Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunica-
ción pública y transformación, total o parcial, de esta obra sin contar con la autorización escrita de los titulares
del Copyright. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad
intelectual (Artículos 270 y ss. del Código Penal).
Diccionario de Teología
Impreso en España por: GRÁFICAS ALZATE, S.L. Pol. Comarca 2. Esparza de Galar (Navarra)
Presentación
nota: «Un diccionario teológico tiene otras ventajas que no presenta un tra-
tado completo: es de un uso más general, se le consulta con más comodi-
dad y más gusto, y contiene además un gran número de artículos de que
no es susceptible un curso de teología».
Desde el diccionario de Bergier hasta nuestros días, han visto la luz
decenas de diccionarios relacionados con la teología o alguna de sus dis-
ciplinas. Quizás en el campo de la teología, el momento cumbre lo re-
presenta el Dictionnaire de Théologie Catholique, dirigido sucesivamen-
te por Vacant, Mangenot y Amann, que comenzó a publicarse al inicio
del siglo XX y se concluyó en la década de los 50. Posteriormente, apa-
reció, por iniciativa de Buchberger, obispo de Regensburg, el Lexikon für
Theologie und Kirche que ha conocido tres ediciones (la de Hofmann:
1930-1938; la de Hofer y Rahner: 1957-1967; y la de Kasper: 1993-2001).
Otros diccionarios más breves o sobre cuestiones más particulares siguen
apareciendo prácticamente cada año.
Jesucristo Pecado
Pecado original
Laicos Penitencia (sacramento)
Lenguaje Persona
Ley Piedad popular
Libertad Pluralismo
Liturgia
Razón
Magisterio de la iglesia Reino de Dios
Mal Religión
María Revelación
Matrimonio Sacramento/Sacramentos
Ministerio Salvación
Ministerio petrino Santidad
Misión/Misiones Secularidad
Misterio Sentido de la fe (sensus fidei/fidelium)
Misterio pascual
Mística
Teología
Moralidad
Tiempo
Movimiento litúrgico
Trabajo
Muerte
Tradición
Mundo
Ab = Abdías
Ag = Ageo
Am = Amos
Ap = Apocalipsis
Ba = Baruc
1 Co = Primera Carta a los Corintios
2 Co = Segunda Carta a los Corintios
Col = Carta a los Colosenses
1 Cro = Libro I de las Crónicas o Paralipómenos
2 Cro = Libro II de las Crónicas o Paralipómenos
Ct = Cantar de los Cantares
Dn = Daniel
Dt = Deuteronomio
Ef = Carta a los Efesios
Esd = Esdras
Est = Ester
Ex = Éxodo
Ez = Ezequiel
Flm = Carta a Filemón
Flp = Carta a los Filipenses
Ga = Carta a los Galatas
Gn = Génesis
Ha = Habacuc
Hb = Carta a los Hebreos
Hch = Hechos de los Apóstoles
Is = Isaías
Jb = Job
Jc = Jueces
Jdt = Judit
JI = Joel
XXII Diccionario de Teología
DTh = Divus Thomas (antes de 1914: Jahrbuch für Philosophie und spekulative
Theologie; desde 1954 Freiburger Zeitschrift für Theologie und Philoso-
phie), Fribourg, Suiza
DTI = Diccionario Teológico Interdisciplinar, dirs. L. Pacomio et al., Salamanca
1983-1987
EB = Pontificia Comisión Bíblica, Enchiridion Biblicum, 1993
ECatt = Enciclopedia Cattolica, Roma 1949ss.
ED = Euntes docete, Roma 1948ss.
EEc = Estudios Eclesiásticos, Madrid 1922ss.
EP = Enchiridion Patristicum, M.J. Roüet de Journel, Barcelona 1953
EscV = Escritos del Vedat, Torrente (Valencia) 1971ss.
EstB = Estudios Bíblicos, Madrid 1929ss.
EstMar = Estudios Marianos, Madrid 1972ss.
EThL = Ephemerides Theologicae Lovanienses, Brugge 1924ss.
FuP = Fuentes Patrísticas, Madrid 1991ss.
FZThPh = Freiburger Zeitschrift für Theologie und Philosophie (cf. DTh)
GCS = Die griechischen christlichen Schriftsteller der ersten drei Jahrhunderte,
Leipzig 1897ss.
Ge = Sacramentario Gelasiano (Colección de textos litúrgicos), siglo VII
Gell = Sacramentario de Gellone (Colección de textos litúrgicos), siglo VIII
GER = Gran Enciclopedia Rialp, dirs. A. Millán Puelles et al., Madrid 1971ss.
GLNT = Grande Lessico del Nuovo Tetamento, 16 vols, Brescia 1965-1992 (cf.
ThWNT)
GNO = W. Jaeger (ed.), Gregorii Nysseni Opera, Brill, Leiden 1952-2006
Gr = Gregorianum, Roma 1920ss.
HDG = Handbuch der Dogmengeschichte, dirs. M. Schmaus, J.R. Geiselmann, A.
Grillmeier, Freiburg 1951ss.
Hist. Eccl. = Eusebio de Cesarea, Historia Ecclesiastica
Lat = Lateranum, Roma 1919ss.
LThK = Lexikon für Theologie und Kirche, dir. por M. Buchberger, Freiburg 1930-
1938; 2ª ed., dir. por J. Höfer y K. Rahner, Freiburg 1957-1968; 3ª ed., dir.
por W. Kasper, Freiburg 1993-2001
LthK Komm = Lexikon für Theologie und Kirche. Zweites Vatikanisches Konzil: Kom-
mentarwerk, vols. I-III, Freiburg 1967ss.
Mansi = J. D. Mansi (ed.), Sacrorum Conciliorum nova et amplissima collectio, 53
vols., Florence 1759ss.
MSR = Mélanges de Science Religieuse, Lille 1944 ss.
MThZ = Münchner Theologische Zeitschrift, München 1949ss.
MySal = Mysterium Salutis. Grundriss heilsgeschichtlicher Dogmatik, eds. J. Feiner
y M. Löhrer, Einsiedeln-Zürich-Köln 1965-1976: Mysterium Salutis. Ma-
nual de teología como historia de la salvación, 5 vols., Madrid 1969-84
NRT = Nouvelle Revue Théologique, Tournai-Louvain-Paris 1879ss.
NTS = New Testament Studies, Cambridge-Washington 1954ss.
Otto = Corpus apologetarum christianorum saeculi secundi, 5 vols., ed. por J.C.Th.
Otto, Wiesbaden 1969-1971
PG = Patrologia Graeca, dir. J. P. Migne, 161 vols., Paris 1857-1866
PL = Patrologia Latina, dir. J. P. Migne, 217 vols. y 4 de índices, Paris 1878-
1890
POr = Patrologia orientalis, eds. R. Graffin y F. Nau, Paris 1907-1966
Abreviaturas XXVII
Alianza
I. NATURALEZA DE LA ALIANZA
I. Naturaleza de la alianza
El término «alianza» por su etimología sig-
II. La antigua alianza
nifica unión de dos o más, sean personas in-
III. La alianza nueva
dividuales, gobiernos o naciones para con-
seguir un objetivo común. Con frecuencia se
identifica con «pacto», que tiene sentido bé-
«Dios eligió como pueblo suyo el pueblo de lico, con «negocio», que pertenece al len-
Israel, con quien estableció una alianza, y guaje económico, o con «compromiso», que
a quien instruyó gradualmente manifes- subraya la idea de obligación. En latín ocurre
tándole a Sí mismo y sus divinos designios algo parecido, pues existen al menos tres
a través de su historia, y santificándolo pa- términos sinónimos, pactum, que pertene-
ra Sí. Pero todo esto lo realizó como prepa- ce al lenguaje bélico, foedus, que mira al
ración y figura de la nueva alianza, perfec- acuerdo entre dos, testamentum que se re-
ta que había de efectuarse en Cristo, y de la fiere a la última y definitiva decisión. En cam-
plena revelación que había de hacer por el bio, en griego hay un término preponderan-
mismo Verbo de Dios hecho carne [...]. Nue- te, diatheke, que significa originariamente
va alianza que estableció Cristo, es decir, el «ordenar cada cosa en su sitio» (dia-tithe-
Nuevo Testamento en su sangre (cf. 1 Co mi), y que pronto llegó a indicar decisión fir-
11,25), convocando un pueblo de entre los me, testamento, y con más frecuencia,
judíos y los gentiles que se condensara en acuerdo, pacto, alianza. Poco frecuente es
unidad, no según la carne, sino en el Espí- syntheke (convención, pacto) y siempre apli-
ritu, y constituyera un nuevo Pueblo de cado a los pactos humanos. En hebreo es be-
Dios» (LG 9). rît el término técnico que etimológicamente
Estas palabras del Concilio Vaticano II po- significa «prever, decidir»; ‘edût es más bien
nen la alianza como eje de la historia de la un término jurídico que significa «testigo» o
salvación: la antigua, como elemento fun- «testimonio»: en la Biblia se aplica al «arca
dante del pueblo de Dios, y figura de la nue- del testimonio» porque el arca, por conte-
va. Ésta, como plenitud de la redención por ner las tablas de la ley, era elemento acu-
la sangre de Cristo y elemento constituyen- satorio de los delitos del pueblo.
te del nuevo Pueblo de Dios. El desarrollo En cuanto a la naturaleza y al origen his-
de este tema tiene tres partes: primero, la tórico de la alianza ha habido una ardiente y
alianza, su origen, naturaleza, etc., después, fecunda polémica entre los exegetas, espe-
la teología de la antigua alianza, y final- cialmente en las décadas de los sesenta y
mente, la teología de la nueva alianza se- setenta del siglo XX. Los estudios van en una
gún los datos del Antiguo y del Nuevo Tes- doble dirección. Para la mayoría (M. Wein-
tamento. fell, H.D. Neef, W. Eichroth, etc.) la alianza se
2 ALIANZA
entiende como un pacto bilateral según el Israel como pueblo en la anfictionía de las
cual los compromisarios, sean individuos o tribus (cf. Jos 24): el pacto entablado entre
sociedades, asumen unas obligaciones mu- ellas fue la base de la alianza que más tar-
tuas. En el caso de la alianza bíblica, tanto de se aplicaría a la relación entre Dios y su
Dios como Israel se comprometen a poner pueblo. Durante bastantes años esta hipó-
en práctica las obligaciones que comporta. tesis era habitual en los círculos científicos,
Según este concepto, la alianza subraya la quizás porque la defendían con calor espe-
bilateralidad, la relación mutua más que los cialistas como M. Weber, A. Alt, etc.
compromisos mismos. Para otros (M. Noth, 3. Finalmente G. Mendenhall (Law and
E. Kutsch, L. Perlitt, A. Schenker), alianza Covenant in Israel and the Ancient Near
pertenece al campo jurídico, pues designa East, Pittsburg 1955) marcó un punto de in-
el conjunto de obligaciones, compromisos o flexión al salirse de la Biblia y buscar el ori-
mandatos que comporta. Si es uno mismo gen de la alianza fuera de Israel. Mostró que
quien se las impone como obsequio a un su- los tratados de vasallaje del segundo mile-
perior, y en el caso de la Biblia, como reco- nio, especialmente de los hititas tenían mu-
nocimiento de la soberanía de Dios, se iden- chos puntos de contacto con el formulario
tifica con la promesa o el juramento. Adu- de la alianza bíblica: constan de una intro-
cen como apoyo la alianza de las tribus en ducción histórica, ordinariamente señalando
Siquén (Jos 24,1-28). Si es el superior quien la victoria bélica que justifica las estipula-
la impone, alianza equivale a precepto, y en ciones (cf. Ex 20,2), la relación de obliga-
el caso de la Biblia, a mandamiento, tanto ciones impuestas (cf. Ex 20,3-17) y la in-
al decálogo como al resto de mandamientos vocación a la divinidad o ritos que reflejan la
que entran en la alianza sinaítica. En este presencia de Dios en el acto.
concepto la reciprocidad es secundaria, como 4. L. Perlitt (Bundestheologie im Alten Tes-
es secundaria la relación afectiva, y todo se tament, Neukirchen-Vluin 1969) que, como
reduce a unas exigencias determinadas que hemos señalado, sigue la opinión de Kutsch,
hay que cumplir. afirmando que la berît no conlleva reciproci-
También sobre el origen histórico de la dad, sino simple obligación impuesta por
alianza se han planteado todas las hipótesis Dios, al plantearse el origen histórico res-
posibles: ponde categóricamente que es la escuela
1. J. Wellhausen (Prolegomena to the His- deuteronomista la que introdujo el término be-
tory of Israel, New York 1957, 417ss.) seña- rît o, al menos, quien lo utilizó con la carga
ló que era una idea específica de la religión is- teológica que aparece en la Biblia. Como ex-
raelita, más en concreto, de los profetas, que plicaremos más adelante, el concepto de
transformaron un tipo de religión cultual y alianza encaja perfectamente en la teología
nacional en una religiosidad basada en la li- deuteronomista, como ha puesto de relieve
bertad divina y en la responsabilidad huma- P. Buis (La notion d’alliance dans l’Ancien
na. En ella los preceptos morales estaban por Testament, Paris 1976), pero existía antes
encima de los ritos cultuales. A este plantea- del 622 a.C., fecha en que se supone que
miento se ha replicado que los profetas no Josías encontró el Deuteronomio y comen-
fueron los iniciadores de la religiosidad is- zó la escuela deuteronomista.
raelita, más bien fueron los impulsores de
ella y de otras muchas tradiciones impresas II. LA ANTIGUA ALIANZA
ya en el corazón de los israelitas. Oseas es el primer profeta que utilizó berît
2. Poco a poco se fue imponiendo la hi- como término técnico tanto de los pactos
pótesis de M. Noth (The History of Israel, humanos, como de la alianza del Señor con
London 1960, 91ss.), que situó el origen de su pueblo. Sus explicaciones muestran cuál
ALIANZA 3
pronombre personal (mi alianza) y está en La alianza con Abrahán se hace en dos
paralelismo con mi Ley. La Ley es el conjun- momentos claves: cuando todavía Abrán no
to de normas que «el pueblo no puede olvi- tenía hijos, según Gn 15, el Señor estable-
dar» y cuyo incumplimiento supone un gra- ce una alianza con él y su descendencia,
ve delito contra Él. El profeta contempla el promete con solemnidad la tierra (15,18),
elemento jurídico y moral de la alianza, y pero no impone ninguna obligación. Más
también el elemento afectivo. En efecto, en adelante, cuando ya había nacido Ismael,
el v. 2 hay una protesta significativa del pue- según Gn 17, el Señor establece una alian-
blo: «Te conocemos, Dios de Israel». El ver- za eterna (berît ‘olam) con Abrán y su des-
bo conocer (yada‘) tiene una amplia gama cendencia, le cambia el nombre por Abra-
de significados: saber, conocer, reconocer, hán («padre de pueblos», según 17,4), y le
tener relaciones íntimas, etc., pero en Ose- impone la obligación de la circuncisión. Co-
as es un término técnico que expresa la re- mo en Gn 15, esta alianza es una iniciativa
lación íntima de Dios con su pueblo: Dios re- divina y lleva consigo la doble promesa, de
conoce a Israel como pueblo suyo en la elec- una descendencia numerosa y de la pose-
ción (cf. Os 5,3; 13,5), y el pueblo debe sión de la tierra de Canaán. Aunque estos
corresponder a la iniciativa divina recono- relatos fueron redactados en época tardía,
ciéndole como único Dios. El gran pecado de reflejan con claridad los elementos esen-
Israel, según Oseas, es «no conocer al Se- ciales de la alianza bíblica.
ñor» (cf. Os 4,1.3; 6,3.6; 8,2; 13,4). Por La alianza con Moisés y su pueblo está
otra parte, «rebelarse contra» (pesa’ ’al) es recogida en el relato de los acontecimien-
una construcción exclusiva de Oseas, que tos del Sinaí (Ex 19-24). Se lleva a cabo en
seguramente quiere reflejar la actitud interior tres momentos sucesivos: preparación (Ex
del que se rebela, más que un pecado con- 19,1-20), imposición de obligaciones de-
creto. cálogo y código de la alianza (Ex 20; 22-
En suma, queda suficientemente claro que 23) y rito de conclusión, mediante la lectu-
el término técnico berît existía ya en el siglo ra del libro de la alianza (Ex 24,7) y la as-
VIII para indicar todo tipo de pactos, entre in- persión de la sangre de la alianza (Ex 24,8).
dividuos, entre naciones, y concretamente Es probable que el modo de describir la
entre Dios y el pueblo. En este último caso alianza sinaítica esté inspirado no tanto en
refleja la actitud interior del hombre que asu- los pactos entre particulares, como, por
me los compromisos, más que los compro- ejemplo, los descritos en el libro del Géne-
misos mismos. Oseas transmite la tradición sis entre Jacob y Labán (Gn 31,44) o entre
de la alianza, y si la escuela deuteronomis- Abrahán y sus vecinos (Gn 14,13), cuanto
ta la desarrolla y profundiza, es porque la en los pactos de vasallaje que sellaban la
ha heredado, no porque la ha inventado. paz entre los pueblos. Se han conservado
Las mismas características de la alianza algunas fórmulas de estos pactos pertene-
aparecen en los relatos de las alianzas an- cientes al segundo milenio antes de Cristo,
tiguas con Noé, con Abrahán y, muy en con- que tienen muchas semejanzas con el for-
creto, con Moisés en el Sinaí. mulario que se recoge en el Éxodo y en otros
La alianza con Noé (Gn 9,8-17) es califi- libros de la Biblia. Sin embargo, la alianza
cada como alianza eterna (berît ‘olam), tie- sinaítica, en relación a esos otros pactos,
ne como destinatarios Noé y sus descen- presenta una diferencia digna de señalar:
dientes, es decir, todos los hombres, y como la alianza del Sinaí abarca el Decálogo mo-
signo el arco iris. Intencionadamente no ral, el Código de la alianza y el Código Ri-
comporta ninguna obligación, es un com- tual, es decir, regula la vida entera del pue-
promiso unilateral de Dios. blo, y su esencia es que, con tal alianza,
ALIANZA 5
Dios hace de Israel «un reino de sacerdo- ro aquí subraya la iniciativa divina, precisa-
tes y una nación consagrada» (Ex 19,6). mente porque no llevará consigo obligacio-
Más que sellar una paz o un vasallaje, Dios nes especiales, sino más bien beneficios ex-
eleva al pueblo a la más alta dignidad y le traordinarios. El propio profeta indicará más
otorga la libertad que no tenía en Egipto. adelante que esta alianza es eterna (berît
‘olam), empalmando con la de Noé y Abra-
III. LA ALIANZA NUEVA hán, y ya no volverá a ser violada: «Pacta-
El profeta Jeremías es el primero que men- ré con ellos una alianza eterna, por la que no
ciona la alianza nueva en el «Libro de la cesaré de seguir haciéndoles el bien, y pon-
Consolación» (Jr 31-34), que marca el pun- dré en sus corazones mi temor para que no
to álgido de la enseñanza teológica de Je- se aparten de mí» (Jr 32,40).
remías: «Mirad que vienen días oráculo del En segundo lugar, la alianza es interior,
Señor en que estableceré una nueva alian- pues estará inscrita en el corazón de cada
za con la casa de Israel y la casa de Judá. No hombre, que en adelante no necesitará que
será como la alianza que pacté con sus pa- nadie le enseñe la Ley, pues él conocerá a
dres el día en que los tomé de la mano pa- Dios de modo directo. La alianza antigua del
ra sacarlos de la tierra de Egipto, porque Sinaí ponía la Ley como condición para al-
ellos rompieron mi alianza, aunque Yo fue- canzar la tierra prometida, esta nueva alian-
ra su señor oráculo del Señor . Sino que za ha hecho de la Ley el don, el objeto de la
ésta será la alianza que pactaré con la casa promesa. En tercer lugar es inviolable, por-
de Israel después de aquellos días orácu- que «todos me conocerán, desde el más pe-
lo del Señor : pondré mi Ley en su pecho queño al más grande» (Jr 32,34). Ya no es-
y la escribiré en su corazón, y Yo seré su tá supeditada a ninguna institución humana,
Dios y ellos serán mi pueblo» (Jr 31,31-34). pues consiste en una relación personal con
En este texto cabe señalar tres característi- cada uno, y comporta la inserción de la vo-
cas específicas: la unilateralidad, la interio- luntad divina en cada persona. Si alguien
ridad, y la inviolabilidad. quebranta la alianza, no será reo de castigo
La antigua alianza ha desaparecido, y así inmediato porque Dios está siempre dis-
lo reconoce el propio Jeremías en el orácu- puesto a perdonarle y a constituirle de nue-
lo tremendo recogido en Jr 11,1-14. Seña- vo en acreedor del don de la alianza. El per-
la la severidad del castigo de quien viole lo dón es elemento integrante de la alianza y
pactado en el Sinaí: «... maldito el hombre tiene la gran novedad de que precede a la
que no escuche las palabras de esta alianza conversión: cuando el hombre se convierte
que Yo pacté con vuestros padres cuando de su mala vida es porque previamente ha
los saqué de la tierra de Egipto» (Jr 11,3), sido perdonado por Dios.
denuncia que «ellos no me escucharon» (Jr En el Nuevo Testamento la nueva alian-
11,8), y proclama el castigo inevitable: «Yo za queda sellada con la Eucaristía: «Esta es
les voy a traer una desgracia de la que no mi sangre de la nueva alianza» (Mt 26,28;
podrán escapar» (Jr 11,12.14). El «Libro de Mc 14,28), «Este cáliz es la nueva alianza
la Consolación» viene a ser la respuesta del en mi sangre» (Lc 22,20; 1 Co 11,25). No es
Señor tras el desastre que supuso el des- la alianza tema frecuente en la predicación
tierro de Babilonia. Dios impuso a los israe- de Jesús, ni en el mensaje de los apósto-
litas tamaño castigo y sólo Él podía reme- les, pero es la explicación del misterio eu-
diarlo: «Pactaré una nueva alianza». La fór- carístico, que viene a denominarse «miste-
mula «establecer una alianza» (karat berît) rio de la alianza» (Benedicto XVI). En efec-
es técnica y conocida en otros textos bíbli- to, la nueva alianza alcanza su plenitud en la
cos, como hemos señalado más arriba, pe- institución de la Eucaristía, como se ve al
6 ALIANZA
compararla con la alianza del Sinaí y con la curso del pan de vida: «El que come mi car-
de Jeremías. ne y bebe mi sangre, permanece en mí y
A la vista de la alianza sinaítica, la euca- yo en él» (Jn 6,56). Por eso, la exigencia de
ristía se lleva a cabo en la sangre de Cristo, comportamiento y de aceptación es pro-
teniendo en cuenta que «ni siquiera la pri- funda y no se limita a ritos externos: «Exa-
mera alianza se llevó a cabo sin derrama- mínese cada uno a sí mismo, y entonces co-
miento de sangre (Hb 9,18); la eucaristía ma del pan y beba del cáliz, porque quien
no sólo promete y obtiene la salvación, co- come y bebe sin discernir el cuerpo de Cris-
mo hizo Moisés, ella es la salvación llevada to, come y bebe su propia condenación» (1
a cabo por medio del sacrificio de Cristo en Co 11,28s.). La Eucaristía es la alianza in-
satisfacción vicaria. Lo dice bellamente el violable, puesto que se ha llevado a cabo
papa Juan Pablo II: «La sangre, que poco mediante el sacrificio único y definitivo de
antes había entregado a la Iglesia como be- Cristo. Los antiguos sacerdotes del Templo
bida de salvación en el Sacramento euca- ofrecían muchas veces los mismos sacrifi-
rístico, comenzó a ser derramada. Su efusión cios que no llegaban a borrar los pecados;
se completaría después en el Gólgota, con- Jesús, en cambio, «ofreció un solo sacrifi-
virtiéndose en instrumento de nuestra re- cio por los pecados y se sentó para siem-
dención» (EE, 3). Por otra parte, los gestos pre a la derecha de Dios» (Hb 10,12).
y las palabras de Jesús en la Última Cena Finalmente, la Eucaristía, por ser la nueva
fundaron la nueva comunidad mesiánica, el alianza en la sangre de Cristo, abre en pleni-
Pueblo de la nueva alianza, basado no en la tud el horizonte escatológico, al dar a la Igle-
ley escrita en tablas ni en exigencias seve- sia las arras de la gloria futura. Con razón la
ras, sino en la ley del amor de Dios: «Tan- encíclica eucarística de Juan Pablo II señala
to amó Dios al mundo, que entregó a su Hi- que «desde que, en Pentecostés, la Iglesia,
jo Unigénito» (Jn 3,16). En este sentido la Pueblo de la Nueva alianza, ha empezado su
alianza además de un pacto es una decisión peregrinación hacia la patria celeste, este di-
(diatheke) irrevocable que se lleva a cabo vino Sacramento ha marcado sus días, lle-
permanentemente en la renovación de la nándolos de confiada esperanza» (EE, 1).
Eucaristía dentro de la Iglesia.
A la vista de la nueva alianza de Jere- Bibliografía
S. AUSÍN, «La tradición de la Alianza en Oseas», en
mías, la Eucaristía supone la plenitud de los
G. ARANDA, C. BASEVI y J. CHAPA (dir.), Biblia, exé-
tres elementos que hemos comentado: es
gesis y cultura. Estudios en honor del Prof. D. Jo-
una decisión unilateral porque sólo Dios ha sé María Casciaro, Pamplona 1994, 127-146. A.
determinado voluntariamente otorgar la sal- GARCÍA-MORENO, «Alianza», en GER I, Madrid 1971,
vación en Cristo, como lo manifiesta el him- 688-692. B. GOSSE, «La nouvelle Alliance de Jére-
no de Efesios: «Dios desde toda la eterni- mie 31,31-34: Du livre d’Ezechiel au livre de Jé-
dad [...] nos predestinó a ser sus hijos por remie» en ZAW 116 (2004) 568-580. C. GRANA-
Jesucristo según el beneplácito de su vo- DOS, La Alianza como recreación. Estudio exegéti-
Ángeles
gélico asume el papel cardinal que algunos cluso capaz de reconstruir los condiciona-
filósofos neoplatónicos atribuían al Intelec- mientos del todo humanos que habrían ori-
to. El ángel es como un espejo, que vive una ginado la creencia en ángeles y demonios.
vida puramente intelectual, en el que Dios Dependiente de esta crítica «externa» de
hace brillar su proyecto creador. Dios lo ma- la angelología, se desarrolla, en segundo lu-
nifiesta al ángel incluso antes de realizarlo, gar, una crítica «interna», es decir, una suer-
y el ángel devuelve a Dios alabanza y amor. te de desencantamiento de la Revelación
La naturaleza angélica aparece entonces co- misma. Para teólogos como R. Bultmann, la
mo el arquetipo y el ideal de la condición de angelología no pertenece a la sustancia de la
toda criatura. En línea neoplatónica similar, fe cristiana. Sería en ella un revestimiento
Dionisio Areopagita propone, especialmente cultural accidental, hoy caduco, que la pre-
en La Jerarquía Celeste, una visión grandio- dicación cristiana debería abandonar para
sa de la vida y de la estructura internas del permanecer digna de crédito.
mundo angélico, según órdenes y jerarquías, Sin embargo, las implicaciones actuales
que gozará de influencia decisiva en la teo- de una angelología cristiana distan mucho
logía ulterior. de ser ligeras. No faltan filósofos que sub-
La reflexión sobre los ángeles adquiere rayan el extremo interés antropológico de
con la escolástica un tono más técnico y apro- la angelología: la «hipótesis angélica» per-
vecha las especulaciones cosmológicas, no- mite, por semejanzas y contrastes, com-
éticas y metafísicas de los filósofos antiguos prender mejor lo específico de la condición
sobre las Inteligencias o sustancias separadas, humana. Pero más fundamentalmente, en
si bien su identificación con los ángeles de la el plano teológico, la afirmación de la exis-
fe cristiana no es aceptada por todos. Se lle- tencia de los ángeles recuerda oportuna-
ga, con santo Tomás de Aquino o Juan Duns mente, ante la mentalidad materialista do-
Escoto, por ejemplo, a amplias síntesis an- minante, el primado absoluto de los valo-
gelológicas de fuerte estructuración filosófica, res del espíritu en la vida humana, e incluso
que aparecen como piezas esenciales de su la dimensión «espiritual» del cosmos. Invi-
visión teológica del mundo. La escolástica ta también a superar cierto reduccionismo
posterior perfeccionará aún más esta síntesis, antropológico que amenaza a la teología. El
hasta llegar a los tratados casi exhaustivos hecho de tener en cuenta al ángel mani-
que Francisco Suárez o Juan de Santo Tomás fiesta la urgencia de una mirada más am-
han dedicado a los ángeles. plia, propiamente metafísica, sobre el con-
En la modernidad, sin embargo, la ange- junto de la creación. Es además en el plano
lología tradicional se convierte en objeto de propiamente metafísico donde puede ha-
una doble crítica radical. En primer lugar, el cerse valer cierta necesidad a priori de la
desencantamiento del mundo, que sigue a la existencia de los ángeles. Una predicación
revolución científica moderna, hace de los equilibrada sobre los ángeles, bien integra-
ángeles seres inútiles e inciertos. Las acti- da en el conjunto de la doctrina cristiana,
vidades que tradicionalmente se les atribu- puede contribuir de modo más coyuntural
yen la parte que les corresponde en la mar- a evangelizar una religiosidad posmoderna,
cha del cosmos o su intervención en el psi- salvaje y extendida, que se apasiona con
quismo humano parecen explicarse de frecuencia por el mundo de los espíritus.
modo suficiente por el juego de causas na-
turales, físicas y psicológicas. Los ángeles II. NATURALEZA, GRACIA Y MISIÓN DE LOS
son, por lo tanto, expulsados de la natura- ÁNGELES
leza y de la historia comunitaria y personal ¿Qué es entonces un ángel?, ¿cuál es su na-
de los hombres. La antropología se cree in- turaleza? La tradición cristiana no ha llega-
ÁNGELES 9
do de inmediato a la afirmación del puro ca- cían las sustancias inferiores al conocerse a
rácter espiritual del ángel. Por largo tiem- sí mismas como causa de éstas. El cristia-
po, para tener en cuenta las angelofanías nismo ha usado este modelo para pensar la
bíblicas y para salvaguardar la absoluta tras- ciencia de Dios, pero no podía aplicarlo sin
cendencia de Dios, se creyó necesario atri- más a la ciencia del ángel, dado que el án-
buir al ángel una especie de cuerpo sutil y gel cristiano, a diferencia de su primo neo-
aéreo. Pero la tesis metafísica de santo To- platónico, no ejerce ninguna causalidad on-
más, según la cual todo ángel está com- tológica profunda. Hacía falta encontrar, por
puesto de una esencia que desempeña el lo tanto, para fundamentar la ciencia angé-
papel de potencia, y de un acto de ser (es- lica de lo creado, una semejanza sin causa-
se), permite renunciar a la corporeidad del lidad entre el ángel y el objeto que éste co-
ángel, que resulta además incompatible con noce. Esta semejanza viene asegurada por
la condición de inteligencia pura, sin hacer- el patrimonio noético que suponen las ideas
le salir del orden de las criaturas. innatas concreadas, que son reflejo de las
Esta inmaterialidad del ángel tiene como Ideas divinas. Gracias a ellas, el ángel co-
consecuencia su incorruptibilidad natural: noce a los otros ángeles, así como a las cria-
igual que no puede existir sino por creación, turas corpóreas en su singularidad. Los fu-
el ángel sólo puede desaparecer por ani- turos contingentes y los movimientos de la
quilación. Explica también que todo ángel subjetividad espiritual («los secretos del co-
sea único en su especie, de la que agota por razón») escapan, por el contrario, a la apre-
sí solo el tipo inteligible: Gabriel se distin- hensión directa de la ciencia angélica. Este
gue así de Rafael no como este caballo se conocimiento del ángel es fuente del amor
distingue de este otro, sino algo así como que tiene naturalmente a Dios por encima
un caballo se distingue de un toro. La dis- de todas las cosas, de sí mismo y de las de-
tinción en el ángel de la esencia y del ser más criaturas.
tiene también como consecuencia que sea El ángel ha sido elevado al orden sobre-
necesario distinguir en el ángel su esencia, natural desde el mismo instante de su crea-
sus potencias de acción (intelecto y volun- ción, según santo Tomás, o más tarde, se-
tad) y sus acciones en sí mismas. El ángel gún otros autores. Dios le ha llamado por
está lejos de la simplicidad absoluta que ca- la gracia a participar de la naturaleza divina
racteriza el Ser de Dios. en la alegría de la comunicación trinitaria.
La vida del ángel es en el plano natural Conforme a su naturaleza intelectual, la res-
una vida de conocimiento y amor. Contem- puesta del ángel no podía ser sino instan-
plando su propia esencia, el ángel se cono- tánea y definitiva. En un acto personal de
ce a sí mismo y ve a Dios como causa de fe y de abandono en el amor, e impulsado
su ser no mediante un razonamiento, sino por la gracia divina, el ángel ha merecido la
según el modo intuitivo que es propio de visión beatífica de la divina esencia.
una naturaleza pura que capta inmediata- Esta visión de una esencia divina abso-
mente las conclusiones en el principio. El lutamente simple es necesariamente total,
conocimiento que el ángel posee de otras pero no agota por ello la inteligibilidad de
criaturas no es causado por éstas, sino que Dios. Hay lugar, por tanto, para cierto pro-
se opera gracias a las ideas (especies) in- greso en el conocimiento que el ángel ad-
natas que Dios ha depositado en el ángel quiere del designio providencial de Dios a
en el momento de su creación. Estas ideas cuya realización contribuye como causa se-
son una participación en la ciencia que Dios gunda y ministro del gobierno divino. Los
tiene de las criaturas. Para los filósofos neo- ángeles superiores reciben directamente esa
platónicos, las sustancias superiores cono- revelación en el Verbo y la comunican aco-
10 ÁNGELES
modada, a modo de iluminación, a los án- halla saturado de presencia demoníaca. Los
geles de rango inferior. Es así en el orden hombres se van allí entregados a la tiranía
de la comunicación del conocimiento sobre- implacable del Príncipe de este mundo. No
natural como mejor se justifica la existencia es extraño que la misión de Jesús, prolon-
de jerarquías angélicas. gada en la misión de los Apóstoles y de la
La gracia que ha permitido a los ángeles Iglesia, tiene la forma de un inmenso exor-
merecer la vida eterna no provenía proba- cismo.
blemente de Cristo, que no es el Salvador El diablo es, por tanto, un personaje cla-
de los ángeles sino de los hombres (contra ve en la primera teología de la Redención
el cristocentrismo radical de Suárez). Sin elaborada por los Padres de la Iglesia. Pe-
embargo, como ha afirmado rigurosamente ro éstos se preguntan también sobre el pro-
san Agustín en La ciudad de Dios, apoyado blema más radical del origen y la naturale-
en la Sagrada Escritura, ángeles y hombres za de los demonios. Desde la perspectiva
son llamados a formar una sola sociedad monoteísta y creacionista, resulta imposi-
espiritual, una sola Iglesia, fundada sobre ble admitir la existencia de seres malos por
la participación de todos en la misma felici- naturaleza, lo cual haría a Dios responsable
dad trinitaria. Algunos teólogos tomistas del mal. Así, contra todo dualismo, san
piensan que desde el momento de la En- Agustín aplica al diablo el principio de que
carnación, la gloria de los ángeles pasa por no hay mal moral que sea anterior a la ma-
la mediación de la humanidad de Cristo (Ch. la voluntad de la criatura. El diablo no ha
Journet) Pero el influjo iluminador de Jesu- sido creado malo, sino que, creado bueno
cristo sobre los ángeles y la causalidad me- por Dios, se ha hecho malo él mismo vo-
ritoria que ejerce respecto a su gloria acci- luntariamente. La maldad de los demonios
dental (la alegría que experimentan por la es, por tanto, el fruto de un misterioso pe-
salvación de los hombres), bastarían para cado original, de una caída, de la que los
hacer de Jesucristo la cabeza de los ángeles Padres creen recoger el eco en algunos tex-
en el único cuerpo de su Iglesia. En cual- tos de la Escritura.
quier caso, una vez en posesión de su feli- La elucidación de la naturaleza y de las
cidad, los ángeles se ponen por la caridad modalidades de este pecado del ángel ha
al servicio de los designios divinos de sal- apasionado desde hace mucho tiempo a los
vación sobre los hombres. La doctrina tra- teólogos. Suscita de hecho una reflexión de
dicional del ángel de la guarda que vela so- fondo sobre la libertad y el pecado, dado
bre cada persona, expresa la delicadeza de que el pecado del ángel es un pecado quí-
esta solicitud providencial. Los ángeles tie- micamente puro. La cuestión preliminar de
nen como misión en particular contrarres- saber si el ángel es naturalmente capaz de
tar los ataques de los demonios. pecar ha agitado a los teólogos del siglo XX
en el marco de la controversia acerca de lo
III. SATANÁS Y LOS DEMONIOS sobrenatural. H. de Lubac y J. Maritain han
La demonología del Antiguo Testamento es defendido la tesis de que el ángel habría po-
claramente rudimentaria. Se encuentran en dido ya pecar en el plano de su destino na-
ella diversas categorías inconexas de seres tural. Otros lo han negado a partir del hecho
nefastos, pero emerge gradualmente la fi- de que Dios ha creado al ángel en un esta-
gura típicamente bíblica de Satanás, el Ad- do de perfección natural: sólo la llamada a
versario. Satanás reaparece en el Nuevo la vida sobrenatural habría podido, de mo-
Testamento a la cabeza de un universo de- do indirecto, desequilibrar al ángel y actua-
moníaco bien estructurado y particularmente lizar en él la pecabilidad inherente a toda
activo. El mundo en el que entra Jesús se criatura.
ÁNGELES 11
Antiguo Testamento
entendidos como anuncio del misterio de ronomio. Viene a ser como una sola obra en
Cristo, y por eso los colocaron al final del cinco partes. El nombre, derivado del griego
canon, como abriendo la puerta al Nuevo Pentá-teuchos, significa «cinco estuches»,
Testamento. Por otra parte, el cristianismo y se aplicó, desde principios de la era cris-
primitivo tuvo un horizonte doctrinal amplio. tiana, al contenido de los estuches, es de-
De hecho se desarrolló en un momento en el cir, a los rollos de los mencionados escritos.
que convivían diferentes corrientes religio- Los judíos y, frecuentemente también los
sas en Palestina, los celotas, los fariseos, los cristianos, le dan el nombre de «La Ley», en
esenios, las grupos apocalípticos, etc. Ade- hebreo Torah.
más, especialmente fuera de Palestina, con- El contenido del Pentateuco viene refle-
vivió con el judaísmo helenístico que acep- jado de forma genérica en los títulos que se
taba un número más amplio de libros canó- dan a los libros que lo integran. Génesis:
nicos y se desarrollaba con una orientación orígenes del mundo, del hombre y del pue-
más sapiencial. Con todos estos grupos se blo de Israel; Éxodo: salida de los israelitas
relacionó, pero con ninguno se identificó, de Egipto; Levítico: leyes levíticas relativas
puesto que «lo que distingue el cristianismo a la santidad y al culto; Números: censos y
de todas las corrientes judías es la convicción listas de las personas que salieron de Egip-
de que las promesas proféticas escatológicas to y anduvieron por el desierto; Deuterono-
no se deben considerar simplemente como mio: segunda Ley dada por Moisés antes de
objeto de esperanza para el futuro, pues su entrar en la tierra prometida.
cumplimiento se inició ya con Jesús de Na- Composición del Pentateuco. Sobre la
zaret, el Mesías. De él hablan en último tér- composición del Pentateuco hay una larga
mino las Escrituras del pueblo judío, cual- historia de la investigación. La tradición ju-
quiera que sea su extensión; a la luz de él día, como queda reflejado en los libros de
deben ser leídas las Escrituras para poder Flavio Josefo y en el Talmud, así como la tra-
ser plenamente comprendidas» (ibid). dición cristiana, consideraron el Pentateuco
Para facilitar la comprensión del Antiguo como una obra unitaria escrita por Moisés.
Testamento conviene estudiar la estructura, Sin embargo, desde muy pronto se vio que ni
la historia de la composición y el contenido podía ser obra sólo de Moisés ni podía haber
doctrinal de cada uno de los tres bloques de sido escrita de un tirón. San Jerónimo expli-
libros que lo componen. caba que la narración de la muerte de Moisés
(cf. Dt 34) no podía haber sido escrita por el
1. Los libros históricos. El Pentateuco protagonista, y algunas expresiones, como
La tradición cristiana, que ha asumido la cla- «hasta el día de hoy» (Gn 35,4), se debían a
sificación griega, ha englobado en este pri- Esdras al reescribir la Ley de Moisés (cf. De
mer grupo los libros que narran la historia Perpetua Virginitate B. Mariae, 7). Pero ha
de la salvación, es decir, la salvación que sido en época más reciente, a partir del si-
Dios manifestó y llevó a cabo en la historia, glo XVII, con B. Spinoza cuando se ha insis-
desde el comienzo de la creación hasta el fi- tido en las repeticiones de relatos y en las
nal de la época griega, ya en los albores de diferencias de estilo en los relatos del Géne-
nuestra era. Puesto que abarcan un perio- sis. En el siglo XVIII autores como Winter, J.
do tan largo de tiempo y la orientación doc- Astruc y A. Eichhort y otros comienzan a ha-
trinal es diferente, suele distinguirse entre blar de documentos previos a la redacción,
el Pentateuco y los demás libros históricos. pero no llegan a ponerse de acuerdo. Fue J.
Pentateuco es el nombre dado al conjun- Wellhausen (1844-1918) quien consiguió for-
to de los cinco primeros libros de la Biblia: mular de modo sencillo la existencia de cua-
Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deute- tro documentos que denomina Yahvista, Elo-
ANTIGUO TESTAMENTO 15
consenso en tres puntos: el primero, que la Los cinco libros no son cinco capítulos del
escuela deuteronomista fue decisiva, pues- desarrollo de la historia narrada, pues hay
to que asumió y reorganizó las tradiciones largas interrupciones en Éxodo y Números
populares antiguas (hoy se estudia se esas para introducir los bloques de leyes. Al hilo
tradiciones tenían ya carga teológica o se la de la narración se puede descubrir la es-
imprimió el deuteronomista); segundo, la tructura siguiente del Pentateuco:
existencia de textos típicamente sacerdota- Creación e historia de la humanidad des-
les (todavía se duda si formaban un cuer- de Adán hasta Abrahán. Prehistoria (Gn 1-11).
po orgánico o eran simples adiciones al tex- Historia de los Patriarcas: Abrahán,
to deuteronomista); tercero, aun se obser- Isaac, Jacob y sus hijos (Gn 12-50).
van pequeños retoques al estructurar el Período de esclavitud en Egipto, libera-
Pentateuco definitivo, en el que Deuterono- ción y travesía del desierto hasta el Sinaí
mio ocupa el último lugar (falta por dilucidar (Ex 1-18).
si esos retoques son deuteronomistas o sa- Alianza del Sinaí. Gran bloque legislati-
cerdotales). En la actualidad esta investi- vo: el Decálogo, el Código de la Alianza y
gación sobre el Pentateuco está más cal- prescripciones rituales (Ex 19-40).
mada, aunque quedan muchos puntos abier- Legislación sobre los sacrificios, los sacer-
tos a posteriores investigaciones. Y, dando dotes, la pureza ritual y la santidad (Lv 1-27).
un paso más sobre la crítica histórica, los Preparativos para la partida del Sinaí y
estudiosos se centran en la estructura del algunas leyes (Nm 1-10).
Pentateuco tal como está en el canon bíbli- Etapas por el desierto desde el Sinaí
co para profundizar en el mensaje religioso hasta Moab, con una larga estancia inter-
y social que transmite. media en Cadés, y nuevas leyes sobre sa-
Estructura del Pentateuco. El Pentateuco crificios y sacerdotes (Nm 11-36).
relata fundamentalmente la historia de Israel Tres amplios discursos de Moisés en
desde sus orígenes hasta la muerte de Moi- Moab recordando las etapas del desierto y
sés. Sin embargo, contemplado más de cer- los mandamientos (Dt 1-30). La parte cen-
ca, el Pentateuco presenta un aspecto bas- tral (Dt 12-26) es legislativa, el código deu-
tante complejo. En él encontramos, por una teronómico.
parte, una secuencia narrativa que abarca Algunas disposiciones finales y muerte
desde la creación hasta la muerte de Moi- de Moisés en Moab (Dt 31-34).
sés; y, por otra, unos conjuntos de leyes y Desde muy pronto los estudiosos de la Bi-
normas que reflejan distintas situaciones blia percibieron que el Pentateuco recibió su
del pueblo de Israel. En el Pentateuco se da, forma actual después de la vuelta del des-
por tanto, un entramado de relatos y de le- tierro de Babilonia (siglos VI-V a.C.). San Je-
yes que hacen de él una obra única en su rónimo explicaba que la narración de la muer-
género. Los acontecimientos que se narran te de Moisés (cf. Dt 34), y algunas expresio-
sirven para encuadrar las leyes; y éstas, a su nes, como «hasta el día de hoy» (Gn 35,4),
vez, encuentran su motivación en aquellos se debían a Esdras al hacer la copia de la Ley
hechos. En el conjunto del Pentateuco que- de Moisés (cf. De Perpetua Virginitate B. Ma-
da así claramente reflejado que la revela- riae, 7). Pero ha sido en época más reciente,
ción de Dios se lleva a cabo mediante he- a partir del siglo XVII, cuando el estudio de
chos y palabras intrínsecamente unidos en- las fuentes del Pentateuco se ha realizado
tre sí, de forma que las obras realizadas por de una manera sistemática, llegándose a la
Dios sirven de apoyo a las palabras; y és- conclusión de que en la redacción final fueron
tas, por su parte, esclarecen el sentido de recogidos diversos materiales de distintas
los hechos (cf. DV 2). épocas, algunos de ellos antiquísimos, que,
ANTIGUO TESTAMENTO 17
reelaborados y reorganizados por los auto- salida de Egipto, la alianza y la presencia del
res inspirados, llegaron a constituir el Pen- Señor en medio de su pueblo.
tateuco tal como lo recibió primero el pue- La historia del pueblo fue una sucesión
blo judío y luego la Iglesia. Todas esas formas de experiencias de pecado, de castigo y de
de tradición que debieron de existir previa- perdón. Y no por culpa del Señor, puesto
mente a la redacción final, aun presentando que les otorgó como don gozoso las normas
sus propias peculiaridades literarias y doc- suficientes para vivir siempre de cara a Él. La
trinales, quedaron integradas por inspiración legislación cultual, proveniente de círculos
divina en el conjunto de la gran obra que lla- sacerdotales, era abundante, y este tercer li-
mamos Pentateuco, y llegaron a constituir bro, es decir, el Levítico, es, sin duda, el más
«La Ley» de Moisés. Al hilo de las primeras apropiado para exponer tal legislación en
palabras de cada uno de los cinco libros, que continuidad con lo narrado en el libro ante-
son como el título dado por los autores sa- rior. Dios mismo ordena a su pueblo, por
grados, descubrimos su trama unitaria. medio de Moisés, cómo ha de servirle en
El Génesis viene a ser la respuesta, dada todo momento. La recopilación se inicia, por
desde la fe en el Señor, a la pregunta de tanto, con las palabras: «El Señor llamó a
cuándo y cómo empezó la historia del pue- Moisés y le habló así desde la Tienda de
blo de Israel. En él se recogen las tradicio- Reunión» (Lv 1,1), es decir, llamó al pueblo
nes que hablaban de los inicios de la histo- a su servicio y le dio normas para ello.
ria: de la creación del mundo y del hombre Después de la prolongada interrupción
(del primer pecado y primer castigo), del junto al Sinaí, el pueblo debía continuar su
origen de los pueblos (del diluvio, primer camino, puesto que Dios había prometido a
gran castigo por el pecado de la humani- los patriarcas la tierra de Canaán. El libro de
dad), y, especialmente, del origen de Israel los Números narra la reanudación de la mar-
con Abrahán, que había llegado de Meso- cha por el desierto, avanzando todos en per-
potamia (cf. Jos 24,2; Is 51,2), y con Ja- fecto orden, y se presentan las pruebas a
cob, el arameo errante que bajó a Egipto las que el pueblo es sometido. Ante ellas mu-
(cf. Dt 26,5). El libro del Génesis dejaba a los chos claudicaron. Esto explica los cuarenta
israelitas en Egipto. años de peregrinación: que aquella genera-
Sin embargo, ahí no acababa la historia ción pecadora quedara purificada, y la nue-
de los hijos de Israel, puesto que se iniciaba va se encontrara en condiciones de pasar el
una nueva etapa con la salida de aquel país. Jordán y tomar posesión de la tierra que Dios
La figura central del gran acontecimiento del había prometido a Abrahán. Los materiales
éxodo es Moisés, junto con aquellos prime- que integran este libro son una mezcla de
ros que fueron rescatados con él de Egipto, antiguos relatos de conflictos con los pue-
y prometieron con toda solemnidad cumplir blos circundantes de Israel. La intencionali-
la voluntad del Señor al ser constituidos pue- dad profunda es mostrar la tensión entre el
blo santo, pueblo elegido, en el que Dios mis- castigo y la salvación. Aquél alcanza incluso
mo iba a poner su morada. Debía tener gran a Moisés y Aarón que no entraron en la tie-
importancia señalar expresamente a los que rra prometida; la salvación se refleja en el
con Moisés fueron el núcleo del pueblo re- nombre del nuevo héroe, Josué, que signifi-
novado, y, por eso, la narración de esta eta- ca precisamente «el Señor salva». La iden-
pa de la historia del pueblo elegido, recogi- tidad del pueblo que ha recibido la Palabra
da en el libro del Éxodo, comienza con las de Dios se forja en el desierto, como queda
palabras: «Éstos son los nombres de los que reflejado en las palabras iniciales del libro
bajaron a Egipto» (Ex 1,1). Así, en este li- de los Números: «En el desierto del Sinaí,
bro se integran las tradiciones en torno a la el Señor habló a Moisés» (Nm 1,1).
18 ANTIGUO TESTAMENTO
El Deuteronomio recoge los tres grandes blia. El Génesis, después de los capítulos in-
discursos de Moisés pronunciados en las lla- troductorios que recogen los orígenes del
nuras de Moab, antes de entrar en la tierra mundo y de la humanidad, comienza pro-
prometida. En ellos venía claramente inter- piamente con la elección de un hombre,
pretada la historia de Israel como historia Abrahán, y alcanza a todo el pueblo de Is-
de salvación: Israel ha sido elegido por Dios, rael bajo la mediación de otro elegido, Moi-
no por ser un pueblo numeroso ni extraor- sés. La elección va acompañada de la pro-
dinario, sino por el gran amor con que Dios mesa. El Pentateuco es también el libro de las
lo amó. La fórmula introductoria refleja el promesas. A Abrahán y a los patriarcas Dios
género discursivo del libro: «Éstas son las les promete la tierra de Canaán y una des-
palabras que habló Moisés a todo Israel» cendencia numerosa; al pueblo, rescatado
(Dt 1,1). El tercer discurso, el más amplio de Egipto, le vuelve a prometer la tierra; y a
(Dt 4,46-28,68) contiene el denominado todos los descendientes de Adán les prome-
«código deuteronómico» (Dt 12-26), reco- te la liberación y la victoria frente al mal (cf.
pilación extensa de normas legales y mora- Gn 3,15).
les que explican y desarrollan las normas Leído a la luz de la fe cristiana, el Penta-
de los códigos legales del libro del Éxodo. teuco no sólo no pierde nada de su excelso
Éste podría haber sido el núcleo originario sentido religioso, sino que éste se percibe
del libro. con mayor profundidad, ya que se sitúa en
Mensaje del Pentateuco. La enseñanza del el conjunto de la revelación divina testimo-
Pentateuco es fundamentalmente de carác- niada en la Biblia. La historia narrada en el
ter religioso: muestra cómo Dios actuó en Pentateuco aparece así como una etapa, la
la historia humana haciendo surgir al pue- primera, de la historia de la salvación, que
blo de Israel, y enseña la respuesta que el continuará y alcanzará su culminación en
pueblo debía dar a Dios. Presenta, por tan- Jesucristo y en la Iglesia, nuevo pueblo de
to, el fundamento de la fe y de la religión de Dios.
Israel en el que, sobre todo, se confesaban En el Nuevo Testamento se pone de re-
las intervenciones de Dios en los aconteci- lieve que las promesas se han cumplido en
mientos del pasado (cf. Dt 26,5-10; Jos 24,2- Cristo. Él es el sí a las promesas (Ap 7,12),
13), porque sin la acción de Dios tales acon- puesto que inaugura la nueva situación de
tecimientos no serían explicables. Al mismo plenitud, y su advenimiento definitivo sigue
tiempo, enseña que Dios manifiesta su vo- siendo promesa irrevocable. Las alianzas
luntad a través de personas que hablan en su que ratificaban la elección y las promesas
nombre. De ahí la importancia de las pala- culminan en la nueva y definitiva alianza se-
bras puestas en boca de Moisés. De hecho, llada con la sangre de Cristo. Ésta es la «nue-
el material recogido en el Pentateuco ad- va alianza» porque existía la «antigua». Y,
quiere un valor de enseñanza obligatoria vin- junto a la nueva alianza, se revela la nueva
culante y de norma para el pueblo de Israel, Ley que, fundamentada también sobre la
de modo que llega a constituir por igual «La antigua (Mt 7,12), se presenta ahora como
Ley» del Señor. Ley de Cristo, inscrita en el interior del hom-
El Pentateuco muestra que Dios actúa en bre por el Espíritu Santo.
la historia humana eligiendo a un pueblo pa-
ra ser instrumento de salvación de cara a los 2. Los otros libros históricos
demás pueblos. Esta elección, fundada en el Los libros históricos relatan los avatares del
amor gratuito, constituye la clave para com- pueblo elegido desde el comienzo de la con-
prender el desarrollo de la historia que pre- quista de Canaán hasta las luchas que en
senta no sólo el Pentateuco, sino toda la Bi- el siglo II a.C. los israelitas tuvieron que en-
ANTIGUO TESTAMENTO 19
tablar para defender su identidad ante los cos del Antiguo Testamento no ofrecen una
peligros del helenismo. En sus páginas se narración completa, detallada y plenamen-
pueden encontrar elementos de gran interés te coherente de todos los acontecimientos
para la historia antigua, sobre todo del pue- protagonizados por el pueblo de Israel, sino
blo de Israel, que fue el primer beneficiario que presentan una selección realizada con
de la elección divina. Sin embargo, esos tex- criterios más religiosos que políticos o cul-
tos hablan fundamentalmente de la salva- turales. No será de extrañar, por ejemplo,
ción preparada y realizada por Dios a lo lar- el silencio de la Biblia sobre algunos sucesos
go de la historia de Israel, y de la que se importantes en la historia del Antiguo Orien-
beneficiarían todos los hombres. Dios, que te. Tampoco deben sorprender las repeti-
intervenía delicadamente y se hacía pre- ciones de algunos hechos o las diferencias en
sente en el acontecer de la historia humana, el modo de relatar los mismos aconteci-
fue abriendo los caminos de la salvación que mientos, pues un mismo hecho puede ser
quedarían definitivamente despejados en el contado para ofrecer distintas enseñanzas.
misterio pascual de Cristo Jesús. Sólo cuan- Por otra parte, los autores humanos de es-
do se lee la Sagrada Escritura en su con- tos libros escriben con la mentalidad de su
junto a la luz de la fe cristiana, se puede época, que todavía no había recibido la ple-
apreciar lo que aporta cada uno de sus li- nitud de la Revelación divina. Pero con todo,
bros en el progreso hacia la plenitud de la los libros históricos del Antiguo Testamen-
Revelación. En consecuencia, lo narrado en to, «aunque contienen elementos imper-
los libros históricos del Antiguo Testamen- fectos y pasajeros» (DV 15), dan testimo-
to sólo se entiende en toda su profundidad nio de toda la divina pedagogía del amor
cuando se contempla debidamente encua- salvífico de Dios: «Contienen enseñanzas
drado dentro de la gran manifestación de sublimes sobre Dios y una sabiduría salva-
Dios que culmina en Jesucristo. dora acerca del hombre, encierran tesoros
En efecto, el pueblo de Israel guardó me- de oración y esconden el misterio de nues-
moria de las gestas de sus antepasados. tra salvación» (DV 15).
Con el correr del tiempo estos recuerdos sir- En concreto, los libros históricos prolon-
vieron para actualizar la fe en su Dios, ilu- gan la narración del Pentateuco que había
minar las situaciones nuevas y proporcio- dejado a Israel a las puertas de la tierra pro-
nar una orientación precisa para mantener- metida: en un primer momento, se narran
se fieles a su alianza. Además, todas esas las vicisitudes del pueblo de Dios desde la
reflexiones se fueron poniendo por escrito, conquista de Canaán, la tierra prometida,
bajo la inspiración del Espíritu Santo, de mo- hasta el momento en que la pierde, es de-
do que su enseñanza se mantuviera para cir, hasta que Jerusalén fue conquistada por
siempre. Como consecuencia, el valor de la Nabucodonosor, y el rey de Judá, junto con
Biblia como fuente histórica es incalculable los principales personajes de su corte, fue
si se atiende al enorme cúmulo de noticias llevado a la cautividad de Babilonia. El re-
que ofrece al historiador: en primer lugar, lato que abarca los acontecimientos de más
los recuerdos que sus tradiciones conser- de cinco siglos comienza con el libro de Jo-
van acerca de lo sucedido en épocas preté- sué (conquista de la tierra prometida), con-
ritas; pero también y sobre todo lo que la tinúa con Jueces (gobierno inicial por me-
misma redacción refleja sobre los distintos dio de dirigentes elegidos directamente por
momentos en que se fueron poniendo por Dios) y los dos libros de Samuel (institución
escrito sus textos. de la monarquía por medio de Samuel, el
Precisamente por no tratarse de libros de azaroso reinado de Saúl y la fecunda im-
historia antigua sin más, los libros históri- plantación de la dinastía de David) y termi-
20 ANTIGUO TESTAMENTO
na con los libros de los Reyes (historia de Templo constituye la columna vertebral de la
la monarquía en los reinos de Israel y de «historia del cronista». En la época persa,
Judá). Esta extensa narración tiene mucho los que regresaron del destierro y los que
que ver con el libro del Deuteronomio en habían quedado en Palestina iban a alcanzar
cuanto que se van juzgando los hechos na- la unidad gracias a la reconstrucción del
rrados a la luz de la Ley del Señor conteni- Templo destruido por los babilonios y a la
da en el Código deuteronómico (Dt 12-26). actividad reformadora de Esdras, el sacer-
Por eso, al conjunto de esos libros se le sue- dote, y de Nehemías, el gobernador.
le denominar «historia deuteronomista», Pero la enseñanza fundamental de la
pues tiene como objetivo pedagógico mos- «historia del cronista» se refiere a Dios, que
trar que el destierro es el castigo por los de- nunca abandona a su pueblo. Las largas lis-
litos cometidos a lo largo de los siglos, y que tas genealógicas sirven para indicar que el
Dios, fiel a su alianza, decretará la vuelta y destierro de Babilonia no supuso la ruptura
mantendrá su promesa de salvación. El pe- de los lazos que unen al pueblo con sus an-
queño libro de Rut la bisabuela de David tepasados, con los Patriarcas, e incluso con
está colocado antes de los libros de Samuel el primer hombre, creado directamente por
y tiene como función preparar la aparición de Dios. Sus descendientes, por tanto, han de
la figura de David que, de algún modo, es mantenerse fieles a la alianza que hicieron
el personaje central de esa gran historia. sus padres y que constituye a Israel en una
La historia de los orígenes y de Israel vie- nación santa, segregada del común de las
ne narrada de nuevo en la llamada «historia gentes, para dedicarse a Dios. Dios, que cui-
del Cronista» que comprende los dos libros da de su pueblo, es también justo remune-
de las Crónicas, y Esdras y Nehemías. La rador y paga a cada uno según sus obras.
narración comienza en Adán y termina en Cada época, cada reinado y cada persona
la restauración del templo y de Jerusalén en inician su andadura bajo la protección divi-
la época persa. Es, pues, muy amplia, pero na sin cargar con el peso de los delitos de
con una intencionalidad religiosa bien mar- sus antepasados. Dios es juez justo con ca-
cada: afirmar la identidad del pueblo de Dios da individuo.
y fundamentar el culto en el Templo y la ob- El sentido espiritual de estos libros y la
servancia de la «Ley de Dios». Por una par- primacía de la Ley es el alma del judaísmo
te, se establece, mediante las genealogías, posterior. Ocurre, sin embargo, que, en oca-
la continuidad entre Adán, los Patriarcas y el siones, el afán de mantener las disposiciones
pueblo que habitó en la tierra prometida con de pureza ritual o las tradiciones da lugar a
las generaciones posteriores que regresa- interpretaciones excesivamente rígidas de
ron del destierro. Por otra, el Templo y el la Ley. Los escritos del Nuevo Testamento
esplendor de su culto reflejan la unidad e reflejan tales excesos y los superan, por una
identidad del pueblo. parte, proclamando la salvación universal
Por la misma razón religiosa el cronista para todos los hombres, no sólo a los des-
resalta la figura de David como legislador y cendientes de Jacob, y por otra, enseñan-
organizador del culto. Pasa por alto los epi- do la interioridad de la fe, no sólo los actos
sodios que podrían ensombrecer al gran rey, externos.
como la muerte de Urías o las tensiones por Los libros de los Macabeos recogen acon-
su sucesión, mientras que realza lo que glo- tecimientos esporádicos del periodo de he-
rifica a David como buen gobernante y, so- lenización de Palestina, en concreto, la ac-
bre todo, como rey piadoso que planifica la tividad de los Macabeos, los hijos de Mata-
edificación del Templo y la organización del tías en el siglo II a.C. En la narración se
culto. Junto a David, la enseñanza sobre el subraya la importancia de la Ley y, espe-
ANTIGUO TESTAMENTO 21
cialmente en 1 M, se exaltan los valores que época entre los judíos y otros pueblos limí-
se derivan de la fe, a saber, el sacrificio he- trofes, denominado pseudonimia o pseudo-
roico y el servicio desinteresado a Dios y a epigrafía. Consiste en utilizar el nombre de
los hombres. un personaje famoso del pasado como si
Por último, los libros de Ester, Tobías y Ju- fuese el que habla en el libro. No se trata
dit, como ya sucedía con Rut, transmiten de un engaño, sino de la convicción del au-
hermosas narraciones ambientadas en el tor real, anónimo, de que su enseñanza co-
pasado y llenas de enseñanzas morales y necta con la de la persona a la que suplan-
religiosas ante las diversas circunstancias ta como si fuese en cierto modo su repre-
en que Israel se va encontrando. sentante. Es por tanto el personaje célebre
el que da autoridad a la obra. De este mo-
3. Libros sapienciales y poéticos do, la pseudonimia intenta mostrar que el
El nombre de «libros sapienciales o poéti- escrito en cuestión se inserta en la tradición
cos» viene de la tradición transmitida en las de Israel.
versiones griega y latina; a veces se deno- En estos libros es fácil percibir la cone-
minan también «didácticos» o «morales». xión con la tradición antigua y la inclusión
Atendiendo a su forma literaria se suelen de ideas nuevas que reflejan el progreso de
clasificar en libros poéticos (Salmos y Can- la Revelación. La estrecha relación con los
tar de los Cantares) y libros sapienciales libros de la Ley está directamente buscada
(Job, Proverbios, Eclesiastés [Qohélet], Ecle- en muchos casos. Así el libro de los Salmos,
siástico [Sirácida] y Sabiduría). El orden que al quedar dividido en cinco partes o «libros»,
siguen los libros en la Biblia cristiana res- es presentado como la respuesta del hom-
ponde a su pretendida antigüedad, o a la bre, hecha oración y meditación, ante la Ley
época en que se sitúan sus protagonistas. de Moisés dada también en cinco libros. Por
Así, Job aparece el primero porque su pro- otra parte, muchos salmos alaban la Ley de
tagonista es presentado como un antiguo Señor o recuerdan los acontecimientos na-
patriarca; después viene el libro de los Sal- rrados en el Pentateuco. El Cantar de los
mos que la tradición atribuye a David, y lue- Cantares ensalza la fuerza del amor y la
go los atribuidos a su hijo Salomón: Pro- atracción entre los esposos que, según la
verbios, Eclesiastés, Cantar de los Cantares Ley (cf. Gn 2,22-24), Dios infundió en el ser
y Sabiduría. Cierra la colección el libro del humano cuando lo creó varón y mujer. Los
Eclesiástico escrito por Jesús ben Sirac, un libros sapienciales representan la interiori-
gran maestro judío de comienzos del siglo zación en el hombre de la Ley divina, cuya
II a.C. bondad es descubierta mediante la razón y
Los libros poéticos y sapienciales fueron la experiencia humanas, y cuyo conoci-
compuestos después de la vuelta del des- miento y práctica hace sabio al hombre. De
tierro, entre los siglos V y I a.C., si bien al- ahí que lo que la Ley prescribe en forma de
gunos recogen materiales que existían ya mandamientos, en los libros sapienciales se
en la época de la monarquía, como es el ca- proponga mediante sabios consejos mos-
so de algunos salmos y bastantes prover- trando las consecuencias de seguirlos o no.
bios. Quizá por eso muchos salmos son atri- Al conocimiento de Dios y de su Ley se lle-
buidos a David y tres de los libros sapien- ga también escuchando la tradición de los
ciales Proverbios, Eclesiastés y Sabiduría sabios.
mencionan de una u otra forma a Salomón Por otra parte, estos libros tienen apor-
como su autor. Tal autoría, expresada en el taciones de gran interés como es relacionar
texto del libro, responde más bien a un pro- el conocimiento de fe y el de la razón. El
cedimiento literario, frecuente en aquella progreso de la Revelación en el Antiguo Tes-
22 ANTIGUO TESTAMENTO
tamento, que se percibe a través de las na- del hombre justo. Aunque en la redacción
rraciones de las acciones salvadoras de Dios final del libro se quiere mostrar la validez
(Pentateuco y libros históricos) y en los su- de la enseñanza anterior que Dios colma
cesivos mensajes y oráculos de los profe- de bienes de este mundo al que le es fiel ,
tas, se observa también a través de los es- sin embargo, queda recogida con fuerza la
fuerzos de la razón humana que, guiada por insatisfacción de algunas de estas ense-
el mismo Dios, va profundizando en el mis- ñanzas, tal como las exponen los amigos de
terio divino, y en el ser y la situación del Job; el dolor humano se enseña ahora es
hombre que busca a Dios y lo percibe en la una prueba permitida por Dios en la que el
creación y en la historia. hombre puede manifestar su fidelidad.
En un primer momento los sabios de Is- También en el libro del Eclesiastés son
rael razonan a partir de la observación de sometidas a juicio las propuestas de la sa-
la naturaleza y de las consecuencias perso- biduría tradicional sobre el sentido de la vi-
nales y sociales que tienen las acciones hu- da. El autor se fija en la universalidad de la
manas. De ahí que la sabiduría incluya tan- muerte, que alcanza por igual a justos e im-
to el conocimiento de las ciencias naturales píos, a sabios y a ignorantes, y hace que
como el juicio recto sobre la conducta hu- todo sea vanidad, es decir, esfuerzo inútil.
mana. Incluso hacen suyas las enseñanzas Es una voz que se alza frente a formas de
sobre la forma de vivir para ser feliz y te- pensar apocalípticas que, ya hacia el siglo
ner éxito que existían en otros pueblos, so- IV a.C., imaginaban de forma simplista una
bre todo Egipto y Mesopotamia, impreg- retribución material después de la muerte,
nándolas de su fe en el Dios de Israel, y y frente a las tendencias hedonistas y ma-
acentuando como norma de sabiduría el «te- terialistas propagadas por corrientes de la
mor del Señor» (cf. Pr 22,17-23,11). Es el sabiduría griega, que negaban el más allá
Señor quien garantiza que a los virtuosos y centraban la existencia en la búsqueda de
les va bien, y a los malvados les va mal. «Lo una felicidad terrena. El libro del Eclesias-
que llama la atención en la lectura, hecha tés presenta una sabiduría realista que, con-
sin prejuicios, de estas páginas de la Escri- siderando el carácter efímero de toda vida
tura, es el hecho de que en estos textos se humana, y asumiendo lo que en realidad se
contenga no solamente la fe de Israel, sino aprecia por la experiencia, orienta, a pesar
también la riqueza de civilizaciones y cultu- de todo, a vivir en el «temor del Señor», es
ras ya desaparecidas. Casi por un designio decir, en la reverencia y reconocimiento de
particular, Egipto y Mesopotamia hacen oír Dios y de sus obras.
de nuevo su voz y algunos rasgos comunes La fuerza de la filosofía griega, extendida
de las culturas del Antiguo Oriente reviven a partir del siglo III a.C. por todo el Próximo
en estas páginas ricas de intuiciones muy Oriente, lleva también a los sabios judíos a
profundas. No es casual que, en el momento reafirmar la sabiduría de Israel. En el libro
en el que el autor sagrado quiere describir al del Eclesiástico, Jesús ben Sirac, hacia el
hombre sabio, lo presente como el que ama año 190 a.C., propone de nuevo las ense-
y busca la verdad» (FR 16). ñanzas de la sabiduría israelita tradicional.
La máxima de que los buenos triunfan y No parece olvidar, sin embargo, algunas de
los malos fracasan va a ser sometida en un las agudas cuestiones antes planteadas, y
momento posterior a una reflexión más pro- encuentra en el conocimiento y práctica de
funda a partir de la experiencia y de la mis- la Ley de Moisés, y no sólo en el «temor del
ma razón que busca sin descanso la verdad. Señor», la verdadera sabiduría que trae la
Lo vemos en el libro de Job, en el que se felicidad al hombre. El premio de los justos
presenta en forma dramática el sufrimiento consiste sobre todo en el buen recuerdo que
ANTIGUO TESTAMENTO 23
de ellos tendrán sus descendientes, y no gar del canon y que se incluya también en-
tanto en los bienes materiales recibidos en tre ellos el libro de Daniel, por sus horizon-
esta vida. tes escatológicos.
El autor del libro de la Sabiduría, inme- La palabra «profeta» viene del griego pro-
diatamente antes de la era cristiana, escri- phetés que significa «hablar en nombre de
be su obra en Alejandría queriendo asumir alguien», especialmente de una divinidad.
los aspectos positivos de la sabiduría griega Nada tiene que ver, por tanto, con el adivi-
e integrarlos en la tradición sapiencial de Is- no ni con el agorero o vaticinador, que en
rael. Rechaza con toda su fuerza retórica y griego se llamaba mantis. El término hebreo
con argumentos racionales el culto a los ído- correspondiente es nabî y también perte-
los o falsos dioses de los pueblos paganos, nece al lenguaje religioso. Viene a signifi-
y ve en la inmortalidad del alma el premio car «el designado por Dios para hablar en
divino al hombre justo. su nombre». En la Biblia, el profeta recibe
Con los libros del Eclesiástico y de la Sa- otras denominaciones, tales como «hombre
biduría, la doctrina del Antiguo Testamento de Dios», «hombre del espíritu», «siervo del
se aproxima de modo admirable a la del Señor», que designan más bien aspectos de
Nuevo. Las ideas que aparecen en ellos so- su personalidad.
bre el ser del hombre y sus aspiraciones son El profetismo como institución propia de
asumidas por los hagiógrafos del Nuevo Tes- Israel nace en los albores de la monarquía,
tamento, si bien iluminados sobre todo por al calor de los templos donde los israelitas
la luz de la Persona y de la obra de Jesu- acudían a solucionar sus problemas y a con-
cristo. Difícilmente se comprendería el paso sultar qué quería el Señor de ellos. Samuel,
del Antiguo al Nuevo Testamento sin tener que ejerció esta función en el templo de Si-
en cuenta las enseñanzas de estos libros. ló, es considerado el profeta más antiguo.
También en torno a los templos existían los
4. Los libros proféticos «grupos de los profetas» o comunidades de
Los libros proféticos del canon bíblico son personas que entraban en trance extático,
dieciséis: cuatro llamados mayores y doce mediante la música, la danza y ciertos mo-
menores. Esta distinción entre mayores y vimientos violentos. Además de los profe-
menores obedece únicamente a razones de tas del templo, la historia bíblica es testigo de
extensión: mientras que cada uno de los la variedad de personajes que ejercieron en
mayores estaba escrito en un rollo de per- algún momento la profecía. Así, Balaam pro-
gamino, todos los menores estaban recogi- nunció unos oráculos (Nm 23,7-10.18-14;
dos en otro, el Rollo de los Doce Profetas. 24,3-9.15-25), a pesar de no pertenecer al
En el canon judío, al considerar los libros pueblo elegido. Otros, como Gad y el influ-
proféticos como enseñanza o comentario de yente Natán, vivieron en la corte y fueron
la Ley (Pentateuco), se encuentran coloca- profetas del rey David. Mención particular
dos inmediatamente después de ésta y an- merecen los profetas llamados carismáticos,
tes del grupo de los «Escritos». El libro de porque no estaban especialmente relacio-
Daniel, compuesto cuando ya se había ce- nados con la corte ni con el templo, pero lle-
rrado la colección de los «Profetas», se in- varon a cabo actuaciones de gran impor-
cluye entre los «Escritos». En el canon cris- tancia para la vida de Israel. Entre ellos des-
tiano, en cambio, se atiende más a la his- tacan Elías (1 R 17-19; 2 R 1-2) y Eliseo (2
toria de la salvación, y los profetas se R 1-13), que desempeñaron el ministerio
consideran predominantemente orientados profético en el siglo IX a.C. e influyeron po-
a un futuro esperanzador que se cumple en derosamente en la política de su época y en
Jesucristo. De ahí que ocupen el último lu- la purificación de la religión de Israel.
24 ANTIGUO TESTAMENTO
Los «profetas escritores» tienen en co- tercera persona, poner por escrito las visio-
mún con los mencionados antes el saberse nes y las acciones simbólicas, etc. Al re-
portavoces de Dios, pero su característica dactor final se le considera responsable de la
propia es que sus visiones, sus oráculos, unidad del libro y de la actualización del
sus acciones y todo aquello que constituía mensaje. En algunos casos el redactor final
su actividad profética han sido puestos por ha recopilado y reordenado oráculos que,
escrito. En sentido estricto, más que de pro- sin ser del profeta originario, contenían un
fetas habría que hablar de literatura profé- mensaje coherente con la parte más anti-
tica o de libros proféticos, entendiendo por gua; así podría haber ocurrido con el libro
éstos los escritos que, atribuidos a un pro- de Isaías que abarca oráculos de épocas di-
feta determinado, han sido transmitidos co- ferentes, pero organizados de tal modo que
mo tales en el canon bíblico. llegaron a constituir una obra bien trabada
Ahora bien, los libros proféticos, lo mismo y dotada de unidad literaria.
que otros muchos libros de la Antigüedad, El profeta ordinariamente se dirigía a sus
dentro y fuera de la Biblia, no fueron escri- oyentes en voz alta, con intención de con-
tos de un tirón. Tuvieron un proceso de re- moverles y de orientar su conducta. Por tan-
dacción casi siempre largo hasta llegar a la to, el modo habitual de expresión profética
forma definitiva. Cada libro profético, sin es el oráculo, es decir, la declaración so-
embargo, tiene mucho que ver con el profeta lemne en nombre de Dios que lleva implí-
que lleva su nombre, en primer lugar, porque cita una condena o una promesa de salva-
contiene la orientación de su doctrina y, ade- ción. Además de oráculos, los libros profé-
más, porque se sabe que algunas secciones ticos contienen canciones, himnos, cartas,
fueron escritas directamente por él mismo instrucciones sapienciales, etc. Los orácu-
(cf. Is 30,8) o por su amanuense, como su- los están combinados con secciones narra-
cedió en el caso de Baruc, que escribió al tivas, tales como relatos de vocación, de vi-
dictado de Jeremías (Jr 36). Nunca será fá- siones, de sueños y otras muchas referen-
cil, ni probablemente necesario, llegar a sa- cias biográficas o autobiográficas. Mención
ber cuáles fueron las palabras originales del aparte merecen las acciones simbólicas, que
profeta, sus ipsissima verba, pero es indu- son «oráculos con mímica». Nada tienen
dable que el libro, considerado en su con- que ver con los gestos mágicos de los adi-
junto, pertenece al profeta original o al círcu- vinos, realizados para obtener beneficios
lo de sus discípulos. materiales. Así por ejemplo, cuando Elías
Los comentaristas suelen señalar tres ca- derramó el agua sobre las víctimas del Car-
pas redaccionales en los libros proféticos, melo (1 R 18,20ss.) imploró la lluvia sólo
en consonancia con tres momentos concre- para mostrar el poder del único y verdade-
tos de la historia de su composición: una ro Dios; y Jeremías, con el yugo sobre el
parte corresponde al profeta, otra ha sido cuello (Jr 27,1ss.), no provocó la esclavitud
elaborada por los discípulos y la presentación de su pueblo en Babilonia, simplemente la
final es obra de un último redactor. Todo es- anunció.
te proceso ha sido realizado, como en el res- El mensaje profético abarca en su con-
to de los libros bíblicos, bajo la inspiración junto todo el depósito de la fe israelita, pe-
del Espíritu Santo. Del propio profeta sue- ro cada profeta subraya y desarrolla los as-
len considerarse algunas secciones poéti- pectos doctrinales que eran más necesarios
cas. A los discípulos se les asigna la labor para sus contemporáneos. Es imprescindible
fundamental, la de recopilar y seleccionar leer cada libro, situarlo en su contexto his-
los oráculos más relevantes, darles forma tórico, valorar el ambiente sociorreligioso
literaria, redactar las partes biográficas en en que nace y otras muchas circunstancias
ANTIGUO TESTAMENTO 25
para percibir mejor la doctrina de cada pro- enseñan que la salvación viene al pueblo a
feta. Puesto que no disponemos del espa- través de la dinastía davídica mediante un
cio necesario para esta exposición, nos li- descendiente de David (mesianismo real).
mitamos a presentar de modo esquemáti- Los profetas de los tiempos de la deportación
co los puntos doctrinales presentes en casi apenas hablan del mesianismo real: Eze-
todos los profetas, indicando cómo hay un quiel llega a quitar el título de rey al prínci-
progreso entre los profetas preexílicos y los pe que regirá al Israel restaurado y le con-
posexílicos. sidera «un nuevo David» (Ez 34,24). Y en
a) El monoteísmo es el tema central de los años inmediatos a la vuelta del destierro
los libros proféticos. Se trata de afianzar el se proclama que Dios mismo sin interme-
monoteísmo ético (monolatría), pero, sobre diarios traerá la salvación (mesianismo sin
todo, del monoteísmo teológico, de confe- Mesías). La salvación vendrá, ante todo, a
sar la fe en Dios, uno y único: no hay otro través del pueblo, o de uno nacido en él, un
Dios que el Señor. El esquema monoteísta siervo del Señor que asuma obedientemen-
de los profetas puede estructurarse del mo- te el castigo de todos. En este contexto se
do siguiente: Dios es soberano absoluto de comprende el alcance de la idea del resto:
la historia. El Dios de Israel no se muestra en unos pocos, pertenecientes a Israel, que al-
un lugar privilegiado, adonde hay que en- canzarán para sí y para sus compatriotas la
caminarse para encontrarlo (no está en un liberación plena.
panteón), ni es sólo «el dios de la natura- En los últimos profetas, los posexílicos,
leza», cuya fecundidad y ciclos refleja su surge una espiritualización del mesianismo,
presencia. Por encima de todo, es señor y que cuadra mejor con la doctrina escatoló-
guía del acontecer humano. Él otorga la vic- gica que enseñan. Se entiende aquí por es-
toria o la derrota, la soberanía de un país o catología el convencimiento de que Dios ha
el destierro, y todo lo orienta a conseguir de llevar a cabo su obra salvífica de forma
que los suyos «vuelvan a Él» (Am 4,4-12). definitiva y para siempre a través de Israel,
Dios tiene con Israel una relación parti- pueblo elegido, que tiene una especial misión
cular, como compañero de camino que co- en el advenimiento de la salvación. Israel
munica sus secretos a sus siervos los pro- juzga a las naciones y así prefigura el jui-
fetas (Am 3,3-8), y como promotor de la cio definitivo de Dios (el día del Señor), que
alianza con su pueblo. Pero además, Dios alcanzará al pueblo de Israel y a todas las
es Santo. A pesar de su íntima relación con demás naciones. La sublimación de la es-
el pueblo, no es como ellos, ni puede ser catología llevada a cabo por los últimos li-
tratado como uno más, ni es «manipulable» bros proféticos conducirá a la idea trascen-
ni siquiera con sacrificios. Dios es trascen- dente del Mesías. Según Zacarías, Dios mis-
dente, el Altísimo, como lo pondrá de ma- mo vendrá a reinar sobre toda la tierra (Za
nifiesto especialmente Isaías. La santidad 13,9), y el libro de Daniel, con la figura del
del pueblo, en consecuencia, estriba en par- Hijo del Hombre, da testimonio de la espe-
ticipar de la de Dios: en ser distinto de las ranza en que Dios otorgará a un personaje
demás naciones en su fe y en sus exigen- humilde, que representa al pueblo elegido,
cias morales. Dios es «el Santo de Israel» un reino eterno y universal (Dn 7,13-14.27)
(Is 5,19-24), porque sin dejar de ser el Al- c) Doctrina moral y social. Los profetas,
tísimo se ha hecho cercano a los suyos. en particular los anteriores al destierro, in-
b) La esperanza mesiánica es la verda- sistieron en las exigencias sociales de la fe.
dera espina dorsal de los libros proféticos. Y puesto que sus contemporáneos estaban
Los de la época anterior al exilio de Babilo- abandonando los antiguos ideales, violando
nia, lo mismo que los Salmos (Sal 2; 89), los derechos de los más débiles y amoldán-
26 ANTIGUO TESTAMENTO
dose a las costumbres de los gentiles, ellos las Cartas de los Apóstoles acuden a los pro-
no dejaron de censurar que «se olvidaban fetas y subrayan el cumplimiento de sus
de Dios» (Os 2,15; Jr 2,32) y se hacían «co- oráculos por tres caminos: mostrando que se
mo los demás pueblos» (Os 9,1). Con espe- referían al momento presente, señalando
cial crudeza denuncian la opresión, y pro- que los acontecimientos han sucedido co-
claman la predilección divina por «los pobres mo estaba previsto por ellos, y confirmando
del Señor» (So 3,12-13). De acuerdo con el la fe en Jesús con palabras proféticas.
pensamiento de todo el Antiguo Testamento, Los santos Padres han continuado este
los profetas nunca consideraron la pobreza modo de leer la Biblia y han acudido a los
material como algo deseable ni menos aún profetas para desarrollar la teología acerca de
como un ideal. El pobre no es justo por su Cristo y de la Iglesia. Sirva como ejemplo
carencia de medios, pero es especialmente san Ireneo de Lyon, que vivió a mediados
querido por Dios, ya que la pobreza con mu- del siglo II d.C. Él hace una sutil distinción
cha frecuencia es resultado de la injusticia entre promesa y profecía. La promesa se
de los poderosos y adinerados. Esta pobre- cierra en el contenido de las palabras, en-
za, consecuencia de la injusticia, es la que tendidas en su sentido obvio; la profecía
los profetas quieren corregir. Con este fin traspasa el límite del significado de los tér-
gritan una y otra vez que justicia y santidad minos y, por referirse a Cristo y a la Iglesia,
son exigencias ineludibles de la alianza. alcanza su plenitud cuando se hace realidad.
Los preceptos morales que recuerdan los Con la llegada de Cristo se supera y se lleva
libros proféticos son los mismos que apare- a su plenitud lo anunciado: «Si preguntáis:
cen en la Ley, pero en ellos hay un enorme “¿Qué de nuevo trajo el Señor viniendo?”,
esfuerzo de interiorización. Los profetas exi- sabed que trajo toda novedad haciéndose
gen un corazón limpio por encima de actos presente Él mismo tal como había sido anun-
externos y, a partir de Jeremías y Ezequiel, ciado. En efecto, esto mismo era anuncia-
insisten en la responsabilidad personal: ca- do: que vendría la novedad a renovar y vi-
da cual cargará con las consecuencias de vificar al hombre. Así pues, la llegada de un
sus propios pecados, sin culpar de ellos a rey es anunciada de antemano por estos
los antepasados. siervos que son enviados con ostentación y
Finalmente, las exigencias cultuales son para la preparación de los que iban a aco-
también parte del mensaje profético. La in- ger a su Señor. Pero cuando llega el rey a
sistencia en purificar y rectificar el culto re- aquellos súbditos, se llenan con el gozo
fleja la preocupación de los profetas por la anunciado de antemano y reciben la liber-
adoración y el respeto debidos a Dios. tad que viene de Él y participan de su visión
Aparte de los Salmos, los proféticos son y oyen sus sermones y gozan de sus dones,
los libros del Antiguo Testamento que están y ya no se preguntan qué de nuevo trajo el
más presentes en el Nuevo, bien a través Rey: se trajo a Sí mismo y donó a los hom-
de citas explícitas o de alusiones fácilmente bres estos dones que habían sido anunciados
detectables o, como ocurre en ocasiones, a antes, los cuales los ángeles deseaban con-
través de referencias difíciles de precisar. El templar» (Adversus Haereses 4,34,1).
Nuevo Testamento refleja que la esperanza
anunciada y la salvación prevista se han
Bibliografía
cumplido en Jesús, en su Persona, en sus F. GARCÍA LÓPEZ, El Pentateuco. Introducción a la
acciones y en sus palabras, como abierta- lectura de los cinco primeros libros de la Biblia,
mente escribe san Mateo: «Todo esto suce- Estella 2003. J.L. Ska, Introducción al Antiguo
dió para que se cumplieran las Escrituras de Testamento, Santander 2012. J.A. SOGGIN, Intro-
los Profetas» (Mt 26,56). Los Evangelios y duzione all’Antico Testamento, Brescia 1987. M.A.
ANTIGUO TESTAMENTO 27
TÁBET, Introducción al Antiguo Testamento, I: Pen- delimitadas, la Ley (el Pentateuco) y los Pro-
tateuco y Libros históricos,. Madrid 2004. H. CA- fetas; y un grupo no del todo definido de
ZELLES, Introducción crítica al Antiguo Testamen- otros escritos (cf. Prólogo del Sirácide; Flavio
to, Barcelona 1981. FACULTAD DE TEOLOGÍA DE LA UNI- Josefo, Contra Apión, 1,8). El canon del ju-
VERSIDAD DE NAVARRA, Sagrada Biblia, I-IV (tienen
daísmo cristaliza en una estructura concep-
interés las introducciones con que comienza cada
volumen y las que preceden a cada libro).
tualmente concéntrica: la Ley en el centro;
S. Ausín en torno a ella, los «Profetas» (que incluyen
también los llamados «Profetas anteriores»:
II. LECTURA CRISTIANA DEL ANTIGUO TESTAMENTO Josué, Jueces, 1-2 Samuel y 1-2 Reyes) y,
1. Biblia hebrea y Antiguo Testamento como círculo exterior los «Escritos», que en
La lectura cristiana del Antiguo Testamento su momento alcanzaron el punto de clausu-
es una explicitación de la correlación que ra (este grupo recoge también el libro de
hay entre el Antiguo y el Nuevo Testamen- Daniel). La novedad de Cristo, en cambio,
to. En este sentido una lectura del Antiguo orienta el canon del Antiguo Testamento ha-
Testamento es necesariamente cristiana. cia una estructura lineal histórica, que va
Esto no es sólo un ejercicio de precisión ter- desde el pasado representado por los libros
minológica, sino que sirve para poner de históricos, hasta la apertura al futuro de los
manifiesto algo que de modo evidente sin- libros proféticos, pasando por la atempora-
gulariza la lectura cristiana de las Escrituras lidad de la sabiduría (libros sapienciales). Es-
Sagradas del pueblo de Israel: la Biblia he- ta lógica se refleja también en la división tri-
brea y el Antiguo Testamento cristiano son partita del Nuevo Testamento: Evangelios-
entidades textuales distintas (M.V. Fabbri, Hechos, Epístolas y Apocalipsis.
«Teologia della Bibbia ebraica e dell’Antico Se pueden señalar, entre otras, dos im-
Testamento», en M. Tábet [ed.], La Sacra plicaciones de la diferencia estructural en-
Scrittura anima della teologia, Città del Va- tre el canon judío y el canon cristiano.
ticano 1999, 186-193). Ciertamente los a) Mientras que la posición del Pentateu-
puntos de contacto entre una y otro son co en el canon judío denota la centralidad
muy importantes, y ofrecen amplia base de los preceptos que contiene, la estructu-
para el diálogo entre judaísmo y cristianis- ra canónica cristiana subraya su dimensión
mo, pero sería poco preciso y contrapro- narrativa a través de la continuidad entre
ducente para el diálogo ignorar que las di- los relatos del Pentateuco (historia de los
ferencias entre la Biblia hebrea y el Anti- orígenes, patriarcas y éxodo) y las vicisitu-
guo Testamento tienen repercusiones des históricas del pueblo de Israel desde Jo-
notorias en la interpretación. sué hasta los Macabeos.
El Antiguo Testamento y la Biblia hebrea b) La posición final de los libros proféticos
divergen no sólo en contenido (el Antiguo y su separación de los «Profetas anteriores»
Testamento tiene siete libros más), sino tam- enfatiza la aspecto de cumplimiento de los
bién en estructura. oráculos proféticos en el futuro, por encima
El canon del Antiguo Testamento y el ca- del recuerdo del papel de los profetas en el
non de la Biblia hebrea son la conclusión devenir histórico de Israel. El sentido me-
prácticamente simultánea de dos procesos siánico de los oráculos proféticos será su-
paralelos con un origen común (cf. Pontifi- brayado por la exégesis cristiana desde sus
cia Comisión Bíblica, El pueblo judío y sus inicios. En la exégesis rabínica, en cambio,
Sagradas Escrituras en la Biblia cristiana, se dio un progresivo distanciamiento de las
Città del Vaticano 2001, 16-18). Al inicio de temáticas mesiánicas (la literatura rabínica
la era cristiana el pueblo de Israel contaba más antigua testimonia la importancia de
con dos colecciones de libros bastante bien las tradiciones mesiánicas en un primer mo-
28 ANTIGUO TESTAMENTO
Antropología
tener presente que debe dar cuenta de la cia consiste en ahuyentar la perplejidad y
visión del hombre que orienta su estudio. Y configurar la conducta. Por eso se puede de-
esto plantea ineludibles preguntas filosófi- cir que aportan un saber eminentemente
cas. práctico. La aparición del pensamiento filo-
En las páginas siguientes entendemos por sófico supone un cambio de perspectiva en
antropología el entero estudio científico del el modo de enfocar el saber. La filosofía par-
hombre desde una perspectiva sapiencial, te de una investigación desinteresada sobre
puesto que ésta es la primera y además la el fundamento de la realidad. Frente al mi-
única capaz de dar unidad a las demás. Nos to, se cae en la cuenta de que el fundamento
atendremos sobre todo a la antropología fi- de la realidad se da en presente, y que se
losófica, pero sin olvidar su apertura a la re- puede proceder a explicitarlo. Así aparecen
velación y a una prosecución propiamente los dos grandes problemas que van a ocupar
teológica. Comenzaremos por un recorrido la especulación filosófica desde el primer
histórico, para centrarnos después en los momento: por una parte, el problema de lo
principales problemas y conceptos que abor- permanente y lo pasajero, suscitado por la
da la antropología, teniendo en cuenta que la consideración de la inestabilidad de los seres
historia de las aportaciones al conocimiento reales, que impulsa la búsqueda de un fun-
del ser humano precede la aparición del damento estable; y, por otra, el de lo uno y
nombre que actualmente la designa. lo múltiple, que responde a que la unidad
que nuestra capacidad de abarcar la reali-
I. HISTORIA DE LA ANTROPOLOGÍA dad en su conjunto presupone se corres-
1. El descubrimiento del alma humana ponde con una diversidad de seres difícil-
El interés del hombre por conocerse a sí mente unificable. Poco a poco se caerá en
mismo le es consustancial. La indetermina- la cuenta de que la posibilidad de conocer
ción natural de su conducta que se corres- lo real presupone una capacidad específica,
ponde con su libertad le obliga a hacerse que los griegos denominarán noús (intelec-
una idea acerca de sí mismo y de sus rela- to), que se distingue de los sentidos, capa-
ciones con la realidad que le circunda. Por ces tan solo de aportar conocimientos par-
eso se ha podido decir que «el hombre es ciales, fragmentarios y pasajeros.
el único animal que tiene que saber lo que es En la primera etapa de la filosofía, el hom-
para serlo» (Choza). En este sentido, todos bre no ocupa un lugar especial dentro del
los pueblos que conocemos de modo sufi- estudio de la realidad porque aparece co-
ciente, tanto antiguos como modernos, po- mo uno de tantos seres perecederos del cos-
seen unos conocimientos acerca de sí mis- mos. El interés propiamente filosófico por
mos que les permiten orientarse y elaborar lo humano se va despertando en la medida
sus proyectos vitales. En muchos casos, la en que se cae en la cuenta de que su capa-
perspectiva sapiencial que vertebra los co- cidad de conocer todo lo real presupone una
nocimientos en torno al hombre es de ín- relación con el noús, que, como realidad in-
dole mítica. Se trata de relatos sagrados in- dependiente del tiempo y omniabarcante,
memoriales que explican el origen y destino es de naturaleza divina. En consecuencia,
del hombre y su lugar en el mundo, y que en el hombre hay algo divino. Se puede afir-
suelen fundar ritos religiosos. A esto se su- mar que este descubrimiento, que se afian-
man aquellos conocimientos que se van al- zará a partir de Sócrates, permite la prime-
canzando por experiencia, que también son ra fundamentación teórica de la dignidad
conservados y transmitidos. del hombre. El hombre es más digno que
Los mitos son una modalidad sapiencial, los otros seres porque en él hay algo divino:
pero están orientados a la acción. Su efica- la capacidad de conocer la verdad.
ANTROPOLOGÍA 33
bio, indica que su primera inquietud exis- crates considera que la exigencia más radi-
tencial consiste en averiguar cuál es el bien, cal del hombre y su deseo más profundo es
y emprende para resolverla una investiga- el conocimiento de la verdad. «Una vida sin
ción semejante a la que conducían sus pre- investigación no merece la pena ser vivi-
decesores acerca de la naturaleza. da». El deseo de saber es el deseo más no-
Sócrates pasa a la historia del pensa- ble, por una doble razón: la búsqueda de la
miento como iniciador de un método, que verdad nos eleva por encima de lo efímero,
compara con la ciencia de las parteras la al tiempo que solo desde la verdad cabe go-
mayéutica y por su insistencia en plantear bernar la vida en todas sus variadas mani-
las dificultades, hasta el punto de resumir festaciones. Esto explica que Sócrates afir-
su saber en la conciencia de su ignorancia. me la importancia que tuvo para él la doc-
Aunque la cuestión socrática, es decir, la de- trina de Anaxágoras según la cual el noús
terminación de cuál es la enseñanza propia es quien lo gobierna todo, y la insatisfac-
del Sócrates histórico y qué es lo que pu- ción que le supuso que este filósofo no ex-
sieron en su boca sus discípulos, es difícil plicara de qué modo lo gobierna. Sócrates
de resolver, no cabe duda de la importan- aplica esa doctrina del noús al gobierno de
cia de su impacto en el pensamiento pos- la vida humana. Solo con él cabe conocer
terior. Además cabe señalar algunas ideas el bien y, por eso, es el único principio capaz
que comparten, de un modo u otro, las es- de gobernar.
cuelas posteriores que se remiten a su ma- La posteridad intelectual de Sócrates es
gisterio (cf. G. Reale, Storia della filosofia numerosa y muy variada. En los denomi-
antica I, Milano 1989, 287ss.) nados socráticos menores (megáricos, cíni-
Por otro lado, Sócrates está interesado cos y cirenaicos) prima el interés por de-
por la noción de bien. Pero encontrar el bien terminar el contenido del bien. Pero Platón
del hombre supone saber qué es el hom- continúa el pensamiento de su maestro in-
bre. En su búsqueda de algo estable que tentando unir de nuevo el estudio del hom-
permite dar unidad a las diversas dimen- bre, que ahora ya puede ser considerado
siones y actividades humanas, formula la una parte relevante y diferenciada de la fi-
noción de psyché, alma, que es el modo en losofía, con la perspectiva metafísica de los
que denomina al núcleo de la personalidad cosmólogos precedentes.
moral. Este descubrimiento le permite re- En este intento, Platón introduce algu-
formular la noción de virtud (areté), que nas aportaciones propias a la historia de la
hasta entonces había servido para designar antropología. Por una parte, basándose en
diversas formas de excelencia. Para Sócra- la naturaleza insensible e inmutable de las
tes, la verdadera virtud del hombre no es ideas, las considera separadas de las reali-
cualquier destreza o excelencia, sino aque- dades sensibles y les atribuye supremacía
lla que le perfecciona en cuanto hombre, es ontológica. Se trata de una consecuencia
decir, la excelencia o perfección de su alma. del principio de que lo real es lo que conoce
El alma es una realidad inteligible, cuya exis- el intelecto. Lo sensible sólo puede ser en-
tencia se desprende de la consideración teó- tendido en sentido estricto desde las ideas y
rica del hombre. Ambas nociones suponen la en la medida en que las refleja; de ahí se
convicción de que en el hombre existe algo desprende su condición secundaria y deri-
estable, que subyace a sus diversas etapas, vada. Aplicado al hombre, este punto de vis-
capacidades y manifestaciones. ta se traduce en un claro dualismo. El cuer-
Pero esta tesis resultaría meramente for- po, como realidad sensible, es un añadido
mal si Sócrates no hubiera avanzado tam- del alma, que es, a su vez, una realidad in-
bién en orden a dotarla de contenido. Só- teligible. Aquél no sólo no aporta nada a és-
ANTROPOLOGÍA 35
ta, sino que constituye un estorbo para que «animal social» o «político» (cf. Política I, 2,
lleve a cabo su verdadera y más profunda 1253 a 55), pone de manifiesto que el hom-
aspiración: contemplar la verdad y el Bien. bre no puede desarrollarse como tal ni al-
Aristóteles ahonda en la aportación so- canzar su plenitud fuera de una comunidad
crática poniendo el acento en las activida- humana, que en su caso se identifica con
des vitales. Éstas se distinguen de los otros una polis bien organizada. Ambas definicio-
movimientos en que, por ser posesivas del nes son síntoma de su ambigüedad a la ho-
fin, son perfectas, y en que, en virtud de di- ra de determinar el contenido esencial de la
cha perfección, no se limitan a producir un felicidad humana. Por una parte, aparece el
efecto externo, sino que transforman y be- ideal del hombre sabio, capaz de contem-
nefician al viviente. De ahí la calificación de plar, en la medida de las capacidades hu-
inmanentes con que las denominará el aris- manas las realidades más altas. Se trata de
totelismo posterior. Surge de este modo la un ideal autárquico: el sabio, en la medida en
importante distinción entre actividades in- que lo es, no necesita de nadie para ser fe-
manentes y transitivas. Para Aristóteles, el liz. Su perfección es la ciencia y la sabidu-
acto vital supremo es la actividad del noús: ría, que le capacitan para contemplar la rea-
la teoría o contemplación. Puesto que la fe- lidad y le asemejan por su acto a las reali-
licidad es la actividad según la virtud per- dades divinas. Por otra parte, Aristóteles
fecta, el saber forma parte esencial de aqué- subraya que existe una felicidad política del
lla. Además goza de un papel directivo res- hombre, cuyo cumplimiento máximo se da
pecto de la acción. Se puede decir que, con en la amistad. La amistad aristotélica es la
Aristóteles, la noción de alma entra defini- del hombre magnánimo, y la magnanimi-
tivamente en conexión con la noción de vi- dad comporta cierta autarquía, pero no pue-
da, y la vida se convierte en una categoría de darse en solitario, de modo que hace al
central de la realidad, que cabe atribuir in- hombre dependiente de los demás. En la fi-
cluso a la realidad suprema. El Acto Puro o losofía helenista (cinismo, estoicismo, epi-
Entender es, a su vez, la forma de vida su- cureísmo) el ideal autárquico, entendido co-
prema y más divina. mo la capacidad del sabio para ser feliz in-
Entender al hombre como viviente supo- dependientemente de las circunstancias,
ne afirmar la unidad de su alma o principio será preponderante y a él se tiende a sub-
vital con el cuerpo. Así Aristóteles propone ordinar incluso el alto aprecio que nutren
que el alma se une al cuerpo como la forma sus representantes hacia la amistad.
a la materia, constituyendo una unidad sus- Las escuelas helenistas se centran en la
tancial. Alma y cuerpo son dos coprincipios búsqueda de la felicidad y a ella subordinan
del hombre. Aristóteles no alberga ninguna toda su reflexión teórica. Sin embargo, la
duda acerca de la independencia del inte- última gran síntesis de la Antigüedad la re-
lecto respecto de la materia. No obstante, presenta el neoplatonismo, que, en la ver-
con su afirmación de que el intelecto viene de sión de Plotino, pone el énfasis de la imita-
fuera deja abierto el problema de la separa- ción de lo divino en la contemplación, pero
bilidad e independencia del alma o principio no entendida como mero conocimiento de
vital humano respecto del cuerpo, y con él ideas, sino como fusión con el Uno o primer
el de la inmortalidad del individuo. principio. La novedad estriba en entender
Aristóteles propone en sus obras dos de- la virtud y el saber como unificación y sim-
finiciones del hombre. Por una parte, al afir- plificación del alma y el intelecto humano,
mar que es un «animal racional» (o que tie- de modo que la búsqueda de Dios se em-
ne lógos) subraya la importancia de la inte- prende por el camino del recogimiento y la
ligencia y la razón; y, al determinarlo como interioridad.
36 ANTROPOLOGÍA
ción material del origen del hombre, supo- Faktum de la ciencia, para estudiar sus con-
ne un apoyo al materialismo, que pronto se diciones de posibilidad. En la línea de esta
va perfilando como una de las corrientes cul- corriente, Cassirer ofrece su Filosofía de las
turales dominantes de la segunda mitad del formas simbólicas (1923-1929), intentan-
siglo. Otro de los representantes del mate- do extender la perspectiva kantiana al es-
rialismo es Nietzsche, si bien su nombre se tudio de la cultura. Se trata de un intere-
encuentra ligado a la antropología por su in- sante intento de unir de nuevo la perspectiva
tento de superar al hombre para llegar al su- científica y la histórico-humanística.
perhombre. Este mismo interés es el que anima ex-
Lo que se hace patente en esta situación plícitamente la propuesta de Scheler de ela-
cultural es la dificultad de defender la reali- borar una antropología filosófica. En el
dad del espíritu, que comienza a aparecer arranque del que pasa por ser su manifies-
como un espejismo que cabe explicar y re- to programático El puesto del hombre en
ducir a las leyes históricas o materiales. Por el cosmos (1928) señala que «tenemos
otra parte, cada vez se va haciendo más hon- una antropología científico-natural, otra fi-
da la alternativa entre explicar al hombre losófica y otra teológica indiferentes entre
basándose en su naturaleza o desplazar el sí, pero no tenemos una idea unitaria del
estudio de la humanidad hacia la perspecti- hombre» (33).
va histórica. En frase de Dilthey «qué sea el Sea como fuere, si algo revela el naci-
hombre, solo se lo dice la Historia» (Ge- miento de la antropología filosófica es que la
sammelte Schrifften 8, 224; cf. 4, 529). Es- conciencia que el hombre tiene de sí mis-
ta alternativa permanecerá viva a lo largo mo se ha hecho problemática. No obstan-
del siglo XX, y se traducirá en la configuración te, o quizá gracias a ello, la filosofía del si-
de diversas ciencias que, en ocasiones, pre- glo XX es fértil en métodos y perspectivas
tenden erigirse en la última palabra acerca de para abordar ese estudio.
lo humano: las que dependen del acceso his- Las corrientes más importantes de la pri-
tórico y cultural (como la etnografía o an- mera mitad del siglo son la fenomenología,
tropología cultural) y la antropología bioló- la filosofía existencial y un conjunto de au-
gica, en la que desempeña un papel decisi- tores y corrientes que se pueden denomi-
vo la teoría de la evolución. nar filosofías de la persona.
Dilthey es también un representante de La fenomenología de Husserl denuncia la
otro movimiento filosófico que subraya que insuficiencia del psicologismo, ligado al pa-
el a priori radical no es la conciencia, sino radigma de la antropología cientificista, se-
la vida, en el sentido de que todo lo que se gún el cual el conocimiento se explica en
le da, también el pensar, se le da a través de virtud de la constitución psicológica del ser
ella y tiene en ella su raíz. Variaciones de humano. La propuesta fenomenológica de
esta idea podemos encontrarlas en pensa- Husserl nace con la pretensión de propor-
dores como Bergson, Ortega y Marías. Todos cionar a la filosofía un método científico. Una
estos autores relativizan también la pre- de las primeras batallas de este autor es la
tensión de identificar el saber con lo alcan- defensa de la objetividad de la ciencia fren-
zado mediante el método científico. te al psicologismo. Pero las preocupaciones
El problema del conocimiento está tam- de Husserl se dirigen hacia las ciencias más
bién presente en la rehabilitación de Kant que hacia la antropología. Scheler, en cam-
de la Escuela de Marburgo, que ofrece una bio, aunque no sea estrictamente un discí-
perspectiva kantiana distinta de la del idea- pulo de Husserl y su concepción de la feno-
lismo. Para ellos, Kant no es un metafísico de menología sea en parte independiente, se
la subjetividad, sino el filósofo que parte del adhiere al movimiento fenomenológico, fo-
ANTROPOLOGÍA 41
mentando en él el interés por las cuestio- a cabo una Antropología, es más, fue críti-
nes éticas y antropológicas. co con esta pretensión cf. M. Heidegger,
La filosofía de Scheler acaba, como diji- Kant y el problema de la metafísica (1929) ,
mos, en el proyecto, truncado por su muer- sino que su interés en el estudio del exis-
te, de fundar una Antropología filosófica. En tente humano responde a la necesidad de
este sentido, se encuentra a la cabeza de encontrar un método adecuado para for-
una corriente independiente del movimien- mular la pregunta por el ser. Sin embargo,
to fenomenológico, pero que comparte al- su insistencia en estudiar el existente (el
gunas de sus inquietudes, especialmente la Dasein), no como una esencia ideal, sino tal
de coordinar la visión científica y la filosófi- como se da en la existencia, sacando a la
ca del hombre, reconciliando las ciencias luz las categorías fundamentales de ésta
humanas con las ciencias del espíritu. Se- (existenciarios), supuso una nueva fuente
gún Scheler, «el puesto singular del hom- de inspiración para el estudio del hombre.
bre sólo se nos hará evidente si tomamos También la importancia que concede al tiem-
en consideración la estructura global del po y a la muerte ayudaron a buscar una for-
mundo biopsíquico» (36). Contemporánea ma nueva de acercarse a la vida humana.
con la obra citada de Scheler es la de Pless- Pero la aportación más importante de Hei-
ner Los niveles de lo orgánico y el hombre degger a la antropología es su crítica al su-
(1928), en la que presenta así su progra- jeto idealista, con la que se puede decir que
ma: «Sin filosofía de la naturaleza no hay cierra un ciclo de la historia de la filosofía, al
filosofía del hombre» (Gesammelte Schriften, poner de manifiesto la imposibilidad de que
IV, 1981, 63). El programa de Scheler y la existencia pueda captarse adecuadamente
Plessner será retomado también por Arnold con la autoconciencia. La separación entre el
Gehlen El hombre (1940) , que hace es- sujeto y el objeto, que es clave en el cono-
pecial hincapié en la descripción del hom- cimiento, hace que la conciencia siempre
bre como un ser de carencias según su cons- llegue tarde para captar la existencia de que
titución natural, que engendra como com- procede. Por eso el único acceso a la exis-
pensación la cultura como medio de retrasar tencia es sentimental (la Befindlichkeit),
la muerte. La cultura nace, en su opinión, pues en el sentimiento no se da el enfren-
en virtud del principio de descarga: «el hom- tamiento entre el sujeto y el objeto. La in-
bre, por su propia industria, saca de sus car- capacidad de presencializar la propia exis-
gas elementales oportunidades para pro- tencia deriva de que, según Heidegger, el
longar su vida, por cuanto sus operaciones presente nunca puede desligarse del pasa-
motrices, sensoriales e intelectuales (vin- do y el futuro, y, por tanto, no cabe un pre-
culadas por el lenguaje) se impulsan mu- sente absoluto y desligado del tiempo, como
tuamente hacia arriba, hasta que se hace el que constituye para Hegel la consuma-
posible una conducción inteligente de la ac- ción del despliegue del Absoluto.
ción» (El hombre. Su naturaleza y su lugar El rechazo del objetivismo, que en Hei-
en el mundo, Salamanca 1980, 71-72). degger resulta patente, es también distin-
El representante más importante de la tivo de otros pensadores. Así, por ejemplo,
corriente existencial es Heidegger, si bien en Ebner, que pretende también encontrar
rechazó para su propuesta la denominación nuevas vías para acceder a lo humano. Pa-
de existencialismo. También él es un feno- ra él tampoco cabe que el hombre se en-
menólogo, en este caso discípulo de Hus- tienda a sí mismo como objeto. La realidad
serl, pero que se separa de él en busca de humana no puede ser conocida al margen
un método para reformular la pregunta por del compromiso mediante el cual funda ám-
el ser. Heidegger no pretendió nunca llevar bitos de convivencia con otras personas. «La
42 ANTROPOLOGÍA
existencia (del yo) no radica en su relación en el intento de ofrecer una alternativa real
consigo mismo, sino y ésta es la circuns- a las deficiencias de la posición moderna, sin
tancia sobre la que cae todo el peso en su renunciar al diálogo con las ciencias experi-
relación con el tú» (Pneumatologische Frag- mentales. Cabe citar como representantes
mente, Wien 1952, 26). En este sentido es de esta corriente, pensadores de tradiciones
preciso entender la siguiente afirmación del distintas como Zubiri, Millán-Puelles, Spae-
mismo autor: «La palabra es el medio en mann o Polo.
que se perciben las entidades espirituales, El estudio de lo humano topa con la com-
como lo es la luz respecto a las cosas físi- plejidad de sus manifestaciones y con la di-
cas» (Fragmente, Aufsätze, Aphorismen. Zu ficultad de encontrar un punto de vista ade-
einer Pneumatologie des Wortes, München cuado para considerarlas. Esta segunda difi-
1963, 696). Esta propuesta se continúa en cultad, que podemos denominar el problema
los desarrollos del pensamiento dialógico y del método, admite dos respuestas extre-
el personalismo (F. Rosenzweig, M. Buber, mas paradigmáticas.
E. Brunner, G. Marcel, J. Lacroix, E. Mou-
nier, M. Nédoncelle y R. Guardini). II. DIMENSIONES DE LA ANTROPOLOGÍA
Aparte de los intentos de encontrar nue- 1. Discusiones acerca de los métodos
vas vías, la crisis de las nociones de sujeto y Para algunos, puesto que la verdad cientí-
conciencia como claves de comprensión de lo fica exige la objetividad, el método debe as-
humano ha conducido en el siglo XX a una pirar a una descripción exterior del hombre
profunda crisis de la antropología. La pro- independiente del punto de vista interno o
puesta de Heidegger ha concluido en la filo- subjetivo, que lo aborde como al resto de
sofía hermenéutica, que insiste en los límites los seres. Representantes de esta postura
y condicionamientos de nuestro acceso a la se pueden encontrar en los diversos reduc-
realidad. Las ideologías, como la marxista, cionismos científicos, y, de un modo muy
que aseguraban tener una concepción clara particular, en el conductismo, que juzgaba
de qué es el hombre y una solución de sus que fenómenos como la conciencia o la ex-
problemas han caído en descrédito. La filo- periencia subjetiva debían ser eliminados
sofía posmoderna ha sometido a dura críti- de la ciencia, para detenerse en lo exterior
ca todo intento global de comprensión de lo observable, es decir, en la conducta y en los
humano, hasta afirmar que el hombre es un factores mensurables que la condicionan.
invento del siglo XVIII. Al mismo tiempo que Actualmente el conductismo ha perdido en
muchos de quienes practican las ciencias hu- buena parte su vigencia, y ha retornado la
manas pierden la confianza en el proyecto convicción de que la subjetividad es un fe-
de entender qué es el hombre, no faltan nómeno sobre el que cabe legítimamente
científicos que pretenden reducir lo huma- interrogarse, hasta hacer de la conciencia
no a los límites del objeto de la biología, des- uno de los temas estelares de una buena
de la que pretenden explicar la conciencia y parte de la filosofía (como la filosofía de la
las demás manifestaciones del espíritu. Por mente, muy presente en el ámbito anglo-
otra parte, a los interesantes descubrimien- sajón), pero sobrevive en muchos autores
tos y propuestas de la filosofía existencial, el intento de reducir las experiencias sub-
dialógica y personalista se les ha achacado jetivas a una explicación objetiva del tipo
una insuficiente respuesta a los retos meta- de las ciencias experimentales.
físicos que desde ellas se plantean. En este Por otra parte, otros consideran que ig-
sentido, lo más prometedor de la antropo- norar la subjetividad es ignorar lo específi-
logía actual se encuentra en los desarrollos camente humano, y plantean un discurso
más metafísicos de la noción de persona y fenomenológico, que busca la comprensión
ANTROPOLOGÍA 43
distanciamiento crítico respecto de ella sin ciones libres son las que procuran el daño o
admitir la incorporación de otros influjos cul- provecho más íntimo a la persona. Por otro la-
turales. Pero si aceptamos que la cultura, do, como Aristóteles señala, las acciones co-
como la lengua, no tiene sentido sin los in- rrectas incrementan la capacidad de actuar
dividuos que la usan para sus fines y que la bien. El saber y el querer se refuerzan y am-
modifican constantemente con sus inter- plían cuando la conducta es guiada por la
venciones, su papel debe matizarse. Por una búsqueda de la verdad y el bien.
parte, es claro que la cultura posibilita el Es preciso distinguir esta concepción del
pensamiento racional y ofrece un punto de hábito de la que lo considera como hace,
vista respecto del mundo. La misma forma por ejemplo, el espiritualismo francés del
en que se estructura cada lengua orienta la siglo XIX la dimensión mecánica del espí-
atención en mayor medida a unos aspectos ritu o un mero método para descargar la
que a otros. Todavía es más claro este in- atención. Los hábitos de este tipo existen
flujo en el repertorio de metáforas, símbo- sin duda en el hombre y son beneficiosos,
los, ritos, relatos, etc., que configuran el pa- pero se encuentran mucho más ligados con
trimonio de cada sociedad. Así, por ejemplo, aspectos orgánicos. El hábito espiritual, en
respecto de la cosmovisión o la valoración cambio, es decir, las virtudes y los vicios,
moral se puede decir que la cultura influye tienen que ver con la apertura o el cierre de
poniendo de relieve algunos aspectos de la la inteligencia y la voluntad a la verdad y al
realidad y encubriendo otros. Pero, aun ad- bien. Que las relaciones entre las personas
mitido su papel condicionante y posibilitan- tengan el poder de cambiar, incrementar y
te, los elementos culturales no suplen, sino ordenar la cultura se debe a la novedad que
que suponen, la actividad inteligente perso- introduce cada persona al expresar la ga-
nal y la actuación libre y responsable. nancia que cobra en el ejercicio de sus ac-
Por otra parte, la continuación de la na- ciones, es decir, la personalidad que se for-
turaleza no concluye con la cultura. La cul- ja con los elementos que la naturaleza y la
tura proporciona, como hemos visto, la po- cultura le ofrecen.
sibilidad de la comunicación con otros se-
res humanos y ofrece un repertorio de 3. Antropología trascendental y teológica
respuestas a los problemas cuyas solucio- Las consideraciones precedentes nos con-
nes no son innatas en virtud de la carencia ducen a plantear directamente el problema
de instintos. Pero incluso el proceso de apro- ontológico de la condición personal del hom-
piación de la cultura y del patrimonio cultu- bre. Por su parte, el magisterio reciente de
ral no es unidireccional, es decir, de la so- la Iglesia católica ha insistido en la impor-
ciedad al individuo, sino que depende de la tancia de la revelación para entender defi-
iniciativa del receptor, que crece al compás nitivamente al hombre: «Cristo, el nuevo
de la maduración biológica y de la asimila- Adán, en la misma revelación del misterio
ción de la cultura. Esta iniciativa es mani- del Padre y de su amor, manifiesta plena-
festación de un tipo de crecimiento perso- mente el hombre al propio hombre y le des-
nal de orden espiritual, que depende de las cubre la sublimidad de su vocación» (GS
propias acciones en la medida en que son 22). Se trata de una convicción que ha sido
libres y que la filosofía clásica denomina há- desarrollada ampliamente en el magisterio
bito. de Juan Pablo II.
La doctrina de los hábitos es en gran me- Como hemos visto en el breve recorrido
dida un desarrollo de la convicción socrática histórico, el pensamiento cristiano ha añadi-
de que «es mejor padecer la injusticia que do a la noción de alma, aportación clave de la
cometerla». Dicho en otras palabras, las ac- antropología griega, la reflexión acerca de la
ANTROPOLOGÍA 49
mista. Trascendental no tiene aquí tampoco está abierta de entrada hacia fuera, sino ha-
el sentido moderno, acuñado por Kant, si- cia adentro, en busca de la réplica personal
no el clásico. Polo pretende llevar a cabo definitiva: una búsqueda trascendental que
una ampliación de los trascendentales des- se continúa en la esencia. Así, pues, la esen-
cubiertos por la filosofía en la Edad Media, cia es, «la manifestación de la persona. En
para añadirles los que corresponden al ser tanto que la esencia depende de los tras-
personal. Para Polo, la persona es el acto de cendentales personales, la palabra mani-
ser del hombre, que se distingue realmen- festar indica su depender de la co-existen-
te de su esencia, cuyo ápice es el yo. cia, y equivale a iluminar, que significa su
El yo es la persona vuelta hacia sus ope- depender del intelecto personal; a aportar,
raciones. Por su parte, lo característico del que señala la dependencia respecto del amar
ser del hombre se describe mejor con un y del aceptar donal; y a disponer, palabra
adverbio que con un verbo: además. «¿Aris- que expresa la extensión a la esencia de la
tóteles distingue suficientemente al hombre libertad trascendental» (L. Polo, Antropolo-
de lo que no es el hombre? La ampliación gía trascendental, II, Pamplona 2003, 11).
de lo trascendental implica la diferencia en- Estas propuestas comparten la convic-
tre existencia y coexistencia. Aristóteles en- ción de que sólo desde una visión íntegra y
tendió esa diferencia como diferencia espe- radical de la persona, que no renuncie a la
cífica: el hombre es el único animal racio- consideración ontológica, se puede aspirar a
nal y el único ser racional que es animal. ordenar y juzgar las diversas aportaciones
Aquí evidentemente hay una diferencia. Pe- en orden a comprender lo humano. A esto
ro ¿es suficiente la diferencia específica? Es- se puede añadir que sólo desde esta acti-
timo que no, porque la persona no es defi- tud cabe abordar, a su vez, una antropolo-
nible, sino que es trascendental. Por ello, la gía teológica a la altura de nuestro tiempo.
persona debe ser una distinción en el orden
de los trascendentales. O, dicho de otra ma-
nera, la ampliación de lo trascendental tie- Bibliografía
J. ARREGUI y J. CHOZA, Filosofía del hombre. Una
ne que ser un discernimiento de trascen-
antropología de la intimidad, Pamplona 1992. J.A.
dentales. La ampliación de lo trascendental
GARCÍA CUADRADO, Antropología filosófica. Una in-
distingue lo que es trascendental respecto troducción a la filosofía del hombre, Pamplona
de lo físico, de lo trascendental personal; 20032. J.A. LOMBO y F. RUSSO, Antropologia filoso-
descubre trascendentales que no son trans- fica. Una introduzione, Roma 2003. L. MALSON,
físicos o transdefinicionales en el sentido Les enfants sauvages: mythe et réalité (suivi de
general que la definición tiene en Aristóte- Memoire et rapport sur Victor de l’Aveyron / par
les , sino que son transoperativos. Y eso es Jean Itard), Paris 1964. J. MARÍAS, Antropología
lo que significa además: es el modo de ac- metafísica, Madrid 1970. O. MARQUARD, «Anthro-
ceder al esse humano» (L. Polo, Presente y pologie», en J. RITTER (ed.), Historisches Wörter-
futuro del hombre, Madrid 1993, 197). buch der Philosophie, Basel/Stuttgart 1971. L.
POLO, Antropología trascendental, Pamplona 20032
Usado como método, el carácter de ade-
(tomo 1)/2003 (tomo 2). J. SAHAGÚN LUCAS (ed.),
más permite alcanzar los trascendentales
Antropologías del siglo XX, Salamanca 1976. M.
personales, a saber, la co-existencia, la li- SCHELER, Die Stellung des Menschen im Kosmos
bertad, el entender y el amar personales. (1928), trad. esp.: El puesto del hombre en el
Así, por ejemplo, afirmar que la persona exi- cosmos, Barcelona 2000. J.F. SELLÉS (ed.), Pro-
ge el encuentro con otras personas no pue- puestas antropológicas del siglo XX, Pamplona
de significar lo mismo cuando lo aplicamos 2004. R. SPAEMANN, Personas, Pamplona 2000. K.
a las otras personas humanas que cuando lo WOJTYLA, Persona y acción, Madrid 1982.
aplicamos al creador. Por eso, la persona no J.I. Murillo
APOLOGÉTICA 51
Apologética
san Pedro Damián, Pedro el Venerable (Con- vez más un principio de conocimiento que
tra la inveterada obstinación de los judíos, actúa independientemente de la fe. Esta ac-
Contra la secta o herejía de los sarracenos), titud se prolongará y reforzará en la Refor-
son autores de escritos antijudíos y anti- ma protestante. Pero antes de abordar el
musulmanes. nuevo paso en la historia de la apologética
En otro contexto, la obra de san Ansel- que la Reforma provoca, se deben reseñar
mo es un intento original de relacionar lo las obras de dos protestantes que se mue-
creído con las razones que lo apoyan. San- ven todavía en la línea de los tratados De
to Tomás de Aquino, por su parte, contri- vera religione. En primer lugar, el Traité de
buyó notablemente al desarrollo de la apolo- la verité de la religion chrétienne (1581),
gética, en primer lugar con su Summa con- de Philippe Duplessis-Mornay (1549-1623),
tra gentiles, en la que distingue las verdades obra muy parecida a los tratados católicos y
sobre Dios que son accesibles a la razón, a publicada, como la de Vives, contra «Athe-
las que aplicará un método demostrativo os, Epicureos, Ethnicos, Iudaeos, Mahome-
(per rationes demostrativas) (libros I-III) y distas et caeteros infideles»; asimismo se
las verdades reveladas por Dios que exceden debe citar De veritate religionis christianae
el alcance del entendimiento humano (libro (1621) elaborada por Hugo Grocio (1583-
IV), para las que aducirá razones probables 1645) para que sirviera a los navegantes
(rationes verisimiles) con las que se inten- holandeses que en sus viajes tuvieran oca-
ta, no convencer al adversario con razones, sión de encontrar otras religiones.
sino resolver sus objeciones contra la verdad La Reforma protestante incide de diversas
(CG I, 9; IV, 1). formas en la apologética. Apuntamos a tres
Con los descubrimientos geográficos de elementos fundamentales que derivan de la
los siglos XIV y XV fueron llegando a la cris- nueva presentación de la relación religiosa
tiandad noticias de pueblos diferentes que del hombre con Dios. 1) Con la Reforma pro-
practicaban otras religiones sin relación al- testante, la pregunta por la verdadera reli-
guna con la tradición judeo-cristiana. A es- gión debe prolongarse en otra ulterior, ya
te hecho se unió, durante el Renacimiento, que, admitido que la religión cristiana es la
la nueva valoración de modelos sociales y religión verdadera, se debe seguir pregun-
culturales mitología incluida precristia- tando: cuál es la verdadera Iglesia de Cris-
nos, como las civilizaciones griega y roma- to, dado que los protestantes propugnan
na, reflejada en el movimiento humanista. una alternativa eclesial frente a la Iglesia
Ambos fenómenos amenazaban indirecta- católica romana. 2) La Reforma protestan-
mente con presentar una visión de las cosas te afecta a la apologética por la diferente
en la que el cristianismo sería considerado importancia acordada a la razón en relación
como una religión más, junto a otras posi- con la fe. Una vez que la razón está conta-
bles. Este hecho llevó a algunos autores a minada por la misma corrupción pecamino-
elaborar una justificación de que sólo la re- sa que afecta al hombre en su totalidad, no
ligión cristiana es la verdadera. De este mo- puede ofrecer un auxilio o preparación para
do surgieron, poco a poco, los tratados De llegar a la fe. La fe es entonces puro salto y
vera religione. Así, Marsilio Ficino (1433- abandono, independiente de toda raciona-
1499) escribió Sobre la religión cristiana en- bilidad. 3) El protestantismo supone tam-
salzando el cristianismo como la religión más bién una diversa valoración de las fuentes
perfecta. Ya en el siglo XVI el humanista es- teológicas. El principio de sola Scriptura, in-
pañol Luis Vives (1492-1540) publicó De ve- dependiente de la tradición, excluye una in-
ritate fidei christianae (póstumo, 1543). terpretación autorizada de la Biblia, y la en-
En este tiempo, la razón va siendo cada trega al juicio particular.
54 APOLOGÉTICA
el carácter noético de la fe, pero, al mismo polémica ha acarreado durante algunos años
tiempo, evitaba el exclusivismo al apoyar- una actitud de rechazo ante todo lo que so-
se también en la apologética de Dechamps. nara a apologético. El clima de diálogo en
El paso al siglo XX se hace bajo el signo el campo del ecumenismo y con las religio-
de la crisis modernista. Se debe destacar la nes no cristianas ha obligado al mismo tiem-
figura del filósofo francés Maurice Blondel po a revisar argumentos utilizados clásica-
(1861-1949). Este autor desarrolló el lla- mente en la apologética.
mado «método de inmanencia» según el Más recientemente, diversos autores se
cual, y en oposición al método escolástico, lo han interesado de nuevo por la apologética
verdaderamente importante no es una de- que en cierto modo es irrenunciable , aun-
mostración intelectual, separada del origen que desde perspectivas distintas a las clá-
divino del cristianismo, sobre la base de ar- sicas. La primera de ellas lleva a tomar en
gumentos extrínsecos, sino la atención al cuenta la dimensión estrictamente teológi-
conjunto de disposiciones interiores del su- ca de la apologética. No posee, por tanto,
jeto que está constitutivamente abierto a la un método y un contenido externo a la re-
fe. Un intento semejante al de Blondel, pe- velación ni se presenta como una reflexión
ro con una argumentación teológica fue el híbrida entre la teología natural y la filoso-
de P. Rousselot. fía. La apologética es una disciplina que sur-
En círculos escolásticos se siguió culti- ge dentro del saber de la fe, que toma con-
vando la apologética clásica, aunque sin de- ciencia de la exigencia de dar razón de sí
jar de dialogar con las nuevas tendencias. misma. En segundo lugar, la perspectiva
Los dominicos A. Gardeil (1854-1931) y R. actual de la apologética se refiere al desti-
Garrigou-Lagrange (1877-1964), y los je- natario de su reflexión: no es solamente el
suitas J.V. Bainvel, A. Tanquerey (1854- creyente, al que ayuda a captar y mostrar
1932), M. Nicolau (1905-1986) y otros son la racionalidad del contenido de su fe a par-
los representantes de esta línea apologética tir del hecho mismo de la revelación que
que se mantuvo y difundió hasta el Concilio lleva consigo las notas de credibilidad. Tam-
Vaticano II. Al mismo tiempo, sin embargo, bién se dirige al «otro», a quien no com-
en la primera mitad del siglo XX, la apolo- parte la misma fe, al cual se le presentan las
gética se vio hondamente afectada, en su razones que le permitan hacer una opción
misma concepción y planteamiento, por di- de fe como algo significativo para una exis-
versos impulsos renovadores de la teología. tencia personal. Por último, la apologética se
La renovación bíblica, histórica y patrística, interesa actualmente por los fundamentos
el influjo de determinadas corrientes filosó- epistemológicos de la fe y de la teología,
ficas, como el existencialismo, el persona- de forma que sea posible el diálogo con los
lismo, etc., fueron preparando el terreno pa- diversos saberes y ciencias humanos, al
ra la transformación de la apologética en la servicio de las personas y de la sociedad.
disciplina teológica que, sobre todo después
del Vaticano II, conocemos como Teología
Bibliografía
Fundamental. A partir de ese momento, la
A. DULLES, A History of Apologetics, New York
Teología Fundamental experimentará toda-
1971. R. FISICHELLA, La revelación, evento y cre-
vía vaivenes, pero en adelante se la consi- dibilidad, Salamanca 1989. W. KERN, H.J POTTMEYER
derará como una parte de la única teología. y M. SECKLER, (eds.), Handbuch der Fundamen-
taltheologie, 4 vols., Freiburg, 1985-1988. F. OCÁ
III. PERSPECTIVAS DE LA APOLOGÉTICA ACTUAL RIZ y A. BLANCO, Revelación, fe, credibilidad, Ma-
El descrédito que amenazaba a la apolo- drid 1998.
gética clásica considerada extrinsecista y C. Izquierdo
APÓSTOLES 57
Apóstoles
servicio (cf. Mc 9,35; Jn 13,14-16); les ex- laboradores de los Doce y de Pablo o en-
plica en privado las parábolas (cf. Mt viados por ellos son también considerados
13,11.36; 15,15 y paral.); les promete dar- apóstoles y actúan bajo el impulso del Es-
les la potestad de «atar y desatar» (Mt píritu Santo en la misión evangelizadora.
18,18) y que en el juicio final se sentarán Andando el tiempo, todos los que contribu-
«en doce tronos para juzgar a las doce tri- yen a difundir el Evangelio, individualmente
bus de Israel» (Mt 19,28); corrige sus in- o reunidos en comunidades y asociaciones,
terpretaciones temporalistas del reino que sean o no ministros, serán denominados
predica (cf. Mc 10,43-44 y paral.); les en- apóstoles (cf. LG 33; todo el Decreto AA).
seña a orar (Mt 6,9 y paral.); son testigos de Pero los Doce son siempre el punto de re-
vista de los «signos» que realiza; y oyen su ferencia, es decir, los Apóstoles en grado
predicación, aunque no siempre la entien- eminente. Después de la Ascensión, reci-
dan bien. Los Doce serán los fundamentos ben en Pentecostés el Espíritu Santo (Hch
visibles, empezando por Pedro (cf. Mt 2,1-4), con cuya luz y fuerza comienzan a
16,18), sobre los que se asentará la Igle- cumplir su misión pastoral.
sia, el nuevo Israel, cuyas doce tribus sim- No sabemos cuándo y cómo tuvo lugar
bolizan, la nueva Jerusalén, «cuya muralla su dispersión para salir de Israel e ir a «to-
tiene doce bases y sobre ellas los doce nom- do el mundo». Una tradición tardía (desde el
bres de los doce apóstoles del Cordero» (Ap siglo VI) les atribuye la redacción del lla-
21,14; cf. Ef 2,20). Sobre todo, son testi- mado Símbolo apostólico, antes de sepa-
gos cualificados de la Resurrección de Je- rarse, como expresión de la unidad de su
sús, quien se les aparece en varias ocasio- predicación: cada uno, empezando por Pe-
nes, habla con ellos, les confiere potestad dro, habría formulado, uno de los doce ar-
para perdonar los pecados, confirma a Pedro tículos de dicho Símbolo, que, en realidad, es
como pastor de sus ovejas y corderos, los de finales del siglo II. Fuera de los datos
envía, como el Padre le había enviado, a ha- fundamentales que sobre algunos de los Do-
cer discípulos a todas las naciones (cf. Lc ce tenemos en el Nuevo Testamento, sólo
24,48; Jn 20,21; 21,14-17; Mt 28,19-20; contamos con tradiciones más o menos fia-
Rm 1,5 y paral.). bles, basadas principalmente en literatura
Indicio de la importancia de los Doce es apócrifa, para saber dónde y cómo llevaron
que Pedro, al haber quedado reducidos a a cabo su misión apostólica y cuál fue la for-
once por la defección de Judas Iscariote, de- ma de martirio que sufrió cada uno, así co-
cide suplirlo con otro de los discípulos que mo su milagrosa coincidencia en el momento
habían convivido con ellos durante la vida de acompañar a la Madre de Jesús en su
pública de Jesús, para que con los Once fue- Dormición.
ra testigo oficial de la Resurrección de Je- De los datos bíblicos y de estas tradicio-
sús; «y cayó la suerte en Matías» (Hch 1,12- nes dependen las representaciones artísticas
26). En adelante no habrá más sustitucio- de los Doce o de cada uno de ellos: las más
nes, por ejemplo, cuando Herodes Agripa antiguas se hallan en algunas pinturas del
«mató a espada a Santiago, el hermano de siglo IV de las catacumbas romanas y en
Juan» (Hch 12,2). Es más, se añade a los mosaicos del siglo VI; pinturas, relieves e
Doce un converso: Pablo, que, en el camino imágenes exentas de los Doce abundan,
de Damasco, vio a Jesús resucitado, fue en- desde el románico hasta hoy, en vidrieras,
viado por él a evangelizar a los gentiles y representaciones de la Última Cena (incluyen
cumplió esta misión tan fielmente que será a Judas Iscariote con la bolsa), de la duda de
conocido como el Apóstol (cf. Hch 9,1-18; santo Tomás, de la venida del Espíritu San-
1 Co 15,8-10 y paral.). Otros muchos, co- to en Pentecostés, del momento de la As-
APÓSTOLES 59
censión del Señor, de la Dormición de la Vir- sucesores: «Como, por disposición del Señor,
gen, del Juicio final y de la Gloria celeste. San Pedro y los demás Apóstoles constituyen
Tanto en iconos orientales como en la ima- un solo Colegio apostólico, de modo similar
ginería occidental, cuando se los represen- se vinculan entre sí el Romano Pontífice, su-
ta por separado, suele estar cada uno con cesor de Pedro, y los obispos, sucesores de
su signo identificativo: Pedro con las llaves, los Apóstoles» (LG 22).
Pablo con la espada, Juan con un cáliz, San- La Iglesia es, pues, apostólica, gracias a
tiago el Mayor con bordón de peregrino, An- la cadena que forman Pedro y sus sucesores,
drés con la cruz en forma de X, Felipe lle- simultáneamente con la formada por los
vando una cruz latina, Bartolomé con los Apóstoles y sus sucesores, los obispos en-
cuchillos que utilizaron para desollarle, Ma- troncados en el Colegio episcopal, que su-
teo con un hacha y, como evangelista, con cede al Colegio apostólico y tiene a Pedro
un ángel-hombre, Santiago el de Alfeo con como cabeza del mismo. En comunión con
un bastón nudoso, Tomás con una lanza, ellos, todos quedamos vinculados a la roca
Matías con una soga, Simón el Zelotes con «espiritual», que es Cristo (cf. 1 Co 10,4).
una sierra; Judas Tadeo ¿o de Santiago? con Sin entrar ahora en la problemática teoló-
un libro, o piedras, o escuadra. gica de la sucesión apostólica, la Iglesia es
consciente del hecho de la sucesión, al ejer-
III. LA APOSTOLICIDAD Y SU PROYECCIÓN cer permanentemente la misión en nombre
Los Doce, enviados por Jesús, como el Padre de Cristo, ya desde los Apóstoles, quienes,
le envió (cf. Jn 20,21), a cumplir su misión mediante la imposición de manos o jeiroto-
cultual-salvífica en favor de todos los hom- nía, confieren la capacitación para el minis-
bres (cf. Mc 16,15), constituyen el cuerpo terio cultual-salvífico a los obispos y éstos,
o colegio apostólico cuya cabeza es Pedro, a ya desde el siglo I, se la confieren a otros
quien Jesucristo puso como roca visible de en un contexto ritual que quedará fijado,
fundamentación de la Iglesia, dio las llaves para Oriente y Occidente, en la Tradición
del reino de los cielos (cf. Mt 16,18-19) y apostólica de Hipólito de Roma, hacia el año
encomendó el pastoreo de sus «corderos» y 215. Choca con esta vivencia eclesial, en el
«ovejas» (cf. Jn 21,15-17). Es manifiesto siglo XVI, la Reforma protestante, que im-
que Pedro no fue un apóstol más, ni un pri- pugna así en raíz la autoridad del Papa y del
mero entre iguales, sino la cabeza del Co- Colegio episcopal.
legio o cuerpo apostólico; lo cual determi- Los Apóstoles, cuando transmiten a sus
nará que los sucesores de Pedro sean la ca- sucesores la capacitación para la misión, no
beza visible del Cuerpo o colegio episcopal, les confieren sus prerrogativas personales,
sucesor del colegio de los Apóstoles (cf. D por ejemplo, el haber visto a Jesús resuci-
2592-2597). Porque, para que subsista la tado, ni determinados carismas, como el de
Iglesia visible, asentada sobre el fundamento hacer milagros, ni las formas accidental-
de los Apóstoles (cf. Ef 2,20), éstos han de mente diversas que tienen de ejercer la mi-
tener sucesores que continúen en el ejerci- sión, condicionadas por la personalidad de
cio de la mencionada misión cultual-salvífi- cada uno o por las circunstancias en que ac-
ca, bajo la asistencia del Espíritu Santo, has- túan. Sabido es que, por ejemplo, se ad-
ta el final de los tiempos. No son sucesores vierten diferencias entre las iglesias o co-
de Jesús, que es inmortal y estará con ellos munidades fundadas por san Juan y las fun-
«todos los días hasta el fin del mundo» (Mt dadas por san Pablo. De ahí que tengan
28,30). Después de su Ascensión, es invi- también su importancia las cualidades y pre-
sible pero se hará visible a través de minis- paración del candidato a la sucesión, a la
tros mortales: Pedro, los Apóstoles y sus hora de ser elegido para el episcopado, co-
60 APÓSTOLES
Arte cristiano
arte es religioso por ser simplemente obra también pulchrum, pues no debe olvidarse
del hombre, que es un ser esencialmente que la belleza es splendor veritatis, el res-
volcado hacia el misterio de Dios. En este plandor de la verdad (y del mismo modo,
sentido, Juan Pablo II en su Carta a los ar- splendor unitatis vel bonitatis). La belleza
tistas señalaba que «el arte, incluso más está radicalmente asociada a la unidad, a
allá de sus expresiones más típicamente la bondad y a la verdad del ser porque cons-
religiosas, cuando es auténtico, tiene una tituye uno de sus trascendentales, es decir,
íntima afinidad con el mundo de la fe, de una de las propiedades del ser en cuanto
modo que, hasta en las condiciones de ma- ser. El pulchrum se manifiesta en primer lu-
yor desapego de la cultura respecto de la gar en la forma, que es lo que más inme-
Iglesia, precisamente el arte continúa sien- diatamente se presenta a la vista. De la lo-
do una especie de puente tendido hacia la cución latina formositas deriva la palabra
experiencia religiosa» (AAS 91[1999] 1155- castellana «hermosura». En la forma brilla
1172). especialmente el pulchrum como splendor
La obra de arte auténtica tiene la capa- unitatis.
cidad de remitir a algo por encima de ella, Dios que es el Ser absoluto es, por lo
constituye además la oportunidad de abrir- mismo, la Unidad, la Verdad, la Bondad y
se a los valores trascendentes. En la expe- también la Belleza. Todo lo que hay de uni-
riencia estética se da una apertura a lo infi- dad, verdad, belleza y bondad remite a Dios
nito. La condición simbólica de la obra de de alguna manera. Más aún, Dios ha que-
arte remite a una dimensión trascendente rido darse a conocer desde la hermosura
que se anuncia en la concreción y la inma- de sus manifestaciones, empezando por la
nencia de su materialidad. En efecto, la con- propia creación. Siguiendo a Plotino, Hugo
templación de la belleza nos llena por lo que de San Víctor, lo mismo que otros muchos
manifiesta, pero, a la vez, produce en nos- autores escolásticos, señalaba que la be-
otros la añoranza de la plenitud; en este lleza de las cosas creadas tiene la capacidad
sentido se habla de la trascendencia de la de dirigir al hombre hacia la belleza de Dios;
obra de arte. Decía André Breton que en el es como una ventana abierta hacia aqué-
arte buscamos «el más allá de nosotros mis- lla, más maravillosa e inefable. No obstan-
mos» y Paul Claudel, avanzando un paso te, será la escuela franciscana la que des-
más, podía asegurar que, en realidad, «el arrolle más este tema. Así, san Buenaven-
hombre está hecho para algo distinto de la tura afirmará que la hermosura de lo
belleza: para la Causa de la belleza». creado, especialmente de los seres vivos,
Teniendo esto presente, en el caso de la es la huella por la que debemos rastrear la
representación artística del misterio cristia- presencia del gran Ausente. Como el Ver-
no, la imagen tiene que dirigir directamen- bo es la pulchra imago del Padre, del mis-
te hacia Dios. La imagen cristiana, muy es- mo modo todos los seres bellos son imá-
pecialmente aquella que representa a Je- genes, símbolos. La belleza se convierte así
sús, ha de tener necesariamente como en vestigium Creatoris. De todas formas,
finalidad preparar el camino para un en- también señala que al ser relativa la belle-
cuentro con Dios; debe servir, por lo tanto, za de los seres y las cosas, es peligroso de-
de «espiritual teofanía en el alma del cre- tenerse en ella.
yente». Como ha escrito mucho más reciente-
Ante todo, podemos considerar la obra mente H.U. von Balthasar, toda la belleza
de arte como un reflejo de la belleza de Dios. que hay en lo creado remite a la infinita be-
Los escolásticos señalaron que los atributos lleza de Dios; la hermosura de las cosas no
del ser son unum, verum et bonum pero es algo externo a las mismas sino una luz
ARTE CRISTIANO 63
ferida a las imágenes sacras, que vendrían ramente civil. Pero en este proceso puede
a sustituir a los ídolos de sus antiguas reli- llegar a perder precisamente su sacralidad
giones. Por otra parte, es evidente que las hasta el punto de convertirse en un sím-
relaciones mantenidas con las imágenes no bolo despojado de connotaciones religio-
se sostienen racionalmente en el caso de sas, al menos para algunos. En este caso,
ser referidas a un puro trozo de madera o la imagen sacra constituye una objetiva-
a un conjunto de pinceladas más o menos ción cuya significación puede no responder
afortunadas. ya a sus verdaderos orígenes. Nos encon-
El culto a las imágenes no se comprende traríamos, pues, ante el icono religioso des-
si no es como una mediación simbólica. El pojado de toda referencia religiosa. Esta
fiel se relaciona con los seres divinos o di- paradoja comienza a ser ya habitual, es-
vinizados (la Virgen y los santos) por medio pecialmente cuando falta una verdadera
de unas imágenes que le ayudan en ese formación cristiana.
proceso de comunicación al presentarle un
tú corpóreo. Frente a lo que aparentemen- III. VARIEDAD DE ESTILOS Y FORMAS
te pudiera parecer, en el fondo, las súpli- Las imágenes, y en definitiva todo el arte
cas o la acción de gracias se dirigen al más cristiano, constituyen un camino para acer-
allá, sólo que a través de una mediación carse a Dios y a su Iglesia. Por eso Bene-
icónica. Por eso se pueden atribuir reaccio- dicto XVI, cuando todavía era el cardenal
nes humanas a las imágenes, no en cuan- Ratzinger, podía referirse a la dimensión
to tales, sino figuradamente en tanto ma- apologética del arte cristiano: «El Señor se
nifestaciones visibles de sus originales ce- hace creíble por la grandeza sublime de la
lestes. Y, por eso, también existen multitud santidad y por la magnificencia del arte des-
de imágenes diferentes de un mismo san- plegadas en el interior de la comunidad cre-
to, porque en el fondo tan sólo son plas- yente» (J. Ratzinger y V. Messori, Informe
maciones corpóreas que refieren a un mis- sobre la fe, Madrid 20052, 142-143).
mo y único sujeto, alguien que ha trascen- El proceso por el que la Iglesia ha llega-
dido ya las limitaciones de la vida terrena y do a este convencimiento no ha sido senci-
habita en el cielo, desde donde puede seguir llo, pero es un hecho cierto que el arte cris-
actuando a favor de aquellos que le invo- tiano en sus momentos más excelsos ha
can. sabido encontrar un equilibrio entre inma-
El aprecio por una determinada imagen nencia y trascendencia, si bien no han fal-
se explica por el sencillo recurso del apre- tado oscilaciones hacia uno u otro extremo
cio por lo más cercano y significativo. Del según se puede apreciar en el estudio de
mismo modo que uno puede preferir una su desarrollo histórico. Este conflicto se ha
fotografía muy determinada de su madre, planteado fundamentalmente en el caso de
que conserva porque le resulta altamente las imágenes esculpidas y pintadas ya que
evocadora, una determinada imagen re- en otros casos, como la arquitectura o la
sulta más familiar porque se ha visto des- música, no aparece tan claramente. A lo
de la infancia y hasta ella se ha acudido si- largo de los siglos, según afirma Plazaola, se
guiendo la tradición local. En este momen- puede adivinar una tendencia iconoclasta
to, la imagen, por sí misma, comienza a en el seno de la Iglesia que, con diversas
adquirir un valor sobreañadido, el valor de manifestaciones, alcanza hasta la actuali-
referente comunal. A la imagen se la iden- dad.
tifica con la comunidad; en cierta manera, La gran crisis, conocida como la querella
se la sublima y sitúa en la categoría de los de las imágenes, se produjo en el siglo VIII
iconos de referencia, incluso en el nivel pu- en el ámbito oriental del Imperio, cuando
ARTE CRISTIANO 65
Bautismo
sús» (8,16; 19,5; cf. 1 Co 6,11), expresión 5,12-21), relativo a la tipología Adán-Cristo.
que compendia la entera obra de la reden- Si Jesús es el nuevo Adán, la Cabeza de la
ción, ya que la profesión de fe en Cristo im- humanidad salvada, su muerte y su resu-
plica la plena adhesión de fe en el Padre, rrección son acontecimientos histórico-sal-
que ha enviado a su Hijo como Revelador y víficos que cada creyente revive en el mo-
Salvador, y en el Espíritu Santo. El bautis- mento de su bautismo y de ellas recibe su
mo cristiano remite, por tanto, a Jesucristo fuerza salvadora. De ahí que para Pablo el
y a su obra. Esto explica que no exista una bautismo sea una participación real en el
diferencia fundamental entre el bautismo destino de muerte de Cristo. Pablo emplea
de los Hechos concebido en clave cristoló- aquí el término omoiomati (v. 5) en senti-
gica y el de los Sinópticos, que lo conci- do fuerte, es decir: no como una «seme-
ben en clave trinitaria. janza» extrínseca sino como una inserción
Los Hechos hablan unas veces del bau- objetiva del cristiano en la muerte de Cris-
tismo con agua (2,41; 8,38; 16,15.33; to. Esta inserción, que ha acontecido ya en
22,16) y otras relacionan el baño bautismal el momento mismo de la muerte de Cristo,
con la donación del Espíritu Santo. Esto no se actualiza y participa en el momento del
quiere decir que conciban el «bautismo en el bautismo. También en el bautismo se da una
Espíritu» como una realidad separada y pos- participación en la resurrección; pero ésta
terior. Al contrario, para Lucas la donación tendrá lugar más tarde. Ciertamente en Col
del Espíritu está en íntima relación con el 2,12 la participación en la resurrección ya
baño bautismal (Hch 2,38). ha tenido lugar; pero incluso en esta carta
El bautismo supone que Cristo ha sido no falta la dimensión escatológica (cf. Col
predicado y aceptado. El esquema es fun- 3,3-4. 2.14). La visión de san Pablo es que
damentalmente éste: kérigma, adhesión la vida bautismal es una vida que se abre a
al mensaje por la fe, baño bautismal en una posibilidad completamente nueva, la
el nombre de Jesucristo, don del Espíritu cual desemboca en una participación plena
Santo. en la vida del Resucitado.
No obstante, el texto de Rm 6 no puede
b) Las cartas paulinas ser leído olvidando el versículo 8, dado que
San Pablo se refiere al bautismo en muy va- éste es su punto de llegada. Consiguiente-
riadas ocasiones. De sus escritos emerge mente, además de la dimensión cristológica
con claridad que la predicación sobre el bau- del bautismo, es preciso tener en cuenta su
tismo acompañó todo su ministerio misio- dimensión pneumatológica. Esta relación
nero y que el rito era conocido y practica- entre ambas dimensiones está explícita, so-
do en todas las Iglesias. Asume, cierta- bre todo, en 1 Co 12,13: «Todos hemos si-
mente, la doctrina bautismal de la tradición do bautizados en un solo Espíritu para for-
apostólica, pero aporta su propio pensa- mar un solo cuerpo, judíos y griegos, es-
miento teológico. clavos y libres; y todos hemos bebido de un
La explicación más típicamente paulina mismo Espíritu».
del bautismo cristiano se encuentra en las Texto importante de la literatura paulina
grandes cartas, en las que desarrolla am- es también el de la carta a Tito 3,4-7, en el
pliamente la dimensión cristológica. El tex- cual se hace un elenco de los efectos del
to más importante se encuentra en Romanos bautismo: nuevo nacimiento, justificación
6,1-11, el cual ha sido visto por la tradición por la gracia de Jesucristo, comunicación
como normativo de su doctrina bautismal. del Espíritu Santo, derecho a la herencia
Dicho texto ha de ser interpretado en íntima eterna, de la que es prenda y garantía el
unión con el inmediatamente anterior (Rm Espíritu.
BAUTISMO 71
vase siempre este sacramento a los iniciados Santo, el fuego después del agua, y vos-
en la fe, es decir, a quienes se habían con- otros os convertís en pan, es decir, en cuer-
vertido a Cristo y a la vida eclesial median- po de Cristo» (Sermo 227, 1: PL 38, 1100).
te la fe y el bautismo. La conversión a la Finalmente, durante todo este periodo el
Iglesia y a su Misterio es, ciertamente, un Bautismo es contemplado desde una pers-
hecho permanente que acompaña toda la pectiva profundamente positiva y abarcan-
vida del bautizado, pero tiene un momento te, en cuanto que fundamenta e informa la
inicial o fundante, irreducible e irrepetible entera vida cristiana, individual y comuni-
respecto a la misma vida cristiana, la cual, taria.
no obstante, conserva siempre su dimen- Desde el punto de vista estrictamente
sión bautismal. dogmático, durante este periodo se plantea
En segundo término, se considera que el y resuelve la cuestión del ministro, con oca-
bautismo es inseparable de la Eucaristía y sión de las controversias con los novacia-
de la imposición de manos, con las que for- nos y donatistas; así como la relación en-
ma una unidad. De hecho, desde el mo- tre Bautismo y pecado original, en respuesta
mento en que los testimonios comienzan a a los pelagianos. En ambas cuestiones fue
ser claros, hay constancia expresa de que decisiva la doctrina de san Agustín. En el
los tres sacramentos se celebran en la mis- primer caso argumentó que, sea quien sea
ma sesión y según este orden: bautismo, el ministro, siempre es Cristo quien bauti-
Confirmación y Eucaristía; incluso en el ca- za; y en el segundo, que la praxis eclesial
so de los niños y neonatos, como atestigua de bautizar a los niños, incapaces de peca-
la Tradición Apostólica de Hipólito. dos personales, demuestra que ellos nacen
Tertuliano describe sintéticamente la uni- con el pecado original y reciben el bautis-
dad de todo el proceso en estos términos: mo para ser librados de él.
«La carne es lavada, para que el alma sea
purificada; la carne recibe la unción, para 2. El Bautismo en una Iglesia de
que el alma sea consagrada; sobre la car- «cristiandad»
ne se hace la señal de la cruz, para que el al- Con la progresiva difusión del cristianismo
ma sea robustecida; la carne es cubierta y la conversión de la sociedad pagana en
con la imposición de la mano, para que el sociedad cristiana, el bautismo de los adul-
alma sea iluminada con el Espíritu; la carne tos tiende a desaparecer y pervive como fe-
se nutre del cuerpo y sangre de Cristo, pa- nómeno individual y puntual. Este periodo
ra que el alma se sacie de Dios» (De res. se extiende desde finales del siglo VI hasta
8,3: CCL 2, 931). Por su parte, san Agus- Trento. Poco a poco desaparece el catecu-
tín explica así en un sermón a los neófi- menado como institución y perdura más co-
tos la dinámica que une los tres sacra- mo fenómeno formal que real. Por otra par-
mentos y el perfeccionamiento progresivo te, se multiplican las parroquias urbanas y
que realizan en el creyente: «Primeramen- nacen las rurales en Occidente, como ya ha-
te fuisteis molidos con la humillación del bían aparecido antes en Oriente, lo cual di-
ayuno y el sacramento del exorcismo. Lue- ficulta la presencia del obispo en la cele-
go siguió el bautismo y fuisteis amasados bración de los sacramentos de la iniciación.
con el agua para tomar la forma del pan. Finalmente, los niños, primero, y luego los
Pero el pan no se obtiene si no hay fuego. Y neonatos son los nuevos sujetos de la ini-
¿qué expresa el fuego, es decir, la unción ciación cristiana.
con el óleo? El óleo, que es alimentado por Nace así un nuevo modelo, que tiene es-
el fuego, es el signo sacramental del Espíri- tos dos rasgos configuradores: el acento
tu Santo [...] Por tanto, viene el Espíritu bautismal ya no recae sobre los niños sino
74 BAUTISMO
cada vez más amplios de mentalidad y con- 15, 26, 29, 66) y en los decretos sobre los
ducta, que cuartearon las estructuras de la obispos (CD 16), los presbíteros (PO 6, 66),
cristianitas. Baste recordar, por ejemplo, el la actividad misionera de la Iglesia (AG 13-
Iluminismo, la Enciclopedia, la Revolución 14) y el ecumenismo (UR 6, 23). El resul-
francesa y las continuas guerras de religión tado final fue una concepción grandiosa del
y civiles. A ellos se unirían más tarde la re- bautismo, que suponía un notable enrique-
volución industrial, el marxismo y las dos cimiento doctrinal, litúrgico y pastoral.
guerras mundiales. Desde el punto de vista de una nueva ac-
Por otro lado, a mediados del siglo XIX ción pastoral, el concilio habló de la posibi-
se inicia una profunda renovación teológi- lidad de implantar el catecumenado por eta-
ca, que tiene su origen y, a la vez, se ma- pas, tanto en los países donde se predica la
nifiesta en diversos «movimientos»: el li- fe por primera vez como en los países otro-
túrgico, el bíblico y el patrístico, los cuales ra cristianos y ahora alejados de la fe y de la
terminarían dando un gran giro a la teología praxis cristiana; asumió el término y con-
y, más en concreto, a la sacramentaria. Co- cepto de «iniciación cristiana»; se refirió a la
mo es lógico, estos «movimientos» socia- celebración de los tres sacramentos de la
les y teológicos incidieron grandemente en iniciación en la misma sesión en el caso
los planteamientos teológico-litúrgico-pas- del bautismo de adultos con la consiguiente
torales del bautismo. De hecho, comienza recuperación de la unidad teológico-cele-
a hablarse de catecumenado, bautismo de brativa de la iniciación cristiana; postuló que
adultos, sacramentos de la iniciación, uni- el bautismo se celebrase dentro de la Misa,
dad de la iniciación cristiana, del Bautismo a fin de destacar su vinculación con ella; y
como gran sacramento de la Iglesia y de la subrayó que el bautismo nace de la Euca-
vida cristiana. ristía y tiende a ella como a su cumbre. El ri-
En vísperas del Vaticano II la teología del tual del bautismo de adultos plasmó en pra-
bautismo se había enriquecido notable- xis operativa estos postulados tanto en el
mente. Ciertamente, siguió prestando la caso de adultos propiamente tales como en
atención debida a la primacía de la acción el de los niños que se bautizan en edad es-
de Dios por Cristo en el Espíritu que se des- colar. Muchos episcopados lo han puesto ya
pliega en el primer sacramento, pero insis- en práctica y otros muchos estudian el mo-
tiendo también en su dimensión histórico- do de realizarlo.
salvífica, haciéndole pasar de simple medio
de salvación a acontecimiento salvífico; le III. CUESTIONES ACTUALES
resitúa en su contexto natural: la Iglesia; La teología actual reflexiona, sobre todo, so-
presta más atención a los aspectos perso- bre las siguientes cuestiones: la dimensión
nalistas y existencialistas; y replantea con trinitaria, pneumatológica, cristológica y
nuevo vigor y profundidad las viejas cues- eclesial del bautismo; el bautismo como sa-
tiones sobre el papel de la fe en la justifi- cramento de la identidad y vocación cristia-
cación y las implicaciones éticas del sacra- na; los diversos modelos bautismales den-
mento. tro de un único bautismo; la dimensión éti-
Todo este conglomerado de ideas y si- ca del bautismo; la relación entre bautismo
tuaciones entró en el Concilio Vaticano II, y salvación; la legitimidad del bautismo de
que incorporó buena parte de las adquisi- niños y el equilibrio entre reflexión y cele-
ciones de la teología inmediata, como pue- bración.
de verse en documentos tan emblemáticos Dimensión trinitaria. La confesión de fe
como las constituciones sobre la liturgia (SC trinitaria en la entraña misma de la cele-
27, 34, 36, 63) y la Iglesia (LG 7, 10, 11,14, bración bautismal, formando con el gesto
76 BAUTISMO
cles, Le Puy 1967. S. LEGASSE, Alle origini del bat- firmación, Madrid 2000 (con abundante biblio-
tesimo. Fondamenti biblici del rito cristiano, Ci- grafía en cada apartado).
nisello Balsamo 1994. I. OÑATIBIA, Bautismo y Con- J.A. Abad
Biblia
Testamento (kainê diathêkê), que proviene dos recogida en el Concilio de Trento (1546,
del oráculo de Jeremías que anunciaba una EB 58-59) es la siguiente:
nueva alianza (Jr 31,31), designa a los es- Pentateuco (5): Génesis, Éxodo, Levíti-
critos que los cristianos consideran también co, Números y Deuteronomio.
sagrados porque «su objeto central es Je- Libros históricos (16): Josué, Jueces, Rut,
sucristo, el Hijo de Dios encarnado, sus 1 y 2 Samuel (1 y 2 Reyes según la deno-
obras, sus enseñanzas, su pasión y su glo- minación de la Vulgata), 1 y 2 Reyes (3 y
rificación, así como los comienzos de su 4 Reyes según la numeración de la Vulgata),
Iglesia bajo la acción del Espíritu Santo» 1 y 2 Crónicas (1 y 2 Paralipómenos según
(cf. DV 20). Aunque testamento significa la denominación de la Vulgata), Esdras, Ne-
testimonio, última voluntad, decisión defi- hemías (2 Esdras según la denominación de
nitiva, etc., aquí alude a la alianza (berît en la Vulgata), Tobías, Judit, Ester, 1 y 2 Ma-
hebreo, diathêkê en griego), que es la de- cabeos.
cisión firme de Dios, e indica la relación de Libros poéticos y sapienciales (7): Job,
Dios con los hombres llevada a cabo pri- Salmos, Proverbios, Eclesiastés (Qohelet),
mero por medio de patriarcas y profetas y Cantar de los Cantares, Sabiduría, Ecle-
de forma definitiva por Jesucristo (cf. Hb siástico (Ben Sirac).
1,1). En consecuencia, Antiguo Testamento Libros proféticos (4 profetas mayores y
designa los libros sagrados de los judíos 12 profetas menores): Isaías, Jeremías con
porque hacen referencia a la antigua alian- Lamentaciones y Baruc, Ezequiel, Daniel,
za, y Nuevo Testamento los escritos de los Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas,
cristianos que hacen referencia a la nueva. Nahún, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías,
El número y orden de los libros del AT fue Malaquías.
concretándose poco a poco hasta que el Evangelios (4): Mateo, Marcos, Lucas, Juan
Concilio de Florencia y poco después el de Hechos (1): Actos o Hechos de los Após-
Trento fijaron de forma autorizada los libros toles.
que componen la Biblia, como enseña el úl- Cartas (21):
timo documento de la PCB: «Fundándose Corpus Paulino (14): Romanos, 1 y 2
en una tradición secular, el concilio de Flo- Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Co-
rencia en 1442, y más tarde el de Trento, losenses, 1 y 2 Tesalonicenses, 1 y 2 Timo-
en 1564, disiparon, para los católicos, du- teo, Tito, Filemón y Hebreos
das e incertidumbres. Su lista se compone Cartas católicas (7): 1 y 2 Pedro, 1,2 y
de 73 libros, recibidos como sagrados y ca- 3 Juan, Santiago y Judas.
nónicos, en cuanto inspirados por el Espíri- Apocalíptico: Apocalipsis.
tu Santo: 46 para el Antiguo Testamento y La distribución de los libros del AT en la Bi-
27 para el Nuevo Testamento. Así la Iglesia blia católica es diferente de las Escrituras
católica ha logrado su canon definitivo. Pa- del pueblo judío y de las seguidas por algu-
ra determinar este canon, el Concilio se ba- nas confesiones protestantes, tanto en el
só en el uso constante de la Iglesia. Adop- número como en el orden. Los judíos tienen
tando este canon más amplio que el hebreo como sagrados sólo los transmitidos en he-
ha preservado una memoria auténtica de breo y tienen como deuterocanónicos o apó-
los orígenes cristianos, puesto que, como crifos los siete conservados en griego (To-
hemos visto, el canon hebreo más limitado bías, Judit, 1 y 2 Macabeos, Baruc y la car-
es posterior a la época de la formación del ta de Jeremías, Ben Sirac y Sabiduría). Por
Nuevo Testamento» (El pueblo judío y sus otra parte, siguen un orden diferente, que
Sagradas Escrituras en la Biblia cristiana, podríamos denominar concéntrico y que su-
n.18). La lista completa de los libros sagra- braya el carácter estático de la salvación.
80 BIBLIA
Consta de tres bloques, Toráh o Ley, Nebiîm 2. División interna de los libros
o Profetas y Ketubìm o Escritos, cuyas ini- Los libros de la Biblia se transmitieron ini-
ciales forman el nombre TaNaK, que suelen cialmente sin ninguna división, pero al ser
utilizar los judíos al referirse a sus Escrituras leídos dentro de la liturgia se fueron distri-
Sagradas. El bloque principal es la Ley, los buyendo en fragmentos más pequeños, se-
cinco primeros libros que recogen la mani- gún el contenido y según la importancia de
festación de la voluntad divina hecha a los la reunión litúrgica. En las sinagogas anti-
Patriarcas y a Moisés por medio de orde- guas la Toráh estaba dividida en 167 sec-
nanzas y leyes. A continuación los Profetas ciones (sedarîm u órdenes) que se leían a
interpretan la historia a la luz de la Ley: tan- lo largo de tres años (ciclo trienal), más tar-
to los Profetas Anteriores (Josué, Jueces, 1- de se fue imponiendo el ciclo anual que pre-
2 Samuel y 1-2 Reyes, como los Posterio- valece en las sinagogas actuales, según el
res (Isaías, Jeremías Ezequiel y el Rollo de cual la Toráh está dividida en 54 secciones
los Doce menores) tienen como centro de o parasiyyôt, correspondientes a las sema-
referencia la Toráh. Los Escritos cierran las nas del año. A las lecturas de la Torah se
Escrituras y son una reflexión detenida sobre añadían secciones concretas de los libros
la enseñanza de la Ley (el libro de Daniel proféticos, denominadas haftarôt. Así hizo
forma parte de los Escritos). La Biblia cris- Jesús en la Sinagoga de Nazaret (Lc 4,16-
tiana, en cambio, ha asumido los libros 21). En las fiestas especiales se leían sec-
transmitidos por la versión griega de los Se- ciones y libros enteros de los llamados «5
tenta, que era la más común entre las co- Rollos» (Megillot): el Cantar en Pascua, Rut
munidades judías de Alejandría y del norte en Pentecostés, Lamentaciones en la con-
de África en los inicios del cristianismo. Pe- memoración de la caída de Jerusalén a ma-
ro, sobre todo, sigue un orden más lineal y nos de Babilonia, Eclesiastés en la fiesta de
hace hincapié en el carácter histórico y di- los Tabernáculos y Ester en la de Purim.
námico de la salvación. Propiamente no También en la comunidad cristiana, des-
consta de bloques, sino de una sucesión de de el siglo II, se han leído secciones esco-
libros, pero por razones prácticas suele ha- gidas del Antiguo Testamento y todos los li-
blarse de tres grupos: los libros históricos, bros del Nuevo, por orden y en lectura con-
formados por el Pentateuco y los libros his- tinua: cada día se proclamaba con especial
tóricos propiamente dichos; relatan el co- solemnidad una parte de los Evangelios,
mienzo del universo, del hombre y del pue- después de haber leído algún texto del An-
blo elegido, y a continuación la historia de tiguo o del resto del Nuevo, especialmente
Israel desde la entrada en la tierra prometi- Epístolas. De este uso son testigos los anti-
da hasta la época griega. Esta historia re- guos códices de la Biblia que indican el co-
fleja la progresiva acción salvadora de Dios. mienzo de la lectura con la primera letra del
Los libros poéticos y sapienciales, que van alefato hebreo, el aleph (arjé), y el final con
a continuación, contienen las oraciones, me- la última, la taw (télos). Poco a poco fue
ditaciones y reflexiones sobre esa historia prevaleciendo la costumbre de leer única-
salvífica. Y, por último, los libros proféticos, mente secciones escogidas, también de los
mayores y menores, transmiten el mensaje Evangelios, aun dentro de la lectura conti-
de salvación apropiado para cada momen- nuada, tal como se hace actualmente.
to histórico y abren el horizonte futuro en Para facilitar las citas y la búsqueda de
que la salvación alcanzará su plenitud. Es- palabras o frases se han hecho divisiones
te orden no se cierra en sí mismo, sino que dentro de cada libro. Primero fueron los an-
deja abierto el camino para una posterior tiguos escribas judíos que separaron el tex-
intervención divina. to en secciones (sedarîm) y en frases (pe-
BIBLIA 81
suqîm), posteriormente a partir de los si- so al Padre» (DV 2). En segundo lugar, co-
glos VI-VII los masoretas (estudiosos judíos mo palabra escrita bajo la inspiración del
que conservaron el texto bíblico con el má- Espíritu Santo que la Iglesia recibe en los
ximo rigor) señalaron los versículos, los con- Libros Sagrados. En tercer lugar, como pa-
taron y, al final de cada libro, dejaron cons- labra anunciada por los profetas, los após-
tancia de su número. En la Edad Media y en toles y por los creyentes de todas las épocas
ambientes cristianos se llevó a cabo la di- y de todas las latitudes: «Cuando recibis-
visión en capítulos y versículos, con una fi- teis la palabra que os predicamos, la aco-
nalidad práctica más que científica. El pri- gisteis no como palabra humana, sino co-
mero en distribuir los libros en capítulos fue mo lo que es en verdad, palabra de Dios
Esteban Langton (†1228), canciller de la que actúa eficazmente en vosotros» (1 Ts
universidad de París y arzobispo de Canter- 2,13). La Biblia reclama nuestra atención
bury. Bastantes años más tarde un judío porque es Palabra de Dios, porque contie-
converso, Santos Pagnino que ingresó en la ne la Revelación: El Concilio Vaticano II co-
Orden de los Dominicos, publicó en 1528 la mienza la Constitución sobre la Sagrada Es-
Biblia entera traducida de las lenguas origi- critura con los términos que de algún mo-
nales al latín, y en ella introdujo la división do resumen su contenido: «... la palabra de
en versículos, respetando para el AT la que Dios (Dei Verbum) que el Concilio escucha
habían hecho los masoretas. Pero esta dis- religiosamente y proclama con fidelidad...»
tribución de Pagnino no prosperó. En cam- (DV 1). Sin embargo, el título es más abar-
bio, unos años más tarde, en 1551 Roberto cante «Constitución Dogmática sobre la Re-
Estienne (Stephanus) publicó una edición velación Divina». Queda así de manifiesto
latina de la Biblia entera, dividida en capí- que la revelación divina es el punto de par-
tulos y versículos: para el AT conservó la tida para comprender la Palabra de Dios que
distribución judía como Pagnino, y para el está contenida en la Biblia.
NT hizo su propia división. A partir de en- La revelación, este diálogo amoroso de
tonces la Vulgata comenzó a publicarse con Dios con el hombre, se lleva a cabo en la
esta división de capítulos y versículos y se ha historia, en un doble sentido: en cuanto que,
generalizado en todas las ediciones moder- como autor de la historia, Dios dirige los
nas, incluso en las científicas, consiguién- acontecimientos para que le manifiesten a Él
dose una total uniformidad y facilitando las («las obras realizadas por Dios en la histo-
referencias a lugares concretos tanto entre ria de la salvación manifiestan y confirman
especialistas de ciencias bíblicas como entre la doctrina», DV 2); y en cuanto que la re-
teólogos y lectores sencillos. velación es progresiva, al hilo del proceso
histórico del pueblo de Israel, con sus alti-
3. Biblia y revelación bajos, sus avances y sus retrocesos, hasta
La importancia de la Biblia no está en su in- culminar en Cristo. Ahora bien, no puede
fluencia cultural ni en su belleza literaria, ni confundirse Revelación y Escritura. Sólo Je-
siquiera en su contenido, sino en su propia sucristo es la Palabra de Dios (Verbum Dei
naturaleza que los creyentes confesamos caro factum est), la Biblia contiene la pala-
diciendo que es Palabra de Dios escrita. Se- bra de Dios. El Vaticano II define la Escri-
gún la fe cristiana, la Palabra de Dios se co- tura del modo siguiente: «La Sagrada Es-
munica a los hombres de tres maneras: la critura es palabra de Dios (locutio Dei) en
primera y principal, como palabra de Dios cuanto que es consignada por escrito bajo la
encarnada (cf. Jn 1,1): Jesucristo ha unido inspiración del Espíritu Santo» (DV 9). Al
en su persona la divinidad y la humanidad y decir locutio Dei indica el acto de diálogo
por medio de Él «los hombres tienen acce- más que el contenido. Ha cuidado escrupu-
82 BIBLIA
losamente los términos, porque a renglón literario genial de un pueblo que ha pasado
seguido define la Tradición en estos térmi- a dominio universal. Ni es un libro escrito
nos: «la Sagrada Tradición transmite ínte- en el cielo y entregado a los hombres, como
gramente a los sucesores de los Apóstoles la el Corán para muchos musulmanes. Es, más
palabra de Dios (verbum Dei), a ellos con- bien, un libro escrito por hombres que tiene,
fiada por Cristo y por el Espíritu Santo» a la vez, como autor a Dios. Esta caracte-
(ibid.). La Tradición, por tanto, transmite en rística de la Biblia se denomina inspiración,
su totalidad la revelación y está estrecha- mencionada ya en el Nuevo Testamento (2
mente unida a la Escritura. Ésta contiene la Tm 3,16; 2 P 1,20) y formulada con esme-
revelación, pero no es la Revelación. Por ro en el Vaticano II: «Las verdades revela-
tanto, la fórmula de la vieja Reforma «sola das por Dios, que se contienen y manifies-
Scriptura» es insuficiente. La misma Cons- tan en la Sagrada Escritura, fueron consig-
titución conciliar explica en los números fi- nadas por inspiración del Espíritu Santo. La
nales que «las Sagradas Escrituras contienen santa Madre Iglesia, según la fe apostólica,
la palabra de Dios y, por ser inspiradas, son tiene por santos y canónicos los libros en-
en verdad palabra de Dios (verbum Dei)» teros del Antiguo y Nuevo Testamento con
(DV 24). La Sagrada Escritura es, toda ella, todas sus partes, porque, escritos bajo la
palabra de Dios, pero no es toda la palabra inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios
de Dios, sino únicamente la palabra de Dios como autor y como tales han sido entrega-
escrita. dos a la misma Iglesia. Pero en la redacción
El documento de la PCB del año 1993 ex- de los libros sagrados, Dios eligió a hom-
plica que «lo que caracteriza (a la exégesis bres, que utilizó usando de sus propias fa-
católica) es que se sitúa conscientemente cultades y medios, de forma que obrando
en la tradición viva de la Iglesia, cuya pri- Él en ellos y por ellos, escribieron, como ver-
mera preocupación es la fidelidad a la re- daderos autores, todo y sólo lo que Él que-
velación testimoniada por la Biblia» (EB ría» (DV 11).
1424). La revelación, en efecto, está testi-
moniada por la Biblia en cuanto que es un a) Inspiración y canon
libro escrito y, por tanto, testigo fiel e in- La inspiración de la Sagrada Escritura po-
mutable de la palabra originaria; y en cuan- dría definirse como la acción del Espíritu
to que refleja la fe de los creyentes y, por Santo en la composición de los libros de mo-
tanto, es un testimonio de la fe firme y cer- do que vienen a ser palabra de Dios: «La
tera de los primeros. «La Iglesia vive con la Sagrada Escritura es Palabra de Dios en
certeza de que su Señor, que habló en el cuanto que ha sido escrita bajo la inspira-
pasado, no cesa de comunicar hoy su Pala- ción del Espíritu Santo» (DV 9). Hay, por
bra en la Tradición viva de la Iglesia y en la tanto, una estrecha relación entre inspira-
Sagrada Escritura. En efecto, la Palabra de ción bíblica y canon bíblico. El canon pro-
Dios se nos da en la Sagrada Escritura como viene del término griego kanôn, «regla», y
testimonio inspirado de la revelación que, designa la lista de los libros reconocidos co-
junto con la Tradición viva de la Iglesia, es la mo inspirados por Dios y válidos como regla
regla suprema de la fe» (VD 18). para la fe y las costumbres (El pueblo judío
y sus Escrituras Sagradas en la Biblia cris-
4. Inspiración y verdad de la Biblia tiana 16). Se puede entender, por tanto, en
La Biblia no es un libro meramente humano sentido pasivo, la lista de libros, o en senti-
que ha tenido acogida universal y ha venido do activo, en cuanto regla de fe y costum-
a ser el más editado y leído de la historia, no bres. Un libro es inspirado por haber sido
es, como la Ilíada o El Quijote, el producto escrito bajo la inspiración del Espíritu San-
BIBLIA 83
to, y es canónico por haber sido recibido co- La inspiración y el canon hacen de los es-
mo tal por la Iglesia, o como explica el do- critos bíblicos, libros sagrados, que contienen
cumento de la PCB de 1993 «la Escritura la Palabra de Dios y transmiten la verdad
inspirada es ciertamente la Escritura tal co- necesaria para nuestra salvación. Los libros
mo la Iglesia la ha reconocido como regla requieren una lectura dentro de la Iglesia,
de fe [...]. Un libro no es bíblico sino a la que los proclama, los lee o los medita, de
luz de todo el canon» (EB 1329). tal manera que puede afirmarse que, con
Cuando la Iglesia ha reconocido un libro palabras de san Gregorio Magno, de algu-
como sagrado lo ha hecho en virtud de su na manera se acrecienta su sentido con el
oficio de enseñar, asistida por el Espíritu crecimiento de sus lectores (aliquo modo
Santo, y teniendo en cuenta el uso conti- cum legentibus crescit).
nuado de los libros en la liturgia y en el con-
junto de la vida cristiana. Ya san Agustín, b) La verdad de la Biblia
al defender su selección, basó su juicio «en La teología de la inspiración no está com-
la práctica constante de la Iglesia», y lo mis- pleta si falta un estudio sobre la verdad de la
mo hizo el Concilio de Trento que presenta Escritura. La inspiración avala que la Biblia
el índice de libros canónicos con todas sus es Palabra de Dios y, por tanto, asegura la
partes «tal como ha sido costumbre leerlos veracidad, la unidad y la santidad de la Es-
en la Iglesia católica» (EB 58). La Iglesia ha critura; estas dos últimas cualidades se de-
ido reconociendo su fe plasmada en unos rivan de la primera. A ella, a la veracidad
escritos y, a la vez, se ha sentido interpe- dedicamos el último apartado de nuestra ex-
lada por ellos. Ya la primitiva comunidad posición.
cristiana, desde su fe en Jesucristo, reco- La inspiración garantiza la inerrancia y la
noció los libros de la Biblia judía como Es- canonicidad garantiza la verdad. Pero no son
critura inspirada pues vio en ellos las pro- características independientes, puesto que
mesas que habían de cumplirse en el mis- inspiración y canonicidad están íntimamen-
terio pascual. Más aún, como confirman las te relacionadas, la primera subraya el ca-
fórmulas de los Evangelios «está escrito», rácter de Palabra de Dios, la segunda, el ca-
«según está escrito», etc., les reconoció la rácter de guía doctrinal y moral de la Iglesia.
misma autoridad que sus contemporáneos Inerrancia es un concepto negativo que co-
judíos. Posteriormente asumió también co- rresponde a la mentalidad griega de ver-
mo sagrados los libros del NT porque en dad, conformidad del pensamiento con la
ellos estaba plasmada la predicación apos- realidad (lo contrario es el error, la inco-
tólica: «Así, los textos han dejado de ser rrección), mientras que la verdad bíblica es
simplemente la expresión de la inspiración un concepto positivo que deriva de la men-
de autores particulares y se han convertido talidad semita y significa fidelidad a la pa-
en propiedad común del pueblo de Dios» labra dada (lo contrario es el engaño, la des-
(EB 1455). En consecuencia, cada libro y lealtad). Toda afirmación de la Biblia, todo
hasta cada texto tiene sentido sólo en la texto y todo libro goza de verdad en refe-
unidad de la Biblia y el contenido parcial só- rencia a la verdad completa y definitiva que
lo puede ser refrendado en la verdad con- se da en el conjunto de la Biblia.
tenida en todo el canon: «Jamás me atre- Durante muchos años, desde la irrupción
veré a pensar, ni a decir que las Escrituras del racionalismo hasta el Vaticano II, los
presentan contradicciones entre sí; y si al- teólogos y los documentos de la Iglesia tu-
guna Escritura me pareciera tal, más bien vieron que defender la fe frente a quienes
confesaré que no entiendo su significado» achacaban errores de todo tipo a la Biblia, y
(S. Justino, Diálogo contra Trifón, 65). lo hicieron con éxito, razonando del modo
84 BIBLIA
siguiente: si la objeción proviene de las cien- La formulación de Dei Verbum es bien dis-
cias naturales o de la filosofía, la respuesta tinta de la contenida en la Providentissimus
muestra que la Biblia habla el lenguaje sen- Deus: «Todos los libros de la Escritura, con
cillo y corriente, por ejemplo, «desde la sa- todas sus partes, han sido escritos bajo la
lida del sol hasta su ocaso» (Sal 50,1) o uti- inspiración del Espíritu Santo. De ahí que
liza los géneros literarios comunes, metá- no puede haber error en la inspiración divi-
foras, imágenes, hipérboles, etc., por na» (EB 124).
ejemplo «alabad al Señor sol y luna, alaba- En segundo lugar, los libros enseñan (do-
dlo todas las estrellas luminosas» (Sal cere profitendi sunt) y transmiten la Reve-
148,3). Si provienen de la historia se res- lación firmemente, fielmente y sin error.
ponde explicando que la Biblia enseña la Estos adverbios no indican que todo lo que
salvación llevada a cabo y explicada en la dice la Biblia es firme, fiel y sin error; úni-
historia. Por tanto, tiene como base los he- camente tiene estas cualidades la ense-
chos objetivos, pero no es un libro científi- ñanza de las verdades salvíficas. De nue-
co de historia. Es mucho más, es la palabra vo cabe afirmar que la Iglesia lee la Biblia
de Dios que al hilo de los acontecimientos porque está a la escucha de la manifesta-
explicados por los profetas, muestra a los ción divina, dando por supuesto que en esa
hombres los planes salvíficos de Dios. Se- transmisión no hay ni engaño ni incumpli-
ría anacrónico y fuera de lugar buscar en la miento.
Biblia detalles históricos que el propio au- En tercer lugar, la verdad que enseñan
tor pasó por alto o consideró irrelevantes. no es puramente intelectual o noética, ni
Es legítimo, en cambio, buscar la enseñan- abarca sólo un cúmulo de conocimientos
za que se transmite en los relatos o libros exactos, profanos o religiosos; es sobre to-
históricos. do vivencial, orientada a otorgar la salva-
La Constitución Dei Verbum se despojó ción. El Concilio quiso citar aquí el texto co-
del tratamiento apologético para pasar a un nocido de 2 Tm 3,16-17 que adquiere así
planteamiento más positivo, señalando tres valor magisterial: «Toda escritura divina-
elementos importantes: que la Sagrada Es- mente inspirada, es también útil para en-
critura es palabra de Dios, que su finalidad señar, convencer, corregir, para formar en
es enseñar y transmitir la Revelación, y que la justicia, a fin de que el hombre de Dios
comunica la verdad salvífica a favor de los sea perfecto y adiestrado en toda obra bue-
hombres: «Ya que todo lo que los autores na». La Biblia contiene temas que son objeto
inspirados o hagiógrafos afirman debe te- de las ciencias humanas, como hemos mos-
nerse como afirmado por el Espíritu Santo, trado más arriba, pero éstas tienen sus pro-
es necesario profesar que los libros de la pios principios y sus métodos, y la Biblia tie-
Escritura enseñan firme, fielmente y sin error ne un específico principio formal, que es la
la verdad que Dios quiso fuera consignada finalidad salvífica de la revelación que con-
en la Escritura Sagrada en razón de nues- tiene. Ya lo decía san Agustín en polémica
tra salvación» (DV 11). con los maniqueos: «A través de la Escritu-
En primer lugar, queda claro que la Igle- ra Dios quiere hacer cristianos, no mate-
sia lee la Escritura no porque no contenga máticos».
errores, sino porque contiene la palabra ver- Los libros de la Biblia constituyen el ca-
dadera que nos salva y, por tanto, recibe non, es decir, la medida de la Palabra de
los libros dentro del canon y reconoce su Dios escrita. De donde se deduce que fuera
autoridad porque lo que afirman «debe te- del canon no hay libros inspirados y dentro
nerse como afirmado por el Espíritu Santo» de él todos lo son. El canon tiene una función
y, en consecuencia, están exentos de error. dinámica y activa en cuanto que regula la
BIBLIA 85
los textos antiguos intervenga la ciencia de to consolidado sobre todo con la difusión
la crítica textual, cuya finalidad clásica es la de la imprenta , no hace justicia a lo que la
reconstrucción del texto más cercano posi- Biblia es en cuanto texto recibido en la Igle-
ble a un original perdido a partir de los ma- sia (cf. DV 11). Y la precisión en este caso
nuscritos existentes. es importante no sólo para la crítica tex-
De ordinario se entiende que el texto ori- tual de la Biblia, sino también para la defi-
ginal es aquel que fue entregado por su au- nición de la misma naturaleza de la Escri-
tor para la difusión. Aplicar esta idea a la tura, en cuanto que para poder hablar de
Biblia es difícil. Muchos libros bíblicos han «texto inspirado» se debe necesariamente
sido producto de un proceso de composi- hacer uso de un concepto de texto (cf. W.
ción más o menos largo en el que, con to- Vogels, «Three Possible Models of Inspira-
da probabilidad, ha intervenido más de un tion», en A. Izquierdo [ed.], Scrittura Ispi-
autor. Y ha sucedido incluso que algunos li- rata, Città del Vaticano 2002, 61-79). La
bros han adquirido a lo largo de la tradición Sagrada Escritura tiene la forma de un tex-
manuscrita más de una forma. Por ejem- to plural y, siendo ésta una característica
plo, existen dos «ediciones» del libro de que comparte con textos nacidos en con-
Daniel: una en hebreo y arameo que es diciones semejantes, es natural ver en es-
la contenida en la Biblia del judaísmo y to una manifestación de la lógica de la En-
otra en griego, que no sólo presenta la tra- carnación que preside la comunicación de
ducción del libro semítico, sino que incluye Dios con los hombres, también a través de
además secciones largas sólo transmitidas la escritura:
en griego (Dn 3,24-90; 13-14). También «La palabra de Dios, expresada en len-
existen dos formas del libro de Jeremías, guas humanas, se hace semejante al len-
aunque en este caso la forma breve es la guaje humano, como la Palabra del eterno
conservada en griego y la más extensa en Padre asumiendo nuestra débil condición
hebreo. Un ejemplo del Nuevo Testamento humana, se hizo semejante a los hombres»
es el final del Evangelio de san Marcos, que (DV 13).
tiene tres formas distintas en los manus- Hay que hacer notar que ya en la Anti-
critos. güedad cristiana la pluralidad de versiones
Estas características hacen que la Biblia se textuales de la Biblia es un hecho asumido
parezca a otros textos que han nacido y se y se trata como una riqueza que hay que
han desarrollado dentro de una corriente de aprovechar (M. Harl, La Langue de Japhet.
tradición, como es, por ejemplo salvando Quinze études sur la Septante et le grec des
las distancias el Romancero castellano. Al chrétiens, Paris 1992, 265).
tratar de hacer una edición crítica del Ro- Por otra parte, no todas las variantes de
mancero, ha resultado imposible establecer la Biblia reciben la misma consideración:
criterios para declarar preferible una u otra unas son estimadas mejores e incluidas en
de las múltiples versiones de un mismo ro- el cuerpo de las ediciones, otras se sospecha
mance. Esto ha llevado a postular que, en que son secundarias y son colocadas a pie
casos semejantes, el original «vive en va- de página e, incluso, los errores ortográfi-
riantes» (cf. R. Menéndez Pidal y otros, Có- cos evidentes ni siquiera figuran en las edi-
mo vive un romance. Dos ensayos sobre tra- ciones críticas manuales. Este modo de obrar
dicionalidad, Madrid 1954). Pero el parecido implica que se está contando con un con-
de la Sagrada Escritura con este ejemplo es cepto de «original de la Sagrada Escritura»
sólo parcial. y por eso resulta insuficiente reducir la crí-
Por una parte, es cierto que un concep- tica textual bíblica a una ciencia descripti-
to radicalmente estático de texto concep- va de la historia del desarrollo y de las mu-
BIBLIA 87
taciones del texto. Es así porque la Tradi- en esa lengua (Tobías, Judit, 1-2 Macabeos,
ción en la que nace y vive la Biblia confir- Baruc con la epístola de Jeremías, Sirácide
ma que, en concomitancia con el final del y Sabiduría). Junto con esos libros también
momento constitutivo de la Revelación, el quedan fuera las «partes» griegas de Da-
texto ha alcanzado su clausura y ha dado niel y Ester, a las que evidentemente se re-
inicio su transmisión. En este punto, la cues- fiere el decreto conciliar.
tión del texto de la Escritura se entrecruza Además en Trento se rechazó la pro-
con la cuestión del canon. puesta de declarar fuera del canon algunos
pasajes del Nuevo Testamento que faltan
2. Texto y canon en manuscritos antiguos e importantes: el
En la historia de la Iglesia la explicitación pasaje de la adúltera de Jn 8,1-11, el sudor
del canon bíblico se ha llevado a cabo ha- de sangre de Jesús en Lc 22,43-44 y el final
bitualmente mediante una lista de títulos de largo del Evangelio según san Marcos (H.
libros, sin hacer mención a su contenido. Jedin, Historia del Concilio de Trento, II,
Sin embargo, cuando se define dogmática- Pamplona 1972, 97).
mente el canon en el Concilio de Trento, a la b) Tal como se han acostumbrado leer
lista de títulos se añade una referencia al en la Iglesia católica. El recurso al criterio de
contenido: tradición es ineludible para determinar el
«Y si alguno no recibiese como sagrados objetivo de la crítica textual de la Biblia.
y canónicos los mismos libros íntegros con Desde la perspectiva del judaísmo, Ema-
todas sus partes, tal como se han acos- nuel Tov considera obligada la referencia a
tumbrado leer en la Iglesia Católica y se la tradición judía para explicar por qué su
contienen en la antigua edición de la Vul- trabajo de crítica textual tiene como obje-
gata latina, y despreciase conscientemente tivo la «primera edición» del libro de Da-
las tradiciones antes mencionadas, sea ana- niel y, en cambio, la «segunda» del libro de
tema» (Concilio de Trento, sesión IV, 8 de Jeremías (cf. E. Tov, Textual Criticism of the
abril de 1546). Hebrew Bible, Minneapolis-Assen 1992,
En esta cita hay tres elementos relevan- 177-179).
tes para la cuestión del texto: Cuestiones como la pertenencia o no al
a) Íntegros con todas sus partes. Los re- texto de un pasaje como el de la mujer
formadores protestantes excluyen la me- adúltera en Jn 8,1-11, no se pueden resol-
diación de la Iglesia en la determinación del ver sólo con el análisis crítico, sino que re-
canon de la Escritura y, en consecuencia, quieren un pronunciamiento acerca de la
buscan otros criterios para poder identificar extensión del canon. Es muy probable que
cuáles son los libros sagrados. Para el Nue- esa sección no estuviera presente en las
vo Testamento no llegan a una solución uni- primeras formas difundidas del Evangelio
taria en realidad no existen alternativas según san Juan, pero lo que interesa dis-
válidas a la mediación de la Iglesia, pues cernir es si ha entrado en el texto legíti-
como decía san Agustín: «Yo no creería en mamente. En última instancia se pregunta
el Evangelio, si no me moviese la autoridad si ese pasaje, por haber sido escrito bajo
de la Iglesia católica» (Contra epistulam Ma- la inspiración del Espíritu Santo, tiene a Dios
nichaei quam vocant fundamenti, 5,6; CCE por autor y como tal ha sido entregado a
119). Para el Antiguo recurren al canon del la Iglesia (cf. DV 11). Esta formulación re-
judaísmo. Esto hace que queden fuera de cuerda que lo que legitima y da unidad a
las biblias protestantes los libros que no fi- las distintas intervenciones en el texto bí-
guraban en el canon judío por haber sido blico es el hecho de que Dios mismo es au-
escritos en griego o, al menos, transmitidos tor de toda la Escritura.
88 BIBLIA
En definitiva, las variantes que afectan a tradiciones textuales semítica y griega (los
la fisonomía textual más allá de cierto lími- targumim arameos traducen sólo una parte
te han de ser resueltas en sede canónica. de la Biblia hebrea y bastantes versiones
Pero dado que la inmensa mayoría de las traducen sólo el texto griego: Vetus Latina,
variantes existentes en los manuscritos no versiones coptas de algunos libros en va-
superan ese límite, queda un gran margen rios dialectos, versión armenia, etc.).
para el trabajo de crítica textual. b) El texto de la Biblia hebrea sufrió un
c) [Tal como] se contienen en la antigua proceso de fijación iniciado en torno al inicio
edición de la Vulgata latina. En el contexto de la era cristiana: se eligió una modalidad
de este decreto, el Concilio de Trento invi- textual y se estableció una rígida disciplina
ta a servirse de la Vulgata como un subsi- de copia que redujo mucho el número de
dio que ayude a dirimir las cuestiones sobre variantes en los manuscritos. Esa fijación
el canon y el texto de la Biblia. Para enten- comportó la pérdida de todas las demás tra-
der el tenor de lo que afirma el texto con- diciones textuales hebreas en favor del tex-
ciliar, hay que saber que en Trento se tenía to estándar (Texto Masorético). Por eso la
plena conciencia de la necesidad de un tra- versión griega de los Setenta tiene una im-
bajo crítico sobre la misma Vulgata y, por portancia mayor de la que tienen las ver-
ello, se había decidido pedir al Papa que siones primitivas de otros textos de la Anti-
diera los pasos necesarios para una edición güedad (cf. E. Tov, Textual Cristicism of the
crítica tanto de la Vulgata como de los tex- Hebrew Bible, 121-124). Los orígenes de la
tos griegos y hebreos (H. Jedin, Historia del versión de los Setenta se remontan a los al-
Concilio de Trento, II, 85-86). Es decir, con rededores del siglo III a.C. y los manuscri-
este uso de la versión latina, ni se preten- tos que la conservan son anteriores a los
de postergar las otras tradiciones textua- del Texto Masorético: han llegado hasta
les, ni se busca empujar el texto de la Sa- nosotros cerca de treinta manuscritos un-
grada Escritura hacia una fijación forzada. ciales, escritos en Egipto o Cesarea duran-
Tener esto presente es importante, porque te los siglos IV o V a.C. En cambio, el ma-
uno de los modos en los que la vida de la nuscrito hebreo completo más antiguo es el
Iglesia orienta el trabajo de gestión de la códice de San Petersburgo, antes Leningra-
pluralidad textual de la Biblia, es la mane- do, del siglo X d.C.
ra en que ha custodiado las distintas tradi- Para la crítica textual del Antiguo Tes-
ciones textuales dentro de las tradiciones tamento han tenido una gran importancia
litúrgicas. a partir de 1947 los descubrimientos de
los manuscritos del mar Muerto (Qumrán).
3. El texto del Antiguo Testamento Han sido encontrados fragmentos de toda
El texto del Antiguo Testamento presenta la Biblia hebrea, excepto Ester, aunque só-
características especiales debidas a dos fac- lo Isaías, Habacuc y Salmos completos. La
tores: calidad de las copias halladas en Qumrán
a) Los textos veterotestamentarios tie- es bastante desigual, pero la información
nen tres lenguas originales: hebreo, arameo que transmiten es muy significativa por va-
y griego. Esto hace imposible una edición rios motivos:
crítica unificada del Antiguo Testamento en Son manuscritos hebreos mil años más
lengua original. Para unificar es necesario antiguos que los manuscritos masoréticos.
traducir, de ahí entre otras cosas la impor- Testimonian la convivencia de distintas
tancia de dos de las más antiguas versio- tradiciones textuales dentro del judaísmo
nes de la Sagrada Escritura: la Peshitta si- antes de la unificación masorética, pues han
riaca y la Vulgata latina, que integran las sido recuperados algunos textos hebreos
BIBLIA 89
más cercanos a los Setenta o al Pentateuco el siglo IX y van hasta la invención de la im-
samaritano que al Texto Masorético. prenta.
Otros, en cambio, son muy cercanos al Leccionarios.
Texto Masorético y confirman la estabilidad b) Indirectos. Son aquellos a los que les
del texto hebreo fijado. falta alguna de las características de los tes-
Han sido encontrados fragmentos se- tigos directos:
míticos de libros bíblicos transmitidos en Citas bíblicas en autores de la antigüe-
griego (Sirácide y Tobías). dad cristiana. Tienen la ventaja de que es po-
sible datar el origen del texto con referencia
4. El texto del Nuevo Testamento a la vida de su autor. Presentan los límites
Existen catalogados más de cinco mil testi- derivados de la adaptación de las citas al
gos textuales (manuscritos) del Nuevo Tes- texto en el que se insertan, amén de que
tamento. Se dispone, por tanto, de un in- se trata de obras que también necesitan un
gente material sobre el que fundar las op- tratamiento de crítica textual.
ciones críticas, aunque no siempre es fácil Traducciones antiguas. Su importancia
administrar un tal volumen de información. se cifra en que los traductores tuvieron ac-
El texto del Nuevo Testamento cumple los ceso a manuscritos en lengua original más
requisitos necesarios para que se puedan antiguos que los hoy conservados. Entre las
hacer ediciones críticas eclécticas (aquellas más destacadas se encuentran las versio-
en las que el cuerpo del texto no coincide nes latinas (Vetus Latina y Vulgata), siria-
con ningún manuscrito, sino que reúne las cas (Vetus Syra, Peshitta, Filoxeniana y Har-
lecturas consideradas más cercanas al ori- klensis), coptas (en varios dialectos) y ar-
ginal). menia.
Los testigos textuales se dividen en di-
rectos e indirectos. Bibliografía
R. FABRIS, Introduzione generale alla Bibbia, Leu-
a) Directos son los que reproducen di-
man (Torino) 1994. P. GRELOT, La Biblia, palabra de
rectamente el texto del Nuevo Testamento
Dios, Barcelona 1968. V. MANNUCCI, La Biblia como
en lengua original (griego). Existen cuatro
palabra de Dios, Bilbao 1997, 93-106. M.A. TA
tipos: BET, Introducción general a la Biblia, Madrid 2003,
Papiros. Son importantes sobre todo por 315-392. J. TREBOLLE y J.M. SÁNCHEZ CARO, «El tex-
su antigüedad (el papiro P52, que contiene to de la Biblia», en A.M. ARTOLA y J.M. SÁNCHEZ CA-
Jn 18,31-33.37-38, ha sido datado en la pri- RO (eds.), Introducción al estudio de la Biblia, Es-
mera mitad del s. II). Por el tipo de material tella 1990, 433-574.
suelen ser fragmentarios y la calidad del C. Jódar
texto es variable.
Códices unciales. Llamados así por el III. LA BIBLIA EN LA VIDA DE LA IGLESIA
tipo de escritura usada hasta más o me- El primer documento del magisterio que ha
nos el siglo IX (sólo mayúsculas y sin es- tratado de modo sistemático sobre la Biblia
pacio entre las palabras). La buena calidad en la vida de la Iglesia es la Constitución
del texto que transmiten hacen que cons- dogmática Dei Verbum del Concilio Vaticano
tituyan la base de las ediciones críticas. II. En su capítulo VI establece el primer es-
Entre los más significativos se cuentan el tudio orgánico sobre la relación vital que
códice Vaticano, el Sinaítico y el Alejandri- une la Escritura al pueblo de Dios y puede
no (siglos IV-V). Estos tres contienen to- ser calificado como auténtica charta mag-
da la Biblia en griego, Antiguo y Nuevo Tes- na del encuentro de cada cristiano con la
tamento. divina revelación, contenida esencialmente
Manuscritos minúsculos. Comienzan en en la Palabra escrita.
90 BIBLIA
Los fieles al acercarse a la Biblia, en ac- humano del libro sagrado, y por otra, en su
titud humilde, descubren en ella no sola- inserción vital en la totalidad de la fe de la
mente el conjunto de verdades en las que Iglesia. La vida en el Espíritu dentro del
se debe creer, sino también el proceso his- Cuerpo místico de Cristo permite no pocas
tórico en el que se desarrolló la comunica- veces confrontar la propia interpretación
ción entre Dios y los hombres, fruto de la del texto sagrado con aquella que surge,
iniciativa divina de manifestarse al género enriquecida, del sensus fidei. Se debe ade-
humano. Al mismo tiempo descubren en la más tener en cuenta la profundización que
Palabra inspirada una fuente continua de proviene de las luces recibidas en el estudio
meditación, de oración y especialmente de atento de la Biblia.
encuentro personal con Dios. Por otra parte, la teología se alimenta de
la Palabra de Dios escrita, junto con la sa-
1. Lectura científica grada Tradición, en la cual se consolida y
Siendo necesario que el contenido de la Es- rejuvenece, escrutando a la luz de la fe las
critura sea interpretado correctamente, se verdades encerradas en el misterio de Cris-
debe fomentar una dinámica y armónica to. Las sagradas Escrituras, siendo inspira-
conjunción, un continuo intercambio entre das, contienen verdaderamente la Palabra
el uso práctico de la Biblia en la Iglesia y su de Dios. Por eso se entiende que la Iglesia
profundización científica en el campo de la haya indicado frecuentemente, a partir de
exégesis y de la hermenéutica. La lectura León XIII, que el estudio de la Biblia debe
de la Escritura, en efecto, se hace hoy con la ser como el alma de la teología. En fin, se
profunda conciencia de ser Iglesia, de formar puede afirmar que «es tanta la eficacia que
parte de la comunidad de creyentes. En ella radica en la Palabra de Dios que es, en ver-
cada uno, en su propia situación y en di- dad, apoyo y vigor de la Iglesia, fortaleza
versos grados, recibe el mismo espíritu y de la fe para sus hijos, alimento del alma,
participa de la misma fe. La Iglesia, en el fuente pura y perenne de la vida espiritual»
ejercicio del munus docendi, nutre la unión (DV 21).
entre pastores y fieles, entre sacerdotes y Los principios que ayudan a comprender
seglares, entre exegetas y lectores de la Bi- la Palabra de Dios y hacerla parte de la pro-
blia, ayudando a aclarar los pasajes difíci- pia vida, dentro de la legítima pluralidad
les, a resolver las dudas, a escuchar en de- metodológica que existe en la Iglesia, com-
finitiva con humildad la Palabra de Dios sin portan los siguientes aspectos:
perderse en estériles disputas humanas, sa- en primer lugar, contemplar el miste-
biendo que «no está sobre la Palabra de rio de la Encarnación como modelo analó-
Dios, sino que la sirve» (DV 10). En el úni- gico para la Palabra escrita. Se propone en
co cuerpo de Cristo confluyen las funciones primer término el uso del sentido literal-his-
del Pastor, del mistagogo, del filólogo, del tórico, aquel que los diversos autores bíbli-
historiador y del hermeneuta para profun- cos han querido comunicar. Junto con ello
dizar en el conocimiento de la Palabra y se hace necesaria una correcta exégesis que
acrecentar la vida divina en la Iglesia. evite interpretaciones arbitrarias y tenga
La fe de la Iglesia acoge, custodia, in- presente, al mismo tiempo, el misterio de
terpreta y transmite la Palabra divina. A su Cristo y de la Iglesia;
vez, la Palabra suscita la fe y convoca a la poner el pasaje estudiado frente a otros
Iglesia. De esta doble relación surgen los textos de la Biblia de modo que cada parte
criterios de interpretación y de compren- sea leída en el todo, y en particular que el
sión de la Sagrada Escritura que se apo- Primer Testamento sea leído a la luz del Se-
yan, por una parte, en el carácter divino y gundo, donde encuentra su sentido pleno, y
BIBLIA 91
a su vez que el Nuevo Testamento sea leí- presente, como lo ha hecho en el pasado.
do a la luz del Antiguo en orden a recono- Esta convicción implica la actualización de
cer la pedagogía divina que guía a la hu- la Palabra, la inculturación del mensaje bí-
manidad por el camino histórico de la Sal- blico y el uso que de él se hace en la Lec-
vación; tio divina y en otras acciones litúrgicas, en
leer el texto en el contexto eclesial y el ministerio pastoral y en el diálogo ecu-
sacramental que permite compartir y vivir ménico.
la fe de la Iglesia. Se puede decir que abrien- La actualización es posible y legítima por-
do la Biblia encontramos al Padre que nos que la riqueza permanente del texto bíbli-
habla en Cristo mediante la fuerza del Es- co comporta un valor que no se limita a una
píritu. La actitud de fidelidad a la Palabra, determinada época o cultura. Cada genera-
al mismo tiempo, forma parte del misterio ción de la historia humana puede ilustrar su
de la Iglesia, Cuerpo de Cristo y Esposa del situación particular y sus coordenadas de
Espíritu, que se origina en el decreto salva- comportamiento por medio de las Escritu-
dor de Dios Padre; ras que, «inspiradas por Dios, escritas de
buscar en el texto la respuesta a los una vez para siempre, comunican inmuta-
grandes interrogantes de hoy; la Escritura blemente la palabra del mismo Dios, y hacen
es viva y eficaz (Hb 4,12) y por eso con- resonar la voz del Espíritu Santo en las pa-
temporánea a todos y a cada uno de los lec- labras de los Profetas y de los Apóstoles»
tores, a los que llama, ilumina y conforta. (DV 21).
Aunque generada en el pasado, la Palabra Al mismo tiempo los libros están escritos
posee la fuerza del Espíritu que va dando dentro de un marco histórico condicionado
respuesta a las inquietudes y problemas de por la cultura de otras épocas y corren el
nuestro tiempo; riesgo de convertirse en letra muerta; se
por último, no se debe olvidar que Dios hace necesario, por tanto, presentarlos en la
mismo ha querido intervenir en la historia corriente de la Tradición, en un lenguaje ap-
humana con palabras y con hechos, que to al tiempo presente. La actualización, que
desde ese momento forman parte de la vi- hace resonar la voz del Espíritu, tiene en
da y de la historia de los hombres. La di- cuenta tanto la relación Antiguo-Nuevo Tes-
mensión trascendente de la Palabra de Dios tamento como el dinamismo de la Tradición
se conjuga sin embargo con las exigencias en la comunidad de fe, en la cual la Sagra-
del lenguaje y de la literatura, con la con- da Escritura ha nacido, se conserva y se
dición y las circunstancias de los destinata- transmite. Así se descubre en ella la luz pe-
rios. renne que se aplica a cada época de la hu-
manidad. En el judaísmo, primero, y en la
2. Lectura eclesial patrística después, aparecen no pocos ejem-
El documento de la Pontificia Comisión Bí- plos de métodos y esfuerzos por actualizar
blica La interpretación de la Biblia en la los textos bíblicos a la situación de los cre-
Iglesia reconoce que toda interpretación yentes de su tiempo.
de la Escritura, aun cuando sea tarea par- La inculturación encierra cierta semejan-
ticular del exegeta, comporta una serie de za con la actualización, en cuanto que ase-
aspectos que tienen una repercusión ecle- gura la implantación del mensaje bíblico en
sial. La Biblia no es sólo un conjunto de las situaciones más variadas. Esto es posi-
documentos que ponen de relieve la his- ble, por una parte, porque «toda cultura au-
toria de la Salvación; es al mismo tiempo téntica es portadora, a su manera, de los
Palabra de Dios que se dirige a la Iglesia valores universales establecidos por Dios»
misma y a toda la humanidad en el tiempo (La interpretación de la Biblia en la Iglesia,
92 BIBLIA
NI, «La Bibbia nella vita del credente oggi», en en la creación de todas las cosas por el Dios
C.M. MARTINI, G. GHIBERTI y M. PESCE, Cento anni di de Israel, el único Dios verdadero, a través
cammino biblico, Milano 1995, 101-114. M. MA- de tradiciones muy populares en los pueblos
SINI, La «Lectio divina», Cinisello Balsamo 1996. de su entorno cultural (Epopeyas de Atra-
PONTIFICIA COMISIÓN BÍBLICA, La interpretación de la Hasis o de Gilgamés, el poema de Enuma
Biblia en la Iglesia, Città del Vaticano 1993. A.
Elis...), cuyo conocimiento directo sólo ha
VANHOYE, «La recepción en la Iglesia de la Consti-
sido posible, por otra parte, en épocas rela-
tución Dogmática “Dei Verbum”», en L. SÁNCHEZ
tivamente recientes. Algo parecido cabe de-
NAVARRO y C. GRANADOS (eds.), Escritura e Inter-
cir de algunos aspectos de la amplísima le-
pretación, Madrid 2003, 147-173.
gislación recogida en los otros libros del Pen-
B. Estrada
tateuco, que Israel comparte con otros
IV. BIBLIA Y CULTURA pueblos, de los cuales los ha tomado a veces
Pocas obras literarias están tan enraizadas directamente, aunque pasándolos siempre
en la cultura universal como la Biblia. Aun- por el tamiz de su fe yahvista; piénsese en el
que vinculados estrecha y principalmente al Código de Hammurabi. En ocasiones, en esa
pueblo de Israel y a la Iglesia de Cristo, los misma legislación o en otras tradiciones na-
libros que la componen abarcan, más allá rrativas se conserva el eco de prácticas o
de ambas comunidades, a la entera huma- cultos de otros grupos humanos, bien por-
nidad, en cuyos orígenes de la humanidad que los israelitas los han hecho suyos (las
y del mundo se adentran sus primeras pá- dos fiestas, de pastores y de agricultores,
ginas (Gn 1-3), intentando responder a los fundidas en la Pascua judía) o bien porque
grandes interrogantes que se han plantea- los ha rechazado («no cocerás el cabrito con
do los humanos desde siempre y que se han la leche de su madre»). Además, algunas de
convertido a su vez, entre otras cosas, en las páginas de la Biblia, escritas en prosa y,
motor de pensamiento y de cultura. Preci- sobre todo, en poesía (los grandes poemas
samente en la respuesta que ofrece a tales del libro de Isaías, por ejemplo) se cuentan
interrogantes se revela también la Biblia co- entre las mejores de la literatura universal.
mo un producto cultural de primer orden, Piénsese igualmente en la obra incompara-
pues en sus libros se recogen tradiciones de ble de la transmisión de los libros de la Biblia,
aquellos dos centros de cultura que fueron copiados una y otra vez por judíos y cristia-
los pueblos de Mesopotamia en Oriente y nos a lo largo de los siglos y en zonas geo-
Egipto en Occidente, añadiéndose en las gráficas distintas y distantes, pero conser-
obras más recientes algunas aportaciones vados pese a todo sin variantes de mayor
del pensamiento griego. importancia y fácilmente identificables co-
mo tales.
1. La Biblia y la cultura profana Las potencialidades de la Biblia como fe-
Situado casi en el extremo occidental de la nómeno cultural se vieron impulsadas has-
Media Luna Fértil, el pueblo de la Biblia sin- ta límites insospechados por dos circuns-
tió por otra parte el influjo positivo y negativo tancias del todo singulares: en primer lu-
de los distintos imperios que fueron impo- gar, la larga peregrinación del pueblo de
niendo su dominio en el Mundo Antiguo y de Israel entre las naciones y lejos de la tierra
cuyo pensamiento, costumbres, leyes y ava- prometida después de la primera y segunda
tares se hacen eco muchas páginas bíblicas. caída de Jerusalén; en segundo lugar, por
Es bien sabido que los capítulos del Génesis el nacimiento y expansión de la Iglesia. Los
sobre los orígenes representan una labor sin- israelitas dispersos mantuvieron vivas en
gular y paradigmática de inculturación; es sus nuevos lugares de residencia las anti-
decir, los hagiógrafos han expresado su fe guas tradiciones, que, además, fueron asu-
BIBLIA 95
midas como propias por quienes creyeron en todas sus formas de expresión, inclu-
que en Jesucristo y en la comunidad de sus yendo la configuración de las lenguas ver-
discípulos se habían cumplido las promesas náculas. Piénsese no sólo en la raigambre
hechas a los padres y los anuncios proféti- bíblica de la riquísima y variadísima pro-
cos. La diáspora judía y de un modo especial ducción artística de los pueblos mayorita-
los cristianos hicieron de la Biblia, Antiguo riamente cristianos de América del Norte y
y Nuevo Testamento, un patrimonio univer- del Sur, sino también en la existencia de una
sal, que traducido a la mayor parte de las producción, menor pero muy significativa,
lenguas antiguas, se acompasó al ritmo de del mismo tipo en Asia, África, Oceanía y
la cultura y de los usos de los pueblos más Australia.
diversos, primero en el Antiguo Oriente y
luego, de forma extraordinaria y progresi- 2. La Biblia y la cultura cristiana
va, en Europa. Prácticamente desde el año «Desconocer la Escritura es desconocer a
cero de la era cristiana, la potente cultura Cristo»: difícilmente se podrá expresar con
europea lleva un inconfundible sello bíblico mayor fuerza y con menos palabras la im-
y cristiano que se ha ido dejando sentir de portancia de la Biblia en la vida de la Iglesia.
forma creciente y notable en todas sus ex- La explicación de éstas de san Jerónimo nos
presiones y ha inspirado la mayor parte de la ofrece Hugo de San Víctor, uno de los
sus mejores creaciones conservadas: los ca- grandes teólogos medievales, citado por el
minos de Europa, las construcciones de sus Catecismo de la Iglesia Católica en el n. 134:
grandes ciudades o de pueblos insignifican- «Toda la Escritura divina es un libro y este li-
tes, la decoración pictórica y escultórica, la bro es Cristo, porque toda la Escritura divi-
música... son testimonio innegable de la fe- na habla de Cristo y [...] se cumple en Cris-
cundidad cultural de la tradición bíblica, tan- to». Se podría afirmar que, siendo Cristo la
to la del Antiguo como la del Nuevo Testa- palabra definitiva y, en último término, la
mento. También las lenguas de los distintos única palabra que Dios quiere dirigir al mun-
pueblos constituyen un testimonio vivo de do (CCE 102), la Escritura constituye el lu-
esa herencia, no sólo porque en ellas se han gar privilegiado para escuchar a Cristo; por
recreado de mil maneras los grandes temas eso, parafraseando una afirmación del Vati-
bíblicos, sino porque en esa forma tan ex- cano II, se podría decir que «en los libros
celente de sabiduría que es el refranero po- sagrados Dios sale amorosamente al en-
pular ha recogido lo más sustancial de la cuentro de sus hijos para conversar con
que contienen los hechos, las tradiciones, ellos» (DV 21) precisamente a través de su
las historias de la Biblia: «esto es Babel», Hijo.
«echar sapos y culebras», «de menos nos
hizo Dios», «otro gallo le cantara», «rollo a) En la liturgia
macabeo»... La rica herencia bíblico-cultural La primera consecuencia de esta forma sin-
de la potente cultura europea fue exportada gular de presencia de Cristo en la Escritura
por ésta a muchos pueblos que, desde fi- es la veneración que le dispensa la Iglesia,
nales de la Edad Media, fueron sintiendo su la cual «siempre ha venerado la Escritura
influjo de formas diversas. En todos ellos como lo ha hecho con el cuerpo de Cristo»;
volvió a manifestarse no sólo la incidencia y, lo mismo que ha hecho con el pan euca-
que esta obra, reconocida como Palabra de rístico, «sobre todo en la Sagrada Liturgia
Dios por judíos y cristianos, tiene en la vida no ha cesado de tomar y repartir a sus fie-
de los humanos, sino además su capacidad les el pan de vida que ofrece la Mesa de la
de ser asumida por las más variadas cultu- Palabra de Dios» (DV 21). Por ello, la pro-
ras y de potenciar a su vez a estas últimas clamación de la Palabra ocupa un lugar es-
96 BIBLIA
pecialísimo en todas las celebraciones litúr- litúrgicas. A elaborar una homilía que lo sea
gicas; antes de partir el pan eucarístico, la realmente y que, en cuanto tal, debe man-
Iglesia reparte el pan de la palabra. Y lo ha- tener el estilo coloquial, puede ayudar la
ce en forma de proclamación, mantenien- meditación asidua del hermoso pasaje lu-
do así el marco originario de bastantes tex- cano sobre el encuentro de Jesús con los
tos de la Biblia, surgidos en la liturgia, de dos discípulos que se alejan de Jerusalén la
Israel o de la Iglesia. En la liturgia, «Dios mañana de Pascua: el Maestro, que los co-
habla a su pueblo, Cristo sigue anunciando nocía bien, les instruye a la luz de la Palabra
el evangelio, y el pueblo responde a Dios sobre el sentido de los acontecimientos, que
con el canto y la oración» (SC 33). Tal vez se ellos no comprendían y que eran en reali-
deba reconocer que durante algún tiempo dad una actualización de esa palabra, es de-
el ofrecimiento del pan de la Palabra logra- cir, eran esa palabra hecha hoy. En aquel
ba sólo a medias y de forma muy mediati- caso, ese hoy era el destino de Jesús; en el
zada el objetivo de alimentar a los fieles, de los creyentes posteriores, es su propio
pues aunque se mantenía el ofrecimiento, hoy, que debe ser iluminado con la palabra
éste se hacía de tal modo que aquéllos no proclamada en la celebración del hoy per-
podían digerirlo: no entendían la lengua en manente de Jesús en la liturgia.
que se les proclamaba. Por ello precisa- Pese a su importancia, la liturgia no es
mente, una de las primeras medidas de la el único ámbito para el encuentro del cre-
reforma litúrgica promovida por el citado yente con la Palabra; de hecho, los anti-
Concilio fue ordenar que, en el marco litúr- guos escritores eclesiásticos exhortaban a
gico, las lecturas de la palabra de Dios se los fieles a leer la Biblia todos los días:
hicieran en las lenguas vernáculas. Por otra «Ejercitémonos cotidianamente en la lec-
parte, siguiendo el ejemplo del pueblo de tura decía, por ejemplo, san Ambrosio de
Israel y de la misma Iglesia desde los orí- Milán y procuremos imitar aquello que le-
genes, el Concilio animó a «que se hagan emos [...] Usa como tus consejeros a Moi-
traducciones exactas y adaptadas en diver- sés, Isaías, Jeremías, Pedro, Pablo, Juan y
sas lenguas» (DV 22), porque sólo así se al mismo gran consejero, Jesús, Hijo de
puede lograr que la palabra de Dios esté Dios». San Jerónimo, por su parte, acon-
disponible en todas las edades y que los fie- sejaba a Eustoquia, hija de su discípula san-
les puedan tener fácil acceso a ella (cf. ibid.). ta Paula: «Lee con frecuencia y aprende lo
Además de las traducciones, el Vaticano II mejor que puedas. Que te sorprenda el sue-
quiso que, en el marco de la liturgia, se ofre- ño mientras sostienes el códice entre las
cieran a los fieles con mayor abundancia las manos y que las páginas sagradas reciban
riquezas de la palabra de Dios, disponien- tu rostro vencido por el sueño». El Conci-
do para ello un aumento y diversificación lio Vaticano II se muestra heredero de es-
notables de las lecturas bíblicas en todas las ta tradición y, tanto en la Dei Verbum co-
celebraciones litúrgicas. mo en otros de sus documentos, insiste en
Es posible que el pueblo cristiano no se la necesidad de que los fieles lean la Biblia
haya aprovechado suficientemente de todo asiduamente (cf. DV 25), insistencia que,
esto; pero no cabe duda de que, para la ma- como tantas otras enseñanzas del Concilio,
yoría de los fieles, la liturgia de la Iglesia se son puntualmente recogidas en el Catecis-
ha convertido en el ámbito principal de su mo de la Iglesia Católica (n. 133). En fe-
encuentro con la Palabra. A ese encuentro cha más reciente, el documento La Inter-
debería ayudar sin duda la explicación de la pretación de la Biblia en la Iglesia de la Pon-
palabra proclamada, es decir, la homilía que tificia Comisión Bíblica (1993) se refiere a
debe tener el ministro en las celebraciones una forma de lectura especial del texto bí-
BIBLIA 97
blico conocida como Lectio divina. Esta lec- tificia Comisión Bíblica (IBI, III C). Dicha di-
tura de la Escritura deben practicarla sobre mensión exige antes que nada del exegeta
todo los ministros de la palabra. El Vatica- una conciencia muy clara del carácter es-
no II incluye entre los ministros tanto a los pecial de los libros objeto de su investiga-
sacerdotes y diáconos como a los mismos ción y enseñanza, inspirados por Dios y con-
catequistas; sobre todo ellos «han de leer y fiados a la Iglesia para suscitar la fe y guiar
estudiar asiduamente la Sagrada Escritu- la vida cristiana. La exégesis produce sin
ra» (DV 25), pues tienen el deber de ofre- duda sus mejores frutos cuando se entien-
cerla al pueblo en la predicación pastoral, de en el marco más amplio de la vida ecle-
la catequesis, toda la instrucción cristiana sial, a la que debe servir, y más en concre-
y, en lugar privilegiado, la homilía» (DV 24). to, en una relación estrecha con la reflexión
La necesidad de leer la Escritura alcanza de teológica, la experiencia espiritual y el dis-
un modo especial a los religiosos/as, a los cernimiento de la Iglesia. Frente a una ca-
consagrados/as (PC 6) y, muy en particular, tequesis excesivamente conceptual, el Va-
a los seminaristas, que, en su preparación ticano II quiso que también este ámbito tan
para el ministerio de la Palabra, deben com- importante de la formación cristiana se nu-
prenderla mejor, buscar a Cristo meditán- triera de la Escritura, como de una fuente
dola y expresarla con la palabra y la con- imprescindible.
ducta (OT 4 y 8).
c) En la catequesis
b) En la teología En la preparación de los adultos para la re-
En su caso y en orden al ejercicio de aquel cepción del bautismo se debe procurar que
ministerio, debe acentuarse la necesidad de el catecúmeno sea introducido en los teso-
que la lectura y la oración de la Sagrada Es- ros de la Palabra; en este sentido, el Síno-
critura vayan acompañadas del estudio de do de Obispos de 1997 afirmó lo siguien-
la Palabra, de modo que ésta impregne la te: «El primer lenguaje de la catequesis es
reflexión teológica y sea estudiada cuida- la Escritura y el Símbolo» de modo que «la
dosamente, recurriendo a los métodos de catequesis es una auténtica introducción a
una sana exégesis y examinando a fondo la Lectio divina, es decir, a la lectura de la
los grandes temas de la divina revelación Escritura, hecha según el Espíritu que habita
(OT 16). La Escritura ha de ser, en efecto, en la Iglesia». Por su parte, el papa Juan
el alma de la teología, pues sólo de ese mo- Pablo II señalaría en el documento elabo-
do se mantiene firme y se rejuvenece cons- rado tras aquel Sínodo que la catequesis
tantemente, evitando quedar reducida a una «debe estar totalmente impregnada por el
serie de doctrinas arcaizantes y pudiendo pensamiento, el espíritu y las actitudes bí-
ofrecer desde la fe y la palabra de Dios una blicas y evangélicas, a través de un con-
respuesta válida a los muchos problemas tacto asiduo con los textos mismos». Pero
que se le van planteando al creyente en ca- no siendo la catequesis simple transmisión
da época. En este mismo terreno, resulta de conocimiento, de todo ello se deduce
fundamental el trabajo de los exegetas, em- una gran responsabilidad para los cate-
peñados por vocación «en estudiar y expli- quistas, que deben hacer de la Palabra de
car la Sagrada Escritura para poner sus ri- Dios la fuente principal de su vida espiri-
quezas a la disposición de pastores y fie- tual, pues sólo leyéndola y estudiándola,
les», pero cuya dimensión eclesial han sobre todo en el marco incomparable de la
subrayado prácticamente todos los docu- oración, evitarán convertirse en «predica-
mentos recientes del Magisterio y, de un dores vacíos de la Palabra, que no la escu-
modo muy especial, el ya citado de la Pon- chan por dentro» (DV 25).
98 BIBLIA
Canon bíblico
bros habían de ser tenidos como sagrados y ra ellos tenían carácter sagrado, o que «man-
canónicos, es decir, inspirados por Dios y chan las manos», llegando finalmente en el
norma para su fe. Ese proceso va acompa- s. V d. C. a precisar en el Talmud cuáles eran
ñado de dos factores importantes: la for- en concreto (cf. bBaba Batra 14,14b-15) los
mulación armónica y condensada de la fe que integraban la Biblia hebrea o Tanak
en la «regla» o credo que sirve a su vez de (abreviatura de Torá = Ley, Nebiim = Pro-
guía para el discernimiento de los libros; y la fetas, y Ketubim = Escritos). Así la Tanak de
conciencia de la sucesión apostólica me- los judíos y el Antiguo Testamento de los
diante el ministerio de los obispos, de forma cristianos coinciden en la gran mayoría de
que su autoridad magisterial pueda garan- libros incluidos en ellos; pero ambos con-
tizar la legitimidad de la inclusión de un de- juntos canónicos se han formado con orien-
terminado libro en el canon y de proponer su taciones muy diferentes: el Antiguo Testa-
lista cerrada. De este modo, «discerniendo mento, mirando a Cristo y al Nuevo Testa-
el canon de las Escrituras, la Iglesia discer- mento; la Tanak, centrada en la Ley de
nía su propia identidad, de modo que las Moisés. El significado de que los Profetas en
Escrituras son, a partir de ese momento, un el canon cristiano estén situados al final del
espejo en el que la Iglesia puede redescubrir Antiguo Testamento en vez de a continua-
constantemente su identidad, y verificar, si- ción de la Ley como en la Tanak es que
glo tras siglo, el modo cómo ella responde anuncian de manera inmediata a Cristo. La
sin cesar al evangelio, del que se dispone a historia común que subyace a la formación
ser el medio de transmisión» (Pontificia Co- de ambos cánones comienza a diversificarse
misión Bíblica, La interpretación de la Biblia desde finales del siglo I d.C. a medida que
en la Iglesia, 1993, III B 1). judaísmo y cristianismo forman entidades
religiosas diferentes y enfrentadas entre sí.
II. EL CANON JUDÍO Y EL CANON CRISTIANO
Las numerosas ocasiones y los distintos mo- III. COLECCIONES DE LIBROS CANÓNICOS
dos en que Jesús y los hagiógrafos de los EN EL ANTIGUO ISRAEL
libros del Nuevo Testamento recurren a las Aparte de que desde época muy antigua exis-
Escrituras judías muestran que éstas tienen tieran en Israel textos considerados sagra-
para ellos, como para el conjunto de los ju- dos, como las tablas de la Ley (cf. Ex 31,18),
díos de su tiempo, autoridad divina. Pero el primer libro como tal de carácter normati-
todavía no puede hablarse de «Antiguo Tes- vo del que se habla en el Antiguo Testamen-
tamento», sino de libros sagrados del judaís- to es el mencionado en 2 R 22 con el que Jo-
mo. Hablar de «Antiguo Testamento», in- sías llevó a cabo una reforma religiosa en el
cluyendo las Escrituras recibidas de Israel año 622 a.C. También se menciona con ese
y no sólo la Ley como en 2 Co 3,14 su- mismo carácter el libro de la Ley que, hacia el
pone la existencia de un «Nuevo Testa- año 400, Esdras trajo de Babilonia y leyó an-
mento», y de ello sólo hay evidencia a par- te el pueblo (cf. Ne 8,1-18). No puede decir-
tir de finales del siglo II d.C. cuando, par- se, sin embargo, como opinan algunos au-
tiendo de la predicación apostólica, aquellas tores, que en ese momento fueran canoni-
Escrituras judías son consideradas en su zados los libros de la Ley (o Pentateuco), cuya
conjunto preparación y profecía de Cristo. redacción fue sin duda posterior y más com-
Por esa misma época, y probablemente pleja (véase Antiguo Testamento).
en oposición a los cristianos, entre los rabi- En la época de los Macabeos (ca 175
nos judíos llamados tannaítas o transmisores a.C.), los libros de la Ley se distinguían de
de la enseñanza de maestros anteriores, se todos los demás por su carácter normativo
fue delimitando el número de libros que pa- y sagrado, como se ve por la saña de los
CANON BÍBLICO 101
perseguidores en destruirlos (cf. 1 M 2,13). IV. LAS ESCRITURAS DE ISRAEL ACEPTADAS POR
Sin embargo, a los libros reunidos por Ju- LOS CRISTIANOS: EL ANTIGUO TESTAMENTO
das Macabeo en una biblioteca, a imitación, Siguiendo sin duda lo que ya hiciera Jesús
según se dice, de la que hiciera Nehemías (cf. Mc 14,19; Mt 5,17), los hagiógrafos del
(cf. 2 M 2,13-14), no se les atribuye carác- Nuevo Testamento asumen en su conjunto
ter canónico o sagrado, pues precisamente las Escrituras judías. Apelan especialmente
no se mencionan entre ellos los de la Ley. a ellas para justificar la muerte y resurrec-
Sin duda en ese tiempo estaban también ción de Cristo (cf. 1 Co 15,3-5) y los acon-
coleccionados los libros de los Profetas, ya tecimientos de su vida (cf. Mt 1,22) según el
que se creía que desde los tiempos de la plan preestablecido por Dios. Las ven ante
vuelta del destierro no había más profetas todo como profecía sobre Cristo que ya se ha
en el pueblo (cf. 1 M 4,46); pero en esa mis- cumplido (cf. Lc 24,44-47; Hch 2,14-36) y
ma época se escriben libros con carácter de como testimonio anticipado sobre Él (Jn
profecía que más tarde se tendrán como 5,39). Esto, unido a la fe en que con Cristo
Profetas, tal como sucede con el libro de había comenzado una nueva etapa en la
Daniel (cf. Mc 13,14; Mt 24,15; 4QFlor 2.3) economía salvífica (cf. Ga 4,4-5; Heb 1,1-
o los atribuidos a Henoc (cf. Judas, 14-16). 2), implicaba, aunque no se diga expresa-
Esto indica que la colección de los Profetas mente, que se habían completado aquellas
no era aún para todos un conjunto cerrado, Escrituras, es decir, que el conjunto de li-
como afirman algunos autores. bros del Antiguo Testamento debía de estar
Hacia el año 130 a.C. el traductor al grie- ya cerrado.
go del libro de Eclesiástico menciona los con- El cristiano Marción, hacia el año 140,
juntos de «la Ley, los Profetas y otros es- acentuando la tensión señalada ya por san
critos de los antepasados», pero no dice Pablo entre Ley y Gracia (cf. Ga 3,23-25),
cuáles son los «profetas», o los «escritos», rechazaba en bloque las Escrituras judías,
entre los que cuenta sin duda el libro de su por ser según él obra del dios imperfecto de
abuelo, Jesús ben Sirac, que él traduce, ni en los judíos. Frente a ello se reafirma su uso
qué medida se trata de libros sagrados. Esos en la Iglesia tal como se venía haciendo en
grupos de libros se encuentran también la liturgia, en la exhortación y en la argu-
mencionados en otras obras judías o cris- mentación sobre la mesianidad de Jesús.
tianas del siglo I a. y d.C. (cf. 4QMMT 86- Algunos Santos Padres solo hacían referen-
103; Filón de Alejandría, De Vita contem- cia a los libros admitidos por los judíos de
plativa 3,25-26; Mt 5,17; 7,12; Lc 24,27.44; su tiempo, por ejemplo Melitón de Sardes
Hch 28,23), pero sin especificar su número según Eusebio de Cesarea (cf. Hist. Eccl.
que, en el caso de los «otros escritos», era 4.26,13-14); pero, de hecho, seguían utili-
fluctuante. En esa época no se plantea aún zando algunos más, los que hoy llamamos
la cuestión de un canon cerrado de Escritu- deuterocanónicos, tal como se venía ha-
ras; es más, cada grupo dentro del judaís- ciendo en la tradición de la Iglesia. Será ape-
mo se atiene a distinto cuerpo de escritos lando a esta tradición como en los Concilios
como queda reflejado en los manuscritos de Laodicea (360) e Hipona (393) se deter-
encontrados en Qumrán. Pensar que exis- mina ya la lista completa de los libros del
tía un canon breve en Palestina y uno lar- Antiguo Testamento tal como hoy la tene-
go en la diáspora griega es simplificar la mos. Esta lista quedará definitivamente es-
cuestión. Sin embargo a finales del siglo I tablecida como dogma de fe en el Concilio de
d. C. ya se habla entre los judíos de un nú- Trento (1546). El criterio en que se apoya
mero delimitado de libros (Flavio Josefo y la definición es la tradición de la Iglesia, que
el autor de IV Esdras). había tenido todos esos libros como útiles
102 CANON BÍBLICO
otros escritores eclesiásticos. Aunque al- cerrada de sus libros. Eusebio de Cesarea,
gunos de ellos recurran a veces a tradicio- que hacia el año 335 había recibido del em-
nes contenidas en algún otro evangelio dis- perador Constantino el encargo de hacer
tinto de los cuatro, sobre todo al Protoe- cincuenta copias de las Escrituras cristia-
vangelio de Santiago para afirmar la nas para las iglesias de Constantinopla (cf.
virginidad de María, siempre que se plan- Vit. Const. 4. 34-37), se ocupa expresa-
tea cuáles son los evangelios autoritativos mente de cuales son esos libros en su His-
en la Iglesia se remite a los cuatro, que se- toria Ecclesiastica 3.3.1-6.6. Su criterio de
rán ya los únicos que aparecerán como ca- discernimiento es fundamentalmente la au-
nónicos en las listas posteriores. toría apostólica, y en lo que a ésta se re-
Algo parecido sucede con la segunda par- fiere distingue los contrastados y admiti-
te de la obra de Lucas. Sólo ella es acepta- dos por todos (los cuatro evangelios, He-
da con el nombre de «Hechos de los Após- chos de los Apóstoles, las cartas de Pablo,
toles», frente a otras que se presentaban, 1 Jn, 1 P, y duda de si Ap), los discutidos
ya desde finales del siglo II, como hechos (St, Jds y 2 Jn), y los espúreos o falsos, y,
de algún apóstol particular, sobre todo de dentro de éstos, los heréticos. El recono-
Pedro y de Pablo. El cuerpo de cartas pauli- cimiento o no de la autoría apostólica lo
nas comenzó a formarse muy pronto, a me- basa en definitiva en la tradición. Quizás
dida que éstas eran transmitidas de una co- por la dudas de Eusebio, la lista que ofre-
munidad a otra. A las originales del apóstol ce san Cirilo de Jerusalén hacia el año 350
se unieron otras que pudieron haberse es- omite el Apocalipsis (Catequesis 4.36). De
crito en su nombre, hasta alcanzar el nú- Alejandría proceden varias listas y los gran-
mero de catorce, incluida la carta a los He- des códices Sinaítico y Vaticano de finales
breos de cuya autenticidad se dudaba. Jun- del s. IV; pero sólo la de san Atanasio en su
to a ellas se agruparon las de otros apóstoles, 39 Carta Festal, escrita el año 367 como
algunas de las cuales tardaron más en ser magisterio episcopal, da una relación pri-
reconocidas por todos quizás debido a su mero de los libros del Antiguo Testamen-
brevedad. El Apocalipsis de san Juan, cita- to y después de los del Nuevo coincidiendo
do por autores de principios del siglo II, y éstos por vez primera con los que se acep-
calificado por san Justino como «uno de tarán definitivamente. El criterio de dis-
nuestros escritos» (Dial. Trif. 81,4), encon- cernimiento es la comunión eclesial: ha-
tró algunas reticencias sobre todo en Orien- berlos recibido así de la tradición de los Pa-
te, por dudarse de su pertenencia al após- dres que, a su vez, dice, los recibieron de
tol Juan. En la lista de libros del Nuevo Tes- los primeros ministros del evangelio. Las
tamento más antigua que se conoce, en el listas propuestas en el norte de África en
Canon de Muratori, que no coincide exacta- los concilios de Hipona (393) y Cartago
mente con la actual, se menciona junto a un (397 y 419) presentan el número de libros
Apocalipsis de Pedro. Esta lista se ha veni- que quedará definitivamente, lo mismo que
do considerando de hacia el año 200, pero san Agustín en De doctrina christiana
por su tono parece encajar mejor en época 2,8.18a, y las procedentes de Italia como
posterior. la de Rufino hacia el año 400 (Symb. apos-
tol. 37) y la del papa Inocencio I en su Car-
VII. DELIMITACIÓN DE LOS LIBROS ta a Exuperio (405).
DEL NUEVO TESTAMENTO De esta forma se fue creando en la Igle-
Es a lo largo del siglo IV cuando en distin- sia universal una unanimidad respecto al
tas áreas de la Iglesia se propone el canon canon del Nuevo Testamento. Es la unani-
del Nuevo Testamento en forma de lista midad que se refleja cuando se propone
104 CARIDAD-AMOR
Caridad-amor
a través de la reflexión, es ciertamente ob- son un único mandamiento. Pero ambos vi-
jeto de deseo y amor por parte de todo ser ven del amor que viene de Dios, que nos ha
como realidad amada, esta divinidad mue- amado primero. Así, pues, no se trata ya de
ve el mundo , pero ella misma no necesita un “mandamiento” externo que nos impo-
nada y no ama, sólo es amada. El Dios úni- ne lo imposible, sino de una experiencia de
co en el que cree Israel, sin embargo, ama amor nacida desde dentro, un amor que por
personalmente a cada hombre. Su eros pa- su propia naturaleza ha de ser ulteriormen-
ra con el hombre es a la vez agape: no só- te comunicado a otros. El amor crece a tra-
lo porque se da del todo gratuitamente, sin vés del amor. El amor es “divino” porque
exigir ningún mérito anterior, sino también proviene de Dios y a Dios nos une y, me-
porque es amor que perdona» (n.9). diante este proceso unificador, nos trans-
Jesucristo es el amor visible de Dios. Su forma en un Nosotros, que supera nuestras
muerte en la cruz es amor en su forma más divisiones y nos convierte en una sola co-
radical. «Poner la mirada en el costado tras- sa, hasta que al final Dios sea “todo para
pasado de Cristo, del que habla Juan (cf. todos” (cf. 1 Co 15, 28)» (n. 18).
19, 37), ayuda a comprender lo que quie- En la siguiente exposición sistemática,
re decir: “Dios es amor” (1 Jn 4, 8). Es allí, expondremos la doctrina tradicional católica
en la cruz, donde puede contemplarse esta sobre la caridad, dividiéndola en tres apar-
verdad. Y a partir de allí se debe definir aho- tados. En el primero buscaremos una idea
ra qué es el amor. Y, desde esa mirada, el elemental y común de amor, que sirva como
cristiano encuentra la orientación de su vi- de substrato natural para toda nuestra re-
vir y de su amar» (n. 12). flexión, puesto que la caridad es la forma
Ahora, el amor a Dios y al prójimo están más sublime del amor. En el segundo estu-
realmente unidos: el Dios encarnado nos diaremos la caridad en Dios, en sus opera-
atrae a todos hacia sí. Se entiende, pues, ciones ad intra y ad extra. En el tercero, la
que el agape se haya convertido también en caridad en el hombre: en sus relaciones con
un nombre de la Eucaristía: en ella el agape Dios, consigo mismo y con el prójimo. To-
de Dios nos llega corporalmente para seguir do ello brevemente. Esto no obstante, mu-
actuando en nosotros y por nosotros. Sólo chas reflexiones resonarán por los tres ca-
a partir de este fundamento cristológico-sa- pítulos, puesto que la riqueza y vitalidad de
cramental se puede entender correctamen- la caridad resulta imposible encerrarla en
te la enseñanza de Jesús sobre el amor. un solo punto de vista o aislarla de las re-
«Si en mi vida falta completamente el laciones e implicaciones que conlleva.
contacto con Dios, podré ver siempre en el
prójimo solamente al otro, sin conseguir re- II. CONCEPTO FILOSÓFICO BÁSICO DE AMOR
conocer en él la imagen divina. Por el con- Del amor, como del tiempo, toda persona
trario, si en mi vida omito del todo la aten- tiene una percepción inmediata, intuitiva,
ción al otro, queriendo ser sólo “piadoso” y que, sin embargo, le resulta bastante difí-
cumplir con mis “deberes religiosos”, se mar- cil vaciar en palabras y definiciones. Así ha-
chita también la relación con Dios. Será úni- blamos de amor sensitivo, de amor sexual,
camente una relación “correcta”, pero sin de amor conyugal y paternal, de amor filial
amor. Sólo mi disponibilidad para ayudar al y fraterno, de amor egoísta y altruista, de
prójimo, para manifestarle amor, me hace amor humano y de amor divino. Bajo todas
sensible también ante Dios. Sólo el servicio estas variantes corre una idea común, en la
al prójimo abre mis ojos a lo que Dios hace que todos parecemos convenir: que el amor
por mí y a lo mucho que me ama. […] Amor es un movimiento consciente, que trascien-
a Dios y amor al prójimo son inseparables, de al sujeto que lo experimenta en cuanto
CARIDAD-AMOR 107
que sale de su apetito concupiscible o de su cial es suficiente una noticia rudimentaria pa-
voluntad, atraído por y en busca de un bien ra que suscite ansias de mayor conocimien-
adecuado a su naturaleza. El mal no se ama; to y de unión; a veces la misma imaginación
a no ser que se presente con apariencia de puede estimular amores imaginarios.
bien, se odia; a lo sumo se tolera, si va ad- 3. Amor de dominio o concupiscencia y
herido irremediablemente al bien amado. amor de donación o benevolencia. Si pone-
1. La unión, característica esencial. Es mos atención a los motivos del amante, en
característica esencial e imprescindible del el amor caben dos motivaciones: la con-
amor la tendencia a la unión a la absor- quista o unión con el bien amado en prove-
ción, si pudiera ser con el bien amado. No cho o complementación propia y la unión
como el entendimiento que se une con la con el bien amado en sí mismo, por su pro-
representación simbólica o cognoscitiva del pia bondad o valor, sin ulteriores pretensio-
objeto, sino que el amor tiende a unirse se nes. El primero es amor de dominio o, en
une con la entidad misma del bien ama- terminología clásica, de concupiscencia. El
do. Por eso la unión imperfecta intelectual segundo, más perfecto, es amor de dona-
con el bien conocido no obstaculiza radical- ción o de benevolencia, en el que el aman-
mente la unión perfecta mediante el amor. te comunica lo que es y tiene con el amado.
Esto tiene una plasmación paradigmática Psicológicamente este desprendimiento ocu-
referido a Dios a quien conocemos muy im- rre, aunque pueda discutirse si es posible
perfectamente, pero podemos amarle tal en las criaturas que tal amor no redunde
cual es (cf. S.Th., I-II, q.27, a.2 ad2) ontológicamente en propio perfecciona-
Cabe distinguir tres etapas en el amor: miento. Conviene añadir que si en el amor
el deseo, la fruición y la tranquilidad en el de donación interviene la reciprocidad, ha
amor. El deseo surge cuando el bien amado surgido la amistad, el amor de amistad.
está ausente y se ansía su unión. El deseo, Evidentemente el amor produce conmo-
con el sufrimiento por la ausencia y con el ciones psico-fisiológicas más o menos in-
esfuerzo operativo por hacerlo presente, da tensas. En este artículo prescindimos de es-
la medida de la intensidad del amor. La frui- te aspecto pasional, y nos centramos en sus
ción o gozo es la quietud y la alegría surgi- dimensiones filosófico-teológicas.
da de la unión con el bien amado, con la zo- El amor de dominio o de concupiscencia,
zobra a veces sobrevenida por el temor de esquemáticamente descrito, coincide, en
perderlo. Puede considerarse un estadio pre- términos generales, con el concepto griego
vio y simultáneo a ambas situaciones: la in- de amor, expresado con el término eros.
clinación a la unión real, prescindiendo de Quizás eso explique que los dioses helenos
su logro o no: el auténtico amor, fuente del no amasen a los hombres, porque nada de
deseo y gozo. ellos les podía aprovechar. El amor de do-
2. Relación entre conocimiento y amor. nación o de benevolencia, descrito con si-
Suele decirse que el amor es ciego. Más bien milares angosturas, coincide, también en
habría que decir que descubre en el bien términos generales, con el concepto de amor
amado sintonías y coincidencias con los va- cristiano, expresado con el sustantivo grie-
lores personales más íntimos del amante. go agape y el correspondiente verbo aga-
Ciertamente para amar es previo el conoci- pãn, que los latinos tradujeron con el sus-
miento, según la sentencia comúnmente ad- tantivo cáritas, completado con los térmi-
mitida y atribuida a san Agustín: «... nihil nos amor-amare y dilectio-dilígere. Al
volitum quin praecognitum: nada se quiere castellano pasaron caridad y amor-amar.
sin ser previamente conocido». Así es en el De ahora en adelante se emplearán como
orden ontológico; pero en el orden existen- sinónimos caridad-amor-amar.
108 CARIDAD-AMOR
III. LA CARIDAD EN DIOS ran el Espíritu Santo: es, pues, un amor ori-
1. En las operaciones intratrinitarias ginante común del Padre y del Hijo; c) per-
Dios es amor. «Dios es caridad/amor». És- sonal, lo que procede en Dios según el amor,
ta es una definición condensada de Dios que es decir, el Espíritu Santo» (A. Huerga Te-
encontramos repetida en la primera carta ruelo, «Amor», en GER, IV, 89).
de san Juan, 4,8.16. Es posible que en es-
tricta hermenéutica sea excesivo afirmar 2. En las operaciones extratrinitarias
que con estas palabras san Juan intentara a) Especificidad del amor divino
definir a Dios, pero de hecho la interpreta- Las operaciones divinas llamadas ad extra,
ción patrística y la teología posterior tanto tanto la creación como la redención, tienen
dogmática como ascética y mística como el para nosotros una clave magnífica de expli-
magisterio eclesiástico y la sagrada liturgia cación y de comprensión en la Sagrada Es-
han visto aquí una intuición del hagiógrafo critura, en la cual aparecen como manifes-
que penetra en la mismidad de la divinidad, taciones autónomas, absolutamente libérri-
si se puede hablar así. En coherencia con mas, de un amor divino que se da y se
esta tradición dogmática enseña el Catecis- comunica a las criaturas, especialmente a
mo de la Iglesia Católica, n. 221: «El ser los seres racionales (ángeles y hombres).
mismo de Dios es Amor. Al enviar en la ple- Con una diferencia esencial en relación con el
nitud de los tiempos a su Hijo único y al Es- amor creado: que el amor divino no es atra-
píritu Santo, Dios revela su secreto más ín- ído por la bondad de la criatura, sino que se
timo (cf. 1 Co 2,7-16; Ef 3,9-12). Él mismo la confiere: existencia y perfecciones. Santo
es una eterna comunicación de amor: Pa- Tomás es transparente exponiendo este pen-
dre, Hijo y Espíritu Santo, y nos ha desti- samiento: «Nuestra voluntad no es la cau-
nado a participar en Él». sa de la bondad de las cosas, sino que, al
Triple sentido con que se aplica a Dios el contrario, es ésta la que mueve la voluntad
término amor. El teólogo en el humilde y como objeto; el amor por el que queremos el
justo deseo de conocer y explicar, en cuan- bien para alguien no es, por tanto, causa de
to es posible al entendimiento humano, el su bondad, sino que su bondad real o apa-
sublime y fontal misterio de Dios Uno y Tri- rente es lo que provoca el amor por el cual
no, apoyándose en esta revelación (espe- queremos que conserve el bien que tiene y
cialmente en Jn 3,34-35; 5,19-20; 10,17; adquiera el que no tiene. En cambio, el de
14,15-16.23-26; 15,9-10; 17,23-25), razo- Dios es un amor que crea e infunde la bon-
na por analogía a partir de nuestros actos dad en sus criaturas» (S.Th., I, 20, 2).
del entendimiento y de la voluntad. Y ve la
generación eterna del Hijo como una ope- b) Caridad-amor de Dios en el Antiguo
ración intelectual del Padre y la espiración Testamento
del Espíritu Santo como procedente del mu- La primera sorpresa que aparece en el Anti-
tuo eterno amor Paterno-Filial. «El amor, guo Testamento es que Yahwéh, a pesar de
pues, se dice de Dios en tres sentidos dife- su trascendencia, de ser y manifestarse co-
rentes: a) esencial, en cuanto significa la mo el Otro, como el absolutamente Santo,
inclinación de la voluntad a su objeto y, por crea el mundo y en él al hombre por amor:
tanto, se identifica con la divina esencia y no por atracción de un bien exterior a Él, que
es común a la tres divinas Personas; b) no- antes de la creación no existe; sino por un
cional, en cuanto significa la procesión o es- movimiento infinitamente libre y voluntario
piración por la que se origina el Espíritu San- de comunicar su bondad a las criaturas, que
to y, por tanto, así como el Padre engendra son buenas, precisamente porque han sido
al Hijo, el Padre y el Hijo por su amor espi- creadas, es decir, han recibido un ser y un
CARIDAD-AMOR 109
destino buenos. El relato del Génesis va fir- bre: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu
mando las distintas fases de la creación con corazón, con toda tu alma y con todas tus
la exclamación: «Y vio Dios que era bueno». fuerzas» (Dt 6,5); «Ahora, pues, Israel, ¿qué
Y la formación del hombre y de la mujer «a es lo que el Señor, tu Dios, te pide sino que
su imagen y semejanza» se rubrica con en- temas al Señor, tu Dios, y marches por to-
tusiasmo: «Y vio Dios todo lo que había he- dos los caminos, amando y dando culto al
cho y he aquí que era muy bueno» (Gn Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con
1,4.10.12.18.21.25.31). toda tu alma, y que guardes los manda-
Inicialmente Yahwéh muestra su amor mientos del Señor y sus leyes, que hoy te
más que con palabras afectuosas con obras ordeno para tu bien?» (Dt 10,12-13; cf. Éx
de misericordia. Está esto patente incluso 20,2-6). El amor a Dios, en cuanto creador
antes del pecado original. Después prome- y padre misericordioso, salvador del género
te la redención y comienza a ejecutarla eli- humano, «que no hace acepción de perso-
giendo por pura iniciativa suya a Israel co- nas ni admite soborno» (Dt 10,17), se con-
mo a su pueblo predilecto, le comunica una vierte en principio fundamental de la ética
misión, lo protege, lo saca de la esclavitud humana, que presta, por tanto, la mejor re-
de Egipto, lo defiende de sus enemigos, le ferencia para la convivencia social: ver a los
enseña, lo corrige, etc. demás como hermanos, hijos del mismo pa-
Con el transcurrir de la historia el amor dre y con idéntico destino.
de Dios a Israel se desvela con matices en-
trañables de afecto paternal o de esposo ar- d) Caridad-amor de Dios en el
chienamorado que perdona los desvíos de Nuevo Testamento
su esposa…, como puede leerse especial- A las calidades del amor divino del Antiguo
mente en el profeta Oseas, 1-3. Testamento se añade ahora un aspecto no-
El amor de Dios, que al principio de la vedoso, trascendente, divinamente original:
Revelación parecía circunscribirse al pue- Dios nos ama nos muestra su caridad-amor
blo escogido, se extiende y universaliza en en la entrega de su Hijo Unigénito; y espe-
la época de los profetas y de la literatura ra nuestra respuesta de amor canalizada en
sapiencial a todos los hombres. Valga co- la acogida del mensaje y de la persona de su
mo testimonio esta cita de la Sabiduría, querido Hijo. Pasaje central del Nuevo Tes-
11,22-26: «Ante ti el universo entero es tamento son estas palabras de Jn 3,15-17:
como mota de polvo en la balanza, como «Tanto amó Dios al mundo que le entregó
de rocío mañanero que baja a la tierra, pe- a su Hijo Unigénito, para que todo el que
ro te apiadas de todos, porque todo lo pue- cree en él no perezca, sino que tenga vida
des; y no miras los pecados de los hom- eterna. Pues Dios no envió a su Hijo al mun-
bres a fin de que se conviertan. Amas a to- do para juzgar al mundo, sino para que el
dos los seres, y no odias nada de lo que mundo se salve por él. El que cree en él no
hiciste, porque si odiaras algo, no lo hubie- es juzgado; pero quien no cree ya está juz-
ras dispuesto. ¿Cómo podría permanecer gado, porque no cree en el nombre del Hi-
algo, si Tú no lo quisieras? ¿Cómo podría jo Unigénito de Dios» (cf. Rm 4,25; 5,8-11;
conservarse algo que Tú no llamaras? Tú 8,32-39; 1 Jn 4,9-10).
perdonas a todos, porque son tuyos, Se- La teología subyacente y emergente de
ñor, amigo de la vida». estas palabras se encuentra en cualquier
página del Nuevo Testamento y nos remite
c) El primer mandamiento del Decálogo sin esfuerzo a las siguientes conclusiones:
El amor a Dios encabeza el Decálogo como 1.ª) El amor del Padre y el de su Hijo Uni-
centro aglutinador de la vida moral del hom- génito Jesucristo, hacia el hombre se iden-
110 CARIDAD-AMOR
tifican. Y lo que de uno se diga, se entiende Jesucristo, sobrepasa las barreras de lo ima-
dicho del otro. Valga este criterio herme- ginable y se convierte en auténticamente
néutico para las reflexiones posteriores. paternal, pues incorporando Cristo a su cuer-
2.ª) El amor de Dios es absolutamente po místico a los bautizados, los convierte en
gratuito, libérrimo, infinitamente desintere- hijos adoptivos de Dios. No metafórica-
sado, omnipotente: generosidad tan ilimita- mente, sino realmente, Dios es «Padre nues-
da que genera en el creyente confianza in- tro» y nosotros somos hijos adoptivos su-
quebrantable por extremadamente doloro- yos. «Mirad qué amor tan grande nos ha
sas y oscuras que sean las circunstancias. manifestado el Padre: que nos llamemos hi-
Es clásica a este respecto la perícopa de Rm jos de Dios ¡y lo seamos! […] Queridísimos,
5,8-10: «Dios demuestra su amor hacia nos- ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha
otros porque, siendo todavía pecadores, Cris- manifestado lo que seremos. Sabemos que
to murió por nosotros. ¡Cuánto más, si he- cuando él se manifieste, seremos semejan-
mos sido justificados ahora en su sangre, tes a él, porque le veremos tal cual es» (1 Jn
seremos salvados por él de la ira! Porque, si 3,1-2). Y en esta sintonía, con matices en-
cuando éramos enemigos, fuimos reconci- trañables como el de que esa filiación se
liados con Dios por medio de la muerte de nos concede por la incorporación al cuerpo
su Hijo, mucho más, una vez reconciliados, místico de Cristo mediante el bautismo y el
seremos salvados por su vida». Con mayor de que, si somos hijos, seremos coherede-
intensidad aún se insiste en Rm 8,31-39 que ros con Cristo se encuentran los pasajes
comienza y concluye así: «¿Qué diremos a siguientes: Jn 1,12-13; Ga 3,26-28; Rm
esto? Si Dios está con nosotros, ¿quién con- 8,14-17; Ef 2,19.
tra nosotros? El que no perdonó a su propio 5.ª) El amor de Dios o de Cristo hacia
Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, nosotros se enriquece con luces entrañables
¿cómo no nos dará con él todas las cosas? de amistad. Así nos lo reveló Jesús, abrien-
[…] Estoy convencido de que ni la muerte, do emocionadamente su corazón en la últi-
ni la vida, […] ni cualquier otra criatura po- ma cena: «Vosotros sois mis amigos, si ha-
drá separarnos del amor de Dios, que está en céis lo que os mando. Yo no os llamo siervos,
Cristo Jesús, Señor nuestro». porque el siervo no sabe lo que hace su se-
3.ª) El amor de Dios es infinitamente mi- ñor, porque todo lo que oí de mi Padre os
sericordioso, que concede el perdón de todos lo he hecho conocer» (Jn 15,14-15; cf. Lc
los pecados sin más límite que el que pon- 12,4). Y esto puede ser, como explicaremos
ga el pecador con su falta de arrepenti- más adelante, porque el amor de Dios per-
miento. Esta dimensión de su misericordia mite la reciprocidad por parte de la criatura
que más que estar implícita destella en el racional.
misterio de la Encarnación y más aún en el 6.ª) El amor de Dios al hombre llega a su
Sacrificio de la Cruz, se gozó Cristo en pre- plenitud en la escatología, en la gloria, cuan-
dicarla en las parábolas de la oveja desca- do «coherederos con Cristo» «veremos a
rriada, de la dracma perdida y del hijo pró- Dios tal cual es», partícipes de la vida Trini-
digo, que recoge san Lucas en el capítulo taria de Dios (cf. 1 Co 13,91-13; Apc 22,1-5).
15 de su Evangelio. Y ese perdón que pre-
dicó, lo confirió al paralítico de Cafarnaún IV. LA CARIDAD EN EL HOMBRE
(Lc 5,17-26), a la mujer pecadora (Lc 7,36- 1. Caridad-amor del hombre respecto
50), a la adúltera (Jn 8,3-11), y a los que de Dios
le crucificaban (Lc 23,34). a) Definición de caridad. La calidad del amor
4.ª) El amor de Dios al hombre, mani- de Dios al hombre, como acabamos de ver,
festado en y a través de su Hijo Unigénito es tan superior a su condición de simple
CARIDAD-AMOR 111
criatura que necesita ser entitativamente ritos de la pasión de nuestro Señor Jesu-
suplementado para que su corresponden- cristo; esto, sin embargo, en esta justificación
cia pueda alcanzar el grado de amistad, que del impío, se hace al tiempo que, por el mé-
supone cierta comunicación básica entre los rito de la misma santísima pasión, la cari-
amigos (cf. S.Th.,II-II,23,1). Quiero decir dad de Dios se derrama por medio del Es-
con esto que la caridad es un don sobrena- píritu Santo en los corazones (cf. Rm 5,5)
tural que Dios infunde en el hombre para de aquellos que son justificados y queda en
que pueda amarle a nivel divino, aunque ellos inherente. De ahí que en la justifica-
mínimo, por la participación de la divinidad ción misma, juntamente con la remisión de
de que es capaz de recibir la criatura racio- los pecados, recibe el hombre las siguientes
nal. cosas que a la vez se le infunden, por Jesu-
El Catecismo de la Iglesia Católica, n. cristo, en quien es injertado: la fe, la espe-
1822, define la caridad como «la virtud teo- ranza y la caridad» (D. 1528-1530; cf. 1561).
logal por la cual amamos a Dios sobre to- b) Causa eficiente de la caridad. Rela-
das las cosas por Él mismo y a nuestro pró- ción con la gracia santificante. Conviene in-
jimo como a nosotros mismos por amor de sistir en que va implícito en el concepto de
Dios». Analicemos siquiera sea someramente virtud teologal que la causa eficiente de la
esta definición. En cuanto virtud la caridad caridad no es el hombre, sino Dios que se
es una capacidad de suyo estable, no fácil- la infunde. Igualmente Dios es causa de su
mente removible, que posibilita y facilita ac- crecimiento, que discurre paralelo al de la
tos buenos de amor. En cuanto teologal im- gracia santificante por la recepción de los
plica que su objeto inmediato es Dios en sí sacramentos, especialmente el de la Euca-
mismo considerado, sin intermediarios; y ristía es uno de sus efectos primarios , y
que la causa motiva de dicho amor es tam- por los méritos adquiridos en el cumpli-
bién Dios mismo, su bondad infinita, por la miento de la voluntad divina. Discuten los
que Él es infinitamente feliz. Por lo cual el teólogos sobre las condiciones establecidas
acto de caridad es psicológicamente desin- por Dios para dicho crecimiento. Lo más
teresado, de plena benevolencia. En cuanto aconsejable es la fidelidad continua y ex-
teologal connota también la aludida dimen- quisita a la mociones del Espíritu Santo tam-
sión sobrenatural, su condición de don gra- bién y especialmente en la cosas peque-
tuitamente concedido por Dios. ñas. El hombre, que no puede darse la vir-
En confirmación de lo dicho merece la pe- tud de la caridad, sólo puede destruirla
na transcribir un pasaje dogmático del Con- mediante el pecado mortal, que es incom-
cilio de Trento (ses. VI, cap. 7) donde se de- patible con el amor divino. Con el pecado
fine cómo en la justificación del hombre se le venial simplemente obstaculiza su espontá-
infunden como realidades de suyo perma- neo y fecundo impulso y debilita sus fuer-
nentes la gracia santificante y las virtudes zas para resistir futuras tentaciones.
teologales, especialmente la caridad: «La Los teólogos concuerdan en afirmar que la
justificación […] no es sólo remisión de los gracia santificante y la caridad son insepa-
pecados, sino también santificación y reno- rables: la desaparición de una acarrea la de
vación del hombre interior, por la voluntaria la otra y viceversa; por eso un acto de con-
recepción de la gracia y los dones, de donde trición movido y perfeccionado por amor de
el hombre se convierte de injusto en justo caridad que Dios misericordiosamente con-
y de enemigo en amigo, para ser “heredero cede incluyendo el deseo eficaz de recibir el
según la esperanza de la vida eterna” (Tt sacramento de la penitencia, restituye la
3,7)». «Porque, si bien nadie puede ser jus- gracia santificante (cf. D. 1677 y 1971). Pe-
to sino aquel a quien se comunican los mé- ro discuten sobre el constitutivo esencial de
112 CARIDAD-AMOR
cada una. Santo Tomás concibe la gracia co- y el hombre que posibilita la reciprocidad y la
mo hábito entitativo a modo de naturaleza amistad, pues el hombre ama a Dios con el
de donde fluyen como hábitos operativos las mismo amor con que Dios se ama a sí mis-
virtudes infusas y en primerísimo lugar la mo: «... la caridad de Dios ha sido derra-
caridad: (S.Th., I-II, q.110, a.3 ad3). mada en nuestros corazones por el Espíritu
c) Amor sumo. La sustancia de la defi- Santo que se nos ha dado» (Rm 5,5; cf. 1
nición de caridad está en el verbo «ama- Jn 4,19). También se deduce de aquí que no
mos». Caridad es la forma sublime del amor cabe auténtica caridad con los seres irracio-
y tiende, por imperativo de su naturaleza, nales, porque carecen radicalmente de esa
a la unión más íntima posible con el ama- capacidad de reciprocidad. Puede decirse que
do. Es el amor sumo, cualidad que se ex- se los ama en cuanto se los cuida y conser-
presa en la definición con la fórmula: «sobre va para gloria de Dios y en provecho de las
todas las cosas». Ese grado sumo de pre- personas que amamos con amor de caridad
ferencia no es requerido a nivel afectivo, (S.Th., I, q.20, a.2 ad3).
pues los afectos y sentimientos por su cons- f) Necesidad absoluta de la virtud de la
titución psico-física, por una parte, no co- caridad en el hombre para salvarse. La ca-
nectan directamente con los valores supra- ridad, entendida como virtud, es impres-
sensibles y, por otra, escapan al dominio de cindible al hombre niño o adulto para sal-
la voluntad y, en consecuencia, pueden per- varse, igual que la gracia santificante, de la
manecer insensibles o incluso contrarios a que es inseparable: necesaria con necesi-
ellos. Pero sí es requerido en el orden inte- dad de medio según el axioma escolástico
lectual: nada ni nadie en este orden puede (cf. D. 1528-1530). Por tanto para el adul-
preceder al amor de Dios. to se convierte en obligación de recuperar-
d) Objeto y causa motiva de la caridad. la siempre que la hubiere perdido por el pe-
El objeto o bien primario y principal del amor cado grave, bien con la debida recepción de
de caridad es Dios, como se deduce, de lo los sacramentos llamados de muertos, bien
expuesto. El objeto secundario es el mismo con un acto de contrición perfecta, como
hombre y su prójimo, como se verá más antes se ha dicho.
adelante. g) El amor de caridad a Dios como man-
La causa motiva debe ser la propia bon- dato. De la calidad y la intensidad del amor
dad infinita: Dios debe ser querido por sí con que Dios creó, trató y redimió al hombre,
mismo, sin ulteriores apetencias o finalida- antes expuestas, brota en éste una ineludible
des. Y la unión íntima que resulta se des- y satisfaciente necesidad de corresponden-
pliega en contemplación, admiración, ala- cia, que san Agustín cinceló en la célebre
banza, adoración, gratitud, confianza… amor frase con que abre sus Confesiones, 1,1:
de Dios en sí mismo: amor de donación o «Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro cora-
de benevolencia. Cabe amar a Dios también zón anda inquieto hasta que descanse en
con amor de concupiscencia en cuanto es ti». Esta realidad básica, que fondea nuestra
bueno para nosotros o para otras personas naturaleza y equilibra nuestra existencia, es-
que amamos, ya esperemos de Él favores tá formulada como precepto primero del De-
en esta vida o méritos para la otra. Véase cálogo, como antes ha quedado escrito en
la condenación de los errores de Fénelon II,2,c), que estimula la puesta en actos y el
sobre este tema en D. 2351ss. desarrollo de la caridad como virtud. Este
e) Amor de amistad. En la unión insepa- mandato es una fuente de obligación distin-
rable de la caridad con la gracia santificante ta y complementaria de la que brota de la
y en su condición de don infuso va implícita realidad misma de la caridad. Así se deduce
esa misteriosa comunión entitativa entre Dios de la condena por Alejandro VII e Inocen-
CARIDAD-AMOR 113
cio XI de algunas proposiciones de moral la- cio de la justicia. Tanto es así que san Pablo
xista: D. 2021 y 2105-07; cf. 2290. sintetiza toda la actividad moral del cristiano
en el amor: «No debáis nada a nadie, a no
2. Caridad-amor del hombre respecto ser el amaros unos a otros, porque el que
de sí mismo ama al prójimo ha cumplido plenamente la
a) El amor del hombre a sí mismo, primer Ley. Pues no adulterarás, no matarás, no ro-
término o primer bien secundario del amor barás, no codiciarás y cualquier otro pre-
de caridad después de a Dios. En la definición cepto, se compendian en este mandamiento:
de la virtud de la caridad se incluía que su Amarás a tu prójimo como a ti mismo. La
bien u objeto secundario es amar a «nuestro caridad no hace mal al prójimo. Por tanto, la
prójimo como a nosotros mismos por amor caridad es la plenitud de la Ley» (Rm 13,8-
de Dios», es decir, que la medida del amor al 10; cf. Ga 5,14; St 2,2). Y en otro momen-
prójimo tiene como referencia palpable el to de genialidad exhorta a los colosenses
amor de cada uno a sí mismo. Cada uno ha (3,14) a que pongan especial empeño en re-
de amarse a sí mismo «por amor de Dios», vestirse «con la caridad, que es el vínculo de
porque Dios le ama y como Dios le ama y la perfección». Este amor operativo, siem-
para Dios, en cuya visión beatífica, a la par pre en tensión, es por contraste divino fuen-
que alcanza y disfruta la más plena felici- te de paz interior y exterior, de fruición, de
dad, dará a Dios la máxima y eterna gloria de sosiego y de gozo, como don y fruto del Es-
que la criatura es capaz: así el amor natu- píritu Santo, Amor substancial de la Santísi-
ral, consustancial al propio ser, es elevado ma Trinidad: cf. Ga 5,22; Jn 14,26-27.
al orden de la gracia. En el Bautismo, que Santo Tomás a esa capacidad unificado-
es un nuevo nacimiento (Jn 3,3-8), una nue- ra de la caridad la llama con terminología y
va creación (2 Co 3,17; Ga 6,15), engarza conceptualización aristotélica forma de las
esta virtud como fuerza dinamizadora que virtudes, en cuanto que las ordena y subor-
cualifica, unifica y espolea la vida moral del dina al fin último, a la salvación, ya que sin
cristiano hasta las cumbres de la perfección. caridad para nada sirven (cf. 1 Co 13,1-3):
Ésa es su tendencia si no se la violenta. «La caridad ordena los actos de todas las
b) Motor y forma de las virtudes. La ca- virtudes al último fin; y por esto da la forma
pacidad impulsiva de la caridad es patente, a los actos de las virtudes» (S.Th., II-II, 23,
porque el amor de suyo no se sacia y su ob- 8 y ad1). Son, pues, a la par actos propios
jeto primario y principal, que es Dios, es in- elícitos de cada virtud e imperados por la
finito; y «desde Dios» siempre se puede caridad.
amar más y mejor a uno mismo y al prójimo. c) Culmen de la perfección cristiana. Y
Virtud en tensión por su propia naturaleza en ella confluye el punto supremo de la
que no logra alcanzar su plenitud y descan- perfección cristiana. En esto concuerdan
so hasta la bienaventuranza eterna. (cf. todos los autores dogmáticos, ascéticos y
S.Th., II-II,23,1 ad1). Por eso estimula al místicos y es doctrina común de la Iglesia,
ejercicio de todas las virtudes en grado he- de modo que es equivalente decir santidad
roico. que plenitud de la vida cristiana o perfec-
Pero a la vez las aglutina en una unidad ción de la caridad. Veamos cómo se ex-
moral maravillosa sin violentar el modo de presa el Concilio Vaticano II al exponer la
ser y de obrar de cada una, porque todas llamada universal a la santidad, una de sus
pueden ser movidas a emitir sus actos es- enseñanzas más eminentes: «Todos los fie-
pecíficos también por amor de Dios y del pró- les, de cualquier estado o condición, están
jimo. La caridad mueve, por ejemplo, con llamados a la plenitud de la vida cristiana y
positiva coherencia virtuosa al previo ejerci- a la perfección de la caridad, y esta santi-
114 CARIDAD-AMOR
dad suscita un modo de vida más huma- urge en el Nuevo Testamento sobre todo
no, incluso en la sociedad terrena» (LG 40). desde la dinámica interna del ser cristiano,
En esta misma línea nos recuerda en GS pero también desde el precepto externo de
38, que el Verbo de Dios, hecho hombre, la ley. Este último no puede estar más cla-
«nos enseña que la ley fundamental de la ro en este texto de Mt 22,35-40: «Un doc-
perfección humana, y, por tanto, de la tor de la ley le preguntó para tentarle:
transformación del mundo, es el manda- “Maestro, ¿cuál es el mandamiento princi-
miento nuevo del amor». Y esta misma pal de la Ley”. Él le respondió: “Amarás al
doctrina sustenta todo el afán misionero y Señor tu Dios con todo tu corazón y con to-
apostólico de la Iglesia, que nace de la ca- da tu alma y con toda tu mente. Éste es el
ridad y a ella se ordena (cf. Conc. Vatic. II, mayor y el primer mandamiento. El segun-
AA 8). do es como éste: Amarás a tu prójimo como
a ti mismo. De estos dos mandamientos de-
3. Caridad-amor del hombre respecto del penden toda la Ley y los Profetas”».
prójimo Pero más que como precepto se nos pre-
a) El amor del prójimo, segundo término senta como respuesta o correspondencia al
del amor de caridad amor de Dios al hombre, más exigente, si
Insistiendo en lo ya dicho, el amor de cari- cabe, que el mismo precepto, que, al fin,
dad en el hombre se dirige en primer lugar no es más que la formulación imperativa
a Dios y en segundo a nuestro prójimo, a de la referida realidad. Por eso el amor al
quien podemos y debemos amar «como a prójimo se modula con la referencia al mo-
nosotros mismos por amor de Dios». Por do con que Cristo nos amó y puede ser ca-
«nuestro prójimo» se entienden todos y só- lificado de mandamiento nuevo: «Un man-
lo aquellos seres que gozan o son capaces damiento nuevo os doy: que os améis unos
de gozar de la gracia santificante o, mejor di- a otros. Como yo os he amado, amaos tam-
cho aún, de la bienaventuranza eterna; ta- bién unos a otros. En esto conocerán todos
les son los ángeles y bienaventurados del que sois mis discípulos, si os tenéis amor
cielo, las almas del purgatorio y todos los unos a otros» (Jn 13,34-35). «Como el Pa-
viadores. Y la razón es muy sencilla: que dre me amó, así os he amado yo. Perma-
sólo a ellos se extiende la caridad divina de neced en mi amor. Si guardáis mis manda-
amistad, la cual nos ha sido infundida co- mientos, permaneceréis en mi amor, como
mo virtud sobrenatural para poder corres- yo he guardado los mandamientos de mi
ponder a Dios con amor de calidad divina. Padre y permanezco en su amor. […] Éste
Esta misma realidad del amor al prójimo es mi mandamiento: que os améis los unos
puede contemplarse desde una profunda vi- a los otros como yo os he amado» (Jn 15,9-
sión de fe como una extensión connatural 11.12). Y en esta misma línea de amor al
del amor de caridad a uno mismo, puesto prójimo como retorno del amor de Dios con-
que todos constituimos en Cristo un solo tinúa san Juan: «En esto hemos conocido
Cuerpo Místico, cuya vida sobrenatural pro- el amor: en que él dio su vida por nosotros.
cedente de Cristo-cabeza es común, com- Por eso también nosotros debemos dar la
partida y solidaria entre todos sus miembros vida por nuestros hermanos» (1 Jn 3,16).
(cf. 1 Co 12,12-27; Rm 12,4-5; Ef 5,29-30). «Queridísimos, si Dios nos ha amado así,
también nosotros debemos amarnos unos a
b) Obligación de amar al prójimo otros» (1 Jn 4,11). «Nosotros amamos, por-
Estas razones que revelan la posibilidad de que Él (Dios) nos amó primero. Si alguno
amar al prójimo con amor de caridad, con- dice: “Amo a Dios” y aborrece a su herma-
notan también su obligatoriedad, la cual se no, es un mentiroso; pues el que no ama
CARIDAD-AMOR 115
¡con qué amor! cuando nosotros éramos juicios. Es una realidad moral distinta y, sal-
pecadores, enemigos suyos, ¿cómo no amar vo excepción, normalmente exigible por bien
nosotros a nuestros enemigos? La coheren- mismo del ofensor para que no obtenga pro-
cia es evidente. Y Jesucristo nos la intimó vecho injusto de su pecado y se aficione a
como precepto: «Habéis oído que se dijo: pecar. Otra, que cabe el odio de abomina-
“Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemi- ción, es decir, aquel con el que aborrece-
go”. Pero yo os digo: amad a vuestros ene- mos los defectos morales del prójimo que
migos y rezad por los que os persigan, pa- le hacen enemigo por su comportamiento
ra que seáis hijos de vuestro Padre que es- malo. Sin embargo, hay que decir, acto se-
tá en los cielos, que hace salir su sol sobre guido, que fácilmente este odio se desliza
buenos y malos, y hace llover sobre justos al odio de enemistad, que nos inclina al ren-
y pecadores. […] Por eso, sed vosotros per- cor, al afán de venganza, a la maldición…,
fectos como vuestro Padre celestial es per- actitud radicalmente mala y anticristiana.
fecto» (Mt 5,43-46.48). Nos puso el perdón
al enemigo como condición previa para al- 4. Pecados contra la caridad
canzarlo de Dios Padre en favor nuestro: El pecado contra la caridad es el odio.
«Perdona nuestras ofensas, como también El odio directo a Dios como algo malo es
nosotros perdonamos a los que nos ofen- el pecado más grave, porque ofende del mo-
den» (Mt 6,12; cf. Lc 18,23-35). Y nos dio do más directo a Dios, y es el de más difícil
un ejemplo sublime perdonando en la Cruz perdón por parte del hombre, puesto que
a sus propios crucifixores (cf. Lc 23,34). anula los resortes del arrepentimiento que
¿Con qué amor hay que amar a los ene- normalmente encajan en la bondad y mise-
migos? Con amor de caridad, que radica en ricordia infinitas de Dios. También participa
la voluntad, estimulado por un conocimien- de esta maldad el odio de abominación, por
to de fe que ve en el enemigo un hijo de el cual se aborrece alguno de sus atributos
Dios, un hermano en Cristo, capaz de la como, por ejemplo, su justicia, porque Dios
bienaventuranza eterna, haciendo abstrac- no tiene propiedades ni actuaciones malas.
ción, por tanto, de sus defectos y malda- La malicia del odio directo al prójimo ha
des. El amor sensible, en la casi totalidad quedado clara al exponer el amor debido al
de los casos, escapa al control de la volun- enemigo.
tad, donde reside la auténtica libertad hu- Sin llegar al odio se puede faltar a la ca-
mana, y por ende, no cae en el campo de ridad por el egoísmo que lleva a incumplir
exigencias de este precepto: es normal un las obras de misericordia, especialmente la
perdón generoso de voluntad con atosigan- limosna y la corrección fraterna, por envi-
tes repugnancias sensibles. Más o menos dia, por murmuración, por escándalo, por
todos tenemos de ello experiencia. Esta vo- cooperación al mal en sus múltiples e in-
luntad de perdón se muestra en la no ex- abarcables formas y por todos los demás
clusión del enemigo de nuestras oraciones y pecados relacionados directa o indirecta-
en la prestación de los signos comunes de mente con el prójimo, pues todos ellos ade-
sociabilidad. Podrían éstos negarse por un más de su malicia específica entrañan la ge-
tiempo prudencial para dar a entender la nérica contra la caridad.
gravedad de la ofensa inferida; pero nunca Concluyamos con santo Tomás (S.Th., II-
de manera que este comportamiento endu- II,108,1 ad3): «La ley del evangelio es la
rezca al ofensor en su pecado. ley del amor» y con el Apóstol de la Cari-
Conviene advertir estas dos cosas: una, dad (1 Jn 4,16): «Dios es caridad y el que
que no es incompatible el perdón de la ofen- permanece en caridad, permanece en Dios
sa con la justa reclamación de daños y per- y Dios en él».
CARISMAS 117
Carismas
14,1-40), con ocasión de algunos desórde- nivel de la «Iglesia total», como en la con-
nes que se producen en las asambleas li- creta comunidad local. Especialmente el «ca-
túrgicas, donde se valoraban excesivamen- risma profético» no ha dejado nunca de ma-
te ciertas manifestaciones de entusiasmo nifestarse, en múltiples formas: personas
espiritual, como la glosolalia. Lo que im- capacitadas para los consejos y adverten-
porta, dirá el Apóstol, no son los signos ex- cias que la Iglesia necesitaba, predicadores
traordinarios o milagros que aparecen sus- de las cruzadas, gentes que gozaron de una
citados por el Espíritu, sino la fidelidad a la penetración especial de los textos sagrados
propia vocación y la obediencia a los Pasto- y de la doctrina, etc.
res legítimos, de modo que todos colabo- Desde la escolástica, los carismas tien-
ren en la edificación de la Iglesia para gloria den a asimilarse a las gracias gratis datae
de Dios. (gracias que suscitan una acción humana
Tres criterios principales da san Pablo so- en favor de otros), en cuanto distintas de
bre los carismas: a) la unidad y la diversi- la gracia gratum faciens (gracia santifican-
dad de los carismas, pues en el «cuerpo ecle- te), sin que ambas formas de gracia deban
sial» los miembros se sirven en un mutuo oponerse rígidamente.
intercambio y complementariedad; b) la úni- Entre las modernas interpretaciones de
ca finalidad de los carismas: el «provecho la doctrina paulina sobre los carismas, ca-
común», es decir, la edificación (oikodome) be destacar dos, antitéticas entre sí: la del
de la Iglesia; c) la armonía y orden entre los protestante Ernst Käsemann (discípulo de
carismas, no sólo para evitar la confusión Bultmann) y la del biblista católico Albert
durante el culto, sino porque la asamblea li- Vanhoye. El primero (1949) entiende que
túrgica debe reflejar el orden y la paz de Dios carisma tiene un sentido técnico (carisma
mismo. La caridad debe reinar sobre todos designaría «la esencia y el cometido de to-
los carismas, en cuanto que garantiza el sen- dos los servicios y de todas las funciones de
tido y el uso de los dones espirituales. la Iglesia»), al mismo tiempo que descarta la
En los Hechos de los Apóstoles destaca presencia de un ministerio institucional, en
el don de inspiración o profecía en forma de los escritos de san Pablo; de ahí deduce que
predicción o comunicación de la voluntad de todos los bautizados tienen la misma res-
Dios y los milagros de curación. No se dis- ponsabilidad pastoral que los obispos y los
tingue claramente entre el «hablar de len- presbíteros. En él se apoyará años más tar-
guas» y «profetizar». Están presentes otros de Hans Küng, para exponer su tesis sobre
dones menos llamativos (fortaleza para la la «estructura carismática» de la Iglesia, una
predicación, asistencia a los necesitados, estructura que no deja lugar a la estructura
gobierno, servicio, etc.). sacramental, ni al ministerio apostólico. Por
su parte, Vanhoye se apoya en diversos es-
2. Valoración posterior de los carismas tudios para mantener que charisma tiene de
La historia posterior testifica la importancia por sí en el Nuevo Testamento un significa-
que se dio a los carismas en la vida de la do genérico y no técnico; un sentido que va-
Iglesia, la conciencia del deber de «acoger ría según el contexto, por lo que puede afir-
los carismas», y, a pesar de los problemas marse que no existía aún una noción total-
que ocasionaron los «falsos profetas» re- mente determinada, que sólo se abre paso
cuérdese por ejemplo el caso de los mon- con el Concilio Vaticano II.
tanistas , la resistencia a concebir y edifi- Sin llegar a las conclusiones de Käsemann
car la vida de la Iglesia sin los carismas. Allí o Küng, en las últimas décadas se tiende a
donde estaba la Iglesia, estaba también el generalizar el uso del término carisma para
Espíritu y viceversa (san Ireneo), tanto en el designar todo servicio en la Iglesia, inclui-
CARISMAS 119
Catecismo
vida en Cristo (mandamientos); oración cris- Agustín de Hipona, en Occidente, que avan-
tiana. Lo adoptan el Catecismo Romano y za cuestiones metodológicas.
el Catecismo de la Iglesia Católica. El catecismo como texto para enseñar la
Su función de anuncio nacido de la cer- doctrina cristiana nació en el siglo VII. En
teza de la fe requiere una forma literaria ex- la Europa cristianizada disminuyeron los
positiva, un estilo claro y preciso. Como ins- bautismos de adultos y hubo que impartir
trumento de unidad para la evangelización la doctrina a niños ya bautizados. El paso
precisa un lenguaje común. Para transmitir de la catequesis prebautismal a la posbau-
el mensaje ha de conectar con la cultura del tismal lo representa la Disputatio puerorum
receptor. Por ello, para expresar la verdad per interrogationes et responsiones (PL
permanente de la fe, el catecismo deberá 101,1097-1144), atribuida a Alcuino (ca.
renovarse ante los cambios culturales. 735-804). Presenta en forma dialogada la
Todo catecismo presta un doble servicio: historia salvífica, el Credo y el Padrenues-
a la dimensión cognoscitiva/veritativa de la tro. Disposiciones conciliares, como las del
fe permitiendo un conocimiento orgánico del Concilio de Reims (813), ordenaron ense-
mensaje cristiano, y a la educación de la fe ñar a los fieles el Símbolo, el Paternoster y
contribuyendo a adquirir una fe profesada, los sacramentos.
celebrada, vivida y hecha oración (cf. DCG, El desarrollo teológico del siglo XII incidió
1997, n. 130. Los textos han recibido a lo en la catequesis. Se escribieron dos cate-
largo de los siglos el respaldo y la aprobación cismos, referentes para la catequesis pos-
de la autoridad eclesiástica como garantía terior: el Elucidarium (PL 172,1109-1176),
de fiabilidad (cf. ibid., n. 28). atribuido a Honorato de Autun, dirigido a
El catecismo a las puertas del tercer mi- catequistas, expone el Credo, Moral y No-
lenio ha alcanzado notable madurez: «Un vísimos y desarrolla la Eucaristía, afrontan-
catecismo debe presentar fiel y orgánica- do los errores de Berengario; el De quin-
mente la enseñanza de la Sagrada Escritu- quies Septenis seu Septenariis (PL 175,173-
ra, de la Tradición viva en la Iglesia y del 618), de Hugo de San Víctor, agrupó la
Magisterio auténtico, así como la herencia doctrina en núcleos septenarios para facili-
espiritual de los Padres, de los santos y san- tar el aprendizaje: peticiones del Padre-
tas de la Iglesia, para que se conozcan me- nuestro, bienaventuranzas, virtudes, etc.
jor los misterios cristianos y se reavive la fe Posteriormente, obispos y sínodos impul-
del Pueblo de Dios. Debe recoger aquellas saron la catequesis. El Concilio de Lambeth,
explicitaciones de la doctrina que el Espíri- Inglaterra, (1281) ordenó a los sacerdotes
tu Santo ha sugerido a la Iglesia a lo largo explicar el catecismo. En España, los conci-
de los siglos. Es preciso también que ayude lios de Valladolid (1322) y de Tortosa (1429)
a iluminar con la luz de la fe las situaciones decretaron medios para enseñar la doctrina
nuevas y los problemas que en el pasado de fe. Ya desde el tardomedioevo los movi-
aún no se habían planteado» (FD 3). mientos de reforma intraeclesial europea y
después la Reforma protestante impulsaron
III. DESARROLLO HISTÓRICO nuevos catecismos. La evangelización del
1. De la patrística a Trento Nuevo Mundo desplegó abundante creativi-
Algunos Padres de la Iglesia de reconocido dad catequética. La imprenta recién descu-
prestigio consideraron parte importante de bierta (1449) difundió estos textos.
su ministerio enseñar de palabra o escribir Entre ellos, los de Gerson (1362-1428),
obras catequéticas (CT 12). Son emblemá- L’ABC des simples gens, para niños o prin-
ticas la Catequesis de Cirilo de Jerusalén, cipiantes, y el Opus tripartitum, para cate-
en el Oriente, y De catechizandis rudibus de quistas que impusieron los dos niveles de
CATECISMO 125
catecismo menor y mayor . Ya en el siglo COeD 762 13-21). Por vez primera, la suprema
XVI, el Sínodo de Colonia (1536) impulsó el autoridad de la Iglesia propuso un Catecis-
Enchiridion, de Gropper (1536); el Sínodo mo para la Iglesia universal.
de Petrikau (Polonia, 1551), la Confessio fi- El Catecismo Romano o Catecismo de
dei, de Hossio; y el Sínodo de Londres Trento fue promulgado por Pío V (Motu pro-
(1556), los Comentarios al Catechismo prio Pastoralis officio, 23.IX.1566). Lo re-
Christiano, de Carranza (1558). El Catholi- dactó una comisión presidida por san Carlos
cus Catechismus (1543), de Nausea, fue Borromeo y dispuso entre sus fuentes de
una aportación al Concilio tridentino convo- los catecismos de Gropper, Hossio, Carran-
cado en 1542. za y Nausea. Ofrece «una síntesis de la doc-
Entre los protestantes, desaparecido el trina cristiana y de la teología recibida de la
Magisterio, el catecismo ofrecía una inter- Tradición para uso de los sacerdotes en su
pretación normativa de la Escritura, era guía ministerio» (CR 13). Es, pues, un catecis-
orientadora para cada cristiano. En 1529 mo mayor, subsidium para los pastores que
publicó Lutero el Enchiridion, un catecismo transmiten la fe de la Iglesia.
menor y otro mayor, en alemán y latín; Cal- Su estructura, según la economía de sal-
vino en 1537 editaba un catecismo francés; vación, expone sucesivamente: Credo, Sa-
y en 1549 el Book of Common Prayer an- cramentos, Mandamientos, Oración. Al si-
glicano incluía un breve catecismo. tuar los Sacramentos tras el Credo, destaca
América inventó el catecismo pictográfi- la unidad entre «fe y sacramentos de la fe»,
co, como el Cathecismo de Pedro de Gante, en expresión del Aquinate. Siguen los Man-
O.F.M., (ca 1525 a 1528) que representaba damientos: indicando así que la fe y los sa-
en grafías oraciones, símbolo, mandamien- cramentos capacitan al hombre para vivir
tos, sacramentos, y obras de misericordia. el Decálogo. El Catecismo Romano no im-
La transcripción al alfabeto latino de las len- pone ese ordo en la catequesis: los párrocos
guas americanas permitió escribir catecis- libremente se acomodarán a las personas y
mos para indígenas, como la Doctrina cris- al tiempo. Señala una prioridad: «Nosotros,
tiana breve de Alonso de Molina, O.F.M., apoyándonos en la autoridad de los Santos
(México 1546): náhuatl y castellano; la Doc- Padres, que, al iniciar a los hombres en Cris-
trina cristiana en lengua guatemalteca to Jesús e instruirlos en su ley, comenza-
(1499-1563) (ca 1525); el Arte o Gramáti- ban por la doctrina fidei, juzgamos lo me-
ca quechua, de Domingo de Sto. Tomás, en jor explicar primero lo que se refiere a la
Perú (Valladolid 1560), con una Plática pa- fe» (CR, Proem. 13).
ra todos los Indios anunciando el Evange- Está escrito con precisión y claridad (cf.
lio, en quechua y castellano. La Doctrina CR, Proem. 39), cita abundantemente la Es-
cristiana para instrucción de indios, de Pedro critura y los Padres y dialoga con la cultura
de Córdoba, O.P. (México, 1544), en caste- humanista. El Catecismo Romano es un mé-
llano, destacaba la creación divina, frente a todo logrado de instrucción pastoral, de exé-
la cosmogonía indígena; la bondad del Dios gesis y patrística. Tiene el valor teológico
Amor que brinda amistad; y el primado del de presentar con integridad la doctrina pro-
Papa. fesada por la Iglesia en el momento de la
crisis reformista.
2. De Trento al Vaticano II En estos años salen los textos de Cani-
El Concilio de Trento, que afrontó la crisis sio, Summa doctrinae christianae, catecismo
de unidad de la fe planteada por Lutero, de- para niños, para jóvenes y doctrina para
cidió el 11 de noviembre de 1563 elaborar universitarios (1555,1556,1558); y de Auger,
un Catecismo (Sessio XXIV, canon IV, en Sommaire de la religion chrétienne (1563) y
126 CATECISMO
Petit catéchisme (1568), que se impondrán catecismos para la enseñanza, entre ellos
en Alemania y Francia. el italiano de Casati (1765), texto único pa-
Catecismos postridentinos: el Catecismo ra varias diócesis italianas; los españoles
Romano requería textos de enseñanza a ni- del escolapio Cayetano de San Juan (1759)
ños y jóvenes; los escribieron autores doctos y de Pedro de Calatayud, S.J. (1747 y 1764).
y de vida santa. Todos los textos profesan En América el Catecismo del IV Concilio Pro-
el mensaje fundamental de la fe en Dios Uno vincial mexicano (1772) siguió el ordo del
y Trino, depositada en su Iglesia que con- Catecismo Romano, con vigor doctrinal.
duce al hombre a la vida eterna. Formaron La descristianización del pueblo en el si-
cristianamente a generaciones enteras pe- glo XIX urgió la catequesis. San Antonio Ma-
ro, generalmente, no supieron aprove- ría Claret, escribió los catecismos menor,
char los horizontes del Catecismo Romano. mediano y explicado (1847, 1848 y 1849),
De los más difundidos, no siguieron su es- y pidió a Pío IX (1863) que se elaborase un
tructura los de Belarmino (1597), Ripalda catecismo universal o, al menos, para Es-
(ca 1591) y Astete (ca 1593). Sí la adopta- paña. El Vaticano I (1870) debatió elaborar
ron Dionisio de Sanctis, O.P., (Colombia, ca un «parvo cathecismo» para la Iglesia uni-
1576) y José de Acosta, S.J., Catecismos del versal. Muchos conciliares se opusieron: no
III Concilio limense (1584-1585), en caste- veían posible un catecismo popular que pu-
llano, quechua y aymará; los Catecismos del diera llegar a cristianos de todas las culturas
III Mexicano (1585), de Juan de la Plaza, y el proyecto no siguió adelante. Ya en el
S.J. volvieron al ordo según el fin del hombre. XX, ante la ignorancia de doctrina que apar-
Progresivamente el catecismo se intelec- taba de Dios a la sociedad, Pío X relanza la
tualizó: presentó los contenidos de la fe, en catequesis con la Encíclica Acerbo nimis
un contexto «nocional» y difuminó la inspi- (1905) y el Catecismo Mayor (1913) pro-
ración bíblica del Catecismo Romano. Se mulgado para Roma, aunque con miras uni-
constituyó al margen de la celebración de versales; Pío XI erigió el Secretariado Ca-
la fe y desvinculado o yuxtapuesto a la vida tequístico para la Iglesia Universal (1923);
eclesial. Los obispos del XVII y del XVIII y, tras consultar al episcopado mundial, pro-
promovieron catecismos con temas doctri- mulgó el Decreto Provido sane (1935), im-
nales coyunturales: de oportunidad política portante para el desarrollo posterior. Pío XII
(progalicanos y regalistas) o carácter polé- convocó el Primer Congreso Catequístico In-
mico (antijansenistas o antiluteranos). Apa- ternacional (Roma, 1950). El episcopado
recieron textos especializados: para curas, alemán, tras arduo trabajo, publicó el Ca-
para adultos, para niños; y métodos peda- tecismo católico (1955).
gógicos y recursos didácticos adaptados de
modelos educativos profanos (cf. Alfredo 3. Concilio Vaticano II y Catecismo
García Suárez, «Algunas reflexiones sobre de la Iglesia Católica
el sentido y la evolución histórica de los ca- El Concilio Vaticano II impulsó una cate-
tecismos en la Iglesia». quesis más eclesiológica y conectada con la
A mediados del XVIII Roma impulsó la vida cristiana, sintonizando con la dimen-
catequesis. Tocó el tema el Sínodo Romano sión antropológica catequética de los san-
(1725) de Benedicto XIII; Benedicto XIV por tos Padres. Recogía el desarrollo teológico
la Constitución apostólica Etsi minime (1742) gestado desde la entreguerra: la renovación
dio orientaciones precisas. Clemente XIII teológica y pastoral de la escuela de Tubin-
ordenó reimprimir el Catecismo Romano ga y los movimientos bíblico, patrístico, li-
(Roma 1761) ante las disputas de escuela túrgico y ecuménico. Decretó elaborar un
que minaban la cristiandad. Se escribieron Directorio general de la catequesis (1971),
CATECISMO 127
base del desarrollo catequético posterior. En Fe. Esta es la Fe de la Iglesia (1987), dirigido
efecto, tras los Sínodos de los Obispos sobre a jóvenes y catequistas, mantiene un buen
la evangelización (1974) y la catequesis nivel doctrinal con estilo asequible, abun-
(1977), se publicaron las importantes ex- dantes referencias bíblicas y numerosos re-
hortaciones Evangelii nuntiandi (1975) y Ca- cursos didácticos: preguntas, mapas, gra-
techesi tradendae (1979). Finalmente, la bados, etc.
sesión extraordinaria del Sínodo de Obispos Juan Pablo II promulgó en 1992 el Cate-
de 1985, a propuesta de los obispos de Se- cismo de la Iglesia Católica (Constitución
negal-Mauritania, pidió al Papa la redacción apostólica Fidei depositum, 11.X.1992). La
de un Catecismo (FD 1); Juan Pablo II hizo edición típica, de 1997 (Carta apostólica
suyo el proyecto, «urgente necesidad de la Laetemur magnopere, 15.VIII.1997), in-
Iglesia universal» (Discurso, 7.XII.1985). corpora algunos cambios, muchos redac-
Ese catecismo debía exponer orgánica y cionales, pero otros con precisiones de fon-
sintéticamente los contenidos esenciales de do. Era el segundo catecismo de la Iglesia
la doctrina católica a la luz del Vaticano II universal tras el Catecismo Romano. Fue
y de la Tradición eclesial. Dirigido a los pas- escrito, en orden a la aplicación del conci-
tores de todas las iglesias, sería referente lio, por una comisión de expertos, tras dos
para los catecismos de las iglesias particu- consultas al episcopado universal. Es, pues,
lares, que aplicarían la doctrina a las cir- «fruto de una colaboración de todo el Epis-
cunstancias locales. Sería subsidium para copado de la Iglesia católica» (FD 2).
una evangelización a la que son llamados Recupera la savia teológica del tridenti-
todos los fieles. La vocación universal a la no y sigue el ordo doctrinae del Catecismo
evangelización es novedad importante del Romano. El tema de la «economía divina»
Catecismo de la Iglesia Católica respecto a atraviesa las cuatro partes del texto como
la catequética anterior (CCE, Prólogo, 3). «leitmotiv» (Christoph Schönborn, Criterios
Algunas Conferencias episcopales habían de redacción del Catecismo). El Catecismo
publicado ya textos inspirados en la reno- de la Iglesia Católica se «autocomprende»
vación conciliar. Así el Catecismo holandés como articulación de la doctrina de la fe: la
(1966), escrito con método histórico y fe- profesión de la fe bautismal (el símbolo);
nomenológico que, con un nuevo lenguaje los sacramentos de la fe; la vida de fe (los
directo, se dirigía al hombre, recogía sus mandamientos); la oración del creyente (el
preguntas y pretendía aclarar el lugar de la Padrenuestro) (CCE, Prólogo 13).
fe entre esas preguntas, no alcanzó esta fi- Novedosas son las primeras secciones de
nalidad; en parte por el método elegido y las tres primeras partes con temas de an-
en parte por la precariedad de la reflexión tropología teológica: el Catecismo opta así
teológica: aparecen desvirtuadas verdades por el camino del hombre como vía para ex-
fundamentales de la fe cristiana, como el poner la fe: «el hombre es el camino de la
pecado original, la salvación, la cuestión Iglesia» (RH 14). El amor al hombre impul-
acerca de Dios, etc. Muy valioso es el Ca- sa el proyecto salvífico de Dios Trino y su
tecismo católico para adultos (Parte I: La iniciativa en la historia. En el Catecismo se
Fe) (1985) alemán, que transmite el miste- entrelazan las dimensiones trinitaria y cris-
rio de Dios, sin perder de vista al hombre, tológica con la dimensión antropológica.
sujeto creyente; con estilo directo, claro, de La sección I de la Primera parte («Creo,
clara dimensión bíblica y citas del Magiste- creemos»), es una antropología fundamental
rio. Tras la publicación del Catecismo de la que ilumina la dignidad del hombre y del ac-
Iglesia Católica salió la Parte II, Vivir de la fe. to de fe. La sección introductoria de la Se-
Entre los españoles, señalo Esta es nuestra gunda parte («Economía sacramental»)
128 CATECISMO
muestra la riqueza del movimiento litúrgico y un don oportuno, dadas las exigencias y ne-
la sacramentalidad de la Iglesia según el Va- cesidades de la época moderna» (Discurso
ticano II. La sección I de la Tercera parte («La del 7.XII.1992, n. 4).
vocación del hombre: la vida en el espíritu») En los ambientes cristianos creció la ne-
sistematiza la antropología del Catecismo: el cesidad de una versión sintética, breve, con
hombre imagen de Dios; comunidad huma- todos y sólo los elementos esenciales de la
na; y necesidad de la ayuda de Dios para res- fe y de la moral católica, formulado en ma-
ponder a la vocación divina: Dios que revela nera sencilla, accesible a todos. Se edita-
la Verdad, otorga su gracia y acoge al hom- ron, en diversas lenguas y países, versio-
bre a la comunión en su Iglesia. nes más o menos logradas, conteniendo al-
El texto incorpora nuevos contenidos: gunas fallos de estructura y contenido, y
doctrina social, desarrollos de moral fami- aun de integridad de la doctrina católica. Se
liar, la mujer en la Iglesia, ecumenismo, etc. advertía la necesidad de un texto comple-
Tiene un amplio desarrollo trinitario y cris- to, en armonía con el Catecismo de 1992
tocéntrico, pneumatológico y eclesiológico; aprobado por el Papa, para toda la Iglesia.
realza la espiritualidad y la enriquece con Los participantes al Congreso Catequístico
aportaciones del Oriente cristiano. Internacional (octubre de 2002), lo pidie-
Su estilo es propositivo y claro. Destaca ron a Juan Pablo II, que hizo suyo el pro-
su dimensión bíblica, entralazada con las yecto y en febrero de 2003 encargó la re-
fuentes patrísticas, litúrgicas, doctrinales, y dacción a una comisión, presidida por el car-
espirituales de testigos de la fe orientales y denal Ratzinger. El texto elaborado fue
occidentales. Está permeado por la letra y enviado a los cardenales y a los presiden-
el espíritu del Vaticano II. Incorpora recur- tes de las Conferencias episcopales que
sos didácticos: finaliza cada sección con pun- aportaron sus sugerencias.
tos que sintetizan el contenido; aplica di- El 28 de junio de 2005 y en la Basílica de
verso tamaño de letra destacando lo esen- San Pedro, Benedicto XVI presentó el Com-
cial de lo complementario; al margen del pendio del Catecismo de la Iglesia acompa-
parágrafo indica los números de textos re- ñado del Motu proprio para la aprobación y
lacionados, facilitando una lectura omni- publicación. No es un nuevo Catecismo, pues
comprensiva del mensaje (FD 3) remite al promulgado en 1992 que es su
Al proclamarlo Juan Pablo II expresó que fuente y referente. Redactado en forma dia-
el Catecismo «es la exposición de la fe de lógica, sigue la estructura de éste y recoge lo
la Iglesia y de la doctrina católica, atesti- esencial de su contenido en 598 preguntas y
guadas e iluminadas por la Sagrada Escri- respuestas breves y claras. Concluye con do-
tura, la Tradición Apostólica y el Magisterio ble apéndice: oraciones del cristiano (desde
de la Iglesia»; añadiendo, «lo declaro como la señal de la Cruz, Gloria, Padrenuestro,
regla segura para la enseñanza de la fe y etc.) y fórmulas de doctrina católica (siete
como instrumento válido y legítimo al ser- dones del espíritu Santo, obras de miseri-
vicio de la comunión eclesial» (FD 4). En cordia, etc.). Presenta catorce imágenes ele-
una intervención posterior el Papa afirmó gidas del arte cristiano de los ámbitos cul-
que «la publicación del texto debe conside- turales de Oriente y de Occidente que, con su
rarse, sin duda, como uno de los mayores belleza, son anuncio del evangelio. El Com-
acontecimientos de la historia reciente de pendio prepara la inculturación concreta del
la Iglesia, pues constituye un don precioso, Catecismo y prevé la realización de textos
al volver a proponer fielmente la doctrina propios para algunos ámbitos.
cristiana de siempre: un don rico, por los Veinte años después de su publicación,
temas tratados con esmero y profundidad; el CEC sigue manteniendo plena actualidad.
CATEQUESIS 129
Benedicto XVI al convocar con la Carta Por- nada de los catequistas» dentro del Año de
ta fidei, el Año de la Fe 2012-2013, afirma- la Fe, 29-IX-2013). El CCE se sitúa como
ba: «Los contenidos esenciales que desde instrumento privilegiado al servicio de la
siglos constituyen el patrimonio de todos los confirmación, comprensión y profundización
creyentes tienen necesidad de ser confir- renovada de la fe, como memoria del ac-
mados, comprendidos y profundizados de tuar salvífico de Dios en la historia.
manera siempre nueva, con el fin de dar un
testimonio coherente en condiciones histó- Bibliografía
A. GARCÍA SUÁREZ, «Algunas reflexiones sobre el
ricas distintas a las del pasado» (n. 4). El
sentido y la evolución histórica de los catecismos
papa Francisco decía a los catequistas el 29
en la Iglesia», en IDEM, Eclesiología, catequesis,
de septiembre de 2013 que «el educador
espiritualidad, Pamplona 1998. J.A. JUNGMANN, Ca-
en la fe es el que custodia, alimenta y des- tequética. Finalidad y método de la instrucción
pierta la memoria de Dios en sí mismo y en religiosa, Barcelona 19664. J. RATZINGER, Evange-
los demás» y añadía: «El mismo Catecis- lio, catequesis, catecismo, Valencia 1996. M. SI-
mo, ¿qué es sino memoria de Dios, memo- MON, Un catéchisme universel pour l’Église Ca-
ria de su actuar en la historia, de su haber- tholique: du Concile de Trente à nos jours, Leuven
se hecho cercano a nosotros en Cristo, pre- 1992. J. RATZINGER y CH. SCHÖNBORN, Introducción
sente en su Palabra, en los sacramentos, en al Catecismo de la Iglesia Católica, Madrid 19952.
su Iglesia, en su amor?» (Homilía en la «Jor- E. Luque
Catequesis
traducirla en oración, anunciarla... (es la zandos para que fecunde sus experiencias
inspiración catecumenal). más hondas. La profesión de fe recibida de
El documento de los obispos españoles, la Iglesia (traditio), al germinar y crecer a
Catequesis de la comunidad cristiana (1982), lo largo del proceso catequético, es devuel-
desarrolla ampliamente el carácter propio ta (redditio) enriquecida con los valores de
de la catequesis y su distinción con respec- las diferentes culturas. El catecumenado se
to a las demás formas de educación en la convierte, así, en foco fundamental de in-
fe. La sitúa como una etapa formativa del cremento de la catolicidad y fermento de
proceso evangelizador, entre el primer anun- renovación eclesial» (DGC, 78).
cio y la acción pastoral. Se describe como La Iglesia actúa como madre y maestra.
«la etapa (o período intensivo) del proceso Por la catequesis, alimenta a sus hijos con su
evangelizador en la que se capacita básica- propia fe y los inserta, como miembros, en
mente a los cristianos, para entender, cele- la familia eclesial. Así lo expresaba san Gre-
brar y vivir el Evangelio del Reino al que han gorio Magno: «Después de haber sido fe-
dado su adhesión, y para participar activa- cundada, concibiendo a sus hijos por el mi-
mente en la realización de la comunidad nisterio de la predicación, la Iglesia les ha-
eclesial y en el anuncio y difusión del Evan- ce crecer en su seno con sus enseñanzas»
gelio. Esta formación cristiana integral y (Moralia in Iob, XIX 12; CCL 143a, 970).
fundamental tiene como meta la confesión
de fe» (CCC 34). II. FINALIDAD DE LA CATEQUESIS
Más adelante concreta que lo propio de Toda la acción evangelizadora busca favo-
la «catequesis es la iniciación global y sis- recer la comunión con Jesucristo: a partir
temática en las diversas expresiones de la fe de la conversión «inicial» de una persona al
de la Iglesia. Es un servicio a la unidad de la Señor, suscitada por el Espíritu Santo me-
confesión de fe. Es ese período intensivo y diante el primer anuncio, la catequesis se
suficientemente prolongado de formación propone fundamentar y hacer madurar es-
cristiana integral y fundamental» (CCC 61). ta primera adhesión para conocer mejor a
El Directorio general para la catequesis Cristo y comprender más su misterio.
(1997) recoge las precisiones y valores que Para el Catecismo de la Iglesia Católica, la
se han ido explicitando en los documentos finalidad cristológica y cristocéntrica es nu-
citados y la reflexión de los estudiosos del clear en la catequesis: «En el centro de la
tema, y subraya de modo particular la na- catequesis encontramos esencialmente una
turaleza eclesial de la catequesis (cf. nn. 78- Persona, la de Jesús de Nazaret, Unigénito
79). El verdadero sujeto de la catequesis es del Padre, que ha sufrido y ha muerto por
la Iglesia, que, como continuadora de la mi- nosotros y que ahora, resucitado, vive para
sión de Jesucristo y animada por el Espíritu siempre con nosotros [...] Catequizar es [...]
Santo, ha sido enviada para ser maestra de descubrir en la Persona de Cristo el designio
la fe. Por ello, la Iglesia conserva fielmente eterno de Dios [...] Se trata de procurar
el Evangelio, lo anuncia, lo celebra, lo vive y comprender el significado de los gestos y
lo transmite en la catequesis a todos aque- de las palabras de Cristo, los signos reali-
llos que han decidido seguir a Jesucristo. zados por Él mismo. Y el fin de la cateque-
Esta transmisión del Evangelio es un ac- sis es conducir a la comunión con Jesucris-
to vivo de tradición de la Iglesia. Lo que ella to: sólo Él puede conducirnos al amor del
transmite no es algo pasado, caduco, vie- Padre en el Espíritu y hacernos partícipes
jo: es la fe que ella vive, y que además de la vida de la Santísima Trinidad» (CCE
transmite de forma activa: «La siembra en 425, citando textualmente CT 5. cf. CCE
el corazón de los catecúmenos y catequi- 426; AG 14).
132 CATEQUESIS
una catequesis tradicional, doctrinal y sis- aprendizaje de la vida cristiana cobra toda su
temática. La auténtica catequesis es siem- profundidad. Este clima se hace particular-
pre una iniciación ordenada y sistemática a mente necesario cuando los catecúmenos y
la Revelación que Dios mismo ha hecho al los catequizandos se enfrentan a los aspec-
hombre, en Jesucristo, revelación conser- tos más exigentes del Evangelio y se sienten
vada en la memoria profunda de la Iglesia y débiles, o cuando descubren maravillados
en las Sagradas Escrituras y comunicada la acción de Dios en sus vidas».
constantemente, mediante una «traditio» El Directorio añade en su n. 86 las dos
viva y activa, de generación en generación. tareas «relevantes»:
Pero esta Revelación no está aislada de la 5.ª) Incorporación a la vida de la comu-
vida ni yuxtapuesta artificialmente a ella. nidad cristiana, lo cual exige fomentar las
Se refiere al sentido último de la existencia actitudes que faciliten el proceso de inser-
y la ilumina, ya para inspirarla, ya para juz- ción comunitaria: espíritu de sencillez y hu-
garla, a la luz del Evangelio» (CT 22). mildad, solicitud por los más pequeños, aten-
2.ª) La educación litúrgica. Es una di- ción preferente a los que se han alejado, co-
mensión esencial de la catequesis, ya que rrección fraterna, oración en común, perdón
la comunión con Jesucristo conduce a cele- mutuo, y, en definitiva, el amor fraterno aglu-
brar su presencia en los sacramentos y par- tina todas estas actitudes. Le compete tam-
ticularmente en la Eucaristía. La catequesis bién fomentar el espíritu de unidad, que des-
debe lograr una verdadera iniciación a la arrollará la dimensión ecuménica en la me-
oración y a la liturgia, y «para ello, la cate- dida en que suscite y alimente el verdadero
quesis, además de propiciar el conocimien- deseo de unidad.
to del significado de la liturgia y de los sa- 6.ª) La iniciación en la misión. Los discí-
cramentos, ha de educar a los discípulos de pulos de Jesucristo, para estar presentes y
Jesucristo para la oración, la acción de gra- capacitados en la sociedad, en el marco pro-
cias, la penitencia, la plegaria confiada, el fesional, cultural y social para dar testimo-
sentido comunitario, la captación recta del nio de vida cristiana, se deben preparar; lo
significado de los símbolos...; ya que todo mismo puede afirmarse con vistas a coope-
ello es necesario para que exista una ver- rar en los diferentes servicios eclesiales, se-
dadera vida litúrgica (DGC 85). gún la vocación de cada uno. Este compro-
3.ª) La formación moral. La comunión miso evangelizador brota, para los fieles lai-
con Jesucristo implica caminar en su segui- cos, de los sacramentos de la iniciación
miento, por eso hay que iniciar a los discí- cristiana y del carácter secular de su voca-
pulos en la vida evangélica. El Catecismo ción. También es importante poner todos los
de la Iglesia Católica precisa las caracterís- medios para suscitar vocaciones sacerdota-
ticas de esta formación moral (cf. CCE les y de especial consagración a Dios en las
1697): será una catequesis del Espíritu San- diferentes formas de vida religiosa y apos-
to, de la gracia, de las bienaventuranzas, tólica, y para suscitar en el corazón de cada
del pecado y del perdón, de las virtudes hu- uno la específica vocación misionera.
manas y cristianas, del doble mandamiento El Directorio, en su n. 87, tras este aná-
de la caridad, y de sentido eclesial. lisis indica que todas las tareas son nece-
4.ª) Enseñar a orar. El Directorio de 1997 sarias ya que se implican mutuamente y se
(n. 85) señala que «la “entrega del Padre desarrollan conjuntamente, de forma que
Nuestro”, resumen de todo el Evangelio, es, si alguna se descuida la fe cristiana no al-
por ello, verdadera expresión de la realiza- canza su crecimiento. La catequesis exige,
ción de esta tarea. Cuando la catequesis es- por tanto, la transmisión del mensaje evan-
tá penetrada por un clima de oración, el gélico y la experiencia de la vida cristiana, la
134 CIENCIA (Y TEOLOGÍA)
primera, que se recibe como «don» y la se- Tertuliano, en su Apologético 18,4 indica
gunda, que se vive como «compromiso». que «los cristianos no nacen, se hacen», y
ciertamente la Iglesia se ha mostrado in-
IV. EL CATECUMENADO BAUTISMAL, INSPIRADOR cansable en esta tarea de iniciación cristia-
DE LA CATEQUESIS na. «En síntesis señala el Directorio en el n.
Entre los catequizandos y los catecúmenos, 68 la catequesis de iniciación, por ser or-
y entre la catequesis posbautismal y la ca- gánica y sistemática, no se reduce a lo me-
tequesis prebautismal, hay una diferencia ramente circunstancial u ocasional; por ser
fundamental, la recepción al menos del Bau- formación para la vida cristiana, desborda
tismo. Sin embargo, los nn. 90-91 del Di- incluyéndola a la mera enseñanza; por
rectorio, señalan que «la catequesis pos- ser esencial, se centra en lo «común» para
bautismal, sin tener que reproducir mimé- el cristiano, sin entrar en cuestiones dispu-
ticamente la configuración del catecumenado tadas ni convertirse en investigación teoló-
bautismal, y reconociendo el carácter de gica. En fin, por ser iniciación, incorpora a
bautizados que tienen los catequizandos, la comunidad que vive, celebra y testimo-
hará bien en inspirarse en esta escuela pre- nia la fe».
paratoria de la vida cristiana, dejándose fe-
cundar por sus principales elementos con- Bibliografía
figuradores. Entre esos elementos señala, J. GEVAERT (dir.), Diccionario de catequética, Madrid
que la catequesis: ha de tener una función 1987. Congregación para el Clero, Directorio ge-
de iniciación y de ella es responsable toda neral para la catequesis, Vaticano 1997. J. PUJOL,
la comunidad cristiana. Como proceso for- F. DOMINGO, A. GIL y M. BLANCO, Introducción a la
mativo y verdadera escuela de fe es tam- pedagogía de la fe, Pamplona 2001.
bién inicio de inculturación de la fe. J. Pujol-F. Domingo
Ciencia (y teología)
bién, de la forma de concebir la teología. En tiana sólo pueden ser aceptados por quie-
principio, la teología puede ser científica só- nes confiesan dicha fe. Todo lo más se podría
lo si dicho calificativo adquiere un sentido aceptar una «ciencia de las religiones», cu-
más amplio que el atribuido a las ciencias yo estatuto sería obviamente muy distinto al
naturales. Sin embargo, tampoco ayuda un teológico.
concepto de «ciencia» demasiado difumi- 2. La ciencia requiere amplios consen-
nado y que se asocia a cualquier forma de sos después de que se ha procedido a veri-
saber. Parece que la teología se siente «cien- ficar la validez de una hipótesis y se ha se-
cia» cuando ésta se concibe en un punto guido un proceso suficiente de recepción y
medio entre esos extremos. de criba crítica, mientras que la teología co-
Se han propuesto al menos tres motivos noce desde antiguo una pluralidad de es-
para que la teología sea reconocida como cuelas e interpretaciones, lo que es consi-
ciencia: derado más bien como una riqueza; pero
1. Formal: la teología es una disciplina entonces la teología se asimila más al ejer-
intelectual que se ejerce con rigor, busca la cicio de una forma de hermenéutica sobre
sistematización y está sometida al análisis y textos considerados fundacionales, que co-
juicio de la comunidad de especialistas; su mo una ciencia.
método es asimilable al de las ciencias co- 3. Resulta difícil verificar o falsificar (en
munes, por lo que debe formar parte del sentido de Popper) los resultados y pro-
ambiente académico superior. puestas de la investigación teológica, que
2. Sustancial o de contenido: la teología pueden proponerse a menudo sin tener que
tiene un objeto propio de estudio que cua- someterse a los controles estrictos que de-
lifica su actividad como distintiva y necesa- terminan el destino de una teoría científica.
ria, junto a otras disciplinas. Desde los au- También desde dentro de la teología hay
tores medievales se avanza esta tesis, que autores que se distancian del modelo cien-
hace de la teología una «ciencia de Dios» y tífico. Las formas más negativas y dialécticas
de su revelación. En tiempos recientes su de la producción teológica evitan cualquier
pretensión se reduce, pero igualmente se identificación de la reflexión creyente con
reivindica lo específico de su objeto: la ex- un tipo de estudio que por definición es ob-
periencia religiosa y su expresión, como una jetivante, neutral y distanciado de su obje-
realidad que merece un estudio científico. to; todo lo que no debe ser una teología con-
3. Relativo: la teología se vuelve «cien- fesional y afirmativa, que nunca puede ob-
tífica» en la medida que se hace cargo de jetivar su punto de referencia absoluto, sino,
las «ciencias» propiamente dichas para su a lo más, dejarse objetivar por el mismo.
inspiración y la elaboración de sus pro- Contamos con intentos recientes de acer-
puestas. Sería el contacto interdisciplinar camiento entre el ideal científico, que cons-
con las ciencias la que daría lugar a una tituye un estándar del conocimiento riguro-
«teología científica» (A.E. McGrath, The so, y la teología. Hace años que se plantean
Science of God, London-New York 2004, 23) revisiones de la epistemología científica, en
Junto a estas razones conviene recoger el sentido de asumir una orientación más
las de quienes se oponen a dicho «progra- falibilista y flexible, lejos del modelo de «co-
ma» de la teología como ciencia, tanto des- nocimiento absoluto y unificado» de la rea-
de dentro de la misma, como desde fuera. lidad, o de un estrecho empirismo. Los es-
1. La teología no puede ostentar una fun- tudios de la ciencia promovidos bajo una
dación neutral y universalmente aceptada, orientación posmoderna todavía han limita-
como corresponde a las ciencias naturales. do más sus ambiciones de ser la «clave de
Los elementos que fundan a la teología cris- la verdad». Algunos teólogos han tratado
136 CIENCIA (Y TEOLOGÍA)
saber especializado; pero la interpretación de cido en las últimas décadas las iniciativas
tal «afinidad» es muy variada. Algunos au- tendentes a fomentar el diálogo y la cola-
tores señalan la tensión que ha vivido la boración entre esas dos formas del saber:
mentalidad científica en el ambiente cristia- la científica y la teológica. Se desea evitar
no hasta la modernidad: el pensamiento un conflicto que daña a todos. Se ha publi-
agustiniano habría propiciado una hostili- cado mucho y se puede presentar un ba-
dad con la investigación, a causa de su pe- lance orientativo de cómo están las cosas.
simismo sobre la condición natural y su es- Para ello es mejor servirse del esquema ya
catologismo. También las filosofías medie- clásico que propone el científico y teólogo
vales que propugnaban un orden necesario I. Barbour, quien distingue cuatro modelos
y universal en la creación habrían impedi- de relación entre los dos saberes:
do la práctica de la ciencia. Algunos análi- a) El conflicto o el rechazo abierto, sea
sis indican que los maestros franciscanos, de la ciencia a la teología, a partir de una
sobre todo ingleses, habían propiciado ya militancia atea explícita, en nombre de la
en el siglo XIII una mayor atención a la re- concepción científica de lo real; sea desde
alidad empírica y al mundo contingente, la fe cristiana a la ciencia, como en el caso de
punto de partida de la moderna ciencia. No los «creacionistas» o de los que promueven
obstante, su desarrollo se retrasó hasta el una lectura literal de textos bíblicos.
siglo XVII, cuando la empresa científica es- b) La inconmensurabilidad o la mutua
tuvo bastante vinculada al pensamiento re- ignorancia, en nombre de un contraste en-
ligioso (basta pensar en Pascal). Lo cierto tre los objetos de estudio, los métodos y las
es que la ciencia se volvió autónoma y fue finalidades de cada saber. Algunos lo han
entrando en abierta competencia con la vi- designado como «teoría del doble magiste-
sión bíblico-cristiana. Con Galileo primero, rio» (J.S. Gould, Rocks of Ages: Science and
y después con Newton y Darwin, se hizo ca- Religion in the Fullness of Life, New York
da vez más patente el conflicto entre las dos 1999), en el sentido de que estamos ante
formas de entender el mundo. dos formas distintas de conocimiento que
Algunos teólogos han propuesto otra lec- no interfieren entre ellas.
tura de la historia, que tiene más en cuen- c) La relación de adecuación, donde la
ta el «cuadro amplio». Así, por ejemplo, F. teología asume un papel más bien depen-
Gogarten, entre otros, ha destacado que fue diente respecto de la ciencia e intenta adap-
la teología cristiana la que desmitificó el tarse a sus resultados, bajo pena de perder
mundo y lo liberó de agentes sobrenatura- plausibilidad si trata de mantener visiones
les, para confiarlo a una humanidad eman- en contraste con ella; este modelo obliga a
cipada para comprenderlo y transformarlo. la fe a renuncias y sacrificios doctrinales.
Quizás esa toma de conciencia no se actuó d) La relación de colaboración y diálogo,
completamente hasta la Reforma protes- en el que ciencia y teología se encuentran
tante; en todo caso, según estos teólogos, como interlocutores, aprenden una de la
la fe está obligada hoy a reconocer cierta otra y se intercambian información rele-
«paternidad» respecto de la ciencia, y a res- vante, sin excluir el ejercicio de la crítica ha-
petar y favorecer su progreso. cia la otra parte.
Estos cuatro modelos están presentes en
2. Perspectiva sistemática el panorama teológico actual, y, a excep-
A pesar de todo, persisten los conflictos en ción del primero, cuyo humus está más bien
el momento actual y se dan varios escena- fuera de la academia, cuentan con desta-
rios de clara hostilidad científica contra la fe cados partidarios. Por consiguiente, no hay
religiosa. En este contexto incierto han cre- un consenso claro en torno a cuál sea la me-
138 CIENCIA (Y TEOLOGÍA)
jor actitud teológica ante la presión que ejer- gado, en el que se juega con niveles nece-
ce el avance científico. También en este ca- sarios de ganancias y pérdidas por ambas
so se registra un inevitable pluralismo: al- partes; la teología está obligada en ese ca-
gunas teologías ignoran el reto que plantea so a plantearse qué es lo que puede poner
la ciencia, convencidas de que la propuesta en juego, y qué es lo innegociable.
de la fe se sitúa en otro nivel; otras teologías Es deseable que el intercambio interdis-
perciben el problema que se plantea y re- ciplinar propicie una mutua fecundación, al
accionan con varias estrategias: desde la menos en teoría, respetando algunos límites,
apologética que reivindica frente a la ciencia para evitar exageraciones estériles para am-
la verdad cristiana, hasta los intentos de bas partes, como se ha advertido en otros
compromiso y acomodación. escenarios.
En todo caso conviene que al menos una No obstante, persisten problemas que no
forma de teología en cierto sentido, espe- se pueden eludir, cuestiones abiertas en un
cializada afronte los desafíos que proce- campo en el que se hace necesario invertir
den del desarrollo y divulgación de la men- más esfuerzos teológicos. Para empezar, ha-
talidad científica, así como su impacto en la bría que afrontar la cuestión del naturalis-
conciencia creyente. La Encíclica Fides et mo, que se plantea tanto desde el punto de
ratio de Juan Pablo II ha consagrado un prin- vista metafísico, como metodológico. Una
cipio de no contradicción entre las distintas buena parte de la filosofía occidental está
formas de racionalidad, lo que obliga a la convencida de que su reflexión deba pro-
teología a un esfuerzo mayor de compren- ponerse en continuidad con los datos que
sión y en términos de J.H. Newman de provee la ciencia, y nunca en contraste con
asimilación de las aportaciones científicas ellos. No está claro hasta qué punto la teo-
dentro del ambiente cognitivo cristiano. logía puede asumir ese axioma, que de to-
Si se excluyen las formas más negativas dos modos no es unánime.
del impacto de la ciencia en la fe, cabe se- En conexión con el problema del natu-
ñalar algunos «tipos ideales» que puede ralismo, se plantean los límites ya señalados
asumir una teología atenta a la ciencia: de la interrelación con la ciencia, y sobre
a) El servicio que la ciencia presta a la todo del adaptacionismo, que ha llevado a
teología, en un sentido similar a lo que fue algunos teólogos especializados en este
la filosofía para los maestros medievales, es campo a asumir programas teológicos un
decir, una fuente de inspiración, un «lugar tanto distantes de la doctrina tradicional,
teológico», que provee indicaciones útiles como es el caso de la «teología del proce-
para el desarrollo teológico, sea desde la so». De todos modos, hay que tener en
perspectiva del método, sea desde la de los cuenta que es ilusoria una aproximación
contenidos. «inocente» a la ciencia, en la que no se
b) La «comunicación» abierta y franca arriesga nada ni se exigen sacrificios por
entre ambas disciplinas o conjuntos de ellas, parte de la teología.
un proceso que conduce no sólo al inter- Por otro lado, siguen abiertas algunas
cambio de información, sino también a la cuestiones que reclaman respuesta, por
crisis de las propias concepciones, lo que ejemplo: el evolucionismo y el cuadro an-
obliga al replanteamiento del propio pro- tropológico cristiano; la nueva cosmología
grama, bajo la convicción de que, a más in- y la actuación divina en el mundo; las cien-
formación, mejores prestaciones cias cognitivas y la comprensión de la na-
c) La «negociación» entre las dos for- turaleza religiosa personal.
mas de conocimiento, que expresa metafó- Ahora bien, siguen vigentes las adver-
ricamente un modo de intercambio arries- tencias formuladas por varios teólogos del
CIENCIA (Y TEOLOGÍA) 139
siglo XX (entre ellos K. Rahner), en cuanto tro; y el de la continuidad entre la obra crea-
a las pretensiones de totalidad que a me- dora de Dios y la del ser humano.
nudo exhibe la ciencia. La teología se cons- El primer filón ya ha sido indicado: el ser
tituye entonces en una especie de «vigilan- humano responde con su actividad científi-
te» para que la ciencia no traspase ciertos lí- ca a un designio divino, que le invita a pro-
mites, ni pretenda constituir una especie de fundizar en el conocimiento de lo real para
«absoluto cognitivo», que podría desembo- un uso más adecuado, una vocación para la
car en formas totalitarias en el campo prác- que nos ha liberado Cristo respecto de to-
tico. Esa función de «aviso» y «alarma» exi- do poder numinoso, y nos ha responsabili-
ge prestar mucha atención a la evolución zado a tenor de la sentencia paulina: «...
científica, a sus propuestas y a sus aplica- todo es vuestro; y vosotros de Cristo y Cris-
ciones prácticas, sobre todo cuando están to de Dios» (1 Co 3,22 s.).
en juego la dignidad y la libertad humanas. El segundo filón interpreta el mandato
No es fácil para la teología entonces fijar su creacional de Gn 1,28 como una vocación
posición entre la demanda vigilante y la ne- a prolongar la actividad creadora de Dios;
cesidad de recibir y asimilar dentro de la de ahí que la ciencia y la técnica no sean
propia tradición los resultados mejores de más que la participación en el poder creador
la investigación científica. que Dios ha confiado a los humanos. Ph.
