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Introducción 9
1. Francisco Suárez: breves apuntes biográficos 10
2. Presentación sumaria de su teología espiritual 13
3. Francisco Suárez, teólogo jesuíta. La inspiración del caris-
ma ignaciano en su quehacer teológico 16
4. El contexto histórico del De Virtute et Statu Religionis y el
De Religione Societatis lesu 19
5. Presentación sumaria del contenido del texto traducido.... 23
6. Justificación de la presente edición 28
7. Algunas advertencias finales 29
CUARTA DUDA
1 1 . Indiferencia de afecto 53
12. Los bienes de la vida y de la salud 55
QUINTA DUDA
13. Objeción contra un conocido lugar de los Ejercicios 57
SEXTA DUDA
14. De los pecados de obra 59
15. Indulgencias y exhortaciones 61
SÉPTIMA DUDA
16. Sobre el coloquio del primer ejercicio de la primera semana. 63
OCTAVA DUDA
17.1.° Si la Santísima Virgen María iba sentada en una asna.... 65
1 8 . 2 ° Si la Santísima Virgen y José se llevaron consigo un
buey.- 3.° Si la Santísima Virgen tenía una criadita 67
1 9 . 4 . ° Si Cristo dio la comunión a Judas - Si el Cedrón atravie-
sa el valle de Josafat 69
2 0 . Si en la noche de la pasión entraron ocho apóstoles en el
huerto 71
2 1 . Queda resuelta la próxima objeción - Qué hay de cierto y
qué hay de verosímil en todo esto 73
NOVENA DUDA
22. Doctrina de Ignacio sobre tres grados de humildad 75
23. Tres pequeñas cuestiones sobre estos grados.- Se impide
la posibilidad de obviar la dificultad.- Se confirma la dificul-
tad 77
24. Respuesta a la primera cuestión planteada en el número pre-
cedente 79
25. Respuesta a la segunda cuestión contenida en el mismo
número 2 3 81
26. Respuesta a la tercera cuestión que se plantea en el mis-
mo número 2 3 85
D É C I M A DUDA
27. Dilema contra la enumeración de los grados de perfección 87
28. Para formar en sí el afecto espiritual 87
29. Una cosa es la perfección y otra el estado de perfección.. 89
UNDÉCIMA DUDA
30. Se censuran algunas maneras de hablar del libro de los Ejer-
cicios 91
3 1 . Primera anotación en favor de las mencionadas locuciones
o documentos 91
32. Segunda anotación 95
33. Anotación tercera 95
34. Se satisface ya a lo que se adujo en el n°. 3 0 97
35. Tres aspectos sobre el discernimiento de las mociones in-
t e r n a s - En primer lugar: a partir de la materia de éstas .. 99
36. Segundo aspecto: a partir del fin y de los efectos 99
37. Tercero: de parte del modo sensible de las mociones internas 101
ÍNDICE 7
Anexo 181
Bibliografía 183
INTRODUCCIÓN
1
AI calificar de apologética esta presentación de los Ejercicios quere-
mos ofrecer un criterio hermenéutico de cara a su lectura. En efecto, Suárez
no pretende hacer una presentación sistemática y global del librito ignacia-
no que abarque, en la medida de lo posible, todos sus aspectos doctrinales,
sino que sólo toma en consideración aquellos puntos que podrían ser blan-
co de crítica por parte de sus detractores. Todo esto da cuenta del talante
de la presentación suareciana de los Ejercicios, de sus insistencias, de sus
omisiones, etc.
10 Los EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO. U N A DEFENSA
2
Según las Constituciones de la Compañía de Jesús [15], indiferente es
aquél que ingresa en ella sin prejuzgar su futuro status jurídico, es decir,
profeso de cuatro votos, coadjutor espiritual o temporal.
3
Cf. volumen primero, pp. 283ss.
4
Una opinión de G. Vázquez, según la cual la contrición, por su propia
naturaleza, es decir, prescindiendo de la gracia habitual, santifica al hombre y
borra el pecado («contritio natura sua, sine gratia habituali, constñuit hominem
sanctum etpeccatum delet») -opinión que no gustaba al papa Clemente VIII,
y a la que se oponía Suárez- no parece causa suficiente para dar razón de la
antipatía que se profesaban los dos insignes profesores de teología...
INTRODUCCIÓN 11
5
Cf. Constituciones [273] y [656].
6
S ¡ exceptuamos una breve interrupción en dicha actividad académica
que tuvo lugar el año 1599: las aulas de la universidad se clausuraron a raíz
de una epidemia y Suárez residió en Madrid hasta que, en este mismo año
de 1599, se recuperó la normalidad académica.
12 Los EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO. U N A DEFENSA
del decreto papal. Suárez recurre al papa Clemente VIII: sin em-
bargo, la muerte de éste y la posterior elección de Paulo V, en prin-
cipio bien dispuesto hacia Suárez, no consiguen evitar la confir-
mación de la sentencia condenatoria del Santo Oficio. Todo este
affaire pareció entrar en vías de solución con la supresión definiti-
va en su De Poenitentia de todo aquello que pudiera oponerse a
las determinaciones de la autoridad papal. Como se puede ver, el
asunto ilustra las no siempre fáciles relaciones entre teología y
magisterio: si bien el magisterio resulta un locus theologicus inelu-
dible para la teología, ésta no puede reducirse ni a ser simple
vocero del magisterio ni a limitarse a buscar razones que lo fun-
damenten. Francisco Suárez falleció en Lisboa el 25 de septiem-
bre de 1617 a la edad de 69 años.
La actividad literaria de Francisco Suárez fue sumamente
prolífica. La edición de sus obras completas ocupa unos veintio-
cho volúmenes en la edición de L. Vives (París). Algunas de es-
tas obras fueron publicadas postumamente. He aquí algunos títu-
los que le han dado mayor celebridad: De Mysteriis vitae Christi,
De Deo uno et trino, De Legibus, la Defensio fidei (contra la here-
jía anglicana), las Disputationes Metaphysicae, y los dos prime-
ros volúmenes del De Virtute et Statu ñeligionis. Postumamente
se publican: De Gratia, De Angelis, De Opere sex dierum et de
Anima, De Fide, Spe et Caritate, el tercer y cuarto volumen del
De Religlpne, etc.
La vida-de Suárez se extiende entre los años 1548 y 1617.
7
Cuando él era todavía un niño (1556) , tiene lugar la abdicación
de Carlos I (y su posterior retiro y fallecimiento en el monasterio
Jerónimo de Yuste). Su vida, por tanto, transcurre fundamental-
8
mente bajo reinado de Felipe I I . Durante la vida de Suárez tie-
nen lugar acontecimientos tan relevantes en la historia de Es-
paña como la batalla de Lepante (1571) y el desastre de la
Invencible (1588). En Francia se publica el edicto de Nantes
(1598) y dos años después es ejecutado, en Roma, Giordano
Bruno. Suárez es contemporáneo de personajes tan significati-
vos para la historia de España como fray Luis de León y san Juan
9
de la Cruz (que mueren en 1591), de Santa Teresa , y de
Góngora, Quevedo y Lope de Vega.
7
E I mismo año de la muerte de san Ignacio (31 de julio).
8
A éste le sucede Felipe III en 1598, cuando Suárez contaba unos cin-
cuenta años.
9
A quien seguramente conoció Suárez (cf. la biografía de Scorraille,
segundo volumen, pp. 148-151).
INTRODUCCIÓN 13
10
Sobre el contexto histórico de dicha obra, cf. infra (en esta misma intro-
ducción).
11
Cf. bibliografía.
14 Los EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO. U N A DEFENSA
12
Cf. 195-196. Cf. Recuerdos ignacianos. Memorial de Luís Goncalves
da Cámara. Versión y comentarios de B. Hernández Montes (volumen n.° 7
de la colección MANRESA).
13
Cf. Constituciones de la Compañía de Jesús [813], [814].
14
Sobre este tema resulta de inexcusable lectura la monografía de J. M.
Castillo citada en la bibliografía.
15
«Afon tam ordinatur ad sciendum quam ad amandum» (De Oratione,
I.2, c.ll, n.° 6).
INTRODUCCIÓN 15
1 6
D e fémina inquieta y andariega calificaba el nuncio Sega a Teresa de
Jesús, lo cual no da precisamente de ella la imagen de una mujer absolu-
tamente abocada a la inacción.
17
«Amar es obrar en despojarse y desnudarse por Dios de todo lo que
no es Dios» (san Juan de la Cruz, Subida del monte Carmelo, II, 5,7). Y la
contemplación es, para san Juan de la Cruz, un acto de amor.
