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Lección 7

La escuela dialéctica materialista


aplicada a la sociedad

En esta lección
Se estudia los elementos teóricos y metodológicos de la dialéctica mate-
rialista de Marx y Engels y su aplicación en el análisis de la sociedad. Para ello,
se conocerán las categorías: totalidad, realidad, teoría, praxis, lo concreto, lo
abstracto y las leyes sociales.
Se explica la concepción materialista de la sociedad a partir de la com-
prensión del modo de producción y las relaciones sociales de producción do-
minantes en la sociedad. Además, se abordan los conceptos de estructura y
superestructura, clase social y lucha de clase.

Términos clave
Dialéctica materialista, totalidad concreta, realidad, teoría, praxis, socie-
dad, estructura, superestructura, clase social y lucha de clase.

7.1. La dialéctica materialista


La historia del pensamiento social evidencia que las ideas materialistas
sobre la sociedad no nacen con Marx, existen múltiples antecedentes, desde
la filosofía materialista de los griegos (ej. Aristóteles), la filosofía materialista
del siglo XVII y XVIII (Galileo, Francis Bacon, Thomas Hobbes, John Locke

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y otros) hasta el materialismo de Ludwig Feuerbach en el siglo XIX.
Lo que nace con Karl Marx y Friedrich Engels es una concepción crítica
de la “realidad capitalista” y una teoría social que concibe la actividad humana
como una actividad “objetiva”, atribuyéndole a la práctica crítica del hom-
bre el papel decisivo de la explicación y, por supuesto, de la transformación
social. Marx cree que la práctica es el escenario donde los seres humanos de-
muestran la verdad de sus ideas y la actividad transformadora de él mismo y
del medio donde reproduce su vida junto a otros.
Se debe a Marx y a Engels los fundamentos interpretativos de la escuela
crítica de la actividad humana; es decir, de la teoría estructural que estudia la
praxis, no como producto de la voluntad, de la educación o de las circunstan-
cias creadas por los hombres en su acción individual, sino como producto de
la historia, de la influencia y determinación de las condiciones materiales de
vida sobre las demás formas sociales de existencia humana, en la práctica y en
la conciencia (Marx, 1981).
Estas determinaciones estructurales, Marx las desarrolla en la obra “Con-
tribución a la crítica de la economía política”, él expone con claridad su tesis
principal de la concepción material de la sociedad.
(…) el modo de producción de la vida material condiciona el proceso
de la vida social, política y espiritual en general (…) no es la conciencia
del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social
es lo que determina su conciencia (…) todas las relaciones sociales y
estatales, todos los sistemas religiosos y jurídicos, todas las ideas teó-
ricas que brotan de la historia sólo pueden comprenderse cuando se
han comprendido las condiciones materiales de vida de la época de
que se trata y todo lo restante se deduce de las mismas condiciones
(Marx, 1989, p. 161–162).
La dialéctica materialista aplicada al estudio de los fenómenos sociales
utiliza las categorías de análisis: totalidad, cambio, movimiento, concatenación
y evolución. Estas categorías fueron claves en la comprensión de la realidad
social como proceso, especialmente en la observación de los cambios y cir-
cunstancias históricas de la práctica humana, de la organización social y del
dominio sobre la naturaleza (conocimiento de las leyes del cambio).
La dialéctica, desde Marx y Engels, es la ciencia de las leyes más genera-
les del cambio de las cosas externas y del pensamiento, ellos le llamaron dia-
léctica materialista, totalmente contraria a la dialéctica idealista y al método
desarrollado por Hegel, la metafísica.

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La dialéctica materialista estudia el mundo real en el cambio, examina
las cosas en su reproducción, en la transformación y concatenación. De esta
manera la ciencia logra descubrir las leyes del cambio de las cosas dentro del
sistema y la fuerza que las estructuras ejercen sobre los hombres.
En cambio, la metafísica se ocupa de investigar las cosas dadas y fijas (la
realidad inmutable), pues había que investigar primero las cosas y luego estu-
diar su proceso, había que saber lo que eran las cosas, para luego probar los
cambios. Así lo expone Engels en la obra “Ludwing Feuerbach y el fin de la
Filosofía Clásica Alemana” (1886).

