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Autosabotaje: causas, características y tipos

Muchas veces, el miedo y la indecisión nos paralizan disfrazándose de argumentos

racionales.

Juan ha quedado con una chica que le gusta mucho, sin embargo, momentos antes de la cita no
se encuentra muy bien y la anula. María ha iniciado un nuevo proyecto que puede suponer un
gran cambio y avance en su vida, pero nunca tiene tiempo de acabarlo.

En numerosas ocasiones las personas se ven envueltas en este tipo de dinámicas. En ciertos
casos las circunstancias realmente no le favorecen; sin embargo, en la mayoría de ocasiones el
principal obstáculo es la propia persona, la cual por miedo a los futuros cambios cae presa
del autosabotaje. Veamos en qué consiste este fenómeno.

¿Qué es el autosabotaje?
El autosabotaje y todas aquellas conductas que están relacionadas con él, son actos
inconscientes que aparecen en los momentos que pueden suponer un gran cambio en la vida de
las personas, sea del tipo que sea. Estas conductas tienden a obstaculizar la consecución de
metas o logros mediante auto-manipulaciones inconscientes.

El objetivo del autosabotaje es mantener a la persona dentro de su zona de confort, dentro


de la cual todo es fácil o, al menos, previsible. Es también un tipo de mecanismo de defensa
inconsciente a través del cual la persona intenta evitar posibles sufrimientos futuros,
situaciones de estrés o situaciones desconocidas.

Sus causas
Existen una gran cantidad de posibles causas del autosabotaje. Teniendo en cuenta estas
causas, será más fácil para la persona poder evitarlas y así conseguir más fácilmente aquello
que se proponga. Estas causas pueden ser:

 Tener problemas para priorizar los objetivos.

 Falta de autocontrol.

 Falta de motivación o altas presiones durante la infancia.

 No saber realmente qué es lo que se quiere conseguir.

 Baja autoestima .

 Falta de seguridad en uno mismo.

 Creencias limitantes de que la persona no merece el propio éxito.

 Objetivos impuestos por terceros.

 Temor al fracaso.

 Temor al cambio y salir de la zona de confort.

 Conflictos internos.

 Temor a no estar a la altura de las expectativas de los otros.

Todas estas señales, creencias y huellas que habitan en la mente de la persona aparecen de
forma inesperada, adquiriendo el control sobre la persona y sus conductas e interfiriendo en
los proyectos y posibilidades de evolución de esta.
El autosabotaje es una manifestación de todos aquellos aspectos que la persona no consigue
aceptar de ella misma, todas aquellas creencias basadas en miedos y que, a lo largo del tiempo,
a fuerza de no ser confrontadas, han ganado peso y poder dentro de ella.

Por lo tanto, estos pensamientos obsesivos y comportamientos dañinos son solamente un


síntoma de que existe algo en lo profundo del pensamiento que debe ser examinado.
Aunque en muchas ocasiones el hurgar en estos pensamientos no resulte agradable, esta
evaluación de uno mismo puede ser una oportunidad para avanzar y para aprender a afrontar
cualquier situación futura que se le presente.

Características del autosabotaje


Existen una serie de características definitorias del autosabotaje, las cuales propician que este
aparezca antes ciertas situaciones, pero no ante otras. Es decir, una persona que se
autosabotea inconscientemente a la hora de enfrentarse a determinado aspecto o circunstancia
de su vida no tiene por qué hacerlo en todos los demás.

Estas conductas auto saboteadoras aparecen sobre todo ante situaciones que implican una
gran responsabilidad o cuando la persona debe tomar una decisión importante la cual
implicará algún tipo de cambio en su vida.

Los síntomas o manifestaciones que experimenta una persona que es presa del autosabotaje
incluyen:

 Miedo intenso.

 Inseguridad.

 Sensación de falta de control.

 Recelo de uno mismo o falta de autoconfianza.

Sin embargo, es perfectamente normal que la persona perciba todas estas sensaciones cuando
está a punto de sufrir algún tipo de cambio en su vida, es algo que todo el mundo experimenta
en menor o mayor grado.

La principal diferencia entre las personas que se autosabotean y las que no, es que aquellas que
lo hacen se dejan llevar por el miedo y por sus creencias de que no lo van a conseguir,
mientras que las otras son capaces de dejar atrás estos temores y de sobreponerse a todos los
pensamientos que les generan inseguridad.

Lo más importante a la hora de enfrentarse a cualquier tipo de eventualidad o transformación


no es esquivar o rehuir este miedo, sino ser consciente de él y actuar de manera consecuente,
sin dejar que éste invada nuestra mente.

Cuando la persona toma consciencia tanto de sus miedos como de sus propias creencias, en
muchos casos irracionales, es mucho más sencillo elegir las decisiones más acertadas y evitar
llevar a cabo acciones saboteadoras que detengan u obstruyan sus aspiraciones.

Tipos de autosabotaje
Existen cuatro clases de autosabotaje, los cuales se clasifican según el tipo de conducta que
lleve a cabo la persona.

1. No finalizar las cosas


En estos casos la persona inicia un gran número de retos o proyectos los cuales acaba dejando a
medias o, incluso, abandonando. Habitualmente, la persona tiende a dedicar numerosas horas
de trabajo y esfuerzo, para luego desistir cuando está a punto de conseguirlo.

La explicación que se encuentra para este fenómeno es que, si la persona no acaba este o
cualquier otro proyecto, nunca tendrá que enfrentarse a la posibilidad de fracasar o a no
saber estar a la altura de las posteriores exigencias que este éxito le acarreará.

Sin embargo, lo que realmente ocurre es que esta nunca será consciente de su potencial, y al
mismo tiempo se percibirá como una persona mediocre y sin competencias.

2. Procrastinación
De la procrastinación se dice que es el arte de posponer las cosas. Consiste en el hábito de
postergar o retrasar aquellas actividades que la persona debe atender necesariamente,
reemplazándolas por otras menos significativas o más sencillas y atractivas.

Este hábito es uno de los más comunes dentro de la población, y las razones para llevarlo a
cabo son de lo más variadas. Algunas de estas razones pueden ser que a la persona no le guste
realmente la tarea a llevar a cabo o bien, y esta es la razón más extendida dentro del ámbito de
los proyectos personales y profesionales, que la persona experimente un temor al resultado
final.

De esta forma, si la persona va aplazando la realización de la tarea y no invierte todos los


esfuerzos y recursos necesarios tendrá una justificación si esta no resulta como ella esperaba.
Dicho de otra manera, si la persona dedica todo su tiempo y empeño en conseguir algo y aun así
no lo logra, pondrá de manifiesto su supuesta incompetencia, por lo tanto, si no se esfuerza
esto le servirá de excusa ante el fracaso.

3. Perfeccionismo
El perfeccionismo o la excusa ideal para no acabar nunca. Bajo el escudo del perfeccionismo la
persona encuentra la excusa perfecta para no avanzar, sin que parezca que realmente no
sabe si quiere conseguir aquello por lo que está trabajando.

Existen dos posibilidades dentro de la excusa del perfeccionismo. O bien que la persona piense
que como no puede hacer alguna cosa de manera perfecta directamente no lo haga, o bien que
mediante constantes revisiones y cambios evite acabar el proyecto.

4. Excusas
Además de todo lo anterior, la persona puede llegar a encontrar un gran número de excusas que
le justifiquen no enfrentarse a cualquier cambio o posible riesgo. Estas excusas pueden ser
desde la falta de tiempo, de recursos económicos, la edad, etc.
¿Cómo salir de tu zona de confort? 7 claves para lograrlo

Si estás estancado en una vida gris, es posible que vivas en una burbuja llamada "zona de

confort".

Disfrutar de bienestar emocional es u proceso que pasa por proponernos retos y demostrarnos
a nosotros mismos de qué somos capaces; si no lo hacemos, nos sentimos estancados. Por eso
es tan importante el concepto de salir de la zona de confort, una idea fundamental dentro del
ámbito de la Psicología Positiva y que es uno de los pilares del desarrollo personal.

Si te interesa saber cómo conseguirlo, sigue leyendo, porque aquí daremos un repaso a varias
de las claves acerca de cómo salir de la zona de confort. Pero antes, veamos en qué consiste
exactamente dicha experiencia.

¿Qué es la zona de confort?


A grandes rasgos, la zona de confort es un estado mental que no permite el crecimiento
personal y todos aquellos fenómenos vinculados con el aprendizaje de conductas que nos
hacen lograr un alto grado de satisfacción con el modo en el que se vive la vida.

Aunque esta zona de confort pueda parecer agradable (ya que nos permite seguir siempre
con el "piloto automático" puesto), no es un lugar suficientemente estimulante y a la larga
no salir de ella puede hacer que nos sintamos vacíos y se caiga en la apatía o en ciertas
dinámicas de comportamiento relacionadas con la depresión.

Entre tú y yo… ¿qué es lo que te mantiene ahí anclado? Seguro que has deseado dar un paso al
frente, ser valiente y comerte el mundo, pero no lo has hecho. Puedes estar sufriendo pero no
mueves un dedo porque estás en tu zona de confort. Si te da miedo y te produce ansiedad
abandonar el pasado para luchar por lo que siempre has soñado, no seas tan duro contigo
mismo y sal de la zona de confort. ¡Verás que un mundo nuevo e ilusionante te espera!

Motivos por los que debes salir de tu zona de confort


¿Quieres más motivos para abandonar la rutina gris y salir ahí fuera a perseguir tus objetivos?
Aquí te dejo seis motivos por los que deberías plantearte salir de la zona de confort.

1. Te hará más fuerte como persona

Es posible que salir de la zona de confort te asuste o te produzca ansiedad, pero plántale cara
al miedo y verás que no era para tanto. Sentir inseguridad es algo natural e incluso nos
advierte de que no será fácil el camino. Pero cuando el miedo te inmoviliza, entonces se
convierte en un problema que no te va a dejar desarrollar tu verdadero potencial. Empieza
reconociendo que te asusta el futuro incierto, pero adopta una mentalidad positiva al respecto.

Permítete caer de vez en cuando y míralo como una parte más del crecimiento como persona. Si
sales de la zona de confort y disfrutarás del aprendizaje, con el tiempo podrás mirar atrás y
sentirte orgulloso de ti mismo. Tu desarrollo personal empieza aquí, así que piensa en eso que
te motiva, ¿realmente no merece la pena dar un pasito al frente y luchar por tus sueños?
2. Te hará ser más creativo

Salir de la zona de confort estimula la creatividad al conocer nuevas posibilidades y romper


con lo que es rutinario. Un estudio publicado en Applied Cognitive Psychology (2012) demostró
que los estudiantes que pasaron un semestre fuera de su país tuvieron puntuaciones más altas
en dos pruebas de creatividad que aquellos sujetos que no habían estudiado fuera.

Por otro lado, otro estudio reveló que el rasgo de personalidad de “apertura de a la


experiencia”, uno de los 5 grandes, es el mejor predictor de logro creativo. Este rasgo de
personalidad es característico de los individuos que suelen asumir riesgos, que se desafían a sí
mismos o que prueban cosas nuevas constantemente.

3. Te permitirá ganar autoconfianza

Salir de la zona de confort y dar los pasos necesarios para conseguir tus objetivos va a tener
efectos positivos en tus creencias de autoeficacia (o autoconfianza), es decir, en la percepción
que tienes sobre si serás capaz de alcanzar tus metas. Este concepto lo introdujo el
canadiense Albert Bandura, uno de los psicólogos más reconocidos y que elaboró la Teoría del
Aprendizaje Social: que explica la regulación de la motivación y la acción humana.

Por tanto, salir de la zona de confort y ponerte a prueba te hará ver con tus propios ojos que
dominas ciertas habilidades que te van a permitir salir airoso de situaciones que pueden
parecer complicadas a priori. Una percepción de autoeficacia positiva está asociada a
pensamientos y aspiraciones positivas acerca de una conducta exitosa, menor estrés, ansiedad
y percepción de amenaza, junto con una adecuada planificación del curso de acción y
anticipación de buenos resultados.

4. Te ayudará a seguir con tu desarrollo personal

De jóvenes somos más propensos a arriesgarnos, pero a medida que nos hacemos mayores
aprendemos a temer al fracaso, pudiendo llegar a la indefensión aprendida y a la
paralización (¿conoces la "parálisis del análisis"?). Esto puede suponer un coste emocional
serio si no cambiamos la manera de pensar, pues puede ser un impedimento para seguir con
nuestra transformación hacia un mayor bienestar.
En su libro “Auto-renovación”, el escritor John Gardner afirma: *“Pagamos un precio muy alto
por nuestros fracasos y es un obstáculo enorme en nuestro crecimiento. Esto provoca que
nuestra personalidad no se desarrolle y no permite la exploración y la experimentación. No hay
aprendizaje sin algo de dificultad. Si quieres seguir creciendo, debes superar el miedo al fracaso”.

5. Conocerás a gente nueva y vivirás nuevas experiencias gratificantes

Salir de la zona de confort te permite tener nuevas experiencias, hacer actividades que no
estaban dentro de tu agenda y conocer a gente nueva. Esto te va a permitir tener una vida
más placentera y te va a permitir hacer nuevas amistades. Incluso puede que conozcas al amor
de tu vida por salir de la zona de confort.

6. Los nuevos retos pueden hacerte envejecer mejor

Un estudio llevado a cabo en 2013 encontró que aprender nuevas habilidades mientras se


mantiene una red social fuerte nos ayuda a conservar una buena agudeza mental a medida
que envejecemos.

La directora del estudio Denise Park, investigadora de la Universidad de Texas en Estados


Unidos concluyó: “Parece ser que salir a realizar actividades no es suficiente. Es importante salir
y realizar actividades que no sean familiares y que sean mentalmente desafiantes, pues
proporcionan una gran estimulación tanto a nivel mental como social. Cuando estas dentro de
la zona de confort es posible que estés fuera de la zona de mejora”.
Consejos para salir de la zona de confort
Desde luego, es muy fácil decirlo, pero bastante más complicado hacerlo. Sin embargo, y
aunque salir de la zona de confort sea complicado por la propia definición de este concepto, no
es misión imposible. Si necesitas algo de ayuda o claves para salir de la zona de confort, puedes
seguir estas pautas de comportamiento.

1. Desafíate y rinde al máximo


Salir de la zona de confort es un aspecto importante en el crecimiento personal, pues es no es
posible pensar que llegaremos al lugar que queremos llegar haciendo lo justo y necesario y
estando inmersos en la misma rutina de siempre.

Alcanzar nuevas cimas supone el riesgo de hacer cosas que no se nos dan tan bien o que nos
provocan cierto miedo o inseguridad (al menos al principio). Según un estudio llevado a cabo
por un grupo de psicólogos, un poco de ansiedad puede ser positivo para mejorar nuestro
rendimiento y nos permite seguir creciendo profesionalmente. Por tanto, convierte esas
situaciones que te provocan ansiedad en situaciones estimulantes y que nadie te pare los pies.
No le llames nervios o inseguridad, llámale "emoción".
2. Piensa en tu estilo de hacer las cosas... y actúa en el sentido opuesto
Busca las situaciones que puedan obligarte a salir de tu zona de confort. Experimenta con
estilos de baile que nunca asociarías con tu manera de ser, involúcrate en proyectos
creativos que te fuercen a pensar de manera diferente, para experimentar contextos
desafiantes a los que adaptarte. Si te propones gestionar estos cambios, y estos no son
excesivamente extremos, esto hará que te vuelvas más flexible y asumas mejor la variabilidad y
los cambios.

3. Busca cambios materiales en las cosas que te rodean


Para hacer cosas nuevas a las que no se está acostumbrado, nada como exponerse a ambientes
nuevos. Físicamente novedosos, literalmente. La clave está en proponerte el objetivo de
exponerte a situaciones novedosas haciendo que los espacios en los que te encuentras sean
otros.

Anímate a cambiar tu manera de vestir o la decoración de tu casa, muévete por entornos


distintos y, por supuesto, viaja todo lo que puedas o incluso vete a vivir a otro lugar,
aunque sea durante un tiempo. Esto conseguirá en ti un efecto similar al del consejo anterior,
sólo que en este caso, en vez de variar las situaciones cuyo significado no asociarías con tu
persona, harás lo mismo con espacios físicos.

4. Anticipa todas las excusas que te vas a poner


Sé consciente de que, cuando te fijes metas que te resulten incómodas dentro de tu zona de
confort, inconscientemente vas a estar buscando un montón de excusas para no hacerlo.
Juzga estas excusas como lo que son: invenciones cuyo único objetivo es racionalizar la
aceptación de la comodidad.

5. Exponte más a conocer gente nueva


¿No te gusta hablar con la gente? Oblígate a hacerlo, aunque el cuerpo no te lo pida. No hace
falta que el diálogo sea perfecto, ni que las personas se lleven la mejor imagen de ti. Actuando
con naturalidad todo fluirá como debe, y será divertido comprobar con qué facilidad pueden
funcionar las interacciones con los demás si no se piensa muy bien lo que es está diciendo.
6. Haz que tus amigos y familia cooperen
Si las personas de tu entorno cercano saben que quieres salir de tu zona de confort, te ayudarán
a lograrlo y quizás te preparan alguna "sorpresa". Del mismo modo, cuando tomes la iniciativa
y emprendas proyectos nuevos y excitantes, te apoyarán y, probablemente, te mostrarán
signos de apoyo o admiración, lo cual te servirá como refuerzo.

7. Dale una oportunidad a tu faceta espiritual


¿Conoces los beneficios de la meditación o de la filosofía Mindfulness? Hay hábitos que
consiguen mejorar nuestro estado de ánimo y nos liberan de muchas creencias que nos anclan
en nuestra zona de confort. Desarrollar un yo espiritual es una de las maneras más prácticas
de conseguir un bienestar emocional capaz de acabar con la vida rutinaria. Puedes empezar
por leer esta recopilación de frases budistas, tal vez te inspiran.
Pensamientos que nos sabotean: Así actúan en nuestra la
mente
A veces el peor enemigo del desarrollo personal es uno mismo, por culpa de las trampas
mentales.

¿Quién no ha tenido alguna vez en su vida algún pensamiento del tipo “no voy a ser capaz de
aprobar ese examen”, “nunca voy a conseguir un buen trabajo”, “no valgo para nada”, “seguro
que caigo mal a mi compañero de mesa” o “no voy a encontrar una pareja nunca”? Este tipo de
pensamientos son conocidos, en psicología, bajo el nombre de creencias irracionales.

Estos pensamientos pueden aparecer en ocasiones de forma aislada, pero se convierten en un


problema cuando son reiterados y tan constantes que limitan y bloquean a la persona en
determinadas facetas y actividades de la vida diaria. Como, por ejemplo: en el ámbito laboral, a
la hora de establecer relaciones sociales, hablando en público o incluso ante el cuidado de los
hijos.

Así, lo peor de estas creencias no es solo el hecho en sí de que son irracionales, sino que actúan
bloqueándonos, como pensamientos que nos sabotean y limitan.

Los pensamientos limitantes


Desde que llegamos al mundo, a través de la educación reciba y de las relaciones establecidas,
desarrollamos una forma de pensar y creamos unos esquemas de pensamiento en relación a
las experiencias y situaciones vividas. A través de estos esquemas nosotros vamos a interpretar
la información reciba de cada situación que vivamos, siendo para nosotros una interpretación
objetiva y basada en la realidad. Sin embargo, el simple hecho de disponer de unos esquemas
de pensamiento determinados y no otros hace que siempre experimentemos lo que nos ocurre
de forma subjetiva.

Eso no significa que nuestra forma de pensar esté totalmente "despegada" de la realidad, por
supuesto. Algunas de nuestras creencias, a pesar de no corresponderse perfectamente con la
realidad, son lo suficientemente realistas como para funcionarnos. Sin embargo, otras son en
gran parte irracionales.

Estas creencias irracionales son malinterpretaciones de lo que ocurre a nuestro alrededor.


Son pensamientos negativos y automáticos, que quedan fuera de nuestro control, es como si
nuestra mente nos estuviese boicoteando. Son estos pensamientos los que nos pueden llevar a
desarrollar estados de ánimo disfuncionales y generar un gran malestar, sin ser conscientes de
ello, ya que para nosotros nuestros pensamientos son la realidad.

El magnetismo de los pensamientos que sabotean


Curiosamente, aunque los pensamientos limitantes se basen en creencias irracionales, eso no
hace que terminemos por rechazarlos al ver que no se ajustan a la realidad. Esto es así porque,
al creer en ellos, se vuelven, en parte, en una realidad.

De hecho, el malestar que generan estas creencias, así como la tendencia a atribuir el éxito a la
suerte y los fracasos a nuestros atributos, hacen que pase lo que pase sigamos creyendo en
estas ideas irracionales, lo cual a su vez hace que tengamos más probabilidades de fracasar o
de no llegar a intentar llegar a nuestros objetivos a causa del miedo y la ansiedad.

