Los términos autoconcepto y autoestima son empleados a menudo como sinónimos, aunque ha de señalarse que en el segundo se incluye la valoración que el sujeto hace sobre ciertas características pertenecientes a sí mismo. Entendemos por autoconcepto los CONOCIMIENTOS Y ACTITUDES que cada uno tenemos de y hacia nosotros mismos. Suelen emplearse diferentes palabras para designar aspectos de esta misma realidad. Así, junto a autoconcepto aparecen nombres como self, autoimagen, imagen de sí, consideración positiva, autoestima, etc. Aquí se emplearán indistintamente, si bien somos conscientes de sus matices diferenciadores y de su pertenencia a escuelas diferentes. Qué es la autoestima y por qué es tan importante? La autoestima es el concepto que tenemos de nuestra valía y se basa en todos los pensamientos, sentimientos, sensaciones y experiencias que sobre nosotros mismos hemos ido recogiendo durante nuestra vida; creemos que somos torpes o inteligentes; nos sentimos simpáticos o antipáticos; nos gusta o no nuestra forma de ser. Los millares de impresiones, evaluaciones y experiencias así reunidos se conjuntan en un sentimiento positivo hacia nosotros mismos o, por el contrario, en un molesto sentimiento de no ser lo que esperábamos. Todos necesitamos tener autoestima. Nos sentimos bien cuando alguien alaba nuestro trabajo, aprecia nuestras cualidades o estamos bien relacionados. Las personas que se sienten bien consigo mismas suelen sentirse bien en la vida; son capaces de afrontar y resolver con seguridad los problemas y responsabilidades que ésta les plantea. CARACTERISTICAS DE LA AUTOESTIMA Centrándonos ya en la escuela, sería conveniente describir las características de los niños que tienen mucha o poca autoestima: un niño con mucha autoestima: actuará con independencia. Elegirá y decidirá cómo emplear el tiempo, el dinero, sus ropas, sus ocupaciones, etc. Buscará amigos y entretenimientos por sí solo. asumirá responsabilidades con facilidad. Actuará con prontitud y seguridad en sí mismo y, sin que haya que pedírselo, asumirá la responsabilidad de ciertas tareas o necesidades evidentes (fregar los platos, retirar la basura, ayudar a un amigo...) afrontará nuevos retos con entusiasmo. Le interesarán tareas desconocidas, cosas y actividades nuevas que aprender y poner en práctica, e irá a ellas con confianza. estará orgulloso de sus logros. Se sentirá contento al finalizar un trabajo. Lo mostrará a personas cercanas y tendrá una fuerte motivación intrínseca. demostrará amplitud de emociones y sentimientos. De forma espontánea sabrá reír, sonreír, gritar, llorar y expresar su afecto y, en general, sabrá pasar por distintas emociones sin reprimirse. tolerará bien la frustración. Sabrá encarar las frustraciones de distintas maneras, esperando, riéndose de sí mismo, replicando, etc., y será capaz de hablar de lo que le entristece. se sentirá capaz de influir en otros. Tendrá confianza en las impresiones y en el efecto que él produce sobre los demás miembros de la familia, sobre los amigos e, incluso, sobre las personas con autoridad: los profesores, el jefe, etc. Un niño con poca autoestima: desmerecerá su talento. Dirá: "No puedo hacer esto o aquello... No sé cómo se hace... No lo aprenderé nunca." sentirá que los demás no le valoran. Se sentirá inseguro o decididamente negativo sobre el afecto o el apoyo que le prestan sus padres y amigos. se sentirá impotente. Las actitudes y los actos de estos niños estarán llenos de falta de seguridad e incluso de ineptitud. Encarará retos y dificultades sin ningún convencimiento de poder superarlos. se dejará influir por otros con facilidad. Cambiará de ideas y de comportamiento con mucha frecuencia, según con quien esté: le manipularán otras personalidades más fuertes. tendrá pobreza de emociones y sentimientos. Repetirá una y otra vez unas pocas expresiones emocionales, como el descuido, la inflexibilidad, la histeria, el enfurruñamiento. Los padres podrán ser capaces de predecir qué tipo de respuesta dará ante determinada situación. evitará las situaciones que le provoquen ansiedad. Tendrá escasa tolerancia ante las