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EL ARISTOTELISMO DE CERVANTES

TESIS INICIAL:
Cervantes no puede ser Erasmista porque Erasmo es esencialmente pacifista y no hay
pacifismo en Cervantes. Su Discurso de las armas y de las letras lo desmiente.
La inspiración cervantina es el aristotelismo, principalmente en sus ideas de guerra y paz.

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ERASMO Y SU PACIFISMO
Erasmo afirma la INCOMPATIBILIDAD entre el CRISITIANISMO Y LAS ARMAS.
Se pervierte su espíritu evangélico y se convierte en un (yihadista/musulmán/turco)
Solo las armas espirituales son las válidas para un cristiano.
La guerra y la milicia son incompatibles con el mensaje cristiano.

Contra esto…
SEPÚLVEDA: "Democrates primus, de convenientia militaris disciplinae cum
christiana religione"
Afirma la compatibilidad entre el cristianismo y la milicia.
Combate el erasmismo.

El aristotelismo en Sepúlveda:
- Estudió con Pietro Pomponazi (Tratado sobre la inmortalidad del alma) en Bologna,
Universidad de Padua
- Alejandro de Afrodisias- Lectura alejandrinista de Aristóteles.

Tesis aristotélica sostenida por Sepúlveda:


La paz como fin de la guerra.
Cervante pudo haberse inspirado en esta tesis.

Pero en Cervantes no hay paz…


CAPÍTULO XXXVII
Que trata del curioso discurso que hizo don Quijote de las armas y las letras

La idea de influencia Erasmista en Cervantes es inspirada por Menéndez Pelayo, Américo


Castro y Marcel Bataillon.
Marcel Baraillon: Hispanista francés, autor de “Erasmo en España”
Consideran inexplicable un origen castizo para una obra como la de Cervantes.
Bajo la idea de una sociedad dominada y atosigada por la inquisición, se busca una
influencia exterior.

Contexto: En 1559 el erasmismo es condenado en España-.


RECUPERACIÓN DE LA TESIS:
Cervantes no puede ser Erasmista porque Erasmo es esencialmente pacifista y no hay
pacifismo en Cervantes. Su Discurso de las armas y de las letras lo desmiente.
Cervantes defiende la milicia.
La biografía de Cervantes acentúa este aspecto: se enorgullecía de haber sido soldado y
presume de sus heridas en batalla (manquedad).

Prólogo al Lector del Quijote (en respuesta a Avellaneda)


Lo que no he podido dejar de sentir es que me note de viejo y de manco, como si hubiera
sido en mi mano haber detenido el tiempo, que no pasase por mí, o si mi manquedad
hubiera nacido en alguna taberna, sino, en la más alta ocasión que vieron los siglos
pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros. Si mis heridas no resplandecen en los
ojos de quien las mira, son estimadas a lo menos en la estimación de los que saben dónde
se cobraron: que el soldado más bien parece muerto en la batalla que libre en la fuga, y
es esto en mí de manera, que si ahora me propusieran y facilitaran un imposible, quisiera
antes haberme hallado en aquella facción prodigiosa que sano ahora de mis heridas sin
haberme hallado en ella. Las que el soldado muestra en el rostro y en los pechos, estrellas
son que guían a los demás al cielo de la honra, y al de desear la justa alabanza; y hase de
advertir que no se escribe con las canas, sino con el entendimiento, el cual suele mejorarse
con los años.

Viaje del Parnaso


Arrojóse mi vista á la campaña Rasa del mar, que trujo a mi memoria Del heroico don
Juan la heróica hazaña; donde con alta de soldados gloria, Y con propio valor y airado
pecho tuve, aunque humilde, parte en la vitoria.

En contra…

Erasmo
Enchiridion Militis Christiani (1503)- Manual del caballero cristiano

Las únicas armas legítimas del cristiano son las virtudes.


Los enemigos del cristiano son los vicios.
El resto de armas son incompatibles.

«Aquí tienes [dice Erasmo del propio Enquiridion], pues, recién preparado para ti, un
enquiridion, un pequeño puñal, que nunca has de dejar de la mano, ni en la mesa ni en el
lecho. Si a veces te entregas a los negocios de este mundo y llevar contigo esta armadura
es una carga, no consientas que en ningún momento te coja desarmado el enemigo. No te
dé pereza llevar contigo este puñalito, que ni será muy pesado ni inútil para tu defensa.
Cierto que es muy pequeño, pero si lo sabes usar con maestría y añades el escudo de la fe,
te enfrentarás con facilidad al asalto del enemigo sin recibir herida mortal alguna»
(Erasmo, Enchiridion, o manual del caballero cristiano, pág. 82, B.A.C).

La Paz es, pues, la Paz de la Fe, en la concepción de Erasmo –muy en la línea de Nicolás de
Cusa–, nacida de la «victoria» sobre el pecado, de tal manera que las armas se verán
irónicamente confrontadas a las «armas» evangélicas, siendo el fin de aquellas una «paz
falsa» (v. Op. cit., pág. 85) que queda confrontada al fin que persiguen estas: la «paz
auténtica», la Paz de la fe.

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