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CUALIDAD E INTERES <*>

P or el Dr. Pedro Manuel A R C A Y A , hijo.


Egresado de la Facultad

El artículo 257 del Código de Procedimiento Civil Venezolano


vigente establece :
"A rtícu lo 257.-—Las excepciones de inadmisibilidad proceden:
1*— P or falta de cualidad o interés en el actor o en el demandado
para intentar o sostener el ju ic io . . . ”

Ardua y delicada ha sido la tarea de nuestros juristas en la


interpretación de lo que entiende la ley por cualidad e interés.
Entre los autores nacionales, que han dedicado estudio a la materia,
encontramos a V a l d i v i e s o M o n t a n o , A r c a y a W , Marcano R o d r í ­
g u e z , B o r j a s (2) y L o r e t o (3h De todos ellos, Arcaya hizo seña­

lamientos prácticos de la materia y Loreto un planteamiento teó­


rico y criterio a seguir para su definición y la oportunidad proce­
sal de su oposición.
Dividiremos este estudio en tres partes: en la primera haremos
un examen de lo que se entiende por cualidad; en la segunda, el
concepto de interés y en la tercera la diferencia entre ambos.

CUALIDAD
Para Loreto, la cualidad, en sentido amplísimo, es sinónimo
de legitimación. Se entiende por esto último como “ una cuestión

(* ) Este es el primero de dos artículos en los cuales se analizarán los con­


ceptos de cualidad e interés en el Derecho Procesal Civil.—N. de la R.
(1 ) A r c a y a , Pedro Manuel.— Estudio de las Excepciones de Inadmisibilidad
y otras previas del Código de Procedimiento Civil Venezolano.— Editorial Garrido,
Caracas, 1955.
(2) B o r j a s , Arminio.— Comntarios al Código de Procedimiento Civil Venezo.
laño.— Imprenta Bolívar.— Caracas, 1924.
(3 ) L o r e t o , Luis.— Contribución a l Estudio de la Excepción de Inadmisibi­
lidad por Falta de Cualidad. Publicado en la Revista del Colegio de Abogados del
Distrito Federal.-—Año IV, n? 18, 1940.
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rte identidad lógica entre la persona a quien la ley concede el de­


recho o poder jurídico, o la persona contra quien se concede, y la
persona que lo hace valer y se presenta ejercitándolo como titular
efectivo, o contra quien se ejercita en tal manera” (4).
Entendiendo la cualidad como tal, debemos distinguirla de la
capacidad procesal (a la primera la denomina la doctrina legiti-
matio ad causam y a la segunda legitimatio ad processum); capaci­
dad procesal la tiene toda persona que puede ejercer por sí misma
sus derechos sin necesidad de asistencia o representación. Una
persona incapaz procesalmente, que se presentare en juicio sin
estar asistido o representado, en sus casos, procede contra ella la
excepción dilatoria de ilegitimidad; declarada con lugar, hace
suspender el procedimiento hasta tanto se subsane el vicio. Ahora
bien, si una persona, siendo capaz procesalmente se presentare en
un proceso reclamando un derecho que no le pertenece, por no ser
efectivamente el titular del mismo (falta de cualidad activa), o
dirigido contra una persona capaz procesalmente que no es la
indicada por la ley para contradecir el derecho reclamado (falta
de cualidad pasiva) procede la excepción de inadmisibilidad por
falta de cualidad activa o pasiva. Así, un menor de edad podría
tener cualidad por ser titular de un derecho que pretende hacer
valer en un proceso, pero no tendría en ningún caso la capacidad
procesal. Trasladándonos al campo del derecho material la ca­
pacidad procesal, para este último derecho, es capacidad de ejer­
cicio y cualidad procesal es capacidad de goce.
La cualidad procesal la tiene, por tanto, toda persona que en
una acción se afirma ser el titular de un derecho que reclama
a otro. El demandado tiene asimismo la cualidad para sostener
el juicio por el solo hecho de que el accionante ha incoado contra
él la acción correspondiente. El demandante, en la secuela del
juicio, va a probar la identidad entre esa cualidad procesal que
ha invocado y la cualidad de derecho material para fundamentar
la acción, y el demandado, a su vez, buscará destruir los funda­
mentos sobre los cuales se apoya el demandante, para demostrar
su cualidad y la suya propia. La cualidad de derecho material es
entonces uno de los fundamentos de la acción: al probar el de­

(4) L o r e t o , Luis.— Contribución al Estudio de la Excepción de Inadmisibi­


lidad por Falta de Cualidad (pág. 16). Publicado en la Revista del Colegio de Abo­
gados del Distrito Federal.— Año IV, n9 18, 1940.
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mandante A que el demandado B, le debe una suma de dinero,


está probando asimismo su cualidad activa de acreedor y la cua­
lidad pasiva de deudor del demandado (5>. Está probando la rela­
ción de identidad entre las personas que se han presentado a
juicio (partes de derecho procesal) y las personas a quien la ley
concede el derecho o poder jurídico en derecho material; la pri­
mera es cualidad de derecho procesal y la segunda cualidad de
derecho material.
Clarificando aún más el concepto de la legitimación, C a r n b l t j t -
t i <6) nos dice que es una posición del sujeto respecto a la sociedad

y no una cualidad del mismo sujeto, distinción ésta que corres­


ponde a la que ya hicimos respecto a la cualidad y capacidad pro­
cesal. Para tener esta última es necesaria una cualidad o condi­
ción personal, independiente de cualesquiera otra condición ex­
terior : la cualidad de ser capaz de obrar. Para que un sujeto tenga
cualidad procesal es necesario que la persona esté ligada a una
condición extrínseca con lo cual se coloca en una situación res­
pecto a la sociedad: ser acreedor, deudor, padre, tutor, etc. Quien
niega por consiguiente a otro la cualidad está negando la posición
que asume respecto al derecho que reclama y por tanto que no es
él el indicado para ejercer una acción: en suma, le niega simple
y llanamente su cualidad de parte.
Para d b P i n a (7), la legitimación es la facultad, en virtud de la
cual, una acción o derecho puede o debe ser ejercitado por o en
contra de una persona en nombre propio. ¿Quién puede o debe
ejercitar la acción? La respuesta a esta pregunta no la podemos
encontrar dentro del campo del derecho procesal, por cuanto este
derecho nos contesta que toda persona capaz procesalmente tiene
la facultad de intentar una acción: tiene el derecho subjetivo de
pedir la tutela de un interés de derecho material, o sea, de ejercer
la acción. La capacidad procesal es un presupuesto de derecho
formal, al paso que la cualidad es un presupuesto o requisito de
que la acción sea declarada con lugar. Encuadrada la cualidad
dentro de los fundamentos de la acción, debemos buscar su con­

(5 ) A l s i n a , Hugo.— Tratado Teórico de Derecho Procesal Civil y Comercial.—


