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Universidad Nacional de Colombia

Carolina Angulo
Lógica I
jkolb@unal.edu.co

¿EMPIRISMO, ESEPTICISMO? UNA MIRADA CRÍTICA DEL CONCEPTO DE


CAUSALIDAD EN HUME.

Introducción:

En el presente ensayo se pretende adentrarnos en la crítica a la causalidad


desplegada por el filósofo David Hume en el texto Tratado de la naturaleza
humana. Nuestro interés es dar cuenta de las consecuencias últimas que tiene
la teoría humenana para el panorama científico, y el del conocimiento en
general, el punto de la crítica tajante y reiterativa de hume a la causalidad lo
sitúa al borde de un escepticismo radical en un mundo y una realidad que en
resumidas cuentas nos es incognoscible más allá de la limitada mediación de
nuestros sentidos entre los fenómenos del mundo real y nuestro
entendimiento.

Para entender el edificio conceptual creado por Hume, es menester empezar


por hablar de las motivaciones que lo ocupan, y sus influencias directas. Por
una parte su motivación es redefinir la naturaleza bajo la que opera nuestro
entendimiento para conocer el mundo. En la época en la que nuestro autor se
ocupa de ello es una época predominantemente cartesiana, es decir, el
paradigma vigente según el cual se da cuenta del entendimiento humano es
racionalista. Posición con la que él no está convencido, pues cree que los
orígenes racionales de nuestro conocimiento se sustentan en la experiencia.
En este punto se puede notar que el cambio de énfasis que se le daba en la
época a la experiencia era significativamente nada comparado con la tradición
racionalista dominante, al menos hasta los aportes newtonianos en dónde se
da una prelación a la experiencia como sustento y suelo de nuestros
conocimientos racionales. En el tratado de la naturaleza humana se indaga a
modo de un naturalista los procesos del entendimiento que terminan dando
lugar a el conocimiento, se detecta muy rápidamente bajo el ávido ojo crítico
del autor que hay unas relaciones filosóficas que son básicas de nuestro
entendimiento y que estás a su vez son sub-divisibles en dos grupos:
Semejanza, identidad, relaciones de tiempo y lugar, relación de cantidad o
número, grados en alguna cualidad, oposición y causalidad.

En el primero grupo hay relaciones que están completamente dependientes de


las ideas que estamos comparando entre sí, ejemplos de ello —que nos da
Hume– la aritmética, álgebra y en menor grado la geometría, este bloque de las
cuatro primeras compone las bases de las ciencias exactas (relaciones de
ideas), las otras tres en el segundo grupo serían las que componen las
cuestiones de hecho, para el caso de las ciencias exactas cada proposición
resultante tiene un carácter comprobable su valor de verdad, y su proposición
opuesta será necesariamente falsa, de este modo logran las ciencias exactas
deslindarse de la constatación empírica. Para el caso de las cuestiones de
hecho (oposición, causalidad, contigüidad espacio-temporal) tenemos verdades
no necesarias, sino, probables, donde su proposiciones opuestas son
igualmente plausibles, probables, de este modo solo contamos con la
constatación empírica “a posteriori”.

No podemos admitir como razonamientos las observaciones que podemos


hacer referentes a la identidad y a las relaciones de tiempo y lugar, pues en
ninguna de ellas el espíritu puede ir más allá a lo que está inmediatamente
presente a los sentidos o descubrir la esencia real o las relaciones de los
objetos. Tan solo la causalidad produce una conexión que nos da la seguridad
de la existencia o acción de un objeto que fue seguido o precedido por la
existencia o acción de otro y no pueden las otras dos relaciones usarse en el
razonamiento en tanto que le afectan o son afectadas por él. Hume, D. Tratado
de la Naturaleza Humana (1739)

Lo que las ciencias empíricas tienen por objeto de conocimiento del mundo son
las relaciones entre las causas y los efectos, se ha construido toda una
categorización por parte de las ciencias y formulaciones que intentan dar
cuenta del comportamiento de los fenómenos que constituyen la realidad, a
través de la observación documentada del comportamiento del cosmos, a partir
de esta recreación, una y otra vez, a veces en ambientes controlados, como
laboratorios, y otras mediante la observación como el caso de la astronomía,
geología, la física, entre otras, se ha fundamentado todo un sistema que intenta
dar cuenta de los fenómenos del mundo, desde la perspectiva de la teoría del
conocimiento aquí expuesta las limitaciones de nuestros sentidos, solo nos
permiten a través de la habituación, y la costumbre a asociar dos objetos a
través de la causalidad, o dos fenómenos, uno como causa del otro y con la
reiteración de observar el mismo comportamiento asociarlos definitivamente en
una relación causal.

Jamás podemos demostrar la necesidad de la causa de cada nueva


existencia o nueva modificación de existencia sin mostrar a la vez la
imposibilidad que existe de que algo pueda comenzar a ser sin algún principio
productivo, y si la última proposición no puede ser probada debemos
desesperar en llegar a ser capaces de probar la primera. Hume, D. (1739)

En este pasaje evidenciamos cómo nos es imposible la tarea de conocer en


mundo fuera de los principios de existencia, y modificación dados como efectos
de una causa, es decir, no podemos concebir que algo empiece a existir
espontáneamente, o el cambio de un objeto de un estado a otro, inercia-
movimiento por ejemplo.

La idea de causa y efecto se deriva de la experiencia que, presentándonos


ciertos objetos constantemente entre sí produce el hábito de considerarlos en
esta relación, de modo que no podemos sin una violencia sensible,
considerarlos en ninguna otra. Hume, D. (1739)

En la repetición una idea va haciéndose más vivaz y fuerte, asociada a otra a


través de la causalidad, hábito y costumbre nos hacen estar en una actitud en
la cual no nos indagamos sobre si caerá la noche hoy, o sí el cielo seguirá
siendo azul, simplemente observado que el cielo es azul claro en el día, y
asociamos el día como causa de la claridad, y el sol, y la noche a la bóveda
nocturna con el cielo oscuro y los astros titilantes, o el sonido del mar al romper
en la costa como efecto de ese impacto, un jugador que golpea un balón de
futbol y esperamos que como ha ocurrido tantas veces la pelota se eleve y siga
una trayectoria como lo ha hecho tantas veces, pero ésta que es la misma idea
que sustenta las bases más profundas de nuestras ciencias empíricas, que
tienen el método científico cómo último respaldo de sus investigaciones, nos
hacen dudar después de leer la propuesta de Hume, si en realidad nos es
posible conocer el mundo en su funcionar fenoménico, porque sí él tiene razón
la causalidad mediante la que analizamos y estudiamos el mundo no sería más
que una relación que nuestro entendimiento otorga a dos fenómenos, objetos,
sucesos, para dotarlos de sentido en cuanto a existencia, cambio, etc.

Conclusión

En ese orden de ideas sitúo la teoría del conocimiento de hume en el marco de


un escepticismo radical, frente a lo incognoscible de todo lo que se nos
aparece en el mundo de los fenómenos y que en últimas cuentas al estar
limitado por nuestros sentidos, también pienso que tiene grandes
repercusiones a la metafísica occidental pues con un enorme trabajo
argumentativo desarticula la metafísica occidental hasta su época, pero
dejando un velo de oscuridad y desaliento frente a la posibilidad de conocer el
mundo que nos rodea y del cual también formamos parte.
Bibliografía

Hume, D. (2001) Tratado de la naturaleza Humana, Biblioteca de autores


clásicos

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