Hefner concluye que no se puede distinguir
III. POR UNA TEOLOGÍA DE LA CIENCIA entonces entre la esfera natural y la técnica,
Las últimas consideraciones dan paso a la de donde resulta una condición de «tecno-
tercera cuestión planteada al inicio: en qué naturaleza», y la persona deviene «tecno-
medida la teología puede ofrecer un discer- sapiens»(Ph. Hefner, Technology and Hu-
nimiento positivo sobre la ciencia. man Becoming, Minneapolis 2003.). En to-
Ante todo conviene superar la lectura en do caso, el progreso que ha favorecido la
clave de sospecha que ha caracterizado la ciencia y la técnica es un logro que encaja
visión teológica de la ciencia, y sobre todo, con el plan divino para la humanidad.
de su dimensión práctica, la técnica. Per- Por supuesto que estas perspectivas no
siste en algunos ambientes cristianos un impiden una actitud al mismo tiempo crítica
prejuicio antitécnico que se arrastra desde el y vigilante respecto de la ciencia, como ya se
siglo XIX, y que no ayuda al desarrollo de ha señalado.
una teología realista. Es el caso de algunos
fundamentalistas. Si la teología quiere pres- Bibliografía
tar un servicio de lectura de la realidad a M. ARTIGAS, Ciencia y fe: nuevas perspectivas,
partir de la voluntad salvífica de Dios, con- Pamplona 1992. I.G. BARBOUR, El encuentro en-
viene revisar este punto de vista. tre ciencia y religión: ¿rivales, desconocidas o
Una teología de la ciencia y la técnica compañeras de viaje?, Maliaño (Cantabria) 2004.
aprovecha en la actualidad al menos dos fi- J. POLKINGHORNE, Ciencia y teología: una introduc-
lones: el del encargo divino de comprender ción, Maliaño (Cantabria) 2000.
la creación, liberada para el servicio nues- L. Oviedo
140 COLEGIO EPISCOPAL
Colegio episcopal
Colegio (7). Presuponemos aquí la doctrina Apóstoles forman un solo Colegio Apostóli-
sobre el primado del Papa (ver «Ministerio co, de manera semejante se unen entre sí el
petrino»). Romano Pontífice, sucesor de Pedro, y los
Obispos sucesores de los Apóstoles» (LG
I. EL COLEGIO APOSTÓLICO 22). Así lo testifica la tradición. Es frecuen-
Jesús eligió a «Doce» y los constituyó a mo- te en la Antigüedad el uso de los términos
do de colegio o grupo estable y puso a su Collegium, Ordo o Corpus para designar el
frente a Pedro, elegido de entre ellos mis- grupo de sucesores de los apóstoles. La his-
mos (cf. LG 19). La «Nota explicativa prae- toria de la Iglesia en Oriente y Occidente
via» n. 1 (= NEP) al cap. III de Lumen gen- ofrece signos que «manifiestan la naturale-
tium dice: «Colegio no se entiende en un za y forma colegial propia del orden epis-
sentido estrictamente jurídico, es decir, de un copal» (LG 22). Entre esas manifestaciones
grupo de iguales que hubieran delegado su se cuentan los signos de unidad, de caridad
autoridad en su presidente, sino de un gru- y de paz que unen a los obispos entre sí y
po estable cuya estructura y autoridad se con el Papa (cartas de comunión, de amis-
han de deducir de la Revelación». Para evi- tad; cartas en las que se intercambian con-
tar equívocos, el texto de Lumen gentium, n. sejos y advertencias, o se prestan ayuda
19 añade una expresión equivalente: «gru- material, o anuncian a sus «colegas» su en-
po estable» (y para referirse a los obispos trada en el ministerio episcopal). Otros sig-
el Concilio emplea indistintamente las pala- nos relevantes del Colegio son la celebra-
bras «Orden» o «Cuerpo» como equivalen- ción de concilios particulares y ecuménicos,
tes al término «Colegio»). La índole colegial y también la presencia de varios obispos en
de los Doce se confirma con la manera de la ordenación de un nuevo elegido.
actuar de los Apóstoles; juntos realizan la
misión confiada por el Señor. Cada uno par- III. LA SUCESIÓN APOSTÓLICA ES PRIMACIAL
ticipa de la autoridad y misión transmitidas Y COLEGIAL
por Jesús en cuanto pertenece al «grupo es- «Así como permanece el oficio concedido
table» (cf. Mt 18,18; 19,28; 28,18-20; Lc por Dios singularmente a Pedro, primero
22,19.28-30; Jn 20,22-23). El libro de los de los Apóstoles, y se transmite a sus su-
Hechos presenta a los Apóstoles actuando cesores, así también permanece el oficio
conjuntamente bajo la presidencia de Pe- de los apóstoles de apacentar la Iglesia que
dro (cf. Hch 15,23-29). permanentemente ejercita el Orden sagra-
do de los Obispos» (LG 20). De una parte,
II. EL COLEGIO EPISCOPAL SUCEDE AL COLEGIO Pedro es el «primero» de los Apóstoles
APOSTÓLICO cuando recibe del Señor singularmente su
Por institución divina los obispos han suce- autoridad primacial, en la que le sucede el
dido en el lugar de los apóstoles como pas- Papa. De otra, el oficio apostólico también
tores de la Iglesia. El fundamento de la su- lo recibe el Colegio u «Orden» de los obis-
cesión es la perennidad de la misión apos- pos, en el que se incluye el Papa. El sucesor
tólica. Pero no se da sucesión de un apóstol de Pedro y los demás sucesores de los após-
por un obispo concreto, sino que la suce- toles están unidos en el proceso sucesorio,
sión se realiza de Colegio a Colegio: del que comporta simultáneamente ambas for-
apostólico al episcopal. El Colegio episcopal mas «primacial» y «colegial». Lo cual no
sucede al Colegio apostólico; aún más, en significa que el Papa esté condicionado en
el Colegio episcopal se perpetúa el Colegio su ministerio primacial por los demás obis-
apostólico (cf. LG 22). «Así como, por dis- pos. Sólo el Papa sucede en el peculiar mi-
posición del Señor, san Pedro y los demás nisterio de un apóstol determinado, que es
142 COLEGIO EPISCOPAL
V. DIMENSIÓN COLEGIAL Y PARTICULAR Barcelona 1966, 783). Por eso, «la potes-
DE LA AUTORIDAD EPISCOPAL tad del Colegio episcopal sobre toda la Igle-
Con la ordenación episcopal se participa en sia no proviene de la suma de las potestades
la sacra potestas para la Iglesia universal y de los Obispos sobre sus Iglesias particula-
simultáneamente para realizar un ministe- res, sino que es una realidad anterior en la
rio particular (habitualmente como pastor que participa cada uno de los Obispos» (Exh.
de una Iglesia local). No hay en el obispo, apost. Pastores gregis, n. 8). El Colegio «pre-
en rigor, una sacra potestas colegial, y otra cede» teológicamente a sus miembros sin
sacra potestas particular, como potestades ser distinto de ellos. «El Colegio episcopal
distintas. Por la consagración episcopal el no se ha de entender como la suma de los
obispo no recibe una potestad para gobernar Obispos puestos al frente de las Iglesias par-
la Iglesia universal como Colegio, y otra po- ticulares, ni como el resultado de su comu-
testad diversa para gobernar la Iglesia lo- nión, sino que, en cuanto elemento esencial
cal. Lo que hay son diversas formalidades o de la Iglesia universal, es una realidad pre-
modos colegial y particular de ejercer la via al oficio de presidir las Iglesias particu-
única sacra potestas sacramentalmente re- lares» (Carta apostólica Apostolos suos, n.
cibida. Ahora bien, la sacra potestas se recibe 12). El obispo preside una Iglesia o realiza
a título de miembro del Colegio y en el in- otras funciones episcopales debido a su
terior del Colegio. Por eso, se da una prio- condición de miembro del Colegio. A la pre-
ridad originaria de la dimensión colegial gunta de si el obispo entra en la sucesión
respecto de la particular. Entiéndase bien: apostólica por ser cabeza de una Iglesia par-
tanto la dimensión particular para una co- ticular, o bien por ser miembro del Colegio,
munidad concreta, como la dimensión uni- cabe responder que, si bien es cierto que la
versal como miembro del Colegio, coexisten sucesión en una sede testifica y garantiza la
en el obispo, pues son aspectos de la única sucesión apostólica, también lo es que entra
sacra potestas recibida. La prioridad que se en la sucesión apostólica por su agregación
afirma es de orden teológico-causal: la or- al Colegio de sucesores, pues la sucesión no
denación sacramental confiere la autoridad sucede individualmente de Apóstoles a obis-
episcopal porque agrega al Colegio de los pos y de obispos a obispos, sino colegial-
obispos. «No son los Obispos particularmente mente, de Colegio apostólico a Colegio epis-
quienes suceden a cada uno de los Apósto- copal.
les sino que es el Colegio episcopal el que
sucede al Colegio apostólico. Al entrar en él VI. EL COLEGIO EPISCOPAL Y SU CABEZA
ninguno lleva una potestad particular; pero El Señor puso a Pedro como roca y porta-
cada uno se hace copartícipe de la potestad dor de las llaves (Mt 16,18-19), y le consti-
universal inherente al Colegio episcopal al tuyó Pastor de toda su grey (cf. Jn 21,15ss.).
que se agrega en virtud de la legítima or- Pero el oficio que Jesús dio a Pedro de atar
denación recibida. En otras palabras: la po- y desatar, consta que lo dio también a los
testad particular de cada Obispo es sólo una Apóstoles con Pedro (Mt 18,18; 28,16-20).
aplicación de la potestad universal que com- Por esa razón, el Colegio episcopal es suje-
pete a todos en cuanto forman el Colegio. to también de la suprema y plena potestad
Y ésta no es una dilatación de la potestad en la Iglesia (cf. LG 22). Esta proposición
particular, ya que la precede ontológicamente en nada atenta al primado papal definido
y es la fuente de su actuación concreta» (U. por el Concilio Vaticano I. En efecto, el Co-
Betti, «Relaciones entre el Papa y los otros legio carece de existencia y de autoridad sin
miembros del Colegio episcopal», en G. Ba- el Romano Pontífice. El Colegio se constitu-
raúna (dir.), La Iglesia del Vaticano II, II, ye siempre «junto con su cabeza, el Roma-
144 COLEGIO EPISCOPAL
no Pontífice» y «nunca sin esta cabeza» menos aceptado como tal por el sucesor de
(ibid.). No puede ejercitar la autoridad sin Pedro. Y es prerrogativa del Romano Pontí-
su consentimiento. Queda siempre a salvo la fice convocar estos Concilios Ecuménicos,
potestad plena, suprema y universal que presidirlos y confirmarlos» (LG 22). Pero
tiene el Papa en la Iglesia, en virtud de su también puede darse una acción colegial de
cargo de Vicario de Cristo, tanto sobre los los obispos dispersos por el mundo. «Esta
pastores como sobre los fieles; autoridad misma potestad colegial puede ser ejercita-
que puede siempre ejercer libremente. Por da por los Obispos dispersos por el mundo a
tanto, los sujetos de la suprema potestad una con el Papa, con tal que la cabeza del
en la Iglesia, por institución divina, son el Colegio los llame a una acción colegial, o por
Romano Pontífice y también el Colegio epis- lo menos apruebe la acción unida de los
copal. En cuanto a la articulación de ambos Obispos o la acepte libremente para que sea
«sujetos» el Papa y el Colegio se han da- un verdadero acto colegial» (LG 22; cf. CIC,
do tres respuestas: a) el sujeto único de la c. 337). La condición de esta forma extra-
suprema autoridad sería el Romano Pontí- conciliar de acción colegial es que la cabeza
fice, que hace partícipe al Colegio de su ple- del Colegio «llame» a todos los obispos (no
nitud de potestad; esta opinión resulta di- sólo a un grupo) a una acción verdadera-
fícil de compaginar con la doctrina de Lu- mente colegial; o que, al menos, la «aprue-
men gentium, n. 22, y apenas es sostenida; be» o la «reciba libremente». En todo caso,
b) el sujeto único de la suprema autoridad es no hay acto colegial perfecto mientras el Pa-
el Colegio episcopal, y el Papa actúa perso- pa no lleve a término la iniciativa de los obis-
nalmente su primado como cabeza del Co- pos con su aprobación o libre aceptación del
legio; c) hay dos sujetos «inadecuadamen- resultado. Corresponde al Sumo Pontífice,
te distintos» de la suprema autoridad: el de acuerdo con las necesidades de la Iglesia
Romano Pontífice, de una parte, y el Colegio en las variadas circunstancias históricas, de-
episcopal con su cabeza, el Papa, de otra. terminar y promover esos modos en que el
Colegio de los obispos pueda ejercer su au-
VII. LA ACCIÓN DEL COLEGIO toridad suprema en bien de la Iglesia (cf.
«El Colegio, en cambio, aunque siempre NEP, n. 3).
existe, no por eso actúa permanentemente
con una acción estrictamente colegial, co- Bibliografía
mo consta por la Tradición de la Iglesia» A. GARCÍA SUÁREZ, «La comunión episcopal», en
(NEP, n. 4). Corresponde al Papa libremen- IDEM, Eclesiología, catequesis, espiritualidad, Pam-
te convocar esas acciones «estrictamente plona 1998, 35-57. J. RATZINGER, «La Colegialidad
colegiales» del Colegio (cf. CIC, c. 337). La episcopal según la doctrina del Concilio Vaticano
más evidente se da en los obispos reunidos II», en IDEM, El nuevo Pueblo de Dios, Barcelona
en un concilio ecuménico. «La potestad su- 1972, 191-250; «Primado, episcopado y “suc-
prema que este Colegio posee sobre la Igle- cessio apostolica”», ibid., 137-164. J.R. VILLAR, El
sia universal se ejercita de modo solemne Colegio episcopal. Estructura teológica y pasto-
en el Concilio Ecuménico. Nunca hay un Con- ral, Madrid 2004.
cilio Ecuménico que no sea confirmado o al J.R. Villar
COMUNIÓN DE LOS SANTOS 145
dida o bien como Cuerpo de Cristo, bien co- un individuo repercute en bien de todos, y la
mo la comunidad cristiana, Pueblo de Dios. caridad es la que hace que les aproveche,
Sin embargo, si se entiende sanctorum pues esta virtud no busca su propio prove-
en forma neutra, entonces la communio cho» (I,10, 22.25.23).
sanctorum se traduce como «comunión de Sin embargo, siguiendo la traducción que
las cosas santas», con un significado «real» hizo Lutero de communio (Gemeinschaft)
más que personal, haciendo referencia a la como comunidad (Gemeinde) (WA 2,190;
común posesión de las cosas santas, parti- 8,217), la moderna eclesiología luterana con-
cularmente los sacramentos, Bautismo y Eu- sidera la communio sanctorum como equi-
caristía, y también según el Catecismo de la valente sin más a «Iglesia», Pueblo de Dios.
Iglesia Católica (nn. 949-953), la fe, los ca- De hecho, la teología protestante, prevenida
rismas, la caridad y hasta los bienes terrenos. tradicionalmente hacia la teología de las me-
En el Catecismo se lee: «La expresión diaciones y del realismo sacramental, tanto
“comunión de los santos” tiene dos […] sig- católico cuanto oriental, ha criticado la lectura
nificados estrechamente relacionadas: “co- «realista» de la communio sanctorum, pre-
munión en las cosas santas” (sancta), y co- firiendo la comprensión «personalista».
munión entre las personas santas’ (sancti)» La teología católica moderna ha recupe-
(n. 948). Y sigue: «Sancta sanctis! lo que rado el equilibrio entre los dos aspectos. El
es santo para los que son santos es lo que liturgista J.A. Jungmann por ejemplo escri-
se proclama por el celebrante en la mayoría be: «... no se puede hablar de comunión de
de las liturgias orientales en el momento de los santos sino en el sentido de que existe
la elevación de los santos dones antes de la un tesoro común de bienes sagrados, sa-
distribución de la comunión. Los fieles (sanc- cramentales y medios de salvación (sanc-
ti) se alimentan con el cuerpo y la sangre ta) de los cuales participan los fieles de la
de Cristo (sancta) para crecer en la comu- comunidad (sancti)» (Zeitschrift für katho-
nión con el Espíritu Santo (koinônia) y co- lische Theologie 50 [1926] 213).
municarlo al mundo». Asimismo el Magisterio de la Iglesia a lo
El énfasis sobre el sentido «real» del ar- largo del último siglo ha enfatizado la lectu-
tículo se mantiene a lo largo del Medioevo (P. ra real de la communio sanctorum, base de
Bernard, «Communion des saints: son as- la comprensión personalista, haciendo refe-
pect dogmátique et historique», en DTC rencia especialmente a la Eucaristía, por
3[1908] 443-447; É. Lamirande, La comu- ejemplo en los siguientes documentos: Le-
nión de los santos, Andorra 1964, 21-25). ón XIII, Enc. Mirae caritatis (1902); Pío XII,
Un Símbolo Apostólico franco-normando del Enc. Mystici Corporis Christi (1943); Concilio
siglo XII habla abiertamente de la «comu- Vaticano II, Const. Lumen gentium, nn. 49-
nión en las cosas santas» (A. Hahn y L. 51; y el Catecismo de la Iglesia Católica, nn.
Hahn, Bibliothek der Symbole und Glau- 946-962. Este último da una clara prioridad
bensregeln der Alten Kirche, Breslau 1877, al sentido real sobre el sentido personalista.
57-58). El mismo sentido se encuentra en
el Catecismo del Concilio de Trento: «La uni- III. EL SIGNIFICADO Y ALCANCE TEOLÓGICOS DE
dad del Espíritu por la que [la Iglesia] es LA «COMMUNIO SANCTORUM»
conducida, hace que todo lo que en ella se En realidad, los dos sentidos de sanctorum,
deposite sea común […] No solamente son el masculino y el neutro, coinciden entre sí si
comunes aquellos dones que hacen a los se entiende que la comunión entre los hom-
hombres gratos a Dios y justos, sino tam- bres no es obra humana sino fruto de la gra-
bién los dones extraordinarios de la gracia cia divina. En efecto, la acción salvífica de
[…] Todo lo bueno y santo que emprende Cristo Cabeza, hecha presente en la palabra
COMUNIÓN DE LOS SANTOS 147
y en los sacramentos («las cosas santas»), madre, que consiste en todos los unidos con
diviniza a los hombres, convirtiéndoles en Cristo en la fe y en el bautismo, es la co-
«santos» y miembros vivos y vivificantes de munión de los santos. Si su maternidad es
su Cuerpo. Precisamente por la prioridad de fundada en su unión interior y misteriosa
la gracia en el constituirse de la communio con Cristo, entonces todos los que han en-
sanctorum, la comunión en las «cosas san- trado en esta comunión con Cristo compar-
tas» precede a la de «los santos». En efec- ten la misma maternidad de la Iglesia. La
to, para los Padres de la Iglesia, son los sa- comunión de los santos es siempre y al mis-
cramentos divinos a establecer la comunión mo tiempo una comunión que salva y que
real, visible e invisible, que existen entre los santifica. Según santo Tomás, por la comu-
hombres. La comunión en la Iglesia es algo nión de los santos «obtenemos dos cosas:
dado, y en consecuencia, es algo que hay que el mérito de Cristo se comunique a to-
que vivir. Santo Tomás de Aquino en su co- dos, y que el bien de uno se comunica al
mentario al Símbolo apostólico dice: «... en otro» (In Symb. Ap., a. 10).
el cuerpo natural la operación de un miem- En este segundo aspecto se encuentra lo
bro repercute en el bien de todo el cuerpo. En específico de la doctrina de la comunión de
modo semejante el cuerpo espiritual que es los santos, lo que está en la base de la doc-
la Iglesia. Y dado que todos los fieles son un trina y la práctica del purgatorio, de las in-
solo cuerpo, el bien de uno se comunica al dulgencias, de la oración de intercesión, y
otro […] Por esto entre las doctrinas que en- de la devoción que la Iglesia tiene para con
tregaron los Apóstoles, se incluyen la que los santos, las reliquias y las imágenes. Así
hay una comunicación de bienes en la Igle- que la comunión de los santos, constituida
sia, lo que se llama la “comunión de los san- por el obrar de Dios mediante los sacra-
tos”» (In Symb. Ap., a. 10). mentos, se expresa en tres esferas que se
Dado su origen divino, la communio sanc- cruzan entre sí.
torum, aunque visible, no puede ser consi- 1. La unión viva entre los tres estadios
derada entre los fieles cristianos como una de la Iglesia. En tierra, en la gloria, en vías
realidad meramente estática, pasiva o ex- de purificación. En esta comunión ocupa un
terna. La comunión de los santos pertenece lugar especial la Virgen María. Dice la Lu-
al orden de la gracia y, por ende, de la es- men gentium, «No sólo veneramos la me-
piritualidad. Hace posible el compartir en- moria de los santos del cielo por el ejemplo
tre los creyentes (Hch 2,42-47; 4,32-35), que nos dan, sino aún más, para que la
la comunión entre las iglesias (Ga 2,9; 2 Jn unión de la Iglesia en el Espíritu sea corro-
13), la solidaridad entre los cristianos y con borada por el ejercicio de la caridad frater-
todos los hombres. Pero va más allá de es- na […] Porque así como la comunión cris-
tos aspectos vitales del Cuerpo viviente de tiana entre los viadores nos conduce más
Cristo. Es lo que da sentido al apostolado cerca de Cristo, así el consorcio de los san-
cristiano, pues toda gracia tiene un alcan- tos nos une con Cristo, de quien dimana co-
ce social (A. Piolanti, La communione dei mo de Fuente y Cabeza toda la gracia y la
santi e la vita eterna, Città del Vaticano vida del mismo Pueblo de Dios» (n. 50).
1992, 175-179). En efecto, la evangeliza- 2. La reversibilidad de los méritos de los
ción cristiana, en todos sus aspectos, se ba- santos. La Iglesia ha enseñado que las obras
sa en la oración y la expiación de los fieles buenas de todos los miembros de la Iglesia,
(San Josemaría Escrivá, Camino, 82). hechas en la gracia que Cristo nos ha obte-
De hecho la Iglesia antigua considera a nido, ayudan y apoyan a los demás miem-
todos los santos como sujeto y objeto de su bros. Y mientras esto se aplica a los pere-
propia acción salvadora. La Iglesia como grinos en tierra por vía del mérito, hace re-
148 COMUNIÓN DE LOS SANTOS
ferencia a los que participan de la gloria de por el pecado abaja consigo a la Iglesia, y,
Dios o están en vías de purificación, por vía en cierto modo, al mundo entero» (n. 16e).
de intercesión. Por ello el cristiano puede afir- Aún así, la presencia negativa del pecado
mar que «completo en mi carne lo que falta puede llevar al bien mayor, pues donde «se
a los sufrimientos de Cristo en beneficio de su multiplicó el pecado, sobreabundó la gra-
cuerpo, que es la Iglesia» (Col 1,24). Por ser cia» (Rm 5,20). Según san Ambrosio, «la
radicada en la vida del Cuerpo Místico del Iglesia entera toma sobre sí la carga del pe-
Cristo glorioso, esta influencia se actúa más cador, y, aplicando al penitente los méritos
allá del tiempo y del espacio. que en ella sobreabundan, acumulados de
En el Tractatus de caritate, atribuido a san todos, expía las culpas, absorbiéndolas de
Bernardo, se habla de la comunión de los algún modo en un conjunto de misericordia
santos en el cielo que suple nuestras insufi- colectiva y de compasión viril» (De paenit.,
ciencias y nos merece la felicidad (33, 101). 1, 15). Y escribía san Josemaría: «Tendrás
En manera pormenorizada san Pedro Cani- más facilidad para cumplir tu deber al pen-
sio († 1597) explicaba que «la comunión de sar en la ayuda que te prestan tus hermanos
los santos consiste en la aplicación recíproca y en la que dejas de prestarles, si no eres
de los méritos de los fieles, porque 1.°, los fiel» (Camino, 549). Lo mismo señala el do-
cristianos que están sobre la tierra pueden cumento de la Comisión Teológica Interna-
ayudarse mutuamente por medio de sus ora- cional Memoria y reconciliación (2000) sobre
ciones; 2.°, los santos que están en el cielo la Iglesia y las culpas del pasado, donde se
pueden interceder por nosotros ante Dios…; lee: «... la comunión de un único Espíritu
3.°, en fin, podemos, con nuestras oracio- funda también a lo largo del tiempo una co-
nes y nuestras buenas obras, ayudar a las munión de “santos”, por la que los bautiza-
almas del purgatorio» (Doctrina Christiana, I). dos de hoy se sienten vinculados con los de
Y san Josemaría Escrivá invitaba a los cris- ayer y, beneficiándose de sus méritos y nu-
tianos a vivir «una particular Comunión de triéndose de su testimonio de santidad, se
los Santos: y cada uno sentirá, a la hora de sientan con el deber de asumir el peso actual
la lucha interior, lo mismo que a la hora del de sus culpas, una vez acertadas la verdad
trabajo profesional, la alegría y la fuerza de histórica y teológica» (4, 2, 2).
no estar solo» (Camino, 545).
3. La influencia del pecado. Por la mis- Bibliografía
ma dinámica viva que caracteriza la comu- F.J. BADCOCK, «The “Communion of Saints” as an
nión de los santos, los pecados cometidos Article of the Creed», en IDEM, The History of the
por los hombres, y en particular por los bau- Creed, London 1938, 243-272; P. BERNARD, «Com-
tizados, influyen negativamente sobre el munion des saints: son aspect dogmatique et his-
torique», en Dictionnaire de Théologie Catholi-
Cuerpo de Cristo y sobre la humanidad en-
que 3 (1908) 429-454; G. COLZANI, La comunione
tera. En este sentido cada pecado, aun el
dei santi, Casale Monferrato 1983; A. HAHN y L.
más escondido, es un pecado social, contra
HAHN, Bibliothek der Symbole und Glaubensre-
Dios y contra los hombres. Como decía Juan
geln der Alten Kirche, Breslau 18772; J.N.D. KELLY,
Pablo II en la Exhortación apostólica Re- Early Christian Creeds, London 19602; É. LAMI
conciliatio et paenitentia (1984), citando la RANDE, La comunión de los santos, («Yo sé – yo
escritora francesa Elizabeth Leseur: «... “to- creo» 26), Andorra 1964; A. PIOLANTI, La com-
da alma que se eleva, eleva al mundo”. A munione dei santi e la vita eterna, Città del Vati-
esta ley de la elevación corresponde, por cano 1992; H.B. SWETE, The Holy Catholic Church:
desgracia, la ley del descenso, de suerte the Communion of Saints. A Study in the Apostles’
que se puede hablar de una comunión del Creed, London 1916.
pecado, por el que un alma que se abaja P. O’Callaghan
CONCIENCIA 149
Conciencia
14,8; Qo 10,2; Os 14,10). La sabiduría co- Vaticano II cuando dice: «... en lo más pro-
mo virtud eminentemente práctica y guía fundo de su conciencia descubre el hombre
de la conducta humana aparece con gran la existencia de una ley que no se dicta a sí
relieve en san Pablo: hace posible el dis- mismo [...] cuya voz resuena, cuando es ne-
cernimiento exacto de lo que es conforme cesario, en los oídos de su corazón [...]. Por-
con la voluntad divina y permite llevar una que el hombre tiene una ley escrita por Dios
conducta digna del Señor (cf. Flp 1, 11; Col en su corazón» (GS 16). La conciencia apa-
1,9-10). La conciencia como sabiduría tie- rece así como lugar donde Dios hace resonar
ne pues una dimensión fundamentalmente su voz. La conciencia como lugar de la es-
práctica: permite conocer si nuestro modo cucha de Dios, como «personalización» (C.
de actuar, en el momento presente o en el Caffarra, La vida en Cristo, 120) de la verdad,
pasado, agrada a Dios. La conciencia es co- de la norma de comportamiento. La ley de
mo la presencia en nosotros de la verdad y Dios, general y universal, necesita de la me-
la sabiduría divinas. No está encerrada en diación de la conciencia para alcanzar las ac-
sí misma, remite a algo más allá y por en- ciones concretas del hombre. Éste es el ori-
cima de ella misma. La conciencia discier- gen del carácter obligatorio, de la fuerza con
ne la voluntad de Dios e impulsa a su cum- que se presenta a la persona el dictamen de
plimiento. Cuando su dictamen coincide con la conciencia. En esta misma línea, Juan Pa-
la voluntad de Dios, decimos que la con- blo 11 en la Encíclica Veritatis splendor, ha
ciencia es verdadera. Si el juicio de la con- subrayado la identidad entre conciencia y
ciencia no coincide con lo que Dios pide aquí corazón del hombre (cf. 54). Conciencia y
y ahora, hablamos de conciencia errónea. corazón indican la persona misma en su di-
Por otra parte, cuando la conciencia emite mensión más íntima, lo que podríamos tam-
su dictamen con seguridad, estamos en pre- bién llamar la dimensión más personal, el
sencia de una conciencia cierta. Si, en cam- centro mismo del yo, del sujeto personal.
bio, dicho juicio se pronuncia con el temor de 3. La conciencia, en fin, es una realidad
que no coincida con el juicio divino, habla- humana elevada, como el hombre entero,
mos de una conciencia dudosa. al orden de la gracia. En efecto, la Ley nue-
2. La conciencia guarda también estre- va anunciada por los profetas, la ley de Cris-
cha relación con otro importante concepto to, no es una ley externa, sino una ley escrita
bíblico, el corazón, sede del rico mundo in- en el corazón (cf. Jr 31,33-34); como afir-
terior de la persona, de sus sentimientos, ma san Pablo: «... el amor de Dios ha sido
pensamientos, juicios y deseos. El corazón derramado en nuestros corazones por el Es-
humano denota el hombre en su intimidad, píritu Santo que nos ha sido dado» (Rm 5,5).
es fuente última de nuestras acciones, mo- La ley, la verdad que guía el desarrollo y cre-
rada última del yo, inaccesible a cualquier cimiento de la vida moral del cristiano es
otra mirada que no sea la de uno mismo o la ahora la misma verdad y amor divinos. El
de Dios. Las acciones del hombre son como cristiano recibe en el Bautismo la vida de
agua que fluye del hontanar escondido del Cristo y es el Espíritu de Cristo derramado
corazón: sólo lo que tiene origen en él hace en su corazón quien lo conduce y guía con su
al hombre puro o impuro (cf. Mt 15,10-20). luz, inspiraciones y mociones, hacia el Pa-
Como san Pablo afirma, quienes por no per- dre. Son hijos de Dios, en efecto, «quienes
tenecer a Israel, pueblo de la alianza, no tie- son guiados por el Espíritu de Dios (Rm
nen la Ley de Moisés, «son para sí mismos 8,14). El Espíritu de Jesús es la nueva Ley
ley», la escuchan dentro de sí, pues la lle- escrita en corazón de los hombres. «La ley
van escrita y les habla en su corazón (Rm del Espíritu que da la vida en Cristo» (Rm
2,14). En esta doctrina se inspira el Concilio 8,2), el amor de Dios, la caridad, es ahora el
CONCIENCIA 151
criterio más alto para discernir la voluntad de personal. La conciencia aparece entonces
Dios en cada momento (cf. 1 Co 8). como el conjunto de los principios morales,
el código moral, por así decir, por el que se
II. PUNTOS DE REFLEXIÓN SISTEMÁTICA guía una persona, los criterios con los que se
Una vez analizado el significado de la con- enjuician las acciones propias y ajenas. Ta-
ciencia según la Sagrada Escritura, corres- les principios configuran lo que podríamos
ponde ahora dar respuesta de manera más denominar «conciencia moral personal».
sistemática a algunas cuestiones funda-
mentales relativas a la misma, las referidas b) La conciencia como «voz» en el
en concreto a su naturaleza, autoridad, po- interior del hombre
sibilidad de error y formación. Hablar de conciencia es hablar de conoci-
miento, de ciencia. El conocimiento que te-
1. Naturaleza de la conciencia nemos de nosotros mismos como autores
a) Los distintos significados teológicos de nuestros propios actos se conoce como
de «conciencia moral» conciencia psicológica. El conocimiento, en
De la conciencia moral se habla en sentidos cambio, de la cualidad moral de los actos
diversos. A veces se presenta como una de que queremos realizar o que ya hemos rea-
las facultades o capacidades permanentes lizado lo llamamos conciencia moral. De es-
distintivas de la persona humana: aquella, ta segunda nos ocupamos aquí.
más o menos viva y actuante, gracias a la La inteligencia, chispa del intelecto divi-
cual podemos conocer la ley divina y la mo- no presente en el hombre antes de recibir
ralidad de los propios actos, lo que es mo- cualquier educación, descubre a éste si los
ralmente lícito o ilícito, las exigencias mo- actos que ha decidido cumplir o que ya ha
rales que se plantean a cada persona (cf. cumplido le permiten o no realizarse como
GS 16; DH 3; DVi 43). Se trata de la inteli- persona, si los bienes que con tales actos al-
gencia en una de sus peculiares funciones. canza se integran o no con su verdadero
Es lo que alguno ha llamado «conciencia bien, con el fin para el que ha sido creado, ra-
moral general» (W. May, An Introduction to zón última de su dignidad y su verdad más
Moral Theology, 28) o «sentido» moral, la profunda. La inteligencia, desvelando la ver-
«sindéresis» o hábito de los primeros prin- dad humana, moral, de los actos que que-
cipios del orden práctico de la tradición. Así, remos poner por obra o que ya hemos hecho
no es infrecuente oír decir de alguien que realidad, nos dice si son lícitos, si podemos o
no tiene conciencia, aludiendo con ello a la debemos ejecutarlos o si, más bien, debe-
persona con una escasa capacidad para per- mos evitarlos. Esta palabra que prescribe
cibir la dimensión moral de sus acciones, una acción o manda evitarla es lo que se co-
alguien para quien apenas existe el mun- noce como conciencia, la voz de la concien-
do moral. Esa persona ha como desactiva- cia que dice: esta acción concreta es buena,
do una capacidad que sigue poseyendo ra- ¡cúmplela!, o, la acción en cuestión es mala,
dicalmente, pero que, por los motivos que ¡no la hagas! Si la conciencia no pronuncia su
sean, apenas es ya capaz de realizar los ac- veredicto y no la ordena ni prohíbe, estamos
tos que le son propios. Si realiza el bien, és- ante una acción carente de relevancia mo-
te cae como fuera de su intención, resulta al- ral en sí misma. No guarda relación de con-
go accidental; cuando hace el mal, su con- veniencia o contrariedad con el bien de la
ciencia no llega a formular una verdadera y persona como tal, no desdice de la dignidad
propia censura de tal comportamiento. humana ni la confirma o expresa. En sí mis-
Otras veces se hace referencia a la con- ma, es una acción indiferente desde el pun-
ciencia poniendo el acento en su carácter to de vista moral. La conciencia es, en re-
152 CONCIENCIA
sumen, la voz que manifiesta la percepción libertad humana. Es en ella donde se per-
personal de la dimensión más humana de cibe la autoridad soberana, irrevocable, ab-
nuestros actos: su dimensión moral. Pero soluta de la ley; si fuera voz inmanente, no
¿cómo se forma exactamente esta voz? podría dar razón de su autoridad.
La conciencia se revela «lugar de en-
c) La conciencia como juicio cuentro» entre ley y libertad pues, de otro
La conciencia es «lugar de encuentro» entre modo, esta última se vería privada del nor-
la ley moral y la voluntad humana, la verdad te que la orienta y la ley no sería un bien
y la libertad personal (VS 57), que aconte- para la libertad, sino algo que la compro-
ce en el interior de la persona, en su mis- mete y amenaza su existencia. La voz de la
mo centro o «corazón». La voz de la con- conciencia no podría tampoco presentarse
ciencia es el resultado de dicho encuentro. ante los demás como sujeto portador de de-
La conciencia es la «sede viva» de las rela- rechos inalienables, remitiría a sí misma,
ciones entre la verdad moral objetiva y la sería voz sólo humana, palabra inmanente
libertad personal. Es ahí, en el centro de la dotada de autoridad meramente humana,
persona donde, como afirma Gaudium et sin pretensión alguna de absoluto. Su exi-
spes y recuerda Veritatis Splendor, el hom- gencia de ser respetada y de no ser violen-
bre descubre una ley no escrita de conduc- tamente silenciada perdería consistencia.
ta «que no se da a sí mismo», que no tiene Pero esto significaría precisamente la desa-
como autor a quien la encuentra. No es parición o negación de la conciencia, de su
creación suya, es espejo, voz que, siendo característica más propia. La dignidad del
propia, aparece como eco que viene de más hombre quedaría necesariamente devalua-
allá de los límites de la persona. La con- da y expuesta a graves peligros.
ciencia es, en efecto, testigo de la existen- La cuestión reside pues en conocer exac-
cia de Dios y de su ley, una ley que es «re- tamente cómo se relacionan en concreto li-
gla de la verdad moral, criterio del bien y bertad y ley, hombre y Dios en el corazón
del mal» (J.H. Newman, Carta). Aun cuan- humano. Se dice a veces que el juicio de
do conciencia es «órgano» de interioriza- conciencia no es la simple aplicación de la
ción personal de la verdad moral, no la pre- norma a una acción particular. No hay in-
cede ni está sobre ella. La conciencia no crea conveniente en admitirlo si con ello se quie-
el valor o la verdad moral de nuestros ac- re decir que la conciencia no es el resultado
tos; existe, más bien en función de ésta, es automático de una aplicación mecánica de la
decir, existe para que la verdad moral al- ley moral general y universal por defini-
cance las acciones de la persona, para que ción a las acciones concretas, voluntarias y
sea luz y criterio de comportamiento. Con- libres, del hombre. El juicio de la concien-
ciencia y verdad moral se requieren mu- cia no se produce como resultado de una
tuamente, no son realidades contrapuestas operación intelectual pura y exquisitamente
y excluyentes. Si se tratara de realidades discursiva. La formulación de dicho juicio es
que no pueden coexistir o si la conciencia obra de la razón de una persona concreta,
no dependiera de la verdad, quedaría com- una razón, pues, en la que influyen razón, fe,
pletamente expedito el camino para una voluntad, sentimientos, emociones, hábitos,
comprensión o «interpretación creativa de experiencias, consejos, cultura, tradiciones,
la conciencia moral, que se aleja de la posi- etc. La mezcla de todo ello es el horizonte en
ción de la tradición de la Iglesia y de su Ma- que se formula el juicio y el presupuesto de
gisterio» (VS 54). Por el contrario, la con- las decisiones concretas (A. Laun, La con-
ciencia es, según el magisterio de la Igle- ciencia, 108). Se ha hablado en este senti-
sia, lugar de encuentro entre la ley y la do de una concepción «holística» de la con-
CONCIENCIA 153
ciencia. Pero aceptar el influjo de tan nu- nifica que la persona podría decidirse en
merosos factores en la formación del juicio conciencia por acciones que la ley moral uni-
de conciencia no puede llevar a pensar que versal juzga intrínsecamente injustas y des-
está determinada por tales factores. honestas. En nombre de la dignidad de la
No se puede pensar tampoco que las ac- conciencia personal se exigiría, además, la
ciones concretas, variadísimas e irrepeti- «legitimación eclesial» y el «reconocimien-
bles, no pueden ser contenidas como tales to» por parte de la jerarquía de tales deci-
en la ley divina universal. De lo contrario, siones autónomas de conciencia, contrarias
la norma o ley no sería ya el último y deci- a la doctrina moral de la Iglesia y a la pra-
sivo factor a la hora de dictaminar sobre la xis cristiana. A nadie escapa que aceptar
moralidad de nuestras acciones. Tendríamos esta postura significaría negar la existencia
como una doble moralidad: de una parte, de «absolutos morales», valores y leyes que
una moralidad objetiva que contempla las obligan siempre y en cualquier circunstancia.
acciones humanas prescindiendo de sus mo- Se olvida así que si la decisión personal
dalidades históricas y, de otra, la moralidad tiene su explicación última en la voluntad,
de la acción en su concreta e irrepetible sin- carece en cambio, de sentido presentar el
gularidad. La norma moral permitiría una juicio de conciencia como una decisión. Si
primera aproximación, pero no sería sufi- así fuera, no se podría hablar de conciencia
ciente para juzgar la moralidad de las ac- errónea. Hay que decir, no obstante, que la
ciones concretas de la historia personal. No conciencia es un juicio que la persona for-
sólo quedaría en nuestras manos la última mula. Pero lo hace desde, o a partir de, una
palabra sobre el bien y el mal de las pro- instancia superior a sí misma: desde la ver-
pias acciones, sino que seríamos la fuente dad moral, desde la ley de Dios. La con-
última de dicho juicio. A la luz de todas las ciencia no es ley para sí misma ni maestra
circunstancias, subjetivas o personales y de de doctrina moral. Invocar la conciencia sig-
aquellas que tienen que ver con el mundo nifica, en cambio, estar sujeto a la verdad
circundante, cada uno determina «respon- moral y, a la luz de la verdad, formular un
sablemente» se añade lo que es bueno juicio sobre lo que hay que hacer. De ahí
hacer concretamente. Esa toma de decisio- que la conciencia, además de ser lugar de
nes, en parte orientada por la ley general y encuentro entre libertad y ley moral, sea re-
en parte autónoma, permitiría, se dice, la sultado del mismo, respuesta de la libertad
progresiva maduración moral de la perso- a las exigencias de la ley, expresión de su
na (VS 56). En realidad, en este plantea- fidelidad o infidelidad a dicha voz, o sea,
miento la persona, en su realidad inma- manifestación «de su esencial rectitud o
nente, quedaría como último criterio de jui- maldad moral» (VS 57). Cada persona es
cio, el énfasis recaería por entero en el testigo único, presencial, de tal encuentro.
sujeto, entendiendo así erróneamente el Sólo ella sabe del mismo. Ningún otro ser
aforismo según el cual la conciencia es la humano tiene acceso directo a su intimidad.
norma próxima de moralidad e ignorando Es testigo de las exigencias que pone la ley
la verdadera razón de por qué en las cues- a la actividad libre de la persona y testigo
tiones de conciencia la última palabra co- que acusa o defiende con sus juicios y no
rresponde al sujeto. se deja fácilmente sobornar ni engañar.
Por sugerente que pueda parecer a pri- ¿Cómo se convierte la conciencia en tes-
mera vista, este planteamiento implica acep- tigo, heraldo, mensajera de Dios? No de ma-
tar que la ley moral no es un criterio que nera meramente pasiva, como si la luz de
vincule las acciones humanas en su irrepe- la ley se proyectase automáticamente so-
tible singularidad. Dicho de otro modo, sig- bre la variada gama de los actos humanos,
154 CONCIENCIA
y la conciencia se limitase a dar fe del re- originaria de la verdad y del bien al acto
sultado. Si así fuera sería siempre verdade- concreto que se va a realizar o se ha reali-
ra, manifestaría exactamente la voz de Dios. zado. Gracias a ella la ley divina se hace
El encuentro entre ley y libertad toma cuer- efectivamente guía de la acción. Mientras
po en el juicio de conciencia, que es simul- que las leyes de la naturaleza no precisan
táneamente juicio moral sobre el hombre y ninguna mediación para ser eficaces, la ley
sus actos (VS 59). «Decir» qué debo hacer como suprema guía moral de la actividad
o evitar significa, a la vez, juzgar, no siem- propiamente humana de la persona requie-
pre de manera explícita, sobre la verdad de re la mediación de la conciencia.
mi propio ser. De ahí el derecho y el deber de seguir la
Se trata de un juicio práctico al que, por propia conciencia. A nadie le está permitido
lo general, se llega como conclusión de un desoír o contrariar la voz de esta mediadora
razonamiento, de un proceso o «discurso» de la sabiduría divina, pues estaría actuando
que consiste en «aplicar a una situación con- contra la ley eterna o, al menos, contra lo
creta la convicción racional de que se debe que tiene por tal. Esta función mediadora de
amar, hacer el bien y evitar el mal» (VS 59). la ley divina propia de la conciencia, dota a
Es decir, la conciencia es el resultado de la ésta de su autoridad. No se deja fácilmente
aplicación a las actuaciones concretas de los sofocar y exige, además, ser escuchada y
primeros principios de la ley natural que re- obedecida. Actuar contra ella o sin estar se-
presentan la «luz originaria sobre el bien y guros de la verdad de su dictamen, com-
el mal», reflejo y participación de la sabi- porta la condena y censura de la misma con-
duría y luz creadora de Dios. Si faltara esa ciencia. Si es cierto que el juicio de concien-
luz primigenia, «la memoria original del bien cia es juicio humano, si yo soy su autor y
y de la verdad» (J. Ratzinger, La Chiesa, responsable, también lo es que la fuente de
130), la tendencia natural del hombre a lo la autoridad con que se presenta no es uno
que es conforme con la voluntad divina y la mismo. De serlo, el juicio de conciencia apa-
luz de los primeros principios de la razón recería como un arrogante ejercicio de au-
práctica, la luz de la ley natural que identi- tojustificación. Si está dotada de innegable
fica los grandes bienes del hombre, faltaría autoridad, si su juicio presenta carácter in-
entonces el criterio para discernir la bondad condicional es porque sabe que en ella re-
o malicia moral de nuestros actos concre- suena el juicio de Dios.
tos. Tal discernimiento puede tener lugar La conciencia no establece la ley, ni dic-
sólo gracias a la luz que arrojan los prime- tamina autónomamente sobre la bondad o
ros principios, que son auténticos criterios malicia de los propios actos. Es «lugar» don-
de valoración y juicio. El discernimiento so- de resuena, se escucha y reconoce la voz de
bre los bienes concretos para el hombre tie- Dios con su imponente autoridad. Tarea su-
ne lugar en una especie de «resolución» de ya es la de iluminar las acciones humanas
tales bienes en los bienes «mayores» del con la luz de la ley moral y poder juzgar así
hombre, es decir, mediante el análisis de su de su conformidad o disconformidad con la
compatibilidad con tales bienes. Precisa- norma. Dicha misión se hace radicalmente
mente ahí queda insinuada la posibilidad del imposible si la conciencia pierde su contacto
error de conciencia, la posibilidad de un dic- con la verdad moral objetiva: si lo hiciera,
tamen no conforme a la verdad. ni su juicio sería fiable ni gozaría de autori-
dad alguna. En ella «se manifiesta el víncu-
2. La autoridad de la conciencia lo de la libertad con la verdad» (VS 61).
La conciencia, pues, es el juicio o valoración Es importante subrayar que la actuación
que resulta de la aplicación de la memoria que sigue el dictamen de la misma es la úni-
CONCIENCIA 155
su observancia como su verdadero y más nocimiento de los auténticos bienes del hom-
preciado bien, que tiene hambre y sed de bre, guiarla pacientemente en la conquista
justicia, consciente de que la verdad y la del dominio de sí y del control de las pasio-
voluntad divinas son el mejor don para la nes, incitarla al ejercicio de la virtud. Pero
libertad humana. Ese hombre alcanza una es sobre todo necesario abrirla a la acción
connaturalidad con el bien, un especie de y guía del Espíritu de santidad que enseña
sentido del bien que no necesita de muchos «toda verdad» (Jn 16,13), que ayuda y sos-
y complicados razonamientos en los que la tiene en su búsqueda, que mantiene atentos
razón corre el peligro de perderse cuando y despiertos para percibir su voz que llega a
se encuentra condicionada por una mala vo- través de distintas mediaciones humanas.
luntad o por las pasiones. El Espíritu infunde el amor de Dios en nues-
El «sentido» del bien, «el más grande y el tros corazones y los guía a la verdad de Cris-
más obscuro de los maestros», como dice to. Sin amor a la verdad, sin amor a Cris-
Newman, tiene su raíz y su condición de des- to, resulta difícil conocer todas las exigencias
arrollo en las virtudes, en el bien practica- de una vida humana digna, y aún más de
do. Quien crece en un ambiente familiar, es- la vida en Cristo inaugurada en el bautis-
colar, social, sano, cristiano, donde se viven mo. «La Iglesia no cesa, por eso, de implo-
las virtudes y se «ve» el bien realizado en rar a Dios la gracia de que no falte la recti-
el modo de actuar de quienes le rodean, res- tud en las conciencias, no se atenúe la sen-
petados los valores morales y apreciados sibilidad de las conciencias humanas ante
ciertos modelos de conducta; quien se mue- el bien y el mal. Esta rectitud y sensibilidad
ve sin estridencias en ese mismo ambiente están profundamente unidas con la íntima
y actúa voluntariamente en consonancia con acción del Espíritu de verdad» (DVi 47).
lo visto y vivido en él, termina incorporándolo Toda la comunidad eclesial tiene un papel
vitalmente, existencialmente: llega a ser un importante en la formación de la conciencia:
hombre justo porque vive la justicia y él mis- el magisterio de los pastores, que enseñan
mo tiene, de alguna manera, criterio para auténticamente la Verdad, que es Cristo, y
discernir la justicia de las acciones. Confor- «declara y confirma con su autoridad los prin-
mada su existencia por la ley y la voluntad cipios de orden moral que fluyen de la mis-
divinas, la persona se hace, en cierto sen- ma naturaleza humana» (DH 14; VS 64). Un
tido, ley para sí misma. Su vida es, en efec- magisterio que se pone decididamente al ser-
to, reflejo de la ley divina habiendo interio- vicio de la conciencia y al que ésta queda
rizado la ley de Dios en el mejor de los mo- sinceramente agradecida, pues su primer y
dos: haciéndola substancia y eje de la propia más vivo anhelo es conocer la voluntad de
vida. Dicha persona goza de una libertad in- Dios, universal y común para todos los hom-
terior que es plenitud de vida moral y ma- bres y, al mismo tiempo, cercana y perso-
nifestación exacta de la rectitud de corazón nal. El magisterio, en efecto, sirve a la con-
de quien está habituado a «obrar en con- ciencia al tener como misión proclamar la
ciencia», es decir, de quien actúa en la pre- ley moral, proteger y reforzar la luz que ilu-
sencia de Dios, poniendo en acto lo que di- mina a todo hombre. El magisterio viene así
ce esa voz que resuena límpida y clara en en auxilio de la conciencia y constituye la
su conciencia, libre de los obstáculos que la respuesta divina a su urgente necesidad de
pueden enmudecer, debilitar o desfigurar. ayuda (J.H. Newman, Carta). Cuando está
La conciencia, pues, puede y debe ser pues en juego la verdad moral, el cristiano
formada para que cumpla su delicada fun- debe ponerse en atenta y obediente escu-
ción de guía. Es necesario abrirla cada vez cha del magisterio de la Iglesia que asegura
más a la verdad moral, orientarla en el co- un Evangelio sin falsificaciones.
158 CONCILIO
La conciencia recibe a su vez auxilio de tar una palabra sincera y libre con la que
la ciencia moral, de los teólogos empeña- contrastar las propias decisiones, sobre to-
dos en lograr una comprensión cada vez do en aquellos ámbitos en los que la ley ge-
más viva y profunda de la fe y de las exi- neral no basta para decidir entre las opcio-
gencias de la vida cristiana en las cambian- nes que ella misma ofrece. Dicha dirección
tes circunstancias de la historia y del mun- espiritual no comporta nunca cesación en el
do. La persona debe pues esforzarse por empeño personal por identificar exactamente
adquirir la suficiente ciencia moral. la voz de Dios. Lo sirve humildemente sin
También la comunidad de los creyentes, pretender nunca sustituir el juicio, en cierto
especialmente en sus santos, ofrece a la modo sagrado, de la conciencia.
conciencia puntos válidos de referencia, mo-
delos seguros, criterios de comportamien- Bibliografía
C. CAFFARRA, La vida en Cristo, Pamplona 19992.
to. Sostiene con su oración de intercesión
R. GARCÍA DE HARO, La vida cristiana, Pamplona
a cuantos luchan porque resplandezca en
1992, 507-580. A. LAUN, La conciencia, Barce-
su vidas, a veces con gran sacrificio, la ar- lona 1993. W. MAY, An Introduction to Moral The-
monía entre la verdad de Dios y la libertad ology, Huntington, Indiana, 1991, 25-36. J.H.
humana. NEWMAN, Carta al Duque de Norfolk, cap. V, Ma-
La dirección espiritual, en fin, constituye drid 1996. J. RATZINGER, La Chiesa, Cinisello Bal-
una valiosa ayuda a la hora de discernir la samo 1991, 113-137. D. TETTAMANZI, L’uomo im-
voluntad divina. La guía espiritual a cargo magine di Dio, Casale Monferrato 1992, 158-
de un consejero prudente y sabio que co- 181.
noce bien la historia personal, puede facili- J.M. Yanguas
Concilio
siología, Barcelona 1969, 165-189). En re- vancia de algunos preceptos de la Torá (Hch
lación con algunas ideas del teólogo domi- 15,22ss.).
nico, Ratzinger desplegaba el concepto de Las reuniones de tipo conciliar estarán
la infalibilidad de toda la Iglesia, para situar, motivadas por cuestiones de fe o de disci-
en este contexto, el magisterio papal y el plina que afectan a comunidades cristianas
magisterio conciliar. Entre ambos estable- de un determinado territorio. Se ha podido
cía este modo de relación: la voz del epis- constatar que los primeros concilios se con-
copado estaría jurídicamente incompleta sin vocan como reacción frente al montanismo.
el juicio del Papa, pero la sentencia papal Así nos lo atestigua Eusebio de Cesarea que
carecería de fundamento real si no contara nos habla de una reunión de 26 obispos,
con el testimonio de los obispos. Frente al entre los años 160 y 180 en torno a su co-
teólogo suizo niega que el concepto de con- lega de Hierápolis (Hist. Eccl., V, 16, 10).
cilio sea asimilable, desde un punto de vis- También a finales del siglo II la controversia
ta etimológico, a la noción de Iglesia. El con- sobre la fecha de la Pascua genera la cele-
cilio es, antes que nada, sinedrion, no ek- bración de algunos sínodos en Roma, el Pon-
klesía. Su radio de acción es mucho más to, las Galias y Egipto (ibid., V, 23, 2).
reducido: es una asamblea deliberante y le- Durante el siglo III esta actividad conci-
gislativa de obispos que, sin excluir que otros liar tendrá un incremento considerable de-
cristianos (sacerdotes, laicos, representan- bido especialmente a los efectos de las gran-
tes de la vida consagrada, etc.) puedan ser des persecuciones de Decio (249-250) y
invitados a participar, ejerce una función de Diocleciano (303-305). San Cipriano cele-
dirección en la vida de la Iglesia. brará cuatro concilios en Cartago, una vez fi-
nalizada la persecución, para decidir sobre la
Bibliografía
situación eclesial de los lapsi. Algunos au-
H. JEDIN, Breve historia de los concilios, Barcelo-
tores sostienen que el Concilio de Elvira (Ilí-
na 19633. K. SCHATZ, Los concilios ecuménicos.
Encrucijadas en la historia de la Iglesia, Madrid,
beris) debió de reunirse poco después de
1999. H.J. SIEBEN, Die Konzilsidee der Alten Kirche, acabar la persecución de Diocleciano, aun-
Paderborn 1979; Katholische Konzilsidee im 19. que no se sabe con certeza la data, las hi-
und 20. Jahrhundert, Paderborn 1993, 244-277. pótesis suelen oscilar entre el año 295 y el
S. Madrigal 326. También se han presentado dudas so-
bre su naturaleza, puesto que el elevado
II. HISTORIA DE LOS CONCILIOS ECUMÉNICOS número de sus cánones (81) ha hecho pen-
1. Comienzos y tipologías de la actividad sar a algunos estudiosos que se trata más
conciliar bien de una colección canónica. Pero, aún
Históricamente las reuniones conciliares apa- dejando de lado las disquisiciones eruditas,
recen en la vida de la Iglesia como una pro- todos admiten la gran influencia que tuvo
yección inmediata de la communio intrae- este Concilio al figurar sus decretos en la
clesial. Desde mediados del siglo I comien- Hispana y en otras colecciones canónicas
zan a desarrollarse diversos instrumentos posteriores. Especialmente relevante será
de comunión entre las distintas Iglesias: co- su canon 33 que prohibirá el uso del matri-
rrespondencia epistolar, visitas episcopales monio a los obispos, presbíteros y diáconos.
y reuniones de obispos y presbíteros. De es- A partir de la conversión de Constantino a
tas últimas tenemos ya un antecedente de comienzos del siglo IV se consolida el papel
cierta relevancia en la que tiene lugar el año de la Iglesia dentro del Imperio romano, y
49 por el grupo «de los Doce» y los presbí- por lo que se refiere a la historia de los con-
teros de Jerusalén sobre la comida de las cilios aparece por primera vez la institución
carnes inmoladas a los ídolos y la obser- que se ha venido en llamar «concilio ecu-
162 CONCILIO
ménico». El nombre de ecuménico deriva de una manera sintética, de acuerdo con la ín-
oikumene, nombre geográfico que abarca- dole señalada al presente artículo.
ba todo el territorio del Imperio romano. Es- 1.º) Concilio de Nicea I (325)
tas asambleas episcopales tenían también El primer concilio ecuménico fue convo-
la particularidad de ser convocadas por los cado por el emperador Constantino (306-
emperadores romano-cristianos. Posterior- 337) y se celebró en Nicea (Bitinia) en 325.
mente, y ya en ámbito eclesiástico, la pala- La reunión estuvo motivada por la crisis
bra «ecuménico» designaba la unidad de la arriana. En cuanto al número de partici-
Iglesia, tanto de Oriente como de Occiden- pantes suele aducirse el de 318, en clara
te durante el primer milenio. De ahí que los alusión a los 318 siervos de Abrahán (Gn
concilios que reciben esta denominación se 14,14), aunque en realidad debió de osci-
consideren virtualmente «universales». lar entre 250 y 300, si nos atenemos a los
Durante la Alta Edad Media se lleva a ca- testimonios de Eusebio de Cesarea y de san
bo la conversión de los pueblos germánicos Atanasio. Tan considerable número de asis-
y con este motivo comienzan a realizarse tentes se vio favorecido al poner Constanti-
concilios de carácter nacional dentro de al- no a disposición de los padres conciliares el
gunos reinos germánicos, como los cele- cursus publicus. La mayor parte de los asis-
brados en la Hispania visigótica y en la Ga- tentes procedían del Oriente cristiano; de
lia de los francos. En el reino visigótico se- Occidente sólo estuvieron presentes cinco,
rán famosos los concilios de Toledo. Tenían entre los que destacaban dos legados del
estos sínodos la peculiaridad de ser asam- obispo de Roma y Osio de Córdoba.
bleas conjuntas de obispos y de nobles, que Constantino inauguró la asamblea exhor-
legislaban sobre asuntos eclesiásticos y ci- tando a la concordia, luego dejaría la palabra
viles. De ellos el III de Toledo (589) desta- a la presidencia del Concilio que, casi con
cará por ser el que establece oficialmente seguridad, fue desempeñada por Osio. Las
la conversión de los visigodos al catolicis- primeras actuaciones corrieron a cargo de
mo, y porque declara en sus actas la pro- Arrio y sus secuaces, que expusieron su doc-
cesión del Espíritu Santo citando expresa- trina de la inferioridad del Logos divino. Tras
mente el Filioque. En la Galia carolingia me- largas deliberaciones terminó imponiéndo-
rece una mención especial el Concilio de se la tesis ortodoxa sobre la consubstancia-
Francfort (794), que condenará el adopcio- lidad del Verbo con el Padre. Defendieron es-
nismo de Elipando de Toledo y Félix de Ur- ta doctrina Marcelo de Ancira, Eustacio de
gel y dará una serie de disposiciones sobre Antioquía y Atanasio de Alejandría. Sobre la
el culto de las imágenes. base del credo bautismal de la Iglesia de Ce-
En síntesis, podemos hablar de la confi- sarea se redactó un símbolo de la fe, que
guración histórica de tres tipos de concilios, recogía la afirmación inequívoca de consi-
según la mayor o menor extensión de las derar al Logos como «engendrado, no he-
sedes episcopales en ellos representadas: cho, consubstancial (homoousios) al Padre».
a) Provinciales o regionales. b) Nacionales. Este símbolo fue suscrito por los padres con-
c) Ecuménicos o universales. Los sínodos ciliares, a excepción de Arrio y de dos obis-
diocesanos quedarán al margen de este tra- pos, que quedaron excluidos de la comunión
bajo. de la Iglesia y desterrados.
El Concilio se ocupó también de otras
2. Concilios ecuménicos cuestiones de índole disciplinar: fijación de
Dada la importancia histórica y teológica de la fecha de la Pascua para el domingo si-
estas asambleas nos ocuparemos más ex- guiente al primer plenilunio de primavera
tensamente de ellas, aunque lo haremos de (domingo siguiente al 14 de Nisán, según
CONCILIO 163
el calendario hebreo), prohibición a los eu- una unidad moral. En consecuencia, recha-
nucos de acceder a la clericatura, exigencia zaba el título de Theótokos dado a la Vir-
de tres obispos para celebrar la ordenación gen María, aunque le reconocía el de Chris-
de un obispo, readmisión de cismáticos y totokos. Semejante doctrina fue considera-
herejes, etc. da herética por Cirilo de Alejandría y por el
papa Celestino (422-432) y condenada en
2.º) Concilio I de Constantinopla (381)
varios sínodos. Ante la persistencia de Nes-
Este Concilio se reunió a instancias del
torio en su error, el emperador Teodosio II
emperador Teodosio (379-395). Estuvieron
(408-450) convocó un concilio ecuménico
presentes un total de 150 obispos, todos
en Éfeso.
ellos orientales. El papa Dámaso (366-384)
El Concilio se reunió, con cierto retraso,
no asistió ni envió representantes. Sin em-
por iniciativa de Cirilo de Alejandría, aunque
bargo, se considera ecuménico al recono-
todavía no estaban presentes los obispos an-
cerlo como tal el Concilio de Calcedonia
tioquenos ni los representantes del Papa.
(451). Ocupó la presidencia Melecio de An-
Nestorio se negó a comparecer ante la asam-
tioquía, a cuya muerte san Gregorio de Na-
blea conciliar. En la sesión de apertura se le-
cianzo asumiría ese cargo, aunque por po-
yó un documento doctrinal de Cirilo sobre la
co tiempo, debido a una serie de intrigas,
unión hipostática de las dos naturalezas en
siendo sustituido por Nectario.
Cristo. También se leyeron otros documentos
Desde el punto de vista doctrinal, este que fueron aprobados, y se dio una senten-
Concilio supuso el golpe de gracia contra el cia condenatoria contra Nestorio privándole
arrianismo, que a pesar de la condena de de la dignidad episcopal. En la segunda se-
Nicea había tenido una amplia difusión al sión se incorporaron los legados romanos y
amparo de los emperadores Constancio aprobaron las actas de la sesión anterior. En-
(337-361) y Valente (364-378). Pero ade- tre tanto, llegaron los antioquenos, con Juan
más se enfrentó a una nueva herejía: el ma- de Antioquía a la cabeza, que se negaron a
cedonianismo, que negaba la consubstan- aceptar la condena de Nestorio y reunieron
cialidad del Espíritu Santo. El documento un anticoncilio, que declaró fuera de la co-
más importante de este Concilio es, sin du- munión a Cirilo de Alejandría y a Memnón
da, el llamado «símbolo niceno-constanti- de Éfeso. Intervino el emperador disolvien-
nopolitano», que tiene unas precisiones im- do el Concilio y deponiendo a los principa-
portantes sobre el Espíritu Santo: «Señor y les responsables: Nestorio, Cirilo y Memnón.
vivificador, que procede del Padre, que con En resumen, se puede afirmar que la úni-
el Padre y el Hijo es igualmente adorado y ca decisión propia de este Concilio fue la de-
glorificado, que habló por los profetas». posición de Nestorio. De todas maneras,
Entre los cánones disciplinares destaca quedó esclarecida la doctrina que considera
el canon 3 que afirma que «el obispo de a Cristo como un solo sujeto que resulta de
Constantinopla, por ser ésta la nueva Ro- una verdadera unión entre el Verbo de Dios
ma, tendrá el primado de honor, después y la naturaleza humana; por tanto, todo lo
del obispo de Roma». La Iglesia occidental que realiza su naturaleza humana debe atri-
rechazó siempre este canon, que originaría buirse al único sujeto que es el Verbo de
una serie de enfrentamientos y disensiones. Dios encarnado, y de ahí que María pueda
3.º) Concilio de Éfeso (431) llamarse con propiedad Madre de Dios.
En el año 428 Nestorio, monje antioque- 4.º) Concilio de Calcedonia (451)
no, es designado obispo de Constantinopla. El emperador Marciano (450-457) tomó la
Predicaba la dualidad de naturalezas en Cris- decisión de celebrar un concilio en Calcedo-
to, añadiendo que entre ambas sólo había nia, metrópoli de Bitinia, en 451, a fin de
164 CONCILIO
salir al paso de los errores nestorianos y del do con un decreto imperial, llamado de los
propiciado por el monofisismo de Eutiques. «Tres capítulos», los escritos de Teodoro de
Asistió un considerable número de obispos, Mopsuestia, Teodoreto de Ciro y una carta
oscilando entre unos 500 en las primeras de Ibas de Edesa. Entre tanto el papa Vigi-
sesiones y 180 en la última. El Papa estu- lio había sufrido grandes presiones del em-
vo representado por tres obispos y un pres- perador, que le hizo ir a Constantinopla, tra-
bítero. tándolo luego como un prisionero. Sin su
En la primera sesión se juzgaron las irre- presencia y a pesar de su protesta se inau-
gularidades de Dióscuro de Alejandría, sien- guró el Concilio, presidido por Eutiquio, pa-
do depuesto en la tercera sesión. En la se- triarca de Constantinopla. En las sesiones
gunda sesión fue leída la «carta dogmáti- quinta y sexta el Concilio condenó los «Tres
ca» (Tomus ad Flavianum) del papa san capítulos».
León Magno (440-461) sobre las dos natu- A todo esto, el papa Vigilio, enfermo y
ralezas de Cristo, siendo acogida por los presionado por el emperador, envió una car-
asistentes con la expresión «Pedro ha ha- ta a Eutiquio en la que se adhería al Conci-
blado por boca de León». En la quinta se- lio, accediendo a la condenación de los «Tres
sión se redacta una fórmula de fe en la que capítulos», preparando así el camino para
se afirma: «Todos nosotros profesamos a la aceptación ecuménica del Concilio.
uno e idéntico Hijo, nuestro Señor Jesucris- Los resultados del Concilio no surtieron
to, completo en cuanto a la divinidad, y com- los efectos que el emperador había previs-
pleto en cuanto a la humanidad en dos na-
to, sobre todo por lo que se refiere al mo-
turalezas, inconfusas y sin mutación, sin di-
nofisismo.
visión y sin separación, aunadas ambas en
una persona y en una hipóstasis». 6.º) Concilio III de Constantinopla
Por deseo del emperador se examinaron (Trullano) (680-681)
también algunos asuntos disciplinares, como La iniciativa de la convocatoria se debió al
la rehabilitación de Teodoreto de Ciro e Ibas emperador Constantino IV (668-685). El 7
de Edesa. De los veintiocho cánones disci- de noviembre del año 680 se reunió el Con-
plinares, el último suscitó una gran dificultad cilio en la gran sala de la cúpula (in trullo)
por parte de los legados papales, porque en del palacio imperial, bajo la presidencia de
él se decía que «justamente los padres han Constantino IV. El número de participantes
atribuido el primado a la sede de la antigua tuvo variaciones entre 43 y 164.
Roma, porque esta ciudad era la capital del La cuestión que determinó la realización
Imperio», y de ahí deducían que la sede de del Concilio fue el monotelismo, consecuente
la nueva Roma (Constantinopla) debía gozar derivación del monofisismo. De todas ma-
de las mismas prerrogativas que la antigua neras hay que decir que esta temática había
Roma y ocupar el segundo lugar después perdido virulencia debido a que los fauto-
de ella. El papa León no aprobó nunca este res principales de esta doctrina herética, los
canon. patriarcas de Alejandría y Jerusalén, ya no
5.º) Concilio II de Constantinopla (553) formaban parte del Imperio, al caer sus se-
Este Concilio fue convocado por el em- des en poder de los musulmanes.
perador Justiniano (527-565) de acuerdo El emperador tomó parte personalmente
con el papa Vigilio (537-555), y con asis- en las once primeras sesiones. En la sesión
tencia de unos 150 obispos. decimotercera la asamblea conciliar conde-
El problema que intentaba resolver el em- nó a todos los que habían defendido ideas
perador era el de los monofisitas, especial- próximas al monotelismo: los patriarcas de
mente en Egipto. Justiniano había condena- Constantinopla, Sergio, Pirro, Pablo II y Pe-
CONCILIO 165
cánones, que renuevan, en parte, decisio- te a las llamadas Decretales de Gregorio IX.
nes anteriores: condena de la simonía, ob- En sus decretos se establece la necesidad
servancia de la «tregua de Dios», concesión de una mayoría de dos tercios para la váli-
a los cruzados de indulgencia plenaria, de- da elección del Papa, se señala la edad mí-
creto a favor de la cruzada en España, pro- nima (30 años) para ser obispo, condena a
hibición del concubinato a los clérigos. los cátaros o albigenses, etc.
10.º) Concilio II de Letrán (1139) 12.º) Concilio IV de Letrán (1215)
A la muerte del antipapa Anacleto II La iniciativa de esta asamblea conciliar
(1138), una vez restablecida la unidad de la es debida al papa Inocencio III (1198-1216).
Iglesia, el papa Inocencio II (1130-1143) Asistieron 412 obispos y unos 800 abades
ordenó la reunión de un concilio en Roma, y representantes de los reyes cristianos.
que se celebró al año siguiente y contó con Entre los asuntos tratados figuraron al-
la asistencia de unos 500 padres concilia- gunas cuestiones litigiosas sobre la sede pri-
res. macial de Toledo, la titularidad del condado
Además de condenar algunos errores de Toulouse, la condena de Otón IV (1182-
dogmáticos de Pedro de Bruys y Enrique de 215) y el repudio de la Charta Magna britá-
Lausana, el Concilio promulgó treinta cáno- nica, arrancada por la fuerza a Juan Sin Tie-
nes sobre la disciplina del clero. Los temas rra (1199-1216).
tratados asientan las ideas de la reforma La aportación de mayor relieve fue la pu-
gregoriana, especialmente contra la simo- blicación de 70 cánones, que se incorpora-
nía y a favor del celibato de los clérigos or- rían más tarde a las Decretales de Grego-
denados in sacris. Así el canon 7 declaraba rio IX. Entre los cánones aprobados pode-
la invalidez del matrimonio contraído por los mos destacar: la profesión de fe contra los
clérigos mayores (a partir del subdiacona- cátaros y valdenses, la condena de la doc-
do) y por los monjes. El canon 28 confirma trina trinitaria de Joaquín de Fiore, la obli-
a los cabildos catedralicios y a los superiores gación de confesar una vez al año y recibir
de órdenes religiosas el derecho a elegir la comunión en la Pascua, etc.
obispo. Otros cánones prohíben la usura, Se puede afirmar que este Concilio fue
los torneos, el ejercicio de la medicina a los el más importante de los que se celebraron
monjes, reivindicar a título hereditario los a lo largo de la Edad Media. Se convirtió en
bienes de la Iglesia, etc. un excelente instrumento papal para la re-
forma de la vida de la Iglesia y para la re-
11.º) Concilio III de Letrán (1179)
solución de los graves problemas surgidos
Como en el anterior Concilio lateranen-
entre el poder imperial y el papado.
se, las luchas entre el papa Alejandro III
(1159-1181) y el antipapa Calixto III (1152- 13.º) Concilio I de Lyon (1245)
1190), alentado por Federico Barbarroja Este Concilio ecuménico tuvo como pre-
(1168-1178), terminan con una paz, que es cedente inmediato el conflicto suscitado por
sellada por un concilio. El Papa consiguió el emperador Federico II (1194-1250) con-
que estuvieran presentes en Roma unos 400 tra el papado, en tiempos de Gregorio IX
obispos y un número considerable de abades (1227-1241) y de su sucesor Inocencio IV
y dignatarios eclesiásticos. (1243-1254). El Concilio había sido proyec-
Aunque las actas conciliares no hayan lle- tado por Gregorio IX en Roma, pero no se
gado hasta nosotros, sí lo han hecho, en pudo realizar allí por la violencia del empe-
cambio, los 27 cánones elaborados por es- rador. Inocencio IV hizo suya la convocato-
te Sínodo. Estos cánones se incorporaron a ria de su antecesor, pero trasladando la se-
las colecciones de Decretales, especialmen- de a la ciudad libre de Lyon. Sólo pudieron
CONCILIO 167
asistir 150 prelados, debido en buena me- En cuanto a los asuntos políticos, ni Jai-
dida a la hostilidad imperial. me I, ni Alfonso de Castilla lograron la co-
Los asuntos de mayor relevancia a tra- rona imperial, ya que el Papa se decidió por
tar en el Concilio eran los siguientes: la per- Rodolfo de Habsburgo (1273-1291). La de-
secución de la Iglesia por parte de Federi- legación del gran kan Aboga se esforzó por
co II, la caída de Jerusalén en manos de los alcanzar una alianza contra Egipto, aunque
sarracenos y la derrota de los cruzados en no lo consiguió.
Gaza, la invasión de los mongoles o tártaros 15.º) Concilio de Vienne (1311-1312)
en Europa, el cisma griego y la moralidad En tiempos de Clemente V (1305-1314)
del clero y del pueblo cristiano. Entre los de- tuvo lugar este Concilio, al que asistieron
cretos del Concilio tiene relevancia la sen- unos 120 obispos y abades mitrados, a los
tencia contra Federico II, que será depues- que hay que añadir un contingente similar
to y excomulgado. Se regularon también de procuradores de obispos ausentes, ca-
otros asuntos de índole canónica sobre el bildos y monasterios. La finalidad del Síno-
cónclave, la elección de los obispos, los pri- do era triple: resolver la cuestión de la Or-
vilegios de la Iglesia romana, etc. den del Temple, la reforma eclesiástica y el
rescate de Tierra Santa.
14.º) Concilio II de Lyon (1274)
En relación con los templarios no hay que
Uno de los primeros actos de gobierno
olvidar la presencia de Felipe el Hermoso
del nuevo papa Gregorio X (1271-1276) fue
(1285-1314), que anhelaba hacerse con las
reunir un concilio en Lyon invitando al em-
riquezas de la Orden del Temple, presio-
perador Miguel VIII Paleólogo (1261-1282),
nando al Papa para que el Concilio conde-
al patriarca griego de Constantinopla, al ka-
nara a los templarios. El Papa prefirió se-
tholikós (cabeza suprema de la Iglesia) de
guir una vía administrativa, y mediante la
Armenia y al gran kan de Mongolia.
Bula Vox in excelso de 22 de marzo de 1312
Se comenzó el Concilio el 7 de mayo de
suprimió la Orden del Temple. Sus codicia-
1274, con asistencia de unos 200 obispos,
dos bienes fueron donados a la Orden de
Jaime I de Aragón y algunos embajadores. Malta, a excepción de los existentes en la
Los objetivos de la asamblea conciliar eran: península ibérica (Castilla, Aragón, Portu-
la ayuda a Tierra Santa, la unión con los gal) y Mallorca.
griegos y la reforma de costumbres. En la tercera sesión se solventaron unas
En la segunda sesión se aprobó la Bula cuestiones relacionadas con la pobreza de
Zelus fidei sobre la organización de la cru- los franciscanos y con la doctrina de Juan
zada. En la tercera sesión se promulgó la Pedro de Olivi.
importante Constitución Ubi periculum so- Por lo que hace a la reforma de la Iglesia
bre la elección del Romano Pontífice. se debatieron algunos asuntos relacionados
La cuarta sesión se dedicó a la unión con con abusos eclesiásticos. Se condenaron los
los griegos. Tuvo un acto significativo. El Pa- errores de los begardos y beguinas.
pa hizo leer tres cartas, del emperador Mi- En cuanto a la ayuda a las cruzadas los
guel, de su hijo Andrónico y de los obispos obispos acordaron conceder una contribu-
griegos, aceptando los primeros el símbolo ción de un diezmo durante seis años con
de la Iglesia de Roma, y anunciando los úl- esa finalidad. También tomó cuerpo la idea
timos su entrada en la unidad de la Iglesia. de dar preferencia a la evangelización de
En la última sesión del Concilio se con- los infieles que al simple hecho de hacerles
firmaron los privilegios de las cuatro órdenes la guerra. En este sentido hay que resaltar
mendicantes: dominicos, franciscanos, er- la buena actuación de Raimundo Lulio, ya
mitaños de san Agustín y carmelitas. que por su iniciativa el Concilio promulgó el
168 CONCILIO
llamado «canon de lenguas», que supuso la Constanza fue objeto de una declaración de
creación de cátedras de hebreo, árabe y cal- Eugenio IV (1431-1447), en la que precisa-
deo en la Curia romana y en importantes ba que esta aprobación la hacía el Papa «sin
universidades. perjuicio del derecho, dignidad y preemi-
16.º) Concilio de Constanza (1414-1418) nencia de la Sede Apostólica».
Para situarnos en el contexto histórico de 17.º) Concilio de Basilea-Ferrara-Flo-
este Concilio hay que tener en cuenta la rencia (1431-1442)
existencia de un gran cisma en Occidente, Poco antes de morir Martín V (†2.II.1431)
dividido en tres obediencias: Gregorio XII envió una bula de convocación del Concilio
(1406-1415), Juan XXIII (1410-1415) y Be- de Basilea. Este acto fue confirmado por su
nedicto XIII (1394-1423). Otro factor a con- sucesor Eugenio IV (1431-1447). El Conci-
siderar era el movimiento de Juan Hus lio contó inicialmente con una escasa asis-
(1369-1415). A todo ello hay que añadir el tencia, y ante esta situación el Papa inten-
interés del emperador Segismundo (1410- tó disolverlo, pero éste rehusó la disolución
1437) por impulsar un concilio en Constan- declarándose legítimo representante de la
za que propiciara la unidad de la Iglesia. Iglesia. Después de dos años de conflicto
Juan XXIII convocó el Concilio en Cons- entre el Concilio y el Papa, Eugenio IV se
tanza. La participación fue muy numerosa, vio obligado a ceder y reconoció la legitimi-
puesto que además de los obispos y prela- dad del Concilio en 1433. En el ínterin, el
dos, que superaban el número de 300, se Concilio de Basilea había conseguido la pa-
reconoció el derecho a voto de represen- cificación de los husitas. Entre 1433 y 1436
tantes de príncipes, doctores y procuradores el Concilio emanó una serie de decretos de
de universidades y cabildos. Con ello el nú- reforma eclesiástica, que de haberse pues-
mero de votantes ascendió a unos 18.000. to en práctica hubieran significado una re-
Ante tal cifra se acordó expresar el voto por novación en la vida de la Iglesia.
naciones. En el verano de 1437 se suscitó la cues-
Después de una rocambolesca huida, tión de elegir la sede en que debía cele-
Juan XXIII fue depuesto, como culpable de brarse el Concilio para la unión con los grie-
cisma, simonía y vida escandalosa. En la se- gos. Tanto Eugenio IV como los griegos pre-
sión decimocuarta el cardenal Juan Domi- ferían una ciudad italiana, mientras que la
nici, en nombre de Gregorio XII, legitimó mayoría de los conciliaristas de Basilea pre-
las actuaciones anteriores del Concilio. En ferían esta misma ciudad o Aviñón. Des-
esta misma sesión Gregorio XII presentó su pués de arduas negociaciones, la minoría
renuncia al pontificado. Por lo que se refie- del Concilio, el Papa y los griegos optaron
re a Benedicto XIII, resultaron vanos todos por Ferrara, y a esta ciudad trasladó el Pa-
los esfuerzos que se hicieron para que re- pa el Concilio.
nunciara, y el Concilio tuvo que deponerlo Con el cambio de sede a Ferrara, el Con-
el 26 de julio del 1417. Con ello el camino cilio entra en una nueva fase caracterizada
quedaba despejado para la elección de un por la búsqueda de la unión entre la Iglesia
nuevo Papa: Martín V (1417-1431). latina y las Iglesias orientales. La apertura
También se ocupó el Concilio del proceso tuvo lugar el 8 de enero de 1438. Después
y la condena de Juan Hus. En cuanto a la con la presencia del Papa y la llegada de 20
reforma interna de la Iglesia se trataron al- obispos orientales con el patriarca de Cons-
gunas cuestiones más generales: benefi- tantinopla José II y el emperador bizantino
cios, tonsura y hábito eclesiástico, diezmos Juan VIII Paleólogo, así como los represen-
papales y concordatos. tantes de los patriarcados de Alejandría, An-
El carácter ecuménico del Concilio de tioquía y Jerusalén, y el metropolita de Kiev
CONCILIO 169
se consiguió reunir un buen número de par- esta unión, como consecuencia del fanatis-
ticipantes. mo antilatino de una parte considerable del
En la segunda sesión se declaró la ilegi- clero griego alentado por Marcos Eugénicos
timidad de la continuación del Concilio de de Éfeso.
Basilea y de los actos emanados en esas cir-
18.º) Concilio V de Letrán (1512-1517)
cunstancias. En la cuarta sesión se promul-
Este Concilio fue convocado por Julio II
gó una bula en la que el Papa y los concilia-
(1503-1513) y dio comienzo en Roma el 3
res manifestaban la legitimidad y ecumeni-
de mayo de 1512, con asistencia de unos
cidad del Concilio. Se decidió estudiar en
150 padres conciliares. Fue presidido por el
comisiones privadas las divergencias entre
Papa, que en la primera sesión señaló los
los griegos y los latinos. Los puntos contro-
objetivos a alcanzar: supresión de las he-
vertidos fueron: la cuestión del Filioque; la
rejías y de los cismas, reforma de la Igle-
utilización del pan ázimo en la eucaristía; la
sia y cruzada contra los infieles.
doctrina sobre el purgatorio; y el primado
El Concilio consiguió neutralizar las ac-
del Romano Pontífice sobre toda la Iglesia.
tuaciones del anticoncilio de Pisa (1511-
Después de largas discusiones sobre los
1512). Ya a partir de la segunda sesión el
puntos de controversia y ante la amenaza
rey de Inglaterra y Fernando el Católico
de las tropas de los Visconti sobre la ciu-
(1474-1516) tomaron partido por el Papa y
dad, se decidió el traslado de la sede conci-
apoyaron el Concilio lateranense. Poco des-
liar a Florencia, que ofrecía además gran-
pués haría otro tanto el emperador Maximi-
des facilidades económicas. En estas con-
liano (1493-1519), posicionándose contra
diciones se reanudó el Concilio el 26 de
el conciliábulo de Pisa. Por otra parte, la
febrero de 1439. Tras ocho sesiones dedi-
muerte de Julio II (1513) favoreció que Luis
cadas a discutir el Filioque y gracias a las
XII de Francia (1498-1515) dejara de apo-
intervenciones del Patriarca de Constanti-
yar a la asamblea de Pisa y que los carde-
nopla y de Bessarión de Nicea, sin olvidar
nales disidentes volvieran a la obediencia
las actuaciones del emperador, se llegó a un
del nuevo papa León X (1513-1521).
acuerdo. En el decreto de unión se recono-
Entre las disposiciones adoptadas, des-
cía, además del Filioque, la existencia del
taca la definición dogmática de la inmorta-
purgatorio y la validez de los sufragios por
lidad individual del alma humana. Entre las
los difuntos, la validez eucarística del pan
medidas disciplinares citaremos: la provi-
ázimo y el primado del Obispo de Roma.
sión de obispados y abadías de acuerdo con
Los armenios firmaron también un acuer-
la normativa canónica y la enseñanza del
do con la Iglesia de Roma el 22 de noviem-
catecismo.
bre de 1439. Los jacobitas hicieron otro tan-
to renunciando al monofisismo en 1442. 19.º) Concilio de Trento (1545-1563)
En 1443 Eugenio IV decretó que el Con- Una vez surgido el conflicto protestante
cilio se trasladase a Roma. De esta conti- por iniciativa de Martín Lutero en Alemania,
nuación del Concilio sólo sabemos que tu- se había generalizado la idea de resolverlo
vo una sesión en 1444 y otra en 1445. No por medio de un concilio, y así se puso de
tenemos más datos, ni siquiera de su ter- relieve en la Dieta de Nüremberg (1522-
minación. 1523). Incluso los mismos luteranos recla-
En resumen, aun cuando los resultados maban un «concilio general, libre, cristiano
del Concilio fueron brillantes, en especial en tierra alemana».
por lo que atañe al fin del cisma con los grie- La propuesta del Concilio no fue inicial-
gos y con otras Iglesias de Oriente, hay que mente bien acogida en Roma, donde se te-
señalar igualmente el carácter efímero de nía cierto temor a un renacimiento de las
170 CONCILIO
Papa; así que dedicó la última sesión a apro- timaban conveniente hacer esa proclama-
bar, de una vez, todos los decretos anterio- ción, cuyos representantes más destacados
res. El Papa confirmaría el 26 de enero de fueron Dupanloup y Ketteler. Los partida-
1564 mediante la Bula Benedictus Deus to- rios de la infalibilidad, que eran la mayoría,
dos los decretos conciliares, dándoles así consiguieron que se redactara una propuesta
fuerza de ley. en este sentido: «Sobre el Romano pontífi-
Considerado en su conjunto Trento fue la ce y su magisterio infalible». La minoría (un
respuesta de la Iglesia católica a la Refor- veinte por ciento del total) trató de impedir
ma protestante. El éxito de este Concilio se que saliera adelante. Hubo un debate in-
debió especialmente a su aplicación. Sin el tenso y se llegó a la redacción de un texto de
perseverante empeño del pontificado de la más amplia aceptación. De todas formas,
Reforma católica para que se cumplieran los algunos padres conciliares de la minoría
decretos tridentinos, no se podría explicar abandonaron Roma antes de la solemne
el gran influjo que tuvo en los siglos poste- aprobación de la Constitución Pastor Aeter-
riores. nus, el 18 de julio de 1870.
20.º) Concilio Vaticano I (1869-1870) La Pastor Aeternus consta de cuatro ca-
El deseo de Pío IX (1846-1878) de reunir pítulos, que tratan del primado de jurisdic-
un concilio ecuménico hay que entenderlo ción del Papa, de la transmisión de esta pre-
dentro del clima eclesial de la época. Desde rrogativa a los sucesores de la Cátedra de
una perspectiva de historia de las ideas, tal Roma, de la íntima naturaleza del primado
vez el detonante inmediato fuera la prolife- romano, y, por último, de la infalibilidad per-
ración de los llamados «errores modernos», sonal del Romano Pontífice en materia de
que tenían sus raíces más próximas en la fe y costumbres. La aprobación fue casi por
Ilustración. unanimidad, recibiendo incluso la acepta-
El anuncio de celebrar una asamblea con- ción de muchos componentes del grupo mi-
ciliar fue generalmente bien recibido, aunque noritario. La excepción más clamorosa fue
en los medios de corte liberal pronto se la del historiador y teólogo de Munich Igna-
apreció un tono contestatario. En la convo- cio Döllinger, que rehusó someterse y fue
catoria no se invitaba formalmente a los excomulgado, dando vida en Alemania a la
príncipes cristianos, como se había hecho llamada Iglesia de los «Viejos Católicos».
en anteriores concilios, con el propósito de El Concilio tuvo que suspender sus se-
evitar posibles injerencias de los estados en siones por el estallido de la guerra franco-
su desarrollo. prusiana el 19 de julio de 1870, quedando la
Pío IX inauguró solemnemente el Concilio reunión conciliar aplazada sine die.
el 8 de diciembre de 1869, en presencia de 21.º) Concilio Vaticano II (1962-1965)
700 obispos. Se comenzó por debatir el es- Nada hacía pensar que, tres meses des-
quema «sobre la fe católica», que sería apro- pués de su elección como Papa, Juan XXIII
bado con el nombre de Constitución Dei Fi- (1958-1963) anunciara su intención de con-
lius. Este documento de gran entidad doc- vocar un concilio ecuménico. El Vaticano II
trinal expresa lúcidamente la doctrina católica fue concebido inicialmente como una asam-
sobre las relaciones entre la fe y la razón. blea de marcada orientación pastoral, a fin
Pero la cuestión de la infalibilidad era la de establecer un aggiornamento, una ade-
que acaparaba el mayor interés. Se forma- cuación, de la vida estructural y apostólica
ron dos grupos de padres: el de los parti- de la Iglesia a las necesidades del mundo
darios de proclamar la infalibilidad, cuyo re- contemporáneo. Se creó una comisión an-
presentante más significativo era el cardenal tepreparatoria (en 1960), que recogió nu-
Manning; y el constituido por quienes no es- merosas sugerencias
172 CONCILIO
Su inauguración tuvo lugar en 1962. Al ron las discusiones sobre la vida y ministe-
acto asistieron 2.540 padres. Las sesiones se rio de los presbíteros y el de la Iglesia en el
iniciaron el 13 de octubre con el debate so- mundo actual. Con todo, al final de este pe-
bre la reforma de la liturgia. Al mes siguiente riodo se aprobaron la Constitución Lumen
se comenzó a discutir el esquema sobre las gentium, el Decreto sobre ecumenismo y el
fuentes de la revelación, así como el es- Decreto sobre las Iglesias orientales.
quema sobre medios de comunicación so- El 14 de septiembre de 1965 se abrió el
cial. cuarto periodo de sesiones. Algunos docu-
Mayor complicación ofreció el esquema mentos se tramitaron con una mayor rapi-
De Ecclesia, elaborado con una concepción dez, como el Decreto sobre el ministerio
eclesiológica institucional de acuerdo con la pastoral de los obispos, el de renovación de
teología de Belarmino. Las críticas fueron la vida religiosa, sobre formación de los sa-
numerosas pidiendo una nueva redacción cerdotes, la Declaración sobre las religiones
del documento. no cristianas y la Declaración sobre la edu-
La primera fase del Concilio fue clausu- cación cristiana.
rada por el Papa el 8 de diciembre. El 3 de La actividad incansable de la comisión
junio de 1963 falleció Juan XXIII, sucedién- consiguió elaborar un texto que mereció un
dole Pablo VI (1963-1978). amplio consenso, que daría lugar a la Cons-
La segunda etapa conciliar emprendería titución Gaudium et spes. Aprobándose se-
su andadura el 29 de septiembre de 1963. guidamente, en unión con los decretos sobre
En esta nueva fase los trabajos de los pa- la actividad misionera, sobre el ministerio y
dres conciliares se centraron en el documen- vida de los presbíteros, así como la Decla-
to sobre la Iglesia, reelaborado por el carde- ración sobre libertad religiosa.
nal Ottaviani. Los puntos más conflictivos fue- El día 8 de diciembre, el papa Pablo VI
ron la colegialidad episcopal y la institución clausuró el Vaticano II con el Breve apos-
del diaconado permanente. El moderador car- tólico In Spiritu Sancto.
denal Suenens, con el aval del Papa, propuso Aunque todavía es pronto para hacer una
una votación orientativa sobre las cinco cues- valoración de conjunto del último concilio
tiones doctrinales más debatidas. El voto fa- ecuménico, sí podemos destacar algunos
vorable de la mayoría hizo que se reenviase de aspectos más sobresalientes: una mayor
nuevo el esquema con la enmiendas y orien- profundización teológica sobre la Iglesia, en
taciones que había suscitado. A continuación temas como la colegialidad episcopal, la sa-
se debatieron las propuestas sobre el minis- cramentalidad del episcopado, la comunión
terio pastoral de los obispos, la reforma de la de las Iglesias, el ecumenismo y el sentido
curia romana y el ecumenismo. participativo de la liturgia. Ha repristinado
El tercer periodo de sesiones se abrió el también la llamada universal a la santidad y
14 de septiembre de 1964. La nueva re- la responsabilidad de los laicos en la santi-
dacción del documento De Ecclesia había in- ficación de las realidades terrenas.
corporado un capítulo sobre el carácter es-
catológico de la Iglesia y otro sobre mario- Bibliografía
logía. Las tensiones anteriores se volvieron G. ALBERIGO (ed.), Les conciles oecuméniques, I,
a hacer presentes, de tal manera que en el Paris 1994. G. ALBERIGO Y OTROS (eds.), Concilio-
capítulo tercero sobre la colegialidad el Pa- rum oecumenicorum decreta, Bologna 19723. H.S.
pa tuvo que enviar una Nota explicativa ALIVISATOS, «Les Conciles oecuméniques V, VI, VII
praevia, para reducir la oposición de la mi- et VIII», en Le Concile et les Conciles, Cheve-
noría, reafirmando la doctrina del Vaticano I togne 1960. A. FAVALE, I Concili Ecumenici nella
sobre el primado papal. Más pacíficas fue- storia della Chiesa, Torino 1962. C.J. HEFELE y H.
CONFIRMACIÓN 173
LECLERCQ, Histoire des Conciles, Paris 1907-1921. ria de los Concilios Ecuménicos», en J. PAREDES,
J. JEDIN, Breve historia de los concilios, trad. esp., M. BARRIO, D. RAMOS-LISSÓN y L. SUÁREZ, Dicciona-
Barcelona 1963. R. MINNERATH, Histoire des Con- rio de los Papas y Concilios, Barcelona 19992,
ciles, Paris 1996. P. PALAZZINI, (ed.), Dizzionario 605-640.
dei Concili, Roma 1967. D. RAMOS-LISSÓN, «Histo- D. Ramos-Lissón
Confirmación
celebra en la Iglesia romana de modo autó- be ser considerada a partir de un gesto que
nomo, ha sido denominado confirmación. En signifique adecuadamente el don del Espí-
efecto, en el tiempo en el que comienzan a ritu y una fórmula que indique el misterio
estructurarse las distintas familias litúrgicas sacramental celebrado. Tal gesto, según la
(siglos III-V), la iniciación sacramental cris- tradición bíblica, apostólica y eclesial pue-
tiana estaba articulada por una serie de ritos de ser bien la unción, bien la imposición de
que giraban en torno a tres ejes: lavacro la mano, o bien una conjunción de ambas
bautismal y gestos posbautismales miste- acciones simbólicas. Competerá a la auto-
rios del bautismo, según las fuentes docu- ridad legítima determinar, a la luz de la pro-
mentales , y recepción de la eucaristía. Y pia tradición litúrgica, el gesto y la fórmula
entre aquellos ritos posbautismales que for- que se consideran esenciales en cada mo-
maban una unidad orgánica con el lavacro mento histórico. Por ello, la Divinae consor-
bautismal, dos gestos, unción con el crisma tium naturae no ha pretendido definir la es-
e imposición de la mano acompañados o tructura fundamental del sacramento, sino
no de la consignación, según las tradiciones establecer la praxis sacramental que, en
conferían el don pleno del Espíritu Santo. De adelante, se seguirá en la Iglesia latina: cris-
aquí que, algunos escritores eclesiásticos mación cruciforme y fórmula de epiclética
(Optato de Milevi) encontraran el fundamento (invocación del Espíritu).
de la sucesión de ritos de iniciación en la La complejidad del problema se advierte
progresión de misterios del bautismo de Cris- cuando en este documento afirma que la im-
to en el Jordán: descenso a las aguas (lava- posición de manos previa a la unción, aunque
cro bautismal), descendimiento del Espíritu no pertenece a la esencia del rito sacra-
en forma de paloma (unción), proclamación mental, sí forma parte de su integridad.
de las palabras del Padre: éste es mi Hijo,
el amado (imposición de la mano). 5. Unción con el crisma
Con el transcurso de los siglos, tanto en Los libros litúrgicos vigentes establecen que
las tradiciones occidentales como orienta- la unción se confiera con el crisma, aceite
les, ambos gestos confluyeron, sin embargo, de oliva o, en su caso, vegetal, al que se le
en la unción que se da mediante la consig- ha añadido el bálsamo: aromas o sustancias
nación con el crisma; probablemente para perfumadas. El término procede de la len-
evitar el peligro de confusión con otros ri- gua griega y significaba originalmente un-
tos que se servían de la imposición de la güento. Incorporado al latín, el substantivo se
mano, como la reconciliación de los here- refería en un principio al hecho mismo de la
jes, o por la asociación de la categoría de unción. Sería Optato de Milevi (siglo IV) el
signo sacramental con una realidad mate- primer autor latino que usara el vocablo con
rial. En todo caso, la conclusión doctrinal de su sentido actual de óleo consagrado.
la Divinae consortium naturae no hará sino El aceite es un elemento natural que, por
ponerse en continuidad con dicho proceso, sus propiedades terapéuticas, aromáticas,
pues ya desde la Edad Media (Inocencio III, combustibles, culinarias…, goza de un am-
Inocencio IV, Decreto «pro armeniis») se plio simbolismo. En la cultura mediterránea
consideró que la crismación «designa», «re- formaba parte, junto al trigo y el vino, de
produce» y «ocupa el lugar» de la imposición la tríada esencial de la vida y la abundan-
de las manos del periodo apostólico. cia. La unción da salud y belleza al cuerpo,
lo tonifica y vigoriza; da agilidad en el com-
4. Conclusión bate y ayuda a escapar de la presa del ene-
De todo ello se deduce que la estructura migo. El perfume embellece y comunica su
fundamental del rito de la confirmación de- fragancia.
176 CONFIRMACIÓN
tivo origen del sacramento de la Confirma- tiana: la perfectio sería, así, una perfectio
ción, el cual perpetúa, en cierto modo, en ad robur, un robustecer el compromiso exis-
la Iglesia, la gracia de Pentecostés» (DCN). tencial del cristiano y el testimonio de su fe.
De aquí que, desde entonces, la teología con-
2. Significado teológico-salvífico siderara a la confirmación como el sacra-
del sacramento mento propio del miles Christi. Tales pers-
El significado teológico-salvífico de la con- pectivas, hoy día, son completadas con una
firmación queda convenientemente expre- atención a la conformación con el misterio
sado por el rito sacramental «de la cele- de Cristo propia de cada uno de los sacra-
bración se deduce que el efecto del sacra- mentos y sus consecuencias eclesiológicas:
mento es la efusión plena del Espíritu Santo» «... por esta donación del Espíritu Santo los
(CCE 1302). La confirmación confiere, pues, fieles se configuran más perfectamente con
la plenitud del Espíritu, enviado por el Se- Cristo y se fortalecen con su poder para dar
ñor a su Iglesia el día de Pentecostés (cf. testimonio de Cristo y edificar su Cuerpo [la
RC, Observaciones previas 1). Iglesia], en la fe y en la caridad» (RC, Ob-
Ahora bien, una adecuada comprensión servaciones previas 2). En este sentido, pue-
de la naturaleza de tal donación requiere de afirmarse que el don del Espíritu propio
que la consideración del sacramento no sea de la confirmación conforma al fiel con Cris-
aislada, sino a la luz de su carácter de mis- to, el «ungido», en orden a la misión ecle-
terio de iniciación. En efecto, como acredita sial en el mundo y en la historia.
la tradición litúrgica ya reseñada (cf. supra A modo de síntesis, los actuales docu-
1.3), la confirmación es un sacramento bau- mentos magisteriales juzgan que la confir-
tismal que expresa y obra, significa y reali- mación confiere crecimiento y profundidad a
za un don seminalmente comunicado en el la gracia bautismal: introduce más plena-
lavacro salvífico. De aquí que, para los Pa- mente en la filiación divina, une más firme-
dres de la Iglesia, el don propio de la con- mente con Cristo, aumenta los dones del
firmación no sea sino una gracia perfectiva, Espíritu, perfecciona el vínculo con la Iglesia,
en el sentido etimológico del término: un y concede una fuerza especial para difundir
don gratuito que lleva a cumplimiento la do- y defender la fe (cf. CCE 1303 y 1316).
nación del Espíritu conferida en el lavacro
bautismal. 4. El carácter sacramental
Este significado ha sido concretado en la Por otra parte, la tradición teológica ha con-
tradición teológica a partir de los denomi- siderado siempre que el sacramento de la
nados efectos del sacramento: la gracia sa- confirmación imprime en el cristiano una mar-
cramental y el carácter. ca indeleble carácter de su pertenencia a
Cristo, un signo de su «unción» por el Espíritu
3. La gracia sacramental de la para ser testigo del Señor (cf. CCE 1304).
confirmación Este «carácter» perfecciona el sacerdocio
¿Cuál es la naturaleza específica del don del bautismal y confiere al fiel el poder de con-
Espíritu perfeccionado por la confirmación? La fesar a Cristo (cf. CCE 1305). Y, en cuanto
tradición teológica ofrece diversas interpre- cumplimiento del bautismo, supone la unici-
taciones. Así, durante el periodo patrístico, dad y la índole no iterable del sacramento.
san Ambrosio relaciona este perfecciona- Ahora bien, por su propia naturaleza (cf.
miento con los siete dones del Espíritu. Du- los sacramentos que confieren carácter: bau-
rante la Edad Media, en cambio, el carácter tismo y orden), el «carácter» de la confir-
perfectivo de la gracia de la confirmación es mación implica una consagración, una par-
visto a la luz del testimonio de la vida cris- ticipación ontológica en el sacerdocio de
178 CONTEMPLACIÓN
Cristo. En este sentido tiene una dimensión debería llevar, por tanto, a una revisión de la
predominantemente cultual, que tiende, en praxis pastoral actualmente extendida en
cuanto tal, a la eucaristía. gran parte de las iglesias particulares, tan-
Por otra parte, la entraña bautismal del to para recomponer el orden tradicional de
sacramento conlleva que tal participación los misterios de iniciación (bautismo, con-
se dé en el orden del sacerdocio común de firmación, eucaristía), cuanto para no re-
todos los bautizados; sacerdocio que alcan- trasar indebidamente la celebración del sa-
zaría así su plenitud con la unción propia de cramento de la unción con el Espíritu.
la confirmación: con este sacramento, el sa-
cerdocio bautismal del fiel cristiano asumi- Bibliografía
ría así la plenitud del Espíritu que le capaci- M. AUGÉ, L’iniziazione cristiana. Battesimo e Con-
ta para ofrecer su vida, en unión con Cristo, fermazione, Roma 2004. Ph. GOYRET, L’unzione
en acción de gracias al Padre. nello Spirito. Il Battesimo e la Cresima, Città del
Parece lícito pensar, por ello, que sólo los Vaticano 2004. L. LIGIER, La Confermazione. Sig-
confirmados quienes, por su «carácter», nificato e implicazioni ecumeniche ieri et oggi,
participan plenamente del sacerdocio bau- Roma 1990. I. OÑATIBIA, «Bautismo y Confirma-
tismal están en condiciones de recibir en ción. Sacramentos de iniciación», Sapientia Fidei
plenitud la «comunión» con Cristo propia de 22, Madrid 2000.
la celebración eucarística. Esta afirmación J.L. Gutiérrez-Martín
Contemplación
Padre, él mismo lo dio a conocer» (Jn 1,18; amigos. Pues bien, el entretenerse del hom-
cf. 1 Jn 3,2). bre con Dios se realiza mediante la contem-
plación de Él, como el Apóstol decía: “Nues-
III. ENSEÑANZAS DE LA TRADICIÓN ESPIRITUAL tra patria está en el cielo” (Flp 3,20). Por tan-
CRISTIANA to, puesto que el Espíritu Santo nos hace
A lo largo de la historia de la Iglesia, nu- amadores de Dios, se sigue que por el Espí-
merosos maestros espirituales han escrito ritu Santo somos hechos contempladores de
sobre la contemplación. Presentamos algu- Dios» (Summa contra gentiles, lib. 4, c. 22).
nos textos significativos, escogidos entre San Juan de la Cruz enseña que la con-
muchos otros. templación es un acto producido al unísono
En la época patrística, Clemente de Ale- por la inteligencia y el amor: «La contem-
jandría (†215) es el primer pensador cris- plación es ciencia de amor, la cual [...] es
tiano que designa con el sustantivo griego noticia infusa de Dios amorosa, que junta-
theôría la contemplación de Dios. Había leí- mente va ilustrando y enamorando el alma,
do esta palabra en Platón, cuya filosofía apre- hasta subirla de grado en grado hasta Dios,
ciaba, y le dio un contenido cristiano. Para su Criador, porque sólo el amor es el que
el Alejandrino, la theôría es el conocimiento une y junta el alma con Dios» (Noche os-
supremo de Dios en este mundo, y afirma cura, II, 18, 5).
que la clave para alcanzarlo es la caridad: Finalmente, san Francisco de Sales ofre-
«Dios es amor y es cognoscible por los que ce esta definición: «La contemplación es una
lo aman [...]. Hay que entrar en su intimidad amorosa, simple y permanente atención del
por el amor divino para que podamos con- espíritu a las cosas divinas» (Tratado del
templar al semejante por medio del seme- amor de Dios, 6, 3).
jante» (Stromata, 5, 13, 1-2: PG 9, 27).
Orígenes (†254) es el primer autor que IV. NATURALEZA FILOSÓFICA Y TEOLÓGICA DE LA
describe la perfección cristiana como una CONTEMPLACIÓN SOBRENATURAL
comunión del alma con Dios, una unión de A la luz de las enseñanzas escriturísticas y
amor que engendra un conocimiento afec- de la tradición espiritual cristiana, se pue-
tivo, la contemplación. En este estado, «el de afirmar que la contemplación sobrena-
intelecto purificado, que ha dejado atrás to- tural posee dos rasgos esenciales:
das las realidades materiales, para llegar 1. Es un conocimiento experiencial de
con la máxima certeza posible a la contem- Dios al que contribuyen simultáneamente
plación de Dios, es deificado por aquello que la fe y la caridad.
contempla» (Comentarii in Iohannem, 32, 2. Esta experiencia se produce de modo
27, 338: SC 385, 333). infuso y pasivo, mediante una iniciativa di-
Ya en la Edad Media, Ricardo de San Víc- vina que excede completamente la capacidad
tor (†1173) ofrece esta definición de con- de actuación del alma humana. Pasividad
templación: «La contemplación es un acto no significa aquí inactividad, sino que el al-
del espíritu que penetra libremente en las ma se siente movida directamente por Dios
maravillas que el Señor ha esparcido en los cuando recibe el don de la contemplación.
mundos visibles e invisibles, y que perma- Desde un punto de vista filosófico, la con-
nece suspendido en la admiración» (Benja- templación se encuadra dentro de un tipo
min maior, lib. 1,a. 4: PL 196, 67). de conocimiento llamado «conocimiento por
Santo Tomás de Aquino resume así la re- connaturalidad», por ejemplo, el conoci-
lación entre la caridad como amistad con miento personal de amistad entre dos seres
Dios, y la contemplación: «Es sumamente humanos. Este conocimiento no se produce
propio de la amistad entretenerse con los mediante razonamientos, sino que hay en
CONTEMPLACIÓN 181
él un influjo decisivo de la dimensión afecti- viva y dinámica, que la caridad impulsa ha-
va de la persona, por lo que se llama tam- cia el Maestro amado que enseña y es es-
bién «conocimiento afectivo», a causa del cuchado, porque es amado, tiende a supe-
papel esencial que en él juega el amor. rar las fórmulas en que se contiene cuanto
La connaturalidad es una tendencia afec- le es enseñado, pues el Maestro está más
tiva derivada de la propia naturaleza de los allá de su enseñanza. Pero no puede salir
seres, ya que toda realidad creada tiende de las fórmulas, desembarazarse de ellas,
instintivamente hacia el propio fin, que re- porque no sabría alcanzar al Maestro más
viste para ella el carácter de bien (los ani- que por medio de su enseñanza, mediante
males tienden instintivamente hacia lo que las fórmulas. Lo que le añade la connatura-
permite su supervivencia: volar, nadar, cazar, lidad, establecida por la caridad, es el po-
etc.). En el ámbito de la moralidad humana der aferrar en las fórmulas Aquél de quien
se produce el mismo hecho, porque toda éstas expresan el misterio para el entendi-
persona virtuosa tiende como por instinto miento [...]. La experiencia, por tanto, no
hacia la virtud. Por ejemplo, la persona pru- da a conocer algo distinto de lo que dice el
dente emite un juicio prudencial que guía enunciado de la fe, sino que lo da a conocer
su actuación, impulsada por una especie de de modo diverso, más “real” (por contacto
instinto espontáneo, por una tendencia con- espiritual) y más penetrante: como quien
natural de su capacidad afectiva, porque habiendo leído todo sobre un poema en len-
busca y ama la virtud de la prudencia. gua extranjera, sabiendo de él todo lo que se
El conocimiento por connaturalidad se puede saber, es impactado por su belleza
puede explicar en base a la profunda uni- cuando ha aprendido esa lengua y lo ha po-
dad de la persona humana, en cuanto que dido leer directamente. Esta fe que se ha
sus facultades espirituales están enraizadas hecho penetrante, capaz de alcanzar su ob-
en un solo principio vital y operativo: el al- jeto, superando las palabras para abrazar a
ma. Aunque es cierto que la inteligencia y quien habla, para “tocar” las realidades de
la voluntad se distinguen realmente, sin em- que hablan las fórmulas, es una fe contem-
bargo en su actuar concreto hay una mu- plativa» (J.H. NICOLAS, Contemplation, 58).
tua dependencia e interacción. Nuestras fa- Para que se produzca la contemplación,
cultades apetitivas están impregnadas de además de la fe y la caridad, se necesita la
conocimiento, así como nuestros juicios es- intervención del Espíritu Santo mediante al-
tán profundamente influidos por la afectivi- gunos de sus dones, principalmente los dos
dad. En la vida real y concreta, la afectividad siguientes:
orienta nuestros conocimientos en el senti- 1. El don de entendimiento, que perfec-
do de nuestros amores. ciona el ejercicio de la fe. Sobre él escribe
Este tipo de conocimiento alcanza su ni- santo Tomás de Aquino: «También en esta
vel más profundo en el ámbito de la vida vida consiguen los hombres la misericordia
espiritual, en la experiencia contemplativa de Dios. E igualmente aquí, purificado el ojo
de Dios. En efecto, al recibir el bautismo, el por el don de entendimiento, puede ser Dios
fiel es connaturalizado con Dios por medio de visto de algún modo» (S.Th., I-II, q.69, a.2
la gracia, que hace al alma deiforme, divina ad 3).
por participación. La caridad, por su parte, 2. El don de sabiduría, que perfecciona el
proporciona la unión afectiva que requiere ejercicio de la caridad, hace de la contem-
el conocimiento por connaturalidad. plación una sapientia, sapida scientia o cien-
El conocimiento por connaturalidad no es cia sabrosa, por la que Dios y las realidades
un conocimiento distinto de la fe, sino fruto divinas no son conocidas abstractamente, si-
del desarrollo de ésta: «La fe plena, la fe no de modo afectivo o experiencial.
182 CONTEMPLACIÓN
De acuerdo con lo que venimos diciendo, trabajo profesional y de los demás deberes de
la contemplación sobrenatural se puede de- la existencia secular cristiana. En este senti-
finir como un simple juicio intuitivo acerca de do, escribe san Josemaría: «Donde quiera
Dios y de las realidades divinas, procedente que estemos, en medio del rumor de la calle
de la fe vivificada por la caridad e ilustrada y de los afanes humanos en la fábrica, en la
mediante algunos dones del Espíritu Santo. universidad, en el campo, en la oficina o en
el hogar , nos encontraremos en sencilla
V. LA ORACIÓN CONTEMPLATIVA contemplación filial, en un constante diálo-
La experiencia contemplativa de Dios se pro- go con Dios. Porque todo personas, cosas,
duce en el contexto de la oración cristiana, tareas nos ofrece la ocasión y el tema para
concretamente dentro de la oración con- una continua conversación con el Señor»
templativa, que es «la expresión más sencilla (Carta, 11-III-1940, n. 15, citada en J.L. ILLA-
del misterio de la oración. Es un don, una NES, La santificación del trabajo, 123).
gracia; no puede ser acogida más que en la Para el Fundador, el trabajo santificado y
humildad y en la pobreza» (CCE 2713). La santificante, es decir, aquel que reúne las si-
oración contemplativa es fundamentalmen- guientes características: estar bien hecho hu-
te una mirada: «La contemplación es mira- manamente, estar elevado al plano de la gra-
da de fe, fijada en Jesús. Yo le miro y él me cia y por tanto, realizado en estado de gra-
mira, decía en tiempos de su santo cura, un cia , llevado a cabo con rectitud de intención
campesino de Ars que oraba ante el Sagra- y con espíritu de servicio, por amor a Dios y
rio. Esta atención a Él es renuncia a mí. Su con amor a Dios, se convierte en oración con-
mirada purifica el corazón. La luz de la mi- templativa. De esta manera, superaba la apa-
rada de Jesús ilumina los ojos de nuestro rente dicotomía entre vida activa y vida con-
corazón; nos enseña a ver todo a la luz de templativa en la existencia cristiana: «Nunca
su verdad y de su compasión por todos los compartiré la opinión aunque la respeto
hombres» (CCE 2715). de los que separan la oración de la vida acti-
En esta línea, san Josemaría Escrivá, fun- va, como si fueran incompatibles. Los hijos
dador del Opus Dei, afirma que en la ora- de Dios hemos de ser contemplativos: per-
ción contemplativa «sobran las palabras, sonas que, en medio del fragor de la mu-
porque la lengua no logra expresarse; ya el chedumbre, sabemos encontrar el silencio
entendimiento se aquieta. No se discurre, del alma en coloquio permanente con el Se-
¡se mira! Y el alma rompe otra vez a can- ñor: y mirarle como se mira a un Padre, co-
tar con cantar nuevo, porque se siente y se mo se mira a un Amigo, al que se quiere con
sabe también mirada amorosamente por
locura» (Forja, Madrid 200111, 738).
Dios, a todas horas» (Amigos de Dios, Ma-
drid 200430, 306-307).
Bibliografía
Por otra parte, es necesario afirmar que AA.VV., voz «Contemplation», en Dictionnaire de
la experiencia contemplativa de Dios no se Spiritualité, Ascétique et Mystique, II, Paris 1953,
limita a los ratos dedicados exclusivamente a cols. 1643-2193. M. BELDA, «Contemplativos en
la oración, donde se prescinde de cualquier medio del mundo», Romana. Boletín de la Prela-
otra tarea, ya que puede tener lugar asimis- tura de la Santa Cruz y Opus Dei, 14 (1998/2)
mo en y mediante las actividades ordinarias 326-340. J.L. ILLANES, La santificación del trabajo.
del cristiano. Precisamente uno de los ras- El trabajo en la historia de la espiritualidad, Ma-
gos esenciales del mensaje que Dios confió a drid 200110. J.H. NICOLAS, Contemplation et vie
san Josemaría Escrivá es la plena y abierta contemplative en christianisme, Friburgo (Suiza)-
proclamación de la contemplación en medio Paris 1980.
del mundo, por medio de la santificación del M. Belda
CONVERSIÓN 183
Conversión
table del Dios de Israel. La idea de conver- imagen según el Espíritu (2 Co 3,18), la res-
sión fue desarrollándose bajo el impulso de titución de todas las cosas, el paso de las
los profetas, quienes enfatizan su dimen- tinieblas a la luz… En cualquier caso, estas
sión interior y personal como aceptación de expresiones muestran cómo la conversión
la alianza de Dios, frente a una compren- verdadera no es simplemente un cambio su-
sión ritual o legalista (Jr 31,33; 32,37-41; Ez perficial o exterior, sino una transformación
11,19; 18,19-32). La conversión verdade- de la mentalidad y de las disposiciones in-
ra consiste en una genuina y sincera vuelta teriores del sujeto.
a Dios a través de la fe, la obediencia y el re- En cierto sentido, la conversión es obra
chazo de las obras malas; sólo en este con- del hombre, pero del hombre que respon-
texto adquieren valor las prácticas externas de atraído por el Padre (Jn 6,44). La con-
de penitencia (lamentaciones, saco, ceni- versión se realiza cuando, por la acción de la
za). El sentido auténtico de la conversión, gracia divina, la entera vida del hombre
por tanto, se encuentra más en el nivel teo- cambia, lo viejo es abandonado y entra en
lógico que en el ético-ritual. escena un nuevo modo de existencia. El li-
En el Nuevo Testamento, la llamada a la bro de los Hechos de los Apóstoles recoge
conversión es también una constante fun- algunas de estas conversiones: el etíope
damental que está en el núcleo de la pre- (Hch 8,26-40), san Pablo (Hch 9,1-22), Li-
dicación apostólica. El evangelio se inicia dia (Hch 16,13-15) o el carcelero de Filipos
con la llamada de Juan Bautista a la con- (Hch 16,19-34).
versión (cf. Mt 3,1-2), que Jesús retoma al En los textos neotestamentarios apare-
comienzo de su vida pública como requisito ce una relación muy estrecha entre fe y con-
para la acogida del Reino de Dios: «El tiem- versión. En ocasiones la conversión antece-
po se ha cumplido y el Reino de Dios está de a la fe, viniendo a constituir como su con-
cerca; convertíos (metanoéite) y creed en dición necesaria: «El tiempo se ha cumplido
el Evangelio» (Mc 1,15; cf. Mt 4,17). En es- y el Reino de Dios está cerca; convertíos y
te caso, la conversión adquiere un marca- creed en la Buena Nueva» (Mc 1,15). Otras
do carácter cristocéntrico: consiste en es- veces, el acto de fe es el primer paso en el
cuchar y seguir a Jesucristo (cf. Mt 17,5.9; comienzo de una nueva vida: «La mano del
Mc 9,7; Lc 9,35), creer en él, vivir su vida. Señor estaba con ellos, y un crecido núme-
Todo ello exige el olvido de uno mismo: to- ro recibió la fe y se convirtió al Señor» (Hch
mar la cruz, abandonar padre y madre, ha- 11,21). En cualquier caso la conversión se
cerse como niños (Mt 18,3), son maneras desarrolla en el ámbito de la fe (cf. Lc
de expresar el cambio profundo de menta- 22,32).
lidad que supone la conversión como se-
guimiento de fe y seguimiento en Cristo. 2. Enseñanzas del magisterio
Todo un conjunto de expresiones neo- de la Iglesia
testamentarias contribuyen a perfilar la no- El magisterio de la Iglesia se ha pronuncia-
ción de conversión como un fenómeno que do sobre la conversión en varias ocasiones,
describe el cambio profundo de vida expe- siempre en el contexto de sus enseñanzas
rimentado por el creyente. La conversión es sobre la fe. En el II Concilio de Orange (529),
una regeneración o nuevo nacimiento (Mt en respuesta a planteamientos que minus-
19,28; Jn 3,5; Rm 6,4; Tt 3,5), un llegar a valoraban el papel de la gracia en el acceso
ser una nueva criatura en Cristo (2 Co 5,7), a la fe (pelagianos y semipelagianos), la Igle-
un cambio de corazón y un paso de la muer- sia se sirvió de la doctrina de san Agustín
te a la vida (1 Jn 3,14), un cambio de men- para afirmar la absoluta necesidad de la gra-
te (Rm 12,2), la transformación de la propia cia y de los auxilios del Espíritu Santo tanto
CONVERSIÓN 185
en la aceptación de la predicación del Evan- tos promovida por el Concilio (SC 64-66;
gelio como en el deseo, en el inicio y en el AG 14) muestra la comprensión que la Igle-
desarrollo de la fe (D. 373-377). sia que celebra tiene de la conversión cris-
En su Decreto sobre la justificación (ses. tiana: una transformación radical del sujeto
VI. cc. 5 y 6), el Concilio de Trento, frente a por medio de la participación en la muerte y
los planteamientos protestantes, ratifica la resurrección de Cristo, que tiene lugar en
necesidad de la gracia en la conversión la la Iglesia como comunidad creyente. Al mis-
justificación es un acto gratuito y soberano mo tiempo, la llamada a la fe y a la conver-
de Dios junto a su carácter libre por parte sión es presentada como una etapa nece-
del hombre. Señala también los actos a tra- saria y previa a la participación de los hom-
vés de los cuales el sujeto se dispone a la bres en la liturgia (SC 9). Se subraya así la
justificación movido por Dios: la fe en Dios íntima relación entre la lex orandi y la lex
y en su designio salvador, el reconocimien- credendi.
to humilde de su condición pecadora así co-
mo la esperanza en el poder misericordio- II. TEOLOGÍA DE LA CONVERSIÓN
so de Dios, el amor a Dios y el odio a los No resulta fácil disociar la noción de con-
propios pecados y el arrepentimiento que versión de otros conceptos teológicos con
debe tenerse antes de recibir el bautismo, y, los que está íntimamente relacionada co-
finalmente, una determinación de empezar mo, por ejemplo, justificación, salvación,
una vida nueva cumpliendo los manda- acto de fe, arrepentimiento, penitencia, etc.
mientos de Dios. El Concilio enseña además La teología clásica apenas se ha ocupado
que la conversión es un proceso que dura de la noción de conversión, pero sí lo ha he-
toda la vida del creyente y que transcurre cho de una de sus formas más significati-
paralelo a su vida teologal, y a la práctica vas, la justificación, entendida como fenó-
de las buenas obras. meno por el cual el pecador pasa al estado
Especialmente sugerentes son las ense- de gracia. Si en el planteamiento luterano
ñanzas del Concilio Vaticano II, tanto desde la justificación del hombre consiste en un
un punto de vista teológico-fundamental co- encubrimiento del pecado por parte de Dios
mo desde una perspectiva litúrgica. El Con- junto a una imputación sólo externa de la
cilio se refiere a la conversión en diversos justicia de Cristo, para la teología católica
sentidos: como proceso en el camino de la es interpretada como una real anulación del
fe que se realiza a través del encuentro con pecado en el hombre, y una verdadera re-
Jesucristo, y cuya culminación consiste en novación y santificación interna. En este sen-
la plena comunión del hombre con Dios; co- tido, en la justificación concurren dos ele-
mo finalidad de la actividad evangelizadora mentos: la remisión de los pecados y, al
dirigida a los no cristianos; como paso de mismo tiempo, la entrega gratuita de los
una forma religiosa a otra. Sin embargo, en dones divinos necesarios para la santidad.
el terreno ecuménico prefiere evitar ese tér- La justificación primera tiene lugar en el
mino para describir el paso de un cristiano bautismo de los niños, donde se realiza la
no-católico a «la plena comunión católica» conversión en su estado más puro, como
(UR 4). Según el Concilio, las conversiones regeneración obrada soberana y gratuita-
individuales deben regirse por el principio mente por Dios a través de la remisión del
de la libertad tanto moral como física (DH pecado original.
10-11); las motivaciones de los conversos
han de ser estudiadas y, en su caso, purifi- 1. Conversión y salvación
cadas (AG 13). Por su parte, la nueva pra- La conversión cristiana se inscribe en el con-
xis ritual de iniciación cristiana para adul- texto del plan salvador de Dios en la histo-
186 CONVERSIÓN
manera, ya le unían a ella (conversión se- lo así puede conocerse el proceso psicoló-
gunda). En este caso, la conversión supo- gico que ha experimentado, y valorarse las
ne una participación más consciente y ple- circunstancias en las que se ha desarrollado.
na en la celebración de la fe. Es el caso, por ejemplo, de las conversio-
Pueden ser diversos los criterios de cla- nes de san Justino (100?-165), Clemente
sificación de las conversiones. Algunos au- de Alejandría (150?-215) o san Agustín
tores han ofrecido una tipificación a partir (354-430), donde concurren motivaciones
de los motivos psicológicos que las deter- filosóficas, morales y religiosas.
minan. Distinguen así entre aquellas donde Dejando a un lado la descripción exis-
domina la inquietud intelectual o el deseo tencial del camino hacia la fe, señalamos a
de encontrar la verdad, aquellas que nacen continuación los elementos teológicos esen-
del deseo de realizar un ideal moral elevado ciales que configuran todo itinerario de con-
y aquellas cuyo origen se encuentra en una versión: preámbulos de la fe, predicación
sacudida de tipo emocional. También pue- del Evangelio, cuestión del sentido de la exis-
den ser clasificadas según otras pautas: la tencia, razones para creer, percepción de la
duración del proceso desde su inicio hasta el bondad y del deber de creer.
acto de fe, el tipo de sujeto implicado la a) Los preámbulos de la fe son verdades
más común es la conversión individual, aun- religiosas o morales cognoscibles por la ra-
que la historia es también testigo de nu- zón natural, que al poseer un vínculo pre-
merosas conversiones colectivas de pueblos ciso con la fe (existencia de Dios, espiritua-
y naciones , la condición inicial del futuro lidad e inmortalidad del alma, la capacidad
converso (paganismo, ateísmo, confesiones del hombre para conocer la verdad, etc.)
cristianas no católicas, etc.). Aunque estas muestran que la decisión de creer está arrai-
clasificaciones pueden servir como una pri- gada en la realidad y no responde a un im-
mera aproximación, no debe olvidarse que pulso arbitrario o irracional.
cada conversión particular al constituir una b) La predicación del Evangelio constitu-
realidad humana y sobrenatural compleja ye un elemento necesario en el camino ha-
debe analizarse como fenómeno único e irre- cia la fe, puesto que nadie puede creer lo
petible. que no conoce, y no se puede conocer algo
si antes no ha sido anunciado (cf. Rm
3. Itinerario hacia la conversión 10,14.17). En este sentido, la conversión es
La descripción del itinerario de la conver- siempre respuesta de fe al anuncio evan-
sión cristiana puede hacerse de dos modos: gélico.
teológico o existencial. El primero de ellos c) El cuestionamiento sobre el sentido de
consiste en la exposición de las etapas del la vida surge en el hombre por la conver-
proceso teológico hasta la conversión, es gencia de dos realidades: su apertura y ten-
decir, de la serie de realidades que de una u dencia hacia lo trascendente y lo infinito, y su
otra manera deben estar presentes en to- experiencia dramática de la contingencia de
da conversión concreta. Este itinerario goza lo finito (dolor, muerte). La insuficiencia de
de una validez general, aunque su realiza- toda respuesta mundana (materialismo, he-
ción histórica tenga necesariamente mati- donismo), utópica (marxismo) o escéptica
ces propios y determinados. El itinerario (existencialismo ateo, posmodernidad) exi-
existencial es el trayecto singular que cada ge el planteamiento de la cuestión de Dios,
sujeto particular recorre hasta abrazar la fe. como bien señala la conocida expresión de
Para conocer adecuadamente este camino san Agustín: «Nos hiciste, Señor, para ti, y
individual de conversión es indispensable el nuestro corazón está inquieto hasta que des-
testimonio personal del converso, pues só- canse en ti» (Confesiones, I, 1).
188 CONVERSIÓN
d) La búsqueda de razones para creer vida del espíritu, una primera conversión a
constituye un momento fundamental del Dios, la vida cristiana se edifica desde el
proceso de conversión. Gracias a los motivos punto de vista psicológico, moral y espiri-
de credibilidad, la aceptación de la fe se li- tual a través de sucesivas conversiones o
bera de todo posible arranque voluntarista o segundos nacimientos, hasta alcanzar la vic-
fideísta, haciéndose manifiesto su carácter toria en el buen combate de la fe (cf. 1 Tm
razonable, es decir, la continuidad entre el 6,12; 2 Tm 4,7). Los autores espirituales
modo de conocer del hombre y la manera han insistido en la importancia de unas ade-
de revelarse de Dios. La percepción de los cuadas disposiciones personales: «No te
signos de credibilidad se realiza en la for- contentes nunca con lo que eres, si quieres
ma de una convergencia de indicios que con- llegar a lo que todavía no eres. Porque allí
duce a una postura a favor de la fe. donde te consideraste satisfecho, allí te pa-
e) Finalmente, el proceso teológico de la raste. Si dijeres: “¡Ya basta!”, pereciste. Cre-
conversión culmina con la percepción per- ce siempre, progresa siempre, avanza siem-
sonal de la bondad y el deber de creer, re- pre» (San Agustín, Sermón 169, 18).
sultado de la relación esencial de la fe con La liturgia de la Iglesia propone a los cris-
el fin último del hombre. No se trata de lle- tianos unos tiempos especiales de conver-
gar a un asentimiento obligatorio tras una sión: Adviento y Cuaresma. Sin embargo, la
demostración universal y necesaria, sino de conversión personal ha de ser una actitud
percibir la necesidad de creer «para mí» permanente del creyente, como respuesta a
que tiene como base la confianza en el otro la llamada universal a la santidad (cf. Mt 5,48)
propia del encuentro entre personas. Con- y como condición necesaria del seguimiento
tando con ellos, pero más allá de los argu- de Cristo. Todos los tiempos y circunstancias
mentos de la razón, el converso es atraído de la vida son cauces adecuados para la san-
por las «razones del corazón» de las que tificación del creyente y de su entorno: «La
hablaba Pascal, e impulsado además por el conversión es cosa de un instante; la santifi-
impulso de la gracia divina que le atrae a cación es tarea para toda la vida» (San Jo-
la fe. semaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 58).
La actitud permanente de conversión na-
4. Conversión, santidad y existencia ce de la experiencia del encuentro con Dios
cristiana por medio de Jesucristo en el Espíritu San-
La voluntad salvífica universal (cf. 1 Tm 2,4- to. Esa experiencia la adquiere el cristiano en
5) tiene como presupuesto antropológico un la oración y en la frecuencia de los sacra-
impulso natural hacia Dios que se encuentra mentos, que le llevan al arrepentimiento de
en lo más profundo del ser humano. La vo- las propias culpas, a la adoración a Dios y
cación universal a la verdad y al bien que al propósito de servicio y amor a los her-
está en la base de ese impulso implica en manos.
el hombre y en la mujer un esfuerzo conti- Finalmente, cabe señalar la relación es-
nuo de conversión, sea para encontrar la re- trecha que existe entre el fenómeno de la
ligión verdadera, sea para, una vez encon- conversión y la credibilidad de la revelación
trada, confrontar progresivamente la pro- cristiana. El testimonio del converso cons-
pia vida con sus exigencias. tituye, en efecto, un instrumento excelen-
De un modo particular puede afirmarse te de la credibilidad del cristianismo, que
que toda la vida cristiana es conversión. Ca- puede suscitar en el no creyente el inicio de
da cristiano está llamado a ser aquello para un itinerario hacia Dios a través del plante-
lo que ha sido creado. Así como el bautis- amiento de la cuestión del sentido. Al mis-
mo constituye un primer nacimiento en la mo tiempo, el testimonio de una vida cris-
CREACIÓN 189
tiana coherente es capaz de arrancar en el al cristianismo durante los primeros siglos, Bil-
creyente indiferente o alejado un compro- bao 1961. J BEHM y E. WÜRTWEIN, «Metanoéo, me-
miso más exigente en su vida de fe y en su tánoia», en Grande Lessico del Nuovo Testamento
relación con la Iglesia. VII, Brescia 1965-1992, 1106-1195. Y.-M. CON-
GAR, «La conversion, étude théologique et psycho-
Creación
cepto de creación como creación «de la na- Sí en el acto creativo. El pacto de alianza
da» (creatio ex nihilo o también de nihilo). establecido con Noé se desarrolla en el con-
3. Un tercer significado, más amplio y texto en el que Dios, mediante el diluvio,
profundo, ya de algún modo presente en el se ha manifestado como señor de todas las
Antiguo Testamento, pero que se explicita cosas (cf. Gn 9,8-17); es significativa la ex-
en el Nuevo, abriéndose camino a la luz de presión de Melquisedec que bendice a
la comprensión de Jesucristo como centro Abram de parte del «Dios altísimo, creador
del designio divino de salvación, ve la crea- del cielo y de la tierra» (Gn 14,19). Sólo en
ción como relatio continua entre Dios y textos más tardíos encontramos fórmulas
aquello a lo que Él da gratuitamente la exis- que aluden expresamente a la creación de
tencia, para introducirlo en la plena comu- la nada. Así, en el periodo posexílico, el Deu-
nión con sí. tero-Isaías une estrechamente la fe en la
unicidad de Dios con la fe en la creación:
I. DIMENSIÓN HISTÓRICA «Yo, Yahvéh, lo he hecho todo, yo, solo, ex-
1. En la Sagrada Escritura tendí los cielos, yo asenté la tierra, sin ayu-
a) El Primer Testamento da alguna» (Is 44,24); mientras que en el
En la narración que hace el Génesis de la segundo libro de los Macabeos (que se re-
creación (redacción sacerdotal de Gn 1,1- monta al siglo II a.C.) encontramos una afir-
2,4a, cuyos elementos básicos se remon- mación todavía más explícita: «Te ruego,
tan al periodo de la monarquía), el acto hijo, que mires al cielo y la tierra y, al ver to-
creativo se expresa, con gran solemnidad do lo que hay en ellos, sepas que a partir
y simplicidad a la vez, con el verbo ba-ra-’ de la nada lo hizo Dios (oujk tw`n o “ ntwn)» (2
que, en el lenguaje bíblico, es el único ver- M 7,28). Pero el libro de la Sabiduría (se-
bo específico y técnico para expresar el ac- gunda mitad del siglo I a.C.), con una ex-
to de crear, propio y exclusivo de Dios. Pa- presión que parece remitir, al menos en par-
ra salvaguardar este significado, la Biblia te, al Timeo de Platón, habla todavía de la
de los Setenta no usa el verbo dhmiourgei`n` , «mano omnipotente» del Señor que «ha
que con relación al Timeo de Platón se em- creado el mundo de una materia informe»
pleaba comúnmente para indicar la obra (Sb 11,24), presuponiendo un estado indi-
trasformadora y ordenadora del mundo ma- ferenciado y caótico de la materia a la que
terial, sino que emplea el todavía no hipo- Dios, al crear, ha dado forma y orden. No
tecado ktivzein, que designaba, por ejem- obstante estas oscilaciones, hay que sub-
plo, el acto de voluntad previo a la cons- rayar que tanto en el relato del Génesis, co-
trucción de una ciudad o la institución de mo en los profetas posexílicos, que reto-
una fiesta. Con los verbos ba-ra-’ y ktivzein se man el tema, y en la sucesiva reflexión sa-
quiere decir, en efecto, que sólo Dios crea, piencial se subraya el específico horizonte
siendo el crear aquel «hacer» totalmente de experiencia y de comprensión en el que
singular por el que la realidad que es di- se perfila cada vez más el original sentido bí-
versa de Dios, en su unidad y en su multi- blico de la creación. Tal horizonte es el ho-
plicidad a la vez, entra en la escena de la rizonte histórico, salvífico y dialógico de la
existencia. Es significativo que Dios cree alianza de JHWH con su pueblo y, median-
mediante su palabra o su sabiduría como te éste, con la humanidad y la creación:
dicen explícitamente muchos textos (cf. en Dios, libre y gratuitamente, saca a los hi-
particular Gn 1: «Y dijo Dios…», y Pr 8,22- jos de Israel de la esclavitud de Egipto y los
31). Esto subraya la omnipotencia, la liber- constituye su pueblo, en una relación que
tad, la sabiduría y la bondad de Dios, que no es, a la vez, de gracia y de justicia, de mi-
ha tenido necesidad de asociar a alguien a sericordia y de fidelidad. Y es justamente
CREACIÓN 191
este paradigma, el paradigma del éxodo, el mica. La revelación de Dios como Uno y Tri-
que ilumina la cosmogonía hebraica distin- no Padre, Hijo y Espíritu Santo y el acon-
guiéndola de la de las otras religiones, por tecimiento de la encarnación del Hijo hasta
más que éstas estuviesen bien equipadas su cumplimiento en la Pascua de muerte y
desde el punto de vista cultural. La crea- resurrección arrojan, en efecto, nueva luz
ción es la primera y originaria alianza: es sobre el concepto de creación, desvelando
llamada al ser, instauración de una relación, el misterio del proyecto de Dios sobre la
expresión de gratuidad. No es sólo ofreci- creación y, en concreto, sobre el hombre.
miento divino de salvación y amistad a un El acontecimiento de Jesucristo, en su cul-
partner humano, sino que es precisamen- men pascual, es interpretado no sólo como
te llamada a la existencia de este mismo «nueva creación» (kainh; ktivsi~) (cf. 2 Co
partner, el hombre, hecho a imagen y se- 5,17; Ga 6,15), sino como revelación del
mejanza de Dios a fin de que pueda res- misterio más profundo y radical de la crea-
ponder libremente a la llamada de su Crea- ción misma. En las expresiones neotesta-
dor y Señor, acogiendo la gracia de la co- mentarias más maduras se afirma que todo
munión con Él. Lo dirá incisivamente el ha sido creado por medio de Cristo, en vis-
apóstol Pablo en la carta a los Romanos, di- ta de Él, y que todo subsiste en Él. El pró-
rigiéndose a Dios como a Aquel «que da la logo del Evangelio de Juan, después de ha-
vida a los muertos y llama a las cosas que ber proclamado solemnemente que «en el
no son para que sean (kai; kalou`nto" ta; principio la Palabra existía y la Palabra es-
mh; o“nta wJ" o“nta)» (4,17). A la luz de la taba con Dios y la Palabra era Dios» (1,1),
alianza, el horizonte de la creación es el del afirma con fuerza que «Ella estaba en el
dono más fundamental que se pueda pen- principio con Dios. Todo se hizo por ella y
sar: la existencia. Precisamente para ex- sin ella no se hizo nada de cuanto existe
presar, de una parte, la fuente gratuita y (pavnta diΔ aujtou§ eΔ gevneto kai; cwri;" auj-
absoluta de este don y, de otra, la radicali- tou` eΔ gevneto oujde; e’n ’o gevgonen)» (1,2).
dad del mismo, se explicará el significado Y la carta a los Colosenses subraya que el
de la creación recurriendo a la nada. Cristo «Él es imagen de Dios invisible, Pri-
mogénito de toda la creación, porque en él
b) El Nuevo Testamento fueron creadas todas las cosas (o ”ti eΔn aujtw/`
Aunque el Nuevo Testamento no se ocupa eΔ ktivsθh ta; pavnta), en los cielos y en la
expresamente del concepto de creación, al- tierra, las visibles y las invisibles […]: todo
gunas expresiones muestran que la fe en fue creado por él y para él, él existe con
ella (cf. Hb 1,13) es un dato pacíficamente anterioridad a todo y todo tiene en él su
recibido y asimilado por la tradición he- consistencia (ta; pavnta diΔ aujtou` kai; eij"
braica: así, por ejemplo, la expresión «fun- aujto;n e“ktistai kai; aujtov" eΔ stin pro;
dación del mundo» (ajpo; katabolh`" kovs- pavntwn kai; ta; pavnta eΔ n aujtw/` sunevs-
mou), presente en los evangelios (Mt 25,34; thken)» (1,15-17). También los Hechos de
Lc 11,50; Jn 17,24) y en las cartas apos- los Apóstoles aluden varias veces a Dios
tólicas (Ef 1,4; 1 P 1,20). A lo que se da que ha hecho el cielo y la tierra, el mar y
más bien gran relieve es a la relación en- todas las cosas que en él se contienen (cf.
tre creación y acontecimiento de Jesucristo, 4,24; 14,15): significativo el discurso de
Verbo Encarnado que, según la fe cristiana Pablo en el Areópago, en el que en el anun-
sin negar la raíz hebraica sobre la base de cio de la revelación que se ha manifestado
la cual resulta únicamente posible y com- en Cristo el tema de la creación se propone
prensible abre un ulterior horizonte de como elemento universal de acceso al co-
comprensión de la realidad humana y cós- nocimiento de Dios (cf. 17,22-31).
192 CREACIÓN
disposuit et perfecit omnia et est substantia di, el acto original en virtud del cual toda
omnium voluntas eius» (Adversus Haere- realidad es, existe. Puesto que Dios es el
ses, II, 30, 9). En la Alta Edad Media Juan Ser que subsiste por Sí mismo, es necesa-
Scoto Eriúgena (siglo IX) opta también por rio explica Tomás que todo otro ente sea
una concepción emanatista en la convicción creado por Dios, es decir, que reciba de Dios
de la imposibilidad de conciliar creación y el acto de ser en virtud del cual existe. Es
eternidad del mundo (cf. De divisione natu- justamente esta idea la que, según Tomás,
rae, IV, 7). 2) distingue la doctrina cristiana de las con-
cepciones de Platón y Aristóteles (cf. S.Th.,
b) La escolástica I, q.44, a.2). Tomás acompaña esta tesis
En la escolástica la fórmula creatio ex nihi- fundamental con algunas consideraciones
lo se va progresivamente consolidando para interesantes. Ante todo, subraya que «la
expresar el concepto típicamente bíblico y creación no es un cambio, sino la depen-
teológico de creación. Tenemos una prime- dencia misma del ser creado respecto de su
ra exposición sistemática en Anselmo de principio. Pertenece pues a la categoría re-
Canterbury (1033-1109) quien, partiendo lación» (CG, II, 18). En otras palabras, de-
del concepto puramente lógico de nada, lle- cir que el ser del mundo es creado significa
ga a la conclusión de que toda realidad pro- decir que existe en virtud de la relación con
viene exclusivamente de la obra de la «sus- Dios que lo pone y lo conserva en el ser.
tancia creadora», por la que «lo que antes no Además, después de negar que el acto cre-
era, ahora es» (Monologion, 8). En la época ador se ejercite sobre una materia preexis-
de oro de la escolástica (siglo XIII), Tomás tente, en cuanto que también la materia
de Aquino y Buenaventura de Bagnoregio prima, diversamente de cuanto pensaba
conciben la creación como prolongación ad Aristóteles, ha sido creada por Dios (cf.
extra de las relaciones trinitarias de gene- S.Th., I, q.44, a.2), el Aquinate precisa que,
ración y espiración, siendo estas últimas ra- propiamente, el acto creador no se realiza
tio y causa de aquélla. De ahí se sigue no tampoco sobre la nada, entendida como al-
sólo que toda la Trinidad está comprometi- go distinto de Dios y de las cosas creadas,
da «in solidum» en el acto creador, sino tam- sino que alcanza directamente a la realidad
bién que el universo lleva impresa, en sus misma que pone en el ser: «In creatione,
distintos niveles de ser, una precisa forma ens non se habet ut recipiens divinam ac-
y dinámica analógicamente trinitaria. Es la tionem, sed id quod creatum est» (De Po-
conocida doctrina de los vestigia Trinitatis tentia, III, 3, ad 1). La referencia pues a la
que, sobre todo a partir del De Trinitate de nada quiere expresar la cualidad única de
Agustín, fue desarrollándose en la Edad Me- la relación entre Dios y la creación: relación
dia, gracias también a la primera gran con- por la que Dios pone en el ser, sin ninguna
tribución a la lectura cristiana del mundo mediación, lo que, por sí mismo, no sería, si
creado que proporciona la inspiración del ca- Dios no lo crease. Desde esta perspectiva,
risma franciscano. Con la explicación teoló- la sucesiva tradición escolástica precisará
gica que da de ella Tomás de Aquino (1225- ulteriormente la fórmula de la creatio ex ni-
1274), la doctrina de la creación alcanza hilo diciendo que el nihil del que Dios crea el
aquella claridad que será paradigmática en mundo es un nihil sui et subiecti, el nada
el contexto de una metafísica del ser con- de sí (de Dios) y el nada de un sujeto o ma-
cebida rigurosamente a partir de la intuición teria preexistente, queriendo así negar que
del ser mismo no simplemente como subs- la creación, en una concepción de tipo mo-
tantia (aquello que es en sí y está debajo nístico, sea una emanación en la que Dios
de los accidentes), sino como actus essen- pone algo de sí como principio de la creación
194 CREACIÓN
que dice algo del Ser de Dios, del ser de lo ocasional, el de la producción causal. Pero
creado y de las relaciones entre ambos. cuando se asume el acontecimiento Jesu-
cristo como clave hermenéutica de la rela-
3. En la teología contemporánea, en ción de creación entre Dios y el mundo, de-
diálogo con la filosofía y la cosmología riva de ahí que el paradigma expresivo de
La teología del siglo XX, más atenta y sen- tal relación no puede ya ser el de la causa y
sible a las instancias puestas por las inter- el efecto, sino más bien el paradigma per-
pretaciones del universo suscitadas por las sonalista de la relación entre el Padre y el
nuevas perspectivas científicas (relatividad, Hijo. También en este caso se trata de una
teoría de los cuantos), se ha abierto a un metáfora (aunque sea teológicamente nor-
diálogo que tiende a superar las barreras mativa porque es usada por Jesús y es tes-
ideológicas que por ambas partes habían timoniada por la Escritura): pero con ella
determinado siglos de indiferencia, si no de se significa una forma de relación en la que
hostilidad. A este propósito se ha demos- la proveniencia y dependencia del Padre
trado decisivo el descubrimiento de lo que se pierde cualquier connotación causal y de-
ha venido a definir lo «específico» o lo «pro- terminística y en la que la alteridad filial no
pio» cristiano (así H.U. von Balthasar, J. Rat- indica sólo la propia identidad sino también
zinger, K. Hemmerle, W. Kasper): la reve- la autonomía. Habrá que distinguir cierta-
lación de Dios en Cristo como Amor trinita- mente como hace la doctrina cristiana
rio. Tras el intento de Teilhard de Chardin entre el nivel de la Trinidad en sí misma, en
(1881-1955), empeñado en mostrar la in- el que se da una co-originalidad del Padre y
teligibilidad, más aún la convergencia, entre del Hijo-Verbo (cf. Jn 1,1), y el nivel de la
la visión evolutiva del universo avanzada creación, donde el Padre, mediante el Hi-
por las ciencias modernas y la interpreta- jo/Verbo eterno, pone el mundo «fuera de
ción cristocéntrica y cristofinalizada de la sí», para usar una imagen espacial que sig-
historia salutis propuesta por la fe neotes- nifica de manera figurada la distinción y, a
tamentaria, la teología de todas las tradi- la vez, la relación entre los dos niveles. Pe-
ciones cristianas ha producido trabajos de ro una vez dicho esto, hay que pensar la
peso en el esfuerzo por ofrecer una reinter- relación entre Dios y el mundo «fuera de
pretación en clave trinitaria del principio de sí» no sólo como modelada sobre la que se
creación, en ponderada confrontación con da entre el Padre y el Hijo/Verbo, sino tam-
las más acreditadas adquisiciones científi- bién como pre-formada mirando a ella, en
cas. Así J. Moltmann y W. Pannenberg por cuanto llamada a reproducirla en el nivel de
la teología de la Reforma, J. Polkinghorne las criaturas. Según la revelación cristiana,
por el mundo anglicano, A. Ganoczy y J.-M. el Hijo/Verbo hecho hombre vive como cria-
Maldamé por parte católica, D. Staniloae y, tura la misma relación que vive desde siem-
anticipándose a los tiempos, S. Bulgakov pre en el nivel del ser divino con el Pa-
por la ortodoxa. Varios son los temas rela- dre. Con esto, él revela y realiza el senti-
tivos al concepto teológico de creación que do, la dinámica y la finalidad intrínseca del
presentan cierto interés para el diálogo en- ser creado: llegar a ser hijo en el Hijo, co-
tre teología y ciencias: mo dice la tradición cristiana. Ciertamente,
a) El primero se refiere al modo de en- este hecho tiene sobre todo un significado
tender la específica relación entre Dios y el antropológico: indica la identidad/vocación
mundo que se expresa precisamente con el del hombre. Pero, a través de éste, dice la
concepto de creación. En la visión clásica identidad/vocación de la entera creación
son centrales dos elementos: uno funda- (como afirma Pablo en la carta a los Roma-
mental, el del ex nihilo; otro secundario y nos 8,19-23). El principio trinitario de una
CREACIÓN 197
relación entre Dios y el mundo en los tér- No por casualidad, este término que en-
minos de la filiación propone un paradigma contramos por primera vez con un signifi-
más equilibrado en la comprensión del sig- cado técnico en el filósofo griego Anaxágo-
nificado de la trascendencia y/o de la in- ras (cf. H. Diels y W. Kranz, Die Fragmente
manencia de Dios respecto al mundo. Los der Vorsokretiker, Berlin 1960, fr. 12) es
dos grandes modelos que, de hecho, han empleado después por la cosmología estoi-
prevalecido y que prevalecen todavía en la ca, para indicar la correlación intrínseca de
definición de esta relación, no obstante su cada realidad con las demás en la armonía
aparente plausibilidad, no satisfacen en re- del único cosmos. En ámbito teológico, el
alidad plenamente ni una comprensión sin término es usado por Juan Damasceno (al fi-
prejuicios del mundo ni el criterio episte- nalizar la época patrística) para expresar la
mológico para la interpretación de la reali- mutua interioridad, en la distinción, entre
dad constituido por el principio de creación. la naturaleza divina y la humana en Jesu-
El primer modelo es el de la trascendencia cristo, «sin confusión y sin separación», co-
de Dios respecto del mundo, sin ninguna mo reza la fórmula de fe del Concilio de Cal-
inmanencia suya en éste, según un esque- cedonia del año 451 (D. 302), y pasar, en
ma de exterioridad e incluso de separación fin, a designar la relación de mutua inhabi-
que no puede dejar de generar grandes pro- tación entre el Padre, el Hijo/Verbo y el Es-
blemas a nivel de interpretación teológica, píritu Santo en Dios Trinidad. Este lenguaje
metafísica y también cosmológica. El se- se ha puesto de especial actualidad en nues-
gundo modelo es, en cambio, el de la in- tro tiempo para expresar con él de manera
manencia de Dios en el mundo que, con fre- más satisfactoria la relación ente Dios y el
cuencia, acaba por negar la real alteridad mundo a la luz del evento cristológico in-
de Dios, identificándolo de diversas mane- terpretado en un horizonte trinitario.
ras con el mundo, suscitando otros tantos b) Desde esta perspectiva se coloca un
problemas, si bien de signo opuesto, a nivel segundo tema cuya formulación intenta res-
teológico, metafísico y cosmológico. El pa- ponder a otra cuestión típicamente teológi-
radigma que sugiere la perspectiva trinita- ca, aunque no está privada de relevantes
ria reconsidera la contraposición abstracta y reflejos en el plano de la cosmología y has-
tendencialmente dualista (y por eso, en de- ta en el de la investigación científica. Se tra-
finitiva, excluyente o identificante) de tras- ta de la verdad teológica según la cual
cendencia y/o de inmanencia entre Dios y el Dios/Padre crea mediante el Hijo/Verbo y
mundo, presentando una comprensión de el Espíritu Santo o, dicho con otras pala-
la trascendencia que no excluye una espe- bras, con la sugestiva imagen de Ireneo de
cífica forma de inmanencia, de una inma- Lyon (siglo II): el Hijo/Verbo y el Espíritu
nencia que presupone y salvaguarda la tras- Santo son como las «dos manos» con las
cendencia. La trascendencia de Dios es tal- que el Padre da forma y vida a la creación.
mente trascendente, si se puede decir así, La Escritura afirma claramente que el Hi-
que se exprime en la más perfecta inma- jo/Verbo encarnado expresando esa ver-
nencia en la creación. Algunos autores, uti- dad con la terminología escolástica que uti-
lizando un término que tiene una larga his- liza el lenguaje aristotélico es a la vez la
toria en filosofía, cosmología y teología, ha- causa ejemplar y la causa final de la crea-
blan de pericóresis (pericwvrhsi") entre Dios ción, mientras que el Espíritu Santo es, de
y el mundo, es decir, de recíproca «inhabi- algún modo, su causa quasi-formal (K.Rah-
tación» de uno en otro que, por ser tal, exi- ner). Tal definición subraya que como en
ge y expresa su recíproca alteridad y dis- Dios una cosa es la subsistencia del Hijo/Ver-
tinción. bo y otra la del Espíritu Santo, lo mismo
198 CREACIÓN
ocurre con la presencia y la obra de en- versa. De otro lado, esta figura no está ais-
trambos en la creación. En realidad, en la lada ni es estática, porque se actualiza gra-
teología clásica, debido a una concepción cias a una múltiple relacionalidad (a nivel
cosmológica más bien estática y predeter- subnuclear, atómico, químico, biológico y
minada, casi todo el discurso se agotaba en cósmico) tanto en su interior, si así se pue-
ilustrar el papel del Verbo, de acuerdo con la de decir, como en el contexto más amplio
perspectiva preferentemente cristológica del en evolución y expansión, dentro del cual
Occidente cristiano, mientras poco o ningún se encuentra. De este modo se tiene una
espacio se dejaba al Espíritu Santo: princi- autotrascendencia dinámica que comporta
pio de vida, de dinamismo, de relación, de siempre el abandono de la precedente figu-
novedad. En esta línea, la visión evolutiva ra y del precedente equilibrio, para acceder
y relacional del universo, acreditada por las a nuevas figuras y nuevos equilibrios cada
ciencias y confluyente en una renovada te- vez más complejos, cuya mayor estabilidad
oría cosmológica general, estimula a redes- no contradice, sino que acaso prelude y ha-
cubrir la dimensión pneumatológica del prin- ce posible a su vez el paso a figuras y nive-
cipio de creación, en paralelismo con la de- les superiores. A partir de aquí se abren nu-
cidida renovación pneumatológica registrada, merosas, y en gran parte todavía inexplo-
en los últimos decenios en todos los ámbitos radas, pistas de investigación.
de la reflexión teológica sobre el Espíritu
Santo. En este sentido se orienta la pro- Bibliografía
puesta de W. Pannenberg, según la cual la H. BERGSON, L’évolution créatrice, Paris 1907. S.
relación Dios-mundo que se actúa median- BULGAKOV, La Sposa dell’Agnello. La creazione,
te la relación ad extra del Espíritu de Dios, l’uomo, la Chiesa e la storia, Bologna 1991. J.
relación del Padre y del Hijo, que dona mo- DANIÉLOU, In principio: Genesi 1-11, Brescia 1965.
vimiento, energía y vida a todas las criatu- J. FANTINO, «L’origine de la doctrine de la créa-
ras, puede encontrar un modelo de com- tion ex nihilo», Revue des Sciences Philosophi-
ques et Théologiques, 80 (1996), 589-602. G.
prensión en el «campo de fuerza» (des-
MAY, «Creation ex nihilo. The doctrine of “Creation
arrollado por las correspondientes teorías
out of Nothing”», Early Christian Thought, Edin-
físicas a partir de M. Faraday) (cf. Teologia
bourgh 1994. M. SECKLER, «Was heisst eigentlich
sistematica, II, Queriniana, Brescia 1994,
“Schöpfung”? Zugleich ein Beitrag zum Dialog
100-103). La gramática de la relación trini- zwischen Theologie und Naturwissenschaft»,
taria entre el Padre, el Hijo y el Espíritu San- Theologische Quartalschrift, 177 (1997), 161-
to puede pues ofrecer una contribución que 188. D. STANILOAE, Dio è amore. Indagine stori-
ilumine también la comprensión de la gé- co-teologica nella prospettiva ortodossa, Roma
nesis y de la estructura dinámica de la rea- 1986. TOMÁS DE AQUINO, Summa Theologiae, I,
lidad creada. Esta última, en efecto, testi- qq. XLIV-XLVII, LXV-LXXIV; Summa contra gen-
monia sobre todo un origen/inicio del que tiles, II, caps. VI-XLV. G.M. ZANGHI’, Dio che è
parte (en sentido metafísico y a la vez tem- Amore, Roma 1991.
poral) y que ciertamente, como tal, es in- P. Coda
alcanzable con cualquier método científico,
haciendo imposible cualquier forma de in- II. DIMENSIÓN SISTEMÁTICA
genuo y peligroso concordismo entre dato La idea de creación tal como se desarrolla
revelado y dato científico, que permanecen en la Biblia y en la tradición de la Iglesia re-
en dos planos distintos. La realidad creada sulta decisiva para entender y plantear ade-
se estructura pues según un diseño y una cuadamente las relaciones que existen en-
dinámica que manifiestan su inteligibilidad tre Dios, el ser humano y el mundo material
asumiendo de vez en cuando una figura di- que nos rodea; es, por tanto, uno de los as-
CREACIÓN 199
Una de las afirmaciones más importan- mina causalidad perfectiva, según la cual
tes de la doctrina cristiana de la creación colaboran en los planes de la providencia
consiste en proclamar la distinción radical respecto a otros seres, buscando adecua-
que existe entre Dios y el mundo. Dios no se damente su propio fin. Son causas segundas
implica materialmente en la creación del bajo la causa primera trascendente.
universo; y el universo no puede conside- Dado además que la creación es buena,
rarse divino. La creación supone, por tan- por haber salido de las manos divinas, y que
to, cierta desacralización y un desencanta- el hombre debe realizar su vocación en el
miento del mundo creado. mundo, hay que afirmar la existencia de fines
Esta doctrina no significa, sin embargo, intermedios que, sin ser el fin último, ocu-
que Dios haya abandonado a su suerte el pan un lugar muy importante, e incluso de-
mundo que creó y que éste se encuentre a cisivo, en la vida del hombre. La visión crea-
la deriva. Separación de Dios respecto al cional de la realidad no invita al cristiano a
mundo no supone indiferencia divina hacia despreciar el mundo ni a huir de él. Invita a
el universo y el hombre. Después de haber amarlo como obra divina y a trabajar en las
afirmado la distinción entre el mundo y Dios, actividades humanas ordinarias (cultura, ar-
la doctrina cristiana los aproxima con la en- te, técnica, ciencia, política, economía, etc.),
señanza sobre la divina providencia. «El tes- que, a pesar de su carácter temporal y tran-
timonio de la Escritura es unánime: la soli- sitorio, preparan de algún modo la llegada
citud de la divina Providencia es concreta e de los nuevos cielos y la nueva tierra.
inmediata; tiene cuidado de todo, desde las Dios cuenta con el hombre para la pleni-
cosas más pequeñas hasta los grandes tud de la obra creadora. Sin embargo, al ser
acontecimientos del mundo y de la histo- humano no se le puede llamar creador en
ria» (CCE 303). el sentido fuerte que esta palabra recibe en
La doctrina de la providencia es el marco la Biblia y en la teología cristiana: entre la
no sólo para tratar del abandono con el que actividad creadora del hombre y la acción
los hombres creyentes han de confiar en creadora divina hay un gran desnivel.
Dios y vencer las ansiedades y zozobras que El hombre tiene asignada por Dios una
son propias de la condición humana. Debe tarea a realizar en este mundo material. Ha
hablarse también de la capacidad de la cria- recibido la vocación de transformarlo y per-
tura para completar, por así decirlo, la obra feccionarlo, de modo que ese trabajo de
creadora, desarrollando las posibilidades que transformación y perfeccionamiento res-
Dios ha depositado en ella. ponde a los planes originales divinos.
«Dios es el Señor soberano de su desig- Se ha dicho «vocación» porque Dios crea
nio. Pero para su realización se sirve tam- las cosas, pero al hombre lo llama. El ser
bién del concurso de las criaturas. Esto no es humano, como hemos visto, es creado pa-
un signo de debilidad, sino de la grandeza y ra ser interlocutor de Dios y puede decirse
bondad de Dios Todopoderoso. Porque Dios por eso que la creación misma del hombre
no da solamente a sus criaturas la existen- y de la mujer es ya una vocación. En este
cia. Les da también la dignidad de actuar contexto se comprende que la relación dia-
por sí mismas, de ser causas y principios lógica con el Creador incluya la tarea de per-
unas de otras y de cooperar así a la reali- feccionar la creación, y que el trabajo del
zación de su designio» (CCE 306). hombre en el mundo es vocación, misión
Se contienen en estas palabras impor- dada por Dios a la criatura personal hecha
tantes consecuencias de una teología de la «a su imagen y semejanza».
creación bien entendida y aplicada. Los hom- En resumen, el Creador ha querido asig-
bres poseen lo que la teología clásica deno- nar al ser humano un papel importante en el
202 CREACIÓN
desarrollo de la obra creativa, y este papel, otros textos orientales que la atribuyen so-
el trabajo, es así un aspecto esencial de la lamente al rey. Esta idea se ha democrati-
vocación humana. Por eso el hombre y la zado en la Biblia: todo hombre, con inde-
mujer, en su trabajo, pueden ser llamados pendencia de sus cualidades o de su rango
de algún modo colaboradores de Dios en la social, es creado como imagen y lugarte-
creación. niente de Dios y es partícipe de su mismo
dominio sobre el mundo. El hombre es re-
Bibliografía presentante de Dios en la creación y está
G. AUZOU, En un principio Dios creó el mundo, Es- llamado a hacer visible y efectiva su provi-
tella 1982. Ch. DERRICK, La Creación delicada, Ma- dencia sobre el mundo creado. Así se ex-
drid 1990. R. GUARDINI, Mundo y persona, Madrid
presa el texto bíblico: «Y los bendijo Dios y
1963. A. LLANO, «Evolución y Creación», en AA.VV.,
les dijo: “Creced, multiplicaos, llenad la tie-
Deontología biológica, Pamplona 1987, 155-172.
rra y sometedla (kibsuha); dominad (redû)
J. MORALES, El Misterio de la Creación, Pamplona
20002. J. RATZINGER, Creación y pecado, Pamplona
los peces del mar, las aves del cielo, los vi-
20052. vientes que se mueven sobre la tierra”» (Gn
J. Morales 1,28).
La autorización para dominar sobre la
III. CREACIÓN Y ECOLOGÍA creación, es aquí expresada por los verbos
La valoración del mundo ambiental es hoy radâh (Gn 1,26b, 28b) y kabas (1,28a). El
un importante signo de los tiempos. La- sentido propio de kabas es «pisar», «ho-
mentablemente, la valoración coincide con llar» y algunas veces significa «violentar»
una creciente preocupación por su evidente (cf. Est 7,8). El verbo radâh suele significar
deterioro. También los creyentes en Dios «dominar» e «imperar» y también «opri-
comparten esa inquietud. mir», «tiranizar», «pisar». No es extraño
Sin embargo, muchos denuncian como que tales palabras hayan suscitado cierta
cínica esa preocupación de los creyentes. repulsa ante el mandato bíblico.
Como se sabe, la «ecología profunda» ha Pero ese «dominio» no es un «derecho
criticado duramente a la revelación bíblica de usar y de abusar» de la naturaleza. El
y su visión antropocéntrica del mundo. Ella hombre, creado a imagen de Dios, a quien
sería la causa de la explotación inmoderada se encomienda el cuidado del mundo, no
del planeta y de todos los vivientes. Basán- es un dueño despótico y altanero; es sólo
dose en la revelación, los creyentes se sen- administrador y gerente del que se espera
tirían autorizados para explotar las riquezas un servicio responsable. Ésa es la convic-
naturales. Esta acusación ha impulsado a ción del israelita, que confiesa en su ora-
los cristianos a escrutar de nuevo el men- ción: «El cielo pertenece al Señor, la tierra
saje bíblico sobre el mundo. se la ha dado (natan) a los hombres» (Sal
115,16). Evidentemente, el verbo natan no
1. El hombre imagen de Dios significa una patente de expoliación, sino
La acusación de despotismo sobre la natu- que comporta el sentido de «confiar» algo
raleza suele fundarse en las palabras dirigi- a la responsabilidad de alguien (cf. Gn
das por Dios al ser humano, al que ha crea- 30,35; Ct 8,11). En consecuencia, el hom-
do «a su imagen y semejanza» (Gn 1,26- bre no es dueño y señor absoluto de la cre-
27): «Llenad la tierra y sometedla; dominad ación, sino el colono y administrador res-
en los peces del mar, en las aves del cielo ponsable de la parcela que Dios ha confia-
y en todo animal que serpea sobre la tie- do a su cuidado.
rra» (Gn 1,28). La concepción del hombre El tema de la iconalidad del hombre es
como «imagen de Dios» se encuentra en fundamental para la vivencia de la respon-
CREACIÓN 203
sabilidad ante la creación. Como se canta bre sale a su trabajo, a su alabanza (abo-
en los salmos, Dios le ha confiado el mando datô) hasta el atardecer» (Sal 104,23). Las
sobre las obras de sus manos (Sal 8,4-10). faenas agrícolas son a la vez un servicio y
Pero tal señorío no puede ser arbitrario ni ministerio y una especie de acto de culto.
despótico. Dios sigue siendo el dueño ver- Cuando el hombre vive en armonía con
dadero y último de los animales y del mis- Dios y consigo mismo, la naturaleza entera
mo hombre. El hombre es el visir de Dios. es un jardín de paz. Pero cuando el hombre
Responsable del mundo, es responsable an- malogra su propia existencia, su desarmo-
te Dios y ante sus hermanos. Una y otra vez nía con Dios y consigo mismo se refleja en
tendrá que aprender a dominar su ansia de la acusación a su compañera y convierte en
dominio. inhumana su relación con su propia morada
y con los otros moradores no humanos (Gn
2. El hombre creado de la tierra 3,14-18).
Al poema sacerdotal de la creación sucede El hombre estaba llamado a vivir en ar-
en nuestra Biblia otro texto, mucho más co- monía con la tierra, pero el pecado ha in-
lorista y descriptivo. En él se describe la troducido en esas relaciones una fuente de
creación del hombre a partir del barro (Gn discordia. El fratricidio de Caín altera radi-
2,7). El hombre (‘âdam) proviene del suelo, calmente la relación primigenia de la tierra
de la tierra (‘adâmah). De una forma senci- con el hombre. La tierra madre maldice al
lla y popular, el texto pretende subrayar la hijo homicida y le niega su fecundidad: «Por
estrecha relación que los une: la misma que eso te maldice esa tierra [...] Aunque tra-
existe entre homo y humus, o entre tierra y bajes la tierra, no volverá a darte su fecun-
térreo, entre earth y earthling, o entre Acker didad» (Gn 4,11). La agonía de la natura-
y Ackermann. leza, refleja la violación del «pacto perpe-
Cuando el autor escribe que Dios mode- tuo» ofrecido por Dios en los orígenes de
ló al hombre del polvo de la tierra, preten- los tiempos, como recuerda un hermoso
de al mismo tiempo explicar el nombre del oráculo de Isaías (Is 24,4-6).
ser humano y afirmar su vinculación y de- Sin embargo, pasado el diluvio, Dios es-
pendencia de la tierra. La tierra es mucho tablece con Noé un pacto cósmico (Gn 9,9-
más que la casa del hombre: es su origen 11). Dios cuelga su arco en las nubes (Gn
y su destino. Después del pecado, volverá 9,13). Se restablece la armonía entre el ser
el texto a subrayar esa íntima relación, po- humano y la naturaleza. La creación parti-
niendo en boca de Dios la sentencia del des- cipará un día de la redención del hombre
tino humano (Gn 3,19). A la tierra está li- (cf. Is 11,6-8). Se anuncia un retorno es-
gado el hombre desde el principio hasta el catológico a la armonía del paraíso primor-
fin. dial. Las promesas escatológicas son des-
Tras el primer pecado y la sentencia de critas con un lenguaje que evoca las aguas
condena, Dios expulsó al hombre del jardín corrientes y los árboles frondosos (Ez 47,7).
de Edén «para que labrase la tierra de don-
de había sido tomado» (Gn 3,23). La tarea 3. Creación, trabajo y contemplación
primordial del hombre será labrar la tierra. La creación refleja el paso de Dios. El cielo
De ella viene y a ella se vuelve en su traba- y la tierra proclaman la gloria de Dios (Sal
jo. El verbo abad, traducido por «labrar» o 19,2-5). Una vez creadas las cosas, Dios las
«cultivar», significa también «servir», «pres- contempló y vio que eran muy buenas (Gn
tar servicio» y «dar culto» o «venerar». El 1,31). Cuando el ser humano les presta aten-
hombre ha de labrar la tierra, prestándole ción, ellas le hablan del misterio de Dios. A
servicio con respeto y veneración. «El hom- decir verdad, también le hablan del misterio
204 CRUZ
del hombre mismo. Por eso Job puede refe- En consecuencia, para el creyente, la na-
rirse a esa especie de magisterio que ofre- turaleza es «creación» y dádiva, revelación
cen los animales al ser humano (Jb 12,7-8). y huella, regalo y responsabilidad. Achacar
La creación invita al ser humano a reali- a la Biblia una pretendida justificación reli-
zar en ella un trabajo fiel y esforzado (cf. giosa para el expolio y la explotación de la
24,30-34) y, al mismo tiempo, invita a la naturaleza significa desconocer el profundo
contemplación del Dios que despliega los aprecio que los escritos bíblicos demuestran
cielos, hace manar las fuentes y da su ali- no sólo por el Dios creador sino también por
mento a los cachorros del león (Sal 104). la creación salida de las manos de Dios.
La tierra entera está llena de la gloria de
Dios (Is 6,3). Sin embargo, la creación no Bibliografía
es un fin en sí misma ni puede ser adorada G. CURRÀ, L’ecologia nell’insegnamento di Gio-
en lugar del mismo Dios (Is 40,12-26). Lla- vanni Paolo II, Cosenza 1999. J.R. FLECHA, El res-
mada a ser revelación y lenguaje de Dios, peto a la creación, Madrid 2001. A. GALINDO (ed.),
la creación suplanta a veces a Dios. Pero tal Ecología y Creación. Fe cristiana y defensa del
engaño no se debe al mismo Dios. Sólo el planeta, Salamanca 1991. J.M.G. GÓMEZ-HERAS
abuso humano de la libertad quiebra el sig- (coord.), Ética del medio ambiente, Madrid 1997.
nificado de la creación. J. R. Flecha
Cruz
modo profuso en las palabras de Pablo con invisible e impensable; ahora se le puede
tres sentidos: a) la cruz como satisfacción, comprender, ver, pensar. ¿Cómo es posible
cuando se habla del «rescate» (Rm 3,24) y algo tan distinto? Esto es posible al yacer
se recuerda que hemos sido «comprados en un pesebre, al reposar sobre el seno vir-
por la sangre de Cristo» (1 P 1,18-19); b) ginal, predicando en el monte, orando toda
la cruz como salvación, que «él adquirió por la noche; o bien al colgar de una cruz, pali-
su sangre» (Hb 20,28; cf. también Ef 2,14); deciendo al morir, reinando libre entre los
y c) la cruz en relación con el yo del cristia- muertos en los infiernos […] o bien resuci-
no: «estoy crucificado con Cristo […] no soy tando al tercer día, y mostrando a los após-
yo el que vivo, sino que Cristo vive en mí» toles las señales de los clavos como signos
(Ga 2,20); «Lejos de mí gloriarme si no es de victoria» (Opera omnia 5,1968,282-283).
en la cruz de nuestro Señor Jesucristo» (Ga La muerte de Cristo nos enseña un claro
6,14), «escándalo para los judíos, locura pa- contenido de la revelación, que ha sido des-
ra los gentiles» (1 Co 2,22). pués completado por su misma resurrec-
También los Padres de la Iglesia y los teó- ción. «En la cruz nos enseñó a despreciar
logos medievales han hablado de este sen- la sabiduría de este mundo, y al subir al cie-
tido profundo de la cruz y de la kénosis del lo a desear la sabiduría de Dios y la fuente
Verbo. A partir del siglo II se reinterpretan de la vida» (Collationes de Septem Donis
los textos veterotestamentarios referentes Spiritus Sancti, IX,4).
a un árbol, que se identifica con la cruz y Tomás de Aquino también propone una
reinterpreta como el árbol de la vida y de la theologia crucis, que completará con el res-
salvación. Sin embargo, la fe en la cruz pre- to de su doctrina: ve en la cruz toda una
sentaba sus dudas. En su Apología, Justino lección para el cristiano. Suaviza en algo la
se preguntaba: «¿Cómo se puede creer en postura anselmiana, al hablar de la cruz co-
este individuo crucificado?» (PG 405.424). mo una conveniencia del hecho revelado, y
También hablan los Padres de la encarna- no como una necesidad metafísica (cf. S.Th.,
ción como un hacerse visible el Dios invisible. III, q.46-50). Se insistirá además tanto en
San Hipólito, por ejemplo, escribe: «Siendo una dirección del Padre al Hijo, como de la
el Verbo invisible, se hizo visible a toda la contraria: el amor será recíproco. Por otra
creación» (PG 10,817). San Ignacio de An- parte, insistirá en la cruz como ciencia y es-
tioquía llamaba a Jesucristo «Dios en carne cuela de toda la vida del cristiano. «La pa-
humana» (FUNK I,218). Efrén el Sirio des- sión de Cristo tiene el don de uniformar to-
cribió la kénosis del Verbo con las siguien- da nuestra vida. El que quiera vivir con rec-
tes palabras: «La divinidad se escondió ba- titud, no puede rechazar lo que Cristo no
jo la humanidad para poder llegar hasta la despreció, y ha de desear lo que Cristo des-
muerte» (Sermo de Domini Nativitate). San eó. En la cruz no falta el ejemplo de ningu-
Agustín afirma que «la manifestación del na virtud. Si buscas la caridad, [...] ahí tie-
Verbo encarnado es obra del Creador invi- nes al Crucificado [...] Si la paciencia, la en-
sible» (PL 38,999). «¿Quién puede conocer cuentras en grado eminente en la cruz [...]
todo el tesoro de ciencia y sabiduría que se Si la humildad, vuelve a mirar a la cruz [...]
esconde en Cristo y en su pobreza?» (PL Si la obediencia, sigue al que se ha hecho
38,1016). San León Magno a su vez insiste obediente al Padre hasta la muerte de cruz»
en que «al ser levantado en la cruz, Cristo (Collatio 6 super Credum; cf. también S.Th.,
devuelve la muerte al autor de la muerte» III, q.46, 4c).
(PL 54,348). Será, sin embargo, Lutero quien afirme:
Bernardo de Claraval añade en esta mis- nostra theologia est theologia crucis, y la
ma línea: «Era incomprensible, e inaccesible, contrapondrá a la theologia gloriae, propia
206 CRUZ
terana de la sola fides vuelve a hacer apa- ción en el misterio de la muerte de Cristo. Se
rición aquí, y el Dios escondido queda su- trata de una muerte real, de una «separa-
mido en última instancia en un Dios des- ción» del cuerpo y del alma, aunque ambos
conocido. El conocimiento de Dios será, por permanecen unidos a su divinidad. La doc-
tanto, un conocimiento indirecto, en el cual trina clásica, especialmente de Tomás de
Dios tiene la primera y definitiva palabra. Aquino, afirma que durante los tres días del
También Jürgen Moltmann (n. 1926) ha triduo sacro Cristo dejó de ser hombre, pues
propuesto una «teología crucificada» (ge- entiende que la persona humana consiste
kreuzigte Theologie, tal como la llamó Rah- en la unión de alma y cuerpo. Para santo
ner) en su libro El Dios crucificado (1972). Tomás, anima separata non est persona.
En ella, se sostiene que la resurrección de Así, el Aquinate rechaza la posición de Hu-
Cristo no vacía de contenido la cruz, sino go de San Víctor, según el cual durante su
que la llena de significado escatológico. Sin muerte Cristo siguió siendo hombre debi-
embargo, Moltmann da un salto e introduce do a que «el alma humana es el hombre»;
la cruz como un momento constituyente de no acepta tampoco los argumentos de Pedro
la Trinidad. En efecto, Cristo experimenta la Lombardo, quien también afirmaba que, du-
muerte en su divinidad: en la noche del Gól- rante el triduo sacro, Cristo siguió siendo
gota, Dios realiza la experiencia del dolor y hombre, pues «la unión del alma y de la
de la muerte en sí misma. Además, según carne no pertenece esencialmente a la de-
él, toda la Trinidad sería solidaria con la finición del hombre» (cf. S.Th., III, q.50,
muerte del Hijo, y las tres Personas morirí- a.4c).
an en la cruz. La cruz sería un momento Además, la teología de la cruz sirve pa-
constituyente de la Trinidad, quien se con- ra profundizar en el misterio de la reden-
vertiría en un Dios débil, en una víctima del ción y en la dimensión sacrificial de la muer-
mal. Sería un Dios indigente que deja por te de Cristo. El de Jesucristo es un sacrificio
un momento de ser Dios. propicio, que constituye el supremo acto de
culto, mayor a todos los de la antigua alian-
3. Consideraciones za. De hecho es el único y verdadero sa-
En cualquier caso, se pueden entresacar al- crificio, dada la impotencia y limitación de
gunos rasgos positivos de la theologia cru- los sacrificios levíticos. Cristo se ofrece co-
cis, que como acabamos de ver presenta mo sacerdote y víctima a la vez, pues «se
un desarrollo específico en el ámbito del cris- ofreció a sí mismo inmolado a Dios» (Hb
tianismo reformado. En primer lugar, habría 9,14). No se trata sin más de una sustitu-
que recordar la unidad del misterio pascual. ción vicaria, en la que el Hijo resulta aban-
La vida, la muerte y la resurrección de Jesu- donado por un Padre airado que le deja su-
cristo se presentan íntimamente unidas pa- frir, sin consideración ni misericordia algu-
ra la salvación de todos los hombres y mu- na. Es el mismo Padre quien nos entrega a
jeres. Sin embargo, la cruz no es la última su Hijo amado, en analogía con el sacrifi-
palabra, sino que ésta lo constituye la ex- cio de Abraham.
clamación «¡resucitó!». La cruz de Cristo es También se derivará de todo esto una
siempre una crux gloriosa, tal como se en- nueva creación y un nuevo Adán (cf. Rm 5,
cuentra en san Juan y se representa en al- passim), Cristo, pues es verdadero hijo de
gunas imágenes románicas del Crucificado. Adán y cabeza del género humano (cf. GS
Dios lo ve todo en presente, también la muer- 22). Surge entonces un «hombre nuevo»,
te y la resurrección del Verbo encarnado. porque somos uno con Cristo y formamos
Sin embargo, resulta indudable que la parte de la misma Persona mística, como
teología de la cruz supone una profundiza- miembros unidos a la Cabeza, según la doc-
208 CRUZ
trina paulina (cf. Ef 4,15; 4,25; 5,23; Rm parte del mismo misterio. No se puede en-
12,5; 1 Co 6,15; 12,12-27). Él es el «pri- tender de este modo el «escándalo de la
mogénito entre muchos hermanos» (GS 22). cruz» como una contradicción y una per-
Cristo se constituirá entonces en el único versión de la creación, tal como se sigue de
mediador de la nueva alianza, sellada con la visión del Padre como un juez airado. Cris-
su propia sangre. El Corazón de Cristo de- to-víctima es la confirmación más clara de
cía Juan Pablo II es el lugar donde Dios re- que «Dios es amor» (1 Jn 4,8). Por eso, la
concilia consigo mismo al género humano cruz es el trono donde Cristo reina sobre to-
(cf. RH 9). Cristo, con su gesto de Sacerdo- da la creación: «... cuando sea levantado
te eterno, abrazaría así a toda la humani- sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí»
dad. (Jn 3,14; cf. también Jn 8,28; 12,32).
La muerte de Cristo, «el entregado» (1
Co 11,23), supone una donación total deri- 4. Conclusiones
vada de las sucesivas entregas de la Trinidad La cruz se encuentra en la entraña del cris-
a los hombres. Se trata de la kénosis abso- tianismo, y no consiste en un mero símbo-
luta del Hijo, que culmina con el «Dios mío, lo, un adorno o un ídolo; la enseñanza cris-
Dios mío, ¿por qué me has desamparado?» tiana debe ser sobre todo «la doctrina de la
(Sal 21), pronunciado por Cristo en la cruz. cruz de Cristo» (1 Co 1,18). La cruz es la
«El que aun a su propio Hijo no perdonó, señal del cristiano. Como consecuencia, la
antes bien lo entregó por todos nosotros, teología cristiana ha de ser una teología en-
¿cómo no nos dará también con él todas las señoreada por la cruz, de modo que «no se
cosas?» (Rm 8,32). El Padre entrega a su desvirtúe la cruz de Cristo» (1 Co 1,17). Pe-
propio Hijo para perdonarnos de nuestros ro no hemos de olvidar que la salvación por
pecados. Sin embargo, esta muerte de Cris- parte de Jesús se realizó con «palabras y
to será una muerte voluntaria: «Nadie me gestos» (DV 2), con la palabra y con la cruz.
quita la vida. Tengo el poder de darla y de No puede presentarse así una doctrina de
volverla a tomar» (Jn 10,18). Jesucristo «en- la sola crux, de la cruz aislada del resto de
tregó su espíritu» (Jn 19,30) porque quiso, los misterios cristianos.
cuando quiso y como quiso. Con palabras Esto requerirá una interpretación com-
de san Agustín: «No era la hora en que ha- pleta de los misterios de la vida, la muerte
bía de ser matado, sino en la que se dejó y la resurrección de Cristo (no basta con el
morir» (In epistulam Johannis ad Partos principio de la sola crux). La teología cris-
Tractatus, 31,5). tiana ha de ser una theologia crucis y una
Esta muerte sólo puede ser entendida co- theologia gloriae, una teología crucificada y
mo un acto supremo de amor y obediencia: resucitada: una teología enseñoreada por
vence por amor la desobediencia de los la cruz, que continúa camino de la gloria
hombres con la obediencia. En este acto se la vía abierta en la creación y con la reden-
ve también la justicia y la misericordia del ción. Así, el saber teológico ha de estar ins-
Padre: «... tanto amó Dios al mundo que pirado tanto en Ga 6,14 como en Rm 1,20,
entregó a su Hijo unigénito» (Jn 3,16). La es decir, ha de englobar tanto a la fe como
cruz supone la revelación del amor de la Tri- a la razón, y al mismo tiempo asimilar la
nidad hacia la humanidad: nos muestra el ciencia y la sabiduría de la cruz. Por tanto, se
verdadero rostro de Dios. Supone, por tan- ha de recuperar la íntima unión entre la
to, una prolongación de la misma creación: creación, la revelación y la redención. De lo
como el mundo al ser creado (cf. Gn 1, pas- contrario, caeríamos en el mismo juicio de
sim), la cruz acaba por ser buena para la los fariseos, quienes pensaban que Dios ha-
humanidad. La creación y la cruz forman bía abandonado a Jesús (cf. Mt 27,46; Mc
CRUZ 209
profundidad, y quizás sintieran al oírlas cier- Dios para reconciliar consigo el mundo. Por
to desconcierto. En realidad, la cruz, como medio de la cruz el caminar histórico de los
estaba a la vista de cuantos habitaban la hombres se convierte en vía de salvación y
tierra de Palestina, era hasta entonces un de gloria.
puro instrumento de castigo para los que se De contenido semejante al de Lc 9,23-
rebelaban contra la dominación romana. Pe- 24 son otros pasajes (cf. Mt 10,37-39;
ro Cristo pronunciaba estas palabras con- 16,24-25; Mc 8,34-35; Lc 14,25-27), que
templando ante todo su propia cruz, hacia transmiten este mismo mensaje cristiano
cuyo encuentro se encaminaba con deci- fundamental: el nervio profundo del segui-
sión. El acontecimiento del Calvario, si bien miento personal de Cristo está constituido
alejado todavía en el tiempo, estaba muy por la referencia al misterio de su cruz sal-
presente en su alma. En la cruz se daría vadora, y por la libre aceptación en la pro-
cumplimiento a la voluntad de su Padre y pia vida cotidiana de cuanto ella significa y
culminaría su misión terrena: la victoria so- representa, esto es, la negación de sí mismo
bre el pecado y sobre su instigador, asu- y la identificación con la voluntad de Dios. En
miendo el Hijo la culpa en lugar de los ver- el seno doctrinal y moral de la Iglesia de to-
daderos culpables. dos los tiempos, y también en la concien-
En aquella referencia temprana a la cruz, cia cristiana en cuanto nutrida en ese se-
contemplaba también Jesús la esencia per- no , ha inscrito el Espíritu Santo un hondo
manente del caminar de sus discípulos en sentido de la centralidad de la santa cruz,
la historia, como veladamente anuncia la derivada de la inmensa grandeza de Quien
exhortación a tomar la cruz para seguirle. fue en ella crucificado por amor a nosotros
En realidad, la mirada de Cristo iba más allá y en beneficio nuestro. Querer seguirle de
de los que le escuchaban, y se extendía a cerca en esta vida en eso consiste, en sín-
todos los tiempos. Promulgaba una ley pa- tesis, la vocación bautismal cristiana sig-
ra los cristianos de cualquier época. El im- nifica querer participar del misterio de do-
portante añadido: «cada día», induce a con- nación, de plenitud filial y de salvación que
siderar el camino de la cruz como senda ha- ha instaurado en el mundo con su cruz. Ella,
bitual del cristiano y no sólo como meta final. que es para siempre el signo revelador del
El seguimiento personal de Cristo pide, en amor de Dios a los hombres, es también el
efecto, la negación sincera de uno mismo molde de la nueva creación en Cristo, la for-
para cumplir la voluntad de Dios, manifes- ja de los que están llamados a ser en Él hi-
tada en el hecho de tomar sobre sí la propia jos de Dios.
cruz de cada día, estando dispuesto inclu-
so, en una situación límite, a llegar al mar- 2. Sabiduría de la cruz
tirio. «Nosotros debemos gloriarnos en la cruz de
Para la Iglesia y para cada cristiano re- nuestro Señor Jesucristo, en Quien están
correr ese camino que Cristo ha recorrido, y nuestra salvación, nuestra vida y nuestra
ha dejado firmemente establecido para quien resurrección: por Quien hemos sido salvados
quiera seguirle, significa entrar de lleno en y liberados». Estas palabras de la liturgia
el dinamismo sobrenatural de su misterio del Jueves Santo (Misa in Coena Domini,
filial, dinamismo de glorificación del Padre Antífona de entrada; cf. Ga 6,14) son una
y de fidelidad diaria a través de la identifi- perfecta expresión de la verdad de fe que
cación con su voluntad. En ese caminar co- estamos recordando. Cristo crucificado, a
tidiano de los discípulos junto a Cristo, tie- Quien los cristianos reconocemos y adora-
ne singular protagonismo la cruz como me- mos como nuestro Dios y nuestro Salvador,
dio eternamente dispuesto por el amor de es quien llena de luz y de belleza el miste-
CRUZ 211
y de toda falsa seguridad humana, es de- y otros (eds.), Santa Teresa de Jesús. Obras
cir, cuando vive verdaderamente de fe, es completas, Madrid 20005, 980.
entonces y sólo entonces cuando recibe con
plenitud el gran fuego, la gran luz, la gran 3. Cruz y resurrección
consolación del Espíritu Santo. Es entonces El Hijo de Dios hecho hombre cumple su mi-
también cuando vienen al alma esa paz y sión amando, en la vida y en la muerte, la
esa libertad que Cristo nos ha ganado (cf. voluntad de su Padre. Sin meditar este amor
Ga 4,31), que se nos comunican con la gra- y consentimiento filiales, actuados en el Es-
cia del Espíritu Santo» (san Josemaría Es- píritu Santo, no es posible diseñar con éxi-
crivá, Es Cristo que pasa. Homilías, Madrid to los perfiles teológicos del misterio de su fi-
199935, 137). liación y de su cruz, y, por analogía, de las
En esa correspondencia de amor con el nuestras. Cristo dona su propia vida como la
Crucificado, que se desborda en experien- ha vivido: para la gloria del Padre, para ma-
cia de la cruz, se forja el sentido de plenitud nifestar el amor con el que ha amado al
personal y de libertad que caracteriza el al- mundo (cf. Jn 3,16), para la salvación de
ma sinceramente cristiana. Se comprende los hombres. «Nadie me la quita, sino que
entonces bien, con san Pablo, que el discí- yo la doy libremente. Tengo potestad para
pulo de Cristo se sienta impulsado a excla- darla y tengo potestad para recuperarla. És-
mar: «¡Que yo nunca me gloríe más que en te es el mandato que he recibido de mi Pa-
la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por dre» (Jn 10,18).
quien el mundo está crucificado para mí y En su mutua inseparabilidad, el dolor y
yo para el mundo!» (Ga 6,14). Hay, en ver- el amor del Crucificado expresan otra indi-
dad, en estas palabras algo más que una visión más radical de su misterio: la que
íntima exclamación espiritual, pues dan tam- existe entre su persona de Hijo Unigénito y
bién razón de esa mirada teológica profun- su misión de Salvador de los hombres. Los
da con la que el cristiano, desde su personal relatos evangélicos de la muerte de Cristo
experiencia de la cruz de Cristo, puede apre- (cf. Mt 27,32-56; Mc 15,21-41; Lc 23,26-
hender el auténtico significado del mundo 49; Jn 19,17-42), muestran cómo Él la vive,
y de su propia existencia en él. Larga ex- en todos sus aspectos, bajo el signo de la
periencia tenía de ello, por ejemplo, santa filiación y del amor a Dios y a los hombres.
Teresa de Jesús, que ha dejado por escrito También aquella conmovedora referencia fi-
este sencillo y hermoso testimonio sobre la nal al Sal 21,2: «Dios mío, Dios mío, ¿por
cruz y el Crucificado: «Hasta ahora parecía- qué me has abandonado?» (cf. Mt 27,46;
me había menester a otros y tenía más con- Mc 15,34), debe leerse e interpretarse a la
fianza en ayudas del mundo; ahora entien- luz de la condición personal y de la misión de
do ser claro todos unos palillos de romero Aquel que está muriendo, el Hijo del Padre,
seco y que asiéndose a ellos no hay seguri- que lleva sobre sí voluntariamente, amoro-
dad, que en habiendo algún peso de con- samente, el peso del pecado del hombre.
tradicciones o murmuraciones, se quiebran. Cruz y gloria son, pues, las dos dimen-
Y así tengo experiencia que el verdadero re- siones centrales e inseparables del misterio
medio para no caer es asirnos a la cruz y del Crucificado. En la cruz de Cristo hay do-
confiar en el que en ella se puso. Hállole lor, sacrificio y muerte, pero brillan también
amigo verdadero y hállome con esto con un en ella, inseparablemente, esas otras di-
señorío que parece podría resistir a todo el mensiones que, desde la persona del Cru-
mundo que fuese contra mí, con no me fal- cificado, se proyectan sobre el madero en
tar Dios» (santa Teresa de Jesús, Cuentas que fue enclavado. Allí no han dejado de
de conciencia, 3.ª, Ávila 1563, en E. Llamas palpitar todos los significados de la entera
CRUZ 213
existencia humana de Jesucristo: filiación cosas de todos los días se manifiesta bajo
divina, misión redentora, glorificación del la sabiduría de la cruz como amor a nuestro
Padre, amor a los hombres y a todas las Padre Dios e identificación con su voluntad,
criaturas. es decir, como cotidianidad filial: propio de
Todos esos significados brillan con luz ella es llegar a ser ocasión de heroísmo co-
propia bajo el esplendor de la gloriosa re- tidiano, fuente de santificación y de efica-
surrección. Y eso significa que no debemos cia santificadora.
meditar sobre la cruz de Cristo, y sobre su La cruz filial y cotidiana del cristiano se
presencia en nuestra vida, sin contemplar hace así motivo y ocasión de enaltecimien-
al mismo tiempo su resurrección, pues si es to de Jesucristo «sobre la cumbre de todas
cierto que Cristo nació para morir, lo es tam- las actividades de la tierra», como enseña
bién que murió para resucitar. La resurrec- san Josemaría Escrivá. «Cristo, Señor Nues-
ción, en el plano de la finalidad de la vida y tro, fue crucificado y, desde la altura de la
la muerte de Jesús, es el hecho real (histó- cruz, redimió al mundo, restableciendo la
rico y sobrenatural al mismo tiempo) que paz entre Dios y los hombres. Jesucristo re-
contiene y resume todo el misterio del Ver- cuerda a todos: et ego, si exaltatus fuero a
bo encarnado y entregado voluntariamen- terra, omnia traham ad meipsum (Jn 12,32),
te al sacrificio de la cruz para nuestra sal- si vosotros me colocáis en la cumbre de to-
vación. Es la resurrección la que nos hace das las actividades de la tierra, cumpliendo
descubrir el permanente significado salvífi- el deber de cada momento, siendo mi tes-
co de la cruz de Cristo, del mismo modo que timonio en lo que parece grande y en lo que
la cruz ilumina desde lo más profundo el parece pequeño, omnia traham ad meip-
significado redentor de toda su existencia sum, todo lo atraeré hacia mí. ¡Mi reino en-
humana. En Cristo, crucificado y resucita-
tre vosotros será una realidad!» (san Jose-
do, el Padre es plenamente glorificado y la
maría Escrivá, Es Cristo que pasa. Homilías,
criatura redimida y santificada.
cit., 183).
Cultura
Este permitir la constante novedad creati- con las diferentes tradiciones culturales, pre-
va del ser humano es un valor de la cultura cisa recurrir, más que a la filosofía (como
y una necesidad real, cuyas formas expre- hicieron los Padres de la Iglesia en los pri-
sivas no pueden ser determinadas total- meros tiempos del cristianismo), a la ayuda
mente a priori. de otros saberes humanos, como la histo-
ria, la antropología y las ciencias sociales
II. CULTURA DOMINANTE E INCULTURACIÓN en general. En los números 61 y 72 se afir-
El Concilio Vaticano II prohíbe expresamente ma expresamente que la inculturación no
la identificación de la Iglesia y del anuncio implica la preeminencia de una cultura (oc-
evangelizador con cualquier cultura parti- cidental) sobre las demás.
cular, en perjuicio de las demás; y afirma Pero lejos de caer en una actitud relati-
que, por el contrario, es a partir del contac- vista, la Encíclica Fides et ratio dice también
to y la comunión con las distintas culturas que no toda cultura es equivalente: las tra-
lo que las enriquece a ellas y a la propia diciones culturales deben pasar el examen
Iglesia («tum ipsa ecclesia tum variae cul- de su significatividad de cara al hombre in-
turae ditescunt»: GS 58). Siguiendo las hue- dividual y a la sociedad, así como de su pro-
llas del Concilio, el Sínodo de los Obispos pia consistencia epistemológica y metafísica.
celebrado en otoño de 1974, reflexionó so- Esto es, una cultura o una tradición no son
bre el papel de las diversas culturas en la por sí mismas y necesariamente realidades
evangelización de los pueblos. Pablo VI, en positivas que haya que aceptar. Puede haber
la Exhortación apostólica Evangelii nuntian- culturas muy pobres, poco respetuosas del
di, afirmó lo siguiente: «El Evangelio, y por hombre y la naturaleza, e incluso pernicio-
consiguiente la evangelización, no se iden- sas desde el punto de vista antropológico y
tifican ciertamente con la cultura, y son in- social. En estos casos, se impone también
dependientes con respecto a todas las cul- una fase de «exculturación» de alguno de
turas. Sin embargo, el reino que anuncia el sus elementos, precisamente para que esa
Evangelio es vivido por hombres profunda- cultura esté al servicio del hombre.
mente vinculados a una cultura, y la cons- Esta reflexión no excluye determinados
trucción del reino no puede por menos de aspectos de la cultura occidental dominan-
tomar los elementos de la cultura y de las te, en la que los progresos técnicos y las
culturas humanas. Independientes con res- tecnologías modernas mediáticas han trans-
pecto a las culturas, Evangelio y evangeli- formado profundamente las relaciones del
zación no son necesariamente incompati- hombre con la naturaleza, consigo mismo
bles con ellas, sino capaces de impregnarlas y con los demás, hasta el punto de que las
a todas, sin someterse a ninguna» (EN 20). nuevas estructuras surgidas de estos pode-
En nuestros días, las ciencias del hom- res globales no siempre favorecen la origi-
bre estudian al mismo nivel todas las cul- nalidad del individuo en su dignidad como
turas, también las antiguamente considera- persona (la cultura en sentido activo), ni
das «primitivas»; y a esas mismas culturas respetan las peculiaridades de otras culturas.
dirige su atención la teología. Se entiende Al menos en los países más desarrollados
que se haya producido un replanteamiento parece que se prescinde de una visión tras-
de la noción de inculturación tal como se cendente de la vida, con el consiguiente em-
concebía en la Iglesia desde los albores de pobrecimiento de la vida cultural, que de
la evangelización y del pensamiento cristia- ser un elemento de dignificación del hom-
no. La Fides et ratio es consciente de que bre pasa a convertirse en cauce de mani-
en nuestro tiempo, la inculturación destina- pulación al servicio de intereses creados por
da a integrar la tradición de fe de la Iglesia un sistema agresivamente consumista.
CULTURA 217
nos separan» (Juan Pablo II, Carta autó- de alguna forma nos precede y condiciona,
grafa de fundación del Consejo Pontificio pa- como la naturaleza: «... nosotros pertene-
ra la Cultura, 20.V.1982). cemos a la tradición y no podemos disponer
En el diálogo intercultural, los estudios de ella como queremos» (GS 85).
artísticos adquieren enorme importancia Por eso, la opción por el primitivismo ca-
pues permiten establecer lazos de igualdad racterística de nuestro tiempo tendría mu-
con los países del tercer mundo, cuyas tra- cho de vuelta a casa, de cumplimiento de
diciones han ejercido una enorme influen- un anhelo natural. Y en todo caso, más que
cia en la evolución del arte contemporáneo una ruptura con la tradición occidental, se
occidental. No es casual que nuestra época trataría de una consecuencia lógica en un
valore la autenticidad de unas formas poco proceso que hereda la visión lineal de la his-
afectadas, espontáneas y directas: el espí- toria propia del Occidente cristiano: un mo-
ritu del primitivismo en definitiva (cf. E. vimiento de regreso a los orígenes, por opo-
Gombrich, The preference for the Primitive. sición a la noción de progreso ilustrada, que
Episodes in the History of Western Taste no sirve para explicar los fenómenos artísti-
and Art, London 2002). Esta tendencia mi- cos, en los que toda ganancia implica tam-
nimalista y simbólica ha dejado su huella bién una pérdida. Quizás sea el arte y las
también en la renovación litúrgica. creaciones del pensamiento humano uni-
Además, como muestran los textos sa- versal, la cultura en sentido estricto, lo que
pienciales y las enseñanzas de san Pablo, las permita una verdadera hermandad de na-
culturas que evocan los valores de las tra- ciones; y en lo que respecta a la preemi-
diciones antiguas llevan consigo de mane- nente civilización occidental (forjada en la
ra implícita pero no menos real la referen- tradición grecorromana y judeocristiana), la
cia a la manifestación de Dios en la natura- superación de algunas de sus más recien-
leza, por lo que la inculturación podría incluso tes contradicciones internas, como ha afir-
superar las supuestas incompatibilidades en- mado insistentemente Juan Pablo II.
tre naturaleza y civilización forjadas por el
pensamiento moderno (heredero de las in- Bibliografía
fluencias de pensadores como Rousseau y F. MIGUENS, Fe y cultura en la enseñanza de Juan
Freud), expresado en la misma noción ex- Pablo II: cómo anunciar el Evangelio a todas las
cluyente de Kultur, que ya denuncia Gau- gentes, Madrid 1994. F. J. PÉREZ-LATRE (ed.), Los
dium et spes cuando afirma: «... dondequiera nuevos areópagos: 25 textos de Juan Pablo II en
que se habla de vida humana, naturaleza y las Jornadas Mundiales de las Comunicaciones
cultura están en íntima conexión» (n. 53). Sociales (1979-2003), Pamplona 2003. J.M. ROVIRA
Aunque la originalidad del ser humano no se BELLOSO, Fe y cultura en nuestro tiempo, Santan-
agota en la esfera cultural, la cultura es algo der 1988.
más que lo que hacemos, un depósito que J. Latorre
D
Derecho canónico
promulgado por Bonifacio VIII (1298) y las siguiente relevancia de la voluntad huma-
Decretales Clementinas (preparadas por Cle- na en la producción de actos con eficacia
mente V y revisadas y promulgadas por Juan jurídica; la doctrina de la equidad canóni-
XXII en 1317). En 1500 y 1503 aparecen ca, correctora de la aplicación rígida de las
las Extravagantes de Juan XXII y las Extra- leyes, en favor de la verdadera justicia; el
vagantes comunes. Gregorio XII, en 1580, concepto de persona moral o jurídica; la hu-
confiere carácter oficial al conjunto de to- manización del derecho penal; el desarro-
das estas colecciones, que ya venían con- llo del derecho matrimonial y el derecho de
siderándose como un cuerpo unitario: el familia; el proceso romano-canónico, nú-
Corpus Iuris Canonici. De este modo, tam- cleo del actual proceso civil, etc. Tienen no
bién formalmente, las fuentes del derecho poca parte en todo ello canonistas de la ta-
canónico pueden parangonarse con el de- lla de Rolando Bandinelli, Enrique de Susa
recho romano recopilado por Justiniano en el (Hostiense), Nicolás de Tudeschi (Abad Pa-
Corpus Iuris Civilis. Parangón que será com- normitano) y Juan de Andrés, que en esos
pletado, en relación con las Instituta de Jus- dos siglos escriben magistrales comentarios
tiniano, con la publicación, en 1557, de las a las Decretales.
Institutiones Iuris Canonici de Lancelotti (de
carácter privado), cuyo mejor mérito es la 3. Desde la consolidación del Estado
introducción en la doctrina canónica con moderno hasta nuestros días
influencia decisiva en la sistemática del fu- La tercera gran etapa se extiende desde la
turo Código de 1917 de la sistemática ba- consolidación del Estado moderno hasta
sada en la tripartición: personas, cosas y nuestros días. Rota la unidad religiosa de la
acciones. cristiandad, al derecho canónico le aguarda
Ambos Corpora conforman un sistema de «una interesantísima peripecia histórica: la
derecho culto o sabio, el derecho común a aplicación a un mundo nuevo de un siste-
todo el Occidente cristiano. Éste es el dere- ma jurídico surgido en el espíritu de la cris-
cho civil (a partir de la recopilación justi- tiandad medieval» (Lombardía).
nianea) y canónico (sobre la base del Corpus El Estado moderno pone en manos de los
Iuris Canonici), que se estudiará en las uni- reyes el importante recurso de establecer un
versidades europeas. El derecho romano sistema de normas para todo su territorio.
aporta técnica jurídica al derecho canónico; Inevitablemente ello va a incidir en no po-
éste, a su vez, impregna de espíritu cristia- cas materias canónicas, anteriormente sus-
no la adaptación del romano a las necesi- tanciadas en un único régimen romano-canó-
dades del momento. «El Derecho canónico, nico de cristiandad. Se produce con distin-
juntamente con el civil, constituía en la Edad tas denominaciones: galicanismo, regalismo,
Media la base del pensamiento y de la vi- jurisdiccionalismo una intensa intervención
da» (V. Reina, «Los términos de la polémi- política y jurídica de los monarcas en asun-
ca sacerdocio-reino», Ius Canonicum 6, tos relativos a la Iglesia. La Reforma pro-
1966, 158). testante no hace sino agrandar el problema,
Los siglos XIV-XV (destierro de Avignon, atribuyendo al poder civil la regulación de
Cisma de Occidente, difusión de doctrinas amplias materias eclesiásticas. En la misma
conciliaristas) contemplan el alejamiento línea, el cisma de Inglaterra convierte a su
entre el derecho civil y el canónico y el de- rey en cabeza de la Iglesia anglicana. Las
clive del derecho canónico clásico. Pero de- monarquías católicas, por cierto mimetismo
ben reconocerse las aportaciones canónicas con los príncipes protestantes, y animadas
todavía presentes en la cultura jurídica oc- por las doctrinas regalistas, no son tampoco
cidental: la dignidad de la persona y la con- ajenas a la intromisión en ámbitos eclesiales.
224 DERECHO CANÓNICO
No resulta extraño, por tanto, que a di- de los fieles ante eventuales actitudes ab-
ferencia de lo sucedido con la mayoría de sorbentes de las estructuras oficiales.
códigos estatales, apenas setenta años des- Juega también a favor del anquilosa-
pués de su entrada en vigor, sea común el miento del sistema la falta de aplicación ju-
sentimiento de que el Codex ha envejeci- risprudencial, que resta vitalidad a institu-
do. Juega en favor de este diagnóstico el ciones típicamente canónicas como la cos-
hecho de que el Codex de 1917 no nace tumbre, la aequitas canonica, la dissimulatio
con vocación innovadora sino principalmente y la tolerancia, elementos flexibilizadores
recopiladora y sistematizadora de la disci- por excelencia del derecho canónico. Para-
plina anterior. Aunque en realidad lo que lelamente, la solución de los casos concre-
lastra tan pronto el Código es posiblemen- tos que se resisten a los esquemas legales
te, más que la vejez, su limitada elastici- se sustancian mediante el expediente de
dad. concesión de privilegios, dispensas y facul-
En efecto, aunque pretende ser una re- tades especiales (la doctrina habla de «ver-
copilación, se desconecta de la tradición his- dadera inflación»), concedidas por la auto-
tórica, anquilosándose rápidamente al im- ridad eclesiástica sin esquemas reglados de
poner a la doctrina canonística una labor actuación, con criterios en exceso centrali-
meramente exegética del texto, atada ade- zadores, no pocas veces alejados de las cir-
más por un sistema de interpretación au- cunstancias concretas. La dispensa, el pri-
téntica que hace vinculantes de hecho los vilegio y las facultades especiales son ins-
criterios de los organismos centrales de la tituciones jurídicas útiles, pero su uso
administración eclesiástica, sin el contra- desmesurado es síntoma inequívoco de una
punto con excepción de la materia matri- patología legislativa que reclama una tera-
monial de la acción enriquecedora de una pia urgente.
verdadera jurisprudencia. «En este sentido Por otra parte, dos «dogmas» campan
el CIC 17 ha sido como una especie de in- por entonces por el territorio canónico sin
mensa disposición administrativa aplicada un suficiente discernimiento jurídico de su
sin control contencioso administrativo» contenido. Uno es el principio de la salus
(Lombardía). Esta especie de burocratiza- animarum, cuya principalidad y primacía no
ción perjudica grandemente al Código. Las admite duda; pero que, para ser saludable-
estructuras oficiales previstas por el siste- mente operativo dentro del sistema canó-
ma canónico para llevar a cabo la acción nico, requiere una delicada labor de clarifi-
pastoral, no reciben la actualización que el cación y objetivación de su alcance. El otro
cambio de circunstancias requiere. Surge es el de «las peculiaridades del derecho ca-
así un conjunto de estructuras paralelas es- nónico», que no pocas veces sirve como sal-
casamente regladas, como cauces de des- voconducto para circular por el mundo de
envolvimiento de la acción pastoral, al mar- las normas canónicas sin sometimiento a
gen de cualquier ordenación jurídica. Ello garantías legales y procesales especial-
deriva en una especie de dialéctica pasto- mente en materia penal , y sin delimitación
ral-derecho del que resulta un vaciamiento clara de competencias entre los órganos ju-
conceptual del sentido pastoral del derecho diciales y administrativos. Dos dogmas que
(y como lógica secuela, no pocos nubarrones unidos a una doctrina eclesiológica de base
sobre la función del derecho en la Iglesia) hierarcológica, alientan una apología indi-
así como cierta identificación entre la prác- recta del sistema que hace difícil la crítica
tica pastoral ágil y eficaz y la carencia de constructiva y, por tanto, la actualización y
delimitación de competencias, con ausen- renovación de las instituciones canónicas
cia de garantías para la libertad e iniciativa (piénsese, por ejemplo, en el enorme des-
DERECHO CANÓNICO 227
arrollo del derecho asociativo, institución ju- secular, que se fundamenta en la naturaleza
rídica nueva y llena de operatividad, y sin social de la Iglesia y en la existencia de una
embargo no acogida en el Codex). El tópico, potestad de régimen o jurisdicción conferida
entonces, no lo es tanto: el derecho canó- por Jesucristo a la jerarquía; y que sustan-
nico (léase el Código) está desconectado de cialmente se materializa en el reconoci-
la realidad. Y la conclusión resulta com- miento, establecimiento y protección de de-
prensible: la Iglesia adolece de un exceso beres y derechos de todos los fieles, en or-
de juridicismo. La sabia nueva tiene que den a la ordenada y pacífica convivencia en
abrirse paso en la Iglesia «bordeando» el el Pueblo de Dios y a la salus animarum. 2.
derecho. La plasmación jurídica de la eclesiología de
Resulta ilustrativo de todo ello que el em- comunión desarrollada por el Concilio Vati-
peño renovador de la Iglesia tenga en su cano II, que tiene su «espina dorsal» (He-
génesis precisamente estas dos vertientes: rranz) en el canon 204 del Código latino (ca-
una reflexión de la Iglesia sobre sí misma non 7 del Código de las Iglesias Orientales),
ya pretendida en el proyecto De Ecclesia y como centro de gravedad la communio fi-
Christi del Concilio Vaticano I y sobre su delium: el entero Pueblo de Dios como es-
misión y actuación en el mundo; y una «es- pacio de comprensión de los derechos y
perada y deseada puesta al día del Código deberes de todos los fieles; communio ver-
de Derecho Canónico» (1953, Juan XXIII). tebrada por la constitución jerárquica (or-
Y no menos ilustrativo es también que la do-plebs) y en la que todos los christifide-
comisión pontificia encargada de este últi- les (ex baptismo, no por delegación, conce-
mo proyecto tome como primera decisión sión o mandato) son miembros activos y
(noviembre de 1963) diferir los trabajos has- corresponsables de la misión de la Iglesia,
ta la conclusión del Concilio, a fin de aco- según la variedad de condiciones persona-
meter una revisión legislativa profunda a les y de oficios. 3. La colegialidad como for-
partir precisamente de las aportaciones con- ma específicamente canónica de entender
ciliares en materia disciplinar y eclesiológi- el ejercicio de la corresponsabilidad. El prin-
ca. El resultado será el Código de Derecho cipio de colegialidad se ha aplicado en el
Canónico para la Iglesia latina (1983), la re- nuevo derecho a determinadas formas de
forma legislativa del gobierno central de la ejercicio de la misión propia de la jerarquía.
Iglesia (Regimini Ecclesiae universae, 1967 Existe en la Iglesia una autoridad suprema
y Pastor Bonus, 1988), y el Código de Cá- única, con dos sujetos (inadecuadamente
nones de las Iglesias Orientales (1990). distintos): el Romano Pontífice personal-
mente, y el Colegio episcopal, que incluye
III. UN DERECHO NUEVO PARA LA IGLESIA al Romano Pontífice como su Cabeza (cf. cc.
Fruto de las aportaciones doctrinales, de las 330-341 del Código latino, y cc. 42-54 del
directrices jurídicas y de las nuevas institu- Código de las Iglesias Orientales). Existen
ciones surgidas del Concilio Vaticano II, así diversas manifestaciones posibles de solici-
como de la intensa reflexión doctrinal de la tud y responsabilidad colegial consecuencia
canonística hasta la promulgación de los del espíritu y del afecto colegial , dentro del
Códigos latino y oriental, nace un nuevo de- ámbito de actividad conjunta de grupos de
recho para la Iglesia. obispos (concilios particulares, sínodos pa-
Cabe destacar como elementos caracte- triarcales, sínodo de obispos, conferencias
rizadores de la nueva legislación estos prin- episcopales); en ocasiones, siempre «ad nor-
cipios de naturaleza doctrinal y técnica: mam iuris», esta actividad conjunta puede
1. La afirmación de una juridicidad espe- dar lugar, en sentido técnico-jurídico, a «ac-
cífica, peculiar y distinta de la del derecho tos colegiales». Pero sólo son actos estric-
228 DERECHO CANÓNICO
tamente colegiales del Colegio episcopal los afirmará después que estas palabras «valen
realizados por el Romano Pontífice junto con también para la vida de la Iglesia sin detri-
los obispos, reunidos o no en un concilio ecu- mento de su estructura jerárquica» (Alocu-
ménico. 4. Un elemento constitutivo esen- ción, 20.II.1946). Y así lo acoge uno de los
cial del derecho canónico es su pastoralidad. principios directivos que guiaron la nueva
Esto es así, no sólo ni principalmente por- codificación. En efecto, si la communio fide-
que existan ciertas instituciones canónicas, lium (cuerpo social de la Iglesia) es el centro
como la aequitas o la epikeia, que en mo- de gravedad de toda la actividad social den-
mentos puntuales permiten atender a la si- tro del Pueblo de Dios, sustentado en la ra-
tuación concreta saliéndose incluso de la nor- dical igualdad de todos los fieles y en la co-
ma general. Esto es también consecuencia mún participación de todos en la misión de la
de la consonancia del derecho canónico con Iglesia, la actividad de los fieles no puede li-
el fin sobrenatural de la Iglesia. Pero la pas- mitarse a una mera colaboración con la je-
toralidad en definitiva, el bien de los fieles, rarquía. Siempre dentro del ámbito y exi-
la orientación esencial a la salus animarum gencias de la comunión eclesiástica, el de-
es un elemento que atraviesa toda la orga- recho de la Iglesia no puede dejar de
nización de los oficios eclesiásticos y la par- sancionar un campo legítimo de iniciativa
ticipación activa de todos los fieles en la vi- apostólica (cf. AA 3), en el que se entienden
da y misión única del Pueblo de Dios. Si de unos derechos por ello calificados por la doc-
algún modo la codificación pío-benedictina, trina canónica como fundamentales. Y es por
desde su inspiración marcadamente hierar- aplicación del principio de subsidiariedad por
cológica, pudo servir de disculpa para con- lo que en supuestos concretos estaría justi-
cebir la pastoralidad en términos de conce- ficada, o incluso recomendada, la interven-
sión o relajación de la autoridad y las nor- ción de la organización eclesiástica en esos
mas en los casos concretos, la nueva ámbitos. A su vez, el principio de subsidia-
codificación asume una concepción más com- riedad se aplica también de modo peculiar
pleta y radical de la pastoralidad: una im- en el seno de la organización jerárquica del
pregnación sustancial de todas las dimen- gobierno pastoral, sin que ello suponga nin-
siones de justicia en la Iglesia, tanto en el gún tipo de menoscabo de la función pri-
ejercicio y organización de la autoridad como macial del Romano Pontífice, a quien co-
en la organización y estímulo de la partici- rresponde todo el gobierno de la Iglesia. Por
pación de todos los bautizados en la vida de constitución divina, los obispos rigen las Igle-
la Iglesia. Como es evidente, no todas las sias particulares que les son confiadas con
normas jurídicas se dan con la finalidad di- potestad propia, ordinaria e inmediata. Di-
recta e inmediata de buscar el fin sobrena- cha potestad es regulada por la autoridad
tural o de favorecer la cura pastoral; pero sí suprema, que puede reservar algún aspec-
es necesario que siempre consuenen con la to de su ejercicio para sí o para otros: pero
consecución de ese fin sobrenatural y coo- siempre «atendiendo a la utilidad de la Igle-
peren con él, desde la parcela concreta que sia o de los fieles» (cf. LG 27; CD 8). Nada
regulan. 5. El principio de subsidiariedad, si hay en ello de contradicción o tensión dia-
no textualmente, en su espíritu es también léctica en el ejercicio de la potestad. Todo lo
acogido por el derecho canónico. Ya Pío XI contrario, se trata de la lógica propia de la
había dejado sentado que «el objeto natural communio que informa intrínsecamente, por
de cualquier intervención de la sociedad mis- su propia naturaleza, la potestad y su ejer-
ma es ayudar de manera subsidiaria [sup- cicio en la Iglesia. Tres notas características
pletiva] a los miembros del cuerpo social, de la codificación vigente hacen hincapié en
no anularlos o absorberlos» (QA 80). Pío XII la relevancia otorgada a la subsidiariedad:
DERECHO CANÓNICO 229
de libertad. Es muy difícil que así el derecho por eclesial, deja de ser un conjunto orgánico
canónico sea atractivo para la teología, es de personas, ni el ser humano es más o me-
decir, que pueda ser contemplado en su di- nos hombre por estar bautizado. Es mani-
mensión salvífica. Es imposible así concebir fiesto que la comunidad eclesial es distinta de
el derecho canónico como una realidad ge- la secular de las comunidades políticas , y
nuinamente eclesial; a lo sumo, se alcanza- no es menos manifiesta la novedad radical
ría a verlo como una inevitable y acaso útil que supone la incorporación bautismal a Cris-
realidad en la Iglesia, dada la condición de la to del hombre cristiano. Pero las diferencias
naturaleza humana; pero no como un ele- se dan precisamente entre sociedades y en-
mento o aspecto propio de la Iglesia. tre hombres. Del mismo modo, el derecho
de las sociedades seculares es distinto del
V. EL CONOCIMIENTO DEL DERECHO CANÓNICO derecho de la Iglesia por la naturaleza y fin
El orden jurídico es siempre cualquiera que de la sociedad secular, y consecuentemente,
sea el grupo social en el que se realiza una por las exigencias de justicia y por los prin-
dimensión de la realidad. En consecuencia, cipios o criterios de ordenación que se dan en
también para entender el derecho canóni- su seno; pero no es distinto en cuanto a su
co, hemos de identificar primero la realidad realidad y función como orden justo de una
de referencia, aquella de la que el derecho determinada realidad social.
canónico es una dimensión. Esta realidad Pensar que la noción de derecho en el or-
es la Iglesia, en cuya socialidad visible exis- den eclesial es sustancialmente distinta y
te necesariamente lo jurídico. El derecho ca- no sólo accidentalmente de la propia del
nónico es, pues, el derecho de la Iglesia; o orden secular, implica dar por supuesta una
sea, el orden jurídico propio de su específi- ruptura en la unidad sustancial del hombre:
ca dimensión social. El derecho canónico no como si se dieran un hombre natural, al que
agota esa realidad ni siquiera en cuanto haría referencia lo justo natural; y otro hom-
sociedad , pero se atiene a ella: necesaria- bre sobrenatural, separado del anterior, al
mente ha de ajustarse a ella y de ella ha de que convendría exclusivamente algo así co-
recibir los principios que lo informan. Se mo lo justo sobrenatural. La «transforma-
puede decir, por tanto, que la naturaleza y ción» del ser humano por la gracia no es
características del orden jurídico canónico transubstanciación. Es el mismo ser huma-
derivan de la naturaleza y características de no quien, elevado al orden de la gracia tam-
la Iglesia. Ello implica que su contenido, sus bién en su constitutiva dimensión social, vi-
principios generales y sus distintas ramas, ve las relaciones de alteridad bajo las exi-
así como su comprensión y exposición son gencias de la justicia; justicia informada y
deudores en cada momento histórico del perfeccionada por la caridad, ciertamente,
grado de comprensión que se tenga del pro- pero no suplantada por ella.
pio ser de la Iglesia y de las exigencias de En este punto conviene aludir a una cues-
justicia y principios de ordenación implicados tión que, en ocasiones, ha dificultado la com-
en él. prensión de la razón de ser del derecho en
Conviene notar, por otra parte, que la na- la Iglesia. Si la justicia consiste en dar a ca-
turaleza eclesial del derecho canónico su da uno lo suyo, la cosa justa (su derecho),
connatural referencia a la Iglesia no cam- la existencia de relaciones propiamente ju-
bia en sustancia su naturaleza de «dere- rídicas en la Iglesia requiere como presu-
cho». Sucede lo mismo que con el concepto puesto que en su ámbito haya «cosas» (en
de «hombre», cuando se habla de un cris- sentido genérico: realidades espirituales,
tiano; o con el de «sociedad» cuando le aña- materiales e inmateriales) de las que pueda
dimos el adjetivo «eclesial». Ni la sociedad, decirse realmente que son suyas de alguien
DERECHO CANÓNICO 231
(y por tanto deben «dársele», es decir: en- decir, salvífico: o lo que es lo mismo, estu-
tregársele, respetársele, reconocérsele, res- dia las dimensiones de justicia de las rela-
tituírsele, o lo que corresponda por parte de ciones intraeclesiales sub specie Deitatis, a
quien está obligado a ello). En lo que se re- través de la luz singular que sobre ellas arro-
fiere a realidades materiales, patrimoniales, ja el testimonio mismo de la revelación.
etc., no suele plantearse objección alguna La teología cumple, por ello, una tarea
a la existencia de verdaderos derechos y decisiva para el derecho canónico: la inteli-
obligaciones. Pero eso no significa gran co- gencia profunda y armónica, a la luz de la
sa en cuanto a la juridicidad de las relacio- revelación, de los rasgos propios del ser de
nes propiamente eclesiales, ya que se trata la Iglesia y de su misión, que el derecho re-
de asuntos más bien accidentales, que se cibe como datos, como elementos dados.
dan en la Iglesia porque vive en el mundo y Cuanto más penetre la teología en el mis-
maneja cosas materiales, lo cual no repre- terio de la Iglesia, más enriquecedora será
senta lo más genuino de la misión eclesial. su aportación a la comprensión y funda-
La verdadera pregunta es si en las relacio- mentación del derecho canónico, en cuanto
nes propiamente eclesiales, es decir, las que canónico, es decir, no en cuanto que es de-
se refieren a la vida en Cristo y a la salus recho, sino en cuanto que es eclesial, dere-
animarum, se da propiamente esa condi- cho de la Iglesia.
ción sine qua non de la justicia: si pueden La aportación de la teología ofrece datos
considerarse «lo suyo» de alguien. Aunque imprescindibles para la ciencia canónica, co-
volveremos en el último apartado sobre el mo los ofrece, por ejemplo, a la historia de
asunto para tratar de aclararlo, hay que de- la Iglesia. Pero, del mismo modo que la his-
cir de antemano que la respuesta afirmati- toria eclesiástica no deja de ser historia y,
va a esta cuestión se encuentra necesaria- por tanto, objeto de una ciencia con su pro-
mente implícita en la afirmación del carác- pio método y sus recursos científicos, tam-
ter propiamente jurídico del derecho poco el derecho canónico deja de ser dere-
canónico. cho, y por tanto objeto de una ciencia es-
El derecho de la Iglesia es verdadero de- pecífica (la ciencia jurídico-canónica), con
recho, en sentido propio y unívoco. ¿Es irre- un objeto formal distinto del de la teología
levante o accidental, entonces, el adjetivo aunque comparta su objeto material en
«canónico»? En modo alguno. Porque el ad- buena medida, lo estudia desde una pers-
jetivo remite a la realidad de la que el de- pectiva diversa: sub specie iusti (Hervada) ,
recho es ordenación jurídica. Por consi- con su método propio (que no puede ser
guiente, es imprescindible conocer muy bien más que jurídico, dada su perspectiva for-
la realidad social (la Iglesia), lo propio y pe- mal) y con su peculiar sistema conceptual
culiar de la sociedad eclesial respecto a las y sus recursos científicos.
sociedades seculares (es en este plano don- Esto supone que la ciencia canónica, en
de se sustancia la cuestión de las peculiari- cuanto ciencia autónoma, no es ciega, no
dades del derecho canónico), para entender se limita a trasladar a su campo datos y con-
cabalmente qué sea el derecho canónico. La ceptos teológicos. Por el contrario, es capaz
teología principalmente la eclesiología, la y debe serlo para cumplir adecuadamente
cristología, la antropología teológica y la te- su función de asomarse con provecho a los
ología sacramentaria desempeña una fun- datos de la revelación, en su propio trabajo
ción insustituible en este punto. Y tiene tam- científico, con sus recursos y perspectiva ca-
bién un papel relevante la teología del de- racterísticos, desentrañando los elementos
recho canónico, que es teología porque jurídicamente relevantes que se encuentran
estudia el derecho en cuanto es eclesial, es en ellos. La revelación por la que conoce-
232 DERECHO CANÓNICO
relación entre sujetos en la Iglesia (sólo en propter homines et propter eorum salutem,
las relaciones puede hablarse de «lo suyo», pero in Ecclesia y mediante la Iglesia. Se
que siempre es de alguien en relación con trata de bienes no autoadministrables por
otro/s) es simplemente de procedencia na- cada fiel, por tanto, pero tampoco arbitra-
tural multitud de relaciones humanas en riamente detentables por quien posee el po-
la Iglesia son relaciones naturales , el títu- der de administrarlos, es decir, la jerarquía
lo de lo suyo es la propia condición de per- de la Iglesia.
sona, con el patrimonio jurídico de dere- Así, los medios de salvación son lo suyo
cho natural inherente a su dignidad (de- de los fieles, en cuanto medio imprescindi-
recho a la buena fama o derecho a contraer ble para vivir y llevar a su plenitud la voca-
matrimonio, por ejemplo); o bien cualquie- ción a la que han sido llamados. Lo que en
ra de los títulos ordinarios de atribución de relación con Dios es pura gracia, en relación
derechos (por ejemplo, un contrato: una con la Iglesia adquiere una dimensión jurí-
venta, donación, permuta, etc., por la que dica, puesto que es de justicia administrar
un edificio pasa a ser propiedad de una dió- abundantemente esos bienes y medios de
cesis o de una congregación). Pero cuando salvación (cf. canon 213). Otro tanto suce-
la relación es de procedencia sobrenatural de con la posición jurídica de los sagrados
las relaciones jurídicas que proceden di- pastores: en la medida en que han recibi-
rectamente de la lex gratiae u orden de la do un oficio propio de la constitución jerár-
gracia , la titularidad de los derechos, el quica que el mismo Cristo ha conferido a su
que pueda decirse que algo es de alguien, Iglesia, la obediencia de los fieles en el ám-
tiene una justificación distinta. bito de su misión pastoral le es debida en
En el orden de la gracia, en efecto, todo justicia: es lo suyo (cf. canon 212). Para no
es por definición gratuito: no hay nada alargar innecesariamente la exposición con
que por sí mismo sea suyo de nadie: todo es ejemplos, puede concluirse, con acertada
don de Dios, todo es gracia. ¿Cómo enten- síntesis de Hervada, que, desde este pun-
der entonces que algo sobrenatural por to de vista, «la necesidad del derecho en la
ejemplo, un sacramento pueda decirse su- Iglesia no debe traducirse por una simple
yo de alguien, de modo que podamos cali- conveniencia, por muy intensa que ésta sea.
ficarlo de verdadero y propio derecho? An- La dimensión jurídica es necesaria porque
te todo hay que aclarar que el plano de las sin ella no es comprensible la Iglesia tal co-
relaciones de justicia eclesiales no es el de mo fue fundada por Cristo. Son el propio
la relación del hombre con Dios, sino el de ser cristiano y la propia configuración y es-
las relaciones entre los hombres. En senti- tructuración de la Iglesia los que connatu-
do estricto, en relación con Dios no hay de- ralmente aparecen con unas inherentes exi-
rechos y deberes jurídicos: entre el hombre gencias de justicia, los que tienen una di-
y Dios no se da la igualdad que es caracte- mensión jurídica. La incorporación a la
rística de la justicia. Iglesia, la posición jerárquica, los mismos
Lo que ocurre es que en la economía de carismas recibidos no se apoyan sólo en re-
la salvación se ha producido una traditio: lo laciones de caridad entre los fieles, ni en un
que por parte de Dios es gracia, los medios deber o responsabilidad hacia Dios. Se in-
salvíficos necesarios en orden al fin sobre- tegran en relaciones de solidaridad y de ser-
natural , ha sido gratuitamente puesto en vicio, que se fundan en exigencias de la con-
manos de los hombres. Esa traditio tiene dición de fiel ante los demás miembros de la
como destinatario no directamente a cada Iglesia y de la naturaleza y función minis-
fiel como patrimonio jurídico personal , si- teriales (servicio a los demás) de la Jerar-
no a la Iglesia. Los medios de salvación son quía. Son, por tanto, relaciones con un as-
234 DERECHO CANÓNICO
pecto de justicia, que postulan connatural- no es algo que se limita a engendrar debe-
mente un orden jurídico». res de obediencia, sino también tutela de la
Solamente la luz de la fe permite percibir libertad y cauce de actuación responsable
la completa realidad eclesial. Su fundación (Hervada).
divina desautoriza una visión puramente hu- El derecho canónico es, pues, el derecho
mana de la Iglesia, como mero resultado de de la Iglesia, el orden jurídico de la realidad
la decisión de los hombres y destinada a social Iglesia. No agota esa realidad social,
conseguir unos fines inmanentes. La Igle- es sólo una dimensión de ella; pero es una
sia está en la historia, pero al mismo tiem- dimensión necesaria, de tal modo que «la
po la trasciende. Son «los ojos de la fe» los vida eclesial sin ordenación jurídica no pue-
que permiten ver detrás de esa realidad vi- de existir» (Pablo VI).
sible que también es una realidad espiritual,
portadora de vida divina (cf. CCE 770). For- Bibliografía
mada por un doble elemento humano y di- AA.VV. (Coord. J. CALVO), Manual de Derecho Ca-
vino (CCE 779), es una y única. Justamen- nónico, Pamplona 1991. D. CENALMOR y J. MIRAS,
El Derecho de la Iglesia, Pamplona 20052. A. DE LA
te ese elemento humano confiere a la Igle-
HERA, Introducción a la ciencia del Derecho Ca-
sia la nota real de ser un organismo visible
nónico, Madrid 1980. P. ERDÖ, Introducción a la
y social, radicado en el espacio y en el tiem-
historia de la Ciencia Canónica, Buenos Aires
po. La Iglesia es comunidad humana; no 1993. C.J. ERRÁZURIZ, Il diritto e la giustiza nella
mera coincidencia espacio-temporal de se- Chiesa. Per una teoria fondamentale del diritto
res humanos, sino conjunto de personas li- canonico, Milano 2000. J. HERRANZ, «Prolegómenos
gadas de manera orgánica por un principio II. Génesis y elaboración del nuevo Código de
de unidad que supera a cada una de ellas Derecho Canónico», en Á. MARZOA, J. MIRAS y R.
(cf. CCE 1880). RODRÍGUEZ-OCAÑA, Comentario Exegético, I, Pam-
Por eso la doctrina católica ha entendido plona 20023, 157-205. J. HERVADA, «Las raíces sa-
siempre el derecho como un factor necesa- cramentales del Derecho Canónico», en VV.AA.,
rio para la Iglesia in terris; un factor con- Sacramentalidad de la Iglesia y sacramentos,
natural a su vida (Juan Pablo II). El dere- Pamplona 1983, 359-385; Elementos de Dere-
cho canónico no es una superestructura sur- cho Constitucional Canónico, Pamplona 20012. J.
HERVADA y P. LOMBARDÍA, «Prolegómenos I. Intro-
gida de factores humanos contingentes, un
ducción al Derecho Canónico», en Á. MARZOA, J.
añadido puramente humano a lo que ge-
MIRAS y R. RODRÍGUEZ-OCAÑA, Comentario Exegé-
nuinamente es la Iglesia; no es tampoco un
tico, I, 91-155. Á. MARZOA, «El fundamento de la
elemento conveniente para salir al paso de juridicidad del derecho canónico», Fidelium Iura 8
inevitables conflictos a los que toda relación (1998) 309-384; Comunión y Derecho. Signifi-
humana da lugar; ni la expresión unilateral cación e implicaciones de ambos conceptos, Pam-
de la voluntad de la jerarquía eclesiástica plona 1999. J.MIRAS, J. CANOSA y E. BAURA, Com-
que con los siglos se ha ido mejorando es- pendio de Derecho Administrativo Canónico, Pam-
téticamente en sus desempeños mediante plona 20052.
el recurso a formalidades y compilaciones; Á. Marzoa
DIOS 235
Dios
téticas» del hombre, sino que se identifica sias infinitas de verdad y de bien son lla-
con la búsqueda del fundamento de todo mada y vestigio de un Ser que es la Verdad
ser contingente y, en especial, con la bús- y el Amor. San Agustín argumenta repeti-
queda de la razón de la propia existencia. damente que la verdad aparece ante la men-
(cf. C. Fabro, Drama del hombre, 211). Por te como algo universal, independiente de la
esta razón, el hombre, que espontánea- misma existencia del hombre: exista o no
mente tiende a la verdad y al bien, tarde o exista el hombre, siempre será verdad que
temprano siente el impulso de plantearse la siete y tres son diez. Por esto mismo, cual-
cuestión de Dios y de buscar los argumen- quier juicio verdadero apunta siempre ha-
tos en que apoyar en forma refleja y cons- cia un Ser inmutable y eterno.
ciente su convicción o su «presentimiento» Planteamiento diverso tiene el «argu-
de que Dios existe. Y puesto que el hombre mento ontológico» de san Anselmo, que
sólo conoce a partir de los seres materia- puede sintetizarse así: todos los hombres
les, sólo en ellos encontrará el punto de par- expresan con el concepto Dios el ser más
tida para la búsqueda racional de Dios. perfecto que se puede pensar o imaginar;
Son muy numerosas las «pruebas» de la ahora bien, si este ser careciera de exis-
existencia de Dios elaboradas a lo largo de tencia, no sería el más perfecto, luego en
la historia. De entre ellas, revisten especial el concepto mismo de Dios ya está implica-
importancia las cinco vías propuestas por da su existencia (cf. Proslogion, 2-3). Des-
santo Tomás de Aquino (cf. CG I, 3 y S.Th., de un primer momento, este argumento en-
I, q.2, a.3). Todas las pruebas de la exis- contró una fuerte oposición comenzando por
tencia de Dios aducidas por el Aquinate se el monje Gaunilo. La dificultad es siempre
apoyan en el principio de causalidad y, en la misma: el salto del orden ideal al orden
síntesis, dicen lo siguiente: todo lo que par- real que parece contener. Alejandro de Ha-
ticipa de la existencia depende en último les lo consideró próximo al argumento agus-
término de una causa que no participa de tiniano de la verdad suprema; santo Tomás
la existencia, sino que es la Existencia mis- lo rechazó decididamente. Ya san Anselmo
ma (cf. Á.L. González, Teología natural, Pam- contestó a las críticas de Gaunilo y, en esta
plona 1985, 109-112). contestación, dio las pistas más seguras pa-
San Agustín, en cambio, para mostrar la ra captar el sentido que daba a su argu-
existencia de Dios, se apoya fundamental- mento (cf. C. Fabro, Drama del hombre,
mente en las exigencias de la inteligencia y 435-519). El argumento anselmiano en-
del corazón humano, quizás recordando su cuentra su justa dimensión, si se tiene en
propio itinerario interior hasta la conversión. cuenta que el concepto Dios es un concep-
El esquema agustiniano es siempre prácti- to límite. En efecto, Dios no puede pensar-
camente el mismo: ir de lo exterior a lo in- se como no existente sin contradicción in-
terior del hombre, y del interior del hombre terna, pues el concepto Dios implica su exis-
a aquello que lo trasciende. Este esquema se tencia; luego o hay que pensar que es
apoya en el hecho de que el hombre es ima- absurdo, o hay que pensar que existe.
gen de Dios y de que Dios es más íntimo al En cualquier caso es necesario tener pre-
hombre que el hombre mismo: Dios es el sente que las «pruebas» de la existencia de
internum aeternum (Confessiones, 9, 4, 10), Dios son sólo una invitación razonada a la
(secretissimus et praesentissimus) el más fe, que constituyen una llamada racional y
oculto y el más presente (ibid., 1, 4, 4), in- razonable a la libertad humana, y una prue-
terior intimo meo, más íntimo a mí que mi ba de la honestidad intelectual de la fe. Se
intimidad (ibid., 3, 6, 11). Siendo esto así, les llama «pruebas» de la existencia de Dios
las exigencias del corazón humano, sus an- en el sentido de argumentos convergentes
DIOS 237
y convincentes que permiten llegar a ver- Él mismo ha elegido para revelarse. Esto es
daderas certezas (CCE 31). Se trata de ver- así, no porque Dios tenga límite alguno, si-
daderas certezas de tipo moral; no de evi- no porque no existe palabra capaz de ex-
dencias de tipo físico. presarlo perfectamente (San Gregorio de
Es imposible afirmar que una cosa exis- Nisa, Homilías sobre el Eclesiastés, 7: PG
te sin conocer algo de su propia naturale- 44, 732; GNO V, Leiden 1962, 415-416).
za. La pregunta por la existencia de Dios Por esta razón el más profundo conocimiento
lleva implícita, pues, cierta precomprensión de Dios a que puede llegar el hombre se en-
de lo que Dios es. Se trata de un concepto cuentra envuelto en el silencio sagrado. Bas-
indisolublemente ligado a las ideas de infi- te recordar estos versos en los que el Doc-
nitud, de grandeza, de bondad, de ser su- tor Místico se inserta en la rica corriente de
premo. El término a que conducen los ca- espiritualidad apofática: «Entréme donde
minos utilizados para afirmar la existencia de no supe / y quedéme no sabiendo / toda
Dios desarrolla algo más esta precompren- sciencia trascendiendo» (San Juan de la
sión. Se trata de noticias verdaderamente Cruz, Coplas hechas sobre un éxtasis de al-
imperfectas, pero que dicen algo verdade- ta contemplación; cf. Crisógono de Jesús,
ro de cómo es Dios. Apoyados en esta rea- Vida y obras de San Juan de la Cruz, Ma-
lidad, los santos Padres insistieron en los drid 1964, 1336-1337).
caminos de la negación, de la afirmación y
de la eminencia como caminos comple- II. LA REVELACIÓN DE DIOS EN LA SAGRADA
mentarios y necesarios para hablar de cómo ESCRITURA
es Dios. La teología posterior centró sus es- 1. Singularidad de la doctrina sobre Dios
fuerzos en el análisis de la analogía como del Antiguo Testamento
cuestión clave para poder pensar y decir al- El Antiguo Testamento se nos presenta con
go sobre Dios. En uno y otro caso se está personalidad única y singularísima en las
hablando del alcance y de los límites so- cuestiones referidas a Dios: Dios es, ante
bre todo de los límites del discurso huma- todo, el Dios de la alianza; no es el pueblo,
no sobre Dios. ni siquiera en sus personajes más relevan-
Dios trasciende todo lo creado, también tes, el que tiene la iniciativa de «buscar» a
todo concepto humano. Justamente lo ex- Dios, sino que es Dios quien decide esta-
presó san Gregorio de Nisa al afirmar que, blecer su alianza con el pueblo y la lleva a
incluso al aceptar la revelación divina, sólo cabo. Por esta razón, el Antiguo Testamen-
conocemos a Dios en la tiniebla: «En esto to se nos muestra en todo momento como
consiste el verdadero conocimiento de lo una revelatio in fieri, una revelación que se
que buscamos: en ver en el no ver, pues lo está haciendo al compás de las actuaciones
que buscamos trasciende todo conocimien- divinas en la historia. Y al mismo tiempo, el
to, totalmente circundado por la incompre- hecho de que Dios tome la iniciativa de rea-
hensibilidad como por una tiniebla» (San lizar una alianza con el hombre, le hace un
Gregorio de Nisa, Sobre la vida de Moisés, II, ser entrañablemente personal, cercano e ín-
163, introducción, traducción y notas de L.F. timo al hombre. Y sin embargo, esta cerca-
Mateo-Seco (ed.), Madrid 1993, 171). For- nía no implica ninguna pérdida de su tras-
mulación parecida encontramos en santo cendencia. Desde Gn 1,1, se destaca la dis-
Tomás: en lo que se refiere a Dios, «las ne- tancia existente entre Dios y el mundo: el
gaciones son verdaderas, las afirmaciones mundo ha sido creado por Dios en un co-
son insuficientes» (S.Th., I, q.13, a.1, ad mienzo, en el principio; Dios, en cambio, no
2). Dios siempre trasciende toda palabra tiene ni comienzo ni fin. Dios ni está al mis-
creada, incluso las palabras humanas que mo nivel que el mundo, ni puede confun-
238 DIOS
dirse con él; pero esta distinción del mundo historia de las religiones (cf. J. Morales, El
no significa ni lejanía ni ausencia por parte valor distinto de las religiones, Madrid 2003,
de Dios. Muy al contrario, el Dios que se re- 39). El monoteísmo es definitivamente pro-
vela a Israel es un Dios íntimamente rela- fesado en Dt 6,4. Los profetas lucharon vi-
cionado con el mundo, con el hombre y con gorosamente contra la tentación del pueblo
su historia. Es cercano y, al mismo tiempo, de adorar a los dioses de los pueblos veci-
soberanamente libre. Más aún y esto es nos. Fue entonces cuando aparecieron las
de extrema importancia , a pesar de ser «el formulaciones más claras de un monoteísmo
Dios de los padres», nunca se le identifica teológico absoluto (cf. Is 44-45).
con el clan o con el pueblo, sino que es el
Dios de todos los hombres y de toda la crea- 2. La noción de creación y sus
ción. implicaciones en el concepto
La alianza constituye el horizonte en que veterotestamentario de Dios
se desarrolla toda la doctrina veterotesta- La fe en un solo Dios viene acompañada por
mentaria sobre Dios, y es la clave para en- otra afirmación que potencia el monoteís-
tenderla en sus justas proporciones. Si la mo y que da un relieve singular al concep-
Biblia habla de la creación del mundo o de la to de Dios: la creación ex nihilo (cf. Gn 1-
historia de los orígenes, no lo hace por «cu- 2; 2 M 7,26-28). Dios es anterior a todas
riosidad» hacia el origen del mundo o del cosas y las trasciende; no forma parte del
hombre, sino porque la alianza tiene que mundo, ni el mundo es divino en el sentido
ver con la creación del mundo y con los orí- de que provenga de Él por emanación. Dios
genes de la humanidad, especialmente con es el primero y el único (cf. Sal 90,2;
el comportamiento de Adán y Eva. También 102,26; Pr 8,22; Is 41,4; 44,6; 48,2). El
hasta los seres inanimados llegará la ben- hecho de estar por encima de todas las co-
dición de los tiempos mesiánicos (cf. Gn sas en cuanto Creador es lo que explica que
8,22; Jr 33,20-25). Cuando san Pablo ha- Dios se encuentre totalmente cercano, sin
bla de la salvación que trae Cristo tiene pre- que esta cercanía disminuya en nada su
sente a la criatura material (cf. Rm 8,20- trascendencia. Estas afirmaciones han de
22); también ella ha sido creada con vistas ser contempladas en el horizonte de la teo-
a Cristo (cf. Col 1,16). logía de la alianza: la creación del mundo
Entre los rasgos más destacados de la es ya una prefiguración de esta alianza, y
doctrina bíblica sobre Dios destaca el mo- la alianza es el fin de la creación.
noteísmo. La pureza monoteísta del con-
cepto veterotestamentario de Dios es sor- 3. El conocimiento natural de Dios
prendente. Se impone la pregunta de cómo Los escritores sagrados no se preocupan por
un pueblo surgido de un clan nómada, sin «demostrar» la existencia Dios, pues es con-
relieve cultural especial, en un ambiente po- siderada como el hecho fundamental cuya
liteísta, pudo llegar a la idea del Dios úni- negación ni siquiera parece concebible.
co, Señor del universo. El monoteísmo que Cuando la Biblia habla de conocer a Dios,
se aprecia en los relatos patriarcales es una se está refiriendo casi siempre a reconocerlo
monolatría, sin que se haya explicitado aún como suprema norma de vida (cf. Dt 11,2-
la afirmación teológica de la unicidad de 8; Is 41,20; Os 11,3) y, por supuesto, a re-
Dios. Este monoteísmo práctico está rela- conocerlo como el Dios único, con exclusión
cionado con la revelación del nombre de de cualquier ídolo (cf. Is 43,10; 44,8; 45,5-
Yahwéh y con la prohibición absoluta de ado- 6; Sb 13,1-9); por esta razón no ofrece nun-
rar a otros dioses. Dios es un Dios celoso. ca un elenco de «pruebas» de la existencia
Este exclusivismo de Yahwéh es único en la de Dios. Sólo el libro de la Sabiduría, al po-
DIOS 239
lemizar en ambiente griego contra la idola- 4. Los rasgos del Dios de la alianza en el
tría, presenta una prueba de la existencia Antiguo Testamento
de Dios Creador y, al hacerlo, formula en En la Sagrada Escritura no se encuentra una
forma refleja lo que es convicción constan- enumeración sistemática de las perfeccio-
te de todo el Antiguo Testamento: que Dios nes divinas, sino que se revelan a medida
es accesible al hombre y que éste puede y que se narran las intervenciones de Dios en
debe reconocerle en la estructura misma de la historia, es decir, a medida que el Dios
este mundo. de la alianza las va manifestando en sus ac-
El Antiguo Testamento describe las ma- tuaciones. Entre estas perfecciones desta-
ravillas realizadas por Dios en la naturale- can la omnipotencia, la eternidad, la omni-
za (cf. Sal 19,8; 1-7; 104; Jb 38; Is 40,25- presencia y la inmensidad, la omnisciencia,
31) no tanto para probar la existencia de la fidelidad, la justicia, la misericordia, el
Dios, como para alabarle (Sal 8; 19,8-10; amor.
104) y para exhortar a la confianza en su El poder de Dios sobre todas las cosas se
poder (cf. Is 40,27-31). Sb 13,1-9, al reco- manifiesta espléndidamente en la creación
ger este convencimiento y contemplar des- del mundo (cf. Gn 1; Sal 19; 33,6; 104; Jb
de él la idolatría, ofrece un pasaje explícito 38-40). Dios ha creado el universo con só-
y decisivo sobre la posibilidad del conoci- lo su palabra omnipotente (Sal 33,6); esta
miento natural de Dios. El texto califica de palabra nunca retorna a Él vacía, pues es
vanos a aquellos hombres que no recono- eficaz y siempre consigue su objetivo (cf. Is
cieron al verdadero Dios, sino que llamaron 55,11). La omnipotencia divina se muestra
dioses a las fuerzas de la naturaleza. No se especialmente en la forma en que salva al
está quejando, pues, de que esos hombres pueblo elegido (cf. Ex 15,1-3). Sobre este
no hayan llegado a conocer la existencia de poder de Dios reflexiona constantemente la
Dios, sino de que, al hacerlo, no hayan sa- literatura sapiencial y la profética: no hay
bido utilizar la vía de la eminencia: el Crea- lugar al que no llegue el poder de Dios, aun-
dor trasciende infinitamente su creación. El que sea el mismísimo sheol (cf. Jb 26,5-14).
autor de Sabiduría, que aplica intenciona- Se trata de un poder que Dios ejerce con
damente a Dios el título de arquitecto del sabiduría, gobernándolo todo fortiter et sua-
universo, quiere afirmar que el Dios al que viter (cf. Sb 8,1); incluso los corazones de
llegan los filósofos, es el mismo que el Dios los hombres están en sus manos (cf. Est
de la Biblia (M. Gilbert, «La connaissance 13,9-11).
de Dieu selon le livre de la Sagesse», en J. Mientras que en el entorno de Israel los
Coppens, La notion biblique de Dieu. Le Dieu dioses forman parte del proceso de naci-
de la Bible et le Dieu des philosophes, Lo- miento y muerte del universo, «hacerse» y
vaina 1976, 204-206). Si él critica a los fi- «perecer» son categorías imposibles de apli-
lósofos no es por su caminar intelectual, si- car a Dios. La doctrina del Antiguo Testa-
no porque este caminar debiera haberles mento está en abierta contradicción con to-
llevado a descubrir a un Dios superior al dos los mitos teogónicos, y especialmente
mundo. Este pasaje presenta el camino ana- con el mito de un dios que muere y resuci-
lógico como una vía de acceso, segura y uni- ta. Dios es ante todo el viviente (cf. Dt 5,23;
versal. Este convencimiento es el marco en 2 R 19,4; Sal 42,3). La existencia es inse-
que se sitúan las afirmaciones paulinas en parable de ese ser misterioso que los he-
torno al conocimiento natural de Dios, en breos llaman Yahwéh. Precisamente por es-
especial, el comienzo de la carta a los Ro- to los autores bíblicos nunca plantean la
manos (Rm 1,18-23) y el discurso en el cuestión del origen de Dios: Él es el Dios
Areópago (Hch 17,22-29). eterno (cf. Gn 21,33), para el cual no cuen-
240 DIOS
ta el tiempo (Sal 90,2-4). Los profetas re- Pero Dios nunca está ligado a un lugar con-
calcan este atributo divino al señalar la fi- creto (cf. Gn 12,6; 18,1; 21,33). Yahwéh
delidad de Dios a sus promesas. En efecto, tiene su residencia en Sión, su monte san-
esta fidelidad sería imposible, si Yahwéh pu- to (cf. Sal 46,5; Am 1,2; Is 2,2; 11,9; 48,2),
diese dejar de existir (cf. Dt 33,27; Is 44,6; en el templo de Jerusalén (cf. Is 2,3; 64,10;
48,12). Las afirmaciones en torno a la eter- Jr 7,10); al mismo tiempo, en textos per-
nidad de Dios son numerosas y claras en tenecientes a la misma época, se recalca la
los profetas y en los libros sapienciales (cf. presencia de Dios en el cielo (cf. Sal 2,4;
Is 26,4; 33,14; 40,28; Dn 12,7; Sal 9,8; 11,4; 68,6; Am 9,6; Is 63,15), de una for-
10,16; 29,10; 92,9). La plenitud vital de ma en la que, al afirmar que se encuentra
Dios es el fundamento interno de su eter- allí, se está diciendo también que se en-
nidad; cuanto se dice en torno a la inmuta- cuentra en todas partes (cf. Is 66,1; cf. Jr
bilidad divina nunca podrá confundirse con 23,24). Dios no puede ser «abarcado» por
la impasibilidad divina tal y como la entien- ningún lugar (cf. 1 R 8,27). Dios «llena» los
de buena parte del pensamiento griego. cielos y tierra (cf. Jr 23,24). La inmensidad
Como es obvio, la fidelidad de Dios a la divina se encuentra hermosamente expre-
alianza y su plenitud vital exigen perma- sada en el libro de Job (Jb 23,8-9).
nencia y, por tanto, apuntan hacia cierta in- En el Antiguo Testamento la afirmación
mutabilidad de la voluntad de Dios en sus de la omnisciencia divina es aún más explí-
decisiones (Sb 7,27; cf. Is 40,8; 51,6). Es- cita que la afirmación de su omnipresencia
tos textos y otros parecidos coexisten en el (cf. Gn 25,22; Ex 18,15; Nm 27,21; Jos
Antiguo Testamento con otros en los que se 9,14; Jc 1,1; 18,5; 1 S 9,9; 10,22). Yah-
atribuyen a Dios arrepentimiento y cambios wéh no ignora nada de cuanto ocurre en la
de actitud (cf. Ex 32,10-14). Esto sucede, tierra (cf. Jb 28,2; Za 4,10). Los ojos de
sobre todo, ante el arrepentimiento huma- Yahwéh penetran hasta el sheol (cf. Pr
no, como se ve en el libro de Jonás. Dios se 15,11; Jb 26,6), los corazones de los hom-
arrepiente de la decisión de castigar (cf. Am bres (cf. Pr 15,11; Sal 11,4; 33,15), los pen-
7,3. 6; Os 11,8-9). Estos antropomorfismos samientos humanos (cf. Sal 84,1-2), las in-
y antropopatismos, al describir sentimien- tenciones y los planes secretos (cf. Sal
tos de amor y de ira en Dios, resultan un 139,1-4; 44,22). Como sucedía con la om-
modo de hablar apropiado, aun dentro de nipresencia, también la omnisciencia divina
su estilo naïv o quizás precisamente por eso, se encuentra expresada en la Biblia en es-
para mostrar a Dios como un ser personal trecha relación con el hecho de que Dios es
que dialoga con el hombre y «reacciona» el creador de todo (cf. Sal 33,1-5; 139,13-
según el comportamiento del hombre. 16). Especial énfasis se pone en la afirma-
La omnipotencia y la fidelidad divinas vie- ción de que Dios conoce desde siempre to-
nen acompañadas en el Antiguo Testamen- dos los acontecimientos futuros, tanto los
to por la omnisciencia, la inmensidad y la de los hombres en singular, como los de los
omnipresencia de Dios. Ya desde Génesis pueblos (cf. Sal 139,15-16; Am 3,7; Is 5,19;
se presenta a Dios interviniendo en distintos 14,26; 19,17). De hecho, el carisma profé-
lugares: Dios llama a Abrahán desde Ur de tico se fundamenta en este conocimiento
Caldea, lo conduce a la tierra de Canaán y lo divino del futuro (cf. Is 45,21; 41,23).
protege en Egipto (cf. Gn 11 12); obliga al La Biblia presenta a Dios, ya desde los
faraón a dejar libres a las tribus de Israel tiempos patriarcales como un poder omni-
(cf. Ex 6 7); interviene con mano poderosa potente que obra siempre conforme a la equi-
en el mar Rojo (cf. Ex 15,1-2); acompaña dad y a la justicia (cf. Gn 18,25). El concep-
al pueblo por la larga travesía del desierto. to de justo tiene siempre un marcado sen-
DIOS 241
tido religioso, pues Yahwéh es la fuente de «corruptible». Pero Dios no quiere la muer-
toda justicia. La voluntad divina es la regla te del pecador, sino que se convierta y viva
suprema, porque siempre se halla en con- (cf. Ez 33,11). La misericordia de Dios se
cordancia con los atributos de la justicia y manifiesta especialmente con los pobres,
de la misericordia. Yahwéh es el Dios de Is- con los que sufren, con los débiles (cf. Sal
rael, que ligado por la alianza, hace justicia 69,17; 79,8; 103,13; 119,77). En el con-
a Israel de sus enemigos y establece tam- texto de la teología de la alianza, el amor
bién la justicia entre los miembros del pue- de Dios es descrito especialmente como el
blo. Por eso los israelitas conciben sus vic- amor del esposo a la esposa o como el amor
torias sobre los enemigos como actos de jus- del padre al hijo (cf. Os 2 3; Jr 2,1-36; Ez
ticia de Dios (cf. 1 S 12,7; Mi 6,5; 2 S 18,31). 16,1-52; Is 40,1-66). Dios es el padre del
Y, al mismo tiempo, conciben a Dios como pueblo, al que trata con cuidados paternales
vengador de todos los que son oprimidos (cf. Ex 4,22; Dt 14.1; 32,5). Este amor vie-
dentro del mismo pueblo de Israel (cf. Os ne descrito, a veces, con la ternura del amor
2,21; 10,12). Frente a toda injusticia, Dios maternal (cf. Is 49,15).
es el valedor de los débiles, de los pobres
(cf. Sal 139,13), de los huérfanos y de las 5. El Dios de la alianza en el Nuevo
viudas (cf. Ex 22,22; Dt 10,18; 27,19). Uno Testamento
de los rasgos distintivos del futuro Rey me- Cuando en el Nuevo Testamento se habla de
siánico, sobre el que descansará el espíritu de Dios, en el Dios en que se está pensando es
Yahwéh, es el de ejercitar santamente la jus- en Yahwéh (cf. Rm 1,18-25; Hb 1,1-2); los
ticia e implantar el derecho (cf. Is 11,1-5). atributos con que se le describe son los mis-
Al leer por primera vez el Antiguo Testamento mos que en el Antiguo Testamento. Y sin
puede extrañar la forma en que se dice a ve- embargo es en la cuestión de Dios donde se
ces que Dios ejerce justicia, sobre todo, con- dieron las diferencias más fundamentales
tra los enemigos de Israel (cf. Gn 12,10-20; entre Jesús y los judíos de su tiempo. Y es
26,6-10; Ex 3,21-22; 12,35; Dt 7,1-11. 16). que la explicitación del concepto de Dios que
A este respecto, conviene tener presente al- tiene lugar en el Nuevo Testamento, a pe-
go muy importante: la peculiar forma de ha- sar de asumir los rasgos esenciales del An-
blar de los hebreos, que atribuyen a Dios lo tiguo Testamento, implica una novedad ra-
que es propio de las causas segundas, sin dical, que va más allá de un simple desarrollo
distinguir lo que Dios manda, de lo que Dios o evolución del concepto veterotestamenta-
quiere, o simplemente de la desobediencia rio de Dios: Jesús es el Hijo de Dios.
a su voluntad que Dios permite. Jesús responde a la pregunta del fariseo
La noción de un Dios clemente y miseri- sobre cuál es el primer mandamiento, re-
cordioso aparece acompañando frecuente- mitiendo precisamente a Dt 6,4-5 (cf. Mc
mente al atributo de la justicia divina. En la 12,29; Mt 12,37). La continuidad entre los
Biblia se invoca a Dios con confianza (cf. Sal dos Testamentos emerge precisamente aquí,
6,5; 25,6-7; 119,149; 143,12) al mismo en la reafirmación del monoteísmo vetero-
tiempo que se insiste en que, para obtener testamentario. El mensaje de Jesús no pue-
la misericordia de Dios, se debe cumplir per- de entenderse como un «monoteísmo de-
sonalmente con las exigencias de la alianza bilitado», sino como una profundización en
(cf. Ex 20,6; Dt 7,12; 1 R 8,23; Os 10,12). la vida íntima del Dios único y bendito. Je-
Cuando Israel quebranta la alianza, Yahwéh sús de Nazaret no sólo confirmó el mono-
se indigna, pero no le retira su misericordia teísmo del Antiguo Testamento, sino que
(cf. Ex 34,6-7; Nm 14,18; Sal 86,15; 103,8; profundizó en él, revelando su íntima riqueza
Jl 2,13; Jon 4,2). Está claro que Dios no es tripersonal. Jesús habla de Dios teniendo
242 DIOS
sión abbá tiene una gran importancia teo- Antiguo: en el Nuevo, Dios no sólo ha dicho
lógica y marca definitivamente la compren- palabras sobre Sí mismo, sino que ha en-
sión cristiana de Dios. En ella se expresa viado a su Palabra hecha carne. Se trata de
antes que nada una confianza y obediencia una afirmación que Nuestro Señor formula
total de Jesús al Padre. Es muy significativo con toda claridad: El que me ha visto a mí,
que sea ésta la forma en que Jesús se diri- ha visto al Padre (cf. Jn 14,9).
ge al Padre en Getsemaní (cf. Mc 14,36). La
primitiva comunidad cristiana hizo suya es- 7. La revelación del misterio trinitario
ta expresión, como lo atestiguan pasajes La filiación divina de Jesús de Nazaret es la
como Rm 8,15 y Ga 4,6. Es el mismo Espí- clave para comprender la razón de fondo en
ritu de Cristo, que mora en los creyentes, que se apoya la enseñanza del Nuevo Tes-
el que les hace clamar: ¡Abbá! ¡Padre! tamento sobre el misterio de la Santísima
Es claro que Jesús llama a Dios su Padre Trinidad. El Nuevo Testamento es un elo-
en una forma exclusiva e intransferible (cf. Lc cuente testimonio en torno a la divinidad y
10,22), que justifica el hecho de que, al mis- a la mesianidad de Jesús de Nazaret (Mt
mo tiempo que el Nuevo Testamento afirma 16,18; Flp 2,11). Jesús nunca se proclamó
que todos los hombres son hijos de Dios (cf. Dios y, sin embargo, sí lo dio a entender con
Mt 5,48; 6,4-8; 23,9), se diga de Cristo que absoluta claridad al presentarse como el Hi-
Él es el Unigénito del Padre (cf. Jn 1,14-18; jo, y así fue entendido por sus discípulos.
3,16; 1 Jn 4,9). Y es que esta relación filial de En los sinópticos, Jesús se refiere a sí mis-
Jesús con el Padre se encuentra a un nivel mo como el Hijo que conoce al Padre (cf. Mt
distinto y superior del que tienen los demás 11,27; 21,37-38); el Evangelio de san Juan
hombres con Dios. Es muy significativo el ha sido escrito para que creamos que Jesús
hecho de que Jesús nunca utilice la expre- es el Cristo, el Hijo de Dios (Jn 20,31).
sión nuestro Padre poniendo su filiación al En casi todas las culturas la divinidad ha
Padre al mismo nivel que la nuestra, sino sido llamada padre de los dioses y de los
que siempre distingue entre mi Padre y vues- hombres. Al utilizar este término, se quiere
tro Padre (cf. Mt 5,45; 6,1; 7,11; 6,7), y en- decir que Dios es el origen de todo y que es
tre mi Dios y vuestro Dios (cf. Jn 20,17). Pa- bondadoso con todos los hombres. Como se
ra san Juan, la filiación de Jesús al Padre es ha visto, así sucede también en el Antiguo
tan íntima y esencial, que en esa filiación se Testamento (cf. Os 11,1-9; Jr 31,9. 20; Is
fundamenta la afirmación de su preexisten- 49,15; 66,13). En numerosos pasajes, Nues-
cia (cf. Jn 1,18; 6,46; 8,58; 17,24). El Pa- tro Señor inserta su predicación sobre la pa-
dre es el que envía; el Hijo es el enviado (cf. ternidad divina en esta enseñanza (cf. Mt
Jn 20,21). Las expresiones utilizadas por san 5,45; 6,1; 6,4-15: 6,18; 6,26; 6,32; 7,11).
Juan son sobradamente elocuentes (cf. Jn Pero junto a esto, la enseñanza de Jesús so-
5,19-22. 26; 6,57; 6,65; 8,29; 8,55; 10,15; bre la paternidad divina entraña una radical
17,21). La unidad entre Padre e Hijo es tan novedad basada en la conciencia de su filia-
fuerte que se describe «como ser los dos ción al Padre. En consecuencia, toda la en-
una sola cosa» (cf. Jn 10,30. 38). señanza veterotestamentaria sobre la pa-
La radical novedad del mensaje de Jesús ternidad divina aparece absolutamente re-
sobre Dios brota de una nueva revelación novada. La Buena Noticia no es que Dios
que, en cierto sentido, supera infinitamente sea «como un padre» para nosotros, sino
todas las revelaciones anteriores (cf. Hb 1,1- que Dios es, con toda propiedad, el padre
2). Este texto subraya la continuidad entre de Jesús, y que, en Jesús, somos hechos
los dos Testamentos y, al mismo tiempo, re- realmente hijos suyos. Jesús revela tam-
calca una radical novedad con respecto al bién su filiación divina cuando afirma su to-
244 DIOS
tal igualdad con el Padre. Especialmente sig- Los nombres Padre, Hijo y Espíritu Santo no
nificativos son aquellos textos en los que sólo están yuxtapuestos, sino que van pre-
habla de la igualdad de conocimiento exis- cedidos cada uno del artículo determinado,
tente entre ellos (cf. Mt 11,27; Lc 10,21; Jn que los «personaliza». La contraposición en-
10,22-42). A la afirmación de su filiación di- tre el Padre y el Hijo nos da la clave para
vina, Jesús añade en este último pasaje un entender al Espíritu Santo en sentido estric-
pensamiento de gran importancia en teolo- tamente personal y distinto de ellos. En efec-
gía trinitaria: la descripción de su unión con to, Padre e Hijo no se pueden confundir en-
el Padre como un mutuo estar el uno en el tre sí, porque son opuestos; en el mismo
otro (cf. también Jn 14,7. 9-11; 17,21-23). sentido hay que entender al Espíritu Santo
En la última cena, Nuestro Señor no só- puesto que está connumerado con ellos.
lo habla del Padre, sino también del Espíri- Los pasajes paulinos en los que la fe tri-
tu Santo: el Espíritu es el Abogado que es- nitaria aparece expresada con absoluta cla-
tará siempre con los Apóstoles, el Espíritu ridad son tan numerosos que puede decirse
de verdad que Él enviará (cf. Jn 14,16-17; que el pensamiento de san Pablo está to-
16,7-13). Estas palabras son una fuente de talmente determinado por la fe trinitaria.
primordial importancia para la pneumatolo- Nada tiene de extraño, dado el lugar cen-
gía. Dada la estrecha relación del Espíritu tral que ocupa en sus escritos la teología
con el Padre y con el Hijo, al Espíritu Santo bautismal. Baste citar estos textos como
se le designa, unas veces, como Espíritu del ejemplo: Rm 1,1-7; 5,1-5; 8,3; 8,8; 8,11;
Padre o que procede del Padre (cf. Mt 10,20; 8,14-17; 8,20-30; 14,17; 15,16-19; 15,30;
Jn 15,26-27); otras veces, como Espíritu del 1 Co 2,6-16; 6,11; 6,15-20; 12,3-6; 12,4-
Hijo (cf. Ga 4,6), Espíritu de Cristo (cf. Rm 7; 2 Co 1,21-22; 3,3-6. 10-17; 5,5-8. 12;
8,11), Espíritu del Señor (cf. 2 Co 3,17). Se 13,13; Ga 3,1-5. 3,11-14; 4,4-6; 4. 30-32;
le llama también Espíritu de Dios (Rm 5,18-20; Flp 3,3; Col 1,6-8; 1 Ts 1,6-8; 4,2-
8,9.14; 15,19; 1 Co 6,11; 7,40). 8; 5,18; 2 Ts 2,13-14; Tt 4,11; Hb 2,2-4;
6,4-6; 9,14; 10,20-31; Ef 4,4-6.
8. Expresiones trinitarias del Nuevo Es claro, pues, que, en sus afirmaciones
Testamento acerca de Dios, los escritores neotestamen-
Los primeros textos evangélicos que nom- tarios piensan en el Dios único del Antiguo
bran simultáneamente a las tres Personas Testamento. Sin embargo, su enseñanza so-
divinas se encuentran en la narración del bre el misterio de Dios contiene una radical
bautismo del Señor (cf. Mt 3,13-17; Mc 1,9- novedad que no puede considerarse como
11; Lc 3,21; Jn 1,32-34). En el inicio de su una evolución del concepto de Dios desde
vida pública, Jesús recibe esta declaración el Antiguo hasta el Nuevo Testamento, sino
solemne que le consagra como aquel que ha que tiene lugar gracias a una revelación ra-
de bautizar en fuego y en Espíritu Santo. dicalmente nueva: en Jesús de Nazaret, Dios
Aquí las tres Personas se manifiestan como habla y actúa en el mundo de un modo tan
distintas. La escena de la transfiguración pa- directo que a Jesús se le llama el Hijo de
rece relacionada con la teofanía trinitaria del Dios en sentido propio y fuerte (cf. Hb 1,13),
bautismo (cf. Mt 17,1-13; Mc 9,1-12; Lc y en Él se revela definitivamente el miste-
9,28-36). Al igual que en el bautismo, se oye rio de Dios. Jesús introduce un rasgo total-
una voz desde el cielo que dice: Éste es mi mente nuevo en la noción veterotestamen-
Hijo, mi elegido (Lc 9,35). La nube insinúa taria de Dios: la existencia de auténtica ge-
la presencia del Espíritu Santo. La enume- neración en la intimidad divina. El mismo
ración conjunta de los Tres es aún más ex- Jesús, al final de su vida terrena, promete
plícita en la fórmula bautismal de Mt 28,19. el Espíritu de la verdad, que procede del Pa-
DIOS 245
dre, y a quien Él enviará desde el Padre. Más logía de san Justino (163-167), y en la Epi-
aún, Jesús manda a sus Apóstoles que hagan deixis de san Ireneo (†ca. 202). Conviene
discípulos y los bauticen en el nombre del prestar atención a las preposiciones que uti-
Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo (cf. Mt liza san Ireneo para describir la acción úni-
28,19). La nueva existencia del cristiano des- ca y distinta de los Tres en la santificación
cansa, pues, sobre un acontecimiento mis- bautismal: se nace como hijo del Padre por
terioso que, en la fe de la primitiva Iglesia, medio del Hijo en el Espíritu Santo. El Es-
se articula ya en una fórmula triádica: la fe píritu conduce a los hombres al Verbo; el
en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu San- Verbo los lleva al Padre, y el Padre les otor-
to, Dios uno y único. En la filiación natural ga la incorruptibilidad (Epideixis, 5-6, SC
del Hijo al Padre se manifiesta el misterio 62, 41-44).
de la intimidad de Dios, que es, en primer En la celebración del bautismo hay que
lugar, el misterio del Padre, el cual es fons et hacer una explícita profesión de fe trinita-
origo totius Trinitatis. ria. Esto da lugar a la redacción de símbolos
Esto da prioridad al Padre, no de tiempo, bautismales y a la existencia de una cate-
sino de fontalidad. El Padre es la primera quesis previa para que esta profesión sea
Persona, el Hijo la segunda y el Espíritu San- hecha con conciencia clara. Numerosos pa-
to la tercera. Es lo que se llama el ordo tri- sajes del Nuevo Testamento testimonian ya
nitarius. Este orden resulta siempre inalte- esta explícita profesión de fe (cf. Hch 8,37;
rable. Los testimonios del Nuevo Testa- Rm 10,9; Ef 1,13; 1 Tm 6,12; Hb 4,14); es-
mento, sobre todo en las fórmulas triádicas, to mismo aparece en los textos de la Dida-
muestran tres cosas de suma importancia: ché, de san Justino y de san Ireneo citados
a) que desde el primer momento de la vi- hace poco. Esta profesión de fe bautismal
da de la Iglesia estuvo clara y explícita la fe tiene lugar tanto en Oriente como en Occi-
trinitaria; b) que esta fe comporta la afir- dente. Tertuliano (†222/223) apela preci-
mación de la unicidad de Dios y de la trini- samente a la profesión de fe bautismal co-
dad de Personas; c) que esta fe comporta mo argumento decisivo en su lucha contra
la afirmación de un orden inalterable en la las herejías trinitarias. La profesión de fe
Santísima Trinidad: el Padre es la primera argumenta Tertuliano es un auténtico ju-
Persona, el Hijo la segunda, y el Espíritu ramento en el que el neófito, tras renunciar
Santo, la tercera. Esto es así porque el Hijo a Satanás, contesta a las preguntas que se
y el Espíritu proceden realmente del Padre. le hacen durante la ceremonia, hasta el pun-
to de que la profesión del símbolo y el bau-
III. LA FE CRISTIANA EN EL DIOS UNO Y TRINO tismo son dos elementos de un mismo rito.
1. Los primeros testimonios Ya san Justino testimonia (cf. Primera
Según la Didaché (ca. 90/100), sólo aque- Apología, 65) que la liturgia eucarística es-
llos que han sido bautizados en el nombre tá ligada al misterio trinitario. La Tradición
del Señor pueden tomar parte en la cele- Apostólica, compuesta en Roma a media-
bración de la eucaristía, que constituye el dos del siglo III, presenta el mismo esque-
centro de la vida cristiana, pues es comu- ma, presente ya en Justino (Hipólito de Ro-
nión con su cuerpo y su sangre (cf. 9, 5). ma, La Tradition Apostolique, 4: SCh 11,
Al indicar la forma del bautismo, habla como 53). La anáfora de la Traditio comienza di-
portadora de una tradición que se remonta rigiéndose al Padre, por medio del Hijo. En
a tiempos antiguos y prescribe la forma ex- su desarrollo es clara la distinción e igual-
plícitamente trinitaria (7, 1-3). Parecidos dad de las tres divinas Personas. En la epí-
testimonios sobre la dimensión trinitaria del clesis se pide al Padre que envíe al Espíritu
bautismo encontramos en la Primera Apo- Santo para que podamos glorificarle por me-
246 DIOS
dio del Hijo. Se trata de una invocación que ción de que en el interior de la divinidad ha
tendrá un gran desarrollo en las liturgias tenido lugar un proceso de emanación de
orientales. La anáfora concluye con una do- eones; a veces enumeran hasta treinta. Es-
xología en la que de nuevo se expresa la fe to no tiene nada que ver con la doctrina tri-
trinitaria. nitaria, que no puede entenderse jamás co-
El uso de la doxología Gloria al Padre, al mo una teogonía, como un nacimiento de
Hijo y al Espíritu Santo estaba ya generali- Dios, como un hacerse en Dios. Se dice que
zado a mediados del siglo IV. Se encuentra el Hijo y el Espíritu proceden del Padre, pe-
en el himno Phos hilarón, Luz gozosa, per- ro no que emanen de Él y, mucho menos,
teneciente a los siglos II-III. Esta breve do- que entrañen una degradación inmanente
xología es usada pronto como final de la re- de la sustancia divina, o que algo divino co-
citación de los salmos. Es habitual incluso mience a ser por un proceso.
que los Padres concluyan no sólo su oración Hay un tipo de dualismo consistente en
sino también sus escritos con una breve do- decir que Dios no es el Creador del mundo,
xología trinitaria (cf. A. Hamman, «Dosso- sino que lo es un demiurgo. Cerinto (siglo
logia», en Dizionario Patristico e di Antichi- I), por ejemplo, decía que «el mundo no ha
tà Cristiana, I, Roma 1983, 1042-1043). sido creado por el primer Dios, sino por un
poder que está a una gran distancia del po-
2. La lucha contra las herejías trinitarias der supremo» (San Ireneo, Adversus Hae-
a) El rechazo de las teogonías gnósticas reses, 1, 26, 1). Hay otro tipo de dualismo
y del dualismo que consiste en oponer el Dios del Antiguo
La constelación de herejías más extendidas Testamento al Dios del Nuevo. Éste es el ca-
y poderosas contra las que tuvieron que lu- so de Marción (†160), quien decía que el
char los Padres en los primeros siglos de la Dios del Antiguo Testamento, el Creador, es
Iglesia fueron las sectas gnósticas. El mun- malo e incompatible con el del Nuevo Tes-
do de la gnosis es un conjunto abigarrado tamento, el Padre de Jesucristo, que es bue-
de personajes, de ideas religiosas y de es- no y misericordioso (cf. B. Aland, «Marcione.
peculaciones que, en la cuestión del miste- Marcionismo», en Dizionario Patristico e di
rio de Dios, se oponía frontalmente a la doc- Antichità Cristiana, II, 2095-2098). La fe
trina trinitaria y a la economía de la salvación cristiana exige rechazar todo tipo de dua-
tal y como es predicada por la Iglesia. La lismo, pues pertenece a la doctrina trinitaria
gnosis existía ya antes de la aparición del la afirmación de que existe un único Dios.
cristianismo y en ella se conjugan doctrinas
orientales, elementos judíos y pensamiento b) El monarquianismo
helénico, formando una mezcla que resul- El Padre es la primera Persona de la Trini-
taba tentadora para muchos hombres de los dad. El ordo trinitarius jamás se puede in-
siglos II-IV (cf. H. Cornelis, La gnosis eter- vertir, pues responde a la procedencia que
na, Madrid 1961; L.F. Mateo-Seco, «Gnosti- unas Personas tienen de otras. Esto lleva
cismo», en GER XI, 61-63; G. Filoramo, afirmar la monarquía del Padre. Esta verdad
«Gnosi/Gnosticismo», en Dizionario Patris- puede desfigurarse, cuando la «monarquía»
tico e di Antichità Cristiana, I, 1642). De las se entiende como si en Dios hubiese sólo
religiones orientales, el gnosticismo tomó el una Persona real y absolutamente divina: la
dualismo y la teoría del origen del mal como Persona del Padre. Tertuliano llamó «mo-
una degradación que comienza en el seno narquianismo» a este conjunto de herejías.
mismo de la divinidad; del helenismo recibió Y así se le sigue llamando. El monarquia-
el gusto por la especulación y por la dialéc- nismo niega la trinidad de personas por el
tica. Los gnósticos coinciden en la afirma- procedimiento de afirmar únicamente la per-
DIOS 247
sona del Padre. Los caminos para negar es- La causa principal del error de Arrio es-
ta pluralidad real de personas en Dios han triba en que no es capaz de trascender la
sido dos: o negar que Cristo sea verdade- generación de los seres materiales; no es
ramente Dios, o negar que sea un subsis- capaz de concebir una generación espiritual.
tente realmente distinto del Padre. Se dan, En consecuencia, para él, si hubiese gene-
pues, dos líneas de monarquianismo. ración en Dios, tendría que haber un antes
La primera línea hace de Cristo un hom- y un después. Y dada la eternidad de Dios,
bre adoptado o divinizado. Por esta razón esto es imposible. Según Arrio, tampoco
se le llama monarquianismo adopcionista. puede existir generación en Dios, pues Dios
También se le denomina modalismo diná- es simple y la generación implica división:
mico, puesto que dice que Jesús es hijo al engendrar, el Padre entregaría parte de
adoptivo de Dios, en el sentido de que en su sustancia al Hijo.
Él habita especialmente la dynamis de Dios.
La segunda línea del monarquianismo sí di- d) Los pneumatómacos
ce que Cristo es Dios, pero niega que sea La disputa con Arrio se centró en la cues-
realmente distinto del Padre; sólo sería uno tión de la perfecta divinidad del Verbo. Era
de los modos en que Dios Padre se nos ha lógico que si los arrianos negaban la divini-
revelado. De ahí la denominación de mo- dad del Hijo, negasen a fortiori la divinidad
narquianismo modalista. Algunos de estos del Espíritu Santo, ya que el Espíritu se men-
monarquianos, para hacer aún más con- ciona siempre detrás del Hijo. Pero sólo se
tundente su afirmación de que Cristo es só- adquirió conciencia refleja de que había sur-
lo un «modo» en que el Padre se nos ha re- gido una herejía contra el Espíritu Santo
velado, llegan incluso a afirmar que el Pa- cuando quienes negaban la divinidad del Es-
dre sufrió en la cruz. De ahí el sobrenombre píritu se encontraban entre los contrarios a
de patripasianos. El monarquianismo se opo- Arrio, es decir, aceptaban la divinidad del
ne directamente a la dimensión trinitaria de Hijo, pero negaban la divinidad del Espíritu
nuestra salvación tal y como se refleja, por Santo. Son los pneumatómacos o macedo-
ejemplo, en la Epideixis de san Ireneo. nianos. La primera noticia de esta herejía
nos llega a través de san Atanasio, en torno
c) El subordinacionismo arriano al año 360 (cf. Carta a Serapión, I, 1: SCh
Todo lo que el Hijo tiene lo recibe del Padre, 15, 79-80). San Atanasio advierte ya que
porque es Hijo en toda la verdad de la pa- la negación de la divinidad del Espíritu San-
labra. De ahí que llamemos al Padre la pri- to no es algo periférico a la doctrina cristia-
mera Persona y al Hijo la segunda. Sin em- na, sino que subvierte todo el dogma trini-
bargo, este orden interno de la Trinidad no tario (ibid., I, 1: SCh 15, 80).
puede significar una subordinación en el te-
rreno ontológico. El Hijo es igual al Padre 3. El Concilio de Nicea y la
en todo: negar esto equivaldría a negar la consustancialidad del Padre y el Hijo
perfecta filiación del Hijo y, en consecuencia, El documento clave del Concilio de Nicea es
la existencia en el Padre de una perfecta pa- el Símbolo, en el cual se profesa explícita-
ternidad. El ejemplo más claro de este sub- mente la perfecta filiación del Verbo y, en
ordinacionismo es Arrio (†336), quien de- consecuencia, su consustancialidad con el
cía que el Verbo es un poiema, una cosa he- Padre. Se trata del Símbolo que se utilizaba
cha por el Padre. Por esta razón sostenía en la Iglesia de Cesarea, al que se le han
que hubo un momento en que el Verbo co- añadido algunas frases que lo hacen más
menzó a existir (cf. Sócrates, Historia Ecle- apto para rechazar el arrianismo. El Símbo-
siástica I, 5, PG 67, 44-52). lo está compuesto conforme a un esquema
248 DIOS
de tres ciclos, el primero dedicado al Padre, lino: quién es esa persona. En el terreno tri-
el segundo al Hijo, y el tercero al Espíritu nitario, estas preguntas se formulan así:
Santo. El Padre es confesado aquí como el ¿Qué es el Padre? La respuesta es clara:
principio y la fuente de la unidad en la Tri- Dios. ¿Qué es el Hijo? La respuesta también
nidad (cf. I. Ortiz de Urbina, Nicea y Cons- es clara: Dios. ¿Quién es la primera Perso-
tantinopla, Vitoria 1969, 75). Sigue el ciclo na de la Trinidad? El Padre. ¿Quién es la se-
dedicado al Hijo. Los padres de Nicea deci- gunda Persona? El Hijo.
dieron incluir una glosa de suma importan- La distinción entre «naturaleza» y «per-
cia, para dejar claro que entienden la filiación sona» tiene como punto de partida la expe-
en sentido fuerte: «... es decir, de la esen- riencia universal del género humano. Era ló-
cia (ousía) del Padre (homousios, consubs- gico aplicar esta distinción en teología trini-
tantialis)». La intención del Concilio al in- taria diciendo que en Dios hay una naturaleza
troducir este inciso fue proclamar sin dejar y tres personas. Esta fórmula era ya utiliza-
resquicio para ninguna ambigüedad, que el da en el siglo III. Sin embargo, resultó tra-
Hijo no es algo hecho por el Padre, sino una bajoso llegar a un lenguaje universal, esco-
comunicación del propio ser del Padre por giendo para cada uno de los conceptos un
modo de generación. La expresión engen- término aceptado por todos. Un gran paso
drado ha de tomarse en toda su radicalidad. hacia esta universalización del lenguaje se
Se trata de una generación en la que el Pa- dio en el Concilio de Alejandría del año 362:
dre «entrega» verdaderamente al Hijo su aquí se decide utilizar ousía (sustancia) pa-
propia sustancia. En consecuencia, el Ver- ra lo que hay de uno en la Trinidad, e hypós-
bo es Dios que procede de Dios (Theós ex tasis para designar lo que hay de distinto.
Theoû), Luz de Luz (lumen de lumine). Es- Llegar a esta precisión de conceptos y a es-
tas preposiciones denotan la procedencia y ta universalidad del lenguaje teológico era
la materia de la que está hecha una cosa y, sumamente importante, pero no fue fácil. Al
a su vez, evocan numerosos pasajes bíblicos servicio de una correcta formulación del dog-
(cf. Jn 1,1-9; 5,20; 8,12; 1 Jn 1,5), y po- ma de la Trinidad, la Iglesia creó una termi-
nen de manifiesto la simultaneidad en la ge- nología propia con la ayuda de nociones de
neración, es decir, que no hay ni un antes origen filosófico: «substancia», «persona» o
ni un después: de igual forma que el res- «hipóstasis», «relación», y con un significa-
plandor no es posterior a la luz, el Hijo no es do en cierto sentido nuevo (cf. CCE 250-
posterior al Padre. 252). En el I Concilio de Constantinopla (381)
se confiesa que el Espíritu Santo es Señor y
4. La fórmula «una naturaleza y tres Dador de vida, completando así la escueta
personas» mención contenida en el Símbolo niceno.
La distinción entre los conceptos de «natu-
raleza» y «persona» ayudó a formular teo- 5. La teología trinitaria de san Agustín
lógicamente la enseñanza cristiana sobre el San Agustín recibe de la tradición anterior
misterio trinitario. La «naturaleza» se refie- la doctrina sobre Dios formulada ya en sus
re a aquello que una cosa es, es decir, a líneas esenciales: las tres Personas partici-
aquello que esa cosa ha recibido por naci- pan igualmente de la misma naturaleza di-
miento; la «persona» se refiere a la singu- vina; esta unidad se manifiesta en que, fue-
laridad de un ser inteligente, a lo que le ra de su estricto ser personal, las tres Per-
constituye en «tú». La pregunta por la na- sonas son iguales en todo. San Agustín
turaleza se formula en neutro: qué es esa condensa este pensamiento en el célebre
persona (médico, abogado, etc.); la pre- axioma: en Dios, todas las cosas son una
gunta por la persona se formula en mascu- sola cosa, menos donde hay oposición de
DIOS 249
relación (Sobre la Trinidad, 5, 5-6). Es ne- vina, porque son el mismo y único Dios. La
cesario, pues, expresar en singular todos relación de paternidad-filiación existente en-
los atributos divinos (bondad, omnipoten- tre ellos es compatible con la infinita per-
cia, sabiduría, etc.), pues no hay más que un fección de Dios, siempre que el término re-
solo Dios; en cambio, es necesario expre- lativo no se le suponga fuera de Dios, sino
sar en plural lo que corresponde exclusiva- dentro de la misma perfección y esencia di-
mente a cada una de las Personas. vina y siempre, además, que la relación no
Las sistematización agustiniana de las se conciba en Dios como un accidente (So-
cuestiones trinitarias se encuadra en las si- bre la Trinidad, 5, 5, 6). Padre, Hijo, Espíri-
guientes líneas de fuerza: a) la considera- tu Santo, que son un mismo y único Dios,
ción de la unidad de la naturaleza divina con son distintos entre sí, pero idénticos a la
anterioridad a la consideración de la diver- esencia divina. Son distintos única y exclu-
sidad de personas; b) la rotundidad con que sivamente en lo que tienen de relativos en-
se atribuyen a las tres Personas conjunta- tre sí; no son distintos con respecto a la mis-
mente todas las operaciones ad extra; c) la ma esencia divina. Se les llama personas,
clara referencia a la estructura metafísica no porque con este término se exprese bien
del ser racional como imagen de Dios a fin de lo que son, sino porque no se encuentra otro
establecer la analogía del misterio trinitario término mejor (ibid., 5, 9, 10).
apoyándose en la analogía psicológica. San Agustín pone en primer plano la ver-
San Agustín tiene siempre presente la dad enseñada por la Escritura de que hay
trascendencia del misterio de Dios y, al mis- en Dios realidades relativas que se oponen
mo tiempo, actúa convencido de que el entre sí. Las Personas divinas son distintas
hombre es imagen y semejanza de Dios. entre sí precisamente porque son relativas la
Por esta razón busca en la estructura del una a la otra. Esta relatividad se fundamenta
espíritu humano los vestigios de esa miste- en la procedencia en el origen de las di-
riosa intimidad divina que se ha revelado vinas Personas. Este origen tiene lugar me-
como trinidad de Personas. La analogía que diante la generación en el Hijo y mediante
san Agustín establece entre la vida interior la aspiración en el Espíritu Santo. San Agus-
de Dios y la vida interior del hombre es así tín contribuye en forma decisiva a la teolo-
mucho más que una simple comparación; gía de las procesiones divinas mostrando la
es una auténtica analogía. De ahí la célebre diferencia existente entre la forma en que
tríada en que centra su explicación del mis- proceden el Hijo y el Espíritu Santo. En es-
terio de la Trinidad: memoria, conocimiento, te asunto le sirvió de gran ayuda la analogía
amor. psicológica, es decir, la analogía basada en
En la sistematización de las verdades tri- la vida del espíritu humano: la procesión del
nitarias, san Agustín da gran importancia al Hijo es parecida a la procesión de la pala-
concepto de relación. Dios es una única sus- bra interior, la palabra de la mente; la pro-
tancia simplicísima, argumenta, en la que cesión del Espíritu Santo es parecida a la
nada es accidental. Es claro, sin embargo, procesión del amor, que sigue necesaria-
que no todo lo que se dice en Dios se dice mente a la inteligencia (ibid., 15, 17, 30).
según la sustancia, pues hay algo en la inti-
midad divina que dice relación: paternidad, IV. TRINIDAD Y UNIDAD DE DIOS
filiación, espiración. Esta relación no puede 1. La trascendencia de Dios
ser accidental en Dios: el Padre dice rela- Dios está por encima de todo conocimiento
ción eterna de paternidad al Hijo y el Hijo de toda palabra. Cuanto se diga sobre Él ha
dice relación eterna de filiación al Padre. Am- de hacerse, pues, con conciencia clara y re-
bos son, sin embargo, la misma esencia di- flejo de la infinita distancia existente entre lo
250 DIOS
que decimos o pensamos sobre Dios, y lo simplicidad divina, los atributos divinos no
que Dios realmente es. Por su plenitud de pueden entenderse como realmente distin-
ser, Dios posee en grado infinito todas las tos; sin embargo, tampoco pueden tomarse
perfecciones puras. Incluso esta forma de como sinónimos. Esto quiere decir, que aun-
hablar, que parece obvia, muestra la limita- que en la realidad divina las perfecciones se
ción de nuestro lenguaje. Hablando con más incluyen mutuamente unas a otras y son de
exactitud, Dios no posee en grado infinito hecho una única perfección, son distintas
todas las perfecciones puras, sino que Él es en nuestro conocimiento y en nuestro len-
una única perfección infinita, que contiene guaje. Y que cuando se dice de Dios que es
en sí misma todas las perfecciones en grado misericordioso o que es Amor, se está di-
infinito. Pero el discurso humano es incapaz ciendo algo real de Él.
de concebir una perfección infinita, sin «des- Cuando se afirma que Dios es infinita-
componerla» en los miles de perfecciones mente simple, no se dice que no tenga una
que esa infinitud implica. De ahí la justeza vida infinitamente rica, sino que se está di-
con que la patrística, especialmente el Pseu- ciendo exactamente lo contrario: Dios es un
do Dionisio, llamó a Dios panónimos, anó- simplicísimo, infinito e indeficiente acto de
nimos, hyperónimos: el de todos los nom- conocimiento y de amor. Dios es una natu-
bres, el de ningún nombre, el que está por raleza completamente simple, dice el Con-
encima de todo nombre (C. Toussaint, «At- cilio IV de Letrán (D. 800); Dios es una sim-
tributs divins», en DTC I, 2227). ple sustancia espiritual completamente in-
Todas las perfecciones que vemos en los mutable, enseña el Concilio Vaticano I (D.
seres creados se encuentran en Dios, ya que 3001), teniendo a la vista los diversos pan-
Él es su causa, pero no todas se encuentran teísmos de su época. Es imposible que Dios
en Dios del mismo modo: hay algunas cuyo esté compuesto de partes o que entre a for-
concepto no entraña imperfección alguna: mar parte en la composición de un todo, co-
son las perfecciones puras o simples. Estas mo podría ser el universo. Ni es razonable el
perfecciones se encuentran en Dios según panteísmo, ni es razonable hablar de Dios
su propia razón de ser, aunque en grado in- como si fuese la suma de sus componen-
finito y en una forma superior al modo en tes. Al hablar del misterio trinitario, es ne-
el que se pueden encontrar en cualquier ser cesario tener esto muy presente: Padre, Hi-
creado: Dios es verdadera y propiamente jo y Espíritu Santo son Dios, pero no for-
sabio, justo, poderoso, lleno de misericor- man parte de Dios. Dios no es la suma de
dia. Dios es Amor (1 Jn 4,16). Es todo esto las tres divinas Personas: toda la divinidad
en grado infinito y de modo simplicísimo; está en el Padre, toda está en el Hijo y toda
las perfecciones mixtas, precisamente por- está en el Espíritu Santo, como lo expone
que entrañan imperfección en su mismo el Concilio XI de Toledo (D. 529).
concepto, sólo se encuentran en Dios vir- Padre, Hijo y Espíritu Santo no son «su-
tualmente, es decir, en cuanto que proce- mandos» de una unidad superior, sino que
den de Él como de su causa. son comunión perfecta en la misma y única
Por eso, aunque todas las perfecciones esencia. Aunque hay tres Personas en Dios,
se encuentren en Dios, no todas reciben el la esencia divina no se multiplica en las Per-
nombre de atributos divinos. Este nombre sonas: al engendrar al Hijo, el Padre le en-
se reserva para las perfecciones simples, trega toda su sustancia, sin división y sin
que, al no entrañar en su concepto ninguna multiplicación. La esencia del Hijo es nu-
imperfección, se encuentran propiamente méricamente la misma del Padre. Y lo mis-
en Dios. Son como las propiedades del ser mo hay que decir de la Persona del Espíritu
divino, las notas que lo caracterizan. Dada la Santo.
DIOS 251
tima relación vital que tiene al Padre como En Dios existen dos procesiones inma-
principio sin principio, que entrega al Hijo nentes, es decir, dos procesiones cuyo tér-
su propia sustancia por modo de genera- mino permanece dentro de la intimidad di-
ción y, a través del Hijo, por vía de amor, vina. Estas procesiones han de concebirse
espira al Espíritu Santo. como las procesiones inmanentes de un ser
Nuestro Señor Jesucristo parece invitar infinitamente perfecto, que no tiene ni an-
a la contemplación del misterio trinitario tes ni después, ni composición de acto y po-
ofreciendo como concepto clave el concep- tencia. Esto explica que santo Tomás de
to de procesión. Así se deduce incluso de Aquino definiera las procesiones divinas co-
los nombres con que designa a las tres di- mo un puro ordo originis (S.Th., I, q.41, a.1
vinas Personas: Padre (que implica ser ori- ad 2). Quiere designar con esto la proce-
gen y principio del que procede el Hijo), Hi- dencia pura, sin las imperfecciones propias
jo (que incluye esencialmente el hecho de de la procesión en el ser creatural. En las
proceder del Padre) y Espíritu Santo (que procesiones divinas, no hay tránsito alguno
es Amor que procede del Padre) (cf. Jn del no ser al ser; sino sólo una simplicísima
15,26). Esta procedencia fundamenta al mis- comunicación: el Padre, al engendrar al Hi-
mo tiempo la unidad y la distinción: funda- jo, le entrega su misma e indivisible sus-
menta la unidad, porque esa procesión no tancia. Se la entrega real e indivisiblemente,
se produce ni por multiplicación ni por divi- de tal forma que el Hijo es numéricamente
sión de la sustancia divina; fundamenta la el mismo Dios que el Padre; se la entrega
distinción, porque el hecho de proceder lle- eternamente, sin un antes ni un después,
va consigo que el que procede tiene que ser sin movimiento ni cambio de ningún género.
distinto de aquel de quien procede. A su vez, ser engendrado no ha de enten-
La primera Persona se llama Padre, pues derse como la pasividad con que vemos que
es el principio del que procede el Hijo por es engendrado el ser material. En Dios, que
vía de generación (cf. Jn 17,6); la segunda es acto puro, no pueden darse procesos pa-
Persona recibe el nombre de Hijo (cf. Mt sivos en sentido estricto.
3,17) y Unigénito del Padre (cf. Jn 1,1). Se
trata de nombres que la Iglesia, desde sus 5. Las relaciones en Dios
inicios, ha tomado en toda su profundidad En los nombres relativos de las Personas,
entendiéndolos como una auténtica gene- el Padre está referido al Hijo, el Hijo está
ración. Esto significa que la fe enseña no referido al Padre, el Espíritu Santo lo está a
sólo que la segunda Persona procede real- los dos; al mismo tiempo, «cuando se ha-
mente de la primera, sino también que pro- bla de estas tres Personas, aun consideran-
cede por vía de generación. La segunda Per- do las relaciones, se cree en una sola natu-
sona se llama también Verbo (cf. Jn 8,1,11. raleza o substancia» (Concilio XI de Toledo,
21. 24), Imagen de Dios (cf. 2 Co 4,4), Es- [675], D. 528). El Concilio IV de Letrán
plendor (cf. Col 1,15), y Figura de su sus- (1215) enseña que las tres Personas se iden-
tancia (cf. Hb 1,3), expresiones que expli- tifican con la sustancia divina y se distin-
citan el concepto generación. Al Hijo se le guen exclusivamente por sus relaciones de
llama Verbo, y por eso lo consideramos en- origen (De errore abbatis Ioachim, D. 804);
gendrado por el Padre como palabra inte- el Concilio de Florencia (1442) subraya la
rior. La tercera Persona recibe los nombres unidad de las Personas al afirmar que tie-
de Espíritu Santo (cf. Mt 28,19), Amor (cf. 1 nen «la misma sustancia, la misma esen-
Jn 4,7-8; Rm 5,5), Don (cf. Hch 2,38; 8,20), cia, la misma naturaleza, la misma divini-
Espíritu de verdad (cf. Jn 14,15-19; 15,26; dad, la misma inmensidad, la misma eter-
16,7-15). nidad, pues en Dios todo es uno menos
254 DIOS
mente procede del Padre. Existe, pues, un la unicidad de Dios tal y como se manifies-
nexo indisoluble entre Trinidad inmanente y ta en la circuminsessio o perichóresis. La
Trinidad económica, entre procesión eterna confesión de fe trinitaria implica la confe-
y misión temporal. Se trata, en efecto, de la sión de la mutua inmanencia de unas Per-
comunicación personal de una Persona divi- sonas en las otras. No hay confusión de las
na a una persona humana. Por esta razón Personas entre sí, sino unidad de esencia;
en la misión de una Persona divina se ma- pero la unidad de esencia lleva consigo el
nifiesta lo propio de esa Persona. La noción hecho que in-existen unas en otras. No pue-
de misión es, pues, una noción personal, que de ser de otra forma, si se afirma con se-
no se aplica más que a una Persona divina en riedad que los Tres son un mismo y único
cuanto que es donada o enviada. Dios. No es que las Personas divinas ten-
gan la misma sustancia, sino que son la
8. Trinidad inmanente y Trinidad misma sustancia; no es que participen de
económica esa sustancia, sino que cada una es, al mis-
La Trinidad inmanente se hace Trinidad eco- mo tiempo, toda la simplicísima sustancia
nómica precisamente en las misiones de las divina. Y puesto que la sustancia divina no
Personas divinas. A su vez, las misiones re- es otra cosa que el infinito y simplícisimo
miten necesariamente al origen de la Per- acto de ser de Dios, la mutua inmanencia de
sona enviada. Nunca se insistirá bastante las Personas no significa otra cosa que la
en este asunto: las Personas divinas, en su perfectísima comunión en el acto de ser y
actuación económica, remiten siempre a su de vida en el que se despliega Aquel que
procedencia eterna. Obviamente, la actua- es esencialmente Amor (cf. 1 Jn 4,16). Es-
ción de las Personas divinas en la economía ta mutua inhabitación tiene lugar en todos
de la salvación, aunque manifiesta el ser de los aspectos en que se puede considerar a
cada una de Ellas, no lo agota. En conse- las Personas divinas: en la única esencia,
cuencia, Trinidad inmanente y Trinidad eco- que es un infinito acto de conocimiento y
nómica no se identifican, aunque están es- de amor; en las procesiones y en las rela-
trechamente relacionadas. ciones (cf. S.Th., q.42, a.5, in c.). La cir-
La comunión del hombre con las tres di- cuminsessio es enseñada explícitamente
vinas Personas tiene lugar en la inhabita- por el Concilio XI de Toledo (Symbolum, D.
ción trinitaria, que es una relación de pre- 532), el IV de Letrán (Definitio contra Al-
sencia entre las tres divinas Personas y el bigenses et Catharos, D. 800 y 804) y el
hombre. Es un diálogo de conocimiento y Concilio de Florencia (cf. Bula Cantate Do-
de amor por el que Dios habita en el hom- mino, D. 1331).
bre, o dicho con mayor precisión, hace «ha- Nuestro Señor describió su inhabitación
bitar» al hombre en Sí mismo (cf. Jn 14,23; en el Padre, su «mutuo estar», con una gran
Rm 8,11). Dios habita en los cristianos en rotundidad (cf. Jn 10,30. 38; 14,11; 17,21).
forma análoga a como habitaba en el tem- Estas frases de Nuestro Señor han de ser
plo de Jerusalén (cf. 1 Co 3,16-17; 6,19; 2 tomadas en toda su fuerza: la alteridad que
Co, 6,16). En la liturgia se llama al Espíritu se sigue de la relación engendrante-engen-
Santo «dulce huésped del alma». A Él se le drado tiene lugar sin separación o división
debe todo en nuestra unión con Dios, tam- entre ellos. Los teólogos han intentado ex-
bién la inhabitación trinitaria. presar esta profunda unidad mediante el
concepto de mutua in-existencia e in-habi-
9. La perichóresis trinitaria tación. San Agustín, tras señalar la distin-
El estudio de las procesiones y relaciones ción de Personas, vuelve a la unidad exis-
quedaría incompleto sin la consideración de tente entre ellas utilizando precisamente el
256 DIOS
tacan sus primeras Encíclicas Redemptor «Ves la Trinidad si ves el amor» (cfr. DCe,
hominis (1979), Dives in misericordia (1980) 19). Igualmente el magisterio del papa Fran-
y Dominum et vivificantem (1986), dedica- cisco ha continuado con esta misma insis-
das respectivamente a Cristo, a Dios Padre tencia, en el marco de un renovado impul-
y a Dios Espíritu Santo. También dedicó tres so de la nueva evangelización. La Encíclica
ciclos de sus catequesis sobre el Credo al Lumen fidei resalta que la confesión de fe
Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Quizás sea no consiste sólo en asentir unas verdades
la Encíclica Dominum et vivificantem el do- abstractas, sino en entrar en el misterio y
cumento que mejor ha expresado el carác- dejarse transformar por él, en dirigirse «ha-
ter trinitario de la vida cristiana y, sin du- cia la comunión plena con el Dios vivo» (LF
da, la mayor aportación del magisterio de 45). «El creyente afirma así que el centro
las últimas décadas sobre Dios y sobre la del ser, el secreto más profundo de todas
comunicación al hombre de los dones divi- las cosas, es la comunión divina […] inter-
nos, que son dones de la Trinidad. «La Igle- cambio de amor entre el Padre y el Hijo en
sia dice Juan Pablo II fundamentada me- el Espíritu, capaz de abrazar la historia del
diante su propio misterio en la economía tri- hombre, de introducirla en su dinamismo
nitaria de la salvación, con razón se ve a sí de comunión, que tiene su origen y su me-
misma como “sacramento de la unidad de ta última en el Padre» (LF 45). De forma
todo el género humano”. Sabe que lo es por parecida la Exhortación Apostólica Evange-
el poder del Espíritu Santo, de cuyo poder lii gaudium se refiere al carácter trinitario
es signo e instrumento en la actuación del del kerygma, que ha de seguir siendo el cen-
plan salvífico de Dios. De este modo, se re- tro de toda actividad evangelizadora y de
aliza la “condescendencia” del infinito Amor todo intento de renovación eclesial: «El
trinitario: el acercamiento de Dios, Espíritu kerygma es trinitario. Es el fuego del Espíritu
invisible, al mundo visible. Dios uno y trino que se dona en forma de lenguas y nos ha-
se comunica al hombre por el Espíritu San- ce creer en Jesucristo, que con su muerte
to» (DVi, 64). y resurrección nos revela y nos comunica la
En este sentido también ha supuesto un misericordia infinita del Padre» (n. 164).
gran hito el Catecismo de la Iglesia Católica. Miguel Brugarolas
En él la Trinidad no sólo ocupa los nn. 238-
267 dedicados expresamente a la exposi- Bibliografía
ción de la doctrina trinitaria, sino que al- A. AMATO, Trinità in contesto, Roma 1994. J. AUER
canza a todos los aspectos del mensaje y y J. RATZINGER, Dios Uno y Trino, Barcelona 1982.
de la moral cristiana. Así, por ejemplo, la B. BOBRINSKOY, El misterio de la Trinidad. Curso
Iglesia es presentada como Pueblo de Dios, de teología ortodoxa, Salamanca 2008. A. COZ-
ZI, Manuale di teologia trinitaria, Brescia 2009.
Cuerpo de Cristo y Templo del Espíritu San-
G. EMERY, El misterio trinitario del Dios Uno y Tri-
to (nn. 781-801); la liturgia aparece expli-
no, Salamanca 2008; C. FABRO, Introduzione al
cada como obra de la Trinidad (nn. 1077-
ateismo contemporaneo, 2 vols., Roma 1969. B.
1109), la vida del cristiano consiste en di-
FORTE, Trinidad como historia. Ensayo sobre el
rigirse al Padre, por el Hijo en el Espíritu
Dios cristiano, Salamanca 1988. J. JEREMIAS, Abbá.
Santo (nn. 1691-1698); finalmente, la ora- El mensaje central del Nuevo Testamento, Sala-
ción de la Iglesia es comunión con la Santí- manca 1993. W. KASPER, El Dios de Jesucristo, Sa-
sima Trinidad (n. 2655). lamanca 1985. L. LADARIA, El Dios vivo y verda-
Más recientemente, Benedicto XVI ha re- dero. El misterio de la Trinidad, Salamanca 1998.
cordado, citando unas palabras de san Agus- H. DE LUBAC, Ateísmo y sentido del hombre, Madrid
tín, que la caridad de la Iglesia es la mani- 1969. L.F. MATEO-SECO, Dios Uno y Trino, Pam-
festación en el mundo del amor trinitario: plona 20052; Teología trinitaria, Dios Espíritu San-
258 DOCTORES DE LA IGLESIA
to, Madrid 2005; Teología trinitaria: Dios Padre, ca, I. La Trinidad de Dios, Madrid 1960. B. SESBOÜÉ
Madrid 2003. B. MONDIN, La Trinità mistero di amo- y J. WOLINSKI, «El Dios de la salvación», en B. SES-
re. Trattato di teologia trinitaria, Bologna 1993. J.J. BOÜÉ (ed.), Historia de los Dogmas I, Salamanca
O’DONNELL, Il misterio della Trinità, Roma 1989. 1994. D. STANILOAE, Ortodoxe Dogmatik, Zürich
M. PONCE, El misterio trinitario del Dios Uno y Tri- 1984, 107-290; Dios es amor, Salamanca 1994.
no, Valencia 2008; C. PORRO, Il mistero di Dio, To- B. STUDER, Dios Salvador en los Padres de la Igle-
rino 1976; Dio nostra salvezza, Torino 1994. L. sia, Salamanca 1993. H. VORGRIMLER, Doctrina teo-
SCHEFFCZYK y A. ZIEGENAUS, Katolische Dogmatik, lógica de Dios, Barcelona 1987.
II, Aachen 1996. M. SCHMAUS, Teología Dogmáti- L.F. Mateo-Seco
Doctores de la Iglesia
tatutos de París (1300) y de Bolonia (1314) en que su ciencia tiene que haber alcanzado
marcaron la pauta para todo el mundo oc- cotas muy altas (cosa que no se exige a los
cidental: qué estudios previos debían exi- Padres de la Iglesia, a los que sólo se pide
girse, qué pruebas debían superarse, el ritual que sean testigos cualificados de la tradición);
académico, etc. y en que han recibido el título por una apro-
El cuerpo de doctores se constituyó en bación explícita, muy solemne, por parte de
un senado privilegiado del mundo universi- la Iglesia, aunque la forma de esa aproba-
tario, sobre todo durante el siglo XIV, al que ción no ha sido siempre la misma ni ha estado
se pedía opinión para asuntos delicados, muy bien determinada en todas las épocas.
tanto por parte de la Iglesia, como por par- En todo caso, casi la mitad de los doctores
te de reyes y emperadores. A partir de la de la Iglesia reconocidos hasta ahora perte-
Reforma protestante comenzó la seculari- necen a la Antigüedad cristiana. Los docto-
zación progresiva de estos gremios, que res de la Iglesia tienen un rango propio en
afectó a la evolución de las vestes acadé- las celebraciones litúrgicas, tanto en el Missale
micas, originalmente derivadas de los tra- romanum como en la Liturgia horarum.
jes talares eclesiásticos y de los hábitos de La primera proclamación oficial de doc-
los mendicantes. En el Código pío-benedic- tores de la Iglesia la realizó Bonifacio VIII
tino de 1917, todavía se permitía a los ecle- en 1295 al otorgar este título a cuatro gran-
siásticos que habían alcanzado el grado de des Padres del Occidente, y hasta el siglo
doctor algunos usos, como llevar anillo (in- XIX, el número de doctores de la Iglesia era
cluso con piedra preciosa) y birrete o bone- de catorce. En los dos últimos siglos, los Ro-
te de cuatro puntas (con borla de color) en manos Pontífices han aumentado su núme-
determinadas funciones litúrgicas. Algunas ro hasta los treinta y cinco de la actualidad.
dignidades eclesiásticas se reservaban a los Pablo VI incluyó por primera vez a dos mu-
eclesiásticos en posesión del doctorado. La jeres (santa Teresa de Jesús y santa Catali-
Constitución pontificia Deus scientiarum Do- na de Siena), a las que Juan Pablo II añadió
minus, de 1931, determinó las titulaciones una más (santa Teresa de Lisieux). Bene-
exigidas para la docencia superior eclesiás- dicto XVI proclamó doctores de la Iglesia a
tica, exigiendo el doctorado para la ense- san Juan de Ávila y santa Hildegarda de Bin-
ñanza en las Facultades de Teología, Dere- gen en 2012.
cho Canónico y Filosofía. Tales normas han
sido actualizadas después del Concilio Vati- II. RELACIÓN DE LOS DOCTORES DE LA IGLESIA
cano II por la Constitución apostólica Sa- A continuación se incluye la lista de los
pientia christiana, de 1979. doctores de la Iglesia según el orden de su
3. Título eclesiástico. Se denomina doctor proclamación, así como el nombre del Pa-
de la Iglesia al escritor eclesiástico que ha pa que la realizó:
recibido este título por aprobación particular 1-4: Bonifacio VIII proclamó doctores el
de la Iglesia. Para la proclamación de un 20 septiembre de 1295 a los cuatro gran-
doctor de la Iglesia, según la definición de des Padres de Occidente: san Ambrosio
Benedicto XIV, son necesarios tres requisi- (340-397), san Jerónimo (343-420), san
tos: una doctrina eminente, una insigne san- Agustín (354-430) y san Gregorio Magno
tidad de vida y la declaración del Sumo Pon- (540-604).
tífice o de un concilio general legítimamen- 5: Santo Tomás de Aquino (1225-1274).
te reunido. El Doctor Angélico fue proclamado doctor el
Los doctores de la Iglesia se distinguen de 11 de abril de 1567 por Pío V.
los Padres de la Iglesia en tres puntos: en 6-9: San Pío V proclamó doctores de la
que no deben ser necesariamente antiguos; Iglesia en 1568 a cuatro Padres orientales:
260 DOCTORES DE LA IGLESIA
san Atanasio (296-373), san Basilio Magno 25: San Pedro Canisio (1521-1597). Pro-
(329-379), san Gregorio Nacianceno (330- clamado doctor el 21 de mayo de 1925 por
390) y san Juan Crisóstomo (347-407). Pío XI.
10: San Buenaventura (1217-1274). Pro- 26: San Juan de la Cruz (1542-1591).
clamado doctor el 14 de marzo de 1588 por Proclamado doctor el 24 de agosto de 1926
Sixto V. por Pío XI.
11: San Anselmo (1033-1109), arzobis- 27: San Roberto Belarmino (1542-1621).
po de Canterbury. Proclamado doctor el 3 Proclamado doctor el 17 de septiembre de
de febrero de 1720 por Clemente XI. 1931 por Pío XI.
12: San Isidoro de Sevilla (560-636). Pro- 28: San Alberto Magno (1200-1280). Do-
clamado doctor el 25 abril de 1722 por Ino- minico; llamado Doctor universalis y Doc-
cencio XIII. tor expertus. Proclamado doctor el 16 di-
13: San Pedro Crisólogo (400-450), obis- ciembre de 1931 por Pío XI.
po. Proclamado doctor el 10 de febrero de 29: San Antonio de Padua (1195-1231).
1729 por Benedicto XIII. Proclamado doctor el 16 de enero de 1946
14: San León Magno (400-461). Procla- por Pío XII.
mado doctor el 15 de octubre de 1754 por 30: San Lorenzo de Brindis (1559-1619).
Benedicto XIV. Proclamado doctor en 19 de marzo de 1959
15: San Pedro Damián (1007-1072). Pro- por Juan XXIII.
clamado doctor el 27 de septiembre de 1828 31: Santa Teresa de Jesús (1515-1582).
por León XII. Fue la primera mujer proclamada doctora
16: San Bernardo de Claraval (Clairvaux) de la Iglesia, el 27 de septiembre de 1970
(1090-1153). Proclamado doctor el 20 de por Pablo VI.
agosto de 1830 por Pío VIII. 32: Santa Catalina de Siena (1347-1380).
17: San Hilario, obispo de Poitiers (315- Proclamada doctora el 4 de octubre de 1970
368). Proclamado doctor el 13 mayo de por Pablo VI.
1851 por Pío IX. 33: Santa Teresa de Lisieux (1873-1897).
18: San Alfonso María de Ligorio (1696- Proclamada doctora el 19 de octubre de
1787). Proclamado doctor el 7 de julio de 1997 por Juan Pablo II.
1871 por Pío IX. 34: San Juan de Ávila (1500-1569). Pro-
19: San Francisco de Sales (1567-1622). clamado doctor el 7 de octubre de 2012 por
Proclamado doctor el 16 de noviembre de Benedicto XVI.
1871 por Pío IX. 35: Santa Hildegarda de Bingen (1098-
20-21: San Cirilo de Alejandría (376-444) 1179). Proclamada doctora el 7 de octubre
y san Cirilo de Jerusalén (315-387), procla- de 2012 por Benedicto XVI.
mados doctores el 28 de julio de 1882 por 4. Doctorados encomiásticos: Son los tí-
León XIII. tulos honoríficos, casi siempre en latín, asig-
22: San Juan Damasceno (675-749), con- nados a algunos filósofos o teólogos para
siderado el último Padre de la Iglesia orien- destacar algún rasgo de su producción es-
tal, fue proclamado doctor el 19 agosto de peculativa o de su personalidad. La manua-
1890 por León XIII. lística los emplea como sinónimos de sus
23: San Beda el Venerable (673-735). propios nombres, para evitar repeticiones.
Proclamado doctor el 13 de noviembre de Se señalan a continuación los más conoci-
1899 por León XIII. dos:
24: San Efrén de Siria (306-373). Pro- Agustín de Hipona: Doctor gratiae; Al-
clamado doctor el 5 de octubre de 1920 por berto Magno: Doctor universalis y Doctor ex-
Benedicto XV. pertus; Antonio de Padua: Doctor evangeli-
DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA 261
cus; Bernardo de Claraval: Doctor mellifluus; Raimundo Lulio: Doctor illuminatus; Roger
Buenaventura de Bagnorea: Doctor sera- Bacon: Doctor mirabilis; Tomás de Aquino:
phicus; Durando de San Ponciano: Doctor Doctor angelicus y Doctor communis.
resolutissimus; Francisco Suárez: Doctor exi-
mius; Gabriel Biel: Doctor profundissimus;
Bibliografía
Gabriel Vázquez: Doctor acutus; Guillermo Ch. LEFEBVRE, «Docteur», en Dictionnaire de Droit
de Ockham: Doctor invencibilis y Doctor sin- Canonique IV (1944) 1325-1336; «Doctrine», en
gularis (también Venerabilis Inceptor); Juan Dictionnaire de Droit Canonique IV (1944) 1336-
Duns Escoto: Doctor subtilis, Doctor maxi- 1343. E. VALTON, «Docteur», en Dictionnaire de
mus y Doctor marianus; Juan Gerson: Doc- Théologie Catholique IV/2 (1924) 1501-1509;
tor christianissimus; Nicolás de Cusa: Doctor «Docteur de l’Église», en Dictionnaire de Théo-
christianus; Pedro Lombardo: Doctor sco- logie Catholique IV/2 (1924) 1509-1510.
lasticus (también Magister Sententiarum); J.I. Saranyana
que se formaliza con la aparición de la En- Entre las numerosas propuestas sociales
cíclica Rerum novarum de León XIII. Ésta nacidas al amparo de instituciones ecle-
era una respuesta a la «cuestión social», siásticas diversas, nos limitamos a exponer
nacida y desarrollada en un contexto con- las dos más significativas: W.R. Ketteler y
creto, que nos obliga a acudir a las ciencias J. Balmes. En cuanto al primer autor, obis-
sociales (económicas, políticas, sociológi- po de Maguncia, representativo de nume-
cas, etc.) para analizar el problema en su rosas acciones sociales de la Iglesia, en su
amplitud a la vez que en su concreción local. obra Libertad, autoridad e Iglesia (1862)
La cuestión social, en tanto concepto, tiene encontramos la reacción católica frente al
como punto de partida «una injusta situa- liberalismo. Con él, la Iglesia busca nuevos
ción»; como desarrollo, «el esfuerzo por caminos frente al periodo anterior. La acti-
cambiar las condiciones sociales» que pro- vidad católica, ante el liberalismo primero y
cura dicha situación; y como objetivo, «or- los socialismos después, se desarrolló prin-
denarlas conforme al bien común». cipalmente por seglares y el bajo clero, a
En los orígenes de la cuestión social hay través de la creación y animación de aso-
unas respuestas explícitas desde el campo ciaciones, de la intervención y presencia en
social que se manifiestan en el capitalismo el parlamento y de la acción conjunta del
y en el colectivismo. Pero existe también episcopado. Con su intervención, la Iglesia
una respuesta arriesgada y radical desde tenía como lema: «Libertad en todo y para
diversos ámbitos de la vida eclesial. La Igle- todos». En su acción concreta se intenta ir
sia, en polémica con los otros dos, quiere más allá de la rehabilitación de la benefi-
dar respuesta a la situación social produci- cencia creándose una alianza en favor de la
da por la industrialización. Esta situación libertad de la Iglesia. La tendencia católica in-
aparece en el desarrollo de un proceso his- tenta analizar las consecuencias resultantes
tórico complejo en tres niveles: la libertad de la inserción del acontecimiento cristiano
política, la ideología económica y la división y de la revelación en la historia. Ketteler y
de clases. La industrialización permite al- sus consejeros fijan la atención en la masa
canzar con rapidez y calidad bienes que sa- de católicos (campesinos, trabajadores ma-
tisfacen las necesidades de la sociedad, au- nuales y clase media) creando y potencian-
menta la renta real de todos y permite una do asociaciones bien disciplinadas capaces
mayor demanda y un ritmo renovado de de transmitir el mensaje de la jerarquía a
crecimiento económico. los diferentes sectores de la sociedad.
Antes de la aparición de la primera encí- El segundo autor, el español J. Balmes,
clica social, la preocupación por los proble- puede considerarse precursor de la doctrina
mas sociales había tenido ya una larga an- social de la Iglesia en España. Existen varias
dadura, como aparece en los caminos se- coincidencias entre lo enseñado por este au-
ñalados por algunos de sus analistas en toda tor y el pensamiento que después aparece-
Europa. No se pueden olvidar las numerosas rá en la primera encíclica social. Ambos afir-
asociaciones laicas y religiosas que nacen man que el cristianismo con sus doctrinas
en el seno de la Iglesia para dar respuesta está en el origen de la democracia, insisten
a los problemas que surgen como efecto de en que está por encima de las formas pasa-
la industrialización en los campos de la en- jeras de la política, protegen a los trabaja-
señanza, sanidad, vida política y económica dores y aprendices y su valoración principal
(instituciones educativas, hospitales, hospi- gira en torno a la dignidad de la persona hu-
cios, asociaciones de obreros, bancos cató- mana. La personalidad y enseñanza de Bal-
licos, grupos políticos de inspiración cristia- mes queda dibujada en el congreso celebra-
na, etc.). do en Barcelona con motivo del primer cen-
DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA 263
tenario de su nacimiento. Toda la reflexión desde una perspectiva propia y a la vez des-
de este encuentro nos empuja a considerar cubrir que el cambio deseado sólo sería po-
a este autor entre los pioneros de la doctri- sible ocupando el poder político. Posterior-
na social católica juntamente con Ketteler, mente, el socialismo recurrirá a la presión
especialmente cuando describe la cuestión y a la violencia de la lucha de clases y de la
social como respuesta a una nueva forma de dictadura del proletariado, en un intento de
esclavitud y constata la excitación de las ma- solucionar los problemas desde el vertica-
sas en todas las naciones. En este sentido, lismo estatal de la planificación, que impi-
Juan Pablo II, al recordar el contexto histó- de también la participación ciudadana.
rico de Rerum Novarum, afirma que León b) Iniciativa apologético-demostrativa. El
XIII se enfrentó con una situación más com- tema clave es la cuestión social y el hom-
pleja que la industrialización (cf. CA 4). bre dentro de ella: la existencia de millones
de desheredados en toda Europa, el prole-
2. Evolución de la doctrina social tariado, que hace surgir potentes movi-
de la Iglesia mientos como el liberalismo y los socialis-
A continuación presentamos la historia fun- mos. En este contexto la acción de la Igle-
damental del contenido de la doctrina so- sia queda relegada al mundo interior de la
cial en relación con los eventos evocadores vida por unas ideologías ilustradas que han
de la cuestión social ocurridos durante el úl- tendido al laicismo dirigido.
timo siglo. La idea motriz de la doctrina social cató-
a) Las respuestas insuficientes del capi- lica es el positivismo de la Iglesia, que adop-
talismo y de los socialismos hasta la prime- ta una base conceptual de tipo tomista, a
ra gran guerra. La respuesta a la cuestión través de la cual es posible llegar a legiti-
social desde el liberalismo, se manifiesta en marlo desde la ley y el derecho natural. Des-
la creación del Nuevo Régimen (liberalismo de estas claves se deduce un modelo de so-
político) y de una doctrina económica que ciedad que corresponda a la ley de Dios. La
hizo avanzar la industrialización por la vía referencia al derecho natural, lugar de en-
del capitalismo económico. Todo se some- cuentro para todos los hombres, cristianos o
te a la libertad desde el correlato de lo eco- no, y a la luz de la revelación aporta datos
nómico y del gobierno del pueblo, es decir, superiores, vistos desde la fe. Los principios
con las armas del mercado y de la demo- prácticos se encuentran en la dimensión
cracia. A la afirmación de la libertad se aña- apologética de la Iglesia y dan origen a obras
den dos concreciones: el mercado de tra- apologéticas, como cooperativas, empresas
bajo con su determinación en el salario ex- cristianas, partidos cristianos. Se quiere de-
cluido el derecho de asociación de los mostrar al mundo que está equivocado a
trabajadores y la libertad de empresa y de base de hacer obras en correspondencia
comercio. El defecto del liberalismo estaba contrarias a las suyas. Dos actitudes de fon-
en olvidar que donde no existe igualdad sur- do sostienen tal posición: un rechazo en blo-
ge la tiranía de los privilegiados. que y sin distinción en torno al liberalismo
Por otra parte, el socialismo premarxis- económico y al comunismo condenados por
ta se presenta como la primera reacción la Iglesia; así como una psicología de po-
contra el nuevo orden de cosas (R. Owen der y del dominio del otro. Por último, se ha
en el Reino Unido y Estados Unidos; Saint- de señalar que este periodo es fundamen-
Simon, Fourier y Cabet en Francia). Éstos talmente positivo, ya que la acción es con-
fueron denominados como «utópicos» por siderada como lugar de revelación y la no
Marx, quien concibió una ideología que per- acción es desconexión de Dios y pasividad
mitía a la clase proletaria analizar la situación humana.
264 DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
cepción global del cristiano. Si la fe para ser cristianos, por una parte, han vivido su com-
auténtica ha de encarnarse en la historia, promiso radical al servicio de los hombres
¿cuál es la forma de encarnación práctica a través de los movimientos apostólicos y
de la fe?, y ¿cuál es la función práctica de de los grupos más comprometidos de la Igle-
la Iglesia? Fuera de la Iglesia aparecen dos sia particular. Por otra, se encuentra en ella
escuelas que pueden ayudar a dar una res- una reflexión teológica interdisciplinar. Y por
puesta: el marxismo y el socialismo cientí- otra, ha servido de gran apoyo para la ins-
fico y el liberalismo económico que sigue la tauración de las sociedades democráticas y
escuela de la sociología liberal. La Iglesia se para el nacimiento de las libertades. Asi-
preguntará si en nombre de la fe puede im- mismo, ha coparticipado y evolucionado al
poner uno de los dos tipos de análisis. El unísono con los cristianos para hacer frente
hecho de las dos interpretaciones, preten- a distintas crisis. Así, se ha planteado el pro-
didamente científicas y tan opuestas, mues- blema de la especificidad cristiana en el cam-
tra la no neutralidad de sus análisis. En sí po de la praxis. Ante la crisis del modelo de
mismos llevarán a la contradicción. Iglesia, la Iglesia jerárquica y la Iglesia del
De la misma manera salta al debate la pueblo de Dios, ha trabajado desde uno y
búsqueda de la especificidad eclesial. La ex- otro campo de la vida social.
plosión eclesiológica ha sido provocada por el En la historia de la doctrina social de la
sentido misionero y por la inserción de los Iglesia se pueden encontrar varias aporta-
cristianos en el mundo. Como manifestación ciones positivas tanto a la teología como a la
de esto está la aparición de diversas teolo- praxis eclesial. En primer lugar, en el terre-
gías: la secularista, la de la muerte de Dios, no antropológico hay una opción clara en
la teología política, la teología de la libera- favor de la dignidad de la persona humana.
ción, la teología del progreso... Todas tienen Bajo este principio, la sociedad aparece al
en común su puesto de origen: el tomar la servicio de la persona humana respetando
vida como lugar de inserción del anuncio de su dignidad y el proceso de adquisición de su
la Buena Nueva y la modificación que esto desarrollo integral. La sociedad está hecha
provoca. Son teologías radicales, engloban- para el hombre y no a la inversa. En se-
tes y enmarcadoras de la ética. De esta ma- gundo lugar, opta por la igualdad funda-
nera aparece la relación entre la ética y el mental de los hombres. En tercer lugar, pro-
dogma. No es aceptable una solución re- pone unos derechos inalienables para todo
duccionista de uno de los dos sentidos. hombre. El hombre es sujeto de derechos
Así pues, es preciso responder a la pre- y no un simple objeto del que se pueda dis-
gunta sobre la naturaleza e identidad de la poner.
doctrina social de la Iglesia. Ésta, como con-
ciencia crítica y estilo moral para el mundo, Bibliografía
I. CAMACHO, Doctrina Social de la Iglesia. Una
no es una tercera vía. Es la conciencia del
aproximación histórica, Madrid 1991. CÁRITAS ES
hombre frente al imperialismo, frente al fal-
PAÑOLA, «Cien años de Doctrina Social de la Igle-
so desarrollo y frente a las estructuras de
sia», Corintios XIII (1992) 62-64. Á. GALINDO GAR
pecado. Tampoco es un manual de moral si- CÍA y J. BARRADO BARQUILLA, León XIII y su tiempo,
no un estilo ético que nace del magisterio. Salamanca 2004. J.L. GUTIÉRREZ GARCÍA, Concep-
Pero ¿puede existir otro estilo que nazca de tos fundamentales de Doctrina Social de la Igle-
la reflexión moral? sia, Madrid 1971. J.M.ª SANZ DE DIEGO, Pensa-
Resumiendo, en la historia de la doctrina miento social cristiano I. Las alternativas socia-
social católica puede observarse que ésta lista, comunista, anarquista, burguesa y católica,
ocupa una zona verde dentro de los ma- ante el problema social español, Madrid 1991.
nuales de moral social. Hasta ahora, los Á. Galindo
268 DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
da la impresión de que son apelaciones me- mo lucha, y por cierto dramática, entre el
ramente formales. bien y el mal, entre la luz y las tinieblas»
Es cierto que en la encíclica Rerum no- (n. 13). Esto significa que toda la realidad
varum se habla de «filosofía cristiana», por humana, también su dimensión social, ha
lo que se apela con toda normalidad a la ley quedado afectada por el pecado. La teología
natural como fuente genuina y principal de medieval expresó esta convicción en la fór-
las formulaciones doctrinales de la encícli- mula «vulneratus in naturalibus», es decir,
ca, sin que por ello falten referencias al el hombre, como consecuencia del pecado
Evangelio y a la revelación. Esto mismo ocu- ha quedado «herido en su naturaleza». De
rre en documentos posteriores. En cualquier ahí que, dada la situación real del hombre
caso, la terminología responde a un voca- caído y redimido sólo desde la revelación
bulario teológico explicable desde el plan- se pueda percibir la trama profunda de su
teamiento doctrinal del doble plano natural- vida individual y social. En este sentido el
sobrenatural vigente entonces e indiscuti- Concilio afirma que «la misión de la Iglesia
ble durante mucho tiempo. es religiosa y, por lo mismo, plenamente
En la actualidad, y a tenor de los textos humana» (ibid., n. 11).
antes citados de Sollicitudo rei socialis, las No cabe hacer ninguna contraposición en-
fuentes de la doctrina social de la Iglesia, tre la luz que proviene de la revelación y la
con una u otra terminología, se concretan que proviene de la razón humana. Entre la
en una doble referencia: la revelación y la luz del Evangelio y la luz de la razón se da
naturaleza humana, la fe y la razón (CDSI más bien una profunda sintonía y una más
n. 75). Una y otra instancia tienen el carác- completa vía para acceder a la única ver-
ter de fuentes prioritarias de la doctrina so- dad. La constitución pastoral del Vaticano II
cial. Veamos este punto con mayor detalle. así lo confiesa al afirmar: «La Iglesia, en el
La DSI se asienta sobre los datos de una transcurso de los siglos, a la luz del Evan-
correcta antropología, formulada a la luz de gelio, ha concretado los principios de justicia
la revelación. En este sentido es iluminador y equidad, exigidos por la recta razón, tan-
el famoso pasaje de Gaudium et spes: «En to en orden a la vida individual o social co-
realidad, el misterio del hombre sólo se es- mo en orden a la vida internacional, y los
clarece en el misterio del Verbo Encarnado» ha manifestado especialmente en los últi-
(n. 22). Por esta razón, la Iglesia se declara mos tiempos» (GS n. 63).
