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1) ¿Qué es Venezuela en potencia?

Si bien la crisis venezolana tiene evidentes repercusiones que tensionan el


escenario sudamericano, dicha coyuntura ha sobrepasado el ámbito regional,
involucrando a las grandes potencias mundiales. China y especialmente Rusia,
han mantenido una postura en apoyo al régimen encabezado por Nicolás Maduro,
con sustento financiero y militar. A su vez Beijing, ha fortalecido su apoyo
económico pese a que los antecedentes del estado de la economía venezolana,
no son auspiciosos considerando los datos productivos de la nación caribeña.
Frente a esto la postura norteamericana ha sido de una creciente preocupación
ante un contexto cada vez más complejo para sus intereses en la región y su
imagen como la fuerza predominante, en las relaciones de poder en el orbe.

La pregunta es, ¿Por qué Venezuela se ha convertido en un tema de discusión


relevante en la política internacional? Y el interés por parte de los principales
estados del mundo en esta nación sudamericana.

La nación caribeña pese a su malograda situación financiera, continúa siendo


una fuente importante de recursos naturales. Venezuela tiene en su territorio una
gran reserva de petróleo, concentrada en la zona conocida como el cinturón del
Orinoco, la más importante en términos del aporte por país, aunque su
composición tiene una calidad inferior a la de otras fuentes. Es por esa razón que
requiere refinerías especiales, la mayoría de ellas en territorio norteamericano, el
principal mercado del petróleo venezolano. Tal es así, que una filial de la empresa
estatal de petróleos de Venezuela “PDVSA”. Citgo Petroleum Corporation, posee
varias refinerías en territorio estadounidense para procesar su petróleo. Esta
dependencia de los Estados Unidos se profundiza si observamos que la economía
venezolana ha ahondado con la crisis su característica de ser mono productora, lo
que implica que la extracción de hidrocarburos y su exportación representan gran
parte de lo que es su economía.

Para Estados Unidos a su vez, Venezuela es una importante fuente de


hidrocarburos, que le ayuda a diversificar sus fuentes de este producto; esto a
pesar de que la calidad de su petróleo no sea buena y que por tanto requiera un
proceso de producción especial. Consecuentemente, el carburante venezolano si
bien no es prioritario para Washington, pasa a ser estratégico, lo que significa que
es un tema que puede afectar a su seguridad nacional; no obstante que las
reservas norteamericanas le permiten un amplio margen de autonomía.

China a su vez, ha acrecentado su influencia en Venezuela, fundamentalmente


por ser su principal frente financiera a través de créditos blandos, vinculándose en
su industria petrolera. Beijing con esto no se desvía de sus objetivos en política
económica y exterior:

Obtener los insumos necesarios para su industria a un precio competitivo y


tener exclusividad sobre esos bienes para evitar que países competidores los
adquieran. Para asegurar dichos propósitos, Beijing desarrolla diferentes
herramientas de su poder blando con el fin de obtener una posición ventajosa.

Los rusos, por su parte, se han situado en una postura de apoyo al régimen
venezolano, como parte de su política de progresivo posicionamiento global. Si
bien ha apostado por una política de cooperación en el ámbito económico con
inversión directa en la industria petrolera, créditos blandos y ayuda humanitaria, al
igual que China, no se han limitado a aquello. Moscú ha desplazado fuerzas, en
cantidades pequeñas pero lo suficientemente convincentes para Washington y la
región en su voluntad de apoyar al régimen chavista. Dichos movimientos se han
ido acrecentando simultáneamente con las advertencias de Washington a Caracas
sobre una eventual opción militar norteamericana para ponerle fin a la crisis
venezolana.

China y especialmente Rusia, utilizan a Venezuela como una señal hacia


Washington de que intervenir en las que ellos consideran sus zonas de influencia,
tiene consecuencias y que además tienen la capacidad de hacerlo en todo el orbe,
incluso cerca de los Estados Unidos. Si bien, la situación no tiene el grado de
complejidad que la crisis de los misiles entre Moscú y Washington a comienzos de
los sesenta en el siglo pasado, contiene algunos elementos de similitud. Esto en
virtud a que se está generando en distintas zonas de crisis y conflicto en el mundo,
como en Siria, Ucrania y ahora en Venezuela, un escenario donde las grandes
potencias se enfrentan, lo que da luces de cómo será el juego geopolítico en el
siglo XXI.

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