III Tomo (pág. 224).— Cía. Argentina de Editores.— Buenos Aires, 1946.
(6 ) C a b n e m j t t i , Francisco.— Sistema de Derecho Procesal Civil. Traducción
de Niceto Alcali Zamora y Castillo, Santiago Sentís Melendo (Tomo III, pág. 164).
CJtema, Buenos Aires, 1944. IV Tomos.
(7) De P i n a , Rafael.— Principios de Derecho Procesal Civil.— Madrid, 1940.
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cepto en el derecho material y allí es donde la busca el Juez al


dictar su sentencia.
R o se n b e k g (8) nos dice que para la eficaz gestión del proceso
deben tener las partes las siguientes cualidades: a) capacidad de
parte (o ju ríd ica); b) capacidad procesal (de ejercicio); c) ca­
pacidad de postulación (la de poder ser representante) y d) legi­
timación para la causa y la facultad de formar el proceso: esta
última no es una cualidad, capacidad o condición de la parte to­
mada individualmente, sino la expresión de una relación material
con el objeto de litigio: el derecho o interés material que se re­
clama por medio de la acción. El concepto de parte nos enseña
que persona u organización es parte; la capacidad de ser parte
si ella puede ser parte y la capacidad procesal si puede gestionar
por sí el proceso; todas estas son cualidades intrínsecas de la per­
sona, independientemente consideradas y sin tomar en cuenta su
posición respecto a lo externo. La facultad de seguir el proceso
nos enseña, en cambio, cual es la parte verdadera, es decir, quién
es aquella parte frente a la cual el Tribunal debe conocer en la
causa, o de otro modo, si puede ser resuelta la controversia entre
esas partes. Esta última es la consecuencia o la expresión de una
relación material entre la parte y el objeto del litigio.
La falta de sujección a las reglas relativas a la capacidad ju­
rídica y procesal trae por consecuencia la anulación de lo actuado
en el juicio (reposición o invalidación), al paso que el proceso
llevado por uno que no sea efectivamente el titular del derecho
que reclama (que no tenga legitimación a la causa) es plenamente
eficaz en cuanto a los actos de ejecución contra el demandado
(caso que se declare la acción con lugar), pero no lo es respecto
a la solución adecuada frente al verdaderamente legitimado a la
causa. Tal sentencia no produce efecto respecto a este último, sino
sólo entre las partes litigantes (9>.
R o sb n b e r q (10) hace una distinción interesante entre legitima­
ción a la causa y facultad de gestión del proceso. Dice que la legi­
timación es un presupuesto de fundamento de la acción, en tanto
que la facultad para la gestión del proceso es un presupuesto de

(8 ) R o se m b e r g , Leo.— Tratado de Derecho Procesal Civil. Traducción de An­


gela Romera Vera.— Tomo I, pág. 219. III Tomos. Ediciones Jurídicas Europa-Amé-
rica. Buenos Aires, 1955.
(9) R o se m b e r g , Leo.— ídem, ídem. Tomo I, pá*. 254.
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procedencia de la acción. Así, pues, la demanda de un acreedor


de la sucesión contra un heredero, antes de la aceptación de la
herencia, debe ser rechazada como improcedente por falta de fa­
cultad de gestión del proceso (pasiva), una vez repudiada la he­
rencia se rechaza la demanda del acreedor como infundada por
falta de legitimación pasiva. Oreemos que la facultad de gestión
del proceso consiste propiamente en la que tiene cierto grupo de
personas, las cuales sin ser titulares efectivamente del derecho
que reclaman, están facultados por la ley para su gestión en el
proceso: tienen por consiguiente una titularidad que podríamos
denominar “ legal” . Entre este, grupo de personas facultadas para
la gestión de un proceso encontramos al Síndico Procurador Mu­
nicipal en lo referente a las acciones de nulidad del matrimonio
(ver artículos 117, 121 y 123 del Código Civil).
Con el ejemplo anterior clarifiquemos aún más los conceptos
de capacidad procesal, cualidad o legitimación y facultad de ges­
tión comparándolos a sus correlativos de derecho material: capaci­
dad procesal = capacidad de obrar ; cualidad o legitimación = ca­
pacidad de goce y facultad de gestión del proceso = facultad de
gestión del derecho de que se es titular conjuntamente con otros
sujetos. Pensamos en este último caso en la solidaridad activa y
pasiva. Así, en el primer caso encontramos que “La sentencia con­
denatoria obtenida por uno de los acreedores contra el deudor
común, aprovecha a los otros. La sentencia dictada en favor del
deudor aprovecha a éste contra todos los acreedores, a menos que
se la haya fundado en una causa personal al acreedor demandante”
(artículo 1242 del Código Civil). En el segundo caso, solidaridad
pasiva, encontramos que “ La sentencia dictada contra uno de los
deudores solidarios no produce los efectos de la cosa juzgada
contra los otros codeudores. La sentencia dictada en favor de uno
de los deudores aprovecha a los otros, a menos que se la haya
fundado en una causa personal al deudor favorecido” (artículo
1236 del Código Civil). De las anteriores disposiciones se despren­
de que tanto el acreedor solidario como el deudor solidario (activa
j pasiva), tienen la facultad de gestionar un proceso en nombre
propio, pero que, en algunos casos, la sentencia a ser dictada en
ese proceso aprovechará o perjudicará a otros sujetos, titulares

(10) R o se m b e r g , Leo.—ídem, ídem. Tomo I, pág. 255.


46 PEDRO MANUEL ARCAYA, Hijo

asimismo del derecho ventilado en juicio, y que no fueron partes


en el proceso correspondiente.
La falta de cualidad activa o pasiva dentro del proceso vene­
zolano puede traer por consecuencia la oposición de la respectiva
excepción de inadmisibilidad contenida en el ordinal l 9 del art.
257 del Código de Procedimiento Civil. Quien alega dicha excep­
ción podrá hacerla al fondo, como punto previo a ser resuelto antes
de dictarse la definitiva, o como de previo pronunciamiento, dentro
de un lapso que da la ley antes del acto de contestación al fondo
de la demanda (artículo 262, del Código de Procedimiento Civil).
Ya hemos visto en páginas anteriores que la noción de cuali­
dad, correspondiente a la legitimación a la causa, la consideran
la mayoría de los autores como uno de los fundamentos de la
acción. ¿Cómo puede entonces oponerse ésta y discutirse previa­
mente a la contestación al fondo, o sea al rechazo a los fundamen­
tos de la acción? La regla general es que no puede decidirse en
una incidencia previa sino al decidirse la acción misma.
La cualidad, en otras palabras, deberá decidirse siempre en
sentencia definitiva, porque en esta última, al declararse con o
sin lugar la acción, se está reconociendo o desconociendo, respecti­
vamente, la cualidad del actor y del demandado. El Juez que oiga
la falta de cualidad activa o pasiva en una incidencia y la decida
antes de la definitiva está coartando al demandante de toda la
secuela del juicio para probar su cualidad, la cual, como hemos
repetido varias veces, es precisamente parte integrante e insepa­
rable de los fundamentos de su demanda.
Pero no siempre esa cualidad deberá decidirse necesariamente
en la sentencia definitiva. Consideremos las excepciones de inad­
misibilidad, cuando pueden ser decididas como de previo pronun­
ciamiento, como aquellos alegatos que trasladan el terreno de la
controversia a otro campo totalmente distinto del planteado por
el demandante. Así, el demandado a quien se le requiere el pago
de una suma de dinero y niega que es deudor, está alegando su
propia falta de cualidad para sostener el juicio, pero no está tras­
ladando el terreno de la controversia a otro campo distinto del
planteado por el actor. Su alegato está dentro de la misma cues­
tión planteada por la controversia. Ahora bien, si ese mismo de­
mandado, en lugar de negar su cualidad de deudor opone su falta
de cualidad de heredero universal del verdadero deudor, condi­
ción por la cual se le ha demandado, está trasladando el terreno
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de la controversia a otro campo totalmente distinto de la acción


