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TEMARIO
D.E.C.A. 2: Mensaje cristiano

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Índice
TEMA 1. La Biblia y la Revelación cristiana. 4
1.1 La Biblia como Palabra y Revelación de Dios 5
1.2 la actividad pública de Jesús y el comienzo de las comunidades cristianas 7
1.3 San Pablo 7
1.4 Formación de los evangelios 8
1.5 El estudio científico del Nuevo Testamento 9
1.6 La interpretación de la Escritura 10
1.7 Descripción de los libros de la Biblia 11
A) Los libros del Antiguo Testamento 11
B) Los libros del Nuevo Testamento 21
TEMA 2: Jesucristo, Revelación plena de Dios 26
2.1 Jesús es el Cristo 27
2.2 Aproximación histórica y teológica a Jesús de Nazaret 28
2.3 La investigación moderna sobre Jesús de Nazaret 30
2.4 Datos históricos de la vida de Jesús de Nazaret 31
2.5 Jesús, el Hijo de Dios (conciencia filial). 34
2.6 La enseñanza de Jesús 35
a) Reino de Dios 36
b) Las Parábolas 37
c) Las Bienaventuranzas 37
d) Los discípulos 38
TEMA 3. Lectura teológica de la vida, muerte y resurrección de Jesús 40
3.1 La muerte de Jesús 41
a) Perspectiva histórica 41
b) Perspectiva teológica 44
3.2 La resurrección de Jesús 47
a) Perspectiva histórica 47
b) Pespectiva teológica 52
c) Perspectiva eclesial 54

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TEMA 4. La Santísima Trinidad 56


4.1 El misterio de la Santísima Trinidad 57
4.2 El Padre y su cuidado amoroso 60
4.3 El Hijo y su entrega. 63
4.4 El Espíritu Santo y su vitalidad 66
TEMA 5. La Iglesia y su misión en el mundo 69
5.1 Sentido y naturaleza de la Iglesia 70
1. Origen. 71
2. Principio 72
3. Fundamento 73
5.2Historia de la Iglesia 74
Edad Antigua (s. I – IV) 74
Edad Media (s. VII – XIV) 81
Edad Moderna (s. XV-XVII) 86
Edad Contemporánea (s. XIX – XXI) 93
5.3 La Iglesia- Hoy. 102
TEMA 6. Escatología 108
6.1 Sentido cristiano de la muerte 109
6.2 La esperanza de los cielos nuevos y de la tierra nueva: El Reino de Dios llegará a su
plenitud. 111
6.3 Dios que resucitó al Señor nos resucitará también a nosotros (1Co 6,14). 114
6.4 Significado de la profesión de fe “Creo en la vida eterna”. 117

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TEMA 2: Jesucristo, Revelación plena de Dios

Resumen:
La esencia del cristianismo es la fe en Jesús de Nazaret, el Hijo de
Dios, el Mesías y el Señor. Esta creencia marca la diferencia entre el
cristianismo y todas las demás religiones.
Esquema:
2.1 Jesús es el Cristo 27
2.2 Aproximación histórica y teológica a Jesús de Nazaret 28
2.3 La investigación moderna sobre Jesús de Nazaret 30
2.4 Datos históricos de la vida de Jesús de Nazaret 31
2.5 Jesús, el Hijo de Dios (conciencia filial). 34
2.6 La enseñanza de Jesús 35
a) Reino de Dios 36
b) Las Parábolas 37
c) Las Bienaventuranzas 37
d) Los discípulos 38

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Desarrollo:

