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EDUCAR CON SUJETO: EXPERIENCIA, DON Y PROMESA (otro

modo de relación con el otro que no sea el de la intervención)


Benjamín Berlanga Gallardo
UCI-RED CESDER

NOTAS DE UNA CHARLA EN EL SEMINARIO “PEDAGOGIA DE LA INDIGNACIÓN, PEDAGOGIA DEL SUJETO” COORDINADO POR
LA UCI RED PARA EL EQUIPO DEL CENTRO DE DERECHOS HUMANOS VICTORIA DIEZ. León Guanajuato, 27 de agosto 2014.

(Lo que voy a exponer es una manera de decir lo que queremos hacer, lo que estamos buscando
y elaborando. En este decir quiero abonar en el esfuerzo de romper con los discursos y las
prácticas de la educación y del trabajo comunitario que se basan en lo que podemos llamar “el
campo de regulación de la intervención social”. De esas prácticas decimos “ya no más, de otro
modo ha de ser”. Lo que digo es mío porque lo digo, pero no es totalmente mío porque es un
intento de “resonar” ideas fuerza y modos de “empalabrar” que he encontrado en la conversación
iniciada con los textos de Marina Garcés y Santiago López Petit. Al conversar con ellos en sus
textos, y luego al recibir a Santiago en el curso de verano de la Maestría de la UCI, he encontrado
en la potencia de su decir lo que quiero decir, lo que quiero nombrar, lo que intento formular. Dice
Santiago que eso es la “alianza de amigos”, de los amigos que en la soledad, pero en compañía
en esa alianza, muestran que es posible resistir a la realidad. Muchas de las ideas fuerza con las
que configuro esta charla, las centrales quizá, las tomo de Marina y de Santiago. Las resonancias
son mías y el decir que las dice, es mío, por supuesto).

UNO. UN DESPLAZAMIENTO EPISTEMICO, UN DESPLAZAMIENTO LINGUISTICO: DE LA INTERVENCION AL


TRATO

1.1. Si intentamos en la educación y en las relaciones en el trabajo comunitario un


desplazamiento epistémico ( que vaya de la elaboración de la verdad hacia el “que me-nos
pasa”) y procuramos un desplazamiento lingüístico (desde el lenguaje de la verdad hacia el
“dulce lenguaje de los cuerpos desnudos” que dice Sabina)1 abrimos la posibilidad de salir del
campo de regulación de la intervención social y de la intervención educativa, para
colocarnos de otro modo en la relación con el otro.

1.2. Decimos “campo de regulación de la intervención” para nombrar a) la relación de dominio,


de ejercicio de autoridad (“te voy a formar”, te voy a educar”, “te voy a integrar, incluir,
desarrollar”) que se establece en la relación con el otro; b) la lógica de “fabricar al otro”, como

                                                        
1    La idea de desplazamiento epistémico y desplazamiento linguistico forman parte de las ideas centrales de la
formulación de la pedagogía del sujeto. Cfr. Benjamin Berlanga, Venir siendo sujeto: la educación como lugar de
florecimiento de una subjetividad que se pone a si misma como sujeto” www.ucired.org.mx sección documentos

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finalidad y racionalidad constitutiva de la acción; c) la forma instrumental de desarrollar la acción
en términos de relación medios-fines, eficacia, eficiencia; d) la idea de proceso lineal: la
intervención como secuencia lineal previsible, ordenada de acciones para producir lo otro, al
otro.

1.3. Intentar la relación desde el desplazamiento epistémico y el desplazamiento lingüístico, abre


la oportunidad para elaborar una relación con la realidad, con el otro, que no es de intervención
sino de “trato”.2 Es un cambio de lugar: es el tránsito desde la presencia exterior que interviene
para transformar y que para transformar actúa en lo que va a transformar o que va a cambiar,
hacia una presencia que trata con la realidad, con el otro y en ello hace un estar juntos, un modo
de posicionarse y de entregarse. Una relación así, una relación que nace como “trato” y no como
intervención, da lugar a la posibilidad de elaborar la experiencia de los que se juntan, de los que
se encuentran, como posibilidad de elaborar un “dar me-nos cuenta” desde el “decir lo que me-
nos pasa”. Por otra parte, el trato como entrega se abre a la manifestación del don en el dar la
palabra y dar la escucha, es decir, se dispone al reconocimiento de la alteridad y a un “hacer-
nos juntos” en el que no se pierde lo singular. Finalmente, el trato no solo es un modo de estar
junto con, sino un modo de comenzar, de hacer lo nuevo y por ello deimplicarse, de
comprometerse. Experiencia, don y promesa se dan en el trato con el otro y dan lugar a la
potencia de la acción compartida.