planteada por el demandante: no está discutiendo si el deudor lo
es o no, sino que simplemente sostiene su falta de cualidad de
causahabiente universal. En este último caso puede decidirse la
excepción como de previo pronunciamiento.
Expuesto el problema en esa forma general veamos los crite
rios a seguir para saber si una excepción por falta de cualidad
puede decidirse bn limine litis. A este respecto L o r e t o ( n ) en su
magistral estudio, nos plantea los siguientes casos:
a) Hay ciertos derechos subjetivos que para ser titular de
ellos es necesario ser titular a su vez de otro derecho subjetivo
que condiciona la existencia del primero. Es imposible por consi­
guiente ser titular del derecho subjetivo B sin ser a su vez titular
del correspondiente derecho A. Algunos ejemplos aclararán lo
anterior. X demanda a Z para que éste último reconozca una
servidumbre de paso a favor del fundo del demandante. Z, se
opone alegando que X no es propietario del fundo dominante
(falta de cualidad activa) o que él (Z) no es propietario del
fundo sirviente (falta de cualidad pasiva). Ambas cualidades pue­
den ser decididas como de previo pronunciamiento, por cuanto el
demandado no se está oponiendo directamente a la pretensión del
actor, sino que está trasladando el terreno de la controversia a
un campo distinto del planteado por este último; en otras pala­
bras, no está discutiendo la servidumbre misma, sino que el actor
no tiene la cualidad o condición de propietario del fundo domi­
nante en el primer caso, y segundo, que el demandado no es pro­
pietario del fundo sirviente. Sería inútil entrar al fondo de la
controversia por cuanto la sentencia que en definitiva se dictare
no producirá efecto alguno contra el verdadero propietario del
fundo dominante o del fundo sirviente, respectivamente.
Otro caso: X demanda a Z en acción oblicua reclamando a este
último una obligación que tiene a favor de su deudor Y. Z se opo­
ne a la pretensión de X alegando que este último no es acreedor
de Y (falta de cualidad activa). Aquí puede decidirse esta excep­
ción in limme litis por cuanto se está discutiendo la cualidad
independientemente del derecho que se reclama en la acción. A
la inversa, si el demandado Z, se opone a la pretensión del actor

(11) L o r e t o , Luis.— Contribución al Estudio de la Excepción de Inadmisibi-


lidad por Falta de Cualidad ( pégs. 60 y sgte.).— Revista del Colegio de Abogados
del Distrito Federal.— Año IV, n° 18, 1940.
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X, alegando que no es deudor de Y, tal excepción (falta de cuali­


dad pasiva) no puede decidirse como de previo pronunciamiento,
sino en sentencia definitiva. La falta de cualidad pasiva que alega
el demandado es una excepción perentoria, por cuanto niega con
ello el derecho mismo que reclama el actor.
Otro ejemplo: X demanda a Z en alimentos, el primero en su
cualidad de hijo respecto a Z. Este último se opone a la pretensión
alimenticia alegando que el actor no es su hijo (falta de cualidad
activa y pasiva). Esta excepción podrá decidirse asimismo de pre­
vio pronunciamiento. Otro sería el caso si antes de haberse inten­
tado la acción por alimentos hubiere juicio pendiente del deman­
dado Z contra X por desconocimiento de paternidad: en tal caso,
y en el supuesto negado de que Z no le deba alimentos a X, pro­
cedería la excepción dilatoria de cuestión prejudicial, la cual, de­
clarada con lugar, haría suspender el segundo juicio (de alimentos)
hasta tanto no se decidiere por sentencia firme el primero (de
paternidad).
Recientemente se planteó un caso de falta de cualidad por ante
uno de nuestros Tribunales del interior del país. A ejerció acción
interdictal de despojo contra B y salió vencedor en el juicio. B no
cumplió el decreto del Juez y se mantuvo en la posesión del fundo
del cual se declaró que era poseedor legítimo A. Posteriormente
B demandó a A por daños y perjuicios, ocasionados por unos ani­
males del demandado a las siembras de B existentes en el fundo
objeto del juicio interdictal. A opuso la falta de cualidad activa
de B basándose en que este último no era poseedor legítimo del
fundo y que faltándole tal condición no podía intentar la acción
de daños y perjuicios resultantes de su condición de poseedor.
Creemos que en este caso deberá desecharse la excepción, por
cuanto la cualidad de poseedor o no del demandante no es la
única condición de la que emana su facultad de intentar la acción
de daños y perjuicios: ésta puede estar condicionada abstracta­
mente a cualesquiera otra cualidad del demandante.
Todos los casos anteriores los agrupa Loreto en cualidades me­
diatas (propietario, acreedor, e hijo) y cualidades inmediatas
(servidumbre, obligación y alimentos). La regla de excepción a
que la cualidad debe decidirse en todo caso como fundamento de
la acción, y por consiguiente en la sentencia definitiva, es de que
la condición de titular mediato de una pretensión inmediata puede
oírse y decidirse como de previo pronunciamiento.
CUALIDAD E INTERES 49