2.1 Jesús es el Cristo

La esencia del cristianismo es la fe en Jesús de Nazaret, el Hijo de


Dios, el Mesías y el Señor. Esta creencia marca la diferencia entre el
cristianismo y todas las demás religiones.
Desde el comienzo conviene distinguir entre el Jesús de la Historia y
el Cristo de la fe. Pero en ningún caso esta distinción pues ser entendida
como una división. El Jesús de la historia es el mismo en quien se cree por
la fe y viceversa. Al Jesús total, hombre y Dios, lo encontramos en la
persona de Jesus-Cristo a través de los textos de Nuevo Testamento. Estos
textos contienen no solo el relato del Jesús histórico, sino la confesión en
el Cristo de la fe. Los autores del Nuevo Testamento no fueron solamente
testigos de la historia de Jesús, sino también predicadores de la fe en
Jesús. La figura de Jesús no se puede entender tampoco simplemente
como un maestro más con una doctrina moral determinada.
La pregunta que nos hacemos en este apartado es ¿Qué hizo y qué
dijo verdaderamente Jesús?
-En los evangelios se refleja una conciencia especial de Jesús en la
relación con Dios, a quien llamaba Abba, Padre, (conciencia de filiación) y
una vocación histórica que consistía en la misión de anunciar el Reino de
Dios.
-Esta conciencia de ser Hijo de Dios y ser Profeta del Reino de Dios
manifiesta una pretensión de autoridad en Jesús.
-Esta pretensión se va concretando en una serie de actitudes a lo
largo de su vida en relación a la Ley, al Templo y a los marginados. El Reino

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de Dios se irá haciendo presente y actualizando mediante signos como las


curaciones.
-Finalmente esta pretensión de Jesús encuentra un desenlace trágico.
Es asesinado legalmente y su causa parece fracasar en la historia. El
acontecimiento de la resurrección, sin embargo, revela plenamente su
divinidad.
Pues bien, desde esta fe en la resurrección es desde donde se dirige
una mirada retrospectiva sobre la vida de Jesús. Ante la pregunta, ¿quién
fue Jesús de Nazaret?, la respuesta va a ser: el Cristo de la fe. Las distintas
confesiones de fe en la divinidad de Jesús se van a expresar en unos títulos
cristológicos, entre los que sobresale el de Hijo de Dios y Señor (Kyrios), a
través de los cuales los primeros seguidores de Jesús y las primeras
comunidades cristianas descubren en Jesús la revelación simultánea de
Dios y la revelación del modelo de hombre.
Las tres afirmaciones centrales del N.T. sobre Jesús son, por tanto, las
siguientes:
1º REDENCIÓN = su muerte como sacrificio y reconciliación
2º RESURRECCIÓN = por el Padre y consideración como Señor
3º ENCARNACIÓN = el nacimiento de Jesús preludio de su obra

2.2 Aproximación histórica y teológica a Jesús de Nazaret

La figura de Jesús debe ser comprendida histórica y teológicamente.


El cristianismo no se define como una doctrina o una ideología, sino como
el seguimiento de una persona. Pero que el dato de que el cristianismo
sea seguimiento, implica, a su vez, que la pregunta por el Jesús histórico
no se queda en el pasado, sino que remite al cristianismo de hoy. Una
aproximación a la figura de Jesús que pretenda ser completa no puede

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circunscribirlo solo al siglo primero. La larga tradición de la Iglesia ha ido


desentrañando la riqueza y el sentido de esta figura central.
Esto no significa que la revelación siga aumentando su contenido a
medida que se alarga la historia y se acrecienta la investigación, sino que
hemos ido aclarando la revelación que se nos dio plenamente y
definitivamente en Jesús. Como dice la carta a los Hebreos: «de una
manera fragmentaria y de muchos modos habló Dios en el pasado a
nuestros Padres por medio de los Profetas; en estos últimos tiempos nos
ha hablado por medio del Hijo a quien instituyó heredero de todo, por
quien también hizo los mundos» (Heb 1,1-2).
Las preguntas esenciales para comprender adecuadamente la figura
de Jesús son: ¿Quién es en realidad Jesús? ¿Cómo fue comprendido?
¿cómo tenemos que interpretarlo?
Ya durante la vida de Jesús, se interpretó su misteriosa figura, a
través de categorías que resultaban familiares. Se le consideró un profeta
y se le dieron diversos títulos para interpretar su misión antes y después
de Pascua:
CRISTO (MESÍAS): explicaba la misión de Jesús y se fundió muy
pronto con su persona: JESUCRISTO.
KYRIOS (SEÑOR): era sinónimo del nombre de Dios, a través de
este título se le declaraba como el Dios vivo que se nos hace
presente.
HIJO DE DIOS: también este título lo vinculaba al ser mismo de
Dios. ¿En qué sentido es Hijo? El Concilio de Nicea (325) utilizó
un término filosófico para definir esta relación y así pasó al
Credo: (ὁμοούσιος = consustancial, de la misma naturaleza)
Jesús es, sobre todo, el testigo de un acontecimiento único: Dios
mismo se nos da en su persona.