18
Cf. J. M. Castillo, op. cit. en bibl., 1-10
16 Los EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO. U N A DEFENSA
19
[121-126] . Para unos, la aplicación de sentidos forma parte de
la oración mística. En cambio, para otros, dicho método de ora-
ción no pasa de ser un ejercicio altamente útil que, sin embargo,
se encuentra, por lo que a su categoría se refiere, muy por deba-
jo de la meditación («meditatio est omnino altior»). Tal polémica
se zanjó con la publicación del Directorio oficial de 1599, im-
pulsado por el P. General, Claudio Aquaviva, que parece incli-
narse por la interpretación menos mística del texto ignaciano.
20
Pues bien, según Castillo , en esta polémica, Suárez se
inclina por una interpretación afectiva de los Ejercicios. Y, evi-
dentemente, entre otras cosas, no se conforma con la interpre-
tación ascética de la aplicación de sentidos.
De su trayectoria en la Compañía de Jesús, sabemos que
Suárez siempre se había movido en la órbita de los represen-
tantes de la interpretación afectiva de los Ejercicios: Martín Gu-
tiérrez, Cordeses, Baltasar Álvarez. Y cuando se trasladó al Co-
legio Romano entró en contacto con Roberto Belarmino, cuyas
pláticas de comunidad rezumaban también esta valoración de
todo lo afectivo en la vida espiritual. De ahí la insistencia en la
distinción entre lo voluntario y lo afectivo: se trata de evitar todo
lo que suene a voluntarista en la experiencia espiritual (no sólo
la de los Ejercicios). Si Ignacio sólo hablaba de memoria, enten-
dimiento y voluntad (y, seguramente, en la voluntad estaba inclui-
da la afectividad), Suárez se ve forzado a precisar la importancia
del elemento afectivo.
A lo mejor, en esto radica el valor de su aportación a la inter-
pretación del texto ignaciano y lo que, en cierta manera, nos lo
hace cercano a nuestra sensibilidad.
19
Cf. el artículo clásico de J. Marechal en el Dictionnaire de Spiritualité,
«Application des sens», volumen I, ce. 810-828.También: Ignacio Casanovas,
Ejercicios de san Ignacio, Barcelona, 1954, vol. 1, 183-194.
20
C f . J. M. Castillo, op. cit, p. 7.
INTRODUCCIÓN 17
2 1
Al hablar de «afán meramente especulativo» nos referimos a un ejerci-
cio de la teología muy intelectualizado y sin ningún anclaje en la realidad pas-
toral o espiritual. No es éste, ciertamente, el interés del ejercicio de la teología
en el seno de la Compañía de Jesús. En este sentido sostiene John W.
O'Malley (cf. op. cit. en bibliografía, p. 308) que los primeros jesuítas no se-
guirían seguramente la interpretación que algunos contemporáneos suyos
nacían de la doctrina tomista, según la cual la teología es una disciplina
«especulativa». Ahora bien, recientemente se ha hecho ver que, para Tomás,
el término speculativus no significa algo teórico, opuesto a «práctico» sino
que, más bien, se trata de un término que el Aquinate utiliza como haciendo
pareja con el término contemplativus. En las obras de tipo más bien filosófico
utiliza el término speculativus, mientras que en las obras de tipo teológico o
espiritual utiliza la palabra contemplativus. Nos encontramos con dos términos
perfectamente intercambiables (cf. S. Pinckaers, «Recherche de la signif¡ca-
tión véritable du terme "spéculatif"», Nouvelle Revue Théologique 81 [1959]
673-695). Si esto es así, el carácter especulativo de la teología no hace de ella
un ejercicio meramente intelectual, sino una contemplación, es decir, algo así
como una experiencia espiritual. Incluso podríamos decir que, si para Ignacio
toda contemplación conduce al reflectir, lo cual es algo más que sacar meras
deducciones de tipo moralizante de lo contemplado y apunta a que el ejerci-
tante se deje configurar por lo que contempla, entonces es claro que el ejer-
cicio especulativo (contemplativo) de la teología no se queda en la mera teo-
rización abstracta, sino que de ella se puede esperar una relevancia más allá
de lo teórico o intelectual. Es decir, una relevancia de tipo espiritual y pastoral.
22
C f . John W. O'Malley (cf. op. cit. en bibl. p. 309). En nuestros tiempos
podríamos citar el ejemplo de un teólogo de la talla de Karl Rahner, quien
confesaba que, de hecho, él siempre había ejercido la teología «um der
Seelsorge willen», es decir, con finalidad pastoral (P. Imhof y H. Biallowons
(eds.), Karl Rahner im Gesprách, II, 150).
18 Los EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO. U N A DEFENSA
23
« Sacra Theologia ita subtili divinarum rerum speculatione detinetur, ut
humanas etiam dirigat actiones, speculatrix enim est et practica... Cum enim
hic semper fuerit meorum laborum scopus, ut Deus ab hominibus et cog-
noscatur magis, et ardentius sanctiusque colatur» (proemio al De virtute et
statu religionis, Opera omnia, t. XIII, 1).
2 4
« t s f enim sine veritate pietas imbecilla; et sine pietate veritas, sterilis
et ieiuna» (De mysteríis vitae Christi, Vives, t.19, p. VI). Reflexión parecida
le merece a Urs von Balthasar la escisión entre teología y espiritualidad que
ha dado lugar a una teología privada de fuerza espiritual y a un espirituali
dad donde predomina lo sentimental y sin ninguna base teológica (cf. Ensa
yos teológicos, Verbum Caro, Madrid, 1964, 235ss).
25
C o m o decía Ignacio en las Constituciones: «En la Teología leeráse el
viejo y nuevo Testamento y la doctrina scolástica de Sancto Thomás» [464].
2 6
E I Defensio fidei (como respuesta al anglicanismo). O el De immuni-
tate eclesiástica (ante una situación de ruptura y enfrentamiento entre la
santa sede y Venecia).
INTRODUCCIÓN 19
27
P o r ello, también podría decirse que el discernimiento acaba siendo fun-
damentalmente una experiencia pasiva, en la línea del «no sois vosotros quie-
nes me habéis elegido. Soy yo quien os he elegido a vosotros» (Jn 15,16). E
Ignacio, que hace de la elección el quicio de sus Ejercicios, experimentará esto
en La Storta, cuando no él, sino el Padre «le pone con el Hijo» (Autob. 96).
20 Los EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO. U N A DEFENSA
28
Abundante información sobre dicho contexto se encuentra en el primer
tomo de la biografía suareciana de Scorraille (cf. bibliografía), pp. 202-240.
2 9
E E 15: «dexe (se entiende: quien da los Ejercicios) inmediate obrar al
Criador con la criatura y a la criatura con su Criador y Señor».
30
Entre ellos podemos citar los nombres de Alonso de Avendaño, Jaime
Peredo, etc.
3
* Apología Fratrum Praedicatorum in Provincia Hispaniae sacrae Theo-
logiae Professorum adversus quasdam novas assertiones cujusdam
Doctoris Ludovici Molinae nuncupati theologi de Societate lesu.
INTRODUCCIÓN 21
32
C o m o los PR Avellaneda, Marcos, Deza, etc.
33
H a y que hacer notar, además, que, cuando se hablaba de seguir la
doctrina de santo Tomás, se hacía excepción de la doctrina de Tomás en el
tema de la Inmaculada Concepción (expuesta en la cuestión 28 de la ter-
cera parte de la Suma) y también de la doctrina de Tomás sobre la natura-
leza y dispensa de los votos solemnes (expuesta en la secunda secundae
de la Suma, cuestión 88). Es de saber que, en tiempos de Suárez, la doc-
trina de la inmaculada concepción de María iba ganando cada vez más
adeptos hasta que, posteriormente, ya en pleno siglo XIX, Pío IX promulgó
el dogma de la Inmaculada Concepción (Denzinger-Schónmetzer 2803).
22 Los EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO. U N A DEFENSA
3 6
N o era precisamente Suárez quien creaba escuela con ello. Unos tres
siglos antes hacían lo mismo para defender su vocación mendicante ante los
doctores de la universidad parisina Buenaventura {Apología pauperum) y
Tomás de Aquino (Contra impugnantes Dei cultum et religionem, Contra doc-
trinam retrahentium a religione).
37
C f . R. Scorraille, op. cit. vol. 2, 130s.
38
S e g ú n las constituciones de la Compañía, «el fin desta Compañía es
no solamente attender a la salvación y perfección de las ánimas propias con
la gracia divina, mas con la mesma intensamente procurar de ayudar a la
salvación y perfección de las de los próximos» [3].
39
C f . Constituciones de la Compañía de Jesús [408] y la carta suma-
mente encomiástica que sobre los Ejercicios escribió el mismo Ignacio a
Manuel Miona el 16.11.1536.
24 Los EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO. U N A DEFENSA
40
C f . J. M. Castillo, op.cit. p. 12 (nota 3).
INTRODUCCIÓN 25
4 1
Había que dar razón, además, del significado que para la teología
puede tener la consolación sin causa precedente de la que habla Ignacio en
los Ejercicios [330. 336]. A ella dedica Suárez los nn. 39-41. Sobre la con-
solación sin causa. Cf. Kart Rahner, La lógica del conocimiento existencia!
(en: Lo dinámico en la Iglesia, Quaestiones Disputatae 3) y J. García de
Castro Valdés, El Dios emergente. Sobre la «consolación sin causa» (volu-
men n.° 26 de la colección MANRESA).
42
Tener presente, por una parte, el trasfondo de la controversia de auxlliis,
que enfrentó a bañecianos (dominicos) y molinistas (jesuítas). Y, por otra, la
problemática suscitada por la justificación sola fide de la reforma luterana.
26 Los EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO. UNA DEFENSA
^Cf. bibliografía.
4 5
L a Escritura supone que tenemos entendimiento [299].
PARTE PRIMERA
CAPUTV
CAPÍTULO V
4 9
L a sospecha suareciana sobre la autoría bernardiana de esta obra no
es infundada. En efecto, durante mucho tiempo esta carta a los cartujos de
Monte Dei se atribuyó a san Bernardo. Sin embargo, hoy se sabe con toda
seguridad que su autor fue un íntimo amigo del Doctor Melifluo: Guillermo de
Saint Thierry.
^Patrología Latina 184,326.
CAPÍTULO V. EJERCICIOS ESPIRITUALES. E N QUÉ CONSISTEN Y . . . 35
49
es que él es el autor de esta obra ): Asigna a cada ejercicio su
hora correspondiente. Cuando corresponda hacer ejercicios espi-
rituales, háganse; e, igualmente, cuando corresponda llevar a
cabo ejercicios corporales. Así, en la ejecución de los dos tipos de
ejercicios, de tal manera el espíritu pague toda deuda a Dios y el
cuerpo al espíritu que, si algo se omitiera o fuera hecho con negli-
gencia o de manera imperfecta, a su modo, lugar y tiempo, no
50
quede sin el castigo correspondiente . Antes había dicho: Me
pides que te indique qué debes hacer o en qué debes ocuparte.
En primer lugar, aparte del sacrificio cotidiano de las oraciones o
del oficio de lectura, no debe descuidarse una parte del día para
dedicarse al examen de conciencia, a la enmienda y a la ordena-
ción de las costumbres. Después hay que trabajar con las manos,
lo cual se prescribe no tanto para entretener el ánimo, deleitán-
dole por unas horas, sino para conservar y nutrir el deleite que
proporcionan los ejercicios espirituales. Y añade: Los ejercicios
espirituales no están al servicio de los corporales, sino los corpo-
51
rales al servicio de los espirituales .
Queda claro así que la lectura, la meditación, la oración y el
examen de conciencia se llaman ejercicios espirituales. Del mis-
mo modo se expresa san Buenaventura en su libro de Medita-
ciones sobre la vida de Cristo (capítulo 56). Y Ludovico Blosio en
la Institución espiritual (cap. 5) afirma: Ciertamente, los ejercicios
exteriores son buenos y agradables a Dios... pero incomparable-
mente mejor es el ejercicio interior, por el que el hombre de-
seosa y ardientemente se llega a Dios para unirse con Él. Y en
la Regla de la vida espiritual (cap. 16) dice: Entrégate a la lectu-
ra, a la predicación y a los restantes ejercicios espirituales. Del
mismo modo se expresa en el Espejo espiritual (cap. 11). Por su
parte, Lorenzo Justiniano, en su libro sobre la Vida solitaria, ca-
pítulo primero, afirma: Deben alimentarse a la par los ejercicios
espirituales y una diligente aplicación del corazón. Y en los mis-
mos términos se expresa en su homilía sobre el nacimiento de
Cristo y en su libro Sobre la Obediencia (cap. 16): La luz es del
todo necesaria para los que están en camino... Esto es evidente
en los caminos corporales y también en los ejercicios espiritua-
les. En efecto, ¿qué varón espiritual podrá huir de los engaños
sin la luz espiritual? No es suficiente la agudeza natural del inge-
nio; es necesario haber sido Instruido internamente por el Verbo.
Así, pues, con este significado se entienden en esta obra los
ejercicios espirituales.
5 2
E E [1].
5 3
S e trata de Ludovico Strada.
CAPÍTULO V. EJERCICIOS ESPIRITUALES. E N QUÉ CONSISTEN Y ... 37
DE DOCTRINA EXERCITIORUM
55
L o s Ejercicios parten siempre del fundamento verdadero de la historia
[2]. No son, ni mucho menos, una especie de «autoindoctrinación» de quien
los hace ni consideraciones más o menos piadosas sobre temas de gran
abstracción conceptual. Aquí por historia habría que entender la historia
salutis, la historia de salvación, que el ejercitante es llamado a asumir y a
hacer suya. En esta misma línea, otra característica de los Ejercicios es su
carácter dialogal. Si bien los Ejercicios pretenden que el mismo Criador y
Señor se comunique a la su ánima devota, de manera que quien los da ha
de dejar inmediate obrar al Criador con la criatura, y a la criatura con su
Criador y Señor [15], no por ello son un irreal y subjetivo ejercicio del solus
cum Solo. El acompañamiento y la presencia de quien da los Ejercicios,
como catalizador y objetivador de la experiencia, es fundamental. El conferir
la experiencia con otro forma parte, por tanto, de la misma experiencia. E Ig-
CAPÍTULO V. EJERCICIOS ESPIRITUALES. E N QUÉ CONSISTEN Y . . . 41
PRIMUM DUBIUM
CIRCA DOCTRINAM EXERCITIORUM
5 6
EE [3]
5 7
Cf. Summa Theologiae 2-2, q.83, a . 1 . Según Tomás, la oración es un
acto de la «virtus intellectiva» y no de la «virtus appetitiva». En esta misma
cuestión, afirma también Tomas que la oración es «quodammodo desiderii
nostri interpres apud Deum», es decir, intérprete en cierta manera de nues
tro deseo ante Dios (a. 9 in a ) .
CAPÍTULO V. EJERCICIOS ESPIRITUALES. E N QUÉ CONSISTEN Y . . . 43
5 8
E I adagio latino completo reza así: «Propter quod unumquodque tale,
et illud magis». El sentido de la frase sería el siguiente: si una cosa es como
es por una razón determinada, entonces todo aquello que se encuentre en
el mismo ámbito de ser será todavía más de esta manera. Por ejemplo, si
se necesita mucho esfuerzo para conseguir algo que cueste poco, se nece-
sitará más esfuerzo para conseguir algo que cueste más. Se trata, como se
puede ver, de una especie de a fortiori. En este contexto significaría que si,
como dice Suárez, cuando hablamos con Dios nos dedicamos principal-
mente a las obras del afecto, también - ¡ y mucho más!- es esto cierto en el
momento de la oración. Pues aunque ésta, según la doctrina tomista, sea
una obra del entendimiento, no debe olvidarse que, en este caso, se trata
de una especie de entendimiento ungido, es decir, bañado por el afecto. Se
trataría, para utilizar una expresión cara a Jerónimo Nadal, de una teología
cordial. Una kniende Theologie -una teología que se arrodilla-, en expre-
sión de teólogos alemanes de principios del siglo XX.
CAPÍTULO V. EJERCICIOS ESPIRITUALES. E N QUÉ CONSISTEN Y . . . 45
S 9
H e aquí la confesión del teólogo que se da cuenta de que la teología
es una ciencia particular. No puede especular sobre su «objeto» (en este
caso, Dios) como lo hacen las demás ciencias sobre sus objetos corres-
pondientes. Las otras ciencias intentarán llegar a enunciar verdades univer-
sales y necesarias. La teología se las tiene que ver con un Tú, que ha pues-
to en marcha una historia de salvación. La teología debe por ello pretender
implicar al teólogo, es decir, excitar el afecto, unir conocimiento y amor; en
definitiva, posibilitar la experiencia de Dios. Sobre cómo hacer de la teolo-
gía una experiencia espiritual, ver la introducción a este trabajo sobre la
condición de jesuíta y teólogo en Francisco Suárez.