«experta en humanidad», en feliz expresión Los principios de «justicia y equidad», or-
del magisterio. denados lógicamente a una justa organiza-
Los componentes fundamentales de la ción de la vida social, están en la órbita de los
antropología cristiana que vertebran la DSI valores morales percibidos por la recta ra-
se encuentran en el capítulo primero de zón. Pero no es menos cierto, a su vez, que
Gaudium et spes. En efecto, el hombre, cria- la Iglesia los formula a la luz del Evangelio.
tura e imagen de Dios, creado y elevado al Sin duda el texto se refiere exactamente a
orden sobrenatural, constituido señor de la los principios que constituyen el contenido
creación visible puesta a su servicio es «por doctrinal más genuino de la doctrina social,
su íntima naturaleza un ser social, y no pue- y que, en este sentido, forman un «cuerpo
de vivir ni desplegar sus cualidades sin re- doctrinal». Concretar de la manera más pre-
lacionarse con los demás» (n. 12). Pero la cisa posible cuál sea la función propia de la
realidad humana ha quedado afectada por luz del Evangelio y de la luz de la razón en la
el pecado y la redención. Como conse- formulación de esos principios ayudará a
cuencia del pecado, «toda la vida humana, comprender en qué medida la revelación y la
la individual y la colectiva, se presenta co- ley natural son fuente de la DSI.
270 DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
unos principios que brotan fundamental- punto de partida y la misma razón de ser
mente de la ley natural. Su objetivo se cen- de la encíclica de León XIII. Por otra parte,
tra en tratar de ajustar la realidad a las exi- cuando se insiste tanto en que en la última
gencias de estos principios, que son enun- etapa, es decir, después del Vaticano II, se
ciados abstractos y permanentemente ha privilegiado la atención al momento his-
válidos. tórico, se hace, sin duda, una constatación
Algunos han distinguido tres momentos correcta. Sin embargo, no sería correcto in-
en las intervenciones magisteriales en el terpretar la importancia dada al momento
ámbito de lo social: momento histórico, doc- histórico en el sentido de afirmar que el mo-
trinal y operativo. Cada uno de estos «mo- mento doctrinal tiene una decisiva depen-
mentos» tiene su sentido e importancia. Así, dencia del mismo. Esto es lo que se ha que-
el momento histórico, permite tener en rido dar a entender a veces al destacar la
cuenta la realidad de una situación social importancia de los llamados «signos de los
concreta. Ciertamente la doctrina de la Igle- tiempos», como si de ellos dependiese sus-
sia no dispone de instrumentos propios de tancialmente, no sólo la formulación, sino
análisis para el conocimiento de la realidad, incluso el contenido mismo de lo que cons-
sino que utiliza y se sirve de las ciencias so- tituye lo propio del momento doctrinal. La
ciales. Pero los hechos y realidades históri- realidad es de signo distinto, ya que los sig-
cas no tienen de suyo un carácter neutral. nos de los tiempos son leídos e interpreta-
Deben ser leídos, interpretados y juzgados dos a la luz de la verdad que proviene del
a la luz de un determinado sistema de va- Evangelio.
lores que viene enunciado en la formulación De modo que, aceptando que el método
de unos principios. Estamos así ante el que- ha experimentado una sana evolución ha-
hacer propio del momento doctrinal, en el cia un valorar más el aspecto inductivo, sin
que se expresa de modo especial la pecu- embargo, se ha de valorar que, en orden a
liaridad de la DSI. Por último, la enseñan- la formulación de la verdad que constituye
za social está orientada, por su propia na- primordialmente el cuerpo doctrinal, la fuen-
turaleza, a la praxis, ya que pretende guiar te primordial es la revelación, por lo que el
la conducta, por lo que el momento opera- método no puede renunciar a su dimensión
tivo constituye como el objetivo último al deductiva.
servicio del cual se ordenan los dos ante- Con su doctrina social, la Iglesia «escru-
riores. ta a fondo los signos de la época y los in-
En este sentido se constata una continua terpreta a la luz del Evangelio» (Const. Gau-
evolución en la DSI. En la primera etapa, dium et spes, n. 4). La Iglesia se acerca y
desde León XIII, se da una especialísima escruta los signos de los tiempos mediante
importancia al momento doctrinal, lo que una lectura hecha en clave de defensa de
ocurre, según algunos, en detrimento de la los valores éticos con valor permanente. Se
obligada atención que se ha de prestar al trata de una lectura de los hechos que es
momento histórico, que, por tanto, apenas en un sentido crítica, de denuncia de situa-
se tiene en consideración. No obstante, hay ciones no compatibles con el obligado res-
que decir que debería ser muy matizada es- peto a la dignidad de la persona, y, al mis-
ta apreciación, ya que el momento histórico mo tiempo, portadora de orientaciones prác-
nunca dejó de estar presente, como es por ticas capaces de dirigir la conducta en los
lo demás totalmente lógico. Baste, en este difíciles compromisos morales de la vida so-
sentido, advertir la importancia que en Re- cial. En todo caso se trata de una lectura
rum novarum se da al análisis de una si- teológica, si bien necesita de instrumentos
tuación social que constituye claramente el técnicos, y es, en las intervenciones magis-
272 DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
teriales, una lectura autorizada, como se servicio a la fe del pueblo cristiano y se en-
desprende del hecho de ser realizada con riquecen mutuamente. Hay que recordar
la asistencia del Espíritu Santo. que la teología moral prestó siempre una
muy especial atención a los deberes mora-
4. El sujeto les relacionados con la virtud de la justicia.
En primer lugar hay que considerar el suje- No en vano los manuales clásicos conside-
to responsable de la elaboración de la doc- raban esta virtud dedicándole un espacio
trina social. Es tanto como preguntar ¿quién muy superior a cualquier otra de las virtudes
hace, quién realiza el esfuerzo de formular cristianas. No significaba esto que enten-
cuidadosamente el resultado de la atenta diesen que era la virtud más importante
reflexión sobre la realidad social hecha a la rango que indiscutiblemente corresponde a
luz de la fe? ¿A quién corresponde esta ta- la caridad sino porque entendían que abar-
rea? La respuesta no ofrece duda alguna: a caba un conjunto de deberes morales es-
la Iglesia. Pero esta respuesta debe ser más pecialmente amplio y complejo en su siste-
explícita, ya que no todos tienen la misma matización. En este sentido, hay que recor-
responsabilidad en dicha tarea. dar que la DSI se construye sobre el clásico
a) La responsabilidad del magisterio ecle- tratado sobre la virtud de la justicia tenien-
sial. La responsabilidad del Papa y de los do en cuenta los nuevos problemas que
obispos es la de velar para que el encuentro plantea la sociedad moderna, y esto tanto
del Evangelio con la realidad social sirva en el ámbito de lo político como en el de las
siempre al hombre en su dimensión huma- realidades de la vida económica.
na y trascendente. Para realizar esta tarea c) La colaboración del ministerio sacer-
cuenta con la garantía de la asistencia del dotal. También los sacerdotes, a través del
Espíritu Santo, pues, como definió el conci- ejercicio de su ministerio eclesial, tienen
lio Vaticano I, el magisterio pontificio no concretas responsabilidades como sujetos
puede errar cuando enseña a toda la Iglesia de la DSI, pues deben servir a su enseñan-
materias relacionadas con la fe y con las za y difusión como una parte de la misión
costumbres, es decir, con la moral también evangelizadora de la Iglesia. A través del
la moral social . Los múltiples documentos ministerio pastoral deben los sacerdotes, en
del magisterio pontificio, y también del ma- la catequesis, en la predicación, en la ad-
gisterio episcopal, durante el último siglo ministración de los sacramentos, ayudar a
son buena prueba de la diligencia con la que los cristianos a formar su conciencia de
el magisterio eclesial ha cumplido con esta acuerdo con las directrices de la DSI, orien-
responsabilidad. tando y estimulando una conducta que re-
b) El quehacer de los teólogos. El magis- alice el compromiso cristiano en la vida so-
terio, al cumplir su peculiar tarea, cuenta cial según la vocación y circunstancias de
también con la ayuda de los teólogos, que se cada uno.
afanan por formular de modo adecuado las d) El compromiso de los laicos. Los lai-
exigencias del compromiso cristiano en las cos cristianos son en buena medida los prin-
diversos ámbitos de la vida social, prestan- cipales destinatarios de las enseñanzas de la
do así un servicio y ayuda al magisterio y, en DSI, que tiende a guiar su conducta en los
última instancia, a la formación de la con- difíciles problemas de la vida social. Al mis-
ciencia de todos los cristianos. También en mo tiempo, sin embargo, hay que recono-
este campo de la doctrina, como sucede en cerles también una peculiar responsabilidad
todos los demás, las funciones que corres- como sujetos de elaboración de la doctrina
ponden a los teólogos y las que debe reali- social. Por una parte, ellos juegan un papel
zar el magisterio se complementan en el clave en el esfuerzo necesario para lograr
DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA 273
El mensaje social de la Iglesia no puede tierra es la única criatura que Dios ha que-
prescindir de su dimensión práctica, es fun- rido por sí misma” (GS 24). En él ha im-
damento y estímulo para la acción, e incor- preso su imagen y semejanza (cf. Gn 1,26),
pora en su contenido orientaciones o direc- confiriéndole una dignidad incomparable»
trices prácticas que surgen de los juicios (CA 11).
realizados. No se trata de ejecución de con- La promoción y tutela de los derechos
signas, sino de grandes orientaciones éti- fundamentales de la persona, en la medida
cas que iluminan la conciencia para que ca- en que constituyen expresiones prácticas
da hombre dé respuesta a su vocación de de la dignidad humana, forman parte de la
constructor de la ciudad terrena. Aquel en- misión de la Iglesia. Dignidad humana y de-
cuentro que mencionábamos del Evangelio rechos fundamentales son categorías es-
con los problemas sociales ocurre de ma- trechamente vinculadas, que se apoyan en
nera privilegiada en el corazón de los cris- un mismo fundamento o concepción del
tianos que se empeñan por vocación propia hombre (cf. Pontificio Consejo «Justicia y
en las tareas de orden secular. Paz», Compendio, 152ss.). Existen distin-
No es posible dar cuenta del contenido tos modos de explicar ese fundamento que
de la doctrina social de la Iglesia en el ni- repercuten de forma importante en las con-
vel de los juicios y orientaciones; a conti- clusiones (por poner un ejemplo extremo:
nuación se ofrece una formulación sucinta en una fase inicial de la gestación se pue-
de sus principios más importantes. Todos de invocar el derecho fundamental del feto
ellos constituyen un mismo corpus doctri- a nacer, o por el contrario, el de la madre a
nal y deben, por tanto, ser tomados como concluir un embarazo no deseado). Esas dis-
una unidad, si se quiere evitar su falsifica- tintas explicaciones de la dignidad humana
ción. El primero, que constituye el funda- y de los derechos pueden reconducirse a
mento de toda la doctrina social católica, es tres:
la dignidad del hombre; en él encuentran a) La dignidad humana fundada en un
su fuente todos los demás principios. Dios trascendente: la persona alcanza un
valor incomparable porque remite a algo
2. Dignidad de la persona y derechos que está más allá de sí misma, a un Abso-
fundamentales luto que la trasciende, del que depende en
La revelación cristiana constituye ante todo su existencia y que es fuente de su valor.
una afirmación de fe en Dios, pero es a la La filosofía moral lo ha expresado desde la
vez, y en esa misma medida, un gran sí al antigüedad griega hasta hoy con el concep-
hombre, al que le reconoce la dignidad in- to de «ley natural», la ley que descubre la
comparable de hijo del Padre en Cristo por razón del hombre cuando capta la verdad
el Espíritu Santo. Tal dignidad hace al hom- moral, el bien. Tal expresión remite en últi-
bre portador de un valor incondicionado, mo término a un autor de la naturaleza y
que encuentra una consecuencia inmedia- es congruente con la fe en la creación (ibid.).
ta en el orden moral: cada persona escon- b) La dignidad humana como reivindica-
de en sí algo sagrado, que nadie puede arre- ción de autonomía absoluta. Nace a fines
batarle sin autodestruirse y sin causar un del siglo XVIII con el ideal de la Ilustración:
grave perjuicio a las bases de la convivencia el hombre ha alcanzado su mayoría de edad,
entre los hombres: «... lo que constituye la debe salir de una inmadurez culpable y
trama y en cierto modo la guía […] de toda emanciparse de ataduras (naturaleza, tra-
la doctrina social de la Iglesia, es la correc- dición, religión) que orienten su libertad,
ta concepción de la persona humana y de para hacerla autónoma, autosuficiente, adul-
su valor único, porque “el hombre […] en la ta. Tal reclamación de autonomía buscaba
DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA 275
definitiva. De ahí que la persona conserve vida social se ha de concebir en los términos
siempre aquellos rasgos esenciales que la de un humanismo, entonces la mirada debe
hacen merecedora de respeto, aunque en fijarse en aquel que restaura internamente
ocasiones la autoridad pueda limitar el ejer- al hombre porque es «el hombre perfecto»,
cicio de ciertos derechos en atención al bien medida de toda manifestación de humani-
común, como ocurre cuando se comete un dad. Toda realidad humana a excepción del
delito. pecado ha quedado abierta al encuentro
3.º) El Verbo encarnado redentor del con el Padre en aquel que, siendo Dios, «tra-
hombre. «Dios Padre, llegada la plenitud de bajó con manos de hombre, pensó con in-
los tiempos, envió al mundo a su Hijo Uni- teligencia de hombre, obró con voluntad de
génito, para que restableciera la paz; para hombre, amó con corazón de hombre»
que, redimiendo al hombre del pecado, (ibid.). La fuerza renovadora de ese amor
adoptionem filiorum reciperemus (Ga 4,5), divino-humano, que resplandece de forma
fuéramos constituidos hijos de Dios, libera- eminente en el misterio pascual de Cristo,
dos del yugo del pecado, hechos capaces es la energía más profunda de la que brota
de participar en la intimidad divina de la Tri- el humanismo cristiano.
nidad. Y así se ha hecho posible a este hom- La esperanza en el más allá constituye
bre nuevo, a este nuevo injerto de los hijos para el cristiano una llamada a la respon-
de Dios (cf. Rm 6,4-5), liberar a la creación sabilidad, que lejos de apartarle de los no-
entera del desorden, restaurando todas las bles afanes terrenos (familia, profesión, vi-
cosas en Cristo (cf. Ef 1,5-10), que las ha da social, etc.) le urge a trabajar por un
reconciliado con Dios (cf. Col 1,20)» (San mundo más justo y solidario (cf. GS 39). Al
Josemaría Escrivá, La conversión de los hi- mismo tiempo, la esperanza cristiana apor-
jos de Dios [homilía, 2.III.1952], en Es Cris- ta realismo a la lucha por la justicia, al de-
to que pasa, 65). La condición del hombre nunciar como ilusorio cualquier intento de
creado, su misma actividad y sus relacio- construir el reino de Dios en la tierra. El an-
nes interpersonales se ven elevadas a una helo radical de justicia que late en el corazón
dignidad sin igual por la fe que confiesa a de cada hombre la liberación definitiva de
Jesús de Nazaret como el Cristo, Hijo con- toda servidumbre sólo se verá satisfecho
sustancial al Padre: «Realmente, el miste- por una plenitud que es obra de Dios y que
rio del hombre sólo se esclarece en el mis- tendrá lugar más allá de la historia: «Todos
terio del Verbo encarnado. […] Cristo, el los frutos excelentes de la naturaleza y de
nuevo Adán, en la misma revelación del mis- nuestro esfuerzo […] volveremos a encon-
terio del Padre y de su amor, manifiesta ple- trarlos limpios de toda mancha, iluminados
namente el hombre al propio hombre y le y trasfigurados, cuando Cristo entregue al
descubre la sublimidad de su vocación. […] Padre el reino eterno y universal […] El rei-
El que es imagen de Dios invisible (Col 1,15) no está ya misteriosamente presente en
es también el hombre perfecto, que ha de- nuestra tierra; cuando venga el Señor, se
vuelto a la descendencia de Adán la seme- consumará su perfección» (GS 39).
janza divina, deformada por el primer pe-
cado. En él, la naturaleza humana asumi- 3. Bien común
da, no absorbida, ha sido elevada también a) Concepto. El bien común es el bien de la
en nosotros a dignidad sin igual» (GS 22). sociedad o del cuerpo social, el objetivo que
Este hito del magisterio conciliar encie- aúna a todos los miembros de una comuni-
rra gran densidad de significado: Cristo no es dad, los criterios que fundan la convivencia,
sólo el camino hacia Dios, sino también el o la ayuda que todos necesitan para el cum-
camino que conduce a cada hombre. Si la plimiento de los fines existenciales de la vi-
DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA 277
da. El Concilio Vaticano II habló del bien co- histórica y cambiante de las sociedades, el
mún como el «conjunto de condiciones de bien común no admite una determinación
la vida social que hacen posible a las aso- universal desde parámetros abstractos, sino
ciaciones y a cada uno de sus miembros el que adquiere en cada comunidad y en ca-
logro más pleno y más fácil de la propia per- da época perfiles diversos. Sin embargo, se
fección» (GS 26). Cualquier tipo de socie- pueden señalar tres ámbitos o aspectos
dad presenta un bien común (empresa, fa- esenciales que constituyen exigencias de la
milia, club deportivo o cultural, comunidad vida común humana (cf. CCE 1907-1909):
internacional, etc.), aunque de diverso orden 1.º) El respeto a la persona en cuanto
e importancia. Se considera bien común de tal, la promoción de los derechos funda-
dimensión global aquél de la comunidad po- mentales, sobre todo en la esfera más pro-
lítica fuerte, constituida hoy por los esta- pia de la persona, el orden religioso y de la
dos, pues son esas comunidades las que po- conciencia, así como el plano cultural y mo-
seen suficiente entidad y extensión para cu- ral (los valores de la belleza, de la solidari-
brir los aspectos más esenciales de la vida. dad y la justicia, del respeto a la libertad, a
b) Naturaleza. Históricamente, han exis- la verdad, etc.).
tido concepciones unilaterales del bien co- 2.º) El bienestar y el desarrollo sociales.
mún: el individualismo liberal tiende a con- La creación de las condiciones que permi-
cebirlo como una suma o colección de bienes tan a cada uno atender a sus necesidades
individuales, con frecuencia reducidos a bien- básicas de forma adecuada a su dignidad
es de naturaleza útil (es célebre la defini- personal: alimento, vestido, trabajo, vi-
ción que ofrece J. Bentham como «la ma- vienda, transportes, cuidado de la salud,
yor felicidad del mayor número»). Los co- etc.
lectivismos totalitarios lo han entendido 3.º) La paz, es decir, la estabilidad y la
como el bien propio de un todo que tras- seguridad en un orden que satisfaga sufi-
ciende a la persona, reducida a la mera con- cientemente las exigencias de la justicia. La
dición de «parte»; de ahí que se justifique el autoridad garantizará la seguridad de los
sacrificio de las partes en beneficio del todo, ciudadanos, tanto de amenazas exteriores
como ocurre en un cuerpo vivo con aque- (ejército) como interiores (policía).
llos miembros que representan un peligro
para él. 4. Solidaridad
Sin embargo, nótese que hablamos de Conocida también como amistad o caridad
un bien de personas humanas, como lo son social, la solidaridad constituye uno de los
quienes componen la sociedad, cada una de principios rectores de las relaciones inter-
las cuales constituye una totalidad corporal personales. Expresa la interdependencia de
y espiritual a la vez. Se trata, por tanto, de quienes forman parte de una comunidad y
una categoría de carácter moral, de la «bue- participan en un destino común. El carácter
na vida humana de la multitud» (J. Mari- social del hombre y la dimensión comunita-
tain), que es a la vez común al todo y a las ria del bien permiten hablar de la solidari-
partes. Por eso, no puede reducirse a ven- dad en dos sentidos:
tajas o utilidades (como el botín de una ban- a) Como un principio ontológico, que
da de ladrones); sino que la justicia, la rec- arraiga en la común dignidad y sociabilidad
titud moral y, en general, las virtudes de los humana. De la pertenencia al género hu-
ciudadanos son esenciales para el bien co- mano (creación), así como de la inserción
mún. en el designio salvador de Dios para la hu-
c) Contenido. Por su carácter ético, es manidad (redención) derivan vínculos co-
decir, práctico, y en virtud de la naturaleza munitarios para el hombre. En este sentido
278 DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
sin embargo, tal contribución no debe lle- riedad se mueve en el orden ético, no ideo-
gar al extremo de suplantar al sujeto. Por lógico, pues su razón última estriba, como se
eso, la doctrina social ha afirmado el princi- ha dicho, en la dignidad de la persona, que
pio de subsidariedad en el contexto de un no se satisface a diferencia del animal
estatalismo creciente, que ampliaba pro- cuando sus necesidades vienen cubiertas
gresivamente el ámbito de lo público-esta- desde arriba, de un modo que no deja es-
tal y amenazaba con la disolución de la per- pacio a su capacidad de iniciativa y de com-
sona en estructuras sistémicas: «Ni el Es- promiso social.
tado ni sociedad alguna deberán jamás
sustituir la iniciativa y la responsabilidad de 6. Destino universal de los bienes
las personas y de los grupos sociales inter- Este principio apela a un origen de todo
medios en los niveles en los que éstos pue- bien en el acto creador de Dios, que ha da-
den actuar, ni destruir el espacio necesario do al hombre la tierra para que la domine
para su libertad. De este modo, la DSI se con su trabajo y se sirva de ella razonable-
opone a todas las formas de colectivismo» mente (cf. Gn 1,28-29). Así lo reafirmaba
(Congregación para la Doctrina de la Fe, Ins- el Concilio Vaticano II: «Dios ha destinado
trucción Libertatis conscientia, 73). la tierra y cuanto ella contiene para uso de
Consiste, por tanto, en la ayuda que se todos los hombres y pueblos. En conse-
presta a quien teniendo el deber y la con- cuencia, los bienes creados deben llegar a
dición para realizar determinada función, todos en forma equitativa bajo la égida de
por las circunstancias presentes no puede la justicia y con la compañía de la caridad.
asumir el protagonismo que le corresponde Sean las que sean las formas de la propie-
sin una asistencia exterior. Juan Pablo II alu- dad, adaptadas a las instituciones legítimas
dió a este principio en el contexto del «Es- de los pueblos […] jamás debe perderse de
tado del bienestar»: «Una estructura social vista este destino universal de los bienes»
de orden superior no debe interferir en la (GS 69).
vida interna de un grupo social de orden in- Tal destinación originaria de los bienes a
ferior, privándola de sus competencias, si- todos los hombres da lugar a un derecho
no que más bien debe sostenerla en caso natural y originario, al que se subordinan
de necesidad y ayudarla a coordinar su ac- los demás derechos (propiedad privada, li-
ción con la de los demás componentes so- bre comercio, etc.), así como cualquier or-
ciales, con miras al bien común» (CA 48). denación que se realice de los bienes. Es un
Así se habla de una competencia subsidiaria principio que funda el derecho al uso de los
del Estado, por ejemplo, en materia de edu- bienes y a la propiedad privada, según las
cación, donde los padres son los primeros formas jurídicas que en cada tiempo y lu-
responsables, pero con frecuencia no pueden gar la determinen. La persona necesita de
atender esa tarea sin el concurso de deter- ciertos bienes en propiedad para desarro-
minadas estructuras. llar su existencia en libertad y alcanzar así su
Desde el pensamiento de tendencia libe- propia perfección. A ellos accede ordinaria-
ral, se ha visto la subsidariedad como un mente por medio del trabajo.
principio limitador de la intervención del Es- Sin embargo, la tradición cristiana ha vis-
tado y en ocasiones se ha confundido con to siempre la institución de la propiedad al
el modelo político que de ahí resulta. Esto servicio tanto de su titular como del bien
supondría aislar el principio con respecto a común, es decir, ha señalado siempre la fun-
otros (como, por ejemplo, el de solidaridad) ción social de la propiedad. El destino uni-
y reducirlo al ámbito de lo público. En rea- versal de los bienes, que sirve de base al
lidad la afirmación del principio de subsida- derecho de propiedad privada, impone un
280 DOGMA
ejercicio de éste acorde con su fundamento. na (CCE 2408), como reza el aforismo clá-
Así, en concreto, el propietario no sólo evi- sico: in extrema necessitate omnia sunt
tará usos de su propiedad que resultan le- communia.
sivos para terceros, sino que le compete la
responsabilidad moral del rendimiento de Bibliografía
su propiedad para el bien común (inversión E. COLOM, Curso de doctrina social de la Iglesia,
para creación de empleo, etc.). Por lo de- Madrid 2001. J.L. GUTIÉRREZ GARCÍA, Introducción
más, el destino universal de los bienes pre- a la doctrina social de la Iglesia, Barcelona 2001.
valece sobre el derecho de propiedad en ca- PONTIFICIO CONSEJO «JUSTICIA Y PAZ», Compendio de
so de necesidad urgente y extrema, si el la doctrina social de la Iglesia, Città del Vaticano
único modo de remediar esas necesidades 2005.
esenciales es el recurso a la propiedad aje- R. Muñoz
Dogma
regula veritatis. Los términos usados son tantismo, que insiste en la soberanía abso-
«regla de verdad» (Ireneo, Hipólito), «re- luta de la palabra de Dios.
gla de nuestra salvación» (Ireneo), «regla Como reacción ante las doctrinas protes-
de fe, eclesiástica, de la tradición» (Cle- tantes, los teólogos católicos destacaron de
mente de Alejandría). Los Padres antenice- modo especial la autoridad formal del dog-
nos designan como «regla de fe», o con más ma, y más en concreto el magisterio que lo
frecuencia, «regla de verdad», a lo que los establecía. Así, M. Cano, Th. Stapleton, R.
apóstoles habían recibido de Jesucristo y co- Belarmino, D. Petavius y otros, llegaron a
municaron a la Iglesia, la cual lo transmite explicar de un modo semejante el dogma
desde entonces, en cuanto esto es norma- en esa misma dirección. A partir de M. Ca-
tivo para la fe. no, la noción de dogma pasó a tener un sen-
Vicente de Lérins habla del dogma en su tido preciso, en relación con el habitual has-
Commonitorium, «Id teneamus, quod ubi- ta entonces. Concretamente, Cano entiende
que, quod semper, quod ab omnibus credi- el dogma como una verdad revelada que
tum est». A las doctrinas heréticas opone deriva de Cristo o del Espíritu Santo, que ha
el único «dogma divinum, caeleste, eccle- sido siempre mantenida por los Padres en
siasticum», el «dogma caelestis philoso- la tradición oral o escrita de la Iglesia, y que
phiae, ecclessiae, christianae religionis»; en ha sido definida por un concilio general o
una palabra, el «dogma catholicum». Vi- por el Supremo Pontífice.
cente de Lérins ya conoce el principio del Del jesuita F. Veron, o Veronius († 1649)
progreso de los dogmas: «... sed in suo es la definición clásica de dogma: «... reve-
dumtaxat genere, in eodem scilicet dogma- latum in verbo Dei et propositum omnibus
te eodem sensu eademque sententia». ab Ecclesia catholica». Esta noción se im-
A pesar de la claridad de los términos del puso, en general, en los siglos XVIII y XIX
Lerinense, su testimonio queda olvidado du- sin verse afectada por los ataques de la Ilus-
rante la Edad Media, en la que el concepto tración, que iban dirigidos a cuestiones más
de dogma desempeña un papel poco rele- radicales, como la de revelación. La defini-
vante. Durante este tiempo, sin embargo, ción de Veronius llegó al Vaticano I que, en
cobra importancia el concepto de articulus fi- la Constitución De fide catholica, al tratar
dei, que servirá para preparar el camino a la de la fe recoge una fórmula semejante: «Po-
reflexión sobre el dogma. Los escolásticos rro fide divina et catholica ea omnia cre-
atribuyen a san Isidoro de Sevilla la defini- denda sunt, quae in Verbo Dei scripto vel
ción de articulus fidei: «articulus fidei est tradito continentur et ab Ecclesia sive so-
perceptio divinae veritatis tendens in ipsam» lemni iudicio sive ordinario et universali ma-
(S.Th., II-II, q.1, a.6 sed contra). gisterio tamquam divinitus revelata credenda
La Reforma protestante es, en la cues- proponuntur» (D. 3011). Finalmente, tam-
tión que nos ocupa, un momento de gran bién el término dogma se generalizó en los
importancia. Por encima de la Iglesia, la Re- documentos del magisterio.
forma pone el acento en el Evangelio, el cual El modernismo fue un momento de cri-
es la instancia última de apelación a la ho- sis, dentro de la teología católica, por lo que
ra de interpretar la Escritura. La Reforma se refiere a la justificación del dogma. La teo-
reconoce las decisiones de la Iglesia anti- logía católica se enfrentaba al problema de
gua, pero no porque estén confirmadas por la relación entre lo histórico y lo dogmático,
la Iglesia, «sino porque se siente que es pa- entre la verdad y la historia, que es justa-
labra de Dios» (M. Lutero, WA, 30/2, 687). mente el núcleo de la discusión sobre el dog-
Cualquier referencia a la Iglesia como au- ma. Los planteamientos que afloraron en
toridad doctrinal está excluida del protes- esta época fueron fundamentalmente tres.
282 DOGMA
no se pueden expresar nunca con conceptos cismo se refiere a los dogmas como verda-
adecuadamente verdaderos, las formas de des contenidas en la revelación divina, o
expresarlos serían aproximativas y siempre necesariamente ligadas a ella, propuestas
cambiantes, así pues, al mismo tiempo que por el magisterio en una forma que obliga
expresan la verdad, la deforman. Todo esto, al pueblo cristiano a una irrevocable adhe-
continúa la Encíclica, conduce al «relativis- sión de fe. Pone además a los dogmas en
mo» dogmático, que se ve favorecido ade- relación con la vida cristiana, y se refiere
más, por el desprecio de la doctrina tradi- finalmente a la relación de los dogmas en-
cional y de los términos que la expresan. A tre sí, citando a este respecto el texto de
continuación, reconoce que los términos usa- Unitatis redintegratio sobre la jerarquía de
dos por las escuelas y por el magisterio pue- verdades.
den ser perfeccionados. Pero que aquellas La Encíclica Fides et ratio (14.IX.1998)
expresiones formadas durante siglos para también se ha referido a los enunciados dog-
llegar a algún conocimiento y comprensión máticos. En el contexto de este documen-
del dogma, no se apoyan indudablemente to, que «centra su atención sobre el tema
sobre un fundamento tan caduco. «Se apo- de la verdad y de su relación con la fe» (FR
yan en cambio en principios y nociones de- 6), Juan Pablo II se pregunta cómo se pue-
ducidas de un verdadero conocimiento de de conciliar el carácter absoluto y universal
lo creado» (D. 3883). de la verdad con el inevitable condiciona-
El Concilio Vaticano II, por su parte, qui- miento histórico y cultural de las fórmulas
so situarse en una línea más pastoral que dogmáticas en que se expresa. Tras afirmar
dogmática. Confirmó, naturalmente, y en que las tesis del historicismo no son defen-
cierto sentido amplió la tradición dogmáti- dibles, remite a «una hermenéutica abier-
ca, pero su objetivo no fue proponer nuevos ta a la instancia metafísica» que permite
dogmas. La misma terminología «dogma», mostrar cómo, a partir de las circunstancias
«dogmático», etc., está prácticamente au- históricas y contingentes en que han ma-
sente del Concilio, exceptuando los títulos durado los textos, se llega a la verdad que
«constitución dogmática» y similares. A otro expresan, verdad que trasciende a esos con-
nivel, también ha tenido su importancia la dicionamientos.
doctrina de la jerarquía de verdades (UR 11).
A un nivel teológico, con referencias, por II. LA VERDAD DEL DOGMA
tanto, a la discusión en el interior de la teo- El proceso de introducción cada vez más
logía, intervino la Comisión Teológica In- consistente de la categoría «dogma» en la
ternacional con un interesante documento tradición de la Iglesia significa que la tradi-
que publicó en 1988 sobre la interpretación ción se reconoce a sí misma en lo que los
de los dogmas, en el que se describía la si- dogmas enuncian. El dogma muestra de ese
tuación así como los diversos modos gene- modo su naturaleza de testimonio de la tra-
rales de afrontar la cuestión, y se ofrecía dición.
una explicación y fundamentación teológi- El lugar clásico sobre la noción de dog-
ca. A nivel doctrinal, por su parte, las De- ma se encuentra como ya se ha señalado
claraciones de la Congregación para la Doc- en el Concilio Vaticano I, el cual, sin usar
trina de la Fe, a partir de 1972, fueron ese término, afirma que se ha de creer con
creando un nuevo clima respecto a la opor- fe divina y católica «todo lo que se contiene
tunidad o necesidad de tratar explícitamente en la Palabra de Dios escrita o entregada
del dogma. Así lo hace, de hecho, el Cate- [Verbo Dei scripto vel tradito] y que ha sido
cismo de la Iglesia Católica, que se ocupa propuesto por la Iglesia, bien mediante un
del dogma en los números 88-90. El Cate- juicio solemne, bien mediante el magiste-
284 DOGMA
concepciones del dogma. Las posibilidades entender que existan verdades universales
a este respecto son, principalmente, tres: que conservan todo su valor por encima del
1.º) Según la primera de ellas, verdad e espacio y el tiempo y que, al mismo tiempo,
historia se identifican, de modo que la ver- esas verdades no lleguen a ser reconocidas
dad sólo se da en cuanto dimensión históri- como tales independientemente de situa-
ca, cambiante y mudable, resultado de lo ciones o discusiones históricas concretas.
que sucede en cada momento del aconte- b) El encuentro con la interpretación. La
cer. ¿Cómo se comprende entonces el dog- pregunta inevitable que surge casi de in-
ma? De una doble manera: en un sentido, el mediato es la siguiente: si el hombre al co-
dogma sería la formulación de la verdad re- nocer parte siempre de unos presupuestos,
velada, válida para unas circunstancias de- ¿es posible conocer una verdad que exista
terminadas, y sólo para ellas, de modo que, por sí misma? La relación sujeto-objeto en
sacado de su contexto histórico, no habría el círculo hermeneútico, ¿arroja realmente
dificultad de principio para calificarlo como algo más que interpretaciones sucesivas?
error. En otro sentido, el dogma sería el re- En ese contexto, la pregunta por la na-
sultado de la absolutización de su aspecto turaleza del dogma puede parecer una pro-
escatológico, es decir, la verdad total que vocación. Una mirada atenta descubre, sin
sólo se capta en la Parusía. embargo, que la dificultad no viene dada,
2.º) Opuesta a la anterior es la concep- propiamente, por la existencia de dogmas,
ción que considera que la verdad es ajena a sino que es mucho más radical: ¿es posi-
la historia. La verdad sería algo inmutable ble hallarse en las condiciones que permiten
y eterno, la captación de la esencia de las hablar propiamente de verdad y escapar,
cosas que no puede mezclarse con lo his- en consecuencia, a la tentación del escep-
tórico referido necesariamente a lo cam- ticismo?
biante sin verse afectada en sí misma. De Para responder positivamente a la pre-
acuerdo con esta concepción, el dogma con- gunta anterior es preciso justificar el alcan-
sistiría en la comunicación de una verdad ce metafísico del lenguaje. Es cierto que no
divina que permanece extrínseca a la his- se deben identificar ingenuamente el dog-
toria que ni la afectaría ni se vería afecta- ma y la Palabra de Dios. Al mismo tiempo,
da por ella , pero que, en cuanto tal ver- sin embargo, es necesario afirmar la capa-
dad divina, debe ser aceptada por los seres cidad que el conocimiento humano tiene de
históricos. captar la revelación de Dios, y de expresar-
3.º) La tercera posibilidad no es propia- la a través del lenguaje. Sólo así se puede
mente un término medio entre las dos an- hallar el punto de equilibrio que permite evi-
teriores, aunque evita los riesgos evidentes tar una identificación indebida entre el dog-
de los extremos. Según esta concepción, la ma y la verdad de Dios, y, a la vez, cual-
verdad es y al mismo tiempo, en cierto mo- quier forma de agnosticismo teológico.
do, se hace. Para comprender este princi- c) El lenguaje. Los dogmas se dan siem-
pio, es necesaria una reformulación de no- pre en forma de enunciados, proposiciones,
ciones filosóficas básicas de modo que que- formulaciones o afirmaciones; es decir, ex-
den salvadas la naturaleza de la verdad y presan lingüísticamente un contenido de la
la realidad de la historia. Sólo en el tercer revelación. La adecuación entre la formula-
sentido hay lugar para replantear el proble- ción lingüística y el contenido de fe que ex-
ma de una auténtica relación de la verdad presa nunca es total. Ahora bien, el principio
con la historia. Para lograrlo resulta nece- de la no-adecuación total tiene un significa-
sario recorrer la vía de la interpretación. La do ambivalente. Por un lado es cierto que
interpretación hace compatible y permite entre el enuntiabile y la res hay una distan-
286 DOGMA
cia, según el famoso principio de Tomás de dez está ya periclitada. Como resultado de
Aquino (S.Th., II-II, q.1, a.2 ad 2). Al mis- todo ello, una racionalidad a-histórica, se-
mo tiempo, sin embargo, esa distancia no parada de la memoria, con ojos, por tanto,
puede ser tanta que la relación entre la ex- sólo para el presente ha instaurado su do-
presión y el contenido no admita ser califi- minio en la sociedad y, con menos genera-
cada de verdadera o falsa, como pretenden lidad, en la ciencia.
algunos. Si ante la fijación terminológica no El advenimiento de la hermenéutica ha
se debe plantear la cuestión de la verdad si- hecho caer en la cuenta, finalmente, del pa-
no la de la conveniencia, se está dando un pel positivo y necesario de la tradición (Ga-
acercamiento a la teoría que reduce la na- damer, entre otros). Es cierto que existe el
turaleza del dogma a la categoría de expre- riesgo de que el peso de una determinada
sión simbólica. Ahora bien, si la naturaleza de tradición secuestre la verdad y acogote la
los dogmas fuera simbólica, entonces esta- libertad. Pero es más cierto todavía que, pri-
ría sometida a la cultura en la que ese sím- vado de tradición, el hombre no está sufi-
bolo tiene sentido, y deberían cambiar con el cientemente instalado en el mundo y se ha-
mismo ritmo con el que cambia la cultura. lla, por consiguiente, expuesto a todo tipo
Hay que decir, en cambio, que los dogmas de manipulaciones, e incluso al nihilismo.
son afirmaciones de realidad, susceptibles, Cuando se trata no sólo de una mera tra-
por tanto, de un juicio verdadero. dición humana que atesora lo más signifi-
La apertura de la revelación para el co- cativo del pasado, sino de la tradición que
nocimiento y el alcance metafísico del len- tiene su origen en el hecho de que el Abso-
guaje son consecuencias de la estructura luto ha entrado en la historia, las relaciones
analógica de la realidad. El misterio de Dios se trastocan. Entonces no sólo la historia
no se sitúa más allá de toda afirmación hu- pasa a ser tradición, sino que en Cristo hay
mana que manifiesta un conocimiento real. un recomienzo del tiempo y de las relaciones
Ya por la creación, pero de un modo más entre la tradición, la historia y el progreso.
claro por la encarnación, Dios se ha hecho Por tanto, lo Absoluto se da en un presente
accesible al hombre, al que ha dado a co- continuo. No quiere decir eso que lo Absoluto
nocer su verdad, permaneciendo al mismo no se distinga de la temporalidad; física-
tiempo libre e inabarcable en su misterio. mente, si fuera lícito hablar así, lo Absoluto
Por eso, la comprensión de los dogmas de- se da durante un periodo de tiempo limita-
be ser siempre comprensión analógica. Só- do. Pero una vez que se da esa intersección
lo de esta manera se justifican, no sólo los con la historia, ésta queda afectada defini-
dogmas, sino también aunque sea a otro tivamente. La tradición recoge entonces las
nivel la teología, e incluso el carácter noé- variadísimas consecuencias de la presencia
tico de la revelación. del Absoluto en la historia. Al mismo tiem-
d) La tradición. El principio según el cual po, esa tradición no queda ahora fijada en el
el hombre encuentra la realidad en un con- pasado, porque el pasado es permanente-
texto cultural interpretado por la tradición, mente actualizado por la presencia viva y
fuertemente sentido por la época clásica y vivificante a través de la palabra y el sa-
por el pensamiento del Oriente cristiano, re- cramento de Dios, que dirige el tiempo ha-
cibe una acogida menor en el Occidente con- cia una consumación plena.
temporáneo donde sigue todavía vivo el
principio ilustrado del progreso, con la con- 2. Dogma y tradición de la Iglesia
siguiente sobrevaloración de lo nuevo. Para El principio «tradición» es formalmente ne-
una mentalidad de este tipo, la tradición es cesario para cualquier conocimiento con en-
sinónimo de caducidad, de algo cuya vali- traña histórica. De cara a la teología, sin em-
DOGMA 287
bargo, el significado de la tradición se enri- Espíritu, hace que la vida de la Iglesia sea
quece notablemente porque aquí no se tra- siempre el «hoy» del mismo Cristo. Por eso,
ta sólo de la forma temporal del pasado que el Evangelio no es una realidad pasada his-
se halla implicada en todo proceso históri- tóricamente, sino presente-futura.
co, sino de una tradición determinada, la tra- Además de la Sagrada Escritura, también
dición de la Iglesia. Esta tradición encuen- la Tradición es testigo del Evangelio. La tra-
tra su razón de ser no a la luz de la vida de dición comprende los datos de la historia,
una sociedad que en este caso es más re- el esfuerzo de la razón y la acción fiel o prác-
sultado que origen de la tradición sino si- tica cristiana (M. Blondel). Si nos fijamos en
tuada en la estela del acontecimiento de Cris- el segundo de los elementos el esfuerzo
to. El dogma cristiano pertenece precisa- de la razón descubriremos que es precisa-
mente a esta «traditio Christi et Ecclesiae», mente el que permite dar cabida al dogma.
y encuentra su naturaleza y justificación por La actividad de la razón se da en continuidad
su relación con Cristo y con la Iglesia. con los datos de la historia y de la práctica
La oposición entre dogma y Evangelio, cristiana, de forma que los tres elementos
aunque ya apuntada por autores como Eras- constituyen una unidad en la que las par-
mo, se sitúa sobre todo en la órbita de la tes se afectan necesariamente: el conoci-
Reforma protestante. Según Lutero, los dog- miento histórico del Evangelio no es inde-
mas han complicado y perturbado la sim- pendiente de la inteligencia ni de la vida; el
plicidad original del Evangelio. El resultado conocimiento dogmático depende del histó-
ha sido, según el pensamiento protestante rico y de la práctica; la práctica tiene sus
en general, que una realidad divina el Evan- raíces en la historia y su razón de ser en la
gelio tiende a ser sustituido por la espe- reflexión.
culación humana, lo cual afecta a la fe cuya Por esta vía, el dogma, en cuanto ele-
gratuidad y entrega queda contaminada por mento de la tradición, es también testimo-
obra de la razón. nio del Evangelio, de forma que no se co-
El Concilio de Trento recuperó la noción noce el Evangelio pasando de largo por el
bíblica y patrística de Evangelio. Por su par- dogma. Al ser el Evangelio siempre más ri-
te, el Vaticano II se ha referido al Evangelio co que el dogma, éste se muestra testigo
como a la realidad básica de la revelación, del Evangelio en la medida en que es capaz
incorporando el elemento salvífico: el Evan- de integrar nuevos aspectos del Evangelio
gelio comprende la entera revelación de Je- que no tenían que ser necesariamente de-
sucristo entendida de acuerdo con los nú- ducibles de las premisas del dogma actual.
meros 2 y 4 de Dei Verbum que sería más La oposición Evangelio-dogma carece, en
tarde plasmada por escrito en los cuatro consecuencia, de fundamento y adolece de
evangelios (cf. DV 7). una notable insuficiencia cristológica. Si se
Estrictamente no cabe una identificación admite, en cambio, que el Evangelio se co-
entre la Sagrada Escritura y el Evangelio. noce por la Sagrada Escritura y la Tradición,
La Escritura es testigo del Evangelio, un tes- el dogma entra naturalmente en la secuen-
tigo cualificado, pero que no agota la reali- cia de la captación y comprensión del mismo
dad de aquél. La distancia que existe entre Evangelio. Dicho en otras palabras: si es la
Escritura y Evangelio ayuda a comprender Iglesia la que recibe el Evangelio, la Iglesia
lo ilegítimo del rechazo del dogma en nom- misma es la que da lugar a los dogmas.
bre de la Sagrada Escritura, rechazo que só-
lo tiene sentido si se identifican Escritura y 3. La interpretación de los dogmas
Evangelio. Pero el Evangelio no es un libro si- La interpretación de los dogmas no se pue-
no la presencia del Cristo vivo, que, en el de separar de la simple intelección, porque,
288 DOGMA
de hecho, el que comprende ya está inter- (DV 8). La interpretación que actualiza los
pretando el texto y haciendo su aplicación. dogmas está, pues, inspirada y guiada por la
Tomada en este sentido, la interpretación acción del Espíritu Santo en la Iglesia y en el
de los dogmas es un proceso no reflejo go- corazón de cada cristiano; implica el es-
bernado por las facultades del conocimien- fuerzo del creyente; mantiene una relación
to y por el sentido de la fe. Sin perder de viva con la vida de fe y la sabiduría interior
vista este primer significado de interpreta- que brota de la experiencia espiritual y en
ción, se puede avanzar a una mayor com- este caso es de particular interés el testi-
prensión de la palabra exterior para llegar monio de los santos ; tiene lugar dentro de
a la única y eterna palabra de Dios, es decir, la comunión, a la que la interpretación en-
al misterio revelado por Cristo. riquece.
El camino que recorre la interpretación En cuanto al magisterio, su significado y
de los dogmas tiene dos presupuestos: el valor «sólo son comprensibles en referen-
primero es el valor permanente de la ver- cia a la verdad de la doctrina cristiana y a
dad revelada; el segundo, la diversidad de la predicación de la Palabra verdadera»
las manifestaciones históricas, o mejor, la (Congregación para la Doctrina de la fe, Ins-
actualidad de la misma verdad. Ratzinger trucción Donum veritatis (24.V.90), 14. Su
ha sintetizado atinadamente la naturaleza misión consiste en afirmar el carácter defi-
de la hermeneútica como «la pregunta on- nitivo de la alianza de Dios con su pueblo
tológica que se interroga sobre la unidad de por medio de Cristo. El magisterio participa
la verdad en la diversidad de sus manifes- del carácter «escatológico» del aconteci-
taciones históricas […] Se trata de un ver- miento de Cristo lo cual le permite garanti-
dadero progreso en el que lejos de eliminar zar la «posibilidad objetiva de profesar sin
el pasado, se lo potencia y se lo mejora» errores la fe auténtica en todo momento y
(Teoría de los principios teológicos, Barce- en las diversas situaciones» así como de
lona 1985, 18). proponer de modo definitivo enunciados de
La interpretación actual de los dogmas fe que derivan de la revelación. De este mo-
se da en el ámbito de la tradición y está li- do, el magisterio presta un servicio a la ver-
gada a la historia de la misma tradición y dad cristiana en favor de todo el pueblo de
de los dogmas, cuyos principios la rigen tam- Dios. Por eso, la misma verdad cristiana es
bién a ella. Esto quiere decir, en primer lu- la norma normans del magisterio, siendo
gar, que la interpretación que actualiza no éste la norma normata (cf. ibid., 14-16).
consiste en un proceso puramente intelec- Una vez dicho lo anterior, se debe reco-
tual, ni exclusivamente existencial o social. nocer, sin embargo, que para que la inter-
En realidad, la interpretación de los dogmas pretación de los dogmas dé lugar a un au-
y esto vale también para el progreso en- téntico desarrollo dogmático se precisa que
tra dentro del progreso de la tradición. De la «nueva» interpretación, sea cual sea su
ésta afirma Dei Verbum que «progresa en origen (carismático, doctrinal, espiritual..)
la Iglesia bajo la guía del Espíritu Santo. Y sea formulable y conocida. Newman había
así, crece la comprensión tanto de las co- hablado de una «explicit and implicit rea-
sas como de las palabras transmitidas ya son», como los dos momentos de un mis-
por la reflexión y el estudio de los creyentes mo proceso. M. Blondel, por su parte, sin-
que las meditan en su corazón, ya con la tetizó este paso de la vida al conocimiento
profunda inteligencia que experimentan de mediante el principio «de lo implícito vivido
las cosas espirituales, ya con la predicación a lo explícito conocido». A pesar de lo feliz de
de aquellos que con la sucesión episcopal la fórmula, no es difícil observar que sigue
han recibido un carisma cierto de la verdad» pendiente la mediación de un principio en-
DOGMA 289
tre lo vivido y lo conocido. La regla que man- cimiento natural con la inteligencia más pro-
tiene la identidad en el paso de uno a otro funda de los misterios, así como con los sig-
es, sin duda, la acción del Espíritu Santo. nos de los tiempos.
Parece necesario, sin embargo, reconocer El Catecismo de la Iglesia Católica que,
también la presencia, dentro de lo vivido, como se ha visto, se ha referido explícita-
de un «implícito conocido», es decir, de un mente a los dogmas, los pone en relación a
principio lógico que impida la mera irracio- éstos con la vida espiritual del cristiano, in-
nalidad en todo fenómeno de tradición real vitando de ese modo a superar la idea de
viva. La tradición está dotada de un dina- los dogmas como algo abstracto, como me-
mismo interior regido por la presencia de ras fórmulas que se deben confesar para ex-
Cristo, actualizada por el Espíritu Santo, en presar la corrección de la fe. «Existe se lee
la Iglesia. La tradición real viva, que se de- en el número 89 un vínculo orgánico entre
sarrolla también en su ser conocida, no es si- nuestra vida espiritual y los dogmas. Los
no la expresión de esa unidad entre el Cris- dogmas son luces en el camino de nuestra
to-Logos y el Espíritu de amor y de verdad. fe, lo iluminan y lo hacen seguro. De modo
De cara a fijar algunos criterios particu- inverso, si nuestra vida es recta, nuestra in-
lares para la interpretación actual de los dog- teligencia y nuestro corazón estarán abiertos
mas, es claro que, sean los que sean, han para acoger la luz de los dogmas de la fe».
de girar en torno al gran criterio que es el
mismo Cristo (cf. Comisión Teológica Inter-
Bibliografía
nacional, «La interpretación de los dogmas»).
COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL, «La interpreta-
Toda interpretación ha de ser cristológica.
ción de los dogmas», en Documentos 1969-1996,
De ese eje proceden en primer lugar el «cri-
Madrid 1998, 417-453. Y. CONGAR, La fe y la teo-
terio de origen», que es la apostolicidad, y el
logía, Barcelona 1970. C. IZQUIERDO, «El dogma y
«criterio de comunión», que es el de la ca- las fórmulas dogmáticas», en IDEM, Teología Fun-
tolicidad. A ellos se une el «criterio antro- damental. Temas y propuestas para el nuevo mi-
pológico», que no significa naturalmente lenio, Bilbao 1999, 667-714. W. KASPER, Dogma
que el hombre sea la medida de la inter- y Palabra de Dios, Bilbao 1969; «Dogma-evolución
pretación, sino más bien que el hombre es del dogma», en Diccionario de conceptos teoló-
el punto de encuentro o destinatario de la gicos, I, Barcelona 1989, 262-275. J.H. NEWMAN,
interpretación de la fe y de los dogmas. El Teoría del desarrollo doctrinal (Sermones Uni-
hombre en cuanto camino de la Iglesia en versitarios, XV), Sant Cugat del Vallés 1991. L.
la explicitación de sus dogmas (RH 14) apa- SCHEFFCZYK, Los dogmas de la Iglesia, ¿son tam-
rece iluminado si se considera la coheren- bién hoy comprensibles?, Madrid 1980.
cia analógica entre su fin último y su cono- C. Izquierdo
E
Ecumenismo
los caminos de todas las Iglesias cristianas y válidas tales ordenaciones. El incidente con-
va a mover los frentes confesionales que se geló el movimiento pero no lo extinguió, re-
encontraban bastante parados y a la defen- surgirá años más tarde con las «Conversa-
siva. Es lo que llamamos el «movimiento ciones de Malinas», estando implicados en
ecuménico», actividad dedicada a buscar por ellas los católicos F. Portal y el cardenal Mer-
medios doctrinales y prácticos la reunión y cier, y por la otra parte sobre todo el angli-
reconciliación de todos los que invocan a Je- cano Lord Halifax.
sucristo como Dios y cabeza de la Iglesia. En ámbito anglicano se inicia en Lambeth
En los comienzos de este proceso va a in- en 1867 la primera conferencia de obispos
fluir mucho el cambio de mentalidad acae- de la Comunión y así se continuará cada
cido en la Edad moderna en las sociedades diez años. También entre las Iglesias pro-
europeas y norteamericana, sobre todo las testantes va cristalizando un impulso de
de ámbito protestante. Por estos años flo- unión que contrarresta su dispersión: na-
rece el espíritu de tolerancia e igualdad, la cen las alianzas mundiales de confesiones
libertad de conciencia y los derechos huma- históricas (Alianza reformada mundial, Fe-
nos de carácter filantrópico e internacional. deración luterana mundial, Alianza bautis-
Se trata de un camino nuevo, que constitu- ta mundial, etc.). De importancia será el
ye para todas las Iglesias un proceso inédi- movimiento juvenil de carácter internacional
to y complejo del que no hay antecedentes e interconfesional, que crea en 1844 el YMCA
en el pasado con esta configuración. Este (Asociación de Jóvenes Cristianos) y en 1854
proceso ha sido visto por todos como un don el YWCA (Asociación de Jóvenes Cristianas),
del Espíritu Santo, por lo que el ecumenis- en 1895 la WSCF (Federación Mundial de
mo pide un discernimiento constante de las Estudiantes Cristianos) y el SCM (Movi-
mociones del Espíritu para su avance. miento Estudiantil Cristiano). Sobre todo la
Estamos de acuerdo con los teólogos que Federación Mundial de Estudiantes Cristianos
sitúan el comienzo de esta corriente en el se empeñó con energía en el ecumenismo
Reino Unido, a mediados del siglo XIX con el y fue para muchos ecumenistas del siglo XX
«movimiento de Oxford». Clérigos anglica- el lugar donde se fraguó su vocación. El mo-
nos de la «Iglesia alta», como Newman, Pu- vimiento estudiantil se orientaba hacia la
sey, Froude, etc. pusieron en marcha una misión, y es que en ese momento se crean
provocación a la Iglesia de Roma con un también sociedades misioneras de carácter
nuevo concepto de catolicidad (comunión internacional que sostienen el gran impul-
católica anglicana de proporciones mundia- so misionero presente en tierras de África
les) y un diverso concepto de unidad (teoría y Asia, tanto en el protestantismo como en
de las tres ramas). En 1864 el Santo Oficio el catolicismo.
mandaba un «monitum» a los obispos ca-
tólicos ingleses, para alertarlos contra la so- 3. El Consejo Ecuménico de las Iglesias
ciedad de carácter ecuménico. En 1865, los Una de estas conferencias de carácter mi-
anglo-católicos responderán con una carta sionero será la que va a marcar un hito es-
de aclaración al cardenal Patrizi y se produ- pecial en el movimiento ecuménico: la «Con-
ce la primera confrontación sobre el movi- ferencia misionera mundial de Edimburgo»,
miento de unión de los cristianos. Los in- celebrada en 1910, y presidida por el laico
tentos de unidad continuarán con la pre- metodista John R. Mott. Esta conferencia
tensión de que la Iglesia católica reconozca fue el comienzo de la agrupación de inicia-
la validez de las ordenaciones anglicanas, tivas dispersas y el impulso de un movi-
cuyo resultado será la Bula de León XIII miento de unión de carácter mundial. Allí
Apostolicae curae de 1896, declarando in- se tomó conciencia de la seriedad que su-
292 ECUMENISMO
La vida del CEI en sus inicios se desarrolló (1896). Por estas fechas, el franciscano Paul
sobre todo a través de sus asambleas ple- Wattson, venido del protestantismo norte-
narias, que nunca pretendieron ser reunio- americano y fundador de la sociedad del
nes administrativas, sino celebración y ex- Atonement, dio inicio a la «Semana de ora-
presión de la unidad ya alcanzada, y mo- ción por la unidad de los cristianos». Esta
mento de reflexión teológica para dar pasos oración anual irá creando una sensibilidad
hacia la unidad plena. De hecho, los mo- entre los católicos. Invitada la Iglesia cató-
mentos celebrativos y la elaboración de tex- lica en 1919 a formar parte del CEI en for-
tos-guía han sido siempre privilegiados. El mación el papa Benedicto XV rechazó su in-
decurso de sus asambleas es parte esencial corporación y así harán los papas sucesi-
de su ser y por eso las nombramos: Ams- vos, prohibiendo a los católicos participar
terdam (Holanda) 1948; Evanston (EE.UU.) en toda asamblea perteneciente al movi-
1954; Nueva Delhi (India) 1961; Upsala miento. Sin embargo, este Papa creó la Con-
(Suecia) 1968; Nairobi (Kenia) 1975; Van- gregación para la Iglesia Oriental de la que
couver (Canadá) 1983; Canberra (Austra- él mismo era prefecto, y el Pontificio Instituto
lia) 1991; Harare (Zimbabue) 1998 y Por- para los Estudios Orientales, a fin de formar
to Alegre (Brasil) 2006. La última asamblea a los sacerdotes que iban a desarrollar su
mundial se ha celebrado recientemente en labor en Oriente. Además restauró el colegio
Busan (Corea del Sur) en 2013. La presen- maronita en Roma y seminarios para gre-
cia ortodoxa en el CEI se produjo a partir co-católicos en Italia.
de los años sesenta, cuando la intervención Las citadas «Conversaciones de Malinas»
del gran ecumenista Atenágoras I, Patriarca (1921-1925) terminaron con la muerte del
de Constantinopla, logró que todos los pa- cardenal Mercier en 1926. El año anterior,
triarcados ortodoxos entrasen a formar par- el monje benedictino Lambert Beauduin fun-
te de él. Hoy el Consejo cuenta con unas daba los «monjes de la unidad» y la revis-
345 Iglesias que representan a 500 millo- ta Irenikon en el monasterio de Amay (Bél-
nes de cristianos, de procedencia mayori- gica), trasladado en 1939 a Chevetogne.
taria protestante. Se espera que en la pró- Una parte de la comunidad celebra en rito
xima asamblea de Brasil se recojan los fru- romano y otra en rito bizantino. Las inicia-
tos del trabajo realizado a partir de la última tivas de estos monjes eran alentadas por el
de 1998 en orden a una nueva estructura- papa Pío XI. Como respuesta a la reunión
ción del Consejo pedida por los ortodoxos. mundial de Iglesias en Lausana en 1927,
aparecerá en 1928 la Encíclica de Pío XI Mor-
4. Actitud inicial de la Iglesia católica talium animos, documento católico de gran
Como hemos visto, las provocaciones que calado teológico que da serias razones para
desde el siglo XIX en el Reino Unido se hi- la no incorporación de la Iglesia de Roma al
cieron a la Iglesia católica para sumarse a movimiento ecuménico.
este movimiento fueron múltiples, pero so- Pero pocos años después despuntará una
bre todo por parte de la curia romana y de generación de grandes ecumenistas católi-
los papas la actitud fue de rechazo. Desde cos. En el ecumenismo espiritual destaca el
los tiempos del papa León XIII el único mé- sacerdote francés Paul Couturier, quien logra
todo de superar las divisiones que se veía dar vigor en los años treinta a la «Semana
en Roma era el método del retorno al cato- de oración por la unidad» y crea una espiri-
licismo. Con esta mentalidad dicho Papa tra- tualidad de la unidad que impregna personas
tó de tender puentes con las otras Iglesias, e instituciones católicas. De su círculo lyonés
sobre todo a través de sus encíclicas Prae- saldrá en 1937 el Grupo de Les Dombes, lu-
clara gratulationis (1894) Satis cognitum gar de oración y reflexión entre católicos y
294 ECUMENISMO
sino también particularizado por grupos na- de Iglesias de Europa) y de la CCEE (Con-
cionales o regionales. En general, se man- sejo de Conferencias Episcopales Europeas).
tienen diálogos bilaterales y también multi- El multiplicarse en los últimos años de insti-
laterales, cuyo máximo exponente es el Do- tuciones como los Consejos de Iglesias cris-
cumento de Lima (BEM). Hito histórico en el tianas de nivel nacional, así como toda clase
diálogo bilateral doctrinal lo marcó en 1999 de iniciativas promovidas por los centros ecu-
la firma de Acuerdo sobre la doctrina de la ménicos de carácter teológico y pastoral en
justificación entre la Iglesia católica y la Fe- los diversos países hace que el ecumenismo
deración Luterana Mundial. Pero no sólo exis- en la actualidad sea una realidad viva, si bien
ten diálogos entre la Iglesia católica y otras no exenta de dificultades y de caminos llenos
Iglesias, sino también entre algunas de ellas de sorpresas. Por último, es importante des-
con comisiones internacionales o nacionales. tacar que la Iglesia católica, en la Encíclica de
Todo ello ha creado una gran red de oración, Juan Pablo II Ut unum sint, ha declarado su
de encuentros fraternos y de trabajo teológico firme voluntad de hacer de este camino un
serio que ha conseguido superar muchos de compromiso «irreversible» (UUS 3).
los muros que han dividido a los cristianos
durante siglos. Desde el papado de Pablo VI Bibliografía
y, sobre todo, con Juan Pablo II los viajes in- C. BOYER y D. BELLUCCI (dir.), Unità cristiana e mo-
ternacionales de estos papas han tenido vimento ecumenico, I, Roma 1963. C. BOYER y S.
VIRGULIN (dir.), Unità cristiana e movimento ecu-
siempre una dimensión ecuménica muy
menico, II, Roma 1975. J. BRIGGS, M. AMBA ODUYOYE
acentuada, lográndose en ellos desbloqueos
y G. TSETSIS (eds.), A History of the Ecumenical
de relaciones e instauración de diálogos ofi- Movement: 1968-2000, III, Ginebra 2004. J.L.
ciales. Históricas resultaron las visitas de Pa- DÍEZ MORENO, Historia del ecumenismo en Espa-
blo VI y de Juan Pablo II a la sede del CEI ña, Madrid 2008. H.E. FEY (ed.), The Ecumenical
en Ginebra, así como las visitas de todos los Advance: A History of the Ecumenical Movement
líderes cristianos a los papas de Roma. Es 1948-1968, II, Ginebra 1986. (De estos volúme-
también destacable la labor ecuménica que nes hay traducción italiana en 4 partes: Bologna
a partir del Concilio se realiza en torno a la 1973-1982). R. ROUSE y S.CH. NEILL (eds.), A His-
tory of the Ecumenical Movement: 1517-1948,
traducción conjunta de la Biblia. La Iglesia
I, Ginebra 1986. L. VISCHER (ed.), Texto y docu-
católica mantiene relaciones con sociedades
mentos de la Comisión Fe y Constitución (1910-
bíblicas protestantes y con la Alianza Bíblica 1969) del Consejo Ecuménico de las Iglesias, Ma-
Universal, que agrupa 110 sociedades bíbli- drid 1972. W.A. VISSER’T HOOFT, The Genesis and
cas dedicadas a la traducción y difusión del Formation of the World Council of Churches, Gi-
Texto sagrado. Leer y proclamar la misma nebra 1982.
Palabra de Dios en Biblias de traducción in- F. Rodríguez-Garrapucho
terconfesional es, sin duda, una ayuda no
pequeña al camino de la unidad. II. LOS PRINCIPIOS DEL ECUMENISMO
En Europa han cobrado relieve en los úl- Los principios católicos del ecumenismo se
timos años las asambleas ecuménicas de refieren a varios aspectos: 1. la unidad y
Iglesias de Europa, que han tenido la pri- unicidad de la Iglesia, 2. la valoración teo-
mera edición en 1989 en Basilea (Suiza), la lógica de los demás comunidades cristianas,
segunda en 1997 en Graz (Austria) y la ter- y 3. la comprensión del ecumenismo a la
cera, que tuvo un proceso asamblear de dos luz de esos presupuestos.
años, partió de Roma en 2006, pasó por Ale-
mania y culminó en Sibiú (Rumania) en sep- 1. La unidad y unicidad de la Iglesia
tiembre de 2007. En ellas ha sido funda- El Decreto Unitatis redintegratio señala el
mental la actividad de la KEK (Conferencia sentido del «problema ecuménico»: «... úni-
296 ECUMENISMO
ca es la Iglesia fundada por Cristo Señor, centarlas en la perfecta unidad (cf. Jn 21,15-
aun cuando son muchas las comuniones 17), permaneciendo eternamente Jesucris-
cristianas que se presentan a los hombres to como piedra angular definitiva (cf. Ef
como la herencia de Jesucristo» (UR 1). Es- 2,20) y pastor de nuestras almas» (UR 2). El
ta división contradice la voluntad de Cristo; Decreto considera a continuación el mo-
es un escándalo para el mundo y un serio mento sucesorio el «tiempo de la Iglesia» ,
obstáculo para la evangelización. Reconoce enraizado en la voluntad de Jesús (cf. UR 2).
que el «movimiento ecuménico» está im- Termina la exposición aludiendo a la raíz tri-
pulsado por el Espíritu Santo, y considera nitaria, fuente y modelo de la unidad.
que el deseo de restablecer la unidad es una Esas afirmaciones se mueven en el mar-
«divina vocación y gracia». Este deseo de co de la «eclesiología de comunión», es de-
unidad surge en los cristianos, no sólo indi- cir, consideran la Iglesia como un todo or-
vidualmente, sino en cuanto reunidos en gánico de lazos espirituales (fe, esperanza,
«asambleas en las que oyen el Evangelio y caridad) y de vínculos visibles (profesión de
a las que cada grupo llama Iglesia suya y fe, economía sacramental, ministerio pas-
de Dios» (UR 1). toral), cuya realización culmina en el Miste-
El Decr. conciliar parte del designio divi- rio eucarístico, signo y causa de la unidad
no de unidad. La unidad es la finalidad de de la Iglesia. La Iglesia está allí donde están
la encarnación, el objeto de la oración de los Apóstoles, la Eucaristía, el Espíritu.
Jesús y del mandato de la caridad; la uni- Por fuertes que sean estos principios de
dad es el efecto de la Eucaristía, así como unidad, la flaqueza humana ha contrariado
de la venida del Espíritu Santo, «por medio el designio divino, «a veces no sin culpa de
del cual (Jesús) llamó y congregó al pueblo ambas partes» (UR 3). Sin embargo, la Igle-
de la Nueva Alianza, que es la Iglesia, en la sia una no se ha disgregado en fragmentos
unidad de la fe, de la esperanza y de la ca- varios. «La Iglesia católica afirma que, du-
ridad» (UR 2). Dios mismo ha dado a la Igle- rante los dos mil años de su historia, ha per-
sia continúa el Decreto principios invisi- manecido en la unidad con todos los bienes
bles de unidad (el Espíritu Santo que habi- de los que Dios quiere dotar a su Iglesia»
ta en los creyentes, uniéndolos a Cristo y, (Juan Pablo II, Enc. Ut unum sint, 1; = UUS).
por El, al Padre); y también principios visi- Es éste un principio decisivo: la Iglesia de
bles (la confesión de la misma fe, la cele- Jesucristo «establecida y organizada en este
bración de los «sacramentos de la fe», y el mundo como una sociedad, subsiste en la
ministerio apostólico). El Colegio de los Do- Iglesia católica, gobernada por el sucesor de
ce es el depositario de la misión apostólica; Pedro y por los Obispos en comunión con él,
de entre los Apóstoles, destacó a Pedro, al si bien fuera de su estructura se encuentren
que Jesús confía un ministerio particular. muchos elementos de santidad y verdad que,
«Para establecer esta su santa Iglesia en como bienes propios de la Iglesia de Cristo,
todo el mundo hasta el fin de los siglos, Cris- impelen hacia la unidad católica» (LG 8). Te-
to confió al Colegio de los Doce el oficio de nemos aquí la célebre expresión «subsistit
enseñar, gobernar y santificar (cf. Mt 28,18- in», con la que el Concilio ha querido dar
20 y Jn 20,21-23). Entre ellos eligió a Pe- cuenta de la verdadera realidad cristiana que
dro, sobre el cual, después de la confesión existe fuera del marco visible de la Iglesia
de fe, decretó edificar su Iglesia; a él le pro- católica romana, a la vez que afirma ser ella
metió las llaves del reino de los cielos (cf. la presencia plena de la Iglesia de Jesucristo
Mt 16,19 con 18,18) y le encomendó, des- en la tierra. Esos «elementos de santidad y
pués de la profesión de su amor, confirmar verdad» (elementa seu bona Ecclesiae) se
a todas las ovejas en la fe (Lc 22,32) y apa- hallan presentes «fuera del recinto visible de
ECUMENISMO 297
la Iglesia Católica» (UR 3), y permiten ha- paradas en cuanto tales elementa Ecclesiae
blar de verdadera comunión entre los cris- le pertenecen como dones propios.
tianos, aunque imperfecta. «En efecto dirá
Juan Pablo II los elementos de santificación 2. La situación de los demás cristianos
y de verdad presentes en las demás Comu- El Decr. (n. 3), partiendo de estos princi-
nidades cristianas, en grado diverso unas y pios, se fija, primero, en los cristianos que
otras, constituyen la base objetiva de la co- ahora nacen en esas Iglesias y comunida-
munión existente, aunque imperfecta, entre des. Estos: a) no tienen culpa de la sepa-
ellas y la Iglesia católica. En la medida en ración pasada; b) la fe y el bautismo les in-
que estos elementos se encuentran en las corpora a Cristo y, por tanto, a la Iglesia,
demás Comunidades cristianas, la única Igle- aunque esta comunión no sea plena por ra-
sia de Cristo tiene una presencia operante zones diversas; c) son auténticos cristianos,
en ellas» (UUS 11). El Decreto enumera al- amados por la Iglesia y reconocidos como
gunos de estos bienes. Juan Pablo II subra- hermanos. Vuelve a recordar que los bien-
yará especialmente la afirmación de UR 15 es de santidad y verdad en ellos existentes
que, en relación con las Iglesias ortodoxas, son ya verdaderos elementos de comunión,
dice que «por la celebración de la Eucaristía aunque imperfecta: «la Palabra de Dios es-
del Señor en cada una de esas Iglesias, se crita, la vida de la gracia, la fe, la esperan-
edifica y crece la Iglesia de Dios» (UUS 12). za y la caridad, y otros dones interiores del
El 29-VI-2007 la Congregación para la Espíritu Santo y los elementos visibles: to-
Doctrina de la Fe publicó unas Respuestas das estas realidades, que provienen de Cris-
a algunas preguntas acerca de ciertos as- to y a El conducen, pertenecen por derecho
pectos de la doctrina sobre la Iglesia (AAS 99 a la única Iglesia de Cristo». Lumen gen-
[2007] 604-608) que clarifican el significa- tium n. 15 añadía a esto «la comunión de
do de la expresión «subsistit in». Con esta oraciones y otros beneficios espirituales, e
expresión afirma el documento el Conci- incluso cierta verdadera unión en el Espíri-
lio Vaticano II no cambió la doctrina prece- tu Santo, ya que El ejerce en ellos su vir-
dente sobre la unicidad de la Iglesia. El tér- tud santificadora con los dones y gracias y
mino «subsiste» es atribuido exclusivamen- algunos de entre ellos los fortaleció hasta
te a la Iglesia católica, ya que se refiere la efusión de la sangre». Estos bienes pro-
precisamente a la nota de la unidad profe- vienen de Cristo y a El conducen: cuando
sada en los símbolos de la fe (Creo en la son vividos genuinamente despliegan su di-
Iglesia «una»); y esta Iglesia «una» sub- namismo interior hacia la unidad plena.
siste en la Iglesia católica. «La subsistencia Las últimas palabras citadas se refieren
es esta perenne continuidad histórica y la a la función de las Iglesias y comunidades
permanencia de todos los elementos insti- cristianas en la salvación. En efecto, los bie-
tuidos por Cristo en la Iglesia católica, en la nes de salvación alcanzan a los cristianos pre-
cual, concretamente, se encuentra la Igle- cisamente en cuanto miembros de sus Igle-
sia de Cristo en esta tierra». El Concilio uti- sias y comunidades respectivas. Son esas
lizó la expresión «subsistit in», en lugar de Iglesias y comunidades cristianas como ta-
«est», porque fuera de la Iglesia se en- les las que, aun padeciendo deficiencias se-
cuentran muchos elementos de santificación gún el sentir católico, «de ninguna manera
y de verdad que, como dones propios de la están desprovistas de sentido y valor en el
Iglesia de Cristo, inducen hacia la unidad misterio de la salvación. Porque el Espíritu de
católica. Desde el punto de vista teológico, Cristo no rehúsa servirse de ellas como me-
añadimos, la Iglesia católica está presente dios de salvación, cuya virtud deriva de la
en las Iglesias y Comunidades eclesiales se- misma plenitud de gracia y de verdad que
298 ECUMENISMO
fue confiada a la Iglesia católica» (n. 3). El el evento de Pentecostés Dios manifestó ya
fundamento de este valor salvífico no se ha- la Iglesia en su realidad escatológica, que
lla en estas comunidades «en cuanto sepa- El había preparado “desde el tiempo de Abel
radas», sino en cuanto son copartícipes de el Justo”. Está ya dada. Por este motivo no-
la única y misma economía salvífica. La ra- sotros estamos ya en los últimos tiempos.
zón estriba como decía la Relatio conciliar Los elementos de esta Iglesia ya dada, exis-
a estas palabras del Decreto en «que los ten, juntos en su plenitud, en la Iglesia ca-
elementos de la única Iglesia de Jesucristo tólica y, sin esta plenitud, en las otras Co-
conservados en ellas pertenecen a la eco- munidades» (UUS 14).
nomía de la salvación». «La única Iglesia de Tenemos así los siguientes principios fun-
Jesucristo, está presente y actúa en ellas, damentales para la comprensión católica del
si bien de manera imperfecta…, sirviéndo- ecumenismo: a) La Iglesia de Cristo sub-
se de los elementos eclesiales en ellos con- siste en la Iglesia católica romana (LG 8).
servados». Refiriéndose a estos principios, b) «Fuera de su recinto visible» (UR 3), hay
dice por su parte el Papa: «Se trata de tex- verdaderos bienes de santidad y verdad
tos ecuménicos de máxima importancia. («elementa seu bona Ecclesiae»). c) Por es-
Fuera de la comunidad católica no existe el tos bienes, las Iglesias y Comunidades son
vacío eclesial. Muchos elementos de gran verdaderas mediaciones de salvación (es la
valor (eximia), que en la Iglesia católica son única Iglesia de Cristo la que actúa por me-
parte de la plenitud de los medios de sal- dio de esos «bienes» salvíficos). d) No obs-
vación y de los dones de gracia que consti- tante, les falta la plenitud de los medios de
tuyen la Iglesia, se encuentran también en salvación, y no han alcanzado la unidad vi-
las otras Comunidades cristianas» (UUS 13). sible querida por Cristo, por lo que se ha-
Esta valoración positiva no ignora lo que llan en comunión imperfecta o no plena con
separa: «Sin embargo, los hermanos sepa- la Iglesia católica romana. e) Considerando
rados de nosotros, ya individualmente, ya los cristianos individualmente, el Decr. da
sus Comunidades e Iglesias, no disfrutan de contenido positivo al sustantivo «cristiano»:
aquella unidad que Jesucristo quiso dar a la fe y el bautismo comunes son ya ele-
todos aquellos que regeneró y convivificó mentos de comunión cristiana real aunque
para un solo cuerpo y una vida nueva, que imperfecta.
la Sagrada Escritura y la venerable Tradi-
ción de la Iglesia confiesan. Porque única- 3. El ecumenismo a la luz de estos
mente por medio de la Iglesia católica de principios
Cristo, que es el auxilio general de la sal- El Decr. señala algunas implicaciones del im-
vación, puede alcanzarse la total plenitud perativo ecuménico cuando se refiere, por
de los medios de salvación. Creemos que ejemplo, a «los esfuerzos para eliminar pa-
el Señor encomendó todos los bienes de la labras, juicios y acciones que no respondan,
Nueva Alianza a un único Colegio apostóli- según la justicia y la verdad, a la condición
co, al que Pedro preside, para constituir el de los hermanos separados, y que, por lo
único Cuerpo de Cristo en la tierra, al cual mismo, hacen más difíciles las relaciones
es necesario que se incorporen plenamen- mutuas con ellos» (UR 4/b). Juan Pablo II
te todos los que de algún modo pertene- señala aquí que los cristianos no deben mi-
cen ya al Pueblo de Dios» (UR 3). Juan Pa- nusvalorar «el peso de las incomprensiones
blo II recoge esta misma convicción en sus ancestrales que han heredado del pasado,
palabras: «De acuerdo con la gran Tradi- de los malentendidos y prejuicios de los unos
ción atestiguada por los Padres de Oriente contra los otros. No pocas veces, además, la
y Occidente, la Iglesia católica cree que en inercia, la indiferencia y un insuficiente co-
ECUMENISMO 299
nocimiento recíproco agravan estas situa- No son pocas las consecuencias de este
ciones» (UUS 2). diálogo: la búsqueda del entendimiento en
Todos, pues, pueden y deben tener pro- las interpretaciones de la fe, superando los
tagonismo, en primer lugar por medio de la equívocos fraguados en la historia; la per-
oración, pidiendo al Señor por la unidad de cepción exacta de las divergencias, y de si
los cristianos. Y también desterrando mo- realmente afectan a la fe o a la legítima di-
dos de actuar que dañan la causa de la uni- versidad de su explicación; la confrontación
dad, incluso aunque parezcan quedar limi- fiel con la voluntad de Cristo para su Iglesia,
tados a la vida interna de la propia comu- etc. «El diálogo ecuménico dice Juan Pa-
nidad cristiana. En este sentido, el Decreto blo II que anima a las partes implicadas a
recuerda que la vida de la Iglesia católica interrogarse, comprenderse y explicarse re-
debe ser ya una puesta en práctica de cier- cíprocamente, permite descubrimientos in-
to valga la expresión ecumenismo «inte- esperados. Las polémicas y controversias
rior»: «Conservando la unidad en lo nece- intolerantes han transformado en afirma-
sario, todos en la Iglesia, según la función ciones incompatibles lo que de hecho era el
encomendada a cada uno, guarden la debi- resultado de dos intentos de escrutar la mis-
da libertad, tanto en las varias formas de ma realidad, aunque desde dos perspecti-
vida espiritual y de disciplina como en la di- vas diversas. Es necesario hoy encontrar la
versidad de ritos litúrgicos e incluso en la fórmula que, expresando la realidad en su
elaboración teológica de la verdad revela- integridad, permita superar lecturas parcia-
da; pero practiquen en todo la caridad. Por- les y eliminar falsas interpretaciones» (UUS
que, con este modo de proceder, todos ma- 38). El Papa abunda en este sentido positi-
nifestarán cada vez más plenamente la au- vo del diálogo: «Dialogando con franqueza,
téntica catolicidad, al mismo tiempo que la las Comunidades se ayudan a mirarse mu-
apostolicidad de la Iglesia» (UR 4/g). tuamente unas a otras a la luz de la Tradi-
El Concilio alude también a las «reuniones ción apostólica. Esto las lleva a preguntarse
de los cristianos de diversas Iglesias o Co- si verdaderamente expresan de manera ade-
munidades organizadas con espíritu reli- cuada todo lo que el Espíritu ha transmiti-
gioso, el diálogo entablado entre peritos do por medio de los Apóstoles» (UUS 16).
bien preparados, en el que cada uno expli- El Decreto considera la integridad en la
ca con mayor profundidad la doctrina de su exposición de la doctrina católica una con-
Comunión y presenta con claridad sus ca- dición para el diálogo respetuoso y sincero:
racterísticas» (UR 4/b). La finalidad de es- «Es de todo punto necesario que se expon-
te diálogo viene descrito así: «Por medio de ga claramente la doctrina. Nada es tan aje-
este diálogo, todos adquieren un conoci- no al ecumenismo como ese falso irenismo,
miento más auténtico y un aprecio más jus- que daña a la pureza de la doctrina católica
to de la doctrina y de la vida de cada Co- y oscurece su genuino y definido sentido»
munión; además, consiguen también las (UR 11). Pero, a la vez, el modo de expo-
Comuniones una mayor colaboración en ner la doctrina («que debe distinguirse con
aquellas obligaciones que en pro del bien sumo cuidado del depósito mismo de la fe»,
común exige toda conciencia cristiana, y, UR 6) no debe provocar dificultades inne-
en cuanto es posible, se reúnen en la ora- cesarias: «La manera y el sistema de ex-
ción unánime. Finalmente todos examinan poner la fe católica no debe convertirse, en
su fidelidad a la voluntad de Cristo sobre la modo alguno, en obstáculo para el diálogo
Iglesia y, como es debido, emprenden ani- con los hermanos» y, en sentido positivo:
mosamente la tarea de la renovación y de la «... la fe católica hay que exponerla con ma-
reforma» (ibid.). yor profundidad y con mayor exactitud, con
300 ECUMENISMO
una forma y un lenguaje que la haga real- ménica; no hay, sin embargo, oposición al-
mente comprensible a los hermanos sepa- guna, puesto que ambas proceden del ad-
rados» (UR 11). Y señala una «jerarquía de mirable designio de Dios» (UR 4). Se mue-
verdades» en la articulación de la fe cristia- ven en órdenes diversos. El ecumenismo se
na, «en el diálogo ecuménico, los teólogos orienta a la relación entre las Comunidades
católicos, afianzados en la doctrina de la como tales, y busca la perfecta unión visible
Iglesia, al investigar con los hermanos se- e institucional: su fin es «el restablecimien-
parados sobre los divinos misterios, deben to de la plena unidad visible de todos los
proceder con amor a la verdad, con caridad bautizados» (UUS 77). Su naturaleza y ob-
y con humildad. Al comparar las doctrinas, jeto son, pues, distintos de la tarea de pre-
recuerden que existe un orden o “jerarquía” paración a la plena incorporación individual
en las verdades de la doctrina católica, ya en la Iglesia católica. Tal proceso de «pre-
que es diverso el enlace (nexus) de tales paración y reconciliación en la plena comu-
verdades con el fundamento de la fe cris- nión católica» responde también al desig-
tiana» (UR 11; UUS 37). nio divino, y es obra del Espíritu Santo.
El Concilio reconoce que las rupturas de
la unidad también afectan ciertamente de Bibliografía
otra manera a la Iglesia católica: «... las J. BURGGRAF, Conocerse y comprenderse: una in-
divisiones de los cristianos impiden que la troducción al ecumenismo, Madrid 2003, 25-67.
Iglesia realice la plenitud de catolicidad que A. GARCÍA SUÁREZ, «Principios teológicos del ecu-
le es propia en aquellos hijos que, incorpo- menismo», en ÍD., Eclesiología, catequesis, espi-
rados a ella ciertamente por el bautismo, ritualidad, Pamplona 1998, 169-196. P. RODRÍ-
están, sin embargo, separados de su plena GUEZ, «Principios católicos del ecumenismo», en
comunión. Incluso le resulta bastante más ÍD., Iglesia y Ecumenismo, Madrid 1979, 76-97. G.
difícil a la misma Iglesia expresar la plenitud THILS, El decreto de Ecumenismo, Bilbao 1968.
de la catolicidad bajo todos los aspectos en J. R. Villar
la realidad de la vida» (UR 4). Si «catolici-
dad» es la potencialidad de la fe cristiana III. LOS DIÁLOGOS ECUMÉNICOS
de asumir la diversidad legítima, entonces INTERCONFESIONALES. BALANCE HISTÓRICO
las rupturas impiden la «expresión histórica» El diálogo ha sido desde el comienzo del mo-
de esa capacidad. En este sentido, el cris- vimiento ecuménico uno de los instrumen-
tiano no católico no debe renegar de lo ver- tos más eficaces y serios de acercamiento
daderamente cristiano y evangélico de su y de progreso en el camino de los cristia-
confesión, y tiene que poder encontrarlo y nos hacia la reconciliación. Los diálogos ecu-
vivirlo en la Iglesia católica; ésta ha ofrecer ménicos han asumido diversas formas des-
todo aquello que, en consonancia con el de que en el siglo XIX se dio comienzo al
Evangelio y la disposición del Señor, perte- ecumenismo moderno. Han pasado por con-
nece a su «catolicidad». tactos y amistades personales, asambleas
Merece la pena mencionar finalmente al- nacionales e internacionales de tipo misio-
go que a veces no ha sido bien entendido, nero y práctico, oración de cristianos de va-
aunque el Concilio se expresó con precisión. rias confesiones y diálogo de conocimiento
Se trata del «trabajo de preparación y re- mutuo.
conciliación de todos aquellos que desean
la plena comunión católica»; una tarea le- 1. Los diálogos teológicos: formas
gítima, que hay que distinguir de la actividad y métodos
ecuménica, sin oponerlas. En efecto, «se di- A partir de la creación de Fe y Constitución
ferencia por su naturaleza de la labor ecu- en Lausana, en 1927, los diálogos de temas
ECUMENISMO 301
doctrinales entre las Iglesias fueron ganan- permitiendo una mayor profundización en
do en intensidad y en profundidad en el se- el tratamiento de algunos temas que afectan
no de esta institución, y desde 1948 en el directamente a las Iglesias implicadas. Son
ámbito del Consejo Ecuménico de las Igle- los diálogos que prefiere la Iglesia católica,
sias (CEI). Diálogos doctrinales que se sos- pero también ella participa en algunos mul-
tenían en principio entre anglicanos y pro- tilaterales, sobre todo con el CEI. Puesto
testantes, pero desde los años treinta se que cada confesión cristiana dialoga a par-
vieron enriquecidos por la presencia de teó- tir de su especificidad, las Iglesias se han
logos ortodoxos. Los católicos no pudieron agrupado en torno a las Uniones Cristianas
intervenir de forma oficial en ellos, pues la Mundiales (Christian World Communion),
participación católica en los encuentros ecu- considerando como tales la Ortodoxa, la
ménicos estuvo prohibida hasta la llegada Iglesia católica, la Comunión anglicana, la
de Juan XXIII al papado. En los años del Federación luterana mundial, etc. Los se-
Concilio Vaticano II, el papa Pablo VI enfa- cretarios de estas uniones mundiales se reú-
tizó el papel del diálogo como método de nen de forma regular en un foro que tiene
misión de la Iglesia en el mundo moderno como misión verificar y confrontar los re-
con su Encíclica Ecclesiam suam (1964). En sultados de los diálogos.
este texto quedó esbozada toda una antro- Cuando un diálogo teológico llevado a
pología y teología del diálogo, que será re- cabo por una comisión mixta consigue una
tomada por la Encíclica Ut unum sint de Juan madurez suficiente, se puede alcanzar una
Pablo II, donde añade que el diálogo, más ampliación del compromiso del mismo, y
allá de un intercambio de ideas, es «un in- entonces se llega a la firma de acuerdos
tercambio de dones» (UUS 28). doctrinales entre Iglesias. Se trata de de-
Pero hay que reconocer que el ingreso de claraciones comunes oficiales que restable-
la Iglesia católica en el movimiento ecumé- cen en un nivel formal el acuerdo sobre una
nico a partir del Vaticano II produjo trans- doctrina antes discutida y que hoy ya no tie-
formaciones importantes, sobre todo en el ne efectos divisorios. Hay que decir que es-
desarrollo de los diálogos bilaterales de ca- te tipo de acuerdos no se ha prodigado mu-
rácter doctrinal entre las Iglesias. La red cho de momento, pero los ya existentes son
dialogal creada desde entonces se extendió una firme esperanza y la prueba cierta de
no sólo a las comisiones mixtas internacio- que el ecumenismo está en continuo avan-
nales o grupos mixtos de trabajo, sino a diá- ce. Ejemplo de estos diálogos de comisio-
logos de ámbito nacional, regional o local, nes teológicas elevados a la categoría de
unas veces de carácter oficial y otras de ca- acuerdos eclesiales son los acuerdos cristo-
rácter privado. Existe una bibliografía sobre lógicos de las Antiguas Iglesias Orientales
los diálogos teológicos ecuménicos que se (no calcedonenses) con la Iglesia católica,
actualiza todos los años en la revista Centro o el diálogo católico-luterano, que en 1999
pro Unione, editada por la institución del firmó el histórico Acuerdo sobre la doctrina
mismo nombre en Roma. Dicha bibliografía de la justificación entre la Federación lute-
recoge unos 130 diálogos de todos los ni- rana mundial y la Iglesia católica.
veles en el mundo (cf. J.V. Puglisi y S.V. Voi- Hay otra clase de diálogos que no pre-
cu, «A bibliography of interchurch and in- tenden en principio llegar tan lejos, y se
terconfessional theological dialogues», Cen- quedan en un nivel más simple: se trata de
tro pro Unione, Roma 1984). conocerse y entenderse mutuamente, pues
Los diálogos actuales más frecuentes en- hay casos en que Iglesias que no tuvieron
tre las Iglesias son los bilaterales, que se nada que ver con otras en su origen, dialo-
desarrollan entre dos confesiones cristianas, gando se percatan de que tienen mucho
302 ECUMENISMO
más en común de lo que ellas creían en prin- so, sin que ello implique acuerdo en todos
cipio. Es el caso de los metodistas cuando los puntos doctrinales de una confesión con
iniciaron el diálogo con los católicos o los otra. Pleno consenso es un acuerdo total so-
ortodoxos, o el de los pentecostales con las bre el contenido de la doctrina, aunque es-
Iglesias del Oriente. En todos los casos se to no implique las mismas formulaciones de
trata de buscar acercamientos mediante un esta. A veces, como sucedió en el diálogo
método propio: confrontación con la Sagra- anglicano-católico, se usó la expresión acuer-
da Escritura y con la Tradición de la Iglesia do substancial (substancial agreement), y
antigua, usando los métodos modernos de la ello dio lugar a confusión. La comisión lo in-
exégesis y de los estudios históricos, a fin terpretó como un acuerdo doctrinal en lo
de releer juntos la historia para llegar a la esencial del mensaje, aun reconociendo que
purificación de la memoria. Con ello se logra las elaboraciones diversas de las dos tradi-
en general encontrar bases comunes a par- ciones sobre este punto no permiten un
tir de la Escritura, expresando la fe cristia- acuerdo aún pleno.
na en lenguaje bíblico, y deshacer prejui-
cios por lecturas muy parciales de la histo- 2. Los diálogos interconfesionales
ria que estaban actuando como bloqueo en curso
psicológico. Los problemas de antaño se re- En una pequeña reseña como esta es im-
dimensionan cuando se ven a la luz de la posible pasar revista a todos los diálogos,
gran Tradición. En el método propio del ecu- por lo que deberemos conformarnos con se-
menismo no se olvida el otro momento de ñalar los más importantes, y dentro de ellos
confrontación con la teología actual y las principalmente los que mantiene la Iglesia
necesidades pastorales de la Iglesia o las católica con otras Iglesias y Comunidades.
Iglesias dialogantes. a) Diálogo anglicano-católico. Tal diálo-
Por vía ordinaria, una vez hecho y con- go tuvo su inicio en un hecho histórico sin
cluido un diálogo, la comisión mixta que lo precedentes; el arzobispo de Canterbury y
ha realizado lo ofrece a las autoridades de primado de la Comunión anglicana M. Ram-
las Iglesias implicadas, para que ellas den sey fue a Roma para encontrarse con el pa-
un parecer oficial sobre los resultados ob- pa Pablo VI, en marzo de 1966. En esta vi-
tenidos. Este proceso suele ser lento, pues sita ambos pastores anunciaban su deter-
las autoridades se toman tiempo para im- minación de iniciar el diálogo teológico para
plicar lo más posible a las diversas instancias buscar la unidad de ambas Comuniones. La
sinodales de sus Iglesias. Los documentos Relación de Malta de 1968 establecía la
fruto del diálogo suelen ser tan densos que oportunidad de una comisión conjunta y per-
la reacción implica también a un público más manente llamada Comisión Internacional
amplio, sobre todo al mundo de la teología. Anglicana-Romano Católica (ARCIC). Los
Las fórmulas para expresar el grado de con- trabajos realizados por ésta se reflejaron en
senso alcanzado no son precisas y de len- un informe final en 1981, que reunía cua-
guaje fijo. Lo que es claro es que hay gra- tro declaraciones y sus respectivas aclara-
dos, que van de lo más general hasta lo más ciones, elaboradas a lo largo del decenio
comprometedor para las Iglesias dialogan- 1971-1981: Relación de Windsor (1971, so-
tes: Convergencia, significa normalmente bre la eucaristía), Declaración de Canter-
doctrina común en la comprensión de la fe, bury (1973, sobre ministerio y ordenación),
y dirección doctrinal encaminada hacia el Declaración de Venecia (1976, sobre la au-
acuerdo, no pleno de momento. Declaración toridad en la Iglesia), Declaración de Wind-
consensuada (agreed statement) habla de sor (1981, autoridad en la Iglesia II). En
un acuerdo doctrinal sobre un punto preci- 1991 aparecía la respuesta oficial católica, en
ECUMENISMO 303
la cual se hacían observaciones críticas y se ortodoxos y, por la otra, los católicos lati-
invitaba a continuar el estudio. En 1982 el nos y los patriarcados católicos de ritos
papa Juan Pablo II visitaba el Reino Unido orientales. En los primeros años hubo do-
y allí nacía un nuevo compromiso con el pri- cumentos de acuerdo doctrinal de gran pro-
mado de Inglaterra para dar cauce a una fundidad y belleza; abordaron los temas me-
segunda fase de la Comisión. Los trabajos nos conflictivos, y todo marchó bien. Los
de la ARCIC II han producido grandes do- documentos son: El misterio de la Iglesia y
cumentos: La salvación y la Iglesia (1986), de la Eucaristía a la luz del misterio de la
La Iglesia como comunión (1990), El don Santísima Trinidad (1982), Fe, sacramen-
de la autoridad. La autoridad en la Iglesia tos y unidad de la Iglesia (1987), El sacra-
III (1999) y recientemente un acuerdo ma- mento del orden en la estructura sacra-
riológico, María: gracia y esperanza en Cris- mental de la Iglesia (1988). En el año 1990
to (2005, Declaración de Seattle). Entre am- se celebró en Munich una sesión plenaria,
bas confesiones se han abordado también señalando el diálogo como el mejor camino
las cuestiones que plantean la doctrina y la para avanzar a la unidad, pero allí ya se sen-
práctica moral. La vida en Cristo: moral, co- tían los efectos de la caída del muro de Ber-
munión e Iglesia (1993). El tema de la au- lín y el malestar de las Iglesias ortodoxas.
toridad ha progresado muchísimo en este Los problemas se agudizaron durante el úl-
diálogo, pero queda por resolver la cuestión timo decenio del siglo XX, al emerger las
de la validez de las ordenaciones anglica- Iglesias orientales unidas a Roma recla-
nas, cuestión complicada en los últimos años mando sus derechos históricos, y al recha-
por la ordenación de mujeres al ministerio zarlas los ortodoxos como traidoras a su tra-
presbiteral y episcopal en el anglicanismo. dición, llamándolas despectivamente «unia-
En 2004 se creó la IARCCUM, Comisión In- tas». Todavía en 1993 se pudo reunir la
ternacional Anglicano-Católica Romana pa- comisión mixta y produjo el llamado docu-
ra la Unidad y la Misión, que ha editado al- mento de Balamand (Líbano) en el que se
gunas de sus reflexiones sobre la eclesiolo- condena todo intento de proselitismo entre
gía y la relación unidad-misión. A partir de católicos y ortodoxos. A causa de las ten-
2011 se ha dado inicio a la fase de la AR- siones, sobre todo con el patriarcado de
CIC III que está trabajando sobre Iglesia y Moscú y los ucranianos católicos, la comi-
comunión local y universal, el discernimiento sión quedó suspendida. Hubo un intento de
sobre la correcta enseñanza ética y la co- reunión que se produjo en Baltimore
munión eclesial, plena y visible. (EE.UU.) en 2000, pero sin frutos efectivos
b) Diálogo ortodoxo-católico. Se trata en para reanudar el diálogo. Con la llegada del
realidad de dos diálogos, uno con las Iglesias papa Benedicto XVI y su decidido impulso
bizantinas calcedonenses y otro con las An- al diálogo con los ortodoxos se pudo reanu-
tiguas Iglesias Orientales no calcedonenses. dar por fin la comisión en Belgrado en no-
Sobre el primer diálogo hay que decir que viembre de 2006. En octubre de 2007, reu-
comenzó tarde, respecto a otros, pues tu- nida la comisión en Ravenna (Italia) se ha
vo su prólogo en el llamado «diálogo de la producido un importante documento sobre
caridad» sostenido en los años sesenta en- la autoridad en la Iglesia y en especial sobre
tre Atenágoras I con Juan XXIII y con Pa- el puesto del obispo de Roma para la uni-
blo VI, pero sólo pudo iniciarse como diálo- dad eclesial: Consecuencias eclesiológicas
go teológico oficial en 1980, después de que y canónicas de la naturaleza sacramental
Juan Pablo II visitase el patriarcado de Cons- de la Iglesia. Comunión eclesial, conciliaridad
tantinopla un año antes. En el diálogo par- y autoridad, Rávena 13 de octubre de 2007.
ticipan, por una parte, todos los patriarcados La comisión sigue trabajando el tema del
304 ECUMENISMO
tradición apostólica. El texto elaborado por ta 2017, y se ocupa del tema: «Justificación
la comisión mixta publicado en 1995 La Pa- y sacramentalidad: la comunidad cristiana
labra de vida. Declaración sobre la Revela- agente de justicia». En 2011 tuvo lugar el
ción y la Fe (1995) tiene como finalidad primer encuentro en Roma.
acercar a las dos Iglesias hacia la comunión f) Diálogo Discípulos de Cristo-Iglesia ca-
plena en la fe, en la misión y en la vida sa- tólica. En 1977 se inauguraba este diálogo
cramental. A partir de aquí se ha llevado a con una de las Iglesias que más activamente
término la última fase del diálogo teológico tomó parte en el ecumenismo desde sus ini-
entre 1997 y 2001, que ha concluido con el cios. Después de cuatro años de trabajo de
documento: Decir la verdad en el amor: la la comisión mixta se dio paso a una Relación
autoridad de enseñanza en los católicos y los conjunta en 1981. Trata de varios temas co-
metodistas (2001). El último diálogo de la munes que suponen un acercamiento en
Comisión Mixta Internacional ha tenido lugar puntos importantes de comunión eclesial.
entre 2001 y 2006 y ha publicado el docu- Una segunda fase se ocupó de la eclesiolo-
mento: La gracia que se os ha dado en Cris- gía y dio como fruto en 1992 el documento
to. Católicos y metodistas prosiguen su re- La Iglesia, comunión en Cristo. Hay una ter-
flexión sobre la Iglesia (2006). Hecho rele- cera fase de diálogo que se ha concluido en
vante es que en el año 2006 el Consejo 2002 y que ha producido el bello texto: Re-
Metodista Mundial se adhirió a la «Declara- cepción y transmisión de la fe: la misión y la
ción común sobre la doctrina de la justifica- responsabilidad de la Iglesia.
ción» que en 1999 firmara la Federación Lu- g) Diálogo pentecostal-católico. Se trata
terana Mundial con la Iglesia católica. de un diálogo iniciado en 1969 con algunas
e) Diálogo Alianza reformada mundial-Igle- Iglesias pentecostales clásicas y del movi-
sia católica. Iniciado en 1970, teniendo en miento carismático dentro de la Iglesia evan-
cuenta que los reformados tenían ya una gran gélica y anglicana. Puesto que la distancia
tradición de diálogos locales y de diálogos entre ambas confesiones es muy grande, el
multilaterales en el seno del CEI. Una pri- diálogo no se propone en primer lugar el
mera fase que se ocupó de las relaciones en- restablecimiento de la unidad sino una com-
tre Cristo y la Iglesia, la presencia de Cristo prensión mutua en materias de fe y praxis
en el mundo, la autoridad doctrinal, la euca- cristiana. Se han publicado relaciones que
ristía y el ministerio, se terminó con el docu- abordan los temas más variados: bautismo
mento La presencia de Cristo en la Iglesia y en general, bautismo en el Espíritu, iniciación
en el mundo (1977). Una segunda fase, des- cristiana, culto, fe, misión, ministerio, tra-
arrollada entre 1984 y 1990, dio como fruto dición, etc. Las fechas de las dos primeras
Hacia una comprensión común de la Iglesia, relaciones son 1976 y 1982. En 1989 apa-
documento que se centra en la eclesiología recía Perspectivas de la koinonía, y en 1997,
y presenta una confesión común de fe. La Evangelización, proselitismo y testimonio
Alianza reformada, junto a la Federación Lu- común, como documento de la cuarta fase
terana y la Iglesia católica se ocuparon de la de este diálogo. Fruto de la quinta fase del
cuestión de los matrimonios mixtos y publi- diálogo es el documento Llegar a ser cris-
caron en 1976 una Relación final de estudio tiano: perspectivas extraídas de las Escri-
en Venecia titulada: La teología del matri- turas y de los escritos patrísticos. Algunas
monio y el problema del matrimonio mixto. La reflexiones actuales (2006). El diálogo se
siguiente fase se desarrolló entre 1998 y 2005 encuentra en la actualidad en su sexta fase,
y termino con el documento: La Iglesia como estudiando juntos los carismas en la Igle-
comunidad de testimonio común del Reino sia, su importancia espiritual, su discerni-
de Dios. La actual fase de diálogo durará has- miento y sus implicaciones pastorales.
306 ECUMENISMO
on a World Level, N. York/Ginebra 1984. H. ME- (vol. 1) 1983; con la participación de D. PAPAN-
YER - H. J. URBAN - L. VISCHER (ed.), Dokumente DREOU 1982-1990 (vol. 2), 1991. D. VALENTINI (a
wachsender Übereinstimung. Sämtliche Berichte cura di), In cammino verso l’unità dei cristiani,
und Konsenstexte Interkonfesioneller Gespräche Roma 2005.
auf Weltebene 1931-1982, Frakfurt/Paderborn F. Rodríguez-Garrapucho
Escatología
Veamos estas ideas con más deteni- wéh, fuente de Vida, los justos obtendrán
miento. Israel, acosado por pueblos vecinos la plenitud y la gloria: resucitarán «para la
enemigos y conocedor de su incapacidad vida eterna» (Dn 12,2), «los doctos brillarán
para mantenerse fiel a la alianza, desea con como el fulgor del firmamento, y los que en-
anhelo cada vez más intenso ser rescatado señaron a la multitud la justicia, como las
por Dios de su mediocre historia. Al princi- estrellas, por toda la eternidad» (ibid., v. 3),
pio, esta esperanza de salvación es formu- mientras que los impíos resucitarán «para
lada en términos más bien terrenos, como la el oprobio, el horror eterno» (ibid., v. 12).
victoria sobre los pueblos enemigos, la pros- Como corolario de la doctrina de la resu-
peridad material, la longevidad o la des- rrección de los muertos, se afirma también
cendencia abundante. Bajo la guía de los que el mismo cosmos será transfigurado en
profetas, sin embargo, el pueblo percibe ca- «nuevos cielos y tierra», adecuada morada
da vez mejor el verdadero alcance de la fi- para la humanidad renovada (cf. Is 65,17).
delidad amorosa y el poder del Señor, ca- Así, al final de la historia, la presencia divi-
paz de otorgar toda suerte de bienes y de na brillará eternamente en los hombres y
traer la liberación de todos los males. en el cosmos.
Según la esperanza de Israel, Yahwéh, El anhelo positivo por la acción de Yah-
con una intervención futura, pondrá punto fi- wéh en el último día es templado por una
nal a la historia imperfecta del mundo: de- nota reverencial. Los profetas agregan que
rrotará completamente las fuerzas del mal y la intervención final divina será sobrecoge-
establecerá su soberanía sobre los hombres dora: se removerán los fundamentos del
y el mundo (cf. Is 52,9-10). Habrá enton- mundo, cambiará radicalmente el estado de
ces un orden perfecto en las cosas. Por una las cosas (cf. Am 5,18; So 1,15); y sobre
parte, los hombres antes tan infieles se todo el Señor, aunque vendrá para salvar,
someterán de todo corazón al Señor: «... vendrá también para escudriñar, juzgar, so-
pondré mi Ley en su interior y sobre sus co- pesar la valía de cada persona y de cada
razones la escribiré, y yo seré su Dios y ellos pueblo. Por tanto, nadie ni siquiera los
serán mi pueblo» (Jr 31,33); «... os daré miembros del pueblo elegido puede espe-
un corazón nuevo, infundiré en vosotros un rar ingenuamente ese día; cada uno debe
espíritu nuevo, quitaré de vuestra carne el prepararse santificarse ya ahora, para es-
corazón de piedra y os daré un corazón de tar listo a comparecer ante Dios, para ser
carne. Infundiré mi espíritu en vosotros y hallado digno (cf. Jr 31,31-34; Ez 34; 43,6-
haré que os conduzcáis según mis preceptos 10; Ml 3,17; Jl 3,5). De este modo, una exi-
y observéis y practiquéis mis normas» (Ez gencia ética queda incorporada al mensaje
36,26-27); «... derramaré mi Espíritu en to- del día de Yahwéh. Puede afirmarse que,
da carne. Vuestros hijos y vuestras hijas especialmente a partir del exilio, la espe-
profetizarán, vuestros ancianos soñarán sue- ranza en el día de inauguración del Reino
ños, y vuestros jóvenes verán visiones. Has- de Dios viene acompañada por un correlato
ta en los siervos y las siervas derramaré mi moral: una apremiante exhortación a los
Espíritu en aquellos días» (Jl 3,1-2). hombres a vivir mejor su fidelidad al Señor.
Quienes se hayan mantenido fieles a Yah- Una figura misteriosa aparece en los va-
wéh hasta la muerte tendrán su recompen- ticinios sobre el Reino venidero: el Mesías
sa: «el Rey del mundo, a nosotros que mo- o Ungido de Dios. Según los profetas, este
rimos por sus leyes, nos resucitará a una personaje vendrá del linaje del rey David y
vida eterna» (2 M 7,9), mientras que para será el responsable de inaugurar el Reino
los enemigos de la ley de Dios no habrá re- definitivo de Dios (cf. Is 7,14-16; 11,1-3;
surrección «a la vida» (v. 14). Unidos a Yah- Jr 23,1-5; 33,15; Ez 34,23). En la visión de
310 ESCATOLOGÍA
Daniel, viene «sobre las nubes» (apunte so- cípulos de Juan el Bautista sobre su identi-
bre el carácter celestial del personaje), con dad, responde enumerando las obras de ca-
apariencia «como Hijo de hombre», para re- rácter mesiánico que Él ya está realizando
cibir del «Anciano» « la soberanía universal entre el pueblo: «... los ciegos ven, los co-
y eterna» (Dn 7,13-14). jos andan, los leprosos quedan limpios, los
Nuevo Testamento. La llegada de Jesu- sordos oyen, los muertos resucitan, se anun-
cristo entronca con estas expectativas me- cia a los pobres la Buena Nueva» (Lc 7,22).
siánicas del Antiguo Testamento. Él se iden- Jesús apunta a los exorcismos que Él mismo
tifica como el «Hijo del hombre», cuyo des- realiza, como otra señal de la llegada del
tino es ejercer un imperio universal recibido Reino: «Si por el Espíritu de Dios expulso
de su Padre divino. Como Mesías que viene yo los demonios, es que ha llegado a vos-
a inaugurar la era de salvación, trae consi- otros el Reino de Dios» (Mt 12,28).
go una doble novedad: a) anuncia la irrup- En sus pronunciamientos sobre el Reino
ción, ya en la historia, del Reino de Dios; b) que llega al final de los tiempos, Cristo se
se sitúa Él mismo en el centro del misterio mantiene a sí mismo en el centro: el Hijo
como Hijo divino encarnado. del hombre, dice (Mc 13), vendrá triunfan-
Con sus obras y palabras (cf. Mt 12,28; te visible como el relámpago (cf. Mt 24,26-
Mc 1,15; Lc 4,21; 7,22), y sobre todo con su 28; Lc 17,23) , para juzgar a los hombres y
misterio pascual (cf. Jn 3,14-15; 19,30), Cris- poner fin a la historia imperfecta que cono-
to enseña a los hombres que el Reino tan an- cemos (cf. Mc 13). El mismo «cristocentris-
siosamente anhelado ha llegado, y que la era mo» se percibe en las referencias paulinas al
de salvación ha comenzado ya. Se trata, sin fin de la historia, que hablan no tanto del
embargo, del primer paso de un misterio que día de Dios (Yahwéh) como del día del Señor
está previsto acontezca en dos tiempos. Cier- (Jesucristo) (hemera tou Kyriou: 1 Ts 5,2; 2
tamente, el poder salvador de Dios se hace Ts 2,2; 1 Co 1,8; 5,5; 2 Co 1,14) o el «día
presente ya en la palabra, persona y obra de de Cristo» (hemera Christou: Flp 1,6.10;
Jesús (especialmente en su muerte y resu- 2,16). La mirada de san Pablo parece fija
rrección); pero el Mesías tiene todavía que en Aquel que le había cambiado el corazón
completar su obra. Ha de «regresar» al final en el camino de Damasco, y que había pro-
de los tiempos en forma gloriosa, para con- metido retornar para asirse a los suyos: «...
sumar el Reino y clausurar la historia (cf. Mt seremos arrebatados en nubes junto con
24-25; también Mc 13). Este carácter de ellos [los resucitados] al encuentro del Se-
«ya-todavía no» de lo esperado introduce ñor en los aires. Y así estaremos siempre
una tensión característica en el corazón de con el Señor» (1 Ts 4,17); «Marana tha,
los cristianos, que los hace vivir un «hoy» ven, señor Jesús» (1 Co 16,22). El día de
que enlaza tanto con el «ayer» como con el la parusía o retorno del Señor representa
«mañana»: por una parte, avanzan en la his- no sólo el triunfo completo del Señor, sino
toria vigorizados por la energía vivificante su más perfecta comunión con los justos,
que fluye de la Pascua del Señor; por otra, gracias a la cual éstos quedarán identifica-
anhelan vehementemente la reaparición fu- dos y unidos a su Persona (cf. 1 Co 15). De
tura de Cristo para instaurar el Reino en su modo análogo a que los hombres son trans-
forma cabal. Como declara una aclamación figurados, el resto del cosmos será trans-
después de la consagración eucarística: «... formado en un mundo nuevo (Ap 21,5), li-
anunciamos tu muerte, proclamamos tu re- bre de las deformaciones impuestas por el
surrección; Ven, Señor Jesús». pecado (cf. Rm 8,19-23).
Cristo se sitúa en el mismo centro del El cuadro que resulta de la revelación ne-
Reino que predica: a la pregunta de los dis- otestamentaria sobre la consumación del
ESCATOLOGÍA 311
presencia del Señor. Con el paso de los siglos pedagogía en el curso del tiempo, buscando
la mirada cristiana gravita paulatinamente la recuperación de todas sus criaturas; al fi-
hacia la escatología de los individuos, con- nal teoriza Dios logrará que todas vuel-
cretamente en torno a la pregunta por la van a Él. (Es ésta la teoría de la apokatás-
suerte de los que mueren. Es sólo a partir de tasis [es decir, de la restauración universal:
finales del siglo XIX cuando tiene lugar un cf. Hch 3,21], que tres siglos más tarde se-
rebrote del interés por los temas de la es- ría condenada por un Sínodo de Constanti-
catología general. Veamos la trayectoria de nopla, condena ratificada por el papa Vigilio).
la doctrina con un poco más de detalle. Los puntos fundamentales de la espe-
ranza cristiana quedan plasmados en los
1. Era patrística símbolos de fe: en la sección cristológica,
En los escritos cristianos más primitivos (cf. con la afirmación de que «[Jesús] vendrá
p. ej. Didaché) permanece muy vivo el re- de nuevo para juzgar a vivos y muertos»,
cuerdo del Señor, y hay una fuerte nostalgia y que «su Reino no tendrá fin»; y en la sec-
por su presencia, así como el deseo de su ción pneumatológica, como esperanza en
pronto regreso. Se resume en el grito: «Ma- «la resurrección de los muertos y la vida del
rana tha! Ven, Señor» (cf. ibid., X, 6). A par- mundo futuro» (cf. p. ej. las confesiones de
tir del siglo II, comienza un notable esfuer- fe: D. 10, 13, 21, 40, 41, 42, 125, 150).
zo por parte de los apologistas para expli- Puede afirmarse que, después de la paz
car aspectos de la escatología cristiana a los constantiniana de 313, el interés por la es-
no creyentes: así elaboran exposiciones co- catología comienza a decaer. Este gradual
herentes de la doctrina de la resurrección declive obedece a factores diversos: entre
de la carne que tan difícil resultaba acep- ellos, el amainar de las persecuciones que
tar por parte de mentes platónicas . A la tanto recordaban a los cristianos las des-
vez, los cristianos de la época intentan bus- cripciones apocalípticas de los «últimos tiem-
car maneras correctas de interpretar los «mil pos» ; la comprobación empírica de la no-
años» de reinado de Cristo y de los justos inminencia de la parusía el Señor tarda en
antes del fin del mundo (cf. Ap 20), frente a venir ; y la necesaria desviación de la aten-
la interpretación literalista del milenarismo. ción teológica hacia otros campos (espe-
(Este esfuerzo ocupará bastante tiempo: cialmente, cristología y trinitología) donde
tres siglos más tarde acabará por imponer- habían surgido herejías (sobre todo de tipo
se la interpretación espiritual propuesta por subordinacionista, que negaban la divinidad
san Agustín, según la cual los «mil años» del Hijo y del Espíritu Santo).
representan la etapa actual de la historia). Por otra parte, no cesa de crecer la re-
En los siglos II-III los escritos de los que flexión acerca de la suerte posmortal de los
podrían llamarse los primeros teólogos, san individuos: cosa lógica, ya que los cristia-
Ireneo y Orígenes, ofrecen un cuadro ma- nos veían cómo iban muriendo los suyos,
jestuoso de la historia salvífica, según el sin que se produjera el fin de la historia.
cual todo retorna a Dios. En la teología de ¿Qué ocurre entonces con nuestros herma-
san Ireneo, Cristo, el Verbo hecho carne, nos difuntos?, se preguntaban cada vez más.
desempeña un papel como nuevo Adán, re- Como respuesta, se desarrolla la reflexión
capitulando en su propia persona a la hu- acerca de la retribución que experimentan
manidad, y recuperándola de esta manera los difuntos tras la muerte y antes de la re-
para Dios (cf. Adversus Haereses, III, 21, surrección. Se elabora una teología de la vi-
9-10; 23, 1; IV, 6, 2; 38, 1; 40, 3; V, 1, 2; sión beatífica, con tendencia creciente a
20, 2). Según Orígenes (y antes, Clemen- acentuar el aspecto intelectual-cognosciti-
te de Alejandría), Dios ejerce una paciente vo, efecto de la influencia helénica; la dis-
314 ESCATOLOGÍA
puta con los eunomianos en el siglo IV en Más adelante (siglo XVI), frente a la ne-
torno la cognoscibilidad de la esencia divina gación luterana de la doctrina del purgato-
refuerza esta evolución (que prosigue mu- rio, el Concilio de Trento reafirma otro pun-
chos siglos, manifestándose por ejemplo ya to de escatología individual: declara en un
en el siglo XIV en la discusión sobre la teo- decreto monográfico la doctrina de purifi-
ría palamita, de la imposibilidad de con- cación posmortal de aquellos que mueren
templar directamente la esencia divina). Un en amistad con Dios pero con una santidad
botón de muestra del rumbo general de la inmadura.
reflexión escatológica hacia finales de la era El interés por la escatología decae en los
patrística es el Prognosticon futuri saeculi, siglos siguientes, debido en parte al proce-
escrito por Julián de Toledo en el siglo VII, so secularizador que afecta a gran parte de
que comienza por estudiar la escatología in- Europa. Este fenómeno lleva a cierto olvi-
dividual la muerte y los posibles destinos do, incluso en países de tradición cristiana,
posmortales del individuo y en la parte fi- de la meta trascendente de la historia, al
nal trata de la escatología universal la re- invitar a los hombres a centrar su mirada
surrección, juicio, etc. en el proyecto de utopías terrenas (como el
paraíso terrenal, igualitario, ideado por el
2. Desarrollo posterior de la doctrina marxismo).
escatológica cristiana Solamente vuelve a resurgir el interés por
Estas líneas de reflexión hallan continuidad temas de escatología a finales del siglo XIX,
en la Edad Media, adquiriendo forma siste- a raíz de propuestas de algunos exegetas
mática en manos de los escolásticos. Se protestantes. La escuela de escatología con-
desarrolla con detalle un cuadro «bifásico» secuente (encabezada por A. Schweitzer)
de la escatología de los individuos, según reinterpreta la figura de Jesús como predi-
el cual el núcleo espiritual de la persona cador (iluso) de un Reino de Dios de apari-
humana sobrevive a la muerte y a la des- ción inminente, mientras que la escatología
composición del cuerpo. El «alma» que así realizada (propuesta por C. Dodd) presen-
pervive es capaz a pesar de su estado on- ta, como reacción, el mensaje de Jesús co-
tológicamente incompleto, que la hace «an- mo aseveración del carácter ya presente del
helar» el cuerpo , bien de gozar de la co- Reino. Las evidentes exageraciones de am-
munión con Dios, bien de sufrir una purifi- bas posturas en especial, su manera uni-
cación, bien de sentir la pena de separación. lateral de considerar las afirmaciones bíbli-
Sin embargo, debe esperar al día de la re- cas generan un vivo debate, primero en el
surrección para reunirse con el cuerpo y así ámbito protestante y luego en el mundo ca-
experimentar cabalmente como unidad aní- tólico. Su resultado final y duradero es el de
mico-corporal reconstituida la biena- subrayar decisivamente la centralidad de la
venturanza o la reprobación. La doctrina escatología en el mensaje del Señor. Como
acerca de la situación posmortal de los in- decía K. Barth con alguna exageración: «Un
dividuos queda expresada en la Bula Bene- cristianismo que no es total y absolutamen-
dictus Deus del papa Benedicto XII, en el te escatología está total y absolutamente
siglo XIV: allí se afirma que justo tras la alejado de Cristo» (Der Römerbrief [La car-
muerte (mox post mortem), antes de la re- ta a los Romanos], München 19222, 298).
surrección, el alma del difunto recibe una Este rebrote de interés por la escatología
retribución incoada pero sustancial, que con- es ayudado, en el ámbito católico, por la re-
siste en la comunión o falta de comunión novación de los estudios bíblicos y patrísticos
respecto a Dios, con la correspondiente ex- a partir de mediados del siglo XX. Trae co-
periencia de gozo o de dolor. mo resultado la convicción de que el men-
ESCATOLOGÍA 315
primera participación en la Pascua es decir, puede gozar del aliento constante del Espí-
el misterio de la muerte y resurrección de ritu, si no alguien que ya ha llegado a com-
Cristo. El bautizado muere al pecado y re- penetrarse con él y a seguir sus mociones
sucita a una nueva vida, participación de la más sutiles? ¿Quién puede gozar de la unión
divina. Continúa con el proceso de asimila- vital con Cristo-cabeza, si no alguien que ya
ción cristológico-pascual a lo largo de su vi- ha formado en su interior los mismos sen-
da terrena, con actos como la contrición, la timientos que Jesús?
purificación, la vida sacramental, especial- Desde esta perspectiva, la insistencia bí-
mente la participación eucarística. El pro- blica en buscar la santidad en la tierra «... és-
ceso culmina de modo único en la muerte, ta es la voluntad de Dios: vuestra santifica-
evento que sella para siempre la identifica- ción» (1 Ts 4,3) se entiende como referida,
ción (o, en su caso, no-identificación) del no tan sólo a aquella santidad que es atri-
individuo con el Cristo de la Pascua. (Como buto exclusivo de Dios, ni a aquella que es
dice el Catecismo, parte II, sec. II, cap. 4, puro don a la criatura humana, sino tam-
art. 2, I, la muerte es «la última pascua» bién a aquella santidad que es resultado de
del cristiano). Sin embargo, la trayectoria cierto trabajo por parte del hombre: «... la
se prolonga más allá de la etapa terrenal: santidad, sin la cual nadie verá al Señor»
quien muere en Cristo permanece unido a (Hb 12,14). Esta santidad es el requisito que
Él para siempre (aunque también cabe la la criatura humana debe cumplir ineludible-
posibilidad de que se necesite una purifica- mente para ser admitida al eterno consorcio
ción), y espera resucitar con Él en el último divino, porque es precisamente la «justi-
día; mientras que el pecador muerto sin cia», implantada por Dios y cultivada por el
arrepentimiento sufre la exclusión del con- hombre, la que la hace afín a las tres Per-
sorcio trinitario y de toda esperanza de re- sonas divinas y la pone en condiciones de
sucitar a una vida gloriosa. Desde esta pers- tratar familiarmente con ellas. Es la única
pectiva, puede afirmarse que la vida de ca- cosa necesaria (cf. Lc 10,42).
da hombre está, en su totalidad, transida A lo largo de la vida terrena, podríamos
de la dimensión escatológica. decir, nuestras elecciones y acciones, acom-
Como dijimos, el hombre emerge del la- pasadas por la gracia, modelan en nuestra
vacro bautismal con una nueva vida, so- persona sentidos, afectos, mente, volun-
brenatural, pero en forma precaria, incoa- tad, alma, cuerpo una «forma de ser». In-
da. Posee ya la semilla de la Vida impere- culcan en nosotros una manera determina-
cedera, participación de la misma Vida da de pensar, querer, sentir y actuar, ha-
gloriosa del Resucitado (Jn 11,25; Jn 6,54), ciéndonos connaturales (o, en su caso,
pero necesita cultivar esa semilla incesan- disonantes) con las Personas de la Trinidad.
temente. Siendo la meta nada menos que Nuestros actos terrenos, entonces, definen
el consorcio eterno con las tres Personas di- nuestra existencia en su dimensión más cru-
vinas, el carácter dialogal de tal relación re- cial: nos sitúan en la franja soteriológica, es
clama del hombre una tarea de «adecua- decir, determinan la estructura relacional de
ción» personal. En otras palabras: para ser nuestra persona, como capaz o incapaz de
admitido al diálogo amoroso con el Padre, relacionarse de modo completo y perma-
el Hijo y el Espíritu Santo, es preciso pre- nente con Dios Padre, Hijo, y Espíritu San-
pararse para ser interlocutor apto, hecho de to. Queda claro, de todo lo que acabamos
alguna manera connatural con ellos. ¿Quién de decir, que la escatología cristiana nos ha-
puede estar eternamente contemplando al bla no sólo acerca del sentido de la muer-
Padre, si no alguien que ha aprendido a te, sino también del sentido de la vida. Cier-
amarle ya en esta vida como hijo? ¿Quién tamente, la muerte, punto final de cada bio-
ESCATOLOGÍA 319
grafía terrena, reviste un valor singular. Sig- a un desplazamiento (hacia «arriba»); sino
nifica, para el discípulo del Señor, una oca- que significa más bien, para la criatura libre,
sión única para adentrarse decisivamente alcanzar el fin último para el que fue hecha
en el misterio pascual del Señor (morir-pa- por Dios. Vivir para siempre en estrechísi-
ra-resucitar). Desde la perspectiva de la fe, ma unión con la Trinidad y los justos implica,
la muerte no es un evento puramente ani- para el hombre, la realización de todas sus
quilador y triste, fruto trágico del pecado, aspiraciones más profundas, un estado per-
sino una experiencia humana cuyo signo ha manente y sublime de dicha.
sido trocado por Cristo mismo. Es, para el 2. Quien muere en estado de gracia,
discípulo del Señor, un paso más en la iden- pero todavía inmaduro para gozar del ín-
tificación con Cristo-víctima, obediente al timo consorcio con Dios, los ángeles y los
Padre hasta el final; y por tanto, garantía santos, pasa por una purificación. Tal indi-
de alcanzar una etapa ulterior, gloriosa. Co- viduo, aunque seguro de su eterna salva-
mo dice el Catecismo de la Iglesia Católica ción, debe experimentar un proceso a la
(n. 1005), «... para resucitar con Cristo, es vez gozoso y doloroso que perfecciona
necesario morir con Cristo»: la muerte es, sus disposiciones, hasta tener la santidad
para el cristiano, la entrada en el Primer Día imprescindible para presentarse ante Dios.
del Triduo Sacro (1.º morir 2.º esperar La Iglesia siempre ha ofrecido sufragios
3.º resucitar). para los difuntos que necesitan esta puri-
Por muy difícil que le resulte al lenguaje ficación antes de ser admitidos a la pre-
humano describir el estado del individuo que sencia divina.
acaba su etapa terrenal de vida y cuyo nú- 3. Quien muere en estado de pecado
cleo personal queda liberado de las coorde- acaba, por la fuerza de su propia decisión,
nadas espacio-temporales, la doctrina cris- en el estado de eterna separación de Dios
tiana tradicional afirma que el «yo» del di- y las criaturas santas. El término tradicio-
funto, mox post mortem, comienza ya una nal que se ha utilizado en la Iglesia, «in-
retribución por su conducta mortal, incluso fierno», se refiere a este estado trágico en el
«antes» del día final. «Cada hombre, des- que puede desembocar la libre elección de
pués de morir, recibe en su alma inmortal una criatura, que se cierra ante el Amor. Tal
su retribución eterna en un juicio particular «pérdida» de Dios, único manantial de vi-
que refiere su vida a Cristo, bien a través da y de alegría para el hombre, conlleva una
de una purificación, bien para entrar inme- existencia caracterizada para siempre por
diatamente en la bienaventuranza del cie- la frustración y la vaciedad.
lo, bien para condenarse inmediatamente Cuando llegue el día final, la retribución
para siempre» (CCE 1022). de los hombres alcanzará su estadio defini-
Hay, por tanto, tres situaciones o esta- tivo (cf. supra, «Escatología general»). Aque-
dos posibles en los que el núcleo perso- llos que son de Cristo darán el paso final a la
nal/espiritual del individuo puede encon- Vida-con-su-Señor: bajo la acción del Espí-
trarse tras la muerte: ritu Vivificador, resucitarán y experimenta-
1. Quien muere como amigo de Dios y rán en su totalidad personal los efectos de
está perfectamente purificado es admitido a hallarse identificados con Cristo, penetra-
la presencia de la Santísima Trinidad, para dos totalmente por su Espíritu vivificante:
vivir eternamente con ella la comunión de imposible entonces morir, sufrir, descompo-
conocimiento, amor y vida (junto con la Vir- nerse, a pesar de que los componentes on-
gen María, los ángeles y los santos). En es- tológicos de la naturaleza humana lleven
te sentido, la expresión tradicional utilizada siempre las notas de composición y fragili-
en la Iglesia, «llegar al cielo», no se refiere dad. Por contraste, aquellos hombres que
320 ESPERANZA
hayan desechado su vínculo con Cristo tam- tuales de escatología, 1990. B. DALEY, The Hope of
bién resucitarán, pero no con los cuerpos the Early Church. A Handbook of Patristic Escha-
gloriosos parecidos al del Señor. tology, Cambridge 1991. C. POZO, La venida del
Salvarse de la reprobación con el auxilio Señor en la gloria, Valencia 1993; Teología del
divino, y alcanzar también con el auxilio más allá, Madrid 20024. J. RATZINGER, Escatología,
divino la «vida eterna», constituye el núcleo Barcelona 19923. J.L. RUIZ DE LA PEÑA, La pascua de
de la esperanza cristiana. la creación, Madrid 20003. M. Schmaus, Teología
Dogmática, VII: Los novísimos, Madrid 1961. S.
Bibliografía ZEDDA, L’escatologia biblica, I-II, Brescia
J. ALVIAR, Escatología, Pamplona 2004. COMISIÓN 1972/1975.
TEOLÓGICA INTERNACIONAL, Algunas cuestiones ac- J. Alviar
Esperanza
tamientos. Lo que Dios promete a través tras doce tribus esperan alcanzar» (Hch
del don de la tierra y de la descendencia in- 26,6-7; cf. 23,6; 24,15). Aunque los cre-
numerable, es Dios mismo como Bien pri- yentes del Nuevo Testamento siguen bajo
mero y último para la realización integral el régimen de la esperanza, se trata de una
del hombre y de los hombres. «esperanza mejor» (Hb 7,19), «fundada en
Con los profetas aparece la interpreta- promesas mejores» (Hb 8,6). La excelencia
ción escatológica de la historia y la madu- de la esperanza encuentra su verdadera ra-
ración de la esperanza individual y colectiva. zón en «Cristo Jesús nuestra esperanza» (1
Insisten en la llegada del «día de Yahwéh» Tm 1,1). Él es el «sí de todas las promesas
(Am 5,18-20; Jl 2,1-2) y de una «nueva de Dios» (2 Co 1,20). Y por eso es posible
alianza» (Jr 31,31ss.). Con ellos la prome- «mantener firme la confesión de la espe-
sa se universaliza (Dios es el Dios de todos ranza» (Hb 10,23).
los pueblos) y se intensifica, alcanzando los La categoría central de las expectativas
límites de la muerte (Is 26; Dn 12,1ss.; cf. y esperanzas en tiempo de Jesús era la de
Sal 73,23-28), aunque no todavía con la su- Reino de Dios. En el anuncio del Reino por
ficiente claridad. Habrá que esperar a los Jesús también aparece esta paradoja de la
últimos libros del Antiguo Testamento para esperanza neotestamentaria. El Reino es a la
encontrar claramente formulada la posibili- vez buena noticia realizada y promesa abier-
dad de una victoria de Dios sobre la muer- ta a un futuro mejor. En Jesús, el Reino se
te (Dn 12,1-3; 2 M 7,9; Sb 3,1-4). hace presente ya (Lc 11,20; Mt 12,28; Lc
17,20.21: «... el Reino de Dios está entre
2. Nuevo Testamento vosotros»). Y, sin embargo, hay que pedir-
El Nuevo Testamento se refiere a la historia lo (Mt 6,10; Lc 11,2) porque todavía no ha
de Abrahán para indicar que la nueva alian- llegado o, al menos, no ha llegado en ple-
za es el cumplimiento pleno de la religión nitud. Dios, en este mundo todavía no es
de Israel (Hb 11,8-19; Rm 4,17-18). Los «todo en todos» (1 Co 15,28). El Reino de
creyentes del Antiguo Testamento «en la fe Dios en este mundo coexiste con otro prin-
murieron sin haber conseguido el objeto de cipado, sometido al «príncipe de este mun-
las promesas; viéndolas y saludándolas des- do» (Jn 12,31; 14,30; 16,11; y también la
de lejos» (Hb 11,13). Ante este inacaba- parábola del trigo y la cizaña: Mt 13,24-29).
miento de la promesa, el Nuevo Testamen- La esperanza es una dimensión del Reino
to se presenta como «plenitud» (Ga 4,4; cf. de Dios.
Col 1,19; 2,9) y «cumplimiento» (Mc 1,15) Con la Pascua de Cristo, lo definitivo el
de las promesas de las que Israel era depo- éschaton ejerce su dominio en una historia
sitario (Rm 9,4), en contraste con la situación todavía provisional. La resurrección de Cris-
de los paganos, «extraños a las alianzas de to (confesión de fe fundamental en el Nue-
la promesa, sin esperanza y sin Dios en el vo Testamento) no anula la esperanza. Le
mundo» (Ef 2,12; cf. Col 1,21). Ahora bien, otorga un nuevo vigor: el cielo retiene has-
este cumplimiento no es el final de la pro- ta el tiempo de la restauración universal al
mesa. También los creyentes del Nuevo Tes- Cristo que tiene que venir como consuelo
tamento viven de esperanza. La teología de nuestro (Hch 3,20-21). De ahí la exclama-
los Hechos, que quiere mostrar la continui- ción del creyente: «¡Ven, Señor Jesús!» (Ap
dad y la superación del judaísmo, insiste en 22,20).
que Pablo «sólo por la esperanza de Israel
lleva estas cadenas» (Hch 28,20), «... la es- II. TEOLOGÍA HISTÓRICA
peranza en las promesas hechas por Dios a Los Padres recuerdan la vinculación neotes-
nuestros padres, cuyo cumplimiento nues- tamentaria entre fe y esperanza: «La Iglesia
322 ESPERANZA
que, como el hombre, se compone de múl- mor (I-II, q.41-44). Dicha fenomenología
tiples miembros se reaviva, se desarrolla, pasional ya es supuesta y utilizada en el
se cohesiona y adquiere consistencia por es- análisis de la virtud de la esperanza.
te doble alimento: la fe es su cuerpo; la es- Las primeras intervenciones del magis-
peranza, su alma. Como también el Señor terio sobre la esperanza tuvieron lugar con
está constituido de carne y sangre. La espe- motivo de las disputas quietistas (D. 2201-
ranza, en realidad, es la sangre de la fe; gra- 2269; 2351-2374). Pero, sin duda alguna, su
cias a ella y al alma se conserva la fe. Y si la más importante aportación se encuentra en
esperanza se desvanece, a modo de un flujo el Vaticano II. Frente al desafío que plantea
de sangre, la vitalidad de la fe desaparece» al cristianismo una esperanza y un Reino
(Clemente de Alejandría, El Pedagogo, 38,3). secularizados (E. Bloch), la Gaudium et spes
Zenón de Verona (muerto hacia el año reconoce y afirma la incidencia que tiene la
380) fue el autor del primer tratado De spe, esperanza escatológica en el tiempo pre-
fide et caritate. Este modelo fue seguido por sente: «... la espera de una tierra nueva no
san Agustín en su Enchiridion de fide, spe debe amortiguar, sino más bien avivar, la
et caritate, y por Pascasio Radberto, De fide, preocupación de perfeccionar esta tierra,
spe et caritate (escrito hacia 843). También donde crece el cuerpo de la nueva familia
Tomás de Aquino dejó (aunque incompleto) humana, el cual puede de alguna manera
un Compendio de teología en el que se re- anticipar un vislumbre del siglo nuevo» (GS
sume (como ya había hecho Agustín) toda la 39; cf. GS 21). Prolongando esta perspecti-
doctrina cristiana alrededor de estas tres va, la teología contemporánea de la espe-
virtudes, y en el que (lo mismo que en el ranza busca el diálogo con las aspiraciones
caso de Agustín) la esperanza se estudia en actuales, con las ideologías, utopías, pro-
relación con la oración dominical, pues «la yectos de futuro y de planificación. Y tam-
oración es el medio conveniente que el hom- bién busca el diálogo con muchas situacio-
bre ha recibido para alcanzar de Dios lo que nes de desesperanza, presentes en nuestro
desea» (Compendio, segunda parte, cap. mundo. La gran constitución del Vaticano
2). De ahí que «la oración es intérprete de II, Lumen gentium, ha sido sensible a otra
la esperanza» (S.Th., II-II, q.17, a.2, arg. 2; gran adquisición de la teología contempo-
4, arg. 3; cf. II-II, q.83, a.9). ránea de la esperanza, a saber, su dimen-
El precedente más inmediato del Aqui- sión eclesial (LG 48).
nate es Pedro Lombardo, que trata de la es- También el Catecismo de la Iglesia Cató-
peranza en la distinción 26 de su tercer libro lica se ha ocupado de la esperanza cristiana.
de las Sentencias. Allí se plantea y resuelve Una primera reflexión se encuentra al co-
cinco preguntas: qué es la esperanza, acer- mentar el último artículo del Credo (nn.
ca de qué versa, en qué difiere de la fe, si 1042-1060). Sobre la esperanza como vir-
Cristo la tuvo y si los condenados la tuvieron. tud se trata en los números 1817-1821. De
Tomás de Aquino, en 1256 comenta esta los pecados contra la esperanza (desespe-
distinción del libro de las Sentencias. Hacia ración y presunción) tratan los números
1270 escribe una cuestión disputada sobre 2091 y 2092.
la esperanza. El tratado de la esperanza de De los autores del último siglo que, des-
la Suma de Teología (II-II, cuestiones 17 a de diferentes perspectivas, han contribuido
la 22) está escrito hacia 1171-1172. Antes a la renovación de la reflexión sobre la es-
de ocuparse de la esperanza como virtud, peranza, destacan (entre otros muchos) Ga-
en el tratado de las pasiones de la Suma, briel Marcel (Prolegómenos a una metafísi-
santo Tomás ya había escrito sobre la es- ca de la esperanza), Pedro Laín Entralgo (La
peranza (I-II, q.40, con 8 artículos) y el te- espera y la esperanza), J. Pieper (Sobre la
ESPERANZA 323
esperanza), E. Bloch (El principio esperanza) dad, porque nos planteamos objetivos que
y J. Moltmann que, en su Teología de la es- no podemos alcanzar, ponemos nuestra es-
peranza, afirma que al lado del «primado peranza en lo que nunca llegará. Por eso,
de la fe» está la «primacía de la esperan- para comprender bien la esperanza cristia-
za», fuente de dinamismo y de sentido, cla- na se impone una distinción entre esperan-
ve hermenéutica de toda la teología y de la za y deseo, «porque el deseo lo es de cual-
vida cristiana: Spes quaerens intellectum. quier bien sin consideración de su posibilidad
Finalmente cabe dudar sobre si hoy el o imposibilidad. En cambio, la esperanza
hombre sigue preguntando por lo que po- tiende a un bien como algo que es posible
demos esperar (I. Kant); si para la actual alcanzar, pues en su naturaleza incluye cier-
cultura ambiental, demasiado preocupada ta seguridad de conseguirlo» (Santo Tomás
por el presente, la eficacia y la inmediatez, de Aquino, De spe, 1).
tiene sentido hablar de esperanza; si no ha Cabe hacer una segunda distinción entre
llegado un tiempo en el que se hace preci- espera (esperamos que llegue el tren) y es-
so enseñar a esperar. Ya S. Kierkegaard, en peranza. Tomás de Aquino (S.Th., I-II, q.40,
La enfermedad mortal, pensaba que la de- a.1) caracteriza a la esperanza con estas
sesperación es el secreto de una existencia cuatro notas: a) que sea un bien (no hay
pagana. A la teología de la esperanza hoy esperanza del mal, sino temor; hay, sin em-
le corresponde justificar que la verdadera bargo, espera del mal); b) futuro (no hay
realidad no es la existencia en los límites esperanza de lo inmediato, sino espera del
del mundo (Heidegger: el hombre, ser para momento siguiente); c) arduo, que se con-
la muerte; Tierno Galván: no hay más que sigue con dificultad (no hay esperanza de
la finitud), sino la existencia teologal, don lo fácil, sino seguridad de alcanzarlo; hay,
de Dios que responde a las más profundas sin embargo, espera de lo fácil); y d) posi-
aspiraciones del corazón humano. ble (cuando el bien que se pretende alcan-
Benedicto XVI publicó en 2007 la Encícli- zar resulta imposible de conseguir surge la
ca Spe salvi «sobre la esperanza cristiana». desesperanza; de ahí que la espera se con-
En ella, subraya que la esperanza es una vierte en esperanza cuando la confianza en
palabra central de la fe bíblica y la presen- lograr lo que se espera predomina sobre el
ta en completa cercanía a la fe, hasta el temor de no lograrlo). Existe compatibilidad
punto de que llega a afirmar que «la fe es entre las dos últimas notas: que algo sea
esperanza». El problema al que hace frente difícil no significa que no sea posible. De-
es la dificultad de la esperanza a causa de penderá de los apoyos que uno tenga para
las crisis internacionales, los conflictos béli- conseguirlo.
cos, el terrorismo, los desequilibrios econó-
micos, los problemas medioambientales, el 2. Contenido específico de la esperanza
desorden moral y la corrupción política. Se Si la esperanza es virtud teologal es porque
refiere explícitamente a la vida eterna, ob- tiene a Dios como meta y término: Él es el
jetivo último de la esperanza cristiana que no bien que se pretende conseguir. Tal conse-
es individualista ni debilita más bien al con- cución es posible porque el ser humano tie-
trario, lo fortalece el compromiso históri- ne una capacidad insaciable y en todo bus-
co de los cristianos. ca la felicidad. La felicidad es sentirse sa-
ciado en todos los aspectos y dimensiones
III. TEOLOGÍA SISTEMÁTICA de la personalidad. Eso que parece imposi-
1. Notas de la esperanza ble en este mundo (siempre nos falta algo),
Para el estoicismo esperar bienes que no el cristiano cree que es posible en el en-
dependen de nosotros es fuente de infelici- cuentro con Dios.
324 ESPERANZA
Puesto que a Dios en este mundo siempre namiento que se encuentra ya en 2 M 7,22-
le encontramos de forma imperfecta, nunca 23.28). El poder de Dios se manifiesta tam-
le vemos «cara a cara» (1 Co 13,12), el ob- bién en la resurrección de Cristo, signo an-
jeto de la esperanza, en su contenido ple- ticipador definitivo de que las promesas de
no, está más allá de este mundo: «... es- Dios se cumplirán.
peramos lo que no vemos» (Rm 8,24-25; 2
Co 5,6-7). 4. Sujeto de la esperanza
Estar con Dios en Cristo (también en la Toda la tradición occidental conoce la opinión
vida eterna a Dios se le encuentra en la me- de Agustín, que dio pie a largas discusiones
diación cristológica: Jn 14,9; 12,45) es el y matizaciones por parte de los teólogos pos-
contenido de la esperanza. El Nuevo Testa- teriores: la esperanza es solamente de lo que
mento utiliza diversas expresiones para re- nos atañe a nosotros mismos (Enchiridion,
cap. 8, n. 3). Ya Alberto Magno indica que en
ferirse a este contenido: vida eterna, sal-
un sentido lato la esperanza se extiende al
vación y, sobre todo, gloria. La gloria de Dios
bien de los demás y de toda la comunidad
en Cristo, objeto de nuestra esperanza, al-
(In III Sent., d. 26, a. 7). El sujeto de la es-
canzará a todas las dimensiones del ser hu-
peranza soy yo junto con los demás.
mano, incluidas las mundanas, corporales
El hombre, al esperar, no está solo con-
y sociales. La creación entera espera parti-
sigo mismo. La existencia del hombre es en
cipar de la gloria de Dios (cf. Rm 8,19-23).
todo momento coexistencia. Por eso, su es-
pera es comunitaria, se vive en la comunión
3. Motivo de la esperanza
de los santos. Ya hemos dicho que ésta es
Lo que hace posible la esperanza cristiana
una adquisición importante de la teología
no son las fuerzas humanas, sino un poder
reciente: «... la esperanza se refiere a la
ajeno al hombre: la omnipotencia y la mi-
salvación de todos los hombres, y única-
sericordia de Dios (cf. Santo Tomás de Aqui-
mente en la medida en que estoy engloba-
no, De spe, 1).
do en ellos se refiere también a mí» (J. Da-
En Jesucristo se ha manifestado el amor
niélou, Essai sur le mystère de l’histoire, Pa-
misericordioso de Dios. Así esperamos con
ris 1953, 340).
una certeza inquebrantable porque Dios nos
ha amado y nos ama en Jesucristo: «... na- 5. Memoria, esperanza y humanización
da podrá separarnos del amor de Dios ma- En el Antiguo y en el Nuevo Testamento la
nifestado en Cristo Jesús» (Rm 8,39). Noso- esperanza vive de la memoria: memoria de la
tros poseemos ya las primicias de este intervención liberadora de Dios para sacar a
amor; más aún, este amor nos ha sido da- Israel de la esclavitud (Dt 6,12; 8,11); y me-
do con el don del Espíritu (cf. Rm 5,1-11; moria de la cruz y resurrección de Cristo (2
Ga 4,4-7). Una esperanza así fundamenta- Tm 2,8). En las épocas pasadas, san Agustín
da «no falla» (Rm 5,5). Esto significa que y san Juan de la Cruz reflexionaron sobre la
si la esperanza tiene que ver con el más allá, relación entre memoria y esperanza.
su fundamento está en el más acá, en el vi- La teología contemporánea destaca que la
vir hoy en comunión con Dios. memoria de la cruz y resurrección es un «re-
El poder de Dios se manifiesta en primer cuerdo peligroso» que despierta una espe-
lugar en la creación. Los antiguos escrito- ranza transformadora del presente: «La me-
res cristianos (Agustín, Gregorio de Nisa, moria Jesu Christi implica una determinada
Tertuliano, Cirilo de Jerusalén, Teófilo de An- anticipación del futuro, como futuro de los
tioquía) razonaban así: si Dios puede sus- que no tienen esperanza, de los fracasados
citar vida de la nada, por el mismo poder y acosados. Es, pues, un recuerdo peligro-
puede devolver la vida a los muertos (razo- so y liberador que constriñe y cuestiona
ESPÍRITU SANTO 325
nuestro presente, porque no nos trae a la su ejercicio (GS 21). Esta esperanza trans-
memoria un futuro abierto cualquiera, sino formadora del mundo presente y el «re-
precisamente este futuro concreto, y por- cuerdo peligroso» que nutre la esperanza se
que obliga a los creyentes a transformarse apoyan, iluminan y refuerzan mutuamente.
constantemente, para dar razón de este fu-
turo» (J.B. Metz, La fe en la historia y en la Bibliografía
R. BLÁZQUEZ, La esperanza en Dios no defrauda,
sociedad, Madrid 1979, 102).
Madrid 2004. J.M. CASCIARO y otros (eds.), Espe-
Tomás de Aquino hizo notar que la espe-
ranza del hombre y revelación bíblica, Pamplona
ranza teologal también puede referirse a rea-
1996. M. GELABERT, Para encontrar a Dios. Vida
lidades mundanas, en la medida en que és- teologal, Salamanca-Madrid 2002, 159-202. J.
tas nos conducen a Dios (De Spe, 1; S.Th. II- PIEPER, Sobre la esperanza, Madrid 19613. J. RAT
II, q.17, a.2 ad 2). Esta intuición debería ZINGER, Imágenes de la esperanza: itinerario por
prolongarse en línea con lo que dice el Va- el año litúrgico, Madrid 1998. A. ROYO MARÍN, Te-
ticano II: la esperanza no merma la impor- ología de la esperanza: respuesta a la angustia
tancia de las tareas temporales, más bien existencialista, Madrid 19763.
proporciona nuevos motivos de apoyo para M. Gelabert
Espíritu Santo
dio de su Hijo en el Espíritu Santo. Pues Gn 1,2; 8,1). Este pensamiento está unido a
aquellos que llevan el Espíritu de Dios son la consideración del «espíritu de Yahwéh»
conducidos al Verbo, es decir, al Hijo; pero el como algo personal de Dios, que existe en
Hijo los presenta al Padre, y el Padre otorga Él y que Él envía (cf. Gn 2,7). Así sucede con
la incorruptibilidad. Así pues, sin el Espíritu la vida corporal; así sucede también en el
no es posible ver al Hijo de Dios, y sin el Hi- ámbito del corazón. Esto es destacado es-
jo nadie puede acercarse al Padre, pues el pecialmente por los profetas (cf. p.ej., Jr 1,4-
Hijo es el conocimiento del Padre, y el co- 10). El profeta es el hombre del espíritu (cf.
nocimiento del Hijo se hace por medio del Os 9,7); el espíritu de Yahwéh entra dentro
Espíritu Santo» (San Ireneo, Demostración de él, lo ilumina, le da fuerzas y le urge a
de la fe apostólica, 7: SCh 62, 42). hablar (cf. Ez 2,2-4; 11,5). Este espíritu, con
su fuerza creadora, puede actuar en el co-
I. EL ESPÍRITU EN LA SAGRADA ESCRITURA razón humano, transformándolo, «creándo-
La revelación del Espíritu Santo como Per- lo» de nuevo: santifica a los hombres y les da
sona Divina tiene lugar en la revelación del sabiduría y conocimiento (cf. Is 59,21; Sb
misterio de Cristo; lo mismo sucede con la 1,4; 9,17). Dios, por medio de su espíritu,
Persona del Padre, que sólo se nos ha re- crea un corazón nuevo en el pueblo (cf. Ez
velado como Padre en el misterio de Cris- 36,26-27). Así sucederá especialmente en
to. Sin embargo, esta revelación está pre- los tiempos mesiánicos (cf. Jl 3,1-5).
cedida por cuanto se dice en el Antiguo Tes- El espíritu de Yahwéh actúa en forma es-
tamento en torno al espíritu de Yahwéh. Hay pecial en sus jefes y en sus profetas. Algu-
que decir que entre el Antiguo y el Nuevo nos de estos personajes reciben el espíritu
Testamento existe una estrecha continuidad como un don permanente, que los mantie-
y una radical novedad también en lo que ne fieles a su misión. Así sucede, por ejem-
respecta a la revelación del Espíritu Santo. plo, con José (cf. Gn 41,38), con Moisés (cf.
Cuando en la última cena Jesús anuncia el Nm 11,14-25), con Josué (cf. Nm 27,17-18;
envío de «otro Paráclito» (cf. Jn 14,16-17), Dt 34,9. En David se subraya con fuerza el
se refiere al mismo «espíritu» que ya actuó ideal de un rey ungido por el Señor (cf. 1 S
en la creación (cf. Gn 1,2), que habló por 16,13; 2 S 23,2). El Mesías no sólo es por-
medio de los profetas y que, a partir de la tador privilegiado del espíritu (cf. Is 11,1-
glorificación de Cristo, estará junto a los dis- 3; 42,1), sino que los mismos tiempos me-
cípulos para conducirlos hasta la verdad siánicos se caracterizan por una especial
completa. También los Apóstoles, al hablar efusión de este espíritu en el pueblo (cf. Hch
del Espíritu Santo, remiten a las profecías 2,15-18; Jl 2,28-32).
y a las enseñanzas veterotestamentarias Los textos del Nuevo Testamento que ha-
(cf. Hch 2,14-17; Jl 3,1-5). blan del Espíritu Santo se pueden agrupar
El término hebreo con que se designa al en tres grandes bloques: 1. los que hablan
espíritu es el de ruah, cuyo significado in- del Espíritu como fuerza carismática; 2. los
mediato es el de viento, hálito, respiración. que hablan de Él como fuerza divina que
Nadie ve el soplo del viento, pero sus efectos santifica a los creyentes; 3. aquellos otros en
son palpables (cf. Sal 107,25-27); así suce- los que esta fuerza aparece netamente des-
de con el espíritu de Yahwéh. Respirar com- crita como una Persona divina.
porta la diferencia fundamental entre el ani-
mal vivo y el animal muerto; de ahí que la 1. El Espíritu de Dios como fuerza
ruah no sea considerada como una simple carismática
fuerza natural, sino como una fuerza que po- Si en el Antiguo Testamento se habla del
see el Creador y Conservador de la vida (cf. Mesías como aquél sobre el que «descan-
ESPÍRITU SANTO 327
sa» el Espíritu (cf. Is 11,2-3), en el Nuevo ría (cf. Lc 1,46-54). El poder santificador del
Testamento el Mesías no sólo posee en ple- Espíritu Santo se manifiesta después en la
nitud los dones del Espíritu, sino que Él mis- acción apostólica (cf. p.ej., Hch 11,15-16):
mo es fruto del Espíritu; incluso es conce- el Espíritu no sólo actúa sobre los Apósto-
bido por obra del Espíritu (cf. Lc 1,35; Mt les, sino también sobre los corazones de
1,18). Estos textos han de ser leídos a la luz quienes les escuchan (cf. Hch 2,37-41).
de cuanto se dice en el Antiguo Testamento El Espíritu Santo santifica la Iglesia, con-
en torno a la acción creadora y vivificadora virtiéndola en cuerpo de Cristo (cf. 1 Co
del Espíritu de Yahwéh (cf. p.ej., Gn 1,2; Sal 12,13). Es también el Espíritu Santo el que
104,30; Sb 1,7) y a la protección de Yah- santifica a cada uno de los creyentes hasta
wéh sobre el campamento de los judíos (cf. el punto de que quien no tiene el Espíritu de
Ex 13,33; 19,16; 24,16; 40,36). Toda la ac- Cristo, ése no es de Cristo (cf. Rm 8,9),
tuación de Jesús está llena de la fuerza del mientras que quienes son guiados por el Es-
Espíritu; esta actuación poderosa es señal píritu de Dios, éstos son hijos de Dios (Rm
de que llega el Reino de Dios (cf. Lc 11,20): 8,14). El cristiano se va transformando en
Jesús bautiza en el Espíritu de Dios (cf. Mt Cristo conforme obra en él el Espíritu del Se-
3,11); su predicación recibe la fuerza de su ñor (cf. 2 Co 3,18). Esta transformación tie-
unción por el Espíritu (cf. Mt, 12,18-21; Is ne lugar de modo sacramental ya en el bau-
42,1-2). La resurrección de Jesús es obra tismo (cf. 1 Co 6,11; Tt 3,5). El Espíritu San-
del Padre por medio del Espíritu Santo (cf. to, presente en el alma del justo (cf. Rm
Rm 8,11). Tras su resurrección, Jesús dona 8,15), lo llena de amor (Rm 5,5). Los cris-
el Espíritu a los discípulos para que puedan tianos son verdaderamente templos del Es-
perdonar los pecados (cf. Jn 19,22-23); más píritu Santo (cf. 1 Co 3,16-17; 6,19), están
tarde lo envía a su Iglesia (cf. Hch 2,33). En edificados como morada de Dios en el Espí-
esos primeros tiempos, la actuación del Es- ritu (cf. Ef 2,22). El desenmascarar el peca-
píritu se deja sentir en forma especialmen- do forma parte de la acción salvífica del Es-
te palpable (cf. Hch 2,1-36; 1 Co 12,4-11). píritu (cf. Jn 16,8. 13). Esa acción consiste en
San Pablo advierte que la riqueza de caris- guiar hacia la verdad completa (cf. Jn 14,6).
mas en la Iglesia es obra del Espíritu y que, El Espíritu es el único que puede introducir en
aunque los carismas son muchos, este Es- el misterio de Cristo y en la sabiduría de la
píritu es uno (1 Co 12,13). También el mi- Cruz (cf. 1 Co 2,1-5). San Pablo destaca la
nisterio pastoral es un auténtico don del Es- oposición existente entre las obras de la car-
píritu a la Iglesia (cf. 1 Tm 4,14). ne y los frutos del Espíritu en un pasaje de
gran claridad en lo que se refiere a su ac-
2. La santificación, obra del Espíritu ción santificadora (cf. Rm 8,5-12).
En el Nuevo Testamento, la obra santifica-
dora del Espíritu tiene lugar de forma emi- 3. El Espíritu Santo como persona divina
nente, en Santa María y en el fruto que va a En numerosos pasajes del Nuevo Testa-
nacer de Ella (cf. Lc 1,32). La santidad ab- mento, el Espíritu Santo aparece no sólo co-
soluta de Cristo está en relación con la obra mo una fuerza divina, sino que es descrito
del Espíritu. Durante la vida terrena del Se- como «alguien» distinto del Padre y del Hi-
ñor, los personajes más relacionados con su jo, e íntimamente relacionado con ellos. Así
misión reciben el Espíritu en forma espe- se ve, por ejemplo, en las narraciones del
cialmente eficaz en cuanto a su santifica- bautismo de Jesús (cf. Mc 1,9-11; Mt 3,13-
ción: por ejemplo, el Bautista (cf. Lc 1,15), 17; Lc 3,21-22). Esta distinción personal
Isabel (cf. Lc 1,41), Zacarías (cf. Lc 1,67), Si- aparece con mayor claridad aún en el man-
meón (cf. Lc 2,25), y, sobre todo, Santa Ma- dato de bautizar en el nombre del Padre y
328 ESPÍRITU SANTO
del Hijo y del Espíritu Santo (cf. Mt 28,19). mo el camino, la verdad y la vida (Jn 14,6):
La presencia del Espíritu Santo es tan cons- seguidamente habla del Espíritu Santo como
tante en Hechos, que este libro es conside- Espíritu de la verdad (cf. Jn 15,26; 16,13).
rado como «el evangelio del Espíritu San- Se comprende que san Juan llegase a la si-
to». En él se contienen numerosos pasajes guiente conclusión: El Espíritu da testimo-
en los que se habla del Espíritu como don nio de Cristo, porque el Espíritu es la ver-
que se recibe por la imposición de las ma- dad (1 Jn 5,6). En esta misma línea de re-
nos, pero, al mismo tiempo, se habla de Él lación con la verdad se enmarca la mención
como una Persona: el Espíritu insinúa cómo al Espíritu Santo que se hace en Jn 14,26.
ha de hacerse la expansión de la Iglesia, En Jn 16,7, Jesús consuela a los Apósto-
por ejemplo, indicando a Felipe que se acer- les con unas palabras misteriosas, que están
que al eunuco de la reina de Candaces (cf. en relación con la misión del Espíritu: el en-
Hch 8,29), o a Pedro que vaya a casa del vío del Espíritu está en relación con su par-
centurión Cornelio (cf. Hch 10,19-20); es el tida de este mundo. A continuación (Jn 16,8-
Espíritu el que inspira a los Apóstoles las 11), la venida del Espíritu es descrita como
palabras que deben decir cuando son juz- una venida salvadora. Las palabras sobre el
gados por el Sanedrín (cf. Hch 4,8. Cf. tam- Espíritu Santo pronunciadas por Jesús en la
bién 1,4; 2,33; 19,1-7). Más relieve aún tie- última cena, concluyen con un largo párra-
nen aquellos textos en los que el Espíritu fo en el que nuevamente se relaciona al Es-
aparece como sujeto de verbos como habi- píritu con la verdad y con la continuación
tar, distinguir, querer (cf. 1 Co 3,16; 6,11,26- de la obra de Cristo (Jn 16,12-15). El Espí-
27) y aquellos otros textos en los que apa- ritu sondea las profundidades de Dios (cf. 1
recen fórmulas ternarias (cf. 2 Co 13,13; 1 Co 2,10). Al sondear este misterio, el Espí-
Co 12,4; Ef 1,3-14). ritu conoce el misterio de la paternidad y de
la filiación; por esto puede llevar hasta la
4. Los textos joánicos de la última cena plenitud del conocimiento del misterio del
La narración joánica de la última cena con- Hijo.
tiene los textos más explícitos sobre el Es- En estos pasajes se dice unas veces que
píritu Santo como Persona: Jesús rogará al el Espíritu Santo es enviado por el Padre, y
Padre que envíe el Espíritu para que per- otras veces se dice que es enviado por el
manezca con los Apóstoles (cf. Jn 14,16-17 Hijo. El tema es importante, pues «el ori-
y 26). Se trata de alguien que es enviado gen eterno del Espíritu se revela en su mi-
en modo análogo a como ha sido enviado sión temporal» (CCE 244). En Jn 16,16-
el Verbo (cf. Jn 16,7). En Jn 15,26, Cristo 17.26, el envío del Espíritu es atribuido al
promete enviar al Espíritu de verdad que Padre, mientras que en Jn 15,26-27 es Je-
procede del Padre y que dará testimonio de sús quien envía el Espíritu. Lo mismo suce-
Él. Esta afirmación queda reforzada, si se de en Jn 16,7-8: el Hijo envía al Espíritu.
lee este texto a la luz de Jn 16,13-15: el Es-
píritu guiará a los discípulos hacia la verdad II. EL ESPÍRITU SANTO Y JESÚS
completa y glorificará a Cristo. Toda la pneumatología neotestamentaria
En Jn 14,17, el Señor habla del Espíritu encuentra su fundamento en las relaciones
Santo como el otro Paráclito, dando a en- entre el Espíritu y Jesús. En efecto, todas
tender que es alguien parecido a Él, que es las promesas veterotestamentarias en tor-
el primer Paráclito. El Espíritu Santo es lla- no a la donación del Espíritu y a su presen-
mado también Espíritu de la verdad. Su con- cia salvífica entre los hombres se cumplen en
vergencia con Cristo es evidente: un poco el Mesías; Él posee en plenitud todos los do-
antes Jesús se ha calificado a sí mismo co- nes del Espíritu (cf. Is 11,2); Él es el envia-
ESPÍRITU SANTO 329
do a liberar a los cautivos, porque está un- píritu (cf. Mt 12,28); su enseñanza tiene lu-
gido por el Espíritu (cf. Is 61,1-3; Lc 4,16- gar por el poder del Espíritu (cf. Lc 4,14);
21). La radical novedad que encontramos todo su ministerio se fundamenta en la un-
en el Nuevo Testamento en el terreno pneu- ción por el Espíritu (cf. Lc 4,16-30; Mt 13,54-
matológico estriba no sólo en la revelación 58; Mc 6,1-6). Jesús ofrece su vida por la
del Espíritu como Persona divina, sino en la fuerza del Espíritu (cf. Hb 9,14), y es resu-
íntima e indisoluble relación existente en- citado por la fuerza del Espíritu (cf. Rm 1,3-
tre el Espíritu y Jesús. Esta relación es el 4; Hch 1,8; 2,4). Exaltado, es Jesús quien da
punto focal de toda la revelación neotesta- el Espíritu Santo (cf. Hch 2,33).
mentaria sobre el Espíritu Santo, hasta el El Evangelio de san Juan ofrece un pasa-
punto de que el conocimiento profundo de je de particular densidad pneumatológica.
Cristo exige tener presente que Él es fruto Está situado en un contexto muy significa-
del Espíritu Santo, y a la vez, el conoci- tivo: el último día, el más solemne, de la
miento del Espíritu remite constantemente fiesta de los Tabernáculos. En este ambien-
a su relación con Cristo: Él es Espíritu de te, lleno de expectación mesiánica, Jesús
Cristo (Rm 8,9), Espíritu del Hijo (Ga 4,6), grita con voz fuerte: Si alguno tiene sed que
Espíritu de Jesús (Hch 16,7), Espíritu del venga a mí, y beba (Jn 7,37-38). Jesús se
Señor (2 Co 3,7). refiere al Espíritu que iban a recibir de Él los
A este respecto es decisiva la afirmación que creyesen en Él (cf. Jn 7,39). Jesús se
de que Jesús ha sido concebido por obra del presenta como la verdadera roca del de-
Espíritu. Este hecho lleva consigo el que Je- sierto de la que brota el agua y como el ver-
sús está unido a Él desde el primer momento dadero templo del cual sale una corriente
de su existencia y permanece vinculado a de agua que llega hasta el desierto y lo lle-
Él durante toda la vida. El comportamiento na de vida (cf. Ex 17,6, 1 Co 10,4 y Ap
religioso de Jesús no se puede entender pen- 22,1). Jesús es fruto y fuente del Espíritu. En
sando únicamente en su relación filial a Dios el Evangelio de san Juan esto se pone de
Padre; ese comportamiento manifiesta tam- relieve incluso a la hora de la muerte de
bién una esencial referencia al Espíritu San- Cristo. En efecto, en Jn 19,30 se utiliza la
to. Jesús es el ungido por el Espíritu (Hch idea de «transmitir» o «donar» (paredoken
10,38). El texto de Lc 1,35 destaca que la to pneuma) al hablar de la expiración de
concepción virginal de Jesús forma parte in- Cristo, cosa que hace pensar en la donación
separable del misterio íntimo de Cristo, no del Espíritu por parte de Jesús. La transfi-
sólo por el misterio de la virginidad, sino xión del Crucificado (un soldado atraviesa
también por la especial relación con el Es- el costado del Señor, e inmediatamente bro-
píritu Santo de la que es fruto esa concep- ta de él sangre y agua Jn 19,34), evoca Jn
ción virginal. Él recibe el Espíritu en pleni- 7,37-39, que se acaba de citar: del seno del
tud y definitivamente en el momento mismo Mesías brotan ríos de agua viva, esto es, el
de su concepción. Por eso es santo en una Espíritu Santo.
forma extraordinaria y única: Cristo es san- Hb 9,14 ofrece otra perspectiva de la pre-
to con la santidad del Verbo al que está uni- sencia del Espíritu en la muerte de Cristo.
do hipostáticamente; es santo también por Esta presencia está relacionada con el sen-
la plenitud del Espíritu, que lo consagra y tido sacrificial que la presencia del Espíritu da
santifica. la muerte de Cristo. El texto habla de la su-
Toda la existencia de Jesús se encuentra perioridad del sacrificio de Cristo sobre los
bajo la acción del Espíritu: lleno del Espíritu, sacrificios antiguos; la argumentación des-
es conducido por Éste al desierto (cf. Lc 4,1); cansa en la superioridad de la víctima (que
expulsa los demonios por el poder del Es- es «inmmaculada») y en la perfección del
330 ESPÍRITU SANTO
ofrecimiento (que tuvo lugar «por el Espíri- píritu como uno de los artículos de la fe cris-
tu Eterno»). tiana, y porque atribuye un papel distinto a
El Espíritu de Cristo presente en nuestro cada una de las tres divinas Personas en la
interior nos hace vivir en forma consciente historia de la salvación (cf. San Ireneo, De-
la realidad de nuestra filiación divina. So- mostración de la fe apostólica, 3: SCh 62,
bre este asunto, los textos del Nuevo Tes- 32 y 42). La formulación ireneana de la in-
tamento son de una claridad meridiana (cf. habitación del Espíritu en el justo es de una
Rm 8,14-16; Ga 4,6-7). La más profunda gran claridad: el Espíritu permanece en el
realidad de nuestro ser de cristianos es pre- cristiano mientras que éste no lo expulse
cisamente nuestra relación filial al Padre. con sus pecados (cf. ibid., 42: SCh 62, 98).
Este pensamiento encuentra un certero pun- Fue precisamente la profesión de fe efec-
to de referencia en aquellas afirmaciones, tuada en el bautismo y la necesidad de una
también paulinas, de que somos templos catequesis previa para hacer esta profesión
del Espíritu Santo (cf. 1 Co 6,19; 3,16). La con conciencia clara, el motivo de la redac-
presencia del Espíritu opera una auténtica ción de los símbolos bautismales. San Ire-
transformación, conformando al hombre con neo (ibid., 6: SCh 62, 39-40), habla incluso
Cristo, también en cuanto a su gloria (cf. 2 de tres artículos de nuestra fe. En san Hipó-
Co 3,18). El tema tiene particular relevancia, lito de Roma († 235), las preguntas bautis-
si se considera el texto juntamente con 1 males se han convertido ya en un credo com-
Co 15,35-58. La resurrección de Cristo es pleto en forma interrogativa, tripartita (cf.
causa de nuestra resurrección; nuestro cuer- Traditio apostolica, 21: SCh 11bis, 86-89).
po, configurado con el de Cristo, resucitará También Tertuliano († 222/223), en su lu-
como cuerpo espiritual (pneumatikón so- cha contra las herejías trinitarias, apela a la
ma) (cf. 1 Co 15,44). profesión de fe bautismal (De anima, 1, 4:
CCL 2, 782, 26-29. Cf. también De baptis-
III. EL ESPÍRITU SANTO EN LA FE DE LA IGLESIA mo, 3: CCL 1, 278-279; De spectaculis, 4:
PRIMITIVA CCL, 1, 231). Lo mismo sucede en la liturgia
La fe explícita en un Dios Trino y, por tanto, eucarística (cf. San Justino, Primera Apología,
también en la divinidad del Espíritu Santo, 65: ed. Otto, 178-180). En la epíclesis de la
ha estado siempre presente en la Iglesia. Dan tradición apostólica se pide al Padre que en-
fe de ello los testimonios pertenecientes a los víe a su Espíritu para que podamos glorifi-
primeros siglos, es decir, la liturgia, la ora- carle por medio del Hijo (Hipólito de Roma,
ción, los escritos patrísticos. También el Nue- La Tradition Apostolique, 4: SCh 11bis, 53).
vo Testamento da testimonio de esto, pues, En este marco se sitúan las doxologías
además de Revelación, es también testimo- cristianas. Se trata de un reconocimiento de
nio de la predicación apostólica (cf. Hch 8,37; los atributos divinos, especialmente de su
Rm 10,9; Ef 1,13; 1 Tm 6,12; Hb 4,14). doxa. Estas doxologías aparecen con profu-
En la Iglesia primitiva, al igual que en la sión en los escritos del Nuevo Testamento
Iglesia de todos los tiempos, la fe trinitaria se (cf. p.ej., Rm 16,27; Ef 3,21; 2 P 3,18; Ap
expresa con especial fuerza en aquellos mo- 1,6; 5,13) y en los primeros testimonios de
mentos en que se celebra el misterio pas- la oración cristiana. La doxología Gloria al
cual, concretamente, en el bautismo y en la Padre, al Hijo y al Espíritu Santo está ya en
eucaristía: cf. Didaché (ca. 90/100), san Jus- el himno Phos hilarón, luz gozosa, pertene-
tino († 163/167), y san Ireneo († ca. 202). ciente a los siglos II-III (cf. Rouët de Jour-
El testimonio de san Ireneo sobre el bautis- nel, Enchiridion Patristicum, 108). En el Mar-
mo cristiano es especialmente valioso por tirio de Policarpo 14 (SCh 10, 226-228), el
su autoridad, porque presenta la fe en el Es- Espíritu Santo es designado como dador de
ESPÍRITU SANTO 331
la incorruptibilidad tanto del cuerpo como problema está perfectamente tipificado por
del alma. Atanasio: estos personajes aceptan la divi-
Esta insistencia, desde el primer mo- nidad del Hijo, pero dicen que el Espíritu es
mento, en la confesión de fe explícita en el un ser creado de la nada al que hay que
misterio trinitario se debe a que todo tiene contar entre los espíritus servidores de los
su origen en el Padre, se realiza por medio que se habla en Hb 1,14. San Atanasio lla-
del Hijo, y es llevado a término por el Espí- ma trópicos a estos personajes, porque ex-
ritu Santo (cf. San Ireneo, Demostración de plicaban en sentido trópico (metafórico), los
la fe apostólica, 5: SCh 62, 34-35). Se ex- textos de la Sagrada Escritura que eran con-
presa aquí con nitidez algo de importancia trarios a sus doctrinas.
decisiva en pneumatología: el Padre no só- La pneumatología de san Atanasio es cla-
lo es fons et origo totius Trinitatis, sino que ra y sencilla. También lo es su forma de ar-
es también fuente y origen de toda la his- gumentar, pues se centra en recordar la re-
toria de la salvación. gula fidei, en aducir un gran dossier de tex-
tos escriturísticos que hablan del Espíritu
1. La pneumatología en el siglo IV Santo en igualdad con el Padre y el Hijo, y en
El siglo IV se caracteriza por ser el de las mostrar lo absurda que es la posición de los
grandes controversias trinitarias y de las de- pneumatómacos. Para Atanasio, el Hijo y el
finitivas intervenciones de dos concilios: el de Espíritu Santo son inseparables en cuanto a
Nicea (325) y el I de Constantinopla (381). su naturaleza. Todo lo del Padre se encuen-
Ambos concilios afrontaron dos subordina- tra en el Espíritu Santo a través del Hijo
cionismos: el de Nicea, el subordinacionismo (ibid., 3,1: SCh 15, 164-165). Desde luego,
cristológico; el de Constantinopla, el subor- la posición de san Atanasio es incompatible
dinacionismo pneumatológico. En el símbo- con una consideración del Espíritu al mar-
lo del Concilio de Nicea se confiesa explíci- gen de su relación con el Verbo. Para negar
tamente la perfecta divinidad del Verbo, es la divinidad del Espíritu Santo, los trópicos
decir, su consustancialidad con el Padre, y argumentaban que su papel se limitaba a la
a continuación se añade, sin más explicita- santificación y a la enseñanza; mientras que
ción «y en el Espíritu Santo». La presencia san Atanasio argumenta a favor de su divi-
del Espíritu Santo en el símbolo es suficien- nidad también desde su misión santificado-
temente elocuente de su divinidad, pues es- ra, iniciando así un camino de pensamiento
tá colocado al mismo nivel que el Padre y que encontrará su máxima expresión en san
el Hijo y, además, el símbolo está compuesto Basilio y en san Gregorio de Nisa, que sos-
conforme al esquema de tres «ciclos». tienen que sólo quien es infinitamente san-
La negación explícita de la divinidad del to puede santificar; sólo quien es perfecta-
Espíritu Santo tiene lugar en la segunda mi- mente Dios puede divinizar.
tad del siglo IV. Sus negadores son conoci- La lucha contra el Espíritu Santo por par-
dos con el nombre de pneumatómacos (lu- te de los pneumatómacos se manifiesta con
chadores contra el Espíritu), y también con especial fuerza en su resitencia a aceptar la
el de macedonianos. Macedonio fue obispo doxología «gloria al Padre, al Hijo y al Espí-
de Constantinopla desde 342 hasta 359. Só- ritu Santo». Sus reticencias fueron la oca-
lo después de su muerte se le atribuyó la sión de que san Basilio escribiese su tratado
paternidad de este error trinitario. La pri- Sobre el Espíritu Santo. Los pneumatóma-
mera noticia de esta herejía nos llega a tra- cos se oponían a que el Espíritu apareciese
vés de san Atanasio, quien escribe cuatro junto al Padre y al Hijo en forma yuxta-
cartas a Serapión en torno al año 360 (san puesta. Según ellos no se debía decir «Glo-
Atanasio, Cartas a Serapión: SCh 15). El ria al Padre y al Hijo junto con el Espíritu
332 ESPÍRITU SANTO
Santo», para que «la gloria del Espíritu San- dad de la Trinidad a partir de la monarquía
to no fuese celebrada juntamente con la del divina. El Padre es la razón de la unidad tri-
Padre y la del Hijo». San Basilio argumenta nitaria, pues entrega indivisiblemente toda
que esa doxología es correcta, pues res- la divinidad al Hijo y al Espíritu Santo, ya
ponde a la teología contenida en el manda- que la sustancia divina es simplicísima e in-
to misional que coloca en igualdad de po- divisible. El Nacianceno destaca que la di-
der y honor a las tres divinas Personas (cf. ferencia existente entre las Personas divinas
Sobre el Espíritu Santo, 24 y 27: SCh 17bis encuentra su fundamento en las relaciones.
451 y 491). Esa connumeración, señala san Son estas relaciones las que configuran, por
Basilio, no es un invento humano sino algo así decirlo, la noción propia de cada Perso-
enseñado y propuesto por el mismo Jesu- na e impiden que exista confusión entre
cristo. ellas (cf. Discurso 31, 9: SCh 250, 290-
San Basilio afirma explícitamente que la 292). Gregorio acuña el término ekporéusis,
naturaleza divina es única en número y que, processio, como diferente del de genera-
en el seno de la divinidad, la distinción sólo ción, para referirse a la forma en que el Es-
puede darse por las particularidades que píritu procede del Padre (ibid., 31, 8: SCh
hacen que cada Persona sea ella misma y 250, 291-293). Con la distinción entre ge-
que no pueda ser la otra. Las Personas, neración y ekporéusis Gregorio avanza con-
pues, sólo se distinguen por sus propias «ca- siderablemente a la hora de expresar la dis-
racterísticas» ¿Cuáles son estas caracterís- tinción existente entre el Hijo y el Espíritu
ticas «personificadoras»? Según Basilio, lo Santo.
propio del Padre es ser agénnetos, es decir, Para adentrarse en la exposición de «có-
ser inengendrado. El Hijo es gennetós, es mo» procede el Espíritu de Dios, san Gre-
decir, engendrado. Lo propio del Espíritu gorio de Nisa retoma la denominación del
Santo es ser conocido en el Hijo y recibir Espíritu como soplo de Dios. Existe en Dios,
junto con Él su sustancia del Padre. Las ca- argumenta Gregorio, un Pneuma de igual
racterísticas personales pueden designarse, forma que existe en Él un Logos. La Pala-
pues, como paternidad, filiación y fuerza bra divina no se desvanece una vez pro-
santificadora. nunciada; tampoco el aliento que acompa-
Adentrándose por un camino que lleva- ña a esa Palabra puede ser considerado co-
rá a distinguir mejor la procesión del Espíritu mo el aliento de la respiración, sino como
de la procesión del Hijo, san Basilio dice que una fuerza sustancial con subsistencia pro-
el Espíritu procede del Padre, no por gene- pia (cf. San Gregorio de Nisa, Gran discurso
ración, sino como el «hálito de su boca». Él catequético, 2: SCh 243, 152-154). La pneu-
es el soplo de Dios, que procede del Padre matología de Gregorio de Nisa encuentra
de forma inefable (ibid., 46, 38: SCh 17bis, sus expresiones más elevadas en el Ad Abla-
376-384). El Espíritu es Dios, pues es Espí- bium y en el Adv. Macedonianos pneuma-
ritu y Soplo del Padre. Como ya hiciera san tomachos, De Spiritu Sancto: GNO III/1,
Atanasio, san Basilio, al hablar del Espíritu 35-58 y 87-116). La distinción de las Per-
Santo, tiene buen cuidado de no separarlo sonas proviene, según Gregorio, de que Hi-
nunca del Hijo. Y es que, para él, ha de to- jo y Espíritu proceden del Padre: el Hijo in-
marse en toda su radicalidad que Padre e mediatamente; el Espíritu por mediación
Hijo son una sola cosa y lo tienen todo en (mesitéia) del Hijo. Para Gregorio, la rela-
común (ibid., 18: SCh 17bis, 406). ción del Espíritu con el Unigénito marca in-
Esta doctrina trinitaria se encuentra de- discutiblemente la distinción entre la pro-
sarrollada en forma muy parecida por san cesión del Hijo y la del Espíritu: el Espíritu
Gregorio de Nacianzo, que subraya la uni- procede del Padre, pero no es engendrado.
ESPÍRITU SANTO 333
La imagen del hálito en el que va envuelta la que le permite ser santificador y diviniza-
palabra al ser pronunciada permite a Gre- dor del hombre en sentido absoluto.
gorio subrayar la simultaneidad de las pro- Se dice del Espíritu que es Señor en for-
cesiones del Hijo y del Espíritu, propia de la ma similar a como se afirma de Cristo en el
eternidad; el decir que el Hijo tiene «cierta mismo símbolo que es Señor, utilizando la
mediación» en la procesión del Espíritu le palabra Señor como un título divino, reser-
facilita dar razón del orden trinitario: por vando para el Padre el título Theós. La en-
qué razón el Espíritu Santo es la tercera Per- señanza es clara: el Espíritu es Señor y, por
sona, y nunca se le puede considerar como tanto, no pertenece al nivel de las criatu-
la segunda. ras. La afirmación dador de vida (zoopóion)
aparece con frecuencia en los escritos de
2. El símbolo del Concilio I de san Basilio. Esta afirmación está llena de
Constantinopla (381) evocaciones: desde la acción santificadora
Al llegar al Concilio de Constantinopla, la tra- por la que el hombre es constituido nueva
dición pneumatológica era lo suficientemente criatura en Cristo, hasta la perfecta reden-
unánime, explícita y profunda como para ción del cuerpo que tendrá lugar al final de
que se pudiesen redactar en el símbolo, con los tiempos por obra del Espíritu (cf. Rm
toda sencillez, las frases dedicadas al Espí- 8,11).
ritu. Los 150 Padres desarrollaron la cláu- El inciso que procede del Padre, como es
sula referida al Espíritu Santo para salir al obvio, está puesto para mostrar el origen
paso de los pneumatómacos con la inten- divino del Espíritu. El Espíritu procede (ek-
ción de volverlos a la fe de Nicea. No se tra- poréuetai) del Padre, pero sin ser engen-
ta, pues, de un texto polémico, sino de un drado; procede y, por tanto, no es hecho,
texto claro y conciliador. El deseo de no exa- ni creado. Esta frase es cita de Jn 15,26-27.
cerbar los ánimos de los macedonianos se Sigue a continuación la proclamación de la
nota, por ejemplo, en que se evita aplicar homotimia del Espíritu Santo, con el Padre y
al Espíritu Santo el término homousios, de la el Hijo. Éste fue siempre uno de los argu-
misma sustancia. Los padres escogieron mentos más importantes para mostrar la
otras palabras para decir lo mismo en un perfecta divinidad del Espíritu. La adorabili-
lenguaje equivalente, de forma que signifi- dad del Espíritu, junto con el Padre y el Hi-
casen con claridad la consustancialidad del jo, parece proclamada aquí directamente
Espíritu Santo con el Padre y el Hijo, y se contra los pneumatómacos, que admitían la
recogiesen los argumentos más notables en adorabilidad y, por tanto, la divinidad del Hi-
torno a la divinidad del Espíritu. Se trata, jo, pero no la del Espíritu. El inciso que ha-
además, de unas palabras que son un eco bló por los profetas tiene la misma inten-
vivo de la enseñanza del Nuevo Testamento. ción: reafirmar la divinidad del Espíritu San-
Este símbolo adquirió el valor definitivo to, pues a este argumento los profetas que
propio de un concilio ecuménico al ser acep- hablan inspirados por el Espíritu recurrieron
tado solemnemente por el Concilio de Cal- también los Padres para reafirmar su divi-
cedonia (451). La divinidad del Espíritu se nidad.
insinúa ya en el calificativo que acompaña En el símbolo, pues, se confiesa la divini-
la mención del Espíritu: Santo. Se trata de dad del Espíritu Santo atribuyéndole: a) un
un calificativo que le aplica el Nuevo Testa- nombre divino: Señor; b) funciones divinas:
mento (cf. Lc 1,35; Jn 14,26) y que, toma- dar la vida; c) un origen inmanente del Pa-
do en su radicalidad, lo muestra como Per- dre: procede; d) una igualdad de adoración
sona divina, pues sólo Dios es santo en sen- y de honor. En la carta sinodal del Sínodo
tido absoluto. Es esta santidad absoluta lo de Constantinopla del año 382, los padres
334 ESPÍRITU SANTO
cede del Padre». A partir del siglo VIII, en de esta cuestión en Oriente la carta que es-
Occidente, se fue introduciendo el añadido cribe san Máximo el Confesor († 662) a Ma-
«y del Hijo» en el uso litúrgico de este sím- rino, presbítero de Chipre, que a raíz de la
bolo. La introducción de este inciso consti- carta del Papa, le había preguntado, con
tuye una importante cuestión. cierto escándalo, por el significado de la ex-
En la teología inmediatamente anterior al presión «y del Hijo». El escándalo no era
Concilio, está claro que el Espíritu Santo es otro que el pensar que con esta frase los
igual que el Padre y el Hijo, porque es Dios y romanos negaban que el Padre es la única
procede (ekporéuei) del Padre; está también fuente de la Trinidad (cf. san Máximo el Con-
claro que existe una estrecha relación entre fesor, Ad Marinum presbyterum: PG 91,
el Espíritu y el Hijo. El Concilio se contentó 136). El mismo san Máximo, en carta diri-
con dejar claro frente a los pneumatómacos gida al papa Martín I el año 655, manifies-
que el Espíritu Santo es Dios, y no se aden- ta que él acepta que el Espíritu procede del
tró por una ulterior explicación de la relación Padre por medio del Logos. San Máximo de-
del Espíritu con el Verbo fiende esta expresión para «salvaguardar la
Sin embargo, esta cuestión estaba ya pre- unidad y la identidad de la esencia median-
sente en los grandes teólogos cuya autoridad te el enunciado sobre la procesión (proié-
y cuyos escritos influyen decisivamente en el nai) por medio del Hijo, sin convertir al Hi-
Concilio I de Constantinopla. Así sucede, por jo en causa (aitía) de la procesión (ekpo-
ejemplo con san Atanasio (A Serapión, 2, réusis) del Espíritu Santo» (cf. B.J. Hilberath,
1: SCh 15, 147-149), san Basilio (Sobre el Pneumatología, 148).
Espíritu Santo, 17: SCh 17bis 398-400) y La teología latina, como ya se ha visto,
san Gregorio de Nisa (Epistola, 24, 15: SCh se orientó desde sus comienzos hacia la afir-
263, 287), que hablan con frecuencia de la mación explícita de que el Espíritu Santo
existencia de un vínculo del Espíritu con el procede del Padre y del Hijo. El término Fi-
Hijo. Es llamativa la repetida afirmación de lioque es usado ya por san Ambrosio (De
que el Espíritu posee con respecto al Hijo la Spiritu Sancto ad Gratianum Augustum, PL
misma condición que el Hijo tiene con res- 16, 762-763). Le sigue san Agustín, en cu-
pecto al Padre (San Atanasio, A Serapión, ya doctrina trinitaria la procesión del Espí-
3, 1: SCh 15, 163-164 y san Basilio, Sobre ritu del Padre y del Hijo ocupa un lugar muy
el Espíritu Santo: 17, 43: SCh 17 bis, 399). importante (cf. B. Studer, «Filioque», en Di-
Gregorio de Nisa atribuye cierto papel al Hi- zionario Patristico e delle Antichità Cristia-
jo en la procesión del Espíritu Santo, al me- na, I, 1358-1359). San Agustín dice que el
nos un papel «manifestativo», que no pue- Espíritu procede del Padre principaliter, mien-
de reducirse al puro y simple terreno eco- tras que procede del Hijo communiter, por-
nómico. Con esto parece insinuarse ya aquí que el Padre, con la generación, le entrega
la expresión no infrecuente entre los orien- todo al Hijo (De Trinitate, 15, 17, 29: BAC
tales de que el Espíritu procede a Patre per 39, 894-896). Las líneas fundamentales del
Filium (cf. B. Sesboüé y El «Filioque», en B. pensamiento de san Agustín sobre este
Sesboüé y J. Wolinski, El Dios de la salva- asunto se pueden reducir a tres: 1. el Espí-
ción, Salamanca 1995, 252). ritu Santo procede juntamente del Padre y
Tras el Concilio de Letrán del año 649, el del Hijo (Tractatus in Ioannem, 99, 6: BAC
papa Martín I envía una carta sinodal a 165, 464); 2. el Espíritu Santo procede prin-
Constantinopla en la que se encuentra esta cipalmente del Padre (De Trinitate, 15, 26,
frase: «... el Espíritu que procede (ekpo- 47: BAC 39, 932); 3. el hecho de que el Es-
reuómenon) del Padre y del Hijo». Es de es- píritu proceda del Padre y del Hijo no puede
pecial importancia para conocer el estado concebirse como si procediese de dos «co-
336 ESPÍRITU SANTO
principios», sino de un solo principio (ibid., 5, papa León III, que aceptaba la doctrina, se
14, 15: BAC 39, 424). San Agustín muere negaba a su inclusión en el símbolo, y para
el año 430. Faltan todavía veinte años para confirmar su posición hizo grabar sin el Fi-
que el Concilio I de Constantinopla sea re- lioque el texto del símbolo niceno-constan-
cibido como concilio ecuménico, cosa que tinopolitano, en dos placas de plata, en grie-
no acontece hasta el Concilio de Calcedo- go y latín, que se colgaron a ambos lados
nia, el año 451. Es importante destacar que de la entrada de la Confesión de San Pedro.
Occidente manifestó su fe en el Filioque en La primera vez que en Roma se recitó el sím-
el tiempo en que aún existía la comunión bolo durante la Misa fue en la consagración
entre Oriente y Occidente, sin que hubiese la del emperador Enrique II (1014), y se hizo ya
más mínima protesta por parte de los orien- con la adición del Filioque. La resistencia de
tales (cf. Y. Congar, El Espíritu Santo, 491). los Papas a su inclusión había estado moti-
Durante siglos, pues, han coexistido las dos vada, no por la doctrina, sino por el respeto
fórmulas pacíficamente: qui ex Patre proce- a la tradición conciliar (cf. Y. Congar, El Es-
dit y qui ex Patre Filioque procedit. Ni los píritu Santo, 495-498).
occidentales se extrañaron de las fórmulas La cuestión del Filioque adquirió cariz po-
orientales, ni los orientales de las fórmulas lémico con motivo del cisma. En el año 867,
occidentales. También es cierto, como hace el patriarca Focio condenó no sólo la inclu-
notar B. Studer («Filioque», cit. 1358), que sión del Filioque en el símbolo, sino su sig-
ya el mismo Concilio de Constantinopla (381) nificado doctrinal. Según él, el Espíritu San-
había modificado el símbolo niceno sin pre- to procede únicamente del Padre. Incluso
ocuparse del parecer de los occidentales, y frente a aquellos padres griegos que hablan
que el Concilio de Éfeso (a. 431), que pro- de una procesión del Espíritu a través del Hi-
híbe admitir una fe distinta de la de Nicea, ig- jo, Focio insiste en que el Padre y sólo el Pa-
noraba el símbolo del I de Constantinopla. dre es causa (aitía) del Espíritu, y en que es-
Desde san Agustín, la recepción del Filio- ta causalidad excluye que el Espíritu pueda
que se hace universal en Occidente. La con- proceder también del Hijo (cf. Carta Encícli-
fesión de que el Espíritu procede del Padre ca a los obispos de Oriente, a. 867: PG 102,
y del Hijo aparece explícitamente en la Fi- 721-741; Carta a Walperto, a. 882: PG 102,
des Damasi y en el símbolo Quicumque. El Fi- 793-821; La mistagogia del Espíritu Santo:
lioque se encuentra presente ya en España, PG 102, 2280-2396). Al hacer esto, Focio
en la liturgia de Toledo entre los años 446- empobrece su teología trinitaria, pues mini-
447. Está presente también en el Concilio miza la relación del Espíritu con el Verbo, y
III de Toledo (589) con la profesión de fe de no puede dar razón de la misión del Espíritu
Recaredo. El Filioque se utiliza aquí precisa- por parte del Verbo (cf. O. Clément, Essor
mente para salir al paso de los errores pris- du christianisme oriental, Paris 1964, 18).
cilianistas y arrianos, poniendo de relieve, Pero la ruptura entre griegos y latinos que
por una parte, que el Hijo es igual al Padre en dura hasta nuestros días, sólo tuvo lugar dos
todo, pues espira al Espíritu Santo junta- siglos después de Focio, en 1054. A partir de
mente con Él, y, por otra, que el Espíritu San- aquí, los momentos más solemnes en que
to es de la misma naturaleza que el Padre y se trata la cuestión del Filioque son el Concilio
el Hijo (cf. D. 470). El Filioque se hace tan IV de Letrán (1215), el II de Lyon (1274) y el
universal en Occidente que se creía de bue- de Florencia (1445). Con respecto a la pro-
na fe que provenía de Nicea-Constantinopla cedencia del Espíritu, el Concilio IV de Le-
(B. Bobrinskoy, Le mystère de la Trinité, Pa- trán dice que procede juntamente del Padre
ris 1986, 283). El Concilio de Friouli (796) y del Hijo, pariter ab utroque (De fide Ca-
incluye el Filioque en el símbolo (D. 617). El tholica, cap. 1: D. 800). El Concilio II de Lyon
ESPÍRITU SANTO 337
(Constitución De summa Trinitate et fide ca- Romano, 13.IX.1995). Se insiste aquí en que
tholica: D. 850) puntualiza que el Espíritu con el Filioque no se niega que el Padre sea
Santo procede del Padre y del Hijo como de en verdad la única fuente y el único origen de
un solo principio. Se trata de una importan- toda la Trinidad, sino que se reafirma. En
te precisión: ni existen dos espiraciones, ni el efecto, el Espíritu Santo procede del Padre
Hijo es otro principio de la espiración. Se in- en cuanto Padre; pero el Padre es Padre só-
tenta proteger así la afirmación de que el Pa- lo en cuanto que engendra a un Hijo. Afir-
dre es la única fuente de toda la Trinidad. El mar que el Espíritu Santo procede del Pa-
Concilio de Florencia aprueba diversos de- dre, equivale a decir que procede del Padre
cretos de unión: unión con los armenos (Bu- en cuanto que tiene un Hijo y, por lo tanto,
la Exultate Deo, de 22.XI.1439), unión con equivale a incluir al Hijo en esta procesión.
los jacobitas (Bula Cantate Domino, de Los datos que ofrece el Nuevo Testamento
4.II.1442) y unión con los griegos (Bula Lae- sobre este asunto son bien concretos: el Es-
tentur coeli, 6.VII.1439), que fue el momento píritu procede (ekporéuei) del Padre (cf. Jn
culminante del Concilio. El Concilio insiste en 15,26); el Espíritu toma del Hijo y revela lo
la procedencia del Espíritu Santo del Padre que el Hijo ha recibido del Padre (cf. Jn
y del Hijo como de un solo principio. En Can- 16,13-15); Jesús es el portador del Espíritu,
tate Domino se subraya la unidad de la Tri- pues el Espíritu está sobre Él (cf. Lc 4,18);
nidad destacando la circuminsessio: las Per- el Hijo da y envía el Espíritu (cf. Jn 15,26;
sonas, aunque distintas por su origen y por 20,22-23). Es necesaria una lectura «trini-
su relación mutua, están las unas en las taria» de estos textos, es decir, una lectura
otras. Se intenta así salir al paso de cual- hecha a la luz de todo el misterio trinitario,
quier subordinacionismo, especialmente el considerando a cada una de las Personas
pneumatológico (cf. D. 1331). divinas en su mutua interrelación con las
Así pues, cuando la Iglesia afirma el Fi- otras dos. El Padre no es Padre en abstrac-
lioque, lo hace sólo en cuanto comprensión to, sino que es el Padre del Hijo Único, de
profunda del ex Patre proclamado en Cons- forma que su paternidad, por así decirlo,
tantinopla, sin querer añadir nada más. És- fructifica en el Hijo y, al mismo tiempo, es-
te es el pensamiento de santo Tomás de tá «caracterizada» por el Hijo. El Espíritu
Aquino, cuando escribe que, si se afirma con Santo, que tiene su origen en el Padre, lo
profundidad que el Espíritu procede del Pa- «caracteriza» de modo trinitario en su pa-
dre, se está afirmando a la vez que también ternidad, es decir, en su relación al Hijo y
procede del Hijo (cf. S.Th., I, q.36, aa.2-4). «caracteriza» también de modo trinitario la
Se trata de un pensamiento que es fruto de filiación del Hijo. El Catecismo de la Iglesia
una gran penetración en el misterio de la Católica es un buen ejemplo del esfuerzo
Persona del Padre: el Padre es el único prin- por integrar las tradiciones pneumatológi-
cipio en la Trinidad; decir que el Espíritu cas griega y latina entendiéndolas como
Santo procede también del Hijo, es lo mis- complementarias y presentándolas en el
mo que decir que el Espíritu Santo procede marco de la consideración global del miste-
del Padre, pues, conforme a la gran tradi- rio trinitario (cf. CCE 247-248).
ción eclesial, Padre e Hijo son un único prin-
cipio en la procesión del Espíritu Santo. VI. LA MISIÓN DEL ESPÍRITU SANTO
Es la misma doctrina que se encuentra en Gran parte de los pasajes del Nuevo Testa-
la Clarificación del Pontificio Consejo para la mento que hablan del Espíritu Santo lo ha-
Promoción de la Unidad de los Cristianos (cf. cen a propósito de su envío sobre los Após-
«La procesión del Espíritu Santo en las tra- toles y sobre la Iglesia. En estos pasajes,
diciones griega y latina», en L’Osservatore unas veces se atribuye este envío al Padre y
338 ESPÍRITU SANTO
otras al Hijo. En el modo de este envío, de to quien envía el Espíritu a su Iglesia (cf.
esta misión, se reflejan las características p.ej., Jn 16,7). Esto quiere decir que la Igle-
personales del Espíritu Santo. Su origen sia nace de la voluntad fundadora de Cristo,
eterno se revela en su misión temporal: cf. y encuentra su inicio en la misión del Espí-
Jn 14,16-17.26; Jn 15,26-27 (CCE 244). ritu el día de Pentecostés.
Vivificar a la Iglesia y habitar en el cora- El Señor ya había hecho donación del Es-
zón de los justos identificándolos con Cristo píritu a los discípulos en el cenáculo el do-
son aspectos esenciales de la misión del Es- mingo de Pascua (cf. Jn 20,22-23); la do-
píritu. La Iglesia nace no sólo de la volun- nación del Espíritu el día de Pentecostés cons-
tad fundacional del Hijo, sino también de la tituye la manifestación definitiva de lo que
misión y actividad del Espíritu Santo. Dicho ya había acontecido. Pero la «misión» del
de otra forma, la Iglesia es, a la vez, cuer- Espíritu no es sólo un acontecimiento fun-
po de Cristo y templo construido por el Es- dante de la Iglesia, sino un don permanen-
píritu Santo. te otorgado a ella para que pueda vivir per-
La relación vital del Espíritu con la Iglesia manentemente de él, del Espíritu de Jesús.
comenzó ya en su Cabeza, Cristo, desde el En el número 4 de Lumen gentium se tra-
primer momento de su concepción. Hay to- zan las líneas fundamentales de esta acción
da una línea de textos del Nuevo Testamento del Espíritu en la Iglesia: 1. el Espíritu es
que presentan a Jesús como fruto del Espí- enviado como fuerza santificadora de la Igle-
ritu, como Aquel sobre quien descansa el sia; 2. el Espíritu Santo es principio de la
Espíritu, como Aquel que es el ungido y por- vida de la Iglesia y de todo su desarrollo;
tador del Espíritu. Todos esos textos se re- 3. el Espíritu Santo es la fuente de todos los
fieren a la actuación del Espíritu sobre Je- dones jerárquicos y carismáticos a la Iglesia;
sús y, por tanto, son un importante punto 4. el Espíritu es principio interior de la re-
de referencia para considerar la actuación novación de la Iglesia; 5. Él conduce a la
del Espíritu Santo sobre la Iglesia, que es Iglesia hacia su consumación.
el cuerpo de Cristo. En efecto, las prome- Esta acción sobre la Iglesia tiene lugar
sas veterotestamentarias en torno a la pre- en forma especialmente eficaz en la litur-
sencia salvífica del Espíritu entre los hom- gia: el Espíritu Santo es, a su vez, el pedago-
bres se refieren en forma plena al Mesías go de la fe del pueblo de Dios, el mistagogo
en cuanto Mesías. Cristo es Mesías precisa- que lo introduce en el misterio, y el que ac-
mente por su unción por el Espíritu (cf. Is tualiza la obra de la salvación en los sacra-
11,2; 61,1-3; Lc 4,16, 21). La efusión del mentos de la nueva alianza. Esto se realiza
Espíritu es característica de los tiempos me- en una sinergia entre la acción del Espíritu y
siánicos (cf. Jl 3,1-5; Hch 2,17-20); su do- la acción de la Iglesia santificada por el mis-
nación se encuentra intrínsecamente ligada mo Espíritu. Por esta razón la liturgia es «la
a la misión de los Apóstoles (cf. Jn 20,22). obra común del Espíritu Santo y de la Igle-
Jesús es al mismo tiempo aquel que está sia» (CCE 1091).
profundamente poseído por el Espíritu y Nuestro Señor prometió el envío del Es-
aquel que da el Espíritu a los discípulos en píritu Santo para que iluminase el alma de
atención a su misión apostólica. Existe tal los discípulos (cf. Jn 14,16). Esta misión lle-
relación entre el Espíritu y Cristo que el co- va consigo no sólo signos visibles, sino tam-
nocimiento salvífico de Cristo es fruto del bién la transformación de los corazones de
Espíritu (cf. 1 Co 12,3) y, a su vez, el cono- los discípulos. El Nuevo Testamento, espe-
cimiento del Espíritu remite constantemen- cialmente san Pablo, se refiere al Espíritu
te a su actuación en Cristo. Al mismo tiem- Santo como enviado o dado a los discípulos
po es necesario tener presente que es Cris- de forma que inhabita en ellos (cf. Jn 15,26;
ESPIRITUALIDAD (HISTORIA) 339
16,7; Ga 4,6; Rm 5,5; 8,11; 1 Co 3,16-17). 1992. S.N. BULGAKOV, Il Paraclito, Bologna 1987.
La caridad es un don del Espíritu que habita L. BOUYER, Le Consolateur: Esprit-Saint et vie de
en nuestros corazones (cf. Rm 5,5), y que grace, Paris 1980. P. CODA, Dios Uno y Trino, Sa-
clama en nuestros corazones: Abba, Padre lamanca 1993, esp. 137-164. Y. CONGAR, El Espíritu
(cf. Rm 8,15), haciéndonos vivir nuestra fi- Santo, Barcelona 1983. P. EUDOKIMOV, L’Esprit Saint
dans la tradition orthodoxe, Paris 1969. S. FALVO,
liación divina. El Espíritu Santo está tan ínti-
Lo Spirito ci revela Gesù, Cinisello Balsamo 1996.
mamente presente al creyente, que san Pa-
S. FELICI (ed.), Spirito Santo e catechesi patristica,
blo considera a los cristianos como templos
Roma 1983. G. FROSINI, Lo Spirito che dà la vita:
del Espíritu Santo, pues en ellos habita Dios una sintesi di pneumatologia, Bologna 1998. J.M.
en forma análoga a como habitaba en el tem- GARRIGUES, El Espíritu que dice «Padre»: El Espíri-
plo de Jersualén (cf. p.ej., 1 Co 3,16-17; tu Santo en la vida trinitaria y el problema del Fi-
6,19; 2 Co, 6,16). La misión del Espíritu San- lioque, Salamanca 1985. B.J. HILBERATH, Pneuma-
to en cuanto al alma tiene como consecuen- tología, Barcelona 1996. F. LAMBIASI, Lo Spirito San-
cia una presencia permanente del Espíritu. to, mistero e presenza: per una sintesi di
La teología de las misiones abarca un am- pneumatologia, Bologna 2005. E. LODI, Lo Spirito
plio espectro de cuestiones, todas ellas co- Santo nella liturgia, Bologna 1998. L.F. MATEO-SE-
nectadas con la comunicación de Dios a los CO, Dios Uno y Trino, Pamplona 20052; Teología
hombres. Precisamente porque las misio- Trinitaria, Madrid 2005. H. MÜHLEN, El Espíritu San-
nes son una donación personal, en ellas se to en la Iglesia: la Iglesia como misterio del Es-
manifiestan las características intratrinita- píritu Santo en Cristo y en los cristianos, Sala-
manca 1998; Experiencia y Teología del Espíritu
rias de cada Persona. Así por ejemplo, en
Santo, Salamanca 1978. C. PORRO, Nella forza de-
Jesús de Nazaret se manifiesta lo que es
llo Spirito, Torino 2000. A.M. RITTER, Das Konzil
propio de la Segunda Persona: su filiación
von Konstantinopel und sein Symbol: Studien zur
al Padre; en la misión del Espíritu Santo se
Geschichte und Theologie des II. Ökumenischen
manifiesta aquello que le es propio: ser Konzils, Göttingen 1965; «Il secondo concilio ecu-
Amor, Don, nexo de unión. menico e la sua ricezione», Cristianesimo e Storia,
2 (1981) 341-366. P. RODRÍGUEZ y otros (eds.), El
Bibliografía Espíritu Santo y la Iglesia, Pamplona 1999. J. SA-
A. ARANDA, Estudios de pneumatología, Pamplona RAIVA (ed.) Credo in Spiritum Sanctum: Atti del
1985. H.U. VON BALTHASAR, El Espíritu de la Verdad, Congresso Teologico Internazionale di Pneumato-
Theologica III, Madrid 1998. B. BOBRINSKOY, Com- logia, 2 vols., Roma 1983.
munion du Saint-Esprit, Abbaye de Bellefontaine, L.F. Mateo-Seco
Espiritualidad (Historia)
cedida y completada siempre con textos de siempre muy concreta; haciendo referencia
carácter moral y parenético. Poco preocu- a Christus omnia, no olvida nunca el Chris-
pado de una exégesis alegórica que subraye tus pro nobis y el Christus pro me. Ambro-
la interpretación cristológica del Antiguo Tes- sio como exegeta lo encontramos en su pre-
tamento, que contiene, sobre todo, un con- dicación, dependiendo directamente de Orí-
junto de temas de orden moral. genes y Basilio.
c) Donatismo. Con el nombre de donatis-
8. Autores latinos mo entendemos el cisma que tocó directa-
Indicamos más arriba la paradoja del siglo IV, mente a la Iglesia norteafricana a lo largo
que inicia con la persecución de Dioclecia- de los siglos IV-V y que se configuró alrede-
no, pasa por el edicto de Constantino y fi- dor de la figura de Donato. Se trata básica-
naliza con la legislación de Teodosio que de- mente de un problema eclesiológico: los do-
ja de lado al paganismo enfrente de la reli- natistas se consideraban a sí mismos como
gión cristiana. La influencia oriental sobre los verdaderos herederos de la Iglesia afri-
el pensamiento occidental está aún muy pre- cana ligada sobre todo a la figura de Cipria-
sente en los autores latinos del siglo IV: Hi- no de Cartago; rechazaban cualquier diálo-
lario de Poitiers, Ambrosio de Milán, Jeróni- go con la cultura grecorromana y con la fi-
mo conocen bien la cultura griega; subra- losofía, y se consideraban como verdadero
yando que éste es un proceso que se da sólo receptáculo del Espíritu Santo. Sólo los sa-
en una dirección, puesto que Oriente nunca cramentos administrados por un ministro do-
demostrará un interés especial hacia la cul- natista se consideraban válidos. La reacción
tura occidental. Oriente es aún la cuna del católica contra el donatismo la encontramos
pensamiento y de la espiritualidad que fe- en la obra de Optato de Milevi y de Agustín,
cunda a Occidente: Jerónimo se establece que subrayan cómo la validez de los sacra-
en Belén, Rufino traduce a Orígenes, Ege- mentos viene de Dios y no del ministro que
ria peregrina a Oriente, la Vita Antonii se lo confiere; la Iglesia es santa no por la con-
convierte en el puntal de la vida espiritual ducta de aquéllos que pertenecen a ella, si-
occidental y tiene su influjo en la conver- no porque posee el símbolo de la Trinidad,
sión de Agustín de Hipona. la cátedra de Pedro, la fe de los fieles, los
a) Hilario de Poitiers († 367), autor im- preceptos de Cristo y los sacramentos.
portante principalmente a nivel exegético; d) Agustín de Hipona († 430). Es segu-
sobrepone a un primer nivel literal en la lec- ramente uno de los autores cristianos que
tura de la Escritura, un segundo nivel espi- con más incisión ha trazado la reflexión fi-
ritual que da el sentido verdadero del texto. losófica, teológica y espiritual del cristianis-
Entre el primer y el segundo nivel hay la re- mo occidental. A nivel filosófico Agustín re-
lación de realidad inferior y realidad superior: flexiona sobre el problema entre fe y razón;
las enfermedades son símbolo del pecado, y en su sermón 43 propone para este dilema
las curaciones de Jesús, símbolo de la sa- su solución: crede ut intellegas resuelve la
lud espiritual que él restituye a los hombres. multiplicidad de problemas que se le plan-
b) Ambrosio de Milán († 397), firme de- tean al hombre , intellege ut credas na-
fensor del dogma niceno, pone a Cristo co- die cree si antes no ha pensado que debe
mo centro de todas las cosas, a quien el creer . A partir del principio de interioridad,
cristiano dirige su oración. Desarrolla los te- de participación y de inmutabilidad que dis-
mas cristológicos que más tarde asumirá el tingue al Creador de las criaturas, Agustín
mismo Agustín: Christus via, Christus pa- profundiza el misterio de Dios y el misterio
tria, per Christum hominem ad Christum del hombre. El pensamiento teológico de
Deum. Presenta una reflexión cristológica Agustín lo podemos sintetizar en cuatro pun-
346 ESPIRITUALIDAD (HISTORIA)
ris 1930. M. VILLER y K. RAHNER, Aszese und Mystik tre otros aspectos: un mayor acento en la
in der Väterzeit. Ein Abriss der frühchristlichen liturgia, cierta mitigación de la austeridad
Spiritualität, Freiburg im Breisgau 19892. de vida, la disminución del trabajo manual y
M. Nin una mayor dedicación al estudio, lo que dio
lugar a una literatura teológica y espiritual
II. HISTORIA DE LA ESPIRITUALIDAD MEDIEVAL más original e influyente que la del periodo
1. Las reformas monásticas medievales anterior, aunque siempre fiel a la tradición
Los primeros siglos medievales aproxima- patrística y monástica. Destacan en este
damente la llamada Alta Edad Media fueron sentido las obras de Juan de Fécamp († 1078),
escasamente originales desde el punto de san Anselmo de Canterbury (1033-1109),
vista de la espiritualidad cristiana, aunque, Ruperto de Deutz (1075-1130), santa Hil-
por lo mismo, supusieron una cristalización degarda (1098-1179) y santa Isabel de
y conservación de las grandes enseñanzas Schönau (1129-1167).
del periodo anterior. Desde el punto de vis- Una segunda línea reformista de estos
ta práctico, estos siglos vieron la consolida- siglos fue la marcada por las llamadas ór-
ción de la vida monástica cenobítica como denes monástico-eremíticas: los camaldu-
el principal camino hacia la santidad cris- lenses, fundados por san Romualdo (†
tiana. 1027), y los cartujos de san Bruno (ca.
En la época carolingia, bajo la iniciativa 1030-1101). Como indica su calificativo, es-
de san Benito de Aniano († 821), y con las tas órdenes buscan conjugar la vida ceno-
normas emanadas por el Sínodo de Aquis- bítica con la eremítica; lo hacen reducien-
grán (816-817), se buscó una unificación do al mínimo los actos comunes en el mo-
de la vida monástica; pero la prematura nasterio, aislando prácticamente a cada uno
muerte del santo abad y la fuerte crisis su- de los monjes en su celda, convertida en
frida por el Imperio y por la misma Iglesia en una pequeña casita con todo lo más im-
el llamado «siglo de hierro» frenaron por el prescindible. Además, estas órdenes acen-
momento esa deseada unidad y el espíritu túan sensiblemente la austeridad de vida.
de reforma de la vida monástica, que reflo- La Camáldula proporcionó algunas figuras
reció después por otros conductos. clave en la vida eclesial de la época, como
En efecto, todavía en pleno periodo de es el caso de san Pedro Damián (988-1072).
crisis, en el siglo X, el monasterio francés Mientras la cartuja, con una especial preo-
de Cluny inició ese impulso reformador. Su cupación por el «apostolado librario» (elabo-
carácter exento junto a la longevidad, san- ración, traducción y publicación de libros) for-
tidad y capacidad organizativa de sus pri- mó una importante escuela de literatura es-
meros abades son algunos de los factores piritual, que culminó, ya al final de la Edad
que explican el éxito de Cluny. Así, ya a co- Media, con Dionisio el Cartujano (1402-1471),
mienzos del siglo XI, numerosos monasterios uno de los autores más prolíficos de la his-
en toda Europa dependían directa o indi- toria de la teología y de la espiritualidad.
rectamente del abad de Cluny, y su núme- Ya en el siglo XII, cuando Cluny empieza
ro siguió creciendo a lo largo de los siglos una lenta decadencia, un nuevo monaste-
XI y XII, hasta superar los dos mil. Pero su rio se va a alzar con el liderazgo de la vida
influjo fue todavía más notorio en cuanto a y la espiritualidad monástica: el Císter. To-
la reforma de costumbres y en toda la vida davía en la línea benedictina, pero con un
espiritual de la época. espíritu sensiblemente más austero, a mi-
La espiritualidad cluniacense, apoyada en tad de camino de las órdenes monástico-
una organización más centralizada, y siem- eremíticas, los primeros pasos de este mo-
pre fiel al espíritu benedictino, supuso, en- nasterio, fundado por san Roberto de Mo-
348 ESPIRITUALIDAD (HISTORIA)
lesmes (ca. 1028-1111), fueron difíciles, tífera escuela teológico-espiritual. Dos teó-
hasta la incorporación del gran san Bernar- logos de esta escuela destacan sobre los de-
do de Claraval (1090-1153), verdadera alma más: Hugo (1097-1141) y Ricardo de San
de la nueva reforma, y una de las grandes fi- Víctor († 1173).
guras de la Edad Media y de toda la historia Otro fenómeno importante y original de
de la espiritualidad. esta época lo constituyeron las órdenes mi-
Además de la intensa actividad desple- litares, surgidas en el siglo XII en Tierra
gada como fundador y organizador de mo- Santa y la península ibérica, en la lucha con-
nasterios, a partir de su sede de Claraval tra los musulmanes. Supusieron un intento
monasterio filial, a su vez, del Císter , san de unión entre la vida monástica y una de
Bernardo destacó como promotor de la paz las profesiones más significativas y repre-
entre los reinos cristianos, predicador de la sentativas de la vida civil de la época, la mi-
segunda cruzada, celoso combatidor de he- litar: ambos aspectos quedaban conjunta-
rejías, etc. Pero más influyente aún fue su dos en torno al ideal caballeresco, tan ca-
santidad de vida, su encendida predicación, racterístico entonces tanto de lo religioso
y la calidad, unción y profundidad de sus como de lo secular.
obras escritas. Destaquemos entre ellas los También otras profesiones seculares re-
Sermones in Cantica Canticorum, y los tra- cibieron en esta época cierto influjo religio-
tados De gradibus humilitatis et superbiæ so a través de la frecuente organización de
y De diligendo Deo. cofradías, en torno a los gremios y corpo-
San Bernardo no es un autor metódico, raciones profesionales de las ciudades, que
pero sí profundo, muy personal y con un es- iban surgiendo como fruto del importante
tilo claro, directo y penetrante, que explica renacimiento económico y social iniciado en
en buena parte su éxito como maestro de el siglo XII.
la vida interior. Aborda casi todos los temas
de la vida cristiana, destacando en particu- 2. Las órdenes mendicantes
lar su doctrina sobre la caridad, la humil- y la escolástica
dad, la humanidad de Jesucristo, la Santí- A principios del siglo XIII la vida espiritual
sima Virgen, y sobre el «matrimonio» mís- religiosa adquirió un nuevo rumbo con la
tico entre el alma y Dios. aparición de las órdenes mendicantes. Dos
Entre los primeros discípulos de san Ber- rasgos básicos caracterizan y diferencian es-
nardo, destaca Guillermo de S. Thierry (1085- tas nuevas formas de vivir el ideal religioso,
1148) y su Epistula ad Fratres de Monte Dei. diferenciándolas de todas las variantes del
También la vida monástica canonical reci- espíritu monástico vistas hasta ahora: en
bió un importante impulso en esta época, con primer lugar, la forma de practicar el des-
diversas reformas y el surgir de nuevas e in- prendimiento, que se extiende también a los
fluyentes congregaciones, con frecuencia im- aspectos colectivos, y es de tipo mendican-
pulsadas desde la jerarquía. Destacan la la- te, es decir, se logra el sustento personal y
bor organizativa de Yvo de Chartres (1040- apostólico no como fruto del trabajo, sino de
1115), en torno a la llamada «Regula canonica la limosna: el «Dios proveerá», tomado en su
sancti Augustini», y los premonstratenses, sentido más literal; y en segundo lugar, la
muy cercanos al espíritu cisterciense, funda- intensa dedicación a la predicación: a una
dos por san Norberto († ca. 1132). actividad pastoral y apostólica fuera del con-
Desde el punto de vista teológico, uno de vento, y dirigida a todo tipo de personas.
estos monasterios de canónigos de nueva De estos dos rasgos básicos, se pueden
fundación cobró pronto una gran importan- deducir los demás: vida en «conventos», en
cia: San Víctor de París, verdadera y fruc- lugar de monasterios (la estabilidad es aho-
ESPIRITUALIDAD (HISTORIA) 349
de la gente más sencilla hasta la sede apos- tualidad: a pesar de que en él, con la Refor-
tólica, pasando por sus hermanos mendi- ma protestante, culmina la crisis bajome-
cantes, el clero y la nobleza laica. Espíritu dieval, la reacción de la llamada Contrarre-
y apostolado reformista apoyado en las forma, en el campo espiritual, fue decisiva.
obras de misericordia, la predicación oral y El protestantismo, con su pesimista vi-
escrita, y en una intensa vida de oración. sión del hombre como irremediable peca-
La doctrina de santa Catalina, llegada has- dor, y su doctrina de la «sola fides», enten-
ta nosotros en El Diálogo, las Oraciones y su dida como mera confianza en Dios, quitán-
extensa y variada correspondencia, mues- dole valor a las buenas obras, supuso un
tra una notable profundidad teológica, propia empobrecimiento de la ascética cristiana y
de la escuela dominicano-tomista, pero con una acentuación del quietismo: disminuye
sugerentes acentos propios: importancia da- el valor de la lucha personal, y crece la pa-
da a los misterios de la Trinidad y de la en- sividad ante la santificación personal. La
carnación en la vida espiritual; papel de la práctica espiritual queda centrada en los ac-
providencia divina, omnipotente y miseri- tos de fe o «excitantes» de la fe.
cordiosa; valor de la redención, materializa- Esta doctrina y esta mentalidad ahogaron
da en la devoción a la Preciosa Sangre de durante mucho tiempo la espiritualidad cris-
Jesucristo; etc. Doctrina que se plasma en tiana en todo el centro y norte de Europa;
una certera, exigente e imperativa orienta- aunque Francia, en particular, no tardaría en
ción práctica: una intensa y genuina labor reaccionar. Mientras, en las penínsulas italia-
de dirección de almas, en la que se aprecian na e ibérica, y en sus ámbitos de influencia,
algunas preocupaciones concretas que an- afianzó las reacciones sanamente reformis-
ticipan las tendencias del humanismo cris- tas dentro del catolicismo, culminando en una
tiano de siglos posteriores. gran floración de santidad y un considerable
Con un papel similar al desempeñado por bagaje de doctrina espiritual.
santa Catalina, copatrona de Europa como Pero antes de hablar de esas grandes fi-
ella, y con una interesante producción escri- guras, debemos mencionar otra corriente
ta está santa Brígida de Suecia (1303-1373), espiritual situada, en cierto sentido, a mi-
casada y madre de ocho hijos, fundadora de tad de camino entre el protestantismo y la
la orden monástica conocida como las brígi- gran espiritualidad italiana y española del
das. En Italia cabe destacar a otra santa Ca- siglo XVI: el humanismo cristiano. Este mo-
talina, la de Bolonia (1413-1463), clarisa, vimiento de intelectuales, típicamente re-
autora de una influyente obra titulada Las nacentista y profundamente cristiano a la
siete armas del combate espiritual; y al po- vez, buscó, en la piedad cristiana, una re-
pular predicador y reformador franciscano valorización de lo humano y lo interior, jun-
san Bernardino de Siena (1380-1444). to a la vuelta a las fuentes. Sin embargo, la
Mencionemos, finalmente, un grupo de mayoría de sus representantes salvo la ex-
autores ingleses que forman una influyente celsa excepción de santo Tomás Moro (1478-
corriente mística. La obra más conocida de 1535), que supo de verdad encarnar en su
este grupo pertenece a un autor anónimo y vida ese ideal, aunque apenas dejara es-
lleva por título La nube de la ignorancia. cuela , con Erasmo de Rotterdam (1464-
1536) a la cabeza, mantuvieron un tono
III. HISTORIA MODERNA Y CONTEMPORÁNEA amargamente crítico frente a la jerarquía y
DE LA ESPIRITUALIDAD la vida religiosa, y una conducta poco ejem-
1. Siglos XVI y XVII plar: factores que impidieron la consolida-
El siglo XVI es uno de los más importantes ción de los elementos más positivos del hu-
y más ricos de toda la historia de la espiri- manismo en la tradición espiritual. No obs-
352 ESPIRITUALIDAD (HISTORIA)
tante, esos aspectos positivos fueron rea- En los ambientes monásticos, dichas re-
pareciendo poco a poco, ya con más éxito, formas cuajaron en el desarrollo de la doc-
en algunos maestros de finales del siglo XVI trina sobre la «oración metódica», herede-
y principios del XVII. ra de la devotio moderna, y cuyo máximo
En Italia, cuna y principal baluarte del es- exponente es la obra del abad de Montse-
píritu renacentista, el siglo XVI se inició tam- rrat, García de Cisneros (1455-1510), Exer-
bién con grandes valores en la vida espiritual citatorio de la vida espiritual.
cristiana, heredados de los notables esfuer- Por su parte, en el ámbito de las nuevas
zos tardo-medievales. Reflejo de ese flore- observancias y eremitorios mendicantes, y
cimiento espiritual son: el importante de- particularmente entre los franciscanos, sur-
sarrollo del apostolado caritativo a todos los gió otra influyente corriente espiritual, co-
niveles, personificado sobre todo en santa nocida comúnmente como «mística del re-
Catalina de Génova (1447-1510) y las Com- cogimiento», representada por Francisco de
pañías del «Divino Amore»; los influyentes Osuna (1492-1540) y su Tercer abecedario
escritos del dominico Juan Bautista Crema de la vida espiritual, y Bernardino de Lare-
(1460-1534) y del canónigo Serafín de Fer- do (1482-1540) con la Subida del monte
mo (1496-1540); y las nuevas formas de Sión. Frente a la línea metódica, esta doc-
vida religiosa, con una orientación neta- trina acentúa más los aspectos interiores,
mente apostólica, que surgieron por inicia- afectivos y contemplativos de la oración y
tiva de grandes figuras de la Iglesia italia- de la vida espiritual cristiana en general.
na, y que se pueden agrupar en, primero, En este ambiente teológico y espiritual
las órdenes de «clérigos regulares» (los tea- se formaron las grandes figuras y corrien-
tinos de san Cayetano de Thiene [1480- tes del siglo de oro de la espiritualidad es-
1547], los barnabitas de san Antonio María pañola, que pueblan el resto de la centuria.
Zacaría [1502-1539], los somascos de san Recordemos las más importantes.
Jerónimo Emiliani [1481-1537], etc.); des- San Ignacio de Loyola (1491-1556) y la
pués, las que más tarde se conformarán co- espiritualidad jesuita fueron un puente en-
mo sociedades de vida común sin votos o tre España, Francia e Italia, ya que, a su
de vida apostólica (Congregación del Ora- origen y formación española, el caballero de
torio de san Felipe Neri [1515-1595]); y fi- Loyola unió los estudios en París, donde ger-
nalmente, los primeros intentos de congre- minó la futura Compañía de Jesús, y el am-
gaciones religiosas femeninas no contem- biente espiritual y apostólico italiano, donde
plativas: santa Ángela de Merici (1474-1540) propiamente surgió la orden, en la línea de
y las ursulinas. los clérigos regulares ya mencionados; pa-
En España, el llamado siglo de oro de la ra volver a ser España el lugar de máxima
espiritualidad se apoyó en distintos facto- extensión y florecimiento de la espirituali-
res: la estabilidad y el florecimiento políti- dad y el apostolado jesuita, con figuras de la
co y económico consecuencia del fin de la talla de san Francisco Javier (1506-1552),
reconquista, del descubrimiento de América san Francisco de Borja (1510-1572), Alfon-
y del eficaz gobierno, también en materia so Rodríguez (1538-1616) y su Ejercicio de
religiosa, de los Reyes Católicos, Carlos V y perfección y virtudes cristianas, o Luis de la
Felipe II; el renacimiento teológico capita- Palma (1560-1641) y la Historia de la Sa-
neado por las Universidades de Salamanca grada Pasión.
y Alcalá, y las eficaces iniciativas reformis- San Ignacio aporta, sobre todo, a la his-
tas de la vida religiosa que se sucedieron toria de la espiritualidad la enorme capaci-
desde finales del siglo XV, tanto entre los dad apostólica de su orden, apoyada en su
mendicantes como entre los monjes. profundo sentido de la obediencia y la or-
ESPIRITUALIDAD (HISTORIA) 353
ganización; y una práctica ascética tras- Calasanz (1556-1648), fundador de las es-
cendental: los famosos Ejercicios espiritua- cuelas pías.
les, con todo su entorno: sentido ascético, Pero la cumbre del siglo de oro de la es-
recio y voluntarista de la vida cristiana; prác- piritualidad española, y para muchos de to-
tica de los exámenes de conciencia, de la da la historia de la espiritualidad, está re-
meditación y de la dirección espiritual per- presentada por los dos grandes místicos
sonal; discernimiento de la propia vocación; carmelitas: santa Teresa de Jesús (1515-
doctrina sobre la conversión, la penitencia, 1582), la gran reformadora del Carmelo
la imitación de Jesucristo; el papel de los descalzo, y san Juan de la Cruz (1542-1591),
novísimos en la vida espiritual; primacía de su primer y fiel continuador en la rama mas-
la gloria de Dios, etc. Culmina y afianza así culina.
la corriente espiritual de corte más metódi- Su trascendencia no viene, sin embargo,
co y ascético. de esa reforma religiosa, casi una nueva
Cercano a los jesuitas, pero con una fuer- fundación, a pesar de su indudable impor-
te e influyente personalidad y doctrina pro- tancia en la historia de la vida religiosa y de
pias, destaca también la figura de san Juan su notable influjo hasta nuestros días, sino
de Ávila (1499-1569), con obras tan im- de la universalidad de su enseñanza escrita,
portantes como el Audi filia, el Tratado del reflejada sobre todo en las cuatro grandes
Amor de Dios y el Tratado sobre el sacer- obras de cada uno: Vida, Libro de las fun-
docio, centro de uno de los más importantes daciones, Camino de perfección y Libro de
cuerpos doctrinales sobre la espiritualidad las moradas, de santa Teresa; y Subida al
sacerdotal de la historia de la espiritualidad. monte Carmelo, Noche oscura del alma,
Aun destacando por su preocupación por el Cántico espiritual y Llama de amor viva, de
clero secular, su labor de dirección de almas san Juan. Obras y doctrina paralelas y com-
se extendió a todos los ámbitos de la so- plementarias a la vez, hasta constituir en
ciedad, incluyendo la vida religiosa y el mun- conjunto una completa visión de toda la vi-
do de la nobleza y los gobernantes. da espiritual, tanto en sus aspectos más as-
Entre los que recibieron el influjo de san céticos como en los genuinamente místicos,
Juan de Ávila, destaca el dominico fray Luis aunque sean estos últimos los que les han
de Granada (1504-1588), autor de algunas dado más fama.
de las obras más leídas y de mayor calidad Santa Teresa poseía una capacidad única
literaria y espiritual de todo el siglo de oro: para analizar su propia psicología espiritual
Libro de la oración y meditación, Guía de y la de los demás, y para expresarlas con
pecadores, Introducción al símbolo de la fe, claridad, naturalidad y profundidad. En su
Memorial de la vida cristiana, Vida de Jesu- enseñanza destacan: la centralidad conce-
cristo, etc. En cuanto a los contenidos, va- dida en la vida espiritual al misterio de la
riados y ricos, destaca su enseñanza, pro- Trinidad y a la humanidad de Jesucristo; su
funda y práctica a la vez, sobre la oración. concepción de la lucha ascética como es-
Entre muchos otros escritores y predica- fuerzo, no tanto por poner orden en las pa-
dores de la época, mencionemos también a siones, como por amar y tratar cada vez
san Juan de Dios (1495-1550), fundador de más a Dios, y por el papel que desempeñan
los hospitalarios; a los franciscanos san Pe- en ella las virtudes, sobre todo la humildad,
dro de Alcántara (1499-1562) y fray Juan y la dirección espiritual. Pero, sobre todo,
de los Ángeles (1539-1609); los agustinos santa Teresa es la gran maestra de la ora-
santo Tomás de Villanueva (1488-1555), ción y de la contemplación, consideradas
san Alonso de Orozco (1500-1591) y fray como un continuo y progresivo afianza-
Luis de León (1528-1591); y a san José de miento de la unión con Dios, y en las que
354 ESPIRITUALIDAD (HISTORIA)
se apoya todo el proceso de la vida espiri- tación de los rasgos y prácticas de la vida
tual. Para enseñar la vida de oración y de religiosa a la vida secular, su esfuerzo por
contemplación, no se fundamenta en mé- dar una sólida vida de piedad a esos cris-
todos y sistemas, sino en su propia expe- tianos, por enseñarles la práctica de las vir-
riencia, presentada con gran clarividencia y tudes, por orientar su comportamiento en
capacidad de fascinación y arrastre. sus actividades sociales, etc., constituyó un
San Juan de la Cruz, por su parte, junto gran paso adelante en el largo camino que
a unas mismas preocupaciones de fondo, culminaría en el Concilio Vaticano II. Por su
es, en cambio, más teológico, sistemático parte, el Tratado del Amor de Dios es una
y ordenado que la santa de Ávila, lo que da obra maestra sobre la caridad cristiana y su
lugar en sus obras en prosa, no en sus fa- papel en la vida cristiana.
mosas poesías, situadas con justicia en lo La figura de santa Juana Francisca de
más alto de la lírica castellana a un estilo Chantal (1572-1641) y la Orden de la Visi-
algo más académico, aunque sin faltarle ca- tación, fundada por san Francisco, es fiel re-
lor, piedad y unción. Temáticamente, expli- flejo de las tensiones espirituales de la épo-
ca más la parte que podríamos llamar «ne- ca: un intento similar a lo que hoy podrían
gativa» de la vida cristiana: entiende el ca- ser los institutos seculares acabó siendo una
mino de la vida espiritual, sobre todo, como de las más importantes órdenes contem-
una progresiva purificación del alma, a tra- plativas. A esta orden perteneció, todavía
vés de su doctrina de las noches activa y en el siglo XVII, santa Margarita María de
pasiva, de los sentidos y del espíritu. En la Alacoque (1647-1690), personaje decisivo
culminación del itinerario coincide con san- en la historia de la devoción al Sagrado Co-
ta Teresa, deteniéndose en el análisis de la razón de Jesús, clave en la espiritualidad
cumbre de la mística, del «matrimonio es- popular de los tiempos modernos.
piritual» entre el alma y Dios. El influjo de san Francisco de Sales se
A principios del siglo XVII, la iniciativa en complementa perfectamente con el de su
la espiritualidad católica se traslada de Ita- amigo y contemporáneo, el cardenal Pierre
lia y España a Francia. Allí se recogieron en- de Bérulle (1575-1629), fundador de la Con-
tonces los principales valores del siglo an- gregación del Oratorio de Francia y fuente
terior, no sin significativos rasgos originales, de otra importante corriente de doctrina es-
pero también se acentuaron los problemas, piritual, decisiva sobre todo en la formación
hasta desembocar en una fuerte crisis espi- de muchas generaciones de sacerdotes. La
ritual que abarcó todo el siglo XVIII hasta categoría e importancia de este influjo se
entrar profundamente en el XIX. comprende más repasando la lista de santos
San Francisco de Sales (1567-1622) es, y fundadores que tienen a Bérulle por maes-
sin duda, la gran figura de la espiritualidad tro: Jean-Jacques Olier (1608-1657) y la
francesa de esta época, y uno de los auto- Compañía de san Sulpicio; san Vicente de
res más influyentes en toda la espirituali- Paúl (1575-1660) y las Hijas de la Caridad;
dad moderna. Dos grandes obras reflejan san Juan Eudes (1601-1608), clave también
las dos orientaciones más características de en la difusión de la devoción al Sagrado Co-
su pensamiento. La Introducción a la vida razón; san Juan Bautista de la Salle (1651-
devota es el primer libro espiritual expre- 1719) y los Hermanos de las escuelas cris-
samente dirigido a los cristianos corrientes, tianas; y san Luis María Grignon de Mont-
constituyendo así un auténtico hito en la fort (1673-1716), uno de los escritores
historia de la espiritualidad. Aunque el ide- marianos más valiosos e influyentes de la
al de vida devota que san Francisco propo- historia, sobre todo con su Tratado de la
ne a los laicos es, básicamente, una adap- verdadera devoción a la Santísima Virgen.
ESPIRITUALIDAD (HISTORIA) 355
ñor con la sencillez de un niño pequeño con tiones sobre su propia naturaleza y conteni-
su Padre. Nada más lejano al rigorismo y al do, y a la llamada «cuestión mística»: fructí-
pesimismo de los siglos anteriores: con su fera polémica científica sobre la naturaleza
ejemplo y su doctrina, la «petite Thérèse» de la contemplación y de la vida mística y la
hizo mucho más asequible a todos el ver- llamada universal a ellas. Todo ello fue obra
dadero ideal de santidad cristiana, sin re- de teólogos como los dominicos Juan Gon-
bajar un ápice sus exigencias. zález Arintero (1860-1928) y Reginald Ga-
Pero este florecimiento espiritual tuvo rrigou-Lagrange (1879-1964; Las tres eda-
otros nombres y otros apellidos ilustres: des de la vida interior); el jesuita José de
santa Gema Galgani (1878-1903) y su es- Guibert (1877-1942); el carmelita Gabriel de
piritualidad del sufrimiento y de la peniten- Santa María Magdalena (1893-1953); etc.
cia; la beata Isabel de la Trinidad (carmeli- Sin embargo, sin ser propiamente teólo-
ta descalza; 1880-1906) y su profunda es- ga de profesión, la personalidad y la pro-
piritualidad trinitaria; el beato Charles de ducción escrita más interesante de la época
Foucauld (1858-1916) y su «testimonio si- para la teología espiritual corresponde a la
lencioso» entre los habitantes del desierto; tercera copatrona de Europa: santa Edith
santa Teresa de los Andes (1900-1920), car- Stein (1891-1942), conversa, carmelita y
melita descalza chilena, ejemplo más insig- mártir, magnífico y profundo ejemplo de ar-
ne de la progresiva «internacionalización» monía entre ciencia y fe, entre filosofía y
de los buenos maestros de espiritualidad; mística, con una enseñanza que, en gran
el importante impulso espiritual del pontifi- medida, está todavía por descubrir.
cado de san Pío X (1903-1914), con espe- Desde un punto de vista tanto doctrinal
cial acento en la vida sacramental; etc. A como práctico, la aportación más caracte-
los escritos de estos santos, se pueden aña- rística, original y trascendental para la his-
dir muchos otros; por ejemplo: La vida in- toria de la vida espiritual en el siglo XX ha si-
terior simplificada, publicada por José Tis- do la consolidación de la llamada universal
sot († 1894) y su Arte de aprovechar nues- a la santidad, con la definitiva y genuina
tras faltas; los escritos sacerdotales del apertura de los caminos de santidad y apos-
cardenal Mercier (1851-1926); los tratados tolado al laicado cristiano. Las enseñanzas
espirituales sobre Cristo del benedictino bea- más o menos claras de épocas anteriores,
to Columba Marmion (1858-1923); El alma y las iniciativas prácticas del siglo XIX si-
de todo apostolado del cisterciense dom guieron extendiéndose en las primeras dé-
Chautard (1858-1935); la extensa produc- cadas del XX. Pronto cuajaron iniciativas de
ción teológico-espiritual de Romano Guar- corte muy diverso, pero con un común fac-
dini (1885-1968); etc. tor de preocupación cristiana y secular a la
Este renacimiento literario-espiritual se vez. Es el caso, por ejemplo, de la Acción
complementa y entremezcla con el gran im- católica: promoción apostólica de los laicos
pulso dado en esta época a la teología espi- desde la misma jerarquía de la Iglesia; o,
ritual. Esta rama de la teología adquirió, en las en la línea del progresivo acercamiento de la
primeras décadas del siglo XX, un verdadero vida religiosa al mundo, el nacimiento de
estatuto científico de primer orden, con la los Institutos seculares con su ideal cristia-
aparición de cátedras de la materia en los no de «secularidad consagrada».
principales ateneos y universidades, la pu- Pero la consolidación de una verdadera
blicación de revistas científicas especializa- doctrina acerca de la llamada universal a la
das, de diccionarios, manuales y monografí- santidad y de una genuina espiritualidad lai-
as, etc. La reflexión teológico-espiritual de la cal se debió a la enseñanza de san Jose-
época prestó una atención especial a las cues- maría Escrivá de Balaguer (1902-1975) y
358 ESPIRITUALIDAD (HISTORIA)
al desarrollo del Opus Dei, por él fundado. Lo más importante y básico de esta doc-
Entre sus obras escritas, destaca Camino, trina ha quedado recogido en la proclama-
ya un clásico de la literatura espiritual. La ción de la llamada universal a la santidad
riquísima, profunda y variada enseñanza es- realizada por el Concilio Vaticano II, princi-
piritual de san Josemaría le colocan en la palmente en el capítulo V de la Constitución
estela de los grandes maestros clásicos de la Lumen gentium; y por las enseñanzas del
espiritualidad cristiana. mismo Concilio en torno a la vida laical. El
San Josemaría Escrivá no se limitó a una Vaticano II ha supuesto también una im-
proclamación teórica de la llamada a la san- portante y valiosa reorientación de la vida
tidad y de la necesidad de facilitar a los laicos sacerdotal y religiosa, aunque todavía no ha
los medios para alcanzarla, sino que dotó a dado todos los frutos esperados, debido a
esa proclamación de una radicalidad espe- algunas malinterpretaciones teóricas y prác-
cial y de un contenido bien preciso. Predicó, ticas, y a una crisis de vocaciones que se
en efecto, una misma e idéntica santidad pa- va poco a poco recuperando.
ra todos, sin distinciones ni matices: la única Por lo demás, las décadas finales del siglo
santidad divina; y mostró cómo, en el caso XX han sido especialmente fructíferas en
particular de los cristianos corrientes, esa nuevas iniciativas apostólicas y espirituales,
santidad va entretejida con su vida ordina- muchas de ellas de tipo secular, y que es-
ria, apoyada en el trabajo profesional, sus tán aportando elementos importantes a la
relaciones familiares y sociales, etc.; es decir, espiritualidad cristiana contemporánea, co-
enseñó la necesidad y la posibilidad real de vi- mo es el caso de los llamados «movimien-
vir una unidad de vida entre trabajo y con- tos». Han crecido también notablemente las
templación, oración y apostolado, virtudes publicaciones de contenido espiritual, el in-
humanas y sobrenaturales. Todo ello funda- terés general y científico por los clásicos de
mentado en su sugerente y profunda doctri- la espiritualidad cristiana, se ha afianzado
na sobre la filiación divina; y sus enseñan- la teología espiritual como rama importan-
zas sobre la identificación e imitación de Je- te de la teología, y se está trabajando en la
sucristo, también en sus años de vida oculta, recuperación de la necesaria unidad entre
y por tanto, de los que con él compartieron espiritualidad y teología.
esa vida corriente: María y José. Otras con-
secuencias importantes de estas ideas bási- Bibliografía
cas son el valor y el contenido de la vocación L. BOUYER; E. ANCILLI y B. SECONDIN (dir.), Storia
matrimonial, el sentido de la libertad y de la della spiritualità cristiana, Bologna 1984ss. D. DE
responsabilidad personales del cristiano en PABLO MAROTO, Historia de la espiritualidad cristia-
el mundo, la importancia de las cosas pe- na, Madrid 1990. D. GROSSI; L. BORRIELLO y B. SE-
queñas en la vida espiritual, el alma sacer- CONDIN, Storia della spiritualità cristiana, Roma
dotal que posee todo cristiano como conse- 1983ss. J. SESÉ, Historia de la espiritualidad, Pam-
cuencia del bautismo, un hondo sentido tam- plona 2005.
bién de la espiritualidad sacerdotal, etc. J. Sesé
EUCARISTÍA 359
Eucaristía
ción en la Iglesia primitiva. Lucas y Pablo 1; Smyr. 7, 1), Justino, Didaché (9-10), Ire-
ofrecen la forma más antigua, y reflejan la neo, para designar la celebración misma, y
llamada tradición de las comunidades helé- especialmente la plegaria o anáfora euca-
nico-cristianas; por su parte, Marcos y Ma- rística, que es una «acción de gracias» y de
teo transmiten la palestinense. Entre am- alabanza (1 Co 11,24; 14,16; Mc 14,23; Lc
bas tradiciones hay diferencias dentro de su 22,19; CCE 1359-1361) similar a la que en
unidad sustancial. Los textos de la institución el Antiguo Testamento precedía o seguía al
ponen de relieve la identificación de Jesús recuerdo (anámnesis) de los beneficios di-
con el Siervo de Yahwéh, cuya obra mesiá- vinos, e iba acompañada de bendiciones a
nica es entregar su vida en lugar y en fa- Dios (eulogia, heb. berekháh), al modo co-
vor de los hombres, como mediador de una mo Jesús pronunció la bendición durante la
nueva alianza. La última cena es una acción última cena. La Tradición apostólica de Hi-
profética con un contenido objetivo y eficaz, pólito, capítulo 4, transmite la anáfora más
que recibe su sentido de la muerte sacrificial antigua (ca. 200), en la que ya consta la
de Jesús que ya anuncian las palabras. Je- alabanza a Dios por su obra salvadora me-
sús es el Sumo sacerdote que ofrece su sa- diante la creación y la redención por medio
crificio en la cruz de una vez para siempre de Jesús, así como el relato de la institución
(Hb 7-10). Por su parte el capítulo 6 de san (en ella se inspira la Plegaria II actual). En
Juan recoge la promesa del «pan del cielo» los capítulos 37-38 da normas sobre la con-
que da la vida, y que se realiza en la euca- servación de los dones eucarísticos. En ge-
ristía (vv. 54-58). El sentido sacramental neral, las plegarias explicitan la obra salví-
del discurso es general entre los exegetas. fica del Señor desde la encarnación hasta
Para Pablo, el alimento sacramental de la la ascensión a los cielos por medio de la
celebración es el mismo que fue recibido en anámnesis, la oblación, la epíclesis (invo-
la última cena, pues es koinonia/comunión cación al Padre para que envíe al Espíritu, o
con el cuerpo y la sangre del Señor y por al Verbo), etc. Una vez pasado un tiempo
ello fuente de vida fraterna en Cristo (1 Co inicial sin fórmulas fijas, las formas litúrgi-
10,14-22), cuyo realismo reclama discernir cas se consolidan en tipos diversos prin-
la conciencia (1 Co 11,28-32). La «memo- cipalmente en el contexto de las Iglesias
ria» de la acción salvífica del Señor está ga- patriarcales orientales dando lugar a las
rantizada en la Iglesia por la presencia real diversas tradiciones litúrgicas (también en
de su persona que se da como alimento en Occidente: romana, galicana, mozárabe,
los dones eucarísticos. ambrosiana), en un proceso que puede dar-
se por terminado hacia 900 (cf. sobre la ce-
2. La eucaristía en la historia lebración, CCE 1345-1355).
El Nuevo Testamento menciona la primitiva Además de los textos litúrgicos que pro-
celebración inicialmente unida al servicio de piciarán catequesis como las mistagógicas
la palabra, y situada al principio y al final de san Cirilo de Jerusalén (siglo IV) los tex-
de un ágape fraterno. Pronto los actos sa- tos de san Ignacio de Antioquía, san Ireneo,
cramentales sobre el pan y el vino se tras- Cirilo de Alejandría, Orígenes, san Ambro-
ladaron al final del banquete, para final- sio y san Juan Crisóstomo testifican un vi-
mente alejarse de la comida. En torno al goroso realismo del cambio (metabolé o
año 160 san Justino transmite la liturgia eu- transformación) del pan y el vino en el cuer-
carística matutina dominical vinculada a la po y la sangre del Señor, así como del ca-
resurrección del Señor (I Apol. cap. 65; CCE rácter sacrificial de la eucaristía, en cuanto
1345). El sustantivo «eucaristía» aparece anámnesis = memoria objetiva y eficaz del
en Ignacio de Antioquía (Eph. 13,1; Phil. 4, sacrificio de Cristo. No debe sorprender la
EUCARISTÍA 361
sencia de Cristo (D. 1635-1661), la comu- tuosa del Cuerpo del Señor no basta la so-
nión bajo las dos especies (D. 1725-1734), la fe, sino también la ausencia de pecado
y el carácter de la Misa como sacrificio (D. (D. 1646-1647.1661).
1738-1759). Trento sostendrá decidida- La enseñanza de Trento consideraba sólo
mente el carácter sacrificial y la presencia las cuestiones controvertidas con los refor-
real sustancial frente al tema protestante madores, lo que explica la ausencia o esca-
del solo aspecto convivial de banquete fra- so tratamiento de otros aspectos. La teología
terno de alabanza y acción de gracias en el postridentina se mantuvo en general en ese
que Cristo se da como alimento. En síntesis, contexto, centrándose en el carácter sacri-
enseña que, al decir Jesús a los Apóstoles ficial de la Misa diferenciado del aspecto de
las palabras: «Haced esto en memoria mía», presencia sacramental , comprendido a la
los constituye en sacerdotes y les ordena luz de una noción general de sacrificio. En
ofrecer su sacrificio bajo las especies de pan los siglos XIX y XX fue importante la invita-
y de vino. Se trata del mismo y único sa- ción de san Pío X a la comunión frecuente, y
crificio de Cristo, ofrecido una sola vez en la influencia del movimiento litúrgico, que
la cruz, con identidad de Sacerdote y Víc- repristinó ideas fundamentales como la de
tima, y que ahora sólo se diferencia en el memorial sacramental de la obra salvífica de
modo incruento de ofrecer (CR II, 4, 76) Cristo. El Concilio Vaticano II, asumiendo el
afirmará explícitamente la identidad de la patrimonio tradicional y las aportaciones de
acción sacrificial de la cruz y de la misa). la Encíclica Mediator Dei (1947) de Pío XII
La Iglesia «hace presente» (repraesenta- (D. 3840-3855), puso de relieve la presencia
tur) el sacrificio de la cruz, y lo ofrece como multiforme de Cristo en la liturgia, la impor-
«sacrificio visible» de Cristo, en el que ella tancia de la palabra, el sacerdocio común y
misma participa. Es «verdadero y propio» su participación en el sacrificio, la comunión
sacrificio (D. 1751), satisfactorio por los pe- de los fieles, así como la dimensión eclesial
cados de los vivos y difuntos (D. 1743). En de la eucaristía, sacramento de la unidad (cf.
cuanto a la presencia eucarística, dice ser SC 5-11 y 47; LG 11,26; etc.). Pablo VI tra-
«verdadera, real y sustancial» de Cristo en- tó de importantes cuestiones sobre la trans-
tero en cuerpo, sangre, alma, divinidad (D. formación eucarística en la Encíclica Myste-
1636.1651-1654). Hay un «cambio» (con- rium fidei (1965) ante las teorías modernas
versio) de los elementos de pan y de vino, de la transignificación y transfinalización (D.
en los que sólo permanece su exterioridad 4410-4413).
material (las «especies»), pues tras las pa-
labras de la consagración se convierten en 3. Reflexión teológica
sentido ontológico en el cuerpo y la san- El tratamiento práctico por separado que
gre de Cristo. Para designar ese cambio Trento hizo de la eucaristía como sacramento
Trento considera apropiada y conveniente, y sacrificio, propició que la manualística pos-
«muy adecuada» (aptissime) la palabra tridentina distinguiera la eucaristía ut sa-
«transustanciación» (D. 1642.1652), pues cramentum y ut sacrificium, de modo que
es algo diverso de una consustanciación, o la sacramentalidad se concentraba en la pre-
de una múltiple unión hipostática. Esta pre- sencia real, y no en el sacrificio, buscando
sencia «sustancial» no sucede sólo en la ce- entonces la naturaleza sacrificial de la Misa
lebración en acto; siendo permanente la a partir como se ha aludido de la noción
transformación, permanece la presencia de general de sacrificio deducida de las historia
Cristo mientras duran los signos (merece la de las religiones y del pueblo de Israel. En la
adoración o culto de latría: D. 1643-1644). actualidad, se prefiere una concepción uni-
Finalmente, para la comunión digna y fruc- taria y orgánica de la eucaristía, y aplicar
EUCARISTÍA 363
así la sacramentalidad a las tres dimensio- méricamente distinto del de la cruz. La Misa
nes de sacramento-sacrificio, sacramento- es sacrificio relativo no independiente ni
presencia y sacramento-comunión, y en el autónomo al sacrificio histórico por cuanto
orden siguiente: la eucaristía es el sacrifi- es su memorial sacramental (cf. EE 12), y
cio de la nueva alianza que supone la pre- es el mismo sacrificio porque coinciden acto
sencia sacramental del Señor que se da co- de ofrenda, oferente y víctima. Pero se ofre-
mo alimento y comunica la salvación. Otra ce según un modo diferente (sola offerendi
recuperación decisiva ha sido la idea bíbli- ratione diversa, Trento, cf. D. 1743), pues
ca de memorial como categoría central pa- está desprovisto de las circunstancias con-
ra comprender el misterio eucarístico. cretas del sacrificio histórico, que ahora per-
tenece al ámbito escatológico: es Cristo glo-
a) Sacrificio rificado ut nunc est in coelo quien se ofrece
El sacrificio de Cristo en la cruz no fue un en la Misa incruenter, sin ser otra ofrenda
suceso clausurado en la historia, sino que distinta de aquella ut passus de la cruz: es-
culminó con su perfecta consumación tras- to es posible no sólo porque el pasado se
cendente y eterna en el ámbito celestial me- halla incorporado a la vida personal del Cris-
diante la resurrección, ascensión y glorifi- to celeste, sino porque la ofrenda histórica
cación del Señor (entregado por nuestros en la cruz participa de la eternidad del Hijo
pecados, y resucitado para nuestra justifi- presente en favor nuestro ante el Padre (cf.
cación, cf. Rm 4,25). El misterio pascual de Hb 9,24). La representación actual in myste-
muerte, resurrección y exaltación del Señor rio de la ofrenda histórica de la cruz nos si-
es irrepetible en cuanto acontecimiento his- túa ante la ofrenda (eterna) de Cristo glori-
tórico, y por sí mismo suficiente y comple- ficado (cf. CCE 1362-1367).
to para la salvación (cf. Hb 9,26; 10,14). La diferencia del sacrificio eucarístico res-
Pero no alcanzaría su finalidad salvífica si pecto de la cruz no proviene de parte de
quedara aislado como mero factum del pa- Cristo, sino de la Iglesia, a la que Cristo
sado (cf. EE 11). El sacrificio eucarístico es une en su ofrenda al Padre. Hay unicidad y
el memorial sacramental que lo actualiza in eficacia única del sacrificio histórico de Cris-
misterio, es decir, en signos celebrados en el to, y multiplicidad en la oblación sacra-
tiempo y el espacio (cf. S.Th., III, q.22, a.3 mental del único Sacrificio en y por la Igle-
ad 2). sia, que lo proclama «hasta que venga» (cf.
Este memorial no es un simple recuerdo 1 Co 11,26). El sacrificio eucarístico existe en
psicológico de un acontecimiento pasado, ni razón de la Iglesia: ut dilectae sponsae suae
sólo actualiza su eficacia salvífica (la aplica- Ecclesiae visibile [...] relinqueret sacrificium
ción de la redención), sino que eso sucede (D. 1740) para que la humanidad se apropie
porque lo «re-presenta» sacramentalmente de manera sacramental de la salvación. La
(la plegaria y los signos) de modo eficaz por intervención de la Iglesia sucede bajo un
la promesa de Cristo (ex opere operato) me- doble aspecto. En primer lugar, Cristo se sir-
diante el ministerio de la Iglesia. Todo lo que ve del ministerio de la Iglesia para hacer
supone el sacrificio histórico de la cruz se perenne su sacrificio. En el sacrificio euca-
hace presente en la celebración eucarística: rístico Cristo se ofrece asociando a la Iglesia,
la Misa es sacrificio propiciatorio, de alaban- su Cuerpo, como oferente junto con Él. En
za y acción de gracias; es verdadero sacrifi- segundo lugar, la Iglesia acoge la entrega
cio sin ser «otro» distinto del de la cruz. La de Cristo como propia, y Cristo asume la
Misa no reitera, completa o se suma al sa- ofrenda de la Iglesia como suya. Esto ex-
crificio de Cristo. Cristo no repite su inmo- plica que, durante la celebración, se pide al
lación, ni pone un nuevo acto sacrificial nu- Padre en modos diversos que acepte la
364 EUCARISTÍA
ofrenda que la Iglesia presenta, y que ella lo que es en su sentido profundo, y no otra
misma se transforme en ofrenda por la in- cosa. El pan y el vino adquieren un nuevo
tervención de su Santo Espíritu. No puede sentido y finalidad en relación con el cre-
tratarse de pedir al Padre la aceptación de la yente y el mundo porque su realidad onto-
ofrenda del Hijo amado, ya aceptada defi- lógica objetiva se ha mutado en la del cuer-
nitivamente con la resurrección. Cristo ya po y sangre de Cristo en virtud de la acción
presentó por Él mismo de una vez por to- divina. En virtud de los gestos y palabras
das su ofrenda única y eterna al Padre. No (vi sacramenti) el pan se transforma en
puede pedirse al Padre que acepte «otra» cuerpo del Señor y el vino en su sangre; e
ofrenda distinta de aquella del Hijo. Se pide, indirectamente (vi concomitantiae) en ca-
más bien, que acepte benevolente la inclu- da especie se hace presente Cristo entero.
sión de la Iglesia en el sacrificio del Hijo. Lo Las especies persisten milagrosamente sin el
pide la Iglesia, pero a través de Cristo que, sujeto de pan y vino, y localizan sin cir-
como Cabeza, presenta al Padre la ofrenda cunscribir la presencia personal del Señor,
de su Cuerpo. El Concilio Vaticano II, si- aun sin ser accidentes del cuerpo y la san-
guiendo la Encíclica Mediator Dei, sintetiza gre del Señor. Las especies eucarísticas no
esta participación de la Iglesia en el sacrifi- encierran espacialmente al Señor en grose-
cio del Señor con las siguientes palabras: ras dimensiones materiales. Su presencia
todos los fieles, «en virtud de su sacerdo- no es físico-material, sino sacramental-per-
cio real, concurren en la oblación de la Eu- sonal per modum substantiae en muchos
caristía» (LG 10); «... [los cristianos] apren- lugares. La presencia eucarística supone un
dan a ofrecerse a sí mismos al ofrecer la nuevo modo de ser que escapa a las leyes
hostia inmaculada no sólo por manos del terrenas de la corporalidad física. El cuerpo
sacerdote, sino juntamente con él, se per- eucarístico de Cristo es presencia actual de
feccionen día a día por Cristo mediador en la su cuerpo resucitado y glorioso a la dere-
unión con Dios y entre sí» (SC 48; CCE cha del Padre, y su relación con el mundo
1368-1372). y los hombres es totalmente nueva.
La transustanciación, en cuanto es una
b) Presencia explicación del modo en que sucede la pre-
La presencia eucarística del Señor (cf. CCE sencia, no forma parte estrictamente de la
1373-1377) viene puesta por el acto sacri- fe necesaria sobre la presencia eucarística.
ficial y se ordena a la comunión en el sacri- Pero se halla estrechamente relacionada con
ficio. La presencia real del cuerpo del Señor ella, pues el modo en que se explique in-
da veracidad tanto a la ofrenda sacrificial evitablemente ilumina la presencia que fi-
como a la comunión en ella. La presencia nalmente se afirme: bien una conversión
se da por la conversión de los elementos del que afecta al ser ontológico del pan y del
pan y del vino en el cuerpo y la sangre de vino, bien una conversión extrínseca de sig-
Cristo, permaneciendo los signos externos nificado y de finalidad en relación con la fe
de pan y vino (especies). Bajo cada una de del sujeto. La Encíclica de 1965 Mysterium
las especies, y en cada una de sus partes fidei 47 señala el marco de fe sobre el te-
hay una presencia real-sustancial, diversa ma: «Cualquier interpretación de teólogos
de otros tipos de presencia de Cristo también que busca alguna inteligencia de este mis-
reales, pero no sustanciales (en la palabra terio, para que concuerde con la fe católica
proclamada, en la asamblea litúrgica, en los debe poner a salvo que en la misma natu-
sacramentos; cf. SC 7). Aquí sustancia no raleza de las cosas, independientemente de
es la materialidad físico-química del pan y nuestro espíritu, el pan y el vino, realizada
del vino, sino aquello que hace que algo sea la consagración, han dejado de existir», pa-
EUCARISTÍA 365
165-237. J.A. SAYÉS, El misterio eucarístico, Madrid a la imitación de tan bellas cosas. Luego nos
1986. J. SOLANO, Textos eucarísticos primitivos, levantamos todos juntos y oramos por no-
2 vols., Madrid 1952/1954. sotros [...] y por todos los demás donde
J.R. Villar quiera que estén, a fin de que seamos ha-
llados justos en nuestra vida y en nuestras
II. LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA acciones y seamos fieles a los mandamien-
En el Catecismo de la Iglesia Católica en- tos para alcanzar así la salvación eterna.
contramos apuntada la estructura funda- Cuando termina esta oración nos besamos
mental de la celebración eucarística: «La li- unos a otros»(Apología I, 65; 67).
turgia de la Eucaristía se desarrolla conforme La primera lectura. La liturgia de la pa-
a una estructura fundamental que se ha con- labra se inicia de un modo muy significativo:
servado a través de los siglos hasta nosotros. su arranque consiste, sencillamente, en po-
Comprende dos grandes momentos que for- nernos a la escucha. Nos invita a prestar oí-
man una unidad básica: la reunión, la li- dos a Otro. Lo primero que hace la liturgia es
turgia de la Palabra, con las lecturas, la ho- situarnos en la presencia de Dios con el fin
milía y la oración universal; la liturgia eu- de escucharle. Se nos revela así la estructura
carística, con la presentación del pan y del misma de la fe, que es iniciativa de Dios,
vino, la acción de gracias consecratoria y la antes que respuesta nuestra. El diálogo y la
comunión» (CCE 1346). Los cristianos se alteridad aparecen subrayados desde el prin-
reúnen en un mismo lugar para la asamblea cipio. Los datos fundamentales de la fe es-
eucarística (sinaxis). A su cabeza está Cris- tán inscritos en el modo en que se celebra la
to, el sumo sacerdote de la nueva alianza, liturgia. A partir de ahora y durante toda
el liturgo principal de la eucaristía. Invisi- la liturgia de la palabra, habrá un único po-
blemente, él preside la celebración. El obis- lo de atención: el ambón, que es la sede de
po o el presbítero (actuando in persona la palabra de Dios. La presencia de un libro,
Christi capitis) preside la asamblea como ico- llamado leccionario, es reveladora. Evita, de
no del Liturgo, toma la palabra después de una parte, que el lector pueda pensar que es
las lecturas, recibe las ofrendas y dice la ple- su palabra la que se proclama, e indica, de
garia eucarística. Son las llamadas acciones otra, que las palabras que la asamblea se
presidenciales. Todos tienen parte activa en dispone a escuchar no provienen de la fan-
la celebración, cada uno desde su posición tasía del lector. El libro asegura, pues, una
eclesiológica propia: los lectores, los que pre- mediación esencial en el acto litúrgico: se-
sentan las ofrendas, los que dan la comu- ñala a los que escuchan que esa palabra
nión, y el pueblo entero cuyo «Amén» ma- proviene de Otro.
nifiesta de un modo especialmente expresi- El salmo responsorial. La recitación se-
vo su participación (cf. CCE 1348). guida y continua de un texto bíblico no es
la costumbre litúrgica de la Iglesia. Ella in-
1. La liturgia de la palabra terrumpe, interviene. ¿Por qué? Porque es la
Justino, que escribe hacia el año 155 para Esposa: responde, se alza, aclama, vuelve a
explicar al emperador Antonino Pío lo que escuchar, canta, guarda silencio, da gracias,
hacen los cristianos, nos presenta las gran- intercede. Por eso, a la primera lectura le
des líneas de lo que se proclamaba en la ce- sucede un salmo y cuando el lector aban-
lebración eucarística: «Se leen las memo- dona el ambón, un salmista le sustituye. Se
rias de los apóstoles y los escritos de los produce un cambio del género literario: se
profetas, tanto tiempo como es posible. ha pasado de la prosa a la poesía; un poe-
Cuando el lector ha terminado, el que pre- ma no es una carta. Y también se pasa de la
side toma la palabra para incitar y exhortar recitación al canto; cuando el salmo se can-
EUCARISTÍA 367
ta con una melodía simple, su belleza lite- gico que proceda del altar. La procesión con-
raria y su contenido espiritual rompen la cluye en el ambón, la mesa desde donde se
austeridad inherente a la mera recitación. reparte la palabra. Al concluir la proclama-
Si el canto de los salmos fue considerado ción del Evangelio, el diácono ha aclamado
en el Antiguo Testamento como canto de no «palabra de Dios», como sucedía en la
David, los cristianos entendieron que esos primera y en la segunda lectura, sino «¡pa-
cantos habían brotado del corazón del ver- labra del Señor!» a lo que la asamblea res-
dadero David, Cristo. La Iglesia primitiva ponde «¡Gloria a ti, Señor Jesús!» (Laus ti-
oró con los salmos y los cantó como him- bi, Christe!). En cierto sentido, podríamos
nos de Cristo. Cristo mismo se convierte así decir que en ese tibi está buena parte de lo
en el director de coro que nos enseña el can- que significa celebrar la liturgia. Significa
to nuevo, que da a la Iglesia el tono y le in- creer que estamos sumergidos en un diálo-
dica el modo de alabar a Dios y de unirse a go; que estamos ante el abismo impene-
la liturgia celeste. trable incluso a los ojos de los querubines;
La proclamación del santo Evangelio. Al que los ritos son la celosía entre el umbral
concluir el canto del salmo, podríamos que- del misterio y la asamblea. Sin ese tibi, la
dar sorprendidos por el arranque simultá- liturgia no se entiende. Otras veces, los tex-
neo de no pocos ritos. Se produce cierta es- tos oracionales de la liturgia contienen, en
cenificación que sugiere el inicio de algo va- vez de tibi, el adjetivo posesivo «tu»: tu
lioso. En efecto, la asamblea, sentada desde paz, tu familia, tu altar, tus dones... Eso sig-
hace tiempo, ahora se pone de pie. El diá- nifica que nuestra oración se abre, como
cono recibe la bendición del presidente. Los una ventana, al misterio del diálogo con el
ministros le acompañan al ambón con cirios Inefable. Esos adjetivos generan la parado-
encendidos. Llegan al olfato los primeros ja del respeto que marca la distancia con
aromas del incienso. Relucen las perlas del Dios y el afecto que funda la filiación con Él.
evangeliario engastadas sobre la plata y el Es importante también captar el sentido de
marfil de la portada. El libro es llevado en este vocativo dos veces repetido: «Señor»
alto porque el Evangelio no es para ser ocul- («¡palabra del Señor!») y «Señor Jesús»
tado sino para que brille. Y el canto del Alle- («¡Gloria a ti, Señor Jesús!»). Señor expre-
luia se escucha durante la procesión al am- sa la señoría del Resucitado; nos recuerda
bón. A la pregunta sobre qué indica el inicio que el diálogo litúrgico es siempre con el
simultáneo de todos aquellos ritos, se po- Kyrios. Y esta exclamación va dirigida a un
dría responder: la asamblea se dispone a sujeto ad quem a quien, por eso mismo, se
recibir y saludar al Señor que se va dirigir considera vivo; pensar en otro sentido sería
a ella. He aquí lo importante: la sacramen- contradictorio. Es el modo que la asamblea
talidad. Es el Señor que viene. Ecce Spon- tiene de confesar que el Evangelio que ha
sus! exite obviam ei! Cristo se dispone a ha- escuchado no es letra muerta sino palabra
blar a su Esposa, como habló a sus apósto- pascual del Resucitado.
les la tarde de su resurrección. ¡Es el Señor! La homilía. La homilía no es una predi-
Llega al momento culminante de la liturgia cación inserta en la celebración, sino un ele-
de la palabra. La procesión se inicia toman- mento de la celebración misma. La homilía
do el evangeliario del altar. Haber colocado forma parte de la liturgia de la palabra y en
el evangeliario sobre el altar indica la unión los documentos eclesiales aparece muy re-
entre el Verbo encarnado, simbolizado por el comendada. La homilía es como un punto
altar, y el Verbo escrito, simbolizado por el que describe una órbita elíptica, es decir, en
evangeliario. El altar es símbolo de Cristo; si torno a dos focos: la homilía está al servicio
el evangeliario es palabra de Cristo, es ló- de la palabra de Dios y simultáneamente al
368 EUCARISTÍA
servicio de la asamblea. Sólo así tiene sen- rio del culto, dispone una plegaria enraiza-
tido cristiano. La homilía es un «venir mi- da en el modo de orar hebreo: la acción de
nisterial» de la palabra, en la coyuntura his- gracias a Dios. «Dar gracias» (eukharisto)
tórica que vive la asamblea; tarea, pues, es el verbo que preside la celebración de la
que requiere una sensibilidad particular- eucaristía.
mente solícita a sus problemas y expectati- El prefacio. Con el diálogo introductorio,
vas del momento. En la homilía ni dema- que precede al prefacio, da inicio esa ple-
siado larga ni demasiado breve se trata de garia de acción de gracias y santificación
partir de las lecturas bíblicas para mostrar, (cf. IGMR 78), que es la anáfora, verdadero
en el hoy litúrgico que vive la Iglesia, el corazón de la celebración eucarística. El pre-
acontecimiento que se celebra, de manera facio es un canto lleno de alegría y de re-
que el don de Dios se haga vida en el hoy conocimiento, el canto del hombre y del cos-
histórico de cada cristiano. Cuando no se mos que reconocen el designio de salvación
pronuncia homilía, se puede guardar un que el Padre ha realizado en Cristo. Es una
tiempo de silencio sagrado. acción de gracias particularmente solemne:
La oración universal. Tras la acogida de los términos que se emplean hacen del pre-
la palabra de Dios, que renueva por dentro, facio un texto de gran envergadura estilística
la intercesión es como el fruto de la acción y la melodía que le acompaña contribuye
de la palabra en el alma de los fieles. Al in- grandemente a la sonoridad que colma de
terceder en favor de todo el género huma- majestad toda la pieza. Los dos coros, el del
no ante el Padre, la asamblea experimenta cielo y el de la tierra, se conjuntan (una vo-
la conciencia de su condición de cuerpo sa- ce dicentes) para entonar un mismo him-
cerdotal de Cristo. Participa de un modo sim- no: «Santo, santo, santo...».
bólico pero eficaz, o sea sacramental, en la Las epíclesis. La epíclesis es la invocación
intercesión perenne del Kyrios ante el Pa- que se eleva a Dios para que envíe su Es-
dre. De ahí que, en la Iglesia primitiva, los píritu y transforme las cosas o las personas.
catecúmenos fueran invitados a abandonar Viene del griego epi-kaleo, llamar sobre (en
la asamblea al comienzo de esta oración: latín, in-vocare). En la anáfora hay dos epí-
por carecer del sacerdocio bautismal, no clesis (cf. IGMR 79c): de una parte, la que el
eran mediadores, no podían interceder. Y sacerdote pronuncia sobre los dones del pan
de ahí también el nombre de «oración de y el vino, con las manos extendidas sobre
los fieles» que no significa que hasta en- ellos, diciendo, por ejemplo: «... santifica
tonces lo fieles no hayan orado la liturgia es estos dones con la efusión de tu Espíritu,
la Iglesia en oración , sino que es una ple- de manera que sean para nosotros Cuerpo
garia que sólo puede ser pronunciada por y Sangre de Jesucristo, nuestro Señor»
quienes han sido regenerados por el agua (anáfora II); es la epíclesis consecratoria;
y el Espíritu. La participación de los fieles otras plegarias piden que el Espíritu «ha-
en la intercesión del único Mediador se ex- ga», «bendiga», «santifique», «transforme»
presa mediante la respuesta litánica, que el pan y el vino. De otra parte, la epíclesis
es lo sustancial; respuesta a la invitación que pronuncia el sacerdote en la misma ple-
del diácono o del ministro que pronuncia las garia después del memorial y la ofrenda, pi-
intenciones, las cuales pueden redactarse diendo a Dios que de nuevo envíe su Espí-
con una docta libertad. ritu, esta vez sobre la comunidad que va a
participar de la eucaristía, para que tam-
2. La liturgia eucarística bién ella se transforme, o vaya construyén-
Cuando la Iglesia se prepara a cruzar el atrio dose en la unidad: «... te pedimos, Padre,
que accede al Sancta sanctorum del miste- que el Espíritu Santo congregue en la unidad
EUCARISTÍA 369
po y la Sangre de Cristo que se entregó “pa- dos los fieles: participar amorosamente en
ra la vida del mundo” (Jn 6,51). Porque es- la Santa Misa, aprender en la Misa a tratar
te pan y este vino han sido, según la ex- a Dios, porque en este Sacrificio se encie-
presión antigua “eucaristizados”, llamamos rra todo lo que el Señor quiere de nosotros»
a este alimento “eucaristía” y nadie puede (San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pa-
tomar parte en él si no cree en la verdad de sa, 88). La Misa resume lo que Dios espera
lo que se enseña entre nosotros, si no ha de los cristianos. Se pueden señalar por lo
recibido el baño para el perdón de los pe- menos dos razones relacionadas entre sí.
cados y el nuevo nacimiento, y si no vive Una razón trinitaria: en la Misa, actúa la Tri-
según los preceptos de Cristo» (CCE 1355). nidad, cuyo misterio es el «misterio central
de la fe y de la vida cristiana» (CCE 234)
Bibliografía pues los bautizados van al Padre, quedando
AA.VV., La liturgia-Eucaristia: teologia e storia de- identificados con el Hijo por el Espíritu San-
lla celebrazione, Anàmnesis 3/2, Casale Monfe- to; y una razón teologal: en la Misa, se for-
rrato 1983. P. JOUNEL, La Misa ayer y hoy, Barce- tifican las virtudes teologales que «dispo-
lona 1988. J.A. JUNGMANN, El sacrificio de la Misa, nen a los cristianos a vivir en relación con
Madrid 1973. la Santísima Trinidad, [...] [y] tienen como
F.M. Arocena origen, motivo y objeto Dios Uno y Trino»
(CCE 1812). En la Misa especialmente, el
III. EUCARISTÍA Y ESPIRITUALIDAD cristiano ama a las divinas Personas, que la
La eucaristía es vida: es «como la consu- misma liturgia le lleva a tratar; espera, por-
mación de la vida espiritual» (S.Th., III, que recibiendo toda la fuerza del pan de vi-
q.73, a.3, co.), la «fuente y cumbre de to- da, se abre más a la esperanza escatológi-
da la vida cristiana» (LG 11), su «centro y ca; y cree, pues la tradición reserva un pa-
raíz» (PO 14). En este sentido, la vida cris- pel especial a la fe cuando considera la
tiana es tan fuertemente eucarística que se eucaristía.
puede describir toda la espiritualidad a par- «Verdaderamente la Eucaristía es myste-
tir del santísimo sacramento. No por esto rium fidei, misterio que supera nuestro pen-
hay un solo y único modo de vivir de la eu- samiento y puede ser acogido sólo en la fe»
caristía: como siempre dentro de la Iglesia, (EE 15). Esta actitud de confiada apertura
en la confesión de la misma fe recibida de al misterio de Dios, que se nos dona en la
Dios, hay una legítima variedad de mane- Misa, se manifiesta en primer término ante
ras prácticas que traducen vitalmente esta la misma liturgia, mero espectáculo para
verdad. Pero se puede proponer como in- quien no confiesa la fe de la Iglesia, pero
tentaremos aquí un marco general de lo fuente de sentido vital para el cristiano. Des-
esencial de toda espiritualidad eucarística, cribiendo la catedral de Milán, resonando de
un marco dibujado sobre todo con la ayu- numerosas misas matutinas, J. H. Newman
da de los santos, pues «en ellos Él mismo exclama: «... no supe lo que era la liturgia,
[Dios] es quien nos habla» (LG 50). en cuanto hecho objetivo, antes de entrar
en la Iglesia católica» (Letters and Diaries,
1. La eucaristía, un programa de vida XI, London 1961, 253). Momento especial-
cristiana mente intenso de esta fe ha de ser el en-
«Quizá, a veces, nos hemos preguntado có- cuentro con Cristo verdaderamente presen-
mo podemos corresponder a tanto amor de te bajo las apariencias de pan y vino: si el
Dios; quizá hemos deseado ver expuesto ojo ve la hostia, sólo la «pupila de la santa
claramente un programa de vida cristiana. fe» permite percibir al Cuerpo de Cristo (cf.
La solución es fácil, y está al alcance de to- santa Catalina de Siena, Diálogo, cap. 111).
EUCARISTÍA 371
la Eucaristía y tienen allí como un estado nes e intenciones con las cuales hacía las
permanente, de suerte que no se puede ni suyas, en una palabra, continuando y cum-
celebrar estas fiestas sin la Eucaristía, ni ce- pliendo la vida, religión y devoción que ejer-
lebrar la Eucaristía sin renovar en cierto mo- citó en la tierra» (San Juan Eudes, La vida y
do todos estos misterios. Allí Jesucristo na- el reino de Jesús, II, 2). Lo que el cristiano
ce en la humildad, es presentado en el tem- ha visto en la Misa, es decir la oblación de un
plo, renueva su pasión y muerte, resucita y sacrificio al Padre por la redención de todos,
nos hace resucitar con Él, sube a los cielos lo puede imitar en su existencia, al ofrecer-
y nos trae consigo, allí nos da finalmente su se por la gloria de Dios y la salvación de los
Espíritu Santo con la plenitud de sus dones» hombres: «... quienes celebramos los mis-
(L. Thomassin, Tratado sobre la celebración terios de la Pasión del Señor, hemos de imi-
de las fiestas, l. II, c. XIX, 5 y 6.). Es esta tar lo que hacemos. Y entonces la hostia
potencia de la vida de Cristo que reciben los ocupará nuestro lugar ante Dios, si nos ha-
comulgantes, y su disposición eterna en el cemos hostias nosotros mismos» (San Gre-
cielo, toda de amor al Padre: «... adoré- gorio Magno, Dialogorum libri, IV, 59).
mosle [...] en su Eucaristía, donde adora a Esta actitud sacerdotal da otro rumbo a
su eterno Padre en este su presente esta- las tareas seculares: «... todas sus [de los
do. [...] Unamos nuestras acciones a sus laicos] obras, preces e iniciativas apostóli-
acciones, nuestra adoración a la suya» (P. cas, la vida conyugal y familiar, el trabajo
de Bérulle, Discurso de controversia, 1609). cotidiano, el descanso del alma y del cuer-
Pero en la eucaristía encontramos espe- po, si se realizan en el Espíritu, incluso las
cialmente un misterio, el de la pasión, otra molestias de la vida si se sufren paciente-
vez presente con la Misa. «Puesto que es- mente, se convierten en “hostias espiritua-
te sacramento es el de la Pasión del Señor, les, aceptables a Dios por Jesucristo” (1 P
contiene en sí a Cristo que ha padecido; 2,5), que en la celebración de la Eucaristía,
por consiguiente, todo efecto de la Pasión es con la oblación del cuerpo del Señor, se ofre-
también totalmente efecto de este sacra- cen piadosísimamente al Padre. Así también
mento. Pues este sacramento no es otra los laicos, en cuanto adoradores, obrando
cosa que la Pasión del Señor que nos es santamente en todo lugar, consagran a Dios
aplicada» (Santo Tomás de Aquino, Super el mundo mismo» (LG 34). Esta consagra-
Ioannem, VI, 6). Asimilados a la pasión, re- ción del mundo es auténtica si se realiza en
cibimos la capacidad de entregarnos total- unión efectiva con el sacrificio de Cristo. La
mente, como Cristo en la cruz. «La partici- eucaristía da así un sentido nuevo a la vida
pación [...] en la Eucaristía, sacramento de diaria, el culto se prolonga en la cotidiani-
la nueva alianza, es el culmen de la asimi- dad, y el cristiano se hace «víctima viva,
lación a Cristo, fuente de “vida eterna”, prin- santa, agradable a Dios» (Rm 12,1); se con-
cipio y fuerza del don total de sí mismo» sigue la unidad de vida, sin ruptura entre el
(VS 21). El fiel ofrece en cierto sentido a rumor de la existencia secular y el recogi-
Cristo la ocasión de una nueva encarnación, miento de la oración. Nuevamente identifi-
de compartir otra existencia por la cual y en cado con Cristo por la eucaristía, el bauti-
la cual redimir al mundo a través de la co- zado está llamado a imitar al único Sacer-
laboración libre de cada uno. «Por la Euca- dote de la nueva alianza, ofreciéndose,
ristía, quedamos [...] animados por el es- ofreciendo consigo la parte de la creación
píritu de Jesús, viviendo su vida, caminan- ya redimida por Cristo que le toca admi-
do por sus caminos, revestidos de sus nistrar, repitiendo en su vida la oblación que
sentimientos e inclinaciones, haciendo to- contempla en la Misa: «... muy unidos a Je-
das nuestras acciones según las disposicio- sús en la Eucaristía, [...] teniendo en nues-
374 EUCARISTÍA
Evangelización
la salvación al hombre. Con su palabra y ac- mento y origen último en la misión del Hijo
tuación, Jesús no sólo anuncia el Evangelio por parte del Padre y en el envío del Espíritu
de Dios, sino que él mismo se convierte en Santo (cf. AG 2). En efecto, impulsada por
evangelio, pues en él y a través de él se va este Espíritu, la Iglesia «continúa y desarrolla
haciendo presente entre los hombres la sal- en el decurso de la historia la misión del pro-
vación de Dios. pio Cristo, que fue enviado para evangelizar
Jesús, portador del evangelio de Dios, a los pobres» (AG 5).
muerto con la muerte de un crucificado, al El anuncio del Evangelio no es una tarea
ser resucitado por el Padre a la vida misma que la Iglesia deba hacer sólo en algunos pa-
de Dios, ha venido a ser la Buena Nueva de- íses o en algunos momentos determinados;
finitiva para la humanidad. Ha quedado así no es una actividad excepcional sino su ra-
constituido para siempre en Salvador, Evan- zón de ser. Pablo VI lo expresó espléndida-
gelio de Dios para los hombres. De esta ma- mente en un conocido pasaje de la Exhorta-
nera el Jesús anunciador se convierte en el ción Evangelii nuntiandi: «Evangelizar cons-
Jesús anunciado. En adelante, la Buena Nue- tituye la dicha y vocación propia de la Iglesia,
va del Reino de Dios es el propio Jesús. su identidad más profunda. Ella existe para
Después de la resurrección, Jesús envió a evangelizar» (EN 14). Y Juan Pablo II dejó
sus discípulos: «Id por todo el mundo y pre- escrito en la Encíclica Redemptoris missio
dicad el Evangelio a toda la creación» (Mc que «el espíritu misionero pertenece a la na-
16,15). Jesucristo, «hombre enviado a los turaleza íntima de la vida cristiana» (1).
hombres» (Epístola a Diogneto, c. 7, 4), ha- La Iglesia es comunión con la vida trini-
ce partícipes a los discípulos de su propia mi- taria y, precisamente por eso, es misión di-
sión: «Como el Padre me ha enviado, así tam- rigida a los hombres. La Iglesia vive de la co-
bién os envío yo» (Jn 17,18). Con la fuerza munión con el Padre por Jesucristo, en el Es-
del Espíritu, los discípulos cumplirán su man- píritu. Esa comunión genera la misión. «La
dato de hacer discípulos, bautizar y enseñar. comunión representa a la vez la fuente y el
El libro de los Hechos describe las etapas de fruto de la misión: la comunión es misionera
esta proclamación y el nacimiento de las pri- y la misión es para la comunión» (ChL 32).
meras comunidades. Por su parte, san Pablo
se considera «ministro» del evangelio (Col 2. Evangelizar es anunciar a Jesucristo
1,23) y siente el deber de anunciar (1 Co La evangelización tiene como actividad pri-
9,16) el evangelio, que «es fuerza de Dios pa- mordial y fundamental el anuncio de Jesu-
ra la salvación de todo creyente» (Rm 1,16). cristo, muerto y resucitado, a fin de desper-
tar la fe y suscitar la conversión. Se trata de
II. QUÉ ES EVANGELIZAR dar testimonio del misterio de Jesucristo co-
1. La vocación evangelizadora de la Iglesia mo Evangelio de Dios para todos. La Buena
Evangelizar es la misión prioritaria de la Igle- Noticia que anuncia la Iglesia no tiene el ca-
sia. El Decreto Ad gentes del Concilio Vatica- rácter de una información, sino que es un
no II comienza precisamente con estas pala- acontecimiento, una persona, Jesucristo. Pa-
bras: «Enviada por Dios a todos los pueblos, ra ello se precisan «testigos» antes que
la Iglesia como “sacramento universal de sal- «maestros», que hablen de lo que han visto
vación” se esfuerza en anunciar el Evangelio y oído, a partir de su propia experiencia.
a todos los hombres por íntima exigencia de
su propia catolicidad, obedeciendo al man- 3. En diálogo con los destinatarios
dato de su Fundador» (AG 1; cf. LG 17). La evangelización tiene un carácter consti-
La misión de anunciar el Evangelio re- tutivamente dialogal. Todo anuncio está con-
cuerda el Decreto conciliar tiene su funda- dicionado por una doble realidad: lo que se
EVANGELIZACIÓN 377
quiere anunciar y el destinatario del anun- Todo el pueblo de Dios tiene el deber y el
cio. La fidelidad a ambas realidades hará po- derecho de evangelizar, cada uno según su
sible la recepción efectiva de lo proclamado. propio ministerio. En consecuencia, la evan-
Por esto, es importante conocer la reali- gelización no es nunca un acto individual y
dad de los hombres a quienes se pretende aislado sino que concierne a toda la Iglesia:
comunicar el Evangelio y conocer la situa- es una acción eclesial que se realiza en co-
ción en que viven. La evangelización no pue- munión con toda la Iglesia.
de situarse en una posición atemporal sin te-
ner en cuenta los interrogantes, deseos e in- 6. La Iglesia local y la evangelización
quietudes de los hombres. La evangelización, aunque pertenece a toda
la Iglesia universal, se lleva a cabo en las
4. La finalidad de la evangelización Iglesias particulares, en las que «está ver-
El mandato misionero de Jesús comporta di- daderamente presente y actúa la Iglesia de
versos aspectos que están unidos entre sí: Cristo una, santa, católica y apostólica» (CD
«anunciad» (Mc 16,15), «hacer discípulos y 11). Por esto cada Iglesia local tiene que ser
enseñad» (cf. Mt 28,19-20), «sed mis testi- ella misma misionera porque como la Igle-
gos» (Hch 1,8), «bautizad» (Mt 28,19), «ha- sia universal existe para evangelizar. Sien-
ced esto en memoria mía» (Lc 22,19), do Iglesia consciente de su tarea evangeli-
«amaos unos a otros» (Jn 15,12). El Conci- zadora es como manifiesta su madurez co-
lio resumió la finalidad de la misión diciendo mo miembro de la Iglesia universal.
que «el fin propio de esta actividad misione- La Iglesia diocesana, bajo la presidencia
ra es la evangelización y la implantación de la del obispo, tiene como meta «ser signo e ins-
Iglesia en los pueblos y grupos humanos en trumento de la presencia de Cristo en el mun-
los que aún no está arraigada» (AG 6). do» (Misal romano, oración colecta por la
La proclamación del Evangelio tiene como Iglesia local). Esto significa que todo en la
meta la conversión al Dios revelado en Jesu- Iglesia, desde la más pequeña comunidad
cristo y la acogida del Evangelio como forma hasta la estructura organizativa, debe estar
de vida. Ahora bien, esta acogida se realiza al servicio de la evangelización.
agregándose a la comunidad de los creyen-
tes. Por ello, junto al anuncio del Evangelio 7. El Espíritu Santo, protagonista
es objetivo de la evangelización la formación de la misión
de comunidades vivas, maduras y acogedoras El protagonista principal de la evangelización
que den cobijo a los convertidos. La evange- es el Espíritu Santo (cf. RMi 21). No se pue-
lización suscita la fe y la conversión, que in- de hablar de Jesucristo ni en su nombre sin
troducen a la persona en la comunión trini- la gracia del Espíritu. La Iglesia anuncia a Je-
taria y en la comunión eclesial. sucristo por la fuerza del Espíritu el cual ga-
rantiza la actualidad del mensaje y abre los
5. La evangelización, responsabilidad corazones para su acogida. «Solamente Él
de todos los creyentes suscita la nueva creación, la humanidad nue-
Todos los creyentes están implicados en la va a la que la evangelización debe conducir,
evangelización. Cada cristiano, en virtud del mediante la unidad en la variedad que la mis-
bautismo, tiene la responsabilidad de trans- ma evangelización querría provocar en la co-
mitir el Evangelio, siendo testigo del Dios vi- munidad cristiana» (EN 75).
vo. La respuesta de Pedro y Pablo al sane-
drín expresa la conciencia de toda la Iglesia: III. EL PROCESO EVANGELIZADOR
«... nos es imposible callar sobre lo que he- La evangelización es un proceso rico, com-
mos visto y oído» (Hch 4,20). plejo y dinámico, en el que entran elementos
378 EVANGELIZACIÓN
variados que deben entenderse como com- La Iglesia tiene que dar testimonio entre
plementarios y nunca como alternativos (cf. los pueblos de una nueva manera de ser y
EN 24 y AG 11-18). Se trata de un proceso de vivir. Por la calidad de su vida evangéli-
gradual por el que la Iglesia, impulsada por ca, por la belleza y autenticidad de su ora-
el Espíritu, anuncia y difunde el Evangelio. ción litúrgica, por su ayuda mutua fraterna
Los diversos elementos del proceso evan- y por la seriedad de su compromiso con los
gelizador pueden estructurarse en tres etapas pobres cada comunidad cristiana tiene que
o «momentos esenciales» (CT 18), los cua- ser «ciudad puesta en la cima de un monte»
les no deben entenderse en sentido exclusi- (Mt 5,14), que atrae hacia sí a quienes la ro-
vo sino complementario: la acción misionera, dean.
la acción catequética-iniciatoria y la accción El lugar de esta acción misionera es todo
pastoral. el mundo pues el mandato de Cristo no tie-
ne límites. Sin embargo, podemos distinguir
1. La acción misionera o misión tres tipos de ámbitos, siguiendo a Redemp-
«ad gentes» toris missio 37. El primer ámbito es el terri-
El primer momento fundamental es la acción torial: la acción misionera se ejerce, prime-
misionera, dirigida principalmente a los no ramente, en territorios y entre grupos hu-
creyentes pero que tiene también como des- manos definidos. El segundo ámbito se refiere
tinatarios a los indiferentes y a aquellas per- a los mundos y fenómenos sociales nuevos:
sonas que, habiendo nacido en ambiente cris- las grandes ciudades, los emigrantes y refu-
tiano, han ido abandonando la fe e incluso a giados, etc. Finalmente la acción misionera
muchos niños bautizados que no han recibi- se realiza también en las áreas culturales y
do en su propia familia el anuncio del Evan- areópagos modernos como son los medios
gelio. de comunicación, el compromiso por la paz o
Esta acción misionera se realiza, ante to- la defensa de los derechos del hombre y, so-
do, mediante el anuncio explícito de Jesucris- bre todo, el mundo de la cultura.
to o «primer anuncio». Se trata de proclamar El momento de la misión ad gentes es
con la fuerza del Espíritu a Jesucristo muer- constitutivo para la Iglesia y por ello es la
to y resucitado como Evangelio para la per- actividad evangelizadora específica y la ta-
sona, con la esperanza de que ella así lo com- rea primaria.
prenda y lo viva. La consecuencia de este
anuncio es la conversión y la fe. Conversión 2. La acción catequético-iniciatoria
a una nueva manera de ser centrada en Cris- El segundo momento del proceso evangeli-
to y adhesión firme a su persona. Junto con zador es la acción dirigida a quienes se han
la conversión, el primer anuncio pretende co- convertido y su objetivo principal es iniciar
municar la fe o reavivarla. en la fe y la vida cristiana. Este proceso de
La proclamación de Jesucristo se realiza iniciación se realiza mediante la catequesis
mediante palabras y obras. La evangeliza- y la participación en los sacramentos y en la
ción está vinculada al testimonio de fe y de vida de la comunidad cristiana y constituye la
caridad por parte de la comunidad creyente. realización de la función maternal de la Igle-
Siguiendo el ejemplo de Jesús, que anuncia- sia.
ba la Buena Nueva con su palabra poderosa Dentro de este proceso ocupa un lugar
y por los signos que realizaba, la Iglesia tie- central la catequesis, la cual trata de condu-
ne que anunciar a Jesucristo con palabras y cir hacia la madurez de la fe a quienes han
signos. Por eso, el testimonio de vida cris- dado ya su adhesión al Evangelio o se en-
tiana acompaña necesariamente la procla- cuentran deficientemente iniciados en la vi-
mación del Evangelio. da cristiana. Su finalidad es «propiciar una
EVANGELIZACIÓN 379
viva, explícita y operante profesión de fe» tuaciones distintas en atención a las circuns-
(DGC 65). tancias en que se desarrolla la evangeliza-
La catequesis va unida íntimamente a la ción: la misión «ad gentes», la acción pasto-
celebración de los sacramentos de la inicia- ral y la nueva evangelización. Son acciones
ción. La iniciación cristiana «se realiza me- íntimamente conectadas que responden a dis-
diante el conjunto de los tres sacramentos: el tintas situaciones, que se pueden dar inclu-
Bautismo, que es el comienzo de la vida nue- so en el territorio de una Iglesia particular.
va; la Confirmación, que es su afianzamien- Ya hemos expuesto los objetivos y conte-
to; y la Eucaristía, que alimenta al discípulo nidos de las dos primeras acciones. La ac-
con el Cuerpo y la Sangre de Cristo para ser ción misionera o misión ad gentes se dirige a
transformado en Él» (CCE 1275). los pueblos, grupos humanos y contextos so-
cioculturales donde no es conocido Cristo,
3. La acción pastoral
mientras que la acción pastoral se desarrolla
La evangelización supone también el acom-
allí donde se encuentran comunidades cris-
pañamiento y educación del ya iniciado en
tianas con estructuras eclesiales adecuadas.
la fe con objeto de alimentar y fortalecer su
La «nueva evangelización» o «reevange-
comunión eclesial e incorporarle a la tarea
lización», por su parte, se dirige a las situa-
evangelizadora de la Iglesia. Esta acción pas-
ciones «intermedias» que se viven en mu-
toral se realiza principalmente a través del
chos países de antigua cristiandad, donde se
ministerio de la palabra, de la liturgia y de
ha perdido el sentido de la fe. El punto de
la caridad.
partida es que en los países de Europa y en
A través del ministerio de la palabra se lle-
otros de tradición cristiana se ha dado un
va a cabo una educación permanente en la
proceso de descristianización y es el mo-
fe. Este ministerio incluye acciones diversas
mento de proclamar de manera nueva el
que van desde la homilía a la catequesis (lla-
Evangelio.
mada, a veces, «perfectiva»), la enseñanza
Llamamos «nueva» a esta evangelización
religiosa escolar y la misma teología.
porque intenta establecer un fecundo diálo-
La celebración litúrgica y, sobre todo, la
go con la persona y su cultura a fin de llevar
eucaristía son «la cumbre a la que tiende to-
la Buena Nueva a todos los ambientes. En
da la actividad de la Iglesia y al mismo tiem-
uno de los discursos pronunciados por Juan
po la fuente de donde mana toda su fuerza.
Pablo II en el quinto centenario de la evan-
Pues los trabajos apostólicos se ordenan a
gelización de América explicó que era «nue-
que, una vez hechos hijos de Dios por la fe
va por su ardor, por sus métodos, por su ex-
y el bautismo, todos se reúnan para alabar a
presión» (Discurso al Celam, 9.III.1983).
Dios en medio de la Iglesia, participen en el
En esta situación constituyen una opción
sacrificio y coman la cena del Señor» (SC 10).
Vinculado estrechamente a la oración y a la prioritaria el primer anuncio junto a una ca-
predicación se encuentra el servicio de la ca- tequesis fundante. La nueva evangelización se
ridad, practicada especialmente con los más caracteriza también por lo que se ha deno-
excluidos. La diaconía con los pobres perte- minado «concentración cristológica», es de-
nece de manera especial a la misión de la cir, tiene que estar centrada en el anuncio de
Iglesia y se manifiesta en una solidaridad ac- Jesucristo, en quien se desvela la hondura
tiva, atenta a las necesidades del ser humano. del ser humano.
Ante la «preocupante pérdida del sentido
IV. DIFERENTES SITUACIONES ANTE LA de lo sagrado» el papa Benedicto XVI insti-
EVANGELIZACIÓN tuyó el Pontificio Consejo para la Promoción
En el número 33 de la Encíclica Redemptoris de la Nueva Evangelización, referido sobre
missio (cf. DGC, 58-59) se señalan tres si- todo a las Iglesias de antigua fundación,
380 EVANGELIZACIÓN
«donde se manifiesta con mayor evidencia el corazón de la cultura para purificarla, fe-
el fenómeno de la secularización». Su fina- cundarla y enriquecerla. La evangelización
lidad es «que toda la Iglesia, dejándose re- exige una posición de diálogo continuo con
generar por el Espíritu Santo, se presente al la cultura, siempre mudable, para hacer pre-
mundo contemporáneo con un impulso mi- sente la verdad de Cristo. El cristiano tiene
sionero capaz de promover una nueva evan- que ser sensible y estar en sintonía con el
gelización» (Motu proprio Ubicumque et sem- propio momento histórico y conectar con la
per, 21-9-2010). Las reflexiones y proposi- propia cultura.
ciones de la XIII Asamblea General del Sínodo Con el término «inculturación» se expre-
de los Obispos (octubre 2012) inciden en que sa la necesidad de encarnar el Evangelio en
la nueva evangelización es una dimensión las diversas culturas de los pueblos, anun-
permanente de la tarea misionera de la Igle- ciando a Cristo en la lengua y culturas de los
sia dirigida especialmente a quienes se han hombres. La teología de los años sesenta
alejado de ella. que introdujo este término suponía que el
mensaje cristiano estaba revestido de un ro-
V. ELEMENTOS INTEGRANTES DE LA
paje cultural determinado del cual se podría
EVANGELIZACIÓN
desprender para adoptar el de la cultura a la
La evangelización se dirige a todos los hom-
que se dirigía. Actualmente se tiende a reco-
bres y a todo el hombre, es decir, al ser hu-
nocer la dificultad de aislar el mensaje evan-
mano en su unidad irreductible de alma y
gélico de la cultura en la que está inserto des-
cuerpo. Se consideran, por ello, como ele-
de el principio y de las culturas en las que se
mentos integrantes de la evangelización la
ha ido expresando. Al mismo tiempo se re-
evangelización de las culturas, el diálogo in-
conoce la fuerza transformadora y regenera-
terreligioso y la promoción integral del hom-
dora del Evangelio y su capacidad de expre-
bre.
sarse en el lenguaje de las diversas culturas.
1. La evangelización de las culturas Se ha dicho con razón que el grave drama
y la inculturación de la fe de nuestro tiempo es la ruptura entre evan-
Si la evangelización no quiere quedar en al- gelio y cultura pues mientras que el evange-
go superficial, debe alcanzar las mismas raí- lio no fecunde la cultura, no podrá alcanzar
ces de la cultura, transformando los criterios el fondo de la persona humana.
de juicio, valores determinantes, puntos de
interés, líneas de pensamiento y fuentes ins- 2. El diálogo interreligioso
piradoras y modelos de vida de la humani- Forma parte de la misión evangelizadora de
dad (cf. EN 18). El encuentro entre la fe y la la Iglesia el diálogo interreligioso. El diálogo
cultura se realiza de dos maneras distintas: y el anuncio son elementos integrantes de la
la evangelización de la cultura y la incultu- misión de la Iglesia que se encuentran ínti-
ración de la fe. mamente vinculados, pero son distintos y no
La evangelización de la cultura pretende pueden considerarse intercambiables.
llevar la novedad de Cristo al corazón de las El diálogo con otras religiones es una exi-
culturas, es decir, a las mentalidades, cos- gencia que brota del carácter mismo del cris-
tumbres y comportamientos. Es preciso, pa- tianismo, religión de encarnación. Dios ha
ra ello, acercarse a las culturas, identifican- mantenido un diálogo continuo con el hom-
do sus valores y contravalores al objeto de bre y la Iglesia, para serle fiel, debe entrar
construir sobre los primeros son «semina en diálogo con todos. En el diálogo el cristia-
Verbi» y luchar contra los segundos (por lo no está llamado a descubrir la epifanía de
que es también necesaria una crítica de las Dios presente en otras tradiciones religiosas y
culturas). La fe cristiana es capaz de alcanzar advertir en ellas elementos providenciales y
EXÉGESIS 381
designios del amor de Dios hacia los hom- la Iglesia, indisolublemente unido a la mi-
bres. Debe hacerse con respeto y con gran sión» (RH 15). La evangelización incluye co-
apertura. Se trata de descubrir las semillas mo parte integrante la promoción humana,
del Verbo presente en ellas y estar atento a lo porque es anuncio de una salvación que en-
que el Espíritu ha podido obrar. traña todo el ser del hombre.
Ahora bien, el verdadero diálogo interreli- La acción a favor de la justicia y el traba-
gioso conlleva el anuncio, es decir, el deseo jo por transformar el mundo son dimensión
de ayudar a las personas a alcanzar un co- constitutiva del anuncio del Evangelio. La so-
nocimiento explícito de lo que Dios ha obrado lidaridad con los más pobres y marginados
en Jesucristo y la invitación a ser discípulos y la cercanía a ellos es signo eficaz de que
suyos y miembros de la Iglesia. La misión de se anuncia a Jesucristo, enviado para pro-
la Iglesia es anunciar el Evangelio para que clamar la Buena Noticia a los pobres.
todos los hombres conozcan la cercanía de
Dios en Jesucristo. En este anuncio habrá que Bibliografía
ser muy respetuoso con lo que el Espíritu, H. BÜRKLE (dir.), La misión de la Iglesia, Valencia
principal agente de la evangelización, ha obra- 2002. A. CAÑIZARES, La evangelización, hoy, Ma-
do ya en los hombres. Se trata de ayudar al drid 1977. F. CONESA (ed.), El cristianismo, una pro-
hombre a progresar desde las «semillas del puesta con sentido, Madrid 2005. J. ESQUERDA BIFET,
Verbo» a la plenitud del misterio de Dios re- Diccionario de la evangelización, Madrid 1988. J.
velado en Cristo. GEVAERT, El primer anuncio, Santander 2004. J.L.
ILLANES, Desafíos teológicos de la nueva evangeli-
3. El desarrollo integral de la persona zación, Madrid 1999. J. MARTÍN VELASCO, Increen-
La verdadera evangelización va unida tam- cia y evangelización. Del diálogo al testimonio,
bién a un crecimiento integral de la persona Santander 1982.
humana, «elemento esencial de la misión de F. Conesa
Exégesis
todo, excepto en el pecado, así las palabras llamados «métodos histórico-críticos». Es-
de Dios expresadas en lenguas humanas, ta denominación común abarca un amplio
se han hecho en todo semejantes al len- espectro de protocolos científicos que com-
guaje humano, excepto en el error» (Divino parten el propósito de establecer mediante
Afflante Spiritu, n. 22). criterios objetivos el origen y la evolución
El contenido del párrafo que hemos cita- de los textos que componen la Sagrada Es-
do ha sido repetido y glosado en numerosas critura.
ocasiones por el magisterio posterior, insis- En un primer estadio, estos métodos se-
tiendo siempre en que la exégesis bíblica de- ñalaron que el texto que ha llegado hasta
be respetar la condición histórica de los tex- nosotros es producto de diversas fuentes
tos que examina y, al mismo tiempo, poner documentales anteriores. Eso explicaría la
de manifiesto su validez salvífica universal. existencia de narraciones duplicadas de un
En efecto, siendo manifestaciones au- mismo acontecimiento, las aparentes con-
ténticas del lenguaje, los escritos bíblicos tradicciones, las variantes léxicas y estilísti-
comparten las características propias de es- cas, etc. Fundándose en esta apreciación,
ta actividad humana. Por consiguiente, fue- los expertos trataron de identificar, datar y
ron redactados y compuestos sirviéndose caracterizar las posibles fuentes que sub-
de los recursos idiomáticos, literarios y cul- yacen a la forma actual del texto.
turales de la época a la que pertenecen y El análisis de los contenidos propios de
están condicionados por las posibilidades cada tradición permitió, en un segundo es-
expresivas de tales recursos. Otro tanto de- tadio, examinar el progreso teológico que
be decirse de la intención comunicativa que suponían las sucesivas etapas redacciona-
pudieron albergar sus autores humanos, pa- les de un episodio y los intereses predomi-
ra cuya elucidación debe atenderse a los pa- nantes en cada una de ellas.
rámetros históricos pertinentes. Por fin, en el último momento de su de-
La historicidad de los textos determina sarrollo, los métodos histórico-críticos se
su «sentido literal» sobre el que debe fun- ocuparon de la labor redaccional cumplida
darse cualquier otro , impide atribuirles ana- por quienes compilaron y fundieron los dis-
crónicamente contenidos ajenos al universo tintos documentos iniciales. Se examinaron
que los vio nacer y establece los límites de entonces los mecanismos empleados para
legitimidad de cualquier interpretación. unir fragmentos procedentes de tradiciones
Simultáneamente, la Iglesia, fiel a la tra- diversas y el sentido que cobra la disposi-
dición apostólica, enseña que la Sagrada Es- ción elegida.
critura contiene la revelación divina, que es Entre otras cosas, los métodos histórico-
eficaz para la salvación de todos y cada uno críticos indicaron la presencia en la Sagrada
de los hombres, cualesquiera sean las cir- Escritura de «géneros literarios». Es decir
cunstancias de tiempo, lugar y cultura. que las narraciones y las composiciones lí-
El estudio de las dimensiones históricas ricas y sapienciales de la Biblia se atienen
del texto bíblico y la indagación de cómo es a «modelos» tomados de la tradición cultu-
posible conciliar historicidad y validez uni- ral de la época a la que corresponden. El
versal han ocupado preferentemente los es- estudio de los géneros literarios permite en-
fuerzos de la exégesis católica durante el tender algunas características redacciona-
siglo XX. les y valorar mejor la intención comunica-
tiva de los autores.
I. LOS MÉTODOS HISTÓRICO-CRÍTICOS Como no podía por menos de ser, la apli-
El interés por la dimensión histórica de los cación de un programa de investigación tan
textos bíblicos ha guiado las tareas de los amplio ha comportado en ocasiones algu-
EXÉGESIS 383
tención del autor, si se atiende al género li- tamento, es, al mismo tiempo, el «lector
terario o a las huellas que la enunciación modelo» de toda la Sagrada Escritura. Lo
deja en el enunciado. Además, por su con- fue históricamente de los textos veterotes-
tenido, el enunciado limita las posibles cir- tamentarios y lo es también del Nuevo Tes-
cunstancias de su enunciación. tamento. La necesidad de leer la Escritura
Finalmente, el enunciador persigue cau- in sinu Ecclesiæ no debe, por tanto, ser en-
sar un efecto en su destinatario, cosa que tendida como un factor que cohíbe la liber-
puede conseguir en un grado u otro o no tad interpretativa, sino como el estímulo ha-
conseguir en modo alguno. cia un hondo ideal de verdad y de comu-
Aplicada al análisis del texto, la pragmá- nión con Cristo.
tica trajo consigo el interés por el estudio Por otra parte, el Nuevo Testamento es
de las «voces» que intervienen en un rela- testimonio de la predicación apostólica y de-
to: ¿qué aportación entraña que un episodio be ser leído como tal: en coherencia con
sea contado por el narrador, por uno u otro otros testimonios análogos y sin perder de
de los personajes, etc.? ¿Cuál es la natura- vista el objetivo que tal testimonio persi-
leza y las variantes de lo que llamamos «na- gue.
rrador»? En el extremo opuesto de este ideal se
Frente al «significado», término que de- sitúan las tendencias que postulan la diso-
signa el contenido inmanente del texto, ex- lución del significado. Según las mismas,
plícito o implícito, el «sentido» comprende dado que la comprensión de los elementos
también las intenciones que guían al autor y que explícitamente componen un texto re-
atiende a la enunciación como acto de co- mite siempre y necesariamente a la inter-
municación y no como manifestación de un vención del lector, ésta es siempre legítima
código preestablecido. con independencia del sentido que tenga.
Es necesario recordar, sin embargo, que
III. LA INTERVENCIÓN DEL LECTOR aunque un mismo texto admite diferentes
Tanto si hablamos del significado como si interpretaciones, no las admite todas, pues
nos referimos al sentido, el destinatario de determinadas intervenciones del lector son
un enunciado no cumple un papel mera- irreconciliables con los contenidos explíci-
mente pasivo. No es sólo un receptor que tos del enunciado.
descodifica contenidos explícitos previamente
codificados por el autor. Los textos requieren IV. LOS «ACERCAMIENTOS» A LA SAGRADA
la colaboración del lector para manifestar ESCRITURA
qué función significativa tienen los recursos Los métodos histórico-críticos y los nuevos
lingüísticos de todo género que los compo- métodos de análisis literario pueden ser de-
nen. Además, quien enuncia una expresión finidos como un conjunto de procedimien-
espera que, a tenor de las circunstancias, tos científicos puestos en acción para expli-
el oyente entienda la intención que persi- car los textos. En ellos, la intervención del
gue. lector es entendida en consonancia con el
Parece obvio que la habilidad del lector fin que pretenden.
para desempeñar su cometido depende de Junto al estudio metódico de la Sagrada
su capacidad. Puede aprehender sólo parte Escritura, cabe también acercarse a ella me-
del enunciado o malversarlo por entero. diante búsquedas orientadas según un pun-
La Iglesia recuerda que la Sagrada Es- to de vista particular. El lector, asumiendo
critura debe leerse in sinu Ecclesiæ, en co- un contenido o una actitud como clave in-
munión con la Iglesia. Cristo, que según la terpretativa, rastrea sus huellas en el tex-
fe es el contenido auténtico del Antiguo Tes- to bíblico. Estos procedimientos, que deben
EXÉGESIS 385
distinguirse de los métodos propiamente di- mentos de lo que se conoce como «nueva
chos, contribuyen a extraer de la Escritura hermenéutica» o simplemente «hermenéu-
algunos valores y perspectivas. tica», que alcanzó un definitivo impulso con
Los acercamientos que poseen especial el filósofo alemán Martin Heidegger. En es-
vigencia en la actualidad pueden ordenar- ta nueva acepción, «hermenéutica» designa
se según diferentes tipos. Algunos atienden los estudios sobre la actividad interpretati-
particularmente a la tradición y estudian el va en sí misma considerada y el cuerpo doc-
texto bíblico bien como parte de un conjun- trinal de quienes los practican.
to definido canónicamente, bien en conti- Destacó Heidegger que el hombre no es
nuidad con las tradiciones judías de inter- un ser concluso, sino abocado a su futuro, y
pretación, bien registrando los efectos que a que es consciente de ello. Para cada indivi-
lo largo de la historia ha producido el texto duo, el futuro es realmente el abanico de
en los lectores. posibilidades que ante él se abren, alguna
Un segundo tipo recurre de manera par- de las cuales debe procurar. Tales posibili-
ticular a las propuestas hechas por las di- dades se fundan sobre el presente que, a
ferentes disciplinas contemporáneas que su vez, se revela como tal en la medida en
examinan los fenómenos humanos. Así, la que anuncia o determina posibilidades de
sociología, la antropología cultural o las di- futuro y en la medida en que constituye la
ferentes perspectivas psicológicas o psico- clave de comprensión de lo ya pasado. En
analíticas. esta clave, la narración cobra especial im-
Finalmente, de la mano de los estudios portancia porque es la actividad mediante
de crítica literaria predominantes en Esta- la que el ser humano relaciona aconteci-
dos Unidos, han cobrado especial auge en mientos y los comprende.
nuestros días los acercamientos de corte fe- Asumiendo estos principios, la interpre-
minista o liberacionista. tación persigue encontrar el «sentido». En la
En una u otra medida, los acercamientos hermenéutica este término tiene un signi-
iluminan el texto según sus propios intere- ficado distinto del que hemos visto al tratar
ses. El valor de sus conclusiones queda de- de la pragmática. Sentido es ahora la com-
terminado por los postulados teóricos que prensión de la temporalidad de la historia
asumen en el empleo de las ciencias a las pasada y de las posibilidades de futuro. El
que recurren. En cualquier caso, sus con- sentido, por tanto, conforma el presente.
clusiones pueden contribuir a una mejor Cuando se relaciona con un texto, el lector
comprensión de los orígenes del texto bíbli- busca el sentido que pueda tener, el uni-
co y de la historia de su interpretación. verso de posibilidades que despliega o las
claves que suministra para entender la pro-
V. LA «NUEVA HERMENÉUTICA» pia historia. Esta búsqueda orienta y confi-
Al comienzo de este artículo hemos señala- gura toda relación con el texto.
do que, entendido en su acepción más am- Sin que falten sugestivos aciertos en el
plia, el término «hermenéutica» es sinónimo pensamiento de Heidegger, su aceptación
de «exégesis» y de «interpretación». Todos indiscriminada comporta el riesgo de difu-
ellos designan por igual la ciencia y la acti- minar por completo las fronteras existentes
vidad de la interpretación de textos y sus entre el lector y el texto.
resultados. Diferentes autores han aplicado a la Sa-
Pero, desde mediados del siglo XIX, di- grada Escritura los principios que acabamos
ferentes autores centraron su atención en de exponer o han intentado matizarlos. En-
el análisis de en qué consiste propiamente tre los primeros, Rudolf Bultmann quiso le-
interpretar. Con ello pusieron los funda- er el Nuevo Testamento como una manifes-
386 EXÉGESIS
tación de las coordenadas que definen al ser sentido espiritual no es necesariamente di-
humano según Heidegger. Esta actitud en- ferente del sentido literal, puesto que se va-
traña como problema que arroja un resul- le de elementos que están en conexión con
tado reductor del texto neotestamentario. él. Por consiguiente, no debe confundirse
Más recientemente, Gadamer ha insisti- con el subjetivo, que nunca sería auténtico
do en la copertenencia del lector al texto. La si prescindiera de este tipo de elementos.
búsqueda del sentido es hecha a partir de Siempre y en todo caso, el sentido espiri-
postulados que el lector acepta porque per- tual debe mantener su relación con el literal.
tenece a una tradición a la que pertenece Las reflexiones de la hermenéutica y la lin-
igualmente el texto en el que busca sentido. güística contemporáneas han contribuido a
Ricœur, por último, sin desmentir a Hei- fundamentar la legitimidad de la exégesis
degger ni a Gadamer, ha señalado que, a espiritual, al poner de manifiesto la ineludi-
pesar de todo, los textos se presentan como ble vinculación entre el lector y el texto.
una entidad distinta del lector, que debe ra- Por su parte, algunos teóricos de la exé-
tificar en ellos el sentido que cree haber en- gesis bíblica han postulado la existencia de
contrado. lo que llaman «sentido pleno». Este senti-
Aun cuando deban perfilarse sus conclu- do habría sido querido por Dios, autor prin-
siones y sea necesario abordar desde su cipal de la Sagrada Escritura, aunque no ha-
perspectiva asuntos como en qué medida ya sido explícitamente consignado por el au-
los textos se refieren a acontecimientos real- tor humano.
mente ocurridos en el universo extralin- Muestras de este sentido pleno se darían
güístico, la hermenéutica ha puesto de re- en las relecturas de textos veterotestamen-
lieve las complejas y delicadas relaciones tarios hechas por el Nuevo Testamento o en
entre el lector y los textos. De esta manera los desarrollos doctrinales del magisterio a
ha revisado la cuestión de cómo puede ser partir de pasajes neotestamentarios.
universal y siempre actual un contenido con- La acción del Espíritu Santo en el curso
creto y determinado por la historia. de la historia originaría contextos nuevos
que permitirían apreciar nuevas dimensio-
VI. LOS «SENTIDOS» DE LA SAGRADA ESCRITURA nes del significado, ausentes de su contex-
Una de las cuestiones tradicionales en la re- to original. En todo caso, debe recordarse
flexión exegética ha sido el debate acerca aquí la necesaria vinculación que debe exis-
de los diferentes «sentidos» de la Sagrada tir entre sentido literal y pleno y que éste
Escritura. En este debate, el término «sen- sólo será auténtico si está avalado por un
tido» debe entenderse como equivalente a texto dotado de autoridad suficiente.
«significado». Hemos señalado que el sig- La categoría de «sentido pleno», relati-
nificado literal de los textos bíblicos está de- vamente reciente, sigue siendo objeto de
terminado por su pertenencia a una época discusión y podría considerarse idéntica a
histórica concreta. Su investigación, por tan- la de «sentido espiritual» si se admite que
to, debe desenvolverse dentro de los lími- éste es distinto del literal.
tes impuestos por la historicidad.
Tradicionalmente, la Iglesia ha admitido Bibliografía
que, además del literal, es posible reconocer PONTIFICIA COMISIÓN BÍBLICA, La interpretación de la
en los textos un «sentido espiritual». Es el Biblia en la Iglesia, Città del Vaticano 1993. V.
expresado por los textos bíblicos cuando son BALAGUER (ed.), Comprender los evangelios, Pam-
leídos bajo la influencia del Espíritu Santo plona 2005. K. RAHNER y J. RATZINGER, Revelación
en el contexto del misterio pascual de Cris- y tradición, Barcelona 1970.
to y de la vida nueva que proviene de él. El S. García-Jalón
F
Familia
superar. De alguna manera se pude decir der la autonomía y libertad del individuo
que la crisis que sufre hoy la institución fa- mismo.
miliar es debida, entre otros factores, a la El déficit normativo y de identidad que
afirmación progresiva del individualismo mo- sufre la sociedad contemporánea sólo pue-
derno que se expresa como voluntad con- de superarse si se reactivan los recursos
tractual. que pueden sustentar el Estado de derecho.
Con el advenimiento de los totalitarismos Es extraño que una sociedad que se dice li-
en la modernidad, la familia se convierte en beral produzca individuos que no tengan
el objeto privilegiado de la política de estos una autoconciencia ni identidad generacio-
regímenes: la familia es el lugar fundamen- nal. Sin una familia, no es posible poseer
tal de la educación en los valores del régi- tal identidad. Hasta tiempos recientes, te-
men, considerada como su primera célula. ner esta identidad generacional era fácil: se
El régimen aspiraba a un nuevo diseño de nacía en una familia; el sentido de ser ra-
relaciones familiares y a una reformulación dicado en una historia común era clara. Hoy
de los valores familiares con las ideas tota- en día se debe relanzar la familia como ins-
litarias. Para el comunismo, la familia es la titución social que media entre el individuo
institución burguesa por excelencia; por ello y la sociedad, como elemento socializador,
es necesario romper el ligamen familiar a personalizador y educador que fomenta la
favor de la pertenencia al Estado. responsabilidad y la libertad. El Estado de
De modo paradójico, el pensamiento pos- derecho es uno de los mayores frutos del
moderno actual subraya el carácter priva- pensamiento moderno y del pensamiento
do y subjetivo de la familia, donde se inter- cristiano. Pero para que el Estado de dere-
cambia una relación más o menos estable, cho funcione necesita de la cultura que lo
dominada a menudo por el mero sentimen- ha originado, que es una cultura cristiana,
talismo, como un lugar que no tiene ningu- y del cuidado de la célula primordial y vital
na relevancia para la sociedad. La interven- que lo sustenta, que es la familia.
ción del Estado tiende a acentuar este ca-
rácter privado de la familia y también su IV. LA FAMILIA COMO COMUNIDAD DE PERSONAS
disgregación (respeto de la autonomía y li- Como institución natural, la familia se en-
bertad del individuo singular). La subjetivi- raíza en la humanidad, es decir, en la dife-
dad social de la familia comienza a recono- renciación y complementariedad del hom-
cerse cuando la sociedad se da cuenta del bre y de la mujer. Y como tal, su naturaleza
peligro que conlleva el individualismo que y características pueden ser conocidas, al
compromete la supervivencia misma de la menos en sus rasgos fundamentales, por
sociedad. El problema principal de la socie- las luces de la razón humana. Su verdad
dad actual es que la autonomía comienza a más profunda, sin embargo, sólo puede ser
volverse contra la misma persona. En este desvelada desde la historia de la salvación.
contexto, pasan a discutirse las funciones Cuando la revelación habla de Dios como
sociales de la familia. La solidaridad sería Padre, y del Verbo como Hijo, se está refi-
en cierto modo el mecanismo que compen- riendo analógicamente a la realidad fami-
sa moralmente las brutales desigualdades liar. Ese lenguaje que sirve para iluminar el
que produce el sistema. La concepción in- misterio de la Trinidad ayuda también a des-
dividualista de la sociedad está en la base cubrir la verdad de la familia. «A la luz del
de la atomización de la familia. El Estado se Nuevo Testamento es posible descubrir que
preocupa de la familia acentuando su pri- el modelo originario de la familia hay que
vacidad, acentuando el carácter atomista. buscarlo en Dios mismo, en el misterio tri-
Pero esta sociedad corre el riesgo de per- nitario de su vida. El “Nosotros” divino cons-
390 FAMILIA
tituye el modelo eterno del “nosotros” hu- si se quiere que la vida de familia sea una
mano; ante todo de aquel nosotros que es- verdadera comunión de personas: las de los
tá formado por el hombre y la mujer creados padres y los hijos, de los hermanos entre
a imagen y semejanza divina» (GrS 6). sí, de los parientes, etc. Porque el amor au-
De manera semejante a la Trinidad sal- ténticamente humano y personal no puede
vada la distancia infinita con el misterio tri- dirigirse hacia su objeto de una manera in-
nitario , la familia es y está llamada a ser diferenciada, como si todos los seres ama-
comunidad de personas en el amor. Una co- dos fueran iguales; por el contrario, ha de
munidad en la que cada uno de los miem- tener en cuenta la condición del amado y,
bros es afirmado por sí mismo y, a la vez, al mismo tiempo, observar la propia condi-
superando la relación personal entre el «yo» ción que también está conformada con unas
y el «tú», se abre al «nosotros», que en modalizaciones concretas, por ejemplo las
los esposos se complementa plenamente de ser padre, hijo, etc.
y de manera específica al engendrar los hi- El amor de la familia es un amor de amis-
jos. «La familia es una comunidad de per- tad con unas connotaciones y dinamismo
sonas, para las cuales el propio modo de tales que lo describen con una identidad
existir y vivir juntos es la comunión: com- propia: como amor conyugal, paterno o ma-
munio personarum. También aquí, salvan- terno, filial, fraterno, etc. Como consecuen-
do la absoluta trascendencia del Creador cia y a la vez exigencia de darse entre
respecto de la criatura, emerge la referencia unas personas relacionadas entre sí, con
ejemplar al “Nosotros” divino. Sólo las per- unos vínculos específicos, esa amistad se
sonas son capaces de existir en comunión» convierte, por eso mismo, en amor conyu-
(GrS 7). gal, paterno, materno... El amor y la co-
La comunión ha de existir y expresarse, munión interpersonal se fundan originaria-
en primer lugar, entre los mismos cónyu- mente en la carne y en la sangre: lo que
ges. La unidad, por la que «ya no son dos si- existe primero es el hecho de ser esposo,
no una sola carne» (Gn 2,24), ha constitui- padre, hijo...; pero, por ser un amor hu-
do una unión tan íntima y profunda entre mano y personal, lo verdaderamente im-
ellos que implica el compromiso de donarse portante es la libre decisión de actuar se-
totalmente en su masculinidad y feminidad gún la condición propia, tanto del que ama
en cuanto sexualmente distinta y comple- como de la persona amada. Desde este pun-
mentaria (la conyugalidad) y, por tanto, la fi- to de vista, cabe hablar de desarrollo y per-
delidad en la unidad y en la indisolubilidad. feccionamiento del amor y comunión fami-
«Cuando el hombre y la mujer, en el matri- liar: siempre es posible también un esfuer-
monio, se entregan y se reciben recíproca- zo mayor por acomodar las conductas a ese
mente en la unidad de “una sola carne”, la ideal previamente conocido. «El amor en-
lógica de la entrega entra en sus vidas. Sin tre los miembros de la misma familia [...]
aquélla, el matrimonio sería vacío, mientras está animado e impulsado por un dinamis-
que la comunión de las personas, edificada mo interior e incesante que conduce a la fa-
sobre esa lógica, se convierte en comunión milia a una comunión cada vez más pro-
de los padres» (GrS 11). funda e intensa» (FC 18). En concreto, los
Sobre la base de la comunidad conyugal esposos lo conseguirán «a través de la fi-
se edifica y desarrolla la comunidad de la delidad cotidiana a la promesa matrimonial
familia. Además de la relación conyugal la de la recíproca donación total», por la que
propia de los esposos , existe dentro de la comparten «todo su proyecto de vida, lo
familia un conjunto de relaciones interper- que tienen y lo que son», progresando «ha-
sonales que han de observarse fielmente, cia una unión cada vez más rica entre ellos,
FAMILIA 391
a todos los niveles del cuerpo, del carác- lia de Nazaret se contempla entonces como
ter, de la inteligencia y la voluntad, del al- el modelo y ejemplo de las familias y de la
ma » (cf. FC 19). Es la consecuencia pri- entera vida familiar: un ejemplo que mueve
mera o inmediata de la comunión conyugal, y arrastra no sólo desde lo exterior sino des-
que se caracteriza no sólo por su unidad, de la misma entraña de su existir, toda vez
sino también por su indisolubilidad. que por el bautismo y los sacramentos se
En la familia cristiana, el amor y la co- participa y vive de su misma vida.
munidad que sus miembros están llamados A cada miembro de la familia le corres-
a vivir revisten la modalidad de ser signo y ponde un quehacer específico en la cons-
revelación de la unidad y comunión de la trucción de la familia, debiendo todos ayudar
Iglesia. Deben manifestar esa unidad y co- y colaborar con los demás para cumplirlo
munión, porque la reproducen: por el bau- convenientemente. Un factor determinante
tismo, los cristianos son constituidos miem- e imprescindible de esa colaboración nece-
bros del Cuerpo de Cristo, hijos del mismo saria es que cada uno desempeñe su fun-
Padre-Dios y verdaderos hermanos entre sí, ción propia de esposo, padre, hijo, herma-
hasta el punto de que son de la misma raza, no...: ahí son insustituibles. El servicio recí-
participan de la misma vida divina y hablan proco de todos los días, según la manera
la misma lengua, sin «distinción entre judío propia de cada uno, es el modo práctico de
y gentil» (Rm 10,12). Por otro lado, esa pro- vivir la vocación personal contribuyendo a
funda unidad de todos los bautizados que la unión y comunión familiar.
se da en los componentes de la familia cris-
tiana es sostenida y vivificada por el Espí- V. LA FAMILIA Y LA SOCIEDAD
ritu Santo, que es la razón viva y el alimento Entre la familia y la sociedad existe una re-
inagotable de la comunión sobrenatural que lación tan estrecha que se puede afirmar
acumula y vincula a los creyentes con Cris- la sociedad será lo que sea la familia. Por-
to y entre sí en la unidad de la Iglesia de que, en última instancia, el hombre será lo
Dios. Esta «nueva y original comunión» tie- que sea la familia. En la familia nace y se
ne como cometido junto a otros llevar a desarrolla el cimiento mismo de la socie-
plenitud aquella primera y natural, que, na- dad: el hombre.
cida de los vínculos naturales de la carne y
de la sangre, ha de crecer y desarrollarse 1. La familia, célula primera y vital
cada día «encontrando su perfeccionamien- de la sociedad
to propiamente humano en el instaurarse y La familia no es el efecto de la casualidad o
madurar los vínculos todavía más profun- el producto de la evolución de las fuerzas
dos y ricos del espíritu» (FC 21). Por eso, naturales; no es una invención humana ni
entre otras cosas, la gracia de la fe confie- una mera creación cultural. Es, por el con-
re a los miembros de la familia cristiana la trario, «una sabia institución del Creador»
seguridad y la audacia de los que están en (HV 8), que sirve para realizar la vocación
la verdad, también en el plano de las rela- originaria del ser humano a la comunión in-
ciones auténticamente humanas. Por la fe, terpersonal mediante la «entrega sincera de
en efecto, son capaces de verse unos a otros sí mismo». En este sentido se dice que la
con esos ojos nuevos que permiten descu- familia es una institución natural. Respon-
brir el profundo misterio en el que están in- de a la verdad más profunda de la humani-
sertados: su paternidad, filiación, fraterni- dad del hombre y de la mujer, a la intrínse-
dad... está llamada a vivirse según el modelo ca constitución del hombre como don e ima-
de Dios, de Cristo, de quien procede toda gen de Dios. Las diversas realizaciones
paternidad, filiación y fraternidad. La fami- históricas de la familia en las diferentes épo-
392 FAMILIA
cas y culturas deberán ser juzgadas siempre la familia sea familia, es decir, que su exis-
a la luz de esa verdad fundamental-natu- tencia se desarrolle como una comunidad
ral. de vida y amor, en la que cada uno de sus
La familia es además la primera sociedad integrantes es valorado y afirmado en su
natural, la célula primera y original de la so- irrepetibilidad: como esposo/esposa, pa-
ciedad. En relación con la dignidad perso- dre/madre, hijo/hija, hermano/hermana,
nal, es irrelevante la condición masculina o etc. La dignidad personal, modalizada por
femenina: el hombre y la mujer son igua- la condición según la que cada uno forma
les como personas; a la vez, sin embargo, la parte de la familia, es el único título de va-
condición masculina y femenina, que da lu- lor, y las relaciones interpersonales se viven
gar a la primera diferenciación dentro de la teniendo como norma únicamente la ley de
humanidad común, es también la primera la gratuidad.
manifestación de la llamada de la persona Esa función no se realiza en la familia por
humana a la complementariedad mediante el simple hecho de vivir juntos. Se requiere
la relación interpersonal. En este sentido el que el hogar sea y se haga «acogida cor-
matrimonio es la sociedad natural primera: dial, encuentro y diálogo, disponibilidad des-
en efecto, hunde sus raíces en el significado interesada, servicio generoso y solidaridad
originario de la estructura de comunión de la profunda» (FC 43). Será necesario que los
persona. Pero esa alianza conyugal por la miembros compartan, en primer lugar, el
que el hombre y la mujer se unen hasta lle- tiempo; pero, sobre todo, habrá que con-
gar a ser «una sola carne» (Gn 2,24) y se seguir que la vida familiar se convierta en
comprometen a formar «una comunión de una experiencia de comunión y participa-
personas», se completa plena y naturalmente ción mediante la formación en el verdadero
de una manera específica al engendrar los sentido de la libertad, la justicia y el amor.
hijos: la comunión de los cónyuges da ori- En la libertad, porque sólo de esa manera
gen a la comunidad familiar (cf. GrS 7-8). el hombre actúa con la responsabilidad pro-
La familia es la célula original de la so- pia de su dignidad personal. En la justicia,
ciedad porque en ella la persona es afirma- porque sólo así se respeta la dignidad per-
da por vez primera como persona, por sí sonal de los demás. En el amor, porque el
misma y de manera gratuita. A la familia respeto a los demás a cada hombre se
está ligada la calidad ética de la sociedad. resuelve en última instancia en amarlos por
Ésta se desarrolla éticamente en la medida sí mismos.
en que los valores que constituyen el bien No termina ahí en esa actividad ad in-
de la familia impregnan su vida. Por ello las tra la participación de la familia en el de-
conductas o legislaciones que destruyen los sarrollo de la sociedad. Como exigencia irre-
valores de la familia son, por lo mismo, des- nunciable de su propia autorrealización le co-
humanizantes y nocivas para la sociedad. rresponde también una función social
específica fuera del espacio familiar, que con-
2. La familia, escuela de socialidad siste sobre todo en actuar y tomar parte en
La familia es «la primera y fundamental es- la vida social como familia y en cuanto fami-
cuela de socialidad» (FC 37). Una función lia. Es una tarea que deben realizar «juntos
que «debe caracterizar la vida diaria de la los cónyuges en cuanto pareja y los padres e
familia [y que] representa su primera y prin- hijos en cuanto familia» (FC 36), precisa-
cipal aportación a la sociedad» (FC 43). Aun- mente como prolongación de la comunidad
que todas las «formas» de familia no sirven de vínculos de sangre que les une.
y contribuyen a realizar la verdadera y au- De manera análoga a como en las per-
téntica socialidad. Para ello es necesario que sonas singulares no cabe establecer una di-
FAMILIA 393
cotomía entre la dimensión personal y so- riores a los que corresponden al Estado de
cial de su actividad, ni tampoco es posible li- la sociedad. «Al estar constituida por per-
mitar la función social a un determinado sonas que, unidas por un profundo vínculo
campo, eso mismo hay que afirmar del exis- de comunión, forman un único sujeto co-
tir de las familias. Se trata, por otro lado, munitario [...], la familia es sujeto más que
de una coherencia que forma parte de la otras instituciones sociales: lo es más que
verdad de la familia y de unas tareas que la nación, que el Estado, más que la socie-
la familia ha de realizar sola y asociada con dad y que las organizaciones internaciona-
otras familias hasta llegar incluso a la les» (GrS 15). Hasta el punto de que «estas
constitución de un nuevo orden internacio- sociedades, especialmente las naciones, go-
nal. Pero hay que señalar de nuevo que no zan de subjetividad propia en la medida que
todas las formas de ser y existir de la fami- la reciben de las personas y de sus fami-
lia sirven para la humanización del hombre lias» y, «por tanto, no es exagerado afirmar
o se pueden considerar participación en el que la vida de las naciones, de los Estados
desarrollo de la sociedad: para contribuir al y de las organizaciones internacionales “pa-
bien integral del hombre en eso consiste sa” a través de la familia» y se fundamenta
la humanización , es necesario que la fa- en ella.
milia sea y actúe de una manera absoluta- Apoyándose en la misma naturaleza hu-
mente respetuosa con ese conjunto de bie- mana, la Iglesia ha defendido con frecuencia
nes y valores que la describen como «co- esos derechos y ha recordado de manera
munidad de vida y amor». particular a los gobiernos de las naciones el
Una de las formas concretas que la fa- deber que tienen de proteger y defender a la
milia tiene para llevar a cabo su función so- familia. Esos derechos los más fundamen-
cial es la participación en la política. Y dos tales han sido recogidos en la Carta de los
son los modos más fundamentales para rea- derechos de la familia (24.XI.1983), elabo-
lizar ese quehacer: el testimonio de la pro- rada por la Santa Sede, como respuesta a
pia vida familiar; y la participación activa en las peticiones del Sínodo de los Obispos so-
la configuración de la sociedad, a fin de que bre la familia, según recuerda Familiaris con-
las leyes y las instituciones del Estado no sortio (46).
ofendan, sino que sostengan y defiendan La novedad de la Carta no está en los
positivamente los derechos y los deberes de contenidos. En realidad lo que se dice ya se
la familia. Porque la familia es y debe ser encuentra en otros documentos del magis-
siempre la primera y principal protagonista terio de la Iglesia, según se indica en las re-
de la política familiar. ferencias de la misma Carta. Lo que sí se
hace es presentar esos contenidos de una
3. Los derechos de la familia manera orgánica y sistematizada. La nove-
Es una tesis constante en la enseñanza de la dad está en la forma o género literario en
Iglesia recogida también por el derecho in- que viene redactada: busca presentar a to-
ternacional (cf. Declaración Universal de los dos nuestros contemporáneos, sean o no
Derechos Humanos, art. 16) que la familia, cristianos, una formulación lo más com-
principio y fundamento de la sociedad hu- pleta y ordenada posible de los derechos
mana, ha de ser protegida por la sociedad y fundamentales inherentes a la sociedad na-
el Estado. En cuanto familia, goza de unos tural y universal que es la familia. Por su
derechos cuyo fundamento y naturaleza de- estilo, más que proclamar derechos vincu-
rivan en último término de la ley inscrita por lantes desde el punto de vista jurídico se in-
el Creador en la humanidad del hombre y cluyen ciertamente algunos , lo que hace
de la mujer, y, en consecuencia, son ante- la Carta es señalar los principios funda-
394 FAMILIA
mentales que deben inspirar la legislación mente su propia vida religiosa privada y pú-
y política familiar. blicamente.
