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Liberalismo, Marxismo y crisis de la democracia

27 de marzo de 2018, http://gravatar.com/reporterosdeinvestigacion


Por: Rossel Montes
El Liberalismo y el Marxismo; dos cosmogonías o metarelatos, según los lineamientos teóricos del
posmodernismo, corriente teórica que ha sometido a una crítica y a una de-construcción la
racionalidad de la modernidad. Dos metarelatos que se vieron enfrentados desde mediados del siglo
XIX, pero que guardan concepciones similares a nivel epistémico y ontológico. Las dos son
corrientes provenientes de la modernidad y la ilustración europea, aunque el liberalismo le antecede
al marxismo en unos cuantos siglos, el liberalismo en su expresión política aparece unos siglos
antes que su expresión económica. Esta comienza con la tradición de Adam Smith y David Ricardo
y que se configuró durante la ilustración y que uno de sus postulados puntuales es la no
interferencia del Estado, en los procesos económicos (Laissez faire, Laissez passer).
El liberalismo y el marxismo son dos exponentes claros de la irrupción que la modernidad y la
ilustración habían puesto en la escena histórica. El liberalismo político que tiene sus antecedentes
en el pensamiento y la filosofía empirista de John Locke; configurándose y alcanzando una madurez
teórica como metarelatos en el pensamiento de Juan Jacobo Rousseau. La burguesía en ascenso
retoma los viejos postulados de la democracia griega y los ideales republicanos. La democracia se
contrapone al absolutismo monárquico y es aquí donde los politólogos e historiadores rastrean los
orígenes modernos de la democracia contemporánea, la misma que será sometida a crítica por el
marxismo clásico.
El marxismo clásico criticó al liberalismo clásico, por reducir al hombre a sus componentes
puramente individuales y posesivos, se retoma el concepto de libertad, pero Marx dirá que es una
libertad condicionada y limitada, es decir una libertad abstracta. El liberalismo de la ilustración fue
en gran parte la cosmovisión de la cual se nutre la contemporaneidad y de la cual irrumpe el
pensamiento post-moderno como crítica de las concepciones epistemológicamente y políticamente
totalitarias de la historia.
Algunos teóricos plantean que la razón moderna, contenía explícita e implícitamente una visión
teleológica y escatológica del devenir histórico, lo que Karl Popper critica en su sociedad abierta y
llamó “la miseria del historicismo”. Al individualismo posesivo y exacerbado del liberalismo
clásico, se contrapone la filosofía historicista del marxismo.
El marxismo como ya tanto se ha dicho y escrito sobre sus componentes teóricos y metateóricos,
parte de la ontología hegeliana, que a mi parecer, la filosofía de Federico Hegel, es el último
sistema cerrado y era y lo sigue siendo sistema casi perfecto. Marx somete a crítica la filosofía
hegeliana tildándola de idealista y mistificadora del proceso real-histórico y era una crítica a la
ontología y gnoseología hegeliana. Hegel que era un hijo de la modernidad y políticamente no
escapó a los postulados de la ilustración, se identificaba con los postulados del liberalismo político;
pero al final de sus días terminó identificándose con la racionalidad del Estado prusiano, que era
monárquico.
La teoría moderna de la democracia comienza con la tradición liberal a decir de Sartori y el
marxismo trata de darle de alguna forma continuidad a las formalidades del planteamiento liberal.
Marx decía que la democracia burguesa se limitaba a puramente planteamientos republicanos,
jurídicos y políticos y en donde la democracia económica no era parte integrante de los postulados
societales.
El marxismo identifica muy bien teóricamente las debilidades de la democracia formal, planteada a
finales del siglo XVIII Y XIX, pero el marxismo clásico nunca desarrolló una teoría de la
democracia, más bien tales postulados solamente quedaron esbozados. Marx propone el peligroso y
problemático concepto de dictadura del proletariado; a mi parecer, uno de los planeamientos
teóricos más erróneos del marxismo. Marx hablaba de una dictadura del proletariado y Lenin llevó
estos postulados a la práctica de forma dogmática, sin ser sometida a crítica, convirtiéndose en
posteriormente y aún -en vida de Lenin- en una dictadura férrea contra el proletariado.
Para finalizar nuestra sintética exposición diremos que el liberalismo y el marxismo son fenómenos
provenientes del mismo punto, pero que se han enfrentado teórica y políticamente. Fáctica e
históricamente ambos han fracasado en llevar sus postulados y modelos a la práctica. El liberalismo
fracasó en llevar orden y progreso y fue sometido a crítica por el keynesianismo y por la inflexión
económica del modelo que quiere representar en la gran depresión de los 30s a saber; el
capitalismo.
El marxismo fracasó en la práctica al intentar de liberar al hombre de las esclavitudes históricas, de
la explotación y de la alienación capitalista pero no dio un paso en tal comentado y en vez de liberar
a los oprimidos y explotados, devino en totalitarismo contrarrevolucionario, por causas múltiples
que aquí no hay espacio para analizar, pero sí diremos que son confinamientos históricos y sobre
todo errores en los postulados teóricos que la izquierda petrificada, anquilosada y dogmática se
niega a criticar.
El liberalismo devino en neoliberalismo, este retoma los viejos postulados del liberalismo clásico y
los aplica a nuestra realidad, se profundiza un desdén exacerbado por el control estatal en los
procesos productivos culminando en las economías de burbuja, recesión y que para las economías
latinoamericanas insuficientemente competitivas ante el mercado mundial y esto ha representado un
retroceso y un daño de magnitudes históricas. El marxismo como todo metarelato proveniente de la
modernidad y que en esencia contiene de forma radical toda la compostura epistémica de la
ontología dominadora de la modernidad (Dussel) o la razón instrumental (Habermas) o el
pensamiento heredado (Castoriadis), en ese sentido el liberalismo y el marxismo compartirían las
formas socio-políticas que hacen del hombre un objeto, es decir, cosifican la existencia de las
relacionas humanas, y en vez de hablar de una liberación de las fuerzas productivas en el caso del
capitalismo hablamos de una esclavización, y de una liberación de la conciencia de las esclavitudes
históricas en el marxismo hablamos de una reificación de la economía. Apareciendo en el marxismo
la economía como una o la motivación económica como lo esencial. Por un lado, el marxismo
pregona la centralidad y esencialidad de la economía y por otro la lucha de clases, cosas a decir de
Castoriadis totalmente incompatibles, y que son una verdadera contradicción en el marxismo,
contradicción irresuelta por el marxismo posterior a Marx. El proyecto del liberalismo y del
capitalismo del dominio pseudo racional de la totalidad es reproducido por el marxismo en sus
componentes constitutivos, en ese sentido los proyectos de significaciones imaginarias: el proyecto
de autonomía individual y la lucha colectiva y el proyecto capitalista demencial de expansión
ilimitada del pseudodominio de toda la vida. En ese sentido el marxismo prolonga tanto en el plano
práctico como el teórico todo el universo esencial del racionalismo burgués, con su fe en la “razón”
que devendría en una “razón instrumental” como diría Max Horkheimer y Adorno.
El progresismo, de la razón histórica y la cientificidad no son otras cosas que construcciones del
racionalismo burgués que el liberalismo construyó para racionalizar la sociedad capitalista y
perpetuar su dominio. La ontología marxista aún no se ha separado de la contaminación del
proyecto del imaginario liberal-demencial-capitalista, y parece que no veremos a una teoría que no
reproduzca los defectos del pensamiento heredado y totalitario.
En Honduras estos debates meta-teóricos en palabras de Richard Rorty no se dan en la izquierda;
somos una sociedad a la deriva, que apenas nos damos cuenta hacia donde deseamos ir, ¿Qué
hacer? Hay que Pensar el andar y teorizar la realidad. Esperemos que nuestros pequeños escritos
sean aportes para animar a la lectura y la reflexión.
El Neoliberalismo y la Crisis de la Democracia que el neoliberalismo ha puesto en crisis a la misma
democracia occidental, es una verdad casi axiomática en estos tiempos de hipertrofia posmoderna,
des-esperanza y demagogia partidocrática. Después de la debacle de la segunda guerra mundial la
economía había entrado en una nueva etapa, la crisis del Estado de Bienestar, se había puesto en
entredicho por algunos economistas como Friedrich Von Hayek que influenció a la Escuela de
Chicago y al economista monetarista más importantes de éstos: Milton Friedman. Para la crisis del
petróleo en los 70s, los neoliberales acusaban al Estado de Bienestar de ser el culpable directo de la
crisis e insostenibilidad macro-económica del macro-sistema capitalista.
El keynesianismo estaba en retirada, paradójicamente resurgían en algunas universidades británicas
algunos postulados neo-keynesianos como los de la profesora de Oxford Joan Robinson pero que
políticamente estaban aislados, ya que la señora Margaret Thatcher no estaba dispuesta a retornar al
“moribundo” Estado de Bienestar.
En Latinoamérica al neoliberalismo le antecedió el desarrollismo estructuralista cepalino y otras
teorías como la Teoría de la Dependencia, teorías con postulados teóricos provenientes de la
sociología weberiana, la economía keynesiana y el marxismo heterodoxo. Postulados que aún
siguen vigentes pues no se han superado las condiciones sociales que estos trataban de explicar (el
subdesarrollo y la dependencia) pero que al mismo tiempo deben de ser revisados para sacar lo
mejor de dichos debates.
Las tesis centrales del neoliberalismo son: una relativa vuelta a los postulados del liberalismo
clásico y su exacerbado anti-estatismo el cual se oponía al absolutismo monárquico y al férreo
control de éste en los procesos productivos; el fundamentalismo de mercado neoliberal que es el
que rige las políticas económicas a nivel global profesadas a través de varios organismos
financieros como el BM ,el FMI; a puesto en crisis los mismos postulados de la democracia
republicana y liberal , la misma que fue construida desde las revoluciones liberales. La ética, el
humanismo, la dignidad y todos los valores construidos para elevar al ser humano a otro estatus de
libertad e igualdad quedan supeditados a la lógica de la mercadocracia en la cual es más probable
pensar en el fin de la humanidad que la del capitalismo neoliberal.
El neoliberalismo se ha convertido en la lógica exacerbada de la privatización atentando contra los
logros de las luchas sociales del siglo pasado como el Estado de bienestar y la función pública del
Estado convirtiendo así el neoliberalismo en unas de las más penetrantes y peligrosas ideologías que
socavan cualquier desarrollo de la democracia. Como sabemos el liberalismo clásico contenía una
explícita concepción del hombre, del devenir histórico-social; es decir una filosofía de la historia; la
filosofía de la razón y del progreso continuo e irreversible de la sociedad.
El liberalismo clásico contenía en palabras de Marx un individualismo extremo y posesivo que
ponía en riesgo y socavaba las posibilidades de construir una sociedad más justa y equitativa. El
neoliberalismo también coincidió con una filosofía de la historia y no fue otra que la teoría del fin
de la historia de Francis Fukuyama planteada en su libro: “El fin de la historia y el último hombre”,
donde planteaba un hegelianismo llevado al absurdo. Para Fukuyama el último estadio del proceso
histórico es la constitución de democracias capitalistas liberales. La democracia liberal según él
constituía el punto final de la evolución ideológica de la historia, la forma final de la historia.