b) Todos aquellos casos en los cuales el derecho que se pre­


tende hacer valer en juicio es derivado (por haberse adquirido
por sucesión, cesión o traspaso) de otro derecho originario que
constituye a la vez el fundamento mismo de la demanda, pueden
decidirse como de previo pronunciamiento las controversias acerca
de la existencia de la sucesión, cesión o traspaso de aquel derecho
originario que se reclama como fundamento de la acción. En otras
palabras, puede decidirse como de previo pronunciamiento la va­
lidez o existencia de la sucesión, traspaso o cesión del derecho
que se reclama en juicio. Si se discutiere este último, o sea, que
el demandado se oponga al derecho mismo que se reclama (origi­
nario) tal excepción no puede oírse sino al fondo de la demanda.
Puede discutirse por consiguiente la cualidad derivada de sucesor
o cesionario m limine litis. Algunos ejemplos aclararán lo anterior.
A, en su carácter de cesionario de un crédito que tenía B contra
C, demanda a este último para que convenga en el pago de dicho
crédito. C se opone a las pretensiones de A alegando que este
último no es cesionario de tal crédito, o sea, discute la validez o
existencia de la cesión misma. Tal alegato consiste en negarle
cualidad de cesionario a A (falta de cualidad activa) y puede
decidirse como de previo pronunciamiento. Ahora bien, si O, en
lugar de discutirle la cualidad de cesionario a A, alega su propia
falta de cualidad (pasiva), está negando la existencia del crédito
mismo que le reclama el autor y por consiguiente deberá decidirse
tal excepción en sentencia definitiva.
A, en su carácter de heredero universal de B reclama a C un
crédito que tenía el segundo en contra del último. C, se opone a
la pretensión de A alegando que este último no es causahabiente
universal de su acreedor B. En tal caso es claro que puede deci­
dirse ese alegato in limite litis. Pero si C se opusiere discutiendo
la validez del crédito mismo, deberá oírse su excepción al fondo
de la controversia.
Resumiendo lo expuesto en este segundo criterio tenemos, que
ante una situación de hecho donde se presente un actor reclaman­
do un derecho que es derivado de otro originario, fundamento de
la demanda, puede discutirse previamente el acto de sucesión, ce­
sión o traspaso que constituye la derivación de su derecho.
c) En los casos de litis consorcio necesario (ver art. 205 del
Código Civil) considerá Loreto —y a reserva de someterla a más
cuidadoso estudio— , que cuando se intente la acción, ya sea fal­
50 PEDEO MANUEL ARCAYA, H u o

tando alguna persona que la ley exige como actora o faltando lo


que la misma exige como demandada, hay una ausencia de cuali­
dad activa y pasiva, respectivamente, que puede decidirse como
de previo pronunciamiento. La claridad de este razonamiento no
necesita comentarios, pero agregamos nosotros que no solo hay
falta de cualidad en este caso sino asimismo una falta de interés.
Consideremos que hay falta de cualidad en virtud de que en
un juicio donde no han concurrido, ya sea como actores o como
demandados, todos los llamados obligatoriamente por la ley, la
sentencia que se dictare no producirá efecto alguno. El efecto
principal de la sentencia es el de producir la cosa juzgada entre
las partes litigantes. Ahora bien, ni ese efecto primario lo produce
una sentencia dictada en un juicio del tipo que hemos descrito.
Por ello es que creemos que es este un caso en que la cualidad
se confunde con el interés en accionar el cual, según veremos más
adelante, consiste en obtener una sentencia firme en que se otor­
gue al demandante el interés de derecho material que se pide tutelar
en la acción. En consecuencia, hay una falta parcial de cualidad
y una falta total de interés.
Posteriormente a la publicación del anterior trabajo de Loréto
apareció un estudio sobre el mismo cuyo autor es el Dr. Niceto
Alcalá Zamora y Castillo (12>. En el mencionado éstudio expresa
el autor que no está de acuerdo con Loreto en este último grupo
de excepciones a la regla general de que la cualidad debe deci­
dirse siempre en el fondo. El autor, sin negarle el carácter de
previa a tal discusión, considera que no debería desembocad
necesariamente en una declaración de inadmisibilidad, sino en
un llamamiento a los sujetos excluidos, por razones de evidente
economía procesal (13). Concuerda esto con lo señalado por nosotros
arriba en el sentido de que tal situación configura más exacta­
mente una falta de interés procesal. Así, adoptando la solución
de Alcalá Zamora (no aplicable a nuestro derecho positivo, pero
de tenerse en cuenta para reforma futura de la ley procesal), el
Juez de oficio, al reconocer una situación en que no se encuentren
todos los demandados, podrá ordenar la citación de los que son
llamados por la ley y no haya sido requerido su emplazamiento
por el actor.

(1 2 ) A l c a l á Z a m o r a y C a s t il l o , Niceto.—Acerca de la Palta d e Cualidad


de los Litigantes. Publicado en la Revista Cultura Jurídica, Año II, n» 5, págs. 7-22.
(13) A l c a l á Z a m o r a y C a s t i l l o , Niceto.— ídem, ídem, pág. 20.
CUALIDAD E INTERES 51

A la inversa, no creemos que el Juez podrá de oficio llamar a


otros actores de los que se han presentado a accionar en los casos
dé litis-consorcio necesario, por cuanto es regla expresa que nadie
está obligado a accionar, excepto en los casos de retardo perjudi­
cial. La solución a este último caso sí sería el rechazo de la acción,
aún de oficio, por existir una evidente falta de interés procesal.
En el primer caso el Juez de oficio, al citar a los demandados no
llamados por el actor, está cumpliendo con las prescripciones de
la economía procesal, al paso que si en el segundo caso emplazare
de oficio a otros para que tomen la posición de actores en el juicio,
está contrariando regla legal expresa y precisa.
Resumiendo todo lo expuesto anteriormente sobre la cualidad,
podemos definir esta última como una relación de identidad entre
la persona sujeto del derecho material y la persona objeto de la
acción (procesal). Así, quien no es el sujeto del derecho material
que reclama por la acción, mal puede ser el sujeto del proceso
donde va a ventilarse ese derecho material. La acción intentada
se declarará con lugar si el actor prueba en la secuela del juicio
que él es el sujeto del derecho material que reclama y la existencia
de ese mismo derecho en contra del demandado. Con este último
fundamentará su acción. La cualidad, por consiguiente, es parte
integrante del fundamento de la demanda. La oportunidad para
fundamentar la acción es la que otorga la ley procesal antes de la
sentencia definitiva de fondo y esta es la regla general a seguirse.
Cuando por razones de evidente economía procesal puede dircutirse
y decidirse la cualidad como de previo pronunciamiento así debe
hacerse en los casos anotados.
Las excepciones de inadmisibilidad que enumera el art. 257
del Código de Procedimiento Civil, pueden oponerse ya sea de
previo pronunciamiento, ya sea al fondo. Son, por consiguiente,
excepciones mixtas, que participan de la naturaleza de las dilato­
rias y de las perentorias, en cuanto a la oportunidad procesal de
su oposición. En cuanto a la primera de las excepciones de inad­
misibilidad, ya hemos visto que la regla general es que deben ser
decididas en la sentencia definitiva de fondo. Creemos que tal
criterio sólo debe ser seguido por las partes y nunca por el Juez
al decidir la cualidad. El Juez, al oponer el demandado la excepción
como de previo pronunciamiento, deberá decidirla como tal por
mandato expreso de la Ley (art. 262 del Código de Procedimiento
52 PEDRO MANUEL ARCAYA, Hijo

Civil). Insistimos en que es un criterio a que debe atenerse el


demandado en cuanto a la oportunidad en que exigirá que sea
decidida su cualidad pasiva o la activa del demandante, por cuanto
sólo él sabe los medios de prueba que tuviere a fin de hacerlos
valer en el corto lapso que le otorga la Ley. Así, un demandado
que alegue su falta de cualidad como deudor de una suma de
dinero para ser decidida de previo pronunciamiento (cuestión
típica de fondo), deberá el Juez atenerse a ello y sentenciarlo en
esa forma. Los efectos de que el demandado lo alegue como de
previo pronunciamiento son de que en el breve lapso que otorga
la Ley demostrará que no es deudor en el caso planteado. En la
práctica, esa posición del demandado lo coloca en la situación de
probar un hecho negativo, y por consiguiente, sólo cuando tuviere
un derecho nuevo por alegar, lo opondrá como de previo pronun­
ciamiento.

