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Un mundo feliz

Escrito por

Aldous Huxley.

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21/11/2022
El advenimiento de la posmodernidad trajo consigo la destrucción de las antiguas estructuras y
ataduras sociales, políticas, éticas y culturales, promoviendo, con ayuda de los nuevos avances
tecnológicos, la concepción de nuevos paradigmas dentro de la vida individual y social, de esta
forma las nuevas generaciones se confrontan a una nueva moral, unas nuevas formas de
sintetizar y comprender la información, nuevas condiciones físicas (tanto dentro del entorno
como en el individuo), nuevas formas de comportamiento, nuevas formas de comunicarse, e
incluso, nuevas formas de relacionarse e inclusive, nuevas formas de plantear la individualidad;
todas estas formas de concebir la realidad, a su vez, han llevado a que las bases mismas del orden
común como mencionaba Zigmunt Bauman (2000) en su modernidad liquida fueran
reemplazadas por nuevos pilares.

Este cambio comprendido en la posmodernidad se dio porque, tras la caída del antiguo régimen
los antiguos fundamentos e instituciones de las estructuras públicas se encontraban en
decadencia y cuestionamiento debido a que se habían tornado frágiles y poco confiables, creando
la necesidad de esclarecer un nuevo orden, donde, en el proceso de gestación de este, se
inmiscuyo el canon recientemente engendrado de la época, el cual era la racionalidad, canon que
a su vez se encontraba influido e inspirado en el comercio y el mercantilismo, cosa que a la hora
de aplicar el ideal racional dentro de los pilares de esta nueva estructura colectiva se dejara de
lado las concepciones subjetivas, como lo son las relaciones humanas, dejando, como estableció
Max Weber (1921) el campo libre a la invasión y dominio de la racionalidad instrumental, o para
clarificarlo más de la economía, a las bases de la vida social, tomando control de tal forma de los
aspectos políticos, éticos y culturales, emancipando a la economía como el cimiento y
herramienta del nuevo sistema de orden colectivo, zombificando las instituciones y alterando (y
creando) múltiples cualidades de la estructura social, como la relación entre el espacio y el
tiempo, la realización individual, las relaciones intracomunitarias y el trabajo; provocando de
esta manera, y como se ha mencionado previamente, la creación de nuevos paradigmas sociales,
concebidos por el cambio total de las concepciones antiguas, algunos de los cuales son positivos
como el del Nuevo Humanismo y otros dependiendo de su uso, como el de la comunicación, que
gracias a los avances tecnológicos y su instantaneidad han permitido el nacimiento de otras
nociones ancladas a la comunicación, como es el del caso del paradigma pedagógico, que, como
menciona Michel Serres (2013) en el texto de pulgarcita, los medios comunicativos han tomado
la batuta educativa, manipulando los conocimientos de la población y saturándolos, acabando
con sus capacidades de atención, como también establecen Gómez y Barbabosa (2020) :

“La era postmoderna está obsesionada con la información y la expresión, todos podemos ser el
locutor y los oídos; La expresión gratuita, la prioridad del acto de comunicación sobre lo
comunicado, la indiferencia por lo comunicado, la comunicación sin objetivo ni público, el
emisor es el principal receptor.”

Dentro de esta forma se observa cómo, a través de las nuevas nociones encontradas en la
posmodernidad se presenta un problema mucho más amplio, que es el de la relación con la
verdad y el poder, ya que, primero, el uso de la racionalidad instrumental influida por el
mercantilismo para alterar las condiciones de la estructura colectiva le da al mercado la
capacidad de moldear las normas éticas y sociales a su antojo, y, por ende, lo que se considera
verídico o no, condición que se fortalece a través del paradigma comunicativo, ya que gracias al
posicionamiento de la industria de telecomunicaciones y software debido a el apoyo del
mencionado paradigma, y el carácter pedagógico del cual se le confiere a esta industria,
provocan que la tenencia, flujo y control de la información sea otra de las bases de la estructura
sobre la que gira la organización social moderna y, a su vez, los que tienen control sobre estas
características, con ayuda del papel que jueguen estos en el mercado (ya que, el control
informativo está directamente relacionado con el poder económico), son aquellos que pueden
estar en la cima del orden social.

Uno de los autores que trato esta relación entre la verdad y el poder fue Aldous Huxley en su
libro Un mundo feliz, en donde el autor realiza una reflexión sobre todos estos paradigmas
contemporáneos y su relación con el avance tecnológico, tratándolos no únicamente desde la
perspectiva de las relaciones de poder, sino también mencionando la decadencia de las
instituciones sociales (David Salto, 2020)

Huxley dentro de este texto configura una sociedad distopica marcada por la opulencia y el
libertinaje y el vínculo entre la abundancia y la saciedad, de esta manera los individuos parte de
esta sociedad son personajes altamente despreocupados, que constantemente se niegan a observar
y comprender la realidad, rechazando de la misma manera cualquier forma de dolor o conciencia,
de esta forma, estos individuos son “deshumanizados en su totalidad”, moldeados por discursos y
métodos tecnológicos que les indican las maneras correctas de comportamiento, dado que, por
ejemplo, dentro de su niñez son sometidos a lo que dentro del mundo de Huxley se conoce como
la Hipnopedia, que es una voz sintética usada para “moldear el cerebro de los infantes para que
se conviertan en ciudadanos ortodoxos conforme a los ideales de la sociedad fordiana”, esto con
el objetivo de acondicionarlos desde niños para tanto aceptar su lugar dentro de la sociedad de
castas como para aceptar y practicar las condiciones y las normas éticas, morales y
comportamentales de su sociedad, a su vez, dentro de esta sociedad incluso las insatisfacciones
no pueden ser vividas, dado para ello tienen una droga que borra todo dolor y cuando es
insoportable su sufrimiento se entregan a esta, con tal de, cómo se mencionó, no aceptar la
realidad, provocando que, de esta manera el poder a través del control de la verdad y la
comunicación ( unificados en la hipnopedia) sea capaz de controlar la realidad, y los sujetos al
ser incapaces de meditar siquiera sobre esto al estar ocupados en la búsqueda de su propia
felicidad se encuentran fácilmente sometidos a la voluntad del poder (David Salto, 2020).

