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EL QUE CALLA OTORGA NO SOLO ES FALSA SINO TAMBIÉN PERVERSA.

EL QUE CALLA,
SENCILLAMENTE, CALLA (España) [Casación 3487/2018]

Jurisprudencia destacada por el abogado Frank Valle Odar

POR LP • PASIÓN POR EL DERECHO -20 JULIO, 2022520

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Fundamento destacado.- Decimo quinto.- […] Se dice por algún sector que solo queda garantizado
el derecho al silencio si su ejercicio no supone ningún coste para el acusado, tampoco en términos
de valoración probatoria.

El silencio no es de ninguna forma signo de culpabilidad. Jamás una condena podrá basarse en el
silencio del acusado.

Pero en determinados contextos y condiciones no es algo totalmente neutral en una valoración


probatoria, como no son neutras (sino que pueden formar parte de la motivación fáctica) otras
actitudes o estrategias procesales del acusado o de otras partes: el acusado que rehúsa formar un
cuerpo de escritura cuando de ser negativa la prueba caligráfica ( art. 391.3 LECrim) resultaría
prueba irrefutable de su inocencia; la negativa a someterse a pruebas biológicas en un
procedimiento para determinación de la paternidad cuando muchos indicios apuntan a esa
paternidad; la desidia de una acusación no trayendo a declarar como testigos a quienes según
sostiene presenciaron los hechos… No son pruebas en sentido estricto; pero son elementos
valorables que ayudan, a veces decisivamente, a alcanzar una conclusión obtenida del cuadro
probatorio. No se trata sencillamente de un tema de carga de la prueba (si es que ese concepto no
debe ser definitivamente abandonado, especialmente en el ámbito penal); sino de que en el
razonamiento valorativo las actitudes procesales de cada parte aportan elementos a veces
aprovechables o reveladores.

Eso sucede en ocasiones con la negativa a declarar. No es signo de culpabilidad en modo alguno.
El aserto el que calla, otorga es no solo falso, sino, además, llevado al mundo procesal, perverso. El
que calla, sencillamente, calla. Pero también es cierto que el silencio en la vida social, en el
lenguaje, en la conversación, en una reunión o diálogo o discusión, a veces habla y comunica y es
portador de mensajes según los contextos. No podemos cegar esa fuente de convicción a los
Tribunales penales: si se prohibiese formalmente, queriendo abolir lo que es una máxima de
experiencia que manejada con prudencia y cautela puede proporcionar buenas razones,
aparecería de forma camuflada e hipócrita y, por tanto, sin posibilidad de fiscalización: que el
Tribunal aquí exprese honestamente que en su convicción ha pesado el silencio inicial del acusado,
es lo que permite ahora a este acusado combatirlo con argumentos.

El silencio no siempre es neutro desde el punto de vista de la valoración probatoria; aunque


obviamente si no hay pruebas inculpatorias en sentido estricto jamás podrá fundar una condena.
Muchas veces, también en esos supuestos, no aportará absolutamente nada.

La tesis imperante en nuestra jurisprudencia y que parece inspirar a la Audiencia se aproxima a esa
idea, aunque se expresa habitualmente apoyándose en la conocida como doctrina Murray: el
silencio es un contraindicio poderoso cuando las pruebas de cargo que se presentan reclaman una
explicación que solo el acusado podría dar, y éste, pudiendo hacerlo, se niega a proporcionarla
(test de la explicación). Pero si no se está en esas circunstancias o hay otras explicaciones del
silencio (el prudente asesoramiento del abogado, por ejemplo) ninguna consecuencia negativa
puede extraerse de él.

CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL

Recurso Casación N° 3487/2018

Ponente: Excmo. Sr. D. Antonio del Moral García

Letrado de la Administración de Justicia: Ilma. Sra. Dña. Sonsoles de la Cuesta y de Quero

TRIBUNAL SUPREMO

Sala de lo Penal

Sentencia núm. 298/2020

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