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Bachiller en Teología
Presentado por:
Índice
Portada i
Índice ii
Resumen iv
Abstract
Introducción 6
Capítulo I
Planteamiento del problema de investigación 7
Descripción de la realidad problemática
Preguntas de investigación 8
Justificación de la Investigación 9
Objetivos de la investigación
Delimitación de la investigación
Capítulo II
Marco Teórico 10
Antecedentes
Bases teóricas
La Carta a los Hebreos y la Expiación de Jesucristo
La necesidad de la Expiación
El Día de la Expiación 13
La sangre de la Expiación 24
Capítulo 3
Metodología de la investigación 28
Diseño y enfoque metodológico
Técnica e instrumentos
Aspectos éticos
Conclusiones 29
Referencias bibliográficas 31
iv
Resumen
Abstract
The study of the Word of God in our environment and in general in Latin America suffers
from the lack of available resources to prepare leaders, pastors, and teachers.
One of the problems is the lack of a thorough knowledge of the Old Testament and how it
relates to the New Testament, which is why it is intended with this study to clarify the background
of the Old Testament in the letter to the Hebrews regarding the Atonement of Jesus Christ, studying
v
the elements of the law of Moses of the earthly sanctuary and the Levitical priesthood; likewise
the prophecies about Jesus Christ and his work.
The objective is to study and explain how the theological background of the Old Testament
in the Letter to the Hebrews regarding the Atonement of Jesus Christ contributes to today's
Christian hope. This study will be very helpful to leaders and believers who need an understanding
of the work accomplished by Jesus Christ from the letter to the Hebrews.
The methodology used is bibliographic and seeks to understand the text in depth, through
the exegesis of Old Testament texts used in the Letter to Hebrews.
We conclude that to understand the scope of the Atonement of Jesus Christ according to
the book of the Letter to the Hebrews it is necessary to understand the themes and prophecies of
the Old Testament and with this we seek to have a tool for the leaders and believers in general of
our church in the present time.
Key word: Atonement, Day of Atonement, earthly sanctuary, heavenly sanctuary, blood
sacrifice, High Priest, order of Melchizedek
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Introducción
Capítulo I
Planteamiento del problema de investigación
de otras sectas, como el novedoso Cristianismo Mesiánico en el que se enseña a observar ciertas
costumbres del Israel bíblico bajo la ley, el cual asimismo, parece atractivo por el amor que los
cristianos sentimos por Israel, pero resulta engañoso pues confunde y aparta a los creyentes de la
verdad llevándolos al error. Todo esto afecta seriamente aún a líderes cristianos, que no
conociendo a profundidad el tema de la obra de la Expiación de Jesucristo, copian de estas falsas
doctrinas modas o corrientes como el mesianismo y las introducen en la alabanza, liturgias,
enseñanzas, promesas, etc. en sus iglesias, trayendo a su vez como consecuencias una débil
formación en los creyentes y una falsa idea de lo que realmente es la salvación. Otra consecuencia
de estas corrientes, es que arrastran a grandes cantidades de nuevos creyentes, los mismos que
crecen dentro de la iglesia con una falsa noción del significado de la salvación y el carácter único
del sacrificio de Jesucristo.
En este contexto, debemos precisar que, no existen muchas obras y tratados dedicados a la
materia de nuestra investigación; mayormente, sólo encontramos comentarios sobre el libro de
Hebreos, y el resto, se encuentran escritos en otros idiomas como inglés y alemán, lo cual resulta
en un inconveniente para la preparación de los líderes y pastores de nuestro entorno. Es necesario
conectar las verdades y figuras del Antiguo Testamento, como usa el autor de Hebreos, con la
exposición de la Expiación de Jesucristo sin alegorizar y, por tanto, es crucial entender la carta, la
cual hace uso de dichas figuras como pre figurativas de la obra de Cristo.
Jesús y los apóstoles nos advirtieron, en varios de sus dichos y escritos, a permanecer en la
verdad, señalando que hacia el final de los tiempos, muchos falsos maestros aparecerían intentando
engañar aún a los escogidos. Así, resulta necesario, escudriñar y entender la Expiación lograda por
Jesucristo como eficaz y suficiente y, que el creyente se salva sólo creyendo en esta verdad y, no
adoptando costumbres, prácticas u observancias de la ley del Antiguo Testamento, para
salvaguardar la esperanza del creyente sobre bases sólidas.
Preguntas de investigación
¿De qué manera el trasfondo teológico del Antiguo Testamento en el autor de la Carta a
los Hebreos respecto a la Expiación de Jesucristo aporta a la esperanza cristiana de hoy?.
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Justificación de la investigación
Vista la necesidad de un estudio, es nuestro propósito de poner al alcance del creyente, un
análisis de los conceptos de la Expiación final lograda mediante la obra de Jesucristo, desde la
perspectiva de la Carta a los Hebreos, que usa las figuras veterotestamentarias, para su correcta
interpretación.
Respecto a la finalidad, el estudio de la Expiación lograda por el Señor Jesucristo tiene un
importante valor teológico para la comunidad de los hebreos y, para la Iglesia del siglo XXI, para
lo cual, la revelación progresiva desde el Antiguo Testamento hasta Jesucristo, es una herramienta
útil para quien se acerque al texto.