Esos derechos fundamentales se recogen Derecho de ejercer su función social y
en doce artículos que tienen en cuenta tan- política (art. 8). La familia tiene el derecho
to el «existir» como el «actuar» de la fami- de ejercer su función social y política en la
lia, y también el «hacia dentro» y «hacia construcción de la sociedad.
fuera» de sí misma, es decir, su relación con Derecho de contar con una adecuada
la sociedad. Son los que se enumeran a con- política familiar (art. 9). Las familias tienen
tinuación: el derecho de poder contar con una ade-
Derecho a elegir libremente el estado cuada política familiar por parte de las au-
de vida (art. 1). Todas las personas tienen el toridades públicas, en el terreno jurídico,
derecho a elegir libremente su estado de vi- económico, social y fiscal, sin discriminación
da y, por lo tanto, a contraer matrimonio y alguna.
establecer una familia o permanecer céli- Derecho a una organización del traba-
bes. jo que no disgregue a la familia (art. 10).
Derecho a casarse libremente (art. 2). El Las familias tienen el derecho a un orden
matrimonio no puede ser contraído sin el li- social y económico en el que la organiza-
bre y pleno consentimiento de los esposos ción de trabajo permita a sus miembros vi-
debidamente expresado. vir juntos y no sea obstáculo para la unidad
Derecho a la procreación responsable y estabilidad de la familia.
(art. 3). Los esposos tienen el derecho in- Derecho a una vivienda decente (art.
alienable de fundar una familia y decidir so- 11). La familia tiene derecho a una vivienda
bre el intervalo entre los nacimientos y el digna de acuerdo con la condición personal
número de hijos a procrear, teniendo en ple- y adaptada a las necesidades de los miem-
na consideración los deberes para consigo bros que la integran.
mismos, para con sus hijos ya nacidos, la Derecho de las familias emigrantes a la
familia y la sociedad, dentro de una justa misma protección que se da a otras fami-
jerarquía de valores y de acuerdo con el or- lias (art. 12). No puede haber discrimina-
den moral objetivo. ción respecto a las demás familias.
Derecho-deber de respetar y proteger
la vida humana (art. 4). La vida humana VI. LA FAMILIA Y LA IGLESIA
debe ser respetada y protegida absoluta- Una de las claves para penetrar en la rela-
mente desde el momento de la concepción. ción familia-Iglesia es la consideración de la
Derecho-deber de educar a los hijos (art. familia como «iglesia doméstica». Sirve ade-
5). Por el hecho de haber dado la vida a sus más para acercarse a la identidad y misión
hijos, los padres tienen el derecho origina- de la familia cristiana. A redescubrir esta fi-
rio, primario e inalienable de educarlos; por gura y seguir ese camino en la identifica-
esta razón, ellos deben ser reconocidos co- ción del «ser» y «existir» de la familia, ha
mo los primeros y principales educadores contribuido grandemente el Concilio Vatica-
de sus hijos. no II y, de manera muy particular, la Ex-
Derecho de existir y progresar como fa- hortación apostólica Familiaris consortio.
milia (art. 6). La familia tiene el derecho de
existir y progresar como familia. Y así debe 1. La familia como «iglesia doméstica»
ser reconocida y defendida por las leyes y La imagen de «iglesia doméstica» para re-
el Estado. ferirse a la familia no es nueva. Se usa ya en
Derecho a la libertad religiosa (art. 7). la Iglesia primitiva. En concreto utilizan esa
Cada familia tiene el derecho de vivir libre- expresión san Juan Crisóstomo (†407) y san
FAMILIA 395
Agustín (†430). El primero, para animar a El Concilio Vaticano II, siguiendo esta tra-
las familias a configurar su existir como un dición, recoge esta imagen en dos momen-
modelo de caridad, de servicio y de hospi- tos. «En esta especie de iglesia doméstica
talidad; ya que en la familia se encuentran que es el hogar dice Lumen gentium los
los elementos más importantes de la Iglesia: padres han de ser para sus hijos los prime-
la mesa de la palabra, el testimonio de la ros predicadores de la fe, tanto con su pa-
fe, la presencia de Cristo (In Gen. 6, 2; In labra como con su ejemplo, estimulando a
Matth. 17, 6). San Agustín se sirve implíci- cada uno en su vocación y prestando una
tamente de esa misma imagen para hablar atención especial a las vocaciones consa-
de la función del padre en el hogar compa- gradas» (LG 11) (cf. también AA 11). Des-
rándola con la del obispo, porque el uno y el de entonces el magisterio de la Iglesia re-
otro cuidan de una comunidad de la fe curre frecuentemente a esa imagen, afir-
(Serm. 94). mando que la familia constituye «a su
Esa expresión, sin embargo, tiene su ori- manera, una imagen viva y una represen-
gen en la Sagrada Escritura. San Pablo y los tación histórica del misterio de la Iglesia»
Hechos de los Apóstoles dan noticias claras (FC 49).
de hogares cristianos como comunidades Haciendo emerger los lazos que unen la
misioneras y de culto. En este sentido se familia con la Iglesia se pone de relieve no
refiere a ellos san Josemaría Escrivá de Ba- sólo que la familia es, en cierta manera, co-
laguer cuando propone a los esposos el mo- mo la célula original de la Iglesia en cuanto
delo de «las familias de los tiempos apos- que contribuye a darle nuevos miembros, si-
tólicos: el centurión Cornelio, que fue dócil no también que es, a su manera, una imagen
a la voluntad de Dios y en cuya casa se con- y representación del misterio mismo de la
sumó la apertura de la Iglesia a los genti- Iglesia. La familia construye y revela la Igle-
les (cf. Hch 10,24-48); Aquila y Priscila, que sia. Es como una «iglesia en miniatura».
difundieron el cristianismo mismo en Corin- El fundamento de la consideración de la
to y en Éfeso y que colaboraron en el apos- familia como iglesia doméstica se encuentra
tolado de san Pablo (cf. Hch 18,1-26); Ta- en el sacramento del matrimonio. La rela-
bita, que con su caridad asistió a los nece- ción entre la familia y la Iglesia es de natu-
sitados de Joppe (cf. Act. 9,36). Y tantos raleza sacramental; no es un vínculo socio-
otros hogares de judíos y de gentiles, de lógico y jurídico consistente en que los inte-
griegos y de romanos, en los que prendió grantes de la familia forman la Iglesia a la
la predicación de los primeros discípulos del manera que forman la sociedad civil. «Se
Señor. mueve en la línea del misterio, de la gracia.
«Familias que vivieron de Cristo y que Es, en realidad, gracia concedida a los es-
dieron a conocer a Cristo. Pequeñas comu- posos, don de Cristo Jesús. Del mismo mo-
nidades cristianas, que fueron como cen- do que la Iglesia pertenece a Cristo porque Él
tros de irradiación del mensaje evangélico. se ha entregado y entrega continuamente,
Hogares iguales a los otros hogares de aque- así también la familia cristiana se encuentra
llos tiempos, pero animados de un espíritu unida a la Iglesia de Cristo por la Gracia. Y así
nuevo, que contagiaba a quienes los cono- es como la familia cristiana es manifestación
cían y los trataban. Eso fueron los primeros y testimonio de la Iglesia. Como la Iglesia
cristianos, y eso hemos de ser los cristia- es signo y sacramento de Cristo, así tam-
nos de hoy: sembradores de paz y de ale- bién la familia cristiana es sacramento de
gría, de la paz y de la alegría que Jesús nos Cristo. Revela y recuerda el misterio de Cris-
ha traído» (San Josemaría Escrivá, Es Cris- to y de su Iglesia» (E. Albuquerque, Matri-
to que pasa, 30). monio y Familia, Madrid 1993, 193).
396 FAMILIA
mo” (GS 52,1). Aquí se aprende la pacien- de Dios; en toda persona, porque esa fun-
cia, el gozo del trabajo, el amor fraterno, el ción ha de desempeñarla la familia tanto en
perdón generoso, incluso reiterado, y sobre su propio seno como en relación con la en-
todo el culto divino por medio de la oración tera sociedad.
y la ofrenda de su vida» (CCE 1657). De manera especial cumple esa misión
«Y, dado que no es posible lograr ese es- de servir al hombre por el ejercicio de la ca-
pacio de religiosidad familiar sin el empleo de ridad con los más necesitados a través de
prácticas piadosas, la Exhortación apostóli- las obras de misericordia. Y también, con el
ca Familiaris consortio se detiene en espe- apostolado familiar y la participación en las
cificar alguna de ellas. En primer lugar, la distintas asociaciones que promueven una
eucaristía, que “es la fuente misma del ma- auténtica política social y económica en fa-
trimonio cristiano”. En segundo lugar, el sa- vor de la familia, los derechos humanos, la
cramento de la penitencia que “es parte causa de la justicia y de la paz, etc.
esencial y permanente del cometido de san- La familia se constituye así en «el cen-
tificación de la familia cristiana” (FC 58), fi- tro y el corazón de la civilización del amor»
nalmente, la plegaria familiar, que “es una (GrS 13).
oración hecha en común, marido y mujer
juntos, padres e hijos juntos” (FC 59), es- Bibliografía
pecialmente la plegaria litúrgica (FC 61)» J.M. AUBERT, «La identidad de la familia cristiana en
la sociedad actual», en A. SARMIENTO (dir.), Cues-
(A. Fernández).
tiones fundamentales sobre matrimonio y familia,
c) Comunidad al servicio del hombre. La
Pamplona 1980, 421-442. C. CAFFARRA, «Famiglia:
familia cristiana participa y lleva a cabo su
Chiesa domestica», Seminarium 34 (1982) 624-
función «regia» en la medida que sirve ge-
632. CONSEJO PONTIFICIO DE LA JUSTICIA SOCIAL Y DE
nerosa y desinteresadamente al hombre. LA PAZ, Compendio de la Doctrina Social de la Igle-
Cuando su existir se desarrolla como una sia, 2004, 209-254. J.R. FLECHA, La familia lugar de
comunidad de vida y amor en la que cada evangelización, Madrid 1983. E. KACZYNSKI, «El
persona es valorada por sí misma, prescin- matrimonio y la familia: comunión de personas»,
diendo del placer o la utilidad que pueda re- Divinitas 26 (1982) 317-331. A. VÁZQUEZ, Como
portar. La familia sirve al hombre cuando las manos de Dios, Madrid 2002.
ayuda a descubrir en la persona la imagen A. Sarmiento-M. Iceta
398 FE
Fe
ro plenamente acreditado. Sin confianza en 14,2; S.Th. II-II, q.4, a.1). Este texto ha si-
Jesús, su predicación no es comprensible. do punto de referencia constante de la tra-
Sin embargo, es el Jesús joánico el que dición teológica (desde Clemente de Ale-
habla directamente de «creer en él» (Jn jandría al Catecismo de la Iglesia Católica:
2,11; 3,16.18; 6,35; 7,38). Esta fe en Je- cf. 146).
sús está indisolublemente ligada a la fe en El texto no proporciona una síntesis de
Dios (Jn 14,1; 12,44). El propósito explícito todos los elementos que entran a formar
del evangelio es suscitar la fe en Jesús, pa- parte de la fe, sino sólo de aquellos que son
ra que creyendo en él, tengamos vida (Jn decisivos para la comunidad perseguida a
20,31). Por eso, el autor insiste en que el la que se dirige. Así define la fe como ga-
hombre debe tomar partido a favor o en con- rantía de lo que se espera y prueba convin-
tra de la verdad, cuyo testigo y revelador es cente de las realidades que no se ven. Por la
el Hijo de Dios (Jn 14,6). La fe da acceso a la fe poseemos ya lo que esperamos y cono-
Verdad, haciéndonos conocer al Padre por el cemos lo que no vemos. La definición en-
Hijo en el Espíritu Santo. Ver al Hijo es ver al cabeza una larga lista de mujeres y varo-
Padre (Jn 12,44-50; 14,9-10). Conocer al nes, héroes de la fe, que comienza en Abel,
Hijo es conocer al Padre (Jn 14,7). pasa por Abrahán y culmina en Jesús, «pio-
Cartas paulinas. Según Pablo, la predi- nero y consumador de la fe» (Hb 12,2). No
cación anuncia lo que hay que creer (1 Co todos los autores están de acuerdo en la in-
15,11), el contenido, el objeto de la fe, a terpretación de esta «fe de Jesús». En to-
saber: Cristo, muerto por nuestros pecados, do caso, la fe-fidelidad de Jesús, ¿no sería el
resucitado, aparecido a Pedro… (1 Co 15,3- perfecto reflejo de «la fidelidad de Dios»
5). Creer es aceptar la acción que Dios ha (Rm 3,3)?.
realizado en Jesucristo. El Apóstol insiste en M. Gelabert
la dimensión salvífica de la fe. La fe realiza
la unión del creyente con Cristo (Ga 2,20; II. LA FE EN LA EDAD PATRÍSTICA
Ef 3,17: Cristo habita por la fe en nuestros En la época patrística, a la necesidad de la fe
corazones; 2 Co 5,17; Flp 3,9). Por ella los en Cristo se unió muy pronto el carácter
hombres son justificados, y no por la ob- eclesial de la fe, es decir, el sentido de que
servancia de la ley (Ga 2,16; Rm 3,28). la fe no es sólo del sujeto, sino que es sobre
El punto de vista de Santiago es diferen- todo la fe de la Iglesia, de forma que tener
te (St 2,14-26: el hombre es justificado por la fe de la Iglesia es condición de pertenen-
las obras). En realidad, Santiago no habla cia a la communio.
de obras de la ley, sino de obras de la fe
(2,22) y del amor. También san Pablo habla 1. Gnosticismo
de una fe que actúa por el amor (Ga 5,6) y Los gnósticos consideraban a la fe como un
es principio de una vida nueva (Ga 5,14; conocimiento de segundo orden. Oponían
6,9-10). la pistis a la gnosis, siendo la primera un
La carta a los Hebreos. Presenta a Cristo modo secundario y provisional de conocer,
glorificado como «sumo sacerdote y fiel» en tanto que la segunda sería el auténtico
(2,17; 3,2), pone en guardia contra la in- conocimiento. La fe era para los gnósticos
credulidad (3,12-19) e invita a una «pleni- opinión personal, dóxa, desprovista de fun-
tud de fe» (10,22). Pero, ante todo, ofrece damento, que debe ser sustituida por el
en 11,1 una definición de la fe que reúne conocimiento perfecto. Frente a esta teoría,
motivos temáticos veterotestamentarios y la teología cristiana reaccionó con fuerza in-
helenísticos. Tomás de Aquino la califica de sistiendo en el carácter de certeza de la fe,
completissima fidei definitio (De Veritate la cual es considerada como verdadera epis-
FE 401
bía al poder del hombre, queriendo con ello sis, debido a que se trataba de un pensa-
poner a salvo la autenticidad moral del hom- miento formulado de modo ajeno a la reve-
bre y su esfuerzo personal, y evitar así todo lación cristiana, y un pensamiento además
quietismo. El resultado era, sin embargo, que ofrecía un sistema completo del uni-
una desvalorización de la gracia. Agustín verso, con una imponente visión armónica
defiende, en cambio, que, en lo tocante a de la naturaleza y del hombre. Se trataba
la fe, todo proviene de la gracia de Dios, de un intelligere autónomo, en el que no
tanto el initium fidei como la misma fe en parecía que hubiera un lugar para la fides. A
cuanto conocimiento. Tomás de Aquino le cupo en suerte realizar
la empresa descomunal de dominar la cri-
III. LA FE EN LA HISTORIA DE LA TEOLOGÍA sis desencadenada por la introducción de
Después de la patrística, los momentos teo- Aristóteles y hacerla útil para la teología.
lógicos claves para el desarrollo de la teo- Por lo que respecta a la fe, santo Tomás
logía de la fe fueron la teología medieval, la se ocupó sobre todo de la virtud teologal de
crisis protestante, la ilustración y las discu- la fe, más que de los problemas críticos que
siones sobre las relaciones entre fe y razón rodean el acto de fe. Aun con todo, nos ha
del siglo XIX. dejado un interesante conjunto de ideas bá-
sicas en las cuestiones 2 y 3 de su tratado
1. Teología medieval. Santo Tomás sobre la fe en la Summa Theologiae. Algu-
La fe se debe poner en relación con el sa- nas de esas ideas son las siguientes.
ber natural y científico, sobre todo a partir de En primer lugar, la fe es respuesta. Para
la introducción de la filosofía aristotélica. En que haya fe tiene que haber primero palabra
relación con el conocimiento de la razón, se exterior. A partir de esa palabra exterior,
hace necesario precisar cuál es el estatuto de santo Tomás expone la fe sobre el fondo del
la ciencia y cuál es el estatuto de la fe, así concepto aristotélico de ciencia. El concep-
como qué tipo de relación se da entre am- to de fe lo deriva de la revelación divina,
bas. A esto se une naturalmente la pregun- pero a la hora de formularlo recurre a otras
ta por la posibilidad que tiene la fe de des- instancias. La fe, para santo Tomás, es so-
pertar y proseguir una actividad racional. bre todo un modo de saber, en el que el ob-
La respuesta de los dialécticos en el si- jeto es conocido a través del testimonio de
glo XI a las posibilidades de relación entre fe un tercero. Este testigo es el mismo Dios,
y ciencia es optimista. Al creyente le está ante cuya autoridad el hombre sólo puede
permitido, e incluso debe utilizar la ratio ple- responder aceptando lo que dice. La fe es
namente e incluir en ella los datos de la fe. entendida como acceso a una ciencia obje-
La confusión a que ese planteamiento da- tiva, que es la ciencia de Dios, lo cual no se
ba lugar entre lo creído y lo sabido, con el opone a que el movimiento fundamental de
consiguiente riesgo de racionalismo teoló- la fe se dirija a Dios mismo: «Actus cre-
gico, produjo la reacción opuesta. Pedro Da- dentis non terminatur ad enuntiabile, sed
miano († 1072) y los antidialécticos recha- ad rem» (II-II, q.1, a.2 ad 2).
zaron la dialéctica y una estricta utilización El acento en la naturaleza cognoscitiva
de la razón de cara al intellectus fidei. Ade- de la fe queda equilibrado, de todos modos,
más negaban a la ciencia natural su inde- por el papel que el Aquinate reconoce a la
pendencia propia, con lo que se hacía im- voluntad. No se trata sólo de que la fe sea li-
posible su servicio de preparación para la bre, sino de que el acto de fe se relaciona
revelación. con el amor: «ex amore boni repromissi».
La introducción de las obras metafísicas El impulso que en el hombre lleva a la fe
de Aristóteles en Occidente supuso una cri- procede de la voluntad. De este modo, en
FE 403
monjes de Marsella y Lerins y, sobre todo, ficación tiene lugar por la fe del pasaje pau-
contra Fausto de Riez. El Concilio condena lino (Rm 3,22) al que apelaba Lutero. Tren-
la opinión de quienes defienden que el in- to enseña que la fe es comienzo y raíz de
itium fidei, el aumento de la fe y el credu- la justificación y de la salvación («humanae
litatis affectus «non per gratiae donum [...] salutis initium, fundamentum et radix omnis
sed naturaliter nobis inesse». En el canon 7 iustificationis»: D. 1532), pero no la causa
del mismo Concilio se censura también la de la justificación.
doctrina según la cual el consentimiento a d) En cuanto a la «vana fe fiducial» (cap.
la predicación del Evangelio («evangelicae 9) el Concilio enseña que no existe ningu-
praedicationi consentire») puede tener lugar na señal segura de predestinación verda-
por las fuerzas naturales («naturae vigo- dera, por lo que no conviene abandonarse
rem») sin la iluminación e inspiración del temerariamente a la confianza de estar jus-
Espíritu Santo («absque illuminatione et tificado. Además, no se exige una fe fidu-
inspiratione Spiritus Sancti») que otorga a cial en la propia justificación para estar real-
todos «suavitatem in consentiendo et cre- mente justificado e incluso «nadie puede
dendo veritati» (D. 375). La doctrina del saber con certeza de fe, que escapa a cual-
Arausicano II sobre la fe ha sido recogida quier error posible, si ha conseguido la gra-
posteriormente por los concilios de Trento, cia de Dios». A este respecto no es la fe si-
Vaticano I y Vaticano II. no la «firmissima spes» la que debe de-
sempeñar una función alentadora (por la
2. Concilio de Trento ayuda de Dios) y a la vez humilde (por la
El Concilio de Trento no se ocupó directa- propia debilidad) (D. 1541).
mente de la fe, sino sólo en la medida en e) Frente a la disociación entre la fe y las
que forma parte del proceso de la justifica- obras y la inutilidad de estas últimas de ca-
ción. Las cuestiones relacionadas directa- ra a la salvación, el Concilio enseña que fe y
mente con la fe discutidas en Trento son las obras cooperan en el crecimiento y aumen-
siguientes: to de la justificación (D. 1535).
a) La fe forma parte de las disposiciones f) Una consecuencia de la no identificación
para la justificación. El hombre se prepara entre fe y caridad es que por el pecado gra-
para la justificación cuando, impulsado y ve se pierde la gracia y la caridad, pero no
movido por la gracia divina, recibe la fe «ex la fe a no ser que se trate de un pecado gra-
auditu» (cf. Rm 10,17) y se dirige hacia Dios ve contra la misma fe. La fe puede mante-
«credentes, vera esse, quae divinitus reve- nerse como «fe muerta», capaz de desem-
lata et promissa sunt...» (D. 1526). La fe, peñar una función que favorezca la salva-
por tanto, es gracia, es respuesta y es asen- ción (D. 1544).
timiento a la verdad de la revelación salva-
dora. 3. Concilio Vaticano I
b) En cuanto a las relaciones entre la fe, Las diferentes posturas apologéticas con su
la esperanza y la caridad, cuyas relaciones correspondiente noción de fe encontraron
y cuyo origen se habían visto problemati- una respuesta en los capítulos III y IV de la
zados en las obras de los reformadores, Constitución dogmática De fide catholica
Trento enseña que se reciben en el mismo (Dei Filius) del Vaticano I. Esta doctrina de-
acto de la justificación, junto con la remi- pende, como es lógico, de la enseñanza del
sión de los pecados (D. 1530). propio Concilio sobre la revelación. Si la re-
c) El Concilio reconoce el papel de la fe velación se plantea principalmente a partir
en la justificación, pero no admite como vá- de lo que supera la capacidad de la razón, la
lida la interpretación protestante la justi- fe sigue esa ruta y aparece presentada tam-
406 FE
relaciones de la fe con la cultura (GS 57- mente a Dios y le ofrece» el pleno acata-
59), su eficacia frente al ateísmo (GS 21), miento de su entendimiento y de su volun-
etc. Lo que predomina, de acuerdo también tad «asintiendo voluntariamente a la reve-
con el carácter pastoral querido por el Con- lación dada por Él». Para llegar a la fe es
cilio, es la acción y el papel de la fe de cara necesaria la gracia de Dios, que previene y
a la evangelización del mundo en la coyun- ayuda, y los auxilios internos del Espíritu
tura de la segunda mitad del siglo XX (cf. Santo (y a continuación cita al Concilio Arau-
LG 23; AG 36). sicano II y al Vaticano I).
Hay, sin embargo, algunas enseñanzas Hay que poner de manifiesto el carácter
explícitas del Vaticano II sobre el acto de fe personal de la fe que aquí queda recogido.
en sí mismo. Nos fijamos en dos de ellas Una vez asentada en el Concilio Vaticano I la
que aparecen, respectivamente, en la De- naturaleza cognoscitiva de la fe, el Vatica-
claración sobre la libertad religiosa (DH), no II está en condiciones de recoger las de-
del 7 de diciembre de 1965, y en la Consti- más dimensiones del acto de fe, y particu-
tución dogmática Dei Verbum sobre la divi- larmente aquella que pone de manifiesto
na revelación, promulgada el 18 de no- que la fe afecta no sólo a la inteligencia si-
viembre de 1965. no a la entera existencia del creyente. La fe
En la primera, el Vaticano II se ocupa de es, ante todo, una entrega total de la per-
la libertad del acto de fe, cuestión básica sona al Dios que se dirige a ella en su re-
para desarrollar su enseñanza sobre la li- velación. Correlativamente a la personali-
bertad religiosa. Comienza afirmando que zación de la revelación que aparece en Dei
el carácter voluntario de la respuesta de fe, Verbum 2-4, la fe adquiere también esa mis-
del creer, ha sido una enseñanza constan- ma propiedad. Desde esta perspectiva, el
te en la palabra de Dios y en los Padres. Y necesario asentimiento de la inteligencia en
afirma: «Porque el acto de fe es voluntario el acto de fe, forma parte de la misma en-
por su propia naturaleza, ya que el hombre, trega de la persona en su totalidad. Ello no
redimido por Cristo Salvador y llamado por supone, de todos modos, un cerrar el paso
Jesucristo a la filiación adoptiva, no puede a la actividad de la inteligencia fuera del ám-
adherirse a Dios que se revela a sí mismo, bito de la fe. En Dei Verbum 6 se recoge ex-
si, atraído por el Padre, no rinde a Dios el plícitamente, en esta línea, la enseñanza del
obsequio racional y libre de la fe» (DH 10). Vaticano I sobre el conocimiento de Dios por
En consecuencia, no se puede imponer na- la luz natural de la razón, junto con aquella
da en materia religiosa; y de ese modo, otra sobre la revelación de verdades «de
también, gracias a la libertad religiosa «los suyo no inaccesibles a la razón humana».
hombres pueden ser invitados fácilmente a
la fe cristiana, a abrazarla por su propia de- 5. Catecismo de la Iglesia Católica
terminación y a profesarla activamente en En lo que respecta a la revelación y a la fe,
toda la ordenación de la vida» (DH 10). el Catecismo sigue la enseñanza del Vatica-
Después de referirse a cómo tiene lugar no II, en muchos casos literalmente, aun-
la revelación en Israel (DV 3) y en Cristo que se aprecia una diferencia en la ordena-
(DV 4), Dei Verbum interrumpe la secuen- ción de los temas. El Vaticano II había se-
cia lógica que, después de Cristo, pasaría guido un orden teológico al tratar de la fe
por los apóstoles y la Iglesia (cap. II, 7-10) en Dei Verbum. La fe se encuentra, en el
para ocuparse de la fe en el número 5. Ahí documento conciliar, inmediatamente des-
se afirma: «A Dios que se revela, se le de- pués de la revelación en Cristo y antes de
be otorgar la obediencia de la fe mediante la la transmisión de esta revelación en la Igle-
cual el hombre se entrega entera y libre- sia. La razón parece clara: la fe es respues-
408 FE
La fe cristiana no es sólo teísta, sino teo- 1. «Credere Deo, credere Deum, credere
logal, es decir, establece una relación in- in Deum»
mediata entre Dios que se revela y el hom- En el comentario al Evangelio de san Juan,
bre destinatario de la revelación que cree. san Agustín distingue entre el «credere
El concepto cristiano de fe recoge lo mejor Deo», «credere Deum» y «credere in Deum»
de la fe religiosa y de la fe humana. De la fe (Tractatus in Ioannis evangelium, tr. 29: PL
religiosa toma la obediencia y la incondi- 35, 1631). Santo Tomás comenta también
cionalidad definitiva; de la fe humana to- en la Summa Theologiae estos tres niveles
ma el carácter interpersonal. El «creo en del creer, y a partir de él, esa fórmula se ha
ti» se dirige ahora al Tú único y absoluto hecho clásica para expresar el carácter teo-
que ha condescendido a llamar, en Cristo, logal de la fe en sus diversos grados.
«tú» a su criatura, creada y redimida. Por Con ello, el credere Deum tiene la fun-
eso, la fe en Dios revelado en Cristo asu- ción de situar a la fe plenamente en un con-
me elementos de la fe humana y de la fe texto teológico: «... no se nos propone pa-
religiosa, pero es un tipo único y exclusivo ra creer nada que no se relaciona con Dios»
de fe. La fe en Dios revelado tiene un sig- (II-II q.2, a.2c). La fe no se puede confun-
nificado análogo al de los demás significa- dir con las simples creencias ni tampoco con
dos de la fe. realidades o dimensiones de la realidad que
¿Cómo se expresa la fe teologal? El acto sean ajenas a Dios: es siempre relación con
de fe es, en principio, sencillo y nítido: aquel el Dios vivo. Credere Deo, por su parte, ex-
mediante el cual el hombre dice creo al Dios presa el aspecto formal del objeto de fe en
que se manifiesta en Cristo. En ese acto, sin cuanto se refiere al motivo por el que se
embargo, en el que queda comprometida cree: se cree a Dios que se revela, a Dios
toda la persona, hay una gran cantidad de que es la Verdad primera, a Dios cuya au-
aspectos implicados, de matices existencia- toridad en cuanto a la sabiduría y a la bon-
les, que contribuyen a que la fe acabe apa- dad no tiene limitación alguna. Credere in
reciendo como una opción cargada de inte- Deum, finalmente, denota el carácter vo-
rés, como una posibilidad que afecta a la luntario y dinámico de la fe. «In Deum» ex-
persona en el núcleo de su ser y de su vivir; presa el carácter de fin que Dios posee, me-
no sólo la dimensión religiosa del hombre, si- diante el cual se pone de manifiesto, a la
no incluso su entero existir se abre a una vez, el aspecto vital de la fe que es una vida,
realización insospechada en el encuentro y su dimensión escatológica. Credere in, só-
con Cristo. lo se puede referir estrictamente a Dios, in
La fe es, ante todo, un acto religioso del solum Deum, porque pone de manifiesto el
hombre entero. Todo el hombre queda in- sentido absoluto del creer. Además del as-
ternamente afectado en todas y cada una pecto de totalidad de la existencia, el cre-
de sus potencias, y se entrega del todo in- dere in Deum expresa también el carácter
tencionalmente en el acto de fe. La fe en- escatológico de la fe. Se puede aportar aquí
tonces es absoluta, porque asiente a la ver- la definición del articulus fidei que daban los
dad de Dios por ser él quien es. Una fe de medievales: «... articulus fidei est perceptio
este tipo sólo la puede pedir estrictamente divinae veritatis tendens in ipsam». Esa idea
Dios, y sólo se puede dirigir hacia Dios. De de tendencia a la realidad y a la verdad di-
ahí proviene la adhesión y el compromiso vinas, que sólo se realizará plenamente en la
de la fe que afectan al creyente en su tota- escatología, es también la que se encuentra
lidad. Esta adhesión conduce a un abando- en el credere in Deum. Por eso, el «credere
no filial, a una relación interpersonal más in» se reserva para Dios. El símbolo de la fe
íntima, que es la filiación sobrenatural. muestra estos diferentes sentidos del creer
410 FE
ción misma (cf. J. Ratzinger, Ensayo sobre el toria humana un Hecho singular que antici-
concepto de tradición, 38; H.U. von Baltha- pa, como promesa definitiva e insuperable,
sar, Gloria I, 471). el cumplimiento escatológico de la verdad
A la luz de esta premisa se comprende de Dios Padre para el hombre y el mundo.
que, para especificar la fe cristiana, es ne- Para todo hombre, entonces, la cuestión de
cesario enumerar brevemente las caracte- la verdad se determina por relación a Cristo,
rísticas de la revelación que la hace posible. que es su verdad plena en forma histórica.
Nos inspiramos para lo que sigue en G. Co- El hombre accede a la verdad a través de
lombo, A. Scola y H.U. von Balthasar. un hecho histórico. Es muy importante va-
a) La revelación es la verdad última sobre lorar ambas partes de la afirmación: el hom-
el mundo y el hombre. La Escritura y la Tra- bre accede a la verdad y no sólo a un signi-
dición enseñan que la vida humana y el ficado subjetivo; el acceso a la verdad se
mundo tienen sentido y están orientados da en un hecho histórico. Es connatural al
hacia su cumplimiento en la persona de Cris- cristianismo, por tanto, el descubrir la im-
to. La revelación es la autocomunicación ad portancia de los hechos históricos, puesto
extra de la Trinidad y en cuanto tal mues- que un Hecho es el centro de la revelación
tra a los hombres el principio y el significa- cristiana (cf. FR 11-12; VSD 11). En efec-
do de todas las cosas. En consecuencia, es to, «la encarnación es el éschaton, y es in-
necesario partir de este principio para el es- superable. El que quiera ir más allá, porque
clarecimiento de cualquier cuestión teológi- el Padre no le resulta suficientemente visible
ca y pastoral, incluida la teología de la fe. en el Hijo, no considera en toda su profun-
En Jesús de Nazaret, el Hijo eterno de Dios didad el hecho de que el Padre se ha reve-
nacido de María en la plenitud de los tiem- lado en el Hijo» (H.U. von Balthasar, Gloria
pos (cf. Ga 4,4), se manifiesta definitiva- I, 270). Después de esta palabra, el Padre
mente el origen y el fin de la historia del no tiene nada más que comunicar: la for-
hombre, que está predestinado en Él a la ma cristológica es la forma por antonomasia
comunión con Dios. Dios Trino crea al hom- del encuentro entre Dios y el hombre (cf.
bre destinándolo a Cristo, es decir, lo crea CCE 65-67).
para la fe y la gloria. Es pues la fe la que c) El tercer aspecto de la revelación, en
desvela la hechura original del hombre, que estrecha relación con los dos anteriores, es
se explica en relación con el acontecimien- su carácter «sacramental» (ratio sacra-
to de Jesucristo (cf. VD 6; LF 15). mentalis: FR 13). En efecto, la revelación
b) La verdad se ha comunicado en el se comunica por medio de «hechos y pala-
acontecimiento histórico de Cristo. El acceso bras intrínsecamente ligados entre sí» (DV
a la verdad completa sobre el hombre suce- 2), a través de los cuales se manifiesta el
de necesariamente en un encuentro de ca- Dios Trino, en una «economía sacramental»
rácter personal e histórico: se da en la per- (CCE 1076ss.). «La experiencia bíblica de
sona de Jesucristo, que dice: «Yo soy el Ca- Dios, tanto de la Antigua como de la Nueva
mino, la Verdad y la Vida» (Jn 14,6). La Alianza, se caracteriza en su totalidad por
verdad se revela en la persona y en la his- el hecho de que el Dios esencialmente “in-
toria de Jesús de Nazaret, pues en Él el Dios visible” (Jn 1,18) e “inaccesible” (1 Tm 6,16)
Trino se comunica a los hombres. Se libera aparece sin intermediarios en la visibilidad de
así a la verdad de una comprensión reduci- la criatura y puede ser encontrado y expe-
da (como mero conjunto de nociones) y se la rimentado de un modo plenamente humano
devuelve a su carácter de acontecimiento a través de esta forma elegida y revestida
histórico, que implica ciertamente el conte- por él mismo» (H.U. von Balthasar, Gloria
nido conceptual (cf. DCE 12). Entra en la his- I, 269). Von Balthasar recurre a la analogía
FE 413
estética para sostener que la «forma» cris- la gran condición de posibilidad de un ejer-
tológica es insuperable como lugar de ma- cicio de la razón y de la libertad en modo
nifestación del Padre. La comunicación de plenamente humano (cf. CCE 74ss.).
la verdad de Dios en la historia se da a tra- Valorando los rasgos de la revelación cris-
vés de signos o, más exactamente, a tra- tiana que hemos enumerado, se estará en
vés del gran Signo que es la Persona de Cris- condiciones de superar los recelos del pen-
to (SC 59 habla de los «sacramentos de la samiento moderno, que teme que la pre-
fe»). Este método «sacramental» o «sim- sencia del Absoluto en la historia sofoque al
bólico» corresponde a la naturaleza de la hombre (cf. GS 20-21; LF 17). Esa descon-
razón porque le permite adentrarse en el fianza quizá proviene de una historia en la
misterio con sus propios medios, a la vez que se ha ido agudizando la contraposición
que se ve empujada a reconocer la propia entre Dios y el hombre en vez de recono-
naturaleza de los signos e ir más allá de los cer a Dios como la gran posibilidad de exis-
mismos, hasta descubrir el significado de tencia plena del hombre. Si la revelación,
que son portadores (cf. J. Prades, La razón, dada históricamente a través del Signo de
¿enemigo del misterio?, 43-46). Cristo y los demás signos, manifiesta el ma-
d) La comunicación de la verdad aconte- yor respeto a la condición propia del hombre,
cida en la persona de Jesucristo, fundamenta promoviendo su razón y su libertad, no po-
y sostiene las dimensiones conceptual y nor- drá ser tomada sensatamente como fuen-
mativa de la revelación. Los hechos van te de intolerancia, sino más bien como la
acompañados por las palabras, de manera defensa de la persona frente a los podero-
que el texto de la Escritura, las fórmulas de sos, que prefieren siempre hombres inse-
fe y dogmáticas y las expresiones concep- guros, incapaces de adquirir aquella certe-
tuales son imprescindibles para la com- za que permite edificar la vida personal, fa-
prensión del Hecho mismo de la revelación miliar y social.
de Dios en la persona de Jesús (cf. CCE 88-
90). El magistero ha hablado recientemen- 2. La fe es un encuentro totalizador entre
te a este propósito del carácter «performa- el creyente y la Persona de Jesucristo,
tivo» de la revelación cristiana (cf. SpS 2, vivo y presente en la historia
10 y VD 53). Tanto la reflexión teológica co- Podemos decir, con G. Colombo, que la pro-
mo la acción catequética están llamadas a blemática clásica del analysis fidei plantea-
comunicar no sólo un conjunto de verdades ba un problema abstracto, el de la relación
sino el misterio del Dios vivo, aclarando la en general entre la razón y la fe, mientras
relación de unidad entre enseñanza y vida, que lo decisivo es el encuentro entre el hom-
entre acontecimiento y verdad doctrinal, y bre concreto, históricamente situado, y la
formulándola mediante expresiones con- revelación: «No se comienza a ser cristia-
ceptuales. no por una decisión ética o una gran idea, si-
e) El acontecimiento de Cristo continúa no por el encuentro con un acontecimien-
presente en la historia. El anuncio del Evan- to, con una Persona, que da un nuevo hori-
gelio se sigue produciendo en la Iglesia, por zonte a la vida y, con ello, una orientación
la fuerza del Espíritu Santo, dentro de las decisiva» (DCE 1). Por eso hay que recupe-
distintas situaciones de la humanidad (cf. rar como punto de vista el del hombre real.
DV 7-8; VD 15). Por lo tanto, sigue siendo De acuerdo con lo ya dicho, el problema del
posible para cualquier hombre encontrar en acto de fe se plantea en el contexto de la
la historia la Verdad personal que es Cris- revelación que, al ser la autocomunicación
to. La presencia de la Iglesia en el mundo, de Dios Trino ad extra, crea al hombre mis-
como sacramento del misterio de Cristo, es mo (cf. G. Colombo, «Grazia», 39). Dicho
414 FE
en otras palabras, la explicación del acto de humano. Hay que mostrar que la fe viva
fe se inserta en la visión teológica de la an- conlleva la experiencia nueva de lo huma-
tropología que va desde la «creación en Cris- no: «la característica propia de la luz de la fe
to» (cf. Col 1,15-20; 1 Co 1,24; 8,6; Jn 1,1- es la capacidad de iluminar toda la existen-
3; Hb 1,1-2.10; Ef 1,10.20-22; 4,8-10) has- cia del hombre» (LF 4; cf. J. Ratzinger, In-
ta el encuentro histórico con Jesús de troducción, 39-72). La respuesta efectiva a
Nazaret y la plenitud final (cf. A. Scola-G. la revelación se reconoce existencialmente
Marengo-J. Prades, Antropología teológica, en que transforma y plenifica todos los di-
Valencia 2003, 67-107). Así resultan inteli- namismos humanos, evitando que se vean
gibles tanto la gratuidad indeducible de la reducidos. Una fe que se yuxtaponga a una
fe como su correspondencia con la condi- comprensión de lo humano ya reducida es
ción humana (cf. DV 6). Sobre la base de una fe quizá formalmente correcta pero frus-
esta antropología, que no presupone un trada, y su fruto no es la completa realiza-
hombre «natural» al que luego se añade la ción de lo humano, en todas sus dimensio-
revelación y la fe, sino que ve al hombre nes: dignidad de la persona (razón y liber-
desde el primer momento a la luz de la ac- tad), corporalidad, socialidad e historicidad,
ción creadora y reveladora de Dios, se pue- actividad y creatividad (cf. GS 11-39). De
den presentar los rasgos del acto de fe, co- ahí la importancia de recuperar la caracte-
menzando por su carácter experiencial. rización de la fe como experiencia, y de su-
perar las reducciones de este concepto pro-
a) La fe como experiencia ducidas por el mundo moderno: reducción a
La fe cristiana es una experiencia humana, sensibilidad (empirismos), a racionalidad
fruto del encuentro gratuito entre la libre (racionalismos) o a voluntariedad (vitalis-
iniciativa de Dios y la libertad del hombre. En mos). Si la fe es experiencia en un sentido
toda experiencia humana el sujeto es el pleno, debe reunir todos sus elementos: la
hombre en su unidad de sensibilidad, razón presencia del Objeto (en este caso, la Per-
y voluntad y su realización naturalmente sona de Cristo sacramentalmente presen-
más elevada es la religiosidad o sentido re- te), la posibilidad de penetrar racionalmen-
ligioso de que habla Fides et ratio 33. En te en el Objeto presente, la adhesión libre
cuanto es humana, la fe implica una expe- al Objeto. Estos factores deben mostrarse
riencia de la realidad, y es preciso aclarar en la experiencia que el creyente tiene de
enseguida de qué realidad se habla. Con Cristo en el presente: por eso será siempre
frecuencia se asocia la fe a «lo religioso» una experiencia personal en la Iglesia.
entendido como algo yuxtapuesto a la vida «Por muchos condicionamientos que lle-
«normal», algo que sólo interesa a los que ve consigo el concepto de experiencia en la
tienen una sensibilidad particular hacia los historia de la teología y en la heresiología,
fenómenos «religiosos». En el mejor de los tanto en el ámbito católico como en el pro-
casos, es uno de los aspectos interiores de testante, así como en la misma teología de
la vida, reservado al ámbito de la conciencia. la controversia, continúa siendo indispen-
Sin embargo, la fe es propiamente la expe- sable si queremos entender la fe como el
riencia plena de la realidad humana en cuan- encuentro del hombre, en su ser integral,
to tal porque es la única que puede respon- con Dios» (H.U. von Balthasar, Gloria I, 201).
der por completo a la estatura del hombre Dios quiere tener ante sí al hombre en su
creado en Cristo. En el contexto de la so- integridad y quiere que la respuesta a su
ciedad actual, lo que está en juego no es Palabra sea de todo el hombre, en cuerpo
tan sólo la afirmación verbal de la fe sino la y alma, con su sensibilidad, entendimiento,
comprensión misma de lo cristiano y de lo voluntad.
FE 415
y le da el gusto y la alegría por ella, la com- to» que tiene directamente que ver con la
prensión interna (cf. DV 5); ante esta for- historia del hombre, en cuanto que se da en
ma de la revelación, el hombre puede y de- la historia de un hombre y, por tanto, sólo
be situarse conscientemente y poner toda ahí puede encontrar el hombre su verdad
su persona en sintonía con ella. Ambas di- plena (cf. GS 22). Por eso, cada hombre só-
mensiones van juntas y de su unidad viene lo puede encontrar la verdad desde dentro
la «in-formación» de la persona, su confi- de su historia, y en la medida en que se con-
guración con Cristo. Retomando la analogía forma a la historia de Jesús. Entregándose a
estética, el hombre entero vibra ante lo be- Jesús, viviendo en la fe de Jesucristo, el
llo, es decir, no se limita a registrar su exis- hombre verifica, es decir, hace verdadera su
tencia sino que es aferrado y poseído por existencia, en cuanto que se realiza en su
esa belleza, que mueve toda su humanidad. propia existencia el valor de verdad salvífica
La armonización no puede ser sólo con de la historia de Jesús. Dado que la revela-
Dios en sentido genérico, sino propiamen- ción en su contenido no se reduce a una pu-
te con Cristo y con la Iglesia (María). Expe- ra conceptualidad formal, se ofrece a la ve-
rimentar a Dios tiene su justa norma en el rificación histórica, no sólo en el sentido del
sentir y experimentar de Cristo, a través de recurso a las disciplinas históricas para llegar
la obediencia (cf. Hb 5,8). El sentir cristiano a conocerlo sino de manera radical, en cuan-
tiene una medida cristológica, como re- to que ha sido inevitablemente confiada a
cuerda Pablo: «Tened los mismos senti- la libertad del hombre. Ya que el objeto de la
mientos de Cristo» (Flp 2,5), que se ha des- fe propone reconocer la historia de Jesús en
poseído de sí para entregarse a Dios Padre su valor salvador, la revelación y la fe están
y a los hombres. Dado que la experiencia determinadas respecto a la historia de Je-
cristiana de Dios es en el Hijo encarnado y sús y no se pueden resolver en una expe-
en su Iglesia, el cristiano vive su experien- riencia puramente subjetiva (cf. LF 19-21).
cia «propia» dentro de una realidad mayor. La realización de la plena felicidad del
Como la Iglesia no es sólo lo que está en- hombre en la fe no consiste simplemente
frente, sino lo que engloba al individuo, és- en el paso de una indeterminación previa a
te no puede exigir que la experiencia de la una determinación histórica ante su objeto,
totalidad coincida con su experiencia, nece- sino más propiamente en una conversión
sariamente parcial (cf. CCE 144ss.). desde una posición contraria debida al pe-
cado original y a los pecados personales.
b) Las notas del acto de fe Nos estamos refiriendo a la dimensión de la
A la luz de la perspectiva que hemos veni- fe como justificación. Por la fe el hombre se
do siguiendo, podemos resumir las carac- adhiere a la verdad divina, que «hace» al
terísticas propias del acto de fe del siguiente hombre verdadero (cf. Jn 3,21; 8,32.36).
modo (cf. G. Colombo, «Grazia», 52ss.; CCE La alternativa radical de la vida es que el
153ss.): hombre, reconozca su creaturalidad y, por
1.º) Jesucristo es la determinación histó- tanto, su necesidad de Otro para ser él mis-
rica de la revelación y la determinación his- mo y así salvarse, o bien rechace esa con-
tórica de la verdad, y en cuanto tal se pro- dición y pretenda ser autosuficiente, ne-
pone como objeto de la fe (cf. DV 4; LF 15). gando su condición original de criatura y,
La fe en Jesús no es simplemente una me- por ende, su realización plena.
táfora para aludir a la continuidad de cier- 2.º) La racionalidad de la fe se expresa
tos valores universales (éticos o religiosos), en su conformidad o coherencia con la es-
sino una persona y una historia singular, la tructura antropológica, lo cual permite to-
del Crucificado y Resucitado. Es un «obje- marla en su sentido original de adecuación
FE 417
a la naturaleza completa del hombre, que y su corporeidad, que expresa y realiza esa
ciertamente es racional. Así se puede ven- originalidad irreductible por la cual el hombre
cer también la dificultad del planteamien- puede ser él mismo de modo inconfundible,
to clásico, en el que se veían como contra- trascendiendo todas las condiciones históri-
puestas la racionalidad y la libertad. Esta camente dadas. En el acto de fe la libertad se
perspectiva teológica converge con intentos realiza según su naturaleza más propia de
filosóficos recientes de rescatar la verdad autoposesión y adhesión a la verdad que se
del proceso de objetivización que alcanzó manifiesta históricamente (cf. SpS 23).
su culmen en la época de la razón pura. La 4.º) La sobrenaturalidad del acto de fe
verdad entendida como esencia de lo real expresa la iniciativa gratuita y la presencia
que trasciende la historia dice algo impres- de Dios Trino, mediante el Espíritu Santo,
cindible pero parcial, y se debe completar en el acto de fe y la infusión de la corres-
para evitar el «racionalismo» en su com- pondiente virtud, que refleja el aspecto de
prensión. Para hacer justicia a la verdad no transformación estable (gracia creada) de
bastan ni la evidencia puramente concep- la criatura por la autocomunicación trinitaria
tual de la filosofía ni la evidencia puramen- (inhabitación). Es imposible afirmar la fe sin
te empírica de la ciencia. Con frecuencia la la gracia que viene al hombre desde fuera
filosofía y la ciencia modernas han acaba- de sí mismo (cf. DV 5; LF 19).
do prescindiendo del problema de la ver- 5.º) En conexión con la necesidad de ve-
dad, mostrando así las limitaciones de aque- rificación histórica de la fe se puede com-
llas formas de usar la razón que pretendí- prender la necesidad intrínseca de la ecle-
an definir exhaustivamente la realidad del sialidad de la fe. No es un dato añadido a
hombre, del mundo y de Dios, reduciéndo- una fe que estaría completa en el individuo,
lo a sistema de nociones (cf. FR 45). El «con- sino que es un dato constitutivo de la fe:
sentir» originario con la realidad precede y «Es imposible creer cada uno por su cuen-
desborda su determinación conceptual; re- ta. La fe no es únicamente una opción indi-
viste la forma de una llamada (promesa) a vidual que se hace en la intimidad del cre-
la que es necesario asentir en libertad para yente […]. Por su misma naturaleza, se abre
que se dé un conocimiento y amor plena- al “nosotros”, se da siempre dentro de la
mente humanos. En este sentido hablamos, comunión de la Iglesia» (LF 39). Cuando
con Von Balthasar y Colombo, de un carác- decimos que la Iglesia «custodia» la reve-
ter «simbólico» de la verdad, que permite lación no nos referimos sólo a la defensa de
siempre una nueva y necesaria mediación las verdades contra interpretaciones erró-
reflexiva del vínculo originario y misterioso neas o peligrosas, sino que se apunta a que
con lo real. la Iglesia mantiene viva la historia de Jesús
3.º) La racionalidad y la libertad del acto en la vida del Pueblo de Dios, que es el pue-
de fe (asignadas al entendimiento y la vo- blo que entrega su fe a Jesús y espera de
luntad) se arraigan en la unidad original del Él la salvación (cf. VD 51; LF 40). Sólo den-
sujeto humano, dentro de la cual caben dis- tro de este pueblo se puede dar la “confor-
tinciones pero no su descomposición (cf. VD mación” de la historia personal con la his-
9). Ambas, racionalidad y libertad, no deben toria de Jesús (cf. LG 8, 12). Un aspecto ine-
considerarse en abstracto, como notas de ludible de la vida del Pueblo de Dios será,
una naturaleza, sino en cuanto dadas a un sin duda, la tarea propia del magisterio que
hombre históricamente determinado, en re- sirve de intérprete auténtico y garante de
lación con el mundo y los demás hombres. la fidelidad de ese Pueblo a la historia de
Así la libertad es la propiedad inalienable del Jesús, y por tanto, lo legitima como testigo
sujeto humano, en su determinación histórica capaz de anuncio de la historia que trae la
418 FE
salvación (cf. LG 25; DV 10; CCE 85ss; LF de transformar el mundo según el designio
49). Si no se diera esta función el testimo- del Padre. A partir de lo ya expuesto con-
nio podría ser siempre incierto porque po- cluimos indicando algunas consecuencias
dría no haberse respetado completamente el sobre el método con el que la fe genera una
objeto de la revelación. cultura nueva y una capacidad misionera
(cf. L. Giussani, S. Alberto y J. Prades, Cre-
3. La fe suscita un nuevo principio ar huellas, 134-149).
de conocimiento y acción del sujeto La Escritura y la Tradición nos han testi-
en la realidad, según la totalidad moniado que el encuentro con Cristo susci-
de sus factores ta una conciencia nueva, que desarrolla y
Como veíamos en el apartado anterior, la perfecciona nuestra «sintonía original» con la
prueba de la fe es la creación nueva, se- realidad. Esa conciencia nueva del cristiano
gún la terminología paulina (cf. 2 Co 5,17; se reconoce en la capacidad de mirar y aco-
Ga 6,15), en la que son transformados los ger lo real según su profundidad original y
dinamismos del hombre, y se transfigura misteriosa, con una capacidad de adhesión
también su finitud y su mal. Si la fe es una y entrega al mundo y a los hombres que se-
experiencia humana tiene que ser posible ría inimaginable de otro modo: «La fe en el
verificarla en sus efectos, aun cuando el Hijo de Dios hecho hombre en Jesús de Na-
origen del cambio de la vida sea siempre zaret no nos separa de la realidad, sino que
misterioso. Cada uno puede comprobar en nos permite captar su significado profundo,
el tiempo si su humanidad crece y se trans- descubrir cuánto ama Dios a este mundo y
forma, adquiriendo aquella certeza moral cómo lo orienta incesantemente hacia sí; y
no absoluta de la que habla el Tridentino esto lleva al cristiano a comprometerse, a
(D. 1534; 1563-1564). vivir con mayor intensidad todavía el cami-
Hoy constatamos, por desgracia, que no sobre la tierra» (LF 18). Como hemos ve-
existe un «cristianismo» del que ha desa- nido viendo, esta conciencia amorosa no es
parecido toda sorpresa, toda admiración an- fruto de la pura capacidad natural del hom-
te el Hecho de la revelación (cf. EE 47). Es bre, por mucho que sea su perfecciona-
un síntoma de que no se percibe la nove- miento, sino que brota de la participación
dad del acontecimiento revelado, y, por tan- gratuita en el acontecimiento de Cristo y de
to, de que la fe acaba reduciéndose a lo que su permanencia en la Iglesia por el don del
cada uno es capaz de expresar a partir de sí Espíritu Santo (cf. DCE 19).
mismo. La fe decae entonces en mera ex- La conciencia nueva está llamada a con-
presión de valores humanos, el más alto de vertirse en «mentalidad estable», capaz de
los cuales es la religiosidad, y con ella se juzgar la mentalidad del mundo (cf. Rm
acaba confundiendo la fe teologal. La prue- 12,1-2). Su característica más sencilla y, a la
ba del diagnóstico sobre el empobrecimien- vez, radical, es que surge de un aconteci-
to de la fe es la dificultad para comunicarla, miento y no de la aplicación de un proyecto
tal y como está recordando el magisterio o de una deducción a partir de ciertos prin-
posconciliar con su denuncia de la separación cipios. Para llegar a tener la «mente de Cris-
entre fe y vida, entre fe y cultura (desde GS to» (cf. 1 Co 2,16) es necesario nada más
43 a VS 88). Sólo se comunica lo que se vi- y nada menos que estar en contacto con
ve de tal modo que acredita su convenien- Cristo mismo, como Hecho viviente y pre-
cia para el sujeto que lo vive. sente. Según J. Guitton, «es razonable el
Hemos dicho que la fe, como experien- hombre que somete la razón a la experien-
cia vivida de carácter totalizador, suscita un cia» (Nuevo arte de pensar, Madrid 2000,
sujeto nuevo para conocer y obrar, capaz 85), y por eso el cristiano es razonable cuan-
FE 419
do su conciencia crítica del mundo, de los rencia y sentirse apremiados para partici-
hombres y de sí mismo nace de la expe- par en el designio del Padre en bien de la
riencia del encuentro con Cristo. Para que humanidad: es la «fe que actúa por la cari-
esta mentalidad pueda nacer y madurar son dad» (Ga 5,6; DCE 17-18 y LF 32: «En es-
necesarias dos condiciones: la primera es te movimiento circular, la luz de la fe ilumi-
ser contemporáneos con el acontecimiento na todas nuestras relaciones humanas, que
que la genera y la sostiene, que se da en la pueden ser vividas en unión con el amor y la
realidad viva de la Iglesia (cf. VS 25, y como ternura de Cristo»).
punto culminante la Eucaristía, cf. EE 5; VD b) La disposición amorosa se manifiesta
56; LF 44); la segunda condición para el igualmente en una actitud de obediencia,
desarrollo de la mentalidad nueva es que se gracias a la cual el sujeto nuevo de la ac-
comprometa continuamente en un ejercicio ción no se afirma a sí mismo con criterios
de confrontación y discernimiento de los autosuficientes, sino que afirma como con-
acontecimientos presentes en la vida coti- tenido de la propia conciencia al Tú de Cris-
diana y en la sociedad. La mentalidad que to: «Ya no vivo yo, sino que es Cristo quien
nace de un Hecho presente está llamada por vive en mí; la vida que vivo al presente en
su propia naturaleza a juzgar el presente, la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que
alimentándose de él. Si no fuera así, la fe me amó y se entregó a sí mismo por mí»
se convertiría en un saber puramente abs- (Ga 2,20). La metanoia que nace de la fe
tracto y yuxtapuesto dualistamente a otros teologal se traduce existencialmente en una
criterios con los que efectivamente se valo- obediencia a Cristo y a la Iglesia, que se
raría todo lo real. Una fe dualista tiene cada convierte en el principio configurador de la
vez menos fuerza para transmitirse eficaz- acción del hombre cristiano.
mente a otros de tal manera que surjan su- c) El cristiano genera una cultura nueva
jetos nuevos, capaces de un pensamiento y precisamente porque «vive para Otro», y
una acción que transforme el mundo. este criterio es el principio unitario de su
La conciencia nueva de la fe se manifies- concepción del mundo y del hombre (Wel-
ta, entre otras, en las siguientes conse- tanschauung). Aquí reaparece la íntima co-
cuencias: participación en la misión de Cris- nexión entre el carácter cristológico y ecle-
to, obediencia, cultura nueva, «ecumenis- siológico de la fe teologal, por cuanto esta
mo». Consideramos brevemente cada una cultura nueva nace de la particular unidad
de ellas. entre aquellos que ya no viven para sí mis-
a) A partir del encuentro con Cristo y del mos sino para Cristo en la unidad de la Igle-
bautismo el hombre se incorpora a la mi- sia. La comunión cristiana, cuya fuente es
sión de Cristo, por el don del Espíritu Santo el bautismo y la eucaristía (cf. LF 40-45),
(cf.LF 41-43). La pertenencia a Cristo y a se va dilatando en la historia y en la vida
su misión salvadora nos urge a vivir para social suscitando una civilización del amor
Aquel que murió y resucitó por nosotros, (cf. DCE, II parte). La comunión eclesial re-
como Pablo recuerda: «El amor de Cristo aliza así un modo humano de vivir, en me-
nos apremia al pensar que, si uno murió por dio del mundo, capaz de superar los prejui-
todos, todos murieron. Y murió por todos, cios dominantes con los que el «mundo» en
para que ya no vivan para sí los que viven, sentido joánico reduce el significado de las
sino para aquel que murió y resucitó por realidades creaturales a esquemas vacíos.
ellos» (2 Co 5,14-15). La mentalidad nueva La cultura que nace de la fe no se reduce a
surge del amor a Cristo, que nos ha ama- esquema o prejuicio, precisamente porque
do hasta dar su vida por nosotros. Creer en participa de la realidad de Cristo, de la que
Cristo significa, por tanto, salir de la indife- están hechas todas las cosas (cf. Col 1,15-
420 FILIACIÓN DIVINA
17; 3,11; 1 Co 15,28), y por tanto, las pue- que tienen todas las cosas y las acciones
de tratar respetando su origen y finalidad humanas sino en su valor. Participa así de
más propios. (cf. J. Prades, El hombre más la actitud de Cristo que amó a los suyos
allá de sí mismo, 52-57). «hasta el extremo» (cf. Jn 13,1).
d) En último lugar, la expresión más ple-
na de esta fe es el «ecumenismo», toman- Bibliografía
do la expresión en el sentido amplio que tu- F. ARDUSSO, «Fe (el acto de)», en L. PACOMIO y otros
vo en la antigüedad cristiana, como deriva- (eds.), Diccionario Teológico Interdisciplinar, III,
ción de oikumene. Se trata de indicar que Salamanca 1985, 1091-1113. H.U. VON BALTHA
el cristiano mira la realidad entera con una SAR, Gloria I, Madrid 1985. G. COLOMBO, «Grazia
apertura amorosa, que valora todos sus as- e libertà nell’atto di fede», en R. FISICHELLA (ed.),
pectos buenos (cf. 1 Ts 5,21), por cuanto Noi crediamo. Per una teologia dell’atto di fede,
Roma 1993, 39-57. L. GIUSSANI, S. ALBERTO y J.
los reconoce como manifestación del desig-
PRADES, Crear huellas en la historia del mundo,
nio del Padre que se cumplirá al final de los
Madrid 1999, 15-46. J. PRADES, Dios ha salvado
tiempos y que ya se ha anticipado en Jesu-
la distancia, Madrid 2003, 113-134. J. PRADES, La
cristo y en el don del Espíritu Santo. Al par-
razón, ¿enemiga del misterio?, Madrid 2007. ÍD.,
ticipar de este anticipo del destino final en el El hombre más allá de sí mismo, Madrid 2012.
tiempo de la historia, el hombre de fe reco- J. RATZINGER, «Ensayo sobre el concepto de tradi-
noce y abraza la verdad allí donde la en- ción», en K. RAHNER, J. RATZINGER, Revelación y
cuentra, en una actitud que no se confun- Tradición, Barcelona 1971. J. RATZINGER, Intro-
de con la tolerancia genérica sino que es ducción al cristianismo, Salamanca 1982. M. SEC
amor a la verdad que se reconoce en la re- KLER, «Glaube», en W. KASPER y otros (eds.), Le-
alidad. El cristiano se hace, por tanto, ca- xikon für Theologie und Kirche, 4, Freiburg-Ba-
paz de crítica, entendida como aquella acti- sel-Rom-Wien 1995, 672-685.
vidad de la razón que no se fija en el límite J. Prades
Filiación divina
mo meta aún inalcanzada, en cuyo gozo San Pablo desarrolla en sus cartas (cf.
perfecto consistirá la vida bienaventurada. Rm 8,1ss.; Ga 3,26-27; 4,4-7; Ef 1,4-5)
Expondremos en primer lugar una síntesis una rica doctrina sobre la adopción divina
de la doctrina revelada, para detenernos para indicar la dignidad de los bautizados,
más tarde en algunos aspectos centrales de que por haber recibido el Espíritu Santo han
su significado teológico y espiritual. sido elevados a la condición de hijos de Dios
y hechos partícipes como signo de su
I. LA ENSEÑANZA DE LA REVELACIÓN adopción de la herencia del Hijo. La filia-
En el Antiguo Testamento el sustantivo «pa- ción adoptiva, que presupone la liberación
dre» se predica básicamente de Dios en dos de la esclavitud del pecado y la abolición
sentidos: bien en sentido amplio, como si- del sometimiento a la ley mosaica, consis-
nónimo de creador de todas las cosas y en te esencialmente para san Pablo en la par-
particular del hombre (cf. Dt 32,6; 32,18); ticipación, a través del bautismo, en la fi-
bien en un sentido más propio, en cuanto liación divina de Jesucristo. El Espíritu San-
referido a la adopción del pueblo o del rey to, Espíritu del Padre y del Hijo, está en el
por parte de Yahwéh (cf. Sal 2,7; 2 S 7,14, origen del don de filiación, y es también
profecía de Natán; 1 Cro 17,13; 22,10; 28,6; principio activo de la existencia filial. En ese
Sal 89[88],27; etc.). Dicha adopción incluye sentido se puede decir que la adopción di-
la idea de elección, pues en la experiencia vina es un don en el Don del Espíritu San-
de Israel está siempre presente la memoria to, que justifica al hombre liberándolo de
del éxodo y de la alianza, y posee un signi- la esclavitud del pecado y haciéndolo pa-
ficado escatológico y salvífico. La paternidad sar del estatuto de siervo al de hijo y he-
divina está referida sobre todo a Israel co- redero de Dios. El Espíritu habita en el bau-
mo colectividad; las referencias a sujetos tizado y permanece en él, si se mantiene
singulares son muy escasas (cf., p. ej., Sal libre de pecado, como prenda de la heren-
27[26],10; 68[67],6), aunque más explícitas cia a la que tienen derecho los hijos. La
en los últimos libros del Antiguo Testamen- condición de hijos adoptivos de Dios com-
to (cf. Sb 2,13.16.18). porta, pues, en la enseñanza del apóstol,
En el Nuevo Testamento, en cambio, son una permanente exigencia moral, para rea-
frecuentes los pasajes que mencionan a Dios lizar la propia existencia conforme al mo-
como Padre. En los sinópticos, en primer lu- delo de Cristo y poder llegar a participar
gar, esa mención aparece de diversas ma- junto con Él en la gloria del Padre.
neras: bien para nombrar directamente a «Los que son guiados por el Espíritu de
Dios (p. ej., en el discurso de la montaña, Dios escribe el apóstol en uno de sus pa-
cf. Mt 5,13. 45.48, etc.); bien en conexión sajes más característicos , éstos son hijos de
con la mención del Reino (p. ej., en el Pa- Dios. Porque no recibisteis un espíritu de
drenuestro, cf. Lc 11,2); bien, en fin, en re- esclavitud para estar de nuevo bajo el te-
lación con la voluntad divina (cf. Mt 18,14). mor, sino que recibisteis un Espíritu de hi-
Cristo se refiere a Dios habitualmente como jos de adopción, en el que clamamos: ¡Ab-
Padre suyo, y exhorta a sus discípulos a in- bá, Padre! […]. Y si somos hijos, también
vocarlo también con ese nombre (cf. Mt 6,9. herederos: herederos de Dios, coherederos
14-15; 7,7-11; 18,19-20); pero queda tam- de Cristo; con tal de que padezcamos con
bién señalada la diferencia entre la relación él, para ser también con él glorificados» (Rm
filial de los discípulos con Dios («vuestro Pa- 8,14-17; cf. Ga 4,6-7; Ef 3,13-14; 2 Co
dre»: Mt 5,16; 6,1.4.6.18; 18,14; 23,9), y la 1,22). Hemos sido eternamente elegidos en
que mantiene Jesús («mi Padre»: cf. Mt Cristo para ser ya en esta vida, como hijos,
15,13; 16,17; 18,10.19.35; 25,34; 26,53). lo que eternamente ha dispuesto la voluntad
422 FILIACIÓN DIVINA
divina que gozemos en la otra. El Espíritu camente? Ante el misterio de la filiación di-
Santo, por la regeneración bautismal nos vina adoptiva la razón humana iluminada
asimila al Hijo Unigénito de Dios: nos confi- por la fe advierte una multiplicidad de as-
gura a imagen suya para que Él sea Primo- pectos y de cuestiones implicadas. Meditar
génito entre muchos hermanos (cf. Rm sobre lo que significa participar como hijo
8,29). Recibimos así una semejanza parti- en la vida del Padre, del Hijo y del Espíritu
cipada de su filiación natural: una seme- Santo sitúa a la razón humana ante el mis-
janza verdadera pero no definitiva, pues su terio de la comunión trinitaria, y por eso an-
plenitud sólo se alcanzará en la gloria. te el misterio de las Personas divinas; par-
En la enseñanza del evangelista san Juan ticularmente ante la Persona del Hijo. La
la adopción divina es como la condición del realidad misma de la adopción divina, el don
nuevo pueblo de Dios, constituido por los que Dios me entrega, por el que me hace
que creen en Cristo (Jn 1,12-13), reunidos sobrenaturalmente hijo suyo, tiene que es-
gracias a su cruz (cf. Jn 11,52). La relación tar por fuerza relacionado con la realidad
paterno-filial de Dios con los hombres no se misma de la filiación eterna del Verbo, Hijo
establece, pues, en razón de la pertenencia Unigénito del Padre, y en ese sentido las co-
étnica o religiosa a Israel (como en el Antiguo rrespondientes nociones teológicas (filiación
Testamento), sino gracias a la participación, divina natural-filiación divina adoptiva) han
por medio del bautismo, en la vida divina de de estar también íntimamente relacionadas.
Jesucristo, Unigénito del Padre. Sólo a Je- El teólogo que, a mi entender, ha desa-
sús, Hijo por naturaleza, le pertenece la fi- rrollado con mayor hondura el estudio de
liación divina de modo propio, mientras que esa íntima relación ha sido santo Tomás de
a los cristianos les pertenece por participación Aquino (cf. Scriptum super IV libros Sen-
y en absoluta dependencia de Cristo. El Es- tentiarum, III, d. 10, q.2; S.Th. III, q.23; y
píritu Santo es el principio de la nueva vida; los comentarios bíblicos de Tomás a los pa-
Juan insiste en la necesidad de renacer de sajes de Rm 8,14-17.29; Ga 3,26-27 y 4,4-
lo alto, de volver a nacer del agua y del Es- 7; Ef 1,4-5). Su teología de la adopción di-
píritu para entrar en el Reino (Jn 3,5). Bau- vina podría quedar sintetizada en la fór-
tismo y fe (agua y Espíritu) son el doble fun- mula: «... la filiación adoptiva es una
damento del renacimiento sobrenatural, que semejanza participada de la filiación natu-
debe continuar desarrollándose dinámica- ral del Verbo» («Filiatio adoptiva est quae-
mente como vida de amor y de fe, expresi- dam similitudo filiationis aeternae» S.Th.
va de la condición filial (cf. 1 Jn 2,29; 4,7; III, q.23, a.1 ad 2). Tomás parte de la doc-
5,1). La fe en Cristo es la esencia y la normal trina revelada, según la cual, como se ha
expresión de la vida filial (cf. 1 Jn 5,1-5), que visto más arriba, el Espíritu Santo nos con-
también ha de manifiestarse en la caridad forma a imagen del Hijo mediante el don
fraterna. La vida filial, como signo de adhe- bautismal (Rm 8,29), y se esfuerza en ex-
sión a Cristo, que ha vencido el pecado (cf. 1 presar teológicamente el significado de ese
Jn 2,29-3, 10), se expresa, pues, según Juan, don sobre la base de las nociones de parti-
en la conducta externa y en la rectitud mo- cipación y semejanza. Han sido numerosos
ral y espiritual. La victoria sobre el pecado los teólogos que, siguiendo el pensamiento
es el fruto de la vida del hijo de Dios, vida de santo Tomás, se han empeñado en des-
de fe en Cristo y de comunión con Él. arrollar más ampliamente el significado de
esa «semejanza participada». Entre ellos,
II. PERSPECTIVAS TEOLÓGICAS por limitarnos a exponer, a modo de ejem-
¿Cómo ahondar intelectualmente en esa rea- plo, alguna línea representativa en un te-
lidad revelada? ¿Cómo expresarla teológi- ma que continuará siempre abierto a la re-
FILIACIÓN DIVINA 423
flexión teológica, nos fijamos en las apor- condición de hijo adoptivo de Dios, señala-
taciones de Émile Mersch (jesuita belga que rá nuestro autor, son aspectos, con diferente
escribe en las primeras décadas del siglo término, de una misma realidad participa-
pasado), y de Fernando Ocáriz (sacerdote y da: en un caso el término es la naturaleza
teólogo español contemporáneo). humana; en el otro, la persona. La deifica-
Mersch, que titula su trabajo sobre nues- ción o divinización de la naturaleza huma-
tro tema como «Hijos en el Hijo» («Filii in na consiste en la participación sobrenatural
Filio», Nouvelle Revue Théologique 65 [1938] de la naturaleza divina, es decir, del mismo
551-582; 681-702; 809-830), se esfuerza Ser divino, subsistente en las tres Personas
en determinar en qué medida y de qué mo- distintas del Padre, el Hijo y el Espíritu San-
do la cualidad de hijo adoptivo de Dios une to. Dicha elevación sobrenatural es como
al hombre con la Persona misma del Hijo. un nuevo nacimiento: el hombre así eleva-
Su mirada, como es lógico, se detiene ante do ha quedado constituido en un nuevo ser,
todo en la filiación divina de Jesucristo, pa- pues ha sido hecho partícipe, por la gracia,
ra derivar luego hacia la nuestra conforme al de la naturaleza divina. La natural relación
principio de que todo lo que es verdadero que el ser del hombre, en cuanto criatura,
para la humanidad de Cristo puede ser apli- dice a Dios (esse ad Deum), ha sido sobre-
cado al Cristo total (Cabeza y miembros), naturalmente transformada en una relación
que es la Iglesia. Los cristianos, como miem- a Dios Trino (esse ad Patrem in Filio per Spi-
bros de Cristo, están unidos al Hijo y reciben ritum Sanctum), y el hombre es misterio-
de Él la gracia de la divinización (gracia san- samente configurado con el Hijo Unigénito
tificante derivada de la gracia capital de Cris- del Padre. En cuanto partícipe de lo propio
to), que debe ser entendida como influjo del del Hijo, es decir, de su eterna condición fi-
Hijo como tal: somos divinizados en cuanto lial, es el hombre verdaderamente hijo adop-
hijos, en y por el Hijo. La filiación divina tivo de Dios: posee la condición de hijo en el
adoptiva, como estado, no como operación, Hijo, y constituye, de algún modo, con Cris-
mantiene sin negar el axioma de las obras to un solo Hijo de Dios. Es preciso señalar
divinas comunes ad extra una relación es- por último, con Ocáriz, que la elevación a
pecial con el Hijo y sólo con él. El orden ló- la condición de hijos adoptivos in Filio es re-
gico, no cronológico, de nuestra elevación alizada per Spiritum, pues tiene su origen
sobrenatural sería, pues, según Mersch: in- en la participación que el Espíritu Santo nos
corporación bautismal a Cristo, filiación concede de lo suyo, mediante la caridad y
adoptiva como participación en su filiación los demás dones que otorga. Es un origen,
natural, y participación en la naturaleza di- lógicamente, no causal, porque el Espíritu
vina o divinización. Santo, en cuanto Persona distinta del Padre
La posición de Ocáriz (cf. Hijos de Dios y el Hijo, no es la causa eficiente (lo es Dios
en Cristo; «La Santísima Trinidad y el mis- Trino como tal), ni la causa formal de la ele-
terio de nuestra deificación», Scripta Theo- vación. Así pues, participando por el Espíri-
logica 6 [1974] 363-390; «Hijos de Dios por tu Santo de lo propio del Hijo, quedamos
el Espíritu Santo», Scripta Theologica 30 constituidos en hijos del Padre.
[1998] 479-503) sobre esta misma cues-
tión gira en torno a la noción de participación III. LA FILIACIÓN DIVINA EN LA VIDA ESPIRITUAL
sobrenatural, desarrollada sobre la base DEL CRISTIANO
del texto revelado a partir de la enseñan- «La filiación divina ha escrito un santo que
za de santo Tomás y el pensamiento, entre habla de ese don con frecuencia y profun-
otros, de Fabro. La deificación del hombre didad es una verdad gozosa, un misterio
por medio de la gracia y su elevación a la consolador. La filiación divina llena toda
424 FILIACIÓN DIVINA
nuestra vida espiritual, porque nos enseña a to su condición personal de Hijo eterno del
tratar, a conocer, a amar a nuestro Padre Padre?, ¿cuál es la clave de su existencia
del Cielo, y así colma de esperanza nuestra humana, enteramente filial?, ¿cuáles sus
lucha interior, y nos da la sencillez confiada perfiles característicos?, ¿qué significa en Él
de los hijos pequeños. Más aún: precisa- ser, también en cuanto hombre, el Hijo ama-
mente porque somos hijos de Dios, esa rea- do y amante del Padre?
lidad nos lleva también a contemplar con «Tanto amó Dios al mundo que le entre-
amor y con admiración todas las cosas que gó a su Hijo Unigénito, para que todo el que
han salido de las manos de Dios Padre Crea- cree en él no perezca, sino que tenga vida
dor. Y de este modo somos contemplativos eterna. Pues Dios no envió a su Hijo al mun-
en medio del mundo, amando al mundo» do para juzgar al mundo, sino para que el
(san Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa. mundo se salve por él» (Jn 3,16-17). El Hi-
Homilías, Madrid 1999, 65). jo encarnado, obediente al Padre conforme
Mientras estamos en esta vida, la ma- a su condición filial, corresponde plenamente
duración espiritual del cristiano como hijo con toda su voluntad humana a lo que le ha
del Padre en el Hijo por el Espíritu Santo, sido encomendado para que lo realice en la
ha de seguir el mismo camino de la origi- tierra. La existencia humana de Jesucristo
naria donación de ese inmenso don. Ha de manifiesta, por encima de todo, su amor a
crecer, pues, progresivamente con el cons- la voluntad de Dios y su plena identificación
tante auxilio de la gracia hacia su meta, con ella. En todas sus obras obras de amor,
es decir, hacia la plenitud de la existencia propias del Hijo amado y amante lleva ade-
cristiana y la perfección de la caridad. Éste lante con voluntariedad actual el cumpli-
es también el mejor modo de describir la miento de la misión recibida de su Padre:
santidad a la que están llamados todos los la victoria sobre el pecado, la salvación de
cristianos en la Iglesia, cada uno de acuer- todos los hombres, la redención de la ente-
do con su propia condición personal (cf. LG ra creación. Todas las acciones de Cristo,
40). Y así, puesto que la filiación divina realizadas con espíritu filial, son manifesta-
adoptiva es participación de la filiación di- ción del amor y la misericordia de Dios. A
vina natural de Cristo, el cristiano, para través de ellas, y en particular a través de su
aprender a vivir y a madurar como hijo de muerte en la cruz, es revelada a los hom-
Dios, ha de contemplar la vida humana del bres la fuente misma de la vida divina y la
Señor y seguir su ejemplo. El camino pro- vocación originaria de la criatura humana
pio de los hijos de Dios es el del segui- llamada a participarla: el misterio del Padre
miento-imitación de Cristo, y de progresiva y de su amor (cf. GS 22).
identificación espiritual con Él (con sus sen- Si el amor con obras de Cristo a la vo-
timientos, con sus acciones, con su ense- luntad del Padre es fruto y manifestación
ñanza). La adopción divina nos capacita pa- de su condición filial, también nuestra adop-
ra seguir el ejemplo del Maestro, obrar rec- ción divina debe realizarse y madurar en
tamente y realizar el bien. Como enseña el esta vida, con ayuda de la gracia, median-
Catecismo de la Iglesia Católica, en la unión te la identificación amorosa obras de
con su Salvador el discípulo alcanza la per- amor con la voluntad de Dios. «Hacer pre-
fección de la caridad, la santidad, pues la sente al Padre en cuanto amor y miseri-
vida espiritual y moral, madurada en la gra- cordia es, en la conciencia de Cristo mis-
cia, desemboca en la vida eterna, en la glo- mo, la prueba fundamental de su misión de
ria del cielo (cf. CCE 1709). Mesías», ha escrito Juan Pablo II (DM 3).
Para ahondar en estas ideas cabría pre- La conciencia filial de Jesús (el conocimiento
guntarse: ¿cómo se manifiesta en Jesucris- que tiene de sí mismo, también en cuanto
FILIACIÓN DIVINA 425
hombre, como el Hijo de Dios) es también vidas por la caridad, es decir, entregándo-
conciencia de misión, es decir, de haber si- se sinceramente al cumplimiento de la vo-
do enviado por el Padre para llevar a cabo luntad de Dios.
en el mundo la obra encomendada. La iden-
tificación con la misión recibida no consti- Bibliografía
tuye en el Hijo hecho hombre un elemento Ch. BAUMGARTNER, «Grâce II. Mystère de la filiation
externo o separable de su eterna filiación, divine», en Dictionaire de Spiritualité, vol. 6, 1976.
sino más bien su manifestación explícita en L. BORRIELLO y otros, «Adozione divina», en Dic-
la economía de la salvación. A la luz del cionario de mística, Madrid 2002. A. de SUTTER y M.
ejemplo de Cristo, el don de la filiación di- CAPRIOLI, «Adorazione divina», en E. ANCILLI, Di-
vina adoptiva debe expresarse, pues, en el zionario di Spiritualità I, 1990; W. MARCHEL, Abba,
hombre como conciencia filial y ha de rea- Pére!: la prière du Christ et des chrétiens: étude
lizarse como conciencia de misión. Tal mi- exégétique sur les origines et la signification de
sión, idéntica a la de Cristo y participada l’invocation à la divinité comme pére, avant et
de la suya («como el Padre me ha envia- dans le Nouveau Testament, Roma 1971. F. OCÁ-
do, así os envío yo», Jn 20,21), consiste en RIZ, Hijos de Dios en Cristo, Pamplona 1972; Na-
dar a conocer el amor y la misericordia del turaleza, gracia y gloria, Pamplona 20012.
Padre por medio de las propias obras, mo- A. Aranda
G
Gloria
aleja de ellos (recuérdese la visión de Eze- 21; Hb 2,10 ). Nos encontramos aquí con
quiel, donde la «gloria de Dios» sale del tem- dos instancias sucesivas: en primer término,
plo justo antes del asedio de Jerusalén: Ez Cristo como imagen perfecta de Dios (cf.
9,3; 10,4.18-19.22-23; como contraste, re- Col 1,15; Hb 1,3), manifestada y entregada
cuérdense las promesas divinas de formar a los hombres (cf. Jn 1,14.18; 1 Jn 4,12);
un pueblo de corazón renovado y perfecta- después los cristianos, transformados por
mente fiel, cuya ciudad estará habitada por el Espíritu a imagen del Señor (cf. Rm 8).
la gloria del Señor: cf. Is 60). Jesucristo, en cuanto Verbo (cf. Jn 1), po-
En segundo lugar, la perfección divina es see la gloria de modo primordial: junta-
perceptible de forma constante en la natu- mente con el Padre, desde la eternidad (cf.
raleza: «la gloria de Yahwéh llena toda la Jn 17). Manifiesta esa gloria divina ante los
tierra» (Nm 14,21). (Esta línea «cósmica» hombres en la historia («hemos visto su glo-
se desarrolla especialmente en los ámbitos ria»: Jn 1,14.18), de acuerdo con la doble
judíos en estrecho contacto con el helenis- ley de manifestación/ocultamiento que vi-
mo, como se pone de manifiesto, p. ej., en mos en el Antiguo Testamento: asume la
el libro de la Sabiduría: cf. Sb 7,22-8,1). «forma de esclavo» (Flp 2,7) y los sufri-
Ante el reflejo del Creador en el mundo, só- mientos de una víctima obediente (cf. Hch
lo cabe una actitud por parte del hombre: 8,32-35), a la vez que muestra un poder di-
un asombro orante: «¡Oh Yahwéh, Señor vino en sus acciones y vivencias (en los mi-
nuestro, qué glorioso tu nombre por toda la lagros; la transfiguración; la resurrección).
tierra!» (cf. Sal 8; 19,2-7). En esta trayectoria, digamos kenótica-
En la medida en que un hombre de fe gloriosa, brilla otra ley fundamental: «... era
capta la grandeza divina a través de la his- necesario que el Cristo padeciera eso y en-
toria de Israel y a través del cosmos toma trara así en su gloria» (Lc 24,26). Es decir:
conciencia de su deber de «dar kabod/glo- la gloria pascual de Cristo está vinculada a
ria» a Dios (cf. Jr 13,16; Sal 29,1-2; 96,7- su obediencia filial a la voluntad paterna: al
8; 115,1). Obviamente, se trata, no de tri- dar todo al Padre, recibe todo del Padre. De
butar algo que Dios no poseyera, sino de este modo se entrecruzan, en la misma Per-
reconocer simplemente la grandeza que tie- sona, el efluvio de plenitud divina que se
ne Dios desde siempre. He aquí la esencia derrama hacia la creación, y la corriente re-
misma del acto de religión. tornante de adoración perfecta por parte de
2. En el Nuevo Testamento, gloria sigue las criaturas libres. El Hijo hecho hombre
siendo una categoría principal: el término manifiesta y comunica la gloria divina a los
griego, doxa, aparece un total de 445 ve- hombres, transformándolos pneumatológi-
ces. Reviste matices singulares: la fe neo- camente en hijos gloriosos (cf. Rm 8,14-
testamentaria mantiene que ya ha brillado la 17.29; 2 Co 3,17-18) y asociándolos a su
gloria de Dios en la encarnación, ministerio acto de perfecta glorificación del Padre (cf. Jn
y Pascua de Jesucristo, a la vez que espera 7,18; 12,28; 13,31-32; 1 Co 10,31; Ef
una revelación más cabal al final de los tiem- 1,6.12.14). En la resurrección final labrará
pos. El mensaje cristiano puede resumirse en los hombres un cabal reflejo de la gloria
como «el Evangelio de la gloria de Cristo, filial (Flp 3,21), y la principal actitud de los
que es imagen de Dios» (2 Co 4,4); y la justos glorificados será doxológica (recuér-
existencia cristiana asimismo puede defi- dense las escenas de liturgia celeste narra-
nirse como el resplandecer de la gloria del das por el Ap: 7,9-12; 19,1-8; 22,3).
resucitado en el discípulo del Señor (ya en la Es digno de notar que en el concepto de
vida posbautismal cf. 2 Co 3,18 y más kabod/doxa, tal como se encuentra en la Bi-
plenamente en la resurrección cf. Rm 8,18- blia, no prima el significado de «opinión»,
428 GLORIA
tan prevalente en el mundo cultural heléni- ma energía en todas las cosas, común a
co. Kabod/doxa en la Biblia se refiere, antes Dios y los que son dignos de Dios» (Ambi-
que nada, a la realidad objetiva que se en- guorum liber: PG 91, 1076; cf. también Ci-
cuentra en Dios y que se transfunde gene- rilo de Alejandría, Commentarii in Ioannem,
rosamente a las criaturas, y que sólo en un X, 12). De esta manera, la teología sobre
momento ulterior provoca en los hombres la Segunda Persona divina y divinizadora
una reacción laudatoria («tributar gloria»). describe la estructura misma de la relación
establecida por Dios con la humanidad.
II. GLORIA EN LA ÉPOCA PATRÍSTICA Y EN LA Por otra parte, especialmente en Oriente,
HISTORIA POSTERIOR se desarrolla una corriente que subraya la
Puede afirmarse que los Padres no em- distinción entre la esencia divina en sí mis-
prendieron in recto el proyecto de elaborar ma inaccesible y su manifestación ad ex-
una «teología de la gloria», pero sí habla- tra, como energeia («energía») perceptible
ron de otras maneras del misterio al que se y participable por las criaturas. «El hombre
refiere. Lo hicieron, principalmente, al de- posee la energía divina [...] Esta energía es
sarrollar la teología sobre la Segunda Per- la de Dios solamente, porque solamente Él
sona y la teología de la «energía» divina. se compenetra con aquellos que le son dig-
Por una parte, frente a las herejías su- nos, según conviene a su bondad» (Máxi-
bordinacionistas, en los tres primeros siglos mo el Confesor, Ambiguorum liber: PG 91,
se llevó a cabo la gran tarea de elaboración 1076). Cabe hablar de sensibilidades dis-
de una teología del Verbo (Orígenes, Ire- tintas entre teólogos occidentales y orien-
neo, etc.), en la cual la Segunda Persona es tales: estos últimos se muestran cautos a
entendida como imagen perfecta del Padre. la hora de hablar de la condescendencia
(Esta línea culminará en la aserción de Nicea (synkatabasis) divina para con los hombres,
sobre el Hijo como consustancial con el Pa- más inclinados a defender la trascendencia
dre: «Dios de Dios, luz de luz, Dios verda- divina; en definitiva, partidarios de mante-
dero de Dios verdadero»: D. 125). En cuan- ner la dimensión apofática en teología. Oc-
to imagen perfecta de su Padre, Cristo co- cidentales y orientales coinciden, sin em-
mo un espejo sin mancha que refleja la luz, bargo, en la real posibilidad de la theosis,
o sol que ilumina la tierra transmite a los misteriosa participación de la criatura hu-
hombres el conocimiento de Dios (cf. Orí- mana en la excelsa naturaleza divina.
genes, Homiliae in Genesim, 1, 7). Es más: En los siglos posteriores las consideracio-
al hacer a los hombres partícipes de su co- nes sobre la gloria continúan en un segundo
nocimiento íntimo del Padre, les hace partí- plano, formando con frecuencia parte de la
cipes de la naturaleza y gloria divinas. «Si al- teología de la creación. Los teólogos medie-
guien [...] contempla la gloria del Señor [...] vales, echando mano de la idea platónica del
ése mismo adquiere gloria, al hacerse par- Sumo Bien y de la enumeración aristotélica
tícipe de la divina gloria» (Orígenes, Contra de causas, hablan de la participación de las
Celsum, V, 60). criaturas en el Bien subsistente, y de Dios
La idea de un conocimiento íntimo divi- como causa no sólo eficiente o ejemplar, si-
nizante será formulada magistralmente si- no también como final de todo lo creado. Se
glos después por Máximo el Confesor: «[El afirma, en síntesis, que el fin que persigue
hombre] se hace dios por la deificación y se Dios al crear como cualquier fin que mue-
regocija de ser llevado fuera de aquello que ve a la voluntad es un bien; pero no un
él es y de aquello que él conoce natural- bien del que carece Dios, sino el Sumo Bien
mente, al triunfar en él la gracia del Espíri- que Él es y que desea libremente comuni-
tu [...] Así, no hay más que una sola y mis- car. Como explica san Buenaventura, Dios
GLORIA 429
ha creado todas las cosas «no para aumen- mana y el altruismo en principios supremos
tar su gloria, sino para manifestarla y co- de la razón práctica (incluida la divina) pos-
municarla» («non propter gloriam augen- tula que el Creador pretende, como fin prin-
dam, sed propter gloriam manifestandam et cipal de acción, no su propia gloria, sino la
propter gloriam suam communicandam»): felicidad de sus criaturas.
Commentaria in Libros Sententiarum, II, d. Resulta evidente, en esta discusión, que
1, a.2, q.1, conclusio). Y santo Tomás afirma los partidarios de una y otra postura acen-
que las criaturas glorifican a Dios justamen- túan unilateralmente un aspecto de un den-
te cuando reflejan ellas mismas la perfec- so misterio. La solución parece estar más
ción divina («per quamdam imitationem di- bien en unir, no enfrentar, diversos aspec-
vina bonitas repraesentatur ad gloriam Dei»: tos, que en el fondo son complementarios.
S.Th. I, q.65, a.2). De este modo, la infinita En esta línea va la afirmación del Concilio
bondad (bonitas) divina subyace al propósi- Vaticano I: «En su bondad y por su fuerza
to creador. Un eco de estas ideas se encon- todopoderosa, no para aumentar su bien-
trará más adelante, en el Catecismo Roma- aventuranza, ni para adquirir su perfección,
no: «La única causa que determinó a Dios sino para manifestarla por los bienes que
a crear fue el deseo de comunicar su bon- otorga a sus criaturas, el solo verdadero
dad a las cosas por Él creadas. Porque la na- Dios, en su libérrimo designio, en el co-
turaleza divina, infinitamente bienaventura- mienzo del tiempo, creó de la nada tanto la
da en sí misma, no tiene necesidad de nin- criatura espiritual como la corporal» (D.
guna otra cosa» (pars I, cap. 2). 3002).
A partir del siglo XVII, la noción de gloria Se hace común en la teología católica, a
se vincula más fuertemente todavía a la pre- partir del Concilio Vaticano I, compaginar la
gunta por el fin último de la creación. Lessius «gloria de Dios» y la «felicidad de las cria-
sostiene que este fin no puede ser otro que turas»; es decir, una visión unitaria del fin de
la gloria externa o extrínseca de Dios, que se la creación. Más de un siglo después, el Ca-
realiza de modo objetivo gracias al brillar tecismo de la Iglesia Católica resumirá la
de las divinas perfecciones en los seres crea- doctrina: «La gloria de Dios consiste en que
dos, y de modo subjetivo gracias a la ala- se realice esta manifestación y esta comu-
banza tributada por las criaturas libres (cf. nicación de su bondad para las cuales el
De perfectionis moribusque divinis, XIV: De mundo ha sido creado. Consiste en hacer
ultimo fine). La propuesta desata una dila- de nosotros “hijos adoptivos por medio de
tada discusión teológica (Suárez, p. ej., re- Jesucristo, según el beneplácito de su vo-
plica que el fin pretendido por el Creador no luntad, para alabanza de la gloria de su gra-
puede consistir en un bien que necesita ad- cia” (Ef 1,5-6): “Porque la gloria de Dios es
quirir fuera de sí mismo: cf. De gratia, VIII, el hombre vivo, y la vida del hombre es la vi-
8, 1, 10). Con el tiempo algunos pensadores sión de Dios: si ya la revelación de Dios por
influidos por el humanismo renacentista la creación procuró la vida a todos los se-
llegan a sostener que el fin último de la crea- res que viven en la tierra, cuánto más la
ción no debe cifrarse en la glorificación de manifestación del Padre por el Verbo pro-
Dios sino en la consumación del hombre, ya curará la vida a los que ven a Dios” (S. Ire-
que, de otro modo, la criatura humana se- neo, Adversus haereses, IV, 20, 7). El fin
ría humillada y Dios se mostraría egoísta. último de la creación es que Dios, “Creador
Esta línea argumental será desarrollada de de todos los seres, se haga por fin ‘todo en
forma más sistemática en el siglo XIX por todas las cosas’ (1 Co 15,28), procurando
G. Hermes: inspirándose en la ética kantia- al mismo tiempo su gloria y nuestra felici-
na que erige el respeto por la dignidad hu- dad” (AG 2)» (CCE 294).
430 GLORIA
Gracia
12,19). Como es también «gracia» para Pa- misericordia y hallar gracia» (Hb 4,16). No
blo el don del apostolado (cf. Rm 1,5; 12,3; solamente Cristo es fuente de la gracia, si-
15,15), por gracia ha sido llamado (cf. Ga no que se habla también del «Espíritu de la
1,15). En los comienzos y en las despedi- gracia» (Hb 10,29). La gracia es la salva-
das de las cartas paulinas aparece también ción que nos trae Cristo; a ella nos llama el
la gracia (Rm 1,7; 16,20; 1 Co 1,3; 16,13; «Dios de toda gracia» (1 P 5,10; cf. 1,10-
2 Co 1,2; 13,13; Ga 1,3; 6,18, etc.). Si en 11; 4,10; 5.12). Tres versículos del prólo-
los saludos iniciales se expresa el deseo que go del cuarto evangelio mencionan también
el favor de Dios acompañe a los destinata- la gracia (cf. Jn 1,14.16.17). La gracia es la
rios, en las despedidas «la gracia de Jesu- bondad de la Palabra divina, identificada
cristo» puede significar simplemente la iden- personalmente con la verdad, cuyos frutos
tificación de la gracia, del favor de Dios con reciben en abundancia los que creen en Je-
Jesucristo mismo. La identificación de la gra- sucristo. La plenitud de la vida divina, que
cia con la persona de Cristo se encuentra también se identifica con Jesús (cf. Jn 14,6),
también en Tt 2,11: «Se ha manifestado la se nos comunica en abundancia.
gracia salvadora de Dios para todos los hom- La realidad de lo que llamamos hoy la
bres...» (cf. 2 Tm 2,1). La gracia es uno de «gracia» en el Nuevo Testamento va mucho
los temas centrales del himno de Ef 1,3-10, más allá de cuanto nos puede decir un su-
en particular los versículos 6-7: «... para mario análisis del término. Hemos insinua-
alabanza de la gloria de su gracia, con la do ya algunos elementos que llenan de con-
que nos agració en el Amado. En él tene- tenidos precisos el don que Dios nos con-
mos por medio de su sangre la redención, el cede gratuitamente y que no es otro que su
perdón de los delitos, según la riqueza de misma vida. El don más grande y más gra-
su gracia». El contenido de nuestro térmi- tuito que Dios nos hace es su Hijo Jesucris-
no se aclara a partir de los otras expresiones to, la manifestación de la gracia de Dios, y
que lo acompañan: la bendición, la elección, su Espíritu Santo, el Espíritu de la gracia.
la predestinación, la redención, la filiación. Este don nos transforma interiormente. De-
Todas tienen lugar en Cristo. La bondad de beremos volver sobre estas verdades esen-
Dios, la gracia con la que nos ha agraciado ciales cuando tratemos de los contenidos
en Cristo, se manifiesta en todos estos con- concretos del don de Dios en el hombre.
tenidos concretos. Más brevemente se re-
sumen algunos temas del himno un poco II. LA HISTORIA
después: «Dios, rico en misericordia, por el No podemos fijarnos sólo en el uso del tér-
grande amor con que nos amó, nos vivificó mino cavri~ al hacer alguna alusión a la his-
juntamente con Cristo por gracia habéis toria antigua de la teología de la gracia. La
sido salvados y con él nos resucitó y nos gracia es en los Padres apostólicos y apo-
hizo sentar en los cielos con Cristo Jesús, a logistas la presencia misma de Jesús y su
fin de mostrar en los siglos venideros la so- enseñanza. La relación de la gracia con la
breabundante riqueza de su gracia, por su encarnación se pone especialmente de re-
bondad para con nosotros en Cristo Jesús. lieve en los Padres que deben oponerse al
Pues habéis sido salvados por la gracia me- gnosticismo. Con la venida de Jesús en la
diante la fe, y esto no viene de vosotros, si- carne, dice Ireneo, ha venido la mayor abun-
no que es don de Dios» (Ef 2,4-8). También dancia de la gracia paterna (Adversus hae-
en la carta a los Hebreos se nos habla de la reses IV 36,4). El mismo Ireneo ha comen-
gracia. Acercándonos a Jesús, que interce- zado la famosa teología del intercambio, que
de por nosotros ante el Padre, nos acerca- después de él encontrará amplia acogida en
mos «al trono de la gracia, a fin de recibir toda la patrística: «El Hijo de Dios se hizo
GRACIA 433
hombre para que el hombre, unido al Verbo Agustín, que ha desarrollado su pensamiento
de Dios y recibiendo la adopción, se hicie- en oposición a Pelagio. Éste quiere subra-
ra hijo de Dios» (ibid., III 19,1). La teolo- yar la bondad de la creación, el bien de la
gía de la divinización es otro de los grandes libertad que Dios ha dado al hombre, el
temas patrísticos. El texto bíblico en que se ejemplo de Cristo. En estas condiciones, el
funda es con frecuencia Sal 82,6; Jn 10,36: bien o el mal que cada uno hace es fruto de
«Yo he dicho, dioses sois y todos hijos del su voluntad. La ayuda divina hace que el
Altísimo». Divinización y filiación están así bien se pueda hacer con más facilidad, pe-
unidas en la raíz, no se explican sin la obra ro el hombre sería capaz de hacerlo por sí
salvadora de Cristo y el don del Espíritu. solo. Insiste menos en el misterio de la pre-
Clemente Alejandrino, el primero que ha sencia de Dios en el hombre y en la capaci-
usado la palabra divinización nos dice: «Él dad de obrar el bien que sólo Dios mismo
[Jesús] nos ha hecho la gracia de la heren- nos puede dar (cf. Jn 15,1-8). No entra en la
cia paterna, grande, divina, que no se pier- perspectiva de la presencia de Cristo y del
de, divinizando al hombre por una ense- Espíritu en el hombre. San Agustín conti-
ñanza celeste» (Protréptico XII 120,3-4; cf. nuará la tradición anterior que ve en la gra-
ibid, X 110,3). Y unos siglos más tarde Gre- cia el conjunto de los bienes salvíficos que
gorio Nacianceno unirá también la diviniza- Dios nos ofrece, siempre en relación íntima
ción y la unión con Cristo: «Debo ser se- con la venida de Cristo al mundo: «Qué ma-
pultado con Cristo, resucitar con Cristo, ser yor gracia nos podía otorgar Dios, que la de
coheredero de Cristo, llegar a ser hijo de hacer hijo del hombre al Hijo unigénito pa-
Dios y también Dios» (Discurso 7,23). En el ra hacer de esta manera al hombre hijo de
momento de la controversia con los arria- Dios» (Sermo 185). Y todo ello no ocurre
nos, y después con los macedonianos, uno en virtud de una relación individual del hom-
de los argumentos para afirmar la divinidad bre con Cristo, sino en cuanto el hombre se
del Hijo y del Espíritu Santo ha sido preci- inserta en el Cristo total, en comunión con la
samente que en el caso contrario nuestra cabeza y con los miembros (cf. In Johannis
salvación quedaría seriamente comprome- Evangelium 28,1, entre otros muchos luga-
tida, no seríamos divinizados si Jesús no es res). En este ámbito más general se ha de
Dios verdadero y si no lo es el Espíritu San- colocar su reflexión sobre la necesidad de
to derramado en nuestros corazones. Nos la gracia para obrar el bien, la cuestión de la
dice Basilio de Cesarea: «... [el Espíritu San- gracia y la libertad, etc. en su respuesta a
to] iluminando a aquellos que se han puri- Pelagio. Por el bautismo el hombre es he-
ficado de toda mancha los hace espiritua- cho miembro de Cristo y de su Iglesia. Só-
les por medio de la comunión con él [...] lo Cristo da al hombre la posibilidad de ha-
Las almas que llevan el Espíritu se hacen cer el bien al librarlo de la esclavitud del pe-
plenamente espirituales y transmiten a los cado (cf. De perfectione iustitiae hominis II,
demás la gracia. De ahí la semejanza con 1). Cristo y su gracia son necesarios para
Dios [...], el cumplimiento de los deseos: la salvación del hombre, sin la ayuda de la
convertirse en Dios» (De Spiritu Sancto gracia el bien es imposible. La gracia da al
9,23). La divinización del hombre se en- hombre la posibilidad de hacer el bien que
tiende sólo a partir de la encarnación del Hi- por sí solo no puede realizar (cf. De natura
jo y el don del Espíritu. Es posible sólo en et gratia 53,62). El nombre de gracia viene
virtud de la acción del Dios Uno y Trino. precisamente de la gratuidad con que Dios
El desarrollo histórico de la doctrina acer- otorga esta ayuda (cf. De gratia Christi, I
ca de la gracia en Occidente ha sido mar- 23,24). San Agustín se pregunta si con la
cado en gran medida por la figura de san ayuda de la gracia no se elimina el libre al-
434 GRACIA
bedrío del hombre. Más bien ocurre lo con- miento de Dios hacia el hombre. Da la im-
trario. Propio de la libertad cristiana es ser li- presión de que por evitar una dependencia
beración del mal y del pecado, la libertad del hombre de Dios que se juzgaba excesi-
más perfecta consiste en no poder pecar (cf. va se acababa por hacer a Dios dependien-
De civitate Dei XXII 30,2). La gracia posi- te del hombre. La reacción de la Iglesia an-
bilita la libertad humana, porque Dios ac- te estas doctrinas tuvo lugar en el Indicu-
túa en nosotros no por un impulso físico si- lus del papa Celestino y en el segundo
no por la atracción del amor que pide una Concilio de Orange. El Indiculus (cf. D. 238-
respuesta: «No creas que eres atraído a pe- 249) es una compilación realizada en torno
sar de tu voluntad; el alma es atraída por al año 440 en Roma. Se pone de relieve que
el amor» (In Johannis Evangelium 26,4). todo lo que en el hombre hay de bueno pro-
Esta atracción hace que el bien sea amado cede de Dios y no del hombre mismo. Sólo
y que, por tanto, seguirlo sea gozoso (cf. es grato a Dios lo que él nos ha dado. La
De gratia Christi I 13,14). La gracia, por tan- práctica de la oración nos muestra que todo
to, no anula la libertad, sino que más bien la debemos esperarlo de Dios. De él viene la
hace posible. Nuestra misma libertad es don iniciativa de toda obra buena desde el co-
divino, es en este sentido gracia. No se hi- mienzo mismo de la fe, su gracia es previa
zo esperar el influjo de la teología de Agus- a cualquier mérito. El don de Dios no elimi-
tín en las decisiones magisteriales sobre la na el libre albedrío sino que lo libera. El se-
gracia. El Concilio XVI de Cartago del año gundo Concilio de Orange, del año 529, re-
418 se reunió para combatir las enseñan- coge ampliamente el pensamiento de Agus-
zas pelagianas. Son importantes sobre todo tín (cf. D. 370-397). La gracia no menoscaba
para la doctrina de la gracia los cánones 3- la libertad, no hay predestinación al mal.
5 (cf. D. 225-227). La gracia perdona los Sólo en virtud de la gracia se puede invo-
pecados, pero ayuda también para no volver car la gracia misma, la gracia es necesaria
a caer en ellos, no da sólo el conocimiento en todo momento, también para el comien-
del bien sino el amor y la fuerza para reali- zo de la fe. Ningún bien proveniente de la
zarlo. La gracia es necesaria, no permite só- naturaleza puede obtener la salvación. La
lo hacer con más facilidad lo que se podría gracia repara el libre albedrío y justifica al
realizar sin ella. El papa Zósimo repite pa- hombre. En general estos textos, dados los
recidas ideas en su epístola enviada a las problemas del momento, ponen el acento
Iglesias orientales (cf. D. 231). en la gracia como ayuda para obrar el bien,
En el siglo V surgió en el sur de Francia el aunque no descuidan otros aspectos más
problema del llamado «semipelagianismo» amplios que hemos visto en el Nuevo Tes-
(el nombre es muy tardío, y sus represen- tamento y en la tradición anterior. Así la gra-
tantes no tienen relación directa con el pe- cia se identifica con el favor y la misericor-
lagianismo). Pensaban que el primado que dia divina, se insiste en la gratuidad de la
Agustín daba a la gracia no dejaba espacio salvación, no puede haber justificación si no
a la libertad del hombre. Por ello afirman es en virtud de la muerte de Cristo. Un as-
que tiene que estar en la mano del hombre pecto puede considerarse adquirido en la
el comienzo de la fe, el primer movimiento teología de la gracia al final del periodo pa-
del hombre hacia Dios; una vez dado este trístico: el hombre no puede hacer el bien
paso será la gracia la que lleve al hombre en vista de su salvación si no es porque Dios
hasta la salvación. Resulta claro que estas actúa en él, porque le inspira y mueve des-
posiciones son difícilmente aceptables. Pre- de dentro. Se trata de un don que Dios nos
suponen que el hombre puede dar el primer hace en virtud de la redención operada por
paso hacia Dios sin que preceda el movi- Cristo y por la presencia en nosotros de su
GRACIA 435
ra de la Iglesia. No es importante para él la dro VII tuvo que declarar en 1656 que las
transformación interna del hombre, la gra- proposiciones de Jansenio previamente con-
cia santificante, sino sólo las obras que re- denadas lo fueron en el sentido en que el
aliza. Para obrar el bien necesita el auxilio autor las enunció (cf. D. 2010-2112). Una
de la gracia, pero esta acción es para él ex- nueva condena del Santo Oficio en 1690 (cf.
trínseca, si alguien pudiera cumplir los man- D. 2301-2332) vuelve sobre los problemas
damientos sin la acción del Espíritu queda- de la libertad, de la voluntad salvífica uni-
ría igualmente justificado. La gracia es una versal de Dios y de la posibilidad de hacer el
acción divina que no transforma profunda- bien fuera de la Iglesia. El jansenismo no
mente al hombre. Para Bayo la gracia es fue sólo un escuela teológica, sino un mo-
siempre eficaz, no desempeña ningún pa- vimiento espiritual de tendencia rigorista,
pel, al parecer, la libertad del hombre. Ni el cuyas derivaciones se prolongaron por to-
ser de quien obra el bien ni su respuesta li- do el siglo XVIII. En él hallamos todavía la
bre al impulso divino parecen tener para Ba- condena de los errores de P. Quesnel por
yo un papel relevante. Las doctrinas de Ba- Clemente XI en 1713 (cf. D. 2400-2502) y
yo fueron condenadas por el papa san Pío de las proposiciones del Sínodo de Pistoia
V en la Bula Ex omnibus afflictionibus (cf. del 1786 (cf. D. 2600-2700; sobre la gracia
D. 1901-1980). A mediados del siglo XVII y temas afines, cf. 2616-2624). Esta abun-
vuelven a plantearse problemas de algún dancia de intervenciones magisteriales
modo semejantes con la publicación en 1640 muestran cuán vivos fueron en esos siglos
del Augustinus, obra póstuma del que fue- los debates en torno a los problemas de la
ra obispo de Yprès, Cornelius Jansen (Jan- gracia.
senio). El autor quiere sobre todo defender
la primacía de la gracia frente a la libertad III. LA FILIACIÓN DIVINA
humana. Con la actuación del impulso divi- Concluido este rápido recorrido histórico tra-
no el hombre no tiene libertad de elección, tamos de ofrecer una breve sistematización
obra movido por una necesidad interior, aun- de las principales cuestiones, tal como éstas
que lo hace de modo espontáneo, de ma- son vistas en la actualidad. Nos ocupare-
nera que no puede decirse que no sea libre, mos en primer lugar de la presencia de Dios
ya que sólo la necesidad externa sería in- en el justo y de la nueva relación de éste
compatible con la libertad. A la cuestión de con Dios, para pasar después al tema de la
la relación entre la gracia y la libertad se justificación por la fe, cuestión de gran im-
añade en el pensamiento de Jansenio el pro- portancia ecuménica. Las cuestiones de la
blema de la voluntad de salvación univer- nueva creación y de la transformación inte-
sal de Dios. La gracia no se da fuera de la rior del hombre y de su obrar en vistas a la
Iglesia, porque no se logra entender cómo salvación cerrarán nuestra exposición.
puede ser gratuito el don que se otorga a El don de la gracia no es primariamente
todos. Así se llega a la afirmación de que un don de alguna cosa, por excelsa que po-
Cristo no ha muerto por todos los hombres. damos pensarla. En la encarnación del Hi-
Algunas proposiciones sacadas de las obras jo y el don del Espíritu Santo se nos ha da-
de Jansenio fueron condenadas por Ino- do Dios mismo. Y es Dios mismo el que con-
cencio X en 1653 (cf. D. 2001-2007). Se re- tinúa haciéndose presente constantemente
prueban las afirmaciones sobre la libertad en nosotros. La teología actual, de modo
y la imposibilidad de resistir a la gracia, y unánime, subraya la importancia decisiva
sobre todo la negación del valor universal de esta presencia de Dios en nosotros, de
de la redención de Cristo. El problema jan- la que depende la transformación interior
senista no acabó con esta condena. Alejan- de nuestro ser. El Nuevo Testamento y la
GRACIA 437
tradición de la Iglesia han expresado de di- píritu. En su obediencia a Dios durante to-
versos modos lo que significa esta presencia do el tiempo de su vida mortal se nos reve-
de Dios en nosotros y la novedad que ori- la esta realidad profunda de su ser. Es legí-
gina. Aun con todos los riesgos que siem- timo aplicar un razonamiento semejante al
pre entraña una síntesis pienso que todos hombre: de muchas maneras expresa el
los diversos aspectos de nuestro ser en Cris- Nuevo Testamento el ser del hombre en Cris-
to pueden armonizarse en torno a un con- to; aquella que mejor exprese la relación
cepto central: la filiación divina. ¿Qué razo- con Jesús nos descubrirá mejor su única vo-
nes pueden aducirse para justificar esta elec- cación divina (cf. GS 22). La filiación divina,
ción? Ante todo pone de relieve nuestra que en el Nuevo Testamento se afirma, aun-
relación con Dios. Ya por nuestra condición que no de modo unívoco, de Jesús y de los
de criaturas nuestra relación básica de de- hombres, nos indicará que el amor de Dios
pendencia de Dios determina lo que somos. para con nosotros es el más grande que pue-
Es igualmente nuestra relación con Dios lo da pensarse: Dios nos ama con el amor con
decisivo en nuestro ser de justificados y sal- que ama a su Hijo unigénito.
vados en esperanza. Evidentemente hay Jesús, según los cuatro evangelios, de
otros términos relativos que en el Nuevo manera especial según el Evangelio de Juan,
Testamento describen nuestro ser en la re- se dirige siempre a Dios llamándole «Padre»
lación con Dios. Pero ésta no se establece y se refiere a él usando también esta deno-
solamente con el Dios Uno, sino también con minación. Jesús tiene conciencia de una re-
el Dios Trino, y no podemos pensar que es- lación especial y única con Dios (cf. Mt
ta dimensión sea secundaria. Dios actúa ha- 11,25-27; Lc 10,21.22; Mc 14,36). Los es-
cia fuera como un solo principio, pero este critos de Juan subrayan que es el Unigénito
principio es en sí mismo diferenciado. Cada (cf. Jn 1,14.18; 3,16.18; 1 Jn 4,9). A la vez
una de las personas actúa según su propie- Jesús se llama a sí mismo y es designado,
dad personal: en el Espíritu y por medio de de nuevo sobre todo en el Evangelio de
Jesús tenemos acceso al Padre (cf. Ef 2,18). Juan, como el Hijo. Pero ya en los sinópticos
La noción de filiación nos hace ver cómo encontramos este título en labios de Jesús
nuestra relación con Dios tiene en cuenta la (Mt 11,27; Lc 10,22; Mc 12,32 paral.), y en
dimensión más íntima y profunda del ser di- otras ocasiones (Mc 1,1; 1,11 paral.; etc.).
vino, la comunión y el amor entre las per- Jesús no sólo ha invocado a Dios como su
sonas en la unidad de la esencia. Todo ello Padre, sino que ha enseñado a los discípu-
desemboca por último en una consideración los a hacer lo mismo (cf. Mt 6,9; Lc 11,2), a
cristológica: Cristo es el mediador único y la vez que, dirigiéndose a ellos, se ha refe-
universal. No podemos pensar en nuestra rido a Dios como «vuestro Padre» (cf. Mc
salvación sino con nuestra configuración con 11,25; Mt 5,48; Lc 6,36; Mt 6,32=Lc 12,30;
él (cf. Rm 8,29; 2 Co 3,18), fruto del segui- Mt 23,9; Lc 12,32). El punto inmediato de
miento (cf. Mc 8,34, etc.). Ahora bien, lo referencia para entender esta filiación divi-
más profundo del ser de Jesús es su rela- na de los discípulos es la concreta existen-
ción al Padre en el Espíritu Santo, su ser de cia filial de Jesús en su vida entre los hom-
Hijo. Entre los diferentes títulos que el Nue- bres. Como la filiación divina de Jesús se
vo Testamento aplica a Jesús, el de Hijo (de refleja en toda su existencia, también los
Dios) se reveló desde muy pronto como el discípulos se han de comportar como hijos
que mejor expresaba su ser, precisamente de Dios, en la ilimitada confianza en el Padre
porque explicitaba mejor su relación con el (cf. Mt 6,32; 7,10), y de manera especial
Padre. Jesús, el Hijo de Dios encarnado, vi- en el amor sin fronteras que abraza inclu-
ve en referencia total a Dios Padre en el Es- so a los enemigos (cf. Mt 5,45-48). Entre la
438 GRACIA
filiación divina de Jesús y la de los discípu- conocen el tema de la filiación: los que cre-
los existe una relación íntima. Sólo porque en en Jesús han sido engendrados por Dios
Jesús es el Hijo puede introducir a los su- (cf. Jn 1,12-13; 1 Jn 2,29; 3,9; 4,7; 5,1.14);
yos en esta relación con Dios Padre. Su fi- hallamos también la idea del renacimiento
liación es el paradigma de la nuestra. Pero por obra del Espíritu (cf. Jn 3,3-6). La filia-
una y otra no se colocan nunca al mismo ción divina, ya real, alcanzará su plenitud
nivel. Los escritos paulinos ponen también en la vida eterna (cf. 1 Jn 3,2). A la luz de la
en clara relación la filiación divina de Jesús filiación divina con Cristo por la obra del Es-
y la nuestra. Dios es nuestro padre en cuan- píritu adquieren un sentido más pleno las
to lo es de Jesús (cf. 1 Ts 1,1.3; 3,11-13; afirmaciones del Nuevo Testamento sobre
2 Ts 1,1; 2,16; Col 1,2-3; Ga 1,3-4). Esta nuestro seguimiento de Jesús (cf. Mt 8,19-
relación se explicita todavía más en algu- 22; Mc 8,34-38, etc.), sobre la necesidad
nos pasajes, en concreto en Ga 4,4-7 y Rm de conformarnos con él en la muerte y en
8,14-17, textos muy semejantes. En el pri- la resurrección (cf. Rm 6,8; 8,17; 2 Tm 2,12,
mero de ellos la obtención por parte de los etc.). El giro «en Cristo (Jesús)» es, como es
hombres de la filiación adoptiva es la razón sabido, muy característico de Pablo. Es pro-
del envío del Hijo al mundo. Sólo porque Je- pia de los escritos joánicos la expresión
sús comparte nuestra condición podemos «permanecer (estar) en Cristo (en Dios)»
compartir la suya. El Espíritu del Hijo en- (cf. Jn 15,4-7.9; 17,21; 1 Jn 2,24.27, etc.).
viado por el Padre, es el que hace posible Sólo por Jesús tenemos acceso al Padre (cf.
esta vida como hijos. Se explicita así el víncu- Jn 14,6). Quien se une con Jesús se en-
lo entre la filiación de Jesús y la nuestra: el cuentra inmerso en el misterio de la vida de
Espíritu que ha descendido sobre Jesús (cf. Dios Uno y Trino. La comunión con Jesús,
Mc 1,11 paral.; Jn 1,32.34) y que nos en- fundada en la que él tiene con el Padre, crea
vía de parte del Padre después de su resu- la comunión entre los hombres (cf. Jn
rrección. Podemos vivir como hijos porque el 17,21.23).
Padre envía a nuestros corazones el Espíri- Y si nuestra unión con Jesús es de capi-
tu de su Hijo que clama «Abbá, Padre». El tal importancia en el Nuevo Testamento, no
texto de Romanos señala que son hijos de lo es menos la presencia en nosotros de su
Dios los que son guiados por su Espíritu. Espíritu, del que somos templos (cf. 1 Co
Hemos recibido un Espíritu de filiación, es 3,16; 6,19; 1 Ts 4,8), que es el principio de
decir, el Espíritu Santo infunde en nosotros nuestro obrar (cf. Ga 5,16-25). En nosotros
las actitudes filiales de Cristo. La vida de hi- está el Espíritu Santo, pero también el Padre
jos se puede vivir, por consiguiente, sólo en y el Hijo moran en el que ama a Jesús (cf. Jn
virtud del Espíritu, en cuanto es el Espíritu 14,17-23). La presencia del Espíritu Santo
del Hijo que nos comunica la actitud de fi- parece equivaler a la de Cristo (cf. Rm 8,9-
liación. La participación en la condición fi- 10). La mayoría de las afirmaciones sobre
lial de Jesús nos abre el paso a la participa- la presencia divina en el justo se refieren al
ción en su herencia. Nuestra filiación divina Espíritu Santo, el don de Dios por excelen-
está llamada todavía a perfeccionarse en la cia. Nos ha sido dado por el Padre y por el
consumación escatológica (cf. Rm 8,23-25). Hijo, pero no encontramos ningún pasaje
También en Ef 1,5 aparece el tema de la fi- en el que se afirme lo contrario. En el Espí-
liación a la que nos ha predestinado Dios ritu y por medio de Jesús tenemos acceso
por medio de Jesucristo. A la filiación se une al Padre (cf. Ef 2,18), pero este orden no se
también la idea de la herencia en Cristo de puede intercambiar.
la que el Espíritu Santo es prenda (cf. Ef Si en los misterios de salvación de la en-
1,11.13-14). También los escritos de Juan carnación y de la muerte y resurrección de
GRACIA 439
Cristo aparecen diferenciadas las actuacio- hijos de Dios en Jesucristo el Hijo. En su do-
nes de las tres divinas Personas en su uni- nación a nosotros se hace presente Dios
dad indisoluble, lo mismo debemos pensar mismo, y sin perder su trascendencia y sin
que ocurre en el misterio de nuestra filia- anular nuestro ser de criaturas se hace un
ción divina por la que participamos de la vi- principio interior a nosotros mismos. Todos
da de la Trinidad. Sólo Dios Padre es en ri- los intentos de explicación de este hecho se
gor el sujeto activo de nuestra adopción fi- encuentran con el misterio que la mente hu-
lial, el que, por la obra de su Hijo y del mana no puede abarcar.
Espíritu Santo nos hace hijos suyos. En Je- Nuestra filiación divina y nuestra frater-
sús el Dios del Antiguo Testamento se re- nidad con Cristo no pueden vivirse de un
vela como Padre, y así el mismo Jesús se modo aislado o individual. Dios quiere ser el
da a conocer como el Hijo. En esta adop- Padre de todos, se comporta como padre
ción filial, por su puro amor y benevolencia, respecto a todos, y Jesús, que nos ha ense-
el Padre se nos da como Padre, admitién- ñado a decir «Padre nuestro», quiere ser
donos en la comunión que con él tiene Jesús también hermano de todos. Sólo la paterni-
y amándonos con el amor con que le ama dad divina puede fundar la fraternidad en-
a él. El Padre, que ha exaltado a su dere- tre los hombres. Estamos llamados a ser
cha a Jesús crucificado, contempla en cier- uno, y lo somos ya en cierto modo, porque
to modo a los hombres como muertos y re- en Jesús, primogénito entre muchos her-
sucitados en Cristo (cf. 2 Co 2,14-15), y nos manos, tenemos abierto el camino para acer-
hacer partícipes de su vida. El que es fuen- carnos al Padre común. Si la fraternidad en-
te y principio de toda la divinidad y es tam- tre todos se funda en la paternidad divina,
bién el principio de la economía salvadora sólo en la fraternidad puede vivirse la filia-
envía al mundo a su Hijo y al Espíritu San- ción. Entramos en relación con Jesús en vir-
to para conducir a sí mismo a toda la hu- tud de su Espíritu. Ahora bien, el Espíritu
manidad. Santo no es sólo un don a cada creyente, si-
En la obediencia al Padre y el cumpli- no también, y aun primariamente, un don a
miento de sus designios el Hijo se encarna la Iglesia. Nuestra unión con Cristo y la unión
y por nosotros muere y resucita. Asumien- entre nosotros, don de su Espíritu, son dos
do nuestra condición humana hace partícipes caras inseparables de la misma moneda. El
a los que en él creen de su relación filial con don del Espíritu y la filiación divina no son
Dios Padre. Aunque él es el Unigénito, en propiedad exclusiva, sino regalo a compartir,
virtud de su encarnación nos ha hecho sus quedando siempre a salvo la identidad per-
hermanos (cf. Mt 12,48-50 paral.; 25,40; sonal de cada uno que, en la donación de sí,
28,10; Rm 8,29; Hb 2,11.12.17; Jn 20,17). no desaparece, sino que se encuentra más
El que en virtud de su filiación eterna es el profundamente. En el símil paulino del cuer-
Hijo unigénito, que en rigor no puede com- po (cf. 1 Co 12,7-30; Rm 12,3-8; Ef 4,9-13)
partir con nadie su condición, en virtud de su es donde mejor se expresa la síntesis de es-
misterio pascual y por el don de su Espíritu tos aspectos personales y eclesiales del don
nos ha hecho compartir su filiación: se ha del Espíritu; unos y otros se exigen mutua-
hecho así el «primogénito entre muchos her- mente. La unidad del cuerpo en la diversi-
manos» (Rm 8,29). dad de los dones o carismas nos muestra
El Espíritu Santo, don del Padre y de Je- que cada uno participamos a nuestro modo
sús es el amor y el vínculo de comunión en- de la filiación divina de Jesús, insertos en su
tre el Padre y el Hijo. Nos une también a los cuerpo, y que nuestra respuesta personal a
hombres con Cristo y entre nosotros. Sólo en la llamada divina no es nunca indiferente pa-
virtud de su presencia podemos vivir como ra el bien de nuestros hermanos. La comu-
440 GRACIA
nión de los santos, en el doble sentido de la salvación, creer en Cristo, adherirnos per-
expresión, comunión en los bienes santos y sonalmente a él; así entra en nuestras vi-
también comunión personal de los miem- das la salvación que él ha obrado para to-
bros del cuerpo, es un aspecto irrenuncia- dos. No podemos pensar en caminos alter-
ble de la doctrina de la gracia. nativos, en concreto no lo son las obras de
la ley, que, por otra parte, en sí misma es
IV. EL PERDÓN DE LOS PECADOS. santa. No podemos apoyarnos en nosotros
LA JUSTIFICACIÓN mismos ni en nuestras propias obras. De lo
La vida en la comunión con Dios en nues- contrario, quitamos el valor a la muerte re-
tra condición de hijos en Cristo y por la ac- dentora de Cristo (cf. Ga 2,21). Sólo la fe
ción del Espíritu es posible sólo si Dios nos en Cristo nos justifica. Naturalmente Pablo es
perdona los pecados, si nos hace pasar de bien consciente de que el justificado debe
pecadores a justos. El perdón de los pecados obrar el bien, de que sus buenas obras flu-
es un elemento esencial de la presencia en yen normalmente de la fe en Cristo, de que
Jesús del reino de Dios, y este perdón está está obligado al cumplimiento de la ley mo-
en relación con la fe y el amor (cf. Mc 2,5 ral. La fe actúa por la caridad, quien ama
paral.; Lc 7,48). Pablo ha desarrollado una ha cumplido la ley (cf. Ga 5,6; Rm 13,8-10,
doctrina elaborada de la justicia salvadora y otros muchos pasajes). También la carta
de Dios manifestada en Cristo y de la justi- de Santiago amonesta contra una falsa con-
ficación por la fe sin las obras de la ley: cepción de la fe que no lleva al compromiso
«Ahora, independientemente de la ley, la cristiano. En las obras se muestra la fe. La fe
justicia de Dios se ha manifestado, atesti- sin obras es una fe muerta (cf. St 2,14-25).
guada por la ley y los profetas, justicia de La doctrina de la justificación por la fe,
Dios por la fe en Jesucristo para todos los pacíficamente poseída por la Iglesia duran-
que creen pues no hay diferencia alguna, te siglos, que no había sido nunca objeto de
todos pecaron y están privados de la gloria especial discusión, fue puesta en el centro
de Dios , y son justificados por el don de del interés teológico por Lutero. Esta ver-
su gracia en virtud de la redención realiza- dad es, según él, el articulus stantis et ca-
da en Cristo Jesús, a quien Dios exhibió co- dentis Ecclesiae, el artículo de fe en el que la
mo instrumento de propiciación por su pro- Iglesia se mantiene en pie o cae. En el de-
pia sangre, mediante la fe [...] en orden a seo de afirmar que la salvación viene de Dios
mostrar su justicia en el tiempo presente, solo, algunos aspectos de la doctrina tradi-
para ser él justo y justificador del que cree cional católica crearán dificultad a Lutero:
en Jesús [...] Pensamos que el hombre es la cooperación humana en la aceptación de
justificado por la fe, sin las obras de la ley la salvación y, por tanto, la libertad de la
[...] Porque no hay más que un solo Dios, misma, y la realidad del cambio que se pro-
que justificará a los circuncisos en virtud de duce en el hombre con el hecho de la justi-
la fe y a los incircuncisos por medio de la ficación. Él acentúa por su parte que nos
fe» (Rm 3,21-30). Este texto capital, y otros salva sólo Cristo, con la sola fe y sólo por
de parecida importancia (cf. Rm 4,1-4; 5,1; gracia. La justicia que de este modo se nos
10,3-4; Ga 3,16-21; 3,1-9), nos señalan otorga no sería propiamente nuestra, sino
claramente el pensamiento de Pablo: no hay que Dios nos considera justos en virtud de
salvación para los hombres más que en Cris- los méritos de Cristo, se trataría de una jus-
to; las obras de la ley no sirven para con- ticia «ajena». Parece excluirse toda inter-
seguir la justificación, nadie puede gloriarse vención del hombre y, a la vez, una efectiva
en ellas. Tanto para los judíos como para transformación de su ser por obra de la gra-
los gentiles no hay más que un camino de cia. Así la doctrina luterana se puede resu-
GRACIA 441
mir en la fórmula «a la vez justo y peca- amigo, heredero de la vida eterna (cf. D.
dor», justo porque se nos aplica la justicia de 1528; 1561). Las causas de la justificación
Cristo, pecador porque nuestro ser profun- se enumeran a continuación: la final, la glo-
do sigue marcado por el pecado. Pero más ria de Dios y de Cristo y la vida eterna; la
que precisar las doctrinas de Lutero nos in- eficiente es Dios misericordioso, que nos se-
teresan los contenidos del Decreto acerca lla con su Espíritu; la causa meritoria es la
de la justificación del Concilio de Trento, en satisfacción de Jesucristo mediante su pa-
la sexta sesión (cf. D. 1520-1583), que sigue sión y muerte; la única causa formal es la
siendo un punto de referencia esencial para justicia de Dios, no aquella por la que él es
la teología católica en esta materia. El De- justo, sino aquella por la que nos justifica
creto recoge la doctrina del pecado original, (cf. Rm 3,26) (cf. D. 1529; 1560). La caridad
reafirmada en la sesión V, para señalar que de Dios se infunde en los corazones de los
el hombre ha perdido la amistad con Dios y que son justificados mediante el Espíritu
no puede salir del estado en que se en- Santo, y en ellos está inherente. Al justifi-
cuentra, bajo el poder del diablo y de la cado, juntamente con la remisión de los pe-
muerte, por sus propias fuerzas. Su albe- cados se le infunden la fe, la esperanza y la
drío está inclinado al mal, pero no extingui- caridad. Se precisa que si a la fe no se le
do (cf. D. 1521). Cristo ha sido enviado por juntan la esperanza y la caridad no une per-
el Padre para redimir a los hombres, justifi- fectamente con Cristo (cf. Ga 5,6) (cf. D.
carlos y hacerlos hijos por adopción. Cristo 1530-1531). Por ello la justificación por la
ha muerto por todos, pero sólo reciben los fe significa que la fe es el principio de la sal-
beneficios de su muerte aquellos a quienes vación, y la justificación gratuita nos re-
les son comunicados los méritos de su pa- cuerda que nada de lo que precede a la jus-
sión. Con estos presupuestos se entra en el tificación, ni las obras ni la misma fe, la me-
tema específico (cf. D. 1523-1524). La jus- recen (cf. D. 1532). El Decreto tridentino
tificación es el paso del estado en que el junta a su valor formal una alta calidad teo-
hombre nace como hijo de Adán al estado lógica. Insiste fuertemente en el primado
de gracia y de filiación adoptiva. Este paso se de la gracia divina, y si habla también de la
da por el bautismo o el deseo del mismo (cf. respuesta humana y de la transformación
D. 1524). Son muy importantes las afirma- interior del hombre no es para reducir o li-
ciones del Concilio acerca de la necesidad mitar el valor de la gracia, sino al revés, pa-
de la gracia para el comienzo del proceso ra verla también activa en nuestra coope-
que lleva al hombre a la amistad con Dios; ración. Es siempre decisiva la primacía de
ningún mérito por nuestra parte puede dar la acción divina. La justificación del pecador
lugar a que Dios se acerque a nosotros. Aho- tiene su fundamento en la reconciliación del
ra bien, es esta misma gracia de Dios la que mundo consigo que el Padre ha llevado a
excita y ayuda para que los hombres libre- cabo en Cristo (cf. 2 Co 5,18-21; Rm 3,25-
mente cooperen con ella y a ella asientan 26; 4,25). La iniciativa divina en la salva-
(cf. D. 1525; 1554). La justificación supone ción de cada uno de los hombres se basa,
en los adultos un proceso que culmina con la por tanto, en la radical iniciativa divina en
recepción del bautismo (cf. D. 1526), que la salvación que nos trae Jesús. Pero la ac-
el propio Concilio definirá «sacramento de ción de Dios se da realmente en nosotros,
la fe» (D. 1529). La justificación misma que no al margen de nuestro ser, y provoca
sigue a la preparación no consiste sólo en nuestra cooperación libre, ya que Dios quie-
el perdón de los pecados, sino en la santifi- re hacernos en verdad interlocutores suyos.
cación y renovación interior del hombre; por Se ha pensado durante siglos que las po-
ella se hace de injusto justo, de enemigo siciones de católicos y luteranos a propósi-
442 GRACIA
to de la justificación eran irreconciliables. El nos salva sin nuestra voluntad y sin la acep-
diálogo ecuménico de los últimos decenios tación libre de su don, y que el hombre jus-
ha producido una aproximación no despre- tificado, realmente transformado en su in-
ciable de los puntos de vista. Un progreso terior, es capaz, siempre con el auxilio divi-
notable en el camino del consenso se con- no, de obrar el bien y de dirigir su vida hacia
siguió con la firma en Augsburgo, el 31 de la vida eterna. Estas verdades encuentran
octubre de 1999, de la «Declaración con- su expresión en la doctrina, no siempre libre
junta de la Iglesia católica y de la Federa- de malentendidos, del «mérito». La justifi-
ción Luterana Mundial sobre la doctrina de la cación, el paso de la situación de enemis-
justificación» a la que acompaña una «De- tad con Dios a la de la amistad, no significa
claración oficial común» con un «Anexo» el punto de llegada de la vida cristiana.
que precisan el valor del acuerdo alcanza- Nuestra amistad con Dios y nuestra inser-
do (textos en español en Diálogo ecuméni- ción en Cristo deben crecer e intensificarse
co 34 [1999] 675-707). Se reconoce al alto con el libre asentimiento a la obra de Dios en
grado de consenso logrado en «verdades nosotros. Del hombre justificado han de bro-
fundamentales», de manera que se puede tar, como los frutos del buen árbol, las obras
decir que los anatemas y las condenas mu- buenas. En el Nuevo Testamento se repite
tuas que se produjeron en el siglo XVI ya el principio de que Dios juzgará a cada uno
no alcanzan en este momento a la otra par- según sus obras (cf. Mt 16,27; Rm 2,6;
te. Puntos centrales del acuerdo son: que 14,10-12; 1 Co 3,8). A la vez está claro que
la justificación es una verdad fundamental de la recompensa que el Señor nos dará va
la fe cristiana; que la iniciativa de la justifi- más allá de lo que merecemos y excede to-
cación viene de Dios; que el hombre la re- do lo que con medidas humanas se pueda
cibe por la fe y no puede conseguirla por los pensar (cf. Rm 8,18; Mt 20,1-16). El bien
propios méritos. En algunos puntos no hay que hacemos y por el que el Señor nos re-
todavía coincidencia total: la transformación compensa es siempre don suyo. Recogien-
interior; el sentido de la fórmula «a la vez do los planteamientos sobre la cuestión de
justo y pecador»; la concupiscencia; la co- la gran escolástica, el Concilio de Trento ha
operación del hombre. El «Anexo» a que dedicado un capítulo a esta doctrina en el
nos hemos referido ofrece alguna mayor luz: Decreto de la justificación (cap. 16, cf. D.
la «justificación es el perdón de los peca- 1545-1549). Después de recordar los tex-
dos y una acción que nos hace justos a tra- tos del Nuevo Testamento que hablan de la
vés de la cual Dios da al hombre la vida nue- recompensa que Dios nos promete (cf. 1 Co
va en Cristo [...] En verdad somos interior- 15,48; Hb 6,10...), el Concilio afirma la ne-
mente renovados por la acción del Espíritu cesidad de la unión con Cristo para toda
Santo y somos siempre dependientes de su obra meritoria y grata a Dios (cf. Ef 4,15;
obra en nosotros». Jn 15,5). De la unión con Cristo brota la es-
peranza de la vida eterna y las buenas obras
V. GRACIA Y LIBERTAD. LA PLENITUD DEL HOMBRE que realizamos bajo la acción de la gracia.
La salvación de Dios no significa la anula- No establecemos nuestra justicia indepen-
ción del hombre sino su realización plena. dientemente de la de Dios. Aunque la justi-
La vida en la filiación divina y en la comunión cia sea «inherente» a nosotros, es sola-
con los hermanos es don y es regalo gra- mente nuestra en cuanto se nos infunde la
tuito, sólo en el reconocimiento del favor de justicia de Dios por los méritos de Cristo.
Dios mediante la fe en Jesucristo se acce- Hasta las más pequeñas obras tienen valor
de a ella. Pero la teología católica ha teni- ante Dios (cf. Mt 10,42). Pero nos podemos
do siempre cuidado en afirmar que Dios no gloriar sólo en el Señor, cuya bondad para
GRACIA 443
nosotros es tan grande que quiere que sus divina se manifieste en el momento de la
dones sean méritos nuestros (cf. D. 1549; D. manifestación de Cristo. La gracia no des-
248). La bondad y el favor de Dios, su gra- truye la naturaleza, sino que la perfecciona,
cia manifestada en Cristo, dan al hombre reza un antiguo principio de la escolástica.
su plenitud. Lejos de oponerse a la libertad Dado que el hombre tiene sólo una voca-
humana, la presencia de Dios la posibilita y ción, y ésta es la divina (GS 22), sólo con la
la sostiene. Nos libera de la esclavitud del gracia de Dios aparecida en Cristo puede el
pecado y, por consiguiente, nos permite ha- hombre llegar a la plenitud para la que ha
cer el bien. Ésta es la obra de Dios en nos- sido creado. A todos los hombres alcanza el
otros, pero esto no quiere decir que no se- designio de Dios de recapitular todo en Cris-
amos nosotros los que obramos. La gracia y to (cf. Ef 1,10). Por ello es tarea de todos
la libertad crecen al mismo tiempo, aunque los cristianos lo que Pablo consideraba la mi-
no sea posible precisar cómo se relacionan sión recibida del Señor Jesús: «... dar testi-
la una y la otra. La acción de Dios en nos- monio del Evangelio de la gracia de Dios»
otros participa del carácter misterioso de (Hch 20,24). La gracia de Dios es buena no-
Dios mismo. ticia para todos los hombres.
La teología de la gracia nos abre a la es-
peranza de la plenitud escatológica. La jus- Bibliografía
tificación es ya una realidad en nosotros, pe- F.G. BRAMBILLA, Antropologia teologica. Chi è l’uo-
ro en algunos pasajes se habla de ella co- mo perché te ne curi?, Brescia 2005. G. COLZANI,
mo de un acontecimiento futuro (cf. Rm Antropologia teologica. L’uomo paradosso e mis-
3,30; Ga 5,5). Poseemos las primicias del tero, Bologna 1977. A. GALINDO RODRIGO, Compen-
Espíritu, pero anhelamos todavía el rescate dio de la gracia. La gracia expresión de Dios en el
de nuestro cuerpo (cf. Rm 8,26). El Espíritu hombre. Hacia otra visión de la antropología cris-
es prenda de nuestra herencia (cf. Ef 1,13- tiana, Valencia 1991. M. GELABERT BALLESTER, Sal-
vación como humanización. Esbozo de una teolo-
14; 2 Co 1,22; 2,5). Nuestra filiación divina
gía de la gracia, Madrid 1985. L.F. LADARIA, Teolo-
recibirá todavía una mayor plenitud en la
gía del pecado original y de la gracia, Madrid 20042.
consumación escatológica: «Queridos, aho-
J.L. LORDA, La gracia de Dios, Madrid 2004. G. MAN
ra somos hijos de Dios y aún no se ha ma-
CA, La grazia. Dialogo di comunione, Cinisello Bal-
nifestado lo que seremos. Sabemos que, samo 1977. K.H. MENKE, Das Kriterium des Chris-
cuando se manifieste, seremos semejantes tseins. Grundriss der Gnadenlehre, Regensburg
a Él, porque lo veremos tal cual es» (1 Jn 2003. F. OCÁRIZ, Naturaleza, Gracia y Gloria, Pam-
3,2). La plenitud de la filiación divina se iden- plona 20012. J.L. RUIZ DE LA PEÑA, El don de Dios.
tifica aquí con la plenitud de la semejanza y Antropología teológica especial, Santander 1991.
se relaciona también con la visión beatífica. J.A. SAYÉS, La gracia de Cristo, Madrid 1993. A.
La vocación inicial del hombre a ser imagen SCOLA, G. MARENGO y J. PRADES, La persona umana.
y semejanza de Dios (cf. Gn 1,26-27) se re- Antropologia teologica. Milano 2000.
alizará en plenitud cuando nuestra filiación L.F. Ladaria
H
Historia
fía medieval, si bien como dice Gili Gaya de sabio que tiene el griego histôr [...] Es-
en la Nota preliminar «no se limita como ta serie continúa está en relación indu-
sus predecesores a yuxtaponer las equiva- dable con el verbo histêmi, disponer, colocar
lencias castellanas a las palabras latinas dis- con sistema, ordenar, lo cual revela el sen-
puestas en serie alfabética, sino que las tido profundo de la voz del artículo. Y así di-
acompaña a menudo de explicaciones lite- ce Monlau: la historia es el relato de una
rarias, gramaticales, mitológicas e históri- serie de sucesos reales y dignos de memo-
cas, a veces extensas, que le dan cierto ca- ria, presentados en su encadenamiento y
rácter incipiente de diccionario enciclopédi- con unidad de plan». Siguen luego como
co de humanidades grecolatinas». Revela, hacen todos los diccionarios habitualmen-
por tanto, la perduración medieval de un te las indicaciones de otros usos del tér-
concepto preciso: «Historia leemos prime- mino «historia» en el habla vulgar.
ro en el latín medieval de Alonso de Palen- El Diccionario crítico etimológico de la len-
cia est narratio rei geste, per quam ea que gua castellana, de Joan Corominas (Madrid
in preterito facta sunt dignoscuntur. Dicta 1954), no define el término «historia»; envía
autem grece historia ab historin [sic], quod al lector a la disertación de K. Keuck, teni-
est videre vel cognoscere. Apud veters enim da en Münster el año 1934, titulada Histo-
nemo scribebat historiam nisi is qui inter- ria, Geschichte des Wortes und seiner Be-
fuisset». Y seguidamente, en román pala- deutung in der Antike und in den romani-
dino, «historia es narraçión o cuento de co- schen Sprachen, de cuyo contenido no da
sa acaesçida: por la qual se saben los fe- indicación alguna, y remite para el castella-
chos passados. Dizese historia de historein no a la reseña de G. Sachs, cuyo título se
en griego, que es veer o conosçer, porque omite. Se entretiene Corominas principal-
ninguno de los antiguos escriuia historia sa- mente en la peculiaridad del término «es-
luo el que hauia en aquellos fechos interve- toria». Indicio de la desigual calidad de tra-
nido». tamiento en las numerosas entradas de un
Corría ya 1881 cuando Roque Barcia, en diccionario que puede considerarse pionero
el que tituló con evidente empaque Primer y que se emplea, según parece, con mayor
diccionario general etimológico de la lengua cuidado a los vocablos problemáticos que a
española, situaba la historia en la catego- las voces cultas y de entronque homogéneo
ría de «Buenas Letras» y eso que para estas con su origen clásico. Véase dicho sea de
horas había sonado ya la hora de las nue- paso la diferencia que media entre este in-
vas humanidades y la historia no se consi- completo tratamiento etimológico y la es-
deraba ya cuestión de señorío de pluma, si- cueta nitidez de la definición del término
no ciencia estricta y convencimiento del va- «historia» que da la Encyclopédie.
lor de unos nuevos métodos más próximos Pero el término «historia» es recibido en
a las ciencias experimentales. En todo ca- las lenguas romances del caudal latino. El
so, el periodista, político y constante revol- largo artículo dedicado a la «historia» en el
toso don Roque la define con acuerdo a la Thesaurus linguae latinae hace patente el ri-
inmutable tradición: «Narración y exposi- gor científico garantizado por las cinco aca-
ción verdadera de los acontecimientos pa- demias germánicas que lo vienen editando:
sados y cosas memorables». Y con referen- las de Berlín, Gottingen, Leipzig, Munich y
cia a la etimología dice: «El griego historia, Viena (cf. vol. VI/3, Teubner-Leipzig 1936-
representa una forma simétrica de historeô, 1942, cols. 2833ss.; cf. et. los dos volúmenes
yo inquiero, yo averiguo, derivado de his- instrumentales del Thesaurus: a) Praemo-
tôr, el testigo, el que sabe una cosa, por- nenda de rationibus et usu operis, Teubner,
que la ve; de donde viene la significación Leipzig 1900; b) Index librorum scriptorum
446 HISTORIA
manorum fragmenta, ed. Peter 1883 (ed. vestigar, informarse. Es el sentido primor-
min.) 5, 18, 1: «Historiam ab annalibus qui- dial y más extenso del término “historia”
dam differre eo putant, quod cum utrum- continúa diciendo Marrou que todavía se
que sit rerum gestarum narratio, earum pro- percibe en la frase famosa con que se ini-
prie rerum sit historia, quibus gerendis in- cia la obra más antigua que se ha conser-
terfuerit is qui narret». Maurus Servius vado de los historiadores griegos: He aquí
Honoratus, grammaticus (fin siglo IV-princ. el relato de la investigación emprendida por
V), In Vergilium Commentarius, ad Aene- Herodoto de Halicarnaso para impedir que
am 1, 173: «Historia est eorum temporum las acciones llevadas a cabo por los hom-
quae vel vidimus vel videre potuimus, dicta bres sean olvidadas por el tiempo». Al par,
apo tou historein, id est videre; annales ve- hay que tener en cuenta el ramaje que se
ro sunt eorum temporum, quae aetas nos- deriva del tronco principal hasta completar-
tra non novit; unde Livius ex annalibus et se sustancialmente en época helenística.
historia constat». Platón había hablado de «historia» para re-
En nuestro retroceso por las márgenes ferirse a la naturaleza entera en el sentido de
de la evolución lexicográfica y semántica del una extensión cuyo núcleo era la física, Aris-
término «historia» hacia las fuentes prime- tóteles habla de la «historia de los anima-
ras no sería justo detenerse ignorando el les», Teofrasto de la «historia de las plan-
estadio griego y la relevante impronta in- tas». Historia natural, en fin. Todavía hoy
doeuropea. Por lo demás es terreno cono- los diccionarios siguen recogiendo como ya
cido. En L’Histoire et ses méthodes «bou- se ha visto estas ramificaciones.
quin» de L’Encyclopédie de la Pléiade, de Como conclusión interesante pese a su
Gallimard, 1774 páginas en papel biblia, di- obviedad , debemos señalar que la evolu-
rigido por Charles Samaran, prestigioso ción semántica del término «historia» es de
Membre de l’Institut Henri-Irénée Marrou una homogeneidad notoria y si quisiéramos
escribió el primer artículo, el que tras el Pré- determinar con palabras de Federico Suá-
face abre la rica colección de estudios so- rez «las notas de lo que comúnmente, y
bre aspectos, disciplinas, técnicas o áreas desde siempre, se ha venido entendiendo
de estudio muy diversas concernientes a la por historia, parece que habría que concre-
historia. «Explanatio terminorum», hubie- tar estas tres: hechos verdaderos, pertene-
ran dicho los escolásticos setecentescos u cientes al pasado, de cierta relevancia» (Re-
ochocentescos antes de iniciar la «disputa- flexiones sobre la historia y sobre el méto-
tio» sobre una tesis de escuela. «Qu’est- do de la investigación histórica, Madrid 1977,
ce que l’Histoire?», se titula el menciona- 22). La sencillez de esa formulación tiene
do artículo de Marrou pergeñado como co- la ventaja de defender la autenticidad de la
rresponde a tal autor. «El término escribe historia frente a la agresión de posibles ori-
es herencia del griego antiguo, y más pre- ginalidades caprichosas; pero adviértase
cisamente del dialecto jonio; historia en- bien que no se trata de una definición pro-
tronca con la raíz indoeuropea wid-: en grie- piamente tal: son notas características, cua-
go eidô, en latín uideo, en paleo-eslavo vid- lidades que sirven para distinguir la histo-
jeti (en ruso videt’), “ver”, en griego oida, en ria de posibles semejanzas o remedos. Por
gótico witan (en alemán wissen, en inglés lo demás, esas tres notas tienen que ver
wit), en galés gwydd (en breton gouez), con el objeto de la historia: no son, por lo
“saber”, en sánscrito Veda, “El Saber” (por tanto, las únicas. Bien lo explicita el profe-
excelencia), por intermedio del nombre de sor Suárez. Es preciso hablar también del
agente histôr, aquél que sabe, el experto, método, de los síes y de los noes, de las hi-
el testigo, de donde el verbo historeô, in- pótesis y de los interrogantes, de la crítica
448 HISTORIA
gro de jugo vital, por provenir de la sola in- eclipses, fases de la luna, comienzos de las
trospección, o de la elucubración en sole- estaciones. Todos los grandes aconteci-
dad o del corto horizonte (si no de la expe- mientos de la vida eran vividos con íntima
riencia singular) del estudioso. A esta luz conmoción: la muerte y el nacimiento, las
cobra sentido fuerte el adagio que reza His- bodas y los ritos de iniciación, las entroni-
toria est magistra vitae: porque, como todo zaciones regias y los enterramientos de los
magisterio que merezca ese nombre, añade soberanos, la imposición del nombre. Rela-
y sobreabunda como fuente que transmite el tos mito-poéticos se conservan en la Biblia
sabio caudal de los siglos que vale tanto y y son particularmente eximios los que se
más que el más rico campo de experimen- leen en los 11 capítulos iniciales del Génesis
tación. para darse cuenta del surtidor sapiencial
que son capaces de generar en quien los
II. LA HISTORIA Y EL HOMBRE estudia.
1. Origen de la historia como transmisión Juntamente con el mito y participando de
cultural su mismo prestigio social está la literatura
Antes de la historia fue el mito. Y antes del sacerdotal o sapiencial; o también otros es-
mito, los pueblos sin historia, sin palabras, critos que, sin pretender transmitir una cos-
sin escritura. Pero toda huella humana es movisión, dan la imagen espiritual de una
elocuente y los ojos humanos han sabido cultura o de una época. La adopción de la
descubrir noticias interesantísimas de los escritura marca en el recurrir del tiempo hu-
más primitivos tiempos, aun cuando sea más mano un avance gigantesco para asegurar la
lo que se ignora que lo que se sabe; más lo memoria de la humanidad y contribuir a la
que se hipotiza que lo que se debe admitir objetivación de sus contenidos. Fue inven-
como inconcuso. El mito es profundamen- tada para garantizar la fidelidad en las acti-
te humano, capaz de transmitir sabiduría y vidades económicas en el primitivo Próxi-
experiencia histórica. Suele hablarse de los mo Oriente. Hasta no hace mucho tiempo
mitos como si fuesen narraciones arcaicas la teoría más difundida entre los especialis-
que han sido vida de las antiguas sociedades tas situaba el origen de la escritura en el
y que puesto que ejercían una función mo- sur de Irak, hacia 3.000 a.C. Se considera-
délica conservan un vigor capaz de reto- ba lo más probable que fuese en Uruk, que
ñar todavía hoy en la sensibilidad y el ta- para esa época había vivido una larga his-
lento de quien los considere. Así retoñaron toria, donde estuvo el epicentro de tamaño
los mitos grecorromanos en el talento y sen- avance cultural. Hoy en día se da por más
sibilidad de los renacentistas contribuyen- cierto que la invención de la escritura obe-
do a dar forma a la modernidad modelan- dece a un proceso gradual, sobre una amplia
do el gusto, creando nuevos cánones de be- zona geográfica: no solamente Uruk; Nínive
lleza, espacios arquitectónicos, aprecio del (Irak), Tell Irak, Habuba Kabira (norte de
cuerpo humano, construcción paisajística de Siria), Susa, Choga Mami, Godin Tepe (oes-
villas y jardines, regenerando el arte, en te de Irán) conservan tablillas inscritas per-
una palabra, y excitando el espíritu de in- tenecientes al final del cuarto milenio a.C.,
vestigación . Pero el mito es no sólo narra- pero en su factura y elaboración remiten a
ción y relato: es la expresión integral de un una tradición anterior cuyo origen está por
momento total existencial, plasmación de comprobar. (J.T. Hooker y otros, Leyendo el
momentos intuitivos fuertes mediante la pa- pasado. Antiguas escrituras del cuneiforme
labra, la música, los coros, los poemas, los al alfabeto, Madrid 1990; cf. el sin duda clá-
sacrificios y las celebraciones cúlticas con sico J.G. Février, Histoire de L’Écriture, Paris
participación del cosmos: inundaciones, 1959).
450 HISTORIA
Grecia ha sido la primera patria de la his- viajado por Asia Menor, Grecia y Egipto. Los
toria. Dos generaciones antes de que Hero- antiguos dedicaron sus nueve libros de His-
doto viese la luz escribían ya de asuntos que torias a las nueve musas (nueve, sí; no sie-
conciernen a la historia y que ya no son sim- te, como luego fueron). Tucídides (ca. 460-
plemente mitología: Hecateo de Mileto (560- 400 a.C.) escribe la Guerra del Peloponeso
480 a.C.) había sido pionero de trabajos so- ocho libros, 1500 páginas de las moder-
bre genealogía se dice que escribió una nas ediciones librada durante 27 años en-
obra en nueve libros, organizando los mu- tre Atenas y Esparta, y en la que Tucídides
chos datos confusos sobre los orígenes y intervino personalmente como estratega.
deseando organizar con la posible lógica las Escribe, por tanto, en muchos casos como
sucesiones de los héroes y sus parentescos. testigo de visu. Se le achaca su concisión
Lo mismo en sus dos libros de geografía o de escueta en las narraciones en contraste con
etnografía titulados Descripción de la tierra, su profusión en los discursos y arengas. Tais
en el cual se integraba un mapa de la tie- de Hellanicus, Philistus, Timeo, el gran Je-
rra conocida. De estos trabajos sólo se con- nofonte con sus Hellenica, su Hierón de Si-
servan fragmentos. De otra parte, la histo- racusa o su Ciropedia dicen autores fran-
ria local se estrena con Charon de Lámpsa- ceses que hasta el Telémaco de Fenelon no
co que escribió la historia de su patria. Janto, se volvió a escribir una biografía tan en-
por su parte, escribió las Lidíacas. Además cantadora tiende con su pluma magistral
por esa misma época ya conocemos autores más a lo episódico que a la grandeza de las
diversos que tratan de estas tres áreas: ge- concepciones históricas. Éforo, el primero
nealogía, geografía e historia local. Todos en intentar una historia universal de Gre-
tienen el marchamo de los inicios con preo- cia, Theopompo con su Philippica ensaya el
cupaciones sobre los orígenes, las funda- género biográfico, donde en el centro del
ciones, prestan poca atención a los sucesos gran angular se halla un protagonista sin-
recientes a no ser las guerras persas que gular que arenga, aconseja y dirige la ha-
atraen más su mirada. La cronografía en zaña moral o política. Calístenes y toda la
época contemporánea de Tucídides co- pléyade de historiadores de Alejandro. Con
mienza con Hellanicus y con Hippias de Elis razón puede Grecia enorgullecerse de sus
entre otros autores de esa misma época, historiadores y del gran prestigio de un gé-
todos los cuales ofrecen datos de diversos nero que todos los pueblos habían de ver
lugares de Grecia y contribuyen a una mejor como necesario para lograr, robustecer, in-
datación de los hechos. Herodoto, Padre de terpretar y hacer respetar la nacional idio-
la Historia, refleja las preocupaciones de sus sincrasia.
predecesores, pero amplía el campo de vi- Cuando Roma comenzó a escribir historia
sión; se alimenta de noticias provenientes lo hacía en griego y no pensaba que fuese
de las historias locales de diversos lugares posible hacerlo en latín por lo venerable de
coordinándolas con los grandes acaecimien- su objeto y el respeto que merecía su fun-
tos y a los grandes protagonistas explicán- ción. Fabius Pictor, el primer historiador ro-
dolos y atribuyéndoles justa y prudente res- mano, escribió su historia en griego y co-
ponsabilidad en las ocurrencias posteriores. mo él otros. El primero que empleó el latín
Su estilo narrativo es vívido, elegante y ame- fue Postumius Albinus autor de los Origines,
no. Consigue vigorosas re-creaciones del pa- pero no pudo evitar que Catón lo tildase de
sado que serán de tanto prestigio en su- petulante. Tras él otros se embocaron por
cesivas generaciones de historiadores . Da el mismo camino de la lengua vernácula pa-
noticias de medos y persas, fenicios, lidios, ra relatar la historia. Escritores de Annales
griegos, egipcios y escitas. Él mismo había que fueron precursores de los analistas de la
HISTORIA 451
Respublica: Licinius Macer, Claudius Qua- sexto donde aplica cordura y magistral aná-
drigarius, Valerius Antias y sobre todos Titus lisis a los contextos y acaecimientos de la
Livius (ca. 60-17 a.C.). Son muchos los es- dinastía Julia siguiendo el estilo de aquellos
critores de Annales que se remontan en su historiadores que habían narrado compen-
historia a los orígenes de la Urbe Romana. diosamente la historia de la República. De-
Han usado como fuente los Annales de an- muestra Tácito un conocimiento muy gran-
teriores escritores y han acrecentado el cau- de del corazón humano, de sus flaquezas e
dal con el acopio de fuentes familiares y tra- inclinaciones y re-crea situaciones y descri-
diciones orales. La época de los Gracos per- be caracteres con inigualable sensibilidad.
dió el gusto por los Annales y más que la Tiene que situar siempre en el centro de sus
repetición de los hechos buscó la historia páginas al emperador porque eso lo lleva
política que dejase constancia de las reali- consigo todo régimen político personalista.
dades contemporáneas a la manera de Tu- Del mismo modo que trae también consigo
cídides. Figura significativa es Sisenna, pre- devengos inseparables de corrupción. La
decesor de Cayo Salustio Crispo (83-35 mejor obra de Tácito es la Vita Agricolae,
a.C.), autor además de tantas páginas per- modelo de biografía y de delicioso estilo. De
didas de dos obras justamente celebradas situ, moribus et populis Germaniae libellus es
como son la De bello Iugurthino y De co- obra de materia geográfica y etnográfica,
niuratione Catilinae. Continuador de Salus- cuya motivación y origen promueve deba-
tio fue Asinius Pollio. Aemilius Scaurus, Ru- tes no fácilmente resolubles: resulta una
tilius Rufus, Sulla, escribieron sus recuer- novedad incuestionable, pero extraña entre
dos de batallas en que intervinieron, pero los habituales objetos de atención del sabio
ninguno alcanzó la fama de los Commenta- historiador. Los renacentistas Cosme de
rii de Caesar que adquirieron nombre y se Médicis, Hugo Grocio, o G. Vosio recono-
leen todavía hoy. Pero para los romanos na- cieron a Tácito como estrella de primera
die como el gran Tito Livio a quien conside- magnitud. De Justo Lipsio se dice que co-
raron el Herodoto latino o como Salustio en nocía todas sus obras de memoria y que por
quien vieron a Tucídides redivivo. eso fue llamado Sospitator Taciti. Cayo Sue-
Después de Tito Livio nadie escribió con la tonio Tranquilo escribió Duodecim Caesares,
finura de que él hizo gala describiendo la obra que tuvo muchos imitadores. Entre és-
época republicana. Es más en el año 25 d.C. tos cabe citar al autor de Historia Augusta,
Cremutius Cordus pagó con su vida las ve- modelo de mendacidad, pese a la supervi-
leidades republicanas deslizadas en sus pá- vencia que sus páginas han logrado, más
ginas. La era imperial, tan gloriosa como que merecido. El último gran historiador ro-
fue, exigió historiadores especializados en mano ya es a fines del siglo IV: Ammianus
la biografía. El pasado republicano diríase Marcellinus. El decaimiento del Imperio era
que pasó al olvido. Cayo (o Publio) Cornelio ya patente y los historiadores cristianos es-
Tácito (¿54 ó 57? d.C., se supone que mu- taban más atentos al acontecimiento ecle-
rió octogenario) en sus Historiarum libri sial de la Ciudad de Dios que a los análisis
conservados sólo los cuatro primeros y al- políticos de lo que veían languidecer sin re-
gún fragmento del quinto estudia la evo- medio.
lución de la dinastía Flavia de la que fue con- Los historiadores cristianos escribieron
temporáneo. Posteriormente escribió Anna- en latín y en griego, y así hasta nosotros ha
les de los que sólo se conservan los cuatro llegado la corriente dúplice de las dos cul-
primeros libros, parte del quinto, fragmen- turas que si no únicamente, sí por encima
tos del sexto, completos del undécimo al de cualquier otra nos han transmitido la
decimoquinto y buena parte del decimo- tradición stylo historico (cf. Prosopographia
452 HISTORIA
Imperii Romani, saeculis I, II, III, 6 vols. limitada que a otros he dado está encerra-
Berlin-Leipzig 1933-1948; A. Momigliano, da en un campo de leyes decretadas por Mí.
Sui fondamenti della Storia Antica, Torino Pero tú no estás constreñido por barrera al-
1984; íd., La historiografía griega, Barcelo- guna; y, puesto que te he dejado bajo la
na 1984; Ch.W. Fornara, The nature of his- potestad de tu propio albedrío, con él go-
tory in Ancient Grece and Rome, Berkeley- bernarás tu naturaleza. Te he puesto en me-
Los Angeles-London, 1983). dio del mundo para que desde allí te perca-
tes mejor de todo lo que hay en él. No te
2. El hombre, objeto de la historia he hecho ni celeste ni terreno, ni mortal ni
Puede decirse que aquel alentar humanista inmortal, para que por ti mismo como li-
de las élites «quatrocentescas» y «cinque- bre y soberano artífice te plasmes y te es-
centescas» se encarna en la professio his- culpas según la forma que tú mismo elijas.
toriae tal como se entiende hoy. El profe- Podrás degenerarte descendiendo como las
sional de la historia podría asumir como le- bestias; podrás, según tu propio querer, re-
ma propio desde el surgimiento de las generarte ascendiendo hacia lo alto, hacia
nuevas humanidades y desde que la nueva las cosas divinas» (Oratio de hominis dig-
historia ha obtenido carta de naturaleza en nitate, en Giovanni Pico della Mirandola/G.F.
la república de las Ciencias y de las Letras Pico, Opera omnia [1557-1573], I. Hildes-
la formulación clásica del verso de Teren- heim 1969, 314. Cf. edición castellana del
cio: «Homo sum: humani nihil a me alie- discurso De la dignidad del hombre, prepa-
num puto» (Heautontimoroúmenos, act. I, rada por L. Martínez Gómez, Madrid 1984).
esc. I, v. 77). Con razón Pico della Mirandola ha podido
Pero ¿qué es el hombre? La respuesta ha ser calificado como el «ejemplo más puro
sido unánime durante siglos: homo est ani- del humanismo cristiano». Su inteligencia
mal rationale. Definición, ésta, que trae pro- del hombre conecta con el desarrollo veri-
bablemente su origen de las conversacio- ficado en la antropología desde el siglo XIX,
nes del Peripato. Por su elementalidad esen- a partir de Kant y de Hegel más singular-
cial ha podido parecer evidente por más de mente. El hombre es entendido desde en-
dos milenios. Atribuida por Jámblico a Aris- tonces como un ser esencialmente incom-
tóteles y aceptada más tarde por la esco- pleto, que debe construirse a sí mismo.
lástica en los siglos medievales, su presti- «¿Por qué hay, en general, historia? pre-
gio sigue siendo válido en la época ilustrada gunta Karl Jaspers . Por el hecho de que el
y en la Aufklärung. Bien se entiende que tan hombre es finito, inconcluso e inconcluible,
escueta y dramática definición materia y debe en su transformación a través del tiem-
espíritu componiendo un único ser había po percatarse de lo eterno y sólo por ese
de ser semilla de una fronda de considera- camino puede hacerlo. El carácter inconclu-
ciones contemplativas y admirativas. Con so del hombre y su historicidad son una mis-
intuición que se adelantaba a los tiempos ma cosa. La limitación del hombre excluye
lo expresaba Giovanni Pico della Mirandola ciertas posibilidades: no puede haber nin-
poniendo en labios de Dios creador estas gún estado ideal sobre la tierra. […] Por la
palabras dirigidas al primer hombre: «Adán, permanente inconclusión de la historia, to-
Yo no te he dado un puesto determinado, do debe cambiar, ser constantemente de
ni un aspecto propio, ni prerrogativa alguna otra manera» (K. Jaspers, Origen y meta de
peculiar, a fin de que tú los consigas aquel la Historia, Madrid 1980, 301).
puesto, aquel aspecto, aquellas prerrogati- Pero ese impulso de saber acerca del
vas que pudieras desear y los poseas con hombre y de su devenir admirable en todo
tu propia voluntad y decisión. La naturaleza caso misterioso no está forjado sobre un
HISTORIA 453
interés filológico, erudito, arcaizante. «Se actual, que es de suyo arcaizante» (ibid,
ha dicho (Spengler) ha escrito Ortega y 177). Y, en fin: «Los filólogos llamo así a
Gasset que los grecorromanos eran inca- los que hoy pretenden denominarse histo-
paces de sentir el tiempo, de ver su vida co- riadores» (ibid, 178).
mo una dilatación en la temporalidad. Exis- Don José Ortega y Gasset tenía áurea pa-
tían en un presente puntual. Yo sospecho labra, decir irreprochable. Por otro lado, la
que este diagnóstico es erróneo, o, por lo pluma de don Claudio Sánchez Albornoz era
menos, que confunde dos cosas. El greco- culta, con un toque de adustez. Puestos al
rromano padece una sorprendente cegue- diálogo el respeto era recíproco. El historia-
ra para el futuro. No lo ve, como el daltóni- dor, transformando la ironía del filósofo en
co no ve el color rojo. Pero en cambio vive alegoría didáctica, escribe: «De palabra de
radicado en el pretérito. Antes de hacer aho- égloga ha calificado Ortega y Gasset, con
ra algo da un paso atrás como Lagartijo al ti- una sonrisa burlona, el vocablo «fuente»
rarse a matar; busca en el pasado un mo- aplicado a los testimonios del pasado. Pa-
delo para la situación presente, e informado labra certera, porque de ellas fluye el río de
por aquel se zambulle en la actualidad, pro- la Historia. La multiplicación de esas fuentes
tegido y deformado por la escafandra ilustre. viene a hinchar el curso de sus aguas. O, lo
De aquí que todo su vivir es en cierto modo que es igual, a facilitar el conocimiento cien-
revivir. Pero esto no es ser insensible al tiem- tífico del ayer, al ofrecernos nuevo caudal
po […] Significa simplemente un cronismo de hechos históricos» (Historia y libertad.
incompleto, manco del ala futurista y con Ensayos sobre historiología, Madrid 1974,
hipertrofia de antaños. Los europeos hemos 37-38)
gravitado desde siempre hacia el futuro y Estamos, pues, ante la historia como ac-
sentimos que es ésta la dimensión más sus- titud de quien está despierto ante el curso de
tancial del tiempo, el cual, para nosotros, los aconteceres que, por ser humanos, re-
empieza por el después y no por el antes. claman una curiosidad sumamente noble .
Se comprende, pues, que al mirar la vida «Yo no me siento interpelado por los árbo-
grecorromana nos parezca acrónica». les del campo, sino por los hombres de la
Pero íbamos diciendo que el interés his- ciudad» dicen que declaró Sócrates . Es
tórico nunca es el prurito filológico, el deta- decir, por los hombres y la política, los hom-
llismo erudito o el afecto arcaizante de quien bres y sus relaciones recíprocas, la justicia
señala siempre anticipaciones históricas aná- y el derecho, sus avatares sucesivos. Es,
logas al evento de que se trate. Al afecta- por tanto, la historia un instinto serio, orien-
do por ese impertinente prurito lo llama Or- tado por la curiosidad sapiencial y, porque
tega y Gasset filólogo: «Esta como manía toda ciencia es histórica y el progreso es ne-
de tomar todo presente con las pinzas de cesariamente un devenir en el que la liber-
un ejemplar pretérito se ha transferido del tad humana es protagonista, requiere vigi-
hombre antiguo al filólogo moderno. El filó- lia mental y capacidad de distinguir los per-
logo es también ciego para el porvenir. Tam- files de las realidades concretas. Se ha
bién él retrograda, busca a toda actualidad discutido siempre sobre si la historia es cien-
un precedente, al cual llama con lindo vo- cia o es arte. La política, la moral, la pasto-
cablo de égloga, su “fuente”. […] Siempre ral son arte. ¿También lo será la historia?
el paso atrás, y el pie de hogaño en huella Decir que no es ciencia parece reducir la
de antaño. El filólogo contemporáneo re- historia al dominio de las Musas, entregán-
percute al biógrafo clásico» (La rebelión de dola al paraíso de la psique, pero condena-
las masas, Buenos Aires 19468, 173-174). da a permanecer fuera de las moradas más
Y más adelante: «El filólogo, el historiador íntimas del espíritu que es el intelecto . El
454 HISTORIA
argumento más generalizado que aboga a cia inmediata del appetitus sciendi del alma
favor de que la historia no es ciencia es és- quae est quodammodo omnia y sólo se-
te: a la ciencia concierne lo general, a la his- cundariamente se pone al servicio del do-
toria lo concreto y lo particular. Son muchos minio del obrar o del dominio del hacer. Su
y casi infinitos en su multitud diversa los fe- pertenencia nativa la religa a la recta ratio
nómenos y las singularidades, diferentes los speculabilium y sólo secundariamente a la
pueblos, las circunstancias y condiciones, las recta ratio agibilium. Bien se sabe que la
personalidades e idiosincrasias; el panora- historia plantea cuestiones vertiginosas de
ma es incapaz de ser reducido a leyes ge- máxima urgencia: lo cual impide situarla en
nerales, «la imposibilidad de experimenta- la soberana quietud de la contemplación de
ción y cuantificación, los rasgos de novedad, las verdades inmutables. La historia nos con-
complejidad, impredecibilidad inevitable se- cierne existencialmente: ha dejado de ser
lectividad de presentación, insuficiencia de «una esfera de mero saber para convertirse
explicación causal, y así sucesivamente» (E. en una cuestión de vida y de conciencia de
Kahler, ¿Qué es la historia?, México-Buenos la vida. […] El sentido de nuestra propia vi-
Aires 1966, 185-186). da está determinado por la manera como
Pero en el debate sobre la historia ¿cien- nos sabemos en el conjunto, por la manera
cia o arte?, la respuesta es decididamente a como establecemos el fundamento y la me-
favor del scire, del noscere. Hay un logos ta de la historia» (K. Jaspers, Origen y me-
histórico que es la clave para comprender ta de la historia, Madrid 1980, 287-288).
la historia. Ahora bien, a tal logos debe co- Jaspers ensaya seis tesis conclusivas a cuya
rresponder un ethos propio que se deduce lucidez no es fácil sustraerse: estamos en
del compromiso humano de honradez fun- una coyuntura de novedad histórica que vie-
damental que caracteriza toda connotación ne determinada por la forma totalmente pe-
a la verdad. Se ha proclamado con toda ra- culiar como nos sentimos en el conjunto del
zón que la historia exige ser comprendida incalculable hormiguero humano y por la
sin que pueda considerarse válida la simple manera como establecemos el fundamento
erudición. El recurso a la historia debe con- y meta de la historia. Ya no se hace la his-
siderarse, por lo tanto, tan indispensable toria como se hacía en tiempos de Ranke o
como cualquiera de las viae sapientiae: «Hay de Michelet ni siquiera de Schleiermacher:
en la inteligencia facultades cuyo único fin es los métodos de investigación son capaces
conocer. Tales son la Inteligencia de los prin- de adquirir otra precisión. «No es casual
cipios, la cual […] nos hace ver inmediata- afirma J. Alfaro que el descubrimiento de
mente por efecto del lumen activo que es- la historicidad del hombre sea más bien re-
tá naturalmente en nosotros las verdades ciente, es decir, que haya acontecido des-
evidentes por sí mismas de las cuales de- pués de muchos siglos de historia y me-
pende todo nuestro conocimiento; la Cien- diante la reflexión sobre el devenir histórico
cia que hace conocer por demostración, asig- de la humanidad. La historicidad del hombre
nando las causas; la Sabiduría, que hace es antológicamente anterior al devenir his-
contemplar las causas primeras, donde el tórico, pero poéticamente posterior, en cuan-
espíritu abarca todas las cosas en la unidad to se manifiesta solamente en el devenir
superior de una simple mirada» (J. Maritain, histórico: para revelarse, la historicidad del
Arte y Escolástica, Buenos Aires 1958, 9). hombre tiene que hacerse historia, y la his-
Por otro lado como dice Kleutgen siguien- toria se hace y se manifiesta en su devenir.
do la tradición escolástica , ars est facultas Por eso, solamente partiendo del devenir
faciendi aliquid ex regulis certis atque pers- histórico (único accesible a nosotros), será
pectis. Así pues, la historia es consecuen- posible la reflexión sobre la historicidad del
HISTORIA 455
III. HISTORIA Y VERDAD racterístico del siglo XX exige que cada ge-
«La historia escribe Sánchez Albornoz re- neración reinterprete el pasado sobre la ba-
quiere tres tareas sucesivas. Es necesario se de su propia experiencia y teniendo en
comenzar por el descubrimiento, estudio y cuenta su propio futuro» (¿Qué es filosofía
edición científica de los testimonios históri- política?, Madrid 1970, 75-77). De ahí el in-
cos, es decir, de las fuentes. Después es terés de las siguientes páginas.
preciso aprovechar estos testimonios acu-
mulados y cernidos para redactar mono- 1. Filosofía kantiana de la historia
grafías sobre temas más o menos extensos Desde la Aufklärung, a fines del siglo XVIII,
en que se estudien y resuelvan la muche- toda la filosofía plantea sin dubitación la
dumbre infinita de problemas históricos que cuestión de Dios a partir de la cuestión del
nos surgen al paso […] Y es forzoso por úl- hombre. Immanuel Kant es sin duda pione-
timo levantar sobre los cimientos de tales ro de tal epistemología. Por eso interesa co-
ediciones científicas y de tales monografías nocer la interpretación kantiana de la his-
críticas, las grandes construcciones históri- toria. Advirtamos, en primer lugar, que Kant
cas» (Historia y libertad, cit., 94-95). no ha sido historiador, aunque como sa-
No cabe materialmente en estas páginas bio ha contado con un sólido conocimien-
una historia de la historia que sería suma- to de la historia. Sus escritos sobre historia
mente instructiva y, por supuesto, de nin- no son sino una parte exigua del entero cor-
gún modo constituiría un arabesco inútil. pus kantianum: exigua, mas coherente y
Quede para oportunidad más propicia. Pero feraz. Los loca historica kantianos son:
entre las concepciones que, a mi entender, a) «Ideas para una historia universal en
más han influido y todavía influyen en las clave cosmopolita» (1784), en Filosofía de
mentes de los historiadores de a pie para la Historia, México-Madrid 1992, 39-65; obra
mengua de su crédito, se halla el historicis- ésta repetidas veces traducida al castellano.
mo. Mentes preclaras lo infiltraron en la co- b) «Probable inicio de la historia huma-
rriente de las hipótesis científicas y, luego, el na» (1786), en ¿Qué es ilustración? y otros
vasto ejército de los history clerks lo ha ba- escritos de ética, política y filosofía de la his-
nalizado haciendo de la historia un arma toria, Madrid 2004, 155-178.
ideológica. Leo Strauss lo avisaba con clara c) «Replanteamiento de la pregunta sobre
percepción: «Podemos dudar razonable- si el género humano se halla en continuo
mente de que la fusión de la filosofía con la progreso hacia lo mejor», en la segunda par-
historia, como pretende el historicismo se te de El conflicto de las facultades, en tres
haya logrado nunca o, incluso, que se pue- partes (1798); cf. I. Kant, El conflicto de las
da lograr. Sin embargo, esa fusión se pre- facultades, Madrid 2003, 149-172.
sentó como la meta natural en que conver- A los que se pueden añadir las Recensio-
gían todas las corrientes de pensamiento nes diversas sobre la obra de Herder «Ideas
más acreditadas en el siglo XIX y en los pri- para una filosofía de la historia de la Huma-
meros años del XX. El historicismo no es nidad» (1785), cf. I. Kant, Ideas para una
una simple escuela filosófica como otra cual- historia universal en clave cosmopolita y
quiera, sino un agente poderosísimo que iba otros escritos sobre Filosofía de la Historia,
a marcar más o menos decisivamente con su Madrid 1987, 25-56. Asimismo los parágra-
impacto todo el pensamiento actual. Si de fos 82: «Del sistema teleológico en las rela-
algún modo pudiéramos hablar del espíritu ciones externas de los seres organizados»,
del tiempo afirmaríamos sin temor a equi- 83: «Del fin último de la naturaleza como un
vocarnos, que el historicismo es el espíritu sistema teleológico» y 84: «Del fin final de la
de nuestro tiempo. […] El historicismo ca- existencia de un mundo, o sea de la crea-
HISTORIA 457
ción misma», en I. Kant, Crítica del discer- de Kant, pese al ropaje literario notable-
nimiento (1790), Madrid 2003, 411-424. Hay mente coloquial y popular de sus escritos
también elementos complementarios en el menores dedicados a la historia (E.L. Fac-
artículo de Kant titulado «En torno al tópi- kenheim, «Kant’s Concept of History», Kant-
co: Tal vez eso sea correcto en teoría, pero Studien, Philosophische Zeitschrift, 48, 1
no sirve para la práctica» (1793), en I. Kant, [1956/1957], 381).
Teoría y práctica, Madrid 1986, 3-50. Igual- Un boceto de la filosofía de la historia bro-
mente cabría citar otros escritos menores tada de las páginas de Kant ha de comenzar
que, sin embargo, no perderá el lector por- por precisar dos nociones kantianas funda-
que están publicados en las obras ya men- mentales. La noción de «naturaleza» que
cionadas. se define como «la existencia de las cosas en
Emil Ludwig Fackenheim, «uno de los más la medida en que están determinadas por
importantes y más universalmente respe- leyes generales» (Prolegómenos a toda Me-
tados pensadores judíos», ha escrito con tafísica del porvenir que haya de poder pre-
sobresaliente agudeza: «Kant ve la Historia sentarse como ciencia, Madrid 1912, 69;
como en necesario desarrollo hacia la ra- Kant’s Werke, Prolegomena, IV, Berlin 1911,
cionalidad y la libertad. Es un plan cuya me- 294). O dicho de otro modo «... entende-
ta es el establecimiento de una perfecta or- mos por naturaleza (en sentido empírico) el
ganización humana que gobierne las rela- conjunto de fenómenos considerados en su
ciones tanto de los individuos como de las existencia de acuerdo con reglas necesa-
naciones. La Historia se dirige a un orden rias, es decir, de acuerdo con leyes. Hay,
social que hace compatible la libertad de ca- pues, ciertas leyes que son a priori y que
da uno con la libertad de todos; un orden, son las que hacen posible la naturaleza. Las
por lo tanto, que proporciona la paz perpe- leyes empíricas sólo pueden existir y ser en-
tua. Semejante visión es, ¿qué duda ca- contradas mediante la experiencia y como
be?, atractiva y capaz de acreditar a Kant consecuencia de esas leyes originarias, que
como humanista, internacionalista y profe- son las que hacen posible la misma expe-
ta de las Naciones Unidas». Pero ensegui- riencia» (Crítica de la razón pura, Madrid
da se yerguen algunas objeciones a la vista 1978, 239). Si las cosas no estuviesen de-
del conjunto del corpus kantianum. «Por lo terminadas por leyes generales ni habría
menos tres puntos de su visión de la Histo- naturaleza ni habría conocimiento posible ni
ria advierte Fackenheim parecen incom- a priori ni a posteriori. El hombre pertenece
patibles con la sustancia de su filosofía. 1: a la naturaleza y su misma existencia está
Kant establece una exhaustiva separación determinada por leyes generales. Ahora
entre la esfera de la naturaleza y la de la bien, con decir que el hombre pertenece a la
moralidad: por tanto, ¿cómo puede él ad- naturaleza no se ha dicho todo: él es tam-
mitir una esfera especial para la historia? 2: bién capaz de autodeterminación: cuando
Él enseña una doctrina de irrestricta liber- obedece a la ley moral que conoce por la
tad moral: según eso, ¿cómo puede enseñar razón y que se le presenta como un impe-
al mismo tiempo un determinismo históri- rativo absoluto, el hombre se muestra co-
co? 3: Finalmente, la filosofía de Kant en su mo ser libre y responsable. Ello implica una
conjunto refleja una cauta sagacidad críti- tal excepción a las leyes naturales univer-
ca […] ¿Cómo es posible que el autor de la sales que plantea una aporía irresoluble:
primera, o incluso de la segunda, Crítica sea ¿cómo puede ser que el hombre, un ser na-
también el autor de profecías Mesiánicas?». tural y, por lo tanto, determinado por le-
No obstante, Fackenheim se decanta a fa- yes generales y necesarias sea él mismo
vor del mérito intrínseco del pensamiento irrestrictamente libre? Ello sería imposible
458 HISTORIA
bertad tiene, por lo tanto, significado mo- amor. Y así se colocó el hombre en pie de
ral, esencialmente moral. Los tres primeros igualdad con todos los seres racionales, cual-
pasos que Kant, en el Probable inicio de la quiera que sea su rango (Génesis III, 22), en
historia humana, comentando el Génesis, lo tocante a la pretensión de ser un fin en
señala como hitos de la primera humaniza- sí mismo, de ser valorado como tal por los
ción parten de la realidad del hombre do- demás y no ser utilizado meramente como
tado de sus instintos como los demás ani- medio para otros fines» (Probable inicio de
males, pero señalado por una disposición la historia humana, 164-165).
positiva a la racionalidad es un animal ra- La dignidad humana ese valor caracte-
tionabile . Esos tres pasos son: a) raciona- rístico y privativo de cada ser humano que
lización pasa a ser, por propia elección, ani- significa que cada uno es, en cierto modo,
mal rationale . La racionalización implica un un ser constituido en supremacía, que vale
paso irreversible; b) sexuación sociedad por sí y es impermutable por otro hombre:
que supera los instintos y regula la vida me- que no puede ser instrumentalizado en favor
diante la razón ; c) reflexiva expectación de otro u otros ni siquiera a favor de toda
del futuro. En estos pasos se ve la libertad, la sociedad o de su historia está implícita-
pero no la moralidad, al menos explícita- mente afirmada en este texto del Probable
mente. Es una libertad cultural que regula inicio. Kant pensaba que el filósofo debe co-
la convivencia. La culminación es el cuarto nocer la historia y comprenderla, pero no
paso: «El cuarto y último paso dado por la necesita investigarla ni escribirla. En cuan-
razón eleva al hombre muy por encima de la to a su comprensión Kant advierte una te-
sociedad con los animales, al comprender leología que ordena las cosas subordinán-
éste (si bien de un modo bastante confuso) dolas unas a otras y que encamina hacia el
que él constituye en realidad el fin de la na- mundo suprasensible. ¿Cómo es posible que
turaleza y nada de lo que vive sobre la tie- la libertad del hombre aparezca en la natu-
rra podría representar una competencia en raleza que está determinada? ¿La naturale-
tal sentido. La primera vez que le dijo a la za no suprime la libertad? Sí, a no ser que la
oveja: la piel que te cubre no te ha sido da- opacidad de la naturaleza desengañase al
da por la Naturaleza para ti, sino para mí, hombre dándole oportunidad de conocer con
arrebatándosela y revistiéndose con ella su razón los males de la anarquía del li-
(Génesis V, 21), el hombre tomó concien- bertinaje inseparable del sometimiento a los
cia de un privilegio que concedía a su natu- deseos naturales : al fin, el hombre entre-
raleza dominio sobre los animales, a los que ga a la razón el timón de la existencia. Kant
ya no consideró como compañeros en la entiende que la naturaleza empuja al hom-
creación, sino como medios e instrumentos bre a buscar el señorío de la razón, sin el
para la consecución de sus propósitos arbi- cual la anarquía de los deseos le emboca-
trarios. Tal concepción implicaba (aunque ría hacia el naufragio esencial: eso es fruto
oscuramente) la reflexión contraria, esto es, de la libertad cultural, que de por sí es amo-
que no le era lícito tratar así a hombre al- ral, aunque por influjo de la racionabilidad
guno, sino que había de considerar a todos moral de los individuos acaba afirmando el
ellos como copartícipes iguales en los do- recíproco respeto en el uso de las liberta-
nes de la Naturaleza; una remota prepara- des. En resumen, lo aparencial es insufi-
ción para las limitaciones que en el futuro ciente y lo suprasensible se anuncia cate-
debía imponer la razón a la voluntad en la góricamente en la necesidad de Dios, de la
consideración de sus semejantes, lo cual es inmortalidad del espíritu humano y en la li-
mucho más necesario para el estableci- bertad que necesita como resultado ser con-
miento de la sociedad que el afecto y el ducida por la razón. Así lo teorético sirve a
460 HISTORIA
va edad histórica. Es completa porque más naturaleza, que le viene dada simultánea-
allá de la historia de la metafísica no deja mente con su conciencia de ese poder». Así
espacio para una investigación independiente lo cita González del Tejo, que comenta: «Es-
de la verdad metafísica». Y con respecto a la to es, como un ser racional capaz de pen-
sutileza de Collingwood señala: «Él consi- sar y actuar de acuerdo con sus pensa-
dera que la creencia de que la metafísica mientos (planes, fines, etc.), es debido pre-
consiste en el sucederse de las forms of ex- cisamente a la Historia: puesto que el
perience, tiene su origen en una tesis me- hombre como ser racional se hace históri-
tafísica de diferente orden: la tesis es que camente, al ir incorporando la experiencia
la mente cambia a través de la historia y de los hombres que le precedieron» (ibid,
que la mente construye sus propias funcio- 219).
nes». (E.L. Fackenheim, Metaphysics, 60 y Nietzsche y Collingwood, de los que se
nota 33). Para tener cuenta del pensamiento ha hablado, son sin duda alguna un para-
de Collingwood es preciso tener en cuenta digma del historicismo, pero no son casos
también otras obras suyas como Speculum aislados. John Dewey (1859-1952), Bene-
mentis (1924), The Nature and Aims of a detto Croce (1866-1952) o Martin Heidegger
Philosophy (1925), donde siguiendo a Kant (1889-1976), por citar referencias de pri-
estudia la naturaleza del pensamiento his- mera magnitud aunque no homogéneas,
tórico y mantiene que la responsabilidad de han profesado la relatividad de la verdad
la filosofía ante los logros de la investiga- metafísica en vigor del necesario influjo de
ción histórica consiste en una actitud de vi- las situaciones históricas sobre el pensa-
gilancia y de discernimiento crítico. Subraya miento humano.
esta misma tesis en su libro The limits of Esa pertenencia dúplice del hombre al
Historical Knowledge, escrito en 1927 y pu- mundo visible de la naturaleza y al mundo
blicado en 1928. The Philosophy of History suprasensible que Kant señalaba intuición
(1930). Human Nature and Human History en la que alentaba tal vez la antropología
(1936) donde Collingwood explica que si el luterana del hombre pecador, pero revesti-
conocimiento histórico es posible ello es de- do de Cristo ha inspirado a sus seguidores
bido a que el objeto de la historia no es otra y es el germen del historicismo. Hegel lo ha-
cosa que un proceso de pensamientos. «Las bía comprendido admirablemente y había
acciones de que se ocupa el historiador son respondido ante eventum a la filosofía his-
actos de pensamientos; es decir, hechos toricista. Si el hombre se construye a sí mis-
realizados según determinados propósitos mo, preciso es que esté compuesto de a) el
y que como tal son objetivos y subjetivos a elemento natural por el que el hombre per-
la vez, características que permiten que pue- tenece a este mundo determinado por le-
dan ser re-actualizados (re-enacted)» (C. yes generales y necesarias, situado, por lo
González del Tejo, La presencia del pasado. tanto, y finito; y de otro elemento no de-
Introducción a la filosofía de la historia de terminado, no comprendido por situación
Collingwood, Oviedo 1990, 218). The Idea of alguna y, por lo tanto, infinito. Habrá por
History cuya primera aparición fue en 1946 eso en el hombre aspectos situados y finitos
y que es, por tanto, una edición póstuma de otro modo no sería hombre ; pero ha
de manuscritos que datan de 1926 hasta de haber en él igualmente fuerzas que se
1946. Bien claro comprende Collingwood elevan hacia lo infinito e inmutable de otro
que la historia es esencialmente humana; modo no sería capaz de verdadero auto-co-
no ciencia natural, ni biológica. «Su huma- nocimiento filosófico . Ahora bien, esta per-
nidad consiste en la conciencia que tiene de tenencia dúplice a dos diversos mundos y
sí, en su capacidad de moldear su propia estos elementos que recíprocamente se ne-
462 HISTORIA
tianismo como religio vera». (Fe, verdad y Barcelona 1973, cols. 429-443. G. IGGERS, La cien-
tolerancia, Salamanca 2005, 151-152). cia histórica en el siglo XX. Las tendencias actua-
les. Una visión panorámica y crítica del debate in-
Bibliografía ternacional, Barcelona 1998. H. JEDIN, «Ecclesias-
G. ANGELINI, «Historia e Historicidad», en L. PACO- tical Historiography», en New Catholic Enciclopedia,
MIO y otros, Diccionario Teológico Interdisciplinar, Washington D.F. 20032, 871-881. O. KÖHLER, «His-
Salamanca 1982, 49-86. G. BARRACLOUGH (ed.), toria Universal», en SM, III, cols. 460-475. J. LE
The Times Atlas of Worrld History, London 1998, GOFF y otros, La nueva Historia, Bilbao 1988. H.-I.
358. G. BEDOUELLE, Storia della Chiesa, Milano 1992. MARROU, El conocimiento histórico, Barcelona 1999.
M. BLONDEL, Historia y Dogma. Sobre el valor his- I. OLÁBARRI y F.J. CASPISTEGUI, Tendencias historio-
tórico del Dogma, con «Estudio introductorio» de gráficas, Pamplona 1999. P. RICOEUR, La memoria,
César Izquierdo, Madrid 2004. A. DARLAP y J. SPLETT, la historia, el olvido, Madrid 2003.
«Historia e Historicidad» Sacramentum mundi, III, E. de la Lama
Historia de la salvación
todo ha sido hecho, es el mismo que, al fin cipio y el final de la historia dependen de la
de los tiempos, vendrá a rehacerlo todo. acción de Dios y la colaboración del hom-
La visión de la historia y del tiempo que bre, que goza del don de la libertad para se-
implica la historia de la salvación es radi- cundar u oponerse a los proyectos de Dios.
calmente diferente de las concepciones pa-
ganas, en las que la historia mítica de los 4. Las etapas de la historia de la
dioses, que es supraterrestre y supratem- salvación
poral, tiene valor de arquetipo respecto de La revelación de esta historia de salvación
cuanto puede acontecer en el tiempo. En el contenida en las Sagradas Escrituras se des-
tiempo de los humanos, los hechos tienen pliega en tres momentos, como en tres ar-
sentido en la medida que imitan esa histo- moniosos movimientos de una majestuosa
ria y la repiten de manea cíclica. El tiempo sinfonía, que revelan la acción de Dios Uno
humano tiende a calcar la forma y el ritmo y Trino en la historia: el tiempo de Israel,
del tiempo cósmico, que es un reflejo más cuyo protagonismo es atribuible a Dios Pa-
puro y más auténtico del tiempo de los dio- dre; el tiempo de Jesús, caracterizado co-
ses. Por el contrario, en la revelación bíbli- mo tiempo del Hijo; el tiempo de la Iglesia,
ca, el tiempo es creado y lineal: «Los acon- en el que el papel principal corresponde al
tecimientos históricos son originales. No res- Espíritu Santo.
ponden a un arquetipo divino, que sirva de
patrón a los acontecimientos de este mun- a) El tiempo de Israel
do. Por eso el tiempo bíblico es tiempo li- Los orígenes. En los orígenes mismos del
neal. Tiene un principio y tendrá un final. mundo y de la humanidad, tal como se pre-
Se desarrolla entre dos polos: el paraíso pri- sentan en el libro del Génesis, la relación
mitivo y el paraíso reencontrado, la crea- del mundo y del hombre con Dios aparece
ción seguida de la caída original y la nueva con nitidez a través de dos elementos fun-
creación en Jesucristo» (M. Eliade, Le mythe damentales: la alianza y el pecado. Estos
de l’éternel retour. Archétypes et répétition. dos conceptos explican la elección de un
Introduction à une philosophie de l’histoire, pueblo por parte de Dios, como instrumen-
Paris 1949, 155). to de salvación. Por otra parte, al explicar
La Biblia, pues, presenta la historia de la quién es ese pueblo y la razón de su existir,
humanidad en un sentido lineal con un prin- los textos sagrados ofrecen la clave inter-
cipio y con un fin, con un punto de partida y pretativa de la historia salutis: la omnipo-
un punto de llegada. No es algo cíclico y ce- tencia creadora de Dios y su deseo de que el
rrado en sí mismo, al estilo griego. No es hombre gozara de la amistad e intimidad
una rueda que traza una circunferencia, don- divinas.
de el hombre es prisionero de un destino y, Los once primeros capítulos del Génesis
privado de libertad, debe resignarse a per- contienen la revelación de un Dios que crea
manecer indiferente o a desesperarse ante y ama lo creado. En el centro de la creación
él. El comienzo es la creación y la inmedia- coloca al hombre como su representante en
ta elevación del hombre a un estado de fe- el mundo. El hombre es creado libre y, como
licidad, que es dramáticamente perdido. El garantía y manifestación de su libertad, Dios
final es la visión del cielo, bajo la imagen de establece con él una alianza simbolizada en
la Jerusalén celestial, la futura Ciudad San- la prohibición de comer del árbol del cono-
ta de Dios. cimiento del bien y del mal. El hombre pa-
A lo largo de esta línea temporal se en- ra ser consciente de su grandeza y limita-
treteje la historia humana, como en una es- ción como tal, debe acatar esa alianza. Sin
piral, hacia el fin último sobrenatural. El prin- embargo, el texto muestra que en los orí-
468 HISTORIA DE LA SALVACIÓN
es también llevado a plenitud. Con Jesús, car en su Hijo a toda la humanidad para reu-
el lugar de la presencia de Dios entre los nir de nuevo a todos sus hijos que el peca-
hombres y, por tanto, del encuentro salví- do había dispersado y extraviado. La Igle-
fico no es ya el Templo de Jerusalén, sino sia es el lugar donde la humanidad debe
el santuario del Cuerpo de Cristo (Jn 2,21). volver a encontrar su unidad y su salvación.
El verdadero culto a Dios ya no se dará ni Es a la vez camino y término del designio
en el monte Garizim (Samaría) ni en Jeru- salvífico de Dios: «... prefigurada ya desde
salén, sino en Espíritu y en verdad (Jn 4,24). el origen del mundo y preparada maravillo-
Desde entonces, vivir en Cristo es experi- samente en la historia del pueblo de Israel
mentar la salvación. y en la Antigua Alianza; se constituyó en los
El sacerdocio de la antigua ley llega a la últimos tiempos, se manifestó por la efu-
perfección en el sacrificio de Cristo, acto su- sión del Espíritu y llegará gloriosamente a
premo de su sacerdocio. La muerte de Jesús su plenitud al final de los siglos» (LG 2).
y su resurrección muestran que el plan de La vida de la primitiva Iglesia muestra
salvación del género humano debía consu- también cómo los misterios de salvación se
marse en el sacrificio del Calvario, y sellar hacen realidad a través de los signos sa-
así con sangre la nueva alianza. Del costa- cramentales, especialmente el bautismo y
do abierto de Cristo (Jn 19,34) brota la sal- la eucaristía (fracción del pan). Cristo, que es
vación y llega a todos los hombres. La muer- el mismo misterio de la salvación, median-
te, castigo del primer pecado, objeto de re- te su humanidad santa y santificante, ac-
flexión y temor de la tradición sapiencial de túa en los sacramentos de la Iglesia. La mis-
Israel, es vencida por la resurrección, ga- ma Iglesia es en Cristo como un sacramen-
rantía real de salvación. to o signo e instrumento de la unión íntima
Con la resurrección se inicia el «tiempo con Dios y de la unidad de todo el género
de la Iglesia». Ésta, fundada por Cristo so- humano, el signo y el instrumento de la co-
bre el cimiento de los Apóstoles, nace con munión con Dios y entre los hombres.
la efusión del Espíritu de Jesús, el Espíritu
Santo, para iniciar su andadura como con- II. TEOLOGÍA SISTEMÁTICA
tinuadora de la salvación lograda por Jesu- La reflexión teológica sobre la historia de la
cristo. Primero en Jerusalén, luego en las salvación surge a la par de la ciencia histó-
ciudades vecinas, surgen comunidades de rica (ver voz «Historia»), cuando se cues-
cristianos que confiesan su fe en Jesús como tiona una concepción de la historia tradicio-
Mesías salvador. El carácter universal de su nal, basada en una sucesión de hechos que
misión salvadora cobra un especial impulso demuestran la existencia de un proyecto de
a manos de Pablo, que extiende con reno- Dios dirigido a la realización del Reino de
vada fuerza el mensaje de Cristo entre los Dios. Hasta entonces, la perspectiva histó-
gentiles. rico-salvífica había estado presente en la
La convocación del antiguo pueblo de Is- teología, catequesis, predicación y espiri-
rael se hace ahora realidad en la Iglesia. El tualidad de la Iglesia antigua, siguiendo el
acontecimiento de Pentecostés significa el esquema bíblico de predicción-cumplimien-
comienzo de la andadura de la Iglesia: ani- to. Con la aparición de la escolástica se sus-
mada por el Espíritu Santo, constituye el tituyó este planteamiento por una concep-
nuevo pueblo de Dios que comienza a pre- ción más bien atemporal, que no conside-
dicar el Evangelio a todas las naciones y a raba la historia como ciencia y que favoreció
convocar a todos los llamados por Dios. La una catequesis, una espiritualidad y una
Iglesia, universal en su origen, se manifies- mística más devocionista y menos contem-
ta universal. En ella el Padre quiso convo- plativa de los mirabilia Dei. Con las nuevas
HISTORIA DE LA SALVACIÓN 471
convierte a su vez en una promesa. De es- ción); y b) La que procede más bien de una
te modo, la Escritura debe ser entendida reflexión general sobre la historia para mos-
históricamente, pero estrictamente como trar luego sobre ese trasfondo el significado
una historia de redención con Jesucristo co- y la verdad de la pretensión cristiana de que
mo su centro. Cristo es quien manifiesta el sentido de la
Los logros de la escuela de Erlangen fue- historia.
ron atacados por Albrecht Ritschl y sus dis- El principal exponente de la primera lí-
cípulos, pero mantuvo la influencia de sus nea fue Oscar Cullmann, quien se convirtió
frutos exegéticos e históricos, sobre todo en el más acérrimo defensor de la Heils-
del concepto sistemático de Heilsgeschichte. geschichte como llave para entender el Nue-
Así pues, frente a la historización de la Biblia vo Testamento y con él el cristianismo. Sus
(y con ella de la teología) se fue abriendo dos obras principales al respecto son Cristo
paso un concepto paralelo, y en cierto mo- y el tiempo (1945) y La historia de la sal-
do autónomo en cuanto asumido por la teo- vación (1965). A partir de la representación
logía, que se llamó historia de la salvación. lineal del tiempo, retoma el concepto de la
escuela de Erlangen frente a las posturas
2. Desarrollos en el siglo XX de la escuela escatológica y de la bultman-
Sin embargo, como consecuencia de los niana que consideraban a san Lucas el «in-
avances de la investigación histórico-crítica ventor» del concepto «historia de la salva-
de los textos bíblicos que ponía de relieve ción», como el tiempo que media entre la
la incapacidad de las fuentes para mostrar la primera y segunda venida de Cristo, en un
realidad histórica tal como fue, el optimismo intento de justificar así el retraso de la Pa-
historicista del siglo XIX cedió al escepticis- rusía. Cullmann defiende que el concepto
mo de la primera mitad del siglo XX y con él mismo «historia de la salvación» se encuen-
se abrieron las puertas a la «deshistoriza- tra en la enseñanza de Jesucristo y recorre
ción» de la fe (negación de un especial re- todo el Nuevo Testamento. Considera la his-
lieve a los acontecimientos pasados y pre- toria como una serie de épocas redentoras,
sentes en orden a la salvación). Esta bana- con el acontecimiento Cristo como punto
lización de la historia, que tuvo su mejor central de la línea temporal que incluye un
exponente en la teología de Bultmann (y en periodo previo de preparación, la etapa pre-
buena medida en la del propio Barth, que sente de la Iglesia y el futuro escatológico.
reacciona frente a la teología liberal con su «A través de la elección de los hechos, rea-
revelación como palabra, distinta del hom- lizada por la palabra de Dios manifestada a
bre y de su historia «el calendario ha sido los profetas, se constituye una serie de acon-
abolido», dirá ) provocó el rechazo por par- tecimientos relacionados entre sí. El hecho
te de aquellos que se planteaban el senti- de que se trate de “acontecimientos” y de
do de la historia universal como fuente de que se trace entre ellos una trama sucesiva
la autocomprensión del hombre y, por con- y sensata justifica el que podamos hablar
siguiente, del sentido que tiene la historia de “historia”; por otra parte está el aspecto
de Jesús vida, muerte y resurrección co- de la discontinuidad relacionada con la se-
mo clave hermenéutica del hombre y de la lección de los hechos por obra de la pala-
historia. La reacción originó principalmente bra profética: éste es el rasgo que especifi-
dos líneas de reflexión teológica: a) La que ca a la historia de “la salvación” respecto a
pone de relieve la historia bíblica, viendo en la historia en general. La historia de la sal-
ella un esquema de comprensión universal vación [...] se basa en la elección, en la re-
dentro del cual es posible integrar toda otra ducción a una línea muy estrecha, pero que
historia (la teología como historia de salva- se realiza precisamente para la salvación de
HISTORIA DE LA SALVACIÓN 473
tienen) ni a través de una especial historia producido dentro del proceso histórico uni-
de la redención (como propone Cullmann), versal, y su valor «escatológico», es decir,
sino de manera mediata e indirecta, refle- el valor por el que esa historia cumple y de-
jada en los acontecimientos de la historia, termina el significado de toda historia, re-
a través del actuar histórico de Dios. La re- cibe su respuesta en Jesucristo y en especial
velación no tiene lugar al inicio, sino al fi- en su muerte y resurrección.
nal de la historia reveladora. El aconteci-
miento final escatológico constituye la rea- III. TEOLOGÍA LITÚRGICA Y ESPIRITUAL
lización definitiva de la historia. La historia de Al hilo de la renovación bíblica, y gracias a la
la salvación, pues, no es una historia dentro recuperación de categorías como misterio,
de la historia universal, sino que abarca a sacramento, signo, símbolo, también la re-
toda la historia universal, hasta identificar- novación litúrgica llegó por sus propios ca-
se con ella. Como la historia viene a ser el minos a redescubrir el papel central de la
locus de la revelación, la revelación es veri- historia de la salvación. En este proceso fue
ficable por métodos histórico-críticos. Y si fundamental primero la labor de Odo Casel
la historia reveladora es conocible por la ra- (1886-1948), luego la de la Constitución Sa-
zón, entonces la fe no produce sino que, crosanctum Concilium (1963) (cf. A. Pistoia,
más bien, presupone un conocimiento ra- «Historia de la salvación», 1001ss.).
cional. La fe no nos da el significado inte- Casel y, después más extensamente, Sal-
rior de los acontecimientos de la historia pa- vatore Marsili (1910-1983) han hecho ver
sada, sino que es confianza orientada ha- cómo la liturgia de la Iglesia es la celebración
cia el futuro, hacia el final de la historia sintética de toda la historia salutis. El de-
universal anticipada en el acontecimiento- signio divino de salvación, concebido desde
Cristo. El hecho histórico Jesús de Nazaret, toda la eternidad, se realiza históricamen-
manifestado en su resurrección, constituye te en el Antiguo y Nuevo Testamento y se
la anticipación del final de la historia; y, co- re-actualiza sacramentalmente en las ac-
mo tal, revela al mismo tiempo la divinidad ciones litúrgicas de la Iglesia hasta la se-
de Dios y el cumplimiento de la misma his- gunda venida de Cristo. Al hacerse memo-
toria. La resurrección, por tanto, nos sitúa ria ritual de un acontecimiento salvífico ocu-
ante la autorrevelación escatológica de Dios. rrido en el pasado (en especial el misterio
A Pannenberg, no obstante, se achaca la in- pascual, que recapitula toda la historia de
clinación propia de épocas anteriores a en- la salvación) se re-presenta y se re-actuali-
contrar en la historia empírica un eco e in- za en el presente para hacer posible una
cluso una verificación de la concepción pro- participación real en él de todos los hom-
videncialista de Dios en el mundo mediante bres de todos los tiempos.
la Iglesia. Pero, sobre todo, no queda claro La Sacrosanctum Concilium, partiendo de
cómo la identificación que hace entre reve- la revelación como historia de la salvación,
lación e historia pueda dar cabida a la ac- comprende la liturgia como momento de
tuación de la gracia y a la trascendencia de síntesis (en cuanto que todos los aconteci-
Dios respecto a la historia (cf. G. Angelini, mientos salvíficos constituyen el contenido
«Historia-Historicidad», 71-77). propio de la liturgia) y, al mismo tiempo, de
A modo de conclusión, se puede señalar actualización última de la historia de la sal-
que la historia de la salvación es un con- vación (en cuanto que la salvación en Cris-
cepto teológico consolidado como respues- to pasa por la mediación sacramental de la
ta a los avances de la ciencia histórica. El liturgia). Como consecuencia, la relación en-
interrogante sobre la relación entre singu- tre liturgia e historia de la salvación se cons-
laridad de la historia de salvación que se ha truye sobre el eje sacramental-real de la
HISTORIA DE LA SALVACIÓN 475
Iglesia
viene la Iglesia? La Iglesia procede de la Tri- pura gratuidad del amor. Y el apóstol Pablo
nidad. En este sentido, san Cipriano pudo dirá: «Fiel es Dios por quien habéis sido lla-
referirse a ella como «una muchedumbre mados a la comunión con el Hijo» (1 Co
reunida por la unidad del Padre y del Hijo y 1,9). Él es el que convoca, reúne y congre-
del Espíritu Santo» (cf. LG 4). ga a un pueblo de su propiedad, desde los
albores mismos de la humanidad (ecclesia
1. La eclesiología trinitaria del Concilio ab Abel). El Hijo que es «amado antes de
Vaticano II la creación del mundo» (Jn 17,24), traslada
Hace algunos años, K. Rahner llamaba la la eternidad del amor al tiempo, es la Pala-
atención sobre un hecho paradójico: los cris- bra que se hizo carne para que nosotros par-
tianos, a pesar de la confesión ortodoxa de ticipemos de esa comunión de amor: «Lo
la Trinidad, somos en la realización de nues- que hemos visto y oído de la palabra de la
tra existencia religiosa casi exclusivamente vida […] que estuvo junto a Dios os lo anun-
«monoteístas» (cf. Escritos de Teología IV, ciamos, para que estéis en comunión con
Madrid 1964, 107). Por eso, puede decirse nosotros y esta comunión lo es con el Pa-
que cuando el Concilio Vaticano II intenta dre y con el Hijo (1 Jn 1,3ss). En esta his-
dar una definición de Iglesia nos enseña an- toria eterna del amor, el Espíritu represen-
te todo una cosa: que el Dios Uno y Trino ta la abrazadera de la comunión entre el
es el principio y fundamento trascendente Amante y el Amado: «La gracia de nuestro
de la historia de la salvación. En otras pa- Señor Jesucristo, el amor del Padre y la co-
labras: el Dios que nos presenta la doctri- munión del Espíritu Santo estén con todos
na conciliar es el Dios de la historia de la vosotros» (2 Co 13,13). En esta fórmula,
salvación, el Dios que desde el Antiguo Tes- en la que resuena el eco del culto de la Igle-
tamento se acerca progresivamente al ser sia naciente, la confesión del don gratuito
humano, camina codo con codo con él y ter- del amor del Padre en Jesucristo queda uni-
mina, en el máximo de su proximidad, en- da a la confesión de la comunión obrada por
viando a su propio Hijo al mundo y, por el el Espíritu. En efecto, el Espíritu Santo se
Hijo, al Espíritu de ambos, en quien esa pre- comunica a las personas, marcando a cada
sencia espacio-temporal del Hijo adquiere miembro de la Iglesia con el sello de una
nuevas dimensiones. Desde esta perspec- relación personal y única con la Trinidad:
tiva, la reflexión teológica ha sacado al mis- «El amor de Dios ha sido derramado en
terio trinitario del aislamiento olímpico al nuestros corazones por el Espíritu Santo que
que se le había relegado para hacerlo el «hu- nos ha sido dado» (Rm 5,5). Y, por eso, se
mus» vital de la experiencia del ser huma- puede concluir con el Obispo de Hipona: «He
no. Este enfoque teológico nos suministrará aquí que son tres: el Amante, el Amado y
asimismo la mejor comprensión, y la más el Amor» (De Trinitate, VIII, 10, 14: PL 42,
radical, del misterio de la Iglesia. El cora- 960). Desde estos datos bíblicos que diseñan
zón de la revelación cristiana está recogido la comunión del Dios Uno y Trino podemos
en esta sentencia: «Dios es amor» (1 Jn contemplar a la Trinidad a través de esas
4,8). Y decía san Agustín, tratando de de- relaciones personales y familiares que ha
clarar el misterio del amor trinitario en su querido tener con la Iglesia y, en ella y a
inmanencia: «Verdaderamente ves a la Tri- través de ella, con todo el género humano.
nidad cuando ves el amor» (De Trinitate, Lo expresa bella y sintéticamente la Cons-
VIII, 8, 12: PL 42, 959). El amor de Dios titución pastoral Gaudium et spes: «La Igle-
Padre es fontal e inicial, principio, manan- sia que procede del amor del Padre eterno,
tial y origen de la vida divina. Él ha creado ha sido fundada en el tiempo por Jesucristo
desde la más absoluta libertad y por la más redentor, y congregada en el Espíritu Santo,
480 IGLESIA
tiene una finalidad salvífica y escatológica, santificadora del Espíritu Santo. Los sacra-
que no se puede lograr plenamente sino en mentos de la eucaristía (la comunión de los
el siglo futuro» (GS 40). Por eso, podremos santos), el bautismo y la penitencia (per-
decir que la Iglesia, la comunidad de los cre- dón de los pecados) son los modos emi-
yentes, es sacramento de la comunión de nentes en los que el Espíritu del Resucita-
Dios, porque de ella ha tomado su origen. do actualiza permanentemente el proceso
de comunicación del Dios Uno y Trino hasta
2. La Iglesia de la Trinidad la consumación de la historia.
El Concilio Vaticano II quiso imprimir en la
conciencia cristiana el sello trinitario de la 3. La Iglesia, «familia de Dios»
Iglesia. En sus documentos las personas di- Si bien es cierto que la realidad eclesial apa-
vinas son evocadas y puestas en relación rece configurada como un fenómeno hu-
con la economía de la salvación y con la his- mano y social, no se puede ignorar salvo
toria humana. Ésta es una constante en to- riesgo de empequeñecerla que la Iglesia
dos los documentos conciliares y, de mane- está enraizada en el misterio de Dios. En-
ra eminente, en la Constitución dogmática tre el Dios trinitario y la Iglesia se da una
sobre la Iglesia, Lumen gentium, que es el relación profunda, que no es sólo una rela-
verdadero hilo conductor de todos ellos. Nos ción de tipo causal u originaria, sino tam-
vamos a ceñir a los números 2-4, que tienen bién una relación esencial de la Iglesia con
por trasunto el capítulo primero de la carta el Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.
a los Efesios con su himno (1,3-14): el «mis- Ella es así continuadora de la misión que
terio» de Dios, revelado en Cristo, consiste Dios Padre confió al Hijo y al Espíritu Santo:
en su voluntad de que todos los hombres «La Iglesia ora y trabaja al mismo tiempo
son llamados a engrosar la familia de Dios, para que la totalidad del mundo se trans-
en calidad de hijos, por su incorporación a forme en pueblo de Dios, Cuerpo del Señor
Cristo, en la Iglesia, espacio en el que par- y Templo del Espíritu Santo y para que en
ticipan de la gracia filial, por la acción del Cristo, cabeza de todos, se dé todo honor
Espíritu. Lumen gentium 2-4 exhibe una es- y toda gloria al Creador y Padre de todos»
tructura ternaria que hace de la Iglesia la (LG 17). Afirmar que la Iglesia está enrai-
realidad destinataria del plan del Padre y de zada en el misterio del Dios trinitario trastoca
las misiones del Hijo y del Espíritu Santo profundamente nuestro planteamiento del
conforme a esta lógica: el proyecto univer- origen y de la fundación de la Iglesia. La
sal del Padre (LG 2), la misión del Hijo (LG Iglesia no puede reducirse a las puras co-
3), la obra santificadora del Espíritu (LG 4) ordenadas de la historia y del tiempo, de lo
fundan la Iglesia como «misterio», es decir, visible y de lo disponible: viene preparada
como obra divina en el tiempo de los hom- desde los orígenes del género humano (Ec-
bres. Los orígenes de la Iglesia están es- clesia ab Abel), ha sido reunida por la pa-
condidos en lo más hondo del misterio de labra humanada (Ecclesia criatura Verbi), y
Dios: la Iglesia ha sido querida por Dios Pa- es vivificada permanentemente por el Espí-
dre desde la misma creación del mundo; la ritu Santo (aedificium spirituale). Así las co-
Iglesia está llamada a configurarse con el sas: el misterio de la Iglesia se manifiesta
Hijo Jesucristo, que «inauguró en la tierra desde su fundación (cf. LG 5).
el reinado de Dios», de modo que repre- En su reflexión sobre el hombre, tantas
senta en medio de la humanidad doliente el veces aherrojado y encadenado en su pro-
espacio concreto del Señor glorificado, es pia soledad, H. de Lubac nos mostraba al
su cuerpo y es su esposa; la Iglesia es el Dios trinitario como la respuesta a esa ansia
espacio histórico donde acontece la obra infinita de comunión característica del ser
IGLESIA 481
humano, pues «nos ha creado para intro- lugar por medio de la llamada de los Após-
ducirnos juntos en el seno de su vida trini- toles y, sobre todo, por la promesa del pri-
taria […] Jesucristo se ofrece en sacrificio mado a Pedro durante la vida terrena de Je-
para que seamos uno en esta unidad de las sús, y por el acto de conferírselo después
personas divinas. Ahora bien, existe un lu- de la resurrección. La explicación teológica
gar en el cual, ya desde la tierra, empieza a del comienzo de la Iglesia como una funda-
realizarse esta reunión de todos en la Trini- ción ha sido revisada, corregida y explicita-
dad. Hay una “familia de Dios”, extensión da en el siglo XX a partir de los estudios
misteriosa de la Trinidad en el tiempo, que exegéticos e históricos. El mayor desarrollo
no sólo nos prepara a esta vida unitiva y del conocimiento histórico y de las ciencias
nos la garantiza plenamente, sino que nos bíblicas ha permitido conocer las razones
hace partícipes ya de ella. Es la única so- concretas por las que se comenzó a utilizar
ciedad completamente “abierta” y es ella la la categoría «fundación» para explicar el ori-
única que se ajusta a nuestra íntima aspi- gen de la Iglesia, así como el sentido pre-
ración y en la que nosotros podemos alcan- ciso que se le atribuía y las limitaciones que
zar por fin todas nuestras dimensiones […] tiene ese concepto.
De unitate Patris et Filii et Spiritus Sancti
plebs adunata: tal es la Iglesia. Ella está 1. Historia de la cuestión
“llena de la Trinidad”» (Meditación sobre la En los Padres, la idea que vincula constitu-
Iglesia, Madrid 1988, 190). tivamente a la Iglesia con Cristo se expre-
sa inicialmente a través de la imagen de la
Bibliografía Iglesia como encarnación continuada (Cle-
B. FORTE, La Iglesia de la Trinidad. Ensayo sobre mente Romano, Ignacio, Ireneo). Lo que
el misterio de la Iglesia. Comunión y misión, Sa- Cristo recibió del Padre lo transmitió a los
lamanca 1996. C. O’DONNELL y S. PIÉ I NINOT, «Ori- Apóstoles y éstos a la Iglesia. Por otra par-
gen de la Iglesia», en Diccionario de Eclesiología, te, según los Padres, los momentos de la
Madrid 2001, 800-806. N. SILANES, «La Iglesia de historia de Jesucristo en los que se sitúa
la Trinidad». La Santísima Trinidad en el Vatica- más frecuentemente el nacimiento de la
no II. Estudio genético-teológico, Salamanca Iglesia son el Calvario y Pentecostés. De
1981. modo particular, los Padres enseñan que la
S. Madrigal Iglesia nació del costado de Cristo abierto en
la cruz, lo cual se prolonga tipológicamen-
II. LA FUNDACIÓN DE LA IGLESIA te en el origen de Eva a partir del costado
La fundación de la Iglesia por Jesucristo per- de Adán. En la Edad Media, la lucha por el
tenece a la fe cristiana en el sentido de que poder con su vertiente secular (feudalismo,
la Iglesia fue prevista, querida e iniciada por lucha de las Investiduras) y propiamente
Jesús durante su vida terrena. Se puede eclesiástico (problema del conciliarismo),
precisar ulteriormente esta afirmación por así como el pensamiento jurista, hicieron
medio de dos proposiciones: 1. La Iglesia derivar la cuestión del origen de la Iglesia a
depende en su ser de la acción histórica de la del origen divino de la jerarquía (el ius
Jesús; 2. La Iglesia, tal como existe, no es divinum). Según este principio, la autori-
sólo resultado de la acción de Jesús, sino dad de la jerarquía de la Iglesia no depen-
también fruto de la acción del Espíritu San- de de ninguna otra autoridad humana sub-
to. A partir del siglo XVI, y hasta reciente- ordinada, sino de la autoridad misma de
mente, el comienzo de la Iglesia se ha ex- Dios. De ese modo, el aspecto visible e ins-
presado en la teología mediante la catego- titucional fue adquiriendo predominancia
ría «fundación». Esta fundación habría tenido sobre el mistérico e invisible. La reacción
482 IGLESIA
por el Cristo histórico [D. 3540; cf. D. 3452 3. «Hechos fundacionales» de la Iglesia
(Lamentabili); también D. 3492 (Pascen- El conocimiento histórico de la eclesiología ha
di)]. Un paso adelante en la cuestión que puesto de manifiesto la limitación del con-
nos ocupa vino facilitado por la encíclica de cepto de fundación para expresar el naci-
Pío XII, Mystici Corporis (1943; D. 901). Al miento o comienzo de la Iglesia. En la me-
presentar a la Iglesia como Cuerpo místico dida en que «fundación» significa un acto
de Cristo se matizaba y equilibraba la visión esencialmente de naturaleza externa y jurí-
excesivamente jurídica de la Iglesia que la dica, no es plenamente adecuado para ser
teología católica ofrecía hasta entonces. La aplicado a la Iglesia que es ciertamente ins-
Iglesia como Cuerpo místico de Cristo, jun- titución pero también y previamente miste-
to con la doctrina del Vaticano II sobre la rio. Al mismo tiempo, sin embargo, referir-
Iglesia como Pueblo de Dios, han sido los se al comienzo de la Iglesia como a su fun-
dos ejes de la eclesiología contemporánea, dación sirve para dejar clara la relación
y también los que han permitido afrontar esencial entre Jesús y la Iglesia. La inves-
de una nueva forma la cuestión de la fun- tigación de la fundación de la Iglesia no con-
dación de la Iglesia. siste en la búsqueda de un acto formal y
El Concilio Vaticano II, que se ha ocupa- explícito de Jesús mediante el cual la Iglesia
do tan ampliamente de la Iglesia, ha sido quedara constituida en su estructura y en
sus rasgos fundamentales. Como han ob-
muy escueto en sus referencias a la cues-
servado Schmaus, Fries y otros, no hay que
tión de su fundación. Se ha referido a ella
pensar en un acto solemne mediante el cual
en tres textos. Concretamente, en Lumen
la Iglesia hubiera sido proclamada, ni tam-
gentium, 5 afirma que «el misterio de la
poco en un documento fundacional en el
Iglesia se pone de manifiesto en su funda-
que tal acto hubiera sido protocolariamente
ción», a lo que sigue un poco más adelante
registrado. Se debe hablar con más propie-
una referencia explícita a «los dones de su
dad de «actos de Cristo en orden a la fun-
Fundador». En Gaudium et spes, 40 se alu-
dación de la Iglesia» (M. Schmaus) o con
de a la fundación de la Iglesia por Cristo, y
otra terminología, actos fundacionales de la
se hace en un contexto trinitario: «Nacida
Iglesia (kirchenstiftende Akte) o actos ecle-
del amor del Padre Eterno, fundada en el siológicamente relevantes. Mediante estos
tiempo por Cristo Redentor, reunida en el actos, se pone de manifiesto la intención,
Espíritu Santo, la Iglesia...». En Ad gentes, previsión y acción de Jesús sobre la Iglesia.
5, finalmente, se dice que Jesús, antes de Estos actos de Jesús no pueden darse, sin
subir a los cielos, fundó su Iglesia como sa- embargo, separados de los actos del Resu-
cramento de salvación. La misma sobriedad citado y de la acción del Espíritu Santo en
en las referencias a la fundación de la Igle- Pentecostés. No resultaría correcto, desde
sia se encuentra en el Catecismo de la Igle- un punto de vista teológico, pretender que
sia Católica. De la Iglesia se dice que está Jesús dejó plenamente señalados los deta-
«fundada sobre las palabras y las obras de lles de la Iglesia. Esto iría más allá de lo que
Cristo» (CCE 778). En los otros dos lugares el conocimiento histórico puede aportar, y
en los que se alude a la fundación de la Igle- supondría al mismo tiempo un defecto teo-
sia, se tiene presente más bien a los Após- lógico notable, ya que separaría la acción
toles, de los que se afirma que son «piedras de Cristo de la del Espíritu Santo. ¿Cuáles
de fundación de la Iglesia» (CCE 642); el son los actos de Jesús relacionados con el
carácter apostólico de la misma Iglesia se comienzo de la Iglesia? La Comisión Teoló-
debe a que está fundada sobre los apósto- gica Internacional, tras afirmar que no re-
les (CCE 857). sulta un procedimiento adecuado ligar toda
484 IGLESIA
cisión radical a la cual deben subordinarse ajeno a la cultura y mentalidad aramea. Pe-
todos los demás aspectos de la vida. Ade- ro el testimonio sobre Pedro no se reduce
más, los llamados por Cristo forman una co- al texto clásico citado, sino que es variado y
munidad nueva en torno a él: los hermanos concurrente en las tradiciones y en los es-
y discípulos de Jesús son los que cumplen critos del Nuevo Testamento, en los que el
la voluntad del Padre (cf. Mc 3,31-35 y pa- tema Pedro aparece dotado de un significa-
ral.). La elección de «los Doce» es uno de do universal, que supera toda particulari-
los hechos más importantes en la vida pú- dad local o personal. Así lo encontramos en
blica de Jesús. En los tres textos siguen a el epistolario paulino, en los escritos joa-
continuación los nombres de los doce ele- neos y en la tradición sinóptica.
gidos, siendo Simón-Pedro el que encabe- 1.º) El significado de Pedro en los escri-
za la lista. El número «doce» estaba carga- tos paulinos aparece de un modo particular
do de significado. Doce eran los patriarcas, en la antigua fórmula de fe, de origen pre-
y doce las tribus descendientes de ellos (Mt paulino, transmitida por Pablo con gran ve-
19,28; Hch 26,7). Israel es el pueblo de las neración como un elemento intangible de la
doce tribus, lo cual indica plenitud; y pleni- tradición, en 1 Co 15,3-7: «Porque os trans-
tud es en general lo simbolizado por el nú- mití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí:
mero doce. Los Doce indican la relación y que Cristo murió por nuestros pecados se-
la diferencia con el pueblo de Israel, del que gún las Escrituras; [...] que se apareció a
nace y al que trasciende el nuevo Israel. La Cefas y luego a los Doce». En ella, Pablo
importancia del número doce se destaca presenta a Cefas utilizando el nombre ara-
después de la traición de Judas, cuando tie- meo que significa roca como el primer tes-
ne que ser restaurado mediante la incorpo- tigo de la resurrección de Jesucristo. Ahora
ración del elegido por Dios (Hch 1,21,26). bien, desde la perspectiva paulina, la mi-
Después ya no se llenaron los huecos pro- sión apostólica consiste esencialmente en
ducidos por la muerte de los Apóstoles (Hch dar testimonio de la resurrección de Cristo.
12,2). El círculo de los Doce era considera- Por eso adquiere un significado especial el
do como el fundamento del nuevo Israel. hecho de que aparezca Pedro como el pri-
Cuando cumplió su misión y el nuevo pueblo mero que ha visto al Señor y, en conse-
de Dios comenzó a a vivir, ya no era nece- cuencia, como el primer testigo de la con-
saria su pervivencia. fesión articulada de la comunidad primitiva.
La carta a los Gálatas ofrece un nuevo tes-
b) Pedro timonio paulino sobre Pedro. En ella apare-
La vocación de Pedro y la misión especial ce Pablo enfrentándose a Pedro, pero pre-
que Jesús le confirió ha sido el acto de Jesús cisamente por ese contexto polémico, el tes-
en el que los manuales de apologética han timonio de san Pablo tiene más relieve. Pablo
visto de un modo más claro su voluntad di- va a Jerusalén «para conocer a Cefas» (Ga
recta sobre la Iglesia. Al mismo tiempo, a 1,18). Catorce años más tarde Pablo, im-
partir del protestantismo liberal, los textos pulsado por una revelación, sube de nuevo
neotestamentarios que ponen de manifies- a Jerusalén donde ahora visita a Santiago,
to la especial significación de Pedro y par- Cefas y Juan, «que eran considerados co-
ticularmente Mt 16,16-18 han sido objeto mo columnas» (Ga 2,9) a quienes expone
de una crítica constante que trata de remi- el evangelio que anuncia entre los gentiles
tir el pasaje al momento posterior a la re- «para saber si corría o había corrido en va-
surrección. El argumento principal en contra no».
de la autenticidad jesuana del texto es la 2.º) En el cuarto Evangelio hay una fuer-
presencia del término «ekklesía», que es te presencia del tema de Pedro, al que nor-
486 IGLESIA
malmente sirve como contrapunto la figura este tipo hoy no son compartidas por na-
del «discípulo amado». El texto más impor- die. Las posturas se presentan marcadas
tante es Jn 21,15-19, en el que Cristo con- por el valor histórico que atribuyen al pasa-
fiere el primado a Pedro. Independiente- je. Si atendemos al texto mateano, resulta
mente de las diversas interpretaciones sobre evidente el cuño semítico del que está im-
el pasaje, queda claro que también en la pregnado, como se ve por las concepciones
tradición joanea, como en la paulina, apa- típicamente judías que contiene. Así, las pa-
rece claramente la posición preeminente de labras Bar-Jona, carne y sangre, poderes
Pedro, derivada del Señor. del infierno, llave del reino de los cielos, atar
3.º) En la tradición sinóptica se observa y desatar, son expresiones que proceden del
inmediatamente la posición especial de Pe- mundo palestino y no del ámbito grecorro-
dro en el grupo de los Doce. En las cuatro mano (cf. H. Fries, Teología Fundamental,
listas de los Apóstoles incluyendo la de los Barcelona 1987, 486). Por otro lado, sin em-
Hechos hay variantes diversas, pero todas bargo, hay elementos que parecen levantar
coinciden en situar a Pedro en el primer lu- dificultades especiales. Se trata sobre todo
gar (Mt incluso lo dice: «el primero»: Mt del término «ekklesía» que en los evangelios
10,2-4; cf. Mc 13,16-19; Lc 6,14-16). El aparece solamente aquí y en Mt 18,17. Si
puesto especial de Pedro aparece también la ekklesía es la asamblea comunitaria para
en la fórmula «Pedro y sus compañeros» la que se establecen determinadas reglas,
(Mc 1,36; Lc 9,32). Con Juan y Santiago parecería que estamos ante un añadido pos-
forma el grupo de testigos especiales de la terior del término. Pero la sospecha de in-
vida de Jesús: la resurrección de la hija de autenticidad sólo se mantendría si la realidad
Jairo (Mt 5,37), la transfiguración (Mc 9,2), de lo que se describe con el término ekkle-
la agonía del huerto (Mc 14,33). De estos sía no apareciera de ninguna otra forma en
tres, el portavoz es Pedro (en la transfigu- los sinópticos. No es éste el caso, ya que
ración), y a él se dirige Jesús en Getsema- una idea semejante es la que se expresa
ní. Una segunda cuestión en los sinópticos es bajo la forma del rebaño y el pastor, de la
el cambio de nombre de Simón a Pedro. La edificación y la piedra angular, de la viña,
denominación de «roca-piedra» no tiene un de la vid y los sarmientos.
significado psicológico o pedagógico. Sólo
se la puede concebir a partir del encargo re- c) La Cena
cibido por Jesús, por el cual Simón Pedro se El más antiguo de los cuatro relatos de la úl-
convertirá en algo que no es según la carne. tima Cena con que contamos en el Nuevo
El apelativo «roca-piedra» pertenece al pa- Testamento (Mt 26,26-29; Mc 14,22-24; Lc
saje clásico de Mt 16,17-19, sobre el que, 22,15-20; y 1 Co 11,23-25) es el de Pablo
como hemos dicho, hay interpretaciones di- en la primera carta a los Corintios, escrito
versas, aunque lo que en la actualidad se- hacia el año 54. Este texto provoca varias
ñala el punto de inflexión de todas ellas es preguntas que tienen que ver con el co-
la afirmación o negación del carácter histó- mienzo de la Iglesia. Queda claro, en todo
rico del texto. Así, por ejemplo, en otro tiem- caso, que la Cena de que habla Pablo no es
po pudo tener alguna importancia la inter- un creación suya, sino algo que ha recibido,
pretación de Lutero según la cual Jesús, tras a partir de lo que el mismo Jesús hizo la
designar a Simón como «piedra», se habría noche en que iba a ser traicionado y entre-
señalado a sí mismo al afirmar «y sobre es- gado; en otras palabras, lo que Pablo en-
ta piedra edificaré mi comunidad», porque trega es lo que pervive en la tradición de
sólo Él es la roca angular, y no Pedro cuyo todas las comunidades como legado de lo
sucesor pretende ser el Papa. Exégesis de que hizo Jesús. El relato de Pablo es con-
IGLESIA 487
firmado y completado por los de los sinóp- designio salvador de Dios de manera visible
ticos. La cena de Jesús, celebrada como so- e histórica. La palabra «misterio» aplicada
lemne banquete pascual, es el marco en el a la Iglesia quiere señalar que esa comu-
que las palabras de Jesús adquieren su ple- nidad a la que el Padre convoca a los hom-
no significado. Así se explica la referencia bres por medio del Hijo en el Espíritu San-
a la «nueva alianza», a la muerte «por mu- to constituye el modo histórico en que se
chos». Mediante el acontecimiento de la ce- realiza la comunión de los hombres con la
na se crea y se establece la nueva alianza Trinidad y entre sí. En términos neotesta-
escatológica que se funda en la muerte de mentarios decimos: esa comunidad es el
Jesús, que se realiza y continúa en la Igle- Pueblo de Dios Padre que vive configurado
sia. La conclusión de Ratzinger es, por tan- como Cuerpo de Cristo por medio de la un-
to, que Jesús creó una «Iglesia», es decir, ción del Espíritu con que Él mismo fue un-
una nueva comunidad visible de salvación, gido: de esa manera la Iglesia es signo vi-
entendida como un nuevo Israel, un nue- sible e instrumento universal de comunión
vo pueblo de Dios cuyo centro es la cele- salvadora en la historia; como tal signo, la
bración de la Cena en la que ha nacido y Iglesia peregrina posee una determinada
de la que vive. «El pueblo de la nueva alian- estructura.
za se convierte en cuerpo a partir del cuer-
po y de la sangre de Cristo» (J. Ratzinger, 1. El misterio de la Iglesia, Pueblo de
La Iglesia, 16). Dios y Cuerpo de Cristo. Comunión y
El origen de la Iglesia se explica, además sacramento
de mediante la categoría de fundación, tam- La Escritura ilustra el misterio de la Iglesia
bién con la de fundamentación que, aunque con numerosas imágenes (cf. LG 6) tomadas
se trata de realidad conceptualmente dis- de la vida de los pastores (rebaño, redil, Je-
tinta, es inseparable de aquélla. Jesucristo es sús es el buen Pastor: Jn 10,1-10; 11-15;
fundador y fundamento de la Iglesia, y el Es- 1 P 5,4), o de la vida agrícola (agricultura
píritu Santo es fundamento y co-fundador. de Dios: 1 Co 3,9; viña escogida: Mt 21,33-
Además se puede hablar del origen para re- 34; parábolas de la siembra, del grano de
ferirse a la procedencia última de la misma mostaza, de la cizaña y el trigo, de la vid y
Iglesia en la Trinidad, en la voluntad salvífi- los sarmientos, Jn 15,1-5). La Iglesia es
ca de Dios respecto a los hombres. también «edificación de Dios» (1 Co 3,9),
Casa en la que habita su familia (1 Tm
Bibliografía 3,15), Templo santo en el Señor (Ef 2,19-
COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL, «Temas selec-
22) hecho de piedras vivas (1 P 2,5), Ciudad
tos de eclesiología», en Documentos (1969-
Santa que desciende del cielo como novia
1996), Madrid 1998. M.M. GARIJO-GUEMBE, La co-
engalanada para su Esposo (Ap 21). Es Ma-
munión de los santos, Herder 1991. C. IZQUIER
DO, «Cristo y el origen de la Iglesia, Perspectiva
dre nuestra y Jerusalén celestial (Ga 4,26;
teológico-fundamental», Scripta Theologica 28 Ap 12,17). Es la Esposa inmaculada del Cor-
(1996) 439-471.J. RATZINGER, La Iglesia: una co- dero inmaculado (Ap 19,7), amada y san-
munidad siempre en camino, Madrid 1992. M. tificada por la entrega de Cristo (Ef 5,22-
SCHMAUS, Teología Dogmática, IV: La Iglesia, Ma- 26). Entre las fórmulas bíblicas que revelan
drid 1962. el misterio de la Iglesia hay dos especial-
C. Izquierdo mente significativas, a saber, las de Pueblo
de Dios y Cuerpo de Cristo. Ellas dicen que
III. EL MISTERIO DE LA IGLESIA el misterio que es la Iglesia consiste en ser
En la tradición cristiana la palabra «miste- el Pueblo unido al Padre por medio de Cris-
rio» designa la revelación y realización del to en el Espíritu Santo.
488 IGLESIA
la que Él mismo fue ungido por el Padre. El en el Espíritu Santo, don del Padre y del Hi-
Espíritu Santo es el principio vital o de uni- jo, y principio de unidad en la Iglesia, que vi-
dad, y es uno y el mismo en la Cabeza y en vifica, une y mueve a todo el Cuerpo. Este
los miembros («como el alma» en el cuer- misterio de comunión se cumple de modo
po). El Hijo encarnado hace de la Iglesia diverso en cada una de las fases o estados
«su» Cuerpo, no por la unión personal (hi- en que ahora vive la Iglesia. La perfecta rea-
postática) con la Iglesia, sino por el don de lización de la comunión de vida divina sólo
su Espíritu, que la vincula directamente a acontecerá in Patria, en la gloria celeste (cf.
Cristo al constituir su Cuerpo por comuni- LG 48), con la parusía, la resurrección de
cación de su efecto, la «gratia Christi». El los cuerpos, el juicio y la restauración de to-
don del Espíritu a la Iglesia no prolonga en das las cosas. Mientras tanto, hasta que
la historia la unión incomunicable de su hu- Cristo vuelva, una parte de sus discípulos
manidad con el Verbo eterno, sino su ple- peregrina en la tierra, otros se purifican, y
nitud de gracia filial (natural) y redentora, otros gozan de la gloria, pero todos viven
que es efecto de la unción que consagraba unidos en la caridad (cf. LG 49). En la tierra
su humanidad. La incorporación a Cristo en la Iglesia ya es comunión con Cristo, pero
su Cuerpo sucede participando de la pleni- incoada y en primicia, y comporta imper-
tud de gracia de su humanidad ungida por el fección y expectativa escatológica, en la me-
Espíritu Santo: esa humanidad de Jesús con- dida en que depende de la fidelidad del hom-
sagrada por la unción es el camino por el bre a Dios. La comunión se realiza de ma-
que el Padre y el Hijo hacen donación del nera germinal mientras la Iglesia peregrina
Espíritu eterno a la Iglesia. Por lo demás, la en la tierra: es congregatio fidelium que vi-
necesaria distinción entre Cristo y la Iglesia ve de la fe y los sacramentos de la fe. La
viene asegurada con otra idea paulina: la comunión se realiza de manera perfecta por
Iglesia es la Esposa que Él se adquirió pura la caridad en la fase gloriosa de la Iglesia
y sin mancha hasta los desposorios defini- como congregatio comprehendentium. Pero
tivos (Ef 5,21ss.). Los dos son un solo cuer- sólo hay una única Iglesia, y en todos sus
po, manteniendo su radical diferencia en la «estados» acontece la communio sancto-
unidad esponsal. rum en la interrelación de gracia y bienes
de salvación entre todos sus miembros, los
c) La Iglesia es comunión que peregrinan en la tierra y los que gozan
Por medio de Cristo los cristianos viven la de la gloria celestial, unidos en la misma
comunión con el Padre en el Espíritu que Cabeza. En todas sus fases la Iglesia reali-
mora en nosotros, «para que todos sean za su esencia íntima, esto es, la comunión
uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti» (Jn con el Padre por Cristo en el Espíritu, y de
17,21). «La Vida eterna que estaba con el los hombres entre sí. En María Virgen se ha
Padre se nos manifestó […] para que tam- realizado de manera anticipada el cumpli-
bién vosotros estéis en comunión con no- miento escatológico, la perfecta comunión
sotros. Y nosotros estamos en comunión con trinitaria a la que la Iglesia aspira (LG 65 y
el Padre y con su Hijo, Jesucristo» (1 Jn 1,2- 68); por su eminente cooperación en la obra
3). La esencia de la Iglesia es la participación de la redención es nuestra madre en el or-
en la misma vida intratrinitaria: es comu- den de la gracia (cf. LG 61).
nión de los hombres con Dios y entre sí, por
Cristo en el Espíritu Santo. Es comunión «por d) La Iglesia peregrina, comunión y
Cristo», es decir, a través del Hijo de Dios sacramento de la comunión
hecho hombre, en quien habita la plenitud Mientras la Iglesia peregrina en el mundo, lo
de la divinidad corporalmente. Es comunión humano está ordenado a lo divino, lo que
490 IGLESIA
es visible a lo invisible, y lo presente a la rica están, por su propia razón de ser, al ser-
ciudad futura que buscamos (cf. SC 2). El vicio de la comunión personal. Además, la
misterio de la Iglesia es una realidad com- comunión de vida divina, incoada en la tie-
pleja humana y divina, constituida por un rra, consumada en el cielo, constituye el
elemento visible y por elementos invisibles, exemplum de la Iglesia peregrinante. Su so-
que puede compararse análogamente al cialidad instrumental como sacramento com-
misterio del Verbo encarnado (cf. LG 8). La porta que sea signo que «signifique» en tér-
Iglesia es «como un sacramento». Esta con- minos visibles la comunión misma. Desde
sideración de la mediación visible de la Igle- esta perspectiva, la Iglesia terrena es exem-
sia es lo que fundamenta el momento social plata de la Iglesia in Patria: la Iglesia es
y operativo que toma el misterio de comu- communio fidelium, communio hierarchica
nión en su fase terrena. La Iglesia peregri- y communio ecclesiarum. En otras palabras:
nante se caracteriza por ser comunión sal- la comunión universal de los discípulos del
vadora (res) y signo e instrumento de esa Señor el Pueblo de Dios está orgánica-
comunión (sacramentum): comunión e ins- mente articulada por el ministerio de suce-
titución de salvación, fructus salutis y me- sión apostólica que preside la comunión uni-
dium salutis. Sus sacramentos e institucio- versal de las Iglesias. Con ello, entramos en
nes de origen divino son la dimensión ex- la descripción de la estructura visible y so-
terna de la Iglesia, que se halla al servicio de cial de la Iglesia en la tierra.
la dimensión interior de gracia y comunión.
Lo característico de la Iglesia terrena no es 2. La estructura fundamental de la
sólo que en ella se da la comunión de ma- Iglesia peregrinante
nera imperfecta e incoada, sino que ella, la La naturaleza de la Iglesia es el conjunto
Iglesia histórica y concreta, es simultánea- del mysterium communionis de que hemos
mente el sacramento de esa comunión. Lo tratado, y que supone una realitas comple-
propio de la Iglesia en su fase peregrinante xa, invisible y visible (cf. LG 8). La «estruc-
es la comunión visible en aquellos bienes tura fundamental» de la Iglesia es un as-
salvíficos (communio sanctorum en sentido pecto de su naturaleza, y se refiere a la ma-
objetivo) que expresan y generan, signifi- nera constitutiva de darse los elementos y
can y causan, la personal comunión de gra- funciones de que se compone la Iglesia por
cia con Dios (communio sanctorum en sen- voluntad del Señor en cuanto «ordenada y
tido subjetivo) incoada en la tierra, consu- constituida como sociedad» (LG 8). El plu-
mada in Patria. La communio en la vida ral «estructuras», en cambio, designará aquí
intratrinitaria, núcleo último constitutivo del los desarrollos o formas que los elementos
ser de la Iglesia, existe en la tierra como de la estructura necesariamente toman en
fruto de la comunión visible en los bienes el decurso de la historia y en las diversas
salvíficos. Estos bienes salvíficos que cons- áreas geográficas y culturales. Finalmente
tituyen a la Iglesia como Iglesia y determi- existe la «organización eclesiástica».
nan su estructura social , son la Palabra de
Dios, los sacramentos de Cristo con su cen- a) La estructura fundamental
tro en la eucaristía y los carismas del Espí- de la Iglesia
ritu. Viviendo en la participación dinámica La Iglesia no es un mero agregado de per-
de esos dones de salvación, los fieles, ya sonas que, por afinidad de ideas, se con-
aquí en la tierra, penetran más y más en la gregan en un primer momento multitudi-
communio divina. En este sentido, las insti- nario, para después autodonarse una or-
tuciones sacramentales, y las actividades ganización. Ni es tampoco primero una
pastorales y apostólicas de la Iglesia histó- comunidad de lazos invisibles que, por un
IGLESIA 491
proceso de asimilación de formas históricas sia en su ser y la mantiene, por tanto, como
de la cultura, adquiere después estructura Iglesia.
societaria. Pertenece, en cambio, al miste-
rio de la Iglesia el que ésta, en su fase te- b) Los elementos de la estructura
rrena, sea a la vez «comunidad» de perso- Los elementos que originan la estructura
nas y estructura social o «institución». Am- fundamental de la Iglesia son, en primer lu-
bas dimensiones son de origen divino y lo gar, los que provienen de su dimensión sa-
son como dimensiones de una única reali- cramental y carismática. El bautismo (y la
dad, no como magnitudes autónomas. La confirmación) y el orden son los sacramen-
estructura no es una realidad físicamente tos que presentan las distintas posiciones y
distinta de la communio personarum. La in- funciones de la comunidad eclesial estruc-
separabilidad y la simultaneidad de las dos turándose como radicalmente sacerdotales.
dimensiones comunidad e institución de la El Concilio Vaticano II ha ligado la misión
Iglesia peregrinante son afirmadas por el salvífica de Cristo a su triple potestad y fun-
Concilio Vaticano II cuando habla de la «in- ción de sacerdote, profeta y rey, y ha visto
doles sacra et organice exstructa commu- la estructura de la Iglesia como una reali-
nitatis sacerdotalis» (LG 11). La estructura dad consagrada en la que Cristo, por su Es-
orgánica y sagrada es la índole misma de píritu, le otorga una participación sacra-
la comunidad cristiana. Esto se explica por mental de su triple munus en orden a ha-
el origen cristológico-pneumatológico de la cer actual en el mundo la misión salvífica
Iglesia. La actualidad permanente de Dios del Señor. De esta primera dimensión sa-
que llama y congrega en Cristo por la ac- cramental y sacerdotal emerge el concepto
ción del Espíritu Santo se expresa precisa- de «fiel cristiano» (christifidelis). El bautis-
mente en la institución sacramental de la mo crea la cualidad de miembro del Pueblo
Iglesia (que incluye el ministerio de la pre- sacerdotal de Dios, de fiel, y hace aparecer
dicación). La realidad Iglesia es re-creada la Iglesia en su más primaria y desnuda con-
continuamente por la acción trinitaria que dición: congregatio fidelium. Además, en el
se sirve del ministerium verbi et sacramen- seno del Pueblo sacerdotal, algunos de sus
torum. La respuesta humana a la acción tri- miembros son llamados por Cristo para ser
nitaria y eclesial de la predicación y los sa- los ministros del Señor, es decir, para re-
cramentos es la fe y, con ella, esos mismos presentarle ante sus hermanos como Ca-
sacramentos (de la fe) en cuanto acciones beza de su Cuerpo y Pastor de su Pueblo. A
del hombre. De esta manera, Cristo, en- través del sacramento del orden, Cristo con-
viando su Espíritu en la Palabra y en los sa- figura la dimensión jerárquica de la estruc-
cramentos, incrementa los miembros del tura de la Iglesia. En tercer lugar, sobre los
Cuerpo y simultáneamente les asigna posi- fieles y los ministros recae la acción del Es-
ciones y funciones en su estructura sacra- píritu Santo, pues Dios enriquece a su Igle-
mental. Los hombres se incorporan a la Igle- sia con dones «jerárquicos y carismáticos»
sia por los sacramentos (comunidad) y, en el (cf. LG 4). De esta dimensión carismática
mismo momento, se «sitúan» en la estruc- emergen la posición de los fieles-laicos y la
tura de la Iglesia (institución), que es asu- posición de los fieles llamados a la vida con-
mida por el Espíritu de Cristo para la cele- sagrada. Finalmente, pertenece a la estruc-
bración-administración de los sacramentos. tura de la Iglesia el que ésta, configurada
De manera que el Señor mantiene a la Igle- por la triple dimensión congregatio fidelium,
sia en su estructura por las mismas acciones ministerio y carisma, aparezca en la historia
sacramentales por las que incorpora a sus como Iglesia universal, que se hace pre-
miembros. Constituye de continuo a la Igle- sente y opera en las Iglesias particulares:
492 IGLESIA
El contenido propio del ministerio consiste minos: es todo el Pueblo de Dios el portador
en «re-presentar» ante la comunidad cris- ante el mundo del mensaje de la salvación
tiana la persona de Cristo. Ciertamente, la y, en el seno de ese Pueblo, la dimensión
entera Iglesia es el lugar de encuentro con el estructural «fieles» representa el momen-
Salvador. Pero ella no se autodona la salva- to sustantivo de lo cristiano, respecto del
ción que debe testimoniar, ni genera la pa- cual el elemento «sagrado ministerio» está
labra y el sacramento que salvan, sino que es teológicamente subordinado y es estructu-
Cristo mismo el que realiza hoy la salvación, ralmente relativo: relativo a Cristo, al que
dotando a la estructura sacramental de la representa, y a la comunidad cristiana, a la
Iglesia de este segundo elemento, el minis- que sirve. Esta prioridad supone, en efec-
terio, que es su representación sacramental to, el carácter de servicio del ministerio a la
ante la comunidad. Su razón de ser es cons- comunidad cristiana (cf. LG 24). «Los Obis-
tituir el signo e instrumento infalible y efi- pos no lo somos para nosotros mismos, si-
caz de la presencia de Cristo, Cabeza de su no para aquéllos a los que servimos la pa-
cuerpo. El ministro no sustituye ni sucede a labra y el sacramento del Señor» (san Agus-
Cristo Cristo no tiene sucesores , sino que tín). Ahora bien, si todos en la Iglesia están
es el sacramento de su presencia, en medio en camino de salvación por su condición de
de los fieles, lo que es completamente dis- creyentes, esa realidad salvífica no se la da
tinto. Éste es el contenido estructural del a sí misma la comunidad, sino que es fruto
sagrado ministerio en la dinámica de la es- del Espíritu que Cristo envía en la palabra
tructura de la Iglesia. Eso es lo que expre- y los sacramentos. El servicio específico que
sa la tradición de la Iglesia cuando dice que prestan a los fieles los ministros de la Pala-
el sacerdocio ministerial o jerárquico se di- bra y de los Sacramentos supone la radical
ferencia del sacerdocio común de los fieles posibilidad de existencia cristiana. Por ello,
essentia et non gradu tantum. Por lo de- a la prioridad sustancial de la condición de
más, los actos propios y radicales de esos fiel respecto del ministerio corresponde la
ministros son sacerdotales: hacen presente prioridad funcional de éste último en el se-
en estructura sacramental a Cristo Sacer- no de la estructura: los dos ad invicem or-
dote en cuanto Redentor del Pueblo. Es un dinantur. La prioridad funcional es conse-
sacerdocio, pues, sacerdotal, jerárquico do- cuencia de la ordinatio que tienen los fieles
tado de potestad y a la vez, ministerial, es respecto del ministerio como cauce del que
decir, ordenado al servicio de los hermanos. Cristo Cabeza se sirve para mantener a la
Con ello, sin embargo, no se ha dicho todo. Iglesia como Iglesia. Tal peculiar ordinatio
En efecto, «el sacerdocio común de los fie- de los fieles al ministerio no es una orde-
les y el sacerdocio ministerial o jerárquico, nación de servicio: la comunidad cristiana
si bien difieren por esencia y no sólo gra- no dice de suyo servicio al sacerdocio mi-
dualmente, ad invicem tamen ordinantur: nisterial, sino que es una ordenación basa-
se ordena el uno al otro, pues cada uno par- da en la necesidad de ser servida. Con ello,
ticipa de una manera peculiar del único sa- tenemos que la dinámica originaria de la
cerdocio de Cristo» (LG 10). Esa mutua or- estructura de la Iglesia se basa en esta mu-
denación del sacerdocio común y del sacer- tua ordenación de fieles y ministerio. La
docio ministerial arranca, en primer lugar, Iglesia, en cuanto «orgánicamente estruc-
de la prioridad sustancial de los fieles a cau- turada», no es sólo los fieles, ni sólo los mi-
sa de la radicalidad y la permanencia in Pa- nistros, sino la convocación-congregación
tria de la condición de fiel transformada en consagrada por el Espíritu que Cristo envía
comprehensor. Se trata, pues, de la prima- desde el Padre, y que es, sencillamente, «la
cía de lo cristiano simpliciter. En otros tér- Iglesia», la Iglesia dotada de su estructura
494 IGLESIA
Iglesia pueda discernir modos ordinarios de propio y peculiar de los laicos» (ibid). Lo
donación del Espíritu e institucionalice si- que para los ministros sagrados puede ser
tuaciones carismáticas, esas situaciones, en ocasional la implicación en las tareas se-
cuanto concretas, son formas históricas o culares , para los fieles laicos es determi-
estructuras secundarias en que se mani- nante de su posición en la Iglesia. La con-
fiesta la estructura fundamental. dición de laico es la condición de fiel en
La condición laical. Las condiciones per- cuanto modalizada carismáticamente por
sonales más radicales y originarias en la las situaciones mundanales transformadas
Iglesia son dos: todos, por el bautismo, los en vocación-carisma. Es la manera ordina-
hombres y las mujeres son «fieles»; algunos ria que el Espíritu tiene de hacer que se dé
fieles, por el orden sagrado, son «minis- en la Iglesia la simple condición de fiel. Pe-
tros». Con la palabra «laico» se designa, en ro es una vocación particular, aunque se dé
primer lugar, la condición de fiel, en cuanto en una muchedumbre de fieles: ex vocatio-
se contradistingue de la posición de los mi- ne propria, ibi a Deo vocantur (ibid). Lo cual
nistros. Esta primera aproximación a los lai- tiene importantes implicaciones teológico-
cos como los fieles-no ministros no dice na- pastorales en relación con la autonomía de
da acerca de su condición positiva: dice lo las realidades terrenas, la existencia cris-
que no son. Su contenido teológico positi- tiana laical y la actividad de los laicos y sus
vo aparece cuando se relaciona la condición asociaciones.
de fiel con el concepto de carisma y la «ín- La vida consagrada o religiosa. Los ca-
dole secular» propia de los laicos. La es- rismas del Espíritu que configuran la vida
tructura fieles-ministerio, de origen sacra- consagrada tienen una importancia decisi-
mental, en interacción con los carismas del va para la Iglesia: «El estado que se cons-
Espíritu, es enviada al mundo, y todos fie- tituye por la profesión de los consejos evan-
les y ministros son el sujeto eclesial de la gélicos, aunque no afecte a la estructura je-
misión. Por eso, existe una «secularidad ge- rárquica de la Iglesia, pertenece, sin
neral» de la Iglesia, o relación común de to- embargo, de manera indiscutible, a su vida
dos los cristianos con el mundo. Sin em- y a su santidad» (LG 44). El fenómeno his-
bargo, esta relación general con el mundo tórico de los religiosos es de enorme mag-
está internamente diversificada. En efecto, nitud y riqueza. La evolución que ha expe-
la Iglesia advierte en la acción histórica del rimentado desde sus orígenes, sus impor-
Espíritu en ella grandes direcciones caris- tantes manifestaciones espirituales, sus
máticas configuradoras de su propia es- implicaciones canónicas, su proyección sobre
tructura. Concretamente, las situaciones la vida de «fieles» y «ministros» exceden
mundanales y terrenas, en cuanto otorgadas las posibilidades de estas líneas. Interesa
como don y llamada (carisma) a los fieles sólo tratar de comprender la posición de los
cristianos, determinan la posición del laico en religiosos en la estructura fundamental de
la Iglesia. El laico no es sólo un fiel que no la Iglesia. El fenómeno de la vida religiosa,
es ministro, sino un fiel que es llamado por desde sus orígenes cenobíticos o monaca-
el Espíritu a desplegar su consagración bau- les, se caracteriza por la profesión pública
tismal «desde dentro» de las condiciones in Ecclesia et coram Ecclesia de los tres con-
ordinarias de la vida en el mundo (cf. LG sejos evangélicos de pobreza, castidad y
31). Las situaciones «seculares» no son, pa- obediencia, entendidos como una forma de
ra los fieles laicos, mero marco sociológico vida que manifiesta la destinación escato-
de su existencia cristiana, sino una realidad lógica del Pueblo de Dios (cf. ibid). El esta-
teológica otorgada como carisma y asumida do religioso se configura así como la insti-
como vocación: «... el carácter secular es tucionalización que hace la Iglesia, a través
496 IGLESIA
Increencia
plicará, desde la sociología, que los dioses no mo, los cuales sostienen que el concepto
son más que el propio grupo social o clan teísta de Dios no puede ser articulado de
hipostasiado, de manera que el objeto su- una manera coherente y consistente. Ade-
premo de la religión coincide con la socie- más de Flew, destacan Kai Nielsen, M. Mar-
dad humana, entendida como una entidad tin y R. Le Poidevin. La impresión general,
metafísica superior, un organismo que tras- sin embargo, es que este ateísmo filosófico
ciende la simple suma de los individuos. va perdiendo fuerza.
El neopositivismo lógico de los miembros Desde el campo de la filosofía de la cien-
del Círculo de Viena reeditó estas tesis en lo cia N.R. Hanson (1924-1967) mantiene que
que se ha llamado «ateísmo semántico», la existencia de Dios nunca ha sido soste-
aunque sus raíces propiamente son gnoseo- nida con hechos. La fe en la ciencia condu-
lógicas. Los miembros del Círculo usan el ce a suponer que el avance de la misma sig-
análisis lógico para desarrollar una «filoso- nifica el retroceso de Dios. Hanson sostie-
fía científica». La adopción del principio de ne que la historia de la ciencia es la historia
verificabilidad empírica como criterio de sig- de descubrimientos que hacen innecesaria la
nificado de las proposiciones supuso la ex- apelación a Dios. Su realidad se desvanece
pulsión del lenguaje significativo no sólo del con el progreso de la ciencia. La única ac-
lenguaje metafísico, sino también del ético titud coherente con el progreso de las cien-
y del religioso. Para Rudolf Carnap (1891- cias sería el ateísmo.
1970) el término «Dios» designa algo que Aunque la crítica epistemológica ha mos-
está más allá de la experiencia. Por su par- trado la falsedad de los presupuestos cien-
te, Alfred J. Ayer (1910-1989) sostiene que tificistas, persiste en muchos de nuestros
el teísta no dice nada ni verdadero ni fal- contemporáneos una actitud acrítica de con-
so acerca del mundo; sus expresiones re- fianza en la capacidad de las ciencias expe-
ligiosas no son auténticamente proposicio- rimentales y en su poder de salvar al hom-
nes ya que al término «Dios» no corres- bre. Los éxitos de la investigación científica
ponde ninguna experiencia: «... que exista y tecnológica han contribuido a difundir una
un dios trascendente es una afirmación me- mentalidad cientificista, que relega la reli-
tafísica y, por tanto, no literalmente signi- gión al ámbito de lo irracional.
ficativa» (Lenguaje, verdad y lógica, Bar- La misma postura sostienen los llamados
celona 1971, 137). «nuevos ateos» (especialmente Richard
Aplicando esta epistemología a las pro- Dawkins, Sam Harris, Daniel Dennett y
posiciones religiosas, Antony Flew (n. 1923) Christopher Hitchens), quienes, desde un
lanzó a los creyentes el llamado «desafío cientificismo sin concesiones, sostienen que
falsacionista» a fin de que describieran una la fe es una estupidez y superstición, pro-
situación en la que la afirmación «Dios exis- pia de la etapa infantil de la humanidad. El
te» fuera falsa. Según Flew, si no hay nada nuevo ateísmo añade que se trata de una
incompatible con la afirmación de que Dios estupidez peligrosa, porque la religión no
existe, la aserción no resulta significativa. sólo es irracional, sino que también es fuen-
Con el desafío de Flew se abrió un amplio te de odio y de violencia (como quedó pro-
debate sobre el significado de las proposi- bado en el 11 de septiembre). La estrategia
ciones religiosas que, en la medida en que de este ateísmo consiste en equiparar la re-
abandonó criterios verificacionistas, fue dan- ligión a los fanatismos, con el fin de mos-
do paso a la discusión sobre el valor cog- trar su irracionalidad y criminalizarla. El nue-
noscitivo de la religión y la fe. vo ateísmo se ha constituido en un movi-
En el ámbito de la filosofía analítica se ha miento social que aspira a establecer el
constituido un grupo de teóricos del ateís- laicismo excluyente en todas las legislacio-
INCREENCIA 501
nes, proponiendo como ideal la construcción to, una manera de trabajar por la instaura-
de un mundo sin religiones. Esta aspiración ción de la nueva sociedad comunista, en la
también es compartida por otros ateos como que no será necesario Dios ni la religión.
André Comte-Sponville y Michel Onfray. En el comunismo posterior, el ateísmo se-
rá un rasgo esencial de su pensamiento. El
b) El ateísmo de raíces humanistas marxismo-leninismo apoyará el ateísmo en
Un segundo motivo del ateísmo se encuen- la conciencia científica fundada en el mate-
tra en la idea de que la afirmación de Dios rialismo histórico y dialéctico. Ernst Bloch
supone la negación del hombre. En sus raí- (1885-1977), autor de formación marxista,
ces se encuentra el antropocentrismo mo- sostendrá que el ateísmo humanista es el
derno que, llevado a sus últimas conse- heredero de la verdadera religión, que valora
cuencias, conduce a la negación de Dios co- al ser humano y no lo niega. Bloch ve en el
mo condición para la realización plena del cristianismo un aspecto ateo (la negación
hombre. de la opresión del hombre por parte de
Esta tesis es perfectamente expuesta por Dios), y en el marxismo, un aspecto reli-
el hegeliano Ludwig Feuerbach (1804-1872), gioso (negación de un Dios opresor del hom-
al que Paul Ricoeur ha situado en la cabeza bre).
de los que denomina «filósofos de la sos- Friedrich Nietzsche (1844-1900) medita-
pecha». Feuerbach sostiene que Dios es una rá sobre las consecuencias nihilistas de es-
proyección del ser humano. La «miseria del te ateísmo humanista. Para Nietzsche la
hombre», es decir, su falta de plenitud, le muerte de Dios es un acontecimiento que
conduce a proyectar sus deseos hacia la in- marca nuestra época histórica. «La fe en el
finitud de un Dios. Pero las perfecciones que Dios cristiano escribe se ha vuelto increí-
los creyentes atribuyen a Dios deben ser ble». Ahora bien, con esa fe se ha desmo-
afirmadas de la esencia humana. Es más, ronado también todo el mundo metafísico
negar a Dios es una condición para afirmar y todo el sistema de valores e ideales de la
al hombre, para devolverle sus derechos. cultura occidental. Esto produce, en un pri-
Bajo el influjo de este autor se mueve mer momento, felicidad y alivio, pero Nietzs-
Karl Marx (1818-1883) para quien Dios es che es también consciente de las conse-
también una proyección del hombre. Pero, a cuencias que ello tiene. Si no hay Dios, no
diferencia de Feuerbach, Marx se interesa cabe norma moral sino sólo voluntad de po-
por las razones que conducen al ser huma- der. La ausencia de Dios significa, también,
no a construir un Dios y encuentra la clave que el hombre es el creador de los valores y
en las condiciones socioeconómicas. De la única medida de sus propias creaciones.
acuerdo con su visión materialista todos los «¿Qué hemos hecho al liberar esta tierra de
fenómenos de la vida social están condicio- su sol? […] ¿no sentimos el espacio vacío?,
nados por las formas de producción. Por es- ¿no hace más frío?, ¿no anochece cada vez
to Dios y la religión son un reflejo de este más?»: así se lamenta el loco que anda bus-
mundo, de sus condiciones de explotación; cando a Dios y descubre que no existe (La
son «el suspiro de la criatura oprimida» y gaya ciencia, II). Tras la muerte de Dios,
«el corazón de un mundo sin corazón». Pe- sólo cabe espacio para el superhombre que
ro como la religión tiende a justificar esta impone la voluntad de poder. El crepúsculo
realidad de opresión, se convierte en «opio de Dios es la aurora del superhombre.
del pueblo», un sedante que al amortiguar En el fondo del ateísmo nietzscheano la-
el sentido del sufrimiento contribuye a im- te siempre una oposición tajante entre Dios
pedir la eliminación de las causas de la opre- y el hombre. Dios aparece como rival del
sión. La lucha contra la religión es, por es- hombre y la fe en Él como una fuga cobar-
502 INCREENCIA
de ante la trágica grandeza del vivir huma- Uno de los primeros en plantear con cla-
no. La religión y especialmente el cristia- ridad el problema fue Epicuro: o Dios quie-
nismo son considerados por Nietzsche co- re eliminar el mal, pero no puede, y enton-
mo enemigos de la vida. ces es impotente y no es Dios; o puede y
En nombre de la libertad también nega- no quiere, y entonces es malo. Si quiere y
rá a Dios Jean-Paul Sartre (1905-1980). Es- puede ¿de dónde el mal? (Lactancio, Liber de
te autor existencialista parte de que el hom- ira Dei, 13: PL 7, 121). También David Hu-
bre es libertad pura: el hombre está «con- me (1711-1776) expuso el problema en tér-
denado a ser libre». Ahora bien, para ser minos similares. En nuestros días, el sufri-
verdaderamente libres, debemos negar que miento del inocente, especialmente después
exista un Dios trascendente, porque si exis- de la terrible experiencia de los campos de
tiera ese Dios, habría entonces unos valo- concentración y el holocausto, se presenta
res, que le serían impuestos al hombre. Tan- como un desafío a la afirmación de Dios.
to en Nietzsche como en Sartre el hombre se Buena parte del ateísmo contemporáneo se
concibe como autonomía y libertad absolu- configura como reacción al escándalo del
tas y Dios aparece como un obstáculo. Sar- mal en el mundo.
tre desarrollará conscientemente una pro- La objeción es perfectamente retratada
puesta de humanismo sin Dios. por Albert Camus (1913-1960), que reco-
En este ateísmo de raíces humanistas gió el grito de protesta de un mundo en el
Dios y la religión aparecen como enemigos que sufren los niños. Y, de manera análo-
del ser humano. La idea de Dios es alie- ga, en la novela de Dostoievski, Iván Kara-
nante, es opio para el pueblo porque impi- mazov quiere devolver el billete de entrada
de al hombre amar al hombre por el mis- a este mundo. Elie Wiesel, escritor judío que
mo hombre (L. Feuerbach) y comprome- fue deportado a Auschwitz, narra en La no-
terse en la lucha contra el valle de lágrimas che las reacciones de los presentes ante el
en que la religión ha convertido este mundo sufrimiento de un niño inocente. «¿Dónde
(K. Marx). Dios resulta, además, una ame- está el buen Dios, dónde está?», pregun-
naza para la libertad absoluta del ser hu- tan. La respuesta de Wiesel es muy dife-
mano (J.P. Sartre) y para la vida (F. Nietz- rente a la de Camus o Karamazov. Dios se
sche). La superación de este ateísmo recla- implica; Dios sufre con nosotros. «¿Dónde
ma comenzar rompiendo con esa imagen está? Allí está, está colgado ahí, de esa hor-
deformada de la relación entre Dios y el ca». Ésta es para Wiesel la única respuesta
hombre para mostrar que la afirmación de posible ante el silencio de Dios.
Dios es también afirmación del ser humano. La filosofía analítica se ha ocupado de
elaborar rigurosamente el argumento a par-
c) El ateísmo como protesta frente al mal tir del mal. J.L. Mackie (1917-1981) lo pre-
La existencia del mal es el más grave pro- sentó como problema de inconsistencia ló-
blema que debe afrontar el pensador cris- gica de un conjunto de proposiciones que
tiano respecto de Dios y también el arma admita las afirmaciones «Dios existe» y
más potente que tiene el ateo para apoyar su «existe el mal» (versión lógica o problema a
posición. Si Dios existe y es un Dios de los priori). Las respuestas que se articularon y,
hombres, ¿de dónde viene el mal?, ¿por qué particularmente, la «defensa basada en el
lo permite?, ¿por qué permite tanto mal? libre albedrío» planteada por A. Plantinga,
Esta pregunta tan apremiante como inevi- condujeron a una formulación más mode-
table, tan dolorosa como misteriosa, ha gol- rada del problema. Esta segunda formula-
peado en la puerta de todas las religiones, ción (versión evidencial o problema a pos-
los sistemas filosóficos y muchas personas. teriori) considera que la existencia del mal
INCREENCIA 503
una preparación para el evangelio, y como de la increencia como con la persona con-
dado por quien ilumina a todo hombre, pa- creta que vive como si Dios no existiera. Se
ra que finalmente tenga la vida» (LG 16). trata de un diálogo abierto y crítico.
3. El magisterio posconciliar ha prestado En relación con el ateísmo sistemático tal
en numerosas ocasiones atención al fenó- como ha sido descrito, un objeto privilegia-
meno de la increencia. Ya en la Encíclica Ec- do del diálogo será el ser humano, en su
clesiam suam (6.VIII.1964), al describir el realidad concreta, ya que el ateísmo se pre-
diálogo de la Iglesia con la humanidad, Pa- senta, en buena parte, como un humanismo.
blo VI se refiere a la negación de Dios co- Una parte importante del diálogo tendrá co-
mo «el fenómeno más grave de nuestro mo objeto examinar si, realmente, la felici-
tiempo» (ES 37). Posteriormente, en la En- dad prometida por los ateísmos se ha veri-
cíclica Evangelii nuntiandi (8.XII.1975) co- ficado allí donde se ha prescindido de Dios o
menta el «aumento de la incredulidad» y si, por el contrario, la negación de Dios ha
describe algunas razones del ateísmo con- supuesto también la anulación del ser hu-
temporáneo (EN 55). mano. El cristiano, por su parte, deberá
Pablo VI instituyó en 1965 el Secretaria- mostrar cómo la aceptación de Dios no es
do para los no cristianos con la finalidad de una alienación del ser humano. Dios no es
estudiar de modo riguroso el ateísmo y pro- un factor extraño que amenace la libertad
mover el diálogo entre creyentes y no cre- del hombre sino, al contrario, su fundamento
yentes. En el año 1993, Juan Pablo II unió más sólido.
éste al Pontificio Consejo para la Cultura, En el diálogo con la increencia deben en-
que había establecido en 1982, «... con la trar forzosamente cuestiones epistemoló-
convicción de que la cultura es un camino gicas. Hay muchas preguntas que es pre-
privilegiado para comprender el modo de ciso responder previamente a un debate
pensar y sentir de los hombres de nuestro serio: ¿existe la verdad?, ¿es posible al-
tiempo que no tienen ninguna creencia re- canzarla?, ¿conocemos sólo lo que experi-
ligiosa como punto de referencia» (Mensa- mentamos sensorialmente?, ¿qué es lo ra-
je con ocasión del XX aniversario de la crea- zonable de la razón humana? En este diá-
ción del Consejo Pontificio para la Cultura logo es importante poner sobre la mesa los
[14.V.2002], 2). presupuestos tanto del ateísmo como del
Juan Pablo II prestó particular atención agnosticismo. Una tarea ineludible es so-
al tema en la Encíclica Dominum et vivifi- meter a crítica los presupuestos epistemo-
cantem (18.V.1986), n. 56 donde subraya lógicos en que se fundamenta la increen-
la raíz materialista del ateísmo y en la En- cia (crítica de todo positivismo y empiris-
cíclica Fides et ratio (14.IX.1998), donde mo), así como la absolutización voluntarista
describe especialmente el ambiente que sus- de la finitud y la ocultación voluntaria de la
tenta la increencia. Después de hacer pa- lucha constante del ser humano contra el
tentes los errores del eclecticismo, histori- absurdo y su búsqueda de sentido. Los cre-
cismo, cientificismo y pragmatismo (nn. 86- yentes, además, tendrán que esforzarse
89), pone la atención en la relación entre por mostrar que la admisión del misterio
ateísmo y nihilismo (cf. FR 90). no contradice a la razón humana.
Será necesario comprender y explicar
III. EL CRISTIANO ANTE LA INCREENCIA bien que Dios no es un objeto entre otros y
1. Diálogo crítico y abierto que su conocimiento siempre se encuentra
La actitud fundamental que marca la rela- bajo el signo de la negación, pues sabemos
ción de los cristianos con el mundo de la in- más lo que no es que lo que Dios es. Sólo
creencia es la de diálogo, tanto con la cultura podemos conocer y pensar a Dios median-
INCREENCIA 509
nes de la Iglesia con la finalidad de que rarlas» (GS 22). La increencia es así un aci-
sean mejor reflejo de Jesucristo. Desde es- cate para seguir proponiendo la fe en este
ta perspectiva, el Concilio Vaticano II invitó nuevo contexto sociocultural.
a la Iglesia a una «incesante renovación y
purificación» (GS 22). Bibliografía
También obliga a resituar la misión de la R. CAPORALE y A. GRUMELLI (eds.), Cultura de la in-
Iglesia en el nuevo contexto de indiferencia. creencia, Bilbao 1974. R. CORAZÓN GONZÁLEZ, Agnos-
El secularismo y la indiferencia generaliza- ticismo. Raíces, actitudes y consecuencias, Pam-
da tienden a marginar la acción de la Iglesia. plona 1997. Evangelizzazione e ateismo. Atti del
Esto supondrá para los creyentes tener que Congresso Internazionale su Evangelizzazione e
aprender una nueva manera de situarse en ateismo, Brescia 1981. G. GIRARDI (ed.), El ateísmo
contemporáneo, 4 vols., Madrid 1971-1972. O.
la sociedad pluralista de la increencia.
GONZÁLEZ DE CARDEDAL, La gloria del hombre. Reto
Finalmente, la generalización de la in-
entre una cultura de la fe y una cultura de la in-
creencia nos obliga a revisar nuestra ma-
creencia, Madrid 1985. A. JIMÉNEZ ORTIZ, Por los ca-
nera de anunciar la fe cristiana tanto en su minos de la increencia. La fe en diálogo, Madrid
contenido tenemos que recuperar el anun- 1993. J. MARTÍN VELASCO, Increencia y evangeliza-
cio de Jesucristo como núcleo de la fe co- ción. Del diálogo al testimonio, Santander 1982.
mo en su metodología cuidando los sím- P. POUPARD (ed.), L’Église devant le défi de l’athéis-
bolos, la experiencia de fe, el sentido festi- me contemporain, Paris 1982; Dios y la libertad.
vo y comunitario . El Concilio pide al Una propuesta para la cultura contemporánea, Va-
creyente que dé «testimonio de una fe vi- lencia 1997. J.L. RUIZ DE LA PEÑA, Crisis y apología de
va y plena, educada precisamente para co- la fe. Evangelio y nuevo milenio, Santander 1995.
nocer con claridad las dificultades y supe- F. Conesa
jo la inspiración del Espíritu Santo (Cf. DV 1. La palabra de Dios dada por escrito
9). «Por consiguiente, escribe Benedicto XVI en el judaísmo antiguo
en Verbum Domini, la Escritura ha de ser La revelación de Dios a su pueblo, ya ates-
proclamada, escuchada, leída, acogida y vi- tiguada en el Antiguo Testamento, incluye
vida como Palabra de Dios, en el seno de la las acciones divinas y las palabras que las
Tradición apostólica, de la que no se puede acompañan. Estas son palabras humanas
separar» (VD 7). que expresan lo que Dios da a conocer a los
destinatarios de su revelación: patriarcas,
II. SAGRADA ESCRITURA Y PALABRA DE DIOS Moisés, profetas…. Son consideradas «pa-
La expresión «Palabra de Dios» la usamos en labra de Yahweh», cuya garantía de verdad
sentido analógico al lenguaje humano. En- se muestra en su eficacia (cf. Is 55,10s.),
tendemos que la «Palabra de Dios» es ori- similar a la que tuvo en la obra de la crea-
ginariamente la «Palabra» eterna del Padre ción: «Y dijo Dios… y así fue» (Gn 1,3-30).
(el Verbo) que, en un momento concreto de En cuanto que esas palabras de Yahweh que-
la historia humana, se hace carne: Jesu- dan consignadas por escrito en los libros de
cristo (Cf. Jn 1,14). Así, sólo las palabras de la Escritura puede decirse que éstos contie-
Jesús son palabra de Dios en sentido es- nen la palabra de Dios; pero todavía no pue-
tricto (Cf. Jn 3,34; DV 4). Pero también lla- de hablarse de que los mismos libros en su
mamos «palabra de Dios» a las palabras de conjunto sean palabra de Dios. De hecho,
la Ley promulgada por Moisés (Cf. Ex 20,1), en el Antiguo Testamento también se expli-
a las palabras que los profetas pronuncian en can los hechos salvíficos, desde la perspec-
nombre de Dios (Cf. Jer 1,9), a las de la pre- tiva de la fe en Yahweh, en otras muchas
dicación apóstólica (Cf. 1 Tes 2,13), y, de formas: narraciones de la historia, oracio-
un modo particular, a la Sagrada Escritura. nes sálmicas, reflexiones sapienciales, etc.
La «Palabra de Dios» puede compararse a Estas formas, sin embargo, no se presen-
una «sinfonía a varias voces en las que se tan en principio como palabra de Dios, sino
expresa el único Verbo» (VD 7). En esa sin- como reconocimiento por parte del hombre
fonía, la palabra de la Escritura hace resonar de aquello que Dios ha realizado y realiza a
la Palabra de Dios de un modo muy singular, favor de su pueblo y de sus fieles. La consi-
pues «a través de todas las palabras de la deración de que un libro en su conjunto sea
sagrada Escritura, Dios dice sólo una pala- palabra de Dios surge hacia el siglo III a. C.
bra, su Verbo único, en quien él se dice en cuando algunos grupos dentro de judaísmo
plenitud (Cf. Heb 1, 1-3)» (Catecismo de la produjeron obras que presentaban como li-
Iglesia Católica 102; Cf. VD 18). bros de revelación divina (o apocalipsis). To-
La fe en que Dios habla a su pueblo a tra- do el libro era considerado copia de libros
vés de unos escritos surgidos en su seno la celestes en los que estaban escritos los de-
recibe la Iglesia del judaísmo, que, a su vez, signios de Dios, y a los que el protagonista
comparte esa creencia con otros pueblos de había tenido acceso por una visión o porque
su entorno. La posesión de libros sagrados se los dictaba un ángel: «Te comunicaré lo
es común a muchas religiones. La singula- que está escrito en el libro de la verdad» di-
ridad de la fe de Israel está en la conexión ce el ángel Gabriel a Daniel (Dan 10,21; cf.
de la palabra de Yahweh con la historia, y también los Libros de Henoc, el Libro de los
en el enorme relieve que dicha palabra ad- Jubileos; etc). Otra forma de entender el ca-
quiere para la vida del pueblo. En la Iglesia rácter sagrado de los libros en su conjunto
esa fe alcanza un sentido nuevo a partir de fue considerar que habían sido puestos por
la fe en que Jesucristo es la única Palabra escrito estando sus autores poseídos por el
eterna de Dios hecha carne (Cf. Jn 1,14). Espíritu Santo. Un autor judío de finales del
INSPIRACIÓN DE LA SAGRADA ESCRITURA 513
sóstomo, In Gen. Hom. 2.2), y también hoy Dios es Autor de los libros por la acción del
la Iglesia cree que «en los libros sagrados Espíritu Santo en el hagiógrafo; no por una
el Padre que está en los cielos se dirige con especie de dictado exterior. Junto a la com-
amor a sus hijos y habla con ellos; y es tan- posición de los libros se señala quien es su
ta la eficacia que radica en la palabra de receptor: la Iglesia. Sólo, por tanto, en esa
Dios, que es, en verdad, apoyo y vigor de recepción será reconocible su carácter de
la Iglesia, y fortaleza de la fe para sus hi- inspirados.
jos, alimento del alma, fuente pura y pe-
renne de la vida espiritual» (DV 21). Sin 2. Enseñanzas del magisterio posterior
embargo, en la Iglesia no se sacralizó el tex- Tras el Vaticano I se intensificó la reflexión
to como tal, sino su contenido que es en de- teológica sobre la naturaleza de la inspiración
finitiva Jesucristo. Prueba de ello son las va- y sobre cómo se armonizan la acción de Dios
riantes con las que dicho texto se transmi- y la del hagiógrafo en la producción del li-
te, que también las traducciones a otras bro sagrado. Un principio clarificador lo ha-
lenguas se consideren palabra de Dios, y el bía establecido ya Sto. Tomás: «el autor
hecho de que los códices con texto bíblico principal de la S. E. es el Espíritu Santo, y el
sean desechados cuando ya son inservibles, hombre su autor instrumental» (Quodlib.,
como muestran los antiguos papiros en- 7, art. 14 ad 5). A la luz de este principio, las
contrados entre las basuras. Una actitud dis- encíclicas de León XIII (Providentissimus
tinta se encuentra en el judaísmo donde se Deus, 1893), y de Benedicto XV (Spiritus
tendió a unificar el texto, a considerar el he- Paraclitus, 1920), centradas fundamental-
breo lengua divina y donde los manuscritos mente en la defensa de la inerrancia bíblica,
ya inservibles se guardan con enorme ve- concretaron que la inspiración consistía en
neración. una gracia transitoria, un carisma, otorgado
por Dios (inspiración activa) a los hagiógra-
III. LA INSPIRACIÓN DE LA ESCRITURA fos, por el que estos recibían luz en su in-
La virtualidad de la Escritura de ser palabra teligencia, moción en su voluntad y asis-
de Dios se fundamenta en que su compo- tencia en sus facultades ejecutivas (inspi-
sición se debe en última instancia a una ac- ración pasiva), de tal forma que escribieran
ción divina que se comprende bajo el con- aptamente y con verdad infalible todo y só-
cepto de «inspiración bíblica». lo lo que Él quería (inspiración terminativa).
Pío XII en la Divino afflante Spiritu (1943),
1. Definición dogmática apoyándose asimismo en la causalidad ins-
En el Concilio Vaticano I (1870) fue definido trumental, señalaba la presencia en la Es-
el carácter sagrado y canónico de la Escritura critura de las huellas humanas de los ha-
en cuanto que sus libros «fueron escritos giógrafos, instrumentos vivos y dotados de
bajo la inspiración del Espíritu Santo, tienen razón, y, de esa manera, ponía el funda-
a Dios por autor y como tales han sido en- mento para el estudio de los géneros lite-
tregados a la Iglesia» (Const. Dei Filius c. rarios. La Constitución Dei Verbum (1965),
2). Recoge la afirmación tradicional desde aunque evita la terminología de causalidad
el siglo V/VI de que «Dios es Autor de am- instrumental, explica que «en la redacción
bos Testamentos» (Statuta Ecclessiae anti- de los libros sagrados Dios eligió a hombres,
qua), sin entrar en la discusión teológica y se valió de ellos que usaban sus propias fa-
que se había planteado sobre si están ins- cultades y fuerzas, de forma que, obrando Él
piradas las palabras mismas (inspiración en ellos y por ellos, escribieron, como ver-
verbal) o los pensamientos contenidos en daderos autores, todo y sólo lo que Él que-
la Escritura (inspiración real). Define que ría» (DV 11). Además de la novedad de de-
INSPIRACIÓN DE LA SAGRADA ESCRITURA 515
nominar «verdaderos autores» a los hagió- partir de comienzos del siglo pasado, el re-
grafos, con la expresión «en ellos y por curso al tratado De Prophetia de la Summa
ellos» orienta en nota a pie de página a con- Theologica (II-II, q. 173 art. 2), donde Sto.
siderar la inspiración en las dimensiones de Tomás, analizando el carisma profético des-
la íntima unión del mediador de la palabra de la concepción aristotélica del conoci-
con el Espíritu de Dios (cf. 2 Sam 23,2), de miento, distingue entre las imágenes inte-
la referencia a Jesucristo (cf. Heb 1,1; Mt lectuales, que normalmente proceden de la
1,22), y de la actualidad que mantiene siem- aprehensión de los sentidos, y el juicio del
pre esa palabra (Heb 4,7). Al mismo tiempo intelecto agente con su luz en el que se da
expone cómo la inspiración fundamenta la propiamente el conocimiento. El carisma pro-
veracidad de la Sagrada Escritura. Benedic- fético requeriría que la luz para juzgar pro-
to XVI en la Exhortación Verbum Domini venga efectivamente de Dios. Algunos au-
(2010) reconoce en primer lugar «la nece- tores lo aplicaron directamente a la inspira-
sidad actual de profundizar adecuadamente ción bíblica entendiendo que para que ésta
en esta realidad (la inspiración), para res- se dé no es necesario que Dios actúe en la
ponder mejor a lo que exige la interpretación recogida de materiales acceptio rerum ,
de los textos sagrados según su naturale- que el hagiógrafo podría obtener por sus
za» (VD 19), y orienta a comprenderla te- medios, sino en el iuditium de rebus accep-
niendo en cuenta no solo la acción literaria tis que, realizado bajo el lumen divinum, se-
de los autores concretos de los libros, sino el ría lo propio de la inspiración (J. M. Cascia-
hecho de que éstos surgen en el seno de ro). Pero, en realidad, más que con el ca-
una comunidad de fe: «También aquí pode- risma de profecía, la inspiración para escribir
mos sugerir una analogía: así como el Ver- tendría que ver con el carisma de locución,
bo de Dios se hizo carne por obra del Espí- en el que «el Espíritu Santo se sirve de la
ritu Santo en el seno de la Virgen María, así lengua humana como de cierto instrumento,
también la Sagrada Escritura nace del seno pero él es quien acaba interiormente la obra»
de la Iglesia por obra del mismo Espíritu. (II-II, q. 177 art. 1 Resp.). La Escritura es
La Sagrada Escritura es «la Palabra de Dios, el instrumento, la palabra mediadora de re-
en cuanto escrita por inspiración del Espíri- velación para quien la recibe, el pueblo de
tu Santo» (VD 19). El largo proceso de re- Israel y la Iglesia; no es revelación como la
dacción de muchos de los libros de la Sa- que se hiciera a los profetas.
grada Escritura, tal como lo pone de relieve Otras aportaciones más recientes se fi-
la crítica bíblica, hace que el concepto de jan en otros aspectos. El estudio de los ca-
autor deba ser ampliado, «hasta el punto rismas que aparecen en la Biblia muestra
de que el pueblo es el verdadero y más pro- que, junto al de profecía, están los caris-
fundo “autor” de las Escrituras (...) un pue- mas de acción o carismas funcionales, entre
blo que no es autosuficiente, sino que se los que figuran, en el Antiguo Testamento,
sabe guiado y llamado por Dios mismo que, por ejemplo, el de los sabios encargados de
en el fondo, es quien habla a través de los transmitir la enseñanza (cf. Jer 18,18) o, en
hombres y su humanidad» (Benedicto XVI, el Nuevo Testamento, el de los evangelis-
Jesus de Nazaret I, Prólogo). tas y doctores (cf. Ef 4,11). A ellos se ase-
mejaría el de la inspiración de los hagió-
3. Aportaciones bíblico-teológicas grafos (P. Grelot). La reflexión sobre las ac-
A la enseñanza del magisterio se han ido ciones divinas ad extra, y en concreto sobre
uniendo importantes intentos de explicar la la del establecimiento de la Iglesia, lleva a
naturaleza de la inspiración bíblica desde di- ver la Escritura como uno de los elementos
versas perspectivas. Una de ellas ha sido, a fundacionales de la misma Iglesia previsto
516 INSPIRACIÓN DE LA SAGRADA ESCRITURA
por Dios; de ahí que sea en la Iglesia na- Verbo (Cf. Jn 1,14), así la consignación por
ciente donde ha de situarse el carisma de escrito de los textos bíblicos se debió a una
la inspiración (K. Rahner). El análisis de los acción del Espíritu de Dios, de modo que
momentos reales en que un autor lleva a fueron asumidos por el mismo Dios como
cabo su creación literaria ilumina cómo la su palabra, sin dejar de ser palabra humana.
acción de Dios incide en la intuición y en la
ejecución de su obra por parte del hagió- 2. El misterio de Cristo desvelado en la
grafo (L. A. Schökel). Del proceso por el que Escritura
llegaron a redactarse los libros de la Escri- El misterio de Cristo se ha revelado me-
tura, como testimonio escrito de una tradi- diante la predicación apostólica y se ha «ma-
ción de fe en expresiones variadas, y siem- nifestado al presente por las Escrituras que
pre apoyadas en la eficacia de la palabra, lo predicen» (Rom 16,25-26). La Sagrada
se deduce la participación de la Escritura de Escritura está pues en función de desvelar el
esa eficacia debida al Espíritu por la inspi- misterio de Cristo, de forma que toda la Es-
ración (A. M. Artola). También desde los es- critura habla de un modo u otro de Cristo.
tudios sobre teoría literaria, que se fijan es- Pero, puesto que Cristo es el Verbo eterno
pecialmente en la interacción texto y lector, del Padre, en toda la Escritura habla al mis-
es posible esclarecer aspectos de la Biblia, mo tiempo ese Verbo, es decir, Cristo mismo.
tales como su eficacia y su actualidad, que
se explican, en último término, por su ins- 3. El misterio de la Escritura desvelado
piración divina. en la Iglesia
Así como el misterio de Cristo se desvela en
IV. LA ESCRITURA EN EL MISTERIO DE CRISTO Y la Iglesia, la verdadera naturaleza de la Es-
DE LA IGLESIA critura se percibe también en y desde la Igle-
A la luz del misterio de Cristo y de la Iglesia sia. Cuando esta propone el canon integra
se puede percibir el misterio de la Escritura, los libros en un nuevo libro, la Biblia; «un
en lo que atañe a su origen divino y a su na- libro no es bíblico sino a la luz de todo el Ca-
turaleza como texto, y en lo que concierne a non» (PCB, La interpretación de la Biblia en
su función una vez establecido el canon. la Iglesia, 1993, I. c. 1). Fue por tanto la
Iglesia, apoyada en la tradición apostólica y
1. Analogía de la Escritura con el Verbo guiada por el Espíritu Santo, la que real-
encarnado mente hizo la Biblia, y, en este sentido, en-
La expone así DV 13: en la Sagrada Escri- tra asimismo en el ámbito de su autoría hu-
tura «se manifiesta la admirable condes- mano-divina. La inspiración de la Escritura
cendencia (synkatábasis) de la sabiduría se extiende desde la elaboración de los li-
eterna», pues, en ella, «las palabras de Dios, bros que la componen hasta su entrega a la
expresadas con lenguas humanas, se han Iglesia en la forma en que esta la ha recibi-
hecho semejantes al habla humana, como do, pasando por la valoración sagrada de las
en otro tiempo el Verbo del Padre Eterno, Escrituras que se forjó, de una u otra ma-
tomada la carne de la debilidad humana, se nera, en el pueblo de Israel (cf. PCB, El pue-
hizo semejante a los hombres». El texto de blo judío y sus Sagradas Escrituras en la Bi-
la Escritura, plasmado en lenguas humanas blia cristiana, 2001). La inspiración de la Sa-
y siéndole propias las características de to- grada Escritura ha de entenderse, por tanto,
do texto literario, guarda analogía con la hu- como un proceso dinámico en el que ha que-
manidad de Cristo. Como esta fue creada dado fijada por escrito, bajo la acción del
por obra del Espíritu Santo en el seno de Espíritu Santo, la verdad sobre Cristo, que
María (cf. Mt 1,20; Lc 1,35) y asumida por el abarca la preparación a su venida, su obra
INSPIRACIÓN DE LA SAGRADA ESCRITURA 517
Jesucristo
al no alcanzarla se dejó matar (H.S. Rei- de que estos relatos, en su forma y géne-
marus). Sin embargo, la mayoría de estu- ro literario propios, son testimonios dignos
diosos descubrían que liberando al Evange- de credibilidad. Se ha llegado también a la
lio de la carga mítica se podría vislumbrar conclusión, esperanzadora para la teología,
al maestro amable de Galilea que fue capaz de que, a los ojos de un historiador impar-
de entregar su vida para los demás. Ése es cial, se puede descubrir un gran conjunto
el camino que tomó gran parte de la crítica de gestos, de palabras, de acciones de Jesús
del siglo XIX. Los comienzos del siglo XX con los que él manifestó la singularidad de
coincidieron con un cambio de dirección en su persona y de su misión, su carácter de
la investigación. Ésta hizo notar que la per- hapax y ephapax. Son lo que la investigación
sona que se describía en aquellas «Vidas de denomina rasgos de «cristología implícita» y
Jesús» nacidas de una purificación de los que en los textos del Nuevo Testamento es
evangelios no era otra cosa que la que re- ya explícita. Dos son los lugares que debe
sultaba de los prejuicios filosóficos de quie- recoger la indagación: el ser de Jesús y su
nes escribían aquellos libros: proyectaban misión.
la imagen de un filósofo ilustrado veinte si- En el ser de Jesús, lo que no puede pa-
glos atrás. Pero la investigación posterior, sarse por alto es todo lo que concierne a su
más que corregir el rumbo, tomó la senda relación muy particular con Dios como hijo
contraria: siguió afirmando que los escritos y como profeta obediente. Jesús tiene una
eran testimonio de la fe de los discípulos, relación filial con Dios a quien denomina
pero que lo eran tan profundamente que no Padre (Abba) distinta de la que tienen los
era posible encontrar en ellos rasgo histó- demás hombres, incluso sus discípulos (Jn
rico alguno. Por tanto, había que tomarlos 20,17). Jesús cumple también la misión del
como lo que eran, como testimonio del Cris- profeta que se abandona a sí mismo en el
to confesado por la fe. Por lo demás, esta cumplimiento de su tarea y que acepta su
condición no era un estorbo para la fe del destino ignominioso, con la confianza en la
cristiano, ya que quien nos podía salvar no resurrección.
era el «Jesús de la historia» pretendido por La otra dirección que debe seguir la in-
la crítica liberal, sino el «Cristo de la fe» (M. vestigación se refiere a la instauración del
Kähler, R. Bultmann). Desde aquí, la se- «Reino de Dios». Jesús predica el estable-
gunda mitad del siglo XX se puede describir cimiento del Reino de Dios y con ello cum-
como el laborioso empeño de la investigación ple las expectativas de Israel. Sin embar-
exegética e histórica por mostrar la triviali- go, hay que matizar tanto el verbo predicar
dad de esta dicotomía. Para ello, más que como el verbo cumplir. El cumplimiento de
dejarse guiar por prejuicios filosóficos, la in- las expectativas de Israel por parte de Je-
vestigación se ha servido de los numerosos sús no puede ser asimilado sin más a lo que
descubrimientos de la arqueología y la lite- sus contemporáneos esperaban. El Reino
ratura paralela del siglo I. Lo que se conoce mostrado por Jesús va más allá y en una
como la «segunda» y la «tercera búsque- dirección más profunda: la que él establece
da» sobre el Jesús histórico ha arrojado un con su autoridad y potestad. De la misma
resultado esperanzador para la teología y manera Jesús no sólo predica la cercanía
para la fundamentación histórica de la fe en del Reino, sino que lo establece con su pre-
Jesucristo. Con lo aportado por los docu- sencia, y con sus actos de poder, con los
mentos extrabíblicos y la aplicación de los milagros.
llamados criterios de historicidad crítica de Estas dos dimensiones, que necesaria-
los documentos, crítica del contenido de los mente se entrecruzan, se pueden percibir
documentos , se ha llegado a la conclusión en muchas actitudes del Jesús histórico des-
JESUCRISTO 521
pero también esto deben descubrirlo los rra es un decidido caminar hacia Jerusalén
hombres a la luz de sus palabras y sus ges- (Lc 9,51), que es donde culmina la salva-
tos, porque Jesús realiza la obra del ungi- ción porque allí muere y allí tiene lugar su
do no con las acciones aparatosas que se «éxodo» (Lc 9,31), su «ascensión» a los
esperaban del Mesías, sino con su pasión y cielos que es el estado final hacia el que
su cruz (Mc 8,31). En ese sentido, el se- camina. La ascensión es el final de su vida
gundo evangelista describe a lo vivo los sen- terrestre (Lc 24,51-53), el paso del Resu-
timientos de Jesús como hombre verdadero citado a la gloria (Hch 1,6-11), desde don-
que se compadece (Mc 1,41), se entristece de envía al Espíritu Santo. Como en los de-
(Mc 6,6), mira con cariño (Mc 10,2), o ai- más evangelios, Jesucristo aparece califi-
rado (Mc 3,5), se enfada (Mc 10,13), se afli- cado con los títulos que le son propios y
ge y siente angustia (Mc 14,36), etc. Estas que le definen: es Hijo de Dios (Lc 1,35;
condiciones verdaderamente humanas de Hch 9,20; etc.), es el Señor (103 veces se
Jesús, como el escándalo de la cruz, pue- usa el título en el Evangelio y 107 en He-
den quizás velar a los hombres su conoci- chos), es el Cristo (Lc 2,22.26; 3,15; etc.;
miento del «misterio» de Jesucristo verda- Hch 2,36; 4,26; etc.), el Salvador (Lc 2,11;
dero Dios y verdadero hombre, pero al dis- Hch 5,31; etc.), el Santo y Justo (Hch 3,14)
cípulo que le sigue y observa sus obras se le etc. Pero, en la lógica del hombre nuevo,
revela (Mc 4,11). Este misterio será paten- apuntada arriba, Jesús es el principio, el
te cuando el Hijo del Hombre, sufriente, re- archêgos (Hch 5,31; cf. 3,15), de la nue-
chazado y llevado a la muerte (Mc 8,31; va criatura. En ese sentido, para el cristia-
9,31; 10,33-34), venga en la gloria (Mc no es modelo de misericordia (Lc 15,1-32),
8,38; 13,26; 14,62). de oración continua, de pobreza, etc.
La obra de san Lucas se compone del San Juan, en el Evangelio, y también en
Evangelio y de los Hechos de los Apósto- sus otros escritos, es probablemente quien
les. Su horizonte es la historia de la salva- presenta una cristología más alta y profun-
ción. Lucas se interroga sobre el lugar y el da: «La flor de las Escrituras son los evan-
significado de las acciones de Cristo en la gelios y la flor de los evangelios es el de
historia de los hombres. En este sentido es San Juan», dirá Orígenes (In Ioannem com-
muy importante el Evangelio de la infan- mentarium, a Jn 19,26-27). Juan presenta
cia, del que se ha dicho que es el último a Jesucristo a la luz de la resurrección, pe-
capítulo del Antiguo Testamento y el pri- ro no lo desvincula de las acciones del Jesús
mero del Nuevo: del Israel fiel a Dios, del terreno. Por eso, al referir la historia de Je-
pueblo elegido, surge la salvación para to- sús, recoge títulos que pueden parecer hu-
das las naciones. Pero este plan divino va mildes hijo de José (Jn 1,45;6,42), raíz y
todavía más allá, y la genealogía de Jesús linaje de David (Jn 7,42; Ap 22,16), rabbí
se remonta hasta Adán que, dice Lucas, (Jn 1,38.49; 3,2; etc.), hombre (Jn 9,11.16;
«viene de Dios» (Lc 3,38). El paralelismo 10,33) , y también otros que podrían ma-
es fácil de establecer: Dios creó a Adán del linterpretarse, como profeta (Jn 4,19.44;
barro de la tierra insuflado por el Espíritu, 6,14; etc.), rey (Jn 1,49; 6,15; 12,13; etc.),
y crea al hombre nuevo, Jesucristo, con el o Mesías (Jn 1,41; 4,25). Sin embargo, los
descenso del Espíritu sobre María, modelo títulos más importantes son los que expre-
de los hombres que son fieles a Dios. Je- san su singularidad: en su ser el Hijo de
sús es, pues, el nuevo comienzo. Precisa- Dios (Jn 1,34.49; 3,18; etc.), el Unigénito
mente por eso, las acciones de Jesús son (Jn 3,16.18; 1 Jn 4,9), el Hijo del Hombre
determinantes para la nueva situación de (Jn 1,51; 3,14; etc.; Ap 1,13-16), el Salva-
los hombres. La historia de Jesús en la tie- dor (Jn 4,42), el Señor (Jn 4,11.15; etc.;
JESUCRISTO 523
que con su pasión, muerte y resurrección como el verdadero hijo de las promesas y
ha alcanzado la salvación a todos los hom- nuevo Adán.
bres (1 P 1,17-21; 3,18-22), y cuya venida También es mediador el profeta. Moisés
en la Parusía está asegurada (2 P 1,16-19). es el profeta por excelencia, mediador des-
No muy distintos son los contenidos sobre cendente, por quien llega la palabra de Dios
Jesús Juez en la carta de Santiago (St 5,8-9). al pueblo, y ascendente, pues intercede por
Más rica, en cambio, es la carta a los He- el pueblo. En la corriente profética, el profeta
breos tanto en su argumentación como en proclama la palabra de Dios, pero también
sus expresiones. La carta desarrolla dete- sufre por ella. Por eso, la vocación profética
nidamente la singularidad de Jesucristo co- acaba por dibujarse a la luz del «Siervo del
mo Sacerdote y como Mediador, pero ex- Señor» descrito en la segunda parte del li-
presa su ser con títulos e imágenes suge- bro de Isaías (Is 40-55). Los evangelistas
rentes: Hijo, Mesías, Señor, Santificador, subrayarán que Jesús es el nuevo profeta
Heredero, Pastor y Apóstol. Lo distintivo es anunciado por Moisés (Dt 18,15), nuevo
que, además, «Jesucristo es el mismo ayer Moisés, más que Moisés. Y la salvación
y hoy, y por los siglos» (Hb 13,8). anunciada por el Siervo del Señor, con sus
palabras y su vida, será la fuente de imá-
3. El Antiguo Testamento genes con que se expresará la pasión de Je-
Los escritos del Antiguo Testamento o del sús.
Primer Testamento, como prefieren decir También hay una mediación de salvación
muchos autores, ya que si fuera únicamen- sacerdotal. Del mismo modo que la bendi-
te preparación para Cristo su valor habría ción de Jacob (Gn 49,8-12) apuntaba hacia
caducado reflejan una experiencia religio- la preeminencia de Judá, es decir, de David
sa privilegiada, pero compleja y difícil de y de su descendencia, la bendición de Moi-
unificar: tal vez sólo la «esperanza del Rei- sés (Dt 33,8-11) subraya el valor de los sa-
no» es común a todos los escritos. Con to- cerdotes que enseñan la Ley y ofrecen los
do, es evidente que hay unas líneas y unos sacrificios. En Jr 33,17-18, en el marco de la
lugares de gran concentración cristológica nueva alianza, ambas promesas se recogen
que el Nuevo Testamento desarrolla. en paralelo: «... pues esto dice el Señor: No
Quizás la noción más importante para se le privará a David de varón que se sien-
acercarse a la cristología del Antiguo Testa- te en el trono de la casa de Israel. Y a los
mento sea la de mediador. En Israel, es me- sacerdotes levitas no se les privará de varón
diador de salvación el rey, ungido, mesías, que ofrezca holocaustos en mi Presencia,
del Señor. Particularmente, lo es la descen- inciense la oblación y haga el sacrificio todos
dencia de David a quien Dios le promete: los días». Y de hecho, el carácter sacerdotal
«... suscitaré después de ti un linaje salido del mesías era esperado, como testimonian,
de tus entrañas y consolidaré su reino» (2 S por ejemplo, los textos de Qumrán. La car-
7,12). Ahora bien, ese «linaje» de David en- ta a los Hebreos, como también san Lucas y
tronca con el linaje de Abrahán (Gn 12,7), y otros escritos del Nuevo Testamento, sub-
el linaje de la mujer del Protoevangelio (Gn rayan en Cristo la dimensión real y sacer-
3,15). Además se expresa de manera par- dotal a un tiempo.
ticular en muchos lugares, entre los que no Otras mediaciones salvadoras, como la
deben pasarse por alto los llamados salmos de la Palabra de Dios, o la Sabiduría, pre-
mesiánicos y el libro del Enmanuel del pro- sentes en los últimos escritos del Antiguo
feta Isaías. Es claro, como se ha visto más Testamento, se ven confirmadas y superadas
arriba, que el Nuevo Testamento siguiendo en las palabras de Jesús que recoge, por
textos de los profetas privilegia a Jesucristo ejemplo, san Juan. En todo caso, en la Igle-
JESUCRISTO 525
sia, como ya señaló la Encíclica Divino Af- que la Iglesia haya siempre leído e inter-
flante Spiritu, la enseñanza de Jesús, de los pretado la Escritura «con el mismo Espíritu
apóstoles, y la constante doctrina tradicional con que fue escrita» (DV 12).
cristiana, que se expresa sobre todo en la Para que una cristología pueda conside-
liturgia, es una guía para ver a Jesucristo, rarse auténtica no basta, pues, que siga el
hapax y ephapax, único y definitivo, anun- modelo y el ejemplo establecidos en el tes-
ciado y expresado en los textos inspirados. timonio apostólico. Es necesario que en-
tienda ese testimonio en el sentido en que
Bibliografía fue entendido por la Iglesia a lo largo de to-
A. AMATO, Jesús, el Señor, Madrid 1998. COMMI- da su historia. La Iglesia es el lugar donde se
SION BIBLIQUE PONTIFICALE, Bible et Christologie, Pa- da el verdadero conocimiento de la persona
ris 1984. R. BROWN, Introducción a la Cristología y de la obra de Cristo (cf. Comisión Teoló-
del Nuevo Testamento, Salamanca 2001. gica Internacional, Cuestiones selectas de
V. Balaguer cristología [1979], I. B, 2.2). La cristología
no se limita a estudiar lo que los primeros
II. LA FORMACIÓN DEL DOGMA CRISTOLÓGICO cristianos creyeron, no es un discurso indi-
1. Introducción recto, no es una historia aséptica que no
La revelación salvífica de Dios alcanza su compromete en primera persona al teólo-
plenitud en Jesucristo, Hijo de Dios hecho go. La cristología, y el teólogo como cual-
hombre: Él «es la Palabra única e insupe- quier cristiano, aceptando el testimonio de
rable del Padre. En Él lo dice todo, no ha- los testigos preelegidos por Dios (cf. Hch
brá otra palabra más que ésta»(CCE 65). 10,41) y apoyándose en ese testimonio, afir-
En Jesús de Nazaret se ha revelado defini- ma que Jesús es el Hijo de Dios, muerto y
tivamente Yahwéh que salva. resucitado por nuestra salvación (Pontificia
De la vida y predicación de Cristo han si- Comisión Bíblica, Bible et christologie,
do testigos privilegiados los apóstoles, que 1.1.3.3.).
recibieron del Señor el mandato de «predi- En el contexto de la Iglesia de los prime-
car a todos los hombres el Evangelio como ros siglos, de la llamada teología patrística,
fuente de toda la verdad salvadora y de to- se produjo un enorme desarrollo de la cris-
da norma de conducta, comunicándoles así tología, hasta el punto de que los primeros
los bienes divinos: el Evangelio prometido siete concilios ecuménicos se han ocupado
por los profetas, que Él mismo cumplió y de algún aspecto relacionado con la doctri-
promulgó con su voz» (DV 7). na cristológica. Este desarrollo se debió a
La predicación apostólica «se ha de con- diversos motivos. En primer lugar, el deseo
servar por transmisión continua hasta el fi- de conocer siempre mejor lo que la fe en-
nal de los tiempos» (DV 8), pues precisa- seña sobre Cristo, es decir, el ejercicio de la
mente «para que este Evangelio se conser- razón teológica. Pero junto a este factor, hay
vara siempre vivo y entero en la Iglesia, los que tener también presente la necesidad
apóstoles nombraron como sucesores a los apologética de rebatir las objeciones que
obispos, “dejándoles su cargo en el magis- procedían de la filosofía pagana, de las co-
terio”» (DV 7). La Iglesia es, pues, el lugar rrientes estoicas y platónicas, o del mono-
de la fe en Cristo. Fruto y testimonio de es- teísmo propio de la religión judía. No me-
ta fe es el mismo Nuevo Testamento, cuyos nos importante fue la necesidad de salir al
libros nacen, por inspiración del Espíritu San- paso de las diversas herejías que iban sur-
to, en el seno de la Iglesia viviente y en Ella, giendo en el seno de la Iglesia antigua y que
con la asistencia del mismo Espíritu, llegan negaban la verdadera humanidad o la divi-
vivos a los hombres de cada época. De ahí nidad de Jesucristo. Para explicitar la fe
526 JESUCRISTO
apostólica en torno a cuestiones que afec- de un Hijo de Dios por naturaleza. Jesús se-
taban a aspectos importantes de la fe en ría un simple hombre que habría sido adop-
Cristo, se produjeron diversas intervenciones tado por Dios en el momento de su bautis-
del Romano Pontífice, de los obispos y de mo en el Jordán, o en quien inhabitaría el
numerosos concilios, entre los cuales so- Verbo de Dios, concebido éste como la
bresalen los siete primeros concilios ecu- «fuerza» de Dios. Propugnaron estas ideas,
ménicos. entre otros, Teodoto de Bizancio, que fue
condenado por el papa san Víctor I en el
2. Los primeros siglos año 190, Pablo de Samosata, condenado
Las herejías de los primeros dos siglos ne- por el Concilio de Antioquía en 268 y Fotino,
garon menos la divinidad de Jesucristo que condenado por el Concilio I de Constanti-
su humanidad verdadera (CCE 464). Es el nopla y por el Sínodo romano del año 382.
caso, por ejemplo, del docetismo, presente Ya por esta época comienzan a perfilarse las
ya en en el siglo I. Los docetas consideraban dos grandes escuelas teológicas del Oriente,
la materia como mala y, en consecuencia, la antioquena y la alejandrina, que se re-
estimaban indigno que Cristo fuera hombre montaría a la escuela de Orígenes y que die-
como los demás, sólo lo parecía. El dualismo ron lugar a lo que esquemáticamente y con
profundo de esta corriente es radicalmente las salvedades oportunas suele conocerse
opuesto al cristianismo pues llevaba a no con el nombre de la cristología del Logos-
admitir en Cristo más que una mera apa- ánthropos y la cristología del Logos-sarx.
riencia humana, situándose, por tanto, en
abierta oposición a la fe en la encarnación. 3. Los siete primeros concilios
En este rechazo de la materia y de la cor- ecuménicos
poreidad, el docetismo coincide también con A partir del siglo IV, los grandes temas de
las corrientes gnósticas, que se caracteri- la cristología también fueron abordados por
zan por un fuerte dualismo y por una miti- los concilios ecuménicos a causa de las di-
ficación de Cristo, al que presentan como versas herejías que provocaron su convo-
un eón del pléroma divino y de quien nie- cación.
gan el carácter redentor, limitando su mi-
sión a un mero ejemplo y a una simple ilu- a) Las primeras controversias
minación interior de la salvación que el gnós- El primer Concilio ecuménico es el de Nicea
tico ya poseería dentro de sí. A estas (325), que trató la cuestión de la divinidad
tendencias disgregadoras de la fe se opu- del Verbo. Arrio sostenía que el Hijo era una
sieron con firmeza san Ignacio de Antioquía, criatura, que había sido creado de la nada y
san Ireneo de Lyon y Tertuliano. que no coexistía con el Padre desde la eter-
Hubo también corrientes doctrinales que nidad. El Hijo, aunque fuera la más perfec-
negaron la divinidad de Jesucristo. Entre ta de las criaturas, se encontraba subordi-
ellas destacan los ebionitas, cristianos del nado al Padre. Como es evidente, estas afir-
siglo I provenientes del judaísmo y de ten- maciones no sólo afectan a la doctrina
dencias judaízantes, que consideraban a trinitaria, sino también a la cristológica pues
Cristo como un simple hombre, muy santo, se niega, en consecuencia, que Cristo sea
pero mero hombre. No admitían su pree- Dios. Además, Arrio profesaba otros erro-
xistencia y sólo aceptaban el Evangelio de res que afectaban más específicamente a la
Mateo. Relacionada con esta herejía se en- naturaleza humana de Cristo, pues soste-
cuentra el adopcionismo de finales del siglo nía que el Verbo se habría unido directa-
II, que sostenía que Dios es una sola per- mente a la carne de Cristo haciendo las ve-
sona y que, por tanto, no puede hablarse ces del alma humana. Como es obvio, es-
JESUCRISTO 527
tas tesis inciden negativamente en la mi- denada de nuevo por el Sínodo Romano del
sión salvífica de Cristo, que aparece así co- año 382, en su canon 7 (Tomus Damasi, c.
mo un ejemplo, un modelo que se puede 7, D. 159). El influjo de esta polémica con
imitar, pero que no sería el Salvador uni- los apolinaristas fue notable y en cierto mo-
versal que la fe cristiana enseña. Estas tesis do seguirá presente en las futuras contro-
de Arrio fueron condenadas en Nicea. En versias cristológicas.
este Concilio se definió la consustancialidad
del Padre y del Hijo y, por tanto, la divini- b) La crisis nestoriana
dad de Cristo (cf. D. 125 y 130). La primera controversia que se produjo en el
Después del Concilio I de Nicea tuvo lugar siglo V fue la nestoriana, que tuvo como te-
una importante controversia cristológica co- ma principal la unicidad de la persona de
nocida con el nombre de apolinarismo. Apo- Cristo y en la que intervinieron las grandes
linar de Laodicea († antes de 392) había si- tradiciones cristológicas, la antioquena, la
do un adversario de las teorías arrianas y alejandrina y la latina. La crisis surgió cuan-
tanto él como su padre habían sido perse- do a raíz de la predicación del sacerdote
guidos a causa de su defensa de la fe nice- Anastasio, Nestorio, Patriarca de Constan-
na y en su casa habían dado refugio a san tinopla desde el año 428, interviene públi-
Atanasio de Alejandría. Sin embargo, Apoli- camente el 25 de diciembre de ese año sos-
nar, al intentar defender la unidad y la im- teniendo a Anastasio y afirmando que María
pecabilidad del Verbo encarnado, afirmó que era madre Cristo pero no madre de Dios,
Cristo carecía de alma intelectual y que era anthropotókos pero no theotókos. Ante las
el Verbo quien asumía estas funciones. De protestas que se produjeron, Nestorio es-
este modo intentaba evitar sea la mutabi- cribe al papa Celestino exponiéndole su doc-
lidad de la voluntad humana, sea la aparición trina y pidiendo su apoyo. Por otra parte, el
de una persona humana en Cristo. Sin em- Patriarca de Alejandría, san Cirilo, también
bargo, esta tesis implica la desaparición de había recibido informaciones sobre los su-
una naturaleza humana verdadera e ínte- cesos de Constantinopla y escribe una pri-
gra en Cristo. En la refutación de la doctri- mera carta a los monjes de Egipto que se
na apolinarista destacó sobre todo san Gre- habían dirigido a él preguntándole si había
gorio de Nisa. Fue condenada por el papa que llamar a la Santa Virgen Madre de Dios
san Dámaso, en el año 375 en la Epístola o no, pues si Jesucristo es Dios, ¿cómo la
Per Filium meum (D. 148) y en otra Epísto- Virgen que lo ha engendrado no es Madre
la dirigida en 378 a los obispos orientales de Dios? Comienza así una serie de cartas de
(D. 149). La doctrina apolinarista fue con- san Cirilo dirigidas a Nestorio en las que el
denada en el año 381 por el segundo Con- argumento central no será el mariológico si-
cilio ecuménico, el I de Constantinopla, que no el cristológico, es decir, la unidad de Cris-
se ocupó sobre todo del problema de los to. Las cartas más importantes de esta co-
macedonianos, que habían negado la divi- rrespondencia son la segunda carta de Ci-
nidad del Espíritu Santo (D. 151). Este Con- rilo a Nestorio, que fue leída, votada y
cilio hizo lo propio y completó el Credo del aprobada por el Concilio de Éfeso en 431 y
Concilio de Nicea. Desde el punto de vista la tercera carta, que incluye los llamados 12
cristológico conviene señalar, entre otras, la anatemas, que fue leída en el Concilio e in-
adición de la cláusula «del Espíritu Santo y cluida en las actas pero no votada. Mientras
de María Virgen» allí donde Nicea sólo decía tanto el papa Celestino, informado también
que el Hijo de Dios se ha encarnado. Tam- por san Cirilo de lo que estaba ocurriendo,
bién tiene carácter cristológico la afirmación había reunido en Roma un sínodo en el que
de que «su reino no tendrá fin». Fue con- se condena a Nestorio. El emperador Teodo-
528 JESUCRISTO
sio II convocó en Éfeso un concilio para el Cirilo, a quien veían como un apolinarista.
