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En relación al uso del suelo este nuevo modelo productivo pone a las
oleaginosas en el centro de la producción agrícola nacional, desplazando a
otros cultivos y a la ganadería y desplazándose hacia regiones que hasta
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entonces eran consideradas “marginales” y en la que provocaron una
drástica reducción de los montes naturales y una notoria disminución de la
producción campesina.
Los sectores más concentrados de la producción son los que ocuparon el rol
más relevante en la estructura productiva. Estamos hablando de la cúpula
burguesa-terrateniente y los grandes capitalistas arrendatarios (pooles de
siembra, fideicomisos, fondos de inversión).
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Este acto fue configurando una estructura agrícola especializada en
comodities orientadas al mercado externo, con predominio de los agentes
económicos más concentrados y centralizados propios de desarrollo
capitalista, en detrimento de los pequeños y medianos productores y de los
trabajadores rurales, que disminuyeron significativamente.
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16/5/2017
SZTULWARK, Sebastián (2012)
1) El segmento agrícola
La difusión de los cultivos genéticamente modificados está concentrada en
tres países: USA con 55% de la superficie sembrada, luego Argentina (19%) y
Brasil (16%). De estos países Argentina es la que destina la mayor parte de su
superficie a la siembra de transgénicos (61% del área sembrada). La soja
genéticamente modificada abarcaba para la campaña 06/07 el 86% de esta
superficie.
S. señala que el cambio tecnológico fue articulado pro las semillas MG pero
no se agota en éstas. La nueva semilla fue el núcleo de un paquete
tecnológico constituido por el uso de fertilizantes y herbicidas, la aplicación
de la siembra directa y la informatización de la maquinaria agrícola.
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nuevos contratistas y los proveedores de servicios. También se desarrolló una
red de oferentes de agro insumos que proveyeron financiación barata.
2- El segmento industrial
Argentina es hoy uno de los principales mercados de semilla del mundo, con
un mercado de alrededor de 930 millones de dólares por año.
En el período 1994 – 2006 para la soja, la mayor parte del registro (64%)
corresponde a variedades de origen nacional. Ello confirmaría que la
tecnología industrial de mejoramiento convencional de semillas está en
manos locales, pudiendo competir tecnológicamente con los capitales
externos.
3- El segmento biotecnológico:
17/5/2017
Manildo, Luciana (2013).
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La dimensión simbólica del desplazamiento refiere a la búsqueda de
reanclajes identitarios de sujetos que comparten un espacio geográfico,
historia y marcos culturales pero describen derroteros (caminos)
significativamente diferentes heterogéneos a partir de situaciones similares,
en el marco de una experiencia que implicó la desorganización del mundo
cotidiano al extremo de hacerlo ilegible.
El desanclaje de la tierra.
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El cambio vertiginoso de las reglas de juego expuso a los productores a la
contradicción entre su reservorio de experiencias y el devenir objetivo del
mundo en el que intervenían.
Señala que las situaciones que se fueron sucediendo a partir del alto
endeudamiento y la crisis modificó también las relaciones que se establecían
con otros actores del pueblo, de cooperativas y trabajadores del banco,
transformando los vínculos.
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Se fragmenta y se redefine aquel “nosotros” referido al mundo chacarero. El
nuevo “nosotros” incluye a quienes han podido adaptarse a las nuevas
exigencia. Es un “nosotros” reducido.
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30/5/2017
Vigencia de la reforma agraria en América Latina
Héctor Robles Berlanga – Luciano Concheiro Bórquez
La vigencia actual de la reforma agraria radica en que en América Latina
existen grandes desigualdades en la distribución de la tierra, el índice de la
distribución de la tenencia de la tierra en el continente es el más alto en el
mundo. Además, tampoco se ha erradicado la pobreza, dos de los objetivos
centrales de la reforma agraria.
América Latina se caracteriza por contar con una estructura agraria muy
diferenciada. De un lado, un segmento pequeño de propietarios que
poseen grandes extensiones de tierra y, por el otro, un sinnúmero de
propietarios con unidades de producción muy pequeñas.
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La reforma agraria significa la redistribución en gran escala de la propiedad
de la tierra.
Edmundo Flores (1972) señala que las reformas agrarias no deben ser
confundidas con el aumento de la eficiencia en la agricultura por medio de
semillas híbridas, servicios de extensión agrícola o medidas similares. Aunque
estas medidas son necesarias, no alteran básicamente ni la distribución del
ingreso ni la estructura político-social.