Un ejemplo
A partir de un estímulo específico se activará un pensamiento, y a partir de este se generará una
cadena de eventos. El pensamiento es generador de una emoción y la emoción dará lugar a
una conducta. 
Por ejemplo, pensemos en una persona que va en metro cuando de repente el metro se queda
parado en el túnel por una avería y los pasajeros pasan más de treinta minutos encerrados en el
vagón. Una vez pasado este episodio, esta persona al día siguiente subirá al metro, de nuevo,
para dirigirse a su trabajo. 

Una vez dentro del vagón comienzan a disparársele pensamientos negativos y automáticos
constantes del tipo “seguro que el metro hoy se vuelve a quedar parado”, “como vuelva a
pararse a mí me da algo”, “yo no aguanto aquí metido y encima con tanta gente”. 

Estos pensamientos comienzan a generar un gran malestar en él, comienza a sentir que la falta
el aire, que no puede respirar, el corazón se le acelera, síntomas los cuáles le hacen preocuparse
más y que estos “pensamientos autoboicoteadores” aumenten por momentos convirtiéndose
en un círculo que es imparable para la persona. 

¿Autoestima baja? Cuando te conviertes en tu peor


enemigo
Nuestro equilibrio emocional depende, en gran medida, de nuestra autoestima.

La autoestima es una de las variables psicológicas más importantes para la salud


emocional, el bienestar y es clave en nuestra relación positiva con el entorno. Pero, por
desgracia, no todo el mundo posee una autoestima adecuada.
Muchas personas, independientemente de si asisten o no a psicoterapia, sufren los efectos de
tener una baja autoestima. Afortunadamente, esto es algo que puede ser cambiado.

Los estudios aseguran que este aspecto tan importante de la personalidad no es algo estático,
sino que puede variar a lo largo de la vida de una persona, y según afirma la psicóloga Silvia
Congost, autora de del libro Autoestima Automática, su desarrollo depende aproximadamente
en un 30% de factores genéticos, y el resto, es decir un 70%, depende del entorno y de las
experiencias que nos ha tocado vivir.

 Existen varios tipos de autoestima. Si quieres conocerlos puedes leer nuestro artículo:

“Los 4 tipos de autoestima: ¿te valoras a ti mismo?”

La relación entre autoestima baja y equilibrio emocional


En la autoestima, se dan la mano tanto lo que creemos saber acerca de nosotros mismos, como
el modo en el que nos sentimos con ello, con ese concepto del "Yo". Por eso, la baja autoestima
nos afecta en todos los ámbitos de la vida, y si el problema es muy intenso, puede dar lugar a
trastornos mentales severos.

La autoestima baja es un problema real al que se enfrentan muchas personas, porque


puede afectar negativamente a las distintas áreas de su vida. De manera resumida, la
autoestima baja causa sufrimiento e impide lograr muchas de nuestras metas o deseos. Las
pautas negativas de pensamiento asociadas a la baja autoestima (por ejemplo, pensar que todo
lo que haces te va a ir mal) pueden provocar problemas graves de salud mental, como
depresión o ansiedad.

La autoestima baja es paralizante, y hace que sea difícil probar cosas nuevas o llevar a cabo
las distintas tareas del día a día, así como iniciar un nuevo hobby o buscar empleo. Esto
impide vivir la vida que uno quiere, y lleva a la frustración y al malestar al cabo del tiempo.
Quien se encuentra en esta situación y quiere salir de esta espiral negativa, solamente si realiza
un duro trabajo de autorreflexión y reconoce su nivel de autoestima podrá mejorarla y, por
tanto, incrementar su bienestar. En algunos casos, la persona no puede lograrlo por sí sola, así
que será necesario acudir a un psicólogo especialista. Aún y así, es la persona que quiere
cambiar quien ha de esforzarse para lograrlo, puesto que el psicólogo sólo facilita las
herramientas para el cambio.

¿Qué causa baja autoestima?


Los pensamientos que tienes sobre ti mismo parecen realidades absolutas, pero no dejan
de ser solamente opiniones. Se basan en las experiencias que has tenido en la vida, y los
mensajes que estas experiencias han aportado para que formes una imagen de quién eres. Si
has tenido malas experiencias, es probable que la valoración sobre ti misma sea negativa. Las
experiencias cruciales que ayudan a forjar estas creencias negativas o positivas sobre nosotros
mismos es muy posible (aunque no siempre) que ocurran en edades tempranas.
Lo que has visto, sentido y lo que has experimentado durante la infancia y la adolescencia, en tu
familia, la escuela o la comunidad en general tienen un efecto determinante a la hora de
valorarte a ti mismo en el futuro.

Ejemplos de estas experiencias se presentan a continuación:

 Castigo sistemático o abuso

 No cumplir con las expectativas de los padres

 No cumplir con las expectativas del grupo de las amistades y los compañeros

 Ser el “chivo expiatorio” de otras personas en momentos de tensión o angustia

 Pertenecer a familias o grupos sociales caracterizados por la falta de afecto y el

desinterés
 Ser tratado como la oveja negra de la familia o la escuela

Problemas psicológicos asociados a la baja autoestima


Además de las causas anteriores, en ocasiones, las valoraciones negativas sobre uno mismo
vienen provocadas por experiencias negativas que han sucedido más tarde en la vida. Por
ejemplo. rupturas de pareja dolorosas o relaciones abusivas, estrés
persistente, bullying o mobbing, etc. Por tanto, la relación entre problemas psicológicos y
autoestima es una realidad.
Los 4 tipos de autoestima: ¿te valoras a ti mismo?
Características básicas de las diferentes formas de autoestima.

Existen diferentes tipos de autoestima según si es alta o baja y estable o inestable. La


autoestima es uno de los factores más relevantes para el bienestar personal y una clave para
relacionarnos con el entorno que nos rodea de una manera positiva.

Ya que los diferentes tipos de autoestima tienen sus peculiaridades, en el artículo de hoy vamos
a repasar sus características.

Autoestima y su relación con el bienestar


Pese a que el concepto de autoestima ha sido uno de los más confusos, cuestionados y
analizados a lo largo de la historia de la psicología, la mayoría de expertos indican que se trata
de un elemento que se halla de manera innata en cada individuo y que está expuesta a
múltiples modificaciones a lo largo de nuestra vida.

La autoestima evoluciona y se desarrolla debido a la relación con el mundo, y cambia


constantemente ya que está ligada al cambio de la sociedad. Diferentes contextos sociales y
culturales corresponderán con distintas percepciones sobre lo que consideramos que es una
autoestima sana.
Los 4 tipos de autoestima
Como hemos comentado, la autoestima necesita ser alimentada, en grados diversos, desde el
exterior. Aunque las bases se construyen durante la infancia, la autoestima no es inalterable en
otras etapas de la vida.

Es importante destacar que no es lo mismo autoestima que la autoconfianza. La autoconfianza


(también llamada autoeficacia) está relacionada con los objetivos y metas específicas que nos
proponemos, mientras que la autoestima se refiere a la valoración global que hacemos de
nosotros mismos.

Ya que la autoeficacia se refiere a la confianza en la capacidad de uno mismo por una meta
tarea específica, alguien puede pensar que es muy bueno practicando el tenis, sin embargo,
puede tener una autoestima baja: igual le gustaría ser más alto o tener mejor físico, por el
contrario, confía en su habilidad para batir a sus rivales en un campo de tenis. La autoeficacia
podría afectar de manera positiva a la autoestima del individuo si considera que es una
prioridad en su vida.

Factores que explican una buena (o mala) autoestima


Parece ser que existen 4 factores relevantes que afectan a la autoestima, son los siguientes:

 La historia de triunfos y la posición alcanzada a través del reconocimiento que los

triunfos brindan.
 Las áreas asociadas a los distintos triunfos, siempre y cuando sean significativos para la

persona.
 El respeto, aceptación e interés que el individuo recibe de las personas que considera

importantes en su vida.
 El control y la defensa ante consecuencias e implicaciones negativas. Es decir, la

atribución interna o externa que hace la persona de los eventos negativos.

En su libro Autoestima e identidad.  Narcisismo  y Valores sociales, Luis Hornstein propone 4


tipos de autoestima. Según el autor, los tipos de autoestima varían debido a que la valoración
de uno mismo puede ser más o menos alta y más o menos estable.

A continuación os presentamos cuáles son los cuatro tipos de autoestima que existen, y sus
características.
1. Autoestima alta y estable
Las circunstancias externas y los acontecimientos de vida tienen poca influencia sobre la
autoestima. Las personas con este tipo de autoestima se desenvuelven de manera abierta ya
que no necesitan defender su imagen, se defiende sola. Además, la persona es capaz de
defender su punto de vista sin desestabilizarse.

2. Autoestima alta e inestable


Las personas con este tipo de autoestima, tienen una elevada autoestima pero son incapaces de
mantenerla constante. Los contextos competitivos pueden tener un efecto
desestabilizador. Responden con actitud crítica ante el fracaso, ya que estos son percibidos
como amenazas. El individuo mostrará convicción al defender su punto de vista, pero no
aceptará otros puntos de vista y tenderá a monopolizar la palabra en una discusión.

La Autoeficacia de Albert Bandura: ¿crees en ti mismo?


La concepción de autoeficacia de Bandura, a examen.

Para entender lo que significa la teoría de la autoeficacia, voy a formularte una pregunta.
Primero piensa en alguna meta que te gustaría alcanzar.
Al afrontar el desafío, ¿sientes que estás a la altura y puedes conseguir el objetivo? Si eres una
de esas personas que representan la famosa frase que Barack Obama utilizó para su campaña
política que le llevó al poder en 2008: “Yes, we can!” (Podemos), seguramente tengas una
autoeficacia alta para esa meta o tarea específica y confías en tus habilidades para conseguir
ese objetivo.

Si por el contrario, piensas que ese reto te viene grande o no confías en tus capacidades para
conseguirlo, tienes una percepción de autoeficacia débil.

¿Qué es la Autoeficacia?
La autoeficacia es un concepto que introdujo Albert Bandura, un psicólogo ucraniano-
canadiense que nació en 1925. En 1986, elaboró la Teoría del Aprendizaje Social, referente a la
regulación de la motivación y la acción humana, que implica tres tipos de expectativas: las
expectativas de situación-resultado, las expectativas de acción-resultado y la autoeficacia
percibida. Hoy os hablaré de la autoeficacia.

La autoeficacia, o las creencias en tus habilidades para tratar con las diferentes situaciones que
se presentan, juega un rol importante no solamente en la manera de sentirte respecto a un
objetivo o tarea, sino que será determinante para conseguir o no las metas en tu vida.

El concepto de autoeficacia es un aspecto central en la Psicología, ya que enfatiza el rol del


aprendizaje observacional, la experiencia social, y el impacto en el desarrollo personal de una
persona. Puede ser definido como el conjunto de creencias que asociamos a nuestras
habilidades y aptitudes, y está muy relacionado con la autoestima, aunque no es exactamente
lo mismo. Mientras que la autoestima es fundamentalmente cómo nos sentimos con lo que
creemos que somos, la autoeficacia es lo que creemos saber acerca de lo que podemos lograr
si nos lo proponemos; es decir, esta última tiene una faceta más práctica y aplicable a
situaciones concretas de la ida cotidiana, aunque tampoco está totalmente desprovista de una
cierta carga emocional (es complicado estar satisfechos con nosotros mismos si creemos que
somos incapaces de hacer cualquier cosa destacable).
Su relación con la motivación
En la teoría de Albert Bandura, se defiende que la autoeficacia es un constructo principal para
realizar una conducta, ya que la relación entre el conocimiento y la acción estarán
significativamente mediados por el pensamiento de autoeficacia. Las creencias de autoeficacia,
es decir, los pensamientos que tiene una persona sobre su capacidad y autorregulación para
poner en marcha dicha conducta será decisiva.

De esta manera, las personas estarán más motivadas si perciben que sus acciones pueden
ser eficaces; esto es, si hay la convicción de que tienen habilidades personales que les permitan
regular sus acciones. Bandura considera que influye a nivel cognitivo, afectivo y motivacional.
Así, una alta autoeficacia percibida se relaciona con pensamientos y aspiraciones positivas
acerca de realizar la conducta con éxito, menor estrés, ansiedad y percepción de amenaza,
junto con una adecuada planificación del curso de acción y anticipación de buenos resultados.

El papel de la Autoeficacia
Todo el mundo puede identificar los objetivos que quieren lograr o los aspectos de su vida que
les gustaría cambiar. Sin embargo, no todos piensan que llevar estos planes a la acción es algo
fácil. Las investigaciones han demostrado que la autoeficacia de cada individuo juega en un
papel importante a la hora de afrontar una meta, tarea o desafío.
Los individuos con una autoeficacia alta están muy interesadas en las tareas en las que
participan, ven los problemas como desafíos estimulantes, experimentan un compromiso
elevado hacía sus intereses y actividades, y se recuperan rápido de sus fracasos. Por el
contrario, los individuos con una autoeficacia baja o débil: evitan tareas u objetivos desafiantes,
piensan que las metas difíciles están fuera de su alcance, e interpretan los fracasos como algo
personal.

La Teoría de la Personalidad de Albert Bandura


Nuevos aspectos del aprendizaje y del autoconcepto constituyeron esta teoría.

El psicólogo y teórico Albert Bandura nació en Canadá a finales del año 1925. A punto de entrar
en la década de los ‘50, Bandura se licenció en Psicología en la Universidad de Columbia.

Dado su brillante expediente, en 1953 empezó a ejercer la docencia en la prestigiosa


Universidad de Stanford. Años más tarde, Bandura ostentó el cargo de presidente en la
APA (American Psychological Association).

Sus teorías siguen siendo vigentes hoy en día, y en Psicología y Mente ya nos hemos hecho eco
de algunas de ellas:

La Teoría de la Personalidad: antecedentes y contexto


El conductismo es una escuela de la Psicología que subraya la importancia de los métodos
experimentales y trata de analizar las variables observables y medibles. Por tanto, tiende a
rechazar también todos los aspectos de la psicología que no puedan asirse, todo lo subjetivo,
interno y lo fenomenológico.

El procedimiento habitual que usa el método experimental es la manipulación de ciertas


variables, para posteriormente valorar los efectos sobre otra variable. A raíz de esta concepción
de la psique humana y de las herramientas disponibles para evaluar la personalidad, la Teoría
de la Personalidad de Albert Bandura da una relevancia mayor al entorno como génesis y
modulador clave de la conducta de cada individuo.
Un concepto nuevo: el determinismo recíproco

Durante los primeros años como investigador, Albert Bandura se especializó en el estudio
del fenómeno de la agresión en adolescentes. Pronto se percató que, aunque los elementos
observables eran cruciales a la hora de establecer unas bases sólidas y científicas para el
estudio de ciertos fenómenos, y sin renunciar al principio de que es el ambiente el que causa el
comportamiento humano, cabía también realizar otra reflexión.

El ambiente causa la conducta, ciertamente, pero la conducta también causa el ambiente. Este
concepto, bastante innovador, fue denominado determinismo recíproco: la realidad material
(social, cultural, personal) y el comportamiento individual se acusan mutuamente.

Los procesos psicológicos completan la ecuación (del conductismo al


cognitivismo)
Meses después, Bandura dio un paso más allá y empezó a valorar la personalidad como una
compleja interacción entre tres elementos: el ambiente, el comportamiento y los procesos
psicológicos individuales. Estos procesos psicológicos recogen la capacidad humana para
retener imágenes en la mente y los aspectos relacionados con el lenguaje.

Este es un aspecto clave para comprender a Albert Bandura, puesto que al introducir esta
última variable abandona los postulados conductistas ortodoxos y comienza a acercarse
al cognitivismo. De hecho, Bandura es considerado actualmente como uno de los padres del
cognitivismo.

Agregando la imaginación y los aspectos relativos al lenguaje a su comprensión de la


personalidad humana, Bandura parte de unos elementos mucho más completos que los
conductistas puros, como B.F. Skinner. Así, Bandura analizará aspectos cruciales de la psique
humana: el aprendizaje por observación (también llamado modelado) y la auto-regulación.

Aprendizaje por observación (modelado)


De los numerosos estudios e investigaciones que llevó a cabo Albert Bandura, existe uno que
fue (y sigue siendo) objeto de especial atención. Los estudios sobre el muñeco bobo. La idea
surgió a partir de un video grabado por uno de sus alumnos, donde una niña golpeaba
repetidamente un muñeco hinchable con forma de huevo llamado “Bobo”.
La niña atizaba sin piedad al muñeco, mientras le gritaba “¡estúpido!”. Le pegaba, tanto con
puñetazos como con un martillo, y acompañaba estas acciones agresivas con insultos. Bandura
enseñó el video a un grupo de niños de una guardería, que disfrutaron del video. Más tarde, una
vez terminada la sesión de video, los niños fueron conducidos hasta un salón de juegos, donde
les esperaba un muñeco bobo nuevo y martillos pequeños. Obviamente, también se
encontraban en la sala Bandura y sus colaboradores, analizando la conducta de los retoños.

Los niños no tardaron en agarrar los martillos y ponerse a pegar al muñeco bobo,
mimetizando los insultos de la niña del video. Así, al grito de “¡estúpido!”, copiaron todas las
‘fechorías’ que habían visto minutos antes.

Aunque las conclusiones de este experimento quizá no parezcan muy sorprendentes, sirvieron
para confirmar varias cosas: los niños cambiaron su conducta sin que existiera ningún refuerzo
dirigido a realizar dicho comportamiento. Esto no resultará una reflexión extraordinaria para
cualquier padre o docente que haya compartido tiempo con niños, pero sin embargo sí creó un
cisma respecto a las teorías de aprendizaje conductuales.

Bandura denominó a este fenómeno “aprendizaje por observación" (o modelado). Su teoría del
aprendizaje la puedes conocer a través de este resumen:

Modelado: analizando sus componentes

Atención, retención, reproducción y motivación

El estudio sistemático y las variaciones de la prueba del muñeco bobo permitieron a Albert
Bandura establecer los distintos pasos involucrados en el proceso de modelado.

1. Atención

Si quieres aprender cualquier cosa, debes prestar atención. Asimismo, todos los elementos
que supongan un obstáculo a prestar la máxima atención posible, redundarán en un peor
aprendizaje.

Por ejemplo, si estás intentando aprender algo, pero tu estado mental no es el más idóneo
(porque estás medio dormido, te encuentras mal o has tomado drogas), tu grado de adquisición
de nuevos conocimientos se verá afectado. Lo mismo ocurre si cuentas con elementos
distractores.
El objeto por el cual prestamos atención también tiene ciertas características que pueden atraer
más (o menos) nuestro foco atencional.

2. Retención

No menos importante que prestar una atención adecuada, es ser capaces de retener (recordar,
memorizar) aquello que estamos estudiando o intentando aprender. Es en este punto donde el
lenguaje y la imaginación tienen un papel importante: retenemos lo que hemos visto en forma
de imágenes o descripciones verbales.

Una vez que hemos guardado los conocimientos, imágenes y/o descripciones en nuestra mente,
somos capaces de recordar conscientemente esos datos, de forma que podemos reproducir lo
aprendido e incluso repetirlo, modulando nuestro comportamiento.

3. Reproducción

Cuando llegamos a este paso, debemos ser capaces de decodificar las imágenes o
descripciones retenidas para que nos sirvan para cambiar nuestro comportamiento en el
presente.

La Teoría del Aprendizaje Social de Albert Bandura

Analizamos uno de los cuerpos teóricos más influyentes en psicología social.


Puede que el concepto de "aprendiz" pueda parecer plano y sin matices, pero lo cierto es que
ha evolucionado mucho a lo largo del tiempo. Al fin y al cabo, si nos ponemos filosóficos, no
existen respuestas fáciles para ninguna pregunta. ¿De qué hablamos cuando hablamos de
aprender? ¿El hecho de llegar a dominar una habilidad o tema es un mérito únicamente
nuestro? ¿Cuál es la naturaleza del proceso de aprendizaje y qué agentes intervienen en este?

En occidente, lo habitual era considerar al hombre como el único motor de su proceso de


aprendizaje: la idea del hombre en busca de la virtud (con permiso de la deidad
correspondiente). Luego, llegaron los psicólogos conductistas y revolucionaron el panorama: el
ser humano pasaba de ser el único responsable de su propio desarrollo personal para pasar a
ser un trozo de carne esclavo de las presiones externas y los procesos de condicionamiento.

Se había pasado en pocos años de creer en un libre albedrío ingenuo a sostener un


determinismo feroz. Entre estos dos polos opuestos apareció un psicólogo canadiense que
hablaría del aprendizaje en términos más moderados: Albert Bandura, la mente pensante que
hay detrás de la moderna Teoría del Aprendizaje Social (TAS).