Fukuyama replanteó las posturas presentadas en su libro pues al mismo tiempo que cayó el
socialismo real, que fue lo que terminó de desencadenar la algarabía neoliberal, y casi de inmediato
se vieron nuevas contradicciones cuando los neoliberales enemigos del Estado y muy preocupados
solamente por la acumulación de capital y no por la construcción de la democracia o las
consecuencias anti-democráticas que crearía la destrucción de una economía que tenía más de 70
años de ser planificada, a pesar de estar dominada por una casta burocrática que impedía la
democratización de la sociedad como era el caso de la extinta Unión Soviética. El caso
latinoamericano no fue la excepción, se puso en práctica en Chile por vez primera, obteniendo
relativos resultados de crecimiento económico, posteriormente sería Argentina, donde la economía
prácticamente habría de ser destruida por las políticas neoliberales.
Las democracias formales latinoamericanas y sus crisis se vieron socavadas aún más por la puesta
en práctica de políticas anti-estatales que bifurcaron de forma extrema el sector público con el
privado, las alianzas público-privadas, que en el caso de Honduras son un ejemplo axiomático de lo
que es la destrucción del sector público por el privado cuando la corrupción, las política vernácula y
la mala administración del Estado son la cotidianidad de un país que se aproxima al caos social y
como muchos científicos sociales aseveran que: ya somos un Estado Fallido, cuestión que si no
cambia, estaremos 200 años deambulando en el limbo cósmico de las crisis, atraso y subdesarrollo
permanente.
Franz Hinkelammert solía argumentar que es casi imposible la construcción de verdaderas
condiciones de cultura democrática ahí donde las condiciones económicas son de pauperismo y
condiciones de sub-consumo, donde se vive con un dólar diario, donde los índices de corrupción
son demasiado altos, donde la partidocracia le gana el terreno a los mismos postulados de la
democracia republicana y occidental; para parafrasear a Giovanni Sartori, los mismos “demócratas”
son los destructores de la misma democracia desde adentro, por factores endógenos y no por los
enemigos de la democracia formal que en este caso son los marxistas dogmáticos y los anarquistas.
Las condiciones de convivencia democrática, de una cultura democrática de igualdad y
representatividad o de una democracia radical y directa se construye ahí donde hay condiciones
macro y micro económicas para que haya algo que democratizar porque de lo contrario lo que se va
a democratizar solo será la miseria y la corrupción. Decía un teórico citando a Mao Tse Tung las
siguientes palabras: Mao quería que el médico viviera como el campesino, pero de lo que se trata es
de que el campesino viva como el médico.
He aquí un ejemplo claro del desconocimiento que tienen los “políticos” de la Economía; que como
solía decir Lenin es política concentrada. Hay una relativa independencia de las instituciones
republicanas construidas por la democracia pluralista occidental desde las revoluciones liberales del
siglo XVIII y XIX y la economía. Se podrían construir relativas condiciones de transparencia
democrática en condiciones de pauperismo y subdesarrollo, pero jamás se logrará encontrar una
democracia verdaderamente sólida.
La democracia es el fin y el medio para solucionar y superar las actuales condiciones anti-
democráticas en las cuales estamos inmersos. El Estado debe recuperar su papel de rector de buena
parte de los procesos productivos si no queremos seguir en el martirologio del pauperismo
permanente, y seguir creando los corredores de miseria en la región producto del salvajismo
neoliberal.

ACTIVIDAD
Crear una reseña expositiva-argumentativa sobre el texto anterior
La estructura de la reseña contiene:

1. Título
2. Presentación formal del texto (en este aparte se consignan los datos
bibliográficos que encabezan el texto: nombre y apellido del autor, título de la
obra, la ciudad donde se editó, nombre de la editorial, fecha de edición y
número de páginas).
3. Resumen expositivo del texto reseñado (aquí se presentan, en forma
selectiva y condensada, los contenidos fundamentales del producto cultural).
3. Comentario crítico - argumentado del producto cultural.
4. Conclusiones.

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