De acuerdo con Peter Dorner y Don Kanel (1974), distribuir la tierra a los
campesinos, a pesar de todas sus imperfecciones, ofrece una seguridad
mucho mayor a la población agrícola que la propiedad en manos de grandes
terratenientes. Una agricultura de campesinos propietarios ofrece un refugio
para las masas de gente que carece de empleos fuera del campo.
La reforma de 1990:
En casi todo el continente se presentaron modificaciones a los marcos
jurídicos agrarios a partir de la década de 1990. Este período se caracteriza
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por establecer como base de la reforma agraria la circulación de las tierras, el
acceso a la tierra por medio del mercado y no vía expropiaciones y la
medición y titulación de los predios, por lo que son consideradas reformas
agrarias menos agresivas.
En América Latina se estima que en 2014 más del 50% de los propietarios de
la tierra no poseían títulos seguros sobre sus tierras.
Unidad 5
En Argentina, hasta la década de los años ’70, una amplia gama de regiones
agrarias estaba conformada por una multiplicidad de relaciones de
producción y notables diferencias en las características de los productores
rurales. Se encontraban circunscriptos por la evolución del sistema capitalista
de producción, la variada división local del trabajo, por territorios y regiones
destinadas a la producción en virtud de las demandas del mercado en
expansión, etc.
Primero se desarrolla producción agrícola en la región pampeana volcada al
mercado externo, y en una segunda etapa la agricultura llega a nuevos
territorios, primero bajo prácticas extractivas como la tala de árboles. A estas
regiones extra-pampeanas Rozé las define como complementarias.
El autor en particular estudiará a los productores del nordeste argentino, en
las provincias del Chaco, Formosa, Corrientes y Misiones y tres
departamentos de Santa Fé. Es una región que se incorporará tardíamente al
proceso de producción nacional. La puesta de producción de estas tierras no
eran una alternativa rentable para los empresarios capitalistas, por ello se
asentaron productores en pequeñas parcelas de tierra en la que desplegaban
su fuerza de trabajo. El capital se asienta aquí en otras formas productivas
y/o comerciales.
Como resultante del proceso se conforma una matriz de pequeños y
medianos productores de cultivos industriales que emplean mano de obra
familiar y contratan fuerza de trabajo estacional según las necesidades de la
producción (Ejemplo: algodón).
El tipo de producción que se llevaba a delante en cada región estaba
determinado por las condiciones naturales y las demandas del mercado. En
este sentido, señala la existencia de cuatro estratos de productores:
a) Semicampesinos o semiproletario: ocupan parcelas que por su tamaño
no tamaño no permiten la reproducción del productor y su familia, y
venden por ello la fuerza de trabajo.
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b) Pequeños campesinos: mano de obra familiar, sobreexplotación de la
fuerza de trabajo familiar.
c) La producción mercantil: estrato más característico de productores de
la región. Combinan mano de obra familiar con la concentración de
mano de obras para todas las tareas estacionales. Puede hablarse de
modernización.
d) La producción capitalista: aparece la contratación de la mano de obra
permanente y la concentración de mano de obra externa que es muy
superior a la familiar. Los índices de mecanización son muy altos y
acumulan capital. Se asimilan a los “farmers” norteamericanos, aquí
llamados chacareros.
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Rozé entiende que el proceso liguista es una reacción de los productores
rurales a las profundas transformaciones en la estructura agraria que ponían
en juego su existencia como sector productivo.
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By Juanba 6/6
Bartra plantea así como el obrero no es intrínsecamente una mercancía, la naturaleza tampoco lo
es. La reproducción de la vida y de la naturaleza es un “misterio” que escapa de los dominios del
dinero. Pero la lógica capitalista busca transformar esta realidad, privatizarla, volverla rentable. La
separación de la intermediación directa del hombre con su medio, está dispuesta por la mediación
del capital, para proletarizar el trabajo, privatizar la tierra y la sustitución de saberes campesinos
por tecnologías propicias a la intensificación y emparejamiento de los procesos productivos
agropecuarios.
El capital no busca solo apropiarse de la naturaleza, sino crear una que responda a sus compulsivas
necesidades de valorización. Bartra cree que sin embargo ello está condenado al fracaso, por la
irreductibilidad humana. El autor sostiene que el capitalismo es insostenible ambientalmente. La
intrínseca irracionalidad de la agricultura europea “moderna” rompe los equilibrios metabólicos
básicos en el medio natural al no restituir a los suelos, los nutrientes. Esto es solo un elemento de
tantos que deterioran las condiciones del medioambiente. Para dar cuenta de ello el autor va a
utilizar el término ecocidio para referirse a esta ruptura del metabolismo hombre-naturaleza.
