Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1
pero... ¿podríamos definir un sentimiento al margen del objeto, las alteraciones
corporales y la conducta?1
En este ensayo, pretendo presentar desde una aproximación fenomenológica del cuerpo
el poder ontológico (nos hace ser lo que somos) del mismo, ya no como objeto
determinado, sino como objeto que determina y es que la realidad muy a pesar de
Husserl2 hacen del cuerpo hoy, lugar de obligada parada donde la génesis cuerpo-
experiencia, es a la vez génesis trascendental del “yo-mismo” (myself). Un yo mismo
sin complejos y en donde la confusión yo-sujeto, yo-objeto, queda y quedó
manifiestamente superada con Fitche3, y en donde el cuerpo anclado en el mundo,
condición de posibilidad, confirma su notoriedad. “Yo soy vivo en este cuerpo
orgánico” nos recuerda Hegel (1988:110).
Por lo tanto, debemos obligarnos e ir un poco más allá y partiendo de la idea fuerte que
el propio Fitche plantea en sus escritos La doctrina de la ciencia, respecto al cuerpo
como posesión, “hacernos conciencia” de ello y desarrollar de esta manera la
posibilidad de autohacerse. Entonces ¿qué papel juega el cuerpo, mi cuerpo, en esa
autoconstrucción? ¿ésto presupone direcciones, miradas, percepciones, a la postre
intenciones? ¿cómo entretejo, se entretejen, mis intenciones, mi mundo real, vivencias
y los otros en la determinación de mi ser? En cierto sentido, Spinoza viene a recoger y a
responder en parte de mi fundamento“todos los cuerpos varían de infinitas maneras...”.
Ahora bien, ¿sobre qué estructuras, categorías vivenciamos el cuerpo? ¿qué vendría a
significar que los cuerpos cambian? ¿varía nuestro ser ontológico? ¿autodeterminación
corporal? ¿una corporalidad sin cuerpo?
Pero no sólo es esto lo que vengo a plantear, sino que en contra del cogito ergo sum
cartesiano renunciando a toda relación corpórea-identitaria,4 o el empirismo ingles que
desvinculaba el mundo exterior y la historia del “Yo”, lo que postulo es que ante el
1
: Hago mía como pregunta la afirmación de Wittgenstein en (1982), Last writings on the philosophy of
psychology, Blackwell, Oxford.Pag.132.
2
: Me sumo aquí a las críticas tanto de Scheler como Ortega, en la que critican el presupuesto de la
superioridad apodíctica de los fenómenos mentales sobre los físicos (La crítica de Scheler aparece en el
artículo de 1911 titulado "Sobre los autoengaños" y La de Ortega 1913 titulado “Sobre el concepto de
sensación”).
3
: Defiendo aquí la idea fuerte de Fichte al formular teoría del sujeto que es únicamente entendido como
un sujeto activo, en definitiva una ontología que no es independiente del sujeto sino dependiente de él.
4
: Para contrastar esta conclusión: Descartes, Meditaciones metafísicas, 2009. Meditación VI, AT, IX 71.
2
carácter compositivo de unos hechos irremediables estamos obligados a replantear de
nuevo el ser ontológico en composición con la temporalidad interna del ser corporal; es
decir, soy consciente de que a través de mi experiencia corporal (mi aquí y mi ahora) se
va construyendo mi yo; por lo tanto mi experiencia así como las intenciones sobre la
misma serían constitutivas de mi ser. Ahora bien, asumiendo y superando dualidad
alguna (insisto) ya que partimos de categorías distintas “yo-mismo” (myself) y “mi
cuerpo”. Hecho que nos redirige al origen de mi ponencia, corporalidad sin cuerpo.
Una vez planteada la cuestión a tratar, paso a resumir el artículo que presento, el cual
he decidido estructurarlo en tres apartados, una primera en la que me acercaré al cuerpo
como fenómeno de “intenciones” (Husserl) y un cuerpo que está “ahí” (Heidegger).
Ahora bien apoyándome en una semiótica que me va a ayudar a interpretar el papel que
posee el cuerpo en la experiencia de conocer al propio cuerpo y que va suponer el poner
en duda el sentido de la propia corporalidad. En una segunda parte entraré de lleno en
la cuestión ontológica, refiriéndome a lo que entiendo por corporalidad y el sentido
ontológico de la misma que nos va a ayudar a determinar la relevancia de un cuerpo a
redescubrir como metáfora de guía, que me orienta, y del que me he dado cuenta, que
dispongo en sentido posesivo, así como lo que ello supone y me va a suponer. Para
terminar, a modo de conclusión con un último peldaño donde arriesgo e hipotetizo,
sobre las potencialidades que suponen el ser consciente de que tengo cuerpo (en
posesión) que me empodera, abriéndoseme ante mi todo un crisol de posibilidades ante
el hecho de que la forma de tratar y sentir mi cuerpo, este cuerpo, afectará a todo mi ser,
y que vendría a significar.... ¿Puedo ser quien quiera ser?
