notables en cuanto a la alineación con las finalidades de
sus instituciones.

La pandemia de la COVID-19 supuso al tiempo un reto de flexibilización de la gestión para adaptarse


a las nuevas circunstancias y la constatación de las dificultades administrativas que surgen para la
misma. Gracias a la creatividad y la entrega del personal bibliotecario se han podido seguir ofrecien-
do servicios a la comunidad, aunque con enormes diferencias según los casos.

Por otra parte, la flexibilización de la gestión no solo no parece haber mejorado, sino que incluso se
ha dificultado, por ejemplo con la legislación de contratación vigente. Muchos responsables de cen-
tros desearían disponer de una mayor autonomía de la que ofrece la encorsetada normativa de la ad-
ministración pública, que establece unas limitaciones y unos procedimientos a menudo engorrosos
para llevar a cabo actividades o para diseñar servicios que no son habituales en el funcionamiento
burocrático. Evidentemente, todo ello depende de disposiciones legales y administrativas cuya apro-
bación compete a órganos de carácter supra bibliotecario. Así, la lógica y deseable persecución de la
corrupción se ha traducido en unos procedimientos complejos y lentos.

Un aspecto que sí ha evolucionado, aunque no al ritmo deseable, es la normativa propia de los


centros, que se ha relajado y no está tan centrada en las prohibiciones. Asimismo, se han producido
avances notables en la flexibilización interna de las organizaciones y en la búsqueda de una toma
de decisiones más horizontal, así como en la participación de la ciudadanía en las mismas. Se ha
tomado verdadera conciencia de la necesidad de flexibilizar estructuras y procedimientos internos
administrativos, gracias en buena parte a los compromisos que las distintas instituciones han tenido
que asumir en materia de administración electrónica.

Directamente relacionado con lo anterior, también parece que se ha mejorado bastante la trans-
versalidad y la integración en las instituciones de muchas bibliotecas, realizando un gran esfuerzo
por demostrar el valor añadido que aportan a sus organizaciones y a los proyectos que desarrollan.
Incluso con vinculaciones hasta hace poco inusuales, como de bibliotecas universitarias y escolares
(no solo públicas) con el resto de unidades de sus centros y con el tejido cultural de sus poblaciones,
mejorando su visibilidad. Aun así, la crisis que han vivido muchas bibliotecas ha sido profunda y, por
ejemplo, en el ámbito de las bibliotecas especializadas muchas han sufrido la incomprensión de las
entidades a las que pertenecen.

Vinculados directamente con la tendencia 4, se señalaba el reto de la interdisciplinariedad y la


movilidad, así como la necesidad de mejorar la formación en gestión de los bibliotecarios. Sobre
lo primero, el perfil profesional que se dibuja en las escasas convocatorias públicas de oposiciones
podría atraer cada vez más a candidatos ajenos a los tradicionales nichos formativos de los biblio-
tecarios, pero no se han producido grandes avances. Además, apenas ha habido algún progreso en
cuanto a movilidad, contrariamente a lo pretendido por el Estatuto Básico del Empleado Público
(RDL 5/2015).

7
En lo referente a la formación de gestores bibliotecarios, existe un Máster oficial específico de la
Universitat de Barcelona y una gran oferta formativa online, pero los avances se han producido
más por la propia voluntad de las personas que desde las instituciones de las que dependen las
bibliotecas.

Como sucedía en el informe original, la peculiaridad de ciertas bibliotecas exige la inclusión de pá-
rrafos específicos. En cuanto a las bibliotecas escolares, la evolución en estos puntos ha dependido
sobremanera de las realidades autonómicas. A nivel estatal, la inestabilidad política de estos años ha
dificultado la generación de un compromiso firme.

Se han ido consolidando avances, pero solo en aquellas CCAA en las que existe un programa de
bibliotecas escolares definido, planificado, presupuestado y coordinado desde la administración
educativa. Resultan destacables casos como el de Galicia, donde se pueden valorar de forma muy
positiva los avances referentes a esta tendencia, dirigida a un tipo de biblioteca escolar distribuida.
Un mínimo del 50% de 711 centros incluidos en el programa de mejora de las bibliotecas escolares
de esta comunidad reflejan en sus actuaciones, con un nivel de eficiencia medio-alto, el tipo de
biblioteca que se define en esta tendencia. Otras CCAA con importantes avances serían Navarra,
Extremadura, Islas Baleares o Andalucía. En el caso de este tipo de bibliotecas, además, la COVID-19
puede ser un revulsivo al poner de manifiesto el importante papel de vinculación que pueden ejercer
las bibliotecas escolares con el alumnado y sus familias.

Por otra parte, los años de crisis han sido particularmente duros para las bibliotecas especializadas, pro-
duciéndose la desaparición de numerosas de ellas. Estas han pasado de ser 2.125 en 2014 a 1.982 en
2018, de acuerdo con los últimos datos publicados por el INE. Frente a esto se ha propuesto la creación
de un Plan de Bibliotecas Especializadas como una de las medidas del III Plan Estratégico del Consejo de
Cooperación Bibliotecaria 2019-2023. El mismo se basa en las premisas marcadas dentro de la presente
tendencia, mejorando la visibilidad de esta tipología bibliotecaria, y pretendiendo ser el comienzo de
un nuevo modelo de biblioteca fluida que, lejos de tener su fortaleza en el espacio físico que pueda
ocupar, se conviertan en concentradores (hubs) sobre temas muy especializados que favorezca la coo-
peración entre las bibliotecas de las distintas redes y donde las fronteras físicas se difuminen.

