La socialización primaria y

secundaria
Socialización en la infancia y
adolescencia y la música
Óscar Atencia Micó
CONTENIDO
1. Introducción

2. El proceso de socialización primaria

3. La socialización secundaria

4. Otras teorías sobre los procesos de socialización.

La socialización terciaria

5. Bibliografía

Introducción
Se ha abordado en unidades anteriores aquello que
se entiende por proceso de socialización. Se sabe
que, por medio de la acción socializadora, el individuo
acepta unas normas y pasa a formar parte de un grupo
de iguales donde se desarrollará como tal, adoptando
diversos roles a lo largo de toda su vida.
En la toma de conciencia de la estructura social  en
la que un individuo nace, y aprende a diferenciar lo
aceptable o positivo, de lo inaceptable o negativo
y en su comportamiento dentro de una sociedad, tiene
sus bases el proceso de socialización.
La socialización  se puede clasificar en diversas etapas:
primaria, secundaria y terciaria (esta última según algunos
autores) y  se genera a partir de los agentes sociales: la
familia, la escuela, el entorno de pares o iguales y los
medios de comunicación.
Como ya se ha indicado con anterioridad, se entiende
por "socialización" a todo proceso por el cual el individuo
acoge los elementos socioculturales de su ambiente
y los integra a sus rasgos propios de personalidad
para adaptarse en la sociedad. Es por ello, por lo que
la personalidad de un individuo adquiere especial
relevancia en todo este proceso.
Todos tienen una personalidad que los distingue de los
demás, puesto que las personas son seres únicos e
irrepetibles. La personalidad de un sujeto, es por tanto, la
organización dinámica de los sistemas psicofísicos que
determina una forma de pensar y de actuar, única en cada
persona en su proceso de adaptación al medio.
Se considera que la personalidad de un niño es producto
de la herencia y del medio ambiente. Los rasgos
biológicos están definidos desde antes del nacimiento,
en el código genético del individuo, mientras que el
ambiente es el conjunto de influencias que recibe el
individuo del medio que lo rodea.
En cuanto a la formación de la personalidad, esta se
va produciendo desde el nacimiento y tiene un peso
especialmente importante durante los primeros años de
vida del menor.
Otro aspecto determinante de la personalidad de una
persona es la percepción que tiene de sí misma, su
autoconcepto.
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La valoración de este autoconcepto es lo que se llama
autoestima y determina en gran medida la interacción
social de un determinado sujeto. Por ello, se hace necesario
que la persona disponga de una buena percepción de sí
misma y que mantenga un equilibrio entre aquello que
cree que es y lo que le gustaría que fuese, ya que estos
conceptos van a condicionar su autoestima.
También es importante mantener un equilibrio entre el
autoconcepto y la realidad, pues las personas tienden a
sobrevalorar o minusvalorar las propias capacidades e
imagen.
Cuando una persona se minusvalora de manera excesiva
se dice que tiene un bajo nivel de autoestima. Deberá
tener en cuenta que:
Una autoestima adecuada, contribuirá al desarrollo
adecuado de las habilidades personales y sociales y
aumentará el nivel de seguridad personal. Mientras
que, por el contrario, una autoestima baja predispondrá
negativamente a la relación interpersonal y será un
obstáculo muy importante para el desarrollo de la
competencia social.
Como se ve, el proceso de socialización abarca todo
un entramado de concepciones para tener en cuenta,
ciertamente complejas.
Existen dos fases socializadoras claramente diferenciadas
entre sí. Cada una de ellas posee unas características que
las hacen únicas. El proceso de socialización se compone
de lo que se conoce como socialización primaria y
socialización secundaria.
El proceso de
socialización primaria
El proceso de socialización primaria es la primera de
las etapas que debe superar un sujeto. Esta se produce
en los primeros años de vida, generalmente en el seno
de la familia. No todos los seres vivos necesitan las
mismas atenciones. Como se sabe, hay animales que,
tras sus primeras horas de vida, son prácticamente
independientes pudiendo incluso ser capaces de
desplazarse o alimentarse. Es evidente que esto no
ocurre en el caso del ser humano. Tras el nacimiento
de un individuo, este mantiene una completa relación
de dependencia con sus progenitores, alargando esta
relación durante un periodo bastante más prolongado
en el tiempo que cualquier especie existente. Y es aquí,
durante los primeros años de vida de la persona, donde
se produce el proceso de socialización primaria.
Estas atenciones familiares, repletas de una fuerte carga
afectiva, facilitan un estilo de aprendizaje que estará
marcado en función del desarrollo psicoevolutivo del
niño. Todo lo adquirido durante esta etapa, se centra
más en el aprendizaje de valores y actitudes y, en menor
medida de contenidos.