3
Husserl nos aseguraba que para conocer era necesario partir de una teoría crítica desde
el propio conocimiento, para ello la temporalidad, la intencionalidad, la egoidad, las
emociones eran básicas, Heidegger profundiza y nos añade la importancia del relacionar
e interpretar. Este podría ser un buen comienzo para nosotros, sumemos y dejemos
entonces que el cuerpo, nuestro cuerpo se haga patente en su contenido esencial “La
cosa misma” y junto a una mirada intuitiva aproximarnos a conocer el cuerpo, en
definitiva a aprehenderlo (acercarnos sin prejuicios).
4
siendo lo inmediato, lo que disponemos para conocernos, para identificarnos, para que
nos identifiquen, para relacionarnos... viene a suponer, “un obstáculo que deber ser
sobrellevado”6. Sucede, porque el cuerpo es “mi aquí y mi ahora” pasando de ser
materia realizable a materia realizadora, al más puro estilo “foucaultiano”. Es decir, el
cuerpo se convierte en el medio (fenómeno) que nos hace ser lo que somos (ser-
ontológico). “Yo soy yo y mi cuerpo” parafraseando a Ortega y Gasset. Lo que nos
redirige a tener que replantear la pregunta y cuestionarnos previamente, sobre ¿qué
cuerpo? Canguilhem7, lo plantea muy acertadamente en su tesis central La filosofía del
viviente8, si partimos del hecho de que el cuerpo fenoménico, es determinación humana
que hace imposible distinguirlo de la conciencia superando así la dicotomía dualista.
Antes Husserl resaltó el papel de una descripción de la experiencia pasiva que acontece
en el estrato corporal. El atender de la conciencia al mundo de su experiencia, una vez
practicada la epojé, no puede dejar de lado al cuerpo como el vínculo primordial con el
“mundo de la vida”, es decir, con el mundo de la praxis cotidiana. Entonces... ¿cómo
conocer al “cuerpo real”?
5
Lecturas de trabajos como las de Elias, Foucault, Horkheimer, Adorno...van en esa
línea, la de asumir y comprender la necesidad de intentar encontrar los cambios que
experimentan los cuerpos y sobre todo sus sentidos. Se trata de valorar la influencia que
ejerce el tiempo y el espacio en la percepción acertada del cuerpo. Un cuerpo anclado a
un aquí y a un ahora.
Pero al hacer esta afirmación entramos en cierta manera a reconocer que posee las
mismas características que se les atribuyen a las cosas; nos lo cosifica 10, entonces sería
necesario acercarnos a Derrida, para superar esa fenomenología de la inmediatez, de la
presencia y plantearnos que el cuerpo, nuestro cuerpo, lo tenemos antes de comenzar
las experiencias y desde el primer segundo de mi vida comienza a ser inscrito, comienza
a construirse, “¿Cómo explicar que la posibilidad de la reflexión y de la representación
pertenezca a la escena de toda vivencia?” (Derrida, 1985: 122).
De ahí la importancia de ser capaces de llegar a ese cuerpo origen, y si como nos
señalaba Sartre, la existencia precede a la esencia, entraríamos de lleno en parte de lo
que nos ha venido a ocupar: no tenemos cuerpo (cuerpo sin cuerpo), sino que hago
cuerpo, “El para sí no es lo que es, sino lo que no es” apotegma Sartreano. El cuerpo
no existe, al menos no existe en estado natural, Grondin (1996) afirma que “Los
fenómenos con los que la filosofía tiene que vérselas, serían datos impregnados ya de
interpretación”. Trama del sentido, transparencia de relación física con el mundo,
insiste Le Breton (1995:33); en otras palabras, Heidegger sostendría que no hay jamás
algo así como “las cosas mismas”. Y es en ese trascender, el hecho de estar en un
constante proceso, lo que sobremanera manifiesta mi libertad, fundamento ulterior de
mi tesis; y es que ser conscientes de ello nos empodera 11, “detrás de tus pensamientos y
sentimientos, hermano mío, se encuentra un soberano poderoso, un sabio desconocido,
es tu cuerpo” (Nietzsche, 1994: 61), lo que conlleva; un cuerpo a crear que implica un
cuerpo sin predecir y sobre todo a resignificar; narrativa personal que se ve determinada
por elementos implícitos como, el estado de ánimo, la experiencia, el interés, la práctica,
así como a los diferentes contextos.