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2.3 La investigación moderna sobre Jesús de Nazaret

En 1778, Hermann Samuel Reimarus, escribió un manuscrito que se


titulaba «De la finalidad de Jesús y de sus discípulos» y muchos constituye
la fundación de la moderna investigación crítica sobre Jesús.
Reimarus afirmaba que el Jesús que existió en Nazaret y el Cristo que
predican los evangelios no son la misma cosa. El primero fue un mesías
que fracasó rotundamente. El segundo es una creación de los discípulos
que, no conformes con la muerte, transformaron su fracaso y con ello
transformaron la figura de Jesús.
La cuestión que este historiador planteaba era la de saber cuál es la
relación entre la historia y la fe en los evangelios. La investigación sobre
los textos (exégesis) ha aplicado los llamados métodos histórico-críticos
con el fin de llegar a ese conocimiento exacto.
Los resultados de este enorme esfuerzo permiten afirmar lo
siguiente: Los Evangelios no son reportajes biográficos sobre Jesús. Nos
ofrecen, ciertamente, información sobre Jesucristo, pero mezclada con la
confesión de fe; son un relato de los hechos y, sobre otro, un testimonio
de la comunidad creyente.
Por una parte, resulta prácticamente imposible poder reconstruir los
hechos brutos de la historia tal como se dieron en la vida de Jesús (Albert
Scheweizer). Pero tampoco podemos conformarnos con prescindir de la
historia para centrarnos únicamente en el mensaje de la fe (fideísmos,
Rudolf Bultmann)
Hoy estamos de acuerdo en decir que entre la historia del Jesús
prepascual y la predicación del Jesús postpascual no hay una identidad
absoluta, pero tampoco hay una discontinuidad total. Podemos hablar,
incluso, de una “coherencia de contenido” (Edward Schillebeeckx) entre
ambas etapas.

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La investigación actual sobre la figura de Jesús adopta una


perspectiva interdisciplinar. Se da una importancia especial a la literatura
apócrifa judía y cristiana, en algunos casos más que a los mismos
evangelios canónicos. Se concede un papel importante a los datos que
pueden proporcionar las ciencias sociales, sobre todo la sociología, la
literatura y la antropología cultural.
Con este fin los criterios de historicidad se complementan con
aquellos propios de la sociología y la crítica literaria. El estudio sobre Jesús
hay que hacerlo desde el contexto en el que vivió y en el que murió: el
mundo mediterráneo del siglo I (Los estudios de exegetas como John P.
Meier, Bruce Malina o Gerd Theissen e historiadores como John Dominic
Crossan).

2.4 Datos históricos de la vida de Jesús de Nazaret 1

La historiografía no pone en duda que Jesús vivió en los tres primeros


decenios de nuestra era, en Palestina. Con toda seguridad podemos partir
de que Jesús nació en tiempos del Emperador Augusto (30 a.C.-14 d.C),
actuó durante el régimen de Tiberio (14-37 d.C), que Herodes era
Tetrarca de Galilea (4 a.C-39 d.C) y que murió bajo el procurador Poncio
Pilato (26 d.C-36 d.C).
La fecha del nacimiento de Jesús probablemente sería al final del
año 7 a.C. o al principio del año 6 a.C. Los años se cuentan desde la
fundación de Roma (753 a.C.) y en base a ello Dionisio el Exiguo en el siglo
VI calculó que Jesús había nacido el 754 de la fundación de Roma, pero el
hecho de que Jesús naciera durante el reinado de Herodes el Grande y
este muriera el año 4 a.C. obliga a retrotraer la fecha del nacimiento de