7 de junio del año 431. En esa fecha no ha- No contribuía a facilitar las cosas el uso de
bían llegado aún los obispos orientales con la fórmula «una naturaleza encarnada del
el Patriarca de Antioquía, Juan, ni los lega- Dios Logos», que san Cirilo atribuía a san
dos del papa Celestino. Se esperó unos dí- Atanasio, pero que como se comprobó años
as y el 21 de ese mes Cirilo, con la protes- más tarde era una hábil falsificación de ori-
ta de 68 de los obispos presentes, convoca gen apolinarista. A pesar de que el Concilio
para el día siguiente la apertura del Concilio, de Éfeso y la Fórmula de unión del año 433
que el mismo día 22 aprueba los escritos de habían afirmado con fuerza la unicidad de
Cirilo y condena los de Nestorio, a quien se la persona de Cristo, esa claridad no fue su-
depone. Juan de Antioquía y los obispos si- ficiente para apaciguar los ánimos y para
rios llegaron el 26 de junio y, junto con Nes- mantener la unidad de doctrina.
torio y otros obispos, se reúnen en un con-
cilio opuesto y condenan y deponen a su c) La controversia monofisita
vez a Cirilo. El 10 de julio llegaron los lega- Esta situación, ya de por sí delicada, empeo-
dos papales que, tras revisar las actas de ró de nuevo pocos años después a causa de
la primera sesión, aprueban lo realizado por la doctrina que difundía por Constantinopla
san Cirilo. El Concilio de Éfeso intenta con- un anciano archimandrita, Eutiques, que
vencer a Juan de Antioquía y al no conse- sostenía que Cristo subsistía en una única
guirlo termina excomulgándole junto con naturaleza. Antes de la unión hay dos na-
otros 30 obispos. Después de diversas vici- turalezas, después de la unión sólo una.
situdes, Nestorio fue depuesto y enviado al Cristo es ex duabus naturis, pero no sub-
exilio por el emperador, que propició tam- siste in duabus naturis. Eutiques fue acusa-
bién el que la fractura que se había produ- do por Eusebio, obispo de Dorilea, ante el
cido entre Cirilo y los orientales se recom- Sínodo permanente del Patriarca de Cons-
pusiera en el año 433 con la llamada «Fór- tantinopla, Flaviano, que le condenó en el
mula de unión» (cf. D. 271-273). año 448. Allí Eutiques había sostenido erró-
El Concilio de Éfeso no ha elaborado nin- neamente que Cristo no es consustancial
guna profesión de fe como hicieron los dos con los hombres, que después de la unión
concilios ecuménicos anteriores, es más, se sólo hay una naturaleza en Cristo. Flaviano
remite directamente al Credo de Nicea. Ha se dirigió al Papa, san León Magno, infor-
hecho suya, sin embargo, la doctrina de Ci- mándole de lo acaecido.
rilo contenida en su segunda carta a Nes- San León escribió a Flaviano el Tomus ad
torio, aprobando la cristología unitaria de Flavianum, una de las piezas maestras de
Cirilo: la unión según la hipóstasis del Lo- la cristología latina (cf. D. 290-295). En es-
gos con la carne, la integridad y perfección te documento san León delinea claramente
de las dos naturalezas de Cristo, la com- una cristología diofisita y recalca la exis-
municatio idiomatum y la confirmación de tencia en Cristo de dos naturalezas y el he-
la designación de María como theotókos. cho de que cada una actúa según lo que le
Sin embargo, la falta de precisión de al- es propio. Reafirma la doble consustanciali-
gunos de los términos que san Cirilo había dad de Cristo, con el Padre y con nosotros,
usado, por ejemplo el de fisis, y que por que posibilita la mediación de Cristo. Estas
aquella época no estaban aún claramente naturalezas, unidas en el único sujeto, per-
definidos y aceptados por todos, continuaron manecen íntegras y perfectas después de
pesando por un tiempo y provocaron mu- la unión. Enseña así no sólo que en Cristo
chas de las reacciones de los teólogos an- hay una sola persona y dos naturalezas, si-
tioquenos frente a los 12 anatemas de san no también que estas naturalezas, unidas
JESUCRISTO 529
sin mezcla ni confusión, conservan sus pro- sismo, más de tipo verbal que real, fue sos-
pias facultades y operaciones. Pero añade tenido por Timoteo Aulero, Filoxeno de Mab-
que cada naturaleza realiza lo que le es pro- bugo y Severo de Antioquía. Se les opusi-
pio siempre en comunión con la otra, pues ron sobre todo Leoncio de Bizancio y Leon-
ambas pertenecen a un mismo y único su- cio de Jerusalén. Los llamados tres capítulos
jeto: el Verbo. Esta carta estaba pensada hacían referencia en concreto a la conde-
para ser leída en el Concilio que mientras nación póstuma de tres de los más desta-
tanto el emperador Teodosio había convo- cados teólogos de la escuela antioquena:
cado en Éfeso, a instancias de Eutiques, pa- Teodoro de Mopsuestia, Teodoreto de Ciro
ra el 8 de agosto del 449. Este Concilio, pre- e Ibas de Edesa. Los dos últimos habían si-
sidido por el Patriarca de Alejandría, Diós- do injustamente depuestos en el Latrocinio
coro, dio lugar a un cúmulo tal de desmanes de Éfeso del año 449 y fueron rehabilitados
y desafueros que ha pasado a la historia con por el Concilio de Calcedonia del año 451.
el sobrenombre de «el Latrocinio de Éfeso». La oposición a un edicto (544) del empera-
Tras la muerte de Teodosio, y convocado dor Justiniano por parte del papa Vigilio, que
por los nuevos emperadores, Pulqueria y sólo estaba dispuesto a condenar las doc-
Marciano, tuvo lugar un nuevo concilio, en trinas erróneas pero no las personas, pro-
Calcedonia, en octubre del 451. Ha sido el vocó que se convocase el Concilio II de
Concilio de la Antigüedad en el que más Constantinopla. Después de diversas vicisi-
obispos participaron. El Concilio depuso a tudes, el Concilio en su última sesión (2 de
Dióscoro y redactó, tras no pocas resisten- junio de 553) condenó los tres capítulos.
cias, una definición cristológica de la fe que Sólo el 8 de diciembre de ese año el papa
ha sido y es un punto de referencia funda- Vigilio se adhirió a esa condena.
mental de la fe de la Iglesia. La fórmula se La doctrina cristológica conciliar subraya
centra en la confesión de «un solo Hijo, sobre todo la unidad de Cristo y la comuni-
nuestro Señor Jesucristo», a la vez que se cación de las propiedades de las dos natu-
confiesa «a un solo Cristo en dos naturale- ralezas en la persona del Verbo. Se trata de
zas», que se encuentran unidas «sin confu- una unidad que tiene lugar según la única
sión, sin mutación, sin división, sin separa- hipóstasis del Verbo. La naturaleza huma-
ción», de forma que constituyen una sola na de Cristo es ciertamente distinta de la
persona, una sola hipóstasis, pues Cristo no divina y recibe su ser personal del Verbo,
está dividido (cf. D. 300-302). que es así el sujeto último de atribución de
La recepción del Concilio de Calcedonia, las acciones de Cristo (cf. D. 421-438). El
sin embargo, no fue pacífica y no se consi- Concilio aclaró también que la conocida fór-
guió la deseada unidad doctrinal, particu- mula que san Cirilo había usado, «una na-
larmente en Oriente donde, junto a la co- turaleza del Dios Logos encarnada», debía
rriente calcedoniana, continuaron la nesto- entenderse en el sentido de que «realizada
riana y la monofisita. Y todo ello en un la unión de la naturaleza humana y de la
ambiente en el que con las problemáticas naturaleza divina según la hipóstasis, el efec-
doctrinales se mezclaban también los inte- to ha sido un solo Cristo», condenando el
reses políticos de grandes zonas del Impe- intento de introducir con ella «una sola na-
rio bizantino. turaleza o sustancia de la divinidad y de la
Uno de los episodios de esta lucha doc- carne de Cristo» (D. 429). Vale la pena se-
trinal entre monofisitas y diofisitas fue la ñalar también que este Concilio no sólo sub-
llamada «cuestión de los tres capítulos», es- raya de nuevo lo fundado del título de Theo-
trechamente relacionada con el Concilio II tókos, sino también la perpetua virginidad
de Constantinopla del año 553. El monofi- de María (cf. D. 427 y 422).
530 JESUCRISTO
nitud de Dios que es, por tanto, incircuns- mente este acontecimiento el primer do-
cribible, aperígraphos. Sin embargo, la ma- mingo de Cuaresma con la fiesta de la or-
yor parte de los teólogos, sobre todo a par- todoxia.
tir del siglo IV, como los Padres capadocios,
son favorables al culto a las imágenes. El 4. Conclusión
punto decisivo será la concepción que se Las definiciones dogmáticas de los concilios
tenga de Cristo como Imagen del Padre (cf. ecuménicos constituyen un punto de refe-
Col 1,15; Hb 1,3). La base trinitaria de la rencia fundamental para el estudio y la in-
cuestión, más presente durante la contro- vestigación de la cristología. Ciertamente
versia arriana, pone también de manifiesto estas definiciones no agotan el misterio que
su aspecto cristológico, pues si el Hijo es la intentan exponer o defender, pues son siem-
imagen perfecta del Padre, el Hijo lo es tam- pre formulaciones humanas, y por tanto,
bién en cuanto hombre. Las imágenes de con los límites propios de toda palabra hu-
Cristo no representan la divinidad del Ver- mana. Es más, no agotan ni siquiera toda
bo sino su manifestación en la carne. Se la comprensión de Cristo que la Iglesia, asis-
opusieron a los iconoclastas san Germán tida por el Espíritu Santo, había alcanzado
de Constantinopla y san Juan Damasceno, hasta ese particular momento histórico. La
que subrayan que rechazar las imágenes misma evolución de los concilios, y de las
equivale a rechazar la encarnación del Ver- herejías a las que intentan responder, mues-
bo. El II Concilio de Nicea, convocado en tra cómo cabe siempre una mayor profun-
787 por la emperatriz regente Irene, tras dización en el misterio de Cristo.
declarar herético el Sínodo iconoclasta que Estas mismas características no siempre
el emperador Constantino V Coprónimo ha- son tenidas en cuenta y, en ocasiones, se
bía convocado en el palacio imperial de Hie- ha presentado la doctrina de concilios como
rea el año 754, promulgó una definición en Nicea o Calcedonia como una helenización
la que se enseña que el culto de venera- del dogma cristológico, como manifesta-
ción, no de latría, a las imágenes forma par- ción de una falta de sensibilidad por los as-
te de la tradición de la Iglesia, confirma la pectos soteriológicos. Y sin embargo, es-
real encarnación del Verbo y que el honor tas acusaciones habría más bien que diri-
tributado a la imagen se dirige a quien la girlas a los diversos herejes de aquellos
imagen representa. El Concilio condenó a tiempos para los que la fe de la Iglesia re-
todos los que rechazaran las imágenes (cf. sultaba incomprensible precisamente a la
D. 600-609). luz de los postulados filosóficos y culturales
La doctrina del Concilio II de Nicea, sos- del helenismo de sus diversas épocas. Las
tenida por los Papas, no encontró, sin em- investigaciones sobre este tema, sin em-
bargo, una acogida favorable ni en Occi- bargo, han puesto de manifiesto que los
dente, a causa de los malentendidos que se padres conciliares no se han dejado sedu-
produjeron en la corte de Carlomagno, ni cir por la tentación de asimilar la verdad
en Oriente, donde con el emperador León cristiana a las categorías filosóficas grie-
V el Armenio recomenzó otro periodo de gas. Ciertamente el pensamiento cristiano
persecuciones y destrucción de imágenes. ha hecho uso de conceptos que provienen
La paz definitiva llegó sólo en 843 cuando de la cultura griega, pero ha hecho igual-
un concilio, no ecuménico, convocado en mente uso de tantos otros que son fruto
Constantinopla por la emperatriz regente de la razón humana en general, no de la
Teodosia, declaró de nuevo legítimo el cul- razón griega.
to a las imágenes y condenó a los icono- El aspecto soteriológico ha estado siem-
clastas. La Iglesia bizantina recuerda anual- pre presente en los concilios antiguos, ya
532 JESUCRISTO
desde Nicea. El que las definiciones conci- Calcedonia [451], Salamanca 1997). A. GRILLMEIER
liares antiguas no tengan un corte de tipo y H. BACHT (eds.), Das Konzil von Chalkedon. Ges-
histórico-salvífico tal y como hoy lo enten- chichte und Gegenwart, 3 vols., Würzburg 1951-
demos, no significa que la historia de la sal- 1954. J.A. MCGUCKIN, St. Cyril of Alexandria: The
vación brille por su ausencia. No pocas ve- Christological Controversy. Its History, Theology,
and Texts, Leiden 1994. F. OCÁRIZ, L.F. MATEO-SE
ces, por el contrario, los herejes son acusa-
CO y J.A. RIESTRA, El misterio de Jesucristo, Pam-
dos de alterar el misterio de la economía de
plona 20043.
la encarnación del Señor por nosotros. La
J.A. Riestra
diversidad de acentos que a veces se puede
observar entre el kerigma evangélico y la III. CRISTO, HIJO DE DIOS Y HOMBRE
cristología patrística no es una traición al VERDADERO
anuncio bíblico, como a veces se ha dicho En la fe cristiana, la pregunta por la identi-
simplificando no poco el argumento. El Nue- dad de Jesucristo está relacionada con la
vo Testamento no es sólo un discurso sobre cuestión del sentido del mundo, y de su ra-
la historia y las funciones de Cristo, es tam- zón de ser, origen y finalidad. El mundo se
bién un discurso sobre el ser de Cristo. La presenta como un enigma que si por una
cristología patrística en cierto modo no ha- parte, habla de un Creador bueno y provi-
ce más que continuar esta línea. En esto re- dente («Los cielos narran la gloria de Dios,
side precisamente la importancia de la dis- el firmamento pregona la obra de sus ma-
cusión en torno al concepto de cristología nos», dice el salmista [19,1]), por otra, no
funcional y cristología ontológica. muestra con claridad el motivo último de su
Antes de terminar, conviene señalar, des- existencia. Periódicamente, los dramas ge-
de una perspectiva ecuménica, que desde nerados en la historia replantean la cues-
hace años existe un proceso de clarificación tión del significado del mundo, a la cual va
de estas antiguas controversias entre la Igle- indisolublemente unida la pregunta por el
sia católica, la Iglesia asiria de Oriente y las sentido de la existencia humana. La reve-
antiguas Iglesias orientales que han condu- lación cristiana ilumina todo este amplio ám-
cido a diversas declaraciones de fe cristólo- bito a través de la idea de un diseño de Dios
gica entre la Iglesia católica y la Iglesia asi- relativo al mundo creado, y de la concen-
ria de Oriente, y entre la Iglesia católica y al- tración en el nombre de Jesucristo de los
gunas de las antiguas Iglesias orientales. principales significados y funciones que lo
componen. Según la Sagrada Escritura, Je-
Bibliografía sús realiza la unidad profunda del plan de
La bibliografía sobre estos temas es abundantí- Dios, pues «todo fue creado por él y para
sima. Pueden resultar útiles los diversos volú-
él» (Col 1, 16), y fue pensado para «que to-
menes de la colección Histoire des conciles oe-
do tenga a Cristo por Cabeza, lo que está
cuméniques, publicados por la editorial L’Orante
en los cielos y lo que está en la tierra» (Ef
(Paris), muchos de los cuales han sido traduci-
1,10). Además, Él constituye también el cen-
dos a diversos idiomas. Damos a continuación al-
tro de esta unidad de origen y de destino.
gunas referencias que pueden servir para una
primera introducción al argumento. A. AMATO, Je-
Jesús conduce la historia humana a su me-
sús es el Señor, Madrid 1998. A. DUCAY REAL (ed.), ta, es el Salvador del hombre arrojado del
Il Concilio di Calcedonia 1550 anni dopo, Città del paraíso a causa del pecado y el reconciliador
Vaticano 2003. A. GRILLMEIER, Jesus der Christus im de todas las cosas. La creación recibe de Él
Glauben der Kirche, 2 vols. en 5 t., Freiburg i. B. inicio, consistencia y finalidad.
1986-2002. (Existe una traducción castellana del Esta función tan amplia y central se ex-
primer volumen: Cristo en la tradición cristiana: plica por la condición divina de Jesús. Las
desde el tiempo apostólico hasta el concilio de numerosas curaciones y milagros que reali-
JESUCRISTO 533
zó, y, sobre todo, su resurrección gloriosa e Padre en favor de los hombres. La preexis-
inmortal, junto con la potencia del Espíritu tencia de Cristo es, en estos textos, el pun-
que Él envió en Pentecostés para vivificar a to de partida de su presencia en la historia:
la primera comunidad cristiana, son prueba «... al llegar la plenitud de los tiempos en-
de su divinidad. Así lo consideran los evan- vió Dios a su Hijo, nacido de mujer» (Ga
gelios cuando narran todos estos hechos, 4,4); Él, «siendo de condición divina, no re-
aunque hay entre ellos cierta diferencia, pues tuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino
mientras la divinidad de Jesús está implíci- que se despojó de sí mismo tomando con-
ta en la cristología de los sinópticos, san dición de siervo haciéndose semejante a los
Juan la revela expresamente. Este último hombres y apareciendo en su porte como
Evangelio, a la par de los demás escritos del hombre» (Flp 2,6-7). Hay una identidad y
Nuevo Testamento, no hace otra cosa que una relación entre el Dios que lo envía y Je-
desarrollar lo que ya es evidente en la vida sucristo, el que vino al mundo: «... la Pala-
y en la historia de Cristo, es decir, su carác- bra estaba con Dios, y la Palabra era Dios» y
ter divino. Si Jesús se ha considerado el re- «la Palabra se hizo carne y puso su Morada
presentante único de Dios en el mundo, si entre nosotros» (Jn 1,1).
se ha atribuido (incluso de modo humilde y Naturalmente estas afirmaciones reque-
natural) prerrogativas divinas como perdo- rían la clarificación de diversos aspectos: en
nar los pecados, reformar la palabra de Dios qué sentido se puede introducir una distin-
precedente, o exigir un amor absoluto a su ción «personal» en Dios, cuya esencia es
persona, si ha confirmado todo esto con simple; qué significa para Dios mismo en-
obras y milagros, que muestran su dominio trar en la historia, y si esto es compatible
y su poder sobre los elementos cósmicos, con la inmutabilidad divina; se puede (y có-
los hombres y los demonios, entonces su mo) ser a la vez Dios eterno y hombre en
condición no puede ser más que divina. De el tiempo, o habrá que componer Dios y el
otro modo sólo queda la alternativa de im- hombre renunciando a algo en ambas na-
pugnar el carácter histórico de los relatos turalezas, o al menos en la humana; y de
evangélicos y declarar la fe cristiana un mi- qué modo o hasta qué punto esta natura-
to; pero entonces todo el fenómeno cristia- leza humana con sus actos y su carne pasi-
no queda sin explicar y como suspendido en ble puede ser realmente «de Dios». La Igle-
el vacío. En cambio, la luz del Paráclito, que sia de los primeros siglos trabajó mucho so-
desvela el sentido profundo del misterio pas- bre estas cuestiones, que serían después
cual de Cristo, al presentarlo como «Hijo de desarrolladas por la gran tradición teológica
Dios con poder según el Espíritu de santi- medieval, hasta encontrar una síntesis mo-
dad» (Rm 1,4), hace también entender que délica en la obra de Tomás de Aquino. Se
esta dignidad filial le corresponde por su ser aclaró en primer lugar la cuestión arriana: el
y, por tanto, desde siempre, con anteriori- Verbo es «Dios de Dios, Luz de Luz», «de
dad a la historia humana. Jesús es el Verbo la misma sustancia del Padre», y no un ser
de Dios (Jn 1,1), que existe eternamente en intermedio; y esto es posible porque el Pa-
el seno del Padre; es el «resplandor de la dre y el Hijo (junto con el Espíritu) son en-
gloria divina y la impronta de su sustancia» tre sí relativos e inmanentes: un único Dios
(Hb 1,3); el «Dios bendito por los siglos» en tres Personas, cada una el único Dios; la
(Rm 1,5). Junto a estas fórmulas que con- venida de Dios y su contacto íntimo con el
fiesan directamente la divinidad de Cristo, mundo no significa, como en algunas ten-
hay otras, de corte más dinámico, que se- dencias de derivación platónica, imperfec-
ñalan la gran misericordia de su venida en ción en Dios ni limitación, sino al contrario
el mundo, del envío del Hijo por parte del exceso de su omnipotencia para llegar a lo
534 JESUCRISTO
impensable, a lo ilógico según los criterios cia de Dios con las criaturas y el valor y sen-
del mundo, pues la encarnación supone un tido de la realidad terrena. La vida íntima
abajamiento de Dios que llega al colmo con de Dios, volcada hacia los hombres y hacia
la pasión y la cruz. La humanidad del Verbo su entorno mundano, se despliega en las
es misteriosa, pero le pertenece realmente obras de Cristo, y estas obras, por su per-
en virtud de una unión inefable, de una fección humana y sobrenatural, invitan a la
asunción y adaptación de lo humano a la conversión, a un modo nuevo de vida, ale-
persona divina que se lo apropia; y sus pa- jado del pecado, y fruto de la acción trans-
decimientos, lejos de ser contradictorios o formadora de la gracia (divinización). Y es-
ajenos a su condición divina, son totalmen- ta llamada a la renovación interior resuena
te suyos, aunque se refieran a la divinidad con radicalidad en la predicación de Jesús, es
sólo en razón de esa asunción; más aún, el contenido de sus discursos y parábolas,
este sufrimiento constituye el acto funda- de modo que la misión de Cristo entre los
mental y culminante de nuestra salvación hombres es, por la gratuita misericordia de
precisamente porque es del Verbo divino. Dios, como una continuación terrena del
Con todo, el aspecto primario de la doc- misterio de su ser personal.
trina de la encarnación consiste en la pre- Este adjetivo, personal, tiene especial va-
sencia personal del Hijo de Dios en la his- lor a la hora de hablar del misterio de la en-
toria. Esta presencia está relacionada con carnación. El Concilio de Calcedonia utilizó el
el misterio trinitario de una doble manera. En término como clave explicativa de la unión
primer lugar, la encarnación es obra de Dios del Verbo con la humanidad que asume. La
Trino, acción inefable de las tres Personas presencia del Verbo en la historia es perso-
divinas, que dan curso a la decisión eterna nal, puesto que Jesús forma su humanidad
de salvar a los hombres. El carácter trinita- como algo suyo propio (hipostático). No asu-
rio de este acto se puede representar con me una criatura ya existente, sino que toma
la secuencia: «envío», «apropiación», «for- de una criatura de su madre María la se-
mación». El Padre envía su Hijo al mundo, lo milla material y a partir de ella suscita en
que significa que el Hijo se apropia de la unión con el Padre y con la potencia del Es-
sustancia humana que el Espíritu suscita en píritu esa humanidad como «dentro» de
el seno virginal de María, con la coopera- sí, como siendo Él directamente su fuente
ción y el consentimiento de ella. De este entitativa, de modo que el ser y la perfección
modo, el Hijo de Dios que subsistía eterna- natural de esta humanidad provengan de
mente antes de esta acción, comienza a Él, y ésta no subsista como algo separado
existir en el tiempo también como hombre. y autónomo, sino como perteneciente al Ver-
Es más, la nueva presencia del Verbo en la bo y formando parte de Él (ipsa assumptio-
historia es también cercanía a los hombres ne creatur, decía san Agustín). Por eso, la
del Padre y del Espíritu Santo, pues en Cris- «carne» asumida, la naturaleza humana, le
to, y como a través de Él, también las otras es perfectamente connatural, de modo se-
Personas divinas se revelan a los hombres. mejante a como la mano u otro miembro
Sobre todo san Juan ha insistido en estos del cuerpo son propias y conformes a cada
aspectos: la venida de Jesús revela los ras- hombre (cf. CG, IV, 41); más aún, es real-
gos íntimos e inaccesibles del Ser divino, mente apta para revelar su persona divina,
pues Aquel que «nadie había visto jamás» pues Él la sella con Sus características pro-
(Jn 1,18) se hace patente por el Unigénito pias: la relación filial al Padre y, junto con
encarnado. Jesús muestra en sus gestos, el Padre, la plena posesión del Espíritu. Así,
en sus afectos y palabras, su relación con el Verbo entra en el mundo, se hace hombre
el Padre y con los hombres, la benevolen- verdaderamente, y en el mundo recibe un
JESUCRISTO 535
nombre humano: Jesús. Jesús es, por tan- espiritual y moral característico del madu-
to, el Hijo Único de Dios que se ha hecho rar humano. San Lucas termina su relato de
hombre por nuestra salvación. Es también la infancia de Cristo afirmando que «crecía
el Portador del Espíritu Santo, donde Éste y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y
tiene su templo y morada en la historia, y la gracia de Dios estaba sobre él» (Lc 2,40);
por eso recibe con propiedad el nombre de esto no se refiere a un aumento en la unión
Cristo, el Ungido. Ciertamente, otros per- con Dios o en la posesión del Espíritu San-
sonajes del antiguo Israel fueron ungidos to por parte de Jesús, pues estos aspectos
con aceite con motivo de su particular vo- sí estaban garantizados definitiva y perfec-
cación o misión y para significar la presen- tamente por la unión hipostática, sino más
cia en ellos del Espíritu divino, pero la un- bien como una creciente asimilación por su
ción de Jesús es mucho más radical, pues parte de los bienes sobrenaturales, ligada
deriva de su propia constitución como hom- al proceso normal de maduración humana
bre, del misterio de la encarnación. Jesús que Jesús advirtió como cada hombre y al
viene al mundo ungido en totalidad por el desarrollo de aquellas virtudes que se ad-
Espíritu, de forma que todo en Él evoca la quieren con la experiencia y con las obras.
presencia divina y refleja la pureza y la es- Fue precisamente esta presencia de los
piritualidad de la ciencia y del amor de Dios. dones divinos la que le permitió realizar con
Y esta radical presencia del Espíritu lo colma perfección su misión salvadora. Esta misión
también de gracia y de dones sobrenatura- debía cumplirse, principalmente, con sus ac-
les, que se despliegan después en sus ac- tos espirituales e internos, con el amor obe-
ciones, repletas de justicia y bondad, y que diente al plan del Padre, y para eso era ne-
inspiran sus palabras, imperiosas o dulces, cesario que las potencias espirituales y sen-
pero siempre llenas de sabiduría y vida. Ade- sitivas de su alma humana tuvieran la
más, todos estos dones que posee en razón disposición adecuada, que gozaran de la ri-
de la encarnación, están al servicio de la mi- queza sobrenatural necesaria para revelar
sión que ha recibido de comunicar a los la vida trinitaria y realizar la redención del
hombres la vida de Dios. Las dos cosas es- mundo. Desde esta perspectiva se plantea
tán unidas, pues Jesús no venía sólo a re- en primer lugar la pregunta sobre el cono-
velar el amor de Dios por nosotros, sino cimiento humano de Cristo, su modo de co-
también a restaurar una humanidad dis- nocer y su ciencia, y, en particular, sobre el
gregada e interiormente herida por el pe- conocimiento que Jesús tuvo de su propia
cado y, para eso, debía poder comunicar a condición de Hijo de Dios y de Salvador del
los hombres la potencia salvadora de Dios mundo. Era necesario que este conocimiento
y su gracia. Estaba «lleno de gracia y ver- fuera propiamente humano, es decir, no de-
dad» para ser la fuente de cuya plenitud pu- legable en la omnisciencia que Él posee por
diéramos recibir todos (Jn 1,14.16). De to- su condición de Verbo eterno; puesto que
dos modos, esto no significa que en la vida debía realizar la misión salvadora con sus
de Cristo todo estuviera ya dado desde el actos humanos, éstos no podían dejar de
primer momento, ni que su misión fuera una responder a una intencionalidad humana y
consecuencia casi automática de su consti- no sólo a su Sabiduría divina. Si el Señor
tución como hombre. Es cierto que su san- no hubiese conocido la realidad mediante
tidad y sus dones son consecuencia de la ideas, conceptos e imágenes, como cada
encarnación, pero ni el hecho de que su gra- hombre, su entendimiento humano no ha-
cia y santidad fuesen originarias, ni su fun- bría conocido realmente nada y, entonces, la
ción de Cabeza de la humanidad, preserva- lógica misma de la encarnación perdería su
ron a Jesús de experimentar el crecimiento sentido (cf. S.Th., III, q.9, a.1 ad 1).
536 JESUCRISTO
disponibilidad a asumir por nosotros la con- Este último aspecto no deja de constituir
dición de siervo, Jesús deseó en todo mo- un misterio. El Señor fue verdaderamente
mento realizar el plan de salvación, obede- tentado por el diablo en diversos momen-
ciendo a su Padre Dios. Sus decisiones hu- tos de su vida. Estas tentaciones no pudie-
manas libres, llenas de caridad, miraban a ron tener origen en Jesús mismo, pues todo
traducir este plan en palabras y acciones, en Él fue perfecto y santo, y sus afectos y
de modo que fuesen al mismo tiempo re- pasiones estuvieron siempre en perfecta ar-
velación de la misericordia de Dios con los monía con su pureza de espíritu y su pleni-
hombres y gloria y alabanza para el Padre. tud de gracia. Pudieron, sin embargo, insi-
Sus obras expresaban siempre el carácter nuarse desde el exterior, ser sugeridas por
filial de su personalidad, pues provenían del el diablo o por los hombres, a fin de intro-
Padre y le manifestaban el amor. Precisa- ducir en su alma un conflicto de bienes, una
mente la intrínseca radicación de sus obras oposición entre el plan salvador y su propio
en el sujeto personal divino, hace de Jesús, bien como hombre, para que tuviera que
por una parte, un hombre extraordinaria- elegir entre su propia vida y nuestra salva-
mente libre, y por otra, excluye en Él cual- ción. Jesús padeció esta prueba hasta el fon-
quier forma de pecado. Los evangelios do, como muestra su sudor de sangre en el
muestran, a la vez, la plena obediencia de huerto de los Olivos, y renunció a su vida
Cristo a la voluntad del Padre y su gran li- para salvar la nuestra y encarnar el amor
bertad respecto a todo lo demás: el Señor justo y misericordioso del Padre. Si Jesús
no se dejó condicionar por los hombres, por no podía pecar, ¿qué sentido tenían estas
su posición más o menos influyente, por sus tentaciones? Una posible solución va en la
afectos o sus reacciones, tampoco cedió a línea de la oración de Cristo. Jesús tenía li-
aquellas costumbres que contrastaban con bertad para pedir al Padre lo que era con-
su mensaje, y rompió los convencionalis- veniente para Él y para nosotros. Podía de
mos sociales cuando fue necesario, sin temer hecho haberle pedido el envío de doce le-
críticas ni posibles represalias. Sus enemigos giones de ángeles, como Él mismo recono-
tuvieron que reconocer que hablaba con rec- ce en su diálogo con Pedro en el huerto de
titud, sin tener en cuenta la condición de las los Olivos (cf. Mt 26,53). Las tentaciones,
personas, sino enseñando «con franqueza por tanto, podían impulsar a Jesús a pedir al
el camino de Dios» (Lc 20,20-21). Jesús pu- Padre una salvación menos exigente y com-
so esta libertad al servicio de la salvación prometedora. En su oración en el huerto,
de los hombres, y no tuvo inconveniente en Jesús manifiesta su aprensión ante la pa-
asumir fatigas y humillaciones, que Él mis- sión y la muerte, pero lo hace sin querer in-
mo eligió con libertad, en ocasiones, como fluir Él mismo en la decisión del Padre, si-
cuando lavó los pies de los discípulos en la no dejando que la conveniencia del plan sal-
víspera de su pasión. Todo ello fue, sin em- vador siga en todo su beneplácito. Sabemos
bargo, actuación del plan de Dios: su liber- cuál fue la decisión del Padre y hasta dónde
tad humana se movió constantemente en llegó su obediencia. Y en esta obediencia
este amplísimo ámbito, de modo que sus hemos sido justificados y santificados.
acciones expresaran fielmente la libertad
salvadora de Dios, y no cupiera en su hori- Bibliografía
zonte espiritual espacio alguno para el pe- A. AMATO, Jesús, el Señor, Madrid 1998. J. AUER,
cado. La carta a los Hebreos testimonia es- «Jesucristo, Salvador del mundo. María en el plan
to último, cuando dice que Él fue «en todo salvífico de Dios», Curso de Teología Dogmática,
igual a nosotros, excepto en el pecado» (Hb IV, 2, Barcelona 1990. J. GALOT, ¡Cristo!, ¿Tú quién
4,15). eres?, Madrid 1982. F. OCÁRIZ, L.F. MATEO-SECO y
538 JESUCRISTO
J.A. RIESTRA, El misterio de Jesucristo, Pamplona a partir del testimonio del Nuevo Testa-
20043. J.A. SAYÉS, Señor y Cristo, Pamplona 1995. mento, que es después desarrollado en la
Ch. VON SCHÖNBORN, El icono de Cristo. Una intro- tradición eclesial, y encontrar un principio
ducción teológica, Madrid 1999. fundamental, que permita acercarse a toda
A. Ducay temática de la salvación realizada por Cris-
to. Aunque son posibles otras opciones, se
IV. JESUCRISTO, MEDIADOR Y SALVADOR puede considerar que ese punto de partida
El nombre «Jesús» que el ángel Gabriel le se halla en la realidad teológica de la me-
dio en el momento de la anunciación, quie- diación y, particularmente, en el Mediador
re decir en hebreo: «Dios salva», y expresa que es Cristo. Si de suyo el cumplimiento
a la vez su identidad y su misión. En Jesús, de la mediación salvífica de Cristo presupo-
Dios recapitula toda la historia de la salva- ne la ontología del Cristo Mediador, para
ción en favor de los hombres. Jesús es el nosotros y para la reflexión de la fe, la ex-
Hijo eterno hecho hombre, que «salvará a su periencia de la salvación constituye el pre-
pueblo de sus pecados» (Mt 1,21). supuesto y la motivación de las afirmacio-
El estudio de la persona de Jesucristo no nes cristológicas.
estaría completo si la reflexión teológica se
limitara a su constitución ontológica y a las 1. El Mediador
acciones de conocer y querer. A ello hay que Jesucristo es el único y universal Mediador
añadir todo lo implicado en el nombre Sal- (cf. 1 Tm 2,5); es la piedra angular (cf. Mt
vador (soter, en griego, de donde viene so- 21,42; Hch 4,11), y en ningún otro hay sal-
teriología): es decir, de la obra que Jesús vación, pues ningún otro nombre nos ha si-
ha venido a realizar en este mundo, y que do dado bajo el cielo, entre los hombres,
no es otra que la destinada a que «que to- para que podamos ser salvos (Hch 4,12).
dos los hombres se salven». Él no sólo es el mediador, sino que como
La soteriología y la cristología son inse- aparece de manera solemne en el himno de
parables. No existe la naturaleza o realidad Colosenses es también la mediación, pues
de Cristo, por un lado, y la función de Cris- la mediación tiene lugar en Él (Col 1,17-20).
to, por otro, sino que ambas son el anverso Esta identificación entre la Persona del
y reverso de una misma moneda. No hay mediador y de su mediación hace que ésta
realidad sin función, ni viceversa. De la cris- tenga una total inmediatez, es decir, la me-
tología se va a la soteriología, y al revés. La diación en favor de los hombres tiene lu-
cristología se sirve de la obra salvadora de gar precisamente por la incorporación de
Cristo para formular la identidad y natura- éstos al Mediador, por estar unidos vital-
leza de su ser y de su existencia. Una vez mente con Él.
expuesto teológicamente el ser de Jesús, se La mediación de Cristo es universal y úni-
vuelve al estudio de su obra salvadora. La ca. Universal, porque se extiende a todos
cristología va de la salvación a la identidad; los hombres y a todos los pueblos: Jesu-
la soteriología, en cambio, va de la identi- cristo es el nuevo Adán, que recapitula en
dad a la salvación: dos procedimientos soli- sí a todo el género humano (cf. Rm 5,15-
darios y complementarios, que están en una 21; 1 Co 15,45-49); única porque todo otro
situación de prioridad recíproca el uno ante mediador no hace otra cosa que ser instru-
el otro. De este modo entre cristología y so- mento de esta única mediación de Cristo,
teriología hay una circularidad que las man- mostrando así la eficacia de esta universal
tiene unidas y mutuamente animadas. mediación. Por ser universal y única, esta
Debemos analizar los diversos aspectos mediación es absolutamente necesaria: no
de la obra salvífica de Cristo «por nosotros» hay salvación fuera de Cristo.
JESUCRISTO 539
El texto de 1 Tm 2,5 sobre el único me- a su propio terreno: se hizo carne y «fue
diador conoció un gran éxito en la tradición colgado del madero, a fin de recapitular en
teológica, ya que ofrecía una categoría sin- él todas las cosas».
tética que permitía ordenar los múltiples as- Siguiendo a Ireneo, Tertuliano analiza la
pectos de nuestra salvación. mediación de Cristo sobre el fundamento de
Ireneo de Lyon, al parecer, es el primero sus dos naturalezas. Para él «la carne es el
que pone la afirmación de la mediación de quicio de la salvación». Orígenes desarrolla
Cristo al servicio de una teología de la sal- igualmente, a partir del himno de los Colo-
vación que se convierte en él en recapitu- senses, la doble mediación creadora y sal-
lación de todas las cosas en Cristo. Así se vadora de Cristo.
lee en dos pasajes importantes de Adver- Santo Tomás, por su parte, ofrece una
sus haereses en los que comenta 1 Tm 2,5: síntesis sobre la mediación de Cristo en
«Convenía que el Mediador entre Dios y los Summa Theologiae III, q.26. Allí afirma:
hombres (1 Tm 2,5) por su propia familia- «La misión propia del mediador es unir a
ridad condujese ambos a la familiaridad, aquellos entre los que ejerce la mediación,
amistad y concordia mutuas, para que Dios porque los extremos se juntan en el medio.
asumiese al hombre y el hombre se entre- Pero unir a los hombres con Dios de mane-
gase a Dios. ¿Pues de qué manera podía- ra perfecta compete en verdad a Cristo, por
mos ser partícipes de su filiación (Ga 4,5) medio del cual los hombres son reconciliados
si no la recibiésemos por medio del Hijo por con Dios» (a.1). S. Tomás subraya que Cris-
la comunión con él, si él, su Verbo, no hu- to es mediador en cuanto hombre: «... en
biese entrado en comunión con nosotros ha- cuanto hombre, dista tanto de Dios por la
ciéndose carne (Jn 1,14)? Por eso pasó a naturaleza cuanto de los hombres por su
través de todas la edades, para restituir a dignidad en el campo de la gracia y de la
todos la comunión con Dios» (Adv. Haer. gloria. También en cuanto hombre le com-
III, 18,7). Y en el libro V escribe: «Y por eso pete unir a los hombres con Dios, transmi-
en los últimos tiempos el Señor nos ha res- tiéndoles sus preceptos y sus dones, y sa-
tituido a la amistad por su propia encarna- tisfaciendo y abogando por ellos ante Dios.
ción: haciéndose “mediador entre Dios y los Y por eso es llamado con toda verdad me-
hombres” (1 Tm 2,5), propiciando por nos- diador en cuanto hombre» (a.2).
otros al Padre contra el cual habíamos pe- Se comprende entonces que Cristo no
cado, y consolando nuestra desobediencia sea uno más entre Dios y el hombre: es to-
con su obediencia, puso en nuestras manos talmente lo uno y totalmente lo otro, sin ser
la conversión y la sumisión a nuestro Hace- nunca una pantalla entre ellos. Cristo reali-
dor» (Adv. Haer. V, 17, 1). za en sí mismo para nosotros la comunión
San Ireneo afirma que para entrar en co- inmediata de Dios y del hombre al vivir el
munión con Dios, era necesario que el Ver- intercambio incesante que le hace ir de Dios
bo entrase en comunión con nosotros re- al hombre y del hombre a Dios, y vivir como
vistiéndose de la carne de nuestra humani- hombre su filiación eterna, mientras que vi-
dad. Sólo Dios puede conceder la filiación ve su ser creado humano como Hijo.
adoptiva, es decir, la participación en la vi-
da de Dios que Ireneo llama «incorruptibili- 2. La mediación de Cristo
dad». En definitiva, sólo Dios puede salvar al La única mediación de Cristo tiene la fina-
hombre. El Verbo de Dios es mediador de lidad de llevar a cabo la alianza definitiva
la salvación al mismo tiempo que mediador entre Dios y los hombres, es decir, asegurar
de la creación, en la que está impreso en al mismo tiempo su reconciliación y su co-
forma de cruz, y a la que ha venido como munión íntima. Se pone al servicio de un
540 JESUCRISTO
En la última cena tiene lugar la confir- pectos de la existencia humana en los que
mación de esta voluntad de autodonación aparece patente la necesidad de salvación.
de Jesús. En esos momentos Jesús vincula Entre éstos se pueden enumerar la oscuridad
estrechamente su muerte inminente con la en el conocer y la ignorancia; el pecado y
venida del Reino de Dios (Mc 14,25). En- la culpa; el sufrimiento y la inseguridad; la
tonces es cuando se aprecia especialmente muerte; la derrota, el abatimiento, la des-
que Jesús vio su muerte como un aconte- esperanza; la enfermedad; las diversas for-
cimiento salvador, porque formaba parte de mas de esclavitud; etc.
la llegada del Reino. Siguiendo a Sesboüé, consideramos los
La mediación de Cristo continúa después siguientes momentos: Cristo revelador, Cris-
de la resurrección; sigue siendo obra de su to redentor y liberador, Cristo divinizador, y
humanidad gloriosa, que está sentada a la Cristo, justicia de Dios.
derecha del Padre. Jesús «está siempre vi- a) Cristo revelador. En el movimiento de
vo para interceder» en favor nuestro (Hb mediación descendente se inscribe el mi-
7,25). Eternamente presente junto al Pa- nisterio revelador de Cristo: Él es el que da
dre, esta mediación debe también estar testimonio del Padre, el que ilumina a este
siempre presente y activa entre nosotros en mundo entregándole la verdad que libera
su Iglesia por el don de su Espíritu. Así es (cf. Jn 8,12-30), es decir, el que entrega un
como la Iglesia se convierte en el «sacra- conocimiento que es vida y salvación. Cris-
mento» de esta mediación. to, Maestro de verdad, realiza la salvación
por medio de la palabra, del conocimiento
3. Mediación descendente y de la iluminación. Cristo realiza la salvación
El intercambio mediador que se realiza en y la da a conocer, y ese dar a conocer forma
Cristo implica, dos momentos: el descen- parte de la salvación. «Ésta es la vida eter-
dente, que va de Dios al hombre, y el as- na: que te conozcan a ti, único Dios verda-
cendente, que va del hombre a Dios (cf. B. dero, y a tu enviado Jesucristo» (Jn 17,3);
Sesboüé, Jesucristo, el único mediador, Sa- «Dios, nuestro salvador, quiere que todos
lamanca 1990, 120-124). Las grandes ca- los hombres se salven y lleguen al conoci-
tegorías de la redención y de la salvación miento de la verdad» (1 Tm 2,4).
en la Escritura y en la Tradición se sitúan b) Cristo redentor. La categoría reden-
espontáneamente en estos dos movimien- ción ha adquirido una importancia enorme,
tos. En todo caso, la distinción entre me- designando incluso el conjunto de la salva-
diación descendente y mediación ascendente ción. La redención (lytrôsis, apolytrôsis) es
ha de entenderse como una mera distin- frecuente en el Nuevo Testamento (Lc 1,28;
ción: nunca como dos cosas separadas, si- 1,68; 2,38; Rm 3,4; 8,23; 1 Co 1,30; Ef
no como dos aspectos de una misma y úni- 1,7; Hb 9,11ss.). Tiene una vinculación se-
ca mediación. mántica con la idea de rescate (lytron): Mc
Cristo ejercita esta mediación, en primer 10,45. El precio fue la sangre de Cristo. «En
lugar en sentido descendente. Él mismo es, él tenemos por medio de su sangre la re-
antes que nada, el don del Padre a los hom- dención» (Ef 1,7; cf. otros textos más ex-
bres, don que desciende del cielo. El senti- plícitos como Hb 9,12 y 1 P 1,18-20).
do descendente de la mediación de Cristo La salvación se ha revelado bajo la for-
es anterior a su sentido ascendente: la sal- ma de una lucha intensa y de una victoria
vación es, antes que nada, iniciativa divina realizadas por Cristo contra las potencias del
y esta iniciativa de Dios es totalmente gra- pecado, de la muerte y del mal. En la hora
tuita. Esta salvación de Dios, sin embargo, de la muerte de Cristo el pecado fue conde-
se especifica también por los diversos as- nado en la carne (Rm 8,3). Este pensa-
542 JESUCRISTO
miento paulino tiene un paralelismo en Juan: ción y liberación, el lado «positivo» de la re-
«Ahora es el juicio de este mundo; ahora el dención. El hombre no solamente es des-
Príncipe de este mundo será echado abajo cargado de la culpa, del pecado, y del mal,
[o fuera]» (Jn 12,31; cf. 16,11). La redención sino que es transformado interiormente, he-
se realiza por el combate victorioso de Cris- cho semejante a Cristo, hijo de Dios, «divi-
to contra el pecado. Detrás del pecado y de nizado». La divinización que realiza Jesús
la fuerza del pecado está el adversario, el tiene lugar como un nuevo nacimiento del
Príncipe de este mundo. Está también la agua y del Espíritu (cf. 1 P 1,3) , que es pa-
muerte, signo y salario del pecado, vencida ra nosotros el fruto de la resurrección del
por la resurrección de Cristo: «Cristo, una Señor. El nuevo nacimiento trae asimismo
vez resucitado de entre los muertos, ya no la filiación divina que nos hace hijos en el
muere más, y la muerte no tiene ya señorío Hijo (cf. Rm 8,14-29; Ga 3,26; 4,6-7); y la
sobre él. Su muerte fue un morir al pecado, vida nueva en cuanto vida en Cristo y par-
de una vez para siempre; mas su vida es un ticipación en la vida trinitaria (cf. Rm 6,23;
vivir para Dios» (Rm 6,9-10). Flp 1,21; Col 3,4; 1 Co 15,42-55)
Si el término «redención» recuerda so- d) Cristo, justicia de Dios. La acción sal-
bre todo el estado de esclavitud anterior y el vadora de Cristo se expresa también si-
carácter oneroso de emancipación, el de «li- guiendo a la Escritura con el término «jus-
beración», más positivo, evoca un porvenir ticia». La justicia y la justificación expresan
lleno de esperanza para el que se ha creado una categoría esencial de la Escritura para
una situación totalmente nueva. Los evan- anunciar nuestra salvación. La cuestión tie-
gelistas se muestran muy parcos en el uso ne un trasfondo histórico configurado por la
del primero, aunque presentan a Jesús co- propuesta de Lutero sobre la justificación,
mo la persona libre que libera de las situa- y por la enseñanza del Concilio de Trento.
ciones en las que el pecado actúa como se- Los documentos más antiguos del Nue-
ñor. Ante Dios su Padre, Jesús es libre con vo Testamento, en particular el corpus pau-
una libertad amorosa y filial, que se tradu- lino, las proponen con un relieve impresio-
ce en obediencia. Por eso camina libremen- nante. Cristo es justicia de Dios para los
te hacia su pasión, ya que asume su misión hombres: «... sabiduría, justicia, santificación
y lo que podríamos llamar su «destino» con y redención» (1 Co 1,30). ¿Cómo se debe
una libertad soberana (Jn 9,18). Es propio entender aquí justicia y justificación?
del hijo ser libre en la casa paterna (Mt La teología católica distingue entre re-
17,26). Jesús libera por el anuncio del Evan- dención (acontecimiento realizado por Cris-
gelio, que es un evangelio de libertad; vie- to, particularmente en su misterio pascual)
ne a dirigirse a los pobres y a los cautivos, y justificación (apropiación personal de la
a los ciegos y a los oprimidos (Lc 4,18-19), salvación por el creyente). A la justificación
para devolverles una libertad que es ante le sigue la santificación, que es su conse-
todo perdón de sus pecados, pero que tam- cuencia, que transforma al hombre inte-
bién se manifiesta en los signos de cura- riormente. Este vocabulario es extraño a la
ción. «Si os mantenéis fieles a mi palabra, Reforma. Lutero define la redención univer-
seréis verdaderamente mis discípulos, y co- sal como el acto de la justicia justificante
noceréis la verdad y la verdad os hará li- de Dios, realizada primero en la cruz y lue-
bres» (Jn 8,31-32) go en la decisión que hace del pecador un
c) Cristo divinizador. La salvación que justo, que Dios pone a su lado. Todo este
realiza Jesús consiste también en la inte- conjunto es lo que él llama justificación.
gración del hombre en la vida de Dios. La En todo caso, justicia no se debe enten-
divinización es el otro aspecto de la reden- der aquí en sentido vindicativo, sino como
JESUCRISTO 543
acción salvífica. La justicia es ante todo un 24: «... mi sangre de la alianza»; Mt 26,26-
don de Dios manifestado en la persona de 29; Lc 22,19-20: «... la Nueva Alianza en
Jesús, que la proclama al mismo tiempo que mi sangre»).
el Reino de Dios. Por eso mismo, en su res- El Catecismo de la Iglesia Católica ha ex-
puesta al don del Reino, puede llegar a su- puesto el aspecto sacrificial de la salvación
perar toda justicia humana. Por otra parte, con expresiones densas: «La muerte de
el vocabulario de la justicia se completa en Cristo es a la vez el sacrificio pascual que
los evangelios con el de la gracia. La justicia lleva a cabo la redención definitiva de los
y la gracia van a la par: Jesús es en su per- hombres por medio del “Cordero que quita
sona la fuente de una y de la otra. el pecado del mundo” y el sacrificio de la
Nueva Alianza que devuelve al hombre a la
4. La mediación ascendente comunión con Dios reconciliándole con Él
La mediación ascendente consiste en la do- por “la sangre derramada por muchos para
nación de los hombres a Dios, en unirlos a Él, remisión de los pecados”» (CCE 613). «An-
en ofrendarlos a Él. El don que Dios hace a te todo es un don del mismo Dios Padre:
los hombres es su propia donación amorosa. es el Padre quien entrega al Hijo para re-
Esta mediación ascendente incluye como conciliarnos consigo. Al mismo tiempo es
punto nuclear el sacrificio que Cristo ofrece ofrenda del Hijo de Dios hecho hombre que,
al Padre en la cruz; incluye también la ofren- libremente y por amor, ofrece su vida a su
da que, junto consigo, hace Cristo de toda su Padre por medio del Espíritu Santo, para
Iglesia: la adoración, el agradecimiento, la reparar nuestra desobediencia» (CCE 614).
expiación de los pecados y la oración de to- «Sua sanctissima passione in ligno crucis
dos los hombres y en nombre de los hom- nobis justificationem meruit (“Por su sa-
bres. Unido a Cristo, inmerso en su sacrificio cratísima pasión en el madero de la cruz
como la gota de agua en el vino o, como nos mereció la justificación”), enseña el
dice N. Cabasilas, como gota de agua en un Concilio de Trento (De iustificatione, c. 1:
mar de perfume el hombre ofrece a Dios D. 1529) subrayando el carácter único del
un homenaje perfecto o, mejor dicho, el Me- sacrificio de Cristo como “causa de salva-
diador lo ofrece uniéndonos a Sí. ción eterna”» (CCE 616). «La Cruz es el
Los actos propios de la mediación ascen- único sacrificio de Cristo “único mediador
dente son el sacrificio, la expiación y propi- entre Dios y los hombres”. Pero, porque en
ciación, la satisfacción y la reconciliación. su Persona divina encarnada, “se ha unido
a) El sacrificio de Jesús. Aunque la men- en cierto modo con todo hombre” Él “ofre-
ción más significativa de Jesús al sacrificio es ce a todos la posibilidad de que, en la for-
negativa, se debe a la contraposición entre ma por Dios sólo conocida [...] se asocien a
la exterioridad ritual de los sacrificios judíos este misterio pascual”. Él llama a sus dis-
y la ley interior del amor. Citando a Oseas cípulos a “tomar su cruz y a seguirle” por-
y Samuel, respectivamente, afirman «Mise- que Él “sufrió por nosotros dejándonos
ricordia quiero, y no sacrificios» (Mt 9,13; ejemplo para que sigamos sus huellas”. Él
cf. 12,7); y «Amar al prójimo como a sí mis- quiere, en efecto, asociar a su sacrificio re-
mo vale más que todos los holocaustos y dentor a aquellos mismos que son sus pri-
sacrificios» (Mc 12,33). meros beneficiarios. Eso lo realiza en for-
En las palabras de la institución eucarís- ma excelsa en su Madre, asociada más ín-
tica se denota ciertamente el sentido sacri- timamente que nadie al misterio de su
ficial, aunque no aparezca ahí el término sufrimiento redentor» (CCE 618).
«sacrificio». El sacrificio de la nueva alianza b) Cristo, expiación y propiciación. En el
alude al sacrificio de la antigua (cf. Mc 14,22- Nuevo Testamento, la expiación aparece tan
544 JESUCRISTO
tuvo con los discípulos después de la últi- Jesús hasta llegar a formar una sola cosa
ma cena. Y a continuación añade: «... na- con Él.
die va al Padre si no es a través de mí. Si Cristo es la Vida, porque resucitado y
me habéis conocido a mí, conoceréis tam- ascendido a los cielos, atrae hacia Sí, co-
bién a mi Padre; desde ahora le conocéis y municando, mediante el envío del Espíritu
le habéis visto» (Jn 14,6-7). Es por Cristo y Santo y la efusión de la gracia, la vida y la
en Cristo como Dios Trino se comunica al fuerza que permiten recorrer el camino y
hombre. Y es en Cristo y con Cristo como el llegar a la comunión con la Trinidad, incoa-
hombre, acogiendo el don del Espíritu San- damente durante el existir terreno, plena-
to, crece en vida espiritual y llega a la ple- mente, si se ha sido fiel al don de la gracia,
na comunión con Dios Padre. en la eternidad.
El horizonte del caminar cristiano es la La breve síntesis que precede pone de
participación en el vivir trinitario y Cristo, el manifiesto la profunda razón de ser del cris-
Verbo hecho carne, nos conduce hacia la par- tocentrismo al que nos referíamos hace un
ticipación en ese vivir. Somos hijos en el Hi- momento. Podemos pues pasar directamen-
jo, y precisamente en el Hijo hecho hom- te, dando por presupuestas esas afirmaciones
bre. Con otras palabras, la existencia cris- y todo su trasfondo dogmático, a considerar
tiana que es, ante todo, teocéntrica, puesto las actitudes espirituales que ese cristocen-
que culmina en Dios Padre, fuente y origen trismo implica. Para ello dirigiremos la aten-
de la Trinidad, es también, e inseparable- ción a cinco puntos fundamentales: la fe en
mente, cristocéntrica, puesto que para llegar Cristo, la meditación de la vida de Cristo, el
al Padre se pasa por Cristo, única vía que trato con Cristo, el seguimiento e imitación
conduce a esa meta del existir humano que de Cristo y la identificación con Cristo.
es la comunión con la Trinidad. Se puede,
por eso, hablar de un cristocentrismo o, en 1. Creer en Cristo
términos más clásicos, de una centralidad La relación con Cristo se inicia con la fe.
de Cristo respecto de la vida espiritual (A. Más concretamente con una fe plena en Él;
Aranda, «El cristocentrismo de la espiritua- es decir, fe no sólo en su palabra sino en
lidad cristiana», en AA.VV., Biblia, exégesis su persona, en su realidad de Hijo de Dios
y cultura. Estudios en honor del prof. José hecho hombre y, por tanto, fe en el amor
María Casciaro, Pamplona 1994, 623-650). divino del que la encarnación es expresión
Dicho con algo más de amplitud, aunque y fruto. «Ésta es la vida eterna: que te co-
brevemente, y volviendo sobre el texto jo- nozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a
ánico recién citado: Jesucristo, a quien Tú has enviado», decla-
Cristo es la Verdad, porque en Él, en ra Jesús (Jn 17,3). La vida que Cristo anun-
su vida y en su persona, se revela el amor cia y comunica es la vida en el sentido más
infinito con que Dios ama al hombre y, en radical y profundo, la vida que, iniciándo-
consecuencia, la verdad de Dios y del hom- se en el tiempo, está destinada a durar por
bre, la realidad inefable de que la participa- toda la eternidad. Tener fe en Cristo es re-
ción en la vida divina es la meta a la que conocer, basándose en el testimonio del
Dios convoca al ser humano. mismo Jesús, su condición de Hijo eterno
Cristo es el Camino, porque, con su de Dios Padre. Y, reconociendo esa reali-
palabra y con su vida, nos muestra la vía dad, elevarse desde la contemplación de su
que permite llegar a la meta: se accede a la humanidad, hasta el hondón de su misterio,
participación en la vida trinitaria, uniéndo- hasta la persona del Padre que le envía, y
se a Cristo, reproduciendo en la propia vi- entrever, aunque sea en la fe y en la lejanía,
da, bajo la guía del Espíritu Santo, la vida de la riqueza infinita del vivir trinitario.
546 JESUCRISTO
Creer en Cristo connota como todo ac- dinamismo propio de la fe en Cristo sin res-
to de fe un momento intelectual: la com- ponder con el propio amor al amor que en
prensión de un mensaje y la aceptación de Cristo se desvela, y cuya realidad se reco-
su verdad. Pero en la medida en que ese noce y confiesa en la fe. Cristo resucitado
mensaje hace referencia no a una mera in- pidió a sus discípulos, no sólo que creyeran
formación, sino a una comunicación de vida, en Él y continuaran la misión que Él mismo
implica si el momento intelectual desem- había recibido del Padre (cf. Mt 28,18-20;
boca en un verdadero creer mucho más: Mc 16,15-16), sino que le amaran y que
implica aceptar de la vida que se comunica amándole a Él, amaran al Padre que le en-
y, en consecuencia, dejarse comprometer vía. «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más
por esa vida, estar dispuestos a vivir no só- que éstos?», fue la pregunta que Jesús di-
lo de acuerdo con ella sino a partir de ella. rigió por tres veces a Pedro, antes de con-
Ser cristiano, ser creyente ha escrito Karl fiarle la misión para la que le tenía destina-
Adam , significa «estar aprisionados, estar do (cf. Jn 21,15-17). Y poco antes, en el
dominados en todas las dimensiones de la mismo Evangelio: «El que acepta mis man-
voluntad de vivir por la voluntad de vivir damientos y los guarda, ése es el que me
de Cristo, ser transplantados a su afirma- ama, y el que me ama será amado por mi
ción infinita, nutridos de sus fuerzas perso- Padre, y yo le amaré y me manifestaré a
nales originarias, y esto en todo el campo él» (Jn 14,21).
de la vida, en lo sensitivo como en lo espi- La vida espiritual puede por eso ser des-
ritual, en lo orgánico como en lo inorgáni- crita como una vida que se desarrolla en la
co, en lo ético como en lo estético, en lo in- medida en que, profundizando en la fe y de-
dividual como en lo social. [...] En el fondo, jándose guiar por el Espíritu Santo, se cre-
la fe en Cristo no es otra cosa sino la actitud ce en el amor a Cristo, y en Cristo y por
[... de quien] se sumerge en el yo de Cris- Cristo, a Dios Padre, correspondiendo al
to y en Él vive» (Cristo nuestro hermano, amor divino con el propio. De ahí que san
Barcelona 1979, 177-178). Alfonso María de Ligorio, al comienzo de una
La fe en Cristo nos salva porque en Él la de sus obras más conocidas, pudiera escri-
vida se abre radicalmente a un Amor que bir: «Toda la santidad y perfección del al-
nos precede y nos transforma desde dentro ma consiste en amar a Jesucristo, Dios nues-
(cf. LF, 20). Por eso, creer equivale a con- tro, sumo Bien y Salvador» (Práctica del
fesar con todas las veras del espíritu, de mo- amor a Jesucristo, cap. 1). Ésa y no otra es,
do existencialmente comprometido, la divi- en efecto, la realidad que dota de consis-
nidad de Cristo. Más concretamente, la rea- tencia a la vida espiritual cristiana: aden-
lidad del hacerse presente la divinidad en la trarse en Cristo de modo que el amor que
humanidad concreta de Jesús, para desde en Él se desvela llene el corazón y lleve a
ella redundar en todos los hombres. Y, en reconocerse amado y a amar.
consecuencia, reconocer, con admiración y
gratitud, la plenitud con que Dios ama al 2. Conocer la vida de Cristo
hombre, a todo hombre, ya que eso es lo «Al regalarte aquella Historia de Jesús, pu-
que implica la encarnación. Con una fe así, se como dedicatoria: “Que busques a Cris-
con una fe que al menos incoativa y germi- to: Que encuentres a Cristo: Que ames a
nalmente sea así, se inicia toda auténtica Cristo”. Son tres etapas clarísimas. ¿Has
relación con Cristo y, con ella, la vida espi- intentado, por lo menos, vivir la primera?»
ritual cristiana. (San Josemaría Escrivá, Camino, Madrid
Una fe así trae consigo, mejor dicho, im- 382). Estas palabras de san Josemaría, que
plica necesariamente, amor. No se es fiel al presuponen cuanto acabamos de decir, es-
JESUCRISTO 547
bozan todo un programa de vida espiritual su vivir sobre el que verse concretamente
regido por esa misma convicción, ya que la la meditación, estará siempre informada,
fe en Cristo y el amor a Cristo están ínti- de un modo u otro, por la revelación del
mamente unidos al progresar en el conoci- amor que tuvo lugar en la cruz y por la ale-
miento de Cristo. Más concretamente, a la gría que deriva de la resurrección.
consideración reposada y orante, con espí-
ritu de fe, de las palabras y de los hechos 3. Tratar a Cristo
de la vida Jesús, para, rememorándolos y El trato vivo con Cristo es de hecho uno de
haciéndolos propios, penetrar cada vez con los ejes e incluso, sencillamente el eje de
más hondura y con más participación per- la vida espiritual, ya que es fruto o reflejo
sonal en la infinitud del amor divino que en de dos realidades fundamentales. En primer
ellos y a través de ellos se desvela. lugar, y ante todo, de la presencia real y ac-
De hecho toda la historia de la espiritua- tiva de Cristo, que sale al encuentro del
lidad cristiana, desde la patrística hasta hombre, llamando al trato con Él. En se-
nuestros días, lo testifica. Homilías litúrgi- gundo lugar, y presupuesto lo anterior, de
cas, meditaciones sobre pasajes concretos la acogida por parte del hombre, en la fe y
de la vida de Jesús, obras escritas con la in- en el amor, de esa presencia activa de Cris-
tención de ayudar a contemplar la vida de to y, en consecuencia, el efectivo encuen-
Cristo y sacar de ella alimento para la fe y tro y trato con Él.
estímulo para la acción, devociones y prác- La contemplación de la vida de Jesús tal
ticas, y otras muchas manifestaciones de y como la venimos considerando es decir,
piedad, diversas entre sí, pero concordes en meditación unida a la fe y al amor desem-
la substancia, documentan con creces esa boca de forma espontánea en la comunica-
realidad. ción y en el trato sencillo y confiado con Él.
No es éste el momento de proceder a una Sea el desarrollo del año litúrgico en el que
descripción histórica más detallada. Baste la vida de Cristo se actualiza, sean las na-
con haber señalado la continuidad y la ri- rraciones evangélicas que nos permiten cap-
queza de la tradición espiritual a este res- tar los rasgos concretos de su figura y aso-
pecto, y con subrayar una cuestión que, aun marnos a los sentimientos de su corazón,
siendo obvia, no puede quedar en segundo conducen al diálogo con Él. Más aún, a con-
plano. El hecho de que todos los autores y frontar con la vida del Señor la existencia
en todos los tiempos, aunque hayan evoca- concreta de quien reza y medita, con sus
do unos u otros aspectos de la vida de Jesús, incidencias y sus avatares, con sus mo-
han puesto siempre un acento muy parti- mentos de exaltación y de gozo y sus mo-
cular en la meditación de lo que la liturgia mentos de dolor o abatimiento, para com-
designa como triduo pascual, es decir, el partir con Jesús alegrías o sinsabores y en-
acontecimiento decisivo constituido por la contrar en Él ayuda y consejo; luz, fortaleza
pasión, muerte y resurrección de Cristo. Ahí y apoyo.
culmina la vida de Jesús; ahí se desvela la Pero si la meditación de la vida de Cristo
infinitud del amor del Padre; de ahí dima- conduce al trato personal e íntimo con Él,
na la efusión del Espíritu Santo, y ahí en- ello es así, como hace un momento apun-
cuentra su meta y su sentido la historia hu- tábamos, como consecuencia de la concien-
mana. Es, por eso, natural que, sobre ese cia clara que el cristiano tiene de la cerca-
misterio inefable, la tradición espiritual ha- nía de Jesús. Y por tanto de que ese trato
ya vuelto una y otra vez. De ahí que pueda con Él tenga siempre aunque en ocasiones
afirmarse que toda contemplación de la vi- de modo implícito como punto clave de re-
da de Cristo, sea cual sea el momento de ferencia, la eucaristía en la que Cristo se ha-
548 JESUCRISTO
fisonomía al trato del cristiano con Cristo, das implicaciones. Cabe plantear no obs-
con el consiguiente entremezclarse de fe y tante una cuestión. Al no estar Jesús física-
de amor, de entrega y de confianza, de mente presente, ¿cómo y en qué se con-
abandono y de afectividad, hasta llegar ver- creta el seguimiento? La respuesta a ese in-
daderamente a vivir en Cristo y por Cristo. terrogante remite, ante todo de acuerdo
con lo que hemos dicho , a la fe en Cristo.
4. Seguir e imitar a Cristo Pero también, a nivel del comportamiento, a
Entre las expresiones usadas por las narra- las obras de la fe, a la ley moral releída e
ciones evangélicas para describir la vida de interpretada desde las palabras y la vida de
Jesús, y más concretamente la relación de Cristo y, en ese contexto, a la imitación del
los discípulos respecto a Él, ocupa un lugar vivir y actuar de Jesús.
destacado el término «seguimiento» (se- Los vocablos «imitación» o «imitar», así
quela, en latín; akolouthía, en griego). Los como otras expresiones análogas, no son
discípulos seguían a Cristo, recorrían, si- frecuentes en los textos neotestamentarios,
guiendo sus pasos, el camino por Él traza- aunque tampoco son excepcionales: los en-
do. Ese seguimiento fue, durante el caminar contramos de hecho en diversos pasajes,
terreno de Jesús, de carácter físico los dis- tanto en labios de Jesús (cf. Mt 11,29; Lc
cípulos iban de hecho detrás del Maestro, 6,37; Jn 13,34), como en declaraciones
con frecuencia a distancia de unos metros , apostólicas (1 P 2, 20-21; Flp 2,5; Ef 5,1-
pero con profundas resonancias existencia- 2). Por lo demás, aunque el vocabulario so-
les. Jesús no se limitó a pedir a sus discípu- bre la imitación sea, en los escritos apostó-
los que compartieran con Él la vida durante licos, de uso relativamente limitado, la rea-
un cierto tiempo, como era usual en otros lidad a la que ese vocabulario apunta ocupa,
maestros de la época, sino que confiaran en sin embargo, un lugar central. El segui-
Él por entero, es decir, que no sólo confia- miento físico no es ahora posible Cristo ha
ran en sus palabras, sino que se adhirieran a subido a los cielos , pero la fe, que incor-
su persona, hasta el extremo de compartir, pora real y verdaderamente a Cristo, recla-
desde el principio al final, el mismo destino. ma vivir como Cristo vivía, seguir sus hue-
Las narraciones evangélicas referentes a llas, tener sus mismos sentimientos, su mis-
los discípulos tienen, por lo demás, un cla- ma disponibilidad a la voluntad del Padre,
ro horizonte escatológico. Seguir a Cristo su mismo amor, su misma entrega.
no es sólo acompañarle físicamente, sino No es por eso extraño que, partiendo de
estar unido a Él con lazos que deben llevar los escritos apostólicos, el ideal de la imita-
hasta el extremo de participar en su entre- ción de Cristo haya ocupado, desde los inicios
ga, y de esa forma acceder a la comunión del cristianismo, un lugar de primer plano.
perfecta con Cristo, y en Cristo con Dios Pa- No parece necesario alegar títulos y citas,
dre, en los cielos. No es por eso extraño aunque sí conviene señalar que la imitación
que, de una parte, seguimiento y fe tendie- de Cristo como camino que conduce hacia
ran a aproximarse (el verdadero discípulo el Padre, connotando el momento ético, lo
es el que cree en Jesús: cf. Jn 20,29), y que trasciende situándolo en un contexto teolo-
se acudiera al vocabulario sobre el segui- gal y trinitario. La invitación a seguir a Cris-
miento también en referencia a aconteci- to y a imitar a Cristo, no es meramente in-
mientos pospascuales. Desde esta perspec- vitación a tener presente su vida con el de-
tiva, el cristiano, todo cristiano, está, en seo de tomar ejemplo de su modo de
efecto, llamado a seguir a Jesús. comportarse y de actuar, sino llamada a for-
La realidad a la que acabamos de hacer mar una sola cosa con Él, con su vida y con
referencia tiene, como resulta obvio, hon- su misión. En otras palabras, invitación a
550 JESUCRISTO
La redención fue consumada por Cristo cionario de Espiritualidad, Madrid 1983, 751-768
en su cruz y en su resurrección, pero el y 1254-1263. J.M. GARCÍA LOMAS y J.R. GARCÍA MUR
GA (dirs.), El seguimiento de Cristo, Madrid 1997.
tiempo de la historia, el tiempo que media
J. GUILLET, I. NOYE y P. ADNÉS, «Jésus», y E. CO
entre la ascensión y la Parusía, no es un
THENET; E. LEDEUR; P. ADNES y A. SOLIGNAC, «Imita-
tiempo vacío. Es un tiempo en el que el cris-
tion du Christ», en Dictionnaire de Spiritualité,
tiano está llamado a continuar la misión de
VIII, cols. 1066-1150 y VII, cols., 1536-1601.
Cristo, lo que reclama estar unido a Cristo,
J.L. ILLANES, «Imitación de Jesucristo», en GER,
recibir de Cristo la vida, formar una sola co-
XIII, 460-464 (recogido en Mundo y santidad,
sa con Cristo, y todo ello plasmarlo en la Madrid 1984, 121-140). J.L. ILLANES, «La Iglesia
realidad del acontecer y del vivir. De modo contemporaneidad de Cristo con el hombre de to-
que viviendo cristianamente entre el con- do tiempo», en E. MOLINA - T. TRIGO (eds.), Ver-
junto de los hombres de una manera cohe- dad y libertad, Madrid 2009, 167-184. J. RATZIN-
rente con la fe, todo cristiano sea, cada uno GER, Mirar a Cristo, Valencia 2005. F. RUIZ, «Je-
de acuerdo con su propia vocación, «Cristo sucristo», y G. TURBESI, «Imitación (y seguimiento)
presente entre los hombres» (San Josema- de Cristo», en E. ANCILLI (dir.) Diccionario de Es-
ría Escrivá, Es Cristo que pasa, 112), y con- piritualidad II, Barcelona 1983, 375-383 y 295-
tribuya, con sus palabras y con sus obras, 298. G. THILS, Existence et sainteté en Jesus-
a que la reconciliación alcanzada por Cristo Christ, Paris 1982, 28ss.
redunde en el conjunto de la humanidad. J.L. Illanes
L
Laicos
1. Los fieles laicos: vocación y misión por san Josemaría Escrivá. Finalmente ca-
La realidad vital que recubren los términos be evocar la influencia de los movimientos
«seglares» o «fieles laicos» los que a veces apostólicos en torno a la «acción». Unida a
se llaman «cristianos corrientes» o «cristia- esta reflexión emerge la consideración teo-
nos comunes» es tan antigua como la Igle- lógica de la «secularidad», palabra que ya
sia. Otra cosa es la reflexión teológica so- hemos estudiado y que se emplea en los
bre el laicado, a la que nos referiremos en años previos al Concilio Vaticano II para ha-
seguida. En dependencia de ella se expone blar de la referencia de los laicos a las rea-
más adelante la participación de los laicos lidades temporales (trabajo, familia, política,
en la «triple función» de Cristo, para termi- etc.).
nar con algunas orientaciones sobre la for- El Concilio Vaticano II activó el papel del
mación de los laicos. laico en la Iglesia y en el mundo, como par-
Aunque en sentido profano la palabra tícipe de la misión que tiene todo el pueblo
«laico» (del griego laos, pueblo) designa a de Dios. Además, el Concilio recuperó la dis-
cualquier miembro del pueblo, el uso cris- tinción entre el concepto de fiel (que ex-
tiano introducido, en contexto litúrgico, por presa, como hemos visto, la dignidad co-
san Clemente Romano en su Carta a los Co- mún de todo bautizado) y el concepto de
rintios, del año 95 entiende por laico a un laico, que expresa un modo concreto de ser
miembro del pueblo de Dios que no tiene cristiano (aun siendo el más común), con
función de gobierno. A partir del siglo V se una vocación y misión propias: ordenar
va introduciendo la distinción tripartita «clé- «desde dentro» las realidades temporales
rigos-laicos-monjes», según la cual el laico al Reino de Dios, y que tiene como propia
se distingue no sólo del clérigo por razón de la «índole secular» (cf. LG 31).
la ordenación, sino también del monje por el En 1972, Pablo VI señaló: «La Iglesia tie-
estilo de vida. ne una auténtica dimensión secular, inhe-
El término «laico» ha adquirido desde el rente a su íntima naturaleza y a su misión,
siglo pasado una connotación negativa (lai- que hunde su raíz en el misterio del Verbo
cismo, laicista, etc.): designa con frecuencia encarnado y se realiza de formas diversas
al que se sitúa frente, si no en contra, de lo en todos sus miembros». En continuidad
cristiano. Para evitar una confusión con es- con Pablo VI, la Exhortación Christifideles
te sentido, a los denominados en otro tiem- laici (1987) afirmó: «Todos los miembros
po (cristianos) «seglares» la terminología de la Iglesia son partícipes de su dimensión
eclesial y teológica los designa actualmente secular; pero lo son de formas diversas. En
fieles laicos o cristianos laicos. particular, la participación de los fieles lai-
La reflexión teológica de los últimos si- cos tiene una modalidad propia de actua-
glos tendía a considerar a los fieles laicos ción y de función, que, según el Concilio,
como elementos pasivos en la misión de la “es propia y peculiar” de ellos. Tal modalidad
Iglesia. Esto comenzó a cambiar a mitad del se designa con la expresión “índole secu-
siglo XX, cuando surge un planteamiento lar”» (ChL 15; cf. LG 31). Si todos los cris-
renovado en torno a la teología del laicado tianos lo son, los fieles laicos a título espe-
(R. Spiazzi, G. Philips, y sobre todo Y. Con- cial son «Iglesia en el mundo» así los llama
gar), en el contexto de la experiencia de la un documento de los obispos españoles de
Acción Católica. Otros fenómenos espiri- 1991 y «haciendo el mundo».
tuales y pastorales en la Iglesia venían pro- Todo esto quiere decir que para los cris-
moviendo la llamada universal a la santidad tianos laicos su vida en el seno de las reali-
entre los fieles laicos: es en particular el ca- dades temporales no es sólo un marco ex-
so del Opus Dei, desde su fundación en 1928 terno que nada tendría que ver con su fe y
554 LAICOS
misterio de la encarnación penetre también todo apostolado seglar, también del asociado,
en las actividades temporales infundiendo de modo que nada puede sustituirlo. Posee
en ellas el fermento de la gracia. Se trata de además un carácter permanente y universal
conseguir una síntesis entre las diversas di- tanto respecto a los sujetos como a los tiem-
mensiones de la persona: espiritual, doctri- pos y lugares: todos los laicos, están llama-
nal (o teológica), humana (virtudes y valores) dos a ejercitarlo, es útil siempre y en todas
y apostólica (cf. ChL 59-63). partes, y en algunas circunstancias es el úni-
co apostolado apto y posible (cf. AA 16).
II. EL APOSTOLADO DE LOS LAICOS En ese marco de las formas del aposto-
A mediados del siglo XX se vio la necesidad lado, se valora el apostolado personal des-
de explicar el apostolado de los laicos de de diversas perspectivas: en relación con la
forma que sirviera para comprender el con- vida, la conducta o el ejemplo de los laicos;
junto del laicado y no sólo de algunos lai- con el testimonio de la palabra, la actividad
cos, concretamente los que colaboraban en temporal o la caridad; en situaciones de es-
el apostolado jerárquico, por ejemplo a tra- pecial dificultad (persecución, dispersión,
vés de la Acción Católica. Después del Con- etc.); y siempre en referencia al culto y la
cilio y hasta nuestros días, con la extensión oración (cf. AA 16s.).
de la perspectiva de los ministerios, se ha Al mismo tiempo se promueve el apos-
vuelto necesario insistir en que los laicos tolado de los laicos también en formas aso-
son todos los fieles laicos, aunque a veces se ciadas, como expresión de comunión y me-
hable de «laicos comprometidos» con refe- dio eficaz para lograr una mayor influencia
rencia a los que colaboran en tareas intrae- del Evangelio en la sociedad (cf. AA 18). En-
clesiales. En efecto, esa última expresión tre las múltiples formas del apostolado aso-
tiene el riesgo de contribuir al oscurecimiento ciado, algunas se proponen el fin general
de la misión más propia de los fieles laicos, apostólico de la Iglesia; otras buscan de mo-
la que desarrollan en el seno de las realida- do particular el anuncio del Evangelio y la
des seculares. transmisión de la fe; o procuran la inspira-
ción cristiana del orden social o el testimo-
1. Apostolado personal y apostolado nio de Cristo, especialmente a través de las
asociado obras de misericordia y caridad (cf. AA 19).
En el Concilio Vaticano II, cuando los re- La Exhortación Christifideles laici trata del
dactores de Apostolicam actuositatem qui- apostolado de los laicos en un contexto más
sieron precisar no ya el fundamento, sino eclesiológico (cf. ChL 28). Reafirma la ab-
los modos de ejercicio del apostolado, se soluta necesidad del apostolado de cada per-
encontraron con la dificultad de sistemati- sona singular e insiste en la necesidad de
zar las actividades apostólicas de los laicos, que cada fiel laico tenga siempre una viva
por lo que decidieron asentar el principio de conciencia de ser un miembro de la Iglesia,
la prioridad del apostolado personal. Se so- que ha de realizar una tarea original, in-
breentiende que este modo básico del apos- sustituible e indelegable, para el bien de to-
tolado permanece también en la misión de dos. Además de esa irradiación constante
los pastores y en la vida consagrada. del Evangelio, subraya la coherencia de la
El apostolado de los laicos puede ejerci- vida personal con la fe.
tarse individualmente o en comunidades y También este documento pone de relieve
asociaciones (cf. AA 15). El apostolado que la importancia de impulsar el fenómeno aso-
se desarrolla individualmente fluye de la fuen- ciativo laical (grupos, comunidades, movi-
te de la vida verdaderamente cristiana (cf. mientos, etc), que nace de diversas fuen-
Jn 4,14) y es el principio y fundamento de tes y responde a variadas exigencias: ex-
556 LAICOS
presa la naturaleza social de la persona, y tivismo apostólico (el afán por «ganar al-
por tanto es también signo de la comunión mas» o el esfuerzo en la promoción humana
eclesial (cf. Mt 18,20); obedece a la bús- sin el fundamento de la vida espiritual); un
queda de una peculiar eficacia operativa, trabajo profesional desvinculado de la expe-
sobre todo en el aspecto «cultural», es de- riencia cristiana y apostólica (entendido co-
cir, en la transformación del ambiente y de mo campo de autoafirmación personal o co-
la sociedad (cf. ChL 29). mo coto cerrado a una consideración y vi-
La libertad de asociación de los fieles lai- vencia transcendentes del mundo).
cos proviene del bautismo y debe ser ejer- Entre otras posibles fracturas entre la fe
cida en comunión con la Iglesia. Como cri- y la vida, hoy deben señalarse particular-
terios de discernimiento y reconocimiento mente dos: una vida de familia carente de
de las asociaciones laicales («criterios de «estilo cristiano» (despreocupada por las
eclesialidad», cf. ChL 30) hay que apuntar: virtudes, la oración, los sacramentos, la ca-
el primado concedido a la vocación de ca- ridad); un tiempo de descanso o de ocio sin
da cristiano a la santidad; la responsabili- contar con Dios y los demás, o dedicado al
dad de confesar la fe católica; el testimonio consumismo, con olvido de la sobriedad y
de comunión con el Papa y los obispos; la otras manifestaciones de la naturalidad cris-
conformidad y la participación en el fin apos- tiana en la vida social. (Esto último puede
tólico de la Iglesia; el compromiso en una suceder en las fiestas y especialmente los
presencia dentro de la sociedad humana, al domingos, cuando no son vividos como
servicio del hombre y de acuerdo con la doc- tiempos de alabanza y acción de gracias, de
trina social de la Iglesia. alegría y solidaridad).
La unidad de vida se configura en torno al
2. Unidad de vida y presencia en la amor o la caridad, que es la sustancia de la
sociedad comunión con Dios. Y la caridad se de-
La unidad de vida (cf. ChL 17, 34 y 59) quie- muestra particularmente en el servicio a los
re decir que entre los aspectos fundamen- «últimos», porque en ellos se ve a Cristo:
tales de la vida laical santidad, apostolado en los pobres y necesitados, los humillados
y trabajo o actividad temporal, vida familiar y despreciados; en los enfermos, los niños y
y social, etc. hay una conexión estrecha. los ancianos, los marginados y oprimidos
«Todo trabajo honrado puede ser oración; (cf. NMI, cap. IV, especialmente, 49ss.). Es-
y todo trabajo, que es oración, es aposto- te testimonio de coherencia es hoy más que
lado. De este modo el alma se enrecia en nunca necesario y eficaz, sobre todo en la
una unidad de vida sencilla y fuerte» (san vida pública y al servicio del bien común (cf.
Josemaría Escrivá, Homilía La Vocación cris- EEu 41).
tiana, 1951). Por lo que se refiere a la presencia de los
Los fieles laicos poseen una responsabi- laicos en la sociedad, cabe decir que su ex-
lidad personal en la santidad y en la misión presión fundamental es la presencia del cris-
apostólica de la Iglesia. Su trabajo santifi- tiano singular que testimonia el Evangelio
cado es en sí mismo apostolado (aunque no con su vida entera. El apostolado de este
«por sí mismo», sino por su unión a Cristo). cristiano es tan eclesial como el realizado
Todo ello pide una formación y un esfuerzo de forma más o menos oficial o pública por
personal, supuesta siempre la ayuda divina, parte de asociaciones, movimientos, etc.
para evitar las quiebras de la «unidad de vi- Por tanto, una auténtica «promoción del lai-
da», como son fundamentalmente: el pie- cado» o «presencia de los laicos» no debe
tismo o devocionalismo (el intento de una desatender en la práctica el apostolado per-
vida espiritual sin frutos apostólicos); el ac- sonal e individual como forma primordial del
LAICOS 557
Lenguaje
I. LENGUAJE RELIGIOSO
I.Lenguaje religioso
El lenguaje religioso comprende el horizon-
II.Lenguaje teológico
te de lo sagrado, del misterio y de la aper-
III.Lenguajes de la fe
tura del ser humano a lo de algún modo Ab-
1.El lenguaje de Jesús en los evangelios
soluto. Presenta, entre otras, las siguientes
2.El lenguaje de la profesión de fe
características: asertividad, autoimplicación,
3.El lenguaje de las declaraciones del
simbolización y operatividad. En el caso del
magisterio
cristianismo la dimensión asertiva está muy
4. Lenguaje litúrgico
presente en las fórmulas de la transmisión
5. El lenguaje de los místicos
de la fe. Las personas religiosas, al recono-
cer a Dios o al misterio en sus vidas entre-
gándose a Él con un deseo y esperanza de
salvación se religan y autoimplican en rela-
Se habla de lenguaje cuando se da una plu- ción con Él. Esta implicación del creyente
ralidad de signos de la misma naturaleza en las palabras con las que confiesa y vive
cuya función primaria es la comunicación su religión hace que éstas lleguen a actuar
entre intérpretes. Se habla del lenguaje de eficazmente en su existencia. Los lengua-
los animales, del lenguaje del arte, del len- jes religiosos son simbólicos. Hacen pre-
guaje de los gestos, etc. El lenguaje verbal sente lo ausente, visible lo invisible, paten-
humano es un sistema de signos caracteri- te lo latente, inmanente lo trascendente.
zado por los siguientes rasgos: un canal vo- Son mediaciones de lo religioso en cuanto
cal-auditivo, dos subsistemas básicos: fo- hacen presente el misterio de Dios sin que
nológico y gramatical; creatividad; conven- deje de ser trascendente. Todos los símbo-
cionalidad (relaciones arbitrarias entre los revelan una realidad más allá de la apa-
expresiones del sistema y elementos de la riencia sensible. Por eso el lenguaje religio-
realidad); además los usuarios pueden ser so recurre al simbolismo. El cristianismo pri-
indistintamente emisores y destinatarios; el mitivo conoce un simbolismo tipológico y
lenguaje puede ser también ámbito de re- alegórico. En Alejandría la tendencia de los
ferencia de sí mismo, es decir, puede utili- hebreos hacia el simbolismo se conjuga con
zarse reflexivamente dando lugar a meta- las interpretaciones alegóricas de los grie-
lenguajes. Estas características se dan en gos. Estos lenguajes se desarrollarán en la
todas las lenguas humanas y pueden ser patrística y en la Edad Media y serán revi-
suficientes para distinguir el lenguaje ver- talizados en el siglo XX.
bal humano de otros sistemas de comuni-
cación animal o humano. II. LENGUAJE TEOLÓGICO
El lenguaje humano es apto «para hablar El lenguaje teológico surge del religioso
de forma significativa y verdadera incluso cuando se reflexiona y articula sistemática-
de lo que supera toda experiencia humana» mente la fe religiosa. Es un lenguaje que
(FR 67). En este ámbito podemos distinguir expresa la fe y, al mismo tiempo, reflexiona
entre el lenguaje religioso, el lenguaje teo- sistemáticamente sobre su contenido. Es el
lógico y los lenguajes de la fe. lenguaje que expresa la revelación de Dios,
LENGUAJE 559
pero sin entrar aún en las vivencias espe- labras, ni cabe en la definición de un nom-
cíficas de aceptación, proclamación, cele- bre. No es ninguna de las cosas que exis-
bración, invocación, acción de gracias o ten ni puede ser conocido en ninguna de
unión con Dios, expresadas en los lenguajes ellas. Él es todo en todas las cosas y nada
de la fe. Éstos enumeran la pluralidad de entre las cosas. Es correcto usar este len-
actos lingüísticos realizados por los creyen- guaje para hablar de Dios, pues todas las
tes cuando asumen, profesan, acogen, cosas le alaban en su relación de efectos
anuncian, celebran y comunican la fe. El len- que son de Él, causa de ellas. Pero la ma-
guaje teológico presenta un carácter aser- nera más digna de conocer a Dios se alcan-
tivo, en cuanto expresa la fe de manera con- za no sabiendo» (Dionisio Areopagita, Los
fesional en una serie de aserciones («Creo», nombres divinos y otros escritos, Barcelo-
fides quae); un carácter autoimplicativo, na 1980, VII, 3). San Agustín es conscien-
que corresponde a la actitud del creyente te de los límites del lenguaje teológico, ya
de entrega confiada a Cristo, un carácter que Dios es espíritu y el lenguaje humano
doxológico, que expresa el reconocimiento se basa en elementos del mundo sensible.
de la gratuidad de la salvación cumplida por Además el ser humano ni siquiera puede
Dios en Cristo (fides qua) y un carácter ope- hablar adecuadamente de su espíritu, menos
rativo, en cuanto la fe lleva al compromiso y aún de Dios. Si pudiéramos comprender a
a la vida en Cristo. Dios, ya no sería Dios. Y sin embargo el len-
El lenguaje teológico cristiano nace del guaje teológico es válido, ya que «Dios se
encuentro del mensaje evangélico con el ha hecho miseria para que nosotros pudié-
mundo de la cultura griega, especialmente ramos hablar de Él no obstante nuestra ex-
con la filosofía del platonismo y del estoi- trema miseria» (san Agustín, Enarrationes in
cismo. En este encuentro en ocasiones se Psalmos, Madrid 1964-1967, 6) y además,
acentúa lo que podemos conocer y decir de porque el hombre ha sido creado a imagen
Dios, ya que Dios se ha dado a conocer en y semejanza de Dios. Los términos hacen
las palabras humanas (cf. Gn 2,19ss., Ex presente la Verdad que viene de Dios mis-
33,11, Dt 34,10; Bar 3,38; 1 Co 13,12; 1 mo. En san Buenaventura encontramos un
Jn 3,2) y por eso en la Escritura se encuen- lenguaje analógico, que parte de la presen-
tran lenguajes descriptivos, líricos, metafí- cia oculta de Dios en la creación y un len-
sicos, simbólicos o antropomórficos para ha- guaje paradójico, que se asienta en la ti-
blar de Dios. En otros momentos se enfati- niebla luminosa que la mente detecta y en
za lo que no podemos conocer ni decir de la redención acontecida en la cruz. El len-
Él. Nuestro lenguaje sobre Dios es limitado guaje teológico muestra las huellas de Dios
(cf. Ex 33,20-23; 1 R 19,3; Sal 138; 43,29- en la creación y en la mente con ayuda de la
33; 1 Tm 6,16; 1 Jn 4,12; Jn 6,46). Ante iluminación divina. En el Concilio IV de Le-
Dios es preciso enmudecer (1 Co 2,9; Is trán se proclamará la primacía del lenguaje
64,3). Ni siquiera puede pronunciarse su de la desemejanza en la relación entre Dios
nombre «sagrado y temible» (Lv 20,16; Ex y las criaturas. Se trata de una formulación
20,7; Dt 5,11). Para Filón y Clemente de que, fundada en la fidelidad al dato históri-
Alejandría la naturaleza divina es esencial- camente revelado, señala la consistencia del
mente incognoscible e inefable. Pero pode- lenguaje analógico así como las limitacio-
mos hablar de Dios recurriendo al simbolis- nes de cualquier lenguaje conceptual.
mo y a la analogía (Orígenes). También por Uno de los autores que mejor ha siste-
medio de tres vías: la afirmativa, la negati- matizado la doctrina de la analogía para ha-
va y la eminente (Pseudo-Dionisio): «Dios blar de Dios es santo Tomás de Aquino. Al
no puede ser entendido ni encerrado en pa- igual que otros autores de la época, el Aqui-
560 LENGUAJE
nate aplica esta noción aristotélica al len- (Mc 10,22), hay quienes se escandalizan
guaje sobre Dios para evitar, por una par- (Mc 15,12) considerándolo endemoniado (Jn
te, el discurso unívoco acerca de Dios que, 10,20). Estas reacciones proceden del ca-
aun siendo superlativo, no dejaría de ser un rácter paradójico de su palabra («duro es
discurso de criaturas, y por otra, el discur- este lenguaje») (Jn 6,60). Sus adversarios
so equívoco. La función de la analogía no es tratan de arrestarlo precisamente porque
la de suministrar nueva información acerca en el logos de Jesús se revela aquello que
de Dios como tampoco constituirse en una Él es, aquello que Dios es. Hay también
gramática para la producción de un lengua- asombro ante la fuerza operativa de las pa-
je religioso. Es una regla de la lógica que labras y actuaciones de Jesús («... di una
nos ayuda a definir los límites del lenguaje sola palabra y sanará»: Mt 8,8; Lc 7,7). Con
acerca de Dios. Permite salvaguardar la tras- su palabra Jesús actúa eficazmente. Su de-
cendencia de Dios, sin caer ni en el agnos- cir es hacer; sanar (Mc 2,10); resucitar (Lc
ticismo ni en el fideísmo. Así se superan los 7,14); dominar a los demonios (Mc 1,25).
peligros de la univocidad, del antropomor- En las cartas de san Pablo se muestra có-
fismo y la idolatría: «Así como la palabra li- mo, en el acto mismo de la acogida de la
bre del espíritu humano constituye una ca- palabra, Dios actúa (1 Ts 2,13; 1,5).
tegoría totalmente nueva frente al lenguaje
natural [...] así también el libre hablar de 2. El lenguaje de la profesión de fe
Dios, cuando se revela dentro de la histo- Decir «creo» comporta un acto de asenti-
ria humana, representa una categoría to- miento que expresa la aceptación absoluta
talmente nueva. Dios aparece como el Su- de una proposición sin ninguna condición
jeto soberano, que habla, actúa, elige y re- así como una aprehensión concomitante de
chaza, juzga y perdona según leyes que sólo los términos lingüísticos con que se procla-
Él conoce y que no pueden ser deducidas ma el Credo (cf. J.H. Newman, An Essay in
de las leyes vigentes en la existencia o en la Aid of a Grammar of Assent, Oxford 1985,
historia» (H.U. VON Balthasar, Ensayos teo- 13). Para que pueda ser anunciada y co-
lógicos I. Verbum caro, Madrid 1964, 114). municada, la fe se expresa en una serie de
En efecto, si el lenguaje humano no estu- aserciones lingüísticas en cuanto que en el
viera capacitado de algún modo para hablar acto de fe se dice tener por verdaderas pro-
de Dios, el ser humano no sería un verda- posiciones y frases que manifiestan verda-
dero interlocutor, libre y responsable en re- des divinas. Así, san Pablo anuncia y trans-
lación con su creador.) mite en forma de aserciones aquello que a
su vez ha recibido (1 Co 15,3-8). Sin em-
III. LENGUAJES DE LA FE bargo, el acto de fe no termina en lo que se
Los lenguajes de la fe expresan las viven- enuncia sino en la realidad trascendente a la
cias religiosas de los creyentes. Señalemos que se orienta: «No creemos en las fórmu-
algunos de ellos centrales para el cristianis- las, sino en las realidades que éstas expre-
mo. san y que la fe nos permite “tocar” [...]. Sin
embargo, nos acercamos a estas realidades
1. El lenguaje de Jesús en los evangelios con la ayuda de las formulaciones de la fe.
Las palabras de Jesús son espíritu y vida (Jn Éstas permiten expresar y transmitir la fe,
6,63). No dejan nunca indiferentes a quienes celebrarla en comunidad, asimilarla y vivir de
las escuchan. Jesús es el Logos del Padre. ella cada vez más» (CCE 170). El Concilio
En los relatos evangélicos se encuentran di- Vaticano II señala la importancia del len-
versas reacciones ante las palabras de Je- guaje para presentar la revelación cristia-
sús. Hay quienes muestran su descontento na. Ésta aparece expresada en el lenguaje
LENGUAJE 561
bíblico y narrativo como un acontecimiento cuada y verdadera aquello que hay que con-
interpersonal de encuentro. Este encuentro servar como realidades que identifican au-
se desarrolla con palabras y acciones, ínti- ténticamente la profesión de fe del cristiano
mamente unidas. Además la revelación de de todos los tiempos. Si las interpretacio-
Dios aparece como Palabra expresada con nes que componen el Nuevo Testamento
un lenguaje concreto, personalista, dialógi- fueron necesarias después de la vida del Se-
co, dinámico y operativo (DV 2). En efecto, ñor, también es necesario formular hoy con
Dios ha hablado en la Sagrada Escritura por un lenguaje autorizado y regulativo (el len-
medio de hombres y a la manera humana guaje de las declaraciones magisteriales) el
(cf. DV 12). Ello quiere decir que investi- depósito de la fe.
gando el lenguaje podemos abrirnos al Mis-
terio de Dios revelado por medio de pala- 4. Lenguaje litúrgico
bras y acciones humanas: «Aprovechando La expresión lingüística de la fe no es algo
los progresos realizados en nuestro tiempo accesorio o extrínseco. Es esencial para que
por los estudios lingüísticos y literarios, la se actualice y comunique la fe. La comuni-
exégesis bíblica utiliza cada vez más méto- cación de Dios al hombre a través de la pa-
dos nuevos de análisis literario, en particu- labra litúrgica se funda no en la naturaleza
lar el análisis retórico, el análisis narrativo del lenguaje, aunque éste exprese y haga
y el análisis semiótico» (Pontificia Comisión presente la acción de Dios, sino en la natu-
Bíblica, La interpretación de la Biblia en la raleza de la fe, que es escucha de la palabra
Iglesia, Ciudad del Vaticano 1993, 37). La de Dios y puesta en práctica de esa palabra.
intrínseca relación entre la palabra y la obra El lenguaje litúrgico es así prolongación del
de Dios no reside sólo en que ambas pro- Verbo encarnado. Así lo afirma el Vaticano II
ceden del amor de Dios, sino también en al sostener que Cristo se hace presente en
que ambas actúan eficazmente en el hom- el acto de la proclamación litúrgica de la pa-
bre (Hb 4,12). La palabra en la que reco- labra (cf. SC 7). Además, en el lenguaje li-
nocemos a Dios va siempre unida a su ac- túrgico recurrimos a aquellas palabras con
ción creadora. las que Dios nos enseña a entendernos con
Él: para que sepamos expresarnos adecua-
3. El lenguaje de las declaraciones del damente, decirle que le necesitamos, para
magisterio que podamos unirnos a los hermanos al uní-
La declaración afirmativa del contenido de sono contamos con los lenguajes de la ora-
la revelación y el papel de tal declaración ción y de los sacramentos.
deben ser entendidas como un aspecto de la
expresión global de la revelación, que es la 5. El lenguaje de los místicos
historia de las palabras y obras salvadoras El místico se sirve del lenguaje ordinario,
de Dios. Dado que los hechos de la historia expresa sus vivencias usando palabras del
de la salvación no son hechos brutos, sino lenguaje ordinario, pero sometiéndolas a
las acciones de Dios en la historia, contie- paradojas, metáforas, superlativos y antí-
nen un significado que se expresa en pala- tesis. A través de estas formas lingüísticas el
bras proféticas y sapienciales. Sólo con Cris- hombre se abre al horizonte de la trascen-
to está dicha plenamente la palabra de Dios. dencia y del misterio cuya voz más elocuente
La posibilidad de aserciones dogmáticas y es la del silencio. Se trata de un lenguaje
declaraciones por parte del magisterio de la emotivo, apofático y paradójico. Además, el
Iglesia reside en la enseñanza de Jesús, en lenguaje del místico es mistagógico. Sus pa-
el testimonio de la Iglesia para realizar afir- labras encaminan hacia el misterio de Dios;
maciones que manifiesten de manera ade- al narrar sus experiencias místicas abre el
562 LEY
camino a otros. Con todo, para que el tes- das sus dimensiones, manifestarán más ple-
timonio del místico sea auténtico, tiene que namente la potencia salvadora de la Pala-
ponerse en relación con el lenguaje que re- bra encarnada.
gula la fe normativamente dentro de las co-
munidades cristianas. Bibliografía
De esta manera estos y otros lenguajes F. CONESA y J. NUBIOLA, Filosofía del lenguaje, Bar-
de la fe expresan la tensión ineludible en- celona 1999. A. GRABNER-HEIDER, Semiótica y teo-
tre el contenido infinito del misterio de Dios logía. El lenguaje religioso entre la filosofía ana-
y la forma limitada de todas las fórmulas lítica y hermenéutica, Estella 1976. J. McQUARRIE,
lingüísticas. En Jesucristo, la Palabra de Dios God-Talk. El análisis del lenguaje y la lógica de
hecha carne, Dios nos habla de manera elo- la teología, Salamanca 1976. B. MONDIN, Cómo
cuente y significativa. La reflexión teológi- hablar de Dios hoy, Madrid 1979. V. VIDE, Los len-
ca y el anuncio cristiano, al poner en relación guajes de Dios, Bilbao 1999.
la palabra de Dios y la vida humana en to- V. Vide
Ley
1. Ley y alianza
I. Ley en la Sagrada Escritura
En el Antiguo Testamento la «ley» se refie-
1. Ley y alianza
re fundamentalmente a las prescripciones
2. Nuevo Testamento
3. Ley y vida en Cristo contenidas en el Pentateuco en contraposi-
II. Ley: dimensión histórica y ción a los «escritos» sapienciales y poéticos
sistemática y a los oráculos proféticos. En sentido am-
1. La Ley en la Historia de la Teología plio, la «ley» significa también la voluntad
2. Un concepto teológico de Dios y el camino que sigue el hombre
que se aparta del impío (Sal 1), y busca a
Yahwéh de todo corazón (Sal 119,1).
Ya en el paraíso Dios da a Adán un «pre-
cepto» (Gn 2,16-17) que es la revelación
I. LEY EN LA SAGRADA ESCRITURA de su proyecto. De la atención a esta vo-
La idea nominalista de las leyes positivas luntad de Dios depende la felicidad del hom-
que rigen la sociedad civil no puede ser tras- bre y su armoniosa inserción en el conjun-
ladada de forma unívoca a la concepción de to creado.
la ley de Dios manifestada en la Sagrada Durante el éxodo, Israel acoge la revela-
Escritura. ción de la ley de Dios y la sitúa en el marco
En el primer Testamento, la Ley se sitúa religioso de una alianza que es vocación y
en el marco de una concepción religiosa que oferta gratuita de Dios (Ex 20,2-17). La fi-
tiene en la alianza de Dios con su pueblo la delidad a la alianza, que configura la mis-
referencia última. En el Nuevo Testamento, ma existencia del pueblo, está rubricada por
la Ley se percibe en un contexto trinitario la fidelidad a la ley divina (Jos 24,21-24).
que no puede ser ignorado. La voluntad del El don de la Ley en el Sinaí no suprime, aun-
Padre se manifiesta en Jesús, el Cristo, y es que sobrepasa, la promesa hecha a Abra-
interiorizada gracias al Espíritu. hán (Rm 7; Ga 3).
LEY 563
de la cual el hombre debe participar para mera es la ley de la naturaleza, que Dios in-
alcanzar su salvación. funde en la creación; la segunda la ley de
la concupiscencia; la tercera la ley de la es-
b) Síntesis medieval critura; la cuarta la ley de la caridad y la
En la línea agustiniana, los teólogos medie- gracia que es la ley de Cristo».
vales se van a preocupar en sistematizar el «Como es manifiesto que no todos pue-
conocimiento de la ley dentro del conjunto den alcanzar la ciencia, Cristo nos ha dado
de los saberes teológicos con un acento es- una ley breve, que puede ser conocida por
pecial en la moral. Es el concepto clave con todos, y ninguno puede excusarse de su
el que Alejandro de Hales estructura la par- cumplimiento por ignorancia. Ésta es la ley
te moral de su Summa Theologica que es del amor divino. Como dice el Apóstol en
un referente para todos los maestros pos- Rm IX (28): El Señor hará una sentencia
teriores. El concepto de ley se propone den- breve sobre la tierra» (Sobre los dos pre-
tro de una visión económico-salvífica, en la ceptos de la caridad).
cual cada momento de la acción de Dios su-
pone una ley para los hombres. Se articula c) El legalismo nominalista
así una primera división cuatripartita de la Con la Baja Edad Media y la crisis del papa-
ley en: ley eterna, presente en el orden de- do y el Imperio, aparece un nuevo orden
seado por Dios; ley natural, por la cual el social en el cual comienza a primar una idea
hombre, criatura racional, participa de aque- absolutista del poder. Con ello se pierde la
lla ley; ley escrita, revelada por Dios a Moi- racionalidad interna de la ley que había ca-
sés y contenida fundamentalmente en el racterizado la primera síntesis medieval. Pa-
Decálogo; y ley nueva, que es la propia de ra Duns Escoto, la rectitud de la ley proce-
la nueva alianza que Cristo ha dado a los de del hecho de ser imperada por la volun-
cristianos. tad divina. Va a decir entonces que los
Las cuestiones propiamente teológicas se mandamientos de la segunda tabla que co-
centran en la relación entre ley eterna y ley rresponden a los del amor al prójimo po-
natural, por una parte, y ley escrita y ley drían haber sido diferentes y que sólo se
nueva, por otra. En cuanto a la primera, las pueden conocer por una revelación de la vo-
explicaciones se ocupan del modo de parti- luntad de Dios (cf. Ordinatio, I, d. 44). Gui-
cipación de la ley natural en la eterna; en llermo de Ockham llega al extremo de con-
la segunda, en los distintos modos de com- siderar que la ley no es sino la manifesta-
prender la ley escrita. ción de la voluntad arbitraria del legislador
Santo Tomás hace en la Summa Theolo- y que Dios no está sujeto a nada en el orden
giae (I-II, qq.90-108) una síntesis de todo el que quiere imponer a sus criaturas. No hay
tratado de la ley a partir de un concepto te- otra rectitud fuera del sometimiento a la vo-
ológico de Ley Nueva, que integra la gracia luntad de Dios (In III Sent., q.12). Incluso
en el conocimiento moral y se inserta en podría haber dispuesto que odiar a Dios fue-
una dinámica virtuosa, que señala cómo el ra un acto de virtud en vez de un pecado.
fin de la ley es la plenitud del hombre: «El fin El legalismo es completo, ya que el único
de cualquier ley es que los hombres se ha- fin de la moral sería la aplicación exacta de
gan justos y virtuosos» (S.Th., I-II, q.92, la ley, y no hay otra consideración posible
a.1). La ley explica el modo mismo de actuar de la naturaleza humana que el simple so-
del hombre en la búsqueda de la verdad y la metimiento común a una misma ley.
forma de ordenar sus dinamismos para obrar Comienza así una absolutización de la li-
acciones buenas originadas en la caridad. bertad como algo ajeno a la verdad. Esta li-
«Encontramos una ley cuatriforme: la pri- bertad absoluta independiente de la ver-
LEY 567
dad se atribuye primero a Dios, pero aca- que del «ser» de las cosas es imposible de-
ba aplicándose a la libertad humana. El re- ducir el «deber ser» (A Treatise of Human
sultado es una relación dialéctica contra la Nature III, parat. I. sect. I). Pero el filósofo
ley: cuanto más ley menos libertad y cuan- inglés no aporta ningún elemento de fun-
to más libertad menos ley. El enfrentamiento damentación de la ley fuera del acuerdo so-
entre ley y libertad, que caracteriza a toda cial en las costumbres para una conviven-
la época moderna, nace de esa concepción cia pacífica y beneficiosa.
legalista. Francisco Suárez escribe un volu- En paralelo a esta falta de fundamenta-
minoso tratado sobre la ley en el cual la re- ción se articula una visión puritana de la ley
ferencia a Dios que impera la ley constituye que centra todo su valor en el aspecto co-
el elemento último de su esencia: la volun- activo de la presión social, llevando hasta
tad del legislador de obligar al súbdito a el extremo la identificación de lo religioso
cumplir o evitar determinados actos. De es- con la represión en el campo moral. Se tra-
te modo, el sentido de instrucción que te- ta de un moralismo especialmente perni-
nía la ley en santo Tomás cambia por el de cioso que ha hecho confundir a muchos el
«constricción» de una voluntad a otra (De verdadero concepto de la ley cristiana.
legibus, lib. 1, c. V). Este concepto volun- La ley había caído entonces en un re-
tarista y extrinsecista es el que domina la duccionismo que afectaba internamente la
literatura de los manuales de moral desde verdad del hombre. Por una parte, un na-
el siglo XVII al XX. turalismo que ignorando el valor de imagen
de la libertad humana, concebía al hombre
d) Secularización del concepto de ley como una parte más de la naturaleza, sin
A causa de la separación que realiza Lutero considerar la llamada radical a la amistad
entre una ética mundana y una ética de sal- con Dios y la naturaleza del hombre como
vación, se produce una progresiva secula- «capax Dei».
rización del concepto de ley. La insistencia en Por otra parte, la determinación real de
el aspecto de imposición de una voluntad la ley quedaba al arbitrio de los acuerdos
sobre otra se comprende a partir de la re- sociales, con un peligroso sociologismo que
lación humana entre el soberano y el súb- hace de lo fáctico ley, interpretándola como
dito. Todo se centra en una ley que es un una especie de interiorización de lo que vi-
límite de la libertad y que se fundamenta ve la sociedad.
en la capacidad coercitiva del gobernante. Immanuel Kant es heredero de esta mo-
En este marco puramente secular se es- ral legalista. Su reacción tratará de superar
criben los tratados filosóficos sobre la ley el extrinsecismo con el que se presentaba
más influyentes, como los de Thomas Hob- la ley iusnaturalista a la libertad. Busca en la
bes, que la explica por medio de un pacto dinámica libre de la voluntad la presencia
común sin referencia ninguna a una verdad de una obligación que va a entender como la
precedente (Leviathan) o el de Hugo Gro- auténtica autonomía del hombre, que es pa-
cio (De jure belli ac pacis) inspirado en el ra sí mismo ley (Fundación de la metafísi-
racionalismo de Francisco Suárez , cuyo ius- ca de las costumbres, sec. I). Con ello su-
naturalismo comprende la ley moral como prime de la ley todo contenido concreto, y la
una deducción de la naturaleza humana. Se reduce casi inevitablemente a un formalis-
confunde así el orden moral con un orden mo. Elimina toda posible fundamentación
físico y no se deja a la libertad sino la tarea racional de cualquier ley que afecte a los
de aplicar en los actos este orden físico al actos comunes de los hombres.
que estaría sometida. Este error interpre- De la falta de fundamento de la ley entre-
tativo lo denunciará David Hume al señalar gada a los acuerdos humanos se ha acabado
568 LEY
hombre debe discernir libremente y que tie- una imposición «voluntarista» arbitraria. Pa-
ne que ver con la constitución de una co- ra santo Tomás, toda ley es, ante todo, una
munión personal: «La libertad, hunde sus «ordinatio rationis» y no la elección de una
raíces en la verdad del hombre y tiende a la voluntad (frente a los nominalistas); la razón
comunión» (VS 86). En este dinamismo de interna de la ley es la ordenación al fin por
búsqueda de la verdad del bien de la perso- la cual es la verdad del bien la que tiene la
na aparece la ley como una ayuda en el dis- posición de fin y no la misma ley.
cernimiento: «El hombre en su tender hacia La capacidad del hombre de ordenarse a
Dios [...] debe hacer libremente el bien y sí mismo hacia el fin en su acción libre será
evitar el mal. Pero para esto debe poder dis- entonces la raíz de toda ley moral, el ger-
tinguir entre el bien y el mal» (VS 42). men de lo que se ha de denominar con
La ley surge desde la necesidad de un exactitud «ley natural».
conocimiento interior que guíe la libertad y 2.º) La ley natural. Desde la considera-
evite así toda interpretación voluntarista o ción de la ley como un conocimiento se sigue
extrinsecista. Por eso la encíclica habla de la concepción de la ley natural, que se en-
libertad antes de hablar de ley. Con este or- tiende como «la luz de la razón natural, por
den se destaca que el fin que busca la li- la cual discernimos lo bueno y lo malo [...]
bertad no es el cumplimiento de la ley, si- la luz divina impresa en nosotros» (S.Th.,
no la plenitud personal en una comunión de I-II, q.91, a.2). La relación con la ley eter-
personas. na está clara a través de la categoría de la
participación que señalamos con anterioridad
a) División de la ley en relación con la creación. «La ley natural
En su articulación plenamente teológica, la no es otra cosa que la participación de la
Encíclica presenta una visión renovada de ley eterna en la naturaleza racional» (ibid).
la doctrina clásica cristiana según una divi- La formulación de santo Tomás tiene la
sión cuatripartita. grandeza de unir distintos elementos de la
1.º) La ley eterna. La mención de la ley moral a partir del estudio de la especifici-
eterna es necesaria para indicar que no se dad del conocimiento moral, conocimiento
puede hablar de una «plena autonomía» del que surge y se mantiene desde la acción.
hombre como si fuese el principio de su pro- La razón no nos aparece como fuente de ar-
pia ley. La trascendencia que el hombre ex- gumento deductivo, sino como búsqueda de
perimenta en su obrar, por el cual llega a un sentido personal, es decir, como un mo-
ser «padre de sí mismo» (san Gregorio de do de ordenar la acción hacia una plenitud
Nisa, De vita Moysi, II,3), es posible por una que hace razonable la acción y explica su
relación con Dios, con una «existencia ante porqué. La ley natural, es una dimensión de
Él». Por eso se ha de hablar de la verdade- la razón práctica en cuanto sigue el orden
ra autonomía del hombre como una «teo- racional en las acciones libres.
nomía participada» (cf. VS 41). Las características de la ley natural son
A partir de la ley natural en cuanto fun- las siguientes:
dada en la creación y dentro de un plan de Se trata de algo interno al hombre, del
Dios, se introduce la idea de ley eterna de dinamismo de su libertad, que no se com-
raíces agustinianas, que santo Tomás define prende sino en referencia al discernimiento
como «La razón de la sabiduría divina, que entre el bien y el mal.
mueve todas las cosas hacia su debido fin» En cuanto es «natural» es universal y
(S.Th., I-II, q.93, a.1). Esta definición se- afecta a todos los hombres.
ñala ante todo una característica funda- Es inmutable y vigente en todas las
mental: se trata de un conocimiento, no de épocas de la humanidad.
570 LEY
Estas tres características han sido de tal y en su dinamismo de caridad hacia Dios y
modo puestas en discusión que han origi- el prójimo» (VS 53).
nado un rechazo radical al concepto mismo El concepto de naturaleza humana, no es
de «ley natural». aquí meramente físico, y hunde sus raíces
Por su valor interior, la ley natural se ale- en la convicción de la asunción por el Hijo
ja de toda comprensión legalista, como im- de Dios de una «naturaleza humana» por
posición de la voluntad de la autoridad sobre la cual «se ha unido a todo hombre» (GS
la del súbdito. No se trata de una constric- 22). Se trata de la unidad de los hombres
ción, sino de una ordenación racional pro- en el origen y en el destino. Han sido crea-
pia del sabio: es propio del sabio ordenar. dos en Cristo y por Cristo, para vivir con Él
Responde, más bien, a un orden que se in- para siempre en una unión específica entre
serta en el momento en el que la libertad el orden de la creación y la salvación.
busca la verdad del bien que ha motivado 3.º) La ley escrita: formulación de los
su movimiento. contenidos de la ley natural. La misma tra-
La nueva recepción de la racionalidad dición judeocristiana que ha hecho posible la
práctica de corte aristotélico desarrollada formulación de la ley natural, se ha preocu-
por santo Tomás (Anscombe, Kluxen) ha po- pado al mismo tiempo de señalar los con-
dido destacar el valor interno de la ley como tenidos concretos que la expresan, por ser
guía de la acción por la existencia de una una indicación preciosa para la vida de la
verdad del bien correspondiente a los fines humanidad y la defensa de la dignidad de
de las virtudes. Esta verdad no es el bien los hombres.
físico, ni el bien del juicio de conciencia que Se ha considerado que el Decálogo, ver-
tendría un valor moral por sí mismo. dadera revelación divina (CCE 2070), es una
La universalidad e inmutabilidad de la ley expresión abreviada de los contenidos fun-
son cuestiones discutidas en un clima de damentales de la ley natural. La revelación
pluriculturalismo y de rápidos cambios so- de la denominada «ley escrita» fue com-
ciales y culturales. Se acumulan en contra prendida por Israel como una enseñanza
de estas características los datos de la di- peculiar de la sabiduría divina: «... ¿hay al-
versidad de comportamientos morales, de guna nación tan grande que tenga los dioses
formas distintas de percibir la moralidad de tan cerca como lo está Yahwéh nuestro Dios
algunos actos a lo largo de la historia y la siempre que le invocamos? Y ¿cuál es la
dificultad de dar respuesta a las nuevas gran nación cuyos preceptos y normas sean
cuestiones de la vida contemporánea. tan justos como toda esta Ley que yo os ex-
La universalidad de la ley natural ha si- pongo hoy?» (Dt 4,7-8). Es natural la coin-
do presentada en la tradición de la Iglesia cidencia en sus contenidos con otros códigos
como unida al plan universal de salvación morales religiosos, precisamente por con-
de Cristo. Esto implica la clara convicción fluir en un aspecto que afecta directamente
de la relevancia del comportamiento moral a la verdad del hombre. Pero por eso mismo
para la salvación de cualquier persona hu- se refuerza su valor de revelación dentro de
mana. «En este sentido “afirma además la la providencia divina, muy ligado al designio
Iglesia que, en todos los cambios, subsis- divino de establecer una alianza con todos
ten muchas cosas que no cambian y que los hombres.
tienen su fundamento último en Cristo, que La tradición cristiana supo distinguir den-
es Él mismo ayer, hoy y por los siglos” [GS tro de la Torah (Ley) judía el valor moral de
10]. Él es el “Principio” que, habiendo asu- determinados mandamientos y el de aque-
mido la naturaleza humana, la ilumina defi- llos de naturaleza cultural o social. A los pri-
nitivamente en sus elementos constitutivos meros se les reconocía un valor permanen-
LEY 571
te, pero no a los otros, pues dependían o cación divina. La inclinación del afecto, a un
de una fase imperfecta del culto a Dios que nivel espiritual, tiene un papel muy espe-
ha sido abolida por la aparición de Cristo, o cial como motor privilegiado de las accio-
de una estructura social ligada a una cultu- nes y expresión eminente de la dinamicidad
ra y un tiempo particulares. de la gracia. Con esta concepción santo To-
4.º) La ley nueva. Veritatis splendor toma más realiza una integración de la doctrina
la definición de santo Tomás»: «... la Ley de la ley y la de la caridad con una gran re-
Nueva es la gracia del Espíritu Santo dada percusión en el campo moral. Se puede en-
mediante la fe en Cristo» (S.Th. I-II, q.106, tonces destacar que tiene su centro en Cris-
a.2). En ella sintetiza la larga tradición que to como luz para las acciones humanas. «La
destaca la dimensión cristológica de la ley luz del rostro de Dios resplandece con toda
que internamente tiene que ver con la mo- su belleza en el rostro de Jesucristo, “imagen
ción del Espíritu Santo. de Dios invisible” (Col 1,15), “resplandor de
A partir de esta definición, queda claro su gloria” (Hb 1,3), “lleno de gracia y de
que no se debe entender la ley como un có- verdad” (Jn 1,14): Él es “el Camino, la Ver-
digo de normas, sino como una luz que guía dad y la Vida” (Jn 14,6). Por esto la res-
la libertad del hombre a la verdad plena. De puesta decisiva a cada interrogante del hom-
aquí que las dos notas características de es- bre, en particular a sus interrogantes reli-
ta ley sean el influjo de la gracia y del Espí- giosos y morales, la da Jesucristo» (VS 2).
ritu Santo, que esclarecen y llevan a pleni-
tud el concepto de ley natural sin variarlo. b) Conocimiento de la ley
La relación entre ley natural y ley nueva Al destacar el aspecto cognoscitivo de la ley
se puede explicar según las características como el reconocimiento de la ordenación de
mismas de la encarnación de Cristo (cf. la acción a partir de la verdad del bien de
S.Th., I-II, q.108, a.1), que define el Concilio la persona descubierta en la acción, es esen-
de Calcedonia: «... sin confusión, sin sepa- cial abordar esta dimensión para iluminar
ración» (cf. D. 302). Se trata de un nuevo algunas cuestiones centrales.
orden de nuestros actos que procede de Dios 1.º) Conocimiento progresivo. El conoci-
y que nos dirige a la comunión plena con miento propio de la ley no es el aprendiza-
Él; no se añade a la ley natural, sino que la je de un código de normas por sus razones,
conduce a la plenitud. Hay que destacar el sino de una connaturalización de la verdad
valor cognoscitivo fundamental que contie- del bien propio de las acciones: «El sujeto
ne y que lo une al don de sabiduría. que actúa asimila personalmente la verdad
Por la presencia interior del Espíritu, a contenida en la ley; se apropia y hace su-
esta ley se le llama la «ley de libertad» (St ya esta verdad de su ser mediante los ac-
2,12) y en este sentido se dice que el justo tos y las correspondientes virtudes» (VS 25)
«no está bajo la ley» (Ga 5,18; cf. 1 Tm El conocimiento de esta ley en las accio-
1,9). Como explica santo Tomás, «… los jus- nes tiene que ver entonces con la valora-
tos no están bajo la ley, porque el movi- ción de la «ordenabilidad» de los «objetos
miento e instinto del Espíritu Santo que hay morales»: «Tal “ordenabilidad” es aprehen-
en ellos, es su propio instinto, pues la cari- dida por la razón en el mismo ser del hom-
dad inclina a lo mismo que la ley prescribe» bre, considerado en su verdad integral y,
(In ep. ad Gal. V, 5). De esta forma, por el por tanto, en sus inclinaciones naturales, en
don de la gracia, se supera al máximo la sus dinamismos y sus finalidades, que tam-
distancia entre la autoridad divina y la vo- bién tienen siempre una dimensión espiri-
luntad humana, produciéndose una progre- tual: éstos son exactamente los contenidos
siva connaturalización del hombre con la vo- de la ley natural» (VS 79).
572 LEY
Se trata de una relación que se esta- las cuestiones concernientes a la ley natu-
blece entre las tendencias naturales (a la ral. Su misión no es recordar un sistema
conservación y el propio desarrollo, a la de normas recibidas, sino enseñar el cami-
comunicación con los demás, a la procrea- no de salvación, en el cual está implicada
ción, a la posesión, disfrute y donación de la realización de la verdad de lo humanum
bienes), con el sentido de las acciones en contenida en la ley natural. Es por ello por
su ordenabilidad hacia una plentitud de vi- lo que tiene el oficio de guiar a sus fieles,
da. discerniendo algunas normas concretas de
De aquí que se puedan distinguir tres ni- conducta que enseña como de obligado
veles de conocimiento de la ley natural que cumplimiento por estar ligadas a la deter-
se sustentan en el crecimiento moral del su- minación de actos intrínsecamente malos
jeto según la virtud. gravemente desordenados. Así lo afirma
El primer nivel es el de los principios explícitamente en el documento de la Con-
de la ley natural, que corresponden a la pri- gregación para la Doctrina de la Fe Donum
mera percepción de la verdad del bien como, veritatis (16): «Lo concerniente a la moral
por ejemplo, «el bien debe ser perseguido y puede ser objeto del magisterio auténtico,
el mal evitado» o «no hagas al otro lo que porque el Evangelio, que es Palabra de vi-
no deseas que te hagan a ti». Son princi- da, inspira y dirige todo el campo del obrar
pios que todos los hombres reconocen como humano. El magisterio, pues, tiene el ofi-
directivas de sus acciones y nadie puede cio de discernir, por medio de juicios nor-
presumir de ignorarlos. mativos para la conciencia de los fieles, los
El segundo nivel tiene que ver con las actos que son en sí mismos conformes a
primeras normas que se desprenden de las exigencias de la fe y promueven su ex-
nuestras acciones según los contenidos del presión en la vida, como también aquellos
Decálogo y otros códigos similares. Estas que, por el contrario, por su malicia son in-
normas son conocidas por la mayoría de los compatibles con estas exigencias. Debido
hombres pues sólo pueden ignorarse por al lazo que existe entre el orden de la crea-
una perversión de la razón. ción y de la redención, y debido a la nece-
El tercer nivel serán las normas más sidad de conocer y observar toda la ley mo-
concretas que sólo los hombres virtuosos ral en vista de la salvación, la competencia
son capaces de descubrir en su razonabili- del magisterio se extiende también a lo que
dad. Los que todavía no han crecido sufi- respecta a la ley natural».
cientemente en la virtud requieren una ins- 3.º) Ley moral y ley civil. Existe una re-
trucción por parte de los sabios. lación entre la ley moral y la promulgación
Se aprecia así el valor pedagógico de la de las leyes civiles. Es una cuestión muy an-
ley, que es una incitación a la virtud y que tigua, y actualmente de máxima importan-
ayuda a los hombres todavía no virtuosos cia por el proceso de secularización del mis-
a discernir la verdad del bien que puede con- mo concepto de ley.
formarlo internamente. Además, se puede La diferencia que se ha de establecer en-
comprender que el conocimiento de la ley tre ambas reside en su distinto fin. La ley
es gradual; pero esto no significa que hay moral tiende a la perfección de la persona,
grados distintos en la ley: se conoce mejor la ley civil a mantener por cauces adecuados
el contenido de la misma, lo cual no quiere la convivencia social. Esta diferencia es más
decir que cada sujeto tenga una ley adap- notoria en una sociedad en la que los ciu-
tada a sus circunstancias (cf. FC 34). dadanos no son moralmente buenos y en la
2.º) Ley natural y magisterio. El magis- que muchas prácticas inmorales se impo-
terio de la Iglesia desempeña un papel en nen como auténticas «estructuras de peca-
LIBERTAD 573
Libertad
su carácter y su destino. Se la puede rela-
I. Dimensión histórica
cionar, por una parte, con alegría y amor,
1. Sagrada Escritura
2. Tradición filosófica y teológica
con ansias hacia la plenitud, hacia Dios; y,
3. Magisterio por otra, con desesperación, angustia y ab-
II. Dimensión sistemática surdidad. Permite alcanzar la máxima gran-
1. Formas de libertad deza, pero también incluye la posibilidad de
2. Influencias sobre la voluntad un desvío completo. Tiene que ver con la
3. Actos de la voluntad autorrealización y con la autodestrucción del
4. Características del acto libre hombre.
1. DIMENSIÓN HISTÓRICA
1. Sagrada Escritura
La libertad como capacidad radical de con- La Sagrada Escritura no trata la libertad co-
ducirse a sí mismo pone en juego todas las mo un tema filosófico, pero pone de relie-
potencias del hombre y marca decisivamente ve la acción liberadora de Dios, que aparta
574 LIBERTAD
del hombre tanto las tribulaciones exteriores 8,31). Por el contrario, si el hombre se se-
como los miedos internos. para de Dios, vive lejos de la luz y del amor.
El Antiguo Testamento, al considerar al San Pablo profundiza en estas realida-
hombre en su dignidad como un ser que es des, especialmente en las cartas a los Ro-
imagen e interlocutor de Dios (Gn 1,27ss.), manos, a los Corintios y Gálatas. La falta de
presupone la libertad personal. Se refiere libertad que descubre la fe apunta a lo más
también indirectamente a la libertad al ha- hondo en el ser humano: no es sólo una li-
blar del pecado que no es presentado co- mitación exterior, sino la corrupción perso-
mo un destino inevitable (Gn 3,1-13) , del nal por el pecado y la muerte (Rm 6,20ss.).
premio y del castigo (Dt 30,11ss.), del arre- La libertad de los cristianos se funda en el
pentimiento y de la conversión (Sal 32). Asi- hecho de su redención. Cristo, al perdonar
mismo, muestra la sinceridad ante Dios que los pecados, nos ha liberado para una nue-
se manifiesta sobre todo en la oración del va libertad (Ga 5,1), que en su esencia es
justo (Jb 27,1ss.). Sin embargo, no emplea gracia, posesión del Espíritu (Rm 8,2):
la palabra «libre» fuera del sentido social y «Donde está el Espíritu del Señor hay liber-
político: libre es quien no es esclavo. El libre tad» (2 Co 3,17). Esta nueva libertad hace
es quien no está sometido a otro; no está referencia a Dios que, desde el comienzo de
coaccionado a hacer algo que no quiere ha- la creación, ha elegido al hombre para que
cer; y nadie le impide hacer lo que consi- éste pueda elegirle a él. El hombre libre es-
dera bueno. tá unido a su Creador. Su libertad consiste
Israel experimenta el poder de Dios de en estar gobernado por Cristo (Rm 3,27 y
una manera singular en el éxodo de Egip- 8,2; Ga 6,2). Como ama a Dios, no tiene la
to, la «casa de la servidumbre» (Dt 7,8). ley fuera de sí, ya que su voluntad se ha
Su obediencia a las leyes divinas es garan- identificado con la voluntad divina. Realiza la
tía de bienestar, es mantener la fidelidad a libertad por medio de la caridad (Ga 5,13ss.).
una alianza libremente suscrita. La desobe- La nueva condición de hijo le lleva a la fran-
diencia, en cambio, no tiene rasgos de queza ante Dios y ante los hombres (2 Co
emancipación, sino que trae consigo el cas- 3,12).
tigo de la esclavitud (Jr 2,17).
El Nuevo Testamento trata principalmente 2. Tradición filosófica y teológica
de la liberación de la culpa personal y fren- En la patrística, el tema bíblico de la libertad
te a los poderes seductores (Jn 8,34; Rm se encuentra con la tradición de la filosofía
6,16ss.; 8,20). Jesucristo destruye la es- griega. Para algunas escuelas socráticas y,
clavitud del pecado y confiere la vida eterna principalmente, para los estoicos, todo lo
a todos los que se adhieren a él. La verda- «exterior» (la sociedad, la naturaleza e in-
dera libertad está vinculada a su Persona: cluso las propias pasiones, ajenas al espíri-
quien se decide por él, se hace por la ac- tu) es considerado, de algún modo, como
ción del Espíritu «hijo en el Hijo» y entra en opresión. La libertad consiste en liberarse
un nuevo reino de gracia y libertad. En la de ello y en «disponer de sí mismo».
tradición sinóptica, el término aparece una Tanto los Padres orientales como los oc-
vez con toda claridad: «Los hijos son libres» cidentales alcanzan un nivel más profundo
(Mt 17,26), puesto que tienen la libertad de la libertad personal. La presentan como
para amar a Dios y al prójimo según el el don originario más valioso entregado al
ejemplo de Jesucristo. En el cuarto evan- hombre por el Creador, y la defienden fren-
gelio se destaca que la enseñanza de Jesús te a las concepciones gnósticas del mundo
confiere el conocimiento de la verdad, y es- antiguo (cf. san Justino, Apol. X, PG VI, 340;
te conocimiento conduce a la libertad (Jn Taziano, Oratio ad graecos, 5, PG VI, 813;
LIBERTAD 575
san Ambrosio, Hexaemeron I, 1, PL XIV, con una justa distribución de los bienes en-
123; san Agustín, De genesi contra mani- tre los habitantes de la tierra y a la promo-
chaeos, I, VI, PL XXXIV, 178). La libertad ción del desarrollo armónico de todos los
es, según ellos, una vocación y un modo de ciudadanos y todos los países, sin excluir a
vivir con dignidad y alegría; se realiza ple- ninguno.
namente en el amor. Sin embargo, al co- La cultura moderna se ha situado en la
mienzo de la historia de la humanidad se antítesis de la concepción cristiana de la li-
encuentra el pecado original. No se puede bertad. Presenta la libertad como autono-
olvidar que la libertad humana es una li- mía del hombre, en el sentido de indepen-
bertad caída que necesita la gracia para al- dencia ante Dios y ante las autoridades hu-
canzar a Dios. San Agustín que tiende a manas, las instituciones y las leyes. Esta
subestimar la capacidad de la naturaleza visión arranca del concepto emancipatorio
herida por el pecado introduce cierto pe- surgido en la época de la Ilustración y se
simismo en el tratado sobre la libertad. Pe- encuentra fuertemente influida por los plan-
ro los teólogos de la Edad Media no siguen teamientos de filósofos como Kant, Fichte,
plenamente sus planteamientos. Santo To- Hegel y otros.
más de Aquino proyecta una explicación de
la libertad que integra todos los aspectos 3. Magisterio
discutidos en la tradición (cf. S.Th., I, q.83; La Iglesia católica ha defendido siempre la li-
II-II, q.183; CG III, 135; De Malo, q. VI). bertad, rechazando los determinismos an-
Su concepción equilibrada arranca del prin- tropológicos, las doctrinas sobre la predes-
cipio general: «La gracia supone y perfec- tinación y los sistemas fatalistas de todas
ciona la naturaleza». las épocas, que pretenden convertir al hom-
Al discutir acerca de si la naturaleza, co- bre en objeto de operaciones extrínsecas a
mo consecuencia de la caída histórica del él (cf. D. 331, 1486, 1521, 1555, 1966,
hombre, quedó «destruida» (libertas des- 2002). Resguarda la libertad como un dog-
tructa) o sólo lesionada (libertas vulnera- ma (cf. D. 3245), y subraya la responsabili-
ta), se presentan tradicionalmente profundas dad del hombre con respecto a su propia vi-
diferencias entre la antropología católica y la da y frente a los demás. Incluso bajo la in-
protestante que, en el presente y gracias a fluencia del pecado, la persona permanece
un fructífero diálogo ecuménico, parecen re- fundamentalmente libre y debe colaborar
ducirse paulatinamente. Los teólogos de am- misteriosamente con la gracia divina para
bas confesiones convienen en que la libertad salvarse. Su libertad es concebida, en defi-
que nos otorga Cristo por la gracia es liber- nitiva, desde Dios y hacia Dios.
tad para hacer el bien, poniendo las leyes De estas enseñanzas se deducen impor-
humanas al servicio de la caridad. tantes consecuencias que el Concilio Vati-
La libertad según el Evangelio se expre- cano II ha manifestado, por ejemplo, en lo
sa, durante el siglo XX, en el pensamiento expresado sobre las libertades de concien-
político, particularmente en el personalismo cia y de religión (cf. GS 26, 41, 73; DH 2).
de M. Scheler, J. Maritain, E. Mounier, que Cada persona, creada a imagen de Dios, tie-
exige participación en el poder y corres- ne el derecho natural de ser reconocida co-
ponsabilidad en todos los niveles de la vida mo un ser libre y responsable. El derecho
social. Excluye tanto el individualismo bur- al ejercicio de la libertad es una exigencia
gués (unido a menudo al libertinaje) como inseparable de su dignidad. Sin embargo,
los despotismos y totalitarismos en cada en las declaraciones doctrinales, la Iglesia
una de sus formas. En el plano económico, no describe la esencia de la libertad, sino
la libertad cristiana lleva a comprometerse que la presupone como conocida.
576 LIBERTAD
gencia entiende algo, si no es aplicada a la persona actúa según reglas cuyo sentido no
acción por la voluntad. Una persona sólo se comprende, no es libre.
apasiona por un libro, si lo ha leído; y sólo lo b) Los sentimientos. Los sentimientos
lee, si se interesa por su contenido. pertenecen a la naturaleza humana como
La libertad es la obra conjunta de la in- el entendimiento y la voluntad, y pueden
teligencia y de la voluntad: facultas volun- perfeccionar la libertad. Si faltan, los actos
tatis et rationis (S.Th., q.1, a.1,c.) Es la pro- no son íntegros y maduros, y la persona no
piedad de tener en sí mismo el principio de se desarrolla completamente.
cada actuación procedente. Tiene su raíz en No obstante, los sentimientos pueden os-
la inteligencia, que conoce el mundo. Su su- curecer la verdad. Debido a ellos una per-
jeto propio es la voluntad, que dirige hacia sona puede frenar o desviar la actuación de
el mundo conocido. Como la voluntad pone su entendimiento; es el caso de quien no
todas las facultades en ejercicio, es ella so- quiere enterarse de una verdad por miedo a
bre la que recae, en último término, la de- las consecuencias. Hace falta tomar en se-
cisión de los actos libres. rio las experiencias afectivas, aceptarlas,
En casos normales, el acto libre sigue a identificarlas y ordenarlas rectamente. El
los conocimientos que le proporciona el en- acto libre de la voluntad puede consistir en
tendimiento. Es preciso que estos conoci- corregir algunos sentimientos más o menos
mientos sean verdaderos. Hay que excluir profundos, como la envidia o el odio. Este
la ignorancia y el error. El proyecto vital se acto no depende de los sentimientos, aun-
va perfilando más claramente en la medida que puede ser enriquecido por ellos.
en que el hombre encuentra la verdad de sí c) La situación exterior. También situa-
mismo. ¿Quién soy? ¿De dónde vengo y a ciones exteriores pueden disminuir notable-
dónde voy? ¿Por qué estoy en el mundo? mente la libertad sin excluirla por completo,
Cuando una persona se hace estas pregun- ya que tampoco ellas intervienen esencial-
tas, puede descubrir que no le es posible mente en el acto libre. Así, una persona es-
realizarse a sí misma, en el orden operativo, tá condicionada, en cierto modo, por el país,
en contra de la verdad de sí misma, en el la sociedad, la familia en la que ha nacido,
orden constitutivo. por la educación y cultura que ha recibido,
Cada hombre tiene que seguir la verdad por el propio cuerpo, su código genético y
que él mismo ha encontrado, escuchando su sistema nervioso, sus talentos y sus lími-
la voz de Dios en su propio interior, en su tes y las experiencias del pasado; pero a pe-
conciencia (cf. GS 14, 26, 41 y 73), que es sar de ello, es libre, pues tiene la capacidad
«el primero de todos los vicarios de Cristo» para discernir sobre todos estos condiciona-
(CCE 1778). Si no actúa en armonía con su mientos. Un hombre puede ser libre también
lógica interna, se rompe (cf. DH 1 y 3). Por en un Estado totalitario e incluso en una cár-
otro lado, está llamado a buscar la verdad en cel, como lo han mostrado muchos perso-
su plenitud a través de la meditación, la najes a lo largo de la historia (Boecio, santo
lectura, el diálogo y a aceptar también la Tomás Moro, D. Bonhoeffer). Puede mante-
ayuda que otras personas le pueden ofre- ner una creencia, un deseo o un amor en el
cer (obedecer, en el sentido más amplio). interior de su alma, aunque externamente
Una libertad sin obediencia puede des- se decrete su abolición absoluta.
viarse fácilmente, dado que el hombre es
limitado. Pero una obediencia sin libertad 3. Actos de la voluntad
es una contradicción en sí misma. Es una La libertad humana se ejerce principalmen-
actuación sin profundidad, sin entusiasmo, te en dos actos: el amor (acto principal) y la
sin amor, que no es digna al hombre. Si una elección (acto secundario).
578 LIBERTAD
a) La elección. El fin último del hombre condición finita de una criatura racional an-
abarca tanto el amor de Dios como la propia te la infinitud divina.
felicidad. Los dos aspectos son insepara- El hombre tiene que hacer una auténti-
bles: la felicidad humana consiste, en último ca elección acerca del fin último, que impli-
término, en amar a Dios, y cuando el hom- ca la posibilidad de rechazarlo. Se trata de la
bre ha encontrado a Dios, es realmente fe- elección decisiva de la vida humana; con
liz (cf. GS 19). ella se realiza o se frustra la inclinación es-
Sin embargo, de estos dos aspectos de pontánea al bien. La elección del fin último
su único fin, el hombre tiene conciencia in- se reduce a la opción entre el amor Dei y el
mediata sólo del último. Por la constitución amor sui, ya que el hombre no puede des-
de su naturaleza tiende necesariamente a cansar definitivamente en ninguna criatu-
la felicidad en todo lo que hace, pero por li- ra. Si no alcanza a Dios, vuelve sobre sí mis-
mitación de la misma naturaleza no se in- mo y se pone a sí mismo (consciente o in-
clina necesariamente a Dios, el único bien conscientemente) como último fin de su vida
que le puede saciar plenamente. Su «amor (cf. VS 39).
originario» (Tomás de Aquino) o «impulso Dios, en cuanto que es el sumo bien,
íntimo» (Juan Pablo II) tiende de un mo- abarca todos los bienes particulares y los
do natural hacia el fin último en general (el excede infinitamente. En cuanto que es el
bien, la felicidad); pero no se refiere di- fin último de la vida del hombre, se le pue-
rectamente a Dios, el fin último en con- de alcanzar mediante múltiples y diversos
creto. caminos que pueden incluso oponerse. Al-
La razón se encuentra en el hecho de que gunas personas pueden encontrar su cami-
a cada acto de la voluntad ha de preceder un no, por ejemplo, en el matrimonio, otras
conocimiento intelectual. Para amar a Dios fuera del matrimonio. Dios es infinito, e in-
de modo explícito, por tanto, hace falta co- finitas son las maneras en que se le puede
nocerlo. Pero el hombre, en esta vida, ni si- alcanzar.
quiera tiene evidencia inmediata de su exis- Cada situación puede llevar a Dios, pero
tencia, ya que el fin que le es dado, le tras- no toda puede conducir a un bien particu-
ciende completamente. lar. Mientras que el amor al fin último no po-
El entendimiento humano no puede co- ne condición alguna, la elección de los fines
nocer a Dios, la suma verdad, en toda su parciales las trae consigo. Estos fines par-
plenitud. En consecuencia, no puede pre- ciales determinan la vida humana a situa-
sentárselo a la voluntad como el bien abso- ciones concretas, que excluyen otras. Cada
luto, y por tal razón, la voluntad no está de- elección tiene consecuencias que afectan a
terminada necesariamente hacia su fin úl- las posteriores elecciones, y que producen,
timo en concreto. Hay que hacer una poco a poco, una biografía única e incon-
auténtica elección. Por la imperfección de la fundible.
naturaleza humana cabe también la posibi- La libertad se realiza y perfecciona en la
lidad de rechazar a Dios. medida en que el hombre se ordena hacia
El hombre tiene que elegir el fin último un bien que tiene razón de fin. Lo decisivo no
precisamente porque no lo ve en plenitud. Si es tener varias posibilidades de elegir, sino
viera a Dios tal como es, le querría sin ne- llegar al fin. Cuando una persona, por ejem-
cesidad de elegir: vería que no hay ningún plo, quiere visitar por primera vez a un ami-
bien creado comparable a él. Entonces le go, agradece si alguien le explica antes el
querría a la vez con absoluta necesidad y camino a su casa; así no perderá el tiempo
con absoluta libertad. La elección es conse- buscando la calle. La libertad permanece si
cuencia de nuestra propia limitación, de la voy directamente a la casa del amigo; es
LIBERTAD 579
individual, sino que crece a medida que se sona puede poner, en cada momento, un
multiplican las consecuencias. Cuando, por nuevo comienzo. Esto, además de ser un
ejemplo, digo una palabra, la persona que estímulo, es también un riesgo: el futuro es
escucha puede repetirla ante otras tres per- sumamente inseguro.
sonas más, y éstas ante otras veinte distin- Pero hay también un modo de influir en el
tas... En este sentido se puede afirmar que futuro. Hay un modo de determinar, en el
los actos libres son irreversibles y no tienen presente, nuestros actos libres futuros. Lo
un punto final. Ponen en marcha una serie hacemos a través de la promesa, de com-
de procesos que dependerán de la libertad promisos y contratos. Prometer quiere decir
de otros y pueden perdurar a través del garantizar que, a través de todas las vicisi-
tiempo hasta que la humanidad acabe. tudes de la vida, uno mismo será siempre
No se pueden controlar las consecuen- uno mismo y estará siempre allí, para alguien
cias de un acto libre. Aquí aparece un as- o para algo. Y esto significa poseerse no só-
pecto oscuro de la libertad. El hombre, a lo en el origen, sino también en el futuro.
veces, parece más víctima y paciente que A través de las promesas, los hombres
autor y agente de lo que ha hecho. Es due- pueden adquirir cierta seguridad ante lo im-
ño del comienzo de sus actos, no de todo previsto. Por tanto, el poder de hacer pro-
el proceso que les sigue. mesas es de gran interés para la vida so-
Además, muchos acontecimientos de la cial, jurídica y política, como atestiguan las
vida se guardan en nuestra memoria (o en innumerables teorías sobre los contratos
el subconsciente). Es allí donde se encuen- que se han elaborado desde el derecho ro-
tra, con frecuencia, uno de los últimos se- mano hasta nuestros días. También es su-
cretos de nuestro estado sentimental. Y es mamente importante para la vida personal
allí donde se puede y se debe «corregir» si del hombre. Una persona capaz de hacer
es necesario. No siempre somos capaces de una promesa y mantenerse fiel a ella du-
influir en lo exterior, pero podemos rectificar rante toda la vida, es una persona libre. Su
lo interior. Somos capaces de distanciarnos voluntad ha adquirido fuerza y vigor; le ayu-
de nuestros actos pasados, de arrepentir- da en el empeño de conseguir los ideales y
nos y purificar la memoria, de pedir perdón continuar adelante pese a las dificultades.
y perdonar. El perdón es una de las más po- Una voluntad recia y consistente es la clave
derosas formas de expresión de nuestra li- del éxito de muchas vidas, por ejemplo de
bertad y quiere decir: deshacer los nudos un matrimonio feliz. Cuando un hombre ha-
del pasado, poner un nuevo inicio. ce una promesa y se mantiene fiel a ella,
Un cristiano sabe que quien perdona en entonces se revela, poco a poco, su única
primer lugar es Dios. No nos regala la li- y personal identidad.
bertad solamente una vez, al comenzar la La auténtica libertad se ejerce en la fide-
vida. Entonces, con el primer fallo, sería- lidad a las promesas. Pero la verdadera fi-
mos víctimas para siempre. Dios nos rega- delidad, por otro lado, no es posible sin li-
la la libertad siempre de nuevo, cuando nos bertad, sin un amor siempre renovado.
arrepentimos de nuestro pasado y le pedi- Un grupo de personas que se mantiene
mos perdón. fiel a una promesa común, está unido por
La predicación del evangelio del perdón las mismas intenciones; adquiere fuerza y
hace de Cristo el anunciador de la verdade- superioridad con respecto a los que no están
ra libertad del hombre, la libertad definiti- sujetos a ningún compromiso. Esta supe-
va de los hijos de Dios (Mt 16,24). rioridad deriva de su identidad y de la ca-
b) Un acto imprevisible. Los actos libres pacidad para disponer del futuro, casi como
de los hombres son incalculables. Cada per- si fuera el presente.
LITURGIA 581
Liturgia
Desde un punto de vista fenomenológi- Del mismo modo, en su nivel más esen-
co, la celebración podría ser descrita como cial, la fiesta significa la ruptura de la conti-
aquella acción de naturaleza social que se nuidad ordinaria del tiempo o, si se pre-
destaca del cotidiano acontecer merced a fiere, la integración en su sucesión por la
unos confines claramente perceptibles de irrupción, en su decurso, del día originario.
formas sensibles. Toda celebración, en efec- La fiesta es, pues, el «hoy» de un «ayer»
to, aparece estructurada por un conjunto de y, en el caso cristiano, también de un «ma-
signos estereotipados y recíprocamente ar- ñana» primordial. Lógicamente, al admitir
ticulados que delimitan su devenir, le con- la condición primordial del acontecimiento
fieren un carácter simbólico, y lo emplazan originario diferentes horizontes de entidad
fuera del ámbito del acaecer habitual. Am- o plenitud histórica (según afecte a una o
bas paráfrasis equivalen, en definitiva, a un grupo reducido de personas nacimien-
afirmar que una celebración se manifiesta to, matrimonio… , o comprometa a comu-
como tal por su no cotidianeidad y su sim- nidades más amplias), la celebración festi-
bólico-ritual acontecer. Y, en este sentido, va adopta diferentes grados o niveles de
la celebración se muestra íntimamente li- verdad original. Y, en este sentido, como el
gada con otras dos categorías de orden an- rito, también la fiesta posee un carácter al
tropológico como el rito y la fiesta: la «fies- menos, implícito radicalmente religioso, al
ta» se «celebra» mediante el «rito». tener como fundamento último el momento
En su cualidad de dimensiones de hondo original de todo origen. Por ello, las «fies-
calado antropológico y, por lo mismo, de tas» primordiales de la Iglesia celebran el
algún modo siempre inasibles , el rito y la primer y el último día creación y consu-
fiesta carecen de una definición unívoca. El mación del tiempo: domingo , y la plenitud
rito designa originariamente todo aquello temporal que supone la irrupción de la eter-
que es canónico, conforme al orden. El rito, nidad en la historia: Navidad, y la asunción
en efecto, dice relación a regla, orden, rit- de la historia en la eternidad: Pascua.
mo y, más específicamente, conformidad
respecto a un modelo típico preestableci- b) Condición «mistérica» de la liturgia
do, según una adecuación que afecta esen- «En la liturgia, la Iglesia celebra el misterio
cialmente a su validez y legalidad. El rito de Cristo» (CCE 1068; cf. SC 35). Esta con-
no es, pues, sino un tópico imperativo, un ciencia en cierto modo, siempre presente y
estereotipo en el que la no arbitrariedad es viva en la tradición eclesial y, al menos, im-
un elemento constitutivo de su misma esen- plícita en los desarrollos teológicos de nues-
cia. Por otra parte, aunque la ritualidad sea tro siglo parece hoy la clave hermenéutica
extensible a cualquier esfera de la cultura, más adecuada para comprender la natura-
el rito posee una acepción preferentemen- leza de la celebración litúrgica. Y, en efec-
te cultual. En efecto, si por su carácter de to, según se advierte en el título del segun-
«tópico imperativo» debe corresponder do apartado del Catecismo, la Iglesia inter-
siempre a un estereotipo originario que ga- preta la liturgia como la celebración del
rantice su autenticidad, el rito es prueba de misterio cristiano.
la conformidad y adecuación de una cele- De este modo, el «misterio de Cristo», en
bración con la verdad de sus orígenes; na- cuanto acontecimiento vertebrador de la eco-
turaleza primordial que constituye, preci- nomía salvífica, constituye el horizonte de
samente, la índole más propia de toda re- sentido de toda celebración litúrgica. Pero,
ligión o actitud religiosa: la búsqueda de la entiéndase bien, «misterio» no como simple
relación verdadera con el origen de todo enunciado teológico, sino como aconteci-
origen. miento de salvación acaecido en la historia.
LITURGIA 583
La liturgia, por ello, celebra el misterio vo «en la dispensación del Misterio»: el tiem-
de la obra salvífica, definitivamente cumpli- po de la Iglesia, durante el cual Cristo ma-
da en los misterios pascuales de la pasión nifiesta, hace presente y comunica su obra
y glorificación de Cristo: «... en la liturgia, la de salvación mediante la Liturgia de su Igle-
Iglesia celebra principalmente el misterio sia, “hasta que él venga” (cf. 1 Co 11,26)»
pascual por el que Cristo realizó la obra de (CCE 1076).
nuestra salvación» (CCE 1067). El culto li- El genuino concepto de liturgia, por tan-
túrgico es, pues, la acción eclesial que ce- to, sólo puede ser entendido a partir de la
lebra la obra de nuestra redención en Cris- conjunción de tres dimensiones inescindi-
to, según la fórmula que, procedente de la bles: misterio, celebración y vida; como se
más genuina tradición eucológica romana, advierte en la acertada síntesis del Catecis-
acuñó el último Concilio: «... liturgia enim, mo: «... es el misterio de Cristo lo que la
per quam [...] “opus nostrae redemptionis Iglesia anuncia y celebra en su liturgia, a
exercetur”» (SC 2). Así, desde el presu- fin de que los fieles vivan de él y den testi-
puesto de la revelación divina entendida co- monio del mismo en el mundo» (CCE 1068).
mo historia de la salvación, la liturgia, inse- Y, en este sentido, la liturgia puede ser in-
parable del misterio de Cristo y de su Igle- terpretada, según distintos acentos, como
sia, se muestra como acontecimiento «misterio (de Cristo) celebrado para la vi-
salvífico, «momento» de la «economía del da (de la Iglesia)», «celebración del miste-
misterio». La liturgia constituye, de este mo- rio (de Cristo) para la vida (de la Iglesia)»,
do, la última «era» o «tiempo» de la eco- o «vida (de la Iglesia) celebrada en el mis-
nomía salvífica: la economía sacramental, terio (de Cristo)».
que perpetúa celebra en la historia el mis- Quiere ello decir que el rito o acción litúr-
terio de Cristo preparado y anunciado en el gica no agota el «ser» de la liturgia. En su
Antiguo Testamento (cf. SC 5-6). celebración se incluye también el «misterio»
«Celebración» y no simple «ejercicio». En de Cristo que la precede y le da sentido,
efecto, si bien el término «exercere» del y la «vida» en Cristo que la prolonga. En la
enunciado conciliar podría ser literalmente liturgia, «misterio», «acción» y «vida», sin
traducido por «ejercer», el análisis de la confundirse, se funden. Y, en efecto, si tan-
transmisión textual de la fórmula manifies- to el «misterio» (de Cristo) como la «vida»
ta que su contenido semántico presupone (de los fieles) poseen una entidad previa y
una acción que incluye las dimensiones de autónoma respecto a la «acción», ambos se
manifestación, presencia-actuación y co- encuentran, sin embargo, en relación ines-
municación-comunión; nociones que, según cindible con ella, ya que el único misterio de
el nuevo Catecismo, integran precisamente Cristo se hace presente, aquí y ahora, «en»
la categoría de «celebración litúrgica»: «Cris- y «por medio de» la celebración litúrgica, de
to manifiesta, hace presente y comunica su la que nace y a la que tiende la vida de la
obra de salvación mediante la Liturgia de su Iglesia y de los fieles (cf. SC 10).
Iglesia» (CCE 1076). Desde esta perspecti- De este modo, los misterios (aconteci-
va, afirmar que la liturgia «celebra el mis- mientos) de nuestra salvación en Cristo con-
terio de Cristo» equivale a declarar que, en tinúan presentes y operantes en los miste-
su acontecer, el hecho o «misterio» de nues- rios (ritos) de la liturgia de la Iglesia. La ce-
tra redención «se manifiesta, se hace pre- lebración litúrgica es, en consecuencia,
sente y se comunica». «El día de Pentecos- manifestación y cumplimiento ritual del mis-
tés, por la efusión del Espíritu Santo, la Igle- terio de Cristo para ser participado en la vi-
sia se manifiesta al mundo (cf. SC 6; LG 2). da de los fieles. De aquí que la liturgia deba
El don del Espíritu inaugura un tiempo nue- ser entendida como «celebración (manifes-
584 LITURGIA
los acontecimientos del pasado, sino la pro- co: «... la obra de Cristo en la liturgia es sa-
clamación de las maravillas que Dios ha rea- cramental, porque su misterio de salvación
lizado en favor de los hombres. En la cele- se hace presente en ella por el poder de su
bración litúrgica, estos acontecimientos se Espíritu Santo» (CCE 1111). Tal principio su-
hacen, en cierta forma, presentes y actua- braya la íntima conexión entre «epíclesis»
les [...] El memorial recibe un sentido nue- invocación al Padre para que envíe su Es-
vo en el Nuevo Testamento. Cuando la Igle- píritu santificador y presencia sacramental
sia celebra la Eucaristía, hace memoria de la del misterio de Cristo: anámnesis. «Anám-
Pascua de Cristo y ésta se hace presente: nesis» y «epíclesis» se convierten, así, en
el sacrificio que Cristo ofreció de una vez las categorías constitutivas de la celebración
para siempre en la cruz, permanece siempre litúrgica (cf. CCE 1106) y de la liturgia co-
actual» (CCE 1363-1364). mo «economía sacramental»: «... durante
Lejos de una «nuda commemoratio» (cf. este tiempo de la Iglesia, Cristo vive y ac-
Concilio de Trento, sesión 22, c. 3 [D. 1753]) túa en su Iglesia y con ella ya de una manera
o recuerdo meramente ideal o subjetivo, el nueva, la propia de este tiempo nuevo. Ac-
concepto de memorial encierra en sí la pre- túa por los sacramentos; esto es lo que la
sencia real y objetiva del acontecimiento re- Tradición común de Oriente y Occidente lla-
cordado (cf. CCE 1104), del cual su cele- ma “la Economía sacramental”; ésta con-
bración se encuentra siempre en posición siste en la comunicación (o “dispensación”)
derivada y subordinada. de los frutos del misterio pascual de Cristo en
la celebración de la liturgia “sacramental”
b) Sacramentalidad de la presencia de de la Iglesia» (CCE 1076).
Cristo en la liturgia La liturgia continúa en la Iglesia el mis-
La naturaleza esencialmente memorial de terio de Cristo hasta el fin de los tiempos.
la liturgia otorga a su celebración un carác- Fiel al mandato recibido, la Iglesia actualiza
ter sacramental, que subordina estructural- en la celebración litúrgica la obra salvífica
mente el rito a la historicidad previa del mis- de la redención. En la liturgia, Cristo mis-
terio celebrado. En otras palabras, aunque la mo está presente y obra por la Iglesia y con
celebración litúrgica sea, sin duda, una ac- la Iglesia. Cristo e Iglesia (Christus totus:
ción simbólica, no puede ser reducida a la cf. CCE 1136) son, por consiguiente, los au-
categoría de símbolo: su contenido y signi- ténticos sujetos de la celebración; pero la
ficado último el misterio de Cristo tras- Iglesia participa en la liturgia, no la crea.
ciende toda posibilidad original de esta mo- Esto no significa que la celebración sea sim-
dalidad antropológica. Quiere ello decir que ple «repetición» mímesis de sí misma; al
la liturgia se celebra, sí, mediante un códi- contrario, como anámnesis del misterio de
go simbólico rito , pero con un significa- Cristo por la acción epíclesis del Espíritu
do que no proviene de la capacidad refe- creador, la liturgia es siempre auténtica re-
rencial de su estructura significante previa, creación, actualidad del «día primero». La
sino del fundamento y origen cristo-ecle- fuerza del Espíritu invocada en la celebra-
siológico: «... hoc facite in meam comme- ción de los misterios es siempre renovado-
morationem» (Lc 22,19; 1 Co 11,24.25). ra. De aquí que la liturgia, en cuanto signo
De aquí que, sin perder un ápice de su eficaz del Espíritu, sea por sí misma fuente
carácter simbólico, el rito eclesial de culto de renovación para la vida de la Iglesia.
sea primordialmente una acción sacramen-
tal: su acontecer es un acontecer que res- c) El rito, manifestación del misterio
ponde, estructuralmente, a la disposición Contemplada la celebración litúrgica bajo
el darse en la historia del misterio salvífi- su carácter de presencia sacramental del
586 LITURGIA
misterio salvífico de Cristo, no debe olvi- Cristo) cuanto en su nivel sacramental (mis-
darse que tal actualidad, lejos de ser in- terio de la liturgia). El ser de la liturgia, por
mediata, acontece en el contexto de una consiguiente, no es otro que su ser media-
mediación: la liturgia hace presente el mis- ción en acto, Palabra perennemente actua-
terio de Cristo en y por medio del rito que lizada o actualización perenne de la Pala-
lo celebra. bra en y por medio de la celebración ritual.
El rito de culto constituye, así, la moda- De aquí que la liturgia acontezca como
lidad o momento de la «mediación» del mis- manifestación eficaz (epifanía) del misterio:
terio en el hoy de la economía salvífica: la en la celebración litúrgica, el misterio se ac-
obra de nuestra redención, presente, ma- tualiza y comunica manifestándose mediante
nifestada y comunicada en los misterios de el rito; doctrina que, desde una diferente
Cristo (cf. DV 4), continúa actualmente pre- perspectiva, se podía encontrar ya en la no-
sente, manifiesta y comunicada en los mis- ción, propia de la teología clásica, de «sa-
terios de la liturgia (cf. SC 2, 5,6 y CCE cramento-signo eficaz». En efecto, si inter-
1068, 1076). pretar la liturgia como celebración equivale
La celebración litúrgica, en cuanto pro- a afirmar que el misterio de Cristo se hace
longación en la historia del acontecimiento presente y se comunica en la acción sim-
de la encarnación del Verbo, es a su vez ver- bólica rito que lo manifiesta, el concepto
bo o signo eficaz de mediación. El rito litúr- de sacramento-signo eficaz debe entender-
gico configura el código lingüístico del diálogo se como expresión, mediante categorías es-
de comunión de Dios con el hombre mis- colásticas, de la estrecha relación entre sig-
terio en el hoy de la Iglesia. Esta sentencia, nificante sacramentum y significado res ,
válida para cualquier rito del culto eclesial, según el adagio teológico «sacramenta sig-
encuentra su paradigma en la acción litúrgica nificando causant».
por excelencia: la anáfora o plegaria euca- Por ello, la consideración de la liturgia co-
rística. Efectivamente, la liturgia (leitourgía) mo manifestación del misterio supera la sim-
se celebra siempre como «verbo» eclesial ple comprensión fenomenológica desde una
de acción de gracias y alabanza (eucharistía- hermenéutica simbólica, para presuponer la
eulogía) en respuesta al «Verbo» divino de aceptación del a priori teológico de la es-
salvación (theologia) que la fundamenta co- tructura sacramental de la historia de la sal-
mo acontecimiento primordial; hasta tal pun- vación: ni la Iglesia ni su liturgia «crean» el
to de que la eucharistía-eulogía oración cu- misterio de Cristo; antes bien, tanto en el
ya característica esencial consiste en ser orden lógico como histórico-ontológico, pri-
respuesta al acontecer salvífico de la Pala- mero es el acontecimiento salvífico y des-
bra constituye la forma estructural básica pués su celebración memorial.
de toda celebración litúrgica. Ahora bien, Tal prioridad del misterio en la liturgia, y
adviértase que, en la celebración, el verbo- la consiguiente condición «relativa» de la
acogida eclesial se convierte en Verbo-do- celebración respecto al acontecimiento pri-
nado de Dios, al constituirse, por la acción mordial, no entraña minusvalorar el mo-
del Espíritu, en el canal (mediación) de la mento ritual. Antes bien, el carácter emi-
presencia, manifestación y comunicación del nente de la liturgia en la historia de la sal-
misterio. vación última etapa de la «economía del
De este modo, lejos de cualquier abs- misterio»: economía sacramental , y del ri-
tracción, la presencia de la Palabra divina to en el horizonte de la teología, radica pre-
en el mundo es siempre una realidad con- cisamente en su ser mediación necesaria
creta y tangible, histórica, tanto en su nivel para la presencia y comunión con el miste-
de acontecimiento primordial (misterio de rio salvífico trinitario: sin el rito, el misterio
LITURGIA 587
a) El rito. No existe una definición unívo- saber, sino que nos hace entrar en su propia
ca del rito. El rito es lo que es conforme al dinámica. El símbolo es dinámico porque,
orden, una acción cuyo entramado está ins- mediante su plus de significado, provoca re-
titucionalizado. El rito es una acción simbó- laciones: actúa evocando, suscitando reso-
lica constituida por gestos y palabras, que nancias, provocando una reacción en cade-
favorece la participación común. na. La celebración sólo puede ser pensada y
Su principal característica es la repetiti- llevada a efecto como realizadora de comu-
vidad; el rito es algo programado y repeti- nicación y de comunión. De algún modo el
tivo. En el rito cristiano, esta repetición es rito «es» ya aquello que representa, nos in-
memorial o conmemorativa. Mediante el troduce en un orden de cosas al que él mis-
conjunto de las acciones simbólicas rituali- mo pertenece.
zadas, que constituyen la celebración, la c) La asamblea. Para quien capta su na-
Iglesia proclama que Dios realiza, en el ac- turaleza de signo, la asamblea puede ser un
to litúrgico, el efecto salvífico de las acciones descubrimiento del misterio de la Iglesia.
históricas pasadas, de las que hace memo- Descubrimiento profundo porque le ayuda
ria. a vivir la vida de la Iglesia. Las primeras pa-
En este contexto cristiano, el aconteci- labras de Pablo, cuando escribe a los cris-
miento de Cristo se halla en el centro del ri- tianos de Corinto para reprenderles a pro-
to memorial. La fe en Dios, el sentido de pósito de su modo de celebrar la eucaristía,
Dios, la escucha de Dios, y el dirigirse a él son éstas: «... cuando os reunís en asam-
son la matriz del rito. Si esta afirmación de blea litúrgica; [...] cuando os reunís...» (1 Co
Dios no se realiza a través del rito, entonces 11, 18.20). Estas frases testimonian que los
la fe se disuelve porque ella, por el mismo cristianos habían adquirido la costumbre de
motivo que requiere ser vivida, exige ser referirse al lugar donde se reunían con el
celebrada. mismo término que les calificaba a ellos mis-
b) Los signos y símbolos. Las relaciones mos: en efecto, la palabra ekklesía indica,
entre fe y símbolo se basan ante todo en la a la vez, la asamblea y el lugar donde ésta
estructura de la revelación bíblica. La fe cris- se reúne. El cristiano no ora únicamente en
tiana implica la aceptación de un lenguaje la soledad un cristiano nunca reza solo ,
simbólico privilegiado, transmitido e inter- sino que se incorpora también a la asam-
pretado por la Iglesia. blea, a la Iglesia, en la que puede vivir las ri-
El símbolo no es plenamente tal si no se quezas de la redención. Los bautizados que
hace acción simbólica: así, el símbolo del participan en la liturgia, reunidos en un de-
agua se convierte en baño lustral, el óleo terminado lugar, no deben considerarse un
en unción... El núcleo de toda la simbólica li- simple aglomerado de gentes, ni un grupo
túrgica está constituido por los sacramen- que obedece a leyes meramente sociológi-
tos propiamente dichos. Los sacramentos cas; es mucho más: «... cada comunidad,
no son cosas, simples instrumentos de sig- al reunir a todos sus miembros para la “frac-
nificación de la gracia, sino acciones simbó- ción del pan”, se siente como el lugar en el
licas que, además de evocar, realizan (sig- que se realiza concretamente el misterio de
nificando causant). la Iglesia» (DD 34). La misma asamblea li-
Mientras que el signo, de suyo, tiende a túrgica es ya obra del Espíritu Santo.
una realidad externa a sí mismo el humo La asamblea litúrgica es una de las ma-
indica la existencia del fuego, el semáforo nifestaciones primordiales de la Iglesia, uno
verde nos indica paso libre , el símbolo, sin de sus principales elementos de visibilidad;
embargo, es un lenguaje mucho más car- es la Iglesia en acto. Ella muestra lo que es
gado de connotaciones. No sólo nos hace la Iglesia. En la asamblea podemos apre-
LITURGIA 589
ciar la voz sincronizada de las aclamacio- dialógica vox Sponsi-vox Sponsæ entra de
nes, bendiciones y súplicas de muchos, que pleno en el tratado teológico sobre el mis-
anuncian y realizan la voz de la Esposa de terio del culto como puente de paso obliga-
Cristo. Desde el momento en que el Esposo do para una adecuada comprensión de lo
reconoce la voz de la Esposa, la escucha con que significa celebrar en la Iglesia (cf. F. M.
amor y le da todo lo que pide. La eficacia Arocena, La celebración de la palabra, Bar-
de la plegaria litúrgica, opus operantis Ec- celona 2005, 147-161).
clesiæ, se funda en este amor nupcial.
d) La palabra de Dios y la eucología. En 3. Palabra y sacramento
las iglesias de tradición siria, el ambón está En la Iglesia, no hay sacramento ni, por tan-
situado en el centro del espacio celebrativo to, celebración, sin palabra. Uno y otro ex-
(bema). Es una disposición sugerente: la tremos nos hablan de una ósmosis vital. Es-
palabra en medio de la asamblea (Verbum in ta circularidad entre palabra y sacramento,
medio Ecclesiæ). Además, en algunos es- ínsita en el tejido mismo de la salvación cris-
pacios celebrativos, el ambón se sitúa jus- tiana, significa que la liturgia se alimenta de
tamente en la vertical del Pantokrator, que la palabra de Dios, la cual, a su vez, se con-
ocupa el centro del techo de la iglesia. El vierte, por un nuevo título, en palabra de
Kyrios lleva en su mano izquierda un libro vida. Una y otra interaccionan de manera
que simboliza que él es la Palabra de vida. diacónica.
Esta disposición invita a contemplar cómo «El plan de la revelación se realiza por
aquel libro del Pantokrator allá arriba se nos obras y palabras intrínsecamente ligadas;
abre aquí abajo en el evangeliario que el las obras que Dios realiza en la historia de la
diácono toma del altar y lo lleva procesio- salvación manifiestan y confirman la doctri-
nalmente a ese ambón central al encuentro na y las realidades que las palabras signifi-
de los fieles, los cuales, en el momento de la can; a su vez, las palabras proclaman las
proclamación, se vuelven expresivamente obras y explican su misterio» (DV 2). Aquí la
hacia la Palabra: fides ex auditu. El anuncio Constitución afirma que la palabra y la li-
de la Palabra es uno de los elementos cons- turgia presentan un nexo esencial en el
titutivos tanto de la primera como de la se- acontecimiento salvífico fundante, el cual se
gunda alianza y, consiguientemente, de to- lleva a cabo por medio de dos elementos
da acción litúrgica que la ritualice bajo cual- constitutivos: el «acontecimiento-palabra»,
quiera de sus aspectos. y el «programa ritual». En las dos alianzas
En la estructura dialógica de la liturgia, este binomio presenta sus respectivas mo-
la Palabra de Dios, que se recibe como don, dulaciones: en el Primer Testamento, el acon-
suscita la respuesta de la asamblea, que no tecimiento salvífico fundante es la Pascua.
es sino voz de la Iglesia congregada para El acontecimiento-palabra está constituido
celebrar el misterio de la salvación. Por eso, por las obras del Señor y el programa ritual
toda celebración litúrgica contiene dos ele- posibilita la adhesión a la salvación por me-
mentos íntimamente relacionados entre sí: dio de indicaciones rituales prescritas (Ex
el anuncio de la Palabra de Dios y la res- 12,1-13,6). En el Nuevo Testamento, el acon-
puesta por parte de la asamblea, de la que tecimiento salvífico fundante es el sacrificio
la lex orandi constituye una de sus más ca- de Cristo. El acontecimiento-palabra está
racterísticas expresiones. La eucología es, constituido por aquello que Jesús realiza y el
en este sentido, la respuesta de la asam- programa ritual viene dado por el mandato
blea unida al Dios que la interpela y la in- anamnético: «Haced esto en conmemora-
vita a la conversión y a la fidelidad a la alian- ción mía». Este esquema representativo,
za. En consecuencia, el estudio de relación fuertemente unificado, muestra que la con-
590 LITURGIA
tinuidad entre Biblia y liturgia es una reali- en mutua reciprocidad. Pablo dice que ca-
dad presente en forma de continuum intra- da vez que comemos de este pan y bebe-
textual. mos de este cáliz, anunciamos, es decir, pro-
En la revelación divina, por tanto, acon- clamamos la muerte del Señor hasta que
tecimiento histórico y palabras interpretati- vuelva. Para Louis Bouyer, eso significa que
vas están en íntima relación entre sí, de tal el cumplimiento del rito sacrificial de la nue-
manera que no pueden cumplir su función va alianza es, en sí mismo, la más elocuen-
reveladora el uno sin las otras. Análoga- te predicación de la palabra de Dios (cf. L.
mente, también, en la liturgia, acción sim- BOUYER, Piedad litúrgica, Cuernavaca 1957,
bólica y palabra de fe están íntimamente 33-39).
unidas y se completan mutuamente. Exis- Advertir la realidad de ese binomio, «pa-
te una impresionante continuidad expresi- labra-sacramento», resulta más fácil que
va y de comunicación simbólica entre la Bi- poseer una honda experiencia de su pro-
blia y la liturgia. En la celebración ritual de funda unidad, sobre la que es necesario in-
la Iglesia, lo que la palabra anuncia, lo rea- sistir. Que la celebración litúrgica compren-
liza el sacramento. Es ésta una ley general de dos fases no necesita justificación, pues
que, como corriente subterránea, atraviesa basta una mera constatación fenomenoló-
toda la teología litúrgica. gica; pero se obtendrían resultados empo-
Por lo que se refiere a la celebración eu- brecedores si la celebración de la liturgia se
carística, la Iglesia tiene en ella su misterio- concibiera como mera yuxtaposición de dos
sa epifanía; ahí, la Escritura y el pan revelan piezas. El agua no es mezcla ni yuxtaposi-
su misterio. Cuando el pan y la palabra son ción, sino combinación de hidrógeno y oxí-
asimilados en la celebración, se convierten geno. Quitar a la celebración litúrgica la pa-
en la palabra y el cuerpo de Cristo muerto labra no sería separar una parte, sino muti-
y resucitado y la unidad fundamental de am- lar un organismo.
bas consagraciones nos revela la riqueza pro-
pia del banquete eucarístico. Bibliografía
Liturgia de la palabra y liturgia eucarís- F.M. AROCENA, En el corazón de la liturgia, Madrid
tica, en su profunda unidad, constituyen un 20043. J. CORBON, Liturgia fundamental-Misterio-
único acto de culto. Un primer vestigio de celebración-vida, Madrid 2001. I.H. DALMAIS, «Teo-
esta unidad lo encontramos en el caminar logía de la celebración litúrgica», en A.-G. MARTI-
histórico de Israel por el desierto. Cada año, MORT, La Iglesia en oración, Barcelona 1987. M.
el pueblo se reunía delante del arca de la SODI, «Celebración», en Nuevo Diccionario de Li-
turgia, Madrid 1987.
alianza para renovar su adhesión y fideli-
dad a Yahwéh. El arca contenía las tablas F.M. Arocena
de la Ley, palabra permanente del Señor, y
el vaso del maná, comida de salvación pa- III. METODOLOGÍA LITÚRGICA
ra el pueblo (cf. Ex 25,10-16; Dt 10,1-5). En Hablamos de la ciencia teológica que se ocu-
el tiempo de la Iglesia, quien une palabra pa científicamente del culto cristiano. La po-
y sacramento es el Espíritu Santo, que vi- demos llamar simplemente «liturgia» o tam-
taliza la palabra y los dones eucarísticos del bién «ciencia litúrgica» o, como nosotros
cuerpo y la sangre del Señor. Hay un ne- preferimos, «teología litúrgica». Aquí nos
xus mysteriorum que articula la palabra ocuparemos, en particular, de los presu-
dentro de la eucaristía y la eucaristía dentro puestos epistemológicos sobre los cuales la
de la palabra, nexus por el cual la palabra teología litúrgica funda sus certezas y del
tiene dimensiones eucarísticas y la eucaris- método específico con el cual elabora sus
tía posee dimensiones verbales (logikós), contenidos.
LITURGIA 591
Magisterio de la Iglesia
a las desviaciones, contra los «falsos doc- tramos las palabras de Cristo; hay en la Igle-
tores» (2 P 2,1) y los que «enseñan otra sia hombres encargados, por sucesión de
doctrina» (1 Tm 1,3; 6,3), frente a los «fal- los apóstoles, de la función oficial de ense-
sos profetas» (1 Jn 4,1). Hay «sectas» o ñanza. Esta convicción esencial se expresa-
«facciones» (haireseis: 2 P 2,1). Los minis- rá con más precisión a partir de los siglos
tros de Iglesia deben pues ejercer una fun- II y III por autores como Ireneo, Tertulia-
ción que tiene un doble objetivo: mantener no u Orígenes.
la comunidad en la unidad de la fe y la ca- Lo primero es, pues, la «fe» (pístis), la
ridad, y para eso guardarlo en la «sana doc- «Palabra», la enseñanza (Didaché), la «ver-
trina» (1 Tm 1,10; 2 Tm 4,3), en la «fe sa- dad», la «tradición» (en el doble sentido:
na» (Tt 1,13). Esta vigilancia se ejerce pa- activo acto de transmisión , y pasivo ob-
ra la guarda del «depósito» (parathéke: 1 jeto o depósito transmitido . Los dos últi-
Tm 6,20) transmitido desde el aconteci- mos a menudo van asociados al término de
miento fundador. Es la tarea de vigilancia «regla»; Ireneo mencionará la «regla de
de la función episcopal (episcopé: Hch verdad» (regula veritatis) o «el orden de la
20,28), a la que responde el ministerio del tradición» (ordo traditionis). Esta norma de
obispo (epíscopos) (1 Tm 3, 1-7). Se ve aquí verdad se concreta principalmente en la fór-
que la tarea está incluida en las del pastor, mula de fe, el credo, sin identificarse con
que desempeña el primer ministerio en la ella. Implica otros elementos, como la en-
Iglesia: la vigilancia, «estar en guardia», señanza de los apóstoles y la sucesión de
para la custodia del depósito, transmitida los obispos después de aquéllos, así como
por la predicación apostólica desde el acon- la conservación de las Escrituras.
tecimiento fundador. Véase la amonestación La regulación episcopal es inseparable de
de Pablo a Timoteo (2 Tm 4,1-5). este primer dato: hay en la Iglesia hombres
Hay, pues, una doble función en lo que encargados de la función oficial de la ense-
se llamará el magisterio: por una parte, el ñanza, los obispos. Reciben su autoridad del
anuncio pastoral de la Palabra en nombre hecho de pertenecer a una sucesión legítima
del Cristo y, por otra, el reglamento de es- que se remonta a aquellos a quienes los
te anuncio, la verificación de su autentici- apóstoles confiaron las Iglesias; su sucesión
dad respecto al acontecimiento fundador y es una garantía de autenticidad de la tradi-
de la predicación original de su ortodoxia . ción recibida y enseñada. Esta convicción
La primera tarea es prioritaria y constante; estaba presente en Clemente; y la desarro-
la segunda está generalmente implícita, pe- llaron Hegesipo y después Ireneo y Tertu-
ro se impone en los tiempos de crisis. liano. Ya, para Ignacio, el episcopado vela-
ba por la unidad y la autenticidad de la fe.
2. Los primeros siglos Para Ireneo, frente a los gnósticos que ig-
Para los responsables de las Iglesias y los noran toda norma de fe, se trata de encon-
teólogos, se trata (a partir de los orígenes) trar con toda seguridad la verdad del Evan-
de anunciar la fe y de defenderla en rela- gelio, contra los que pretenden hacer una
ción con los judíos y los paganos, y también selección en el «canon».
de los adversarios del interior, es decir, de El obispo es pues el signo y garante de
los cristianos que utilizan la Escritura según la apostolicidad de su Iglesia, el que la man-
sus propios criterios de interpretación. tiene en la tradición de los apóstoles. La cá-
De los autores del final del primer siglo tedra episcopal (cathedra) es garantía de la
(Clemente de Roma, Didaché) brota una do- norma de la verdad y del orden de la tra-
ble convicción: la Iglesia vive de la fe y de la dición. «Cathedra es el término que res-
doctrina de los apóstoles, en la que encon- pondería a lo que llamamos “Magisterio”»
596 MAGISTERIO DE LA IGLESIA
(Y. Congar, «Bref historique», 101). Cipria- es «un principio formal de autoridad, sino
no es el gran teólogo de la cathedra. Los lo que la Iglesia cree porque lo ha recibido
obispos son, hasta cierto punto, los vicarios de los apóstoles, y custodia gracias a la su-
de los apóstoles que se sientan en sus pro- cesión de los presbíteros» (ibid). No se va
pias cátedras: el episcopado es una reali- a justificar una afirmación de fe por la au-
dad solidaria, colegial, en la comunión con la toridad de quien la propone; se destaca que
«cátedra de Pedro». La responsabilidad de la la autoridad la propone porque pertenece a
transmisión de la fe, de su enseñanza, de la fe de siempre.
su regulación es competencia de los obis-
pos. Pero los obispos siempre son conside- 3. La autoridad de los concilios
rados en la unidad que forman con su pue- ecuménicos
blo para constituir una Iglesia, que es el A partir del siglo IV, los concilios ecuméni-
pueblo en torno a su obispo. cos constituyen la figura privilegiada que
A partir de este fundamento, se accede toma el magisterio para regular la ense-
a los elementos que seguirán siendo esen- ñanza de la fe frente a las herejías. Los
ciales hasta el final del primer milenio de la obispos de Roma intervienen también. Las
historia de la Iglesia. relaciones del concilio con el Papa ya son
La misión de la enseñanza es sobre todo objeto de una interpretación divergente en
episcopal. Pero la experiencia puso de ma- Oriente y en Occidente. La concepción de
nifiesto que ningún obispo solo podía ejercer la regulación de la fe, sin embargo, es la
su doble misión de enseñanza y de regula- misma tanto si la ejerce el Papa como si lo
ción de la fe. De ahí la reunión de concilios hace el concilio.
(o sínodos) locales, a partir del final del si- La reunión del concilio tiene por objeto
glo II, para mantener la comunión entre las pronunciarse sobre una cuestión discutida;
Iglesias, cada vez que se planteaba un pro- de ahí la elaboración de una fórmula o dis-
blema doctrinal o disciplinar. Estos concilios curso interpretativo puesto al servicio de la
podrán ser ecuménicos a partir de Nicea confesión: «exposición de la fe» o «fe». El
(325). concilio entrega pues una enseñanza, al ela-
En el corazón de estas relaciones de co- borar nuevas fórmulas; actualiza el conte-
munión entre las Iglesias, la sede de Roma nido inicial de la fe en función de la crisis
desempeña su papel (véanse los testimo- del momento, lo traduce al resolver el de-
nios de Clemente, Ignacio e Ireneo) como bate sobre el sentido que debe darse, en tal
la clave de la comunión en la confesión de la contexto cultural, a tal afirmación de la Es-
verdadera fe. critura. El término «definición» expresa la
El obispo expresa la fe de su Iglesia. Lo decisión del concilio; constituye un acto de
que el obispo enseña a su pueblo es la tra- autoridad que vincula a los creyentes, pero
dición apostólica que vive en su Iglesia, de con el fin de mantenerlos en la obediencia a
la que da prueba cuando participa en un sí- la fe apostólica. Por último, el anatema que
nodo: él es el portavoz de la fe de su Igle- sanciona los cánones califica lo que se juz-
sia. Cuando vuelve de nuevo a su comuni- ga incompatible con la fe de la Iglesia. Pero
dad, le transmite la fe de la Iglesia reuni- el sentido otorgado al anatema variará, en
da. la historia, en función de la intención de los
La autoridad vinculada a la función epis- concilios.
copal es, pues, en primer lugar la guardia- Son sobre todo las Iglesias de Oriente las
na del depósito que mantiene a la comuni- que han estado representadas en los con-
dad en la fe apostólica: su ejercicio es un cilios ecuménicos. De ahí la importancia (pa-
acto de obediencia. La norma de fe ya no ra la ecumenicidad) del criterio de la recep-
MAGISTERIO DE LA IGLESIA 597
ción por la Iglesia universal, como expre- mente, a términos jurídicos. Así pues, ya no
sión de la comunión de todas las Iglesias, se limitará a referirse a la tradición auténti-
y testimonio de su fe común. Esta recep- ca de la Iglesia de Roma; su obispo inter-
ción ha podido tardar décadas, y raramen- vendrá en las controversias para la defensa
te ha sido absolutamente universal (con- de la fe recibida de los apóstoles, como un
troversias). De ahí la importancia de la re- árbitro al que se ha encargado de una cues-
cepción por Roma y las Iglesias en comunión tión, y de la que después él mismo se hace
con Roma, como criterio esencial de ecu- cargo.
menicidad.
5. La Edad Media
4. La autoridad del obispo de Roma El nacimiento de las escuelas de teología,
durante el primer milenio más tarde universidades, se acompaña de
La autoridad de Roma (Clemente, Ignacio, la aparición de una nueva manera de hacer
Ireneo) es, en primer lugar, la autoridad de teología, la escolástica. De ahí la gran au-
la Iglesia de Roma, guardiana de la tradi- toridad conferida a los «doctores»; la ma-
ción al mismo tiempo que de las tumbas de nera «escolástica» de expresarse señala la
los apóstoles y mártires Pedro y Pablo, Igle- enseñanza y el reglamento de la fe; la teo-
sia en la que la tradición goza así de una logía entra cada vez más en el dogma.
garantía incomparable de apostolicidad y El término magisterium se impone, pero
autenticidad. Esta Iglesia constituye, pues, su sentido sigue siendo amplio: es «la si-
un centro y una referencia para la comu- tuación, la función o la actividad de alguien
nión, aunque la traducción de este presti- que está en posición de magister, es decir, de
gio a términos jurídicos de autoridad se irá autoridad en un ámbito determinado», que
produciendo poco a poco. Con el tiempo, puede ser la enseñanza (Y. Congar, «Bref
esta autoridad será, cada vez más, la del historique», 103). Para santo Tomás hay dos
obispo de esta Iglesia, reconocido (en Ro- magisteria: el magisterio pastoral del pre-
ma en primer lugar, luego progresivamente lado que tiene jurisdicción (magisterium ca-
en el resto de Occidente) como el «vicario» thedrae pastoralis) y el magisterio del doc-
de Pedro, en quien Pedro, considerado como tor en función de su ciencia (magisterium
siempre vivo, se expresa y se pronuncia. cathedrae magistralis) (Quodlibet III, 9, ad
«La concepción que se hace de la autoridad 3). Se puede enseñar el Evangelio «por ofi-
romana es esencialmente religiosa [... ] en cio de prelatura», o «por oficio de magiste-
Mt 16,18-19, no se refería tanto a la insti- rio», como los maestros en teología (In IV
tución de un poder como a la comunicación Sent. D. 19, q.2, a.2, qa 2, ad 4).
de una gracia, la de la fe y en consecuen- El magisterio pastoral es, pues, una di-
cia de la salvación». Cuando se evocaba la mensión de la autoridad de la Iglesia. Cuan-
figura de Pedro se pensaba en esta verdad do, a partir del siglo XII, se impone la dis-
del acercamiento religioso y salvífico. Este tinción entre poder de orden y poder de ju-
inmenso crédito del apóstol se inscribe en risdicción, claramente la función magisterial
beneficio del obispo de Roma. Se lo traducirá de los obispos se sitúa del lado del poder
un día en términos de poder: en Roma, es- de jurisdicción.
te proceso ya ha comenzado; aún no está La referencia a los «textos magisteria-
triunfando en el resto de la Iglesia «(Y. Con- les» sigue siendo muy reducida en la gran
gar, L’ecclésiologie du haut Moyen-Âge, Pa- escolástica. Santo Tomás busca la atesta-
ris 1968, 163). La autoridad del obispo de ción de un artículo de fe en los símbolos y en
Roma, inseparable de la apostolicidad de su la tradición de las auctoritates, es decir, de
Iglesia, se traducirá entonces, progresiva- los Padres, de los concilios antiguos y de los
598 MAGISTERIO DE LA IGLESIA
Papas: éstos son los testigos de la tradición, ridad, netamente doctrinal, se encuentra re-
y no se trata de buscar en la tradición cer- valorizado, comenzando por el órgano que
tificados que provengan del magisterio. detenta la autoridad. En el siglo XIX es cuan-
La convicción fundamental de la Iglesia, do se impone la acepción actual del término
tal como se expresó a partir de la Antigüe- «magisterio», en el sentido de cuerpo de
dad, sigue siendo el horizonte del pensa- los pastores que ejercen con autoridad la
miento medieval (como más tarde del Con- función de la enseñanza. Se encuentra en
cilio de Trento). Por las promesas de Cristo Gregorio XVI a partir de 1835 (D. 2739);
está garantizado que la Iglesia no fallará en Pío IX la reanuda, por ejemplo en 1863 (Car-
su misión que es conducir a la salvación a ta Tuas libenter, D. 2875, 2879).
las almas que están a su cargo. En el am- El término «magisterio» surge al mismo
plio campo de la fe y de las costumbres, los tiempo que se desarrolla un nuevo género li-
papas y los concilios pueden pronunciarse terario doctrinal: las encíclicas, género inau-
con autoridad sin por ello querer hacerlo sis- gurado en el siglo XVIII con Benedicto XIV,
temáticamente de manera irreformable. En que vuelve a aparecer en 1832 con Mirari
cuanto a la infalibilidad del Papa, no la en- vos, y que va a convertirse en la expresión
señan ni los teólogos ni los canonistas; se privilegiada del magisterio pontificio. Los Pa-
admite comúnmente la posibilidad de un pa- pas, que con Gregorio XVI y Pío IX utilizan
pa herético. La Iglesia de Roma es la que las encíclicas para condenar (así Quanta cu-
tiene garantía de no errar en la fe: la afir- ra, 1864, acompañando el Syllabus, D.
mación se refiere aquí a la sede (sedes), no 2890-2896 y 2901-2980), a partir de León
al que la ocupa (sedens). Pero los teólogos XIII, con sus grandes encíclicas doctrinales,
del siglo XIII comienzan a concluir que el las van a utilizar para enseñar. Se trata aquí
Papa, que tiene autoridad sobre el concilio de un género literario cuya interpretación
que representa a la Iglesia, puede decidir no es evidente. Una encíclica podría conte-
de manera definitiva sobre las cuestiones de ner una definición dogmática, mientras que
doctrina (así santo Tomás, S.Th., II-II, q.1, numerosas encíclicas permiten también a
a.10). Al final de la Edad Media, en el mo- los Papas compartir consideraciones que no
mento de la crisis conciliarista, se afirmará son propiamente de orden magisterial.
expresamente la infalibilidad propiamente El magisterio viene pues a desempeñar
dicha del magisterio del Pontífice romano. un papel activo en las definiciones dogmá-
ticas y en la formulación constante de la
6. El periodo moderno (del siglo XVI al doctrina católica, a partir de mediados del
Concilio Vaticano II) siglo XIX. Se asiste así a un cambio en el
Como consecuencia de la Reforma, la Iglesia equilibrio Escritura-Tradición-Magisterio: en
recurre en mayor grado a su autoridad para sus orígenes, el Magisterio era la instancia
mantener su cohesión y su unidad. La Ilus- que discernía auténticamente la tradición
tración promueve la autonomía, o incluso la de la fe, obedeciendo a la fe apostólica; en
independencia de la razón con relación a la adelante, se convierte en la que la deter-
fe, y en consecuencia, un «magisterio» de mina con autoridad. La autoridad doctrinal
la razón, al que la Iglesia opone el magiste- de la Iglesia, en principio considerada prin-
rio de la fe. Luego, la Revolución francesa y cipalmente como guardiana del depósito re-
el siglo XIX, con su pretensión de «libertad», velado, poco a poco se atribuye las funcio-
van a conducir a la Iglesia a condenar el «li- nes de intérprete de este mismo depósito:
beralismo». se pasa así de la attestatio o testificatio fidei
En tal contexto, experimentado por la a la determinatio fidei. Así se le atribuía al
Iglesia como agresivo, el principio de auto- mismo tiempo que una responsabilidad ma-
MAGISTERIO DE LA IGLESIA 599
yor, una mayor libertad: por otra parte, es- Escritura y tradición antigua a esta «tradición
te movimiento fue el que condujo a valorizar viva» tuvo algo que ver en ello.
la autoridad guardiana e intérprete, hasta Con los apologetas de la Contrarrefor-
el punto de que se hable de «magisterio». La ma, el magisterio se convirtió en el ele-
constitución del Vaticano I Dei Filius podrá mento decisivo y, en el sentido técnico de la
así decir de la Iglesia que es «guardiana y palabra, formal de la tradición. «El magis-
maestra (custos y magistra) de la Palabra terio ya no se refiere, como un servicio, a
revelada» (D. 3012). una tradición objetiva que le viene dada,
El acento pasa, pues, de la tradición sino que él mismo es su fuente» (W. Kasper,
transmitida al órgano encargado transmitir. «Liberté scientifique de la théologie et ré-
La evolución histórica, en la época moderna, férence obligée au magistère», en La théo-
lleva a distinguir entre lo que entonces se logie et l’Église, Paris 1990, 68). El magis-
llamó «tradición pasiva», es decir, el conte- terio y la teología ya no son los que se re-
nido de la tradición (el quod) y la «tradición fieren, cada uno según su estilo propio, a
activa», el órgano encargado de proteger, una tradición que se impone tanto al uno
transmitir y proponer esa tradición (el quo: como a la otra. El magisterio se convierte en
el «magisterio). Entre los siglos XVI y XIX la mediación única y obligada para la teo-
se fue valorando cada vez más este último, logía. Este estado de cosas fue legitimado
hasta el punto de que parece reducirse la por el principio enunciado en la Humani ge-
tradición al magisterio. La preocupación por neris: el magisterio «debe ser para todo
defender la verdad condujo a hacer hincapié teólogo, en materia de fe y de costumbres,
en la autoridad que la proponía. El papel de la norma próxima y universal de verdad»
la autoridad se vio elevado al de regla pró- (D. 3884). Si el magisterio es la norma pró-
xima e inmediata de la creencia. La autori- xima de la fe, la tradición ya no es más que
dad de la verdad enunciada tendió a prove- la norma remota, la norma distante: se ad-
nir más de la legitimidad de la autoridad mitía tal vocabulario desde el giro operado
enunciadora que del contenido del enuncia- en los siglos XIX y XX.
do y de su vínculo con la tradición. Más que Desde hacía tiempo se distinguía entre
el mensaje transmitido (traditum), es el ór- la fe como conocimiento (fides quae) y la fe
gano transmisor (tradens) (lo que se llamó, como modo de adhesión (fides qua); pero
a partir del comienzo del siglo XVIII, la Igle- se recordaba también que estas dos di-
sia docente) el que se convirtió en norma mensiones de una misma realidad no de-
de autoridad y verdad. Y. Congar menciona bían separarse. Se viene a considerar la fe,
«el paso de una primacía del contenido de no en primer lugar como principio de con-
verdad, que toda la Iglesia tenía la gracia y versión y de salvación, sino como cono-
la misión de guardar, a la primacía de una cimiento, y en consecuencia, como conoci-
autoridad» («La “réception” comme realité miento recto, es decir, como ortodoxia. Se
ecclésiologique», en Revue des Sciences Phi- hace hincapié en el testimonio de la Iglesia,
losophiques et Théologiques 56 [1972], que ya no es sólo la depositaria cualificada
392). Los teólogos posteriores a Trento lle- de la revelación, sino que se convierte en
varon a cabo el paso de una concepción de el motivo de la aprobación de la fe. Como
la tradición como contenido y como depó- consecuencia de tal evolución se puso en
sito recibido de los apóstoles, a la de la tra- primer plano, en la adhesión de los fieles,
dición considerada desde el punto de vista el valor de obediencia: la obediencia es la
del órgano transmisor, que residía sobre to- que va a tenerse en cuenta, más que la rea-
do en el magisterio de la Iglesia. La lucha lidad, más antigua, más rica en significados
contra el jansenismo, que pretendía oponer teológicos y eclesiales, de «recepción».
600 MAGISTERIO DE LA IGLESIA
crisis religiosa del siglo XVI (luteranos, cal- tianas, y los profesores de ciencias sagra-
vinistas, zwinglianos, anglicanos, etc.) afir- das. Todos ejercen cierto magisterio, que
man, en cambio, el principio del libre exa- deriva de su condición de bautizados y de
men de la Sagrada Escritura, según el cual la responsabilidad que les atañe en consoli-
todo cristiano que lea atenta y honrada- dar la fe cristiana dentro de la Iglesia, y di-
mente la Biblia será capaz de conocer, con la fundirla fuera de ella.
ayuda del Espíritu Santo, las doctrinas ne- Aquí hablamos del magisterio de autori-
cesarias para la salvación, sin la orientación dad, que es parte esencial del ministerio de
de ningún magisterio. quienes gobiernan la Iglesia. Un fiel cristia-
Los anglicanos adoptan una postura más no enseña la doctrina llevado de la respon-
atenuada, y sostienen que la doctrina cris- sabilidad que nace de su vocación bautis-
tiana puede conocerse de modo completo a mal. Los miembros de la jerarquía eclesial
partir de los Padres de la Iglesia y de los han de enseñarla públicamente como tarea
concilios generales de los primeros siglos. incluida en la misión pastoral para la que
Piensan que basta con aplicar la regla que han sido ordenados.
considera de fe católica lo que ha sido man- El magisterio de la Iglesia puede ser or-
tenido y enseñado en todos los lugares de la dinario y extraordinario.
Iglesia universal, siempre y por todos («quod a) El magisterio extraordinario o solemne
ubique, quod semper, quod ab omnibus»). (cf. Vaticano I, D. 3011) es el ejercido por un
El diálogo ecuménico desarrollado en los concilio ecuménico, o por el Papa cuando
últimos años a partir del Concilio Vaticano define ex cathedra una doctrina de fe. Defi-
II ha acercado las posturas de católicos y nir una doctrina supone formular solemne-
protestantes en esta cuestión. Tanto angli- mente un juicio que vincula a toda la Iglesia,
canos como luteranos tienden a concebir el y que debe ser aceptado por los fieles co-
magisterio eclesial como un oficio regula- mo parte de la revelación.
dor en las discusiones que tienen como fi- Ejemplos bien conocidos de magisterio
nalidad aclarar la doctrina cristiana. Pero es- extraordinario son las definiciones de la In-
te oficio se encuentra para ellos casi al mis- maculada Concepción de María por Pío IX
mo nivel que el trabajo de los teólogos. en 1854, de la infabilidad del Romano Pon-
Este principio ha sido, sin embargo, ma- tífice por el Concilio Vaticano I en 1870, y
tizado, y en parte corregido, en declaracio- la definición de la Asunción de Nuestra Se-
nes recientes que aceptan una autoridad de ñora por Pío XII en 1950.
enseñanza en la Iglesia (Grupo Lutera- Los fieles aceptan estos actos solemnes
no/Católico USA [1978], cf. Enchiridion Oe- como infalibles por la convicción de fe de
cumenicum, Salamanca 1993, 2009), aun- que estas afirmaciones no pueden ser erró-
que no le atribuyen el alcance que posee en neas, dada la asistencia que el Espíritu San-
la doctrina y en la teología católicas. to concede al Papa y al concilio. Estas defi-
niciones se dicen por tanto «irreformables
3. Quiénes ejercen el magisterio en sí mismas» (D. 3074). Es decir, su valor
en la Iglesia religioso no depende de que sean o no sean
Cualquier hombre o mujer cristiano puede aceptadas por la mayoría de los fieles (cf.
enseñar su fe si tiene un conocimiento or- LG 24).
denado y suficientemente preciso de sus Las definiciones papales se basan en la
contenidos. Es lo que hacen de modo habi- fe de la Iglesia. El Papa no posee una fuen-
tual los catequistas, los cristianos de cierta te independiente de revelación, y puede de-
cultura que informan a otros con algún de- finir como dogma de fe solamente lo que se
talle acerca de la doctrina y costumbres cris- contiene en el depósito revelado.
MAGISTERIO DE LA IGLESIA 603
El carisma, tanto papal como conciliar (el terísticas de un magisterio universal, aun
Papa es siempre cabeza del concilio ecu- siendo oficial y auténtico y estando en co-
ménico), para definir la doctrina cristiana munión con la Sede apostólica».
no es la capacidad de conocer nuevos as- Cuando los obispos reunidos en la confe-
pectos de la revelación que permanecerían rencia episcopal ejercen su función doctrinal,
ocultos al resto del pueblo cristiano. Es la lo hacen en las reuniones plenarias. Orga-
capacidad de formular sin equivocarse lo nismos más reducidos como, por ejemplo, el
que la Iglesia cree y sabe implícitamente. consejo permanente o alguna de las comi-
El Papa y el concilio tienen siempre en siones, no gozan de autoridad para realizar
cuenta las creencias de los fieles a lo largo actos de magisterio auténtico, ni en nombre
y a lo ancho de la Iglesia. Pero no necesi- propio ni en nombre de la conferencia.
tan el consenso o la aceptación previa de La Conferencia Episcopal Española, que
los cristianos antes de proceder a una de- fue constituida por un rescripto de la Sa-
finición dogmática. grada Congregación Consistorial en octubre
b) El magisterio ordinario es el ejercido de 1966, difunde a partir de 1974 impor-
habitualmente por el Papa y por los obispos tantes documentos sobre fe y moral. Se
que se hallan en comunión con él. Siempre cuentan entre ellos los del aborto (1974),
que un obispo se pronuncia sobre la fe y las la estabilidad del matrimonio (1977), la eu-
costumbres cristianas, se presume que se tanasia (1986), la sexualidad y su valora-
encuentra en comunión con el Romano Pon- ción moral (1987), el teólogo y su función
tífice, y que expone la doctrina de toda la en la Iglesia (1989), la actualidad de la En-
Iglesia, aplicada a las circunstancias de su cíclica Humanae vitae (1992), algunos as-
diócesis. pectos de la catequesis sobre la revelación
La distinción entre magisterio extraordi- cristiana y su transmisión (1992), etc. (cf.
nario y ordinario no coincide con la distinción Conferencia Episcopal Española, Fe y Mo-
entre magisterio infalible y no infalible, da- ral: Documentos publicados de 1974-1993,
do que, en determinados casos, la enseñan- Madrid 1993).
za ordinaria unánime de todo el colegio epis- c) El Sínodo de los Obispos fue institui-
copal puede gozar también de infabilidad. do por Pablo VI en 1965. No es propiamen-
La actividad magisterial más frecuente te un órgano directo del magisterio, pero su
del Papa y de los obispos es la ordinaria. función se orienta en esa dirección. Es defi-
Cada obispo diocesano es el pastor de nido como «una asamblea de Obispos es-
todos sus fieles, y le corresponde respecto a cogidos de entre las diversas regiones del
ellos la responsabilidad y autoridad en la mundo, que se reúnen en determinadas oca-
enseñanza de la doctrina cristiana. Ejerce siones para fomentar la unión estrecha en-
sus funciones docentes oralmente o me- tre el Romano Pontífice y los Obispos, ayu-
diante escritos pastorales, y con la promo- dar al Papa con sus consejos para la inte-
ción de iniciativas catequéticas y educati- gridad y mejora de la fe y costumbres y la
vas adecuadas. conservación y fortalecimiento de la disci-
La Carta apostólica Apostolos suos, sobre plina eclesiástica, y estudiar las cuestiones
la naturaleza teológica y jurídica de las con- que se refieren a la acción de la Iglesia en el
ferencias de obispos (21.V.1998) habla ex- mundo» (CIC c. 342).
tensamente de la función doctrinal de éstas. El Sínodo es siempre convocado y presi-
Indica que «los obispos reunidos en la dido por el Papa, trata de las cuestiones que
conferencia episcopal ejercen juntos su labor éste le ha propuesto previamente, y no di-
doctrinal conscientes de los límites de sus rime asuntos ni emite decretos, o docu-
pronunciamientos, que no tienen las carac- mentos conclusivos. La Santa Sede publica
604 MAGISTERIO DE LA IGLESIA
un documento papal que reúne y ordena las trinas de la fe. Su misión no es acuñar nue-
principales orientaciones sinodales sobre los vas doctrinas, sino ser el portavoz autori-
temas estudiados. Algunas exhortaciones zado de la doctrina de Cristo.
apostólicas de gran alcance eclesial son fru- El Concilio Vaticano I enseña: «No fue
to de estos sínodos, como, por ejemplo, la prometido a los sucesores de Pedro el Es-
Evangelii nuntiandi, publicada por Pablo VI píritu Santo para que por la revelación de
en 1975. Más recientemente se han publi- éste manifestaran una nueva enseñanza, si-
cado Ecclesia in Africa (1995) y Ecclesia in no para que, con su divina asistencia, san-
Asia (1999). tamente custodiaran y fielmente definieran
d) Aunque tanto el Papa como los obispos la revelación transmitida por los apóstoles
individuales no hablan infaliblemente en el o depósito de la fe» (D. 1836).
ejercicio de su función docente ordinaria, exis- El Espíritu Santo no añade nada nuevo a
ten, sin embargo, condiciones bajo las que la predicación y doctrina de Jesús, sino que
el magisterio ordinario del colegio episcopal es enviado para ayudar a su comprensión y
puede gozar del carisma de la infabilidad. asimilación por los cristianos. Así también el
La Constitución Lumen gentium habla de magisterio no es una actividad innovadora
tres condiciones: 1.º) que los obispos man- ni independiente de la doctrina evangélica.
tengan el vínculo de unidad entre sí y con No está por encima de la Palabra de Dios,
el Romano Pontífice; 2.º) que hablen auto- sino a su servicio, para enseñar lo transmi-
rizadamente sobre una verdad de fe o de tido. El magisterio escucha también devota-
moral; 3.º) que convengan todos en un so- mente la Palabra divina y extrae de ella to-
lo criterio como el único que deba mante- do lo que propone para ser creído y vivido.
nerse de modo definitivo (cf. LG 25). El magisterio tiene, en primer lugar, la
Un ejemplo es la doctrina de la Asunción función de proteger y custodiar el depósito
de la Virgen durante el siglo anterior a su de la fe, para que a lo largo de la historia
definición solemne como dogma en 1950. de la Iglesia no se altere ni se corrompa. Es
Hay también artículos del Credo de los Após- ante todo una función de testimonio, acti-
toles que nunca han sido objeto de definición vidad normal que se ejerce de modo conti-
solemne, pero que son enseñados por el nuo e incluso silencioso, en las circunstancias
magisterio ordinario como doctrina de fe ca- contingentes de la vida de la Iglesia (cf. Y.
tólica. Tal sería, por ejemplo, la creencia en Congar, La fe y la teología, Barcelona 1970,
la comunión de los santos. 70-82).
Se puede situar en esta categoría de de- La segunda función de definir doctrinas
claraciones la Profesión de Fe de Pablo VI, contenidas en el depósito revelado resulta
llamada también Credo del Pueblo de Dios. necesaria en determinadas ocasiones, es-
Esta profesión fue publicada por el Papa en pecialmente a causa de las cuestiones, in-
junio de 1968, y en ella se declara auténti- certidumbres y errores que aparecen en el
camente el sentir de todo el episcopado y transcurso del tiempo.
de todos los fieles, «para dar un testimonio Los asuntos que ocupan a la actividad
firmísimo de la verdad divina» (n. 7) (cf. C. magisterial se extienden únicamente a las
Pozo, El Credo del Pueblo de Dios, Madrid cuestiones de fe y moral. Éstas son el ob-
1968, 40-45). jeto directo y primario del magisterio cuan-
do se contienen formalmente en el depósi-
4. Funciones que realiza el Magisterio en to revelado. Enseña la Constitución Lumen
la vida de la Iglesia gentium que la infabilidad de la Iglesia «se
El Magisterio tiene como tareas guardar fiel- extiende a todo cuanto abarca el depósito
mente y declarar de modo infalible las doc- mismo de la revelación divina» (LG 25).
MAGISTERIO DE LA IGLESIA 605
El objeto secundario del magisterio son dos por la Congregación para la Doctrina
las verdades no reveladas directamente o de la Fe.
por sí mismas, pero que se relacionan de Para valorar la importancia de un docu-
tal manera con las reveladas que le sería mento magisterial y el grado de vinculación
imposible al magisterio exponer éstas sin que exige, han de tenerse en cuenta su na-
pronunciarse también sobre las primeras. turaleza, la insistencia con que se proponga
Estas verdades conexas pueden no perte- una misma doctrina, y las fórmulas y ex-
necer a la revelación pero son necesarias presiones que use para enseñarla y reco-
para protegerla. Se incluyen en ellas, por mendarla (cf. LG 25).
ejemplo, juicios sobre opiniones filosóficas
y sobre hechos históricos que pueden re- 5. Los documentos magisteriales y su
percutir en la interpretación de un dogma. valor de enseñanza y orientación
Únicamente lo que está comprendido en Junto a las declaraciones del magisterio ex-
el objeto primario puede ser definido como traordinario o solemne, originadas en los
dogma de fe. Las cuestiones que caen den- concilios ecuménicos y en las definiciones ex
tro del objeto secundario pueden ser defi- cathedra hechas por el Papa, la gran mayo-
nidas como verdades, pero no para ser creí- ría de los documentos magisteriales proceden
das con fe divina. del magisterio ordinario, realizado por el Pa-
Se espera de todos los cristianos una pa y por los obispos en comunión con él.
aceptación obediente y respetuosa de las Estos documentos son muy variados y
enseñanzas magisteriales. Hemos dicho ya encierran valor doctrinal diferente, aunque
que las definiciones solemnes deben ser re- siempre orientador para la fe y las costum-
cibidas como parte de la fe revelada. bres. Podemos mencionar los siguientes ti-
Las enseñanzas papales y episcopales pos de documentos:
que constituyen el magisterio ordinario no a) Constituciones apostólicas. La más im-
poseen la misma fuerza vinculante, pero to- portante en los últimos decenios ha sido la
das deben recibirse con una actitud de res- Munificentissimus Deus, en la que Pío XII
peto y docilidad interior. definió el dogma de la asunción de María
La Constitución Lumen gentium dice: (1.XI.1950). Dado que el Papa expresa cla-
«Los obispos, cuando enseñan en comunión ramente la voluntad de definir una verdad
con el Romano Pontífice, deben ser respe- cristiana como parte del depósito revelado,
tados por todos como testigos de verdad di- este documento se puede considerar ma-
vina y católica. Los fieles tienen obligación de gisterio solemne.
adherirse con religiosa sumisión del espíritu Otra constitución apostólica de impor-
al parecer de su obispo en materias de fe y tancia es la que trata del valor de la peni-
costumbres, cuando las expone en nombre tencia individual (Paenitemini), publicada
de Cristo» (LG 25). por Pablo VI en febrero de 1966. Esta clase
Esta adhesión de la voluntad y del en- de documentos contienen aspectos discipli-
tendimiento se debe especialmente al ma- nares y normativos, y equivalen a leyes de
gisterio del Romano Pontífice, aunque no la Iglesia, cuyas disposiciones se motivan
hable ex cathedra. El Papa ejerce su acti- doctrinalmente.
vidad ordinaria de enseñar mediante encí- En este apartado puede mencionarse
clicas, exhortaciones apostólicas, cartas, también el Credo del Pueblo de Dios, publi-
discursos y otros documentos e interven- cado por Pablo VI en junio de 1968.
ciones dirigidos a toda la Iglesia. Lo hace b) Encíclicas. Son los documentos de ma-
también mediante la aprobación formal de gisterio ordinario de primer rango. El tér-
documentos doctrinales que son publica- mino «encíclica» significa algo parecido a
606 MAGISTERIO DE LA IGLESIA
bre la moral de la situación (1952), los lími- «La teología ha tenido siempre y conti-
tes morales de los métodos médicos (1952), núa teniendo una gran importancia, para
personalidad y conciencia (1953) y el respe- que la Iglesia, Pueblo de Dios, pueda par-
to a la intimidad de la persona (1958). ticipar de manera fecunda en la misión pro-
Numerosos discursos del Papa van dirigi- fética de Cristo» (RH 19). La dedicación a
dos en ocasiones oficiales y de cierta so- la docencia e investigación teológicas supo-
lemnidad al Colegio Cardenalicio, cuerpo di- ne participar de algún modo en el oficio pro-
plomático, congresos eucarísticos, simposios fético del Señor y exige, por tanto, una ac-
científicos, asambleas de tipo diverso, etc. tuación obediente a la Verdad que Él pro-
g) Otros documentos papales incluyen clamó y proclama sin cesar a través de la
mensajes, homilías y sobre todo cateque- Iglesia.
sis. Juan Pablo II ha adoptado la costum- La eclesialidad de la teología y su conexión
bre de desarrollar, en las audiencias que tie- con la fe explican la vinculación de aquélla
ne los miércoles, temas doctrinales que son con la Iglesia y con su magisterio. Éste no
expuestos a lo largo de varias semanas y es una instancia ajena a la teología, sino in-
dan lugar a textos de cierta amplitud. trínseca a ella. Si el teólogo es ante todo un
En estrecha conexión con el magisterio creyente, su labor habrá de permanecer vin-
papal se encuentran las cartas e instruccio- culada a la fe eclesial.
nes de la Congregación para la Doctrina de El magisterio y la teología poseen una
la Fe, así como las de otras congregaciones raíz y una finalidad comunes. Ambos se ori-
y consejos Pontificios. El primer organismo, ginan a partir de la revelación, recibida y
denominado antes Santo Oficio, ha publica- conservada en la Iglesia por influjo del Es-
do en los últimos años importantes docu- píritu Santo. Y ambos sirven al mismo fin,
mentos sobre temas de dogmática y moral. que es penetrar más profundamente, ex-
Se cuentan entre ellos los de cuestiones de poner, enseñar y defender el depósito de la
escatología (1979), ministro de la eucaristía fe revelada.
(1983), aspectos de la teología de la libe- Teología y magisterio desempeñan, sin
ración (1983, 1984), práctica del aborto embargo, funciones y usan medios que son
(1974), cuestiones de ética sexual (1975), diferentes. La teología trata de investigar
eutanasia (1980), respeto a la vida humana del modo más completo posible las verdades
naciente (1987), meditación cristiana (1989), cristianas, dar a conocer a toda la comuni-
unicidad y universalidad salvífica de Jesu- dad eclesial los frutos de sus trabajos, y co-
cristo y de la Iglesia (2000). laborar en la tarea de difundir y defender la
Resulta patente que tanto por el volumen doctrina que el magisterio enseña sobre la
de documentos como por el alcance doctri- base de su autoridad.
nal y espiritual de los asuntos tratados, el El magisterio de la Iglesia es una instan-
magisterio ordinario de la Iglesia encierra cia de carácter carismático, en la que brilla
una riqueza inigualable de contenidos de la testificación autorizada de las verdades
verdad y de criterios y pautas de conducta, de la Revelación y del modo de formularlas.
que sirven a los cristianos y a toda la hu- En la teología domina, en cambio, la refle-
manidad. xión y análisis que deben conducir a la in-
telección y construcción científica de los da-
6. Magisterio y teología tos. La labor teológica no es una simple ejer-
La importante tarea que la teología desem- citación académica, y el teólogo se debe
peña en la vida de la Iglesia exige que los insertar hondamente en la comunidad cre-
teólogos deban mantener una estrecha re- yente de la que procede, para aportar una
lación con el magisterio. luz reflexiva al testimonio de la Iglesia.
608 MAL
Mal
actúa en un plano de igualdad con Él. Se El relato de la caída de Adán y Eva (Gn
habla así del bien y del mal como dos prin- 3) quiere mostrar con lenguaje simbólico
cipios reales y antagónicos. que el mal y el dolor no han venido de Dios,
Los sistemas dualistas poseen un origen sino de la libertad humana. No son una im-
muy antiguo. Se remontan por lo menos a la perfección o un límite de la creación, sino
religión predicada en Persia, varios siglos consecuencia de una opción libre del hom-
antes de Cristo, por un personaje legenda- bre.
rio llamado Zoroastro o Zaratustra. Al ha- La polaridad entre el bien y el mal, en-
blar de dos principios de la realidad, Zoro- tre la vida y la muerte, entre el pecado y la
astro se refería a la existencia de dos hi- amistad con Dios, entre la salud y la enfer-
póstasis una del bien, y otra del mal , medad, no responde a una simetría cósmi-
dotadas ambas de verdadera consistencia ca ni a una necesidad fatal, ni a la acción
ontológica. Concepciones semejantes para creadora de Dios, sino que tiene que ver con
explicar lo negativo, se encuentran también la historia y con el ámbito de la libertad hu-
en las religiones de Egipto, Grecia y Meso- mana.
potamia. La Sagrada Escritura se pregunta con fre-
El dualismo radical se desarrolla duran- cuencia acerca del sufrimiento del hombre
te la era cristiana en las ideas de Marción y justo, y el autor sagrado parece sorpren-
de los maniqueos, que hablan de dos prin- derse de la prosperidad de algunos impíos.
cipios del ser perfectamente definidos y ex- En el salmo 73 leemos: «Por poco se me
cluyentes. extravían mis pies, y nada faltó para que
Existe un dualismo mitigado, defendido mis pasos resbalasen, al sentir celo de los
por el gnóstico Valentín y más tarde por los insensatos, y ver la paz de los malos».
cátaros del siglo XIII, que admite la exis- Estas ideas se desarrollan dramática-
tencia de un creador inferior o demiurgo, mente en el libro de Job, que es el lugar bí-
arconte o ángel, surgido del caos o creado blico donde se trata con mayor extensión el
por Dios, y responsable de los niveles infe- tema del dolor y del sufrimiento inocentes.
riores del psiquismo humano, de la corpo- Job es un hombre justo que padece por per-
reidad y de la estructura y disposición visi- misión divina todas las formas posibles de
ble del mundo. dolor: dolor físico, sufrimiento mental, an-
La filosofía religiosa del budismo, surgida gustia por la caducidad de la vida, temor
en áreas culturales y geográficas muy dife- ante la muerte, desprecio e incomprensión
rentes a las anteriores, enseña que el ori- de familiares y amigos, y oscurecimiento de
gen del mal se encuentra en el deseo de la las relaciones con Dios. Job busca el senti-
propia existencia. El mal se sigue directa- do del dolor, pero no consigue encontrarlo.
mente de la individuación. El contemplati- Al contestar a Job, el Señor hace ver a
vo budista trata de suprimir el propio ser su siervo doliente las maravillas del univer-
como algo separado, hasta que pueda di- so, en el que se manifiestan armónicamen-
solverse en la nada (nirvana). te el poder y la sabiduría divinos.
Job aprende que el sentido del sufrimiento
III. LA RESPUESTA BÍBLICA es el misterio mismo de Dios, y que el
La Biblia se ocupa en sus mismos comienzos mal/dolor no es sino el misterio del hombre
de la cuestión del mal, y habla profusamente pecador con Dios. El mal/dolor no se pue-
del dolor humano. El autor sagrado desea de propiamente «comprender» en sí, y no
determinar el origen del mal y de lo negati- serviría de mucho comprenderlo. Lo que im-
vo en el universo, y el sentido del dolor en porta es encontrar en el misterio de Dios
la existencia de la humanidad. que quiere salvar al hombre la razón para
610 MAL
de las ideas de Plotino, que defiende vigo- Apoyado en las ideas del neoplatónico Pro-
rosamente el llamado principio de exclusión, clo (siglo V) y en la tradición cristiana ante-
según el cual nada existe aparte o fuera de rior, Dionisio Areopagita resume la doctrina
las tres hipóstasis perfectas (Uno-Inteli- del mal, en las siguientes tesis: a) dado que
gencia-Alma). El mal no es en modo alguno todos los seres provienen del bien y partici-
una hipóstasis separada, como afirmaban pan en él, el mal absoluto no existe ni pue-
los gnósticos. de producir otros seres; b) el mal relativo es
El Niseno insiste en que el mal es pura carencia parcial no total de ser; c) el mal
ausencia de bien, y dado que el ser es idén- no se halla en los seres materiales ni en los
tico al bien, el mal ha de concebirse como ángeles; d) se halla en los demonios como
puro no-ser. La maldad que se opone a la ausencia de bien; e) no se halla en la natu-
virtud, y la ceguera que se opone a la vista raleza ni en la materia en cuanto tal.
no son algo propio de la naturaleza, sino la Santo Tomás de Aquino acepta y desa-
privación de cualidades anteriormente po- rrolla las nociones patrísticas, y las expone
seídas. Esta no-existencia del mal es, sin dentro de su sistema de ideas.
embargo, una no-existencia en un existente. El mal no es para él lo contrario de un
El mal es así para san Gregorio un no-ser bien, sino su privación. Dice santo Tomás:
que existe de algún modo. Si no posee hi- «... el bien y el mal no se oponen como la
póstasis o sustancia, tiene, no obstante, una privación y la posesión [...] El mal, en tan-
sombra de existencia, en la medida en que la to que mal, no es una realidad en las cosas
ausencia y la privación son una realidad. (aliquid in rebus), sino la privación de un
San Agustín desarrolla su doctrina a par- bien particular: es inherente a un bien de-
tir de la idea de la mutabilidad y carácter terminado y concreto» (De Malo 1, 1, ad 2.)
corruptible del ser creado, y a la convicción Cuando algunos oponen el bien y el mal
de que el agente primario de esta corrup- moral como contrarios quieren decir que el
ción es la voluntad libre (cf. J. Jolivet, Le mal moral es un bien parcial bajo el cual se
problème du mal d’après Saint Augustin, encuentra disimulado un mal, que es como
Paris 1936, 40ss.). La cuestión del mal se un bien aparente que desvía del bien ver-
halla profundamente vinculada para el Obis- dadero. El mal nunca se desea como mal,
po de Hipona con el gran tema metafísico sino como bien. «El fin del intemperante no
de la libertad humana, que es considerado es perder el bien de la razón, sino una de-
siempre en el marco de la libertad divina y lectación desordenada del sentido. Así pues,
sus decisiones salvadoras. no es en cuanto mal, sino en razón del bien
La experiencia temprana y cotidiana del que se procura, como el mal representa en
mal en sus múltiples formas, vivida en el moral una diferencia constitutiva» (S.Th., I,
curso de una juventud azarosa, es la ma- q.48, 1 ad 2).
teria prima de la reflexión especulativa agus-
tiniana en torno a esta gran cuestión de la V. LAS PARADOJAS DEL MAL
existencia. La reacción de Agustín contra el Las consideraciones de orden metafísico
dualismo de los maniqueos, y la propia epis- aclaran algunos aspectos del problema del
temología neoplatónica que había adopta- mal, pero no lo agotan ni explican de mo-
do son el fundamento de su doctrina del mal do satisfactorio todas las cuestiones que el
como privación. El marco general de sus mal y el dolor suscitan a la mente humana.
afirmaciones está constituido por una teo- El mal existe ciertamente sólo dentro del
logía de la creación en la que todos los se- bien. Es negación, privación, mutilación.
res ontológicamente son buenos, por refle- Existe únicamente a través del mismo bien
jar la bondad divina. que deforma.
612 MAL
Pero la estructura del mal es antinómi- David Hume, y aparece también formulada
ca. Porque este defecto es un vacío que de- artísticamente por el personaje dostoies-
vora seres, y desata una enorme energía kiano Iván Karamazov. El intelectual Iván,
destructiva. uno de los tres hermanos Karamazov, ex-
Es evidente, por tanto, que el mal no es pone ardientemente la opinión de que el su-
una simple cuestión filosófica ni ética, y que frimiento de un ser inocente contradice de
en el simple plano de una moralidad natural modo radical la idea de un Dios que sea si-
no es posible superar la convicción, o al me- multáneamente bueno y poderoso.
nos la sospecha, de una correlación de fuer- No solamente los hombres que dejan a
zas entre el mal y el bien. El problema del la incredulidad entrar en alguna medida den-
mal sólo adquiere su verdadero carácter y tro de sus almas, sino también los creyen-
adecuadas proporciones en el plano religio- tes sinceros, se preguntan «cuál es la ra-
so, donde descubrimos su naturaleza de zón por la que Dios concede tan amplísimo
oposición a Dios, que es su raíz y su senti- permiso para que los peores hombres tor-
do más hondo. turen a sus semejantes». Desde antiguo se
Si hemos de entender el mal como algo han ensayado diversas respuestas que han
originado en una elección desgraciada, hay buscado y buscan esquemas racionales que
que añadir que no fue, propiamente hablan- puedan esclarecer la cuestión del sentido
do, una elección entre el bien y el mal, por- del mal y del dolor en los términos más
que el mal no existía aún como una posibili- abarcantes. Casi todas las explicaciones sue-
dad teórica. Fue por parte del hombre libre len partir de una actitud fundamental, que
una elección entre él mismo y Dios, entre la radica en la necesidad de sumisión perso-
autoafirmación y la obediencia. De ahí deriva nal al orden social y cósmico, como objeti-
que, en sentido estricto, el mal sea cuestión vo que trasciende al individuo.
de agentes personales y libres, y que existe La visión cristiana del dolor y su significa-
sólo en sus creaciones y en sus actos. El mal do se plantea con más amplitud y hondura.
cósmico y físico se origina a partir de esa ac- «¿Por qué no creó Dios un mundo tan per-
tividad, aunque también deriva en parte de la fecto que en él no pudiera existir ningún mal?
contingencia de los seres creados. En su poder infinito, Dios podría siempre ha-
ber creado algo mejor (cf. S.Th., I, 25, 6).
VI. SENTIDO DEL MAL Y DEL DOLOR Sin embargo, en su sabiduría y bondad infi-
«La fe en Dios Padre Todopoderoso puede nitas, Dios quiso libremente crear un mun-
ser puesta a prueba por la experiencia del do en estado de vía hacia su perfección últi-
mal y del sufrimiento. A veces Dios puede ma. Este devenir trae consigo en el designio
parecer ausente e incapaz de impedir el de Dios, junto con la aparición de ciertos se-
mal» (CCE 272). En la filosofía antigua en- res, la desaparición de otros; junto con lo
contramos ya formulada la siguiente obje- más perfecto lo menos perfecto; junto con
ción: ¿No debería un Dios bueno y omnipo- las construcciones de la naturaleza también
tente haber creado un mundo exento de las destrucciones. Por tanto, con el bien físi-
mal? Si no podía, le falta poder. Si no lo ha co también el mal físico, mientras que la crea-
querido, le falta bondad. Se ve así una con- ción no haya alcanzado su perfección (CG,
tradicción en la coexistencia del mal y de III, 71). Así, con el tiempo, se puede descu-
un Dios todopoderoso y bueno, y se con- brir que Dios, en su providencia todopode-
cluye que debería eliminarse uno de los tér- rosa, puede obtener un bien de las conse-
minos: o existe el mal, o existe Dios. cuencias de un mal» (CCE 310, 312).
Esta argumentación ha sido reiterada mo- La tradición de la Iglesia insiste en la idea
dernamente por el filósofo empirista inglés de que el mal, derivado de la libertad hu-
MAL 613
María
Con esto se pretende hacer una síntesis no se puede captar el misterio de Cristo, si
de las dos perspectivas desde las que se ha no se acepta también que la manera en que
contemplado a María a lo largo de la histo- entró a formar parte del género humano fue
ria. Por una parte está la dimensión perso- encarnándose «por obra del Espíritu San-
nal o individual que se centra en la con- to» de Santa María Virgen.
templación de los privilegios únicos de su Esta vinculación de María con todo el mis-
persona y de su misión singular en la obra terio de Cristo el misterio de su ser y de
salvadora de su Hijo; por otra, está la pers- su misión es lo que condujo a la Iglesia a
pectiva universal o prototípica, donde se re- explicitar cada vez más la persuasión de que
salta la cercanía y la ejemplaridad de sus la Virgen tiene un papel singular y ocupa un
virtudes eximias con la vida de los cristia- lugar especial tanto en la obra redentora de
nos. su Hijo, como en la misma vida de la Iglesia
Esta importancia del papel de la Virgen que peregrina en la tierra. Este papel, de
en la economía de la salvación fue captada pleno servicio maternal al Redentor, carac-
desde el primer momento por la Iglesia na- teriza y distingue a María con respecto a las
ciente, reunida en torno a Ella en el cenácu- demás personas y es lo que constituye su
lo de Jerusalén (cf. Hch 1,14), y fue atesti- vocación, es decir, la elección que, antes de
guada vigorosamente en los textos que con todos los siglos, hizo Dios de Ella para ser
respecto a Ella encontramos en el Nuevo Tes- la Madre de Jesús.
tamento. Los primeros símbolos de la fe in-
cluyen la mención de María como Madre de 2. María en la Sagrada Escritura
Jesús por obra del Espíritu Santo. Esta men- a) María preanunciada en el Antiguo
ción de Santa María en los símbolos no tiene Testamento
una significación meramente anecdótica o Se debe considerar al Antiguo Testamento
circunstancial, sino que posee una fuerte car- como una prolongada y gradual preparación
ga intencional y reviste una importancia teo- a la venida de Cristo. Todos los escritos ve-
lógica de primer orden: se cita explícitamente terotestamentarios se orientan y dirigen al
a Santa María por su especial intervención Mesías, de tal manera que Él está presente
en el misterio de la encarnación y, en relación en cada una de las páginas de la Biblia. Es-
con este misterio, por su papel único en la ta continua presencia de Cristo en toda la
obra de la redención. revelación se ha expresado mediante el afo-
Como expresión y fundamento del modo rismo Ubique de Ipso: está presente siem-
en que Dios quería salvar a la humanidad, la pre y en toda la historia del pueblo elegido.
venida del Redentor a este mundo tuvo lu- Ahora nos preguntamos si podemos afir-
gar por el mismo camino que tiene lugar la mar lo mismo de María. Deseamos, por tan-
venida de todo hombre: siendo engendra- to, conocer si está preanunciada en el Anti-
do por una mujer, de la que recibe no sólo la guo Testamento, o si, por el contrario, su
carne y la sangre, sino también la perte- presencia se detecta sólo en los evangelios
nencia al género humano y a un pueblo de- y demás escritos neotestamentarios.
terminado. Gracias a Ella y junto a san Jo- Esta pregunta ha obtenido respuestas
sé, Él es el descendiente de David, el here- dispares entre los exegetas católicos. Para
dero del trono, el portador de las promesas unos, María está ausente del Antiguo Tes-
mesiánicas, Aquel sobre el que descansa el tamento, o las alusiones a Ella son tan im-
Espíritu de Yahwéh (Lc 1,32-36; Is 11,1-3). plícitas e indirectas que es imposible en-
La participación activa de la «mujer» en el contrar allí el menor esbozo de doctrina ma-
misterio de la encarnación es algo positiva- riana. Por el contrario, otros afirman que la
mente querido por Dios hasta tal punto que Virgen se encuentra, al menos, de forma in-
616 MARÍA
directa en toda la Biblia, porque, si en toda rianas. Será ya cada texto en particular don-
ella se habla de Él, por la indisoluble unión de habrá de analizarse si María está pre-
entre el Hijo y la Madre, también se habla de sente según el sentido propio o pleno.
Ella: Ubique de ipsa; es decir, si la Biblia es 1.º) Génesis 3,15. «Pondré enemistad
el libro de Cristo, debe ser a la vez el libro de entre ti y la mujer, entre tu linaje y el su-
María. Entre ambas soluciones se extiende yo; él te aplastará la cabeza, mientras tú le
una amplia gama de posiciones, que man- herirás en el talón». Este versículo de la tra-
tienen la existencia de pasajes del Antiguo dición yahvista fue considerado en la exé-
Testamento donde se anuncia o se contem- gesis judía como un texto claramente me-
pla a la Virgen Santísima. siánico y así quedó reflejado en la versión
Como la solución al problema no es uní- de los LXX.
voca, conviene que indiquemos previamen- La mujer proclamada en este texto ge-
te las premisas en las que se debe encuadrar nesíaco, cabeza de «su linaje», es Eva en
la respuesta. Debe afirmarse, en primer lu- sentido literal inmediato, y en un sentido li-
gar, que no era necesario, con una necesidad teral profundo y pleno es María, la Nueva
absoluta por parte de Dios, que María estu- Eva, cuya enemistad con la serpiente se rea-
viera anunciada en el Antiguo Testamento; liza «de dos maneras. Ella, aliada perfecta de
pero decidir sobre la oportunidad de una re- Dios y enemiga del diablo, fue librada com-
velación anticipada de la Virgen es imposi- pletamente del dominio de Satanás en su
ble sobre la base de suposiciones humanas. concepción inmaculada, cuando fue mode-
Por ello, es preciso acudir a los textos ins- lada en la gracia del Espíritu Santo y pre-
pirados e investigar sobre la existencia de servada de toda mancha de pecado. Ade-
esa revelación. más, María, asociada a la obra salvífica de su
El Concilio Vaticano II proporciona unas Hijo, estuvo plenamente comprometida en la
pautas clarificadoras para resolver esa cues- lucha contra el espíritu del mal» (Juan Pablo
tión. Dice así: «... los libros del Antiguo Tes- II, Audiencia, 24.I.1996, n. 4). Se podría
tamento narran la historia de la salvación, en decir que estos dos títulos Inmaculada Con-
la que paso a paso se prepara la venida de cepción y Cooperadora del Redentor reve-
Cristo al mundo. Estos primeros documen- lan la antítesis radical entre la mujer y la
tos, tal como se leen en la Iglesia y tal co- serpiente.
mo se interpretan a la luz de una revelación 2.º) Isaías 7,14. Este oráculo profético
ulterior y plena, evidencian poco a poco, de en su literalidad dice: «He aquí que una don-
una forma cada vez más clara, la figura de cella está encinta y va a dar a luz un hijo,
la mujer Madre del Redentor. Bajo esta luz y le pondrá por nombre Emmanuel». Ahora
aparece ya proféticamente bosquejada en bien, la persona que nacerá el Emmanuel
la promesa de victoria sobre la serpiente, es el Mesías (cf. Is 8,8; 9,5-6; 11,1-4). Por
hecha a los primeros padres caídos en pe- tanto, ese texto es mesiánico y en cierto
cado (cf. Gn 3,15). Asimismo, ella es la Vir- sentido mariológico, pues se cita explícita-
gen que concebirá y dará a luz un Hijo, que mente a su madre la doncella.
se llamará Emmanuel (cf. Is 7,14, comp. Aunque el término hebreo ‘almah signifi-
con Mi 5,2-3; Mt 1,22-23). Ella sobresale ca literalmente «doncella», sin embargo, in
entre los humildes y pobres del Señor, que oblicuo también connota «virginidad» (cf.
confiadamente esperan y reciben de Él la Gn 24,43; Ex 2,8; Ct 1,3, etc.), sentido que
salvación» (LG 55). Se puede, por tanto, queda corroborado y puesto en primer pla-
afirmar que estas tres perícopas se refieren no en los LXX al traducirlo por parthenos,
a María en un sentido verdaderamente bí- virgen. Este hecho podría parecer simple-
blico, y no sólo como acomodaciones ma- mente una particularidad de la traducción,
MARÍA 617
tido fuerte del término. Además, al señalar Para muchos autores la inclusión de esta
a Belén como lugar de su nacimiento, la hui- frase tiene en el relato una evidente inten-
da y retorno de Egipto y su posterior es- ción teológica: san Mateo asocia a la Virgen
tancia en Nazaret, está indicando que en en la función regia de su Hijo, como Madre
Jesús se cumplen las profecías del Antiguo del Rey. María se presenta, por tanto, co-
Testamento referentes al Mesías (cf. Mi 5,1; mo la gebiráh escatológica, cuyo preceden-
Jr 31,15; Os 11,1). te en el reino davídico veterotestamentario
Comienza con la genealogía de Jesús con se remonta a la figura de Betsabé, madre
la que se legitima y autentifica que es el Me- del rey Salomón.
sías anunciado «hijo de David, hijo de Abra- 3.º) María en los escritos de san Lucas. El
hán» (Mt 1,1). Su estructura gramatical, relato de la infancia de Jesús comprende los
siempre constante: «A engendró a B; B dos primeros capítulos del Evangelio de san
engendró a C» , es la típica de las genea- Lucas. El mismo hagiógrafo hace profesión
logías del Antiguo Testamento; sin embargo, explícita de que ha decidido, después de una
en el versículo 16 se rompe el ritmo expo- seria y competente investigación, escribir
sitivo y en vez de decirse: «José engendró, de una forma ordenada los hechos acaeci-
de María, a Jesús», el hagiógrafo escribe: dos, para dejar patente la solidez de la fe
«Jacob engendró a José, el esposo de María (1,3). Por tanto, está fuera de duda la ve-
de la que nació Jesús, llamado Cristo». Es- racidad de su narración, aunque no se haya
ta alteración buscada conscientemente por escrito con una finalidad primariamente his-
el evangelista, indica que san Mateo desea- tórico-biográfica, sino con una evidente in-
ba constatar que Jesús no era hijo natural de tención teológica.
José, sino exclusivamente de María. El res- El capítulo 1 comprende dos escenas. La
to de los versículos del primer capítulo (18- primera nos presenta los dípticos de la anun-
25) sirven para esclarecer la conexión en- ciación. Con un procedimiento denominado
tre José y Jesús. Es decir, pretende probar «paralelismo» muestra las semejanzas y las
que, aunque José es desplazado de su papel disparidades entre las dos anunciaciones.
de padre biológico, Dios mismo incorpora a Con ello se pretende remarcar la superiori-
Jesús en la genealogía de José, y éste acep- dad de Jesús sobre su Precursor y de María
ta tal incorporación. sobre Zacarías e Isabel. San Lucas mues-
El capítulo 2 relata el nacimiento de Jesús tra que el anuncio a María señala el co-
en Belén y la adoración de los Magos. Cen- mienzo de los tiempos escatológicos.
trándonos ahora específicamente en el as- Por otra parte, la anunciación de Gabriel
pecto mariano de la escena de la adoración a María en Nazaret desvela que toda la ini-
de los Magos, se advierten dos elementos ciativa procede de la liberalidad divina: Dios
muy significativos: a) Toda la escena de los plenifica de gracia a María (1,28); la con-
Magos está centrada en el homenaje que se cepción del Mesías, que es el Hijo del Altísi-
desea rendir al «Rey de los judíos» (v.2): mo (1,32-33) o sea, el Hijo de Dios en sen-
Rey perteneciente a la dinastía davídica y tido fuerte , será por obra del Espíritu San-
que fue profetizado como Rey-Mesías en el to, por tanto, virginal (Lc 1,35). María, a su
Antiguo Testamento. b) Como es bien sabi- vez, acoge el sorprendente anuncio del án-
do, todo este evangelio de la infancia centra gel con una fe llena de humildad (1,38).
su relato en la figura de san José. En cam- La segunda escena es la visitación de Ma-
bio, en la adoración de los Magos, el Santo ría a su pariente Isabel (1,39-56). Este re-
Patriarca brilla por su ausencia y el focus de lato contiene sugerentes perspectivas ma-
toda esta escena se centra en la presencia riológicas. María se presenta como el arca
del «niño con María, su madre» (v.11). de la nueva alianza (1,39-44). Su saludo
MARÍA 619
provoca la efusión del Espíritu Santo en Isa- «María guardaba todas estas cosas ponde-
bel y en su hijo nonato (1,41.44). Isabel rándolas en su corazón» (2,19). De esta for-
alaba a María con tres aclamaciones: a) ma, al profundizar en el significado de esos
«Bendita entre las mujeres» (1,42), un su- acontecimientos y al acomodar su vida a
perlativo laudatorio de claro sabor vetero- ellos, María es el paradigma de todo discí-
testamentario; b) «La Madre de mi Señor» pulo de Cristo.
(1,43), que es la primera proclamación ex- La segunda escena se centra en la pre-
plícita de su maternidad divina; c) «Feliz la sentación del Niño y la purificación de la Ma-
que ha creído» (1,45), es decir, María por dre (2,22-39). Toda ella se presenta en un
aceptar con fe el mensaje angélico, adquie- marco legal que tiene como trasfondo dos
re la maternidad divina, no sólo en su di- costumbres mencionadas en el Pentateuco.
mensión biológica, sino que Ella, por creer, La primera es la consagración de todo pri-
se incorpora a la familia escatológica de Je- mogénito de sexo masculino a Yahwéh (Ex
sús. 13,2-12). Esta costumbre se modificó al de-
A continuación viene el Magnificat, cán- dicarse la tribu de Leví al culto y servicio del
tico que María eleva a Dios, y cuya estruc- Señor. A partir de entonces el primogénito
tura es de «alabanza motivada». Este him- varón de las otras tribus de Israel podía ser
no mariano puede dividirse en cuatro par- rescatado mediante el pago de cinco siclos al
tes: a) la alabanza a Dios por sus acciones sacerdote (Nm 18,15-16). La segunda cos-
(1,46-47); mediante un «paralelismo», Ma- tumbre es la purificación de la madre des-
ría muestra los sentimientos que le domi- pués del alumbramiento del hijo (Lv 12,1-
nan en ese momento; b) en favor de María 8). La reiteración legal que muestra el tex-
(1,48-49), primero porque Dios ha puesto to lucano junto a la indefinición consciente
los ojos en Ella. En segundo lugar porque por parte del hagiógrafo sobre el sujeto de la
las generaciones le alabarán, al contemplar purificación (2,22) hace pensar que san Lu-
las maravillas que Dios le otorgó; c) en fa- cas sólo desea narrar una acción ritual ve-
vor de los pobres (1,51-53). Por medio de terotestamentaria, dejando velado el tema
«paralelismos antitéticos» describe la ac- de la impureza de la mujer, porque sabe que
ción de Dios en los anawim; d) en favor de el parto ha sido virginal (1,35b; 2,7).
Israel (1,54-55), ampliándose el horizonte Es en el Templo, mediante el anciano Si-
comunitario a todo el pueblo elegido. meón, donde María recibe un segundo anun-
El capítulo 2 comprende tres escenas su- cio profético que proyecta una nueva luz en
cesivas. La primera es el nacimiento de Je- el anuncio de Nazaret, al concretar la for-
sús y la adoración de los pastores (2,1-19). ma histórica en la que el Hijo cumplirá su
Comienza con la descripción del tiempo y misión redentora. El oráculo de Simeón in-
circunstancias (2,1-5), al que sigue la na- volucra a la Madre en el destino doloroso de
rración del nacimiento del Mesías en Belén su Hijo (2,35).
(2,6-7). San Lucas al referir este suceso no La tercera escena también se realiza en el
lo puede hacer con más sobriedad; la mis- Templo doce años después. El relato de Je-
ma sencillez del relato es una manifestación sús entre los doctores, de patente carácter
sensible de la kenosis divina. Con la adora- sapiencial y con un sabor de preanuncio pas-
ción de los pastores (2,8-20) empieza a cual, posee una clara finalidad cristológica.
cumplirse la característica de los nuevos En él se presenta a Jesús como Maestro de
tiempos anunciada por María en el Magnifi- la Ley. La respuesta del Hijo a su Madre cau-
cat: los pastores pobres y humildes son só cierto embarazo, pues «ellos no enten-
los primeros destinatarios del anuncio divi- dieron lo que les decía» (2,50), porque Je-
no. Finaliza esta perícopa declarando que sús, consciente de su misión de Hijo, rei-
620 MARÍA
vindica total autonomía frente a los vínculos sino «mujer», pues desea postergar a se-
de la sangre. El hagiógrafo concluye afir- gundo término la relación biológico-mater-
mando que su Madre «conservaba todo es- no-filial en favor de un papel más universal
to en su corazón» (2,51). De esta manera da y representativo.
una imagen de la vida de María al mostrar el La presencia de la Madre en el relato de
recorrido de su peregrinación en el claros- Caná adquiere un papel primario: Ella toma
curo de la fe. la iniciativa y después colabora con Cristo
En los Hechos de los Apóstoles sólo hay en la confección del milagro, ofreciendo una
una cita mariana: «Todos ellos persevera- muestra acabada de su intercesión. Su so-
ban en la oración con un mismo espíritu en licitud materna se abre a los hombres y su
compañía de algunas mujeres, de María la comportamiento patentiza de forma implí-
madre de Jesús y de sus hermanos» (1,14). cita su maternidad espiritual. Con sus pa-
El evangelista desea dejar patente que, en labras «haced lo que él os diga» está ani-
los albores de la Iglesia naciente, María es- mando a los servidores a obedecer con pron-
tá presente ejercitando su misión materna. titud y a que asuman en el corazón las
De esta manera el misterio de la encarnación indicaciones que reciban de Jesús. Resumi-
se prolonga en el misterio de la Iglesia. Ma- damente, María invita a los servidores a que
ría está allí desplegando su maternidad en su crean operativamente en su Hijo.
actitud orante y creyente: es la primera y El evangelista presenta con una clara in-
perfecta seguidora de su Hijo. tencionalidad soteriológica a «la madre de
4.º) María en los escritos de san Juan. Jesús»(19,25) a los pies de la cruz. Esta in-
De forma progresiva va tomando consis- tencionalidad queda corroborada cuando su
tencia que, en su redacción original, el ver- Hijo la llama «mujer», dentro del contexto
sículo 13 del Prólogo del Evangelio tenía una de la «hora de Jesús» (17,1). Parece que
lectura singular: «... el cual no ha nacido de Cristo quiere mostrar la singular misión que
las sangres, ni de la voluntad de la carne, Ella tiene en toda la economía de la salva-
ni del querer del hombre, sino que fue en- ción, pues si Eva fue la «mujer» del Géne-
gendrado de Dios» (1,13). Supuesta, pues, sis asociada a Adán, María es considerada
correcta la lectura singular, este versículo por Jesús como la «mujer» asociada al Nue-
tiene claras connotaciones cristológicas y vo Adán, para ser la madre de todos los
mariológicas. San Juan en ese texto está hombres en la nueva vida lograda en la cruz.
proponiendo, no sólo la concepción virginal La presentación que el vidente de Pat-
de Cristo «ni de la voluntad de la carne, ni mos hace de la escena de la «mujer» «Una
del querer de hombre, sino que fue engen- gran señal apareció en el cielo: una mujer
drado de Dios» , sino el parto virginal, por- vestida de sol, la luna bajo sus pies y sobre
que la negación «no de las sangres» sig- su cabeza una corona de doce estrellas» (Ap
nifica que cuando aconteció el parto, no hu- 12,1) posee un alto relieve teológico-sim-
bo derramamiento de sangre en la madre. bólico y una doble significación. La «mujer»
En las bodas de Caná (2,1-11) y al pie es una figura polivalente que sustenta las
de la cruz (19,25-27) es llamativo que san partes de dos personajes: de la Madre del
Juan nunca llame a María por su nombre, Mesías y de la Iglesia. En efecto, por una
sino que siempre la denomine «la madre de parte, la «mujer» se identifica con la Iglesia
Jesús», porque desea trascender del plano del Antiguo y Nuevo Testamento: la des-
personal y familiar al aspecto funcional de cripción de sus atributos evoca al pueblo de
colaboración en la obra redentora. Lo mismo Israel, que camina hacia los tiempos me-
sucede con Jesús, que nunca se dirige a Ma- siánicos y a la Iglesia que está encinta y su-
ría llamándola madre ’imma en arameo , fre dolores en el parto de sus hijos. Por otra,
MARÍA 621
el carácter individual del «hijo varón» (12,1) 2.º) El paralelismo Eva-María. A partir de
y su identificación con el Mesías, conlleva a san Justino la reflexión mariana aparece re-
afirmar que la «mujer», madre de ese «hi- mitida a Gn 3,15 y ligada al paralelismo an-
jo varón», es María que, como «excelsa Hi- titético de Eva-María. Sin embargo, esa re-
ja de Sión», representa al antiguo Israel y flexión no está supeditada a la interpreta-
como modelo de fe es la más perfecta rea- ción mariana que se dé a este pasaje, sino
lización de la Iglesia. que se encuentra en dependencia de la afir-
mación paulina contenida en Romanos 5,
3. María en la Tradición concerniente al paralelismo Adán-Cristo. Es
a) Antes del Concilio de Éfeso decir, el paralelismo Eva-María implica la
1.º) Maternidad divina. La primera predica- afirmación de una coherente economía di-
ción cristiana se centró en la afirmación de vina de la salvación basada en la capitali-
Cristo muerto y resucitado (cf. Hch 2,22- dad de Adán y Cristo y en la centralidad de
24). Pero desde el principio de la propaga- cada uno en la obra que realiza. Se trata de
ción del Evangelio, debido a una visión es- un paralelismo que servirá de hilo conductor
piritualista de la persona de Cristo, se ne- a la más rica y constante teología mariana
gó su verdadera humanidad. Así ha sucedido de los Padres.
con las doctrinas docetas y gnósticas, que, Los estudiosos suelen designar principio
al sostener la radical maldad de la materia, de recirculación a esta reflexión teológica
rechazaban la encarnación. Los Padres apos- de que entre la caída y su reparación exis-
tólicos y apologistas, para defender la rea- te un paralelismo antitético se trata de que
lidad humana de Jesús, explican su origen la humanidad en el Nuevo Adán desande el
davídico y su nacimiento de María: Jesús camino erróneamente andado por el primer
procede de María como un hijo de su ma- Adán . Este «principio de recirculación» en-
dre y a través de Ella se cumplen en Él las cuentra su primera formulación en san Jus-
profecías. tino y es clave en el pensamiento de san
En esos tiempos lo que se debatía era la Ireneo y algo después en Tertuliano. A la
humanidad de Cristo, no su divinidad. Por luz de este principio se hace patente cómo
ello, estos Padres sostienen enérgicamente la mariología, desde sus comienzos, ha te-
que María es Madre de Jesús, porque el Ver- nido una orientación cristocéntrica y ha es-
bo se ha encarnado en sus entrañas. tado estrechamente relacionada con la con-
Según el historiador Sócrates, Orígenes sideración del papel de María en la historia
es el primero que utilizó para María el títu- de la salvación.
lo de Theotókos. Aunque no se encuentra El paralelismo Eva-María se seguirá repi-
esta expresión con certeza en los escritos tiendo en una maravillosa coincidencia teo-
que ahora conocemos, sí la llama «Madre lógica a lo largo de los siglos IV y V. Las lí-
del Señor», porque ha llevado en su seno neas fundamentales de este paralelismo son
al Hijo de Dios (Homiliae VII, VIII, IX: PG las ya esbozadas por san Justino. La poste-
13, 1817, 1821, 1822). Hay constancia, por rior exégesis y la predicación (san Epifanio,
la oración Sub tuum praesidium, de que des- san Efrén, san Ambrosio, san Agustín, etc.)
de finales del siglo III se utilizaba la expre- irán profundizando cada vez más en su sig-
sión Theotókos. A partir del siglo IV este tí- nificado soteriológico y en la analogía que
tulo se convierte en la denominación usual guarda también con la relación María-Iglesia.
de María (cf. Alejandro de Alejandría, san En cualquier caso, es evidente que con
Atanasio, Eusebio de Cesarea, san Basilio, el paralelismo Eva-María la consideración
san Cirilo de Jerusalén, san Gregorio Na- teológica se adentra cada vez con mayor ri-
cianceno, etc.). queza por caminos de afirmación clara de
622 MARÍA
sa donde el afecto filial mariano prende con remonta al año 225 (la Traditio Apostolica
intensidad y en las oraciones de los fieles de Pseudo-Hipólito).y que en las fiestas del
se recurre continuamente hacia María co- Señor Encarnación, Natividad, Epifanía,
mo «verdadera madre», «madre de todos», etc. se honraba también a su Madre.
«madre y modelo», etc. A partir del Edicto de Milán (313), con la
4.º) La mediación de María. Junto a la libertad religiosa, la liturgia cristiana se desa-
plena santidad de María los Padres van ex- rrolla enormemente. Además, cambia la for-
plicando la función de la Virgen en la obra de ma de compromiso con la fe. Si hasta en-
su Hijo, en orden a la redención del género tonces el martirio había sido la forma de
humano. Esta función la muestran, como confesar la fe cristiana, la nueva situación
hemos visto, en el paralelismo Eva-María y de paz origina un modo nuevo de profesar la
también de una manera directa describien- vida cristiana: una vida ascética radical, don-
do la misión social de la Madre de Dios. de la virginidad se presenta como la expre-
A partir del siglo V se va explicitando esa sión más adecuada de ese compromiso. El
función mediadora y se afirma que María es pueblo cristiano vuelve sus ojos a María co-
«el único puente entre Dios y los hombres», mo paradigma de ese testimonio. Es san
y también que Ella «ofrece la oblación por Ambrosio quien propone a la Virgen como
todo el género humano». Es san Pedro Cri- modelo y arquetipo de vida para las vírgenes
sólogo quien aporta, en este siglo, las for- cristianas.
mulaciones más claras sobre la necesidad Entre los años 370-380 se instituyó en
de la mediación mariana: «Sin María la Antioquía la primera festividad mariana, de-
muerte no puede ser destruida, ni puede nominada indistintamente «Memoria de la
conquistarse la vida» (PL 52,380). Madre de Dios», o «Fiesta de la Santísima
Quizá sea san Germán de Constantino- Virgen», o «Fiesta de la gloriosa Madre».
pla quien en el siglo VII ha desarrollado más Está documentado que después del Con-
ampliamente la doctrina de la mediación, cilio de Éfeso se celebraba en Jerusalén una
fundamentándola en la maternidad divina fiesta mariana llamada Kathisma o reposo
y en su cooperación en la obra de Cristo (PG de la Madre de Dios. Con el tiempo esta ce-
98,349). También diversos Padres de esta lebración se desdobló en diversas fiestas
época se fijan en este privilegio mariano marianas, donde se conmemoran los dife-
(Andrés de Creta, Juan Damasceno, etc.), rentes eventos de la vida de María.
aunque su desarrollo pleno se realice en la A mediados del siglo V, se celebraba en
Alta Edad Media a partir de Juan el Geóme- Jerusalén la Natividad de María, el día 8 de
tra (siglo X). septiembre, tomando pie del relato del apó-
5.º) El culto mariano en la patrística. En crifo De ortu Virginis, que ponía la concep-
los tres primeros siglos sólo pueden reco- ción de Ana a primeros de mayo y afirmaba
gerse testimonios indirectos del culto ma- que María nació después de cuatro meses
riano, porque la veneración a María está in- de gestación. Esta fiesta pasó a Roma en el
cluida fundamentalmente dentro del culto siglo VII y el papa Sergio I le otorgó espe-
a su Hijo. Entre esos testimonios se en- cial solemnidad.
cuentran algunos restos arqueológicos en A principios del siglo VI, probablemente
las catacumbas, que demuestran la vene- en Jerusalén, se conmemoraba la fiesta de
ración que los primeros cristianos tuvieron la Asunción, consecuencia del influjo del
por María. apócrifo De transitu Virginis, y se fijó su fe-
En la liturgia eucarística hay datos fide- cha el 15 de agosto.
dignos mostrando que la mención venera- En el siglo VII sabemos que se celebraba
tiva de María en la plegaria eucarística se el día 9 de diciembre en muchos monaste-
MARÍA 625
nuevo corte, de autores como R. Laurentin, es fecundada por la fuerza del Espíritu (Mt
C. Pozo, J. Galot, S. de Fiores, A. Ziegenaus, 1,18; Lc 1,35), se deja invadir plenamente
J.L. Bastero de Eleizalde, D. Bertetto, F. por Él hasta ser transparencia de su amor
Courth, B. Forte, J.C.R. García Paredes, C.I. y a este mismo Espíritu ora y espera, uni-
González, M. Ponce, A.M. Calero, etc. Cier- da a los apóstoles, para que también fe-
tamente era necesaria una renovación y una cunde y vivifique a la Iglesia (Hch 1,14). La
recuperación, ya que con frecuencia los es- relación de María con la Iglesia, que surge de
tudios teológicos sobre María estaban, por la relación anterior, está expresada clara-
una parte, ligados a una concepción de los mente por Juan Pablo II: «María pertenece
privilegios marianos sin un apoyo escriturís- indisolublemente al misterio de Cristo, y per-
tico y patrístico suficiente y, por otra, mez- tenece, además, al misterio de la Iglesia
clados con una visión piadosa como contra- desde el comienzo, desde el día de su na-
punto a una teología en exceso racional, y cimiento» (RM 27).
que era como la comida devota asequible También la mariología subraya hoy el as-
para el pueblo sencillo. La mariología actual pecto de la Virgen como mujer que vive su
ha procurado fundamentarse en las fuentes concreta y personal historia dentro de su
bíblicas, patrísticas y litúrgicas; ha situado pueblo. En el contexto del feminismo actual,
a la Virgen en el contexto de la historia de la figura de la Madre de Dios a veces en-
la salvación y en el interior del misterio de cuentra dificultades de comprensión, pero
la Iglesia y a la luz del misterio trinitario; ha Pablo VI aclaró, en su Encíclica Marialis cul-
subrayado el aspecto de inculturación y ha tus, que su valor de signo no estriba en «el
tenido en cuenta la cuestión del ecumenismo. tipo de vida que ella llevó y, tanto menos,
La relación estrecha de Nuestra Señora por el ambiente socio-cultural en que se
con el Dios Uno y Trino da sentido a todo el desarrolló, sino porque en sus condiciones
misterio de María: a su maternidad divina, a concretas de vida ella se adhirió total y res-
su virginidad perpetua, a su concepción in- ponsablemente a la voluntad de Dios; por-
maculada, a su asunción en cuerpo y alma que acogió la palabra y la puso en práctica;
en los cielos, y a la estructura de su propia porque su acción estuvo animada por la ca-
personalidad de creyente. La Virgen Madre, ridad y por el espíritu de servicio; es decir,
porque Dios así lo quiso, hizo posible que el porque fue la primera y más perfecta discí-
Verbo se encarnase, lo cual significó el des- pula de Cristo: lo cual tiene valor universal
velamiento del misterio trinitario y la ilumi- y permanente» (MC 35).
nación del misterio de nuestra Señora. De La mariología actual es también sensible
hecho, textos mariológicos fundamentales al ecumenismo, consciente de que «el diá-
del Nuevo Testamento tienen una estructu- logo ecuménico sobre la Virgen María es, en
ra trinitaria, como el de la carta a los Gála- definitiva, un lugar ciertamente apropiado
tas (4,4-6). Por otra parte, la fe eclesial con- de verificación de nuestros desacuerdos doc-
fiesa que nuestra Señora es Hija predilecta trinales, como es ciertamente un lugar no
del Padre, elegida desde toda la eternidad menos apropiado para lanzar una mirada
(LG 53) y, por eso, con relación al Padre, autocrítica sobre nuestros respectivos com-
María tiene ante todo un vínculo filial, que portamientos eclesiales en relación con la
Ella vivió en obediencia plena a su palabra y madre del Señor» (Grupo de Dombes, Ma-
aceptando incondicionalmente su voluntad ría en el designio de Dios y la comunión de
(Lc 1,38). También proclama a nuestra Se- los santos, Salamanca 2001, 65). Los pa-
ñora como Madre del Hijo encarnado y Co- sos dados en ambos campos auguran un
operadora con Él en el misterio de la re- horizonte esperanzador, porque una genui-
dención. Por último, María la tierra virgen na devoción compartida a la Madre del Se-
MARÍA 627
ñor será motor que propicie la unidad en su de un Hijo que, desde el primer momento
Hijo Jesucristo. de su concepción, es ya Dios. Los santos
Padres enseñan el misterio de la materni-
2. Los dogmas marianos dad de María, fundándose en la doctrina bí-
A nuestra Señora hay que considerarla den- blica y aclarando las dificultades planteadas
tro un proceso vital de elección y donación al hilo del desarrollo histórico: es maternidad
de gracias por parte de Dios y de continua verdadera, es decir, que el Verbo asume la
respuesta amorosa de Ella, y dentro de es- carne verdaderamente de María; virginal, o
te proceso hemos de insertar los hechos sea, que Cristo no tuvo padre humano sino
dogmáticos puntuales, para no limitar su vi- que fue engendrado por obra del Espíritu
da entera a los grandes temas mariológi- Santo, y divina, es decir, que es verdadera-
cos: maternidad verdadera, divina y virgi- mente Madre del Verbo Encarnado (la Theo-
nal, concepción inmaculada, asunta a los tókos). En este epígrafe nos fijamos en la
cielos y cooperación a la redención. Para verdadera y divina maternidad de María.
comprender en su verdadera dimensión es- Dos cuestiones preocupaban a los Padres
tos dogmas marianos se requiere situarlos de la Iglesia, quienes, ante los docetas y
en el interior del misterio de Cristo, es decir, gnósticos, defendieron que Jesús era en ver-
en el proyecto salvador del Padre, que quie- dad hombre en cuanto engendrado y na-
re reconciliar y recapitular todo en Cristo y cido verdaderamente de una mujer y Dios.
por Cristo, mediante la acción del Espíritu Los gnósticos rechazaban la encarnación del
Santo. Por eso, el Padre eligió a María para Hijo de Dios o porque Jesús no era verda-
cooperar en su proyecto salvador, cuando deramente Dios, o porque Jesús no era ver-
decidió salvar al hombre mediante la en- daderamente el fruto del seno de María. Es-
carnación del Verbo. Entre todos los hom- tas herejías ponían en duda la verdadera
bres María es la especialmente elegida, por- humanidad de Nuestro Señor Jesucristo. Por
que fue escogida para ser la Madre del Ver- eso, los más antiguos credos, de acuerdo
bo Encarnado el Redentor y llamada, por con la doctrina de la Escritura, confiesan que
ello, a una santidad que supera la de todos quien es el Hijo de Dios, ha nacido de María.
los ángeles y santos. Escribe a este propó- Así el símbolo niceno del año 325 al procla-
sito Juan Pablo II: «En el misterio de Cristo mar del Hijo de Dios «que por nosotros los
María está presente ya “antes de la crea- hombres y por nuestra salvación descendió
ción del mundo” como aquélla que el Padre y se encarnó, se hizo hombre» y el del Con-
“ha elegido” como Madre de su Hijo en la cilio I de Constantinopla del año 381 añade
Encarnación, y junto con el Padre la ha ele- un dato tradicional en la Iglesia: «... se en-
gido el Hijo, confiándola eternamente al Es- carnó por obra del Espíritu Santo y de María
píritu de santidad. María está unida a Cris- la Virgen». Pero fue el Concilio de Éfeso (año
to de un modo totalmente especial y ex- 431) en el que se definió la maternidad di-
cepcional, e igualmente es amada en este vina de María frente a Nestorio, que sólo
“Amado” eternamente, en este Hijo con- quería llamarla «Madre de Cristo». El texto
sustancial al Padre, en el que se concreta del Concilio enseña que «no nació primera-
toda “la gloria de la gracia”» (RM 8). mente un hombre vulgar de la santa Virgen
y luego descendió sobre él el Verbo»; sino
a) La maternidad verdadera y divina que, por el contrario, el Verbo, «unido des-
de María de el seno materno, se dice que se some-
El dogma de la maternidad divina tema tió a nacimiento carnal, como quien hace
central de toda la mariología ha de enten- suyo el nacimiento de la misma carne»; el
derse en sentido propio, en cuanto madre término de la generación es el Verbo, «que
628 MARÍA
obra del Espíritu Santo. Los Padres ven en tegoría de exégeta y que hoy vuelven a re-
la concepción virginal el signo de que es ver- petirse.
daderamente el Hijo de Dios el que ha ve-
nido en una humanidad como la nuestra» c) María, la primera elegida en Cristo
(CCE 496). De acuerdo con estas últimas Tanto el dogma de la inmaculada concep-
palabras hemos de tener en cuenta que el ción como el de la asunción de María a los
hecho de la concepción virginal atañe pri- cielos significan para María la participación
mariamente al misterio de Cristo: si Jesús suprema en el misterio de Cristo, y por eso
no tiene padre biológico es porque su único los unimos en un mismo epígrafe. La parti-
padre es el Padre celestial, la primera Per- cipación especialísima de María en los frutos
sona de la Trinidad. Por otra parte, al decir de la victoria de Cristo sobre el pecado (in-
que María concibió por obra del Espíritu San- maculada concepción) y sobre la muerte
to, entendemos que ha suplido, de modo (asunción a los cielos en cuerpo y alma) tie-
evidentemente espiritual y trascendente, el ne su razón de ser en que fue elegida para
papel del hombre en las otras generaciones ser la Madre del Salvador y, por tanto, en
humanas. Esta verdad de fe deja constan- su asociación absolutamente única al Re-
cia de que no es María quien hace de Cristo dentor así como en su respuesta en santidad
su Hijo, sino que es el Verbo quien la esco- a lo largo de toda su vida. Sólo Ella realiza
ge como su Madre. Por eso, Ella aparece co- en plenitud las palabras paulinas: «Porque la
mo la que recibe, aunque activamente, la ley del espíritu que da la vida en Cristo Je-
iniciativa de Dios de encarnarse en su seno. sús te liberó de la ley del pecado y de la
La respuesta a las dificultades planteadas muerte» (Rm 8,2). La Iglesia ha definido
también en el campo católico sobre esta los dos momentos fundamentales de su ple-
verdad, han sido objeto de numerosos es- na identificación con Cristo. A ellos se refie-
tudios (cf. G.L. Müller, Nato dalla Vergine Ma- re el Vaticano II, cuando dice que «en Ella,
ria. Interpretazione teologica, Brescia 1994). la Iglesia admira y ensalza el fruto más es-
2.º) Parto virginal y permanencia de Ma- pléndido de la Redención y la contempla go-
ría en la virginidad. La Iglesia en la expresión zosamente, como una purísima imagen de lo
siempre virgen incluye el parto y la fe de que ella misma, toda entera, ansía y espe-
que María permaneció virgen durante toda ra ser» (SC 103). Entre esos dos puntos
su vida, dedicada exclusivamente a su Hijo cumbres se desarrolla toda una vida de con-
y a los hermanos de su Hijo, los cristianos. formación de nuestra Señora a la voluntad
Cuando el Evangelio habla de los hermanos de Dios, vivida en fe, en un diálogo con el
de Jesús pero nunca hijos de María hay Señor, es decir, en una respuesta fidelísima
que traducir los parientes de Jesús, porque al don amoroso del Padre. Los teólogos su-
la acepción del término «hermano» es mu- brayan que María en toda su vida no come-
cho más amplia que en nuestras lenguas tió pecado alguno, viéndose libre de la ma-
modernas, de modo que, además de signi- la inclinación nacida de la concupiscencia,
ficar hijos de un mismo padre, incluye las y esta verdad comporta también el aspecto
acepciones de primo, sobrino o cuñado, pa- positivo: la entrega decidida para vivir en
ra las que no tenían un término específico, todo la voluntad de Dios. La santidad exi-
a menos que hicieran un circunloquio. Así mia de María, iniciada en la concepción in-
lo entiende y lo entendió la Iglesia. Testigo maculada, significaba el pórtico convenien-
cualificado es san Jerónimo, que respondió te y aun necesario, para que Ella pudiera
a las dificultades bíblicas planteadas (Sobre dar una respuesta incondicionada a la pa-
la perpetua virginidad de la Bienaventura- labra del ángel, que le transmitía el proyec-
da Virgen María contra Elvidio) desde su ca- to salvador de Dios.
630 MARÍA
La definición de ambos dogmas tuvo lu- narse. Los Padres griegos darán a María el tí-
gar al término de una larga historia, en la tulo de Panhagía, la toda santa. Pero fue el
cual la piedad popular, la celebración litúrgica beato franciscano Duns Scoto quien supo
y la reflexión teológica se entrelazaron es- responder a la gran dificultad que se plan-
trechamente. En determinados momentos teaba de coordinar esta doctrina con la cla-
precedió la reflexión teológica, pero la ma- ra enseñanza paulina de la universalidad de
yoría de las veces ha acompañado a ve- la redención de Cristo, pues si María había si-
ces críticamente o ha seguido detrás de do concebida sin pecado original, Cristo no
los caminos propios de la piedad y de la de- habría sido su redentor. Este problema apa-
voción populares. rentemente insoluble hizo que santos de la
1.º) Inmaculada Concepción. El 8 de di- talla de Agustín de Hipona a pesar de ser
ciembre de 1854 Pío IX, en su Bula Ineffa- acusado por el pelagiano Julián de Eclana ,
bilis Deus, definía «que la beatísima Virgen Bernardo de Claraval o el propio Tomás de
María fue preservada inmune de toda man- Aquino no aceptaran este privilegio mariano.
cha de la culpa original en el primer instan- Sin embargo el beato franciscano sostuvo
te de su concepción por singular gracia de que Cristo no sólo fue el Redentor de Ma-
Dios omnipotente, en atención a los méri- ría, sino que ejerció esta función de una ma-
tos de Cristo, Jesús Salvador del género hu- nera más extraordinaria, porque la liberó de
mano, está revelada por Dios». Como pun- caer en el pecado original, es decir, la pre-
to de apoyo de la doctrina de la Sagrada Es- servó de incurrir en el pecado. Por ello el
critura el Papa recordaba la lucha que había privilegio de la concepción inmaculada no
de sostener la Mujer y su descendencia con- implica una oposición a la redención uni-
tra el demonio (Gn 3,15) y las palabras lle- versal de Cristo, sino que manifiesta que
na de gracia del saludo angélico. María ha sido redimida de un modo más su-
Poco a poco esta verdad mariana se fue blime, al ser preservada de caer en el pe-
abriendo camino a partir del paralelismo an- cado original (cf. Opus Oxoniense III, d. 3,
titético Eva-María, presentado por primera q.1). Algunas teorías actuales sobre el pe-
vez por san Justino y formulado con sor- cado original ponen en peligro esta verdad
prendente profundidad por san Ireneo: «Y dogmática.
porque en María se recapitula Eva, puede En favor o en contra de la tesis escotista
la virgen María desatar con su obediencia no militaron sólo teólogos aislados, sino fa-
la desobediencia de la virgen Eva. Por con- milias enteras religiosas distinguiéndose,
siguiente, la virgen María es hallada obe- sobre todo, los franciscanos (inmaculistas) y
diente cuando dice: He aquí la esclava [...]; los dominicos (maculistas) , lo cual influyó
Eva sin embargo, desobediente, pues no para que, de hecho, la controversia no si-
obedeció cuando aún era virgen» (Contra guiera las leyes del entendimiento sino las
las herejías III, 22, 4). Muy gráfica es la razones del corazón, ofuscando a veces cla-
comparación que establece san Cirilo de Ale- ramente las razones del diálogo. Las dispu-
jandría: «¿Quién oyó nunca que el arqui- tas llegaron al pueblo llano y en la España
tecto, cuando edifica una casa para él mis- del XVII, a partir de Sevilla, esta verdad ma-
mo, cede primero a su enemigo la ocupa- riana cobró una gran fuerza y el pueblo cris-
ción y habitación de ella?» (Homilía IV contra tiano y las instituciones hicieron causa co-
Nestorio). La fuerza del argumento estriba mún, llegando incluso a hacerse el voto de
en que es en realidad la santidad de Dios la derramar la sangre en su defensa.
que reclama la santidad absoluta de María, La definición de Pío IX fue precedida de
porque con mayor realidad que en el templo una consulta a todos los obispos de la Iglesia,
o el arca se hará presente en Ella al encar- a la que respondieron de forma positiva. La
MARÍA 631
bula definitoria insiste en la liberación del pe- poral. Desde el principio se multiplican los
cado: María, desde el primer instante de su relatos populares, que narran esa glorifica-
concepción, fue preservada del pecado ori- ción de María en el cuerpo con una devota
ginal, y esta gracia singular le fue concedida imaginación (cf. G. Aranda Pérez, Dormición
por los méritos de Jesucristo. Ésta es exac- de la Virgen. Relatos de la tradición copta,
tamente la doctrina revelada por Dios. Este Madrid 1995). Muy pronto se introdujo en
dogma puede y debe ser leído en sentido po- Jerusalén la fiesta de la Dormición de nues-
sitivo y entonces proclama que María desde tra Señora el día 15 de agosto y, de allí, se
el primer instante recibió la plenitud de gra- extendió a otros muchos lugares.
cia, título que el ángel le dio al saludarla. Si la En las homilías predicadas en esta fies-
vocación de todo cristiano es la santidad, lle- ta encontramos su significado y así san Ger-
gar a ser hijo en el Hijo, liberado de la escla- mán de Constantinopla († 733), en un bello
vitud del pecado y sus consecuencias para sermón, dice: «Tú, como fue escrito, apa-
vivir la libertad de la filiación, María fue la reces en belleza, y tu cuerpo virginal es to-
primera y única que vivió en sí misma esta do santo, todo casto, todo domicilio de Dios;
experiencia, porque, como criatura absolu- así también por esto es preciso que sea in-
tamente llena de la gracia del Espíritu Santo mune de resolverse en polvo; sino que de-
desde su concepción inmaculada, participó be ser transformado, en cuanto humano,
plenamente de la vida divina trinitaria hasta hasta convertirse en incorruptible; y debe
ser la Hija predilecta del Padre. ser vivo, gloriosísimo, incólume y dotado de
2.º) La Asunción de María a los cielos. la plenitud de la vida» (Homilía en la Dor-
Pío XII en la Constitución apostólica Munifi- mición de la Madre de Dios). Para los pa-
centissimus Deus definió solemnemente, el dres la asunción de María a los cielos en
1 de noviembre de 1950, «ser dogma divi- cuerpo y alma es fruto del amor de Jesu-
namente revelado que la Inmaculada Ma- cristo a su Madre, de la que tomó su pro-
dre de Dios, siempre Virgen María, termi- pio cuerpo, y de la unión de María con Cris-
nado el curso de su vida terrestre, fue asun- to en la obra salvadora, lo cual implica tam-
ta a la gloria celestial en cuerpo y alma». El bién la unión en la victoria sobre el pecado
Concilio Vaticano II presenta la Asunción de y la muerte. También aducen el hecho de la
María a los cielos como el último capítulo de virginidad de María para concluir la conve-
su vida santificada (LG 59), y como imagen niencia de la asunción, ya que si su carne
y comienzo de la Iglesia de los resucitados no fue corrompida ni con la concepción ni
(LG 68). Por eso la Virgen brilla como un con el parto, no debe estar sometida a la
signo de segura esperanza para el pueblo corrupción del sepulcro. En estas homilías
de Dios, que camina hacia el encuentro de- se une con frecuencia a la asunción de Ma-
finitivo con el Señor. Los Padres desde el si- ría el título de Reina, cuyo fundamento teo-
glo II establecieron una especial unión de lógico expone con claridad Pío XII en su En-
María con Cristo en la lucha contra el dia- cíclica Ad coeli Reginam. La teología me-
blo, lucha que, según el Protoevangelio (Gn dieval tiene un buen defensor de la asunción
3,15), había de culminar con la victoria to- de María en un escritor del siglo IX, el Pseu-
tal y definitiva sobre el demonio, es decir do-Agustín cuya autoridad reconoce san-
según san Pablo , con una victoria absoluta to Tomás , quien acude a la omnipotencia
sobre el pecado y la muerte. María, que par- de Cristo, a la virginidad de María; reta a
ticipa de la victoria de Cristo sobre el peca- que alguno se atreva a probar lo contrario,
do en su inmaculada concepción, se asimi- y concluye: «... temo afirmar que aquel
la también a Cristo en su victoria sobre la cuerpo santísimo, del que Cristo toma su
muerte mediante su plena glorificación cor- carne […], debía tener la misma suerte que
632 MARÍA
todos» (De Assumptione Beatae Mariae Vir- la muerte entró en el mundo. María, en cam-
ginis [PL 40,1141-1148]). Hacia 1400 Baldo bio, fue causa de vida porque a través de
de Ubaldi tiene como «próxima a la here- ella la vida llegó a nosotros» (Adversus hae-
jía» la doctrina que negare la asunción, da- reses III, 78,17). A Ella le llaman los Padres
da la solemnidad con que se celebra su fies- «Madre de misericordia» y «Madre de sal-
ta. Y a partir de entonces se impone salvo vación». Ya en la Edad Media, un autor pre-
excepciones la creencia en esta doctrina senta de este modo la cooperación de María
hasta su definición, que no se lleva a cabo a la redención: «El dolor de la Madre con-
sin una previa consulta del papa Pío XII. mueve a Jesús, y entonces hay una sola vo-
La glorificación de nuestra Señora es un luntad de Cristo y de su Madre, y los dos
signo de esperanza para la Iglesia. María ofrecen un solo holocausto: Ella en la sangre
Asunta, «brilla ante el pueblo de Dios en de su corazón, Él en la sangre de su car-
marcha como señal de esperanza cierta y ne». Así María «obtiene con Cristo el efecto
de consuelo» (LG 68), es signo de confian- común por la salvación del mundo» (Arnal-
za para toda la Iglesia que peregrina hacia do de Chartres, Alabanzas a la Bienaventu-
la casa del Padre en medio de dificultades rada Virgen María).
y deserciones, luchando contra el pecado y El Concilio Vaticano II enseña que la co-
la muerte y avivando en los fieles el deseo operación de María a la salvación de los
de los bienes del Reino, cuya posesión ple- hombres no es un hecho casual sino pre-
na obtendrán por la resurrección. La antro- visto y predestinado por Dios desde toda la
pología cristiana brilla en María en su ca- eternidad junto al mismo hecho de la en-
racterística de confianza y de esperanza en carnación del Verbo (LG 61). Esta asocia-
el destino del hombre y en sus posibilida- ción no se limita a momentos puntuales, si-
des, precisamente como fe en el amor infi- no que se extiende a todos los pasos de la
nito del Dios Creador y Redentor, cerrando la vida del Señor, «desde el momento de la
puerta a determinados pesimismos surgi- concepción virginal de Cristo hasta su muer-
dos en algunos ambientes teológicos. te» (LG 57), momento que destaca espe-
cialmente: «Allí, por voluntad de Dios, es-
3. María asociada a la obra redentora tuvo de pie, se condolió intensamente con su
La Iglesia no ha definido la cooperación de Hijo y se asoció a su sacrificio con corazón
María a la obra redentora de su Hijo, sin em- de Madre que, llena de amor, consintió a la
bargo, la encontramos desde el principio en inmolación de su Hijo como víctima engen-
los textos de la Escritura, en el Credo y en drada por Ella misma» (LG 58). Deja claro el
los escritos de los Padres. Para expresar es- Concilio que «la misión maternal de María
ta participación los teólogos utilizan diver- para con los hombres de ninguna manera
sos títulos, entre los que destacan los de disminuye o hace sombra a la única media-
Mediadora, Corredentora y Maternidad es- ción de Cristo, sino que manifiesta su efica-
piritual. El papa Juan Pablo II acude espe- cia», ya que «brota de la sobreabundancia
cialmente al de Mediadora en su Encíclica de los méritos de Cristo, se apoya en su me-
Redemptoris Mater, subrayando el matiz diación, depende totalmente de ella y de la
maternal, con lo cual une los dos títulos de misma saca toda su eficacia; favorece, y de
Mediadora y de Maternidad espiritual. ninguna manera impide, la unión inmediata
Especialmente significativa es la tempra- de los creyentes con Cristo» (LG 60). Ma-
na doctrina de los Padres acerca de la rela- ría sigue ejerciendo esta mediación desde
ción entre Eva y María, que san Ireneo ex- el cielo para todos sus hijos. Pablo VI, rati-
plica: «Eva se convirtió para los hombres ficando esta mediación materna, dio a Ma-
en causa de muerte porque a través de ella ría el título de «Madre de la Iglesia», es de-
MARÍA 633
cir, Madre de todo el pueblo de Dios, tanto tas en honor de la Señora en Jerusalén y
de los fieles laicos, como de los pastores. Constantinopla y se propagarán a otros cen-
tros orientales y occidentales. Esta piedad
4. El culto y la piedad mariana mariana florece en la Edad Media en cate-
Según Pablo VI «la piedad de la Iglesia hacia drales, monasterios y santuarios dedicados
la Santísima Virgen es un elemento intrínse- a la Virgen por toda la geografía cristiana y
co del culto cristiano» (MC 56). El culto cier- surge el fenómeno de las peregrinaciones a
tamente se dirige siempre, en última instan- dichos santuarios, como el de Rocamadour.
cia, a la Santísima Trinidad y celebra en todo La espiritualidad mariana se manifiesta con
el año litúrgico el misterio salvador realiza- un tinte especial en la consagración a María,
do por Cristo, pero al ocupar la Señora un que encontramos en la expresión de san Il-
puesto eminente en esta acción salvadora, defonso de Toledo, Siervo de la esclava de
también ha de tenerlo en los actos cultuales. mi Señor y que culminará en la fórmula de
Por otra parte, Juan Pablo II habla de «la ne- Juan Pablo II, Totus tuus, ya utilizada por
cesidad de una inserción de la «dimensión san Luis María Grignon de Monfort como con-
mariana» en la única espiritualidad cristiana, sagración a Jesucristo por medio de María
porque ella enraíza en la voluntad de Cristo» (Tratado de la Verdadera Devoción a la San-
(Alocución a la Facultad teológica del Maria- tísima Virgen María).
num de Roma, 10.XII.1988). «Si queremos ser cristianos dice Pablo
Los evangelios recogen la piedad de los VI , debemos ser marianos, es decir, de-
primeros cristianos a nuestra Señora, ex- bemos reconocer el vínculo esencial, vital,
presada en el título significativo «Madre de providencial que une a la Virgen con Jesús
Jesús» y en la frase del Magnificat «Me lla- y que nos abre el camino que a Él condu-
marán bienaventurada todas las generacio- ce» (Homilía en el Santuario de Ntra. Sra.
nes», que resultaría incongruente, si ya no de Bonaria, en 24.IV.1970). Juan Pablo II
la estuviera ensalzando aquella primera ge- constata que la aserción de Pablo VI ha lle-
neración. También apoyan esta tesis las ex- gado a ser una auténtica vivencia: «La di-
presiones de su prima Isabel al llamarla «Ma- mensión mariana de la Iglesia constituye
dre de mi Señor», y «la creyente». Ya dentro así un elemento innegable en la experien-
del periodo patrístico, pronto aparece la him- cia del pueblo cristiano» (Audiencia general,
nografía dedicada a María, que culmina en 15.XI.1995). El Concilio Vaticano II y la Ex-
el himno oriental Akathistos, y aquella pre- hortación apostólica Marialis cultus de Pablo
ciosa oración Bajo tu amparo, nacida en Egip- VI dan como razón del culto y devoción ma-
to en los últimos decenios del siglo III, cuan- rianos la dignidad de la maternidad divina y
do la comunidad cristiana padece aún la per- su cooperación al misterio redentor e in-
secución en razón de su fe. Especial mención sisten en que han de ser profundos y con-
merecen algunas antífonas marianas y la Sal- secuentes con las exigencias cristianas. Es-
ve Regina, atribuida a Pedro de Mezonzo, ta piedad mariana debe ser tal que evite
obispo de Santiago de Compostela, del siglo «tanto la exageración de contenidos y de
XI. El Ave María es recogida en la liturgia formas que llegue a falsear la doctrina co-
oriental a finales del siglo VII, pero hasta el mo la estrechez mental que oscurece la fi-
siglo IX no se reza como oración privada en gura y la misión de María» (MC 38). Cier-
el ambiente monástico y popular. Más tarde tamente la piedad mariana está tentada de
se comenzará a rezar el Rosario, fijado hacia quedarse en lo externo y de aquí las ad-
el siglo XV y al que Juan Pablo II añadió los vertencias de los papas y del Concilio. Para
misterios luminosos (Rosarium Virginis Ma- que podamos hablar de una verdadera pie-
riae). Surgen muy tempranamente las fies- dad mariana debemos tener en cuenta: su
634 MATRIMONIO
Matrimonio
I. CONCEPTO
I. Concepto
El término «matrimonio» describe una rea-
II. El matrimonio, institución al servicio
lidad conocida por todos los pueblos y cul-
de la persona
turas, que, con formas y manifestaciones
1. La sexualidad al servicio de la vocación de
diversas en las diferentes épocas, está con-
la persona al amor
2. El matrimonio, institución para realizar la
figurada siempre por unos rasgos comunes
vocación de la persona humana al amor y permanentes. Se puede definir como «la
III. El matrimonio, sacramento de la alianza, por la que el varón y la mujer cons-
Nueva Ley tituyen entre sí un consorcio de toda la vida,
1. El simbolismo de la alianza matrimonial ordenado por su misma índole natural al
en el Antiguo Testamento bien de los cónyuges y a la generación y
2. El matrimonio como misterio o signo de la educación de la prole» (CCE 1601). Esa
comunión con Dios a la luz de la nueva alianza ha sido elevada por Cristo Nuestro
alianza Señor a la dignidad de sacramento entre
3. El matrimonio, verdadero sacramento bautizados.
4. El vínculo conyugal, representación real Como realidad histórico-cultural, el ma-
de la unión de Cristo con la Iglesia trimonio ha sido confiado a la libertad de los
IV. El matrimonio, comunidad o «unidad que se casan: de su decisión depende que,
de dos» indisoluble entre un hombre y una mujer determina-
1. La unidad de la comunidad conyugal dos, surja o no el matrimonio, y que éste
2. El matrimonio, una comunión indisoluble se viva de una u otra manera. Pero, a la vez,
3. La unidad e indisolubilidad del el matrimonio es, en cuanto tal, una insti-
matrimonio, una exigencia antropológica tución configurada por unos elementos que
V. El matrimonio, ordenado al bien de trascienden la voluntad de los contrayen-
los esposos y al bien de la vida tes; y, como al matrimonio está vinculada
1. Diversas «explicaciones» de la finalidad la humanización del hombre el fundamen-
del matrimonio to de la sociedad , se trata de una institu-
2. La integración de la doble finalidad del ción social. Se debe decir, por eso, que per-
matrimonio en la vida matrimonial de los tenece a la verdad común y permanente del
esposos
matrimonio, según viene expresada por los
MATRIMONIO 635
El ser humano, creado a imagen de Dios meros, puede y debe dar la sociedad (y la
en cuanto hombre y mujer, expresa esa ima- Iglesia) sobre la unión matrimonial.
gen de Dios a través de la comunión de per- El matrimonio responde, por su misma
sonas (que se realiza fundamentalmente por naturaleza, a una estructura ligada íntima-
medio de la «unidad de la carne»). Por eso, mente con la condición misma del ser hu-
la apertura a la fecundidad es uno de los mano, con el valor y sentido más profundo
elementos que «revelan» la verdad de la del amor y de la vida. Se basa en las es-
imagen divina en la relación hombre-mujer tructuras dadas y permanentes de la hu-
a través de la actividad sexual. manidad del hombre y de la mujer, que tras-
La imagen de Dios que llevan impresa en cienden la voluntad de los individuos y las
su ser las criaturas humanas es una ima- configuraciones culturales. «Por eso mismo
gen o «forma» que alcanza a la humanidad hay en él algo de sagrado y religioso, no ad-
del hombre y de la mujer en todas sus di- venticio, sino ingénito; no recibido de los
mensiones. Pero como la creación es obra hombres, sino radicado en la naturaleza»
de toda la Trinidad, esa imagen es la imagen (León XIII, Encíclica Arcanum divinae Sa-
de Dios Uno y Trino y, en consecuencia, en pientiae, 1880 Arcanum 11). Así lo percibe
la vida Trinitaria, de la que es imagen el ser la conciencia humana; ése es el testimonio
humano, éste encuentra el arquetipo de su de los pueblos a lo largo de las diferentes
amor y también de la generación. Dios, el épocas; y ésa es la enseñanza clara de la
amor de Dios es lo que ahora interesa re- revelación y el magisterio de la Iglesia.
calcar es doblemente fecundo: intratrini- La Escritura habla del matrimonio, como
tariamente en la misma persona del Espíri- de una realidad estable y permanente, que-
tu Santo; y extratrinitariamente en la crea- rida por Dios en «los orígenes» para ser cau-
ción. De la misma manera el amor humano ce de esa unión entre el hombre y la mujer
participa de ese profundo dinamismo e im- a la que está ordenada la diferenciación se-
plica esencialmente la fecundidad. La fe- xual en que fueron creados. Dios mismo, au-
cundidad ésa es la consecuencia es in- tor del matrimonio según proclaman cons-
trínseca a la verdad de la sexualidad como tantemente la tradición y el magisterio de la
lenguaje del amor humano en cuanto parti- Iglesia , ha configurado esa unión con unas
cipación del amor de la Trinidad. «leyes» que el hombre no puede alterar. Y
a esta misma conclusión llega también la
2. El matrimonio, institución para realizar conciencia humana. En el originarse y exis-
la vocación de la persona humana al tir de la sociedad conyugal están implicados
amor unos bienes que por su misma naturaleza
El término «institución» hace referencia, en reclaman la presencia de la institución (cf.
las relaciones interhumanas, a algo esta- Supp., q.41, a.1). Los que se casan y tam-
blecido según el orden de la justicia. La ex- bién la misma sociedad se encuentran so-
presión «institución matrimonial» viene a metidos a un «derecho divino natural» que,
designar ese conjunto de elementos per- con anterioridad a cualquier norma o for-
manentes que, por designio divino y con an- malidad establecida por la sociedad, decide
terioridad a la voluntad de los contrayen- sobre la unión del hombre y la mujer con
tes, determinan el originarse y posterior una fuerza y autoridad permanentes. Los
desarrollo de esa forma de relación entre el «elementos éticos y jurídicos» que son ne-
hombre y la mujer que se llama matrimo- cesarios, dado el carácter social del matri-
nio. Señala también el conjunto de disposi- monio y la «libertad» de los contrayentes
ciones que, como explicitación y aplicación que también es necesaria, ya que el ma-
de aquellos elementos permanentes y pri- trimonio es una forma de relación interper-
MATRIMONIO 637
sonal , han de inscribirse en el proyecto ori- (como defensa de los valores de la clase
ginario de Dios sobre el matrimonio. Y, en burguesa), siendo, en definitiva, el fruto de
consecuencia, ser respetuosos siempre con culturas ya superadas.
ese plan divino. A ello se refieren los autores
cuando dicen que el matrimonio es una ins- III. EL MATRIMONIO, SACRAMENTO
titución creacional o natural y también que DE LA NUEVA LEY
sobre el matrimonio hay un «derecho divi- La sacramentalidad del matrimonio, que só-
no», un derecho natural que es transubjeti- lo puede ser comprendida a la luz de la his-
vo, transhistórico y transjurídico. toria de la salvación, se manifiesta, en el
La «institución» no es algo extrínseco a la fondo, como una comunión de amor de Dios
verdad de la sexualidad y la libertad huma- a los hombres, cuyo elemento central es la
nas. El Concilio Vaticano II une admirable- alianza, primero entre Yahwéh e Israel (An-
mente los aspectos personales e institucio- tiguo Testamento) y después entre Cristo y
nales cuando dice: «... así, del acto huma- la Iglesia (Nuevo Testamento). Esta alian-
no por el cual los esposos se dan y se za viene expresada, en la Sagrada Escritu-
reciben mutuamente nace, ante la socie- ra, con un lenguaje y una terminología to-
dad, una institución confirmada por la ley mados frecuentemente del matrimonio y de
divina» (GS 48). «Este vínculo sagrado, en la vida matrimonial.
atención tanto al bien de los esposos y de Entre el matrimonio y la alianza de amor
la prole como de la sociedad no depende de de Dios y los hombres se da una analogía
la decisión humana» (ibid). Por encima de interior una relación e implicación mutuas ,
esa decisión hay una institución «exigida», cuya revelación tiene lugar progresivamen-
entre otros motivos, por la norma funda- te hasta llegar a su plenitud de manera de-
mental personalista según la cual la perso- finitiva con Jesucristo (cf. GS 48). Y como
na jamás puede ser tratada como medio. en toda analogía hay siempre una coinci-
En concreto así lo pide: a) el bien de los es- dencia, la doctrina de la alianza forma par-
posos; b) el bien de los hijos; y c) el bien te de la revelación de la naturaleza del ma-
de la sociedad. trimonio. Es decir, al revelar la naturaleza y
A lo largo de los siglos, sin embargo, se características del amor de Dios por los hom-
han difundido concepciones erróneas sobre bres, esa revelación sirve también para dar
el matrimonio. Como si fuera un asunto ex- a conocer la naturaleza y características del
clusivamente privado o, a lo sumo, someti- matrimonio, ya que éste es, en sí mismo,
do únicamente al arbitrio de la autoridad ci- manifestación del amor de Dios por la hu-
vil. Se deben, en el fondo, a una concep- manidad.
ción secularista de la sociedad, desvinculada
de su referencia a Dios. Ésa es la razón de 1. El simbolismo de la alianza
que «la dignidad de esta institución no bri- matrimonial en el Antiguo Testamento
lle en todas partes con el mismo esplendor, Los libros proféticos y el Cantar de los Can-
puesto que está oscurecida por la poliga- tares son los escritos más significativos del
mia, la epidemia del divorcio, el llamado Antiguo Testamento en el recurso a las me-
amor libre» (GS 47). En la actualidad, las táforas esponsalicias para describir la alian-
críticas, más que contra la necesidad de la za de amor entre Yahwéh e Israel. Dios se
institución, se dirigen contra las formas de sirve del amor matrimonial la acción pro-
plasmarse, que se argumenta no tienen fética de Oseas, la imagen del adulterio en
en cuenta suficientemente la dimensión per- Jeremías, la alegoría de Ezequiel, los can-
sonalista (la intimidad y libertad de las per- tos de Isaías, etc. para dar a conocer el
sona), o responden a ideologías represivas amor de Dios a los hombres. Y, a la vez, ese
638 MATRIMONIO
trimonio anterior no puedan casarse otra gún lo reclamaban las diferentes épocas ,
vez. Es una propiedad esencial del matri- ésa ha sido siempre la doctrina de los Pa-
monio. El amor conyugal, la condición per- dres, del magisterio, y también de la teolo-
sonal de los esposos y radical igualdad y gía. Los santos Padres son unánimes al afir-
dignidad, y el bien de los hijos exigen que la mar que la unidad es una propiedad del ma-
comunión conyugal sea exclusiva. La uni- trimonio, por lo menos tal como ha sido
dad «hunde sus raíces en el complemento restaurado por Cristo. Apoyan esta afirma-
natural que existe entre el hombre y la mu- ción fundamentalmente en la Sagrada Es-
jer» y «es el fruto y el signo de una exi- critura. De todos modos, posiblemente por-
gencia profundamente humana» (FC 19). que en aquella época la poligamia estaba
Por la elevación a sacramento, el matri- prohibida hasta por la ley civil, son escasos
monio es transformado en «imagen viva y los testimonios de los Padres sobre la unidad
real de la singularísima unidad que hace de del matrimonio. Y como argumentos más
la Iglesia el indivisible Cuerpo místico del usados son los de que la unidad: a) está
Señor Jesús» (ibid). Pero, como hace notar exigida por el designio de Dios desde el prin-
la revelación (cf. Ef 5,25-33; Os 2,21; Jr cipio (Tertuliano; san Jerónimo); b) ha sido
3,6-13; Is 45; etc.), uno de los rasgos esen- ratificada por el Señor (Clemente de Ale-
ciales y configuradores del amor de Cristo jandría; c) así lo exige el matrimonio como
por la Iglesia es la unidad indivisible, la ex- símbolo de la unión de Cristo con la Iglesia
clusividad. Cristo se entregó y ama a su (san Agustín). La intervención más signifi-
Iglesia de manera tal que se ha unido con cativa del magisterio de la Iglesia cons-
ella sola. Por eso, así como Cristo (que es tante en proclamar la doctrina de la unidad
uno) ama con fidelidad absoluta a su Iglesia del matrimonio , tiene lugar en el Concilio
(que es una), así tan sólo entre un solo de Trento, que, de manera solemne, define
hombre y una sola mujer pueden estable- que la doctrina de la unidad del matrimo-
cerse la unión y el amor conyugal. La unidad nio pertenece a la fe de la Iglesia: «Si al-
indivisible es un rasgo esencial del matri- guno dijere que es lícito a los cristianos te-
monio exigido por la realidad representada. ner a la vez varias mujeres y que no está
El sacramento del matrimonio, a la vez que prohibido por ninguna ley divina (cf. Mt
une a los esposos tan íntimamente entre sí 19,9), sea anatema» (Ses. XXIV, cn. 2: D.
que hace de los dos «una unidad», les une 1802). El Concilio Vaticano II aborda el te-
también tan estrechamente con Cristo que ma diciendo que la unidad del matrimonio
su unión es participación y por eso debe es reclamada por la naturaleza del amor
ser signo de la unidad Cristo-Iglesia. conyugal, la dignidad personal de los espo-
Para conocer la enseñanza de la Escritu- sos y el bien de los hijos (cf. GS 48).
ra sobre la unidad del matrimonio son es-
pecialmente relevantes los relatos de los orí- 2. El matrimonio, una comunión
genes sobre la creación del hombre espe- indisoluble
cialmente Gn 2,18-24 y los textos de los La unidad y la indisolubilidad son propieda-
profetas sobre el simbolismo de la alianza des diferentes. Una cosa es que la entrega
matrimonial. Y del Nuevo Testamento, los recíproca sea exclusiva, y otra, que dure pa-
textos más interesantes se encuentran en ra toda la vida. Pero se reclaman e implican
los evangelios (Mt 19,3-9; Mc 10,2-12) y mutuamente, ya que, en el fondo, no son
las cartas paulinas (1 Co 7,2-10; Rm 7,1- más que dos aspectos de la misma reali-
3; Ef 5,21-33). dad. Lo que es indisoluble no es otra cosa
Sobre la base de la Escritura si bien po- que la «unidad de los dos» (cf. Gn 2,24; Mt
niendo el acento en uno u otro aspecto, se- 19,6), es decir, la comunión conyugal en su
642 MATRIMONIO
la espiritualidad conyugal y familiar» (Alo- que cada uno de los fines o bienes tiene su
cución 10.X.1984, 3). consistencia propia (no se justifica sólo por
Lo que hace el Concilio es situar su re- estar al servicio de los demás), están, sin
flexión en un marco que permite integrar embargo, tan íntimamente relacionados que
los valores personales e institucionales: el no se pueden dar separadamente. Son, en
del amor conyugal y el de la persona (una el fondo, dimensiones de la misma finali-
perspectiva que será desarrollada más am- dad. Los conflictos que pudieran darse son
pliamente en la Encíclica Humanae vitae de sólo aparentes y subjetivos, motivados qui-
Pablo VI y en el magisterio de Juan Pablo zá por un deficiente conocimiento del de-
II). La consideración de esta unidad ocupa signio de Dios o por la dificultad en ordenar
también un lugar fundamental en Humanae las conductas de acuerdo con el plan de
vitae, si bien desde la perspectiva del sen- Dios. Si, como consecuencia del pecado de
tido y valor del acto conyugal. La Encíclica se los orígenes, forma parte de la existencia
sirve de las expresiones «orientación» y del hombre encontrar dificultad para des-
«significados», cuya unidad subraya con cubrir y vivir el designio de Dios, la conducta
fuerza: la procreación y la unión son dos as- adecuada debe consistir en esforzarse por
pectos esenciales e inseparables del acto superarla. Actuar de otro modo constituiría
conyugal. Ésta es también la línea seguida una violación de la ley de Dios.
por el Catecismo de la Iglesia Católica, que b) Los esposos han de ser conscientes de
usa indistintamente los términos «bienes» que los fines del matrimonio, en cuanto ex-
y «fines», y afirma que son unas significa- presión del proyecto divino, señalan el mo-
ciones y valores que en modo alguno se delo ético que deben seguir. Pero, por eso
pueden disociar (cf. CCE 2363). mismo, son a la vez garantía de la dona-
ción, por parte de Dios, de los auxilios ne-
2. La integración de la doble finalidad del cesarios para integrarlos en sus vidas. Uno
matrimonio en la vida matrimonial de de los efectos del sacramento del matrimo-
los esposos nio es la gracia sacramental específica para
El matrimonio está orientado a unos deter- vivir la vida matrimonial según el plan de
minados fines y entre ellos se da una rela- Dios. Desde esta perspectiva, las posibles
ción recíproca. Cosa diferente es la refle- dificultades han de constituir motivos de es-
xión teológica sobre la existencia de esos peranza para proseguir en el esfuerzo en
fines y el modo de relacionarse: algo cam- que están comprometidos.
biante y susceptible de tratamientos diver- c) La integración de los diversos fines del
sos. Se trata, sin embargo, de un tema de matrimonio en la vida y relación recíproca
importancia decisiva para la ética y espiri- de los esposos sólo es posible a través de
tualidad matrimonial: determina, en buena la virtud de la castidad. Por esta virtud, los
parte, el deber ser de las relaciones entre esposos son capaces de integrar en la uni-
los esposos a fin de que respondan al de- dad interior de su humanidad como hom-
signio de Dios sobre su matrimonio como bre o mujer los valores y significados pro-
comunidad de vida y amor. ¿Se puede «sa- pios de su matrimonio y amor conyugal. Son
crificar» alguno de ellos para alcanzar o sal- capaces de convertirse en don recíproco de
var otro o todos los demás? Sobre este pun- una manera total e ilimitada. Éste es, pre-
to, éstos son los principios doctrinales fir- cisamente, el cometido de la castidad. Una
mes para la recta solución. virtud que, siendo necesaria para todos los
a) Entre las diferentes dimensiones de la hombres, reviste, en los casados, la pecu-
finalidad inscrita en el matrimonio no puede liaridad de integrar los diversos fines del
haber contradicción objetiva alguna. Aun- matrimonio en la unidad de cada uno de
646 MINISTERIO
Ministerio
1,32), «salvará a su pueblo de los pecados» ministro debe imitar en cualquier estado de
(Mt 1,21), «entregándose a sí mismo en vida, en cualquier profesión, en cualquier
rescate por todos», como «único mediador cargo. Modelo y ayuda singular para esa
entre Dios y los hombres» (1 Tm 2,5-6; cf. imitación es la Virgen María (cf. AA 4), «la
Hb 9,15), por quien Dios quiso «reconciliar esclava del Señor» (Lc 1,38), especialmen-
consigo el universo, pacificando por él, por te en cuanto a la disponibilidad; de suerte
la sangre de su cruz», todos los seres (Col que cada cual ponga el don que ha recibi-
1,20). En cumplimiento de la voluntad del do al servicio de los demás (cf. 1 P 4,10),
Padre (cf. Jn 8,28-29), como mandatario con las adaptaciones que reclaman el tiem-
suyo, llevó a cabo su misión cultual-salvífi- po y el ambiente concretos.
ca (cf. Jn 17,4): Él es el definitivo profeta, Hay que subrayar que no existe oposi-
«testigo veraz» (Ap 1,5), sacerdote (Hb ción entre ministerio y carismas. Éstos son
7,24), rey (Jn 18,37) y juez (Mt 25,31-46), gracias especiales que el Espíritu da a cada
que, después de su ascensión, sigue ejer- uno como él quiere (cf. 1 Co 12,4-12; LG
ciendo para siempre su mediación de Pon- 12) y que capacitan y disponen para de-
tífice (leiturgos = minister) en el santuario sempeñar cargos y oficios útiles para la Igle-
celeste (cf. Hb 8,1-2). sia, en orden a la edificación armónica de
Para que, cuando Él no estuviera física- la misma (cf. Ef 4,16); provienen, pues, del
mente visible, pudiera llevarse a cabo la uni- mismo Espíritu y tienen la misma finalidad.
versal voluntad salvífica de Dios (cf. 1 Tm Todo cristiano que haya recibido algún ca-
2,4), con su plenitud de autoridad (cf. Mt risma tiene el derecho y el deber de ejerci-
28,18) quiso hacer partícipes de su minis- tarlo en beneficio de todos, en comunión
terio a quienes ejerzan algún cargo estable con los hermanos y especialmente con sus
al servicio de la misión de su Iglesia, es de- pastores (cf. AA 3).
cir, de la misma misión de Cristo, que la
Iglesia lleva a cabo, en el tiempo de la his- II. FUNCIONES Y FINALIDAD DEL MINISTERIO
toria, gracias al Espíritu Santo, quien la vi- Para apacentar el Pueblo de Dios y acre-
vifica para ello permanentemente (cf. LG 4). centarlo siempre, Cristo Señor instituyó en
El ministerio del Nuevo Testamento tie- su Iglesia diversos ministerios, ordenados
ne, pues, su origen y su prototipo en Jesu- al bien de todo el Cuerpo» (LG 18). Hay,
cristo. Los «ministros de Cristo, dispensa- pues, diversas formas de servicio eclesial,
dores de los misterios de Dios» (1 Co 4,1), algunas de las cuales (episcopado, presbi-
obran a modo de instrumentos suyos (cf. terado y diaconado) presuponen la recep-
S.Th., III, q.64, a.5); instrumentos libres, ción del sacramento del orden; una (minis-
que han de actuar fielmente, impulsados e terio petrino), la legítima elección canónica
iluminados por el Espíritu Santo y respal- (cf. CIC, c. 332); otras, la institución me-
dados por Cristo mismo, que es la causa diante un sacramental (cf. Pablo VI, Motu
principal de su actividad ministerial; de suer- proprio Ministeria quaedam, 15.VIII.1972),
te que es Cristo, mediante sus ministros, y otras incumben a todo cristiano que, por el
quien evangeliza, santifica y gobierna. La hecho de serlo, está llamado al apostolado
actividad ministerial presupone dones so- (cf. LG 5; AG 36; EN passim).
brenaturales gratuitos, entre ellos los caris- El Concilio Vaticano II agrupa estos ser-
mas, de cuya autenticidad juzgan los que vicios en torno a tres funciones básicas:
presiden la Iglesia (cf. LG 12). De ahí que, evangelización, culto divino y gobierno ecle-
cuando los actos son válidos, la fecundidad sial. Cada una reclama y de algún modo
de todo ministerio dependa de la unión del implica a las otras dos. No se contraponen
ministro con Cristo (cf. Jn 15,5), a quien el entre sí, ni caben disputas acerca de la prin-
648 MINISTERIO
cipalidad de alguna de ellas: son tres vir- renovar y perfeccionar el orden temporal
tualidades de la única misión de la Iglesia, a (cf. AA 5-7). Esto implica la promoción de
cuyo cumplimiento se ordenan, aunque, por los bienes de la vida y de la familia, de la
razones pedagógicas obvias, tenga priori- cultura, economía, artes, profesiones, ins-
dad cronológica la evangelización, que ha tituciones políticas nacionales e internacio-
de empezar por suscitar la fe, sin la cual no nales, a la luz de la verdad del Evangelio,
es posible agradar a Dios (cf. Hb 11,6); aho- de la justicia y del mandamiento del amor a
ra bien, «la fe depende del mensaje que se Dios y al prójimo (cf. Mt 22,37-40; AA 8),
oye, y ese mensaje llega a través de la pa- con vistas a suprimir las causas de los ma-
labra de Cristo» (Rm 10,17). La predicación les, no solamente los efectos de los mismos.
de esa palabra es, según Rm 15,16, una li-
turgia, esto es, ministerio. III. JERARQUIZACIÓN E INTERDEPENDENCIA DE
Por otra parte, como quiera que «todo el LOS MINISTERIOS
bien espiritual de la Iglesia se contiene en La única misión y la misma finalidad última
la Eucaristía», con ella guardan coherencia de todos los ministerios exigen una jerar-
y a ella se ordenan todos los ministerios quización orgánica de éstos y establecen su
eclesiásticos y obras de apostolado (cf. PO interdependencia. En el vértice de la pirá-
5). Desde esta perspectiva el ejercicio de la mide está el Romano Pontífice, sucesor de
triple función culmina en el servicio cultual. Pedro, vicario de Cristo en la tierra, que ejer-
Y, como es obvio, en el cuerpo de la Iglesia ce la suprema potestad sobre todos los
cada miembro ha de realizar la actividad miembros de la Iglesia; y, en primer lugar,
que le corresponde, para no caer en la anar- sobre el Colegio de los Obispos, que sucede
quía funcional (cf. 1 Co 12,12-30; Rm 12,4- al Colegio de los Apóstoles y que ejerce la
8; Ef 5,30); lo cual reclama el ejercicio de la suprema autoridad en la Iglesia de modo
función de gobierno por parte de las autori- solemne en los concilios ecuménicos o cuan-
dades eclesiales: en toda la Iglesia, la del do el Papa llama a todos los obispos a una
Romano Pontífice, sucesor de Pedro, y, en acción colegial, o la aprueba o la acepta li-
comunión con él, la del Colegio de los Obis- bremente. Siempre en comunión con el Pa-
pos, sucesor del Colegio de los Apóstoles; pa, cada obispo, con la plenitud del sacer-
en cada iglesia particular, la de cada obis- docio recibida sacramentalmente en su or-
po, con quien colaboran el clero diocesano, denación, ya esté al frente de una iglesia
los religiosos y miembros de institutos de particular, de una prelatura personal o de
vida consagrada, según su carisma propio, una tarea específica que le haya sido con-
y los laicos (cf. CD 1-4, 11, 27-30, 33-35). fiada por el Papa, ejerce su potestad pas-
La finalidad última de todo ministerio es toral a ejemplo del Buen Pastor y contribu-
la misma de Cristo ministro: la glorificación ye a la edificación del Cuerpo de Cristo (cf.
de Dios mediante la salvación de los hom- LG 24-27; CD; CIC, cc. 294-297).
bres. A este fin tienden no sólo la actividad Juntamente con los obispos comparten
específica de las autoridades eclesiales y la el honor del sacerdocio, en grado subordi-
de los que cooperan con ellas directamente nado al ministerio episcopal, los presbíte-
en la evangelización y santificación de los ros, próvidos cooperadores de los obispos
hombres, sino también la de los laicos que, en el servicio al Pueblo de Dios. Forman en
cada uno según sus cualidades y formación, cada diócesis un solo presbiterio, cuya ca-
en cuanto fieles y en cuanto ciudadanos, beza es el obispo, de quien son colabora-
trabajan para aclarar, difundir y aplicar los dores y consejeros necesarios; y, unidos en
principios cristianos a los problemas socia- íntima fraternidad sacramental, son heral-
les y políticos, con la finalidad inmediata de dos del Evangelio y pastores de la Iglesia
MINISTERIO 649
en la actividad parroquial o en otros cargos, rado orden mayor; se requerían como gra-
como testigos y dispensadores de una vida dos clericales, previo el rito de la tonsura,
distinta de la terrena, unidos a su obispo para recibir el diaconado. Varias de las fun-
con sincera caridad y obediencia (cf. LG 28; ciones que tuvieron en la Antigüedad eran
PO 2-9, 12 y passim). practicadas por laicos y la de exorcista ha-
También los diáconos son constituidos bía quedado reservada a algún presbítero
mediante el sacramento del orden pero el calificado, con licencia peculiar y expresa
obispo les impone las manos «no en orden del ordinario del lugar (CIC, c. 1172). Da-
al sacerdocio, sino en orden al ministerio» do que, en las acciones litúrgicas, cada mi-
(cf. LG 29). Sus funciones ministeriales de nistro, al desempeñar su oficio, ha de ha-
peculiar servicio al obispo y a los presbíteros cer «todo y sólo aquello que le corresponde
en beneficio de todo el Pueblo de Dios se por la naturaleza de la acción y las normas
especifican en el «motu proprio» de Pablo litúrgicas» (SC 28), se imponía una reno-
VI, Sacrum diaconatus ordinem (18-6- vación en la materia. Pablo VI la llevó a ca-
1967), n. 14, y en los ritos de ordenación: bo en Ministeria quaedam: suprimió la ton-
fortalecidos con el don del Espíritu Santo, sura y el subdiaconado y redujo las «órde-
ayudan al obispo y a su presbiterio en el nes menores» a los ministerios de lector y
anuncio de la palabra, en el servicio al al- de acólito, que dejan de ser grados clerica-
tar y en el ministerio de la caridad, mos- les, aunque se requieran para la ordenación
trándose servidores de todos; proclaman el del diácono. Los candidatos a estos minis-
Evangelio, preparan el sacrificio y reparten terios han de ser «varones laicos que tengan
la comunión eucarística, predican a fieles e la edad y condiciones determinadas por de-
infieles, pueden administrar el bautismo, creto de la Conferencia Episcopal» (CIC, c.
bendecir el matrimonio, ser portadores del 230). El servicio del lector consiste en pro-
Viático y presidir los ritos exequiales, ejer- clamar, en la asamblea litúrgica, la Palabra
citan la caridad en nombre del obispo o del de Dios, excepto el Evangelio, formular las
párroco; tareas reguladas en CIC, c. 757, peticiones de la oración universal, cuando
767, 835, 861, 910, 943, 1108. El Concilio no hay diácono ni cantor, dirigir el canto y la
Vaticano II restauró el diaconado perma- participación de los fieles, preparar a los fie-
nente, que, cumplidos los requisitos esta- les para que lean la Sagrada Escritura y par-
blecidos en CIC, cc. 1026-1030 y 1032, pue- ticipen en las acciones litúrgicas. El acólito
de ser conferido a varones de edad madura, cuida del servicio al altar y ayuda al diáco-
aunque estén casados, y a jóvenes idóne- no y al presbítero, especialmente en la ce-
os para los que se mantiene la ley del celi- lebración de la misa, puede ser ministro ex-
bato; medida especialmente conveniente en traordinario de la sagrada comunión, en cir-
tierras de misión (cf. AG 16) y donde, por cunstancias extraordinarias se le puede
razones pastorales, lo considere útil la Con- encomendar que exponga y reserve el San-
ferencia Episcopal correspondiente. tísimo, pero no puede dar la bendición al
Además de los ministerios ordenados, la pueblo.
Iglesia instituyó, desde antiguo, en Oriente Las funciones litúrgicas encomendadas a
y en Occidente, otros ministerios para ayu- estos ministerios pueden ser realizadas por
dar en la celebración del culto divino y pres- laicos temporalmente encargados para ello;
tar otros servicios auxiliares. En la Iglesia pueden recibir ese encargo las mujeres (cf.
latina había ostiarios, exorcistas, lectores, CIC, c. 230). En todo caso deben adquirir
acólitos y subdiáconos, que solían denomi- la formación necesaria para cumplir digna-
narse órdenes menores, menos el subdia- mente su función. En cuanto a la evangeli-
conado que, disciplinarmente, era conside- zación, todos y cada uno de los fieles, por
650 MINISTERIO PETRINO
ser miembros del cuerpo místico, están, co- meritoria, de suerte que el ejercicio del mi-
mo dijimos, llamados al apostolado y, por nisterio es fuente inmediata de su santifi-
tanto, en comunión con sus pastores, han cación.
de ejercer su polifacético ministerio, ya en
forma asociada, ya individualmente. Bibliografía
Por tanto, toda la Iglesia ha de ejercer el Y. CONGAR, Quelques expressions traditionnelles
du service chrétien, en Unam Sanctam 39, Paris
ministerio para glorificación de Dios y sal-
1962, 101-132. J. DELORME, «Sacerdoce du Christ
vación de los hombres de modo análogo a
et ministères», Revue Sciences Religeuses 62
como ejerce su ministerio Jesucristo, el Ver-
(1974) 199-219. A. FERNÁNDEZ, Munera Christi et
bo encarnado, Redentor de los hombres (cf. munera Ecclesiae. Historia de una teoría, Pam-
LG 8). Es un ministerio instrumental, res- plona 1982. N. LÓPEZ MARTÍNEZ, «La temática del
paldado por el mismo Jesucristo y posibili- orden sagrado en el posconcilio», en Teología en
tado por la asistencia vivificante del Espíri- el tiempo. Veinticinco años de quehacer teológi-
tu Santo. Es, pues, para la Iglesia, no una co, Burgos 1994, 419-435. J.R. VILLAR, Iglesia,
carga sino un motivo de gloria. Como quie- ministerio episcopal y ministerio petrino (Cues-
ra que cada miembro de la Iglesia presta li- tiones fundamentales), Madrid 2004.
bremente su aportación personal, ésta es N. López-Martínez
Ministerio petrino
desde el inicio este ministerio de unidad en existencia de cierta primacía del obispo de
el horizonte de la fidelidad a la tradición Roma desde los primeros siglos y el enrai-
apostólica, de la vida en la única comunión zamiento evangélico de cierto ministerio pe-
eclesial: la comunión con el obispo de Ro- trino como servicio universal a la unidad lo
ma es decisiva para la pertenencia a la Igle- que no puede darse por descontado en el
sia apostólica. diálogo, por ejemplo, con las posiciones lu-
La conciencia de la Iglesia sobre el mi- teranas , sigue planteándose la pregunta
nisterio petrino se irá conformando luego al sobre la continuidad esencial entre esta rea-
hilo de las circunstancias históricas; no por lidad inicial y lo afirmado en los dogmas pa-
necesidades de organización societaria, sino pales proclamados por Pastor aeternus y
más bien en el esfuerzo de afirmar la fideli- asumidos por Lumen gentium. Es necesa-
dad a lo apostólico, de lo que el ministerio, rio comprender su identidad profunda con
presente en la Iglesia de Roma, aparece co- la misión encomendada a Pedro, para que
mo garante. La comprensión y la reflexión esta enseñanza conciliar no parezca la ca-
sobre el primado crecerán junto con la ex- nonización de formas particulares de ejer-
periencia, que llevará a volver los ojos, una cicio del papado, propias del segundo mile-
y otra vez, al Pedro bíblico, a releer las pa- nio, o incluso la sacralización de un poder
labras de Jesús, a percibir y subrayar de humano, sino una profundización decisiva
modo nuevo su significado. en su naturaleza y en su servicio eclesial.
La forma de ejercicio del ministerio del Podrá responderse así también a la crítica
sucesor de Pedro se irá configurando histó- ortodoxa a una comprensión del ministerio
ricamente, también en medio de discusio- petrino en los términos de «poder de juris-
nes y de una recepción más o menos clara dicción» definidos por el Vaticano I.
en otras partes de la Iglesia. Pero, más allá La existencia del primado papal en la Igle-
de las formas jurídicas de su ejercicio y más sia fue afirmada en el II Concilio de Lyon (D.
allá también de la debilidad y del pecado 861), en la Bula Unam Sanctam de Bonifacio
humano (UUS 34), la realidad de la suce- VIII (D. 875), en el Concilio de Florencia (D.
sión de Pedro está presente en la Iglesia 1300-1308) y en el Concilio Laterano V (D.
desde sus inicios, ejerciendo una misión en 1445). El Vaticano I dedicó a este tema una
conformidad con los rasgos esenciales de la constitución conciliar propia (Pastor aeter-
tarea encomendada a Pedro según el testi- nus: D. 3050-3075), con definiciones dog-
monio neotestamentario. máticas sobre su naturaleza misma.
Por consiguiente, con la ayuda de la dis-
tinción entre esencia del ministerio y forma de II. CONCILIO VATICANO II
su ejercicio (UUS 95), podemos afirmar que El Concilio Vaticano II ha completado la doc-
el origen y la misión del ministerio petrino es trina del primado con la del episcopado, si-
iuris divini, proviene de la revelación de Dios tuándola además en un horizonte eclesio-
en Jesucristo; mientras que los modos con- lógico renovado (Lumen gentium).
cretos de instrumentar esta misión, sus varias El ministerio apostólico es presentado por
configuraciones jurídicas, implican siempre el Vaticano II al servicio del Evangelio, para
también un opus humanum. que se conserve «siempre vivo e íntegro en
La afirmación católica de la institución por la Iglesia» (DV 7). El significado del minis-
Jesucristo del ministerio petrino y de su per- terio petrino es resumido por Lumen gen-
petuidad, enseñada solemnemente por los tium diciendo que Jesucristo «instituyó en
concilios Vaticano I y II (LG 18), tiene, pues, él para siempre el principio y fundamento,
un buen fundamento exegético e histórico. perpetuo y visible, de la unidad de la fe y
Ahora bien, aun cuando se admitiese la de la comunión» (LG 18).
MINISTERIO PETRINO 653
El Concilio precisa así la modalidad apos- la unidad con el obispo de Roma es también
tólica del cumplimiento de esta misión: el realidad internamente constitutiva de las
Papa es «principio de unidad» de modo «vi- Iglesias particulares y no simplemente sub-
sible» y «secundario»; porque él no insti- sidiaria o externa (CN 12-13.17; UUS 97), al
tuye la fe, los sacramentos o la unidad de ser ellas presencia en lo particular de la úni-
la Iglesia, sino que está al servicio de la obra ca Comunión universal fundada por Jesu-
de Jesucristo y de su Espíritu. Por tanto, la cristo (LG 23).
comunión con el sucesor de Pedro es real- En el caso del ministerio episcopal, la per-
mente criterio de la permanencia en la Igle- manencia en unidad con el Papa no signifi-
sia de Cristo, pero no porque él la constitu- ca necesariamente la delegación de un po-
ya, sino porque es signo visible y objetivo der, sino, en primer lugar, la garantía de que
de su presencia en la historia. el ministro permanece en la unidad de la
Este hecho fundamental, que posibilita su Iglesia, de cuya presencia en la historia es
particular ministerio en la Iglesia, no puede principio visible el obispo de Roma. Así, el
ser fruto de un poder humano; no es origi- ministerio petrino no se substituye ni entra
nado por la perfección de su fe personal o en competencia con el episcopal; al contra-
de su vida cristiana. Pues el Papa, como to- rio, lo refuerza en su verdad (LG 27b), como
do fiel, no se sitúa por encima de la Palabra «signo e instrumento» de la obra de Cristo
de Dios y de la Iglesia, sino en la obediencia en la historia; pues el obispo puede ser ca-
al Evangelio, participando gratuitamente en beza de su Iglesia particular porque es sig-
la comunión abierta por Cristo y dando tes- no de la Iglesia universal, lo que es posible
timonio suyo con la gracia del Espíritu. justamente gracias a la comunión con el su-
Sólo el Espíritu puede garantizar al suce- cesor de Pedro.
sor de Pedro el mantenimiento de su testi- El Colegio episcopal, por su parte, no re-
monio en la verdad y, por tanto, el signifi- cibe tampoco su poder por una delegación
cado objetivo de su ministerio en la Iglesia papal; pero, sin embargo, la unidad con el
universal. Este don particular del Espíritu no sucesor de Pedro es igualmente elemento
es ninguna nueva forma de sacramento (K. constitutivo de su existencia como Colegio,
Rahner); se manifiesta en aquella peculiar de modo que, sin su Cabeza, carecería de
asistencia del Espíritu el carisma de la in- su autoridad suprema en la Iglesia (LG 22).
falibilidad gracias a la cual el sucesor de Así comprendido, en el centro del minis-
Pedro, en el ejercicio de su ministerio como terio petrino no se encuentra ninguna for-
pastor supremo, no se separará de la Igle- ma de poder humano, sino una particular
sia universal. Gracias a este don, que ase- gracia del Espíritu, que salvaguarda la ver-
gura la permanencia del Papa en la verdad dad de su permanencia en la fe apostólica y
de la tradición apostólica, el ministerio pe- posibilita el cumplimiento de su misión en
trino puede ser para todo fiel signo visible la unidad de la Iglesia.
de la presencia de la Communio plena. La «jurisdicción» del sucesor de Pedro no
Puede comprenderse así la peculiar «ju- aparece entonces como una pura autoridad
risdicción» del obispo de Roma: la unidad extrínseca, añadida a una Iglesia de natu-
con él es condición de la permanencia en la raleza sacramental, como mera relación de
Iglesia; para no separarse de la Comunión poder entre superior y súbdito; sino, según
plena, todos los fieles, entre los que se in- su naturaleza, como principio visible de la
cluyen los ministros ordenados, están lla- unidad en la fe y en la comunión plena de la
mados a vivir sus dones propios, su voca- Iglesia. El «primado de jurisdicción» no se
ción y su misión, permaneciendo en unidad explica, por tanto, como una cuestión de
con el sucesor de Pedro. Del mismo modo, «soberanía», de constitución monárquica o
654 MISIÓN/MISIONES
Misión/Misiones
I. TEOLOGÍA DE LA MISIÓN
I. Teología de la misión
La reflexión teológica sobre la misión se en-
1. La misión como misiones
2. De las misiones a la teología de la misión cuentra dificultada por dos factores que,
3. Misión, categoría estructurante del precisamente por ello, la hacen particular-
misterio cristiano mente necesaria al tratarse de una noción
II. Teología e historia de las misiones fundamental. Por una parte, se habla de mi-
1. Los documentos del magisterio reciente sión en diversos contextos y niveles del mis-
sobre las misiones terio cristiano y de la vida eclesial: la doc-
2. Historia y precisiones terminológicas trina trinitaria, la cristología, la eclesiología
3. Principales etapas de la misión moderna e incluso la antropología cristiana deben in-
(siglos XVI al XIX)
cluirla como categoría clave. Debe encon-
MISIÓN/MISIONES 655
trarse por consiguiente una lógica que dé la acción pastoral en zonas rurales descris-
coherencia a los diversos usos y aplicaciones tianizadas o en ámbitos dominados por los
del término. diversos tipos de reformadores de la épo-
Por otra, en la vida concreta de las prác- ca. En este sentido surgieron diversas con-
ticas eclesiales la referencia a la misión (y, gregaciones que se atribuyeron designacio-
más concretamente, el calificativo «misio- nes que incluían una referencia a la misión.
nero») ha adquirido una actualidad inusita- Este desarrollo coincidió con la amplia-
da en la terminología pastoral y evangeliza- ción del horizonte geográfico merced a las
dora. De este modo un calificativo que se grandes iniciativas de navegación realiza-
consolidó en el ámbito de la evangelización das especialmente por españoles y portu-
de los no cristianos se fue aplicando a otros gueses. Los nuevos territorios y sus pobla-
campos de la actividad eclesial (parroquia dores desplegaron ante los ojos de la Igle-
misionera, catequesis misionera, pastoral sia europea la urgencia del anuncio del
misionera...) de un modo que acababa di- Evangelio, de la conversión y del bautismo
fuminando las diferencias y las peculiarida- de aquellas personas que se encontraban
des. No sólo se hacía difícil distinguir entre totalmente al margen de la revelación cris-
pastoral, misión y evangelización, sino que tiana. La amplitud de la empresa colonial
además resultaba impreciso todo intento de moderna seguiría urgiendo una respuesta
identificar el elemento específico misionero. esforzada y generosa. A ella se consagra-
Para ofrecer criterios claros que permitan ron numerosos hijos de la Iglesia, especial-
superar este confusionismo y captar la lógi- mente miembros de congregaciones reli-
ca de fondo que haga posible un uso diver- giosas.
sificado del término, seguiremos tres pasos: Paulatinamente misión y misionero se fue
presentar el origen y la dinámica histórica aplicando de modo universal y prácticamen-
que introdujo en la conciencia eclesial la im- te exclusivo a este tipo de actividad. Previa-
portancia y la centralidad de la acción mi- mente este dinamismo de expansión cristia-
sionera (lo que provocó que otros empleos na y de fundación de nuevas iglesias había
más radicales y de mayor rango teológico recibido designaciones diversas: «ilumina-
pasaran a la penumbra o al lenguaje técni- ción de los gentiles», «procurar la salvación
co de especialistas); mostrar el proceso que a todas las gentes», «conversión de los gen-
condujo a la búsqueda de una mayor hon- tiles» «propagación de la fe»). A partir de
dura y radicalidad teológica; explicar la lógica este momento, sin embargo, se va a hablar
de la misión como estructura constitutiva de modo generalizado de «misiones ex-
del misterio cristiano, si bien abierta desde tranjeras», «actividad misionera», «misión
su núcleo a modulaciones diversas. ad gentes». El misionero en sentido propio
era el presbítero o religioso que asumía co-
1. La misión como misiones mo vocación ad vitam este ministerio ecle-
La irrupción de la terminología misionera y sial. Incluso «misión» acabaría aplicándose
su presencia constante en la vida de la Igle- al espacio geográfico e institucional en el
sia tuvo lugar en el siglo XVII. Se originó en que los misioneros desarrollaban o centrali-
el cuarto voto de los miembros de la Com- zaban su actividad. El fervor que esta in-
pañía fundada por san Ignacio de Loyola, mensa empresa suscitó en el pueblo cris-
en virtud del cual se comprometían a acep- tiano hizo que esta evolución semántica se
tar y asumir cualquier «misión» que les en- convirtiera en un dato evidente y omnipre-
cargara el Papa. En un primer momento es- sente. La conciencia de misión que brota del
ta misión podía referirse a una tarea reali- misterio cristiano se focalizó en un hecho
zada en lugares lejanos, pero asimismo a de la experiencia real, cuyos protagonistas
656 MISIÓN/MISIONES
suscitaban admiración y cuyos logros eran medio siglo ha contemplado un esfuerzo no-
celebrados como un triunfo de todos. table para articular ambos niveles y dimen-
Los resultados de la acción misionera siones.
planteó interrogantes nuevos, y especial- Hacía falta, ante todo, que las misiones
mente colocó en el escenario eclesial una se reintegraran en la misión de la Iglesia,
realidad grandiosa, pero a la vez novedo- pues en caso contrario podrían ser consi-
sa, que requería un estudio sistemático y deradas nada más que como una acción
directo desde distintos puntos de vista: te- añadida a la vida de la Iglesia, la cual a ni-
ológico, pastoral, jurídico, histórico, espiri- vel de hipótesis teórica podría continuar
tual... Surgió de este modo la misionología aun cuando no llevara a cabo la actividad
(o, en otras lenguas, misio-logía) como misionera. Conviene señalar las razones
campo o área propia y específica dentro de que escondían consecuencias tan lastimo-
la teología. A finales del siglo XIX y princi- sas e imprevistas. La falta de raigambre
pios del XX alcanzó rango universitario y se teológica podía provocar que, aun en su
desarrolló con fuerza y convicción dando grandeza heroica, las misiones se despla-
origen a diversas escuelas y tendencias. zaran hacia los márgenes de la atención
Las circunstancias históricas de la vida de la teológica.
Iglesia provocaron que un uso concreto ab- Ello se debe ante todo a la estrechez de
sorbiera prácticamente esa dimensión cons- los presupuestos teológicos que venían ali-
titutiva del misterio cristiano que es la mi- mentando la actividad misionera. Baste
sión. El proceso, sin embargo, podía gene- mencionar los aspectos más significativos:
rar unos desequilibrios que requerían un primaba una consideración de carácter geo-
reajuste más armónico y más radicalmen- gráfico, por lo que se aplicaba a acciones
te teológico. realizadas en regiones lejanas y exóticas;
se pretendía transplantar en gran medida
2. De las misiones a la teología la figura eclesial propia del mundo occiden-
de la misión tal, europeo y latinizado, con lo que las «mi-
La actividad misionera propia de la historia siones» no se insertaban en su entorno cul-
moderna de la Iglesia se vio confrontada tural; sus protagonistas eran fundamental-
progresivamente ante un dilema suscitado mente presbíteros y religiosos (los laicos no
precisamente por su éxito desde el punto pasaban de ser «misioneros auxiliares», y
de vista histórico: por una parte se fue com- el conjunto de los cristianos colaboraba
probando la estrechez de los marcos con- «desde lejos» con sus oraciones y sus li-
ceptuales, que debían ser replanteados pa- mosnas); la espiritualidad y el ejercicio con-
ra incorporar nuevos aspectos y perspecti- creto se alimentaban de una valoración pre-
vas; por otra, debía conservarse el carácter dominantemente negativa de las religiones
específico de una actividad eclesial que no no cristianas y del destino salvífico de sus
podía quedar diluida en la genericidad del miembros; la concepción subyacente de sal-
quehacer eclesial. Debía recuperarse, por vación descuidaba la dimensión mundana y
una parte, la amplitud y la radicalidad de la cósmica, pues se centraba en el alma de los
misión, pero evitando, por otra, poner en individuos tras la muerte; buscaba su fun-
peligro el carácter necesario de lo que se damento de modo unilateral en el mandato
había venido realizando de un modo con- de Jesucristo, sin entroncarlo con la refe-
creto y eficaz. Dicho de otro modo: la prio- rencia trinitaria y neumatológica; se veía
ridad y la centralidad de la misión no po- como un proceso unidireccional, según el
dían cuestionar o relativizar la validez y la cual las iglesias de vieja cristiandad eran las
urgencia de la misión ad gentes. El último que asumían el papel activo de ayudar a las
MISIÓN/MISIONES 657
comunidades cristianas necesitadas, que por ción holística pretendía ser más radical des-
ello quedan en situación pasiva y recepto- de el punto de vista teológico y más inte-
ra, sin un reconocimiento neto de su rango gradora desde el punto de vista práctico.
eclesial y eclesiológico. Esta dinámica, sin embargo, planteaba un
La exigencia de las circunstancias, el pro- agudo problema: si todo es misión ¿no se
pio desarrollo teológico, las preguntas plan- puede concluir que nada es misión, es de-
teadas por las nuevas situaciones, la reali- cir, que se desdibuje el carácter específi-
dad de sus resultados, constituyen un cú- co, tan rico y necesario, de la misión ad
mulo de factores que fueron exigiendo gentes?
paulatinamente un cambio de paradigma.
