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CONTENIDO

PROLOGO CAPITULO 18
CAPITULO 1 CAPITULO 19
CAPITULO 2 CAPITULO 20
CAPITULO 3 CAPITULO 21
CAPITULO 4 CAPITULO 22
CAPITULO 5 CAPITULO 23
CAPITULO 6 CAPITULO 24
CAPITULO 7 CAPITULO 25
CAPITULO 8 CAPITULO 26
CAPITULO 9 CAPITULO 27
CAPITULO 10 CAPITULO 28
CAPITULO 11 CAPITULO 29
CAPITULO 12 CAPITULO 31
CAPITULO 13 CAPITULO 32
CAPITULO 14 CAPITULO 33
CAPITULO 15 CAPITULO 34
CAPITULO 16 CAPITULO 35
CAPITULO 17
Sinopsis
Una vez Discípulo, siempre Discípulo.

Después de la muerte de su padre, Ash aprendió una lección importante: ser Discípulo es
peligroso. El club que su padre había amado, el club que había sido su familia, se lo quitó.
No podía quedarse a esperar el día en que el hombre que amaba también se separara de
ella. Así que, se fue. Ahora, ella es la que está en peligro, y los Discípulos son los únicos
que pueden mantenerla a salvo. No tiene más remedio que volver al club y al hombre que
dejó atrás.

Un Discípulo luchará como un salvaje por lo que es suyo.

Sketch tiene lo que necesita: tatuar, el club y su moto. Cualquier otra cosa requeriría un
corazón, y el suyo fue arrancado de su pecho hace mucho tiempo. Él no iba a regresar. Al
menos no hasta que ella lo hizo.

Su corazón no es lo único que Ash trae con ella. Ella tiene una hija. Una hija lo
suficientemente mayor para ser suya. Una hija que Ash dice que podría no serlo. Pero en
su corazón, Sketch sabe la verdad. Esa niña es suya... igual que su madre.

Este motociclista sabe una cosa: el regreso de la hija de un Discípulo está a punto de hacer
que todo su mundo cambie.
PROLOGO
Gabe
CINCO AÑOS ANTES

—No puedes decirlo en serio.


Dije las palabras, pero mirando a la chica en frente de mí, pude decir que ella lo hacía.
Mi Ash era reservada. Sus emociones siempre escondiéndose bajo la superficie. Sólo 4
salían a veces.
En ese momento, su desesperación no estaba escondida en absoluto.
—Es peligroso —ella insistió.
Traté de estar tranquilo, de razonar con ella—. Ash, nena, hace sólo una semana
estabas tan emocionada como yo lo estaba de que yo consiguiera el parche de prospecto.
Siempre he querido ser un Discípulo, y era lo que tú querías también.
—¡Eso fue antes de que ellos mataran a mi papá!
Coño.
Su cabeza estaba totalmente jodida con esto.
—Tú sabes que ellos no lo hicieron. Ellos están de luto por Indian tanto como yo lo
estoy, tanto como tú lo estás. Él murió, y es jodidamente terrible, pero tú sabes que
cualquiera de esos hombres daría su propia vida para traértelo de vuelta. Si simplemente te
calmaras, sabes que es verdad.
Lágrimas caen de sus ojos, ojos que habían estado manchados de rojo durante una
semana. Nada hacía a un hombre sentirse jodidamente impotente que ver a su mujer llorar
constantemente y no ser capaz de hacer una maldita cosa al respecto. Yo no había mentido;
cualquiera de los hombres del Savage Disciples MC habría dado su vida en un instante para
traer a su hermano caído de vuelta, para darle de vuelta su papá a Ash. Yo tomaría una baja
justo ahora y justo ahí sólo para hacer que ella deje de sufrir.
—Ellos no habrían querido que él muriera, pero es su culpa. ¡El puto club es la razón
por la que él no está!
En ese momento, quería ser capaz de rebobinar más de lo que podía poner en palabras.
Sólo hace una semana antes, éramos felices. Todo estaba bien. Joder, todo estaba yendo
exactamente como debería ir.
Había logrado ser prospecto para l club, el primer paso para mi puto sueño de toda la
vida de ser un miembro. Mi tío, Gunner, me puso el chaleco él mismo. Era todo lo que había
querido desde que podía recordar, desde la primera vez que Gunner me trajo al club de
niño.
¿Lo primero que hice? Fui a Ash.
5
Mi chica, la hija de un Discípulo, creció en el club. Los hermanos eran su familia, justo
como ellos eran la mía. Desde que tenía seis años y la conocí por primera vez, ella había
sabido que tener el parce era todo lo que yo quería. Catorce años después, fue real.
Ash estaba jodidamente emocionada. Mi luciérnaga irradiaba tan brillante como
nunca la había visto. Se había lanzado a mis brazos. Ella no pudo dejar de mirar el chaleco
en mis hombros, la prueba visual de que realmente estaba pasando. Al menos ella no pudo
dejar de mirar hasta que hice que me lo quitara para que pudiéramos realmente celebrar.
Pero esa noche, con Ash acurrucada junto a mí en la cama, mi celular sonó. La primera
señal fue la llamada a las tres de la mañana. La segunda fue la forma en que Gunner me
saludó.
—¿Ash está contigo?
No sabía por qué él necesitaría preguntar eso. Ash casi siempre estaba conmigo. A
Indian podría no haberle gustado, pero su hija tenía dieciocho. Y de todos modos, ella se
había estado quedando en la noche conmigo en ocasiones incluso antes que esa. Así que sí,
si ella no estaba en casa con Indian, ella estaba en mi cama.
No había esperado que él preguntara porque no había forma de que Indian les dijera
que ella no estaba en casa.
No había esperado que cayera en mí decirle a Ash que su único familiar se había ido.
Pero sí, sin embargo, esperé la forma en que Ash se había desmoronado ante la noticia.
Estaba incluso preparado para el hecho de que ella no volviera de eso enseguida. Seguir
adelante iba ser un largo camino para ella, yo sabía eso.
Aun así, nunca podría haber adivinado que ella incluso pensaría las cosas que me
estaba diciendo.
—¿Entonces qué, Ash? ¿Quieres que deje el club? ¿Qué renuncie a ser prospecto y
simplemente me vaya? —ella no podía querer decir eso.
—Sí —ni siquiera un momento de vacilación.
—El club es familia.
—Yo sé que tu tío es— 6
—No. Ash, el club es familia. Todos ellos, no sólo mi tío. Los hermanos son nuestra
familia.
Ella me miró, y algo en sus ojos me asustó como la mierda—. No. Yo ya no tengo
familia.
—Bebé, los hermanos todavía son tu familia. Ellos ayudaron a criarte. ¿De verdad
puedes decir que Roadrunner, Tank, Gunner, Stone, ninguno de esos hombres son tu
familia? Ellos te aman.
Sus lágrimas cayeron más fuerte, pero no había rendición en ella—. No importa. No
puedo quedarme aquí y esperar que el club me quite a alguien más —un sollozo la
estremeció antes de que ella pudiera decir—: No puedo quedarme aquí y esperar a que te
lleve.
Traté de darle su espacio. Traté de estar al otro lado de su habitación como ella había
pedido para que pudiera hablar, pero yo ya no iba a hacer esa mierda. Al segundo que tuve
mis brazos alrededor de ella, su rostro se enterró en mi pecho y ella sollozó. Era una
posición con la que me había vuelto muy familiar.
—Luciérnaga, escúchame —dije en su cabello—. Sé que estás sufriendo, pero esto no
está bien. No puedo dejar el club. No lo haré. Una vez que este dolor no esté tan fresco, no
querrás hacerlo tú tampoco. Superaremos esto, nena. Sólo ánclate a mí.
Ella no dijo nada. Ella no discutió más. La metí en la cama pensando que la había
convencido. Que se estaba quedando. Que nos estábamos quedando donde se suponía que
estuviéramos.
Desperté en la mañana para descubrir que estaba muy, muy equivocado.

7
CAPITULO 1
Ash
—Orden lista —llamó Rocco desde la cocina.
Por supuesto que mi orden estaba lista. El cielo no permita que tenga medio segundo
para sólo recargarme contra la encimera y tomar un respiro. Inmediatamente me giré hacia
la ventana y agarré los platos de Rueben para el señor y la señora Jensen, que venían todos
los jueves por él. Había algunas cosas en la vida con las que podías contar; los Jensen nunca
perdiéndose su cita del jueves, era una de ellas.
—Anímate —indicó Rocco—. Sólo dos horas más y estás fuera. 8
—No esta noche. Cassidy llamó y me pidió que hiciera la primera mitad de su turno.
Tengo seis horas más antes de que esté fuera de aquí —le respondí.
Me dio una mirada de simpatía mientras me daba la vuelta. La historia de mi vida.
Estaba segura de que me veía tan cansada como me sentía. Mi piel pálida, con tendencia a
mostrar un ligero rubor, siempre resaltaba los círculos oscuros debajo de mis ojos.
El cansancio era sólo parte de la carrera, una de las cosas en la vida con las que se
podía contar. Apenas podía recordar la última vez que no estuve lo suficientemente cansada
como para dormir de pie. En realidad, no era cierto. Fue hace cinco años, cuando lo tenía todo.
Pasé las siguientes cinco horas moviéndome constantemente entre mesas. Había
aprendido a fingir una sonrisa a pesar de mis pies adoloridos y dolor de espalda hace mucho
tiempo. Cuando comencé a trabajar de mesera, aprendí que una enorme sonrisa, daba
propinas grandes. Necesitaba esas propinas, entonces y ahora. Ningún cliente mío sabía
que estaba nada menos que encantada de servirles. No importaba si eran groseros, o si los
hombres que entraban por la noche ebrios se les iba un poco la mano, o si la persona que
menos quería que entrara por la puerta lo hacía. Nada de eso importaba. Era perfectamente
encantadora de principio a fin de cada turno.
Con poco menos de una hora para dar por terminado el día, me adentré en el baño. El
cansancio que rechazaba día tras día, estaba tomando el control. Me salpiqué agua fría en
el rostro. Una vez que terminara mi turno, serían sólo horas antes de que pudiera descansar.
Por supuesto, luego tendría que levantarme temprano para hacerlo todo de nuevo.
Secando la humedad con una toalla de papel, intenté no prestarle atención al hecho
que estas escapadas rápidas al baño, era una de las partes más relajantes de mi día. Me tomé
un momento para re-hacer mi cola de caballo y capturar los cabellos rebeldes que se habían
escapado. Mi cabello rubio y ondulado siempre estaba atado, de ninguna manera iba lidiar
con el fastidio que conllevaba antes del turno de las 6:00 a.m. y era una situación arriesgada
enfadar a la bestia. Lo sacudí, recordándome que mi turno casi terminaba. Había pasado lo
peor, podía lograrlo. Saqué la sonrisa que llevaba años perfeccionando, pensando en la
única cosa en el mundo que hacía que todo valiera la pena.
En el momento que regresé al restaurante, esa sonrisa se desvaneció.
Sentado en una de las cabinas de vinil rojo estaba alguien que absolutamente no
quería ver. ¿Lo gracioso? Yo ni siquiera sabía quién era. Todo lo que sabía era que era la oz 9
y el logotipo de motocicleta en la parte posterior de su chaleco de cuero y las palabras
bordadas encima: Savage Disciples
Dejé a los Discípulos atrás. Hace cinco años, cuando perdí a mi papá, cuando lo
pusieron bajo tierra con ese mismo parche en su espalda, los dejé atrás.
Mis ojos se dispararon por todo el restaurante, buscando cualquier excusa que me
impidiera acercarme a esa mesa. Tal vez podría encontrar una manera de parecer muy
ocupada atendiendo las demás mesas hasta que Cassidy llegara…miré al reloj y eran las 5:21
p.m., podría hacer treintainueve minutos sin atender esa mesa, ¿verdad? ¿Tal vez?
Sí, no iba a suceder, especialmente cuando sólo tenía media docena de clientes más
que atender, la mayoría siendo regulares. Tal como estaba, mi Discípulo misterioso era la
única persona en el lugar que necesitaría mi completa atención.
Con suerte, quien quiera que fuera, no me reconocería. Me fui hace cinco años.
Cambié, los Discípulos habían cambiado. Podría ser alguien nuevo que nunca conocí.
Admito que era algo improbable, pero necesitaba convencerme de algo si iba a acercarme.
Enderezándome, me acerqué—. Hola, ¿Qué puedo conseguirle? —no lo miré
directamente. Mantuve mis ojos en la libreta que rara vez usaba. Teníamos un menú de una
hoja, podía recordar los pedidos sin escribirlos.
—¿Qué tal mirarme, luciérnaga? —respondió con voz ronca.
Ese nombre. Mi corazón se congeló y luego se derritió en mi pecho. Mi papá me había
llamado así desde que era pequeña.
—Roadrunner —susurré finalmente encontrando sus ojos.
—Ash —respondió.
No pude evitarlo, sentí que mis ojos comenzaron a arder. Mientras crecía, consideraba
a todos los hermanos como mis tíos. Ellos eran los hermanos de mi papá, después de todo.
Sin embargo, Roadrunner era especial para mí. Había sido la persona que yo sabía que me
amaba tanto como mi propio padre. Nunca me permití pensar en cuanto lo extrañaba hasta
que vi su cara un poco más vieja.
—Hola —me atraganté. 10
Se puso de pie rápidamente, jalándome en un abrazo—. Hola, cariño.
Absorbí su consuelo por un minuto, reteniendo las lágrimas antes de alejarme—. ¿Qué
estás haciendo aquí?
Se sentó de nuevo y dijo—. ¿Cuándo sales?
—¿Qué tal si respondes mi pregunta? —contrataqué.
—Tengo mucho que decir, Ash. Sería mejor si no estuvieras trabajando.
—Estoy ocupada después del trabajo —evadí, decirlo me hizo darme cuenta del poco
tiempo que me quedaba. Roadrunner necesitaba comenzar a hablar y salir de aquí lo más
rápido posible.
—Esto es importante —insistió.
—Entonces dime —dije.
—Maldita sea. Eres tan testaruda como Indian —gruñó.
Cuatro años después y todavía me destrozaba escuchar el nombre de carretera de mi
papá. Él iba por Indian exclusivamente. Yo era la única excepción. Lo llamaba papi.
La absoluta devastación de ese nombre doliendo en mi corazón debe haberse
mostrado en mi expresión porque Roadrunner se estiró para alcanzar mi mano, un
movimiento del que no me di cuenta hasta que sentí su mano envolverse en la mía, porque
estaba demasiado retraída en mi dolor.
—Yo también lo extraño —admitió.
Yo sabía que lo hacía. Él y mi papá eran mejores amigos…si rudos motociclistas se
refirieran a otro hombre como su “mejor amigo”. Eran hermanos, como todos los Discípulos,
pero su vínculo era mucho más que eso. Por eso Roadrunner era mi padrino. No había nadie
en la tierra en quien mi papá confiara más que en el hombre frente a mí, y sabía que
Roadrunner sentía lo mismo.
—Por favor —supliqué, sin querer que este asunto se demorara más—. Sólo dime
porque estás aquí.
11
Roadrunner me dio una larga mirada, debatiendo sobre cómo estaba encontrando la
situación. Luego, me golpeó con palabras para las que no estaba lista—. Necesitas regresar
a casa.
Casa. Ya no estaba segura de cuál era mi hogar. Una parte de mí todavía pensaba en
el club, en Hoffman, Oregón, donde estaban arraigados, como mi hogar. Pero había estado
intentando, por años, como mi meta, hacer un nuevo hogar aquí en Portland.
—No puedo.
Roadrunner sacudió la cabeza, rascándose un costado de su peluda mandíbula—. Te
dejé hacer esa jugada, Ash. Casi me mató hacerlo, pero te dejé. Ahora, te estoy diciendo que
no puedes continuar. Tienes que confiar en mí con esto.
La gravedad en su voz me hizo dudar—. ¿Qué no me estás diciendo?
Pellizcándose el puente de la nariz, Roadrunner suspiró—. Hay mierdas pasando.
Joder, es complicado, y necesito tiempo para explicarlo. Mierda que te explicaré una vez
que me des oportunidad, mientras no estemos en medio de un restaurante.
—¿Qué tiene que ver conmigo?
Me miró fijamente y con esa mirada me dijo que su respuesta no era algo que quisiera
escuchar—. No estás segura.
Rayos.
—No he estado cerca del club en años. ¿Quién sabría cómo encontrarme?
—Me tomó menos de una semana —admitió.
Le tomó menos de una semana, y aun así nadie había venido a mí antes. Nadie.
—¿Cómo me encontraste? —pregunté.
—Este es territorio Mayhem. Tuve a esos muchachos al pendiente —explicó.
Yo sabía eso, por supuesto. Los Mayhem Bringers eran aliados de los Discípulos.
Bueno, ahora lo eran de todos modos. Un camino sangriento los llevó ahí, pero habían
forjado esas alianzas antes de que me fuera. Había considerado la posibilidad de que serían
capaces de encontrarme, pero para cuando me instalé en la ciudad, pensé que era bastante
claro que nadie me estaba buscando. 12
—Claro —murmuré.
—En resumen, mi niña, no podemos protegerte aquí. Les pedí a los chicos de Mayhem
que lo hicieran, pero ellos están hundidos en su propia mierda. Tenerlos cerca podría
traerte más problemas. Debes regresar a casa donde podemos mantenerte a salvo.
Rayos de nuevo. Él tenía razón. Si había alguna amenaza, entonces necesitaba su
protección. ¿Pero cómo lo enfrentaría a él? ¿Cómo explicaría…?
La campana sobre la puerta sonó, y me giré por instinto. Cuando lo hice, me congelé.
Entrando, estaban una pequeña mujer afroamericana y una niña pequeña con rizos
sosteniendo su mano.
Mi Emmaline.
Rayos. Rayos. Rayos.
No se suponía que estuviera aquí todavía.
—Mami —llamó mi bebé, soltando a Jasmine y corriendo hacia mí.
La levanté en brazos de inmediato, mi mente enloqueciendo con pensamientos sobre
qué haría ahora. Roadrunner estaba justo ahí. La vio. La escuchó llamarme “mami”.
Ninguno de los Discípulos sabía de ella. Mi Emmy. Sólo mía.
Ahora, Roadrunner sabía. Si lo que me había dicho sobre nuestra seguridad era cierto,
todos sabrían de ella pronto. Si sólo fuera yo, no aceptaría estar bajo su protección, pero no
correría ningún riesgo con mi hija.
—Siento que llegáramos un poco antes —dijo Jasmine—. Mi mamá me llamó y
necesita mi ayuda.
—Está bien —le dije. Honestamente, ella cuidaba a mi bebé todo el tiempo mientras
yo estaba en el trabajo y apenas me dejaba pagarle por ello. Revisé el reloj. Media hora de
tener a Emmy sentada en una cabina mientras mantenía un ojo en ella difícilmente era un
problema comparado con todo lo que Jasmine hacía por mí.
—¿Me necesitarás mañana? —preguntó.
Miré hacia Roadrunner, y por el rabillo del ojo vi que Jasmine también lo miraba. Él 13
había dicho que necesitábamos irnos. Conociendo a los Discípulos, su testarudez e
impaciencia, probablemente yo no estaría en la ciudad para mañana.
—Te llamaré —decidí.
Jasmine asintió sonriendo. Luego miró hacia Emmy—. Hasta luego, hermana.
—Luego —Emmy respondió en un eco con su pequeña voz de niña.
Ambas levantaron sus manos y lanzaron su cabello por encima del hombro con
floritura antes de volver a levantarla en dirección de la otra, diciendo—: Basta.
Ese era su movimiento. Siempre. Venía de uno de los programas de Emmy, y estaba
claro que mi bebé pensaba que era la más genial cuando lo hacía. Pequeña diva.
Con eso, Jasmine se retiró. Luego me volví hacia Emmy, notando la pequeña mochila
rosa en sus hombros.
—¿Trajiste algo que hacer? —Jasmine cuidaba de Emmy en nuestra casa, así que tenía
acceso a todas las cosas de Emmy. Sabía que estaría preparada.
—Sip. Taje un libo de colod —respondió Emmy.
—Libro para colorear —corregí en tono gentil.
—Libo para coloread —enmendó. Casi. Seguía batallando con las palabras que
terminaban en r.
—Está bien. Tienes que sentarte cerca de al barra para que pueda vigilarte —le dije.
La dejaría elegir la cabina, pero dentro de lo razonable.
Luego, Roadrunner habló detrás de mí—. Puedo vigilarla.
Me giré hacia él, casi había olvidado que estaba aquí. Él no me estaba mirando. Estaba
mirando directamente a Emmy. Sus ojos estaban más expresivos de lo que jamás había
visto. Sólo por esa mirada, sabía que ya la amaba. También pude ver un indicio de tristeza.
No estaba segura si era porque tres años de su vida habían pasado sin que la hubiera
conocido, o porque su mejor amigo nunca conoció a su nieta.
Si era honesta conmigo misma, probablemente era una mezcla de ambas.
Esa tristeza, sin importar cuanto intentara ocultarla, me pegaba como un cuchillo en
el estómago. Roadrunner debío haber conocido a Emmy. Debió haber sido capaz de verla 14
como bebé, verla convertirse en la pequeña princesita atrevida que era ahora. Ella debería
conocerlo, quererlo como a un abuelo. Los mantuve separados. Lo sabía. Esa era mi carga,
exactamente como había sido durante cuatro años.
Roadrunner enterró la sorpresa, la tristeza, todo excepto la felicidad mientras le
sonreía a Emmy—. Hola, pequeña, ¿cómo te llamas?
—Emmaline —respondió, girando su rostro hacia mi cuello, pero manteniendo sus
ojos abiertos hacia un lado para verlo. Ella no era tímida. Mi Emmy no tenía un sólo hueso
tímido en su cuerpo. No, el acto de timidez era su anzuelo. Como aprendió eso, no tenía
idea. Aun así, lo usaba a la perfección cada vez.
—Emmaline —repitió Roadrunner en un susurro, y la tristeza regresó antes de que
pudiera ocultarla—. Soy Roadrunner.
—Ese es un nombe chistoso —le dijo.
—Lo sé. Soy un tipo chistoso.
Con eso, Emmy sacó la sonrisa completa. Y Roadrunner estaba deslumbrado. Era
difícil no estarlo. Ella brillaba más que el sol cuando sonreía. Ya lo tenía, y ella lo sabía.
—Puedes decidme Emmy —le dijo, apuntándolo en lo que yo llamaría un modo
coqueto si tuviera veinte años más. Dijo esto como si fuera un privilegio que le había
concedido. Diva, absolutamente.
Sabiendo que tenía tiempo de sobra para hundirlo mientras terminaba mi turno, le
dije—. ¿Te parece bien sentarte con Roadrunner? Es amigo de mami.
Bueno, eso era un eufemismo serio, pero algo en lo que podíamos ahondar luego.
Emmy no sabía nada de los Discípulos. Sólo le había platicado un poco de su abuelo.
—Sí —respondió, retorciéndose para bajarse. Por supuesto que estaba bien con eso,
ella ya podía deducir que sería fácil tenerlo envuelto alrededor de su dedo. Ese era su tipo
favorito de personas. El hecho de que fuera enorme, todo vestido de negro, con enorme
barba, y un lío de tatuajes no significaba nada para ella.
Hice lo que me pidió sin palabras y la bajé. Inmediatamente se acercó a Roadrunner,
agarrando su mano y dirigiéndose hacia una de las cabinas de la barra. Se quitó su mochila
de los hombros y se la entregó a él como si fuera un honor que sostuviera cosas para ella.
Sin decir palabra, se subió al asiento y se giró. 15
Ella palmeó el lugar a su lado—. Tú te sientas aquí.
—Emmaline —la regañé—. ¿Qué te he dicho sobre decirles a las personas qué hacer?
—¿Pod favod, te sientas aquí? —corrigió añadiendo un poco de puchero.
Rodé mis ojos y me alejé regresando al trabajo.
CAPITULO 2
Ash
Una vez que terminó mi turno, marqué mi salida, recogí mis propinas y regresé a su cabina.
Roadrunner me había pedido una orden de papás fritas y una malteada de chocolate. Emmy
insistió que quería su propia malteada. Sí, como si fuera a pasar. Compartió una con
Roadrunner, aunque la vertí en dos tazas. Y no fue una división 50/50 tampoco. Más como
75/25. Ella tenía tres. Lo último que necesitaba era mucha azúcar.
Para el momento en que regresé, la comida se había ido y Roadrunner junto con Emmy
estaban coloreando lado a lado en páginas unidas. Para la mayoría, la vista de ese corpulento
motociclista inclinado sobre un libro de colorear con una crayola azul en su enorme mano
16
hubiera sido impactante. No lo era para mí. Él había hecho lo mismo conmigo cuando era
pequeña. Era un poco menos tosco en ese entonces, pero no por mucho.
Me aclaré la garganta al lado de su cabina cuando ninguno de los dos me notó. Emmy
levantó la vista, sonrió, luego volvió a garabatear. Roadrunner me dio toda su atención.
—Supongo que necesitamos hablar —dije.
Miró rápidamente a Emmy por encima del hombro, luego regresó su mirada a mí—.
Sí, tenemos que hacerlo, niña.
—¿Te gustaría ir a nuestro apartamento? Puedo hacer algo para cenar —ofrecí.
—¿Qué tal si las invito a cenar? —sugirió en su lugar.
—¡Chuck-E-Cheese! —Emmy, quien claramente no estaba ignorando la conversación
completamente, intervino.
—Chuck-E-Cheese está muy lejos, cariño —le dije—. Es muy tarde para ir ahí.
Sus labios hicieron pucheros en su obvia aversión a esa respuesta.
—¿Qué tal si eliges algo más? —ofreció Roadrunner.
—¡Pizza! —respondió, no desanimada.
Roadrunner me miró—. ¿Algún lugar bueno cerca?
—Ninguno para relajarnos —le dije—. Podemos volver a nuestra casa y ordenar una.
—Suena bien.
Miré a Emmy—. Empaca tus cosas, señorita.
Inmediatamente hizo como se le dijo. Puede que fuera atrevida, pero no era una
malcriada.
Una vez que empacó, le di un último saludo al personal, incluido Rocco, quien estaba
asomado desde la cocina.
—Buenas noches, princesa Emmy —llamó. Ella dio un pequeño saludo de regreso y
Roadrunner se rió entre dientes.
17
Una vez fuera, me volví hacia él—. ¿Dónde está aparcada tu motocicleta?
—En Hoffman. Traje la camioneta. Pensé que necesitaríamos la plataforma para
mover tus cosas.
Correcto, porque estaba confiado que iría con él y necesitaría mis cosas.
—Correcto.
—¿Dónde está tu auto? —preguntó.
—En casa —respondí—. No está… funcionando muy bien. Sólo estamos a unas
cuadras de distancia y no esperaba tener a Emmy. Caminé.
“No está funcionando muy bien” podría haber sido un eufemismo. Más como, es una
batalla simplemente conseguir que la maquina encienda, por no hablar que el pedazo de
óxido realmente te lleve a cualquier lugar. Aun así, no era importante. No justo ahora de
cualquier manera. No me gustaba que las personas vieran eso. No me gustaba que las
personas supieran que no podía proporcionarle un auto seguro y confiable a mi hija, si no
era para mí misma.
Me dio una larga y persistente mirada que sugería que había visto a través de mi
eufemismo. Él me conocía desde mi nacimiento, aparte de los últimos años, estoy segura de
que él podía decir cuando yo estaba mintiendo.
—Bueno, que bien que estoy aquí entonces. Nos llevaré.
Fuera de peligro, por ahora. Y sabía que sólo sería por ahora.
Rayos.

Roadrunner me dejó estar por poco tiempo… ese poco sería exactamente el que tomó
llegar a mi apartamento, ordenar una pizza, esperar a que llegara y comer. Mientras 18
esperábamos, Emmy hizo una presentación de mostrarle a nuestro invitado su habitación.
Lo tenía agarrado del brazo, arrastrándolo tan pronto como se quitó los zapatos.
Lo mantuvo ocupado ahí, presentándole a sus animales de peluche y mostrándole
varios libros y materiales de arte.
—¿Te gusta el arte? —preguntó Roadrunner, y mi estómago se estremeció ante la
pregunta, ante por qué le preguntaría eso.
—Sí —respondió con su típica emoción—. Mami me consiguió la caja más gande de
cayones que tenían, así que tengo todos los coloes.
Estaba agradecida de estar en la sala donde podía evitar su mirada conocedora, y sabía
que había una. A muchos niños les gustaba dibujar. Eso no significaba nada, a pesar de lo
que él probablemente pensaba.
Me desconecté del resto de su conversación mientras sacaba los platos y los ponía en
la pequeña mesa de cuatro asientos. Retrocediendo en mi propia mente, pensé en lo que iba
a decir. Roadrunner iba a tener preguntas. ¿Cómo no las tendría? Incluso sabía las que iban
a hacer, pero eso no significaba que yo tuviera respuestas. No había respuestas, no para
esto. No había manera de explicar nada de esto. Si lo hubiera, lo habría tenido en la vida de
Emmy desde el inicio.
No era como si no lo hubiera pensado. Desde el momento que descubrí que estaba
embarazada, consideré contactarlo. Él era como un segundo padre para mí. Sabía que no
podía regresar a casa, pero pensé en pedirle que viniera a verme. Sin embargo, nunca lo hice,
porque no tenía idea de cómo lidiar con esto.
Cuando llamaron a la puerta, todavía estaba profundamente en mi propia cabeza.
Roadrunner llegó antes que yo, lanzándome una mirada confundida sobre por qué alguien
estaba tocando. Yo sabía que sería el repartidor. Había una puerta bloqueada y un sistema
de intercomunicación al frente del edificio, pero había un código para abrir la puerta
exterior.
Todo el mundo lo sabía, y nadie en el edificio dudaba en compartirlo con sus amigos,
familia… el tipo de la pizza. ¿Por qué molestarse respondiendo primero el timbre o yendo
abajo al vestíbulo cuando podías decirle al repartidor como entrar y traértela directamente?
A Roadrunner no le gustó esa explicación, no conmigo y Emmy viviendo solas. Los 19
Discípulos no eran sexistas ni nada, pero la mayoría de los hermanos eran anticuados en
ciertos aspectos. Una mujer y su hija pequeña viviendo solas sin un hombre para
protegerlas, y peor, sin seguridad decente, era una de esas nociones anticuadas.
No se equivocaba ahí. Por años, deseé poder vivir en algún lugar más seguro para
Emmy, pero los edificios con porteros y sistemas de seguridad de primer nivel estaban fuera
de mi presupuesto. Éramos afortunadas de que un apartamento con una puerta exterior
que se suponía estuviera bloqueada para mantener a los no-residentes afuera, estuviera en
el presupuesto.
Roadrunner pagó por la pizza, algo que me había dicho que no era negociable antes
de que hiciera el pedido. No era como si fuera a discutir. Nuestro hogar tenía un
presupuesto estricto para comida y la comida a domicilio no había sido parte de ello esta
semana.
Comimos con Emmy dominando la conversación, diciéndole a Roadrunner todo sobre
su vida. Habló sobre sus películas y programas favoritos, como Jasmine la cuidaba porque
ella trabajaba desde casa, como quería clases de baile porque quería ser una “bailadina”. Él
intentó corregir la manera en que decía “bailarina”, sin éxito. Yo lo había intentado por un
tiempo. Eventualmente llegaría por su cuenta.
Su boca siempre hablando de hecho se ralentizó cuando terminamos de comer.
Concedido, esto era porque se estaba cansando. Ya era pasado de su hora de dormir, así que
la acomodé para la noche.
Una vez que estuvo dormida, sabía que mi tiempo de evadir había terminado.
Entré a la sala para ver los ojos de Roadrunner en mí, su mirada determinada.
—Ven a sentarte, Ash.
Bueno, aquí no ha pasado nada.

20
CAPITULO 3

Acababa de terminar de entintar una mariposa fucsia en el tobillo de una rubia cuando mi
teléfono zumbó en mi bolsillo. Conocía el zumbido. Tenía uno específico para los hermanos
del club, de esa manera sabía si valía la pena ignorar la llamada. Lo saqué y vi el nombre de
Stone en la pantalla.
—¿Sí? —respondí.
—¿Estás trabajando? —preguntó.
—Apenas terminando.
21
—Necesito discutir algo, cara a cara —dijo—. En el club.
—Estaré ahí en veinte —colgué.
La rubia en mi silla agachó su barbilla hacia sus sobre-infladas tetas e hizo puchero
por lo que escuchó. Ella lo había estado deseando desde que entró y me vio. Probablemente
lo habría hecho, a pesar de que los globos que tenía en la camisa parecían que podían
explotar si tenían demasiada actividad, pero eso estaba fuera de la mesa ahora.
—Jess en el escritorio te puede cobrar —le dije, luego reiteré las instrucciones de
cómo cuidar su nueva tinta. Por el aspecto de su bronceado, estaría ignorando la sugerencia
sobre evitar el sol. Su cuerpo, su decisión. No es como si ese tatuaje fuera una verdadera
obra de arte.
Yo había hecho arte. Había hecho un montón de tatuajes que no eran nada más que
eso. Tatuaba arte en la piel de las personas cada día. La mariposa que ella pidió no era arte.
Era estúpido, particularmente cuando explicó que simplemente pensó que “sería lindo”. No
había razón para ello, ni siquiera una que estuviera dispuesta a compartir. De nuevo, era su
cuerpo. No todos los tatuajes en el mío estaban llenos de significado, pero no me había
puesto nada “lindo” tampoco.
Aun así, no era mi lugar decirle a alguien que no se tatuara.
—¿Te tienes que ir? —preguntó, aún haciendo puchero.
¿Por qué carajo las mujeres hacían esa mierda de pucheros? ¿Eso realmente funcionaba
en algunos hombres? Mierda. Puede que no sea jodidamente quisquilloso, pero puedo decir
que nunca fui por una mujer porque me hiciera pucheros. Ningún puchero en el mundo me
influenciaría.
—Se terminó el turno —respondí, ya limpiando mi estación.
—¿Seguro que no puedes…?
—Sí. Estoy seguro —dije, cortándola.
Con eso, saltó y fue al mostrador a pagar. Estaba incluso más seguro después de que
tiró esa actitud. Gracias al carajo que Stone llamó y esquivé esa bala.
Me fui cinco minutos después, yendo a donde estacioné mi Fat Boy, encendiéndola.
Mi chica ronroneó para mí. Era la única mujer que necesitaba en mi vida. El coño fácil 22
estaba bien, pero no estaba preparado para ninguna mierda. Si era actitud o empalago, no
importaba. Complicado era complicado.
Tuve algo complicado una vez. De hecho, esa mierda no fue complicada para nada.
Fue la cosa más sencilla que hice hasta el día en que todo estuvo tan jodido que no hubo
vuelta atrás. Desde entonces, he estado atascado con follar e irme y dejar esa otra mierda en
la puerta.
Llegué a la casa club de los Discípulos justo a tiempo. Caminé directamente hacia la
oficina de Stone, levantando mi barbilla hacia un par de hermanos que estaban por ahí. Lo
que sea que Pres necesitara, era prioridad. Eso claramente no involucraba al resto de los
chicos.
Toqué dos veces, luego abrí la puerta al oír la respuesta de Stone. Cerrando detrás de
mí, me senté en una de las sillas frente a él.
Stone era nuestro presidente. Un antiguo Marine, todavía lucía como si pudiera
ordenar en un país hostil y tener la mierda bajo control en un día. Él no era alguien quien
iba jodiendo por ahí, lo que todos apreciábamos. Él no decepcionó entonces.
—¿Sabes que Roadrunner está en Portland reuniéndose con los Mayhem? —asentí,
pero no hablé—. No es la única razón por la que está allí.
Esperé. Stone diría lo que necesitaba decir. Sin embargo, la pausa no parecía buena.
—Está allí viendo a Ash —continuó Stone.
Joder.
No estaba esperando eso. No tenía nada que decir a eso.
Me estudió y continuó—. Esta mierda que tenemos con Barton, no podemos tenerla
allí desprotegida. Recibí un mensaje de ese cabrón hace poco, unos días antes de que Gauge
y Cami se casaran. Fotos de ella. Recientes. Sabemos de lo que ese cabrón es capaz. Hablé
con los Mayhem sobre protección, pero están muy ocupados lidiando con los italianos
intentando entrar en su territorio. No tengo el poder del hombre.
Continué sin decir nada. ¿Qué carajo había que decir a esta mierda?
—Tengo que saber que estás de acuerdo, hermano —dijo—. El mejor lugar que 23
tenemos para ella es la granja, pero tú ya estás instalado ahí. Si no estás bien con eso, ya
pensaremos en algo más, la reubicaremos en otro lugar.
—Estoy bien —le dije. Lo estaba. Era puto hielo. Había sido hielo por cinco años.
Él no presionó. Dije que estaba bien, estaba bien. No necesitábamos una puta
discusión.
—Okay.
—¿Cuándo llega aquí?
—Roadrunner me envió un mensaje temprano, me dijo que hizo contacto. No sé si ya
está de regreso. No puedo imaginar que ella vendrá fácilmente —respondió.
No, Ash no iba a venir fácilmente. Ella no quería estar aquí. Si lo hiciera, no se hubiera
jodidamente ido en primer lugar.
Asentí—. ¿Algo más?
Stone esperó un segundo—. Hay algo que deberías saber sobre ella…
Me puse de pie, cortándolo—. Tengo unos días libres del estudio. Voy a montar a
menos que me necesites en algo.
—Hombre… —comenzó, pero la mirada que le di lo calló. No necesitaba escuchar
sobre que había estado haciendo Ash desde que se alejó de mí—. No. Estás bien.
Correcto. Ambos sabíamos lo que eso significaba. Él no iba a meterse en mi camino.
Necesitaba irme, él me daría eso.
—Te veo en unos días —dije, luego me fui.

Horas después, estaba en mi cuarto en casa. Bueno, algo como mi casa, de todos 24
modos. La granja solía ser el centro de todo de los Discípulos. Pertenecía a un antiguo
presidente del club y durante su tiempo, fue donde todo se vino abajo. Eventualmente, el
club invirtió en el almacén que convertimos en el actual centro. La casa club estaba cerca
de la ciudad y del taller de reparaciones que el club poseía. También tenía más espacio para
los hermanos y quien fuera que estuviera alrededor.
Ahora, la granja estaba libremente disponible para los hermanos que quisieran vivir
ahí. Todos tenían habitaciones en el club, pero eran usualmente para las noches cuando
necesitabas dormir la borrachera. Por el momento, había cuatro de nosotros viviendo en la
granja. Aunque si Ash venía, pronto seríamos cinco.
Carajo.
Me bebí el resto de mi cerveza, incapaz de detenerme de ir allí. No importaba lo que
le había dicho a Stone, Ash regresando iba a ser un maldito desastre. No había manera de
evitarlo.
Bueno, sólo había una puta manera. Ella lo había hecho bien por los últimos cinco
años, después de todo.
Probablemente actuaría como si nada hubiera pasado. Como si no se hubiera ido y
desaparecido. Como si nada antes de eso importara. Joder, quizá no importó. No para ella.
Aunque a mí me había jodidamente importado. Una vez.
Demonios, tal vez era hora de hacer que no me importara. Ella se fue. Hecho. El puto
final. Todo lo que había pasado ahora no importaba.
Ella no importaba.
Me dije esto como si pensarlo lo haría realidad.
Aun así, cuando me paré en el baño después de haberme duchado, mi mano se movió
a la piel sin tatuar sobre mi pecho. El espacio en blanco, el tatuaje que nunca tuve, se sentía
más como una cicatriz que otra cosa.
Ash venía de regreso.
Carajo.

25
CAPITULO 4
Ash
—¿Vas a explicar esta mierda, luciérnaga? —preguntó Roadrunner unos momentos
después sin nada más que las noticias locales en la televisión rompiendo silencio entre
nosotros.
Ya había aceptado regresar al club con él. No había costado mucho. Roadrunner me
había dicho que Stone, el presidente del club, quería sentarse y discutir los detalles una vez
que yo estuviera de regreso. Mientras tanto, él me había dado todo lo que quería saber.
Cualquiera que fuera la amenaza con la que el club estaba lidiando, había quedado claro
que ellos sabían quién era yo y que era un objetivo. No me molesté preguntando si sólo yo
26
era la única persona amenazada, ya que estaba segura de que no lo era. Todo lo que
importaba era que, al yo ser un objetivo, ponía a Emmy en riesgo. La idea de regresar me
aterraba, pero no lo suficiente para considerar poner en peligro a mi hija.
—No sé qué decir —admití, sin mirarlo.
—En interés de la información completa, en el reporte que los chicos Mayhem nos
dieron, venía incluido que tenías una hija. Aun así, verla por primera vez fue un puto shock.
Imaginé que lo fue.
—¿Gabe sabe? —pregunté, completamente asustada. No importaría por mucho
tiempo. No había manera en que no se enterara de Emmy una vez que estuviéramos allá.
Aun así, no estaba lista para que supiera.
—Todavía no —respondió Roadrunner, y suspiré aliviada—. Ella es suya —dijo.
—No lo sé —era una admisión que no quería hacer, incluso a mí misma.
El cuerpo de Roadrunner dio un tirón, pero no miré. No enfrentaría la confusión, la
decepción… lo que fuera que hubiera en su rostro.
—Ash…
—Por favor, no quiero hablar de eso —no estaba por encima de rogar, no cuando se
trataba de esto.
Las noticias cambiaron sobre tormentas avecinándose. Nada más que lluvias en el
pronóstico, tan lejos como podían suponer.
Sonaba más o menos bien.
—Está bien —finalmente dijo Roadrunner—. ¿Por qué no regresaste? No tenías por
qué hacerlo sola. Incluso si no querías al club, podrías haberme llamado. Yo hubiera
cuidado de ti.
Lágrimas se acumularon en mis ojos. Sabía que lo hubiera hecho, pero también sabía
que no había Discípulo sin el club. El club era parte de él, era parte de todos ellos.
—Sabes que no podía haber ido a ti, con ella, y lograr mantenerlo a él alejado —dije.
Roadrunner suspiró—. Ash, he estado cuestionándolo por mucho tiempo y no puedo 27
entenderlo. ¿Por qué quieres mantenerlo alejado?
Ese era el problema, ¿no?
—No quería. Cuando me fui… —comencé, pero luego retrocedí para admitir todo de
raíz—. Cuando papá murió, no podía estar más alrededor del club. Sé que tú no lo ves de la
misma manera, pero se sintió como si el club costó a mi padre. Él era todo para mí, sabes
eso. Él era el único…
Rayos.
Me detuve ahí.
Casi dije “él era la única familia que tenía”, pero eso no era verdad.
El hombre a mi lado, el que vino a buscarme después de cinco años porque yo no
estaba a salvo, el que tenía el corazón roto por todo lo que se había perdido en mi vida, él
era mi familia.
Finalmente lo miré. Sus tristes ojos color whiskey estaban en los míos. Él sabía lo que
estuve a punto de decir—. No. Lo siento —dije.
—Lo sé, cariño.
Me obligué a continuar—. Yo sólo… ya no podía enfrentarme a los Discípulos. No
quería dejar a Gabe. Nunca quise dejarlo. Le pedí que viniera conmigo.
—¿Qué? —Roadrunner estaba conmocionado.
Asentí tristemente—. Él acababa de convertirse en prospecto. Sabes lo que el club
significa para él, lo que siempre ha significado. No lo dejaría atrás. Me rogó que me quedara,
pero yo no podía.
—Tengo que decirte, Ash, su reacción no parecía como si hubiera habido una
discusión sobre esto.
Me lo imaginaba—. Lo hablamos, peleamos sobre eso. Yo le rogué que se fuera, él
intentó hacer que me quedara. Eventualmente, supe que no iba ser capaz de cambiar su
mente. Me rendí, dejé de pelear, luego… —me detuve.
—Te fuiste —terminó Roadrunner por mí—. Pensó que te ibas a quedar, pero te fuiste
son decirle.
Ya no podía contener las lágrimas. No había manera. Me había desgarrado el corazón 28
irme. Esa herida nunca había sanado. Probablemente nunca lo haría.
—Joder —murmuró, luego su enorme brazo estaba alrededor de mí. No había sido
sostenida, por alguien que no fuera Emmy, en años.
—No sé cómo manejar esto —admití en su pecho—. No sé qué puedo decirle.
Pasó una mano de arriba abajo en mi espalda—. Tienes que decirle la verdad.
—Me odiará. Probablemente ya me odia.
Roadrunner suspiró—. Él no es la misma persona que era antes de que te fueras.
Luego, perdimos a Gunner y…
Me alejé—. ¿Qué?
—Mierda. Olvidé que no lo sabías.
Él no pudo haber dicho eso. No podía ser.
—Fue probablemente ocho meses después de que te fueras. Gunner estaba en su moto
Fue golpeado por un conductor ebrio. Hicieron lo que pudieron en el hospital, pero lo
perdimos un par de días después. Casi destruyó al chico.
No.
Gunner.
El tío de Gabe.
La única familia que él tenía que le importaba.
No. No. No.
—Oh, Dios —sollocé.
Lo dejé, y luego él había sido forzado a enfrentar la misma perdida que tuve yo.
¿Qué había hecho?
Ese pensamiento, esa realidad aplastante que se me vino encima, me hizo derramar
todo. Le dije casi todo, o todo lo que podía. Le dije sobre irme, sobre mudarme, descubrir
que estaba embarazada. Le dije sobre criar a Emmy sola y trabajar en cualquier empleo que
pudiera conseguir para mantenernos.
29
Sin embargo, hubo una cosa que no le dije. Una cosa que sabía que quería preguntar,
pero me negué ir allí. No podía.
No discutimos quien era el padre de Emmy.

Al día siguiente, yo estaba cerca de un ataque de pánico mientras veía las cajas que
había empacado. Eran cuatro, aunque había cuatro más apoyadas contra la pared, sin
armar. Roadrunner las había traído en la mañana para mí. Por qué pensó él que
necesitaríamos ocho cajas para mudarnos cuando ni siquiera estábamos llevándonos todo
estaba más allá de mí. No estoy segura de que todo lo que poseíamos llenara ocho cajas de
mudanza.
Algunas cosas, incluyendo todo el mobiliario, se estaban quedando en el apartamento.
El club, me dijo Roadrunner, pagaría la renta del alquiler por el momento. No había estado
entusiasmaba aceptar, y se lo dije, pero eso no había ido demasiado bien. Estaba a punto de
gritarle por ser tan dominante mientras él me acusaba de ser tan testaruda para
arreglármelas. Eventualmente me rendí cuando señaló que no sólo estaría en la residencia
debido a los problemas del club, sino que, además, como me iba de la ciudad, tenía que
renunciar a mi empleo. No había manera de que fuera capaz de pagar por la renta y él culpó
de eso a los Discípulos.
Así que, después de pasar la noche derramando mis tripas sobre Roadrunner, y luego
discutiendo sobre los detalles de mi mudanza, me di por vencida. Emmy y yo estábamos
yéndonos con él, regresando a una casa que apenas conocía y enfrentando el muy real y muy
vivo pasado del que había estado huyendo por años.
Roadrunner tuvo una reunión matutina con los Mayhem Bringers, parte de lo que lo
trajo a Portland. La noche antes, me había dicho que vendría con las cajas temprano y yo
necesitaba arreglar todo para que pudiéramos irnos cuando él regresara por la tarde.
30
Hice lo que dijo y empecé la mañana explicándole a Emmy que nos iríamos por un
tiempo. Esa había sido la parte más difícil.
—¿A dónde vamos, mamá?
¿Cómo podría explicárselo? No podía decirle que su abuelo fue un motociclista que
murió por el club y me dejó sola, que me fui porque no podía lidiar con eso, y ahora ese club
estaba envuelto en algún lío, dejándonos a nosotras dos inseguras. Primero, ella no habría
entendido motociclistas o club. Segundo, no iba a decirle a mi hija de tres-casi-cuatro-años
que estábamos en peligro.
En su lugar, fui con—. Hay personas a donde vamos, que se preocupan por nosotros. No los has
conocido, pero ellos conocían a tu abuelo. Nos vamos a quedar con ellos por un tiempo.
Afortunadamente, lo aceptó como suficientemente bueno—. Está bien.
—Necesito que ayudes a mami a empacar —le dije.
—¿Qué es empacad?
—Necesitamos tus juguetes listos para llevarlos con nosotras. ¿Me puedes ayudar con eso?
—¡Sí!
Mi chica, siempre la pequeña ayudante de mami.
—Voy a llevar esta caja a tu habitación. Necesito que saques los juguetes de la caja de juguetes y los
pongas en la caja. ¿Okay?
—¿Peluches también?
—Peluches también —confirmé.
—¡Está bien!
No tenía idea del estado actual de la caja donde puso sus juguetes. Nada de lo suyo
era frágil, así que serviría. Simplemente cerré las solapas y lo pegué con cinta adhesiva sin
pensar demasiado en ello.
Mientras Emmy empacaba ruidosamente sus juguetes, y tomaba descansos
frecuentemente para jugar con ellos, yo empaqué todo lo demás. Traje toda mi ropa y la de
Emmy, no queriendo estar sin ella cuando no tenía idea de cuánto tiempo nos iríamos. 31
Incluso empaqué abrigos de invierno, aunque probablemente ya no le quedaban a Emmy.
Era marzo. Las cosas se empezaban a calentar, pero el clima era extraño. Si el invierno
reaparecía, quería estar lista. No tenía más opción que aceptar el apoyo financiero del club
mientras estuviéramos ahí, a menos que mi protección fuera lo suficientemente floja para
dejarme trabajar. Como sea, eso no significaba que quería pedirle al club más cosas de las
que necesitaba. Si podía evitar comprar ropa o abrigos, lo haría.
Empaqué ropa de cama para las dos, afortunadamente encontré sabanas no-rosas en
el armario. No había usado sabanas en casi un año. De alguna manera, me las había
arreglado para sacar a Roadrunner por la puerta la noche anterior sin que se enterara del
hecho de que yo dormía en el sofá. El apartamento era de una habitación. Era todo lo que
me podía permitir. Había una puerta en el pasillo supongo Roadrunner pensó que llevaba
a mi habitación. Fue lo mejor. Parecía sentirse incómodo por el estado de deterioro de
nuestra casa, no necesitaba que él explotara sobre mí durmiendo en el sofá. Y sabía que
explotaría si lo descubría.
No había mucho más que lo esencial y los juguetes de Emmy, así que no hubo
problema con tener todo empacado con tiempo de sobra. Lo que estaba bien, ya que
empacar no era todo lo que necesitaba hacer antes de que Roadrunner regresara.
Primero, tuve que hacer un viaje por el pasillo al departamento de Jasmine. Ella era la
única amiga real que tenía y era como una tía para Emmy. Merecía más que una llamada
para explicarle por qué nos estábamos yendo misteriosamente.
Jasmine sabía de mi vida antes de que nos mudáramos al final del pasillo. Antes de
que la salud de su madre se deteriorara, Parkinson, ella había cuidado a Emmy una noche
para que Jasmine y yo pudiéramos tener una noche de chicas. Con los labios flojos gracias
a la gracia del vodka, me tuvo derramando todo, desde crecer en el club hasta perder a mi
papá y todo lo que había sucedido desde entonces. No tomó mucho hacerla comprender
por qué nos íbamos.
Ella sólo tenía una preocupación—. ¿Ellos las mantendrán seguras?
—Sí —mi respuesta fue firme. Dejando de lado cualquier reserva que tuviera al
respecto, sabía que los Discípulos nos protegerían.
—Entonces —dijo, sus ojos iluminándose. Sabía lo que venía—, vas a verlo de nuevo. Gabe.
—Sí —y el pensamiento hizo que mi estómago se agitara. 32
—¿Estás lista para eso?
No. Nunca. No era posible estar lista para eso.
—Fue hace mucho tiempo. Ya no importa.
Me dio una mirada divertida—. Mmmhm. Sigue diciéndote eso.
Lo haría. Iba seguir diciéndome eso hasta que empezara a creer por un segundo que
era verdad.
Después de despedirme de Jasmine, tuve que llamar al restaurante. Odiaba tener que
ponerlos en un aprieto al irme sin aviso previo, pero no había nada que hacer. Usando la
fachada de una emergencia familiar, expliqué que tenía que dejar la ciudad inmediatamente
y no podía decir cuándo estaría de regreso. Obviamente, se vieron obligados a dejarme ir.
No me sorprendió, pero aun así ardió. Eventualmente, Emmy y yo regresaríamos a casa, ¿y
qué iba hacer con el trabajo cuando llegara ese momento?
Archivé esa preocupación en la creciente pila de basura que no podía enfrentar en el
momento. No había manera de eludir las circunstancias, así que no tenía sentido
permanecer. Cuando llegara el momento, lo averiguaría. Siempre lo hacía. Era una
sobreviviente.
Un estruendo golpeó la puerta un momento antes de que se abriera. Roadrunner se
paró allí, sus ojos evaluando las cajas dispersas en la sala de estar. Le había dado mi par de
llaves de repuesto antes de que se fuera la otra noche para que pudiera entrar.
Sus ojos vinieron hacia mí—. ¿Todo listo?
En términos prácticos, sí. Aunque eso no decía nada de mis preparativos emocionales.
Aun así, asentí.
—Bueno —dijo—. Tengo un amigo de Mayhem abajo para ayudar a cargar la
camioneta —dio otra mirada alrededor—. Aunque no estoy seguro que lo necesite. ¿Segura
que es todo lo que quieres traer?
Fue mi turno de inspeccionar el espacio. Viendo que las pocas cajas que nos rodeaban
contenían casi todo lo que poseíamos demás de los muebles, estaba bastante segura—. Sí,
esto es todo. 33
Con la ayuda de Vic, el amigo de Roadrunner de los Mayhem Bringers, las cajas fueron
cargadas en menos de veinte minutos. Viendo que encontré extremadamente improbable
que mi pedazo de chatarra hiciera las dos horas de viaje, no le fue difícil a Roadrunner
convencerme de dejarla atrás. Transferí el asiento de Emmy a la camioneta de Roadrunner
y nos fuimos.
Alrededor de una hora fuera de Portland, Emmy estaba inconsciente. Algo acerca del
movimiento de un auto siempre noqueaba a mi hija rápidamente, lo que estaba bien
conmigo. No estaba segura de poder fingir emoción por ella. Emmy veía esto como una
aventura, yo lo veía como conduciéndonos directo al infierno.
Otra hora pasó en relativo silencio aparte de la música que Roadrunner había puesto
en volumen bajo. Reuní el coraje para hacer la pregunta que me había estado atormentando
toda la noche.
—¿Gabe sabe que estoy yendo? —ni siquiera lo miré cuando pregunté. No quería ver
lo que su expresión pudiera decirme.
—Ya se lo han dicho para este momento —respondió.
—Pero él no fue parte de esa decisión —dije, llenando la información faltante.
—No, no lo fue.
Asentí sin convicción, todavía mirando por la ventana al mundo que pasaba.
—Mejor que sepas ahora, también —dijo Roadrunner, me giré para mirarlo—. Ya no
se hace llamar Gabe. No responde a él para nada. Consiguió su nombre de carretera y no
miró atrás. Él es Sketch ahora.
Sketch. Un nuevo nombre para un hombre que yo ya no conocía.