1
Cf. J.P. MEIER, Un judío marginal, vol. 1, Estella 1998

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Jesús unos años atrás. El lugar de nacimiento no es seguro, pero «lo más
probablemente Nazaret, no Belén.
Los relatos de la infancia que encontramos en los evangelios de Mt y
Lc narran la biografía de Jesús con arreglo a modelos del Antiguo
Testamento. Tienen un interés más teológico que biográfico. El dato que
tenemos que considerar es el que sitúa a Jesús en el seno de una devota
familia judía rural radicada en la Baja Galilea.
Jesús dio comienzo a su vida pública en la primera parte del año 28,
cuando tenía unos treinta y tres o treinta y cuatro años de edad. Parece
que al principio de su actividad en Galilea tuvo éxito. Frente a la
enemistad de los jefes del judaísmo fue limitándose al círculo más íntimo
de discípulos hasta su detención y condena a muerte en su última
estancia en Jerusalén.
El comienzo de la vida pública y el final son claros: comienza con el
Bautismo de Jesús y termina con la muerte en Cruz. No hay seguridad de
la duración de la vida pública. Para los sinópticos, su actuación se
circunscribe solo a Galilea. Estos evangelios mencionan una sola estancia
de Jesús en Jerusalén, en la cual fue detenido y condenado a muerte.
Si solo tuviésemos los sinópticos diríamos que la vida pública de
Jesús duró un año. En cambio, Juan narra tres fiestas pascuales de Jesús
en Jerusalén. El lugar de los acontecimientos para Juan es Jerusalén.
Según este evangelista, la vida pública de Jesús habría durado de dos a
tres años. La explicación de Juan, narrando varias estancias de Jesús en
Jerusalén en las que se habría ganado la enemistad de la jerarquía judía,
hace más comprensible el destino de Jesús.
El Bautismo de Jesús lo narran los cuatro evangelistas. Es imposible
considerar este relato como mera teología de la comunidad, sin base
histórica. Un motivo añadido para pensar en su fiabilidad histórica es que
para las primeras comunidades cristianas el bautismo de Jesús suponía
más bien una dificultad ya que aparecía subordinado a Juan Bautista.

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Marca el inicio de la vida pública de Jesús en un clima religioso y


político de expectación. Juan el Bautista y la familia de Jesús
probablemente eran cercanos a los esenios (comunidades muy piadosas
del desierto de Judea). El bautismo de Juan es un llamamiento a la
conversión, el cambio de vida y valores: “Acudía la gente de Judea y de
Jerusalén, confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán”.
(Marcos 15)
El significado último del bautismo de Jesús se manifiesta en la cruz:
supone la aceptación de la muerte solidaria por los pecados de la
humanidad (Redentor). Solo desde este significado se entiende el
bautismo cristiano como el inicio de una vida nueva en Cristo: “¿O no
sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos
sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con
él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los
muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida
nueva”. (Romanos 6: 3-4)
Lo sorprendentemente nuevo de la figura de Jesús se muestra, sin
embargo, en su conducta. Su trato con pecadores e impuros (Lc 5,12-16)
y el quebrantamiento del mandamiento judío sobre el sábado (Mt 12,1-
8) suscitaron desde el principio sorpresa, fascinación, entusiasmo,
sospechas, escándalo y odio. Para un judío piadoso esa conducta
significaba una blasfemia y un escándalo. El anuncio de un Dios, cuyo
amor vale también para el pecador cuestionaba la concepción judía sobre
la santidad y la justicia de Dios. Esto, según la ley judía se castigaba con la
pena de muerte.
El final violento de Jesús se debe comprender en íntima conexión
con su comportamiento y como una consecuencia de su conducta. Si
Jesús murió como murió es por haber vivido como vivió. Jesús murió en la
cruz «en el atardecer del viernes 7 de abril del año 30. Tenía unos treinta y
seis años».

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2.5 Jesús, el Hijo de Dios (conciencia filial).