DOS. ELABORAR LA EXPERIENCIA: SUCEDE QUE A VECES

2.1. Hacer la experiencia, 3 elaborar la experiencia, es ir más allá del suceder. Sucede que
sucedemos y no nos damos cuenta hasta que “sin saber como ni cuando, algo (te) eriza la piel y
(te) rescata del naufragio”.4 Hacer del suceder, del pasar, del transcurrir, experiencia, es producir
acontecimiento de lo que me está pasando: saber de ello, saberme en ello: dar-me cuenta. Hacer
la experiencia es poner el cuerpo, saberme afectado. Se trata de un saber de la vida, un saber la
vida como mi vida, pero también y al mismo tiempo se trata de un querer la vida, desear la vida
como mi vida, como vida. La experiencia es propia, siempre de alguien, es un acontecimiento que
me atraviesa y por ello un saber mi vida como vida. Quien hace la experiencia relata, narra, dice
con el dulce lenguaje de los cuerpos desnudos lo que le pasa, porque lo que pasa le pasa. Y al

                                                        
2 Esta es una idea fuerza que desarrolla Marina Garcés en vario textos. Hay modos de representar, modos de intervenir

y modos de tratar la realidad. En el trato “hay un modo de estar, de percibir, de sostener, de tener entre manos, de
situarse uno mismo…. El trato es un posicionamiento y a la ves una entrega…” en “La honestidad con lo real” (en la
web). Aquí hay una apropiación libre de sus ideas de intervención y de trato.

3 Retomo la idea fuerza de “experiencia” en este caso expresamente de Fernando Bárcena, por ejemplo, en su ensayo

“Educación y experiencia en el aprendizaje de lo nuevo” en la Revista Española de Pedagogía, año LX numero 223,
septiembre-diciembre 2005. También es una idea trabajada por Jorge Larrosa y Joan Carles Mélich
.
4 Es una canción de Ismael Serrano “Sucede que a veces”

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estar junto con otro, con otros, se da la posibilidad de que en la elaboración de la experiencia del
singular, el relato, la narración, la palabra y la escucha permitan lo común, lo que sin perder lo
mío es común: lo que nos está pasando, el dar-nos cuenta.

2.2. La intervención es acción para transformar la realidad. Para producirse requiere la


explicación, un conocimiento objetivo de regularidades que proporcionen las razones de lo que
hay que hacer. La intervención no necesita la experiencia, no quiere el relato ni la narración de lo
que me-nos pasa, porque la experiencia siempre es singular y lo que la intervención hace es
explicar al otro haciendo abstracción de su singularidad para tematizarlo, demostrando su
condición como demostración necesaria para intervenir, para transformar las cosas. El saber de
la experiencia dice, por ejemplo “no quiero que me traten como animal cuando voy a que me
atiendan en la clínica” 5 y en ese saber va la vida de quien lo dice: ese saber es un saber de
deseos, dolores, indignación. Esa narración se encuentra con la de otros, otras, y hace lo común,
lo de todas y todos con los que conversa. El dolor, el deseo, el ansia de vida que hay en el decir,
resulta re-significado en el decir común y se abre a la promesa de hacer algo. Por el contrario, el
conocimiento de la intervención no necesita de la experiencia. La experiencia no sirve, sirve el
dato, la sumatoria de datos que da lugar al “porcentaje o tasa de insatisfacción en la relación del
usuario con el servicio de salud”, en este caso, porque es lo que se puede medir, calcular,
manipular. Desde este conocimiento puede elaborarse otro conocimiento que da lugar a otros
conocimientos para intervenir y cambiar la situación de los usuarios insatisfechos: diagnóstico-
análisis-planeación-programación-acción, y evaluación de la acción mediante otra encuesta que
mide la variación porcentual en la satisfacción acerca del servicio por parte de los usuarios.