46 Los EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO. U N A DEFENSA
SECUNDUM DUBIUM
60
E s t a insistencia en la necesidad de la reverencia en el trato con Dios
nos remite a la experiencia ignaciana del acatamiento, reverencia y humildad
amorosa que va aprendiendo el Ignacio general en el momento de redactar
las constituciones de la orden por él fundada. Es la consecuencia del apren-
dizaje al que le somete el mismo Dios. Le trataba Dios de la misma manera
que trata un maestro de escuela a un niño (Autobiografía, 27. Cf. El
Peregrino. Autobiografía de san Ignacio de Loyola, con introducción, notas y
a
estudio final de Josep M. Rambla, volumen n.° 2 de la colección MANRE-
SA). Estas palabras, aplicadas por Ignacio a su experiencia manresana,
podrían aplicarse, sin ningún género de duda, a todo su itinerario espiritual.
Buena prueba de ello son el fajo de papeles que pudo ver Goncalves da
Cámara (Autobiografía, 100) y que han llegado a nosotros como su Diario
espiritual: cf. sobre el acatamiento reverencial y la humildad amorosa: los nn.
83,103; y, sobre todo, sus anotaciones a partir del 14 de marzo (nn. 156ss).
CAPÍTULO V. EJERCICIOS ESPIRITUALES. E N QUÉ CONSISTEN Y . . . 47
SEGUNDA DUDA
Buena edición comentada del Diaria Santiago Thió de Pol, La intimidad del
peregrino. Diario espiritual de san Ignacio de Loyola (volumen n.° 3 de la
colección MANRESA).
6 1
La décima anotación es el único lugar de los Ejercicios donde se
mencionan las clásicas tres vías de la vida espiritual: purgativa, iluminativa
y unitiva. De hecho, no se habla tanto de vía, cuanto de vida. El problema
que se plantea al aplicar a los Ejercicios las clásicas tres vías es que
Ignacio parece preterir totalmente la vía iluminativa. Y a esto se referirá el
mismo Suárez en el siguiente capítulo de este escrito. Sobre esto, cf. G.
Fessard, La dialectique des Exercices de saint Ignace, vol. 1, 27-41; y Javier
Melloni, La mistagogía de los Ejercicios [vol. n.° 24 de la colección MAN-
RESA]).
48 Los EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO. U N A DEFENSA
9. Secunda defensio
6 2
«Principiis obsta; sero medicina paratur, cum mala per tongas con-
valuere moras» (Ovidio, Remedia amoris 91): Combate el mal en sus inicios,
pues ya es tarde para aplicarle un medicamento cuando una larga demora
CAPÍTULO V. EJERCICIOS ESPIRITUALES. E N QUÉ CONSISTEN Y . . . 49
9. Segunda defensa
TERTIUM DUBIUM
TERCERA DUDA
QUARTUM DUBIUM
6 5
E I Prosupuesto de los Ejercicios se considera como una especie de
autodefensa de Ignacio ante los ataques de que continuamente eran obje
to sus Ejercicios. En esta explicación del texto ignaciano, Suárez parece
atenuar la libertad de espíritu con la que habla Ignacio al hablar de la posi
bilidad de la denuncia como uno de los medios para combatir el error. Sin
embargo, una puerta deja abierta a esta actitud que no lo condena todo de
entrada: «por lo menos sepa dudar y preguntar...». Téngase en cuenta que
nos encontramos en plena efervescencia de la actividad de la Inquisición y
en unos tiempos en los que toda disensión costaba cara.
CAPÍTULO V. EJERCICIOS ESPIRITUALES. E N QUÉ CONSISTEN Y . . . 53
CUARTA DUDA
66
Nótese que habla de indiferencia de afecto. Así lo hace ver J. M.
Castillo: «[Suárez] no habla nunca de indiferencia de voluntad, sino de indi
ferencia de afecto... Esto ya nos está diciendo que para Suárez la indife
rencia rebasa los límites de nuestra voluntad; es decir, se trata de una dis
posición más amplia y más profunda» (cf. op. cit. en bibl. p. 31). Para Suárez,
es el afecto quien tiene que estar indiferente y no tanto la voluntad. Y esto
con la mira puesta en evitar todo voluntarismo en el campo de la experien
cia religiosa.
54 Los EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO. U N A DEFENSA
67
R e s u e n a en este planteamiento el magis ignaciano de la meditación
inaugural de la segunda semana, la del rey eternal: «los que más se que
rrán afectar...» [97].
56 Los EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO. UNA DEFENSA
QUINTUM DUBIUM
68
C f . nn. 22-26 (novena duda).
CAPÍTULO V. EJERCICIOS ESPIRITUALES. E N QUÉ CONSISTEN Y . . . 57
QUINTA DUDA
69
Suárez se refiere a la vida de san Ignacio, escrita por Pedro de Ri-
badeneira.
70
C f . Autobiografía, 68. 70.
58 Los EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO. U N A DEFENSA
SEXTUM DUBIUM
7 1 a
I llae. q.74, a.6, c : la razón falla (déficit) en la dirección de las pasio-
nes cuando alguien, después de haber deliberado que un movimiento de la
pasión es desordenado, se detiene en él (immoratur) y no lo rechaza.
7 2
E I consenso interpretativo sería el consenso que se interpreta como
tal, en oposición al consenso directo, que sería el consenso ut sic. Más aba-
CAPÍTULO V. EJERCICIOS ESPIRITUALES. E N QUÉ CONSISTEN Y . . . 59
SEXTA DUDA
7 3
E n la obra De Religione, segunda parte, libro primero, capítulo nove-
no, n.° 25.
7 4
Como trasfondo de este texto, hay que tener en cuenta que, clásica-
mente, se distinguía entre la vía de los preceptos o mandamientos, propues-
CAPÍTULO V. EJERCICIOS ESPIRITUALES. E N QUÉ CONSISTEN Y ... 61
non sit sine aliquo scandalo, vel quia homo est nimis negligens in
subveniendo spiritualiter communi bono, propter quod tales gra-
tiae conceduntur, ut supponitur.
Igitur in hoc etiam sensu dici potuit, in eo non leviter pecca-
ri, nam ad hanc locutionem sufficit quod moraliter conjungatur
culpa, undecumque proveniat. Illud autem non leviter, non debet
in hoc sensu accipi pro peccato mortali, sed pro gravi et non con-
temnendo veniali.
SEPTIMUM DUBIUM
7 5
E I Verbo de Dios, segunda persona de la Santísima Trinidad, ha sido
engendrado, no creado, tal como confiesa el credo de la Iglesia. Por tanto,
no es una creatura. Otra cosa es que, en virtud de la communicatio idloma-
tum, la Iglesia pueda decir que unus de Trinitate passus est (DS 401), es de-
CAPÍTULO V. EJERCICIOS ESPIRITUALES. E N QUÉ CONSISTEN Y ... 63
SÉPTIMA DUDA
^Los nn. 17-21 los dedica Suárez a dar razón de algunas afirmaciones
o suposiciones que hacen los Ejercicios, por lo general muy de paso y casi
accidentalmente más en la línea de los evangelios apócrifos que de los canó-
nicos. La profusión y el carácter detallado con los que se ocupa de estas
cuestiones nos resultan hoy exagerados y fuera de lugar. No olvidemos, sin
embargo, que nos encontramos ante un autor que ha dado nivel teológi-
co a los «misterios de la vida de Cristo» y trata de responder a dificulta-
des o a prevenirlas. Y que, además, se encuentra muy en la línea de aquel epi-
CAPÍTULO V. EJERCICIOS ESPIRITUALES. E N QUÉ CONSISTEN Y 65
sodio de la vida de Ignacio, que no quería irse de Jerusalem sin ver aque-
lla piedra «de la cual subió nuestro Señor a los cielos» (Autobiografía, 47).
7 8
En la Vita Domini nostri Jesu Christi.
7 9
En Speculum exemplorum.
8 0
Patrología Latina 65,899.
8 1
Patrología Latina 184,433.
8 2
Patrología Graeca 145,665.
66 Los EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO. U N A DEFENSA
Haec autem verba non admodum nos cogunt, tum quia non
satis constat illam homiliam esse Chrysostomi, tum etiam quia ibi
83
« E I cual [Jesús], habiendo ofrecido en los días de su vida mortal rue
gos y súplicas con poderoso clamor y lágrimas al que podía salvarle de la
muerte, fue escuchado por su actitud reverente, y aun siendo Hijo, con lo
CAPÍTULO V. EJERCICIOS ESPIRITUALES. E N QUÉ CONSISTEN Y ... 67
Sed de his rebus sic vel aliter sentiré non multum refert,
cum nec Evangelio, nec traditioni repugnent, et congruentia am-
bigua sit.
transiens per vallem Josaphat, relictis ibi ex illis octo, alus vero tri
bus in horti parte, seorsum digrediens orasse, etc.