34
CAPITULO 5
Ash
Llegar a la granja en las afueras de Hoffman, Oregón, se sintió como volver en el tiempo.
Sólo la vista de la vieja casa me hizo sentir como una niña de nuevo, conduciendo con papá
listo para cocinar o alguno de los hermanos cuidándome. Me hizo recordar mis años de
adolescencia con otro hombre a mi lado, o quizá era sólo un niño, cuando manejábamos
más allá de la estructura para encontrar lugares en los cuales desaparecer algunas horas.
—¿Dónde estamos, mamá? —mi recordatorio de que definitivamente no era la joven
que estaba imaginando, llamó del asiento trasero.
35
Me giré para ver a Emmy, que estaba usando sus pequeños puños en un intento
descoordinado de frotarse la siesta que acababa de quitarse de los ojos—. Aquí es donde
vamos a quedarnos —le dije.
—¿Dónde están los demás edificios?
Mi pobre y protegida chica de ciudad. Emmy sólo había salido de los límites de la
ciudad de Portland pocas veces en su corta vida y esos eran todavía viajes a los suburbios.
Nunca había estado en un lugar donde sólo un edificio estuviera visible en todo el paisaje.
—Están muy lejos —expliqué—. Roadrunner y sus amigos poseen esta tierra.
—Guau —su pequeño rostro era la imagen de maravillosa niñez.
—Hay mucho espacio para que corras alrededor —agregó Roadrunner.
Emmy giró su cabeza alrededor, mirando por la ventana en cada ángulo que le era
posible, tomando su nuevo dominio—. ¿Puedo jugad en donde sea?
—Mismas reglas que en el parque —dije, esperando a ella que reiterara la regla que le
hice memorizar. No me decepcionó.
—Tengo que sed capaz de vedte.
—Buena chica.
Al menos, esa era una preocupación menos fuera del camino. El otro par de miles
alborotadas en mi cabeza tendrían que seguir torturándome por el momento.
Mientras Roadrunner se detenía frente a la casa de tres pisos, me enfoqué en las motos y
un par de autos estacionados en el pasto compacto de enfrente. Intenté asignarle un
motociclista a cada moto, pero había pasado mucho tiempo para estar segura. La única de
la que estaba segura era la Harley FXR. Esa le pertenecía a Roadrunner. Era obvio por el
distintivo del personaje de caricatura con el que compartía nombre 1, la misma imagen que
adornaba la parte trasera de su preciado coche.
—¿Vives aquí ahora? —pregunté.
Roadrunner siempre había sido del tipo de pasar más tiempo en el club, pero también
poseía una pequeña casa en la ciudad. Estaba a una cuadra de distancia de la casa donde
crecí. 36
—Nah —respondió—. Hice que los chicos trajeran a mi chica aquí en una de las
plataformas del taller. Así podía dejar la camioneta contigo, así tienes una manera de
moverte hasta que encontremos algo mejor. La tendré a ella y a the bird hasta que te
encontremos unas ruedas —explicó.
“The bird” era un Plymouth 1972 de Roadrunner. Su primer amor. No podía decir
cuántas veces lo había escuchado contar la historia sobre encontrar la cosa golpeada y el
acto de amor que fue restaurarla a su condición impecable. Había una razón por la que su
nombre de carretera era lo que era. Ese auto era una parte de él.
La perspectiva de conducir la camioneta me intimidaba ya que sólo había estado
detrás del volante de autos más pequeños, pero estaba lejos de ser una mala conductora.
Papá no habría tolerado eso. Para cuando yo tenía dieciséis, ya era hábil detrás de un volante
o un manubrio.

1
Roadrunner en español es correcaminos, dibujo animado de Warner Brothers.
—Gracias —dije. Estaba empezando a sonar como un estribillo sin fin, pero eso no
significaba que no valiera la pena repetirlo. Roadrunner estaba haciendo más de lo que
podría pedir. Miles de gracias no parecían rasguñar la superficie.
Me miró y vi el rechazo listo para salir de sus labios, la seguridad de que no necesitaba
agradecerle de nuevo. Luego su rostro se volvió tan suave, que congeló mis pulmones—. De
nada, luciérnaga.
Rayos. No iba empezar a llorar. Sostuve su mirada por un momento, pero sólo eso
antes de moverme para abrir mi puerta. Sólo estar de vuelta en esta tierra tenía mis
emociones revoloteando lo suficiente. Mantener la compostura era mi prioridad número
uno.
Mientras sacaba a mi niña de su asiento, Roadrunner subió los pocos escalones hasta
el porche, luego entró. Un momento después, salió con dos cuerpos más a su espalda.
Reconocí a ambos hombres. El primero era Stone, el presidente de los Discípulos. Stone era
del tipo silencioso, un gigante de aspecto mortal que podrías adivinar estaba al mando de
un club de motociclistas. Stone conservó su pelo castaño/canoso cortado con precisión 37
militar, pero su barba no conservaba el mismo cuidado. Era enorme, una pared sólida de
músculo, y podía hacer que incluso hombres fuertes huyeran como niños asustados.
Por supuesto, era mucho menos intimidante cuando sonreía de esa manera. No podías
ver la sonrisa completa debajo de su barba, pero el efecto seguía presente en la curva de su
bigote y las líneas alrededor de sus ojos.
Justo detrás de él, con su característica sonrisa indecente, estaba Daz. En un club lleno
de hombres que no estaban unidos a votos de celibato de ninguna manera, Daz se las
arreglaba para seguir siendo un mujeriego. Y se deleitaba con el título. Estaba en su
fanfarroneo, en la manera que todo sobre su apariencia gritaba “recién follado”, y las
insinuaciones abrumadoras que entretejía en las conversaciones como preposiciones.
Daz asintió a modo de saludo y se dirigió a la parte trasera de la camioneta para
descargar. Sin embargo, Stone vino directo a mí.
Me sorprendió incluso a mí cuando me abrazó fuertemente. Stone había estado cerca
de mí toda la vida, y yo no tenía nada del miedo que le inspiraba a la mayoría de las personas,
pero no solía ser el hombre más sensible de los que llamaba tíos.
—Bienvenida —dijo mientras se alejaba.
—Es… —dudé. No podía decir necesariamente que era bueno estar de regreso. Si
pudiera evitarlo, no estaría aquí.
—Está bien, no tienes que hacerle frente. ¿Raro estar aquí de nuevo? —me dejó salir
del gancho.
—Mucho.
—Quiero que sepas que estamos trabajando en esto —dijo—. Te lo juro, vamos a
mantenerte a salvo, y vamos a conseguir que esta… —se detuvo y miró a Emmy por un
momento—, situación se resuelva.
Asentí, insegura sobre qué decir. Seguía teniendo solamente la vaga idea de qué
situación era, ya que era “asunto del club”. En ese silencio, Emmy decidió que había tenido
suficiente de estar fuera de la conversación.
—Hola —saludó con una sonrisa brillante.
—Hola, pequeña —respondió Stone.
38
—Soy Emmaline —dijo, extendiendo su mano. Cómo aprendió apretones de mano e
introducciones estaba más allá de mí. Tal vez estaba viendo demasiada televisión.
Stone se lo hizo mejor. Extendiéndose, giró su mano para que la parte trasera
estuviera hacia arriba y se inclinó para plantar un beso en ella. Si no fuera por el aspecto de
motociclista hosco, podrías haber pensado que era un príncipe.
Emmy soltó una risita, y chilló—. ¡Hace cosquillas!
Stone sonrió mientras se alejaba—. Soy Stone.
La mano de Emmy regresó hacia nosotras y la puso sobre su corazón. Ella iba por el
golpe mortal—. Es un gusto conocedte.
Y otro más que muerde el anzuelo.
Stone estaba sonriéndole más de lo que nunca había visto. Para no ser superado, el rey
mismo del encanto entró en picada.
—Bueno, hola, linda dama —dijo Daz, mostrando su sonrisa pícara.
Por un momento, podría jurar que Emmy estaba evaluando la competencia. Era como
si pudiera decir que Daz era un coqueto e intentaría superarla. Emmy no iba a permitir eso.
Antes de que pudiera hacer su movimiento, Roadrunner habló—. Cuidado, Daz.
Podías haber encontrado tu igual con esta.
En mis brazos, Emmy empezó a alborotarse. Su demanda silenciosa para que la
pusiera en el suelo era rara. Usualmente, ella vocalizaba sus pensamientos. Aun así, la bajé
sin cuestionamiento. Inmediatamente se acercó a Daz y extendió sus brazos en el aire. La
mirada en el rostro de Daz, la manera en que sus ojos se abrieron en pánico, me tenía
mordiendo mis labios para no reír. Daz no era una persona de niños. Creo que estaba
incómodo con ellos por un miedo básico a que alguna mujer de una noche apareciera con
uno suyo. Aunque tenía que reconocerlo. Sólo se congeló por un segundo antes de levantar
a mi pequeña en sus brazos tatuados.
Sin dudarlo, Emmy agarró su mandíbula con la sombra de una barba y estampó un
beso en su mejilla derecha.
—Bueno… carajo —murmuró Daz.
—¡Daz! —reprimí—. ¿Podrías no maldecir frente a mi hija de tres años?
39
—Cierto. Lo siento. Mierda —sus ojos se agrandaron mientras lo hacía otra vez—.
Quiero decir… ups —Emmy se rió—. Simplemente no repitas nada que tu tío Daz diga —
le dijo—. ¿Qué tal eso?
—Tiyo Daz es chistoso —siguió riendo.
—Tío —corregí.
—Tiyo —repitió mientras asentía hacia mí como si lo tuviera bajo control. Sólo sacudí
mi cabeza. No había discusión con ella.
Daz miró a Stone y Roadrunner—. ¿Ven? No puedo apartar a las mujeres de mí —
luego, giró con mi niña y empezó a caminar hacia adentro.
—No puedes quedártela, Razzle-Dazzle —Roadrunner dijo detrás de él.
Daz se dio la vuelta, el bird a su espalda—. Soy su tío. Se llama hacer de niñero.
—No puedes usar a mi hija para ligar mujeres —le dije.
—¿De qué sirve ser tío entonces?
Escuché la risa de Emmy. Puede que no haya entendido la conversación, pero la
manera animada en que Daz hablaba era suficiente para ella—. Oh sí, eso es lo bueno —
murmuró.
Totalmente hundido. Él sólo fue otra víctima de su encanto.

40
CAPITULO 6
Ash
Me quedé con Stone y Roadrunner mientas cada quien agarraba una caja de la parte trasera
de la camioneta. Tenía la mochila de Emmy con cosas para mantenerla ocupada en la
camioneta y otra mochila que empaqué con algunas necesidades básicas que podríamos
necesitar antes de que pudiéramos desempacar.
Arrastrando los pies por la entrada, mantuve mi vista baja mientras abría la puerta
para ambos hombres. Necesitaba ese momento para prepararme. Sin duda, sabía que mirar
la sala de la granja sería duro. Pasé más días de los que podía contar en esa habitación y
sabía, así como conocía a los Discípulos, que no había cambiado mucho. Los hermanos no
41
eran exactamente decoradores de interiores. A menos que un mueble se rompiera
irreparablemente, se quedaría dónde estaba. La constancia había sido reconfortante de
niña, pero me encontré deseando que ya no fuera verdad.
Cuando los dos hombres pasaron por la puerta, respiré profundamente, me giré hacia
la habitación….
Y me congelé.
Flores. Por todos lados. En el sofá, apiladas en la esquina de la habitación, por toda la
sala de estar.
—¿Qué…?
—Sí, esas se irán pronto —dijo Stone sobre su hombro—. Deni nos organizó para que
las lleváramos al hospital.
—¿Pero de dónde son?
—La boda —respondió.
Antes de que pudiera preguntar qué boda, Roadrunner habló—. Olvidé decirte sobre
eso. Gauge y Cami tuvieron su boda aquí el fin de semana.
Espera. ¿Gauge y Cami?
—Cami, como…
—Como mi niña enganchándose con un Discípulo —me cortó Tank. Me giré para
verlo salir de la cocina con sus brazos llenos de… ¿un pequeño? Antes de que pudiera
preguntar, Tank siguió hablando—. Siento no haber podido recibirte en la puerta. El
pequeño Levi decidió que necesitaba ser alimentado ahora.
—¿Levi? —pregunté, dirigiéndome hacia él.
Tank me sonrió como si fuera el rey del mundo—. Mi nieto.
Dejé caer las dos mochilas al suelo mientras los enormes brazos de Tank extendían al
pequeño hacia mí. Supongo que tenía alrededor de un año. Era más grande de lo que Emmy
había sido a esa edad, pero Gauge tampoco era un hombre pequeño. No había duda de quién
era su padre, incluso aunque habían pasado años desde que vi a Gauge. Levi tenía el 42
profundo color bronceado de su padre, sus ojos oscuros, y su maraña de cabello negro. El
parecido era absoluto, no vi nada de su madre en él.
—Los genes de Gauge fueron dominantes, ¿eh? —reflexioné.
—Gracias al carajo por eso —mi cabeza se levantó en confusión ante las palabras de
Tank. Él lo leyó de inmediato—. No es de Cami. No de sangre al menos. Pero los papeles
acaban de hacerse y él es su hijo ahora.
Jesús. Mucho había pasado.
—Ni siquiera sabía que Cami y Gauge se conocían.
Cami también había crecido con el club. Ella era unos años mayor que Gabe y yo, pero
éramos como primos. No había muchos niños alrededor, así que las diferencias de edad se
dejaban de lado. Cami se fue a la universidad a los dieciocho y básicamente nunca regresó.
Por lo que supe antes de irme, ella comenzó a ver a un tipo al que Tank no le tenía aprecio,
y vivían juntos. Ella nunca volvió de visita y Gauge no se había vuelto un hermano hasta
después de que ella se fue.
—Eso fue cosa mía —dijo Tank, una nota de orgullo en su voz—. Dejaré que Cami te
cuente la historia cuando esté de regreso en la ciudad. Gauge la llevó de paseo unos días
por su luna de miel. No querían dejar a Levi por mucho tiempo. Estarán de regreso mañana
en la noche.
Estaba a punto de formular alguna versión de cómo esperaba verla para no causar un
silencio incómodo, que era mi manera habitual de manejar las cosas, cuando Emmy entró
corriendo a la habitación.
—¡Mamá! ¡Mamá, es muy lindo! ¡Tienes que ved!
Si tener idea que podría ser “lindo” en una casa llena de motociclistas, le devolví Levi
a Tank y seguí a Emmy por el pasillo. La mayoría de las habitaciones estaban en el segundo
piso, pero había un par al final del piso principal. En aquellos tiempos, eran usadas como
cuartos de almacenaje. Gabe solía colarnos en el mismo pasillo, en esas habitaciones sin
usar. Nadie nos buscaba ahí…
Rayos. Necesitaba apagar eso.
43
Me enfoqué en Emmy y la palpable emoción mientras nos acercábamos a una de las
habitaciones. La puerta estaba abierta, así que la seguí cuando entró.
No podía creer lo que estaba viendo.
Lo que tenía que ser todo un nuevo conjunto de muebles llenaba la habitación. Tenía
que ser, porque nadie que viviera en la casa habría usado una cama con dosel de madera
blanca con cortinas de gasa rosadas. Los estantes a un lado y el vestidor con manijas en
forma de tiara tampoco eran de gran demanda.
Ellos habían hecho esto por nosotras. Hicieron todo lo posible para hacer una
habitación adaptada para una princesa.
No podía imaginar a un grupo de estos hombres en jeans desgastados y chalecos de
cuero, barbudos y tatuados, entrando en una mueblería y pidiendo el decorado más
femenino que tuvieran. La imagen era lo suficientemente graciosa como para contener las
lágrimas amenazantes.
—¡Es una habitación de pincesa! —declaró Emmy, en caso de que yo no lo hubiera
notado.
—Ya lo veo, bebé.
Mis ojos se deslizaron por toda la habitación de nuevo, mi pecho apretándose. Nunca
había sido capaz de darle eso. Lo había intentado. Cada día desde que descubrí que estaba
embarazada, intenté proveer a mi hija con todo. Nos las habíamos arreglado, pero nunca fui
capaz de darle algo tan lujoso. Todos los muebles que teníamos eran de segunda mano.
Conseguimos lo que pudimos en tiendas de reventa y ventas de garaje. Su habitación en
casa era una pesadilla desigual, pero era lo que podía permitirme.
Por un momento, la sensación aplastante de que le había estado fallando me hizo
sentir de treinta centímetros de alto.
Me escabullí en el pasillo mientras Daz ayudaba a Emmy a abrir la caja de mudanzas
llena de sus juguetes. Estaba poblándolo, descargando todo a máxima velocidad. Ella no se
daría cuenta si me fuera por un tiempo.
Estar de pie en el pasillo no hizo nada para aclarar mi agobiado corazón. Sólo me
recordó donde estaba. El club había estado allí, justo donde siempre estuvo, listo para
darme la bienvenida de regreso. Podría haber vuelto a casa con Emmy hace años y los
hermanos nos habrían recibido. Nos habrían ayudado. Ella podría haber tenido esto por 44
años.
No era solamente la habitación. Los regalos físicos eran sólo la parte más pequeña de
lo que lamentaba. Lo que realmente dolía eran las relaciones que Emmy se perdió. Yo crecí
con docenas de tíos y ahora ella sabría cómo era eso. Apenas habíamos llegado a la puerta
e incluso Daz estuvo hundido por ella.
Se lo negué.
Pero no podía haber regresado a casa, ¿no? Estaba olvidando el gran problema, pero
no podría hacerlo por mucho tiempo. Tendríamos que vernos en algún momento.
—¿Estás bien, Ash? —preguntó Roadrunner detrás de mí.
Me giré hacia la habitación, intentando ocultar las emociones de mi rostro, que se
sentían como si fueran a explotar dentro de mí—. Sólo un poco abrumada —respondí.
—Queríamos que tuviera una habitación donde estuviera cómoda —explicó—.
Teníamos que conseguir los muebles de cualquier manera, no había nada aquí.
Ahora Roadrunner estaba intentando minimizar la enormidad de lo que le acababan
de dar a mi hija, como si significara nada. No era nada.
—Gracias —dije, demasiado abrumada para encontrar cualquier palabra que se
acercara a lo que estaba sintiendo.
—¿Mamá? —Emmy llamó justo antes de que sus rizos rubios aparecieran en el marco
de la puerta—. ¡Tienes que ved! ¡Tú también tienes una habitación!
Intenté ocultar la mortificación ante lo que ella estaba diciendo. Los niños decían
cosas locas. Podría hacerlo, pero sólo si no delataba la verdad.
—Sí, bebé —dije en el mejor tono que pude.
—¡Incluso hay una cama! ¡Una gande! ¡Así puedes domid en una también! —continuó
con entusiasmo.
—Sí, bebé. ¿Por qué no continúas desempacando? El tío Daz probablemente no quiera
desempacar tus peluches el mismo.
Afortunadamente, siguió mi sugerencia de inmediato. Desafortunadamente, sabía que
el daño ya había sido hecho.
45
—¿De qué está hablando? —preguntó Roadrunner.
Rayos.
—No es nada.
—Ashlynn Mae —dijo advirtiendo.
Respirando profundamente, lo miré—. No podía permitirme un apartamento de dos
habitaciones —dije, esperando que fuera suficiente.
—¿Así que ustedes dos compartían habitación? —preguntó, pero él sabía la
respuesta. Él había estado en la habitación de Emmy.
—No exactamente.
Roadrunner simplemente levantó las cejas, su amenazante paciencia era obvia.
—Emmy está creciendo. Pensé que era importante que tuviera un espacio que pudiera
identificar como propio mientras crecía. Necesitaba acostumbrarse a hacer ciertas cosas
ella sola, como dormir.
—¿Y dónde dormías tú?
—La sala de estar.
—¿Dónde en la sala de estar? Estuve ahí, Ash. No vi una cama.
—El sofá —dije, dándole la respuesta que él ya sabía.
Roadrunner se frotó los ojos como si tuviera un dolor de cabeza formándose—. Al
menos dime que era un puto sofá cama.
Quería mentir. Una gran parte de mí quería decirle que lo era. ¿Lo sabría de alguna
otra manera? Probablemente no. Aunque no podía simplemente mentirle a Roadrunner—.
No lo era.
—Maldita sea, Ash —empezó a caminar mientras agarraba los lados de su cabeza.
Estaba enojado. Enojado al punto en que un observador casual habría cuestionado mi
sanidad al estar en un pequeño pasillo con él. Pero Roadrunner nunca me lastimaría. Nunca
pondría una mano en ninguna mujer, pero era más que eso. Él odiaba la sola idea de mí
herida en cualquier forma. Eso era lo que lo tenía tan molesto—. ¿Por qué no llamaste?
¿Regresaste a casa? Pudimos haber cuidado de ti. 46
Era la misma pregunta que había estado rondando en mi cerebro unos minutos antes.
—Lo sé, pero no podía —mis ojos se movieron a la puerta de la habitación donde
Emmy había desaparecido de nuevo.
Regresar al club nunca fue algo que tuviera la intención de hacer, especialmente no
con Emmy a cuestas. Había demasiadas preguntas que no podía responder en lo que a ella
concernía. No tenía idea de cómo íbamos a hacer esto tal como estaba.
Roadrunner sacudió la cabeza en una manera frustrada. Sabía que él entendía que
estuve manteniendo alejada a Emmy, pero no entendía por qué, y no podía explicárselo.
Con un gran suspiro, vino hacia mí y me jaló en sus brazos.
—Estás aquí ahora. Cuidaremos de ambas —dijo.
Tenía razón, ahora estábamos aquí.
¿Cómo iba a dejar todo atrás de nuevo?
CAPITULO 7

No había oscurecido demasiado cuando llegué a la granja. Quería seguir montando, pero
era jodidamente inútil. Estar en la carretera no hizo nada por aclarar mi cabeza en la manera
que usualmente hacía. Cada pensamiento estaba en esa maldita casa, imaginando a la chica
que se había arrancado de mi vida hace casi cinco años metiéndose de nuevo como un
cuchillo en una herida abierta.
Estaba tan preocupado que casi vuelco una curva que no vi venir. La tomé demasiado
rápido y casi me convertí en un mal trabajo de pintura en un costado de una minivan del
otro carril. Fue cuando me di cuenta que no estaba en putas condiciones de estar en mi 47
moto.
Mi plan había sido simplemente ir al club y quedarme ahí, pero lo deseché. No
importaba si me escondía en el club ante el predecible futuro, tenía que verla en algún
momento. Sólo Dios sabía cuánto tiempo ella iba a estar cerca. La evasión no era un plan a
largo plazo. Estaba contando con la rabia que ya tenía desbordándose cuando la viera.
Quizá entonces podría seguir adelante.
Sí, iba a ser el eterno maldito optimista.
La caminata hasta la puerta principal requería un montón de incentivo del tipo un-
pie-delante-del-otro. Me hacía querer ofrecer mi mano derecha por un cigarro. Dejé los
cigarros después de que perdí a mi tío. La adicción a la nicotina no había matado a Gunner,
pero encontraron el cáncer de pulmón en el hospital cuando murió. Si no hubiera sido el
accidente, habría sido el cáncer en poco tiempo. Hablando de un momento de venir a Jesús.
Incluso si hubiera evitado al borracho pendejo detrás del volante, ya se habría ido. Tiré mi
último paquete en la basura del hospital y pasé por el síndrome de abstinencia. Nunca volví
a fumar. Pensé que había dejado de lado los antojos hasta ese momento.
Giré a la derecha hacia la cocina para agarrar algo de la variedad líquida para quitar la
tensión. Mientras que ninguno de los pendejos en la casa bebía, yo tenía una botella de
Lagavulin lista para el trabajo.
Mientras me acercaba, escuché la voz de Roadrunner. Cuando doblé la esquina, pude
escuchar lo que estaba diciendo.
—…ni siquiera tenía una cama, por el amor de Dios. Simplemente dormía en el puto
sofá por Cristo sabe cuánto tiempo.
Stone estaba a su lado luciendo tenso, lo que decía mucho de ese cabrón sombrío.
—¿Qué pasa? —pregunté, localizando el escocés que buscaba en el armario.
—Ash está aquí —respondió Pres mientras agarraba la botella.
Antes de que alguien pudiera llevar ese tema a cualquier parte, dije—: Correcto. Estoy
fuera.
Apenas había dado dos pasos antes de que Roadrunner hablara a mi espalda—. Tienes 48
que lidiar con esta mierda eventualmente.
La verdad en esa declaración, una verdad que no necesitaba que me iluminaran porque
me había estado persiguiendo desde que Stone me dijo que ella iba regresar aquí, me
enfureció.
—Quería lidiar con esta mierda —le recordé—. Quería lidiar con ello hace cuatro
putos años.
—Sketch —Stone llamó mientras yo continuaba mi retirada.
—¿Qué? —estaba jodidamente harto de esta mierda.
—Iglesia. Mañana. Tenemos que reunirnos sobre esta situación con esas putas
amenazas.
Correcto. Bien. Mientras él no fuera a empezar…
—Y cuidado con esa chica —continuó—. Sé que estás molesto, hermano, pero no
tengo la impresión de que la mierda haya sido fácil para ella.
¿Qué no había sido fácil para ella? La preocupación surgió primero, pero la empujé de
lado. Tal vez la mierda no haya sido pan comido para ella, quizá tuvo que trabajar duro para
conseguirlo, pero no importaba. Esa fue su puta elección. Pudo haberse quedado. Yo habría
hecho todo para que se quedara. Podría haber estado aquí conmigo todo el puto tiempo y
ni una sola cosa habría tenido que ser difícil para ella. Me habría encargado de todo.
Su elección.
Miré a mis hermanos—. Planeo mantenerme alejado de ella, así que no tienes que
preocuparte por eso. Y mientras lo discutimos, no aprecio el puto sermón. Los respeto como
la mierda a ambos, pero no les digo cómo vivir sus vidas, ¿qué tal la misma cortesía?
Ninguno de los dos parecía entusiasmado, pero Stone cedió—. Es justo.
Y esa fue mi señal para salir de ahí.
Doblé la esquina hacia las escaleras, arreglándome para ponerme ebrio en mi
habitación. Sin embargo, no llegué ahí. Parada en el pasillo, había una niña pequeña.
Genial. Maravilloso. ¿Quién estaba follándose a la mamá mientras esta pequeña 49
deambulaba sin rumbo por la casa?
A veces vivir con mis hermanos era una puta pesadilla.
Caminé por el pasillo hacia ella y mientras me acercaba, movió una manita con la que
había estado frotándose los ojos, y me miró.
Todo se detuvo.
Por un largo momento, yo no estaba en la granja. No tenía veinticinco, ni era un
Discípulo ni un tatuador. Tenía seis años de edad en el club con mi tío, Gunner, y mi vida
entera estaba a punto de cambiar…
Me encantaba cuando el tío Gunner me traía al club. Los muchachos eran amables y divertidos. Mamá
y papá siempre estaban peleando cuando no estaban trabajando. Esa tarde, estaban peleando por el hecho de
que papá no había estado trabajando cuando se iba. Siempre empezaban a gritar. Papá hablaba sobre
alguien llamada Ellen, luego mamá tiraba cosas. Había aprendido en la escuela que no se supone que tires
cosas. No sé por qué mamá siempre lo hacía. Debería saberlo mejor.
Cuando le dije al tío Gunner sobre su pelea, se volvió un poco atemorizante. Aunque él no gritó ni nada
como papá haría. Me sentó e hizo que memorizara su número de teléfono. Tuve que prometer que lo llamaría
si ellos comenzaban a pelear de nuevo.
Cuando escuché a papá mencionar el nombre de Ellen esa tarde, cumplí mi promesa. El tío Gunner
dijo que estaría ahí para recogerme en quince minutos.
Papá no intentó detenerme cuando dejé el remolque. La motocicleta del tío Gunner era lo
suficientemente ruidosa para escucharse desde dentro. Papá nunca intentó decirle al tío Gunner qué hacer,
como hacía con los demás. Eso era porque el tío Gunner era increíble y enorme, y él era un Discípulo. Tú no
te metías con los Discípulos, eso es lo que me dijo el tío Gunner.
Un día, iba a ser cómo él. Sería grande y fuerte y montaría una Fat Boy. Y también sería un Discípulo.
Estaba esperando en la sala de estar del club jugando un videojuego de carreras contra el tío Gunner
en el PlayStation 2 cuando Indian entró. Estaba paseando a caballito a una niña, pero sólo podía ver sus
piernas. Ella tenía zapatos rosados con pequeñas flores en ellos. No estaban sucios como los míos.
Probablemente no jugaba mucho afuera. 50
—Hola hombrecito. No sabía que ibas a estar aquí hoy —dijo Indian. El tío Gunner me dijo que lo
llamaban así porque montaba una motocicleta Indian en lugar de una Harley como la mayoría de los chicos
hacía. Indian era su nombre de carretera, así como Gunner era el de mi tío. Si me volvía un Discípulo, tendría
un nombre de carretera algún día también.
—Hola —respondí, pero estaba mirando a sus hombros. Podía ver la parte superior de la cabeza de
la niña detrás de él, pero ella no levantaba la mirada. Me preguntaba por qué se estaba escondiendo.
—Resulta grandioso que estés aquí —continuó—. Hay alguien que quiero que conozcas —giró su
cabeza y habló sobre su hombro, pero apenas pude escuchar—. Baja, luciérnaga.
Vi como las piernas con los zapatos rosados se tensaban alrededor de su cintura.
Indian se hincó y continuó hablando con la niña aferrándose a él—. Vamos, cariño. No seas tímida.
Las piernas se soltaron de Indian se paró de vuelta. La niña continuó ocultándose detrás de él, su
cuerpo se veía un poco entre sus piernas.
El tío Gunner se acercó a Indian y se agachó— Hola, cariño. ¿No quieres conocer a mi sobrino? —su
cabello rubio se movió alrededor. Era rizado, y parecía como si estuviera rebotando—. Es agradable, lo
prometo.
Se asomó sólo un poco.
Ella era linda. Realmente linda. La niña más bonita que había visto. Parecía una princesa, no, un
ángel. Sus ojos eran del mismo color del cielo y su cabello era brillante, como el sol.
—Es hermosa —susurré por accidente.
El tío Gunner estuvo a mi lado de nuevo. Yo no lo había notado hasta que se rio. Levanté la vista hacia
él—. Definitivamente lo es, muchacho —dijo.
No dije nada. Ella seguía mirándome, sin esconderse de nuevo. Me gustaba ser capaz de verla. No
quería que se escondiera.
El tío Gunner se agachó a mi lado, mirándola. Puso su brazo alrededor de mis hombros—. Este es mi
sobrino, Gabe —le dijo. Luego me miró a mí y dijo—. Esta es la hija de Indian, Ashlynn. La llamamos Ash. 51
Ashlynn.
—Hola —dije, esperando no asustarla. ¿Por qué parecía asustada de mí? No quería que lo estuviera.
Ondeó un poco su mano, y dijo—: Hola.
—¿Por qué no te acercas a conocerlo? —preguntó Indian y ella lo agarró más fuerte de los pantalones.
Realmente quería que viniera hasta aquí—. ¿Te gusta dibujar? —pregunté.
Ella miró a Indian. Él asintió, luego ella lo hizo también.
Corrí hacia mi mochila. Era una súper genial de Harley que el tío Gunner me había conseguido para
el primer grado. Deseaba que la motocicleta en ella fuera una Fat Boy como yo quería en lugar de una Dyna
Wide Glide, pero seguía siendo increíble. Dentro, tenía un montón de cosas para dibujar, papel, lápices de
colores, crayones, marcadores. Amaba dibujar. Era mi cosa favorita.
Estaba poniendo todas mis cosas en la mesa cuando dijo—: Tienes muchos colores —ya no estaba
detrás de Indian. Estaba parada a su lado. Pero, no se acercó más que eso.
—Puedes usarlos todos —le dije.
Se acercó a mi lado y se sentó. Era aún más linda de cerca.
Coloreamos un rato, luego Indian dijo—: Tengo que ir a hablar con Pres. ¿Estarás bien por un rato,
luciérnaga? —miré a Ashlynn mientras asentía—. Cuidarás de mi chica, ¿cierto Gabe?
—Cierto —dije, mirando a Indian.
—Bien.
Sí, bien. Cuidaría de Ashlynn. Quería hacerlo. Ella era linda y agradable. Quería que estuviera cerca
de mí más tiempo.
—¿Quieres ser mi mejor amiga? —pregunté.
Ella me miró. Pensé que no diría nada porque era tímida. Luego sonrió y asintió—. Está bien.
Yo también sonreí. Podríamos ser mejores amigos hasta que fuéramos mayores. Luego, podríamos
casarnos. Podría ser un Discípulo como el tío Gunner. Siempre podría protegerla, justo como yo le había 52
dicho a Indian que lo haría.
CAPITULO 8

Saliendo de mis recuerdos, me enfoqué en la pequeña frente a mí. Hombre, realmente me


recordaba a Ash a esa edad. El mismo cabello rubio rizado por encima de ojos azules,
aunque los suyos eran un poco más oscuros que los de Ash. Era totalmente una follada
mental, especialmente ya que Ash estaba en algún lugar en la casa por primera vez en años.
—Tengo sed —dijo la pequeña en una voz soñolienta.
Reponiéndome, me arrodillé frente a ella. Sonreí, intentando no parecer amenazante
como haría un motociclista de casi uno noventa cubierto en tatuajes—. ¿Cuál es tu nombre,
princesita?
53
Su sonrisa creció al escuchar el apodo—. Emmaline, pedo puedes llamadme pincesa
si quiedes.
Maldita sea, era jodidamente adorable—. Princesa, soy Sketch.
—Skech —repitió después de mí. Casi.
—¿Dónde está tu mamá, princesita?
Se encogió de hombros—. No sé, ¿afuera tal vez?
Bueno, ¿no era eso jodidamente perfecto? Sería niñera porque alguien no podía
mantenerla en sus pantalones.
—¿Sólo quieres agua? —pregunté. Emmaline asintió. Al carajo. La niña estaba
sedienta, y no era su culpa que anduviera sola—. Entonces, vamos a conseguirte un poco.
Puse la botella de whiskey en el suelo. No necesitaba escoltar a una niña por ahí con
una botella llena en mi mano. Antes de que pudiera levantarme, Emmaline levantó sus
brazos hacia mí con un pequeño puchero. Me recordó a la mujer con el tatuaje de mariposa
la otra noche. Su puchero no me había causado una mierda, pero esta pequeña me tenía
levantándola del suelo. Tal vez la única diferencia era que Emmaline era en realidad una
niña pequeña y podía hacer pucheros, pero parecía más grande que eso. De alguna manera,
esta niña ya me tenía envuelto alrededor de su dedo y probablemente nunca la volvería a
ver.
Mientras la cargaba de regreso por donde había venido, Emmaline se puso cómoda en
mis brazos. Su pequeña cabeza se movía alrededor para mirar desde su nueva posición
privilegiada antes de darme una buena y larga mirada.
—¿Cuántos años tienes, princesita? —pregunté.
—Tes, pedo mi cumpleaños es muy ponto.
Tres, casi cuatro, cerca de la misma edad que Ash había tenido el primer día que nos
conocimos. Mierda, realmente necesitaba dejar de ir ahí.
Stone y Roadrunner todavía estaban en la cocina y ambos sonrieron a Emmaline en
mis brazos.
—¿Qué haces fuera de la cama, nena?—preguntó Roadrunner. 54
Así que ellos sabían de quién era esta niña. Pero, ¿“fuera de la cama”? Eso no tenía
sentido. A menos que hayan hecho una cama mientras su mamá conseguía echarse un palo
o algo.
—Sed —explicó Emmaline.
Stone se giró inmediatamente hacia los armarios por una taza. Roadrunner se acercó
y agarró a Emmaline. Ni siquiera iba a pensar sobre por qué me sentí despojado mientras la
tomaba de mí.
—¿Dónde está tu mamá? —preguntó Roadrunner, como si yo estuviera jodidamente
denso para pensar en esa pregunta.
—Queo que puede estad afuera —respondió Emmaline.
Stone le entregó una tacita entrenadora que había llenado con agua. Emmaline la
tomó con una sonrisa y comenzó a beber. Estaba ocupado mirando la taza. ¿Por qué
demonios estaba esa cosa en nuestra cocina? ¿Su mamá lo trajo con ella?
—Vamos a llevarte de vuelta a la cama —dijo Roadrunner mientras salía de la
habitación con ella.
Miré detrás de ellos, totalmente perdido.
Algo no cuadraba. Si esa botella de Lagavulin no estuviera todavía sellada, habría
pensado que ya estaba borracho.
Stone debe haber notado mi confusión porque se aclaró la garganta. Una vez que tuvo
mi atención, habló—. Es de Ash —seguí mirándolo—. Emmy —dijo, asintiendo en la
dirección que Roadrunner se había ido—. Ella es de Ash.
Emmy. Me gustaba eso…
Ella es de Ash.
Santa. Puta. Mierda.
Esas palabras finalmente tomaron significado en mi cabeza. Emmaline, Emmy, era la
hija de Ash. Ash tenía una puta hija. Ash…
—Tes, pedo mi cumpleaños es muy ponto…
Ash tenía una hija de tres casi-cuatro-años. 55
Ash me dejó hace casi cinco años.
Dejé de hacer cuentas, dejé de seguir cuánto tiempo había pasado desde que me había
dejado. Sin embargo, hice los cálculos. Cuatro años, siete meses. Emmy tenía casi cuatro,
más nueve meses de embarazo.
Joder.
No.
Ella no lo haría.
Salí de la cocina y volé por el pasillo donde había encontrado a Emmy, pasé las
escaleras, y salí al patio trasero.
Ash estaba ahí, de pie en medio del patio, mirando a lo lejos. Se veía diferente, la silueta
de su cuerpo más curvilíneo de lo que recordaba y su rizado cabello rubio caía más bajo en
su espalda. Aun así, habría sabido que era ella en cualquier parte.
Alrededor y frente a ella, pequeñas chispas de luz brillaban y se apagaban.
Luciérnagas. Las estaba viendo parpadear en el patio.
Indian había llamado a Ash luciérnaga desde antes que yo la conociera. Él solía decir
que era porque sus sonrisas no eran constantes dado lo introvertida que era, pero cuando
una salía, era como una luz brillando en ella.
Él no estaba exagerando. Ni jodidamente un poco.
Por un momento, la imagen de ella me dejó pasmado. Quería sacar mi bloc de dibujo
y perpetrar la vista en papel para nunca perderla. Quería tatuarlo en mi propia piel para
que siempre estuviera conmigo.
Entonces, recordé a Emmy.
La rabia regresó, quemando bajo mi piel. Atravesando el patio, apreté mis manos a mis
costados. No podía tocarla. No podía ser responsable por lo que podría pasar si lo hiciera.
Justo mientras me acercaba, Ash miró sobre su hombro y saltó ante la vista. No sabía
si era porque no era yo a quien esperaba o mi furia era clara en mi rostro. Realmente no
jodidamente importaba.
—¿Es mía? —exigí. 56
—¿Qué?
Mi corazón estaba latiendo el triple en mi pecho. La conmoción para mi sistema de
ver el hermoso rostro de Ash otra vez era casi suficiente para romper la nube de ira, pero
no del todo.
—Emmy —expliqué—. Ella. Es. Mía
Ash palideció—. ¿Cómo…?
—Estaba en el pasillo. Despertó y necesitaba una bebida. Lo gracioso es, ella dijo que
está a punto de cumplir cuatro. Han sido nueve meses más eso desde que te fuiste. Así que,
preguntaré una vez más. ¿Es mi puta hija? —gruñí.
Ash se encogió, y respondió en una voz pequeña—. No lo sé.
Ella… ¿qué?—. ¿No lo sabes?
Sus ojos cayeron al suelo—. Te habría dicho si estuviera segura.
Ella habría…
Santa. Mierda.
No. No es posible.
Un zumbido en mis oídos llenó el silencio en el patio. Emmy podría no ser mía. Ash
no sabía con seguridad quién era el padre. Ash… Ash se acostó con alguien más. Pero la línea
de tiempo…
Ella se folló a alguien más justo después de dejarme.
Pasé meses, carajo, más de un año, haciendo nada más que extrañarla, intentando
encontrarla. No toqué a ninguna mujer hasta que Ash se había ido por más de dieciocho
meses. Pero ella… joder.
¿Cuánto tiempo siquiera esperó antes de dejar entrar a otro tipo donde sólo yo había
estado?
¿Una semana? ¿Dos? No podría haber sido tanto si él podría ser el padre de Emmy.
Joder. 57
Ash seguía sin mirarme y eso era una cosa jodidamente buena. No podía ver su rostro.
No podía ver esos ojos.
Sin otra puta palabra, me fui. No podía estar cerca de ella. No podía soportar el golpe
que acababa de recibir.
Necesitaba salir de ahí. Necesitaba el Lagavulin. No, al carajo eso, necesitaba algo más
barato, algo que pudiera devolver como si no hubiera mañana. El escocés tendría que
esperar.
Necesitaba hacer desaparecer esta noche.
CAPITULO 9
Ash
Bueno, eso salió… casi también como había esperado.
Después de un rato, hice mi camino hacia la cubierta y me senté en el borde del escalón
que se elevaba un pie del césped. Escuché una moto encenderse en frente de la casa. Dada
la forma en que el piloto despegó de ahí, estaba adivinando que era Gabe.
Tachen eso.
Sketch.
58
Él era Sketch ahora.
Él probablemente iba a quedarse en la casa club, en cualquier parte para alejarse de
Emmy y de mí.
No, probablemente sólo de mí.
El fuego en sus ojos no sólo había sido de ira. Él había estado listo para reclamar a
Emmy. Si yo dijera que era suya, él lo habría aceptado, la habría aceptado a ella, en un
segundo. No habría cambiado el hecho de que él estaba furioso conmigo por haberla
mantenido lejos todos estos años, pero él habría bienvenido el rol de padre. Él estaba herido.
Tal vez sólo deberías decir que es suya, una voz en mi cabeza susurró.
Absolutamente no. No podría hacerle eso a él. No podía mentir y decir que Emmy era
suya cuando yo no estaba segura. Eso no era justo para él. Y de todos modos, incluso si yo
pudiera convencerme a mí misma de que no era una cosa horrible de hacer, ese barco había
zarpado.
Deseaba que la vida fuera diferente; deseaba que en el momento que descubrí que
estaba embarazada, pudiera haber estado segura de que él era el padre. Podría, habría,
regresado a Hoffman. Él podría haber estado molesto, pero en ese entonces, él me habría
recibido con los brazos abiertos. El embarazo habría sido un shock, pero él siempre solía
hablar sobre la familia que tendríamos un día. Al crecer, su padres no habían sido buenos,
y yo sólo tuve a mi papá. El club era una increíble familia para nosotros, pero siempre
planeamos hacer una por nuestra cuenta. Emmy podría haber venido más pronto de lo que
habíamos planeado, pero Gabe habría estado en la luna.
Emmy habría crecido con más que sólo conmigo. Ella habría crecido con un padre que
la adoraba. Habría tenido el tipo de amor que mi papá me dio, y no hay nada en el mundo
que yo pudiera querer más para ella.
Y yo… yo podría haber tenido a Gabe.
Pero alojarse en los “si tan sólo” no iba a hacer nada. Ese sueño no era real. La vida
había tomado un giro muy diferente, y no había cómo cambiar eso.
Además, estaba ignorando la razón por la cual me fui en primer lugar. Estar de regreso,
estar rodeada de los Discípulos cuidando de Emmy y en la forma de que una familia haría,
estar cerca de Gabe otra vez, estaba todo distrayéndome de la imagen más grande. 59
No fui porque estaba embarazada. Me fui porque ya no podía estar con un Discípulo.
Después de que papá murió, vi con desnuda claridad lo que había ignorado la mayor
parte de mi vida. Ser un Discípulo no era sólo montar y la hermandad, era el peligro. Era
peligro del tipo consumidor y destructivo que se robaba hombres buenos del mundo. El
club ya se había robado un hombre que amaba; no podía observar otro morir tan joven.
Me destruyó hacerlo, pero sabía que no podía convencer a Gabe de dejar los
Discípulos. Entonces, me fui sin él.
La decisión era una en la que no me podía alojar muy seguido. Sabía que era el más
grave error que alguna vez había cometido, y Dios, nunca estaría en una posición para hacer
otro como ese. Aun así, no podría imaginarme no cometiéndolo. Incluso si yo pudiera hacer
todo otra vez, ¿dónde me dejaría? ¿Todavía tendría a mi hija?
No renunciaría a mi Emmy por nada en el mundo.
Ni siquiera por Gabe.
Ni siquiera para ahorrarme a mí misma todo lo que había pasado desde que me fui.
Ese reconocimiento, aunque no calmaba el dolor, me hacía avanzar cada día. Y me
hizo levantarme de ese escalón, y volver adentro.