El estudio de la Expiación lograda por Jesucristo es un tema pertinente y oportuno hoy y
siempre, para los pastores, maestros y creyentes en general, pues enriquece y fortalece nuestra fe,
entendiendo cómo Hebreos emplea el Antiguo Testamento para aplicarlo a Cristo y su obra,
afirmando nuestro crecimiento en el conocimiento de Cristo y su obra, manteniendo además viva
nuestra esperanza.
Delimitación de la investigación
Este trabajo es de carácter bibliográfico, la investigación se realizará a través de
comentarios bíblicos y exegéticos, diccionarios teológicos y estudios académicos sobre el tema
con la finalidad de comparar, analizar y obtener conclusiones.
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Capítulo II
Marco Teórico
Antecedentes
Debemos precisar que, no existen muchas obras y tratados dedicados a la materia de nuestra
investigación; mayormente, sólo encontramos comentarios sobre el libro de Hebreos, y el resto, se
encuentran escritos en otros idiomas como inglés y alemán.
En la búsqueda de información, sólo se han encontrado las siguientes tesis con algunos
términos claves similares, pero no del contenido y tema requerido; las cuales citamos a
continuación:
Boskamp, Karl. (2017). Jesús como mediador en Hebreos desde una perspectiva
veterotestamentaria. Universidad Adventista del Plata. Revisado el 17 de noviembre de 2019 desde
internet: http://publicaciones.uap.edu.ar//index.php/davarlogos /article/ view/774.
Alvaréz Cieneira. (1995). Los Sacrificios en la carta de Hebreos 10.1-18. Revisado el 6 de
noviembre de 2019 desde internet: http://www.agustinosvalladolid.es/estudio/investigacion/
estudioagustiniano/estudiofondos/estudio1995/studio_1995_2_01.pdf.
Rodríguez Conde, José Antonio. (2014). Vida y Reconciliación en la Sangre de Cristo.
Universidad Pontificia Comillas Madrid. Revisado el 17 de noviembre de 2019 desde internet:
https://repositorio.comillas.edu/jspui/bitstream/11531/6044/1/MB000017.pdf.
Bases teóricas
La Carta a los Hebreos y la Expiación de Jesucristo
La carta a los Hebreos es única en su naturaleza en comparación con las cartas paulinas y
las demás cartas apostólicas, y es que posee la llave para demostrar como Jesucristo, Su persona
y su obra, estaban precedidas en las figuras y citas del Antiguo Testamento, que a veces son
difíciles de entender, y entonces encuentran un perfecto cumplimiento.
El autor de Hebreos se propone demostrar a sus destinatarios hebreos, desde el primer
capítulo, sobre la superioridad de Jesucristo para poder ejercer el mayor ministerio de su vida,
obrar la salvación del mundo. Desde Su persona, Jesucristo, como parte de la Deidad, participando
de la Creación, siendo Hijo de Dios es superior a los ángeles, inclusive mayor a Moisés. Además
de la persona, de Cristo, el autor de Hebreos también analiza la obra de Jesucristo y lo que logró,
11
esto es, la redención y Expiación, logrando nuestra libertad del yugo de Satanás y del pecado,
quitándolo de en medio mediante su sacrificio eterno. Para todo ello, usa las Escrituras, profecías
y salmos del Antiguo Testamento aplicándolas según su propósito.
En este tratado deseamos ver como la carta a los Hebreos toma el trasfondo del Antiguo
Testamento para dar cumplimiento a la Expiación de Cristo, para lo cual empezaremos definiendo
los términos y figuras usadas por el autor en función de Jesucristo, y como este conocimiento
aporta a nuestra vida cristiana en la actualidad.
consecuencia del pecado de desobediencia, tiene una solución. El pecado es tan grave que ha
destruido la relación de los hombres con Dios a tal punto que, el hombre es incapaz de restaurarla.
La solución es divina ya que es, propuesta por Dios y debe cumplir con las demandas de la santidad
y justicia de Dios frente a la gravedad del pecado. Así, Jesucristo vino hecho hombre y, padeció
para satisfacer la justicia de Dios en su sacrificio sustitutorio por los hombres. En ese sentido,
Sproul (1996) afirma:
Al recibir la ira del Padre sobre la cruz, Cristo fue capaz de realizar la Expiación por su
pueblo. Cristo llevó, o cargó, el castigo por el pecado de los seres humanos. Él los expió
al aceptar el castigo justo que dichos pecados merecían. El pacto del Antiguo
Testamento pronunciaba una maldición sobre cualquier persona que quebrantara la ley
de Dios. Sobre la cruz, Jesús no solo tomó esa maldición sobre sí mismo, sino que fue
"hecho por nosotros maldición" (Gal. 3:13). Fue desamparado por el Padre y
experimentó toda la fuerza del infierno sobre la cruz (p.199).