Ubi primum advertere oportet, in Evangelio nullam fieri men-
tionem vallis Josaphat. Et non desunt qui dubitent an vallis Jo
saphat, de quo fit mentio Joel. 3, sit aliquis particularis locus, vel
sit peculiare nomen impositum ad significandam locum in quo
ultimum judicium peragendum est, quicumque tándem ille futurus
sit. Verumtamen per illa verba nihil aliud significatur, nisi quod
Joannes, c. 18, dixit: Egressus est Jesús cum discipulis suis trans
torrentem Cedrón, in montem Oliveti, qui proxime trans illum
torrentem existit; nam inter montem Oliveti, et montem Sion est
vallis quaedam angusta, per quam fluit Cedrón, et haec vallis
Josaphat nominatur, juxta modum loquendi Judaeorum, ab uni
versa Ecclesia Latina usurpatum, de quo in numero secundo, in
tedia parte, disp. 53, sect. 3, dixi. In qua valle existit sepulchrum
B. Virginis, ubi aedificata est Ecclesia, quae Sancta María Jo
saphat vocatur (Apud Bed., de Locis sanctis, c. 6.).
8 6
E I texto original dice peculiare, peculiar.
72 Los EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO. UNA DEFENSA
NONUM DUBIUM
87
L o s Ejercicios parten del fundamento verdadero de la historia [2].
Evidentemente también en el caso de las contemplaciones de la segunda
semana, sobre la vida de Jesús. Ahora bien, no se trata tanto de una histo-
ria «objetiva», que se supone, como de una historia que debe ser «reflecti-
da», es decir, de una historia que debe impactar y transformar al ejercitan-
CAPÍTULO V. EJERCICIOS ESPIRITUALES. E N QUÉ CONSISTEN Y . . . 75
sentaos aquí mientras voy alia a orar. Siendo esto así, con razón
se concluye que hubiera dejado los discípulos bastante al princi-
pio de Getsemaní.
Finalmente, también resulta verosímil que los ocho discípu-
los no hubieran entrado en aquella parte del predio de Getse-
maní que, de manera propia y rigurosa, puede llamarse huerto.
Y esto no repugna a Juan, porque éste, designando al todo por
la parte, lo cual es algo frecuente en la lengua coloquial, se refi-
rió a todo el predio de Getsemaní, dándole el nombre de «huer-
to». Así lo entendió también Toledo. Por lo tanto, Juan no quiso
decir nada que no hubieran dicho los otros evangelistas.
Pero si, por casualidad, alguien discutiera que allí no había
ninguna parte del predio, a la cual pudiera dársele más propia-
mente el nombre de «huerto» que a la restante; o que, si la había,
no habían entrado en ella todos los discípulos (aunque, de hecho,
no puedan probarse ninguna de las dos cosas), habría que decir
que las palabras de Ignacio no van en contra de ello: más bien, se
abstienen de esta disputa. Pues lo primero es una afirmación ge-
neral: a saber, que los ocho discípulos se quedaron en el valle, es
decir, al principio de aquel huerto, como dice Aranda, o al pie de
él, como dice Burcardo. Sólo en este sentido distingue la denomi-
nación de este lugar de aquella parte del huerto más interior y que
tal vez ya se encontraba en el monte Olívete, como da a entender
Lucas, donde permanecieron los otros tres discípulos.
Así podría el lector explicarse (para no ser más prolijos a
base de dedicarnos a explicar los evangelios) los problemas que
presenta el mismo libro referentes a todos los puntos o medita-
ciones de la vida de Cristo nuestro Señor, tomadas de los evan-
gelios. Si se les añade algo de vez en cuando es sólo a modo de
breve exposición, cuya autoridad o probable razón le será a cual-
87
quiera siempre fácil de encontrar .
NOVENA DUDA
te. Perderse en estos detalles nimios corre el riesgo de alejar al ejercitante del
fin que se proponen los Ejercicios. Fin que Ignacio explícita como «conoci-
miento interno del Señor, que por mí se ha hecho hombre, para que más le
ame y le siga» [104]. Dicho de otro modo, no se trata tanto de insistir en el
mero hecho «objetivo» cuanto en el «pro me» que dicho hecho lleva en sí.
76 Los EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO. U N A DEFENSA
88
Patrología Latina 103,837.
89 a a 8
S.Th. 2 2 , q.161,a.6.
^Moralia, libro 23, c. 4. Cf. Patrología Latina 76,258.
9 1
Patrología Latina 44,214.
9 2 a a e
S . 777. 2 2 , q.162, a.4.
CAPÍTULO V. EJERCICIOS ESPIRITUALES. E N QUÉ CONSISTEN Y . . . 77
En esta doctrina tres son los aspectos sobre los que uno
podría desear o pedir una más detallada explicación.
En primer lugar, habría que aclarar por qué se llaman gra-
dos de humildad, ya que más bien parecen grados de todas las
virtudes. En efecto, cumplir los preceptos y evitar los pecados es
algo propio de todas las virtudes o, en el caso de que sea propio
de alguna virtud especial, más bien lo sería de la caridad o de la
penitencia, y no de la humildad. La moderación general del afec-
to hacia todos los bienes temporales es algo que compete a to-
das las virtudes. En segundo lugar, cuál es el motivo por el que
se afirma que sólo hay tres grados de humildad, siendo así que
88
san Benito , por ejemplo, habla de doce grados de humildad en
su Regla, interpretados por santo Tomás, quien, por cierto, de-
89
fiende la existencia de dicho número de grados . Y san Gregorio
enumera cuatro grados de soberbia a los que corresponden cua-
90
tro grados de humildad , de los cuales trata Agustín en su obra
91
De spiritu et Mera . Y el mismo santo Tomás defiende esta divi-
92
s i ó n . Bernardo, sin embargo, en un tratado propio Sobre los
doce grados de humildad, siguiendo la división de san Benito,
93
enumera el mismo número de grados de soberbia , tal como
94
hace ver santo Tomás . Y, finalmente, san Anselmo, en su obra
9 3
Patrología Latina 182,943.
94 a a e
S.Th. 2 2 , q.162, a.4 ad 4. Afirma Tomás que los grados de que
habla Anselmo se entienden a partir del progreso que hace cualquier peca-
do: se concibe en el corazón, se manifiesta en la boca y se lleva a cabo en
la obra.
78 Los EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO. U N A DEFENSA
95
Patrología Latina 159,665.
^ E n efecto, una cosa es la imitación, es decir, imitar los rasgos mate
riales de la vida de Jesús; y otra cosa es el seguimiento, es decir, prolongar
CAPÍTULO V. EJERCICIOS ESPIRITUALES. E N QUÉ CONSISTEN Y . . . 79
95
De similitudinibus enumera siete grados de humildad . ¿Por
qué, pues, Ignacio sólo habla de tres grados?
En tercer lugar, parece difícil que forme parte de la perfecta
humildad elegir pobreza en vez de riquezas, desprecio en vez de
gloria, siendo igual gloria de Dios y provecho espiritual: en una
elección de este tipo no se ve ningún motivo de virtud ni de ho-
nestidad. Pues, según la recta razón, no puede elegirse por sí
mismo lo que, visto desde otro punto de vista, resulta nocivo a la
naturaleza, a no ser que se vea en esta elección un provecho
espiritual o un deseo de agradar a Dios. Ahora bien, este fin deja
de ser válido en este caso, pues se supone que se da igual obse-
quio a Dios y provecho espiritual sin estos males contrarios a la
naturaleza. ¿Por qué, entonces, es perfecto elegir estos males?
Y no se diga que esto supone una mayor imitación de Cristo o
una mayor semejanza con Él. Pues la imitación no ha de poner-
se en estas cosas entendidas materialmente, sino formalmente,
es decir, en la medida en que se ponen al servicio de la gloria de
96
Dios . No leemos, por ejemplo, que Cristo eligió pobreza en vez
de riquezas, siendo igual gloria de Dios, sino que eligió la pobre-
za y la muerte para mayor gloria de Dios. Por consiguiente, para
imitarle sólo debemos afectarnos por algo parecido, y no aficio-
narnos a estas cosas, independientemente de la utilidad que
puedan tener de cara a la gloria o al obsequio de Dios. Así, cla-
ramente repugna que sea mayor perfección elegir esto en lugar
de aquello y que, no obstante, no se dé mayor gloria a Dios en
aquella elección, pues lo que es más perfecto en el orden de la
virtud, es por esta misma razón de mayor gloria de Dios.
98 a a e
S.7"h., 1 2 q . 6 1 , a . 5 .
CAPÍTULO V. EJERCICIOS ESPIRITUALES. E N QUÉ CONSISTEN Y . . . 81
" E s decir, las tres vías clásicas del itinerario espiritual que conduce a
la unión con Dios. Sobre este tema, y en relación con los Ejercicios, se
extiende Suárez en el capítulo siguiente: cf. nn. 1 , 9 - 1 1 .
