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FINALIZAMOS: 7 de mayo.
FESTIVIDAD: 8 DE MAYO.
ACTO DE CONTRICIÓN
Cristo, óyenos
Cristo, escúchanos.
II
¡Ah!, venid, los que vais por la tierra
Del dolor en la copa bebiendo,
Los que en medio a la dicha sonriendo
Verdadera delicia sentís.
Los mendigos cubiertos de harapos.
Los que en torno miráis la opulencia,
Los enfermos de horrible dolencia,
Los que sanos y alegres vivís.
III
IV
Ni el sarampión enfadoso,
Ni las viruelas mortales,
Dejan rastros ni señales
De su humor tan venenoso,
Si el miserable a quien dan
Vuestro patrocinio implora.
Amparadnos, gran Señora,
Virgen pura de Luján.
“Así es, señor, me contestó, pero vea usted cómo... Todas las
noches, siempre que me deja mi mala suerte dormir debajo de
techado, la sé alumbrar a mi Madre y Señora, la Virgen de
Luján, que usted ve aquí en este cuadro, para que ella, siquiera
me mire con lástima, ya que los hombres, de mí no se acuerdan
sino para perseguirme... y la digo mis cuitas en la mejor forma
que yo entiendo, que es cantándola todas las noches algunas
coplas, con acompañamiento de este añejo instrumento, ¡Qué
quiere usted.... señor, si es la Virgen de Lujan la compañera
que me ha quedado en mis desgracias!... y conforme la ve usted
aquí, ahí van como unos 20 años que me acompaña en todas
mis andanzas— ¡Y si no fuera por esta mi Madre y gran
Señora.... quién sabe si ya no hubiera yo dejado tirados mis
huesos, por ahí en tierra pampa! ...”.
Y diciendo estas palabras, vi brillar en sus ojos dos gruesas
lágrimas, todas preñadas de encontrados sentimientos de
tristeza, amor, gratitud y confianza, lágrimas que vinieron a
rodar furtivamente, por sus tostadas y ásperas mejillas.
No puedo expresar la emoción que experimenté en ese
momento... ¡Allá, en el desierto! en aquella mísera choza,
perdida en medio de aquellas soledades sin límites, unos
gauchos matreros, en otros tiempos salteadores, perseguidos por
la humana justicia, y divorciados de la sociedad, dando al aire
sus quejas, delante de una vieja y denegrida Imagen de la
Virgen de Luján, en quien sólo se atreven a poner su confianza,
y cantándola en melancólicas endechas, sus miserias, su
arrepentimiento, sus penas y sus esperanzas, al compás de un
destrozado instrumento, y con más cariño, ternura y confianza
de la que suelen los enamorados del mundo experimentar para
con los objetos de su pasión. ¡Tanta es la confianza que suele la
misericordiosa Virgen de Luján inspirar a los pobres
pecadores!
JACULATORIA: Nuestra Señora de Luján, Refugio de los
pobres pecadores, interceded por nosotros que nos acogemos a
vuestra tradicional misericordia.
ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LUJÁN
REFUGIO DE LOS PECADORES
II
III
IV
II
III
Imposible, es imposible
Que tu corazón sensible
Se endurezca,
Aunque yo por mis maldades
Tus infinitas bondades
No merezca.
IV
VI
CONSIDERACIONES
III
IV
Y si agobiada por las angustias
Gime al impulso de su tormento,
Tu auxilio implora, y en el momento
Siente aliviarse su padecer.
VI
Sabe que el rayo por Ti se apaga;
Que huye la peste con sus rigores,
Y en el exceso de sus furores
Por Ti se calma la tempestad.
VII
VIII
CONSIDERACIONES
I
Tú, de la seca ardiente
Que tus campiñas con furor talaban
Y la mies floreciente
En pavesas trocar amenazaba,
Con el favor triunfaste
De tu celeste y divinal Patrona
A quién siempre invocaste
Y ciñes hoy con inmortal corona.
II
Tú de la horrible muerte
Que en tu redor por el contagio hervía
Y que en aciaga suerte
Tus habitantes míseros sumían,
Te contemplaste exento,
De María contaste los favores
Con entusiasta acento
Salvando de la peste y sus horrores.
Coro: ¡Salve, Luján amado!
¡Salve, vergel venturoso,
Salve, Templo sagrado!
¡Santuario portentoso!
III
IV
CONSIDERACIONES
II
III
IV
VI
CONSIDERACIONES
Su fulgor resplandeciente
No le envía
La razón, y en su alma siente
Gran placer si dulcemente
Dice el nombre de María.
Coro: En tu altar ofrece el niño
Inocente, blancas flores,
Emblemas de sus amores,
¡Virgen pura de Luján!
II
III
IV
VI
VII
VIII
IX
II
III
Muchas veces con sus rayos
Nos abraza el sol ardiente,
Y empapando nuestra frente
Baja a la tierra el sudor.
Mas entonces dirigimos
Nuestra mirada a tu Templo
Y nos cubre con su velo
Nube en que vemos tu amor.
IV
No tememos la tormenta,
Ni los vientos desatados
Que amenazan los sembrados
En su cólera destruir;
Porque luego entre las nubes
Y en el arco misterioso,
Vemos tu rostro amoroso
Apacible relucir.
Coro: Nuestra rústica armonía
Por Ti en los campos resuena:
Tú eres Madre dulce y buena
Escúchanos, ¡oh María!
Al descender mansamente
La lluvia por las laderas,
Y al bañar nuestras praderas
Que se cubren de verdor,
Sentimos de gratitud
Nuestro pecho rebosando
Porque es señal que rogando
Estás por el labrador.
VI
VII
CONSIDERACIONES
I
Poderosa, terrífica y fuerte
Como ejército grande y terrible,
Tú al soldado proteges sensible
Cuando truena en la lid el cañón.
Con tu imagen se lanza al peligro,
Nunca duda alcanzar la victoria,
Y su voz es la voz de la gloria
Y en su pecho no abriga temor.
II
III
A ti la Iglesia santa,
Extendida por toda la tierra, te aclama:
Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo, defensor.
R. Y con tu espíritu.
Oremos.
ORACIÓN