Cuatro días después, estaba en la casa club por primera vez desde mi regreso. El
edificio de servicio como el cuartel general para los Discípulos fue una vez un almacén para
una cadena de mueblerías o negocios cercanos, nada mucho alrededor por unos kilómetros.
El banco que había incautado la propiedad estaba desesperado por moverla y no obtenía
compradores, así que papá me dijo que el club lo consiguió por muy bajo costo. Algo bueno
también porque ellos tuvieron que meter un montón de dinero para hacer el largo y
cavernoso espacio en una casa club digna. 60
Ahora, albergaba a una enorme sala de estar con varios sillones, televisiones, un
sistema de sonido, bar, mesa de billar, todo lo que los chicos querían. Decorada en muebles
de los-motociclistas-no-hacen-lo-de-elegante-con-volantes, mostrando el desgaste
recibido, era confortable, aunque no excesivamente atraído. Más allá había una enorme
cocina con doble barra y espacio de almacenaje de una casa promedio, aunque no estaba
hecha como una cocina industrial. También había una larga habitación que permanecía
cerrada todo el tiempo donde los chicos tenían iglesia, sus reuniones privadas y de sólo
miembros. Luego, pasillos conducían a una variedad de habitaciones.
Todos los chicos tenían sus propias habitaciones en el club. Si ellos no querían ir a
casa, festejaban mucho para irse, o si había un cierre completo del club, ellos se quedaban
ahí. Unos cuantos podían vivir ahí en cualquier momento dado. Dependía de ellos. Las
habitaciones eran grandes, con camas grandes y bastante espacio para muebles incluyendo
un escritorio y tal. Cada tenía un baño privado también.
Había habitaciones extras también. Esas podrían ser para nuevos prospectos, estar
disponibles para invitados, o podrían ser habitaciones donde los chicos follaban
particularmente a asquerosas chicas del club que ellos no querían en sus propias
habitaciones. Cuando yo era más chica, tenía mi propia habitación junto a la de mi papá.
Cuando era realmente muy pequeña, si nos quedábamos en la casa club, compartiría la
suya. A medida que crecí, él reclamó una sólo para mí.
La renovada casa club, incluso más que la casa en la que nos estábamos quedando, era
más como una casa para mí. Era donde de niña había pasado la mayor parte del tiempo,
además de la escuela. Papá y yo teníamos una casa en el pueblo, pero los negocios del club
no tenían horario fijo e incluso cuando no había nada qué hacer, papá siempre le gustaba
tenernos cerca de sus hermanos. Nuestra casa era más un lugar donde dormíamos que un
hogar verdadero. Donde los Discípulos estaban, ahí era casa.
Estar de regreso era difícil. Estar de regreso con todos los Discípulos presentes era
incluso más difícil.
El club estaba teniendo una fiesta. Los chicos hacían esto lo suficientemente seguido.
Fui asegurada de que no era por mí y por Emmy, pero no me lo compré, en mayor parte
porque había tenido diferentes respuestas. Roadrunner me dijo que sólo era por pura
diversión. Tank me dijo que era porque Cami y Gauge estaban de regreso de su mini luna
de miel. Esa fue la razón que encontré más sospechosa ya que el club ya había alojado su 61
boda y recepción en la granja el fin de semana pasado, y ellos ya habían estado de regreso
por una par de días. Los Discípulos podrían amar una fiesta, pero dos así de cerca no era
probable.
No dije nada. Emmy estaba emocionada, ya sea si la fiesta era por ella o no.
La fiesta había estado en pleno apogeo por unas cuantas horas, el sol mayormente
puesto, y grandes fogones iluminando el patio. Todos paseándose alrededor de la tierra
detrás de la casa club tenían bebidas, e incrementando platos vacíos de cerdo ahumado.
—Me encanta esto —animó Deni a un lado mío.
Giré mi atención de vuelta a la mesa donde estaba sentada. En frente de mí estaba
Deni, una pequeña rubia como yo, pero con mucho más actitud, que estaba casada con
Slick. Slick había estado con el club desde que él tenía sólo dieciocho, y él y Dani estaban
juntos cuando ella todavía estaba en la preparatoria. Ella no creció con el club, pero la
conocía de años antes de que me fuera. Ahora ella y Slick tenían una niña, Jules, que era
una, y Deni estaba embarazada con su segunda. Junto a mí estaba Cami. La nueva novia era
una bomba con lago cabello castaño y un cuerpo curvilíneo. Su hijo, Levi, estaba sentado
en su regazo. Cami había sido como una prima para mí al crecer, y la forma emocionada en
que me saludó y aduló a Emmy me dijo que eso no había cambiado para ella, incluso aunque
ella se fue varios años antes de que yo me fuera.
Miré a Deni, preguntas claras en mi rostro, y ella explicó—: Ambas están de regresos.
Fui la única mujer por aquí por un rato, ahora las tengo a las dos. Me encanta.
Cami rió, y forzó una sonrisa. Yo no iba a explicar—otra vez—que esto era temporal
para Emmy y para mí. Miré alrededor del patio por mi niña. La última vez que la había visto,
ella había estado pegada a Daz. No estaba segura qué pensar de eso, pero él parecía estar
comportándose cuando ella estaba cerca, la mayor parte del tiempo. Ahora, Daz no estaba
por ningún lado.
La parte de mí solía estar sola en echarle un ojo a Emmy comenzó a entrar un poco en
pánico cuando no supe inmediatamente dónde estaba. Entonces, como una señal, se
estrechó en su infecciosa risita.
Al otro lado del patio, cerca de una de las fogatas, Emmy estaba en los brazos de
Sketch.
62
Ella estaba riéndose mientras él le sonreía. Cuándo ella se había vuelto cómoda con
él, no lo sabía. Él le había conseguido agua la primera noche que estuvimos ahí, pero no
sabía de ello siendo algo más que eso. Desde esa noche, Sketch no había estado cerca. Asumí
que él estaba quedándose en la casa club. Si no estaba evitando a las dos o sólo a mí, no
había estado segura. La forma en que él estaba sosteniendo a Emmy en ese momento fue mi
respuesta.
No sabía cómo reaccionar a la vista de ellos dos juntos. Todo lo que sabía con
seguridad era que el ardor llameando en mi pecho no era completamente molesto.
—Muy bien, señoritas —resonó Roadrunner detrás de mí, deshaciendo mi atención
de Emmy y Sketch—. Parece que es tiempo de sacar a los pequeños de aquí.
Roadrunner se había ofrecido—o insistido, demandado—vigilar a los niños por la
noche para que todos los padres pudiéramos quedarnos y tener la noche libre. Cami había
alegado más cuando llegó a la fiesta. Aparentemente, Gauge había aceptado sin discutirlo
con ella. Cami se había levantado en armas sobre cómo ellos apenas habían llegado hace
unos días de dejar a Levi atrás cuando Gauge la agarró y comenzó a susurrarle en su oído.
Bueno, era casi susurros. Más cómo gruñidos. Escuché más de lo que necesitaba,
incluyendo algo sobre emborracharla y su mano en su garganta.
Como dije, escuché demasiado.
Yo había estado vacilante al aceptar. Emmy nunca había pasado la noche sin mí.
Jasmine había sido un regalo del cielo al cuidar a Emmy por mí, ella nunca se había quedado
en la noche. Eso fue mayormente porque yo nunca tuve la necesidad de pedírselo.
Emmy no compartió mi vacilación. Ella había estado emocionada de tener su primer
pijamada, incluso si era con un fornido motociclista y niños de dos años. Su convicción
absoluta cuando me dijo que era algo que ella quería hacer me tuvo aceptando. Aun así, no
iba a beber mucho. Si las cosas salían mal, quería estar lúcida y bien para ir por ella.
—Iré por Emmy —le dije a Roadrunner.
Caminar hacia Skecth era suficiente para tener a mi corazón martillando, pero traté
de mantener mi cara despejada. Sólo iba a ir por mi hija para que yo pudiera desearle buenas
noches. No había más en ello que eso.
—¡Mamá! —llamó Emmy cuando me acerqué.
—Hora de ti pijamada, bebé —dije, mis ojos quedándose en ella. No importaba que el 63
rostro de Sketch estuviera a centímetros de distancia de la suya. Estaba muy enfocada.
—¡Wiii! —ella miró a Sketch. Yo no—. Tengo que idme. Yo y Doadunner vayamos a
tened una pijamada.
—Vamos a tener una pijamada —la corregí de rutina.
—Cieto. Vamos a tened una pijamada. Jules y Levi también, pero son bebés —le
explicó a Sketch.
—Diviértete, princesa —murmuró Sketch. Sentí el aliento silbar fuera de mí.
¿Princesa?
Observé de una manera retirada mientras él la bajaba y me forcé a mí misma a
tranquilizarme cuando ella abrió sus bracitos hacía mí.
—Que tengas una buena noche, bebé —dije mientras me arrodillaba y la abrazaba—
. Pórtate bien con Roadrunner. No le digas qué hacer. Él ya sabe todas las reglas, incluyendo
la hora de dormir, así que no intentes nada.
—Sedé buena. Lo pometo —dijo. Yo creería eso cuando lo viera.
—Dale a mamá un poco de amor —ella lo entregó enseguida, dándome un dulce
besito.
Entonces, Roadrunner estaba ahí—. ¿Estás lista para irte, nena?
—¡Sí!
—No dudes en llamar —le dije a Roadrunner.
—No te preocupes, Ash. Tenemos esto bajo control. ¿Cierto, Emmy?
—¡Sip!
No estaba segura, pero lo dejé ir. Si Emmy se enfadaba, sabía que él llamaría.
Observé mientras ellos se alejaban, sintiendo una intranquilidad extraña. Quizás
Emmy no era la que iba a luchar con la separación durante la noche.
—Quiero una prueba de paternidad.
Espera. ¿Qué? 64
Me giré, habiendo olvidado completamente que Sketch todavía estaba parado allí.
—¿Qué?
Me niveló con una mirada oscura—. Quiero una prueba de paternidad.
Rayos.
—Yo…
Sketch me cortó antes de que yo siquiera pudiera averiguar qué decir—. Ella es mía.
Yo jodidamente lo sé. Quiero pruebas, y entonces quiero que ella me conozca como su papá.
—Yo… —traté de nuevo.
—Haz que pase. Pagaré lo que sea que cueste.
Con eso, él se fue.
Rayos.
No podía hacer una prueba de paternidad. No podía ver los resultados. No podía
saber.
No podía…
—¿Ash?
Parpadeando fuera del aturdimiento de miedo, miré a mi izquierda para ver a Cami
allí.
—¿Eh?
—¿Estás bien? —preguntó.
—Sí. Bien —giré mis ojos de vuelta en la dirección que Sketch se fue. Él había llegado
a la mitad del patio antes de encontrar algo nuevo para mantener su atención.
Concretamente, una castaña en un nada razonable vestido corto. Las chicas del club habían
comenzado a aparecer hace poco. Es por eso que Roadrunner había determinado que era
hora de que los niños se fueran.
Observar a la mujer ponerse cómoda a un dispuesto Sketch apenas penetrado. En la
parte trasera de mi mente, sabía que era algo que no quería ver. En cualquier otra situación,
sabía que me enfermaría verlo, pero después de que él acababa de demandar una prueba de 65
paternidad, una prueba que yo no podría haber hecho y no podía explicar la razón de por
qué, era sólo un dolor que apenas podía identificar.
—Ash, tú no quieres ver eso —dijo Cami, su tono gentil. Ella asumió que yo estaba
mal porque Sketch iba a follarse a esa castaña. No una mala asunción, así que no la corregí.
—Sí —concordé.
Iba a dejar que me llevara como ella estaba tratando de hacer con una suave mano en
mi bazo. Iba a enterrar mis emociones y completar la noche. Habría averiguando qué hacer
a continuación cuando estuviera sola.
Entonces, la castaña lanzó su cabello sobre un hombro, y conseguí un vistazo de su
cara.
Dios me odiaba. Era la única explicación.
—Tori —susurré.
—¿Qué? —preguntó Cami.
Me di la vuelta, pero no lo suficientemente rápido para no ver a Sketch conduciéndola
hacia la casa club—. Necesito irme. Ahora.
—Habla conmigo —insistió Cami.
No quería. No estaba segura de que pudiera sacar las palabas de i boca, pero podía
decir que ella no iba a dejarme ir hasta que me explicara. Así que lo hice. En un apuro, le
conté toda la historia. Le dije exactamente quién era Victoria para mí, quién había sido ella
una vez para Sketch.
Rayos. Iba a deshacerme.
—Necesito irme —repetí—. No puedo estar aquí.
—Nena, no creo que debas conducir así.
—No puedo estar aquí.
—Mierda —murmuró—. Quédate aquí. Por favor, sólo un minuto. Voy a conseguirte
un aventón a casa. ¿Okay? 66
Le di un asentimiento ausente.
Sketch con Tori. Él estaba ahí con ella. Él iba a besarla. Follarla. No podía detener las
imágenes de formarse en mi cabeza.
—¿Ash? —me hice enfocarme en Cami, y el joven muchacho junto a ella. Él tenía un
parche de prospecto en el frente de su chaleco. Él no era un hermano completo todavía,
pero se estaba ganando un lugar entre los Discípulos. Estaba bastante segura de que lo
había visto en la granja una vez, pero él no había sido presentado—. Este es Jack… —se
interrumpió ella sola rápidamente—. Lo siento —le dijo ella a él—. Sigo olvidándolo —
para mí, ella comenzó de nuevo—. Este es Ace. Él va a llevarte a casa.
Casa. Sí, yo realmente no tenía una de esas, ¿no?
—Un gusto conocerte.
Me dio un levantamiento de barbilla. Así que él era del tipo callado. Bien por mí, yo
también lo era. Incluso mejor, él me sacó de ahí enseguida. En cuanto a mí respecta, Ace era
estupendo.
CAPITULO 10

Me senté en mi habitación en la casa club por un rato, bebiendo una cerveza. Había echado
a… cual sea que fuera su nombre antes de que siquiera llegáramos aquí. Las risitas y el fuerte
perfume podrían no haber sido un factor antes, pero después de estar cerca de Ash otra vez,
no pude soportarlo. Ash no hacía esa cosa molesta de risita. Ella se reía a veces, pero sólo
cuando realmente pensaba que algo era gracioso. Y su risa era más una risa entre dientes
que una risita. Era baja y profunda, y siempre iba directo a mi verga. Ella tampoco se bañaba
en perfume. Ni siquiera usaba esa mierda. Ella tenía un jabón de vainilla que le gustaba.
Apenas podía olerlo, a menos que te acercaras en una forma de la que sólo yo tenía el
privilegio. Cuando estabas justo contra su piel, ella olía a glaseado.
67
Ella sabía incluso mejor.
Mierda, me estaba provocando una erección yo mismo después de que mandara a ese
pedazo fácil a casa.
Ash había estado de regreso en el pueblo por cinco días, yo apenas había estado cerca
de ella, y ya poseía mis bolas otra vez.
Fantástico.
Jodidamente lindo.
Me puse de pie. Sentado en una habitación, solo, pensando en ella no era lo que yo
necesitaba. Necesitaba más alcohol y ver si podía encontrar a otra chica para calmar la
comezón una vez que estuviera más tranquilo.
De vuelta en el patio, vi que el buffet de opciones para distracciones había
incrementado mucho. Las fiestas de los Discípulos se quedaban relativamente tranquilas
durante el día, particularmente ahora que había niños por ahí otra vez, tiempo en familia,
esencialmente. En la noche, eso se iba por la ventana.
Familia.
Había logrado estar cerca de Emmy otra vez por la tarde. Cristo, esa niña era algo más.
Ella tenía mucha personalidad. Con lo tímida que Ash siempre fue, era sorprendente que
su hija fuera justamente lo contrario. Emmy amaba la atención. Ella amaba estar cerca de la
gente. Ella hacía que la gente quisiera estar cerca de ella.
Joder, ella era linda.
Entre más tiempo pasaba con ella, entre más la observaba reír y la sostenía en mis
brazos, más me gritaba esa voz en mi cabeza que ella era mía. Tenía que serlo. En mis
huesos, sabía que era verdad. No me importaba si asustaba a Ash; iba a conseguir la prueba.
Okay, sí, necesitaba dejar de pensar en esa mierda también.
Mientras sacaba una fría del barril de hielo, fui confrontado con la cosa menos
preferida de un hombre: una mujer enojada.
—Tienes mucho descaro —me espetó Cami.
68
Sí, yo no estaba de ánimo para esa mierda. No quería que una mujer a la que le estaba
dando regularmente se pusiera insolente conmigo, ciertamente no iba a aguantarlo de una
chica cuyo coño estaba firmemente fuera de los límites.
Jodidamente no gracias.
—Sí, lo tengo —dije de vuelta, alejándome mientras usaba una llave de mi bolsillo
para botar la tapa de la botella en mi mano.
—¿Cómo pudiste hacerle eso? —dijo antes de que yo lograra más de un par de pasos.
Traté de dejarlo pasar. Por respecto a mis hermanos, su papá y su nuevo esposo, traté
de contenerlo, pero estaba harto.
—¿Cómo pude yo hacerle eso a ella? —regresé—. ¿Cómo pude tener un puto coño
incluso aunque ella está cerca? ¿Adivina qué? Yo felizmente no habría conseguido eso de
nadie, excepto de ella durante años. Ella es la que se fue. Ella es la que me dejó aquí. ¡Ella es
la que mantuvo lejos a esa niña cuando ella podría ser mi maldita hija!
—Lo sé —susurró Cami.
—¿Entonces qué carajos hice yo que fue tan jodido?
Ella sacudió su cabeza—. ¿Tenía que ser ella? De todas las mujeres en el mundo,
diablos de todas las mujeres aquí esta noche, ¿tenía que ser ella?
—¿De qué estás hablando, Cam?
Una mirada de sorpresa pasó por su cara—. No lo sabes. No la recordaste.
Esperé por un segundo por una explicación antes de que le advirtiera—: Cami.
—¿Conseguiste su nombre?
Pregunta valida—. ¿Veronica? ¿Valerie? ¿Algo con una V?
Cami lucía triste antes de que ella me informara—. Victoria.
¿Victoria?
Le di vueltas en mi cabeza, tratando de entender por qué importaba.
Victoria…
—Tori —ofreció Cami. 69
Tori.
Carajo.
—No.
Cami asintió en una forma triste que sólo confirmó lo que yo estaba descubriendo.
Mi cabeza giró de golpe, buscando a Ash en el patio.
—Se fue —me informó Cami—. Justo en el mismo momento que llevaste a esa perra
adentro.
Coño.
—¿Se fue a casa?
—Sí. Ace la llevó. Ella no estaba bien para conducir por sí sola.
Tendí la botella abierta en su dirección con un tirón—. ¿Te encargas de esto?
El momento en que su mano se envolvió alrededor de la cerveza, comencé a moverme
alrededor de ella. Jodidamente bueno que sólo había tenido dos cervezas en todo el día.
Había estado al pendiente de Emmy.
—Sketch —llamó Cami.
Me detuve, pero no le estaba dando mucho tiempo. Necesitaba salir de aquí.
—Sé que todavía estás enojado con ella, pero está sufriendo. No sólo por Tori, sino
por todo. Sé gentil con ella.
Cualquier otro había obtenido un “vete al carajo” y nada más. Cami creció con
nosotros. Ella sabía tan bien como yo cuán sensible era Ash, cuán fácil se cerraba.
—Ella es mi chica, no la lastimaré.
Sin darle la oportunidad de responder a eso, hui al carajo de ahí. Volé del lote de la
casa club en mi moto, los recuerdos de años atrás recordándome justo cuánto la había
cagado.
70
Hace seis meses, Gunner finalmente cumplió la promesa que me había hecho hace años. Cuando
cumpliera dieciséis, si seguía mi nariz limpia, él me sacaría del tráiler con mis jodidos padres para vivir con
él. Cumplí mi parte, y el día después de mi cumpleaños, él cumplió la suya.
Alejarse de dos alcohólicos que me habían hecho era suficientemente bueno, pero también significaba
que tenía que cambiarme de escuela. Terminé mi segundo año al conducir hacia mi vieja preparatoria, pero
transfería el inicio de mi último año. Por primera vez Ash y yo íbamos a ir juntos a la escuela.
Estaba jodidamente emocionado. Ash había sido mía desde que eramos niños, incluso si ella no se
daba cuenta aún. Ella estaba en primer año ahora, y hace dos años Indian me dijo que ella podía ir a citas
una vez que estuviera en la preparatoria. Finalmente sería capaz de hacerlo real, y podía hacerlo mientras
caminaba los pasillos con ella y mantenía lejos a todos los pendejos detrás de ella.
Sólo que, no iba a ser esa manera. No teníamos clases juntos ya que estábamos en diferentes grados.
Había conseguido que el consejero me pusiera en el mismo periodo del almuerzo que ella, pero dentro del
primer mes, Ash nunca fue a la maldita cafetería.
Los primeros días, ella dijo que había tenido que cambiar parte de su horario así que ella iba a ver a
su consejero, pero no estaba consiguiéndolo porque demasiadas personas estaban ahí. Apestaba, pero le creí.
Luego, fue una reunión con un maestro sobre hacer estudio independiente. Luego, era necesitar estar en la
biblioteca. Le dije que iría a la biblioteca con ella, pero insistió que necesitaba trabajar y que yo debería
pasar el rato en la cafetería conociendo a personas. Sí, porque yo preferiría conocer personas que estar con
ella. Dios, ella era tan despistada a veces.
Ese día, finalmente me puse firme. Mientras la encaminaba a inglés, su última clase antes del
almuerzo, la detuve.
—Hoy, vas a venir a almorzar y te vas a sentar conmigo —le dije.
Si ella pensó que no vi la forma en que mordió su labio, estaba loca. Yo la conocía. Podía leer sus
nervios como un letrero de neón—. De verdad necesito hacer más trabajo en la biblioteca.
—Ash, la escuela acaba de comenzar. ¿Cuánto trabajo puedes tener?
—Simplemente tengo un poco más —ella siguió intentando.
—Okay, podemos ir después de la escuela. La biblioteca está abierta. Nos quedaremos hasta que
termines y luego te llevaré a casa —iba a acorralarla si tenía que hacerlo. No sabía si ella estaba 71
simplemente incómoda cerca de mucha gente porque ella era muy tímida o si era algo más, pero ella
necesitaba comenzar a hablar.
—Mi papá no sabe que me quedaré.
—Lo llamaré después de la escuela para dejarle saber que te diriges a la biblioteca.
La observé darse cuenta de que no iba a zafarse de esto. Entonces, en un tono resignado que me hizo
gracia, dijo—: Okay.
Estiré mi mano para acariciar su suave mejilla, deseando que pudiera besarla como quería hacerlo.
Pronto.
Cuando la campana sonó al final de las clases, me apresuré hacia su casillero. No iba a dejar que se
escabullera una vez que finalmente logré convencerla de venir a almorzar. Cuando ella miró en mi dirección
de acomodar sus libros, era claro que ella sabía lo que yo estaba haciendo. Como si me importara. Ash me
conocía tan bien como yo la conocía. No estaba tratando de ser engañoso. Lancé dos de mis libros en su
casillero incluso mientras ella rodaba sus ojos.
Ella cerró su casillero y sin vacilación, tomé su mano y nos conduje a la cafetería. Sentí a Ash mirar
en mi dirección cuando sostuve su mano a través de los pasillos. No era nuevo para mí tocarla en cualquier
forma que yo pudiera, pero nunca había tenido mucha oportunidad en la escuela. Ojos se movieron en
nuestra dirección, y amé la atención. Ash era mía, incluso si ella todavía no lo sabía. Quería que eso
estuviera claro para todos.
Cuando llegamos al comedor y a la fila de comida de mierda, tuve una sensación de incomodidad ante
la forma en que Ash se pegaba a mí. Llevé una bandeja con nuestra comida en ella, y ella parecía estar
tratando de desaparecer a mi lado. La conduje por la habitación, esperando que se ajustaría por cuenta
propia. Ash se escondía mucho. Siempre lo había hecho. Yo prefería ver si ella podía salir sola de su
caparazón sin mí presionando por ello, y a veces funcionaba, pero no siempre. Ella era quien era. Su timidez
era parte de ella.
Nos senté al final de una mesa que en la que había estado las últimas semanas. Algunos de los chicos
que había conocido en el taller automotriz los primero días los primeros días estaban ahí. Un par de chicos
eran atletas, así era una especie de centro de actividad.
72
Obtuve levantamientos de barbilla y un par de saludos. Los regresé, y dije—. Chicos, esta es mi chica,
Ash.
Los chicos enviaron bienvenidas en su dirección y ella ofreció una sonrisa tímida. Le sonreí. Ella no
tenía idea de cuan atractiva era esa sonrisa. Todos ellos iban a quererla, pero ellos estaban fuera de suerte.
Estábamos comiendo y yo estaba de verdad consiguiendo que Ash me hablara incluso aunque había
bastantes personas cerca que ella no conocía. Estaba contándome sobre un trabajo que tenía que escribir
para su clase de inglés cuando una voz sarcástica intervino junto a nosotros.
—Vaya, no es esta una sorpresa. Ashlynn con una mesa llena de chicos. Estás justo en casa, ¿no es
así?
Levanté la vista a la perra en cuestión. Delgada en una manera desesperada, vestida como una chica
del club que andar cerca de los Discípulos, maquillaje como si ella fuera a salir de fiesta. La conocía. Tori.
Los chicos habían hablado sobre ella y la señalaron una vez. Ella era bastante popular por ciertas
habilidades orales.
Ash no dijo nada. Sus hombros se encorvaron hasta que casi se jorobó sobre la comida que ya no
estaba comiendo. Podía sentir mi presión sanguínea elevarse. No sabía qué coño Tori estaba tratando de
insinuar. El hecho era, Ash siempre había estado cerca de chicos más que de chicas. Eso era parte de crecer
con el club. Pero eso no cambiaba hechos. Esos hechos siendo que Ash era definitivamente todavía virgen,
ella no había sido siquiera besada, por el amor de Dios, y cualquiera cerca de ella por más de unos cuantos
minutos podría adivinarlo. Dónde una perra como Tori, cuya reputación era probablemente más que sólo
rumores, pensaba que podía abrir su boca así, yo no lo sabía.
Los ojos de Tori vinieron a mí—. Gabe, podrías querer repensarte esa —dijo, mandando una cara
de desprecio en dirección de Ash que me tuvo apretando mi mandíbula—. Hay mucho mejor para un chico
como tú.
Con eso, Ash salió de su asiento. Antes de que yo siquiera pudiera hablar, ella casi estaba corriendo
de la habitación. Tenía mucha mierda que le quería decir a la perra junto a mí, pero ella no era mi prioridad.
Ash lo era.
Ash era siempre mi prioridad.
La alcancé justo afuera de la cafetería, agarrándola del brazo para detenerla.
73
—¿Qué diablos fue eso? —demandé.
—Nada —ella no me miraba.
—Al carajo eso, Ash. Eso no fue nada.
Su rostro estaba puesto mientras miraba mi mandíbula—. Dije que no fue nada. Déjalo estar.
Acuné su mejilla, atrayendo sus ojos azules a los míos—. No hagas eso, luciérnaga. Háblame.
Sus ojos se desviaron otra vez antes de decir—. No es la gran cosa.
Ahí es cuando me golpeó. Había estado pensando que quizás Tori estaba siendo una perra porque ella
tenía alguna ilusión de que llegar a mí era destrozar a Ash cuando nos vio juntos. Pero eso no era. Lo que
sea que estuviera pasando, no era nuevo.
—¿Cuánto tiempo?
Ash no cubrió la forma en que sus ojos llamearon con sorpresa—. ¿Qué?
—¿Cuánto tiempo lleva esto pasando? ¿Cuánto tiempo te has estado guardando esto?
Mi cuerpo estaba comenzando a vibrar con furia. Nadie jodía con ella. Nadie. Ella sacudió su cabeza
y trató de alejarse de mí, pero envolví mi brazo alrededor de su cintura y la atraje más cerca.
—Cuánto. Tiempo —demandé.
—¡Siempre! —lanzó, empujándome—. Siempre lo han hecho. ¡Desde que éramos niños! Se pone peor
cada año.
Mi visión se cerró. Regresé hecho una furia a la cafetería. Ash estaba detrás de mí, llamando mi
nombre para detenerme.
Al carajo eso.
Encontré Tori en una mesa lejos de donde habíamos estado y fui directo a ella.
—Discúlpate.
Su pandilla completa me miró, miedo asomándose en algunas caras. Tori era jodidamente muy
estúpida para sentir lo mismo—. ¿Qué? 74
—Discúlpate con Ash.
Sus ojos se movieron más allá de mí y le habló a Ash, probando justo cuán jodidamente densa era—.
¿Entonces también te lo estás follando? ¿Es por eso que te está defendiendo? —sus ojos regresaron a los
míos—. ¿Adivina qué, niño? No eres el único consiguiendo el servicio por aquí.
Yo iba jodidamente a explotar.
Ash se encogió detrás de mí en la misma forma que se escondió detrás de su papá el día que nos
conocimos. No la había visto esconderse así en años
Estampé ambos puños en la mesa.
—Tú jodidamente no hablas de ella de esa manera. Tú no dices una maldita cosa a ella ni sobre ella
nunca más. ¿Quieres abrir tu boca? Tal vez deberías abrirla sobre tu propia mierda. Puede que sea nuevo,
pero sé a cuántos chicos se la chupaste en la after fiesta de futbol la semana pasada. ¿Qué tal si comenzamos
a hablar sobre cómo la línea ofensiva tuvo su oportunidad?
Girándome de ella, levanté la vista a la callada habitación para encontrar a todos mirando en mi
dirección. Apunté a Ash—. Cualquiera de ustedes piensa en joderla, me responden a mí, y le responden a los
putos Savage Disciples. ¿Me entienden?

75
CAPITULO 11

Mis músculos estaban tensos bajo mi piel cuando me estacioné afuera de la finca. Mi cuerpo
estaba lista para una pelea, listo para salir a balancearse. Los recuerdos de las perras que
lastimaron a Ash, el conocimiento de que reabrí esas heridas esta noche, me tiene al borde.
Traté de respirar. No podía entrar así. La asustaría hasta la mierda. Ash no respondía
a la confrontación. La agresión la hacía retroceder siempre. Además, ella no se merecía eso.
Era mi cagada. Necesitaba hacerme cargo. Cada parte de mí gritaba que atravesara esa
puerta, llegar a ella y arreglar esta mierda, pero me contuve en el porche.
76
Los recuerdos todavía estaban dando vueltas. Todavía podía recordar uno de los
prefectos sacándome de la cafetería. Pidieron una explicación, y les di una. Pidieron una
disculpa, y me rehusé. Me preguntaron si entendía que había llevado las cosas demasiado
lejos. Les dije que se fueran al carajo si ellos pensaban que no iba a defender a mi chica quien
no lo haría ella misma. Eso fue lo que convirtió una suspensión de dos días a una semana.
No importaba para mí. Gritarles a esas perras, ganarme esa suspensión, me dio el más grande puto
regalo que alguna vez me habían dado.
Una suspensión de una semana significaba que estaba vetado del terreno de la escuela,
inmediatamente. Los pendejos ni siquiera escucharían cuando les expliqué que yo era el transporte de Ash
para ir a su casa. Como mi tutor legal, Gunner fue llamado. El decano no estaba exactamente feliz cuando
su respuesta fue decirme que yo había actuado bien. Me fui como una hora antes de la salida de la escuela.
Gunner se quedó cerca para ir por Ash, habiendo insistido que le mandaran una nota a una de sus clases
para hacerle saber el cambio de planes.
Estaba pasando el rato en la casa club cuando llegó. Ella y Gunner entraron casi una hora después
de la salida de la escuela. Él la llevo por un puto helado mientras él sabía que yo estaba esperando. Si eso era
para ver cómo estaba o para ponerme loco, no sabía. Probablemente ambas.
Ash corrió hacia mí y lanzó sus brazos alrededor de mi centro. Vaya si eso no me hizo sentir como un
rey. Tener a Ash cerca siempre lo hacía.
—Lo siento —dijo, su voz amortiguada contra mi pecho.
—¿De qué estás hablando, Luciérnaga? —pregunté
—Es mi culpa que estés en problemas.
No.
Ella no iba a pensar esa mierda.
Agarré su brazo, teniendo que retirarme un poco para hacerla soltar mi agarre, lo cual me hacía
sentir incluso mejor. La conduje hacia la parte trasera donde pudiéramos estar solos. Los motociclistas eran
unos cabrones chismosos y no necesitábamos una audiencia.
Había tenido unas palabras con Indian después de que regresé. Le dije sin rodeos lo que había estado
pasando y prometí que si mi amenaza no le ponía un fin a ello, vería que eso no continuara. Él me agradeció 77
por cuidar a su niña, no que el necesitara hacerlo. Le prometí que lo haría hace mucho tiempo y había estado
haciéndolo con o sin esa promesa siempre y cuando ella me dejara.
Afuera, Ash se me lanzó otra vez. La dejé hacerlo, pensando que podía acostumbrarme a eso. Le di un
minuto para sostenerme, enredando mis dedos a través de sus rizos rubios. Su cabello era jodidamente
suave, no podía evitar tocarlo cuando tenía la oportunidad. A ella nunca parecía molestarle.
—¿Gunner estaba enojado? —ella pregunto después de un rato.
—No, nena.
Ella retrocedió un poco para mirarme. Esos ojos azules suyos eran redondos y brillantes, muy
brillantes. Ella estaba al borde de las lágrimas—. ¿En serio? —preguntó, su tono preocupado.
Acuné un lado de su rostro, asegurándome que pusiera atención a cuán seria era el mío—. Lo
prometo. Una vez que él escuchó por qué lo hice, estuvo feliz de que lo hiciera.
Sus ojos se movieron de los míos, su barbilla empujando contra mi mano. No solté mi agarre. Ash
sabía que no me gustaba que se escondiera de mí.
Ella se encogió de hombros. Estaba retrocediendo en la única forma que podría, al no hablar. Le di
una mirada que decía que esta mierda no se iba a ir volando.
—No lo sé —suspiró. Trató otra vez de retroceder y ya que podía ver que estaba reflexionando sus
palabras, le dejé hacer esa jugada. Le tomó un rato antes de que siguiera—. Supongo que nunca quise pensar
al respecto cuando estaba contigo. Tú no ibas a la escuela con nosotros, así que no sabías de ellos. No sabías
lo que ellos me decían. Cuando estaba contigo, podía fingir que no estaba pasando.
No me gustó, pero podía aceptarlo. No era como si pudiera cambiar el pasado de todos modos.
—¿Por qué no me dijiste una vez que me transferí?
El miedo y la preocupación en sus ojos no era algo que me gustara ver. El hecho de que no me
contestara, me gustaba incluso menos.
—¿Te daba miedo de que fuera a creerles? —pregunté, esperando como el infierno que no fuera eso.
Ash simplemente se encogió de hombros otra vez.
78
Coño.
—Maldición, Ash. ¿Cómo podrías siquiera pensar eso?
Su cabeza bajó, su hermoso rostro desapareciendo detrás de la manta de seguridad de sus rizos.
—Yo simplemente no podría soportarlo si tú pensabas de mí de esa manera.
Dolía escuchar sus palabras. Dolía pensar que ella incluso se preocupara de eso por un momento, por
no hablar de semanas. Aun así, escuché lo que ella no estaba diciendo, y vi la oportunidad que había estado
esperando.
—¿Por qué?
—¿Por qué? —repitió.
No dije nada más, sólo esperé por mi respuesta.
Ella me dio una, pero no era la que estaba esperando—. Porque eres mi mejor amigo.
—¿Eso es todo lo que soy para ti?
Su cabeza subió en sorpresa—. ¿Qué?
Quería que ella lo dijera. Quería que admitiera que ya no había pensado en mí como un amigo. Lo
quería, pero estaba cansado de esperar.
Di dos pasos cerca hasta que estuvo presionada a mi pecho otra vez, feliz cuando ella no retrocedió.
Sin una palabra, envolví mi mano alrededor de su nuca y la besé.
Fue perfecto. Absolutamente perfecto. Sus labios eran dulces, suaves, exactamente como había
imaginado por años.
No, ellos eran jodidamente mejor que eso.
Me mataba tener que retroceder de ellos, terminar el beso, pero lo hice.
—No pienso en ti como sólo una amiga, Ash.
Ella me miraba fijamente, sus labios rosas—por los que estaba muriendo volver a besar—se
abrieron ligeramente, sus anchos ojos parpadeando como si estuviera encantada. 79
—Tienes que darme algo aquí, nena —supliqué.
Entonces, mi chica, mi hermosa y jodidamente increíble Ash, me dio algo. Parándose de puntitas,
presionó sus labios en los míos.
Eso fue, todo lo que necesitaba. Era la única cosa que siempre necesitaría. Ash en mis brazos,
dándome su dulce beso… aun así, ella me dio más.
Retrocediendo un centímetro, sus palabras susurraron a lo largo de mi boca—. No te veo como sólo
un amigo tampoco.
Y eso fue. Así fue como Ash y yo comenzamos. Desde ese día, ella fue mía, y yo fui
suyo. Juré que nada nunca sería capaz de cambiar eso.
Hasta que algo lo hizo.
La perdí, un destino que jamás pude haber imaginado. Por casi cinco años, tuve que
seguir con la vida sin Ash en ella.
Hasta que regresó.
Por cualquier cagada razón, me había convencido a mí mismo de eso. Ella se había ido.
Se había marchado y tuvo a Emmy. Había mantenido lejos a esa hermosa niña lejos de mí.
Estaba enojado, más enojado de lo que pudiera recordar haber estado, y estaba harto.
Hasta que Cami me dijo que Ash se había ido.
Realmente no había sabido qué coño estaba haciendo cuando salté sobre mi moto y
aceleré hacia aquí. Había sido instinto, puro y simple. Cuidar de ella estaba engranado en
mí, en mi alma.
Parado allí con el recuerdo del primer beso de Ash en mi cabeza, lo supe.
Estaba moviéndome a través de la casa entonces, mis pies llevándome directo a su
puerta. Tuve la claridad de mente para tocar en lugar de golpear, pero estaba a punto de
perder la paciencia cuando la puerta se abrió. Ahí, en una playera de gran tamaño de los
Discípulos que ella había usado para dormir por años, sus ojos ligeramente enrojecidos por
las lágrimas, estaba mi Ash.
Mía. 80
—Vete, Sketch
De ninguna puta manera.
La retrocedí dentro de la habitación. Ella lo peleó hasta que pasé mi camino del marco
d la puerta. Ella lanzó un brazo en el aire y giró su espalda hacia mí, alejándose para poner
espacio entre nosotros. Cerré la puerta y puse el frágil seguro en la perilla.
—¿Qué quieres? —espetó.
—No me la follé.
Su cuerpo se enganchó por un momento antes de que pudiera ocultarlo.
—Bien por ti.
—Ash —llamó.
—No me importa si te follaste a alguna puta.
—No la reconocí. No hasta que Cami dijo algo. Pero no me follé de todos modos.
—Sketch, sólo vete. No me importa.
Ella podía tirar su actitud todo lo que quisiera, no iba a ir a ningún lado.
—Si me hubiera dado cuenta de quién era, no la habría jodidamente tocado en
absoluto. Habría echado su culo.
Ash ni siquiera contestó esa vez. Sólo se volteó para lanzarme dagas con los ojos, sus
brazos cruzados y cadera de fuera. Ella era una puta obra de arte.
—Pero no importa. Eché su culo una vez que me di cuenta de que no podía follarla.
No importaba que no tuviera idea de quién era ella —todavía nada de Ash, así que seguí—
. No podía follarla, Luciérnaga. No podía tenerla cuando ella no era tú.
Eso llegó. El apodo que su papá le había dado de pequeña causó la grieta, y mi
confesión impartió el golpe demoledor.
Su primera retaliación fue ira.
—¿Esperas que crea que no te has follado a ninguna puta del club desde que me fui?
¿Estás bromeando?
81
Llámenme pervertido, pero la ira siempre me hacía algo. Ash no se enojaba fácilmente.
Ella no era una de mostrar ese tipo de emoción muy seguido. Cuando la conseguía, siempre
era para mí. Probablemente porque sabía que yo era la única persona a la que ella estallaría
así.
—No. No dije eso. Follé a otras mujeres. No estabas y eventualmente tuve que aceptar
eso. Ahora, estás. Estás jodidamente aquí, y ya no me conformaré con nada más.
—Yo… —tartamudeó—. ¿Qué estás haciendo?
Me moví a través de la habitación, sin contener mi sonrisa cuando ella retrocedió
hacia la pared, atrapándose a sí misma. Estuve contra ella, sintiendo sus tetas presionar en
mí, amando el ligero temblor que supe no era miedo moviéndose a través de ella,
gloriándome en la forma en que saltó por mi erección sólo para presionar de vuelta contra
ésta.
—Estoy diciendo —contesté, inclinándome para que mi boca estuviera justo en su
oreja, corriendo mi lengua a lo largo de la orilla—, que eres mía.
CAPITULO 12
Ash
—No —susurré, intentando ocultar la forma en que temblaba mi voz.
Él estaba justo ahí, justo encima de mí, su cuerpo grande y duro contra el mío. Podía
sentir exactamente lo grande y duro él que estaba por mí.
No se apartó de mi oído, su aliento soplando sobre la piel sensible cuando
respondió—: Sí, Ash. Siempre has sido mía.
Él tenía razón. Tenía toda la razón. He sido suya desde que éramos niños. Yo había
sido suya cuando me dio mi primer beso. Nunca dejé de ser suya en todo el tiempo que
82
estuve fuera. Nadie me aceptaría, no de la forma en que él lo hacía.
Pero, no podía admitirlo ante él.
—No soy de nadie.
Una de sus manos, grande y tan caliente que parecía que estaba ardiendo a través de
la camiseta que yo llevaba puesta, se posó en mi cadera. Despacio, muy despacio, se levantó,
camisa viniéndose con ella.
—Mentira, cariño.
Traté de encontrar una respuesta. Me di la vuelta, buscando una forma de detenerlo,
de hacer que se diera la vuelta y se fuera. Debería haber sido fácil—había muchas cosas que
yo podría haber dicho para que se marchara—pero no había nada más difícil en el mundo
que negarte a ti mismo lo que más querías. No importa cómo lo intentara, no podía detener
esto.
Sus labios se movieron a lo largo de mi mandíbula, sólo un susurro contra mi piel. Los
escalofríos irrumpieron en mi cuerpo. Era intoxicante. Retrocedió antes de llegar a mis
labios y me miró a los ojos, esperando.
Sin darme la oportunidad de pensarlo bien, tomé la misma decisión que tomé una vez
antes. Parada en el borde de nosotros con él esperando una respuesta, me incliné y lo besé.
Eso era todo lo que él necesitaba.
Él estaba sobre mí, sus labios haciendo que los míos se separaran, su lengua
invadiendo. Su beso era consumidor, una marea hundiéndome. Me estaba ahogando en él,
y fui felizmente.
Su mano continuó alisando mi costado, las puntas de sus dedos llegando hasta el
borde de mi sostén. La piel de sus manos era más áspera de lo que recordaba, su agarre más
fuerte. Se las arregló para acariciarme y hacerme sentir como si me estuviera sujetando en
su lugar. Estaba tan atrapada por las sensaciones, que no noté su otra mano moviéndose
hacia la parte delantera de mis jeans hasta que soltó el botón.
—Sketch —jadeé contra sus labios.
Su cabeza retrocedió, sus ojos ásperos mientras me miraba.
—No, Ash. No me llames así cuando te tengo así. Quiero oírte decir mi nombre. 83
Estaba sorprendida, demasiado sorprendida como para decir algo antes de que
volviera a reclamar mi boca. Los nombres de carretera eran sagrados. Nunca supe los
nombres de nacimiento de la mayoría de los hermanos. El nombre de carretera se volvía lo
que ellos eran. Para él, exigirme que usara su nombre real era...
Me golpeó, y golpeó fuerte. Él nunca había sido Sketch cuando estábamos juntos. El
nombre de carretera había llegado más tarde, después de que me fui. Cada vez que
estábamos juntos, yo sólo lo había llamado Gabe.
No podía procesar eso. No entonces. Tal vez más tarde, en algún momento más
adelante, cuando me permitiera pensar en lo que estábamos a punto de hacer. En el
momento, era demasiado.
Bajó la cremallera de mis jeans, pero su mano no entró. Puso las puntas de sus dedos
a lo largo de la piel expuesta entre mis caderas y se sumergió sólo hasta trazar el borde
superior de mis bragas. Me sacudí en respuesta, la sensación cosquilleando e incitando a la
vez. Quería más, quería que se detuviera, quería que fuera más bajo, más fuerte.
En medio de esa tortura, su otra mano se alejó de mi pecho adolorido por su tacto y
alrededor de mi espalda. Comencé a retorcerme en el poco espacio que él me dejó entre él
y la pared. Mi cuerpo estaba encendido con una necesidad que no podía vocalizar.
El broche de mi sostén se soltó y mi cabeza cayó hacia atrás. No perdió el tiempo
moviéndose de mis labios a mi cuello expuesto, lamiendo y chupando la piel.
—Suéltame —me murmuró.
—¿Qué?
—Mi playera, cariño. Suéltame.
Luchando para sacar mi enfoque de sus labios y las provocaciones que sus dedos
estaban haciendo justo encima de donde lo necesitaba, me di cuenta de que mis manos
estaban tan apretadas en su camisa que era un milagro que no la hubiera rasgado. Me
obligué a soltarlo.
En el trabajo de un momento, me quitó la camisa. Me deslicé el sostén por los brazos.
Su cuerpo duro regresó a mí, sus manos cayendo sobre mis caderas. Me agarró y una parte 84
de mi cerebro entendió la señal de mi antigua vida. Envolví ambos brazos en su cuello y
dejé que me levantara. Su cuerpo se movió entre mis piernas mientras yo lo rodeaban, el
sólido plano de su estómago golpeando justo donde yo estaba desesperada por él.
Mi gemido se convirtió en algo mucho más salvaje cuando su boca capturó mi pezón.
Su lengua mojada y caliente insistente en su provocación, no podía soportarlo.
—Por favor —supliqué.
—¿Por favor qué, bebé?
No pensé en mis palabras, no sopesé las repercusiones de admitirlo ante él, sólo le dije
la verdad—. Te necesito.
No dudó en hacerlo. Con una mano sosteniendo mi culo, la otra se metió en mis bragas
y dio en el blanco. Grité ante la sensación, casi viniéndome sólo por ese toque.
—Joder. Estás empapada.
Respondí de la única manera que pude, moviendo mis caderas y frotándome contra
sus dedos. Él no me dejó con ganas. Frotó mi clítoris con fuerza, rodeando, presionando.
Iba a estallar. No iba a ser capaz de aguantar.
Justo cuando sentí que tomaba fuerza, cuando el primer temblor de un orgasmo se
movía a través de mi cuerpo, él empujó su mano más lejos y metió dos dedos dentro.
Me deshice.
Sabía que nos estábamos moviendo, pero mi enfoque estaba en los gloriosos espasmos
que se movían a través de mí, el placer sin diluir parecía no terminar nunca mientras él
movía sus dedos dentro de mí. Su nombre salió de mis labios como una oración—. Gabe.
Cuando me dejó, estaba de espaldas en la cama. Gabe estaba arrodillado entre mis
piernas. Observé, absorta, cómo se despojaba de su chaleco y luego sacaba su camiseta por
su cabeza. Me impresionó lo que él reveló.
Gabe se había hecho tatuajes desde que cumplió dieciocho años cuando le pagué su
primer tatuaje. Él había tenido más planeados, y había dibujado de lo que yo podía contar
mucho antes de eso. Todavía podía recordar cada pedacito de tinta en su cuerpo antes de
irme. Tenía once tatuajes en ese momento. Me había sentado a su lado mientras él estaba
bajo la aguja de cada uno. Gabe amaba los tatuajes. Él estaba en el segundo año de su
aprendizaje para convertirse en un artista del tatuaje en ese entonces. No había escuchado 85
si él había seguido ese camino, pero claramente no había dejado de amar el arte.
Estaba casi cubierto de tinta. En todas partes. Desde el cuello hasta las manos, a lo
largo de un lado de su pecho, bajando por sus abdominales, y desapareciendo en sus jeans.
Quería estudiarlos, pasar horas mirando cada pieza de arte que se había puesto en la piel,
pero sabía que no tendría la oportunidad.
En cambio, vi esas manos tatuadas posarse sobre mi pálido estómago. Oscuro en la
luz. Piel irreconocible de un cuerpo que cambió para siempre al llevar a mi hija. Era como
si fuéramos extraños, pero nos conocíamos bien.
Gabe se inclinó sobre mí, sus labios viniendo a mi estómago. Sus manos empujaron
mis jeans por mis caderas.
—Estás más suave que antes —dijo. Me sentí tensarme mientras él bajaba para
morderme el hueso de la cadera. No estaba en la misma forma que una vez estuve, lo sabía.
No había pensado en lo diferente que le parecería—. Más curvas —contuve la respiración.
Sus ojos subieron a mí, una sonrisa malvada en sus labios y en su mirada—. Jodidamente
me encanta.
Inhalé ante sus palabras y se convirtió en un grito ahogado cuando bajó mis jeans y
mis bragas por las piernas. Los tiró a un lado, rasgando el botón del suyo. Su necesidad
amplificó la mía, y de repente, era como si ni siquiera hubiera tenido una liberación. Lo
necesitaba más de lo que podía recordar necesitar algo en mi vida.
—Date prisa —jadeé.
Con un gruñido, él estuvo de nuevo sobre mí, sus labios sobre los míos,
satisfaciéndome y haciéndome más hambrienta. Su cuerpo sobre el mío, caliente, duro y tan
listo. Podía sentirlo entre mis piernas y mis caderas levantadas.
—Estoy limpio, nena. No quiero nada entre nosotros —afirmó mientras continuaba
moviendo mis caderas contra su longitud.
—No estoy en nada.
—Carajo —presionó sus caderas contra las mías, inmovilizándome—. Tienes que
arreglar eso. Mañana. No tendré una mierda entre nosotros por mucho tiempo. Si tomas la
píldora o te embarazas y nos das otro hijo, me vale un carajo cuál sea. De hecho, lo segundo 86
suena bastante bien.
No pudo haber dicho eso.
De ninguna manera.
Yo estaba en shock cuando él se sentó y se estiró por sus pantalones. Encontró un
condón en su billetera y se lo enrolló, pero todo lo que pude hacer era acostarme allí. Él
parecía tan seguro de que esto iba a volver a pasar. ¿Y dijo que... quería que me quedara
embarazada?
Gabe regresó a mí y sonrió ante lo que vio—. Enloquece más tarde. Quiero follarte
ahora.
Eso era todo lo que necesitaba. El pánico desapareció bajo el resurgimiento del calor.
Él tenía razón.
—Sí —susurré.
Sus manos corrían por mis muslos, subiendo mis piernas para rodearlo. Se hundió
sobre mí, besándome. Su lengua encontró la mía en el mismo momento en que empujó
dentro de mí.
—Gabe —jadeé mientras él maldecía.
Se mecía hacia dentro y hacia fuera con movimientos lentos y suaves. Todo su cuerpo
estaba tenso y yo sabía que se estaba conteniendo.
—Tómame.
Sus ojos se abrieron—. Ash…
—Por favor, Gabe. Más.
Su control se rompió. Su cara fue a mi cuello y me folló, duro, rápido y glorioso. Mis
manos fueron a sus hombros, mis uñas clavándose. Sus respiraciones entrecortadas y sus
gemidos en mi oído me empujaban aún más alto. Cada empuje de sus caderas me acercaba
a un orgasmo que iba a destruirme.
—Ashlynn —gimió—, te sientes jodidamente increíble, nena.
—Gabe.
Se estrelló en mí más fuerte de lo que creí posible. 87
—Eres mía —gruñó—. Eres jodidamente mía.
Con sus palabras, empujó con fuerza y me envió volando sobre el borde. Grité. Su
nombre, “oh por Dios”, mi devoción absoluta, no tengo ni idea de lo que salió de mis labios.
Todo lo que existía para mí era Gabe: su rostro el retrato de hermosa masculinidad
mientras su cabeza caía hacia atrás y rugía su liberación, su verga aún clavando en mí, su
cuerpo anclándome mientras yo volaba hacia el cielo.
No bajé ni siquiera mientras me dejaba. Yacía debajo de él, todavía flotando.
Él salió y se deshizo del condón, pero nada de eso se registró.
Había olvidado cómo era. Olvidé que estar con Gabe era como volver a casa. No había
nada en la tierra que pudiera tocar ese sentimiento. Nada de lo que había experimentado
me hacía sentir tan completa.
Cuando regresó a mí, apagó la lámpara junto a la cama antes de subir. Sus brazos se
envolvieron alrededor de mí. Pensé en pelear con él, decirle que era hora de irse, pero no
pude. Si sólo tenía una noche, la aprovecharía al máximo. Iba a disfrutar de todo, y nada
mejor que la sensación de acurrucarme contra él. Nunca había olvidado eso. Lo recordaba
todas las noches cuando me acostaba sola.
Gabe nos tapó con el edredón y se acomodó. Mi cabeza estaba en su hombro, su brazo
curvándose alrededor de mi espalda. Mi brazo se envolvió alrededor de su medio, y tiré mi
muslo sobre el suyo. Él bajó su otro brazo, trazando patrones de arriba abajo del mío. Era
éxtasis.
Y luego me hizo caer.
—Eres mía, Ash. Esperé cinco años a que volvieras a mí. Ahora, tú y Emmy, son mías.
Rayos.