las palabras de Huxley están estrechamente correlacionadas con la perspectiva posmoderna,


primero con lo que Bauman (2000) establece sobre el espacio y el tiempo, para él, estas dos
categorías dentro del posmodernismo se independizan gracias a la llegada de nuevas formas de
tecnología que permite que todo sea veloz e instantáneo, cualidad que le doto al tiempo los
atributos de flexibilidad y de expansión, cuales conllevaron a la conquista por parte de este del
espacio, dándole de esta manera un carácter de instrumento para el poder y la dominación,
rompiendo con el esquema del panóptico de Michel Foucault, ya que la instantaneidad promulga
que ya no hayan relaciones directas de poder (supervisor y supervisados) y por tanto ahora los
"manipuladores” no tienen que mantener ninguna estructura física para el establecimiento del
orden ( y ninguna responsabilidad sobre el), de esta manera el poder se favorece de lo efímero y
del desenfreno de la circulación al reducir los costos para el control y el establecimiento del
orden, funcionando como una especie de colonialismo posmoderno, ya que la conquista
territorial deja de ser el medio principal, sino que se usan otras estrategias como la dominación
económica y el control de los valores y las percepciones socioculturales a través de los medios de
comunicación, siendo de esta manera uno de sus aliados más grandes la globalización, ya que,
como menciona Bauman, “para que el poder fluya el mundo debe estar libre de trabas, barreras,
fronteras y controles”.
De igual forma que el espacio desaparece en relevancia, el yo pierde su valor, debido al exceso
de atención a este se convierte en algo completamente impreciso. Llega a ser la convergencia de
tantas situaciones, elementos ajenos y propios a nuestra individualidad, que empieza a carecer de
unidad, por lo tanto, el concepto de voluntad procede a disolverse gracias a que la doctrina del
derecho a la realización lleva consigo la moral hedonista y permisiva, la cual nos obliga a
complacerlos con lo temporal, olvidando el futuro, y despedazando el yo conceptualizando la
idea de un yo indefinido, un neoindividualismo. Al momento de perderse una identidad sólida
(entendida como una forma estructurada de introspección y análisis a nosotros mismos, es decir,
el yo), pasamos a una liquidez; a falta de existencia de consideraciones individuales prósperas,
que conlleven a la realización psicosocial, Es decir, tenemos un individuo que está a la deriva del
consumo masificado, un seguidor leal al espectáculo que atrae su entendimiento, que le obsequia
el privilegio de tener una identidad que no le pertenece, ni es original. (Gómez y Barbabosa,
2020)

Se puede evidenciar de esta manera, la relación directa que existe entre la realidad de un mundo
feliz y la realidad posmoderna, en ambas el individuo se concibe dentro de un contexto de
comunicación masificada que moldea el cómo perciben la verdad de su realidad, desde cosas tan
pequeñas sobre como pronunciar una palabra (Michel Serres, 2013) hasta la ética, la moral y el
comportamiento, de la misma manera, la amplia búsqueda de la felicidad y la realización
individual provocan la desaparición de la individualidad misma, aunque por métodos diferentes,
pero que obtienen los mismos resultados, y todo esto gracias a la facilidad de la manipulación de
la realidad verídica por parte del poder, y en nuestro caso, del mercado.

Así, un mundo feliz nos presenta un entorno no tan distopico, donde la realización y la felicidad
manejan el rumbo de cada individuo, quien deja todo atrasen pro de suprimir el dolor y el
enfrentarse a la realidad, dejando de lado el manubrio de esta a otros poderes con intenciones
individuales que usan la felicidad como método para generar y mantener un indiscutible orden
colectivo.

Referencias Bibliográficas

 Esmeralda Gómez & Rafael Barbosa. (2020). La Era del Vacío


 Michel Serres, “Pulgarcita, El mundo cambió tanto que los jóvenes deben reinventar
todo: una manera de vivir juntos, instituciones, una manera de ser y de conocer...”, trad.
Vera Waksman (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2013) 27-61
 Weber, Max (1921). Economía y sociedad.
 Aldous Huxley (1935) Un mundo feliz. Luis Miracle, Barcelona, Traducción de Luys
Santa Marina
 Salto Doísela, D. (2020). Tratamiento literario de la ciencia, tecnología y lenguaje como
mecanismos de control y alienación en la distopía “Un Mundo Feliz” de Aldous Huxley
desde las disertaciones de autores del posestructuralismo y posmodernismo literario.
Trabajo de titulación previo a la obtención del Título de Licenciado en Ciencias de la
Educación. Mención Ciencias del Lenguaje y Literatura. Carrera de Pedagogía de la
Lengua y Literatura. Quito: UCE.
 Zygmunt Bauman (2000) Modernidad Liquida, Fondo de Cultura Económica

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