La concepción materialista de la sociedad


La concepción materialista de la sociedad parte de la premisa de que
los seres humanos somos seres vivientes, reales, en ningún sentido, imagina-
rios; somos producto de la evolución del mundo natural, igual que todos los
seres vivos; sin embargo, en un momento de nuestra existencia, algo de noso-
tros dejó de ser natural, aquel origen de lo que identificamos como el mundo
social. La lucha por la sobrevivencia, la fabricación de herramientas y luego el
trabajo, sin duda alguna, fue la condición perfecta para la evolución humana.
Como tal, los seres humanos llegamos a un momento de la evolución, muy
superiores a los demás seres naturales.
El trabajo fue el eslabón de los social, el principio de la acción social; se
transformó en la forma más exitosa de vivir y lograr cuantas cosas se le ocu-
rriesen sobre los demás seres naturales. Eso se debe a que el humano logró
satisfacer sus necesidades con el trabajo, y sus capacidades le permitieron
desarrollar un modo de producción, y al hacerlo contrajo determinadas rela-
ciones sociales, económicas y políticas estructuradas más allá de su voluntad.
Del sistema organizado de la producción surgieron los sistemas de ideas
y las distintas representaciones de la conciencia, no como producto de su vo-
luntad, sino como un reflejo del sistema de relaciones productivas establecidas
junto a los demás, del cual el individuo por sí mismo, jamás tendrá control.
No es de las ideas de donde nace un tipo o forma especial de la producción,
sino al contrario, son las ideas y las representaciones las que surgen del desa-
rrollo del modo de producción. Por eso, la dialéctica materialista señala, “es el
ser social el que determina la conciencia social”.
Según Marx, la necesidad de transformar la sociedad no debe buscarse en
las filosofías o en los programas políticos de los grupos, la investigación debe
partir de la observación de la materialidad humana, del modo de producción,

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del conjunto de relaciones sociales que los hombres se ven obligados a desa-
rrollar y sobre el tipo de dominación ejercida por los dueños de los medios de
producción. De ahí que, el materialismo conciba el origen de las revoluciones
sociales no en las ideas, sino en las condiciones de vida material de la sociedad.
Engels en la obra “del socialismo utópico al socialismo científico” expone
la concepción materialista de la historia.
La concepción materialista de la historia parte de la tesis de que la produc-
ción, y tras ella el cambio de sus productos, es la base de todo orden social;
de quien todas las sociedades que desfilan por la historia, la distribución de
los productos, y junto a ella la división social de los hombres en clases o
estamentos, es determinada por lo que la sociedad produce y cómo lo pro-
duce y por el modo de cambiar sus productos. Según eso, las últimas causas
de todos los cambios sociales y de todas las revoluciones políticas no deben
buscarse en las cabezas de los hombres ni en la idea que ellos se forjen de la
verdad eterna ni de la eterna justicia, sino en las transformaciones operadas
en el modo de producción y de cambio; han de buscarse no en la filosofía,
sino en la economía de la época de que se trata (Engels, 1980, p. 432–433).

7.2. La dialéctica aplicada a la sociedad


El pensamiento de Marx y Engels parte de una concepción materialista
de la historia. Ambos creen que la vida social es una actividad “práctica”, y
que los hombres son los que transforman con su actividad productiva el
mundo natural, al mismo tiempo, también transforman su vida social y espi-
ritual. Ellos conciben el cambio social concomitante al cambio del sistema de
la producción, las relaciones de propiedad de los medios de producción y el
control del poder del Estado y sus instituciones.

La dialéctica es un método de comprensión y explicación de la reali-


dad social, emplea la categoría de totalidad como herramienta de cap-
tación de la realidad.

La totalidad no significa todos los hechos, sino el todo estructurado de


un determinado orden de hechos. En ese sentido, la totalidad como método
de descubrimiento permite estudiar cualquier hecho o conjunto de hechos, y
no pretende sobre ninguna circunstancia, conocer el total de los hechos, ni
sus infinitas propiedades ni la multiplicidad de relaciones, pues la realidad es
el todo de todo, prácticamente incognoscible.

