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El rendimiento de un equipo será bueno si dicho equipo consigue los resultados para los que fue
creado y diseñado. A grandes rasgos, hay 4 grandes variables que cualquier equipo ha de
contemplar:
Para que el equipo rinda tiene que haber una alineación total entre estas 4 variables. Estas
variables están manejadas por personas, con lo cual, la actitud de las mismas hacia ellas será
fundamental. Como todos sabemos, la relación entre personas no es fácil y no responde a criterios
racionales. Entre otros aspectos también importantes (motivación, nivel de formación, etc.),
depende mucho de la personalidad de cada una de ellas. Tener un buen clima está comprobado
que impacta de forma positiva en los resultados.
Como las diferentes tareas, funciones y roles suelen requerir de personalidades también
diferentes, es necesario en muchos casos tener a personas con distintas maneras de ver la vida y
enfocar su trabajo. Si queremos que cada uno puede dar lo mejor de sí mismo, tenemos que estar
dispuestos a exigir diferente a cada persona y a convivir con diferentes personalidades. Entramos
entonces en fase de comparaciones y en muchas organizaciones se tiende a no querer comparar
porque las diferencias no conviven muy bien entre ellas.
Si queremos sacar lo mejor de cada persona, tendremos que conseguir que cada uno se dedique a
lo que mejor sabe hacer y así, las posibles carencias de cada cual, estén contrarrestadas con las
fortalezas de otro miembro del equipo. De esta manera el equipo se enriquecerá y los miembros
se complementarán para funcionar correctamente, logrando entregar siempre los mejores
resultados y cumpliendo de la mejor forma los objetivos previamente definidos.
Esta variedad hace que el equipo se pueda enriquecer y sea más poderoso. Eso sí, la persona que
está al frente tiene que dedicar tiempo y esfuerzo a sus personas. Jesús Maria Saló, Partner Page
Executive explicó a los participantes del programa Caixa IMPULSE organizado por La Fundación La
Caixa y Caixa Capital Risc, los puntos imprescindibles para que un grupo integrado por diferentes
personas, sea un equipo de alto rendimiento.
Para entornos técnicos en compañías pequeñas en los que no hay sistemas de gestión de personas
excesivamente sofisticados, es muy útil apoyarse en los sistemas DISC (Dominance, Influence,
Steadness, Compliance) que nos ayudan a definir a la perfección los distintos perfiles de
personalidad en función de sus orientaciones laborales:
De la gestión de las 4 variables comentadas anteriormente, aparecen 6 grandes procesos que hay
que tener controlados para el éxito de los equipos:
Los miembros del equipo deben saber qué tareas les corresponden y cuáles son sus objetivos, de
esta manera focalizarán tiempo y esfuerzo en conseguir el éxito y los resultados planteados. Es
importante ir midiendo y analizando las actuaciones del grupo, para saber si las acciones que se
están llevando a cabo y las decisiones que se toman son las correctas para alcanzar el objetivo.
A pesar de que el trabajo sea en equipo, cada integrante debe asumir un rol específico dentro del
conjunto. Todos los miembros deben tener claro el objetivo, de esta manera pueden trabajar en la
misma dirección. Además la definición de roles frenará los roces entre los miembros.
La claridad en el proceso hace que la gente sepa el camino para lograr el éxito, lo que implica
rapidez en el aprendizaje y menor resistencia a los cambios. Una persona que conoce el proceso es
una persona más productiva.
5. Confianza y respeto:
Los integrantes deben ayudarse y darse apoyo entre ellos. Es importante recompensar los
avances, tanto individuales como grupales, expresando verbalmente la satisfacción del trabajo en
equipo: “Estamos haciendo un excelente trabajo”; “Los resultados están siendo mejor de lo
esperados”; “Sigamos trabajando en la misma dirección”.
6. Participación de todos: