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JOHN BERGER: MODOS DE VER

John Berger presenta un documental dividido en cuatro episodios, que tienen como objetivo
principal, cuestionar las suposiciones habitualmente hechas sobre el mundo de la tradición pictórica
propiamente europea. Tradición, señala Berger, que surgió alrededor del año 1400 y que murió
quinientos años después, con el origen de la fotografía. Por lo que no se pretende hacer un estudio
detallado de las obras de arte tal y como las conocemos desde nuestra perspectiva propia, sino que
va más allá. Preguntarse por qué la manera de visión contemporánea del arte no es comparable a
una perspectiva más antigua, y buscar aquello que nos diferencia de nuestros antecesores para así
comprendernos a nosotros mismos como sociedad.

En cuanto a la contemplación de una obra, ver no supone una acción que surge de manera
espontánea, sino que este suceso se ve condicionado tanto por los hábitos y convenciones de
perspectiva, una perspectiva que coloca al ojo humano en el centro de la acción y que por lo tanto
deja como resultado, posibles interpretaciones diferentes ante una obra según el entorno que las
rodeen. Sin embargo, con la aparición de la fotografía y la difusión de imágenes, todos los factores
que dotaban de significado al arte se verán modificados, aportando un nuevo sentido de visión muy
diferente al de nuestros antiguos.

Es por tanto, la fotografía, la culpable de una ruptura con la tradición de observación clásica, propia
del arte europeo. Ahora, las imágenes experimentan un viaje espacio temporal, que las ubica en
lugares en los que no se encuentran físicamente y en el tiempo que uno desee, causando como
consecuencia una descontextualización de las obras, originalmente pensadas para estar colocadas en
un lugar único y simbólico que dota de un significado propio. Ante esta cuestión Berger puntualiza
que todo lo que rodea a la pintura es parte de su significado, y su singularidad es parte de la
singularidad del lugar al que pertenece. Un ejemplo muy visual es el de las pinturas de temática
religiosa, pensadas para formar parte del marco arquitectónico de los edificios eclesiásticos.

Otra de las consecuencias que abarca la revolución de la fotografía, es la masiva multiplicación y


replicación de obras en un principio únicas. No obstante, una pintura original no deja de ser la
original, por muchas copias que se hayan hecho de ésta, por lo que se genera un sentimiento de
unicidad ante la obra original que aumenta su valor masivamente en el mercado. Se me ocurre
rápidamente un ejemplo muy simple, cualquier persona que visite el Louvre no se sorprenderá al
ver colas exageradas para contemplar de cerca a la Mona Lisa de Leonardo, cuando sin embargo, en
el museo del Prado no se observa esa reacción por parte del publico ante la casi idéntica Gioconda,
realizada en el taller del propio Leonardo. Se entiende por tanto, que el Louvre cuenta con la obra
del propio Leonardo, la original y en consecuencia, la autentica, mientras que el Prado tiene una
copia sin el mismo valor comercial.

Por otra parte, uno de los aspectos más importantes que señala Berger sobre una obra, es que son
silenciosas y están quietas, logrando conectar con el espectador. La reproducción de pinturas
pueden estar sujetas a la manipulación añadiendo precisamente movimiento o sonido a ese tranquilo
y silencioso carácter, con el fin para expresar emociones forzadas.

Gracias al movimiento, se crea una narrativa de la que el cuadro carece, enfocando escenas
concretas de la composición, aislándolas del resto y por lo tanto aislándolas de la temática principal
que el cuadro busca representar. Respecto al sonido, añadiendo música y ritmo a una obra se puede
cambiar por completo el significado de una obra. Berger explica esto mismo mediante un cuadro de
Van Gogh, más en concreto su ultima obra antes de suicidarse, a esta le añade una melodía cargada
de dramatismo y tristeza que impacta directamente en las emociones del espectador.
A su vez, el significado de una pintura puede ser variable según aquello que le rodee o lo que venga
antes y después de ella, afectando a la perspectiva que adoptemos en cuestión a la imagen. Es decir,
el impacto de una obra cambiará si antes de contemplarla por ejemplo, observas en pantalla un
anuncio de refrescos, o en el caso contrario, algo que esté íntimamente relacionado con el mensaje
de la pintura.

La reproducción de las obras de arte, puede convertirse en un aspecto positivo que nos permite
conectar aquello que contemplamos con nuestras experiencias personales. Sin embargo, este
proceso de conexión se ve interrumpido por toda la mistificación que muchos críticos de arte se han
empeñado en añadir a las obras, escondiendo así, la verdad de un cuadro. En el caso de los más
pequeños, huyen de toda esa mistificación e interpretan las obras directamente con su propia
experiencia, esto les permite ver las imágenes de una manera más pura e inocente.

Finalmente, el documental expone como conclusión, que toda nuestra vida como sociedad está
rodeada de imágenes que ocultan palabras, con el fin de enviar un mensaje en concreto. Esto, con el
tiempo y sin la limitación tecnológica, señala Berger, se podría tornar en un lenguaje, creándose un
diálogo entre aquello que esté expuesto, el mensaje y el espectador.

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