Recordemos los aspectos más relevantes: 3. Misión, categoría estructurante
las misiones se fueron afirmando como igle- del misterio cristiano
sias locales, que exigían su reconocimien- La superación de los estrechamientos y de
to y su protagonismo; la comunión intere- las aporías señalados se logra penetrando
clesial reclamaba una relación bidireccional en la lógica del dinamismo íntimo del mis-
y una responsabilidad compartida entre to- terio cristiano, entendido como el desplie-
das las iglesias; la evangelización universal gue histórico del proyecto salvífico del Dios
se muestra como tarea de todos los cristia- Trinidad. Esta perspectiva está en condicio-
nos en virtud de su bautismo y no sólo de nes de conservar el sentido profundo de lo
un sector de especialistas; la sacramentali- que la Iglesia había venido realizando bajo
dad de la salvación no podrá realizarse sin figuras diversas, como exigencia de su vo-
la inculturación de la fe y de la Iglesia; la cación más íntima, más allá de la variación
acción del Espíritu debe ser tenida en cuen- de la terminología o de la diversidad de mo-
ta no sólo en el origen de la Iglesia, sino dulaciones. Éstas deberán ser recuperadas
también en el cumplimiento de su misión y redescubiertas como variaciones de la mis-
por parte de todos los creyentes; la nueva ma melodía.
valoración de las religiones y de las posibi- Misión, en su nivel más radical, señala la
lidades de salvación de sus adherentes plan- comunicación entre la vida interpersonal de
tea la función del diálogo y el respeto a las Dios y la historia de los seres humanos, en-
conciencias; la superación del periodo y de tre la teología y la economía, entre las pro-
la mentalidad colonial permite una nueva cesiones eternas y su apertura a lo tempo-
visión de la catolicidad de la Iglesia; una ral y finito. Las misiones del Hijo y del Espí-
comprensión más rica de la soteriología in- ritu reflejan y despliegan en el tiempo el
corpora componentes como el desarrollo, amor fontal del Padre, como exponen desde
la promoción de la justicia, la búsqueda de su apertura Lumen gentium y Ad gentes.
la liberación; el avance del ecumenismo em- Estas misiones protagonizadas por el Hijo y
puja a nuevas formas de colaboración con el Espíritu pretenden una amplitud universal
otras confesiones cristianas; la descristia- y una intensidad plena: la comunión con
nización del mundo europeo lleva a aplicar Dios por parte de todos los hombres, la fra-
también a las actividades de las iglesias oc- ternidad de la familia humana, la integridad
cidentales modelos y categorías reservadas de la existencia personal, el esplendor de la
hasta el presente a contextos de otros con- creación.
tinentes... Esta misión sólo alcanzará su meta, en
El nuevo paradigma aspira a ser holís- medio de las fracturas del pecado y de la
tico, es decir, a vivir de una consideración fragilidad de las libertades finitas, merced
global de una realidad tan compleja como a la acción de mediadores humanos. Éstos,
la que se estaba delineando. Esta concep- cuando reciben una vocación especial, que-
658 MISIÓN/MISIONES
dan constituidos para una misión que debe muestran una estructura común: aunque
vivir del horizonte señalado. El caso proto- la misión es única, se configura de modo
típico es el mismo Jesús, en quien se unifi- vivo y creativo en función de la situación
can identidad personal y misión histórica. de los destinatarios y de las condiciones
Ungido por el Espíritu, en el anuncio del Rei- desde las que la Iglesia puede hacerse pre-
no Jesús muestra una apertura universal sente. Por eso es necesario distinguir una
que supera la oposición y el rechazo. La Pas- acción eclesial distinta de la pastoral y de
cua y Pentecostés llevan a consumación la la nueva evangelización: la misión ad gen-
misión del Hijo y del Espíritu, sellan la nue- tes. Ésta conserva un valor paradigmático y
va alianza y ratifican la universalidad del de- una fuerza profética: señala al conjunto de
signio salvífico de Dios la Iglesia las fronteras que deben ser reba-
En el dinamismo de la misión consumada sadas para mantener la fidelidad a la vo-
en la Pascua, la Iglesia es llamada como sa- cación que la ha llamado a la existencia (ser
cramento universal de salvación porque si- parábola de la Pascua en cuanto sirve de
gue abierta en la historia la misión universal modo prioritario a la misión del Hijo y del
que debe ser llevada a su meta, hasta que Espíritu).
la historia y la humanidad entera retornen a
la felicidad del hogar del Padre. Del acon- Bibliografía
D.J. BOSCH, Transforming Mission. Paradigm Shifts
tecimiento pascual forma parte la constitu-
in Theology of Mission, New York 1992. E. BUENO
ción de los apóstoles, cuyo ministerio y tes-
DE LA FUENTE, La Iglesia en la encrucijada de la mi-
timonio se han de desplegar hasta los con-
sión, Estella 1998. E. BUENO y R. CALVO (eds.) Dic-
fines de la tierra. El horizonte pentecostal
cionario de Misionología y Animación Misionera,
alienta el caminar histórico de una Iglesia Burgos 2003. G. COLLET, Das Missionsverständnis
llamada para ir continuamente pasando a der Kirche in der gegenwärtigen Diskussion, Mainz
los otros a fin de nacer de entre los otros. La 1984.
apostolicidad y la catolicidad insertan desde E. Bueno
su origen en la Iglesia de Jesucristo un alien-
to que la constituirá como comunión de igle- II. TEOLOGÍA E HISTORIA DE LAS MISIONES
sias. Cada iglesia local adquiere su relevan- 1. Los documentos del magisterio
cia y su protagonismo teológico en cuanto reciente sobre las misiones
surge del dinamismo universal de las mi- Dios ofrece su salvación a todos los pue-
siones del Hijo y del Espíritu. La Iglesia es en blos. Por eso, la Iglesia tiene una misión uni-
consecuencia misionera por su propia natu- versal: «Enviada por Dios a las gentes para
raleza. Y lo mismo ha de decirse de cada ser “el sacramento universal de salvación”
uno de los bautizados, a un nivel incluso (LG 48), por exigencias íntimas de su cato-
previo al carisma o ministerio desde el que licidad, y obedeciendo al mandato de su
ejerzan su responsabilidad en la misión uni- Fundador (cf. Mc. 16,16), [la Iglesia] se es-
versal. fuerza en anunciar el Evangelio a todos los
Este carácter misionero de la Iglesia no hombres» (AG 1). Este compromiso obliga a
se ejerce, sin embargo, de modo genérico la Iglesia de hoy no menos que en épocas
o indiferenciado. Las circunstancias histó- pasadas. Lo recordaba Juan Pablo II: «La
ricas irán modulando en cada caso (en ca- misión de Cristo Redentor, confiada a la Igle-
da contexto cultural y en cada periodo his- sia, está aún lejos de cumplirse. A finales
tórico) esa universalidad, al señalar las ba- del segundo milenio después de su venida,
rreras que deben ser saltadas y las orillas una mirada global a la humanidad demues-
que deben ser atravesadas. Ad gentes, tra que esta misión se halla todavía en los
Evangelii nuntiandi y Redemptoris missio comienzos y que debemos comprometer-
MISIÓN/MISIONES 659
nos con todas nuestras energías en su ser- de antigua tradición cristiana, también pre-
vicio» (RMi 1). cisados de una nueva evangelización, y no
Todos los pueblos tienen, por ello, el de- sólo a los países que no habían tenido noti-
recho a conocer que Dios se ha revelado en cia de la Buena Nueva.
Cristo, y los cristianos tienen el deber de Una década más tarde, aprovechando el
mostrarlo. Jesucristo es, en verdad, la luz material de la tercera Asamblea General del
de los pueblos que debe iluminar a todos Sínodo de los Obispos, celebrada en 1974
los hombres (cf. LG 1). y consagrada a la evangelización, Pablo VI
La especialidad teológica que estudia es- publicó una importante exhortación apos-
ta misión de la Iglesia es la misionología. tólica titulada Evangelii nuntiandi. El Santo
La carta magna de la misionología mo- Padre respondía a un interrogante teológico
derna fue promulgada por Benedicto XV en muy discutido en aquellas fechas, suscita-
1919. En ese documento, titulado Maximum do sobre todo por la teología de la libera-
illud, el Papa trazaba un somero panorama ción: las relaciones entre Jesús, el Reino de
de las grandes etapas históricas de las mi- Dios y la Iglesia.
siones católicas; seguidamente instaba a los Cristo vino a anunciar el Reino de Dios,
obispos y prefectos apostólicos a no decaer es decir, la salvación: «Desde entonces des-
en el espíritu misionero, buscando nuevos pués del bautismo en el Jordán comenzó
colaboradores y cuidando la formación del Jesús a predicar y a decir: “Arrepentíos, por-
clero nativo; urgía también a los misione- que se acerca el Reino de Dios”» (Mt 4,17).
ros a evitar cualquier asomo de nacionalis- Más inmediatamente fueron evangelizados
mo (pues la actividad misionera no era ni los discípulos, en particular los apóstoles, y
debía confundirse con una nueva forma de toda la muchedumbre de Israel, aunque sin
colonialismo) y a prepararse bien (con un excluir a los gentiles. Finalmente, en las en-
adecuado estudio de las lenguas nativas y señanzas pospascuales, Jesús instó a los
con la debida atención a su propia vida es- apóstoles a ir por todo el mundo.
piritual); y, finalmente, animaba a los fie- La Iglesia, que ha nacido de la misión
les a colaborar con las misiones, canalizan- de Cristo, es depositaria de la Buena Nue-
do sus limosnas hacia las Obras Misionales va que debe ser anunciada. Hay, por con-
Pontificias. Ideas parecidas hallamos en los siguiente, una doble misión de la Iglesia:
documentos misionológicos de Pío XI, Pío ad intra y ad extra. La Iglesia comienza
XII y Juan XXIII. por evangelizarse a sí misma, y la Iglesia
El Decreto Ad gentes del Concilio Vatica- envía evangelizadores. «Existe un nexo ín-
no II abrió una nueva etapa de la misiono- timo entre Cristo, la Iglesia y la evangeli-
logía, de mayor hondura teológica, al en- zación. Mientras dure este tiempo de la
troncar la misión de la Iglesia con el miste- Iglesia, es ella la que tiene a su cargo la
rio de la Santísima Trinidad: «La Iglesia tarea de evangelizar. Una tarea que no se
peregrinante es misionera por su naturale- cumple sin ella ni mucho menos contra
za, puesto que procede de la misión del Hi- ella» (EN 16).
jo y de la misión del Espíritu Santo, según el La última de las grandes encíclicas mi-
designio de Dios Padre» (AG 2). La misión de sioneras ha sido Redemptoris missio, de
la Iglesia está inscrita, como enseña el Con- 1990. Esta carta pontificia es una llamada
cilio, en el marco de las dos misiones visi- a la evangelización universal ad gentes. Al
bles: la encarnación y Pentecostés. De esta mismo tiempo, para que la Iglesia tome con-
forma, al señalar las bases dogmáticas de ciencia de la urgencia de ese deber, ella ne-
la misión, se dilataba la comprensión de la cesita una generosa renovación evangélica.
misión de la Iglesia, abriéndola a los países La Encíclica insiste en un tema dogmático
660 MISIÓN/MISIONES
ra se hallan al norte de río Grande (Nuevo tarde otro jesuita destacó en las misiones
México y la California del norte). de la India: el P. Roberto Nobili, que evan-
En el Brasil colonial las cosas se desarro- gelizó aquellos territorios entre 1606 y 1645.
llaron con cierto retraso con relación a la Las actuaciones de Nobili desataron la larga
América hispana. Las primeras indicaciones y enojosa controversia de los ritos malaba-
acerca de la misión, tomado el término en res, que comenzó en 1610 y se prolongó por
sentido moderno, se hallan en las Constitu- doce años. Se trataba de una discusión sobre
ções Primeiras do Arcebispado da Bahia, que los métodos misionales que debían aplicarse
fueron aprobadas en un sínodo de 1707. en un vasto territorio situado al suroeste de
Supusieron las entradas misionales en el al- la India, en la costa malabar, desde la ciu-
tiplano de Minas Gerais y el Sertão. Fueron dad de Calicut hasta el cabo Comorín (la pun-
contemporáneas de la expansión misional ta más meridional), y que se extendía por
hacia el norte del virreinato de la Nueva Es- el oriente hasta la ciudad de Madrás. Estas
paña. controversias nada tuvieron que ver, por tan-
El último ciclo evangelizador americano to, con los ritos orientales del Malabar, per-
debe situarse en la segunda mitad del siglo tenecientes a la Iglesia oriental, tanto cató-
XIX, impulsado en parte por congregacio- lica como ortodoxa. En definitiva, se trata-
nes entonces de reciente fundación (como ba de dilucidar hasta qué punto podían los
los salesianos) o congregaciones más anti- misioneros jesuitas adaptarse a las costum-
guas, readmitidas después de expulsiones bres de las castas indias, para tratar de ga-
temporales. Acompañó la expansión de las narlas para Cristo.
nuevas repúblicas latinoamericanas, que La decisión pontificia a la larga contro-
pretendían ocupar espacios todavía libres: versia llegó con la Bula Romanae Sedis An-
Chile hacia el sur, con misiones de los ca- tistes, de Gregorio XV, 31 de enero de 1623,
puchinos; Argentina hacia el noroeste y sur, en la que se consagraba la regla áurea mi-
es decir, la Patagonia, con misiones de los sional: aceptar todo lo que fuese susceptible
salesianos; Brasil hacia el oeste; Venezuela de asimilación, y que no fuese causa de es-
hacia el sudeste, y Colombia hacia el nor- cándalo, y no imponer nada que no perte-
este, penetrando en los llanos y en la cuen- neciera directamente a la fe.
ca amazónica, con una importante contri- En 1549 Francisco Javier había llegado al
bución de los franciscanos capuchinos y de Japón acompañado por un joven japonés
los salesianos; Perú y Ecuador hacia el este. converso. Hizo otro viaje en 1551, que sería
Lo mismo podría decirse de Canadá y Esta- el último. Las conversiones se sucedieron
dos Unidos, que habían iniciado su gran con gran celeridad. Sin embargo, pronto co-
aventura hacia el oeste durante el segundo menzaron las dificultades. De 1582 data el
cuarto del siglo XIX. primer decreto de expulsión de los misio-
b) La expansión misional en Asia tuvo cier- neros, que no se llevó a cabo. Entre tanto,
to esplendor en el siglo XVII. En la India, llegaron al Japón los franciscanos, emplean-
donde quedaban restos de una evangeliza- do otros métodos misionales. En 1597 es-
ción de los primeros tiempos, comenzó la talló la segunda persecución, esta vez muy
misión moderna el jesuita Francisco Javier cruenta, que duró unos treinta años y ha-
(1542-1552), uno de los primeros compa- bría de liquidar toda presencia institucional
ñeros de san Ignacio. De su actividad sur- de la Iglesia en las islas. Los que perseve-
gieron importantes núcleos cristianos en Goa, raron, habrían de vivir su fe, durante siglos,
la costa de Pesquería (el sureste de la India, en la clandestinidad.
entre el cabo Comorín y la isla de Mannar), El jesuita Mateo Ricci había establecido
Malaca, las Molucas y Japón. Medio siglo más unas misiones en China (1582-1610) y pro-
MISIÓN/MISIONES 663
tagonizó la controversia sobre los ritos chi- puestos y que dejaron el campo libre a otros
nos. El asunto se envenenó por rivalidades obreros de otras órdenes muy inferiores en
entre las distintas órdenes religiosas que número y también en muchos casos en
misionaban en aquellas tierras, por cues- formación.
tiones de jurisdicción de los vicarios apos- Con la elección para el solio pontificio de
tólicos y por el conflicto entre las potencias Gregorio XVI (1831-1846), apaciguado el
coloniales. Se discutía sobre tres puntos: el mapa europeo después de las guerras na-
nombre o vocablo que podía ser aplicado a poleónicas, se renovaron los ideales misio-
Dios, los honores tributados a Confucio y neros, que habían permanecido un tanto
los honores tributados a los antepasados. dormidos durante la segunda mitad del siglo
La definitiva resolución pontificia no llegó XVIII. Así, la fundación de las iglesias loca-
hasta los tiempos de Benedicto XIV (Bula les africanas se encuentra habitualmente
Ex qua die, de 11 de febrero de 1742), que unida a la historia de cada uno de los insti-
confirmaba la prohibición de los ritos chi- tutos misioneros evangelizadores, de su es-
nos, ya decretada por Clemente XI, el 20 piritualidad y de su característica metodolo-
de noviembre de 1704. gía misionera. A su vez éstos se encuentran
c) El siglo de las misiones. Una conjun- vinculados a determinadas áreas geográfi-
ción de varios elementos determinó en la cas, culturales y políticas de la vieja Europa,
segunda mitad del siglo XVIII una deca- lo cual va a influir notablemente en el tipo de
dencia misionera de graves consecuencias. presencia misionera y en la fisionomía de
En la esfera política, la decadencia portu- tales iglesias locales generadas por ellos. Es
guesa que se venía arrastrando desde fina- como si les hubiesen también transmitido
les del XVI, las diversas crisis españolas ba- «un temperamento» eclesial propio, toda-
jo los dos últimos Austrias, el Tratado de vía constatable en nuestros días. Además,
Utrecht (1713), que hace que los príncipes la fundación de las jóvenes iglesias locales
cristianos pierdan para el predominio de los africanas se encuentra marcada por autén-
mares en beneficio de las potencias maríti- ticas pruebas de fuego: obstáculos am-
mas protestantes Holanda, Inglaterra y Di- bientales, muertes de misioneros, ambi-
namarca . Ya desde el Tratado de París de güedad en las relaciones con las potencias
1763 Inglaterra venía señoreando los océa- coloniales, hostilidad musulmana y de los
nos tanto en sus rutas hacia las Américas mercaderes de esclavos, dificultad y com-
como en las que llevaban a la India. Las dis- petición con los protestantes. Algunos fun-
putas teológicas no eran poca cosa: la crisis dadores como Daniel Comboni, el cardenal
jansenista se demostraba interminable e iba Massaia, el padre François Libermann, la
atizando el fuego revolucionario y la ascen- madre Javouhey y el cardenal Charles La-
sión de la burguesía en el nivel social y po- vigerie con su finalidad perfectamente mi-
lítico. El criticismo y el espíritu de la «cul- sionera, de evangelizar y «regenerar» los
ture rayonnante» difundían un rebajamien- pueblos de color africanos e implantar la
to de la autoridad y una sobrevaloración de iglesia local, hacen emerger la diferencia
la pura razón y de los métodos experimen- entre la filantropía humanitaria del tiempo y
tales. Un evidente relativismo disminuía la la actividad misionera católica fuertemente
capacidad de entrega y de romanticismo cimentada en la caritas Cordis Christi. Con
que está siempre en la entraña de la voca- los límites propios de la cultura de la épo-
ción misionera. Por fin, cuando en 1773 Cle- ca, estos fundadores misioneros han de-
mente XIV suprimió la Compañía de Jesús la mostrado una gran confianza en el africano
Iglesia se vio privada de golpe de 3.000 mi- concreto cuando el racismo y el colonialismo
sioneros que tuvieron que abandonar sus formaban parte de la mentalidad dominan-
664 MISIÓN/MISIONES
te en Europa y en América. Por otro lado, ras masculinas y femeninas. Sólo en Lyon
el ius commissionis o el encargo exclusivo se fundaron más de quince órdenes misio-
de un territorio determinado para ser evan- neras, y el fervor religioso y evangelizador
gelizado a un instituto concreto ha favore- de la ciudad justificó que fuese considera-
cido, por una parte, el desarrollo misionero da junto con Roma como el «centro mun-
de tal territorio, pero, por otra, también lo ha dial de las misiones católicas».
limitado privándolo de la riqueza eclesial y En Asia, Gregorio XVI confió las nuevas
espiritual que otros institutos hubiesen po- misiones indias a los jesuitas. Tomando pie
dido aportar. Con todo esto, tomó nuevo im- de la decadencia colonial portuguesa, la San-
pulso la expansión misional en África (tan- ta Sede implantó en la India una nueva es-
to mediterránea como subsahariana) y en tructura eclesiástica, basada en los vicaria-
el extremo oriental asiático. tos apostólicos. Este cambio dio lugar a fre-
Se retomó la misión católica en las anti- cuentes conflictos con Portugal, que exigía el
guas tierras cristianas de Egipto, Etiopía y acatamiento del antiguo Patronato portu-
Eritrea. Se reestructuró la misión entre los gués.
musulmanes del África mediterránea. Los En China se había desencadenado una
misioneros entraron en el África central. Es- violenta persecución contra los cristianos a
ta expansión experimentó un nuevo empu- principios del siglo XIX, que había produci-
je como consecuencia de la Conferencia de do muchos mártires. A partir de 1860, des-
Berlín (1884-85), «para regular las condi- pués de una dura guerra, Francia pudo in-
ciones más favorables al desarrollo del co- troducirse en China y salvaguardar los in-
mercio y de la civilización en ciertas regiones tereses misionales católicos. Las dificultades
de África». Ello condujo en 1885 a un re- resurgieron a partir de 1912, con la aboli-
parto de África (Acta de Berlín), según las ción del Imperio chino y el establecimiento
ambiciones colonialistas de las potencias eu- del régimen republicano. Posteriormente
ropeas. Leopoldo II de Bélgica se convirtió vendría la ocupación japonesa, el comien-
en soberano de un «estado independiente zo del proceso revolucionario capitaneado
del Congo». En 1900 había quedado con- por Mao-Tse-Tung y la segunda guerra mun-
cluida la repartición de África: el Reino Uni- dial.
do, Francia y Alemania se llevaron «la par- En Corea, los inicios del XIX resultaron
te del león». Italia, España y Portugal ocu- bastante difíciles. La misión se reanudó tí-
paron algunos territorios menores. La midamente hacia 1835. Poco a poco au-
Conferencia favoreció también el movimiento mentaba el número de católicos. En 1910,
antiesclavista; pero a la vez impulsó traba- con la ocupación japonesa, Corea pasó una
jos forzados para las labores de utilidad pú- etapa complicada, aunque no cesó de crecer
blica o para el transporte de mercancías a el número de católicos. Después de la se-
hombros humanos. Las órdenes misione- gunda guerra mundial, la vida católica en
ras, por su parte, trabajaron con una efica- Corea no ha dejado de desarrollarse.
cia extraordinaria. Las congregaciones reli-
Bibliografía
giosas femeninas contribuyeron durante el
M. BALZARINI y A. ZANOTTI, Le missioni nel pensie-
siglo XIX, como nunca lo habían hecho en ro degli ultimi Pontifici, Milano 1960. J. COMBY,
la historia, a extender el mensaje evangéli- Dos mil años de evangelización. Historia de la ex-
co y a transmitir los beneficios de la cultura. pansión cristiana, Estella 1994. L. DÍAZ-TRECHUE
Puede afirmarse que, pese a los abusos del LO, «La historia de la Iglesia en Asia», en J.I. SA
reparto de África, el siglo XIX puede ser lla- RANYANA y E. DE LA LAMA (eds.), Qué es la Historia
mado «el siglo de las misiones». Durante él de la Iglesia, Pamplona 1996, 183-207. J. ÉTÈVE
se fundaron muchísimas órdenes misione- NEAUX, Histoire des missions chrétiennes, Saint-
MISTERIO 665
Maurice 2004. E. DE LA LAMA y otros (eds.), Dos 2004. A. SANTOS RUIZ, Las misiones católicas, Va-
mil años de evangelización. Los grandes ciclos lencia 1978 (= vol. 29 de la traducción española
evangelizadores, Pamplona 2001. J. LÓPEZ-GAY, de A. FLICHE y V. MARTIN [dirs.], Historia de la Igle-
«La reflexión conciliar: del Ad gentes a la Evangelii sia). J.I. SARANYANA (dir.) y C.J. ALEJOS GRAU (co-
nuntiandi», en La misionología hoy, Madrid 1987, ord.), Teología en América Latina, vols. I y II/1,
171-193. P. PALLATH, Important Roman Documents Madrid-Frankfurt 1999 y 2005.
Concerning the Catholic Church in India, Karala J.I. Saranyana
Misterio
de Él, las verdades sobre Dios que se ex- rentes no sólo por su principio, sino tam-
presan en los «misterios naturales», se pue- bién por su objeto: por su principio, porque
den entender sólo análogamente: como re- en uno conocemos con la razón natural,
ferencias a lo que es distinto de ellas. Así, mientras que en el otro lo hacemos con la fe
entre el misterio del que hay que hablar y el divina. En cuanto al objeto, en cambio, se
modo en que se habla de él se da una rela- diferencian porque, más allá de aquello a lo
ción de insuficiencia necesitada de supera- que podemos llegar con la razón natural, se
ción; «pues entre el Creador y la criatura nos propone creer en los misterios escon-
no se puede afirmar alguna semejanza más didos en Dios, misterios que, si no fuesen
grande, sin que se afirme una desigualdad revelados por Él, no podrían ser conocidos
todavía mayor entre ellos» («quia inter crea- (DF IV, D. 3015).
torem et creaturam non potest tanta simili- A los misterios «escondidos en Dios» pe-
tudo notari, quin inter eos maior sit dissi- ro «revelados por Él» pertenecen sobre to-
militudo notanda»: IV Lateranense 1215, do los tres grandes dogmas: a) el «misterio
D. 806). de la Trinidad» (mysterium trinitatis), b) el
«misterio de la encarnación» (mysterium
II. MISTERIO REVELADO incarnationis), c) el «misterio de la fe»
Hay que distinguir entre el «misterio natu- (mysterium fidei). El misterio divino trinita-
ral», que articula la incomprensibilidad de rio-de encarnación-pneumatológico de Dios
Dios y con el que se relaciona el conoci- es misterio en el sentido estricto de la pa-
miento natural de Dios en relación con la labra (mysterium stricte dictum). Explica de
realidad del mundo, y el «misterio revela- qué se trata en el Evangelio: del amor tri-
do»: el Dios incomprensible que se revela nitario de Dios en el que somos asumidos
a sí mismo. Así se indica la realidad incom- y en el que logramos la plenitud: por Cristo,
prensible que «todos llaman Dios (Tomás en el Espíritu Santo, al Padre.
de Aquino), si bien ahora desde la perspec- Con relación a estos tres misterios fun-
tiva de la revelación que Dios hace de sí damentales sólo podemos dar aquí algunas
mismo; una revelación hecha mediante la indicaciones, de ninguna manera comple-
«Palabra de Dios» que, en su verdad, es, tas.
sin embargo, accesible sólo al creyente, en-
tendido como el que está lleno del Espíritu 1. Misterio de la Trinidad
Santo (cf. Jn 15,15). Con «misterios de la En relación con el «misterio de la Trinidad»
revelación» (¡en plural!), llamados también la Iglesia católica enseña: «Todo lo que el
«misterios de la fe», se indican aquellas rea- Padre es o tiene, no lo tiene recibido de otro,
lidades que están relacionadas mediata o sino por sí, y Él es principio sin principio.
inmediatamente con este Dios que se reve- Todo lo que el Hijo es o tiene, lo tiene del
la a sí mismo y, en su conjunto, constitu- Padre, y es principio de principio. Todo lo
yen el mensaje cristiano. que el Espíritu Santo es o tiene, lo tiene a la
Estos «misterios» no tienen nada que ver vez recibido del Padre y del Hijo. Pero el Pa-
con verdades lógicas. Significan más bien dre y el Hijo no son dos principios del Espí-
«misterios de la revelación» o «misterios de ritu Santo, sino un único (unum) principio, lo
la fe», pues no pertenecen al orden del co- mismo que el Padre, el Hijo y el Espíritu San-
nocimiento racional (ratio), sino al de la fe. to no son tres principios de la creación, sino
Hay que justificarlos ante la razón (fides un único (unum) principio» (Concilio de Flo-
quaerens intellectum), pero no son de nin- rencia, Decreto a los Jacobitas, D. 1331).
guna manera «producto de la razón». Exis- Poco antes dice el citado texto: «Estas
te un doble orden de conocimientos, dife- tres Personas son un único (unum) Dios,
MISTERIO 667
pues los Tres tienen una única (una) subs- la primera, llamada Padre, y de ella es deu-
tancia y una única (una) esencia, una única dora (es generado por ella). La tercera Per-
(una) naturaleza, una única (una) divinidad, sona es el Espíritu Santo. Es aquella auto-
una única (una) inmensidad, un única (una) presencia divina que es procurada («espi-
eternidad, y todo es uno donde no hay re- rada») por las dos primeras. Puesto que la
lación de oposición» (ibid, D. 1330). tercera Persona en la divinidad es el amor
Que Dios es persona puede ser indicado entre Padre e Hijo, no procede en parte del
plenamente como «misterio natural»: pues Padre y en parte del Hijo, sino que Padre e
lo que la razón natural conoce en relación Hijo son a la vez un único principio del Es-
con la persona humana, hay que referirlo píritu Santo.
también análogamente («via afirmativa») a La determinación de la relación entre las
Dios. El concepto de persona, obtenido a Personas divinas se puede comparar con la
partir de la experiencia humana, aplicado comprensión de la secuencia personal «yo»,
análogamente a Dios, posee una historia «tú», «nosotros». «Yo» es inteligible por sí
compleja y complicada, que aquí no se pue- mismo, sin un «tú» y un «nosotros». «Tú»
de desarrollar. Pero si el hombre, como el implica, en cambio, un «yo», mientras que
ser más alto del mundo visible, es persona, con «nosotros», se indica no sólo la plurali-
con mayor razón se podrá afirmarlo de su dad de «yo», sino la comunidad de «yo» y
Creador, es decir, de aquella altísima realidad de «tú». Esta serie lógica no es una se-
que «todos denominan Dios»: es, como mí- cuencia cronológica. Más bien, «yo», «tú»
nimo, persona: un ser presente a sí mismo, y «nosotros» coexisten.
que sabe de sí y dispone de sí. Los creyentes en Cristo profesan este
En el sentido de «misterio revelado», «misterio» del Dios uno y único. Si no obs-
Dios, más allá de lo dicho, aparece como tante se habla de una tríada con relación a
tri-personal, como Padre, Hijo y Espíritu San- Dios, es decir, del misterio de la Trinidad in-
to, como se expresa en el lenguaje bíblico. manente (mysterium Trinitatis immanen-
El misterio de la Trinidad, una vez revela- tis), entonces se hace como llena de senti-
do, se puede articular de manera que se do e irrenunciable (necesaria) del misterio
eviten las dificultades lógicas. En cualquier que se designa con un término teológico
caso, en relación con las tres divinas Perso- técnico «Trinidad económica» y articula el
nas hay que pensar en las relaciones de una misterio de la revelación divina; y precisa-
realidad consigo misma, en el ser-relacio- mente como aquello que es: el misterio del
nado de una realidad que se puede desig- amor de Dios a la creación, de un amor que
nar como «autopresencia». Se trata ahí de encuentra su fundamento, medida y fin, no
relaciones «subsistentes», en el sentido de en el mundo, sino en sí mismo. Dios mis-
que son idénticas tanto con los sujetos de mo es el amor (1 Jn 4,8.16), y es el amor
las mismas, la realidad divina, como tam- siempre actual, porque es el amor eterno.
bién con su término: la misma realidad di- Es el amor no sólo por su autocomunicación
vina. La primera persona es aquella rela- a nosotros. Como tampoco Dios es trino por
ción de una y única realidad de Dios que es su revelación donada a nosotros. El misterio
llamada «Padre». Puede ser pensada como de la revelación consiste, más bien, en do-
un primer relacionarse de Dios consigo mis- narnos la participación en su amor trinita-
mo, que no presupone ninguna otra auto- rio y en su vida eterna. Quien piensa, co-
presencia y que, en este sentido, «es sin mo por ejemplo Hans Küng (Christ sein,
principio». Mientras que el Hijo, la segunda München-Zürich 1974, 346, 464ss.), poder
Persona divina, es una segunda autopre- prescindir de la tradicional doctrina trinitaria,
sencia divina que tiene como presupuesto esté atento para evitar exponer en sentido
668 MISTERIO
monofisita el “intercambio entre Dios y su como Dios se hace Palabra en Cristo entre
pueblo” (ibid, 287) destruyendo así «el mis- los hombres, como en cierto modo se en-
terio». Quien pasa por alto el problema no carna.
capta tampoco la solución del mismo. Sólo Así se nos pone delante el misterio de la
el «misterio de la Trinidad» permite, de una encarnación. El núcleo de este misterio no
parte, mantener firmemente la absoluta consiste en algunas dificultades lógicas, si-
trascendencia y unicidad de Dios, y de otra, no en el así llamado misterio de la «unión
poder hablar de autocomunicación de Dios a hipostática». Su pura posibilidad y su reali-
su criatura, cosa que no se opone a la divi- dad según la naturaleza del misterio que
nidad de Dios, sino que fundamenta la unión hemos expuesto se conocen sólo por fe.
del hombre con Dios. Según el Concilio de Calcedonia (451), la
unión hipostática habla del misterio de la
2. Misterio de la encarnación unidad de la naturaleza humana y de la na-
¿Cómo tiene lugar este «dar» en el que se turaleza divina de Jesucristo en la persona
muestra el misterio de la revelación? El mis- del Logos eterno (D. 300-301). Se subraya
terio de la revelación tiene lugar gracias a la así que, en la unidad y unión con el Logos,
palabra de Dios y a la fuerza del Espíritu San- la naturaleza humana no queda disminuida
to. Los hombres tienen «acceso al Padre por ni absorbida, sino que, en cierto modo, se-
Jesucristo, la Palabra hecha carne, en el Es- lla una unidad de relación, un pacto de amor,
píritu Santo» (DV 2): «Cum Christo in Spiri- en el que la libertad humana queda reivin-
tu Sancto ad Patrem». Este proceso de venir dicada y promovida. La teología de la en-
para llevar al hombre a casa tiene lugar en la carnación deja claro que la libertad, res-
historia como historia de alianza. La histo- ponsabilidad y autonomía de la naturaleza
ria de la alianza es la íntima razón de la his- humana no entran en concurrencia con el
toria. El ingreso real del Logos creador en la Logos divino, sino que Éste las hace posi-
historia tiene como fin llevar la humanidad bles y las lleva a sí. En alianza y en unión
a Dios Padre, concretamente mediante la con el Logos creador, que en Jesucristo se
alianza histórico-salvífica del nuevo pueblo ha hecho hombre «igual a nosotros en todo,
de Dios. La alianza veterotestamentaria con menos en el pecado», se logran la libertad y
el pueblo de Israel fue preparación para la el amor verdadero.
plenitud en la alianza neotestamentaria que, Por la unión hipostática que acredita a Je-
en la encarnación, en la misión del Hijo «en sús como verdadero Dios y verdadero hom-
la carne», se hace historia. bre, sin confusión ni separación, se define
Dios es conocido como aquél que se positivamente la «unión» y con ello también
muestra, que se revela al hombre como Per- el «misterio» de la encarnación. Con la ex-
sona y como tal habla: por la palabra y las presión «sin confusión» y «sin separación»
obras, los sufrimientos, muerte y resurrec- se afirma positivamente que el ser Dios de
ción de Jesús (misterio de la encarnación, Jesús se distingue de su ser hombre, es-
misterios de la vida de Jesús; misterio de tando, sin embargo, unidos, gracias preci-
la Pascua) es Dios que se revela como Dios samente a su ser Persona divina: gracias a
Padre que ama. Pero por la palabra y obras la relación (relatio) de una autopresencia di-
de Jesús el hombre se muestra también co- vina que llamamos Hijo. En este misterio no
mo un ser que encuentra en la amorosa se trata, por tanto, sólo de una «apertura a
aceptación de las palabras de Dios, dicho la naturaleza divina en cuanto nota común a
brevemente, en la fe, su plenitud y su sal- la naturaleza humana», ni de una «gradual»
vación en Dios. El amor es el modo como diferencia de Jesús con respecto a otros
tiene lugar históricamente dicha fe, el modo hombres (cf. P. Schmidt-Leukel, Grundkurs
MISTERIO 669
Fundamentaltheologie, München 1999, 213; de Cristo (RM 1): en su ser bendita (Lc
ver mi recensión a esta obra en ThGl 91, 1,29), en el ser llena del Espíritu Santo, que
2001, 628-630). Se trata aquí, más bien, hace posible su maternidad. En María se
del misterio de la presencia de Dios en Jesús; muestra el misterio de la fe: la presencia
y el carácter misterioso de la misma es ab- oculta del Espíritu Santo es y sigue siendo
solutamente de «otro tipo que el de la pre- presupuesto para la redención del mundo
sencia de Dios en la vida de los hombres» (cf. D. 375ss.). Pero el Espíritu Santo como
(cf. P. Schmidt-Leukel, Grundkurs, que con- Espíritu del Hijo es también el amor que
tradice esta afirmación): el misterio de la refluye del Hijo al Padre. El Espíritu del Hijo,
encarnación está en lo que el Concilio de enviado por el Padre «a nuestros corazo-
Calcedonia articula con su discurso de la nes», es quien clama: «Abbá, Padre» (Ga
unión hipostática: el hombre Jesús de Na- 4,4-6).
zaret, desde el principio y de una vez para Pero como «Espíritu del Hijo», el Espíritu
siempre, ha sido asumido como hombre en Santo es no sólo el Amor de Dios, del Pa-
la segunda persona divina (en el Logos, el dre, sin principio, sino también el amor «co-
Hijo) del Dios Trino (cf. también el Concilio de rrespondiente» del Hijo. En este amor del
Vienne, 1312, D. 900). Pero el hombre que Hijo al Padre concuerdan todos los fieles,
cree en la palabra de Dios encarnada, reci- llenos del Espíritu Santo, y dicen «por, con
bida con fe, se sabe elevado al amor que y en Cristo», como al final de la plegaria eu-
reina entre el Padre y el Hijo, el mismo Es- carística antes del Padrenuestro «Abbá,
píritu Santo, un amor del que no le pueden Padre amado». El Espíritu nos une a Dios y
separar ni la vida ni la muerte ni potencia entre nosotros. Si el Espíritu Santo está en
alguna del mundo (cf. Rm 8,31-39). En la nosotros, nuestra oración llega a Dios Pa-
fe en Jesús como el Cristo, el hombre parti- dre, pues Él escucha la voz de su Hjo en
cipa en la relación de Jesús con Dios; dicho nuestra oración.
con palabras del Nuevo Testamento: parti- Todos los demás misterios se pueden re-
cipa en el misterio del Reino de Dios. conducir a este misterio central de la fe, el
misterio del Dios trinitario-encarnado-pneu-
3. Misterio de la fe matológico: el «misterio de la Iglesia», el
El Reino de Dios se manifiesta y adquiere del bautismo, la eucaristía y los demás sa-
validez en la fe. El mensaje cristiano quiere cramentos, así como también el misterio del
ser creído y además sólo creyendo puede cumplimiento, de la visión beatífica (visio
ser reconocida su verdad. Quien prescinde beatifica). El misterio de Dios no sólo ilumi-
de esto, falsea el Evangelio. El «misterio de na el misterio de la realidad del mundo, si-
la fe», en sentido estricto, es el Espíritu San- no que más bien, a partir de él, el hombre
to, pues sólo «lleno del Espíritu Santo» se mismo concibe su propio misterio.
puede reconocer la verdad de la Palabra de
Dios y se puede confesar y anunciar a Je-
Bibliografía
sús como el Cristo (1 Co 12,3). Con otras W. KASPER, «Revelación y misterio», en Teología e
palabras: creer en sentido cristiano no es, Iglesia, Barcelona 1989, 187-203. K. RAHNER, «So-
en definitiva, una obra humana, sino, esen- bre el concepto de misterio en la teología católica»,
cialmente, don gratuito de Dios. Además, en Escritos de Teología, Madrid 1962, 53-101;
el Espíritu Santo es el amor existente entre «Unidad, amor, misterio», en Escritos de Teolo-
el Padre y el Hijo y con el que el Padre nos gía VII (1968), 710-718; Mysterium salutis, Madrid
envía a su Hijo. Precisamente ahí reside la 1969.
singular importancia de María en el misterio M. Gerwing
670 MISTERIO PASCUAL
Misterio pascual
En una oración del Jueves Santo se pide proceden del Sacramentario Gelasiano, los
que los fieles empiecen debidamente la ce- otros dos son de la familia de los gregoria-
lebración de los misterios pascuales: «... nos.
con plenitud y perfección entren en todos El prefacio del jueves de la semana de
los misterios de las fiestas pascuales» (Ge Pascua nos presenta el misterio pascual co-
349). Toda la celebración del triduo se con- mo una lección que nos enseña a abandonar
sidera misterio pascual cuyo contenido es nuestra vida de pecado y a vivir una nueva
obvio: la muerte y resurrección de Cristo. vida, para así superar la amargura de la
De nuevo el misterio pascual se presenta muerte y conseguir la integridad de la vida
como objeto de la vida de los fieles y de la eterna (Sup An 1593).
Iglesia, y se hace vida en la Iglesia y en los El prefacio del sábado, víspera del Do-
fieles por medio de la celebración. mingo de Ramos, se convierte en una peti-
En las misas de la octava de Pascua y del ción al Señor para que las penitencias cua-
tiempo pascual, se pide al Señor que, cele- resmales nos hagan aptos para celebrar el
brando el misterio pascual, recibamos sus misterio pascual (Sup An 1581).
dones (cf. Ge 468-469), y que lo hagamos
de manera digna (cf. Ge 471). IV. EL CONCILIO VATICANO II
El misterio pascual es motivo de alegría La expresión «misterio pascual» vuelve a
porque en él se realiza la obra de nuestra adquirir carta de ciudadanía en el pensa-
redención (cf. Ge 486); la celebración del miento teológico actual, a partir sobre todo
mismo misterio nos ayuda a hacerlo vida en del movimiento litúrgico consagrado en la
nosotros (cf. Ge 514). El prefacio del quin- Encíclica Mediator Dei, y entra a formar par-
to domingo después de la octava de Pas- te del bagaje teológico del Vaticano II, sobre
cua, pone su acento en el esfuerzo que de- todo en la Constitución Sacrosanctum con-
be hacer el cristiano para vivir siempre el cilium, aunque no se limite a ella el uso y
misterio pascual a través de las buenas contenido de esta expresión. Vamos pues a
obras (cf. Ge 564). examinar el significado de estos términos
Todos estos textos hacen referencia evi- en los textos conciliares.
dentemente a la eucaristía en la que se ac-
tualiza el misterio pascual, que tiende a ha- 1. Contenido del «misterio pascual»
cerse vida en la participación del sacra- Algunos textos conciliares nos explican el
mento. contenido de la expresión «misterio pas-
cual», que incluye los misterios de la pa-
3. El sacramentario de Gellone sión, resurrección de entre los muertos y
Este libro litúrgico contiene un prefacio el ascensión. Así pues, cuando se habla de
quinto domingo de Cuaresma que conside- misterio pascual, se hace referencia inme-
ra este periodo como preparación para la diata a estos tres misterios de la vida del
celebración del misterio pascual; cuanto más Señor: «Cristo el Señor realizó esta obra de
se acercan los días de la celebración de las la redención humana y de glorificación per-
fiestas pascuales, tanto más los fieles tie- fecta de Dios, preparada por las maravillas
nen que prepararse a celebrar dignamente que Dios hizo en el pueblo de la Antigua
los misterios pascuales (Gell 487). Alianza, principalmente por el misterio pas-
cual de su bienaventurada pasión, de su re-
4. El Suplemento de Aniano surrección de entre los muertos y de su glo-
En cuatro fórmulas de la sección de prefacios riosa ascensión» (SC 5).
del Suplemento de Aniano encontramos la Pero el misterio pascual no es una ma-
expresión «misterio pascual»; dos de ellos nera de decir abreviadamente o sintética-
674 MISTERIO PASCUAL
mente estos tres misterios, porque el con- celebración de la eucaristía, por ello los fie-
tenido de la expresión «misterio pascual» les cristianos han de reunirse cada domin-
entraña la redención humana y la perfecta go: «la Iglesia, desde la tradición apostó-
glorificación de Dios, que evidentemente se lica que tiene su origen en el mismo día de
realiza por la pasión, muerte, resurrección y la resurrección de Cristo, celebra el miste-
ascensión del Hijo de Dios. El contenido pues rio pascual cada ocho días, en el día que se
de la expresión se amplía con el tema de la llama con razón “día del Señor” o domin-
redención de los hombres y la glorificación go. Así pues, en este día los fieles deben
de Dios. reunirse para, escuchando la palabra de
En el capítulo tercero sobre los sacra- Dios y participando de la Eucaristía, recor-
mentos, el texto conciliar afirma que la fuer- dar la pasión, resurrección y gloria del Se-
za santificadora de los sacramentos y sa- ñor Jesús» (SC 106).
cramentales dimana del misterio pascual de Si cada domingo se celebra la resurrec-
Cristo: «Y así, la liturgia de los sacramen- ción del Señor, se debe organizar el año li-
tos y sacramentales hace que, en los fieles túrgico de manera que se celebren debida-
bien dispuestos, casi todos los aconteci- mente los misterios de nuestra redención,
mientos de la vida sean santificados por la especialmente el misterio pascual: «Reví-
gracia divina que emana del misterio pas- sese el año litúrgico de modo que, conser-
cual de la pasión, muerte y resurrección de vadas o restablecidas las costumbres y en-
Cristo, de quien reciben su poder todos los señanzas tradicionales de los tiempos sa-
sacramentos y sacramentales» (SC 61). grados, de acuerdo con las circunstancias
De nuevo contemplamos el contenido y de nuestro tiempo, se mantenga su carácter
alcance del misterio pascual, concretamen- primitivo para alimentar debidamente la pie-
te en la celebración sacramental que nos dad de los fieles en la celebración de los
otorga la gracia divina gracias a la fuerza misterios de la tradición cristiana, sobre to-
que mana del misterio pascual. Esta pre- do del misterio pascual» (SC 107).
sentación del misterio pascual, precisa lo En las memorias de los mártires y de los
que de manera más general se ha dicho en santos la Iglesia contempla realizado en
el número 5 de la Constitución conciliar. ellos el misterio pascual de Cristo, y a la
En el capítulo quinto sobre el año litúrgi- vez éstos se convierten en modelos para
co hay abundantes referencias al misterio otros cristianos: «En la conmemoración de
pascual. El capítulo empieza hablando del la muerte de los Santos proclama la Igle-
domingo y, aunque no se use la expresión sia el misterio pascual cumplido en ellos,
«misterio pascual», se hace referencia a su que padecieron con Cristo y han sido glo-
contenido porque en el domingo se hace rificados con Él; propone a los fieles sus
memoria de la resurrección, de la misma ejemplos, que atraen a todos por medio de
manera que en la Pascua anual se hace me- Cristo al Padre, y por sus méritos implora
moria de su pasión y resurrección: «Cada los beneficios de Dios» (SC 104).
semana, en el día que llamó “del Señor”, Dentro del ámbito del año litúrgico hay
conmemora su resurrección, que una vez al que mencionar la expresión «ayuno pas-
año celebra también, junto con su santa pa- cual», a propósito del ayuno que se guarda
sión, en la máxima solemnidad de la Pas- el Viernes Santo y también el Sábado San-
cua» (SC 102). to (cf. SC 110); el ayuno de estos días ad-
En relación con el día del Señor, el Con- quiere una dimensión pascual tan fuerte que
cilio recuerda de manera explícita que, por no se duda en calificarlo de esta manera,
tradición apostólica, la Iglesia cada domin- siguiendo, por otra parte, los textos de los
go conmemora el misterio pascual con la antiguos sacramentarios.
MISTERIO PASCUAL 675
Mística
Los primeros son algo que todo cristiano intensa unión con el misterio de la cruz de
puede reavivar en sí mismo a través de una Cristo, mediante la cual Dios purifica el alma
vida solícita de fe, de esperanza y de caridad (aspecto central de la mística ordinaria); pe-
y, de esa manera, llegar a una cierta expe- ro esa identificación con la cruz se puede
riencia de Dios y de los contenidos de la fe, dar por caminos muy diversos: en algunos
por medio de una seria ascesis. En cuanto a casos, Dios suscita vocaciones marcadas
los carismas, san Pablo dice que existen so- particularmente por el dolor y la enferme-
bre todo en favor de la Iglesia, de los otros dad, concediendo gracias especiales para
miembros del Cuerpo místico de Cristo (cf. responder a esa llamada y realizar un in-
1 Co 12,7). Al respecto hay que recordar, tenso «apostolado del sufrimiento» con los
por una parte, que los carismas no se pue- que les rodean y sosteniendo a toda la Igle-
den identificar con los dones extraordinarios sia; además, a unas pocas personas el Se-
“místicos” (cf. Rm 12,3-21), por otra, que ñor ha otorgado el don extraordinario de los
la distinción entre “dones del Espíritu Santo” «estigmas», que, reproduciendo físicamen-
y “carismas” no es tan estricta. Un carisma te las mismas llagas de Jesucristo, simbo-
fecundo para la Iglesia no puede ejercitarse, lizan de forma visible y rotunda que el ver-
en el ámbito neotestamentario, sin un de- dadero sentido del dolor está sólo en la cruz
terminado grado de perfección personal; por de Cristo, en sufrir con Él, por Él y en Él.
otra parte, todo cristiano “vivo” posee una Teniendo en cuenta estas precisiones, nos
tarea peculiar y en este sentido un “caris- centraremos en el concepto más general y
ma” “para la edificación del Cuerpo de Cris- común de mística, al que toda vida cristia-
to” (cf. Ef 4,15-16), en comunión con la Je- na debe estar abierta, como invitaba con
rarquía, a la cual “compete ante todo no so- fuerza Juan Pablo II en su programa pasto-
focar el Espíritu, sino probarlo todo y retener ral para el tercer milenio, al hablar de la
lo que es bueno” (LG 12)» (OF 25). santidad y de la oración, en la Novo millen-
En consecuencia, se pueden distinguir nio ineunte: «La gran tradición mística de
tres tipos de dones místicos: la mística «or- la Iglesia, tanto en Oriente como en Occi-
dinaria», alcanzable por todos, como fruto de dente […] muestra cómo la oración puede
las virtudes y los dones del Espíritu Santo, y avanzar, como verdadero y propio diálogo
que entra en el orden de la santificación per- de amor, hasta hacer que la persona hu-
sonal; la mística «especial» o «peculiar», mana sea poseída totalmente por el divino
fruto de carismas concretos concedidos por Amado, sensible al impulso del Espíritu y
Dios a determinados cristianos, de acuerdo abandonada filialmente en el corazón del
con su vocación particular en la Iglesia, y Padre. Entonces se realiza la experiencia vi-
que se conceden precisamente en servicio va de la promesa de Cristo: “El que me ame,
de la misma Iglesia y de las almas, no en será amado de mi Padre; y yo le amaré y
beneficio propio, aunque se apoyen en la me manifestaré a él” (Jn 14,21). Se trata
santidad personal; y la mística «extraordi- de un camino sostenido enteramente por la
naria», con dones que suelen romper las le- gracia, el cual, sin embargo, requiere un in-
yes de la naturaleza, y que Dios concede a tenso compromiso espiritual que encuentra
personas muy concretas como signo claro también dolorosas purificaciones (la “noche
y llamativo de la grandeza de la santidad oscura”), pero que llega, de tantas formas
cristiana a la que todos estamos llamados, posibles, al indecible gozo vivido por los mís-
o de alguno de sus aspectos más impor- ticos como “unión esponsal”. ¿Cómo no re-
tantes. cordar aquí, entre tantos testimonios es-
Así, por ejemplo, todo cristiano tiene que pléndidos, la doctrina de san Juan de la Cruz
experimentar en su camino de santidad una y de santa Teresa de Jesús?
MÍSTICA 679
»Sí, queridos hermanos y hermanas, fructificar esos dones divinos, pero no rea-
nuestras comunidades cristianas tienen que lizando en sentido estricto la experiencia
llegar a ser auténticas “escuelas de oración”, mística por propia iniciativa: la iniciativa y
donde el encuentro con Cristo no se expre- el poder son divinos.
se solamente en petición de ayuda, sino Pero no cualquier don de Dios en el iti-
también en acción de gracias, alabanza, ado- nerario espiritual de un alma se puede llamar
ración, contemplación, escucha y viveza de místico en sentido propio. La mística pro-
afecto hasta el “arrebato del corazón”. Una piamente dicha está constituida por expe-
oración intensa, pues, que sin embargo no riencias peculiares, particulares, en la rela-
aparta del compromiso en la historia: abrien- ción entre Dios y un alma que va avanzando
do el corazón al amor de Dios, lo abre tam- en su santidad personal. Decimos peculia-
bién al amor de los hermanos, y nos hace res o particulares porque, aunque no sean
capaces de construir la historia según el de- extraordinarias, y se den como fruto lógico
signio de Dios» (NMI 33). del proceso de santificación personal, su-
ponen un cambio apreciable: un «salto» o
III. RASGOS CARACTERÍSTICOS «vuelo», que incluye cierta discontinuidad
DE LA VIDA MÍSTICA con lo anterior, un algo novedoso, no bus-
Ante todo, la mística es don de Dios: toda cado ni esperado, recibido por sorpresa, etc.
experiencia o vivencia mística procede de Todo lo que sigue pretende desglosar, en
una expresa intervención divina en el alma, particular, dónde está esa «novedad», que
tiene un arranque fundamentalmente pasi- permite distinguir lo místico de lo que no lo
vo, de origen no controlado por el propio es; pero, al mismo tiempo, ahí radica pre-
sujeto y, por ello, inesperado, sorprendente, cisamente la dificultad del estudio y com-
o incluso desconcertante. Sin embargo, Dios prensión de lo que es la mística, con la con-
se sirve, para esa donación, de la prepara- siguiente diversidad de planteamientos y
ción y disposiciones del alma, de su mayor opiniones teológicas al respecto.
o menor correspondencia, y mantiene siem- Cualquier experiencia mística es una ex-
pre el misterioso equilibrio entre gracia y li- periencia movida fundamentalmente por el
bertad. amor y que provoca un aumento conside-
Por ello, la actitud fundamental por par- rable del mismo amor; más aún, propio de
te del sujeto ante los dones místicos, y lo la mística es una «novedad» en el amor:
que suele determinar la intensidad y hon- cierto «flechazo», un enamoramiento, un
dura de su vida mística, es su humildad y cambio en la relación amorosa con Dios; un
docilidad, su capacidad de receptividad, de cambio que incluye un nuevo, más profun-
abandono en las manos divinas. Todo lo cual do y más radical compromiso de amor de
se alcanza a través de la lucha ascética, la ahí, el frecuente lenguaje esponsal entre los
vida de oración y purificación del alma, la escritores místicos , con la consiguiente do-
recepción de los sacramentos y la práctica de nación y entrega incondicional al Amado…
las virtudes, etc. Es decir, el alma no pro- Compromiso mutuo: Dios es el que con-
voca la mística ni ninguna de sus formas o quista y enamora primero, y el alma la que
aspectos, pero sí se dispone para ella. responde… Compromiso que tiende a ser
Esto nos lleva también a no confundir la cada vez más definitivo, estable y completo:
auténtica mística cristiana con el «quietis- un amor cada vez más intenso, íntimo, abar-
mo», pues el abandono que implica es fuer- cante… Una auténtica «locura de amor»…
temente activo, y el alma colabora libre y Inseparablemente unida a la novedad del
responsablemente con la acción divina: co- amor, está la novedad «contemplativa»: to-
labora disponiéndose, recibiendo y haciendo da relación mística con Dios incluye un co-
680 MÍSTICA
nocimiento especialmente íntimo y pene- Jesucristo: por eso se llama «mística», por-
trante de la Verdad divina, dentro de la fe; que participa precisamente de lo más ca-
no como fruto de un mayor o mejor razo- racterístico de los misterios divinos en
namiento, sino como sabiduría de carácter cuanto tales. Es decir, es profunda, rica e
intuitivo y simple, provocada por ese con- inagotable como Dios mismo; y a la vez,
tacto íntimo, amoroso, personal con Dios misteriosa, oculta, secreta y escondida. De
mismo: la contemplación es «mirada» de ahí brotan las abundantes paradojas pro-
fe, mirada de amor, conocimiento por «con- pias de la mística, como el «no entender en-
naturalidad». tendiendo»: se entiende mucho más sobre
Los conceptos de mística y contempla- Dios, pero precisamente por eso no esta-
ción no son exactamente intercambiables, mos en el cielo, todavía se capta mucho
pero sí están íntimamente relacionados, has- mejor la trascendencia de Dios sobre todo
ta poderse considerar inseparables (como pensamiento y conceptualización; se está
hacen santa Teresa de Jesús y san Juan de mucho más cerca de Él, al mismo tiempo
la Cruz, sir ir más lejos): la contemplación es que se descubre lo lejos que se está en rea-
la componente más característica de la mís- lidad…
tica, y toda experiencia mística tiene rasgos De lo anterior brota la inefabilidad carac-
contemplativos. Teniendo siempre presen- terística de la mística: la gran dificultad que
te que el concepto de contemplación inclu- encuentra el sujeto y mucho más el que
ye esa novedad del amor, no sólo el aspec- es ajeno a la experiencia , para concep-
to cognoscitivo; y que es el amor la fuente tualizar y explicar con palabras esa reali-
del conocimiento místico o contemplativo, dad. De ahí el recurso habitual, en los es-
y no a la inversa. critores místicos, a las imágenes y alego-
Toda experiencia mística incluye, por tan- rías, al lenguaje simbólico y poético, a las
to, una comunión personal de amor con- paradojas, etc.; de ahí también la notable
templativo entre el alma y Dios, fruto de diversidad de posibles explicaciones teoló-
una particular comunicación divina, que tien- gicas, con algunas intensas polémicas in-
de a afectar a toda la persona, con una es- cluidas; y de ahí también la posibilidad de
pecial intensidad, intimidad e inmediatez. calificar, equivocadamente, algunas expe-
Todo ello admite, desde luego, una infinitud riencias místicas como locura, esquizofre-
de grados y matices, pero quizá sea la idea nia, etc.; o de confundirlas con otras expe-
de «inmediatez» de la relación con el mis- riencias religiosas, espirituales o psíquicas,
terio de Dios la que más caracteriza la «no- que poseen quizá manifestaciones y rasgos
vedad» de la mística. similares, pero que son esencialmente di-
Entre otras cosas, esa «inmediatez» se versas en el fondo.
refleja en que la comunicación mística divi- Conviene, en este momento, introducir
na es radical y manifiestamente trinitaria: otra aclaración fundamental, para mantener
una contemplación de los misterios divinos en su lugar el concepto de mística ordinaria
en cuanto tales y un vivir en ellos: de la Tri- y no limitarlo a los maestros o escritores mís-
nidad en la Unidad y de la Unidad en la Tri- ticos. En efecto, todo místico tiene cierta con-
nidad, de cada Persona divina en cuanto tal ciencia de algun tipo de «novedad», aunque
y en comunión con las otras; a través de sea simplemente en forma de sorprenden-
una participación característica en el miste- te sentimiento amoroso, desconcertante in-
rio de Jesucristo, en cuanto Dios y en cuan- tuición contemplativa, desconocida paz y ale-
to Hombre, y en la unidad de su Persona. gría en el alma, etc.; pero la mayoría de los
Dicho de otra forma, es una relación per- cristianos que empiezan a vivir esas expe-
sonal con el mismo misterio de Dios y de riencias místicas, e incluso muchos que ya
MÍSTICA 681
han crecido notablemente en ellas, no son yor intimidad con Dios; más aún, de la in-
conscientes ni sospechan siquiera que «eso» timidad definitiva y total del cielo; es decir,
sea la mística de la que han oído hablar (si es una esperanza cada vez mayor, que puede
que han oído o leído algo al respecto), ni es- llegar a tomar forma de «ansia», «arreba-
tán pensando en una peculiar intervención to» … Una esperanza que incluye, a la vez,
divina en ellos, ni, mucho menos, son capa- un gran abandono y una búsqueda activa,
ces de darle forma, contenido o expresión a afanosa, exigente, incluso descarada, de
lo que están viviendo. Dios.
Distinto y peculiar es el caso de algunos Sin embargo, insistimos, la contempla-
santos que han recibido de Dios, además del ción pertenece al orden de la fe: no es la
don de la mística en sí misma, una vocación visión beatífica; la mística no es equivalen-
de maestros en estas cuestiones y, por tan- te a la posesión y el gozo propios del cielo;
to, el carisma (don místico «peculiar», no pertenece a la condición de viador, aunque,
general) de captar mucho más claramente como propia de la santidad y del desarrollo
esa novedad en cuanto tal novedad, y de de la gracia, acerca mucho más al cielo. El
poder describirla, transmitirla y explicarla, místico, al paladear las grandezas del amor
con más o menos acierto y profundidad. Pe- divino, suele ser más consciente de las ma-
ro esto no significa que esos maestros de la ravillas que incluirá la vida eterna y, al mis-
mística sean necesariamente más místicos mo tiempo, de la diferencia radical con es-
ni, por tanto, más santos que los que no se ta vida: lo desea, por tanto, con particular
dan cuenta de todo eso ni lo explican. Es de- ardor, hasta llegar a las expresiones para-
cir, no hay que confundir la mística en sí mis- dógicas del famoso «muero porque no mue-
ma propia de cualquier santo en cuanto tal ro»…, pero al mismo tiempo ama esta vida
con la enseñanza mística, la literatura mís- como nadie, pues es el camino para ese
tica, la teología mística, etc. Hay mucho ver- Amor definitivo y maravilloso.
dadero místico que no sabe que lo es, ni lo Como algo propio del verdadero amor, ese
sabrá nunca en esta vida, y que además es afán y búsqueda es, sobre todo, de Dios en
bueno que no lo sepa… sí mismo, no del gozo o placer que el alma
Aunque está ya implícito en lo dicho, con- misma experimenta. Es decir, cuanto más
viene subrayar expresamente que toda ex- intensa y elevada es la experiencia mística,
periencia mística se realiza en el ámbito de más desinteresada es: más humilde, más
la fe, la gracia y los sacramentos: en el se- abandonada… Lo cual no excluye, al contra-
no de la Iglesia. Es decir, toda verdadera rio, que el alma se sienta cada vez más feliz,
experiencia mística es una experiencia ge- más llena, más colmada del gozo divino.
nuinamente cristiana y eclesial, que, lejos Esa unión íntima con Dios se realiza en
de salirse del ámbito propio de la condición el «centro», «ápice» o «esencia» del alma:
cristiana, no hace sino reforzar manifiesta- expresiones frecuentes en los maestros mís-
mente sus elementos más característicos. ticos, que quieren mostrar así, por una par-
Dicho de otra forma: la novedad no está en te, la gran intimidad y recogimiento de la
algo que se sale de lo normal, sino en una experiencia mística, más allá incluso de las
forma nueva de sentirlo y vivirlo, que lleva potencias superiores (entendimiento y vo-
a una mayor captación de lo esencial y a un luntad); y por otra, la totalidad de la expe-
enraizamiento mayor en lo más genuina- riencia: cómo afecta a toda la persona, en
mente cristiano. un movimiento que va de dentro hacia fue-
Por eso, toda experiencia mística incluye ra (desde el centro, repercute en el resto
también un intenso, decidido y confiado de- de la persona), y no de fuera adentro, como
seo, anhelo, búsqueda de una todavía ma- suele ocurrir en el esfuerzo ascético ordina-
682 MÍSTICA
rio por recogerse y buscar la intimidad con gradual: si el alma es dócil a la acción divi-
Dios. na, estas experiencias son cada vez más
Expresado esquemáticamente, en el es- prolongadas y continuas, más intensas en
fuerzo personal, movido por la gracia pero el amor, más penetrantes en el conoci-
con iniciativa humana, el proceso sería: sen- miento; la unión con Dios se hace más es-
tidos / acción → conocimiento → voluntad; trecha, más abarcante de todo el ser y la
en el don místico, con correspondencia hu- actividad humana, más sencilla, profunda y
mana pero iniciativa divina: centro del al- armónica a la vez.
ma → voluntad → conocimiento (por amor) Precisamente debido a esa gradualidad,
→ sentidos / acción. puede haber muchas almas que han inicia-
La contemplación y la mística incluyen do ya un verdadero camino de contempla-
también una intensa purificación del alma ción, pero que, por ser todavía poco inten-
y de todas sus potencias, mediante una par- so y profundo, apenas se aprecia en sus ma-
ticular participación en la cruz de Cristo: nifestaciones. También hay almas que
participación de carácter claramente pasi- recorren ese camino a gran velocidad, y
vo (no buscada ni querida, inesperada, etc.); otras que lo hacen muy lentamente, o con
muy dolorosa más en lo moral y espiritual pérdidas, retrocesos y recomienzos…
que en lo físico , pero compatible, al mis- Como refleja el texto de la Orationis for-
mo tiempo, con una paz profunda y un go- mas citado más arriba, la explicación teo-
zo interno en el centro del alma. Con fre- lógica más común del origen y crecimiento
cuencia esa purificación se manifiesta en de la vida mística se apoya en la actividad de
una impresión de abandono por parte del los dones del Espíritu Santo. En efecto, por
mismo Dios, de oscurecimiento casi total, una parte, son dones concedidos a todos
ante el que los santos reaccionan con un desde el bautismo, y que crecen con la gra-
expreso acto de confianza ciega, del que cia, como hábitos infusos. Por otra parte, a
brota un afianzamiento de la unión mística. diferencia de las virtudes, su naturaleza pro-
Se puede equiparar a la experiencia de Je- pia es ser actualizados por Dios mismo y no
sús mismo en la agonía del huerto y en la por el alma, pero siempre en la medida en
cruz. Aquí entraría toda la doctrina clásica que el alma es dócil a esa acción divina. El
de la «noche oscura del alma», a la que ha- «salto» o novedad de que hablamos sería
ce referencia el texto de Juan Pablo II cita- debido, entonces, a la clara diferencia de
do más arriba. naturaleza y actuación que existe entre vir-
Conforme crece la vida mística, el alma tudes y dones; y la gradualidad de la místi-
se ve cada vez más alejada del pecado, pe- ca dependería del progresivo predominio de
ro nunca se considera impecable o confir- la acción de los dones sobre las virtudes,
mada en gracia; más aún: aumenta consi- perfeccionadas a su vez por ese predomi-
derablemente su sensibilidad ante la mal- nio de los dones.
dad de las ofensas a Dios, propias y ajenas, Algunos teólogos tienden a pensar, sin
afina más en su contrición y, en particular, se embargo, en algún tipo de gracias nuevas
siente cada vez más indigna de esa nueva y propias de la experiencia mística. Con esa
intimidad divina, comprendiendo así mejor postura hay más dificultades para explicar
que es un don gratuito de Dios, totalmente la universalidad de la mística y la continui-
inmerecido. dad en el proceso interior; aunque puede
quedar más clara la novedad y la peculiari-
IV. RELACIONES ENTRE ASCÉTICA Y MÍSTICA dad de la mística.
Como ya se ha ido señalando, es importan- De acuerdo con todo lo anterior, se pue-
te destacar que la mística tiene un carácter de hablar de una diferencia clara y una con-
MÍSTICA 683
tinuidad, a la vez, entre los conceptos clá- vida cristiana, de manera que de ella brota
sicos de ascética y mística. En efecto, hay la verdadera acción, sin dejar de ser con-
una unidad básica en todo el proceso espi- templación, hasta el punto de que pueden
ritual, que siempre se apoya en la gracia, no llegar a distinguirse: para el místico, to-
las virtudes y los dones, en la acción divi- do es oración, todo es apostolado, todo es
na y la correspondencia del alma; pero, a trabajo…
la vez, en ese proceso, se observa un pre- En efecto, cuanto más mística es el al-
dominio inicial de lo ascético, en la medida ma, más naturalmente vive esa unión y ar-
en que el alma debe tomar la iniciativa, y monía entre Marta y María, sin necesidad
no está preparada todavía para una acción de «esfuerzos ascéticos» por hacerlas com-
predominantemente divina (salvo que Dios patibles. Esto es así, porque dicha unidad
la forzara, cosa que no hace); frente a un brota de la unidad de la caridad (amor a
predominio claramente místico en las altu- Dios y al prójimo), de la armonía entre las
ras de la santidad. Predominio místico que virtudes sobrenaturales, entre virtudes y
y esto es muy importante incluye toda- dones, y entre virtudes humanas y sobre-
vía una ascética mayor: el santo es mucho naturales: unidad y armonía que está en
más místico, y también mucho más ascéti- esas mismas realidades tal como han salido
co; pero con una diferencia proporcional- de las manos de Dios, y que el alma, por
mente mayor aún entre lo místico y lo as- tanto, no tiene que «construir» sino que
cético. Utilizando una pobre pero ilustrati- «descubrir», «extraer» y poner en práctica
va imagen matemática, se puede decir que, convenientemente.
en el santo, la ascética crece linealmente y En definitiva, volviendo a las aclaracio-
la mística exponencialmente. nes del principio, la llamada a la santidad
En particular, y como último rasgo ca- incluye una llamada a la mística y la con-
racterístico y decisivo que subrayamos en templación con las características aquí re-
esta síntesis, la verdadera mística supone sumidas, pero sus manifestaciones pueden
una unidad y un equilibrio cada vez mayor ser diversísimas, precisamente por la im-
entre acción y contemplación: entre Marta y presionante riqueza de la realidad que de-
María, según la clásica imagen evangélica signamos como mística: una participación
tan usada por los maestros espirituales de en la infinita riqueza del mismo Dios Uno y
todos los tiempos. Equilibrio entendido en Trino.
dos sentidos fundamentales y complemen-
tarios: contemplación / apostolado, por una Bibliografía
parte, contemplación / trabajo, vida ordi- AA.VV., Diccionario de mística, Madrid 2002. E.
naria, etc., por otra. Esa unidad no significa ANCILLI (ed.), La Mistica. Fenomenologia e rifles-
yuxtaposición ni mero equilibrio: hay un pre- sione teologica, Roma 1984; Diccionario de es-
dominio claro de la contemplación como me- piritualidad, Barcelona 1983.
ta, como fuente y como forma de toda la J. Sesé
684 MORALIDAD
Moralidad
acción según el primer modo de considera- convicción del sentido común moral de que
ción, y de bondad o maldad moral para el ciertas acciones no deben realizarse, ni aun
segundo. Aunque en la medida en que la en vista del mejor fin, es lo que ha llevado
acción en sí misma se supone como cono- a hablar de acciones malas en sí mismas
cida y querida, por motivos fácilmente pre- (Aristóteles, Ética a Nicómaco, 1107a), o
sumibles, hay quienes prefieren hablar siem- malas «por su objeto», o intrínsecamente
pre sencillamente de bondad y maldad mo- malas, o también de «absolutos morales».
rales. En cualquier caso, es patente que la
integridad moral de la acción exige tanto la c) Los resultados y el principio del doble
bondad como la corrección: es decir, tanto efecto
realizar lo adecuado o debido como llevarlo Los resultados o efectos de la acción pueden
a cabo por un buen motivo. La sola correc- considerarse como pertenecientes a la ac-
ción moral de lo querido no garantiza la bon- ción en cuanto que son vividos como su con-
dad moral del acto de quererlo; y sola la secuencia y prolongación, e intervienen en
bondad moral del querer tampoco asegura la calificación moral de la acción sólo en la
que se acierte con lo correcto, aunque sin medida en que sean queridos, o al menos
duda lo buscará, si es auténticamente bue- previstos, por el agente. Cuando esos efec-
no. En este sentido, la filosofía moral de tra- tos son queridos el criterio es sencillo, a te-
dición tomista llama «objeto» (moral) a la nor de lo visto antes para lo querido en ge-
acción misma, cuya corrección moral se de- neral. Pero para el caso de efectos no queri-
termina por su finalidad intrínseca (finis ope- dos pero sí previstos, la filosofía moral habla
ris), y «fin» al motivo o intención del agen- del principio del doble efecto. Trata éste de
te (finis operantis). De manera que, según aclarar la responsabilidad y legitimidad de la
la misma terminología, se dice que las fuen- realización de una acción de la cual se deri-
tes de la moralidad de la acción son su ob- va un efecto malo (o incorrecto) previsto pe-
jeto, su fin y las circunstancias de la situa- ro no pretendido o querido (como es lógico,
ción. Para que una acción sea moralmente su quererlo, aun como medio, ya haría ma-
buena según este modo de expresarse , la la acción). Según ese principio moral, es lí-
ha de poseer, a la vez, un objeto correcto cito causar secundariamente un efecto tal si
(considerado en su conjunto de circunstan- se dan tres condiciones: que lo que real-
cias) y un fin bueno; basta que falte una de mente se quiera y directamente se realice
estas condiciones para que la acción resul- sea un efecto bueno (o correcto), que haya
te moralmente inaceptable. proporcionalidad razonable entre el bien que
2.º) La moralidad de los medios. Una se busca y el mal que se prevé, y que esa
nueva complejidad aparece cuando la reali- acción con dicho efecto secundario perjudicial
dad del fin que el agente se propone re- carezca de una alternativa mejor. Nótese que
quiere la ejecución previa de otros fines, co- aislar la segunda condición, tomándola por
mo medios o fines subordinados. En estos exclusiva, es lo típico del consecuencialismo,
casos la valoración moral del querer, y de que se limita a un mero cálculo de efectos
la acción, habrá de tener en cuenta tanto el buenos y malos, pero que nada sabe de la
acto de querer el fin como el de querer los moralidad interior de la acción.
medios. Sostener que todo fin justifica cua-
lesquiera medios, porque la única morali- 3. Los sentimientos, los hábitos
dad en juego es en realidad la del querer el y la persona
fin, equivale a negar el evidente hecho de a) Sentimientos y libertad moral
que la elección del medio es también una Antes se advirtió que la esfera de las accio-
verdadera elección libre. Por el contrario, la nes no es la única en la que se habla de mo-
MORALIDAD 687
ralidad. Ello se echa de ver al comprobar una determinada manera. Cuando ésta es
que muchas veces también calificamos mo- la moralmente adecuada y buena llámanse
ralmente ciertos sentimientos o vivencias virtudes; en el caso contrario se habla de
afectivas (como la gratitud, o la envidia). Si vicios. El conjunto de los hábitos morales
ello es así es porque vemos en ellos algu- de una persona dibuja su carácter y cata-
na suerte de corrección o incorrección, y dura moral. No dudamos entonces en ha-
porque además suponemos y sólo en esa blar de un carácter moralmente bueno o
medida algún modo o grado de libertad en malo, donde las motivaciones son definiti-
su vivirlos. Es verdad que, en un primer mo- vas; o incluso, en ese sentido moral, de bue-
mento, los sentimientos y los deseos nos nas o malas personas. Además, a quien po-
invaden, somos pasivos ante ellos, y en esa see un carácter moralmente bueno se le re-
fase o estadio no somos directamente libres conoce una autoridad o dignidad moral,
ni responsables de ellos. Así dados, los sen- sobre la dignidad ontológica que radica in-
timientos y pasiones carecen de bondad o alterablemente en su ser racional y libre,
maldad moral, aunque pueden encerrar e capaz de moralidad.
incoar ya corrección o incorrección moral Al final de este breve recorrido, donde se
(por eso se habla de tentaciones o deseos han reconocido como ámbitos o campos de
buenos y malos). Sólo cuando, tras apare- moralidad las acciones, los sentimientos y
cer en el sujeto tales vivencias, éste toma los hábitos y caracteres morales es oportu-
postura ante ellas, consintiéndolas o no, no precisar un punto de lo expuesto. No se
esos sentimientos forman ya parte de nues- trata sino de subrayar justo que todos esos
tra vida libre y moral. En tanto que acepta- campos son ámbitos propios de moralidad
dos o rechazados tales sentimientos y de- plena. Es cierto que las tomas de postura o
seos poseen sin duda cualidad moral, de la actitud en los estratos más profundos de la
que pasamos ya a ser responsables. Más personalidad (definidos moralmente por los
aún, como quiera que la repetida acepta- hábitos y el carácter) poseen un valor mo-
ción de sentimientos de una misma clase ral de gran peso, tanto por sí mismas como
favorece el surgimiento de fenómenos afec- por la influencia que reciben en el curso de
tivos de esa misma índole, puede decirse la vida. Relevancia que les ha valido el nom-
que de modo indirecto somos efectivamen- bre de elecciones u opciones fundamenta-
te responsables también de parte de los sen- les. Pero esa mayor importancia moral no
timientos mayor cuanto más dilatada es la es exclusividad. Es decir, negar la plena mo-
vida y la experiencia que espontáneamen- ralidad de los actos singulares, merced a
te vemos nacer en nuestro interior. A este esa legítima importancia mencionada, es
poder y libertad indirecta se le llama preci- sencillamente un grueso error psicológico.
samente libertad moral, a diferencia de la Pues ya se mostró la necesaria y mutua co-
libertad psicológica o de arbitrio. Gracias a nexión entre los actos y los hábitos y ca-
ella la persona puede ir configurando su se- racteres: los unos crean y manifiestan los
gunda naturaleza, su naturaleza moral. otros, y éstos tienden a encarnarse en los
primeros.
b) Hábitos, carácter moral y persona.
Las actitudes fundamentales 4. La felicidad
Mediante esa configuración de la naturaleza Por último, debe señalarse otro objeto siem-
moral se abre un nuevo y más profundo pre presente en la consideración moral, tam-
campo de moralidad: el de los hábitos y el bién de modo indirecto por su índole gené-
carácter morales. Los hábitos son predis- rica pero igualmente profundo: la felicidad.
posiciones estables a obrar, y a sentir, de La idea de la felicidad se perfila en lo que
688 MORALIDAD
cabe tanto desde las acciones concretas para Kant, en cambio, la felicidad es más
como desde los caracteres morales genera- bien un estorbo para esa misma tarea, pues
les. De una parte, todo querer singular di- es la fuente que tiende a contaminar de
rigido a un bien determinado sólo es posi- egoísmo la motivación puramente moral.
ble porque la voluntad quiere ya, por natu- De cualquier manera, se comprende bien,
raleza, lo genéricamente bueno. Hecho que entonces, que todas las doctrinas de la mo-
vivimos, entre otros momentos, cuando que- ralidad hayan tratado de responder a esta
damos insatisfechos tras haber conseguido doble pregunta: ¿cuál es el criterio para dis-
precisamente lo que en concreto pretendía- cernir la vida buena y feliz?; y ¿cómo dis-
mos; o también cuando, por el contrario, tinguir las acciones buenas que configuran
experimentamos el logro de lo querido como esa vida, preferible y debida?; o también
cumplimiento y plenitud de un anhelo más sencilla aunque reductivamente, ¿qué ac-
hondo. Al objeto ideal de ese querer funda- ciones son las mejores y debidas?
mental y difuso todos llaman felicidad. De
otra, los distintos caracteres morales que II. EL ESTUDIO DE LA MORALIDAD
definen diversos modos de vida no nos son 1. Saber moral espontáneo y ciencia
en absoluto indiferentes. Preferimos unos a de la moralidad
otros. Buscamos vivir el que realmente sa- La moralidad, o lo ético, es algo de lo que
tisfaga y cumpla nuestras aspiraciones más tenemos experiencia directa. Hay acciones
profundas, el que nos haga definitiva y ab- concretas y modos de comportamiento ge-
solutamente más felices; pues no cualquie- nerales que nos parecen moralmente buenos
ra nos parece que lo logra. Por eso santo To- o malos, correctos o incorrectos, debidos,
más de Aquino (S.Th., I-II, q 1 a. 7) distin- permitidos o prohibidos. La experiencia de
gue entre la razón de fin último la ese parecer es auténticamente consciente,
satisfacción del deseo de felicidad y aque- y se expresa en juicios acerca de la morali-
llo en que se busca esa satisfacción los di- dad de esas acciones y modos de vida; es
ferentes bienes y modos de vida . Que acer- decir, proporciona un verdadero conoci-
temos en lo que queremos en las acciones y, miento. Este conocimiento constituye el sa-
a través de ellas, en el carácter que como ber moral espontáneo o sentido común mo-
modo de vida cumpla nuestro querer natu- ral, al que a veces también se llama con-
ral es de la mayor importancia moral. Inte- ciencia moral, en el sentido más amplio de
resa aclarar en este punto que no se trata esta expresión.
de realizar acciones o vivir de cierta mane- Pero este primer saber consciente de la
ra para (como medio) ser feliz, pues esa ins- moralidad, ya reflexivo en un primer grado,
trumentalización pone en peligro el carác- no es el único conocimiento posible. Cabe
ter moral de tales acciones. Más bien ha de una segunda reflexión sobre él; un estudio
buscarse, en esas acciones y modo de vivir de esos juicios morales, de su objeto, de su
y de ser, el contenido concreto que ha de verdad, de sus modalidades. Es más, este
poseer esa genérica felicidad, de suerte que nuevo saber, ya analítico, se presentará en
ya ellas son parte de la vida feliz. ocasiones como una necesidad. Esto suce-
Sin embargo, el infortunio de la felicidad derá, al menos, en dos tipos de situaciones
y la dificultad de la vida y filosofía mora- o por dos razones. Primero, ante motivos
les es precisamente esa su esencial inde- que llevan al sujeto a cuestionar sus pro-
terminación. Así, para la ética griega es la pias convicciones morales. Motivos que pue-
felicidad, como ideal de plenitud digna (pe- den ser de raíz teórica, como, por ejemplo,
ro donde se da incluso divergencia, como al escuchar juicios diferentes a los que se
veremos), motor y norte de la tarea moral; tienen por verdaderos; o de origen más bien
MORALIDAD 689
práctico, como cuando los propios deseos o sofos morales tan dispares como importan-
las expectativas ajenas invitan a actuar de tes (Aristóteles, I. Kant o W.D. Ross) están
un modo no acorde con las personales con- de acuerdo explícitamente en este punto.
vicciones morales. Tales circunstancias ins- De hecho, cuando una doctrina moral so-
tan a examinar las ideas morales poseídas, brepasa esta función, tratando de imponer
máxime cuando sale al paso la evidencia de una convicción moral frontalmente opues-
que ese saber moral inicial no es infalible; ta al parecer más inmediato de la concien-
sabemos también muy pronto de equívocos cia moral común (como el racismo, el sa-
en materia moral, como muestra el fre- crificio de inocentes o la restricción de li-
cuente fenómeno de la rectificación, sea en bertades fundamentales), es el rechazo de
la propia o en otra persona. En segundo lu- dicha teoría por parecernos, con toda se-
gar, el transcurso de la vida humana provo- guridad, intrínsecamente falsa lo que se
ca que la persona se encuentre con situa- alza como evidente.
ciones también tanto teóricas como prác-
ticas nuevas, en y para las que buscará 2. Teología moral y filosofía moral
juicio y orientación moral. Para esas inéditas El estudio de la moralidad puede llevarse a
coyunturas, muchas veces bastará la intui- cabo, atendiendo al tipo y fuente de sus jui-
ción espontánea, acaso más detenida para cios, de dos maneras: con juicios cuya ver-
con los nuevos elementos. Pero otras veces dad luce sólo ante el entendimiento huma-
se necesitará una reflexión mayor que bus- no, a la luz de la razón; o, además de los
que comparar el nuevo panorama con ca- anteriores, con el conocimiento que es pro-
sos anteriores parecidos, lo que ya exige pio de la razón iluminada por la fe. Al se-
elevarse a algún criterio de comparación. gundo tipo de ciencia se le llama teología
Por otra parte, esa experiencia hará ver la moral; al primero, filosofía moral o ética fi-
conveniencia de poseer ciertos criterios mo- losófica. La relación entre las dos discipli-
rales, de los cuales echemos mano para juz- nas no es de oposición, ni tampoco estric-
gar moralmente, ya con más rapidez y se- tamente de complementariedad, pues cada
guridad, ulteriores casos complejos. una tiene su propio método y ámbito. Se
Las razones anteriores mueven, enton- trata de que ambos modos de saber están,
ces, a la reflexión y al análisis, al estudio, por esencia, mutuamente abiertos: la teo-
a la búsqueda de fundamento y al descu- logía moral por ser un saber razonable, y la
brimiento de leyes; en definitiva, a la cien- ética filosófica por su apertura general a lo
cia de la moralidad. Pero ciencia, no se ol- todo lo verdadero.
vide, que tiene por objeto la moralidad, la Por otro lado, tradicionalmente (tanto en
cual aparece en aquel saber espontáneo. teología como en filosofía) se han distingui-
Dicho de otro modo, el estudio de la mora- do dos campos genéricos de la moralidad y
lidad ha de partir de la común experiencia de su estudio: una parte general o fundamen-
la misma. La ciencia de la moral no puede tal, que trata de los principios más univer-
partir de cero; es más, las convicciones mo- sales; y otra especial o social, referida es-
rales más evidentes son siempre el alimen- pecíficamente al ámbito de las relaciones de
to y piedra de toque de toda teoría ética. La justicia entre personas y sociedades. Sin
misión de la ciencia moral es, ciertamente, embargo, conviene advertir que en los ma-
fundar mejor el sentido común moral, pu- nuales actuales se van ensayando otras di-
rificarlo y rectificarlo a veces, pero nunca visiones, acaso ante el riesgo de separar en
sustituirlo de raíz (como tampoco pueden exceso esas dos esferas.
sustituirse los principios más evidentes de Como definición de teología moral, pue-
que se nutre la lógica o la metafísica). Filó- de ofrecerse la siguiente de S. Pinckaers:
690 MORALIDAD
«La teología moral es la parte de la teolo- constituido (la metafísica, como se ha pen-
gía que estudia los actos humanos para or- sado a menudo); o si se abordan los datos y
denarlos a la visión amorosa de Dios, como problemas de la ética de modo directo, sin
bienaventuranza verdadera y plena, y al fin esperar la mediación de otros saberes que
último del hombre, por medio de la gracia, preparen de por sí la solución moral. Desde
de las virtudes y de los dones, y esto a la luego, ambos procedimientos están justifi-
luz de la Revelación y de la razón» (Las cados, pues reflejan dos aspectos verdade-
fuentes de la moral cristiana, 32; donde a ros de la moralidad: su relación con la rea-
continuación se desarrolla el contenido de lidad en general y con la del hombre en par-
dicho enunciado). Definición que pone bien ticular, y la especificidad de su índole.
a las claras la elevación sobrenatural que La elección de uno u otro método y la
posee esta ciencia, tanto en su objeto (los solidez de la ciencia ética que así se cons-
actos ordenados al fin sobrenatural y en los truya dependerá de que el investigador
medios igualmente sobrenaturales para al- tenga la certeza de poseer dicha disciplina
canzar ese fin) como en su método. Aquí se previa plenamente asegurada, y también
trata sobre todo, como se dijo, de la filoso- de hasta qué punto piense que los datos
fía moral, pero con oportunas referencias a morales son originarios o primeros. Es fácil
la teología moral. encontrar ejemplos de teorías éticas con-
cebidas sobre, o desde, una concepción ge-
3. El método del estudio filosófico neral de la realidad y del hombre (espe-
de la moralidad cialmente en la época griega y medieval;
No vamos a abordar aquí el método de la aunque también en autores modernos, co-
teología moral, que es el propio de la teolo- mo Spinoza). Los ensayos guiados por el
gía en general. De modo que centramos aho- segundo proceder pueden verse más bien
ra la atención en el método de la filosofía en la filosofía reciente, donde, conserván-
moral o ética filosófica. Ya se ha dicho que se dose la claridad de los datos morales, reina
trata de un método basado en la evidencia la falta de una concepción metafísica pací-
natural; del método propio de la filosofía. fica y comúnmente aceptada, o donde se
Pero si la ética puede concebirse como una piensa que ciertas verdades éticas tienen
ciencia propia (dentro ciertamente del sa- su asiento precisamente en el origen de to-
ber filosófico) es porque su objeto, y las ex- do pensar filosófico. Así puede verse en el
periencias de que parte, posee unas carac- intuicionismo y en la fenomenología, cuan-
terísticas también peculiares. Este carácter do estas corrientes no se cierran (de suyo
específico es el que ha salido a la luz al ana- no tienen por qué) a aportaciones y desa-
lizar el concepto de la moralidad. Pero tam- rrollos metafísicos.
bién ha emergido en ese análisis que los da- De manera que para la ética serán útiles
tos morales no son independientes de cier- y válidos el método metafísico y el del aná-
tos datos de otras ramas de la filosofía (en lisis de la experiencia, dependiendo de la
particular, la antropología, la psicología y, perspectiva que se adopte y sin excluir cier-
más fundamentalmente, la metafísica). La ta combinación entre ellos (como por ejem-
cuestión metodológica no se plantea, pues, plo es característico en la Ética a Nicóma-
en los términos de si la ética debe tener en co). En ese análisis de la experiencia se com-
cuenta o no ciertos conocimientos metafísi- plementan dos tareas: el estudio semántico
cos y antropológicos; es evidente que sí. El de los conceptos y juicios morales del len-
problema, o más bien la disyuntiva, reside guaje ordinario, y la intuición fenomenológica
en si se edifica una ética indirectamente, so- que descubre en las vivencias examinadas
bre otro saber más fundamental previamente leyes de esencia universales. En el examen
MORALIDAD 691
Unas veces simplemente afirmando que lo hace el vulgo), cuanto evitar el dolor (co-
único que de hecho mueve a la voluntad es mo procura el sabio). La ausencia de dolor
siempre y sólo el placer. Lo cual contradice hará que el hombre viva según su placer
flagrantemente la experiencia, y deja así ver natural, que de suyo es moderado. Los ver-
que esta teoría sostiene esa tesis tal vez daderos enemigos son los deseos vanos y
porque confunde lo que se quiere, y por qué los deseos acaso naturales, pero innecesa-
se quiere, con el sentimiento que acaso rios (por ejemplo, la pasión amorosa). Es-
acompaña a la correspondiente consecu- tos últimos deseos pueden verse fácilmen-
ción. Otras veces el hedonismo toma un ca- te agrandados por ciertas creencias con-
riz normativo y no sólo descriptivo al pres- virtiéndose entonces en vanos . Como
cribir que lo único que el hombre debe bus- ejemplo paradigmático puede mencionar-
car, para ser feliz, es placer. Y en esa idea se el temor a la muerte, provocado por la
se descubre el supuesto de que se concibe creencia en la inmortalidad y contra el que
el placer como lo único bueno en sí (lo de- Epicuro propone vivir sólo en el presente.
más, como la virtud, el honor o el conoci- Una enmienda importante que cabría pre-
miento, serán a lo sumo buenos como me- sentar al modo de vida epicúreo es, prime-
dio para ser feliz placenteramente). Ade- ro, la imposibilidad de vivir en un puro pre-
más, si el placer es el único criterio de sente. Y, en segundo lugar, su incoheren-
bondad intrínseca, todo placer incluso el cia, pues ¿cómo se puede exigir calcular los
sádico o el malévolo tendrá que declarar- efectos placenteros y dolorosos de deseos y
se como bueno. Justo este punto, que a to- temores, y al mismo tiempo ordenársenos
das luces resalta como problemático, es el que sólo pensemos en el presente? Por lo
que el hedonismo (tras Aristipo y hasta J.S. demás, es dudoso que sea preferible para el
Mill) se ha esforzado en solucionar. Pero hombre una vida que renuncie a todo te-
mientras no se renuncie a la tesis funda- mor, riesgo y aventura.
mental hedonista la unicidad del placer co-
mo lo bueno en sí , nunca aparecerá otro c) El estoicismo
criterio intrínseco de bondad que permita No es exagerado decir que el estoicismo es
distinguir y jerarquizar unos placeres como una filosofía moral cuyo influjo ha configu-
mejores que otros. A lo que se añade la di- rado buena parte del ethos europeo. Lo ca-
ficultad práctica de calcular uniformemen- racterístico de esta doctrina es afirmar la
te placeres que el sentido común percibe virtud como lo único bueno; como la exclu-
como por completo heterogéneos. siva condición de la vida buena y feliz. Lo
Mención especial merece, desde luego, que se recomienda entonces es no buscar, ni
el hedonismo de Epicuro, frecuentemente desear, los bienes exteriores, tan expues-
malinterpretado ya desde antiguo. Este fi- tos a los vaivenes de la fortuna. No es esta
lósofo, de enorme prestigio en la Grecia de doctrina como a veces se ha dicho fruto
su tiempo, afirmaba que el placer es el fin del ambiente predominantemente pesimis-
de la naturaleza humana, y que es la so- ta de su momento histórico. Por el contrario,
ciedad la que fomenta ciertos deseos y te- hunde sus raíces en toda una cosmovisión y
mores que nos hacen sufrir. La tarea de la una antropología. Según la primera, el uni-
filosofía no consiste sino en desterrar esos verso es un organismo cuya alma es la ra-
obstáculos para nuestra felicidad. El prin- zón divina. Todo está previsto por ella; todo
cipal de esos obstáculos es la falsa idea de cuanto acontece tiene un sentido en su plan
que existe un placer infinito. Frente a ello se universal. La tarea del hombre consiste en
ha de comprender que el fin natural hu- buscar ese orden y plegarse a él. De ma-
mano no es tanto buscar placeres (como nera que, aceptando e identificándose con
MORALIDAD 693
y altruistas. Ni tampoco se limita a arbitrar ternos se expone de una doble forma: por
medios, sino que delibera y valora los di- su objeto, fin y circunstancias; y, de otro
versos fines posibles, buscando el conteni- lado, por su conformidad con el orden mo-
do de una vida feliz armoniosa. Este criterio ral, procedente de la ley divina y descu-
referido a lo particular choca quizá cuando se bierta por la razón humana. En la medida en
busca la objetividad en la imparcialidad de lo que las pasiones contribuyen al dinamismo
impersonal, en la universidad de lo abs- humano e influyen en los actos, su estudio
tracto, pero en él se cifra el realismo de la fi- (qq.22-48) será necesario para la vida mo-
losofía moral. La moralidad radica en accio- ral humana. El Aquinate ve que los actos
nes concretas, y se expresa en juicios par- poseen dos clases de principios: los intrín-
ticulares. Caben, por supuesto, principios secos y los extrínsecos. Los primeros son
morales generales como antes se ha vis- las potencias y los hábitos. Y como de las
to , pero no bastan ellos para juzgar la con- potencias ya se trata en otro lugar, y ade-
creta vida moral de cada persona. Y por lo más carecen de significado moral, desarro-
mismo, junto a los principios morales será lla aquí el tratado de los hábitos (qq.49-
necesaria la experiencia para enseñar a juz- 54): de los buenos o virtudes (qq. 55-67)
gar moralmente. a los que añade los dones del Espíritu San-
to (qq.68-70) , y de los malos o vicios (qq.
e) El tomismo 71-89). Los principios extrínsecos son la ley
El influjo de la filosofía moral de Aristóteles y la gracia; los dos son, en el fondo, mo-
se vio potenciado por santo Tomás de Aqui- dos de acción de Dios: con uno nos instru-
no, hasta hoy (en el neotomismo). Este fi- ye y con otro nos ayuda. La ley es estudia-
lósofo y teólogo escribió un sustancioso Co- da (qq.90-97) en el marco del plan crea-
mentario a los libros de la Ética a Nicómaco dor de Dios para con toda la creación, la
y desarrolló diversos aspectos de la ética ley eterna, cuya participación en el hom-
aristotélica en otras obras. Pero donde se bre es la ley natural. Ésta define el orden
encuentra sistematizada su doctrina moral es moral que debe seguirse, que por proceder
sobre todo en la Summa Theologiae (en su del plan creador es intrínseco al hombre, y
parte I-II). Como es lógico, santo Tomás tie- por ser participado por una criatura racional
ne a la vista una concepción creacionista del y libre se constituye como ley cognoscible y
mundo, y una perspectiva trascendente y libremente cumplida o rechazada. Segui-
sobrenatural del fin del hombre, y también damente habla santo Tomás de la ley anti-
de los medios que Dios le ofrece para llegar gua y nueva, la veterotestamentaria y la
al fin al que está llamado. neotestamentaria (qq.98-108). Por último,
Consecuente con esa visión, y con el mé- se analiza el segundo principio externo de
todo de síntesis filosófico y teológico tan los actos que conducen al fin último, la gra-
propio de las Sumas medievales, santo To- cia (qq.109-114). Ayuda sobrenatural que
más comienza su exposición señalando el es necesaria, puesto que el fin último es
fin último del hombre (qq.1-5, siempre de sobrenatural.
la I-II). Fin último, natural y sobrenatural Considerada en conjunto, la perspectiva
a la vez, que consiste en la visión de la teológica o sobrenatural supone, como se
esencia divina. Allí se da la comunión per- advirtió, una elevación de todo el dinamismo
sonal del hombre con Dios, y en Él con los moral. El hombre recibe una plenitud teleo-
demás hombres. A continuación, se consi- lógica y una motivación amorosa insospe-
deran los medios que conducen a ese fin, chadas; así como unos medios sobrenatu-
los actos humanos buenos (qq.6-21). Don- rales proporcionados, mediante la partici-
de el criterio de moralidad de los actos in- pación de la vida divina. Esta participación es
696 MORALIDAD
la gracia, el vivir la misma vida de Cristo, esos datos meramente subjetivos o iluso-
que aunque por mor de la instrucción se rios.
plasme en principios y normas, no se redu- La historia de esas explicaciones subje-
ce a ellos. Por lo que respecta al organismo tivistas comienza, en su época moderna, sin
de las virtudes, y al ethos cristiano, la cari- duda la más pujante, con Thomas Hobbes.
dad (amor a Dios y a los demás por Dios) Este pensador declara resueltamente que a
aparece como la condición y forma de to- las cualidades morales no corresponde nin-
das las virtudes. Lo cual viene a colorear to- guna realidad. El ser humano tiende de mo-
do el cuadro de las virtudes, de manera que do necesario a la autoconservación y al pla-
algunas ellas (como la humildad, el servi- cer, pero nunca le mueve un interés altruis-
cio, la pobreza, la castidad o la obediencia) ta. Es decir, el hombre es, para Hobbes,
adquieren un relieve desconocido antes del natural e intrínsecamente egoísta; no es ca-
cristianismo. paz de moverse por una razón desinteresa-
da o propiamente moral. (Nótese que esa
2. Doctrinas derivadas del empirismo misma idea la asumiría más tarde el mar-
a) Los inicios del empirismo moral: xismo). Mas, como es así que sólo con la
Hobbes y Hume ayuda de ciertas normas esos fines propios
Del método empirista puede decirse que pueden conseguirse por todos y cada uno
siempre tuvo defensores, pero fue espe- de los miembros de una sociedad, tende-
cialmente con el empirismo británico mo- mos a la observancia de esas normas tam-
derno cuando adquirió una importancia con bién por naturaleza. Y por ello llamamos
la que aún hoy cuenta. Este método se ba- morales a estas normas. La moral consiste
sa en la aceptación de la experiencia sen- en asegurar que cada uno alcance sus fines
sible y particular como punto de partida y particulares, lo cual sólo se garantiza ce-
criterio único. De esta manera, los únicos diendo a un Estado el poder completo so-
juicios que cabe emitir son particulares. Los bre los ciudadanos.
conceptos universales son sólo meros nom- David Hume también sostiene que las
bres (nominalismo) sin significado esencial, cualidades morales pertenecen al ámbito
y los juicios universales carecen de conte- subjetivo, son en realidad los sentimientos
nido veritativo. Ya sólo por esto una con- de aprobación y desaprobación que experi-
cepción así rechazará por principio la idea de menta quien contempla una acción deter-
normas y deberes morales universales, en- minada. Una diferencia importante respec-
tendiendo que sólo hay deberes individua- to a Hobbes es el reconocimiento de senti-
les, irrepetibles e inimitables (tal como, por mientos benevolentes o de simpatía. En
su parte, concluye la ética o moral de si- cambio, este filósofo es más radical y cohe-
tuación). Más aún, el dato moral o norma- rente con respecto a las normas morales.
tivo, por no ser captable de modo sensible, En realidad no hay tales normas, pues de
ni deducible directamente de la realidad la experiencia sensible (única para el empi-
sensible, acabará por ser eliminado en su rismo) sólo puede extraerse un discurso des-
índole propia. Con todo, la evidencia impo- criptivo, nunca normativo. Dicho más bre-
ne el hecho de que nos parezca que esos vemente: el puro hecho no funda el dere-
datos morales existen, de que tengamos la cho; del ser en su facticidad empírica no
impresión de convicciones de ese género. puede transitarse al deber ser. La impresión
De modo que el empirismo ha dedicado sus de la normatividad y la universalidad mo-
esfuerzos a explicar de diversas maneras rales no procede sino del acostumbramien-
esas impresiones, tratando en cierto sen- to a que todos experimentamos los mismos
tido de salvar la ética, a costa de declarar sentimientos ante determinadas acciones.
MORALIDAD 697
además, que el ideal de la convivencia pa- que tener validez equivale a ser aprobado.
cífica y tolerante exige ese modo cultural- Lo peregrino de semejante identificación se
mente relativista de ver las cosas. Lo que echa de ver si se piensa lo mismo para cual-
no descarta tal vez un mínimo de reglas for- quier otra ciencia, donde las verdades se
males y genéricas que todos habrían de res- descubren, se conocen o se ignoran, pero
petar, como veremos al hablar de las éticas no dejan de valer para quien no las afirme.
procedimentales. En realidad, es el prejuicio subjetivista el
Ahora bien, una mirada más atenta a la que aquí emerge. El criterio decisivo es la
experiencia desmiente la verdad de ese ra- aprobación de una conducta (algo extrínse-
zonamiento. En primer lugar, los hechos his- co a ella), porque las cualidades morales no
tóricos no avalan el paso de la diversidad se consideran por hipótesis objetivas. Mas
de juicios morales en distintas culturas a ya vimos que la evidente experiencia que
una postura relativista ante ellos. Al con- vivimos (y que vive cada miembro de cada
trario, justo esa diversidad movió a los grie- cultura) es el juicio moral de las acciones
gos a buscar un criterio objetivo que per- por sí mismas, por su naturaleza intrínse-
mitiera el discernimiento moral y la correc- ca. En segundo lugar, el relativismo arguye
ta comparación de las costumbres. Por otra con frecuencia que, si las cualidades mora-
parte, ha de atenderse con mayor finura a les fueran objetivas, no habría la señalada
los aducidos juicios morales en el seno de divergencia. Y la tesis que aquí se halla a la
una cultura. Pues son diferentes los princi- base es que ser objetivo equivale a ser in-
pios morales generales de las aplicaciones mediatamente accesible al conocimiento por
de esos principios, o normas subordinadas. todo sujeto. Pero de nuevo se alza lo ab-
La diversidad que efectivamente llama la surdo de esta equiparación al pensarla mí-
atención es la que se observa en estas últi- nimamente para cualquier otra ciencia, por
mas. Pero en seguida se advierte que esas lo que tampoco tiene razón de ser soste-
normas subordinadas son la conclusión de nerla para la ciencia moral. De ser verdad
un silogismo práctico, cuya primera premi- aquello, todos seríamos sabios instantánea-
sa es un principio moral general, y la se- mente y sin ningún esfuerzo. No; claramente
gunda, en cambio, un juicio descriptivo de el conocimiento de algo se alcanza muchas
las circunstancias fácticas (o de cosmovi- veces tras esfuerzos no pequeños, y gracias
sión cultural) en cada caso. De manera que a cualidades que no todos poseen en igual
un rápido recorrido empírico permite cargar medida. Hecho que no nos hace dudar de
la diversidad no tanto en los principios pro- la objetividad de lo que se llega a conocer
piamente morales, sino en las diferentes tal vez sólo por algunos , sino que se car-
concepciones descriptivas de los hechos. Y ga del lado de las condiciones del sujeto que
es entonces cuando se ve que, más bien, conoce. Ello es lo que da sentido al progre-
las coincidencias propiamente morales son so del conocimiento, también moral; y lo
más abundantes y fundamentales que las que revela la convicción de que a menudo
discrepancias. La diversidad específicamen- si no siempre, por incómoda que resulte
te moral es menos abrumadora de lo que el esta tesis de raíz aristotélica la diversidad
relativismo proclama. de opiniones morales depende de la distin-
Pero aún hay dos malentendidos por los ta madurez de conocimiento moral de las
que el relativismo moral se ve mortalmente personas.
infectado. Primero, que el relativista niega
validez universal y objetiva a cualquier jui- 3. Doctrinas de la acción correcta
cio moral que alguna vez, o en alguna par- Pueden señalarse dos rasgos comunes a las
te, no haya sido aceptado. Lo cual supone doctrinas que ahora se examinan. Primero (a
MORALIDAD 699
renunciándose al final a toda racionalidad. e imaginar el efecto que el logro de ese fin
Lo paradójico es que el propio principio uti- nos deparará; es decir, a posteriori. Ni por
litarista, esa especie de benevolencia uni- razones epistemológicas pues un juicio a
versal (cuya exclusividad reclama además posteriori nunca será necesario , ni por ra-
abusivamente), pretende fundamentarse jus- zones morales pues que algo plazca no es
to en el fondo no puede hacer otra cosa evidentemente un motivo moral, esta vez
en el sentido común, al que luego se le des- contra el hedonismo , puede admitirse el
poja autoridad para otros contenidos. contenido de los fines como fundamento del
hecho de la moralidad. En definitiva, la mo-
b) El deontologismo de Kant ralidad no radica en la materia de lo que
El deontologismo es la concepción que ha quiera la voluntad, sino en cómo lo quiera,
hecho frente al utilitarismo, sencillamente en la forma como lo quiera; concretamente,
afirmando que el principio de utilidad no es en que el querer tenga una forma incondi-
el único criterio de corrección de las acciones. cionada, necesaria. Por esto se suele llamar
Hay otros principios del deber, los cuales tie- «formal» a la ética kantiana. Esa forma in-
nen en cuenta la naturaleza intrínseca de la condicionada, sólo puede radicar en la ra-
acción, y que a veces priman sobre la utili- cionalidad pura, y únicamente la garantiza la
dad. Los dos grandes representantes de es- motivación del deber por él mismo. La mo-
ta posición son W. David Ross e Immanuel ralidad, para ser tal, ha de verse libre de to-
Kant. Por motivos de espacio se expone aquí da afección sensible o empírica. La volun-
sólo la doctrina de Kant. tad obrará moralmente bien cuando lo haga
Pocos filósofos morales se han empeña- autónomamente según la razón, no de mo-
do tanto como el de Königsberg en justificar do heterónomo o condicionado por algo ex-
la conciencia que el sentido común tiene del terno. Es más, la voluntad es razón prácti-
deber moral. En efecto, Kant concibe su éti- ca, de suerte que el sujeto será más libre
ca como el intento de fundamentar racio- cuanto más racional y moralmente obre,
nalmente el hecho del deber moral incondi- cuanto más quiera sus fines con entera in-
cionado, así como la posibilidad de una vo- dependencia (a priori) de todo interés em-
luntad moralmente buena, único bien pírico, de toda relación sensible.
incondicionado. Ahora bien, ni para una co- Toda esta doctrina la condensa Kant en
sa ni para la otra puede acudirse a ningún su conocido principio último de discerni-
elemento de la experiencia. En ella, piensa miento moral: el imperativo categórico. És-
Kant admitiendo ese supuesto empirista, no te no viene a expresar sino que obrar mo-
cabe encontrar más que contingencia, y por ralmente es querer algo de modo incondi-
tanto probabilidad, nunca necesidad. Ade- cionado o categórico. Tesis que adquiere,
más, si la moralidad de la voluntad depen- según los supuestos kantianos menciona-
de de algo externo a ella, del contenido de dos, su carácter formal. Al parecer de su
sus fines, se verá condicionada por ese con- autor ese principio puede formularse de ma-
tenido. Pero precisamente lo que caracteri- neras diversas. Mencionemos sólo las dos
za la idea del deber moral es la necesidad más conocidas. La primera y principal:
e incondicionalidad de su reclamo. «Obra sólo según una máxima tal que pue-
Asimismo, Kant asume la tesis psicológi- das querer al mismo tiempo que se torne
ca hedonista de que la única relación de un ley universal» (Fundamentación de la me-
contenido empírico (una materia de un fin) tafísica de las costumbres, IV 421, 6-8). Y la
con la voluntad es una relación de placer. segunda, extraída del hecho de que sí hay
Relación que sólo puede conocerse de mo- un único fin, el hombre, que por su materia
do empírico, tras consultar nuestros gustos no es condicionante sino condición del obrar
MORALIDAD 701
moral: «Obra de tal modo que uses a la hu- cuadro o la nobleza de una acción) se dife-
manidad, tanto en tu persona como en la rencian netamente de las cualidades fácticas
persona de cualquier otro, siempre como un de los objetos (las que los describen física-
fin al mismo tiempo y nunca solamente co- mente), pero como es lógico no son inde-
mo un medio» (ibid., 429, 10-12). pendientes de éstas en su existir. La inde-
A la hora de valorar la ética kantiana, hay pendencia de que gozan es su valer ideal
que reconocerle indiscutibles méritos. La se- (la belleza de un cuadro es estimada aun
riedad moral que inspira, la pureza con que destruido éste), y su conocimiento con in-
resalta las ideas de deber moral, de liber- dependencia a priori; un apriorismo ma-
tad y de dignidad humanas, y la atención a terial, distinto del kantiano del efecto de
la interioridad de lo moral y a la responsa- esos objetos valiosos en el sujeto.
bilidad de cada persona en su propia mora- Los valores son las cualidades que hacen
lidad, explican el atractivo de esta doctrina. que las cosas sean y nos aparezcan como
Atractivo que se ha traducido en un influjo bienes. Existen encarnados en los bienes o
muy poderoso donde resuena la actitud cosas valiosas. Razón por la cual, por cierto,
estoica en casi toda la posterior filosofía carece de base invocar únicamente una
moral europea que se ha resistido al relati- orientación a valores que prescinda de los
vismo, al hedonismo y al utilitarismo. Pero, bienes concretos (como propende a hacer
en su contra, ha de advertirse con igual re- la ética de la opción fundamental, o quie-
solución que ese gigante tiene los pies de nes distinguen con resonancias kantianas
barro. Kant se halla preso de las tesis em- que se dejan sentir en la moral autónoma
piristas que asume, tanto en el ámbito teó- entre moral trascendental y moral catego-
rico (gnoseológico y ontológico) como en el rial). Pero ese innegable realismo no exclu-
práctico, a pesar de su lucidez en muchos ye que pueda elaborarse una teoría de los
otros puntos. Se cierra así el camino a la valores; del mismo modo que se hace de
búsqueda de un fundamento moral en la los colores, por ejemplo. Y es entonces cuan-
realidad más allá de la razón. Por lo demás, do se ve que los valores poseen cierta altu-
hay datos morales espontáneos que la mo- ra en relación con otros: se dan jerarquiza-
ral kantiana no puede explicar (las obliga- dos (en orden ascendente: lo agradable, lo
ciones positivas, la gradación de lo obliga- vital, lo espiritual y lo santo). Justo esa ma-
torio, lo meritorio y supererogatorio, etc.). yor o menor altura revela una fuerza nor-
mativa o deber mayor o menor. El criterio
c) La ética del valor de Scheler de moralidad consiste, entonces, en obrar
Ese camino cerrado por Kant es el que Max de acuerdo con esa jerarquía objetiva. Y la
Scheler tratará de abrir con su ética del va- tarea moral de la persona exige, primero,
lor. Este filósofo, inscrito en la filosofía fe- conocer adecuadamente (con un conoci-
nomenológica, admite con Kant que la con- miento afectivo, no racional) esa jerarquía
tingencia de lo empírico y el mero placer no axiológica y, en segundo lugar, plegarse a
pueden fundar la moralidad de que da tes- ella. La persona deberá conformar su es-
timonio la experiencia. Pero, a diferencia del tructura afectiva íntima (el ordo amoris, de
prusiano, amplía extraordinariamente el con- raíz agustiniana) a la reclamada por la cons-
cepto y contenido de la experiencia. Mer- telación objetiva valiosa. Estructura que ter-
ced a lo cual pone ante los ojos cualidades mina por dibujarse en una forma de proto-
de los objetos que motivan la voluntad de tipo o modelo personal, con el que cada uno
otro modo que a través del placer. A ese gé- debe identificarse amorosamente median-
nero de cualidades las llama cualidades de te el seguimiento (idea que despertó la mo-
valor. Éstas (por ejemplo la belleza de un ral del seguimiento).
702 MORALIDAD
Resulta fácil imaginar el interés y fasci- dad de contenido objetivo, universal y nor-
nación que suscitó esta doctrina, especial- mativo, deja de tener sentido. Con la Mo-
mente en contraste con la kantiana. El des- dernidad, el individualismo termina rebe-
cubrimiento del continente de los valores y lándose contra toda autoridad y tradición.
la revitalizada elevación del lado afectivo de La idea aristotélica del educador virtuoso y
la persona han teñido, ciertamente, buena del aprendiz obediente es vista como infan-
parte de los desarrollos más novedosos de la til y sospechosa desde la razón propia, au-
ética y la teología moral del siglo XX. No tónoma, que busca entonces la objetividad
obstante, debido quizá al exceso de celo en la universalidad impersonal. Además, al
propio de los pioneros, la ética de Scheler reclamar la libertad para sí en la elección
adolece de un defecto fundamental y de al- del propio ideal de vida, se acaba pensando
gunas oscuridades (de lo que sin embargo que sólo hay deberes para con los demás, y
otros fenomenólogos de valor, por ejemplo no para con uno mismo. Deberes que se re-
D. von Hildebrand, fueron conscientes). Ese ducen al no haber ya referencia moral ma-
defecto basilar radica en el criterio moral terial alguna a no interferir la libertad de
mismo, pues es claro que no todo valor en- acción ajena. Y por si fuera poco, la expe-
gendra un deber, que hay deberes que no riencia histórica (desde las guerras de reli-
proceden directamente de valores, y que a gión hasta los totalitarismos) parece acon-
veces es debida una acción que fomente un sejar dramáticamente no defender con de-
valor inferior aun a costa de uno superior; masiado ahínco ideales sustantivos de
como cuando debemos dar prioridad al re- cualquier género, y dedicar, en cambio, to-
poso. La jerarquía axiológica es un princi- dos los esfuerzos a consensuar entre todos
pio de moralidad, pero no el único (según ciertas normas o procedimientos que nos
vimos reconocer a Aristóteles). Entre las os- permitan, ni más ni menos, convivir en paz.
curidades no se encuentra tanto su méto- Se comprende bien, por tanto, que en oca-
do intuicionista como a veces se critica , siones este tipo de ética se haya denomi-
cuanto la índole afectiva del conocimiento nado a sí misma ética mínima; o también
de lo valioso; y también la problemática ética civil, tildando demagógicamente todo
apertura del método fenomenológico a las ideal personal de vida buena y debida co-
verdades metafísicas. Los variados desa- mo una propuesta religiosa injustificable ra-
rrollos de esta doctrina (y a la vez los has- cionalmente.
ta ahora pocos estudios sobre ella) hacen No es cosa de negar el mérito de tales
difícil emitir un juicio uniforme sobre estos esfuerzos, y la benevolencia que a veces los
puntos. anima. Pero tampoco puede silenciarse la
mutilación que se lleva a cabo de la eviden-
4. Doctrinas procedimentales o sociales te experiencia moral. La única cualidad mo-
a) Rasgos generales ral que se reconoce es el deber de no dañar
Por último, en las últimas décadas se ha ni coaccionar físicamente a otras personas.
desarrollado un pensamiento moral que con- Cuestiones como el uso de la libertad para
cibe el objeto de su reflexión de un modo con uno mismo, o la dignidad de la perso-
notablemente más reducido que las doctri- na más allá de su integridad física y su me-
nas anteriores. En realidad, se trata de un ra capacidad de elegir (y ella sólo en la me-
proceso que viene de largo. Ya se observó dida en que convenga a la mayoría), o las
que con el empirismo desaparece del ma- acciones propiamente benevolentes, dejan
pa intelectual el concepto teleológico y uni- de tener sentido. Abandonando estos asun-
versal de naturaleza, con lo que la pregun- tos al ámbito privado se pretende ceder su
ta por la vida feliz, por una supuesta felici- validez al relativismo. Pero las críticas ge-
MORALIDAD 703
nerales a esta última posición valen aunque contrar) aceptación por parte de todos los
sólo sea para algunos hechos morales (los afectados, como participantes en un dis-
presuntamente privados), pues no se basa- curso práctico. Añádase que en ocasiones
ban esas objeciones en el contenido de esos se abona esta doctrina como hace Haber-
hechos, o en que sean pocos o muchos, si- mas con análisis psicológicos e histórico-
no en la evidencia con que se muestran. Por sociales de corte marxista (característicos
otra parte, no es difícil suponer que bajo el de la Escuela de Frankfurt).
ropaje argumentativo procedimental puede El empeño de esta doctrina por estable-
enmascararse sin prueba, dogmáticamen- cer un diálogo universal es indudablemen-
te, cualquier ideología eso sí, aparente- te laudable, pues supone la dignidad que
mente neutra . Pero examinemos ya bre- cada persona posee; aunque no es esto ni
vemente los principales rasgos y funda- un mérito ni un propósito exclusivo suyo.
mentos teóricos de la posición descrita. Pero se alzan en ella dos dificultades inter-
nas. La primera es que el logro de las con-
b) La ética del discurso: Apel y Habermas diciones ideales de ese discurso (sólo tras el
En el continente europeo, ese modo de pen- cual aparecería la verdad) resulta de hecho
sar ha tomado forma predominantemente irrealizable, pues se convierte en un pro-
en y por la ética del discurso (representa- ceso infinito. En segundo lugar, ni siquiera
da por Karl Otto Apel y Jürgen Habermas). ese objetivo ideal es afortunado ni útil, por-
Esta doctrina que se ve a sí misma como que encierra un supuesto teórico circular,
neokantiana pretende fundamentar la po- que hace vana la teoría. Sostiene ésta que
sibilidad de un principio moral incondicio- el discurso crea la objetividad de la verdad,
nado, capaz de justificar moralmente fines, cuando en realidad la presupone al buscar-
y no simplemente (como propugnaba el la. Además de todo ello, recuérdese el aca-
cientificismo de M. Weber) justificar racio- llamiento, por parte de esta teoría, de im-
nalmente medios instrumentales. Para ello, portantes y abundantes datos morales evi-
se busca un hecho aceptado por todos, uni- dentes.
versal, y con pretensiones de validez. Ese
hecho es la existencia de los actos de ha- c) La teoría de la justicia de Rawls
bla. A continuación, la aplicación del méto- La doctrina de este género que ha encon-
do trascendental kantiano saca a la luz las trado mayor eco en el mundo anglosajón es
condiciones de posibilidad, o pretensiones la teoría de la justicia de John Rawls. Esta
de validez, de esos actos: inteligibilidad, sin- doctrina pretende contrarrestar el utilitaris-
ceridad, verdad y corrección. Estas condi- mo tan difundido, el cual no parece soste-
ciones realmente muestran, según esta doc- nerse ya más en una sociedad tan plural.
trina, que todos somos racionales y que bus- Lo que propone entonces es una teoría de la
camos un consenso racional. Pues bien, un justicia política, a fin de que el Estado ga-
diálogo en esas condiciones será el discurso rantice universalmente los medios para po-
ideal universal, desde el que puede alcan- der elegir cada uno el propio estilo de vida.
zarse cualquier consenso y discernir la co- El principio moral consistirá en la aplicación
rrección de cualquier juicio concreto. Para de ciertas condiciones que aseguren que un
llegar a lo moralmente verdadero basta, en- sujeto por supuesto autointeresado obre
tonces, participar en ese discurso ideal, ase- lo más racionalmente posible, maximizan-
gurando su universalidad. De suerte que el do sus beneficios y minimizando perjuicios.
principio moral propuesto por esta teoría Este modo de proceder corrige el utilitaris-
declara que sólo pueden pretender validez mo, pues nadie elegirá algo malo para unos
las normas que encuentran (o podrían en- pocos (ni siquiera en favor de la mayoría)
704 MORALIDAD
ante la posibilidad de que alguna vez se en- trario, la identidad del hombre (también
cuentre en minoría. Dichas condiciones, que moderno) se perfila justamente por sus
definirían una situación ideal que Rawls lla- concepciones «fuertes» morales; y en con-
ma «posición original», se combinan con la creto por su idea de lo bueno, que funda
teoría de la decisión racional (con prolijos la de lo justo. Convicciones, además, que
desarrollos matemáticos de probabilidad) recibe en y de la comunidad en la que vive.
para llegar a la acción correcta. Y el propio Aboga este pensador, entonces, por bus-
Rawls es lúcidamente consciente de que esas car el compromiso entre el modelo ético
condiciones presuponen la idea de justicia, universalista, propio de la Modernidad, y
y de bien, que tiene el sentido común moral. la experiencia histórica concreta de las co-
Como antes, es bien cierto que la llama- munidades particulares.
da de atención que esta doctrina lanza no MacIntyre, por su parte, no es tan opti-
carece de utilidad. Pero no puede aceptarse mista respecto a la viabilidad de esa suerte
como auténtica filosofía moral. Y ello por- de compromiso. Según él, la ética moder-
que además, igualmente, de obviar sus- na se sirve de conceptos y principios que
tanciales datos y cuestiones morales la fun- nacieron en la ética clásica (aristotélica, en
damentación que ofrece la teoría de Rawls concreto), pero que hoy, desarraigados de la
es, a última hora, sociológica (e incluso el concepción que los nutría, no se prestan si-
concreto modelo de sociedad liberal avan- no a confusión. Hecho que conduce a abra-
zada, cuya preferibilidad no cuestiona). Fal- zar el emotivismo. En su opinión, la gran
ta, como en todo sociologismo, una justifi- pérdida ha sido el concepto aristotélico de
cación propiamente moral. virtud. Y ¿cómo recuperarlo tras las múltiples
críticas y podas sufridas desde varios flan-
d) El comunitarismo: Taylor y MacIntyre cos? Lejano queda al hombre moderno, se-
Por último, merece la pena consignar una gún él, la argumentación basada en la cau-
corriente de pensamiento que, en cierto salidad final. En cambio, le parece posible
sentido, pretende erguirse como contras- hablar de la virtud a partir, combinadamen-
te global frente a las anteriores desde la te, de la idea de lo práctico, de la estructu-
misma perspectiva sociológica. Se trata del ra narrativa de la vida humana y de la tra-
comunitarismo y tiene en Charles Taylor y dición.
Alasdair MacIntyre sus principales repre-
sentantes; y cuyo enemigo es el liberalis- Bibliografía
mo individualista moderno. Taylor desen- J. DE FINANCE, Etica generale, Roma 1997. A. MI-
mascara los supuestos antropológicos de LLÁN-PUELLES, «Ética filosófica», en IDEM, Léxico fi-
los pensadores liberales que ellos, sin em- losófico, Madrid 2002. S. PINCKAERS, Las fuentes de
bargo, en su pretensión de neutralidad, la moral cristiana, Pamplona 2000. L. RODRÍGUEZ
niegan tener . La imagen del hombre y de DUPLÁ, Ética, Madrid 2001. Á. RODRÍGUEZ LUÑO, Éti-
la sociedad es para esos pensadores una ca general, Pamplona 2001. M. ROHNHEIMER, La pers-
idea atomista y no comprometida con con- pectiva de la moral, Madrid 2000. R. SPAEMANN, Éti-
tenidos morales sustantivos. Nada más le- ca: cuestiones fundamentales, Pamplona 20057.
jos de la realidad, según Taylor. Por el con- S. Sánchez-Migallón
MOVIMIENTO LITÚRGICO 705
Movimiento litúrgico
roissiales 40 (1959) 218-221, en forma sin- conocer que la eucaristía como sacrificio y
tética. sacramento es la escuela universal y oficial
Esta conferencia se proponía llamar la de la verdadera vida ascética.
atención sobre la necesidad de la oración li- Por otro lado, Beauduin establece tres re-
túrgica proponiendo medios prácticos: la laciones de la liturgia con la oración. La pri-
necesidad de la renovación de la liturgia; mera es que los actos litúrgicos son supe-
esta liturgia es la oración de la Iglesia, ali- riores a la oración, especialmente si por ora-
mento principal de la vida de los fieles y re- ción se entiende únicamente la llamada
presenta el gran medio a través del cual la oración mental. En segundo lugar, los actos
Iglesia ejerce su ministerio doctrinal; la pie- litúrgicos constituyen, en sí mismos, una
dad de la Iglesia debe inspirarse en la litur- oración, y, en tercer lugar, la liturgia favorece
gia de la Iglesia. En la segunda parte de di- la oración mental porque, por medio de la
cha relación, formuló algunos medios prác- oración litúrgica, la Iglesia enseña a orar en
ticos para proceder a la renovación litúrgica: lo secreto del corazón.
misal traducido para los fieles, celebración de Beauduin titula el tercer capítulo «Liturgia
vísperas y de completas; revalorización de la y predicación», y en él defiende la homilía en
misa mayor parroquial, y de las antiguas la Eucaristía según la antigua tradición de
tradiciones litúrgicas en las familias, así co- la Iglesia. El último capítulo trata de las re-
mo hacer comprender y amar a los fieles laciones entre la liturgia y la ciencia teológica
laicos los sagrados misterios que se cele- y al mismo tiempo establece los puntos de
bran en el altar. contacto entre la liturgia y el dogma. La li-
En el segundo capítulo de La piedad de turgia ofrece al dogma dos grandes «ven-
la Iglesia, la participación se considera como tajas»: lo atestigua y lo difunde de tal ma-
un elemento de capital importancia en la vi- nera que se puede hablar del valor dogmá-
da cristiana. De ese modo dom Beauduin tico de la liturgia. Es, por tanto, todo un
abría las puertas a un movimiento litúrgico programa de renovación que abarca los
que prometía dar sus frutos. En línea con grandes espacios en los que incide la vida
ese programa, entre las actividades litúrgi- litúrgica y que entra en la misma realidad
cas, el autor destaca cuatro: piedad, estudio, de la vida de la Iglesia.
artes y difusión de la liturgia. Hallamos enu- Deteniéndonos entre los años 1909 y
merados, entre los demás aspectos, la re- 1914, se podría decir que, en los escritos de
valorización de los grandes momentos del ese periodo, el tema que más aparece es el
año litúrgico y la utilización de lo que la li- de la pastoral litúrgica. Eso se deduce pre-
turgia proporciona como medios funda- cisamente de La piedad de la Iglesia. Con
mentales de la piedad cotidiana. Entre los dom Beauduin se llega a la visión teológica
medios que derivan del estudio, Beauduin de la liturgia. Dicha visión anticipará las que
enumeró la promoción de los estudios cien- serán las líneas adoptadas por el Vaticano
tíficos, la divulgación por medio de las re- II. La liturgia aparece como la teología de
vistas y las publicaciones de las ciencias li- la Iglesia y el movimiento litúrgico como una
túrgicas, la promoción de la oración litúrgi- doctrina de piedad teológica presente en la
ca y la formación litúrgica. En las artes y en experiencia dinámica de los misterios cris-
la difusión, se indican los medios que ma- tianos, que cada uno de nosotros vive coti-
nifiestan la riqueza de la liturgia. Cierta- dianamente, en comunión con la misma Igle-
mente se trata de un programa de reforma sia. La liturgia, por tanto, tiene que consis-
y de renovación litúrgica que en ese mo- tir en la verdadera piedad de la Iglesia y en
mento constituía una gran novedad. En es- el culto auténtico. Finalmente, la línea teo-
te sentido, la primera conclusión lleva a re- lógica de la liturgia presentada por Beau-
MOVIMIENTO LITÚRGICO 707
duin influirá en la teología de la liturgia del de la mística de Cristo, de la unión con Cris-
Concilio Vaticano II. to glorificado. El primer elemento constitu-
tivo y decisivo no es la doctrina, sino la per-
II. ODO CASEL sona de Cristo en cuanto redentor que actúa
En la abadía benedictina de Maria-Laach en la historia de la humanidad. Es en el cul-
encontramos el primer intento real de dar a to donde se hace accesible la obra reden-
la liturgia un estatuto teológico propio. En- tora de Cristo:
tre los que colaboraron en ese esfuerzo de a través del culto el hombre se pone
investigación y de síntesis, hallamos a Odo en contacto con la muerte y la resurrección
Casel, hombre de celda y de estudio, que del Señor, haciéndolo, al mismo tiempo, par-
quiso beber en las fuentes de la tradición tícipe de su misterio, con el que experi-
la auténtica doctrina cristiana, a fin de in- mentar la redención de Cristo;
terpretarla fielmente. Todos sus escritos es- mediante el culto se despliega el plan
tán vinculados, más o menos directamente, salvífico de Cristo que halla su origen en la
al tema central de la doctrina del misterio. eternidad, expresando también la dimen-
Su original lección teológica, la Mysterien- sión escatológica del hombre.
lehre o doctrina de los misterios, se basa En todas las obras de Casel, como se ha
en la analogía cultual existente entre el cris- podido advertir, está presente la cuestión:
tianismo de los orígenes y los cultos mis- ¿qué es el misterio? Para la Iglesia antigua,
téricos grecorromanos. Acogida con entu- sobre todo es: una realidad divina, una ac-
siasmo por la escuela lacense, dicha teoría ción salvífica de Dios que se manifiesta en el
desencadenó, al aparecer, una verdadera tiempo y en el espacio; la epifanía de las
controversia en los ambientes católicos y acciones salvíficas de Dios; es el plan de re-
comprometió a Casel en una continua y do- dención, oculto en Dios desde toda la eter-
lorosa obra de clarificación, que se prolon- nidad y revelado y realizado por Cristo pa-
gó hasta su muerte. ra su Iglesia. En el desarrollo histórico de
El cristianismo, en su esencia más ínti- dicho plan, Casel distingue tres etapas fun-
ma, no es simplemente una doctrina, una damentales, desde el momento en que tri-
enseñanza, una filosofía, una visión del mun- ple, y sin embargo Único, es el sentido del
do (Weltanschauung); tampoco es un códi- misterio divino:
go de preceptos morales. En todos esos as- Misterio es ante todo Dios en su realidad,
pectos está realmente presente, pero en su a quien el hombre no puede acercarse sin
núcleo central el cristianismo es, sobre todo, morir. Se trata del hombre en su condición
misterio en el sentido paulino del vocablo, limitada que reconoce ante Dios su miseria.
es decir, una revelación de Dios a la huma- En Pablo vemos que el misterio es la reve-
nidad a través de las acciones humano-di- lación de Dios en Cristo, es decir, «de aquél
vinas, llenas de vida y de fuerza. Por tanto, que habita en una luz inaccesible y a quien
se puede decir que el cristianismo es: ac- nadie ha visto ni puede ver». Desde que
ción de Dios en la historia, más específica- Cristo ya no está visiblemente entre noso-
mente es la realización de un plan eterno tros, «su parte visible como dice san León
en una acción que procede de la eternidad Magno pasó a los misterios»: en otras pa-
de Dios; una acción que se realiza en el labras, lo que del Señor era visible pasó a
tiempo y en el espacio; una acción que tie- los sacramentos. Así pues, hallamos en los
ne su término nuevamente en Dios, de quien misterios del culto su persona, su obra sal-
ha tenido origen. El cristianismo es sobre vífica, su eficacia de gracia. Por tanto, no
todo la obra de la redención que se adapta hay que dejar de subrayar que el misterio
a los hombres. Casel dirá que es la religión es, ciertamente, inexpresable y no puede
708 MOVIMIENTO LITÚRGICO
agotarse con las palabras, aunque no falta- ciones salvíficas de la vida de Cristo: su se-
rá la acción del Espíritu del Señor que re- gunda venida forma parte también de esa
velará y manifestará la verdad a quien está glorificación que va desde la encarnación,
bien dispuesto, mientras que el incrédulo para continuar a lo largo de toda la vida,
no sospechará lo más mínimo la profundi- culminar con la pasión y la muerte y termi-
dad del concepto. Casel sostiene que la idea nar en la glorificación del Señor. En otras
del misterio cultual como presencia de una palabras, todo el opus redemptionis se ha-
acción divino-salvífica, al alcance de los hom- ce presencia bajo los símbolos del culto cris-
bres, bajo el velo de una acción ritual, se tiano. El transitus de la muerte a la gloria
halla ya en las religiones de los misterios de es el núcleo que resume toda la historia de
la época helenística. El misterio del culto nuestra redención.
cristiano no sería más que la respuesta di- Pero existe una segunda cuestión: ¿cómo
vina a las mayores aspiraciones del alma se puede comprender que un hecho perte-
religiosa de la Antigüedad. Al respecto, Ca- neciente al pasado histórico se haga pre-
sel añade: «La grandeza del cristianismo sente, de nuevo, en una acción ritual que
sería precisamente el haber recogido todas se realiza en otro momento de la historia?
las aspiraciones y las manifestaciones de la Los ataques de que fue objeto O. Casel le
religión, incluso de la primitiva, transfirién- obligaron a una justificación especulativa o
dolas a un nivel espiritual superior». racional de su doctrina. En cuanto a eso, la
El cristianismo, desde sus comienzos y presencia mistérica o Mysteriengegenwart
en su misma esencia, como religión funda- presenta dos problemas que hay que con-
mentada sobre Cristo, ha sido un culto mis- siderar: ¿cómo se realiza esa presencia, de
térico, cuyo centro está representado por el qué modo?, ¿de qué tipo de presencia se
memorial de la redención. En él el concep- trata?
to de misterio halló su realización plena e A la primera pregunta, Casel respondió
ideal, que en la antigüedad pagana conoció afirmando que la presencia de la obra re-
una realización imperfecta. Sobre esto, Ca- dentora se realiza en el sacramento de ma-
sel sostiene que aunque han existido mis- nera objetiva, es decir, se hace presente en
terios anteriores al cristianismo, éste lo se- el sacramento, antes de que obre en noso-
ría por antonomasia, desde el momento en tros y para nosotros. La realidad objetiva
que inserta en la historia del hombre la ac- es anterior a su aplicación en el sujeto del
ción salvífica de Cristo. Entonces, en la li- sacramento y es independiente de la mis-
turgia hallamos los tres elementos caracte- ma. De modo que es necesario que la
rísticos del misterio: una realidad sagrada, muerte y la resurrección de Cristo se ha-
que se hace presente, en la acción cultual. gan presentes en el sacramento de mane-
Por tanto, el contenido del misterio cristiano ra efectiva para que el cristiano, en el bau-
no es sólo la gracia o el efecto de la reden- tismo, pueda morir y resucitar verdadera-
ción, sino el mismo hecho de la redención, mente con Cristo. Luego, Casel resolvió el
el mismo acto de la pasión del Señor. segundo problema afirmando que se trata
En tal sentido, el misterio no es una apli- de una presencia sacramental, de un modus
cación particular de las gracias que derivan essendi sacramentalis. Esta idea sacra-
de la actividad redentora de Cristo en el pa- mental es la clave de toda la doctrina del
sado, sino que produce, en forma sacra- misterio.
mental, la misma realidad de la obra re- Los misterios del culto actúan ante todo
dentora, de la que deriva la eficacia de su por medio de la celebración, del mismo mo-
acción sobre las almas. La obra de la re- do que las imágenes auténticas del arte sa-
dención comprende también todas las ac- cro cristiano nos ayudan a admirar la pre-
MOVIMIENTO LITÚRGICO 709
sencia del misterio que tiene que ser cele- 1. El contenido del misterio cristiano
brado. Por cuanto se ha podido ver, ciertamente la
Toda la liturgia proclama el carácter mis- doctrina del misterio ofrece de manera nue-
térico del culto cristiano, como afirma el mis- va el problema del contenido del misterio
mo Casel. Por consiguiente, la Iglesia ha uti- cristiano, que es básico en teología sacra-
lizado muy a menudo y con mucha genero- mentaria. Casel, y con él todos los teólogos
sidad esa terminología, porque consideraba de su escuela, piensa que, frente a la teo-
su culto como un auténtico mysterium. En logía postridentina, siempre en el misterio
su estudio de las oraciones romanas, llamó del culto está la obra de la redención en su
la atención sobre el hecho de que muchas realidad física, la misma acción redentora
de ellas presentaban el binomio actio-ef- de Cristo, que se hace presente no sólo en
fectus y que el effectus no significaba sim- un efecto, sino en la totalidad de su obra.
plemente el efecto del sacramento, sino la Casel, además, pensó que si los sacra-
realidad contenida en el mismo bajo el ve- mentos contenían realmente la eficacia de
lo de los ritos, es decir, lo que la acción ex- la pasión, dicha eficacia resultaría ser de or-
terna simboliza y logra que sea realidad in- den físico, como lo creyeron los tomistas y
visible, presente y operante. El argumento los Padres de la Iglesia. La razón de esa efi-
más decisivo Casel cree encontrarlo en la cacia, que es la misma pasión, debe estar
anámnesis de la liturgia romana, adecuada realmente contenida también en el sacra-
a la narración de la institución y a la ofren- mento. Afirmando la presencia objetiva de
da del sacrificio, que constituía el núcleo los actos salvíficos en el culto, insiste en es-
central de la plegaria eucarística. te concepto: «El misterio del culto es en pri-
La anámnesis manifestaba, así, la uni- mer lugar la representación objetiva y ne-
versalidad y la antigüedad de la fe de la Igle- cesaria de la acción salvífica de Cristo, y por
sia universal en la misa, como memorial de tanto está en el centro de la existencia cris-
la muerte redentora de Cristo (unde et me- tiana, de modo que también la fe halla en
mores del Canon romano). El elemento más él una expresión simbólica reconocible por
antiguo de la anámnesis es la conmemora- todos, y la vida religiosa saca del mismo su
ción de la pasión, entendida ésta como fuerza y sus deberes. En el misterio del cul-
muerte redentora que incluye, en sí misma, to el misterio de Cristo se hace visible y efi-
también la resurrección (1 Co 15,14ss.). De caz; por tanto es una especie de prolonga-
este modo se comprende también qué hizo ción y ulterior desarrollo de la oikonomía de
la anámnesis en relación con la resurrec- Cristo, que sin el misterio del culto no po-
ción desde los tiempos más antiguos. Más dría comunicarse a todas las generaciones
tarde, se añadió la ascensión y, a fines del si- de la comunidad de salvación que se ex-
glo IV, se introdujeron en algunas liturgias tiende en el espacio y en el tiempo» (O. Ca-
todas las fases principales de la redención, sel, Fede, gnosi, mistero, Padova 2001, 12).
a partir de la encarnación hasta llegar a la Por tal motivo, según Casel, los misterios
segunda venida, aunque dichas fases apa- de la vida de Cristo son hechos históricos
rezcan siempre vinculadas a la muerte re- que suceden en un tiempo y un lugar de-
dentora y subordinadas a la misma. De ese terminados. Sin embargo, la doctrina del
contexto Casel dedujo que en la misa se hi- misterio no afirma que la acción histórica
zo y se hace presente toda la obra de la re- se hace presente en cuanto tal, porque la
dención. La coincidencia de todas las liturgias repetición de un mismo episodio histórico
en torno a la anámnesis no sólo confirma, es metafísicamente imposible, aunque para
sino que manifiesta también la antigüedad Casel la realidad que propiamente se hace
de la fe de la Iglesia. presente en el misterio del culto no es la
710 MOVIMIENTO LITÚRGICO
persona del Señor, desde el momento en va. Ahora bien, el acontecimiento de la cru-
que esta última es sólo un requisito, mien- cifixión presente en el memorial de la misa
tras que el elemento dominante y decisivo adopta una presencia sacramental, exclu-
en el culto es la misma presencia de las ac- yendo así cualquier renovación natural y,
ciones salvíficas de Cristo. Por tanto, el mo- por tanto, una nueva muerte, apelando nue-
do de la presencia histórica es precisamen- vamente al principio según el cual la obra
te el Cristo histórico, es decir, el sujeto del de la redención se hace presente en el mis-
misterio cultual. terio del culto non mentaliter et discursive
tantum, sed realiter et simpliciter. Contra
2. Cristo, sujeto del misterio cultual dicho principio, la presencia mistérica sig-
Siendo el contenido del misterio cultual la nificaría una nueva realización del acto sal-
misma muerte y resurrección histórica de vífico. La misma muerte histórica de Cristo
Cristo, el sujeto que las realiza no puede ser adquiere, por tanto, una nueva ratio exis-
otro que el Cristo histórico y la Iglesia será tendi, una nueva presencia, que no tiene
cooperadora de Cristo en la acción cultual. carácter temporal. Cuando los Padres de la
Ciertamente, se trataba originariamente de Iglesia afirman que Jesús muere de nuevo
una cooperación pasiva, en el sentido de sobre el altar, mientras se celebra el sacrifi-
que la Iglesia recibía la fuerza vital de la cio eucarístico, utilizan un lenguaje paradó-
presencia de la obra redentora en los mis- jico que es proyectado siempre hacia un
terios del culto, por tanto, se dará una coo- contexto de representación del misterio ce-
peración activa que derivará de su incorpo- lebrado. Como conclusión podemos decir
ración a Cristo por medio del bautismo. La que, según Casel, el misterio del culto es la
misma Iglesia deberá determinar los ritos representación y renovación ritual del mis-
externos para la celebración del culto, de terio de Cristo, de modo que se hace posible,
ese modo ella se asocia a Cristo y su activi- para nosotros, entrar a formar parte de su
dad consistirá en vivir y obrar con el mis- mismo misterio. Dicho misterio de culto es,
mo Cristo; se trata de una colaboración con por tanto, un medio con el que el cristiano
el Hijo de Dios que llegará a ser de tal ma- vive en el misterio de Cristo, en el ámbito
nera que el sacrificio de Cristo se transfor- de una reactualización objetiva.
mará en sacrificio de toda la Iglesia. Cuan- La tesis de la doctrina del misterio no li-
do se trató de perfilar la naturaleza de la mitó la presencia de la obra redentora al sa-
misma presencia mistérica, Casel añadió crificio de la misa, sino que la extendió a to-
que se trataba de una presencia sacramen- dos los sacramentos e incluso a todos los
tal. En realidad, la obra redentora se hace actos del culto cristiano; pero ello sorpren-
presente en el sacramento y en el misterio, dió a muchos y fue mal interpretado por
interpretando estas expresiones no en el otros. Al respecto no olvidemos que la idea
sentido local, sino como equivalencias que analógica el concepto analógico constitu-
expresan el modo, según los adverbios «sa- ye la clave de lectura de la doctrina del mis-
cramentalmente y mistéricamente». terio, en este punto determinado.
En efecto, el acto salvador, históricamente En ese horizonte particular, O. Casel con-
acaecido, retorna al presente como un acon- cibió la presencia mistérica como un con-
tecimiento de salvación, mientras que la cepto analógico que se realiza, de manera
presencia mistérica es un modus essendi diferente, en los diversos actos litúrgicos:
sacramentalis. Pero no es una presencia me- la eucaristía está en el orden sacramental,
ramente intencional, no reconducible ni re- en ella se realiza la presencia del misterio
ducible a un recuerdo mental y oral, sino en su profundidad e intensidad. De estas
que se trata de una presencia real y objeti- palabras se intuye que todos los demás sa-
MOVIMIENTO LITÚRGICO 711
dad, es decir, la Iglesia, desde el momento coloca como momento de síntesis de toda
en el que las acciones litúrgicas se llaman la historia de la salvación. No se trata de
«las fuentes de la santidad»; traer la liturgia ni como el plato fuerte ni co-
de esos principios Marsili deduce que mo los postres a la mesa de la teología, si-
la liturgia se sitúa, junto con Cristo, como no que hay que tener presente que el único
el alfa y la omega, el principio y el fin de to- misterio de Cristo y la única historia de la
da la vida de la Iglesia. salvación que la Escritura nos revela, como
Estamos de hecho ante una elevación de promesa y como acontecimiento que la dog-
la liturgia al rango de componente esencial mática ilustra y expone, y la moral ordena a
de la obra de salvación, y precisamente en la ejecución práctica, están operantes a ni-
la línea cristológica. Eso significa que un co- vel de actualización y realización sacra-
nocimiento verdadero de la liturgia no se mental en la liturgia.
puede tener deteniéndose en la mera in- En un segundo momento Marsili clarifica
vestigación científica en el plano histórico el concepto de teología litúrgica diciendo
de los orígenes, de las fuentes, de la evo- que la liturgia asume, casi inevitablemen-
lución o de la involución de las fórmulas o te, funciones de teología, puesto que vuel-
de los ritos, sino que al contrario es ne- ve a pensar la fe, vista en el plano de la rea-
cesario enmarcarla y profundizarla en su di- lización ritual.
mensión «teológico-económica», es decir, Por tanto, en el ámbito de una formula-
en la teología del misterio de Cristo. ción de fe repensada y expresada en fun-
La liturgia tendrá que revelarse como el ción cultual, en la teología, la liturgia, vista
momento realizador de la historia de la sal- así, no tendrá sólo la función de un locus
vación, creando así «el tiempo de la Igle- theologicus, sino también una característica
sia», es decir, la extensión de la salvación teológica esencial: la de ser una formula-
en el ámbito de la comunidad humana, co- ción de fe repensada y expresada en fun-
mo la encarnación fue en un determinado ción cultual. Superada así la concepción de
momento realizadora de la misma historia liturgia como un conjunto de ritos y cere-
de salvación. monias o como un locus theologicus, insis-
Ésta es la teología litúrgica de dom Mar- te con fuerza en que la liturgia se conside-
sili, quien con sus obras contribuyó a hacer re como el fundamento junto a la Escritu-
pasar la liturgia de un rubricismo imperan- ra de una verdadera y propia teología.
te, como era en los tiempos de sus primeras Para Marsili, la liturgia cristiana, en cuan-
intervenciones, a una comprensión teológi- to celebración del misterio de Cristo, en su
ca. Fue el único en Italia que presentó la li- fundamento, no es más que continua rea-
turgia en su dimensión teológica y uno de lización sacramental de aquel primer acon-
los primeros que introdujo, después del Con- tecimiento por el que la Palabra de Dios se
cilio Vaticano II, el discurso sobre la rela- hizo carne. En efecto, en la liturgia el acon-
ción liturgia-teología. tecimiento salvífico único de Cristo se hace
presente en sus símbolos y se comunica así
1. Definición de teología y repercusiones a todo aquél que quiera, como Cristo, reali-
en la liturgia zar la Palabra. La realización de la salvación
Sobre este punto, en una primera interven- para cada individuo tiene lugar en la litur-
ción suya, redefine la teología como teología gia, es decir, por vía ritual y sacramental:
del misterio de Cristo y de la historia de la en efecto, no se puede considerar una nue-
salvación, donde la liturgia es aquella reali- va realización, sino que es sólo presencia y
dad en la que la revelación divina se hace comunicación de lo que Cristo quiso reali-
acontecimiento de salvación en acto y se zar. Por consiguiente, por esa naturaleza sa-
MOVIMIENTO LITÚRGICO 713
Muerte
iniciación anticipan en el cristiano esta rea- muerte de Cristo permite reivindicar una
lidad: el bautismo nos otorga morir místi- muerte digna para todo hombre. Muerte dig-
camente al pecado y nacer con Cristo a la na significa que la muerte, como la vida, se
vida eterna; la confirmación nos consagra viven en gratuidad: sólo Dios es dueño de la
mediante la unción del Espíritu para parti- vida; de igual forma que el hombre no elige
cipar un día en la resurrección del Señor (cf. vivir, sino que se encuentra viviendo, así tam-
Rm 6,3-14); la eucaristía, medicina de in- bién la muerte se encuentra, no se procura.
mortalidad y prenda de la gloria futura, nos Muerte digna, significa también muerte vivi-
concede ya, por la comunión con Cristo, la da en el ámbito de los lazos personales que
vida eterna y dispone nuestra carne para la la vieron nacer. Muerte digna significa, en fin,
resurrección futura (cf. Jn 6,53-54). evitar convertir la muerte en mero acto bio-
La muerte en el Señor tiene que ser pre- lógico exclusivo de ámbitos clínicos , y con-
viamente preparada por una vida de fideli- siderarla, por el contrario, como un acto hu-
dad a Dios. La necesidad de preparación pa- mano, que afecta como ninguno a la condi-
ra que nuestra muerte sea una muerte en ción y dignidad personal del hombre. En este
el Señor es tanto más apremiante cuanto sentido, la Iglesia entiende, por una parte,
que no existe posibilidad de merecer o des- que «corresponde al médico dar una defini-
merecer en un estado posmortal. La muer- ción clara y precisa de la “muerte” y del “mo-
te es el punto final del estado durante el mento de la muerte” de un paciente que ex-
cual el hombre puede hacer opciones en las pira en estado de inconsciencia» (Pío XII,
que se abra o cierre a Dios. Discurso, 24.XI.1957); y, por otra, que la
El hecho de que la muerte sea conside- «muerte es un acontecimiento que ninguna
rada sólo la penúltima palabra de la vida hu- técnica científica o método empírico puede
mana encuentra su concreción en la prácti- identificar directamente», pues «en el hori-
ca cristiana de respetar el cuerpo sin vida zonte de la antropología cristiana, el mo-
de los difuntos. En la Iglesia primitiva, por mento de la muerte de toda persona consis-
el influjo de la fe en la resurrección de los te en la definitiva pérdida de su unidad cons-
muertos, se formó la costumbre cristiana de titutiva de cuerpo y espíritu» (Juan Pablo II,
sepultar los cadáveres de los fieles. En esta Discurso, 3.II.2005). De ahí que a la investi-
práctica influyó el hecho de que Jesús fue- gación clínica que se concentra en la indivi-
ra sepultado. Por otro lado, se percibía his- duación de los adecuados «signos de muer-
tóricamente la cremación en conexión con te», reconocidos a través de su manifesta-
una mentalidad neoplatónica, que por la des- ción corporal en el individuo, haya que unir
trucción del cuerpo entendía que se liberaba las consideraciones antropológicas nacidas
el alma. En ese contexto anticristiano, se de la escucha atenta de la revelación.
prohibió la cremación a los fieles difuntos
cristianos. Esa prohibición ya no está en vi- Bibliografía
gor a no ser que haya sido elegida por ra- O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Sobre la muerte, Sala-
zones contrarias a la fe cristiana en la resu- manca 2002. R. LATOURELLE, El hombre y sus pro-
rrección (cf. CIC, c. 1176, § 3). La Iglesia blemas a la luz de Cristo, Salamanca 1984, 405-
confiesa, en efecto, su esperanza en la re- 430. X. LÉON-DUFOUR, «Muerte», en Vocabulario
surrección de los muertos y en sus oracio- de Teología Bíblica, Barcelona 19725, 560-568. K.
nes fúnebres, cuando acompaña el cuerpo RAHNER, Sentido teológico de la muerte, Barcelona
sin vida a su sepultura, recuerda que es allí 1961. K.H. RICHARDS y N.R. GULLEY, «Death», en
depositado a la espera de la resurrección. D.N. FREEDMAN (ed.), The Anchor Bible Dictionary,
Por otro lado, la contemplación de la rea- II, New York 1992, 108-111.
lidad humana de la muerte a la luz de la J. Rico-Pavés
720 MUNDO
Mundo
relacionados entre sí lo que explica que se go (Sb 7,17; 2 M 7,9). Los autores del Nue-
pase con frecuencia del uno al otro o que, al vo Testamento mantuvieron ambas formas
acudir a uno de ellos, se tengan en cuenta de hablar, empleando indistintamente sea
los demás. Así ocurre en el pasaje sintéti- el término «cosmos», sea la expresión «cie-
co que la Constitución Gaudium et spes de- los y tierra» (cf. p. ej., Mt 24,35; 10,1,3,
dica a precisar qué entiende por ese mundo 10; Hch 17,24; Ap 14,7).
de cuyas alegrías y esperanzas, angustias Más allá de la mera terminología, con-
y tristezas aspira a hablar, y que ofrece en viene señalar que el modo de hablar grie-
parte el esquema que seguiremos en la ex- go y el hebreo connotan una importante di-
posición que desarrollaremos basándonos ferencia en el modo de pensar. El substan-
preponderantemente en los textos bíbicos: tivo kosmos deriva del verbo kosmeo, que
«Tiene ante sí la Iglesia al mundo, esto es, significa poner en orden, adornar..., lo que
la entera familia humana con el conjunto pone de manifiesto que el griego, al referir-
universal de las realidades entre las que la se al universo, lo considera como una reali-
humanidad vive; el mundo, teatro de la his- dad ordenada, dotada de sentido y de be-
toria humana, con sus afanes, fracasos y lleza. El griego relaciona así kosmos y lo-
victorias; el mundo, que los cristianos creen gos, mundo y razón: el universo es un todo
fundado y conservado por el amor del Cre- que posee coherencia, que se rige por unas
ador, esclavizado bajo la servidumbre del leyes que, confiriéndole orden y armonía,
pecado, pero liberado por Cristo que, cru- permiten entenderlo y dominarlo o, al me-
cificado y resucitado, ha roto el poder del nos, situarse en él con conciencia de su or-
demonio, para que el mundo se transforme den y adoptando, en consecuencia, la posi-
según el propósito divino y llegue a su con- ción que resulta adecuada al proceder del
sumación» (GS 2). todo. El mundo es, en suma, una realidad
que no sólo preexiste al hombre, sino que
II. LÍNEAS BÁSICAS DE LA COMPRENSIÓN BÍBLICA lo trasciende, de modo que el hombre está
Y CRISTIANA DEL MUNDO llamado a reconocerse y situarse en su in-
1. Para una aproximación a la terior, asumiendo sus leyes y acomodándo-
terminología bíblica se a su dinámica.
En la lengua hebrea no existe una palabra Los autores de los libros del Nuevo Tes-
equivalente a la castellana «mundo», es de- tamento, y ya antes los escritos veterotes-
cir, un vocablo que sirva para designar el tamentarios, también cuando acuden al tér-
universo con todos los seres que lo integran. mino «cosmos», adoptan una posición muy
Para indicar esa realidad los hebreos usa- diversa: el mundo es considerado desde la
ban expresiones como «cielos y tierra» (Gn perspectiva de la acción divina. No ignoran,
1,1; 2,1; Ex 31,17; Jr 51,15; 1 M 2,37), en ciertamente, que en el universo hay orden y
ocasiones, añadiendo una referencia al mar belleza, pero esa constatación les conduce a
(Ex 20,11; Jdt 9,17), o «el todo» (Sal 8,7; alabar a Dios de quien ese orden y esa be-
Is 44,24; Si 36,1). Los autores de la ver- lleza proceden (cf. Sal 18,2; Qo 16,14-17,8;
sión de los Setenta conservaron las expre- Sb 13-15; Rm 1,18ss.). La referencia a la
siones recién mencionadas, traduciéndolas li- acción divina trae consigo una consecuen-
teralmente; no se sirvieron, pues, del sus- cia importante: subrayar la relación entre
tantivo griego kosmos, que, desde el siglo VI mundo y tiempo, entre mundo e historia.
a. C., se usaba en la literatura helénica pa- No es por eso extraño que los últimos es-
ra designar el universo. Este substantivo critos veterotestamentarios, así como los
aparece, en cambio, en los libros del Antiguo neotestamentarios, acudieran también, pa-
Testamento escritos originalmente en grie- ra designar al universo, a un vocablo griego
722 MUNDO
33,26; Ez 20,1-44; Sb 10,1-11,14). Por eso, autores más importantes del Nuevo Testa-
aunque algunos acontecimientos sean am- mento, san Juan y san Pablo, y, como an-
bivalentes y ambiguos, y el hombre no es- tecedente, algunos rasgos de la literatura
té en condiciones de captar su sentido, de- apocalíptica judía.
be mantener su fe en Dios, sabiendo que La palabra griega «apocalipsis» significa
ese Dios al que reconoce como Padre es el revelación o manifestación, y concretamen-
Omnipotente, el que ha hecho cielo y tie- te manifestación de Dios, desvelamiento del
rra, capaz, por tanto, de ordenar todas las plan divino sobre el mundo y sobre la his-
cosas hacia el bien de aquellos a quienes toria. Más específicamente, la literatura apo-
ama (Dt 4,32-40; Rm 8,28). calíptica, tal y como se desarrolla a partir
d) Pero si el hombre puede mirar a cuan- del libro del profeta Daniel, subraya que la
to le rodea con actitud de amor y de con- historia, iniciada hace siglos, cuando Dios
fianza de acción de gracias a Dios de quien creó el mundo, está destinada a conocer
todo bien proviene no debe olvidar que el una nueva y especialísima intervención di-
bien al que Dios le destina trasciende de vina, por la que Dios, manifestando todo su
modo pleno las condiciones de la existen- poder, destruirá el mal y llevará el mundo
cia presente, y por tanto, las actuales rela- a su culminación o cumplimiento.
ciones sea con el cosmos material, sea con Ese mensaje es expresado con frecuencia
el resto de los seres humanos. En Cristo se contraponiendo «este mundo», es decir, el
nos ha dado a conocer que la humanidad mundo presente marcado por el pecado,
está llamada a la comunión con Dios mis- que no es el definitivo puesto que está des-
mo. El hombre, confiando en la benevolen- tinado a desaparecer, y «el mundo futuro»,
cia divina, puede situarse sereno ante el o sea, el mundo tal y como será a partir del
universo que le rodea y enfrentarse audaz- momento en que tenga lugar esa nueva y
mente con las tareas que implica más aún, definitiva intervención divina. La historia es
debe hacerlo, cumpliendo el mandato divi- presentada por la literatura apocalíptica co-
no de dominar la tierra (Gn 1,28) , pero de- mo una epopeya dividida en dos fases que
be mantener en todo momento una viva se suceden de manera neta, cesando la ac-
conciencia de la trascendencia de los bien- tual «este mundo» cuando Dios, hacién-
es mesiánicos, reconociéndose situado ba- dose presente con todo su poder, decrete
jo el juicio de Dios, que, con su palabra so- su fin e introduzca la paz y la plenitud defi-
berana, revelará en el momento de la con- nitivas, es decir, un mundo u orden nuevo,
sumación final el verdadero valor de los que desde la perspectiva del que escribe
hombres, de las cosas y de las acciones, es hoy y ahora podía ser designado y así lo
decir, de la historia en su conjunto (Cf. GS fue de hecho como «mundo futuro».
38-39; SpS 27, 30, 31 y passim). En los escritos de san Juan y de san Pa-
blo encontramos ecos de esa terminología,
3. Mundo presente y mundo futuro aunque revisada a partir del acontecimien-
Las consideraciones que preceden ofrecen to neotestamentario fundamental: la en-
el marco general de la comprensión cristia- carnación de Cristo y, más concretamente,
na del mundo. No expresan, sin embargo, su pascua; el paso, a través de la muerte y
con toda la radicalidad necesaria ni la cen- la resurrección, de Cristo mismo y de la hu-
tralidad de Cristo ni la dramaticidad del pe- manidad en cuanto que unida a Él, desde
cado y de su incidencia en la historia. Para la situación presente a la definitiva. La in-
dar ese paso conviene volver a la Escritu- tervención decisiva de Dios ha tenido lugar
ra, para analizar otros aspectos de su men- en Cristo y, en consecuencia, no al fin de la
saje, centrando la atención en dos de los historia, sino en mitad del acontecer. Esta-
724 MUNDO
mos ya, en Cristo y con Cristo, en los tiem- enfrentamiento y a la discordia; más aún,
pos últimos (cf. Hb 1,2). marcado por afanes y actitudes que, inca-
Cristo, cuya venida implica el inicio de los paces de conocer y gustar las cosas de Dios
tiempos últimos y en quien el mal y el pe- (1 Co 2,12), se oponen a Dios y engañan al
cado han sido definitivamente vencidos, ejer- hombre conduciéndolo a la tristeza y a la
ce su poder salvífico en la entrega y en el muerte (2 Co 7,10).
anonadamiento, venciendo al mal y al pe- Pero el panorama histórico, y las fuerzas
cado precisamente en la cruz. Mediante el que lo informan, no termina ahí. La libera-
envío de Espíritu comunica su vida y con ción del pecado ha tenido lugar, ya que «tan-
ella su victoria al cristiano, pero como en to amó Dios al mundo que le entregó a su
germen o semilla. De ahí que no sólo la his- Hijo Unigénito, para que todo el que cree
toria continúe, sino que en ella sigan ac- en él no perezca, sino que tenga vida eter-
tuando, aunque vencidos, el mal y el peca- na» (Jn 3,16-17). El pecado está presente
do. En otras palabras, el «mundo futuro» y en el mundo, pero Dios no busca la aniqui-
definitivo está presente real y verdadera- lación de su criatura, sino su salvación, li-
mente, con fuerza divinizadora, no sólo en brándola de la esclavitud del pecado. Jesús,
Cristo, sino en el cristiano y, en consecuen- sobre el que el diablo, príncipe de «este
cia, en la historia humana, pero sin que se mundo», no tenía poder alguno, ya que en
manifiesten todas sus virtualidades (2 Co Él no había pecado (Jn 8,23; 14,30; 2 Co
1,22; 5,5; Col 3,3-4; 1 Jn 3,1-3). Y «este 5,21; 1 P 2,22), asumió la condición huma-
mundo», es decir, el mundo del pecado, aun- na a fin de traer luz y vida a los hombres
que herido de muerte y, por así decir, en (Jn 6,33; 8,12; 9,15). Jesús ha dado su car-
trance de pasar, no se ha hundido todavía ne para «vida del mundo» (Jn 6,51), y Dios
por entero en el abismo de lo caduco y de lo Padre, aceptando la muerte de Cristo, ha
pasado. reconciliado al mundo consigo (1 Co 5,19;
«Mundo presente» y «mundo futuro» se Col 1,20). En su substrato más hondo y ver-
presentan así en los escritos joánicos y pau- dadero aunque, en ocasiones e incluso con
linos no como dos etapas que se suceden frecuencia, oculto el mundo no sólo con-
cronológicamente, sino como dos realida- serva un germen de bondad y de bien, si-
des que coexisten y que se combaten en el no que está surcado por el despliegue de la
corazón del hombre y, a partir de ese cora- victoria de Cristo, hasta que llegue el día en
zón, en el acontecer de la historia. De ahí que, sometidas a Cristo todas las cosas, Él
la oscilación que se advierte en el uso del las entregue a su Padre y Dios sea todo en
vocablo «mundo» en el lenguaje neotesta- todas las cosas (Jn 12,32; 1 Co 15,25-28;
mentario. De una parte, en cuanto venido Ap 21,5).
de Dios y creado por Él, el mundo es bueno
(cf. Gn 1,31), dotado de una bondad que 4. Ambivalencia del mundo
nada ni nadie puede destruir. Pero, de otra, Las consideraciones que acabamos de ex-
en ese mundo se ha hecho presente el pe- poner conducen a una conclusión que pue-
cado. Por Adán, primer hombre, entró el pe- de expresarse hablando de ambivalencia del
cado en el mundo, y con él la muerte, que mundo y de la historia. Mejor, en términos
se extiende a toda la humanidad (Rm 5,12- más detallados y precisos, hablando de una
14). Este mundo, es decir, el mundo poste- ambivalencia ontológica, puesto que bien y
rior a Adán, es un mundo de pecado y ti- mal coexisten a lo largo del acontecer, de
nieblas (Ef 5,2; Jn 1,5), reo ante Dios (Rm la que deriva, a nivel antropológico, una si-
3,19), incapaz de dar una paz verdadera (Jn tuación que reclama discernimiento y que,
14,27). Es un mundo sometido al dolor, al en ese sentido, implica tensión. La situa-
MUNDO 725
ción, en suma, que evocan dos de las fra- siciones o realizaciones pueden convertir-
ses pronunciadas por Cristo en el pasaje del se, según el uso que de ellas haga la liber-
Evangelio de san Juan que suele ser desig- tad de la que depende la configuración del
nado como la oración sacerdotal de Jesús: acontecer , en fuente de bien y de progre-
«Ya no estoy en el mundo, pero ellos están so o, por el contrario, de mal y de crisis. El
en el mundo [...]. No son del mundo, lo mis- mundo y por mundo entendemos aquí la
mo que yo no soy del mundo. No pido que sociedad humana con todo lo que compor-
los saques del mundo, sino que los guardes ta es, en suma, un lugar en el que el pe-
del Maligno» (Jn 17,11.14-15). cado, vencido pero aún no desaparecido,
Esa tensión la advierte el cristiano, en deja su huella. De ahí una visión de los he-
primer lugar, en sí mismo, a nivel personal, chos pasados que a lo largo de la historia
ya que la vida divina que le ha sido comu- del pensamiento cristiano ha dado origen a
nicada está oculta con Cristo en Dios y aún diversas formulaciones; sirva de ejemplo la
no se manifiesta en plenitud de gloria (Col expuesta por san Agustín en su De civitate
3,3). Unido a Cristo por la fe y la caridad, Dei. Es decir, la contraposición entre dos
ya no pertenece a esa etapa superada de ciudades: la ciudad de Dios y la ciudad del
la historia de la salvación representada por pecado, la primera regida por el amor, la
«este mundo», es decir, el mundo del pe- segunda por el egoísmo. Una y otra socie-
cado, sino que, como fruto del don de la dad son san Agustín lo recalca con niti-
gracia, es una nueva criatura (Ga 6,15). Y, dez metaempíricas, pero ambas tienen in-
sin embargo, está, y debe permanecer, en cidencia en la historia temporal, es decir,
ese mundo en el que hay pecado. Debe, en los imperios, en las culturas y en las ci-
pues, reconocerse libre del pecado por la vilizaciones, ya que la fisonomía concreta
gracia de Cristo y a la vez amenazado por él de todas esas realidades depende del espí-
(1 Jn 1,5-10). El «cuerpo de pecado» ha si- ritu al que los hombres se abran y en el que
do destruido (Rm 6,6; cf. 1 Jn 3,6.9), pero se inspiren.
las reliquias del pecado permanecen y con
ellas la pugna entre el espíritu y la carne, III. SITUACIÓN DEL CRISTIANO EN EL MUNDO
entre el atractivo que proviene del bien y En los párrafos que preceden hemos proce-
la fascinación que puede producir el mal, dido a una exposición histórico-salvífica, si-
entre la llamada de Dios y la tentación que guiendo muy de cerca los textos bíblicos.
nace de la concupiscencia y del egoísmo Manteniendo ese trasfondo, podemos dar
(Ga 5,16-24; Rm 7,14-25). En esa lucha, paso a una consideración sintética, y más
el cristiano puede vencer, ya que ha recibi- decididamente antropológica, a fin de des-
do el Espíritu (2 Co 12,7-10) y ha alcanza- cribir los rasgos determinantes de la acti-
do, en Cristo, la victoria sobre el mundo del tud del cristiano en relación con ese mun-
pecado (1 Jn 5,6). Pero esa victoria ha de do en el que vive, más aún, al que perte-
realizarse día a día en el empeño y en la nece. Esos rasgos son, a nuestro juicio, tres:
prueba; dicho positivamente, en la fideli- la conciencia de la bondad de la creación,
dad y en la perseverancia (Rm 5,4-5; Hb la tensión entre inicio y consumación, la ten-
10,32-39; 1 P 1,7). sión entre pecado y gracia.
Una tensión análoga se da igualmente
en referencia a la historia considerada en 1. Conciencia de la bondad de la creación
su conjunto, en la que el bien y el mal se El mundo, el mundo que nos rodea y del
entrecruzan, en la que ninguna adquisición que formamos parte, no existe por sí mismo,
o realización puede ser considerada como ni es producto del acaso o de un drama cós-
definitiva, más aún, en la que esas adqui- mico inicial, sino fruto del amor todopode-
726 MUNDO
roso y benevolente de Dios. Desde esta amor, del hombre que, reconociéndose fun-
perspectiva, el mundo la totalidad de lo dado en Dios, juzga desde Él al mundo y a
existente se presenta como radicalmente todo lo que contiene y plantea.
bueno, dotado de una bondad ontológica
que podrá, en ocasiones, ser obscurecida o 2. Tensión entre inicio y consumación
dañada, pero no destruida. De ahí que el En ese mundo, creado por Dios y amado
cristianismo se haya opuesto desde sus orí- por Él, se da una tensión y, por cierto, con
genes sea a los planteamientos de signo carácter constitutivo entre inicio y culmi-
panteísta, sea a las tendencias de carácter nación, entre creación, entendida como
gnóstico o maniqueo que concebía la ma- acontecimiento originario y originante, y es-
teria con todo lo que la acompaña: corpo- catología o consumación. Afirmar que Dios
ralidad, sexualidad, etc. como realidades ha creado el mundo implica no sólo admi-
esencialmente negativas, fruto de una caí- tir que el mundo tiene un principio, sino tam-
da ontológica o de la acción de un poder bién que tiene una razón de ser y un desti-
maligno. no: aquel al que Dios, desde el momento
Y de otra, e inseparablemente, a quienes mismo de crearlo, lo convoca. El mundo,
desde una perspectiva atea o naturalista, lo que no existe desde siempre, sino que co-
entendían como una realidad no cerrada so- menzó a existir con el inicio mismo de los
bre sí misma. El mundo no es un todo ce- tiempos, se encamina no hacia una aniqui-
rrado, sino incluido en el diálogo entre el lación final, sino hacia una meta en la que la
hombre y Dios. Más aún, el mundo y en- realidad será llevada a la plenitud a la que
tendemos por mundo el universo en el que Dios la destina.
nacemos con todo cuanto lo integra no es Las ideas de consumación y de meta im-
sólo el ámbito en el que ese diálogo tiene plican que la situación definitiva está aún
lugar, sino contenido temático de la relación por venir. La imagen que el cristiano está
entre el hombre y Dios, materia de una vi- llamado a hacerse del mundo no es la de
da destinada a ser vivida con conciencia de un todo estático, sino la de una sucesión de
los dones que Dios, movido por su amor, fases, economías o etapas a través de las
otorga y en actitud de respuesta a ese amor. cuales se realiza el designio salvífico de Dios.
La llamada divina no se dirige a un hombre La etapa presente, el mundo actual, se con-
colocado en el vacío, fuera del mundo, sino trapone pues a la situación futura como lo
al hombre en situación, tal y como existe imperfecto a lo perfecto, como la preparación
en concreto: parte del universo, miembro a la plenitud, como la promesa o las primi-
de la familia humana, ciudadano de una so- cias a la realidad completa. Todo lo que per-
ciedad determinada, confrontado con tare- tenece a este mundo presente, es decir, la
as, afanes, esperanzas y obligaciones. La fe totalidad de lo creado, aparece así marcado,
cristiana invita, ciertamente, a superar toda contemporánea e inseparablemente, por el
mirada al mundo de signo egocéntrico o in- signo de la bondad es fruto de la acción
manentista, pero no a olvidarse de él, sino creadora de Dios y, a la vez, por el de su
a situarlo en el contexto de la relación con ordenación a una perfección definitiva y to-
Dios. Por eso, no hay, propiamente hablan- davía por venir. Más concretamente, a una
do, contraposición entre mundo y no-mun- perfección que, presuponiendo la historia y
do, sino, más bien, entre dos mundanida- los hombres que la han vivido, llevará a la
des o modos de situarse ante el mundo: la humanidad a más allá de ella misma, es de-
mundanidad del egoísmo, del hombre que cir, a participar del vivir divino.
se postula a sí mismo como fuente y expli- La actitud que de ahí fluye es la de una
cación de la realidad; y la mundanidad del valoración de la realidad creada, que exclu-
MUNDO 727
ye a la vez toda absolutización del universo de la familia humana, sino también obs-
que nos rodea y todo intento de instalarse táculo, ya que, el pecado, haciéndose pre-
en la situación actual o intrahistórica como sente en el mundo, deja en él su huella. El
si fuera lo último y lo definitivo. Y ello no en mundo y más específicamente la sociedad
virtud de un despego aristocrático, de una humana se presenta así ante el hombre a
indiferencia individualista o de una incapa- la vez no sólo como apoyo, como fuente de
cidad para gustar de la vida, sino lo que crecimiento y de cultura, sino también como
es muy distinto a partir de la conciencia impedimento para la realización efectiva del
de la ordenación a una comunión con Dios bien e incluso como incitación al mal.
y, en Dios, con toda la familia humana , El mundo, marcado por los comporta-
que se anticipa en el tiempo, pero que lle- mientos y modos de pensar que derivan del
gará a su culmen en la eternidad. De ahí el pecado, puede, en efecto, incitar al mal, por
entremezclarse en la actitud cristiana del lo que el cristiano debe mantener una acti-
aprecio por el mundo y cuanto contiene, con tud de discernimiento, pero sin desembo-
la apertura a lo trascendente y a lo divino; car ni en un desprecio del mundo ni en un
del empeño por afrontar ilusionadamente temor ante el mundo, ya que Cristo ha ven-
las tareas que el mundo y la vida deparan, cido al pecado y ha hecho posible la reden-
con la disponibilidad para aceptar el querer ción del mundo (cf. Jn 16,33). La historia
de Dios, aunque ese querer pueda implicar sigue siendo el proceso gracias al cual, par-
en ocasiones la renuncia a sueños y pro- tiendo de ese inicio que implica el aconte-
yectos que se habían acariciado. cimiento de la creación, el universo es con-
ducido por Dios hacia la plenitud escatoló-
3. Tensión entre pecado y gracia gica. El pecado introduce en esa historia
El mundo, creado por Dios y ordenado por dificultad y drama, pero a despecho de al-
Dios a una meta definitiva, no llega a esa gunas afirmaciones extremadas de Lutero
consumación al margen del hombre, sino no destruye la bondad profunda de la crea-
con el hombre. Más concretamente, con- ción, tampoco por lo que al mundo, y más
tando con su libertad. Y lo propio de los se- en concreto, al existir histórico se refiere.
res libres es como escribe santo Tomás (cf., La acción de la gracia no queda confinada
entre otros pasajes, S.Th., I, q.59, a.3 y 1- en el corazón del hombre, sino que, desde
2, q.12, a.5) es no ser llevados, sino diri- ahí, puede y debe redundar sobre el mundo
girse ellos a sí mismos hacia la meta. Dios, en el que el hombre vive, informando las
que ha querido esa realidad, ya que no de- realidades terrenas con la luz, la justicia y la
sea contar con siervos, sino con amigos (cf. caridad que vienen de Cristo.
Jn 15,13), la mantiene, incluso aunque la Las ansias de bien, la ilusión por la propia
libertad se rebele y, cayendo en el pecado, tarea, el empeño por hacer del mundo un
se enfrente a los designios divinos. lugar cada vez más plenamente humano,
A la tensión entre inicio y consumación todo ello sigue teniendo sentido. Dicho con
se yuxtapone así la dialéctica entre aparta- palabras que permiten ir al fondo del pro-
miento de Dios y vuelta hacia Él superando blema: el mundo es no sólo ámbito, sino ta-
el pecado en virtud del ofrecimiento que rea. El universo que nos rodea y la socie-
Dios hace, en Cristo y por el Espíritu, de la dad en la que vivimos no constituyen sólo
gracia y de la reconciliación. A partir del pe- el ámbito del vivir humano, un conjunto de
cado de Adán, y de los pecados que jalonan estructuras, vicisitudes y actitudes entre las
la historia de la humanidad, el mundo no que transcurre la existencia, sino también
es, pues, sólo realidad abierta al dominio e incluso ante todo la tarea, realidad lla-
del hombre y ordenada al desarrollo, pues, mada a ser asumida por el hombre, para
728 MUNDO
hacer presente en ella la verdad y el bien. En ción entera, de este mundo nuestro, que es
suma, para hacer de ella un mundo digno bueno, porque salió bueno de las manos de
del hombre y de la grandeza de su voca- Dios. Fue la ofensa de Adán, el pecado de
ción. la soberbia humana, el que rompió la ar-
Podemos por eso concluir citando dos tex- monía divina de lo creado. Pero Dios Padre,
tos que constituyen como un resumen de la cuando llegó la plenitud de los tiempos, en-
visión de la historia y de la consiguiente vió a su Hijo Unigénito [...], para restable-
comprensión de la posición del cristiano en cer la paz, para que, redimiendo al hombre
el mundo que venimos perfilando. del pecado, adoptionem filiorum recipere-
El primero está tomado de una de las mus (Ga 4,5), fuéramos constituidos hijos
constituciones del Concilio Vaticano II: «La de Dios, capaces de participar en la intimi-
espera de una tierra nueva no debe amor- dad divina: para que así fuera concedido a
tiguar, sino más bien avivar, la preocupa- este hombre nuevo, a esta nueva rama de
ción por perfeccionar esta tierra, donde cre- los hijos de Dios (cf. Rm 6,4-5), liberar el
ce el cuerpo de la nueva familia humana universo entero del desorden, restaurando
[...]. Pues los bienes de la dignidad huma- todas las cosas en Cristo (cf. Ef 1,9-10), que
na, la unión fraterna y la libertad, en una las ha reconciliado con Dios (cf. Col 1,20)»
palabra, todos los frutos excelentes de la (Es Cristo que pasa, 183).
naturaleza y de nuestro esfuerzo, después
de haberlos propagado por la tierra en el Bibliografía
Espíritu del Señor y de acuerdo con su man- H. BALZ, «Kosmos», en H. BALZ y G. SCHNEIDER,
dato, volveremos a encontrarlos limpios de Diccionario exegético del Nuevo Testamento, Sa-
toda mancha, iluminados y transfigurados, lamanca 1996, cols. 2380-2390. P. GRELOT, «Mon-
cuando Cristo entregue al Padre el reino de», en Dictionnaire de Spiritualité, X, cols. 1620-
eterno y universal: “reino de verdad y de 1633. G. HAEFFNER, M. REDING y J. MEURERS, «Mun-
vida; reino de santidad y gracia; reino de do», en Sacramentum mundi, IV, cols. 826-850.
justicia, de amor y de paz”» (GS 39; la fra- J.L. ILLANES, Cristianismo, historia, mundo, Pam-
se final es una cita del prefacio de la fiesta plona 1973; Historia y sentido, Madrid 1997. ID.,
de Cristo Rey.). Cristo, esperanza del mundo. Reflexiones sobre la
El segundo proviene de una de las homi- encíclica «Spe salvi», Madrid 2011. J. DE SAINT
lías de san Josemaría Escrivá: «Cristo, Nues- MARIE, «Mundo», en E. ANCILLI (dir.), Diccionario
tro Señor, sigue empeñado en esta siembra de espiritualidad, Barcelona 1983, 666-675.
de salvación de los hombres y de la crea- J.L. Illanes
N
Nuevo Testamento
vación. Con la resurrección de Jesús, sus Judea (Hch 10,34-43). Contenía ya una cris-
discípulos creyeron que en él se cumplían tología y fundamentaba su fuerza en el ofre-
las Escrituras, que prometían un Mesías sal- cimiento de la salvación por medio de Cris-
vador. Fueron conscientes de que la fe en to y en la respuesta de una fe que abría las
Cristo muerto y resucitado les había procu- puertas al bautismo, para participar en la
rado la remisión de sus pecados. Mientras comunidad de la nueva alianza.
tanto, se encontraban a la espera de su se- Por su parte, la respuesta al kérygma exi-
gunda venida y de la instauración escatoló- gía un cambio de vida y una confesión pú-
gica del Reino. Este acto salvífico de Dios blica de la fe (cf. 1 Co 8,6; 1 Tm 2,5-6;
fue comprendido a la luz de lo que anun- 6,13-14; 2 Tm 4,1; etc.). Los que se incor-
ciaban las Escrituras del pueblo judío. Bajo poraban a la nueva fe por el bautismo de-
la guía del Espíritu, entendieron la correla- bían «guardar todo lo que Jesús había man-
ción existente entre los hechos que habían dado» (Mt 28,20) y conformar su vida a la
vivido y la profecía del Antiguo Testamen- del Maestro, siguiendo sus enseñanzas. A
to. Los textos de la antigua ley revelaban el partir de ahí, en el contexto litúrgico de la
significado salvífico de ese acontecimiento cena y del bautismo, iban surgiendo las pri-
y por eso mismo su relación con el presen- meras síntesis cristológicas en forma de him-
te. Como consecuencia, y desde una pers- no (Flp 2,6-11; Col 1,15-20; Ef 1,3-14; 1
pectiva que sólo la fe puede captar, la obra Tm 3,16; 1 P 2,21-25; Jn 1,1-18; Ap 5,9-
de Cristo, cuyo centro es el misterio pas- 10). Se trataba de confesiones de fe que re-
cual, fue vivida desde el principio como me- clamaban una respuesta y una decisión que
morial, es decir, como un momento que reú- hacían al creyente partícipe de la salvación
ne en una misma acción el acontecimiento obrada por Cristo con su victoria sobre el
histórico de salvación pasado, el presente pecado y la muerte. «Porque, si confiesas
que lo re-actualiza y el futuro al que se con tu boca: “Jesús es Señor”, y crees en
orienta su realización plena escatológica. De tu corazón que Dios le resucitó de entre los
este memorial de la enseñanza y obras de muertos, te salvarás» (Rm 10,9): entra así
Jesús nacen, a distintos niveles, la liturgia, en la tradición cómo debe ser el comporta-
el kérygma apostólico y la vida de la comu- miento del cristiano, conforme a la fe, tal
nidad cristiana. como se refleja en las secciones de carácter
Las reuniones litúrgicas constituían el mo- exhortativo que se encuentran sobre todo
mento principal en que los primeros cristia- en las cartas, manifestando la relación que
nos celebraban el memorial de la muerte y existe entre ética y cristología.
resurrección de Jesús. En la «fracción del Esta comprensión anamnética de la sal-
pan» recordaban y celebraban con la fuerza vación obrada en Cristo permite desarrollar
del Espíritu lo que Jesús hizo y mandó hacer una teología del Nuevo Testamento que res-
la noche de su pasión: «... haced esto en peta la unidad (todo es «memoria de Je-
memoria mía». Se trataba de un recuerdo sús») y la diversidad (derivada de variedad
que se extendía hacia el pasado, a su mi- de autores, destinatarios y circunstancias)
nisterio terreno, y hacia delante, hacia su presentes en sus 27 libros (cf. G. Segalla,
resurrección-exaltación junto al Padre y su Panoramas del Nuevo Testamento, 390-
segunda venida. 393). Cada uno de ellos representa la par-
El anuncio misionero de la salvación en ticipación en la misma experiencia vivida
Jesús, el kérygma, también se centraba en por las comunidades en la profesión de fe
el recuerdo de su muerte y resurrección, y en el testimonio histórico. Al ser la fe en
comprendida a la luz del Antiguo Testamento Jesucristo una realidad que ha de vivirse,
y del propio ministerio de Jesús en Galilea y es también una realidad que debe ser co-
NUEVO TESTAMENTO 731
sis más difundida hoy en día parte de la prio- en cambio, Mateo sólo conocería uno de ellos
ridad de Marcos, como primer evangelio en (lo que explica el material común de Mateo-
escribirse. De él beben Mateo y Lucas, que Marcos), y Lucas el otro (lo que explica el
no se habrían conocido entre sí y escribieron material común de Marcos-Lucas). El docu-
sus evangelios de manera independiente. mento original arcaico en dos versiones ex-
Además de fuentes propias, Mateo y Lucas plicaría el material común a Mateo-Marcos-
habrían tenido como fuentes comunes a Mar- Lucas. La fuente Q, la materia ignorada por
cos y a un supuesto documento, denomina- Marcos, explicaría el material común a Ma-
do «fuente Q» (que algunos identifican con teo-Lucas. Se trata de una hipótesis que va
el Mateo arameo del que habla Papías), des- ganando adeptos.
conocido por Marcos, y que contenía ense- A pesar de estos y otros intentos de ex-
ñanzas de Jesús. Esta hipótesis, llamada de plicar el problema, lo cierto es que, en la
las dos fuentes, explica satisfactoriamente actualidad, no existe un consenso sobre la
las semejanzas en las palabras, por inspi- cuestión sinóptica. En cualquier caso, con-
rarse en las mismas fuentes, y las seme- viene tener presente que, desde el punto
janzas en el orden, que se dan cuando si- de vista teológico, los evangelios corres-
guen la narración de Marcos y casi nunca a ponden al anuncio de la memoria de Jesús
la hora de componer las palabras de Jesús desde el acontecimiento pascual hasta su
que provienen de Q. Sin embargo, a pesar puesta por escrito. Surgen en el contexto
de su amplia aceptación, presenta no me- vivo de la tradición. Hacen de puente entre
nos dificultades que otras hipótesis. Entre la tradición histórica, que se remonta a los
éstas, una de las más tradicionales es la de testigos de Jesús, y las comunidades cris-
Griesbach, que presupone en el origen de tianas, que deben hacer frente a situacio-
los sinópticos el evangelio de Mateo, del que nes particulares distintas.
se habría derivado Lucas con algunas par-
tes propias; más tarde, Marcos habría abre- III. EVANGELIO DE MARCOS
viado Mateo. De este modo, para algunos Es comúnmente aceptado hoy en día que
autores Marcos se derivaría de Mateo-Lu- Marcos fue el primer evangelio en ser es-
cas (Griesbach) o de Lucas, que a su vez, crito. Más aún, a él se le atribuye la crea-
según otros, se derivaría de Mateo (Farrer), ción del género «evangelio», tal como se
mientras que, para otros, Lucas depende- desprende del título que da a su relato. Con
ría de Marcos (Butler). Una tercera hipóte- este nuevo género, la historia de Jesús, su
sis, llamada de los documentos múltiples o enseñanza y su actividad, adquieren valor
de las tres fuentes, explica el problema a de anuncio salvífico. La profesión de fe se
partir de al menos cuatro documentos anti- inserta en la historia y en una narración.
guos, que se van sintetizando e interrela- Marcos escribe su obra, probablemente
cionando en una etapa intermedia de tres en Roma (aunque no se excluye Siria u otro
documentos hasta desembocar en los evan- lugar oriental), entre los años 60 y 75, pa-
gelios actuales (Benoit-Boismard). Dada la ra cristianos que están experimentando la
complejidad que presenta, cuenta con me- persecución y el aparente fracaso. Les con-
nos seguidores. Finalmente, una hipótesis firma que la fe en Jesús es la única que pue-
más reciente (Rolland) entiende que los tres de salvar. Como «discípulo e intérprete de
evangelios no se conocieron mutuamente y Pedro» (cf. San Ireneo, Adv. Haer. 3,1,1),
presupone que, con independencia de la Marcos proclama el mismo Evangelio, el
fuente Q, se debe partir de un material ori- anuncio de la buena nueva, que junto con
ginal que se desglosó en dos documentos Pedro predicó el otro pilar de la fe, Pablo.
distintos. En estos dos se inspiraría Marcos; Si Pedro, a pesar de sus pecados e infideli-
NUEVO TESTAMENTO 735
dades, fue justificado por la fe en Jesús, lo confirma la voz del Padre en el bautismo
también los destinatarios se salvarán si cre- y en la transfiguración (1,11; 9,7) y lo prue-
en en Cristo, muerto y resucitado. ban los milagros. Sin embargo, Jesús es
El inicio del libro «Comienzo del Evan- también el Hijo del Hombre, condenado por
gelio de Jesucristo, Hijo de Dios» (Mc 1,1) los jueces humanos, que vence a las fuerzas
es clave para su comprensión. Sobre una del mal en el mundo y aparecerá al final pa-
estructura geográfica (predicación en Gali- ra juzgar a los que le han sido fieles (8,38).
lea, subida a Jerusalén, controversias con Pero la confesión de fe cristológica exige
las autoridades judías, muerte y resurrec- una participación existencial en la persona de
ción), que parece un desarrollo del discurso Jesús. El «discípulo», término especialmen-
de Pedro en casa del centurión Cornelio (Hch te querido por Marcos, debe creer en Jesús
10,34-43), se descubre una estructura teo- y seguirle, sabiendo que la nueva identidad
lógica. Desde el comienzo del evangelio has- cristiana se entiende desde la cruz. Los dis-
ta la confesión de Pedro (8,29) la gente se cípulos serán los continuadores de su mi-
pregunta «¿Quién es Jesús?» (1,27; 4,41), sión en el mundo. Es ésta una consecuencia
y la confesión de Pedro ofrece una primera necesaria del Evangelio. El Evangelio es la
respuesta: «Tú eres el Cristo». Desde ese buena nueva que predica Jesús (1,14-15),
momento hasta la pasión, la pregunta im- con sus hechos y sus palabras. Jesús envía
plícita será: «¿Quién es el Cristo?». Jesús a sus discípulos a predicarlo (16,15), advir-
va entonces revelando su misión como Me- tiéndoles que dar la vida por el Evangelio
sías doliente que debe morir en la cruz pa- es una causa tan noble como darla por el
ra después resucitar. Sin embargo, la plena mismo Cristo (10,29). Pero la noción de
revelación se da a través del centurión al Evangelio está unida a otra: su destino uni-
pie de la cruz: «Este hombre era Hijo de versal. Marcos advierte que sólo relata el
Dios» (15,39). Así se desvela progresiva- comienzo (1,1), porque el Evangelio debe
mente el «misterio de Jesús», como Cristo ser predicado a «toda criatura» (16,15). Si
e Hijo de Dios, temas centrales de la cris- Jesús realizó la mayor parte de su actividad
tología de Marcos. pública en Galilea, una región que, en tiem-
Jesús es el Cristo, tal como lo confirman pos de Cristo, era una auténtica encrucijada
sus obras mesiánicas (Marcos es, propor- de culturas donde se mezclaban judíos y pa-
cionalmente, el evangelista que dedica más ganos, también en Galilea convoca a sus
espacio a los milagros de Jesús). Pero Je- discípulos tras su resurrección (14,28; 16,7),
sús pide silencio a los que son curados por para enviarlos desde allí a todas partes.
él (1,44; 7,36; 8,26; cf. 5,43). Su mesia-
nismo no debe entenderse en un sentido IV. EVANGELIO DE MATEO
temporal y político, sino a la luz de la cruz El primero de los evangelios canónicos y el
(8,27-33). El secreto mesiánico, hasta que que de más fama gozó en la primitiva Igle-
sea revelado a todos después de la resu- sia está escrito sobre la pauta de Marcos.
rrección (9,9-10), sólo puede revelarse a La tradición, desde muy antiguo, lo atribuye
los discípulos (4,11; 9,9). a Mateo, uno de los Doce. Es posible que el
Jesús es el Hijo de Dios. Aunque, a dife- texto griego actual se remonte a un escrito
rencia de los otros sinópticos, Marcos no re- anterior en hebreo o arameo atribuido a Ma-
coge los episodios de la infancia de Jesús teo (al que posiblemente alude Papías). La
para presentarle como Hijo de Dios, este redacción que nos ha llegado, realizada por
enunciado enmarca todo el evangelio, des- un judeocristiano de lengua griega, que co-
de el título que aparece en muchos manus- nocía bien las Escrituras de Israel y las cos-
critos hasta la confesión del centurión. Así tumbres judías, se tiende a fechar en la dé-
736 NUEVO TESTAMENTO
cada de los ochenta. Muchas características Israel pasa por el rechazo por parte de los de
llevan a pensar que está dirigido a una co- su mismo pueblo, que no ha sabido res-
munidad en la que coinciden cristianos pro- ponder al plan de Dios. Por eso anuncia que
cedentes del judaísmo para quienes las en- Dios se formará un nuevo pueblo «que rin-
señanzas de la Ley siguen vigentes, aunque da sus frutos» (21,43). Ese nuevo pueblo
entendidas a la luz de la Nueva Ley de Cris- es la Iglesia. Si el pueblo de Israel era la
to y del paganismo. Se suele considerar Si- descendencia de Jacob (el primer Israel), la
ria su lugar de origen. Su tema principal es Iglesia no es sino la descendencia de Jesús,
el Reino de Dios (o Reino de los Cielos), que fundada desde su obra. Y así como Dios es-
se revela en Jesús al instaurar la nueva «jus- taba con Israel en el desierto (cf. Ex 40,34-
ticia» (Mt 3,15; cf. 5,20), el plan por el que 38) y con los guías de su pueblo Moisés,
Israel debía cumplir la voluntad de Dios. Josué, etc. , así estará Jesús con la Iglesia
El evangelista sigue la misma estructura «todos los días hasta el fin del mundo»
que encontramos en los otros dos sinópti- (28,20). Su fundación queda expresada en
cos (vid. supra), y en especial en Marcos, las palabras de Jesús que siguen a la con-
con la confesión de Pedro en el centro, se- fesión de Pedro (16,16-18), el régimen de su
ñalando un antes y un después. El evange- vida se transparenta en las normas del dis-
lio se articula, sin embargo, en torno a cin- curso eclesiástico (18,1-35) y, sobre todo,
co grandes discursos de Jesús, enmarcados sin ser nombrada explícitamente, su reali-
por los episodios de la infancia y los de la dad está detrás de otros muchos pasajes:
muerte y resurrección. Los cinco discursos las parábolas del Reino de los Cielos, la mi-
el discurso de la montaña (5,1-7,27), el sión apostólica, etc. Es por este motivo el
de la misión dirigido a los Doce Apóstoles evangelio eclesiástico, porque es el que más
(10,1-42), el de las parábolas (13,1-52), el se detiene en explicar la constitución de es-
discurso eclesiástico (18,1-35) y el discurso te nuevo Israel.
escatológico (24,1-25,46) podrían evocar Consecuencia de esta nueva realidad es la
los cinco libros de la Ley de Moisés. En todo necesidad de que los miembros del nuevo
caso, señalan el interés del evangelista pa- pueblo den frutos en obras, para que no les
ra argumentar que Jesús es el Mesías pro- ocurra como al antiguo pueblo de Dios
metido, que ha venido a llevar la Ley a su (25,1-46); para eso, los cristianos deben
plenitud. De ahí que presente sus acciones guardar unas normas, las que Jesús ha en-
y palabras a la luz de diversos textos del señado (28,20) y las que reveló Dios a su
Antiguo Testamento. Es por eso el evange- pueblo. Jesús es, pues, Maestro, que ense-
lio del cumplimiento. ña una justicia superior a la de los escribas
Mateo presenta a Jesús como Hijo de y fariseos (5,20) sobre el modo de rezar, de
Dios, «el Hijo de Dios vivo» (Mt 16,16), es ayunar, de enseñar, de ejercer el ministerio
decir, el nuevo Israel en quien se realizan en la Iglesia, etc. Se trata de una exigen-
las promesas de Dios dirigidas a sus elegi- cia que responde al mandato final del Evan-
dos. Jesús es también el Emmanuel, Dios gelio: «Se me ha dado toda potestad en el
con nosotros (1,23), que está en medio de cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discí-
su Iglesia (18,20), en la que permanecerá pulos a todos los pueblos, bautizándoles en
hasta el fin del mundo (28,20). Es el Hijo el nombre del Padre y del Hijo y del Espíri-
del Hombre y el humilde Siervo del Señor tu Santo; y enseñándoles a guardar todo
profetizado por Isaías, que debe ser glori- cuanto os he mandado» (28,18-20). El man-
ficado mediante el sufrimiento. Es también dato incluye hacer discípulos, para cumplir
el Hijo de David, Mesías y Rey. Sin embar- así el destino de Dios para Israel, ser ins-
go, para Mateo, la instauración del nuevo trumento de salvación para todo el mundo.
NUEVO TESTAMENTO 737
imitación de las actitudes de Cristo. Debe tierra». Los «confines de la tierra» se al-
orar como Jesús oró, especialmente en los canzan cuando Pablo llega a Roma, la capi-
momentos más importantes de su vida tal del Imperio romano, y predica con liber-
(3,21; 6,12; 9,29; 22,32; 23,34; 18,1; cf. tad lo relativo al Reino de Dios y al Señor
11,1-13; 23,40). Debe ser misericordioso, Jesucristo (28,31).
como Dios Padre y Cristo mismo son mise- Lucas narra sólo algunos episodios esco-
ricordiosos y lo manifiestan las parábolas gidos de los comienzos de la Iglesia al hilo de
de la misericordia, que son propias de Lu- las etapas más relevantes de esta historia
cas (7,13; 10,37; 6,36; cf. 15,1-32). Debe de salvación. Estructura su libro siguiendo
vivir el desprendimiento de los bienes ma- la orientación geográfica contenida en el
teriales y preocuparse por los necesitados mandato apostólico de Jesús arriba indica-
(1,53; 4,18; 6,20; 12,13-21; 14,12-14; do: la Iglesia en Jerusalén (1,4-8,3), la Igle-
16,9.14-15.19-31). De esta manera será sia en las regiones vecinas de Samaría y Ju-
capaz de experimentar una libertad que le dea (8,4-12,23), la Iglesia entre los pue-
hará vivir con la alegría de quien se siente blos de la gentilidad (13,1-28,31). El centro
salvado (1,14.28; 6,23; 15,7; 24,52; etc.). viene marcado por el «concilio» de Jerusa-
De entre las mujeres que siguen a Jesús, y lén (15,6-29), en el que se determina que
que desempeñan en el evangelio de Lucas los cristianos provenientes de la gentilidad no
un papel importante, destaca de manera es- deben someterse a la circuncisión ni a las
pecial la Virgen María, que es quien encar- prescripciones de la ley judía.
na con perfección las actitudes que se es- El libro enseña cómo Jesús, glorificado y
peran del discípulo de Cristo. exaltado por la resurrección, continúa pre-
sente en su Iglesia. A él se le confiesa como
2. Hechos de los Apóstoles Señor, Salvador, Siervo sufriente, Justo, San-
Si en el tercer evangelio se narraba la acti- to, Cristo Mesías . Son títulos que mani-
vidad de Jesús subiendo a Jerusalén y cum- fiestan su ser divino y su misión redentora,
pliendo su misión redentora en la Ciudad como también lo muestra el hecho de que se
Santa, el segundo libro de Lucas (1,1) narra atribuyen a Jesús rasgos que en las Escri-
cómo la historia de Jesús continúa en la his- turas son propios de Dios: Jesús es quien
toria de la Iglesia como historia de salva- envía el Espíritu y perdona los pecados.
ción, bajo la guía del Espíritu Santo prome- La presencia del Espíritu Santo, que des-
tido por él. de Pentecostés guía la Iglesia, recorre todo
Desde mediados del siglo II, las edicio- el libro de los Hechos. Ha sido llamado por
nes de este libro llevan el nombre de He- eso el Evangelio del Espíritu Santo. La pri-
chos de los Apóstoles. Aunque la obra rela- mitiva comunidad está llena del Espíritu, co-
ta la actividad de Pedro y Juan, la labor mi- mo también lo estaba Jesús. El tiempo de
sionera de Pablo y de otros personajes como la Iglesia es el tiempo del Espíritu Santo,
Esteban, Felipe, Bernabé y Santiago, el li- que da vida, fuerza y consuelo a los fieles
bro describe las primeras etapas del des- y, con la llamada a los gentiles (10,1-11,18),
arrollo del cristianismo en conexión con los dirige a los apóstoles a realizar el anuncio
trabajos misioneros de los dos apóstoles de la salvación a todos los hombres. Ante
más destacados, Pedro y Pablo. El libro es el endurecimiento de Israel y la acogida del
fundamentalmente una crónica de cómo se Evangelio por los paganos, la Iglesia apa-
hace realidad el mandato de Jesús (Lc rece como el instrumento de Dios para el
24,47; Hch 1,8), que envía a los apóstoles cumplimiento de las promesas del Antiguo
a ser sus testigos desde Jerusalén «por to- Testamento: es el verdadero Israel, un pue-
da Judea y Samaría, hasta los confines de la blo nuevo y universal, cuya naturaleza es
NUEVO TESTAMENTO 739
tenerse fiel y seguir acogiendo a los predi- ra que mantengan viva la esperanza en el
cadores itinerantes, ante la actitud contra- triunfo final de Cristo.
ria al Presbítero y a Gayo que muestra un Resulta difícil establecer una clara es-
tal Diotrefes. Constituyen un testimonio de tructura en la obra, que se divide a grandes
la vida de las primeras comunidades cris- rasgos en dos grandes partes, precedidas
tianas. por un prólogo, en el que se presenta el au-
tor y el libro (1,1-3): la primera parte está
3. El Apocalipsis formada por las cartas dirigidas a las siete
Cerrando la obra joánica y la colección de iglesias de Asia (1,4-3,22); la segunda, por
libros de la Sagrada Escritura, se encuen- las visiones escatológicas (4,1-22,15). Cie-
tra el Apocalipsis, el único libro del Nuevo rra el libro un epílogo a modo de conclusión,
Testamento de carácter profético. Bajo la que contiene un diálogo entre Jesús y la
forma literaria común a los libros apoca- Iglesia, y unas advertencias al lector con la
lípticos de la época, se caracteriza por abor- despedida (22,16-21).
dar la cuestión de los últimos tiempos El Apocalipsis constituye una visión teo-
cuando triunfará el bien y será derrota- lógica de toda la historia, subrayando su as-
do el mal y el recurso a simbolismos (del pecto trascendente y religioso. Presenta la si-
reino animal, de los astros, de expresio- tuación de la Iglesia en época del autor y
nes numéricas, etc.) para describir la his- una amplia panorámica de los últimos tiem-
toria pasada y presente, proyectándolos a pos, pero con la particularidad de que esos
la vez a los tiempos finales. Como los otros tiempos definitivos se han inaugurado ya
apocalipsis («revelaciones»), es también con la venida de Jesucristo, el Hijo de Dios
un libro de consolación, surgido en un pe- hecho hombre, que es también Señor de la
riodo de dificultades extraordinarias. Sin historia. En consonancia con el pensamien-
embargo, se distingue de los otros apoca- to del cuarto evangelio, se presenta la épo-
lipsis de la época por encontrarse más cer- ca definitiva, así como la vida eterna, de al-
ca de los profetas del Antiguo Testamento guna forma ya iniciadas ahora y en marcha
y, sobre todo, por la fe en la resurrección hacia la plenitud total. De este modo se ofre-
de Jesús. Su victoria sobre la muerte ha ce cierta perspectiva de los acontecimien-
inaugurado ya el tiempo nuevo y definitivo tos y la esperanza del triunfo final. Por una
del señorío de Dios. Es éste el objeto de la parte, describe la lucha cósmica entre el
«revelación» y clave hermenéutica de la bien y el mal, pero, por otra, se da por sen-
historia. tado el triunfo definitivo de Cristo. Consti-
Dirigido a la Iglesia universal simbolizada tuye así un estímulo perenne a la santidad
por «las siete iglesias que están en Asia» de vida y a la fidelidad a Jesucristo en tiem-
(1,4): Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sar- pos de dificultad.
des, Filadelfia y Laodicea (cf. 1,11), la fina-
lidad del escrito es poner en guardia a los VII. LAS CARTAS DEL NUEVO TESTAMENTO
cristianos contra los peligros que existían Los primeros cristianos acudieron al género
para la fe en un ambiente de sincretismo epistolar para mantener contacto con las
religioso. Al mismo tiempo, anima a cuantos comunidades y resolver los problemas que
sufrían el peso de la tribulación, debida po- se iban presentando. La distinción entre
siblemente a la difusión del culto al empe- «epístolas» (ejercicio literario artístico, nor-
rador en tiempos de Domiciano (años 81- malmente destinado a su publicación, que
96) y a las dificultades generadas por parte presenta una lección moral a una audiencia
de algunos judíos. En esas circunstancias el amplia) y «cartas» (medio no literario de
autor trata de consolar a los cristianos, pa- comunicación entre personas separadas por
742 NUEVO TESTAMENTO
como persona e incluso como escritor: cui- pensó Pablo y pensaron sus herederos to-
dadoso, cercano, cariñoso, suave e incluso dos los aspectos del ser y del vivir que ya
tierno, unas veces, y otras desaliñado, ta- habían sido pensados desde antiguo por la
jante, conciso, irónico, extremadamente du- humanidad y, de un modo muy especial, por
ro... Además, por ser cartas son tan limita- los israelitas, sus hermanos según la carne,
das en sus contenidos, no cubriendo ni todos el pueblo de la adopción filial, la gloria, la
los capítulos de la biografía de Pablo ni todos ley, el culto y las promesas (Rm 9,4). Dios,
los apartados de la teología. el Dios de los padres, es para él el Dios y
Teniendo en cuenta todo esto, no resulta Padre de nuestro Señor Jesucristo (2 Co
difícil descubrir en las cartas paulinas una 1,1). La humanidad, toda ella pecadora (Rm
especie de denominador común, un centro, 3,9); todos y cada uno de los humanos, ale-
reiterado una y otra vez en sus elementos jados de Dios por el pecado y privados de
fundamentales y repensado y reformulado, su gloria (Rm 3,23), han sido reconciliados
también una y otra vez, en relación con las con Dios y justificados por el don de la gra-
circunstancias comunitarias a las que qui- cia en virtud de la redención realizada en
sieron responder los sucesivos y diferentes Cristo Jesús (Rm 3,24); por ello, sólo a tra-
escritos, tanto los compuestos por Pablo, vés de la fe en Cristo Jesús e independien-
que recurría normalmente a amanuenses, temente de la Ley, sin las obras que ésta
como los que podrían atribuirse a discípu-
prescribe, se puede entrar en el ámbito de
los o depositarios de su herencia. Y no cabe
la justicia salvadora de Dios, ser justifica-
duda de que dicho centro es Jesucristo: Je-
dos (Rm 3,21-31; Ga 2,16).
sucristo en el misterio de su actuación sal-
La adhesión a Cristo a través de la fe que
vadora y en el misterio de su ser, razón úl-
justifica se expresa y se realiza en el bau-
tima de posibilidad del valor salvífico de
tismo, por el cual el creyente queda unido
aquella actuación. Pablo está convencido de
al misterio de la muerte y resurrección del
que en Cristo Dios ha ofrecido definitiva-
Señor (Rm 6,3ss), recibe el don del Espíri-
mente la salvación al mundo, manifestan-
tu y, por esa unión y ese don, es incorpo-
do su justicia salvadora (Rm 3,21), ha dado
rado a la comunidad de los demás bautiza-
su sí a las promesas (2 Co 1,20); cree que
Jesús es el Hijo de Dios enviado al mundo en dos, la Iglesia, que es el cuerpo de Cristo
la plenitud del tiempo, nacido de mujer (Ga (1 Co 12,12ss). Toda la vida del bautizado
4,4) como descendiente de Abrahán (Ga queda así referida a Cristo y determinada
3,16) y de David (Rm 1,3b) y que, por todo por él, que, con la fuerza de su Espíritu, ha-
ello, es el Cristo, Mesías de Israel (Rm 9,5). ce posible que la justa exigencia de la Ley se
Como los otros predicadores del Evangelio y cumpla en el creyente (Rm 8,4), que éste
todos los que han acogido con fe la predi- pueda someterse a la Ley de Dios (Rm 8,7)
cación (1 Co 15,1.11), Pablo cree que Cris- y hacer frente al pecado, su antiguo domi-
to murió por nuestros pecados, que resuci- nador y al que ha muerto por el bautismo,
tó de entre los muertos y que es nuestro pero que deja sentir aún su fuerza en este
Salvador (1 Co 15,3; 1 Ts 1,9). cuerpo mortal (Rm 6,12-23).
Ese centro del pensamiento de Pablo atra- El centro del pensamiento de Pablo y es-
viesa como un hilo conductor todos los es- tos reflejos del mismo en los diferentes ám-
critos del corpus paulinum, donde son re- bitos de la realidad pensada se hacen pre-
planteados y expresados de modos y con sentes de distinta forma, como queda indi-
acentos diversos como respuesta a las cir- cado, en los diversos escritos del corpus
cunstancias y problemas que hicieron ne- paulinum, que presentaremos brevemente a
cesaria su composición. Desde ese centro continuación.
744 NUEVO TESTAMENTO
1. Primera y segunda carta a los sustituidas por una actitud vigilante, con-
Tesalonicenses cretada en la debida actividad laboral y en la
Aunque escritas en momentos distintos, 1 obediencia a las orientaciones de Pablo.
y 2 Ts comparten un marcado sello escato-
lógico, manifiesto no sólo en los importantes 2. Primera y segunda carta a los
pasajes dedicados a la escatología, sino tam- Corintios
bién en la coloración escatológica de la cris- El apóstol hizo frente, desde Éfeso y entre
tología: Cristo, a quien se aplica gustosa- los años 54-57, a las muchas dificultades
mente el título de Señor, aparece vinculado surgidas en Corinto tras su marcha: a una
más de una vez a la Parusía y al juicio (cf. 1 carta perdida y muy poco eficaz siguió la
Ts 1,10 y 2 Ts 1,5.7). que conocemos como 1 Co, en la que res-
En 1 Ts, escrita desde Corinto en torno ponde a consultas de los propios corintios
al año 50/51, Pablo recuerda la buena aco- (1,7-15) y a otros problemas, bastante más
gida que dispensaron los hoy cristianos a su graves y de los que se enteró por terceros
predicación y a su persona, perseguida en- (1,10-6,20). Esta doble fuente de informa-
tonces por los judíos como los tesalonicen- ción, pero, sobre todo, la complicada situa-
ses cuando él les escribe; entre las exhor- ción de la comunidad explican los muchos
taciones, resalta la llamada al amor mutuo, y complejos temas abordados en 1 Co, aun-
a la necesaria apertura a la acción del Es- que cabría reunirlos en tres apartados, muy
píritu, y a la sobriedad y la vigilancia. Estas relacionados cada uno de ellos con el centro
últimas se enmarcan en la temática esca- del pensamiento de Pablo, el contenido cen-
tológica ya señalada, cuya amplia conside- tral del kérigma proclamado por él y por los
ración responde a la preocupación de los te- demás misioneros cristianos.
salonicenses por la suerte de algunos cris- Invocando ese centro explícitamente,
tianos que habían muerto ya, es decir, antes aborda la negación de la resurrección de los
de la Parusía; Pablo quiere reforzar la certeza muertos por parte de algunos corintios: Cris-
en esa venida, que cree inminente y des- to ha resucitado como primicia de los que
cribe con motivos corrientes de la apocalíp- han muerto: por ello, también nosotros re-
tica, así como los efectos de salvación que sucitaremos (1 Co 15). De los otros dos gru-
tendrá la venida del Señor para los vivos y pos de problemas, uno tenía que ver con la
para los ya difuntos. unidad de la comunidad, puesta seriamen-
El acento de 1 Ts en la inminencia de la te en peligro: el partidismo (1,10-4,21), la
Parusía motivó, bien histórica o bien teoló- carne inmolada a los ídolos y la participa-
gica y literariamente, la composición de 2 ción en banquetes vinculados más o menos
Ts, que responde a la expectativa angustio- a cultos idolátricos (8,1-11,1), el abandono
sa de la venida del Señor surgida entre los del uso del velo por parte de las mujeres
tesalonicenses unos años más tarde (¿fina- para orar y profetizar en público (11,2-16),
les del siglo I?): la venida no será inminen- la actitud insolidaria al celebrar la cena del
te, entre otras razones, porque antes ten- Señor (11,17-22) y, finalmente, la expe-
drán que producirse unos signos que, según riencia carismática (12,1-14,40). El tercer
el convencimiento de la apocalíptica judía grupo afectaba más directamente al com-
legado al cristianismo, la anunciarán; entre portamiento: además del recurso a tribu-
ellos sobresale una situación de apostasía y nales civiles para solucionar conflictos sur-
una manifestación extraordinaria del mal, gidos entre cristianos (6,1-11), los más lla-
capitaneado por un ser personal inicuo; la mativos tocaban a la sexualidad, en cuyo
angustia y la ociosidad provocadas por la campo algunos se creían libres de toda nor-
supuesta pronta venida del Señor deben ser ma (5,1-12; 6,13-20), mientras que otros
NUEVO TESTAMENTO 745
los destinatarios, la indicación tradicional «a (Las cartas de Juan también se incluyen en-
los Hebreos», que no aparece en el texto, tre las «cartas católicas», pero por claridad
nos descubre la orientación general del es- se han tratado en los escritos joánicos).
crito, que, en un discurso construido de
acuerdo con una armoniosa simetría con- 1. Carta de Santiago
céntrica, presenta a Cristo, Hijo de Dios (1,5- Escrita en un griego culto con claro tras-
2,18) y Sumo Sacerdote de la nueva alian- fondo semita la carta de Santiago es un ex-
za (3,1-5,10), que posee un sacerdocio in- ponente claro de la unidad entre Antiguo y
comparable, pues pertenece al orden de Nuevo Testamento en el contexto de la nue-
Melquisedec, ha sido perfeccionado por el va fe, especialmente en ámbito judeo-he-
sacrificio de su propio cuerpo, que lo ha con- lenista. Sin una estructura clara, recoge nu-
vertido en mediador de una nueva alianza merosas exhortaciones bajo la forma epis-
singular, y ha obtenido definitivamente el tolar. Refleja la espontaneidad y viveza de
perdón de los pecados (5,11-10,39). la transmisión del mensaje cristiano en las
Las distintas exhortaciones que van mar- primeras comunidades, en las que el re-
cando el escrito y la gran exhortación que cuerdo-enseñanza de Jesús fundamenta las
lo cierra (11,1-13,18) permiten determinar exhortaciones a la vida cristiana. Muchas de
algo más los rasgos de los destinatarios, estas exhortaciones evocan las palabras de
convertidos a la fe hace ya algún tiempo, Jesús contenidas en los evangelios, de ma-
vejados y perseguidos por causa de esa fe, nera especial en el discurso de la montaña
en la que se mantienen firmes, a pesar de (1,12: cf. Mt 5,11-12; 2,5: cf. Mt 5,3; 2,13:
ciertas debilidades. Por su parte, los salu- cf. Mt 5,7; 5,12: cf. Mt 5,37; etc.). La en-
dos finales acercan Hb al género epistolar, lo señanza que da unidad a todo el escrito es
vinculan de algún modo a Pablo y relacio- la coherencia entre la fe y las obras del cre-
nan a sus destinatarios con «los de Italia», yente. Los engendrados «con la palabra de
una expresión difícil de interpretar en con- la verdad» (1,18), es decir, los bautizados
creto, pero en la que algunos han querido que han recibido el anuncio evangélico, pue-
ver un indicio para identificar a los destina- den participar de la salvación de Cristo
tarios. (1,21). Su vida ha de reflejar la palabra de
J. M. Díaz Rodelas fe que no sólo se escucha sino que se pro-
fesa y que se revela en la práctica de la ca-
IX. CARTAS CATÓLICAS ridad con el prójimo, empezando por los
Situadas después de las cartas paulinas, el más necesitados (1,25; 2,8-13; 5,1-6), en
canon del Nuevo Testamento incluye un con- la vida social y de la Iglesia.
junto de cartas de contenido y finalidad di-
versos, escritas en un periodo de tiempo que 2. Primera carta de Pedro
va desde la década de los sesenta hasta fi- Se sitúa como un nexo entre la doctrina de
nales del siglo I o comienzos del II, y que Santiago y la de Pablo. Enseña lo que ha de
son atribuidas a Pedro, Santiago, Juan y Ju- ser la presencia cristiana en el mundo y
das, es decir, a grandes apóstoles o miem- muestra la misión y cohesión de la primiti-
bros de la familia de Jesús. Mediante las ins- va Iglesia en medio de una sociedad aleja-
trucciones y enseñanzas morales a raíz de da de Dios. Escrita probablemente en Ro-
los problemas doctrinales que van surgiendo, ma en un buen griego, a modo de una ca-
traslucen una llamada a vivir una vida que tequesis bautismal, sus destinatarios son
responda a la fe de los que han sido salvados fieles de comunidades cristianas que vivían
en Cristo y dejan entrever la catequesis que en diversas regiones de Asia Menor y su-
se impartía en las primeras comunidades. frían la presión de un ambiente hostil. La
NUEVO TESTAMENTO 749
carta subraya las consecuencias del bautis- dro. La carta refleja el esfuerzo de los pri-
mo, fundamento del nuevo pueblo de Dios meros cristianos por vivir fielmente la fe re-
(1,22-2,10; 1,3.23; 2,2; 3,21) y acude al cibida por tradición apostólica en un am-
recuerdo de los sufrimientos de Jesús como biente que constituía una continua amena-
base de las exhortaciones. Por el bautismo, za para mantenerse fieles. Probablemente
el cristiano está incorporado a Cristo y par- utiliza y desarrolla en su argumentación la
ticipa de su misterio pascual. Jesucristo es el Carta de Judas, como se deduce de la gran
modelo, y es también el que da plenitud de semejanza de ideas e, incluso, de termino-
sentido a las persecuciones que sufre el dis- logía (cf. Jds 4-18 y 2 P 2,1-3,3). Junto con
cípulo (2,20-25; 4,12-19). Peregrinos en es- la refutación de algunas teorías erróneas
te mundo, los cristianos constituyen un pue- sobre la segunda venida de Cristo presen-
blo sacerdotal (2,9). El testimonio de la fe tadas por algunos falsos maestros y las con-
ante los demás ciudadanos, con una vida siguientes exhortaciones morales, destaca
ejemplar, atraerá hacia la fe a sus mismos la enseñanza sobre la inspiración de las Es-
perseguidores (3,15-16), ya que por todos crituras (1,19-21) y la valoración de los es-
ha muerto Cristo (3,18-22). critos de san Pablo (3,15-16). La carta re-
chaza la interpretación privada de los es-
3. Carta de Judas critos sagrados y afirma la necesidad de
Esta breve carta se origina en un ambien- entenderlos conforme al cuerpo de doctrina
te judeo-cristiano. Incluyendo argumentos trasmitido por tradición y custodiado por
tomados de la tradición bíblica y extrabíbli- los que están constituidos en autoridad.
ca (Henoc, Asunción de Moisés), trata de Con todo, la enseñanza de carácter esca-
contrarrestar las falsas doctrinas que pro- tológico acerca de la Parusía anima el con-
pugnaban una salvación más fundada en el junto del escrito. Ésta se producirá cierta-
«conocimiento» que en la fe recibida por mente, pues así lo manifestó el Señor y lo
tradición. Se trata de un escrito cuya auto- prueban las Escrituras.
ridad radica en provenir de un pariente de
Jesús. La carta sale al paso de la separa- Bibliografía
ción entre fe y vida, que justifica una con- V. BALAGUER (ed.), Comprender los Evangelios,
ducta libertina (vv. 4.8.11.13.16.23). Fren- Pamplona 2005. R. FABRIS, «Nuevo Testamento»,
te a los falsos doctores que sostenían que en G. BARBAGLIO Y S. DIANICH (eds.), Nuevo Dic-
cionario de Teología, Madrid 1982, 1153-1171.
la libertad ante la Ley de Moisés libera al
FACULTAD DE TEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE NAVARRA,
cristiano de la obligación moral, exhorta a
Sagrada Biblia, 5: Nuevo Testamento, Pamplona
la fidelidad en la fe y muestra las implica-
2004. S. GUIJARRO, Los cuatro evangelios, Sala-
ciones éticas del Evangelio.
manca 2012. J. RATZINGER/BENEDICTO XVI, Jesús de
Nazaret. 1, Desde el Bautismo a la Transfigura-
4. Segunda carta de Pedro ción, Madrid 2007; 2, Desde la entrada en Jeru-
El mismo problema que se descubre en la salén hasta la Resurrección, Madrid 2011. J. GNIL-
Carta de Judas, se aborda posteriormente, KA, Pablo de Tarso: apóstol y testigo, Barcelona
ahora en ambiente helenista, en un texto 1998. G. SEGALLA, Panoramas del Nuevo Testa-
de difícil datación, que se escribe posible- mento, Estella 1994.
mente bajo el nombre y la autoridad de Pe- J. Chapa
750 NUEVOS MOVIMIENTOS RELIGIOSOS
cipales países) atienden casi en exclusivi- vos movimientos religiosos que creen en la
dad a los comportamientos. Pero el hombre reencarnación de las almas y en los nume-
es racional y las creencias e ideas marcan rosos respaldados en alguno de los méto-
la pauta de su conducta, aunque ésta re- dos para el desarrollo del potencial huma-
percuta también en aquéllas. no.
3.) Respecto de los rasgos definitorios: e) El inminente cambio colectivo puede
a) Si un grupo no es autónomo, será NMR ser catastrófico: fin del mundo (jehovismo
si lo es la organización más amplia en la o Testigos de Jehová, Familia, Iglesia Uni-
cual se integra, por ejemplo: Dianética, Dro- versal de Dios, etc.), un cataclismo cósmi-
ganón y Narconón insertos en la Iglesia de co (final de cada ciclo cósmico en los nue-
la Cienciología. Llamar nuevo movimiento vos movimientos religiosos de origen hindú
religioso o secta a un grupo no autónomo o budista), una guerra nuclear mundial (mo-
es llamárselo a la institución de la cual for- onismo) o, al revés, bucólico, una nueva utó-
ma parte. pica edad de oro de la mitología clásica: pa-
b) Para ser cristiano-protestante se re- so de la era Piscis o cristiana a la Acuario/
quiere creer en el monoteísmo trinitario, en Aguador que nos va a inundar de paz y ar-
la divinidad de Jesús de Nazaret y aceptar el monía gozosa de cada uno consigo mismo,
bautismo como medio de incorporación a con los demás y con el universo (los innu-
Jesucristo (acuerdo del Consejo Ecuménico merables «nudos» o grupos de la «red» que
de las Iglesias, Nueva Delhi 1961). Para ser es la New Age o Nueva Era) como por «arte
cristiano-anglicano / ortodoxo-católico se de magia» y del fatalismo astrológico; tam-
requiere más. Por esto, de los más de mil bién el traslado a un paraíso extraterrestre
nuevos movimientos religiosos descritos en (movimientos ufónicos: Misión Rama, Movi-
mi Diccionario enciclopédico de las sectas, miento Raeliano) o intraterrestre (fantasías
ninguno es cristiano; los Adventistas del y grupos del brasileño Trigueirinho-Neto),
séptimo Día y la Iglesia Cristiana Palmaria- sobre todo bajo los Andes peruano-chilenos
na se hallan en el límite mismo del ámbito (Orden Negra, Sociedad Thule y demás mo-
de esta clasificación. vimientos de impronta nazi). El maravilloso
c) El proselitismo, que es una exigencia cambio individual o transformación del hom-
de la constitución psicosomática del hom- bre en una especie de superhombre suele
bre, de su dimensión social y de la natura- ser el objetivo de los métodos relacionados
leza difusiva del bien y del mal, se refiere con el potencial humano (Meditación Tras-
no a las creencias, sino al modo de trans- cendental, Método Silva de Control Mental,
mitirlas. En sí mismo es neutro. Será acep- Reiki, Tai-Chi, yoga, zen, etc., que son una
table si las «expone, propone»; no lo será si psicotecnia compatible con el cristianismo y,
es «fanático», a saber, si trata de «impo- además, generalmente una práctica incom-
nerlas» por medios ilícitos (coercitivos, frau- paginable con la fe cristiana) y también de la
de, manipulación, control mental, mensa- gnosis.
jes subliminales).
d) Aunque con excepciones (Iglesia Cris- III. LOS NUEVOS MOVIMIENTOS RELIGIOSOS,
tiana Palmariana, Sokká Gakkái, etc.), como UN FENÓMENO RELIGIOSO
norma general en los NMR se alcanza la per- El sentido religioso es connatural al hom-
fección mediante el esfuerzo personal, la bre, que, además de «tener», «es» religión
meditación en cuanto concentración psico- o religación respecto de lo divino. De las raí-
lógica y la ayuda de los integrantes del gru- ces religiosas soterradas rebrota no un ár-
po, no mediante la oración ni la ayuda di- bol, sino muchos tallos, los nuevos movi-
vina, algo evidente en los incontables nue- mientos religiosos. Éstos tienen proyección
752 NUEVOS MOVIMIENTOS RELIGIOSOS
Oración
gunda: la petición es una forma de elevar Personas. El Padre está ante el Hijo y el Hi-
el alma a Dios. jo ante el Padre, pero también el Padre en el
Hijo y el Hijo en el Padre (cf. Jn 14,10-11;
1. La oración, diálogo con Dios 17,21). La oración («hacer oración») es un
Esta «elevación del alma» es, en realidad, tomar parte en ese diálogo de la vida intra-
«una respuesta» (CCE 2561) del hombre a trinitaria que «compenetra» al cristiano con
Dios que le ha hablado primero, de modo Dios. Análogamente a como un hijo, al cre-
que la oración «se configura, propiamente cer, estrecha los lazos con sus padres me-
hablando, como un diálogo personal, íntimo diante el trato afectuoso con ellos, así tam-
y profundo entre el hombre y Dios» (OF, 3). bién mediante la oración crece la intimidad
Dios ha hablado al hombre manifestán- con Dios del cristiano que ha sido hecho hi-
dose en la creación: todas las cosas crea- jo suyo en el bautismo. La oración es un ac-
das han sido «dichas» por Él (cf. Gn 1,3; to de conocimiento amoroso de Dios que
Sal 33,6.9), por medio del Verbo y en el Ver- constituye la expresión consciente y libre
bo (cf. Jn 1,3; Col 1,16), y son como pala- más propia de la vida en comunión con las
bras que esperan una respuesta de alaban- Personas divinas. «Por medio de la oración
za y de acción de gracias. Se ha manifes- el cristiano participa de la vida divina» (DVi
tado también, de manera superior, en la 65). Se comprende que en un cristiano con
revelación histórica, comenzada en el Anti- uso de razón, la oración sea necesaria para
guo Testamento y coronada en Jesucristo, la santidad.
el mismo Verbo de Dios encarnado para sal-
varnos, «Palabra definitiva del Padre» (CCE 2. Alianza con Dios
73) que pide la respuesta de «la fe que obra «La oración cristiana es una relación de
por la caridad» (Ga 5,6). La oración cristia- Alianza entre Dios y el hombre» (CCE 2564),
na no se reduce, sin embargo, al asenti- alianza que se realiza por medio de Jesu-
miento de fe a la revelación pública sino que cristo hombre, mediador entre Dios y los
se edifica a partir de ella, porque «con esta hombres (cf. 1 Tm 2,5). La oración incluye
revelación, el Dios invisible en su inmenso el deseo sincero de poner por obra la Vo-
amor habla a los hombres como a amigos luntad de Dios «en unión con la voluntad
y se entretiene con ellos, para invitarlos y humana del Hijo de Dios hecho hombre»
admitirlos a la comunión con Él» (DV 2): se (CCE 2564). Si se rechazara lo que Cristo
dirige al corazón de cada creyente que está enseña y quiere su doctrina y sus manda-
en comunión con Él por la fe viva, le da lu- mientos no sería auténtica (cf. CCE 2562;
ces y mociones para que entienda su Pala- Lc 6,46). La oración cristiana no se reduce a
bra, descubra su Voluntad y la realice libre- la simple invocación, ni a la meditación es-
mente en su vida. Recibir estas luces, aten- peculativa. Tampoco basta oír lo que Dios
der a estas mociones, responder a ellas, dice, sino que es preciso obedecer (ob-au-
pedir nueva claridad y nueva gracia para co- dire), asumirlo en la propia vida. «Bien-
nocer y amar a Dios, estrechar la amistad aventurados los que escuchan la palabra de
con Él y servir personalmente a sus planes Dios y la ponen en práctica» (Lc 11,28). Só-
de salvación, esto es ya oración, diálogo lo entonces se da un verdadero diálogo de
personal con Dios. hijos de Dios con su Padre. Un diálogo que
El modelo trascendente de este diálogo santifica y perfecciona al cristiano, antici-
es el del Padre y el Hijo en el Espíritu San- pando de algún modo el encuentro definiti-
to, en el seno de la vida íntima del «Dios vo con Dios en la gloria. «Porque ahora ve-
que es amor» (1 Jn 4,8). En ese diálogo di- mos como en un espejo, borrosamente; en-
vino no hay confusión ni separación de las tonces veremos cara a cara» (1 Co 13,12) y
ORACIÓN 757
«seremos semejantes a Él, porque le vere- acusación que ignora la verdad de que el
mos tal como es» (1 Jn 3,2). amor a Dios y el trato con Él «remite cons-
tantemente al amor del prójimo» (OF 13)
3. Falseamientos de la oración con obras de servicio, incluso hasta dar la
En algunas vertientes del pensamiento mo- vida como Cristo. Una acusación, por tan-
derno que, de un modo u otro, niegan la to, que no afecta a la auténtica oración cris-
posibilidad de un diálogo personal del hom- tiana. Comprendida como un diálogo per-
bre con Dios, se han avanzado explicacio- sonal con Dios, la oración representa la ma-
nes de diverso tipo que deforman el hecho yor afirmación de la grandeza de la persona
de la oración. Mencionamos sólo algunos humana, porque la lleva a la maduración de
ejemplos. Para I. Kant la oración es hablar las posibilidades más íntimas de su libertad
con uno mismo, no con Dios, y su sentido y a construir la historia de acuerdo con su
se reduce a mantener despierta la intención dignidad (cf. NMI 33).
moral (cf. Die Religion innerhalb der Grenzen
der blossen Vernunft, c.4, p.2.ª, anotación IV. LA ORACIÓN EN LA REVELACIÓN
general 2). Esta reducción será trágica en Veamos ahora las fuentes de esta noción de
el ateísmo de L. Feuerbach para quien el oración en la Sagrada Escritura y en la tra-
hombre, en la oración, «contempla el propio dición patrística.
sentimiento como el ser supremo, divino»
(cf. Das Wesen des Christentums, c.13) y 1. En el Antiguo Testamento
de este modo «se desdobla en dos seres; La raíz hebrea que se traduce por orar es
establece un diálogo consigo mismo, con el ‘tr, íntimamente relacionada con «sacrifi-
propio corazón» (ibid). K. Marx llegará más car» (Ex 8,4.25 y 9,28; Os 3,5 y 5,6). Este
lejos, reprochándole haberse quedado en verbo aparece raras veces en el Antiguo Tes-
explicar la religión, en vez de eliminarla co- tamento. Mucho más frecuentes son otros
mo «producto social» alienante (cf. Thesen vocablos como «llamar» (qara’) a Yahwéh
über Feuerbach, 7 y 11). Para S. Freud, en (Dt 5,9; 1 R 8,43; Jr 11,14; etc.), «supli-
otra línea, la oración es una ilusión origina- car» (hit annen) (Os 12,5; Jb 9,5 y 19,16;
da para satisfacer deseos profundos de la Si 13,3), «alabar», «bendecir» y «agrade-
humanidad (cf. Die Zukunft einer Illusion). cer» (hillel, todah) (Sal 100,1; Is 51,3; Jr
Semejantes distorsiones de la oración fru- 30,19), «aplacar» el rostro de Yahwéh (illah
to de prejuicios cuya inconsistencia ha sido [panim], literalmente «rozar») (Ex 32,11;
puesta de manifiesto (cf. C. Fabro, La preg- 1S 13,12; Dn 9,13; etc.). Por lo que se re-
hiera nel pensiero moderno, Roma 1979, fiere a los gestos, los más frecuentes son
caps. 3 y 4) han dejado en la cultura el postrarse o inclinarse profundamente (cf.
lastre de un recelo. La oración es vista a ve- Gn 18,2; 19,1), arrodillarse (cf. 2 Cro 7,3,
ces como un repliegue en la propia intimidad 29,29; Sal 22,30), extender las manos o le-
o una huida de los problemas reales. «¡Re- vantarlas (cf. Is 1,15; Sal 28,2).
za, pobre infeliz, reza!», dicen en Madre Co- Comparada con la oración en otras cul-
raje de Bertolt Brecht (escena XI) a la jo- turas, la del pueblo del Antiguo Testamento
ven Kattrin que, en circunstancias dramáti- es radicalmente nueva porque se apoya en
cas, se encuentra ante la alternativa de la novedad de la revelación divina y de la
salvar una entera ciudad haciendo lo que alianza. No es un monólogo ante una divi-
está en sus manos, o quedarse inactiva, «re- nidad sorda y muda, como en las religiones
zando», para que Dios la salve del peligro. paganas, sino escucha y respuesta a la Pa-
Detrás de la alternativa late la acusación de labra del Dios único, vivo y verdadero. El
que la oración no afronta los problemas. Una Antiguo Testamento muestra a los patriarcas
758 ORACIÓN
en diálogo con Dios. Noé escucha su voz y 1,14). El diálogo del Hijo con el Padre ex-
responde obedeciendo a sus mandatos (cf. presa su comunión de amor en el Espíritu
Gn 6,22; 7,5) y ofreciéndole un sacrificio Santo y los designios de salvación respec-
agradable (cf. Gn 8,20-21). Abrahán recibe to a los hombres. Jesucristo no es sólo el
las promesas de Dios, cumple sus designios perfecto modelo de la oración, sino también
y habla familiarmente con Él (cf. Gn 18,23- su fuente.
33). A partir de Moisés se manifiesta una a) La oración de Jesús. Ciertamente, Je-
característica singular: quien ora lo hace con sús rezaba las oraciones de un israelita de su
la conciencia de pertenecer al pueblo de la tiempo como, por ejemplo, «el himno» (Mt
alianza. El presupuesto básico de su oración 26,30) al terminar la celebración de la Pas-
es la certeza de la fidelidad absoluta de Yah- cua (el gran Hallel formado por los salmos
wéh a esa alianza (cf. Dt 7,9) y la confianza 113-118); o la Shemà citada expresamen-
inconmovible en Él, invocado como «roca» te en Mc 12,29 («Escucha Israel...»). Pero la
(Dt 32,30; 2S 23,3) y «refugio» (Sal 14,6; oración de Jesús no se limita a esas fórmu-
46,2). Jueces y reyes, sacerdotes y profe- las. Los evangelistas muestran al Señor re-
tas, se dirigen a Dios para adorar y agrade- zando en diversas ocasiones: en el bautismo
cer, para alcanzar perdón y pedir bienes eter- en el Jordán (cf. Lc 3,21), al realizar los mi-
nos y temporales. Todo esto se compendia lagros en Cafarnaún (cf. Mc 1,35; Lc 5,16),
de algún modo en el libro de los Salmos, el antes de calmar la tempestad (cf. Mc 6,46;
«libro de oraciones» por excelencia, al ser Mt 14,23), al anunciar a Pedro el primado
Palabra que el mismo Dios pone en los la- (cf. Lc 9,18) y antes de la pasión para que
bios y en el corazón del hombre de fe. Los no desfallezca su fe (cf. Lc 22,32), en la
Salmos enseñan a tratar a Dios, a conocer- transfiguración (cf. Lc 9,29), etc. Pasa no-
le y a conocerse a sí mismo como persona ches enteras en oración (cf. Lc 3,21; 5,16;
amada por Él y destinada a ser intérprete 6,12; 11,1) y, en realidad, toda su vida es-
de su gloria reflejada en la creación (cf. Sal tá presidida por una íntima comunión con
8,4-7.10); llevan a tomar conciencia de la el Padre que se desborda en diálogo filial
propia dignidad (cf. Sal 2,7-8) y enseñan, a (cf. Mt 11,25-26).
la vez, a reconocer humildemente la condi- Respecto al contenido de su oración, los
ción de pecador (cf. Sal 51,4-7). evangelios transmiten varias veces sus pa-
La revelación del Antiguo Testamento re- labras: «Yo te alabo, Padre...» (Lc 10,21);
cibe de Cristo su plenitud de sentido. Con- «Padre, te doy gracias...» (Jn 11,41), etc.
secuentemente los Padres de la Iglesia me- Común a todos los casos es la invocación
ditan los libros veterotestamentarios, y en de Dios como Padre, reiteradamente en la
particular los Salmos, desde la perspectiva oración sacerdotal (cf. Jn 17,1ss.). Duran-
de Cristo, como se puede ver, por ejemplo, te la oración en el huerto de los Olivos se
en los comentarios de san Hilario, san Am- muestran especialmente las características
brosio, san Jerónimo y san Agustín. La Igle- de la oración de Jesús. Se dirige al Padre
sia usa copiosamente el Antiguo Testamen- para manifestar la determinación de iden-
to en la oración litúrgica, siempre desde es- tificar su voluntad humana con la Voluntad
ta perspectiva. divina, hasta la aceptación del sacrificio de
la cruz en reparación por el pecado y re-
2. En el Nuevo Testamento dención de los hombres; se advierte aquí
La encarnación del Hijo de Dios renueva por plenamente la íntima unión entre oración y
completo la oración. Con su luz se esclare- sacrificio, sugerida por el término hebreo
ce toda su esencia. Jesús es el Verbo, la Pa- del Antiguo Testamento, como ya vimos.
labra de Dios que se ha hecho carne (cf. Jn También en el momento de entregar la vida
ORACIÓN 759
Por eso la oración del cristiano se dirige tam- (Pedagogo, III,69,3). De Clemente alejan-
bién a María, glorificando a Dios por lo que drino a san Agustín se va formando un im-
ha hecho en ella y solicitando su mediación presionante cuerpo de doctrina sobre la ora-
materna; y se dirige también a los santos, ción. Debemos a Tertuliano el primer trata-
para pedir su intercesión y aprender de su do De oratione, escrito en torno al año 200.
ejemplo (cf. Misal Romano, Prefacio de los Le siguen algunas décadas más tarde el ho-
Santos, I). mónimo de Orígenes y el De oratione do-
San Agustín ha condensado la profundi- minica de san Cipriano. Otras obras dedica-
dad de la oración cristiana en un texto me- das a la oración que destacan en este pro-
morable que contiene los aspectos que he- ceso son, en el siglo IV, el De oratione
mos mencionado: «No pudo Dios hacer a dominica de san Gregorio de Nisa, el De ora-
los hombres un don mayor que el de dar- tione, de Evagrio Póntico, y el De sermone
les por cabeza al que es su Palabra, por Domini in monte, de san Agustín. Prolon-
quien ha fundado todas las cosas, uniéndo- gando esta línea, ya en el siglo V, se en-
los a Él como miembros suyos [...]. El mis- cuentran las Collationes de Casiano; y en el
mo salvador del cuerpo, nuestro Señor Je- siglo VI el conjunto de las enseñanzas de
sucristo, Hijo de Dios, ora por nosotros, ora los Padres del desierto, como las conteni-
en nosotros y a Él le oramos nosotros. Ora das en los Apophthegmata Patrum. Éstas
por nosotros como sacerdote nuestro; ora son únicamente algunas de las obras más
en nosotros como cabeza nuestra; y a Él significativas. Por lo demás, no se encon-
oramos como Dios nuestro» (Enarrationes trará ningún Padre de la Iglesia que no ha-
in Psalmos, 85, l: CCL 39, 1176). ble del tema, comentando las enseñanzas
bíblicas. Este cuerpo de doctrina es el ci-
3. En la tradición patrística miento sobre el que se edifica la práctica de
Los escritos de los primeros siglos hablan la oración en los siglos siguientes hasta hoy.
de la oración como actitud esencial de la vi-
da cristiana y muestran sus características. V. LA PRÁCTICA DE LA ORACIÓN
La Didaché (8,2-3) enseña a recitar el Pa- 1. Disposiciones
drenuestro tres veces al día. La primera for- Para la oración es esencial la amistad con
mulación explícita de una oración personal se Dios, ya que es un diálogo que expresa el
encuentra en san Clemente Romano (cf. 1 amor y la comunión con la vida íntima de
Clem 59,3-61,3): es una oración dirigida al las Personas divinas. En el caso de quien no
Padre en alabanza y acción de gracias por está en gracia de Dios, la oración sólo pue-
el Hijo, presentando las intenciones de la de ser verdadera si incluye el deseo sincero
Iglesia por mediación de Cristo. Las cartas de conversión del pecado. Pero también en
de san Ignacio de Antioquía están repletas la oración de quien está en gracia de Dios
de alusiones a la oración, con invocaciones «se encuentra contenida una actitud de con-
que muestran su constante diálogo con Dios versión» (OF 3), de escucha y obediencia a
(cf. A. Hamman, Prières des premiers chré- la Voluntad de Dios. De ahí que «la bús-
tiens, Paris 1981). Clemente de Alejandría queda de Dios mediante la oración debe es-
marca un hito en la reflexión sobre la ora- tar precedida y acompañada de la ascesis
ción. Señala que el progreso espiritual es y de la purificación de los propios pecados»
progreso en la oración (cf. Stromata, (OF 18). En particular, puesto que no se
VII,49,6) y afirma que se ha de traducir en puede separar el amor y el trato filial con
obras, e incluso que las mismas obras bue- Dios de la fraternidad con los hombres, es
nas se han de considerar oración: «La ora- disposición necesaria la decisión de vivir la
ción agradable a Dios es una buena acción» caridad con el prójimo: «Cuando vayáis a
ORACIÓN 761
orar, perdonad si tenéis algo contra alguno, respuesta a su entrega. c) La oración de pe-
a fin de que también vuestro Padre que es- tición tiene dos modos: petición de perdón
tá en los cielos os perdone vuestros peca- y de otros bienes espirituales o materiales;
dos» (Mc 11,25). puede ser para uno mismo o para otros (in-
Puesto que el diálogo de la oración tiene tercesión). «La petición de perdón es el pri-
lugar en la intimidad del corazón, exige el mer movimiento de la oración de petición»
recogimiento interior: saberse en la pre- (CCE 2631), porque al expresar el arrepen-
sencia de la Santísima Trinidad que inhabi- timiento por lo que separa de Dios se al-
ta en el alma. Es compatible con la activi- canza la amistad con Él que es el funda-
dad externa que reclaman los propios de- mento de toda otra súplica. La petición del
beres, cuyo cumplimiento es querido por cristiano está llena de seguridad: «Si pedís
Dios. Para lograr este recogimiento es pre- algo al Padre en mi nombre, os lo concede-
ciso cultivar las virtudes humanas de la for- rá» (Jn 16,23; cf. 1 Jn 5,14-15). A quien
taleza y de la templanza que ordenan los objeta que la oración de petición es inútil
sentimientos y pasiones. porque no tiene sentido pretender que Dios
cambie sus planes, santo Tomás replica que
2. Cualidades «nosotros pedimos no para cambiar las dis-
El Señor enseña a evitar la palabrería: «Al posiciones divinas, sino para obtener lo que
orar no empleéis muchas palabras como los Dios ha dispuesto conceder por la oración
gentiles, que piensan que por su locuacidad de los santos» (S.Th., II-II, q.83, a.2). «Dios
van a ser escuchados» (Mt 6,7). No se ha nos concede muchas cosas sin que las pi-
de poner la confianza en la repetición de damos, pero por nuestro bien quiere con-
fórmulas, como si tuvieran por sí mismas el cedernos algunas pidiéndolas nosotros. Así
poder de alcanzar lo que se pide, pero es aprendemos a tener confianza en Él y a re-
necesario ser «constantes en la oración» conocer que es causa de todos nuestros
(Rm 12,12), como exhorta san Pablo: «Per- bienes» (ibid, ad 3). A las tres formas de
severad en la oración» (Col 4,2). Esa insis- oración mencionadas se pueden añadir los
tencia es querida por Dios: «Pedid y se os propósitos de mejora, que expresan la in-
dará; buscad y encontraréis; llamad y se os tención de buscar el crecimiento en identi-
abrirá» (Lc 11,9). Al insistir se ejercitan la fe, ficación con Cristo, secundando la acción del
la esperanza y el amor, y la oración se hace Espíritu Santo, para la gloria de Dios Padre.
más perfecta. Junto con la insistencia son
necesarias la humildad y el abandono filial en 4. Expresiones de la oración
las manos de Dios. a) La oración mental es un diálogo con Dios
en el interior de la persona. «No es otra co-
3. Formas de la oración sa oración mental, a mi parecer, sino tratar
a) «La adoración es la primera actitud del de amistad, estando muchas veces tratando
hombre que se reconoce criatura ante su a solas con quien sabemos nos ama» (san-
Creador» (CCE 2628): adoración «en espí- ta Teresa de Jesús, Vida 8,5). Este diálogo
ritu y en verdad» (Jn 4,24), que en el cris- interior puede desarrollarse bien con pala-
tiano está llena de confianza filial y de amor. bras (no predeterminadas), o bien sin ellas.
b) La acción de gracias es la forma de ora- Lo primero se llama propiamente «oración
ción que expresa el reconocimiento a Dios mental»; lo segundo, «contemplación». Am-
por los dones que nos concede (cf. Ef 5,20; bas pueden tener lugar tanto en los mo-
1 Ts 5,18), singularmente por el don de la mentos dedicados exclusivamente a la ora-
eucaristía. Expresa también nuestra propia ción como en cualquier circunstancia a lo
donación a Él, en unión con Cristo, como largo del día. Los confines entre la oración
762 ORACIÓN
mental y la contemplación no son netos. En De las siete peticiones que contiene, las tres
toda verdadera oración mental hay un ini- primeras se refieren a la gloria de Dios y las
cio de contemplación en la medida en que otras cuatro a lo que necesita el hombre (cf.
se advierte que los conceptos humanos y CCE 2759-2812). Todo está iluminado por
las palabras resultan insuficientes para ex- las primeras palabras: «Padre», porque so-
presar el conocimiento y el amor de Dios mos hijos suyos en Cristo, y «nuestro» por-
(cf. Ef 3,19). b) La oración vocal es la que se que rezamos en la Iglesia. Tertuliano lo lla-
realiza con palabras predeterminadas, pro- ma «compendio de todo el Evangelio» (De
nunciadas exterior o sólo interiormente. Jun- oratione 1, 1: PL 1,1255). Entre las demás
to con la oración mental, es «elemento in- oraciones vocales el Avemaría es sin duda
dispensable de la vida cristiana» (CCE 2701). la primera. Constituye la médula del Santo
Por una parte, la oración vocal es también Rosario, oración tan «apreciada por los san-
mental en cuanto que reclama la atención tos y fomentada por el Magisterio» (Juan
de la mente, aunque se distingue de ésta Pablo II, Carta apostólica Rosarium Virginis
en que, por principio, fluye por el cauce de Mariae, 16.X.2002, 1).
las palabras que se pronuncian; de todas
formas, tampoco aquí la distinción es siem- 5. Las facultades humanas en la oración
pre nítida, porque, al recitar las palabras La oración es un diálogo en el que intervie-
con devoción, es frecuente que broten del nen todas las facultades de la persona ele-
corazón palabras nuevas; en la tradición es vadas por las virtudes cristianas y por los
muy recomendada la repetición asidua de dones del Espíritu Santo. a) La inteligencia
jaculatorias. Un caso particular al que se re- busca «comprender el porqué y el cómo de
fiere el número 435 del Catecismo es el de la vida cristiana para adherirse y responder
la oración llamada «hesicasta», practicada a lo que el Señor pide» (CCE 2705). Santo
sobre todo en el Oriente cristiano, que con- Tomás destaca especialmente este papel de
siste en la repetición, como respirándola, de la razón en la oración: «... oratio [...] est
la invocación: «Señor Jesús, Hijo de Dios, rationis actus» (S.Th., II-II, q.83, a.1). b)
ten misericordia de mí, pecador» (cf. I. Pero la oración no es sólo actividad del in-
Hausherr, Hésychasme et prière, Roma telecto, sino también de la voluntad que
1966). Por otra parte, la oración vocal «aso- ama con amistad filial. San Buenaventura
cia el cuerpo a la oración interior» (CCE insiste más en este aspecto al describir la
2703) y en este sentido tiene el valor de sig- oración como «pius affectus mentis in
no y símbolo de la oración mental: signo Deum» (In III Sent., d.17, q.3, arg.2). La
que la manifiesta y símbolo de la comunión voluntad tiene también en la oración el pa-
entre los que rezan juntos. La atención que pel fundamental de imperar sobre las de-
se requiere en la oración vocal puede ser, más facultades para concentrarlas en el diá-
según santo Tomás, «atención al sentido de logo con Dios (sujetando, por ejemplo, la
las palabras [...] o atención al fin de la ora- imaginación o evitando otras distracciones).
ción, que no es otro que Dios y aquello por c) Asimismo los sentimientos y los afectos
lo que pedimos: ésta es la más necesaria tienen una función importante, a la que se
[...]. Y a veces es tan intensa que la mente refiere por ejemplo santa Teresa de Jesús
se olvida de todo lo demás porque está me- cuando escribe: «Si estáis alegre, miradle
tida en Dios» (S.Th., II-II, q.83, a.13). resucitado [...] Si estáis con trabajos o tris-
Oración vocal por excelencia es la que te, miradle camino del huerto [...] o miradle
enseñó Jesús mismo: el Padrenuestro. San atado a la columna, lleno de dolores [...]
Mateo lo transmite de modo más completo por lo mucho que os ama» (Camino de per-
que san Lucas (cf. Mt 6,9-13; Lc 11,1-4). fección [ms. de Valladolid], 26,4-5). Se tra-
ORACIÓN 763
ta siempre de elevar los afectos a Dios, no VI. VIDA DE ORACIÓN Y TIEMPOS DEDICADOS
de buscar la satisfacción en ellos, lo que se- A LA ORACIÓN
ría como convertirlos en fin, con el peligro de El fin último de la vida cristiana es la visión
abandonar la oración cuando no se tienen. de Dios cara a cara en la gloria. Ésta es la
d) La memoria desempeña el papel de hacer participación suprema en el diálogo del Hi-
presente el tema de la oración: la revela- jo con el Padre en el Espíritu Santo. En la vi-
ción divina principalmente lo que Jesús hi- da presente, la oración es cierto anticipo o
zo y enseñó y nuestra relación con Dios incoación de este acto. Al ser una incoación
como hijos suyos en Cristo. e) La imagina- del fin último que ha de estar presente en
ción permite «completar» los datos de la todas las acciones , la oración «no se inte-
memoria por ejemplo, las escenas de la rrumpe necesariamente cuando nos dedica-
vida de Jesús con detalles que ayudan a mos al trabajo y a atender al prójimo, cum-
establecer el diálogo, interviniendo en los pliendo la voluntad de Dios» (OF 28). Toda la
pasajes del Evangelio «como un personaje vida de un cristiano puede ser una vida de
más» (san Josemaría Escrivá, Amigos de oración y debe serlo según las palabras del
Dios, 253). Evangelio: «Es necesario orar siempre y no
desfallecer» (Lc 18,1), y las de san Pablo:
6. Maestros de la oración «Orad sin cesar» (1 Ts 5,17; Rm 12,12). Pe-
El Espíritu Santo es siempre «el Maestro in- ro a una vida de oración es posible llegar só-
terior» (CCE 2672). A lo largo de la historia lo si se dedican a ella unos tiempos en ex-
ha guiado a los santos por diversos caminos clusiva. Como se ve, la oración puede con-
de oración y algunos de ellos han transmi- siderarse de dos modos: como vida de
tido su experiencia mediante escritos o por oración o como tiempos dedicados a la ora-
otros modos. El cristiano cuenta así con una ción. Desde antiguo se ha hablado de estos
variedad de «maestros de oración» que le dos modos. Orígenes afirma que «toda la vi-
enseñan a tratar a Dios. Ya hemos citado da de un santo es como una gran oración,
a algunos de los principales en la época pa- de la cual lo que nosotros llamamos oración
trística. Entre tantos otros que han prolon- no es más que una parte» (De oratione, 12).
gado y enriquecido esa tradición en la his- Lo primero la vida de oración es el fin de
toria pueden mencionarse san Bernardo, la existencia cristiana: convertir todos los
santo Tomás y san Buenaventura, el autor quehaceres, realizados debidamente, en un
de la Imitación de Cristo, santa Catalina de diálogo continuo con Dios. Lo segundo de-
Siena, santo Tomás Moro, san Ignacio de dicar unos tiempos sólo a la oración es un
Loyola, santa Teresa de Jesús y san Juan medio necesario para alcanzar ese fin.
de la Cruz, san Francisco de Sales, san Vi-
cente de Paúl, san Alfonso María de Ligo- 1. Vida de oración
rio y san Juan Bosco, san Antonio María Cla- En relación con las palabras «Orad sin ce-
ret, santa Teresa de Lisieux, san Josema- sar» (1 Ts 5,17) san Máximo el Confesor re-
ría Escrivá, la Beata Teresa de Calcuta... cuerda que «la Sagrada Escritura no manda
Son algunos de esa luminosa constelación nada que sea imposible» (Liber asceticus,
de testigos que han servido y sirven al Pa- 25). Las palabras del apóstol no significan
ráclito para guiar a los cristianos por los ca- que se deban recitar constantemente ora-
minos de la oración. Se pueden añadir los ciones, como entendieron los llamados me-
fundadores de instituciones recientes de la salianos («orantes»), secta del siglo IV con-
Iglesia, algunos fallecidos como don Luigi denada en diversos sínodos, que abando-
Giussani y otros que continúan su fecunda naban el trabajo y los demás deberes. Ya
actividad. Orígenes había escrito que «ora continua-
764 ORACIÓN
mente el que une la oración a las obras y en absoluto hacer oración; también la «fe
las obras a la oración. Sólo así podemos en- muerta» la fe de quien no tiene vida so-
contrar realizable el principio de orar ince- brenatural por encontrarse en estado de pe-
santemente» (De oratione, 12). Si la ora- cado es cierto contacto espiritual con Dios,
ción ha de ser continua, debe ser posible pero sólo puede fundar la oración si hay con-
transformar en oración las múltiples tareas versión hacia Él, como se dijo antes). Tan
que el cristiano ha de realizar para cumplir íntima es esa presencia sobrenatural que,
la voluntad de Dios. En particular, para un de por sí, ningún acto interior del cristiano ha
fiel laico, el trabajo profesional como el de de quedar al margen. Hasta la reflexión más
un médico, o el de una madre de familia en autorreferencial puede tener a Dios como
su hogar «debe ser oración personal, ha interlocutor, porque Él no es un extraño ni un
de convertirse en una gran conversación con «invitado» en el alma: es más íntimo a
Nuestro Padre del Cielo» (san Josemaría Es- nosotros que nosotros mismos (cf. san Agus-
crivá, Amigos de Dios, 64). tín, Confessiones, 3,6).
La oración, en efecto, no está constituida
solamente por palabras, sino también por 2. Tiempos de oración mental
obras. Así como Jesucristo, Hijo de Dios, es «No se puede orar “en todo tiempo” si no
el Verbo creador (Jn 1,3), y las obras que se ora, con particular dedicación, en algu-
Dios ha realizado por Él (Col 1,16) son «pa- nos momentos» (CCE 2697). La duración y
labras de Dios», así también, análogamen- frecuencia de esos momentos dependerá de
te, cuando el cristiano participa en el poder las circunstancias de cada uno, pero es bas-
creador de Dios con su trabajo y el cumpli- tante común recomendar que se dedique a
miento de sus deberes por amor a Dios, las la oración mental un tiempo fijo por la ma-
obras que así realiza son «palabras» de su ñana y otro por la tarde, diariamente.
diálogo con Dios: expresan la entrega de la Sobre el modo de hacer oración en estos
propia vida a la gloria de Dios, manifiestan momentos la doctrina de los santos es ex-
el deseo eficaz de cumplir la Voluntad de traordinariamente rica y variada. No hay un
Dios por amor suyo. Son por tanto oración, método universal. En términos generales es
si están hechas imitando al obrar divino, frecuente el consejo de comenzar por la lec-
que es un obrar por amor y con perfección. tura de algún texto de la Sagrada Escritura
Esta perfección no consiste en algo exter- o de un libro que ayude a centrar la aten-
no o material (que «salga bien» lo que se ción en Dios, siguiendo con la meditación
hace), sino en la calidad moral de la activi- de lo que se ha leído hasta llegar al diálo-
dad realizada. Requiere, pues, el ejercicio go de la oración propiamente dicho. Tene-
de las virtudes morales. Pero tampoco bas- mos así la tríada lectio-meditatio-oratio, pro-
ta una perfección meramente humana para puesta en torno a 1145 por Guigo II el Car-
convertir las obras en oración; es necesa- tujo (Scala Claustralium, I,3), a la que añade
ria una perfección sobrenatural que sólo es la contemplatio o contemplación, que es ya
posible si las virtudes humanas están infor- una oración sin palabras. En todo caso no
madas por la caridad. hay que olvidar que tales pasos son simples
El diálogo presupone contacto, al menos instrumentos a los que como los mismos
espiritual, entre los que hablan. La oración santos advierten no conviene atarse de
como diálogo íntimo con Dios presupone la modo fijo porque se podrían convertir en
presencia sobrenatural de la Santísima Tri- obstáculos.
nidad en el alma: la inhabitación del Padre, Los temas de la oración mental pueden
del Hijo y del Espíritu Santo. (Esto no sig- ser variadísimos. Todo puede ser tema del
nifica que quien no está en gracia no pueda diálogo con Dios: «Alegrías, tristezas, éxi-
ORDEN (SACRAMENTO) 765
tos y fracasos, ambiciones nobles, preocu- amor de los hermanos, y nos hace capaces
paciones diarias...» (san Josemaría Escrivá, de construir la historia según el designio de
Camino, 91). «El tema de mi oración es el Dios» (NMI 33).
tema de mi vida» (IDEM, Es Cristo que pa-
sa, 174), enseña con su testimonio perso- Bibliografía
nal este mismo santo, maestro de santifi- AA.VV. (dir. E. ANCILLI), La preghiera: Bibbia, teo-
cación en la vida ordinaria. logia, esperienze storiche, 2 vols., Roma 1988,
Ante la perspectiva de la evangelización AA.VV., «Prière», en Dictionnaire de spiritualité
en el tercer milenio, Juan Pablo II destacó ascétique et mystique, 12/2(1986) 2196-2347;
y «Oraison», en IDEM, 11(1982) 831-846. E. BOY-
la importancia de que los lugares donde se
LAN, Dificultades en la oración mental, Madrid
imparte formación lleguen a ser «auténti-
1951. J. ECHEVARRÍA, Getsemaní. En oración con
cas «escuelas de oración», donde el en-
Jesús, Barcelona 2005. J. ESCRIVÁ DE BALAGUER,
cuentro con Cristo no se exprese solamen-
«Vida de oración», en Amigos de Dios, nn. 238-
te en petición de ayuda, sino también en 255, Madrid 1977. A. HAMMAN, Compendio sulla
acción de gracias, alabanza, adoración, con- preghiera cristiana, Cinisello Balsamo 1989. F.M.
templación, escucha y viveza de afecto has- MOSCHNER, La oración cristiana, Madrid 1981.
ta el «arrebato» del corazón. Una oración S. PINCKAERS, La prière chrétienne, Fribourg 1989.
v
intensa, pues, que sin embargo no aparta T. SPIDLÍK, La preghiera secondo la tradizione
del compromiso en la historia: abriendo el dell’Oriente cristiano, Roma 2002.
corazón al amor de Dios, lo abre también al J. López
Orden (sacramento)
potestad (exousia), de aquí que este mi- mo dice Juan Pablo II: «En la Última Cena
nisterio eclesial deriva del mismo Cristo y hemos nacido como sacerdotes […]. Al de-
se transmite por sucesión a los que han de cir “Haced esto en memoria mía”, puso el
ejercerlo en todo el tiempo de la Iglesia. cuño eucarístico en su misión y, uniéndo-
Las tesis de Lutero, que negaban el valor les consigo en la comunión sacramental,
sacrificial de la Misa y que el ministerio sa- los encargó de perpetuar aquel gesto san-
cerdotal fuera un sacramento, porque no to» (Carta a los sacerdotes, 2004). Por tan-
se encontraba la institución del rito por Cris- to, la visión de Trento y la del Vaticano II
to en la Sagrada Escritura, obligó al Conci- mutuamente se implican, dado que el mi-
lio de Trento a definir ambas verdades. Es- nisterio eucarístico forma una unidad con
te Concilio, en el Decreto sobre el Sacrifi- las demás funciones eclesiales del sacer-
cio de la Misa, enseña que Cristo al instituir docio ministerial.
en la Eucaristía un sacrificio visible, instau- Para conocer la identidad del ministerio,
ró un sacerdocio también visible, que pu- hemos de tener en cuenta tanto la institu-
diera celebrar dicho sacrificio. Esta afirma- ción de los Doce por Cristo, con lo que se
ción tridentina encuentra su fundamento subraya el aspecto histórico de la sucesión
en las palabras de Cristo a los apóstoles en apostólica en el ministerio, como la sacra-
la noche de la Cena: «Haced esto en me- mentalidad del ministerio y su relación actual
moria mía» (Lc 22,19; cf. D. 1752; D. 1764). con el don conferido por el Espíritu Santo,
El Concilio Vaticano II dedicó al sacerdocio que los capacita para realizar este ministe-
ministerial tres documentos: el capítulo III rio sacerdotal en la Iglesia. Entroncar con
de la Constitución sobre la Iglesia (Lumen Cristo, que instituye el sacramento en los
gentium), el decreto sobre los obispos Doce y recibirlo actualmente mediante la
(Christus Dominus), y el decreto sobre los acción del mismo Espíritu son las dos con-
presbíteros (Presbyterorum ordinis). Este diciones necesarias para que podamos ha-
Concilio no limita la fundación del sacra- blar de sacramento del Orden.
mento del Orden al momento de la Cena,
sino que la relaciona con toda la misión que II. EL RITO DEL SACRAMENTO DEL ORDEN
Cristo confió a los Doce a partir de su elec- El Concilio de Trento define que el Orden es
ción, «para que estuvieran con Él y para un sacramento en dos momentos: al pro-
enviarlos a predicar» (Mc 3,13-14). Por es- clamar los cánones de los sacramentos en
ta razón, la Constitución Lumen gentium general en la sesión séptima, y en la sesión
inicia la doctrina sobre el ministerio sacer- vigésimo tercera, cuando enseña la doctri-
dotal a partir de la llamada de los Doce por na específica en relación con dicho sacra-
Jesucristo y de la correspondiente misión mento (D. 1764-1777). Para la Iglesia ca-
para predicar el Reino de Dios por el mun- tólica ésta es una enseñanza que pertenece
do, dotados de su misma potestad (LG 9). a la fe. La Traditio apostolica de Hipólito es
Esa elección-misión significa el primer mo- el testimonio más antiguo conservado so-
mento institucional del sacerdocio ministe- bre el rito de las ordenaciones, y propone
rial, que se prolonga después a lo largo de como gesto central de la ordenación del
su vida en las diferentes atribuciones y que obispo la imposición de manos, hecha en si-
culmina en el envío después de la resu- lencio por parte de todos los obispos pre-
rrección, como el Padre le había enviado, sentes, junto con la oración consecratoria
con la potestad del Espíritu Santo para per- recitada por un solo obispo ordenante. Tam-
donar los pecados (Jn 20,21-23). Es cierto bién para la ordenación del presbítero los
que entre los momentos institucionales elementos esenciales de la celebración son
constituye un lugar privilegiado la Cena, co- la imposición de manos, a la que se asocia
ORDEN (SACRAMENTO) 767
cual, como Cabeza y Pastor de su pueblo Cristo quien sigue reuniendo y mantenien-
se configura de un modo especial para vivir do unido y vivo a su Cuerpo.
y actuar con la fuerza del Espíritu Santo al Es necesario clarificar que el poder reci-
servicio de la Iglesia y por la salvación del bido es ministerial, es decir, se trata de una
mundo» (PDV 12). Por tanto, el sacerdocio autoridad para servir al estilo de Jesús, quien
ministerial representa (hace presente en la vino «no a ser servido sino a servir» (Mc
Iglesia) a Cristo Cabeza y Pastor. El sacer- 10,45). La potestad sacerdotal no es mani-
dote no sustituye a Cristo, dado que Él es festación de la propia fuerza del sacerdote,
«sacerdote para siempre» (Hb 6,20; 7,3. sino del Espíritu que actúa en el ejercicio de
24), el único Sacerdote de la nueva alianza. su ministerio, a través de su propia flaque-
Por eso, los términos «representar» y «re- za. Precisamente porque no es suya ni pa-
presentación» no deben entenderse como si ra él, ha de ejercerla en actitud humilde, de
se tratara de una sustitución jurídica, sino servicio.
como «hacer presente», es decir, como una
presencia eficaz, de manera que el repre- V. DIVERSIDAD DE MINISTERIOS EN LA UNIDAD
sentante esté sólo al servicio de Aquel a SACRAMENTAL
quien representa. Para expresar este he- El sacramento del Orden tiene como pecu-
cho de hacer presente a Cristo se utiliza la liaridad especial que tres ministerios sagra-
expresión: actuar «en la persona de Cris- dos episcopado, presbiterado y diacona-
to» (in persona Christi), ya que por medio do constituyen un único sacramento. Los
de las palabras y las acciones de su minis- apóstoles hicieron partícipes de la misión
tro, quien en realidad actúa es el mismo recibida de Cristo, de su ministerio, «en di-
Cristo, mientras que el sacerdote le presta versos grados a diversos sujetos en la Igle-
sus labios y sus manos. A esta identifica- sia. Así, el ministerio eclesiástico, instituido
ción, no es extraño que, desde la era pa- por Dios, es ejercido en diversos órdenes
trística, el aforismo «sacerdos, alter Chris- por aquellos que ya desde antiguo recibían
tus» haya conocido una gran difusión (cf. el nombre de obispos, presbíteros y diáco-
San Josemaría Escrivá, Sacerdote para la nos» (LG 28). La misma Constitución ense-
eternidad, 68). Los teólogos y el magis- ña que «por la consagración episcopal se
terio de la Iglesia hablan de que el sacer- recibe la plenitud del sacramento del orden»
dote actúa también «en nombre de la Igle- (LG 21) y que tanto los obispos como los
sia» (in nomine Ecclesiae), pero no en el presbíteros participan del mismo ministerio
sentido de que se sitúe en lugar de ella o sacerdotal de Cristo, mientras que los diá-
que reciba la delegación de la comunidad conos «reciben la imposición de manos no
para el ejercicio de su ministerio, sino en en orden al sacerdocio, sino en orden al mi-
cuanto que actúa como signo e instrumen- nisterio» (LG 29). El único sacerdocio de
to del mismo Cristo, del que la Iglesia es Cristo es participado en plenitud por los obis-
presencia eficaz. Como dice Juan Pablo II, pos como realización primera y ejemplar del
«... la “representación sacramental” de Cris- sacerdocio jerárquico, mientras que el pres-
to es la que instaura y anima la relación del biterado es una participación subordinada, lo
sacerdote con la Iglesia» (PDV 16). El sa- que les constituye en «cooperadores del or-
cerdocio ministerial es el signo del amor de den episcopal para realizar adecuadamen-
Cristo por su Iglesia, de su fidelidad de es- te la misión apostólica confiada por Cristo»
poso, que se entregó por ella hasta la muer- (PO 2). Con relación al episcopado el Concilio
te en cruz; es el símbolo de la gratuidad de Vaticano II deja claro que la consagración
Dios en la salvación y de la primacía de la episcopal es un auténtico y verdadero sa-
gracia divina, y recuerda a todos que es cramento tema discutido durante siglos
770 ORDEN (SACRAMENTO)
y que el Colegio episcopal, unido al Papa, que el sacerdote ha de ejercer esta misión
es sujeto de la potestad suprema y plena «reuniendo la familia de Dios, como una fra-
sobre toda la Iglesia. Pablo VI instituyó el ternidad animada en la unidad y condu-
diaconado permanente de acuerdo con el ciéndola al Padre por medio de Cristo en el
Vaticano II. Espíritu Santo» (PDV 26).
3. El ministerio de los sacramentos y es-
VI. LAS FUNCIONES MINISTERIALES AL SERVICIO pecialmente de la eucaristía. El Concilio Va-
DE LA COMUNIÓN ECLESIAL ticano II, al desarrollar la función cultual del
El ministro, nuevamente consagrado por el presbítero (LG 28), insiste sobre todo en la
Espíritu, está investido de la misión de evan- celebración eucarística, donde obrando in
gelizar, santificar y gobernar el pueblo de persona Christi, proclama su misterio y une
Dios, en la comunión jerárquica con todo el la ofrenda de los fieles al sacrificio de su Ca-
Orden sacerdotal. beza hasta la venida del Señor. La eucaris-
1. El ministerio de la palabra. La Iglesia tía aparece como el ministerio por excelen-
es la comunidad de aquellos que continua- cia, porque es la fuente y cima de toda la
mente son convocados, en primer lugar, por labor sacerdotal (PO 5). Y, por ello, sitúa la
la Palabra de Dios y a la que reciben en fe. función eucarística en una amplia perspec-
Por eso la Palabra de Dios siempre debe ser tiva eclesial y pastoral, dándole un relieve
anunciada. Representando a Cristo, quie- central en la vida del sacerdote y de la co-
nes ejercen el ministerio han de proclamar munidad cristiana. Los demás sacramentos
la salvación, ofrecida por Dios Padre en Je- están ordenados a la eucaristía y de ella de-
sucristo muerto y resucitado y actualizada rivan su eficacia. Es más, todas las otras
por la acción del Espíritu Santo. El ministe- funciones del sacerdocio ministerial se orien-
rio de la palabra adquirirá diversas formas y tan a ella y de ella derivan: «... la eucaris-
exigencias hasta la infalibilidad, cuando se tía es fuente y cima» de la evangelización
trata del ministerio ex cathedra del Papa, y de toda la acción pastoral, porque «la ce-
del concilio o cuando los obispos, en comu- lebración eucarística es el centro de la con-
nión con el Papa, coinciden en afirmar que gregación de los fieles que preside el pres-
una verdad de fe o moral pertenece al de- bítero» (PO 5). El anuncio del Evangelio no
pósito de la revelación. constituye un fin cerrado en sí mismo, sino
2. El ministerio de guía de la comunidad. que tiende hacia la recepción del sacramento
La imagen del pastor, que debe velar por el y a su culmen la eucaristía , donde la Pa-
conjunto del rebaño, es utilizada desde el labra anunciada adquiere toda su plenitud.
inicio de la Iglesia, siguiendo las enseñanzas La razón de que toda la vida de los fieles y
de Cristo (Jn 10), para expresar la respon- aun la creación entera se orienten a la eu-
sabilidad de dirección y presidencia. La Cons- caristía, estriba en que en la eucaristía se
titución Lumen gentium dice que los minis- contiene Cristo en persona. Por ello el sa-
tros la ejercen, «con sus consejos, con sus cerdote no sólo tiene el poder de celebrar,
exhortaciones, con sus ejemplos, pero tam- sino que, dada su necesidad para todo el
bién con su autoridad y con su potestad sa- pueblo fiel, tiene el deber de ofrecer esta
grada, únicamente para construir su rebaño celebración a la comunidad eclesial. Junto
en la verdad y la santidad» (LG 27). Esta a la celebración de la eucaristía, la Iglesia
potestad del obispo, en su diócesis, es pro- subraya el ministerio de la reconciliación.
pia, ordinaria e inmediata, aunque su ejer- De Juan Pablo II son estas palabras: «La vi-
cicio está regulado, en último término, por la da espiritual y pastoral del sacerdote, como
suprema autoridad de la Iglesia, es decir, la de sus hermanos laicos y religiosos, de-
por el Papa. Juan Pablo II pone de relieve pende, para su calidad y fervor, de la asi-
ORDEN (SACRAMENTO) 771
dua y consciente práctica personal del Sa- LOT, Sacerdote en nombre de Cristo, Toledo 1990.
cramento de la Penitencia» (RP 31). G. GRESHAKE, Ser sacerdote hoy, Salamanca 2003.
L. OTT, «El Sacramento del Orden», en M.
Bibliografía SCHMAUS, A. GRILLMEIER y L. SCHFFECZYK, Historia de
R. ARNAU, Orden y ministerios, Madrid 1995. J. los dogmas IV, 5, Madrid 1976. M. PONCE CUÉLLAR,
DELLORME (ed.), El ministerio y los ministerios se- Llamados a servir, Barcelona 2001.
gún el Nuevo Testamento, Madrid 1975. J. GA M. Ponce
P
Padres de la Iglesia
mulación» lingüística de los contenidos co- las necesidades del momento. Todo esto ha-
herentes con el dato bíblico-eclesial. Se tra- ce que el testimonio de un solo Padre no
ta de un proceso de diálogo cultural por en- sea decisivo y que la aprobación de la Igle-
carnar la fe bíblica en el contexto de los sia, que abarca toda la producción literaria
tiempos, sin pérdida alguna de significado, de un Padre, tampoco garantiza la veraci-
sino más bien profundizando en la concien- dad de todas las afirmaciones de ese Padre.
cia creyente de la Iglesia primitiva. Por eso Por otra parte, la afirmación de un Padre,
los Padres son maestros y promotores del aunque se encuentre aislada, si no se opo-
progreso teológico: solucionan los grandes ne ni va en contra del sentimiento general de
problemas de su tiempo, profundizan en la la Iglesia, hay que tenerla en cuenta.
fe y la vida cristianas y encuentran nuevas En verdad, muchos escritos de los Padres
fórmulas, no bíblicas, para expresar la doc- nos transmiten las fases iniciales de un pro-
trina bíblica. ceso de desarrollo dogmático o disciplinar,
4. Sentido del misterio. La luminosa in- que sólo con el tiempo alcanzará expresio-
tuición de la fe que tuvieron los Padres siem- nes más elaboradas e incluso definitivas.
pre estuvo guiada por el sentido vivo del Por ello, los concilios de Trento y el Vatica-
misterio, sacado de la experiencia misma no I establecieron explícitamente «que na-
de las cosas divinas que ellos gozaron. Es- die debe tener la audacia, en cuestiones re-
te sentido les hace defender con claridad la lativas a la fe o a las costumbres, de inter-
inefabilidad de Dios y a la vez niegan que pretar contrariamente al sentido de la Iglesia
la revelación pueda reducirse al nivel de la […] y al unánime consentimiento de los Pa-
pura razón; es lo que san Agustín llamaría la dres (consensus unanimis Patrum)» (D.
«docta ignorancia». Es precisamente ese 1507 y 3007). Con otras palabras, si los Pa-
sentido el que lleva a los Padres a buscar dres son unánimes en enseñar un punto
cuál es la verdad revelada y cómo es acce- doctrinal, esta enseñanza debe ser consi-
sible a la mente humana. Su sentido del derada como doctrina de la misma Iglesia.
misterio no es otra cosa distinta a su fe fuer- Un testimonio de esta naturaleza debe ser
te y humilde, a su piedad profunda y a su considerado como definitivo, puesto que es
oración continua. Estas actitudes religiosas la Iglesia misma la que se expresa median-
para entender los misterios divinos consti- te los escritos de sus representantes más
tuían como una especie de «comprensión» autorizados.
que les facilitaba intuir la verdad inefable La autoridad de los Padres también está
de Dios y exponerla con profunda humildad relacionada con el método de estudio con
y firme seguridad. Ciertamente, los Padres el que el teólogo se aproxima a ellos. Las
constituyen el paradigma de la relación ne- investigaciones modernas demuestran que
cesaria entre la experiencia mística y la lu- las técnicas de análisis de los textos patrís-
minosidad teológica. ticos son útiles, pero no lo son todo. También
5. Autoridad doctrinal. La preocupación las síntesis pueden acercar a la mente de
primera de la mayoría de los Padres era la un Padre y son igualmente necesarias, pe-
edificación de la Iglesia y trataron de de- ro tampoco lo son todo. Por ello, hoy día
sempeñar esta misión con fidelidad, algu- esos métodos hermenéuticos en el estudio
nas veces incluso con el heroísmo del mar- de los Padres se muestran insuficientes pa-
tirio. La mayoría de ellos fueron obispos de ra alcanzar la vibración de la Palabra de Dios,
sus iglesias, es decir pastores y, por ello, transmitida de una generación de fieles a
sus escritos responden no pocas veces a ne- otra, en una continuidad progresiva y orgá-
cesidades contingentes: catequéticos, exe- nica. Así pues, se hace necesaria la lectu-
géticos, apologistas, etc., según lo exigían ra, la crítica textual, la síntesis y, en defini-
PADRES DE LA IGLESIA 775
tiva, el contacto directo con todos los Pa- de suyo muy beneficioso, sino que princi-
dres, si se pretende alcanzar con éxito su palmente constituye la mejor formación pa-
característica más primordial: el sentir con ra la inteligencia respecto al análisis y al
la Iglesia. sentido crítico, al enriquecimiento de la ima-
Ésta fue la más importante labor realiza- ginación y a la concreción del pensamien-
da por los Padres, culminada en la misma to, a la oferta de los mejores sentimientos
celebración del «depósito de la fe». Por otra en la búsqueda del saber y en el seguro con-
parte, la autoridad de los Padres de la Igle- vencimiento a la luz de la verdad. Final-
sia es de una utilidad insustituible y de una mente, la lectura de estos grandes autores
necesidad perentoria, pues el conocimien- promueve el ingenio, forma el buen gusto
to sobre ellos pasa del estudio en el ámbito o tono humano y facilita el necesario equi-
de la ciencia teológica al del don de la sa- librio a la hora de juzgar y valorar a perso-
biduría. nas y cosas.
En las obras de los Padres de la Iglesia
III. LA ENSEÑANZA se encuentran armonizados en admirable
Además de las diversidades cronológicas y síntesis los grandes valores continuamente
geográficas en las que se desarrollaron, con vitalizados, las mejores formas estilísticas
sus lenguajes propios, los escritos de los Pa- y las retóricas de las culturas clásicas de la
dres de la Iglesia se distinguen por su pro- antigüedad pagana con la doctrina, la sabi-
fundidad teológica y por los grandes valo- duría y la novedad cristianas. Sin duda, los
res culturales, espirituales y pastorales que frutos de formación interior del hombre son
contienen. Desde esta perspectiva, sus en- estimulados por el conocimiento y asimila-
señanzas son, después de la Sagrada Es- ción de los textos de estos autores. Por otra
critura, una de las principales fuentes en la parte, sus perspectivas lingüísticas, históri-
formación cristiana, y un alimento necesa- cas y doctrinales constituyen un fundamen-
rio que debe acompañar al cristiano toda su to muy necesario para la comprensión e in-
vida. Además, las enseñanzas de los Padres terpretación de sus contenidos teológicos.
contribuyeron enormemente al desarrollo 2. La teología patrística constituye un pa-
de la doctrina de la Iglesia. Muchos de ellos trimonio que no sólo hay que conservar y
desempeñaron un papel de primer orden en transmitir, sino principalmente se trata de
las controversias que precedieron a la defi- un aspecto fundamental en la reflexión teo-
nición de los dogmas. lógica; el desarrollo patrístico no puede con-
1. Los aspectos humanos y sapienciales siderarse jamás irrelevante para el que bus-
que se encuentran en estos autores son tan- ca la inteligencia de la fe. La doctrina teoló-
tos y de dimensiones tan grandes que con gica de los Padres fundamenta el mejor
razón se puede decir que «fueron los pri- ejemplo de inculturación de la fe en confor-
meros en establecer el puente entre el Evan- midad con la predicación neotestamentaria
gelio y la cultura profana, trazando para la y con el horizonte cultural del tiempo. Esta
Iglesia un rico y exigente programa cultu- contextualización no sólo no implica una de-
ral, que ha influido profundamente en los cadencia o empobrecimiento del dato bíbli-
siglos posteriores y, en modo particular, la co, sino que constituye su expresión más
entera vida espiritual, intelectual y social del verdadera en categorías y modelos de pen-
medioevo» (Congregación para la Educa- samiento nuevos y perfectamente válidos.
ción Católica, Instrucción, 43b). En verdad, La conformidad con el dato bíblico, la acep-
el leer e interpretar un texto de estos gran- tación de toda la comunidad eclesial orien-
des sabios de la antigüedad clásica cristiana tal y occidental, la correspondencia con la
no es sólo un ejercicio de técnica lingüística experiencia litúrgica y la misión de la Iglesia
776 PADRES DE LA IGLESIA
publicaciones ofrecidas por las Academias cultural de nuestros días. Las principales co-
de Berlín y Viena (GCS, CSEL, CCL, CSCO, lecciones en español son: «Fuentes Patrís-
PS y POr). También comienzan a divulgarse ticas» (Madrid 1991ss.). «Biblioteca de Pa-
en nuestros días diversos manuales sobre trística» (Madrid 1986ss.) y la «Biblioteca
patrología, que presentan de forma acadé- de Autores Cristianos».
mica los distintos aspectos históricos, lite-
rarios y doctrinales más importantes del es- Bibliografía
tudio sobre los Padres de la Iglesia. Final- CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA, Instruc-
mente, con motivo de la publicación de la ción sobre el estudio de los Padres de la Iglesia en
Instrucción sobre el estudio de los Padres la formación sacerdotal (30.XI.1989). A. DI BE-
de la Iglesia en la formación sacerdotal RARDINO (dir.), Diccionario Patrístico y de la Anti-
(30.XI.1989), promovida por la Congrega- güedad Cristiana, 2 vols., Salamanca 1991-1992.
ción para la Educación Católica, hay que E. DAL COVOLO y A. M. TRIACCA (dirs.), Lo studio dei
destacar los esfuerzos editoriales de estos Padri della Chiesa oggi, Roma 1991. D. RAMOS-
últimos años, auspiciados por empresas de LISSÓN, Patrología, Pamplona 2005.
prestigio en los distintos países del mundo M. Merino
Pastoral
«teología pastoral» (también llamada «teo- una participación en la vida de Dios (Padre)
logía práctica»). por Cristo en el Espíritu Santo. La Iglesia vi-
En estas páginas nos centraremos no en ve entregando («tradición») una doctrina
la teología pastoral como disciplina, a la que que es al mismo tiempo un culto y una vida.
inevitablemente hemos de aludir, sino en la «La Iglesia, en su doctrina, en su vida y en
«pastoral», entendida como sinónimo de la su culto perpetúa y transmite a todas las
acción de la Iglesia. En este sentido amplio, generaciones todo lo que ella es, todo lo que
y con la salvedad que haremos enseguida, la cree» (DV 8). Ése es el «estilo» de su ac-
pastoral es la Iglesia «actuando», o, por ción; estilo, si cabe hablar así, que ella par-
usar un término arraigado desde los tiempos ticipa de Cristo, Evangelio vivo y personal
de los Padres, la actividad que se dedica a la del Padre que se entrega por el Espíritu.
«edificación de la Iglesia». Esto implica, in- San Pablo expresa el contenido de la ac-
sistimos, una reflexión teológica sobre la ac- ción eclesial de esta manera: «Viviendo la
ción de la Iglesia entera, dentro de la cual verdad con caridad, crezcamos en todo ha-
los pastores y los demás fieles cristianos cia aquel que es la Cabeza, Cristo» (Ef 4,15).
ejercen sus funciones propias según su con- Hacer la verdad en la caridad es, en efecto,
dición en la Iglesia y en el mundo. una formulación fundamental de la existen-
Al mismo tiempo, como ya se ha dicho, cia cristiana, que es siempre in Ecclesia: «En
hay que recordar que sólo son pastores Cristo, coinciden verdad y caridad. En la me-
aquellos fieles cristianos que han recibido dida en que nos acercamos a Cristo, tam-
el sacramento del Orden: su misión propia bién en nuestra vida, verdad y caridad se
es la misión pastoral, que no excluye la co- funden. La caridad sin verdad sería ciega; la
laboración de los fieles laicos, o de los reli- verdad sin caridad, sería como “un címbalo
giosos, en esa tarea. Dicho de otra manera: que retiñe” (1 Co 13,1)» (J. Ratzinger, Ser
acción pastoral no es lo mismo que acción cristiano en la era neopagana). De esta ma-
eclesial, sino que la primera es una parte, nera, la acción eclesial extiende la comunión
ciertamente muy importante, de la segunda. con Dios, y por tanto, la vida en plenitud.
En el caso concreto de los fieles laicos, por La acción de la Iglesia depende de su ser
ejemplo, su misión en las realidades tem- (misterio de comunión) y de su misión, con
porales podrá llamarse apostolado, evan- la que se va identificando en el tiempo. Du-
gelización, etc., pero no propiamente pas- rante la historia, la Iglesia es como un «sa-
toral. Por las exigencias de este texto, aquí cramento» (signo e instrumento) de la co-
emplearemos la palabra «pastoral» casi co- munión con Dios, y lo es en Cristo, única
mo sinónimo de «acción eclesial». El dife- Luz de las gentes, «Lumen gentium» (cf. LG
rente contexto de las afirmaciones servirá 1). Por otra parte, la relación entre la doc-
para distinguir en qué caso nos referimos a trina y la tarea pastoral lo que podríamos
la acción de la Iglesia entera o a la acción llamar la «reflexión pastoral» del Concilio
específica de los pastores dentro de ella. En quedó representada en la Constitución pas-
ocasiones lo que se dice para la acción pas- toral Gaudium et spes.
toral podrá aplicarse más ampliamente al Como bien se ha escrito, «lo pastoral no
apostolado de los cristianos, pero no siem- se opone a lo doctrinal, ni lo rebaja en su
pre sucederá así. verdad, ya que sólo con alimento verdade-
2. Esta ampliación del término «pasto- ro se apacienta auténticamente el hombre.
ral» tiene que ver con el denominado «ca- Pero la exposición pastoral de la doctrina no
rácter pastoral» del Concilio Vaticano II. Su se contenta con conceptualizar, definir y de-
fundamento puede captarse teniendo en ducir; quiere acercarse de manera com-
cuenta que la revelación cristiana comporta prensible al hombre con sus interrogacio-
PASTORAL 779
nes y expectativas. “Pastoral” indica una una relación necesaria o automática. Aun-
modalidad, a saber, la apostólica (I. L. Sue- que la confesión de fe comporta, de por sí,
nens) y misionera, de presentar la fe cris- una vida cristiana y eclesial que sea acor-
tiana teniendo presente también al hombre de con la fe, de hecho esto no se sigue en
moderno» (R. Blázquez, La Iglesia del Con- todos los casos.
cilio Vaticano II). Que esto suceda así puede explicarse por
el modo en que se vinculan la inteligencia y
2. Pastoral y teología la voluntad en el hombre (la voluntad no si-
La relación entre «pastoral y teología» pue- gue necesariamente a la inteligencia), y so-
de abordarse en primer lugar desde la más bre todo por la existencia del pecado, que
inmediata relación entre fe y vida. De ahí desordena las potencias (oscurece la inteli-
se deduce, en un segundo momento, la ne- gencia, debilita la voluntad). En consecuen-
cesaria relación entre teología y pastoral (y cia, puede existir un determinado ambiente
la necesaria reflexión teológica que debe social, como se ha dado con frecuencia y se
acompañar la acción eclesial), que se ejem- da en nuestros días, en que la relación entre
plifica señalando diversos aspectos. fe y vida se perciba y se lleve a cabo exis-
a) La fe y la vida, la confesión doctrinal y tencialmente con mayor dificultad. Por tan-
la praxis cristiana, no pueden entenderse to, no basta un fortalecimiento «abstracto»
como dos magnitudes extrínsecas ni tam- de la fe en el plano intelectual (fides quae)
poco según una relación existencialmente por medio de la enseñanza o del estudio, o
automática (que se dé siempre). en el plano espiritual-moral (fides qua) a
En primer lugar hay que decir que fe y través de la vida sacramental y la oración,
vida cristiana se implican de por sí profun- para transformar la concreta existencia del
damente. No cabe, por tanto, una correcta cristiano. Esos «medios» fundamentales,
doctrina con una praxis inadecuada, como siendo necesarios, no son suficientes: se
tampoco viceversa, una praxis correcta si- precisa un acompañamiento personal para
multánea a una doctrina errada. que la fe y los sacramentos produzcan los
La «doctrina» cristiana no es un conjun- frutos de servicio que la vida cristiana re-
to de fórmulas independientes de los inte- quiere, también para transformar la histo-
reses existenciales. La dinámica de la fe (las ria.
«verdades de la fe» no son sino el desarro- Dicho brevemente: la fe cristiana ha de
llo, en la vida de la Iglesia, del «acto de fe») hacerse personalmente vida, de modo que
enlaza, cuando es «verdaderamente» cris- la vida cristiana, que es vida eclesial, sea
tiana, con una praxis cuyo contenido que- concretamente una vida de fe. En este mar-
da determinado por la fe, y no por otras ins- co hay que situarse para captar el aspecto
tancias de tipo sociológico. El problema que sapiencial o «práctico» de la fe y de la ver-
tiene una visión pragmática, que infravalo- dad cristianas. Este carácter sapiencial de
ra la contemplación de las verdades de la la fe se refleja, lógicamente, en el esencial
fe en favor del «hacer», es el olvido de que carácter «sapiencial», «práctico» o «pasto-
la praxis cristiana no es sino colaboración ral» de la teología.
del hombre en su propia salvación. Los fun- b) Paralelamente a la dimensión pastoral
damentos de esa colaboración han sido re- de la teología, ha de subrayarse la dimen-
velados y establecidos por Dios, y la Igle- sión teológica de toda actividad pastoral. De
sia los enseña y comunica como sacramen- hecho, la asimilación de la «pastoral» a la
to de salvación. «práctica» tiene el riesgo de igualar «pas-
En el otro extremo, la fe y la vida tam- toral» a pragmático o «funcional». De esta
poco pueden comprenderse, decíamos, en manera «hacer pastoral» puede oponerse a
780 PASTORAL
posibles. El estudio puede dividirse en tres marco del misterio cristiano. Es convenien-
grandes partes: una primera introductoria, te destacar ahí el papel de la santidad co-
donde se plantea el marco histórico, teoló- mo gran tema pastoral, las «dimensiones»
gico y eclesial de una reflexión «pastoral»; de esa edificación verdad, vida y caridad ,
una segunda, donde se estudia la Iglesia y la función decisiva de la oración.
como sujeto de su propia acción evangeli-
zadora; y una tercera, que se ocupa de las 2. La Iglesia, sacramento de salvación,
acciones eclesiales concretas. sujeto de la acción evangelizadora
Una introducción puede recordar cómo la
1. El marco teológico, bíblico y eclesial misión evangelizadora de la Iglesia se desa-
Cabe dividir la primera parte a su vez en rrolla gracias a la estructuración (cf. LG 11)
dos secciones: que recibe de Cristo y el Espíritu, para ser
a) El contexto histórico-teológico y la enviada como signo e instrumento de sal-
identidad de la teología pastoral, compues- vación. Por tanto, la acción de la Iglesia só-
ta por dos temas. En primer lugar, un estu- lo se explica plenamente si se entiende que
dio sobre la historia de esa disciplina. Su iti- Cristo sigue obrando en ella junto con el Es-
nerario, junto con la presentación de sus píritu Santo. Esta parte podría subdividirse
protagonistas, es altamente instructivo pa- también en dos secciones.
ra presentar la reflexión pastoral del Conci- a) La «Iglesia de la Trinidad» y su misión
lio Vaticano II en su contexto adecuado, así evangelizadora. La sección puede desarro-
como para perfilar las orientaciones de la llarse en tres momentos.
reflexión pastoral después del Concilio. Un El primero es la reflexión acerca de Cris-
segundo tema podría insertar la reflexión to y el Espíritu Santo en la misión de la Igle-
teológica sobre la pastoral en la unidad de la sia. Aquí cabe acudir a las grandes «imáge-
teología. Tal como se ha expuesto, la cone- nes» de la Iglesia, para mostrar sus impli-
xión entre la teología y la acción eclesial se caciones pastorales: la Iglesia, como Pueblo
establece a partir de unos presupuestos fun- (de Dios) mesiánico y sacerdotal; como
damentales (fe y vida, «teología» y «pas- Cuerpo de Cristo, partícipe de su «triple ofi-
toral», etc.), e ilumina la necesidad de la cio» en dos modalidades: el sacerdocio co-
teología para la pastoral. El objeto de la «te- mún y el sacerdocio ministerial; finalmen-
ología pastoral» se plantea en relación con te, como Templo del Espíritu Santo, donde se
la unidad de la teología y de la vida cristia- da en unidad la diversidad de vocaciones,
na, sin olvidar la cuestión «práctica». En el ministerios y carismas.
método convendrá subrayar el discerni- En segundo lugar, cabe abordar el tema
miento eclesial. fundamental de la Iglesia como, sacramen-
b) El marco bíblico y eclesial. Esta sec- to de salvación. La sacramentalidad de la
ción estudia a su vez dos cuestiones. Ante Iglesia puede verse reflejada en sus es-
todo, las raíces bíblicas de la acción ecle- tructuras, sea en el ámbito universal (el Ro-
sial. Entre los elementos bíblicos, cabe des- mano Pontífice y el Colegio episcopal, como
tacar la trilogía «Profeta-Rey-Sacerdote», sujetos de la potestad suprema; los conci-
la imagen neotestamentaria del Buen Pastor lios, sínodos y conferencias episcopales; las
y la figura central de Jesucristo, de quien la estructuras para la realización de peculia-
Iglesia participa, por la acción del Espíritu res tareas pastorales), sea en el ámbito lo-
Santo, su misión evangelizadora. En se- cal (el obispo y el presbiterio, la parroquia y
gundo lugar puede estudiarse la edificación otras estructuras de la Iglesia local, los mo-
de la Iglesia (imagen de la acción eclesial vimientos eclesiales y otras instituciones de
utilizada desde la época patrística) en el base asociativa).
PASTORAL 783
abordarse la cuestión de los «no practican- Iglesia, Valencia 2000. J.L. ILLANES, Desafíos teo-
tes», indiferentes, agnósticos y ateos, y ofre- lógicos de la nueva evangelización. En el hori-
cer algunas orientaciones para superar la in- zonte del tercer milenio, Madrid 1999. R. PELLITE-
diferencia religiosa actual. Finalmente, cabe RO, Teología pastoral: panorámica y perspecti-
aludir a los «nuevos movimientos religiosos» vas, Bilbao 2006. J. RATZINGER, Ser cristiano en la
y las sectas, el desafío que suponen para la era neopagana, Madrid 1995; Convocados en el
camino de la Fe. La Iglesia como comunión, Ma-
pastoral, y la respuesta de la Iglesia.
drid 2004. K. WOJTYLA, La renovación en sus fuen-
tes, Madrid 1982.
Bibliografía
R. Pellitero
R. BLÁZQUEZ, La Iglesia del Concilio Vaticano II,
Salamaca 19912. D. BOURGEOIS, La pastoral de la
Pecado
redentor de Cristo, ve la naturaleza más Por último, antes de terminar este reco-
profunda del pecado, como un rechazo de rrido sintético por las enseñanzas de la Sa-
Cristo. El pecador es el hombre que no aco- grada Escritura, y, en concreto, del Nuevo
ge a Cristo, que aparta de sí la fe (Ga 2,15- Testamento, sobre el pecado, notemos que
16; 2 Ts 1,8-10; 1 Tm 1,15-16), que se en- estas enseñanzas, sin dejar de mostrar su
trega a las obras de la carne (Rm 8,7), vol- realidad y malicia, no dejan tampoco de po-
viendo a crucificar al Señor (Hb 6,6). ner constantemente de relieve que puede y
No quiere decir con esto el apóstol que debe ser superado gracias a la siempre amo-
exista un solo pecado o un solo tipo de pe- rosa ayuda de Dios. Así lo muestra de mo-
cado: de hecho afirma explícitamente lo con- do particularmente claro, el frecuentemen-
trario pudiendo encontrarse entre sus es- te citado texto de la carta de san Pablo a
critos quince catálogos de pecados o vicios. los Romanos: «Una vez que se multiplicó el
Lo que sostiene, en definitiva, es que el pe- pecado, sobreabundó la gracia, para que,
cado es un modo de actuar que supone en así como reinó el pecado por la muerte, así
el hombre el alejamiento voluntario de un también reinase la gracia por medio de la
Dios lleno de misericordia, que en Cristo le justicia para vida eterna por nuestro Señor
ha salido al encuentro para salvarle. De aquí Jesucristo» (Rm 5,20-21). La entrega ge-
que también suela ponerse de relieve la es- nerosa de Cristo ha hecho posible que los
pecial fuerza que el estilo de san Pablo otor- hombres vivan una nueva vida, la vida de
ga a la condena del pecado. los hijos de Dios, siempre que se dejen re-
c) Escritos de san Juan. Uno de los ras- conciliar con Él por el Hijo Unigénito (cf. 2
gos más característicos de la enseñanza jo- Co 5,15-20).
anea sobre el pecado, es precisamente el De hecho, ese perdón, esa remisión de
uso frecuente del término en singular. Lo los pecados da razón de la encarnación del
ve como opuesto a la gracia, a la vida que Verbo, que es el Cordero que quita el peca-
Cristo trae a los hombres y, por tanto, co- do del mundo, y su anuncio, que fue el nú-
mo la negativa a acoger a Cristo como luz, cleo de la predicación del Bautista (Lc 1,77;
verdad, etc. (Jn 1,10-11; 5,9ss.; 6,41ss.; 1 Jn 1,29), forma parte del anuncio de la Igle-
Jn 2,22; 4,2; 5,10-12). De ahí, las conoci- sia (cf. Lc 24,47; Hch 26,17-18) y del kéryg-
das y expresivas contraposiciones entre ma de los apóstoles (cf. Hch 2,37-38; 10,42-
muerte y vida (Jn 5,24), luz y tinieblas (Jn 43). La respuesta del hombre a ese anuncio
1,5; 3,19) o verdad y mentira (Jn 8,44-46), y a esa acción de Cristo es la conversión: el
que tan gráfica y bellamente ilustran la con- arrepentimiento de las culpas personales y
traposición fundamental entre gracia y pe- el comienzo de un nuevo vivir lleno de fru-
cado. tos sobrenaturales (cf. Mt 12,33; Hch 19,18;
Jesús aparece como el Buen Pastor que 1 Jn 1,8-9).
ofrece la vida por los pecadores, los perdona
y los exhorta a que no pequen más, crean II. NOCIÓN TEOLÓGICA DE PECADO
en Él y caminen en la verdad (Jn 3,17, 21; La doctrina cristiana sobre el pecado se va
4,5-42; 5,14; 8,11; 1 Jn 1,8-9; Ap 1,5). formando poco a poco a lo largo de los si-
De aquí que en los textos de san Juan la glos, en un proceso en el que intervienen
falta de fe, la resistencia a reconocer a Cris- diversos factores. Por una parte, y en pri-
to como Salvador, aparece como el pecado mer lugar, las enseñanzas reveladas en la
que el Señor frecuentemente reprocha a sus Sagrada Escritura. Enseguida, la compren-
contemporáneos, y del que «el Espíritu con- sión especulativa y práctica de esas ense-
vencerá al mundo» (Jn 3,18-19; 15,22-24; ñanzas en los Padres de la Iglesia, en la Tra-
16,8-9). dición. Desde una y otra Escritura y Tradi-
PECADO 789
ción teología y magisterio van formando no un simple acto punible (concepción del
la noción cristiana y católica de pecado que paganismo), ni un mero reflejo del pecado
la Iglesia profesa y enseña. original (concepción gnóstica). El pecado es
el sumo mal. En sus explicaciones van apa-
1. Elaboración de la noción cristiana del reciendo listas de virtudes y de vicios acor-
pecado des con una vía o con la otra. Por otra par-
Evidentemente, no es posible recorrer aquí te, el recurso al sacramento de la penitencia
paso por paso el desarrollo de la doctrina y el rigor de la disciplina que legisla la pe-
cristiana sobre el pecado, pero sí es posi- nitencia pública, testifican la honda con-
ble, y útil, detenernos en algunos de sus ja- ciencia de la malicia que el pecado lleva con-
lones más determinantes. Veamos a conti- sigo, así como la seriedad que la conversión
nuación algunos de los rasgos fundamenta- exige cuando se ha incurrido en él. El pe-
les constituyentes de la noción de pecado cado no es para el bautizado un tropiezo de
en la tradición y el magisterio, para expo- poca importancia, todo lo contrario.
ner a continuación la naturaleza teológica 2.º) En el siglo IV destaca la enseñanza
del pecado. de Padres tan importantes como san Basilio,
san Juan Crisóstomo, san Jerónimo o san
a) Doctrina sobre el pecado en los Padres Ambrosio, entre tantos otros. Pero sobre-
de la Iglesia sale por encima de todos la doctrina de san
En un primer momento, los Padres recogen Agustín, de quien se puede afirmar que al-
y repiten las enseñanzas bíblicas sobre el canza un cuerpo doctrinal sobre el pecado
pecado, parten del pecado como un hecho, cuyos rasgos fundamentales han perdura-
muestran sus malas consecuencias para los do a través de los siglos y se mantienen
hombres, y van formulando poco a poco la hasta hoy.
distinción concreta entre los pecados. Se De su excelente conocimiento de las en-
valen para ello de los diversos estilos que señanzas de la Sagrada Escritura, de la pra-
corresponden a su actividad de enseñanza xis de la Iglesia, de la condición humana
del pueblo cristiano: la catequesis, la expli- que reconoce en sí mismo, y de su expe-
cación de la Biblia y las homilías o sermo- riencia en las controversias maniquea y pe-
nes. lagiana, surgirá todo un cuerpo doctrinal so-
Recogiendo los aspectos que pueden re- bre el pecado del que extraemos los si-
sultar más ilustrativos de la doctrina patrís- guientes puntos:
tica sobre el pecado, cabe señalar los si- el pecado es un acto libre que procede
guientes: de la voluntad humana desordenada por la
1.º) Hasta el siglo IV, podemos destacar, pérdida de la rectitud moral debida (cf. De ci-
por una parte, a los Padres apostólicos y a vitate Dei, 11, 13-20 y 19, 13);
los apologistas a quienes pertenece el uso ese acto libre se puede describir como
frecuente de la doctrina de las dos vías pa- una aversio a Deo (rechazo de Dios) y una
ra exponer su concepción del pecado. La vía simultánea conversio ad creaturas (conver-
del bien y la vía del mal son dos caminos sión o inclinación desordenada a los bienes
abiertos que se abren ante los hombres en temporales): los hombres están ordenados
el mundo. Con sus actos libres, cada uno a Dios desde lo más profundo de sí mismos,
va conduciendo su vida por una vía o por la y se unen a Él tanto directamente como a
otra. El pecado aparece aquí siempre deli- través de las cosas creadas; cuando movidos
neado con una esencial componente reli- por un desordenado amor de sí mismos,
giosa: es un acto personal y voluntario de buscan la satisfacción que les proporcionan
rechazo de Dios y de la comunión eclesial, y las criaturas violentando la voluntad de Dios,
790 PECADO
tiempo de trabajo, a veces frenético, fue mo de la revelación divina sobre él, se con-
una conquista, y señalar, al mismo tiempo, cluye la existencia de acciones o conductas
lo que fue un error. que nunca pueden ser consideradas bue-
Dejando de lado otros aspectos enorme- nas, porque ineludiblemente le dañan.
mente interesantes de este documento, y
ciñéndonos al tema que aquí nos ocupa, que 2. La esencia teológica del pecado
es la doctrina del magisterio de la Iglesia a) Definición del pecado
sobre el pecado, podemos señalar en bre- La definición de pecado que se ha hecho
ve síntesis, al menos tres puntos especial- más tradicional en la teología y la doctrina
mente importantes de la doctrina sobre el católica ha sido la debida a san Agustín: «...
pecado de esta Encíclica: todo acto, palabra o deseo contrario a la ley
la negación de la pretendida distinción eterna» (Contra Faustum, 22, 27). Santo
en algunos ambientes de dos órdenes de la Tomás la haría suya (S.Th., I-II, q.71, a.6)
conducta humana el ético y el de la salva- y ha quedado igualmente recogida en el Ca-
ción o propiamente moral que daría lugar tecismo de la Iglesia (n. 1849).
también a la distinción entre el mal pre-mo- Por su misma expresión, la definición ha-
ral u óntico, irrelevante a efectos salvíficos, ce notar dos cuestiones importantes a la ho-
y el mal moral o pecado propiamente dicho, ra de tratar la razón de pecado. Por una par-
que haría imposible la salvación. La unidad te, que puede afectar a cualquier acto hu-
de la persona humana exige también una mano, no sólo a los actos externos; de ahí la
unidad en su conducta que no hace posible mención explícita a las palabras y deseos.
ese género de distinciones: los actos hu- Por otra parte, que consiste en una viola-
manos son libres, por tanto, morales y, en ción de la ley eterna de Dios, es decir, un
consecuencia, o buenos y entonces, meri- levantarse del hombre por medio de su con-
torios o malos y entonces, pecaminosos ducta contra la voluntad divina, recogiendo
(cf., por ejemplo, VS 37, 48 y 75); así lo que antes veíamos a propósito de las
la reafirmación de la distinción entre enseñanzas bíblicas sobre el pecado.
pecado mortal y pecado venial, frente a la Vale la pena resaltar que san Agustín si-
propuesta de una división tripartita (venial, túa la referencia del pecado en la ley eterna.
grave y mortal) procedente de los defenso- Con ello, por un lado, al ser el fundamento
res de la teoría de la opción fundamental. del valor moral de cualquier otra ley, com-
En este contexto, acogiendo toda la verdad prende cualquier actuación contra cualquier
que late en dicha teoría, y purificándola de ley. Por otro lado, al ser la ley eterna el de-
afirmaciones que no son compatibles con la signio creador y salvador mismo de Dios,
revelación, enseña el sentido en que puede se pone en evidencia que todo pecado daña
mantenerse una doctrina correcta sobre la al hombre mismo, al que pone voluntaria-
opción fundamental, a la que denomina, mente al margen o en contra de su propia
también para evitar confusiones, elección verdad, y que todo pecado también, tiene
fundamental (cf. VS 69 y 70); razón de ofensa a Dios, es decir, sitúa al
la defensa decidida de la existencia y hombre contra el Dios Creador y Redentor
características de los actos intrínsecamen- del que recibe cuanto es en el momento pre-
te malos, expuesta en conexión con una de- sente, y cuanto está llamado a ser en la ple-
fensa de la profunda verdad sobre lo que el nitud de su naturaleza personal. De este
hombre es y, por tanto, sobre lo que su con- modo, más allá de todo legalismo reduccio-
ducta significa para él mismo y para su en- nista, queda claro que el pecado enfrenta
torno (cf. VS 83, 67 y 96, entre otros). Tan- al hombre a Dios y le impide alcanzar la ple-
to de la naturaleza personal del hombre, co- nitud de su propia existencia, que no es otra
PECADO 793
experiencia misma del amor, con la que el procede de la mala voluntad deliberada del
hombre dispone plenamente de sí, con total hombre. Ese acto voluntario puede o no ma-
libertad. Si hay posibilidad real de lo posi- nifestarse al exterior. En el primer caso, te-
tivo: amar con la concreta conducta perso- nemos los pecados externos o externamente
nal, también la hay de lo negativo: pecar consumados. En el segundo, los pecados in-
con la concreta conducta personal. ternos.
La segunda rompe sin justificación sufi- Se decía más arriba que esta división es
ciente la unidad real del sujeto humano, moralmente relevante porque pone de ma-
fracturándolo en dos mundos que, aunque nifiesto algo que siempre es preciso tener
se afirme lo contrario, terminan por poder presente, y es que el acto voluntario o libre
aparecer como incomunicados entre sí o co- como tal, es el que procede de la voluntad,
mo independientes el uno del otro. el acto interno de la voluntad. Por así de-
El debate llevó, sin duda, a profundizar cirlo, es el «querer» algo que el sujeto ha
en algunos aspectos importantes de la rea- concebido como bueno para él. Con ese
lidad personal del pecado, como, por ejem- «querer» la voluntad, la persona con su vo-
plo, la importancia de tener en cuenta las luntad, se ha determinado concretamente
disposiciones subjetivas del sujeto que ac- hacia el bien o hacia el mal, ya se ha hecho
túa, la diversa gravedad objetiva de los di- buena o mala, al margen de que luego lo
versos pecados mortales, la necesidad de querido se realice plenamente, ya en el in-
contemplar cada acto de la persona en el terior, ya en el exterior del sujeto. Esa rea-
contexto de su entera y habitual vida mo- lización interior o exterior del querer volun-
ral, el misterio profundo, en suma, del ser y tario, proporciona matices diversos a una
de la acción humana, sin los simplismos es- realidad moral ya dada, que es el acto in-
quemáticos a que a veces podía haber con- terno de la voluntad, que es el que real-
ducido el tratamiento de estos temas en al- mente configura como bueno o malo al hom-
gunas exposiciones teológicas. bre que actúa. Pero es ese querer volunta-
Apoyada en sólidas razones, la Iglesia ha rio y su intensidad lo que marca, en buena
mantenido con ocasión de este debate (cf. lo medida, la calidad o la malicia de los actos
antes dicho sobre la Exhortación apostólica buenos o malos por su materia, pues ma-
Reconciliatio et paenitentia), y siempre, que nifiesta el grado de compromiso de la vo-
el pecado mortal es una posibilidad real pa- luntad personal con el bien o con el mal.
ra la libertad real de los hombres reales, de Los actos interiores siempre estuvieron
tal modo que cuando obran mal de modo tratados en la moral cristiana. No podía ser
objetivamente grave, su conducta es ver- de otro modo. Se contemplan en los dos úl-
daderamente un pecado mortal, y no una timos mandamientos del Decálogo, y apa-
simple acción grave sin demasiadas conse- recen en la predicación de Jesús (a veces,
cuencias en el orden de la salvación. Nues- para sorpresa e incluso escándalo de sus
tros actos, en definitiva, o son buenos o son oyentes, como cuando en Mt 5,28 afirma
malos, y si son malos, o lo son gravemente, que se puede cometer adulterio con el solo
entonces son pecados mortales que nos desear a una mujer).
apartan profundamente de Dios, o lo son La moral cristiana afirma y enseña tam-
levemente, dificultándonos, pero no impi- bién su gravedad, su importancia, fácil de
diendo la unión con Él. comprender después de lo dicho anterior-
mente sobre la naturaleza misma del acto
b) Pecados internos y pecados externos voluntario. Sin embargo, también hace no-
Como se ha venido repitiendo, el pecado es tar que los pecados interiores, tanto mor-
siempre un acto humano, libre, es decir, que tales como veniales, son menos graves que
796 PECADO
los exteriores correspondientes, pues pro- individuales, aunque se pueda hablar de ac-
ceden de una voluntad menos intensa que ciones de entidades, sociedades, grupos,
la de los actos que se consuman también etc. Pero, además, es necesario tener en
exteriormente: no es lo mismo pensar al- cuenta la realidad de que la percepción de
go o desear algo que hacerlo efectivamen- los valores morales, de la moralidad de las
te. propias acciones, etc., procede de la socie-
Habitualmente se han distinguido tres dad, en sentido amplio, en que una perso-
grandes grupos de pecados internos, que, na despierta a la vida y se forma: sensibili-
ordenados según la progresivamente ma- dades públicas, legislación, etc. conforman
yor malicia de la voluntad, son los siguien- en mucho la identidad moral de la perso-
tes: los pensamientos consentidos de ac- na, aunque no pueden imponerse total y
ciones pecaminosas, los deseos de acciones absolutamente a la capacidad personal na-
que serían pecado si se realizasen y la sa- tural de percepción del valor y de la vida
tisfacción o gozo de los actos malos reali- moral, propia de cada uno. De aquí que
zados en el pasado. existan fenómenos de características mo-
rales, que, aun teniendo sus raíces en las
c) El pecado social decisiones y acciones de personas concretas,
Siempre ha tenido un lugar en la teología una vez constituidos, están como al mar-
cristiana el estudio de la repercusión social gen de las elecciones de las personas indi-
de los propios actos, también de los peca- viduales. Por ejemplo, cuando se habla hoy
dos, y de la responsabilidad que de ellos se en el contexto de la defensa de la vida de la
deriva para la persona. Pero aun con ello, existencia de una «cultura de la muerte» y
toda la tradición cristiana (Sagrada Escritu- de la necesidad de promover una «cultura
ra, Padres de la Iglesia, magisterio y teolo- de la vida». Se trata de dinamismos, es-
gía) ha hablado siempre del pecado, como tructuras, etc. que ejercen una influencia
de cualquier acción humana, en términos clara e importante en la formación de la
personales o individuales. Sin embargo, jun- personalidad moral de muchos y que, en
to con lo dicho, hay que sostener que no es buena medida, condicionan no pocas veces
extraña a la revelación y a la doctrina cris- juicios y acciones. De ellas proceden tam-
tiana la afirmación de la existencia de un bién conductas, dinámicas, etc. que son
pecado colectivo o pecado del mundo, y de realmente injustas, pecaminosas, de las que
una responsabilidad comunitaria o social de puede ser difícil zafarse y no menos com-
los pecados (cf., por ejemplo, CCE 408). plicado encontrar responsables. En estos
La expresión o la idea de pecado social sentidos se habla de la existencia de peca-
o de pecado colectivo se puede emplear en dos sociales o de estructuras de pecado.
diversos sentidos. Por una parte, cuando se La existencia innegable de estas realida-
quiere señalar que cualquier pecado, hasta des lleva necesariamente a tener en cuenta
el más oculto, dañando a la persona daña que cada persona, cada cristiano, debe so-
la sociedad en la que vive. Por otra, cuando meter a un examen profundo y realista su
se hace referencia a pecados que por su propia actitud y conducta, para individuar
materia misma causan un especial daño o muchas ocasiones en las que ha podido y
dolor a la sociedad. Por último, al designar debido actuar para apoyar conductas o pro-
situaciones sociales, colectivas, comunita- yectos, o combatirlos, y no lo ha hecho, fa-
rias, que inducen al pecado. voreciendo así la aparición o la acción de
Ciertamente, tanto los actos, como la esas estructuras y dinamismos, que en-
responsabilidad derivada de los mismos, cuentran en la ausencia de estas actitudes,
son siempre, en último término, de personas su origen remoto.
PECADO 797
4. Las causas y los efectos del pecado malo, al pecado. Como tales, no suponen
El foco del que procede todo pecado es el en el sujeto una responsabilidad moral, ya
corazón mismo del hombre: su voluntad li- que el hombre por la misma realidad de su
bre. Así lo enseña tanto la revelación, co- naturaleza actual no puede dejar de tener-
mo el magisterio y la teología. Su verdade- las. La responsabilidad moral aparece con
ra libertad y la defectibilidad de su natura- la reacción que ante ellas pueda tener ca-
leza explican la posibilidad del arranque de da sujeto. La necesidad moral de obrar el
un proceso, el del pecado, que luego, con bien y evitar el mal, todo pecado, lleva a
el desorden moral que va produciendo, se que cada persona deba enfrentarse siem-
puede ir fácilmente enconando. pre con decisión a las tentanciones, sean
El mal obrar va originando en el sujeto del género que sean, imponiendo, con la
actitudes desordenadas, malas disposicio- ayuda de la gracia de Dios, el orden recto
nes hacia los bienes humanos, que al irse en la propia conducta. Ciertamente, en la
asentando en la criatura forman vicios, es medida en que las tentaciones como tales
decir, cualidades estables de las capacida- hayan sido provocadas por la actuación ma-
des humanas que provocan un modo erra- liciosa o imprudente del sujeto, éste se ha-
do de juzgar el bien, de apreciar los valo- ce moralmente responsable de las mismas y
res, de decidir la propia acción. El origen de de sus consecuencias.
los vicios es, pues, el obrar libre del hom- A la hora de exponer los criterios que han
bre. de regir la conducta personal ante las ten-
La tradición cristiana ha afirmado desde taciones, la enseñanza cristiana ha sido
muy antiguo, en sintonía con lo sostenido siempre unánime y plenamente coherente
por pensadores paganos, que algunos vi- con la noción y la naturaleza del pecado que
cios afectan tan en la raíz aspectos funda- se ha ido exponiendo: siendo éste el mal
mentales del ser humano, que de ellos pro- absoluto, el único capaz de acabar radical-
ceden los diversos pecados personales que mente con la vida del hombre, en el sentido
el sujeto puede ir cometiendo. A esos vicios más profundo y amplio de la expresión, a
fundantes de los pecados concretos, los de- nadie le resulta moralmente lícito exponer-
nominan pecados capitales: hábitos y actos se voluntariamente al pecado y, por tanto,
que por sus características se constituyen siempre será una obligación moral del su-
en fuentes de otros pecados. Son los si- jeto esforzarse por apartar decididamente
guientes: soberbia, avaricia, lujuria, gula, de sí las tentaciones. En ese esfuerzo, pre-
ira, envidia y pereza. De entre ellos, el pri- cisamente porque el hombre sigue sujeto a
mero, la soberbia, es precisamente la cau- las heridas del pecado original, es impres-
sa de la razón formal de pecado de todo pe- cindible contar con la ayuda que supone pa-
cado: la separación de Dios que busca la ra cada uno la gracia de Dios. La doctrina
afirmación de uno mismo. El segundo, la cristiana ha afirmado siempre que sólo con
avaricia, es causa de la razón material de la ayuda de Dios se puede vencer toda ten-
pecado de todo pecado: el amor o tenden- tación.
cia desordenada a los bienes creados, por De la tentación puede proceder el peca-
encima del Bien Supremo. do, y con él vendrán también sus efectos,
Desde estas fuentes o causas más pro- que tradicionalmente han sido enumerados
fundas, el dinamismo característico de pe- como:
cado se suele desencadenar desde incita- a) Pérdida de la gracia de Dios. El peca-
ciones más próximas, concretas, que la tra- do separa de Dios, rechaza a Dios, e intro-
dición cristiana denomina tentaciones, y que duce a la persona en la muerte en sentido
han de entenderse como incitación al obrar absoluto. No en la nada, pero sí en una exis-
798 PECADO
tencia que jamás podrá alcanzar la plenitud como el pecado ha causado y causa en el
para la que ha sido creada y que, de un mo- hombre y en el mundo por ser ofensa de
do u otro, consciente o no, ansía. Se pierde Dios, Dios siempre ofrece caminos para el
la inhabitación de Dios, de las tres Perso- perdón y la conversión. El Dios de la Escri-
nas divinas, en el alma. Desaparece toda tura cristiana es el Dios Padre y misericor-
vida sobrenatural. Además, surge en el pe- dioso, al que, por así decir, preocupa más
cador la situación de culpa moral, con su la vuelta a casa del hijo pródigo que la con-
característico remordimiento interior y con- dena de su conducta depravada e injusta.
ciencia de la propia depravación. Y junto a De ahí que la innegable realidad del pe-
todo esto, se pierden los méritos adquiridos cado, del que tantas veces el cristiano tiene
hasta ese momento con las buenas obras en sí mismo una dolorosa experiencia, no
realizadas en estado de gracia de Dios, que, lleva consigo una actitud ante la vida mo-
no obstante, se pueden recuperar con la ral negativa, triste o desesperanzada. An-
vuelta a Dios por la conversión. De no re- tes bien, esa realidad es la que hoy por hoy
componer libremente la situación durante permite apreciar la infinita misericordia de
su vida, el pecador se verá abocado tras la Dios para con sus hijos, los hombres.
muerte a la separación absoluta y ya defi- Así, el cristiano puede adentrarse, cuan-
nitiva de Dios, y a penas con que la justicia do es necesario, por la vía de la búsqueda
divina castiga la culpa cometida. del perdón, de la penitencia. Y lo caracte-
b) Descomposición íntima de la persona. rístico de esa vía cristiana del perdón y la
El pecado introduce en la persona un factor penitencia es sin duda el reconocimiento de
de corrupción, de descomposición, por con- la condición de pecador. Más concretamen-
ducirla en dirección contraria a su bien na- te, ese reconocerse pecador ante Dios, es
tural. Como señala Juan Pablo II, recogien- el principio indispensable para hacerse capaz
do toda la tradición de la Iglesia, el pecado de recibir ese perdón, la reconciliación. Así
introduce en la persona innumerables divi- lo muestra la revelación con palabras del
siones: «División entre el hombre y el Crea- mismo Cristo, la tradición y el magisterio de
dor, división en el corazón y en el ser del la Iglesia. Es precisamente el mandato im-
hombre, división entre los hombres y los perativo de sus apóstoles: que prediquen y
grupos humanos, división entre el hombre y lleven a todos a la conversión.
la naturaleza creada por Dios « (RP 23). La vía ordinaria para obtener ese perdón
c) Separación de la comunión eclesial. de Dios después del bautismo, dada o su-
El vínculo que une a los cristianos a Dios y puesta esa actitud básica de penitencia, de
entre sí es la caridad, y la caridad desapa- reconomiento de la propia condición de pe-
rece con el pecado. Por eso, el pecado se- cador, es la instituida por el mismo Salva-
para al pecador de la Iglesia, y provoca un dor: el sacramento de la penitencia. En es-
daño real en la misma. El pecado, los pe- te sacramento se hace presente la potencia
cadores, dificultan la edificación misma de salvadora de Cristo, que borra el pecado del
la Iglesia, constituyéndose en causa de ré- hombre, sanando su alma y reintroducién-
moras y dificultades para el cumplimiento dolo en la intimidad con el Padre.
de la voluntad del Padre. Esto es lo que hace que la moral cristia-
na, dada la ineludible condición pecadora
5. La conversión del pecador de los hombres, haya de ser una moral de
La revelación cristiana no separa nunca la profundas raíces sacramentales: sin el apo-
enseñanza sobre el pecado de la enseñanza yo habitual en esta fuente divina de la gra-
sobre la conversión. El gran anuncio cristia- cia, el caminar del hombre no podría supe-
no es precisamente que entre tanto daño rar el obstáculo siempre amenazador del
PECADO ORIGINAL 799
pecado para alzarse, con la ayuda de Dios, peccato oggi. Riflessione teologico-morale, Roma
hacia la plena intimidad de vida con el Padre. 19962. A. GÜNTHÖR, Chiamata e risposta, I, Alba
1987, 667-783. S. LYONNET, Voz Pecado, en X. LEÓN-
Bibliografía DUFOUR, Vocabulario de Teología Bíblica, Barcelo-
C. CAFFARRA, Vida en Cristo, Pamplona 1999, 183- na 2002, 586-596. J. PIEPER, El concepto de pe-
200. R.C. COVER, Voz «Sin» (en el Antiguo Testa- cado, Barcelona 1998. J. RATZINGER, Creación y
mento), en AA.VV., The Anchor Bible Dictionary, pecado, Pamplona 20052. A. RODRÍGUEZ y E. CO-
VI, 31-40. TH. DEMAN, Voz «Péché», en AA.VV., LOM, Scelti in Cristo per essere santi. Elementi di
Dictionnaire de Théologie Catholique, col. 140- Teologia Morale Fondamentale, Roma 2003, 369-
275. A. FERNÁNDEZ, Teología Moral I. Moral Fun- 414.
damental, Burgos 19952, 747-830. I. FUCEK, Il E. Molina
Pecado original
decir, no según el espíritu, sino según la car- III. CONCILIOS DE CARTAGO (418)
ne, mediante una generación mortal, y todos Y ORANGE (526)
hemos sido hechos una masa de barro, que Las enseñanzas de san Agustín tienen como
significa una masa de pecado» (Cuest. 68, núcleo la afirmación de que el pecado origi-
3; PL 40, 71). nal es un estado de culpabilidad contraída
La concupiscencia que deriva del pecado en Adán y que se transmite a todos los hom-
de Adán desempeña aquí un papel decisivo bres. Todos estábamos en Adán, y existe,
en la transmisión de la falta original, bien por tanto, una solidaridad en la naturaleza
entendido que cuando san Agustín habla de humana que se propaga a partir de él.
concupiscencia no se refiere al cuerpo, ni al El Concilio celebrado en Cartago en el año
placer sensible, sino al desequilibrio interior 418 enseña que la muerte corporal de Adán
del hombre y a la rebeldía del apetito contra fue consecuencia de un pecado y no una
la razón. mera necesidad natural; y que el bautismo
Nuestro autor no identifica pecado ori- borra en los niños el pecado original (D. 222-
ginal y concupiscencia, y distingue clara- 223). Se insiste de este modo en la doctri-
mente entre la realidad física de ésta y sus na de san Agustín y se extraen algunas de
penosas consecuencias, que se transmiten sus consecuencias.
por generación y se borran con el bautis- El Concilio II de Orange, del año 526, se
mo. La concupiscencia no es pecado en sí celebró para combatir la doctrina de los se-
misma. mipelagianos, que mantenían una necesi-
Las opiniones definidas por un laico cul- dad reducida de la gracia en orden a la sal-
to y de tendencias fuertemente ascéticas, vación. El canon primero dice así: «Si al-
llamado Pelagio, ofrecieron a san Agustín la guien dice que por el pecado de Adán no
ocasión de desarrollar y precisar su doctri- se ha cambiado en peor el hombre total,
na sobre el pecado original. Pelagio mante- es decir, en cuanto al cuerpo y el alma, y
nía la tesis de que el hombre podía obrar estima que sólo el cuerpo está sujeto a la
bien y lograr su destino eterno sin ayuda corrupción, al paso que la libertad del al-
decisiva de la gracia. Un típico texto de Pe- ma permanece ilesa, este tal, engañado por
lagio dice así: «... cuando tengo que ex- el error de Pelagio, contradice la Escritura»
hortar a la reforma de costumbres y a la (D. 371).
santidad de vida, empiezo por demostrar la Después de esta breve pero incisiva alu-
fuerza y el valor de la naturaleza humana y sión a los efectos del pecado, el canon se-
precisar las facultades de la misma, para in- gundo habla de que el pecado de Adán no
citar así el ánimo de los oyentes a realizar supone sólo transmisión de la pena, sino
toda clase de virtud» (cf. PL 30, 17). transmisión del pecado mismo en cuanto
Una consecuencia central de esta tesis muerte del alma. Lo hace con las siguien-
es privar de importancia a la gracia, aun- tes palabras: «Si alguien afirma que el pe-
que los pelagianos nunca llegan a negarla cado de Adán le dañó a él sólo y no a su
en un plano teórico. Llegaron a admitir que descendencia; o declara que por un solo
el pecado original perjudicó a la progenie hombre pasó a todo el género humano la
de Adán, no porque contrajeran un pecado muerte corporal, que es pena del pecado;
al nacer, sino porque fue para todos un mal pero no el pecado mismo, que es muerte
ejemplo del primer hombre. del alma, atribuye una injusticia a Dios,
Es evidente que estas opiniones desvir- puesto que contradice al apóstol que afir-
tuaban el sentido del bautismo y de la obra ma: “Por un solo hombre entró el pecado
salvadora de Cristo, que queda rebajado al en el mundo y a través del pecado, la muer-
nivel de maestro. te; y así la muerte pasó a todos los hom-
PECADO ORIGINAL 801
bres, pues en él todos pecaron (in quo om- concilios antipelagianos de Cartago y Oran-
nes peccaverunt: Rm 5,12)”» (D.372). ge, el decreto tridentino hace cuatro afir-
maciones fundamentales:
IV. LUTERO Y EL CONCILIO DE TRENTO 1. Adán pecó gravemente y por su peca-
(1545-1563) do «perdió inmediatamente la santidad y
La teología del pecado original diseñada por justicia en que habia sido constituido, e in-
san Agustín se mantiene con ligeras va- currió en la ira e indignación de Dios y, por
riantes adjetivas a lo largo de la entera Edad tanto, en la muerte» (D. 788), acerca de la
Media. El pesimismo antropológico de Lute- cual había sido prevenido por el mismo Crea-
ro (1483-1546) abre, sin embargo, una nue- dor. El pecado original supone el comienzo
va crisis y un nuevo capítulo en la historia de absoluto del pecado en la historia. El peca-
la interpretación de esta doctrina. do no procede de Dios, sino de la libertad
Situado teológicamente en las antípodas humana.
de Pelagio, Lutero desarrolla una visión del 2. El pecado de Adán le dañó a él y a to-
pecado original caracterizada por la idea de da su descendencia, de modo que perdió la
la total corrupción de la naturaleza huma- santidad y la justicia no sólo para él mismo,
na a causa de la falta de Adán, y de la ab- sino también para nosotros. Existe así en
soluta incapacidad del hombre para querer todo hombre un pecado original originado,
y hacer el bien. que procede del pecado de Adán (pecado
Dice Lutero: «¿Qué es el pecado origi- original originante) y se refiere a él como
nal? Según las sutilezas de la teología es- un efecto a su causa. Se trata de un verda-
colástica, es la privación o la falta de la gra- dero pecado inherente a todos los hombres
cia [...], pero según el apóstol y la simpli- como algo propio de cada uno.
cidad del sentido cristiano [...], es la 3. El pecado original se transmite por pro-
privación entera y universal de rectitud y pagación en el seno del género humano, es
del poder para el bien en todas las energías, decir, no se contrae por actos personales
tanto del cuerpo como del alma, en el hom- imitadores del pecado de Adán. Se encuen-
bre entero, tanto interior como exterior. Ade- tra en los hombres por su condición de
más, es la inclinación misma al mal, la náu- miembros de la especie humana.
sea para el bien, la repugnancia de la luz y 4. Este pecado no se identifica con la con-
de la sabiduría, el amor del error y de las cupiscencia, pues desaparece en los bauti-
tinieblas, la huida y la abominación de las zados, mientras que la concupiscencia per-
buenas obras [...]. Como dijeron los mis- manece.
mos antiguos Padres, el pecado original es El Concilio no define positivamente la
el mismo incentivo (fomes), la ley de la car- esencia del pecado original, aunque sí lo ha-
ne, la ley de los miembros, el abatimiento ce negativamente al negar su identificación
(languor) de la naturaleza, el tirano, la en- con la concupiscencia. Tampoco especifica
fermedad de origen...» (Comentario a la el modo de propagación, ni habla expresa-
carta a los Romanos, WA 56, 312-313). mente de la generación. Algunos autores
El hombre es, por lo tanto, intrínseca- piensan que propagación y generación son
mente pecador, y dado que todos los movi- en el decreto términos equivalentes. Otros
mientos de la concupiscencia no son sino disienten e interpretan la generación no co-
pecado, el hombre no puede hacer otra co- mo causa de la propagación, sino como con-
sa que pecar. dición de ésta. Puede decirse que el pecado
El Concilio de Trento se ocupa del pecado de Adán se propaga en el género humano,
original en su sesión quinta, celebrada en debido a la solidaridad radical que existe en-
los primeros meses de 1546. Basado en los tre los hombres.