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Entonces, al considerar la totalidad como una manera de observar los
hechos, nos hacemos la pregunta ¿Qué puede conocer el humano desde la
perspectiva de totalidad? El humano puede comprender cualquier hecho o
acto humano, cuando asume que este “acto” tiene su propia “estructura” (es
decir no es caótico), cambia, se transforma y desarrolla (los hechos no son
inmutables, además, para su comprensión se les puede vincular con otros ac-
tos y agregar nuevas facetas y aspectos en el orden de sus causas y sus efectos
(Kosik, 1967). Pues una misma acción puede ser causa de otra acción y al
mismo tiempo efecto de otra.

La dialéctica materialista es un método de captación de la realidad con-


creta en el cambio y en su desarrollo.

Así pues, cualquier “actividad humana”, consecuencia del sistema de re-


laciones sociales y productivas, podrá ser comprendida y explicada, no como
algo inmutable y aislado como si observáramos una fotografía, sino como una
acción concreta y real que ocurre según la lógica de un orden mayor de rela-
ciones humanas, sean estas de orden político, jurídico e ideológico, y en última
instancia económicas.
Desde este punto de vista, la realidad social es lo concreto de la praxis
humana, un complejo de hechos concatenados en diferentes niveles de la or-
ganización estructural, unos globales y otros particulares. En otras palabras,
diríamos que la sociedad es real, ocurre en lo concreto, es la práctica humana
independiente de la voluntad, percepción o imaginación individual, es la tota-
lidad concreta de las relaciones sociales.
El pensamiento dialéctico capta la dialéctica de lo concreto, es el conoci-
miento de la totalidad concreta, una reproducción organizada de la realidad
en forma de conceptos y definiciones científicas.
Entonces, desde la dialéctica ¿Qué es la sociedad?, Marx la define en la
carta a Pavel Vasilievich Annenkov. El texto citado es un ejemplo sobre cómo
se aplica la categoría de totalidad y la manera dialéctica de definir la sociedad.
La sociedad es el producto de la acción recíproca de los hombres.
¿Pueden los hombres elegir libremente esta o aquella forma social?
Nada de eso. A un determinado nivel de desarrollo de las facultades
productivas de los hombres, corresponde una determinada forma de
comercio y de consumo. A determinadas fases de desarrollo de la pro-
ducción, del comercio, del consumo, corresponden determinadas

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formas de constitución social, una determinada organización de la fa-
milia, de los estamentos o de las clases; en una palabra, una determi-
nada sociedad civil. A una determinada sociedad civil, corresponde un
determinado orden político, que no es más que la expresión oficial de
la sociedad civil (…) los hombres no son libres árbitros de sus fuerzas
productivas —base de toda su historia—, pues toda fuerza productiva es
una fuerza adquirida, producto de una actividad anterior. Por tanto,
las fuerzas productivas son el resultado de la energía práctica de los
hombres, pero esta misma energía se halla determinada por las condi-
ciones en que los hombres se encuentran colocados, por las fuerzas
productivas ya adquiridas, por la forma social anterior a ellos, que ellos
no crean y que es producto de la generación anterior (Marx y Engels,
1980. p. 694).
Entonces, ¿para qué sirve la dialéctica?, desde el punto de vista de Marx
y Engels, la dialéctica sirve para captar el “movimiento social” y el cambio
histórico sujeto a leyes. Leyes que no dependen de la voluntad, ni de la con-
ciencia, ni de los propósitos de cada individuo, al contrario, son las que deter-
minan esta voluntad, conciencia y sentido de la actividad humana.
Así, la dialéctica aplicada a la sociedad, se transforma en un proceso del
conocimiento de las leyes sociales, de las causas histórico-sociales determinan-
tes de la sociedad. De ese modo, la dialéctica es el conocimiento de la sociedad
en su anatomía, cambio, desarrollo y evolución (historia social).
Las leyes sociales en la dialéctica materialista expresan la manera de
cómo y por qué la sociedad se estructura y desestructura en la historia, cuál es
la lógica de las contradicciones sociales y cuáles son las causas del cambio
social y funcionamiento de la sociedad.
No obstante, se debe aclarar que, la teoría dialéctica materialista de la so-
ciedad ocupa mucho más espacio en la economía que en la sociología. Por esa
razón –en este texto– se plantean aquellas tesis que por su contenido son apli-
cables en la sociología.
a) El alcance histórico de la sociedad depende del desarrollo de las rela-
ciones económicas y de las fuerzas productivas de la sociedad misma.
b) Las fuerzas del cambio de la sociedad humana son las relaciones eco-
nómicas, y no las jurídicas y políticas.
c) La suma de las fuerzas productivas accesibles al hombre condiciona
la historia de la humanidad.
d) Las fuerzas productivas existen en todas las fases históricas de la