Tendencia nº 2. Se incrementará la cooperación: una mayor cooperación


y colaboración ampliará el papel de la Biblioteca dentro y fuera de la Institución

En esta tendencia se producen divergencias notables según el punto de vista de cada participante.
Todo el grupo sigue defendiendo la necesidad de incrementar la cooperación ante los retos del pre-
sente y futuro, pero las posiciones y puntos de vista van desde el estancamiento de las iniciativas a
la fortaleza de la misma.

Cabe señalar que, de forma generalizada, la mayoría de los colaboradores en el estudio opinan que
el incremento de la colaboración se ha producido, pero que este se ha basado en la iniciativa institu-
cional: REBIUN, instituciones autonómicas detrás de redes públicas o escolares y, principalmente, el
Consejo de Cooperación Bibliotecaria.

Continúan procesos de cooperación tradicionales (catálogos colectivos, redes de préstamo, consor-


cios, servicio de referencia en línea, digitalización de fondos, creación de contenidos informativos, ges-
tión conjunta de actividades culturales, etc.), y no tan tradicionales, como plataformas de préstamo

8
electrónico. Por una autora, se recuerda la también tradicional disposición a cooperar entre sí, ya sea
compartiendo recursos o desarrollando proyectos. Bien es cierto que esto parece más propio de unas
tipologías bibliotecarias que de otras, y que a menudo requiere de la iniciativa de una entidad o institu-
ción que lo coordine e impulse. Por supuesto, hay casos de éxito en los que la cooperación parte de las
propias instituciones, como la Red de bibliotecas escolares de Albacete, que funciona desde hace años
sin el apoyo de la administración educativa (parece que este año empieza a cambiar esta situación); o
la propia REBIUN, que nació así aunque ahora esté bajo el paraguas de la CRUE, no se sabe por cuánto
tiempo. Que esta cooperación parta de una iniciativa horizontal, como las indicadas, no tiene por qué
dar mejores resultados que el de las iniciativas más institucionalizadas. Por ejemplo, en las escolares,
con los casos de CCAA como Andalucía, Extremadura y Galicia, respaldadas por programas.

También se indican como todavía puntuales, incluso superficiales y anecdóticos, los casos de cola-
boración entre bibliotecas de tipologías diferentes. Sobre todo entre públicas y escolares, siendo
importante que no se establezcan jerarquías para su buen funcionamiento. Sigue existiendo un gran
desconocimiento entre bibliotecarios de los diferentes ámbitos de la realidad del resto de tipologías.
Y esto, a pesar de la labor realizada por el CCB, con grandes proyectos puestos en marcha, pero cuyos
resultados son más visibles y conocidos entre los sectores de las bibliotecas públicas y nacionales/
regionales que en otros sectores.

Se estima que es necesario reforzar el conocimiento compartido, al igual que los proyectos desa-
rrollados en común. Ante todo lo nuevo que se quiera poner en marcha, y que empieza a ser apre-
miante, siempre habrá alguien que tenga una experiencia previa y que pueda ayudar a salvar los
obstáculos más habituales.

Igualmente, continúa siendo un reto el incremento de la colaboración con otras instituciones del
ámbito cultural y, en particular, con el resto de instituciones de la memoria (museos, archivos, fil-
motecas, etc.). Es algo que hace siete años se presentaba como tendencia clara y que ahora parece
haberse estancado o diluido.

Otro ámbito que requiere el refuerzo y que debería ser fundamental es el de la colaboración público-
privada. En España urge que las bibliotecas tomen la voz cantante dentro del sector del libro y se
pongan a la cabeza a la hora de realizar campañas de promoción de la lectura, compitiendo por el
dinero público que alimenta el sector. Igualmente, la pandemia nos ha mostrado la importancia de
la colaboración con las empresas tecnológicas. En un entorno en el que el acceso a la red se ha con-
vertido en aún más fundamental, la capacidad que los profesionales de bibliotecas pueden ofrecer
para la gestión de la información, para la enseñanza de competencias informacionales o incluso para
la búsqueda (por ejemplo, para el rastreo), debería suponer un acicate.

Tendencia nº 3. Los recursos públicos serán escasos y las bibliotecas deberán


encontrar nuevas estrategias de ahorro y de financiación

Existe unanimidad ante la evidencia de la escasez de recursos que han vivido las bibliotecas en los
años transcurridos desde Prospectiva 2020. De igual forma, la totalidad de los participantes entien-
den que la búsqueda de alternativas de financiación ha sido muy complicada. Se han tomado nu-
merosas iniciativas de ahorro, pero las limitaciones administrativas y la propia crisis de los posibles
benefactores ha hecho muy difícil encontrar nuevas fuentes de financiación.

9
La escasez de recursos ha supuesto un riesgo real para muchas bibliotecas, que han tenido incluso
que cerrar sus puertas. Esto está más vigente que nunca con la nueva crisis económica que parece
avecinarse tras la pandemia. Además, las diferencias territoriales son muy importantes, particular-
mente en el ámbito de las escolares y públicas.