802 PECADO ORIGINAL
nes sobrenaturales (la gracia y las virtudes ra conocerlas con plena certeza necesita,
derivadas de ella), tanto para él como pa- sin embargo, de la ayuda de la gracia. Por
ra sus descendientes. Vio asimismo altera- eso decimos que la revelación sobrenatural
das en peor y debilitadas las potencias na- es gratuita, pero moralmente necesaria.
turales (capacidad de conocer y amar la ver- El hombre caído tiene en concreto capa-
dad, de querer el bien y de hacerlo). cidad natural de conocer a Dios por medio de
1. La pérdida de la gracia concedida a la razón y por medio de las cosas creadas
Adán en la Creación convierte a todos los (D. 3004) y su conciencia puede distinguir
hombres en «hijos de la ira», que viven en básicamente entre el bien y el mal.
estado de enemistad con Dios antes de re- El hombre posee asimismo cierta capa-
cibir el bautismo. El hombre queda someti- cidad para prepararse libremente a la gracia,
do a la vida carnal y al dominio de las pa- y cooperar con ella en orden a obrar vir-
siones del alma y de la sensibilidad. tuosamente. Puede también realizar algu-
El pecado no ha borrado a pesar de to- nas obras buenas, aunque no puede obrar
do la imagen divina en el ser humano. Esa siempre bien y evitar el pecado sin ayuda
imagen, alterada por la falta original, podrá de la gracia y los auxilios sobrenaturales.
ser restaurada mediante su conformación 3. El pecado original entraña asimismo
con la imagen perfecta de Dios que es el graves consecuencias sociales. Ha roto la
Verbo Encarnado. armonía de la comunidad humana, y ha des-
2. La enseñanza cristiana acerca de la garrado internamente el mundo de relacio-
vulneración natural sufrida por el hombre a nes de unos hombres con otros. El mundo
causa del pecado de Adán tiene dos extre- caído se asemeja, en su dimensión antro-
mos. Evita, por una parte, el falso optimis- pológica, a un espejo roto, que no refleja
mo de los pelagianos y de sus representan- adecuadamente la gloria de Dios.
tes antiguos y modernos, que consideran el Los productos de la cultura y de la acción
pecado original como un simple mal ejemplo humanas pueden no acercar al Creador, y
de Adán a sus descendientes, y piensan que carecen desde luego, de todo carácter neu-
las fuerzas espirituales del hombre están in- tral. La ciencia, la técnica, el arte, la políti-
tactas a la hora de conocer, amar y practicar ca, la economía aparecen con frecuencia
el bien y la virtud. contaminadas y más sensibles a la influen-
Por otra, la concepción luterana, y pro- cia del «príncipe de este mundo» que a los
testante en general, sostiene la visión jus- efectos benéficos y santificadores de la gra-
tamente contraria. Lutero habla reiterada- cia salvadora. La guerra, el hambre y la en-
mente de que el pecado original no sólo ha fermedad son realidades dramáticas y tam-
debilitado la naturaleza humana a efectos bién signos tangibles del padecimiento de
de querer y obrar el bien, sino que la ha co- hombres y mujeres pecadores, a los que
rrompido totalmente. El intelecto del hom- Dios no cesa, sin embargo, de buscar y con-
bre es incapaz de conocer la verdad; su vo- solar hasta el día de la salvación definitiva en
luntad no puede querer el bien práctica- Jesucristo.
mente en ninguna medida significativa para
la vida espiritual; y la inclinación al mal bo- Bibliografia
rra de hecho antes de nacer cualquier po- M. LABOURDETTE, «Le Péché Original», Revue Tho-
sibilidad de actuar virtuosamente. miste 83 (1983) 357-393; C. POZO, El Credo del
Es parte de la fe cristiana mantener que Pueblo de Dios. Comentario teológico, Madrid
el hombre caído conserva cierta capacidad 1968; J.A. SAYÉS, Antropología del hombre caído,
natural para conocer y aceptar algunas ver- Madrid 1991.
dades fundamentales para la salvación. Pa- J. Morales
804 PENITENCIA (SACRAMENTO)
Penitencia (sacramento)
re necesario, porque si el pecador pide per- sola vez en la vida». Por eso, quizás lo más
dón hay que perdonarle «hasta setenta ve- procedente sea quedarse a la espera de que
ces siete», es decir: siempre. la investigación aporte un día datos más
Por otra parte, Él mismo dio pruebas de concluyentes.
la facilidad con la que Dios perdona al pe-
cador que está verdaderamente arrepentido. 2. Penitencia «canónica»
De hecho, perdonó la reiterada negación de A partir del siglo segundo entramos en un
Pedro, la cobardía de los demás apóstoles, terreno menos inseguro. Aunque no se pue-
los descarríos de la mujer pecadora, las es- da afirmar con rotundidez que Hermas se
tafas de Zaqueo y la vida tumultuosa del la- refiera a una liturgia penitencial, lo que es in-
drón crucificado junto a Él. negable es que para él la penitencia está
En un alarde de amor compasivo y mi- vinculada con la Iglesia y que su principio
sericordioso, murió por nosotros, cuando de paenitentia unica en la vida sería un axio-
éramos pecadores, instituyó el memorial de ma durante todo el periodo de la peniten-
su sangre «derramada para el perdón de los cia «canónica» (siglos II-VII). Esta iterabili-
pecados» y el bautismo. Más aún, prome- dad de la penitencia dimana de su vincula-
tió, primero, y confirió, después de la Pas- ción con el bautismo, cuya vida restaura.
cua, a Pedro y a los demás apóstoles el po- Tertuliano, que en su época católica testifi-
der para perdonar todos los pecados, con ca la doctrina y la praxis de la Iglesia afri-
tanta amplitud y largueza que a quienes cana, describe la disciplina penitencial co-
ellos reconciliaran e introdujeran en la co- mo una exomologesis, que se articula en
munión de la Iglesia, Dios les reconciliaría tres ejes: la petición de la penitencia al obis-
e introduciría en su comunión. po, en la que va implícita la confesión de los
No es previsible que los apóstoles, testi- peccata graviora, la actio Paenitentiae u
gos de la actitud, predicación y comporta- obras penitenciales que el penitente ha de
miento del Maestro implantaran un sistema realizar durante el periodo penitencial, y la
penitencial muy distinto. Ni siquiera cabe reconciliación. En su periodo montanista se
pensarlo de Pablo, pese a la radicalidad con radicaliza y niega que la Iglesia tenga po-
que asumió la fe cristiana, dada la clara con- testad para perdonar los peccata graviora.
ciencia que él tenía de que había sido con- Un poco más tarde, y dentro de la misma
vertido en vaso de elección por una espe- Iglesia africana, san Cipriano coincide sus-
cialísima benevolencia, no obstante la viru- tancialmente con Tertuliano en su época ca-
lencia y saña con que había perseguido a la tólica, tanto en la praxis penitencial como
Iglesia. Es verdad que en algunos casos fue en la eclesialidad del pecado y de la recon-
contundente en su severidad; pero no lo es ciliación; aunque adoptara una actitud se-
menos que se trata de casos muy excep- vera respecto a la reconciliación de los lap-
cionales y de asuntos gravísimos, con el si, adúlteros y homicidas por motivos pas-
agravante de la incidencia que tenían en una torales.
comunidad recién fundada. El paralelismo de la penitencia con el bau-
Probablemente está más cerca de la rea- tismo es si cabe más claro desde mediados
lidad una penitencia benevolente que una del siglo IV, momento en el cual tienen la
praxis rigorista a la hora de conceder el per- misma duración el catecumenado que pre-
dón al pecador. De hecho, no deja de lla- para a la celebración del bautismo en la no-
mar la atención que Hermas se presente no che de Pascua y el tiempo penitencial que
como un eslabón más de la praxis peniten- prepara a la reconciliación previa a la Pascua,
cial sino como un innovador; y que esta in- para poder recibir la comunión en la noche
novación sea la de conceder el perdón «una pascual . Sigue vigente el principio de semel
806 PENITENCIA (SACRAMENTO)
Por otro lado, los pastores de almas te- dades y situaciones. Cuando las comunida-
nían que constatar el alejamiento masivo des cristianas eran pequeñas y se juzgó que
de los fieles tanto de la comunión sacra- el rigor era el mejor método para mantener
mental como del sacramento de la peniten- el fervor y evitar la relajación, la Iglesia,
cia; hasta el punto que el Concilio IV de Le- aun siendo consciente de tener la potestad
trán (1215-1216) tuvo que urgir bajo pe- de absolver sin ninguna limitación, conce-
cado grave tanto la confesión como la dió el perdón «una vez en la vida» y orga-
comunión pascual. Los predicadores contri- nizó un «estado penitencial» muy largo y
buirían a que el precepto lateranense en- riguroso. Luego, con la pérdida de ese pri-
trase poco a poco en la práctica de los fieles; mitivo fervor, el crecimiento de las comuni-
no obstante, habría que esperar al periodo dades, la cristianización de la sociedad y las
postridentino para que un número relativa- consecuencias negativas que comportaba la
mente grande se acercase al sacramento no iterabilidad del sacramento, prescindió
varias veces a lo largo del año y una élite del principio semel in vita y dio paso, pri-
lo hiciese cada semana o incluso con más mero de modo tímido penitencia «tarifa-
frecuencia, dando así paso al afianzamien- da» y luego decidido penitencia «moder-
to de la llamada «penitencia por devoción». na» a la penitencia en su forma actual.
Si se comparan las tres formas peniten-
ciales, pueden dejar una doble impresión. 5. Reforma, Trento y Contrarreforma
Por una parte, la gran semejanza que exis- Los reformadores, en lógica coherencia con
te entre la penitencia «tarifada» y la «mo- su antropología, negaron la sacramentalidad
derna»; y por otra, la no menor diferencia de la penitencia, la necesidad de la confe-
que se da entre ellas y la «canónica». Es sión y el valor reconciliador a la absolución;
evidente que los rasgos fundamentales de tan sólo admitieron los sacramentos del bau-
la «tarifada» y la «moderna» son los mis- tismo y de la Cena, y un valor meramente
mos. En cambio, no se puede ser tan ro- declarativo de perdón a la absolución. Lute-
tundo a la hora de juzgar las diferencias en- ro, a pesar de sus fluctuaciones, sostenía
tre ellas, por una parte, y la «canónica», que si un fiel confesaba sus pecados a un
por otra. Lo más destacable es la diversa laico con ánimo de reconciliarse, obtenía de
acentuación de la eclesialidad del pecado y Dios el perdón de sus pecados (De captivitate
de la reconciliación: muy acentuada en la babilonica, WA 6, 547). Calvino y otros re-
«canónica» y menos resaltada en las otras formadores, que mantenían una postura se-
dos; el peso que se da a las obras peniten- mejante, concedían gran importancia a la
ciales; y, desde luego, la iterabilidad. No confesión general y comunitaria que se ha-
obstante, en las tres se pueden descubrir, cía al principio de la celebración.
al menos en forma embrionaria, los rasgos El Concilio de Trento dedicó la sesión de-
que la teología y el magisterio posteriores cimocuarta a la penitencia y sancionó como
considerarán esenciales: manifestación de dogmática la sacramentalidad, el valor re-
los pecados, contrición, reconciliación por conciliador de la absolución y la confesión
parte del ministro y satisfacción. íntegra de los pecados graves no perdona-
Sin embargo, la historia del sacramento dos; y que el sacerdote ministerial es el úni-
demuestra que la Iglesia tiene una gran ca- co ministro del sacramento. Desde enton-
pacidad de maniobra en la organización de ces, estos principios son puntos esenciales e
esos elementos. No se trata de que haya in- irrenunciables de doctrina católica sobre el
troducido cambios dogmáticos, sino de res- sacramento de la penitencia; de ahí la cons-
ponder pastoralmente a la reconciliación de tante referencia que hace de ellos el ma-
los penitentes según las diversas sensibili- gisterio de la Iglesia.
808 PENITENCIA (SACRAMENTO)
jante interés es positivo, dado que la Peni- otorgar su perdón y pedir que el Padre per-
tencia ocupa un lugar central en todas las done a quienes le están clavando en la cruz.
fases de la historia de la salvación. Estos ojos y este corazón tienen mucho
Ahora bien, toda teología que busque una que decir al hombre moderno, si la Iglesia es
verdadera renovación en su reflexión teóri- capaz de saberlos contemplar y contrastar,
ca y en sus aplicaciones pastorales debe por una parte, cómo ha de ser la mirada y el
partir de la base firme de la Palabra de Dios. corazón de quien ha sido puesta como me-
La teología sacramentaria y, más concreta- diación necesaria del perdón; y, por otra,
mente, la penitencial no es una excepción. cómo es el hombre moderno al que ella ha
Esta teología debe descubrir en la Palabra de llamar a la conversión y reconciliar con
Santa los ojos y el corazón con los que Dios Dios. Para su fortuna, este hombre sintoni-
mira y reacciona ante el pecador, para in- za profundamente con la mirada de los ojos
corporar a su cuerpo esos mismos ojos y y del corazón de Dios que aparece en la Bi-
ese mismo corazón y así reaccionar con los blia. Porque es un hombre muy sensible a
mismos sentimientos de Dios frente a los la comprensión, a la acogida benevolente,
hombres de este tiempo, para los que ella es a la disculpa sencilla y a la reconciliación;
el ministro del perdón. La Iglesia, antes que mucho más sensible que al rigor desabrido,
maestra, es discípula, y su enseñanza es a la exigencia fría y a la recriminación hu-
fruto menos de fríos razonamientos que de millante.
ponerse a la escucha de lo que Dios le en- Desde esta perspectiva no parece que la
seña para guiar a los hombres hasta su ca- renovación que se pide al sacramento deba
sa paterna. reproducir el modelo de la penitencia «ca-
Los ojos y el corazón con los que Dios nónica»; ni siquiera el de la «tarifada». No
mira y ama al pueblo de la primera Alianza es que ellas no puedan aportar nada, pues
son los ojos y el corazón de un Dios miseri- la penitencia «canónica» puede y debe abrir
cordioso, lento a la ira y rico en perdón; los más y más el horizonte y la sensibilidad de
de un esposo fiel, continuamente traiciona- la eclesialidad, tanto de la penitencia como
do por la infidelidad de Israel, cuyas entra- del perdón; y la penitencia «tarifada», el
ñas misericordiosas ofertan el perdón y res- sentido de la satisfacción. Pero no sería ade-
tablecen las relaciones rotas; y los de un cuado, por ejemplo, implantar el esquema
Dios que, ante la dureza del corazón de Is- canónico riguroso del «semel» o uno más
rael, no decide destruir ese corazón sino mitigado de «pocas veces»; ni pensar que el
cambiárselo por un corazón de carne y es- itinerario ideal para el perdón ha de ser di-
tablecer con él una nueva y definitiva alian- fícil y lleno de obstáculos, a fin de demos-
za, que nunca más podrá violarse, porque trarle al pecador la dura realidad del peca-
será la alianza que su Hijo Eterno, hecho do y sus consecuencias, junto con las exi-
hombre en el tiempo, instaurará en la his- gencias que comporta una vida cristiana
toria humana. auténtica. No parece que desde el punto de
Los ojos y el corazón del Dios del Nuevo vista histórico, antropológico y bíblico el ri-
Testamento son todavía más misericordiosos gor sea el camino más adecuado para re-
y más fáciles al perdón. Son, en efecto, los conciliar a los pecadores con Dios.
ojos y el corazón de esa figura incomparable
del Jesús «amigo de pecadores y publica- 2. El magisterio de la historia
nos», del Siervo de Yahwéh que entrega su Los estudios históricos han dado un fuerte
vida para reconciliar a los hombres con Dios, impulso a la teología sacramental penitencial
del maestro que enseña que el perdón no del siglo veinte, hasta el punto que algunos
tiene límites y del modelo supremo en el piensan que durante ese siglo se escribie-
810 PENITENCIA (SACRAMENTO)
ron algunas de las páginas más profundas y cramental, mantener el equilibrio debido y
pormenorizadas de la historia de la peni- evitar que alguno tenga un peso indebido.
tencia. Los pioneros de principios de siglo Así mismo, es preciso estar a la escucha de
se movieron sobre todo en el terreno de la las necesidades pastorales de los fieles pa-
apologética y de la controversia teológica. ra darles la respuesta adecuada, dentro de
La generación siguiente enriqueció el ma- la libertad creativa que Cristo ha dejado a
terial recibido de sus predecesores, unos la libre determinación de la Iglesia. Las ab-
desde el punto de vista histórico y otros des- soluciones colectivas en los casos de nece-
de el punto de vista teológico. Los resulta- sidad grave y urgente, propuestas y nor-
dos del análisis histórico revelan dos grandes matizadas en el Ritual de la Penitencia y el
hechos. De una parte, que la historia no ha Código de Derecho Canónico vigente, son
sido uniforme, ya que han existido diversos una muestra concreta de esta sensibilidad
sistemas penitenciales, como hemos seña- pastoral. En cambio, si las absoluciones co-
lado anteriormente. De otra, que el paso de lectivas sin previa confesión se considera-
un régimen a otro se ha verificado por la ran como una alternativa más, invadirían
gran preocupación que tenía la Iglesia de un terreno prohibido por institución de Cris-
dar respuesta a las expectativas de los fie- to, como ha sancionado, reiterada y auto-
les y proponer gradualmente un sistema pe- rizadamente, el magisterio solemne y ordi-
nitencial que hiciera atractivo y deseable el nario de la Iglesia.
sacramento. Esto se advierte con absoluta
nitidez en el paso de la penitencia canóni- 3. La confesión frecuente
ca a la tarifada; con menos claridad, pero Existen dos tipos de confesión frecuente. La
con la suficiente, en el paso de la tarifada primera es la que practica un cristiano res-
a la moderna. ponsable, que siente la necesidad de acce-
La historia demuestra también que la der con frecuencia al sacramento de la pe-
Iglesia tiene un gran espacio de libertad en nitencia, porque, siendo frecuentes sus caí-
este sacramento y que ninguna forma pe- das y recaídas graves, desea recuperar la
nitencial ha agotado ese espacio. Por otro comunión con Dios y con la Iglesia. Tal tipo
lado, cada sistema penitencial puso el acen- de confesión no plantea ningún problema
to más en un elemento del sacramento que teológico ni penitencial.
en otro. La penitencia «canónica» acentuó la El problema se plantea cuando se practi-
conversión, manifestada exteriormente en ca asiduamente el sacramento de la peni-
el largo y laborioso proceso penitencial; la tencia, para alcanzar el perdón de los pe-
«tarifada», las obras penitenciales; la «mo- cados veniales y el aumento de la gracia.
derna», unas veces la contrición, otras la ¿Está legitimado teológicamente este tipo
absolución sacramental y otras la confesión de confesión (designada habitualmente co-
de los pecados. mo de devoción) y, por tanto, es una pra-
Finalmente, la historia atestigua que el xis legítima y recomendable? Durante los
magisterio solemne ha ratificado como ele- últimos años, algunos sectores eclesiales,
mentos esenciales del sacramento la con- teológicos o no, han protagonizado una agria
fesión íntegra de los pecados, la contrición y controversia, pues mientras unos conside-
la satisfacción, por parte del penitente, y la raban este tipo de confesión suficientemente
absolución sacramental, por parte del mi- avalada por la Iglesia y la teología, otros
nistro. pensaban que era una praxis anómala que
La historia permite concluir que es nece- dificultaba, si es que no lo desnaturalizaba,
sario estar vigilantes para integrar armóni- el verdadero sentido del sacramento de la
camente los diversos elementos del rito sa- reconciliación. Dicha controversia, aunque
PENITENCIA (SACRAMENTO) 811
Persona
exterior, sino que es el mismo pensamiento pensamiento que han ofrecido contribucio-
el que otorga la existencia al ser absoluto. La nes valiosas para el estudio de la persona: los
persona, entendida como una subjetividad filósofos del diálogo del ámbito germánico y
creadora e ilimitada, se emancipa. Una con- austriaco (F. Ebner, M. Buber, F. Rosenzweig,
secuencia de esta perspectiva es la tenden- E. Levinas, etc.) centran su interés en las
cia a un monismo panteísta donde la con- relaciones interpersonales y en la relación
ciencia personal y el ser divino tienden a del hombre con Dios; la fenomenología ale-
confluir necesariamente. mana del Círculo de Gotinga (E. Husserl, M.
Immanuel Kant consideró el concepto de Scheler, E. Stein, D. von Hildebrand), a tra-
persona humana, no ya desde un plano me- vés de la cual algunos pensadores cristianos
tafísico, sino desde las exigencias de la vida estudian importantes dimensiones persona-
moral impuestas por la razón práctica. La les como la moralidad, la religiosidad, la co-
persona humana es el sujeto de la morali- munión interpersonal, etc.; y el personalis-
dad. Su rasgo distintivo y específico es la mo, desarrollado especialmente en el área
dignidad, que corresponde a quien es un fin francesa (G. Marcel, J. Maritain, E. Mounier,
en sí misma y no puede ser sustituida por M. Nédoncelle, J. Mouroux, J. Lacroix) así
otra ni ser tratada como medio (Funda- como en otros ámbitos geográficos (R. Guar-
mentación de la metafísica de las costum- dini, K. Wojtyla, etc.). El magisterio de la
bres, cap. II). La persona en Kant se define Iglesia del siglo XX se ha servido de muchas
como un «alguien» en relación con otros de las valiosas reflexiones de estos autores.
«alguien» y con Dios. El planteamiento del Más que una escuela particular o un sis-
filósofo alemán tiene el mérito de haber re- tema filosófico, el personalismo constituye
conocido a la persona como un sujeto mo- una inspiración general expresada en filoso-
ral que afronta el deber desde una pers- fías diversas. La atención particular que los
pectiva de libertad. Sin embargo, por care- autores personalistas prestan a la noción de
cer de una adecuada referencia metafísica al persona procede de su reacción frente a di-
bien y a Dios, esta perspectiva seculariza- versos hechos culturales y sociales proble-
da que entiende la libertad humana como máticos de la Europa de la primera mitad del
pura autonomía priva a la dignidad de la siglo XX, por ejemplo: las consecuencias de
persona de una fundamentación sólida. los planteamientos deshumanizadores del si-
El filósofo danés Søren Kierkegaard reac- glo anterior (idealismo hegeliano, materia-
cionó contra el idealismo hegeliano al que lismo mecanicista) que despojaban al ser
acusa de desintererarse del individuo con- humano de su valor intrínseco; la difusión
creto. Desde un planteamiento profunda- de una mentalidad positivista y cientificista
mente religioso Kierkegaard afirma que ca- que negaba la dimensión espiritual; los to-
da hombre es un ser único e irrepetible, do- talitarismos (marxismo, nazismo, fascismo)
tado de un valor singular que está por destructores de la libertad personal; los con-
encima de todo otro valor posible, como el dicionamientos negativos de una vida so-
Estado, la raza o la nación (Diario, 1854, cioeconómica capitalista (deshumanización
XI). Si en el pensamiento de Georg W.F. He- del trabajo, injusticia social, etc.); la cre-
gel la persona perdía su identidad frente al ciente difusión del agnosticismo y el ateísmo.
Absoluto, para el filósofo danés sólo en re- Desde una visión metafísica realista, los au-
lación con Dios y los demás el individuo al- tores personalistas recuperan de la tradi-
canza su plenitud y puede tomar concien- ción filosófica y teológica los elementos irre-
cia y desarrollarse como persona. nunciables de la noción de persona, al tiem-
En el marco de la antropología cristiana po que enriquecen este concepto con los
del siglo XX, destacan varias corrientes de resultados de nuevos análisis. Aparecen así
PERSONA 817
comunión con otras personas; y es llama- su interior por la que resuena la voz de Dios
do por la gracia, a una alianza con su crea- a través de la conciencia; su capacidad de
dor, a ofrecerle una respuesta de fe y de elegir el bien y de abrazarlo con el amor,
amor que ningún otro ser puede dar en su etc. (cf. GS 15-17).
lugar» (CCE 357). Si el pensamiento clásico hizo hincapié
La persona no puede existir como mera en la subsistencia, la independencia y la in-
parte de un todo, o como simple medio pa- comunicabilidad de la persona, la reflexión
ra conseguir un fin. Como señala santo To- contemporánea ha insistido más en su aper-
más de Aquino, «... la dignidad pertenece tura y su capacidad de relación, mostrando
a aquello que se dice absolutamente» (dig- cómo es precisamente a través de un tejido
nitas est de absolute dictis) (Super Sent., de relaciones interpersonales que la perso-
lib. 1 d. 7 q.2, a.2 qc. 1 ad 4); es decir, ata- na se perfecciona y se hace en el tiempo
ñe a una realidad que reposa en sí misma, (personalización). La subsistencia de la per-
que posee valor por sí misma, de manera sona no es, por tanto, absoluta sino relati-
que todas las demás realidades distintas de va, traspasando las fronteras de la pura in-
la persona humana se ordenan a la perfec- dependencia hacia el mundo de la comu-
ción del hombre. Por ser imagen de Dios, el nión interpersonal.
hombre pertenece a la raza de Dios (Hch
17,28) y se hace capaz de majestad y ex- b) Apertura: dimensión relacional
celencia: Celsa creatura, in capacitate maies- El dinamismo de apertura o autotrascen-
tatis (San Bernardo). Cada persona consti- dencia del espíritu humano ha sido inter-
tuye una esencial y decisiva aportación al pretado diversamente según los presu-
universo, una novedad radical tanto en el puestos de los distintos autores: según Frie-
orden del ser como en el del obrar. drich Nietzsche su finalidad es la continua
superación de uno mismo hasta alcanzar la
2. La persona, realidad subsistente y condición del superhombre; en el existen-
abierta cialismo de Martin Heidegger la autotras-
La tradición filosófica y teológica ha atribui- cendencia asume el riesgo de convertirse
do a la persona dos rasgos principales: la en frustración y desengaño ante la expe-
subsistencia o interioridad, y la apertura o riencia de la debilidad humana; otros auto-
capacidad de autotrascendencia. res, como Karl Marx o Auguste Comte, re-
ducen el alcance de la autotrascendencia al
a) Subsistencia espiritual marco de la historia humana, como vía pa-
La subsistencia o interioridad propia de la ra superar las barreras del individualismo
persona es precisamente este modo supre- egoísta y abrir paso a una etapa ideal de la
mo y completo de existir por el que existe en humanidad. Estas soluciones no son plena-
sí, por sí y para sí, conformando una reali- mente satisfactorias, sea porque en ellas el
dad única, irrepetible y acabada, y un mis- hombre queda encerrado en sí mismo, des-
terio inviolable. Por su interioridad, la per- embocando en la nada, sea porque desa-
sona humana es superior al universo ente- parece disuelto en una colectividad que le
ro (cf. GS 16). despoja de sus dimensiones personales an-
La subsistencia espiritual constituye una te la promesa de una sociedad utópica.
razón sólida de la elevada dignidad de la Desde una interpretación cristiana, el di-
persona. Entre las manifestaciones eviden- namismo de apertura en el hombre tiene
tes de esa grandeza se encuentra su natu- como clave explicativa la búsqueda de Dios,
raleza intelectual que permite al hombre es- que empuja a la persona constantemente a
crutar la verdad; la existencia de una ley en ir más allá de su pensamiento, de su vo-
PERSONA 819
luntad y de sus acciones, a salir de sí misma ser una libertad defectible, herida por el pe-
al encuentro de la verdad, de la belleza, del cado, su progreso es fruto de un esfuerzo
bien. Esta comprensión teocéntrica de la au- lento y arriesgado contra el error de la razón,
totrascendencia humana, sostenida desde la pasión desordenada de la voluntad y el
la Antigüedad por filósofos como Platón y orgullo de la persona entera. La liberación
Aristóteles, ha sido retomada por un buen y la conquista de la libertad en el hombre
número de pensadores personalistas del si- sólo es posible con la gracia de Cristo (Ga
glo XX, y ha ejercido gran influencia en la 4,31) que produce una transformación on-
enseñanza reciente del magisterio de la Igle- tológica en la persona. Esta transformación
sia (cf. GS, c. II). obrada por la gracia no es más que un es-
La persona es un ser abierto en una doble tado germinal del alma, un punto de parti-
dirección: verticalmente, de un modo radi- da que exige un continuo crecimiento has-
cal y constitutivo, está orientada hacia Dios, ta una completa liberación psicológica y mo-
en quien se halla la explicación más honda ral, hacia la plena personalización o, en otras
sobre su origen, su perfeccionamiento y su palabras, hasta alcanzar la libertad de los
destino. Horizontalmente, la persona está hijos de Dios (Rm 8,21).
abierta a todo un universo de personas que Pero como la gracia no destruye la natu-
integran la humanidad, así como a todo un raleza, sino que la perfecciona (S.Th., I, q.1,
mundo de valores materiales y temporales. a.8, ad 2), aunque es absolutamente nece-
La categoría relación, desarrollada fecun- saria para el ejercicio pleno y duradero de
damente por san Agustín para significar el la libertad humana, no anula sin embargo
carácter propio de cada Persona divina, cobra la autonomía del hombre. La historia de ca-
una importancia singular al referirnos a las da persona es la historia del ejercicio res-
relaciones interpersonales. La persona, en ponsable de su propia libertad. Ahora bien,
efecto, no es un ser cerrado en sí mismo, si- la persona no se perfecciona sino en la me-
no que, al participar de la naturaleza común dida en que libremente sale de sí misma y se
a todos los otros hombres, establece con ellos entrega. Sólo a través del amor, en una en-
relaciones de participación y de comunión. trega generosa y orientada hacia su fin úl-
Dios no creó al hombre en solitario; desde timo, puede percibir el auténtico sentido de
el principio los hizo hombre y mujer (Gn su vocación humana y alcanzar el perfec-
1,27), expresión primera de la comunidad cionamiento de su libertad. De este modo, la
de personas humanas (cf. GS 12). En la co- libertad personal se manifiesta en el hombre
munión entre las personas resplandece la como un «signo eminente de la imagen di-
imagen divina que está presente en todo vina» (GS 17).
hombre, a semejanza de la unión de las Per- En este sentido, el amor constituye el
sonas divinas entre sí. La dimensión relacio- centro de la persona y la vocación innata de
nal de la persona humana fundamenta toda todo ser humano. En lo más profundo del
una serie de derechos y obligaciones en el hombre, y como algo anterior a su acción
terreno de la vida familiar, social y política. voluntaria, existe una orientación natural
hacia Dios como Principio y Fin (amor na-
c) Libertad y amor tural). Sobre este amor natural a Dios se
La persona como realidad subsistente y fundamenta el amor en sentido propio, co-
abierta se realiza a sí misma a través del mo acto personal que se desarrolla en el
ejercicio de la libertad y el amor. ámbito de la libertad y en el que están com-
La libertad personal es esencialmente un prometidas todas las dimensiones de la per-
poder orientado hacia el perfeccionamiento sona. El amor es el fundamento y el sentido
de sí mismo por la unión con Dios. Pero al último de la libertad, su acto más propio y su
820 PERSONA
realización más profunda y radical. Sólo las la familia constituye el ámbito adecuado del
personas son sujetos y objetos de amor; desarrollo de la vocación personal al amor,
sólo las personas son capaces de amar y pues es el lugar donde se valora a las per-
dignas de ser amadas. sonas en su auténtica medida: no por lo que
El amor personal puede describirse fun- tienen o por lo que hacen, sino por lo que
damentalmente como deseo de posesión del son.
otro y don de sí mismo. Deseo y posesión
son términos correlativos que remiten a la 3. Persona y mundo: la persona como
radical indigencia de la criatura humana que espíritu encarnado
busca ser colmada por aquello que le falta, La unidad sustancial de las dimensiones es-
y simultáneamente necesita entregarse pa- piritual y material en el hombre ha sido sin-
ra llegar a su realización personal. El mis- tetizada en la expresión clásica que descri-
terio del amor personal no alcanza su ver- be a la persona como un espíritu encarnado.
dadera esencia sino en la medida en que el Esta expresión puede ser de utilidad para
deseo está penetrado y apremiado por el describir algunas importantes dimensiones
don. Las relaciones entre deseo y don que de la persona humana como ser inmerso en
sintetizan el amor personal no son estéri- el mundo. A la luz de la Encarnación del Hi-
les; al contrario, muestran que el amor es jo de Dios encontramos enseñanzas valio-
creador pues consiste en un don que susci- sas sobre la dignidad del cuerpo humano,
ta otra donación y establecen un marco pro- la bondad de la creación material y el valor
picio para el desarrollo de las personas. santificador y redentor de las actividades
La caridad cristiana es el perfecciona- temporales.
miento del amor personal. Ciertamente, si
éste encarna un don que permite progresar a) Dimensión corporal
a la persona pero manteniéndola en su es- Una vez abandonado el dualismo cartesiano
tado caído y miserable, la caridad represen- residual de los siglos pasados dicotomía
ta el don divino que engendra al hombre entre alma y cuerpo , el pensamiento con-
nuevo. Es el acto de donación y salvación temporáneo ha considerado al hombre como
por el que Dios se entrega a Sí mismo para un ser en el mundo, y ha subrayado el valor
realizar una admirable y progresiva comu- de la corporeidad como dimensión esencial
nión con el hombre, al que se le hace partí- de la persona. Por formar parte del misterio
cipe de la filiación divina en Jesucristo. Ade- del hombre, el cuerpo humano no puede
más de don, la caridad es mandamiento, definirse únicamente según las determina-
pues exige a la persona una actitud de re- das condiciones espacio-temporales que ca-
verencia y adoración hacia Dios, de renuncia racterizan a los cuerpos materiales. Toda
de sí misma, de obediencia y de servicio, se- reflexión sobre el cuerpo humano necesita
gún la medida de la Persona de Jesucristo. En de una referencia al alma que lo estructu-
este sentido debe interpretarse el amor al ra y a la interioridad que él mismo expre-
prójimo tal como está indicado en el Man- sa, ya que la corporeidad es el modo espe-
damiento nuevo, fundamentado en la acti- cífico de existencia del espíritu humano. Co-
tud de Dios con respecto a los hombres. mo bien ha expresado el personalismo
La fe cristiana muestra dos vías específi- contemporáneo, el cuerpo no es algo que
cas de realización de la vocación personal yo poseo, sino yo mismo: «yo soy mi cuer-
al amor: el matrimonio y el celibato (FC 11), po» (G. Marcel).
cada una de las cuales, en su especificidad, Existe una permanente asociación de
establece una realización concreta del hom- cuerpo y espíritu en la persona humana. El
bre como imagen de Dios. En ambos casos cuerpo es un instrumento del alma, su me-
PERSONA 821
dio de acción, y al mismo tiempo el medio ránea a estudiar a la persona como un ser
de expresión y de comunicación de la propia esencial histórico. Como ser histórico, la per-
interioridad. En el establecimiento de las re- sona humana sólo puede realizarse descu-
laciones interpersonales, la mediación del briendo el auténtico sentido de lo terreno y
cuerpo es especialmente necesaria: a tra- de lo temporal. Esta consideración encuentra
vés de la palabra, de las manos, del rostro un apoyo firme en la concepción cristiana
«el cuerpo es el medio por el que se realiza del tiempo y de la historia. La historia de la
la presencia de un alma en otra alma» (J. salvación introduce una cosmovisión en la
Mouroux). La vocación fundamental al amor que existe un tiempo estructurado, una con-
propia de la persona humana abarca tam- junción de un antes y un después, que per-
bién el cuerpo humano, que se hace partí- mite hablar de un verdadero progreso.
cipe del amor espiritual. Algunas verdades irrenunciables de la fe
Desde una perspectiva cristiana, el cuer- cristiana concretamente, la bondad de la
po humano es una realidad creada por Dios, creación y el carácter universal de la re-
herida por el pecado, redimida por Jesu- dención ofrecen unas luces preciosas so-
cristo y destinada no al aniquilamiento sino bre el valor del mundo y de la historia. La
a la resurrección. Con la Encarnación del Hi- llamada del cristiano a recapitular todas las
jo de Dios ha quedado definitivamente con- cosas en Cristo, fundamentada nítidamente
firmada la dignidad del cuerpo humano, gra- en los textos paulinos y joánicos, reclama
cias a la trascendental riqueza del mismo una valoración muy positiva de las dimen-
Cuerpo de Cristo, instrumento de la revela- siones cósmica y social de la existencia hu-
ción divina, medio de redención, y vía de mana, esto es, de todo el ámbito de las rea-
comunión entre los hombres y de los hom- lidades terrestres en las que se estructura
bres con Dios. y desarrolla la vida personal.
La comunicación corporal se da de un Desde la fe cristiana, la creación se orien-
modo extraordinario y original en la entre- ta hacia el hombre, llamado a dominarla y
ga real y total entre el hombre y la mujer. perfeccionarla, para servir y rendir un ho-
Esta unión corporal, cuando es auténtica, menaje grato a Dios (cf. GS 12). Por tanto,
comprende a toda la persona con todas sus todos los valores terrenos, tanto los prove-
dimensiones, de manera que constituye uno nientes de la creación material (naturaleza
de los actos más trascendentales que el física), como aquéllos de carácter espiritual
hombre y la mujer puedan realizar. No hay (libertad, cultura, moralidad, justicia, amis-
que olvidar, por último, que el cuerpo es tad, seguridad, paz, etc.), han de ser abra-
también un instrumento fundamental para la zados por la persona humana cuya voca-
comunicación personal con Dios a través de ción no es simplemente la de convivir con
la liturgia y la oración. ellos de un modo neutro, sino a reorientar-
La dignidad del cuerpo humano exige a los y santificarlos. El sentido cristiano del
la persona un combate permanente frente a trabajo subraya esta dimensión creadora y
sus miserias y rebeldías, para así consa- redentora de las actividades humanas.
grarlo al amor verdadero (GS 49), al traba- En esta tarea de salvación del universo, el
jo (GS 67), al servicio, y de este modo glo- tiempo asume un auténtico sentido redentor,
rificar a Dios en su cuerpo en espera de la lleno de valor y trascendencia, de manera
resurrección (GS 22). que, hasta el momento en que el tiempo se
inserte definitivamente en la eternidad al fi-
b) Dimensión histórica nal de la historia de la salvación , la encar-
La atención en el sentido del devenir y de la nación humana es un compromiso temporal
historia ha llevado a la reflexión contempo- con el mundo.
822 PERSONA
tengan la misma naturaleza. Los nombres lo mismo, pero no los mismos. Padre, Hijo y
relativos del Padre y del Hijo aparecen como Espíritu sólo difieren en la relación. En cier-
un camino para afirmar la consustanciali- to sentido, la definición de Boecio es un re-
dad de las personas sin negar la distinción troceso desde el punto de vista de la noción
entre ellas. Basilio de Cesarea introduce la trinitaria de persona a partir de la relación.
noción de relación en el debate teológico. Ricardo de San Víctor sustituye el térmi-
Gregorio Nacianceno profundiza en ella. «Pa- no sustancia de la definición de Boecio por el
dre» e «Hijo» no expresan la sustancia, si- término «ex-sistentia» y da la primera defi-
no la relación entre ambos en virtud de la nición de persona divina: «La persona divi-
generación eterna. En este sentido, la rela- na no es sino la existencia incomunicable».
ción paterno-filial y, por tanto, la distinción Sitúa las procesiones divinas en el centro
(relativa) en Dios viene a ser el punto de de su reflexión teológica. La sustitución se
apoyo para afirmar la consustancialidad del justifica porque en Dios las tres personas
Padre y del Hijo. La relación que distingue comparten la misma sustancia divina y, por
a las hipóstasis las une en la misma natu- tanto, no puede situarse en ella la razón de
raleza o sustancia. las diferencias personales. La distinción de
Agustín recoge estas intuiciones y avan- las personas se basa únicamente en la re-
za en la conexión de la noción de persona lación de origen, es decir, según el modo de
con la relación. Según él, nos referimos a existir. La existencia incomunicable indica
la personas en Dios sólo cuando usamos los la irrepetibilidad, un quis o aliquis, propio e
nombres relativos que las caracterizan. Y irreemplazable. Pero quizás lo más original
éstos no indican diversidad substancial. En de Ricardo está en su deducción de la trini-
Agustín, las relaciones, más que la unidad dad de personas y, por tanto, de la alteri-
de la sustancia de las personas, garantizan dad a partir del amor sumo que postula un
que la distinción en Dios no atente contra amante, un condigno y condilecto. Cada per-
la unidad. Pero la interpretación de Agustín sona es lo mismo que su amor y, por ello, se
se muestra un tanto aporética cuando se excluye que haya en Dios más de tres per-
plantea si las personas divinas están rela- sonas. Se trata de una especulación, pero
cionadas de hecho o si la noción misma de motivada por la historia de la salvación que
persona implica relación. Su respuesta es le ha dado la posibilidad de pensar a Dios
que la persona en Dios se dice absoluta- como comunicación de amor.
mente porque el Padre, el Hijo y el Espíritu Especialmente acertada y fecunda ha re-
son en sí mismos personas, no sólo por sus sultado la concepción que tiene santo To-
relaciones. Aunque reduce al mínimo la di- más de las personas en Dios como relacio-
versidad, de lo dicho se sigue la predicación nes subsistentes. En cualquier naturaleza la
de la pluralidad en Dios no sólo relativa, si- persona es lo que es distinto en ella. La dis-
no también absoluta. tinción en Dios se hace por el origen, pero
Severino Boecio intentó elaborar una de- más por las relaciones: las relaciones de ori-
finición de persona que pudiera aplicarse a gen. Pero la relación en Dios no es como un
las personas divinas, humanas y angélicas. accidente inherente a un sujeto, sino que
Pero no tuvo en cuenta los problemas es- es la misma esencia divina. Por tanto, es
pecíficos de la teología trinitaria y no inclu- subsistente como lo es la esencia divina. La
yó explícitamente en ella la relación: per- persona divina es, pues, la relación en cuan-
sona es la sustancia individual de naturale- to subsistente. Las personas divinas se dis-
za racional. En Dios la sustancia contiene la tinguen sólo en cuanto se relacionan: la dis-
unidad y la relación multiplica la trinidad. tinción en ellas no es separación, sino rela-
La relación se establece entre los que son ción mutua. En las tres personas divinas no
824 PERSONA
hay un substrato previo a su mutua refe- forma de ser del Padre, del Hijo y del Espí-
rencia: son en cuanto se relacionan. Las re- ritu. Las diferencias con que aparecen en-
laciones las constituyen y las distinguen al tre ellos en la revelación, y que no podemos
mismo tiempo. Santo Tomás habla también reducir a un común denominador, remiten
de las propiedades de las personas y de la a la distinción en la trinidad inmanente y a su
imposibilidad de intercambiarse entre sí. ser uno en estos modos distintos de ser.
Tampoco le es ajena la idea de comunión Influido por Barth, también Karl Rahner
entre las personas divinas cuando escribe sostiene que ofrece dificultades la aplicación
que Dios no es solitario, que hace falta la del término «persona» a los tres en Dios:
trinidad de las personas para excluir en Él puede inducir a pensar en tres centros dis-
la soledad y que la soledad divina no podría tintos de conciencia y actividad. Esto nos lle-
ser adecuadamente compensada por la com- varía al triteísmo y nos alejaría de las de-
pañía de los ángeles y bienaventurados. claraciones magisteriales, según las cuales
en Dios se da sólo un poder, una voluntad,
3. Desarrollos modernos un único ser en sí, un único obrar, una úni-
En este tema la teología del siglo XX se mo- ca felicidad. Por eso, si aplicamos el con-
vió entre la prevención para aplicar a la Tri- cepto de persona a los tres en Dios, hemos
nidad el concepto moderno de persona y la de apartar cuidadosamente de él todo lo que
pluralidad de intentos de explicarla como haga pensar en tres subjetividades. Llega a
comunión interpersonal. escribir que tampoco se da intratrinitaria-
Karl Barth opina que la noción moderna mente un tú recíproco en Dios. Por eso, bus-
de persona como sujeto autoconsciente y ca la posibilidad de formular de otro modo lo
autónomo se aplica a la unidad más que a la que la teología clásica ha querido expresar
Trinidad de Dios. A la unicidad de la esen- con el término «persona». Cree encontrarlo
cia divina, que no puede multiplicarse por en la noción de «forma de subsistencia». El
tres, pertenece la personalidad. Para expre- Dios único subsiste en tres formas distintas
sar la distinción trinitaria prefiere utilizar la de subsistencia. Las tres formas de subsis-
noción de maneras de ser. El Dios revelado tencia es el concepto explicativo, no para
es uno en tres maneras de ser que existen persona, que es única en Dios, sino para la
en sus relaciones mutuas. En Dios todo es personalidad, que es lo que hace que la re-
personal, nada es neutro. Pero no podemos alidad concreta de Dios, que nos sale al en-
decir que haya tres personalidades, tres Yo cuentro de tres maneras distintas, se nos
divinos, sino tres veces el único Yo divino. presente precisamente de esa manera.
Según Barth, el concepto de persona apli- Pero la mayoría de teólogos actuales si-
cado a la Trinidad en Dios no se aclaró en gue el camino opuesto. Si lo que Barth y
los comienzos ni después. La introducción Rahner querían conjurar era el triteísmo,
del concepto moderno de persona ha crea- ellos intentan superar el modalismo. Sur-
do más confusión, pues puede inducir al tri- gen así diversos intentos de explicar la tri-
teísmo. Ciertamente, en Dios no nos sale al nidad de personas en Dios según el mode-
encuentro un poder impersonal, sino una lo de la comunión interpersonal. El más ra-
persona, un «Yo» que es en sí y para sí, con dical es Jürgen Moltmann. Escribe éste que
un pensamiento y voluntad que le son pro- Barth y Rahner asumen la noción moderna
pias. El Padre, el Hijo y el Espíritu son Dios de persona sólo parcialmente: olvidan la re-
cada uno a su modo. No les distingue la par- lación y piensan el yo sin relación con el tú.
ticipación en la única esencia, que es común Así se llega al monoteísmo, no a la Trinidad.
a los tres. El Dios uno, el único Dios perso- Hay que partir del dato bíblico de la trini-
nal, no lo es sólo en una forma, sino en la dad de personas y a partir de ellas explicar
PERSONA 825
la unidad. Él la explica como un estar peri- Padre que se identifica con su naturaleza di-
coréticamente unidas más que como ser una vina está en el origen de la generación del
misma cosa. Parece que en su explicación Hijo y de la procesión del Espíritu. Este mis-
la unidad divina es una realidad in fieri, que mo amor los hace surgir como distintos de
sólo será definitiva en la escatología, y no Él en la posesión de la única divinidad. Un
un dato primario y realizado desde siempre mismo amor es la esencia de los tres, pero
en el ser de Dios. asume características personales propias e
En teología católica ese camino fue abier- inintercambiables.
to por Heribert Mühlen y proseguido, entre
otros, por Hans Urs von Balthasar, Gisbert Bibliografía
Greshake, Piero Coda, Luis F. Ladaria... És- P. CODA, Dios uno y trino. Revelación, experien-
te considera que la noción cristiana de Dios cia y teología, Salamanca 2000. L.F. LADARIA, El
concede a la trinidad la misma dignidad que Dios vivo y verdadero. El misterio de la Trinidad,
a la unidad y que no existe en el cristianis- Salamanca 1998; La Trinidad, misterio de comu-
nión, Salamanca 2002.
mo un principio de diálogo basado sólo en la
relación yo-tú ni en Dios ni en los hombres, G. del Pozo
sino que debe incluir también la relación del
IV. PERSONA EN CRISTO
nosotros divino con el nosotros humano.
El dogma de Cristo tuvo que recurrir tam-
El nosotros intradivino se manifiesta en
bién a la noción de persona como contra-
la economía salvífica llevada a cabo con-
distinta a la de naturaleza para expresar la
juntamente por el Padre, el Hijo y el Espí-
identidad última de Jesucristo: en el centro
ritu y suscita el nosotros humano del ser
del entero acontecimiento de Cristo está una
eclesial. Cuando Jesús dice «yo y el Padre
única persona, la del Hijo eterno de Dios,
somos una misma cosa» (Jn 10,30) presu-
que posee desde siempre la naturaleza di-
pone su existencia y la del Padre (y resp.
vina y en la encarnación ha asumido tam-
del Espíritu). No puede haber una unidad
bién la naturaleza humana.
que no sea la de los tres. El Nuevo Testa-
mento nos muestra a los tres actuando con- 1. Testimonio bíblico
juntamente en la obra de la salvación y con El punto de partida del dogma de Cristo co-
características personales propias: los tres mo una única persona divina en una doble
son conscientes, activos y se autoposeen, naturaleza divina y humana se encuentra
pero en relación y comunión con los otros. en la presentación neotestamentaria del
Luego cada uno de ellos posee de un modo acontecimiento de Cristo: el Jesús crucifi-
misterioso el ser yo, si bien en relación y cado es también el resucitado; el ascendido
comunión con los otros. La conciencia de al cielo es el mismo que el que vendrá al fi-
cada una de las personas en Dios es la con- nal de los tiempos; el que ha nacido de Ma-
ciencia de ser Dios de modo distinto de las ría por obra del Espíritu Santo y cuyas pa-
otras, pero en relación y comunión con ellas. labras y obras han sido escuchadas y vis-
La unidad de las personas divinas viene tas por los hombres es el mismo que existía
dada por la esencia divina, que se identifica desde siempre junto a Dios y era el Hijo o
con la perfección de ser en el amor y, por Verbo eterno de Dios.
tanto, lleva en sí la característica de la unión,
la comunión interpersonal y el «nosotros». 2. Tradición eclesial y teológica
La divinidad tiene en el Padre la fuente úni- Parece que la introducción del término per-
ca, pero el Padre no existe más que en la sona en cristología se debe también a Ter-
relación al Hijo y al Espíritu, en la donación tuliano: «Vemos una doble condición, no
y entrega total y sin reservas. El amor del confusa sino unida en una sola persona, Dios
826 PERSONA
Piedad popular
gia, precedido, a su vez, por diversos docu- conciliar en su área se convocó en 1968 la II
mentos de carácter pastoral y obras sobre el Conferencia General del Episcopado Latino-
particular enfocadas desde diversas pers- americano en la ciudad colombiana de Me-
pectivas. dellín, que marcó un hito por lo que res-
Ante todo, convendrá precisar la termi- pecta a la piedad popular, ya que por vez
nología que se ha utilizado para referirse a primera se acometía una reflexión eclesial
esta rica y compleja realidad. Fundamen- autorizada sobre el fenómeno, suponiendo
talmente se ha hablado de «religiosidad po- un avance considerable en el proceso de
pular», «catolicismo popular» y «piedad po- aprecio de la religiosidad popular que sentó
pular», aunque también se han usado otras las bases de ulteriores aportaciones de gran
expresiones como, por ejemplo, religión del interés. No obstante, resultan palpables sus
pueblo. La expresión «religiosidad popular» lagunas ya que presentaba un análisis más
es, probablemente, la más común en la li- sociológico que propiamente teológico.
teratura especializada, aunque, en sentido Una de las primeras consecuencias del
estricto, el término es muy genérico y co- Documento de Medellín fue la contribución
mo tal podría referirse a cualquier religión. que los obispos latinoamericanos hicieron
Algunos autores, queriendo centrar más el al Sínodo Episcopal de 1974, centrado en la
objeto de estudio, se refieren al «catolicismo evangelización del mundo contemporáneo,
popular», expresión mucho más concreta y con una sugerente aportación en orden a
exacta; por último, a partir de la Evangelii una correcta comprensión de este fenóme-
nuntiandi, se habla también de «piedad po- no pastoral, en la que ya se identificaban
pular», término adoptado en prácticamen- religiosidad popular y catolicismo popular,
te todos los documentos del magisterio. Se y se señalaba la heterogeneidad de sus ma-
puede hablar de «religiosidad popular» pa- nifestaciones, en muchas ocasiones mez-
ra definir las formas populares en que se ex- cladas con elementos no cristianos; igual-
presa lo religioso en todas las religiones; mente se reconocía su validez y la oportu-
mientras que «catolicismo popular» se re- nidad que ofrecía para el anuncio de la fe,
feriría propiamente a las formas en que el por lo que se debía valorar y respetar, cul-
pueblo católico expresa su relación con lo tivándola pastoralmente sin descuidar su
sagrado, aunque puedan aparecer residual- oportuna purificación. Por primera vez en
mente también otras formas religiosas. Por un documento de este tipo, se reconocía la
fin, habría que referirse a «piedad popular» existencia de una teología de la religiosidad
para definir al conjunto de manifestaciones popular y se indicaba su potencialidad evan-
de fe surgidas de la inculturación del catoli- gelizadora en el seno de la propia Iglesia.
cismo en los diversos pueblos. Recogiendo las aportaciones del Sínodo,
Pablo VI ofrecía a la Iglesia en 1975 la Ex-
I. DESARROLLO HISTÓRICO DE LA REFLEXIÓN hortación apostólica Evangelii nuntiandi,
TEOLÓGICA SOBRE LA PIEDAD POPULAR donde quedaba patente el creciente interés
El Concilio Vaticano II no abordó el fenó- del magisterio por la religiosidad popular,
meno de la piedad popular, aunque sí algu- siendo la primera ocasión en que un docu-
nos puntos que posibilitaron más tarde la mento magisterial de tan alto rango trataba
reflexión; fundamentalmente todo lo refe- sobre el tema. El Papa señalaba las posibi-
rente a los ejercicios piadosos, a la cultura y lidades para la evangelización de lo que de-
a la propia religión, además de otras apor- nominaba piedad popular, a la vez que
taciones como la consideración de la Igle- recordaba sus limitaciones; en cualquier ca-
sia como Pueblo de Dios o el papel de los so, quedaba remarcada la gran fuerza evan-
laicos. Para poner en marcha la doctrina gelizadora de sus manifestaciones.
PIEDAD POPULAR 829
Fruto del interés despertado por el fe- caso, purificada por la acción constante de
nómeno de la religiosidad popular, a partir los pastores, y ejercitada diariamente en la
de los últimos años sesenta fueron también vida del pueblo, la piedad popular es de ve-
muchos y diversos los acercamientos que ras la piedad de los pobres y sencillos. Es
se hicieron desde algunos ángulos repre- la manera como estos predilectos del Señor
sentativos del quehacer teológico del mo- viven y traducen en sus actitudes humanas
mento, especialmente dentro del área lati- y en todas las dimensiones de la vida, el
noamericana. Así, se pueden distinguir, al misterio de la fe que han recibido» (AAS
menos, interpretaciones desde la sociolo- 71[1979] 227-228).
gía, la historia y la antropología (grupo Puebla entiende «por religión del pueblo,
ECOISYR, equipo FERES, M. Marzal, L. Ge- religiosidad popular o piedad popular […] el
ra), algunas desde la teología de la libera- conjunto de hondas creencias selladas por
ción (J.C. Scannone, E. Dussel, S. Galilea, Dios, de las actitudes básicas que de esas
D. Irarrázaval) y otras preferentemente te- convicciones derivan y las expresiones que
ológicas y pastorales (A. López Trujillo, J. las manifiestan. Se trata de la forma o de
Lozano Barragán, J. Alliende Luco, M. Arias la existencia cultural que la religión adopta
Reyero). en un pueblo determinado. La religión del
Con todo, el acontecimiento eclesial más pueblo latinoamericano, en su forma cultu-
importante del siglo XX por lo que se refie- ral más característica, es expresión de la fe
re a la reflexión sobre el fenómeno de la católica. Es un catolicismo popular» (Pue-
piedad popular es la III Conferencia Gene- bla, n. 444).
ral del Episcopado Latinoamericano cele- En conjunto, podemos señalar que Puebla
brada en Puebla en 1979. Estrechamente ha realizado el mayor esfuerzo pastoral del
relacionado con su Documento Final se en- siglo XX por integrar la religiosidad popular
cuentra el magisterio desarrollado por el pa- no sólo en el entramado pastoral de la Igle-
pa Juan Pablo II con ocasión de su viaje pas- sia, sino también en su reflexión teológica:
toral a México para la inauguración de di- «... necesita ser estudiada con criterios teo-
cha Conferencia; de hecho, parece probado lógicos y pastorales para descubrir su po-
que éste influyó notablemente en la Asam- tencial evangelizador» (Puebla, n. 910). Se
blea, constituyendo un «precioso criterio, ha legitimado y, más aún, se ha afirmado
estímulo y cauce» para sus deliberaciones. su gran capacidad evangelizadora de la re-
El magisterio de Juan Pablo II sobre la reli- ligiosidad popular, aunque sin perder de vis-
giosidad o piedad popular ha sido muy am- ta sus limitaciones, fruto, en buena parte,
plio. Quizás la intervención de mayor im- de la desatención pastoral a la que se ha
portancia en los primeros años del pontifi- visto sometida durante décadas.
cado fue la homilía pronunciada en la basílica Muchos autores han señalado que posi-
de Zapopán en Guadalajara (México). El Pa- blemente las principales aportaciones de la
pa enseñaba que la piedad popular «no es teología latinoamericana en los últimos años
necesariamente un sentimiento vago, ca- sean la reflexión sobre la religiosidad popu-
rente de sólida base doctrinal, como una lar y la teología de la liberación. Ambas guar-
forma inferior de manifestación religiosa. dan estrecha relación ya que la religiosidad
Cuántas veces es, al contrario, como la ex- popular, tras unos primeros años de des-
presión verdadera del alma de un pueblo, precio por considerarla alienante, fue adop-
en cuanto tocada por la gracia y forjada en tada por la teología de la liberación como
el encuentro feliz entre la obra de la evan- instrumento para alcanzar sus propósitos.
gelización y la cultura local». Para Juan Pa- Se convertía, incluso, en la opción pastoral
blo II, «... así guiada y sostenida, y, si es el básica cuyo núcleo era la comunidad eclesial
830 PIEDAD POPULAR
de base. Desde finales de los sesenta se como Rosendo Álvarez Gastón, Luis Maldo-
constata un gran interés en vincular la reli- nado, Jesús Castellano, Achille Triacca o
giosidad popular con el cambio social que Manlio Sodi.
propugnaban los autores más señalados de A mediados de los setenta aparecían las
la teología de la liberación. En líneas gene- primeras aportaciones magisteriales espe-
rales, los autores, asumiendo herramientas cíficas sobre la piedad popular. En este sen-
hermenéuticas procedentes del marxismo, tido, y por motivos obvios, los obispos del
pretendían situarse en el plano de la praxis sur de España elaboraban en 1975 un va-
abordando la reflexión teórica desde la pers- lioso documento que abordaba el fenóme-
pectiva de las clases explotadas. Además, no del catolicismo popular, que luego vol-
creían necesaria la ruptura epistemológica vieron a revisar una década después; con-
con las interpretaciones de la religiosidad viene destacar igualmente la reflexión sobre
popular precedentes. Se entendía la reli- las hermandades y cofradías publicada en
giosidad popular en el contexto de la lucha 1988.
de clases, siendo en este caso una lucha de En la misma línea, la Conferencia Epis-
carácter ideológico. Y, puesto que la religio- copal Española también decidía acometer la
sidad popular es la del pueblo oprimido, és- cuestión. En 1987 aparecía un documento
te debe utilizarla para conseguir liberarse de la Comisión Episcopal de Liturgia titulado
del opresor. Hasta el presente, seguían afir- Evangelización y renovación de la piedad
mando, esa religiosidad ha sido alienante; popular y, dos años después, elaborado por
desde el mismo momento en el que el pue- el Secretariado Nacional de Liturgia, el Di-
blo cobre conciencia de la necesidad de li- rectorio litúrgico-pastoral denominado Li-
beración, esa religiosidad recuperará toda turgia y piedad popular. Ambos documen-
su potencialidad de protesta y le ayudará a tos son referencias obligadas, como así re-
sentar las bases para la transformación de la coge el Directorio de la Congregación para el
sociedad. Desde este punto de vista, inte- Culto Divino promulgado el 17 de diciem-
resaba descubrir cuáles eran los elementos bre de 2001.
críticos que encerraba la religiosidad popu- El Directorio sobre la piedad popular y la
lar a fin de potenciarlos. liturgia constituye, por el momento, el do-
Mientras tanto, en Europa también se re- cumento de mayor rango sobre el particu-
flexionaba sobre el fenómeno, si bien es lar. Su objeto es «considerar de forma or-
cierto que a remolque de las investigacio- gánica los nexos que existen entre liturgia y
nes históricas, sociológicas, etnológicas y piedad popular, recordando algunos princi-
antropológicas. En el ámbito germánico se pios y dando indicaciones para las actuacio-
había trabajado fundamentalmente en el nes prácticas» (n. 3). Se divide en dos par-
campo del folklore, con el romanticismo co- tes: en la primera se ofrece un repaso his-
mo telón de fondo. Por su parte, en Francia tórico de las imbricaciones entre liturgia y
los estudios se situaban en el rico conjunto piedad popular, una clarificación conceptual
de la historia de las mentalidades, campo a la luz de la teología y el magisterio y, por
en el que sobresale indiscutiblemente Ber- último, los principios teológicos para la va-
nard Plongeron. Todo ello dio pie a que se loración y renovación de la piedad popular.
abordara el estudio de la piedad popular En la segunda parte se presenta un conjun-
dentro de la fenomenología religiosa, cons- to de orientaciones para armonizar liturgia
tituyendo sólo en un momento posterior ob- y piedad popular en las diversas celebracio-
jeto de la reflexión teológico-pastoral. Otro nes del año litúrgico, en el rico campo de las
tanto ocurría en Italia y España, donde pue- manifestaciones de veneración a la Madre
den señalarse algunos nombres destacados de Dios y a los santos y en el de los sufragios
PIEDAD POPULAR 831
por los difuntos; se completa con una refle- religiosas que han nacido «muchas veces co-
xión teológico-pastoral sobre los santuarios mo un recurso para alimentar la espirituali-
y las peregrinaciones. Nunca antes se había dad del pueblo cristiano, sobre todo cuando
ofrecido un elenco tan pormenorizado de ex- en épocas de decadencia litúrgica ésta no
presiones de la piedad popular, si bien es encontraba en la liturgia la fuente primera
cierto que en todo momento se realiza des- e indispensable (SC 14). Pero también han
de la perspectiva litúrgica, incluyéndose co- nacido como expansión natural de algunas
mo tales algunas sugerencias modernas rea- celebraciones litúrgicas, en orden a favorecer
lizadas por los liturgistas que todavía no han una contemplación y una vivencia más am-
arraigado ni alcanzado el favor popular. plia y espontánea del misterio de la salva-
Resumiendo, podemos señalar la evolu- ción» (Liturgia y piedad popular, n. 7).
ción experimentada en la apreciación del fe- La piedad popular tiene unos valores que
nómeno de la piedad popular, especialmen- han de ser reconocidos: «... la presencia tri-
te por parte de la jerarquía eclesiástica: se nitaria que se percibe en devociones e ico-
pasó de una convivencia pacífica y acepta- nografías, el sentido de la providencia de
da a un distanciamiento consciente, para Dios Padre; Cristo, celebrado en su misterio
volver finalmente a realizar un progresivo de Encarnación (Navidad, el Niño), en su
acercamiento. Estos avatares han tenido un Crucifixión, en la Eucaristía y en la devoción
fruto positivo ya que han permitido discer- al Sagrado Corazón; amor a María: Ella y
nir y delimitar exactamente cuál es la reali- sus misterios pertenecen a la identidad pro-
dad de este fenómeno pastoral, señalando pia de estos pueblos y caracterizan su piedad
sus luces y sus sombras, a la vez que han popular, venerada como Madre Inmaculada
ofrecido la posibilidad de contar con un in- de Dios y de los hombres, como Reina de
teresante conjunto de estudios sobre la pie- nuestros distintos países y del continente
dad popular. entero; los santos, como protectores; los di-
funtos; la conciencia de dignidad personal y
II. PARTE SISTEMÁTICA de fraternidad solidaria; la conciencia de pe-
El Directorio define la piedad popular como el cado y de necesidad de expiación; la capa-
conjunto de «las diversas manifestaciones cidad de expresar la fe en un lenguaje total
cultuales, de carácter privado o comunita- que supera los racionalismos (canto, imá-
rio, que en el ámbito de la fe cristiana se ex- genes, gesto, color, danza); la fe situada en
presan principalmente, no con los modos de el tiempo (fiestas) y en lugares (santuarios
la sagrada Liturgia, sino con las formas pe- y templos); la sensibilidad a la peregrina-
culiares derivadas del genio de un pueblo o ción como símbolo de la existencia humana
de una etnia y de su cultura» (n. 9). y cristiana; el respeto filial a los pastores co-
El variado y rico lenguaje a través del que mo representantes de Dios; la capacidad de
se expresa la piedad popular incluye gestos, celebrar la fe en forma expresiva y comuni-
textos y fórmulas, el canto y la música, las taria; la integración honda de los sacra-
imágenes, los lugares y los tiempos; son, mentos y sacramentales en la vida personal
por lo tanto, muchas y muy variadas sus ma- y social; el afecto cálido por la persona del
nifestaciones concretas. A grandes rasgos, Santo Padre; la capacidad de sufrimiento y
se hace patente tanto individual como co- heroísmo para sobrellevar las pruebas y con-
lectivamente (poblaciones, parroquias, co- fesar la fe; el valor de la oración; la acepta-
fradías, etc.), en torno a las personas (divi- ción de los demás» (Puebla, n. 454).
nas y humanas), a los tiempos, a los lugares No obstante, también se perciben insu-
y a los objetos y mediaciones sagrados. ficiencias y sombras: «Falta de sentido de
Constituyen una amplia gama de expresiones pertenencia a la Iglesia; desvinculación en-
832 PIEDAD POPULAR
tre fe y vida; el hecho de que no conduce éste, a impulsos de la gracia» (Liturgia y pie-
a la recepción de los sacramentos; valora- dad popular, n. 7). De hecho, aunque ha
ción exagerada del culto a los santos con producido y sigue produciendo numerosos
detrimento del conocimiento de Jesucristo frutos de gracia y santidad, a la vez que sir-
y su misterio; idea deformada de Dios; con- ve de contrapeso para un exceso de puritas
cepto utilitario de ciertas formas de piedad; litúrgica (Directorio, n. 50), sin embargo, en
inclinación, en algunos lugares, al sincretis- muchas ocasiones se ha querido presentar
mo religioso; infiltración del espiritismo y, los ejercicios piadosos propios de la piedad
en algunos casos, de prácticas religiosas del popular en contraposición a la liturgia. Na-
Oriente» (Puebla, n. 914). da más lejano a la realidad puesto que, con
Aun con todo, la piedad popular «es una frecuencia, ambos aparecen entrelazados e,
realidad eclesial promovida y sostenida por incluso, indisolublemente unidos. El Cate-
el Espíritu sobre la cual el Magisterio ejer- cismo de la Iglesia Católica señala que «el
ce su función de autentificar y garantizar» pueblo cristiano ha encontrado, en todo tiem-
(Directorio, n. 50). ¿De acuerdo con qué po, su expresión en formas variadas de pie-
principios teológicos se ha de valorar y re- dad en torno a la vida sacramental de la Igle-
novar la piedad popular? El Directorio se- sia: tales como la veneración de las reliquias,
ñala los siguientes: Trinitario, cristocéntri- las procesiones, el vía crucis, las danzas re-
co, eclesiológico, bíblico y de inculturación ligiosas, el rosario, las medallas, etc.» (CCE
de la fe (nn. 76-92), a los que podría aña- 1674), si bien es cierto que «estas expre-
dirse el litúrgico. Esto es, las diversas ma- siones prolongan la vida litúrgica de la Igle-
nifestaciones de la piedad popular han de sia, pero no la sustituyen» (CCE 1675).
reflejar correctamente la dimensión trinita- Por otro lado, ya el Concilio Vaticano II, en
ria de la experiencia cristiana sirviendo de la Constitución Sacrosanctum concilium, in-
cauce para un auténtico diálogo entre Dios dicaba que «la participación en la Sagrada
y el hombre por medio de Cristo y bajo el Liturgia no abarca toda la vida espiritual»
impulso del Espíritu Santo; han de tener (SC 12). En efecto, además de la liturgia,
siempre como lugar de referencia la Igle- el cristiano tiene otros cauces para mante-
sia, dejándose guiar por sus pastores y aca- ner su trato con Dios: entre ellos, la oración
tando la disciplina al tiempo que manifiestan personal y los ejercicios piadosos. A este
correctamente la vivencia del sacerdocio co- respecto, señala la misma Constitución que
mún de los fieles; han de dejarse penetrar estos ejercicios, máxime si han sido apro-
por la Palabra de Dios, sin dejarse llevar de bados por la Iglesia, son sumamente reco-
fenómenos extraños ni revelaciones parti- mendables siempre y cuando «se organicen
culares; finalmente, esas manifestaciones teniendo en cuenta los tiempos litúrgicos,
de la piedad popular deben expresar ade- de modo que vayan de acuerdo con la Sa-
cuadamente la inculturación de la fe, evi- grada Liturgia, en cierto modo deriven de
tando todo tipo de subjetivismos, persona- ella y a ella conduzcan al pueblo ya que la Li-
lismos y elementos extraños que pudieran turgia por su naturaleza está muy por en-
dar lugar a cierto sincretismo. cima de ellos» (SC 13).
Es un hecho cierto que las múltiples y va- De todo lo cual se puede concluir que «la
riadas manifestaciones de la piedad popu- armonía entre celebraciones litúrgicas y ac-
lar, «cuando están bien orientadas median- tos piadosos es el alimento completo que
te una pedagogía de evangelización y de ins- sostiene y robustece la vida en el espíritu».
piración en la liturgia, contienen siempre y Cuando se armonizan liturgia y devociones,
sirven de cauce a la fe cristiana como don la vida espiritual resulta favorecida en to-
de Dios al hombre y respuesta generosa de dos los casos. Así mientras que, por una
PLURALISMO 833
parte, «la piedad vivida en la celebración se cen a las personas y a las comunidades con
prolonga en la práctica de ejercicios piado- la experiencia de vida, la sencillez, la con-
sos y ascéticos», por otra, éstos «poseen creción y encarnación, la búsqueda de res-
una especial capacidad pedagógica para in- puesta a los problemas más acuciantes y el
troducir en los misterios celebrados en la li- anhelo de satisfacer las necesidades más
turgia». En efecto, «la liturgia y las devo- profundas del ser humano. De este modo, la
ciones son dos modos de vivir y de expresar liturgia y las devociones, respetándose en
el misterio de Cristo, de acuerdo con la pe- su identidad propia, se enriquecen mutua-
culiaridad propia de cada uno. La liturgia ac- mente» (Evangelización, nn. 20-23).
tualiza el misterio, haciéndolo presente y
operante bajo el velo de los signos en el Bibliografía
aquí y ahora de la celebración. Las devo- CELAM, Iglesia y religiosidad popular en América
ciones evocan el misterio con el piadoso Latina: ponencias y documento final, Bogotá 1977.
afecto de la contemplación, meditándolo y COMISIÓN EPISCOPAL DE LITURGIA, Piedad popular y
estimulando la voluntad del que lo contem- Liturgia: Ponencias de las Jornadas Nacionales
pla […] Ahora bien, cuando la liturgia y las de Liturgia, Madrid 2003. COMISIÓN EPISCOPAL DE
devociones están presentes en la vida es- LITURGIA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Evan-
piritual de una comunidad o de unos fieles, gelización y renovación de la piedad popular, Ma-
sin extrañas amalgamas o confusión entre drid 1987. CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA
ambos modos de traducir la piedad con Dios, DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, Directorio sobre la
se produce una fecundación mutua. La li- piedad popular y la liturgia, Madrid 2002. OBIS-
turgia presta a las devociones su funda- POS DEL SUR DE ESPAÑA, El catolicismo popular. Nue-
mentación histórico-salvífica y bíblica, su vas consideraciones pastorales, Madrid 1985. SE-
sentido eclesial y comunitario, su conciencia CRETARIADO NACIONAL DE LITURGIA, Liturgia y piedad
de la gratuidad de los dones de Dios y las popular. Directorio litúrgico-pastoral, Madrid 1989.
actitudes de alabanza, acción de gracias, M. SODI y G. LA TORRE (eds.), Pietà popolare e li-
deseo de liberación, espíritu de servicio y turgia. Teologia, spiritualità, catechesi, cultura,
exigencias de compromiso apostólico y so- Città del Vaticano 2004.
cial. Por su parte, las devociones enrique- F. Labarga
Pluralismo
tes escuelas teológicas y espirituales, pero Cristo a la Parusía), de ahí que la ortodoxia
afirma Pablo VI «no seremos fieles a la no se identifique con el asentimiento a un
univocidad de la Palabra de Dios, al magis- sistema, sino que se da cuando se participa
terio de la Iglesia que de ella deriva, si nos en el caminar de la fe en el yo de la Igle-
arrogásemos la licencia de un “libre exa- sia, verdadero sujeto del Credo. La quinta
men”, de una interpretación subjetiva, de añade que la fe cristiana en su carácter his-
una subordinación de la doctrina definida a tórico y práctico, por fundarse en el Verbo
los criterios de las ciencias profanas y mucho encarnado, se distingue de una forma de
menos a la moda de la opinión pública, a historicidad en la que el hombre sólo sería el
los gustos y a las desviaciones de la men- creador de su propio sentido. La sexta afir-
talidad especulativa y práctica de la literatura ma que la Iglesia, que se funda sobre la
corriente». La Iglesia católica es extrema- confesión de Jesucristo, muerto y resucita-
damente exigente en lo que se refiere a Cris- do, es el sujeto en el que se da la unidad
to, a la tradición y a nuestra salvación. «La de las teologías del Nuevo Testamento y la
fe no es pluralista. La fe, incluso en lo que se unidad de los dogmas a lo largo de la his-
refiere al envoltorio de las fórmulas que la toria. La séptima establece el criterio que
expresan, es muy delicada y exigente; y la permite distinguir entre el falso y el verda-
Iglesia vigila y exige que la palabra que dero pluralismo: la fe de la Iglesia, «expre-
enuncia la fe no traicione la verdad sustan- sada en el conjunto orgánico de sus enun-
cial». ciados normativos: el criterio fundamental
A instancias del mismo Pablo VI, la Co- es la Escritura en relación con la confesión de
misión Teológica Internacional se ocupó de la Iglesia que cree y ora. Entre las fórmu-
la cuestión del pluralismo. Sus miembros las dogmáticas tienen prioridad las de los
realizaron estudios previos que concluyeron antiguos concilios. Las fórmulas que expre-
finalmente en un texto formado por quince san una reflexión del pensamiento cristia-
tesis, aprobado in forma specifica por la Co- no se subordinan a aquellas que expresan
misión. Las tesis fueron aprobadas por ma- los hechos mismos de la fe». La octava re-
yoría (en parte por unanimidad) en la se- cuerda que «la pluralidad encuentra su lí-
sión del 5 al 11 de octubre de 1972, y pu- mite en el hecho de que la fe crea la comu-
blicadas bajo el título La unidad de la fe y nión de los hombres en la verdad hecha ac-
el pluralismo teológico. Las nueve primeras cesible por Cristo»; no es admisible una
tesis plantean las dimensiones del proble- concepción de la fe que la reduzca a un com-
ma. La primera afirma que «la unidad y la promiso pragmático sin comunión en la ver-
pluralidad en la expresión de la fe tienen su dad; la verdad no se identifica con un sis-
fundamento último en el misterio mismo de tema teológico, sino «que se expresa en los
Cristo, el cual, [...] excede las posibilidades enunciados normativos de la fe». La novena
de expresión de cualquier época de la his- afirma que las Iglesias locales, aplicadas a la
toria». La segunda presenta la unidad-dua- ardua tarea de la encarnación de la fe cris-
lidad del Antiguo y del Nuevo Testamento, tiana, «deben mantener siempre la conti-
como un punto concreto de partida a la uni- nuidad y la comunicación con la Iglesia uni-
dad-pluralidad de la fe. La tercera recuerda versal del pasado y del presente». Las te-
que el dinamismo de la fe cristiana implica sis décima a duodécima insisten en la
la obligación de dar razón de ella, y aunque permanencia de la fe: las fórmulas dogmá-
la fe no es una filosofía, imprime una direc- ticas, en cuanto respuestas a problemas
ción al pensamiento. La cuarta señala có- precisos, permanecen siempre verdaderas;
mo la verdad de la fe está ligada a su ca- usan normalmente el vocabulario común y,
minar histórico (de Abrahán a Cristo y de aun cuando emplean términos vinculados a
836 PLURALISMO
una filosofía particular, tienen por objetivo en las instituciones eclesiales y religiosas,
las realidades subyacentes a la experiencia en la liturgia y en las normas disciplinares.
común humana; las fórmulas dogmáticas Este pluralismo recibe el calificativo de
no deben considerarse aparte de la expre- «equilibrado» y se justifica en última ins-
sión auténtica de la Palabra divina en las tancia a partir del mismo misterio de Cristo,
Sagradas Escrituras, ni separadas del con- cuyas inescrutables riquezas trascienden las
junto del anuncio evangélico en cada época; capacidades expresivas de todas las épocas
al mismo tiempo, las mismas fórmulas pro- y culturas. Sin embargo, se ha de reprobar
porcionan a dicho anuncio las normas para el pluralismo que considera la fe y su for-
una interpretación cada vez más adaptada mulación, no como herencia comunitaria y
de la revelación. Finalmente, las tesis deci- eclesial, sino como hallazgo individual de la
motercera a la decimoquinta abordan la crítica libre y del libre examen de la Palabra
cuestión de la unidad y pluralidad en mo- de Dios, y que rechaza, por tanto, la me-
ral: en este ámbito, el pluralismo se mani- diación del magisterio de la Iglesia. Ceder
fiesta en la aplicación de los principios ge- en la identidad de la fe comporta un debili-
nerales a circunstancias concretas, mien- tamiento en el amor. «Quienes han perdido
tras que la unidad se descubre a través de la la alegría que viene de la fe (cf. Flp 1,25)
estimación común de la dignidad humana; la se lanzan a mendigar gloria los unos de los
unidad de la moral cristiana se funda sobre otros y a no buscar la que viene sólo de Dios
principios contenidos en la Escritura, ilumi- (cf. Jn 5,44), con detrimento de la comu-
nados por la Tradición y presentados a cada nión fraterna». El pluralismo que no respe-
generación por el Magisterio. La última tesis ta la integridad de la fe y la mediación del
afirma: «... la necesaria unidad de la fe y magisterio, provoca disgregación y quiebra
de la comunión no impide una diversidad la comunión eclesial.
de vocaciones y de preferencias personales
en la manera de abordar el misterio de Cris- 2. La cuestión del pluralismo
to y de vivirlo. La libertad del cristiano, lejos en Juan Pablo II
de implicar un pluralismo sin límites, exige Apenas iniciado su pontificado, Juan Pablo
un esfuerzo hacia la verdad objetiva total». II hablaba del «pluralismo ideológico» co-
La Exhortación apostólica Paterna cum mo la característica especial de nuestro tiem-
benevolentia revela una situación en la que po (Discurso a la Acción Católica Italiana,
el término «pluralismo» ha ido adquiriendo 30.XII.1978), un pluralismo que puede en-
un sentido peyorativo. Han surgido algunas trañar peligros para la vida cristiana (cf.
formas de disenso doctrinal que, ampara- 19.IV.1980): «La misma palabra “pluralis-
das en un pretendido pluralismo teológico, mo” comporta un peligro. En una sociedad
llevan a un relativismo dogmático reductis- que ama definirse como «pluralista» existe
ta respecto a la integridad de la fe. Se con- ciertamente una diversidad de creencias, de
sideran expresión de pluralismo posturas ideologías, de ideas filosóficas: pero reco-
doctrinales que rechazan el magisterio au- nocer esta pluralidad no me dispensa ni
téntico tanto del Romano Pontífice como de dispensa a ningún cristiano que se adhiera
la jerarquía episcopal. Ante esa situación al Evangelio de afirmar la base necesaria,
Pablo VI muestra su reconocimiento por el los principios indiscutibles que deben sos-
pluralismo de investigación y de pensa- tener toda acción que mire a construir una
miento que de forma variada explora y ex- sociedad capaz de responder a las exigencias
pone el dogma sin eliminar su significado del hombre» (Salvador da Bahía, Brasil,
objetivo; de un pluralismo así entendido bro- 6.VII.1980). El pluralismo se manifiesta en
tan expresiones ricas en la espiritualidad, todos los órdenes de la vida humana e im-
PLURALISMO 837
plica «el respeto de los otros y la renuncia a los hombres de todos los tiempos y cul-
a querer imponerse a los otros con la fuerza» turas. «El verdadero pluralismo no es nun-
(20.I.1979). Aplicado a la vida de la Iglesia, ca factor de división, sino elemento que con-
el término es empleado tanto en un sentido tribuye a la construcción de la unidad en la
peyorativo como positivo. En este caso, se comunión universal de la Iglesia» (Juan Pa-
va abandonando el uso del sustantivo solo blo II, 21.XII.1984). Este verdadero plura-
y se van adoptando progresivamente ex- lismo es fruto de la acción del Espíritu San-
presiones como «sano y legítimo pluralis- to en la Iglesia, que suscita diversidad de
mo», «pluralismo auténtico», etc. A los carismas y dones para el bien común: «El
miembros de la Pontificia Universidad Late- Espíritu asegura la unidad esencial en este
ranense, les recuerda que forma parte de la pluralismo, una unidad de fe, de esperanza
catolicidad «un sano y definido pluralismo y de caridad» (Juan Pablo II, 19.V.1990).
que salva siempre la unidad dogmática de Expresión de este pluralismo es, principal-
la fe» (16.II.1980). En sentido peyorativo, mente, la diversidad de tradiciones litúrgicas.
Juan Pablo II advierte del peligro que supo- «La diversidad litúrgica puede ser fuente de
ne para la evangelización invocar un plura- enriquecimiento, puede también provocar
lismo que se confunde con el relativismo: tensiones, incomprensiones recíprocas e in-
«... existen posiciones inaceptables sobre lo cluso cismas. En este campo es preciso que
que es la verdad, la libertad, la conciencia. Se la diversidad no perjudique a la unidad. Só-
llega incluso a justificar el disenso con el re- lo puede expresarse en la fidelidad a la fe
curso al pluralismo teológico, llevado a ve- común, a los signos sacramentales que la
ces hasta un relativismo que pone en peli- Iglesia ha recibido de Cristo, y a la comu-
gro la integridad de la fe» (12.X.1992). nión jerárquica. La adaptación a las cultu-
El abuso del término «pluralismo» lo ha ras exige una conversión del corazón, y, si es
convertido en un vocablo ambiguo, necesi- preciso, rupturas con hábitos ancestrales in-
tado de definición y matizaciones. Tras ese compatibles con la fe católica» (VQA 16
término se esconden a veces planteamien- [4.XII.1988]; CCE 1206). La necesidad de
tos que quiebran la unidad de la fe y la co- equilibrio entre pluralidad y unidad ya ha-
munión eclesial. Es sumamente significativo bía sido formulada en la Antigüedad. Ade-
a este respecto el que el Catecismo de la más del testimonio ya recordado de san
Iglesia Católica evite el sustantivo «plura- Agustín, resulta siempre aleccionadora la
lismo» y sus adjetivos correspondientes afirmación de san Gregorio Magno: «Una
(«plural», «pluralista»). Habla, sin embar- costumbre diversa no es obstáculo para la
go, de la «diversidad» de miembros en el única fe de la Santa Iglesia (in una fide nil
único Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia (cf. officit sanctae Ecclesiae consuetudo diver-
CCE 791, 806, 809): «... dentro de la co- sa)» (Epistola I, 41: CCL 140, 48).
munión eclesial, existen legítimamente las 2. En el ámbito teológico, el pluralismo
Iglesias particulares con sus propias tradi- tiene su fundamento en el misterio de Cris-
ciones». La gran riqueza de esta diversidad to, misterio de recapitulación universal (cf.
no se opone a la unidad de la Iglesia» (CCE Ef 2,11-22) que excede las posibilidades de
814). No todo pluralismo es legítimo. expresión de cualquier época. El pluralismo
es legítimo y auténtico cuando preserva la
III. CONCLUSIONES unidad de la fe. «La fe no es pluralista». Es
1. En la vida de la Iglesia, el pluralismo tie- en el seno de la Iglesia, verdadero sujeto
ne su fundamento en la catolicidad: su ca- del Credo, donde se da la unidad de teolo-
rácter universal se traduce en la capacidad gías neotestamentarias y la unidad de los
del único Evangelio de Cristo de congregar dogmas a través de la Iglesia. En conse-
838 PLURALISMO
Razón
muy marcados, que la presentan como algo pensar (cf. ibid., II, 3, 414 a 29-b 19). La
compacto e impermeable. Tal caracteriza- tradición de inspiración platónica que influi-
ción, que no supera el nivel de lo esquemá- rá en el filosofar agustiniano establece tres
tico, resulta demasiado simple y estática y facultades superiores del alma humana: me-
no permite comprender adecuadamente una moria, voluntad y entendimiento. La espe-
realidad que, por el contrario, es mucho más culación medieval inmediatamente poste-
dúctil y flexible y, por eso mismo, difícil de rior distingue dentro de la facultad intelec-
delimitar. tiva cuatro grados o niveles que Severino
Boecio jerarquiza, de inferior a superior, del
II. RAZÓN Y ENTENDIMIENTO siguiente modo: sentido, imaginación, ra-
Una primera dificultad que presenta todo zón, inteligencia. Cada uno de ellos incluye
intento de describir el significado de «ra- los inferiores y los expresa según su espe-
zón» es su condición de concepto primero y cífico modo de conocer (cf. La consolación
fundamental cuyo esclarecimiento no pue- de la filosofía, V, 4, 27ss.). Como se aprecia
de realizarse mediante conceptos previos. A a primera vista, esa gradación designa un
esta dificultad se añade el empleo de di- progresivo alejamiento y superación de lo
versos términos para referirse a ese con- sensible, que se compendia en dos grandes
cepto fundamental y el hecho de que esos niveles: el sensible (que incluye el sentido y
términos adoptan, según los casos, una am- la imaginación) y el inteligible (que com-
plitud y significado variable, que no siempre prende la razón y entendimiento). El lugar
es coincidente. Una muestra de ello es la que ocupa la razón en este esquema es cla-
distinción entre razón y entendimiento, que ve, en cuanto que sirve de enlace entre la
recorre la entera historia del pensamiento, esfera de lo sensible y la de lo inteligible.
sin que pueda hablarse de un acuerdo o Dentro de esta última categoría, la diferen-
consenso general entre los diversos auto- cia entre razón y entendimiento consiste
res. principalmente en que el entendimiento tie-
En el presente artículo se empleará el tér- ne que ver con lo divino y las últimas causas,
mino «razón» en un sentido general, que mientras que la razón se dirige al conoci-
abarca las dos acepciones principales a las miento de las realidades naturales y juzga
que se acaba de aludir. No se trata de una acerca de sus diferencias y propiedades. En
decisión arbitraria o precipitada, sino fun- último término, el entendimiento, para bue-
dada en el significado que se deduce del uso na parte de la tradición medieval, tiene un
de esos términos, que expresan ante todo carácter intuitivo, mientras que la razón es
un carácter complementario y participan de fundamentalmente discursiva y explicativa.
una identidad de fondo. Su proximidad y Como afirmará santo Tomás de Aquino (cf.
parentesco cobra especial relieve tanto en Cuestiones disputadas sobre la verdad, c.
la confrontación y comparación con otros 15, a. 1), razón y entendimiento se hallan en
conceptos, como en el establecimiento de una relación semejante a la que se da entre
agrupaciones y asociaciones de conceptos. el movimiento y el reposo, el principio y el
Así por ejemplo, Aristóteles reprocha a al- término, la generación y el ser. De manera
gunos de sus predecesores no haber distin- que no se trata de facultades o potencias
guido el pensamiento de las restantes fa- distintas, sino de actos diferentes de una
cultades del alma, especialmente la sensa- misma facultad.
ción (cf. Sobre el alma, III, 3, 427 a 19-29). Este breve recorrido por una parte de la
Él mismo, por su parte, diferencia tres ni- historia del pensamiento occidental permite
veles o planos entre las capacidades de los situar a la razón, en estrecha relación con
seres vivos, que son alimentarse, sentir y el entendimiento, en el ámbito del pensar
RAZÓN 841
IV. INTUICIÓN Y DISCURSIVIDAD EN LA ACTIVIDAD cir, en el hecho de que quien conoce es cons-
RACIONAL: SU DIMENSIÓN REFLEXIVA ciente de que conoce y eso otorga a su ac-
El proceso de la actividad de la razón, siem- tuar un horizonte al que son totalmente aje-
pre en la acepción amplia del término, re- nas las especies inferiores. Un ejemplo, de
fleja así un doble momento: uno intuitivo, profundo alcance antropológico, que ayuda
pero imperfecto y, por tanto, insuficiente, y a entender esta dimensión reflexiva, o au-
otro, complementario del anterior, de ca- torreflexiva, lo constituye el hecho de que
rácter discursivo, que es también una ma- el hombre es el único ser que sabe que va a
nifestación de imperfección, en cuanto que morir. Por eso, la muerte no es para él sim-
se corresponde a la limitada capacidad hu- plemente un acontecimiento natural que
mana, y que, según una expresión usual en constituye el término o punto final del pro-
la Edad Media, guarda cierta semejanza con ceso vital, ante el que reacciona defendién-
la actividad rumiante de algunos animales. dose mediante su instinto de conservación,
En este parsimonioso rumiar se ponen de sino que configura un contexto u horizonte
manifiesto las limitaciones de la razón, in- de sentido y proporciona un punto de vista
capaz de abarcar plenamente y de modo desde el cual debe enfocar su propia exis-
instantáneo la realidad que pretende cono- tencia como hombre. La dimensión auto-
cer y obligada, por su constitución misma, a rreflexiva y autoconsciente le proporciona,
progresar poco a poco y paso a paso, me- por tanto, la posibilidad de prever, de ade-
diante un proceso lento y no exento de obs- lantarse con el pensamiento a posibles es-
táculos y dificultades. cenarios o acontecimientos que le pueden
El «darse cuenta» como indicativo de la suceder, en definitiva, de no estar sujeto ex-
superioridad de la razón, al que se ha alu- clusivamente a la inmediatez e irreflexivi-
dido, expresa asimismo un carácter reflexi- dad de la percepción sensorial y a adoptar
vo, que no debe dejarse de lado si se de- una amplitud de visión que abarca su ente-
sea obtener una adecuada comprensión de ra existencia.
la actividad racional humana y de su singu-
laridad. Conocer no es una actividad instin- V. RAZÓN Y SENTIDO
tiva junto a otras, circunscrita a un deter- El concepto de sentido está indisociable-
minado ámbito del operar humano más o mente unido al de razón, y pone de relieve
menos autónomo e independiente. Se trata, algunos aspectos específicos de ella. En pri-
por el contrario, de un aspecto nuclear que mer lugar, apunta a su amplitud o univer-
no excluye la presencia de esa dimensión salidad, así como a su generalidad y elasti-
instintiva, pero que, a diferencia de ella, cidad, entendida como inespecialización o,
ejerce una clara supremacía, en cuanto que mejor aún, como la capacidad para afron-
ordena y dirige el actuar humano, que se tar las cuestiones complejas que rebasan el
muestra capaz de reprimir los instintos y de marco concreto y específico de un determi-
imponerse a ellos, así como de guiar y or- nado ámbito del saber y de la experiencia
ganizar su acción según principios. Éste es humana y que tienen que ver con el origen
un primer aspecto del carácter reflexivo de y el fin, el más allá y la propia tarea o co-
la razón, que subraya su índole mediata y metido que nos está reservada. Se trata de
su capacidad para gobernar las demás di- cuestiones verdaderamente centrales, do-
mensiones del hombre, poniéndolas a su tadas de un profundo contenido vital y exis-
servicio con vistas a un fin. Hay, sin em- tencial, antropológico: quiénes somos, de
bargo, otro significado de esa condición re- dónde venimos y adónde vamos; cuestión
flexiva que no pone el acento en su carácter esta última que en la Crítica de la razón pu-
mediato, sino en la autorreferencia, es de- ra formuló Immanuel Kant en estos térmi-
RAZÓN 843
nos: «... ¿qué me cabe esperar?» (A 805, ajeno que no se había captado o no se es-
B 833). Se aprecia de este modo un nuevo taba en condiciones de hacerlo. Esta inter-
aspecto de esa elevación característica de pretación «heterónoma» de la razón no la
la actividad racional, que no se atiene sola- rebaja ni menosprecia, sino que, por el con-
mente al aquí y ahora propios del orden sen- trario, la capacita para acceder, con sus ine-
sitivo, sino que trasluce una gran flexibili- vitables limitaciones constitutivas, a reali-
dad y plasticidad, además de una posibili- dades que, aun sin comprenderlas de modo
dad de anticipación, que son signo claro de exhaustivo y pleno, reconoce que son verdad
su mayor perfección. y le proporcionan un nuevo y superior hori-
zonte de comprensión, más adecuado y
VI. ALCANCE Y LÍMITE DE LA RAZÓN: completo.
HETERONOMÍA Y AUTONOMÍA 2. La trayectoria emprendida por los re-
Esa superioridad que la razón proporciona presentantes más destacados de la época
al hombre, y de la que éste es consciente, moderna supone un significativo giro en el
ha dado lugar a una doble actitud, repre- concepto de razón. Su actitud hacia ella es
sentada en dos modelos claramente dife- también positiva y optimista, pero se desa-
renciados que, en último término, muestran rrolla por otros derroteros y conduce a una
una diversa comprensión del origen de la autoafirmación del hombre, quien entiende
razón, así como de su alcance y sus límites. el poderío de la razón como un rasgo in-
1. El pensamiento de impronta cristiana, confundible de su autonomía, que acaba
que se desarrolla a lo largo de la época me- desembocando en una verdadera indepen-
dieval y que asimila y adapta la filosofía grie- dencia desligada de toda referencia a algo
ga, es consciente de que la racionalidad, superior: es la idea del hombre como me-
signo distintivo de la superioridad del hom- dida de todas las cosas y, en primer lugar, de
bre sobre el resto de la realidad creada, en- sí mismo. En esta sobrevaloración de la ra-
cuentra su última explicación y fundamento zón influyen de modo decisivo los progre-
en la trascendencia divina de la que proce- sos de la ciencia moderna y sus resultados,
de y a la que remite. El hecho mismo de po- que se hacen visibles en las nuevas posibi-
der remontarse hasta la realidad divina su- lidades que brinda la técnica. La razón se
perando el dato sensible inicial, de lo que entiende cada vez más y de modo casi ex-
ya da testimonio la tradición filosófica más clusivo como razón científica, en la medida
antigua, es una prueba de ello. La razón, en que considera la ciencia especialmen-
según este enfoque, no se erige como algo te las matemáticas y la física como mode-
autónomo, cerrado y autosuficiente, sino lo de saber riguroso, que produce resulta-
que se abre a lo que la supera y excede, y se dos controlables y comprobables. Frente a la
muestra así permeable a lo sobrenatural. razón científica, cualquier otro tipo de ra-
Se puede decir que, en una postura seme- zón queda relegado al nivel de lo opinable,
jante, el concepto de razón es al mismo que sólo puede ser objeto de fe o creencia,
tiempo consciente de su grandeza, pero entendidas como actitudes o principios de
también de sus límites y, en todo caso, no actuación inferiores, «no científicos». Se
resulta hipertrofiado ni reclama para sí un desarrolla así un proceso caracterizado por
carácter absoluto. La razón no es solamen- exigir al conocimiento «científico» un rigor y
te un «conocer» basado en el despliegue de exactitud cada vez mayores. El progresivo
su propia capacidad y en la puesta en mo- endurecimiento de esas condiciones, moti-
vimiento de los resortes que posee, sino vado por el avance mismo de la ciencia, que
también un «reconocer», entendido como va desechando hipótesis, así como de la téc-
la aceptación y escucha de un testimonio nica y de sus instrumentos de medición, tie-
844 RAZÓN
ne como consecuencia una significativa men- cepticismo si no es más bien una conse-
gua del ámbito de aplicación de la razón cuencia suya , reflejo claro de una descon-
científica: cada vez se cierra más el contor- fianza creciente en la capacidad de la razón
no de lo que puede ser objeto de un cono- para conocer la verdad. De este modo, se
cimiento «científico» y riguroso. En contra- acaba prescindiendo de la verdad como me-
partida a este movimiento de repliegue, se ta y tarea constitutiva de la filosofía, que
amplía proporcionalmente el espacio con- queda confinada en los estrechos márgenes
cedido al conocimiento que es susceptible del lenguaje y enredada en la madeja sin
de simple opinión, fe o creencia. Junto a es- fin de la serie de sucesivas interpretaciones.
to, se advierte una segunda consecuencia
consistente en que cada una de las ciencias VII. RAZÓN Y VIDA
acota un campo determinado de la realidad, El proceso que ha llevado a esta situación
sobre el que tiene competencia exclusiva y parte, por una parte, de una angostura en
al que aplica su propio método. La reduc- la comprensión de la razón que la separa y
ción de la razón a razón científica la despo- aísla de las demás dimensiones constituti-
ja de su originario alcance y pretensión uni- vas de la naturaleza humana y, por otra, de
versales, restringiéndola a razones particu- una excesiva asimilación al modelo de cono-
lares independientes entre sí y, lo que es cer de las ciencias positivas, que pasa por
más grave, desconectadas de la vida. alto la diversidad de aplicaciones de la ra-
La paradoja ante la que nos encontramos zón, es decir, su enorme plasticidad y capa-
puede formularse del siguiente modo: la cidad de adaptación. En el primer caso, se
confianza optimista en la razón lleva a una olvida que la razón constituye ante todo una
hipertrofia de ésta o más bien de un modo dimensión humana junto a otras, y que una
determinado de entenderla, a saber, como personalidad madura exige un desarrollo ar-
razón científica , que deja fuera aquellas mónico e integrado de todas ellas, que evite
verdades que exceden el ámbito de la ex- el predominio excesivo y hegemónico de una
periencia sensible. La Crítica de la razón pu- sola: ya sea la propia razón, la afectividad, la
ra de Kant proporciona el golpe de gracia a voluntad o la dimensión instintiva. En el se-
la posibilidad de la razón de superar los lí- gundo caso, no se tiene en cuenta que la ca-
mites de la experiencia sensible, posibilidad pacidad de la razón para trascender los ám-
que el pensador alemán declara ilegítima. bitos particulares a los que en cada caso se
Los severos requisitos que un concepto ri- aplica es posible merced a la unidad y con-
guroso y científico de razón reclama, exclu- sistencia que provienen de su arraigo en la
yen de su campo de acción un amplísimo constitución misma del ser personal y que le
conjunto de realidades y problemas, en su proporcionan una disposición para abrirse al
mayor parte relacionados con la dimensión todo de la realidad, de la que el hombre tam-
vital y existencial del ser humano, que son bién forma parte. Tal unidad no es rígida ni
los que a fin de cuentas resultan decisivos. monolítica como en cambio sí lo suele ser la
La razón, condicionada por el concepto de que procede de un ámbito metodológico par-
razón científica elevada a la categoría de ticular , sino que, por el contrario, se bene-
paradigma, queda así al margen de lo que ficia de la simbiosis o capacidad de integra-
conforma el marco de preocupaciones exis- ción de las diferentes facultades e instancias,
tenciales del hombre, su horizonte vital. En que es una cualidad característica del cons-
el fondo, esta progresiva limitación del al- titutivo personal del ser humano.
cance de la razón humana, que ya se apre- La pregunta del hombre por el sentido y
cia con claridad en el pensamiento de Da- significado de lo que le rodea, lo que le su-
vid Hume, conduce inevitablemente al es- pera y por sí mismo es decir, el sujeto, el
RAZÓN 845
mundo y Dios o, formulado de otra manera, miento de las cosas que tiene ante sí y a
el hombre, la naturaleza y el Absoluto , con- reflexionar y profundizar en él, es decir, tra-
tiene los tres grandes temas que conforman ta de reflejar como en un espejo (specu-
el ámbito de intereses del pensamiento mo- lum) la realidad. La razón práctica, por su
derno y, en general, del quehacer filosófico parte, apunta asimismo a la búsqueda y po-
de todos los tiempos. Si esto es así, si la fi- sesión de la verdad, pero con vistas a la ac-
losofía realmente tiene que ver con las cues- ción o praxis, orientada hacia ella y, por tan-
tiones vitales y existenciales que preocupan to, bajo el aspecto de bien. Posee, pues,
al hombre, y éstas han de ser iluminadas una clara impronta ética. La dimensión prác-
por la razón como instrumento idóneo pa- tica de la razón no puede prescindir de la
ra ello, parece claro que no puede tratarse teórica, pues en ella se funda, aunque pue-
de una razón que renuncie a plantearse esos de ocurrir que una excesiva orientación a la
interrogantes con el pretexto de que no son práctica adolezca de una escasa o precipi-
susceptibles de un conocimiento «científi- tada consideración de la dimensión especu-
co». En un caso semejante, la ciencia apa- lativa o teórica de la razón, con la conse-
rece enfrentada a la vida, o al menos aje- cuencia de que la decisión acerca de la ac-
na a ella, desencarnada y deshumanizada, ción a realizar resulte insuficientemente
y reducida a un conglomerado de aspectos fundada. También puede suceder que la con-
particulares. sideración meramente especulativa de la
realidad se imponga de tal modo que se im-
VIII. RAZÓN TEÓRICA Y RAZÓN PRÁCTICA pida o retrase, o sencillamente se evite, la
Un concepto amplio de razón, adecuado a aplicación práctica de la misma, aunque és-
las necesidades y a la estructura de la per- ta sea el fin u objetivo inicialmente perse-
sona, debe reflejar y ser capaz de expresar guido. En todo caso, la mutua vinculación
todas las dimensiones de ésta, sin ence- entre razón teórica y razón práctica permi-
rrarse en una sola categoría que excluya las te entenderlas como dos momentos de una
demás. En otras palabras, debe abarcar tan- misma facultad que no son disociables y que
to el ámbito teórico como el práctico. Con se articulan armónicamente.
estos dos adjetivos se suele designar los
dos principales tipos de razón, aunque es IX. RAZÓN Y CONFIANZA: LA CREENCIA COMO
preferible hablar de aspectos o dimensio- FUENTE DE CONOCIMIENTO
nes de la misma, precisamente para no con- La diversidad y amplitud de la razón, que
siderarlos dos modos autónomos e inde- explica las diversas dimensiones y modos
pendientes, como si de dos «razones» dife- que adopta de los que aquí sólo se han
rentes se tratara. Éste es un riesgo que mencionado algunos de los más relevan-
llevaría a establecer una inevitable hege- tes , se apoya en última instancia en la
monía de uno de los aspectos de la razón, complejidad y diversidad de la realidad mis-
con la consiguiente desestima del otro. La ma a la que la razón se enfrenta y trata de
razón, como se ha indicado, fundamenta su comprender. Tal realidad se presenta la ma-
unidad y consistencia en su radicación en la yoría de las veces como un confuso aglo-
persona y debe, por tanto, reflejar sus di- merado de conocimientos en los que se en-
versas dimensiones. tremezclan los obtenidos por el propio es-
Así pues, la razón teórica se relaciona de fuerzo de la razón con los que forman parte
modo prioritario con la dimensión especu- del patrimonio común de una determinada
lativa de la verdad, en un sentido que po- cultura, o incluso de la humanidad en su
demos denominar objetivo, en la medida en conjunto. En definitiva, la actividad racio-
que apunta sobre todo a adquirir el conoci- nal, aunque es propia de cada individuo sin-
846 RAZÓN
Reino de Dios
ciones (Sal 98,1-3.6), así como el triunfo fi- Torah. Está comprobado que este evange-
nal (cf. Sal 96,7-10) y el juicio universal (cf. lista trata de mostrar que con Jesús el Na-
Sal 98,4-9). Especial mención merece el Sal- zareno se cumplen las promesas de una nue-
mo 2 donde se presentan a todos los reyes va alianza, llega a su culminación el vaticinio
de la tierra en contra del Ungido de Yahwéh, hecho al rey David acerca de un Rey me-
que se ríe de ellos y entroniza sobre Sión a siánico y universal. Con razón se llama a la
su elegido que, con cetro de hierro, que- obra de san Mateo el Evangelio del Reino.
brantará a su enemigos (Sal 2,2.6.9). En torno a este tema se desarrollan los ca-
La literatura apocalíptica del Antiguo Tes- pítulos centrales de la vida pública de Jesús,
tamento describe la manifestación definitiva con especial atención a sus sermones sobre
de la realeza divina en términos de catás- el Reino. El primero es el sermón de la mon-
trofe cósmica. Así se habla de los diversos taña (Mt 5-7), llamado Carta magna del Rei-
fenómenos en la luna que enrojecerá y en el no pues desarrolla diversos aspectos pro-
sol que palidecerá (cf. Is 24,19-23). Tam- gramáticos del Reino. El enunciado de las
bién se refiere la restauración final con el bienaventuranzas nos da la clave para en-
triunfo de Yahwéh. Entonces habrá un ban- tender y aceptar el Reino. El segundo ser-
quete de vinos excelentes en el monte Sión, món corresponde al primer envío misione-
el Señor eliminará para siempre a la muer- ro para predicar el Reino, destacando el to-
te y limpiará las lágrimas (cf. Is 25,6-9). En tal abandono en las manos de Dios y el
Daniel es decisivo el pasaje del Hijo del hom- desinterés generoso del servicio apostólico.
bre que recibirá un reino eterno que se ex- El tercer sermón está en el enunciado de la
tenderá por toda la tierra (cf. Dn 7,14). Es parábolas de Reino, donde se habla del na-
cierto que las descripciones apocalípticas se cimiento del Reino, tras la buena siembra
entienden de ordinario de las terribles con- de la Palabra de Dios, y de la culminación
mociones cósmicas, pero no se puede olvi- del Reino cuando, como los pescadores en
dar la otra cara. sus redes, separen a los buenos de los im-
píos. Se destaca el valor supremo del Rei-
II. NUEVO TESTAMENTO. SINÓPTICOS no con la parábola del tesoro escondido, así
El Nuevo Testamento trata profusamente del como la parábola de la mostaza para ense-
Reino, en especial los evangelios sinópticos, ñar la humildad de los comienzos del Reino
cuyo contenido fundamental lo forma la pre- y su expansión final. El cuarto sermón, aun-
dicación de Jesús. De hecho el vocablo grie- que con perfiles menos precisos, habla del
go basiléia aparece ciento sesenta y dos ve- gobierno de la Iglesia y las llaves del Reino,
ces en todo el Nuevo Testamento, de las cua- entregadas al Colegio apostólico, presidido
les ciento dieciséis corresponden a los por Pedro. Finalmente tenemos los discur-
sinópticos. La noción del Reino de Dios pasa sos escatológicos, donde abundan los tintes
al Nuevo Testamento, pero con matizacio- apocalípticos con sus sombras y, conviene
nes nuevas y características propias, que no no olvidarlo, con sus luces iluminando el
rompen con el pasado sino que lo ennoble- triunfo final del Bien sobre el Mal. Se subra-
cen y culminan. Jesús enseñó que no vino a ya la proximidad del día del Señor, la llega-
derogar la Ley sino a cumplirla, podríamos da inminente del Reino.
decir a cumplimentarla y perfeccionarla. El Reino de Dios es en efecto el asunto
El Evangelio de san Mateo tiene un inte- central de la predicación y de la actividad
rés particular para el Reino de Dios, que él de Jesús de Nazaret. Jesús no sólo anuncia
llama Reino de los Cielos, evitando así pro- la llegada del Reino, sino que lo trae en su
nunciar, por respeto a sus destinatarios los persona, sus obras y sus palabras. Los dos
judíos, el nombre de Dios tal como manda la centros de la predicación de Jesús son pre-
850 REINO DE DIOS
nunca conseguirán reflejar plenamente el Reino no puede comenzar. Sin futuro esca-
alcance y las implicaciones de la predica- tológico y plenificador, no podría hablarse
ción y la mente de Jesús acerca de ese mis- del Reino como realidad misteriosa que so-
terio. Se ha hablado del reino político, el lamente Dios es capaz de consumar.
reino ya totalmente realizado en la acción Ciertas parábolas de crecimiento impli-
cristiana, el reino apocalíptico, el reino can además que el Reino crece y avanza en
atemporal y puramente interno, etc. Son el mundo y en los corazones de los hom-
todas ellas interpretaciones y visiones de- bres a partir de pequeños y en apariencia
ficientes. Se pueden, sin embargo, esta- insignificantes comienzos. El Reino crece en
blecer puntos válidos para entender de mo- el mundo porque crece primero en las men-
do suficiente el sentido del Reino predicado tes y corazones dóciles a la predicación de
y actuado por Jesús, aunque no podamos Jesús. No son dos crecimientos distintos o
agotarlo. paralelos, sino el mismo crecimiento miste-
Que el Reino llega con Jesús y con el des- rioso, que es fruto de la gracia y de la li-
pliegue de su irresistible poder divino, lo in- bertad humana. Es crecimiento interior y si-
dica el desalojo efectivo de Satanás, que lencioso, pero cambia el clima espiritual y
hasta ese momento se hallaba en posesión exterior del mundo y de la sociedad de los
de la tierra, de las mentes y de las volun- hombres.
tades de los hombres. El Reino se origina por la predicación y
Por eso los milagros de los evangelios si- la acción de Jesús, pero toma forma en el
nópticos, que son de distinta naturaleza a mundo a través de las obras y sentimien-
los milagros narrados en el Evangelio de san tos de los hombres buenos. Los ecos de las
Juan, consisten principalmente en expul- palabras nuevas de Jesús resuenan siem-
siones de demonios. La actividad poderosa pre en la tierra y en las obras de los cristia-
de Jesús exorcista, indica que ha entrado nos, y el Reino contiene por ello una di-
en el mundo alguien que es más poderoso mensión externa. Pero su presencia y cre-
que Satanás. «Los demonios se nos some- cimiento interior en la conciencia de los
ten en tu nombre» (Lc 10,17), exclaman creyentes, permiten y exigen atribuirle tam-
asombrados los discípulos de Jesús, que han bién una dimensión de interioridad. «El Rei-
recibido del Maestro su mismo poder. «Si no de Dios no llega con signos visibles, ni
arrojo demonios por el Espíritu de Dios di- dirán helo ahí o allí; porque el Reino está
ce Jesús es que el Reino de Dios ha llega- dentro de vosotros» (Lc 17,20). Dice Jesús:
do a vosotros» (Mt 12,28). «... lo que sale de la boca viene de dentro
El Reino de Dios se halla, por tanto, pre- del corazón, y eso es lo que hace impuro al
sente en el mundo desde que Jesús co- hombre. Porque de dentro del corazón salen
mienza su actividad pública. No es un rei- las intenciones malas, los asesinatos, los
no temporal: «Mi reino no es de este mun- adulterios, las fornicaciones, los robos, fal-
do» (Jn 18,36). Pero existe ya en la tierra sos testimonios e injurias. Eso es lo que ha-
como realidad espiritual incoada, que es ce impuro al hombre» (Mt 15,18-20). De
también semilla y primicia de la plenitud fu- modo paralelo y creativo el Reino nace tam-
tura. Esto viene indicado, entre otras cosas, bién en el corazón de los hombres y se di-
por las parábolas del Reino. «El Reino de funde y toma cuerpo visible en la tierra a
Dios es semejante a la levadura» (Mt 13,33). través de la presencia y la acción de los
Estas parábolas sugieren una realidad pre- hombres y mujeres pacíficos, veraces, jus-
sente que se proyecta hacia el futuro. Pre- tos, compasivos. Ellos actúan y realizan en
sente y futuro hacen falta para que pueda sus vidas los valores del Reino, que se hallan
hablarse del Reino. Sin presente terreno el dotados de una fuerza expansiva propia y
852 REINO DE DIOS
que no son los valores mundanos, en los con deseo sincero de cambiar sus vidas pue-
que impera la injusticia, la violencia, la men- den reconocer. Nicodemo dice a Jesús:
tira, el orgullo, el afán de poder y de dinero, «Rabbí, sabemos que has venido de Dios
la impureza y la crueldad. como maestro, porque nadie puede realizar
El mundo ajeno a Dios puede apreciar las obras que tú haces si Dios no está con
ocasional y superficialmente los valores del él» (Jn 3,2). Jesús advierte disposiciones
Reino, pero padece de una tendencia irre- parecidas en un escriba, al que dice: «... no
mediable a reducirlos, deformarlos y adap- estás lejos del Reino de Dios» (Mc 12,34).
tarlos a sus intereses puramente terrenos. Buscar y lograr el Reino exige aceptar
Hay en último término una tensión a ve- riesgos en este mundo, como hace el hom-
ces oposición irreductible entre mundo y bre que encuentra un tesoro escondido o el
Reino de Dios. Aunque el Maligno esté ya mercader que busca perlas finas. Ambos
vencido y juzgado (cf. Jn 16,11), sigue sien- venden cuanto tienen para comprar lo que
do el príncipe de este mundo hasta la Pa- más les merece la pena (cf. Mt 13,44-45).
rusía. Por eso los condicionamientos temporales
Los valores y la dinámica espiritual del crean obstáculos en el camino hacia el Rei-
Reino se expresan de modo paradójico y no. «Difícil es proclama Jesús que los que
sorprendente en las bienaventuranzas (cf. tienen riquezas entren en el Reino de Dios»
Mt 5,1-12). «Bienaventurados sois los po- (Mc 10,23). Es necesario, por lo tanto, prac-
bres porque vuestro es el Reino de Dios» ticar la renuncia interior y exterior, y hacer-
(Mt 5,4; 6,20). Las bienaventuranzas son se violencia a sí mismo para ser heredero
una forma de instrucción sapiencial que sue- del Reino (cf. Mt 11,12). No se tienen de-
le reforzar las normas y valores sociales rechos preestablecidos o adquiridos sobre
aceptados. Pero Mateo enuncia en realidad el Reino. Éste es un don inmerecido de Dios,
unas anti-bienaventuranzas, que subvier- reservado para los hombres que son bue-
ten los criterios y convenciones sobre la po- nos a los ojos divinos. «Os digo que se os
breza y las riquezas, y otros aspectos de la quitará el Reino de Dios para dárselo a un
existencia humana. pueblo que rinda sus frutos» (Mt 21,43).
El mensaje del Reino contiene exigencias Ocurre entonces que «los últimos serán los
éticas. Es un anuncio divino dirigido a justos primeros, y los primeros serán los últimos»
y pecadores. Es mensaje para justos, que (Mc 10,31).
lo son por su humildad y su confianza in- En la oración del Padrenuestro, el cris-
quebrantable en Dios y que no se creen me- tiano ruega a Dios: «Venga tu Reino» (Mt
jores que los demás. Es también un men- 6,10; Luc 11,2). No se trata de una petición
saje para quienes se reconocen pecadores y puramente escatológica que contemple só-
no quieren seguir siéndolo. «El publicano se lo un tiempo futuro. Tal deseo es sin duda
mantenía a distancia y no se atrevía a le- parte de la oración. Pero el creyente pide
vantar los ojos al cielo, sino que se golpea- también a Dios que el Reino se abra paso y
ba el pecho, diciendo: “Oh Dios, ten com- avance en los corazones de los hombres,
pasión de mí, que soy pecador”» (Lc 18,13). cuya libertad mal usada podría obstaculizar
Los publicanos y meretrices aceptaron y retrasar su progreso en el mundo. La li-
las palabras de Juan el Bautista y estuvieron bertad humana actúa con la gracia y bajo
en condiciones de reconocer el Reino que la gracia. Sólo la gracia divina puede en-
se les anunciaba. «Convertíos, porque el tonces hacer que el Reino se plenifique en el
Reino de los Cielos está cerca» (Mt 4,17). más allá, y sólo la gracia puede hacerlo flo-
El Reino viene acompañado por señales que recer en la tierra a través de los amigos de
los hombres y mujeres de recta intención y Dios.
REINO DE DIOS 853
te vinculada al Reino. En ella están presen- nado, en cuanto que la realeza de Cristo no
tes los que ha sido llamados de Oriente y es aún reconocida por todos pero será uni-
Occidente, del Mediodía y del Septentrión, versal cuando el designio divino sea lleva-
para sentarse a la mesa con Abrahán, Isaac do «a cabo en la plenitud de los tiempos:
y Jacob en el Reino de los Cielos (Mt 8,11). recapitular en Cristo todas las cosas, las de
Se cumple la promesa de que en Abrahán los cielos y las de la tierra» (Ef 1, 10). Por
serían bendecidas todas las razas de la tie- tanto, el Reino de Dios no es todavía Rei-
rra (Gn 12,3). Esta promesa se anticipa de nado de Dios, porque hay quienes no reco-
modo parcial en el presente de la Iglesia, y nocen la soberanía divina, o porque no la
se realizará plenamente al fin de la historia, conocen, o porque no la aceptan. En ese
cuando tras la séptima trompeta se oiga el sentido dice el papa Francisco: «… ser Igle-
clamor de que ha llegado el reinado de nues- sia, ser pueblo de Dios, de acuerdo con el
tro Señor y de su Cristo y reinará por los si- gran proyecto de amor del Padre, quiere de-
glos de los siglos (Ap 11,15). cir ser el fermento de Dios en nuestra hu-
Al final del Apocalipsis se advierte que el manidad, quiere decir proclamar y llevar la
tiempo de la culminación está cerca (Ap salvación de Dios en este nuestro mundo,
22,10.12). Se despierta así el anhelo por la que a menudo se pierde, necesitado de te-
vuelta triunfante del Señor, al tiempo que se ner respuestas que alienten, que den espe-
fortalece en la prueba que, en definitiva, ter- ranza, dando nueva fuerza en el camino»
minará pronto. No obstante, el retorno siem- (ibidem). En la misma Homilía de Santa
pre se hace demasiado largo para quien an- Marta se preguntaba: «¿Cuál es el fin de es-
sía estar con el amado. Por eso el Espíritu y te pueblo? El fin es el Reino de Dios, que se
la Esposa dicen «ven», y se recomienda que inició en la tierra por Dios mismo, y que de-
quien lo oiga exclame también «¡ven!». La be ampliarse hasta el cumplimiento, cuando
celebración eucarística recoge el mensaje se manifestará Cristo, nuestra vida (cf. LG
del Apocalipsis y responde tras la consagra- 9). El objetivo es, pues, la plena comunión
ción y la elevación: «Anunciamos tu muerte, con el Señor, la familiaridad con el Señor,
proclamamos tu resurrección. Ven Señor Je- entrar en su misma vida divina, donde vi-
sús». Desde lo más profundo del misterio de viremos la alegría de su amor sin medida,
la fe, resuena la contestación de Jesús: «Sí, una alegría completa».
vengo pronto» (Ap 22,20).
El papa Francisco habla, sin duda del Rei- Bibliografía
J. BONSIRVEN, Le Regne de Dieu, Paris 1957. A.
no de Dios, pero sobre todo habla de la Igle-
GARCÍA-MORENO, Pueblo, Iglesia y Reino de Dios,
sia que, según LG 45, «constituye en la tie-
Madrid 2003. M. RODRÍGUEZ RUIZ, «El reino de Dios
rra el germen y el principio de ese Reino»
anunciado por Jesús de Nazaret y presente en su
(Homilia 6-6-2013). Dice también que el ca- persona y su obra, atestiguado por la Iglesia, ins-
mino para avanzar en el Reino «es un ca- trumento del Dios trinitario», Estudios Trinitarios,
mino de lealtad que se asemeja al amor con- 43 (2009) 49-111. R. SCHNACKENBURG, Reino y Rei-
yugal» (ibidem). nado de Dios, Madrid 1967. U. VANNI, Lectura del
Podemos decir que la Iglesia es el Reino Apocalipsis. Hermenéutica, exégesis, teología,
en marcha. Sin embargo, la Iglesia es ya el Estella 2004.
Reinado de Dios, aunque todavía no culmi- A. García-Moreno
RELIGIÓN 855
Religión
nos de un tránsito que implica un proceso temente buena en el ámbito moral («sum-
de muerte y renacimiento, así como los mum bonum»); d) en el campo operativo
acontecimientos de mutación religiosa, la apunta a un ser sumamente eficaz en el or-
conversión y la iluminación, hacen referen- den de la salvación («salvator optime»); e)
cia a una ruptura entre dos ámbitos de re- no se agota en su carácter de «oculto», ya
alidad: en el ámbito de lo sagrado se es y que es una realidad activa y se muestra en
se vive de un modo heterogéneo con res- las religiones en «acontecimientos de reve-
pecto al ámbito de lo ordinario (profano). lación», y tampoco basta declararlo «des-
El hombre religioso siente también, con di- conocido», como la parte aún oscura o in-
versas intensidades, la presencia del tabú explorada de la realidad ordinaria, sino que
y de la sacralidad en realidades prohibidas y es diferente de lo conocido y también de lo
separadas que no deben profanarse: la ma- desconocido; f) no está a disposición del
jestad de que se reviste lo sagrado presen- hombre, no es objeto de su voluntad; g) se
te en ellas aborrece el ser contaminada con muestra como «superior», pero en sentido
lo que es impuro e indigno de su santidad. absoluto, es decir, «supremo» (J. Martín Ve-
Lo numinoso que está instalado en el nú- lasco, Introducción, cit., 126-135).
cleo de lo sagrado ha recibido diversos nom- La simbólica de las religiones evoca la
bres por parte de los analistas del hecho re- trascendencia del misterio con referentes
ligioso: maná, tabú, fetiche, potencia, que se que apuntan a lo inasible, bien tomados de
revelan insuficientes; Dios dejaría fuera las la naturaleza (cielo, rayo, trueno, terremo-
formas religiosas no claramente teístas; lo to, etc.), o bien la desaparición o extinción
divino, lo sagrado, lo santo, lo numinoso, lo de lo humano inconsistente ante su reali-
místico y el misterio, son las formas prefe- dad sólida y prepotente, como es el caso de
ridas por los investigadores para designar las religiones orientales, o bien mediante su
esta realidad (J.L. Sánchez Nogales, Filoso- representación con un carácter de «unici-
fía y fenomenología de la religión, 319-385). dad» personal radicalmente heterogénea
Está bien aceptado en el ámbito latino el con respecto a todo lo mundano, como ha-
término Misterio, cuyo concepto es el de una cen los monoteísmos proféticos. La tras-
realidad totalmente otra en relación con to- cendencia inaccesible del misterio requiere
do lo mundano, absolutamente superior al el nacimiento de «mediaciones objetivas»
hombre en su ser, su valor y su dignidad, que hagan de puente entre su inobjetividad
que le concierne incondicionalmente y exige y la necesidad que induce la corporalidad
de él una respuesta activa y personal (J. humana de cierta «exterioridad objetiva»
Martín Velasco, Introducción, cit., 122-126). para entablar una relación.
El atributo que el hombre religioso per- A estas mediaciones objetivas se les da el
cibe con más fuerza de ese misterio que fo- nombre de «hierofanías». Existen en todas
caliza su experiencia y su actitud religiosa las religiones como conjunto de realidades
es la «trascendencia». Siete facetas lo deli- mundanas que hacen posible la presencia
mitan: a) en el orden gnoseológico significa del misterio para el hombre y permiten a
que no es resoluble en el puro «ser perci- éste remitirse al misterio que está más allá
bido», sino que desborda radicalmente la de la realidad empírica que sirve de sopor-
capacidad cognoscitiva del hombre («ens te a la hierofanía. Según dicha naturaleza
realissimum»); b) en el plano ontológico in- empírica se clasifican en naturales (un río
dica una realidad totalmente otra en el orden sagrado, una montaña, etc.), históricas (el
del ser, no homologable con realidad mun- éxodo del pueblo judío, los diversos hitos
dana alguna («totaliter aliud»); c) en el or- de una historia sagrada) y personales (pro-
den axiológico refiere una realidad eminen- fetas, sacerdotes, fundadores, etc.). El mis-
858 RELIGIÓN
terioridad objetiva para la relación, provo- tido, testigo de la resistencia a reducir el co-
ca el surgimiento de una antinomia que só- nocimiento a lo racional-conceptual y feda-
lo se puede resolver en el brotar de una es- tario del fracaso de este ante las cuestiones
tructura simbólica mediante una doble «pro- radicales de la existencia, como son el pro-
yección» que hace posible que confluyan la blema del sentido de la vida, el mal, el amor,
presencia inobjetivable del misterio y la re- el dolor, la muerte, la felicidad, la plenitud.
lación transobjetiva del hombre con él. El Revela un exceso de sentido que remite a
símbolo ostenta un carácter de realidad un fondo de riqueza inagotable, intuido, no
abierta, rota, que da acceso a una presen- controlado y no asumible por el lenguaje.
cia que está, en sí misma, más allá de su En este caso, el símbolo remite a algo exte-
realidad empírico-objetiva. Su función es rior, numinoso, irreductible. Según Ricoeur,
presencializar-evocar el misterio ante el el exceso de sentido del símbolo religioso
hombre y remitir a éste hacia él. nunca pasa totalmente al lenguaje ni a la in-
El logos simbólico es el alma o núcleo vi- terpretación, pues nos «hunde en la som-
tal de las mediaciones hierofánicas y expre- breada experiencia de lo que es poderoso»
siones de la religión, el único capaz de ha- (P. Ricoeur, Teoría de la Interpretación, 81-
cerse cargo de la «presencia ausente» que 82). El símbolo es el lenguaje privilegiado
rehúsa una comparecencia fenoménica asi- de la religión, posibilita la experiencia reli-
ble. La mediación simbólica remite hacia lo giosa y es el alma de sus expresiones.
hermético y misterioso y, finalmente, «su- Las expresiones llamadas «racionales»
tura» o aúna ambos cercos u horizontes, el arraigan en la racionalidad humana y se
hermético y el fenoménico. El término agrupan bajo dos nombres nucleares: mito
«symbolon» significa la correspondencia per- y doctrina religiosa. El mito no tiene como fi-
fecta entre dos mitades mutuamente au- nalidad «explicar» sino «expresar» la expe-
sentes. Cada una de ellas, en su fragmen- riencia fundamental del hombre de sentir-
tariedad o ruptura, hacía presente, en la au- se últimamente radicado y fundado en lo
sencia, a la otra. En el ámbito religioso la eminentemente real, saturado de ser y ple-
estructura simbólica es la que hace posible la no de potencia que es lo sagrado y el mis-
presencia de lo eterno en lo temporal y re- terio. El hombre religioso percibe que su
mite desde lo temporal a lo eterno. El «ob- comprensión de lo sagrado es susceptible
jeto» al que remite el símbolo es una reali- de profundización. Es el origen de la doctri-
dad no sensible, misteriosa, que requiere un na religiosa y el dogma como expresiones
«salto de planos». Ostenta dimensiones di- más abstractas y elaboradas que el mito.
námicas, activas y vitales no reductibles al «confesiones de fe», «doxologías litúrgicas»,
plano meramente nocional o funcional. Ma- «símbolos de la fe», «dogmas» o «verda-
nifiesta connaturalidad con lo simbolizado des de la fe», expresan una experiencia re-
de tal modo que se puede decir que el sím- ligiosa mucho más racionalmente elabora-
bolo vive de su afinidad con lo que sugiere. da y afinada. El proceso de maduración de
Puede ser expresión de un dolor metafísico las expresiones racionales de la fe cristaliza
y existencial, de un querer y no poder al- en lo que se puede llamar genéricamente
canzar lo sugerido. En el símbolo religioso, la «escritura sagrada», la cual se convierte en
racionalidad entra en una dimensión que paradigma y modelo de la fe y en norma
apela a un uso de la razón más allá del con- definitiva del resto de las posibles expre-
cepto instrumental y funcional (J.M. Mardo- siones de la actitud religiosa.
nes, La vida del símbolo, 89-125). El sím- «Expresiones de acción» son el culto, el
bolo testimonia el fracaso del pensamiento rito y la ética. La raíz en donde prenden es-
conceptual en «los límites». Es, en este sen- tas expresiones es la dimensión corporal del
860 RELIGIÓN
ser humano, que lo instala en el espacio y el ciados, teniendo una base psicológica co-
tiempo, en el mundo y en la historia, com- mún y siendo las dos más potentes expre-
partidos por la entera comunidad humana, siones de la religión. No son dos realidades
y en este caso, como mínimo, de modo di- artificialmente relacionadas sino una sola
ferenciado por cada una de las comunida- realidad observada desde dos puntos de vis-
des religiosas de la humanidad. El culto po- ta. Otros autores hablan del rito como gran-
dría definirse como la concreción en el es- des conglomerados de mitos-símbolos. To-
pacio y en el tiempo de la relación con el do contenido mítico encuentra su expresión
misterio, lo que implica de lleno la corpora- ritual en el culto. El rito es, pues, una «ac-
lidad humana. El hombre reacciona ante lo ción simbólica» que en el culto viene com-
sagrado con todo su ser. Históricamente, plementada y explicitada por la palabra sim-
además, hay un lazo de unión entre culto y bólica contenida en el mito. En la exposi-
religión. ción de los actos religiosos habrá ocasión
En el culto religioso ambos factores, el de profundizar en uno de los ritos más im-
espacio y el tiempo, se entretejen. El hom- portantes que forman parte del patrimonio
bre religioso vive su relación religiosa in- de las tradiciones religiosas y que constitu-
serto en un ubi, un «aquí». El lugar-«aquí» ye uno de los actos religiosos constantes:
en donde se agudiza y densifica su relación el sacrificio. Junto a la acción cultual se per-
con el misterio deviene un «lugar sagrado» fila otra expresión constante de la religión
que proporciona un «orden» a partir del cual en el nivel de la acción: la ética. Ésta es fun-
orientarse en lo que, de otro modo, abso- damentalmente un servicio del hombre a la
lutamente falto de orientación, sería un caos, divinidad, aunque el objeto directo de dicho
un desorden constituido e imposible de or- servicio sea la propia persona, las otras per-
ganizar. Asimismo, la dimensión corporal sonas, la sociedad o la naturaleza. Desde la
humana impone tener que vivir la relación historia de las religiones se puede afirmar
religiosa en un quando, un «ahora». El tiem- en contra de la moderna separación entre
po «ahora» en el que se intensifica la rela- ética y religión que la relación del hombre
ción del hombre con el misterio-divinidad con el misterio está siempre ligada a un sen-
deviene un «tiempo sagrado» que propor- tido de obligación moral. No son pocos los
ciona una «firmeza» a lo que, de otro modo, analistas que sostienen que una ética sin
sería un fluir impermanente del tiempo. El alma religiosa en su hondura no arraiga con
origen último del templo (lugar sagrado) y fuerza en el espíritu humano. Y que inclu-
de la fiesta (tiempo sagrado), se encuentra so las éticas llamadas «laicas» si echan ra-
en esta instalación corporal del hombre re- íces en el alma humana lo hacen porque en-
ligioso en el espacio y en el tiempo. El or- cuentran en ella un «suelo indemne» en el
den y la firmeza que el hombre religioso en- que alienta lo sacro. Cada tradición religio-
cuentra en el culto son un reflejo de la iden- sa ostenta un «estilo ético» o «modo mo-
tidad del misterio omnipresente y eterno. ral» específico. Es lo que se conoce como el
Es este reflejo el que le posibilita organizar ethos de una religión. La atención y obe-
su vida en el espacio-tiempo. Al abordar el diencia a la divinidad y el respeto al seme-
culto religioso, hay que aludir al «rito», por jante pueden ser considerados como un pa-
un doble motivo: porque está muy imbrica- trimonio ético común a las diversas tradi-
do con el mito, y porque ambos forman par- ciones religiosas de la humanidad.
te del culto como conjunto de la vida ritual Las «expresiones del sentimiento-emo-
de una religión. ción» son el clima religioso y arte religioso.
Los analistas de la religión destacan el La raíz de estas expresiones es la dimensión
hecho de que mito y rito tienden a ir aso- humana de la psicoafectividad, constitu-
RELIGIÓN 861
yendo, estas expresiones, el «eco» del im- etc. La experiencia religiosa es primeramente
pacto del encuentro con el misterio en di- comunitaria, pero tiende a agudizarse en al-
cha dimensión de la personalidad. Se llama gunos sujetos que se constituyen en mode-
clima religioso a la atmósfera específica que los que posibilitan un proceso de personali-
envuelve a las demás manifestaciones reli- zación en el que cada individuo está siempre
giosas. Dos son los elementos esenciales en conexión con el grupo religioso. Las per-
que componen ese clima, en analogía con sonas vienen a la fe religiosa por mediación
los principales componentes del aire at- de la comunidad y en su seno dicha fe se
mosférico: en primer lugar se destaca la cen- va personalizando.
tralidad del misterio, pues la atención del La dimensión comunitaria de la religión
ánimo religioso está «recogida» y dirigida a es inerradicable porque el hombre es un ser
su presencia en la manifestación de sus me- intrínsecamente social. En un nivel específico
diaciones, y a salvo de la dispersión en que el «yo» se constituye en la comunidad. En el
ésta se prodiga en los tiempos «profanos»; orden operativo los fines se alcanzan en la
y una tonalidad emocional intensa, embar- colaboración interhumana. Y en el aspecto
gante, que propicia el entusiasmo religioso axiológico toda realización humana está so-
como eco de la presencia cercana de un «es- cialmente condicionada. La correlación hecho
píritu» superior que induce en el ánimo la religioso-sociedad es un dato constante ba-
inclinación al timor (respeto religioso), la de- jo formas diferentes. La religión nunca se
votio (absoluta confianza) y la pietas (amor). ha resuelto en un asunto meramente priva-
El arte religioso podría perfilarse como la do, sino que se densifica en estructuras co-
objetivación plástico-estética de la expe- munitarias que interactúan con otras di-
riencia religiosa. Como expresión corporal mensiones de la sociedad. La disposición re-
brota en todas las religiones. Arte y religión ligiosa se despierta en el interior de la
se corresponden, se enfrentan a veces y se comunidad. Asimismo, no es ocasional que
entremezclan, de suerte que resulta difícil la pietas hacia la divinidad lleve consigo el
disociarlos en sus orígenes e imaginar que sentimiento de fraternidad y comunión con
en algún momento hayan podido existir ais- los semejantes. La unidad fundamental en la
lados. Hacer la historia del arte conduce in- experiencia del misterio, realizada en la co-
evitablemente a hablar de los mitos, los ri- munidad, proporciona asimismo los crite-
tos y la religión. Si no existiera el arte reli- rios de cohesión y de coherencia, de adhe-
gioso y el arte en dialéctica con la religión, sión y de pertenencia, poniendo de relieve la
el patrimonio artístico y cultural de la hu- identidad religiosa común y situando la ex-
manidad se vería mermado cualitativa y periencia fundante a salvo de subjetivismos
cuantitativamente en un porcentaje subs- que la adulterarían y disolverían. El culto
tancial, hasta el punto de ubicar el resto de comunitario instituye a la comunidad en
expresiones artísticas en una posición poco «una voz y un corazón», en donde quedan
significativa. superadas las posibles diferencias en otras
Las «expresiones institucionales» hun- expresiones. De hecho, las escisiones reli-
den sus raíces en la sociabilidad humana, giosas se solidifican cuando cristalizan en
la tendencia del hombre por su natural cons- formas cultuales incompatibles entre sí.
titución a vivir en comunidad y a objetivar c) Los actos religiosos concretan la acti-
esta convivencia en magnitudes sociales do- tud religiosa en el espacio (aquí) o en el
tadas de sus propias normas que estable- tiempo (ahora). Cualquier acción relaciona-
cen relaciones de diverso signo con otras da con la vida humana puede constituirse
organizaciones sociales basadas en otros ti- en la base de un acto religioso. Pero hay
pos de motivación: familia, etnia, estado, dos que son reconocidos en el análisis de
862 RELIGIÓN
las religiones como «constantes» de la vi- greso ético que acompaña el desarrollo de
da religiosa: la oración y el sacrificio. De la la historia de las religiones, ha ido exigien-
oración ya decía santo Tomás que es «la do el destierro de formas sacrificiales que
principal entre los actos de la religión» y hieren la sensibilidad ética de una religiosi-
que «sobresale por encima de los demás dad en camino de purificación y perfeccio-
actos de la religión» (S.Th., II-II 83,30), namiento, aunque la racionalidad instru-
afirmación que han corroborado las gran- mental se rebelará siempre ante la idea de
des personalidades de las diversas tradicio- que en la historia de las relaciones del hom-
nes religiosas y confirmado las actuales cien- bre con la divinidad, el instante de la muer-
cias de la religión. Entendemos por oración te pueda ser transformado en acontecimiento
el acto de situarse en presencia del misterio salvífico y en el momento en que aquél pue-
divino y entablar algún tipo de relación con de realizar su propia opción irrevocable e in-
él: mental, oral, gestual, de silencio, en so- condicionada por el misterio divino.
ledad, en comunidad, privada o pública-
mente, etc. La oración auténtica no preten- 3. El polo relacional: formas o
de ni «obligar» al misterio ni desentrañarlo configuraciones histórico-empíricas
racionalmente. La actitud del sujeto religio- de la religión
so orante es comunicarse vivamente con él A la hora de hacer una tipología de las for-
en transparencia, suplicándole (petición), mas religiosas hay que tener en cuenta el
dándole gracias (alabanza) o contemplán- criterio para establecer los taxones. Una ti-
dolo con «temor y piedad» (meditativa-con- pología fenomenológica aceptada es la que
templativa). La oración establece una rela- usa como criterio la «configuración» del mis-
ción asimétrica que parte del sentimiento terio, limitándose a las «familias» religiosas
de «creaturalidad», del reconocimiento de más sobresalientes. Así se pueden descri-
la absoluta indisponibilidad del misterio y bir seis formas o tipos (J.L. Sánchez Noga-
de su soberanía incondicionada sobre la to- les, Filosofía, cit., 469-580).
talidad de la realidad. a) Las llamadas religiones tradicionales.
El sacrificio, a su vez, entabla la relación Perviven hoy en pueblos de Asia, América,
religiosa densificando la mediación objetiva África y Oceanía y su núcleo está constituido
en una «víctima» que hace de «puente» en- por la creencia en un Dios supremo creador,
tre ambos polos de la relación creando un en los espíritus y en las almas de los ante-
«vínculo» (G. Widengren, Fenomenología de pasados; sus expresiones rituales cristalizan
la religión, 257). La víctima representa al en prácticas y costumbres en la familia, el
oferente del sacrificio. Tres son las dimen- clan y la tribu, en estrecha vinculación con la
siones intencionales de todo sacrificio: la vo- naturaleza, todo lo cual es transmitido a tra-
luntad de autodonación a la divinidad, la vés de tradiciones orales. Estas religiones
conciencia de la distancia que separa de ella permanecen ligadas a un particular ambien-
y la aspiración a la cercanía y unión con ella. te étnico, geográfico y sociocultural, muy in-
Una tipología clásica del sacrificio se basa fluido por el sentido de lo espiritual sobre-
en la identificación de la intentio dominante: natural. El núcleo numinoso de estas reli-
sacrificio de ofrecimiento de dones, de ex- giones ha sido caracterizado diversamente
piación o de comunión. El sacrificio anuncia en los análisis: Dios altísimo, Dios vivo, Ser
la sumisión al misterio con la ofrenda in- supremo, Dios, Ser celeste, Dios celeste,
condicionada e irrevocable de la víctima, cu- gran Dios. En las religiones mismas recibe
ya inmolación expresa la perfecta donación nombres muy diversos, sean comunes gran
que excluye cualquier posibilidad de retor- Jefe, gran Amo, Padre, etc. , o propios. Aun-
no de aquella al servicio del hombre. El pro- que, a veces, el sentido de su transcenden-
RELIGIÓN 863
cia evita el nombre mismo, designándose Las teologías politeístas tienden a reunir
con un giro, «El allí arriba», por ejemplo. a las figuras divinas bien en un panteón bien
Más allá de la relación con los antepasa- en familias, de modo que resulta una orde-
dos y con los espíritus, o incluso con divini- nación jerárquica constituida como plebs
dades intermedias, este núcleo divino tiene deorum en una civitas caelestis en la que
dos atributos peculiares: es «psicológica- suele encontrarse una figura central como
mente supremo», como cumbre de las ins- deus pater. La malla de unión del politeísmo
tancias invocables y «lógicamente último», debe ser buscada en dirección a su raíz, en
como centro de explicación de lo existente y lo bajo, en un «fondo divino» del que emer-
origen de las pautas de comportamiento de gen las figuras divinas concretas. Este «fon-
individuo y comunidad. Se presenta como do divino» es la esencia, la naturaleza divi-
trascendente a veces, «ocioso» , impene- na que se completa y concreta solamente
trable, inefable e irrepresentable; creador, en sus personalizaciones. Y es esta natura-
demiurgo, providente, espiritual, increado, leza la que fundamenta la trascendencia del
eterno e interviniendo en la vida humana; mundo divino y no tanto las personalizacio-
señor de la existencia, gobernador del uni- nes, ella es lo infinito y lo eterno mientras las
verso, gran progenitor, omnipotente, om- personalizaciones son finitas y se multipli-
nisciente, omnipresente; bueno, misericor- can en el tiempo mítico.
dioso, justo y santo, pero también juez de c) Se tiene por dualismo toda concepción
las acciones humanas, responsable del orden que implique la escisión de la realidad su-
moral, padre en sentido político, incluso, a prema en dos principios, dando lugar a la
veces, madre. Cuando adquiere un rasgo drástica oposición de ambos que, coeter-
personal, la actitud religiosa puede adqui- nos o no, fundan la existencia de lo que sub-
rir una fisonomía muy inclinada al monoteís- siste o se manifiesta en el universo. Son
mo. Estas religiones no son en sí idolátri- uno principio del bien y el otro del mal. En
cas. Los pueblos tradicionales no confunden estas formas religiosas se distinguen dos
el núcleo divino con sus símbolos ni con sus tipos. En el dualismo moderado o imper-
intermediarios. Cuando se produce esa con- fecto (llamado también asimétrico o mo-
fusión, la religión tradicional se desliza pa- narquiano) una divinidad creadora base se
tológicamente hacia la cosmobiología. ve limitada en su poder por un segundo cre-
b) El politeísmo es una forma de teísmo ador rival que gobierna una zona o sector
que se encuentra en las grandes civilizacio- de la realidad; este segundo principio no es
nes antiguas, con presencia de escritura, co-originario ni co-eterno con el primero,
economía desarrollada y diferenciación so- sino que se encuentra junto al primero en la
cioeconómica de clases y oficios. Los poli- creación, sobre la cual tiene un cierto po-
teísmos antiguos más estudiados son el der. A veces se trata de un «estafador», o
egipcio, el griego y el romano. El politeís- un ayudante imperito, pero no necesaria-
mo desapareció casi totalmente frente al mente malvado. El dualismo radical o per-
monoteísmo cristiano e islámico, aunque fecto reviste, a su vez, dos subtipos. El ra-
quedan restos en Japón, Asia y África. Su dical absoluto supone la eternidad de ambos
núcleo es la creencia en un mundo divino principios, el bueno y el malo. El malo es
constituido por muchos dioses, cada uno de creador de una realidad propia y distinta de
los cuales está dotado de voluntad propia y seres que personifican el mal y están en lu-
autonomía, pero no absoluta, y de perso- cha con la creación del principio bueno; afir-
nalidad distinta, pero finita. Tal creencia es- ma la victoria del principio bueno con des-
tá acompañada de un culto organizado pre- trucción de la creación mala, pero el princi-
ferentemente «urbano». pio del mal no puede ser destruido, con lo
864 RELIGIÓN
que el mal queda ontologizado. El radical soluto. El monismo panteísta es muy po-
mitigado afirma que ambos principios son bre en contenido personalístico, lo que pue-
co-originarios, pero que el mal no es eterno. de explicarse porque el camino de llegada al
Excluye la co-eternidad y reconoce dos cre- monismo ha sido preferentemente filosófi-
aciones, pero finalmente triunfará el bien y co-especulativo más que genuinamente ex-
el mal será aniquilado con todas sus cria- periencial. Esto podría explicar el hecho de
turas. Son dualismos cúlticos cuando el prin- que el monismo religioso hinduista coexis-
cipio del mal recibe culto religioso. Común a ta con expresiones teístas y personalistas
las tres formas es el ubicar en la esfera de de la religiosidad en las que se da una pie-
la realidad última dos principios para expli- dad devocional (bhakti) de neto sabor mo-
car junto a la existencia de un dios bueno la noteísta en las diferentes sectas del hin-
del desorden y el mal, por lo que estas for- duismo popular, en las que se da una ma-
mas dualistas revisten un marcado carác- yor riqueza personal en la concepción y el
ter ético. trato con la divinidad.
d) En el monismo panteísta lo divino apa- e) La religiosidad del silencio y el vacío
rece como un «todo único» que incluye el está representada por el budismo, la forma
mundo fenoménico, incluso cuando éste se más ambigua a la hora de ser integrada en
entiende como apariencia ilusoria. La sal- una comprensión religiosa, pues ignora la
vación se articula como uno o varios cami- «representación» de lo divino. No ignora el
nos que tienen como meta la identificación misterio como ámbito de sacralidad y tér-
con el uno-todo. El resultado es una única mino de la actitud religiosa, sino que evita
realidad omniabarcante en torno a la cual una «representación» concreta del mismo
brota una religiosidad de carácter «místi- en la conciencia. En el budismo más origi-
co» en la cual la meta es el abandono o nario (Sravakayâna, de los oyentes), existe
desprendimiento de la propia singularidad. un summum bonum, un absoluto: el nir-
El paradigma clásico de un monismo pan- vâna, como misterio totalmente «otro» y
teísta estructurado se encuentra en la fa- opuesto al mundo fenoménico del samsâra
se upanisádica del Sanatâna Dharma, más (ciclo de las reencarnaciones). Este misterio
conocido en Occidente como hinduismo. El no es nada de lo que «es», pues todo lo que
primitivo politeísmo védico dio paso a una «es» es caduco y efímero. Nominalmente
progresiva disolución de los perfiles singu- significa «extinción del fuego de la concu-
lares de los dioses en una única realidad piscencia» que ata al mundo fenoménico.
omniabarcante de la cual los dioses no se- El budismo es una religión de liberación
rían sino epifanías fenoménicas inconsis- del mundo del sufrimiento y en sus textos
tentes. alienta un espíritu de aspiración a la reali-
La totalidad de lo divino es reducida a dad última (nirvana) en la que queda erra-
un principio único omniconstituyente, el dicado el dolor. Existen textos búdicos en
brahman, poder superior que unifica toda los que el nirvana es descrito con las carac-
la realidad. El âtman, potencia central del terísticas de un incondicionado salvífico
hombre y centro vital del mundo natural (Udana VIII,1-3). Buda calla sobre Dios co-
viene a ser identificado con el brahman. La mo absoluto, pues piensa que cualquier pa-
confluencia de ambos principios en un todo- labra sobre lo incondicionado es ociosa, in-
uno-universal da lugar a las conocidas fór- cluso engañosa, porque mienta lo incondi-
mulas monistas de las Upanisad: «Este ât- cionado después de incluirlo en el mundo y
man es el brahman», o «Eso eres tú», o orden de las condiciones. De ahí que con-
«Yo soy el brahman». En ellas se recoge la ciba el «silencio» como la única «palabra»
conciencia de la identidad del yo con el ab- capaz de expresar lo trascendente. A pesar
RELIGIÓN 865
de ello, no transcurriría mucho tiempo has- la viva relación personal con él. Los mono-
ta que el budismo adquiriese formas devo- teísmos son un hecho notable en la histo-
cionales, incluso teístas, en las que el propio ria de las religiones, pero también un que-
Buda sería divinizado, en las distintas mo- hacer en una triple dimensión. Su primer
dalidades de la forma Mahâyâna de budis- quehacer consiste en mantener el carácter
mo, lo que no habría podido ocurrir de no absoluto de la relación con lo divino, realidad
poder hundir sus raíces en la misma tradi- última frente a la cual todo lo demás es pe-
ción búdica. núltimo. En segundo lugar, el reconocimiento
f) En el monoteísmo profético el objeto de la universalidad de lo divino y el consi-
término de la actitud religiosa es Dios fi- guiente acatamiento en la propia vida del
gura personal única que suscita una actitud absoluto señorío de Dios, aceptando el ca-
religiosa de aceptación, reconocimiento y rácter de «Dios de todos» de aquél que se
abandono a ese Dios único. La unicidad im- confiesa como el Dios «propio». Y en tercer
plica la afirmación suma de la potencia y la lugar, la exclusión de sometimiento a cual-
trascendencia de la divinidad. En el mono- quier otro poder que pretenda erigirse en
teísmo se condensa la representación de lo igualdad de señorío con el de Dios. Si pu-
divino en un «nombre propio», que no ex- diera esbozarse desde la fenomenología lo
plica la naturaleza de Dios, pero en el cual que podría constituir la «misión» del mono-
Dios se hace presente, invocable, polo re- teísmo auténtico, ésta sería el llegar a hacer
lacional personal. El rasgo claramente per- posible, a través de los símbolos de la «pro-
sonal y el atributo de la omniperfección del pia» representación de lo divino, la con-
misterio son identificadores de un mono- ciencia de la presencia del «Dios único» que
teísmo auténtico. Subraya el carácter ex- invita a todos a su reconocimiento.
clusivo de la soberanía de Dios que no ad-
mite divinidades asociadas, ni atisbo de que- Bibliografía
branto en la unicidad de la divinidad. Los M. ELIADE, Lo sagrado y lo profano, Barcelona,
profetas son portadores de una palabra re- 1998 (Original francés de 1956). ÍD., Tratado de
historia de las religiones, Madrid 20003. J.M. MAR-
cibida como originada en la divinidad, que
DONES, La vida del símbolo. La dimensión simbó-
expresa su voluntad en relación con el hom-
lica de la religión, Santander 2003. J. MARTIN VE-
bre y su mundo («revelación»). Aparece en
LASCO, Introducción a la fenomenología de la reli-
la historia con una fuerte pretensión de uni-
gión, Madrid 2006. R. OTTO, Lo santo. Lo racional
versalidad y absolutez, aunque admite ma- y lo irracional en la idea de Dios, Madrid 2005
tices y gradación en su comprensión y rea- (Original alemán de 1917). P. RICOEUR, Teoría de
lización empírica. la interpretación. Discurso y excedente de senti-
De todos modos, las comunidades mo- do, México 1995. J.L. SÁNCHEZ NOGALES, Filosofía
noteístas han tendido a autoconstituirse co- y fenomenología de la religión, Salamanca 2003.
mo sistemas globales y omnicomprensivos; G. WIDENGREN, Fenomenología de la religión, Ma-
así ha ocurrido en Judaísmo, Cristianismo e drid 1976.
Islam en alguna etapa de sus respectivos J.L. Sánchez-Nogales
desarrollos históricos. Una «tendencia» hie-
rocrática histórica es característica clara de II. EL HOMBRE, SER RELIGIOSO
los monoteísmos proféticos (aunque no en La dimensión religiosa es parte constitutiva
exclusiva, p. e. el Budismo tibetano). La ori- del ser humano. «El hombre es invitado al
ginalidad del monoteísmo reside en la cali- diálogo con Dios desde su nacimiento, pues
dad singular de la representación de lo di- no existe sino porque, creado por amor, es
vino, en la que se conjunta la afirmación de conservado siempre por amor; y no vive
la trascendencia absoluta del «misterio» y plenamente según la verdad si no reconoce
866 RELIGIÓN
libremente aquel amor y se entrega a su tre ellos las teorías desarrolladas por los an-
Creador» (GS 19). tropólogos ingleses Edward B. Tylor y Ja-
El hombre y la mujer suelen expresar su mes G. Frazer, el austríaco Sigmund Freud,
ser religioso mediante creencias y compor- y el sociólogo francés Émile Durkheim.
tamientos determinados que hacen refe- El desprestigio de las teorías universalis-
rencia al más allá. Estas formas de conduc- tas de la religión, y el desmoronamiento
ta religiosa se originan y se desarrollan en el conceptual y práctico de los ambiciosos es-
ser natural de la criatura. Pero no son ajenas quemas de explicación general, se extien-
a la gracia divina, pueden ser preparación den también en la actualidad a las posturas
de la religión revelada y contener sugeren- que hablan de una esencia de la religión, o
cias de verdad cristiana. la entienden como un género, del que las
La religión es una de las más antiguas, diversas religiones serían como especies
naturales y convincentes actividades del ser particulares.
humano. Dado que la categoría religión no puede
Se trata de un término cuyo sentido es extraer todo su contenido de sí misma, y
difícil de precisar, lo cual ha movido a algu- sin ayuda de un contexto que la justifica,
nos a considerarlo inútil y desorientador, y a explica y determina, es necesario proceder
proponer su eventual sustitución por con- de modo mucho más empírico, pero sin ol-
ceptos como tradición, fe y otros más o me- vidar que la comprensión se logrará sólo en
nos equivalentes. el marco de unos presupuestos básicos. La
En la teología católica, tal como cristaliza religión no es algo simple, ni desempeña
especialmente a partir del siglo XV, la pala- solamente una función, ni se agota en una
bra «religión» adquiere un significado obje- construcción intelectual.
tivo, al modo de una noción especulativa Los intentos de subsumir las religiones
que se describe formalmente. particulares bajo una noción general de re-
En tiempos precristianos, así como en el ligión no son el camino adecuado para avan-
cristianismo patrístico y medieval, «religión» zar en este terreno.
encerraba un sentido subjetivo, que la hacía La religión sólo existe en religiones con-
prácticamente sinónimo de piedad. Religión cretas y específicas, que son ejemplos o ma-
es la actitud correcta que el hombre debe nifestaciones de un fenómeno general de
adoptar y desarrollar en su trato con Dios. religión. El problema de la religión, que no
Cuando san Agustín habla de «vera religio» tiene una esencia, debe abordarse desde
no se refiere al sistema religioso que se con- las particularidades concretas de las dife-
forma con la verdad divina revelada, sino a rentes religiones. Naturalmente hacen fal-
las disposiciones virtuosas y a los medios ta criterios que permitan identificar un hecho
adecuados de establecer y llevar adelante humano como religión, pero esta identifica-
las relaciones con Dios. Religio no expresa- ción deberá realizarse ad casum, según da-
ba una forma universal de comportamien- tos empíricos y consideraciones básicas, que
to humano en relación con lo sagrado, sino nunca operan a partir de una idea abstrac-
una actitud interior, o todo lo más una for- ta de religión.
ma de creencia y de convicciones éticas cir- Dicho de otro modo, no existe una idea
cunscritas a un grupo humano particular. platónica denominada religión, a la que de-
Los intentos de explicar la religión o de- ba conformarse el uso del término. Según
terminar cómo comenzó, realizados duran- este planteamiento, una vez decidido que
te los siglos XVIII, XIX y XX, han resultado el budismo, el confucianismo o el cristianis-
en gran medida estériles, cuando no des- mo son una religión, sabríamos ya todo lo
orientadores. Se cuentan principalmente en- esencial acerca de ellos.
RELIGIÓN 867
Hace falta, sin embargo, una metodología Hemos de examinar ahora pasando de la
que permita al menos describir aproxima- religión a las religiones la pluralidad del
damente la religión y presentarla como un hecho religioso y las numerosas manifesta-
hecho humano inteligible, que se diferencia ciones que ha adoptado y adopta en la hu-
de otros. manidad. Las religiones practicadas por los
Es la presencia de algo que no se expe- hombres y mujeres del planeta a lo largo
rimenta como las demás cosas, y que no es de su historia pueden considerarse incon-
menos real que ellas. La religión es en este tables. De hecho nadie ha intentado cata-
sentido un elemento característico un pro- logar las múltiples divinidades a quienes se
prium de la vida humana. han dirigido los hombres en actitud de sú-
Esto significa que la religión no es deri- plica y adoración. La antropología, la ar-
vativa, sino auténticamente originaria y queología y la historia de las culturas nos
emergente en el espíritu humano, pero no suministran constantemente nuevos hallaz-
significa que tenga únicamente sus raíces gos acerca de nuestros antepasados pre-
y su dinámica en ese espíritu finito ence- históricos. Son datos que hablan siempre
rrado en sus puros límites. El espíritu hu- de la religiosidad humana, a la vez que nos
mano no es por sí mismo y en sí mismo la introducen en un mundo cuya variedad re-
raíz formal de la religión. En la religión se sulta difícil valorar y clasificar.
habla de Dios no como un objeto entre El panorama que hoy nos ofrecen las
otros, sino de Dios como razón de ser y fun- grandes religiones vivas y universales no es
damento de la religión. Es la realidad de estático ni ha existido siempre.
Dios Ser realísimo la que determina y da Solemos describir una religión en térmi-
sentido a la religión, y no al revés. Dios no nos de sus ideales más altos, y asumimos
es un derivado o un producto (mental o ide- fácilmente que estos ideales son esencial-
al) de la religión. mente inmutables. Pero en realidad las re-
La religión comprende prácticas rituales ligiones vivas nunca permanecen estáticas
externas tanto como internas convicciones. por mucho tiempo. Están siempre en movi-
Contiene aspectos intelectuales (interpre- miento.
taciones del mundo, credos, confesiones de La religión es sin duda el aspecto más
fe), existenciales o vivenciales (experiencia importante de una cultura determinada. Es
espiritual, oración), sociales (cultos colecti- precisamente la religión la que suele dar co-
vos de carácter público) y éticos (sistemas herencia y unidad a una cultura y a una or-
de valores, disciplina moral). El conjunto im- ganización social.
plica una relación viva con Dios según los Toda religión se nos presenta a su vez
términos de una ley o principio supremo mediada por una cultura, tanto en ritos y
(Palabra divina, Dharma, Corán…). formas externas como en modos de pensar,
La religión se basa, por lo tanto, en la re- categorizar y expresar lo creído. En este
lación instintiva de la totalidad de la exis- sentido no existe una religión «pura», es
tencia humana con lo que el hombre piensa decir, una religión que pueda «salirse» del
que le trasciende. En la actitud religiosa se medio cultural o prescindir de él.
percibe la existencia de un nivel sobrenatu- Hay una tensión entre una religión y el
ral de realidad, que intersecciona en deter- sistema cultural en el que nace y se desa-
minados lugares y momentos con la reali- rrolla. Es frecuente que la cultura produz-
dad natural. Ambos órdenes de realidad se ca gradualmente un efecto debilitador en la
hallan comunicados, y de ahí toma sentido religión. Es el fenómeno que solemos lla-
lo santo, como algo distinto, paralelo y al- mar «secularización», y que supone una
ternativo a lo profano. erosión lenta y continua sobre las institu-
868 RELIGIÓN
imaginar que Dios deje a millones sin medios Si se comparan las creencias y costum-
concretos para su salvación. Según ellos las bres de las religiones con la doctrina cris-
religiones deben ser canales por cuyo medio tiana se notan ciertos elementos de valor
puede ser transmitida la gracia. pero también errores considerables. La Igle-
Benedicto XVI ha confirmado repetidas sia no rechaza lo que hay de verdadero en
veces la urgencia de predicar la buena no- estas religiones (NA 2; LG 16), pero com-
ticia. «Al comienzo del tercer milenio la Igle- prueba que frecuentemente los hombres se
sia siente la gran urgencia del mandato mi- desviaron de la verdad, cambiaron la ver-
sionero de Cristo» (Benedicto XVI, Inseg- dad divina por la mentira y han servido a
namenti 25-5-2005); «Nuestro areópago es las criaturas en vez de servir a Dios (LG 17).
el nuevo ambiente, los centros neurálgicos En ciertos ambientes desaparece la dife-
de la sociedad» (Benedicto XVI, Insegna- rencia entre Dios y el hombre y se llega al
menti 16-11-2009). monismo o al politeísmo.
Tanto en las llamadas religiones naturales
Problemas teológicos como en el hinduismo, el budismo y el is-
a) La verdad de o la verdad en las lam se pueden encontrar verdades sencillas
religiones no cristianas sobre Dios, el hombre y el mundo, acom-
En la evaluación de las religiones no cris- pañadas, sin embargo, de insuficiencias, de-
tianas (en cuanto a sus creencias, ritos y formaciones y errores. En cuanto a las per-
doctrina moral), una primera cuestión for- sonas individuales, hay actos y actitudes re-
mulada por la teología católica concierne a ligiosas que pueden atraerles la gracia
su verdad. Con respecto a esta cuestión se divina.
puede distinguir la religión natural y las re- Esto pone de relieve el problema de saber
ligiones más desarrolladas. La primera re- si se pueden considerar las religiones cami-
sulta de la experiencia sencilla del cosmos nos hacia la salvación. Es una cuestión que
y de la naturaleza. En las angustias y ex- surge en la mente de teólogos al conside-
pectativas de la vida los hombres tienden rar las masas de adeptos de religiones que
los brazos hacia las fuerzas misteriosas de permanecerán fieles a sus creencias. En vis-
las que depende su existencia para pedir ta de la voluntad salvífica universal de Dios
ayuda o dar gracias. Estas expresiones de se supone que la práctica de estas religiones
religiosidad natural poseen cierta autenti- sea camino hacia la salvación. Conviene afir-
cidad (Hch 17,27-28) y traducen los deseos mar en todo caso que una persona puede
más profundos del hombre (S.Th., I-II 103, salvarse en cualquier religión, pero no se
1 ad 1). Para varios pueblos la religión na- salva por esa religión, dado que sólo salva la
tural ha sido así un camino hacia la fe cris- gracia (cristiana) de Jesucristo.
tiana. Pero avanzando hacia formas de vi- Algunos autores insisten en la voluntad
da religiosa más complicadas, los hombres salvífica universal de Dios, por un lado, y
corren el riesgo de perderse en el politeís- en el hecho que una gran parte de la hu-
mo, monismo o fenomenismo, alejándose manidad ha sido y sigue siendo como cau-
de la recta noción de Dios. Muchas veces tiva de su propia religión, por el otro, para
estas religiones se cierran sobre sí mismas, argumentar que las religiones cristianas de-
de manera que apenas pueden servir de ben tener un sentido y ser caminos válidos
preparación al Evangelio. Las religiones no hacia la salvación. Es cierto que la gracia de
son iguales en cuanto a sus valores de ver- Dios es ofrecida a todos y obra en los cora-
dad y moralidad. Ad gentes 9 habla de dis- zones de los hombres (GS 22; LG 16). Pero
posiciones a la vida sobrenatural en algu- el Concilio Vaticano II no dice que la prácti-
nas de ellas. ca de las religiones no cristianas conduce a
870 RELIGIÓN
la gracia. Karl Rahner escribe que el Vatica- mento: «Es preciso que sea levantado el Hi-
no II no atribuye valor salvífico a las reli- jo del Hombre para que todo el que creye-
giones no cristianas (Schriften zur Theologie re en Él tenga la vida eterna» (Jn 3,14-15);
XIII, 314-350). La Exhortación apostólica «En ningún otro hay salud, pues ningún otro
Evangelii nuntiandi 53 admite que haya va- nombre no ha sido dado bajo el cielo, en-
lores en estas religiones, pero que una re- tre los hombres, por el cual podamos ser
lación auténtica con Dios es hallada sola- salvados» (Hch 4,12). Cristo es el único Re-
mente en Cristo. dentor (RMi, 5) y Mediador entre Dios y los
hombres. La necesidad de la fe es confir-
b) ¿Son las religiones no cristianas mada por la tradición y el magisterio. Pero,
portadoras de una revelación? si la fe es necesaria para la salvación, ¿có-
Para atribuir un valor salvífico a las religio- mo pueden ser salvadas personas que nun-
nes, algunos autores opinan que transmi- ca han oído hablar de Cristo? Se han dado
ten una revelación divina. Dios entraría en la varias propuestas: unos reducen la fe a un
vida de los hombres mediante experiencias mínimo, por ejemplo bastaría una fe implí-
religiosas auténticas, que llegarían a ser au- cita en Dios que recompensa y salva. Otros
téntica revelación de Dios, no obstante el hablan de una ilustración interior del espíri-
carácter monísta o panteístico de muchos tu por Dios o un ángel (Tomás de Aquino).
cultos. Pero como dice Dei Verbum, la re- Efectivamente hay personas que llegaron a
velación no es una experiencia cósmica, si- la fe de esta manera.
no la auto-manifestación de Dios y de su Según Karl Rahner la autotrascendencia
designio de permitir al hombre participar de (Selbstüberschreitung), dada con cualquier
la vida divina, por medio de acciones, pa- auténtico acto de religiosidad, bastaría para
labras y acontecimientos históricos, como que el individuo fuera redimido. Pero su opi-
la muerte y la resurrección de Jesús. En el nión es una mera teoría filosófica y va en la
destinatario de la revelación, ésta es siem- dirección de anular la distinción entre el or-
pre la percepción de la significación de estas den natural y sobrenatural. No nos queda
acciones, palabras y acontecimientos. otra solución que confesar nuestra ignoran-
Refiriéndose a los libros sacros del hin- cia y decir con el Vaticano II que Dios pue-
duismo, los Veda, dicen algunos que con- de conducir a los no cristianos a la fe so-
tienen verdades eternas. Ciertos textos brenatural por caminos que solo Él conoce.
desarrollan intuiciones profundas y expre- Juan Pablo II y Benedicto XVI han insis-
san verdades naturales en la línea del pla- tido incansablemente en la colaboración en-
tonismo y hermetismo. Sin embargo, su ten- tre la fe y la razón, en la que ven una par-
dencia general va hacia el monismo y una ticularidad de la religión cristiana. Subrayan
metafísica en la que el mundo material se que la libertad religiosa no debe hacernos
disuelve. Algunos textos ponen en el hom- indiferentes respecto a la verdad (cf. Cong.
bre el centro de la realidad o identifican la Doctrina de la Fe, Nota doctrinal acerca de
propia alma con el Yo absoluto. Por bellos algunos aspectos de la evangelización 10,
que sean ciertos pasajes, expresan sólo ver- AAS 100 [2008] 489-504).
dades accesibles a la razón natural como lo Como principios fundamentales para una
hacen algunos textos de Platón, Plotino, Cle- adecuada teología de las religiones, que es-
anthes o Epicteto. tá aún en sus comienzos, pueden estable-
cerse los siguientes:
c) La necesidad de la fe para ser salvado 1.º) Dios ha hablado a los hombres de
La necesidad de la fe para ser salvado es muchas maneras a lo largo de la historia de
confirmada por los textos del Nuevo Testa- la humanidad. Pero la desvelación cierta de
RELIGIÓN 871
Revelación
su palabra, se entrega con ella y de esa for- lación de Dios. En la Biblia no se encuentra
ma le da una fuerza y una eficacia que se el concepto de persona pero, en cambio, co-
convierten en fidelidad. noce un equivalente: el concepto «nombre».
Con la atribución de dabar a Yahwéh, nos Que Dios tiene un nombre significa que el
encontramos que la expresión completa Dios del Antiguo Testamento (y también del
dabar Yahwéh (que aparece 242 veces Nuevo) no puede ser considerado como una
en el Antiguo Testamento) tiene un signifi- realidad cósmica e impersonal. Concreta-
cado en la misma línea del descrito. Por una mente, Dios se da a conocer como Señor
parte, es el modo de comunicar Dios algo (El Sadday), único Dios, ser vivo que escu-
(sentido noético), y por otra, constituye el cha, Creador de cielo y tierra, Santo de Is-
primer momento del designio salvador de rael, Señor de la Historia y Salvador. Parti-
Dios que comienza a realizarse cuando Dios cularmente, Dios se da a conocer como Dios
se da a conocer (sentido dinámico). La ac- glorioso. La categoría gloria de Dios tiene
ción de la palabra de Dios se representa de ya en el Antiguo Testamento, y la seguirá
diversos modos. Uno de los más importan- teniendo en el Nuevo, una importancia fun-
tes, que aparece especialmente en el pro- damental. La revelación es gloria de Dios:
fetismo, es su fuerza no sólo eficaz, sino se dirige como tal a que el hombre conozca
también creadora con claridad la santidad, bondad, omnipo-
Junto a dabar, en el Antiguo Testamento tencia, sabiduría y misericordia divinas.
aparece también el término ´amar para sig- 3.º) La revelación es histórica. Dios in-
nificar la palabra (unido a Yahwéh aparece terviene en la historia a través de los he-
90 veces). La evolución del significado de chos, convirtiéndose así en actor de la mis-
’amar discurre desde el original de «ser cla- ma historia. Él crea la historia, actúa en ella
ro» hasta «decir». La palabra dicha en la y se sirve de los hechos de los hombres pa-
que este término pone el acento es en- ra su plan de revelación. El dominio de Dios
tonces la manifestación visible del interior sobre la historia se manifiesta también en
de la cosa (Sal 19,3ss.; Jb 22,28). que, sean cuales sean las decisiones que to-
Se puede resumir la naturaleza de la re- man los hombres y los hechos que realizan,
velación en el Antiguo Testamento de acuer- sirven perfectamente para la economía re-
do con las siguientes características: veladora de Dios. Es en la historia donde se
1.º) La revelación del Antiguo Testamen- dan las realizaciones parciales, o cierto cum-
to es, sobre todo, la revelación de la pro- plimiento de las promesas, que son así con-
mesa. Por eso, cuando ese momento llegue, firmadas. Pero al mismo tiempo, introduce
se tratará no sólo de la culminación, sino un nuevo elemento de tensión hacia el fu-
también de la plenitud de la revelación ve- turo. Cumplimiento y al mismo tiempo ex-
terotestamentaria. Lo que en el Antiguo Tes- pectación son los elementos de la expe-
tamento se anuncia, promete y prepara es riencia reveladora y salvadora de Israel.
la manifestación y salvación definitiva de 4.º) La revelación de Dios en el Antiguo
Dios a los hombres. Las realidades más sig- Testamento llega al Pueblo a través de me-
nificativas de Israel (la alianza, la Pascua, diadores. Estos hombres elegidos por Dios
los reyes, el Templo, el Libertador, etc.) son reciben la palabra de Yahwéh con la misión
figuras de una novedad definitiva que en- de hacerla llegar al Pueblo. La mediación en
cerrará el contenido de todas ellas. De esta el Antiguo Testamento está también afec-
manera, se declara también el carácter pro- tada por la promesa, porque siendo autén-
gresivo de la revelación. tica y estableciendo una efectiva relación de
2.º) Aunque la revelación a Israel sea re- los hombres con Dios, es todavía imperfec-
velación de la promesa, es verdadera reve- ta. Se espera una mediación que realice más
874 REVELACIÓN
plenamente la unión entre Dios y los hom- fiere a la proclamación, todavía general, de
bres. la noticia del Reino de Dios realizada por Je-
5.º) El Antiguo Testamento conoce una sucristo, mientras que «enseñar» significa
revelación de Dios que se da a conocer a instruir más detalladamente en los miste-
todo hombre a través de la creación y del rios de la fe y en los preceptos de la vida
sentido moral. Ahora bien, este conocimiento moral.
de Dios por la creación no es independien- 2.º) San Pablo, que habla de un «espíri-
te ni previo al conocimiento de Dios como tu de revelación» (Ef 1,17; 1 Co 2,10; 2 Co
salvador. Israel llegó al Dios de la creación a 4,3-6, etc.), utiliza como esquema funda-
través del Dios de la historia. La experiencia mental para exponer el núcleo de la reve-
fundamental del éxodo y de la alianza lle- lación los términos «misterio» y «evange-
van a pensar en el origen del mundo como lio». El misterio revelado de Dios constituye
una especie de éxodo prehistórico, como la buena nueva de la salvación. Distingue
una primera manifestación del poder de Dios entre la acción de Dios y la de los apóstoles.
y como prenda de sus futuras victorias. De Dios revela, hace manifiesto, da a conocer,
este modo, la creación aparece ya como una pone de manifiesto. El vocabulario se vuel-
intervención de Dios salvador. En ese con- ve mucho más rico cuando se trata de lo
texto se entiende la conciencia de que los que hacen los apóstoles: hablan, predican,
cielos proclaman la gloria de Dios, sus obras enseñan anuncian la buena nueva, dan tes-
le bendicen (Sal 19); el hombre sabio co- timonio. De este modo los apóstoles comu-
noce a Dios, mientras que el necio lo niega nican la palabra (logos), la predicación
(Sb 13). (kérygma), el testimonio (martyria), el mis-
terio (mysterion), el evangelio (evangelion).
b) En el Nuevo Testamento hay un ma- En Rm 16,25-26 ofrece el apóstol una es-
yor esclarecimiento del significado de la re- pecie de síntesis de ambos conceptos: «Al
velación de Dios gracias a la variedad de que puede confirmaros según mi evangelio
términos implicados para expresarla. Se y la predicación de Cristo, según la revela-
puede afirmar, sin embargo, que tampoco ción del misterio, tenido en secreto en los
en el Nuevo Testamento aparece un térmi- tiempos eternos, pero manifestado ahora
no englobante de la revelación de Dios. De mediante los escritos proféticos, conforme
todos modos, el desvelamiento de Dios que a la disposición de Dios eterno, que se dio a
habita en una «luz inaccesible, de suerte conocer a todas las gentes para que se rin-
que ningún hombre le ha visto ni puede ver- dan a la fe, la gloria por los siglos de los si-
le» (1 Tm 6,16) sigue teniendo lugar por la glos» (cf. también Col 1,25-26).
palabra. 3.º) En san Juan no aparecen los verbos
1.º) En los sinópticos (cf. R. Latourelle, «revelar», «predicar» ni «evangelizar». Los
Teología de la revelación, 46-47; 63; 80) lo términos preferidos ahora son los que po-
que Cristo hace es predicar el evangelio, o nen en relación la revelación con el testi-
evangelizar, enseñar, revelar. De entre ellos monio. Así, «testimonio» (martyria) apare-
prevalecen claramente predicar (keryssein) ce trece veces, y muchas más la forma ver-
y enseñar (didaskein). En san Mateo y san bal «martyrein» (33 veces). Pero sobre todo
Lucas aparecen a veces agrupados: «Reco- san Juan introduce el «logos tou Theou».
rría toda la Galilea, enseñando en las sina- Aunque el término logos sólo aparece en
gogas, predicando el evangelio del reino» tres pasajes del corpus joaneo (Jn 1,1; 1 Jn
(Mt 4,23; 11,1; Lc 20,1; cf. Hch 4,2; 5,42). 1,1-2; Ap 19,13), su introducción en los li-
La diferencia de matiz entre «predicar» y bros sagrados es de una gran importancia.
«enseñar» reside en que el primero se re- Su origen está independientemente de co-
REVELACIÓN 875
Dios se manifiesta a los hombres a través de Trento, en el que a pesar de que la re-
de la creación, no tarda en imponerse la idea velación como tal apenas aparece se ex-
de que el único conocimiento de Dios que pone, en diálogo y respuesta con los pro-
interesa es el que nos viene por la revela- testantes, una enseñanza capital para la
ción de Jesucristo. De este modo, además, comprensión católica de la automanifesta-
se mantiene el carácter puramente fiducial ción de Dios a los hombres que llamamos
de la fe que no cuenta con justificación ra- revelación.
cional alguna. b) Se trata precisamente el
de la fe fiducial. La única fe que justifica es a) Concilio de Trento
la «fe-confianza», aquella mediante la cual el El Concilio de Trento abordó en su ense-
hombre se confía plenamente a Dios. Cre- ñanza, sobre todo, lo referente a la doctrina
er, entonces, no es saber algo de Dios sino de la Sagrada Escritura y la Tradición para
entregarse a Él, a un Dios que es externo al atajar el peligro de una atención demasiado
hombre, un Dios juez que por gracia mira exclusiva a la Sagrada Escritura. Pero no
al hombre con benevolencia y perdón. dejó de ocuparse de la naturaleza de la fe.
La instalación de la fe fuera del ámbito En resumen, en Trento se establece que
universalizador de la razón, y su carácter la revelación llamada aquí Evangelio es
de confianza personal e inmediata en la gra- la doctrina anunciada por los profetas, pro-
cia, aparecen reforzados por el principio de mulgada por Cristo, transmitida por los
la sola Scriptura. Según éste, la Sagrada apóstoles y conservada en la Iglesia. Esa
Escritura es soberana y no puede estar so- doctrina se contiene en los libros de la Sa-
metida a ninguna instancia humana para su grada Escritura y en las tradiciones que
interpretación. La Escritura es la única re- arrancan de Jesucristo. La fe con la que el
gla de fe, y su interpretación la realiza el in- hombre responde a la revelación es un
dividuo con la asistencia que recibe del Es- asentimiento a la verdad de lo que Dios ha
píritu Santo, mediante la cual conoce lo que manifestado.
está revelado y lo que hay que creer. Este
testimonio interior individual del Espíritu b) Concilio Vaticano I
Santo es inseparable de la palabra de Dios El Concilio Vaticano I es el punto final de una
en la Escritura. Con estos presupuestos, la serie de intervenciones magisteriales de los
fe no cuenta ya con la mediación de la Igle- Papas en el siglo XIX. Este siglo se vio atra-
sia. La consecuencia será que, más allá del vesado en el campo teológico por las discu-
énfasis en la trascendencia de la revelación siones en torno a la relación entre fe y razón.
que esta postura parece representar, que- El Vaticano I expone su enseñanza sobre la
da de algún modo abierto el camino hacia revelación en el capítulo 2 de la Constitu-
el subjetivismo y el racionalismo. ción dogmática Dei Filius (aunque también
son relevantes para esta enseñanza los caps.
5. La revelación en el magisterio 1, 3 y 4). Concibe la revelación fundamen-
de la Iglesia talmente como manifestación, de modo pre-
El magisterio de la Iglesia se ha ocupado de dominantemente intelectual: la revelación
la revelación sobre todo en el siglo XIX y en da a conocer la verdad sobrenatural de Dios
el XX. La enseñanza magisterial sobre esta que supera absolutamente el alcance y las
cuestión se contiene en los documentos de posibilidades de la razón humana. Esta afir-
los concilios ecuménicos Vaticano I y Vati- mación, sin embargo, debe ser situada en
cano II, en los que la revelación es aborda- un marco amplio. En primer lugar, no hay
da de manera explícita. Es necesario, sin que olvidar que como consta en la discu-
embargo, referirse previamente al Concilio sión previa el Concilio no pretendía expo-
878 REVELACIÓN
ner una doctrina completa sobre la revela- Dios habla como un amigo e invita a entrar
ción divina, sino solamente aquellos puntos en su intimidad. Por eso, aunque Dei Ver-
que habían sido oscurecidos o negados, y bum no use el término, la presentación que
en este sentido era una respuesta al racio- hace de la revelación es la de una autoco-
nalismo y semirracionalismo de la época. municación de Dios al hombre. A partir de
En segundo lugar, el Concilio pone en rela- aquí se da un recentramiento teologal de la
ción inequívocamente la revelación y la sal- revelación divina: no se trata ya de una rea-
vación: la revelación nace de la bondad de lidad que se define por su relación negati-
Dios y es absolutamente necesaria para que va con otra revelación sobrenatural distin-
participe el hombre de aquellos bienes di- ta y superior a la revelación natural , sino
vinos a los que está ordenado por su eleva- del mismo misterio de Dios que se presen-
ción al orden sobrenatural. El fin de la re- ta y fundamenta desde sí mismo, y cuya ac-
velación no es, por consiguiente, alcanzar ción entre los hombres no tiene otra razón
un mero conocimiento oculto, sino que es- de ser que su libertad.
tá ordenada a las realidades salvíficas. El misterio de Dios es su vida íntima, tri-
nitaria, manifestada por Cristo, y a la cual
c) Concilio Vaticano II los hombres tienen acceso por el mismo Cris-
La más amplia enseñanza del magisterio de to en el Espíritu. Por eso la autocomunicación
la Iglesia sobre la revelación ha tenido lu- de Dios no implica solamente la apertura y
gar en el Concilio Vaticano II, que ha trata- manifestación de algunos atributos de Dios
do de ella en varios documentos, pero so- como la voluntad o sabiduría, sino también
bre todo en la Constitución dogmática De del designio salvador de Dios. La revelación
divina Revelatione, Conocida generalmente de Dios es presentada desde el principio en
como Dei Verbum. Esta Constitución, pro- una concepción integral, en relación esen-
mulgada oficialmente el 18 de noviembre cial, por tanto, con la salvación. El hombre
de 1965, recoge ya en su enunciado la ex- está llamado a la intimidad misma de Dios
presión «revelación divina», que ha pasado donde se verá transformado no sólo en su
de ese modo a designar un tema habitual inteligencia, sino en su ser total, haciéndo-
de enseñanza en la Iglesia y una cuestión se hijo de Dios. Así resulta que a la concep-
central de la teología. ción integral de la revelación corresponde
Dei Verbum no realiza una formulación una concepción también integral de la fe.
genérica de la naturaleza de la revelación La revelación, avisa Dei Verbum, res-
sino que sigue un método descriptivo, so- ponde a un plan, a una economía, que se
bre todo en los números 3 y 4. Pero incluso administra siguiendo unos trazos funda-
en el número 2, que sirve de descripción mentales que son las palabras y hechos
general de la revelación, y por tanto de in- (verba, gesta), intrínsecamente conexos en-
troducción a lo que viene a continuación, la tre sí. Esta aportación de Dei Verbum 2 es
revelación es presentada en un proceso que verdaderamente esencial y su eco se man-
arranca de la voluntad de Dios: «... placuit tiene vivo en otros pasajes (especialmente
Deo in sua bonitate et sapientia». Esta fór- DV 4). Los hechos y las palabras evocan la
mula introduce un cambio respecto a la de «bondad y la sabiduría» de Dios que se ma-
Vaticano I («… placuisse eius sapientiae et nifiestan en la revelación inseparablemen-
bonitati») que pone de manifiesto el carác- te unidas. Muestran que la revelación tiene
ter marcadamente personal con el que Dei lugar en la historia, como historia de salva-
Verbum quiere presentar la revelación. ción, y al mismo tiempo es una comunica-
La revelación no es mera comunicación ción de verdad. Los hechos «manifiestan y
de un mensaje, sino un encuentro en el que confirman la doctrina» porque son como pa-
REVELACIÓN 879
algunos datos fundamentales. Estos datos, prensible para el hombre a quien revela no
según Juan Alfaro, son los siguientes: sólo el misterio de Dios, sino el misterio del
realismo del ser humano de Cristo; propio hombre. La revelación encierra una
carácter personal de Cristo como Hijo llamada al hombre para que reconozca en
de Dios, imagen de su ser divino, palabra ella la presencia de Dios a través de su Pa-
eterna del Padre; labra encarnada. De este modo la revela-
la encarnación como asunción de nues- ción en Cristo se presenta no sólo como la
tra naturaleza por el Hijo de Dios; «respuesta esperada», sino también como la
experiencia religiosa propia del hom- iluminación de lo que en el hombre queda-
bre Jesús como Hijo de Dios: en ella vive el ría sin ella ignorado. Esa iluminación y re-
misterio de su filiación divina (es decir, su velación del hombre alcanza su grado defi-
inefable relación al Padre); nitivo en Cristo; en Él, el mismo hombre es
el testimonio de Cristo como palabra llevado a su máxima plenitud ya que es Cris-
humana de la palabra personal divina, a sa- to quien muestra al hombre su altísima vo-
ber, como autorrevelación personal de Dios cación (GS 22). Este hombre que Cristo re-
a los hombres. vela al mismo hombre es el destinatario de
La encarnación es, pues, la realidad cla- la revelación, el que permite que se pueda
ve, el punto crucial donde lo divino y lo hu- hablar de «carácter antropológico, e incluso
mano se articulan de acuerdo con una es- antropocéntrico, de la revelación ofrecida a
tructura sacramental que regula no sólo la los hombres en Cristo» (Juan Pablo II). Se
comunicación de la gracia, sino la misma trata del hombre cuya comprensión sólo es
revelación de Cristo, la cual es resultado de posible sobre la base de la referencia no só-
la tensión creadora que resulta de la inse- lo conceptual, sino también íntegramente
parabilidad entre la humanidad y la Persona existencial, a Dios. Como dice Juan Pablo
del Verbo. Esa tensión consiste en que lo vi- II: «... el hombre y su vocación suprema se
sible y perceptible de Jesús remite necesa- desvelan en Cristo mediante la revelación
riamente al misterio de su unión con el Pa- del misterio del Padre y de su amor».
dre. Cristo se muestra como el camino no só-
La naturaleza humana de Cristo es sig- lo hacia Dios, sino también hacia el hom-
no e instrumento de la manifestación que bre. Correlativamente, el hombre es tam-
Dios hace de Sí mismo (cf. LG 8), lo cual bién camino hacia Cristo, en cuanto que a
implica concebir la encarnación en su ple- partir de él se define el trazado fundamen-
no realismo. La humanidad de Cristo no es tal de las vías humanas la economía de
simple apariencia sino expresión real del encarnación por las que llega la revelación
Verbo de Dios, auténtica manifestación de histórica de Dios y particularmente la reve-
Dios: ver a Cristo es ver al Padre (DV 4, que lación de Dios Trino a través de Cristo. De
remite a Jn 14,9); sus palabras son las pa- este modo se da, como en tantos otros cam-
labras de Dios. Lejos, por tanto, de todo do- pos de los saberes humanos, un conoci-
cetismo, pero también de todo subordina- miento de naturaleza circular: lo humano
cionismo, se puede afirmar que en el en- es iluminado por Cristo, y es al mismo tiem-
cuentro con Jesús el hombre se encuentra po camino que conduce a Cristo.
con el Padre. La revelación de Dios que Él La revelación en la cruz se constituye jun-
es personalmente, no es, sin embargo, una to con la resurrección como el momento
pura iluminación: es revelación para la fe. cumbre de la revelación divina. Dios ya se ha
Cristo revela el hombre al propio hom- manifestado abundantemente antes de la
bre. En Jesucristo, Verbo encarnado, Dios cruz. Pero la muerte de Jesús en la cruz es
se ha hecho máximamente cercano y com- la síntesis y el núcleo de su mensaje. La
REVELACIÓN 881
cruz representa la forma más alta pensable ción que le constituye como «Señor». Pre-
del vaciamiento, de la kénosis de Dios, que cisamente en cuanto «Señor», Cristo envía
llega hasta la muerte y muerte de cruz (Flp el Espíritu Santo a los hombres, a quienes,
2,5-11). Precisamente en ese anonada- por el mismo Espíritu, da una participación
miento se manifiesta el poder de Dios, que en su propia gloria y definitivamente, en la
es tan grande que puede hacerse pequeño, vida misma de Dios. Así, la resurrección da
bajo e insignificante, llegar incluso a la muer- plenitud de sentido revelador a la encarna-
te, y vencerla. Dios es más poderoso que el ción y a la muerte, con las que forma una
poder de la muerte. De ese modo se pue- unidad de misterio. El envío del Espíritu San-
de entender que Dios muestra su poder en to que no se puede separar del aconteci-
la humillación y en la impotencia. miento de la cruz, muerte y resurrección de
Pero en la cruz no se manifiesta simple- Jesús (cf. Rm 1,3) expresa y realiza obras,
mente el poder de Dios que vence a la palabras la plenitud escatológica de la vida,
muerte, sino sobre todo el poder del amor a de la muerte y de la resurrección de Cristo.
los hombres. En la cruz, Dios revela que El Espíritu Santo es el perpetuo dador de
asume el destino del hombre hasta las úl- sentido, de la verdad del misterio de Cristo
timas consecuencias. El sentido de la cruz para su Iglesia.
y de la muerte de Cristo se desvela como
la revelación radical e irrevocable de que 7. La acción del Espíritu Santo:
Dios es amor, amor más fuerte que el pe- la revelación cristiana como revelación
cado y que la muerte, amor que ante el mal definitiva
se convierte en misericordia. La cruz es el A partir del envío del Espíritu Santo, la eco-
extremo al que puede llegar Dios en su amor nomía cristiana es definitiva: se ha comple-
difusivo. Es «el id quo maius cogitari nequit, tado la revelación y salvación, las cuales,
la autodefinición insuperable de Dios. Dios no desde ahora, se anuncian y realizan en la
sufre por deficiencia, sino que siendo la om- historia con la actualidad que le da el mismo
nipotencia del amor, puede realizar, por de- Espíritu Santo que preside el «hoy» de la
cirlo así, la impotencia del amor; puede en- gracia y de la comprensión. En cuanto re-
trar en el sufrimiento y en la muerte sin su- velación de Dios plena y definitiva, no tran-
cumbir a ellos» (W. Kasper). De este modo, sitoria ni imperfecta, la economía cristiana
Dios asume la condición humana, el destino encierra toda la verdad y la santidad que
del hombre hasta las últimas consecuen- harán llegar a los hombres y al cosmos a la
cias. La cruz revela a Dios al poner de re- Parusía. Por eso, no se debe esperar ningu-
lieve hasta qué punto el Hijo de Dios ha na revelación pública que complete o per-
aceptado, al hacerse hombre entre los hom- feccione a la recibida de Cristo en el Espíri-
bres, la existencia humana sometida a la tu Santo. Como dice bellamente san Juan
muerte, y hasta dónde llega su solidaridad de la Cruz: Dios al darnos a su Hijo, su Pa-
con la humanidad, y en último término, has- labra «que no tiene otra» «ha quedado
ta qué punto Dios ama al hombre. como mudo, y no tiene más que hablar»
La cruz revela, junto con el amor del Pa- (Subida al monte Carmelo II, 22, 3.4).
dre a los hombres, la actuación plena de la La acción del Espíritu Santo como actua-
filiación divina de Jesús que, al entregarse lización del don de la palabra y de la obra
voluntariamente a la muerte, responde con de Cristo se relaciona directamente con la
su devoción filial al Padre, a la autodonación Iglesia. La profundización del misterio cris-
del Padre a su Hijo hecho hombre. La res- tiano, la inspiración de la Escritura, su com-
puesta del Padre a la entrega de Cristo es prensión viva en la tradición, la autoridad
la resurrección en la que recibe la glorifica- de la enseñanza apostólica, la santidad de
882 REVELACIÓN
los discípulos, son resultado de la acción del en su revelación sobrenatural Dios revela
Espíritu enviado por Cristo. Es en el Espíri- su anterior comunicación creadora. Israel
tu Santo como se articula el tiempo de la ha concebido su fe creacionista y ha descu-
revelación y el tiempo de la Iglesia. El mis- bierto la huella de Dios en las criaturas des-
mo Espíritu que actuaba en Jesús es el que de la experiencia salvadora de Dios en su
anima a la Iglesia que, de este modo, se sa- historia, y la creación será vista como el pri-
be siempre en fidelidad a su Maestro. mer acto histórico-salvífico que afecta a to-
da la humanidad. La palabra y la acción di-
Bibliografía vinas se concitan en el crear, el mundo es
L. ALONSO-SCHÖKEL y A. M. ARTOLA (dirs.), La pala- obra dictada, la creación es un hacer al
bra de Dios en la historia de los hombres. Co- decir, de lo que se sigue la verbalidad de lo
mentario temático a la Constitución «Dei Ver- real: en su facticidad el mundo es revela-
bum», Bilbao 1991. B.D. DUPUY (ed.), Vaticano dor. Por eso, en su confesión del Creador,
II. La revelación divina, 2 vols., Madrid 1970. R. ambos Testamentos afirman que todos los
FISICHELLA, La revelación: evento y credibilidad,
hombres pueden y deben llegar al recono-
Salamanca 1989. R. LATOURELLE, Teología de la re-
cimiento de Dios a partir de la creaturalidad
velación, Salamanca 19825. M. MAZO, «Teología
del mundo y el hombre, lo cual convierte
de la Revelación», en Teología en el tiempo, Bur-
esta manifestación natural de Dios en el
gos 1994, 113-132. F. OCÁRIZ y A. BLANCO, Reve-
marco general de la especial revelación so-
lación, fe y credibilidad, Madrid 1998. S. PIÉ-NINOT,
La teología fundamental, Salamanca 2001. bre-natural, y de hecho ésta advino a hom-
J. SCHMITZ, La revelación, Barcelona 1990. M. bres que a partir del horizonte mundano vi-
SEYBOLD, P.R. CREN, U. HORST, A. SAND y R. STOCK vían ya una experiencia religiosa. Por esta
MEIER, Offenbarung. Von der Schrift bis zum Aus- razón, el estudio de los modos de la reve-
gang der Scholastik, Freiburg 1971. H. WALDEN lación puede y quizá deba comenzar por la
FELS y L. SCHEFFCZYK, Offenbarung. Von der Refor- comunicación creacional según el testimo-
mation bis Gegenwart, Freiburg 1977. nio de la misma Escritura.
C. Izquierdo La enseñanza se halla en Sal 8,19 y 104;
Jb 38-41; Si 39,12ss.; 42,15-43,33 y sobre
II. LA REVELACIÓN POR HECHOS Y PALABRAS todo en Sb 13,1-9 cuyo autor asevera con
Si bien la Escritura da cuenta de formas de firmeza el conocimiento de Dios a través de
revelación o percepción de Dios como la in- las criaturas del mundo «por analogía» (v.
tuición mántica en los sueños, ordalías, suer- 5), convirtiendo esta convicción en expe-
tes, etc.; las mediaciones fundamentales de diente para condenar al paganismo que, pu-
la revelación son el mundo como creación diendo haber conocido así al Creador, no lo
y los hechos históricos y la palabra. hizo, fascinado por la bellezas del mundo.
No obstante, el autor había invocado antes la
1. Comunicación de Dios en el mundo Sabiduría que acompaña a Dios para que le
como obra del decir divino diese a conocer lo que le es grato (9,9-11),
La creación, la realidad en cuanto obra de Sabiduría que es gracia (8,21). En el Nuevo
Dios, en su constitución natural y en su Testamento, san Pablo formula una durísi-
desarrollo merced a la conservación divina, ma condena contra los gentiles porque ha-
lleva en sí un modo de presencia o comu- biendo conocido a Dios mediante la razón a
nicación de Dios. Como obra suya, el mun- través de las criaturas, no le han dado el cul-
do tiene algo del Creador, las criaturas por- to correspondiente, pues el Dios invisible se
tan una huella de su Origen. En la Biblia, la hace manifiesto mediante lo creado: su eter-
revelación dada en la historia da testimonio no poder creador y su trascendencia sobre
de esa comunicación divina en el mundo, el mundo en tanto que creador suyo (Rm
REVELACIÓN 883
1,20). Además, y esto es una novedad del léctica de la voluntad (M. Blondel) o en el
apóstol, se ha podido conocer a Dios a través dinamismo cognoscitivo de la razón (K. Rah-
de la propia conciencia moral, porque en el ner), en el fenómeno del diálogo o la inter-
interior de todo hombre hay una revelación subjetividad (M. Buber, E. Lévinas). Pero si-
de la voluntad de Dios, por razón de la cual guiendo la indicación precisa de Pablo, tiene
los paganos, que no conocen la Ley, cum- especial relevancia la conciencia moral, co-
plan las prescripciones de ésta (2,15), lle- mo señalan diversas tradiciones religiosas
gando Pablo a apuntar una correspondencia y filosóficas. En efecto, sin dejar de ser per-
entre la ley escrita en los corazones y la Ley sonalísima palabra o ley personal, sin igno-
mosaica. Como ser espiritual, el hombre lle- rar el carácter histórico-cultural de algunos
va esta específica forma de presencia de de sus contenidos, en la conciencia se hace
Dios. El discurso del mismo Pablo en Atenas manifiesta una fuerza imperativa soberana
(Hch 17) contiene también la afirmación de con la que se impone un criterio de con-
una presencia de Dios en los seres del mun- ducta y un juicio sobre lo obrado de tal ob-
do, creación suya, presencia que, sobre to- jetividad y rigor que el hombre puede per-
do en cuanto se refiere al hombre, los grie- cibir en estas dimensiones de su conciencia
gos habrían reconocido (v. 28). la presencia de una realidad nueva, sobe-
Estos testimonios de la Escritura invitan al rana, trascendente, que se manifiesta en su
pensamiento cristiano a una lectura del propia constitución moral.
mundo y del hombre que ilustre los modos La percepción humana de esta revela-
de la comunicación natural de Dios y su al- ción tiene lugar por la razón (nous) (Rm),
cance. Respecto del mundo, una larga tra- mediante un pensamiento reflexivo, analó-
dición teorética ha incidido en su finitud o gico (Sb) que debe ir acompañado del com-
contingencia, su dependencia natural, su promiso moral con la verdad de las cosas
creaturalidad, que testifican la existencia y y de sí mismo. Es precisa una mirada es-
acción creadora de una divinidad. En otra piritual, una exploración reverencial sobre la
dirección, opuesta y complementaria, más realidad en busca de su fundamento. La Es-
apuntada quizá por la Escritura, el orden, critura afirma la posiblidad real de recta ex-
la consistencia, la misteriosa racionalidad y periencia de Dios a partir de esta revela-
belleza del mundo, que éste no puede dar- ción, por lo cual si de hecho no se da, se
se a sí mismo, deponen a favor de una razón incurre en el pecado que Sb y Rm denun-
creadora, libre, amorosa, de quien ha de cian con firmeza (como bien puntualizaba
provenir. Existen, además, vías de reflexión H. Fries, Wir und die Andern, Stuttgart
que conciernen específicamente al ser hu- 1966, 257; cf. FR 19); por otro lado, Pablo
mano. La afirmación radical de la antropo- sólo menciona los rasgos de omnipotencia
logía cristiana, el hombre a imagen y se- y deidad de quien debe ser deducido como
mejanza del Dios que lo crea (Gn 1,26-27), Creador a partir del mundo, lo cual es un
animado desde el aliento/principio vital del saber limitado sobre Dios que apenas pe-
Creador (Gn 2,7b) constituye la comunica- netra en su intimidad personal y que pro-
ción creacional de Dios en el hombre, y el piciará que en el desarrollo de una expe-
análisis de los modos de ésta equivale a la riencia religiosa a partir de este conoci-
tematización de la imago. Los elementos del miento fácilmente aunque no sin culpa del
hombre que constituyen su similitud con el hombre se desvaríe. En esta línea el Vati-
Creador son la revelación natural de Dios cano I afirmará que es perfectamente po-
en él. En el pensamiento contemporáneo, sible llegar con la razón, a partir de los se-
autores judíos y cristianos han dilucidado res del mundo, a un conocimiento cierto de
esta presencia creacional de Dios en la dia- Dios; pero admite también que en la «actual
884 REVELACIÓN
situación», ante el decaimiento espiritual quiere provocar un diálogo con el ser hu-
del hombre tras el pecado de origen, en su mano, que es interlocutor homólogo, crea-
sabiduría y bondad Dios ha abierto la es- do por la misma Palabra, constituido des-
pecial revelación histórica para garantizar de su origen como oyente, porque de la Pa-
el conocimiento de su plan de salvación, lo labra y para la Palabra surgió. En cuanto
que indica que no es tan fácil la recta rea- trasciende la presencia creacional de Dios,
lización de la posibilidad de conocimiento esta revelación no es conocida, en el senti-
natural de Dios (según H.U. von Balthasar: do del conocimiento que versa sobre lo da-
el Vaticano I hace afirmación del conoci- do en el horizonte mundano; es creída en
miento natural de Dios «aderezándola con cuanto que por gracia del mismo Dios co-
algunas cláusulas circunspectas»; «con el municado es reconocida como tal, no sin la
“pueda” (posse) de la primera afirmación razón.
no se afirma, por tanto, más que una posi-
bilidad real», Spiritus Creator, Madrid 2004, a) La revelación por la palabra
33). Si, Dei Verbum 3 evita llamar revela- En la revelación de Israel, son el habla y la
ción a esta comunicación divina hablando escucha, las categorías radicales (sobre to-
de un «testimonio perenne» mediante las do el profetismo estableció el primado de
criaturas, no es inconveniente tomar ese la palabra como medio de autocomunica-
testimonio como verdadera autocomunica- ción de Dios, siendo su campo concreto la
ción divina, gratuita y amorosa, en cuanto historia: G. von Rad, Teología del Antiguo
la gracia radical es la Creación, acto fun- Testamento II, Salamanca 1980, 117-118.
dacional de la alianza. En la palabra culmina la depuración de las
categorías reveladoras de un Dios recono-
2. La revelación a través de la palabra cido cada vez más como trascendente). La
y la historia comunicación verbal de Dios se desarrolla a
Presuponiendo la naturaleza y la criatura través de mediadores como Abrahán (Gn
humana, la voluntad salvífica de Dios da 12,1ss.), Moisés (Ex 3,1-15), y especial-
lugar a una nueva revelación mediante la mente los profetas, que han escuchado la
palabra y la historia de un pueblo particular Palabra y la deben transmitir a todo el pue-
que culmina en la concreción de la historia blo, que deberá reconocerla a través de
personal de un individuo de ese pueblo que ellos, siendo la escucha un deber religioso
plenifica la revelación dada hasta él. No fundamental. La Palabra de Dios presenta
obstante este particularismo, esta revela- dos grandes aspectos: noético, comunica-
ción es universalista al ofrecer un designio ción del conocimiento de Dios, y práxico,
de salvación para todos los hombres (la creación de una historia salvífica; palabra
bendición de Abrahán se remite a todos los de verdad que hace conocer los decretos
pueblos: Gn 12,3). Si esta nueva revela- de Dios y al tiempo, llamando e interpe-
ción se da mediante la palabra y la histo- lando, realiza sus designios (el hebreo no
ria, su factor más determinante es la vo- distingue entre la palabra y quien la dice,
luntad de autocomunicación de Dios de la el poder de la palabra es el de quien habla,
que proviene y que realiza, ofreciendo al por lo que sería inconcebible una palabra
hombre su intimidad salvadora mediante la divina que no realice: Dt 18,18-22; cf. B.
palabra, medio por excelencia de comuni- Forte, Teologia della Storia, Torino 1991,
cación de los seres espirituales, y la histo- 123). En su dimensión cognoscitiva, la Pa-
ria, el ámbito del acontecer libre y el lugar labra revela a Abrahán la voluntad de sal-
de una posible salvación del hombre como vación de Dios prometiendo un futuro de
ser histórico-social. Por estos medios Dios prosperidad en el marco de una alianza co-
REVELACIÓN 885
rán una acción de Dios que saneará la his- llegan a plenitud en el Reinado de Dios que
toria de Israel, como el nuevo éxodo anun- adviene en la historia a través de los actos
ciado por el Segundo Isaías (Is 52,11ss.), del Hijo que encarnan el amor absoluto del
el cual, sin embargo, abre la perspectiva de Padre. Además, la referencia mutua entre
una plenitud de la historia universal por obra palabras y hechos toca una intensidad má-
de Yahwéh, único Dios verdadero. Nace la xima cuando Jesucristo es la Palabra encar-
espera de una intervención salvadora de nada, esto es, Palabra que acontece o acae-
Dios como consumación de la historia. cer histórico de la Palabra eterna. Por eso,
por detrás de palabras y obras, su revela-
c) Referencia recíproca de hechos ción más propia es él mismo, el misterio
y palabras teándrico de su persona: él, la Palabra por
Como se ha observado, la revelación so- excelencia (Ap 19,3), el Reino en persona
brenatural se desarrolla en una profunda in- (autobasileia, Orígenes), su vida, el insu-
terdependencia de los hechos y la palabra. perable gesto histórico-salvífico. Si en Is-
Por una parte, la palabra, teniendo la fuer- rael palabras y hechos tejían la llamada di-
za de Dios, desencadena unos hechos que vina al hombre a un diálogo de intimidad,
son obra suya y, además, dicha por quien este propósito se hace más visible en el Hi-
tiene la facultad de interpretar los hechos jo encarnado, que consuma el carácter y el
como comunicación divina especialmente designio amoroso de la anterior revelación y
los profetas que han intensificado el sentido en atención al destinatario humano des-
histórico de la fe hebrea , la palabra mani- arrolla la comunicación más perfecta en to-
fiesta su sentido y los hace verdaderamen- das las estructuras de lo humano. Y si la re-
te reveladores. Por otra, los hechos vienen velación, por la palabra y por los hechos, se
a confirmar la palabra anunciada realizán- daba a través de mediadores, como Dios y
dola en el espesor de la historia humana. Si hombre, Jesucristo es el mediador perfecto
los hechos salvíficos de Dios son anuncia- (Hb), el mediador y lo mediado.
dos como tales y como objeto de fe por Ungido por el Espíritu de Dios (Mt 3,16),
quienes pueden interpretarlos como historia Jesús es enviado para anunciar la Palabra
salutis, justamente la verbalidad de los he- (Lc 4,1ss.). Reconocido como maestro (Jn
chos llevará a que sean enunciados en pro- 13,13), doctor (Mt 22,15) o profeta (Mc 8,28
fesiones de fe, que siempre tendrán un cla- par.), enseña, discute, denuncia, usando di-
ro contenido factual, como el credo históri- versos géneros de comunicación verbal. Su
co de Dt 26,5-9. Ésta es la trabazón interna hablar humano, evangelio, revela definiti-
de los modos de la revelación: «... obras y vamente el plan salvífico de Dios, su mise-
palabras intrínsecamente ligadas» (DV 1). ricordia, su perdón, su amor incondicionado,
su paternidad misteriosa, su definitiva so-
d) Revelación plena en los hechos beranía salvífica en el Reino que viene. Y
y palabras de Jesucristo con ello, el nuevo modo de vida en la lógica
La plenitud de la revelación de Israel, el del Reino: prácticas ascéticas (Mc 7,14ss.),
cumplimiento definitivo de la promesa de la oración (Lc 11,1-4), el matrimonio (Mt
Dios en la persona y ministerio de Jesucris- 19,1ss.), el mandamiento del amor (Jn
to, debe afectar a los modos del revelar, por 15,12), el seguimiento (Lc 14,25ss.), etc.
lo demás, estructuralmente unidos al con- Mateo subrayará cómo la enseñanza de Je-
tenido teológico. En efecto, la palabra co- sús plenifica la revelación legal del Antiguo
mo autocomunicación de Dios alcanza la for- Testamento (Mt 5-7); el pasivo «se dijo a
ma más perfecta al decir ahora la Palabra los antiguos» es una circunlocución para re-
eterna encarnada; los hechos de salvación ferirse a Dios y añadiendo «pero yo os di-
REVELACIÓN 887
go», Jesús avanza la pretensión de pronun- entrega de su vida como gesta suprema del
ciar la palabra definitiva que lleva a cumpli- amor divino es fuente de vida. En rigor, más
miento la voluntad de Dios expresada en la allá de la facticidad histórica pero incidien-
Ley (C. Greco, La rivelazione, Cinisello Bal- do y transformando profundamente la his-
samo 2000, 104). Juan enfatiza que ha ve- toria, la resurrección ilumina y consuma la
nido para dar testimonio de la verdad, de palabra y los hechos reveladores de Jesu-
modo que Jesús actúa desde la autocon- cristo, su misma figura y toda la revelación
ciencia firme de ser el revelador escatoló- divina anterior, manifestando definitivamente
gico, sus palabras «son espíritu y vida» (Jn el ser de Dios, su poder y su designio de
6,63). En efecto, además de su fuerza ma- amor y de vida para los hombres.
nifestativa, cargada de autoridad (Mc 1,27), En la Pascua, las promesas de Dios al-
su palabra despliega un poder creador rea- canzan un cumplimiento insuperable y se
lizando la salvación concreta de Dios en la revela el destino final del hombre, llamado
acogida, el perdón y la conversión del pe- a participar del triunfo del Resucitado y a la
cador, la curación física y el exorcismo. Así, contemplación gozosa de Dios, cuando la
es un deber fundamental escuchar, guardar revelación en palabras y obras, correspon-
la palabra de Jesús (Jn 5,24) y confesar su diente a la fase histórico-mundana del hom-
persona (Mt l0,32ss.), de lo que un día sur- bre y su respuesta en la fe , dé paso al
girá el evangelio como testimonio de su pa- ver cara a cara, a la contemplación directa
labra y su acción salvadora (1 Co 7,10). de Dios (1 Co 13,l2-13).
Al mismo tiempo, su obrar mesiánico ope-
ra la salvación que anuncia su palabra, y Bibliografía
J.A. ALCAIN, «El acontecimiento, categoría clave
esa actuación tiene a su vez un carácter ver-
de la revelación», Estudios Eclesiásticos 285
bal, revela la llegada del Reino (Mt 12,27-
(1998) 199-220. B. FORTE, «Parola di Dio e rive-
28), quién es él, su condición de enviado
lazione», Revista Catalana de Teologia 25 (2000)
del Padre (Jn 5,36). Acompañada o ilustra-
349-359. J. SCHMITZ, La revelación, Barcelona
da por la palabra, se desarrolla la praxis me- 1990. H. VERWEYEN, Gottes letztes Wort, Regens-
siánica de Jesús de trato con los pecadores, burg 2000.
curación de enfermos, comportamiento li- G. Tejerina
bre y liberador ante las instituciones reli-
giosas de Israel (sábado, Templo, Ley). Así III. CREDIBILIDAD DE LA REVELACIÓN
realiza en la historia la soberanía salvífica Con el término «credibilidad de la revela-
de Dios, su misericordia en el tiempo final, ción», solía expresarse el carácter veritativo
porque la historia ha alcanzado su centro que la palabra de Dios posee y, como con-
(Mc 1, 15; Ga 4,4). El supremo acto huma- secuencia, su capacidad de suscitar la res-
no de la revelación de Jesús es su muerte puesta de fe. «Creíble», por consiguiente,
en cruz que consuma todo su mesianismo se utiliza para indicar un contenido digno de
de servicio. La cruz es la revelación escan- ser acogido en la propia vida en cuanto por-
dalosa, en una muerte miserable, del mis- tador de un sentido pleno y definitivo. Sen-
terioso amor divino que se rebaja a la im- tido que, por otra parte, no sabríamos en-
potencia última para darlo todo por la cria- contrar en otro lugar más que en la esfera de
tura humana. La salvación anunciada y lo humano y que, por ello, comporta siem-
actuada por Jesús en el espesor de la his- pre en sí un carácter de precariedad y de
toria culmina en el acto del derramamien- contradicción. En este contexto, «credibili-
to de la sangre, más allá del cual ya no se dad» tiene un significado mucho más pro-
puede amar (Jn 15,13). La resurreción con- fundo que el término afín de «plausibilidad»,
firmará que el crucificado era el Hijo, que la con el que se hace referencia de manera pe-
888 REVELACIÓN
culiar al carácter meramente racional de un mento preciso en que Dios inserta este len-
contenido que viene certificado por su pro- guaje, es por su misma naturaleza verda-
pia fuerza lógica; con el término «credibili- dero y coherente, sin remitirse a ninguna
dad», en cambio, se afirma que el conteni- otra forma para expresar y decir la verdad
do no sólo es verídico, sino que a su vez es que contiene. No podría ser de otra mane-
necesario para la existencia porque tiene en ra. Decir, por el contrario, que con la reve-
sí un sentido pleno, fruto de la intervención lación Dios debiera recurrir a otro lenguaje
de Dios en la historia. distinto del suyo para afirmar la verdad de
Es necesario desarrollar el tema de la cre- su propio misterio, esto equivaldría a con-
dibilidad de la revelación, por lo menos en tradecir y limitar su misma revelación co-
dos de sus aspectos: el primero hace refe- mo evento divino. El hecho de que Dios se
rencia a la credibilidad que la revelación po- inserte en la historia y adquiera un lengua-
see en sí misma y que no proviene de un je humano permite afirmar que el lenguaje
juicio externo expresado por el hombre; el utilizado por Dios no sólo es desde siempre
segundo, en cambio, gira en torno a la ac- preparado en su designio de salvación para
tividad propia de la inteligencia en su bús- ser instrumento de revelación; sino que por
queda de los elementos necesarios que le esto mismo se transforma en normativo de
permiten mantener a la misma razón en su todo otro lenguaje personal que quiera ex-
acto de acoger la verdad de la revelación. presar la misma revelación. En otras pala-
Si se desea, puede pensarse la credibilidad bras, la revelación de Dios se cumple en Je-
de manera análoga a como acontece el pro- sús de Nazaret. Él es el alfabeto, el lengua-
ceso global del saber teológico. Éste se com- je y la gramática de Dios; a través de él
pone, como es sabido, de un doble ele- llega definitivamente revelado a los hom-
mento: el auditus fidei mediante el cual el bres el misterio escondido desde siempre.
creyente queda a la escucha de la revela- En efecto, Jesús utiliza el lenguaje de su
ción de Dios y el intellectus fidei que se tiempo; sus palabras y sus gestos son me-
construye mediante el procedimiento pecu- diaciones del contexto social y cultural en
liar de la razón . Como se ve, los dos mo- el que Él vive. Sin embargo, por el hecho
mentos son complementarios entre sí; el mismo de que Jesús adquiera y utilice aquel
primero, proviene de las razones de la fe lenguaje, éste se transforma en el vehículo
que se autopresentan en el contenido mis- mediante el cual Dios se revela. Al hombre
mo de la revelación, mientras que el se- no le es posible encontrar los contenidos de
gundo es consecuencia de la actividad inte- la revelación de Dios si no es en aquel len-
lectiva de la razón que, siguiendo su curso, guaje personal de Jesús, sobre todo cuando
alcanza la certeza de la verdad capaz de manifiesta intencionalmente la voluntad de
realizar un gesto de plena libertad. revelar el misterio trinitario de la naturale-
za divina. Este contenido de la revelación,
1. La revelación creíble en sí misma por lo tanto, es por sí mismo creíble; no re-
Por cuanto concierne a la primera dimen- cibe su estructura de verdad de la convic-
sión, es necesario justificar aquello que, con ción personal del hombre, que subjetiva-
una expresión de Hans Urs von Balthasar, mente se adhiere a ello, sino sólo y exclu-
se definía como «evidencia objetiva de la sivamente porque es dicho y hecho por Dios
revelación». Dios en el momento en que se en su encarnarse en la historia. Esta mis-
revela introduce en el mundo y en la histo- ma enseñanza se distingue en los dos con-
ria un lenguaje, con el cual se manifiesta a cilios que han tratado esta cuestión. En la
sí mismo y a la verdad que da a conocer Dei Filius el Vaticano I afirma: «Cuando Dios
respetuosamente su misterio. En el mo- revela estamos obligados a prestarle por la
REVELACIÓN 889
fe plena obediencia de entendimiento y vo- bre pueda corresponder del mismo modo a
luntad […] creemos ser verdadero lo que su amor divino. Es, por tanto, un amor en
por Él ha sido revelado, no por la intrínseca la plenitud de la gratuidad que da todo sin
verdad de las cosas, percibida por la luz na- recibir nada a cambio. Toda la historia de la
tural de la razón, sino por la autoridad del revelación de Dios es comprensible a la luz de
mismo Dios que revela, el cual no puede ni un amor que se expresa y revela progresi-
engañarse ni engañarnos». Del mismo mo- vamente hasta el pleno y total don de sí. Es-
do, Dei Verbum enseña: «Jesucristo, el Ver- to tiene su punto de partida en la creación,
bo hecho carne, “hombre enviado, a los que manifiesta el fruto inicial del amor co-
hombres”, “habla palabras de Dios” y lleva a mo un ponerse Dios en camino, fuera de sí.
cabo la obra de la salvación que el Padre le Según la expresión antigua, bonum est dif-
confió. Por tanto, Jesucristo ver al cual es fusivum sui, el amor no puede quedarse en-
ver al Padre , con su total presencia y ma- cerrado en sí mismo, sino que tiene necesi-
nifestación personal, con palabras y obras, dad de abrirse y de manifestarse al exterior.
señales y milagros, y, sobre todo, con su Mediante la creación, cada persona puede
muerte y resurrección gloriosa de entre los reconocer el amor con el cual Dios se da a
muertos; finalmente, con el envío del Espí- conocer (Rm 1,20) y permite una primera
ritu de verdad, completa la revelación y con- aproximación al conocimiento de su exis-
firma con el testimonio divino que vive en tencia. Esta pedagogía de la revelación se
Dios con nosotros para librarnos de las ti- manifiesta sucesivamente, en las vicisitudes
nieblas del pecado y de la muerte y resuci- que llevan a Israel a constituirse como pue-
tarnos a la vida eterna» (DV 4). blo. Esta historia, de hecho, es una narra-
En este contexto, es necesario conside- ción para leerse a la luz del amor que prefiere
rar el punto culminante de la revelación; que y elige, que defiende y libera, que promete y
consiste en el manifestarse en plenitud de cumple. No obstante a las repetidas infideli-
la naturaleza misma de Dios. Jesús de Na- dades del pueblo, Dios corresponde siempre
zaret, Dios en medio de los hombres, reve- a través del perdón y de la protección, ex-
la el rostro de Dios y hace accesible su mis- presiones de la praxis de su obrar. Los pro-
terio trinitario como amor infinito que se da fetas, en muchas ocasiones, hablaron del
radicalmente. El amor es el verdadero obje- amor de Dios a Israel mediante la misma
to de la revelación y su fin último mediante experiencia del amor conyugal.
el cual es posible encontrar juntos el conte- El núcleo de la concepción cristiana del
nido de la revelación y su credibilidad. Es amor, en todo caso, se encuentra en el mis-
necesario, por tanto, considerar en primera terio pascual. A partir del cual es posible re-
instancia la naturaleza de este amor y su va- leer enteramente la historia del amor divino.
lidez reveladora. El amor revelado no pro- El acontecimiento de la encarnación, evi-
viene necesariamente de la experiencia hu- denciando el empeño mismo de Dios en pri-
mana, siempre muy limitada y sujeta por su mera persona, garantiza la expresividad ple-
misma naturaleza al límite y a la contradic- na de su amor. Aquí no se está en presencia
ción propia del hombre; parte, por el con- del mito ni de mediación alguna; Dios se re-
trario, del evento mismo de la revelación que vela a sí mismo directamente, asumiendo
es, en sí mismo, amor. La revelación de Dios sobre sí la historia con todo lo que esto com-
se puede comprender efectivamente a la luz porta para la existencia: el tiempo, el espa-
del amor misericordioso donde el Padre se cio, el inicio y el término. La cruz es el pun-
da a la humanidad sin ninguna razón que no to culminante de la revelación del amor. El
sea aquella de amar totalmente sabiendo misterio del sufrimiento presente en el Gól-
que no hay posibilidad alguna de que el hom- gota, en efecto, deja traslucir al mismo tiem-
890 REVELACIÓN
zón no sólo del creyente, sino de toda per- da garantía a la libertad con la que se aban-
sona entrar en la esencia del análisis y ve- dona en la fe en el misterio del amor de
rificar plenamente la relación con el senti- Cristo.
do que posee y el significado frente al que La Dei Verbum hace casi una síntesis de
nos sitúa. Un texto significativo puede es- los signos de credibilidad cuando afirma:
tar en la base de estas consideraciones; se «Jesucristo, pues, el Verbo hecho carne,
trata de la conclusión del evangelio de san “hombre enviado, a los hombres”, “habla
Marcos. Con su ascensión al Padre, Cristo palabras de Dios” y lleva a cabo la obra de la
envía a sus discípulos al mundo, el evange- salvación que el Padre le confió. Por tanto,
lista afirma: «Ellos salieron a predicar por Jesucristo ver al cual es ver al Padre , con
todas partes, colaborando el Señor con ellos su total presencia y manifestación personal,
y confirmando la Palabra con las señales que con palabras y obras, señales y milagros, y,
la acompañaban» (Mc 16,20). Es propio en sobre todo, con su muerte y resurrección
esta unión de palabras y gestos entrelaza- gloriosa de entre los muertos; finalmente,
dos, el acreditar y confirmar el anuncio de con el envío del Espíritu de verdad, com-
los discípulos, que se puede construir una pleta la revelación y confirma con el testi-
reflexión acerca de los signos de credibili- monio divino» (DV 4). Como se ve, el Vati-
dad. Ya el Vaticano II en la Dei Verbum ha- cano II coloca el acontecimiento de Cristo
bía subrayado la importancia de la unión en- como signo culminante de la revelación, pe-
tre las palabras y los signos en el aconteci- ro no explicita los signos que de él derivan.
miento de la revelación y había mostrado la Aparece claramente en primer plano, tam-
fuerza especulativa y teológica de esta sín- poco citada explícitamente, la Iglesia en su
tesis (DV4). El texto evangélico no hace otra santidad en cuanto obra del Espíritu de ver-
cosa que dar confirmación al reclamo entre dad que actúa en su nombre para ser, ella
la palabra y los signos que la constituyen misma, signo e instrumento de la unidad de
como un evento unitario que permite acoger todo el género humano (LG 1). La teología
con eficacia la totalidad de la revelación. An- fundamental, de cualquier modo, siempre
tes de adentrarnos en el análisis de estos ha visto en el milagro y en la profecía los
signos, conviene recordar que el verdade- signos peculiares que, analizados con la fuer-
ro y único signo de credibilidad de la reve- za de la razón, acreditan la elección de fe
lación, ofrecido por Dios al mundo, es Jesu- personal como consciente y libre.
cristo que, con la Iglesia, continúa estando En primer lugar se encuentra el milagro.
presente en la historia de la humanidad. Es- Se lo puede definir como la intervención li-
te signo unitario tiene una fuerza significa- bre de Dios en el interior de la creación y
tiva única y tal que permite a todos los otros en el hombre para manifestar la victoria so-
signos encontrar su plena expresividad pro- bre el mal y la llamada a la participación en
pia en relación con él. Los signos de la re- su Reino. Se distingue del prodigio, que tien-
velación tienen una validez distinta, y me- de a resaltar el carácter fascinante, y se es-
recen por esto ser analizados en relación a pecifica como una llamada a la fe. En cual-
sus objetos; así pues, tienen una impor- quier caso, el milagro es visto como un ac-
tancia peculiar los signos realizados por Cris- to mediante el cual Dios se da a conocer.
to, y otra aquéllos de la Iglesia, y en ella los Este tipo de hechos no es posible para el
de cada uno de los creyentes en singular. hombre, que se queda maravillado y lleno
En un caso, como en el otro, siempre pesa de estupor ante estos signos de grandeza. El
la fuerza de la razón, que ve en los signos un Nuevo Testamento prefiere señalar los mi-
desafío a creer, un instrumento para dar ra- lagros con los términos genéricos de se-
zones de la propia fe y un soporte que brin- meion y ergon; quiere con ellos especificar
892 REVELACIÓN
que son una obra cumplida por el Hijo para a Él sería reductivo; Él es más que un pro-
revelar su potencia (dynamis). El Nuevo Tes- feta porque es el Hijo de Dios. La Iglesia
tamento presenta diversos signos que pue- primitiva ha conocido también los profetas.
den clasificarse como: exorcismos, curacio- Ellos eran hombres y mujeres (Hch 13,1;
nes, dones inesperados (como por ejemplo 21,3.11) que desarrollaron en la comuni-
la multiplicación de los panes y la pesca mi- dad un papel fundamental: movidos por la
lagrosa), resurrecciones. Teológicamente, acción del Espíritu anunciaban incesante-
los milagros tienen la finalidad de hacer re- mente la Palabra del Señor durante la acción
conocer la acción de Dios, mostrando su litúrgica. Muchas son las referencias que
amor y su misericordia; son, por tanto, sig- remiten a la presencia de los profetas y de
nos que empujan a ver la acción ininte- su función en la comunidad cristiana (1 Co
rrumpida del Padre por el bien de sus hijos. 12,28-30; Ef 4,11). Son considerados, por
En este sentido, el milagro anticipa en el tanto, como los fundamentos de la Iglesia
presente cuál será la situación del futuro es- porque mueven a la comunidad a vivir co-
catológico: en él no habrá más enfermeda- herentemente la fe, ofreciendo concretas
des, ni sufrimientos, ni muerte, únicamen- enseñanzas sobre la Palabra del Maestro.
te vida. Los milagros, por tanto, atestiguan Antes que hablar del futuro, la profecía ha-
la presencia del Reino de Dios en medio de bla al presente, por esto, todo bautizado es
nosotros y sus frutos más evidentes. Los profeta. Con su testimonio, el profeta exige
milagros de Jesús pueden ser sometidos a no asumir en la propia vida absoluto algu-
una exhaustiva crítica literaria, histórica y no, fuera del único necesario. A la luz de la
teológica, mediante la cual se puede alcan- profecía neotestamentaria, finalmente, se
zar el estrato más antiguo del relato y su deben interpretar las eventuales y ulterio-
historicidad. Se muestra, en efecto, que son res profecías que están acompañadas de
relatos fieles y no unas narraciones mitoló- visiones. Este género de profecías reclama
gicas fruto de la comunidad primitiva. Por un discernimiento particular con un criterio
lo que se refiere a los milagros que aconte- que la Iglesia no ha tenido reparos en ela-
cen después de la resurrección de Jesús, se borar para defender al pueblo de los falsos
debe tener en cuenta que van insertados en profetas y, sobre todo, para garantizar la
el mismo horizonte de significación que los única verdadera profecía: la Palabra de Dios
milagros de Cristo; son, entonces, signos confiada a ella.
para la fe y no prodigios para la curiosidad De particular eficacia en la evidencia de
o frutos de la magia. Este aspecto es opor- la credibilidad es el signo del testimonio.
tuno para desestimar las precomprensiones Indica la capacidad de entrar en una rela-
de aquellos que queriendo salvaguardar lo ción interpersonal sobre la base de la na-
científico, niegan el milagro. Una verdadera rración de un hecho; es la expresión privi-
ciencia, en efecto, sabe verificar el propio legiada del lenguaje personal, porque crea
límite y la inexplicabilidad de los fenóme- actos concretos que la sola palabra habla-
nos que no entran en sus competencias. da no sería capaz de expresar. Gracias al
La profecía es un ulterior signo de cre- hecho testimoniado se establece una rela-
dibilidad. Se identifica como una peculiar ción peculiar entre quien ofrece el testimo-
forma de revelación que consigue tener nio y aquél que lo recibe. Esta relación in-
unidas palabra y signo, haciendo posible terpersonal concierne a la esfera más alta y
acoger la dialéctica que se da entre mani- profunda de la correlación porque en ella
festación-ocultamiento del contenido re- se logra la credibilidad de sí mismo. Según
velado. Ciertamente Jesús ha expresado como sea la verdad que viene expresada y
profecías, pero el título de profeta aplicado el grado de participación en ella, se pone
REVELACIÓN 893
horta a crecer en la unidad de la fe, los in- sobre Cristo y en una perenne relación de
vita a alcanzar a Cristo «para que no sea- comunión con Él. En virtud de esta premisa
mos ya niños, llevados a la deriva y zaran- Pablo puede concluir su enseñanza afir-
deados por cualquier viento de doctrina, a mando: «Vosotros sois de Cristo y Cristo es
merced de la malicia humana y de la astu- de Dios» (1 Co 3,23).
cia que conduce engañosamente al error» La credibilidad de la revelación, como se
(Ef 4,14). En síntesis: es necesario que el ve en estas breves consideraciones, se re-
crecimiento personal de la fe no sea aislado, fiere siempre a la doble vertiente de la ver-
sino que se configure sobre el mismo cre- dad sobre la propia vida, para que pueda
cimiento de la fe que conduce a una exis- estar abierta a decisiones que nacen de una
tencia madura y consciente de la elección libertad auténtica. No tendría pleno sentido
llevada a cabo. En otras palabras, la vida de la indagación sobre la verdad de la revela-
una persona no puede referirse sólo a las ción, si ésta no se enfocase sobre la elección
teorías humanas o a las hipótesis más va- libre de la fe. Y por eso, en virtud de la cer-
riadas; llega el momento, en efecto, en que teza de esta libertad, se abre el escenario
es necesario alcanzar una certeza que dé de la indagación sobre la verdad alcanza-
solidez al crecimiento y asegure la existen- da en la plenitud de la instancia de la fe y la
cia personal. razón. La verdad dada por la revelación y
Es el momento, en suma, de hallar el por las modalidades con que Dios decide
«fundamento» sobre el que construir. La introducirla en el mundo, se sitúa también
imagen del «fundamento» tiene su validez delante de la razón, con aquella evidencia
objetiva e imprime a la reflexión teológica que no la humilla, sino que la induce a ir
la instancia crística que no puede nunca ser siempre más allá, para encontrar las razo-
marginada. Una teoría de la credibilidad de nes coherentes que una elección de fe li-
la revelación, por lo tanto, o es plenamente bre y convencida requiere. Es ésta la for-
crística o desaparece en lo efímero de las ma más convincente de la credibilidad, por-
ilusiones. El sentido de la vida encuentra que mientras acoge en sí la autoridad de la
respuesta y confirmación adecuadas en Je- revelación, no renuncia a la autoridad de
sucristo, que Dios, en el plano salvífico, ha la razón. De este modo, el creyente tiene
puesto desde siempre como fundamento de la certeza de dar plena cabida a la verdad
su relación con la humanidad. Es importan- revelada por Dios, sin renunciar a la pro-
te saber, por lo tanto, sobre qué base se pia libertad. Nos pueden valer, como con-
construye. Pablo indica explícitamente la ne- clusión, las palabras empeñativas de Be-
cesidad del fundamento; es así en virtud de nedicto XVI exactamente sobre este tema:
la predicación del apóstol y nadie puede pre- «De lo que tenemos necesidad en este mo-
tender el cambiarlo (1 Co 15,11). La res- mento de la historia, es de hombres que,
ponsabilidad de cómo se construye la exis- a través de una fe ilustrada y vivida, mues-
tencia, de cualquier modo, pertenece al cre- tren a un Dios creíble en este mundo. El
yente. Vuelve a aparecer una vez más el testimonio negativo de los cristianos que
tema del estilo de vida del creyente como hablaban de Dios y vivían en contra de él,
condición esencial para la credibilidad de su ha oscurecido la imagen de Dios y ha abier-
elección. Es verdad que el Evangelio per- to la puerta a la incredulidad. Necesitamos
manece creíble por la fuerza que emana el hombres que tengan la mirada dirigida a
amor de Cristo, pero la credibilidad de los Dios, aprendiendo ahí la verdadera huma-
creyentes está supeditada a su personal tes- nidad. Necesitamos hombres cuyo intelec-
timonio de vida. Construir una existencia to esté iluminado por la luz de Dios y a los
significativa es posible si la vida se funda que Dios abra el corazón, de modo que su
REVELACIÓN 895
intelecto pueda hablar al de los demás, y mentale II: Fondamenti, Roma 2005, 397-462.
su corazón pueda abrir el corazón de los H. FRIES, Teología Fundamental, Barcelona 1987.
demás. Sólo a través de hombres tocados C. IZQUIERDO, Teología fundamental, Pamplona
por Dios, Dios puede volver a estar junto a 20022. W. KERN, H. POTTMEYER y M. SECKLER (eds.),
los hombres». Handbuch der Fundamentaltheologie IV: Traktat
theologische Erkenntnislehre, Tübingen 20002. F.
Bibliografía OCÁRIZ y A. BLANCO, Revelación, fe y credibilidad,
R. FISICHELLA, La Rivelazione evento e credibilità, Madrid 1998. S. PIÉ-NINOT, La teología funda-
Bologna 20028; «La credibilità della rivelazione mental, Salamanca 2001.
cristiana», en G. LORIZIO (ed.), Teologia Fonda- R. Fisichella
S
Sacramento/Sacramentos
En el siglo XX, con algún antecedente en eucaristía: «Se llaman “sacramentos” por-
el XIX, la teología ha vuelto a un uso más que, bajo la envoltura de cosas materiales,
variado del término «sacramento». Se dice la virtud divina lleva a cabo en secreto el
así que Cristo es el sacramento primordial poder salvador de estos sacramentos. De
e igualmente que la Iglesia es sacramento ahí que su nombre derive de virtudes se-
en un sentido general. cretas o de cosas sagradas» (Etimologías,
VI, 19, 40). Deja de lado la noción de «sig-
II. EL CONCEPTO DE «SACRAMENTO» no», para centrar la atención en la acción
1. Su determinación a lo largo divina secreta, a la vez que presenta los sa-
de la historia cramentos como elementos (agua, aceite,
Los numerosos significados del vocablo «sa- pan, vino) santificados por el Espíritu Santo:
cramento» ponen la cuestión de si es posi- no los ve como acciones, sino como cosas.
ble encontrar una unidad entre ellos, al me- En el siglo XI los teólogos volvieron a fi-
nos en el lenguaje cristiano, o si, por el con- jar su atención en los textos agustinianos y
trario, ha acabado siendo una palabra recuperaron así la definición del vocablo co-
equívoca. En los primeros siglos de la Igle- mo signo sagrado. Se trataba, sin embar-
sia san Agustín aportó preciosas reflexiones go, de una definición muy general, aplica-
al respecto, pero poco antes de él hay que ble a muchas realidades de la vida de la Igle-
señalar a san Juan Crisóstomo, que, en una sia; así que Hugo de San Víctor (siglo XII) se
de sus homilías, ofrece una noción general propuso encontrar una definición específica,
de «misterio», que interesa aquí, pues sus que distinguiera bien lo que son propiamente
significados se transfirieron al sacramento los sacramentos. Llegó a ésta: «Sacramen-
latino. Dice así: «Se llama misterio, porque to es un elemento corporal o material pre-
creemos una cosa distinta de lo que vemos; sentado exteriormente de manera sensible,
pues tal es la naturaleza de nuestros mis- que representa por semejanza, significa por
terios» (In Ep. I ad Cor. hom., 7, 1). El mis- institución, y contiene por santificación una
terio es una realidad visible con un conte- cierta gracia invisible y espiritual» (De sa-
nido invisible que sólo la fe llega a percibir. cramentis christianae fidei, I, 9, 2). La defi-
San Agustín, que llama sacramento al nición incluía el sacramento en el género del
signo que se refiere a cosas divinas, ofrece signo sensible, como signo de una gracia es-
una definición general de «signo»: «El sig- piritual, con la particularidad de significarla
no es una cosa que, además de la imagen debido a una institución (se entiende de Cris-
[de sí] que pone en los sentidos, hace que to) y por cierta semejanza con ella. Este
de sí venga al pensamiento otra cosa dis- componente genérico de la definición que-
tinta» (De doctrina christiana, II, 1, 1). El daba especificado por la eficacia santifica-
modo de significar de los sacramentos, en dora atribuida al sacramento. Sin embargo,
cuanto signos sagrados, es por semejanza; la definición presentaba aún algunas defi-
si ésta falta, no hay sacramento. Al incluir ciencias, sobre todo la de mantener la ten-
el sacramento en la categoría del signo, san dencia cosificadora, al considerar el sacra-
Agustín pone de relieve su valor de instru- mento como un elemento corporal, por lo
mento de conocimiento; de todas formas, que no daba cabida a la penitencia, al or-
cuando es preciso, no deja de subrayar su den y al matrimonio. Unos diez años des-
eficacia salvadora, como hace a propósito pués, Pedro Lombardo formuló esta otra de-
del bautismo y la eucaristía. finición, que se hizo clásica por la gran di-
San Isidoro de Sevilla (siglo VII) ofrece fusión de su obra: «Se dice propiamente
una definición de «sacramento» con refe- sacramento aquello que es signo de la gra-
rencia al bautismo, a la confirmación y a la cia de Dios y forma de la gracia invisible, de
898 SACRAMENTO/SACRAMENTOS
tal manera que es a la vez su imagen y cau- mente por medio de una realidad visible con
sa» (Sententiae, IV, 1, 4). El componente la que mantiene una unión real, no pura-
genérico de la definición es el ser signo de la mente ideal. El misterio sacramental sigue
gracia de Dios que significa como imagen, siendo misterio, aun manifestándose visi-
y el específico, el ser causa de esa gracia. blemente, y alcanza su mayor significado
Con esta definición el autor identificó los sie- cuando, además, obra y se comunica a nos-
te sacramentos cristianos, distinguiéndolos otros aprovechando lo visible como vehícu-
de otras realidades, que no se podían decir lo e instrumento. En este sentido pleno, Cris-
sacramentos en sentido propio. to, el Hombre-Dios, es un misterio sacra-
El magisterio de la Iglesia ha reconocido mental. También lo son los sacramentos de
el valor de la noción generalizada entre los la Iglesia, e igualmente la Iglesia misma.
teólogos después de Pedro Lombardo y se Estas reflexiones de Scheeben tardaron
ha servido de ella para exponer la doctrina en encontrar quien las continuara. En el se-
sobre los sacramentos y defenderla, aun- gundo tercio del siglo XX algunos autores
que con otras expresiones equivalentes. En comienzan a atribuir la sacramentalidad a
los dos catecismos dirigidos a la Iglesia uni- Cristo y a la Iglesia. Respecto a Cristo, se
versal ha ofrecido definiciones, que coinciden trata de reflexiones breves, de pocas pági-
con esa noción: el sacramento «es una co- nas, que sirven para encuadrar debidamente
sa sensible que por institución de Dios tiene la Iglesia y los sacramentos. En los docu-
la virtud de significar y producir la santidad mentos del Concilio no se habla de Cristo
y justicia» (CR II, 1, 11); «Los sacramen- como sacramento. Posteriormente (1984), la
tos son signos eficaces de la gracia, insti- Comisión Teológica Internacional explica
tuidos por Cristo y confiados a la Iglesia por que, si se puede hablar de la Iglesia como
los cuales nos es dispensada la vida divina» sacramento, se debe a que Cristo es el sa-
(CCE 1131). cramento «primordial», del que depende la
Una vez que se encontró una definición Iglesia; se le puede designar como «sacra-
específica de los siete sacramentos, los teó- mento de Dios». Más recientemente, el Ca-
logos siguieron estudiando la noción de sa- tecismo de la Iglesia Católica afirma: «Su
cramento sólo con referencia a esos siete. humanidad aparece así como el “sacra-
Como consecuencia se aisló su estudio, sin mento”, es decir, el signo y el instrumento de
integrarlos adecuadamente en el conjunto su divinidad y de la salvación que trae con-
del misterio cristiano. A partir del siglo XIX sigo: lo que había de visible en su vida te-
se comenzó a corregir esa separación, a la rrena conducía al misterio invisible de su fi-
vez que se atendía a un concepto más am- liación divina y de su misión redentora» (CCE
plio de sacramento, útil para una mejor com- 515). Esta afirmación se completa con esta
prensión de otras verdades de la fe. otra: «La obra salvífica de su humanidad
santa y santificante es el sacramento de la
2. La noción de sacramento referida salvación que se manifiesta y actúa en los
a Cristo y a la Iglesia sacramentos de la Iglesia» (CCE 774).
Matthias Josef Scheeben (siglo XIX) puso de Entre los autores que comenzaron a apli-
relieve que en el fondo de los sacramentos car el vocablo «sacramento» a Cristo y a la
en sentido estricto late una idea que pene- Iglesia, Otto Semmelroth desarrolló sobre
tra todo el cristianismo, la de misterio sa- todo lo que se refería a la Iglesia; pero lo
cramental. Se puede hablar de él cuando se decisivo para que se impusiera este punto
da un misterio verdaderamente sobrenatu- a la atención de los teólogos fue que el Con-
ral, en sí mismo no perceptible por los sen- cilio Vaticano II lo recogiese: «La Iglesia es
tidos y la razón, que se manifiesta externa- en Cristo como un sacramento, o sea signo
SACRAMENTO/SACRAMENTOS 899
eficaces de la gracia. Según él, la eficacia de ser de varias clases: de efecto a causa
está en la fe, no en la acción sacramental; el (el humo es signo del fuego; la limosna es
sacramento ciertamente es signo, pero de signo de un espíritu misericordioso); de re-
la promesa divina de la justificación de los presentación figurativa (la estatua es signo
pecados por la fe. Considera la eficacia de del personaje representado); puramente
los sacramentos de la misma naturaleza que convencional (las señales de tráfico). Si no
la eficacia de la predicación, con la diferen- se conoce la relación entre el signo y lo sig-
cia de que ésta es más común, pues se di- nificado, el signo permanece indescifrable y
rige a todos y cada uno la acoge a su modo, pierde su valor informativo, portador de co-
mientras que el sacramento es como la pa- nocimiento respecto al sujeto que lo perci-
labra de la promesa dirigida individualmen- be. Los sacramentos no son signos natura-
te al que lo recibe. les de la gracia, pues por su naturaleza las
La respuesta autorizada a Lutero y, en palabras y gestos humanos y los elemen-
general, a los reformadores protestantes vi- tos materiales que se usan en los sacra-
no del Concilio de Trento. Por lo que atañe a mentos no hacen referencia a la gracia di-
la noción de sacramento, en un canon dog- vina, no son ni su causa ni su efecto, ni tam-
mático (6.º sobre los sacramentos en ge- poco su imagen o representación natural.
neral), el Concilio afirma primero su eficacia Sólo la institución divina establece su refe-
para dar la gracia: «Si alguno dijere que los rencia a la gracia, pues ningún ser sensible
sacramentos de la Nueva Ley no contienen conduce de suyo al conocimiento de la gra-
la gracia que significan, o que no la dan a cia. Pero los sacramentos no son signos pu-
los que no ponen óbice [...] sea anatema». ramente convencionales: su significación es
Luego, condena más directamente el con- por semejanza, no del todo extraña a su
cepto de sacramento como sólo signo, tan- sentido natural. Así, por ejemplo, el gesto
to en sentido luterano «... como si sólo de la ablución en el bautismo no es pura-
fueran signos externos de la gracia o justi- mente convencional, sino que sirve para dar
cia recibida por la fe» , como con una acep- a conocer por cierta semejanza que el alma
ción aún más vacía de contenido «... y cier- es purificada del pecado, que así como nues-
tas señales de la profesión cristiana, por las tra cabeza se mete bajo el agua y vuelve a
que se distinguen entre los hombres los fie- salir de ella, de modo parecido somos he-
les de los infieles» . En este último sentido chos partícipes de la muerte y resurrección
se adivina el concepto de sacramento del de Jesucristo, con Él somos sepultados y re-
reformador de Zurich, Zwinglio, que despo- sucitados. Pero si no se hubiera dado la ins-
jaba los sacramentos de todo valor salva- titución divina, ese gesto de ablución sería
dor, negando incluso su utilidad para la fe: ajeno al misterio pascual de Cristo y no sig-
los sacramentos sólo servirían para que uno nificaría nuestra participación en él.
profese ante la Iglesia que es discípulo y En la teología de los sacramentos del si-
soldado de Cristo. glo XX se ha llegado al convencimiento de la
El examen de la noción de sacramento necesidad de atender no sólo al valor infor-
pone la cuestión de su eficacia, y a ella se mativo del signo, sino también al valor sim-
dedica un apartado específico del estudio bólico del lenguaje sacramental. Signo y
de los sacramentos de la Iglesia. En cam- símbolo son dos valores distintos del len-
bio, sobre el sacramento en cuanto signo guaje. En cuanto comunica información, el
aún hay que decir aquí algo más. El signo lenguaje es significativo: mediante la cor-
es tal porque está en relación con lo signifi- poreidad del gesto, palabra, sonido, color,
cado sea esto una cosa o un hecho y hay etc. conduce al interlocutor al conocimiento
un sujeto que conoce esa relación. Ésta pue- de lo que se le quiere comunicar. El lengua-
SACRAMENTO/SACRAMENTOS 901
je tiene además un valor simbólico, por ral). Los reformadores protestantes creían
cuanto implica un ámbito del que forman en la institución por Cristo, pero sólo acep-
parte los interlocutores, que lo reconocen taban que hubiese instituido el bautismo y la
como propio. El lenguaje implica un ámbito eucaristía. Por eso en dicho canon se rea-
social común, de naturaleza también cultu- firmó que lo fueron todos y se dio la lista:
ral, que constituye parte de la herencia en la bautismo, confirmación, eucaristía, peni-
que cada uno de los miembros del grupo se tencia, extremaunción, orden y matrimo-
reconoce a sí mismo. En algunas formas del nio.
lenguaje el valor simbólico supera en gran La crítica histórica, que en el siglo XIX se
medida al valor significativo. Esto es fre- desarrolló primero en el campo del protes-
cuente en el lenguaje de gestos y actitudes. tantismo liberal y, después, pasó al campo
Piénsese, por ejemplo, en el valor simbólico católico dentro del movimiento modernista,
de vestir un traje oscuro para asistir a un se convirtió en negadora de cualquier atri-
funeral. En otras culturas, en cambio, el tra- bución a Cristo del origen de los sacramen-
je oscuro puede carecer de ese valor sim- tos de la Iglesia. Las teorías presentaban
bólico. Por eso hay fórmulas con un signifi- una notable variedad, pero todas coincidían
cado muy reducido en sí mismas, pero con en atribuir a las comunidades apostólicas o
un rico contenido simbólico. Y al revés, a pos apostólicas el origen de los sacramentos;
veces el lenguaje casi se reduce a transmi- Jesús no habría tenido un propósito deter-
tir información, con muy escasa carga sim- minado de instituirlos. Por eso, entre las te-
bólica, por ejemplo, las instrucciones de uso sis modernistas que condenó san Pío X (De-
de una máquina. creto Lamentabili) figura ésta: «Los sacra-
Los sacramentos se componen de un len- mentos tuvieron su origen del hecho de que
guaje de gran densidad significativa y sim- los apóstoles y sus sucesores, por persua-
bólica. Por medio de ellos los cristianos, a dirlos y moverlos las circunstancias y acon-
la vez que alcanzan el conocimiento de la tecimientos, interpretaron cierta idea e in-
acción divina santificadora en Cristo y de tención de Cristo».
sus efectos salvadores, también se recono- Jesucristo es el autor de los sacramen-
cen a sí mismos como miembros de la co- tos, ante todo, en cuanto que es Dios, con
munidad eclesial. Lo que a un extraño pue- un poder común a las tres divinas Personas.
de parecer carente prácticamente de valor, Sólo Dios puede ser la causa principal de
para los fieles es un momento lleno de fuer- los sacramentos, pues el don de mayor va-
za de comunión, de alegría por la común lor que por éstos se nos comunica es la gra-
participación en el misterio de Cristo y por cia divina, que nos hace partícipes de su vi-
formar el Pueblo de Dios, preparado por el da íntima. Por lo mismo sólo Él puede es-
Pueblo de la antigua alianza. Por eso el len- tablecer el modo de dar la gracia y de qué
guaje sacramental no proviene exclusiva- medios se servirá para hacerlo.
mente del Nuevo Testamento, sino que es- El dogma católico sobre el origen de los
tá enraizado en los signos del Antiguo Tes- sacramentos no comprende sólo la afirma-
tamento, que ayudan a comprenderlo. ción de su institución divina, sino más es-
pecíficamente que Jesucristo es su autor, es
III. LOS SACRAMENTOS DE LA IGLESIA decir, con actos en los que interviene su Hu-
1. Origen manidad santísima. Esto es así, en primer
La Iglesia cree que los sacramentos de la lugar, porque la eficacia de los sacramentos
Nueva Ley fueron todos instituidos por Je- deriva de su pasión, muerte y resurrección
sucristo. Así lo definió el Concilio de Trento y, además, porque Él mismo los estableció.
(canon 1.º sobre los sacramentos en gene- Lo que quiere decir que en el origen de ca-
902 SACRAMENTO/SACRAMENTOS
da sacramento hay una específica voluntad ma, son realizaciones fundamentales y ab-
instituyente de Cristo antes de su ascensión solutas de su propio ser y que son, por con-
al cielo. ¿Cómo se manifiesta? De diversos siguiente, lo que llamamos sacramentos.
modos y no necesariamente en una única En realidad con esta teoría sólo se explica
ocasión para cada sacramento. Respecto a cómo la Iglesia ha tomado plena conciencia
algunos consta claramente en la Sagrada de cuáles y qué son los sacramentos. Si la
Escritura. En relación con la eucaristía esa explicación se limitase a esto, sería justa.
voluntad se muestra tanto en la promesa Pero queda en el aire la pregunta: ¿por qué
que Jesús manifestó en la sinagoga de Ca- la Iglesia efectúa, desde los primeros tiem-
farnaún (cf. Jn 6,51-58), como en la última pos de su existencia, estas acciones litúr-
cena. Con respecto al bautismo, además del gicas, estas realizaciones tan fundamenta-
anuncio que el Señor hace a Nicodemo (cf. les para ella? ¿Cuál es su origen?: ¿un que-
Jn 3,3-8), su voluntad es patente en el man- rer explícito de Jesucristo?, ¿la iniciativa
dato de bautizar al final de los evangelios espontánea y poco intencionada de una co-
de Mateo y Marcos. Como también se ma- munidad?, ¿la iniciativa de un eclesiástico?
nifiesta, respecto a la penitencia, cuando al La respuesta afirmativa a una de las dos
atardecer del día de su resurrección dio a últimas alternativas sería incompatible con
los discípulos el poder de perdonar y de re- el dogma tridentino, a no ser que se afir-
tener los pecados, y así lo ha entendido la mara de palabra, pero vacío de contenido.
Iglesia (cf. Concilio de Trento, canon 3.º so- De hecho coincidiría en la práctica con la
bre el sacramento de la penitencia). Por lo citada tesis condenada por el decreto La-
que se refiere a los otros cuatro sacramen- mentabili.
tos, para conocer adecuadamente la volun- El hecho de que los sacramentos pro-
tad de Cristo hemos de recurrir no sólo a la vengan de un querer de Cristo, pone la cues-
Sagrada Escritura, sino también a la Tradi- tión de hasta qué punto determinó el Señor
ción de la Iglesia. De todas formas, no faltan los elementos que los componen. Los más
indicaciones bíblicas sobre esa voluntad: di- importantes de ellos son los efectos salvífi-
rectas, sobre la confirmación, con la pro- cos: la gracia santificante, con las virtudes
mesa de la venida del Espíritu Santo, que teologales, y el carácter sacramental. Cris-
se cumplió en Pentecostés, y sobre el or- to mismo ha determinado todos estos frutos
den, con la elección y formación de los Do- de los sacramentos y ninguna autoridad en
ce, los poderes que les otorga respecto a los la Iglesia puede hacer que, a partir de cier-
sacramentos y la misión que les da de anun- to momento, sean otros. La cuestión se ex-
ciar el Evangelio y guiar la comunidad de los tiende también a los elementos externos del
discípulos; e indirectas, por la manera en signo sacramental, incluidos el ministro que
que se habla del matrimonio de los cristianos lo realiza y el sujeto que lo recibe. ¿Los ha
y de la unción de los enfermos, respectiva- determinado completamente Jesucristo, o
mente, en Ef 5,22-32 y St 5,14-15. ha dejado a la Iglesia un margen de inter-
Hace algunas décadas Karl Rahner pro- vención? Al respecto el Concilio de Trento
puso un nuevo modo de comprender la ins- enunció este principio: «Perpetuamente tu-
titución de los sacramentos por Cristo: no vo la Iglesia poder para estatuir o mudar en
sería necesaria una específica voluntad ins- la administración de los sacramentos, sal-
tituyente de Jesucristo, sino que bastaría va la sustancia de ellos, aquello que según
el simple hecho de que fundara la Iglesia la variedad de las circunstancias, tiempos y
con su carácter de protosacramento. Luego, lugares, juzgara que convenía más a la uti-
la Iglesia experimentaría que determina- lidad de los que los reciben o a la venera-
das acciones suyas, por su naturaleza mis- ción de los mismos sacramentos» (Doctri-
SACRAMENTO/SACRAMENTOS 903
na sobre la comunión bajo ambas especies misterio contenido en éste, que lleva a per-
y la comunión de los párvulos, cap. 2). Hay fección la unión con Cristo que ellos han rea-
un límite preciso: la Iglesia debe respetar lizado.
la sustancia de los sacramentos. Los teólo- El conjunto de los sacramentos no sólo
gos disputaban sobre cómo entenderla. Pío aparece centrado en la eucaristía, sino ade-
XII lo aclaró: «Ningún poder compete a la más con un orden entre ellos. Según santo
Iglesia sobre “la sustancia de los sacra- Tomás, ese orden corresponde al modo co-
mentos”, es decir, sobre aquellas cosas que, mo se perfecciona la vida espiritual del cris-
conforme al testimonio de las fuentes de la tiano, que presenta cierto paralelismo con
divina revelación, Cristo Señor estatuyó de- lo que sucede en la vida natural. Efectiva-
bían ser observadas en el signo sacramen- mente, en la vida espiritual hay nacimien-
tal» (Constitución apostólica Sacramentum to (bautismo), crecimiento (confirmación), y
Ordinis, 30.XI.1947). Al considerar cada uno nutrición (eucaristía), como también cura-
de los sacramentos hay que atender bien a ción de la enfermedad del pecado (peniten-
este principio. cia) y consiguiente eliminación de los res-
tos del pecado, preparándose así para la
2. Sentido del conjunto de los gloria eterna (unción de los enfermos). El
sacramentos paralelismo se extiende a la dimensión so-
El Concilio de Trento, cuando definió la ins- cial del hombre, pues en la comunidad de
titución de todos los sacramentos por Cris- la Iglesia existe el sacramento del orden,
to, enumeró los siete, pero no era la pri- que permite ejercer públicamente el sacer-
mera vez que el magisterio solemne conci- docio, y el del matrimonio, que permite rea-
liar daba esa lista: ya lo habían hecho los lizar espiritualmente lo necesario para la
concilios II de Lyon (1274) y de Florencia procreación y educación de los hijos.
(1439). La Iglesia necesita todos los sacra- Desde una perspectiva eclesiológica el
mentos y en ningún momento de su histo- conjunto de los sacramentos presenta una
ria puede prescindir de alguno de ellos, co- espléndida armonía, puesta de relieve por
mo si se hubiera hecho superfluo. Y los ne- el Concilio (LG 11). La Iglesia se construye,
cesita para la salvación, es decir, para el fin primeramente, con la incorporación de nue-
principal para el que existe la Iglesia, como vos miembros a ella, en dos fases sucesi-
enseñó el mismo Concilio de Trento (canon vas (bautismo y confirmación): una incor-
4.º sobre los sacramentos en general). Na- poración que los convierte en miembros ac-
turalmente no todos son necesarios del mis- tivos, instrumentos de Cristo en la obra de
mo modo. la glorificación de Dios y de la salvación del
El conjunto de los sacramentos aparece género humano. Luego, la Iglesia se realiza,
ordenado, con la eucaristía como vértice al vive y crece principalmente en la eucaris-
que los demás se orientan. La razón es cla- tía, ya que cada vez que el sacrificio de la
ra: en el misterio eucarístico se concentra cruz se celebra en el altar se efectúa la obra
la presencia sustancial y operativa de Jesu- de nuestra redención y se manifiesta y rea-
cristo en la Iglesia. En su celebración la obra liza la unidad de la Iglesia. El pecado, que
de la redención realizada por Cristo en el también prende en los miembros de la Igle-
Calvario supera las barreras de espacio y sia y es germen de disgregación, por cuan-
tiempo, alcanzando a cada generación cris- to, además de ser ofensa a Dios, hiere a la
tiana en todo lugar, y los fieles se alimen- Iglesia, es vencido mediante el sacramen-
tan del Cuerpo de Cristo recibiéndolo en la to de la penitencia, que repara esa ofensa
sagrada comunión. Toda la eficacia salva- y cura tal herida. La Iglesia se enfrenta tam-
dora de los demás sacramentos deriva del bién con la enfermedad, que conduce a la
904 SACRAMENTO/SACRAMENTOS
muerte y es una de las consecuencias del no son sólo santificados, sino que también
pecado original. Con el sacramento de la participan en el movimiento de alabanza y
unción de los enfermos ayuda a los fieles a agradecimiento a Dios que lleva a cabo Cris-
convertir la enfermedad en medio de unión to sumo Sacerdote. La celebración de un
con Dios, de participación en la cruz de Cris- sacramento, por el hecho mismo de reali-
to y de edificación de la Iglesia. Por el sa- zarla, glorifica al Padre y al Hijo y al Espíri-
cramento del orden se instituyen los que tu Santo, porque se reconoce que Dios es
apacientan la Iglesia en nombre de Cristo la fuente de todo bien y se le agradece la
con la palabra y la gracia de Dios, y de es- obra de salvación efectuada según su eter-
te modo se perpetúa en la Iglesia la misión no designio salvador, ejecutado con las mi-
pastoral que Cristo confió a los apóstoles. siones del Hijo y del Espíritu Santo.
Por el sacramento del matrimonio los espo-
sos cristianos participan y son signo del mis- 4. El signo sacramental
terio de unidad y amor fecundo entre Cris- Además de lo señalado más arriba sobre la
to y la Iglesia. De este sacramento proce- noción de signo, hay que añadir ahora que,
de la familia cristiana, que es como una según el Concilio de Florencia, todo sacra-
Iglesia doméstica. Así, pues, los sacramen- mento se realiza con cosas sensibles y pa-
tos construyen la Iglesia, que vive de ellos y labras. Las cosas sensibles son tanto los ele-
en ellos se muestra como sacramento uni- mentos materiales (agua, aceite, pan, vino)
versal de salvación. como las acciones sensibles, sean las rela-
tivas al uso de tales elementos (ablución,
3. Los sacramentos en la historia unción, etc.), sean acciones de otro tipo, co-
de la salvación mo la imposición de las manos, la confesión
Para una cabal comprensión de los sacra- de los pecados, etc. Las palabras que for-
mentos es preciso verlos como momentos man parte del signo sacramental son las que
de la historia de la salvación, pues son me- pronuncia el ministro al realizar el sacra-
morial, actualización y profecía. El ser me- mento. Todo esto quiere decir que hay como
morial no se reduce a puro recuerdo de la una ley estructural del signo de los sacra-
Pascua de Cristo, sino que ésta se hace ac- mentos de la Iglesia, que no se daba en los
tual a través del sacramento por la acción sacramentos de la Antigua Ley, muchos de
del Espíritu Santo. Por esto mismo también los cuales se efectuaban sin tener que decir
significan los acontecimientos de salvación determinadas palabras. Lo que sucede ac-
anteriores a Cristo que se orientaban a Él. Y tualmente corresponde a la perfección pro-
la santificación actual que se realiza me- pia de la economía de la salvación después
diante los sacramentos se encamina, siendo de Cristo. La significación en la Nueva Ley
ya un anticipo, a su pleno cumplimiento en es mucho más precisa, porque no se trata,
la gloria eterna; de ahí que los sacramen- como en la Antigua Ley, de anunciar la futura
tos sean también signos proféticos de la glo- santificación por obra de Cristo, sino de sig-
ria venidera. Pertenecen al tiempo presen- nificar la efectiva santificación actual en vir-
te de la Iglesia y anuncian la consumación fi- tud de la redención realizada ya por Él. Pues
nal, donde no habrá sacramentos, pues la bien, con las palabras del signo sacramental
visión cara a cara sustituirá el régimen de la significación resulta determinada: en cam-
los signos y de la fe: «Ahora vemos en un bio, con sólo gestos y acciones la significa-
espejo, confusamente. Entonces veremos ción sería aún genérica e imprecisa.
cara a cara» (1 Co 13,12). Ya en la primera mitad del siglo XII los
La inserción actual en el misterio de Cris- teólogos se habían percatado de esta cons-
to por los sacramentos implica que los fieles titución bimembre del signo sacramental.
SACRAMENTO/SACRAMENTOS 905
a) La donación del Espíritu Santo tos son variados, y algunos, como la euca-
«Por medio de los sacramentos de la Iglesia, ristía y la penitencia, se reciben repetida-
Cristo comunica su Espíritu, Santo y Santi- mente. ¿Cómo se da el Espíritu Santo que ya
ficador, a los miembros de su Cuerpo» (CCE mora en el alma? San Fulgencio de Ruspe
739). Lo decía san Pedro a propósito del (siglo VI) se preguntaba esto mismo. Su
bautismo el día de Pentecostés: «Conver- respuesta era que el Espíritu Santo viene a
tíos y que cada uno de vosotros se haga nosotros mediante la entrega de un don su-
bautizar en el nombre de Jesucristo, para yo, es decir, concediendo o aumentando la
remisión de vuestros pecados; y recibiréis gracia y la caridad. Por ese aumento crece
el don del Espíritu Santo» (Hch 2,38). Y con nuestra posesión del Espíritu y a la vez nos
otras palabras la carta a Tito: Dios «nos sal- hacemos más suyos.
vó […] según su misericordia, por medio del
baño de regeneración y de renovación del b) La gracia sacramental
Espíritu Santo, que él derramó sobre no- Todos los sacramentos nos hacen gratos a
sotros con largueza por medio de Jesucris- Dios, amados de Él, nos insertan en el mis-
to nuestro Salvador» (Tt 3,5-6). También la terio de Cristo, haciéndonos participar de
imposición de las manos de los apóstoles su vida. Por eso se dice que nos santifican,
que forma parte de la iniciación cristiana lle- con una santidad que es gracia porque es
va a la donación del Espíritu Santo (cf. Hch gratuita sin mérito nuestro y porque nos
8,15-17; 19,6). Sobre todo es la tradición, hace gratos a Dios. Es lo que se llama gra-
atestiguada especialmente por la liturgia, la cia santificante. Y a ella, que perfecciona lo
que permite formular en términos generales más profundo e íntimo de nuestro ser, se
la doctrina de la donación del Espíritu San- unen las virtudes teologales, que perfeccio-
to por los sacramentos. nan la inteligencia y la voluntad, para creer
Jesús resucitado es donador del Espíritu en Dios, esperar en Él y amarlo.
Santo y así se muestra como Señor y Mesías. El que los sacramentos sean siete, no in-
Al hacernos partícipes de su misterio pascual tercambiables, pues cada uno tiene una fi-
nos da el regalo de su Espíritu. ¿Pero cómo nalidad propia, lleva a concluir que hay algo
hay que entender la donación del Espíritu específico en la gracia que cada uno comu-
Santo? ¿Cómo es posible que Dios sea reci- nica, por lo que se habla de gracia sacra-
bido como don y, por tanto, poseído? Santo mental propia de cada sacramento. De ahí la
Tomás explica la donación de las Personas cuestión teológica sobre qué añade la gracia
divinas a los fieles del mismo modo que ex- sacramental a la gracia santificante común
plica su inhabitación en ellos, de la que habla a todos los sacramentos. El primer teólogo
la Sagrada Escritura (cf. Jn 14,23; 1 Co 3,16). que dio una respuesta, Alejandro de Hales
La Trinidad, que está presente en todas las (siglo XIII), intuyó que lo específico de la
criaturas con su presencia de inmensidad, gracia sacramental es una particular seme-
pone su morada en el alma de los fieles con janza a Jesucristo en su misterio pascual,
un modo especial de presencia por el que los en un aspecto u otro, según de qué sacra-
une a sí misma en cuanto se hace conocer y mento se trate.
amar por ellos, no como objeto lejano, sino en Otros teólogos se fijaron en la necesidad
lo más íntimo de ellos. Mora de un modo fa- de remediar, mediante los sacramentos, los
miliar, y ellos poseen a las Personas divinas destrozos causados en el hombre por los
por cuanto pueden gozar de Ellas en una con- pecados, tanto el original como los perso-
versación entrañable y deliciosa. nales. La gracia sacramental corrige aspec-
Otra pregunta surge aún sobre la dona- tos concretos de esos daños, según la fina-
ción del Espíritu Santo, pues los sacramen- lidad de cada sacramento. Esta visión de la
SACRAMENTO/SACRAMENTOS 907
gracia sacramental se completa con la an- la Iglesia. Fue sobre todo san Agustín el que,
terior, pues a medida que la configuración en polémica con la herejía donatista, dis-
con Cristo se hace más intensa se reintegra tinguió con mayor precisión el efecto de gra-
progresivamente la armonía interior del cris- cia del bautismo, que puede no darse o per-
tiano, perdida por el primer pecado: es una derse por indisposición del sujeto, de otro
obra de saneamiento interior, que alcanza- efecto permanente por el que este sacra-
rá su remate sólo en la resurrección final de mento no se repite cuando el sujeto se con-
los cuerpos, cuando no sólo se recuperará vierte y viene a la Iglesia. Consideraba so-
completamente la integridad primera en la bre todo la falta de comunión con la Iglesia
que fueron creados Adán y Eva, sino que de los que se bautizaban en sectas heréticas
será absorbida en la mayor perfección y glo- o cismáticas, especialmente entre los do-
ria del cuerpo glorioso. natistas. Él mismo extiende esta doctrina a
Hay que añadir también otro aspecto de la confirmación y al orden.
la gracia sacramental, puesto de relieve por Santo Tomás tiene una doctrina muy
el cardenal Cayetano (siglo XVI) y otros teó- completa sobre el carácter, que se ha he-
logos después de él: cada sacramento ga- cho clásica entre los teólogos. El carácter
rantiza, junto con la gracia santificante, el sacramental es signo de una especial per-
auxilio divino de luces e impulsos interiores tenencia del cristiano a Cristo y a la Iglesia,
(las llamadas gracias actuales), que mue- sea como miembro activo, sea como miem-
ven al hombre y lo sostienen en su obrar bro dedicado al ministerio apostólico. Esto
como hijo de Dios, radicado en la gracia san- es así, porque el carácter es una imagen de
tificante; un auxilio ordenado a la obtención Cristo en el alma, concretamente, de Cristo
del fin del sacramento. sumo y eterno Sacerdote; y no sólo lo es el
carácter del orden, sino también lo son los
c) El carácter sacramental del bautismo y de la confirmación, pues to-
Tres sacramentos no se repiten nunca a la dos los cristianos forman «un sacerdocio
misma persona: el bautismo, la confirma- santo […] comunidad sacerdotal regia» (1
ción y el orden. El sujeto que recibe uno de P 2,5.9). Son modos distintos de participar
ellos queda de tal manera señalado que, del mismo sacerdocio de Jesucristo, como
aunque peque y pierda la gracia santifican- enseña el Concilio Vaticano II: «El sacerdo-
te, permanece en una condición radical- cio común de los fieles y el sacerdocio mi-
mente distinta de la que tenía antes de re- nisterial o jerárquico, aunque diferentes
cibir el sacramento. Estrictamente hablando, esencialmente y no sólo en grado, se orde-
los cristianos lo son para siempre, como nan, sin embargo, el uno al otro, pues am-
también los sacerdotes y obispos. Este efec- bos participan a su manera del único sa-
to interior, señal espiritual que dejan esos cerdocio de Cristo» (LG 10). El carácter es
tres sacramentos en quien los recibe, es lo pues un principio operativo para servir como
que se llama carácter sacramental. Se tra- instrumento a Cristo en el ejercicio de su
ta de un dogma de fe definido por el Conci- sacerdocio eterno; implica, por tanto, ade-
lio de Trento. más de pertenencia a Cristo, una misión que
Es en la tradición de la Iglesia donde es- realizar.
ta verdad ha adquirido un contorno preci- Varios Padres de la Iglesia, al referirse a
so. De todas formas, la reflexión sobre el la marca divina que reciben los bautizados,
rasgo definitivo de la condición cristiana ha la presentan como un sello del Espíritu San-
encontrado un apoyo en las referencias bí- to. Esto ayuda a entender el enlace estre-
blicas de que los fieles han recibido una mar- cho entre gracia y carácter. El sello del Es-
ca divina, y sobre ella insisten los Padres de píritu Santo, que hace partícipe al cristiano
908 SACRAMENTO/SACRAMENTOS
del sacerdocio de Cristo, lo dispone a recibir materialidad de unos gestos y palabras de-
al mismo Espíritu como morador en él me- terminados no hace que haya un sacra-
diante la gracia y la caridad y como el que mento: son gestos y palabras de la Iglesia
obra en él la peculiar conformación a Cristo que cree y que por eso mismo enlaza el sig-
de la gracia sacramental. Si la voluntad pe- no con lo significado, con el misterio pas-
caminosa del hombre impide la inhabitación cual, fuente de la que mana toda la fuerza
del Espíritu Santo, se trata siempre de una santificadora del sacramento.
situación anómala, aunque por desgracia También son sacramentos de la fe del su-
frecuente, y el carácter mismo constituye jeto que participa en ellos. Santo Tomás ex-
una llamada continua a quitar mediante la plica que el contacto entre la pasión de Cris-
conversión ese impedimento. to y el sujeto se realiza por medio de la fe y
del sacramento. Por medio del sacramento,
7. Eficacia de los sacramentos porque los actos salvíficos de Jesús (el mis-
¿De qué manera comunican los sacramen- terio pascual) se prologan por el sacramen-
tos su efecto salvífico? El Concilio de Trento to y tocan, por así decir, a la persona. A ese
ha dado una primera respuesta de fe: por movimiento de Cristo hacia el fiel cristiano
medio de los sacramentos se confiere la gra- corresponde otro movimiento de éste hacia
cia ex opere operato (canon 8.º sobre los Cristo: toca a Cristo con el conocimiento y el
sacramentos en general). La definió contra amor, con la fe y la caridad. Este movimiento
el error de los reformadores protestantes del alma hacia Jesucristo es efecto de la gra-
de que bastaba la sola fe en la promesa di- cia que Él nos infunde mediante el sacra-
vina para conseguir la gracia. La expresión mento.
ex opere operato, acuñada por los teólogos Para captar la eficacia de los sacramen-
medievales, tenía un sentido bien determi- tos, además de considerar la acción sacra-
nado. El opus operatum (obra realizada) es mental en sí misma como acción de la Igle-
el signo sacramental correctamente reali- sia y actividad de fe, es preciso ir más a
zado en conformidad con la intención de la fondo y considerar la actividad del Espíritu
Iglesia, con la materia y la forma debidas. Santo en ellos, pues «desde Pentecostés,
Que los sacramentos confieran la gracia ex el Espíritu Santo realiza la santificación a
opere operato significa que la dan por virtud través de los signos sacramentales de su
recibida de Dios: la gracia no proviene de Iglesia» (CCE 1152). Es una acción común
las disposiciones de fe y devoción del mi- con el Padre y el Hijo, pues «se realiza por
nistro y del sujeto, aunque las buenas dis- los Tres, sin que sea triple» (san Gregorio
posiciones del sujeto sean necesarias para Niseno), pero se atribuye al Espíritu Santo
acogerla, pero la fuente de la gracia no es- porque los efectos sacramentales son do-
tá en él; la fuente de la gracia es Cristo, y los nes gratuitos de la Trinidad que nos ama,
sacramentos son como los canales que la y es propio del Espíritu Santo ser el Don di-
conducen a nosotros. vino procedente del Padre y del Hijo como
Esta doctrina no quita importancia a la su recíproco Amor. Los sacramentos son
fe, como si se tratara de un automatismo una prolongación de las acciones salvadoras
con acciones mecánicamente realizadas. Al de la humanidad de Cristo, que, al ser asu-
contrario, es tradicional en la Iglesia llamar mida en la Persona del Hijo, recibió tam-
a los sacramentos «sacramentos de la fe». bién la plenitud del Amor divino proceden-
En primer lugar lo son de la fe de la Igle- te del Padre y del Hijo, esto es, el Espíritu
sia. Los gestos y palabras que componen el Santo. Son, pues, acciones que tienen la
signo sacramental son actividad creyente y fuerza del Espíritu. Los sacramentos, que
expresan lo que la Iglesia cree. La simple participan de la virtud santificadora de las
SACRAMENTO/SACRAMENTOS 909
acciones de Jesucristo, justo por eso son En el siglo XX varios teólogos han bus-
eficaces por el poder del Espíritu. cado otras explicaciones en la línea de la
Así pues, la causa adecuada de los efec- causalidad simbólica. Cabe destacar sobre
tos sacramentales es la Trinidad Santísima, todo a tres autores. Según Odo Casel, el
pero queda aún por responder a la pregun- misterio de Cristo (encarnación, pasión, re-
ta si los sacramentos, en cuanto acciones surrección y ascensión), que se realizó en
humanas, son sólo ocasiones de que Dios Él según una verdad plena, histórica y sus-
actúe o tienen algún influjo causal respecto tancial, se realiza en nosotros en formas
a tales efectos. La gran mayoría de los teó- simbólicas (los sacramentos), que no son
logos desde el siglo XIII hasta el XX han vis- simplemente imágenes exteriores, sino que,
to ese influjo causal como continuación de la al contrario, están animadas con la nueva
causalidad salvadora de la humanidad de vida que Cristo nos ha obtenido, porque en
Cristo. Santo Tomás explica esta causalidad, ellas se hace presente la misma acción sal-
de una parte, como moral, pues Cristo ha vadora de Cristo. No hay un influjo operati-
pedido al Padre todas las gracias que da a vo de las acciones sacramentales, sino que
los hombres, las ha merecido, ha ofrecido la obra salvadora se nos hace así presente
un sacrificio perfecto y ha satisfecho sobre- de tal manera que podemos entrar en ella y
abundantemente por todos los pecados del hacerla algo nuestro. Casel ha contribuido
género humano. Pero santo Tomás va más a una toma de conciencia de la presencia
allá y ve en las acciones salvadoras de la de las acciones salvadoras de Cristo en el
humanidad de Cristo un verdadero influjo hoy de la celebración del sacramento, pero
eficiente, pues el Verbo divino se sirve de deja sin explicar de qué manera se nos co-
la operación de la naturaleza humana como munica la gracia, si no hay un influjo ope-
de la operación de su instrumento. Pues rativo de las acciones sacramentales.
bien, los sacramentos participan de este in- Según Edward Schillebeeckx, los sacra-
flujo eficiente y prolongan hasta nosotros la mentos deben considerarse menos como un
virtualidad operativa de las acciones de la lazo entre el sacrificio históricamente pasa-
humanidad de Jesucristo. La acción sacra- do de la cruz y nuestro mundo actual, que
mental (gestos, palabras), que percibe el como un lazo entre el Cristo que está aho-
sujeto que recibe el sacramento, en sí mis- ra vivo en el cielo y nuestro mundo en el
ma tiene cierta eficacia humana, la propia hoy de la celebración. El modo de eficacia
de los signos, pero es completamente in- de los sacramentos es doble: como impe-
adecuada para infundir la gracia e imprimir tración infalible de Cristo y de la Iglesia,
el carácter sacramental, pues sólo Dios pue- y como causalidad simbólica instrumental.
de penetrar en lo más íntimo de nuestro ser No es que se atribuya al signo una eficacia
y transformarnos a la nueva vida de hijos real, sino que el don de la gracia se hace vi-
suyos, configurados con Cristo. Pero Dios, sible en el acto humano del ministro de la
al servirse de la acción sacramental, le co- Iglesia. De este modo se llega a un en-
munica esa fuerza operativa por la que el cuentro con Cristo glorioso, que ofrece al
sacramento influye eficientemente en los hombre su acto de amor, con un ofreci-
efectos sacramentales. No todos los teólogos miento que penetra hasta lo más profundo
coinciden con santo Tomás en estas expli- de su libertad, como invitación que alcanza
caciones. Hay toda una línea teológica que infaliblemente su objetivo, pues Dios lo ele-
sólo ve una causalidad moral tanto de la hu- va interiormente a un nivel ontológico su-
manidad de Cristo como de los sacramen- perior. El encuentro es así obra de la gracia
tos (mérito y oración), y no habla de un in- e implica la respuesta personal del hombre,
flujo eficiente instrumental. que es en sí misma gracia. La principal ob-
910 SACRAMENTO/SACRAMENTOS
jeción a esta teoría es que establece una punto, nos encontramos con una explica-
ruptura entre las acciones históricas de Je- ción teológica incompatible con las ense-
sucristo y los sacramentos. ñanzas del Magisterio. Mejor atenerse a una
Karl Rahner explica la causalidad de los explicación, como la de santo Tomás, que
sacramentos partiendo de que son signos y mantenga la afirmación del Catecismo de la
les asigna la causalidad del «símbolo esen- Iglesia Católica: «... siempre que un sacra-
cial», que describe como «esa manifesta- mento es celebrado conforme a la intención
ción y tangibilidad histórica, espacial y tem- de la Iglesia, el poder de Cristo y de su Es-
poral, en la que un ser, al ponerse de ma- píritu actúa en él y por él» (n. 1128).
nifiesto, se anuncia, y al anunciarse se pone
presente, originando esta manifestación que Bibliografía
es realmente distinta de él» (Iglesia y sa- R. ARNAU GARCÍA, Tratado general de los Sacra-
cramentos, Barcelona 1964, 40). Aplicán- mentos, Madrid 1994. J.L. LARRABE, El sacramento
dolo a la causalidad de los sacramentos, es- como encuentro de salvación, Vitoria 1993. P.
to quiere decir que el signo sacramental es LÓPEZ GONZÁLEZ, Penitencia y reconciliación: es-
tudio histórico-teológico de la «Res et sacra-
causa de la gracia en cuanto que la gracia se
mentum», Pamplona 1990. A. MIRALLES, Los Sa-
da al manifestarse. Para entender y valorar
cramentos Cristianos: Curso de Sacramentaria
esta explicación es preciso saber qué es la
Fundamental, Madrid 2000. J.-H. NICOLAS, Synthè-
gracia en quien la recibe. Rahner la presenta se dogmatique. De la Trinité à la Trinité, Fri-
como la oferta eficaz (escatológicamente bourg-Paris 1985, 623-1165 (L’Église et les sa-
victoriosa) de la salvación realizada por Dios crements). J.-P. REVEL, Traité des sacrements, I.
en Cristo, la cual aparece y se expresa en 1-2: Baptême et sacramentalité, Paris 2004-
la Iglesia. Se diría que permanece externa al 2005.C. ROCCHETTA, Sacramentaria fondamenta-
sujeto, no siendo más que la palabra ofre- le. Dal «mysterion» al «sacramentum», Bologna
cida, hecha gracia en cuanto perceptible, 1989. P. RODRÍGUEZ, «Fe y Sacramentos», en P.
experimentada: realizar el signo sacramen- RODRÍGUEZ y otros (eds.), Sacramentalidad de la
tal implicaría que se acoge la gracia, esto Iglesia y Sacramentos. IV Simposio Internacio-
es, la llamada salvadora de Dios al hombre. nal de Teología, Pamplona 1983, 551-584. J.I.
Si esto es así, permanecemos encerrados SARANYANA, «Carácter sacramental y sacerdocio
en el ámbito del lenguaje simbólico, como de Cristo», ScrTh 9 (1977) 541-583. O. SEMMEL
ROTH, «La Iglesia como sacramento de salvación»,
si la realidad no fuera otra cosa que len-
en J. FEINER y M. LÖHRER (eds.), Mysterium Salutis:
guaje. Louis-Marie Chauvet afirma expre-
Manual de teología como historia de la salvación,
samente la reducción de la realidad a len-
IV/1, Madrid 1973, 321-370. A.M. TRIACCA, «La
guaje, al explicar la operatividad de los sa-
presenza e l’azione dello Spirito Santo nella ce-
cramentos, y apela a Rahner, aunque su lebrazione dei Sacramenti», Liturgia 19 (1985)
teoría no es propiamente rahneriana. Pre- 26-62. D. VAN DEN EYNDE, «La définition des sa-
senta los sacramentos como «expresiones crements pendant la première période de la théo-
simbólicas operantes». El operador sacra- logie scholastique 1050-1240», Antonianum 24
mental actúa sólo simbólicamente: lo que (1949) 183-228, 439-488; 25 (1950) 3-78. L.
sucede no pertenece al orden físico, o mo- VILLETTE, Foi et Sacrement, 2 vols., Paris 1959 y
ral, o metafísico, sino al orden simbólico; y 1964.
este orden es el más real. Llegados a este A. Miralles
SALVACIÓN 911
Salvación
tar la salvación de Dios. El matiz principal díos, habla de la única salvación en Cristo
en el Antiguo Testamento es la iniciativa y (Hch 13, 26-38; 16,17; 16,31). La salva-
protagonismo de Dios. ción consiste principalmente en el perdón y
En resumen, en el Antiguo Testamento en la liberación de los pecados (Hch 10,43;
se invoca a Yahwéh como salvador en to- 26,18).
dos los aspectos críticos de la existencia En los evangelios sinópticos se presenta
(guerra, cautiverio, enfermedad, angustia, a Jesucristo como el Salvador único y defi-
muerte, etc). Incluso Yahwéh, como se re- nitivo. Fuera de Él no hay salvación (Mt
fleja en los Salmos, viene en ayuda de los 10,32; Lc 12,8). Sólo Él es la respuesta pa-
justos de forma personal cuando son ame- ra entrar en el Reino (Lc 13,23). En el Bau-
nazados por los enemigos o por las tribula- tismo, el Padre le declara Mesías sufriente
ciones de la vida (Sal 107,13; 109,31, etc.). recordando los cantos del Siervo de Yahwéh
Después del exilio la idea de salvación se (Mc 1,11). Los sinópticos también subraya-
une a la espera mesiánica. El Mesías será el rán que dicha salvación se hizo patente a lo
promotor de la fase definitiva de la historia, largo de todo el ministerio público de Jesús,
donde se abolirán todos los males (Is 11,1- principalmente entre los más pobres y ne-
10; Jr 31,31-34; Ez 37,21-28). Los profetas cesitados (Lc 7,11-17; Mt 8,1-7). La llega-
harán hincapié en esta salvación mesiánica da del Mesías se ha notado en el mensaje
en la que «estará a salvo Judá y vivirá se- y acciones de salvación que comporta el
guro Israel» (Jr 23,6; Ez 34,22; Jl 3,5). misterio de Jesucristo. Pero dicha salvación,
Con el género apocalíptico, la salvación en su plenitud, se realizará en la vida futu-
plena se remite a la metahistoria, y la feli- ra y no excluye la cruz. En este sentido el
cidad se entiende como una plenitud total evangelio de Lucas, a partir de 9,51, pre-
(Is 43,5-7; Jr 31,7; 46,27). Gracias al Pue- senta a Cristo mirando hacia Jerusalén, don-
blo de Israel, todos los pueblos obtendrán de tendrán lugar los grandes acontecimien-
la salvación (Is 45,22; 49,6). Jerusalén y tos de salvación: pasión, muerte y resu-
su templo se convierten en signo de la pro- rrección.
mesa. La salvación, en esta perspectiva, se San Juan más que en términos de salva-
ha purificado y ampliado en aras de una vi- ción prefiere hablar de «vida eterna», aun-
sión más universal y espiritual. Filón de Ale- que se afirma que Jesús ha venido al mun-
jandría, influido por el helenismo-gnosticis- do no para condenarlo sino para salvarlo (Jn
mo, espiritualiza aún más la concepción de 3,17; 12,47). Jesús es el único mediador y
salvación subrayando el aspecto de unión salvador (Jn 5,34; 10,9). Se llama expre-
del espíritu humano con el divino por me- samente a Jesús Salvador del mundo (so-
dio del éxtasis y de la iluminación. ter tou kosmou) (Jn 4,42). Juan también
En el Nuevo Testamento la salvación se presenta a Jesús como el Buen pastor que
centraliza y se contempla realizada en una dará la vida por las ovejas (Jn 10,11) y que
persona: Jesucristo, el Salvador (Lc 1-2). En atraerá a todos hacia sí cuando sea exalta-
cuanto a las palabras que expresan salva- do en la cruz (Jn 12,32).
ción, encontramos 42 veces el término «li- Antes de pasar al contenido de los escri-
berar» (lyo); la acepción de proteger y con- tos paulinos, resumimos la doctrina de los
servar se expresa 14 veces (rhyomai); la pa- evangelios subrayando que el contenido de
labra sozo aparece 106 veces, y soteria 45. la salvación se traduce en: liberación de la
En Hch 4,12, san Pedro reclama para el ley mosaica y plenificación de la misma (Mt
cristianismo una pretensión de salvación 5,17); incluso, liberación de toda ley (Mc
única, absoluta y universal. El Kerigma más 7,18-23); liberación del pecado (Jn 1,29;
original, anunciado a los paganos y a los ju- Mt 1,21; Lc 7,48); liberación de la muerte
914 SALVACIÓN
por la resurrección (Mc 12,18-27; Mt 27,52; tras obras sino por la misericordia entraña-
Jn 11,25); liberación de la posesión diabó- ble de Dios, y se opera por el bautismo y la
lica y de las enfermedades (Mc 1,23-27; Lc vida en el Espíritu (Tt 3,5). No faltan alusio-
10,18; 13,11-16; Mt 17,15-18); y salvación nes a la salvación completa y definitiva en
personal pero a la vez con connotaciones el futuro (2 Tm 4,18). Esta misma idea se
sociopolíticas (Jn 6,15; 18,36). Esta salva- subraya en la primera carta de san Pedro,
ción es universal, para todos (Mc 11,17; donde se habla de la glorificación final y to-
14,9; Mt 28,19). Las exigencias que entra- tal de los creyentes (1 P 1,5-10).
ña la salvación se pueden resumir en las si- La Carta a los Hebreos resalta a Cristo
guientes: la conversión de vida (Mc 1,15; como mediador de salvación (Hb 2,10; 5,9;
Mt 4,17); la aceptación de la fe y adhesión 7,25). Con su sacrificio de expiación ha con-
a Jesucristo (Jn 3,18); el amor a Dios y al seguido para todos la gracia de Dios y, como
prójimo (Mt 22,37-40; Lc 6,36); y un estilo vive para siempre, sigue siendo el salvador
nuevo de vida (en «justicia») que supera a de todos (7,25). Cuando regrese de nuevo,
la antigua alianza (Mt 5,20-26). La salva- esta salvación será completa (5,9; 9,28).
ción es lo único absolutamente necesario Incluso Dios ha colocado a los ángeles como
(Lc 11,42) ante lo cual todo lo demás tiene instrumentos de salvación (1,14).
un valor secundario y relativo: «¿De qué le Finalmente, en este repaso por la Escri-
sirve al hombre ganar el mundo entero si tura, digamos que en el Apocalipsis se re-
pierde la vida eterna?» (Mc 8,36); «Hay que pite una y otra vez que la potencia, la gloria
buscar primero el Reino de Dios y su justi- y la salvación pertenecen sólo a Dios (Ap
cia porque lo demás se dará por añadidu- 7,10; 12,10; 19,1).
ra» (Mt 6,33).
En san Pablo se pone de manifiesto que la III. SALVACIÓN EN LA HISTORIA DEL CRISTIANISMO
salvación se ha realizado por Dios en Jesu- Hemos hecho referencia a cómo el primer
cristo, en forma de misericordia, de reden- anuncio de los Apóstoles proclama la salva-
ción y de liberación de los pecados y, al mis- ción: Cristo es Señor y Salvador, quien con-
mo tiempo, en la posibilidad real de una duce a la vida y a la resurrección.
existencia como hombres y mujeres nue- Dejando las Escrituras podemos afirmar
vos en el Espíritu (Rm 3-5; Ga 5,22-25). que, durante los siglos II y III se profundi-
Cuando san Pablo utiliza los términos sozo y za en Jesucristo como mediador y recapitu-
soteria remite directamente a Dios como lador. Gran mérito en este sentido le co-
protagonista, quien salva a través del evan- rresponde a san Ireneo. Subrayará de Je-
gelio (Ef 1,13) y de la fe en el crucificado sucristo, contra el gnosticismo antiguo, que
(1 Co 1,18; 15,2; Ef 2,8). En Ef 1,13 se des- Cristo es «uno y el mismo», «verdadero
cribe el proceso salvífico: escucha del ke- hombre y verdadero Hijo de Dios, y es el
rigma, aceptación por la fe, y recepción del «nuevo Adán y el recapitulador de todo» (cf.
Espíritu Santo. No obstante la salvación «se Adversus Haereses).
ha iniciado ya» pero llegará a su cumpli- Gracias a Justino, Hipólito, Tertuliano, Orí-
miento y plenitud al final de los tiempos (1 genes y otros Santos Padres, se relaciona
Co 3,15; 2 Co 5,10; Rm 13,11). En la sal- la cristología con la doctrina sobre la Trini-
vación final participarán tanto los paganos dad, subrayándose la dimensión económi-
como los judíos (Rm 11,25-26). ca o salvífica. Los Concilios de Nicea (325) y
En las Cartas pastorales se afianzará la Constantinopla (381) afianzan tanto la di-
idea de salvación como designio universal vinidad del Hijo y del Espíritu Santo, y las
de Dios para todos los pecadores (1 Tm 1,15; relaciones entre las personas trinitarias, en
2,4). Esta salvación no se obtiene por nues- dimensión salvífica.
SALVACIÓN 915
En los siglos IV-V la cristología y la sote- torio, viene en nuestra ayuda un texto de
riología caminarán de la mano, destacán- san Agustín como resumen de la soteriolo-
dose dos grandes temas: la mediación de gía de dicho primer milenio: «Éramos ene-
Cristo y la divinización del hombre. En el migos de Dios; una vez perdonados, cesan
trasfondo late un mismo pensamiento re- las enemistades; se reconcilian con el justo
petido por la patrística más antigua: «El Ver- a los que justifica. Pero ya antes amaba a
bo de Dios se hizo hombre para hacer de éstos sus enemigos pues “no perdonó a su
nosotros lo que Él es» (San Ireneo, Cle- propio Hijo, sino que, aun cuando éramos
mente Alejandrino, Orígenes, etc.). sus enemigos, lo entregó por todos no-
El propio san Agustín, en el siglo V, vol- sotros”» (De Trinitate XIII, 16,21).
verá a repetir: «Hecho partícipe de nuestra En resumen, en este primer milenio cabe
mortal flaqueza, Cristo nos hizo partícipes apreciar una cierta homogeneidad en la con-
de su divinidad» (De Trinitate XIV, 2,4). cepción soteriológica, donde salvación sig-
En este período, por derecho propio y en nifica iluminación o conocimiento perfecto,
el tema que nos ocupa, destaca Atanasio de vida o inmortalidad, divinización y libera-
Alejandría. Su soteriología es al mismo tiem- ción del domino del mal y del pecado. Sin
po «divinizadora y redentora» Como resu- olvidar un aspecto de la cristología desa-
men, A. Auer ha sintetizado en tres dimen- rrollado a partir del siglo III, más en con-
siones el desarrollo dogmático de la cristo- creto en ámbitos del catecumenado: Cristo
logía: 1. Relación entre misterio trinitario nos ha liberado también de «los derechos»
de Dios y el misterio de Cristo; 2. Coopera- que el diablo había adquirido sobre nosotros
ción de las dos naturalezas de Cristo; 3. El y de la deuda que habíamos contraído con el
ser personal del redentor. Padre. En el trasfondo se sitúa toda la doc-
Al finalizar el siglo V nos encontramos trina sobre el pecado original, y nos abre a
con dos cristologías en tensión: Antioquía y la soteriología del segundo milenio.
Alejandría, que harán necesarios dos nue- A lo largo del segundo milenio, la soterio-
vos concilios en Constantinopla (553 y 681). logía se divide en dos caminos cada vez más
Centrándonos en la soteriología del pri- separados: en Occidente preocupará priori-
mer milenio, y a modo de resumen, se pue- tariamente el cómo y el por qué de la salva-
de afirmar que se da prioridad a la «media- ción, dando lugar a una soteriología que pon-
ción descendente» (la que va de Dios al drá el acento en la «mediación ascendente»
hombre), si bien se equilibra una doble di- y que se considera, en la línea de san Agus-
mensión: liberación del pecado y participa- tín, como restablecimiento de un orden pri-
ción filial en la vida de Dios. Este segundo mitivo perdido; mientras Oriente sigue desa-
tema de la divinización va unido a otras dos rrollando las dimensiones que hemos seña-
realidades: la iluminación (Jesús es la luz lado en el primer milenio, preferentemente
que brilla en las tinieblas y la vida eterna es entendiendo la obra de Cristo como paideia y
que conozcan al Dios verdadero y a Jesu- divinización de la naturaleza humana y, en
cristo su enviado (Jn 1,9; 17,3), y la re- consecuencia, dando un realce a la encarna-
dención del pecado mediante el sacrificio de ción y resurrección como momentos únicos
Cristo. Un texto de Clemente de Roma re- y privilegiados de contacto entre Dios y la
sume el tema de la iluminación: «Nuestra humanidad, e inicio de un proceso de eleva-
inteligencia insensata y entenebrecida an- ción de esa misma humanidad.
tes, reflorece a su luz admirable; por él qui- Volviendo a Occidente, y más en concre-
so el Dueño soberano que gustásemos del to a san Anselmo, se asientan las bases de
conocimiento inmortal» (Epist. ad Corintios un concepto de salvación en términos de
36,2). Y, sobre el tema del sacrificio expia- una justicia que tiene pagar el hombre a
916 SALVACIÓN
Dios para satisfacer sus pecados. Su argu- A partir del siglo XVI se va degradando
mento posee cuatro tiempos: 1. Es necesa- la doctrina de la satisfacción para dar paso
rio que a todo pecado le siga la satisfacción cada vez más a la idea de justicia conmu-
o la pena. 2. El hombre pecador se en- tativa e incluso vindicativa. La satisfacción se
cuentra en la imposibilidad radical de satis- comprendió como compensación lo más
facer. 3. La satisfacción es necesaria para ajustadamente posible del pecado cometi-
que se cumpla el designio de Dios sobre el do, mediante un castigo expiatorio. Apare-
hombre. 4. Sólo un Dios-hombre puede ce la idea de venganza divina. Y, paradóji-
cumplir la satisfacción que salve al hombre. camente, una «distorsión histórica» de las
Se ha criticado esta teoría de la satisfac- categorías de redención: se olvida que la
ción acusándola de «antropomórfica» y de muerte de Jesús es obra de los hombres pe-
interpretar el pecado del hombre según la cadores, y ahora se atribuye a Dios Padre
categoría del honor divino ofendido y roba- esta misma violencia, haciendo de los ver-
do: Dios sería un Señor que ejerce un do- dugos de Jesús el brazo secular de la justi-
minio y una posesión sobre todas las cosas. cia divina (cf. B. Sesboüé, Jesucristo el úni-
Parece reproducir la relación feudal y el de- co mediador, I, Salamanca 1990, 70-80).
recho de su época. La idea de satisfacción Se habla del odio del Padre contra el peca-
roza peligrosamente la de castigo y deja en do, personificado en su Hijo, y de la muer-
un segundo plano la grandeza de la resu- te del Hijo por parte del Padre, destacando
rrección. más claves jurídicas y morales.
Santo Tomás, por un lado, buscará un La Reforma protestante encontró como
equilibrio entre satisfacción y amor de Dios: punto de partida la búsqueda personal por
«La ofensa sólo se borra por el amor» (CG parte de Lutero de un Dios clemente y mi-
III, 157). El amor hace nacer la compensa- sericordioso. Todo el proceso de fe, en con-
ción. La redención no se impone a Dios co- secuencia, adquiere un fuerte matiz sote-
mo necesidad sino que es designio amoro- riológico. La justificación por la gracia y la
so de Dios. Desde otra perspectiva, el Aqui- colaboración humana aparecen como antí-
nate da cabida a la resurrección como tesis. La fe es la aceptación consciente del
acontecimiento salvífico utilizando la cate- perdón de los pecados y la salvación con-
goría de «causalidad eficiente». Según esto, siste en la experiencia interna del pro me
los acontecimientos de la vida de Cristo no de la redención de Cristo. La soteriología se
tienen un simple carácter ejemplar, y no só- «personaliza» y pierde su carácter «mun-
lo nos merecen la salvación, sino que son dano» y se abre el camino de los dos rei-
su causa eficiente en diferentes etapas has- nos: el de los creyentes y el de la sociedad
ta la resurrección final. profana.
El Concilio de Trento (Decreto sobre la En los tiempos más modernos, la refle-
justificación, c.7) asocia el amor descen- xión sobre la salvación, particularmente en
dente del Hijo por nosotros (que éramos to- Occidente, se va cuestionando y diluyendo,
davía enemigos) con la ofrenda ascendente por un lado, en aras de un estudio del mis-
que este Hijo hace de sí mismo en su pa- terio de Jesucristo donde se priman la je-
sión: por una parte «merece nuestra justi- suología (el Jesús de la historia) y la cristo-
ficación» y, por otra, «satisface por nosotros logía (el Cristo de la fe), perdiendo prota-
a Dios». Esta satisfacción no intenta apla- gonismo la soteriología. Por otro lado, desde
car la justicia de un Dios irritado sino que una visión laicista y horizontalista de la his-
es más bien la obra del amor de Dios que toria, el término se pierde y cambia de sen-
reconcilia al hombre que se había hecho «su tido, particularmente en las filosofías de cu-
enemigo» por el pecado. ño hegeliano, existencialista, marxista y es-
SALVACIÓN 917
tructuralista. Ante estos desafíos, tanto la Iglesia se entiende como sacramento de sal-
teología protestante como la católica, en el vación para el mundo (LG 1; 9;48;59; SC
siglo XX, asumieron el reto de confrontar el 5; 26; AG 1;5; GS 42;45). Su ministerio
contenido del Credo con las nuevas ofertas salvífico lo ejerce mediante la predicación y
«salvíficas», sobre todo con el redescubri- los sacramentos (LG 11).
miento de las categorías de utopía, futuro En el tema de la salvación, para quienes
y esperanza. se encuentran fuera de la Iglesia se afirma
Pero la teología de los últimos siglos va que pueden conseguirla quienes, sin culpa
perfilando con claridad algunos datos im- por su parte, desconocen el evangelio de
portantes: la salvación es iniciativa de Dios; Cristo y su Iglesia pero buscan sinceramente
es universal para todos los hombres y para a Dios, y con ayuda de su gracia, se es-
todo el hombre; y para participar en pleni- fuerzan en cumplir la voluntad de Dios, co-
tud de dicha salvación, son necesarios los nocida por el dictamen de su conciencia (LG
elementos de una tríada secular: fe, bau- 16). Porque en el corazón de cada hombre
tismo y pertenencia a la Iglesia. Al mismo trabaja la gracia de Cristo (GS 22).
tiempo, el Magisterio va matizando lo que En la teología más reciente, en conexión
se quiere expresar con el teologumenon con la espiritualidad y la liturgia, se vuelven
«Extra ecclesiam nulla salus». Pío XII llegó a reelaborar los clásicos temas de pecado y
a afirmar claramente la posibilidad de sal- muerte superados por la vida nueva-resu-
vación para aquellos que estaban aparta- rrección, el sentido de los misterios pas-
dos de la Iglesia por ignorancia invencible cuales y del día del Señor, y la conexión en-
(D. 2865). Y el Santo Oficio, en 1949, con- tre Salvación y Trinidad (cf. E. Ancilli y P.
denó la teoría de Feeney que consideraba Chiocchetta, «Salvación», en Diccionario de
excluidos de la salvación a los que se en- Espiritualidad III (1984) 338-344; G.M. Sal-
cuentran fuera de la Iglesia católica (D. vati, «Salvación», en Diccionario Teológico
3866-3873). del Dios Cristiano (1992) 1274-1292). Y así
En este sentido, el Concilio Vaticano II, mismo se ha vuelto a recobrar con fuerza
aunque no es propiamente un Concilio cris- el tema de la predestinación en Cristo, del
tológico, vuelve a recobrar la perspectiva de que hablaremos a continuación.
san Pablo, san Ireneo y Tertuliano, para Dejamos sin desarrollar otros dos campos
quienes Cristo está en el centro de la in- que serán tratados en este diccionario: por
tención creadora de Dios Uni-Trino, y en Él se un lado, Cristo Salvador y la salvación en
revela la verdadera vocación del hombre y el las otras religiones y, por otro, la relación
verdadero designio de Dios (GS 22). La en- entre salvación cristiana y liberación hu-
carnación supone una solidaridad personal y, mana.
a la vez, social con cada hombre y con la
humanidad (GS 22 y 32). La encarnación IV. DESIGNIO SALVADOR DEDIOS Y
está ordenada a la comunión plena del hom- PREDESTINACIÓN EN CRISTO
bre con Dios. Ésta es la vocación humana. A Muy unido al tema de la salvación se sitúa el
lo largo de toda su historia terrena Cristo de la predestinación. Los manuales clásicos
enseñó y vivió la comunión perfecta con Dios separaban dos cuestiones: la predestinación
y con los hombres. Y dio testimonio de su de Cristo y la de los hombres. Esta división
vida haciendo de ésta un acto de reconci- se ha superado hoy desde el redescubri-
liación (GS 32). Cristo es el Alfa y Omega miento de una teología que vuelve a mirar a
que recapitula en sí todas las cosas (GS 45). la Historia de Salvación como eje nuclear.
Redención y divinización vuelven a estar uni- Para entenderlo, resumimos en diversas
das. A la luz del misterio de Cristo, la propia coordenadas el mensaje paulino:
918 SALVACIÓN
carnación que se remonta a toda la eterni- 1,18, pero ahora se confirma con mayor én-
dad. fasis. Cristo aparece como la mediación uni-
Lógicamente este primado de excelencia versal y exclusiva de toda la actividad divi-
supone también un primado cronológico (v. na ad extra, tanto en su comienzo como en
17). Si nos preguntamos por qué se insiste su ejecución histórica y en su término.
en el himno en la unidad entre creación y Con Cristo la creación entera ha entrado
salvación, la respuesta tal vez se encuen- en su última fase: el «eschaton final»; el
tre en una preocupación antignóstica, pues mundo comienza a ser nueva creación.
la gnosis primitiva separaba Dios y mundo, Puesto que los cristianos reconocen al Cris-
creación y redención. to como Señor y dueño del mundo, deben
b) En Ef 1,3-14: Se refuerza el origen y vivir libres del sometimiento a los elementos
destino cristológico de la creación. Toda la de la naturaleza que en otro tiempo les es-
creación tiene una sola vocación: la cristo- clavizaron. La vocación cristiana es una vo-
lógica. Es una doxología o alabanza trinita- cación a la libertad (Ga 5,1-13).
ria muy similar a la encontrada en 1 P 1,3ss. Esta visión paulina sobre la predestinación
En un primer momento (vv. 3-6) se su- en clave soteriológica no ha corrido igual suer-
braya que Dios Padre, desde toda la eterni- te a lo largo de la historia. Entre los Santos
dad, nos ha elegido para ser su pueblo, san- Padres de los primeros siglos, esta visión
tos e inmaculados. A esta elección sigue la «aparecía como algo natural». Sin embargo,
predestinación en Cristo. Y esta predesti- en la teología medieval ya se hizo clásica la
nación es para la glorificación. contraposición entre tomistas y escotistas.
En un segundo momento (versículos 7- Para los primeros la encarnación mira a la
12) se manifiesta cómo Cristo ha llevado redención y se justifica por ella; para los se-
a cabo nuestra redención. Una redención gundos la encarnación es un valor más gran-
que significa el amor extremo de Dios a la de que la misma liberación del pecado y ya
humanidad. Además de perdonar nuestros estaba «predestinada» en el plan divino tri-
pecados nos ha comunicado toda sabiduría nitario desde la eternidad. En el debate con-
e inteligencia. Por la primera, conocemos temporáneo, Merchs y Von Baltasar se si-
los misterios de Dios (todo fue creado pa- tuarán más en una línea tomista, mientras
ra Él (Col 1,20) y todo será recapitulado que Teilhard de Chardin y Rahner se posi-
en Él). Por la segunda ordenamos nuestra cionarán en línea escotista (aun insistiendo
vida conforme a la vida que Dios quiere de en el momento redentor de la cruz).
nosotros. Digamos, finalmente, que estamos lla-
En un tercer momento (vv. 13-14) se afir- mados a recuperar un sano cristocentrismo,
ma que el Espíritu Santo constituye en nos- siendo conscientes de los problemas que es-
otros el sello y garantía de lo que un día tán en juego tal como nos recuerda L. Se-
participaremos como herencia celestial. La renthá: 1. En lo teológico plantear correc-
vida terrena es ya continuidad de la celeste. tamente la transcendencia-alteridad de Dios
En otras palabras, en este pasaje paulino en relación con la libertad, y la relación na-
descubrimos cómo todo fue hecho por Cris- tural-sobrenatural; 2. En la cristología, re-
to, y todo será para Cristo. La plenitud en situar las relaciones entre unión hipostáti-
Cristo se realizará eclesiológicamente: se- ca y estructuras antropológicas, y entre re-
rá el universo entero el beneficiario, pero es surrección y proyectos humanos de futuro;
la Iglesia la que ha recibido esta plenitud en 3. En la eclesiología, definir la misión de la
primera instancia para difundirla luego a to- Iglesia en el mundo; 4. En lo antropológi-
do lo creado. La dimensión eclesial de la ca- co, señalar el papel de la libertad humana
pitalidad de Cristo ya era conocida por Col en la historia; 5. En la moral, poner de re-
SALVACIÓN 921
contiene una energía expansiva que tiende se habla de una expiación de Jesús que bo-
a eliminar los males temporales, como se rra, de un hombre libre que se une a ella,
manifiesta claramente en las acciones de de una santificación interior, y de un desti-
Jesús y en la vida de la Iglesia. Lo que ocu- no glorioso en la visión y compañía de Dios.
rrirá plenamente en el más allá definitivo Esta salvación acontece desde fuera y des-
comienza a insinuarse y a incoarse en el de dentro del ser humano, porque sobrevie-
mundo presente. ne gratuitamente como elección y don mi-
La concepción cristiana de la salvación sericordioso de Dios, a la vez que requiere
tiene su eje y su centro en la mediación úni- libre acogida y conversión de la mente y co-
ca de Jesús, que nos libera del pecado me- razón por parte del hombre. Éste es su pri-
diante su vida, muerte, resurrección, y as- mer destinatario, pero la salvación del indi-
censión al cielo. Lo que Jesús hace en to-
viduo se realiza en él como miembro de una
dos los momentos de su vida terrena,
comunidad. Se armonizan y exigen mutua-
especialmente en los momentos finales, no
mente un futuro personal inalienable y un
es solamente un ejemplo abnegado de co-
destino común para la entera humanidad.
herencia con las enseñanzas que ha predi-
La salvación comienza en esta vida terrena,
cado a lo largo de su ministerio. Con sus
y sin embargo pertenece en su plenitud al
trabajos humanos y sus padecimientos, Je-
sús expía vicariamente los pecados, des- más allá. Dada la unidad del hombre, afec-
precios e indiferencias con que los hombres ta necesariamente al cuerpo y al alma, soli-
hemos ofendido y ofendemos al Padre, de darios absolutos de un único destino glorio-
modo que los méritos copiosos e inagota- so. La salvación restaura, a la vez que eleva,
bles de Jesús nos dan ocasión para que lo cual permite hablar de una «felix culpa» y
nosotros también podamos merecer ante de una redención sobreabundante.
Dios. Los cristianos hablan de la sangre re- Esta enseñanza no es una simple doctri-
dentora de Jesucristo, que «quita el peca- na discursiva. Es una proclamación. Es un
do del mundo». Hay que decir además que mensaje operativo de carácter universal,
todos los episodios de la vida de Jesús son dotado de una intrínseca fuerza expansiva,
redentores, así como su resurrección de en- para beneficio de todos los hombres y mu-
tre los muertos y su ascensión al cielo. Los jeres que han habitado y habitarán la tie-
cristianos afirman que no hay salvación sin rra. Porque Dios no hace acepción de per-
Jesucristo. sonas.
Inseparable de Jesucristo, la Iglesia ejer-
ce su ministerio universal a favor de los Bibliografía
hombres como «columna y fundamento de AA.VV., «Salvación», en Nuevo Diccionario de Teo-
la verdad» (1 Tm 3,15) y sacramento uni- logía II, 1982, 1572-1614. A. GONZÁLEZ MONTES,
versal de salvación. No es sólo signo salví- «Salvación», en DTF, 1301-1313. G. PÉREZ, «Sal-
fico, sino que ayuda esencialmente a que la vación», en Diccionario de Jesús de Nazaret, dir.
salvación concreta de hombres y mujeres por F. FERNÁNDEZ RAMOS, Burgos 2001, 1182-1190.
pueda llevarse a cabo. O. SEMMELROTH, «Salvación», en Conceptos fun-
La idea cristiana de salvación del hom- damentales de Teología II, Madrid 1979, 616-
bre deja ver su riqueza y su sencillez. Deja 626. L. SERENTHÁ, «Predestinación», en Dicciona-
ver también su carácter mistérico y sobre- rio Teológico Interdisciplinar III, Salamanca 1982,
natural, que sólo la fe puede captar. En un 876-895. B. SESBOÜÉ, Jesucristo el único mediador.
marco de amor de Dios hacia la humanidad Ensayo sobre la redención y la salvación, 2 vols.,
y hacia cada uno de sus miembros, se habla Salamanca 1990 y 1993.
de una culpa que ofende y olvida ese amor, R. Berzosa
SANTIDAD 923
Santidad
Pacto, cuyos imperativos legales, por pro- Jesucristo», «amados de Dios», «llamados a
ceder de Él, son prescripciones de santidad. ser santos». Así son denominados los que
«Sed santos, porque yo, el Señor, Dios vues- siguen a Cristo en la Iglesia. A ellos se diri-
tro, soy santo» (Lv 19,2). Las leyes cultua- girá el apóstol Pedro con esta exhortación:
les, los preceptos, las reglas de comporta- «Así como es santo el que os llamó, sed
miento pertenecen a la esfera de lo santo, de también vosotros santos en toda vuestra
lo divino: el camino de su cumplimiento le- conducta, conforme a lo que dice la Escri-
gal es también camino de purificación, de tura: Sed santos, porque yo soy santo» (1 P
perfección, de santificación moral. 1,15-16). La santidad de Dios, propiedad
En continuidad con las luces veterotes- divina por excelencia, cifra de toda la gran-
tamentarias, pero ya bajo la plenitud de la deza del ser y del amor que Dios es, se ha
nueva y definitiva Alianza en la sangre de volcado por medio de Jesucristo sobre los
Cristo, resuenan con gran fuerza las pala- cristianos. Mediante la recepción del Don
bras que el Señor dirige a quienes escuchan del Espíritu Santo en el bautismo han sido
su Discurso de la Montaña: «Sed vosotros hechos hijos de Dios y partícipes de la na-
perfectos como vuestro Padre celestial es turaleza divina, han sido, pues, santifica-
perfecto» (Mt 5,48). Así habla a sus discí- dos. Esa cualidad ontológica sobrenatural
pulos de todos los tiempos Jesucristo, el Hi- comporta una exigencia moral, es decir, una
jo de Dios hecho hombre, que ya desde la llamada a corresponder con sus propias ac-
narración de su nacimiento es presentado ciones a los dones recibidos y a crecer en
como «el Santo» (Lc 1,35), y como «el San- la asimilación de la vida santa que se les ha
to de Dios» es tenido por sus discípulos: entregado.
«Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras
de vida eterna; nosotros hemos creído y co- II. LA LLAMADA UNIVERSAL A LA SANTIDAD
nocido que tú eres el Santo de Dios» (Jn EN LA IGLESIA
6,68-69). Esa expresión, aplicada a Jesu- No sólo de cada cristiano sino también de
cristo, significa que sólo él es santo como la unidad de todos ellos, que es la Iglesia, se
Dios es santo. Pero significa también que él debe afirmar que el amor de Cristo la ha
es portador de la santidad: puede comuni- purificado y santificado: «Cristo amó a la
carla a los hombres, pues ha sido «consti- Iglesia y se entregó a sí mismo por ella pa-
tuido Hijo de Dios con poder según el Espí- ra santificarla, purificándola mediante el ba-
ritu de santificación» (cf. Rm 1,4). La obra ño del agua por la palabra, para mostrar an-
redentora de Cristo, que él lleva a cabo en te sí mismo a la Iglesia resplandeciente, sin
cada instante de su existencia y, especial- mancha, arruga o cosa parecida, sino para
mente, en los momentos supremos de su que sea santa e inmaculada» (Ef 5,25-27).
muerte y de su resurrección, debe ser vista Así, pues, la Iglesia es indefectiblemente
como la fuente de la que brota la santidad: santa, pues Cristo, como enseña el Conci-
«Por ellos yo me santifico, para que tam- lio Vaticano II: «la ha unido a sí mismo co-
bién ellos sean santificados en la verdad» mo su propio cuerpo y la ha enriquecido con
(Jn 17,19). el don del Espíritu Santo para gloria de Dios»
Del seno profundo del Nuevo Testamen- (LG 39). Por ser santa la Iglesia, se debe
to, que es como decir de la experiencia de fe afirmar que en su seno todos están llamados
de los primeros discípulos de Cristo, forjada a santificarse: «Porque ésta es la voluntad
bajo el aliento del Espíritu Santo, brota des- de Dios, vuestra santificación» (1 Ts 4,3; Ef
de el primer momento una inequívoca lla- 1,4). Confesar a la Iglesia como santa sig-
mada a la santidad. Lo expresa muy bien la nifica mostrar su rostro de Esposa de Cris-
triple fórmula de Rm 1,6-7: «elegidos de to, por la cual él se entregó, precisamente
SANTIDAD 925
para santificarla (cf. Ef 5,25-26). Este don tuada además antes de la que se ocuparía,
de santidad, por así decir, objetiva, se en- dentro de la misma Constitución, de los re-
trega a cada bautizado. Pero el don se plas- ligiosos. Se trataba de evitar «la tentación de
ma a su vez en un compromiso que ha de presentar el estado religioso como una suer-
dirigir toda la vida cristiana: «Ésta es la vo- te de aristocracia de la santidad y al seglar
luntad de Dios: vuestra santificación» (1 Ts como un cristiano de segunda clase». Se
4,3). Es un compromiso que no afecta sólo quiso, pues, poner de manifiesto que la des-
a algunos cristianos: «Todos los cristianos, cripción del misterio de la Iglesia quedaría
de cualquier clase o condición, están llama- necesariamente incompleta si faltase la re-
dos a la plenitud de la vida cristiana y a la ferencia a la finalidad que emana desde la
perfección del amor» (LG 40)» (NMI 30). hondura de la entera comunidad cristiana: el
El capítulo V de la Constitución dogmá- impulso de todos hacia la santidad y hacia
tica Lumen gentium del Concilio Vaticano II Dios, fuente de toda santidad (cf. G. Philips,
ha sido dedicado a la «Vocación universal a La Iglesia y su misterio en el C. Vaticano II,
la santidad en la Iglesia». Es un texto doc- 2, Barcelona 1969, 87-89).
trinal de singular importancia, que merece En su pasaje central, que vale la pena re-
ser leído y meditado por los discípulos de producir por entero no obstante su exten-
Cristo con mucha atención. Como doctrina sión, dicho texto conciliar dice así: «Nuestro
magisterial, ese capítulo constituye un ca- Señor Jesucristo predicó la santidad de vida,
so único pues antes de él la Iglesia no había de la que Él es Maestro y Modelo, a todos
dedicado tanto espacio, y dentro de un do- y cada uno de sus discípulos, de cualquier
cumento tan solemne como es una Consti- condición que fuesen. «Sed, pues, vosotros
tución dogmática conciliar, a la cuestión de perfectos como vuestro Padre Celestial es
la santidad. La historia de su redacción y la perfecto» (Mt 5,48). Envió a todos el Espíritu
ubicación del capítulo dentro de la Consti- Santo, que los moviera interiormente, para
tución manifiestan que el texto rebosa de que amen a Dios con todo el corazón, con
intencionalidad teológica y pastoral. «Si los toda el alma, con toda la mente y con to-
Padres conciliares concedieron tanto relie- das las fuerzas (cf. Mc 12,30), y para que
ve a esta temática no fue para dar una es- se amen unos a otros como Cristo nos amó
pecie de toque espiritual a la eclesiología, (cf. Jn 13,34; 15,12).
sino más bien para poner de relieve una di- Los seguidores de Cristo, llamados por
námica intrínseca y determinante. Descu- Dios no en virtud de sus propios méritos,
brir a la Iglesia como «misterio», es decir, sino por designio y gracia de Él, y justifica-
como pueblo «... congregado en la unidad dos en Cristo Nuestro Señor, en la fe del
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo» (cf. bautismo han sido hechos hijos de Dios y
LG 4), llevaba a descubrir también su «san- partícipes de la divina naturaleza, y por lo
tidad», entendida en su sentido fundamen- mismo santos; conviene, por consiguiente,
tal de pertenecer a Aquél que por excelen- que esa santidad que recibieron sepan con-
cia es el Santo, el “tres veces Santo” (cf. Is servarla y perfeccionarla en su vida, con la
6,3)» (NMI 30). ayuda de Dios. Les amonesta el Apóstol a
Uno de los teólogos que contribuyeron que vivan «como conviene a los santos» (Ef
con su trabajo a la redacción de Lumen gen- 5,3), y que «como elegidos de Dios, santos
tium, el belga Gérard Philips, ha escrito, por y amados, se revistan de entrañas de mi-
su parte, que los Padres conciliares quisieron sericordia, benignidad, humildad, manse-
expresamente incluir en dicha Constitución dumbre, paciencia» (Col 3,12) y produzcan
una amplia exposición sobre la llamada de los frutos del Espíritu para santificación (cf.
todos los fieles cristianos a la santidad, si- Ga 5,22; Rm 6,22). Pero como todos tro-
926 SANTIDAD
pezamos en muchas cosas (cf. St 3,2), te- ritual con Cristo hombre y con su existen-
nemos continua necesidad de la misericor- cia humana santa.
dia de Dios y hemos de orar todos los días: c) La santificación cristiana pide ser in-
«Perdónanos nuestras deudas» (Mt 6,12). separablemente leída desde la óptica del
Fluye de ahí la clara consecuencia de que don sobrenatural recibido (santidad onto-
todos los fieles, de cualquier estado o con- lógica), que asimila al bautizado al Hijo de
dición, son llamados a la plenitud de la vida Dios hecho hombre, y desde la óptica de
cristiana y a la perfección de la caridad, que la obligación, inmanente al don, de con-
es una forma de santidad que promueve, servar y perfeccionar a lo largo de la pro-
aun en la sociedad terrena, un nivel de vida pia existencia la gracia recibida (santidad
más humano. Para alcanzar esa perfección, moral).
los fieles, según la diversa medida de los d) La condición de cristiano implica de
dones recibidos de Cristo, siguiendo sus hue- por sí, por el hecho de haber recibido el bau-
llas y amoldándose a su imagen, obede- tismo, la vocación (don y deber) de santifi-
ciendo en todo a la voluntad del Padre, de- carse. Hay pues plena consonancia entre las
berán esforzarse para entregarse totalmente nociones de vocación cristiana y de voca-
a la gloria de Dios y al servicio del prójimo. ción a la santidad, y ésta puede ser enten-
Así la santidad del Pueblo de Dios produci- dida como la llamada y la obligación de al-
rá frutos abundantes, como brillantemente canzar progresivamente la plenitud de aqué-
lo demuestra en la historia de la Iglesia la lla. La «plenitud de la vida cristiana» y la
vida de tantos santos» (LG 40). «perfección de la caridad» son sinónimos
El texto ofrece diversos puntos de aten- de la meta propia y del camino de santifi-
ción: cación de los fieles cristianos, cualesquiera
a) Cristo es presentado como maestro, que sean su estado y condición de vida.
modelo, autor y perfeccionador de la santi- e) Si los dones bautismales, al configu-
dad de vida de sus discípulos. La expresión rar al cristiano con Cristo, hacen de él «otro
«santidad de vida», aplicada a Cristo como Cristo» (alter Christus), la santificación a la
maestro y modelo de ella, hace pensar in- que están llamados puede ser entendida co-
mediatamente en la existencia humana san- mo el empeño de cada uno en vivir como
ta del Verbo encarnado. Al mismo tiempo, lo que ya es por la gracia, es decir, como un
permite comprender que el Concilio quiere hijo del Padre en Cristo, que se deja guiar
hablar de la santidad cristiana principal- por el Espíritu Santo (cf. Rm 8,14). En ese
mente como un proceso de santificación del sentido, la teología de la santidad, entendi-
cristiano durante toda su existencia, si- da como la reflexión teológica sobre la vo-
guiendo el modelo de Cristo hombre. La san- cación del cristiano a santificarse en su pro-
tificación del cristiano es vista, por tanto, pio estado y condición de vida, permite ser
como un proceso esencialmente cristocén- estudiada y desarrollada como teología de
trico. la existencia del cristiano como otro Cristo
b) El Espíritu Santo es el santificador en (alter Christus).
cuanto que imprime en el interior del cris-
tiano la caridad, y lo configura a imagen de III. EL CRISTIANO, «OTRO CRISTO», LLAMADO A
Cristo como hijo de Dios. La santificación SANTIFICARSE
del cristiano no es sólo, por tanto, un pro- En las raíces de la antropología cristiana,
ceso cristocéntrico en cuanto realizado según ya desde las páginas del Nuevo Testamen-
el modelo de Cristo, sino más bien un pro- to, está latiendo una comprensión del hom-
ceso de «cristificación», es decir, de pro- bre (varón y mujer) como la criatura hecha
gresiva conformación e identificación espi- a imagen de Dios y llamada a ser hijo del
SANTIDAD 927
Padre en Cristo por el Espíritu Santo. Toda la Este es, en definitiva, el fondo de la cues-
existencia cristiana está orientada, como tión: el hombre está creacionalmente orien-
enseña san Pablo, a reproducir dinámica- tado hacia Cristo: esa es su vocación su-
mente la imagen del Hijo hecho Hombre, y prema (GS 10), en cuanto sujeto de una
a participar definitivamente en su gloria, es irrevocable llamada divina a ser en Cristo,
decir, en el modo de existencia de quien es, por el Espíritu Santo, hijo del Padre. Sujeto
para los hijos adoptivos de Dios, un herma- también, en consecuencia, de una irrevo-
no primogénito (Rm 8,29). Reproduciendo cable llamada a la santidad de vida. En el
en nosotros mediante la gracia del Espíritu interior de la noción de vocación cristiana
Santo la imagen de Cristo, que es Imagen como vocación a la santidad se entrelazan,
perfecta de Dios, llegamos también nosotros pues, dos aspectos centrales: ser discípulo
a ser imagen divina, transformados en esa de Cristo y ser, en cuanto hijo en el Hijo,
misma imagen (2 Co 3,18). La existencia «otro Cristo».
cristiana debe, pues, ser entendida como Late en el seno del cristianismo desde
un estar llamado a existir en Cristo por el sus inicios una comprensión o modelo ideal
Espíritu Santo para llegar verdaderamente a del ser hombre en cuanto capaz de llegar a
ser hijo del Padre, mediante la voluntaria ser plenamente discípulo de Cristo, segui-
cooperación, en las actitudes, en las dispo- dor suyo, configurado bautismalmente con
siciones y en las acciones personales. él e identificado personalmente con cuanto
La noción de vocación cristiana está, él significa y representa. Esa afirmación en-
pues, dotada de un denso contenido teoló- cierra, como en síntesis, el contenido de la
gico, espiritual y pastoral. La Constitución noción de «vocación cristiana» o «vocación
Gaudium et spes, del Concilio Vaticano II, de cristiano» como la llamada a ser discí-
se expresa en términos de vocación al enun- pulo de Cristo y a realizar la propia vida ba-
ciar los fundamentos de la concepción an- jo su luz, esto es, en conformidad con su
tropológica cristiana. Y así, por ejemplo, pro- modelo de existencia santa y santificadora.
clama «la grandeza suma de la vocación del Es innegable que Jesús, en su aparecer
hombre», descubriendo en él «la presencia ante los hombres para llevar a cabo la obra
de una semilla divina» (GS 3); como tam- que su Padre le encomienda, quiso dar a su
bién afirma en uno de sus pasos más ca- vida pública un significado preciso, pues se
racterísticos que «la razón más alta de la presenta como Maestro y reúne desde el
dignidad del hombre consiste en su voca- primer momento un grupo de discípulos. Es
ción a la comunión con Dios», pues «desde ésta una gran luz que se encontrará refle-
su nacimiento es invitado al diálogo con jada tanto en los contenidos de su ense-
Dios» (GS 19). Invitado, además, en cali- ñanza ligada por completo al misterio de
dad de hijo y, por eso mismo, llamado a par- su persona , como en el fenómeno de dis-
ticipar de la felicidad divina (cf. GS 21). En cipulado que voluntariamente suscita en tor-
realidad, dirá la Constitución en un pasaje no a sí. La condición de discípulo traerá con-
de gran densidad teológica, «solamente en sigo formar parte del ambiente más próximo
el misterio del Verbo encarnado halla el mis- a Jesús, mantener con él un vínculo perso-
terio del hombre verdadera luz. Adán, el pri- nal, ser oyente y destinatario privilegiado
mer hombre, era en realidad figura del fu- de su enseñanza, ser testigo singular de
turo, es decir, de Cristo Señor. Cristo, que esas acciones de Cristo que dan razón del
es el nuevo Adán, al revelar el misterio del Reino en cuanto reveladoras del Padre (cf. Jn
Padre y de su amor, desvela también ple- 10,37-38; 14,10-12). El punto decisivo pa-
namente el hombre al hombre mismo y le ra ser admitido entre los que le siguen no
da a conocer su altísima vocación» (GS 22). será la decisión personal de entrar a formar
928 SANTIDAD
parte del grupo sino, en contraste con lo pulos, imitadores de la vida santa del Maes-
que sucedía entre los rabbí de Israel, la lla- tro, constituye un elemento decisivo del
mada personal del Maestro a pertenecer a anuncio de la llegada del Reino de Dios. To-
dicho grupo («llamó a los que quiso», Mc do el pueblo cristiano, llamado a la santi-
3,13). Del mismo modo que eligió a los Do- dad, ha sido convocado para ser sal y luz,
ce «para que estuvieran con él y para en- para dar con su vida testimonio de fe y de
viarlos a predicar» (Mc 3,14), así también amor.
cabe decir respecto de los demás discípu- La vocación cristiana contiene rasgos in-
los como se intuye, por ejemplo, a la luz telectuales y morales característicos, indu-
de la misión de los setenta y dos (Lc cidos y fomentados directamente por el
10,1ss.) que Cristo los llama para que es- Maestro, como se advierte ya en las pági-
tén junto a él y para que participen activa- nas del evangelio. Son, por ejemplo, entre
mente en la proclamación del Evangelio del otros, un vivo sentido de conversión perso-
Reino. nal, de purificación, de santificación, de fra-
Los que siguen a Cristo ante todo han ternidad, de testimonio evangelizador, etc.
creído en él, y han aceptado vincularse vo- Tales rasgos comenzaron a ser, a partir de la
luntariamente a su persona, a su mensaje experiencia individual y colectiva de aquellos
y a su misión. Están junto al Maestro, vi- hombres y mujeres de la primera hora, ma-
ven en comunión con él y son conscientes nifestación y cauce de difusión de un fenó-
de que constituyen el grupo específico de meno religioso y cultural nuevo, contrase-
discípulos de Jesús (cf. Mc 9,38), compa- ñado por diversas notas que hacen del cris-
rable aunque contrapuesto a otros grupos tiano «otro Cristo».
análogos (cf. Mt 15,2; Lc 5,33). Las suyas La fórmula «otro Cristo» (alter Christus),
fueron las primeras existencias terrenas sig- aunque no se halla literalmente en el Nue-
nadas, personal y colectivamente, por la vo Testamento, posee, en cuanto al senti-
impronta del seguimiento de Jesús, cuya do, un firme fundamento bíblico. Son nu-
primera nota propia es la de vincularse a merosos los pasajes en los que el obrar del
él personalmente por la fe y la obediencia cristiano, e indirectamente él mismo como
de fe. sujeto, son contemplados bajo la perspecti-
Fueron también llamados segunda no- va de la conformación sobrenatural con las
ta peculiar de los discípulos para ser en- obras de Cristo y, en consecuencia, con él.
viados a proclamar la venida del Reino de Esa línea doctrinal se encuentra desarrolla-
Dios. El anuncio del Señorío de Dios, o en da, principalmente, en el corpus paulinum.
otras palabras, del Reino de los cielos o Rei- En Rm 8,29, por ejemplo, se habla de con-
no del Padre está en el centro de la ense- figuración con la imagen del Hijo; en Flp
ñanza de Jesús, que lo está haciendo pre- 3,10, con la muerte de Cristo; en Flp 3,21
sente por medio de sus palabras y obras. con su cuerpo glorioso; etc. El significado
Ese Reino, que ha llegado con Cristo, co- comúnmente aceptado es el de una trans-
mo semilla, promesa y don de salvación, formación espiritual del cristiano en Cristo,
está íntimamente relacionado con el mis- con sentido escatológico: así como en el
terio de su persona y con todo cuanto dice bautismo ha sido conformado a su muerte,
o hace. Los hombres no pueden alcanzarlo así lo será con la imagen del Resucitado en
por sí mismos sino que han de ser trans- su gloria. Cada bautizado, ungido y capaci-
formados y conducidos hacia él. Es misión tado por el Espíritu Santo para llegar a una
de los discípulos de Cristo, que han creído identificación plena con el Hijo de Dios hecho
en él y le han seguido, la de ser para todos hombre, puede ser llamado en consecuen-
luz y sal. La santidad de vida de los discí- cia «otro Cristo».