1 0 0
«Adelectionem status faciendam...» Aquí radica la razón de la dife
rencia entre la división en tres grados de humildad, establecida por Ignacio,
y las otras divisiones de los Padres (Agustín, Benito, Anselmo...): la elección
de estado. Y ésta es la principal aportación de los Ejercicios ignacianos, tal
como ya la enuncia el mismo título de los Ejercicios: «exercicios espiri
tuales para vencer a sí mismo y ordenar su vida sin determinarse por
affección alguna que desordenada sea» [21]. En los Ejercicios, la preocupa-
CAPÍTULO V. EJERCICIOS ESPIRITUALES. E N QUÉ CONSISTEN Y . . . 83
1 0 1
Sobre el lenguaje de los santos, como un lenguaje especial que
tiene su propia lógica, no siempre concordante con el lenguaje de la dog-
mática, se ha expresado Suárez en n.° 16 del presente capítulo. El corazón
tiene sus razones que la cabeza no comprende, dirá Pascal. Se trata, en
definitiva, de la contraposición paulina entre la sabiduría de este mundo y la
sabiduría de la Cruz (1 Cor 1,22-25; 2,6-16).
1 0 2
O un «más» (magis), dirá Ignacio: «los que más se querrán affec-
tar...» [97].
CAPÍTULO V. EJERCICIOS ESPIRITUALES. E N QUÉ CONSISTEN Y 85
3
i° «Abstrahentium non est mendacium -afirmación del Filósofo, es
decir, de Aristóteles» que encontramos en el segundo libro de Física, capí-
tulo 2, y en el decimotercer libro de su Metafísica, capítulo 3 - . Con ella se
quiere reivindicar la posibilidad de tratar un tema determinado, sin tener en
cuenta todos sus aspectos, es decir, haciendo abstracción (abstrahere) de
algunos de ellos, con el fin de subrayar lo que se considera idea principal.
En este caso, la imitación de Jesús pobre y humilde. De ahí que sea impor-
tante la afirmación posterior: prescindiendo de toda otra utilidad.
86 Los EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO. UNA DEFENSA
DECIMUM DUBIUM
104
«Puesto q t j | q
u e o c hay
0 0 |
u e e| _ | concupiscencia de la
n e m u n c 0 a
DÉCIMA DUDA
1 0 5
Cf. nota 55.
88 Los EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO. U N A DEFENSA
1 0 6 a a e
S . 7/7. 2 2 , q.129, a.2 in c : «Igualmente por lo que se refiere a los
honores hay dos virtudes: una que hace referencia a los honores medio-
cres, y ésta es innominada (innominata esf); sin embargo, recibe nombre
(nominatuí) a partir de los extremos: la philotimia, es decir, el amor a los
honores, y la aphilotimia, es decir, sin amor a los honores».
1 0 7
Q u e la elección de estado no se limite al estado de perfección impli-
ca que la elección, punto central de los Ejercicios, se convierte en una acti-
tud permanente, que se traduce con el ejercicio del discernimiento de es-
píritus. Y, así, el ejercitante es un «hombre de discernimiento». Una herra-
CAPÍTULO V. EJERCICIOS ESPIRITUALES. E N QUÉ CONSISTEN Y . 89
mienta que ofrecen los Ejercicios para mantener esta permanente actitud
de discernimiento es el examen de conciencia [43]. No deja de ser signifi
cativo, en este sentido, que Ignacio no tuviera inconveniente en dispensar
de la oración formal, y nunca del examen.
90 Los EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO. UNA DEFENSA
UNDECIMUM DUBIUM
1 0 8
L a undécima duda es, con mucho, la más extensa de las dudas a las
que pretende dar satisfacción Suárez en este capítulo sobre algunos aspec
tos teológicos de los Ejercicios. La razón de esta longitud es doble: una,
coyuntural, es decir, defender a los Ejercicios de las posibles sospechas
que recaían sobre ellos de estar afectados por tendencias iluministas o
quietistas; la otra se debe a que en este dubium trata de un aspecto central
CAPÍTULO V. EJERCICIOS ESPIRITUALES. E N QUÉ CONSISTEN Y . 91
108
UNDÉCIMA D U D A
1 1 1 a
S . 777.3 , q.8, a . 8 a d 1 .
1 1 2 a
S . Th. 3 , q.64, a.1.
CAPÍTULO V. EJERCICIOS ESPIRITUALES. E N QUÉ CONSISTEN Y . 93
U3
Patrologia Latina 15,1799.
CAPÍTULO V. EJERCICIOS ESPIRITUALES. E N QUÉ CONSISTEN Y . . . 97
Por todo ello se entiende bastante bien por qué fue necesa
rio que Ignacio hablara frecuentemente de iluminaciones interio
res, de mociones o inspiraciones en esta obra. En efecto, en ella
se pretende instruir a las personas en el ejercicio de la vida espi
ritual, de la oración mental y de la consideración, actividades to
das ellas en las que se ejercen máximamente o se reciben impul
sos de este tipo. Nada hay en aquella manera de hablar que
Ui
Patrologia Latina 184,188.
98 Los EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO. U N A DEFENSA
115
S u á r e z hace referencia a la obra de Lipomanus-Surius, De probatis
Sanctorum historiis.
CAPÍTULO V. EJERCICIOS ESPIRITUALES. E N QUÉ CONSISTEN Y . . . 101
116
EE[330).
1 1 7 A
S . 7 7 J . 1 , q. 8 4 , a. 7 . Y, sobre esto, la obra de Karl Rahner, comentan-
CAPÍTULO V. EJERCICIOS ESPIRITUALES. E N QUÉ CONSISTEN Y . 105
118
P o r tanto, según esta afirmación suareciana, en vez de hablar de
consolación sin causa precedente, sería mejor hablar de consolación sin
causa proporcionada. Sobre el tema de la consolación sin causa preceden-
te: Karl Rahner, «La lógica del conocimiento existencial en san Ignacio de
Loyola» en: Lo dinámico en la Iglesia, Barcelona 1963, pp. 93-181; J. Gou-
vernaire, Quand Dieu entre á l'improviste. L'enigme ignatien de la consola-
tion sans cause, Collection «Christus», n° 50 DDB, París 1980; D. Gil, La
consolación sin causa precedente, Roma 1971; José García de Castro
Valdés, El Dios emergente. Sobre la «consolación sin causa» (volumen n°
26 de la colección MANRESA).
CAPÍTULO V. EJERCICIOS ESPIRITUALES. E N QUÉ CONSISTEN Y 107
119
A q u í , al hablar de simplex fidelis, estaría Suárez hablando de un fiel
cristiano sin particulares estudios teológicos que le permitieran llegar a
estos conocimientos de los que habla.
108 Los EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO. U N A DEFENSA
DUODECIM DUBIUM
1 2 0
A l igual que en el dubium anterior, también en éste trata Suárez de
un tema candente para su teología y para su tiempo: el de la conjunción
entre la gracia y la actuación humana. Recuérdese la famosa controversia
de auxiliis, que enfrentó a bañecianos (dominicos) y molinistas (jesuítas);
controversia que se saldó con una intervención autoritativa del papa, prohi-
biendo a ambos contendientes ulteriores discusiones. Aunque, de hecho,
aquí no se refiere Suárez tanto a esta controversia, cuanto a la postura
CAPÍTULO V. EJERCICIOS ESPIRITUALES. E N QUÉ CONSISTEN Y . . . 111
120
DUODÉCIMA D U D A
de los reformadores que, desde su sola gratia, parecían anular toda actua-
ción humana en el proceso de la justificación. Prescindiendo, sin embargo,
de esta cuestión de estricta historia del pensamiento teológico, en este
dubium pretende Suárez dar respuesta a la importante cuestión que podría
suscitar una presunta minusvaloración de la gracia en la experiencia de los
Ejercicios y hace ver cómo Ignacio apuesta por una conciliación entre natu-
raleza y gracia (cf. Constituciones S.J. [814]).
112 Los EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO. U N A DEFENSA
1 2 1
E E [155].
1 2 2
E E [320].
1 2 3
E E [177].
CAPÍTULO V. EJERCICIOS ESPIRITUALES. E N QUÉ CONSISTEN Y 113
1 2 4
E E [175].
1 2 5
E E [352-370].
114 Los EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO. U N A DEFENSA
1 2 6
E E [366].
1 2 7
E E [369].
1 2 8
E E [330].
CAPÍTULO V. EJERCICIOS ESPIRITUALES. E N QUÉ CONSISTEN Y . . . 115
1 2 9
E E [336].
116 Los EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO. U N A DEFENSA
1 3 0
E E [320].
1 3 1
E E [324].
CAPÍTULO V. EJERCICIOS ESPIRITUALES. E N QUÉ CONSISTEN Y . . . 117
1 3 2
E E [322].