10
: Objeto de uso y consumo, que deja de pertenecer al sujeto y se convierte en mercancía.
11
: En el caso que nos ocupa lo entiendo como la capacidad de asumir que mi cuerpo es mío, soy el
último responsable.
6
Lo dicho hasta ahora nos obliga tener que ser capaces de llegar a buen puerto, y para
ello insisto en la necesidad de abordar o mejor dicho, hallar un anclaje
semiótico/fenomenológico que a estas alturas se hace inevitable, sobre todo si
pretendemos plantear el tema en su justa medida. Al tiempo que nos evitaremos la
casuística de las tan temidas interpretaciones mecanicistas. Significa, por ende que
tengamos que ahondar en una fenomenología con la que me la tengo que ver en tanto en
cuanto las cosas aparecen, y se trata de una operación muy delicada, pues más allá de su
aparecer, está el hecho de que aparece para mí (Korper). Pero no es sólo un aparecer,
sino que éste, el cuerpo, es el medio con el que me relaciono, conozco, interactúo en mi
mundo de la vida; génesis experiencial del cuerpo propio (Leib), y que nos vendría a
plantear: ¿qué papel posee el cuerpo en la experiencia del conocer al propio cuerpo?
Entonces de ser así... ¿qué importancia posee el cuerpo? Toda, pues se convierte en ese
lugar donde se nos da la posibilidad de identificar marcas, accidentes, archivos de
memoria pero y sobre todo lugar de entrecruzamiento de nuestros actos, pensamientos,
intenciones y reminiscencias, “lugar complejo”. Recogiendo la hipótesis de Auge en su
obra “Los no lugares”, deberíamos entender que hoy el cuerpo es ese lugar de
ocupación provisional, receptáculo, espacio modificable, marcado por su carácter
transitorio y volátil metáfora de una modernidad líquida, recogiendo en cierto sentido el
espíritu de Bauman (2003) y contradiciendo a Baudrillard. Lo que nos obliga a asumir
el protagonismo de unos cuerpos individuales en una red de relaciones llenas de
experiencias y comunicación, pero y al mismo tiempo extraño.
7
que interpretar desde el mismo y mientras interpreto, siento. De ahí la necesidad de
admitir al cuerpo como “textura corpórea” (formas de buscar rasgos del pensamiento,
lenguaje y sentido), representación de un cuerpo a interpretar, fenómeno a leer y no
evidente12.
8
entendido como ese momento en el que comprendo lo que se me presenta. Considero
que ese valor intencional, me lo aporta la corporalidad, la cual se produce cuando hago
mía, aprehendo, la relación entre mi cuerpo y yo-mismo (myself), y que pasa por
asumir que tengo, hago y soy cuerpo. Nos lo recuerda Lévinas “El cuerpo es una
permanente puesta en duda del privilegio que se atribuye a la conciencia de “dar
sentido” a todo” (1976:148). Lo avanzamos: Tener cuerpo, ser cuerpo y finalmente la
hiper-realidad procedente del exterior desde el cual también puede ser percibidos los
otros dos modos y sus juegos recíprocos. Experiencia del mundo exterior, interior y
compartido.
Pero sabemos que no es nuevo el intentar dar sentido a mi ser desde el cuerpo, así nos
encontramos con Husserl y el cuerpo propio como espacio, incluso antes Hegel y su
idea de cuerpo inconsciente o Nietzsche y su concepto de mismidad, Fitche con su
cuerpo-acción, Spinoza y su cuerpo en relación, Merleau-Ponty y la experiencia,
Heidegger y su “Dasein” o Michel Henry y su concepción del cuerpo como
corporalidad, Scheler con su unidad ontológica psíque-cuerpo, Marcel y su creatividad
del yo-encarnado o la fantasía corpórea de Freud, sin obviar la acción reflexiva-
recíproca de Ricoeur, o la teoría de los sentidos de Serres y más recientemente Stein, o
Luc Marion, entre otros. Pero seguimos sin una teoría que englobe la realidad corporal,
ya que nos hayamos ante el hecho ya reseñado de la imposibilidad de abstraernos de que
somos cuerpo, cuerpo sentido y por ende nos resulta imposible reflejar de manera
objetiva el fenómeno cuerpo y mucho menos, crear una ontología del mismo.
