Está en la página 1de 1

Las plantas y la música

En muchas ocasiones adjudicamos características humanas a plantas y animales, y aunque esto no es


correcto, de todas formas sucede continuamente.

¿Cuántas veces no hemos oído que la plantita fulana está contenta, que los delfines tienen un lenguaje como
el nuestro, con gramática y semántica, o que las ballenas se suicidan porque están deprimidas?

La verdad es que los seres vivos tenemos miles de cosas admirables y no porque ciertos seres vivos no
tengan alguna característica, son menos importantes. Es duro decirlo; pero los pajaritos no cantan… y eso no
importa, el Rey David tampoco cantaba las mañanitas. Para muchos puede ser triste, pero ni los búhos son
sabios, ni los elefantes tienen “memoria de elefante”, ni las orcas son asesinas. Como diría mi buen amigo el
profesor Víctor Manuel Peralta: “Si dices que tu perico habla, tráelo mañana y platicamos con él sobre
filosofía”.

Los seres vivos somos el resultado de millones de años de evolución y cada uno ha seguido un camino en
particular. Unos son capaces de resistir fríos intensos, otros de volar, otros son cazadores y otros pueden
aprovechar la energía luminosa. No existe ni el mejor ni el peor, todos somos parte de la misma biósfera, de la
vida en la Tierra, y estamos interrelacionados.

Entre las cualidades que comúnmente se adjudican a ciertos seres vivos está la capacidad de las plantas para
escuchar. Sin embargo, las plantas carecen de sistema nervioso, de cerebro, nervios y órganos de los
sentidos asociados. No escuchan, ni sienten, ni piensan como nosotros… pero esto no está mal,
sencillamente así son. Son plantas, y con una sola de sus múltiples capacidades, la fotosíntesis, hacen
posible la vida sobre el planeta… sólo eso.

Si en verdad crecieran más rápido o mejor, con música o palabras cariñosas, créanme, todos los cultivos de
los países del primer mundo tendrían a los principales grupos y solistas del momento cantándoles a los
sembradíos de maíz o de jitomate, los grandes éxitos del hit parade… y ni qué decir del itinerario de Plácido
Domingo o de Pavarotti, no tendrían tiempo para dar conciertos en los teatros por estarle cantando a las
espinacas y a las coles. Los grandes poetas de todas las naciones dedicarían tiempo y esfuerzo para deleitar
con sus versos a los árboles frutales y las ancianitas serían contratadas para hablarles dulcemente al oído,
perdón, a la hoja.

La producción de alimentos es tan importante a nivel mundial, que definitivamente tiene preferencia sobre
cualquier actividad recreativa humana.

Sin embargo, cuando a algún científico se le ocurre decir que no es cierto que las plantas escuchen música y
se pongan contentas, es atacado por muchas personas como si fuera un niño envidioso que no quiere que
nadie tome de sus dulces, como si el científico quisiera exclusivamente para él todas estas características.

Esto es absurdo, conocemos perfectamente muchas cualidades que nos relacionan; pero también algunas
que nos distinguen. El decir que las plantas no escuchan no es atacarlas, es simplemente hacer evidente una
característica. Nosotros no somos fotosintéticos, aunque algunos digan ser capaces de tomar la energía
directamente del sol.

La fotosíntesis es un proceso que depende de cientos de estructuras y sustancias químicas especializadas, y


los seres humanos no la podemos realizar, aunque le echemos muchas ganas, respiremos produndamente y
nos concentremos con el alma y la mente.

HECHO:
Los primeros organismos fotosintéticos que existieron fueron las cianobacterias, hace unos 3,000 millones de
años, e iniciaron la liberación de oxígeno como un subproducto de la fotosíntesis. Anteriormente no existía
oxígeno en la atmósfera.

También podría gustarte