88
CAPITULO 13
Ash
Desaparecí en la mañana antes de que despertara Sketch. Él siempre había tenido el sueño
pesado, y me alegró ver que eso no había cambiado. Sabía que tendríamos que tener la
confrontación que se avecinaba en algún momento. Pensó que volveríamos a estar juntos.
Pensó que íbamos a ser una familia.
Dios, eso sonaba increíble.
Pero no iba a suceder.
Él pelearía conmigo por eso. No iba a aceptar un no por respuesta. Iba a enfurecerse.
Eventualmente, probablemente volveríamos a él exigiéndome una prueba de paternidad. 89
Yo no tenía ni idea de cómo iba a lidiar con eso. Lo que sí sabía es que no estaba preparada
para lidiar con nada de esto a primera hora de la mañana.
Roadrunner me esperaba a las nueve para recoger a Emmy. Salí de la casa club antes
de las siete. Conduje hasta el pueblo, recogí algunos artículos de primera necesidad, tomé
una taza de café que no me interesaba en absoluto y me senté durante casi una hora
fingiendo por cualquier razón que me la bebía.
Honestamente, debería haber usado ese tiempo para pensar qué decirle a Sketch.
Debería haber estado haciendo planes. En vez de eso, elegí el método de evasión. Vi a los
clientes entrar y salir. Traté de adivinar qué ordenarían cuando se acercaban al mostrador.
Me permití involucrarme en una conversación entre dos mujeres en una mesa cercana
mientras ellas discutían cómo una quería hablar con su esposo sobre tener un bebé. Me
pregunté cuánto tiempo duraría su amistad cuando la otra amiga cambió el tema a cómo
quería ir a un club y encontrar a un chico para pasar la noche. Estaban en diferentes lugares
de la vida, y la esperanzada futura mamá lo sabía. Decidí que necesitaba llamar a Jasmine.
Era la única amiga femenina que había tenido. También era la única que conocía toda mi
historia. Tal vez ella pudiera ayudar.
Por fin, cuando mi centésima revisión de la hora me dijo que podía ir a buscar a Emmy,
Me fui.
Estaba distraída tratando de mantener mi mente ocupada y me di cuenta de que la
moto estacionada en el camino de entrada de Roadrunner no era suya.
En cuanto el Roadrunner abrió la puerta, oí que mi chica estaba en el séptimo cielo.
El sonido de Immortals por Fall Out Boy me dijo que Big Hero 6 estaba puesta. Ella no
escucharía la canción sin ninguna razón, y me imaginé que Roadrunner no estaba tratando
de convertirla en fan. Ella probablemente estaba viendo Honey Lemon e imaginando que
tenía un bolso que la ayudaba a combatir el crimen.
—Buenos días —saludó Roadrunner, llevándome adentro—. Tengo panqueques en
la estufa. Pon esa película para ella mientras la preparo.
—Me sorprende que haya esperado hasta esta mañana.
Me sonrió—. No lo hizo. Lo vimos anoche, también.
Eso, lo creía absolutamente.
90
Entonces, oí otra voz masculina—. ¿Fred? ¿Qué clase de nombre de superhéroe es
Fred?
—No lo sé —se rió Emmy.
—Al menos saca fuego —contestó Sketch.
Emmy me vio. Llevaba un pijama de princesa con una camisa y pantalones térmicos a
juego, y su pelo rizado estaba por todas partes. Tal era la maldición. Los rizos no podían ser
domados. Era el conocimiento de todas las mujeres del club.
—¡Mami! —Mi bebé me sonrió, pero no vino corriendo. Esto fue una sorpresa.
Aparentemente, estaba perfectamente feliz de quedarse en el sofá al lado de Sketch. Me dije
a mí misma que no debería doler. Estaba siendo ridícula.
—Hola, cariño. ¿Cómo estuvo tu fiesta de pijamas?
—¡Sú-sú-súper increíble! ¡Quiero hacer pijamada con Roadrunner todos los días!
La voz de Roadrunner llegó desde la cocina—. ¡Puedes dormir aquí en cualquier
momento que quieras!
Empezaba a preguntarme quién estaría más molesto cuando volviéramos a casa,
Emmy o los chicos.
—¿Adivina qué, mamá? —preguntó Emmy en un grito excitado.
—¿Qué?
—Sketch dijo que nos llevaría al zoológico.
Espera. ¿Qué?
¿Sketch le dijo qué a mi hija sin hablar conmigo?
—¿Eso dijo? —pregunté, mi mirada se dirigió al hombre en cuestión.
Él me dio una sonrisa no arrepentida.
—Emmy —dijo Roadrunner—, tus panqueques están listos.
—¡Panqueques! —con su típico entusiasmo de niña, se fue, dejándonos solos a Sketch
y a mí. 91
—Entonces, ¿vas a llevar a Emmy al zoológico? —Sketch no respondió, sólo siguió
sonriendo—. ¿Pensaste en hablar conmigo antes de decidir eso y contárselo a Emmy?
—¿Pensaste en despertarme antes de escabullirte de tu propia cama esta mañana? —
regresó—. ¿O qué tal si te llevas a alguien contigo ya que estás aquí para que podamos
protegerte?
Ups. Realmente no había pensado en el lado de la seguridad de mi carrera de esta
mañana. Bueno, no pasó nada. Bien está lo que bien acaba, ¿no?
—No estamos hablando de eso.
—Qué pena. Esa conversación es mucho más interesante para mí.
Dios, él era tan exasperante. ¿Cómo lo había olvidado?
—Bueno, me interesa más el hecho de que hayas decidido llevarte a mi hija a algún
lado sin discutirlo conmigo.
Sketch se puso de pie y empezó a moverse hacia mí. Puede que estaba enojado, pero
no podía negar que era algo digno de ver. Su cuerpo alto y musculoso en jeans desgastados,
una camiseta blanca apretada y su chaleco. Los brazos pesadamente tatuados haciéndolo
aún más intimidante. La forma ágil en que se movía su cuerpo podía hacer que cualquier
mujer pensara en sexo, pero especialmente yo, ya que había vuelto a conocer su destreza la
noche anterior. Fue casi suficiente para distraerme.
Casi.
—Primero, lo diré ahora y espero que te lo tomes a pecho. Necesitas tener a alguien
contigo cuando salgas. Definitivamente no puedes desaparecer así. Eso no tiene nada que
ver con los asuntos que tú y yo tenemos que resolver. Se trata de tu seguridad. Viniste aquí
por la protección del club, así que creo que entiendes que es importante. También creo que
tenías mierda en la cabeza esta mañana y no lo pensaste, así que no voy a seguir
presionando. Sólo recuerda la próxima vez, ¿sí?
Bastante justo, pensé, pero no lo dije. Él estaba en lo cierto. No había estado pensando
con claridad y no iba a cometer ese error de nuevo.
—Segundo —continuó—. No voy a llevar a tu hija a ningún lado sin discutirlo. Las
llevaré a ti y a nuestra niña al zoológico, y lo estamos discutiendo ahora mismo —contestó.
92
¿Nuestra niña?
Sus palabras de la noche anterior volvieron a mí. “Eres mía, Ash. Esperé cinco años a que
volvieras a mí. Ahora, tú y Emmy, son mías.”
—¿Nuestra niña?
Sketch se me acercó, su mano colocándose en mi cuello—. Nuestra niña.
Rayos.
Que él reclamara a Emmy de esa manera no debería haberme afectado. Nada bueno
iba a salir de eso. Pero no podía decir que no me afectara. Siempre quise eso para ella. Emmy
merecía ser amada así por un padre. Simplemente no podía proporcionarle eso. Y, a pesar
de lo mucho que quería que él lo hiciera, Sketch tampoco podía.
—No sabes si es tuya —susurré.
Sus ojos estaban decididos—. Sí, lo sé.
—No puedes.
Se acercó más a mí—. Puedo. Lo sé hasta el fondo de mi puta alma. Esa niña es mía.
No tenía ni idea de qué decir, pero Sketch no me esperó. Puso un beso rápido en mis
labios inmóviles y se fue a la cocina.
Justo después de que desapareció, oí su voz—. Come, princesa. Necesitas tu energía
para el zoológico.
—¡Zoológico! —Emmy aplaudió.
Cierto. Aparentemente, íbamos a ir al zoológico.

El zoológico de Oregón estaba en Portland, a dos horas en coche. Habíamos vivido a


menos de veinte minutos de ella toda la vida de Emmy, pero sólo había podido llevarla una 93
vez. Ahora, con esa distancia tan grande, ella estaba teniendo su segunda oportunidad.
Emmy durmió una hora en el camino, lo que fue muy incómodo para Sketch y para
mí. La otra hora la pasó diciéndole a Sketch lo emocionada que estaba, cómo no veía la hora
de llegar, cómo quería verlo todo, cómo sólo había llegado a ir una vez antes.
Su alegría condujo el dolor que yo no había sido capaz de proporcionar eso más a
menudo. Sabía que Sketch lo había notado, y la forma preocupada en que me miraba me
decía que no me juzgaba por ello. Lo guardé en la carpeta cada vez más grande de cosas en
las que no iba a pensar.
Sketch compró nuestros boletos, algo sobre que lo había establecido de ley antes de
que nos fuéramos. Como yo no tenía trabajo y los fondos de mi cuenta se iban a agotar
rápidamente, no iba a discutir con él al respecto.
Una vez dentro, desdoblé el mapa que nos dieron y pregunté—: ¿Por dónde
empezamos?
Sketch, que había estado cargando a Emmy sobre sus hombros desde que salimos del
auto, le dio palmaditas en los muslos—. Princesa, ¿cuál es tu animal favorito?
—¡Las nutrias!
—¿Por dónde están las nutrias? —me preguntó.
—Tienen dos tipos. Primero iremos a la izquierda —le instruí.
—¿Qué nutrias están primero, mamá?
—Nutrias de río, cariño.
Emmy procedió a contarle a Sketch todo lo que sabía sobre la diferencia entre nutrias
de mar y de río. Esto era realmente sólo que las nutrias de río eran más pequeñas y "no tan
esponjosas". Aun así, explicó esta distinción como si fuera el colmo del conocimiento
científico.
Caminamos entre la multitud, pareciéndonos a muchas de las familias que de alguna
manera deambulaban. Mamá, papá, niño, sólo una salida familiar normal al zoológico,
excepto que la foto no era necesariamente normal. Emmy, con su rompevientos rosa—aún
había un poco de frío en el aire primaveral—era la quintaesencia de la niña de tres casi
cuatro años en su exuberancia. Sketch era cualquier cosa menos el típico padre. El logo de 94
los Discípulos en su espalda, los tatuajes en cada pedacito visible de piel aparte de su cara,
y la forma en que contrastaban con la niña inocente en sus hombros, le estaban dando
muchas miradas. Algunos eran meramente curiosos, otros apreciativos, y otros
abiertamente cautelosos o críticos.
Yo odiaba eso. Crecer con el club, lo había experimentado mucho. La gente solía
juzgar a mi padre por su aspecto. Papá no estaba completamente cubierto de tinta como lo
estaba Sketch, pero había tenido más de uno. Sus brazos estaban claramente entintados,
incluso desde lejos, y siempre llevaba su chaleco.
La gente estaba escribiendo una narración en su cabeza de un hombre peligroso, un
hombre incapaz de criar a una niña. Probablemente se preguntaban qué estaba yo haciendo
con él, si me trataba bien. Probablemente hasta me estaban juzgando por formar una familia
con un hombre así. No tenían idea de que Sketch era una de las personas más cariñosas que
había conocido. No sabían que él era un artista. No tenían idea de que era tan dulce como
para planear el viaje al zoológico para Emmy.
Ellos no sabían que no éramos una familia de verdad, y eso no era culpa de Sketch.
Nos encontramos con una pequeña área de juegos para niños entre dos exhibiciones
y Emmy rogó que la soltaran. Se fue mientras Sketch y yo estábamos un poco lejos con el
cochecito que habíamos alquilado para el día.
—No dejes que te afecten —dijo. Leyó la pregunta en mi cara—. Los pendejos que
siguen mirándonos. Sé que te está molestando. Sólo ignóralos.
Él parecía muy indiferente ante todo el asunto—. ¿No te molesta?
Se giró hacia mí y vi la irritación que él estaba conteniendo—. Por supuesto que sí.
Odio que te estén juzgando, juzgando a Emmy, que es sólo una niña, por mi aspecto. ¿Pero
me importa si me juzgan? Ni un poco. Me hice estos tatuajes sabiendo que enfrentaría esta
mierda. Me importa un carajo lo que piensen de mí.
Por supuesto que a él no le importaba. Nunca le había molestado lo que la gente
pensara de él a menos que la persona importara—. Envidio eso.
Su brazo pasó alrededor de mis hombros y me acomodó en su costado. Me besó
suavemente la cabeza—. Lo sé. 95
Él lo sabía. Envidié eso de él la mayor parte de nuestras vidas. Se enteró de cuánto
después de descubrir que Tori y su grupo de amigos me habían estado intimidando durante
años.
—Sólo tienes que ignorarlo —continuó—. Estamos aquí para pasar un buen día con
Emmy. No dejes que pendejos de mente cerrada lo arruinen.
Me quedé allí unos instantes, hasta que noté que todavía me estaba abrazando. Se
sentía tan bien, tan natural estar allí. Durante años, rara vez estuve cerca de él y sin tocarlo,
pero no le estaba haciendo ningún favor a él ni a mí volviendo a caer en viejos hábitos.
Antes de que yo pudiera apartarme, se agarró más fuerte.
—No.
Levanté la vista para ver su cara de piedra centrada en Emmy.
—¿No qué?
Él me miró, su expresión sin desvanecerse—. No te alejes.
—¿Cómo...
—Te sentí tensarte.
Oh, cierto.
Sketch suspiró, y luego se movió para envolverme con su otro brazo hasta que me
agarró fuertemente con mi espalda contra su frente.
—Dame el día de hoy. Si quieres pelear conmigo, bien. Lucharé por ustedes dos si
tengo que hacerlo, pero dame hoy. Un día contigo y Emmy, ¿okay?
¿Cómo podría decir que no?
—Okay.

96
CAPITULO 14

Odiaba las multitudes. Odiaba estar con mucha gente que no conocía. Odiaba aún más
cuando esas personas eran unos pendejos que juzgaban a los motociclistas sucios con
tatuajes. Odiaba ir a lugares donde cobraban precios ridículos por comida mediocre porque
te tenían de las pelotas.
No debería haber odiado nada más que estar en el maldito zoológico un sábado.
Pero no lo hacía.
Y eso era porque a Emmy le encantaba. A Emmy le encantaba todo lo que veía, y se 97
empeñaba en demostrarlo. Pensaba que todo era adorable o divertido. Quería acercarse lo
más posible, hasta las barreras de cada exposición para poder ver mejor. Más de una vez
nos dijo que quería ser "gente de zoológico" cuando "creciera".
Carajo, ella era linda.
Luego, estaba su madre. A Ash siempre le gustaron los animales. Creo que le gustaban
más que la mayoría de la gente porque los animales no esperaban que ella hablara ni que
fuera sociable. Con Ash, sin embargo, estaba disfrutando de sus reacciones hacia mí.
Ella cumplió su palabra. Todo el día, sin importar cuánto presionara, ella nunca se
alejó. Me dejó abrazarla, tocarla, besarla. Incluso me dio un poco de lengua cuando nuestro
almuerzo se convirtió en una siesta corta para Emmy.
Nunca jodidamente pensé que se me pondría dura en un puto zoológico, pero ahí lo
tienes.
Ash pensaba que todo esto era temporal, que tendría un último día para sacarme de
su sistema, y la dejé pensar eso. Cuando terminara el día, ella podría seguir adelante y pelear
conmigo. Yo no iba jodidamente a perder, no cuando las apuestas eran tan altas.
Pero era agradable tener un día de mi dulce Ash.
Jodidamente muy agradable.
Lo suficiente como para no tener idea de cómo me encontré en el patio trasero con
Ash y un par de mis hermanos con una cerveza en la mano después de que finalmente
tuviéramos a Emmy bañada y en la cama.
Ace estaba discutiendo la revisión que quería hacer al escape de su moto. Stone estaba
por ahí, lo que era sorprendente. Puede que él tenga una habitación aquí, pero Pres
normalmente se aloja en la casa club. Creo que pensaba que era su trabajo estar allí. Jager
también estaba por aquí. Se mudó a la granja hace un mes, cuando terminó su contrato de
arrendamiento, y nunca dijo por qué. Ash estaba a mi lado. Estaba más distante con los
chicos alrededor y la dejé hacer esa jugada. Se estaba engañando a sí misma si creía que
estaba engañando a alguno de ellos.
No era que quisiera alejarme de mis hermanos, pero cuando se me ocurrió que estaba
parado en el patio cuando todavía tenía a mi dócil y amorosa Ash por el resto de la noche,
me estaba yendo. 98
La enganché de la cintura y metí mi cabeza en su cuello. Inspiré ese toque de vainilla
dulce en su piel antes de hablar—. Hora de irse, Luciérnaga.
—¿Por qué? —me preguntó, pero sentí el débil arco de su espalda y la forma en que
su trasero presionaba un poco más fuerte contra mi verga endureciéndose.
—Creo que lo sabes
Ella lo hacía. Definitivamente lo sabía. Casi podía oler su coño mojándose. Aun así, le
corrí mi lengua por su cuello, justo a lo largo de su pulso acelerado, para iluminarla.
Ella no concordó, no se movió. Su peso se hundió más en mi agarre—. Vamos, bebé.
Tengo hambre.
Eso le dio escalofríos y jodidamente lo amé. Ella estaba lista para mí, y yo estaba listo
para el puto festín.
Mi chica me dio el regalo más dulce a cambio. Susurró un—: Está bien —sin aliento.
Era todo lo que necesitaba.
No había razón para decirles nada a los chicos. Esos cabrones sabrían exactamente lo
que pasaba. Simplemente arrastré su culo lejos. Necesitaba llevarla a un lugar privado antes
de que todos tuvieran una vista que no me gustaba compartir.
Cuando la llevé de vuelta a la casa, decidí que semi privada tendría que ser y nos llevé
por el lado izquierdo. La iluminación y el garaje estaban en la parte delantera a la derecha.
Nadie volvería por ahí. Sin mencionar que si alguno de ellos me viera, ellos lo sabrían mejor.
La apoyé en la vía de carga. Sus curvas me aceptaron a la perfección. Yo pensaba que
ella era perfecta cuando éramos más jóvenes, pero con sus nuevas curvas... era jodidamente
increíble.
Me dio su boca... no, al carajo eso, tomó mi boca con la suya. Sus brazos se acercaron
a mis hombros y me empujó cerca. Estaba más que dispuesto a dárselo, pero hacer que ella
lo tomara era mucho mejor. Ella y esa lengua talentosa me tenían listo para estallar en
menos de un minuto.
Cuando supo que me tenía atrapado como ella quería, sus manos empezaron a
explorar. Sus uñas rasgaron sobre mi piel incluso a través de mi camisa y me presioné más 99
fuerte en ella. Joder, necesitaba liberarme. No podía contenerme cuando se trataba de ella.
Casi me vengo ahí mismo cuando sus manos bajaron a mis jeans y empezaron a
desabrochármelos. Ella no estaba perdiendo el tiempo.
—Cristo, nena —gemí cuando ella se arrodilló.
Lo había olvidado. No tenía ni idea de cómo, pero me había olvidado del pequeño y
sucio secreto de Ash. Era tan tímida y callada que nadie lo adivinaría, pero yo lo sabía. El
riesgo de ser atrapados ponía caliente a Ash como ninguna otra cosa.
Era un descubrimiento que hice hace años, algo que ella ni siquiera sabía de sí misma.
Éramos adolescentes, y después de ese primer contacto con ella, no podía contenerme. Por
suerte para mí, ella tampoco podía. No siempre fue fácil encontrarla sola. Los hermanos,
incluido Indian, podrían haber estado contentos de que Ash estuviera conmigo y no con un
pendejete que ellos no conocieran, pero eso no significaba que nos hicieran la vista gorda.
Teníamos libertad de acción, pero no tanto como para tener a Ash sola casi lo suficiente.
Así que, a veces teníamos que ser ingeniosos.
Las esquinas oscuras se convirtieron en nuestra especialidad. Encontramos pequeños
escondites en todos los lugares del club. Era jodidamente arriesgado. A Indian sólo le caía
bien lo suficiente. Encontrarme con su hija así en un armario o algo así no habría jugado
bien. Pero valía la pena el riesgo. Al principio, sólo porque no podíamos evitarlo, luego
porque me di cuenta de que el subidón de adrenalina por el miedo a ser atrapado convertía
a Ash en un puto gato salvaje.
En ese momento, con el mínimo, pero todavía presente, riesgo de que uno de los
hermanos viniera y nos encontrara, ella lo estaba sintiendo. Demonios, puede que ella no se
hubiera dado cuenta de lo improbable que era que la atraparan, pero no iba a iluminarla si
eso la estaba llevando más alto.
Ella tenía mi verga en su mano. Sus ojos estaban fijos en mí y podía ver el calor que
había en ellos, incluso en la oscuridad. Su tacto suave, pero firme, la vista de mi verga tan
cerca de su boca... tomó más control de lo que pensé que tenía para evitar venirme. Casi
podía ver el semen saliendo de mi verga y aterrizando sobre ella. Aterrizaría en su cara, su
cuello, esa extensión de piel justo encima de sus tetas. Quería marcarla así.
Pero quería que esos labios me envolvieran más.
—Chúpamela. 100
Su lengua, esa dulce, viciosa y deliciosa lengua, salió y rodeó la cabeza. Todo, desde
mis manos, mi espalda y mi cuello, hasta mis piernas y mis bolas, se tensaron. No podía
soportarlo.
—Deja de jodidamente provocar —me quejé.
Sus labios inmediatamente bajaron y se deslizaron por mi eje. El placer era cegador:
el calor, su lengua húmeda masajeando la parte inferior de mi verga, sus labios apretando
con fuerza.
—Mierda. Joder. Eres tan dulce.
Ella gimió en respuesta y pude sentirlo. A Ash le gustaba meterse mi verga en su boca
y a mí me encantaba saber eso casi tanto como a mí recibiéndolo.
Sus labios pulsaron la presión en el mismo lugar a la mitad de mi eje mientras su
lengua se frotaba hacia arriba y hacia abajo. Mi control se iba a romperse. Necesitaba que
se moviera. Ella me estaba incitando.
—Jugar juegos te va a meter en problemas —advertí.
La respuesta de Ash fue tomar una de mis manos y llevársela a la parte posterior de su
cabeza. Apreté mis dedos en su pelo y toqué su mejilla con la otra, trazando sus labios en
mi verga. Tenía que estar seguro antes de aceptar lo que ella me ofrecía.
—¿Estás segura de que lo quieres?
Ella bombeó su cabeza, y joder, si eso no quebró mi control.
Agarré su cabeza con las dos manos y la sostuve quieta. Tratando de contenerme, al
principio empujé lentamente entre sus labios. Cada deslizamiento hacia adentro me llevaba
un poco más adentro de su boca caliente. Sentí que su garganta se tensaba, pero ella la relajó
antes de solar una arcada. Era una puta profesional. Nunca había tenido otra mujer que
pudiera tragar mi verga como mi buena Ash. Tal vez era porque ella aprendió a hacerlo
conmigo. Todo lo que ella sabía provenía de lo que me gustaba.
Joder, ese tren de pensamiento no me estaba ayudando a mantener la calma.
Cuando lo tomó todo y sus labios se envolvieron alrededor de la base, perdí la cordura.
Mis empujes se hicieron más rápidos. Follé su cara fuerte, rápido, profundo. Lo tomó 101
todo, gimiendo cuando le di espacio para hacerlo. Sus manos aterrizaron en mis caderas y
una bajó, agarrando mis bolas y rodándolas en su mano. Iba a explotar. Podía sentirlo en
todo mi cuerpo.
—Voy a venirme, nena —advertí.
Ella no se alejó, no, mi chica empezó a tomar el control. Se movía hacia delante y hacia
atrás, cada movimiento arrastrando sus labios desde la base hasta justo debajo de la cabeza.
Su lengua presionaba sobre mí y chupaba tan fuerte que mis rodillas se doblaron.
—¡Joder!
Explotó fuera de mí, y Ash se llevó hasta la última gota. Ella siguió moviéndose arriba
y abajo de la mitad superior de mi verga mientras semen se disparaba a su lengua. Oleada
tras oleada me llevó, pero ella no se detuvo. Mi puta campeona.
Me moví en cuanto me dejó. Mi verga se liberó de sus labios codiciosos y la metí. La
vi tragar. Un espasmo me atravesó y supe que volvería a estar duro como una roca en poco
tiempo. Pero tenía una fiesta a la que asistir antes de cogérmela.
Con una mano en su mandíbula y otra debajo de un brazo, la guie a sus pies. La besé
mientras le desabrochaba los pantalones. Apenas podía saborearme, pero me importaba un
carajo. Necesitaba su boca.
La cremallera de sus jeans cedió e inmediatamente le di la vuelta.
—Dóblate —ordené—. Manos contra la pared.
Me escuchó enseguida y jalé sus jeans hasta sus rodillas. Caí sobre las mías y enterré
mi cara en su coño.
No entré suavemente. Sin provocaciones. Le di una larga lamida desde su clítoris
hasta su culo, y luego chupé ese bulto. Ash gritó, pero no me detuve a callarla. Si esos
cabrones seguían en el patio, podrían oír sus sonidos todo lo que quisieran. Yo era el único
que podía probar. Yo era el único que haría que volviera a hacer esos sonidos
Sus caderas se hicieron hacia atrás, su coño empapado frotándose contra mí. Le di
exactamente lo que quería. Liberé su clítoris, levanté mi mano para seguir frotándolo y le
metí la lengua dentro. 102
La follé con la lengua implacablemente. Quería llevarla allí, sentir su pulso contra mi
lengua, pero no sucedió. Ash empezó a empujar hacia atrás, tratando de hacerme entrar
más profundo, ir más fuerte. Le di lo que podía, pero no era suficiente. No podía dejarla
esperando. No estaba en mí. Estuve de pie entonces con mi verga fuera y luchando con un
puto condón, listo para no molestarme con la maldita cosa. No tenía ningún problema con
la idea de dejarla embarazada.
—Aguanta, bebé —dije al entrar.
Su súplica fue tragada por un grito ahogado.
La follé fuerte. Mis manos sostenían sus caderas con un agresivo agarre. Mis bolas
chocaban contra ella. Le di todo lo que tenía y Ash se encontraba con cada uno de mis
golpes. Se echó hacia atrás contra mí, llevándome tan profundo como yo podía ir.
En un abrir y cerrar de ojos, ella gritó mientras su coño se apretó contra mi verga y yo
seguí golpeando en ella a través de su orgasmo. Sólo cuando los putos pulsos fantásticos
empezaron a ralentizarse alrededor de mi verga me dejé ir.
—Luciérnaga —murmuré en su espalda.
—Gabe.
Dios, Ella me deshacía. Cada puta vez.
Salí lentamente. Me dolía dejarla. Ella era inestable sobre sus pies, y al diablo si eso
no me hacía sentir como un rey. Una vez que ambos estuvimos vestidos de nuevo, la agarré
y la jalé hacia mí.
—Adentro, bebé —dije antes de besarla—. Aún no terminó contigo.
Y no lo estaba. Tenía toda la noche, y no iba a desperdiciar un segundo.

103
CAPITULO 15
Ash
Por segundo día consecutivo, me desperté antes que Sketch. Consideré quedarme un
minuto y pensé que tal vez debería empaparme en ello. Entonces, me recordé a mí misma
que empaparme en ello sólo haría más difícil resistirse cuando él tratara de llevarme de
vuelta allí. Yo no necesitaba hacer más vívido el recuerdo de lo cálido y seguro que se sentía
estar allí. No necesitaba ayuda para recordar lo bien que me sentía despertar feliz.
Rayos.
Estaba haciendo realmente un buen trabajo, ¿no? 104
Pensándolo bien, era hora de levantarse de la cama. Ya me había causado yo misma
suficientes problemas. Además, Emmy podría levantarse en cualquier momento y no
dudaría en irrumpir. La puerta estaba cerrada con llave, para que no llegara lejos. Aun así,
no necesitaba que se enterara que Sketch estaba en mi cama. Esa no era una conversación
que quisiera tener.
Después de una rápida revisión para asegurarme de que la pequeña en cuestión aún
estuviera dormida por unos minutos más de todos modos—corrí al baño para ducharme.
En mi apuro sobrehumano por desintoxicarme, mi mente regresó a los días en que una
ducha significaba la oportunidad de relajarse bajo el agua caliente durante un minuto—
esos días de paz que existieron sólo antes de convertirme en "mamá".
Afortunadamente, decidí que no era la mañana para reclamar esa parte particular de
la vida pre mamá. Cuando salí del baño y volví a ver a Emmy, estaba sentada en la cama.
Todavía se estaba frotando los ojos, no estaba lista para salir corriendo al mundo, pero uno
o dos minutos más podría haber sido demasiado tarde.
—Buenos días, solecito.
—Buenos días, mamá —dijo con voz dulce.
Esa era la última parte de la dulzura que iba a obtener hoy.
Por un lado, Emmy había decidido hace mucho tiempo que tener tres yendo a dieciséis
significaba que un buen día como el que tuvimos en el zoológico debía ir seguido de uno
malhumorado, para que no se me olvidara de que había mucho descaro para acompañar a
toda esa monada.
Esto empezó en el desayuno. Fue culpa mía en realidad. Después de despertarse,
Emmy pidió escoger su propio atuendo. Esto se hacía cada vez más frecuente con ella. Por
un lado, me alegraba animarla a abrazar trozos de independencia. Por otro lado, era una
pesadilla y media tratar de hacerla cambiar si lo que escogía no era apropiado para el clima
o hacía que pareciera que yo la descuidaba. Debí haberla, en ese momento, distraído de la
idea sugiriéndole uno de sus atuendos favoritos, asegurando así la paz para mí porque ella
habría estado de acuerdo. Pero no hice eso.
No, estaba apenas tomé unos pocos sorbos de café muy necesarios cuando ella llegó a
la cocina con su vestido morado de Rapunzel, peludas y rasadas pantuflas, alas de hadas, y
un juego completo de joyas de fantasía, incluyendo una tiara. No estaba completamente 105
segura de lo que nos esperaba para nuestro día, pero Stone me había pedido la noche
anterior que fuera a la casa club para que pudiéramos tener una charla. También necesitaba
hacer algunas compras, ya que el contenido de una nevera llena por motociclistas no era
exactamente igual a la dieta de una niña de tres años quisquillosa. Nada de dicho disfraz.
Ciertamente no decía que las pantuflas fueran calzado apropiado.
Así que, cometí mi segundo error.
—Cariño, no estoy seguro de que ese traje sea el mejor. Tenemos lugares a los cuales ir. Hoy no es día
para disfraces.
Fue cuando lo dulce dejó el edificio.
Conseguí la mirada de muerte de una niña de tres años para acabar con todos las
miradas de muerte. Era aún más ridículo por la cantidad de púrpura, rosa y purpurina que
llevaba puesta. Entonces, conseguí la insolencia.
—No es un disfraz, mamá —había espetado—. Soy una princesa de cuento de hadas.
—Ten cuidado con esa insolencia —sin dejarme intimidar por el espectáculo de actitud, lo
había intentado de nuevo—. ¿Estás segura de que hoy es el mejor día para ser una princesa de hadas?
—Yo siempre soy una princesa de cuento de hadas —dijo, puntuado con un puño en su cadera
salida.
Dios me salve cuando ella de verdad se convirtiera en adolescente.
—Insolencia, Emmaline —le había advertido con más firmeza.
La mirada y la acción de la cadera no desaparecieron, pero su boca se mantuvo
cerrada—. ¿Quieres desayunar?
Ella todavía no dijo nada, sólo movió su pequeño trasero disfrazado a la mesa del
desayuno en la esquina de la cocina y se sentó, con los brazos cruzados sobre su pecho.
Así comenzó la batalla de los alimentos del desayuno. Por cada sugerencia que le
ofrecía, de las cuales había bastantes a pesar de mi necesidad de ir de compras, conseguí
más y más actitud desde su lado de la habitación. Estaba pensando que no había tomado
suficiente café cuando me quedé sin opciones.
—Bueno, eso es todo lo que hay. Tienes que elegir algo —le había dicho.
106
Si ella hubiera podido aumentar la intensidad de esa mirada, estaba segura de que lo
habría hecho.
—Cereal —había terminado eso con un giro de ojos.
—No me pongas los ojos en blanco —la había regañado, sin moverme hasta estar segura de
que ella viera lo seria que yo estaba. Sólo entonces tomé un tazón y le serví un poco de
cereal.
La segunda parte del mensaje del universo de que lo dulce definitivamente no estaba
en el plan para mí llegó media hora más tarde. Mi pequeña insolente había terminado de
comer y se había mudado a la sala de estar donde con gusto la instalé con el Canal Disney.
Ella se había quejado de que no le gustaba el programa que estaba puesto, pero yo sabía que
sólo trataba de encontrar maneras de quejarse. Regresé a la cocina donde pude terminar mi
café en relativa paz, pero notaría si ella decidía alejarse o causar algún alboroto.
La paz duró cinco minutos antes de que me encontrara con un nuevo tipo de actitud.
Sketch llegó a la cocina tan gruñón como Emmy, y tan irritado como yo estaba
comenzando a sentirme. Sin ningún preámbulo, él pisoteaba en mi dirección.
—Te escabulliste de nuevo.
Resistiendo el impulso de poner los ojos en blanco, le había informado—: Tengo una
hija. No iba a dormir mucho más y no podía tenerla llamando a la puerta con los dos desnudos en la cama.
—Créeme, Ash, soy perfectamente consciente de que tienes una hija —había contestado
oscuramente—. Y podrías haberme despertado cuando te levantaste.
¿Cómo es que yo me estaba convirtiendo en la mala en los escenarios de todos?
—Pensé que querrías dormir.
—Pensaste que podías escabullirte y empezar a evitarme de inmediato.
Bueno, sí. Yo también lo había pensado. Aunque, pensé que era una buena idea no
decirlo.
—¿Quieres café? La olla todavía está casi llena.
Sus manos fueron a mis caderas y me jaló contra él—. Quiero que no cambies de tema. 107
—¿Qué hay que decir? —había preguntado, sacudiéndome de su agarre—. No te gustó, yo
no creo que haya hecho nada malo, y nada de eso importa realmente. No volverá a pasar.
—¿Me despertarás la próxima vez?
—No habrá una próxima vez.
Sketch no sonrió ni ignoró mi comentario. Enganchó mi nuca y acercó nuestros
rostros—. Te lo prometo, nena, la habrá. Puedes pelear todo lo que quieras, te dije ayer que podías, pero
yo estaré peleando. Y no perderé.
Traté de alejarme de él. No quería hacer esto o estar tan cerca de él. Estaba sin camisa,
sólo se había puesto sus jeans antes de salir de mi habitación. Su cuerpo tatuado estaba en
exhibición y me hizo querer tocarlo. Lo peor de todo es que olía increíble, como especias,
cuero, almizcle y el ligero olor de sexo. Me hizo pensar en todo lo que habíamos hecho la
noche anterior, en él tomándome a un lado de la casa y en la forma en que me hizo venirme
tres veces más una vez que llegamos a mi habitación.
No, yo no era capaz de controlarme cuando él estaba tan cerca.
—Muévete — había intentado que sonara como una orden, pero en mi mente, yo estaba
suplicando.
—Bésame —él había regresado.
—No.
Se acercó aún más—. No fue una petición.
Entonces, me besó. Yo no le devolví el beso. En serio, no lo hice. Al menos, no al
principio.
Pensé que podría aguantar, sólo mantener mis labios completamente quietos. Pensé
que se daría por vencido tan pronto como se diera cuenta de que no iba a hacer lo que me
dijo, lo cual fue una estupidez. Sketch no era de los que se rinden. Rozó sus labios varias
veces hasta que sentí un hormigueo, y mi mandíbula me estaba doliendo por la fuerza con
la que la estaba apretando. Entonces cambió de táctica, su lengua saliendo a trazar mis
labios hasta que sentí un gemido amenazando con escapar. Relajé mi mandíbula mientras
me concentraba en permanecer en silencio y era todo lo que él necesitó. Su lengua presionó 108
dentro, deslizándose entre mis labios y encontrándose con la mía. Todo había terminado
entonces. Le devolví el beso y no lo hice a medias.
Un crujido desde lo alto de las escaleras nos separó. Alguien estaba despierto y
bajando. Necesitaba poner espacio entre nosotros antes de que alguien lo viera. La sonrisa
satisfecha que usaba Sketch me dijo que ya había conseguido lo que buscaba, como si yo no
lo supiera.
—Sigue peleando, Ash —había dicho él mientras retrocedía y se dirigía hacia la
cafetera—. Es casi más divertido cuando lo haces.
Rayos.
La buena noticia es que la mitad de mi problema se resolvió solo, por decirlo de alguna
manera. Ace había bajado y se había reunido con nosotros en la cocina, sirviéndose una taza
de café para sí mismo y tomando asiento. Fue suficiente para hacer retroceder a Sketch
hasta que anunció que tenía que ir a trabajar. Quería preguntarle qué hacía, pero me
preocupaba lo que diría el interés en su trabajo. Me había enfrentado a ella en silencio
durante unos minutos mientras él bebía su café a mi lado. Entonces, Sketch se había ido,
resolviendo el problema por mí.
Por supuesto, después de eso, empecé a pelearme con si debía o no tratar de hablar
con Ace, y lo que incluso diría, y en general haciendo esa cosa incómoda que siempre hacía
cuando estaba en situaciones sociales porque nunca sabía cómo manejarlas. Ace resolvió
ese problema preguntando por Emmy. Aparentemente, tenía una media hermana doce años
menor que él. Ella tenía ocho, pero él todavía la recordaba a la edad de Emmy. Era el tipo
de conversación en la que me podía relajar, respondiendo a preguntas directas y siendo
capaz de darles la vuelta. Honestamente me pregunté si alguien mencionaba que yo estaba
incómoda y que él estaba tratando de hacerme sentir cómoda.
Le dije a mi cerebro que se callara y lo dejara ir. 109
Más tarde, llegué a la tienda. Ace insistió en venir con nosotros, diciendo que debería
reabastecer la cocina para los chicos también.
Dado el fantástico estado de ánimo de Emmy, no fue una experiencia divertida. Se
sentó en el carro, ya sin lanzarme dagas abiertamente, pero tampoco era mi chica optimista.
No sabía por qué tenía que estar de mal humor ya que aún llevaba puesto su atuendo loco.
Sólo le había hecho cambiarse de zapatos porque las pantuflas no debían usarse afuera. A
pesar de todo, se estaba jugando con su moco y la única información que daba era para
burlarse de los objetos que no le gustaban—principalmente cualquier cosa remotamente
saludable que yo agarraba.
Era media tarde cuando fui a la casa club, con una niña malcriada y Ace cabalgando
detrás de nosotros. Con suerte, lo que sea que Stone quisiera decir sería rápido y yo podría
sacarla de ahí. No había razón para hacer que nadie más tratara con la malhumorada Emmy
más tiempo del necesario.
Cuando entramos, me estaba preguntado si tal vez ella no había dormido bien y aún
estaba cansada por el largo día en el zoológico. Tal vez cuando volviéramos a la granja, ella
tomaría una siesta. El Señor sabía que me vendría bien una.
En el interior, Daz estaba apoyado contra la barra y una chica en diminutos shorts y
en una tank top a pesar de las temperaturas que aún no eran de verano estaba sentada en
un taburete junto a él. Ella estaba toda encima de él; Daz estaba ligeramente interesado en
lo que ella decía. Me imaginé que estaba sintonizando lo suficiente como para saber cuándo
era el momento de pasar al sexo, pero desinteresado más allá de eso. Su atención estaba lo
suficientemente fracturada para darse cuenta cuando entramos.
—¡Mi chica está aquí! —Daz saludó a todo volumen. La chica en el taburete se dio la
vuelta para mirar hacia nosotros, entrando en modo perra al verme. Claramente, ella pensó
que Daz estaba hablando de mí, no de mi hija. Aunque, ella probablemente estaba
asumiendo que Emmy también era suya.
—¡Tiyo Daz! —saludó Emmy, y corrió hacia él, con una sonrisa completa en su cara.
Bueno, eso fue una sorpresa. Parecía que yo fui su problema todo el día, no su humor.
Maravilloso.
Daz la cargó—. ¿Cómo está mi Emmy?
—Bien —dijo sonriendo. 110
Suspiré. Daz miró hacia mí.
—¿Qué las trae por aquí, preciosas damas?
Su amiga en la barra pasó de molesta a lista para estallar. Pensé que era algo gracioso.
Si ella pensaba que tenía algún tipo de derecho sobre Daz, incluso por el día, estaba muy
equivocada, y yo sabía que Daz no estaba haciendo nada para darle esa idea. Él era muy
franco cuando quería follar. Si ella tenía grandes delirios, eran obra suya.
—Stone quiere hablar conmigo —le expliqué.
Miró a Emmy—. ¿Y quién te va a cuidar? —Emmy se encogió de hombros.
—Iba a traerla conmigo.
Daz hizo una cara ridícula de consternación—. ¿Y someter a esta hermosa princesa al
aburrimiento? ¡No lo permitiré!
¿Quién iba a decir que Daz iba a ser del tipo que dejarlo por una niña?
—Daz, tienes compañía —le recordé asintiendo a la señorita Actitud.
—Mierda —murmuró. No lo regañé. Emmy ahora entendía que las cosas que el tío
Daz decía no debían repetirse. Se volvió hacia la mujer—. Cambio de planes, estoy ocupado.
Puedes salir por tu cuenta.
Brusco, pero efectivo. Si ella no había jugado con un Discípulo antes, al menos
entendía el resultado. Cuando ya no eras requerida, necesitabas irte.
Antes de llegar a la puerta, Daz volvió a prestar atención a Emmy—. Usted pequeña
señorita, prométame que no dejarás que un hombre te hable así. Eres demasiado valiosa
para esa mierda.
Santo cielo.
Ni siquiera pude mirar a la chica a la que él había echado para ver su reacción, aunque
la oí jadear. Yo estaba ocupada concentrándome en el consumado jugador Daz diciéndole
a mi hija que no se convirtiera en el tipo de mujer que él más disfrutaba.
—Lo pometo —concordó ella.
—Aférrate a eso. 111
CAPITULO 16
Ash
Cuando estaba segura de que Daz estaba bien cuidando a Emmy, me dirigí a la oficina de
Stone. La puerta estaba cerrada, pero eso no era inusual. Stone la mantenía así incluso si él
estaba allí solo porque las cosas podían ir de tranquilas a ruidosas de un momento a otro
en la casa club. Su oficina no estaba muy lejos de la acción, así que la puerta era
imprescindible. Toqué la puerta y esperé.
—Adelante —llamó Stone en esa voz ronca y dominante suya. Él sonaba como un
líder, pero entonces, él lo era, y lo había sido durante mucho tiempo. Incluso antes de ser
presidente de los Discípulos, fue sargento—aunque no estaba segura de su título exacto—
112
en el Cuerpo de Marinos. Estaba acostumbrado a dar órdenes para intimidar a los hombres.
Abrí la puerta para encontrar a Stone detrás de su escritorio, Ham sentado frente a él.
Ambos hombres levantaron la barbilla para saludarse y se miraron el uno al otro.
—Encárgate de ello —instruyó Stone.
Ham asintió, y luego se fue sin decir palabra.
Stone extendió su mano, señalándola hacia el asiento que Ham acababa de dejar. Lo
tomé, mis nervios empezando a elevarse. Algo de esto se sintió como ser llamado a la oficina
del director, o ser llevado a una estación de policía para ser interrogado. Stone era un
hombre intimidante, pero la bandera negra que colgaba de la pared detrás de él con la
insignia de los Discípulos—una moto delante de guadañas cruzadas que eran casi fieles a
su tamaño—junto con el enorme escritorio sólo hacían que sentarse ante él fuera más
intimidante.
—¿Qué pasa? —pregunté.
—Las cosas han estado ocupadas, no he tenido oportunidad de sentarme contigo. Lo
siento por eso, niña. Ahora, tengo la oportunidad, así que es hora de que sepas lo que está
pasando.
Probablemente ya era hora de eso. Todavía no tenía idea exactamente bajo qué tipo
de amenaza estaba el club. En realidad, desde que estaba por aquí, no parecía que hubiera
una amenaza. Una o dos veces de niña, el club había entrado en un cierre total. Todos—los
hermanos, las mujeres, la familia, lo que sea—tenían que ir al club. Los hermanos salían de
vez en cuando para ocuparse de lo que fuera el problema, pero el resto de nosotros nos
quedábamos dentro, sin excepciones. Ciertamente no había ningún cierre, así que no
parecía haber una amenaza inminente para todo el club. Sin embargo, Roadrunner había
dejado claro que yo no había estado a salvo en casa.
Tenía que admitir que no me molestaba haber estado a oscuras la semana pasada. El
no saber el peligro hacía que la negación fuera mucho más fácil.
—De acuerdo —concordé, aunque de mala gana.
Stone me observó, pareciendo evaluar si yo estaba lista para escuchar lo que él iba a 113
decir. No lo estaba, pero puse una cara segura de mí misma. Imaginé que él veía a través de
mí, pero la determinación era suficiente para que siguiera adelante. Abrió un cajón, se
movió entre los contenidos por un momento, y luego colocó una pequeña pila de fotografías
sobre el escritorio.
En la parte superior del montón, en blanco y negro, había una foto mía.
Agarré el montón. Definitivamente estaba yo en la foto. Estaba con mi uniforme de la
cafetería y mi abrigo. La dirección que estaba mirando cuando pasé por la floristería me dijo
que iba de camino al trabajo. El abrigo que llevaba decía que tenía que ser hace unas
semanas, cuando hacía más frío. Mandé esa hacia atrás y miré la siguiente. Era el mismo
día, pero estaba más cerca del restaurante. Seguí adelante, siguiendo las fotos que me
mostraban cada vez más cerca, y luego a través de las ventanas del restaurante mientras
trabajaba.
Cuando llegué a la última, perdí el aliento. Quienquiera que la hubiera tomado había
capturado un momento en el que yo había estado mirando por la ventana por alguna razón.
Mi cara estaba directo en la imagen. Pero eso no fue lo que me impactó.
Lo que me aterrorizó era el mensaje escrito en la mitad inferior de la imagen.
Haremos que se reúna con su padre.
Mis manos temblaban mientras dejaba caer las fotos sobre el escritorio de Stone.
Quería levantarme, irme. Quería huir y esconderme. Quería fingir que nunca había visto
eso.
A lo lejos, podía sentir que estaba empezando a hiperventilar. Pensé que el club en su
conjunto estaba amenazado. Pensé que alguien había amenazado con lastimar a las
personas cercanas a los Discípulos de una manera genérica. Ese tipo de amenaza había sido
suficiente para traerme de vuelta, aunque sólo fuera para asegurar que Emmy estuviera a
salvo.
Nunca hubiera pensado que alguien en verdad me estaba amenazando.
—Yo... no... —jadeé.
—Joder —murmuró Stone, pero no lo miré. Mis ojos aún estaban en esa foto.
Un cuerpo se movió en mi línea de visión, las manos se agarraron a las mías, y luego
Stone se arrodilló frente a mí. 114
—Ash, te juro que te mantendremos a ti y a Emmaline a salvo —parecía demasiado
seguro, tan confiado.
—Quienquiera que sea, ¿ellos fueron los que mataron a mi papá?
Un destello de dolor y arrepentimiento lo invadió antes de que contestara. Sabía que
él podía haberlo ocultado. Stone tenía su nombre por una razón. Eligió dejarme ver—. Sí.
—Pero ellos llegaron a él... oh Dios —estaba entrando en pánico. Sin duda, estaba
asustándome—. No pudieron detenerlos antes. Ellos lo mataron. ¿Y si me atrapan? ¿Qué le
pasará a Emmy? No hay nadie que cuide de ella. ¿Y si...?
La mano de Stone soltó la mía y me empujó a sus brazos. Sentí lágrimas rodando por
mis mejillas. Lo oí haciéndome callar por mis respiraciones jadeantes. Sin embargo, todo
era raro. Sabía que todo esto estaba sucediendo, pero me sentía alejada de él. Mi cuerpo, mi
pánico, estaban lejos de mí. Estaba en otro lugar, recordando la sonrisa de mi papá,
recordando lo mucho que lo amaba, recordando lo mucho que me destruyó perderlo. No
podía dejar que Emmy experimentara eso. Era tan joven, y estaría sola.
—Respira por mí, Ash —instruyó Stone.
No quería respirar. Quería huir. Quería irme lejos, mucho más lejos que Portland.
Había estado demasiado cerca todo ese tiempo, realmente apreciaba eso ahora. Quería
tomar a Emmy y llevarla a un lugar donde esta gente nunca nos encontraría.
—Vamos —siguió intentándolo—. Adentro y afuera.
¿Hasta dónde podíamos llegar? Ni siquiera tenía mi propio coche. Incluso si volviera
a Portland y tuviera mi coche, ¿hasta dónde podría llegar? No tenía mucho dinero, ni
siquiera para empezar de nuevo.
Rayos. Rayos. Rayos.
—Luciérnaga.
Ese nombre lo logró. Stone lo dijo, pero casi sonaba como papá. Su voz había sido tan
clara en mi cabeza. Parpadeé entre las lágrimas y miré a Stone, asegurándome de que era
realmente él.
—Concéntrate en mí —insistió.
115
Lo hice. Mi mente se centró en él y me sentí estabilizada de nuevo. Yo estaba
realmente allí.
Stone también lo era. Todavía estaba arrodillado, con las manos sobre mis hombros.
—Adentro y afuera.
Cierto. Me estaban doliendo los pulmones. Adentro y afuera. Adentro y afuera.
Cada respiración era un poco más fácil que la anterior.
—Bien. Eso está bien, Ash.
Continué. Adentro y afuera, aspirando más aire cada vez, conteniendo cada
respiración un poco más. Me llevó un tiempo, pero al final volví a estar tranquila. Podía
respirar establemente y las lágrimas se habían detenido.
—Okay —dije. No estaba completamente segura de lo que quería decir. Era una
mezcla entre decir: “Estoy bien”, “Estaré bien” y “Está bien, sigue adelante.”
Stone lo entendió.
—Sé que estás preocupada, pero las cosas son muy diferentes esta vez. Indian estaba
involucrado de una manera que tú no lo estarás.
—¿Qué significa eso?
Hubo una pausa a la que estaba muy acostumbrada cuando se trataba de preguntar
sobre los negocios de los Discípulos. Era una pausa pesada en la que los hermanos pensaban
en lo mucho que podían decir sin regalar demasiado de lo que consideraban sólo para los
hermanos.
—La amenaza viene de un hombre con el que hemos tenido problemas durante mucho
tiempo. Es un distribuidor, comercia con todo lo que cree que puede vender: drogas,
mujeres, lo que sea. Encontró las drogas más lucrativas. Dirige una operación de
abastecimiento en todo el estado, pero principalmente en Portland. Ha habido mucha
tensión entre sus hombres y el club, en parte porque mantenemos esa mierda fuera de
Hoffman. Barton tiene cabos sueltos en lugares altos, cree que lo hace intocable. Tu padre
estaba particularmente interesado en derribar a Barton.
El tono de Stone cambió a medida que avanzaba, volviéndose más gentil—. Sabes que 116
respeté como el carajo a Indian. Era de la familia. No estoy diciendo nada en su contra
cuando te digo que intentamos convencerlo de que no peleara. El apoyo de Barton pensó
que su operación podría ser el punto de apoyo para traer su alcance desde California.
Estaban dispuestos a suministrarle, a ayudarlo a hacer las cosas. No teníamos el tipo de
poder que necesitábamos para luchar contra eso por nuestra cuenta.
—Indian no quería esperar. Siguió presionando a Barton. Lo apoyamos en esa jugada.
Era nuestro hermano y no íbamos a dejar que peleara solo. Pero eso no cambió los hechos.
Él dirigió el ataque y Barton lo sabía. Por eso Barton lo eligió como objetivo.
Yo había querido esa información. Hace años, había querido desesperadamente saber
por qué mi padre había sido asesinado, y yo estaba tan enfadada por no recibir una
respuesta. Finalmente, tuve mi respuesta, y sentí... nada. Saber no ayudó; sólo me dio más
preguntas. No entendía por qué papá se arriesgando. ¿Por qué se arriesgaría a ser
arrebatado de mí?
Por el club, me contesté a mí misma. Se arriesgó por los Discípulos.
Un viejo dolor se sintió fresco cuando ese entendimiento se asentó. El club siempre
venía primero, aunque eso significara morir por ellos.
Quería terminar con esta discusión. Quería salir de allí. Así que le dije—: ¿Y ahora
qué?
Él había esperado más de una reacción de lo él que había dicho, pero no tenía la
capacidad de dársela. Necesitaba tiempo, y necesitaba estar sola.
—Ahora —por suerte prosiguió—, el apoyo que tenía Barton se ha agotado. Él lo sabe.
También sabe que lo sabemos, o espera que lo sepamos pronto. Y, lo más importante, sabe
que vamos a vengarnos de Indian. Eso lo asustó. La amenaza contra ti está destinada a
despistarnos. Quizá piensa que retrocederemos si nos recuerda lo que pasó la última vez.
Tal vez quiere que pensemos que aún tiene poder detrás de él. No lo sé. Me importa un
carajo. De cualquier manera, es basura.
—Si la amenaza es basura, ¿por qué estoy aquí? —pregunté.
—La amenaza no es basura. Él seguirá adelante, si tiene la oportunidad. Contigo en
Portland, habría tenido esa oportunidad en algún momento. No podíamos protegerte allí.
Lo que es basura es que él diga que puede ponerte una mano encima si estás protegida, lo
que sabía que haríamos tan pronto como enviara las fotos. Si se tratara de hacerte daño, él 117
lo habría hecho. Sin fotos, sin advertencias. Eso no es lo que es esto. Quiere decirnos que
aún tiene suficiente poder para atravesar nuestra protección. Eso es basura.
Eso no sonaba bien. Eso sonaba como una apuesta con mi vida, y mi hija está en la
cuerda floja.
—¿Cómo sabes que no tiene ese tipo de poder?
Otra vez con esa pausa en la que consideraba qué podía decirme—. Porque tenemos
alianzas mutuas con los poderes que solían respaldarlo. Sabemos que se han retirado.
Además de eso, se llevaron a la mitad de la fuerza laboral que contrató Barton.
Bueno, está bien entonces.
—Entonces, ¿no estoy en peligro?
—No diré eso. Barton es un hombre acorralado. Lo que ha construido está cayendo, y
lo sabe. Eso puede desesperar a la gente. Podría decidir que quiere hacernos daño mientras
cae. Sin protección, sin uno de los hermanos contigo, estás en peligro. Sin embargo, no
vamos a dejar que eso suceda. Te mantendremos a salvo —él fue firme en esa declaración,
y sentí que podía creerle.
—De acuerdo.
—Lo último de lo que tenemos que hablar es de cómo vamos a mantenerte a salvo —
algo en la forma en que dijo eso que me decía que no me iba a gustar lo que él dijó después—
. Va a hacer falta algo más que traerte aquí. No hubo oportunidad de arreglar las cosas antes,
pero ahora, todo está en su lugar. No estás en la granja ni aquí, tendrás un hermano encima.
Rayos.
—Um...
—No. No voy a oírlo, Ash. Eso no es negociable. La única forma de estar seguros de
que tú y Emmy están salvas. Los chicos estarán en una rotación. Fin.
Bueno, maldita sea. Eso fue firme.
—Pero necesito saber una cosa.
Tenía una secreta sospecha de lo que él necesitaba saber—. ¿Sí? 118
—¿Será un problema si Sketch es parte de esa rotación?
Sí. Definitivamente, sí. Necesitaba alejarme de él tanto como fuera posible. Él estaba
decidido a llevarme a la cama y... cualquier otra cosa que hubiera planeado. Si pasaba
demasiado tiempo con él, iba a tener éxito. Yo lo sabía. Negarlo—al menos a mí misma—
no iba a hacer esa lucha más fácil. Así que la respuesta era absolutamente sí. Estar cerca de
Sketch era un problema.
—No.
—¿Estás segura de eso?
No suspiré, aunque realmente quería hacerlo—. Sí. Estoy segura.
—Muy bien. Entonces, está decidido.
Estaba bastante segura de que nada de la situación estaba arreglado, pero tal vez era
sólo yo.
—Te dejaré en paz —dije.
Empecé a irme, pero él habló antes de que pudiera salir por la puerta—.Ash.
Me di la vuelta—. ¿Sí?
—No son las circunstancias que yo querría, pero me alegro de que tú y tu ángel estén
aquí.
Wow. Eso fue más de lo que esperaba de él.
No podía estar de acuerdo, aunque quería hacerlo en respuesta a lo que me acababa
de dar. En vez de eso, le di algo más que era la verdad.
—Te extrañé, tío Stone.
Entonces, salí de allí. Estaba peligrosamente cerca de deshacerme otra vez.
Iba caminando de regreso a la sala principal cuando lo escuché, y no podía creer lo
que oían mis oídos. Mis pies se movieron hacia adelante mientras mi cerebro tartamudeaba.
Estaba segura de que estaba perdiendo la cordura. Pero no, definitivamente era lo que pensé
que era.
En medio de la habitación, entre dos de los sofás, mi pequeña princesa de hadas estaba 119
bailando con Daz. A través de los altavoces—que me sorprendió que no estallaran en llamas
ya que pertenecían a un grupo de motociclistas—estaba Live While We're Young by One
Direction.
Me aclaré la garganta. Daz se congeló y su cabeza voló hacia mí.
—Coño —murmuró.
—No tenía ni idea de que eras un directioner, Dazzle —bromeé—. Pero
definitivamente tienes los movimientos de los chicos de la banda.
—No te atrevas a contarle esto a nadie —advirtió. Miró a una risueña Emmy y le
dijo—: Eso también va para ti.
—No importa —oí y me giré para ver a Ham al otro lado de la habitación, con su
celular levantado frente a él—. Lo tengo todo grabado.
Me eché a reír mientras Daz murmuraba—. Al carajo mi vida.
CAPITULO 17

—Viejo, pensé que te ibas hace más de una hora.


