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[328-336]
Juan Ochagavía sj
Es necesario recordar que discernimos para reconocer lo que es de Dios para tomarlo; y lo
que es del mal espíritu para rechazarlo. No se trata de vivir pendientes del mal espíritu o
poner toda la atención en él, sino de estar atentos a su acción porque nos impide reconocer
y tomar lo de Dios. Al discernir, reconocemos lo de Dios, sus mociones; y lo importante es
seguirlas, ellas nos van manifestando lo que nos acerca a Dios y tenemos que tomarlas en
cuenta y seguir su huella.
Estas reglas son más finas que las anteriores y ayudan más para la Segunda Semana de EE.
Es importante considerarlas largamente, chequearlas no solo en los Ejercicios sino que
también en la cotidianeidad de la vida. En la Segunda Semana nos encontramos en una
nueva situación, lo que hace necesario afinar el discernimiento y la discreción de espíritus.
Tenemos que tener presente que el buen y el mal espíritu siguen actuando.
La primera serie de reglas las propone Ignacio para superar el primer obstáculo: ayudarnos
a no sucumbir ante la tentación de no seguir adelante y abandonar el buen camino. Son
para caminar no solo a golpes de consolación sino que en toda circunstancia, orientados con
la marcación de las consolaciones y fortalecidos en fe y amor en los embates de la
desolación.
Ahora habiendo dicho ¡Sí! al Rey Eternal, tiene menos sentido la tentación del abandono y
el enemigo usará nuevas tácticas (esto aunque tengamos que reconocer que en nuestra vida
puede haber aspectos o áreas en las que se deban aplicar las reglas de Primera Semana). Es
así como las reglas de Segunda Semana proporcionan un instrumento de discernimiento
más afinado para poder desenmascarar al enemigo en el contexto del seguimiento y de
quien se quiere poner en el camino del Rey Eternal.
+Solo es de Dios dar alegría y gozo espiritual, quitando tristezas y turbación que el
enemigo induce. Los signos de la verdadera alegría son:
- Se convierte en una buena nueva no sólo para mí sino también para otros.
+Es propio del mal espíritu dar tristeza y turbación a través de:
- razones aparentes
- sutilezas
[330] Solo es de Dios dar consolación sin causa (espontánea). De repente viene un gozo
que no está encadenado a un proceso de pensamiento. Solo Dios llega al fondo del alma, el
enemigo solo llega hasta la periferia. El mal espíritu no puede meterse en la acción de la
persona. Es solo engaño y seducción que lleva a la acción, pero no puede hacer la acción.
[331] La consolación con causa puede venir del buen y del mal espíritu. Pero con fines
contrarios. El buen espíritu para provecho de la persona y el mal espíritu para engañar.
Como ya estamos en el seguimiento del Señor, la tentación no será no seguirlo, sino
abandonar el camino mostrándonos que no somos capaces del seguimiento (con falsas
razones) o que el camino es muy duro (sutilezas).
[332] El mal espíritu tienta al anima justa “bajo apariencia de bien”. Ya no puede ir de
frente, así que viene con trucos; el pensamiento que viene parece bueno pero no es de
Dios. Cuando Ignacio se ponía a estudiar le venían grandes devociones que lo distraían del
estudio y lo llevaban a no estudiar. Como ahora no puede ir de frente, el mal espíritu entra
con la tuya - que en principio estás lleno de buenos deseos - para enredarte y salir con la
suya.
Preguntas que pueden ayudar a reconocer::
[334] Hay que aprender de la experiencia. Al conocer el engaño… volver al principio para
sacar provecho con mi razón. Descubrir con qué me enganchó. Anotar (dejar registro). Se
trata de ver donde estuvo el comienzo del desvío para librarse de ser engañado de nuevo ya
que el mal espíritu va a insistir.
[335] Es la regla de la connaturalidad. Cada uno de los espíritus (tanto el bueno como el
malo) no mete ruido en aquellos lugares o personas a los que domina. Dios entra
suavemente y sin problemas donde está Dios y lo mismo podemos decir sobre el mal
espíritu. Esto nos puede ayudar a ir desarrollando una intuición espiritual porque el sonido
que provocan es diferente:
-BE à dulce, leve y suavemente como una gota de agua sobre esponja. La consolación de
segunda semana es más serena.
-ME à agudamente con sonido e inquietud, provoca miedo y estorba. Como una gota de
agua sobre piedra.
-ME à suavemente
[336] Ni siquiera cuando estoy cierto que lo que siento viene del Señor, puedo despachar
por bueno todo lo que viene después. Es importante distinguir entre el núcleo de esa
experiencia de Dios y el tiempo subsiguiente. La segunda moción