El Día de la Expiación. Una vez al año, Israel celebraba el Yom Kippur o Día de la
Expiación, la solemne manifestación del sacrificio para el perdón y Expiación del pecado del
pueblo, ordenado en capítulo 16 del libro de Levítico. Por orden de Dios, en esta fecha, el pueblo
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ayunaba y no hacia ningún trabajo. Este rito de suma importancia era preparado con anticipación,
el Sumo Sacerdote preparaba su propia purificación, vestido de ropas para la ocasión, para poder
llevar el sacrificio del pueblo ante Dios; esta figura del Sumo Sacerdote y la ofrenda con sus
resultados de perdón y remoción del pecado son tomados por el autor de la carta a los Hebreos,
por lo cual es necesario revisarlos y entenderlos.
El Día de la Expiación trae a reflexión la idea de que, los sacrificios diarios, semanales y
mensuales, que se realizaban en el Tabernáculo o en el Templo, no bastaban para efectuar la
Expiación de los pecados; todas las fiestas y ofrendas públicas eran insuficientes para purificar al
pueblo de sus pecados. No era un día más de sacrificios, no lo oficiaban los sacerdotes ordinarios
sino el sumo sacerdote y, solo el dentro del santuario, sin ayuda y, vestido de ropa especialmente
designada para ese día. Pero también el pueblo entero, tenía participación de este gran día fuera
del santuario, pues debían ayunar y poner en aflicción sus almas.
El Día de la Expiación se celebraba el día décimo del mes séptimo, cercano al festival de
los tabernáculos y, antes de aquella fiesta, el pueblo se debía reconciliar con Dios para adorar y
dar gracias por las bendiciones recibidas durante el año. El sumo sacerdote debía prepararse y
purificarse para hacer Expiación, primero por él y por su casa. Luego, él debía presentar dos
machos cabríos, uno para ser sacrificado y, el otro para llevar los pecados del pueblo fuera de la
ciudad. El sumo sacerdote entraba solo en esta ocasión al lugar santísimo, esto es, el lugar donde
estaba la presencia de Dios, llevando la sangre de un becerro para su Expiación y, la sangre del
macho cabrío sacrificado y la debía esparcir sobre el propiciatorio y delante del propiciatorio para
purificar el santuario a causa de los pecados del pueblo (Lev 16:15-16), luego hacia holocausto
por él y por el pueblo (Lev 16: 24-25).
Una parte importante del día de la Expiación es la que se ordena en Lev 16:20-22, donde
el sumo sacerdote ponía sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesaba sobre
él, todas las iniquidades y pecados del pueblo, poniéndolos así sobre el macho cabrío y lo enviaba
al desierto, a tierra inhabitada, cargando con los pecados y rebeliones de Israel. Los comentaristas
encuentran esta figura cuando Jesús, condenado a muerte, en la salida de Jerusalén cargando su
cruz fuera de la ciudad. Sin embargo, el autor de la carta a los Hebreos no ha tratado con este
tema, pues su visión está centrada en el sacrificio de Cristo y su papel sumo sacerdotal en el mismo.
En el ritual del día de la Expiación, no debía el sumo sacerdote cometer ningún error pues
podía ser muerto, según Dios le había dicho a Moisés (Lev 16:2); en el sentido que, no entrara en
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cualquier momento al santuario detrás del velo para que no muera. Una vez hecho el ritual, la
Expiación se había logrado y serían limpios de todos sus pecados delante de Jehová. (Lev 16:30).
Mientras el pueblo esperaba afuera y lejos del santuario, en total devoción y, luego veía salir al
sumo sacerdote, lo cual era señal de que el sacrificio había sido acepto y la Expiación efectuada.
Así, podemos ver que en este gran día se expiaba todo el santuario y se expiaba el pecado de cada
pecador del pueblo.
De otro lado es importante, como en verso 23 el autor nos dice que el santuario terrenal,
esto es, todos los muebles y utensilios son figura del santuario celestial, con esto en mente debemos
entender que el diseño del santuario terrenal no es una ocurrencia o un capricho de Dios dado a
Moisés, sino que tiene un propósito y un cumplimiento que la carta a los Hebreos rescata y, es una
copia o replica de lo que está en el cielo.
es usada en Hebreos. Ya hemos visto, la importancia del ministerio del sumo sacerdote en el día
de la Expiación según la ley que dio Dios a Moisés para Aarón; en sus manos estaba el perdón de
los pecados del pueblo y los suyos por parte de Dios; además tenía a su cargo la purificación del
santuario y, por último, su vida estaba expuesta en caso el sacrificio no era aceptado por Dios.
Aarón adquiere el papel del representante o intermediario del pueblo ante Dios, todas las
características y labores de los sacerdotes se centraban en la persona del sumo sacerdote.
Bruce (2002) dice: “Aarón y sus sucesores, que representaban a la nación de Israel en la
presencia de Dios, eran israelitas ellos mismos, conocedores de las condiciones bajo las cuales
vivía su pueblo, expuestos a las mismas presiones y pruebas” (p. 89).
