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En lo que va de esta campaña triguera, Egipto desplazó a Brasil como principal cliente.
El trigo, el segundo cultivo en importancia de la Argentina, está recuperando clientes en todo
el mundo y en los últimos años va achicando la dependencia de Brasil como mercado de
exportación, según destacaron en los últimos días varios informes privados.Sin embargo, eso
se produce en un marco de bajos precios para ese cereal, que los chacareros argentinos
compensarán este año, al menos en parte, con una muy buena producción.En la campaña
2002/2003, Argentina exportó 6,6 millones de toneladas de trigo y Brasil fue el destino de casi
tres cuartas partes de esos embarques. En la siguiente, la 2003/2004, las ventas al exterior
saltaron hasta 9,6 millones de toneladas. A los valores actuales, de unos 108 dólares por
tonelada, significan casi 1.100 millones de dólares, de los cuales el Estado se queda con el 20%
a través de las retenciones.Junto con ese salto en el volumen exportado, la participación
brasileña en las compras se achicó a menos del 50%. Como precisa un informe de la Bolsa de
Comercio de Rosario, lo relevante de la campaña pasada "fue la recuperación de destinos
africanos, principalmente Egipto, como importantes compradores. Entre ellos están Kenya,
Sudáfrica y Marruecos".
En la actual campaña agrícola, la 2004/2005, la cosecha de trigo está en su última parte, y el
comprador externo que lidera el ranking ya es, precisamente, Egipto, con 500.000
toneladas.La semana pasada, Argentina cerró negocios por 175.000 toneladas con ese país, a
unos 108 dólares por tonelada (Dreyfus vendió 55.000 toneladas y Glencore 120.000
toneladas).
En los últimos días, también se concretaron operaciones con Jordania por 300.000 toneladas,
Brasil por 100.000 toneladas, Emiratos Arabes por 50.000 toneladas y Yemén por 20.000
toneladas. Argelia compró 300.000 toneladas y buena parte de eso sería abastecido por
Argentina, dijo la corredora Fyo.com.
"Este año la diversidad de compradores se está viendo desde el comienzo de la campaña",
puntualizó la Bolsa rosarina.
La recuperación de varios destinos tiene que ver con que el trigo local está muy barato con
respecto al de sus competidores internacionales, entre ellos EE.UU. Argentina está en plena
época de cosecha, lo que baja los valores.
Además, los exportadores locales ofrecen precios muy inferiores a los que ofrecen sus colegas
de EE.UU., Canadá o Australia, dado que los fletes desde aquí hasta los países compradores
son mucho más caros que desde el resto. Por ejemplo, Argentina le vendió a Egipto la semana
pasada a 108 dólares por tonelada, mientras que Estados Unidos lo hizo a 156 dólares por
tonelada.
Pero esos valores no son los que llegan al productor, porque hay que descontarles las
retenciones. Así, ayer los compradores pagaron aquí 245 pesos por tonelada, lejos de los casi
400 que se pagaron en la cosecha pasada.
Sin embargo, los chacareros compensaron en parte esa caída con unagran producción, que se
ve claramente a medida que la trilla avanza hacia el sur. En los últimos días, la Bolsa de
Cereales de Buenos Aires volvió a aumentar su valor de volumen cosechado, a 16,35 millones
de toneladas, casi un millón de toneladas más que lo que había estimado dos semanas antes.
Si se cosecha más, crece el saldo exportable. Y, para la Bolsa rosarina, las perspectivas del
comercio exterior triguero son "muy optimistas".
Gracias a la crisis del trigo en argentina subió el precio del pan en Brasil
Para proteger al abastecimiento interno Cristina Kirchner prohibió la exportación del cereal, por
lo que el país vecino debió recurrir a Canadá y EEUU y pagarlo a un precio más alto.
La devaluación del real contra el dólar más la carencia del principal proveedor de trigo de Brasil,
encareció 15,4% el precio del tipo de pan más popular en el país, llamado paozinho, según el diario O
Globo.Cabe destacar que Brasil produce 5,7 millones de toneladas de trigo por año pero necesita 10
millones de toneladas para su mercado interno. Por lo cual la diferencia era importada de Argentina.En
consecuencia los molinos brasileños tuvieron que comprar dos millones de toneladas trigo a Canadá y
EEUU y pagarlo a precio dólar. Además, paga más caro porque no tiene beneficio arancelario
intramercosur. El real frente a la divisa perdió un 45% entre julio de 2012 y julio de este año. Hoy un
dólar vale 2,2 reales. El incremento de este costo indefectiblemente fue traspasado al precio final que
pagan los consumidores. Las panaderías pagan un 30% más cara la bolsa de harina y el valor del pan
aumentó 15 por ciento.