Si bien Heidegger nos recuerda: “todo aquello que llamamos nuestra corporalidad,
desde nuestra última fibra muscular hasta la molécula hormonal más oculta, pertenece
esencialmente al existir. Por tanto, no es materia sin vida, sino un ámbito de
significatividades de lo que comparece (en el mundo)” (2007:293). En contra de la
interpretación existencialista de Sartre, Heidegger insiste en que el Dasein no puede
interpretarse como un sujeto concreto. Dasein es “ahí”, es decir, existe en el horizonte
significativo del ser antes de cualquier acto reflexivo y decisión práctica del sujeto.
9
términos intencionales dentro del campo fenomenológico de las experiencias que nos
aporta Husserl. Y es que nos entendemos a partir de nuestros quehaceres cotidianos. Al
hilo, Bourdieu lo explica, afirmando que las prácticas y los actos individuales son
variantes estructurales del nexo público de relaciones, lo que denomina técnicamente
habitus15. En otras palabras nos movemos en un horizonte de relaciones, donde el
cuerpo se convierte en lugar de encuentro siguiendo a Merleau-Ponty y su concepto de
Chair, “intencionalidad operante” en donde me reconozco con y en el otro; cuerpo un
sensible en donde todo se inscribe.
15
: El concepto habitus fue introducido por Mauss (1979) en su ensayo sobre las Técnicas y
movimientos corporales. Si bien es Bourdieu (1986) quien lo retoma como sistema subjetivo no
individual de estructuras interiorizadas en los cuerpos que dan forma a principios comunes de percepción,
concepción y acción de los sujetos.
16
: Permite articular las tres dimensiones de la subjetividad “cuerpo, cultura y emocionalidad”
17
: LISÓN TOLOSANA, C. (2012), Teoría etnográfica de Galicia: Akal. P.146.
10
mi forma de tratar el cuerpo, mi cuerpo, afectará a todo mi ser, y no sólo a mi
aspecto corporal. Eso sí, partiendo siempre de la trascendencia del “aquí y ahora”
posesión del instante presente en defensa de Levinas.
Y así lo creo, nos encontramos ante una reflexión que va más allá de los ámbitos
propios de una filosofía de lo vivido así como de una filosofía de la vida y el viviente.
Pues “El cuerpo se ha convertido gradualmente en un proyecto reflexivo” me confirma
Giddens. Y así es, y cuyo destino nos reconduce que no será otro que su poder de
modificación. Un cuerpo sin carne, más en concreto un “cuerpo desmaterializado”,
nos asegura Foucault. E insiste Le Breton (1992:34) “El cuerpo no es una realidad en
sí, y sí dirección de investigación”.
Por lo tanto, “Saber vital del cuerpo situado; que somos”, nos asegura Munárriz
(2011:412). "Estructura que debe ser vigilada”19. Sin olvidar, que dicha estructura
dispone de una dimensión histórica personal, “Memoria del cuerpo”, nos dice Marcel
Proust en su obra maestra En busca del tiempo perdido; una estructura que puede ser
narrada de múltiples y variadas maneras, un cuerpo que nos habla, y nos habla a través
de lo que Goffman (1979,1991) llama “Body gloss” (glosario del cuerpo) presentación
de “myself” mediante señales no verbales. Probablemente y siguiendo la idea esbozada
por Scheler en Esencia y formas de la simpatía (1913), y como acertadamente señaló
Merleau-Ponty, capaz de alcanzar su mayor grado de trascendencia en la expresión. El
18
: Coincido aquí con la perspectiva feminista, donde los éxtasis temporales de pasado y futuro contienen
la posibilidad de pensar fuera de los márgenes del esencialismo. La recuperación de los horizontes del
pasado y futuro permite abrir nuevos horizontes socioculturales capaces, entre otros, de superar la
binariedad de los géneros.
19
: DERY, M.,(1998) Velocidad de escape, Siruela, p.196
11
cuerpo habla por medio de gestos, no se queda encerrado en sí mismo, sino que se abre
al mundo (texturas corporales).
Ahora bien, ¿cómo llego al ser-ontológico? Si no hay cuerpo insiste Derrida “... hay que
hay” (2011:113), y es que desde la ontología de la razón se nos enseñó a un cuerpo
inmóvil, fijo e inmutable, que nos conducía a pensar, pensarnos como seres eternos.
