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Article in Cuadernos de bioetica: revista oficial de la Asociacion Espanola de Bioetica y Etica Medica · January 2012
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Luis Echarte
Universidad de Navarra
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All content following this page was uploaded by Luis Echarte on 28 December 2018.
NEUROCOSMÉTICA, TRANSHUMANISMO Y
MATERIALISMO ELIMINATIVO:
HACIA NUEVAS FORMAS DE EUGENESIA
Resumen
Abstract
«It is not the present which influences the future, thou fool, but the future
which forms the present.»
[Children of Dune, Frank Herbert]
zón instrumental que únicamente puede como dicha tecnología ha sido creada en
establecer convenciones. En la práctica, laboratorios, ésta debe ser gestionada por
esto se traduce en la primacía de una los que allí trabajan o, al menos, por los
autonomía abandonada a los valores mo- que la prescriben. En efecto, hasta hace
mentáneos. Pocos dudarán que, en este muy poco ni siquiera existía la preocu-
reino, los de tipo afectivo sean los más pación gubernamental por un fenómeno
sugerentes. Pero el transhumanismo no había cuajado hace décadas. El monopolio
es el único ni más importante caso. Preci- médico en el control de los psicofármacos
samente, en el ámbito de la Neurociencia contrasta, por ejemplo, con el de la física.
está germinando con bastante éxito el Nadie discute hoy que la energía nuclear
materialismo eliminativo, una postura deba ser gestionada exclusivamente por
neuro-reudiccionista que defiende una físicos. Varias causas explicarían que no
idea muy similar a la de la tecnosómica. haya ocurrido igual con la neuro-tecnolo-
Dedicaré la segunda parte de este artículo gía: riesgos infravalorados; fuertes intere-
a explicar los mecanismos por los que ha ses económicos; excesiva confianza social
logrado penetrar dicho discurso filosófico en el gremio médico; celo profesional; y
en el ámbito experimental. por último, exitosas campañas neuro-
reduccionistas9. Respecto a esta última
3. Monopolio tecnológico y la falacia de cuestión, tal publicidad se hace respaldar
la revolución científica en el progreso neuro-científico. Este aval
es socialmente persuasivo pero, ¿es tam-
El materialismo eliminativo (ME) de- bién sólido? En primer lugar, un avance
fiende que es el cerebro lo que diferencia tecnológico puede introducir grandes
al ser humano del resto de realidades cambios sociales sin que ello implique,
naturales. Este neuro-esencialismo está necesariamente, una transformación real
fundado en dos pilares: por un lado, las en los esquemas manejados por la comu-
nacientes promesas de la llamada revo- nidad científica o por la sociedad. Si este
lución neurocientífica y, por el otro, la fuera el caso de la Neurociencia, entonces
autoridad de la que actualmente goza el el monopolio tecnológico perdería toda
científico experimental y, especialmente, justificación. Pero además, aunque se hu-
el médico. Descubramos qué hay debajo biese producido una auténtica revolución
de ambas retóricas. científica, esto no tendría porqué implicar
Desde hace treinta años estamos sien- que la revolución social por ella inducida
do testigos de enormes avances científicos tuviera que estar también completamente
y técnicos en el área de las Neurociencias. gestionada por los científicos. En todo
Las nuevas baterías de psicofármacos, caso, y ya que el argumento del progre-
más potentes y seguros, son buenos so en Neurociencia es socialmente tan
ejemplos. Sin embargo, varios errores
9 Racine E, Waldman S, Rosenberg J, Illes J.
han surgido en esta época de hitos. Uno «Contemporary neuroscience in the media». Social
de ellos es el relacionado con pensar que, Science & Medicine, 2010, 71: 725-733.
fuentes de evidencia.»11 Es decir, a pesar que la mayor parte de los avances estén
de que todos los eventos naturales pue- relacionados con las nuevas técnicas de
dan ser relacionados con eventos físicos, neuroimagen, que permiten estudiar in
no es posible reducir una descripción vivo el sistema nervioso central. En fin,
psíquica, que surge y tiene solo sentido ¿en qué se basa la afirmación de que por
en el contexto mental, a teorías sobre fin hoy sabemos que somos cerebro? Y
interacciones neuronales. Igualmente si esto es solo una presunción, habrá que
absurdo sería lo contrario: intentar for- ser cautos con una moda que reduce, y
mular un fenómeno físico a través de hace muy difícil la marcha atrás, nuestra
enunciados intencionales, afectivos, etc. existencia a leyes de causa y efecto, a
Este argumento conduce a Davidson a emociones y, en definitiva, al consumo
defender una tesis que se encuentra en psicofarmacológicos.