Levanté la vista del cuaderno de dibujo en mi estación a Carson, que estaba parado a
mi lado con su pipa en la boca. Carson era el dueño del Estudio de Tatuajes Sailor's Grave
También era un artista brillante, y mi mentor. A los sesenta y dos años, seguía siendo un
rudo hijo de puta. Construido como una casa de ladrillo y peludo como un puto animal,
parecía el tipo de hombre con el que no joderías. La mayoría nunca adivinaría que era un
genio artístico al mirarlo, pero ellos se lo perdían.
Llevaba puesto su sombrero de panamá—la cosa tenía que ser casi tan vieja como él y
120
tan desgastada—y su pelo estaba recogido, como de costumbre. La pipa también estaba a
la altura del curso, aunque hoy en día siempre estaba vacía. Él solía fumar de ella. La cosa
se le quedaba encima todo el día y él saldría de vez en cuando a echar un toque. Nunca la
fumaba dentro, pero eso no se lo impedía mucho. Pero el enfisema sí. Aún mantenía la pipa
a pesar de que el tabaco tenía que desaparecer. Afirmaba que no tener la pipa hacía más
fuerte el antojo.
—Sólo dibujando algo —le dije. Él tenía razón. Pretendía irme hace una hora. Mis
citas estaban terminadas y no hacíamos walk-ins2. Carson decía que las visitas sin cita sólo
conducían a que idiotas pusieran mierda en su piel con la que no estaban preparados para
vivir y hacer eso era un mal servicio al arte como un todo. No podía argumentar esa lógica,
pero aun así había pintado mi parte de mierda que pensé que no significaba tanto para la
gente.
—¿Esto es para un cliente? —preguntó, acercando una silla.
Carson era muy directo. Yo no había sido su aprendiz en años, pero él todavía ofrecía
su guía de vez en cuando. Algunos lo encontrarán molesto, pero a mí me alegraba tomar
2
Tatuar sin cita.
cualquier consejo que me diera. Yo era bueno, yo lo sabía y Carson lo sabía, él no me habría
entrenado si no lo fuera. Aun así, él tenía toda una vida de experiencia sobre mí y sería un
idiota si lo ignorara.
—Para mí —respondí.
—No te queda mucho espacio libre
—No.
—¿Finalmente vas añadir al lado izquierdo de tu pecho?
Miré el diseño. Aún no estaba bien. Tenía que ser perfecto antes de que lo entintara
permanentemente.
—Pronto, si haces los honores una vez que termine el dibujo.
—Encantado, muchacho —contestó Carson. Sus ojos aún estaban en el bloc—. No te
dejaría llevárselo a otra persona.
Carson me conocía. Sabía toda la historia. Había sido como un padre para mí desde 121
que perdí a Gunner. Él sabía, aunque nunca lo había dicho, por qué mi pectoral izquierdo
seguía en blanco. Y él sabía, mirando el borrador de lo que yo pondría en ese espacio, lo que
ese tatuaje significaba para mí.
—Gracias, hombre.
—Podría ser el último antes de retirarme.
—¿Qué?
Carson había disminuido su trabajo hace un rato. Sólo estaba tomando citas con gente
con la que había trabajado antes. La mayoría de las veces, sólo se quedaba en la tienda y veía
el trabajo que el resto de nosotros estábamos haciendo. Podía pasar fácilmente a retirarse
por completo en cualquier momento; era simplemente sorprendente que lo hiciera.
—He estado pensando en ello durante un tiempo —explicó—. La señora también ha
estado hablando de ello. Hay muchas cosas que queremos ver y ya no somos jóvenes. Ahora
todos tienen la habilidad. Tú no necesitas que te enseñe lo que estás haciendo. Pienso que
podría ser el momento.
No podía discutir eso—. Será diferente, no tener tu culo malhumorado cerca.
Él apuntó el extremo del vástago de su pipa hacia mí—. Cierra la boca, muchacho.
Estoy tratando de decirte que te estoy pasando el Sailor’s Grave.
Puto infierno.
Dejé caer el lápiz en mi mano y me enderecé en mi asiento—. ¿Hablas en serio, Carson?
—Lo digo en serio. Conseguí lo que necesito de él. Jean y yo estamos preparados para
cualquier vida que nos quede. Ahora, sólo quiero asegurarme de que pase a manos en las
que confío. Entrené mi parte de artistas y tengo un gran personal trabajando aquí, pero
nadie con quien he trabajado tiene el talento y la pasión que tú tienes. Eso es lo que quiero
llevando el legado de este lugar.
—Mierda. Me encantaría tomar tu lugar.
—Sé eso —Carson puso una mano en mi hombro y luego se puso de pie—. Tengo que
arreglar toda la mierda legal, entonces será tuyo. Ven mañana temprano, empezaremos a
repasar mierda —entonces, simplemente se fue. Se fue como si no me hubiera tirado una
bomba enorme. 122
Miré alrededor del estudio. Jess estaba detrás del escritorio y Danny apoyado contra
en él, probablemente tratando de que hacer que ella dejara de rechazarlo. Clara y John
tenían clientes en sus estaciones. Nate, el otro artista del equipo, estaba libre por hoy. No
podía creer que iba a ser el dueño del lugar.
Joder.

Horas más tarde, después de una reunión con Stone sobre la protección de Ash, de la
que asumí con gusto la responsabilidad, finalmente llegué a la finca. Ace estaba en la sala
de estar, echado en el sofá y viendo la tele. Estuvo de servicio con Ash durante todo el día,
así que ella tenía que estar cerca.
—¿Dónde están las chicas?
—Patio trasero.
El sol estaba mayormente puesto y las luces de la parte de atrás casi no llegaban a
donde estaba Ash. Era tarde para Emmy estar corriendo por ahí. Caminé hacia ellas, sin
dudar en abrazar a Ash cuando llegué a ella. Joder, se sintió justo ahí.
—¿Qué estás haciendo aquí?
No tuve que esperar su respuesta. El frasco en las manos de Emmy era respuesta
suficiente.
Emmy saltaba de arriba a abajo, las alas del disfraz que llevaba ondeando con el
movimiento, y yo sofoqué una risa—. Estamos atrapando lucienagas.
—Luciérnagas —corrigió Ash. Lo hacía mucho y siempre sin problemas. Ella no
insistía en Emmy por la forma en que decía las cosas, sólo le daba el camino correcto y
dejaba que el asunto se corrigiera por sí mismo.
123
—Luci-ér-nagas —Emmy deletreó. Después de un asentimiento de su madre, volvió
a acechar a los pequeños bichos.
Me agaché, apoyando mi barbilla en el hombro de Ash. Estaba tiesa, y me hizo sonreír.
Ella intentaba alejarse de mí, pero no quería. Si ella quisiera el espacio, se habría ido cuando
la toqué por primera vez. Ash era una profesional en evitar el contacto con la gente. Ella me
quería cerca, pero no quería que yo lo supiera.
—Es como mirar atrás en el tiempo —dije mientras veía a Emmy—. Se parece a ti
cuando éramos pequeños y venías aquí, Luciérnaga.
—Nunca me vestí como una princesa de hadas —contestó Ash con voz ausente.
Oh, esto iba a ser divertido. Ella realmente estaba luchando.
—Debe haber sido mi recuerdo de ello.
—No uses tus estúpidas líneas conmigo.
—No tengo líneas. Sólo lo digo como lo veo.
—Lo que sea.
Sonreí. Anotación para mí.
—Hablo en serio, Ash. Ella es tu viva imagen.
—¿Tú crees?
Ahí se fue la armadura. Ella podía intentarlo, pero ella no era difícil. Abriría paso a
través de lo que sea que ella lanzara.
—Exactamente, Ash. Es adorable, justo como tú lo eras, y va a crecer y ser igual de
jodidamente hermosa.
Ignoró el cumplido inherente, pero sabía que lo haría—. Sólo quiero que crezca feliz.
—Lo hará. Nos aseguraremos de ello.
Eso la hizo tratar de alejarse. Había estado envuelto alrededor de ella durante cinco
minutos y ese era el primer movimiento que hizo para salir de mi agarre. Ella no tuvo éxito.
Tensé mis brazos, manteniéndola quieta.
—No es tu trabajo —soltó en un susurro, sin que Emmy se enterara de nuestra 124
discusión.
—No estoy de acuerdo.
—En serio, Sketch. No es asunto tuyo. Ella no es tuya.
Yo apreté mis brazos aún más como advertencia—. Ash, puedes tirar la actitud todo
lo que quieras. Puedes pelear conmigo y sé que lo harás. Pero no me digas que esa niña no
es asunto mío. Tal vez no sea mía de sangre, tal vez lo sea. De cualquier manera, ella va a ser
mía. Ella me llamará papi y cualquier otro hijo que tengamos será su hermano.
La sentí luchar ante la palabra "papi", pero no cedí.
—Hablamos de tener tres, ¿recuerdas? ¿Todavía quieres dos más? Me gustan tres o
cuatro. Emmy debería tener una gran familia. No debería estar sola como nosotros. No
deberíamos esperar mucho más. No queremos que haya una gran diferencia de edad entre
ellos.
Ash se volvió hacía mí, y la dejé. Sus manos se acercaron a mi pecho y me empujaron
hacia atrás. Fue un empujón decente, pero no me moví.
—Basta —espetó—. No voy a tener más hijos. Ni contigo, ni con nadie. Una vez que
esta mierda con Barton termine, ella y yo nos iremos de aquí. Ella no es asunto tuyo y no
vamos a ser una familia feliz. ¡Sólo detente!
La abracé y se lo expliqué—. No irás a ninguna parte. Ni ahora, ni después de eliminar
a ese cabrón de Barton, nunca.
—No eres mi dueño.
—Tal vez no, pero tu corazón es mío. Lo sé, porque te di el mío cuando lo tomé. Te lo
llevaste una vez y dolió como el demonio, de ninguna puta manera pasaré por eso otra vez.
Sus labios colgaban abiertos, y joder si la necesidad de besarla no quitó de encima a la
frustración que se acumulaba dentro de mí.
—¡Mira! —Emmy chilló. Ambos nos volvimos para verla correr hacia nosotros. Sus
pequeños brazos extendieron el frasco hacia nosotros, mostrando la única luciérnaga que
había dentro—. ¡Tengo una!
Mi corazón casi se abrió cuando ella vino directo a mí, dándome el frasco. Estaba tan 125
jodidamente orgullosa de sí misma. Casi no tuve el valor de decirle que normalmente
atrapabas más de uno a la vez.
—Buen trabajo, princesa. ¿Qué tal si te ayudo a encontrarle un amigo o dos? No
quieres que esté solo, ¿verdad?
—No. Eso es tiste. Necesita un amigo.
—Vamos, encontremos algo —le dije.
Pasó otra media hora antes de que tuviéramos a Emmy de vuelta dentro y en la cama,
con un frasco de luciérnagas en su tocador. Pasé el rato mientras Ash le leía un cuento,
deseando no haberme perdido todas las veces que había pasado antes. No quería
perdérmelo otra vez.
Cuando Emmy estuvo dormida, Ash se quedó. No quería salir de la habitación
conmigo porque sabía lo que se avecinaba. Bueno, ella pensó que lo hizo de todos modos.
—Vamos, luciérnaga —susurré—. Déjala descansar.
Con un fuerte suspiro, me pasó y salió por la puerta. Le seguí, cerrando la puerta sin
hacer ruido. Ash ya casi atravesaba su puerta, tratando de escapar sin que yo tuviera la
oportunidad de hablar con ella. Corrí hacia ella y jalé su brazo. Presionándola contra el
marco de la puerta, le pasé una mano por la curva de su costado.
—Eres una buena madre, bebé. Te hace aún más jodidamente hermosa.
Inhaló.
—Sé que solías preocuparte sobre cómo serías una buena madre cuando ninguno de
nosotros tenía ejemplos, pero estás haciendo un trabajo increíble —me apoyé en su cuerpo
congelado, justo en su cuello—. Jodidamente magnífica —le dije, y luego mordí el lóbulo
de su oreja. Ella saltó.
Me enderecé y me tomé un segundo para mirar su hermosa y abrumada cara. Ella no
sabía qué hacer con lo que le había dicho, pero yo sabía lo que significaba para ella. Misión
cumplida.
Acunando su cara, incliné su cabeza hacia atrás para besarla. Ella me dejó entrar.
Quería tomar todo lo que ella me ofreció con ese movimiento. Quería devorar su boca,
llevarla a su habitación y devorar todo lo demás. En vez de eso, retrocedí. 126
—Dulces sueños, luciérnaga —dije.
Entonces, hice lo casi imposible. A pesar de las protestas de mi dura verga como una
roca, me alejé y la dejé dormir con lo que había dicho. Tuve una ducha fría y una larga noche
por delante.
CAPITULO 18

Al día siguiente pasé casi todo el día en Sailor’s Grave. Estuve dentro horas antes de mi
primera cita para empezar a repasar la información de operaciones con Carson. No era un
territorio completamente desconocido. Él me había enseñado la mayor parte cuando fui
aprendiz en caso de que alguna vez quisiera irme y abrir mi propio lugar. Carson no se
habría molestado por eso. Era parte del trabajo. Simplemente nunca sentí que hubiera una
razón para irme. No me iba a mudar con el club en Hoffman, así que era un punto discutible.
También usé ese tiempo para reiniciar y descartar algunos bocetos más del tatuaje
que estaba diseñando para mí. Cada vez que lo dibujaba, el diseño me parecía plano, 127
aburrido, sin vida. No quería poner nada en mi piel, ni en la de nadie, que pudiera
describirse de esa manera. Y no quería hacerlo con este tatuaje en particular.
La mayor parte de mi día fue bloqueado por una gran pieza que estaba haciendo para
uno de mis clientes de larga data. Era un diseño del que estaba increíblemente orgulloso,
un diseño que había trabajado hora tras hora hasta que pude decir eso. Carson dijo que era
uno de los mejores dibujos que me había visto hacer, una declaración no hecha a la ligera.
Algunas personas se meten en lo de tatuar porque quieren poner tinta en la piel
específicamente, yo me metí en ello porque era la forma de arte que yo había elegido.
Dibujar era mi fuerte.
Estaba instalando mi estación cuando el timbre sobre la puerta sonó. Eché un vistazo
para ver a Ethan entrando y le hice un gesto con la mano.
—¿Cómo va todo? —saludé, agarrándole la mano y dándole una palmada en la
espalda.
—Va bien, hombre. Recibí una llamada de la tienda de tu club esta mañana en la que
me dicen que mi moto estará lista mañana —dijo mientras se sentaba y comenzaba a
quitarse la prótesis de la pierna.
Ethan estaba basado en Afganistán, en el ejército. Su unidad fue emboscada. Sólo tres
de ellos lograron salir. Ethan recibió un trozo de metralla en la pierna derecha. Para cuando
fue extraída, la herida estaba infectada. Fueron obligados a amputar por debajo de la rodilla.
Él tenía una motocicleta antes de alistarse y montaba cada vez que podía cuando
estaba de descanso. Él había logrado aprender a montar de nuevo con su prótesis, pero
estaba luchando con el freno de las ruedas traseras. Su moto tenía una palanca de pie
estándar en el lado derecho, pero no estaba recibiendo suficiente información táctil para
sentirse sólido al operarla. Yo lo había contactado con el garaje del club para modificar el
sistema de frenos. También empezamos a hablar de la vida en el club, una vida que parecía
estar considerando para sí mismo.
Después de apoyar su prótesis contra el costado de la silla, levantó la pierna de sus
shorts para revelar el contorno que ya había puesto en su muslo. El tatuaje era un tributo a
sus hermanos caídos. Cuando nos sentamos a discutir el diseño, me dijo que lo quería en su
pierna derecha, para que nunca olvidara que lo que había perdido físicamente no era tan
grande como el sacrificio que ellos habían hecho.
128
Por eso yo había dado todo lo que tenía por este tatuaje.
El diseño final fue una imagen inquietante, una que me hacía temblar al mirarla. El
punto central era la clásica imagen de una cruz de campo de batalla. El casco, la pistola y
las botas iban a ser rellenados con completa saturación de color y negro. Alrededor de ello,
en un patrón de escala de grises de la bandera americana, había siluetas de los hombres de
su unidad que fueron perdieron ese día. Cada silueta que había dibujado de calcar sobre las
fotos que trajo Ethan. Había pasado horas y horas asegurándome de que cada uno fuera lo
más exacto y lo más reconocible.
—Ha sanado bien —comenté mientras miraba el contorno—. Me preocupaba que
parte de la cruz no estuviera preparada para repasarla. Por lo que parece, podríamos ser
capaces de poner todo hoy, si quieres sentarte para todo. Entonces sólo tendremos una cita
de retoque una vez que todo esté sanado.
—Estoy de acuerdo si tienes tiempo —respondió.
—Mantuve los espacios abiertos para poder hacerlo.
Me puse a trabajar. Hablábamos intermitentemente, pero yo me concentré en el
trabajo que tenía delante. Durante una de las pausas que tomé para descansar mi mano y
darle a Ethan un respiro, revisé mi teléfono. Stone había enviado una foto. Emmy estaba
sonriendo grande con un rotulador en su mano. Delante de ella estaba el brazo de Stone
cubierto de líneas onduladas entre sus tatuajes.
Había escrito: Parece que se acerca tu competencia.
Me reí. No pude evitarlo. Emmy parecía tan jodidamente orgullosa de su trabajo.
—¿Qué pasa? —preguntó Ethan.
Como el puto cursi que ella me estaba haciendo, le di la vuelta a la foto de Emmy—.
Mi niña. Aparentemente, se parecerá a mí.
—Es linda. No sabía que tenías una hija.
—Yo tampoco sabía.
Pasé una buena parte del tiempo trabajando contándoselo todo.
Cuando terminé, silbó—. Tienes un lío en tus manos.
129
—Probablemente.
—¿Ella vale la pena?
—Absolutamente.
—Me alegro por ti entonces.

Para cuando salí de allí por la noche, estaba jodidamente adolorido. Mi espalda estaba
tensa, me dolía el hombro y tenía que sacudir la mano durante diez minutos antes de poder
subirme a la moto.
Había tenido cuatro citas más después de que Ethan se fue, pero el suyo me pateó el
culo. Pero valió la puta pena. El tatuaje resultó mejor de lo que esperaba. La respuesta
visceral que Ethan tuvo al verlo terminado me dijo todo lo que yo necesitaba saber sobre lo
que él pensaba. Esos momentos, aunque ellos fueron asesinados, eran los que realmente
causaron impacto. Yo haría cien garabatos sin sentido sobre la gente si el intercambio fuera
tan importante como el de Ethan.
Estaba listo para dormir cuando entré, pero tenía que ocuparme de algo importante
antes de poder hacerlo.
Emmy ya estaba en la cama. Estaba un poco decepcionado, pero me lo había
imaginado. Aun así, estaba seguro de que iba a ser mucho más fácil ganármela a ella que a
su madre. Necesitaba concentrarme en la pelea real.
Ash estaba en la cocina, inclinada sobre el fregadero mientras lavaba los platos. Por
un momento, me paré en la puerta y aprecié la vista de su trasero en forma de corazón.
Llevaba esos pantalones ajustados y delgados que eran populares. ¿Pantalones de yoga? Eso
sonaba bien. Lo que sea. El punto era, que abrazaban su culo como si fuera una segunda
piel, pero no podía ver la línea de su ropa interior, así que me estaba imaginando todo tipo
de putas explicaciones maravillosas sobre por qué era así. 130
Quería ir y agarrar un puñado. Si yo siquiera estuviera más cerca de conseguir que ella
renunciara a todo esto de que no estamos juntos, lo habría hecho.
En vez de eso, decidí hacer una jugada más inteligente, aunque fuera mucho menos
divertida.
Empecé con llevar mis manos a su brazo, justo debajo de su hombro. Ella estaba
usando una tank top, así que era piel con piel. Saltó, su cabeza volando alrededor para
mirarme. Le sonreí.
—Hola, nena.
Bajé mi mano por su brazo, dejándola a la altura de su codo doblado para moverme
hasta su cintura. Traje mi otra mano para colocarla del lado contrario.
—¿Qué estás haciendo?
—¿Qué es lo que parece?
—Yo... no sé.
Me encogí de hombros—. ¿Por qué no te concentras en esos platos antes de hacer más
lío?
Su cabeza se giró hacia atrás para ver el cuenco que tenía en sus manos derramando
agua y burbujas por todos los armarios.
—Rayos.
Agarró una toalla y empezó a limpiar el agua. Ella estaba agotada, como yo había
esperado ponerla. Si había algo que aprender de mi día de “fingir” con Ash, era que ella
estaba luchando contra sus propios deseos. Esa era una dura lucha de ganar, lo sabía por
experiencia. No necesitaba convencerla de que funcionábamos. Tenía que abrumarla lo
suficiente como para hacer que ella renunciara a la pelea.
Mientras ella se enderezaba y volvía al fregadero lleno de platos, yo alisé su pelo lejos
de su hombro. Dejé que mis dedos pasaran a través de los rizos. Ash trataba de ignorarme,
pero era inútil. A ella le encantaba que jugaran con su pelo. Solía dejar caer indirectas o
simplemente me pedía que lo hiciera por ella. Mientras yo movía los rizos, ella tembló,
incapaz de captar el movimiento. 131
—Sketch —advirtió, pero tenía un borde de súplica. Era una súplica para que yo
continuara.
Sus defensas ya se estaban desmoronando y eso era todo lo que buscaba. Di un paso
atrás, disfrutando de la forma en que se giró para mirar como si no entendiera a dónde iba.
—Sólo quería preguntarle si podría llevar a Emmy el sábado —dije.
—¿Qué?
—Emmy. Sábado. Quiero llevármela por el día. Estaré sobre ella todo el tiempo, y te
dejaré mi auto y tomaré la camioneta de Roadrunner para que el asiento del auto esté allí y
asegurado apropiadamente —expliqué.
—Ugh... sí. Claro.
—Genial. Gracias, nena.
Como tenía un control mierda de mis impulsos y no pude evitarlo, me acerqué más y
le susurré—: Por cierto, esos pantalones hacen que tu dulce culo luzca fantástico.
Dejándola con eso, tomé un recipiente con restos de pizza en el refrigerador y lo llevé
a mi habitación para comer.
Día dos, y yo ya estaba progresando. Ash podía hablar de su gran juego todo lo que
quisiera, no había forma de que yo fuera a perder.

132
CAPITULO 19
Ash
La mente es una cosa curiosa. Por ejemplo, la mía estaba preguntándose cómo los jardineros
lograron mantener el pasto tan parejo. No sólo el largo, sino el color y el grosor eran
completamente igual. Era realmente agradable, hasta que empecé a pensar demasiado sobre
eso, entonces empezó a parecer antinatural.
Por supuesto, esto era un no-tan-brillante mecanismo de defensa. Era mucho más fácil
enfocarse en el pasto de lo que era enfrentar a los objetos que sobresalían de él.
Era sábado. Como fue prometido, dejé que Sketch se llevara a Emmy por el día. Él la
tenía en el estudio de tatuajes donde trabajaba, lo que me dio la respuesta a si él terminaría
133
tatuando después de todo. No le había contado a Emmy hasta el día anterior y eso había
sido un movimiento inteligente. Desde el momento en que lo mencioné, ella no habló de
otra cosa. Era todo sobre Sketch, cuan simpático era, cuanta diversión iban a tener juntos,
como ella no podía esperar.
No debería haberme irritado, pero lo hizo. Totalmente lo hizo.
¿Por qué? Podría resumirse prácticamente en cómo fue esa mañana.
Tenía a Emmy en la cocina comiendo su desayuno. Era la primera vez que no estaba
diciendo el nombre de Sketch cada cinco segundos desde que había despertado y era sólo
porque había comida involucrada. El indulto no iba a durar.
Avanzamos hasta que llevé su tazón al fregadero antes que comenzara de nuevo.
—¿Cuándo llegada Sketch? Estoy muy emocionada. ¿Qué piensas que vamos hacer, mamá?
—No sé lo que van a hacer —dije para corregirla.
—¡No puedo espedad! Espedo que se levante ponto.
—Estoy segura de que lo hará, bebé.
—Él es el mejod, ¿cieto, mamá?
—Sí, cariño. Es el mejor.
Entonces, casi me tragué mi lengua cuando lo escuche—. ¿Lo soy?
—¡Sketch! —aplaudió ella.
—¿Cómo está mi chica favorita? ¿Emocionada?
—¡Sí!
Yo no quería, pero tuve que sonreír. Nada me ganaba como la felicidad de Emmy.
Movería cielo y tierra, o me forzaría a mí misma a estar cerca de Sketch, para hacerla sonreír
de esa manera.
No había forma de evitarlo, así que me obligue a mirarlo a él. Los ojos de Sketch
estaban en mí y parecían satisfechos. Si lo estaba diciendo para tranquilizar a mi hija o no,
él estaba tomando esa declaración como una bendición. Esa sonrisa estaba en su rostro cada
vez que me miraba mientras él agarraba una rápida taza de café y pan tostado. Fue la última
cosa que me dio mientras los dos se iban. 134
Todavía la estaba viéndola en mi cabeza.
Bueno, lo había estado de todos modos, hasta que empecé a enfocarme en el pasto.
Sólo había recorrido el camino en el que estaba dos veces antes, una vez escoltada por
un grupo de motociclistas, la mano de Gave sosteniendo la mía todo el tiempo; la otra
alrededor del amanecer el día que dejé Hoffman. Aun así, conocía mi camino. Estaba
grabado en mi memoria hasta el punto de nunca poder olvidarlo.
Gauge era mi guardia por el día mientras Cami y Levi estaban con Tank. Odié tener
que llamar a Stone para ver quién podía venir conmigo, pero esto era algo que necesitaba
hacer mientras estaban cuidando a Emmy. Gauge insistía en que no era una molestia, pero
estaba segura de que él diría eso, aunque lo fuera. Me sentí incluso peor cuando le pregunté
si podía tener algo de espacio. Él había entendido, acordando quedarse atrás, pero diciendo
que sólo estaría a unos metros de distancia. Era demasiado arriesgado para él alejarse más.
Se detuvo unos cuantos pasos, dejándome caminar la distancia restante sola. Cuanto
más cerca estaba, menos podía distraerme con el pasto. Empecé estudiándolo de cerca,
mirando las hojas individuales, tratando de encontrar una hierba perdida o un parche sobre
crecido. Al menos, lo hice hasta que vi una hoja en el suelo.
Levanté mis ojos, mirando, pero no realmente viendo el árbol a unos metros adelante.
Al lado, lo suficientemente lejos para mantenerse a salvo de las raíces, estaba la lápida.
Los Discípulos habían pagado bastante dinero para obtener esa parcela, una alejada
de las áreas más abarrotadas del cementerio y con el hermoso árbol al lado. Ellos lo habían
hecho, en parte, creo, por mí, así tenía algo bonito para ver cuando lo visitara.
Forcé a mis pies de plomo para que me llevaran la distancia que quedaba. Cuando lo
logré me senté, mas como que me desplomé, frente a la losa de granito. A lo largo, estaba
grabado: Joel “Indian” Thomas. Padre devoto, Amado amigo, Monta, Hermano. 7 de Octubre, 1967 – 16
de Julio, 2011.
Incluso grabaron el parche de los Discípulos en la piedra. A él le habría gustado eso.
No pude contener las lágrimas. No lo intenté.
—Hola, papi.
Con temblorosas manos, puse las flores y la foto enmarcada en frente de la lápida.
—No estoy segura de cómo te sentirías sobre las flores. Conseguí las más varoniles
135
que pude encontrar. No sé si alguna flor sea realmente varonil, pero lo intenté —dije alguno
de mis erráticos pensamientos. Encontré dalias en un morado muy oscuro, casi negro. Si
alguna flor pudiera funcionar para mi papá, sería esta.
—Lo siento por no haberte visitado. He pensado en ti cada día. Desearía que todavía
estuvieras aquí.
Intenté respirar a pesar del dolor, pero no parecía ayudar.
—Traje una foto de tu nieta. Emmaline. La pequeña Emmy. Es tan hermosa, papá.
Dios, desearía que hubieras podido conocerla. Desearía que estuvieras aquí y la vieras crecer
conmigo. La querrías muchísimo y ella te adoraría. Ella estará cumpliendo cuatro pronto.
Luce justo como yo, pero es tan diferente. Es tan extrovertida y habladora. Ama vestirse
como una princesa, cantar y bailar. Ella ama ser el centro de atención. No creerías como es
con los hermanos. Los tiene a todos envueltos alrededor de su pequeño dedo. Incluso Daz
de pronto es un tío asombroso. Desearía que estuvieras aquí para ella. Desearía que
estuvieras aquí para mí. No sé qué hacer y tú siempre sabías. Siempre tenías el consejo que
necesitaba. Tú habrías impedido que me fuera después de que te perdimos. Pero no estás
aquí. No estuviste ahí entonces. Soy sólo yo, hablándole a una piedra, deseando que no me
hubieras dejado, igual como fue hace cuatro años. ¿Por qué estabas tan comprometido en
la pelea con Barton? ¿Por qué tomaste ese riesgo cuando sabías que yo te necesitaba? No lo
entiendo. ¿Por qué te arriesgarías alguna vez a dejarme?
Estaba tan cerca de gritar, así que me forcé a calmarme.
—No lo han podido detener, no todavía. Ahora, él está amenazándome. Emmy y yo
tuvimos que volver aquí, donde el club podría protegernos. Estar de regreso es tan difícil.
Siento el agujero que dejaste, todo el tiempo. Estar en la casa club, alrededor de los
hermanos, ver el parche en cada una de sus espaldas, todo eso me recuerda a ti. Y está Gabe.
No sé qué hacer con él, papi. Todavía estoy asustada. Te perdí por los negocios del club.
Pensaste que valía la pena dejar de lado tu vida por los Discípulos. ¿Qué pasa si él
eventualmente siente lo mismo? No podría soportarlo. Y… no sé si hay algo después de esto.
No sé si puedes realmente escucharme, si todavía cuidas de mí. Si lo haces, sabes de Emmy.
Sabes que ella quizás no sea de él. Él dice que nos quiere a las dos. Quiero creerle, pero sigue
diciendo que sabe que es su hija. ¿Qué pasa si está equivocado? ¿Qué si algún día descubre
que no lo es y ya no puede amarla igual? No puedo correr ese riesgo. No puedo. Pero Dios,
papi. Quiero hacerlo. Lo he extrañado muchísimo. Todavía lo amo. Pienso que siempre lo 136
amaré. Y quiero que Emmy tenga ese amor. Quiero que ella tenga un papá, para que conozca
la clase de amor que tú me diste. Lo quiero todo, pero sé que no debería tomarlo.
—Quiero pensar que tú lo entenderías, pero de alguna manera sé que estarías
alentado por él. Siempre te gustó que yo me enamorara de Gabe, sabiendo que él quería ser
un Discípulo también. Estarías muy feliz con él ahora si eso es cierto. Él juró que iba a
ganarme y me asusta que quizás tenga razón. Ni siquiera puedo explicarlo. No está
luchando conmigo y tratando de hacer que me rinda. Él… no sé ni cómo describirlo. Es como
si estuviera provocándome hasta romperme. Él no ha dicho una cosa sobre recuperarme
desde que peleamos por eso, pero siempre está ahí. Cuando estamos los dos en la granja,
encuentra la manera de estar cerca. Encontrará alguna razón para tocarme, para hablarme.
Dirá cosas de nuestro pasado cuando conversamos, forzándome a recordar. Ayer, alguien
puso girasoles en la cocina. Él no lo admitirá. Pienso que incluso hizo que alguien más los
dejara, así podría decir que él no fue sin mentir. Nadie admitirá que lo hizo, pero tuvo que
ser él. Sólo ustedes dos sabían cuánto amaba los girasoles que él solía darme. Son las
pequeñas cosas como esa con las que intenta hacerme recordar cuan buenos éramos juntos.
—Él no lo entiende. Nunca olvidé lo bueno que éramos juntos. Nunca pude. Con
Emmy podríamos irnos cuando este problema se desvanezca y yo podría nunca verlo otra
vez, pero nunca olvidaría cuanto lo amo.
Me siento ahí, deseando no sentirme tan sola como me siento. Deseando que de alguna
manera pudiera sentir si papá estaba conmigo.
—No sé qué hacer y tú eras el que siempre me ayudaba. Estoy aterrada de tomar la
decisión equivocada para mí o Emmy, o para nosotras dos. Estoy aterrada de dejar a Gabe
de nuevo, pero estoy aterrada de dejarlo volver y perderlo de la manera en la que te perdí a
ti.
Por un largo tiempo, no dije nada más. No sabía qué más decir.
Papá se había ido. Se había ido hace mucho tiempo. Tanto, que yo difícilmente era la
misma persona. Cuando se fue, yo todavía era una adolescente. Podría haber salido de la
preparatoria, pero todavía sentía que era una niña que no estaba lista para salir al mundo.
Esa Ash se fue. Fui madre, aprendí rápido y duro lo que sobrevivir por nuestra cuenta
significaba. Siento que fue hace un millón de años desde que fui la Ash que mi padre dejó 137
atrás… como si hubiera vivido una vida completa sin él.
A veces, no estaba completamente segura si conocía a la Ash que era ahora. Mi vida
ha estado tan centrada alrededor de Emmy desde que descubrí que ella venía, que me perdí
a mí misma en el camino. Yo era una “mamá”. Trabajaba, iba a casa, cuidaba a Emmy. Hice
lo que necesitaba hacer en nuestro pequeño departamento después de que ella fuera a la
cama y luego caía. Esa ha sido mi vida desde hace tanto tiempo, que olvidé lo que era sólo
relajarse hasta que volví a Hoffman.
Después de un tiempo, empecé a hablar de nuevo. No tenía idea si existía alguna
manera de que él pudiera escucharme, pero le conté a mi papá todo sobre criar a Emmy. Le
conté todas las historias graciosas que me hubiera gustado que él presenciara. Compartí
mis historias con el viento, el pasto y la piedra que tenía el nombre de mi padre. Esperaba,
con todo mi corazón, que él pudiera escucharlas. A pesar de todo, esperaba que él supiera
que tenía a mi hermosa hija y que yo era feliz.
Cuando me quedé sin emociones y había contado todas mis historias, levanté mi
rígido cuerpo del suelo, puse mi mano en la parte superior de la lápida y prometí—: Volveré
pronto. Cuando ella esté lista, traeré a Emmy conmigo —llevé mis dedos a mis labios,
besándolos, y volví a poner mi mano en la piedra—. Te amo, papi. Hasta la próxima.
Luego, me di vuelta y caminé hacia Gauge, sintiéndome ligera y más agobiada que
antes por la confusión, todo al mismo tiempo.

138
CAPITULO 20

—¿A dónde vamos? —preguntó Emmy una vez que la tuve en su asiento.
—Pensé en enseñarte donde trabajo —le dije.
—¿Cómo el comedod? Ahí es donde mami tabaja.
—Más o menos. Es donde estoy todo el día y gano dinero, pero es diferente del
comedor. Pienso que tendrás más diversión donde trabajo.
—¿Tienes papas fitas ahí? —estaba escéptica—. Docco me da papas fitas en el
comedod.
139
—No tenemos papas fritas en el estudio, pero si preguntas amablemente, mi amiga
Jess podría conseguirte algunas.
Miré en el espejo retrovisor para verla asintiendo. Se giró hacia la ventana, así que yo
me concentré en el camino. El silencio duró todo un minuto antes que ella preguntara—:
¿Es Jess tu novia?
¿Hacia dónde iba ella con eso?
—No. Ella trabaja conmigo. Es una amiga.
—Como Docco.
Todavía no tenía idea de quién era Rocco, pero estaba asumiendo que trabajaba con
Ash en el restaurante.
—Si, como Rocco.
Emmy lo pensó por un segundo antes de seguir—. ¿Es bonita?
—¿Jess? —pregunté, mirando para ver como Emmy asentía—. Si, ella es bonita —
algunas personas no pensaban que una chica con un brazo lleno de tatuajes y media cabeza
afeitada era bonita, pero ellos eran unos idiotas. Jess era hermosa y casi siempre se vestía
como modelo pin-up.
—¿Más bonita que mami?
Oh, mierda ¿de esto se trataba? ¿Estaba ella tratando de jugar al cupido?
—No, princesa. Nadie es más bonita que tu mamá. La única chica tan bonita como
ella eres tú, porque te pareces justo a ella.
Lo que sea que tenía en mente esta pequeña astuta, lo dejo ahí. En cosa de minutos,
estaba escuchando todo sobre unos niños en la televisión y como su episodio favorito fue
el día de ayer. Después de eso, era sobre una película de la que no estoy seguro dijera el
nombre. Luego, resumió todo nuestro viaje al zoológico para mí. Maldición, la niña podía
hablar, pero era linda como el infierno.
Aparqué en la parte de atrás de Sailor’s Grave, pero caminé alrededor para poder 140
entrar por la puerta de enfrente. Estaba cargando a Emmy. Me pregunté si Ash querría que
la hiciera caminar así no pensaría que siempre podría ser llevada en brazos, pero eso no me
detuvo. Apenas había tenido la oportunidad de estar cerca de ella y la quería lo más cerca
posible.
Jess estaba ocupada con un cliente cuando entramos, pero sus ojos aterrizaron en
Emmy y se iluminaron. Ella sabía que iba a traerla. Llevaba días emocionada.
—¿Qué es este lugad? —preguntó Emmy.
—Esto es un estudio de tatuajes.
—Es-tudo de ta-tajes.
Bueno, estuvo cerca.
—Estos son tatuajes —le expliqué, levantando el brazo que tenía libre.
—¿Todos los dibujos?
—Sip. Eso es lo que hago en el trabajo. Dibujo en la gente.
—Mamá dice que no tengo permitido dibujar en mí misma —dijo de mal humor.
—Bueno, no todos pueden. Estos dibujos nunca se van. Están en tu piel para
siempre. Las personas tienen que aprender a hacerlo y deben ser realmente buenos
dibujando para hacerlo.
Ella asintió como si estuviera teniendo grandes pensamientos mientras miraba de mis
brazos al resto de la habitación.
—Doadunner y el tiyo Daz tienen ta-tua-jes —dijo ella, pronunciando “tatuajes” con
completa concentración.
—Los tienen. Yo dibujé un par de ellos.
—Guau.
—Oh. Dios. Mío —levanté la mirada, muy seguro de que Jess estaba libre y venía
hacia nosotros.
Intentó controlarse, pero todavía estaba emocionada cuando dijo—: Tú debes ser
Emmy. Estoy tan emocionada de conocerte. Soy Jess.
141
—Hola —respondió Emmy, con una gran sonrisa.
—Eres tan linda.
—Me gustan tus flores —dijo Emmy.
Jess sólo unas pocas veces era tímida sobre tener tantos tatuajes como yo. Un lado de
su cabeza estaba rapado para mostrar las dalias purpuras oscuro que tenía tatuadas en su
cuero cabelludo. El cabello que si tenía estaba rizado ese día con pequeñas flores pegadas.
Para Emmy, estoy seguro qué lucia como cabello de princesa. Con lo que ella hizo después,
pienso, se la ganó por completo. Jess se acercó, tomó una de las flores de su cabello, no
importándole si desarmaba algún rizo, acomodó el cabello de Emmy hacia el lado y le puso
la flor.
Emmy se giró hacia mí, sus ojos grandes y luciendo como si estuviera a punto de
estallar.
—Tengo una flod —susurró.
—¿Qué le dices a Jess?
Giró la cabeza otra vez y dijo—: Gacias, Jess.
—Por supuesto, niña bonita —respondió Jess, con una gran sonrisa—, ¿te la llevarás
ahora? —me preguntó.
—¿Carson está en su oficina?
—Sip.
—La llevaré a que conozca al viejo primero.
Tomé a Emmy más cerca, esperando evitar que viera sangre en el camino. No
necesitaba alterarla en el primer día que tengo con ella. Ash probablemente dudaría en
darme otra oportunidad si eso pasara. La puerta de Carson estaba abierta, así que entré.
—Dame un minuto —murmuro Carson, mirando la computadora—. Esta maldita
máquina es… —se calló cuando miró por encima y vio a Emmy en mis brazos.
—Bueno, voy a estar maldito —susurró antes de abandonar su pelea con la
computadora para pararse.
—Probablemente —respondí. Hacia Emmy dije—: Este es Carson. Es el jefe de este 142
lugar.
—Tú tienes muchos ta-tua-jes —dijo hacia él, luego puso una mano en mi pecho—,
como Sketch.
—Eso hago, lindura. Le dibujé a ese chico unos cuantos —dijo Carson.
Emmy me miró como si pudiera mágicamente saber cuáles tatuajes eran trabajo de
Carson, antes de mirarlo de nuevo—. ¿También dibujas en las personas?
—Él es quien me enseñó cómo hacerlo —le conté.
—Guau —dijo silenciosamente.
Carson se rió—. Bueno, ella es buena para la confianza ¿cierto? Nada mejor que una
chica linda impresionada contigo.
Nos quedamos en la oficina de Carson un rato, dándole la oportunidad a Emmy de
encantarle. Esa niña podía hacer que un hombre entregara su último dólar sólo para
complacerla. Sólo podía imaginar el infierno que iba a causar cuando fuera mayor. Yo iba a
necesitar un par de armas más antes de que ella llegara a la edad de tener citas, edad que
sería cerca de los treinta o mayor y se casara.
Eventualmente, llevé a Emmy hacia una de las habitaciones de atrás por el verdadero
motivo por el que la había traído. Carson había transformado una de las habitaciones en un
lugar para que nosotros creáramos. Nada más que un estudiado espacio para pintar,
dibujar, lo que sea. Estaba siempre lleno de suplementos que contaban como gastos del
estudio, aunque cada uno los reponía si usábamos muchos en nuestro tiempo.
Pinturas secándose cubrían la habitación, el piso cubierto con restos de creaciones.
Un extremo fue adaptado para las fotografías. Jess incursionaba en la fotografía,
usualmente esa mierda donde las chicas se tomaban fotos sexys en ropa interior para sus
esposos, y usaba esa área para fotografiar tatuajes que hacíamos para nuestros propios
portafolios y promocionar la tienda como un todo.
—¿Qué es esto? —preguntó Emmy mientras la metía y la sentaba. Me senté en uno
de los caballetes, nos había abastecido de pintura lavable.
Me arrodillé en frente de ella—. ¿Alguna vez has usado pintura?
Sus ojos se agrandaron y negó—. Una vez con Jasmine. Mami dijo que eda muy sucio
y se podía pegad en la alfomba. 143
—Bueno, aquí puedes hacer cualquier desorden que quieras —le puse la camisa
blanca que traje para que ella usara como bata—. Ponte esto para que no manches tu ropa
y el piso está limpio así que puedes quitarte los zapatos. Tú y yo vamos a pintar.

Con Emmy estuvimos en la parte de atrás del estudio por horas. Ella pintó como
tormenta, obteniendo tanto en ella misma, el piso y mis jeans como lo hizo en todo el papel
que le di. Mientras ella combinaba colores brillantes por todos lados en grandes pinceladas,
yo la pinté a ella. No había pintado mucho desde que los tatuajes se convirtieron en mi vida.
Pasaba tanto tiempo dibujando diseños, que raramente tomaba un pincel.
Pinté a mi Emmy con la gran sonrisa que llevaba mientras ella creaba. Incluso pinté la
mancha rosa que tenía en su mejilla y la mezcla de colores en sus manos.
Habíamos tomado una pausa para almorzar, lo que incluyó papas fritas que Jess nos
había conseguido. Le mostré a Emmy cómo lucían las máquinas de tatuajes. Ella estaba
fascinada y era adorable.
Después de limpiar la pintura en ella y llevarla a cenar, nos dirigimos a casa. El viaje
no era largo, pero Emmy se durmió en su asiento. No había tomado una siesta o un descanso
real en todo el día. Había estado de aquí para acá; pintando, entreteniendo a todos en el
estudio, hablando hasta que estuve seguro que ya no le quedaba nada más para decir. No
estaba sorprendido cuando durmió incluso cuando la saqué de la camioneta.
Ni siquiera se movió cuando entramos. Ash se acercó de inmediato, ella sabía que
estábamos de regreso. Le había estado mandando mensajes todo el día.
—Está noqueada —dije.
—Está bien, es casi su hora de dormir en todo caso —respondió Ash—, puedo
tomarla y llevarla a la cama.
—Yo la llevaré. 144
Una vez que tuve a Emmy en su cama, salí y dejé a Ash para que la cambiara sola.
Quería quedarme. Quería empezar a aprender todo lo que involucraba cuidar de ella, pero
había tenido a Emmy para mí todo el día. Podía dejar que Ash tuviera ese momento. Por
ahora.
Todavía estaba en el pasillo cuando Ash salió y cerró la puerta silenciosamente detrás
de ella.
—¿Está durmiendo?
Ash asintió—. Despertó mientras la estaba cambiando. No me dejó quitarle esa flor
de su cabello hasta que le dije exactamente dónde la dejaría. Dijo que alguien llamada Jess
se la dio.
—Jess es la recepcionista de la tienda —le expliqué.
—Bien —respondió Ash. Ella quería decir algo más, lo podía decir por el modo en
que sus labios se fruncieron hacia un lado—. Y ella es…
Oh, ¿así que mi Ash quería asegurarse de que yo no estaba durmiendo con alguien
más?
—Nunca dormí con ella. Nunca lo haría.
—Oh, no quise…
—Sí, sí quisiste —la corté—, querías saber si estaba follando con ella. No voy a tener
a nadie que no seas tú.
—No vamos a dormir juntos de nuevo, Sketch. Tú puedes hacer lo que quieras.
Dijo eso, pero no en serio. Ni siquiera podía mirarme a los ojos. Caminé hacia ella,
llevándola hacia el dormitorio, luego nos encerré.
—¿Cuánto tiempo planeas jugar este juego?
—No estoy jugando un juego —espetó ella.
—Lo estás, nena. Los dos lo sabemos. Me quieres casi tanto como te quiero yo.
Ella no argumentó sobre eso. Ash era muchas cosas; tímida, obstinada como el
infierno, pero no era una mentirosa.
145
—Todo lo que tienes que hacer es decir la palabra y ambos podemos tener lo que
queremos —le dije.
Los ojos de Ash se mantuvieron desviados de mí, sus labios sellados. No había nada
que ella pudiera decir sin mentir y ni siquiera podía mirarme sin querer rendirse. Ella estaba
perdiendo y lo sabía.
Sin decir una palabra, me quité la camisa. Moviéndome hacia ella, puse mis manos en
sus hombros para empujar el suéter abierto que tenía puesto.
—¿Qué estás haciendo? —susurró.
—Decidí que no necesito que lo digas. Si no quieres esto, me dices ahora. No dices
nada, nena, entonces nos estoy dando lo que necesitamos.
—Sketch…
Con su suéter fuera, fui por el dobladillo de su camiseta.
—Eso no es un no, bebé. Última oportunidad.
Sus ojos parecían asustados y me tensé. Ella iba a detener esto. Ella iba a alejarme.
—Sí —susurró.
Santa mierda.
Sí.
Arranqué el resto de su ropa y la mía, nuestros labios sellados juntos. Ella estaba
caliente como el infierno, una gata montés. La llevé a la cama. No fue gentil, pero
jodidamente no podía contenerme. Después de años, finalmente tendría otra probada de
ella y había estado muriendo por ello desde siempre. Tan pronto como ella estuvo sobre su
espalda, me acomodé entre sus muslos y me empujé en casa.
—El cielo, bebé —le susurré a su piel de vainilla.
—Gabe —suplicó. Ella necesitaba más y yo estaba jodidamente feliz de entregárselo.