Pero si como planteábamos en la presentación, la corporalidad es el cuerpo hecho
conciencia, y somos conscientes de que tengo un cuerpo, cuerpo modificable, con el
que hago, con el que siento, con el que pienso, con el que deseo, pero no sólo esto, sino
que es un cuerpo con el que me ven, me identifican, un cuerpo en relación, en definitiva
un cuerpo con el que soy y con el que hago, pues cada uno de nosotros hacemos con
nuestra existencia un aquí y un ahora; más... ¿un cuerpo con el que me hago?
Pregunta inevitablemente ontológica y que nos redirige a Valery para quien dejamos de
ser un cuerpo para tener un cuerpo20 que junto a la arriesgada tesis de Jardines una
corporalidad que no necesitaría de un cuerpo, nos acerca sin remisión al sugerente
documental “Catfish” (2010) donde y a través de “facebook” una persona fue capaz
durante más de dos años de mantener una relación suplantando una identidad inventada
(simulada), creada por ella misma (intención), una vez descubierta, insistía que fue fácil
20
Para saber más Teoría poética y estética, Valery (1991).
12
“el parecerse” a esa otra persona con 20 años menos y con un imagen bien distinta a la
suya, que ella no era así pero así se la imaginaba y así lo relataba. Y durante dos años
fue capaz de vivir una vida paralela hiper-real, pero insistía que cuando se metía en
facebook bajo el nombre de “Megan” (nombre verdadero Ángela), era Megan y que
reflejaba lo que ella creía que habría sido su vida en el caso de haber sido como
presumía y que en cierto sentido había parte de ella en Megan. ¿Qué se desprende de
dicho testimonio? ¿Qué podríamos aprender?
Aquí debemos pararnos, pues si como nos asegura Duch y Mèlich: “El ser humano es
totalmente corpóreo en relación con el todo de su existencia” (2005:238). Entonces
deberíamos entender que mi cuerpo ya no se puede, o al menos ya no se debe aceptar
como destino fijo e inmutable, “el yo es un proyecto y el cuerpo también..., decidir que
se come es también decidir que se es” (Giddens, 1995:88-89). El ser consciente de ello,
así como su sentido estratégico-relacional que hace del cuerpo un lugar inespecífico, un
“no” “cuerpo otro”, “cuerpo ajeno”, da como resultado o producto cierto abismo que es
mi cuerpo, y en donde la corporalidad se transforma en dimensión-dato central de la
ontología que nos descubre un ser no determinado, insistiendo en la propia esencia de
dicha ontología. Recogiendo, aquí la idea de Marcel en su obra de teatro El mundo
roto (1933), sobre la participación ontológica21, si bien dicha participación no ha de ser
necesariamente directa. Y es que considero que los alcances de la metafísica o de la
fenomenología ya no dan de sí al ver solo un cuerpo inerte, un cuerpo mudo, acallado,
pues el concepto moderno de cuerpo implica la no necesidad de tener cuerpo para sentir
cuerpo, ser cuerpo y por ende Ser, me refiero a los imaginarios, tanto culturales como
subjetivos.
Mas retomemos la pregunta ¿un cuerpo con el que me hago? Nos obliga a tener que
plantear el devenir de mi existencia pues no hablo del cuerpo, ni de un cuerpo, ni
incluso de mi cuerpo, sino que deberíamos hablar de “este cuerpo”, es decir la intención
de lo que soy va cogida de la mano de la ineludible forma de estar. Reconociendo que
entramos en ciertas dinámicas de juegos de poder donde este cuerpo, que ahora forma
parte de mí y por tanto de lo que soy, se convierte en terreno de juego; confluencias de
21
: Esta intención filosófica, no fue sólo un capricho de Marcel, pues ha tenido continuadores tan distintos
como es el caso de la filosofía de E. Levinas (1906-1995) que en Totalidad e Infinito (1961), reconoce
explícitamente la inspiración marceliana o C. Castoriadis (1922-1997), quien insistió con vehemencia que
la cuestión de la subjetividad humana no hacía referencia a un ser estático, ni a una sustancia sino a un
movimiento en relación.
13
poder, desde el momento que asumo y soy consciente de mi corporalidad 22. En línea,
Butler (2008) en su libro Cuerpos que importan así lo viene a plantear. Si bien, antes
Foucault, siguiendo la crítica que realiza Turner (2001:29), apuesta por un cuerpo que
deja de ser físico para pasar a ser desmaterializado, maleable debido a discursos de
dominación consecuencia de determinaciones políticas e históricas, bebiendo de una de
las metas finales de Fitche que pasaba por la disolución del Estado como instrumento de
coerción y por ende de libertad del individuo, pues yo soy un cuerpo que quiere, que
hace, que crea y que actúa (yo decido).