2.3. El conocimiento desde la experiencia (me doy cuenta de…) no es un conocimiento que se
ordena desde la explicación y la demostración, aunque explique y demuestre a los que lo
producen. Es un conocimiento que muestra y que en el mostrarse, en el decirse, se abre a un
saber la vida que se produce como revelación, como iluminación, como lo que irrumpe: un saber
la vida, un querer vivir que es indignación, deseo, desafío y por ello promesa6 . Elaborar la
experiencia en el estar-juntos hace posible lo común desde la narración de lo que me pasa y es
de suyo conversación: un dar la palabra y dar la escucha en la que la experiencia siempre
singular no se pierde, porque lo común no es abstracción que borra lo singular, sino un compartir
que produce un saber colectivo, un dar-se cuenta. Este dar-se cuenta no es un conocimiento
despegado del cuerpo, no es un conocimiento que para serlo se despega de lo singular.

                                                        
5   Narración recogida en uno de las conversaciones iniciales con un grupo de mujeres de colonias populares en León, por
el equipo del Centro de Derechos Humamos Victoria Diez, en el marco del proyecto “Seguridad y Autonomía de las
Mujeres”.

6   La idea del querer vivir y del querer vivir como desafío, es idea toral en el pensamiento de Santiago López Petit, Ver,
por ejemplo “Amar y pensar. El odio de querer vivir” ediciones bellaterra 2005, Barcelona.

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TRES. LA RELACION COMO DONACION: DAR LA ESCUCHA, DAR LA PALABRA

3.1. Elaborar la experiencia y hacer lo común supone un relación de donación. La relación con la
realidad y con el otro que hay en la intervención no es una relación de donación, es un relación
de dominio, de uso instrumental: se interviene desde fuera para transformar al otro, lo otro, y aun
cuando se presente como relación de donación ( te doy mi tiempo, te doy mi ayuda para que
superes tu condición de postración…) en verdad no importa el otro como otro, como alteridad,
sino el otro tematizado a quien conozco porque lo nombré, porque lo hice inteligible para los
propósitos de la intervención. Y aun cuando se promueva la participación hasta hablar del
empoderamiento del otro, la acción es una acción de relación instrumental, una actuación sobre
lo conocido porque el otro ya ha sido tematizado. En la intervención no se da la escucha, no se
necesita, porque el otro es ya conocido. La intervención hace cosas, opera, transforma, y cuando
dice escuchar no escucha porque al desdibujarse lo singular en la abstracción, el otro, lo otro,
está ya explicado y no se necesita su saber que es singular, su experiencia, porque ya se le
conoce como tematizado, como categoría, como dato. Así, por ejemplo, el dolor de la mujer que
narra la muerte de su hijo al nacer y en esa narración le va la vida, deviene dato que da lugar a la
tasa de mortalidad infantil del diagnóstico. La intervención, si acaso, se escucha así misma
nombrando al otro para hacerlo inteligible y luego para operar la transformación (como pobre,
como no desarrollado, marginal), diciendo lo que va a modificar con los nombres que decide
poner: reducción de la tasa de morbilidad materno infantil, disminución de la insatisfacción del
usuario en los servicios de salud, superación de la pobreza, abatimiento del rezago educativo.
¡Tantos nombres!. En la intervención de la realidad para transformarla no hay cuerpo, hay
razones, hay instrumentos, hay maquinaria, si acaso llamados del interventor a la participación de
los intervenidos para modificar sus vidas. Y lo más común es que la intervención se escuche a si
misma, por ejemplo en la voz de la interventora o del interventor mayor, tratando al otro como
suyo, como su menor, al que hay que cuidar para transformarlo y al que puede regañar y advertir
cuándo y cómo será elegible para salir de su condición: “…no se me equivoquen, no me hagan
cuentas multiplicando 10 por 5 No. Eso ya se acabó, porque Oportunidades7 lo que quiere es que
esa familia salga adelante, y esa familia sólo saldrá adelante si es una familia pequeña y tiene la
posibilidad de educación, de salud, de una vivienda digna, de todo lo que nos garantiza nuestra
constitución”. (Palabras de Rosario Robles Secretaria de Desarrollo Social a mujeres indígenas
en Nayarit en un evento institucional). La intervención dice de muchos modos: “ven, te voy
enseñar, te voy formar, te voy a interpretar, te voy incluir”. Por el contrario, el trato como relación
                                                        