INTERES

Podemos definir el interés como la posición favorable a la


satisfacción de una necesidad. El sujeto del interés es el hombre
y el objeto del mismo es el bien, con el cual se va a satisfacer la
necesidad (14).
Surgen conflictos de intereses entre las personas en virtud de
que las necesidades son múltiples, al paso que los bienes adecuados
para su satisfacción son limitados.
Los conflictos de intereses están formados por una situación
jurídica activa y otra pasiva: a la primera se le denomina preten­
sión, y a la segunda subordinación. Ahora bien, a fin de que la
pretensión del demandante prevalezca sobre la voluntad del de­
mandado y de origen a una obligación de éste, es necesario que
aquella pretensión sea un interés protegido (derecho subjetivo
tutelado).
A los conflictos de intereses entre dos personas los regula el
derecho objetivo, el mandato o norma jurídica. Es la norma ju­

(14) C a r n e l u t t i .— Tomo I, pág. XI.— Para definir y precisar el concepto del


interés, nos hemos seguido por la exposición al respecto de este autor.
CUALIDAD E INTERES 53

rídica quien va a decidir si existen intereses protegidos o no. Por


consiguiente, el minimun necesario para que exista la relación
jurídica es que exista el interés protegido por el derecho objetivo.
El conflicto de intereses puede resolverse extrajudicialmente
por las partes, y en tal caso estamos ante lo que se denomina la
auto-composición. Ahora bien, si el sujeto de la subordinación o
de la obligación se resiste a dar cumplimiento a su obligación por
medio de la auto-composición, el titular de la pretensión o del
interés protegido ejercitará las acciones que le concede la ley a
fin de que por sentencia firme se compela a ello al sujeto de la
obligación. En la secuela del juicio probará el sujeto de la pre­
tensión los fundamentos de su acción, o sea, la titularidad del
interés protegido que reclama (cualidad activa), la obligación
correspondiente del sujeto de la subordinación (cualidad pasiva)
y la existencia del interés tutelado por la norma jurídica.
Para que le sea otorgada la pretensión al demandante por
medio de la sentencia, es necesario, por consiguiente, que tal pre­
tensión sea protegida por el derecho objetivo. Para los efectos de
nuestro estudio podemos dividir el derecho objetivo en derecho
material y derecho formal. El primero crea, extingue o modifica
derechos, el segundo está compuesto por normas tendientes a la
realización de los derechos subjetivos, acordados por el derecho
material. Es evidente que es en el derecho material donde debe
investigarse si el interés está realmnte protegido o tutelado por
el derecho objetivo. Es en el derecho material, asimismo, donde debe
investigarse si la acción del demandante está fundada.
El interés descrito hasta aquí es, por consiguiente, el interés
de derecho material, o sea, el derecho subjetivo que el actor pre­
tende hacer valer mediante su acción. Es el fundamento de la
demanda y, por consiguiente, una cuestión típica de fondo, que
en ningún caso deberá decidirse como de previo pronunciamiento.
Sostenemos que el interés mencionado en el parágrafo l 9 del
artículo 257 del Código de Procedimiento Civil se refiere al inte­
rés de derecho procesal. A este último podemos definirlo como el
que tiene el demandante para exigir del Poder Público, mediante
la acción, la tutela de un derecho subjetivo alegado en la misma
acción. Es este, por consiguiente, un interés distinto al de derecho
material, y podrá ser decidido previamente a la decisión del fun­
damento mismo de la acción, constituido, entre otros, por el de­
recho subjetivo material.
54 PEDRO MANUEL ARCAYA, Hijo

La acción nos la otorga la Ley a fin de obtener el bien garan­


tizado por el derecho material con elementos extraños a este último
derecho, cuyos instrumentos se nos presentan como insuficientes.
“ Por regla general, la acción nace por el hecho de que aquel que
debía conformarse con una voluntad concreta de la ley, que nos
ha garantizado un bien de la vida, ha trasgredido esta voluntad,
haciendo que busquemos su actuación independientemente de la
voluntad del obligado (15>.
La acción es un derecho subjetivo, que unido al derecho mate­
rial que se reclama por medio de ella, cubre plenamente la volun­
tad concreta de la ley.
Acción y derecho son conceptos totalmente distintos. El pri­
mero es un derecho de igual categoría y tiene su existencia inde­
pendiente del segundo (16). El derecho subjetivo a accionar se lo
concede la ley a toda persona capaz proeesalmente y con absoluta
independencia de la titularidad del derecho material que se recla­
ma. El interés de derecho procesal lo vemos, por consiguiente,
confundido con la acción; basta solamente la existencia de un
conflicto de intereses y la relación con el demandado, alegadas
ambas por el actor para que exista la acción. La protección de la
pretensión y la declaración de la relación jurídica será decidida
por el Juez, en su sentencia, por el derecho material al ser decidida
con lugar la acción. La coincidencia entre la acción y el interés
de derecho procesal hace que su diferenciación sea sumamente
sutil.
Creemos que los criterios de diferenciación no deben buscarse
dentro del concepto mismo de la acción o del derecho material
que se reclama en ella. El interés legítimo en accionar debemos
buscarlo tomando en consideración la relación entre ambos dere­
chos, el subjetivo de accionar y el subjetivo material que se re­
clama en la acción. Considerados ambos a priori, como intereses
tutelados, existen entre los mismos una relación de interdepen­
dencia. Los conceptos considerados en esa forma podemos clasi-
fircarlos en próximos o inmediatos y distantes o mediatos. La
acción es un interés próximo o inmediato respecto al derecho ma­
terial reclamado, que es distante o mediato.

(15) C h io v e n d a , Giuseppe.— Instituciones de Derecho Procesal Civil. Traduc­


ción de E. Gómez Orbaneja (pág. 24).— Editorial Revista de Derecho Privado, Ma­
drid, 1948, 2* edicción.
(1 6 ) C h io v e n d a , G iu s e p p e .— I d e m , Íd em , ( p á g . 2 5 ) .
CUALIDAD E INTERES 55