146
CAPITULO 21
Ash
Habían pasado semanas y yo no era la única enloqueciendo por estar atrapada en la casa.
Emmy puede no haber estado luchando contra los avances de un motociclista seriamente
determinado, pero todavía estaba en la casa todo el día con poca variedad cuando ella solía
pasar tiempo con Jasmine, quien usualmente la sacaba a algún lado, o salía conmigo de
alguna manera cuando no estaba trabajando. Empecé a llevarla a un parque al que mi papá
solía llevarme de niña. Habíamos estado dentro cuatro veces en muchos días, incluyendo
esa tarde.
Nuestros guardias habrían preferido mantenernos en casa, pero sabiamente sé dieron
147
cuenta del beneficio de sacar a una hiperactiva niña de tres años de la casa a gastar algo de
energía. Sobre todo, creo que no les gustaba vigilar de cerca en un patio juegos.
Definitivamente ellos recibían algunas miradas desconfiadas. Ace nos había acompañado
dos veces, Roadrunner tomó la responsabilidad una vez y ahora teníamos a Jager, quien
probablemente era el menos emocionado, no que haya dicho algo al respecto. Solamente
Roadrunner se sentaba junto a mí, los otros dos manejaban su responsabilidad desde la
distancia, paseando y vigilando todo. Eso probablemente no ayudaba con las miradas
desconfiadas de otros padres.
Emmy había salido volando tan pronto como llegamos, corriendo hacia una pequeña
niña quien parecía venir mucho también. Había oído todo sobre June, quien parecía ser la
primera mejor amiga de Emmy. Me alegraba que estuviera funcionado tanto como durara.
Emmy no tenía muchas oportunidades de pasar mucho tiempo con niños de su edad. Ella
estaría empezando el preescolar en otoño, lo que ayudaría, pero era bueno para mi social
hija tener la oportunidad de hacer amigos.
Estaba sentada en mi banca habitual, mirando a Emmy y tratando de evitar que mi
mente se pusiera a pensar en Sketch. Mi cordura en lo que a él se relacionaba colgaba de un
hilo. Aunque me avergonzaba admitirlo, él había pasado la mayoría de los días de las
últimas dos semanas en mi cama. Eso no significaba que me estaba rindiendo ante la idea
de volver a estar juntos de nuevo. No podía hacer eso. Nosotros sólo estábamos… follando,
supongo. Las personas tenían sexo casual todo el tiempo. Yo podía toralmente hacerlo,
también.
¿Cierto?
—Pensamientos profundos y no unos muy placenteros por lo que se ve —dijo una
voz detrás de mí.
Había un hombre parado ahí, atractivo, unos pocos años mayor que yo, cabello y ojos
castaños, una sonrisa amable.
—Lo siento, ¿qué? —pregunté.
—No importa, era sólo una estúpida manera de empezar una conversación —dijo
con una sonrisa auto desaprobación.
Rayos. ¿Qué hago ahora? Odio hablar con personas que no conozco.
148
Él avanzó con las cosas sin que yo lo hiciera todo súper incómodo. —Soy Derrick, el
padre de June —se presentó él mismo—. Tú eres la mamá de Emmy, ¿verdad?
—Oh, sí. Soy Ashlynn, pero todos me llaman Ash —entonces, pensé en algo. Emmy
dijo que el apellido de June era…—. Espera, entonces tu nombre es…
—Derrick Merryck —confirmó él antes de que yo pudiera terminar, asintiendo—,
mis padres tenían un retorcido sentido del humor.
Incapaz de evitarlo, comencé a reír—. Lo siento. De verdad. Pero eso es un poco
gracioso.
—No sólo un poco. Por supuesto, es molesto cuando todos piensan que les estas
dando un nombre falso —dijo—, especialmente si es a una hermosa mujer.
No había entendido el significado de sus palabras hasta que me fije en la intensidad
de su mirada. No tenía idea de qué decir. Estaba bastante segura de que él estaba
coqueteando. ¿Se supone que deba coquetear de vuelta? ¿Cómo se coqueteaba?
—Aunque el nombre no importa mucho cuando vas demasiado rápido con esa
hermosa mujer y lo estropeas —bromeó.
—Oh, no. Lo siento. Estoy haciendo esto súper incómodo.
Su sonrisa era confortante. Me hizo sentir un poquito menos una total inepta sobre
hablar con la gente—. Qué tal si empezamos de nuevo —sugirió, ofreciéndome su mano.
Sólo ahí noté los tatuajes debajo de sus mangas enrolladas de su camiseta.
—Guao. Esa es tinta seria.
Su cabeza bajó para mirar sus brazos, como si no tuviera idea de que los tatuajes
estuvieran ahí. Inmediatamente empezó a desenrollar sus mangas.
—Lo siento. Olvidé que se estaban viendo.
—No los cubras por mí —insistí, todavía mirando los coloridos diseños en su brazo
izquierdo—, son hermosas piezas.
—¿No te molestan? —preguntó lo que pensé era una pregunta extraña.
—No. ¿Por qué lo haría?
Él sonrió—. Muchas de las madres no comparten tu opinión. Usualmente me 149
mantengo cubierto cuando estoy conociendo a otro padre. No podría importarme menos lo
que piensan de mí, pero no quiero que se transforme en un problema para June.
—Bueno, no tienes que preocuparte de eso por mí. Mi papá estaba cubierto en
tatuajes y era un padre asombroso —expliqué.
—¿Tú tienes algún tatuaje?
—No. No todavía de todas formas —nunca tuve el coraje para ese tipo de cosas, pero
había estado pensando más y más desde que veía a Sketch frecuentemente.
Pensar en Sketch me hizo preguntarme si estaba mal de mi parte estar teniendo esta
conversación con Derrick. ¿Estábamos coqueteando? No lo sabía. Si lo estábamos, ¿estaba
mal debido a lo que estaba haciendo con Sketch? O dado que era sólo casual, al menos de
mi parte, ¿significaba que coquetear estaba bien?
¿Por qué no podía ser normal y saber cómo manejar este tipo de cosas?
—Bueno, si alguna vez te interesa hacerte uno, déjame saber. El tipo que me ha hecho
todos los míos, es local y es un artista increíble.
Si, podía justo imaginar lo bien que iría con Sketch si yo me tatuara con alguien más.
Él enloquecería.
No, tenía que parar. ¿Por qué estaba pensando en cómo iba a reaccionar Sketch? ¿Por
qué le estaba dando ese poder? Nosotros no estábamos juntos. Necesitaba dejar de pensar
en él como si lo estuviéramos. Inmediatamente.
Le aseguré a Derrick que le dejaría saber si llegaba el momento en el que quisiera
tatuarme y la conversación siguió bien desde ahí. Hablamos sobre las niñas, su trabajo como
capataz, la lucha de escoger un programa de preescolar. Eventualmente, el notó las miradas
que yo estaba intercambiando con Jagger, quien no parecía nada cómodo con Derrick
sentado a mi lado.
Derrick miró hacia Jager, luego hacia mí—. ¿Él es tu hombre?
—No. No estamos juntos —le aseguré.
—¿Es el papá de Emmy?
—No. Él es… como su tío —expliqué. 150
—¿Qué este yo aquí será un problema?
—No, él es sólo protector con nosotras —saludé a Jager y traté de asegurarle que
todo estaba bien, pero no parecía apaciguado. Bien. Lo que sea que fuera Derrick, no parecía
ser una amenaza para mi seguridad.
—No quisiera traer un tema raro, pero no has mencionado al papá de Emmy. ¿No
está en la foto?
—No, no lo está —al menos, probablemente no lo estaba. O tal vez lo estaba. No lo
sabía.
Derrick asintió, pero no parecía que me estuviera juzgado—. Realmente desearía
poder decir que la mamá de June no está en la nuestra.
—¿Es malo?
—Mucho. Meg es todo sobre ella misma. Lo juro, sólo quiso tener a June porque ella
estaba afuera de nuestro círculo social cuando nos casamos, ya que no tenía ningún hijo.
Cuando nos divorciamos, se enganchó a un hombre nuevo con ingresos de seis cifras y el
cambio de círculo social. Los niños no eran parte de eso ya. June ya no era el accesorio
perfecto, así que a Meg no le importa tenerla cerca. Se mudó al norte de Nueva York y sólo
se acuerda de June cuando le conviene o cuando ha pasado mucho tiempo sin hacerme
miserable.
—Eso es terrible —le dije, mis ojos yendo hacia June y Emmy—, no podría imaginar
pasar un solo día sin hablar con Emmy. Ella es mi mundo entero.
Él me dio una mirada que sólo podría describir como aprobatoria. Volví a sentir esa
punzada de culpa y vi la cara de Sketch en mi cabeza.
Una vez que nuestras bebés estuvieron demasiado agotadas para seguir jugando,
decidimos que era tiempo de irse.
—Tenemos que volver a hacer esto pronto —dijo mientras cada uno cargaba a
nuestras hijas al estacionamiento.
—Absolutamente.
—No pretendo adelantarme, pero nunca mencionaste a un novio ni nada —dijo.
151
Estaba insegura sobre qué decir, pero fui con la verdad, mayoritariamente la verdad—
. Eso es porque no hay uno.
—¿Te gustaría salir a cenar conmigo alguna vez?
Vaya. Bueno. ¿Ahora qué?
He debió leer el mini susto en mi cara—. Tengo una gran niñera en la que confío con
June, estoy seguro de que estaría feliz de cuidar a las dos niñas por una tarde —ofreció.
Todavía no tenía idea que decir.
—O tal vez sólo hice esto muy incómodo.
Parte de mi quería decir que sí, aunque sólo fuera para librarlo—. No, no es eso. Lo
siento. Yo soy realmente rara y no estoy segura de qué decir.
—¿Qué tal, sí?
—Quiero, pero…
Él leyó la forma en la que me callé por lo que era—. Pero hay alguien, incluso si él no
es un novio.
—Más o menos. ¿Tal vez? Realmente no lo sé. Somos un desastre más que nada.
—Te diré que —dijo—, que tal, si por ahora, nos quedamos como amigos. Podemos
pasar el rato cuando las niñas estén juntas. Estaré cerca y si las cosas con el tipo desastre
terminan, estaré aquí. Si no estás cómoda con invitarme a salir cuando llegue ese momento,
sólo puedes dejar pistas y yo preguntaré de nuevo.
—No podría…
—No te preocupes por mantenerme enganchado. Lo entiendo. Las cosas podrían
funcionar con el tipo desastre y ese es un riesgo que estoy dispuesto a correr. Pero tengo
que ser honesto, estoy esperando que no. No pasa todos los días que conozca a otro padre
soltero quien es una gran mamá, dulce y hermosa como tú. Estaré esperando mi
oportunidad y estoy dispuesto a esperar cerca para ver si la consigo.
Maldición. Eso era realmente dulce.
—Okay —me rendí.
—Okay —respondió. 152
Intercambiamos números para que pudiéramos planear citas de juegos para las niñas
y separamos nuestros caminos. Estaba tan preocupada por nuestra conversación, que no
preste atención al rugido de escapes acercándose al estacionamiento o cuando se
marcharon un minuto después.
CAPITULO 22

Estaba de vuelta en la casa cuando ella llegó. Primero, tuve una ventaja sobre ella. Segundo,
no había manera de que ella fuera a la velocidad que yo había tomado, especialmente no con
Emmy en el auto. Además, ella no tenía la imagen de la mujer que jodidamente amaba
dándole su número a alguien más. Tenía que volver, jodidamente calmarme y controlarme
antes de verla.
Esta mierda entre los dos tenía que parar. Había estado haciendo todo lo que podía
para tenerla de vuelta durante putas semanas. Si ella iba seriamente a salir con otro tipo,
tal vez era tiempo de rendirme y aceptar que mi Ash se había ido. 153
Pero al carajo si de verdad podía hacerme hacer eso.
Escuché su auto estacionándose, el sonido haciendo eco tan fuerte en mi cabeza, era
como si yo estuviera en el suelo sobre el que el auto estaba rodando. Caminé mientras
esperaba que ella entrara, agitado por cuanto tiempo le estaba tomando. Cuando ella entró,
tenía a una adormecida Emmy en sus brazos.
Ella me vio parado ahí y dijo—: Hola.
Hola. Me tenía en su cama casi cada noche por semanas y le dio su número a otro
hombre y obtengo un “Hola”.
Coño. Iba a descontrolarme.
Cuando no dije nada, ella dijo—: Necesito acostarla.
—Hazlo. Necesitamos hablar afuera.
Lucía sorprendida y un poco preocupada, pero fue a hacerlo de todos modos. Salí sin
esperar por ella. Necesitaba estar afuera antes de empezar a gritar o destrozar algo. Emmy
no tenía ninguna ventana mirando hacia el patio trasero, así que con suerte yo podría
controlarme lo suficiente para que ella pudiera dormir.
Ash salió vacilante. La mitad de mi quería tranquilizarla, pero el resto seguía
jodidamente molesto.
—Sketch…
La manera preocupada en la que dijo mi nombre me reventó.
—¿Esta es la nueva Ash? ¿Sólo andas por ahí coleccionando tipos para follar?
Ella dio un paso atrás como si la hubiese golpeado—. ¿De qué estás hablando?
—¿O es más? ¿Quieres ser la señora puta Derrick Merryck? —ante su cara
sorprendida, expliqué—: Monté hasta el parque. Iba a relevar a Jager de su deber de
guardia.
—¿Cómo siquiera lo conoces? —preguntó.
—¿Quién crees que le puso toda esa tinta en su piel? 154
Entonces ella dijo la cosa equivocada—: Wow. Esos tatuajes son hermosos.
—¿En serio estás jodidamente hablándome sobre cuán bien lucen los tatuajes en los
brazos de otro tipo?
Ella decidió cambiar de tema—. Sketch, apenas lo conocí hoy. Emmy ha estado
jugando con su hija cuando estamos en el parque. Él se acercó para presentarse.
—Y tratar de que follaras con él.
—No fue así.
—¿De verdad? ¿Entonces él no te invitó a salir y tú no le diste tu número?
Se mordió el labio.
—Sé exactamente cómo fue, Ash. —espeté.
—Bueno. Sí. Él me invitó a salir, pero no dije que sí. Sólo le di mi número para que
pudiéramos planear citas de juegos para las niñas. Es importante para Emmy tener amigos
de su misma edad.
Joder. Lo que estaba diciendo tenía sentido, pero todavía veía rojo.
—No estaríamos en está puta situación si tú sólo admitieras que eres mía. Joder,
Ash. Estoy en tu cama cada noche. Estoy cansado de ser tu folla-amigo. Tú y Emmy son
mías. Sólo dilo.
Ella miró hacia otro lado, su cabeza sacudiéndose. No había visto esa mirada en su
rostro, asustada y lista para salir corriendo, desde la noche en que la perdí.
—No puedo —susurró.
Al carajo no puedo.
—¿Por qué jodidamente no? —no respondió, así que seguí—. ¿Qué te detiene? ¿Tu
vida en Portland? Trabajabas en un puto restaurante hasta que lucías mitad muerta de
cansancio cuando Roadrunner te encontró.
Decir el nombre de Roadrunner me hizo recordar algo que había olvidado.
Roadrunner y Stone en la cocina la primera noche que Ash había vuelto.
155
—… ni siquiera tenía una cama, por el amor de Dios. Sólo dormía en el puto sofá por Cristo sabe
cuánto tiempo.
La miré, ante la pérdida de palabras por un segundo. ¿Un sofá?
—¿Dormías en un sofá?
Palideció y esa era toda la respuesta que necesitaba.
—¿Es por eso no puedes? ¿Porque tenías una gran vida que dejaste detrás? Puto
infierno, Ash. No merecías hacer nada de esa mierda. Trabajar hasta casi matarte y ni
siquiera poder estar cerca de Emmy tanto como ustedes dos se merecen porque tenías que
proveer para ella. Podría hacerme cargo de las dos. Podrías volver a la escuela. Podrías
quedarte en casa con Emmy todo el día. Lo que jodidamente quieras. Todavía podrías ser
una mesera si significa algo para ti, pero no estarías forzada a hacerlo. Y nunca, ni siquiera
una vez, estarías forzada a dormir en un puto sofá en vez de la cama en la que perteneces.
>>¿Tienes amigos ahí? Bien. Portland no está tan lejos. Podemos conducir y verlos
cuando sea que quieras. Ellos pueden venir de visita. Jodidamente no me importa. Lo que
me importa es que terminemos con este estúpido juego y tú admitas que no estamos sólo
follando. Y antes que digas una palabra sobre eso, te diré lo que ya dije antes: También
quiero a Emmy. Quiero que ella me conozca como su papá. Las quiero a las dos y les daré a
las dos todo lo que necesiten. Sólo tienes que dejarme.
A penas podía respirar y Ash estaba tan quieta que no estaba seguro de que también
respirara. Todo mi cuerpo vibraba. No sabía si era por frustración o miedo de que me
rechazara de nuevo, pero se apodero de mí completamente. Ash sólo me miró con sus ojos
azules muy abiertos. Cada segundo que pasaba se sentía como una vida completa, cada uno
de ellos me acercaba al golpe de muerte del que estaba cada vez más seguro de que me iban
a dar.
—Sketch…
Joder.
No.
Fue consolador.
—Yo… yo no…
156
Joder. Joder. Joder.
Ella estaba diciendo que no.
Quería demandar que lo dijera. Quería que se parara ahí frente a mí y me dijera a la
puta cara que no me quería. Quería forzarla a que lo hiciera, así quizás sentiría una fracción
de lo que yo estaba sintiendo.
Pero yo era jodidamente demasiado marica para escucharla decir eso.
No podría vivir con el recuerdo de esas palabras saliendo de su boca. Apenas había
sobrevivido cuando ella se fue sin decir nada.
Así que, esta vez, iba a ser yo quien se fuera.
Casi lo hice. Conseguí pasar a Ash, entré y casi en la puerta tomando mis llaves para
irme, cuando fui detenido.
—¿Sketch?
No era la voz que quería escuchar, pero Dios, estaba cerca.
Emmy estaba parada en el pasillo, con la nutria de peluche que le conseguí en el
zoológico el otro día, abrazada en su pecho.
No podía alejarme de ella. No estaba en mí.
Me acerqué hacia ella y me arrodillé. De inmediato vino hacia mí, dejándome tomarla
en mis brazos y levantarla del piso.
—Hola, princesa.
—¿A dónde vas?
Maldición. ¿No era esa la puta pregunta? ¿Hacia dónde diablos iría? Ash al menos se
estaba quedando por un tiempo. Entonces, ¿qué? ¿Sólo la dejo ir y que se lleve a Emmy con
ella? Incluso si Ash no me quería, estaba seguro, hasta mis huesos, que Emmy era mía. No
dejaría que fuera alejada de mí. Puede que ya no luchara por el corazón de Ash, pero todavía
tenía una batalla en mis manos, una que no podría ganar si yo me iba.
—A ningún lado —le dije—, ¿no deberías estar tomando una siesta?
157
—Escuché duidos. Me despedtaron.
Sólo sigan y pongan mi nombre en el premio del pendejo del año.
—Lo siento, eso fue mi culpa. ¿Por qué no te volvemos a poner en la cama? Te
prometo, estaré en silencio ahora.
Ella asintió y se apretó a mi pecho mientras la llevaba de vuelta a su habitación. La
pobrecita estaba agotada.
Estaba acostándola, tirando la manta de princesas blanca y rosa sobre ella, cuando
habló de nuevo.
—¿Vas a ser mi papi? —estaba tan jodidamente sorprendido por la pregunta, que no
respondí. Emmy, mi chica persistente, siguió—. Siempe quise un papi. Tú sedías uno muy
bueno. Tú y mami podían casadse y podías ser mi papi.
Joder. Esta niña. Ella era jodidamente demasiado.
—No lo sé, princesa —admití. Su expresión cayó y no pude soportarlo—, pero te
diré un secreto, si prometes guardarlo.
Su pequeña cara rompió en una sonrisa y asintió—. Lo pometo.
Joder, tan linda.
—Quiero ser tu papi. Llegar a ser papi de alguien no es fácil y no sé si yo pueda, pero
te prometo, haré mi mayor esfuerzo para hacer que ocurra. ¿Okay?
Emmy se levantó, se paró en la cama y envolvió sus brazos en mi cuello—. Okay, papi.
Carajo.
La abracé fuerte. Dije en serio lo que le dije. Iba a hacer todo lo que estuviera a mi puto
alcance para hacerlo legal, para estar malditamente seguro de que esta no fuera la última
vez que la escuchaba llamarme papi.

158
CAPITULO 23
Ash
Él se fue.
Me había parado ahí como una idiota y no dije nada mientras él se alejaba,
Ve tras él, parte de mi estaba gritando, arréglalo.
¿Qué se suponía que debía hacer?
—¿Vas a dejarlo ir?
159
Di vuelta y vi a Jager de pie en la cubierta, la poderosa estructura de su cuerpo era
intimidante como siempre. Al principio, pensé que era enojo en su mirada. Lastimé a su
hermano. Me preguntaba si esa sería la reacción que recibiría de todos los hermanos. No
me habían tratado diferente porque había dejado a Skech la primera vez, pero quizás esto
sería demasiado.
—No cometas ese error —dijo de nuevo Jager.
Ahí me di cuenta de que él no estaba enojado, estaba decepcionado de mí.
—No entiendes. Hay cosas que ninguno de ustedes sabe —intenté.
—Imagino que eso es verdad. No significa que tengas que dejarlo ir. Todos tienen
algunos esqueletos en su armario.
Hice la pregunta que me estaba invadiendo—. ¿Qué pasa si le digo y él no puede volver
a verme de la misma manera? ¿Qué pasa si no puede ver a Emmy de la misma manera?
—Por lo que entiendo, él ha estado enamorado de ti desde que tenías cuatro años.
No creo que nada pueda cambiar el modo en que te ve, además de alejarlo.
Desvíe la mirada—. No creo que me siga amando.
—No seas estúpida.
Mi cabeza se giró de golpe hacia él—. ¿Qué?
—Él te ama. Justo como tú lo amas a él. Que te fueras pudo haber sido duro, pero eso
no cambia lo que siente por ti.
—¿Cómo sabes eso?
—Porque quizás podrías estar manteniendo tus ojos cerrados, pero el resto de
nosotros los ha visto a ustedes dos desde que volviste. Es difícil no verlo.
Rayos.
¿Eso era verdad? ¿No lo veía porque intentaba mantener a Sketch alejado?
—La vida es corta, Ash. Tú sabes eso. Todos sentimos el dolor cuando perdimos a
Indian, pero sé que lo sentiste más profundo que el resto de nosotros. Sé lo que se siente
esa mierda. Créeme, lo sé —su voz se volvió áspera con las últimas palabras y vi el dolor
inundando en su cara. Me golpeó con una claridad enfermiza que el dolor que él estaba 160
mostrando estaba siempre ahí, escondiéndose en sus rasgos controlados, acechándolo en el
fondo de sus ojos. Era un dolor familiar, uno que yo misma sentía, pero era mucho más
fuerte.
Jager había perdido a alguien, alguien cercano, tal vez incluso más de una vez.
¿Qué era lo que él había pasado?
—Jagger… —quería decir algo para ayudarlo, pero sabía por experiencia que la
simpatía banal no aliviaba el dolor.
—No hablo de eso —cortó—, no lo haré. Fue hace mucho tiempo. Sólo sé que te
entiendo. Entiendo que todavía estés dolida, que siempre te dolerá. Pero tienes que saber
que él también está herido. Perdió a Indian con nosotros, perdió a Gunner, pero lo peor de
todo, durante esos años, él te perdió a ti y se perdió momentos con Emmy.
Le dije la verdad que los hermanos no sabían—. ¿Qué pasa si ella no es suya?
Ni siquiera pestañó—. No creo que importe.
Me obligué a moverme, para alcanzar a Skech antes que se fuera, pero mis pies no
escuchaban. El miedo me cementó en el mismo lugar. Él ya me había dado una oportunidad.
¿Qué pasa si ya es muy tarde?
—Anda —insistió Jager—, él quiere una declaración. Ve a dársela.
Eso me hizo moverme. Un paso, dos, luego más rápido, hasta que estaba corriendo a
través de la puerta trasera.
—Vigilaré a Emmy si despierta —dijo Jager detrás de mí.
Quería agradecerle, pero eso implicaría detenerme. No podía hacer eso. Sería un
milagro si Sketch no se hubiera ido todavía. Corrí por la casa y me derrumbé cuando él salió
por el pasillo donde estaban las habitaciones de Emmy y la mía. El miedo de que había
perdido mi oportunidad me agarró de nuevo y él malinterpretó mi vacilación.
—Emmy estaba fuera de la cama. Sólo estaba acostándola de nuevo —explicó.
Dios, era dulce. Incluso cuando estaba molesto conmigo, todavía se quedó para cuidar
de ella. 161
Yo era una idiota.
—Soy tuya —solté.
Él sólo se me quedó mirando.
Me obligué a seguir, a pesar de que estaba segura de que iba a desmayarme.
—Lo siento. Tenías razón, siempre he sido tuya. Fui tuya la primera vez que nos
vimos y fuiste tan simpático conmigo, aunque yo era tan tímida. Fui tuya todos esos años
cuando éramos niños y tú eras mi único amigo. Fui tuya cuando amenazaste a toda una
habitación llena de gente porque algunas chicas me estaban haciendo bullying. Era tuya
cuando me sujetaste a través del funeral de papá. Fui tuya cada día desde que me fui. Y yo…
—Ash —me cortó.
Por un largo y nauseabundo momento, tuve la certeza de que iba a decirme que no
había diferencia. Estaba tan segura de que iba a decirme que él ya no era mío así que nada
de eso importaba. Se sentía como si mi corazón estuviera tambaleándose a un precipicio y
estaba mirando cómo se caía por la orilla.
—¿Sí?
—Cállate.
Lo hice.
La cara de Sketch estaba en blanco, pero sus ojos eran intensos. Sólo que no podía leer
lo que eso significaba.
—Pruébalo —dijo.
Y lo hice.
Me lancé hacia él y él estaba ahí para agarrarme. Caí en su pecho y sus brazos
agarraron mis muslos para levantarme. Envolví mis brazos y piernas en él, y me abrazó
fuerte. Cerré mi boca sobre la suya y él me devolvió el beso más fuerte que nunca había
sentido.
Sketch separó su boca de la mía—. Dilo de nuevo —demandó.
Pasé mis manos por sus mejillas, acariciándolo hasta su mandíbula. Él no había 162
perdido su control y yo quería que lo perdiera.
—Soy tuya.
Sentí el gruñido que lanzó en respuesta vibrando desde su pecho hacia el mío, desde
sus labios a los míos mientas me besaba. Era diferente a como había sido las semanas
pasadas. La intensidad estaba casi consumiéndome.
—Te quiero en mi cama —dijo contra mis labios.
—Sí.
Esperaba que me bajara, pero empezó a caminar hacia las escaleras. Chillé y me agarré
más fuerte cuando dio el primer paso.
—Puedo caminar —intenté. En serio, caer de las escaleras parecía una manera
segura en la que no conseguiría tenerlo desnudo, y en realidad, realmente quería eso.
—Y yo puedo llevarte —cuatro pasos adelante, estaba creyendo que tenía razón. No
parecía que le costarle.
Una de sus manos fue hacia la parte posterior de mi cabeza, presionándome en su
cuello. Sonreí contra su piel y entendí la indirecta. Presioné mis labios con los de él, mi
lengua salió para probarlo. Su gemido me hizo mordisquearlo, queriendo excitarlo como yo
lo estaba. Entonces, intensifiqué incluso más. Chupé profundamente su piel, queriendo
marcarlo.
—Joder, bebé. Me hiciste un chupetón y nunca escucharé el final de esa mierda.
Lo liberé y retrocedí—. ¿Quieres que me detenga?
—Joder no.
Le di otro pequeño tirón en el mismo lugar, queriendo asegurarme de que dejé una
marca. La mano que él tenía apoyada en mi trasero se fue, luego regresó con un golpe sólido.
Jadeé, pero se convirtió en un gemido cuando me masajeó entremedio de mis piernas.
—¿Ya estás lista para mí?
—Sí.
163
—Esa palabra me pone tan malditamente duro cuando la dices.
—¿Sí?
—Mmm —concordó—, y te haré gritarla para mí pronto.
Estaba segura de que lo haría. Ese pensamiento hizo que partes de mí se apretaran, un
movimiento que involucraba a mis dos piernas. Él lo sintió y me dio una mirada caliente.
—Pronto, bebé —prometió.
Sketch me llevó a su habitación, un lugar que no había visto. Cada noche que pasamos
juntos había sido en mi habitación en caso de que Emmy despertara y me buscara. Al
menos, eso es lo que había pensado. Nunca tuvimos una conversación sobre eso.
No tuve oportunidad de mirar alrededor. Sketch pateó la puerta tras nosotros,
estirándose para poner la cerradura y antes de mi próximo aliento, estaba de espaldas en
su cama y con él encima. Nuestras ropas estorbaban, molestosamente, y nos las arrancamos
el uno al otro. No había juego previo, sin retrasar nada. No lo necesitábamos. Tan pronto
como se sacó sus jeans, separó mis piernas, se acomodó entre ellas y se deslizó dentro en un
movimiento.
—Oh Dios —gemí, arqueándome para tomarlo más profundo.
Pero él no se movió.
—Dime, Ashlynn.
—Soy tuya.
Él giró sus caderas, frotándose contra mi clítoris de una manera que me tenía llorando.
—Eso no.
—¿Entonces qué? —pregunté, rogando por una respuesta.
—Quiero algo más de ti, algo que no he escuchado de ti en cuatro años.
Movió sus caderas para acentuar su demanda y perdí la pista de lo que había dicho.
Estaba tan profundo, pero necesitaba que se moviera. Necesitaba más antes de perder mi
cabeza.
—¿Qué? 164
—Bebé, dame lo que quiero y conseguirás lo que quieres.
—¿Qué es lo que quieres?
Se inclinó y susurró en mi oído—. Dime qué sientes por mí, Luciérnaga.
Me congelé.
—Dime —presionó, empujando dentro de mí.
Estaba enloqueciendo y demasiado excitada para lidiar con esta situación.
—Por favor —rogué.
Se retiró, hasta que sólo su cabeza estaba apenas dentro de mí. Lloré por la perdida.
—Dime.
—Yo… —no podía hacerlo.
—Cariño, dime. Yo ya lo sé.
—Sketch.
Me dio una mirada desaprobatoria.
—Gabe —me corregí.
—Sólo dilo. Te prometo que no lo lamentarás.
Me detuve a mirarlo y realmente ver lo que había en sus ojos. Eran cálidos, bellamente
así. Sentí pánico ante lo que él estaba preguntando para su alivio. Él sabía, como siempre
había sabido, como me sentía.
—Dilo —me convenció.
—Te amo.
Empujó dentro de mí, tomándome rudo y profundo, hasta que estaba gritando, justo
como él había dicho que lo haría. Fue implacable, no parando incluso cuando me vine la
primera vez. Nunca disminuyó la velocidad, sólo separo más mis piernas cuando intenté
juntarlas en la agonía de mi orgasmo. Se mantuvo firme follándome hasta que me corrí de
nuevo y supe que él se iba a correr conmigo.
165
Justo al último segundo, mientras estaba meciéndome en las olas de placer, él gruño—
: Dilo de nuevo.
—Te amo —gemí.
Enterró su cara en mi cuello y dijo en un gemido mientras se corría—: Te amo, Ash.
CAPITULO 24

Vi mis manos deslizándose por la suave piel de Ash. Ella se apartaba de mí de vez en cuando,
mi toque dándole cosquillas. Su cuerpo no estaba totalmente recuperado de mí follándola
todavía.
Era un intercambio familiar. Lo habíamos hecho hace años y lo habíamos estado
haciendo en las semanas desde que regresó. Aun así, después de que admitió que todavía
me amaba, me sentí como nuevo. Me sentí más ligero de lo que recordaba haber estado
desde antes de perder a Indian. Quería quedarme ahí todo el tiempo que fuera físicamente
posible. 166
Ella miró alrededor de la habitación, pareciendo notar los detalles por primera vez
antes de que sus ojos se enfocaran en las fotos que tenía enmarcadas en la repisa.
—Hay fotos de nosotros —murmuró.
—Sí —me miró en shock. Sabía por qué, pero aun así dije—: No hay razón para estar
sorprendida, nena. Nunca quise renunciar a ti. Parte de mí siempre tuvo la esperanza de
que te tendría de vuelta.
Mi chica, como frecuentemente le pasaba, no supo qué decir. Lo supe cuando no dijo
nada, sólo dejó un dulce y ligero beso en mi pecho que, no miento, fue suficiente para
reparar toda la mierda que pasó en el pasado.
Sus ojos volvieron a la repisa, moviéndose sobre las fotos de nosotros a través de los
años, hasta que se detuvo en el último marco. —Gunner —susurró.
El dolor familiar se asentó en mi pecho cuando pensé sobre perder a mi tío—. Gunner
—reconocí.
—Lo extrañas —adivinó, sabiendo que Gunner significaba tanto para mí como
Indian para ella.
—Sí.
—Siento tanto que lo hayas perdido —dijo, su voz quebrándose—, lo siento tanto
por no haber estado aquí para ti.
—Lo sé, bebé —y joder si acercarla no aliviaba el dolor también.
—Quiero dibujarte —le dije después de un poco de silencio, no queriendo revivir
más el pasado. Tenía a Ash otra vez y nos enfocaríamos en el futuro.
—Has hecho eso antes —apuntó.
Lo había hecho, la dibuje más veces de las que podía contar.
—Sí, pero nunca te dibuje así.
La comprensión tenía a sus ojos muy abiertos—. ¿Quieres dibujarme desnuda?
—Mmm —murmuré en respuesta mientras besaba su hombro.
—¿Qué pasa si alguien lo ve? 167
—Nadie va a verlo.
—Estoy segura de que Rose pensó eso también.
—¿Quién es Rose?
—De Titanic. Jack la dibujó desnuda y la tripulación buscando el collar ve el dibujo
de ella.
¿Cómo había olvidado lo ridícula que ella podía ser? Maldición, era jodidamente linda.
—Bebé —la devolví a la realidad—, ¿me dejarás dibujarte o no?
—¿Ahora?
—No, pero alguna vez pronto.
Ella se apartó un poco de mí. Y no me gustó esa mierda en absoluto.
—No lo sé.
La empujé de vuelta hacia mí—. ¿Por qué te pones tímida conmigo?
—Mi cuerpo cambió mucho…
—Ash, he pasado las pasadas semanas volviendo a familiarizarme con cada
centímetro de ti. Sé que tu cuerpo ha cambiado y jodidamente me gusta. Ya hablamos de
esto antes. Debes dejarlo ir. Quiero dibujarte, exactamente como estás ahora, no tú de
dieciocho años.
Se acomodó de nuevo, relajando su cuerpo a mi lado, sus piernas extendidas sobre las
mías.
—Quizás para tu cumpleaños —dijo.
Quizás mi culo. Ella totalmente iba a dejarme.
Su deslucido acuerdo me hizo pensar en algo.
—¿Cuándo es el cumpleaños de Emmy? Dijo que era pronto.
—En dos semanas. El veintiuno de abril.
Me rehusé a pensar en los cumpleaños que me había perdido mientras le decía—: 168
Planearemos algo para ella. Daremos una fiesta.
—Ella nunca ha tenido una gran fiesta. El año pasado fui sólo yo, mi amiga Jasmine
y su mamá. Aunque, me pregunto si lo recuerda. Todavía era bastante pequeña.
—Ella tendrá fiestas desde ahora. Los hermanos amarán hacer fiestas para ella.
Los dos nos callamos por un momento. Estaba seguro de que teníamos que
levantarnos y vestirnos pronto. No sabía cuánto duraría la siesta de Emmy, pero imaginaba
que no nos quedaba mucho tiempo. Había una cosa más de la que quería hablar primero.
—Hablaré con Gauge mañana sobre la prueba de paternidad. Él la hizo cuando esa
perra estuvo embarazada de Levi. Probablemente todavía tiene la información de la
compañía que usó.
Ash se levantó para sentarse, agarrando la sabana contra su pecho.
—¿Qué?
—Haremos la prueba de paternidad y luego me agregarán al certificado de
nacimiento de Emmy. Ellos probablemente necesiten la prueba para eso, ¿cierto? Quizás
no. Quizás si los dos lo declaramos, no importaría —la última parte fue en su mayoría para
mí, pero no importaba. Ash no estaba conmigo.
—¿Prueba de paternidad? —preguntó, como si hubiera sugerido que jugáramos a la
ruleta rusa con Emmy en su lugar.
—Sí, nena.
—No quiero hacer una prueba de paternidad.
Sí, parte de mí también estaba preocupado. Aunque no importaba. Emmy iba a ser mi
hija de cualquier manera.
—Nena, no importa. Ya amo a esa niña. Descubriremos la mejor manera para hacerla
mi hija de cualquier manera —intenté asegurarle.
—No.
—¿No?
—Ninguna prueba. No quiero hacer una prueba. No lo haré. 169
—Nena, no importa lo que diga. Creo que quizás la necesitaremos para saber qué
hacer legalmente para sea mía.
—Sí importa. Importa mucho. No quiero una prueba —insistió Ash.
—Sea quien sea el tipo, no tendremos que contactarlo. No importará…
—¡No! —me cortó Ash—. No lo haré. No quiero los resultados.
—¿Qué pasa si prueba que soy su padre?
—No quiero saber.
Ash se levantó y empezó a recoger su ropa del piso. Estaba tirando de ella tan rápido
como podía.
¿Qué demonios?
—Luciérnaga…
—¡No! Dije que no quiero hacerlo. No puedes obligarme a hacerlo. No quiero esos
resultados. ¡No quiero saber!
Entonces estuve de pie, agarrando mis jeans del suelo y poniéndomelos.
—¿No quieres saber? No quieres saber definitivamente que Emmy es mía —mis
propias palabras y la verdad que escondían me golpeó, y me sentí jodidamente enfermo—.
Eso es, ¿cierto? No quieres descubrir que ella es mía.
—No, no es eso —dijo, pero no me miró y no explicó lo que era. Sólo siguió
vistiéndose.
—Carajo. Eso es. No quieres descubrir que soy su padre. Todavía sigues aferrándote
a todo el odio que tienes hacia los Discípulos. Todavía sigues culpando al club por quitarte
a tu padre. Qué, ¿tu plan era admitir que me amabas y luego convencerme para que dejara
el club de nuevo?
—No, yo…
Ella no terminó y no la dejé averiguar lo que iba a decir.
—Puto infierno, Ash. Ni siquiera lo sabes, joder. No fue el club quien hizo que
mataran a tu padre, ¡fue Indian quien metió al club en todo ese desastre en primer lugar! 170
Pero eso jodidamente no te importa, ¿o sí? Te aferrarás a ese rencor y miedo.
Parecía sorprendida por lo que había dicho sobre Indian, pero era la verdad. Era justo
la verdad que todos habían estado ocultándole. Ellos pensaban que era lo mejor, yo pensaba
que era basura. No saber le estaba dando una razón para seguir alejándose de mí. No iba a
dejar que eso siguiera pasando.
—No quieres hacer la prueba porque temes que vaya a probar que soy el padre de
Emmy —seguí, completamente pasando el punto de controlar los años de frustración que
había construido—, estás aterrorizada de descubrir que su padre es un motociclista, ¡justo
como el tuyo!
—¡No! —me gritó—. ¡Tengo miedo de descubrir que su padre es un violador!
No.
Joder no.
Joder. Joder. Joder no.
Lágrimas corrían por su rostro y comenzó a balancearse. Sus rodillas iban a ceder.
Corrí hacia ella y la tomé en mis brazos. Nos senté en la cama, su cuerpo se dobló hasta que
todo su torso estuvo sobre mis muslos.
—Shh, bebé. Te tengo —la conforté, mientras intentaba que el eco de sus palabras
no se repitiera en mi cabeza.
Iba jodidamente a perder el control. Si Ash no se estuviera aferrando a mí, ya lo habría
hecho.
No me importaba lo que tomara, iba a encontrar a ese hijo de puta y jodidamente me
iba a deleitar matándolo lentamente. Él iba a rogar que lo matara antes de que yo terminara.
—Iba a volver —dijo Ash, respirando agitadamente—, te extrañaba muchísimo y no
podía soportarlo. Iba a regresar incluso aunque todavía estuviera asustada. Entonces, él…
—dejó escapar un sollozo que se sintió como un golpe en las costillas, no, se sintió peor.
No había recuperación del daño con el que ella estaba tratando—. No sabía qué hacer. Me
sentía tan sucia. No quería volver así. Luego, descubrí que estaba embarazada. ¿Qué si no
era tuyo? ¿Cómo podía volver embarazada de un bebé que quizás no era tuyo? Cómo 171
podría… —sus lágrimas se tragaron sus palabras.
Ella pensó que no podía volver a mí. Ella iba a regresar; yo iba a tener otra oportunidad
para que se quedara. Él nos quitó eso. Él hizo que mi hermosa chica se sintiera sucia.
Podía sentirme a mí mismo temblando.
Con mis manos detrás de sus brazos, levante a Ash y nos acomodé hasta que los dos
estuvimos acostados en la cama. La envolví, acercándola a mí tanto como pude.
Necesitábamos aferrarnos el uno al otro. La necesitaba para calmarme; ella me necesitaba
para sentirse segura.
—Necesitas entender algo, Ashlynn —dije. No respondió, pero no esperaba que lo
hiciera—, no creo que estés sucia. Nunca pensaría eso. Odio que experimentaras eso y daría
lo que fuera para cambiarlo, pero no estás sucia. Nunca lo estuviste.
Por un rato, no dije nada más. Simplemente la abracé mientras su llanto se calmaba y
su respiración se estabilizaba. Sólo cuando sentí que se empezaba a relajar dije lo que
necesitaba. Necesitaba estar seguro de que ella escuchara.
—Esto no cambia nada. No afecta lo que siento por ti y no afecta lo que siento por
Emmy. Las dos son mías —declaré. Ash emitió un pequeño sollozo hipado y pasé mi mano
de arriba abajo por su espalda, permitiendo que eso nos calmara a ambos—. Veremos lo
que tenemos que hacer para que la declaren mi hija sin la prueba de paternidad. Si no hay
manera de agregarme a su certificado, la adoptaré. Podemos resolver qué decirle cuando
llegue el momento.
—¿Harías eso? —sus ojos estaban hinchados y rojos, pero había una tentativa
esperanza que llamó mi atención.
—Sí. En un puto santiamén. Firmaría lo que sea que se necesite ahora mismo si
pudiera.
Ella enterró su cara en mi cuello, pero todavía podía escuchar su amortiguada voz
cuando dijo—: No quiero hacer la prueba. No creo que pudiera manejar descubrir que ella
no es tuya. Nunca desearía que Emmy no estuviera en mi vida, pero cómo podría estar feliz
de que…
—No tenemos que hacerlo. Emmaline es un puto milagro. Eso es. No tenemos que 172
preocuparnos del cómo paso.
Ash me sorprendió un infierno cuando habló.
—A veces, no sé cómo manejarlo. Quiero decir, si no me hubiera ido, no habría…
experimentado eso. Pero ¿que si esa fue la única razón por la que la tengo? Me vuelve loca.
Cuando estaba embarazada, solía preguntarme todo el tiempo si estaba cometiendo un
error. Cuando nació, no me dejé ni siquiera pensarlo. Me forcé en un estado de negación,
insistiendo en que ella tenía que ser tuya. Luego, cuando la sostuve la primera vez y… no
puedo ponerlo en palabras. Me enamoré de ella al segundo que la escuché llorar.
Joder. Ella era jodidamente fuerte. Sabía que ella no lo pensaba. Siempre pensó que
era débil. Pensaba que ser tímida significaba que era frágil. Ella no tenía idea. Cuando la
miro, veo nada más que puta fuerza.
—Podrías… —tuve que detenerme y aclarar mi garganta para que salieran las
palabras—. ¿Puedes contarme que paso?
No quería hacer que lo reviviera y sabía que cualquier cosa que me dijera se quedaría
dentro como una cicatriz en mi corazón, pero necesitaba oírlo. Necesitaba ayudarla a
soportar esa carga. Si pudiera descargarse un poquito sobre mí, quería tomarlo.
Y necesitaba cualquier trozo de información que pudiera obtener si quería encontrar
a ese hijo de puta.
Con una larga respiración, mí Ash, mi puta guerrera, me contó todo.
—Cuando me fui, no sabía realmente a dónde ir —empezó—. Me quedé en un par
de moteles, pero sabía que no podría permitírmelo por siempre. Luego, Penelope llamó para
preguntar cómo estaba.
Penelope, esa puta prima de suya. Esperaba que Ash no hubiera ido ahí. Fue una pista
que no registré por un tiempo, quizás demasiado.
Penelope era la hija de la hermana de Indian. Él y su hermana no eran cercanos, pero
intentaba una o dos veces al año contactarla, pienso que mayoritariamente para darle a Ash
más familia. La hermana era una mierda que se casó con un drogadicto. No estaba seguro
de que el pendejo fuera el padre de Penelope. Lo que si sabía es que sacó paja corta cuando
se trató de adultos para criarla. Sabía que yo también tenía una suerte de mierda con la
biología, pero tuve la suficiente suerte de tener a Gunner. Indian intentó ser lo mismo para
Penelope, pero la localizó muy tarde para que ella aceptara recibir la mano que se le ofrecía. 173
Cuando las redes sociales se volvieron una cosa, Ash y Penelope reconectaron, mucho
para desagrado mío y de Indian. Ash insistía que no era un problema. Ella sabía que
Penelope era un desastre, pero ella quería ser amistosa. Quería estar ahí en caso de que su
prima quisiera dejar de joder por ahí. Indian y yo queríamos que se quedara jodidamente
lejos, pero fue una batalla que perdimos.
Ash continuó—. No le conté mucho, pero le expliqué mi necesidad de alejarme del
club por un tiempo. Ella me dijo que podía ir hasta Seattle y quedarme con ella. Pensé que
eso me serviría por un tiempo hasta que tuviera un plan sobre lo que iba a hacer, así que fui.
Traté de evitar que mi cuerpo se tensara hasta el punto de que ella lo notara, pero todo
dentro de mí se sentía demasiado apretado. No estaba seguro de que podría soportar lo que
estaba a punto de decirme.
—No descubrí que estaba viviendo con su novio, Jackson, hasta que llegué ahí. En
realidad, creo que era su lugar y no de ella. No lo sé. No lo conocí por el primer o segundo
día —su voz había desaparecido y ya sabía lo que no me estaba diciendo—. Penelope estaba
consumiendo, puedo decirlo. No estaba incómoda con eso, pero yo sólo pretendía
quedarme ahí unos días. Ella trabajaba como camarera, así que estaba fuera hasta tarde en
la noche. Su novio volvió cuando ella estaba trabajando. Él estaba drogado. No sé lo que
estaba consumiendo, pero era obvio que estaba en algo. Al principio, no sabía quién era yo.
Empecé a explicarme y él empezó a decir que le debía. Dijo que Penelope quizás me dejaba
quedarme porque era familia, pero él quería que pagara. Me ofrecí a pagar, pero él…
Ash empezó a temblar y la acerqué más, con tanta fuerza que temí hacerle daño. No
pareció importarle, empujándose más en mi agarre para que la sujetara más fuerte.
—Él dijo que no quería dinero. Que tenía dinero. Quería algo más. Le dije que no, le
dije que me iría. Traté de agarrar mis cosas para irme, pero él… me agarró. Y él…
Carajo.
Mi mandíbula se apretó hasta el punto de dolor, tomó de todo lo que yo tenía para
aflojarla y consolarla—. Está bien. Te tengo, estás segura.
Ella asintió de forma maniática, luego siguió, su voz temblando—. Después, me
escondí en el baño. Había una pequeña repisa que puse frente a la puerta. No sabía si eso lo
mantendría fuera, pero él ni siquiera lo intentó. Lo escuché irse. Me quede ahí de cualquier 174
manera, aterrada de que fuera a volver.
—Cuando Penelope volvió a casa, empezó a llamarme. Me aseguré de que estuviera
sola antes de salir. Le pregunté si podía llevarme a la estación de policía. Le conté lo que él
me había hecho y que necesitaba presentar cargos.
No me gustaba esto. Jodidamente no me gustaba hacia donde estaba yendo.
—Ella empezó a gritarme, diciendo que había follado a su novio. Me golpeó. Dijo
que era una puta y que sólo quería arruinar su vida. Me dijo que si iba a la policía, les diría
lo puta que yo era y que yo le había contado que quería dormir con él. Dijo que se aseguraría
que supieran que yo lo quería, que yo lo provoqué y que él era inocente.
Iba a encontrar a ese hijo de puta y también iba a encontrar a esa perra.
Iba a hacer que los dos jodidamente pagaran.
—Yo… yo hui —tartamudeo—, tenía miedo de reportarlo, así que sólo dejé la cuidad.
Volví aquí a Portland. Me quedé en un refugio por un tiempo. Luego, conocí a la mamá de
mi amiga Jasmine. Ella era voluntaria en el refugio a veces. Me ayudó a encontrar el trabajo
en el restaurante y sabía que había un departamento disponible en el edificio de Jasmine.
Ella no sabía lo que me había pasado, sólo me ayudó porque era una buena persona.
Ella la ayudó porque probablemente vio a la misma Ash que yo tenía en mis brazos, la
asustada y quebrada chica. No tenía que saber lo que había pasado. Ver a Ash así hacía que
quisieras protegerla.
—Ella está enferma. Tiene parkinson. Me preocupo por ella todo el tiempo. Ella hizo
tanto por mí. Con Jasmine, hicieron tanto por Emmy y por mí —dijo Ash
desesperadamente.
Le acaricié más la espalda y le prometí—: Iremos a verla. Pronto. Podemos ir a
visitarlas a las dos.
—Eso sería bueno —concordó.
Lo sería. Ella no lo hizo por mí, pero le debía a las dos un enorme gracias. Ellas
cuidaron de mis chicas.
Ash no dijo más y yo tampoco hablé por un rato. Estaba demasiado consumido por la
ira, por el consumiente deseo de vengarla. No quería asustarla, pero tenía miedo de que no
pudiera detener la sed de violencia de mi voz. 175
No fue hasta mucho después, cuando Ash ya estaba calmada que susurró que tenía
que ir a ver a Emmy, que yo dije algo. Y fue sólo después de que ella dijera—: Gracias por
escuchar —con esa dulce voz suya.
No me miró a los ojos mientras lo decía, pero escuché la emoción detrás de las palabras
e hizo que la puta fisura que atravesaba mi corazón valiera la pena. Le había dolido, lo sabía,
pero también sabía que, con esa declaración, ella dejaría ir algo del dolor para dármelo a mí.
Yo sufriría mil veces más para hacer eso por ella.
—Te amo, Ashlynn. Haría lo que fuera por ti. Nunca lo dudes.
CAPITULO 25