Es por eso, por lo que el educando puede llegar a ser y
actuar del mismo modo que los agentes socializadores
participantes del proceso, ya que la acción modeladora
de los mismos, a través de la disposición de “las reglas del
juego”, facilitan tal efecto.
Se produce, por tanto, en esta etapa, lo que se conoce
como un aprendizaje significativo, basado plenamente en
la experiencia y donde la adquisición de este depende de la
comprensión y no de su memorización.
A diferencia del proceso de socialización secundaria, en
esta primera etapa, el niño es un mero participante de la
acción que carece de cualquier capacidad de decisión en
la misma. En primera instancia, porque este no participa
de la elección del resto de integrantes de la familia, pues
como es lógico, cuando nace no selecciona el grupo social
en el que quiere desarrollarse. Y, en segundo lugar, porque
el infante carece de capacidad de decisión de aprendizaje.
El proceso de socialización primaria concluye cuando el
individuo toma conciencia de sí mismo como persona
y es capaz de discernir entre el yo y el mundo externo y
coincide aproximadamente con la aparición del proceso
de socialización secundaria o cuando el menor accede a
la etapa escolar.
Se verán, a continuación, algunos rasgos característicos
de estas primeras etapas:
• Lactancia (de cero a 12 meses)
En el momento del nacimiento el niño puede
ejecutar movimientos involuntarios, impulsivos,
espontáneos; estirarse al despertar, pataleo, gritos;
generalmente suelen aparecer ante estímulos
sensoriales. Estos movimientos son reacciones
involuntarias.
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Esta interacción comienza a hacerse más compleja
tomando un significado social, un ejemplo es
cuando el recién nacido llora porque tiene hambre,
está buscando satisfacer una necesidad básica de
alimentación, la madre al darle el pecho le proporciona
además caricias, miradas, conversa con él; en esta
relación no solo se estimulan los órganos de los
sentidos, comienza además un proceso de trasmisión
de sentimientos.
Este resultado de esta compleja interacción
entre el adulto y el niño que se da en el marco del
proceso de socialización primaria de manera lenta
y progresiva. Se podrá analizar entonces, que la
actividad fundamental del lactante es la relación
con la madre. Gracias a la estimulación del adulto,
fundamentalmente la madre, el recién nacido,
desarrollará adecuadamente los órganos de los
sentidos (tacto, olfato, vista y oído).
En el vínculo emocional con el adulto, el niño comienza
a manifestar sus reacciones emocionales positivas,
en las que expresa la necesidad de comunicación.
Así, cuando el niño mira o escucha atentamente al
adulto se produce una reacción motora: puede agitarse,
comenzar a mover brazos y pies, o quedarse tranquilo
por un breve tiempo, generalmente acompañado de
una expresión de sonrisa; estas manifestaciones se
conocen como el complejo de animación.
Después comienza a desarrollar la comprensión del
lenguaje, donde comprende más palabras que las
que puede emitir.
En el intento por agarrar los objetos, el niño comienza
a desarrollar la coordinación manual, ya en los últimos
meses de esta etapa, el niño ha perfeccionado la
coordinación, puede incluso agarrar objetos pequeños
con el dedo índice y pulgar en forma de pinza.