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sociedad y siempre entran en contradicción con el tipo de relaciones
sociales dominantes de la sociedad. Dicha contradicción es el motor
de la historia.
e) La fase económica del desarrollo de una sociedad, es la base a partir
del cual se desarrollan las instituciones políticas, las concepciones ju-
rídicas, las ideas artísticas y religiosas de los hombres.
f) Hay una relación dialéctica entre la base económica de la sociedad
y la superestructura (sistema de relaciones políticas, jurídicas e ideo-
lógicas).
g) La vida social es esencialmente práctica.
h) “El trabajo” se desarrolla socialmente cuando alcanza un nivel avan-
zado en su evolución y se convierte en fuente de riqueza y de cultura;
pero si no cambia el sistema social, el trabajo se transforma en po-
breza y desamparo obrero y en más riqueza de los que no trabajan,
pero que son dueños de los medios de producción.

7.3. Categorías de la dialéctica materialista


Teoría y praxis
La dialéctica materialista examina la teoría como uno de los productos de
la actividad práctica. La considera así porque la vida humana es práctica y, de
esa actividad surgen todas las formas de la conciencia social, incluyendo el
conocimiento organizado en teorías. Sin embargo, dar cuenta de la verdad de
una teoría, solo es posible en la práctica, pues es ahí donde se comprueba
cuanto la teoría es o no una reproducción objetiva de esa realidad.
La dialéctica materialista distingue:
a) Dos contextos de los hechos: el primero compuesto por los he-
chos reales, sean naturales o sociales; y el segundo, el contexto de la
teoría, en la cual los hechos siguen existiendo, pero en forma de con-
ceptos después de haber sido arrancados del contexto real. La teoría
es la misma realidad, pero en forma de conceptos. No debemos ol-
vidar que la cercanía de la teoría con lo real define el carácter abs-
tracto y concreto del conocimiento.
b) Dos formas y grados de conocimiento: el pensamiento que repro-
duce la falsa conciencia de las cosas –especialmente en la vida cotidiana y
en la actividad práctica utilitaria- solo capta las apariencias de las cosas,

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no es crítica, sino contemplativa; y la forma del pensamiento dialéc-
tico que distingue entre representación y concepto, entre apariencia
y esencia, entre opinión y conocimiento.
c) y dos tipos de práctica: la primera, los seres humanos actuando,
seres objetivos que persiguen satisfacer necesidades según sus fines e
intereses; y la segunda, el humano pensante, especulativo, abstracto,
crítico y dispuesto al conocimiento y a la transformación de la socie-
dad (Kosik, 1967).