Habrá que competir por los recursos públicos con otros sectores. Parece que hay un cierto consenso
social sobre el refuerzo de los servicios sanitarios y, algo menos, educativos. Por ello, las bibliote-
cas deben intentar entrar en esta tendencia social, algo que ahora mismo resulta improbable por
el desconocimiento generalizado sobre las mismas. Las iniciativas para demostrar el retorno de la
inversión, como el estudio del CCB y Fesabid sobre el impacto social y económico de las bibliotecas,
aplicado en Navarra, pueden suponer una herramienta. Ha conseguido una repercusión de las biblio-
tecas en la esfera política que ha favorecido un apoyo en sus presupuestos.

Pero no basta con que los datos se logren difundir eficazmente. A pesar de llevar años hablándose
del tema, las bibliotecas siguen pecando de debilidad en el uso del marketing. Nuestra capacidad
para entender las necesidades de nuestras comunidades (el mercado) y para difundir nuestros ser-
vicios (colocar nuestro producto) debe reforzarse. Se ha avanzado mucho en la digitalización, por
ejemplo, pero sin un impulso para que la ciudadanía aproveche estos contenidos.

Sería interesante profundizar en las valoraciones del impacto económico de la reutilización de los
contenidos conservados en las bibliotecas, así como la práctica de cuantificar el valor económico de
sus fondos, como hace la Biblioteca Nacional de España.

Retomando la tendencia anterior, se vuelve a señalar a la colaboración con otras instituciones y la


cooperación como vía necesaria también para el ahorro de costes. Iniciativas compartidas, como
eBiblio y, en el ámbito científico, los consorcios y acuerdos de compra colaborativa, han supuesto un
gran ahorro. Este, no obstante, se empieza a mostrar insuficiente y debe empezar a contar con otros
factores, como la apuesta por el libre acceso.

Además, se ha agudizado el ingenio dentro de las limitaciones existentes. Por ejemplo, centros es-
colares que, a nivel individual, acuden a certámenes de innovación educativa en sus más dispares
modalidades, con lo que van arañando algunos recursos para mejoras. También con la búsqueda de
subvenciones en principio, ajenas a las bibliotecas.

Tendencia nº 4. Los profesionales deberán tener perfiles flexibles y cambiantes y las bibliotecas
necesitarán personal con conocimientos diversos; la formación dejará de tener un carácter unitario

La tendencia se sigue considerando de forma conjunta como necesaria, pero también es vista de
forma igualmente común como problemática. Implica tanto la visión que los bibliotecarios tienen de
sí mismos y de sus trabajos, como del futuro que les espera y cómo se ven en él: si esta polivalencia
implicará menor contratación de personal; o si, por el contrario, redundará en una mayor riqueza.

Por una parte, la crisis ha supuesto la ausencia de una oferta laboral suficiente por parte de las insti-
tuciones públicas, principales tenedoras de las bibliotecas. Esto ha derivado en una paulatina caída de
los estudiantes en las titulaciones universitarias específicas, que han entrado en una profunda crisis
que se ha querido paliar con cambios de planes de estudios e, incluso, de nombres de las facultades.
Se busca un perfil diferente, más cercano a lo digital pero alejado del trabajo diario en la mayoría de las

10
bibliotecas. De esta forma, el propio perfil del bibliotecario, cuáles son los conocimientos técnicos y las
competencias que debe tener, se encuentra en discusión.

Mientras se encuentran convocatorias altamente especializadas (por ejemplo, para llevar un reposi-
torio digital), se ven temarios y pruebas claramente desfasadas. La catalogación ya no puede ser el
distintivo específico del técnico de bibliotecas, por más que siga siendo necesaria en muchos casos.
El mundo avanza, cada vez es más diverso, más mestizo, más complejo y se necesitan profesionales
que sean capaces de dar respuesta a la necesidad de nuevos servicios, muchos de los cuales no pa-
san por la formación clásica, ni tampoco por la estrictamente tecnológica.

La diversidad entre las diferentes tipologías bibliotecarias es grande. No se ha llegado a afrontar el


reto de configurar un perfil profesional adaptado a las necesidades de las bibliotecas escolares. Hasta
lo que conocemos, ni los sindicatos del ámbito educativo ni las asociaciones profesionales del ámbito
bibliotecario han incidido en la necesidad de contemplar en los catálogos de los centros la plaza de
profesor-bibliotecario, independientemente del perfil profesional que finalmente ocupase estas plazas.

Por otra parte, mientras que en algunas selecciones de personal para trabajar en bibliotecas públicas
se valora la inclusión de profesionales que proceden de otros entornos no estrictamente biblioteca-
rios, en otros sectores se considera intrusismo. Al mismo tiempo, muchos bibliotecarios se quejan
de que esta polivalencia se convierta en “multitarea” y que, a veces y sin formación específica sobre
determinadas novedades, se han tenido que autoformar o desarrollar competencias desde el más
puro amateurismo. La necesidad de formación continua resulta especialmente vital, por lo que se
deberá impulsar este tipo de iniciativas desde todas las administraciones.

El papel de las asociaciones profesionales en este ámbito se ve también como discutible. Se entiende
que estas siguen comprometidas en la defensa del personal bibliotecario y en la modernización de su
imagen profesional; pero también se afirma que la crisis ha incidido negativamente en la participa-
ción de los profesionales en las asociaciones, al no verse respaldados en el ejercicio de su profesión.

Tendencia nº 5. Las bibliotecas deben reforzar su función de crear comunidades,


dotarlas de cohesión social y garantizar la igualdad de oportunidades de los ciudadanos
en el acceso a la información

Puede resultar sorprendente la desigualdad de opiniones sobre esta tendencia. Ratificada, como el
resto, como importante, las opiniones sobre su consecución real divergen, yendo de lo más negativo
a lo positivo.