133 [320].
E E
118 Los EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO. UNA DEFENSA
1 3 4
E E [180-182].
CAPÍTULO V. EJERCICIOS ESPIRITUALES. E N QUÉ CONSISTEN Y . . . 119
1 3 5
E E [175].
CAPÍTULO V. EJERCICIOS ESPIRITUALES. E N QUÉ CONSISTEN Y . . . 121
CAPUTVI
136
P a r a utilizar una terminología más ignaciana, podríamos decir que
este capítulo se ocupa del modo y orden que debe seguirse a la hora de dar
los Ejercicios.
l 3 7
C o m o ya dijimos en la introducción, presenta aquí Suárez cuáles van
a ser los temas de los que se ocupará en este capítulo: cómo dar reglas
125
CAPITULO VI
136
SOBRE EL ARTE Y EL MÉTODO DE LOS EJERCICIOS
El parecer de Ignacio
al transmitir este método fue óptimo
1 4 1
Patrología Latina 40,847.
^Patrología Latina 40,863.
128 Los EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO. U N A DEFENSA
3. Probatio, ex ratione
149
Cfr. 1 Cor 3,6-9.
132 Los EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO. U N A DEFENSA
1 5 0
E n el capítulo decimoquinto del libro segundo de la Subida del monte
Carmelo admite también san Juan de la Cruz que «a los aprovechantes que
comienzan a entrar en esta noticia general de contemplación les conviene
a veces aprovecharse del discurso natural y obra de las potencias natura-
les» (cf. título del capítulo). Es decir, el mero hecho de encontrarse, por así
decir, en un estadio contemplativo de la praxis oracional (y, por tanto, en un
estadio de pasividad), no excluye de entrada algún tipo de actividad en el
CAPÍTULO V I . SOBRE EL ARTE Y EL MÉTODO DE LOS EJERCICIOS 133
150
Santo . O la preparan a recibir el impulso del Espíritu Santo,
para experimentarlo y poderlo seguir. Los Ejercicios dan impor-
tancia a todo esto, como se ve en las anotaciones que se en-
cuentran al principio de la obra y en otros muchos lugares. Se
aclara así la primera objeción propuesta en 1.
tissimo ordine instruitur homo per haec exercitia. Quia vero con-
veniens aestimatio et recta intentio finis ultimi principium est
omnium bonarum actionum, ideo S. Ignatius ante particularia
exercitia hoc praemisit tanquam fundamentum totius reforma-
tionis spiritualis.
152
C f . EE [4,4-8].
153
E m p i e z a a establecer Suárez una correspondencia entre las cuatro
semanas de los Ejercicios y las tres vías clásicas: la primera se correspon-
de con la vía purgativa; la vía iluminativa se inicia con la segunda semana,
CAPÍTULO V I . SOBRE EL ARTE Y EL MÉTODO DE LOS EJERCICIOS 135
dat, pium et sanctum est Deo gratias agere, ut qui ejus benigni-
tatem et gratiam fuerimus consecuti, ita ut cum divino quodam
afflatu nos ad somnum conferamus. Illud tamen animadvertere
libet, dictos Patres solum generaliter attigisse conscientiae exa-
men, semel aut bis vel saepius in die peragendum, particulare
autem examen quod assumitur contra unum vitium speciale, ut in
illo emendando major cura adhibeatur, et sic procedendo per sin-
gula facilius omnia eradicentur, sapienter fuisse a B. Ignatio ex-
cogitatum; insinuavit autem illum Basilius in Regulis brevioribus,
reg. 289, ubi ait, quando aliquis frequentius in aliquo peccat, con-
siderare deberé radicem, et ibi specialiter medicinam adhibere,
atque in singulis peccatis (inquit) simili modo.
piadoso y santo dar gracias a Dios para que los que hemos obte-
nido su benignidad y gracia nos abandonemos al sueño con un
cierto hálito divino. Me place observar que los dichos Padres sólo
trataron del examen de conciencia de un modo general, que
debía hacerse una o dos veces, o con más frecuencia durante el
día. Sin embargo, el examen particular, que se hace contra un
vicio especial, para mostrar un mayor cuidado en corregirlo y, de
este modo, erradicar más fácilmente todos los vicios, fue pensa-
do sabiamente por Ignacio. Lo insinuó Basilio en las reglas más
16
breves (regla 289) *, donde dice que cuando alguien peca más
frecuentemente en algo [algún vicio], debe considerar la raíz y
allí aplicar especialmente la medicina y - d i c e - lo mismo [debe
65
hacerse] para cada pecado* .
1 6 6
L a colocación de las reglas para ordenarse en el comer para ade-
lante [210-217] al final de la tercera semana es un tema debatido entre los
especialistas del texto ignaciano. Cf. J. M. Bover, «Reglas para ordenarse en
el comer. ¿Por qué en la tercera semana?», Manresa 9 (1933) 128-133.
Unos hacen referencia a razones de tipo práctico: en la tercera semana no
habría otros documentos, excepto los propios de esta etapa de los Ejercicios
y, por tanto, aquí estarían bien colocadas dichas reglas, sin otra ulterior con-
sideración; otros intentan ver razones intrínsecas, tanto a las reglas como a
la dinámica de esta etapa de los Ejercicios, para explicarse el hecho de que
Ignacio las colocara precisamente en la tercera semana: a saber, el carác-
ter penitencial de ambos aspectos (el de las reglas y el de la contemplación
de la pasión de Cristo). Ha habido también quien ha subrayado el hecho de
que estas reglas propiamente no tienen que ver con la elección, sino con la
reforma del estado de vida: sea cual sea el resultado de la elección, el ejer-
citante se encontrará sometido a necesidades básicas de la vida, las cuales
será necesario ordenar. Que sea señor de sí, recomienda Ignacio en la regla
séptima [216,2]. Ésta parece ser la opción de Suárez, quien ve en estas
reglas como una especie de «trampolín» de cara a la vida ordinaria: para
continuar practicando la oración mental es muy necesaria esta moderación,
dice. Oración y regalo no se compadecen, dirá también Teresa de Ávila. Sin
pretender terciar en el debate, nos parece significativo el hecho de que
dichas reglas formen una especie de inclusión con la primera contemplación
de la tercera semana, a saber, la de la última cena de Jesús con sus discí-
pulos, antes de sufrir pasión y muerte. Inspirándonos en la sugerente inter-
pretación de Gastón Fessard, podríamos decir lo siguiente: el que hace
Ejercicios ha hecho elección. Esta debe tomar cuerpo en el ejercitante,
quien debe ¡n-corpor-arse («hoc est enim corpus meum») dicha elección,
CAPÍTULO V I . SOBRE EL ARTE Y EL MÉTODO DE LOS EJERCICIOS 141
de tal manera que ésta vaya repercutiendo en todos y cada uno de los
aspectos de la vida de quien ha hecho la experiencia de los Ejercicios y, por
tanto, hecho elección. Por otra parte, característico de la elección es su
aspecto oblativo: no se trata tanto de una decisión que el ejercitante toma
por su cuenta y riesgo, sino de ser elegido (cf. La Storta [«Quiero que tú nos
sirvas», sentirá Ignacio que le dice la Trinidad]; o bien la necesidad de con-
firmar la elección: cf. EE [183]). Ahora bien, el acto de comer no es «oblati-
vo» sino, más bien, «apropiativo»: para esto, es decir, para educar en la
línea de la oblatividad y convivialidad [cf. EE 214-216], una dimensión que
corre el riesgo de reforzar la dinámica de por sí apropiativa del ser humano,
pueden resultar altamente oportunas dichas reglas (al hacer este plantea-
miento nos sentimos también deudores de Javier Melloni, La mistagogfa de
los Ejercicios, n.° 24 de esta colección MANRESA). Finalmente, digamos
que mediante la elección, el ejercitante «cristifica» su existencia, es decir,
ve en Cristo un ineludible punto de referencia (cf. regla quinta [214,1]).
1 6 7
L a originalidad de la propuesta ignaciana consiste, sobre todo, en la
forma, y no tanto en la materia. La materia, es decir, la doctrina cristiana, la
historia de la salvación, o como quiera llamársele, se presenta de manera
sucinta. Rudimentaria, si se quiere. Es más: en esto, Ignacio pretende que
quien recibe los Ejercicios adopte, por así decir, un papel de protagonista
(«la persona que contempla, tomando el fundamento verdadero de la histo-
ria y discurriendo y raciocinando por sí mismo y hallando alguna cosa que
haga un poco más declarar o sentir la historia, quier por la raciocinación
propia, quier sea en quanto el entendimiento es ilucidado por la virtud divi-
na, es de más gusto y fructo spiritual...». Cf. EE [2]). La novedad de la pro-
puesta ignaciana radica sobre todo en la forma, es decir, en la organización
del conjunto, toda ella centrada en la elección.