Para Foucault el cuerpo es generado por el poder, poder representado por las
instituciones, discursos de poder externo, más que por una vida interior propia, ahora
bien, es evidente que para Foucault el cuerpo es el resultado del poder y de un sujeto
que se resiste al poder. Pues bien, esa resistencia foulcaltiana, junto a la dinámica de
juegos de poder de Butler, los usos del cuerpo de Mauss y la necesidad “fitchiana” por
decidir, sustenta mi tesis y nos acerca a tener que cuestionarnos: ¿Cómo se tiene un
cuerpo? Mejor todavía ¿Cómo se es desde el tener cuerpo?
Algo hemos insinuado, ya. Si bien de manera escurridiza como afirmaba Butler en
alusión al cuerpo “referente escurridizo”. De ahí la importancia de lo que digamos.
Pues del cuerpo, los cuerpos, podemos decir que son: espacios de experimentación y
autorrealización; recurso, objeto, motivo, lugar, memoria, existencia... Pero y sobre
todo, haciendo mía la frase de Deleuze, les aseguro que el cuerpo se ha convertido en
“Ese obstinado que me fuerza a pensar la vida.”23 ¿Metáfora de mi existencia en
constante renovación? creo que no iríamos del todo desencaminado, pues si para
Blumenberg (2003:62) la metáfora debe cumplir la doble función de orientar y
representar, en ese sentido el cuerpo lo cumple perfectamente; y es que el cuerpo se ha
convertido en razón suficiente, mi razón suficiente en la que se hace presente mi vida,
mi historia, mi naturaleza, mi universo, en definitiva... mi “yo-mismo” (myself). Esencia
de toda metáfora.
22
: En cierto sentido recojo aquí la idea de Marcel sobre corporalidad, el hombre es cuerpo y gracias a la
corporalidad, proceso inacabado, tiene cosas. Y en esta última parte es la que me interesa especialmente,
la idea fuerte de que la corporalidad mantiene relaciones de posesión.
23
:DELEUZE, G., (1996), en La imagen- tiempo. Estudios sobre cine 2, pág.46.
14
Intencionadamente provocativo, pero es que “Llega el momento de pensar y escribir
este cuerpo” (Nancy, 2010:13). Y es ahora, cuando no nos queda otra que arriesgar,
pues si como bien anuncié en los prolegómenos de mi trabajo, necesitamos de ciertos
ejercicios abductivos, al más puro estilo “peirciano”, que nos asegure superar esos
cuerpo perfectos, terminados, definitivos y heredados de las artes anteriores, y mostrar
que hoy no son tales. Recordemos que cuando las tropas falangistas entran al estudio de
Picasso y le preguntan quien es el autor de semejante horror como el del cuadro
Guernica, Picasso les contesto: USTEDES (Rovaletti, 1995:23-24).
Lo que he venido a sugerir es que este cuerpo como modelo de lo corporal vendrá a
significar el tener cuerpo, pues no sé si cada uno de nosotros pudiera ser el mismo sin su
piel, como tampoco creo que cada uno de nosotros es él mismo sin una pierna, sin un
brazo. Pues somos cuerpo pero insisto, al mismo tiempo lo tenemos 24; pues
parafraseando a Beauvoir, no se nace, sino que se hace; y se hace a través de nuestro
cuerpo, cuerpo que entonces lo podemos utilizar como instrumento. Presentándonos
una pregunta inevitable y que de manera trasversal ha ido justificando el interés de mí
trabajo ¿de qué manera las transformaciones corporales y el uso e intención con que las
hagamos, no cambian percepciones, conceptos, e incluso sujetos?
Si bien, entiendo que de acuerdo con la fenomenología clásica, el cuerpo es una materia
que persiste, así como que la ontología presupone lo que somos, entonces... cómo
ajustar el siguiente testimonio sacado de un diario25: “Es una liberación”, relata
Patricia, que ha logrado encontrar el punto de equilibrio necesario para disfrutar
plenamente de su dualidad: “Yo tengo mi vida aparte con mis amigos, mis aficiones, mi
trabajo, mi familia... Y luego está la parte de Patricia, que no tiene nada que ver y que,
si tengo algún tipo de estrés o de problema en mi vida normal, hace que se me olvide
todo. Cuando soy Patricia, soy otra persona con otras inquietudes. Cambia en todos
los aspectos”. Javier, un hombre casado que, en ocasiones, se transforma en Patricia, su
otro yo. En línea Oakley afirma: “ser un chico o una chica depende tanto de la
indumentaria como de poseer unos genitales concretos”26.