La Teoría del Aprendizaje Social de Albert Bandura:


interacción y aprendizaje
Tal y como hizo Lev Vygotsky, Albert Bandura también centra el foco de su estudio sobre los
procesos de aprendizaje en la interacción entre el aprendiz y el entorno. Y, más concretamente,
entre el aprendiz y el entorno social. Mientras que los psicólogos conductistas explicaban la
adquisición de nuevas habilidades y conocimientos mediante una aproximación gradual basada
en varios ensayos con reforzamiento, Bandura intentó explicar por qué los sujetos que
aprenden unos de otros pueden ver cómo su nivel de conocimiento da un salto
cualitativo importante de una sola vez, sin necesidad de muchos ensayos. La clave la
encontramos en la palabra "social" que está incluida en la TAS.

Los conductistas, dice Bandura, subestiman la dimensión social del comportamiento


reduciéndola a un esquema según el cual una persona influye sobre otra y hace que se
desencadenen mecanismos de asociación en la segunda. Ese proceso no es interacción, sino
más bien un envío de paquetes de información de un organismo a otro. Por eso, la Teoría del
Aprendizaje Social propuesta por Bandura incluye el factor conductual y el factor cognitivo, dos
componentes sin los cuales no pueden entenderse las relaciones sociales.

Aprendizaje y refuerzo
Por un lado, Bandura admite que cuando aprendemos estamos ligados a ciertos procesos de
condicionamiento y refuerzo positivo o negativo. Del mismo modo, reconoce que no puede
entenderse nuestro comportamiento si no tomamos en consideración los aspectos de nuestro
entorno que nos están influyendo a modo de presiones externas, tal y como dirían los
conductistas.

Ambiente

Ciertamente, para que exista una sociedad, por pequeña que esta sea, tiene que haber un
contexto, un espacio en el que existan todos sus miembros. A su vez, ese espacio nos
condiciona en mayor o menor grado por el simple hecho de que nosotros estamos insertados en
él.

La teoría de la personalidad de Sigmund Freud

El padre del psicoanálisis relacionó sus ideas sobre salud mental con su concepción de

personalidad.

Sigmund Freud (1856-1939), el fundador del psicoanálisis, desarrolló diversos modelos para
explicar la personalidad humana a lo largo de su carrera literaria. 

En este artículo analizaremos las 5 teorías de Freud sobre la personalidad: la topográfica, la


dinámica, la económica, la genética y la estructural.

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Las 5 teorías de la personalidad de Sigmund Freud


Aunque existen ciertas contradicciones entre los modelos de personalidad creados por Freud,
en general pueden concebirse como teorías complementarias o bien como
actualizaciones y desarrollos de varios conceptos fundamentales, por ejemplo las pulsiones o
los mecanismos de defensa. Vamos en qué consiste cada una de estas teorías.

1. Modelo topográfico
Freud desarrolló el modelo topográfico durante la primera etapa de su carrera. Originalmente
fue descrito en una de sus obras clave: “La interpretación de los sueños”, publicado en el año
1900. Esta teoría sobre la personalidad también es conocida como “Primera Tópica”.

El modelo topográfico divide la mente en tres “regiones”: la inconsciente, la preconsciente


y la consciente. En cada uno de estos lugares, que deben ser entendidos de forma simbólica,
encontraríamos contenidos y procesos psicológicos diferentes.

El inconsciente es el nivel más profundo de la mente. En él se ocultan pensamientos, impulsos,


recuerdos y fantasías a las que resulta muy difícil acceder desde la consciencia. Esta parte de la
mente está dirigida por el principio de placer y por los procesos primarios (la condensación y el
desplazamiento), y la energía psíquica circula de forma libre.

La mente preconsciente actúa como punto de unión entre las otras dos secciones. Está
conformada por huellas de memoria en formato verbal; en este caso sí es posible conocer los
contenidos desde la consciencia a través de la focalización de la atención.

Por último, la consciencia es entendida como un sistema con un rol intermediario entre las
regiones más profundas de la psique y el mundo exterior. La cognición, la motricidad y la
interacción con el entorno dependen de la mente consciente, que está regida por el principio
de realidad en lugar de por el de placer, del mismo modo que el preconsciente.

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2. Modelo dinámico
El concepto “dinámico” hace referencia a un conflicto entre dos fuerzas que se produce en la
mente: los impulsos (fuerzas "instintivas"), que buscan la gratificación, y las defensas, que
procuran inhibir a los anteriores. Del resultado de esta interacción surgen los procesos
psicológicos, que suponen una resolución más o menos satisfactoria o adaptativa de los
conflictos.

En este modelo Freud concibe los síntomas psicopatológicos como formaciones de


compromiso que permiten una gratificación parcial de los impulsos a la vez que causan
malestar, actuando como un castigo contra la conducta de la persona. De este modo la salud
mental dependería en gran medida de la calidad de las defensas y de las autosanciones.

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3. Modelo económico
El concepto fundamental del modelo económico de la personalidad es el de “pulsión”, que se
puede definir como un impulso que favorece que la persona busque un fin determinado. Estas
pulsiones tienen un origen biológico (en concreto se relacionan con la tensión corporal) y su
objetivo es la supresión de estados fisiológicos desagradables.

Dentro de este modelo encontramos en realidad tres teorías distintas, desarrolladas entre 1914
y 1920 en los libros “Introducción al narcisismo” y “Más allá del principio de placer”.
Inicialmente Freud distinguió entre la pulsión sexual o de reproducción, que lleva a la
supervivencia de la especie, y la de autoconservación, focalizada en la del propio individuo.

Posteriormente Freud añadió a esta teoría la distinción entre las pulsiones objetales, dirigidas a
objetos externos, y las de tipo narcisista, que se centran en uno mismo. Finalmente propuso la
dicotomía entre la pulsión de vida, que incluiría las dos anteriores, y la pulsión de muerte,
criticada con dureza por muchos de los seguidores de este autor.

4. Modelo genético
La teoría freudiana sobre la personalidad más conocida es el modelo genético, en el cual se
describen las cinco fases del desarrollo psicosexual. Según esta teoría el comportamiento
humano está regido en gran medida por la búsqueda de la gratificación (o descarga de la
tensión) en relación a las zonas erógenas del cuerpo, cuya importancia depende de la edad.

Durante el primer año de vida tiene lugar la fase oral, en la cual la conducta se centra en la boca;
así, los bebés tienden a morder y a succionar los objetos para investigarlos y obtener placer. En
el segundo año la zona erógena principal es el año, por lo que los pequeños de esta edad están
muy centrados en la excreción; por esto Freud habla de “fase anal”.

El siguiente estadio es la fase fálica, que se da entre los 3 y los 5 años; durante este periodo se
producen los célebres complejos de Edipo y de castración. Entre los 6 años y la pubertad la
libido se reprime y se priorizan el aprendizaje y el desarrollo cognitivo (fase de latencia);
finalmente, con la adolescencia llega la fase genital, que señala la madurez sexual.

La psicopatología, más específicamente la neurosis, se entiende como el resultado de la


frustración de la satisfacción de las necesidades características de estos periodos del desarrollo,
o bien de la fijación psicológica total o parcial en uno de ellos a causa de un exceso de
gratificación durante la etapa crítica.

5. Modelo estructural
La teoría de personalidad de Freud fue propuesto en 1923 en el libro El Yo y el Ello. Como el
modelo genético, el estructural es particularmente conocido; en este caso se destaca la
separación de la mente en tres instancias que se desarrollan a lo largo de la infancia: el Ello,
el Yo y el Superyó. Los conflictos entre estas darían lugar a los síntomas psicopatológicos.

La parte más básica de la mente es el Ello, compuesto por representaciones inconscientes de las
pulsiones relacionadas con la sexualidad y con la agresión, así como por huellas mnémicas de
las experiencias de gratificación de estos impulsos.

El Yo se concibe como un desarrollo del Ello. Esta estructura tiene un papel regulador en la
vida psicológica: evalúa los modos de satisfacer los impulsos teniendo en cuenta las demandas
del entorno, trabaja tanto con contenidos inconscientes como conscientes, y es en esta parte de
la mente donde ejercen los mecanismos de defensa.

Por último, el Superyó actúa como conciencia moral, censurando determinados contenidos
mentales, como supervisor del resto de instancias y como modelo de conducta (es decir,
supone una especie de “Yo ideal”). Esta estructura se forma a través de la interiorización de
las normas sociales, en la cual cumple un papel esencial el complejo de Edipo.

Las 5 etapas del desarrollo psicosexual de Sigmund Freud


Etapa oral, anal, fálica, de latencia y genital. ¿Qué visión tenía Freud sobre la sexualidad

humana?

La corriente del  psicoanálisis iniciada por Sigmund Freud hace más de 100 años en una de las
principales influencias de la cultura occidental contemporánea.

Si sus teorías sobre el funcionamiento del inconsciente han servido como influencia en muchas
áreas de las humanidades y el arte, no es menos cierto que buena parte de sus planteamientos
tienen que ver con la sexualidad humana. La teoría del desarrollo psicosexual con sus
distintas etapas es la plasmación de esta idea, y es por eso que históricamente ha recibido
mucha atención.

La sexualidad según Freud


Para Freud, la sexualidad humana es una de las principales vertientes de la energía vital
que mueve el comportamiento del ser humano. Esta energía, a la que se le puso el nombre
de libido, es la fuente de los impulsos que para el padre del psicoanálisis hacen que tendamos
hacia ciertos objetivos a corto plazo y, a la vez, obligan a otras instancias de nuestra psique a
reprimir estas tendencias para no ponernos en peligro o no entrar en conflicto con el entorno en
el que vivimos.

La energía vital que se expresa a través de la sexualidad, según Freud, está presente ya desde
las primeras semanas de nuestra vida, lo cual significa que nuestra vertiente sexual no nace en
la  adolescencia, tal y como muchos investigadores de su época sostenían.

Pero las repercusiones de esto no tienen que ver simplemente con localizar el inicio de nuestro
desarrollo sexual en uno u otro punto de nuestro calendario vital. Tiene implicaciones
profundas en el modo en el que freud relacionaba nuestra personalidad con nuestra
vertiente íntima, afectiva y basada en impulsos.

El desarrollo del inconsciente


Una de las ideas esenciales detrás de la teoría del desarrollo psicosexual de Freud es que el
modo en el que gestiona la satisfacción de la libido durante la infancia deja unas huellas en
nuestro inconsciente que se harán notar durante la vida adulta.

Así, si los factores externos a un niño hacen que no pueda satisfacer estas tendencias tal y como
se desearía (por ejemplo, a causa de las reprimendas de sus padres), esta angustia se traduce en
una fijación que tiene que ver con ideas relacionadas a una zona erógena en concreto (que no
tiene por qué estar en el área genital).  Para Freud, por tanto, en el desarrollo psicosexual
interviene tanto la biología como la crianza.

Otros seguidores de la corriente psicodinámica terminaron rechazando la visión determinista


de Freud, según la cual la parte inconsciente de nosotros mismos nos manipula
constantemente sin que podamos hacer demasiado al respecto. Sin embargo, esta forma de
pensar hizo que Freud crease la teoría del desarrollo psicosexual, una de mas más recordadas
en la historia de la psicología.

Las etapas del desarrollo y sus fijaciones


A partir de los diferentes modos en los que la etapa de crecimiento de los menores condiciona la
aparición de uno u otro tipo de fijación, Sigmund Freud formuló la teoría que uniría la
sexualidad con el desarrollo del inconsciente freudiano. 

En ella, se propone que en los primeros años de nuestras vidas atravesamos distintas etapas de
desarrollo vinculadas a la sexualidad y a distintas fijaciones, y que lo que ocurra durante ellas
influirá en el modo en el que el inconsciente condicione a la persona una vez haya llegado a la
adultez. Es decir, que cada una de las etapas del desarrollo psicosexual marcarían los tempos
que delimitan qué tipo de acciones son necesarias para expresar la lívido de manera
satisfactoria y cuáles pueden llegar a crear conflictos que queden enquistados en nosotros de
manera inconsciente.

Las fases pulsionales del desarrollo psicosexual


Desde la teoría psicosexual del desarrollo de la personalidad se entiende que la historia pasada
de cada persona determina el modo en el que es modelada la relación de poder entre las
estructuras inconscientes del individuo, por un lado, y las estructuras que luchan por no
expresar estos elementos que pertenecen fuera de la consciencia, por el otro.

Así, la manera de comportarse de una persona dependerá del modo en el que haya afrontado
las diferentes etapas de desarrollo psicosexual y los retos característicos de cada fase. 

Como para el padre del psicoanálisis la libido es asumida como el principal tipo de energía
que mueve a las personas, estos retos y conflictos de cada fase de maduración tendrán una
vinculación más o menos velada con su manera de experimentar la sexualidad (entendida en un
sentido muy amplio en el que participan todo tipo de simbolismos).

Según la teoría freudiana, las etapas de desarrollo psicosexual y sus características son las
siguientes.

1. Etapa oral
La etapa oral ocupa aproximadamente los primeros 18 meses de vida, y en ella aparecen los
primeros intentos por satisfacer las demandas promovidas por la libido. En ella, la boca es la
principal zona en la que se busca el placer. También es la boca una de las principales zonas del
cuerpo a la hora de explorar el entorno y sus elementos, y esto explicaría la propensión de los
más pequeños a intentar "morderlo" todo.

Si se impide tajantemente que los bebés utilicen su boca para satisfacerse, esto podría producir
un bloqueo que haría que ciertos problemas quedasen fijados en el inconsciente (siempre
según Freud).

2. Etapa anal
Esta etapa se produciría desde el fin de la etapa oral y hasta los 3 años de edad. Se trapa de
la fase en la que se empiezan a controlar el esfínter en la defecación. Para Freud, esta actividad
está vinculada al placer y la sexualidad.

Las fijaciones relacionadas con esta fase del desarrollo psicosexual tienen que ver con la
acumulación y con el gasto, vinculadas con el espíritu ahorrador y la disciplina en el primer
caso, y con la desorganización y el derroche de recursos en el segundo. Sin embargo, según el
padre del psicoanálisis, estas dinámicas de gasto y ahorro no se expresarían solamente o
principalmente a través de la gestión del dinero.
3. Etapa fálica
Esta fase pulsional duraría entre los 3 y los 6 años, y su zona erógena asociada es la de los
genitales. De este modo, la principal sensación placentera sería la de orinar, pero también se
originaría en esta fase el inicio de la curiosidad por las diferencias entre hombres y mujeres,
niños y niñas, empezando por las evidentes disimilitudes en la forma de los genitales y
terminando en intereses, modos de ser y de vestir, etc.

Además, Freud relacionó esta fase con la aparición del "complejo de Edipo", en el que los niños
varones sienten atracción hacia la persona que ejerce el rol de madre y sienten celos y miedo
hacia la persona que ejerce el rol de padre. En cuanto a las niñas que pasan por esta etapa del
desarrollo psicosexual Freud "adaptó ligeramente la idea con Complejo de Edipo para que
englobas a estas, a pesar de que el concepto había sido desarrollado para que cobrase sentido
principalmente en los varones. Fue más tarde cuando Carl Jung propuso el complejo de
Electra como contraparte femenina al Edipo.

4. Etapa de latencia
Esta fase empieza hacia los 7 años y se extiende hasta el inicio de la pubertad. La etapa de
latencia se caracteriza por no tener una zona erógena concreta asociada y, en general, por
representar una congelación de las experimentaciones en materia de sexualidad por parte de
los niños, en parte a causa de todos los castigos y amonestaciones recibidas. Es por eso que
Freud describía esta fase como una en la que la sexualidad queda más camuflada que en las
anteriores.

La etapa de latencia ha estado asociada a la aparición del pudor y la vergüenza relacionada con
la sexualidad.

5. Etapa genital
La etapa genital aparece con la pubertad y se prolonga en adelante. Está relacionada con los
cambios físicos que acompañan a la adolescencia. Además, en esta fase del desarrollo
psicosexual el deseo relacionado con lo sexual se vuelve tan intenso que no se puede reprimir
con la misma eficacia que en etapas anteriores.
La zona erógena relacionada con este momento vital vuelve a ser la de los genitales, pero a
diferencia de lo que ocurre en la fase fálica, aquí ya se han desarrollado las competencias
necesarias para expresar la sexualidad a través de vínculos de unión de carácter más abstracto y
simbólico que tienen que ver con el consenso y el apego con otras personas. Es el nacimiento
de la sexualidad adulta, en contraposición a otra ligada solo a las simples gratificaciones
instantáneas y obtenidas mediante actividades estereotípicas.

La teoría freudiana, en contexto


La teoría del desarrollo psicosexual puede llevar a producir cierto alarmismo si se piensa que
una mal gestión de la educación de los menores durante estas fases puede dejarles
con traumas y todo tipo de trastornos si no se entienden bien las ideas de Freud. Sin embargo,
hay que tener en cuenta que esta teoría durante fue formulada y desarrollada en un punto
en el que la psicología acababa de nacer.

Cuando Sigmund Freud desarrolló sus teorías, se basaba en casos concretos de pacientes que
conocía, es decir, que su manera de investigar se fundamentaba en una mezcla de estudios de
casos e interpretación de los contenidos simbólicos del comportamiento de las personas.
Apenas establecía hipótesis que pudieran ser contrastadas con la realidad, y cuando lo hacía, se
limitaba a observar, no a realizar experimentos. La teoría del desarrollo psicosexual no fue una
excepción a esta norma.

Tampoco tiene mucho sentido investigar acerca de la utilidad de la teoría del desarrollo
psicosexual utilizando para ello análisis estadísticos, porque la formulación de estas ideas se
basaba en la interpretación que se hacía acerca de los actos de los pacientes y de su pasado. 

En parte por esto y en parte porque el psicoanálisis freudiano no se ciñe a la epistemología


usada en la ciencia actual, no hay ningún motivo para pensar que esta teoría sirve para explicar
y predecir los problemas vinculados a la sexualidad y la socialización de las personas. Eso
significa que la teoría psicosexual no puede servir para detectar señales de alarma acerca de si
los niños o adolescentes se desarrollan correctamente o no, ni puede servir para asegurar que
los trastornos mentales se deben a esta clase de mecanismos.
Referencias bibliográficas:

 Bullock, A., Trombley, S. (1999) The New Fontana Dictionary of Modern Thought. Londres:

Harper Collins.
 Grunbaum, A. (1985). The foundations of Psychoanalysis: a philosophical critique.

Berkeley: University of California Press.


 Quidonoz, J.M. (2005). Reading Freud. A Chronological Exploration of Freud's Writings.

Nueva York: Routledge.


 Mannoni, O. (2015). Freud: The Theory of the Unconscious. Londres: Verso.

 Scott, J. (2005). Electra after Freud: Myth and Culture. Ithaca: Cornell University Press.

 Sigmund, F. (2012). Tres ensayos sobre teoría sexual. Buenos Aires: Alianza Editorial.

La Teoría de la Personalidad de Eysenck: el modelo PEN

Una de las teorías más sólidas que explican por qué cada individuo tiene su propia

personalidad.

Uno de los teóricos más importantes del estudio de la personalidad es Hans Eysenck. Un


psicólogo nacido en Alemania, pero que a los 18 años se instaló en el Reino Unido donde creció
profesionalmente. Llevó a cabo muchas investigaciones, aunque se hizo famoso por su teoría
de la personalidad.

Su enfoque se enmarca dentro de la teoría de los rasgos, que asume que la conducta está
determinada por unos atributos relativamente estables que son las unidades fundamentales de
la propia personalidad, porque predisponen a una persona actuar de una manera determinada.
Esto significa que los rasgos deben ser coherentes a través de situaciones y con el tiempo, pero
pueden variar entre los individuos.

Eysenck y las diferencias individuales


Para Eysenck, los individuos difieren en sus rasgos debido a diferencias genéticas, aunque no
descartó las influencias ambientales y situacionales en la personalidad, como las interacciones
familiares en la infancia. Por lo que se basa en un enfoque biopsicosocial en el que estos
factores genéticos y ambientales determinan la conducta.

Lo que propone el autor es que cada persona nace con una estructura específica a nivel
cerebral, que causa discrepancias en la actividad psicofisiológica y, por tanto, provoca que el
individuo desarrolle diferencias en el mecanismo psicológico, determinando un tipo específico
de personalidad.

La personalidad según Hans Eysenck


Hans Eysenck desarrolló una teoría basada en los resultados del análisis factorial de las
respuestas de unos cuestionarios de personalidad. El análisis factorial es una técnica que
reduce el comportamiento a una serie de factores que pueden agruparse juntos bajo un
encabezado llamado dimensión, ya que comparten unos atributos comunes.

Como conclusión, identificó tres dimensiones independientes de la personalidad que explicaré


más adelante: Neuroticismo (N), Extraversión (E) y Psicoticismo (P), lo que recibe el nombre
de modelo PEN.

Este modelo pretende ser explicativo y causal, pues determina las bases biológicas de estas
dimensiones y las confirma experimentalmente.

Los estudios de Eysenck


Durante la década de los 40, Eysenck trabajaba en el Hospital Psiquiátrico de Maudsley
(Londres, Reino Unido). Su trabajo era realizar la evaluación inicial de cada paciente antes de
que su trastorno fuese diagnosticado por un psiquiatra. En este puesto de trabajo recopiló una
batería de preguntas sobre el comportamiento, que más tarde aplicó a 700 soldados que
estaban siendo tratados en el mismo hospital por sus trastornos neuróticos.

Tras pasar los cuestionarios, se dio cuenta de que parecía haber un vínculo de unión entre
las respuestas de los soldados, sugiriendo que había rasgos de personalidad que estaban
siendo revelados.
La estructura de la personalidad según Eysenck
Tras los resultados de sus investigaciones, Eysenck propone un modelo jerárquico de la
personalidad en el que el comportamiento se puede ordenar cuatro niveles distintos. Este es el
orden desde el nivel más bajo al más alto:

 Primer nivel: En este nivel se encuentran las respuestas que pueden observarse una vez,

y que pueden ser o no características de la persona (por ejemplo, vivencias de la vida


cotidiana).
 Segundo nivel: Son las respuestas habituales, que suelen suceder frecuentemente bajo

contextos similares (por ejemplo, si se contesta a un test por segunda vez, se darán
respuestas similares).
 Tercer nivel: Son los actos habituales que se ordenan por rasgos (sociabilidad,

impulsividad, vivacidad, etc.).


 Cuarto nivel: Este nivel es el más extenso en el sentido de generalidad, y se encuentran

los superfactores que he mencionado antes: Neuroticismo, Extraversión y Psicoticismo.

Las personas pueden puntuar alto o bajo en estos superfactores. Una puntuación baja en
Neuroticismo hace referencia a una estabilidad emocional alta. Las puntuaciones bajas en
Extraversión hacen referencia a Introversión.

Los tres tipos o superfactores son suficientes para describir la personalidad de manera
adecuada, pues a partir de estos se pueden hacer predicciones tanto a nivel fisiológico (por
ejemplo, nivel de activación cortical), psicológico (por ejemplo, nivel de rendimiento) y social
(por ejemplo, conductas delictivas).

Las dimensiones del Modelo de Eysenck

Neuroticismo (estabilidad-inestabilidad emocional)

Las personas con inestabilidad emocional muestran ansiedad, histeria y obsesión. Con


frecuencia tienden a reaccionar de forma emocionalmente exagerada y tienen dificultad para
volver a un estado normal después de la activación emocional. En el otro extremo la persona es
ecuánime, calmada y con un alto grado de control emocional.
Extraversión (extraversión-introversión)

Los extravertidos se caracterizan por la sociabilidad, impulsividad, desinhibición, vitalidad,


optimismo y agudeza de ingenio; mientras que los introvertidos son tranquilos, pasivos, poco
sociables, atentos, reservados, reflexivos, pesimistas y tranquilos. Eysenck piensa que la
principal diferencia entre los extravertidos y los introvertidos se encuentra en el nivel de
excitación cortical.

Psicoticismo

Las personas con puntuaciones altas en psicoticismo se caracterizan por ser insensibles,
inhumanas, antisociales, violentas, agresivas y extravagantes. Estas puntuaciones altas se
relacionan con distintos trastornos mentales, como la propensión a la psicosis. En contraste con
las otras dos dimensiones, el psicoticismo no cuenta con un extremo inverso, sino que es un
componente presente en distintos niveles en las persona.

Bases biológicas del modelo PEN: aspectos causales


Teniendo en cuenta este el modelo descriptivo de la personalidad, el modelo PEN también
aporta una explicación causal. Para ello se centra en los mecanismos biológicos, hormonales y
psicofisiológicos responsables de las tres dimensiones, para así poder probar esta teoría de
forma experimental.

Teoría de la Activación Cortical y su relación con la extraversión


La teoría de la activación cortical aparece posteriormente a otra propuesta del propio Eysenck,
el modelo de la Excitación-Inhibición, puesto que esta última no permitía hacer predicciones
empíricamente contrastables.

Modelo de excitación-inhibición

El modelo de la excitación-inhibición propone que las personas extravertidas tienen


potenciales de excitación débiles e inhibición reactiva fuerte. En cambio, las personas
introvertidas poseen potenciales excitatorios fuertes e inhibición reactiva débil.
Teoría de la Activación Cortical

La activación cortical de Eysenck propone una explicación biológica de la extraversión teniendo


en cuenta el sistema de activación reticular ascendente (SARA). La actividad del SARA estimula
la corteza cerebral, que, a su vez, aumenta el nivel de activación cortical.

El nivel de arousal cortical se puede medir a través de la conductancia de la piel, las ondas
cerebrales o el sudor. Teniendo en cuenta los distintos niveles de actividad del SARA, los
introvertidos tienen niveles más elevados de actividad que los extravertidos. Algunas
investigaciones han demostrado que los extravertidos buscan fuentes de estimulación externa
que les provocan un mayor nivel de estimulación.

Neuroticismo y activación del sistema límbico


Eysenck también explica el neuroticismo en términos de los umbrales de activación del
sistema nervioso simpático o el cerebro visceral. El cerebro visceral también se conoce como el
sistema límbico, que consiste en el hipocampo, la amígdala, el septo, y el hipotálamo, y regula
los estados emocionales tales como el sexo, el miedo y la agresión. Es responsable de la
respuesta de lucha o huida en la cara del peligro.

Para medir los niveles de activación del cerebro visceral se puede utilizar la frecuencia cardíaca,
la presión arterial, la conductancia de la piel, sudoración, la frecuencia respiratoria y la tensión
muscular (especialmente en la frente). Las personas neuróticas tienen umbrales bajos de
activación del cerebro visceral y son incapaces de inhibir o controlar sus reacciones
emocionales. Por tanto, experimentan efectos negativos en situaciones estresantes, están
molestos incluso en situaciones con una tensión menor y se disgustan con mucha facilidad.

Psicoticismo y hormonas gonadales


Eysenck también aporta explicación biológica de psicoticismo, concretamente de las hormonas
gonadales como la testosterona y las enzimas como la monoamino oxidasa (MAO). A pesar de
no haber gran cantidad de investigaciones sobre el psicoticismo en comparación con la
extraversión y el neuroticismo, algunos estudios actuales muestran que las personas con
episodios psicóticos presentan niveles altos de testosterona y niveles bajos de la MAO.
Además, en estos estudios, la impulsividad y la agresividad, dos rasgos característicos de los
individuos que puntúan alto en psicoticismo, correlacionaron negativamente con la MAO, pues
esta enzima desempeña un papel fundamental en la degradación de las monoaminas
noradrenalina, dopamina y serotonina. En dichos estudios, también se demostró que los
niveles bajos de la MAO es una característica que presentan los pacientes psicóticos.

Cuestionarios de personalidad de Eysenck


A raíz de la teoría de la personalidad de Eysenck, han surgido varios cuestionarios que son el
resultado de más de cuarenta años de desarrollo y gran cantidad de estudios psicométricos y
experimentales llevados a cabo en muchos países.

 Maudsley Medical Questionnaire (MMQ): Contiene 40 ítems y evalúa el Neuroticismo.

 Maudsley Personality Inventory (MPI): Contiene 48 ítems y evalúa la Extraversión y el

Neuroticismo.
 Eysenck Personality Inventory (EPI): Contiene 57 ítems y evalúa Neuroticismo y

Extraversión
 Eysenck Personality Questionnaire (EPQ): Contiene 90 ítems y evalúa los tres

superfactores: Extraversión, Neuroticismo y Psicoticismo.


 Revised Eysenck Personality Questionnaire (EPQ-R): Contiene 100 ítems y evalúa los tres

superfactores.

La teoría de la personalidad de Iván Pávlov

Esta forma de concebir la personalidad y el temperamento se basa en el estudio del

sistema nervioso.
El fisiólogo ruso Ivan Petrovich Pavlov (1849-1936) es conocido sobre todo por ser el
iniciador del paradigma del condicionamiento clásico, también llamado “pavloviano”. No
obstante, Pavlov y sus seguidores realizaron otras aportaciones significativas a la psicología,
como su tipología de personalidad basada en el estudio del sistema nervioso.

En este artículo describiremos los 4 tipos de personalidad que existen según la teoría de


Pavlov, así como los conceptos principales de este modelo, los más importantes de los cuales
se relacionan con los procesos nerviosos básicos (la excitación y la inhibición) y con sus
propiedades, que determinan las diferencias conductuales entre los seres humanos.
La teoría de la personalidad de Pavlov
Pavlov desarrolló su teoría sobre la personalidad a través de los experimentos que llevó a cabo
en su laboratorio. De forma específica, este autor investigó el aprendizaje de respuestas
reflejas por condicionamiento utilizando perros como sujetos experimentales; en relación a
estos animales, son particularmente conocidos los estudios de Pavlov sobre la salivación.

A diferencia de otros modelos de personalidad vigentes en la época, entre los que destaca la
teoría psicoanalítica de Sigmund Freud, el de Pavlov no se centra sólo en la descripción de las
diferencias psicológicas entre individuos, sino que procura explicarlas mediante el estudio de la
actividad del sistema nervioso, que da lugar al temperamento, la base de la personalidad.

Es por esto que la propuesta de Pavlov sobre la personalidad se enmarca en las teorías
biológicas, que utiliza constructos relacionados con la biología para explicar las diferencias
individuales. Las tipologías somáticas de Kretschmer y Sheldon, la frenología de Gall o
modelos más actuales como los de Eysenck, Gray o Zuckerman forman parte de la misma
categoría.

Los procesos nerviosos y sus propiedades


La tipología de personalidad de Pavlov se deriva de sus hipótesis sobre las propiedades básicas
del sistema nervioso. En este sentido es importante considerar dos procesos fisiológicos, la
excitación y la inhibición, así como sus tres principales propiedades: la fuerza, el equilibrio y la
movilidad.

Los procesos nerviosos excitatorios y los inhibitorios se dan de forma independiente, aunque
interactúan dando lugar a distintos estados de actividad cortical en función del grado de
predominio de cada uno de ellos. La definición de estos conceptos es similar a la que
manejamos en la actualidad al hablar de los sistemas nerviosos simpático y parasimpático.

Pavlov afirmó que las diferencias interindividuales en la conducta se explican por las


propiedades de los procesos excitatorios e inhibitorios de cada persona (o animal). Habló de
“fuerza” para referirse a la capacidad general de trabajo de las neuronas, del “equilibrio” entre
la excitación y la inhibición y de la “movilidad” o velocidad de estos procesos.
La fuerza, el equilibrio y la movilidad serían las propiedades más relevantes, pero Pavlov
también describió la irradiación, o difusión del proceso a otras áreas del sistema nervioso, y la
concentración de éste en una región determinada. Posteriormente su discípulo Vladimir
Nebylitsyn añadió una cuarta propiedad: el dinamismo o velocidad de formación de reflejos.

Los 4 tipos de sistema nervioso


Según Pavlov las características de los procesos nerviosos fundamentales en una persona
concreta determinan el tipo de actividad de su sistema nervioso, y por tanto su
temperamento. Estos rasgos biológicos constituirían la base de la personalidad; al
interactuar con factores ambientales producirían diferencias en la conducta entre individuos.

Los criterios que Pavlov utilizó para realizar su clasificación fueron bastante arbitrarios. En
primer lugar dividió a los perros en dos grupos en función de si su sistema nervioso era fuerte o
débil. Después separó a los fuertes en función de si eran equilibrados o no; por último, creó las
categorías “fuerte-equilibrado-lento” y “fuerte-equilibrado-impulsivo”.

1. Fuerte y no equilibrado
Este tipo de temperamento se caracteriza por la falta de equilibrio entre los procesos de
excitación y de inhibición; existe, por tanto, una tendencia a la aparición de estados
fisiológicos en que predomine uno de los dos de forma muy marcada.

Podemos relacionar la personalidad fuerte y no equilibrada (o impetuosa) con el temperamento


colérico de la tipología de los humores de Galeno, médico griego que vivió en el siglo II d.C. y en
el que Pavlov se inspiró. En el modelo PEN de Eysenck sería equiparable con niveles altos de
extraversión y bajos de estabilidad emocional.

2. Fuerte, equilibrado y lento


En este caso las neuronas tienen una buena capacidad de trabajo y el balance entre excitación e
inhibición es adecuado, pero la velocidad de iniciación y terminación de estos procesos es baja.
El tipo fuerte-equilibrado-lento se corresponde con la introversión y la estabilidad
emocional en el modelo de Eysenck, y con el tipo flemático de Galeno.
3. Fuerte, equilibrado e impulsivo
A diferencia del tipo anterior, en el tipo fuerte-equilibrado-impulsivo la velocidad de los
procesos de excitación y de inhibición es elevada. Siguiendo la clasificación de Galeno
hablaríamos del temperamento sanguíneo, y en la de Eysenck estas personas tendrían un
grado elevado de extraversión y de estabilidad emocional.

4. Débil
El cuarto tipo es equivalente al temperamento flemático de Galeno y presentaría introversión e
inestabilidad emocional en el modelo de Eysenck. Pavlov lo define simplemente como una baja
capacidad de trabajo de las células del sistema nervioso.

Diferencias entre personalidad, temperamento y carácter

Estos conceptos sirven para expresar formas de pensar y de sentir, conviene no

confundirlos.
En el lenguaje cotidiano frecuentemente se utilizan los términos “personalidad”,
“temperamento” y “carácter” de forma intercambiable; sin embargo, desde la Psicología se han
establecido límites claros entre estos tres conceptos, que dan cuenta de aspectos diferenciados
de la experiencia humana.

En este artículo definiremos qué son la personalidad, el temperamento y el carácter. Para


ello haremos un breve repaso de la etimología de los términos y del uso que se les ha dado a lo
largo de la historia, así como del punto de vista de la psicología científica con respecto a sus
diferencias y similitudes.

¿Qué es el temperamento?
Al hablar de temperamento estamos haciendo referencia a la dimensión biológica e instintiva
de la personalidad, que se manifiesta antes que el resto de factores. Durante la vida de
cualquier persona las influencias ambientales que recibe interactúan con su base
temperamental, dando lugar a los rasgos que la caracterizarán y la diferenciarán del resto.
El temperamento está determinado por la herencia genética, que influye de forma muy notable
en el funcionamiento de los sistemas nervioso y endocrino, es decir, en la influencia relativa
de distintos neurotransmisores y hormonas. Otros aspectos innatos, como el nivel de alerta
cerebral, también son importantes para el desarrollo de la personalidad.

Estas diferencias individuales generan variaciones en distintos rasgos y predisposiciones; por


ejemplo, la hiperreactividad del sistema nervioso simpático favorece la aparición de
sensaciones de ansiedad, mientras que las personas extrovertidas se caracterizan por niveles
crónicamente bajos de activación cortical, según el modelo PEN descrito por Hans Eysenck.

Evolución histórica del concepto


En la Antigua Grecia el célebre médico Hipócrates afirmó que la personalidad y la enfermedad
humanas dependían del equilibrio o desequilibrio entre cuatro humores corporales: la bilis
amarilla, la bilis negra, la flema y la sangre.

En el siglo II d.C., unos 500 años más tarde, Galeno de Pérgamo creó una tipología
temperamental que clasificaba a las personas en función del humor predominante. En el tipo
colérico predominaba la bilis amarilla, en el melancólico la negra, en el flemático la flema y en el
sanguíneo la sangre.

Mucho más adelante, ya en el siglo XX, autores como Eysenck y Pavlov desarrollaron


teorías de personalidad basadas en la biología. Como los modelos de Hipócrates y Galeno,
ambos usaron la estabilidad (Neuroticismo-Estabilidad emocional) y la actividad (Extraversión-
Introversión) del sistema nervioso central como criterios diferenciadores básicos.

Definiendo el carácter
El carácter es el componente aprendido de la personalidad. Aparece como consecuencia de
las experiencias que vivimos, que influyen en nuestra forma de ser modulando las
predisposiciones y tendencias biológicas, es decir, temperamentales.

Si bien no existe un grado de acuerdo tan elevado en torno a la definición del carácter como en
el caso del temperamento, la mayoría de propuestas destacan el hecho de que se deriva de la
interacción social. Esto significa que depende del contexto en el que nos desarrollamos, y por
tanto tiene un origen cultural.
A principios del siglo XX el estudio del carácter, o caracterología, fue una tendencia
predominante que acabaría siendo sustituida por la Psicología de la Personalidad; en el fondo,
estas perspectivas no se diferenciaban demasiado de los modelos actuales. Entre los autores
que trabajaron con el concepto de carácter destacan Ernst Kretschmer y William Stern.

Personalidad: la suma de biología y ambiente


En psicología, el término “personalidad” se define como una organización de emociones,
cogniciones y conductas que determinan los patrones de comportamiento de una persona. En
la formación de la personalidad intervienen tanto la base biológica (temperamento) como las
influencias ambientales (carácter).

Por tanto, el aspecto más destacable de la personalidad en comparación con los conceptos de
temperamento y carácter es que los engloba a ambos. Dadas las dificultades para delimitar qué
parte de la forma de ser viene dada por la herencia y cuál por el ambiente, este término resulta
más útil que los anteriores a nivel teórico y práctico.

Desde la psicología se han ofrecido un gran número de concepciones de la personalidad. Una de


las más influyentes es la de Gordon Allport, que destaca también las manifestaciones mentales
y conductuales y el componente de organización, si bien añade un factor de dinamismo
(interacción continua con el entorno) y de especificidad individual.

Cada teoría psicológica sobre la personalidad destaca aspectos diferentes de la experiencia


humana. Además de la teoría individualista de Allport, entre las más importantes encontramos
la de Eysenck, que se centra en las dimensiones biológicas, y las de los humanistas Rogers y
Maslow.

Es importante también hacer mención a los modelos situacionistas, que acercan el concepto


de personalidad al de conducta. Desde estas perspectivas se propone que el comportamiento
humano no depende tanto de constructos mentales como de las influencias ambientales en una
situación concreta, o bien que la personalidad es un repertorio conductual.

Historia de la palabra “personalidad”


En la Antigua Grecia la palabra “persona” se empleaba para hacer referencia a las máscaras que
llevaban los actores de teatro. Más adelante, en Roma, pasaría a usarse como sinónimo de
“ciudadano”, designando principalmente los roles sociales de los individuos privilegiados e
influyentes.

Con el tiempo, el término “persona” empezó a hacer referencia al individuo como ser
diferenciado de su entorno. “Personalidad”, que se derivó de esta palabra, se utiliza desde la
Edad Media para describir una serie de características que determinan las tendencias
comportamentales de una persona.

Referencias biblliográficas:

 Church, A.T. (2000). Culture and personality: Toward an integrated cultural trait

psychology. Journal of Personality, 68(4), 651–703.


 Corr, Philip J.; Matthews, Gerald. (2009). The Cambridge handbook of personality

psychology (1. publ. ed.). Cambridge: Cambridge University Press.


 Harris, Judith Rich (1995). Where is the child's environment? A group socialization theory

of development. Psychological Review. 102 (3).

Los 5 grandes rasgos de personalidad: sociabilidad,


responsabilidad, apertura, amabilidad y neuroticismo

Ahondamos en la Teoría de los Cinco Grandes Factores de la Personalidad.


¿Por qué cada individuo se comporta de una forma distinta ante distintas situaciones y
contextos? ¿Cómo podemos explicar que hermanos criados en el mismo ambiente sean tan
opuestos entre sí? En los últimos siglos, este tipo de preguntas sobre la personalidad del ser
humano han ido encontrando ciertas respuestas gracias a las investigaciones en el ámbito de la
psicología de las diferencias individuales.

En el estudio de la psicología de la personalidad, el conocido como Modelo de los cinco


grandes (en inglés, "Big Five") es un patrón en el estudio de la personalidad que examina la
estructura de ésta a partir de cinco elementos amplios o rasgos de personalidad (dimensiones
de la personalidad). Se trata de uno de los cuerpos teóricos más usados para definir y medir
cómo es la personalidad de cada individuo.

Rasgos de Personalidad: los cinco grandes


Estos elementos constitutivos fueron reportados durante un estudio sobre las descripciones
que hacían unos individuos sobre la personalidad de otros (Goldberg, 1993), y es uno de los
modelos sobre los rasgos de personalidad humanos más reconocidos.

Los cinco grandes rasgos de personalidad, también llamados factores principales, suelen


recibir los siguientes nombres: factor O (apertura a las nuevas experiencias), factor
C (responsabilidad), factor E (extroversión), factor A (amabilidad) y factor N (neuroticismo o
inestabilidad emocional), formando así el acrónimo “OCEAN”.

Cada uno de los rasgos está constituido por un conjunto de rasgos de personalidad más
específicos. Por ejemplo, el factor E (extroversión) incluye cualidades concretas como la
búsqueda de emociones, la sociabilidad o el optimismo.

El modelo de los cinco grandes que desarrolló Raymond Cattell (en la fotografía), pretende


describir la personalidad, y los profesionales de la psicología han ido aportando nuevas
evidencias y enfoques a través de los años diferentes metodologías para analizar estos rasgos
de personalidad de cada individuo.

Los 5 factores de la personalidad


Existe un cierto acuerdo entre los expertos en personalidad en afirmar que la personalidad
puede categorizarse en estos 5 grandes rasgos que fueron descritos en la teoría del Big Five
personality traits.
La definición de cada uno de ellos es la siguiente:

(Factor O): Apertura a la Experiencia


Muestra en qué grado un sujeto tiende a buscar nuevas experiencias personales y concibe de
una manera creativa su futuro. La persona abierta a la experiencia tiene una relación fluida
con su imaginación, aprecia el arte y la estética, y es consecuente con sus emociones y la de los
que le rodean. Prefieren romper con la rutina y suelen poseer conocimientos sobre amplios
temas debido a su curiosidad intelectual. Su opuesto es la Cerrazón a la Experiencia (o al
Cambio).

Los individuos que puntúan bajo tienen intereses más convencionales. Disfrutan de lo sencillo
más que de lo complejo, ambivalente y sutil. Suelen observar las ciencias o el arte como
disciplinas poco prácticas. Prefieren la familiaridad a lo novedoso; son moderados y apegados a
la tradición.

(Factor C): Responsabilidad


Este rasgo de personalidad se refiere a cuán centrado está el sujeto en sus objetivos, además
de cuán disciplinado se muestra para la consecución de dichos fines.

Podríamos decir que la persona con alta puntuación en el factor C es un individuo organizado, con
capacidad de concentración, que termina sus tareas y que piensa antes de tomar una decisión, sin
perder la perspectiva a medio y largo plazo. En definitiva, la responsabilidad se plasma en, por una
parte, pensar y planear las cosas de un modo estructurado y detallado, y por otra parte, pasar de las
ideas a la práctica.

(Factor E): Extraversión


Define el grado en que el sujeto se muestra abierto con los demás y canaliza su energía en
contextos sociales. Dicho de otro modo, el factor E examina cuánto le agrada a un sujeto estar
rodeado de otras personas, cuánto le gusta expresarse ante los demás, etc. Su opuesto es
la Introversión, que se caracteriza en personas reservadas, que a menudo son tachados de
antipáticos. Suelen ser ciertamente independientes, prefieren la rutina y el ambiente familiar.

Prefieren estar solos y no les agrada formar parte de bullicios de gente, lo cual no quiere decir que
sean menos felices. Frecuentemente se muestran tan animados como el que más en círculos
estrechos de amistad. Son más reflexivos que los extrovertidos, y tienden menos a la acción.
(Factor A): Amabilidad
Es el grado en que la persona se muestra respetuosa, tolerante y tranquila. La persona
amable es aquella que confía en la honestidad de los otros individuos, tiene vocación para ayudar y
asistir a quien lo necesite, se muestra humilde y sencillo, y es empático hacia las emociones y
sentimientos ajenos.

Este rasgo de personalidad se plasma en el tipo de conductas prosociales que la persona aplica al
relacionarse con las demás. Si su comportamiento está poco enfocado a hacer sentir cómodos y/o
bienvenidos al resto de personas, el grado de amabilidad será bajo; pero si se invierten esfuerzos en
tener en cuenta los intereses, gustos y puntos de vista de los demás, es alto.

Podríamos decir que la persona con alta puntuación en el factor C es un individuo organizado, con
capacidad de concentración, que termina sus tareas y que piensa antes de tomar una decisión, sin
perder la perspectiva a medio y largo plazo. En definitiva, la responsabilidad se plasma en, por una
parte, pensar y planear las cosas de un modo estructurado y detallado, y por otra parte, pasar de las
ideas a la práctica.
(Factor E): Extraversión
Define el grado en que el sujeto se muestra abierto con los demás y canaliza su energía en
contextos sociales. Dicho de otro modo, el factor E examina cuánto le agrada a un sujeto estar
rodeado de otras personas, cuánto le gusta expresarse ante los demás, etc. Su opuesto es
la Introversión, que se caracteriza en personas reservadas, que a menudo son tachados de
antipáticos. Suelen ser ciertamente independientes, prefieren la rutina y el ambiente familiar.

Prefieren estar solos y no les agrada formar parte de bullicios de gente, lo cual no quiere decir que
sean menos felices. Frecuentemente se muestran tan animados como el que más en círculos
estrechos de amistad. Son más reflexivos que los extrovertidos, y tienden menos a la acción.
La Teoría de la Personalidad que propuso Carl Rogers

¿En qué consiste la teoría de la personalidad que desarrolló el psicólogo humanista

Rogers?
La psicología humanista es una de las corrientes de pensamiento más importantes de la
psicología. Desde ella, gente como Abraham Maslow (con su popular Pirámide de Maslow)
o Rollo May defendieron una visión positiva del ser humano, según la cual todos somos capaces
de convertirnos en el tipo de personas que deseemos.

La teoría de la personalidad de Carl Rogers es un ejemplo de este optimismo vital llevado a la


psicología y la filosofía. Veamos en qué consiste esta teoría.

La persona, según el humanismo


Ciertas corrientes de la psicología han estado asociadas a una visión pesimista del ser humano.
Por ejemplo, el psicoanálisis de Sigmund Freud presenta una explicación de la psique en la que
los deseos inconscientes y su choque con las normas sociales gobiernan nuestro
comportamiento, y el conductismo norteamericano ha sido acusado de presentar a las
personas como máquinas que reaccionan ante estímulos externos.

Sin embargo, los psicólogos humanistas como Carl Rogers propusieron algunas ideas sobre los
procesos mentales en los que se enfatiza la libertad de los individuos a la hora de tomar el
rumbo de sus vidas. Según ellos, ni los factores biológicos ni los ambientales son
determinantes en nuestro comportamiento, y no nos "arrastran" irremediablemente hacia
ciertos tipos de comportamiento. En resumidas cuentas, no eran deterministas.

En concreto, Carl Rogers creía que la personalidad de cada persona se desarrollaba según el


modo en el que consigue ir acercándose a (o alejándose de) sus objetivos vitales, sus metas.

Esta idea de que el desarrollo personal y el modo en el que el individuo lucha por llegar a ser
como se quiere ser es una idea central de la psicología humanista, pero para Carl Rogers tiene
especial importancia, porque para él es a través del desarrollo personal como se forma el
carácter y el modo de ser.

Carl Rogers y la teoría de la personalidad altamente


funcional
Carl Rogers propone la idea de que la personalidad de cada individuo puede analizarse según el
modo en el que se acerca o se aleja a un modo de ser y vivir la vida al que él pone la etiqueta
de persona altamente funcional.
Las personas altamente funcionales se caracterizan por estar en un proceso constante de auto-
actualización, es decir, búsqueda de un ajuste casi perfecto con los objetivos y las metas vitales.
Este proceso de desarrollo personal se encuentra en el presente, por lo que siempre está en
funcionamiento. De este modo, la personalidad de las personas altamente funcionales es, para
Carl Rogers, un marco en el que fluye en tiempo real un modo de vivir la vida que se adapta
a las circunstancias constantemente.

¿Cómo es la persona altamente funcional?


Según Carl Rogers, los rasgos de la personalidad que definían a las personas altamente
funcionales están definidos según las siguientes cinco características.

1. Apertura a la experiencia

La personalidad de la personas altamente funcional es, según Carl Rogers, muy abierta a la
experiencia, en un sentido amplio. No adopta una actitud defensiva por defecto ante lo
desconocido, sino que prefiere explorar nuevas posibilidades. Es por eso que este tipo de
personalidad se define por la aceptación de las emociones asociadas a lo que se está
viviendo, la no evitación de las "emociones negativas" y la adopción de actitudes receptivas
ante situaciones que no son claramente peligrosas.

2. Estilo de vida existencial

Esta característica tiene que ver con la tendencia a asumir que es uno mismo quien ha de
otorgar sentido a las experiencias que se viven en cada momento, a través de un proceso de
creación de significado. De este modo, se deja que el modo de vivir el día a día sea espontáneo,
creativo, sin intentar que todo lo que se percibe encaje a la fuerza en esquemas preconcebidos.
El estilo de vida asociado a este tipo de personalidad, para Carl Rogers, se caracteriza por evitar
la tendencia a prejuzgar.

No se analiza el presente como algo que debe ser explicado totalmente por las vivencias del
pasado, sino que se vive plenamente.
3. Confianza en uno mismo

Para Carl Rogers, el hecho de abrazar una manera libre de vivir la vida conlleva fiarse del propio
criterio y la propia manera de tomar decisiones por encima de cualquier otro referente. La idea
es que, como nadie conoce mejor que uno mismo la propia manera de vivir la vida, no se tiende
a apoyarse en códigos de comportamiento impuestos desde instancias externas.

4. Creatividad

El hecho de que las personas altamente funcionales de Carl Rogers sean enemigas de los
dogmas y las convenciones hace que miren más allá de lo considerado como "normal". Esto
proporciona las bases necesarias para que puedan desarrollar su creatividad.

5. Libertad de elección

El modo de ser creativo e innovador de la personalidad altamente funcional teorizada por Carl
Rogers hace que estas personas sean capaces de encontrar nuevas opciones de
comportamiento allí donde aparentemente solo hay unas pocas. Esto define el carácter
inconformista de este tipo de personalidad, que es capaz de resolver paradojas en las que hay
una aparente contradicción entre las opciones que a priori parecen disponibles.

6. Carácter constructivo

Este tipo de personalidad muestra una gran facilidad para dar respuesta a todas las
necesidades de manera equilibrada, de manera que las crisis son aprovechadas como
oportunidades para construir nuevas oportunidades y encontrar maneras de alcanzar niveles de
bienestar.

7. Desarrollo personal

El desarrollo personal es el motor vital de las personas altamente funcionales. Se vive como
un proceso de cambio constante, en el que nunca se alcanza una meta final definitiva sino que
se va pasando de una etapa a otra.
Críticas y observaciones a la teoría de Rogers
Las características y definiciones que Carl Rogers utiliza para definir a las personas altamente
funcionales son muy abstractas y altamente ambiguas, ya que ceñirse a conceptos muy rígidos
iría en contra de su idea de que una personalidad basada en la auto-actualización y el desarrollo
personal fluye constantemente y escapa a las convenciones.

Sin embargo, esto también le ha ganado muchas críticas: a fin de cuentas, prácticamente todo
el mundo puede sentirse identificado con los rasgos que se atribuyen a las personas
altamente funcionales, siguiendo la lógica del efecto Forer.

Solo cada persona es capaz de juzgar hasta qué punto es útil o inspirador tener estas
características como referencia.

Procrastinación o el síndrome del “ya lo haré mañana”:


qué es y cómo prevenirlo

Hay personas que todo lo dejan para mañana. Pero ¿qué consecuencias conlleva esta

actitud?
Existe un fenómeno común que, a pesar de ser fácilmente reconocible, es difícil de explicar. Se
trata de la procrastinación, una curiosa palabra que sin embargo sólo se refiere al hábito de
postergar sin justificación válida actividades u obligaciones que tienen que ser atendidas.

Una de las características de este tipo de aplazamientos, además, es el hecho de que tenemos
intención de realizar la tarea tarde o temprano, ya que de algún modo sabemos que su
realización es algo por lo que tenemos que pasar.

¿Qué es la Procrastinación?
Sin embargo, no se trata simplemente de la típica conducta que podamos asociar a una persona
pícara o hedonista. En una encuesta pasada a 1347 adultos de diversas nacionalidades, un
cuarto de estos manifiestan una tendencia fuertemente fijada a aplazar tareas,
independientemente de su sexo o cultura.

Otro estudio señala que cada empleado pasa alrededor de una hora y veinte minutos diarios
aplazando su tarea principal, con el consiguiente coste de oportunidad para la organización.
Además, alrededor de un 32% de los estudiantes universitarios podrían tener graves problemas
con la procrastincación, según el estudio de Patterns of Academic Procrastination. Por otro
lado, el psicólogo Piers Steel sostiene en su publicación The Procrastination Equation que, allí
donde está presente, esta tendencia va en contra del propio bienestar en un sentido amplio:
contribuye a tener una peor salud y unos salarios más bajos.

Además, puede conducir a actitudes compulsivas o muy intensas que sirven para evadir la
responsabilidad principal: comer mucho, jugar a videojuegos, etc.

Un problema sin una solución sencilla


Sin embargo, siendo que la procrastinación puede llegar a ser tan problemática… ¿por qué
seguimos permitiendo que ocurra? En realidad, es difícil justificar el aplazamiento de una
tarea necesaria, siempre que la reconozcamos como tal. Experimentamos la extraña noción de
haber entrado en el ciclo constante del “mejor mañana”, justificando esta decisión una vez ya
ha sido tomada por una instancia superior a nuestra consciencia.
De esta forma, se racionaliza un mecanismo profundamente irracional y automático forrándolo
con un recubrimiento de palabras y justificaciones a la carta. ¿Cuál es la clave que dispara este
mecanismo automático de eternos retrasos? El propio Piers Steel podría haberla encontrado.

Según indican sus investigaciones, hay una clara relación entre la tendencia a retrasar tareas y
la impulsividad. En estos estudios, la presencia o no de la capacidad de autorregulación, es
decir, la habilidad para controlarse a uno mismo en favor de recompensas futuras, explicaba el
70% de los casos de procrastinación.

Se evidenciaba una relación directa entre niveles de impulsividad y tendencia a aplazar tareas.
En investigaciones más recientes, Steel ha encontrado fundamentos que favorecen la hipótesis
de que entre la impulsividad y esta molesta tendencia existe la misma base genética. Si
impulsividad comporta dificultades para evitar conductas que no convienen, procrastinación
supone dificultades para accionar conductas que convienen: son, prácticamente, parte del
mismo fenómeno; un fallo a la hora de seguir el sistema de conductas que lleva a las metas a
largo plazo.

¿Qué hacer para solucionarlo?


En base a esta explicación sobre la mecánica del aplazamiento de tareas, podemos aplicar los
mismos tipos de procedimientos correctores que utilizamos con los casos de impulsividad. En
este caso, la solución pasa por crear estrategias de trabajo que transformen las metas
difusas, generales y lejanas en el tiempo en pequeños objetivos muy concretos que tienen
que ser cumplidos inmediatamente.

En resumen, hay que trocear las metas poco acotadas y con escasa capacidad para atraernos
frente a otros estímulos distractores, en actividades muy bien determinadas que reclaman
urgentemente nuestra atención y que nos llevan, una a una, desde el aquí y ahora hasta la
consecución del objetivo final.

1. Pequeños compromisos
Por ejemplo, en el caso de tener que redactar un trabajo de 20 páginas, una buena manera de
hacer esto es comprometerse a redactar una página antes de las siete de la tarde. Si vemos que
nos cuesta cumplir estos pequeños compromisos, los haremos aún más pequeños y concretos,
de manera que veamos su resolución como algo perfectamente posible, por ejemplo, podemos
redactar 15 líneas antes de que hayan pasado dos horas. La cuestión es acercar en el tiempo, y a
la vez hacer menos incómoda, la presión que sufriríamos cada vez más conforme pasan los días
en caso de no habernos puesto manos a la obra.

2. Evitar elementos que puedan distraerte


Otra buena táctica que se puede combinar con la primera en autoimponernos dificultades a la
hora de acceder a las distracciones: apagar el televisor que suena de fondo, guardar
el smartphone, etc. Podemos sopesar antes que nada qué elementos son aquellos que nos
pueden alejar del objetivo y hacer algo para evitar que nos tienten demasiado. De una manera
razonable y moderada, esto también es aplicable a las personas que nos rodean.

En suma, tenemos que procurar que la razón tome las riendas sobre nuestras preferencias a
corto plazo trazando una hoja de ruta muy clara. Crear una especie de raíles cognitivos que nos
ayudarán a conseguir aquello que nos propongamos.

6 formas de pensar que pueden limitar tu mente

Existen hábitos psicológicos que reducen nuestra creatividad y claridad de pensamiento.

Si algo caracteriza la mente humana es su capacidad para adaptarse al entorno. Al contrario de


lo que pasa con la mayoría del resto de especies animales, nuestro comportamiento está mucho
más marcado por el modo en el que decidimos aprender a actuar que con las acciones
genéticamente codificadas en nuestro ADN. Esto es: el ser humano se caracteriza por su
creatividad, la libertad con la que elige tomar rutas de pensamiento totalmente originales.

Sin embargo, en nuestro día a día este potencial creativo no siempre está siendo explotado
al máximo. Existen muchos factores psicológicos que lo limitan y que, si somos capaces de
neutralizarlos, dejarán detrás de sí toda esa amplitud de pensamiento y esa flexibilidad mental
que nuestro cerebro entraña y que, en algunos casos, no sabíamos que teníamos.

Es por eso que resulta práctico revisar nuestros hábitos psicológicos e identificar esas maneras
de pensar que limitan nuestra imaginación y reducen su alcance.

 Quizás te interese: "Las rutinas y la mentalidad de la gente creativa"

Hábitos psicológicos que limitan nuestro pensamiento


Lo primero que hay que tener en cuenta a la hora de entender por qué hay algunas maneras de
pensar que limitan las posibles rutas mentales entre las que elegimos es que el cerebro
humano, a pesar de contar con una cantidad increíble de neuronas (más de 80 mil millones de
ellas en un adulto) cuenta con recursos limitados para realizar sus acciones.

Y sí, el pensamiento es también una de esas funciones psicológicas llevadas a cabo por el
cerebro, ya que no existe fuera de nuestro cuerpo. Aquí no estamos hablando de que utilicemos
el 100% de nuestro cerebro (algo que ya hacemos constantemente, a pesar de lo que indique el
mito del 10% de la mente), sino de gestionar bien los recursos biológicos de nuestro sistema
nervioso que ya están siendo usados.

Así pues, hay que elegir los hábitos mentales que mejor nos permitan explotar la cantidad
limitada de recursos de nuestro encéfalo a la hora de orientarlo hacia un pensamiento lo más
amplio, flexible y creativo posible. Y, para hacerlo, en primer lugar hay que identificar esos
patrones de pensamiento que limitan esta flexibilidad. Los principales son los siguientes.

1. Procrastinación
El término procrastinación acostumbra a serle familiar a muy pocas personas, pero casi todo el
mundo conoce su otro nombre: el síndrome del “ya lo haré mañana”. Es una manera de pensar
que lleva a buscar constantemente excusas para aplazar los retos. Sin embargo, lo llamativo
de la procrastinación es que no aparece solo cuando tenemos que afrontar problemas
complejos; también puede frenarnos a la hora de realizar tareas sencillas, como tender la ropa o
como plantearnos soluciones creativas ante una situación a resolver.

Esto es lo que hace que el síndrome del “ya lo haré mañana” limite tanto nuestra forma de
pensar; cada vez que llegamos a un punto en el que se nos exige cierta flexibilidad mental, la
anticipación de este pequeño esfuerzo puede hacer que se aplace esta tarea, permitiéndonos
seguir en ese estado fácil en el que nuestro pensamiento va sobre los raíles de la costumbre. Y
claro, al postergar el pensamiento creativo crecen mucho las posibilidades de que terminemos
por no enfrentarnos a ese pequeño reto.

2. La rumiación
La rumiación es un patrón de pensamiento que consiste en entrar en un bucle de ideas
obsesivas del que nos es difícil salir. Por ejemplo, si algo que hemos hecho recientemente nos
avergüenza mucho, es posible que, hagamos lo que hagamos, todo pensamiento termine
llevándonos al recuerdo de nosotros quedando en ridículo delante de los demás, lo cual nos
lleva a seguir preocupándonos por ese incidente y, como consecuencia, nos predispone aún
más a volver a evocar esa experiencia en el futuro.

La rumiación trabaja de manera relativamente simple: cuanto más se piensa en una idea,
imagen o recuerdo, más posible es que, automáticamente y sin pretenderlo, ese contenido
mental vuelva a asaltar nuestra consciencia. Esto no solo conlleva un aumento de la ansiedad,
sino que además limita la creatividad, ya que nos ata a la angustia y al miedo anticipado de
volver a “despertar” ese recuerdo.

 Artículo relacionado: "Rumiación: el molesto círculo vicioso del pensamiento"

3. Perfeccionismo excesivo
Muchas veces el perfeccionismo, lejos de ser algo que nos empuja a mejorar constantemente,
evita que demos los primeros pasos necesarios para progresar. Si antes de empezar un proyecto
en el que se te exigirá amplitud de pensamiento y una buena dosis de creatividad te das cuenta
de que pasas mucho tiempo preocupándote por el mazazo a tu autoestima que podría suponer
un fracaso, es posible que este hábito psicológico esté actuando como una ancla.
4. Parálisis del análisis
La parálisis del análisis es un bloqueo mental que nos mantiene anclados en la fase de
toma de decisiones. Lo que caracteriza este patrón de pensamiento es que muchas veces no es
percibido como un problema, ya que el tiempo empleado en elegir la mejor de las opciones
posibles no se ve como un parón, sino con una necesidad para asegurarnos el éxito eligiendo
aquello que más nos conviene.

Es decir, que la parálisis del análisis es una especie de perfeccionismo fijado en la fase de la
elección. Renunciamos a elegir una de las opciones que se nos ofrece porque, de algún modo,
nos da miedo la posibilidad de fracasar; es por eso que preferimos mantenernos en una fase
previa en la que podemos fantasear con el éxito.

5. Culpabilización de los demás


Culpar a los demás y al entorno de todo lo malo de lo que nos ocurre es una forma segura
de quedarnos donde estamos. Por supuesto, no es descabellado que buena parte de nuestros
problemas sean culpa de los demás, pero si concentramos toda nuestra atención solamente en
las responsabilidades de otros perderemos de vista el abanico de opciones entre las cuales
podemos elegir.

6. Búsqueda constante de nuevos estímulos


El hecho de o saberlo todo acerca de lo que nos depara el futuro o de lo que debemos hacer
para llegar a nuestras metas hace que muchas personas cedan una y otra vez a las
distracciones, con la esperanza de entrar en contacto con ideas valiosas o con elementos de
inspiración. Es decir, no se tienen referencias ni sobre por dónde empezar a aprender o a
formarse.

6 claves para combatir el autosabotaje y cumplir objetivos

Muchas de las dificultades que nos encontramos en la vida son obstáculos que nos

ponemos nosotros.
Todas las personas a lo largo de su vida han intentado en alguna ocasión generar un cambio en
su vida. Este cambio puede ser un cambio personal, como dejar de fumar o profesional, como
por ejemplo trabajar para conseguir un ascenso.

No obstante, es un hecho que los cambios provocan temor y que este temor a salir de nuestra
zona de confort puede hacer que nosotros mismos trunquemos nuestros intentos de éxito.
Esquivar estos intentos no es sencillo pero a lo largo de este artículo se muestran varias claves
para combatir el autosabotaje.

¿Por qué aparece el autosabotaje?


Existen una gran número de razones por las que las personas acaban interfiriendo, de forma
más o menos inconsciente, en su camino hacia el éxito o hacia la consecución de cualquier
meta u objetivo.

Habitualmente, los motivos por los que esto tiende a suceder están relacionados con el
autoconcepto. Es decir, con la opinión que tiene la persona sobre sí misma. Esta opinión se
origina y moldea durante toda la vida, por lo que modificarla es complicado, pero no imposible.

Este autoconcepto se configura desde los primeros años de vida de la persona. Por lo que es
esencial que durante la infancia el niño reciba mensajes de apoyo y seguridad, puesto que la
opinión que este se forma acerca de su capacidad durante este momento le acompañará
prácticamente durante el resto de su vida.
La importqancia del autoconcepto
Es común que aquellas personas que durante su infancia y adolescencia desarrollaran un gran
autopercepción de fracaso o mediocridad encuentren más dificultades a la hora de conseguir
sus objetivos o sus sueños. No obstante, esta percepción de uno mismo se puede transformar e
invertir si la persona está dispuesta a ello.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, el principal requisito para acabar con el autosabotaje es
que la persona sea consciente de cuáles son las creencias que posee acerca de ella misma, y qué
ideas acerca de su identidad se ha repetido a lo largo de su vida. De esta manera puede
comenzar a modificarlas para que no interfieran en su camino hacia el éxito.

Existen cientos de maneras de sabotearse a uno mismo, desde pequeñas conductas


prácticamente inconscientes hasta comportamientos significativos con los que la persona sabe
de antemano que está frustrando sus intentos de conseguir algo. Algunas de las
manifestaciones más reconocibles de que una persona está autosaboteándose son:

 Poner la falta de tiempo como excusa para no realizar aquello que le gustaría pero que

le da miedo.
 Anteponiendo continuamente tareas menos relevantes o con consecuencias menos

temidas.
 Sustituir con conductas de recompensa inmediata para no enfrentarse al problema.

¿Cómo combatir el autosabotaje?


Como se menciona anteriormente, el primer paso para combatir el autosabotaje es que la
persona reconozca que dentro de ella existen una serie de creencias perjudiciales y que
estas están saboteando sus intentos de progresar.

Asimismo, es necesario tomar conciencia de que, a pesar de que existan cientos de


circunstancias que pueden condicionar nuestros éxitos o fracasos, la propia persona es la
responsable de sus decisiones y sobre todo de aquellas decisiones que acaban convirtiéndose
en autosabotaje.
Una vez reconocidas estas creencias y con la motivación apropiada para cambiarlas, la
persona ya puede comenzar a llevar a cabo una serie de buenos hábitos que le impidan
recaer en el autosabotaje. Algunos de estos hábitos consisten en:

1. Estar convencido de que es posible


Tal y como se comenta a lo largo del artículo, las creencias acerca de nosotros mismos
determinan nuestra percepción de todo aquello que hagamos. De esta forma, si creemos de
antemano que no vamos a conseguir algo o creemos que no vamos a estar a la altura
seguramente esto acabe sucediendo.

Por lo tanto, el primer paso para evitar el autosabotaje es empezar a cambiar nuestras creencias
y, poco a poco, comenzar a creer que sí podemos conseguirlo.

2. Trabajar la motivación
La mayoría de las veces las personas no llegan a ver sus proyectos o aspiraciones hechas
realidad porque no poseen las técnicas o habilidades necesarias para trabajar y desarrollar su
motivación. Por lo que muchas grandes intenciones o geniales ideas no llegan a ver la luz
solamente por el hecho de que la motivación y el compromiso han ido descendiendo durante el
trayecto.

Algunos consejos para mantener la motivación, recordar por qué hemos empezado un proyecto
y comprometernos con él son:

 Comenzar un diario sobre el proyecto en el que se describe qué es lo que se quiere

conseguir; anotar las aspiraciones, los objetivos y cómo nos sentimos mientras lo


llevamos a cabo.
 Explicar nuestro proyecto a unas pocas personas de confianza. Si se exteriorizan

nuestras aspiraciones se hacen más tangibles y, además, nuestro compromiso para con
ellas aumentará.
 Elaborar un plan de acción. En muchas ocasiones fallamos en nuestros intentos de

conseguir cualquier objetivo por el simple no saber exactamente qué pasos seguir. Para
evitar esto y esquivar el miedo a lo desconocido lo mejor será redactar un pequeño
guión que nos muestre los diferentes pasos o etapas a seguir.
3. Ir poco a poco
Por muy motivada que una persona empiece un proyecto si comienza de una forma muy
intensa o intentado alcanzar objetivos enormes es muy probable que se canse más
fácilmente, o incluso que llegue a experimentar sentimientos de frustración al no poder
alcanzarlos.

Teniendo en cuenta que las grandes cosas no se consiguen en poco tiempo, la mejor opción
para conseguir una meta grande es desglosarla en pequeños objetivos más accesibles.
Asimismo, estos pequeños objetivos tienen la ventaja de potenciar nuestra eficacia y cambiar
nuestro autoconcepto, haciendo que las creencias negativas que tenemos acerca de nosotros
mismos cambien a mejor.

4. Ser consciente de que no será un camino sencillo


Saber que tanto el camino que tenemos que recorrer como los cambios en nuestra vida que
este pueda acarrear no van a ser fáciles nos prepara para poder enfrentarnos a ellos con
mayor eficacia.

Los cambios implican abandonar nuestra zona de confort y enfrentarse a nuevas situaciones
desconocidas, por lo que si somos conscientes de esta incomodidad y nos mentalizamos para
mantenernos firmes a pesar de ella, nos encontraremos mucho más cerca del éxito.

 Quizás te interese: "¿Valoramos más lo que conseguimos con mucho esfuerzo?"

5. Encuentra un equilibrio
Una de las técnicas más efectivas a la hora de enfrentarse a grandes cambios en nuestra vida es
la de intentar mantener una estabilidad tanto a nivel mental, físico como emocional. Si
conseguimos mantener el equilibrio en estos tres planos nos encontraremos mucho más
calmados y eliminaremos las posibles interferencias que puedan alterar el desarrollo de nuestro
proyectos.

Es cierto que esto no se consigue de un día para otro, pero mediante esfuerzo y tenacidad
podemos llegar a conseguirlo. Si nuestra mente está en orden, si proveemos de energía a
nuestro cuerpo y si mantenemos una estabilidad emocional, la consecución de nuestros
objetivos será mucho más sencilla y liviana.
6. Conocer las influencias externas
Nuestro contexto social, entorno familiar y amigos pueden llegar a ejercer una gran influencia
sobre nosotros, y esta no tiene el porqué de ser siempre buena. En muchas ocasiones nuestros
intentos de cambio o de lograr un objetivo no llegan a verse realizados porque nuestro entorno
los limita.

Por ejemplo, una persona que quiere dejar de fumar le será mucho más difícil dejarlo si en
alguno de sus entornos como el trabajo o los amigos hay gente fumadora.

De esta manera, si conocemos cuales son estas limitaciones o trabas que podemos encontrar
nos será mucho más fácil sortearlas. Una buena manera de integrarlas es realizar un listado de
posibles obstáculos que nos podamos encontrar por el camino.

Marta Torres, Psicóloga y Coach

Autoconcepto: ¿qué es y cómo se forma?

Definimos la idea de "autoconcepto" y explicamos cómo construimos esta imagen de

nosotros mismos.

En psicología se trabaja con ideas y conceptos que, muchas veces, pueden causar confusión.

El autoconcepto, por ejemplo, es uno de los constructos teóricos que más se utilizan, pero eso
no significa que todo el mundo entienda de qué hablamos cuando utilizamos este término. Su
significado no es tan intuitivo como el de la palabra autoestima y, a su vez, no siempre es fácil
comprender de qué se trata si ignoramos algunas asunciones desde las que trabaja la psicología
actual.

Así pues... ¿qué es el autoconcepto exactamente? A lo largo de este artículo veremos cuáles


son las características de este fenómeno psicológico, qué implicaciones tiene para la salud
mental, y por qué es importante dedicar recursos a mantenerlo en buen estado.

Autoconcepto: una definición rápida


El autoconcepto es la imagen que hemos creado sobre nosotros mismos. No una imagen
solamente visual, desde luego; se trata más bien del conjunto de ideas que creemos que nos
definen, a nivel consciente e inconsciente. Esto incluye una cantidad prácticamente infinita de
conceptos que podrían estar incluidos en esta "imagen" sobre nosotros mismos, ya que cada
idea puede albergar en su interior muchas otras, creando sistemas de categorías que están unos
dentro de otros.

Así pues, podría ser un componente de nuestro autoconcepto nuestra idea de lo que es
la timidez, pero también una idea aproximada sobre nuestra inteligencia. Hay multitud de
elementos que pueden ser parte constitutiva de esta imagen de uno mismo, y el autoconcepto
sirve para englobarlas bajo una etiqueta.

De esta manera, si damos por supesto que la mente de una persona está compuesta por una red
de conceptos que se solapan parcialmente entre sí (por ejemplo, "rosal" se solapa un poco con
"planta" y con "rojo", si nos imaginamos las flores de ese color), el autoconcepto es el punto en
el que diferentes ideas y creencias se solapan en un mismo punto haciendo que de esta
combinación surja el concepto del "Yo", algo que está presente en los animales con capacidad
de crear e interpretar conceptos abstractos.

En definitiva, el autoconcepto es el conjunto de características (estéticas, físicas, afectivas,


etc.) que sirven para definir la imagen del "Yo".

Algunas claves para entender qué es el autoconcepto


Estas son algunas explicaciones para matizar el significado del término autoconcepto; algunas
de sus características principales.

1. Es relativamente estable
Tiene sentido hablar de la existencia del autoconcepto justamente porque es posible
encontrar unas pautas y unas características definitorias de cada persona que tienden a
estar siempre ahí. Si el autoconcepto variara totalmente a cada segundo, este no existiría.

Es por eso que muchos psicólogos dedican parte de sus esfuerzos a descubrir aquello que
define el autoconcepto de las personas. Esto puede servir para tratar problemas en
la psicología clínica, pero también, por ejemplo, para establecer perfiles poblacionales o de
consumidores.

Por otro lado, el autoconcepto puede evolucionar a lo largo del tiempo, pero no de manera
abrupta, y siempre siguiendo tendencias más bien escalonadas y suaves. También puede
cambiar mediante la psicoterapia, en la que herramientas como la reestructuración cognitiva
ayudan a modificar creencias sobre uno mismo.

2. El autoconcepto puede cambiar


Aunque tienda a mantenerse relativamente igual en el tiempo, el autoconcepto no es ni
mucho menos algo estático. Está variando constantemente, al igual que varían
constantemente nuestras experiencias y el curso de nuestros pensamientos. Sin embargo, que
el autoconcepto no se mantenga siempre igual no significa que en él quepa cualquier idea sobre
nosotros mismos.

Está claro que algo que considerábamos totalmente ajeno a nuestra manera de ser o de
comportarnos puede, pasado un tiempo, entrar a formar parte del conjunto de cosas que
consideramos que nos definen. Sin embargo, esto no cambia el hecho de que, en un primer
momento esa idea o cualidad no formaba parte de nuestro autoconcepto, y que sólo con el
transcurso de los días ha podido quedar englobado en este.

Encontramos numerosos ejemplos de esta variabilidad del autoconcepto en los adolescentes.


La adolescencia es una etapa en las que cambian de manera abrupta las maneras de entender
la realidad, de sentir y de relacionarnos con los demás. Y estas "sacudidas" ocurren, por
supuesto, también en la manera en la que estos jóvenes se ven a sí mismos. Es muy normal
comprobar cómo los adolescentes reniegan totalmente de una estética y un sistema de
valores que, poco después, quedarán integrados en su autoconcepto.

3. El autoconcepto tiene límites difusos


El autoconcepto es un constructo teórico con el que trabajan los psicólogos, no algo que
pueda ser aislado en un laboratorio. Esto significa que, allí donde queda plasmado el
autoconcepto, también hay otros elementos: un tinte emocional y valorativo de uno mismo, las
influencias de ideas asociadas entre sí, la influencia de la cultura en la manera de concebirse a
uno mismo, etc.

Así pues, la diferencia ente el autoconcepto y la autoestima, o entre el autoconcepto y el resto


de conceptos (es decir, los que hacen referencia no a uno mismo, sino a los demás o al resto del
mundo) es fundamentalmente un límite establecido por los psicólogos y que sirve para
entender mejor el funcionamiento de los procesos mentales.

4. La distancia entre las ideas es relativa


Esto es algo que se deriva del punto anterior. Normalmente, las personas no entendemos que
todas aquellas ideas que quedan englobadas dentro de nuestro autoconcepto nos definen
por igual, del mismo modo en el que hay ciertos elementos que quedan en el límite entre lo que
nos define y lo que no. Es por eso que todo aquello sobre lo que hablamos cuando hablamos de
autoconcepto es relativo. Siempre valoramos en qué medida estamos definidos por algo
comparándolo con otro elemento.

Por ejemplo, podemos no ser unos grandes fans de una marca de ropa deportiva, pero cuando
pensamos en otro tipo de vestimentas que percibimos totalmente ajenas a nosotros (por poner
un caso, un traje folclórico de unas islas remotas), consideramos que esa marca está bastante
cerca del conjunto de ideas que pueblan nuestro autoconcepto.

5. Hay una diferencia entre autoconcepto y autoestima


Aunque ambas ideas se parezcan, el autoconcepto no es lo mismo que la autoestima. El
primero sirve sólo para describirnos a nosotros mismos, mientras que la autoestima es el
concepto que hace referencia a nuestra manera de valorarnos. Es decir, que el autoconcepto
sirve para referirnos a la vertiente cognitiva de nuestra manera de vernos, mientras que la
autoestima tiene su razón de ser en el componente emocional y valorativo desde el que nos
juzgamos. Ambos constructos teóricos, sin embargo, hacen referencia a algo subjetivo y
privado.

Muchas veces, además, se utiliza el término "autoconcepto" ya dando por sentado que en él
quedan incluidos tanto el autoconcepto como la autoestima. Sin embargo, para salir de dudas,
es recomendable utilizar por separado estos términos.

6. Está relacionado con la autoconsciencia


Existe un autoconcepto porque somos conscientes de que existimos como entidad diferenciada
del resto. Es por eso que, en el momento en el que empezamos a percibir la presencia de
cosas que nos son ajenas, ya está naciendo una forma de autoconcepto, por muy
rudimentario que sea. Es una dialéctica en el que un concepto da pie a la existencia del otro.

7. Es sensible al ambiente
El término autoconcepto puede llevarnos al error de que este es un fenómeno mental que
aparece sin más en las personas, y cuya única relación con el entorno es de dentro hacia fuera:
afecta a cómo nos comportamos y actuamos modificando el entorno, pero no se ve afectado
desde fuera. Esto es un error.

El autoconcepto es un proceso dinámico, causado por una mezcla de interacciones entre los
genes y el ambiente. Por eso, no está aislado dentro de las personas, sino que nuestras
vivencias y nuestros hábitos lo hacen evolucionar. Este es el motivo por el que el autoconcepto
está muy vinculado a nuestra vida social, y es a través del lenguaje, un fenómeno que surge de
la colectividad, que somos capaces de llegar a una idea del "Yo".

¿Para qué sirve?


El autoconcepto nos permite realizar inferencias sobre todo aquello que tiene que ver con
nuestra manera de comportarnos y el modo en el que los demás se comportan con respecto a
nosotros. Si, por ejemplo, creemos que no se nos da bien el fútbol y asumimos que nuestros
compañeros valoran eso negativamente, tenderemos a creer que en ese círculo social las
posibilidades de tener un buen estatus se reducen, y quizás optemos por conocer gente nueva.

Otra perspectiva basada en la conducta


El término autoconcepto nos puede hacer pensar que este es una pieza más del cerebro, un
elemento que nos hace emitir cierto tipo de comportamientos y no otros. Sin embargo, hay un
paradigma de la psicología que niega este tipo de definición del autoconcepto.

Para el conductismo, el autoconcepto no es un fenómeno interno de la menta humana, sino un


comportamiento, una manera de realizar ciertas acciones; más concretamente, una manera
de realizar valoraciones verbales acerca de cómo solemos comportarnos en relación con lo que
nos rodea.

Así pues, no hay que perder de vista que el autoconcepto siempre existe en relación al mundo
material en el que vivimos, y no de manera aislada en nuestro cuerpo.

¿Valoramos más lo que conseguimos con mucho esfuerzo?

¿Por qué lo prohibido o lo que tiene apariencia de exclusividad ejerce un gran poder de

atracción?

Voy a contarles un experimento llevado a cabo con niños hace algunos años.
El procedimiento consistía en lo siguiente: se colocaban dos juguetes (robots, por ejemplo, que
emitían sonidos y destellos de luces) a la vista de un bebé, a una distancia prudencial. La
llegada al primer robot era obstaculizada por una barrera de acrílico transparente, que permitía
ver el juguete, pero dificultaba tocarlo. La llegada al segundo robot no era obstaculizada de
ninguna manera.

Por irracional que parezca, la mayoría de los bebés se dirigían tan rápido como podían al
primer robot, y trataban de tomarlo intentando pasar por encima de la valla. Lo más
llamativo del asunto, era que cuanto más alta era la barrera que separaba a los bebés del
juguete, más rápido gateaban y más energías invertían en tratar de tocar el robot.

Cuando lo difícil se vuelve irresistible


Por extraño que parezca, los bebés mostraban una preferencia mucho más acusada por los
juguetes que les resultaban difíciles de alcanzar. 

Este es tan solo un ejemplo de un fenómeno singular que caracteriza al ser humano y
condiciona su conducta ya desde la cuna misma: reaccionamos con vehemencia, oponiendo
resistencia, ante todo aquello que obstaculice o limite nuestras libertades personales y
capacidad de decisión. Nos gusta tener el control, o al menos, pensar que lo tenemos.

El caso de los famosos como algo inalcanzable


Otro buen ejemplo lo constituyen las estrellas de la farándula.