Así, para algunos de los colaboradores, la creación de comunidades en torno a las bibliotecas o el forta-
lecimiento de las ya existentes ha sido una realidad durante los últimos años, confirmando plenamente
la tendencia prevista. En esa misma línea va la idea de transversalidad y de inserción en el tejido cultu-
ral y social de las localidades que se mencionaba en la primera tendencia. Se señala que, en estos años,
ha aumentado considerablemente la oferta de actividades que la biblioteca ofrece a la sociedad, unas
organizadas por la propia biblioteca en colaboración con la sociedad civil y otras prestando su espacio
para que asociaciones y organizaciones puedan desarrollar sus actividades en la biblioteca. La creciente
programación desde el ámbito bibliotecario de actividades formativas y culturales estables (talleres,
ciclos, clubes de lectura, etc.) o el ofrecimiento de espacios para usos comunitarios, han conformado
grupos de usuarios fuertemente vinculados a sus respectivas bibliotecas.

11
Paralelamente, con el fin de garantizar un acceso igualitario y no limitar su servicio a comunidades
concretas de usuarios con necesidades especiales, las bibliotecas han ampliado y diversificado su oferta
digital y procuran también, aunque con mayores limitaciones, adecuar sus horarios de atención presen-
cial a las demandas ciudadanas. Todo ello con las limitaciones presupuestarias ya descritas.

De igual forma, se señalan ejemplos dentro de las bibliotecas escolares, aunque con una realidad
muy desigual dependiendo del territorio y centro concreto. Las redes sociales se han visto como una
gran herramienta, como no podía ser de otra forma. Además, en tiempo de confinamiento y cese de
las actividades presenciales en los centros, herramientas antiguas como el blog y la web institucional
se han mostrado como esenciales para mantener el contacto con el alumnado y las familias. También
se ha avanzado en la presencia de grupos de colaboradores o voluntarios, así como en la cohesión
social, desde las bibliotecas escolares.

De forma casi opuesta, otras voces afirman que la encomienda de la función social no significa que
las bibliotecas tengan un papel central en la cohesión de las comunidades. Y esto a pesar de contar
con potencialidades que bien desarrolladas podrían situarlas en el foco de la cuestión: ser un es-
pacio físico, ser un punto esencial de información, su carácter de servicio público y la formación de
las plantillas. Eso sí, también se señala que las bibliotecas siempre han estado ahí para ayudar en la
igualdad de oportunidades, y que cada vez son más inclusivas. Pero se necesitan avances para llegar
con su oferta a los más desfavorecidos y a los no usuarios en general. Esto puede ser aplicado no solo
a las públicas, sino también a otras tipologías, como las escolares y universitarias.

De cualquier forma, el desarrollo del papel de las bibliotecas en torno a la inclusión social es repe-
tido recurrentemente por los participantes. En esto, destaca la aparición en escena de la Fundación
Biblioteca Social, creada en 2014, que nace para contribuir a compensar los desequilibrios sociales
apoyando los proyectos que llevan a cabo las bibliotecas públicas, dirigidos a los sectores más vulne-
rables de la sociedad.

Se habla de colectivos desfavorecidos y de acciones en torno a la igualdad de género. Este tipo de


iniciativas sitúa a las bibliotecas en el contexto de la sociedad en la que vive y es un camino que han
emprendido con fuerza en estos últimos años con su participación para hacer visible su contribución
a los objetivos de desarrollo sostenible de la Agenda 2030 de la ONU.

El papel social de la biblioteca en cuanto a crear y sostener comunidades se levantan sobre las demás
en tiempos de pandemia, y debería vincularse a la exigencia de dinero público para estos servicios.
Esto ha de traducirse, también, en una mayor participación en la toma de decisiones por parte de la
comunidad a la que sirvan, algo en lo que se ha avanzado muy poco e incluso, en algunos casos, se
les ha privado del instrumento básico de las desideratas por el hecho de no disponer de crédito para
atenderlas.

Tendencia nº 6. Bibliotecas ágora o bibliotecas como tercer lugar

Esta tendencia, directamente relacionada con la anterior y que necesitaría de la siguiente para su
pleno desarrollo, es una de las señaladas con un grado de cumplimiento más alto.

Se ha generalizado la apertura de espacios para colectivos específicos y esto ha contribuido decisiva-


mente a la consolidación de comunidades en torno a las bibliotecas. Dentro de las escolares, quizá

12
sea también la tendencia mejor valorada por los avances que se han dado. A esto han contribuido
iniciativas que transforman estos centros en espacios de creación y aprendizaje. También se ha avan-
zado mucho en la incorporación de las familias a distintas actividades de la biblioteca, como destina-
tarias finales y como colaboradoras necesarias.

La biblioteca pública, dentro del rol social indicado antes, se convierte en punto de encuentro. Queda
mucho para alcanzar la idea de las bibliotecas estadounidenses que refleja la ALA, pero podemos re-
cordar que esta destaca la tendencia, incidiendo especialmente en diversos temas: centro de ayuda
para la clase trabajadora; paladín de las libertades, con hincapié en la privacidad; ayuda a los desem-
pleados; y ayuda a colectivos marginados y desfavorecidos. Como vemos, directamente relacionados
con la inclusión que tratábamos antes. Se pueden explorar ejemplos de estas labores en nuestras
propias bibliotecas.