circunstancias que le provoquen angustia, temor, ira o sensación de caos. se pondrá a la defensiva y se frustrará con facilidad. Será una persona incapaz de aceptar las críticas o las peticiones inesperadas, y pondrá excusas para justificar su comportamiento. echará la culpa a otros de sus debilidades. Rara vez admitirá errores y la mayoría de las veces atribuirá a otros o a la mala suerte la causa de sus dificultades. AUTOESTIMA Y COMPORTAMIENTO ESCOLAR Uno de los factores más importantes a la hora de tener éxito en el colegio es la autoestima. Un niño con una inteligencia superior a la media y muy poca autoestima puede ir raspando, mientras que otro de inteligencia media pero con mucha autoestima puede obtener unos resultados nada corrientes. El niño con poca autoestima suele encontrar pocas satisfacciones en el colegio; en seguida pierde la motivación y el interés y, en cambio, emplea buena parte de sus energías en aquellos aspectos que se relacionan con los sentimientos hacia sí mismo; por ejemplo, la relación con los demás, problemas, temores y ansiedades. De este modo, dedica al colegio y a las tareas escolares una atención mínima. Con mucha frecuencia, las experiencias capaces de reforzar la autoestima están relacionadas con el colegio, y por ello producen una ansiedad con la que el niño lucha continuamente; la carencia de autoestima le lleva a obtener malas notas y éstas le hacen considerarse todavía menos, a tener menos estimación. De esta forma, el niño entra en un círculo vicioso del que le resulta cada vez más difícil salir, según va pasando el tiempo. Por otra parte, cuanto peor va el niño, más se acude a la aplicación de remedios: el niño se ve inmerso en una serie de fracasos y de autoinculpaciones, mientras que nadie presta atención a las peculiaridades de su autoestima. Si la ansiedad es excesiva, el aprendizaje se hace más difícil. El niño con poca autoestima lucha continuamente con factores que le producen ansiedad y que terminan por entorpecer sus estudios. Cuando aumenta su autoconcepto, la ansiedad disminuye y ello permite que el niño participe en las tareas de aprendizaje con una mayor motivación. ESTRATEGIAS ORIENTADORAS PARA EL DESARROLLO DE UN POSITIVO AUTOCONCEPTO DE LOS ALUMNOS Todo profesor se constituye en el primer agente del marco escolar que puede proveer y desarrollar todas las estrategias conducentes a un mejor desarrollo del autoconcepto del alumno, por la obvia razón de que es una figura de gran autoridad. La clave de cualquier cambio, estriba en conocer con la mayor precisión posible la específica realidad o situación de cada alumno en particular y del grupo en general. A partir del diagnóstico o análisis de necesidades deberemos planear nuestras estrategias de intervención. En las páginas siguientes ofrecemos algunos instrumentos con los que se puede conocer el autoconcepto actual del alumno, así como diversas estrategias de intervención y varias actividades a realizar a nivel grupal, con las que se pretende aumentar su autoconcepto. Aspectos generadores de estrategias de acción 1. LO QUE EL PROFESOR DICE A SUS ALUMNOS. La conducta verbal del profesor tiene una gran influencia sobre el alumno. Diversos estudios han demostrado que cuando el profesor manifiesta explícitamente los aspectos positivos del alumno, sean estos referidos a cualidades físicas, académicas o personales, se producen mejoras en las autoimágenes de los alumnos. Es difícil imaginarse a un profesor incapaz de encontrar en la personalidad de un alumno algo digno de ser destacado y alabado. El poner de manifiesto lo positivo sobre lo menos positivo (aunque esto último se explicite), permite ofrecer elementos de referencia adecuados para asumir las propias deficiencias personales. En definitiva, el profesor, a través de sus mensajes verbales, ha de ayudar al alumno a verse con realismo, pero siempre como una persona valiosa y agente de su propio proceso educativo y no como simple receptor pasivo y sometido a continuas presiones y descalificaciones como alumno y como persona. 