Lo concreto y lo abstracto
Lo concreto es la realidad, es el “conjunto de todos los hechos”, es la
totalidad de los hechos cambiantes, de las relaciones estables y las redes que
forman, y que, por la naturaleza de su composición adquieren velocidades
distintas, formas, aspectos y relaciones concatenadas en su existencia. De ahí
que, la realidad en su concreción sea incognoscible como todo del todo; pues
a un sistema de hechos infinitos les corresponde otra cantidad infinita de re-
laciones, facetas, aspectos y formas (Kosik, 1967).
La realidad concreta es real y posee un orden, pero al humano se pre-
senta segmentada, en facetas determinadas como abstracciones de solo un
orden de hechos, de manera caótica, dispersa en el ambiente a pesar de que la
realidad es lo que es, total y concreta. Por ello, el humano no es capaz de verla
en su totalidad y concreción debido a sus “limitantes humanas” y a su limitado
potencial de sus funciones orgánicas como la vista, el tacto, el olfato, el gusto
y de cuantos sentidos tenga de más, incluso disponiendo de todos a la vez.
El ser humano es un ser vivo, dotado naturalmente de capacidades sufi-
cientes para adaptarse a los procesos de la selección natural. Pero, el humano
se separó de ese mundo natural cuando creó herramientas que le ayudaron a
ver, oír y degustar, sentir más y con mejor calidad; su experiencia le permitió
acumular un capital de saberes a lo largo de la historia, los cuales les sirvieron
para comprender y explicar mejor la realidad donde vive.
A pesar de los conocimientos alcanzados, muchas cosas de la realidad
siguen siendo desconocidas para el ser humano, porque a un orden de fenó-
menos les corresponde un orden de verdades o certezas, al mismo tiempo o
luego, aparecen nuevas relaciones, y el proceso del conocimiento vuelve a
nuevos inicios. La respuesta a los problemas da lugar a nuevos problemas.
El “mundo social” –como realidad– es economía, política, ideología, reli-
gión, cultura, etc., en su concreción es “real” y es “todo”; pero, los humanos

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captamos según nuestras capacidades naturales y racionales, cierto orden de
ellos, algunos más y otros menos. Quien tiene más “imaginación sociológica”,
descubre más cosas y nuevas relaciones.
Lo abstracto es la realidad del pensamiento, dado en definiciones de lo
real, como “pensamiento abstracto” unilateral de las cosas captadas. Según la
dialéctica materialista, la manera de ascender al pensamiento concreto es por
la vía del pensamiento abstracto que retorna a la realidad, y luego esta al pen-
samiento, con nuevas definiciones, nuevas relaciones, por supuesto, más con-
cretas, no como realidad sino como conceptos.
Entonces, la captación de lo real concreto se transforma en pensamiento
y en conocimiento concreto, solo cuando pasó por el pensamiento abstracto
de las cosas caóticas al inicio, y que luego fueron ordenadas por el pensa-
miento. De ese modo la reproducción de lo real en conceptos, incorporó las
múltiples determinaciones de los hechos.
Por ejemplo, “los procesos migratorios” son reales, existen como práctica
humana independiente de la voluntad individual. El pensamiento que pre-
tende captarlo, al inicio del proceso no ve “toda” la realidad con sus causas y
articulaciones, tiende a captar solo los efectos: ¿Cuantas personas salen de un
país? ¿En qué condiciones viven en otro lugar? y ¿Cuáles son los problemas
derivados de su situación de migrante?, etc.
El pensamiento, en el primer contacto con la realidad solo abstrae aspec-
tos del fenómeno, un conocimiento sensible, inicial, pero necesario. Con este
conocimiento sensible el humano puede retornar a la realidad en la búsqueda
de nuevas relaciones.
Del ejemplo anterior, el investigador debe hacerse otras preguntas
¿Por qué la gente decidió salir de su país de nacimiento? ¿Qué institucio-
nes son responsables en el problema? ¿Qué papel desempeña el Estado? ¿Qué
tipo de conspiraciones sociales ocurren alrededor de la migración? Este nuevo
conocimiento, será de hecho menos abstracto y más concreto en los alcances
de la definición. Entonces, lo abstracto es necesario en el método de la capta-
ción de lo real. El pensamiento dialéctico ocurre en el proceso de lo concreto
a lo abstracto y del retorno de lo abstracto a lo concreto, el pensamiento de
lo real.