Me mantuve controlado por cinco horas. Fue pura fuerza de voluntad que me impedía
perder el control. Tenía que estar tocando a Ash casi cada minuto sólo para mantener cierta
cordura a través de todo.
Jager había vigildo a Emmy por un rato, luego salimos para buscar la cena y pasamos
el rato hasta que fue hora de meterla en la cama. Con Ash nos quedamos despiertos, viendo
televisión en silencio mientras nuestros pensamientos nos consumían. La abracé todo el
tiempo.
Una vez que se durmió a eso de las nueve treinta, obviamente agotada por las
176
emociones del día, fue que me alejé de su lado. Salí de su cuarto, guardando silencio para
que siguiera durmiendo. Antes de irme, rápidamente revisé el cuarto de Emmy también.
Ella estaba roncando. El suave sonido era lo suficientemente tierno para quedarme ahí y
escucharlo por un rato si no hubiera estado a punto de explotar.
Salí del pasillo donde estaban sus habitaciones antes de explotar. Estaba pasando la
cocina cuando se me vino encima.
—¡Tengo miedo de descubrir que su padre es un violador!
Me rompí.
Mi mano salió volando, atravesando los paneles de yeso. Demasiado jodidamente fácil.
—¿Qué mierda? —oí desde la cocina, seguido de movimientos en la sala de estar.
No era la primera vez que alguien golpeaba las paredes de la casa de los Discípulos,
tampoco sería la última.
No me quedé a esperar las putas preguntas. Sacudí los trozos de yeso de mis manos y
seguí caminando. No podía estar adentro. Iba descontrolarme y ni Ash ni Emmy
necesitaban escuchar esa mierda.
Salí por la puerta de atrás, cerrándola de golpe detrás de mí y dejé escapar un rugido.
Era todo lo que jodidamente tenía. Grité a la nada hasta que mi voz se rindió, pero no era
suficiente. Necesitaba romper algo. Necesitaba lastimar jodidamente a alguien.
—Sillas, por la línea de leña. Las viejas de madera. Están es condiciones de mierda de
todos modos —dijo Jager detrás de mí.
Suficientemente bueno.
Crucé el patio y no perdí tiempo agarrando la primera silla. La tiré, conectándola con
un gran árbol. Se partió, pero no se rompió por completo. La lancé de nuevo, el sonido
crujiente y la fuerza que irradiaban mis brazos por el golpe me resultaban gratificantes.
Golpe tras golpe, seguí, hasta que la primera silla estuvo arruinada. Luego, agarré la
siguiente. Traté de enfocarme en partir tablas, como saltaban cuando cedían a la fuerza de 177
mi swing.
No funcionó.
Todavía podía ver su cara llena de lágrimas. Todavía podía escucharla contándome lo
que él le había hecho. Todavía podía sentir la sed de violencia en mis entrañas que sólo su
sangre podría calmar.
Seguí y seguí, una continua tortura puntuada por el violento sonido del caos que
estaba creando.
Los restos destrozados de otra silla cayeron de mis manos, sólo unos cuantos
centímetros de madera astillada y me giré para agarrar otra. Sólo quedaba una y Jager había
puesto su culo en ella.
—No quiero jodidamente hablar —le advertí, pero no particularmente preocupado.
Jager no era un hablador.
—Pensé que todo estaba excelente —dijo Stone desde mi otro lado.
Coño.
Jager estaba ahí como fuerza. El cabrón podía acabar con cualquiera de nosotros. Él
estaba ahí para contenerme si era necesario.
Me giré hacia Pres—. Dije que no quiero hablar.
—Llegué aquí, escuché que ustedes dos tuvieron una discusión, pero lo estaban
resolviendo. Luego fueron la pequeña familia feliz por un tiempo. Pensé que todo estaba
bien.
No iba a ir ahí. Me di vuelta hacia Jager—. Sal de mi camino, hermano —ordené.
—Tengo órdenes más altas —respondió, acomodándose más en su silla. No me
engañó. Él podía estar de pie y derribarme en un abrir de ojos.
—¿Qué diablos está pasando? —demandó Stone.
No respondí.
—Sketch —era una advertencia.
— No puedo jodidamente hablar de eso —le dije. 178
—Te tiene afuera rompiendo mierda, mientras tus chicas están adentro, puedes
jodidamente bien contarles a tus hermanos.
—Sketch.
Me di vuelta. Ash estaba caminando en nuestra dirección, con una de mis camisas de
manga larga que cubría sus shorts que usaba para dormir. Su cara se veía pálida y sabía que
era más que por la luz de la luna. Sus ojos se movieron hacia los restos a mis pies, hacia mis
hermanos a cada lado, sobre mi cuerpo y después hacia mí.
—No estabas en la cama —dijo, en voz baja. No respondí. Parecía saber que no lo
haría—, tus manos están sangrando.
Miré hacia abajo. Lo estaban. Podía ver unas cuentas astillas sobresaliendo de ellas.
No sentí cuando pasó, estaba demasiado enojado para sentir nada en ese momento. Ella se
acercó, levantando una en sus limpias y suaves manos para revisarla.
—Necesitamos limpiarlas —dijo, encontrando mis ojos de nuevo.
—No importa.
—¿Qué estabas haciendo aquí fuera?
—No puedo soportarlo. No puedo soportar saber que fuiste herida —le dije, aun así,
mientras lo decía, sentí parte de la lucha saliendo de mí.
Era ella. Ella jodidamente me centraba.
Se acercó más cerca, envolviendo sus dos brazos alrededor de mí. Dudé en abrazarla,
no queriendo mancharla de sangre, pero estaba usando mi camisa. Tiraría la puta cosa.
—¿De qué demonios están los dos hablando? —demandó Stone en su oscura voz.
Ash inclinó su cabeza hacia atrás, sus ojos aterrorizados mientras me miraba. Quería
asegurarle que haría que los dos se fueran, pero no podía.
—Tengo que contarles —ella respondió sacudiendo frenéticamente su cabeza—.
Ash, bebé, ellos son familia. Y necesito de su ayuda.
—¿Su ayuda?
—Voy a perseguir a ese hijo de puta. Jager puede jaquear cualquier cosa, Stone tiene 179
conexiones. Los necesito y a los demás hermanos para encontrar a ese cabrón y hacerlo
pagar.
—No. No tienes que hacerlo. Podemos seguir adelante.
Descansé mi frente en la suya—. Tengo que hacerlo, Ash. Si no es por ti, por mí. No
puedo dejar que ese pendejo siga viviendo gratis con lo que hizo.
—Uno de los dos necesita empezar a hablar —ordenó Stone.
—Dale un puto minuto —espeté.
Ash quería escapar, podía verlo. Estaba asustada y sabía que yo estaba sufriendo. Ella
no podía aceptarlo. Cerró sus ojos y asintió.
—No puedo convencerte de esto, ¿cierto? —preguntó, su voz apenas audible.
—No, luciérnaga. No con esto. Le juré a Indian que te protegería. Le fallé, pero ahora
voy a jodidamente a arreglarlo.
—Tú no…
La hice callar, luego la besé en la frente—. No puedes cambiar mi mente en esto
tampoco. Tengo que hacerlo.
Se apoyó más en mí y murmuró—: Okay.
La abracé tan cerca de mí como pude, tratando de ser su fuerza mientras miraba hacia
mis hermanos.
—Después de que Ash se fue cuando perdimos a Indian, fue a quedarse con su prima
—los ojos de Stone se oscurecieron al escuchar eso. Él sabía que Penelope no era
jodidamente buena—. La perra estaba viviendo con un tipo en ese tiempo —tuve que parar.
No estaba jodidamente seguro de que pudiera decir la palabra. Lo intenté, repetidamente.
Mi boca se abrió, pero no podía hacer que saliera.
—Me violó —dijo finalmente Ash.
Mis brazos se apretaron y enterré mi cara en su cuello. Carajo, no podía soportarlo.
Stone empezó a maldecir. Su voz fuerte y enojada y Ash se encogió ante ese sonido.
180
—Stone —le advertí.
Se detuvo y miró hacia nosotros. La cabeza de Ash se giró de él hacia mi pecho—.
Vamos a encontrar a ese hijo de puta —prometió—, nosotros vamos a encontrarlo y
jodidamente lo haremos pagar.
Ash asintió y luego su cuerpo tembló. La sostuve mientras los silenciosos temblores
se convertían en sollozos. Mientras la sostenía otra vez mientras ella lloraba, juré que haría
que ese bastardo pagara por cada lágrima. Luego, haría todo lo que estuviera en mi puto
poder para ella nunca derramara otra.
—Lo siento —susurró.
Hubo un fuerte crujido. Nuestras cabezas giraron a la izquierda, donde Jager todavía
estaba sentado. Los brazos no estaban en la silla, si no en sus manos. Sus músculos estaban
apretados y su cara mostraba furia. Arrojó la madera a un lado y se levantó.
—Tú no lo sientes —le dijo a Ash. Su voz era dura, pero claramente no para ella—.
No tomaras esto.
Todavía temblando, ella asintió hacia él.
Los enojados ojos de Jager me miraron—. ¿El apellido la puta de Penelope?
—Jenson.
—¿Tenemos el nombre del pendejo?
—Jackson —respondí. Nunca olvidaría ese puto nombre.
—¿Algo más de información?
—Estaban viviendo en Seattle. Ash dijo que quizás era la casa de él —miré hacia ella
y le pregunté—: ¿Recuerdas algo más? Cualquier cosa que nos digas pueda ayudarnos.
Ella no se encontró con mis ojos cuando dijo—: Pienso que quizás era un distribuidor.
Y Penelope dijo algo sobre que él no iba a caer de nuevo, así que pienso que pudo haber
estado en prisión antes.
Jager asintió—. Empezaré con la prima, iré desde ahí. Lo encontraré —no dijo nada
más antes de que se fuera adentro. Él iba a empezar a trabajar. Sentí un enfermo sentido de
satisfacción. El hijo de puta no tenía oportunidad. Jager era un puto genio y estaba enojado. 181
Él definitivamente lo encontraría.
Después de un minuto, Stone dijo—: Deberían entrar —Ash ya estaba calmada, pero
su cuerpo empezaba a temblar de frío.
Sus palabras parecieron despertarla y se movió de mi agarre. Sin decir nada, fue hacia
Stone y lo abrazó. Él estaba cerca de romperse. Lo podía ver. Necesitaba sacarnos a los dos
de su camino así él podía hacer eso en paz.
—Vamos, luciérnaga. De vuelta a la cama —ella se giró hacia mí, acomodándose a mi
lado—. ¿Tú estarás bien? —le pregunté a Pres.
—Me dejaste una silla. No suficiente, pero ayudará —dijo no respondiendo la
pregunta. Sabía cómo se sentía. Yo no estaba jodidamente bien. No iba a estarlo hasta que
pusiera a ese monstruo bajo tierra.
Por el momento, tenía otro propósito. Mi mujer necesitaba volver adentro y
descansar. Ella había pasado por mucho.
CAPITULO 26
Ash
Al día siguiente, me desperté sola otra vez. Me sorprendió. Sketch siempre dormía hasta
más tarde que yo. No había calor en su lado de la cama, así que se había levantado hace un
tiempo.
Me volteé para tomar mi teléfono de la mesita de noche. Ver la hora me hizo salir de
la cama. Eran las diez y media. Emmy nunca dormía hasta tan tarde. Incluso la última vez
que estuvo enferma, se levantó antes de las nueve.
Con movimientos rápidos, me puse la ropa, algo que Sketch no me había dejado hacer 182
antes de dormirnos, y salí corriendo de mi habitación. La puerta de Emmy estaba abierta y
no estaba adentro. La encontré en la cocina con Sketch, los dos mirando abajo a un gran
cuenco.
—Eso no se ve bien —dijo Sketch.
—Se ve asquedoso —estuvo de acuerdo Emmy.
—¿Qué están haciendo ustedes dos? —pregunté.
Los dos me miraron. Emmy sonrió y dijo buenos días, Sketch me dio una mirada
totalmente diferente. Era preocupada. No quería su preocupación. Lo que había sucedido
había terminado hace demasiado tiempo y estaba entre nosotros, y pronto sobre los
Discípulos, por lo que trataba no pensar en eso. Era momento de seguir adelante.
Acercándome a los dos, besé a Emmy en su frente y dudé qué hacer con respecto a
Sketch. Él no dudó en lo más mínimo. Agarró mi cuello y me acercó para besarme.
Emmy nunca me había visto besar a un hombre. Incluso en las semanas que estuvimos
durmiendo juntos, Sketch y yo nunca habíamos hecho esa clase de movimientos frente a
ella. Él estaba cerca de las dos, claro, pero no había besos ni toques. Bueno, yo no lo había
tocado y no nos habíamos besado. Él me tocaba mucho, tratando de mostrar su punto. Aun
así, no era el tipo de cosas que Emmy notaría o entendería.
Él retrocedió y me miró a los ojos antes de soltarme. Estaba revisándome, tratando
de medir como estaba, buscando algún cambio hacia lo peor. Era dulce, pero innecesario.
Cuando vio que yo estaba bien, me dio una sonrisa que hizo que mis rodillas temblaran.
—Guerrera —susurró antes de dejarme ir.
Sorpresivamente, Emmy no había reaccionado al beso. Ella simplemente levantó un
batidor con una rara mezcla y dijo de nuevo—: Asquedoso.
—¿Qué es eso? —pregunté.
—Mezcla de panqueques —respondió Sketch.
—Eso definitivamente no es mezcla de panqueques.
Tomé el tazón y lo batí, tratando de removerlo, guiñándole a Emmy. El pobre batidor
apenas podía atravesar la mezcla. Estaba demasiado lleno de grumos y el color no era el 183
correcto. Me encontré con los ojos de Sketch y levanté una ceja.
—No sé lo que pasó. Seguí las instrucciones de la caja.
Sacudiendo mi cabeza, llevé el tazón al fregadero—. Ustedes verán la manera de sacar
ese desastre de ahí —le dije—. Ni siquiera yo sé cómo arreglar eso. Comenzaré desde cero.
Dejé de lado la caja de la mezcla de panqueques, porque nunca usaba esa cosa y temía
que eso fuera parte del problema. En cambio, tomé la harina, azúcar, los polvos de hornear
y la sal del gabinete, la leche, mantequilla y los huevos de refrigerador. Con todo alineado
en la barra, me puse a trabajar para hacerles panqueques a mi hombre y a mi hija.
Era normal y tan perfecto.
Esa noche, una vez que Emmy estuvo fuera de combate, Sketch me encontró en el
pasillo y tomó mi mano. Sin una palabra, me llevó al baño que usábamos con Emmy y yo.
Ahí, había preparado un baño en la gigante bañera.
—Pensé que podías usar la oportunidad para relajarte —explicó.
Me derretí. Se sentía tonto, pero era dulce que él preparara esto para mí.
—Gracias —susurré.
—Puedes agradecerme con desnudarte y dejarme meterme contigo.
Bueno, podría hacer eso.
Cuando ambos estuvimos desnudos, un proceso que llevó un tiempo porque Sketch
tenía manos inquietas y ninguna habilidad de concentración, él se metió primero. Yo me
metí más despacio. El agua caliente fue chocante al principio, pero sabía que se sentiría
increíble una vez que me acostumbrara. Mientras me sentaba, Sketch me jaló para que
quedara acomodara entre sus piernas, mi espalda en su pecho. Él estaba duro y movió sus
caderas contra mí hasta que su verga se acomodó entre mis nalgas. Me sentí calentarme de 184
una manera que no tenía nada que ver con la temperatura del agua, pero ninguno de
nosotros lo llevó más allá.
Por un rato, sólo nos relajamos. Era tan cómodo y tranquilo como no recuerdo haber
estado en años.
—¿Sketch? —pregunté eventualmente.
—Justo aquí, luciérnaga.
Él lo estaba. Definitivamente lo estaba.
—¿Qué quisiste decir cuando dijiste que papá metió al Club en la situación con
Barton?
Suspiró, luego envolvió más fuerte sus brazos alrededor de mí.
Cuando no respondió, empecé a decir—: Yo sólo…
—No —corto—. Mereces saber. Solo sé que no será fácil de escuchar.
No dije nada. Cualquier cosa que tuviera que ver con perder a mi papá iba a ser difícil
de escuchar, pero lo necesitaba para entender.
—Indian te mintió, bebé —comenzó y quedé en shock—. A pesar de lo que te dijo,
siempre supo dónde estaba tu madre. Ella simplemente no era apta para estar cerca de ti.
—¿Qué?
—Tu mamá se drogaba. Fuertemente, por años. Estuvo limpia cuando se embarazó
de ti y un tiempo después. Pero para cuando cumpliste uno, ella perdió el rumbo. Él trató
por años mantenerla limpia. Pagó para que fuera de un gran programa de rehabilitación a
otro. La mayoría del tiempo saldría de la cuidad por unos pocos días cuando éramos niños
y no tenía nada que ver con negocios del club. El club siempre trató de mantenerlo en casa
lo máximo posible por ti. Cuando él se iba, usualmente estaba tratando de encontrarla
después de que empezara a drogarse de nuevo y anduviera de juerga. Él seguía intentando
conseguir que se mantuviera limpia así ella podría ser parte de tu vida. Él quería eso para
ti. Aparentemente, decidió que no abriría esa puerta hasta que ella estuviera fuera de
rehabilitación y sobria por dos años. Ella nunca lo logró tanto tiempo.
Nunca había conocido a mi madre. Nunca había visto una foto de ella. Yo tenía
algunos rasgos de papá, pero he sabido por mucho tiempo que en gran medida debía 185
parecerme a ella, pero eso era todo lo que sabía. No podía decir que me sorprendiera que
fuera una adicta, sobre todo porque no tenía un marco de referencia en el que ubicar ese
conocimiento. Hasta que Sketch me dijo eso, ella podría haber sido cualquier cosa.
Con lo que tenía problema procesando era todo lo que papá había hecho. No podía
creer que él lo hubiera intentado por tanto tiempo. Sabía que él haría lo que fuera por mí,
pero el tiempo y dinero que puso en conseguir que esa mujer estuviera sobria era una locura.
Ella podría haber sido mi madre de sangre, pero también era una extraña. ¿Había él pensado
que el solo no era suficiente por todos esos años? Dios, espero que no. Papá había sido un
excelente padre, por eso dolió tanto perderlo.
—He recibido toda esta información de segunda mano sólo recientemente —siguió
Sketch—, así que no conozco muchos detalles. Pero, cuando tenías dieciséis o casi
diecisiete, perdió el rastro de ella por un tiempo. Cuando la encontró, estaba conectada a
Barton.
De la manera en que dijo eso fue rara—. ¿Conectada?
—Ella estaba haciendo trucos. Se convirtió en parte de su grupo.
Santo cielo—. ¿Era una prostituta?
—Sí, bebé. Indian le daba dinero de vez en cuando, si ella estaba pasando un mal
momento, pero sólo si estaba limpia. Incluso hizo que Doc le hiciera un par de pruebas de
drogas para estar seguro. Él no iba a apoyar su hábito. Eventualmente, ella necesitó una
manera de financiarlo. Para ese tiempo, Barton era su proveedor. Él le ofreció una forma de
obtener cuanta mierda de esa ella quisiera.
Estaba empezando a pensar que ya no quería que él continuara, pero sabía que esto
era algo que necesitaba entender.
—En realidad nadie sabe por qué. Algunos de los muchachos piensan que tal vez él
de verdad sentía algo por ella, antes de que quedara embarazada de ti o quizás lo desarrolló
con los años. No lo sé. Pero enloqueció cuando descubrió lo que Barton la tenía haciendo.
Él trató de comprarle su deuda, pero era una locura en ese tiempo. Y de todos modos, a
Barton le gustaba ella. Aparentemente, era atractiva, así que era popular con sus clientes.
Se rumoreaba que era popular con él también. Él era la clase de hombre que lo tomaba gratis
de sus chicas, lo ofrecieran o no.
Pensar en eso, en lo que quizás había pasado, me puso enferma. Ella estaba enferma y 186
él la arrastró a una parte oscura del mundo.
—Cuando Barton no la dejó ir, Indian consiguió involucrar al club. Los Discípulos
habían estado poniendo un ojo en Barton. Estaba vendiendo cerca de Hoffman y tú sabes
que cerramos esa mierda. Sus distribuidores se estaban acercando demasiado a nuestro
territorio, así que ellos ya estaban listos para atacar. Si Indian tenía problemas, ellos iban a
respaldarlo. Comenzó sólo tratando de causar una molestia; darle una paliza a algún
traficante, acecharlos y hacer que la policía los atrapara, interferir con sus transportes.
Pienso que Indian esperaba que Barton ofreciera a tu mamá a cambio de que se detuvieran.
Barton, sin embargo… ese hijo de puta está enfermo. En vez de ofrecer un trato o hacer
amenazas, él la mató.
Mi corazón se detuvo.
—Él… él… ¿Qué? —tartamudeé.
—Lo siento, bebé. Él la mató. Odio decirlo, pero ella no se fue fácil, tampoco. No
quiero contarte esos detalles. No creo que necesites eso en tu cabeza…
—No, necesito saber.
—Ash —insistió él.
Me giré en la bañera para enfrentarlo—. Por favor, Gabe.
Sus ojos se oscurecieron, como nubes de tormenta consumiendo el cielo. Me atrajo
hacia él, así que estaba a horcajadas en su regazo.
—Barton la encerró, esperando que los síntomas de la abstinencia empezaran. Sólo
entonces él dejo a sus matones sobre ella.
Sentí la bilis en mi garganta—. Quieres decir…
—Sí, nena. Ellos la tomaron. No sé cuántos o por cuanto tiempo, todo el tiempo su
cuerpo se estaba apagando por las drogas dejando su sistema tan de repente. Ella murió
durante eso.
Pude leer la horrible realidad detrás de sus palabras. La violaron hasta que murió y
ellos probablemente no se dieron cuenta de inmediato.
Sketch siguió, como si supiera que yo necesitaba que él terminara—. Barton mandó
una foto de ella después al club, dirigida a Indian. Tenía una nota describiéndolo todo para
él. Eso fue lo que realmente lo rompió. Él quería a Barton muerto, pero quería que el hijo de 187
puta viera como su imperio se desmantelaba primero. Indian estaba buscando sangre. El
club estaba separando a los soldados y él estaba personalmente encontrándose con gente
poderosa que apoyaban a Barton para que retrocedieran. No sé cómo lo logró, se las arregló
para sacar a varios de ellos, pero Barton no quería caer.
Sabía que estábamos ahí, pero yo no estaba lista. Escuchar lo que le había pasado a mi
madre me tenía muy débil para tomarlo.
—Barton sabía que era Indian quien llevaba al club a perseguirlo. Ordenó ataques en
contra de él, pero nadie pudo terminar el trabajo. Luego, Barton lo tomó en sus propias
manos. Indian recibió una amenaza, una que no podía ignorar.
—¿Qué? —pregunté, mi voz temblorosa y ronca.
—Él te amenazó. Dijo que te atraparía y te usaría para reemplazar a tu madre… —dejó
de hablar y maldijo—. No puedo, Ash. No puedo jodidamente hablar sobre esa mierda. No
puedo pensar sobre ese hijo de puta amenazándote. Antes o ahora.
—Está bien —le dije, insegura de si algo de verdad lo estaba.
Él siguió adelante—. Indian, se descontroló. Fue hacia Barton solo, pero el hijo de
puta le tendió una trampa. Se las arregló para filtrar información falsa sobre una reunión.
Cuando Indian llegó, Barton lo estaba esperando.
Levanté una temblorosa mano para que se detuviera. No podía escuchar nada más. Yo
sabía el resto. Papá tomó cinco rondas en el pecho. Estaba muerto antes de que dispararan
el último tiro. Estilo ejecución.
Todo salió de mí. Me mantuve bien todo el tiempo que Sketch estuvo hablando, pero
ya no podía hacerlo. Sollocé, mucho, ahogándome. Lloré por mi madre, por cuan enferma
estaba y por las horribles cosas que le habían pasado. Pero mayoritariamente, lloré por mi
papá. Él lo había hecho todo, toda la lucha para conseguir que mamá estuviera limpia, el
dinero, las horas y preocupaciones. Había ido a la guerra con Barton por eso.
Murió porque ellos me habían amenazado.
Lloré porque él no se había merecido esa vida. Lloré porque yo no merecía perderlo.
Lloré por mucho tiempo, las lágrimas se secaron y todo lo que quedó fueron los 188
sollozos secos saliendo de mis adoloridos pulmones.
Todo ese tiempo, Sketch me sostuvo cerca. Él era mi ancla, como lo había sido cuando
perdí a papá.
Sin él, yo no podría haberlo logrado.
CAPITULO 27

La silla salió volando hacia la pared. Las fotos que estaban en la pared crujieron, unas pocas
casi caen al suelo, los marcos y cristales se rompieron y agrietaron. Un rugido de furia se
elevó encima de los pequeños ruidos, haciendo que los hermanos se pusieran de pie.
No me moví.
Roadrunner estaba fuera de control. Conocía esa sensación. Nunca la olvidaría. Todos
los hombres en la habitación podrían tratar de retenerlo, no serviría de nada. El tipo de ira
que estaba saliendo no se podía contener. Tenía que dejar salir esa mierda o terminaría
matándolo.
189
Cuando la cantidad de destrucción que podía desatar en el pequeño espacio siguió su
curso, se giró hacia mí—. Dime que tenemos algo con lo que podamos encontrar a ese hijo
de puta —demandó.
—Tengo algo. Primer nombre. Solía estar en Seattle. El hecho de que él estaba
viviendo con esa perra. Y posiblemente un periodo en la cárcel —expliqué en una voz
jodidamente más calmada de lo que me sentía.
Estábamos teniendo Iglesia. Todos los hermanos estaban en una gran mesa de roble
en la sala que ocupábamos para estas reuniones privadas. Pres estaba a la cabeza, sentado
en frente del mural del parche de los Savage Disciples. Tampoco se había levantado para
tratar de restringir a Roadrunner.
Habían pasado algunos días desde que le había contado la verdad a Ash sobre Indian
y Barton. Stone había intentado llamar a reunión antes, pero Ash había estado luchando
con el conocimiento de lo que les había pasado a sus padres. No estaba dispuesto a dejarla
mientras ella pasaba por eso. Sólo había cedido porque empezaba a parecer que estaba
mejor y esta mierda tenía que ser arreglada de inmediato.
Roadrunner se giró en dirección a Jager—. ¿Tú estás en eso?
—He estado comiendo y respirando esa mierda por los últimos dos días —confirmó
Jagger—, seguiré jodidamente viviéndolo hasta que lo atrapemos.
Roadrunner, apaciguado, aunque igual de listo para matar, se movió hacia su lugar en
la mesa. Una silla fue pasada desde la parte de atrás de la habitación viendo que la que tenía
ya no era apta para sentarse. Todos volvieron a sentarse, pero no había tranquilidad en la
habitación. Los Discípulos querían sangre.
Mantuve mis ojos en Roadrunner. Sabía que él era el más afectado por la noticia.
—Cuando lo atrapemos, es cosa tuya. Te doy eso, porque es tu mujer. Pero estoy
pidiendo un turno con él. Por Indian.
Jackson era mío. De ninguna puta manera cedería en eso y me alegraba que él no
presionara. Quería al pendejo para mí, pero Roadrunner, sobre todo, había ayudado a criar
a Ash. Indian era como de su sangre para él y Ash era su ahijada. Quería ser egoísta, pero
podía darle a mi hermano eso—. Es tuyo. 190
Él no dijo nada más sobre eso, sólo asintió y volvió su atención hacia la habitación.
Stone volvió a comandar—. ¿Tienes algo, Jager?
—Nombre completo Jackson Dewitt. Hizo un tiempo dentro por posesión,
metanfetamina, salió hace tres años más o menos. No he podido hacer contacto todavía con
alguien que lo conozca, pero adivino que estaba traficando y probablemente todavía lo esté.
Mucha mierda sale en su registro, la mayoría relacionada con drogas, un par de peleas, una
llamada por violencia doméstica que nunca se volvió un cargo formal. Encontré el
apartamento, que estaba a su nombre, pero fue desalojado. Llamé al dueño, dijo que no tenía
una nueva dirección. Me contó que los sacó porque causaban problemas: fiestas, quejas por
ruidos, personas desagradables que iban y venían, pagos de renta atrasados.
—Seguí el rastro de la prima también. Cayó por asalto, un año. Ha estado fuera por
ese tiempo. Me las arreglé para encontrar su dirección, todavía en Seattle. Al menos, es lo
que sale en el archivo de su agente de libertad condicional. Por lo que puedo decir, él nunca
realmente lo siguió, así que puede que sea falso. Aunque estoy pensando que es poco
probable. La perra no me parece tan brillante y no sabe que tiene razones para esconderse.
No pude encontrar una dirección para Jackson. Probablemente se esté quedando con ella o
alguna otra chica. Intenté contactar con el arrendatario de ese lugar, pero parece que no es
eficiente devolviendo las llamadas.
Dos días y él tenía todo eso. El cabrón era un maestro.
—Bien. Entonces tenemos donde empezar —dijo Stone—. No quiero perder el
tiempo en esto. Quiero a ese pendejo en el cobertizo hace dos putos días. Algunos se
dirigirán hacia allá para revisar la dirección. Veamos si podemos ahí atrapar a Jackson,
agarrando a la perra, de cualquier manera. No tenemos nada de él, podemos ver lo que
obtenemos de ella —miro hacia mí—. Este es tu concierto, hermano. Quieres decidir quién
monta contigo y lo tienes.
—No montaré —le dije, sorprendiendo a más de uno—, Ash no está manejando bien
con toda esta mierda regresando, incluso menos con lo que tuve que decirle sobre lo que
paso con Indian. Tengo que enfocarme en ella y en mi hija, particularmente con toda la otra
mierda que todavía tenemos.
—Justo —respondió Stone.
191
—Yo montaré —se ofreció Roadrunner. No me sorprendió.
—Estoy dentro —agregó Slick—, estaré ahí para que entremos sin señales de entrada,
por si tenemos que esperar —el papá de Slick era un cerrajero, le enseñó todo del oficio. No
había una cosa a la que él no pudiera entrar o salir con el equipo adecuado.
—Yo —apuntó Jager.
—Hecho —terminó Stone.
Lancé asentimientos a casa uno de los hermanos. Ellos sabían lo que su tarea
significaba para mí. Slick tenía una esposa embarazada y una hija en casa. Ser voluntario
para montar me decía que él sabía exactamente lo que yo estaba sintiendo.
—Como si esto no fuera jodidamente suficiente —siguió Stone—, todavía tenemos
que hablar sobre Barton.
Entonces habló Tank—. Llegó otro sobre —tiró un delgado montón de papeles en la
mesa, asintiendo de mí hacia ellos.
Otra foto de Ash, igual al primer envío que recibimos, que finalmente vi. Si no estaba
equivocado, era una de las imágenes originales. Definitivamente ella caminando al trabajo
con su uniforme, así que no era reciente. Pasé las siguientes fotos: cada una de los garajes
del club, una que parecía ser de las espaldas de Gauge y Ham mientras montaban por el
pueblo y otra de Ash. La última imagen era la misma del primer envío, en la que ella miraba
a la dirección de la cámara. Esta vez, había un mensaje diferente garabateado ahí.
No te acostumbres a tenerla cerca.
Al carajo con eso.
Tiré la pila de papeles—. Tenemos que cortar esta mierda.
Tank respondió—. Recibí noticias de los Bastardos, su fuente dijo que Barton se
reunió con los italianos. Parece que está luchando. Él no se arriesgaría a esa mierda si
pudiera evitarlo. Sus soldados están abandonando. El oficial Andrew dijo que tiene dos en
custodia, uno empezando a cantar. El bastardo está desesperado. No tiene mucha
protección, pero eso lo hace jodidamente arriesgado.
—¿Crees que atacará en lugar de desaparecer? —preguntó Gauge.
—Con ese hijo de puta, no podemos estar seguros —dijo Stone—, cierre ligero, a 192
partir de ahora. Las mujeres no salen sin protección —miró hacia Gauge y Slick—. Les
recomiendo a los dos que muevan a sus familias aquí o la granja. Más cuerpos a la vista
para mantener a todos a salvo. Ustedes deciden.
Ambos hombres levantaron la barbilla, reconociendo la oferta. Creo que van a
convencer a sus mujeres para hacerlo. Yo lo haría si con Ash viviéramos en otro lugar.
—Hasta que esta mierda pase, todos van cargados en todo momento. No dejaré que
nadie salga herido porque subestimamos el riesgo. Todos estarán armados, incluso en las
casas.
Iba a tener que tener la charla sobre armas con Emmy. Ella era pequeña, así que no
entendería el alcance completo de lo que las armas podían hacer, pero tenía que entender
que estaban fuera de los límites. Ninguno de los hermanos era tan estúpido para dejarlas
por ahí, y sabían cómo usarlas seguramente, pero era la clase de mierda de la que no estaba
tomando ningún riesgo.
—Bien, hemos terminado aquí —anunció Stone. Golpeó su gastado mazo contra la
mesa antes de volver a colocarlo en estante de la pared. Los hermanos empezaron a moverse.
Un par recogió las fotos del suelo. Yo esperé, porque sabía lo que venía.
Roadrunner se me acercó. Me puse de pie, pero dejé que se acercara.
—¿Ella está bien?
—Es difícil para ella, esto otra vez y sabiendo que todos los hermanos lo sabrán.
Aunque ella es fuerte. Superándolo.
—No quiero que te ofendas cuando digo esto, porque sé que lo harás, pero es mi
trabajo con Indian muerto —dijo—, cuidar de ella.
No me ofendería por eso. Si alguien más me dijera que cuidaría de Ash, como si yo no
lo estuviera haciendo, estaría enojado. Roadrunner no necesitaba explicarse, sabía que él
se sentía de esa manera.
—Yo siempre lo haré —juré.
No dijo nada más. Sabía que todavía estaba luchando por controlarse. Si yo fuera otra
persona, sentiría pena por Jackson. Roadrunner estaba en un camino de guerra y nada iba
a detener al hombre. Como era Jackson a quien él perseguía, me dieron ganas de sonreír por
primera vez en días. 193
Ese pendejo ya era seguro que fuera mío.

Ash estaba sentada a mi lado en el sofá, sus piernas levantadas sobre mi regazo.
Todavía estábamos en la casa club, pasando el rato con Gauge, Cami, Slick, Deni y Ham.
Las chicas habían estado juntas mientras nosotros teníamos iglesia. Slick y Gauge ya no
tenían la idea de dejar a sus mujeres o hijos en casa como antes.
Cuando la reunión terminó, fui directo a Ash. Iba a ser incómodo para ella, los chicos
sabiendo lo que había pasado y estaba listo para sacarlas a ella y a Emmy por ahí si era
necesario. Ella decidió que mejor nos quedábamos, y yo no estaba seguro de si debía estar
sorprendido o no. Mi guerrera.
Habíamos estado con todos por unas horas, pedimos pizza, por lo que Emmy estaba
emocionada. Estábamos todos en la habitación principal mientras Levi, el hijo de Cami y
Gauge, y la pequeña de Slick y Deni, estaban durmiendo en una de las otras habitaciones.
Emmy estaba en el piso, dibujando. Por suerte, tenía unos lápices de colores en mi
habitación acá en la casa club. Claro, eran suministro de arte real, no una caja para niños,
pero me importaba un carajo. A mi princesa le gustaba pintar, podía usar cualquier cosa
mía que quisiera. Si las rompía, conseguiría más.
—¿Estas bien, Deni? —preguntó Cami.
Todos nos giramos para ver a Deni inquieta y Slick frotando su espalda.
—Náuseas matutinas —explicó ella—, no estoy mal, sólo un poco mareada.
—Son las siete de la tarde —apuntó Ham.
—Náuseas matutinas es un mal nombre. Vienen cuando quieren —explicó Deni.
Ash habló desde mi lado—. Sí. Cuando estuve embarazada de Emmy, las tenía dos
veces al día, como reloj. 194
—¿De verdad? —preguntó Deni. —. Eso apesta.
Ash asintió—. Sí y pasó mucho más allá del tercer mes. Las tuve la mayor parte del
embarazo. Todos los días, la primera cosa en la mañana, de nuevo en la tarde. Aunque no
era tan malo. Estaba trabajando, así que era bueno que al menos fuera regular. Las tenía
antes del trabajo, luego tomaba un descanso cuando volvían —se encogió de hombros como
si no fuera la gran cosa.
Yo no sentí como si no fuera la gran cosa. Ash había estado enferma casi la mayoría
del tiempo que esperó a Emmy y lo peor, tuvo que trabajar a través de eso.
No quería tener la conversación con todos cerca, pero no podía calmarme sobre eso,
pregunté—: ¿Trabajaste todo el tiempo?
Lucía avergonzada y odié eso incluso más.
—Bueno, sólo tenía mucho tiempo libre y realmente necesitaba juntar todo el dinero
que podía antes de que llegara Emmy. Quería tener el mayor tiempo posible con ella
después de que naciera.
Mi brazo rodeó sus caderas, acercándola más, casi sentándola en mi regazo. Me
incliné sobre ella para dejar fuera al resto de la habitación—. La próxima vez, yo cuidaré de
ti. Trabajaste tanto por Emmy y eso te hace una mamá jodidamente maravillosa. Al próximo
bebé, los cuidaré a ambos.
Se movió sobre mí, descansando su cabeza en mi hombro. Me recargué de nuevo en el
sofá, sintiéndome mejor. Vivir en el pasado no nos iba a hacer ningún bien. Ash era
increíble. La manera en que se sacrificó por Emmy era hermosa, incluso si jodidamente
dolía. En el futuro, yo lo haría mejor.
Noté que Cami y Deni estaban lanzando miradas de aprobación hacia mí, pero decidí
ignorarlas. Sólo necesitaba la aprobación de una mujer… bueno, una mujer y una pequeña.
Hablando de, Emmy se dirigía hacia nosotros. Se subió al sofá a mi lado y se inclinó
cerca.
—Papi, olvidé cuál es el baño —intentó susurrar, pero fue lo suficientemente fuerte
para que todos la escucharan. El cuerpo de Ash se congeló contra mí.
195
Apunté a la puerta frente a la habitación—. Esa es, princesa.
—Okay —me dio un beso en la barbilla y corrió hacia la puerta.
Una vez que se cerró detrás de ella, Ash susurró—: ¿Papi?
Es cierto que había planeado esperar para eso. No esperaba que Emmy me llamara así
pronto, particularmente frente a Ash. Aunque no me importaba que lo hiciera. Con Ash
estábamos juntos de nuevo, avanzando. Emmy iba a llamarme papi en algún momento,
estaba jodidamente emocionado de que ya lo hiciera.
—Lo soy —le dije a Ash como si nada.
—¿Le dijiste que te dijera así?
No en tantas palabras, pero tampoco la había desanimado—. No.
—¿Lo ha dicho antes?
—Una vez. Me preguntó si yo iba a ser su papi porque ella quería que lo fuera —le
expliqué.
Sus ojos se agrandaron y pestañeó rápido, tratando de no llorar. Yo esperaba que
dijera que era demasiado pronto, que deberíamos detener a Emmy de decirlo. Esperaba que
esto se transformara en una discusión que teníamos que tener después sin una audiencia
porque ella se enojaría.
Lo que obtuve fue—: Seguro que sabes cómo encantar a las chicas Thomas, ¿cierto?
Joder. Sí.
Fue un desvió, pero uno que usó para evitar admitir que le encantó que nuestra hija
me llamara papi.
—No importa, las dos serán chicas Davies pronto. Pero intentaré seguir
encantándote.
Me dio una pequeña sonrisa y yo la besé en los labios.
Oh sí, jodidamente gané.

196
CAPITULO 28

—Emmy, este es Doc —le presenté a mi niña al Discípulo más antiguo.


