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A cambio del talento de los artistas, la discográfica aporta contactos, inversión,

orientación de la carrera, criterios comerciales y, en definitiva, una serie de


recursos y herramientas que permiten a los músicos desarrollar su proyecto
artístico; sin embargo, deben considerarse ciertos factores antes de la firma.

Una de las cuestiones fundamentales será la solvencia, inversión y compromiso del


sello para realizar una promoción eficaz del proyecto artístico, que no solo debe
medirse en ventas o ingresos, sino también en capacidades para llegar al público
potencial del artista. En este sentido, la elección del sello es crucial y se debe
hacer una buena labor previa de investigación de los géneros en los que está
especializado.

Por su parte, de cara a reflejar en el contrato, la discográfica debe estar segura


de qué obligaciones será capaz de cumplir conforme a su experiencia, contactos con
prensa, financiación de campañas promocionales y demás compromisos y
potencialidades.

En el mercado encontramos todo tipo de ejemplos: sellos con un presupuesto ajustado


que se dejan la piel por sus artistas y otros con presupuestos muy elevados que se
gestionan sin mucho acierto. Es clave tener en cuenta el valor añadido que aporta
el sello en relación con cada artista concreto y los objetivos de su proyecto, más
allá de pagar el estudio de grabación y las campañas de marketing.

Derechos de imagen y de marca


Este contrato también recoge la autorización del artista a favor del sello para el
uso de su imagen personal y marca –que debería estar registrada–, lo que permite a
la discográfica incluir la imagen y nombre en portadas, libretos, notas de prensa y
en el resto de actividades promocionales que realice.

Cada vez es más frecuente la gestión de los derechos de imagen del artista de
manera integral por parte del sello, a través de los contratos 360, mediante los
que la compañía asume todos los aspectos de la carrera musical: discográfica,
editorial, actuaciones, merchandising, publicidad, patrocinios… actualmente hay
artistas que pueden ganar más dinero como prescriptores o modelos de marca que con
las ventas de sus discos, dada la situación del mercado en la actualidad, lo que
lleva a los sellos a querer negociar la gestión de sus derechos de imagen para
obtener un porcentaje de los ingresos generados por esta vía.

Duración del contrato discográfico


Lo normal es que se firmen contratos de entre dos y cinco años de duración, junto a
un compromiso de grabar un número determinado de discos durante ese tiempo. Este
extremo es fundamental, pues si la banda no está cómoda con el sello, la duración
del contrato puede ser un problema: deberá esperar a que transcurra el plazo para
buscar otro sello. No obstante, siempre queda abierta la opción de negociar la
carta de libertad o analizar si el sello está incumpliendo alguna de las
obligaciones contraídas, y resolver el contrato anticipadamente.

Para el sello no suele ser tanto problema que la duración del contrato sea superior
al tiempo en que se está trabajando fructíferamente con el grupo, y podría dejar
«en la nevera» a ese artista. Sin embargo, si la discográfica ha asumido
obligaciones de financiar grabaciones o promocionales que no puede o no le interesa
ejecutar, también buscaría la resolución anticipada del contrato por vía amistosa.

No debemos confundir la duración del contrato discográfico con la duración de la


cesión de derechos al productor o sello. Normalmente la cesión de derechos sobre
las grabaciones realizadas durante la vigencia del contrato se pacta por el tiempo
máximo que permite la ley, es decir, cincuenta años computados desde el día 1 de
enero del año siguiente al de la interpretación o ejecución.

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