7 Oportunidades es un programa del gobierno federal en México para el combate a la pobreza y para la promoción del

desarrollo social. Esta vigente desde hace casi treinta años con diferentes nombres y formato. Ahora apenas se acaba de
anunciar su nuevo nombre: Prospera, y nuevas modalidades que ya no quieren ser de “subsidio a la pobreza” porque no
han resultado. Eso nos han dicho desde hace treinta años con cada cambio de nombre –de Solidaridad a Progresa a
Oportunidades- cada vez modalidades que no quieren ser subsidio a lo pobres. Luego descubren que si lo eran y dicen
que ahora si van a hacer otra cosa que ya no lo es

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de donación no dice, escucha: recibe, acoge, conversa. En la intervención, la palabra siempre es
la del interventor (educador, animador, técnico) y la escucha siempre es la del otro

3.2. El modo de trato con el otro, como modo de hacer la experiencia de lo que pasa en cada
quien y en común, es un modo de donación8 y, por tanto, es una relación de tacto y de caricia9.
La elaboración de la experiencia y de lo común se basa en la conversación, en dar la palabra y
dar la escucha. El trato resulta manifestación del dar, es presentación del otro como el que viene
aquí a dar su palabra, y de mí como el que escucha. En esta relación de donación la palabra
siempre es del otro y la escucha siempre es mía: doy mi escucha, reconozco al otro como otro,
como quien no soy, porque lo descubro otro en lo que dice. Escuchar es dar acogida, hospitalidad
al otro como otro en su palabra, porque su palabra lo presenta. Ello requiere el tacto y la caricia.
La escucha es recepción y no sabe invadir al otro, no sabe tomarlo como si agarrarlo para
modificarlo. El acto de escucha requiere atención, tacto, y no hay intervención porque no se actúa
en el otro para actualizarlo, sino en uno mismo como dis-posición. El trato no se elabora desde la
pregunta de cómo pensar al otro, tampoco desde la inquietud por los modos de intervenir para
transformarlo. El trato es una posición, “un modo de estar, de percibir, de sostener, de tener entre
manos, de situarse uno mismo” (Marina Garcés). El trato es un modo de ponerse con intención a
la escucha, de dejarse afectar; es una laboriosa tarea de configurar en la relación el modo del
“entre” como donación mutua; y, es un darse de la palabra y de la escucha, es decir, de la
conversación, que se abre a la difícil, alegre y complicada elaboración de lo común que no
disuelve lo singular.

CUATRO. LA PROMESA: DAR LUGAR AL QUERER HACER JUNTOS

4.1. Lo común10 que se elabora desde la experiencia no fija, no encierra, no excluye, porque
siempre se está abierto a la palabra del otro, esto es, a la escucha. Siempre hay lugar para el otro
porque el otro siempre permanece extraño. Siempre hay lugar para uno más, otro, porque es
hospitalidad. Lo común cuando es elaboración desde la experiencia no borra lo singular, lo
propio, más bien lo potencia, lo hace más al hacerse común porque da lugar al querer hacer
juntos y porque se constituye como promesa11. En la intervención lo común es una regularidad o

                                                        
8 La idea de la educación como un don es una idea fuerza de la pedagogía del sujeto. Ver el ensayo “Venir siendo

sujeto….” Cit.

9  La relación con el otro como tacto y como caricia las he tomado principalmente de Joan Carles Mèlich, aunque también
de Jorge Larrosa.

10Toda la idea de lo común en esta charla esta tomada de Marina Garcés. Ver, “Un mundo común” ediciones bellaterra,
2013 Barcelona.

