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Las neurotoxinas

Desde hace algunos meses, se han estado difundiendo una serie de supuestas teorías científicas
relacionadas con el mejoramiento de la salud, basadas en el combate a las “neurotoxinas”.

De acuerdo con estas ideas, existen en el cuerpo un sinnúmero de neurotoxinas, que son sustancias dañinas
elaboradas por nuestro propio cuerpo, y que interfieren con el sistema nerviosos en diversos niveles,
causando terribles males, que pueden ir desde un simple dolor de cabeza hasta depresión crónica, estrés,
angustia e incluso, en casos graves, la muerte.

Felizmente, o tristemente tal vez, todo este conjunto de signos o síntomas no se generan por las “nuevas
neurotoxinas” dizque recién descubiertas, sino por las mismas causas comunos y corrientes que conocíamos
de antemano. Por supuesto, no pretendo decir que tenemos el conocimiento total del funcionamiento del
cuerpo humano ni mucho menos; pero sí evidentemente el conocimiento suficiente como para detectar un
engaño como este, que pretende inventar sustancias extrañas, indetectables para los fisicoquímicos,
bioquímicos, fisiólogos y neurofisiólogos del mundo.

Obviamente, la gente que difunde la teoría no presenta ningún tipo de estudios bioquímicos, neurológicos o
clínicos, simplemente confían en que todo sea difundido de persona a persona o por correos electrónicos,
donde es inútil buscar a un especialista que soporte las afirmaciones. Lo terrible del tema es que como en
muchos casos de pseudociencia, se presenta todo de forma atractiva y logran convencer a muchas personas.

Por otro lado, los “neurotóxicos” aclaran y hacen incapié en que la medicina científica no tiene forma de curar
los males causados por las sustancias que profesan… pero…

¡Efectivamente! Como usted, hábil lector ya suponía, los neurotóxicos, en un arrebato de bondad y buenos
sentimientos, ponen a nuestro alcance toda una serie de productos 100% naturales que sí pueden combatir a
las nefastas neurotoxinas y acaban con ellas… y si continuamos con el tratamiento, por lo menos durante un
mes, es muy probable que nunca regresen. Pero no se preocupe, si regresan, tienen para nuestro confort
otros medicamentos aún más maravillosos, 150% naturales, especiales para casos difíciles, que sin lugar a
dudas resovlerán el problema.

Lo más lamentable de todo esto es que los desarrolladores de la idea neurotóxica son tan ignorantes que no
se dieron cuenta de que en el ámbito médico internacional ya existían sustancias denominadas neurotoxinas y
su estudio se ha realizado desde hace cientos de años, específicamente podemos mencionar a los “venenos
neurotóxicos” que interfieren con el funcionamiento del sistema nervioso.

Entre las neurotoxinas más conocidas por todos están la botulínica, la tetánica y la diftérica, elaboradas por
Clostridium botulinum, responsable del botulismo; Clostridium tetani, del tétanos; y Corynebacterium
diphtheriae, de la difteria, respectivamente. También son neurotoxinas, la cicuta: veneno extraído de la planta
Cicuta virosa y famosa por haberle dado muerte al filósofo Sócrates; y el curare: nombre genérico utilizado
para nombrar la “pasta venenosa” que colocan en sus flechas, algunas tribus del Amazonas. El curare se
prepara principalmente con venenos extraídos de la corteza de las plantas Strychnos toxifera y Strychnos
guianensis.

Curiosamente, en 1818, Pierre-Joseph Pelletier y Joseph-Bienaim Caventou, identificaron un nuevo alcaloide


en los frutos de la planta Strychnos sp. Este nuevo alcaloide era la estricnina, que después se aplicó en
medicina como un estimulador del sistema nervioso (incluídos los órganos sensoriales) y como un anestésico
confiable.

HECHO:
Una toxina es un “veneno producido por organismos vivos”, y una neurotoxina “una sustancia química que
provoca algún tipo de lesión en el sistema nervioso central o periférico”.

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