SANTIDAD 929
Las menciones a esta doctrina son abun- ticipante por el carácter en la función sa-
dantes ya desde la época patrística, espe- cerdotal de Cristo. Así, pues, de una con-
cialmente en torno a la liturgia bautismal. cepción más trinitaria y pneumatológica del
El cristiano, imagen de Cristo por el bautis- ser del cristiano como ungido en el Ungi-
mo, ha recibido una participación en la Un- do , se cambia a un esquema racional dis-
ción de la humanidad del Verbo encarnado tinto y quizás intelectualmente más preci-
y puede ser llamado «cristo». Los comen- so, que acabará imponiéndose. Esto influirá
tarios al Símbolo de la fe, las catequesis accidentalmente en el uso del apelativo
bautismales, los sermones in traditione «cristo» referido al cristiano, que será in-
Symboli, etc., aluden con frecuencia al cris- frecuente a partir de este momento tanto
tiano como «ungido» («cristo»), partícipe en la teología como en el magisterio. Refe-
por el Espíritu Santo de la unción de Jesús, rida, en cambio, al sacerdote, la expresión
que es el Ungido (el Cristo) por excelencia. alter Christus ha sido utilizada por el ma-
Esta multisecular reflexión sobre la íntima gisterio del siglo XX con cierta frecuencia,
unidad entre Cristo y los cristianos, realiza- para exhortar a los sacerdotes a imitar a
da según el concepto de unción, permite dar Cristo sacerdote, a quien representan, y a
un desarrollo teológico a la verdad revelada buscar la santificación personal.
de que el cristiano está en Cristo y Cristo En la tradición espiritual católica, en fin,
en el cristiano. Pero lo hace además resal- caracterizada por un esencial cristocentris-
tando no sólo la unidad de consagración co- mo, existen importantes testimonios sobre
mo diríamos hoy sino también la unidad la identificación del cristiano con Cristo, pe-
de misión. El cristiano es un nuevo «cristo» ro es menos habitual encontrar la denomi-
porque participa del don y la misión del úni- nación «otro Cristo» en su literalidad (no
co Cristo. En ese sentido, no hay inconve- así, en cambio, en cuanto al sentido, pues
niente en decir que el cristiano es partici- son frecuentes las expresiones análogas).
padamente Cristo, lo cual no dista teológi- En la doctrina espiritual de san Josemaría
camente de la fórmula: el cristiano es alter Escrivá, sin embargo, que pone un especial
Christus, o incluso ipse Christus. San Agus- énfasis en la presentación de la vocación
tín, por ejemplo, contemplando a Cristo y bautismal como vocación a la santidad y al
la incorporación del hombre a su misterio, apostolado, es frecuente esa explícita de-
dirá: «Alegrémonos y demos gracias a Dios: nominación. El alter Christus es, en ese con-
no sólo somos cristianos, sino que somos el texto, el cristiano que se esfuerza en seguir
mismo Cristo. ¿Entendéis, hermanos? ¿Os personalmente a Cristo, dándose como él
dais cuenta de la gracia que Dios ha derra- al cumplimiento de la voluntad del Padre
mado sobre nosotros? Asombraos, alegraos: que es la misión redentora , que trata de
¡somos el mismo Cristo! Si Cristo es la ca- santificarse y de ayudar a la santificación
beza y nosotros los miembros, el Hombre de los demás en el ejercicio de su trabajo y
total es él y nosotros» (san Agustín, Co- de sus deberes ordinarios, en el lugar que
mentario al Evangelio de San Juan, 21, 8). cada uno ocupa en la sociedad.
A partir de la época medieval, sin em-
bargo, la reflexión teológica acerca de las IV. SANTIDAD Y CARIDAD
relaciones Cristo-cristiano abandona el es- En la caridad de Cristo, es decir, en su amor
quema del christós, y toma como inspira- al Padre y a los hombres se compendia, en
ción de fondo el esquema del charákter. De cierto modo, el misterio de su ser y de su
una teología de la unción se pasa a una teo- misión. «Amarás al Señor tu Dios con todo tu
logía del carácter, y de la consideración del corazón y con toda tu alma y con toda tu
cristiano como ungido, se pasa a la de par- mente y con todas tus fuerzas. […] Amarás
930 SANTIDAD
a tu prójimo como a ti mismo» (Mc 12,30- tuo entre los cristianos y amor cristiano a to-
31). Este mandato de amar que Cristo es- dos los hombres, es signo de identidad de
tablece uniendo dos pasajes del Antiguo Tes- los que siguen a Cristo y ley fundamental de
tamento (como son los de Dt 6,4-5 y Lv la comunidad de los discípulos. El dinamis-
19,18) , y que suele denominarse «el do- mo espiritual y vital de la existencia cristiana,
ble precepto de la caridad», manifiesta la que necesariamente desemboca en el man-
principal enseñanza de la vida de Jesús, y damiento nuevo de la caridad, puede ser de-
desvela al mismo tiempo, al decir de los exé- finido por tanto como el dinamismo de la ca-
getas, la característica más propia de su doc- ridad.
trina moral. Vista desde esa perspectiva, la En el vocabulario cristiano para expresar
santificación del cristiano, que significa pro- ese amor sobrenatural a Dios y a los de-
gresiva identificación con el Hijo de Dios he- más, participado del amor de Cristo, se en-
cho hombre y creciente participación en el cuentra el término «ágape», usual en el grie-
misterio de su obra redentora, encuentra su go clásico para expresar los afectos, y el
propia vía de desarrollo en la unidad de la término latino «caritas», que utilizará san
caridad del cristiano con la caridad de Cris- Jerónimo en la Vulgata. La teología ha pen-
to, es decir, en la integración de nuestra vi- sado tradicionalmente la caridad como vir-
da y nuestras obras en el dinamismo de su tud teologal y como «forma» o alma de las
amor filial al Padre manifestado en su amor demás virtudes, y por lo mismo, como sus-
sin medida a los hombres. tancia y perfección de la vida cristiana. Sus
Entendida la caridad cristiana como par- campos principales de desarrollo han sido,
ticipación en el amor de Cristo e integración sobre todo, la teología moral y la espiritua-
en el dinamismo de su donación a los de- lidad, interesadas ambas, cada una desde
más, se muestra como un amor de raíz y su propio punto de vista, en la reflexión so-
sustancia trinitarias: un amor filial a Dios bre el obrar humano virtuoso y meritorio.
promovido por el Espíritu Santo, que se en- Quizás por eso, en el lenguaje corriente, la
sancha fraternalmente como amor al próji- acepción más común del término caridad
mo. El amor de Jesús al Padre en el Espíri- como actitud propia y característica de los
tu, y el recíproco amor del Padre a Jesús, discípulos de Cristo es la del servicio al ne-
constituyen el marco teológico y el núcleo cesitado.
vital de la caridad cristiana en toda su ex- Pero la teología de la caridad, contem-
tensión. La secuencia lógica para expresar- plada bien como la virtud central de la vida
la sería ésta: «como el Padre me amó, así os espiritual, o como fuente de la identidad
he amado Yo» (Jn 15,9), y «como Yo os he cristiana, o bien, como aquí hacemos, co-
amado, amaos también unos a otros» (Jn mo la sustancia del camino de santificación
13,34). La conclusión suena así: «Un man- del cristiano, es más amplia y ha sido ob-
damiento nuevo os doy: que os améis unos jeto de un desarrollo bibliográfico extenso.
a otros. […] En esto conocerán todos que En tiempos recientes, junto a la ya clásica
sois mis discípulos, si os tenéis amor unos a obra de Gérard Gilleman sobre «el primado
otros» (Jn 13,34-35). Unos a otros: no só- de la caridad en la teología moral», y el tra-
lo a los hermanos en la fe, sino a todos los bajo de René Coste sobre «el amor que
hombres; buenos y malos, amigos o ene- cambia el mundo», se han abierto diversas
migos, justos e injustos (cf. Mt 5,45). vías de profundización que contemplan la
«El verdadero discípulo de Cristo ense- caridad, e indirectamente la santificación,
ñará el Concilio Vaticano II se caracteriza desde diversas perspectivas teológicas (ver
por la caridad tanto hacia Dios como hacia las referencias bibliográficas finales). En el
el prójimo» (LG 42). La caridad, amor mu- ámbito de la enseñanza magisterial, es im-
SANTIDAD 931
dad humanas han sido plenamente asumi- tiva perfección escatológica, que será al-
das y santificadas por Cristo, el pensamiento canzada en el encuentro definitivo del hom-
cristiano está legitimado para afirmar que bre con su Creador.
las dimensiones de la temporalidad son tam- ¿Qué hay en el tiempo del hombre para
bién dimensiones de la santidad a la que es- que pueda llegar a su plenitud cuando es
tamos llamados. asumido por Dios en Cristo? ¿Qué significa
Ninguna realidad creada, tampoco el tiem- el tiempo del hombre visto desde la pers-
po, es susceptible de un conocimiento ex- pectiva de la eternidad de Dios, es decir,
haustivo si no es considerada también a la desde la plenitud del conocimiento y el amor
luz del misterio de salvación, del que forma intratrinitario? Considerado desde dicha pers-
parte a causa del hombre. Para dar razón pro- pectiva radicalmente cristiana , el tiempo
funda de su naturaleza, de su presencia y de humano adquiere ante nuestro entendi-
su significado en el conjunto de la creación, no miento una dimensión totalmente nueva.
es suficiente el simple recurso a la concate- Así como el conocimiento y el amor huma-
nación de causas o a las correlaciones entre nos pueden ser asumidos y plenificados en
los diversos elementos, como tampoco lo es Cristo por el conocimiento y el amor divi-
la referencia al puro devenir o al azar. Es ne- nos, así también el tiempo del hombre pue-
cesario, por el contrario, subrayar, sobre el de ser asumido y plenificado en Cristo por la
fundamento de la verdad revelada, que todo eternidad de Dios. Esto significa que se ha
cuanto existe dice, por razón del hombre, ín- de meditar la relación entre tiempo y eter-
tima relación al amor de Dios revelado en nidad a la luz de la relación entre amor del
Cristo. En consecuencia, también el signifi- hombre y Amor de Dios, y que se ha de me-
cado del tiempo y de la temporalidad debe ditar la relación entre tiempo y amor del
ser meditado a la luz del designio salvífico, y hombre a la luz de la relación entre eterni-
ponerlo en relación con la santificación de los dad y Amor de Dios. El tiempo del hombre
hombres como hijos de Dios en Cristo. se manifiesta, entonces, no sólo como vía
La dimensión temporal tiene una gran de la criatura que se encamina hacia su pro-
importancia en la historia de la salvación. pio destino, sino también como ámbito de
La identidad de Israel como pueblo reuni- un ofrecimiento amoroso de Dios a la cria-
do, por querer de Dios, en torno a la elección tura amada, ámbito además de la espera
y a la alianza, dice necesaria referencia al divina a la aceptación de su amor por parte
tiempo pasado tiempo de grandes aconte- de la criatura, es decir, de su correspon-
cimientos salvíficos , pero también al tiem- dencia como criatura amante. El tiempo del
po futuro, en el que se harán realidad las hombre no es, pues, el simple transcurrir
promesas mesiánicas. También, de mane- de los días y de las horas, sino el lugar de la
ra análoga, la revelación neotestamentaria donación del amor de Dios al hombre y de la
está marcada por la temporalidad. En ella espera de correspondencia. Desde este pun-
se anuncia que, a través de la Encarnación to de vista se debe decir que Dios, en su
del Hijo de Dios, ha llegado la hora del cum- amor a los hombres, ha querido vivir el
plimiento de las promesas y el tiempo mis- tiempo del hombre, y que en Cristo lo ha
mo ha alcanzado su forma plena: ha llega- asumido enteramente como suyo, y lo ha
do en verdad la «plenitud de los tiempos» llevado a plenitud. Desde este punto de vis-
(cf. Ga 4,4; Ef 1,10). El presente, en el que ta se puede intuir también cómo el tiempo
ya se participa de la salvación en Cristo, no perdido por el hombre (en amar a Dios, en
es simplemente tiempo histórico sino ver- corresponder a su amor) puede ser «recu-
dadero tiempo de santificación (cf. Ef 5,16; perado», como han expresado algunos san-
Col 4,5), tiempo en tensión hacia su defini- tos, poniendo en el tiempo presente amor.
SANTIDAD 933
Sólo bajo la luz que se desprende de la «El bullir de la sangre de Cristo», en Estudio so-
vida de Cristo, enteramente orientada a la bre el cristocentrismo de san Josemaría Escrivá,
suprema donación del Calvario e iluminada Madrid 20012. SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que
a diario por el misterio de la Cruz, muestra pasa, Madrid 200440; ID., Amigos de Dios, Madrid
la existencia cristiana la plenitud de su sen- 200430. J.L. ILLANES, Mundo y santidad, Madrid
tido y todo su valor. La gloria y la belleza 1984. G. PHILIPS, L’Église et son mystère au IIe
que resplandecen en el amor crucificado del Concile du Vatican: Histoire, texte et commen-
Hijo de Dios quedan en verdad reflejados, taire de la Constitution «Lumen Gentium», Paris
por la gracia, en la perfección, armonía y 1968 (ed. esp. Barcelona 1968). O. PROCKSCH,
claridad del amor sacrificado y heroico del «Agios», en Grande Lessico del Nuovo Testa-
cristiano, puesto cada día en juego, pen- mento, I, Brescia 1965, 234-306. L. RAVETTI, La
diente siempre de Dios. santità nella «Lumen gentium», Roma 1980. C.
SPICQ, Agapé dans le Nouveau Testament, 3 vols.,
Bibliografía Paris 1959-1966 (ed. esp. Madrid 1977). G. THILS,
E. ANCILLI (a cura di), Santità cristiana, dono di Existence et saintetè en Jésus-Christ, Paris 1982.
Dio e impegno dell’uomo, Roma 1980. A. ARANDA, A. Aranda
Secularidad
de la Iglesia y el completarse de su organi- tud del cual la humanidad, dando por su-
zación se fueron estableciendo ya desde perados los estadios o etapas religiosas, afir-
fines del siglo I usos y disposiciones sobre ma la plena y absoluta mundanidad de la
la vida de los sacerdotes (celibato, vestido realidad y de la historia. Al dar ese paso,
sacerdotal, apartamiento de algunas profe- los pensadores ilustrados iban mucho más
siones o tareas en sí honestas pero no opor- allá de lo que autoriza la historia, proyec-
tunas en quien ejerce el servicio a la uni- tando sobre ella sus personales plantea-
dad de la comunidad cristiana, etc.), hasta mientos ideológicos. Una interpretación más
llegar a constituir un cuerpo de normas. ajustada a la realidad concreta y también
Al plantearse situaciones en las que un más conforme a la fe cristiana es la que
monje o un sacerdote eran, por una razón u sitúa la raíz de esos hechos en la progresi-
otra, relevados de los compromisos y nor- va maduración de la civilización medieval,
mas que implicaba la condición monástica que, al dar vida a sociedades cada vez más
o la sacerdotal, y autorizados, en conse- complejas y traer consigo una difusión cada
cuencia, a vivir en conformidad con los usos vez mayor de la cultura, también en los ám-
propios del normal de los cristianos, o sea de bitos laicales, provocó una lógica afirmación
los «seculares», la doctrina y la legislación de la autonomía de lo laical y una paralela
canónicas acudieron a modos de hablar re- reducción de la esfera ocupada por lo ecle-
lacionados con esa realidad. Se difundieron siástico.
así, hasta quedar consagradas en el len- La contraposición entre esos dos plantea-
guaje jurídico-canónico, expresiones como mientos se extiende hasta nuestros días. No
«reducción (de un clérigo) al estado laical es éste el momento de proceder ni a un aná-
o secular», «secularización» y otras simila- lisis del desarrollo de esa historia, ni a una
res. discusión sobre las cuestiones especulati-
En el siglo XVII, y en relación con el con- vas implicadas en la ideología secularista,
junto de cambios que implicó el tránsito des- ni a una crítica de sus presupuestos, por lo
de las estructuras medievales a las moder- demás ya ampliamente realizada por nu-
nas, el término «secularización» conoció una merosos autores. Conviene en cambio se-
ampliación de su campo semántico, que tie- ñalar que ambas posiciones dan origen a la
ne, por lo demás, una datación concreta: aparición o difusión de dos vocablos. La pri-
1648. En esa fecha, y al redactar el trata- mera al substantivo «secularismo», enten-
do de Westfalia, se acudió al vocablo «se- diendo por tal el planteamiento que pro-
cularización» para designar la transferencia pugna una separación radical entre lo secu-
a príncipes y autoridades civiles, seculares, lar y lo religioso. La segunda, al vocablo
de territorios o funciones hasta ese mo- «secularidad» como término que permite
mento atribuidas a autoridades eclesiásti- expresar de forma a la vez emblemática y
cas. A partir de ese momento, el término breve ese valor no sólo humano sino cris-
«secularización» fue empleado cada vez más tiano de las realidades seculares.
frecuentemente para designar el o los pro-
cesos en virtud de los cuales lo civil y secu- II. SECULARIDAD Y VALOR DE LAS REALIDADES
lar afirma su fisonomía y consistencia propia TEMPORALES
como distinta e independiente de lo ecle- Llegados a este punto podemos definir la
siástico. secularidad como «aquella actitud de espí-
En ese contexto el racionalismo ilustra- ritu y, en su raíz, aquella forma de enten-
do dio un paso adelante presentando ese der el mundo y la historia que afirma a la
proceso como una fase más, particularmente vez tanto la consistencia y el valor de las
resolutiva, de un proceso más amplio en vir- actividades y realidades seculares, como la
936 SECULARIDAD
apertura del mundo a la trascendencia, evi- 2.º) La centralidad del hombre en el con-
tando todo bloqueo de la conciencia en una junto de la creación material. Los seres ma-
visión cerrada del mundo» (J.L. Illanes, His- teriales no han sido creados por y para sí
toria y sentido, 194). mismos, sino como realidades que se ofre-
Dicho con otras palabras, el vocablo «se- cen al hombre en orden al efectivo desarrollo
cularidad» aspira a marcar distancias fren- de su ser y a la efectiva consecución de su
te a dos posiciones, encontradas e incluso destino. El hombre posee, en coherencia
antitéticas entre sí, pero ambas rechaza- con el designio creador de Dios, un domi-
bles: nio sobre la creación, que le permite física-
a) De una parte, la añoranza de etapas mente y le legitima éticamente para servir-
pasadas, como si la historia debiera volver al se de los seres materiales ordenándolos a
tipo de relaciones entre sociedad e Iglesia sus propios fines. Si bien unimos así este
que caracterizó a la cristiandad medieval; principio con el antes enunciado ese do-
así como, a nivel especulativo o teorético, minio no debe ser despótico, sino respe-
el integrismo y el fundamentalismo; es de- tuoso con la naturaleza concreta de los di-
cir, los planteamientos según los cuales la versos seres.
fe religiosa aspira a imponerse de modo rí- 3.º) La ordenación a Dios de la totalidad
gido, y en ocasiones incluso violento, ex- de lo existente. El conjunto de los seres,
cluyendo todo diálogo con los saberes hu- que viene de Dios, a Dios se ordena: el
manos y con las mudables circunstancias mundo no es un universo cerrado sobre sí
históricas. mismo, sino el fruto de una acción por la
b) De otra, el secularismo en el sentido que Dios, llamando al ser a la totalidad de lo
antes mencionado y, en términos más am- creado, lo ordena a un fin, concretamente,
plios, los planteamientos que reducen la fe a la realización de la plena comunión con Él
y la religión a cuestión de sentimientos o de de los seres espirituales. Referir las cosas a
creencias meramente subjetivas y niegan Dios no es ordenarlas a una realidad ex-
en consecuencia toda relevancia de lo reli- trínseca a ellas y, en consecuencia, violen-
gioso respecto de la verdad de las cosas y, tarlas, sino referirlas a la fuente y razón de
por tanto, respecto del debate público y del su existencia y, en consecuencia, contribuir
diálogo cultural. a su realización en plenitud.
Conviene destacar que la secularidad el Las consideraciones esbozadas se com-
termino «secularidad» y la realidad a la que pletan si tenemos presente otro de los nú-
remite está relacionada con uno de los cleos básicos de la fe cristiana: el dogma
dogmas cristianos fundamentales: el de la sobre la redención, que presupone la expe-
creación. La comprensión del universo como riencia del mal y de la ruptura, poniéndolas
realidad surgida del acto creador de Dios en relación con la realidad del pecado y ma-
implica, en efecto, tres notas complemen- nifestando a la vez éste es precisamente
tarias: el punto decisivo que el pecado ha sido
1.º) La verdad y consistencia de lo crea- vencido por el acto redentor de Cristo. Y, en
do. Cuanto nos rodea no es el fruto de un consecuencia, que al hombre redimido por
espejismo o de un engaño, sino un conjun- Cristo le es posible superar la tentación del
to de seres reales, a los que Dios ha dotado egoísmo y las ansias de autoafirmación y
de ser y, en su caso, de vida, caracteriza- de dominio, y en consecuencia, usar de las
dos todos y cada uno de ellos por unas pro- realidades terrenas de modo ético y racional,
piedades, unas leyes y una naturaleza que es decir, en conformidad con su propio ser y
los definen, y que Dios mismo invita a res- en servicio de quienes le rodean y del con-
petar. junto de la humanidad.
SECULARIDAD 937
el seno de un mundo y de una historia en cabe distinguir dos grandes conjuntos o se-
la que se suceden pueblos y civilizaciones, si- ries de vocaciones, a las que con termino-
no que es consciente de haber sido enviada logía ya consagrada podemos designar co-
a esos pueblos y a esos hombres para anun- mo vocaciones seculares y vocaciones reli-
ciarles con la palabra y con las obras, con giosas.
el testimonio y con la acción la vida de la Por vocaciones seculares se entienden
que ella misma vive. La afirmación de una aquéllas que, reafirmando la condición na-
dimensión secular de la Iglesia subraya que tivamente secular del ser humano todo
todo cristiano, sea cual sea su peculiar es- hombre y toda mujer nacen en el seno de
tado y vocación, debe sentirse abierto al una sociedad , orientan hacia una vivencia
mundo, al que debe mirar con el amor con expresa y formal de lo secular, más aún, a
que Dios lo mira. Ningún cristiano puede su santificación. Tal es el caso de los sacer-
desentenderse del mundo, de sus proble- dotes diocesanos o seculares, cuya dedica-
mas y de sus avatares, ya que el mundo, la ción al ministerio reclama la renuncia a to-
salvación del mundo, la comunicación al da actividad que pueda dificultar las tareas
mundo de la luz y la verdad de Cristo, con sacerdotales, pero no implica, de por sí, un
todo cuando eso implica y reclama, confor- apartamiento de la sociedad civil y de las
ma la misión de la Iglesia y, por tanto, la de condiciones de vida que a esa sociedad le
todos y cada uno de sus miembros. son propias. Así como, y muy especialmen-
Es obvio a la vez que la participación de te, el de los laicos o seglares en los que la di-
cada cristiano en esa misión común será di- mensión secular tiene carácter de «índole»,
versa según la vocación que cada persona es decir, de dimensión de algún modo defi-
reciba y las tareas que esté llamada a de- nitoria, ya que a ellos les «pertenece por
sempeñar. Así lo indicaba ya Pablo VI en el propia vocación buscar el reino de Dios tra-
discurso antes citado, en el que, inmedia- tando y ordenando, según Dios, los asun-
tamente después de haberse referido a esa tos temporales», contribuyendo «desde den-
dimensión secular, y de atribuirla al con- tro del mundo, y a modo de fermento, a su
junto de la Iglesia, advertía que «se reali- santificación» (LG 31 y ChL 15).
za de formas diversas en todos sus miem- Las vocaciones religiosas implican, en
bros». Después de una amplia reflexión teo- cambio, un apartamiento del mundo y de la
lógica que, partiendo del Concilio Vaticano sociedad secular y de su modo ordinario de
II, llegó hasta el Sínodo de los Obispos de vida, aunque, ciertamente, en grados muy
1987, la Exhortación apostólica Christifide- diversos, dada la amplia gama de realiza-
les laici, promulgada por Juan Pablo II en ción que esa vocación conoce: desde el mo-
1988, vuelve sobre el tema formulando el naquismo hasta las modernas congregacio-
mismo pensamiento, aunque con un len- nes religiosas y otras instituciones poste-
guaje más técnico, acudiendo a los voca- riores, pasando por las órdenes mendicantes
blos «modalidad» y «modalizar»: la di- o las de clérigos regulares. El apartamiento
mensión secular se «modaliza», es decir, del mundo no constituye, por lo demás, una
adquiere «modalidades específicas de ac- realidad que se sustente sobre sí misma, si-
tuación y de función» según la condición y no que está unido a razones o motivacio-
vocación de los diversos miembros de la nes profundas: la búsqueda de Dios en la
Iglesia (ChL 15). soledad y el silencio, la predicación, la rea-
Detallar todas y cada una de esas mo- lización de obras de beneficencia o ense-
dalidades es tarea ímproba, dada la variedad ñanza... Está, sin embargo, siempre pre-
de posibilidades y situaciones. Limitémonos sente, en uno u otro grado, en la vocación
pues a indicar que, en términos generales, religiosa haciendo posible, con la visibilidad
SENTIDO DE LA FE («SENSUS FIDEI/FIDELIUM») 939
que de ahí deriva, que proporcione como presentan, pues, como distintas, pero no
subraya el Vaticano II «un preclaro e in- contrapuestas sino complementarias, con-
estimable testimonio de que el mundo no tribuyendo, cada una desde su propia pers-
puede ser transformado ni ofrecido a Dios pectiva, a manifestar y realizar la misión de
sin el espíritu de las bienaventuranzas» (LG salvar al mundo que la Iglesia, unida a Cris-
31; ver también Exhortación apostólica Vi- to y vivificada por el Espíritu, está llamada a
ta consecrata, nn. 26 y 33). realizar.
Forzando un poco los términos, ya que
las dimensiones constitutivas de la condi- Bibliografía
ción cristiana están presentes en todas las J.L. ILLANES, Cristianismo, historia, mundo, Pam-
vocaciones y posiciones eclesiales, puede plona 1973, cap. 1; Historia y sentido. Estudios de
teología de la historia, Pamplona 1997, cap. 8;
decirse que la vocación secular subraya la
Laicado y sacerdocio, Pamplona 2001, caps. 6 y
inmanencia de la gracia, la capacidad que
8. S. PIÉ-NINOT, «Aportaciones del Sínodo de 1987
la gracia posee para sanar desde dentro no
a la teología del laicado», Revista Española de
sólo el corazón humano, sino también las Teología 48 (1988) 321-370. E. REINHARDT, «La
tareas incluidas las terrenas y temporales legítima autonomía de las realidades terrenas»
que el hombre está llamado a realizar; la Romana 15 (1992) 323-335. G. THILS, «La acti-
vocación religiosa evoca en cambio la tras- vidad humana en el mundo», en Y.M. CONGAR y
cendencia, más allá de toda realización te- M. PEUCHARAUD, La Iglesia en el mundo de hoy,
rrena, de la meta o fin al que el ser huma- Madrid 1970, 2, 352-363.
no está llamado. Ambas vocaciones se nos J.L. Illanes
Teología
Trinitate, 5, 4, 8). La teología no es una me- Es interesante hacer notar que Evagrio
ra actividad intelectual profana. Es una cien- Póntico, escritor ascético casi contemporá-
cia religiosa, o la fe en estado de ciencia. neo de Atanasio y Basilio, habla de la teo-
logía como actividad no discursiva, sino uni-
3. Teología y teólogo tiva respecto a Dios.
Los términos teología, teólogo y otros per- Este uso relativamente atípico de las vo-
tenecientes a la misma familia semántica ces teología y teológico es del todo afín al
aparecen usados con relativa frecuencia en sentido que, en los escritores cristianos de
el paganismo. La palabra teología sirve a los primeros siglos, recibe la palabra teólo-
los antiguos griegos para designar los rela- go. El teólogo es un vidente directo de los
tos de poetas, como Homero y Hesíodo, que misterios divinos, que se hallan patentes a
se refieren a los dioses. su espíritu por gracia extraordinaria. Teólo-
Platón emplea al menos una vez la pala- go es quien goza de la contemplación mís-
bra teología, que es para él sinónimo de mi- tica de Dios.
tología en su valor y sentido más profun- El término teología presenta en los es-
dos. Aristóteles lo usa con un significado pa- critores cristianos del Occidente latino una
recido, pero lo amplía y hace sinónimo de aparición lenta y relativamente tardía. Ter-
metafísica. tuliano lo usa pero no lo aplica a la ciencia
Los autores cristianos introducen en el cristiana de Dios.
término aspectos nuevos. San Agustín emplea cerca de ochenta ve-
San Justino conoce el verbo theologein, ces las palabras teología y teólogo, pero lo
que designa la actividad exegética cristiana hace casi siempre en el sentido que les da-
sobre los textos bíblicos (Diálogo con Tri- ba el autor latino Varrón (27 a. C.). Éste dis-
fón, 113, 2). Clemente de Alejandría refle- tinguía entre teología física o natural (in-
ja el espíritu de Platón cuando alaba al es- terpretación filosófica de la mitología), poé-
toico Cleantes con la observación de que es- tica (mitología), y política (culto sagrado).
te filósofo no ofrece en sus escritos teogonía En contraste con este planteamiento, Agus-
sino verdadera teología. tín reivindica un saber sagrado más fiel a
Para Orígenes, teología es ya una doc- su objeto divino.
trina recta sobre Dios, y particularmente Para Juan Escoto Eriúgena (siglo IX) la
sobre Cristo, considerado Dios Salvador teología es principalmente la Palabra mis-
(Contra Celsum, 6, 18; Commentarium In ma de Dios consignada en las Sagradas Es-
Joannem, 2, 34). crituras. Es la parte primera y suprema de la
San Atanasio introduce el concepto de Sabiduría, que se acerca a Dios mediante
conocimiento teológico, y habla asimismo la afirmación y la negación.
de la perfección y carácter completo de la Pedro Abelardo (1079-1142) es el pri-
teología como ciencia de Dios Trino (Ora- mero que utiliza la palabra teología con el
tiones Tres contra Arianos, PG 26, 48 y 49). sentido que hoy recibe entre nosotros. El
San Basilio es el primero que distingue saber teológico se dispone por este tiempo
entre teología, como doctrina sobre Dios, y a adquirir rango de disciplina académica en
economía, como historia de salvación. En las recién creadas Universidades (la Sorbo-
correspondencia con su sentido literal, la teo- na de París se funda en el siglo XII), y se
logía se ocupa del misterio de Dios conside- diferencia claramente de la filosofía, de los
rado en sí mismo, mientras que la economía estudios bíblicos, y del derecho canónico.
se centra en el misterio de la salvación hu- Habrá que esperar al siglo XIII para en-
mana realizada por Jesucristo (Epístola 8, 3; contrar el término con la significación cien-
Adversus Eunomium, PG 29, 577). tífica y epistemológica que conocemos. Co-
TEOLOGÍA 947
existe entonces todavía por un largo tiempo 7). Y otros autores posteriores, san Anselmo
con expresiones como doctrina cristiana, sa- entre ellos, dicen: «si no creéis, no entende-
cra scriptura, sacra o divina pagina. Santo réis».
Tomás de Aquino se sirve de sacra doctrina La teología es desarrollo de la dimensión
en la cuestión primera de la Suma de Teo- intelectual del acto de fe. Es fe reflexiva, fe
logía. Habla a veces también de teología en que piensa, comprende, pregunta y busca.
sentido moderno, es decir, para referirse a Trata de elevar dentro de lo posible el cre-
una disciplina concreta que se ocupa de ana- dere al nivel de intelligere, agrupando el
lizar racionalmente el dato revelado (In Boe- conjunto de verdades de fe en un sistema
thii de Trinitate, 2, 3, 7; CG 4, 25; S.Th., bien clasificado, orgánico y coherente. In-
I-II, 71, 6, 5). tenta construir intelectualmente lo revela-
A partir de este momento histórico, teo- do. En el dogma trinitario, por ejemplo, la
logía es la voz que se reserva prácticamen- Teología procurará explicar entre otras cosas
te en el ámbito cristiano para designar el por qué decimos los creyentes que el Padre
conocimiento sistemático y discursivo acer- es fuente y origen de la Trinidad, y por qué
ca de Dios y los misterios revelados. la segunda procesión se puede expresar de
tres modos ortodoxos (el Espíritu Santo pro-
4. Noción de teología cede del Padre y del Hijo; procede del Pa-
a) La teología puede definirse como la cien- dre a través del Hijo; procede del Padre).
cia en la que la razón del creyente, guiada La teología es discursiva y metódica.
por la fe teologal, se esfuerza en compren- Arranca de la fe y vive dentro de ella, pero
der y percibir mejor los misterios revelados usa el esfuerzo humano y avanza paso a
en sí mismos y en sus consecuencias para la paso, en un saber que necesita del tiempo
existencia humana. para perfeccionarse y madurar.
La actividad teológica es «fides quaerens c) La teología es imperfecta y susceptible
intellectum»: fe que busca entender, im- de progreso, porque contiene aspectos de
pulsada no por una actitud de simple curio- ciencia humana. Utiliza el pensamiento hu-
sidad, sino de amor y veneración hacia el mano, que sirve también de instrumento a
misterio. San Anselmo de Cantorbery (1033- toda ciencia y a la filosofía. Se mueve a ve-
1109), que es el autor de esa expresión que ces, por tanto, en el mismo espacio que és-
indica la esencia de la teología, observa que ta y afirma en ocasiones cosas que también
«el creyente no debe discutir la fe, pero la filosofía podría decir con rigor, aunque en
manteniéndola siempre firme, amándola y un sentido profano y del todo diferente.
viviendo conforme a ella, puede humilde- La teología es una actividad de carácter
mente, y en la medida de lo posible, bus- intelectual y no afectivo, aunque presupo-
car las razones por las que la fe es así. Si ne amor y tendencia hacia los misterios so-
consigue entender, lo agradecerá a Dios; si brenaturales. Su término no es directamente
no lo consigue, se someterá y la venerará» la unión con Dios, que es la meta de la vía
(PL 158, 263 c). mística, sino una captación detallada y bien
b) La fe es siempre presupuesto absolu- construida de la Revelación, es decir, un co-
to de la teología, no sólo porque es su ma- nocimiento desarrollado de la fe, que no pro-
teria prima, dado que la teología se hace a duce ni implica por sí mismo la contempla-
partir de la fe, sino porque la buena teología ción.
se debe hacer desde dentro de la fe. Por eso
afirma san Agustín: «intellige ut credas, cre- 5. La teología como trabajo eclesial
de ut intelligas» (has de entender para creer La actividad teológica se desarrolla por par-
y has de creer para entender) (Sermón 48, te de individuos concretos, que expresan en
948 TEOLOGÍA
ella su propio estilo y su personalidad, pero trabajo propio, que le es necesario al Ma-
no es un trabajo puramente individual. La gisterio mismo en su tarea de declarar y
teología es una actividad corporativa de la explicar la doctrina católica (Juan Pablo II,
Iglesia, y nunca la reflexión privada de un Discurso a los miembros de la Comisión
teólogo. Sirve a la Iglesia y al bien de los Teológica Internacional (2.XII.94) n. 1, In-
hombres, y contribuye desde su sitio a la segnamenti XVII, 2, 973). Por eso el Ma-
implantación social del Reino de Dios. gisterio ha de velar para que las elabora-
a) La labor de los teólogos se halla, por ciones teológicas no contradigan ni perju-
tanto, profundamente vinculada a la vida diquen la fe de la Iglesia, y se mantengan
eclesial, de modo que puede ser considera- en su papel de servicio al conjunto de la
da en cierto sentido un órgano de la Igle- comunidad.
sia. La teología no es un oficio eclesiástico, d) El público de la teología no es única-
según el sentido preciso que estos términos mente la comunidad cristiana. El teólogo se
reciben en eclesiología y en derecho canó- dirige también, aunque no lo haga siempre
nico. Pero puede ser considerada una fun- de modo explícito, al mundo de la cultura y
ción o ministerio, en sentido eclesiológico a la sociedad en general.
amplio, es decir, en el sentido empleado por Si bien el teólogo cristiano habla en nom-
el Concilio Vaticano II cuando habla del tri- bre de una denominación confesional de-
ple ministerio, doctrinal, sacerdotal y pas- terminada, su palabra es relevante para to-
toral, de la Iglesia (LG 18. La Encíclica Ut dos los hombres y mujeres del planeta. La
unum sint (25.V.1995) habla de «la contri- teología de la Iglesia no olvida la existencia
bución que los teólogos y las facultades de la de otros testimonios y factores de Verdad
teología están llamados a ofrecer en el ejer- (Semina Verbi: AG 11), pero reclama sin
cicio de su carisma dentro de la Iglesia», arrogancia para su mensaje un contenido
UUS 81). de verdades que considera cualificado por
La teología es así un aspecto determina- la novedad evangélica que posee. Se con-
do de la función doctrinal de la Iglesia, que sidera receptora, pero también se ve en con-
engloba a su vez distintos niveles de acti- diciones de dar al mundo luces de las que
vidad (Magisterio, teología, catequesis). Pue- el mundo carece.
de ser considerada una tarea específica y
pública de la Palabra de la fe. 6. Ciencia de Dios y de la salvación
b) El teólogo es miembro de una comu- humana
nidad viva. De esta comunidad recibe la fe, La teología es la ciencia de Dios. Su interés
y con ella la comparte. Es éste el hecho que se centra en Dios y en su actividad salva-
avala, sostiene, e interroga a la teología. dora en Jesucristo a favor de los hombres.
Los teólogos están llamados, por tanto, a Es una ciencia teocéntrica. Sus afirmacio-
servir a la comunión, y tienen que dar gra- nes arrancan de Dios para volver finalmen-
tuitamente lo que gratuitamente se les ha te a Él.
dado. El teólogo no intenta, por tanto, ejer- La teología considera a Dios bajo la ra-
citar su propio genio sino servir e ilustrar la zón de deidad. Es decir, trata de Dios en
fe común. Pone al servicio del pueblo cris- cuanto Dios, el Dios vivo de la Revelación, el
tiano su inteligencia y su corazón, y sabe Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el
que es juzgado por el mundo, pero sobre Dios Trino que se revela en la historia de la
todo por la Iglesia. salvación. No se ocupa de Dios como la fi-
c) La teología no es en la Iglesia una fun- losofía, que le alcanza sólo en cuanto causa
ción delegada del Magisterio eclesiástico, de los seres creados y habla de Él según lo
ni una simple derivación de éste. Ejerce un que se refleja de su Ser en la criaturas.
TEOLOGÍA 949
«El Dios de los filósofos no es el Dios vi- el único que ilumina el misterio humano. De
vo y personal que nos testimonia la Biblia, si- hecho comprobamos en la Biblia que las afir-
no un fundamento del mundo, un Incondi- maciones sobre Dios son también frecuen-
cionado y un Absoluto que no puede ser de- temente afirmaciones sobre el hombre y pa-
nominado con un nombre personal, sino ra el hombre.
mediante conceptos abstractos. Al Dios de La teología puede por lo tanto ocuparse
los filósofos no se puede orar. de cualquier realidad terrenal, siempre que
»Corresponde sin embargo al pensa- lo haga para explicar su sentido último se-
miento filosófico sobre Dios como funda- gún el Evangelio y para determinar su al-
mento último de la realidad una importante cance espiritual y moral en el hombre.
función. Proporciona accesos para la com- La teología sigue siendo teocéntrica cuan-
prensión de la fe, y muestra que la fe en do se ocupa de modo especial del ser hu-
Dios, que sobrepasa en mucho el puro pen- mano, porque «la antropología es de modo
sar, no es irracional» (Catecismo alemán pa- indisociable teología y cristología, dado que
ra adultos, Madrid 1989, 25). el modelo auténtico de hombre vivo es Je-
La ciencia teológica estudia el Ser de Dios sucristo prefigurado en Adán» (Pablo VI,
en la medida en que puede alcanzarlo. No Discurso al Congreso mundial tomista, In-
olvida que Dios es un profundo misterio, que segnamenti VIII, 1970, 866). Juan Pablo II
no es un objeto del que se pueda dar infor- ha recogido y desarrollado estas ideas en la
mación como de otros seres. La Sagrada Encíclica Redemptor hominis (4.III.1979),
Escritura se refiere a Él como el Dios Es- principalmente cuando habla de que «Cris-
condido, que habita una Luz inaccesible. to se ha unido a todo hombre» (RH 13) y
Que la teología es ciencia de Dios signifi- explica por qué «todos los caminos de la
ca que todo se trata en ella desde el punto Iglesia conducen al hombre» (RH 14).
de vista divino y que «la afirmación cristia-
na no parte del hombre, ni siquiera del mun- Bibliografía
do, para hablar de Dios como demiurgo o COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL, La teología hoy:
axioma eterno, sino que parte de Dios, del perspectivas, principios y criterios, Madrid 2012.
Dios Vivo, absolutamente trascendente y li- C. IZQUIERDO, «La Teología, intellectus et affectus
bre» (Y. Congar, La fe y la teología, Barce- fidei», Ciencia tomista 122, 1995, 307-328. J.L.
lona 1970, 184). LORDA, «Avanzar en teología», Scripta theologica
La teología trata de Dios y le considera 18, 1986, 595-608. J. MORALES, Introducción a la
ya en Sí mismo es decir, en su esencia, teología, Pamplona 20042. A. PATFOORT, «Teolo-
atributos y personas divinas del Padre, el gía», Sacra Doctrina 34, 1989, 74-92. J. RATZINGER,
Hijo y el Espíritu Santo , ya como principio Natura e Compito della Teologia, Milano 1993.
y fin de todas las cosas, y estudia entonces J. Morales
las criaturas, los actos humanos, las nor-
mas que rigen la conducta humana, la gra- II. MÉTODO TEOLÓGICO
cia divina y las virtudes. Las conclusiones del trabajo teológico son
La entera realidad del hombre y del mun- resultado de un singular trayecto (método),
do puede y debe ser objeto de considera- mediante el cual la fe entra en un decisivo e
ción teológica, en cuanto referida a Dios y a ininterrumpido diálogo con la razón. Santo
sus designios. La teología no busca sola- Tomás de Aquino subrayó que la teología
mente una formulación de la Verdad divina encuentra su origen en un acontecimiento
en sí misma, sino también su desarrollo y comunicativo, que viene a consistir en la re-
exposición para los hombres. Le importa el flexión sobre aquello «que sólo Dios puede
misterio por sí mismo y también porque es saber acerca de sí mismo y lo comunica a
950 TEOLOGÍA
los demás por la revelación» (S.Th. I, 1,6). frente a Él. Pero, la misma revelación, sien-
De esta forma, el método teológico asume el do realidad divina mostrada al hombre, des-
ritmo binario de una ininterrumpida escu- cubre a la razón una vocación a participar
cha e inteligencia de la fe (FR 65). En efec- de la intimidad de Dios. Por ello, la razón
to, la escucha y la inteligencia de la fe pro- humana, pese a encontrarse en la teología
pias de la trayectoria teológica son más que con sus límites más definitivos, se descu-
dos momentos claramente definidos, inde- bre constantemente invitada a comprender
pendientes y en último caso yuxtapuestos, y expresar el Dios único que se reveló en
antes, comparables a la ejecución de una Jesucristo y a ir más allá de sí misma: es
melodía cuyo ritmo binario permite la in- la «razón creyente», verdadera intérprete
terconexión de sus varios elementos y el del método teológico que al acoger la fe se
surgimiento de una pieza musical, a cuya encuentra ya en acción.
armonía contribuyen los diferentes instru-
mentos y los respectivos registros. b) La Sagrada Escritura
La Palabra personal, pronunciada «kenóti-
1. La escucha de la fe camente» por Dios en el centro de la histo-
a) La epifanía de la Palabra ria, por ser Palabra de Dios, jamás se deja-
El acontecimiento comunicativo en que Dios rá aprisionar en un momento del tiempo, ni
se revela al hombre consiste en la totalidad en el espacio de la escritura de un libro, ni si-
de la existencia de Jesús, Palabra de Dios, y quiera en una hermenéutica simple y hu-
especialmente en la totalidad compleja de mana. La epifanía de la Palabra, tal como
su misterio pascual (DV 2). Por esa razón, el la encontramos en el misterio pascual de
misterio pascual constituye tanto el objeto Jesús, continuará, eso sí, y de un modo
de la reflexión teológica como el trayecto siempre sorprendente, apareciendo en la vi-
(método) capaz de presentar la credibilidad da eclesial, en una simultaneidad de acogi-
del acontecimiento cristiano ante la razón miento y testimonio: en cuanto que acoge la
humana: del mismo modo que la existen- Palabra de Dios, la Iglesia se descubre ra-
cia cristiana, también la teología debe ocu- dicalmente pobre, necesitada, humana; pe-
parse solamente del Crucificado, y conocerle ro en cuanto testimonia poderosamente la
en virtud de aquella realidad que caracteri- Palabra, la Iglesia se presenta al mundo co-
za necesariamente todo y cualquier camino mo el lugar del encuentro entre Dios y el
cristiano: la cruz. hombre, fruto de la acción del Espíritu que
Tomando en serio el acontecimiento de sobrepasa barreras y mueve montañas, en
la revelación, debemos reconocer la pre- una osadía de la que ninguna criatura o ins-
sencia de la razón humana ya en el primer titución sería capaz.
momento del ritmo teológico. En efecto, la Así, el primer momento del método teo-
revelación es la manifestación del Logos di- lógico no podrá nunca limitarse al análisis
vino para la totalidad de las dimensiones lingüístico de cualquier documento antiguo
en las que se plasma la existencia del hom- sobre Jesús o sobre la vida de los cristianos:
bre, y por ello es también epifanía ante la la riqueza de la revelación divina exige la
razón: el Creador se muestra a la criatura consideración de una complejidad, sólo po-
como Logos hecho carne que busca una sible de captar en el seno de la riqueza de la
acogida libre e indica el sentido último de vida eclesial, constantemente invitada a con-
la existencia. Siendo una realidad divina, frontarse con la Sagrada Escritura y a to-
la revelación recordará siempre al hombre, marla como su norma. La Escritura debe ser
y en particular a su razón, los límites de acogida como el lugar de encuentro con el
quienes, no siendo Dios, se ven situados Cristo, vivo y actuante en la fuerza del Es-
TEOLOGÍA 951
y la interrupción de la propia Tradición por el luntad de Dios. Sin embargo, lo vemos so-
arrianismo y nestorianismo, san Vicente de bre todo aplicado a la totalidad del misterio
Lérins en su obra Commonitorium (434), de la Iglesia (LG 8), en cuyo seno las de-
tras afirmar que toda la doctrina debe ser más realidades ganan su verdadero senti-
confrontada con la Sagrada Escritura, norma do. De hecho, en la Iglesia resplandece la
perfecta de la fe (II,1; XXVII,2; XXVIII,4), luz de Cristo. Por eso, ella es «sacramento o
presenta el canon «quod ubique, quod sem- señal e instrumento de la íntima unión con
per, quod ab omnibus creditum est» (II,5) Dios y de la unidad de todo el género hu-
como criterio para distinguir la verdadera mano» (LG 1): la Iglesia de hoy es la misma
de la falsa doctrina. Más que a una unani- y profesa la misma fe de los Apóstoles; y la
midad matemática, san Vicente apela a dos Iglesia que vive en un determinado lugar es
tipos de consenso: el diacrónico (que une la misma que se encuentra dispersa por el
un determinado momento de la vida ecle- mundo entero; el sucesor de Pedro es ga-
sial al misterio pascual de Jesús) y el sin- rantía y expresión de esta unidad diacróni-
crónico (que reconoce la presencia en la ca y sincrónica. Es pues, en el seno de la
Iglesia del Espíritu de la verdad). vida eclesial, de una riqueza de gran diver-
La Reforma protestante trajo también sidad, donde habitualmente Dios nos viene
consigo el debate sobre los lugares donde al encuentro. Así, es en su seno y en virtud
es posible escuchar el testimonio acerca de de su vida donde también tiene lugar la aco-
la verdadera fe. Melchor Cano, en su obra gida de la fe por parte de la teología.
De locis theologicis (1543-1553), pretende La enseñanza realizada por el Colegio
presentar un elenco de los diversos luga- Episcopal en unión con el sucesor de Pedro,
res, analizando las relaciones entre ellos y que deriva de su participación particular en
haciendo una evaluación del respectivo pe- el ministerio de Cristo, constituye un testi-
so teológico. Cano distingue los lugares pro- monio privilegiado de la Palabra de Dios y
pios, que resultan de la Palabra de Dios y el lugar de la interpretación auténtica de la
dan testimonio infalible de la fe (la Sagrada Sagrada Escritura y de la Sagrada Tradición
Escritura, la tradición oral de Cristo y de los (DV 10). Como tal, sus pronunciamientos
Apóstoles, la Iglesia católica, los Concilios, la en materia de fe y de costumbres no pueden
Iglesia de Roma, los Padres y los teólogos dejar de ser considerados de una forma muy
escolásticos); de los lugares ajenos (la razón singular en el primer momento del trayecto
natural, los filósofos y la historia), cuyo gra- teológico. Dichos pronunciamientos, sin em-
do de certeza es apenas de probabilidad. bargo, varían bastante en su modo de ejer-
Tomándolos bien individualmente o bien cicio (el magisterio episcopal en las respec-
en íntima correlación, los lugares teológicos tivas diócesis, magisterio papal, y magiste-
son realidades contingentes que dan testi- rio del Colegio Episcopal en Concilio, con y
monio de la Palabra de Dios. Este dinamis- bajo Pedro) y en su carácter ordinario o ex-
mo (que es el dinamismo de la encarna- traordinario (también llamado solemne o in-
ción), lo encontramos en el centro de los falible). Este último se ejerce de un modo
principales documentos del Concilio Vatica- explícito en materia de fe o de costumbres a
no II. Lo vemos aplicado, por ejemplo, a la través del Concilio reunido con y bajo Pedro,
Sagrada Escritura (DV 9), a la Tradición (DV a través del magisterio extraordinario del Pa-
8), a la Liturgia (SC 2; 7), a la vida de los pa, ex cathedra; o a través de la enseñanza
santos (LG 50), al magisterio (LG 25; DV realizada de forma unánime por todos los
10; OT 16) y aun, a los signos de los tiem- obispos unidos al Papa. Es importante notar
pos (GS 11); como lugares donde el cris- que aun cuando se asume la forma más ex-
tiano puede descubrir la presencia y la vo- traordinaria de definición dogmática, el ma-
TEOLOGÍA 953
gisterio únicamente está interpretando y ex- un auténtico sentire ecclesiam. Tal hecho,
plicitando la revelación. lejos de limitar el trabajo teológico, abre a la
Finalmente, es también importante des- razón el horizonte infinito de la revelación,
tacar, que las expresiones doctrinales de la que le exige también un aumentado rigor.
Tradición (particularmente los dogmas), en En esta condición, el teólogo es llamado
cuanto que son expresión de la Palabra de a expresar la coherencia de la fe, a contes-
Dios en un determinado momento de la vi- tar las cuestiones que la razón propone en el
da eclesial, deben ser interpretadas tal co- acto creyente y a mostrarlo como portador
mo ocurre con la Sagrada Escritura. Para del sentido último de la existencia humana.
ello, hay que tener particularmente en cuen- Esto lo hace buscando presentar una refle-
ta que los dogmas poseen una intención sal- xión que, por un lado, corresponda al obje-
vífica y se encuentran relacionados con la to de su estudio, es decir, a la revelación di-
Sagrada Escritura, con la situación histórica vina acogida en la fe de la Iglesia, y por
y eclesial que originó su formulación y con el otro, conteste a las cuestiones del hombre
restante cuerpo dogmático y doctrinal. contemporáneo, siempre sin abandonar las
exigencias del rigor del pensamiento cien-
2. La comprensión de la fe tífico, que, en último término, le es permitido
Como hemos visto ya en el primer momen- por la encarnación del Verbo.
to del trayecto teológico, la razón creyente En el intento de expresar el misterio de
participa de una forma activa. Sin embar- Dios, la teología toma conciencia de que no
go, es en el segundo momento cuando asu- se puede limitar al estudio de verdades par-
me el lugar protagonista. La Palabra de Dios ciales. En este sentido, la propia existencia
acogida por el creyente nunca deja de inte- de la teología en el seno del concierto de
rrogar y de constituir una invitación para su las ciencias es la afirmación de la inevitable
pensamiento, con el fin de buscar, com- búsqueda de la Verdad última por parte del
prender y adentrarse en el misterio de Dios. hombre y de la posibilidad de encontrarla
Que no sólo se reveló y salvó en el pasado, en Jesucristo. Por eso, la analogía constitu-
sino que continúa hoy hablando al hombre y ye, sin duda, la forma excelente del discur-
ofreciéndole la participación en su intimidad. so teológico. En efecto, nos permite consi-
Al pretender expresar humanamente, derar la semejanza en medio de una dife-
siempre como creyente, la participación en rencia mayor. En este caso, la semejanza
la sabiduría divina, el teólogo debe hacerlo con Dios que caracteriza al hombre creado
con el máximo rigor científico posible, de y redimido en Jesucristo, en medio de la di-
modo que manifieste la honestidad intelec- ferencia mayor que separa la criatura del
tual de la fe y que la comunique no sólo a los Creador, el pecador del Santo.
creyentes sino también a todos los hom- Jesús constituye, sin embargo, un caso
bres, sus coetáneos. singular que posibilita radicalmente el uso
Al igual que en el primer momento del de la analogía en la reflexión teológica: ver-
ritmo teológico, y porque es modelado por dadero Dios y verdadero hombre, en él la
él, también ahora nos encontramos, nece- diferencia y la semejanza constituyen un to-
sariamente, en el seno de la vida eclesial. do armonioso. Es pues en la encarnación,
La misión que el teólogo asume de pensar y es decir, en la asunción de la carne y del pe-
comunicar la fe no puede dejar de interrogar cado humanos por parte del Verbo asun-
constantemente, así como tampoco puede ción tan plena que lo hace vivir la muerte
dejar de tener presente los otros modos de de cruz donde la teología encuentra su len-
expresión eclesial de la fe y, en particular, guaje por excelencia. Aquél precisamente
el magisterio. Al teólogo se le pide siempre que, posibilitando el rigor científico, permi-
954 TEOLOGÍA
te también expresar en cada cultura el mis- sentarse a sí misma como ciencia, sobre to-
terio de la Palabra de Dios que viene al en- do reafirmando la especificidad de su pro-
cuentro del hombre de todos los tiempos y pia fuente original de conocimiento: la Re-
lugares. velación acogida en la fe. Junto a ésta, se
tiene la especificidad de un método propio,
Bibliografía con una hermenéutica centrada en el mis-
P. CODA, Teo-logia, Mursia 1997. A. DULLES, The terio pascual del Verbo encarnado, centro
Craft of Theology, Dublin 1992. R. FISICHELLA; del cosmos y de la historia, y en el miste-
G. POZZO y G. LAFONT, La teologia tra rivelazione y rio de la vida Trinitaria, y un lenguaje espe-
storia, Bologna 1999. W. KASPER, Teologia e Igle- cífico propio abierto al don del Espíritu San-
sia, Barcelona 1999. G. LORIZIO y N. GALANTINO to. En este sentido, el problema de la teo-
(eds.), Metodologia teologica, Cinisello Balsamo logía como ciencia no puede agotarse en el
2004. G. TANZELLA-NITTI (ed.), La teologia, an- reconocimiento del estatuto científico de la
nuncio e dialogo, Roma 1996. J. VIDAL, «Teoría filosofía o de las formas de racionalidad en
del conocimiento teológico», en C. IZQUIERDO (ed.), que se apoyan su expresión y articulación
Teología Fundamental. Temas y propuestas para conceptual; ni se puede confundir con cuan-
el nuevo milenio, Bilbao 1999, 569-633. to respecta a la teodicea (que sigue siendo
N. Brás una disciplina filosófica, aun cuando tiene a
Dios por objeto), sino que admite un en-
III. LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA cuadramiento reservado a la teología en
1. Introducción cuanto tal. Pero el uso teológico del con-
Una comprensión de la teología como cien- cepto de ciencia y su legítima aplicación a
cia sólo es posible si se reconoce al concepto la teología implica que ésta última cumpla
de «ciencia» un valor analógico. A partir de con la exigencias que dicta el realismo gno-
la edad moderna, la progresiva afirmación seológico propio de las ciencias y que sepa
del método de las ciencias naturales, de las dar razón de la unidad de la verdad, mos-
ciencias físicas en particular, ha hecho más trándose capaz tanto de integrar las fuen-
difícil un uso análogo de tal concepto, lle- tes de verdadero conocimiento provenien-
vando a muchos a pensar que sólo estas úl- tes de otros saberes, como de exponer las
timas cumplen con la noción de ciencia, propias tesis de manera racionalmente no
constituyéndose por tanto como modelo al contradictoria. Esto resulta posible porque,
que debe adecuarse todo conocimiento cien- en la Revelación, Dios se manifiesta como
tífico riguroso. En filosofía, por ejemplo, el in- fuente suprema de Verdad, como sujeto de
tento de hacer de los juicios formulados por una causalidad que se extiende a todo lo
las ciencias empíricas la norma de todo ver- que existe, a todo el mundo de lo real.
dadero conocimiento fue teorizado por I. Aunque ya en la época patrística se pue-
Kant (1724-1804) y, a comienzos del siglo den encontrar obras que organizaron y ex-
XX por el neopositivismo del Círculo de Vie- pusieron la materia teológica en un modo
na. No han faltado intentos de meter tam- que recuerda el rigor con que proceden las
bién a la teología en un horizonte de racio- ciencias (piénsese, por ejemplo, en el De
nalidad limitado a la sola razón natural, pri- principiis de Orígenes, en el De divinis no-
mero por parte del racionalismo y después minibus del Pseudo-Dionisio, en el De Tri-
del modernismo (en época contemporánea nitate y en el De doctrina christiana de Agus-
habría que mencionar también el concor- tín), no sorprende que la reflexión sobre el
dismo). Distintamente a como se hace en estatuto científico de la teología tuviera lu-
esas perspectivas, la teología, en cuanto gar sólo en época medieval, o sea, cuando
«discurso sobre Dios», ha pretendido pre- las diversas áreas disciplinares comenzaron
TEOLOGÍA 955
como ciencia práctica (cf. a. 4); una ciencia también cuando no se pueden conocer di-
investida de mayor dignidad que las otras rectamente sus causas, y defendiendo el al-
en razón de la excelencia de su objeto y de cance cognoscitivo de una via negationis;
su fin; una ciencia que, en comparación con recordando que la fe humana actúa como
las diversas ciencias, conoce con un grado principio próximo de conocimiento en prác-
de mayor certeza objetiva simplemente por- ticamente todas las ciencias subalternas, y
que es más cierta la fe de la que obtiene sus observando, finalmente, que en una cien-
conocimientos (la Revelación), aunque sub- cia la evidencia no corresponde a los prin-
jetivamente pueden subsistir incertezas a cipios, sino a las conclusiones que de los
causa de la debilidad de nuestro entendi- mismos se deducen mediante un correcto
miento (cf. a. 5). Superando una alternativa razonamiento. Aclara, además, que la teo-
que oponía la ciencia, raciocinante o teoré- logía no procede de manera exclusivamen-
tica, a la sabiduría, intuitiva y reguladora te deductiva, sino también, en cierto modo,
(oposición que en Agustín veía el conoci- de manera inductiva, pues los artículos de la
miento de las cosas transitorias y tempora- fe se aclaran recíprocamente respecto a la
les como contrapuesto al de las eternas y analogía que los une, enriqueciendo así la
permanentes), Tomás ve en la teología tan- trama de implicaciones que constituyen la
to el carácter de ciencia como el de sabidu- teología como ciencia.
ría: como la sabiduría humana ordena y juz- Aunque para su tratamiento Tomás tiene
ga recurriendo a causas cada vez más altas en mente principalmente la noción de «cien-
y fundantes, subiendo hasta la metafísica, cia» de Aristóteles piénsese en su defini-
así también la teología ordena y juzga todas ción como «conocimiento cierto de una ver-
las cosas desde la perspectiva de la Causa dad demostrada por medio de causas», o a
suma, que es Dios mismo (a. 6). la insistencia en la articulación de las ciencias
Ya en el comentario al De Trinitate de subalternas sus conclusiones son todavía
Boecio, Tomás de Aquino había redactado válidas. Y esto tanto porque la definición
un artículo con el título «la teología como aristotélica (más allá de contenidos y mé-
ciencia» (cf. In Boethii de Trinitate, q.2, a.2), todos) sigue interpretando bien lo que, to-
proponiendo una doctrina casi paralela y davía hoy, hay que entender razonablemente
aclarando más completamente, respecto a la por ciencia (el método galileo-experimental
Summa, las diferencias y semejanzas entre se mueve siempre, en efecto, dentro de una
la teología y la filosofía sobre Dios. Mere- búsqueda de causas), como porque el mo-
cen atención las objeciones, todavía hoy con delo de las ciencias subalternas, aunque con
cierta actualidad teológica e interdisciplinar, lenguaje diferente, está también legitimado
con las que se enfrenta el Aquinate. Entre en la epistemología contemporánea al reco-
tales objeciones se encuentran, por ejem- nocer la existencia de problemas de imper-
plo, la negación de la posibilidad de una fección lógica y ontológica en los que las
ciencia de Dios a causa de la inefabilidad de ciencias autoreferenciales incurren cuando
su objeto; o a causa de un conflicto entre tocan el problema de los fundamentos. La
dicho ejercicio de la razón, típico del proce- perspectiva que emplea el Angélico repre-
dimiento científico, y el asentimiento de la fe, senta además un paso adelante respecto a
que en cierto modo precede a ese ejercicio; la de otros autores medievales que veían en
o también a causa de una oposición entre la teología una ciencia entendida en senti-
principio de evidencia y principio de autori- do general, incapaz de llegar a conclusiones
dad. Tomás responde sosteniendo la posi- significativas sobre objetos particulares (Ro-
bilidad de desarrollar una ciencia a partir de bert Kilwardby), o señalaban su carácter de
un conocimiento indirecto de los efectos, conocimiento afectivo (Bernardo de Clara-
TEOLOGÍA 957
val), referida por ello más a la voluntad en su cierto modo un deber. Cientificidad no sólo
tendencia al bien que no al entendimiento quiere decir dotar a un cierto saber de una
en su tendencia a la verdad (Alejandro de metodología adecuada (existen métodos y
Hales, Buenaventura). Para Tomás la teolo- criteriologías para muchas cosas que no son
gía es, al mismo tiempo, ciencia y sabidu- ciencia), sino capacidad de alcanzar la ver-
ría, respetuosa del misterio gracias a su fun- dad, de profundizarla, llegando a nuevos co-
damentación en la Palabra revelada, y res- nocimientos cuya certeza, coherencia y co-
petuosa de la razón a cuyo ejercicio no rrección se pueden valorar críticamente. Y
renuncia, precisamente como haría toda dis- quiere decir también capacidad de comuni-
ciplina subalterna que se reconociera de- car tales verdades adquiridas con un len-
pendiente de un conocimiento más general guaje adecuado, haciéndolas objeto de pe-
y fundante. De modo menos sistemático, dagogía y didáctica.
pero coherentemente con lo afirmado en la Las principales objeciones hechas a lo lar-
I parte de la Summa y en el comentario al go del tiempo a la posibilidad de dar a la
De Trinitate, se pueden encontrar también teología un estatuto científico han sido las
motivos interesantes en otros lugares to- siguientes: la de la trascendencia y el ca-
masianos (cf. S.Th. II-II, q.1, a.5; De Veri- rácter inefable del misterio de Dios que es su
tate, q.14, a.9). objeto propio; la dimensión personal, com-
prometedora e incomunicable de la fe co-
3. La especificidad de la teología como mo principio de conocimiento que no es to-
ciencia talmente objetivable; la supuesta incompa-
La legitimidad de la consideración de la teo- tibilidad entre las exigencias de la razón y
logía como ciencia depende, en definitiva, la existencia de un necesario principio de
de la referencia al entendimiento o a la ra- autoridad, el de un Dios que revela o el de
zón, constantemente presente en toda de- un magisterio que interpreta auténticamente
finición de teología transmitida por la tradi- sus palabras. Mirándolo bien, se trata de
ción: del Intellige ut credas Crede ut in- objeciones que no eliminan la naturaleza
telligas de Agustín, a la Fides quaerens científica de la teología, sino que delinean
intellectum de Anselmo de Aosta; del Com- más bien los rasgos de una especificidad
prehendere ratione quod tenemus ex fide que está llamada a respetar en el panora-
de Ricardo de San Víctor, a su común reco- ma de las ciencias.
nocimiento como Intellectus fidei. Las cate- La trascendencia de su objeto de estudio
gorías y las expresiones con que la Revela- requiere que la teología se acerque a la Pa-
ción nos manifiesta las principales verdades labra revelada con respeto, no como algo
sobre Dios y el hombre y nos indica la vía que hay que interpretar o poseer, sino co-
de la salvación no sólo son temas de predi- mo algo por lo que uno es interpretado y
cación (teología kerigmática), sino también poseído. Esto implica disposiciones de hu-
objeto de profundización, de comprensión, mildad y de apertura constante ante al mis-
de recíproca iluminación, de confrontación terio. La naturaleza personal de Dios impli-
con otras formas de saber que ya se po- ca que cuanto a Él se refiere no se pueda
seen. Tales son, por ejemplo, las nociones conocer sin una relación personal: a dife-
como creación y alianza, filiación y paterni- rencia de otras disciplinas que pueden nom-
dad, ley y misericordia, gracia y libertad, brar la palabra «Dios» (historia de las reli-
virtud y pecado, juicio y redención. Si la Pa- giones, filosofía, literatura, etc.), la teología
labra revelada usa palabras humanas, en- debe hacerlo de una manera que compro-
tonces el uso de estas últimas en una forma mete e involucra, pues al conocimiento de
científica no sólo resulta lícito, sino que es en un Dios personal se llega también a través
958 TEOLOGÍA
y profundidad contenidas en esas respues- terio ofreciéndole los resultados del propio
tas deben ser continuamente propuestas estudio y profundización y, a veces, los ins-
con un lenguaje significativo para la cultura trumentos científicos para poder interpre-
de cada tiempo, y en cierta medida «releí- tar mejor las declaraciones y las enseñanzas
das» a la luz del progreso de los conoci- elaboradas por el mismo Magisterio en épo-
mientos que corresponde a cualquier épo- cas y en contextos doctrinales diversos de
ca. En este ejercicio de profundización y re- los del presente.
lectura, la teología asume la responsabilidad
y la fatiga de las propias elecciones, la ne- 5. Una mirada de conjunto
cesidad de tener que volver a veces sobre En una perspectiva histórica, hay que re-
sus pasos, de dejar algunos caminos para cordar el esfuerzo realizado por Melchor Ca-
emprender otros. no (1509-1566) especialmente en relación
En línea de principio, la autonomía de que con la ordenación científica de las fuentes
goza la teología en su trabajo científico cuan- de la teología. En tiempos más recientes, el
do se desarrolla correctamente, no entra en paso del Ochocientos al Novecientos ha es-
conflicto con el Magisterio de la Iglesia, por- tado caracterizado por el intento de funda-
que la función de éste es la de interpretar mentar la metodología científica de la teo-
de manera auténtica el contenido de la Re- logía sirviéndose sobre todo de la filosofía,
velación, custodiada y transmitida, y por lo de la lógica y, en particular, de la metafísica
tanto, aclarar lo que pertenece a la fe ecle- (Neoescolástica), así como por la búsque-
sial y lo que le es extraño. Registrar posi- da gradual de una metodología que partie-
ciones que están en contraste con lo que el se de la Revelación y de la coherencia de
Magisterio quiere enseñar de manera for- los misterios de la fe (M.J. Scheeben), para
mal y autorizada no sería ya, para la teolo- volver después desde ellos a la filosofía (A.
gía, un ejercicio de autonomía, sino sim- Rosmini). En la mitad del Ochocientos ayu-
plemente una pérdida de la propia especifi- dó grandemente a la calificación de la teo-
cidad metodológica, pues estaría ofreciendo logía como ciencia la integración de los es-
una lectura de la realidad no ya desde den- tudios históricos realizada por la Escuela de
tro de la fe cosa que la caracteriza preci- Tubinga, especialmente en relación con la
samente como ciencia , sino poniéndose comprensión de la tradición y de la eclesio-
fuera de la misma. Siguiendo una analogía logía y, a partir del siglo XX, el empleo más
con la relación que existe entre las ciencias riguroso de las fuentes patrísticas y medie-
naturales y la filosofía, de manera particular vales (H. De Lubac, J. Daniélou), así como el
con sus presupuestos metafísicos, se podría afirmarse de los estudios filosóficos y her-
decir que lo mismo que esos presupuestos menéuticos en la exégesis bíblica, aunque
no representan para las ciencias un simple éstos últimos han suscitado también algunas
límite sino, sobre todo, un fundamento, así cuestiones por lo que se refiere a la unidad
la fe representa para la teología el funda- de la teología y a las relaciones entre Escri-
mento cualificado de su modo propio de ar- tura y Dogmática. Una importante contri-
gumentar, no una limitación. Si se puede bución se debe a J.H. Newman (1801-1890),
decir que la Revelación y el Magisterio son que supo integrar en la teología, de mane-
un límite para la teología, entonces no lo ra equilibrada y madura, tanto el método
son porque obstaculicen el camino, sino por- histórico como el filosófico-racional.
que le señalan un recorrido, como hacen los Entre los autores contemporáneos, se
bordes de un camino que sigue abierto al han ocupado explícitamente de la teología
progreso de los conocimientos de la historia. como ciencia y de su relación con otras fuen-
A su vez, la teología colabora con el Magis- tes: M.D. Chenu, Y.J.M. Congar, E. Schille-
960 TEOLOGÍA
procurado corregir lo mejor posible las con- Revelación y su credibilidad (cf. R. Fisichella,
secuencias oscurecedoras de una excesiva La Rivelazione: evento e credibilitá, Bolog-
diferenciación. Ha resistido también los ex- na 1988, 30-38).
cesos de una especialización positivista, que
pierde visión de conjunto y olvida la solida- 3. Teología dogmática
ridad con el centro. La idea y el nombre de teología dogmática
como rama específica del saber sagrado apa-
2. Teología fundamental rece en el siglo XVII. El francés Petavio es
La teología fundamental ha nacido de la apo- uno de los primeros en usar esta denomi-
logética clásica, que toma cuerpo a partir nación. Se desea distinguir con ella a la teo-
del siglo XVI, en las sucesivas polémicas con logía que se ocupa directamente del dogma
protestantes, incrédulos y deístas. Esta apo- cristiano, como distinta de la moral y de la
logética tradicional elabora la triple demos- teología histórica (cf. Dogmata Theologica
tración religiosa (existe Dios), cristiana (hay Dionysii Petavii, Paris 1865, I).
una religión revelada en Jesucristo), y ca- La concepción a la que responde la cons-
tólica (hay una Iglesia en la tierra, fundada titución de la dogmática atribuye al dogma
por Jesús). una importancia capital para la presenta-
La apologética busca manifestar la cre- ción axiomática de la doctrina cristiana en
dibilidad de la Revelación sobrenatural. La sus núcleos más característicos. La dogmá-
teología fundamental apunta al mismo fin, tica es entendida y desarrollada como cien-
pero replantea y perfecciona el método apo- cia del dogma eclesiástico, que tenía la mi-
logético tradicional mediante un estudio más sión de exponer sistemáticamente los ar-
hondo de los signos de la Revelación, una tículos de la fe, apoyarlos en razones de
consideración más teológica del sentido de Sagrada Escritura y Tradición, y analizarlos
la figura y el mensaje de Jesús, y un exa- especulativamente con recursos racionales.
men atento de las condiciones subjetivas La dogmática se diversifica a su vez en
que facilitan al hombre aceptar la fe cristia- tratados que se ocupan de la Trinidad de
na (cf. R. Latourelle, «Nueva imagen de la Dios, la Creación, el Ser y la obra de Jesu-
fundamental», en Problemas y perspecti- cristo Verbo Encarnado, la Iglesia, el hombre
vas de teología Fundamental, Salamanca caído y redimido, los Sacramentos, la Vir-
1982, 64-94; S. Pié i Ninot, Tratado de Te- gen María, y las verdades escatológicas.
ología fundamental, Salamanca 1989, 17- Esta disciplina básica constituye la por-
54). Procura además no adoptar una pos- ción más importante y decisiva de todo el
tura puramente defensiva sino formular las saber teológico y puede decirse que todas
tesis cristianas de modo que se muestre su las demás disciplinas tienen una relación di-
significado e importancia para la existencia recta con ella y dependen de ella en diver-
humana. so grado.
La teología fundamental figura en primer Los tratados dogmáticos arrancan de la
lugar en la Constitución Sapientia christiana consideración del misterio trinitario de Dios,
(20.IV.1979), como una disciplina principal, que constituye la base y la raíz de la reli-
con un objeto, un método y una estructura gión cristiana. La Trinidad es cometido pri-
propios. No es una teología natural ni una mario de la teología, por su grandeza, su
introducción a la teología. No trata de mis- centralidad, y su importancia pastoral (cf.
terios concretos, sino del carácter razona- J. Daniélou, La Trinidad y el misterio de la
ble del hecho cristiano, considerado en su existencia, Madrid 1969).
unidad y totalidad. Es por lo tanto la disci- El tratado de la Creación del mundo y del
plina que estudia el acontecimiento de la hombre por Dios expone lo que podemos
962 TEOLOGÍA
Tiempo
cumplimiento, sin llegar todavía a la pleni- unión del ámbito divino y supratemporal
tud, y mira al final desde el que se juzga con el humano. Así Arché significa princi-
también toda la historia profana. A partir de pio del tiempo y al mismo tiempo en co-
este centro se contó también el tiempo an- nexión con la Sabiduría y el Logos creador,
tes de Cristo (por lo demás sólo desde unos y a menudo con una preposición la eter-
250 años). En el Antiguo Testamento este nidad supratemporal.
centro se pone en la aparición del Mesías o La consideración del tiempo de la historia
día de Yahwéh (cf. Am 5 18; Jl 2, 1; 4,14; Is de la salvación centrado en Cristo corre li-
34,8; Ez 7,19 y otros lugares). La línea de la nealmente desde el principio (ajrchv) hasta
salvación pasa por la que une los kairoi, en la meta final. Es dirigido por un Dios fuerte,
el pasado, presente y futuro, mientras en señor de la historia que realiza los cambios
esa línea descuellan todavía el «día del Se- significativos. Entre los griegos la historia
ñor» (de Yahwéh, o bien de Jesucristo) o sigue por el contrario un curso cíclico. Se
«la hora». orienta al movimiento circular de los astros
Barah (principio) significa en sentido tem- y no al de un Dios que actúa, sobre todo si
poral el punto de inicio, donde algo co- se tiene en cuenta que el mundo es eterno,
mienza; conceptualmente el concepto va según Aristóteles.
asociado con el de fin o final (tevloı, te- En la teología esta visión histórico-salví-
leuthv: cf. Hb 7,3; Ap 21,6; 22,13). Pero fica tiene su relevancia en la disputa con la
dicho término, que marca claramente un teología existencial (Bultmann) que, en de-
comienzo temporal, particularmente en co- finitiva, niega la acción de Dios en la histo-
nexión con la teología de la creación, de- ria (creación, encarnación, resurrección, pa-
signa también un «tiempo original» o «pre- rusía), e interpreta tales denominaciones de
historia» y también, en conexión con Cris- manera desmitificadora como afirmaciones
to, la eternidad. Lo que era «al principio», humanas existenciales en el sentido de una
presupone la creación y con ello el tiempo; Escatología ya presente. Pero también la
cf. Gn 1,1: «En el principio creó Dios los idea de la reencarnación ampliamente ex-
cielos y la tierra». Sólo tras el principio co- tendida en el Asia oriental, y ya defendida
mienza el recuento de los días. Pero este por Pitágoras y Platón, defiende un tiempo cí-
principio es más que el primer momento en clico. Dicha idea, en razón del permanente
el tiempo: lo supera, como indica Pr retorno de lo mismo y de las escasas opor-
8,22ss.: «Yahwéh me creó (=Sabiduría), tunidades que deja para poder elevarse no
primicia de su camino, antes que sus obras obstante el peso del Karma, es lúgubre y sin
más antiguas. Desde la eternidad (prov tou§ esperanza. En este sistema de autosalva-
aiJw§noı) fui moldeada, desde el principio ción se deja ver la importancia que tiene la
(ejn ajrch/)§ , antes que la tierra…». Algo pa- imagen de Dios para una idea del tiempo:
recido se encuentra en Si 24,9: Dios ha cre- sólo un Dios personal y fuerte (Creador, Sal-
ado la Sabiduría «antes de los siglos, des- vador, Guía misericordioso) garantiza un des-
de el principio» (pro; tou§ aijw§noi ajp j arrollo histórico salvífico lineal.
ajrch§ı). El uso de «en el principio» en Jn
1,1 endereza, más allá del tiempo, a la di- III. TIEMPO (SENTIDO LITÚRGICO)
mensión de la eternidad divina. Esta ma- La comprensión del tiempo en la liturgia se
nera de entender la dan el contexto («la expone a partir de la naturaleza de la fiesta.
Palabra estaba con Dios y la Palabra era Toda fiesta (en última instancia también una
Dios»), después la cercanía a los textos sa- pagana) remite a una acción de Dios; para
pienciales citados y, finalmente, 1 Jn 1,1 toda fiesta resulta válido el grito gozoso de
(2,13) que anuncia cf. Si 24,9 la feliz la liturgia pascual: éste es el día que el Se-
968 TIEMPO
ñor ha hecho; gocémonos y alegrémonos ción de Cristo, sino en esos mismos actos,
en él. Como J. Pieper ha demostrado en el en los actos cultuales plenos de realidad.
intento de la Revolución francesa, las fiestas ¿Cómo hay pues que pensar la contempo-
puramente seculares resultan algo artificial raneidad de lo que ha sucedido una sola vez
y no tienen éxito. El «día del Señor» no se en la historia (en la vida de Cristo y en la
puede confundir con una idea (la de inmor- vida de quien lo recibe)? La idea de Kierke-
talidad por ejemplo, pues ésta no incluye gaard de que la interioridad del momento
todavía ninguna realización histórica). Una podría superar la distancia del evento tem-
fiesta es también algo más que un día de poral natural y unir lo que ya ha sido y lo
reflexión en el que los hombres vuelven su que está por venir, el morir y resucitar, en
mirada hacia algo que ya pasó. En la fiesta una contemporaneidad llena de sentido con
se capta más bien la acción liberadora de Cristo, apenas podría bastar para explicar
Dios, que supera la necesidad y por eso lle- que quien recibe el sacramento se configu-
na de alegría a quienes la celebran, los cua- ra con Cristo que muere y resucita. Aunque
les responden agradecidos con la alabanza la teología de los misterios plantea nume-
cultual, que constituye el centro de la fies- rosas y difíciles cuestiones, hay que solu-
ta. Gracias a la liberación que el hombre so- cionar seguramente el problema del tiem-
lo no puede realizar, sino que debe entender po litúrgico, la experiencia de la pasada ac-
más hondamente y de manera fundamental ción de Dios como actualmente liberadora
y, en definitiva, debe agradecer sólo a Dios, y superadora de la necesidad, profundizan-
puede liberarse de la opresión del trabajo y do en la Pneumatología.
entregarse al reposo. En la fiesta litúrgica A la pregunta de qué es el tiempo, Agus-
el pasado, el acontecimiento histórico, úni- tín responde: «Si nadie me lo pregunta, lo
co (Hb 7,27; 9,12.28: «una vez para siem- sé; si quiero explicarlo a quien me pregun-
pre»; 1 P 3,18; Rm 6,10) se hace presente ta, entonces no lo sé» (Confesiones, 11,14).
«hoy» en símbolos o gestos cargados de La complejidad del tiempo nace de su sub-
realidad. El centro del tiempo, con el que el jetiva y objetiva relación de procedencia, de
tiempo se cumple ya, aunque todavía no lle- su ordenación a lo supratemporal y a la ple-
ga a plenitud, camina con los que celebran, nitud del tiempo, sobre todo con el envío
hasta que llegue la plenitud futura. del Hijo y del Espíritu Santo y la permanente
Aparece aquí el problema fundamental «expectación de la creación» (Rm 8,19) en
de cómo acontecimientos personales histó- el ya y todavía-no de la Iglesia.
ricamente únicos como la palabra dicha al
paralítico: «Tus pecados te son perdonados» Bibliografía
(Mc 2,5), o lo sucedido en la sala de la Últi- J. ASSMANN; H. WESTERMANN; M. THEUNISSEN; H. Ch.
SCHMITT; P. PORRO; Y. SCHWARTZ; E. KESSLER; R. BEU
ma Cena, o la muerte en Cruz de Jesús
THAN y M. SANDBOTHE, «Zeit», en Historisches Wör-
pueden hacerse presentes por encima de
terbuch der Philosophie, 1186-1243. J. PIEPER,
los fosos de la historia: ¿cómo puede un
Una teoría de la fiesta, Madrid 1974. A. ZIEGENAUS,
hombre de hoy ser «co-sepultado», «in-
«Kirchliche Feiertage in einem religiös neutralen
cluido» en la muerte y resurrección de Cris- Staat. Die anthropologische Bedeutung des Fes-
to que (cf. Rm 6,2-11), muerto «de una vez tes», en Dem Staate, was des Staates ist, der
por todas» y resucitado, ya no muere más? Kirche, was der Kirche ist, FS für Joseph Listl zum
En la liturgia esta cuestión fue tematizada 70.Geburstag, Berlin 1999; «Einmaligkeit des
en conexión con la así llamada teología de Menschen oder Seelenwanderung», en ID., Ver-
los misterios de O. Casel. Según ésta, los antworteter Glaube, Theologische Beiträge 1, But-
sacramentos garantizan la participación no tenwiesen 1999, 277-294.
sólo en los efectos de la Pasión y Resurrec- A. Ziegenaus
TRABAJO 969
Trabajo
y juego? Cabe responder colocando el acen- a) Ante todo, la dimensión social del pro-
to en la espontaneidad: el juego nos habla ceso de trabajar, de donde deriva de forma
de libertad del espíritu, de expansión del inmediata una consecuencia importante: la
ánimo, de dedicación a aquello que se desea división del trabajo. La más pequeña agru-
y porque se desea; el trabajo, en cambio, pación humana trae consigo una especiali-
de la realización de una tarea que presupo- zación de tareas, que se hace más deter-
ne responsabilidades y reclama someti- minada y compleja a medida que la sociedad
miento a planes, normas, plazos y reglas. se desarrolla. El trabajo se configura así,
Esta consideración apunta, sin duda, a al- históricamente, como actividad que implica
go cierto, pero no llega al fondo de las cosas. la concentración en unas tareas con exclu-
De una parte, porque el trabajo puede pre- sión de otras y adquiere, de ordinario, ca-
sentarse, y se presenta de hecho con fre- rácter de profesión, es decir, de ocupación
cuencia, como actividad a la que espontá- estable que determina, en mayor o menor
neamente se tiende y en la que se encuen- grado según los casos, la personal posición
tran hondas satisfacciones, y, de otra, y función en la sociedad. Toda reflexión so-
porque el juego, todo juego, connota la exis- bre el trabajo implica, en consecuencia, una
tencia de reglas, sin las cuales la esponta- reflexión sobre la sociedad.
neidad desembocaría en caos y la acción de b) En segundo lugar lo que cabe describir
jugar perdería su atractivo. como dinamismo del trabajo. El trabajo pre-
La diferencia fundamental radica, a nues- supone una naturaleza o realidad sobre la
tro juicio, en la ordenación a un resultado, que se ejerce; en ese sentido no crea, sino
más exactamente, a un producto o fruto que que transforma. Pero e importa subrayar-
trasciende a la actividad que se realiza: se lo transforma de una manera acumulati-
juega por jugar y para jugar, sin buscar otro va. Con el decurso de la historia la natura-
fin que el jugar mismo; se trabaja, en cam- leza es, cada vez más, una naturaleza pre-
bio, para producir algo, para dar lugar a una viamente trabajada por la acción humana, y
obra, a un fruto que es puesto en el mundo hecho aún más importante cada genera-
es decir, más allá del sujeto que trabaja ción recibe en herencia los conocimientos,
como efecto del acto de trabajar. El trabajo, técnicas y métodos acumulados durante las
todo trabajo, es, en suma, actividad pro- etapas que la precedieron. Reaparece así la
ductiva. De ahí, de esa incidencia objetiva referencia a lo social hace un momento men-
en el mundo de los hombres, deriva la im- cionada, ahora connotando la historia y, con
portancia no sólo antropológica, sino social ella, las cuestiones relacionadas con el pro-
e histórica del trabajo, puesto que, al mo- greso y el desarrollo.
dificar las realidades entre las que la hu-
manidad vive y de las que dispone, trans- II. EL TRABAJO EN EL CONTEXTO DEL MENSAJE
forma nuestro existir y el de las generacio- BÍBLICO Y CRISTIANO
nes futuras. De ahí también, y al mismo A diferencia de lo que sucedió en otras cul-
tiempo, su ambivalencia o, hablando con turas antiguas, el pueblo judío nunca tuvo
más precisión, su relatividad, ya que, al no una actitud despreciativa frente al trabajo,
tener su fin en sí mismo, sino en el fruto tampoco frente al trabajo manual. Expre-
producido, remite constitutivamente a ese sión y fundamento normativo de esa acti-
fruto y, más radicalmente, a la sociedad hu- tud es indudablemente el texto del Génesis
mana en la que ese fruto incide. en el que, al describir la creación por Dios
A esos rasgos esenciales conviene añadir del mundo y del hombre, se hace referencia
otros, que contribuyen a perfilar la descrip- expresa al trabajo: «El Señor Dios tomó al
ción o definición de trabajo recién ofrecida: hombre y lo colocó en el jardín de Edén, pa-
TRABAJO 971
ra que lo trabajara y lo guardara» (Gn 2,15). ducirá espinas y zarzas». Sólo indirecta-
La actividad humana se inserta en el marco mente esa maldición afecta al trabajo hu-
de la acción divina, como actividad querida mano en cuanto que, al ejercerse sobre una
por Dios, más aún, encaminada a llevar lo tierra hostil, se hará difícil y duro. En otras
creado a su perfección. En coherencia con palabras, la consideración del trabajo como
ese planteamiento de fondo, la acción del acto de dominio no desaparece, sino que se
hombre es descrita como un «dominar la mantiene.
tierra», realidad que se coloca en conexión Pasando del Antiguo al Nuevo Testamen-
directa con el hecho de que el hombre haya to es necesario aludir ante todo a un dato
sido creado a imagen de Dios y participe, decisivo: al hecho de que Jesús trabajó (Mc
en consecuencia, del señorío divino. «Creó 6,3; Mt 13,55). En las narraciones evangé-
Dios afirma, en efecto, el Génesis al hom- licas, el trabajo de Jesús no es objeto de co-
bre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; mentario e incluso es mencionado como de
varón y mujer los creó. Y los bendijo Dios pasada. Se trata, no obstante, de una rea-
y les dijo: Creced, multiplicaos, llenad la tie- lidad de la que los textos dejan clara cons-
rra y sometedla; dominad sobre los peces tancia, que adquiere toda su importancia a
del mar...» (Gn 1,27-28). la luz de la plena revelación sobre el ser y la
Los libros veterotestamentarios se ocu- misión de Jesucristo. La Encarnación, el ha-
pan del trabajo también desde una pers- cerse hombre del Hijo de Dios, implica la
pectiva ética, sea para regular problemas y asunción por Dios no sólo de la naturaleza
situaciones conexos con las relaciones la- humana considerada en abstracto, sino de la
borales, sea, en términos más amplios, pa- condición humana concreta, con cuantas re-
ra subrayar la obligación de trabajar (cf., alidades connota esa condición; entre ellas,
por ejemplo, Pr 15,19; 24,30-34; Si 33,25- el trabajo. Hecho tanto más significativo
32). Sin disminuir la trascendencia de esas cuanto que Jesús no sólo trabajó, sino que
exhortaciones parenéticas no se debe olvi- desempeñó un trabajo estable, profesional,
dar, para no reducir esa enseñanza a mero podríamos decir con lenguaje moderno: el
moralismo, el trasfondo creacional y, por de un artesano. Nos encontramos, por lo
tanto, teologal antes reseñado. demás, ante algo que trasciende con mu-
Junto a las dos líneas mencionadas crea- cho el mero ejemplo: pertenece al núcleo
cionista y ético-moral , el Antiguo Testa- mismo de la historicidad de la Encarnación
mento ofrece una tercera que se entrecruza y apunta hacia la existencia de un nexo pro-
con las anteriores y las completa: la que po- fundo entre creación y redención; tiene,
ne en relación el trabajo con el pecado y el pues, hondas repercusiones dogmáticas y
dolor. El texto fundamental es el conocido espirituales.
pasaje del capítulo del Génesis en el que se En los Evangelios y en las Cartas apos-
narra el pecado de los primeros hombres, tólicas se contienen diversas referencias al
más concretamente, la consiguiente maldi- trabajo, algunas circunstanciales, otras más
ción dirigida a Adán: «Maldita sea la tierra desarrolladas (ver, por ejemplo, 1 Ts 4,10-
por tu causa. Con fatiga comerás de ella to- 11; 2 Ts 3,6-15; Ef 4,22-29). Para captar
dos los días de tu vida. Te producirá espi- cuanto la revelación neotestamentaria im-
nas y zarzas y comerás las plantas del cam- plica con respecto al trabajo es oportuno,
po. Con el sudor de tu frente comerás el sin embargo, no limitarse a los textos en los
pan» (Gn 3,17-19). Es oportuno, sin em- que se habla directamente de este tema,
bargo, observar que la maldición de Dios no tomándolos individualmente, sino ir al nú-
recae directamente sobre el hombre o so- cleo mismo del mensaje evangélico. En efec-
bre su trabajo, sino sobre la tierra, que «pro- to, la predicación y la obra de Cristo no se
972 TRABAJO
dad. No hay, desde esa perspectiva, ocupa- tar algunos pasajes del Evangelio, así como
ciones o actividades carentes de significa- algunos escritos ocasionales como el De
ción: toda tarea, aunque pueda parecer ca- opere monachorum de san Agustín , pero
rente de brillo y de posibilidades de riqueza, en ningún momento el trabajo humano lle-
está dotada de plenitud de valor y de senti- gó a ser objeto de estudio detallado.
do. Todos y cada uno de los momentos de En ello puede haber influido no sólo el
nuestro existir también los aparentemen- hecho de que, durante estos siglos, la la-
te más vulgares y anodinos poseen den- bor teológica estuviera absorbida por otras
sidad y sentido, ya que son conocidos por cuestiones (la regla de la fe y el canon de
Dios y pueden, y deben, ser vividos en re- las Escrituras, los dogmas trinitario y cris-
ferencia a Él: «tanto si coméis, como si be- tológico, la doctrina sobre la gracia y la jus-
béis, o hacéis cualquier otra cosa, hacedlo tificación...), sino también a otros factores,
todo para gloria de Dios» (1 Co 10,31). como una pervivencia, real aunque larva-
En los escritos de algunos Padres y en da, del intelectualismo grecorromano, el
los primeros esbozos de legislación canóni- desarrollo del monaquismo o una exagera-
ca aparecen, junto a invitaciones a santificar da insistencia en las consecuencias histó-
la propia y personal vocación, cualquiera ricas del pecado. La experiencia monástica
que sea, pronunciamientos en virtud de los prestó, ciertamente, singular atención a al-
cuales se declara incompatible con la fe cris- gunas cuestiones referentes al trabajo, su-
tiana una determinada profesión y se pro- brayando con fuerza el valor de la laborio-
híbe su ejercicio. Esas prohibiciones no obe- sidad (pensemos en el ora et labora bene-
decen, sin embargo, a una minusvaloración dictino). Pero, definiendo al monje por su
de la actividad humana; su razón de ser es alejamiento del mundo y de las actividades
otra: la constatación de que determinadas cívicas y seculares para buscar a Dios en
actividades, al menos en aquellos momen- la soledad o en el ámbito del monasterio,
tos, traían consigo una participación idolá- se ocupó del trabajo exclusivamente en
trica en el culto imperial o la caída en prác- cuanto trabajo manual y, con frecuencia,
ticas inmorales. Las declaraciones de prin- fijándose sólo en uno de sus aspectos: el
cipios respecto a la valencia universal del trabajo entendido como medio ascético pa-
mensaje cristiano son, por lo demás, fre- ra evitar la ociosidad. La reflexión teológi-
cuentes en los autores de la época; citemos ca quedaba encerrada en un marco redu-
sólo una, bien conocida, de Tertuliano: «So- cido e imposibilitada para llegar a resultados
mos de ayer y ya hemos llenado el orbe y de más amplio vuelo.
todas vuestras cosas: la ciudades, las islas, En la Edad Media apuntaron algunas rea-
los poblados, las villas, las aldeas, el ejérci- lidades que facilitaban una reflexión más
to, el palacio, el senado, el foro. A vosotros amplia sobre el trabajo. La estructura so-
sólo os hemos dejado los templos» (Apolo- cial, muy diversa de la conocida por el mun-
geticum, 37,4: CCL 1, 148). do clásico, el desarrollo de las corporacio-
Pero, aunque el texto bíblico y el vivir nes y oficios, la importancia que adquirie-
cristiano ofrecieran base para impulsar una ron la milicia y las órdenes de caballería
reflexión de carácter especulativo sobre el hicieron aflorar, en más de un momento,
trabajo, la realidad es que la teología, en- perspectivas de interés. La progresiva difu-
tonces naciente, no se ocupó de una ma- sión de las obras de Aristóteles y el estilo
nera amplia y directa de este tema. Encon- académico y sistemático que adoptó el que-
tramos, sin duda, declaraciones y afirma- hacer teológico, hasta desembocar en las
ciones sueltas, en especial al analizar los grandes síntesis que caracterizan la época
primeros capítulos del Génesis o al comen- de las Sumas, ofrecían a su vez el ámbito
TRABAJO 975
intelectual adecuado para una considera- siones y del trabajo humano al que Lutero
ción teológica sobre el trabajo. calificó de «servicio divino» , pero, domi-
Todo ello es particularmente cierto en el nadas por una concepción del pecado como
caso de santo Tomás de Aquino. De hecho, corrupción total de la naturaleza humana y
en sus obras encontramos múltiples afir- por una visión de la predestinación que po-
maciones de gran alcance: la distinción, de nía en entredicho la libertad y la substanti-
origen aristotélico, pero formulada con acen- vidad de la historia, no fueron capaces de
tos propios, entre agere (actuar) y facere elevarse a una auténtica valoración de la re-
(hacer, fabricar, producir) y sus considera- alidad creada y por tanto del trabajo. La te-
ciones sobre el arte como virtud que dirige ología católica barroca que se enfrentó, a
el facere humano; su preocupación por su- nivel teológico-dogmático, con esos plante-
brayar la realidad de las causas segundas, amientos, alcanzó en el campo de la filoso-
saliendo al paso de todo ocasionalismo, etc. fía jurídica resultados de singular relieve y
Hay que reconocer, sin embargo, que todo supo intuir la importancia creciente del co-
ello no desembocó, ni en santo Tomás ni en mercio y de los desarrollos económicos. Pe-
otros autores, en una exposición acabada, ro, influida por un ideal aristocrático que
tal vez porque la idea según la cual las ocu- despreciaba la técnica y el trabajo manual,
paciones seculares son un obstáculo a la soslayó toda reflexión sobre el trabajo y su
perfección cristiana se mantuvo vigente, li- potencialidad histórica.
mitando el alcance de esas perspectivas teo- De hecho el tránsito hacia una compren-
lógicas. sión del trabajo tal y como la encontramos
en nuestros días, está íntimamente unido a
3. La época moderna la revolución científica y tecnológica que,
En los tiempos del Humanismo y del Rena- preparada durante los tiempos medievales,
cimiento asistimos a un renovado interés por tuvo lugar en los inicios de la época mo-
el tema del trabajo humano. De una parte, derna, y a la posterior revolución industrial.
porque diversos humanistas como Pico de- Adam Smith y sus continuadores esboza-
lla Mirandola, Erasmo y Tomás Moro mani- ron una visión dinámica de la economía, de
fiestan una acendrada preocupación por pro- la que formaba parte la referencia al traba-
mover un influjo del espíritu cristiano en los jo valorado como fuerza esencial a ese di-
ambientes seculares evitando su confina- namismo. El eco que esas ideas encontra-
miento en los claustros. De otra, porque el ron en el conjunto del pensamiento hicieron
espíritu de innovación y aventura propios de que la reflexión filosófica se dirigiera hacia el
la época dieron lugar a una nueva actitud trabajo, y ello precisamente desde la pers-
vital con respecto a la actividad humana en pectiva de los frutos o resultados del traba-
cuanto encaminada al dominio del mundo; jo y su repercusión en el devenir de la his-
actitudes que, si bien en algunas ocasiones toria.
amenazaron con degenerar en un neopaga- Las consideraciones de Hegel sobre la ca-
nismo, en otras se insertaron en una autén- pacidad del ser humano para distanciarse
tica profundización en las perspectivas cris- de sus necesidades inmediatas y dar así vi-
tianas. da a un proceso de progresivo desarrollo
La crisis de la unidad cristiana provocada histórico, fueron retomadas por Marx, aun-
por la Reforma protestante y las tensiones y que materializándolas y reificándolas, has-
luchas que la siguieron, agostaron esos des- ta llegar a una visión de la historia como
arrollos impidiendo su evolución serena y proceso en el que la humanidad evoluciona
fructífera. La teología luterana y la calvinis- y se modifica como consecuencia del suce-
ta se ocuparon ampliamente de las profe- derse de las estructuras de producción que
976 TRABAJO
el trabajar engendra. En ambos casos, des- na; es en cuanto persona como desarrolla
de una perspectiva tendencialmente pante- las «acciones pertenecientes al proceso del
ísta en Hegel, naturalista y materialista en trabajo», de modo que esas acciones, sea
Marx, el ser humano concreto quedaba sub- cual sea su contenido y su redundancia a
sumido en la humanidad genérica, única nivel objetivo o técnico, «han de servir todas
realidad que verdaderamente cuenta. En es- ellas a la realización de su humanidad, al
te contexto puede decirse que la tarea con perfeccionamiento de esa vocación de per-
la que los pensadores cristianos se vieron sona que [el hombre] tiene en virtud de su
confrontados desde la segunda mitad del si- misma humanidad» (LE 6).
glo XIX consistió en dar razón de la reali- La reflexión sobre el trabajo se nos pre-
dad del trabajo como fuente del dinamismo senta así dotada de una intrínseca comple-
histórico punto que nadie piensa en ne- jidad, ya que en ella se entrecruzan dos di-
gar separándola de los planteamientos ide- mensiones: el trabajo en sentido objetivo,
ológicos hegelianos o marxistas e integrán- o sometimiento y utilización de la tierra y
dola en el contexto de la antropología per- de sus potencialidades, y el trabajo en sen-
sonalista que deriva de la fe cristiana. tido subjetivo, o desarrollo del hombre en
Las aportaciones en ese sentido fueron el propio acto de trabajar. Bien entendido
muchas. Dando por supuesto el detalle de que a los ojos de Juan Pablo II el trabajo
esa historia, podemos dirigir nuestra aten- en sentido objetivo y el trabajo en sentido
ción a dos hitos culminantes: los párrafos subjetivo, el dominio de la naturaleza y el
que el Concilio Vaticano II dedica a tratar dominio de sí, no son dos realidades distin-
de la actividad humana en el mundo po- tas, sino dos aspectos de la acción humana
niéndola en relación con el advenimiento de que se despliega en la historia. Esos aspec-
los nuevos cielos y la nueva tierra de la que tos podrán estar, en la existencia concreta,
habla la Escritura (GS 38-39) y, sobre to- escindidos, pero por sí mismos aspiran a es-
do, la encíclica Laborem exercens, promul- tar unidos en una visión coherente y armó-
gada en 1981 por Juan Pablo II. Detengá- nica de la realidad, puesto que, estando el
monos en esta última. hombre llamado al trabajo, es a través de
El dominio del hombre sobre la natura- su trabajo como debe realizarse en cuanto
leza, proclamado en el Génesis, no está con- persona e hijo de Dios.
dicionado por coordenadas inmutables, si- La distinción entre ambos aspectos y la
no dotado de dinamismo. El trabajo es ac- posibilidad de escisión obligan a establecer
tividad que, al desplegarse, va acumulando la relación o jerarquía que media entre ellos.
frutos, experiencias y realidades, que im- Juan Pablo II aborda la cuestión sin amba-
pulsan el desarrollo futuro del trabajar. Nos ges. En ningún momento pone en duda el
encontramos así ante lo que Juan Pablo II dinamismo del trabajo, su potencialidad co-
denomina «el trabajo en sentido objetivo» mo fuerza histórica, pero subraya siempre
(LE 5), el trabajo objetivado en realizacio- que esa potencialidad se ejerce real y ver-
nes, en conocimientos, en métodos y pro- daderamente cuando las dos dimensiones
cedimientos. Esa realidad, de la que no ca- señaladas la objetiva y la subjetiva se
be en ningún momento prescindir, no debe desarrollan de tal manera que se reconoce
hacer olvidar prosigue el pontífice que el la «preeminencia», «precedencia», o «pri-
hombre, sujeto realizador del trabajo, es macía» que corresponde a la segunda. En
persona, ser al que no cabe equiparar con otras palabras: aunque en el trabajo y en
una mera cosa, ni considerar como un sim- el proceso de transformación de la materia
ple elemento de un proceso global que le que desencadena podamos apreciar diversos
trasciende. El hombre trabaja como perso- valores, «el primer fundamento del valor del
TRABAJO 977
nuestros días la afirmación del carácter vo- cesario algo más que la mera proclamación.
cacional de toda condición humana puede Se requiere como subraya Juan Pablo II
darse por adquirida (LG 40-41; GS 12-18, una asimilación vital del ideal proclamado,
22); de ahí que como afirmara Juan Pablo asimilación que alcanza su culmen cuando
II «la Iglesia desea servir a este único fin: se capta el «significado que el trabajo tiene
que todo hombre pueda encontrar a Cristo, ante los ojos de Dios, y mediante el cual
para que Cristo pueda recorrer con cada entra en la obra de la salvación» (cf. LE 24
hombre el camino de la vida» (RH 13). El y 26). La vivencia espiritual del trabajo se
cristiano no está llamado son ahora pala- presenta así como camino preeminente e
bras de san Josemaría Escrivá a «una do- incluso decisivo en orden a percibir todas
ble vida: la vida interior, la vida de relación las dimensiones y virtualidades que el tra-
con Dios, de una parte; y de otra, distinta y bajo posee y, lo que es más, a llevarlas a
separada, la vida familiar, profesional y so- la práctica.
cial, plena de pequeñas realidades terre-
nas», ya «que hay una única vida, hecha Bibliografía
de carne y espíritu, y ésa es la que tiene A. BONORA, «Trabajo», en Nuevo Diccionario de
que ser en el alma y en el cuerpo santa y Teología Bíblica, Madrid 1990, 1895-1908. E. BUR-
llena de Dios: a ese Dios invisible, lo en- KHART - J. LÓPEZ, Vida cristiana y santidad en las en-
contramos en las cosas más visibles y ma- señanzas de San Josemaría, III, Madrid 2013,
teriales» (Conversaciones con Josemaría Es- 134-221. R. BUTTIGLIONE, El hombre y el trabajo,
Madrid 1984. E. COLOM y F. WURMSER, El trabajo
crivá, 114).
en Juan Pablo II, Madrid 1995. H. FITTE, Lavoro
Conviene finalmente añadir cerrando
umano e redenzione. Riflessione teologica dalla
así el itinerario que implica la consideración
«Gaudium et spes» alla «Laborem exercens», Ro-
teológica del trabajo que no sólo la di- ma 1996. J.L. ILLANES, Ante Dios y en el mundo.
mensión técnica está íntimamente unida Apuntes para una teología del trabajo, Pamplo-
con la ética, como ya antes señalábamos, na 1997; La santificación del trabajo, Madrid
sino que ambas entran a la vez en sintonía 200110. P. JACCARD, Historia social del trabajo de
con la espiritual, de la que reciben estímu- la antigüedad hasta nuestros días, Barcelona
lo e impulso. Para que el mensaje sobre la 1971. T. MELENDO, La dignidad del trabajo, Madrid
dignidad de todo ser humano substrato 1992. P. RODRÍGUEZ, Vocación, trabajo, contem-
último de la conexión entre técnica y éti- plación, Pamplona 19872.
ca alcance plena eficacia histórica es ne- J.L. Illanes
TRADICIÓN 979
Tradición
ces como los relatos, las normas, los ritos, palabras y los hechos de la vida de Jesús.
las formas de organización social, etc. Pablo es consciente, después de su en-
Jesús mostró una notable independencia cuentro con Jesús en el camino de Damas-
de las tradiciones, no porque las anulara si- co, y de «haberle visto», de la necesidad de
no porque las situaba en un contexto más contrastar con «las columnas», especial-
amplio. Las pocas veces que se refiere a la mente con Pedro (cf. Ga 2,7-9), la autenti-
tradición o tradiciones lo hace en un signifi- cidad de lo que enseña después de haberlo
cado peyorativo: el «vuestra tradición» o la recibido. Pero una vez confirmado su testi-
«tradición de los hombres» de Mt 15,1-9 o monio, Pablo pide que se guarden «las tra-
Mc 7,1-13 denuncia el grave abuso que es diciones (paradóseis) que recibisteis de pa-
sustituir el mandato y la palabra de Dios por labra o por carta mía» (2 Ts 2,15).
preceptos humanos. La entrega, sin em- Especialmente significativo es el texto so-
bargo, que es resultado del tradere, es un bre la Eucaristía de 1 Co 11,23. Ya al co-
hecho central de la vida y del misterio de mienzo del capítulo, Pablo alaba a los co-
Jesús de Nazaret. rintios porque guardan las tradiciones (pa-
El momento fontal de la entrega que es- radóseis) que les entregó (1 Co 11,2). En
tá en el origen de la tradición se da en la el versículo 23 escribe: «Porque yo he reci-
misma entrega de Cristo, a quien el Padre bido del Señor lo que a mi vez os he entre-
«entregó (tradidit) por nosotros» (Rm 8,32). gado: que el Señor Jesús, la noche en que
Cristo mismo «me amó y se entregó a sí iba a ser entregado, tomó pan…». La ex-
mismo (tradidit semetipsum) por mí» (Ga presión «del Señor» (apo tou Kyriou) no se
2,20); «amó a la Iglesia y se entregó (tra- refiere necesariamente a una revelación di-
didit) por ella» (Ef 5,25). La entrega final recta de Cristo, sino a la tradición que poseía
de la Cena y de la Cruz suponen el cierre Pablo, recibida de los Apóstoles que habían
de la entrega primera que es la vida y la en- participado en la Cena. De este modo, la
señanza de Jesús. En la Cruz, Jesús entre- tradición incluye una transmisión temporal
gó su espíritu (Jn 19,30), el mismo Espíritu de tipo histórico (transmisión apostólica) y
que en el día de Pascua infunde a su Iglesia una presencia actual del Señor, por encima
(Jn 20,22). del tiempo.
El texto emblemático de Mt 28,19-20 es Educado con los judíos, Pablo conocía la
como una síntesis de la economía de tradi- estructura formal de las tradiciones judías
ción que aparecerá posteriormente explici- mediante las cuales se transmitían las «tra-
tada en los Hechos y en san Pablo: «Id y diciones de los padres» (Ga 1,14). Pero aho-
enseñad a todos los pueblos, bautizándolos ra el contenido es nuevo. Lo que se trans-
en el nombre del Padre, del Hijo y del Espí- mite es el Evangelio que obra la salvación
ritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo por medio de la acción del Espíritu Santo.
que os he enseñado». El centro y núcleo del Evangelio es Cristo,
Los actos de transmitir, recibir y guardar contenido y a la vez origen del que la tra-
constituyen el principio mismo de la tradi- dición recibe su autoridad. San Pablo ha he-
ción. El ejemplo paradigmático de una exis- cho expresamente de los actos de transmi-
tencia vivida de lleno en la tradición es san tir, guardar y recibir es decir, del principio
Pablo. Pablo no fue testigo de la vida de Je- mismo de la tradición la ley de la cons-
sús, y sin embargo recibió la misión de trucción de las comunidades cristianas por el
anunciar el Evangelio en el tiempo mismo ministerio apostólico.
en que los Doce, testigos elegidos por Dios, El «principio tradición» preside, por lo de-
seguían en este mundo y podían, por tanto, más, la historia del cristianismo desde la for-
continuar aportando su testimonio sobre las mación de los escritos del Nuevo Testamen-
TRADICIÓN 981
to hasta el desarrollo que tiene lugar en la Tiene su lugar en este contexto la idea
Iglesia. La misma composición de los libros de «depósito» (parathéke) que menciona
del Nuevo Testamento constituye una «his- Pablo en las cartas a Timoteo: «Guarda el
toria de la tradición» (Traditionsgeschichte) depósito» (1 Tm 6,20); «guarda el buen de-
que supone que a la redacción de los evan- pósito por medio del Espíritu Santo que ha-
gelios le ha precedido una tradición oral. Di- bita en nosotros» (2 Tm 1,14). El acto apos-
cho con más propiedad: a los evangelios les tólico del testimonio fue único, pero el acto
ha precedido el Evangelio. La consecuencia de transmisión de ese testimonio deberá
de gran alcance ecuménico es que la Es- continuar en el magisterio (cf. 2 Tm 2,2).
critura y la Tradición están interiormente uni- Al referirse al depósito, Pablo está invitando
das y relacionadas por la realidad de la Igle- a la conformidad del magisterio con el tes-
sia, que las envuelve a ambas. La vida y en- timonio apostólico.
señanza de Jesús fue anunciada por los
testigos elegidos (los Apóstoles). Esa predi- 2. La tradición en los Padres
cación fue recibida y vivida en las diversas A finales del siglo XIX A. von Harnack de-
comunidades y, finalmente, los hagiógrafos, fendió la idea de que la tradición, y más cla-
asistidos por la inspiración del Espíritu San- ramente todavía el magisterio, no fueron
to, pusieron por escrito esas tradiciones. realidades objetivas en la Iglesia hasta bien
La tradición se refiere en primer lugar al avanzado el siglo II, cuando, en la lucha por
modo de la transmisión del Evangelio, pe- el poder, los jerarcas se impusieron sobre
ro también al contenido del mismo Evange- los carismáticos. «Si por católico escribía
lio. Al final de la era apostólica había una en 1900 entendemos una Iglesia de doc-
conciencia cada vez más patente de que las trina y de ley (Lehr und Gesetzeskirche),
condiciones que permiten hablar de tradi- entonces la Iglesia católica tiene su origen en
ción en un sentido todavía abierto (contac- la lucha con el gnosticismo» (A. von Har-
to directo con Jesús y cauce apostólico de nack, Das Wesen des Christentums, Gü-
la transmisión) estaban próximas a su fin. tersloh 1985, 124-125). Más tarde, algunos
Entonces, frente a la división y a falsas doc- exegetas y teólogos afirmaron que ese mis-
trinas que se difundían en torno a las co- mo proceso aparecía en los escritos del Nue-
munidades cristianas, se insiste en que «la vo Testamento: los primeros escritos (cartas
fe ha sido transmitida a los santos de una a los Tesalonicenses) representarían la ori-
vez por todas» (Iud 3; cf. 2 P 2,21). Esa fe ginalidad de la primera Iglesia en la que pre-
se refiere al «evangelio de Cristo» (Rm dominaría la concepción de una comunidad
15,19; Ga 1,7; 1 Co 9,12; 2 Co 2,12; 9,13; democrática con los carismas como ele-
10,14; etc.), al «misterio de Cristo» (Ef 3,4), mento fundamental. Las cartas Pastorales
al misterio pascual, a la revelación del Padre serían mucho más tardías y en ellas apare-
y a los mandatos del Señor. Más aún, Pablo ce ya el intento de imponer una concepción
recoge en sus cartas algunas fórmulas de ministerial y jerárquica sobre la realidad an-
fe (los llamados presímbolos) que expresan terior. Ambas teorías han encontrado res-
contenidos de la fe en forma sintética. De puesta en diversos autores que señalan en
este tipo son, por ejemplo, la confesión de fe ellas la presencia de presupuestos pertur-
«Jesús es Señor» (Rm 10,9), o el célebre badores de lo que la Escritura y la historia
texto sobre la resurrección del Señor, en el transmiten realmente.
que aparecen relacionados el «evangelio» Así pues, la realidad de la tradición ha es-
y el movimiento esencial de recibir y trans- tado presente en la Iglesia de forma ininte-
mitir que caracteriza a la tradición (1 Co rrumpida desde los Apóstoles si no hubiera
15,1ss.). sido así la misma Iglesia tampoco habría sub-
982 TRADICIÓN
te, la transmisión de la revelación. Ahora dad, sino que mantiene siempre una cierta
bien, en este punto es necesario aclarar de tensión hacia el futuro. Se abren aquí, en-
qué modo la Iglesia se relaciona con la tra- tonces, dos posibles formas de entender el
dición. El Concilio va más allá de cierto ex- progreso de la tradición. La primera entien-
trinsecismo que estaba detrás de algunas de el progreso de forma dialéctica: el pro-
presentaciones de la tradición como una greso sólo sería el resultado de la oposición
realidad que pertenece a la Iglesia y sobre de momentos plenos de provisionalidad. La
la que la Iglesia domina, a través del ma- segunda, en cambio, entiende el progreso
gisterio sobre todo. como la actualización y realización posible
En un sentido, la tradición se identifica en cada momento histórico del Evangelio,
con la realidad misma de la Iglesia, que se de la entera realidad cristiana. Sólo esta se-
entrega a todas las generaciones. Las pa- gunda hace justicia a la naturaleza de la tra-
labras de Dei Verbum son netas: la Iglesia dición y a su tendencia escatológica. La tra-
en su doctrina, su vida y su culto perpetúa dición progresa mediante la comprensión
y transmite a todas las generaciones todo de las realidades y de las palabras transmi-
lo que ella es («omne quod ipsa est»), todo tidas, mediante la contemplación y el estu-
lo que cree (DV 8). En esas palabras se en- dio, mediante la comprensión viva que ex-
cuentra el doble sentido de la tradición: tra- perimentan de las cosas espirituales, y me-
dición en sentido activo, en cuanto la Iglesia diante la predicación de los sucesores de los
es el sujeto de la tradición, y en ella se Apóstoles (DV 8).
transmite lo recibido a través de la ense- La conservación y transmisión de la re-
ñanza, de la liturgia y de la vida; y tradi- velación ha sido confiada a la Iglesia en su
ción en sentido pasivo, que se refiere al con- totalidad: toda la Iglesia está llamada a
tenido de la fe y al ser mismo de la Iglesia. «presencializar» la revelación de Dios, a dar
La Iglesia es, como consecuencia, al mismo contenido a la misión de mantener íntegra,
tiempo transmisora y contenido de la tradi- defender y predicar la palabra de Dios. Pe-
ción; o expresado con otras palabras, la tra- ro la Iglesia-Pueblo de Dios es también el
dición existe en la Iglesia, y la Iglesia se en- Cuerpo de Cristo. La Iglesia existe como un
trega en la tradición. En ambos casos, la re- todo jerárquicamente organizado. Toda la
lación de la tradición con la Iglesia depende Iglesia «tiene la unción del Santo» (1 Jn
esencialmente de Cristo que está en el ori- 2,20), y al mismo tiempo, hay en ella pas-
gen de la Iglesia y de la tradición. tores que, como sucesores de los Apósto-
les, ejercen también en ella el servicio de
3. Tradición y progreso la enseñanza. De este modo, el servicio de
La transmisión de la fe va unida al progreso la Iglesia a la revelación de Dios es de dos ti-
de la tradición. «Esta tradición que viene de pos: a) el que todos los miembros con la
los Apóstoles progresa en la Iglesia bajo la igualdad radical que tienen por el bautis-
asistencia del Espíritu Santo» (DV 8). El pro- mo prestan a la revelación divina a través
greso de la tradición tiene lugar entre dos de la función profética de cada bautizado,
polos: el tiempo de los Apóstoles, por un la- mediante la cual conservan y transmiten la
do, y la manifestación plena de Cristo en la fe que han recibido, a través de su palabra
escatología, por otro. Esto hace que la tra- y de su vida de creyentes. b) Un servicio
dición posea desde el principio un dinamis- específico de la Iglesia a la revelación es el
mo que sólo se amortigua en la escatolo- de los pastores: a los obispos, sucesores de
gía. Por esta misma razón, la tradición no los Apóstoles, les corresponde la función de
halla en este mundo una expresión absolu- la enseñanza autorizada de la misma reve-
tamente adecuada o definitiva de su reali- lación (la sucesión apostólica desempeña
986 TRADICIÓN
en este proceso la función de «forma» de librio entre los padres conciliares, que de-
la tradición, en relación con la «materia» seaban que se hablara claramente de la ex-
que sería lo transmitido por los apóstoles). periencia cristiana, y aquellos otros que te-
Este ministerio, de origen sacramental, cons- mían la utilización del término «experien-
tituye el magisterio de la Iglesia. cia» por las connotaciones que podía tener
La Iglesia que recibe la revelación no es con la crisis modernista de principios del si-
una mera comunidad de creyentes, sino una glo XX. El resultado fue la utilización de la
realidad animada por el Espíritu Santo. Así forma verbal (experiuntur) en lugar del sus-
lo expresa la descripción de la Iglesia como tantivo. Aparecía claro, en todo caso, que
«communio fidei et sacramentorum». La un factor del progreso de la tradición era la
«communio» no es el resultado de una me- fe vivida, el testimonio cristiano y la santi-
ra coincidencia o acuerdo de hecho en lo dad. Son realidades que surgen en la Igle-
que se considera de fe, sino que es don del sia, suscitadas por la acción del Espíritu San-
Espíritu Santo, don fundamental presente to, y cuya autenticidad la Iglesia debe dis-
ya como gracia en el mismo origen. La cernir.
«communio» se realiza en la historia con di-
verso grado de perfección, y culminará en 4. Tradición y Escritura
la escatología. De este modo, el Espíritu Una cuestión teológica importante desde un
Santo es para la Iglesia el principio de su punto de vista metodológico y ecuménico
inteligencia de la revelación, es decir de su es el de las relaciones entre la Escritura y
comprensión, asimilación, interpretación y la Tradición: de qué modo la transmisión de
progreso, porque actúa en ella y mueve y la revelación tiene lugar mediante la Escri-
guía a cada uno según su función, oficio o tura y la Tradición.
ministerio a pastores, doctores, santos y, Durante algún tiempo, los teólogos han
en general, a todo el pueblo de Dios. discutido a este respecto sobre la suficiencia
El Vaticano II recoge en su enseñanza al- o insuficiencia de la Escritura. El acuerdo
gunos de los modos como tiene lugar el pro- era general sobre la insuficiencia formal de
greso de la tradición. Progreso de la tradición la Escritura: es necesario el recurso a la tra-
significa que la Iglesia «va creciendo en la dición no escrita para interpretar correcta-
comprensión de las cosas y de las palabras mente la Escritura y hacer teología. Las opi-
transmitidas, ya por la contemplación y el niones, en cambio, divergen a propósito de
estudio de los creyentes, que las meditan la insuficiencia o suficiencia material de la
en su corazón, ya por la percepción íntima Escritura.
que experimentan de las cosas espirituales, El planteamiento de la suficiencia o insu-
ya por el anuncio de aquellos que con la su- ficiencia de la Escritura ha perdido, segura-
cesión del episcopado recibieron el carisma mente, vigencia, y las diferencias entre ca-
cierto de la verdad». Conviene subrayar a tólicos son en opinión de muchos autores
este respecto el factor más original de ese más de palabra que reales. Para todos es
progreso. Que la tradición progresa por el patente que la Escritura es, en algún senti-
estudio de los creyentes, o por el ejercicio do, una objetivación de la revelación de Dios
del magisterio pastoral es un principio bá- recibida en la fe, cuya fidelidad está garan-
sico del progreso, de sobra conocido. Pero tizada por la inspiración. «Tiene la función
en cambio, «la percepción íntima que [los de conservar inmutable esa fiel objetivación
fieles] experimentan de las cosas espiritua- de la revelación a fin de que la fe de la igle-
les» como modo de progreso de la tradición sia se mantenga viva e idéntica a la fe apos-
supone una cierta novedad. Como se sabe, tólica a lo largo de los siglos» (J. Alcáin, La
esta expresión fue el resultado de un equi- tradición, Bilbao 1998, 94). Por su parte, la
TRADICIÓN 987
función de la tradición, en cuanto vida de la pleto y preciso para acercarse a esta pro-
comunidad creyente, con todo lo que esa blemática. Esto es posible porque el Conci-
vida tiene de conocimiento y realidad toda- lio, en lugar de enfrentar directamente a la
vía no explicitados, es la de indicar los lími- Escritura con la Tradición, busca un marco de
tes (canon) y el valor de la Escritura (inspi- comprensión más amplio. Así, desarrolla en
ración, Palabra de Dios), la de interpretarla primer lugar el carácter apostólico de la re-
en cada nuevo contexto cultural y la de aco- velación y de su transmisión (DV 7), de for-
gerla y aplicarla a la vida (DV 8; LG 12). Por ma que a partir de los Apóstoles, las rela-
eso, la Tradición es el origen y el fin de la ciones entre Escritura y Tradición se retro-
Escritura. traen a un momento fontal previo a ellas
A la luz de estos principios, la función mismas, a un punto común a partir del cual
principal de la Tradición no es la de com- se diversifican, pero manteniendo una esen-
pletar la Escritura, sino la de identificarla, cial implicación mutua.
apreciarla, interpretarla y llevarla a la vi- «La Sagrada Tradición y la Sagrada Es-
da. Contemplado desde este mismo punto critura están íntimamente unidas y compe-
de vista, se ve que en la Tradición hay algo netradas. Porque surgiendo ambas del mis-
más que en la Escritura, como en toda vida mo divino manantial (ex eadem divina sca-
hay algo más que en cualquiera de sus ob- turigine promanantes), se funden en cierto
jetivaciones escritas. Pero, por otro lado, modo y tienden a un mismo fin» (DV 9).
se ve también que la Tradición, como toda Con esta expresión, el concilio responde por
vida, está amenazada por el peligro de la superación a la problemática de las «fuen-
corrupción, y que es la Escritura la que ha- tes» de la revelación. No hay sino una úni-
ce que la Tradición se conserve sin co- ca fuente, que es Dios mismo la «divina
rromperse. scaturigo» , de quien proceden tanto la Es-
Los principios de los que arranca la dis- critura como la Tradición, las cuales «se han
cusión ecuménica con el protestantismo son, de recibir y venerar ambas con un mismo
por un lado, el principio luterano de la sola espíritu de piedad» (DV 9). Dei Verbum pre-
Scriptura, que rechaza la mediación de toda senta así la Escritura y la Tradición, más que
tradición en la comprensión de la revelación como fuentes, como dos funciones recípro-
divina. Por otro lado, la enseñanza del Con- cas con una unidad de origen y de conteni-
cilio de Trento que enseña que el Evangelio do. De la fuente única que es el designio
«se contiene en la Escritura y (et) en las amoroso de la Trinidad llega a los hombres
tradiciones no escritas» (D. 1501). La teo- la revelación y la salvación, es decir el Evan-
logía postridentina tendió a explicar el tex- gelio. Testigos del Evangelio son la Sagra-
to de Trento en la línea del «partim... par- da Escritura y la Tradición, y no cabe una
tim» que aparecía en esquemas previos al identificación material de ninguna de ellas
texto conciliar aprobado. La opinión que se con el Evangelio.
generalizó era que de la revelación se con- La íntima relación entre Escritura y Tra-
tenía una parte en la Escritura y otra parte dición se manifiesta en dos principios: a) La
en la Tradición, pudiendo hablarse, en con- Escritura necesita complementarse con la
secuencia, de dos fuentes de la revelación. Tradición para su recta inteligencia; es decir,
Frente a esta interpretación reaccionaron la lectura e interpretación de la Escritura de-
en nuestro siglo algunos teólogos que, a be hacerse en la comunidad de fe de la Igle-
partir del texto tridentino, replantearon la sia. «La Iglesia, afirma el Vaticano II, no sa-
cuestión de las dos fuentes. ca exclusivamente de la Escritura la certeza
Los números 7-10 de la Constitución Dog- de todo lo revelado» (DV 9). b) La Escritu-
mática Dei Verbum ofrecen el marco com- ra tiene una importancia singular en el pro-
988 TRADICIÓN
ceso de la Tradición por ser «palabra de Dios misión del misterio de Cristo tanto a través
en cuanto que, por inspiración del Espíritu de la Escritura como de la reflexión creyen-
divino, se consignó por escrito». La Tradi- te y de la vida de la Iglesia.
ción transmite, conserva y explica la palabra
de Dios. 5. Tradición apostólica y tradiciones
La relación más estrecha entre la Escri- eclesiales
tura y la Tradición se da al considerar a am- El sentido fuerte, y en cierto sentido único de
bas conjuntamente en el acto de compren- la tradición es el de tradición apostólica. «La
sión (lectura e interpretación). La Tradición Tradición recibe la palabra de Dios, enco-
es la que permite acceder al verdadero con- mendada por Cristo y el Espíritu Santo a los
tenido de la Escritura, y sólo ella es capaz apóstoles, y la transmite íntegra a los su-
de ver la unidad de que está dotada. En ese cesores; para que ellos, iluminados por el
punto adquiere un significado especial el ca- Espíritu de la verdad, la conserven, la ex-
non de la Escritura que sólo la Iglesia co- pongan y la difundan fielmente en su pre-
noce mediante su tradición. Esta idea es la dicación» (DV 9). Los apóstoles transmitie-
recogida en el famoso texto tajante, pero ron lo que habían recibido «de las ense-
no falso de Möhler: «La Escritura sola, pres- ñanzas y del ejemplo de Jesús y lo que
cindiendo de cómo nosotros la entendamos, aprendieron por el Espíritu Santo. En efec-
no es nada, es letra muerta» (J.A. Möhler, La to, la primera generación de cristianos no
unidad de la iglesia, Pamplona 1996, 138). tenía aún un Nuevo Testamento escrito, y
Ese es el motivo, no jurídico sino antropo- el Nuevo Testamento mismo atestigua el
lógico y teológico que le permite concluir: proceso de la Tradición viva» (CCE 83).
«Fuera de la Iglesia no son entendidas las De la tradición apostólica se distinguen
Sagradas Escrituras» (ibid., 117). «las “tradiciones” teológicas, disciplinares,
Se debe considerar a la Escritura y a la litúrgicas o devocionales nacidas en el trans-
Tradición como realidades mutuamente des- curso del tiempo en las Iglesias locales. És-
tinadas, inviables aisladamente aunque con tas constituyen formas particulares en las
una existencia propia. La Tradición precede que la gran Tradición recibe expresiones
a la Escritura, pero en cambio solamente la adaptadas a los diversos lugares y a las di-
Escritura es formalmente Palabra de Dios versas épocas. Sólo a la luz de la gran Tra-
por razón del carisma de inspiración divina dición aquéllas pueden ser mantenidas, mo-
de que goza el hagiógrafo. A su vez, la Sa- dificadas o también abandonadas bajo la
grada Escritura «debe ser leída e interpre- guía del Magisterio de la Iglesia» (CCE 83).
tada con el mismo Espíritu con que fue es- No siempre se puede distinguir con ab-
crita» (DV 12). Para ello, continúa el Con- soluta claridad lo que es elemento de la tra-
cilio, se debe atender al contenido y a la dición apostólica o de las tradiciones ecle-
unidad de toda la Escritura teniendo en siales. Es claro que la tradición apostólica
cuenta la Tradición viva de toda la Iglesia reconocida como tal en la Iglesia es nor-
así como la analogía de la fe. Por esta ra- mativa para la fe, en tanto que las tradicio-
zón, la Tradición eclesial se puede entender nes eclesiales gozan de un estatus diferen-
«como el lugar concreto de la verdad, co- te. En este punto es preciso atender al sen-
mo presencia del Espíritu de Dios y como tido de la fe y al magisterio de la Iglesia.
principio del conocimiento teológico» (W. De este modo se evitan posturas que dan
Kasper, Teología e Iglesia, 117). En último un valor absoluto a elementos tradiciona-
término, el sujeto último de la Tradición es les contingentes, o aquellas otras que no
el propio Espíritu Santo que forma el «noso- valoran suficientemente lo recibido de los
tros» de la fe y está en el origen de la trans- Apóstoles.
TRADICIÓN 989
diciones transmitidas oralmente, sino que to que no han sido recibidos por la Iglesia.
es preciso apoyarse en los documentos en Una cosa es la realidad histórica de uno u
los que la tradición queda reflejada. otro testimonio, y otra que se trate de tes-
Se ha hablado de «monumentos de la timonios auténticos de la Tradición de fe. En
Tradición», con expresión que se remonta último caso, el criterio de lo que pertenece
a Franzelin, Perrone y Drey. Son las expre- a la Tradición de la Iglesia viene expresado
siones en las que se halla fijada y contenida, por el principio formulado por Vicente de
en alguna medida, la Tradición, y median- Lérins en el Commonitorium: «En la Iglesia
te las cuales se la puede captar. No son la católica debe ponerse todo cuidado en sos-
Tradición, que es anterior a ellos, sino tes- tener firmemente lo que ha sido creído en
timonio de ella. todas partes, siempre y por todos» («quod
El tratado De locis, de Melchor Cano, pre- ubique, quod semper, quod ab omnibus»:
cisaba el valor y las condiciones de empleo Commonitorium, 2). Este texto es recogido
de las diferentes expresiones de la tradición por el Vaticano I (D. 3020). La enseñanza
en el sentido más amplio de la palabra, es de los pastores de la Iglesia es especial-
decir, de la enseñanza católica. Hoy pode- mente importante. Conocemos la autenti-
mos considerar que los testimonios más im- cidad de un testimonio de la Tradición por-
portantes de la Tradición son los Santos Pa- que así es creído por el sentido sobrenatu-
dres; los textos litúrgicos y la misma liturgia ral de la fe del pueblo cristiano y enseñado
de la Iglesia; el arte cristiano; los escritos por el magisterio de la Iglesia.
de los Doctores de la Iglesia, de los auto-
res espirituales y de los teólogos de las di- Bibliografía
versas épocas; el testimonio de la santidad J.A. ALCÁIN, La tradición, Bilbao 1998. Y.M. CON
en la vida de los cristianos, así como los di- GAR, La Tradición y las tradiciones, San Sebastián
versos carismas suscitados por el Espíritu 1964. ID., La Tradición y la vida de la Iglesia, An-
Santo a lo largo de la historia; el magisterio dorra 1964. C. IZQUIERDO, Parádosis. Estudios so-
de la Iglesia. bre la Tradición, Pamplona 2006. W. KASPER, Teo-
Los testimonios de la Tradición necesitan logía e Iglesia, Barcelona 1989. V. PROAÑO, Tradi-
ser interpretados, y su autoridad no es igual ción, en GER, XXII, 661-670. J. RATZINGER, Teoría
en todos los casos. Puede haberse dado en de los principios teológicos: materiales para una
algún momento de la historia, incluso, al- teología fundamental, Barcelona 1985.
guna manifestación de doctrina, vida o cul- C. Izquierdo
U
ción escatológica de este sacramento, del importantes decisiones «con el fin de que
que apenas llega a apreciarse su incidencia lo susceptible de ser cambiado se adapte
en esta vida. Critican el hecho de dejar a la mejor a las condiciones de los tiempos ac-
sombra la cooperación del sujeto que lo re- tuales». Los cambios que introduce son fun-
cibe, agonizante por hipótesis, sin la cual la damentalmente los siguientes:
remisión de los pecados y de las reliquias 1.º) decreta una nueva fórmula-forma
del pecado pudiera tener cierto aire mági- sacramental, «de manera que, haciendo re-
co. Desaprueban la visión tétrica del sacra- ferencia a las palabras de Santiago, se ex-
mento que, como se comprueba pastoral- presen más claramente los efectos sacra-
mente, ha suscitado este modo de conce- mentales». Esta forma es: «Por esta santa
birlo. Por el contrario, estos autores insisten Unción y, por su bondadosa misericordia, te
en que los textos eucológicos indican que, ayude el Señor con la gracia del Espíritu
en los primeros nueve siglos, se esperaba Santo, para que, libre de tus pecados, te
del sacramento la salud corporal, sin que conceda la salvación y te conforte en tu en-
aparezca la condición de su conveniencia fermedad» (AAS 65 [1973] 5-9).
para la salud del alma. Pero, tanto en la ben- 2.º) En cuanto a la materia remota del
dición del aceite como en el rito de la un- sacramento, dado que el aceite de oliva, que
ción, siempre se menciona también el efec- se requería para la validez del sacramento,
to espiritual, al que expresamente alude el era difícil de conseguir en algunas regiones,
texto de Santiago, el cual, cuando habla de establece que «en adelante pueda ser utili-
curación, no se refiere exclusivamente a re- zado también, según las circunstancias, otro
cuperación de la salud corporal. tipo de aceite, con tal de que sea obtenido
La tendencia revisionista aludida pesó de plantas» (ibid.).
fuertemente sobre el Concilio Vaticano II en 3.º) «En cuanto al número de unciones
los pocos textos que dedicó a la unción de y a los miembros que deben ser ungidos»,
enfermos (cf. SC 73-75; LG 11). Sin entrar simplifica el rito de suerte que, «en caso de
en cuestiones teológicas propiamente di- necesidad, es suficiente hacer una sola un-
chas, el Concilio inclinó la balanza en favor ción en la frente o, por razón de las particu-
de quienes, apoyándose en las fuentes an- lares condiciones del enfermo, en otra par-
tiguas y desligados de una teología esco- te más apropiada del cuerpo, pronuncian-
lástica poco satisfactoria en este punto, tra- do íntegramente la fórmula» (ibid.).
taban de hacer luz sobre la naturaleza de 4.º) Finalmente aclara que «este sacra-
este sacramento, instituido para los enfer- mento puede ser repetido, si el enfermo,
mos, y deseaban una liturgia y una pastoral que ha recibido la unción, se ha restableci-
acordes con la verdadera índole de tal un- do y después ha recaído de nuevo en la en-
ción. No se trataba de un mero cambio de fermedad, o también si durante la misma
nombre. La literatura posconciliar ha ido su- enfermedad el peligro se hace más serio».
perando la concepción de la unción como
sacramento de agonizantes y ahonda en el III. SÍNTESIS TEOLÓGICA
estudio de la ayuda que aporta al enfermo. Institución. Partimos del texto de la institu-
Como resultado de los trabajos del Con- ción, St 5,14-15, a la que seguirá una bre-
silium, Pablo VI promulgó el 30 de noviem- ve exégesis: «¿Está enfermo alguno de vo-
bre de 1972 la constitución Sacram unctio- sotros? Que llame a los presbíteros de la
nem, en la cual, tras reafirmar la sacra- Iglesia, y que oren sobre él, ungiéndole con
mentalidad de esta unción y apelar a los óleo en el nombre del Señor. Y la oración de
principales testimonios de la Escritura, de la fe salvará al enfermo, y el Señor le hará
la Tradición y del Magisterio, toma algunas levantarse, y si hubiera cometido pecados,
UNCIÓN DE LOS ENFERMOS 995
le serán perdonados». El enfermo del que algunas sustancias, como el bálsamo; aun-
trata el apóstol es un cristiano que física- que el aceite al que se refiere Santiago es
mente no está en condiciones de ir a la aceite de oliva el que conocían en el am-
asamblea y, por lo mismo, son los presbí- biente en que él escribe , la significación
teros quienes le visitan y ayudan. Es, pues, puede ser idéntica mediante otro aceite ve-
un enfermo de cierta gravedad pero no ne- getal. Pablo VI estableció, a petición de nu-
cesariamente un moribundo o un agonizan- merosos obispos, que en adelante pueda
te del que no pueda esperarse la curación. ser utilizado también, según las circunstan-
Los presbíteros son las autoridades de la cias, otro tipo de aceite (RU 20). Es un ca-
iglesia particular. La visita de los presbíte- so del ejercicio de la suprema potestad de la
ros tiene por objeto orar sobre el enfermo y Iglesia para introducir innovaciones, por ra-
ungirle con aceite. Oración y unción pueden zones de orden pastoral, en lo relativo a la
ser actos sucesivos o simultáneos; orar «so- materia y forma de los sacramentos, de-
bre» pudiera sugerir la oración con imposi- jando a salvo la esencia de los mismos. Se-
ción de manos pero puede tratarse de una gún la disciplina actualmente vigente, ade-
oración hecha mientras ungen y que daría más del obispo «pueden bendecir el óleo
sentido a la unción. La «oración de la fe» que se emplea en la unción de los enfer-
es un genitivo epexegético; es la fe hecha mos: 1.° quienes por derecho se equiparan
oración, la plegaria ritual, la liturgia. No se al obispo diocesano; 2° en caso de necesi-
atribuye la curación al aceite mismo, sino a dad, cualquier presbítero, pero dentro de la
esta unción realizada en conexión con la celebración del sacramento (RU 21). La ben-
oración en el nombre del Señor. La eficacia dición del óleo de los enfermos se hace nor-
de la plegaria ritual domina sobre el hecho malmente en la misa crismal que celebra el
material de la unción con aceite. El concep- obispo, en el día de Jueves Santo (RU 21).
to de salvación se entiende en su contexto La unción aplicación de ese aceite bende-
bíblico y, por tanto, hace relación a la remi- cido al enfermo se confiere ungiendo al en-
sión de los pecados, mediante la cual la per- fermo en la frente y en las manos; convie-
sona queda liberada del poder del mal. No ne distribuir la fórmula de modo que la pri-
puede, en consecuencia, limitarse a signifi- mera parte se diga mientras se unge la
car la recuperación de la salud física, ni pue- frente y la segunda parte mientras se un-
de tratarse exclusivamente de la curación gen las manos. Pero, «en caso de necesi-
espiritual. El término utilizado por Santia- dad, basta con hacer una sola unción en la
go, amartía, es genérico y puede significar frente o, según sea la situación concreta del
pecados mortales (cf. St 1,15; 5,20) o ve- enfermo, en otra parte conveniente del cuer-
niales (cf. St 3,2). po, pronunciando siempre la fórmula ínte-
Materia y forma. Por lo que se refiere a gra» (RU 23; CIC, c. 1000). El ministro ha
la estructura de este sacramento, la totali- de hacer las unciones con la mano, a no ser
dad del rito, denominado por Santiago «ora- que una razón grave aconseje el uso de un
ción de la fe», comprende la unción y la con- instrumento (CIC, c. 1000, § 2).
siguiente oración que da sentido concreto a Sujeto y ministro. El ministro de la un-
esa unción. La unción es la materia próxi- ción, es decir, quien puede administrarla vá-
ma y la forma es la fórmula establecida por lidamente, es exclusivamente el obispo o el
la Iglesia para ser pronunciada por el mi- presbítero. Los diáconos, incluso visitadores
nistro mientras unge al enfermo. La unción de enfermos, quedan excluidos de este mi-
se realizó en la Iglesia latina, hasta el año nisterio en todos los rituales. El sujeto de
1974, exclusivamente con aceite puro de este sacramento es el fiel que, habiendo lle-
oliva; los orientales suelen mezclar con él gado al uso de razón, comienza a estar en
996 UNCIÓN DE LOS ENFERMOS
mularios); 3) El Viático; 4) Orden que se ha 1007) y del Ceremonial de los Obispos (nn.
de seguir para administrar los sacramentos 611-666). En su Carta apostólica Salvifici
al enfermo que se halla en inmediato peligro doloris de 1984, Juan Pablo II ha escrito pá-
de muerte; 5) La confirmación en peligro ginas luminosas sobre el dolor humano, así
de muerte; 6) La recomendación del alma como en discursos con motivo de sus en-
de los moribundos a Dios; 7) Formularios cuentros con los enfermos en diversos via-
de misas por los enfermos, por los mori- jes apostólicos, en algunos de los cuales ha
bundos y para el Viático; 8) Oración para presidido la concelebración para adminis-
bendecir el agua; 9) Leccionario para el ri- trar el sacramento a buen número de an-
cianos.
tual de enfermos; por último y en apéndi-
ce, algunos complementos útiles. Se trata,
Bibliografía
en su conjunto, de uno de los textos más
J. FEINER, «Enfermedad y sacramento de la un-
logrados en la reforma litúrgica, un magní- ción», en J. FEINER; M. LÖHRER (eds.), Mysterium
fico instrumento para conseguir un mejor salutis V, Madrid 1984, 467-526. G. FLÓREZ, Pe-
conocimiento de la unción de los enfermos. nitencia y Unción de enfermos, Madrid 1993. M.
Junto al ritual, contamos con las aporta- NICOLAU, La unción de los enfermos, Madrid 1975.
ciones del Código de 1983 (cánones 998- F.M. Arocena
V
ticas o rasgos del Concilio que luego hicieron riado para la unión de los cristianos. Cada
fortuna: nueva pentecostés, aggiornamen- comisión se correspondía con una congre-
to, concilio pastoral. gación romana exceptuando la del Aposto-
El 17 de mayo de 1959, día de Pente- lado de los Laicos. Los prefectos de las con-
costés, Juan XXIII constituyó la Pontificia gregaciones encabezaban cada comisión. La
Comisión Antepreparatoria del Concilio, pre- gran novedad fue el Secretariado para la
sidida por el secretario de Estado y com- Unidad de los Cristianos, presidido por el
puesta por los asesores y secretarios de los cardenal Agustín Bea, que fue elevado a co-
dicasterios de la Curia Romana. Juan XXIII misión conciliar durante el primer período
quiso que la Comisión Antepreparatoria con- conciliar. Algunos meses después se sumó
sultase a los dicasterios romanos y a todos a estos organismos una undécima comisión,
los obispos, y el 18 de junio de 1959, Tardini la del Ceremonial. Los miembros de las co-
envió una carta a los arzobispos, obispos misiones (842 en total) fueron designados
(2594), abades y superiores generales de por el Papa. En el vértice de estos organis-
las órdenes y congregaciones religiosas de la mos preparatorios estaba la Comisión Cen-
Iglesia (161), pidiéndoles sugerencias. La tral, cuya misión era coordinar y supervisar
misma invitación se extendió más tarde a el trabajo que se iba realizando y elaborar el
las universidades católicas y facultades de Reglamento conciliar. Presidida directamen-
Teología (62). El Papa no quiso adjuntar nin- te por el Papa, la Comisión Central estaba
gún cuestionario para no influir en las con- integrada por un centenar de miembros.
testaciones. El comienzo oficial de los trabajos pre-
El 77% de los interpelados enviaron res- paratorios lo dio Juan XXIII el 14 de sep-
puesta. Algunos no lo hicieron por pertene- tiembre de 1960, en la audiencia concedi-
cer a la Iglesia perseguida. Las respuestas da a los miembros de los organismos pre-
eran prudentes (los eclesiásticos no esta- paratorios. A lo largo de los dos años de
ban acostumbrados a expresar sus opiniones actividad, las comisiones y secretariados
personales) y centradas en aspectos litúr- elaboraron 75 esquemas en torno a diversas
gicos y canónicos. Aunque algunas ideas cuestiones de naturaleza doctrinal o disci-
eran comunes a muchos padres, había cla- plinar, que constituirían el punto de partida
ras divergencias en el modo de llevarlas a para los trabajos del Concilio. Todos estos
cabo. Este material fue catalogado por la esquemas fueron estudiados previamente
Comisión Antepreparatoria, que extractó va- por la Comisión Central preparatoria, que
rios millares de proposiciones (9000) en las se reunió en siete sesiones a lo largo de un
que se condensaban, en pocas palabras, las año. En estas sesiones generales a menu-
propuestas formuladas. El 30 mayo 1960, do presididas por el Papa , la Comisión Cen-
se abría la fase Preparatoria con el motu tral estudió los esquemas elaborados. Co-
proprio Superno Dei nutu, por el cual el Pa- mo muchos esquemas necesitaban correc-
pa creaba diez comisiones y tres Secreta- ciones a fondo, y se daba con frecuencia el
riados encargados de la preparación inme- caso de que un mismo tema afectase a di-
diata del Concilio. Las comisiones eran: Teo- versos documentos, el Papa creó dos sub-
lógica, Obispos y gobierno de la Iglesia, comisiones la de Enmiendas y la de Mate-
Disciplina del clero y del pueblo cristiano, rias mixtas encargadas de modificar, de
Religiosos, Disciplina de los sacramentos, acuerdo con los criterios señalados en la Co-
Sagrada Liturgia, Estudios y Seminarios, misión Central, los esquemas que se entre-
Iglesias Orientales, Misiones, y Apostolado garían a los padres conciliares. Este traba-
de los laicos. Los secretariados eran: Admi- jo llevado a cabo en la fase Preparatoria no
nistrativo, Prensa y espectáculo, Secreta- ha recibido un juicio benévolo por parte de
VATICANO II, CONCILIO 1001
los historiadores, sobre todo después del en las congregaciones generales, los es-
desarrollo de las discusiones conciliares. quemas de los decretos o constituciones.
Juan XXIII convocó oficialmente el Con- Los padres votaban los esquemas con placet,
cilio Vaticano II con la bula Humanae salu- non placet o placet iuxta modum. En esta
tis fechada el 25 de diciembre de 1961; en última posibilidad tenían que adjuntar el
ella el Papa trazaba un breve cuadro de la si- «modo» por escrito expresando su matiza-
tuación del mundo, envuelto en guerras y ción. En las votaciones finales sólo cabía pla-
apartado de Dios, y de la vitalidad perenne cet o non placet.
de la Iglesia. El Pontífice fijaba tres objetivos Entre los participantes en el Concilio po-
fundamentales del Concilio: dar una de- demos distinguir varios grupos. En primer
mostración de la vitalidad de la Iglesia en lugar, los padres conciliares que oscilaron
los tiempos actuales, favorecer la unidad de entre 2000 y 2200 según las sesiones. A es-
los cristianos separados de Roma, y ofrecer te grupo pertenecían los cardenales, pa-
al mundo una ocasión de alcanzar la paz. triarcas, arzobispos y obispos residenciales,
Después de resumir las etapas preparato- obispos titulares y auxiliares, superiores de
rias, Juan XXIII convocaba «para el próximo órdenes y congregaciones generales. Era la
año 1962 el ecuménico y general Concilio, reunión más numerosa de obispos de la his-
que se celebrará en la Basílica Vaticana, en toria y la más universal. Poco más de un
días que serán fijados según la oportunidad tercio de los participantes eran europeos
que la Providencia nos hará conocer». La (39%) y otro tercio venían del continente
indecisión de la fecha obedecía a la desigual americano (35%). África y Asia estaban re-
andadura de los trabajos preparatorios; al- presentadas por más de 500 padres conci-
gunas semanas más tarde, el 2 de febrero liares, aunque muchos de ellos contaran orí-
de 1962, con el motu proprio Concilium, se genes europeos.
fijaba el 11 de octubre, fiesta de la Mater- En segundo lugar, estaban los teólogos-
nidad divina de María, como fecha de inicio expertos, llamado peritos conciliares. Los
del Concilio. peritos fueron adquiriendo importancia a lo
largo del Concilio y especialmente después
III. ASPECTOS ORGANIZATIVOS Y PARTICIPANTES del rechazo de los esquemas realizados por
Las reuniones de los padres conciliares en las comisiones preparatorias en el primer
el Concilio se producían en tres niveles dis- período conciliar. Al inicio del Concilio eran
tintos: a) Sesiones públicas, las más so- 201 y al final más de 500. Su tarea consis-
lemnes, presididas por el Papa, en las que tió en refundir los esquemas e introducir los
los padres expresaban su voto sobre los de- modi de los padres conciliares, así como
cretos previamente discutidos y aprobados preparar los textos que iban a leer los padres
en las congregaciones generales. En total en el aula conciliar. No se entenderían la
se celebraron diez sesiones públicas a lo lar- mayoría de los textos conciliares sin su apor-
go del Concilio; b) Congregaciones genera- tación.
les, en las que los padres examinaban y de- En tercer lugar, los observadores no ca-
batían juntos los textos o esquemas pre- tólicos. La decisión de invitarles fue una ini-
sentados por las respectivas comisiones, ciativa novedosa querida expresamente por
hasta llegar a una formulación definitiva que el Papa. Juan XXIII encargó al Secretariado
se presentaba a aprobación en las sesiones para la Unidad de los Cristianos la toma de
públicas. En total se celebraron 168 con- contacto y las invitaciones. En su conjunto,
gregaciones generales; c) Comisiones con- fue más fácil relacionarse con las Iglesias
ciliares, encargadas de preparar o enmendar, surgidas de las reformas anglicana y pro-
según el parecer expresado por los padres testante que con las de la ortodoxia. Aun-
1002 VATICANO II, CONCILIO
El hecho mas destacado de este período entre todos los cristianos; la reapertura del
es el fallecimiento de Juan XXIII (3 de ju- diálogo con el mundo contemporáneo.
nio de 1963) y la elección de Pablo VI (21 de El principal esquema debatido fue el De
junio de 1963). Pablo VI había formado par- Ecclesia, siguiendo el llamado esquema Phi-
te de la Comisión central preparatoria y, llips. Tres puntos centraron las discusiones:
aunque sus intervenciones en la primera se- la naturaleza de la Iglesia, el papel del epis-
sión fueron discretas, tanto su carta pasto- copado y la vuelta del diaconado perma-
ral Pensemos el Concilio (22 de febrero de nente. El debate fue tan apasionado que se
1962) como su conferencia en el Campido- hizo necesaria una votación de orientación
glio, en vísperas del inicio del Concilio de- que dio como resultado una amplia mayo-
lante de las principales autoridades cívicas, ría a favor de la colegialidad y del diacona-
le ponían en la línea de reforma, renovación do permanente. Otra división importante se
y diálogo auspiciada por su predecesor. Pa- dio entre los que querían un esquema inde-
blo VI confirmó inmediatamente su inten- pendiente sobre la Virgen María y los que
ción de llevar a término el Concilio y se eri- pedían que se integrara en el esquema sobre
gió como su «guía moral» y «timonel». En- la Iglesia. Por estrecho margen prevaleció
tre sus primeras intervenciones destacamos esta última opción (1114 votos contra 1074).
la reforma del Reglamento, el nombramiento También se discutió el esquema sobre el
de cuatro cardenales moderadores (Sue- ecumenismo del cual saldrían dos textos in-
nens, Lercaro, Döpfner y Agagianian), que dependientes, el de la libertad religiosa y el
debían pilotar el Concilio y el llamamiento de los judíos. Pablo VI concedió una au-
de los auditores laicos. También suprimió el diencia a los periodistas, hizo un discurso a
secreto conciliar para las congregaciones los observadores delegados y a los audito-
generales. res laicos, y los padres conciliares dirigie-
ron un mensaje a los sacerdotes católicos.
2. Segundo período La segunda intersesión se inició con el his-
Segundo período conciliar (29 de septiembre tórico viaje de Pablo VI a Tierra Santa que
de 1963 a 4 de diciembre de 1963). Se estuvo cargado de valor simbólico por cuan-
aprobaron dos documentos: la Constitución to suponía una peregrinación a las fuentes
Sacrosanctum Concilium, sobre la liturgia y del cristianismo. El doble encuentro con el
el Decreto Inter Mirifica sobre los medios de patriarca de Constantinopla Atenágoras tuvo
comunicación social. Se debatieron los es- amplias repercusiones ecuménicas. El ritmo
quemas sobre la Iglesia, el ecumenismo, los de los trabajos conciliares y las largas au-
obispos y los dos que se aprobaron. Se ce- sencias de los padres conciliares de sus dió-
lebraron cuarenta y tres congregaciones ge- cesis hicieron mella en el estudio de los es-
nerales y dos sesiones públicas. En el dis- quemas pendientes. Para poder terminar el
curso inaugural de Pablo VI, de tono menos Concilio después de la tercera sesión, era
optimista, donde se recordaba la ausencia necesario un plan drástico de reducción de
de la Iglesia del silencio y la difusión del los esquemas. Este plan, conocido como
ateísmo, se marcaban cuatro objetivos para «plan Döpfner», consistía en centrarse so-
el Concilio: definir con más precisión el con- lamente en los temas más importantes: la
cepto de Iglesia («la Iglesia se pronuncia Iglesia, los obispos y el gobierno de las dió-
sobre lo que piensa de sí misma»); la reno- cesis; la revelación; el apostolado de los lai-
vación de la Iglesia a través de la vuelta a cos; el ecumenismo; la Iglesia en el mundo
sus tradiciones más «auténticas y fecun- contemporáneo. El plan fue aprobado y se
das», liberándolas de formas caducas y dis- dieron las oportunas instrucciones a las dis-
torsionadas; la recomposición de la unidad tintas comisiones conciliares. Este hecho re-
VATICANO II, CONCILIO 1005
ciembre se promulgan Presbyterorum Ordi- de estudio en marcha sobre este tema), sus-
nis; Ad gentes; Gaudium et spes y Dignita- citado a raíz de la discusión del esquema so-
tis humanae. Se celebraron cuarenta y una bre la Iglesia en el mundo contemporáneo.
congregaciones generales y cinco sesiones El 7 de diciembre de 1965 tuvo lugar la
públicas. En su discurso de apertura, Pablo ceremonia de cancelación de las excomu-
VI comunicó su intención de visitar la sede niones recíprocas del año 1054. En una de-
de la ONU en Nueva York, con ocasión de claración común leída por Willebrands (y al
su veinte aniversario, y la creación del sí- mismo tiempo por el secretario del Santo
nodo de los obispos. La constitución del sí- Sínodo en la catedral del Phanar) se afir-
nodo de los obispos con el motu proprio maba que las excomuniones estaban dirigi-
Apostolica sollicitudo (15 de septiembre de das contra las personas y no contra las Igle-
1965) quería ser una primera aplicación del sias y que no tenían como objetivo romper
principio de colegialidad episcopal, aunque el la comunión. Ese mismo día, por el motu
término no aparecía como tal en el docu- proprio Integrae Servandae, se reformaba
mento. Se trataba de un organismo consul- el Santo Oficio, recogiendo así la petición
tivo, no deliberativo, estrechamente ligado de numerosos padres, pasándose a llamar
al Papa. La visita a la ONU (4 de octubre de Congregación para la Doctrina de la Fe. El
1965) supuso el retorno de la Santa Sede 8 de diciembre se clausuraba el Concilio por
a la escena mundial y Pablo VI presentó a la el breve In Spiritu Sancto y, en la plaza de
Iglesia como «experta en humanidad» y cla- San Pedro delante de los delegados de 81
mó repetidas veces «nunca más la guerra». naciones y de nueve organizaciones inter-
El Consejo de Presidencia del Concilio tomó nacionales, al final de la Misa, se leían siete
la decisión de incluir este discurso dentro mensajes queridos por el Papa en nombre
de las actas conciliares. del concilio y dirigidos a diversas categorías
Durante este período se debatieron prin- de personas representantes de toda la hu-
cipalmente el esquema sobre la libertad re- manidad: gobernantes, hombres de pensa-
ligiosa y sobre la Iglesia en el mundo con- miento y ciencia, artistas, mujeres, traba-
temporáneo. Los debates eran interrumpi- jadores, pobres, enfermos y todos los que
dos frecuentemente por las votaciones de sufren, jóvenes. Cada mensaje era leído por
los capítulos de esos esquemas o de otros un cardenal y luego era entregado a un re-
y el ritmo de trabajo de las comisiones era presentante de cada una de las categorías.
frenético. A la vez, Pablo VI seguía con de- Estos mensajes podían ser vistos como un
talle estos últimos trabajos siendo informa- complemento a la Gaudium et spes.
do puntualmente de su desarrollo y bus- El 3 de enero de 1966, por el motu pro-
cando ante todo el consenso de las partes prio Finis Concilio, Pablo VI instituía nuevas
y la unanimidad moral. En esta fase, la pre- comisiones posconciliares para llevar a la
sión sobre el Concilio por parte de la prensa práctica los decretos conciliares, a la vez
y de los diversos grupos conciliares sobre que confirmaba al Secretariado para la Uni-
Pablo VI se agudizó. Pablo VI, ante una ma- dad de los Cristianos. Las nuevas comisiones
niobra orquestada por algunos medios de eran: Comisión central para la coordinación
comunicación en vistas del debate sobre el de los trabajos posconciliares y para la in-
celibato sacerdotal, escribió una carta al car- terpretación de los decretos conciliares; Co-
denal Tisserant (10 de octubre de 1965) ex- misión para los obispos y para el gobierno de
cluyendo ese tema del debate conciliar y las diócesis; Comisión para los Religiosos;
manifestando su postura personal. Pablo VI Comisión para las Misiones; Comisión para
también se reservó la decisión sobre el con- la educación cristiana y Comisión para el
trol de los nacimientos (había una comisión Apostolado de los Laicos. Cabe recordar que
VATICANO II, CONCILIO 1007
Asimismo se asientan las bases doctrinales unidad que existe entre Escritura, Tradición
de los diversos aspectos de la misión de la y Magisterio de la Iglesia. En cuanto a la re-
Iglesia, como el ecumenismo o las relaciones velación divina, se afirma que forma parte
con otras religiones, considerándolas teoló- de la salvación, tiene lugar por hechos y pa-
gica y doctrinalmente a la luz del misterio labras intrínsecamente unidas, y llega a su
de la Iglesia. En cada uno de sus capítulos plenitud en Cristo, Palabra hecha carne, y
presenta ciertas novedades con respecto a la es recibida en la fe. En cuanto a la transmi-
eclesiología anterior al Concilio: la Iglesia sión de la revelación, la Dei Verbum supera
como pueblo de Dios, la colegialidad de los la cuestión discutida sobre las «fuentes de la
obispos, el significado de las iglesias parti- revelación» y su precedencia, afirmando que
culares y su relación con la Iglesia univer- la única fuente de la revelación es Dios mis-
sal, la apertura ecuménica y a las otras re- mo y la Escritura y la Tradición son canales
ligiones, la Iglesia de Cristo que «subsistit por los que nos llega esa revelación. Por lo
in Ecclesia catholica», la vocación universal que se refiere a la inspiración, esta no su-
a la santidad. Estas novedades, lógicamen- pone que los hagiógrafos fueran meros ins-
te, deben leerse en el contexto de toda la trumentos pasivos de la acción del Espíritu
Constitución. El esquema de la Constitución Santo, sino que son verdaderos autores. Por
es el siguiente: Nota previa explicativa. Cap. otra parte, la interpretación bíblica debe
I. El misterio de la Iglesia. Cap. II. El Pueblo atender a dos principios básicos: el cientí-
de Dios. Cap. III. Constitución jerárquica de fico-crítico (estudio de los géneros litera-
la Iglesia y particularmente el episcopado. rios) y el científico-teológico (leerla con el
Cap. IV. Los laicos. Cap. V. Universal vocación espíritu con que se escribió, teniendo en
a la santidad en la Iglesia. Cap. VI. Los reli- cuenta la unidad del texto sagrado, la tra-
giosos. Cap. VII. Índole escatológica de la dición viva de la Iglesia y la analogía de la
Iglesia peregrinante y su unión con la Igle- fe). El sexto capítulo de la Constitución, que
sia celestial. Cap. VIII. La Santísima Virgen es el más extenso, tiene un carácter pasto-
madre de Dios en el misterio de Cristo y de ral y anima al uso de la Biblia por parte de
la Iglesia. fieles y pastores.
Constitución dogmática Dei Verbum so- Constitución Sacrosanctum Concilium so-
bre la revelación divina, aprobada el 18 de bre la Liturgia, aprobado el 4 de diciembre
noviembre de 1965. Esta constitución es la de 1963. Fue el primer texto aprobado por
que tuvo un iter más largo y trabajoso y en el Concilio. Ese carácter pionero responde
la cual, en su fase final, intervino de mane- a la unanimidad del sentir de los padres en
ra decisiva Pablo VI. Consta de un proemio las cuestiones litúrgicas ya desde antes del
y seis capítulos: Cap. I. La revelación en sí Concilio. Es una constitución de carácter re-
misma. Cap. II. Transmisión de la revela- formador y a lo largo del posconcilio se irá
ción divina. Cap. III. Inspiración divina de aplicando en sus diversos aspectos. Ya en
la Sagrada Escritura y su interpretación. el Concilio se procedió, por ejemplo, al uso
Cap. IV. El Antiguo Testamento. Cap. V. El de la concelebración. Junto a los elementos
Nuevo Testamento. Cap. VI. La Sagrada Es- de carácter práctico se inscriben principios
critura en la vida de la Iglesia. Los dos pri- doctrinales permanentes que se enraízan en
meros capítulos ofrecen una enseñanza so- el magisterio anterior al Concilio y que se
bre la naturaleza de la revelación divina y complementan en el magisterio sucesivo.
su transmisión, respectivamente. Los cua- La Constitución consta de un proemio, sie-
tro restantes se ocupan explícitamente de te capítulos y un apéndice: Cap. I. Princi-
la Sagrada Escritura. La principal aportación pios generales para la reforma y fomento
de este documento es subrayar la estrecha de la Sagrada Liturgia. Cap. II. El sacrosanto
VATICANO II, CONCILIO 1009
misterio de la Eucaristía. Cap. III. Los de- y, por lo tanto, más abierto a la aplicación
más sacramentos y los sacramentales. Cap. práctica antes que a la definición doctrinal y
IV. El oficio divino. Cap. V. El año litúrgico. dogmática. Por otra parte, lo que se suponía
Cap. VI. La música sagrada. Cap. VII. El ar- era su característica principal, hablar al mun-
te y los objetos sagrados. De la lectura de la do de hoy, con los años se podía convertir en
Constitución se pueden señalar algunos prin- su gran hándicap, pues el texto podía no re-
cipios fundamentales que deben iluminar sistir el paso del tiempo. La Constitución
toda reforma litúrgica. La Constitución pre- consta de dos partes, precedidas por una
senta a la liturgia como un principio teológico exposición preliminar. La primera (Iglesia y
y no como un elemento de la piedad o de vocación del hombre) es una exposición de
la virtud de la religión. Por medio de la li- la doctrina católica sobre la dignidad de la
turgia se ejerce la obra de nuestra reden- persona, la colectividad humana, el traba-
ción y, en consecuencia, la liturgia es siem- jo y la misión de la Iglesia en el mundo con-
pre ejercicio del sacerdocio de Cristo. La li- temporáneo. En la segunda parte (algunos
turgia es cumbre y fuente de la actividad de problemas más urgentes) se enuncian los
la Iglesia (Sacrosanctum Concilium 10). Otro principios que deben regir algunas cuestio-
principio fundamental, que tiene su origen nes concretas: dignidad del matrimonio y
en el magisterio de Pío X, es la participa- de la familia, la cultura, la vida económico-
ción activa (actuosa participatio) que se re- social, la comunidad política, la promoción de
fiere no tanto a la funcionalidad de los ac- la paz y la comunidad internacional. En la
tores en la liturgia sino a una mayor toma de Gaudium et spes se trata de dar una antro-
conciencia del misterio que se celebra y de pología de la existencia cristiana, respon-
su relación con la vida cotidiana. El último diendo a las preguntas fundamentales del
principio sería conservar la tradición y aper- ser humano y destacando la dignidad del
tura al legítimo progreso (Sacrosanctum hombre, el valor de la inteligencia y de la
Concilium 23). Este punto es fundamental libertad y de la conciencia moral. Esta vi-
para toda reforma y la Constitución lo des- sión antropológica se presenta a la luz de
glosa en tres aspectos: concienzuda inves- la experiencia humana y del humanismo
tigación teológica, histórica y pastoral de las cristiano. Tras examinar las respuestas que
partes que se hayan de revisar; tener en los diversos ateísmos habían dado a la zo-
cuenta la experiencia adquirida con la re- zobra del ser humano, Gaudium et spes pro-
forma litúrgica y con los indultos concedi- pone, en su célebre número 22, a Cristo co-
dos en diversos lugares; no introducir inno- mo respuesta al misterio del hombre. Una
vaciones si no lo exige una utilidad verda- vez asentados los principios antropológicos,
dera y cierta de la Iglesia y si no se puede morales y teológicos que la Iglesia propone
garantizar un desarrollo orgánico de las nue- para la justa realización de las personas y
vas formas. las sociedades, la Gaudium et spes expone
Constitución pastoral Gaudium et spes una síntesis de doctrina social sobre algu-
sobre la Iglesia en el mundo actual, apro- nas cuestiones fundamentales. Entre ellas,
bada el 7 de diciembre de 1965. Este docu- se destaca el matrimonio y la familia, la cul-
mento presenta algunas particularidades co- tura, la economía y la política.
mo su larga extensión, los temas tratados
y su carácter «pastoral». La Gaudium et 2. Decretos
spes era un spin off de la Lumen gentium, Los nueve decretos del Concilio Vaticano II
pero su visión de la Iglesia desde el punto de son documentos donde a la exposición doc-
vista relacional con el mundo de su mo- trinal se le acompaña una parte dispositiva
mento le daba un carácter más sociológico en que se dan instrucciones prácticas sobre
1010 VATICANO II, CONCILIO
litúrgica del Concilio, para luego oponerse hasta el año 1985 con la Asamblea Extraor-
a la doctrina sobre el ecumenismo, el diá- dinaria del Sínodo de los Obispos (en 1983 se
logo interreligioso y la libertad religiosa. En publicó el Código de Derecho Canónico) y la
1970 fundó la Fraternidad Sacerdotal de San otra desde 1985 hasta el 2005 con el dis-
Pío X y, con la consagración ilícita de cua- curso de Benedicto XVI a la Curia Romana.
tro obispos de la Fraternidad en 1988, con- Durante la primera etapa, se acuñaron una
sumó el cisma. serie de categorías hermenéuticas y términos
La crisis del clero, extensible a los reli- aparentemente excluyentes que monopoli-
giosos, fue muy profunda y se manifestó en zaron el debate tales como, concilio como
el descenso del número de candidatos y de evento/acontecimiento; continuidad-discon-
ordenaciones y en las numerosas seculari- tinuidad; tradición-progreso; aggiornamen-
zaciones. Las causas de esta debacle hay to-reforma-revolución. El Sínodo de 1985,
que buscarlas en la propia sociedad, sobre que no quiso formular una interpretación
todo occidental, y en la crisis del modelo tri- «oficial» del Concilio, promovió algunos cri-
dentino de sacerdote. En muchos países eu- terios de naturaleza hermenéutica: lectura
ropeos se quiso superar la figura del sacer- integral de todos los documentos en su es-
dote tradicional insistiendo en su inserción en pecificidad y en su relación recíproca: aten-
el mundo y en su compromiso meramente ción particular a las cuatro constituciones
material con los necesitados. De esta ma- como «claves interpretativas» de los decre-
nera, en la formación de los sacerdotes se tos y de las declaraciones; unidad entre es-
difundió la imagen del sacerdote militante píritu y letra conciliar; continuidad del Vati-
empeñado en la lucha social y política con- cano II con la gran Tradición de la Iglesia.
tra la injusticia y la pobreza. La segunda etapa de recepción conciliar
La crisis del laicado organizado se ejem- está marcada por el magisterio de Juan Pa-
plificó en la crisis a nivel mundial de la Acción blo II (con la publicación significativa del Ca-
Católica como apostolado jerárquico y co- tecismo de la Iglesia católica) y por la apa-
mo medio de animar la sociedad desde los rición de obras de conjunto interpretando
principios cristianos. Gran parte de los desde el punto de vista teológico e histórico
miembros de la Acción Católica dirigieron el Concilio. La más conocida, la Historia del
sus esfuerzos hacia la lucha sindical y polí- Concilio Vaticano II de Giuseppe Alberigo y
tica olvidando su vertiente apostólica. Co- las obras posteriores sobre el Concilio de la
rrientes socialistas y marxistas colonizaron llamada escuela de Bolonia. Esta etapa con-
los movimientos de Acción Católica dándo- cluye con la autorizada interpretación de uno
les un ideal que suplía al de la propia evan- de los teólogos conciliares, luego elegido Pa-
gelización de la sociedad. En muchos casos pa, Benedicto XVI: «Por una parte existe una
se invocó la libertad de conciencia para apar- interpretación que podría llamar “herme-
tarse de algunos principios innegociables néutica de la discontinuidad y de la ruptu-
como las cuestiones sobre el matrimonio o ra”; a menudo ha contado con la simpatía
el inicio de la vida. de los medios de comunicación y también
Los pontificados de Juan Pablo II y Bene- de una parte de la teología moderna. Por
dicto XVI han resultado decisivos para la in- otra parte, está la “hermenéutica de la re-
terpretación o hermenéutica del Concilio, es forma”, de la renovación dentro de la conti-
decir, en el debate teológico-histórico sobre nuidad del único sujeto-Iglesia, que el Se-
el significado del Concilio Vaticano II. Pue- ñor nos ha dado; es un sujeto que crece en
den establecerse dos etapas de esa recep- el tiempo y se desarrolla, pero permane-
ción conciliar por parte del magisterio ponti- ciendo siempre el mismo, único sujeto del
ficio. Una primera desde el fin del Concilio pueblo de Dios en camino». Estas últimas lí-
1014 VERDAD
neas sobre el sujeto-Iglesia nos remiten a FISICHELLA (ed.), Il Concilio Vaticano II, recezione
Lumen gentium 8, para significar que por e attualità alla luce del giubileo, Cinisello Balsamo
encima de la doctrina o de su formulación el (Milano) 2000. C. IZQUIERDO, Para comprender el
verdadero protagonista de la reforma y la Vaticano II. Sintesis histórica y doctrinal, Madrid
renovación es siempre el único-sujeto Iglesia. 2012. J. MORALES, Breve historia del concilio
Vaticano II, Madrid 2012. F.S. VENUTO, La recezione
Bibliografía del Concilio Vaticano II nel dibattito storiografico
G. ALBERIGO, Historia del Concilio Vaticano II, 5 dal 1965 al 1985: riforma o discontinuità,
vols., Salamanca 1999-2008. R. BLÁZQUEZ, La Cantalupo (Torino) 2011. A. ZAMBARBIERI, Los
Iglesia del Concilio Vaticano II, Salamanca 1988. concilios del Vaticano, Madrid 1995.
P. CHENAUX, Il Concilio Vaticano II, Roma 2012. R. S. Casas
Verdad
cuencia, ‘emeth es la cualidad de lo que es ra, pues, Señor Dios, tú eres Dios y tus pa-
estable, permanente, durable, probado, fir- labras son verdad; tú has prometido estos
me, duradero, de aquello en lo que pode- bienes a tu siervo» (2 S 7,28).
mos apoyarnos. Podríamos así traducirla por Cuando esta verdad se aplica a los hom-
firmeza, permanencia, duración, fidelidad, bres se usa la expresión «hombres de ver-
lealtad, confianza, constancia, verdad. dad», que normalmente hace referencia a
En el Antiguo Testamento la verdad no es su fidelidad a la alianza y a la ley divina:
un concepto ontológico sino de relación: la «Pero elígete de entre el pueblo hombres
verdad es un estar firme o seguro en cosas, probados, temerosos de Dios, hombres fie-
objetos, personas o en el mismo Dios. La les y honrados, y colócalos al frente, como
verdad no es algo que es, sino que aconte- jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez»
ce. Por eso, verdad, realidad histórica y con- (Ex 18,21). Por tanto, describe el compor-
ducta personal están inseparablemente uni- tamiento del hombre justo. También se usa
das. Esta verdad afecta también al futuro, y la expresión «hacer la bondad o la verdad»
no sólo al presente: se puede decir que una para expresar el obrar con benevolencia y
afirmación es verdadera cuando queda co- lealtad entre los hombres.
rroborada por la realidad o por un testimonio; La noción de verdad juega también un
esto es, cuando son conformes el enunciado papel importante en el ámbito jurídico, en
bíblico y su realización. La verdad, así, no donde designa la realidad efectiva de un he-
está relacionada con el conocimiento, sino cho o de una situación. Esta realidad, cuan-
con el obrar y, en el caso de Dios, con la do no queda especificada, hace referencia
alianza y las promesas. La verdad de Dios a algo que debe ser reconocido como tal por
está ligada a su actitud salvadora y justifi- todos y en cualquier circunstancia. Este sen-
cante en la historia a favor de su pueblo, y se tido se encuentra también, en el ámbito re-
manifiesta en los acontecimientos históricos: ligioso, en las denuncias proféticas. En estos
«El Señor, tu Dios, es Dios, el Dios fiel que casos la palabra ‘emeth designa la validez
conserva su alianza y su amor por mil ge- de una norma de derecho: «Estas son las
neraciones a los que le aman» (Dt 7,9). Es- cosas que debéis poner en práctica: Hablad
ta verdad, por tanto, no es algo que se pue- la verdad cada uno con su prójimo; dictad
de conocer o desvelar, sino que es algo que sentencias justas y pacíficas en vuestras
se ha experimentado en la historia. puertas» (Za 8,16).
Como la ‘emeth designa no una propie- La literatura sapiencial y apocalíptica, más
dad de Dios o de los hombres en sí, sino su cercana en el tiempo al Nuevo Testamento,
conducta, no es un concepto unívoco, sino comienza a adoptar un sentido de verdad
que con frecuencia adquiere matices varia- parcialmente nuevo, más racional y objeti-
dos. A menudo aparece en la expresión hesed vo; se trata ahora de la doctrina de sabidu-
w‘emeth, bondad y fidelidad, para indicar la ría o de la verdad revelada, la verdad reli-
actitud fundamental de Dios en la alianza: giosa: «Compra la verdad y no la vendas:
es una alianza de gracia, a la que Dios no ha sabiduría, instrucción, discernimiento» (Pr
faltado nunca. En otras ocasiones la verdad se 23,23). Poco a poco el sentido se desplaza
integra en el campo semántico de la justicia desde un comportamiento moral hacia la ley
o de la santidad. La ‘emeth también carac- misma que Dios enseña a observar. En el
teriza la Palabra de Dios y su Ley: la verdad Salmo 119 la palabra de verdad del Señor ya
es lo que hay de esencial en esa palabra, y no hace referencia a la promesa de realiza-
que permanece para siempre. La palabra y ciones futuras, sino al conjunto de instruc-
la Ley del Señor son para el hombre la verdad ciones y mandamientos divinos recogidos
y la fuente del verdadero conocimiento: «Aho- en la Torah: «El compendio de tus palabras
1016 VERDAD
San Juan, en el Evangelio y en las Car- en Jesucristo, y que nos ha sido ya revela-
tas, desarrolla el tema apocalíptico y sa- da: él da testimonio de Jesús y suscita la fe
piencial de la verdad revelada recogido en en él. Y esto lo hace recordándonos lo que
otras partes del Nuevo Testamento, pero in- Jesús ha dicho y ha hecho, y haciéndonos
sistiendo más en el carácter revelado de la comprender su verdadero sentido: «Pero el
verdad, en su nexo con Cristo y en la fuer- Paráclito, el Espíritu Santo que el Padre en-
za interior que suscita en el creyente. En el viará en mi nombre, Él os lo enseñará todo
Apocalipsis la noción de verdad tiene, sin y os recordará todas las cosas que os he di-
embargo, un trasfondo veterotestamenta- cho» (Jn 14,26).
rio: «Al ángel de la iglesia de Laodicea es- Por último, para san Juan la verdad jue-
críbele: “Esto dice el Amén, el testigo fiel y ga un papel central en la santificación del
veraz”» (Ap 3,14). cristiano. Después de adherirnos a una nue-
La verdad, para san Juan, es la palabra va vida mediante la fe transformados en
de Padre. Esta palabra la ha escuchado Cris- hijos de Dios por la verdad que se ha aco-
to y ha venido a proclamárnosla y a dar gido el cristiano debe nacer del Espíritu y
testimonio de ella, de modo que la verdad estar bajo el influjo de la verdad que per-
es también la palabra de Cristo que habla manece en él (cf. 2 Jn 4). Por este camino se
del Padre y que nos lleva a creer en éste: llegará a conocer realmente la verdad: ella
«Decía Jesús a los judíos que habían creído nos purificará y nos liberará del pecado, ella
en él: Si vosotros permanecéis en mi pa- nos permitirá vencer al maligno (cf. 1 Jn
labra, sois en verdad discípulos míos, co- 2,14). La verdad será, así, el principio inte-
noceréis la verdad, y la verdad os hará li- rior de la vida moral, del culto, del amor a
bres» (Jn 8,31-32). Jesucristo es el que re- los hermanos, etc. Además, participando de
vela esta verdad, y esta revelación es total, ella, el cristiano se convertirá en apóstol que
definitiva, no como la revelación del Sinaí coopera con la verdad en la expansión del
a Moisés. Para ello, Cristo se ha encarna- mensaje evangélico (cf. 3 Jn 12).
do es la palabra hecha carne (cf. Jn 1,14-
18), y nos ha revelado al Padre, su reali- Bibliografía
dad divina el amor y la verdad se han he- H.-G. LINK, «Verdad», en L. COENEN; E. BEYREUTHER
cho realidad en Jesucristo , al revelarse a sí y H. BIETENHARD (dirs.), Diccionario Teológico del
mismo como Hijo unigénito, que ha esta- Nuevo Testamento, IV, Salamanca 1994, 332-
do desde siempre junto al Padre. Por eso 343. I. DE LA POTTERIE, «Verdad», en P. ROSSANO;
Cristo mismo es la verdad: «Yo soy el Ca- G. RAVASI y A. GIRLANDA (dirs.), Nuevo Dicciona-
mino, la Verdad y la Vida (...); nadie va al rio de Teología Bíblica, Madrid 19902, 1915-1920.
Padre si no es a través de mí» (Jn 14,6), C. SPICQ, «Aletheia», en Theological Lexicon of
mientras que el demonio es el padre de la the New Testament, I, Hendrickson, Peabody
mentira (cf. Jn 8,44). El testimonio de Je- 1994, 66-86.
sucristo, único modo de acceder a la ver- J.L. Caballero
dad del Padre, no se ha dado sólo con pa-
labras, sino también con obras y con la en- II. VERDAD EN LA FILOSOFÍA
trega de su vida. De este modo, Cristo ha El hombre es aquél que busca la verdad (FR
revelado la verdad divina en su concreción 3, 28), el fin de su vida intelectual. La ver-
histórica. Además, al revelarnos al Padre, dad, escribe Agustín, es una realidad fun-
nos comunica la vida divina, convirtiéndo- damental, más alta que el hombre; es su
se así en camino, verdad y vida. maestra (De magistro 12, 38).
Por su parte, el Espíritu Santo tiene la Mientras que en la Sagrada Biblia «ver-
misión de iluminarnos esa verdad presente dad» significa también una actitud moral de
VERDAD 1019
pasado e indica las razones de lo sucedido. nes y un ambiente a veces muy hostil. Pero
La filosofía, escribe Tomás de Aquino, con- más importante para la certidumbre de ha-
sidera la verdad universal de los seres. ber encontrado en la fe cristiana la verdad es
Se puede también hablar de la verdad de el don de la luz de la fe que hace asentir a
una religión en cuanto sus creencias con- los creyentes a la doctrina de la fe. Sin em-
ciernen al Creador del mundo y a nuestra bargo, demostrar la verdad de los misterios
dependencia de Dios, que gobierna a los de la fe no es posible para los cristianos du-
hombres, siempre que esas creencias evi- rante su vida sobre la tierra porque tras-
ten la superstición, la magia, el monismo o cienden el entendimiento humano, pero se
el politeísmo. pueden desvirtuar los argumentos contra-
Existe también una verdad teológica, es rios de los enemigos de la Iglesia.
decir el mensaje evangélico, transmitido y Al lado de la verdad de las ciencias, de
propuesto por la Iglesia y formulado en los la filosofía y la teología la veritas doctri-
dogmas de la fe. La Iglesia católica afirma nae se encuentra la verdad del intelecto
poseer una doctrina absolutamente verda- práctico, es decir el conocimiento de las in-
dera y proclamar la verdad sobre Dios, el clinaciones naturales, de nuestras tareas,
mundo y el hombre. Pero esta verdad no nuestros deberes y la organización de nues-
concierne a la estructura física del mundo y tra vida moral, personal y social (S.Th., I,
a los secretos de la astronomía o biología, 79, 11 ad 2). Los fines naturales son la ba-
sino a lo que el hombre necesita saber sobre se de la verdad de la vida moral. El hombre
su vocación y el camino que debe seguir pa- no sólo tiene la obligación de buscar la ver-
ra alcanzar su bienaventuranza eterna. La dad, sino también de aplicarla y comuni-
verdad de la doctrina de la fe respeta la pre- carla a otros. La verdad en la vida social
tensión a la verdad de las ciencias y del en- llamada también veritas iustitiae supone
tendimiento en sus campos respectivos. No la verdad en el hombre la veritas vitae .
es posible que haya una contradicción en- Pero el hombre moderno subordina fácil-
tre la verdad establecida correctamente por mente las inclinaciones naturales a los de-
el entendimiento natural y la doctrina de la seos de su libertad individual que, aunque se
fe, ya que el orden de la creación y la doc- encuentran en un nivel más superficial de
trina de la fe tienen al mismo Dios como su su ser, parecen ocupar su vida consciente.
autor. Si surge un conflicto aparente es que Mientras que es fácil ponernos de acuerdo
no se ha propuesto bien la doctrina cristia- respecto a lo que se observa y a teorías
na o que los científicos proponen conclusio- científicas, se manifiesta una gran diversi-
nes erróneas (cf. CG I, c. 7). Por ejemplo, dad de opiniones en cuestiones morales y
una interpretación equivocada del sentido políticas. En la búsqueda de la verdad se
de un texto bíblico sobre el movimiento apa- debe determinar qué objetos son bienes ver-
rente del sol ha conducido a la condenación daderos y cuáles no son confrontables con
de Galilei. El creyente acepta el mensaje ellos (S.Th., I-II, 72, 4: sostiene que lo con-
cristiano como verdadero por su credibili- tenido en el orden de la razón es lo que Dios
dad interna, es decir por su belleza, subli- quiere). Por otro lado, si uno determina por
midad y correspondencia con las aspiracio- sí mismo la moralidad de un acto, sin tener
nes más profundas del corazón humano, y cuenta de las finalidades naturales, aban-
por los signos que lo ilustran a lo largo de dona la verdad moral (cf. VS).
la historia los milagros, el testimonio de los En relación con la verdad de la vida mo-
mártires, las obras de la caridad cristiana, ral se puede hablar también de la verdad
la existencia continuada y el crecimiento de en la organización de la vida política la ve-
la Iglesia a pesar de ataques, persecucio- ritas iustitiae . La Declaración de los dere-
1022 VIDA CONSAGRADA
chos humanos, aunque lejos de ser perfec- Contemporary Debate on the Truth, «Doctor
ta, contiene una cierta verdad. La verdad communis»).
integral en el campo socio-político es el re- Una dificultad especial, característica de
conocimiento del valor transcendental de la la época contemporánea, resulta del hecho
persona humana. En este sentido se puede de que los cristianos viven en un mundo im-
decir que un régimen democrático es más pregnado de concepciones que se presen-
verdadero, más conforme a la naturaleza tan como verdaderas sobre Cristo, la Igle-
humana, que un régimen oligárquico; aun- sia, el hombre, el cosmos, etc. pero que
que tiene sus insuficiencias, como por ejem- son opuestas a la fe. Opiniones personales
plo, el peso igualitario que se da al voto de de autores, periodistas o agentes de la te-
cada uno y la tolerancia de mucho de lo que levisión vienen propuestas como la verdad,
es vicioso. mientras que muchas veces son resultado
La verdad del arte consiste en la capaci- de prejuicios contra el cristianismo o de co-
dad de la obra creada por el artista cua- nocimientos superficiales. Es una tarea de
dros, esculturas, literatura, teatro, música, los cristianos bien formados mostrar la re-
bailes o fotografías , de sugerir y evocar latividad o falsedad de estas críticas.
una experiencia auténtica de lo real o por
lo menos hacer sentir cómo el artista ha Bibliografía
percibido las cosas y hace visible lo invisi- R. GUARDINI, Verdad y Orden, Madrid 1960. TOMÁS
ble. Hay una adecuación de la obra de arte DE AQUINO, La verdad. Selección de textos, ed. por
con la vida interior del artista, que, por su J. García López, Pamplona 19962. H.U. vON BAL
parte, debería ser una repercusión de la rea- THASAR, Theologica II. Verdad de Dios, Madrid
Vida consagrada
también vosotros. Si queréis recibirlo, y que se describe, se vive y se advierte por los
él habite en vosotros, presentad primero las frutos. El vino nuevo requiere odres nue-
fatigas del cuerpo y la humildad del cora- vos. Hay que gestionar el presente con lu-
zón, elevando noche y día vuestros pensa- cidez y audacia haciendo una relectura de
mientos al cielo. Buscad con rectitud de co- la identidad de la vida consagrada, para ra-
razón este Espíritu de fuego y se os dará» dicarse en lo esencial, sin perderse en las
(San Antonio Abad, Cartas: PG 40, 1020). ramas, de modo que el aggiornamento no
Nos encontramos en una nueva época, sea abandono de sus fuentes y el discerni-
que exige una confrontación inteligente en- miento de los signos de los tiempos pérdida
tre las antiguas y las nuevas formas de vi- del sentido sobrenatural.
da consagrada en orden a enriquecernos re- La vida consagrada, que paradigmática-
cíprocamente dentro del ámbito tradicional mente pasa por las mismas vicisitudes de
de los estados de vida cristiana. Es preciso la Iglesia, ha sido convocada a ponerse de
hacer un discernimiento, siendo sensibles nuevo en camino desde Jesucristo, nuestra
al paso del Espíritu y dóciles a sus inspira- esperanza, en el nuevo milenio. El porvenir
ciones, que nos permita conocer nuestra si- de la vida consagrada es el porvenir de la
tuación verdadera y la actual voluntad de Iglesia.
Dios. No es, pues, tiempo de lamentacio-
nes, tampoco de críticas o desaliento; es 2. Historia de la vida consagrada
tiempo de discernimiento espiritual. El origen de la vida consagrada está en la
En el cuadragésimo aniversario del de- memoria viva de las palabras y de los ejem-
creto conciliar sobre la adecuada renova- plos de Jesucristo, que en las primeras co-
ción de la vida religiosa, algunos hablan de munidades cristianas gestaron a las vírgenes
la primavera de los movimientos eclesiales y a los ascetas. El Evangelio es la forma y
y del otoño de la vida religiosa. Los movi- primera regla de la vida consagrada. Es ló-
mientos eclesiales ofrecen hoy en la Igle- gico, pues, que los movimientos espirituales,
sia, en medio de sus limitaciones, la fres- que han originado las diversas formas de
cura evangélica y el impulso creativo de la vida consagrada, sigan recurriendo siempre
nueva evangelización; pero al mismo tiem- a la forma de vida de Jesucristo y a la vida
po reconocen el patrimonio secular del tes- apostólica reflejada en los Hechos de los
timonio de la vida religiosa. Es cierto que el Apóstoles en torno a la palabra, al sacra-
secularismo ha provocado en las últimas dé- mento, a la plegaria, a la comunión. En con-
cadas, especialmente entre los religiosos, creto, la historia de la vida consagrada es
una crisis de purificación, empobreciendo la la historia de los hombres y mujeres san-
vida espiritual, la disciplina y la doctrina, y tos que recibieron de Dios el don de ser for-
dificultando la espiritualidad de comunión. ma de vida para otros seguidores, que les
Abrámo-nos, pues, al desafío de la acción han reconocido como padres y modelos.
del Espíritu que suscita continuamente nue- Con la emergencia de la Iglesia imperial
vas formas de presencia pública de la fe en nace y se desarrolla el movimiento monás-
este mundo. tico (siglos IV-XII), eremítico y cenobítico,
El modelo actual de la vida consagrada pensando que el modelo de la Iglesia pri-
no está en el pasado, tampoco en el futu- mitiva sólo se podía realizar en el desierto o
ro; está en la mente del Padre, en el cora- en el monasterio. En Oriente están san An-
zón del Hijo y en la vida del Espíritu, tal co- tonio el Egipcio y san Pacomio, codificado
mo ha quedado plasmado en el evangelio, por san Basilio Magno, y en Occidente san
en los santos fundadores y en el magiste- Benito, cuya Regla en el alto medioevo se
rio de la Iglesia. El impulso sobrenatural no impuso en los monasterios europeos, centros
1024 VIDA CONSAGRADA
de cultura y santidad. En el siglo XIII con no porque los religiosos sean perfectos, sino
san Francisco de Asís y santo Domingo de porque tienden a la perfección. «Por lo cual
Guzmán surge un movimiento popular y cle- si uno dedica toda su vida al servicio de Dios,
rical, que pobló de frailes santos los con- toda su vida pertenece a la religión; y así
ventos de las ciudades medievales. Con las por la vida religiosa que llevan, se llaman
terceras órdenes influyeron en el laicado con religiosos». (S.Th. II-II, 186, 1 ad 2m). «El
una fuerte espiritualidad. En el siglo XVI, estado religioso se puede considerar de tres
tiempo de las reformas, clérigos regulares, maneras: primera, en cuanto es ejercicio
como san Ignacio de Loyola, defendieron la para alcanzar la perfección de la caridad;
Iglesia y abrieron nuevos caminos a su ex- segunda, en cuanto aquieta el alma huma-
pansión apostólica. En el siglo XX los Insti- na de las inquietudes exteriores (…); terce-
tutos seculares, cuyos miembros viven en ra, en cuanto es un holocausto por el que
el mundo, han llevado la vida consagrada se ofrece a Dios totalmente con todo lo su-
en medio de los hombres. yo. Y por esto el estado religioso se integra
Si nos fijamos en los orígenes de los di- de estos tres votos». (II-II, 186, 7c). En fin,
versos movimientos de vida consagrada en- el religioso está muerto al mundo y vive pa-
contramos siempre vivencias personales, ra Dios (II-II, 88, 11 ad 1m).
caracterizadas por un sobreabundante amor Actualmente nos encontramos ante una
de Dios, que gestaron formas alternativas crisis evidente, no de la vida consagrada, ni
de vida cristiana, que algunos calificaron de tampoco de las formas fundamentales de
vida profética, aludiendo a los antiguos pro- vida consagrada, sino de algunos consa-
fetas bíblicos, cuya misión fundamental fue grados. El Concilio Vaticano II promulgó un
la de ser portavoces de la palabra de Dios, Decreto sobre la adecuada renovación de la
y otros de vida angélica o escatológica, pues Vida religiosa, Perfectae caritatis, el 28 de
viviendo en la historia anhelaban la vida octubre de 1965, después de lo expuesto
eterna. En este contexto, la vida consagra- sobre los religiosos en el capítulo VI de la
da fue siempre empeño y escuela de per- Constitución Lumen gentium, finalmente, el
fección cristiana, siguiendo a Jesucristo apo- Catecismo de la Iglesia Católica, aprobado y
yados en la palabra de Dios, los sacramen- promulgado en su edición latina por Juan
tos, las vigilias, los ayunos, las plegarias, la Pablo II el 15 de agosto de 1997, en el ar-
compunción, el silencio. De hecho, las di- tículo noveno de la Santa Iglesia Católica,
versas formas de vida consagrada nacieron párrafo IV, habla de la vida consagrada, re-
en momentos de crisis eclesiales y sus fun- ligiosa y secular, que se constituye con la
dadores se caracterizaron por un amor mar- profesión estable de los consejos evangéli-
tirial a la Iglesia y por un discernimiento cos, la cual pertenece de modo indudable a
adecuado de los signos de los tiempos. Por su vida y santidad. La Exhortación apostóli-
eso, los santos religiosos han sido siempre ca Vita consecrata (1994) recogió y actua-
centinelas en la casa de Dios, capaces de lizó la doctrina conciliar, que por otra parte
señalar la voluntad de Dios y de iniciar nue- no se caracterizó por la capacidad de im-
vas presencias significativas de la Iglesia en pulsar la verdadera renovación de la vida
el mundo. religiosa; finalmente, la Instrucción Repar-
El «si quieres ser perfecto» evangélico tir de Cristo (19.V.2002) ha puesto en ca-
(Mt 19,21), realizado en la experiencia de mino a los consagrados en el nuevo mile-
san Antonio Abad (San Atanasio: PG 26, nio.
841), fundamenta la teología elaborada por La crisis posconciliar afectó especialmente
santo Tomás de Aquino sobre el estado reli- a los religiosos, como se advierte en los si-
gioso, que se llama estado de perfección, guientes síntomas:
VIDA CONSAGRADA 1025
me refiero a la fuente de toda consagración, compartiendo los dones de Dios, que unen;
el Verbo Encarnado (Christós, messia, sanc- no las ideologías humanas, que dividen.
tus), que es el paradigma de toda vida cris- Cuando el Concilio de Trento dijo que la
tiana. vida religiosa es superior al matrimonio (Se-
Es verdad, que los consejos evangélicos sión XXIV, c. 10), no estaba significando que
fueron dados por Cristo a todos sus segui- los religiosos eran mejores que los segla-
dores, es verdad que la consagración bási- res, sino que el estado religioso es una for-
ca es la bautismal, es verdad que el carisma ma de vida cristiana más similar a la vida
del celibato y las dimensiones profética y de Cristo, en la línea escatológica, según
escatológica se hallan en los diversos esta- san Pablo (1 Co 7,38). Lo mismo enseña el
dos de la vida cristiana, pero es el don de decreto Perfectae caritatis, 5, y la Exhorta-
Dios (Mt 19,11. 26; Jn 4,34), por el que se ción apostólica Vita consecrata, 18, cuando
concede la capacidad de vivir los consejos habla de una excelencia objetiva del esta-
según la forma más similar a la vida de Cris- do religioso, invitando al religioso a vivir en
to, lo propio de la vida consagrada, así lla- humildad (San Ignacio de Antioquía, Ad Po-
mada no por exclusividad sino por antono- licarpum 5, 2), que es la buena tierra don-
masia. Pues no se trata de un cumplimien- de se crece en caridad.
to sólo afectivo, sino también efectivo, Las Mutuae relationes (1978), camino de
renunciando a la autonomía en la vida, a la encuentro entre obispos y religiosos, res-
creación de una familia carnal y asumiendo petan los diversos carismas de la jerarquía
la pobreza real, en orden a experimentar y de la vida consagrada en la Iglesia. Hay
que Jesucristo es el Señor, el Amor y el Te- que salvar la libertad de no pertenecer a la
soro encontrado en el campo. jerarquía, permaneciendo siempre al servi-
Por consiguiente, la vida consagrada, sig- cio de la Iglesia, a ejemplo de santo Do-
no esplendoroso de la vida y muerte de Cris- mingo de Guzmán, y sintiendo con la Igle-
to, es testimonio visible de Jesucristo en la sia, según el ejemplo de san Ignacio de Lo-
Iglesia y en el mundo, señalando a los hom- yola. Los religiosos, en medio de la Iglesia,
bres el camino, la verdad y la vida. En este comparten sus dones con los clérigos (dió-
ámbito, los consagrados están vinculados cesis) y con los seglares (movimientos ecle-
especialmente a la Iglesia y a su misterio vi- siales), que también han recibido de Dios
sible e invisible, como consecuencia de su una misión propia en la Iglesia.
vinculación a Cristo; ciertamente la vida con- La vida consagrada, que está en el mun-
sagrada no se distingue de los demás esta- do sin ser del mundo, exige, en primer lugar,
dos de vida cristiana por el fin, ni tampoco conocer el mundo en el que nos encontra-
por los medios comunes, sino por la forma de mos; un mundo secularizado y una cultura
vivir los consejos evangélicos, que expresan fragmentada (movilidad humana, pluralis-
el espíritu y la letra de las bienaventuran- mo globalizado). Dios ha sido marginado y
zas. De este modo, la vida religiosa, al rea- se produce la deslegitimación de la con-
lizar la santa koinonía bajo obediencia (co- ciencia religiosa, originándose problemas
munión, comunidad, comunicación), dulce fundamentales en defensa de la vida y de
experiencia de los hermanos unidos (Sal 132, la dignidad de la persona. Las plataformas
1), y al participar de los misterios de la pa- de la solidaridad y del diálogo no son sufi-
sión y muerte de Cristo, es gloria de Dios y cientes para los cristianos. El diálogo es una
gracia de santificación. La espiritualidad de necesidad para no aislarse y para no dejar-
comunión, desarrollada en la lectio, en la ce- se instrumentalizar, pero dialogar en una
lebratio y en la praedicatio, concede la en- sociedad pluralista y relativista no significa
tereza del corazón y la firmeza del espíritu, negar la verdad, como tampoco la toleran-
VIDA CONSAGRADA 1027
cia significa indiferencia; cada realidad tie- retorno, en este mundo que pasa (1 Co
ne sus límites. El problema más radical es- 7,31), donde lo visible es efímero y lo invi-
tá en un cierto embarazo que tienen algunos sible eterno (2 Co 4,18). Es la dialéctica en-
católicos para adquirir un lenguaje ungido tre la historia y la escatología, el deseo pro-
por el Espíritu y estar presentes en medio fundo de la vida eterna.
de los hombres, por falta de una vivencia No se trata sólo de ser generosos, sino
íntima y pública de la fe, que es donde se de ser verdaderos, de tal modo que, vi-
gestan la creatividad y la inteligencia cris- viendo en la verdad, produzcamos frutos de
tianas. vida eterna, abandonando el pecado para
Para entrar en relación con el hombre vul- seguir a Jesús con un corazón ensanchado y
nerable de hoy necesitamos dejarnos ungir un rostro iluminado hasta en la infamia. No
por la compasión de Cristo, buen samarita- se trata de inventar nada, sino de discernir
no, que se compadeció ante el hombre asal- lo que el Espíritu hace en respuesta a los
tado por los ladrones (Lc 10,31), ante la viu- desafíos de nuestro tiempo. No se trata de
da de Naín (Lc 7,13) y ante el hijo pródigo restaurar el pasado; se trata de recibir la
(Lc 15,20). El lenguaje de la compasión, len- vida, y la vida sólo viene de Dios condes-
guaje del evangelio, nace del estupor que cendiente en la Cruz. Lo propio del amor es
produce la acción del Espíritu al revelar el abajarse. «Donde vayas, iré; donde vivas,
amor de un Dios crucificado y lleva a la evan- viviré» (Rt 1,16). Cuando Él venga nos lo
gelización también mediante la defensa de explicará todo (Jn 4,25). «Sin mí no podéis
la vida, de la persona humana, del tejido so- hacer nada» (Jn 15,5).
cial, del bien común. «Tanto amó Dios al Las comunidades de vida religiosa serán
mundo, que le dio a su Hijo único» (Jn 3,16). abiertas, acogedoras, sencillas, pacíficas,
audaces en la libertad del Espíritu, dialo-
4. Pastoral de la vida consagrada gantes y evangelizadoras. Para ello se ne-
Para superar la insignificancia social y ecle- cesitan estructuras ágiles, personas cerca-
sial de la vida consagrada hay que recon- nas, con el valor de mostrarse tal cual son,
vertirla en laboratorio o escuela de santi- hablando un lenguaje que la gente entienda.
dad. Es preciso darse cuenta de lo que ha Ante el pluralismo creciente, que es un pro-
pasado para poner los remedios. Cristo es- ceso irreversible, es necesaria la formación
taba en el brocal del pozo de Jacob espe- permanente, es decir, la disposición activa
rando a la Samaritana (Jn 4,6). Si también e inteligente de la persona para aprender.
nosotros nos encontramos con el Señor se- La pastoral vocacional realista y sin miedos
remos capaces de hacer lo mismo que hizo anuncia a Cristo con eficacia. Dios invita a
el buen samaritano cuando encontró al po- ensanchar con esperanza el espacio de nues-
bre en la cuneta. tra tienda (cf. Is 54,2), haciendo significati-
El problema de la vida religiosa es la fal- va en la Iglesia y en el mundo la vida reli-
ta de fe y la carencia de espiritualidad; por giosa.
eso ha sido infiel a Cristo, a la Iglesia, a la
vocación, al hombre. Se necesita recuperar 5. Epílogo
mediante una lectura espiritual del Evange- «Y a los que tomen sobre sí este yugo sua-
lio la frescura permanente del carisma de ve, se promete como alivio el gozo de Dios
los fundadores, identificando el don de la y el descanso eterno del alma. Dígnese con-
propia vocación. La vida religiosa necesita ducirnos a ella el mismo que la ha prometi-
salvaguardar su identidad mediante una es- do, Jesucristo nuestro Señor, que es sobre
piritualidad sensible y dócil al Espíritu San- todas las cosas Dios bendito por toda la eter-
to, que ayuda a seguir a Jesús, esperando su nidad, amén». (S.Th. II-II, 189, 10 ad 3m).
1028 VIDA CONSAGRADA
La vida consagrada, vieja y joven como la una noción restringida de vida consagrada
Iglesia, se inserta en la realidad de la his- reservada a aquellos fieles que han hecho
toria de la salvación desde «una nueva ima- profesión pública de los consejos evangéli-
ginación de la caridad» (NMI 50). Nuevas cos de castidad, pobreza y obediencia en
presencias y nuevos apostolados en la Igle- una religión, según la terminología clásica,
sia para el mundo. La vida consagrada, im- o en un instituto de vida consagrada, con
pulsada por el Espíritu, renace fascinada por terminología actual.
la persona de Jesucristo. «La vida consa- Conviene tener en cuenta, además, que
grada custodia un patrimonio de vida y be- hasta mediados del siglo XX, vida consa-
lleza capaz de restaurar toda sed, vendar grada y vida religiosa eran términos sinóni-
toda llaga, ser bálsamo para toda herida, mos, de total equivalencia, aunque fuera el
colmando así todo deseo de alegría y de más usual el segundo. En la actualidad, esa
amor, de libertad y de paz». (Juan Pablo II, equivalencia ya no es absoluta, pues si bien
al Congreso Mundial de Religiosos y Reli- toda vida religiosa entraña la categoría de
giosas, 27.XI.2004). consagrada, no toda vida consagrada por la
profesión de los consejos evangélicos es vi-
Bibliografía da religiosa. Es el caso de los institutos secu-
S.M. ALONSO, La vida consagrada. Síntesis teoló- lares que constituyen una forma nueva de
gica, Madrid 199811. A. BANDERA, Consagrados pa- vida consagrada no religiosa, como dejó sen-
ra la misión. La exhortación Vita Consecrata. Ma- tado el Decreto conciliar Perfectae caritatis,
drid 1999. B. SECONDIN, El perfume de Betania. 11, y ratifica el Código de 1983 al elaborar
La vida consagrada como mística, profecía y te- un concepto genérico y amplio de vida con-
rapia, Madrid 1997. G. URÍBARRI BILBAO, Portar las sagrada que abarca dos formas distintas: la
marcas de Jesús. Teología y espiritualidad de la vi- religiosa y la secular.
da consagrada, Madrid-Bilbao 2001.
P. Fernández 2. Apunte histórico
A este propósito, parece oportuno hacer un
II. PERSPECTIVA CANÓNICA breve apunte sobre las múltiples formas his-
1. Anotación introductoria tóricas en que se ha expresado canónica-
Los términos «vida consagrada» o «vida re- mente el fenómeno eclesial de la vida con-
ligiosa», aplicados a los fieles cristianos, son sagrada, a la manera de un árbol que «se
en sí mismos términos ambivalentes: cual- ramifica espléndido y pujante en el campo
quier fiel por el hecho de haber recibido el del Señor partiendo de una semilla puesta
bautismo, es un consagrado. Si dos bautiza- por Dios» (LG 43).
dos contraen matrimonio, por este sacra- Tal vez la primera manifestación o forma
mento veluti consecrantur con palabras del histórica de vida consagrada fue la vida ere-
Concilio Vaticano II. Y en el caso de que un mítica, la del ermitaño que se retira al de-
fiel reciba el sacramento del orden, recibe sierto, a la soledad, se separa del mundo y
con él una nueva consagración sacramental. de lo secular para consagrarse enteramen-
Se trata en todos estos casos, como se ve, de te a Dios en el silencio de la oración. En tor-
la vida consagrada de origen sacramental. no a santos ermitaños como san Antonio
Desde otro punto de vista, también el tér- Abad (251-356) se unieron otros, e irá ger-
mino «religioso» puede apuntar hacia cual- minando así la vida monacal organizada,
quier persona que viva la virtud de la reli- que tanto esplendor adquirió durante la Edad
gión, que se sienta unido, religado, con Dios. Media. Basta recordar la primera regla mo-
Todo esto significa que cuando usamos nástica redactada por san Pacomio en el si-
esos términos, generalmente partimos de glo IV y la regla de san Benito que marcará
VIDA CONSAGRADA 1029
los fieles, así consagrados por la profesión de mar la intrínseca validez de las cosas hu-
los consejos evangélicos, están llamados a manas en sí mismas, sino para orientarlas
ser un signo preclaro en la Iglesia, y a dar un explícitamente según las bienaventuranzas
valioso testimonio de la gloria celestial. En evangélicas…». Ciertamente, añade a con-
una alocución (20.IX.1972) el papa Pablo tinuación «no sois religiosos, pero en cierto
VI afirmaba: «La vuestra, resumiendo, es modo vuestra elección conviene con la de
una forma de consagración nueva y origi- los religiosos, porque la consagración que
nal sugerida por el Espíritu Santo para ser vi- habéis hecho, os pone en el mundo como
vida en medio de la realidad temporal y pa- testigos de la supremacía de los valores es-
ra introducir la fuerza de los consejos evan- pirituales y escatológicos» (Alocución Anco-
gélicos esto es de los valores divinos y ra una volta, AAS 64, 1972, 615-620).
eternos dentro de los valores humanos y
temporales». 6. Otras formas de vida consagrada
Como se desprende de estas palabras de formalmente reconocidas
Pablo VI, así como del canon 710, junto a Junto a los institutos de vida consagrada
la consagración el otro elemento coesencial de índole asociativa , la ley canónica vi-
es la secularidad. El Concilio (PC 11) mati- gente reconoce jurídicamente la existencia
zó deliberadamente que los institutos secu- de dos formas de vida consagrada de ca-
lares no son, no se identifican con los ins- rácter individual la vida eremítica y el or-
titutos religiosos. Por eso les invita segui- den de las vírgenes , al tiempo que el ca-
damente a que «mantengan su carácter non 605 deja abierta la puerta a que en el
propio y peculiar, es decir, secular, a fin de futuro aparezcan nuevas formas de vida
que puedan cumplir eficazmente y por to- consagrada, a las que la autoridad compe-
das partes el apostolado en el mundo y co- tente habrá de dar una respuesta institu-
mo desde el mundo, para el que nacieron». cional.
Teniendo a la vista estos dos elementos La vida eremítica que reconoce formal-
coesenciales (consagración y secularidad) mente el canon 603, es aquélla «en la cual
conviene advertir dos cosas. En primer lu- los fieles con un apartamiento más estricto
gar que esa consagración secular no se del mundo, el silencio de la soledad, la ora-
identifica con la consagración religiosa, pe- ción asidua y la penitencia, dedican su vida
ro, por otro lado, tampoco la índole secu- a la alabanza a Dios y salvación del mun-
lar la secularidad consagrada se identi- do». Este reconocimiento no implica nece-
fica absolutamente con la índole secular sariamente que tal forma de vida entre en la
propia de quienes sólo han recibido la con- categoría de la vida consagrada. Para ello
sagración bautismal o, en su caso, la con- es preciso que el ermitaño cumpla los re-
sagración sacerdotal. No es exacto afirmar, quisitos establecidos en el § 2 del mismo
por ello, que la secularidad consagrada re- precepto legal, es decir, que profese públi-
presentaría la encarnación más perfecta de camente los tres consejos evangélicos. Só-
la secularidad o que ese tipo de consagración lo entonces la vida eremítica se configura
haría al laico más laico en la Iglesia. Son propiamente como vida consagrada, aun-
clarividentes, al respecto, estas palabras de que no encuadrable en la categoría de IVC.
Pablo VI dirigidas a los miembros de los ins- Esa vida eremítica es de índole diocesana, en
titutos seculares: «siendo secular, vuestra el sentido de que es ante el obispo dioce-
posición en cierto modo difiere de la del sim- sano ante quien el ermitaño profesa públi-
ple laico, en cuanto que estáis empeñados camente los tres consejos evangélicos y ba-
en los mismos valores del mundo, pero co- jo cuya autoridad permanece.
mo consagrados. Es decir, no tanto para afir- Como enseña el Catecismo de la Iglesia
VIDA CONSAGRADA 1033
católica (nn. 920-921), «oculta a los ojos ras de la vida consagrada están abiertas
de los hombres, la vida del eremita es pre- siempre a la acción del Espíritu Santo, que
dicación silenciosa de Aquél a quien ha en- en el futuro puede inspirar otras formas que
tregado su vida, porque Él es todo para él. no encuentran acomodo en el sistema vi-
En este caso se trata de un llamamiento par- gente por faltarles alguno de los elementos
ticular a encontrar en el desierto, en el com- que ahora se consideran esenciales. Se tra-
bate espiritual, la gloria del Crucificado». ta de una cuestión de especial trascenden-
Encuadradas dentro del epígrafe general cia para el futuro de la vida consagrada co-
sobre la vida consagrada, el Catecismo de mo puso de relieve el Sínodo de Obispos de
la Iglesia Católica (nn. 622-624) presta tam- 1994, y ratificó después el Papa en Vita con-
bién una atención especial al orden de las secrata (12 y 62). El canon 605, al tiempo
vírgenes, y al canon 604, cuyo contenido que reserva a la Sede Apostólica la aproba-
reproduce casi literalmente: «Desde los ción de esas nuevas formas de vida consa-
tiempos apostólicos, señala el Catecismo, grada, encomienda tareas importantes al
vírgenes cristianas llamadas por el Señor obispo diocesano para la etapa de experi-
para consagrarse a Él enteramente (cf. 1 Co mentación y de discernimiento de los caris-
7,34-36) con una libertad mayor de cora- mas nuevos. En la mencionada Exhortación
zón, de cuerpo y espíritu, han tomado la de- apostólica (VC 62) también Juan Pablo II
cisión, aprobada por la Iglesia, de vivir en sienta algunos criterios importantes para un
estado de virginidad a causa del reino de adecuado discernimiento de esas formas
los cielos (Mt, 19,12)». Las vírgenes son nuevas de vida consagrada. Entre ellos, el si-
consagradas por el obispo diocesano según guiente: «no pueden ser comprendidas en la
el rito litúrgico aprobado, es decir, por el Or- categoría específica de vida consagrada
do consecrationis virginum. A tenor del ca- aquellas formas de compromiso, por otro
non 604 § 2, estas vírgenes consagradas lado loables, que algunos cónyuges cristia-
podrían asociarse «para cumplir su propósito nos asumen en asociaciones o movimien-
con mayor fidelidad y para realizar median- tos eclesiales cuando, deseando llevar a la
te la ayuda mutua el servicio a la Iglesia perfección de la caridad su amor como con-
congruente con su propio estado». Esto no sagrado ya en el sacramento del matrimo-
significa, a nuestro juicio, que esas posibles nio, confirman con un voto el deber de la
asociaciones se constituyan a efectos canó- castidad propia de la vida conyugal y, sin
nicos como un instituto de vida consagrada descuidar sus deberes para con los hijos,
en sentido estricto, a no ser que la Sede profesan la pobreza y la obediencia».
Apostólica, a tenor del canon 605, las ele-
vara a ese rango. Bibliografía
A diferencia del Código de las Iglesias AA.VV., «O statuto giuridico delle persone consa-
Orientales, el Código de la Iglesia latina no crate per la professione dei consigli evangelici»,
hace un reconocimiento expreso del Orden Monitor Ecclesiasticus, 1985. D.J. ANDRÉS, El De-
de las viudas. No obstante, por vía de la le- recho de los religiosos (comentario al código),
gislación particular, comienza a ser recono- Madrid 1984. J. FERNÁNDEZ CASTAÑO, La vida reli-
cido ese nuevo Ordo en algunas diócesis, giosa. Exposición teológico-jurídica, Salamanca-
por ejemplo, de Italia. Madrid 1998. T. RINCÓN-PÉREZ, La vida consagrada
A modo de conclusión, conviene tener en en la Iglesia Latina. Estatuto teológico-canónico,
cuenta que en el canon 605 la Iglesia reco- Pamplona 2001.
noce que las actuales normas configurado- T. Rincón-Pérez
1034 VIDA ESPIRITUAL
Vida espiritual
agere) en el sentido de moverse por sí y no sino alguien. Es decir, un sujeto único e irre-
ser movido por otro como por ejemplo el petible capaz de conocerse (por la inteli-
animal, que se mueve por el instinto; tener gencia de sí mismo), de poseerse (por el
dominio de sus actos (dominium sui actus: dominio de sí radicado en la propia volun-
S.Th. I, q.29, a.1, c); ser causa propia en tad) y de darse libremente a los demás.
el obrar (causa sui in agendo), causa en Hoy día la vida espiritual se comprende
cuanto principio de sus operaciones. fundamentalmente como vida personal, y
El obrar sigue al ser. El ser espiritual (la ésta como vida de relación con los otros.
particular subsistencia per se, es decir, sub- Con ello se une a las notas espirituales in-
sistir además/aparte de lo material) desplie- dividuales (la inteligencia y la voluntad, el
ga su vida a través del obrar espiritual (obrar conocimiento y el amor), la relacionalidad, es
per se), que viene caracterizado por: a) la decir la necesidad de buscar un tú, alguien
inmanencia el ser humano tiene todo un con igual dignidad de persona con quien
mundo interior, además y por encima de to- compartir conocimiento y amor.
das sus funciones vegetativas o sensitivas ; La relación personal está caracterizada
b) la apertura al infinito. Gracias a la inteli- siempre por el salir de uno mismo, para di-
gencia y a la voluntad la persona se encuen- rigirse al otro y darse a él, en distintos gra-
tra siempre abierta a más, tiene una puerta dos según la relación de que se trate. La
al infinito: conocer la verdad y amar el bien de persona «no puede encontrar su propia ple-
manera ilimitada, porque siempre puedo co- nitud si no es en la entrega sincera de sí
nocer más y mejor y querer más y mejor; c) misma a los demás» (GS 24). Ahí aparece
la capacidad de actuar con vistas a un fin de- con nitidez la libertad, porque uno sólo pue-
terminado; d) la vuelta sobre sí mismo de de darse si quiere, voluntariamente.
modo completo. La persona vuelve sobre sí Pero la relación que se puede establecer
misma, especialmente mediante el conoci- con los demás seres Dios y el mundo de-
miento y del amor de sí, de tal manera que se pende de la propia individualidad, es decir,
va enriqueciendo con su propio obrar. de la verdad propia y del dominio de sí mis-
La vida espiritual está marcada por la pre- mo. La relación consigo mismo es la rela-
sencia de la inteligencia y de la voluntad, ción personal primigenia, porque la vida es-
que permiten conocer la verdad y amar el piritual (inteligente, voluntaria y libre) re-
bien. Esta capacidad que se actualiza en el clama vivir desde la propia identidad. De
conocer y amar efectivos permite actuar con hecho la felicidad depende de la coherencia
vistas a conseguir un fin. De un lado, per- o autenticidad con lo que uno es. Sólo se
mite determinar fines propios; de otro, per- puede construir la vida humana si el hombre
mite descubrir el fin último para el que he- se conoce a sí mismo, si conoce y vive la
mos sido creados (porque no hemos naci- propia identidad. Este conocimiento va cre-
do sin más, sino que hemos sido llamados a ciendo progresivamente conforme avanza
la existencia para realizar una misión con- la vida, pero siempre se fundamenta sobre
creta con nuestra vida). El ser humano ha si- lo que soy. Y lo que soy, si llegamos al ni-
do creado por amor y ha sido destinado al vel más profundo de la realidad, es la vo-
amor. La felicidad para los seres espirituales cación recibida de Dios en cuanto llamada
es la posesión de la verdad, sobre todo, la a existir y existir en Cristo (o como cristia-
Verdad suprema, Dios. no) en tal época y lugar de la historia. Mi
identidad más profunda es ser hijo de Dios.
b) Relacionalidad El resto de realidades personales están en-
Que el ser humano es imagen de Dios sig- globadas por esa filiación divina: el plano
nifica que es persona, no es solamente algo interpersonal (sobre todo la familia nucle-
1038 VIDA ESPIRITUAL
ar, también los amigos); el plano profesional; nidad y Cristo , conocemos del todo al res-
social; etc. to de las personas, en cuanto son como
Esta vuelta sobre sí mismo se realiza des- nosotros imagen de Dios. Y también al
de la inteligencia. El conocimiento de la pro- mundo impersonal, entregado al hombre pa-
pia verdad es progresivo y creciente, por- ra su propia felicidad y para la finalización
que siempre tengo presencia de mí mismo, del propio universo material que es trans-
de mi propia identidad, y conforme pasa la formado e integrado en el mundo espiritual
vida voy conociéndome mejor mis cuali- humano . Pero también sucede al revés: co-
dades y mis defectos, mis posibilidades fu- nocer a Dios y/o conocer a los demás lleva a
turas y mis realizaciones efectivas, etc. . Y conocernos mejor a nosotros mismos, la
desde la voluntad puesto que continuamente grandeza y la limitación del ser humano.
de manera consciente o inconsciente no
sólo me conozco sino que me juzgo, y deci- c) Corporalidad
do si me acepto o no me acepto. La acep- El núcleo de la imagen de Dios radica en
tación de lo que soy, de mi verdad, lleva al la espiritualidad, pero no se agota en ella. La
amor de sí ante la percepción del bien al espiritualidad, que constituye el centro del
que estoy llamado y al don de sí como rea- ser humano, afecta a la totalidad de sus di-
lización libre de mi ser ante Dios y los demás mensiones incluidas la corporalidad y la re-
hombres. Esa aceptación no es solamente lación con el conjunto de la realidad crea-
complacencia con lo que encuentro en mí; la da, es decir, con el cosmos material. La per-
aceptación puede ser también del tipo «es- sona humana, creada a imagen de Dios, es
to es así, pero no debería ser así; por eso un ser a la vez corporal y espiritual. El co-
voy a hacer esto y lo otro por cambiarlo». nocimiento y el amor humanos no son pu-
Lo que deja sin salida es la no aceptación, ramente espirituales, sino que necesitan del
porque impide la congruencia con la reali- cuerpo. Para conocer necesito de los senti-
dad de la vida y por tanto la posibilidad de dos: ver, oír, tocar... Para amar necesito tam-
cambiar lo que no es auténtico en mí, a tra- bién de lo sensible, de lo material. Una son-
vés de la acción de la voluntad y la ayuda risa, el llanto, la mirada, un ramo de rosas...
de medios externos como la dirección espi- manifiestan la profundidad del amor espiri-
ritual. tual. Puedo disimular y que detrás de esos
Este conocer, aceptar y querer la verdad gestos no haya esa riqueza espiritual, pero
de la propia vida nos lleva a la relación con no puede existir ese amor espiritual si faltan
los demás seres; una relación de conoci- las manifestaciones materiales. Dios quie-
miento y amor mutuo que se perfecciona en re al hombre en su totalidad, a su vez todo
la entrega del propio ser a Dios y a los de- el hombre debe querer a Dios; toda su rea-
más, porque la verdad de mi vida se resume lidad, no sólo su inteligencia y su voluntad,
en el amar a Dios y al prójimo. En estas re- sino sus afectos, sus deseos, sus obras, etc.
laciones mutuas se da cierta circularidad. El De ahí la profunda relación entre vida espi-
conocimiento de sí, de nuestra espirituali- ritual y vida moral; y el papel tan impor-
dad y capacidad de amar, nos ayuda a pro- tante de la virtud moral en la relación per-
fundizar en el conocimiento de Dios, ya que sonal de mutuo conocimiento y amor.
somos a imagen de Dios, es decir, no sólo
dependientes de Él sino referentes a Él; y d) Historicidad
por tanto desde nosotros nos elevamos al La corporalidad hace que la persona huma-
conocimiento de Dios, de lo que queremos na tenga tiempo e historia. La corporalidad
decir cuando afirmamos que Dios es Amor. implica la necesidad que tiene el ser huma-
Sólo desde ahí, desde el Dios Amor la Tri- no de perfeccionarse paso a paso, inte-
VIDA ESPIRITUAL 1039
grando y armonizando los distintos aspectos ser puede dar en su lugar. La gracia divini-
de su vida progresivamente. La persona de- za el conocimiento y amor humanos (cf. CCE
be crecer: en el conocimiento de la propia 357).
verdad (cada día conozco mejor quién soy: La vida espiritual cristiana presupone la
mi identidad última de hijo de Dios, mis ca- redención completa del ser humano por la
pacidades reales virtudes y defectos , elevación al plano sobrenatural. La gracia
etc.); en el dominio propio ante las distintas no destruye la naturaleza sino que la asu-
situaciones interiores o exteriores; en la in- me y eleva, por eso la vida cristiana es real-
tegración de todas las actividades (familiar, mente la vida humana llevada a un grado
social, laboral...) en su objetivo o fin perso- de especial plenitud. Todos los resortes de la
nal último el cumplimiento de la propia vo- persona, principalmente su conocer y su
cación a la santidad . amar, son elevados a lo divino. El cristiano
Esta progresividad hace del hombre un conoce y ama como Dios principalmente
ser con historia, tanto personal como co- mediante la fe y la caridad, verdadero co-
lectiva. Historia colectiva porque nuestro ser nocimiento y amor sobrenaturales. De es-
y nuestras acciones interactúan con el mun- ta manera es introducido a una vida de co-
do exterior, afectando y siendo afectados munión íntima con la Trinidad: la vida espi-
por las personas y las cosas. Todos los seres ritual es vida trinitaria.
humanos están unidos entre sí en cierta me-
dida. La etapa actual de la historia de la hu- 2. Vida espiritual y vida trinitaria
manidad afecta a la vida espiritual y por tan- El hombre es imagen personal del Dios tri-
to a la reflexión teológica que estamos rea- personal. Dios desciende al ser humano has-
lizando. Por ello debemos tener presente en ta el punto de que el hombre ha sido intro-
todo momento la situación en que nos en- ducido en la vida íntima de Dios y Dios se
contramos: la creación de Adán y Eva, el ha introducido en la vida íntima del hom-
pecado original y el pecado personal, la re- bre. La vida espiritual del cristiano es la vi-
dención realizada por Cristo y continuada da en su totalidad del ser humano delante
por la presencia del Espíritu Santo en la Igle- de Dios y de Dios delante del ser humano.
sia, en espera de la muerte individual y del Por eso, se trata de percibir cada vez con
final de los tiempos. mayor profundidad que el interlocutor más
cercano que cada uno tiene en su vida es
e) Sobrenaturalidad el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. «¿No
Por otro lado, debemos tener en cuenta la sabéis que sois templo de Dios y que el Es-
distinción real que existe entre la conside- píritu de Dios habita en vosotros?» (1 Co
ración del hombre como espíritu encarnado 3,16). Percepción que debe ir calando en
(espiritualidad individual, relacional y cor- todos los aspectos de mi vida, configurando
poral por tanto histórica ) y el hombre co- unas actitudes propias: confianza, optimis-
mo ser llamado a un fin sobrenatural (por mo, humildad, etc. «¿O no sabéis que vues-
eso el Verbo encarnado explica el misterio tro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que
del hombre). está en vosotros y habéis recibido de Dios,
La persona en ese juego continuo de ver- y que no os pertenecéis?» (1 Co 6,19).
dad, amor y libertad, entra en comunión con Así el núcleo de la fe es también el nú-
otras personas y con Dios. Pero estas rela- cleo de la vida espiritual. «El conocimiento
ciones están determinadas por la llamada a de la Trinidad en la Unidad es el fruto y el
la alianza con Dios, a la comunión con el Pa- fin de toda nuestra vida» (santo Tomás de
dre, el Hijo y el Espíritu Santo mediante una Aquino, In IV Sent., d. 2, q.1, expositio tex-
respuesta de fe y de amor que ningún otro tus). La contemplación de la Trinidad «nos es
1040 VIDA ESPIRITUAL
en una transformación real: el hombre está mostrado el Padre: que nos llamemos hijos
endiosado. Los cristianos somos «partícipes de Dios, ¡y lo somos! Por eso el mundo no
de la naturaleza divina» (2 P 1,4), de la vi- nos conoce, porque no le conoció a Él. Que-
da trinitaria; «no sólo nos llamamos hijos ridísimos: ahora somos hijos de Dios, y aún
de Dios, sino que lo somos» (1 Jn 3,1). no se ha manifestado lo que seremos. Sa-
Esta transformación del ser nos hace par- bemos que, cuando él se manifieste, sere-
ticipar de la única Filiación natural del Dios mos semejantes a él, porque le veremos tal
Hijo, por eso se afirma que somos hijos en como es» (1 Jn 3,1-2). La filiación divina
el Hijo. El hombre ya no es sólo criatura y ahora y en el futuro, lo que seremos: se-
como tal un ser hacia Dios, sino hijo y por mejantes a Dios, porque le veremos tal y
tanto un ser hacia Dios Padre-Hijo-Espíritu como es.
Santo, un ser que vive, conoce, ama y tra- Según el Nuevo Testamento, la vida cris-
ta con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. tiana tiende a realizar en el tiempo un cre-
cimiento del fiel en Cristo que no se com-
III. DINAMISMO DE LA VIDA ESPIRITUAL pletará hasta el momento de su muerte, con
1. El crecimiento en la vida espiritual una participación total en la gloria de Cristo
La vida espiritual es vida. Como cualquier resucitado. Para C.A. Bernard, los funda-
vida, requiere un crecimiento, una madura- mentos escriturísticos de la noción de pro-
ción, un progreso. Por su propia esencia es- greso espiritual vienen expresados por una
tá abierta al crecimiento: ya lo tiene todo, doble tendencia. De una parte, en que ten-
porque la plenitud de la vida está desde el demos a la vida eterna porque recibimos la
inicio, pero a la vez debe realizarse. En cuan- gracia de las virtudes y los dones como prin-
to vida espiritual está abierta al crecimien- cipio permanente y fuente de dinamismo in-
to espiritual, es decir, por la libertad se abre finito. De otra, dado que en nuestra vida
a conocer y amar cada vez con más pro- natural se desarrolla una tendencia a una
fundidad y madurez. plena autoconciencia y a una integración
San Pablo describe este crecimiento en siempre más completa de nuestra persona-
términos particularmente notables. Habla lidad, necesariamente la vida espiritual si-
no sólo del hecho de un desarrollo, sino de gue una evolución temporal, la cual es pro-
la necesidad de aplicarse a él deliberada- greso hacia la plenitud (cf. Teología espiri-
mente: «olvidando lo que queda atrás, una tual, Madrid 1994, capítulo El progreso
cosa intento: lanzarme hacia lo que tengo espiritual).
por delante, correr hacia la meta, para al- Los Padres de la Iglesia subrayan que el
canzar el premio al que Dios nos llama des- crecimiento de la vida espiritual es conti-
de lo alto por Cristo Jesús» (Flp 3,13-14). nuo. San Gregorio de Nisa en particular, in-
Este desarrollo del cristiano se inserta en sistirá en que la vida cristiana es ese pro-
un crecimiento de toda la Iglesia, cuyo tér- greso incesante y perpetuo en busca de Dios
mino califica también san Pablo: «Hasta que para conocerle y amarle siempre más (en
nos encontremos todos en la unidad de una este sentido su noción de epektasis). San
misma fe y de un mismo conocimiento del Agustín no vacila en decir que quien no pro-
Hijo de Dios, al estado de un varón perfec- gresa en ella retrocede y hasta corre el ries-
to, a la medida de la edad perfecta, según la go de caer en pecado.
cual Cristo se ha de formar místicamente Nos encontramos ante un crecimiento es-
en nosotros» (Ef 4,13). pecial. No se trata de un progreso simple-
También se explica el crecimiento de la mente lineal, porque está siempre la realidad
vida cristiana sobre la base de la filiación del pecado y de la gracia, por tanto la verdad
divina. «Mirad qué amor tan grande nos ha del don de Dios y de la libre acogida del don
1042 VIDA ESPIRITUAL
o su rechazo por parte del ser humano. Jun- platonismo, se hablará de tres vías sucesi-
to a ello, la vida espiritual una vez comen- vas de purificación, iluminación y unión a
zada no termina. No acaba con la muerte, Dios: vías purgativa, iluminativa y unitiva.
sino que es inmortal. Por eso la vida huma- El esquema de los tres grados fue elabo-
na la biografía de cada persona se sitúa rado por los teólogos medievales, influidos
entre el inicio y la consumación, que será por san Agustín, quien concibe el progreso
una consumación especial porque el fin del espiritual como el crecimiento de la caridad,
hombre es exclusivamente sobrenatural. que puede ser incipiente, adelantada, gran-
En este sentido, podemos decir que a la de y perfecta (De natura et gratia, 70, 84).
tensión entre inicio y consumación de la vi- Santo Tomás lo sigue, estableciendo una
da se yuxtapone la tensión de la libertad analogía entre los tres grados de la caridad
entre el pecado y la gracia. La vida espiri- principiante, progrediente y perfecta y el
tual es un proceso desde el pecado en que desarrollo biológico del hombre (cf. S.Th.
se nace a la gracia a la plena conciencia, II-II, q.24, a.9). San Buenaventura pondrá
aceptación y realización del don divino . Es- en relación el esquema de las tres vías con
te crecimiento personal implica la interven- el de los tres grados.
ción de Dios en la historia por la que el hom- Más cercano a nosotros, san Juan de la
bre es imago Dei e hijo de Dios. La natura- Cruz combinará de manera particularmente
leza humana es asumida y elevada al orden afortunada el esquema de las tres fases de
de la gracia. Esta intervención personal de la vida espiritual con la sucesión de las no-
Dios en la nueva creación de cada hombre ches, activas y pasivas, de los sentidos y
es la vocación, por la que el hombre recibe del alma en un ritmo continuo de sombras y
un don de Dios su autocomunicación y claridades.
una tarea o misión ser hijo de Dios y vivir Hoy día se tienen en cuenta los datos que
como tal . aportan esas clasificaciones: el progreso de
la caridad; la necesidad de buscar y ade-
2. Las etapas de la vida espiritual lantar en purificación, iluminación y unión;
El progreso de la vida espiritual es una rea- y también la presencia de las noches del es-
lidad del día a día. Dentro de estos dina- píritu. Pero los esquemas se emplean ge-
mismos, que en la realidad son uno solo, néricamente, mezclando las tres vías con
aunque en la reflexión psicológica, filosófica los tres grados: los principiantes de la cari-
o teológica puedan diferenciarse, desde dad deben purificarse en primer lugar del
siempre los estudiosos han intentado tipifi- pecado y sus secuelas, los progredientes ca-
car de alguna manera ese crecimiento o di- minar por la vía iluminativa profundizando en
namismo. Así van apareciendo en la historia las verdades de la vida cristiana y los per-
de la espiritualidad distintas clasificaciones fectos adentrarse en la unión con Dios. A lo
en referencia a la existencia de varias eta- largo de la vida espiritual existe la primacía
pas, vías o grados en la vida espiritual. de un aspecto o de otro, pero sin esquemas
A partir de finales del siglo IV, se definen inamovibles. No hay cima tan elevada de la
los principales estadios de ese progreso. vida espiritual que no pueda uno caerse de
Después de algunos tanteos, se encontra- ella; y, a la inversa, Dios puede en ciertos
rá en Evagrio Póntico una primera distinción casos más o menos excepcionales levantar
clara en tres etapas que se transmitiría des- un alma, sin aparente transición, desde el
pués a la mayoría de los autores. Por lo ge- pecado a una santidad muy elevada.
neral, no las aceptarán con la misma forma Junto a ello, hablan de momentos espe-
de Evagrio, sino con la de Pseudo-Dionisio. ciales del dinamismo como el inicio cons-
Recurriendo a un vocabulario familiar al neo- ciente de la vida espiritual o la conversión
VIDA ESPIRITUAL 1043
como planteamiento maduro de la propia referirse a los mártires, así como no rara-
vida cristiana, a los que podemos añadir la mente con resonancias que recuerdan an-
consideración de la vida espiritual como as- teriores usos de origen platónico o neopla-
cética y como mística, realidades comple- tónico a quienes luchan esforzadamente
mentarias pero cuya preponderancia se su- por vivir el ideal cristiano. El término no pa-
cede con el crecimiento espiritual. só a la lengua latina cristiana antigua, pero
hizo aparición en la época moderna, como
3. Las dimensiones ascética y mística de consecuencia de la renovación lingüística y
la vida espiritual lexicográfica que tuvo lugar a partir del Re-
Ascética y mística, como aspectos comple- nacimiento. Mantuvo, al ser introducido en
mentarios de la vida espiritual, hacen refe- ese latín culto y, a partir de ahí, en las di-
rencia a las diversas realidades propias del versas lenguas europeas , el mismo signi-
dinamismo de la vida espiritual y explican ficado que tenía en griego: esfuerzo, em-
en su conjunto dicho dinamismo. Por eso peño, ejercicio, dedicación mantenida.
podemos afirmar: toda la vida cristiana es La perspectiva ascética de la vida espiri-
vida ascética, toda la vida cristiana es vida tual hace referencia a la lucha, esfuerzo o
mística. ejercicio necesarios en el proceso de creci-
La vida espiritual es vida y, por tanto, ex- miento de la vida espiritual; y engloba to-
presión de la actividad del sujeto. Pero vi- do lo relativo a la cooperación personal a la
da que tiene su origen en el don de Dios. gracia a través de las propias acciones. No
La vida espiritual cristiana integra y armoniza es algo propio sólo de los que inician su ca-
el don de Dios y la actividad humana, co- mino hacia Dios, o de un primer periodo
mo empeño personal y apertura a la inicia- más o menos largo de ese proceso, sino al-
tiva divina. Para hacer referencia a esos dos go inherente a la vida espiritual en cuanto tal
aspectos, y a todo el contexto que conno- y, por tanto, a todos los momentos y todos
tan, se usan ya desde antiguo los dos tér- los aspectos de su desarrollo. De hecho los
minos citados, ascética y mística, cuyo sen- más santos son los que más luchan.
tido y alcance conviene ahora precisar. La presencia del esfuerzo en la vida es-
piritual es un dato de hecho. Pertenece al
a) Vida espiritual y ascética ser humano y no es algo exclusivamente
El sustantivo ascesis es de origen griego y cristiano. Sin embargo, como sólo Cristo re-
proviene de un verbo que significa dispo- vela el misterio completo del hombre, la res-
ner, adaptar a un fin, ejercitarse con vistas puesta total a la realidad de la lucha en la vi-
a un objetivo. Fue empleado, en el griego da de los hombres depende de su funda-
precristiano, en contextos tanto profanos mento antropológico y cristológico. Por tanto,
como religiosos, particularmente en la tra- ¿a qué se debe esta presencia de la lucha
dición platónica, que acude frecuentemente en la vida humana?, ¿dónde radica el fun-
a él para indicar el esfuerzo del alma para damento de la ascesis como parte constitu-
abrirse a la sabiduría y acceder a ella. San tiva de la vida espiritual? En su descripción
Pablo lo usa una sola vez, pero con un sig- vamos a distinguir cuatro pasos.
nificado muy amplio y sin referencia expre- La vida humana implica un crecimiento
sa a la vida cristiana (Hch 24,16), si bien y progreso que sólo se consigue con el em-
acude con alguna frecuencia, en un contex- peño de la persona en los diferentes ámbi-
to específicamente cristiano, a la idea de tos de actuación. El desarrollo físico, inte-
ejercicio, entrenamiento o empeño (por lectual, social, etc. requiere ejercitar la pro-
ejemplo, 1 Co 9,24-27; Flp 3,13-14; 2 Tm pia libertad, aunando fuerzas frente al
4,7-8). Los Padres griegos lo usaron para cansancio o la desgana.
1044 VIDA ESPIRITUAL
Por otro lado, el cristiano ha sido elevado doble aspecto. Un sentido «negativo», es
por la gracia. Por el bautismo el hombre re- decir, como lucha contra: sobre todo, contra
nace espiritualmente, participando de modo el pecado. Parte importante de la lucha as-
real en la naturaleza divina. Por consi- cética es la renuncia y la mortificación, co-
guiente, tiene que conformar sus costum- mo medio para dirigir las pasiones que ale-
bres a esa nueva condición de modo cons- jan del verdadero bien, educar y fortalecer
tante. Para ello necesita un compromiso as- la voluntad, expiar por los pecados propios
cético continuo y serio, por el cual la lucha y ajenos.
se convierte en su estado normal hasta la Y un sentido «positivo», más profundo,
muerte. A través de la lucha se realizará co- del que lo anterior es sólo una de sus con-
mo persona humana y como hijo de Dios. secuencias o manifestaciones principales,
Las cosas de la tierra son buenas y por su que enlaza con el mismo núcleo de la vida
bondad nos atraen. Pero también son pere- espiritual: el esfuerzo personal por avanzar,
cederas, mientras que el cristiano es eterno. por progresar, por poner todos los medios
Debemos buscar las cosas de arriba, las co- a nuestro alcance para cooperar con Dios
sas sobre-naturales, las cosas de Dios por- en todo lo que nos pide, corresponder al don
que pertenecemos realmente a este mun- que se nos da, cumplir su voluntad (y cum-
do nuevo de hijos de Dios. plirla por amor, porque le queremos y que-
El tercer paso es fijarnos en el misterio remos quererle cada vez más), manifestar
del pecado. Con el pecado entran en el hom- con obras nuestro amor a través del ejerci-
bre y en el mundo el dolor y la muerte. Por cio de las virtudes, etc.
el pecado, tanto en su dimensión personal Por eso, un contenido principal de la lucha
(como acto de una persona), como en su ascética es el empeño por crecer en cada
dimensión universal (como efecto de dicho una de las virtudes (caridad, humildad, for-
acto que fuera del pecador afecta y distor- taleza, laboriosidad, pureza, pobreza, sin-
siona las relaciones personales y las cosas ceridad, etc.), así como el uso de todos los
creadas), el desarrollo y perfeccionamiento medios tradicionales de la vida ascética (el
de la vida humana pasa de empeño a es- plan de vida con los momentos concretos
fuerzo fatigoso («trabajarás con el sudor de de oración vocal y mental, la participación
tu frente»). en los sacramentos, particularmente de la
Por último, debemos mirar la Cruz de Je- eucaristía y la penitencia, la dirección espi-
sucristo porque sólo en Cristo podemos com- ritual, etc.).
prender el misterio del hombre, el misterio
del pecado y el misterio de Dios. La ascética b) Mística y vida espiritual
y la cruz no son exactamente lo mismo: el La palabra mística presenta cierta comple-
esfuerzo o la lucha no es igual que el dolor o jidad. Pocos conceptos parecen tan delicados
el sufrimiento. Sin embargo, vemos que es- de manejar. Además, de las obras que se
tán muy relacionados. De hecho la Cruz de ocupan de esta problemática emergen re-
Cristo es el culmen que explica en toda su presentaciones tan divergentes que no se
complejidad y profundidad tanto la lucha co- sabe si hablan de lo mismo. En la práctica es
mo el sufrimiento presentes en la vida espi- usada a menudo con una carga emotiva o
ritual como dimensión constitutiva. De la Cruz sentimental, por ejemplo para describir la
de Cristo se desprende que la respuesta al pasión con que una persona sabe transmi-
esfuerzo y al sufrimiento es el amor, la libre tir o defender el propio ideal (la fe, pero
entrega de sí mismo a Dios y a los demás. también otros como los del artista, el músi-
A partir de este fundamento, constata- co, el político...). Otras veces se usa para
mos que la ascética cristiana presenta un designar todo lo que resulta incomprensi-
VIDA ESPIRITUAL 1045
ble, enigmático o irracional. También como Padres los sacramentos, sobre todo la eu-
soñador o iluso. De ahí que sea interesante caristía, son místicos en cuanto desarrollan
ir a la etimología. esa realidad del misterio que el evangelio
El vocablo es de origen griego y tiene la anuncia y desvela mediante la fe en toda la
misma raíz que el sustantivo misterio. Sin Biblia: la comunicación de la Trinidad al ser
embargo, afirma L. Bouyer (cf. «Mystique. humano en Cristo por la acción del Espíritu
Essaie sur l’histoire d’un mot», en La Vie a través de la Iglesia.
spirituelle. Supplément, 3 (1949) 3-23) que Será en el siglo IV cuando aparece la ex-
el uso de la palabra mística se inserta en presión teología mística para subrayar el ca-
una tradición puramente cristiana y ecle- rácter vital que posee el conocimiento de
siástica. En los griegos la palabra mystikòs Dios que es fruto de la fe cristiana. La ex-
tiene únicamente el sentido de escondido, presión fue retomada por el Pseudo Dionisio
oculto y nunca asume un significado pro- para indicar el conocimiento hondo e ínti-
piamente religioso. Sobre todo nunca de- mo de Dios al que llega el cristiano como
signa una experiencia espiritual, sino que fruto del desarrollo de la fe y de la vida de
se limita a describir los ritos (estos son, los oración. El influjo de la obra dionisíaca hizo
misteriosos u ocultos). Misterio (mysterion) que la expresión alcanzara amplia difusión
y sobre todo el plural, los misterios (ta tanto en el Oriente como en el Occidente
mysteria) designaba en la antigüedad grie- cristianos, manteniendo durante siglos la
ga las ceremonias religiosas secretas, a las misma significación y el mismo alcance.
que ninguno era admitido sin un período de Este conocimiento hondo e íntimo de Dios
iniciación. El adjetivo mystikós dice relación indica un experimentar la cercanía de Dios,
a estos misterios secretos. pero ¿en qué consiste esta experiencia mís-
Más tarde, y poco a poco, en el ambien- tica? Moioli (cf. voz «Mística cristiana» en
te cristiano alejandrino (especialmente con Nuevo Diccionario de Espiritualidad) como
Orígenes) aparece el uso cristiano funda- aproximación a una definición general habla
mental de mística para designar la exége- «de una experiencia religiosa particular de
sis bíblica centrada en Cristo y su misterio. unidad-comunión-presencia, en donde lo que
Otros usos designarán la enseñanza de las se “sabe” es precisamente la realidad, el da-
verdades de la fe en oposición a las reali- to de esa unidad-comunión-presencia, y no
dades visibles; y de aquí se pasa a un tercer una reflexión, una conceptualización, una
sentido en el que místico deviene sinónimo racionalización del dato religioso vivido». Si
de espiritual en oposición a carnal. Mística se lo aplicamos a lo específicamente cristiano,
utiliza en los Padres en un contexto bíblico alcanzamos el saber, percibir o captar la uni-
para mostrar la realidad divina que Cristo dad-comunión-presencia de la Trinidad en el
nos ha comunicado, que el evangelio nos cristiano hijo de Dios, que se realiza gracias
revela y que confiere el sentido pleno de la a la comprensión vital de la verdad revelada
Escritura. y a la comunión con los sacramentos.
En un segundo momento, el término se En definitiva, el vocablo mística remite a
usa en una posición litúrgica, especialmen- la vida espiritual cristiana en cuanto vida di-
te eucarística. La mística pasa de hecho de vinizada. Vida que presupone el don que
significar la interpretación cristiana de la Sa- Dios hace de sí mismo y que se despliega
grada Escritura a indicar el contenido de los en unas relaciones íntimas, profundas y fi-
sacramentos, designando la realidad espi- liales entre Dios y aquél a quien Dios se en-
ritual de éstos y el hecho de que esa reali- trega. Este don de Dios que configura la vi-
dad permanece velada. Estos autores con- da espiritual del cristiano es la comunión
servan ambos sentidos, y es que para los con el misterio a través de la revelación de
1046 VIDA ESPIRITUAL
las Escrituras, de la participación litúrgica toria: todos los actos u operaciones del su-
en los misterios-sacramentos de Cristo, del jeto a lo largo de su existencia. Y en refe-
conocimiento amoroso personal de la Trini- rencia a todos los ámbitos de sus relacio-
dad. nes. Con Dios, con los hombres familia,
Dios llama a todos a la comunión con Él. amistad, conocidos, etc. y con el universo
«El progreso espiritual tiende a la unión ca- material a través del trabajo o la vida de to-
da vez más íntima con Cristo. Esta unión se dos los días.
llama “mística”, porque participa del miste- Esa integración es posible porque Dios
rio de Cristo mediante los sacramentos “los tiene un proyecto para cada persona (la vo-
santos misterios” y, en Él, del misterio de cación personal a la santidad) y porque es el
la Santísima Trinidad» (CCE 2014). La vida Señor de la Historia (la historia que me
espiritual es la vida del cristiano en Dios y la acontece es el contexto para cumplir mi vo-
vida de la Trinidad en el cristiano. Es un don cación personal). Por eso la unidad de vida
de Dios, pero requiere la correspondencia de la persona es la realización de la volun-
libre del ser humano. En este juego de com- tad de Dios para cada uno, la conformación
plementariedad entre mística y ascética, el libre a la voluntad de Dios, el amor a la ver-
cristiano se va uniendo-identificando con dad propia y a la verdad de Dios. Somos hi-
Cristo por la acción del Espíritu Santo, de jos en el Hijo, y el Hijo es el amor que da
manera que toda su vida sea expresión del todo lo que es la propia vida al Padre. Es-
mismo amor con obras de Jesucristo a Dios ta unidad de amor a la propia verdad y a la
Padre y a todos los hombres. Así pues, ¿có- Verdad de Dios no es una conquista defini-
mo podemos cifrar la actuación de este pro- tiva, sino que se vive día a día: es una rea-
ceso de comunión? lidad de camino y de crecimiento.
Virtud
virtud ocupa un lugar de primer orden: «es bre todo, en determinar la ley moral, apli-
el arte de llegar a la felicidad eterna» (De carla a los casos de conciencia, delimitar los
libero arbitrio, 2, c. 18). La caridad es el pecados y señalar los medios para evitar-
centro de toda la moral cristiana, engendra los. La tendencia general de los manuales
las virtudes cardinales y las orienta hacia de moral a partir de las Instituciones mo-
Dios, y por eso pueden ser consideradas co- rales de Juan de Azor (principios del siglo
mo afectos diversos de un mismo amor (cf. XVII), es reducir la teología moral al estudio
De moribus Ecclesiae, I, c. 15). de los preceptos comunes a todos los cris-
Las virtudes mantienen su carácter me- tianos, ordenados en torno al Decálogo. En
dular en la ciencia moral de la Gran Esco- esta línea, las virtudes son tratadas casi ex-
lástica. El primer tratamiento sistemático clusivamente desde el punto de vista de las
aparece en la Summa Aurea de Guillermo obligaciones que comportan.
de Auxerre, que conduce a la gran síntesis Debido en gran parte al nominalismo, el
de la Summa Theologiae de santo Tomás, pensamiento moderno pierde la noción clá-
fundada especialmente en la Sagrada Es- sica de virtud como perfección intrínseca de
critura, a la vez que asume toda la riqueza la inteligencia y la voluntad, y la transfor-
filosófica del mundo pagano y de los Padres ma en simple disposición para cumplir con
de la Iglesia. En el enfoque moral de santo más facilidad los preceptos de la ley. En el
Tomás, caracterizado por la búsqueda de la sistema moral kantiano, por ejemplo, la fun-
felicidad y por la centralidad de la acción ción de la virtud consiste en reforzar a la
moral, las virtudes definidas como hábitos voluntad para que resista a los enemigos de
operativos adquieren una importancia ca- la razón pura (las pasiones), y cumpla el
pital: forman, con los dones del Espíritu San- deber.
to, la estructura de toda la vida moral, pre-
sidida por la caridad; son fuerzas interiores 2. Renacimiento de la ética de la virtud
que potencian el conocimiento y la libertad; La renovación tomista de finales del siglo
y, con la ley moral entendida como princi- XIX y comienzos del XX introduce alguna
pio intrínseco de la acción (lex indita) , ha- novedad interesante en los manuales de
cen posible la perfección humana y sobre- moral: sustituye los mandamientos por las
natural de la persona. virtudes, como criterio de estructura, y aña-
A partir del nominalismo bajo-medieval, de un tratado sobre las virtudes en la moral
la virtud pierde el lugar que le corresponde fundamental. Pero el cambio afecta más a
en la ciencia moral. La razón última hay que la forma que al fondo.
buscarla en el nuevo concepto de libertad La renovación bíblica, los estudios de teo-
impuesto por Ockham como indiferencia logía patrística y algunas corrientes de filo-
de la voluntad, que se enfrenta a la ley di- sofía moral influyen positivamente en la re-
vina, considerada a su vez como un ele- cuperación de las virtudes. No obstante,
mento totalmente extrínseco a la naturale- quienes ejercen el mayor impulso son los
za humana. Las virtudes se convierten en autores que, entre los años 30 y 50 del si-
sospechosas para la libertad, pues la indu- glo pasado, tratan de renovar la teología
cen a obrar en una determinada dirección. moral buscando en las virtudes teologales
Su papel queda reducido en muchos ca- los principios específicamente cristianos so-
sos a un mecanismo que refrena las pa- bre los cuales fundamentar y estructurar es-
siones para que la voluntad cumpla la obli- ta disciplina. Entre ellos, merecen una men-
gación que le impone la ley. ción especial É. Mersch (Morale et Corps
La teología posterior abandona el positi- Mystique, 1937) y G. Gilleman (Le primat
vo enfoque de las virtudes y se centra, so- de la charité en théologie morale, 1952).
VIRTUD 1049
Las líneas maestras trazadas por el Con- cuadamente en el contexto de una ética
cilio Vaticano II, que señala como objeto de orientada a la búsqueda de una vida feliz,
la teología moral «mostrar la excelencia de encaminada a la santificación, a la unión con
la vocación de los fieles en Cristo y su obli- Dios en Cristo, y no sólo ni principalmente a
gación de producir frutos en la caridad para la fundamentación y cumplimiento de obli-
la vida del mundo» (OT 16), apuntan a un gaciones morales.
enfoque en el que las virtudes y los dones
vuelvan a ocupar el lugar que les corres- II. LAS VIRTUDES HUMANAS
ponde en la vida cristiana. Pero en los años 1. Las virtudes intelectuales
posteriores al Concilio, la polémica sobre la Dios ha puesto en el corazón del hombre el
especificidad de la moral cristiana, centra- deseo y la necesidad de conocer la verdad
da a veces excesivamente en el aspecto nor- para vivir de acuerdo con ella y comunicar-
mativo, no favoreció el desarrollo de esta la a los demás. Esta aspiración sólo se sacia
orientación, a pesar de los esfuerzos en sen- con la Verdad absoluta, pues consiste, en
tido contrario de autores como S. Pinckaers el fondo, en el «deseo y nostalgia de Dios»
y Ph. Delhaye. (FR 24).
Al mismo tiempo, en el campo de la éti- La actividad intelectual de la persona que
ca filosófica se produce un interesante re- busca la verdad engendra y, al mismo tiem-
nacimiento de la ética de la virtud a partir, po, se perfecciona por las virtudes intelec-
sobre todo, de los estudios de G.E.M. Ans- tuales.
combe y A. MacIntyre. La razón dispone de dos funciones: la es-
La propuesta de estos autores tiene un peculativa o teórica y la práctica. La razón
profundo eco en el mundo teológico, en el especulativa tiene por fin conocer la verdad;
que un grupo cada vez más numeroso de y la razón práctica, dirigir la acción según
moralistas propugna un cambio hacia la la verdad conocida. La primera aprehende
perspectiva del sujeto moral la adoptada lo real como verdadero; la segunda, como
por Aristóteles y por santo Tomás, y seña- bueno. La primacía de la razón especulativa
lada por la Encíclica Veritatis splendor (cf. es condición de garantía de que el bien an-
VS 78) , que se fija en la relación intrínse- te el que la persona se encuentra es verda-
ca entre la persona y la acción. Para esta lí- dero y no aparente.
nea moral, la virtud entendida como hábi- Las virtudes que perfeccionan a la razón
to electivo es un elemento clave; la liber- especulativa son el hábito de los primeros
tad recupera su verdadera finalidad, que es principios especulativos o intellectus, la sa-
la realización de la verdad sobre el bien, pa- biduría y la ciencia. Gracias al intellectus, la
ra alcanzar la plenitud de vida y no el mero razón percibe de modo inmediato las ver-
cumplimiento de la ley, ni mucho menos su dades evidentes por sí mismas. La sabidu-
creación; la vida afectiva se pone gracias a ría es la virtud de la persona que conoce a
la virtud al servicio de la razón, integrán- Dios como causa primera y fin último de to-
dose así en el dinamismo moral de la per- das las cosas, y lo busca como tal. El que
sona y capacitándola para el conocimiento posee la ciencia, en cambio, sólo conoce y
del bien por connaturalidad; y el deber ais- sabe explicar por sus causas algún sector
lado de su comprensión kantiana encuen- de la realidad.
tra en el ámbito de la virtud su verdadera Las virtudes de la razón práctica son la
rehabilitación. sindéresis o hábito de los primeros princi-
Una de las conclusiones que se pueden pios prácticos, la prudencia y el arte.
extraer de este recorrido histórico es que el La sindéresis es el hábito por el que se
concepto de virtud sólo puede valorarse ade- conocen los primeros principios de la ley
1050 VIRTUD
ponda de la única manera que se puede res- to, que implica disminución de la reflexión
ponder al amor: amándole libremente y y de la voluntariedad. Cuando se identifica la
amando ordenadamente a sí mismo y a los virtud hábito operativo con la costumbre,
demás hombres. Las virtudes morales se se concluye fácilmente que el comporta-
asientan sobre esta necesidad de amor, y miento virtuoso apenas tiene valor moral,
perfeccionan a la persona para responder porque es mecánico, no exige reflexión y
al amor recibido. resta libertad. Sin embargo, nada más lejos
La división clásica de las virtudes morales, de la virtud que la disminución de la liber-
establece cuatro virtudes cardinales (del la- tad. El hábito virtuoso, que nace como fru-
tín cardo: quicio) prudencia, justicia, for- to del obrar libre, proporciona un mayor do-
taleza y templanza , en torno a las cuales minio de la acción, es decir, un conocimien-
giran otras muchas virtudes particulares. La to más claro del bien, una voluntariedad más
prudencia virtud intelectual, por perfec- intensa y, por tanto, una libertad más per-
cionar a la inteligencia es, por su objeto, fecta.
una virtud moral, madre y guía de todas las La libertad es reforzada también por las
demás. La justicia «consiste en la constan- pasiones, cuando están ordenadas por la
te y firme voluntad de dar a Dios y al próji- fortaleza y la templanza. Gracias a estas vir-
mo lo que les es debido» (CCE 1807). La tudes, la afectividad ejerce una influencia
fortaleza «reafirma la resolución de resistir positiva sobre la razón para que cumpla bien
a las tentaciones y de superar los obstácu- su función judicativa; y sobre la voluntad,
los en la vida moral» (CCE 1808). La tem- para que quiera el bien con todas sus fuer-
planza «modera la atracción de los place- zas.
res y procura el equilibrio en el uso de los
bienes creados» (CCE 1809). b) Las tres dimensiones de la virtud
Esta clasificación, que tiene una larga tra- Para obrar bien se requiere: 1. recta inten-
dición y serios fundamentos, no debe apli- ción: que la voluntad quiera un fin bueno,
carse de manera rígida. De hecho, parece conforme a la recta razón; 2. recta elección:
olvidar el puesto de primer orden que me- que la razón determine bien la acción que
rece la humildad, base y condición de todas se va a poner como medio para alcanzar
las virtudes. aquel fin bueno, y la voluntad elija esa ac-
ción; y 3. recta ejecución de la acción ele-
a) Las virtudes morales son hábitos gida.
operativos buenos Pero la razón y la voluntad no están de-
Debido a la persistente influencia de algu- terminadas por naturaleza a un modo de
nas antropologías modernas, se impone acla- obrar recto: la voluntad puede querer un
rar que el término «hábito», aplicado a la bien que no esté de acuerdo con la recta ra-
virtud, no significa costumbre o automatismo, zón, ordenado a Dios; la razón puede equi-
sino perfección o cualidad que da al hombre vocarse al determinar la acción adecuada
la fuerza (virtus) para obrar moralmente bien para alcanzar un fin bueno; y, por último,
y alcanzar su fin como persona. No se trata los bienes apetecidos por la afectividad sen-
de una simple cuestión terminológica; del sible no siempre son convenientes para el
concepto de hábito operativo depende la ade- fin de la persona. Pues bien, gracias a la vir-
cuada valoración de la virtud en la teología y tud, la persona puede superar estas dificul-
en la vida moral de la persona. tades.
Por costumbre o automatismo se entien- 1.º) La virtud es el hábito de la recta in-
de un comportamiento maquinal, rutinario, tención. Las virtudes morales perfeccionan
adquirido por la repetición de un mismo ac- a la voluntad para que tienda a los fines que
1052 VIRTUD
le propone la razón. Pero no sólo la voluntad, sino también como buena para ella, aquí y
también la afectividad sensible tiene que ser ahora, y para eso necesita tener connatu-
integrada en el orden de la razón de tal mo- ralidad afectiva con el bien (cf. VS 64).
do que, en lugar de ser una rémora para la Pues bien, sólo las virtudes morales pro-
voluntad, potencie su querer. «Pertenece a porcionan esta connaturalidad, gracias a la
la perfección moral del hombre que se mue- cual la razón se hace prudente, es decir,
va al bien, no sólo según su voluntad, sino capaz de un conocimiento concreto, direc-
también según sus apetitos sensibles» to y práctico, que le permite juzgar recta-
(S.Th., I-II, q.24, a.3). No se trata, por tan- mente, de modo sencillo y con certeza, so-
to, de anularlos o reprimirlos, sino de ra- bre la acción que se debe realizar en cada
cionalizarlos y educarlos, para que contri- momento (cf. S.Th., I-II, q.58, a.5). La in-
buyan con sus energías a conseguir el fin fluencia de la voluntad y de los afectos sen-
que la razón señala. sibles sobre la razón es decisiva para que
Gracias a las virtudes, el hombre adquiere ésta juzgue acertadamente sobre los me-
el deseo firme de actuar siempre conforme dios. Si la voluntad y los afectos están bien
a los fines virtuosos, y los encuentra cada dispuestos por las virtudes morales, esti-
vez más atractivos, no sólo como bienes en mulan a la razón a conocer mejor la ver-
sí mismos, sino como bienes para él, lo- dad sobre el bien; y si están desordenados
grando así una mayor connaturalidad con por los vicios, la oscurecen e incluso pueden
el bien. llegar a cegarla.
2.º) La virtud es el hábito de la recta elec- Para juzgar acertadamente sobre el bien
ción. Para actuar bien no basta desear un concreto, para ser prudente, el hombre ne-
fin bueno; es necesario, además, que sean cesita, por tanto, las virtudes morales en la
buenos los medios elegidos para alcanzar voluntad y en los apetitos sensibles. Pero,
el fin, y ésta es precisamente la función a la vez, para adquirir las virtudes morales,
esencial de la virtud: ser hábito de la buena necesita la prudencia en la razón. En esta
elección. Una de las definiciones aristotélicas interacción, la razón juega el papel princi-
de virtud subraya este aspecto: «La virtud es pal: a ella corresponde señalar a las facul-
un hábito electivo que consiste en un tér- tades apetitivas la verdad sobre los fines
mino medio relativo a nosotros, determina- buenos y los medios excelentes para con-
do por la razón, tal como decidiría el hombre seguirlos. Es la razón la que conoce la ver-
prudente» (cf. Ética a Nicómaco, II, 6). dad sobre el bien.
La razón delibera sobre los medios ade- De este modo, la razón «racionaliza» a
cuados que hay que poner para conseguir la voluntad y a los apetitos sensibles, for-
el fin bueno, y, como fruto de esta delibe- mando las virtudes morales. Se puede con-
ración, juzga cuál es la acción que se debe cluir, por tanto, que las virtudes morales son
realizar aquí y ahora, y de qué modo, e im- el mismo orden de la razón implantado en
pera su puesta en práctica. las facultades apetitivas. Si se olvida o nie-
Para llegar a este juicio sobre la acción ga esta dimensión esencial, las virtudes que-
concreta que se debe realizar, la persona dan reducidas necesariamente a costum-
debe contar con el conocimiento de las nor- bres o automatismos, y pierden su puesto
mas (ciencia moral). Pero esto no es sufi- clave en la ciencia y en la vida moral.
ciente: se puede conocer muy bien la cien- Por último, la persona virtuosa no elige
cia moral y, a pesar de todo, juzgar mal so- sin más una acción buena entre varias po-
bre lo que se debe hacer en un caso sibles, sino la acción óptima. El «término
concreto. Es preciso que la persona juzgue medio» en el que consisten las virtudes no
una acción no sólo como buena en general, es la acción mediocre, sino la que, por ser
VIRTUD 1053
excelente, constituye la cumbre entre dos ra la realización del bien. Lo único que le
valles igualmente viciosos, uno por exceso y puede asegurar una respuesta adecuada
otro por defecto. Las virtudes capacitan a son las virtudes humanas y sobrenaturales.
la persona para realizar acciones perfectas Además, las circunstancias en las que se
y alcanzar su plenitud humana, y la disponen encuentra a lo largo de su vida son muy di-
a recibir, con la gracia, la plenitud sobrena- versas, y a veces requieren respuestas im-
tural, la santidad. previsibles y difíciles. Las normas genera-
3.º) La virtud es el hábito de la recta eje- les no siempre son suficientes para saber
cución. Una vez elegida la acción buena, hay qué se debe elegir en cada situación particu-
que ejecutarla, hacerla vida. La verdad prác- lar. Sólo las virtudes proporcionan la capa-
tica conocida por la razón, que señala el bien cidad habitual de juzgar correctamente cuál
concreto a realizar, debe convertirse en ac- es la elección buena en cada circunstancia
ción. Y para ello es indispensable mantener concreta.
el deseo de obrar bien y con recta intención La necesidad de las virtudes resulta obvia
a lo largo del tiempo que requiera la acción; para quien se sabe llamado a crecer en bon-
superar las dificultades internas o externas dad moral para identificarse con Cristo a fin
que se presenten, y llevarla a cabo del mo- de cumplir la misión que su Maestro le ha
do indicado por la prudencia. encomendado. Si no se entiende la vida co-
Pues bien, gracias a las virtudes, el hom- mo respuesta a la llamada de Dios, pierde
bre ejecuta bien la acción buena que ha ele- sentido la lucha por alcanzar las virtudes.
gido: no como quien tiene que llevar una Gracias a ellas, en cambio, la persona im-
carga pesada, reprimiendo sus afectos para prime una dirección determinada a su vida
no volverse atrás, sino con facilidad y ale- moral, una orientación que se mantiene de
gría, como quien hace algo que de veras le modo estable y firme hacia el objetivo de la
interesa, porque todas sus energías inte- amistad con Dios.
lectuales y afectivas cooperan a la realiza-
ción del bien. d) La educación en las virtudes
Si la formación moral se reduce a la trans-
c) La necesidad de las virtudes morales misión teórica de las normas morales y se
Cuando el hombre vea a Dios como es, sus descuida la formación práctica en las virtu-
deseos de felicidad serán plenamente col- des, se produce necesariamente una ten-
mados, y no querrá nada que le aparte de sión entre la afectividad y la razón: las nor-
Él. Pero mientras está en camino, tiene la mas se ven como un obstáculo para la ex-
posibilidad de amar otros bienes en lugar pansión de las tendencias; la razón, como
de Dios, amándose desordenadamente a sí hostil al corazón; el orden moral, como lí-
mismo y a los demás. Sin embargo, la per- mite y represión de la afectividad. Esta opo-
sona que posee las virtudes o lucha por ad- sición, característica de las éticas de inspi-
quirirlas siente aversión por todo lo que le ración kantiana, es contraria a la naturaleza
aparta de Dios, y atracción por todo lo que humana, y por eso no conduce a la perfec-
le acerca a Él. ción y armonía interior, sino a la ruptura mo-
La persona sensata es consciente de que ral y psíquica de la persona.
tiene una gran capacidad para el bien y pa- 1.º) Adquisición de las virtudes. Las vir-
ra el mal; es capaz de lo más sublime y de tudes morales se adquieren por la repeti-
lo más ruin; puede perfeccionarse o co- ción de actos buenos. Pero para que tal re-
rromperse. Y nada le garantiza que, en las petición no lleve al automatismo, sino a la li-
diversas circunstancias de la vida, vaya a bertad, es preciso atender siempre a las dos
superar los obstáculos que se presenten pa- dimensiones del acto humano. La dimen-
1054 VIRTUD
naturales, que otorgan al hombre la posibi- dad «amamos a Dios sobre todas las cosas
lidad de obrar como hijo de Dios, en con- por Él mismo y a nuestro prójimo como a
formidad con el fin sobrenatural. Son dones nosotros mismos por amor de Dios» (CCE
gratuitos, es decir, nacen y crecen por el 1822).
don de la gracia y por los medios que Dios Las virtudes teologales son necesarias
ha dispuesto para su aumento: oración y para saber que nuestro destino es la con-
recepción fructuosa de los sacramentos. templación amorosa de Dios, cara a cara;
Además, por las obras buenas realizadas en para poder vivir como hijos de Dios y me-
gracia, el hombre puede merecer el aumento recer la vida eterna: por la fe, el hombre
de la gracia y de las virtudes. puede saber, asintiendo a lo que Dios le ha
No disminuyen directamente por los pro- revelado, que la vida con la Santísima Tri-
pios actos, pero pueden disminuir indirecta- nidad es el fin al que está llamado; la es-
mente por los pecados veniales, porque en- peranza refuerza su voluntad para que con-
frían el fervor de la caridad, impiden pro- fíe plenamente en que, con la ayuda divi-
gresar en la virtud y predisponen al pecado na, puede alcanzar su destino; y la caridad
mortal. Las virtudes sobrenaturales desapa- le confiere el amor efectivo por su fin so-
recen con la gracia, por el pecado mortal, brenatural.
excepto la fe y la esperanza, que permane- Gracias a las virtudes teologales que
cen en estado informe e imperfecto, a no ser «son la garantía de la presencia y la acción
que se peque directamente contra ellas. del Espíritu Santo en las facultades del ser
Las virtudes sobrenaturales suelen divi- humano» (CCE 1813) , la persona crece en
dirse en teologales y morales. La existen- intimidad con las Personas divinas y se va
cia de las virtudes morales sobrenaturales identificando cada vez más con el modo de
es doctrina común entre Padres y teólogos. pensar y amar de Cristo. Perfeccionadas por
Como el cristiano camina hacia su fin so- los dones del Espíritu Santo, proporcionan
brenatural a través de todas sus acciones, la sabiduría o visión sobrenatural, por la que
parece necesario que las virtudes humanas el hombre, en cierto modo, ve las cosas co-
sean elevadas al plano sobrenatural, para mo las ve Dios, pues participa de la mente
que pueda realizar con sentido divino todas de Cristo (cf. 1 Co 2,16).
las tareas de su vida. Si las virtudes humanas potencian la li-
bertad, con las virtudes teologales y los do-
1. Las virtudes teologales nes, la persona adquiere la «libertad glo-
Por las virtudes teologales, el hombre se riosa de los hijos de Dios» (Rm 8,21). El do-
une a Dios en su vida íntima. Son disposi- minio sobre sí misma no es sólo el que
ciones permanentes del cristiano que le per- alcanza por sus propias fuerzas, sino tam-
miten vivir como hijo de Dios, como otro bién el que tiene por participar del señorío de
Cristo, en todas las circunstancias. Dios, pues el Espíritu Santo es el principio
Por la fe «creemos en Dios y en todo lo vital de todo su obrar.
que Él nos ha revelado, que la Santa Iglesia La persona que vive las virtudes teolo-
nos propone, porque Él es la verdad mis- gales crea en torno a sí el ambiente de en-
ma» (CCE 1418). Por la esperanza «aspira- trega y servicio propio de los hijos de Dios,
mos al Reino de los cielos y a la vida eterna que se manifiesta especialmente en los fru-
como felicidad nuestra, poniendo nuestra tos del Espíritu Santo (cf. Ga 5,22-23).
confianza en las promesas de Cristo y apo- Todas las virtudes disponen al hombre
yándonos no en nuestras fuerzas, sino en para alcanzar su bien. Pero como el bien del
los auxilios de la gracia del Espíritu Santo» hombre en esta vida es la amistad con Dios
(CCE 1817). Gracias a la virtud de la cari- y, en la vida eterna, la visión amorosa de
1056 VIRTUD
Dios, sólo la caridad merece el nombre de En el estado real del hombre redimido,
virtud perfecta. pero con una naturaleza herida por el pe-
La caridad es madre, forma y principio cado original y los pecados personales , las
ordenador de todas las virtudes, porque en- virtudes humanas no pueden ser perfectas
gendra sus actos y los ordena al fin último. sin las sobrenaturales. Por eso se puede afir-
«El ejercicio de todas las virtudes está ani- mar que sólo el cristiano es hombre en el
mado e inspirado por la caridad. Ésta es el sentido pleno del término. Pero las virtudes
“vínculo de la perfección” (Col 3,14); es la sobrenaturales, sin las humanas, carecen
forma de las virtudes; las articula y las or- de auténtica perfección, pues la gracia su-
dena entre sí; es fuente y término de su pone la naturaleza. En este sentido, las vir-
práctica cristiana» (CCE 1827). Por eso, to- tudes humanas son fundamento de las so-
dos los mandamientos se resumen en la ca- brenaturales. «Muchos son los cristianos
ridad: Amor a Dios sobre todas las cosas y afirma san Josemaría que siguen a Cris-
amor al prójimo como a uno mismo. to, pasmados ante su divinidad, pero le ol-
La caridad es la virtud que proporciona vidan como Hombre..., y fracasan en el ejer-
al hombre la unidad de toda su vida. Hace cicio de las virtudes sobrenaturales a pesar
que todos sus pensamientos, palabras y de todo el armatoste externo de piedad ,
obras tengan un único fin y un mismo mo- porque no hacen nada por adquirir las vir-
tivo. El trabajo y el descanso, la vida fami- tudes humanas» (San Josemaría Escrivá,
liar, social y política, todas las actividades Surco, 652).
del hombre deben ser frutos de una misma La íntima relación entre virtudes sobre-
raíz: la caridad. naturales y humanas ilumina el valor de las
realidades terrenas como camino para la
2. Unión de las virtudes humanas y identificación del hombre con Cristo. El cris-
sobrenaturales tiano no sólo cree, espera y ama a Dios
Las virtudes sobrenaturales y las humanas cuando realiza actos explícitos de estas vir-
están íntimamente unidas y se exigen mu- tudes, cuando hace oración y recibe los sa-
tuamente para la perfección de la persona. cramentos. Puede vivir una vida teologal,
De modo análogo a como en Cristo per- de unión con Dios, en todo momento, a tra-
fecto Dios y hombre perfecto se unen sin vés de todas las actividades humanas no-
confusión la naturaleza humana y la divina, bles. Al mismo tiempo que construye la ciu-
en el cristiano deben unirse las virtudes hu- dad terrena, construye la Ciudad de Dios.
manas y las sobrenaturales. Para ser buen
hijo de Dios, el cristiano debe ser muy hu- 3. Cristo, fuente, modelo y fin de las
mano. Y para ser humano, hombre perfec- virtudes
to, necesita la gracia, las virtudes sobrena- Cristo no sólo es nuestro Salvador, sino tam-
turales y los dones del Espíritu Santo. bién el modelo humano-divino del hombre;
Las virtudes humanas disponen para co- es el maestro de la vida moral, de todas las
nocer y amar a Dios y a los demás. Las so- virtudes y de su culminación en el amor, que
brenaturales potencian ese conocimiento y manifiesta con su pasión y muerte en la
ese amor más allá de las fuerzas naturales Cruz; es la Persona a la que el hombre tie-
de la inteligencia y la voluntad. Asumen las ne que seguir y con la que debe identificar-
virtudes humanas, las purifican, las elevan se para vivir la vida de hijo de Dios, para la
al plano sobrenatural, las animan con una gloria del Padre, en el Espíritu Santo.
nueva vida, y así todo el obrar del hombre, Por tanto, sólo en la contemplación amo-
al mismo tiempo que se hace plenamente rosa de la vida de Cristo se descubre en ple-
humano, se hace también «cristiano». nitud el sentido de las diversas virtudes, y el
VOCACIÓN 1057
valor moral de las acciones: sólo Cristo «ma- mismo, para que sea ipse Christus, el mis-
nifiesta plenamente el hombre al propio mo Cristo.
hombre y le descubre la grandeza de su vo- En esta progresiva identificación con el
cación» (GS 22). modelo, que es Cristo, el Espíritu Santo «el
Pero la imitación y seguimiento de Cristo Espíritu de Jesús» (Hch 16,7) asume el pa-
no consisten en «una imitación exterior, por- pel de modelador y maestro interior. El fin
que afecta al hombre en su interioridad más que pretende con sus mociones e inspira-
profunda. Ser discípulo de Jesús significa ciones a las que el hombre puede ser dó-
hacerse conforme a Él, que se hizo servidor cil gracias también a sus dones y carismas
de todos hasta el don de sí mismo en la cruz es ir formando en el cristiano la imagen de
(cf. Flp 2,5-8). Mediante la fe, Cristo habita Cristo. Por eso puede decir san Ambrosio
en el corazón del creyente (cf. Ef 3,17), el que el fin de todas las virtudes es Cristo:
discípulo se asemeja a su Señor y se con- «Finis omnium virtutum, Christus» (Ena-
figura con Él; lo cual es fruto de la gracia, rrationes in Psalmos CXVIII, 48).
de la presencia operante del Espíritu Santo
en nosotros» (VS 21). Bibliografía
En el campo de las virtudes sobrenatu- A. MAcINTYRE, Tras la virtud, Madrid 1987. J. PIE
rales, la iniciativa y el crecimiento depen- PER, Las virtudes fundamentales, Madrid 1980. M.
den, sobre todo, de Dios, que cuenta, sin RHONHEIMER, La perspectiva de la moral, Madrid
embargo, con la colaboración del hombre. 2000: especialmente, 199-266. Á. RODRÍGUEZ LU
Es Cristo quien hace al hombre hijo de Dios ÑO, La scelta etica. Il rapporto tra libertà e virtù,
por el bautismo y quien, especialmente en la Milano 1988.
Eucaristía, lo asimila e identifica consigo T. Trigo
Vocación
proceso creador). Incluso el moderno sig- dos los hombres a encontrar su salvación
nificado corriente de vocación como «incli- en Cristo: hay una llamada universal a la
nación a cualquier estado, profesión o ca- salvación y a la santidad, y quienes la aco-
rrera», en el que prevalecen las tendencias gen forman «la Iglesia de Dios [...], los san-
naturales del sujeto, reclama una com- tificados en Cristo Jesús, llamados a ser san-
prensión que deriva de la original «llama- tos» (1 Co 1,2). A través de la vocación co-
da» a la existencia en la que Dios constitu- lectiva de Israel y de la Iglesia, Dios da a
ye a cada persona con unas peculiares pro- conocer a la humanidad sus designios de
piedades, aptitudes y tendencias. salvación, interpelando además personal-
mente a cada hombre para que ponga los
I. SAGRADA ESCRITURA talentos recibidos al servicio de ese fin.
Los pasajes de la Sagrada Escritura en los En el Antiguo Testamento son frecuentes
que Dios llama tanto en el Antiguo como las escenas en las que Dios se dirige a una
en el Nuevo Testamento, si bien con matices persona y la llama al servicio de la Alianza:
distintos muestran que la vocación es co- elige y designa a Moisés para que libere a
lectiva y personal: los llamados constituyen su pueblo (Ex 3,4: «¡Moisés, Moisés! Y res-
primeramente un pueblo, desde el cual Dios pondió él: Heme aquí»); y escoge a los pro-
llama singularmente a cada uno para reali- fetas para que recuerden a Israel la nece-
zar un servicio personal en favor del fin de sidad tanto de confiar en el cumplimiento
la comunidad. La historia de Israel se inicia de las promesas divinas como de obedecer
con una escena en la que Dios se dirige a a la Ley (Jr 1,5-7: «Antes de plasmarte en
un hombre haciéndole conocer su voluntad: el seno materno, te conocí, antes que sa-
«El Señor dijo a Abrán: Vete de tu tierra y de lieras de las entrañas, te consagré, te cons-
tu patria y de la casa de tu padre, a la tierra tituí profeta de las naciones. [...] allá donde
que yo te mostraré; de ti haré un gran pue- te envíe irás, y todo cuanto te ordene, lo di-
blo, te bendeciré, y engrandeceré tu nombre rás»). Las diversas narraciones de vocación
que servirá de bendición» (Gn 12,1-2). La (cf., también, 1 S 3,10-14; Is 6,1-9; y Ez
descendencia de Abraham es constituida en 1,1-3; 2,1-3) contienen algunos aspectos
pueblo aparte, reservado para Dios como comunes, que podemos considerar como
un hijo predilecto: «Cuando Israel era niño, trazos esenciales de la llamada: 1º) La ini-
Yo le amé, y de Egipto llamé a mi hijo» (Os ciativa es siempre de Dios, que elige un
11,1). La liberación de la esclavitud de Egip- hombre al cual se dirige para darle a cono-
to es una llamada de elección que crea un cer su voluntad; 2º) esa voluntad consiste
vínculo entre Dios y su pueblo, determi- en el cumplimiento de una determinada mi-
nando la conducta de ambos: Dios defiende sión, en la consigna de un encargo relacio-
a Israel como a su propiedad, y el pueblo, nado con el destino de su pueblo; 3º) esa
confiando en las promesas divinas, obede- iniciativa divina requiere una respuesta por
ce a la Ley de la alianza. La llamada, la elec- parte del hombre: su libertad es interpela-
ción de la que es objeto Israel se ordena a da a manifestar la propia disponibilidad pa-
una misión: proclamar a todos los pueblos el ra ser instrumento y servidor de Dios.
único y verdadero Dios que se revela al También los Evangelios nos presentan es-
mundo. cenas de vocación: Jesús llama a sus discí-
Con la encarnación del Verbo y la activi- pulos con la misma libertad y fuerza con la
dad mesiánica de Jesús el pueblo de Dios que Yahwéh había llamado a patriarcas, pro-
rompe fronteras geográficas y raciales: el fetas y reyes (Mt 4,18-20: «Mientras cami-
Reino de Dios es constituido por todos aque- naba junto al mar de Galilea vio a dos her-
llos que acogen la Palabra. Dios invita a to- manos, Simón el llamado Pedro y a Andrés
VOCACIÓN 1059
uso paulino de «llamados» (cf., por ejem- to, el sentido subjetivo de la llamada interior
plo, los inicios de la Carta de san Clemente al seguimiento de Cristo sería el propio de la
de Roma a los Corintios y del escrito cono- «vocación monástica»; y los laicos, en cuan-
cido como Secunda Clementis; y Pastor de to simples miembros del pueblo, no serían
Hermas, Mand IV, III, 4, Comp VIII, I, 1, objeto de particular elección.
Comp IX, XIV, 5), apreciándose en la Epís- Santo Tomás de Aquino no realizará un
tola del Pseudo-Bernabé la acepción de po- estudio sistemático de la vocación: su pen-
seedor de un estatus o condición diviniza- samiento al respecto se encuentra esparci-
da que tiene su origen en la llamada: «Por do a lo largo de su obra y requiere una visión
ello, Dios habita verdaderamente en nuestra de conjunto, capaz de descubrir el equili-
morada, en nosotros. ¿Cómo? [Por] la pa- brio entre dependencia de la tradición y ori-
labra de su fe, la vocación [klesis] de su pro- ginalidad. Por una parte, recoge la doctrina
mesa, [...] Él mismo es quien profetiza en de los Padres sobre la vocación como lla-
nosotros» (Epístola del Pseudo-Bernabé, mada de Dios dirigida personalmente a to-
XVI, 8-9, en Fuentes Patrísticas 3, Madrid, dos los bautizados, y, por tanto, todos los
1992, 221). Con la paz de Constantino la cristianos deberían perseguir la plenitud de
Iglesia pasa de ser perseguida a gozar de la caridad esencia de la perfección cristia-
libertad y de un estatuto oficial que, entre na (S.Th. II-II, q.184, a.3) en virtud del
otras cosas, constituía a los clérigos en un primer precepto del Decálogo. Y, por otra,
ordo socialmente privilegiado. El fin de las el análisis de los estados de vida realizado
persecuciones comportó, sin embargo, un por el Aquinate conduce a la doctrina de los
debilitamiento de la vida cristiana el au- estados de perfección status perfectionis
mento de conversiones no garantizaba la acquisitae et communicandae de los obis-
calidad , y la ausencia del modelo de san- pos, y el status perfectionis acquirendae de
tidad ofrecido por los mártires fue suplido los religiosos , en donde el sentido del tér-
por el testimonio de quienes libraban en el mino «vocación» resulta restringido a mo-
desierto sus batallas contra el demonio. El ción interior de Dios en el alma. En los inicios
monaquismo sería la respuesta a una Igle- de la época moderna, el humanismo cris-
sia que pierde vitalidad, y los monjes co- tiano y la Reforma protestante coincidieron
mienzan a ser considerados como los ver- en la tendencia a la interioridad y al subje-
daderos cristianos, los que, escapando a la tivismo, y en la valoración de todos los es-
corrupción de las ciudades, se esfuerzan con tados también las profesiones laicales co-
sus renuncias por emular en los cenobios la mo vías particulares de respuesta a la vo-
primitiva comunidad. Paulatinamente, el cación cristiana de todos los bautizados. Sin
concepto de vocación entendido como lla- embargo, esa posible apertura a la univer-
mada de Dios dirigida personalmente a to- salidad de la vocación murió en el intento: el
dos los bautizados, se desliza hacia un sen- error luterano de la práctica identificación
tido subjetivo de llamada interior a seguir entre sacerdocio ministerial y sacerdocio
a Cristo según una forma de vida conside- universal de todos los cristianos produjo la
rada perfecta. La fuerte tendencia medie- lógica reacción de Trento y de la teología
val a estructurar jerárquicamente una so- católica principalmente, de los discípulos
ciedad en donde las obligaciones y derechos de san Ignacio de Loyola, y del cardenal Bé-
marcan el puesto de cada uno favorecieron rulle a favor de la grandeza de la vocación
la creciente distancia entre clero, monacato sacerdotal. A partir del siglo XVII el uso del
y laicado: mientras para los clérigos la vo- término «vocación», entendido como lla-
cación se identificaría con una mera llama- mada interior procedente de Dios, y hasta
da exterior a realizar las funciones de cul- entonces prácticamente reservado a la vo-
VOCACIÓN 1061
cación religiosa, se extiende y aplica cada los que ésta se realiza: las distintas voca-
vez más frecuentemente al sacerdocio. La ciones «particulares» tienen sentido en la
teología de la vocación en los siglos XVIII y medida en que participan solidaria y com-
XIX será escrita en los seminarios con la plementariamente en la vocación-misión de
preocupación de conjugar la autenticidad de la Iglesia. La vocación universal a la santidad
la atracción interior con la idoneidad y rec- ampliamente tratada en el capítulo V de la
titud de intención del candidato al sacerdo- Constitución dogmática sobre la Iglesia, Lu-
cio. En definitiva, en el lenguaje eclesial y men gentium implica que todos los cris-
corriente se hizo tradicional y clásico el sig- tianos tienen un vocación propia, todos tie-
nificado de «vocación» como término re- nen en la Iglesia un papel que desempeñar
servado a sacerdotes y religiosos, todavía como miembros de un cuerpo en el que ac-
hoy presente como primera acepción del túan para el bien de todo él. Desde esta
Diccionario de la Real Academia de la Lengua perspectiva, la noción de vocación se am-
Española: «Inspiración con que Dios llama a plía y enriquece: ante la iniciativa divina que
algún estado, especialmente al de religión». incluye a cada cristiano en el plan salvífico de
Dios origen de la vocación a la santidad,
III. MAGISTERIO previa a cualquier diferenciación o especifi-
El último concilio ha supuesto un golpe de cación en su realización el bautizado toma
timón en el alcance y comprensión del con- conciencia de su regeneración y acoge li-
cepto que estamos analizando. Antes del bremente por la fe una propuesta divina
evento conciliar las intervenciones magis- personalizada que se desarrollará y realiza-
teriales reflejaban la tendencia a la inter- rá en el tiempo, a través de su fiel corres-
pretación restringida: las vocaciones eran pondencia a las gracias recibidas. Un claro
las «particulares», y más en concreto la sa- ejemplo de esa amplitud de miras lo ofre-
cerdotal, de la que preocupaba la correcta ce el texto que culmina la exposición de la
armonización de la libertad e idoneidad del santidad en los diversos estados: «Todos los
candidato con la llamada del obispo (cf. la cristianos, por tanto, en sus condiciones de
encíclica Ad catholici sacerdotii fastigium, vida, trabajo y circunstancias, serán cada
de Pío XI en 1935, y la constitución Sedes vez más santos a través de todo ello si todo
Sapientiae, de Pío XII en 1956). La solici- lo reciben con fe de manos del Padre del
tud por la vocación al sacerdocio y a la vida cielo y colaboran con la voluntad de Dios,
religiosa sigue presente, lógicamente, en manifestando a todos, precisamente en el
los documentos del Vaticano II cf. los de- cuidado de lo temporal, el amor con el que
cretos Optatam totius, sobre la formación el Padre amó el mundo» (LG 41). Iniciativa
sacerdotal; Presbyterorum ordinis, sobre el divina y respuesta humana, eternidad y
ministerio y la vida de los presbíteros; y Per- tiempo, vocación colectiva y vocación per-
fectae caritatis, sobre la adecuada renova- sonal, vocación común-bautismal y voca-
ción de la vida religiosa , pero estas voca- ción particular-específica, vocación divina y
ciones «particulares» son ahora vistas des- vocación humana, gracia sobrenatural y do-
de dentro de la común y fundamental nes naturales: todo queda integrado y ar-
vocación cristiana como especificaciones, monizado en el concepto de vocación trans-
expresiones y modos de realización de la mitido por el Concilio Vaticano II.
llamada a la unión con Cristo en la Iglesia. Podemos afirmar que el término en cues-
Es decir, como consecuencia de la profun- tión ha abandonado su función clásica de
dización eclesiológica realizada por la asam- designar un determinado estado de vida
blea conciliar se ha querido dar prioridad a eclesial, volviendo al significado propio de
la vocación bautismal sobre los modos en las comunidades posapostólicas: la condi-
1062 VOCACIÓN
ción común de toda vida cristiana en la que con una diversidad admirable. [...] Aunque
se especificarán, posteriormente, las distin- en la Iglesia no todos vayan por el mismo
tas formas y figuras de esta fundamental camino, sin embargo todos están llamados
vocación. En algunos casos, la vocación par- a la santidad [...]. Así dentro de la diversi-
ticular-específica determinación de la co- dad, todos dan testimonio de la maravillosa
mún-bautismal consistirá en la respuesta a unidad en el Cuerpo de Cristo. En efecto, la
una interpelación divina que llama a una mi- propia diversidad de gracias, de servicios y
sión peculiar, a un camino que precede a la de actividades reúne en la unidad a los hijos
decisión personal y suele comportar una di- de Dios, pues todo esto lo hace el único y
mensión institucional y una espiritualidad mismo Espíritu (1 Co 12,11)» (LG 32);
específica: son las vocaciones «peculiares», c) espiritual: «En los diversos géneros
en las que se asume un modo de ser que de vida y ocupación, todos cultivan la mis-
afecta a toda la existencia e implica com- ma santidad. En efecto, todos por la acción
promisos específicos (por ejemplo, la voca- del Espíritu de Dios, obedientes a la voz del
ción sacerdotal, y otras respuestas a caris- Padre, adorando a Dios Padre en espíritu y
mas institucionales reconocidos por la Igle- verdad, siguen a Cristo pobre, humilde y
sia). Estas vocaciones peculiares siguen con la cruz a cuestas para merecer tener
siendo determinación de la vocación común- parte en su gloria» (LG 41);
bautismal, por lo que no están más llamadas d) antropológica: «La razón más alta de
a la comunión con Dios que las demás vo- la dignidad humana consiste en la vocación
caciones particulares-específicas. Es verdad del hombre a la comunión con Dios. El hom-
que recibir una vocación peculiar supone bre es invitado al diálogo con Dios desde su
una especial gracia de Dios, pero en estos nacimiento; pues no existe sino porque, crea-
casos la correspondencia humana se sitúa do por Dios por amor, es conservado siem-
siempre en el marco de la llamada universal pre por amor, y no vive plenamente según la
a la santidad, del continuo crecimiento de verdad si no reconoce libremente aquel amor
la caridad exigido a todos. En definitiva, la y se entrega al Creador» (GS 19).
fundamental vocación a la santidad es de- La doctrina conciliar sobre la vocación,
clinada por cada persona según la situación por tanto, dilata y amplía el campo de los
particular en la que Dios le coloca. Esta res- sujetos todos los cristianos , y esto no im-
tauración-revolución del concepto «voca- plica necesariamente un debilitamiento de
ción» ha sido fruto de una maduración teo- su significado o una interpretación soft del
lógica que todavía está abierta a futuros término. La vocación universal a la santidad
desarrollos. El Concilio nos ha legado un de los bautizados no empequeñece el valor
concepto rico en sus diversas dimensiones: y contenido de las llamadas «vocaciones
a) teológica o teocéntrica: «A todos los particulares», sino que las fundamenta y
elegidos, el Padre, desde la eternidad, los otorga sentido y finalidad. Problema distin-
conoció y los predestinó a ser conformes a to reto pastoral y apostólico será la efec-
la imagen de su Hijo para que éste sea pri- tiva conciencia en cada cristiano de haber
mogénito de muchos hermanos (Rm 8,29)» recibido una llamada personal, cuya res-
(LG 2); «fue enviado el Espíritu Santo el día puesta exigirá siempre un radical segui-
de Pentecostés para que santificara conti- miento de Cristo en las condiciones y cir-
nuamente a la Iglesia y de esta manera los cunstancias determinadas en y por el diá-
creyentes pudieran ir al Padre a través de logo vocacional. Esa respuesta personal que
Cristo en el mismo Espíritu» (LG 4); exige la clara conciencia de haber sido in-
b) eclesiológica: «La Iglesia santa, por terpelado es siempre «vocación particu-
voluntad de Dios, está organizada y dirigida lar», independientemente de su concreta
VOCACIÓN 1063
construcción del mundo que anticipa y pre- Descartada esta última por la fe, hay que
para la Ciudad de Dios. Cada vocación se poner atención en no caer en la primera con-
pone al servicio de la humanidad para ac- cepción: Dios no juega con el hombre una
tuar el misterio de salvación manifestado partida de ajedrez conociendo de antemano
en Cristo, modela la cruz en su propia vida los movimientos que éste realizará, ni im-
componiendo la coordenada vertical con la pondrá así su voluntad siempre vencedora.
horizontal, amor a Dios y amor al prójimo, Dios es un Padre que, por amor al hombre y
contemplación y acción. al don de naturaleza más grande concedi-
Estos planos o aspectos de la vocación, do la libertad , ha enviado a su Unigénito
que pueden configurar diversos tipos o mo- para revelar su plan de salvación y glorifi-
dos de contemplarla, tienen su centro y pun- cación. Por su parte, el hombre no se sitúa
to de unión en Cristo: la vocación es segui- ante un Dios lejano y ajeno a su existir, si-
miento radical de Cristo, vida nueva en su no ante un Padre amoroso que, queriendo lo
Espíritu, servicio a la Iglesia a imitación del mejor para él, tiene previsto un designio
Siervo fiel de Yahwéh, reconocimiento de su personal e intransferible. Ese plan divino no
señoría cósmica, y protagonismo en la his- ha de buscarlo el hombre en una mente
toria de la salvación llevada a cabo por Cris- eterna e inaccesible, sino en la historia de
to. «El hombre que quiere comprenderse la propia existencia vivida en confiado diá-
hasta el fondo a sí mismo [...] debe, con su logo con Él. Dios concede a la libertad un
inquietud, incertidumbre e incluso con su espacio grande: la predestinación no la eli-
debilidad y pecaminosidad, con su vida y mina ni sustituye, la crea y le da sentido.
con su muerte, acercarse a Cristo. Debe, Pero para afirmar el protagonismo de la li-
por decirlo así, entrar en Él con todo su ser, bertad es decir, la aceptación del hombre
debe “apropiarse” y asimilar toda la reali- de la modalidad histórica en la que se con-
dad de la Encarnación y de la Redención pa- creta y realiza su filiación , no hace falta
ra encontrarse a sí mismo» (RH 10). negar la existencia de un designio divino
eterno. Esta elección es, por tanto, eterna
2. Elementos constitutivos del concepto desde siempre y para siempre: «porque
«vocación» los dones y la vocación de Dios son irrevo-
Estos elementos, siendo comunes a toda cables» (Rm 11,29) ; gratuita, en el senti-
vocación cristiana, tienen una particular re- do de que precede cualquier mérito huma-
sonancia en las denominadas «vocaciones no; y comporta una misión particular, una
peculiares»: tarea en la historia de la salvación, cuyo
a) Elección divina. Dios elige y predesti- contenido se determinará de acuerdo con
na para «ser conformes con la imagen de las dotes recibidas y con la personal condi-
su Hijo» (Rm 8,29), para ser hijos en el Hi- ción y estado de vida.
jo. Por pertenecer al ámbito del conocimiento b) Manifestación de la elección o llamada.
divino, la elección constituye un misterio in- En sentido estricto, la vocación es la mani-
sondable: «La vocación es el misterio de la festación en el tiempo y en la historia de
elección divina. “No me habéis elegido vo- esa elección divina. En el caso de los pa-
sotros a mí, sino que yo os he elegido a vos- triarcas, profetas y apóstoles, Dios llama di-
otros [...] (Jn 15,16)”» (Juan Pablo II, Don rectamente, pero lo habitual es que se sir-
y misterio, Madrid 1996, 17). Un correcto va de mediaciones humanas, y utilice suce-
planteamiento de la misteriosa relación en- sos corrientes y factores como la familia y la
tre predestinación y libertad exige huir de educación cristiana. Casi nunca llama Dios
las concepciones opuestas de vida como con hechos extraordinarios, milagrosos, con-
destino ciego y de vida como casualidad. tundentes. Aunque el conocimiento siem-
1066 VOCACIÓN
pre genérico y en sus rasgos esenciales de un día lo hizo con Pedro y con Andrés: Ve-
un plan de Dios pueda tener lugar en un de- nite post me, et faciam vos fieri piscatores
terminado momento, la vocación no es, sin hominum (Mt 4,19), seguidme y yo os ha-
embargo, sinónimo de instante, de suceso ré pescadores de hombres, cualquiera que
inmediato, sino que adquiere los rasgos de sea el puesto que en el mundo ocupemos»
una historia: implica tiempo y duración. La (San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pa-
llamada es dinámica y progresiva ya que sa, 45).
Dios no manifiesta de golpe todos los deta- d) La respuesta humana. Dios no deja de
lles de una vocación, sino que los va mos- conceder las gracias necesarias luz en la
trando poco a poco con el paso de los años: inteligencia y mociones en la voluntad pa-
cada situación y acontecimiento va escri- ra que el hombre pueda discernir la llama-
biendo la vida del hombre y manifestando da, decidir su respuesta, y llevar a cabo la
su vocación. «En verdad, no somos llamados misión encomendada. La respuesta a la ini-
una sola vez, sino muchas; a lo largo de to- ciativa divina no debería ser nunca fruto de
da nuestra vida Cristo nos está llamando la superficialidad y menos aún de un capri-
(...); todos nos encontramos en permanen- cho cambiante. Esa respuesta tiene carácter
te estado de llamada» (J.H. Newman, Pa- de totalidad puesto que la vocación es om-
rochial and Plain Sermons, VIII, Sermon 2, nicomprensiva, abraza la vida entera en to-
San Francisco 1987, 1569). das sus facetas y duración: «la fe y la vo-
c) Escucha y discernimiento de la voca- cación de cristianos afectan a toda nuestra
ción. Para que la llamada divina resuene existencia, y no sólo a una parte. Las rela-
en lo profundo del alma se requiere tener ciones con Dios son necesariamente rela-
conciencia de estar siendo interpelado, y ciones de entrega, y asumen un sentido de
saber discernir su contenido con una cer- totalidad» (san Josemaría Escrivá, Es Cris-
teza moral que difícilmente será absoluta to que pasa, 46). Esto no significa que todas
y total, pues la evidencia racional deja po- y cada una de las acciones del cristiano es-
co espacio a la libertad del amor. La dis- tén predeterminadas unívocamente por la
ponibilidad a la llamada interior del Espíri- llamada, como si la libertad consistiera en
tu es inseparable del diálogo habitual con la mera aceptación de una voluntad divina
Dios y de la sensibilidad a las necesidades que fuera siempre cognoscible, sino que ca-
de la Iglesia y del mundo. Las aptitudes o da una de las decisiones y acciones deben
idoneidad para seguir un determinado ca- ser tomadas y vividas en la lógica de la vo-
mino, la rectitud de intención, las orienta- cación, unificando así la entera existencia
ciones y consejos en la dirección espiritual, cristiana. Otro aspecto de la respuesta con-
y en los casos que así se requiera la secuencia del dinamismo y progresión de la
aceptación por parte de la autoridad ecle- llamada es su carácter permanente: sien-
siástica, son signos internos y externos que do la respuesta a la vocación un acto de
pueden corroborar la autenticidad de la vo- amor a Dios, perseverar es permanecer en
cación. «La vocación enciende una luz que esa respuesta de amor, es fidelidad dinámi-
nos hace reconocer el sentido de nuestra ca, ejercicio constante de la libertad para
existencia. Es convencerse, con el res- madurar la propia vocación y realizar el pro-
plandor de la fe, del porqué de nuestra rea- yecto divino, que sólo conoceremos plena-
lidad terrena. [...] Dios nos saca de las ti- mente al entrar en la eternidad. La respuesta
nieblas de nuestra ignorancia, de nuestro a la vocación constituye, por tanto, un com-
caminar incierto entre las incidencias de la promiso personal que incluye la entrega a
historia, y nos llama con voz fuerte, como Dios del propio futuro.
VOCACIÓN 1067
CATEQUESIS 129 134; 97, 124 127, 378 294, 303, 489, 496 497, 552, 651, 652,
naturaleza 129 131 653, 901
finalidad 131 132 jerárquica 140, 142, 220, 678
tareas 132 133 y misión 376, 378
catecumenado 134 de personas 390, 392, 636
y Biblia 97 conyugal 391, 640 643
Cielo 190, 191, 240, 319, 372 373, 532, 631, Ver Comunidad, COMUNIÓN DE LOS SAN
681, 921 922 TOS, EUCARISTÍA
Ver ESCATOLOGÍA COMUNIÓN DE LOS SANTOS 145 148; 342, 440,
CIENCIA (y teología) 134 139; 84, 194, 196, 489
215 217, 231, 402, 417, 445, 453 454, 458, historia de la fórmula 145
460, 499, 500 interpretaciones 145
teología como ciencia 134 136; 948 949 miembros de la Iglesia 147
teología y ciencias naturales 136 138 CONCIENCIA 149 158; 38, 264 267, 272, 418
teología de la ciencia 139 419, 424 425, 462
Circuminsessio 255 256, 282, 337, 989 significados de «conciencia moral» 149
Ver DIOS, PERSONA, Perichoresis 150
Cisma 169, 342 ley y libertad 152
COLEGIO EPISCOPAL 140 144, 228, 603 604, autoridad de la conciencia 154 155
653, 952 errónea 155
sucesión apostólica 140 141 formación 156
sucesión apostólica primacial y colegial Ver MORALIDAD, LEY
141 142 CONCILIO 158 173; 141, 221, 227, 290, 531,
autoridad episcopal 143 597 598, 800, 999, 1010
concilio ecuménico 144, 159 naturaleza y teología 158
Ver APÓSTOLES, MINISTERIO, IGLESIA concilio ecuménico 159; 144, 525, 596
Comunicación de idiomas 528 historia de los concilios ecuménicos 161
Comunidad 173, 404 407, 526 531
creyente (de fe) 13, 90 92, 157, 158, 185, Concupiscencia 107, 800 801
224, 377, 396, 595, 803, 892, 893, 899, Confesión
979 981 Ver PENITENCIA (SACRAMENTO)
humana 35, 234, 709, 803, 963 Confesión de fe 199, 255, 257, 331, 371, 399,
eclesial 38, 131, 157, 230, 491, 770, 775, 650, 735, 779, 941
942 CONFIRMACIÓN 173 178
política 49, 230, 277 celebración litúrgica 173 176
primitiva (cristiana) 83, 93, 117, 119, teología de la confirmación 176 178
243, 485, 533, 738, 892 gracia 177
cristiana 243, 295, 297, 298, 305, 378, carácter 177 178
929, 948 Conocimiento 179
de personas 387, 389 391, 819 de Dios, de la fe 4, 107, 179 181, 206
familiar 389 390, 396 207, 237, 238 239, 250, 255, 286, 287, 317
conyugal 390, 640 641 Ver FE, RAZÓN
Ver Comunión Consejos evangélicos 495, 1022, 1025 1026,
Comunión 1028, 1030, 1032
con Dios 72, 128, 131, 133, 303, 341, 359, Ver VIDA CONSAGRADA
384, 536, 539, 543, 549, 654, 740, 793, CONTEMPLACIÓN 178 182; 203 204
911, 917, 1039 significados 178 179
trinitaria 76, 420, 422, 479 dones del Espíritu Santo 181
eclesial 103, 122, 159, 162, 172, 220, oración contemplativa 182
1072 Diccionario de Teología
fuentes 268 270 253, 254, 371, 415, 421, 422, 433, 438
método 270 271 439, 479, 480, 489
dignidad humana 274 276 Sagrada Escritura 325 328
bien común 276 277 persona divina 327 328
solidaridad 277 278 y Jesús 328 330
subsidiariedad 278 279 en la Tradición 330
destino universal de los bienes 279 280 Filioque 334 337
DOGMA 280 289 símbolo niceno constantinopolitano 336
y verdad 284 286 pneumatología del siglo IV 331 333
y tradición de la Iglesia 286 287 procesión 334
interpretación 287 289 misión 337
y Evangelio 287 e Iglesia 337 338
Ver TRADICIÓN, MAGISTERIO, VERDAD protagonista de la misión 377
Dones del Espíritu Santo 119 120, 181 en revelación 881 882
dones 181, 678
Ecología 202 204 ESPIRITUALIDAD (Historia) 339 358
ECUMENISMO 290 307 patrística 340 346
historia del movimiento ecuménico 290 medieval 347 351
295 moderna y contemporánea 351 358
principios 295 300 y trabajo 977 978
diálogos ecuménicos 300 307 Eternidad 104, 193, 239 240, 247, 251, 253,
y teología 964 333
Encarnación 195, 205, 209, 341, 343, 371, Ética 690 691
412, 469 griega 33 34, 688
y creación 199 doctrinas éticas 691 704
y redención 918 social 265
Ver JESUCRISTO natural y cristiana 921
Enfermedad 717 718, 904, 991 992 filosófica y teología moral 689 690
Epíclesis 174, 245, 330, 368, 585 y religión 860
ESCATOLOGÍA 308 320; 25, 110, 203 y Doctrina social de la Iglesia 266 267
general 308 311 de la virtud 1048 1049
individual 311 312 dimensión ética del bautismo 76 77
en los Padres 313 314 trabajo y espiritualidad 977 978
en Teología y magisterio 314 315 Ver MORALIDAD, LEY, CONCIENCIA
parusía y creación 316 317 EUCARISTÍA 359 374; 5, 6, 73 74, 106, 419,
vida eterna 317 320, 963 496
cielo 319 institución 359
purgatorio 319 en la historia 360 362
infierno 319 magisterio 361 362
Escritura, Sagrada 950, 951 sacrificio 363 364
y Tradición 951 953, 971, 986 988 presencia real 364 365
Ver BIBLIA, INSPIRACIÓN, CANON, TRADICIÓN comunión 365
ESPERANZA 320 325; 25, 276, 308 309, 313, celebración 366 370
410 y espiritualidad 370 374
contenido 323 324 y alianza 5 6
motivo 324 Ver IGLESIA, LITURGIA, SACRAMENTO
sujeto 324 Evangelio 28 29, 99, 102, 123, 131, 216, 268
ESPÍRITU SANTO 325 339; 73, 76, 108, 120, 270, 273, 287, 367, 375 376, 399, 413
121, 174, 197, 244, 246, 247, 249, 250, transmitido 979
1074 Diccionario de Teología
Iniciación cristiana 71, 73 75, 130, 134, 379, Juicio final 317
784 Ver ESCATOLOGÍA
Ver BAUTISMO, CONFIRMACIÓN, EUCARIS Justicia 157, 208, 229, 230, 232, 240 241,
TÍA 242, 269, 272, 277, 318, 435, 440, 542
ISNPIRACIÓN DE LA SAGRADA ESCRITURA 511 543
517; 82 83 Ver DOCTRINA SOCIAL, VIRTUDES
definición dogmática 514 Justificación 74 75, 111, 185, 304, 346, 403
analogía Escritura Verbo encarnado 405, 434, 440 442, 542, 544, 746, 790, 916
516 Ver CONVERSIÓN, ECUMENISMO, GRACIA
Ver VERDAD
Intercesión 147, 368, 369, 760 LAICOS 552 557; 492, 495
Ver COMUNIÓN DE LOS SANTOS, ORACIÓN Vocación y misión 553 554
Interpretación Apostolado personal y asociado 555 556
de los dogmas 287, 289 Ver IGLESIA, MUNDO
de la Escritura 13 14, 27 28, 85, 90 92, LENGUAJE 558 562; 4, 285
341, 381, 385, 515, 877, 951, 983, 987, lenguaje teológico 558 560
1008 profesión de fe 560 561
Ver EXÉGESIS, Hermenéutica magisterio 561
liturgia (lenguaje) 561
Jansenismo 355, 436, 599 mística 561 562
Jerarquía de verdades 283, 300, 306 LEY 562 573; 3 5, 13, 14, 30, 80, 100, 113
JESUCRISTO 518 551; 79, 81, 106, 131, 190, 114, 148, 150, 152 154
195, 205, 207, 209, 251, 296, 298, 310, en la Sagrada Escritura 562 564
311, 324, 373, 375, 399, 411 412, 416, 424 en los Padres 565
historia 519 521 eterna 569
Mediador 524, 538 en medievales 566
Profeta 524, 601 natural 569
Sacerdote 524, 601 contenidos de la ley natural 570
Rey 524, 601 nueva 571
Formación del dogma cristológico 525 moral y civil 572 573
532 conocimiento de la ley 571
Herejías cristológicas 526 531 y conciencia 152 154
Enseñanzas conciliares 526 531 Ver ALIANZA, DERECHO CANÓNICO, MORA
Hijo de Dios y hombre verdadero 532 LIDAD
537 Liberación 276
conocimiento humano 535 536 de Israel 18, 25, 320, 676
Libertad 537 realizada por Cristo 69, 542, 670 671
mediador y salvador 538 544 del pecado 434, 544, 631, 724, 791, 913,
revelador 541 915
redentor 541 de lo que oprime al hombre 574, 819,
divinizador 542 911 912
sacrificio de Jesús 540, 543 y piedad popular 830
satisfacción 544 y salvación 911 914
cristo y la vida espiritual 544 551 teologías de la liberación 829 830
obediencia 537, 540, 542, 565 Ver SALVACIÓN, LIBERTAD
muerte 707, 708 711, 880, 881, 890 LIBERTAD 573 581; 46, 152, 186, 262, 265,
persona 538, 731, 979 317, 346, 407, 411, 417, 434 436, 442 443
centro de la teología 962 de ejercicio 576
Ver DIOS, CRUZ, SALVACIÓN moral 686 687
Índice de materias 1077
características del acto libre 579 580, Institución al servicio de la persona 635
684 637
y amor 819 820 Sacramento de la nueva ley 637 640
religiosa 407 Unidad e indisolubilidad 640 643
e historia 457 460 Fines 643 646
y gracia 435, 436, 442 443 Ver FAMILIA
y conciencia 152 153 Mediación 915, 920
cultural 459 460 de Cristo 538, 539 541, 879, 984
Ver PERSONA de la Iglesia 87, 410, 490, 984
LITURGIA 581 593; 95 97, 133, 338 mariana 624, 632
celebración 581 584, 587 590, 783 784 Ver COMUNIÓN DE LOS SANTOS
rito, manifestación del misterio 585 587 Memoria 448, 519, 521
presencia de Cristo en la liturgia 585 y esperanza 324 325
celebración 587 590 Memorial 359, 363, 369, 475 476, 585
elementos 587 589 Ver EUCARISTÍA, LITURGIA
rito 588 Mérito 147, 441, 922
de la eucaristía 366 370 Mesianismo 25, 735
e historia de la salvación 586, 711 712 Mesías 242, 308 310, 326, 327, 338
y Biblia 590, 592 Ver JESUCRISTO
y tiempo 967 968 Milagro 469, 476, 532 533, 735, 739, 850
y tradición 989, 990 851, 889, 891 892
Ver MOVIMIENTO LITÚRGICO
MINISTERIO 646 650
MAGISTERIO DE LA IGLESIA 594 608; 48, 157, Naturaleza 646 647
184 185, 272, 282, 283, 482 483 Jerarquización 648 650
historia y fundamento de su ejercicio De la palabra 770
594 600 De guía de la comunidad 770
sujetos 602 604 De los sacramentos 770
extraordinario 602 603 Ver IGLESIA
ordinario 603 MINISTERIO PETRINO 650 654
documentos magisteriales 605 607 Ver APÓSTOLES, IGLESIA
en teología moral 689 Ministros 491
y tradición 988 ordenados 60, 492 494, 653
Ver IGLESIA, APÓSTOL, DOGMA Misericordia 110, 208, 241, 242, 324, 424
MAL 608 614; 10, 22, 153, 156, 275, 502 425
Jesús y el dolor humano 613 614 Ver CARIDAD, MARÍA, VIRTUDES
Ver CRUZ, PECADO MISIÓN/MISIONES 654 665; 117, 254, 291, 337
MARÍA 614 634 339, 419, 424
Sagrada Escritura 614 621 Misión 655 656
en la tradición 621 624 Historia de las misiones 656 657
maternidad divina 342, 623 624 misión del cristiano 937 939
virginidad 616, 622, 628 629 Ver APÓSTOLES, EVANGELIZACIÓN
concepción inmaculada 630 631 MISTERIO 665 669; 90, 199, 207, 212, 213,
Asunción 631 632 276, 286, 370, 480, 487, 511, 516
asociada a la obra redentora 632 633 Natural 665
Martirio 340, 342 Revelado: de la Trinidad 666; De la en
Ver BAUTISMO, CONCIENCIA carnación 668
MATRIMONIO 634 646; 3, 105, 387 388, 392, De fe 669
396 Ver RAZÓN
1078 Diccionario de Teología
MISTERIO PASCUAL 670 676; 207, 276, 310, origen y formación 729 732
319, 369 evangelios 732 737
Ver JESUCRISTO, LITURGIA escritos joánicos 739 741
Mito 32, 239 cartas del Nuevo Testamento 741 742
e historia 446 448, 449 cartas paulinas 742 747
Modernismo 281, 482, 954 cartas católicas 748 749
Monarquianismo 246 247 formación del Canon 102 104
Monofisismo 528 relación con AT 28 29
Monoteísmo 25, 238, 241, 251 texto 87, 89
Monotelismo 530
MORALIDAD 684 704 NUEVOS MOVIMIENTOS RELIGIOSOS 750 754
Concepto y objeto 684 688 Ver RELIGIÓN
Fuentes y medios 685 686
Sentimientos y hábitos 686 687 Obediencia
Actitudes fundamentales 687 de la fe 407, 411, 419, 494, 564, 596, 885,
Doctrinas filosóficas 691 704 889, 928, 1017
Naturaleza 684, 687 consejo evangélico 495, 696, 1025, 1028,
Felicidad 687 688, 691 1030, 1033
Relativismo moral 697 698 Obispos 59, 140 145, 158 160, 221, 228, 229,
Ver LEY, LIBERTAD, CONCIENCIA 272, 369, 769
MOVIMIENTO LITÚRGICO 705 715; 75 autoridad 140, 143
Ver LITURGIA Ver COLEGIO EPISCOPAL
MUERTE 716 719; 69, 205, 207, 208, 212, 311 Opción
312, 842 fundamental 701, 791, 792
Ver ESCATOLOGÍA, TIEMPO por los pobres 26, 241, 278, 381, 556,
Mujer, varón 36, 109, 199 200 781, 784
Ver CREACIÓN, MATRIMONIO, Sexualidad Ver Justicia, Solidaridad
MUNDO 720 728; 197, 199 202, 412 ORACIÓN 755 765; 92 93, 133, 148, 174, 182,
acepciones 720 721 322, 352, 367 368, 537, 548, 672, 679,
e historia de la Salvación 722 723 706, 852, 862, 995
Ver LAICOS, SECULARIDAD contemplativa 182
Ver CONTEMPLACIÓN, MÍSTICA
Naturaleza 457 459 ORDEN (RELIGIOSA) 811, 1029, 1032
y creación 202 204 Ver VIDA CONSAGRADA
humana 44, 47 ORDEN (SACRAMENTO) 765 771; 140 142, 491
e historia 457 institución 765 766
y persona 38, 46, 248 249, 252, 814, 819 rito 766 768
divina y procesiones 249, 252 253 sacerdocio ministerial 768 769
divina y relaciones 249, 253 254, 332, carácter sacramental 768
334 gracia sacramental 768
Ver ANTROPOLOGÍA, DIOS obispos 769
Nestorianismo 527 presbíteros 769
Nombres de Dios 244, 252, 253 diáconos 769
Ver DIOS, Analogía PADRES DE LA IGLESIA 772 777; 192, 205, 259,
313 314, 565
NUEVO TESTAMENTO 729 749; 26 29, 69, 79, Palabra de Dios 12, 81 84, 86, 90, 91, 97, 512
89, 103, 109, 117, 191, 241 242, 244, 310, 514, 515, 562, 589, 713, 714, 770, 872,
311, 321, 326, 327, 337, 359, 360, 384, 884, 952, 958, 988
388, 399, 400, 421, 422, 427, 431, 437 Ver BIBLIA, CREACIÓN, JESUCRISTO
Índice de materias 1079
Purgatorio 147, 165, 169, 314 Cristo mediador y culmen 879 881
Ver ESCATOLOGÍA acción del Espíritu Santo 881 882
por hechos y palabras 882
Quietismo 351, 355, 679 credibilidad 887
Ver GRACIA, LIBERTAD signos 890
y Biblia 81
RAZÓN 839 848; 54 56, 152, 269, 270, 287, e historia de la salvación 467
345, 402 407 Rito 174 177, 245, 582, 583, 585, 588, 859
y entendimiento 840 861
y verdad 841 Romano Pontífice 59
y sentido 842 primado 140 144
y vida 844 y concilio 160, 222, 224, 272, 283
teórica y práctica 845 Ver APÓSTOL, MINISTERIO PETRINO
y creencia 845
filosófica y teológica 841 Sacerdocio 177 178, 207, 364, 492 493
Ver FE, VERDAD ministerial 768
Sacramentales 65, 674, 831
Reconciliación 808 SACRAMENTO 896 910; 76, 111, 122, 173, 470,
en Cristo 543, 544, 711 487
Ver PENITENCIA (SACRAMENTO), PECADO concepto 897
Redención 207 208, 213, 541 Cristo y la Iglesia 898
Ver JESUCRISTO, SALVACIÓN origen de los Sacramentos 901
Regla de fe 82, 281, 401, 651, 654, 731 el Signo Sacramental 904
REINO DE DIOS 848 854; 308 310, 321, 469, celebración litúrgica 905
520, 928 efectos 902
Relación 190, 193 199, 201, 203, 205, 231 eficacia 908
234, 248, 249, 252 256 Ver IGLESIA
relacionalidad 1037 Sacrificio
Ver ANTROPOLOGÍA, DIOS de Cristo 329, 363, 470, 543, 589, 710,
Relativismo 33, 219, 283, 408, 697 698, 701, 915
702, 836, 837, 893, 1020 eucarístico 6, 207, 329, 362 364, 369,
RELIGIÓN 855 871 373, 860, 862
hecho religioso 855 SALVACIÓN 911 922; 6, 19, 20, 25 26, 77, 79,
experiencia religiosa 858 84, 183, 185 186, 233, 297 298, 309, 440,
mito y rito 859 861 442, 869 871
religiones 862, 863, 865 871 término 911
y cristianismo 868 en la Escritura 912
diálogo interreligioso 380 en la historia del cristianismo 914 917
Resurrección 69 71, 212, 213, 312 315, 317, soteriología de los Padres 914 915
321, 324, 327, 330, 341, 361, 470 teología medieval 916
de la carne 36 y justificación 916
Ver JESUCRISTO, ESCATOLOGÍA designio salvador 917 921
REVELACIÓN 872 895; 21, 30, 48, 51, 81, 82, Doctrina cristiana 921 922
84, 133, 191, 208, 232, 237, 243, 251, 265, mediación 920, 922
268 270, 285 288, 305, 308, 326, 398, 402, y conversión 183, 185
407, 411 413, 471, 985 Ver JESUCRISTO, Redención, Santifica
Escritura 872 875 ción, HISTORIA DE LA SALVACIÓN
en los padres 875 876 SANTIDAD 923 934; 25, 188, 318, 333 334
Edad media y Reforma 876 877 de Dios y de los hombres 923
en el magisterio 877 879 llamada universal a la salvación 924
Índice de materias 1081
Diccionario ............................................................................................. 1