Después de entender las figuras veterotestamentarias del santuario terrenal, los sacrificios
y el sacerdocio expuestas hasta aquí, podemos dar paso a la figura del artífice de nuestra Expiación,
al Señor Jesucristo y, ver como se cumplen en Él según la carta a los Hebreos.
por el pecado no te agradaron. Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios para hacer tu voluntad,
como en el rollo del libro está escrito de mí” (Sal 40:6-8). El autor de la Carta a los Hebreos
vuelve al Antiguo Testamento, en este caso a los Salmos de David para aplicarlo a Jesús, pues
estas palabras no podían ser para David, sino para su descendiente, por cuanto en los tiempos de
David se ofrecían sacrificios y holocaustos. Lo mismo hizo Pedro en Pentecostés con relación al
Salmo 16, no aplicándolo a David sino a Jesús.
Una breve exégesis de este pasaje se hace necesaria: Sacrificio y ofrenda junto a
Holocausto son términos del sistema sacrificial del Antiguo Testamento, donde “Sacrificio” está
más relacionado a la ofrenda de paz, mientras que “ofrenda” se relaciona con las ofrendas de
cereales y granos. Holocausto se refiere concretamente a las expiaciones. En todo caso, el
sacrificio de Jesús tiene las tres acepciones por su carácter de entrega personal, voluntaria y
perfecta. Al decir entonces que, “Sacrificio y ofrenda no quisiste” no se trataba de que los
sacrificios del tiempo del sacerdocio levítico fueran innecesarios, sino más bien que, aunque
limpiaban al pecador, no lo purificaban internamente, no creaban una conciencia de pecado y, así
se tenían que hacer una vez cada año. Luego dice: “más me preparaste cuerpo” en clara alusión a
la Encarnación de Dios en el hombre como Jesús, una profecía davídica de mil años antes
pronosticaba al único hombre que en su condición de limpio y sin mancha podría efectuar el
sacrificio requerido para la Expiación de los pecados del mundo. Y “Entonces dije: He aquí que
vengo, oh Dios para hacer tu voluntad, como en el rollo del libro está escrito de mí”, aquí podemos
ver la prontitud con la que Cristo desea cumplir la voluntad de Dios y se ofrece para aceptar el
encargo que estaba escrito desde la fundación del mundo. Podemos concluir aquí que, Jesucristo
no fue una víctima del destino, sino un cumplidor obediente de lo que Él mismo se propuso, para
lo cual se ofreció voluntariamente, cumplir hasta la muerte y, muerte en la cruz.
Jesucristo nuestro Sumo Sacerdote. El autor de la carta a los Hebreos señala a Jesús el
Hijo de Dios como nuestro Gran Sumo Sacerdote en 2:17. Uno de los puntos clave en este estudio
es, definir correctamente ese papel en Cristo pues, por cuanto tenía que representar a los hombres,
debió ser igual a ellos para oficiar como sacerdote y así, en 4:15 nos dice que, este sumo sacerdote
se puede compadecer de nosotros, pues fue tentado igual que nosotros según nuestra semejanza,
pero sin pecado. Por esto, también nos da confianza además para acercarnos al trono de Dios por
su mediación.
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Tal como expresamos anteriormente, los sacerdotes debían cumplir requisitos para cumplir
su ministerio. Jesucristo cumple con las características de su oficio, no sólo siendo igual a sus
semejantes sino también por el nombramiento divino de su ministerio. Conviene a este punto,
hacer una exegesis de He 5:1-6 para entender punto por punto como Jesucristo cumple
perfectamente con este oficio de ser nuestro Sumo Sacerdote, donde se señala:
Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los
hombres en lo que a Dios se refiere, para que presente ofrendas y sacrificios por los pecados;
para que se muestre paciente con los ignorantes y extraviados, puesto que él también está rodeado
de debilidad; y por causa de ella debe ofrecer por los pecados, tanto por sí mismo como también
por el pueblo. (He 5: 1-3)
El sumo sacerdote debe ser empático con sus semejantes, debe sentir lo que ellos sienten,
sus sentimientos interiores deben estar de acuerdo con lo que hace en su ministerio, por esto es
como ellos; y presenta ofrendas y sacrificios por los pecados, lo cual apunta al sumo sacerdote el
día de la Expiación en que presentaba sacrificios para el perdón de sus propios pecados y los del
pueblo.
Paciente con los ignorantes y extraviados denota la tolerancia y mansedumbre hacia todo
tipo de personas dentro del pueblo, el sumo sacerdote no puede tener ira o perder la paciencia al
momento de recordar los pecados del pueblo; ignorantes y extraviados puede referirse a los que
no prestan la debida atención a los mandamientos de Dios y yerran en debilidad, tal como indica
Num 15:28, no se trata aquí del que peca deliberadamente y se muestra siempre rebelde ante los
mandatos de Dios. “Puesto que él también está rodeado de debilidad” apunta a la necesidad de
que el sumo sacerdote tuviera que purificarse y sacrificar por sus propios pecados antes que por
los del pueblo. Sin embargo, encontramos en Jesús un ser sin pecado, sin mancha, lo cual es
recordado por el autor en 7:27, por lo tanto, esta debilidad se refiere en Jesucristo al sufrir las
debilidades y tentaciones humanas frente a las cuales se mantuvo limpio. Además, ello indica por
qué Jesucristo no ofreció sacrificio por sí mismo antes de morir por los pecadores. Y luego afirma:
Y nadie toma para si esta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo fue Aarón. Así
tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino él que le dijo: Tu eres mi
Hijo, yo te he engendrado hoy. Como también dice en otro lugar: Tú eres sacerdote para siempre,
según el orden de Melquisedec (He 5:4-6).