Como gran parte de los problemas de la economía argentina, la crisis del trigo argentino empezó a
gestarse durante el final del gobierno de Néstor Kirchner. Cuando el decreto 1067/2005 dio autarquía a la
ONCCA comenzó un proceso de intervención en los mercados que nos trae de torpeza en torpeza a la
situación actual. En mayo de 2006 la ministra Felisa Miceli, actualmente condenada por encubrimiento
agravado, presionaba a los exportadores para que se “autorregularan” bajo la amenaza, reiterada por
Guillermo Moreno, de un inminente cierre de los embarques, similar al que estaba vigente para las
carnes. Desde 2008, la aparición de los ROE y la arbitrariedad de su entrega por parte de Moreno, han
destrozado el mercado de trigo, generado ganancias monstruosas a quienes el Secretario decidiera
favorecer en cada momento y han sacado a la Argentina de los lugares relevantes del mercado mundial
de este cereal.
El trigo es ejemplo de los peores resultados de política económica de la era Kirchnerista, sólo comparable
con los fracasos en energía y carnes. Fue motivo de conflicto regional por considerarse que la harina
argentina era fruto del dumping generado por las bajas de precios del trigo al productor y fue excluido del
arancel externo común del Mercosur por dejar de ser Argentina un proveedor confiable. Se cayó la
producción. Se destrozó el mercado interno. El pan subió mucho más que el trigo en la mesa de los
argentinos.
No fue el mundo el que se nos cayó encima. Mientras en la primera década del siglo XXI la superficie
sembrada de trigo en Argentina cayó un 30%, la producción un 11% y las exportaciones cayeron un 20%,
Brasil subió su producción de Trigo un 75% y Uruguay y Paraguay la aumentaron más de un 450%.
Además de perder volumen, hemos perdido diferenciales de precio que podíamos obtener como
proveedores de Brasil. Desde otro punto de vista, el cultivo de trigo realiza un importante aporte al
cuidado de los suelos en gran parte del área agrícola, por lo que la reducción de su superficie es una
alarma amarilla a la sustentabilidad de los sistemas agrícolas.
La propuesta del gobierno de “devolver las retenciones” pretendiendo que se recupere el área de trigo no
es creíble para los productores. Ya ha habido otros planes en este sentido, todos fracasaron. Un plan
para pequeños productores al que casi nadie accedió, arbitrarias listas de compra generadas en la
Secretaría de Comercio que no impactaron en precio y un famoso Plan Trigo Plus que proponía bajas de
retenciones que no se cumplió sin mediar ninguna explicación al respecto. El gobierno mintió varias veces
con el trigo, ya nadie le cree.
La propuesta en sí misma, tiene además graves defectos. No existe formalmente una devolución, sino
una forma de “subsidio” por la baja de precio al productor generado en el sistema de retenciones. Esta
devolución, de concretarse, será en pesos equivalente a unos 6 a 8 u$s BNA por tonelada, un monto muy
bajo frente a la perdida de precio interno que provocan cupos de la Secretaría de Comercio, que ha
llegado por momentos a los 50 u$s por tonelada. Es claro para todos los operadores del sector agrícola
que una Ley de 3 artículos que eliminara las restricciones y las retenciones a la exportación de trigo,
tendría una respuesta casi automática de 3 o 4 millones más de hectáreas sembradas. Esta es la
propuesta que sostenemos desde 2007.
Más allá de las dificultades operativas, imprevisibilidad y poca claridad en la implementación nos
preocupan aspectos institucionales que son de extrema gravedad en esta propuesta. La Constitución
Nacional es clara en su artículo 4º cuando prevé explícitamente que los derechos de exportación son
fondos que deben asignarse al Tesoro Nacional. No es aceptable entonces que esta imposición sea
depositada directamente por el exportador en un fideicomiso administrado por privados. Para hacer “este
desvío” habría que modificar la Constitución Nacional y numerosas leyes dictadas al respecto, entre otros,
el Código Aduanero, ley 22415 y sus reformas.
La imprevisión fiscal, la mala praxis económica, el desconocimiento de la realidad de los mercados y los
planes equivocados son moneda corriente en la gestión de gobierno de estos últimos 10 años. Es grave.
Lo que es más grave aún es que se “suspenda” la Constitución Nacional para implementarlos.
No debemos acostumbrarnos a debatir los posibles impactos de este tipo de propuestas. Debemos
recuperar las normas de administración pública, el cumplimiento de la Ley y el respeto a la Constitución
como únicos mecanismos aceptables de gestión del gobierno. El nuevo Plan Trigo es malo, su
implementación será peor aún, pero que sea al margen de la Constitución es inadmisible.