Estudiamos en este punto el fundamento de la pretensión principal


de Jesús y a la razón última que le impulsó para llevar a cabo su misión.
Hablamos, por tanto, de la conciencia (conocimiento íntimo) que Jesús
tuvo de sí mismo en relación con Dios. Se trata de la vivencia religiosa de
su misión como Hijo de Dios.
Hablar de Dios como Padre es algo antiguo en la historia de las
religiones. Encontramos en ellas la idea de un padre de los cielos
reservada a un Dios supremo. Unas veces es un Dios más lejano y
misterioso, otras presentan a un Dios útil que suministra a los hombres lo
necesario para la vida. El Dios bíblico, sin embargo, no es simplemente la
dimensión profunda de la realidad, un Dios supremo que sustenta todo el
universo, sino que es el Señor libre de la historia. Esto quiere decir que la
paternidad de Dios en el judaísmo no solo es la referencia a un creador,
sino también la experiencia concreta de una actuación en la historia. Dios
será padre del pueblo judío porque le ha liberado de la esclavitud de
Egipto y ha establecido con él una alianza. Esta alianza otorga a Israel la
condición de filiación.
Lo novedoso del cristianismo no es, por tanto, la designación de Dios
como Padre, sino la de poder invocarle directamente en segunda
persona. Jesús le invocará como Padre mío o Abba. Abba era la palabra
habitual utilizada por los hijos para dirigirse a su padre y, como nuestro
«papá», tenía una gran carga afectiva. Proviene del lenguaje familiar y se
empleaba también con personas de respeto con quienes se tenía una
relación de confianza.
Hasta ciento setenta veces aparece la palabra Padre referida a Dios
en labios de Jesús en los evangelios. Esta confianza tuvo que chocar
fuertemente con la mentalidad judía de aquél tiempo. El usarla para
referirse a Dios mostraba un grado tal de cercanía y familiaridad que

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amenazaba con trivializar la relación con él. Para la sensibilidad de los


contemporáneos de Jesús sería irrespetuoso e impensable dirigirse a Dios
con una palabra tan familiar. Con este uso de la palabra Abba Jesús
invierte la prohibición vigente en el judaísmo.
Pero Jesús no sólo expresa una nueva concepción de Dios frente a la
de fariseos y sacerdotes, sino que se presenta a sí mismo en íntima
vinculación con Dios. Jesús se remite a sí mismo a Dios como Padre desde
una conciencia singular con respecto a los demás. No se incluye nunca en
una filiación divina colectiva. En este sentido hablamos de una filiación
única y excepcional en Jesús. Esta singular relación filial de Jesús dará
lugar más tarde a la fórmula del credo afirmado la igualdad de
naturalezas: Dios de dios, de la misma naturaleza del Padre.
Ahora bien, Jesús hace extensiva su filiación divina invitando a sus
discípulos a llamar a Dios Padre. En esta perspectiva podemos hablar de
una filiación común y colectiva.
El ser humano sólo se puede comprender auténticamente a partir
de la relación con Dios. Esta oración muestra esa relación personal con
Dios. En el Padrenuestro (la oración de Jesús) hallamos los mismos
sentimientos de Jesús.

2.6 La enseñanza de Jesús

El eje de la predicación de Jesús antes de Pascua es el anuncio de


Dios (teocentrismo). Jesús anunció simplemente a Dios. Su mensaje es
simple: Dios existe y es realmente Dios.
Será después de Pascua cuando la persona de Jesucristo se convierta
en el centro de la predicación (cristocentrismo)
La pregunta que nos hacemos es la siguiente: ¿Qué novedad ha
traído Jesús? Podemos decir que la novedad de la predicación de Jesús

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consiste en la universalidad de su propuesta. Ha llevado la fe en el Dios


de Israel a todos los pueblos.
El objetivo de la misión de Jesús fue la creación de la familia nueva,
universal, y el presupuesto para esta novedad es que Él es el Hijo en
comunión con el Padre.
Jesús, por tanto, no es sólo el maestro, sino el redentor del hombre
en su totalidad. Se presenta como la nueva Torá y vive de Dios; es a la vez
el Jesús que salva.