2. EL TIPO DE REFUERZO EMPLEADO POR EL PROFESOR. Con demasiada frecuencia se asume que como el deber del alumno es hacer bien las cosas sólo debemos actuar cuando éstas no se hacen como se debe. De esta manera, la utilización de refuerzos negativos se erige como práctica habitual. ¿Por qué dar puntos por haber hecho los deberes si ésta es la obligación?. Lo "lógico" es quitarlos cuando no se han hecho. ¿Por qué decir que se ha progresado si no se ha alcanzado el mínimo para aprobar?. Estas y muchas otras cuestiones ponen de manifiesto el inadecuado uso que el profesor hace de la crítica positiva y de la alabanza. Asumir la idea de que la crítica negativa espolea la consecución de mejores resultados es ignorar que el mecanismo del refuerzo de la conducta está mediatizado por cada situación y por las características particulares de cada individuo y grupo. Así, siempre produce mayores efectos la alabanza que la crítica. Cuando esta última se utiliza en público, mejor que sea en grupo que no individualmente. A nivel particular, por el efecto de personalización que se produce, tanto la alabanza como la crítica tienen sus mayores efectos. El uso del refuerzo adquiere particular importancia en cuan-to a su influencia en el desarrollo de un positivo autoconcepto de los alumnos. Horas de trabajo, ansiedad y expectativas merecen algo más que un simple guarismo (nota). El juicio seco e impersonal de una nota sirve para muy poco. Cuánto más se conseguiría si la fría nota de un examen diese paso al comentario oral (individuo o grupo) o escrito(individuo) en donde aparecieran los logros alcanzados y las direcciones para solucionar las dificultades existentes. Cuando tal práctica se lleva a cabo el alumno busca con fruición el comentario que su profesor le dirige exclusivamente a él. 3. LAS EXPECTATIVAS QUE TIENE EL PROFESOR. Es importante el hecho de que el profesor crea y confíe en el alumno. Es necesario creer en el valor del otro para poder transmitir un sentimiento de valía y reconocimiento personal que dé calidad a la interacción personal entre profesor y alumno. Demasiados alumnos sienten que sus profesores no creen en ellos, no cuentan con ellos, no les invitan a participar. Ni siquiera les preguntan en clase por aquello de no perder el tiempo, ya que no van a contestar correctamente. Las expectativas que el profesor ha generado a partir de situaciones y experiencias anteriores (hermanos, familiares, asignaturas previas, etc.) tienden a ser transferidas al nuevo alumno y situación de aprendizaje. Así, generalmente se proyectan expectativas positivas sobre alumnos que han funcionado bien en materias anteriores o que han tenido hermanos con buen rendimiento escolar. Está demostrado que el rendimiento académico es mayor en aquellos alumnos sobre los que el profesor tiene expectativas positivas, generadas de situaciones o experiencias anteriores. ahora bien, el modo en el que actúan las expectativas del profesor es ciertamente complejo y está sujeto a ciertos condicionantes. En general puede afirmarse que cuando están claramente definidas, pueden servir como importante marco de referencia para la propia autoevaluación del alumno y pueden ayudar a comprender la existencia de un marco social con cuyas restricciones y demandas debemos aprender a convivir. Igualmente pueden servir de claro mensaje al alumno de que él tiene la capacidad suficiente para llevar a cabo la tarea exigida. Uno de los problemas mayores que se presentan en este punto es el que se refiere a lo inconsciente de las conductas del profesor que transmiten bajas expectativas. El hecho de que el profesor no le dé importancia a ciertos comportamientos propios no es debido a una actitud negativa o mal intencionada, sino a la ignorancia que tiene acerca de la dinámica del alumno como ser humano. Conductas como las de esperar menos tiempo para que nos responda un alumno del que no esperamos respuesta correcta, ubicar al final de la clase a los que no siguen, no incitar a asumir riesgos moderados de dificultad a aquellos alumnos en los que no creemos que sean capaces de salir adelante, ponen de manifiesto el carácter trivial que los profesores conceden a la relación profesor-alumno.