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Elzbieta Strach – C7. Discernir los movimientos del Espíritu. Mociones y reglas.

C7. Acompañar con discernimiento: Discernir los movimientos del Espíritu.


Mociones y reglas de discernimiento.

Necesitamos maestros espirituales en nuestro camino. A diferencia de las


emociones que son movimientos que captamos con los sentidos, las
mociones son movimientos de índole afectivo posteriores a esos y que se
producen en lo profundo del corazón por la acción del Espíritu frente a
cualquier hecho que acontece relacionado con lo bueno. Allí los capta nuestra
consciencia y lo podemos detectar. La práctica de la guarda del corazón, el silencio,
la atención a las mociones y la lucha constante posibilitan reconocerlas. Se necesita
una sensibilidad para descubrir a Dios que se va revelando y acompañar la vida. La
Iglesia desde sus inicios ha tenido verdaderos testigos y maestros de discernimiento
de espíritus, personas de experiencia en el camino espiritual que han considerado la
búsqueda de la voluntad de Dios atendiendo continuamente las mociones, a través
del discernimiento, la discreción. Multitud de padres y madres del desierto, Melania,
Orígenes, Evagrio Póntico, Casiano, Diadoco de Fótice, Juan Climaco, san
Bernardo o santo Tomás de Aguino, y otros muchos, fueron predecesores
significativos de Ignacio, Teresa de Jesús o Catalina de Siena. Autores espirituales
y teólogos verdaderos que atisbaron antropologías y teologías de unicidad: somos
cuerpo, mente y espíritu, tenemos un corazón. Él suyo fue un pensamiento
revolucionario en su contexto. Aportaron valorando la práctica de acompañar con
discernimiento y haciendo hincapié en la discreción de espíritus.

Diádoco de Fótice (s. IV) denominado maestro de discernimiento, como primero


habla de las dos consolaciones, desolaciones, pensamientos, camino hacia el
Padre. Las Ammás del desierto, como Melania la Mayor, dedicaron su vida a la
escucha atenta e intensa de sus contemporáneos, llegando a leer en sus corazones
y acompañando su proceso de liberación y plenitud en Cristo. Gregorio Magno,
papa y monje, propagador de la moderación y discreción y deseo de vivir desde el
corazón. Nicéforo el solitario (siglo XIII) profundizó en la antropología cristológica
integral y la importancia de crear condiciones para vivir desde el corazón, cultivando
la atención, la sobriedad, la guarda de corazón o vigilancia para llegar a la
identificación con Cristo, luz gozosa.

Han dejado pautas para crecer en la guarda del corazón y en la docilidad a la


voluntad de Dios, y hasta unas reglas para el discernimiento de los espíritus para
desestimar las inspiraciones del espíritu malo y vivir orientados por las del espíritu
bueno. El concepto de las mociones y dos series de reglas de san Ignacio son una
aportación a la Iglesia y a la vida espiritual de tantos.

Mociones son pistas indispensables de la vida espiritual. ¿Cuál es su cualidad


y función? Activan nuestra voluntad y pensamiento. Ayudan a reorientar la vida
siguiendo las inspiraciones del Espíritu. No aparecen al margen de las emociones,
pero no siempre estamos familiarizados. Abrimos la puerta al que nos visita y
descubrimos la presencia misteriosa de Dios que siempre nos acompaña y se
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revela. El consuelo de Dios, el gusto de Dios, nos va asistiendo progresivamente en


el proceso de transformación. Se nos va revelando la verdad de las cosas. Sin
negarlas, vamos descubriendo a Dios en los acontecimientos de cada día y el
discernimiento de espíritus se hace confesión de fe y un abrir la puerta al que nos
visita.

Para caminar por la senda real del justo medio, como decía Casiano, necesitamos
de discernimiento, discreción y de moderación. Percibir con claridad, atender la
inspiración interior en orden a las cosas espirituales. Según Ignacio, mociones
nacen de los pensamientos (cuya fuente es uno mismo, Dios o espíritu malo).
Imprimen efectos contrarios en el ánimo, nos dejan tristes o con alegría. Tienen una
cualidad (consolación, desolación) y una consistencia en el tiempo. ¿Qué pasa
cuando desaparece el pensamiento? Se invita a permanecer activos y atentos para
sentir y conocerlos. Nos permiten a conocer la voluntad de Dios. Los pensamientos
no son neutros, es una energía orientada a un fin. Se suscitan preguntas, provocan
sentimientos, despierta un deseo, anhelo de la búsqueda de Dios despierta a tomar
la decisión de seguir a Dios. Va tomando consistencia. Son realidades complejas y
necesitadas de discernimiento. Las reglas ignacianas permiten comprender la
dinámica procesual de las mociones y discernirlas.

La consolación – experiencia de amor inmediato de Dios, de dolor cuando hay un


reordenamiento del yo, dolor por los propios pecados o por la humanidad sufriente,
aumento de la fe, esperanza y caridad, un gozo sin causa. Nos sentimos arraigados
en Dios, regalados y empujados a compartirlo. La desolación, la noche, la
oscuridad, turbación, la confusión, las resistencias y la oscuridad, movimiento a la
tibieza, pereza, tristeza, infidelidad. Es algo transitorio e inestable. Es padecimiento
por la sensación de la separación de Dios o porque vivimos embotados, ausencia,
vacío, sinsentido. Es más difícil de acompañar. Experimentar la desolación con
intensidad, con intenso anhelo de las experiencias de consolación, de gozo, de la
alegría. Se da porque hubo una consolación. Lo peor es padecer y no reaccionar.
Podemos ser tentados, pero bien acompañada es oportunidad de crecimiento.
Necesitamos aprender a resistir, luchar en la esperanza para afrontarla. Cultivar
actitudes para atravesarla, ver la desolación como oportunidad para fortalecernos. Ir
con cautela. Ver otras mociones.