En esta etapa el niño logra desde el control de la
cabeza, el tronco, se sienta, gatea y finalmente logra
permanecer de pie, primero con apoyo y luego sin este.
• Edad temprana (aproximadamente desde finales del
primer año hasta los tres años)
Los logros del lactante le permiten al niño desempeñar
un papel mucho más activo en su relación con
el ambiente: se desplaza libremente, siente gran
curiosidad por el mundo que lo rodea y lo explora con
entusiasmo, busca ser cada vez más independiente.
El adulto, pasa entonces a asumir un rol de ayudante.
La manipulación de los objetos pasa ahora a
convertirse en la actividad fundamental de esta
etapa. A partir de este momento los intereses del
niño estarán encaminados al dominio de nuevas
acciones con los objetos.
El lenguaje en los primeros momentos se encuentra
básicamente ligado a las acciones con los objetos
y depende de la interacción con los adultos en
esta etapa. El niño escucha con mucho interés las
conversaciones y estas poco a poco comienzan a
regular su comportamiento. En esta etapa el lenguaje
se enriquece, la comprensión de las palabras y
las órdenes verbales sencillas, pueden regular la
conducta del niño.
En el desarrollo de la personalidad comienza a tener
importancia, pues el niño se reconoce a sí mismo
como un ser independiente.
• Preescolar (aproximadamente desde los 4 hasta
los 6 años)
En este momento, el niño adquiere facilidad para
manejar el lenguaje y las ideas que le permiten formar
su propia visión del mundo, a menudo sorprendiendo
a los que lo rodean. Un rasgo característico de
entonces es el egocentrismo que manifiestan la
mayoría de los niños de estas edades.
Como se verá más adelante, esta es la etapa del
pensamiento preoperacional, es decir, la etapa
en la cual se empiezan a utilizar los símbolos y el
pensamiento se hace más flexible.
En este período aparece además, el aprendizaje del
mundo de las relaciones y del lugar que se ocupa en
éstas y en el mundo en general, a partir de la asimilación
de reglas que son trasmitidas por la familia como
agente de socialización. Esta asimilación de reglas se
lleva a cabo a través de la actividad fundamental de
esta etapa: el juego de roles.
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Este consiste en la simulación por parte del niño
de las actividades que realiza el adulto en su vida
cotidiana. Es cuando juega a la casita y asume el
papel de mamá o papá.
Si bien, a finales de la etapa comienzan a establecer
relaciones de amistad, las relaciones fundamentales
son con sus padres, aunque ya se va viendo cómo
se va ampliando progresivamente el marco de las
relaciones sociales que promueven la socialización
del individuo.
La socialización
secundaria
Una vez el niño adquiere conciencia de quien es, así
como de la existencia de un grupo de iguales que
interaccionan con él y que son necesarios para su
desarrollo personal, comienza todo un proceso de
internalización en realidades paralelas complejas, que
son totalmente contrapuestas a la realidad reconocida
en la socialización primaria.
Se produce lo que se conoce como el inicio del proceso
de socialización secundaria. El niño comienza a
percatarse de que el mundo de sus padres no es el único
existente, y que este, puede desenvolverse, en mayor o
menor medida, sin la ayuda y la sobreprotección familiar.
Paralelamente, se produce su entrada en diversas
instituciones educativas como la escuela, y la carga afectiva
se ve entonces, reemplazada por técnicas pedagógicas
que pretenden facilitar el aprendizaje, especialmente de
contenidos. Los valores y las actitudes deberían quedar
pues, reemplazados a un segundo lugar, debido al supuesto
de que el niño posee una gran cantidad de estos, pues el
entorno familiar se ha encargado previamente de facilitarle
el acceso a los mismos.
Es este uno de los mayores conflictos en la educación
actual, debido a que esa suposición se pone en entredicho
en multitud de ocasiones, topándose frente a situaciones
en donde los agentes de la socialización secundaria deben
incidir en el aprendizaje de valores y actitudes, propios de
la socialización primaria.
Para tal efecto, se descuidan espacios de tiempo destinados
exclusivamente para la adquisición de contenidos. Pero
todo esto, por su complejidad y controversia, necesita de
un análisis más exhaustivo al que se dedicará una mayor
extensión en líneas en un capítulo posterior.
Dejando a un lado los obstáculos de la educación moderna,
esta segunda fase, viene caracterizada por la división
social del trabajo y por la división social del conocimiento,
estableciendo jerarquías en función de estas dos variables.
Son estos dos factores realmente influyentes, que
determinan la dirección que el sujeto tomará de acuerdo con
su grupo social y su relación de apego al mismo. O lo que es
lo mismo, en función de la posición laboral y/o la capacidad
de procesamiento del conocimiento que posea un sujeto, su
estatus dentro de su grupo social será uno u otro.