Todo ello requiere de una adaptación de espacios y servicios que, nuevamente, se ve comprometi-
da con la nueva realidad. Por una parte, se requiere de cambios en el espacio y sus usos, flujos de
usuarios, mobiliario más versátil, móvil y apilable, etc. Pero por otro, la pandemia exige de pantallas
para la distancia social, nueva señalización, reserva de espacios por adelantado, uso de espacios
exteriores y dedicar presupuesto para materiales de higiene, como mascarillas y geles. Junto a ello,
variaciones en la forma de entregar los servicios y estrictos protocolos de higiene.

Hay problemas para estos usos que tienen un carácter más general:

• Dificultades para dotar a esos espacios de las infraestructuras y recursos materiales necesarios
para las nuevas actividades. De ahí que en algunas ocasiones el nuevo uso de los espacios pueda
orientarse excesivamente hacia actividades puntuales de quita y pon, que quizás no requieren
tanta inversión en infraestructura pero que no siempre se dirigen a los colectivos de usuarios con
mayor necesidad de acogimiento por parte de las bibliotecas.

• Reticencias de los políticos a cambiar las funciones de las bibliotecas, ancladas en el imaginario
colectivo en el modelo clásico, y que exige concienciar a las autoridades sobre el uso de las biblio-
tecas como espacios abiertos y libres.

• La falta de personal que impide dedicar una atención adecuada a esos nuevos espacios.

• E incluso la resistencia de profesionales clásicos que se encuentran con una gestión desconocida y lle-
na de riesgos al no poder controlar lo que los colectivos sociales puedan llevar a cabo en los espacios.

Por todo ello, no se ha realizado esta evolución en todos los lugares ni con la profundidad prevista.
Hasta el momento, este cambio de paradigma de bibliotecas como espacios vivos, dinámicos, flexi-
bles y acogedores, compatibilizando la prestación de servicios tradicionales con los nuevos servicios,
no se ha producido en las todas las bibliotecas. Existen muchos centros que son modelos que pode-
mos seguir, pero hay un largo camino que recorrer.

Tendencia nº 7. Los espacios de las bibliotecas aún permanecerán como tales,


pero serán flexibles acogedores y sociales

Esta tendencia ha sido la que menor tratamiento ha tenido desde las diversas aportaciones. La fuerte
crisis vivida se tradujo en una prácticamente inexistente renovación de los espacios bibliotecarios.

13
Se ha construido y reformado muy poco, encontrándonos, siete años después, con unos espacios
claramente desfasados.

Los usos tradicionales siguen siendo necesarios, pero esto solo puede ser puesto como excusa ante
un estatismo total. Si fuese esa la única variable, se habrían acometido renovaciones en el sentido
tradicional, que tampoco han existido. Por ello, los usos sociales y las modificaciones que los cambios
tecnológicos y de la propia sociedad exigen han quedado suspendidos en el tiempo.

La pandemia del COVID-19 y la crisis económica que le acompaña han aportado más incertidumbre:
sobre cómo se van a usar los espacios, sobre el papel de los mismos y sobre cuándo vamos a tener
recursos económicos para las modificaciones necesarias.

En las bibliotecas escolares la situación aparece ahora como crítica. Frente a los avances producidos,
se habla incluso de utilizar sus espacios como simples aulas. El retroceso puede afectar a los pro-
gramas vigentes, volviendo a un uso tradicional que, más que nada, es un desuso, deshaciendo los
esfuerzos de largos años.

Tendencia nº 8. La educación, el aprendizaje y las habilidades serán la clave


de la misión de las Bibliotecas

Dentro de las tipologías clásicas de las bibliotecas, recogidas en las diferentes Comisiones Técnicas,
dos de ellas se vinculan directamente con la educación (escolares y universitarias) y otra está relacio-
nada de forma intrínseca, de acuerdo con su concepción actual (públicas). Por otra parte, una situa-
ción de crisis, unida a la propia evolución tecnológica y social, ha exigido mucha autoformación a las
personas, para lo que las bibliotecas parecían los entornos y servicios de apoyo ideales. Sin embargo,
esta tendencia no parece haber evolucionado como se esperaba.

Es obvio que se ha avanzado en la sensibilización sobre la función educadora de la biblioteca a nivel


general. No obstante, la presencia de programas específicos sobre esta función en la planificación de
las bibliotecas ya no es tan evidente y, desde luego, es muy desigual.

Al mismo tiempo que los profesionales bibliotecarios se empeñan en la alfabetización informacional


y en iniciativas de apoyo a la formación no reglada, las bibliotecas mantienen una imagen difusa
como centros formativos, no solo de cara a la sociedad sino incluso ante las propias administraciones
que las financian. Sorprende que, a pesar de su voluntad por afirmarse como espacios para el apren-
dizaje permanente y para el acceso universal a la información, las bibliotecas queden al margen de
muchos programas formativos y campañas informativas dirigidas a la ciudadanía e impulsadas por
los servicios públicos.

Incluso dentro del grupo de trabajo hay visiones especialmente negativas, que indican que para
muchas bibliotecas la clave de su misión sigue siendo el mantenimiento de la colección y conseguir
buenas cifras de visitas y préstamos, además de una cierta visibilidad a nivel profesional (que no so-
cial) gracias a sus acciones de marketing. Frente a esto, propone recuperar el fomento de la lectura
y, quizá, tener unidades pedagógicas, como algunos museos.