11 La idea de promesa la he tomado de Hanna Arendt, aunque llegué a ella a través de Fernando Bárcena “Hanna

Arendt una filosofía de la natalidad” Editorial Herder 2006.

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una abstracción o las dos cosas. Es regularidad empírica, objetiva, verificable, de modo que se
constituye como verdad y es, por tanto, categoría clasificatoria ensartada en un esquema
explicativo; de ese común se desprende la explicación de lo que hay y se desprenden las
inferencias lógicas que permiten intervenir para modificar la realidad. Es el conocimiento objetivo
de la realidad para intervenir. Desde la experiencia y la elaboración de lo común, el hacer surge
del querer y es siempre comienzo, un hacer lo nuevo, un decidir juntos lo que queremos que sea
la vida como vida nuestra, una promesa. La promesa se abre a lo nuevo, irrumpe en lo que hay
para decir otra cosa, lo que se va a hacer desde el querer compartido y por ello es comienzo, un
futuro que ya al pronunciarse se intenta. La elaboración de la promesa no se desprende de la
producción de un conocimiento que es representación objetiva de la realidad, porque la promesa
viene de un saber que es revelación e irrupción de un querer hacer lo común, y se constituye en
un decir-decidir lo que se va a hacer, y en ese decir-decidir se pone la vida de cada quien, el
compromiso, la implicación.

4.2 El hacer de la intervención es un hacer vacío, sin cuerpo, que no tiene rostro porque es
impersonal. A ese vacío que da susto, se le llena de buenas razones para humanizar lo que se
hace. Por eso necesita rostros: se pone el rostro del que sufre para poder mostrar la justeza de la
intervención, o el rostro idealizado del que va a ser el que se espera que sea (la/el educado, o
formado, o desarrollado, o empoderado, o el que va a dejar de ser pobre luego) para mostrar la
bondad de la intervención. Se sustituye en todos los casos la promesa como elaboración
compartida, por la propaganda que anuncia lo que va a venir y por el marco lógico como técnica
de gestión de lo irreal, de lo que no está todavía. Porque la intervención se administra, se
gestiona racional e instrumentalmente. Por el contrario, en el hacer que se elabora al estar juntos
en el encuentro, el hacer resulta de un querer, es una decisión del querer, un querer que al decir
lo que va a hacer ya está metido en ello, haciéndolo, un querer puesto en términos de posición,
de implicación. Hay un “entrar en escena” (Marina Garcés) en la decisión de lo que se va a hacer,
cuando es desde el corazón y la voluntad. Los que hacen lo común dicen su promesa, están
implicados, ponen el cuerpo y saben “que muy pronto va a desbordarse el trigo”12 porque saben
que la promesa está siempre cargada de esperanza.

CINCO A MANERA DE CIERRE: LA IDEA DE “PONER EL CUERPO”

Esta es una idea fuerza de Marina Garcés que resume lo que digo: “poner el cuerpo”:

“¿Qué puede significar poner el cuerpo? No podemos saberlo, cada situación lo requerirá
y todo cambia rápidamente hacia umbrales que nos cuesta imaginar, pero antes que nada

                                                        
12 Es de una canción de Joaquín Sabina “Palabras como cuerpos”.

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significa poner el cuerpo en nuestras palabras. Hemos alimentado demasiadas palabras
sin cuerpo, palabras dirigidas a las nubes o a los fantasmas. Palabras contra palabras,
decía Marx. Son ellas las que no logran comprometernos, son ellas las que con su
radicalidad de papel rehúyen el compromiso de nuestros estómagos. Poner el cuerpo en
nuestras palabras significa decir lo que somos capaces de vivir o, la inversa, hacernos
capaces de decir lo que verdaderamente queremos vivir. Solo palabras que asuman ese
desafío tendrán la fuerza de comprometernos, de ponernos en un compromiso que haga
estallar todas las obligaciones con las que cargamos estas vidas de libre obediencia, de
servidumbre voluntaria”13

                                                        
13Marina Garcés, en “Renovar el compromiso”, Revista Espai en Blanc materiales para la subversión de la vida,
números 9-10-11, Edicions Bellaterra, 2011 Barcelona

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