Estructura y superestructura
La estructura en la dialéctica materialista, es un término empleado para

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tratar distintas realidades sociales, regularmente se usa para:
a) Distinguir las distintas formas de organización histórica de las socie-
dades: estructura feudal, estructura capitalista.
b) Asimismo, se emplea para referirse a la armazón de los valores, normas
y formas jurídicas y políticas dominantes de la sociedad: estructura de
valores, estructura jurídica-política.
c) Tipificar formas organizadas de las instituciones sociales: estructura fa-
miliar, estructura del Estado, estructura del sistema educativo, etc.
d) Estudiar la base económica de la sociedad; es decir, el conjunto de
relaciones de producción que corresponden a una determinada fase de
desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad: estructura económica
de la sociedad.
El término de superestructura comprende el sistema de relaciones so-
ciales de orden jurídico, político, cultural e ideológico. La superestructura es
el armazón de las relaciones reproducidas a partir del tipo de relaciones de
producción y de las características del sistema económico.
La superestructura está compuesta por el sistema (orden político) de
relaciones políticas, relaciones jurídicas y las distintas formas de la conciencia
social: la ideología, la ciencia, la religión, etc., además, por el sistema de valores,
normas e ideas dominantes –que representan poder económico, político, religioso y cul-
tural– que no necesariamente son aceptadas por la sociedad, pero poseen de
hecho, un carácter de dominación impuesto a las estructuras de la sociedad
civil y a los que no tienen poder, siempre por medio de formas estructuradas
de las instituciones

Las clases sociales y lucha de clase


La teoría dialéctica materialista de la sociedad considera que los conceptos
“clase social” y “lucha de clase” son importantes para comprender y explicar
sociológicamente el mundo social. La dialéctica materialista cree que la histo-
ria de la sociedad hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases, así lo
entendió Marx y Engels en la obra Manifiesto del Partido Comunista.
En la mayoría de sus escritos, Marx asigna un poder especial al concepto
de clases sociales, pues a él le sirvió para armar su teoría política y fundamentar
su teoría económica; fue la clave para entender la lógica del modo de produc-
ción e ir a las entrañas de la sociedad basada en las relaciones capitalistas.
Marx Convirtió el concepto de clase social en el hilo conductor de la
explicación de otros conceptos: explotación, trabajo asalariado, plusvalía,

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acumulación de capital, riqueza, intereses de clase, proletariado y burguesía.
Asimismo, el concepto de “lucha de clases” lo llevó a comprender que todas
las luchas políticas, tan complejas y variadas, giran en torno al poder social,
económico y político de las clases sociales.
Desde la perspectiva dialéctica materialista, la clase social es una forma
de división social en las que se agrupan las personas sobre la base de un crite-
rio único, lo económico. En esencia las clases sociales se definen por el modo
de producción, por la anatomía de la base económica. En esta línea de pensa-
miento encontramos una definición clásica de Lenin (1919).
Las clases son grandes grupos de hombres que se diferencian entre sí
por el lugar que ocupan en un sistema de producción social histó-
ricamente determinado, por las relaciones en que se encuentran res-
pecto a los medios de producción (relaciones que las leyes refrendan
y formulan en su mayor parte), por el papel que desempeñan en
la organización social del trabajo, y, consiguientemente, por el modo
y la proporción en que perciben la parte de riqueza social de que dis-
ponen. Las clases son grupos humanos, uno de los cuales puede apro-
piarse del trabajo de otro por ocupar puestos diferentes en un régimen
determinado de economía social (Lenin, 2016, p. 123).
La definición de Lenin sigue la lógica del pensamiento de Marx, atribu-
yéndole al concepto criterios económicos. El concepto de lucha de clase
ayuda a entender el enfrentamiento entre las clases: sistema esclavista, el es-
clavista contra el esclavo; en el feudalismo, el feudal contra los campesinos; y
en el capitalismo, la burguesía contra el proletariado.
Por tanto, desde la perspectiva marxista, el origen de las contradicciones
y los conflictos se encuentran en la estructura de la economía. Las formas que
adquiere la lucha de clases dependen de la crisis entre las fuerzas productivas
y las relaciones de producción, la lógica de las contradicciones en la estructura
económica y la superestructura jurídico–política e ideológica.

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