las antípodas del reduccionismo: la utili-
dad y autonomía de las ciencias sociales, 4. Falacias de autoridad
incluyendo la psicología, respecto de las
ciencias naturales12. Que no exista una revolución científica
En conclusión, existe un paradigma en en nuestro modo actual de entender la
el ámbito de las ciencias experimentales relación mente-cerebro no significa que
que es el mismo que utilizan los investi- las teorías vigentes no deban ser tenidas
gadores del sistema nervioso central. Pero en consideración, sino simplemente que,
si por Neurociencias estamos haciendo del lado experimental, no más que antes.
referencia también a las disciplinas que Sin novedad en el frente, podríamos decir.
consideran entre sus objetos de estudio Pero además, habría que cuestionarse
los eventos psíquicos y mentales, enton- si, de hecho, el método científico puede
ces hemos de negar la existencia de pa- llegar a decir algo significativo sobre una
radigma alguno. Y si no hay paradigma, cuestión que parece trascender sus límites
por ende, tampoco revolución neurocien- porque, en primera instancia, la hipótesis
tífica. Por otro lado, y ahora refiriéndome de que seamos solo animales con un cerebro
únicamente al abordaje experimental del muy evolucionado pertenece al discurso
cerebro, los extraordinarios avances en filosófico que no científico.
dicho campo no se deben a una nueva for- Son pocos los filósofos que pierden de
ma de entender dicho órgano sino al gran vista lo acabado de decir sobre el límite
potencial predictivo, todavía por explotar, científico, incluidos los de talante más
de los modelos vigentes. Prueba de ello es materialista. Entre estos últimos están
los que sostienen distintas versiones de
11 Davidson D. «Actions, Reasons and
Causes». Journal of Philosophy 1963; 60: 685-700. la hoy llamada Teoría de la Identidad
12 Davidson D. The Irreducibility of Psychological de lo mental, Identity Theory of Mind
and Physiological Description, and of Social to Physical (ITM), también denominada Teoría de la
Sciences. In Stevenson L (ed). The Study of Human
Nature. New York: Oxford University Press 1981;
Identidad mente-cerebro. Puede decirse,
pp. 318-324. simplificadamente, que para sus defen-
sores los eventos mentales son idénti- gar, porque la angustia parece ser el modo
cos a los correlatos físicos que de ellos habitual de estar en el mundo de los seres
observamos en el cerebro. Por ejemplo, humanos que viven una existencia sin
vendrían a afirmar que los enunciados sentido14. ¿Y no es justamente ese el reto
sobre el dolor y sobre la activación de de la posmodernidad, la construcción de
las fibras c nerviosas hacen referencia a realidades que, ajenas a viejos plantea-
la misma realidad13. Sin embargo, esta mientos metafísicos, resulten confortables
hipótesis conduce a un muy serio pro- o, al menos, soportables15?
blema epistemológico: ¿qué significa que Una versión de la ITM permanece in-
un enunciado sea susceptible de verdad o diferente a la actitud relativista, el citado
falsedad? ¿Cómo justificar la ciencia y la ME, que es, no casualmente, la propuesta
filosofía a partir de un cerebro entendido filosófica más popular en Neurociencia.
como una máquina sofisticadísima? Es Los eliminativistas critican todo lengua-
comprensible que la Teoría de la Identi- je científico que haga uso de conceptos
dad quede ligada frecuentemente al fun- mentales. En las explicaciones de la rea-
cionalismo epistemológico: según éste, los lidad mente-cerebro conceden primacía
llamados enunciados verdaderos no son a las descripciones neurológicas sobre
sino respuestas más o menos útiles en la las psicológicas. Términos como creen-
adaptación al medio y, por tanto, con un cia, deseo o intención (pertenecientes a
valor práctico que depende a las caracte- la denominada psicología popular) son,
rísticas del entorno. Esta tesis conduce a según el ME, modos ilusorios, míticos, de
una segunda paradoja naturalista: el uso
de la razón conduce a su conculcación, 14 Es habitual al ser humano perseguir estilos
pensar sobre el conocimiento (o sobre de vida coherentes con su sistema axiológico de
su supuesto órgano) lleva a negar que creencias y solo cuando el asunto es trivial o in-
evitable parecemos dispuestos a poner en práctica,
podamos alcanzar conclusión alguna, utilizando la expresión de Orwell en su anti-utopía
ni científica ni filosófica. Pero entonces, 1984, ese «doble-pensar» (double-thinking) de
tampoco puede darse por cierta dicha índole relativista, esto es, asumir que algo puede
ser creído como verdadero en unas circunstancias
conclusión. El pragmatismo relativista y falso en otras. No obstante, la tendencia a la
parece entonces la única alternativa: tener coherencia no parece ser una conducta convencio-
las creencias por ciertas o falsas según nal fruto de un determinado contexto cultural ni
actuar contra-natura resulta gratuito. Las actuales
conveniencia, incluida la propia actitud
investigaciones en neurobiología de la afectividad
relativista. Este planteamiento es cohe- parecen confirmar las tesis de Eric Erikson sobre
rente con la escalada psicofarmacológica las causas de uno de los más primitivos terrores
por dos razones: en primer lugar porque humanos, el de la existencia desestructurada. Véase,
por ejemplo, el trabajo de revisión de J.A. Teske
como lo real me es ajeno, solo me queda «Cognitive Neuroscience, Temporal Ordering, and
centrarme en mis afectos; en segundo lu- the Human Spirit», publicado en la revista Zigon
en 2001.