Sin embargo, todos los miembros del grupo abogan por la importancia de esta misión. La alfabetiza-
ción informacional es una función bibliotecaria cada día más relevante por la importancia creciente

14
del aprendizaje a lo largo de la vida y por su papel para la inclusión, la cohesión y la generación
de capital social. Podemos afirmar que actualmente la educación, el aprendizaje y las habilidades
serán la clave de la misión de las bibliotecas y cada día son más las que normalizan la alfabetización
informacional como un servicio básico, ya sea en modo presencial o virtual. Pero aunque incremen-
te su número, aún no es suficiente y no tiene la repercusión deseada en la sociedad. Por ejemplo,
entre los retos y las propuestas de esta tendencia se hablaba del apoyo de las bibliotecas a los
emprendedores y desempleados, algo que se ofrece de forma muy puntual y no tan generalizada
como se quisiera.

Retomando la idea de que la ciudadanía parece más dispuesta a invertir mayores cantidades en
sanidad y educación, en España es necesaria una mayor integración de la biblioteca en la sociedad
a todos los niveles: desde el bibliotecario incrustado en proyectos de investigación y salud, hasta la
biblioteca como elemento clave en el sistema educativo, desde preescolar hasta la universidad.

Precisamente, sobre las dos clases de bibliotecas plenamente educativas, podemos decir que en am-
bas se han producido importantes avances en esta tendencia. Dentro de las universitarias, los cursos
de competencias digitales (perdido ya el adjetivo informacional) han continuado, pero su desarrollo
no ha sido tan fulgurante como antes y queda mucho camino hasta su integración como competen-
cia transversal generalizada.

Con respecto a la presencia de la biblioteca en la evaluación de la actividad investigadora, trabajos


como los que realiza el Laboratorio de Cibermetría del CSIC y sus ránquines han hecho volver las mi-
radas del personal docente e investigador hacia la biblioteca como formadora, como garante de uso
de buenas prácticas. A pesar de que las señales de esta aceptación son débiles todavía, son un paso
de gigante en la integración del personal bibliotecario en tareas de docencia.

Aunque sea algo extensible a todas las bibliotecas, se señala a los centros educativos como factores
de riesgo para los rebrotes de la COVID-19: clases presenciales, comedores y cafeterías, residencias
de estudiantes, laboratorios y uso de las bibliotecas. Se plantean la necesidad de reducir los grupos
de personas y para ello la biblioteca tiene que continuar dando servicio a los estudiantes y preparar-
se para la consolidación de un modelo de enseñanza mixta, online y presencial, con el incremento
del trabajo y estrés que ello va a suponer para todo su personal. Dentro de este modelo, la biblioteca
cobra un relieve esencial y necesitará adaptar y reforzar su capacidad de servicio, como se desarrolla
en el siguiente punto.

En cuanto a las bibliotecas escolares, las desigualdades citadas al principio se incrementan. Las de-
ficiencias en este ámbito quedaron puestas de manifiesto en el documento del Grupo de Trabajo
ALFIN/AMI del CCB: Integración de las competencias informacionales y mediáticas en el sistema
educativo: referencias, contexto y propuestas.

En este ámbito se no se ha avanzado como sería deseable. Las prioridades de los distintos programas,
cuando existen, marcan la diferencia, muy especialmente en este campo. El fomento de la lectura
está generalizado, lo difícil es articular programas y actividades para la educación de las competen-
cias informacionales y mediáticas. Existen iniciativas, semejantes a las señaladas en las bibliotecas
universitarias para las competencias informacionales y digitales, que lo buscan de diferentes formas.
Por ejemplo, Galicia incorpora a los currículos de enseñanza secundaria una propuesta para una
materia de libre configuración. También en Aragón, Baleares y Andalucía se trabaja esta línea de ac-

15
tuación en sus redes. Pero, al igual que en las universidades, no se ha avanzado en la idea de unificar
criterios para la evaluación y certificación de competencias en el ámbito de las bibliotecas escolares.

Como nota positiva, la COVID-19 ha servido para mostrar el músculo de estas bibliotecas para ejercer
de mediadoras en materia de lectura y de educación en información y medios, incluso en circunstan-
cias desfavorables y confusas, creando de inmediato oportunidades de aprendizaje no solo para el
alumnado sino también para las familias.

Por fin, debemos indicar los esfuerzos para introducir los espacios de creación, aprendizaje colectivo
y laboratorios de ideas desde y dentro de las bibliotecas, con proyectos consolidados como Ubik, la
biblioteca de creación del centro Tabakalera de Donostia, o los Bibliolab de la Red de Bibliotecas de
la Diputació de Barcelona. En esta línea va el proyecto del Ministerio de Cultura y Deporte, en cola-
boración con MediaLab Prado, denominado Laboratorios Bibliotecarios: espacios para la creación y
experimentación colectiva. Sin embargo, sigue siendo algo muy minoritario.

Tendencia nº 9. Servicios que se adaptan a una realidad digital

De forma plenamente generalizada se ven avances en este campo. Es posible que forzados por las
circunstancias, pero destacables.

En el contexto de las instituciones públicas de carácter cultural y patrimonial, la presencia digital de


las bibliotecas fue pionera a través de sus catálogos y servicios en línea y de sus fondos digitaliza-
dos. Asimismo, hace ya mucho que las bibliotecas universitarias y especializadas ofrecen el acceso
a amplias colecciones y servicios digitales. El resto de centros se ha ido incorporando a la oferta de
servicios de préstamo en línea, junto a clásicos como la referencia digital.