Si el interés consiste en la posición favorable a la satisfacción


de una necesidad, y el medio adecuado para su satisfacción es un
bien, ese interés, para que sea tutelado, debe estar dirigido hacia
la obtención de un bien. Así, la falta de interés legítimo en accio­
nar consistiría en la inexistencia de la adecuación de la acción
(necesidad), para obtener el derecho reclamado (el bien).
Veamos nuevamente en qué consiste la acción: el derecho sub­
jetivo que otorga la ley a toda persona, para que por medio de
ella, se le garantice un bien de la vida en vista de una sentencia
firme y que de otro modo no ha podido obtener. Hay falta de
interés procesal si la acción no es adecuada a la obtención del
bien (derecho subjetivo material) que reclama. Si la acción pro­
puesta indudablemente no va a garantizarle al actor el bien que
reclama al desembocar la misma en sentencia definitiva (ya porque
tal acción no sea la adecuada o porque la ha obtenido o puede
obtenerla sin necesidad de ocurrir a los órganos jurisdiccionales),
nos encontramos en presencia de una falta de interés procesal.
El libelo de la demanda consta de varias partes: a) parte na­
rrativa, donde el actor establece los hechos en que funda su ac­
ción; b) la parte motiva, donde subsume aquellos hechos dentro
de una situación prevista por la ley y que le otorga derechos sub­
jetivos materiales y c) la parte petitoria por medio de la cual el
actor pide al Tribunal que en vista de los hechos narrados, y con­
forme al derecho, condene al demandado al cumplimiento de su
obligación.
El Juez ante el cual se ha propuesto una acción podrá investi­
gar, con la simple lectura del libelo de la demanda, si la acción
intentada y la sentencia que va a pronunciar es adecuada para
la obtención del derecho subjetivo que reclama. Así, pues, si en­
contrare el Juez que la parte petitoria no es adecuada para la
obtención del derecho subjetivo (bien) que reclama, desestimará
la acción por improcedente o inadmisible (por falta de necesidad
de ocurrir a juicio).
Quien intenta por consiguiente una demanda, con el fin de
obtener por sentencia firme lo que ya ha obtenido o puede obtener
por los medios extrajudiciales, le falta interés legítimo para ac­
cionar.
Aclaremos el anterior criterio con algunos ejemplos. El artícu­
lo 375 del Código de Comercio Alemán, establece que en la venta
de cosas específicas, pero cuya determinación, contenido y forma
50 PEDRO MANUEL ARCAYA, Hijo

queda obligado el comprador a hacerlo en un lapso determinado,


y en caso que no lo hiciere en ese plazo el vendedor podría hacerla
por él o exigir los daños y perjuicios ocasionados por la falta de
cumplimiento de su comprador a tal obligación. Es evidente que
si el vendedor demanda al comprador para que cumpla su obliga­
ción de hacer la determinación, contenido y forma de las cosas
vendidas, puede oponérsele una falta de interés procesal, por cuan­
to tal pretensión puede ser obtenida extrajudicialmente por el de­
mandante. Falta la necesidad o interés inmediato de ocurrir a los
órganos jurisdiccionales, ya que el bien o interés mediato lo puede
obtener el actor por su propia voluntad.
Formulemos por consiguiente el criterio, que creemos debe se­
guirse, para saber si hay una falta de interés procesal y si ésta
puede decidirse como de previo pronunciamiento. Cuando el inte­
rés mediato o distante reclamado (derecho subjetivo material) no
podrá ser obtenido por el interés inmediato o próximo, que se ha
hecho valer (la acción), por no ser adecuada para la obtención
de aquél, y por haberlo ya obtenido, o poderlo obtener sin necesi­
dad de ocurrir a los órganos jurisdiccionales, estamos en presencia
de una falta de interés legítimo en accionar, que puede decidirse
sin entrar a los fundamentos mismos de la acción. Constituye el
interés de derecho procesal, por consiguiente, un presupuesto de
admisibilidad de la acción y no un fundamento del mismo.
Habría falta de interés procesal en el caso de un heredero no
legitimario que demanda la nulidad de un testamento, el cual
pone en vigencia otro anterior, en donde no se le instituye herede­
ro al actor. Aquí, el Juez, con la simple lectura del libelo encuen­
tra que la acción no va a obtenerle al actor ningún bien al decla­
rarse la nulidad del testamento.
A demanda a B en su condición de causahabiente universal de C,
en reconocimiento de deuda constante de instrumento privado. B
opone falta de interés legítimo en accionar por cuanto su causante
C, otorgante en el documento donde consta la deuda, ya con ante­
rioridad a su muerte otorgó documento auténtico de la misma
obligación. Aquí puede decidirse previamente la falta de interés
legítimo de A, por cuanto el interés mediato de obtener una sen­
tencia firme por la cual se reconozca la deuda en el instrumento
por él presentado, ya lo ha obtenido en otra forma el actor. El
interés inmediato (acción de reconocimiento) es necesidad res­
pecto a la obtención de sentencia firme donde se reconozca la deu­
CUALIDAD E INTEKES 57

da (el bien). Falta la necesidad, por cuanto el bien o interés me­


diato ha sido ya obtenido por otros medios.
La Ley establece tres formas de reconocimiento de instrumen­
tos privados en ju icio: a) por vía principal, b) como preparación
para la vía ejecutiva y c) por vía incidental en un juicio princi­
pal. En el procedimiento de preparación para la vía ejecutiva,
creemos que el Juez, ante quien se presente un documento para
ser reconocido por esta vía, puede, previo estudio del documento
privado presentado, rechazarlo por considerar que tal documento,
aunque quedare reconocido por dicha vía, no podrá ser utilizado
por el actor en vía ejecutiva por no contener una obligación que
pueda ser intentada por ese procedimiento especial. Aclaremos
esto con un ejemplo: A presenta un documento privado al Juez
pidiendo que se cite a B, para que en la segunda audiencia des-
puées de citado comparezca a reconocer o desconocer dicho docu­
mento. El Juez, al estudiar el documento, encuentra que su con­
tenido se refiere al reconocimiento de un hijo natural, al recono­
cimiento de una servidumbre, etc. Creemos que podría el Juez no
darle entrada al documento y abstenerse por consiguiente de citar
a la otra parte. Aplicando el criterio, por nosotros expuesto ante­
riormente al caso presente, consideramos que hay, por una parte,
falta de interés mediato y por la otra no estar adecuada la acción
para la obtención del bien deseado. En el primer caso (falta de
interés mediato), debido a que la ley no otorga la vía ejecutiva
al contenido del documento que se presenta para ser reconocido
en esa forma, y en el segundo caso (falta de adecuación de la ac­
ción intentada), por cuanto ha debido ocurrirse al reconocimiento
por vía principal. En ambos casos hay una falta de necesidad
(interés inmediato), de ocurrir a la vía jurisdiccional.
A acreedor de C, demanda a B en acción oblicua, por un crédito
que tiene C contra B. B alega que la obligación que tiene para
con C es personalísima (por ejemplo alimentaria). Tal excepción,
opuesta como de previo pronunciamiento, es un alegato de falta
de interés legítimo en el actor, que hace improcedente la acción y
no prejuzga acerca del fundamento de la demanda. El interés
mediato de A (de conservar el patrimonio del deudor C), no
podrá obtenerse por sentencia firme, ya que el interés inmediato
(acción oblicua), no es la adecuada para ese fin. Podría alegarse
que en este caso hay falta de acción, y lo que procedería sería la
excepción 4» del art9 257, pero tal excepción procede en todos los
58 PEDRO MANUEL ARCAYA, Hijo