Marx afirma que el capitalismo que esquilma al obrero también esquilma a la naturaleza. Bartra
señala que en el campo la locomotora histórica del capitalismo resultó una carreta y en mejor de
los casos un tractor. Esto en relación al desarrollo más lento, pausado, de las fuerzas productivas
en la agricultura que en el sector industrial.
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Pero no es solo en tiempo. La irreductible diversidad natural condiciona también los modos de
producir, y la forma que adquiere la división del trabajo (las relaciones sociales de producción). La
agropecuaria es una producción incómoda para el gran dinero, tanto por las fluctuaciones de los
factores climáticos, como por el impacto de las malas cosechas sobre los precios del trabajo en el
medio rural.
Además de los tiempos biológicos y los ciclos naturales, no siempre responden a la demanda social
de mercancías agrícolas. Y la existencia de tiempos muertos genera costos para el capital que no
se presentan en el sector industrial, tanto en lo que refiere al costo de mano de obra como al de
las maquinarias.
Revolución Verde
La revolución verde es un intento de las fracciones del capital de avanzar en contra de los límites
que la naturaleza impone al desarrollo de las fuerzas productivas en la agricultura, en un proceso
de subsunción material. Los esfuerzos de crear una naturaleza a imagen y semejanza del capital
continúan en las últimos dos décadas a través de los transgénicos y la nanotecnología. En ambos
casos el conocimiento vinculado a las prácticas culturales agrícolas se separa de las prácticas y
saberes propios de los agentes y queda en manos de grandes corporaciones. Y en ambos casos
estos procesos encuentran resistencia social.
La década de los ’80 es un momento en el que aparecen por primera vez organismos
vegetales genéticamente modificados y comienzan a patentarse. Al igual que la vieja agricultura la
biotecnología tiene una base natural pues el germoplasma es un recurso diverso, finito y
abigarrado que forma parte de ecosistemas territoriales, de los cuales los más prodigios están en
el sur. La ingeniería genética es monopolizable, y esta privatización excluyente de un bien natural
es, como lo que fue la propiedad territorial, fuente de especulación y rentas perversas.
Bartra señala que el impacto sobre el ecosistema de esta nueva biotecnología es muy
significativo y tiene efectos devastadores sobre el medioambiente. La disputa actual en los siglos
pasados fue por la renta capitalista de la tierra y del subsuelo. Actualmente la disputa se da por la
renta de la vida. En las dos épocas los grandes perdedores son las comunidades campesinas.
Cuando las ganancias no están tanto en las cosas como en las ideas, la privatización del
conocimiento deviene incontrolable compulsión del capital. La biodiversidad es algo diferente a la
información codificada por las corporaciones rentistas de la vida. La riqueza biológica está
sustantivamente en los ecosistemas.
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Cuando los “piratas” del conocimiento obtienen la información de los territorios biodiversos
adoptan una actitud predatoria y saqueadora respecto al medio natural, considerando solo la
ecuación económica del negocio de la producción transgénica. Su accionar es ecocida en relación
al medioambiente y por la disputa territorial y expulsión de las comunidades campesinas. Es por
eso que Bartra llama a estos actores corporativos como industrias de la muerte.
Bartra considera que las consecuencias del actual modelo biotecnológico recién empieza a
asomarse y que aún queda mucho por descubrir. El autor a su vez reflexiona sobre las dificultades
gnoseológicas que tiene el capital para visualizar de forma integral todas las variables ambientales
y sociales que incluyen el problema de la producción agrícola; el primado de la racionalidad
capitalista tiene efectos devastadores sobre el ecosistema, multiplicando exponencialmente la
desolación.
La amenaza del gran dinero tiene una dimensión espacial, que en este caso se expresa como
emergente de una dominación geoeconómica y política imperial sobre los pueblos del sur
“subdesarrollados” y en particular a los ecosistemas tropicales.
Bartra reflexiona acerca de cómo la biotecnología diseñada en los países centrales no consigue
adaptarse las dinámicas y temporalidades de los sistemas locales de América del sur. Su ineficacia
se radica en que nos están diseñadas para potenciar o adaptarse a las condiciones socio-
ambientales sino para desplazar y reemplazar las prácticas culturales de estos países.
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