24
: Soy cuerpo desde el momento que soy consciente que tengo cuerpo (corporalidad) cuerpo modificable
que posibilita el hacer cuerpo.
25
: Diario el Mundo “Sombra aquí y sombra allá... y Javier se transformó en Patricia”. 24-10-2015.
26
: OAKLEY, A., (1976), Sex, Gender and Society, Londres: Temple Smith. P.158.
15
Evidentemente, nos encontramos en una época donde el cuerpo liberado ha empezado a
reconocerse y a descifrar. Donde lo individual, lo social y la historia se entrecruzan, se
dan la mano confluyendo en la complejidad humana y el cuerpo como eje vertebrador
holográmico27. Lo que vendrá a significar un cuerpo que vincula, nos vincula, me
vincula con mi ser, vinculación implícita al considerarlo objeto intencional. Al realizar
esto, estoy discriminando entre el cuerpo y los otros objetos que se encuentran en el
mundo circundante. Este cuerpo que se constituye de manera consciente e intencional
(propuesta husserliana), y que me relaciona constantemente con mi ser.
Ahí estriba el reto, en asumir mi poder, un poder que me determina, y que me hace ser
protagonista de mi ser-ontológico (myself). Y es que “nadie sabe lo que puede un
cuerpo” espetaba Spinoza. Así es, pues el cuerpo aparece como ese elemento que se
puede adaptar a mi idea de quién soy yo, cómo quiero ser yo y porqué no, cómo quiero
mostrarme y actuar. En cierto sentido, rescato aquí, el pensamiento fenomenológico de
Ricoeur (2004) en Caminos del reconocimiento, destacando en mi caso el
27
: Morin introduce siete principios en los que se sustenta la complejidad y el holográmico consiste en
que el todo esta inscrito en las partes
28
: Tener conciencia de que a través de mi cuerpo reproduzco y produzco significados.
29
: HARAWAY, D. (1995), Ciencia Cyborgs y Mujeres: La reinvencción de la naturaleza. Madrid:
Cátedra. P.254
30
: Entendida como proceso de conciencia, asunción de responsabilidad, capacitación y toma de posesión
hasta entonces delegado.
16
reconocimiento31 del cuerpo como elemento inevitable para el ulterior reconocimiento
“pleno” del sí mismo, así como en su reconocimiento como potencia de acción.
Lo que estoy viniendo a plantear es que las relaciones hasta ahora de comprensión
fenomenológica ha cambiado o así debería ser, y ahí encontramos cierto riesgo, ya no
nos podemos sentir seguros con definiciones fijas y perfectamente encasilladas, hoy la
fenomenología debe tomar el reto de la complejidad y arriesgar con unos cuerpos
mutables, cambiantes y hacedores de nuevos conceptos que no se deban o más bien, no
se puedan cerrar. Un nuevo marco de relaciones entre el cuerpo lo social y la persona. Y
en donde la acción o el gesto son más interesantes que el contenido. En la que existe una
dimensión carnal intersubjetiva que aprehende, evalúa y dialoga en y con los entornos
en que se encuentra inmerso; un cuerpo abierto y plural, que exige un posicionamiento
del observador, y le invita a un distanciamiento brechtiano, provocando un
desplazamiento de lo real en función de las referencias y asociaciones propias del
observador. Que nos obliga a acercarnos a Habermas y Derrida y plantear una
dialéctica subjetiva más amplia que cambie el significado del cuerpo entendido hasta
ahora y que nos introduce irremediablemente en un nuevo “Ser” Parafraseando a Freud,
cimiento (Sicherheit) que necesitamos para existir. Somos la presentación que de
nosotros mismos hacemos a través de nuestro cuerpo, sustentados en imaginarios
subjetivos, teniendo disponibilidad total de intervenir y determinando nuevas formas de
ser en su totalidad. Eso es ser libre: Vivir y sufrir un cuerpo al que se nos demanda más.
Bibliografía.
31
: En el sentido de identificación, distinción de otra cosa. En cierta manera lo que puedo decir, lo que
puedo hacer, lo que puedo acordarme; es decir, un reconocimiento del cuerpo donde soy consciente de la
relevancia de un cuerpo que hasta ahora estaba olvidado, aletargado y que ha sido encontrado, re-
encontrado como eje central de mi mismo.