casos en que se opusiere alguna de las otras excepciones que trae


el mismo artículo. Así, al oponerse la caducidad o la cosa juzgada,
lo que en realidad se alega es falta de acción.
A, acreedor de B, demanda en acción Pauliana a este último
y a C, a quien B ha enajenado un bien de su patrimonio, a los
fines de ponerse en estado de insolvencia. B alega la falta de in­
terés legítimo de A por cuanto ese bien fué enajenado con anterio­
ridad a la fecha en que B contrajo la obligación para con A. En
este caso hay una falta de interés mediato en obtener para el
patrimonio de B el bien, que ya fué enajenado por este último, al
contratar el actor A con él. Creemos que ese interés mediato no
existe, por cuanto el patrimonio de B se encuentra en el mismo
estado en que estaba en el momento de contratar el actor con él.
La sentencia, que en definitiva se dictare, en el supuesto negado
de declarar la acción con lugar, pondría al patrimonio de B en una
mejor posición de solvencia respecto a A, y hay por consiguiente
una falta de interés de B en sostener el juicio que revocare, en
definitiva, una situación legítimamente adquirida por él y en co­
nocimiento de A.
Concluimos que puede ser discutido como de previo pronun­
ciamiento el interés legítimo en accionar cuando este último se
presente como inadecuado para obtener el derecho subjetivo ma­
terial que se reclama por la acción. La sentencia firme que en de­
finitiva se dictare en ningún caso va a beneficiar al accionante, ni
va a obtener para él el bien que reclama.
El criterio expuesto se aclara perfectamente si nos imagina­
mos un acreedor A, que pide que se reduzcan los intereses recla­
mados por otro acreedor B a un deudor común y este último prue­
ba, in limine litis, que tal medida no va a beneficiar al actor. Nos
encontramos en este caso con una típica falta de interés inmediato:
la acción intentada, sea cual fuere su resultado no benefiará en
modo alguno al actor (17>.
El artículo 14 del Código de Procedimiento Civil establece que
el interés es requisito para tener acción y que tal interés puede
ser eventual o futuro, salvo que la ley lo exija actual. Trae A r c a y a
(18> el ejemplo de un interés eventual o futuro. En un contrato
(17) A l s i n a , Hugo.— Tratado Teórico y Práctico de Derecho Procesal Civil
y Comercial. III Tomos (pág. 228).—CSa. Argentina de Editores. Buenos Aires, 1948.
(18) A r c a y a , Pedro Manuel.— Estudio Crítico de las Excepciones de Inadmi-
sibilidad y otras Previas del Código de Procedimiento Civil Venezolano (pág. 67).
Editorial Garrido, Caracas, 1955.
CUALIDAD E INTERES 59

de arrendamiento, las partes estipularon la prohibición del sub­


arrendamiento. Ahora bien, el arrendatario, contraviniendo tal
cláusula prohibitiva, celebró un contrato de subarrendamiento con
una tercera persona. El arrendador demanda la resolución basado
en el incumplimiento del contrato, pero antes de intentar la de­
manda ya se había rescindido el subarrendamiento. Dice Arcaya,
que la acción puede proseguirse por cuanto hay el interés eventual
en que no se vuelva a sub arrendar.

Consideremos nosotros que el interés es siempre actual y que


lo eventual es la lesión del derecho. En el caso planteado arriba,
por Arcaya, hay interés actual en que no se lesione en el futuro
el derecho del arrendador. Si confundimos el temor a la lesión del
derecho con el interés eventual, estamos confundiendo la acción
con el derecho mismo que se reclama. Así, a quién no se le ha le­
sionado su derecho, sino que está en el temor fundado de que en
el futuro le será lesionado, no tendría acción hasta tanto no le
sea efectivamente lesionado.
Para concluir nuestro examen del interés legítimo, podemos
afirmar los siguientes principios: el interés es la medida de la
acción y sin interés no hay acción (19). Caso de que el Juez en­
contrare que no hay interés en la acción, por no haber necesidad
de ocurrir a la vía jurisdiccional, podrá declararse inadmisible
la acción por falta de interés. Ahora bien, puede tomarse en con­
sideración la pretensión o resultado final que persigue el deman­
dante con la acción (interés mediato) y si tal finalidad no está
protegida abstractamente por el derecho, no hay interés tutelado,
y por consiguiente no hay interés legítimo a obrar. En este último
caso podemos afirmar que la controversia sobre la falta de interés
mediato puede discutirse y decidirse como de previo pronuncia­
miento, por cuanto faltando el interés distante o mediato de la
acción por no estar tutelado, hay ausencia de interés próximo o
inmediato por no estar condicionado.
Resumiendo lo expuesto sobre el interés encontramos que hay
dos categorías de intereses, el inmediato o procesal, que está con­
dicionado por la existencia de la segunda categoría de intereses,
mediatos o de derecho material. En algunos casos hay falta de

(1 9 ) A l s i n a , H u g o .— T r a t a d o Teórico y Práctico d e Derecho Procesal Civil


y Comercial. III Tomos (póg. 227).— Cía. Argentina de Editores. Buenos Aires, 1943.
60 PEDRO M ANUEL A R CA YA , H ijo

interés inmediato o procesal cuando no existe la necesidad de


ocurrir a la vía jurisdiccional, ya sea porque la obtención del bien
último a que se dirige la acción ya lo ha procurado el actor, o
porque la acción intentada no es adecuada para la obtención del
bien último que se pretende por la acción (interés mediato). En
otros casos hay falta de interés mediato por no estar tutelado
abstractamente la pretensión de derecho material y por consi­
guiente hay falta de interés inmediato o procesal por no estar
condicionado.

DIFERENCIAS ENTRE CUALIDAD E INTERES

Expuesta así la materia de la cualidad y del interés podemos


arribar a las diferencias más resaltantes entre los dos conceptos.
En la mayoría de los casos el interés y la cualidad se confunden,
pero su diferenciación resulta clara al exponer cada una de ellas
con sus ejemplos correspondientes.
1-' La cualidad, en todos los casos, ya sea opuesta como de
previo pronunciamiento, ya sea al fondo para ser decidida en la
definitiva, constituye parte integrante del fundamento de la acción.
Sucede, como ya hemos anotado, que en algunos casos tal cualidad
puede considerarse independientemente de los otros fundamentos
de la acción y decidirse separadamente a ella. El interés, cuando
necesariamente deberá decidirse al sentenciarse en definitiva el
pleito, constituye un fundamento de la acción. En cambio, cons­
tituye un requisito de procedencia de la acción cuando puede ven­
tilarse tal interés como de previo pronunciamiento. En este último
caso, el interés viene a constituir un presupuesto procesal, al paso
que, cuando debe decidirse en el fondo, constituye uno de los fun­
damentos de la acción.
Los fundamentos de la acción se encuentran en el derecho
material y sus consecuencias se perciben en el momento de dictarse
la sentencia definitiva, ya sea declarando con o sin lugar la acción.
Los presupuestos para la procedencia de un juicio condicionan el
ejercicio de la acción misma desde su iniciación y no prejuzgan
acerca de una resolución favorable o desfavorable de la acción.