142 Los EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO. U N A DEFENSA
169
Patrología Latina 54,186.
CAPÍTULO V I . SOBRE EL ARTE Y EL MÉTODO DE LOS EJERCICIOS 145
1 7 0
E n su dibujo del monte Carmelo, en la parte superior, escribe Juan
de la Cruz las siguientes palabras: «ya por aquí no hay camino, porque para
el justo no hay ley; él para sí se es ley» (cf. 1 Tim 1,9; Rom 2,14).
1 7 1
«Todo lo que se puede en esta canción decir es menos de lo que
hay, porque la transformación del alma en Dios es indecible. Todo se dice
en esta palabra: que el alma está hecha Dios de Dios, por participación de
él y de sus atributos, que son los que aquí llama lámparas de fuego» (Juan
de la Cruz, Llama de amor viva, segunda redacción, 3,8).
172
Patrología Latina 196,180.
173
P o r similitud de planteamiento, nos permitimos aducir la experiencia
de Teresa de Jesús, quien, narrando su encuentro con los jesuítas Diego de
Cetina y Francisco de Borja, nos dice que éstos, al mismo tiempo que apro-
CAPÍTULO VI. SOBRE EL ARTE Y EL MÉTODO DE LOS EJERCICIOS 147
1 7 4
Idéntico planteamiento encontramos en Juan de la Cruz (cf. Subida
del monte Carmelo, libro segundo, capítulo 15: «En que se declara cómo a
los aprovechantes que comienzan a entrar en esta noticia general de con-
templación les conviene a veces aprovecharse del discurso natural y obra
de las potencias naturales»).
17
=Propiamente, los Ejercicios hablan de «traer los cinco sentidos» so-
bre las contemplaciones que se han hecho a lo largo de la jornada (cf. EE
[121-126]). Una buena, y ya clásica, presentación del tema de la «aplicación
de sentidos» la ofrece el P. Maréchal en el primer volumen del Dictionnaire
de Spiritualité ce. 810-828.
Í 7 6
P a r a Suárez, la aplicación de sentidos forma parte de la oración con-
templativa. Se desmarca así de la opinión del Directorio oficial de los
Ejercicios, promulgado por Aquaviva en 1599, según el cual la meditación
es «omnino altior», y la aplicación de sentidos, un ejercicio de menor enti-
dad. Contrariamente a este planteamiento, sostiene Suárez que la aplica-
ción de sentidos forma parte de los grados más elevados de la oración, la
oración contemplativa, reforzando así el entronque de este ejercicio con la
doctrina de los «sentidos espirituales» de Orígenes, Buenaventura, etc. Cf.
Karl Rahner, «Le debut d'une doctrine des "sens spirituels" chez Origóne»,
CAPÍTULO V I . SOBRE EL ARTE Y EL MÉTODO DE LOS EJERCICIOS 149
1 7 7
L a importancia, tanto para Ignacio como para Suárez, de quien da
los Ejercicios, queda recogida en esta advertencia, hecha como de pasada.
Lo que se transmite «de viva voz», es decir, el acompañamiento personal,
la relación interpersonal, el conferir las mociones con quien da los
Ejercicios, etc., no puede nunca omitirse.
PARTE TERCERA
CAPUTVII
178
D o s son, fundamentalmente, los temas de los que trata este capítulo:
en primer lugar, en los siete primeros números, comenta Suárez algunos as-
pectos de algunas series de reglas o notas que aparecen en los Ejercicios
(reglas para ordenarse en el comer, notas sobre los escrúpulos, reglas sobre
el ministerio de distribuir limosnas, la anotación 15); y, en segundo lugar, trata
sobre el uso que puede hacerse de los Ejercicios (8-15).
179
« R e g l a s para ordenarse en el comer para adelante» [210-217].
155
1 7 8
CAPÍTULO V I I
1 8 0
S e trata de la adición décima (EE [82-89]).
1 8 1
«Para sentir y entender escrúpulos y suaslones de nuestro enemigo,
ayudan las notas siguientes» (EE [345-351]).
1 8 2
« E n el ministerio de distribuir limosnas se deben guardar las reglas
siguientes» (EE [337-344]).
1
83«p | sentido verdadero que en la Iglesia militante debemos tener,
a r a e
184
Contrariamente a lo que se ha convertido en costumbre, Suárez no
designa al que da los Ejercicios con el nombre de «director», sino con el
CAPÍTULO V I L SOBRE LA PRUDENCIA AL DAR LOS EJERCICIOS 159
1 8 5
E E [23].
CAPÍTULO V I L SOBRE LA PRUDENCIA AL DAR LOS EJERCICIOS 163
1 8 6
E E [169, 1-3.6-7] y también [179].
164 Los EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO. U N A DEFENSA
7. Alterum principium
DE USU EXERCITIORUM
1 8 7
A esto habría que añadir el mes de ejercicios hecho durante la ter-
cera probación: cf. Constituciones de la Compañía de Jesús [71] y [516]. Y
recientemente las Normas Complementarias, promulgadas por la Con-
gregación General 34 [126].
CAPÍTULO V I L SOBRE LA PRUDENCIA AL DAR LOS EJERCICIOS 165
7. Segundo principio
1 8 8
S e entiende: del De Religione.
166 Los EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO. UNA DEFENSA
1 8 9 a a e
S . 777. 2 2 , q.188, a.8.
CAPÍTULO V I L SOBRE LA PRUDENCIA AL DAR LOS EJERCICIOS 167
1 9 1
Patrología Latina 76,809.
^Patrología Latina 75,762.
1 9 3
E I autor a quien se refiere Suárez es Alfonso de Avendaño, OP, en
sus Commentaria in Ps CXVIII, publicado en Salamanca en 1584. Cabe de-
CAPÍTULO V I I . SOBRE LA PRUDENCIA AL DAR LOS EJERCICIOS 169
cir que ésta era un crítica muy frecuente que se dirigía a los Ejercicios: es
decir, la presunta pretensión de que, en poco tiempo, aspiraban a conducir
a las más altas cumbres de la santidad a todo el mundo, grandes pecado-
res inclusive.
170 Los EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO. UNA DEFENSA
1 9 4 a a e
S . Th. 2 2 . q. 180, a. 2.
1 9 5
E n el breve Pastoralis officii, promulgado el 31 de julio de 1548. Cf.
n° 2 del capítulo V.
CAPÍTULO V I I . SOBRE LA PRUDENCIA AL DAR LOS EJERCICIOS 171
196
[ 6 5 ; 73; 98; 277; 279; 408s; 437; 648].
197
Constituciones de la Compañía de Jesús [408].
172 Los EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO. UNA DEFENSA
198
H/stor/ae Societatis lesu prima pars.
1 9 9
« l n ómnibus operibus tuis memorare novissima tua, et in aeternum
non peccabis». Téngase en cuenta que se trata del versículo 40 en la edi-
CAPÍTULO V I L SOBRE LA PRUDENCIA AL DAR LOS EJERCICIOS 173
200
[649].
CAPÍTULO V I L SOBRE LA PRUDENCIA AL DAR LOS EJERCICIOS 175
2 0 1
EE [238-260].
176 Los EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO. UNA DEFENSA
2 0 2
E E [18]
203
Patrologia Graeca 3 1 , 1 3 0 5 - 1 3 0 6 .
204
S u á r e z distingue entre la superioridad objetiva de la vida consagra-
da, subrayada recientemente por el concilio Vaticano segundo en Lumen
Gentium y Períectae caritatis (sobre esto puede leerse: Gabino Uríbarri
Bilbao, Portar las marcas de Jesús. Teología y espiritualidad de la vida con-
sagrada, Madrid-Bilbao, 2 0 0 2 , esp. pp. 2 1 1 - 2 6 1 ) , y el hecho de que, subje-
tivamente, no necesariamente la opción por la vida religiosa sea lo mejor pa-
CAPÍTULO V I L SOBRE LA PRUDENCIA AL DAR LOS EJERCICIOS 177
2 0 6
A I citar el texto suareciano, señalamos, en primer lugar, el capítulo
correspondiente (quinto, sexto o séptimo). Luego, el párrafo del capítulo
donde se hace mención del pasaje de los Ejercicios. Téngase en cuenta
que las menciones pueden ser, a veces, incidentales, como de paso; y que,
en cambio, a veces se trata de pasajes de los Ejercicios que Suárez comen-
ta más detenidamente. Digamos por último que, cuando lo consideramos
oportuno, utilizamos también la moderna división en versículos de los
números de los Ejercicios.
182 Los EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO. UNA DEFENSA