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Hebreos recurre a la figura de Aarón para hacer la metáfora del llamamiento divino, pues
la posición del sumo sacerdote durante la historia de Israel fue muchas veces tomada por
personajes indignos, y hasta políticamente, convenientes nombrados por Roma, esto es, personajes
aristócratas que no pusieran obstáculos y mantuvieran las relaciones cordiales con el Imperio. Así,
como Aarón fue designado juntamente con sus hijos para ser ministros en el altar, del velo adentro,
una vez al año, en el Día de la Expiación, estableciendo de esta manera el sacerdocio por sucesión;
el autor pasa a demostrar ahora, por las escrituras, que Jesucristo es designado por Dios para
cumplir este ministerio; así pues, no fue Jesucristo quien se asignó a sí mismo el papel sacerdotal.
Pero habiendo muy poco por comparar entre Jesús y Aarón, el autor toma Salmos 110 para
demostrar que Jesús es Hijo de Dios, coronado rey y nombrado sacerdote, no como del orden de
Aarón sino del orden de Melquisedec. El autor señala el Sal 2:7, que ya ha citado en el capítulo 1
para señalar a Cristo como el Hijo de Dios, al recordar su entronización a la diestra del Padre, y
ahora usa la misma porción de la escritura para presentarlo como sumo sacerdote. Tú eres mi Hijo,
designa a Jesucristo como el llamado a ejercer el ministerio para la gran obra de Expiación eterna
de los pecados del mundo.
Jesús es sacerdote según el orden de Melquisedec. Además de Hijo y Rey, Cristo es
señalado como sacerdote según el orden de Melquisedec, cumpliendo así la profecía en Sal
110:4. El autor de Hebreos usa la cita de este salmo mesiánico, que es el salmo de la entronización
del rey que profetiza de Jesús en su rol de rey y, también ahora Hebreos lo usa para su papel de
sacerdote según el orden de Melquisedec. Con esto, el sacerdocio de Jesucristo queda definido
como distinto del sacerdocio levítico, Jesucristo, en la consumación de los tiempos, oficia el rol
sacerdotal bajo otra orden, la orden de Melquisedec. Es interesante que, a partir de los Rollos del
Mar Muerto se sabe que había ciertas corrientes judías acerca del Mesías que hacían diferencia
entre dos personas diferentes, un Mesías rey, político, guerrero libertador y, el otro, un Mesías
sacerdote, pero el autor de Hebreos demuestra que Jesús el Mesías es Rey y Sumo Sacerdote.
Ahora bien, Jesús el Cristo no es un sacerdote aarónico sino de otro orden diferente profetizado
también en el Sal 110:4, Jesucristo es sacerdote según el orden de Melquisedec, esta acepción no
se encuentra en ninguna otra parte del Nuevo Testamento y, es un crédito del autor de Hebreos y
de allí su importancia para entender, el papel real de Jesucristo y también el sacerdotal.
y a quien Abraham dio los diezmos. Desde allí no aparece en la Biblia hasta que se nombra en Sal
110:4. Su nombre significa Rey de justicia y también Rey de Salem, esto es Rey de paz,
descripción que encaja a la persona de Jesucristo. No tiene genealogía, ni principio o fin de días,
como siempre los personajes son nombrados como pertenecientes a alguna familia, su ministerio
aparece en la narración de Génesis como un sacerdote oficiante y, esto ilustra el rol de Cristo, que
es hecho semejante al Hijo de Dios.
Esta porción de He 7: 1-3, es novedoso para los judíos y una nueva concepción para los
cristianos primitivos; Dios ha constituido al Hijo Rey y Sacerdote como dice el Salmos 110; ya el
autor de Hebreos les ha dicho “Ustedes deberían ser maestros” en 5:12. Ahora Hebreos se esfuerza
por presentar el sacerdocio de Cristo según el orden de Melquisedec como mayor que el sacerdocio
aarónico y dice “sin discusión alguna, el menor es bendecido por el mayor” (He 7:7) y “en
Abraham pagó los diezmos también Leví, que recibe los diezmos” (He 7:9). Pero aún más, el
autor prosigue indicando que no hay perfección en el sacerdocio levítico o aarónico en 7:11, pues
si fuera perfecto el salmista no hubiera presentado otro orden de sacerdocio para ser cumplido por
otra tribu, ya que Jesús no es de la tribu de Leví sino de la tribu de Judá (He 7:11-14), con lo cual,
la permanencia de su sacerdocio es refrendada por la vida de Cristo sin fin y por el juramento de
Dios. Tu eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec (He 7:16). Una de las
razones por las que su sacerdocio es mejor y mayor señala el autor de hebreos es la inmutabilidad
de su sacerdocio, pues los sacerdotes levitas tenían que suceder al que moría, pero Cristo es eterno
y así puede salvar perpetuamente a los que por Él se acercan a Dios (He 7.25). Melquisedec, el
rey de paz, ahora adquiere mucha más importancia para su estudio en Génesis ya que su figura es
un tipo de Jesucristo como sacerdote del Dios Altísimo.