Las reglas de I semana, en paralelo a las primeras cuatro moradas de la Santa, se


refieren a las situaciones de la búsqueda de Dios y elección de su camino, resistir la
tentación y el desánimo o quedarnos en las sensaciones de consolación. Entérate
de lo que sientes, sintoniza con los sentimientos, pensamientos, movimientos, que
provocan. Mira hacia dónde te mueven. Resiste a lo que te aleja de habitar tu propia
casa, donde te espera Dios. Las reglas de la II semana, como las moradas V a VII,
tratan de la consolación que produce lo que se escoge, profundizando en la
búsqueda. La alegría es el lenguaje de dios, no la manejamos nosotros. Invita a
discernir si lo que vivimos viene de Dios o del mal espíritu. El tiempo es otro criterio
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de verificación. Podemos ser tentados y confundidos. Afinar cómo el espíritu mueve


en el nivel del sentido, pero también en el espiritual y teologal.

Lo normal es vivir en la semioscuridad de Dios, resistir en tiempos de dificultad, en


la tentación reforzar agradecimiento y persistir en la súplica. Resistir: quédate en
silencio, permanece, busca espacios de encuentro. Es la prueba: forja de la fe,
permanecer, fortalecimiento interior. El Espíritu es quien nos consuela. En medio de
las dificultades de la vida que uno va encajando, se puede seguir con alegría.

Necesitamos acompañar prestando atención a todos los niveles del yo:


cuerpo, psiquismo y corazón. Aprender a escuchar el cuerpo desde el
discernimiento, ya que allí es donde se registran todos los acontecimientos de
nuestra vida. La sensibilidad ayuda a caer en la cuenta, descubrirlo. Se genera
ayuda para avanzar o se bloquea para avanzar. Atentos para ver si es malestar
físico o espiritual. En el cansancio que se vive, ¿hay un estilo de vida insostenible,
falta de sueño, mal comer, etc.? Desculpabilizar y responsabilizar, regular. Puede
que el espiritual se transfiera al físico, y el físico afectar al espiritual, ya que somos
una unidad. Aprender a escuchar el psiquismo: interpreta lo que acontece, procesa;
interpretaciones son muy diversas. Mirar y clarificar, secundar los pensamientos, si
no se hace, son focos de estancamiento. Necesitamos reconciliación integral.
Aprender a discernir los movimientos del espíritu (reglas de II semana). Valorar
momentos de silencio para que pueda darse ese discernimiento.

Moradas sextas: Desposorio espiritual, mutuo compromiso para vivir juntos. Se


manifiesta un gran dolor por los pecados y todo que no se parezca al modo de ser
de Cristo. Todo lo que recibimos es regalo de Dios que lo da a saborear a quien
quiere, centellas de gracia. Es tiempo de amar y dejarse amar, con fuertes deseos
de vivir la unión. Se puede vivir ausencia de Dios con grandes trabajos y
purificación. Dios quiere hacer mucho por nosotros. Se revela como Suma Verdad
en lo profundo del corazón. Este camino es para todos, aunque cada uno lo vivirá de
forma diferente. Común será la certeza de la presencia de Dios. Se permanece, aun
paseando por moradas anteriores. Son moradas de luz y amor, experiencias
místicas que dan trabajo, pero ponen deseos de seguir. El alma queda herida del
amor, busca estar a solas con él para que nada le estorbe. Se dispone a vivir los
trabajos exteriores, aun con las burlas de los cercanos, enfermedades graves, y los
trabajos interiores (incomprensión de su experiencia, también de los
acompañantes). Los trabajos hacen tener altos vuelos y el corazón puesto en Cristo.
Se experimentan gozo y dolor al mismo tiempo. Visiones intelectuales e imaginarias
pueden ser engañosas. La autoría de las gracias que llegan con gran consuelo se
conoce por los frutos: aumento en el amor, la fe y la esperanza, si son de Dios.
Elzbieta Strach – C7. Discernir los movimientos del Espíritu. Mociones y reglas.

Hace falta esperar la misericordia de Dios y seguir con obras de caridad con el
prójimo. Consolaciones multiformes: pensamientos fugaces despiertan el deseo de
Dios, producen sosiego, luz, deseo de amar y alabar; las hablas de Dios traen un
poderío en el alma para vivir coherente; tampoco se olvidan los arrobamientos. Hay
un deseo de servir a Dios, de alabar y que otros le alaben. Todo parece poco para
corresponder al amor. El vuelo del espíritu, impetuoso, lleva a un conocimiento de la
grandeza de Dios y de la propia realidad, a tener en poco las cosas mundanas.
Penas sabrosas, tristeza por haberse separado de Dios y deseo de estar en su
presencia. No apartarse nunca de la humanidad de Cristo, meditar en su Pasión. Él
es Suma Verdad: estamos en él, Dios se descubre y en él a todas las cosas.
Humildad es andar en verdad. Deseo de gozar a Dios, va aumentando el sufrimiento
de no estar todavía plenamente con Él. Purifica el alma para entrar en la séptima
morada.

Interrogantes:

Material:

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