(2 2 ) DE l a P l a z a , Manuel.— Derecho Procesal Civil Español. III Tomos, Ter­


cera Edición (pág. 104).—Tomo I, Editorial Revista de Derecho Privado. Madrid,
1951.
CUALIDAD E IN TER ES 61

Concluimos que la cualidad y el interés mediato (pretensión


de derecho material) unidos, constituyen los fundamentos de la
acción. Ahora bien, cuando el interés mediato, o la pretensión,
no está tutelado por el derecho objetivo, no es necesario consi­
derar tales fundamentos por cuanto hay una ausencia de uno de
los elementos de la acción y cuya determinación puede hacerse al
inicio del pleito. En virtud de la no tutela del interés mediato,
falta la condición para que proceda la acción y así, ineficaz e
improcedente el fin último a que se dirige la acción, hay una ausen­
cia de interés inmediato en accionar. El interés mediato o distante
condiciona la existencia del interés inmediato o próximo; faltando
aquel por no estar tutelado, hay ausencia del último por no estar
condicionado. La cualidad, en cambio, la tiene toda persona que
se afirma acreedor, causahabiente, etc., y tal cualidad está sólo
condicionada a que en la secuela del juicio pruebe el actor la
posición alegada (cualidad activa y pasiva).
2° La cualidad es un concepto objetivo, al paso que el interés
es un concepto subjetivo. La cualidad es la posición de una persona
respecto a la sociedad acreed:or, padre, hijo, heredero, etc., y es
por consiguiente un concepto cuya determinación se hace por medio
de otro externo. El interés, en cambio, está determinado por la
Ley misma, o sea, si el derecho objetivo lo tutela o no (21). Si la
norma jurídica tutelare el interés, este existe, y si no lo tutelare,
existe subjetivamente, pero no. para el derecho.
A toda persona, por el sólo hecho de proponer una demanda,
por ejercer el acto volitivo de accionar, se le presume un interés
subjetivo material. Pero si ese interés subjetivo no estuviere tu­
telado por el derecho, hay una ausencia de interés legítimo. La
cualidad, en cambio, es objetiva por el sólo hecho de que el actor,
al proponer su demanda, está asumiendo tal posición con respecto
al demandado y con esa cualidad sostendrán ambos el pleito.
3? Otro grupo de diferencias las podemos señalar con ejemplos.
A demanda a B en reconocimiento de deuda constante de ins­
trumento privado emanado de C, causante universal de B. B se
opone alegando falta de interés en el actor, por cuanto su cau­
sante C hizo auténtica la misma oobligación antes de fallecer.
Aquí nos encontramos conque A tiene cualidad activa y B la

(21) C a r n e l u t t i , Francisco.— Sistema de Derecho Procesal Civil. Traducción


de Niceto Alcalá Zamora y Castillo y Santiago Sentís Melendo. Tomo III (pág.
Í55). Uteha, Buenos Aires, 1944, IV Tomos.
62 PEDRO M ANUEL A R C A YA , H ijo

pasiva. Sin embargo, ni el actor ni el demandado tienen interés


en sostener el pleito.
A demanda a B en acción oblicua por una deuda que tiene este
último contra C, deudor de A. B se opone en el acto de la contes­
tación alegando que A no tiene interés en demandar el cumpli­
miento de la obligación por cuanto el patrimonio de C, deudor de
A, es suficiente y bastante para responder por la acreencia de A.
Aquí nos encontramos de nuevo con una falta de interés en el
actor. Sin embargo, hay cualidad activa en el actor (acreedor de
C) y cualidad pasiva en el demandado (B es deudor de C). Este
ejemplo es a título ilustrativo ya que no lo creemos aplicable a
nuestro derecho positivo. Así, el acreedor tiene interés, por cuanto
los bienes del deudor son prenda común de sus acreedores.
A la inversa, no creemos que se pueda tener interés sin cua­
lidad. Esta última es presupuesto lógico del interés. Sería inútil
investigar si una persona que se ha presentado como actora sin
tener cualidad, tiene interés legítimo en accionar. Se comprende
esto fácilmente expuesto en la forma siguiente: Cualquier per­
sona puede tener interés en un juicio con lo cual no se le atribuye
la calidad de parte legítima en ese proceso. Entendemos por parte
legítima la persona que se presenta a juicio, ya sea como actora
o demandada, investida de capacidad y cualidad procesal. Fal­
tándole a esa persona la cualidad procesal es inútil investigar
si tiene interés, por cuanto no es parte en el proceso.
Expuestas así las diferencias principales entre cualidad y el
interés, creemos conveniente hacer un examen de la sucesión lógica
de los dos conceptos a través del juicio.
Al intentarse una acción nos encontramos conque por el sólo
hecho de proponerla tiene interés el actor. Es este un interés sub­
jetivo que no puede ser regulado por el derecho objetivo por cuanto
scapa a su esfera de acción. Sólo si ese acto volitivo no está diri­
gido hacia la satisfacción de una necesidad (falta de interés sub­
jetivo o material), por haber sido rendida la voluntad ya sea con
reserva mental, en una forma jocosa o simulada, puede caer bajo
la esfera del derecho objetivo y ser normada por éste.
Intentada la acción, aparece en la sucesión lógica de los con­
ceptos la cualidad: la invocada por el actor y con la cual se va
a sostener el juicio. Esta cualidad, como ya hemos visto, puede
ser discutida como de previo pronunciamiento en algunos casos.
En el evento de que no la fuere, será decidida la misma al sen­
CUALIDAD E IN TERES 63

tenciar el Juez en definitiva, y por consiguiente han asumido la


cualidad de partes en el proceso.
Ya decidida o habiéndose opuesto la falta de cualidad, el actor
y el demandado han asumido la posición de partes en el proceso.
Es preciso, por consiguiente, investigar si esas partes tienen in­
terés en sostener el litigio. Ese interés consiste en obtener una
sentencia definitiva favorable a la pretensión de derecho material
que reclama el actor. Si esa pretensión de derecho material no
está tutelada abstractamente por el derecho objetivo, o el actor
no tiene necesidad de ocurrir al órgano jurisdiccional, ya sea
porque ha obtenido el interés material pretendido, o porque puede
procurárselo por su propia voluntad, nos encontramos con una
falta de interés procesal que puede ser discutida y decidida como
de previo pronunciamiento.
Caso de haberse decidido que las partes tienen interés pro­
cesal, o no habiéndose opuesto la falta de interés, el Juez entra
a considerar, en la oportunidad de la sentencia definitiva, los fun­
damentos de la acción. Aquí, por constituir la cualidad y el
interés mediato (derecho subjetivo material) que se reclama, parte
integrante e inseparable de la fundamentación de la acción, ambos
conceptos serán investigados conjuntamente por el Juez. Si faltare
uno de ellos, ya sea la cualidad activa o pasiva, ya sea el interés
tutelado, el Juez necesariamente deberá declarar la acción sin
lugar.

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