Según el autor Gareth Lee Cockerill, la declaración de que Jesucristo es sumo sacerdote
según el orden de Melquisedec nos muestra tres cosas:
según la ley mosaica, ahora tienen que reconocer que el sistema sacerdotal levítico contenido en
la ley había quedado atrás, fue sólo temporal y cumplió su propósito en su tiempo. “Estos medios
y estas leyes sirvieron para su propósito temporal; y cuando vino el tiempo, tuvieron que ser
cambiados por algo que sería permanente, completo, eterno” (Lensky en Wilson, p.92)
Pero Jesús no es sólo sumo sacerdote para oficiar el sacrificio y ofrecerse a sí mismo como
sacrificio, sino que también, el rol de Jesucristo como sacerdote va hasta la eternidad, y Hebreos
toma hasta el capítulo 10:18 para explicar todo lo que ha ministrado como fiel sacerdote, y se
mantiene sentado a la diestra de Dios para interceder por los que se acercan a Dios a través de Él.
En 9:16 y 22, el autor de Hebreos nos insta a acercarnos al trono en plena certidumbre de fe de que
Cristo, nuestro Sumo Sacerdote, está allí por nosotros, pues ahora gracias a Él está abierto el
camino al Lugar Santísimo del santuario celestial por el sacrificio eterno hecho una vez y para la
eternidad.
Jesucristo Mediador del Nuevo Pacto. Según el autor de Hebreos, Cristo es ahora
mediador de un nuevo pacto, al que describe como “mejor esperanza” en 7:18, por cuanto queda
al descubierto la imperfección del sacerdocio levítico y de la ley; 7:19 dice “pues nada perfeccionó
la ley” para señalar que Jesús es ahora fiador de un mejor pacto 7:22.
En 8:1 el autor destaca que, de todo lo dicho anteriormente, el punto principal es que este
sumo sacerdote es tal, que se ha sentado a la diestra de Dios, como ministro del santuario no hecho
de manos, sino el santuario celestial. Moffatt (2018) dice: “Pasando del intricado argumento
acerca del sacerdocio de Melquisedec, que ahora se cae, el escritor desenreda la verdad central y
destacada de la discusión, para continuar su exposición de Jesús como sumo sacerdote” (p.104).
El punto principal, dice el autor, es que Jesucristo es el ministro del santuario celestial, y no
ministro del santuario terrenal, pues para el santuario terrenal estaban puestos los sacerdotes
levíticos, y había sido hecho por hombres según el diseño dado a Moisés, pero el santuario celestial
no ha sido hecho por manos de hombres, sino que ha sido hecho por Dios mismo como señala en
8:2 “ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levanto el Señor, y no el
hombre”. Pero también explica que el santuario terrenal donde los sacerdotes, una y otra vez,
ofrecían sacrificios durante años y años, eran sólo figura y sombra de las cosas celestiales. La
grandeza del sacerdocio de Cristo pues, radica en el hecho del lugar que ahora ocupa en el
Santuario celestial como el verdadero tabernáculo, ya que mientras que el sumo sacerdote entraba
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una vez al año al Lugar Santísimo, y permanecía sólo un breve tiempo expiando y rociando la
sangre del sacrificio, Jesucristo está sentado en el mismísimo trono de Dios en los cielos para
siempre.
Es necesario aquí hacer un paréntesis para hablar del tabernáculo terrenal en comparación
al tabernáculo celestial. En la historia desde la antigüedad ha habido debates y especulaciones
sobre el diseño que le fue mostrado a Moisés para erigir el tabernáculo de reunión en el desierto.
He 8:5 dice “los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le
advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas
conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte”. Es importante aquí, detenernos a ver qué
quiere decir el autor con “figura y sombra”, y hacer un paréntesis para retomar la idea de los
santuarios ¿es que acaso el tabernáculo terrenal era una copia fiel del celestial? Algunos piensan
que Moisés vio el Santuario Celestial, otros dicen que le fue dado el diseño con instrucciones
verbales y, no hay acuerdo sobre lo que quiso decir el autor de Hebreos al decir que el santuario
terrenal era figura y sombra de las cosas celestiales. Ni en el libro del Éxodo ni aquí en Hebreos
podemos ver una descripción del evento que nos permita hacernos una idea real de lo que sucedió.