a) Reino de Dios
Jesús entendía su misión, su ministerio, como profeta del Reino de
Dios. Es este término el que identifica la predicación de Jesús haciendo de
la llegada de este Reino de Dios el centro de su predicación y de su
mensaje. Prueba de esta centralidad es el número de veces que aparece la
expresión “Reino de Dios” en los evangelios: nada menos que ciento siete
veces.
Aparece también la expresión reino de los cielos que significa lo
mismo. La razón es que no se atrevían a pronunciar, por respeto, el
nombre de Dios. Reino de Dios es un genitivo explicativo (epexegético).
Quiere decir que Dios está ejerciendo su reinado. Dicho de otra manera,
que el reino de Dios es un atributo de Dios: Es Dios mismo en cuanto actúa
en este mundo.
El Reino de Dios, por tanto, no es un lugar geográfico, sino el
reconocimiento del señorío de Dios en la historia. Se trata de un
acontecimiento, una acción por la que Dios manifiesta su divinidad en el
mundo: «Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en sus sinagogas,
proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y toda
dolencia en el pueblo» (Mt 4,23). El Reino de Dios es el poder divino que
actúa en la historia. Por consiguiente, tiene un origen trascendente.

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b) Las Parábolas
Las parábolas son el lugar por excelencia donde Jesús habla del
Reino. Toma ejemplos de la vida sencilla y a través de ellos subraya
algunos aspectos del Reino que captan la atención de los oyentes. J.
Jeremías en su libro «las parábolas de Jesús» insiste en que estas historias
invitan a tomar partido respecto a Jesús y al Reino.
Temas recurrentes son la pequeñez del Reino como por ejemplo la
narración de la semilla y el grano de mostaza (Mc 4,26-32), la llegada del
Reino a través de la iniciativa de Dios que da su gracia, buen ejemplo de
ello es la parábola del Hijo Pródigo (Lc 15,11-32), la responsabilidad del
hombre para recibir la salvación en la parábola del sembrador (Mc 4, 1-9)
y los destinatarios del Reino que son los pobres, los pequeños y los
pecadores como se pone de manifiesto en la oveja perdida (Mt 18,12-14)
y el fariseo y el publicano (Lc 18, 9-14).
Estas narraciones socavaban el status quo del judaísmo y revelaban
la paradoja del Reino de Dios. En definitiva, y con relación al tiempo, en
las parábolas se describe la insignificancia del principio del Reino y su
grandeza final. Según se subraye el momento presente o el futuro se han
formulado tres escatologías (creencias sobre las últimas realidades): 1) La
escatología antecedente, que insiste en que el Reino ha acontecido, 2) la
escatología consecuente, que subraya que aún tenemos que esperar y 3)
la escatología intermedia, que enfatiza que ahora es el tiempo, pero por
otro lado todavía no hay una realización plena, en expresión afortunada
decimos «ya sí, pero todavía no».

c) Las Bienaventuranzas
Las bienaventuranzas se sitúan en la perspectiva de la venida
escatológica de la soberanía y el Reino de Dios. Son los rasgos, las
características del reinado de Dios. Representan la transformación radical

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que necesita la humanidad para la consecución del Reino. El reinado de


Dios trae el consuelo y la salvación donde domina el hambre y la injusticia.
Pero estas bienaventuranzas no se cumplen sin que se conviertan en las
actitudes del que quiere acoger el Reino. Son en este sentido el
resultado y también la condición de posibilidad del Reino de Dios:
• Reflejan la figura de Jesús, son una biografía interior de Jesús,
indican también el camino del discípulo.
• Describen la situación real de los discípulos, donde se invierten
los criterios del mundo y la escala de valores es la de Dios.
• Plantean la opción de fondo del cristianismo. ¿Es la moral
cristiana un “crimen contra la vida” y la expresión del
resentimiento? – (Nietzsche)

d) Los discípulos
Jesús reúne en torno a sí a un grupo de discípulos, son llamados y
elegidos por Él. No son escogidos como un patrón a sus obreros. Los doce
Apóstoles representan el nuevo Israel, la Iglesia. Doce eran los hijos de
Jacob de los que salieron las doce tribus.
Su misión será:
• Estar con Él y enviarlos a predicar con autoridad.
• Anunciar el Reino de Dios y reunir a los hombres en la nueva
familia.

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BIBLIOGRAFÍA

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