La verdad es que la mayoría de los actores y la actrices famosos no son, en promedio, ni más
bellos ni más inteligentes que el común de la gente que camina por la calle. Las mujeres más
bonitas, me consta, y de esto puedo hablar por la simple autoridad que me confiere el hecho de
ser hombre, no salen en las revistas de moda ni protagonizan novelas en televisión. Por el
contrario, las he visto en el transporte público, en el supermercado del barrio, y paseando al
perro en la plaza.

Si nos desesperamos por pedirle un autógrafo o por sacarnos una foto con el deportista del
momento que casualmente está sentado en la mesa de al lado en el restaurante al que fuimos a
cenar el sábado por la noche, o si tenemos romances lujuriosos en nuestra imaginación con la
modelo de pasarela del momento es, en gran parte, porque los percibimos como únicos en su
género, y fundamentalmente inalcanzables. Sí, así como los bebés veían a los robots de
juguete detrás de la valla.

Lo prohibido atrae
Dice la biblia, que en la época de la creación misma, incluso Adán y Eva metieron la pata hasta
el cuello, sesgados (y cegados) por la posibilidad de acceder a lo inaccesible. La pareja de
tortolitos podía comer de todos los arbustos que poblaban el fastuoso paraíso, menos del fruto
prohibido. La regla era simple, clara y contundente; no daba lugar a mayores interpretaciones.

Pues bien, de todos los árboles y manzanas disponibles en la vastedad de la pradera


divina, ¿cuál les pareció más apetecible en primer lugar? Justamente, el único que se les
había prohibido.

Lo mismo ocurre hoy en día con las versiones puras de cualquier director del séptimo arte, sin
los cortes impuestos por la productora cinematográfica, lo que comúnmente se conoce como
“versión extendida”. La película que supuestamente escapa a la censura que se ha ejercido
sobre la obra original del cineasta, es presentada habitualmente con cierto aire de mística y
exclusividad, se vende por separado en DVD, y resulta siempre mucho más deseable por el
público en general.

La autocensura es un fenómeno que muchas agrupaciones y partidos políticos utilizan


para llamar la atención sobre el mensaje que desean transmitir.

En lugar de buscar la difusión masiva de sus propuestas, procuran vender la idea de una
censura ejercida por la autoridades o el gobierno de turno. “Nos quieren callar” y “no quieren
que digamos la verdad” son frases supuestamente anti-publicitarias características que
explotan el deseo típico humano de obtener lo que le está vedado.

Todos quienes me conocen saben que soy un fanático recalcitrante de “Los Simpson”. Hay un
episodio en que el jefe de policía tiene que acudir a una emergencia. Está en su casa, al cuidado
de su hijo, si mal no recuerdo. Ante la imposibilidad de dejarlo bajo supervisión adulta; antes de
salir le advierte con seriedad al pequeño niño de que en su ausencia puede jugar con todos los
juguetes que quiera, pero que de ninguna manera abra el “armario misterioso de los
secretos prohibidos”. Bueno, si el amigo lector no vio el capítulo o no es aficionado de la serie,
ya se estará imaginando a donde se dirigió presuroso el niño tan pronto como el jefe cruzó el
umbral de la puerta.

El caso de la crisis argentina y el corralito


Quienes viven en Argentina y tienen ya cierta edad, recordarán el mundialmente famoso
“corralito” que en el año 2001 decretó por aquel entonces quien fuera el ministro de economía.

Este político dispuso por la cadena nacional que a partir de ese momento, todos aquellos
habitantes que poseían ahorros personales en los bancos, solo podían retirar la absurda cifra de
$ 250 por semana en concepto de cualquier uso que se le quisiera dar a ese dinero. Lo que
ocurrió a continuación dio la vuelta al mundo.

La gente, que una semana antes no tenía intención de sacar su dinero del banco, súbitamente
experimentó la imperiosa necesidad de hacerlo. La medida disparó una auténtica
desesperación colectiva entre la población por tener en sus propias manos lo que
legítimamente le pertenecía.

Las protestas sociales se acumularon y el caos se apoderó de las calles. En pocos días, el
presidente de la nación tuvo que renunciar, acosado y desbordado ante un estallido social que
terminó con varios muertos y decenas de heridos.

Superada la crisis de por aquel entonces, muchos años después, un gobierno diferente al
mando en el estado argentino dictaminó severas restricciones a la compra de moneda
extranjera, fundamentalmente dólares y euros, en lo que terminó llamándose “cepo
cambiario”.

Comprando billetes como si no hubiera mañana


Hasta ese momento, cualquier ciudadano común era libre de adquirir moneda estadounidense
o europea en cualquier banco sin mayores requisitos o condiciones. A partir de la instauración
del cepo, la prohibición para comprar dólares fue prácticamente total, con lo cual, este
extraño fenómeno psicológico apareció nuevamente en escena.

Estando los verdosos billetes restringidos para casi todo el mundo, se convirtieron en la figurita
difícil de conseguir, lo que trajo aparejado no solo severas complicaciones para la economía
local, sino también la proliferación de casas clandestinas de cambio por todas partes, y la
instauración de un mercado paralelo que al poco tiempo estaba fuera de control.

Más de una vez he pensado seriamente en la posibilidad de enviar por correo a la Casa Rosada
una copia de este artículo. O bien ofrecerles asesoría psicológica. No puedo creer que después
de años completos de experiencia de primera mano, sigan cometiendo los mismos errores
estúpidos una y otra vez.

Beneficiándose de la atracción por lo difícil


Como contrapartida, los que sí hicieron las cosas bien en la década del 80 fue la banda de rock
nacional “Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota”. Ellos aplicaron el concepto que hoy estamos
aquí debatiendo a la perfección, y en su propio beneficio.

En primer lugar, los Redonditos daban conciertos en vivo muy esporádicamente. A los sumo, lo
hacían solo una vez al año, con lo cual, gracias a la escasez de la oferta, se aseguraban que los
recitales fueran siempre multitudinarios.

Como corolario, se presentaban en puntos bien alejados de Buenos Aires, donde se encontraba
la mayor concentración de público que los seguía. Al igual que las barreras de acrílico que les
dificultaban a los bebés tocar el juguete, los Redonditos daban sus conciertos en La Plata,
Mendoza, e incluso Uruguay, asegurándose el difícil acceso para buena parte de sus fans y por
consiguiente un mayor grado de interés para sus seguidores.

Seguramente algún lector estará pensando que en realidad los Redonditos presentaban sus
shows en Uruguay para beneplácito del público uruguayo. Pues no. Ese es un punto de vista
bastante ingenuo sobre el asunto y en rigor a la verdad, si hay algo de lo que los miembros de
la banda y su producción nunca pecaron, fue de ingenuos.

Concluyendo
Las cosas nos resultan más deseables y valiosas en la medida que no las podemos tener, y
menos deseables y valiosas en tanto mayor sea su carácter percibido de ordinario, corriente y
de fácil acceso.
Y esto es así desde los orígenes mismos de la humanidad, desde le época de las cavernas,
contexto en el que escaseaban todos los elementos básicos que necesitábamos para sobrevivir
a la infancia, alcanzar la adultez y poder reproducirnos.

Hoy en día, prácticamente todo lo que antes era difícil de obtener, lo podemos solicitar
por delivery  en nuestro propio domicilio. No obstante, seguimos tomando decisiones en base a
una premisa mental inconsciente, y que nos lleva a creer que lo que se consigue con
esfuerzo, o reviste cierto grado de exclusividad, es más importante o valioso para nosotros, y
lo queremos a toda costa.

Personalidad perfeccionista: las desventajas del


perfeccionismo

Los inconvenientes de llevar este rasgo al extremo.

El perfeccionismo hace referencia a la creencia que tiene un individuo de que se debe alcanzar


la perfección en todo lo que hace.
En todos los ámbitos de la vida, las personas perfeccionistas se exigen unos estándares de
calidad muy altos, lo que a menudo puede ocasionar frustración y otros problemas
psicológicos.

¿Eres perfeccionista?
Podría parecer que ser perfeccionista nos va a ayudar a conseguir más cosas y a ser más
exitosos, y de hecho en muchas ocasiones así ocurre, pero el exceso de perfeccionismo puede
provocar consecuencias negativas. Por ejemplo: vivir más tensos, estar más angustiados, no
disfrutar de los logros e, incluso, un sentimiento de fracaso pese a hacer bien las cosas.

Así, ciertas formas de perfeccionismo disfuncional pueden dar lugar a alteraciones psicológicas
ligadas a la ansiedad y a la depresión. Esto ocurre sobre todo cuando lo que se considera "la
perfección" es percibido como una serie de expectativas impuestas por los demás y en las que
uno debe encajar, y no como un ideal al que hay que alcanzar en un proceso de auto-
superación.

Por eso, resulta útil saber si eres alguien que tienda a la personalidad perfeccionista y de
qué manera se plasma esto en tu manera de relacionarte contigo y con los demás.

Causas del perfeccionismo


El perfeccionismo también se conoce como “Síndrome del Perfeccionista”, o “Trastorno
Anancástico de la Personalidad”, y sus causas pueden ser variadas. Algunos expertos afirman
que existe una predisposición genética a ser perfeccionista, pero independientemente de la
historia genética de un individuo, el ambiente humano ejerce influencia sobre la personalidad
desde el nacimiento. Las causas ambientales que pueden provocar el desarrollo de una
personalidad perfeccionista son las siguientes:

 Crecer en un ambiente en el que se reciben elogios constantemente, ya que puede

provocar una presión extra por mantener ese estándar. Recibir elogios no es malo, el


problema surge cuando la autoestima depende solamente de factores externos, como
por ejemplo, los elogios constantes.
 Ser humillado constantemente durante la infancia puede provocar que se intente

conseguir un grado de perfección como manera de ser aceptado socialmente.


 Los padres autoritarios que exigen mucho a sus hijos, también pueden provocar una

personalidad perfeccionista en sus descendientes.


 Algún tipo de experiencia negativa o trauma puede causar que la persona quede

marcada, de manera que se vuelva perfeccionista para ser aceptada o para suplir su
vacío.
 Crecer en un hogar con padres o hermanos muy exitosos puede causar que los

individuos busquen estar a la altura de lo que se les exige como miembros de la familia.
 Los hijos de padres perfeccionistas pueden desarrollar una personalidad

perfeccionista porque es lo que han aprendido en casa.


 Alguien que sufre baja autoestima puede trabajar sin cesar para compensar

los sentimientos de inferioridad.
 La poca tolerancia al fracaso puede causar que alguien intente compensar de manera

exagerada su miedo al fracaso.


 La sociedad altamente competitiva en la que vivimos puede causar que la gente se

obsesione por la perfección para conseguir buenos resultados y destacar por encima de
los demás.

Consecuencias negativas de ser perfeccionista


El perfeccionista se pone objetivos irracionales que pueden crear tensión constante y provocar
una eterna insatisfacción por todo lo que hace. Esto puede causar que el individuo
perfeccionista acabe sufriendo en su día a día pero, ¿cómo le afecta? A continuación se
muestran las consecuencias negativas de ser demasiado perfeccionista:

1. Autoestima baja
Ya que los perfeccionistas nunca se sienten satisfechos por los logros conseguidos, los
sentimientos de fracaso pueden llevar al desarrollo de una autoestima baja. Las creencias de
fracaso sobre sus éxitos no son realistas: cuando una persona sufre un trastorno perfeccionista,
puede realizar tareas con un alto grado de excelencia, pero su percepción irracional le hace
creer que su trabajo no ha estado a la altura a pesar de los elogios de los demás.
2. Culpa
Ya que la persona perfeccionista nunca se siente bien con lo que realiza, piensa que nunca ha
conseguido sus objetivos. Por tanto, la autorecriminación y la culpa son una habituales por
pensar que no ha cumplido sus expectativas.

3. Pesimismo
Ya que el perfeccionista se marca objetivos muy elevados y no reconoce sus propios logros, su
visión sobre los objetivos es pesimista. Esto le obliga a pelear sin cesar por conseguir las metas,
pero no disfruta del momento, pues su nivel de exigencia le causa excesiva tensión.

4. Depresión
El perfeccionista necesita siempre ser perfecto, pero eso es imposible de conseguir en todas las
situaciones. La depresión puede ser la causante del perfeccionismo en algunas ocasiones, pero
las consecuencias negativas de ser perfeccionista también pueden deprimir a la persona que
sufre perfeccionismo.

5. Rigidez
Querer hacerlo todo perfecto lleva al perfeccionista a ser una persona rígida, no espontánea
e inflexible.

6. Obsesión
Las personas perfeccionistas son obsesivas y quieren tener todo siempre bajo control. El
perfeccionista tiene muchas dificultades para disfrutar del día a día, pues siempre está
obsesionado con la perfección.

7. Pérdida de autoconfianza
Ya que al final la persona perfeccionista piensa que nunca consigue lograr sus objetivos, su
percepción de autoeficacia se ve afectada y por ello se asume una actitud de indefensión.
*Los 3 tipos de perfeccionismo, y cómo nos afectan*

*Existen diferentes maneras de ser perfeccionista, y sus efectos psicológicos difieren

mucho.*

El ser humano siempre ha sido un animal muy competitivo, pero las circunstancias en las que
vivimos parecen estar acentuando este rasgo. Las crecientes exigencias que se nos imponen en
áreas tales como la académica o la laboral dan buena cuenta de ello, auspiciando un afán de
superación insaciable y agotador.

La sociedad incentiva la consecución del éxito y la ambición desmedida, e incluso multitud


de padres y profesores trasladan directamente tal mensaje a los niños prácticamente desde que
llegan a este mundo, por lo que se desarrollan mecidos por la voluntad de "sobresalir" en las
facetas que juzgan como más relevantes.

Esta es la "semilla" del perfeccionismo, que se planta en el terreno fértil de un entorno que lo
promueve, y que se alimenta de mensajes que vamos recibiendo a lo largo del tiempo. Al final
brota una tímida planta que orienta sus ramas a la fugaz luz de la aceptación (propia o de los
demás), pero que no tarda en crecer y devenir una enredadera de la que resulta muy costoso
desembarazarse.
El objetivo del presente artículo es ahondar en los tipos de perfeccionismo que se han podido
clasificar, y en el modo en que se expresan. Al final, también se hará una somera revisión de las
características básicas del perfeccionismo desadaptativo. Con ello se busca comprender una
problemática que cada día afecta a más personas.

*¿Qué es el perfeccionismo?*
El perfeccionismo es un atributo que suele ser entendido de dos formas muy distintas: o bien
como una virtud que conduce a la excelencia, o bien como un defecto que nos arrastra hasta la
frustración y el fracaso. Se expresa como la determinación de altos estándares personales que
pueden llegar a ser difíciles de alcanzar; o como la tendencia a evaluar, a uno mismo o a los
demás, de un modo enormemente crítico y negativo. Todo ello acaba traduciéndose en la
hipervigilancia ante cualquier posible error, lo que disminuye la espontaneidad de nuestras
acciones.

Pese a que el perfeccionismo no se considera por sí mismo un rasgo patológico, sí que se ha


podido comprobar su contribución como factor de vulnerabilidad a múltiples psicopatologías;
entre las que resaltan las del estado de ánimo, las de ansiedad y las alimentarias. Y es que el
perfeccionismo desbocado puede implicar una rigidez extraordinaria, que condiciona la vida y
las emociones hasta el extremo de "dañar" a quien lo hace suyo. Desde la total incapacidad
para reconocer la falibilidad (propia y/o ajena), hasta el bienestar supeditado al control de uno
mismo o a la hipervigilancia; todos son ejemplos muy frecuentes de las tendencias nocivas del
perfeccionismo clínico.

Por otra parte, también existen autores que no conciben el perfeccionismo como un problema o
inconveniente, al menos cuando se ajusta a una serie de parámetros. Así, se han descrito
formas adaptativas y desadaptativas, según el modo concreto en que interactúan las
metas y las preocupaciones. Cuando ambas son altas, surge una imposición exagerada que
torpedea el proyecto vital, pero si se concilian objetivos ambiciosos con una forma sana de
abordarlos se alcanza un equilibrio constructivo. En este caso se hablaría de la modalidad
adaptativa.

Las investigaciones sobre esta última cuestión confirman que el perfeccionismo adaptativo se
vincula con una intensa sensación de plenitud respecto a la existencia, y que también se alza
como un factor de protección ante problemas emocionales muy diversos. El perfeccionismo
patológico, para el que convergen altas metas y preocupaciones (ambas), se relaciona con lo
opuesto: la insatisfacción vital y el aumento de riesgo para el sufrimiento psicológico.

Además de esta distinción entre adaptativo y desadaptativo, el perfeccionismo también se ha


clasificado en tres subtipos según la forma en que se manifiesta. Vamos a conocerlos un poco
mejor.

*Tipos de perfeccionismo*
Se han descrito tres formas de perfeccionismo distintas, en función de quién es el que recibe su
influjo (uno mismo o los demás) y el origen de las exigencias autoimpuestas. No resultan
mutuamente excluyentes, y es probable que la misma persona presente varias a la vez. En lo
sucesivo se ahondará en sus características y sus efectos.

1. Auto-orientado
El perfeccionismo auto-orientado es el que se asemeja en mayor medida a la idea que se suele
tener sobre qué es este rasgo. Implica la imposición férrea de objetivos y métodos a los que
es preciso adherirse para desempeñar las tareas en las que se asume responsabilidad, y a
partir de los cuales se alza la imagen que se tiene sobre lo que somos. Es por ello que, en este
supuesto, el criterio de autoevaluación se ubica en un punto inasumible; aunque solo se aplica
al sujeto que presenta el atributo, y no a los demás.

Cuando este rasgo se relaciona con una baja preocupación, y por tanto es adaptativo, suele
conducir a un rendimiento extraordinario. Pero si cursa con reacciones emocionales difíciles
puede condenar a quien lo "padece" a estados constantes de desesperación, y a una escasa
autorrealización personal, con independencia de los logros alcanzados.

2. Orientado hacia otros


En este caso, el perfeccionismo implica reglas que no se aplican al que las diseña, sino que se
proyectan únicamente a su entorno social. Quienes presentan este subtipo imponen a los
demás cómo deben actuar, exigiendo niveles de desempeño que llegan a ser abrumadores y
generadores de estrés desbordante. En tal caso se suele asumir, con motivo o sin él, una
posición de privilegio que evoluciona a tiranía y que no se rige por principios democráticos. Es
común en trastornos de la personalidad del clúster B, como el narcisista o el antisocial.

En su versión adaptativa (que carece de todo componente ansioso), se añade el matiz de la


empatía emocional a las relaciones con otros, de lo que se desprende una buena capacidad de
liderazgo. No obstante, se requeriría cierta horizontalidad en la comunicación, pese a que se
mantenga una clara estructura jerárquica.

 Quizás te interese: "Las principales teorías de la personalidad"

3. Socialmente prescrito
El perfeccionismo socialmente prescrito es un subtipo que se vincula estrechamente con la
ansiedad interpersonal. En estos casos, quien convive con él asume altos estándares sin que
surjan por propia iniciativa, sino más bien por la creencia de que es lo que otros esperan de él
mismo. Supone dos procesos distintos: una percepción errónea de las expectativas ajenas y una
actitud de obediencia ante las mismas. Este perfeccionismo se relaciona con una baja
asertividad, así como con un pánico cerval al abandono o al rechazo.

De todos los subtipos aquí descritos, es el que más frecuentemente precipita problemas en
el área de la salud psíquica, sobre todo cuadros ansiosos. También suele ser el sustrato social
de trastornos de la personalidad incluidos en el clúster C, especialmente el dependiente.

*¿Cómo se expresa el perfeccionismo desadaptativo?*


A continuación revisaremos las características básicas del perfeccionismo desadaptativo, o lo
que es lo mismo, el modo en que se expresa y se padece. Es en este caso en el que se habla del
rasgo como un problema que requiere de atención clínica, dado que sus consecuencias pueden
ser dramáticas para la salud afectiva y la calidad de vida.
1. Altos estándares
Las personas extremadamente perfeccionistas trazan para sí mismas objetivos muy elevados
y a veces difíciles de alcanzar a corto plazo, lo que suele convertirlos en un motivo común de
frustración y dolor. Se extienden a casi todas las áreas de funcionamiento cotidiano, aunque
son especialmente habituales en la laboral y la académica.

Se trata, a la postre, de "modelos ideales" de conducta/pensamiento que restan naturalidad y


añaden un componente forzoso a las actividades del día a día. La forma en la que la persona se
percibe a sí misma y a sus destrezas prácticas (autoestima/autoeficacia) estaría asociada con
tales normas subjetivas, dañándose como una consecuencia directa de su insatisfacción.

