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Familia Tradicional

Familia y Sociedad.

Nombre: Iván Torres Correa


Docente: Yissley Ruiz.
Carrera: Tns. Trabajo Social.
Fecha: 24 de Octubre 2022.
FAMILIA TRADICIONAL
Patriarcado y Adultocentrismo

En el presente ensayo, investigaremos sobre la familia tradicional desde la mirada del Trabajo Social con un enfoque
sociológico. Las familias Tradicionales estaban conformadas fundamentalmente por matrimonios con hijos.

Se caracterizaba por una estructura extensa y convivían varias generaciones, y sobre la que recaían funciones como la
reproductiva, protectora, educativa, recreativa, atención y cuidado de los enfermos, transmisión de creencias y educación
religiosa. Donde no se necesitaba tener una gran cantidad de hijos, sino asegurarles a la misma alimentación, salud y una
calidad educativa que les permitiera integrarse a las nuevas formas de producción como mano de obra calificada. Pero dentro
del hogar se establecía una sociedad jerárquica con roles establecidos y poco flexibles, donde el padre tomaba el rol de
proveedor y administrador de los bienes familiares, la mujer era la encargada de atender las necesidades alimenticias, de
salud y cuidado de los hijos y el padre de ellos, los hijos debían obedecer las normas que establecían estas dos figuras de
autoridad donde el padre era quién dictaba el proceder de cada uno de los integrantes del núcleo familiar, algunas de las
conductas.

El Adultocentrismo

El adultocentrismo, entendido como, “un sistema de dominación que se fortalece en los modos materiales capitalistas de
organización social” (Duarte, 2012, p. 111), que se presenta como, “un imaginario social que impone una noción de lo adulto
– o de la adultez- como punto de referencia para niños, niñas y jóvenes, en función del deber ser, de lo que ha de hacerse y
lograr, para ser considerado en la sociedad” (Duarte, 2012, p. 120). De esta manera, el adultocentrismo, se “ha consolidado
sosteniéndose en un estilo de organización que le otorga a las clases de edades adultas la capacidad de controlar a quienes
define como menores” (Duarte, 2012, p. 110).

El adultocentrismo, es propio de las sociedades patriarcales, en donde las relaciones sociales están bajo la lógica de la
jerarquización, posicionando a los grupos sociales, unos sobre otros, basados en una relación de poder, otorgada por la
edad, en donde el adulto se encuentra por sobre el resto de grupos etarios (NNJ, mujeres, adultos mayores). Y está presente
en las sociedades patriarcales que siguen manteniendo estas lógicas jerarquizadas de poder.

El adultocentrismo es parte central de la cultura chilena, porque “la sociedad tiene una estructura histórica patriarcal, que a
menudo, invisibiliza a las mujeres, exalta a los varones masculinos y contribuye un modelo de familia con relaciones
asimétricas entre sus miembros” (Duarte et. al. UNICEF, 2013, p. 19).

Patriarcado

La familia patriarcal tradicional está definida por una división muy marcada de los roles de género de sus miembros/as, en la
que se priorizan las necesidades del padre y se ocultan las de la madre, hasta el punto de llegar a desconocerlas. Existe
asimismo una división en las tareas, quedando reservado el espacio doméstico a ella y el externo, el del trabajo asalariado
y los espacios públicos, a él. A pesar de que el padre tiende a estar ausente, es la autoridad ante los/as hijos/as, que son
educados/as en el miedo. Este tipo de familias traslada, asimismo, sus roles a los/as hijos/as: a la niña se le exige más
responsabilidad en las tareas domésticas y en los estudios, en la limpieza, en el orden, en el cumplimiento de las normas

Desde entonces hasta el presente, la familia tradicional vivió una metamorfosis, que fue definiendo cambios de organización
social. Entre los más significativos podemos destacar:
A nivel familiar:

• Liberalización de las relaciones sexuales a partir de la irrupción de los jóvenes en la arena política.
• Aumento de la fecundidad fuera del matrimonio.
• Retraso en la edad del matrimonio (27-30 años).
• Utilización de métodos anticonceptivos y retraso en el nacimiento del primer hijo (27-35 años).
• Retraso del abandono del hogar por parte de los hijos.
• Aumento de la proporción de las personas que se mantienen solteras.
• Aumento de las rupturas matrimoniales
• Aumento significativo de las uniones libres.

A nivel social:

• La ruptura con la tradicional visión de género en relación con las responsabilidades familiares, conyugales y
parentales.
• La exaltación del deseo de “realización personal” y de libertad, que entra en conflicto con cualquier tipo de
compromiso a medio o largo plazo.
• El individualismo y la racionalidad instrumental, que lleva a que considerar al matrimonio como un contrato que puede
romperse de la misma forma que un contrato comercial.
• El aumento de la cultura del divorcio.
• Los métodos de control de natalidad, junto a los cambios de mentalidad, permiten hoy configurar una familia más “a
la carta” y nuevos modelos que dejan ver las distintas circunstancias que pueden rodear los vínculos entre los adultos
y de éstos con los niños.

La opción por el menor número de hijos, surge del deseo de tener sólo aquellos a los que se puede alimentar, educar y
atender. El trabajo de ambos padres fuera de casa, es uno de los factores que más fuerza esta decisión. Desde edades
tempranas, los hijos pasan una gran parte del día en jardines de infantes y escuelas, lo que ha modificado la tradicional
convivencia familiar. El hecho de que ambos conyugues o convivientes trabajen a la par, obliga a un mayor reparto de las
actividades en el hogar, incluyendo el cuidado de los hijos en un régimen de mayor igualdad, y la necesidad de acudir a los
abuelos para atender a los nietos.

Bibliografía
https://www.tandfonline.com/eprint/IXEENPZNGXKRKTHDACYK/full?target=10.1080/17457300.2021.1994615

https://www.unicef.org/chile/comunicados-prensa/las-familias-de-am%C3%A9rica-latina-y-el-caribe-siguen-luchando-
para-recuperarse-de

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