Es necesario, además, entender que el santuario terrenal era sólo temporal, mientras que el
santuario celestial es perfecto y eterno. En ese sentido, Kistemaker (1991) hace una importante
declaración:
Por ser la Biblia un libro que trata de la redención del hombre y no una revelación acerca
del cielo, debemos dejar que las Escrituras hablen. Cuando las Escrituras callan, debemos
ser reticentes. Lo único que sabemos es que Cristo entro en el santuario celestial que no
fue hecho por el hombre. (p.260)
Así, cerramos este paréntesis necesario sobre los santuarios terrenal y celestial. Ahora,
volviendo a la secuencia del autor en capítulo 8, éste se dedica ahora a exponer del nuevo y mejor
pacto en 8:6, el cual da por terminado el viejo pacto diciendo: “Pero ahora tanto mejor ministerio
es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas”. Y con
esto nos explica nuevamente que, si el antiguo pacto hubiera sido perfecto no habría razón para un
nuevo pacto (He 8:7). Ahora, el autor toma un pasaje de Jeremías 31:31-34 en donde el profeta
del Antiguo Testamento anuncia un nuevo pacto del cual dice en 8:13 “Al decir: Nuevo pacto, ha
dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer.”
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Barclay (1994) afirma: “El autor de hebreos empieza por puntualizar que la idea de un Nuevo
Pacto no es peregrina ni revolucionaria. Ya se encontraba en Jeremías 31:31-34, que cita
textualmente” (p.50).
Hasta ahora hemos podido apreciar, el uso que el autor de la carta a los Hebreos hace de la
ley mosaica en cuanto al culto de adoración y sacrificios del santuario para explicar el rol
sacerdotal de Jesús; y ahora toma esta porción de los escritos proféticos en el texto del profeta
Jeremías para declarar su cumplimiento. “He aquí vienen días, dice el Señor, en que estableceré
con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto” (He 8:8). El nuevo pacto se dio por la
imperfección del primero, ya que dice “porque ellos no permanecieron en mi pacto” (He 8:9). El
primer pacto dependía del compromiso y cumplimiento de ambas partes dentro del pacto, de Dios
y de su pueblo, para que se mantenga firme y Dios siempre fue fiel al pacto del Sinaí. Sin embargo,
los israelitas no permanecieron fieles al pacto, pues una y otra vez, año tras año, rey tras rey fueron
infieles, aunque siempre Dios les enviaba profetas portadores del mensaje de que debían volver a
Dios y al pacto; y ahora Dios puede mostrar su mejor plan, como dice en 8:10 “Pondré mis leyes
en la mente de ellos, Y sobre su corazón las escribiré; Y seré a ellos por Dios, Y ellos me serán a
mí por pueblo”. El autor de Hebreos da por sentado que con Cristo presente se da por acabado el
primer pacto y se confirma el nuevo pacto.
La carta a los Hebreos ha exaltado hasta aquí a Jesús como sumo sacerdote, ministro del
santuario celestial, mediador del nuevo pacto y ahora va a describir el sacrificio de sí mismo.
Veamos pues como aborda el autor de Hebreos este tema. Sobre el sacrificio de Cristo es
importante señalar que Hebreos deja constancia de que Cristo se ofreció como sin mancha (He
9:14), este es un requisito importante de los sacrificios en el Antiguo Testamento, como ya hemos
visto, los becerros y machos cabríos que se ofrecían debían ser animales sin defecto, y nuestro
sumo sacerdote Jesús nunca pecó, como dice en He 4:15 “fue tentado en todo según nuestra
semejanza, pero sin pecado”.
Hemos visto ya que entrando en el capítulo 9, quiere demostrar que el nuevo pacto es
mejor, y así también el sacrificio ofrecido por Jesús es mejor. Para explicar, detalla brevemente
como estaba dispuesto el santuario terrenal, nos habla del Lugar Santo y el Lugar Santísimo, en
donde entraba una vez al año el sumo sacerdote, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por
los pecados de ignorancia del pueblo (He 9:7), como ya se ha explicado del día de la Expiación, y
continua inmediatamente a detallar que Cristo entró al tabernáculo no hecho por hombres “por su
propia sangre” y obtuvo eterna redención (He 9:12). Con esto queda sellado el nuevo pacto, pues,
así como Moisés en el Sinaí roció el libro y al pueblo, con la sangre de los becerros y de los machos
cabríos; ahora Cristo por su propia sangre y como mediador del nuevo pacto, entró en los cielos
una vez para siempre, para quitar de en medio el pecado (He 9:26). El antiguo pacto fue rociado
con sangre de animales, pero ahora el nuevo pacto con la sangre de Cristo.
La exigencia de la ley era la sangre, y sin sangre no hay remisión pues en la sangre está la
vida y, el pecado se paga con la muerte, el alma que pecare esa morirá (Ez 18:4). Así todo el ritual
sacrificial del Antiguo Testamento requería de la sangre para purificar el santuario, los utensilios
y, rociar con ella sobre el propiciatorio para efectuar Expiación. Los términos del pacto demandan
del derramamiento de sangre, tanto en el primer pacto como en el postrero, donde la víctima hacia
un sacrificio sustitutorio o vicario representando al pecador.