La presencia en las redes sociales ha sido una constante. Hay numerosos casos de éxito, junto a
presencias puramente testimoniales. La variedad es amplia, pero la mejora también lo es, olvidando
poco a poco la alocada incorporación inicial a estos servicios.

En los últimos tiempos, al hilo de la digitalización general de las administraciones y del desarrollo
de las redes sociales, las bibliotecas han incrementado sus servicios digitales y han personalizado
su comunicación con los usuarios, como se ha visto con ocasión del confinamiento provocado por
la pandemia. En todo caso, en un entorno digital en continua transformación y dominado por la
inmediatez, las bibliotecas, por su condición de centros oficiales y de unidades gestoras de infor-
mación altamente normalizada, encuentran dificultades para generar contenidos digitales con flui-
dez y posicionarlos adecuadamente en Internet. De hecho, el marco tecnológico corporativo de las
administraciones titulares de las bibliotecas puede limitar en ocasiones el empleo de herramientas
de comunicación digital de amplio impacto social. Aún más, debemos recordar la gran cantidad de
bibliotecas que no cuentan, todavía, ni siquiera con una página web estática.

Hablando una vez más de la COVID-19, hay que recordar la rápida adaptación de muchos centros a la
situación, en particular dentro de las bibliotecas escolares y universitarias, aunque una vez más con
realidades muy diferentes según los casos particulares. La pandemia ha supuesto poner de relieve
la utilidad de numerosos servicios virtuales y la necesidad de optimizar accesos y de explotar todas
sus posibilidades.

16
Igualmente, en otros países también ha servido para reafirmar el papel de las bibliotecas como infor-
madores fiables. Su rol social también se ha visto reforzado al dotar de acceso a la información digital
a desfavorecidos. Iniciativas previamente ya existentes, como el préstamo de puntos de acceso a la
web, portátiles o tabletas se han revalorizado en esta situación. Además, se ha creado un entorno
favorable al crecimiento de los servicios digitales y el uso de tecnologías que eviten el contacto físico.

Tendencia nº 10. Estrategias innovadoras para gestionar fuentes y colecciones híbridas

Si los servicios digitales han crecido, es obvio que las colecciones, principal recurso o herramienta
de las bibliotecas, lo han hecho en paralelo. Se sigue hablando de forma generalizada de colecciones
híbridas, físicas y digitales. En las primeras, el papel recupera cierto protagonismo por la mudanza
de otros soportes (CD, microfilm, DVD) al formato puramente electrónico. En las segundas, junto a la
digitalización de colecciones patrimoniales nos encontramos un acceso, esta vez ya sí universalizado,
a colecciones digitales e incluso con la creación de fondos propios. Dependerá de cada biblioteca
determinar qué parte de la colección será física y cuál digital, en función de su realidad y de las ne-
cesidades de sus usuarios.

En estos años, se está produciendo la migración a sistemas integrados pensados para gestionar la
colección híbrida, incorporando herramientas de descubrimiento, acceso a las colecciones digitales
y préstamo de las mismas. Además, tienen en cuenta las nuevas formas de comunicación con los
usuarios a través de las redes sociales.

Las bibliotecas públicas, gracias a iniciativas como eBiblio y eFilm y a recomendaciones emanadas
desde el CCB, se han incorporado a este mundo. Algo más retrasadas, con casos desiguales e inci-
pientes, quedan desgraciadamente las bibliotecas escolares, pero con ejemplos como Librarium, en
Extremadura, que ofrece recursos digitales a los centros de su comunidad.

Por otra parte, a pesar de la gran disminución de presupuesto, se ha continuado con la digitaliza-
ción de las colecciones patrimoniales. Aun así queda pendiente diseñar una Estrategia de acceso
al patrimonio cultural digital basada en la creación de equipos multidisciplinares que cuenten con
profesionales de bibliotecas, archivos, museos, cine, teatro, música y expertos en tecnología y en
temas jurídicos. También queda mucho trabajo por hacer en ámbitos como la digitalización de obras
huérfanas.

En el terreno de la preservación digital, el desarrollo de la normativa de depósito legal para las pu-
blicaciones electrónicas y online ha permitido la puesta en marcha de unas interesantes iniciativas
de cooperación entre las bibliotecas depositarias de las CCAA y la BNE para la selección de recursos
de Internet susceptibles de ser recolectados periódicamente con fines de conservación patrimonial.

Como ya hemos indicado, la pandemia de la COVID-19 ha enfatizado el uso de las colecciones di-
gitales, dando a conocer estos servicios a amplios sectores de la población, pero revelando las de-
bilidades de nuestros accesos y de nuestros contenidos. En este sentido, ha supuesto el despegue
de las citadas plataformas de préstamo, y ha servido de piedra de toque para la mejora de estos
servicios en muchas bibliotecas. No es tan positivo el hecho de que muchos usuarios no lo vinculen a
la biblioteca, sino a la institución superior (universidad, comunidad autónoma o incluso ministerio).
Esto muestra el amplio trabajo de difusión y formación en el uso de estas colecciones que queda
pendiente.

17
Un asunto particular de bibliotecas universitarias y especializadas de investigación es la gestión de
las colecciones digitales de pago, así como el fomento del libre acceso a los resultados de la investiga-
ción, sea en forma de documentos o de datos. Una nueva generación de acuerdos transformadores
con las grandes editoriales y distribuidores se abre paso, pero con grandes dificultades. Se busca
fomentar el acceso abierto a las colecciones, pero también nos encontramos con un entorno de crisis
en el que hay que elegir entre mantener/mejorar el acceso o reducir los enormes costes.