Vea a continuación algunos de los rasgos característicos de
estas etapas:
El período escolar tiene como núcleo central el acceso al
colegio. A esta edad el niño debe cambiar su ambiente
cotidiano, donde quedan fuera aquellas personas que
forman su familia y su mundo hasta ese momento. Con
el ingreso a la escuela el niño se inserta a la actividad de
estudio, que a partir de ese momento va a establecerse
como actividad fundamental de la etapa.
Este hecho amplía aún más el contacto del niño con la
sociedad a la que pertenece, la cual impone exigencias
que requieren del desarrollo de nuevas habilidades
y destrezas para su superación exitosa. Además de
la actividad de estudio, en esta etapa es esencial el
juego. El papel del juego consiste en dar oportunidades
de aprendizaje. En él, el niño tiene la posibilidad de
ir ganando confianza en sus capacidades, entrar en
contacto con el grupo de pares y relacionarse con ellos,
aprendiendo a aceptar y respetar normas. El juego brinda
modos socialmente aceptables de competir, canalizar
energía y actuar en forma agresiva.
El escolar llega a esta etapa ávido de conocimientos y
de interpretar las relaciones entre los diferentes objetos
y eventos de la realidad. Es precisamente el maestro el
portador de estos conocimientos, por lo que se convierte
en alguien necesario para el alumno.
Además, el grupo de iguales comienza a tener una
importancia cada vez mayor para el niño, ya que es en la
interacción con ellos donde descubren sus aptitudes y
es con ellos con quienes va a medir sus cualidades y su
valor como persona, lo que va a permitir el desarrollo de
su autoconcepto y de su autoestima.
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A partir de los seis años, el niño comienza a operar a través
de conceptos científicos, por lo que tendrá que iniciar
el conocimiento de la esencia y diferencia de objetos
y fenómenos de la realidad. Para llegar a la esencia
es necesario partir de situaciones concretas. Por ello,
comienza a ser capaz de resolver problemas utilizando
la representación mental de un hecho sin necesidad de
operar sobre la realidad para darle solución.
Otro gran rasgo característico de esta etapa es el
perfeccionamiento de la memoria, ya que aumenta
la capacidad de la misma y mejora la calidad del
almacenamiento y la organización.
Se enriquece el vocabulario, hay un desarrollo de la
atención y la persistencia de ella, en la tarea.
Por último, esta etapa se caracteriza además por presentar
una mayor estabilidad en sus intereses.La satisfacción de sus
necesidades psicológicas, están relacionadas con la actividad
de estudio y el conocimiento científico de los objetos.
Otras teorías sobre
los procesos de
socialización. La
socialización terciaria
Inicialmente, las principales teorías sobre el proceso
de socialización tan solo albergaban las dos tipologías
anteriores (socialización primaria y secundaria). Con la
aparición de nuevas corrientes científicas, algunos expertos
se han aventurado a apuntar la existencia de un tercer
tipo de socialización: el proceso de socialización terciaria.

Sin embargo, en la actualidad, la comunidad científica
encargada de su estudio no se pone de acuerdo para
establecer las bases de este tercer grupo y son algunas las
teorías relacionadas con este modelo de socialización.
• Por un lado, aparece una corriente que apunta que
la socialización terciaria que es un proceso de
reintegración social solamente aplicable a aquellos
que han sufrido una desviación de la norma.
Lo denominan resocialización y se aplica sobre
aquellas personas que han mostrado conductas
delictivas e infracciones.
Se trata de readaptar la conducta de aquel que se ha
desviado, es decir, el que ha transgredido la norma.
Se entiende entonces que los agentes inductores
de la socialización terciaria sean las autoridades
competentes y los profesionales (educadores
sociales, psiquiatras, psicólogos y médicos).
• Otra corriente defiende la idea de que el proceso
de socialización terciario comienza con la vejez.
Es entonces cuando se inicia una crisis personal, ya
que el mundo social del individuo pasa a restringirse
y a volverse monótono, el sujeto se ve obligado a
abandonar comportamientos que había aprendido; a
dejar grupos donde había pertenecido. Ya no ve las
cosas con los mismos criterios que antes.
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• Por último, una tercera corriente (parece ser esta
la más extendida y aceptada) que apunta que los
Mass Media o Medios de comunicación ejercen
una influencia tan importante en estos días y sobre
los sujetos de un determinado grupo social, que
es prácticamente imposible no tenerlos en cuenta
como tipología dentro del proceso de socialización
de un individuo. Más adelante, se estudiará este
tercer grupo con mayor detenimiento.
Bibliografía
1. BAUMAN, Zygmunt (2001). La sociedad
individualizada. Madrid. Cátedra.
2. BAUMAN, Zygmunt (2007a). Los retos de la educación
en la modernidad líquida. Barcelona. Gedisa.
3. ESTEVA FABREGAT, Claudio (1993). Cultura,
sociedad y personalidad. Barcelona. Anthropos
4. SEARLE, John R. (1997). La construcción de la
realidad social. Barcelona. Paidós.
5. BARROSO, I. y MORENTE, F. (2010): La socialización. Una
introducción a la sociología general. Madrid. Tecnos,
6. FERNÁNDEZ, F. (2011): Sociología de la educación.
Madrid. Pearson Educación.