17
ÁLVAREZ-MUNÁRRIZ, L., (2011), “La compleja identidad personal” en
Revista de dialectología y tradiciones populares, Vol. LXVI, nº 2, 407-432.
AUGÉ, M., (2008) Los no lugares, Barcelona: Gedisa.
BARTHES, R., (2012), Mitologías, Madrid: Siglo XXI.
BAUDRILLARD, J., (2001), La Transparencia del Mal, Barcelona:
Editorial Anagrama.
_________ (2005), Cultura y simulacro, Barcelona: Kairos.
BLUMENBERG, H. (2003), Paradigmas para una metaforología, Madrid:
Trotta.
CSORDAS, T.J. (2001). “Introduction: The Body as Representation and
Being-in-the-World”. En T.J. CSORDAS (comp.), Embodiment and
Experience: The Existential Ground of Culture and Self, Cambridge:
Cambridge University Press.
DELEUZE, G., GUATTARI, F., (2000), El Cuerpo sin Órganos, El Anti
Edipo: Capitalismo y Esquizofrenia, Barcelona: Paidós, 1995.
DELEUZE, G., (1996), La imagen-tiempo. Estudios sobre cine 2,
Barcelona: Paidós.
DERRIDA, J., (1985), La voz y el fenómeno, Valencia: Pre-Textos.
DUCHM, L., CARLES, J. (2005). Escenarios de la corporeidad.
Antropología de la vida cotidiana, Madrid: Trotta.
FOUCAULT, M, (1984) Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión,
México: Ediciones Siglo XXI.
GALIMBERTI, U., (1983), II corpo. Milano: Feltrinelli. Impreso.
GIDDENS, A. (1995). Modernidad e identidad del yo: el yo y la sociedad en
la época contemporánea, Barcelona: Península.
GRONDIN, J. (1996). La hermenéutica en “Ser y Tiempo”. Seminarios de
Filosofía , 9 , pp 75-91.
HARAWAY, D. (1995): Ciencia Cyborgs y Mujeres: La reinvencción de la
naturaleza. Madrid: Cátedra.
HEGEL, G.F., (1988) Principios de la filosofía del derecho o derecho
natural y ciencia política, Barcelona: Edhasa.
HEIDEGGER, M. (2007), Seminarios de Zollikon, Edición Medard Boss.
_________ (2009), Principios metafísicos de la lógica, Madrid:
Síntesis.
HUSSERL, E., (1996), Meditaciones cartesianas, México: FCE.
LE BRETON, D., (1995), Antropología del cuerpo y modernidad, Buenos
Aires: Nueva visión.
LÉVINAS, E., (1976) Totalidad e infinito. Ensayo sobre la exterioridad,
Salamanca: Sígueme.
_________ (1987), De otro modo que ser, o más allá de la esencia,
Salamanca: Sígueme.
MARCEL, G., (1956), Diario metafísico. Buenos Aires: Losada.
MARTIN, F. (2001) “ Anthropologie du coros communicant. État de l´art
des recherches sur la communication corporelle”. En Médiation and
Information. Anthropologie et communication, Nº 15 :55-66.
MAUSS, M. (1979), “Técnicas y Movimientos Corporales”, Sociología
y Antropología, Madrid: Tecnos, pp. 337-356.
MERLEAU-PONTY, M., (1970), Lo visible y lo invisible. Barcelona: Seix
Barral.
NANCY, J.L., (2010), corpus, Madrid: Arena libros.
18
OAKLEY, A., (1976), Sex, Gender and Society, Londres: Temple Smith.
ROVALETTI, M.L. (1995) La problemática del cuerpo en el pensamiento
actual, Buenos Aires: Oficina de Publicaciones del Ciclo Básico Común.
SARTRE, J, P., (1954) El ser y la nada, Buenos Aires: Ibero-Americana.
SPINOZA, B., (2007), Ética demostrada según el orden geométrico.
Madrid: Tecnos.
STEINER, G., (1991), Presencias reales. ¿Hay algo en lo que decimos?,
Barcelona: Destino.
TURNER, T. (2001), “Bodies and anti-bodies: flesh and fetish in
contemporary social theory”, en: T. CSORDAS (ed.), Embodiment
and experience. The existential ground of culture and self. Cambridge:
Cambridge University Press.
ZUBIRI, X. (2003) El hombre y Dios, Madrid: Ed. Alianza.
19