2. Preocupación por cometer errores


Las personas extremadamente perfeccionistas suelen mantener una vigilancia constante ante
la posibilidad de incurrir en algún error, lo que les impide disfrutar por entero de aquello a lo
que dedican el tiempo. Si bien es común cierto grado de cautela para que el resultado de una
acción sea óptimo, su exceso conduce a una comprobación recurrente que no produce una
mejoría objetiva en el producto final, pero sí el sacrificio de muchos recursos cognitivos y una
insondable sensación de que algo "no está del todo bien". Al final del proceso, el énfasis en lo
negativo supera la apreciación de lo positivo.

3. Altas expectativas
Las personas perfeccionistas esperan que los resultados de sus actos sean equivalentes a la
inversión que realizan, obviando en el proceso todas las variables confundentes que pueden
contribuir a estos. Debido a que el mundo no siempre es justo en la forma en que dispensa
recompensas/castigos, no es extraño que las consecuencias desfavorables se interpreten como
un fracaso inadmisible que atenta contra la autoimagen. Y es que tiende a existir una férrea
atribución interna, estable y general de las cosas negativas que suceden; motivo por el cual
muchas veces les resulta difícil trabajar en grupo (puesto que es un contexto donde no
controlan todo).
4. Estilos de crianza
La revisión de la historia de vida de la persona excesivamente perfeccionista suele conducir a un
patrón de interacción familiar caracterizado por la rigidez y el refuerzo restringido al logro. Se
trata de estilos marcados por la rectitud y las exigencias extremas; en los que se suelen obviar
las conductas positivas, pues se juzgan como "lo normal". La desviación respecto a un
estándar ejemplar impuesto por los padres, a veces sin detallar ningún porqué, trae
consigo penalizaciones de todo tipo. A medida que el tiempo transcurre, estas normas se
integrarían como propias y condicionarían el modo en que la persona se trata a sí misma.

5. Dureza en el juicio sobre uno mismo


Todas las personas abrazamos un discurso en nuestro fuero interno respecto al modo en que
suceden los acontecimientos. Por ejemplo, en una situación difícil podemos intentar avivar
nuestras fuerzas de superación diciéndonos cosas tales como "seguro que todo sale bien" o "no
es tan grave como parece".

No obstante, quienes son excesivamente perfeccionistas se encuentran siempre ante la


coyuntura de una labor titánica, que requiere la inversión masiva de todas sus energías. Es
por ello que cuando no se logra el propósito esperado, su discurso deviene extremadamente
nocivo para la vida interior (disonancia entre esfuerzo-resultado). Cuando se logra, en cambio,
solo se observa silencio mental o alivio pasajero.

6. Exceso de organización
El perfeccionismo desadaptativo se traduce en una percepción negativa de los problemas que
concurren en la vida diaria, que son valorados como una amenaza a la imagen que se desea
para sí mismo. Esto supone un riesgo de que se produzca una discrepancia entre el yo ideal y
el yo real, la cual se interpretaría de forma absolutamente catastrófica. Con el objetivo de evitar
tal circunstancia, se suele optar por una preparación previa exhaustiva; esto es, por un exceso
de organización y planificación. Es por ello que actividades que otros desarrollan sin dificultad
pueden hacerse "cuesta arriba" para quien convive con este rasgo.
Referencias bibliográficas:

 Besser, A., Flett, G. y Hewitt, P. (2004). Perfectionism, Cognition, and Affect in Response to

Performance Failure vs. Success. Journal of Rational-Emotive and Cognitive-Behavior


Therapy, 22, 297-324.
 Slaney, R., Pincus, A., Uliaszek, A. y Wang, K. (2006). Conceptions of Perfectionism and

interpersonal problems: Evaluating groups using the structural summary method for
circumplex data. Assessment, 13 (2), 138-53.

*¿Cómo se relacionan el perfeccionismo y la depresión?*

*Veamos de qué manera el perfeccionismo puede dar lugar a trastornos como la

depresión.*

¿Sabías que existen diferentes tipos de perfeccionismo? Es muy frecuente que detrás de
conceptos que utilizamos en nuestra manera cotidiana de hablar se escondan matices que
solemos pasar por alto por no tener palabras para referirnos específicamente a ellos.
Es por ello que una de las labores de la psicología es investigar y crear sub-conceptos para
entender mejor nuestra manera de comportarnos y de sentir emociones, y justamente esto es lo
que ocurre con la palabra “perfeccionismo”.

En este artículo veremos por qué ser una persona muy perfeccionista no siempre es algo
bueno y, de hecho, puede propiciar la aparición de trastornos del estado de ánimo como la
depresión.

¿Qué es el perfeccionismo disfuncional?


Es perfeccionismo disfuncional (o desadaptativo) es una forma de perfeccionismo que da lugar
a problemas emocionales o comportamentales, ya sea por generar malestar en uno mismo o
por llevar a crear conflictos con los demás.

Esto último ocurre por ejemplo con lo que se conoce como “perfeccionismo orientado hacia los
demás”, en el que existen unas expectativas poco realistas acerca de cómo debe comportarse el
resto de personas, incluso haciendo que estén sujetas a dobles estándares: desde esta manera
de pensar, uno mismo no está sujeto a las mismas reglas de buen comportamiento que se
espera que cumplan los demás, lo cual facilita que no haya un “tope” de perfeccionismo y cada
vez se sea más intransigente con la conducta de los otros. Se trata de un fenómeno psicológico
asociado al narcisismo y a determinados rasgos de personalidad antisocial.

Sin embargo, también puede ocurrir lo contrario. Hay quienes se ven sometidos a mucha
presión en todo lo que tiene que ver con ajustarse a lo que se considera que es una manera de
ser “aceptable”, y en ocasiones, esos altos estándares son invenciones que uno mismo crea.
Ahora bien, casos así no siempre tienen por qué dar lugar a trastornos psicológicos; por
ejemplo, ese perfeccionismo puede ser una fuente de motivación que plantee retos
estimulantes de manera constante.

El problema viene cuando se pierde el control de esa fuente motivacional, y el perfeccionismo


pasa a ser una especie de dictador al que uno mismo se somete sin que este último le aporte
nada ni le recompense por sus esfuerzos.

El vínculo entre el perfeccionismo y la depresión


Hasta ahora hemos visto un esbozo de los principales tres tipos de perfeccionismo. En primer
lugar, hemos descrito brevemente el perfeccionismo orientado hacia los demás, definido por
imponer sobre los otros unas reglas a las que uno mismo no está sujeto. Luego, hemos visto el
perfeccionismo auto-orientado, definido por el afán de superación. Finalmente, hemos hablado
de la esencia del tercer tipo de perfeccionismo, el socialmente prescrito, basado en la
preocupación y la angustia constante por no llegar a cumplir con los estándares de lo
aceptable desde el (supuesto) punto de vista de los demás. Es este último tipo el que se
asocia más a la depresión.

Mientras que el perfeccionismo auto-orientado está muy ligado a la motivación por llegar a
objetivos concretos, el socialmente prescrito está vinculado más bien a la evitación del no
cumplimiento de unas normas; no se busca aquello que nos hará sentir bien, sino que se teme
lo que nos hará sentir mal; y en el proceso, nos obsesionamos con ello y lo traemos del futuro al
presente, a base de anticipar constantemente situaciones de humillación, de fracaso, etc.

Por ello, este tipo de perfeccionismo no solo no motiva, sino que nos inmoviliza, dado que
genera unas inseguridades que a medio y largo plazo nos llevan a la desesperanza y a la falta de
interés por involucrarnos en cualquier actividad compleja. Es en este punto en el que los efectos
del perfeccionismo se solapan con los de la depresión, que va surgiendo a partir de esos hábitos
de pasividad y de esa manera pesimista de verse a uno mismo y a los demás.

Por supuesto, las líneas de separación entre estos tipos de perfeccionismo no son barreras
infranqueables. Por ejemplo, llegado un caso el perfeccionismo auto-orientado puede pasar a
ser socialmente prescrito y propiciar la aparición de un trastorno del estado de ánimo. Es por
ello que normalmente hasta que no se establece un diagnóstico en el contexto de la psicología
clínica no se puede saber con precisión el modo en el que el perfeccionismo interactúa con la
salud mental de una persona.

¿Qué hay que hacer para superar este problema?


Nadie está condenado a sufrir para siempre los síntomas de la depresión ni a llevar sobre sus
espaldas la carga emocional que supone el perfeccionismo disfuncional. Todos los trastornos
psicológicos tienen un componente comportamental, y eso significa que del mismo modo en
el que estas alteraciones psicológicas van surgiendo a partir de aprendizajes que vamos
interiorizando sin darnos cuenta, podemos “desaprender” todo aquello que las ha hecho
aparecer.

Dicho de otro modo, existen técnicas y estrategias de entrenamiento psicológico que nos llevan
a ser capaces de adoptar nuevos puntos de vista más flexibles y constructivos, y nuevas
maneras de relacionarnos con el entorno y con los demás, haciendo que cambie tanto nuestro
estado de ánimo como nuestra manera de abordar nuestras tareas y responsabilidades.

Sin embargo, en los casos de depresión todo este proceso de aprendizaje pasa por ir a
terapia. Los trastornos del estado de ánimo son psicopatologías con efectos severos que no
deben ser subestimados, en parte porque en muchos casos tienen un efecto dañino sobre
nuestra capacidad para fijarnos metas e intentar cuidar de nuestra salud mental. Por ello, es
necesario contar con la ayuda de, al menos, un psicólogo. A través de la psicoterapia, ambos
iréis construyendo los medios que te vayan a servir de apoyo en tu nueva manera de gestionar
tus emociones y de abordar tus metas y objetivos personales y/o profesionales.

*Tipos de depresión: sus síntomas, causas y


características*

*¿Cómo clasifica la psicología los distintos tipos de depresión? Lo descubrimos.*


Es habitual sentir algún bajón de vez en cuando o sentirte triste por algún acontecimiento que
puede haber sucedido en tu vida. La tristeza forma parte de la vida, una emoción que no resulta
patológica en sí, aunque la asociemos al displacer y tratemos de evitarla.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que no todas las formas en las que se experimenta
malestar son iguales, y en ocasiones aquello que creemos que es la tristeza intrínseca al modo
"normal" de vivir la vida puede ser uno de los varios tipos de depresión que existen.

En este artículo nos centraremos justamente en ese tema: los principales tipos de


depresión que ha ido perfilando la investigación científica en salud mental.

La depresión, un trastorno multifactorial


Si el sufrimiento es persistente, estás triste la mayoría del tiempo y afecta a tu vida
diaria, puede que sufras depresión, un trastorno del estado del ánimo que puede afectar
gravemente a nuestra vida y que además va de la mano del riesgo de intentar darse muerte o de
desarrollar un estilo de vida muy dañino para la salud a medio y largo plazo.

Además, la depresión es un fenómeno muy complejo, dado que no se sabe qué es exactamente
qué la produce; la hipótesis más aceptada es que tiene un origen multifactorial, por lo que tiene
tanto un componente comportamental (es decir, proveniente del modo en el que
interactuamos con el entorno y percibimos lo que nos ocurre) como biológico (sobre todo,
basado en predisposiciones genéticas).

No siempre es fácil saber cuándo este fenómeno ha hecho mella en nosotros, ya que existen
varios tipos de depresión y por lo tanto las maneras en las que se puede identificar su presencia
varían. Sin embargo, todas las psicopatologías que pueden ser agrupadas en esta categoría
tiene varias características comunes, tal y como veremos.

Veamos, pues, cuáles son las características de estos tipos de depresión para saber a qué nos
estamos enfrentando en cada caso.

Los tipos de depresión y sus características


La depresión es frecuente en los tiempos que corren, y es habitual que la gente recurra a los
fármacos para aliviar el dolor que se siente con esta patología. El prozac (fluoxetina), también
llamado la droga de la felicidad, se consume de forma habitual en sociedades desarrolladas.

Sin embargo, lo cierto es que este conjunto de psicopatologías difícilmente pueden ser
superadas simplemente consumiendo medicamentos. Esto se debe a su complejidad y a la
diversidad de sus síntomas y características. Mientras que el principio activo de estos fármacos
siempre es el mismo, los trastornos de tipo depresivo interactúan de maneras muy imprevistas
con todos los elementos biológicos y contextuales de cada individuo.

El tratamiento con fármacos es aconsejable en casos graves, pero siempre debe disponerse de
apoyo psicoterapéutico para poder gestionar y superar los tipos de depresión (en la terapia
psicológica, además, el riesgo de sufrir efectos secundarios es mucho menor). Es importante
entender que los psicólogos pueden, además, ayudarte a superar la depresión utilizando sus
técnicas y métodos adaptados a ti para que adoptes nuevos hábitos que debiliten los síntomas
de este trastorno y favorezcan su desaparición según el modo en el que el trastorno te afecte.

Pero... ¿cuáles son los diferentes tipos de depresión y cómo suelen expresarse a través de los
síntomas? La depresión forma parte de los trastornos del estado ánimo y afecta siempre a
nuestro bienestar general, nuestra interacción social, nuestro apetito y deseo sexual, y otros
muchos aspectos comportamentales, pero la manera en la que lo hace depende del tipo
concreto de trastorno depresivo que hayamos desarrollado. A continuación quedan listadas
etas variantes de la depresión.

1. Depresión mayor
La depresión mayor es el tipo de depresión más grave, tal y como su nombre indica, y se
caracteriza por la alta intensidad de los síntomas, y por el hecho de que están presentes
durante prácticamente todo el día.

En esta psicopatología se da la aparición de uno o varios episodios depresivos de mínimo 2


semanas de duración. Suele comenzar generalmente durante la adolescencia o la adultez joven.
La persona que sufre este tipo de depresión, puede experimentar fases de estado de ánimo
normal entre las fases depresivas que pueden durar meses o años.
Se clasifica dentro de los episodios unipolares puesto que no hay fases de manía, y puede
producir problemas muy serios para el paciente si no es tratado de manera eficaz. De hecho, la
ideación suicida puede llevar a la muerte si pasa a traducirse en acciones efectivas para
terminar con la propia vida.

Síntomas de la depresión mayor

Estos son algunos de los síntomas de la depresión mayor según el manual DSM-IV-TR:

 Estado de ánimo depresivo la mayor parte del día, casi todos los días (1)

 Pérdida de interés en las actividades que antes eran gratificantes (2)

 Pérdida o aumento de peso

 Insomnio  o hipersomnia

 Baja autoestima

 Problemas de concentración y problemas para tomar decisiones

 Sentimientos de culpabilidad

 Pensamientos suicidas

 Agitación o retraso psicomotores casi todos los días

 Fatiga o pérdida de energía casi todos los días

Según el DSM-IV, debe existir la presencia de cinco (o más) de los síntomas anteriores
durante un período de 2 semanas, que representan un cambio respecto a la actividad previa;
uno de los síntomas debe ser (1) estado de ánimo depresivo o (2) pérdida de interés o de la
capacidad para sentir placer.

Tipos de depresión mayor

Dentro de la depresión mayor, existen diferentes tipos de depresión mayor:

1. Depresión con episodio único: causado por un acontecimiento único en la vida y la


depresión solo tiene esa aparición.
2. Depresión recidivante: Aparición de síntomas depresivos en dos o más episodios en la
vida del paciente. La separación entre un episodio debe ser de al menos 2 meses sin
presentar los síntomas.
2. Distimia
Dentro de los tipos de depresión, la distimia es menos grave que la depresión mayor. Es un
tipo de depresión unipolar (no incluye síntomas maníacos) e interfiere en el funcionamiento
normal y el bienestar del individuo que lo sufre.

La característica esencial de este trastorno es que el paciente se siente depresivo durante la


mayor parte del día, la mayoría de los días durante al menos 2 años. Puede decirse que es una
especie de depresión mayor "estirada" en el tiempo: dura más, pero es algo menos intensa en
cuanto al malestar que genera y al peligro que supone. No necesariamente tiene por qué
experimentarse una fuerte tristeza, sino que muchas veces lo más común es que exista un
sentimiento de falta de propósito y de motivación, como si nada importase.

Muchas personas con distimia también pueden padecer de episodios depresivos severos en
algún momento de su vida.

Síntomas de la distimia

Los principales síntomas de la distimia son los siguientes:

 Pérdida o aumento de apetito

 Insomnio o hipersomnia

 Falta de energía o fatiga

 Baja autoestima

 Dificultades para concentrarse o para tomar decisiones

 Sentimientos de desesperanza

3. Depresión maníaca
Este tipo de trastorno, también llamado Trastorno bipolar se clasifica como un tipo
de trastorno del estado de ánimo. Pese a que podemos incluirlo dentro de los tipos de
depresión, combina estados depresivos con estados de manía, es decir, existen altibajos
extremos. El trastorno bipolar es una patología seria, y no debe confundirse con un estado
inestabilidad emocional.
El tratamiento es distinto al de una depresión mayor, y requiere estabilizadores de humor
(como el litio), así como un acompañamiento profesional a través de la psicoterapia y la
atención al entorno familiar de los pacientes.

Síntomas de la depresión maníaca

Los síntomas depresivos pueden incluir:

 Sentimientos persistentes de tristeza

 Sentimiento de desesperanza o desamparo

 Baja autoestima

 Sensación de ineptitud

 Culpabilidad excesiva

 Deseos de morir

 Pérdida de interés en las actividades habituales o que antes se disfrutaban

 Dificultad en las relaciones

 Perturbación del sueño (por ejemplo, insomnio, hipersomnia)

 Cambios del apetito o del peso

 Disminución de la energía

 Dificultad para concentrarse

 Disminución de la capacidad de tomar decisiones

 Pensamientos suicidas o intentos de suicidio

 Molestias físicas frecuentes (por ejemplo, dolor de cabeza, dolor de estómago, fatiga)

 Intentos o amenazas de escaparse del hogar

 Hipersensibilidad ante el fracaso o el rechazo

 Irritabilidad, hostilidad, agresión

Los síntomas maníacos pueden abarcar:


 Autoestima exagerada

 Menor necesidad de descanso y sueño

 Mayor distracción e irritabilidad

 Excesiva participación en actividades placenteras y de alto riesgo que pueden provocar

consecuencias dolorosas, por ejemplo comportamiento provocativo, destructivo o


anti-social (promiscuidad sexual, conducción imprudente, abuso del alcohol y de
drogas).

 Aumento de la locuacidad (por ejemplo aumento en la velocidad del habla, cambios

rápidos de tema, intolerancia a las interrupciones)

 Sentimientos de "excitación" o de euforia

 Marcados cambios de estado de ánimo, por ejemplo inusitadamente feliz o tonto,

extrañamente enojado, agitado o agresivo

 Mayor deseo sexual

 Mayor nivel de energía

 Escaso sentido común en personas sensatas

4. Trastorno depresivo estacional (SAD)


Este estado depresivo recibe el nombre de Trastorno depresivo estacional (SAD) y se
caracteriza por ocurrir durante una cierta época del año, generalmente durante el invierno.

Los síntomas generalmente se intensifican de manera lenta a finales del otoño y en los meses
de invierno. Estos síntomas son muy parecidos a los que se presentan en otros tipos de
depresión:

 Desesperanza

 Aumento del apetito con aumento de peso

 Aumento del sueño (el poco sueño es más común con otras formas de depresión).

 Menos energía y capacidad para concentrarse

 Pérdida de interés en el trabajo y otras actividades


 Movimientos lentos

 Aislamiento social

 Tristeza e irritabilidad

También existe otra variante del SAD y que lo sufren algunas personas en verano:

 Falta de apetito

 Pérdida de peso

 Insomnio

 Irritabilidad y ansiedad

 Inquietud

5. Depresión psicótica
La depresión psicótica es un subtipo de depresión mayor el cual se presenta cuando una
enfermedad depresiva severa incluye algún tipo de psicosis. A diferencia de los demás tipos
de depresión, se caracteriza por la presciencia de síntomas psicóticos: alucinaciones y/o delirios
que alteran cualitativamente el modo en el que se percibe la realidad.

6. Depresión posparto
Dentro de los tipos de depresión, podemos incluir la depresión posparto. Se caracteriza
porque puede ocurrir poco después del parto.

Este tipo de depresión puede presentarse hasta un año más tarde de que la mujer haya dado,
pese a que es habitual que ocurra dentro de los primeros tres meses después del parto.

Causas de la depresión posparto

Algunas de las causas de la depresión postparto, son las siguientes:

 Cambios a nivel corporal del embarazo y el parto (por ejemplo, debido al cambio

hormonal)

 Cambios en las relaciones laborales y sociales


 Tener menos tiempo y libertad para sí misma

 Cambios el ciclo sueño-vigilia debido al nacimiento

 Preocupaciones acerca de su capacidad para ser una buena madre

Referencias bibliográficas:

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trastornos mentales. Madrid: Panamericana.

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Madrid: McGraw-Hill.

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 National Collaborating Centre for Mental Health. Depression. (2009). The treatment and

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