Dentro de la promoción y defensa del Acceso Abierto (Open Access o OA) por parte de las bibliote-
cas vinculadas a la investigación, la vía verde no ha alcanzado sus fines, y los APC (article processing
charge) de la vía dorada presentan la misma dificultad económica: ¿invertir en acceso abierto, o en
acceso a más recursos? El grave problema, pendiente de solventar, es el divorcio entre publicación
en OA y evaluación de la actividad investigadora. La ANECA sigue valorando bases de datos de pago
y con un sesgo claramente orientado a las ciencias a la hora de evaluar al personal investigador.
Interesa publicar en ciertas revistas, sin primarse (más bien al contrario) el OA. Entonces, ¿por qué
pagar por ello? Hasta que no crezca el prestigio del OA, no mejoraremos en este sentido. Y es un
trabajo arduo, muy tocado también por el uso generalizado del black open access (Sci-Hub, funda-
mentalmente), que es una cuestión muy preocupante. Además, debemos continuar con la labor, casi
evangelizadora, de promoción de los repositorios institucionales, venciendo las reticencias y miedos
aún presentes.

Por fin, también queda mucho trabajo en torno a cierto tipo de colecciones digitales de creación, de
gran difusión en la sociedad, pero casi ausentes de nuestros centros: los videojuegos.

Conclusiones

El informe Prospectiva 2020 estuvo marcado por la ambición de sus tendencias. Quizá siete años
(seis desde su aprobación en el pleno del CCB) era poco tiempo para ver sus ideas completadas, pero
parece que el camino señalado era acertado. Las bibliotecas han evolucionado en la línea indicada,
pero no al ritmo que hubiese sido deseable.

Es evidente que el entorno de crisis, mucho más profunda y duradera de lo que preveíamos, ha li-
mitado sobremanera estos cambios. En particular, en lo que se refiere a la parte que suponía gasto:
retos y propuestas. Por ello, se detecta que el cumplimiento de las tendencias es mucho mayor que
el de estos retos y propuestas realizados. Hay que decir estos se plantearon como acciones necesa-
rias, aunque sabiendo lo difícil que era que llegasen a ejecutarse.

Como se ha indicado más arriba, pensamos, muchas veces erróneamente, haber cumplido mejor en
lo que nos incumbía a nosotros como bibliotecarios, que en lo que se supeditaba a factores exter-
nos. Quizá olvidemos que estos factores externos también dependen en buena medida de nosotros
como profesionales. A menudo tenemos la idea de que los problemas solamente afectan a un sector
cuando, en realidad, son semejantes en muchos ámbitos. En el ámbito público, predominante en
las bibliotecas, suelen depender de cuestiones tan poco elevadas como presupuestos o sintonía con
equipos políticos.

Las ideas presentes en Prospectiva 2020 se han visto reflejadas en numerosas iniciativas del CCB y
otras organizaciones. Que esto haya sido o no de forma consciente, no afecta al hecho, demostrativo
de la corrección de las mismas.

18
El documento es, pues, aún válido en su conjunto, aunque requiere de mayor tiempo para su desa-
rrollo. Buena parte de las propuestas, por no decir casi todas, podrían ser repetidas actualmente y
seguirían siendo necesarias y razonables.

La época que ha abierto la pandemia de la COVID-19 aumenta notablemente el grado de incertidum-


bre en el que se desarrollan las actividades y servicios de las bibliotecas. Desde hace décadas estas
se han estado enfrentado a los cambios acelerados a los que está siendo sometida la información y
el acceso a la misma.

Estos cambios, -sociales y tecnológicos- se han visto acelerados de forma espectacular por la digi-
talización de la información y su difusión a través de redes. Los servicios bibliotecarios nacieron en
un mundo presencial y mecánico que se está virtualizando e informatizando. Por ello se plantean
profundas dudas sobre el uso presencial de las bibliotecas, su labor social inmediata y su papel para
crear comunidad y como punto de encuentro.

Las dudas sobre el futuro de las bibliotecas quizá sean tan antiguas como las bibliotecas mismas.
Su supervivencia proviene más de la capacidad de adaptación y servicio que han tenido, que de su
necesidad consustancial. Adaptarse al cambio es, pues, el elixir de una larga vida, la fórmula para
continuar siendo útiles; y la anticipación prospectiva de las tendencias que nos afectarán es el gran
instrumento que tenemos para facilitar la evolución y para acertar la dirección adecuada.

Finalmente, sería interesante la realización de un segundo informe de prospectiva bibliotecaria des-


de el CCB y/o las asociaciones profesionales. A pesar de la vigencia indicada, se debería abrir un
nuevo debate en la profesión sobre hacia dónde van a ir nuestros centros y servicios. La exploración
del futuro nos ayuda a asumir lo inesperado, nos prepara para la evolución, aunque esta no sea en
el sentido previsto. Igualmente, con un nuevo trabajo se solventaría la limitada difusión y escaso de-
bate generado por Prospectiva 2020. Por ello, exhortamos al Consejo de Cooperación Bibliotecaria
y a Fesabid a que tomen el testigo. Hoy, más necesario que nunca en este tiempo de incertidumbre.

19

También podría gustarte