13 Feigl H. The «Mental» and the «Physical», 15 En estas claves podrían explicarse también
The Essay and a Postscript, Minneapolis, University el éxito de los tele-realities y de los populismos
of Minnesota Press, 1967. políticos.
conocer la realidad. Si esto es así, es pre- da cuenta, por un lado, del monopolio
decible que, a medida que progresen las ideológico del ME en Neurociencia y, por
ciencias cognitivas, éstos vayan pudiendo el otro, del monopolio tecnológico de la
ser eliminados16. Tres motivos son los que Neurociencia sobre la psicofarmacología.
hacen a este planteamiento tan sugerente Ciertamente, es lamentable que un campo
a la Neurociencia: primero, no socava el de la ciencia con un origen netamente
ideal científico (a veces incluso dogmáti- interdisciplinar haya caído en los solilo-
co) de búsqueda de conocimientos ciertos, quios más evidentes y sofistas, pero aún
tan común en el ámbito experimental ni, más preocupante son las consecuencias
por tanto, su autoridad; segundo, concede sociales de un reduccionismo, nada teó-
a la Neurociencia el poder hegemónico rico, que alcanza las televisiones de todo
de ofrecer respuestas últimas sobre lo el mundo… y las consultas médicas.
humano; y tercero, desestima los even-
tos psíquicos, verdadero quebradero de 5. Conclusiones sobre el futuro
cabeza de la Neurociencia en la tarea de
unificar las distintas teorías psico-fisicas Terminamos donde empezamos. El
en un mismo paradigma. Ya no necesita transhumanismo defiende el enfoque
tal paradigma, le basta ajustarse al expe- tecnosómico «en nombre del progreso» de
rimental. similar manera a como el ME justifica sus
Probablemente sea el hecho de no propuestas neuro-esencialistas en base a
fundamentar la autoridad concedida a lo que la ciencia será capaz de descubrir
la Neurociencia, lo que explica la poca mañana. Igualmente, ambos proponen un
credibilidad del ME dentro de la ITM. autonomismo moral y sentimentalista que
Lo extraordinario del asunto es que esta no tiene reparos en sustituir lo que clási-
falta de respaldo en su legítimo foro de camente causaba emociones positivas (un
discusión, el filosófico, no ha impedido rostro bonito, una botella de buen vino, la
el gran recibimiento que le ha brindado conquista de una cima…) por un frasco
el foro experimental. En efecto, hay moti- de pastillas17. No obstante esta conclusión
vos sobrados para sospechar intenciones parece contradictoria con la mencionada
tendenciosas que son, por otra parte, recí- acerca del desinterés del hombre pos-
procas. Si la Neurociencia ha encontrado moderno por el futuro. Sin embargo, la
quien le imponga la corona de Ciencia de oposición es solo aparente. El futuro sirve
ciencias, el ME logra una difusión y un aquí como concepto regulador, es decir,
respaldo que hoy solo es posible obtener como modo de justificar e impulsar las
con el sello de calidad de la investigación acciones presentes. Porque, ¿no es más
experimental. Esta ilegítima transferencia
de autoridad de la ciencia a la filosofía 17 Buena muestra de ello es el hecho de que
en Neurociencia, influida por eliminativistas como
16 Churchland PM. «Eliminative Materialism Patricia Churchland, se utilice preferentemente la
and the Propositional Attitudes». Journal of Philoso- teoría ética de Spinoza como marco teórico a sus
phy, 1981: 78(2): 67-90. hipótesis sobre la conducta moral.
18 Bostrom N. «Are you living a computer 19 Rothman SM, Rothman DJ. The Pursuit of
simulation?». Philosophical Quartely, 2003, 53(211), Perfection: The Promise and Perils of Medical Enhance-
pp. 243-255; ment. New York, Random House, 2003.
Bostrom N, Kulczycki M. «A Patch for the Simu- 20 Dreyfus H. Alchemy and AI. Rand Corpora-
lation Argument». Analysis, 2011, 71(1): pp. 54-61. tion, 1965.