El texto “por su propia sangre” que aparece en 9:12 y no “con su propia sangre” ha sido
motivo de debates sobre el momento en que realmente se hace la Expiación, si en el momento que
muere en la cruz o cuando entra triunfante al cielo como vencedor. Es en la cruz donde el derramó
su sangre y consumó la salvación de todos los pecadores.
pueden hacer perfecto en cuanto a la conciencia al que practica ese culto (He 9:9). Así, la sangre
de los machos cabríos purificaba la carne de los israelitas, una vez al año, y así el pecador podía
seguir siendo parte del pueblo de Dios, pero no limpiaba su alma, mas ahora, la sangre de Cristo
limpiará las conciencias de obras muertas (He 9:14), porque su sangre no es sólo parte de un ritual
legalista, sino que tiene la capacidad de hacer una purificación espiritual interna, una limpieza de
la conciencia para poder disfrutar de Dios. Bruce (2002) dice:
Pero esta contaminación se remueve de la conciencia por la obra de Cristo, de tal modo que
los hombres y mujeres, emancipados de la esclavitud interior, pueden adorar a Dios en
espíritu y en verdad. Esta es la “perfección” que el ceremonial antiguo era incapaz de
obtener (p.210).
Kistemaker (1991) nos dice que los sacerdotes no podían limpiar el alma de
pecado. Internamente el peso de la culpa y la mancha del pecado permanecían.
Jesucristo es pues el sacerdote que ofrece y el sacrificio ofrecido, y se presentó a sí mismo
en el Lugar Santísimo celestial, y su sacrificio es eterno y su sacrificio es perfecto y limpia la
conciencia de los hombres para servir a Dios (He 9:149. Jesucristo, además, ofreció sacrificio y
entró una vez para siempre, con lo cual expresa que ya no es necesario seguir ofreciendo los
sacrificios terrenales, ya no tienen sentido pues bajo el nuevo pacto, el sacrificio de Cristo es
puntual, eficaz y eterno.
En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha
una vez para siempre (He 10:10). Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los
santificados (He 10:14). Aquí radica la perfección de su sacrificio, pues por su voluntad y su
obediencia, ha logrado santificar a su pueblo y, en esto constituye la perfección de los creyentes
que encuentran perdón y purificación de los pecados para siempre.
Los creyentes han adquirido una Expiación perfecta por la obra de Cristo según el autor de
Hebreos en He 2:17 y 10:14 y, con esto nos anima a buscar sin temor la presencia de Dios pues el
sacrificio de Jesucristo es suficiente para cubrir pecados y quitar la culpa de en medio de nosotros.
El sacrificio de Jesucristo, el Cordero de Dios fue único y eficaz para lograr la salvación de los
perdidos. No queda por hacer más sacrificio (He 10:26).
Los creyentes ahora no tienen ningún impedimento para entrar a la presencia de Dios.
Mientras estaba el santuario terrenal tenían que hacer los sacrificios anualmente, pero Jesús en su
muerte rompió el velo de separación y rociados en su sangre tenemos entrada libre al trono de
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Dios. Hemos sido purificados en su sangre, Jesús consiguió la remisión de nuestros pecados y
como dice en 10:18 “Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado”.
Capítulo III
Metodología de la Investigación
Técnica e instrumentos
La técnica que usamos para la recolección de datos es la observación y el instrumento es
bibliográfico. Como participantes hemos observado diversos documentos empezando por el texto
bíblico y luego con comentarios, diccionarios y estudios académicos a fin de entender los hechos
de la Biblia de manera integral, luego hemos interpretado lo investigado, a partir de la carta a los
Hebreos y, el análisis del libro de Levítico, el relato en Génesis 14, Salmos referenciados al tema
y, unos libros proféticos. Era necesario reflexionar respecto ciertas figuras del Antiguo Testamento
y, entender que la Biblia es una unidad, dado que no se puede entender el Nuevo Testamento sin
conocer el Antiguo Testamento. Asimismo, al investigar nos convertimos en el instrumento porque
somos los observadores e intérpretes, siendo el resultado de la investigación nuestro aporte.
Aspectos éticos
El trabajo de investigación se ha realizado guardando los principios de honestidad, sin
plagio alguno, haciendo mención de las citas bibliográficas utilizadas, de acuerdo a las normas
nacionales e internacionales sobre la materia
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Conclusiones
Referencias bibliográficas
BRUCE, F.F (2002). La Epístola a los Hebreos. Grand Rapids, Michigan: Libros Desafío.
BRUCE, F.F., MARSHALL, I.H., MILLARD, A.R., PACKER, J.I. & WISEMAN, D.J. (1991).
Nuevo Diccionario Bíblico. Buenos Aires: Ediciones Certeza.
COCKERILL, Gareth Lee. The Epistle to the Hebrews. Recuperado desde la base de datos
EBSCO.
FEE, Gordon. (1994). La Epístola de los Hebreos. Nueva Creación. Grand Rapids.
GILLIS, Carroll Owens. Comentario sobre la Epístola a los Hebreos. El Paso, Texas. Casa Bautista
de Publicaciones.
KUSS, Otto. (1977). Carta a los Hebreos-Cartas Católicas. Barcelona: Biblioteca Herder.
LLOYD-JONES, Martyn. (1996). Dios el Padre, Dios el Hijo. España: Editorial Peregrino.
MOFFATT, J., D.D. (2018) The Epistle to the Hebrews, en The International Critical
Commentary. online version.