—Hola, muñequita —Doc la saludó.
Emmy lo observó y luego dijo con voz muy seria—: Te pareces a Santa.
Solté una carcajada. Oh hombre, eso fue brillante. Si alguien más le dijera eso a Doc,
aprenderían una lección. Emmy le dijo eso y él sonrió debajo de la barba que se estaba
poniendo más blanca cada vez.
—Y tú tienes un nombre de enano —continuó Emmy.
197
Doc y yo estábamos riéndonos, haciendo que Emmy soltara una risita—. ¿Eso te hace
Blanca nieves? —preguntó.
—Sí —concordó.
—Entonces, ¿qué me hace a mí?
—¡Tontín!
Maldición—. Eso es cruel, cariño.
La dejé en el sofá con un juego que había descargado en mi teléfono e hice un gesto
con mi cabeza para que Doc entrara a la otra habitación conmigo.
—¿Tienes lo que necesitas? —pregunté.
—Sí —respondió—. Creo que sé por qué es necesario, pero me pregunto por qué no
pudiste entrar y hacer esto.
—Ash no quiere que le haga la prueba. Ella preferiría no saber. No puedo llevar a
Emmy allí y regresar sin que Ash lo descubra, o sin que Emmy se lo cuente después —le
expliqué.
—Entonces tengo que preguntar, ¿crees que quizás no deberías hacerlo?
Ya había pensado eso. Pensaba que simplemente lo dejaría pasar, y luego pensaba que
no debería. Me acostaba junto a Ash todas las noches y me despertaba con ella todas las
mañanas para sacar a Emmy de la cama. Pasaba el tiempo que podía con ellas cuando el
negocio y el trabajo del club no me apartaban. Desde la noche en que dejé de discutir sobre
las pruebas de paternidad, lo había reconsiderado más veces de las que podía contar.
Entonces, había visto la cara de Ash cuando escuchó que Emmy me llamó papi. Había
algo sutil en ello que no entendí hasta horas después.
Estábamos en la cama, casi dormidos. Emmy había estado muy melindrosa al ir a la
cama y Ash estaba preocupada. Entonces, por mucho que quisiera desnudarla y hacerla
suplicar por mí, habíamos mantenido nuestra ropa puesta. Fue una buena decisión, del tipo
que haría una madre buena como Ash. 198
Unas horas más tarde, la puerta se abrió con un crujido.
Ambos nos sentamos. Emmy estaba entrando, su labio inferior saltado y temblando,
su piel se veía pálida y sus brazos cruzados sobre su estómago. Me puse de pie en un
segundo, pero Ash ya estaba con ella.
—Pancita duele —había murmurado Emmy.
Como una especie de puto superhéroe, Ash la levantó y bajó por el pasillo hacia el
baño. Yo las seguí. Ash apenas la tuvo allí antes de que Emmy vomitara. He pasado por
mucha mierda a lo largo de los años, he estado en peleas que perdí, pero esa mierda no tenía
nada que ver con ver a mi pequeña niña enfermarse. Ella comenzó a llorar, y juro por Dios,
que hubiera matado para que se detuviera.
Una vez que terminó, Ash limpió a Emmy y la trajo a la habitación. Lo preparé todo
en caso de que mi princesa vomitara otra vez, luego las arropé a las dos. Mi plan era dejarlas,
a pesar de que me destruía. Antes de que pudiera, Emmy extendió sus pequeños brazos.
—No, papi. Te necesito.
Cristo.
No había manera de que yo pudiera negarle eso. Me acosté, atrayendo a mis dos chicas
a mis brazos. Emmy se acurrucó en mi pecho, pero no se movió fuera del agarre de su madre.
—Te amo mami. Te amo, papi —dijo en voz baja mientras se dormía.
Entonces fue cuando lo vi. En la luz que salía del armario y encendimos para Emmy,
quien tenía miedo a la oscuridad, vi el anhelo en los ojos de Ash, el tipo de anhelo que yo
conocía. Era el anhelo que sentías cuando estabas seguro de que nunca obtendrías lo que
querías. Me sentí así durante cuatro años y medio. Al ver esa expresión me dio la respuesta
que estaba buscando.
Entonces, llamé a Doc y lo preparé todo.
—Ash necesita esto —le expliqué a Doc—. Ella puede decir lo que quiera, pero en
realidad no está aceptando que Emmy sea mía. No está dejando ir esto. Quiere
desesperadamente que Emmy sea mi hija, pero está atrapada en la idea de que se trata del
ADN. 199
—¿Qué pasa si no encuentras lo que quieres? —preguntó.
—No voy a decirle. Me importa una mierda lo que diga la prueba. Emmy es mía, de
cualquier manera. Si fuera por mí, no lo haríamos. Esto se trata de ver si puedo ayudarla.
Quiero que ella pueda seguir adelante. Tal vez ella pueda hacer eso sin saberlo, pero creo
que parte de ella siempre tendrá problemas si tiene esta duda.
Doc me midió, como siempre lo hacía—. ¿De verdad estás seguro de que puedes vivir
sabiéndolo?
En la superficie, no, no estaba seguro. Quería descubrir que Emmy era mía. Hace unas
semanas, la primera noche en que Ash regresó, no podría haber sido capaz de lidiar con eso.
Ahora, yo conocía a Emmy. La amaba. Ella era mi hija y nada podría cambiar eso.
—Sí. Estoy seguro.
—Muy bien —dijo.
Me dio la espalda, poniéndose guantes y sacando lo que necesitaba. Doc era un doctor
real. Bueno, lo había sido. Nadie sabía la historia de lo que lo alejó de la práctica. Él no
hablaba de esa mierda. No hablaba mucho de sí mismo. Lo que todos sabíamos era que su
conocimiento médico lo convertía en una puta bendición. Él podía curarnos, y él podía
literalmente desmantelar a un ser humano.
Él giró hacia mí—. La prueba es simple. Tengo que frotar el interior de tu mejilla,
luego la de Emmy. No puedo hacer la prueba aquí. No tengo el laboratorio. Un amigo mío
la va a realizar para que no tengamos que lidiar con el tiempo de entrega de un laboratorio
destinado sólo para hacer estas pruebas. También elimina el rastro de papeleo si esto no
resulta bien. No hay registros. Sus nombres ni siquiera se adjuntarán.
—Bien.
No tenía idea de cómo podría llegar la información a Ash, pero quería evitarlo a toda
costa.
—Abre —ordenó Doc, luego pasó el hisopo dentro de mi mejilla. Puso el hisopo en un
vial con un poco de líquido—. Eso es todo, sólo tienes que hacer lo mismo con la pequeña.
Hicimos un frotis de Emmy, la cual hizo sin ninguna pregunta. No estaba 200
sorprendido, pero estaba contento. Si hubiera sido más curiosa, podría haberle dicho algo
a Ash. No necesitaba eso, al menos no por unos días, hasta que pudiera obtener los
resultados.
Estaba planeando sacarnos de allí y regresar a la granja cuando Stone me detuvo.
—Sketch, necesito un minuto —se arrodilló para aceptar el abrazo que Emmy le
estaba dando—. ¿Cómo estás, cariño?
—Estoy bien. Voy a estar con papi hoy —respondió ella.
—¿Oh sí? ¿Dónde está tu mamá?
—En casa —dije—, alguien se enfermó anoche y Ash no durmió bien preocupándose.
Le hice tomar las cosas con calma, traje a Emmy conmigo.
Stone apartó la mirada de mí en el momento en que la palabra "enfermo" salió de mi
boca. —¿No te sientes bien, pequeña?
La cabeza de Emmy se inclinó, sus rizos se derramaron hacia un lado—. Me dolió la
pancita.
—Pero estás bien ahora, ¿verdad, bebé? —le pregunté.
—Muy bien —concordó.
—Bien —dijo Stone.
—¿Puedes esperar un minuto más, princesa? —le pregunté a Emmy.
Su mano subió de inmediato—. ¿Juego?
En algún momento, iba a dejar de ser tan pusilánime con ella—. ¿Cómo se dice?
Ella sacó ese maldito puchero en respuesta—. ¿Pod, favod?
Ella estaba jugando conmigo. No me importaba. Joder, su madre podría ser la que
estableciera la ley. Le entregué mi teléfono.
Stone y yo nos alejamos unos pasos antes de hablar rápido en voz baja.
—Roadrunner se reportó. No hay señales de Jackson o Penelope en la dirección.
Esperaron durante un día, luego entraron. Nadie está allí. Pero definitivamente es la casa
de Penelope. Correo y mierda, todo dirigido a ella, comida recientemente reabastecida.
Ellos están vigilando mientras Jager intenta obtener más información. Se las arregló para 201
entrar en sus cuentas a partir de la información que encontró en el departamento. Es por
eso que llamó para ponerme al día. Ella hace cualquier cosa a crédito o débito, él sabrá y
podrá atraparla.
—¿Alguna señal de que Jackson haya estado allí? —pregunté.
—Ropa de hombre y mierda, pero nada que pudiera ayudar con su identificación.
Podría ser él, podría ser que tiene a otro tipo viviendo allí. Jager sigue investigando a
Jackson para ver si puede tomar un descanso. Lo más probable es que agarrar a la perra sea
el primer paso.
Odiaba el puto juego de espera. Jackson era un fantasma si Jager no podía encontrarlo.
Si él no era el que se quedaba con la perra de la prima de Ash, estaba empezando a
preocuparme de que no lo encontraríamos.
—Está bien, hermano. Gracias por actualizarme Sólo mantenme informado cuando
encuentres a esa perra.
—Lo tienes —prometió Stone.
—Emmy y yo vamos a salir —dije como un adiós.
Mientras la llevaba al auto, Emmy mantuvo su atención en el juego que estaba
jugando. El par de veces que revisé, estaba bastante seguro de que ella sólo seguía muriendo
y apareciendo de nuevo. Me reí por lo bajo. Ella no tenía idea de lo que estaba haciendo.
Mientras la llevaba en su asiento de seguridad, mi teléfono comenzó a sonar en su
mano. Ella extendió la mano y dijo—: Es para ti.
—¿Vas a ser mi secretaria ahora? —pregunté, pero ella no tenía idea de lo que estaba
hablando. Sacudiendo mi cabeza, respondí la llamada—. ¿Hola?
—Hola, cariño —la dulce voz de Ash llegó a través de la línea.
—Hola, Luciérnaga.
—¿Dónde están?
—En la casa club. Justo estoy poniendo a Emmy en su asiento para que podamos
volver a ti.
—¿Está bien? —preocupación pintaba su tono. 202
—Ella está bien —dije. Giré el teléfono hacia Emmy—. Saluda a mamá, princesa.
—¡Hola, mamá! —gritó.
Cuando devolví el teléfono a mi oreja y metí a Emmy en la camioneta, escuché a Ash
riendo—. Me encanta ese sonido, nena.
Ella cambió el tema en lugar de responder eso, como siempre—. Bueno, sólo quería
checarlos. Acabo de salir de la ducha y no estaba segura de cuándo volverías.
Me detuve antes de abrir la puerta del conductor. —¿Te duchaste sin mí?
—Sí, Sketch. Usualmente lo hago.
—No deberías. Soy un buen compañero de ducha, y es importante para el medio
ambiente y la mierda.
—¿El medio ambiente y la mierda? —bromeó—, una ducha contigo no ahorrará agua.
Tardará tres veces más.
—Oye, sólo me gusta ser muy minucioso. No puedes criticarme por querer
mantenerte muy limpia.
Joder, estaba empezando a ponerme a pensar cosas muy sucias sobre como limpiarla.
—Sólo después de que me ensucies.
Sí, eso era demasiado. Estaba duro como una roca. Ash no hablaba así a menudo, y era
suficiente para romper mi restricción.
—Esta noche —advertí—, vas a pagar por ponerme duro cuando estoy a punto de
subir al auto con nuestra hija.
Ash soltó un jadeo sofocado y pude imaginarla mordiéndose sus rosados labios. Esa
imagen no estaba ayudando. Necesitaba colgar el maldito teléfono antes de perder el
control de mí mismo.
—Estaremos en casa pronto. Tú y yo hablaremos de tu pago más tarde.
—Está bien —respondió con voz entrecortada.
Tomé varias respiraciones profundas después de colgar, tratando de controlar mi
erección antes de subir al auto. Una vez que empezó a bajar, subí. 203
—Muy bien, princesa. Volvamos a casa con mamá.
—¡Mamá!
Al menos yo no era el único emocionado.
CAPITULO 29
Ash
—Te dije que volvería —dije, colocando otro paquete de flores en la tumba de papá—. Lo
siento. No traje a Emmy esta vez. Deni la está vigilando. Quiero esperar para poder tener a
Gabe con nosotras, pero él no podía hoy. No estoy segura de que ella pueda comprender
esto todavía. Será bueno para las dos tenerlo cerca.
Eché un vistazo a Ace, mi guardia. Él se quedó atrapado conmigo. Supongo que sólo
porque él vivía en la granja con nosotros. Estaba cerca, así que consiguió el trabajo.
—Las cosas han cambiado mucho. Emmy llama a Gabe papi ahora. Él es tan bueno 204
con ella. Él la ama. Él nos ama a las dos —me reí—. No sé cómo hemos llegado tan lejos de
donde estábamos la última vez que fui. Aquí es donde se supone que debo estar. Ahora lo
entiendo. Gabe lo entendió todo el tiempo. Siempre dijiste que pensaba demasiado en las
cosas y dejaba que mi cabeza se interpusiera en mi camino. Tenías razón. Siempre tenías
razón.
Un silbido áspero interrumpió mi tren de pensamiento. Giré mi cabeza hacia Ace para
verlo apuntando hacia abajo y haciendo un movimiento de silencio. Se estiró detrás de él,
sacando un arma, estaba segura. Se movió, rápido y cuidadoso, hacia una zona boscosa al
borde del cementerio. No podía ver a nadie en la dirección en que él se dirigía, pero no me
arriesgué. Haciendo lo que él había dicho, me agaché y me moví detrás del árbol junto a la
tumba de papá.
Probablemente sólo era que Ace era demasiado protector. Aun así, pensó que había
algo mal. ¿Esa era razón para pedir apoyo? No lo sabía No podría preguntarle exactamente
a Ace tampoco. Debatí sobre ello durante más tiempo que en una situación en la que
probablemente se sacaba un arma antes de que yo consiguiera mi teléfono. Dudaba que a
los Discípulos les importara si yo era extra cautelosa.
Primero le marqué a Sketch, pero no contestó. Él no me había dicho esa mañana lo
que estaba haciendo. Dijo que tenía trabajo que hacer, pero no si eso era trabajo del club o
si tenía una cita con un tatuaje. Lo intenté por segunda vez, por si acaso no lo había
escuchado, luego marqué el número de Stone.
Cuando él tampoco respondió, dejé un mensaje—. Um... hola —¿hola? Dios,
necesitaba recomponerme—. Ace me trajo al cementerio para visitar la tumba de papá. Me
acaba de hacer señas para que me agache y comenzó a alejarse. Él estaba sacando su arma.
No sé...
Una mano se envolvió alrededor de mi muñeca y me quitó el teléfono de la oreja. Me
apretó hasta que el dolor me obligó a soltarlo. Un fuerte tirón me tuvo encarando a un
hombre mayor que nunca había visto antes. Parecía desaliñado, aunque no de manera
evidente. Su cabello estaba fuera de lugar, pero la textura gelificada decía que había estado
peinado. Debajo de su chaqueta desabrochada, su camisa estaba parcialmente descubierta,
se parecía mucho al tipo de hombre que normalmente no se veía así. Más terrorífico, había
una mirada enloquecida brillando a través de una expresión que de otra manera sería
tranquila. 205
Él me sonrió de una manera que hizo que mi piel se erizara—. Bueno, hola. Creo que
es hora de que nos conozcamos. Te pareces tanto a la puta de tu madre.
Barton.
Rayos.
Busqué el teléfono, pero estaba en su otra mano. Notó mis ojos moviéndose hacia él.
—Oh, ¿estás buscando esto? Realmente es una pena que hayas enviado ese mensaje,
Ashlynn. Preferiría no ser interrumpido. Ahora, mi socio tendrá que despacharse de tu
guardia a toda prisa para que podamos partir antes de que llegue su compañía.
Ace. Oh Dios. Realmente esperaba que estuviera bien.
Barton tiró mi teléfono al suelo, sacando una pistola del interior de su chaqueta y
disparando una sola bala en la pantalla. Salté hacia atrás, y él giró el cañón hacia mí.
—Ahora, querida, sinceramente espero que no tengas ilusiones de hacer algo tonto.
Si corres, dispararé. No lo dudaré —él hablaba en serio, era obvio por la forma en que
pronunció la advertencia, como si me estuviera informando de un hecho simple en lugar de
amenazar mi vida. Incluso si no hubiera sabido lo que le hizo a mi madre, me hubiera
tomado en serio sus palabras.
Había un tipo de claridad inquietante que se asentó cuando un hombre como Barton
te apuntaba con un arma: un hombre trastornado y lo bastante insensible para apretar el
gatillo sin pensarlo dos veces. Me volví extremadamente consciente de todo. A Barton no
le temblaba la mano, no era probable que intentar correr funcionaría. Él no era un presunto
asesino en pánico que fallaría a un objetivo en movimiento.
También me di cuenta de una minúscula cualidad de su presencia que lo hacía parecer
inestable. Algo en él me recordó el adagio “aguas tranquilas corren profundo.” Con la
excepción de los defectos leves en su apariencia, nada me dio esa impresión de manera
visible. Aun así, sabía que era verdad. Lo que sea que me estaba mostrando, había algo
completamente inestable en su corazón. Stone me había dicho que su infraestructura se
estaba desmoronando y que estaba desesperado. Me preguntaba si eso era lo que yo estaba
viendo.
Finalmente, fui consciente de que no podía distinguir ningún sonido que pudiera ser 206
Ace. Estaba aterrorizada de que el hombre de Barton lo hubiera lastimado, o algo peor.
Necesitaba encontrar una manera de comprarme tiempo. No sabía dónde estaba
Stone, ni cuándo vería su teléfono. Con suerte, sería pronto. Logré decirle dónde estaba.
Necesitaba mantenerme allí hasta que los Discípulos pudieran llegar.
—¿No me disparas de todas formas? —pregunté. No tenía idea si era la pregunta
correcta. Yo apenas sabía qué decir cuando mi vida no estaba en juego. En este momento,
tomaría cualquier cosa que mi cerebro escupiera.
—Había sido mi pensamiento —explicó Barton—. Ahora que te estoy viendo, estoy
reconsiderando mi posición —se acercó, su arma presionando contra mi estómago. Podía
oler su perfume, y me hizo querer vomitar. Su mano libre bajó por mi brazo, tocando
deliberadamente el costado de mi pecho—. Tuve que deshacerme de tu madre antes de que
me tuviera una probada. Quizás, ahora tendré otra oportunidad.
Oh Dios.
No. Prefiero morir.
—Me imagino que serás incluso más agradable que ella.
Incapaz de contenerlo, mi mente volviendo a la horrible noche en que Jackson me
forzó, vomité violentamente.
Barton retrocedió varios pasos—. Te lo juro, perra, si vomitas sobre mí, te haré
jodidamente pagar.
Si no lo detenía, él me iba a hacer pagar de cualquier manera.
—¿Por qué estás haciendo esto?
—Venganza, cariño —respondió—, venganza sobre esos asquerosos motociclistas
que pensaban que podían seguirme sin consecuencias. Pensé que aprenderían cuando puse
a ese bastardo de tu padre en el suelo —hizo un gesto con la pistola hacia la tumba de
papá—, pero parece que eran más tontos de lo que creía. Tal vez finalmente lo comprendan
cuando te devuelva, pieza por pieza.
—No te dejarán llevarme. Probablemente ya estén en camino.
Levantó el arma hasta que estuvo nivelada con mi frente—. Cállate. Ahora. No jugaré
juegos contigo. 207
Hice lo que dijo.
—Nos habremos ido antes de que lleguen, tan pronto como Jones termine de preparar
el regalo que les dejaremos —no pregunté, sobre todo porque él todavía tenía el arma
apuntando a mi cabeza y yo tenía miedo de hablar. Barton me proporcionó la respuesta de
todos modos—. Pondremos los pedazos de tu guardia sobre la tumba de tu padre. Son
hermanos o cualquier tontería, ¿verdad?
Ace. Dios, Ace, por favor, que esté bien, supliqué en mi mente.
Barton bajó el arma para apuntar a mi torso de nuevo. Largos segundos pasaron sin
una palabra, sin sonido.
El silencio fue roto por un ping electrónico. Barton sacó un teléfono de su bolsillo,
revisando la pantalla mientras el brazo de su pistola se mantenía estable. Me miró con una
sonrisa que haría avergonzar al Diablo mismo.
—Es hora de moverse —me dijo. Movió una mano como un caballero, como si eso
negara el hecho de que él me tenía a punta de pistola, y dijo—: Las damas primero.
Hice lo que me dijo, caminando en la misma dirección que Ace desapareció, aunque
lo hice con pasos lentos. Cada segundo contaba.
—Más rápido —exigió, clavando el arma en mi espalda.
Aumenté un poco mi ritmo, pero volví a retroceder a medida que avanzábamos.
Cuando finalmente se dio cuenta de que yo estaba disminuyendo la velocidad, se acercó a
mí para acelerar de nuevo. Repetí el ciclo.
Llegamos a la hilera de árboles y dudé. A Barton no le gustó eso. Su mano se voló,
agarrándose de mi cabello. Con un fuerte tirón, echó mi cabeza hacia atrás, luego colocó el
arma justo en mi mandíbula.
—No te dije que pararas. Camina o encontraré un lugar donde poner una bala dentro
de ti que no interfiera conmigo consiguiendo estar dentro de ti más tarde.
Rayos. Rayos. Rayos.
Los árboles eran lo suficientemente densos, tomó unos momentos para que mis ojos
se adaptaran a las sombras. Delante de nosotros, había otro hombre en un traje. Parecía 208
estar apoyado contra un árbol detrás de él. En el suelo a sus pies, un cuerpo yacía boca
abajo. Un cuerpo con un chaleco de cuero negro.
—¡No! —grité.
Mis rodillas se rindieron. No podía ser. No podían haber tomado a Ace. Él había sido
inocente en todo esto. Apenas había sido un Discípulo completo por mucho tiempo. No
había sido parte de la guerra con Barton. Él sólo había tenido la mala suerte de ser quien
cuidara de mí.
Barton me golpeó en mi costado mientras caminaba a mí alrededor.
—¿Qué coño llevó tanto tiempo, Jones? —espetó—. Tenemos que salir de aquí antes
de esos hijos de puta…
Él dejó de hablar abruptamente, pero no miré para ver por qué. Mis ojos estaban en
Ace, a quien podría jurar que acaba de moverse. Fue sólo un poco, sólo su brazo. Quizás
estaba vivo. Tal vez, si los chicos llegaran pronto, podríamos llevarlo a un hospital y…
Grité cuando Ace se puso de pie de repente, atacando a Barton. Él no fue lo
suficientemente rápido. Barton giró, levantó la pistola y disparó. Ace ni siquiera disminuyó
la velocidad. No pude ver a dónde fue la bala, pero vi el retroceso de la parte superior de su
cuerpo al golpear. Se arrojó a Barton de cualquier manera.
Los dos comenzaron a forcejear con el arma de Barton, la mano de Ace alrededor de la
de Barton con el arma, sus brazos levantados. Fue entonces cuando vi la sangre en la camisa
de Ace. Parecía que algo de ella era de Jones, mientras que algo se filtraban por las cortadas
en la tela. Con sus lesiones, eran iguales, pero me aterrorizaba que Barton pudiera tener
pronto la ventaja.
Ace se colocó detrás de su espalda, revelando un arma debajo de su chaleco. La sacó y
se la puso a Barton, pero ya era demasiado tarde. Barton logró liberarse del control de Ace
y le apuntó con el arma.
Grité por Ace justo cuando el disparo sonó y él cayó al suelo.

209
CAPITULO 30

ANTES ESE MISMO DÍA…

Había recibido la llamada esa mañana. Durante la noche, Roadrunner, Tank y Jager
finalmente consiguieron algo. Penelope y Jackson habían regresado al apartamento,
tropezando de borrachos y drogados. Los chicos habían esperado para entrar, viendo una
transmisión en vivo que Jager había preparado. Los dos habían comenzado hacerlo y los
chicos lo atraparon justo antes de que Jackson se la tirara.
No podría haber elegido un mejor momento si lo hubiera diseñado yo mismo. 210
—Bolas azules justo antes de que nos deshagamos de él. Jodidamente frío —había dicho Daz.
Yo había hecho un plan con Ash. Ella iba a ir a visitar la tumba de su papá con Ace
vigilándola. Se había ofrecido como voluntario, aunque no estaba completamente
emocionado de perderse el espectáculo que íbamos a hacer con Jackson. Deni estaba
cuidando a Emmy en su casa.
Slick estaba en casa para protegerlas. Cami estaba con ellos. Slick también estaba
menos que contento de perderse la oportunidad, pero su mujer embarazada era su principal
prioridad.
Stone abrió la puerta del cobertizo al otro extremo de la propiedad de la casa club,
revelando al hijo de puta atado a una silla. El suelo estaba cubierto con lonas, facilitando la
limpieza.
Entré, mis hermanos a mí alrededor.
—¿Cómo lo quieres? —preguntó Stone.
—Colgado.
Ham y Gauge se movieron para hacerlo. Lo apartaron de la silla, soltaron sus manos y
unieron la cadena de sus puños a un gancho reforzado en el techo. Estaba colgando de sus
muñecas, sus pies no llegaban al suelo incluso mientras bailaba y extendía los dedos de los
pies para intentarlo. Mientras tanto, los gritos ahogados provenían de una Penelope
amordazada, atada a su propia silla en la esquina de la habitación.
Una vez que lo tuvieron atado, me acerqué.
—Hola, Jackson —dije con una sonrisa.
Empezó a suplicar como una perra, pero estaba amortiguado por la tela que lo
amordazaba.
—¿Sabes por qué estás aquí?
Más ruidos indistinguibles vinieron a mí. Los estaba tomando como un no.
—Tocaste algo que no te pertenece.
Su cabeza comenzó a sacudirse de un lado a otro, con más ruidos incesantes que la 211
acompañaban.
Agarré un cuchillo de la mesa de trabajo en un lado de la habitación y lo sostuve contra
la garganta del hijo de puta.
—Cierra la puta boca —le advertí—. Sé lo que hiciste. Violaste a mi mujer y vas a
pagar.
Él no dijo nada. Alejé el cuchillo, luego lo metí en su muslo para mantenerlo a salvo
mientras me movía alrededor de él hacia la perra atada al fondo de la habitación. Los gritos
de Jackson eran el mejor sonido que escuché desde que Ash se había venido sobre mi verga
la noche anterior.
Me paré frente a Penelope, que ya tenía lágrimas en la cara.
—No creo en lastimar a las mujeres —le dije, y su cuerpo se relajó—, no creo que
ningún hombre de verdad esté de acuerdo con esa mierda —me arrodillé así que estaba a la
altura de sus ojos y así ella no se perdería lo que estaba diciendo—. Pero estoy empezando
a cuestionarme esa postura —sus ojos se ensancharon, su cuerpo temblando tanto que era
probable que estuviera lastimando su piel contra las sogas.
—Ash, jodidamente confió en ti. Ese hijo de puta la violó y ella fue a ti. La rompiste a
tu manera con la mierda que hiciste. Por eso, vas a pagar.
Me puse de pie, señalando al cabrón chillón que estaba sangrando por todos lados—
. ¿Lo amas?
Ella asintió enfáticamente, como si eso ayudara a la situación.
—Bien. Entonces puedes sentarte aquí y ver lo que le sucede.
La perra gritó, pero no le di otro pensamiento. Ojos en el premio, y mi premio me
estaba esperando.
Me paré frente a mis hermanos, Jackson seguía gritando y haciendo un lio detrás de
mí.
—Ash pertenece a este club tanto como a mí —les dije—. Alguien más cree que se
merecen una oportunidad ante este hijo de puta, háganlo ahora. No me detendré una vez
que empiece.
212
Roadrunner dio un paso primero, como yo sabía que lo haría. El loco hijo de puta
agarró un soplete, una herramienta por la que Indian era conocido por tener cierta afinidad.
—Una petición, hermano —lo detuve mientras se acercaba. Él no respondió, sólo se
encontró con mis ojos—. Lo quiero consciente cuando yo llegue a él.
Él sonrió y presionó el encendedor de fricción dos veces. Una llama chispeó a la vida
desde la boquilla del tanque de propano y él me rodeó para ponerse a trabajar.

Pasaron un par de horas antes de que fuera mi turno. El hijo de puta se desmayó un
par de veces, lo que obligó a Doc a intervenir con las sales olorosas.
Me agradó el número que mis hermanos hicieron. Cada uno de ellos había dado un
paso adelante, no sólo los tipos que habían estado cerca cuando éramos niños. Todos
conocían a Ash, tanto por la época en que estuvieron antes de que ella se fuera como por las
semanas desde que regresó a casa. Presenciar la sangre no era algo que yo quería para Ash,
pero deseaba que ella pudiera ver a todos los tipos vengándose. Quizás entonces realmente
entendería lo que ella significaba para el club.
Cuando di un paso adelante, Jackson era un puto desastre. Todo tipo de fluidos
corporales estaba sobre él.
Agarré un cubo que uno de los hermanos había llenado con un poco de agua y lo puse
en mis brazos, notando que estaba helado cuando se derramó sobre mis manos. Con un
buen movimiento, le arrojé el agua a Jackson y sus constantes gemidos se convirtieron en
un grito agudo.
—Sólo te estoy limpiando —dije—, no es divertido no poder ver nuestra obra.
Me quedé allí por un momento, mirando el daño que mis hermanos habían infligido:
cortes, hematomas, heridas de arma blanca y carne chamuscada cubrían todo su cuerpo. 213
Mientras el agua goteaba, la sangre fluía de nuevo.
Lo asimilé todo, escuchando la voz silenciosa de Ash en mi mente. “Él me violó.”
La rabia se acumuló. La sentí moviéndose a través de mí, encendiendo mi sangre. Él la
tocó. Él la lastimó. Por fin era hora de hacerle pagar.
Puse el cubo al lado de Jackson para que la abertura estuviera hacia abajo. Agarrando
una cuchilla larga de la mesa, puse el pie sobre el cubo para levantarme lo suficiente.
—Tocaste a mi mujer —le dije, levantando sus débiles manos por encima de las
esposas.
Las presioné juntas para que las palmas se tocaran, luego, con un poderoso empuje,
enterré el cuchillo en ambas manos.
Bajándome, le di una patada al cubo. Agarré un puñado de sal de roca de un recipiente
en el costado de la habitación y lo arrojé contra el cuerpo de Jackson, apuntando hacia las
heridas más grandes.
Mientras eso ardía por un tiempo, examiné cuidadosamente la selección de
herramientas afiladas sobre la mesa.
—Doc —llamé, más fuerte de lo necesario.
—¿Qué necesitas, hermano?
Sin dejar de hablar, asegurándome de que Jackson pudiera escuchar incluso con sus
jadeos y gemidos, pregunté—: ¿Cuál será mi mejor opción aquí para la castración?
Jackson, que no se había movido mucho en bastante tiempo, su cuerpo golpeado
incapaz de reunir la fuerza, comenzó a agitarse y a luchar contra sus puños. El movimiento
empeoró la hemorragia y le destrozó las manos. Sonreí.
Antes de que Doc pudiera darme algún tipo de respuesta, antes de que pudiera elegir
una herramienta con la que trabajar, la puerta se abrió de golpe—. Tenemos que movernos
—ordenó Stone.
Me giré, no jodidamente contento de haber sido detenido—. ¿Para qué coño? —exigí.
214
—Ash llamó —dijo, y sólo eso me hizo moverme. Lancé el cuchillo sangriento al
suelo—. Ace la llevó al cementerio, luego le dijo que se agachara y se fue, con la pistola
desenvainada. El mensaje se corta al final.
Había algo que no estaba diciendo—. Dilo —exigí.
Él me miró directamente—. Escuché a Barton antes de que se cortara el mensaje.
Sin decir una palabra, agarré mi arma de la parte trasera de mis jeans y disparé tres
balas contra ese hijo de puta de Jackson. Uno entre sus piernas, uno en el intestino y otro
en la garganta. Él se desangraría. Sin sobrevivir a eso. Entonces, me fui.
Dentro de la casa club, me armé, todos los chicos haciendo lo mismo. Todos estuvimos
en nuestras motos momentos después, yendo hacia el cementerio a toda velocidad.
En mi cabeza, un mantra constante seguía y seguía: simplemente espera, luciérnaga.
Estábamos llegando.
Cuando llegamos al cementerio, estaba listo para emprender el camino hacia la tumba
de Indian. Stone, sin embargo, levantó un puño para detenernos en el estacionamiento.
Todos se detuvieron, incluida la camioneta que alguien había llevado. Jager saltó del asiento
del pasajero de la jaula y anunció—: He estado siguiendo los dos teléfonos en el camino. El
de Ash está apagado. La última ubicación parece estar justo junto a la tumba de Indian. El
de Ace está a varios metros al este de allí.
Roadrunner habló a continuación—. Hay algunos bosques en el borde de la propiedad
en esa dirección.
Stone instruyó—: Vamos a pie. Ya hay riesgo de que nos hayan escuchado hablar —
yo iba a hablar, sin querer tomar tanto puto tiempo para llegar a Ash, pero me
interrumpió—. No, hombre. Sé que estás enloqueciendo, pero no necesitamos avisarle a
Barton de que venimos. No se sabe lo que podría hacer.
Coño. Coño. Coño.
—Movámonos de una puta vez —demandé.
Cada paso, incluso en una puta carrera, parecía que tomaba demasiado tiempo. Ash
estaba allí en alguna parte. Me negaba a aceptar cualquier otra cosa. Ella estaba allí, y estaba
bien. Íbamos a llegar a ella e íbamos a matar a Barton de una vez por todas. 215
Ella iba a estar bien.
Ella tenía que estar bien.
CAPITULO 31
Ash
—Por favor, por favor, aguanta—supliqué. Ace no respondió. No me miró. Sólo se quedó
allí, sangrando.
Barton no se acercó, no dijo nada ni exigió que me levantara. Él no había reaccionado
cuando corrí. Levanté la vista para encontrarlo inspeccionando a su hombre, que no estaba,
como había aparecido a la distancia, apoyado contra el árbol. Él estaba muerto. Su cuerpo
inmovilizado como un espantapájaros. Ace había clavado dos cuchillos en el tronco del
árbol y luego había colocado al hombre de modo que las empuñaduras de cada cuchillo lo
sostenían de las axilas. No sabía cómo mantenía la cabeza levantada. No quería mirar tan
216
alto para descubrirlo.
Ace le había tendido una trampa a Barton. Lo había atraído aquí para salvarme y
recibió un disparo al hacerlo.
—¿Qué diablos? —murmuró Barton para sí mismo—. Ese hijo de puta enfermo lo
mutiló.
No respondí, no llamé su atención. Me centré en aplicar presión a la herida de bala en
el intestino de Ace.
—Maldición, Jones —continuó Barton—, ¿dónde coño están las llaves?
¿Llaves? Me tomó un momento entenderlo. Jones debía conducir cualquier automóvil
que Barton estuviera usando para sacarme de allí. Ace tuvo tiempo para posicionar el
cuerpo. Probablemente había encontrado las llaves, las había escondido. Barton no parecía
darse cuenta. Él no estaba revisando Ace.
Entonces, la verdadera lucidez se apoderó de mí.
Él no estaba revisando a Ace.
Eché un vistazo. Su arma estaba a su lado mientras él registraba a su compañero
muerto.
Barton no se daba cuenta de que Ace había estado estirándose por su arma.
Dudé. No quería moverme, dejar de presionar las heridas de Ace. ¿Qué pasaría si se
desangraba? Pero entonces, ¿qué pasaría cuando Barton se diera cuenta de que Ace tenía
las llaves? Su distracción podría ser la única oportunidad que tenía para sacarnos a los dos
vivos.
Mis manos temblaron cuando las levanté del cuerpo de Ace. Mi garganta se tensó
cuando la sangre comenzó a fluir más rápido, pero me obligué a seguir moviéndome.
Tratando de ser lo más silenciosa posible y vigilando a Barton mientras él realizaba la
búsqueda, presioné mi mano en el suelo y la coloqué debajo de la espalda de Ace.
Él pesaba mucho más allá de su peso. Era pesado en la forma en que se hacía un cuerpo
cuando alguien estaba inconsciente o…
Nop. Me obligué a dejar ese pensamiento. 217
Sentí la punta del arma contra mis dedos y casi lloré de alivio. La agarré, tirando de
ella sin mucha resistencia. Miré entre la espalda de Barton y el arma. Era una pistola, una
SIG Sauer. Un arma que mi papá me había enseñado a disparar. Mis ojos saltaron hacia
Barton, luego volvieron a bajar para verificar el seguro. Estaba puesto. Mantuve los ojos en
alto mientras bajaba el arma y la desaseguraba entre mi cuerpo y el de Ace, tratando de
amortiguar el sonido. Barton no se dio cuenta.
En un movimiento, me puse de pie y me moví directamente detrás de Barton. Tenía el
arma en ambas manos, alineando la mira. Con una respiración profunda, apreté el gatillo.
El brazo de Barton voló hacia delante con la fuerza del disparo, su arma cayendo al
suelo. Él gritó mientras giraba hacia mí. Levanté la pistola para apuntar a su cabeza.
—¡Maldita puta! —rugió.
La sangre brotó de su brazo, goteando en el suelo. Iba a dar un paso hacia mí.
—¡Alto! Quédate donde estás —ordené.
—¿Crees que tienes agallas? Jodidamente te reto, perra —escupió—. Pero será mejor
que te asegures de matarme. Si no lo haces, iré por ti, ese club y tu hija.
El aliento salió de mis pulmones y mis manos se estremecieron tanto que me
sorprendió no haber apretado accidentalmente el gatillo.
Él sabía sobre Emmy. No había planeado matarlo. Iba a mantenerlo allí hasta que los
Discípulos llegaran allí. Stone tenía que haber recibido mi mensaje ya.
Creo que me convencí de que podíamos entregar a Barton a la policía. No tenía idea
de cómo había planeado hacer que los muchachos aceptaran eso, pero realmente no había
pensado en que tendría que morir.
Hasta que mencionó a Emmy.
El hombre se había llevado a mi papá, había matado a mi madre. Amenazó a los
hombres a los que yo llamaba familia y planeaba violarme y matarme. Le había disparado a
Ace. Nada de eso importaba en comparación con su amenaza contra mi Emmaline.
No podía irse. Él no podía vivir otro día si tenía ideas sobre lastimarla. El riesgo era
demasiado grande.
Mi corazón estaba latiendo con fuerza. El sudor comenzó a salir en todas partes. Mis 218
manos se sentían resbaladizas en la culata del arma, así que la agarré con fuerza, hasta que
mis nudillos comenzaron a doler.
—No puedes hacerlo —se burló.
No, él estaba equivocado. Por Emmaline, podría hacer cualquier cosa.
Parpadeé mis ojos punzantes para mantener mi atención en él. El punto de mira
estaba alineado con el centro de su frente. Todo lo que tenía que hacer era apretar el gatillo.
Entonces, otro grito llenó mis oídos.
—¡Ash!
Sketch. Él estaba ahí. Probablemente todos estaban allí. Podía oír los pasos y las
maldiciones murmuradas.
—Ace —grité de vuelta—. Le dispararon.
—Ash, bebé, baja el arma. Lo tenemos —instruyó Sketch. Parecía que estaba a unos
pasos detrás de mí, pero no miré. No quité mis ojos de Barton, ni siquiera por un segundo.
—No. No, le disparó a Ace. Él mató a papá. Les ordenó que violaran a mi madre —
ajusté mi agarre al arma, centrando la vista.
—Bebé, él no se irá —prometió Sketch.
—Amenazó a Emmy.
Un silencio cayó sobre los hombres a mi espalda.
—Ash —Sketch susurró.
—Él la amenazó. Dijo que iría tras ella. Lo intentará. No dejaré que tenga la
oportunidad.
Sentí su presencia justo antes de que la mano de Sketch me tocara la espalda. Cada
músculo de mi cuerpo se tensó hasta el punto de quiebre con el fin de resistir el impulso de
fundirse en su toque.
—Yo lo haré —dijo—, me haré cargo de ello. Te lo juro. Sólo dame el arma.
—No. Tengo que verlo. Tengo que saber que se ha ido. 219
—Bebé, no necesitas tener eso en tu mente —su toque se hizo más firme, su mano
presionando mientras se acercaba.
Di un pequeño paso adelante—. Sí necesito. Necesito verlo o nunca estaré segura de
que se ha ido. Necesito saber que se acabó.
—Ash —intentó otra vez.
—¡No! —grité.
—Alguien más dé un puto tiro —ordenó.
Oh no. Mi tiempo se acabó.
Miré a Barton. Vi la cara de mi padre, recordé la mañana de la última vez que lo vi.
—Buenos días, luciérnaga —saludó cuando llegué a la cocina. Fui directamente hacia él, como lo
hacía todas las mañanas, él me besó en la frente.
—Buenos días, papi.
—¿Café?
Negué con la cabeza—. No, gracias. Gabe estará aquí pronto.
—¿Qué van a hacer hoy? —preguntó mientras sorbía su café.
—No lo sé. Creo que sólo vamos a hacer el desayuno y luego vamos a pasar el rato en su casa.
Él me estaba dando una especie de sonrisa extraña—. Necesito que hagas algo.
—¿Qué?
—Lleva a ese chico a la casa club a las cinco.
Incliné la cabeza hacia un lado, confundida.
—Esta noche recibirá su parche de prospecto —explicó.
Una sonrisa estalló en mi cara—. ¿De Verdad?
—De verdad, cariño. Pero tienes que guardarte eso para ti.
—Por supuesto —juré. 220
Dejó su taza, se dirigió hacia mí. Abrió sus brazos y me moví hacia él, envolviendo mis brazos
alrededor de su cintura. Sólo había un lugar en la tierra donde me sentía tan segura como cuando Gabe me
abrazaba y eso era justo aquí.
—Es un buen hombre. Me alegra saber que el hombre que se hará cargo del trabajo de cuidarte va a
ser un Discípulo. Siempre estarás justo aquí.
Él tenía razón. Era perfecto. Gabe y yo siempre estaríamos en Hoffman, justo donde papá siempre iba
a estar. Era todo lo que yo quería desde que era una niña y Gabe me dijo que se convertiría en un Discípulo,
que se casaría conmigo y que tendríamos hijos juntos. Dijo que me haría la esposa más feliz de todas.
Vi a papá brevemente más tarde esa noche, después de que Gabe recibiera su parche
de prospecto y los muchachos organizaran una fiesta, pero sólo brevemente. Gabe y yo nos
escabullimos temprano.
Podía ver la cara de papá tan claramente en mi mente: su desaliñado vello facial, las
arrugas de sus ojos, la pequeña cicatriz blanca en su mejilla derecha, inventaba una historia
más loca cada vez que preguntaba. Nunca tendría otra oportunidad de abrazarlo de esa
manera, de que me envolviera como si fuera una niña pequeña. Nunca olería el tabaco y el
aceite de motor que siempre se aferraban a él. Incluso, al parecer, cuando acababa de salir
de la ducha.
No había manera de traerlo de vuelta. No había forma de que Emmy lo conociera, de
experimentar el amor que le hubiera dado con creces. No escucharía que él me llamara
luciérnaga nunca más.
Barton me había robado eso, se lo había robado a Emmy, y luego también había
amenazado con robármela a mí.
Con una calma que se apoderó de mí y que probablemente me aterrorizaría más tarde,
miré a través de la mira y apreté el gatillo.

221
CAPITULO 32

La bala explotó de la pistola en las manos de Ash en el mismo momento que otra pistola
disparó a mi derecha. El objetivo de Ash era certero, yendo directo a la cabeza de Barton,
pero también lo era la otra bala. Chocaron en el mismo momento, haciendo volar la cabeza
del pendejo, haciendo que su cuerpo se desmoronara en el suelo.
Sin esperar un segundo, rodeé a Ash con ambos brazos y le quité el arma de la mano.
La sostuve a un lado y alguien me la arrebató. No miré para ver quién. Me importaba un
carajo.
Las piernas de Ash comenzaron a flaquear, así que la levanté y la sostuve contra mi
222
pecho. Ella estaba temblando ferozmente.
—Ace —dijo ella.
Levanté la vista y encontré Doc atendiendo a Ace. Ham ya estaba corriendo,
probablemente a la furgoneta. Había una camilla que podíamos usar para moverlo sin
llamar a los servicios de emergencia.
—Tengo un pulso. Débil, pero está aguantando. Tenemos que llevarlo al hospital
ahora —anunció Doc.
—Barton y su hombre se han ido —agregó Jager.
Gauge apareció de entre los árboles—. El área está despejada. Hay un acceso a un par
de metros de aquí, se conecta a la derecha en la carretera principal.
—Llama a Ham, dile que traiga la camioneta por allí —instruyó Stone, pero Gauge ya
estaba en ello. Él continuó con sus órdenes al grupo en general—. Ham y Doc en la
furgoneta. Doc, ¿estás de acuerdo con que Jager saque tu moto de aquí? —Doc asintió, sin
dejar de centrarse en Ace—. Necesito que un par de hombres se quede atrás y vigile este
desastre hasta que podamos traer la camioneta aquí y sacar a estos cabrones.
Un par de voces se levantaron para ofrecerse como voluntarias, no me tomé el tiempo
para buscar quién.
—Jager —continuó Stone—, habla por teléfono con Andrews. Si traemos una herida
de bala, se harán preguntas.
Stone miró hacia mí—. ¿La tienes? —alcé mi barbilla en respuesta—. Sácala de aquí.
No lo dudé. Sólo me fui.
Mientras caminaba, con mi ritmo rápido y firme, le dije—: Háblame, bebé.
—Le disparé —dijo en voz baja.
—Disparaste en su dirección.
Sentí su cabeza inclinarse hacia mí—. No, le disparé.
—No sabes si tu bala golpeó primero —le dije. Era poco, pero era algo.
—Pero le dio, Gabe —regresó ella. 223
Le dio. Joder, si no hubiéramos estado todos a su espalda listos para dispararle al
cabrón, le diría que fue un gran tiro. Le diría que se había defendido a sí misma y a Ace, y
eso era todo.
Ella había hecho esas cosas, pero había algo más en el trabajo.
El hecho era que todos estábamos allí. Ella podía haber bajado el arma y dejarnos
tratar con Barton. Es lo que yo quería que ella hiciera. No tenía idea de por qué no la soltaría.
—Lo siento —me dijo la misma voz sin vida. No era mi Ash. Ella no estaba allí en este
momento.
—Bebé, no tienes una puta cosa de la que disculparte. Él te habría matado, estuvo a
punto de matar a Ace —le dije.
Joder, ¿cuánto más lejos estaba de mi puta moto? Parecía que ese maldito lugar no
tenía fin. Ni siquiera estaba seguro de si iba a poder llevar a Ash a casa en mi moto. En ese
momento, no estaba seguro de que ella fuera capaz de aferrarse a mí y de estar a salvo
mientras montábamos.
—Él mató a papá. Y a mi mamá.
¿De eso se trataba? ¿Venganza?
Miré a mi chica. Sus rizos eran un desastre. Sólo podía comenzar a adivinar por qué.
Lo más probable era que la respuesta me hiciera desear haber sido yo quien hubiera
terminado con Barton aún más. Sus ojos azules estaban apagados, mirando pero no viendo
el paisaje mientras la llevaba por el cementerio. Su piel estaba pálida, cenicienta. Si no
pudiera sentir sus respiraciones, verla parpadear de vez en cuando, pensaría que estaba
muerta.
—Él lo hizo, Ash. Él era un maldito monstruo.
—Amenazó a Emmy —dijo. Luego, en una voz que tenía algo de vida, repitió—.
Amenazó a Emmy —su cabeza se levantó para mirarme—, él la amenazó. No podía
arriesgarme. No podía —su voz se alzó con pánico, terror absoluto llegando a sus ojos—.
¿Qué si alguien más fallaba? ¿Qué si él escapaba y la lastimaba? No podía permitir que eso
sucediera. No podía. Yo…
—Shh, nena. Sólo respira —quería meter su cabeza en mi cuello, pasar mis manos por
su cabello de la manera que siempre la aliviaba—. Déjame sacarte de aquí. Pronto 224
llegaremos a casa y me ocuparé de ti.
—Oh Dios. Lo maté. De verdad, yo... —parecía asfixiarse físicamente con las
palabras—. ¿Cómo puedo ir a casa y sostener a Emmy? ¿Cómo puedo...?
—Ash. Para. Ahora. No vayas allí. Sólo aférrate a mí.
Gracias al carajo, lo hizo. Ella se aferró, agarrándome hasta que sus uñas se clavaron.
Me importaba un carajo. Ella podía hacerme sangrar, siempre y cuando la mantuviera
tranquila. Se sostuvo de esa manera, una presión castigadora, una vez que la subí a la moto
y todo el viaje de regreso.
Ash entró a la casa de la moto sin ayuda. Ella parecía estar en piloto automático. Una
vez que estuvimos parados en la sala de estar, me miró.
—¿Qué hago ahora? —preguntó ella.
Esa era una puta pregunta cargada, ¿no?
Había sangre en sus brazos, en su ropa. Estaba adivinando que era de Ace.
Probablemente había tratado de mantener la presión sobre la herida antes de atacar a
Barton.
No necesitaba mirar hacia abajo para saber que también estaba en mí.
—Ducha —respondí.
Sus ojos bajaron, como si apenas notara el desastre. Debería haber estado preparado
para eso, debería haberla llevado al baño sin decir nada para poder lavarla antes de que se
diera cuenta del problema.
Carajo.
Ella comenzó a limpiarse los brazos, pero sus manos no estaban más limpias. Todo lo
que hizo fue manchar las rayas rojas, haciéndola frotar más desesperadamente.
—Oh Dios. Quítate. Quítate. Quítate.
Agarré su cara con ambas manos, moviéndome hasta que fui lo único en su línea de
visión. 225
—Enfócate en mí, bebé —ordené—, sólo yo. Me desharé de eso. Lo prometo.
—Tenemos que ir al hospital —regresó.
—¿Estás herida? —exigí, preocupado de haberme perdido algo y de que su shock la
hubiera distraído.
—No. Ace.
Jesús, ella me había asustado como el carajo—. Iremos después. Necesito cuidarte
ahora.
—Pero… —comenzó a refutar.
—Más tarde —insistí—. En este momento, él está recibiendo la ayuda que necesita.
No podemos hacer nada. Tengo mi teléfono. Algo cambia, alguien llamará. En este
momento, debes dejar que me ocupe de ti.
Tan pérdida como estaba en ese momento, eso pareció penetrar. Ella asintió, el
movimiento restringido por mi agarre, pero lo sentí.
La llevé al baño que ella y Emmy usaban, luego la detuve en el medio. Arrodillándome
ante ella, me quité los zapatos mientras le ordenaba que vaciara sus bolsillos. La estaba
llevando a la ducha con su ropa puesta y la ayudaría a desnudarse allí. Sería más fácil limpiar
la bañera que los pisos del baño.
Me di cuenta de que sólo sacó llaves y pregunté—: ¿Dónde está tu teléfono, cariño?
—Él lo tomó. En el árbol junto a la tumba de papá. Le disparó.
Carajo. Saqué mi propio teléfono y llamé a Stone. Necesitaban agarrar ese teléfono
como parte de la limpieza.
Sólo una vez que eso estuvo resuelto, guie a Ash a la ducha. Su cuerpo temblaba, pero
sabía que no tenía nada que ver con el frío. El agua estaba caliente y la tenía cerca. Estaba
temblando por la tensión de mantenerse tranquila. Todo en ella quería romperse y ella no
podía sostener las piezas mucho más tiempo.
—Estás a salvo, luciérnaga. Déjalo ir.
Ella colapsó contra mí, su cuerpo demasiado débil para continuar la lucha. La levanté 226
el tiempo suficiente para quitarle la ropa sucia, y luego nos bajamos al piso de la bañera.
Allí, se arrastró sobre mi regazo y se soltó. Ella sollozó y gritó, sacudida por la fuerza de su
emoción. Aguanté, incluso cuando esa mierda desgarraba mi corazón. Me aferré a ella
porque uno de nosotros tenía que hacerlo.

Después de que pasó lo peor de su crisis, logré limpiar a Ash y meterla en la cama.
Cayó casi de inmediato, el día demostrando ser demasiado. Pensé que era mejor dejarla
dormir, así que lo hice. Una vez que estuve seguro de que ella estaba dormida, volví al baño
y limpié. Tiré su camisa y la mía; no había cómo sacar esa cantidad de sangre.
Me habían enviado un mensaje mientras limpiaba. Ace estaba fuera de la cirugía y se
recuperaría por completo. Consideré despertar a Ash para avisarle, pero decidí no hacerlo.
Tendría las noticias cuando despertara. Eso fue pronto.
Antes de volver a acostarme a su lado, llamé a Deni y le pregunté si podía quedarse
con Emmy esa noche. Slick estaba al tanto de todo, por lo que se lo esperaba. Ella puso a
Emmy en la línea y le pregunté si estaba bien con eso.
—¡Wiii! ¡Pijamada! —había sido su respuesta—. ¡Tía Deni dijo que me pintadía las uñas de
dosa!
Al menos no tenía que preocuparme por una de mis chicas.
—Está bien, princesa. Te diviertes, y te veré en la mañana, ¿sí?
—Bueno. Te amo, papi.
Joder. Sólo oír eso había hecho que fuera más fácil respirar. Después de todo lo que
sucedió, no hubiera pensado que era posible, pero ella incluso me hizo jodidamente sonreír.
—Yo también te amo, princesa.
Sabiendo que nuestra hija estaba establecida, había vuelto con mi mujer. Ella todavía
dormía, afortunadamente. En el sueño, ella parecía estar en paz. Era casi como si nada 227
hubiera sucedido, como si se ella despertaría sin ninguna de esas cosas en su cabeza.
Jodidamente odiaba que yo no pudiera hacer eso real.
Ella había estado dormida por varias horas cuando sonó mi teléfono. Ella ni siquiera
se movió, pero salí de la habitación antes de responderlo.
—¿Sí?
—¿Cómo está Ash? —preguntó Roadrunner.
—Dormida. Se rompió no mucho después de que regresamos, luego se cayó.
Él suspiró. Sabía lo que él estaba sintiendo. No había forma de saber en qué forma
estaría Ash cuando se despertara.
—Me jode decirlo, pero debes despertarla. Ace está saliendo de la anestesia. Él se
movió un par de veces, preguntando por ella.
Coño. No quería despertarla y obligarla a enfrentar esta mierda. Aun así,
probablemente él tenía razón. Tan inútil como me hacía sentir, poder ver a Ace vivo y
despierto probablemente haría más por ella que yo.
—Correcto. Probablemente tengas razón —le dije—, la levantaré ahora. Estaremos
allá cuando podamos.
—Bien, hermano. Sólo ocúpate de ella. Ace vuelve a despertarse y le diré que la traes.
Colgué y guardé mi teléfono en el bolsillo. Tardé un minuto en regresar a la habitación
y abrir la puerta. Sabía que despertarla era lo correcto, sabía que era lo que ella querría, pero
eso no lo hizo fácil.
Todavía estaba acurrucada sobre su lado derecho, de cara al lado de la cama. Cuando
me senté en el borde, no tuvo reacción al movimiento. Pasé mi mano por su cabello y sus
ojos se apretaron más.
—Ash —llamé. Su cuerpo se estiró para estar completamente en posición fetal. Un
mecanismo de defensa. Puede que no haya sido una decisión consciente, pero ella estaba
luchando contra mí. Estaba tratando de quedarse dormida.
Con un suave apretón contra su costado, repetí su nombre. Un pequeño gemido fue
su respuesta. 228
—Bebé, tienes que despertar.
Finalmente, sus ojos parpadearon. Todavía había un tinte de enrojecimiento en ellos.
Parecía adorablemente confundida al principio, pero la dura realidad sólo tardó un
momento en establecerse.
—¿Ace? —cuestionó con miedo.
—Él está bien. La cirugía salió bien, y se supone que se recuperará.
Ella dejó escapar un profundo suspiro y susurró—: Bien.
—Es por eso que te estoy despertando. Él está saliendo de la anestesia. Roadrunner
dijo que se despertó un par de veces y pregunta por ti. ¿Quieres ir?
Su respuesta fue inmediata y definitiva, a pesar de que no dijo una palabra.
Ella se levantó, saliendo de la cama y dirigiéndose al armario para vestirse.
CAPITULO 33
Ash
Una enfermera nos condujo a través de la UCI hacia la habitación de Ace. La acabo de ver,
pero no podría decirte cómo se veía desde el frente. No podría decirte cómo regresar a la
sala de espera o cómo salir del hospital. Sólo sabía que me estaba aferrando a Sketch y que
él me llevaría a donde tenía que ir.
Nos detuvimos y me di cuenta de que estábamos afuera de una puerta corrediza de
vidrio. Había una cortina cerrada, por lo que no podíamos ver el interior. Eso era bueno.
Los rostros probablemente se verían como objetos expuestos en un acuario de otra manera.
229
—¿Ash? —Sketch me llamó. Lo miré—. ¿Lo entendiste?
—¿Qué? —pregunté, girando la cabeza para encontrar a la enfermera que ya se
moviéndose por el pasillo.
Sketch me dio una mirada que decía que estaba preocupado. Yo estaba algo
preocupada también. Había estado sintiendo tanto mucho antes de irme a dormir.
Demasiado. Entonces, me desperté y…
Realmente no sentí nada.
—Tenemos que lavarnos las manos y la mierda antes de entrar —explicó.
—Oh, cierto.
Me condujo a través de la puerta corrediza, que daba a un pequeño nicho con una
estación de fregadero y armarios. Había equipo y cosas que no tenía idea de cómo usar y
que no podía tocar. Me lavé después de Sketch, poniendo toda mi atención en la tarea.
Tenía que hacerlo bien. Tenía que estar limpia. Tenía que…
—Joder, bebé. Detente —ordenó Sketch, arrastrándome lejos del agua con mis dos
muñecas en sus manos. Su toque me dolió, pero no entendí por qué hasta que miré hacia
abajo.
Mis manos y antebrazos eran de color rojo brillante. Los había frotado crudos. Podía
sentir el alivio de sacarlos del agua que obviamente había estado demasiado caliente.
—Ow —susurré.
—¿Qué hay en tu cabeza? —cuestionó Sketch.
Mantuve mis ojos en mis manos—. Sólo necesitaba limpiarme. Tengo que estar limpia
para entrar allí.
—Mírame, Ash —me dijo. Parecía estar diciendo mucho eso. Lo hice, y noté la forma
en que su frente se arrugó. Traté de extender la mano y alisarla, pero él aún tenía agarrada
mis muñecas.
—¿Por qué estás sosteniendo mis brazos?
230
—Porque necesito tu atención. Necesito que esto pase a través de cualquier muro que
estés poniendo en este momento —no entendí de lo que estaba hablando, así que ladeé la
cabeza. Él ignoró ese movimiento y continuó—. No estás sucia. No necesitas limpiarte. No
necesitas hacerte esto a ti misma —dijo, puntuando sus palabras con un pequeño
movimiento de mis brazos.
Mis ojos se movieron de él a mis brazos otra vez. De repente, no estaba mirando mis
brazos enrojecidos por haberlos frotado. Estaba mirando mis brazos cubiertos en la sangre
de Ace.
Parpadeé la imagen, pero no pude sacarla de mi cabeza. Aunque vi que estaba limpia,
todavía no podía sacudir la memoria.
—Luciérnaga —Sketch llamó mi atención hacia él—, estás limpia.
Miré mis brazos un momento. Él estaba en lo correcto. Estaban limpios. Yo estaba
limpia.
Me tomó un tiempo de repetírmelo a mí misma, pero la imagen en mi cabeza se
desvaneció hasta que desapareció.
—Estoy limpia —finalmente dije en voz alta.
Sketch asintió, luego me soltó, pero agarró mi mano para centrarme. Estando callado,
probablemente por si Ace estaba descansando, él me condujo a la habitación.
Ace estaba en la cama, con los ojos cerrados. Parecía totalmente normal, como si
estuviera durmiendo. Todos los colores blancos y claros, sin embargo, el equipo de aspecto
muy limpio que lo rodeaba sonaba cada tanto y se iluminaba, parecía tan fuera de lugar
alrededor de un hombre que estaba acostumbrado a verse con toda su grasa negra en algún
lugar, generalmente rodeado por el desastre que los Discípulos parecían hacer dondequiera
que estuvieran. Todo parecía extraño. Incorrecto.
Sketch me condujo a una silla junto a la cama, tirando de ella un poco para poder
sentarme. Se quedó a mi lado, medio de pie, medio sentado en el brazo de mi silla. Sentí una
vaga sensación de sorpresa de que la cosa de aspecto endeble no se venciera bajo su peso.
No estaba segura de qué hacer. Se sentía mal molestar a Ace mientras descansaba.
Necesitaba descansar, ¿verdad? Pero él había estado preguntando por mí. Tal vez él quería
saber si yo estaba allí.
—Habla con él —dijo Sketch, resolviendo el argumento interno por mí. 231
Avancé lentamente hasta que estuve justo en el borde de mi asiento. Me acerqué a las
barras alzadas al lado de la cama y coloqué mi mano sobre la de Ace.
—¿Ace? Soy yo... Ash... —comencé, no segura de qué decir—. ¿Puedes despertar por
mí? Quiero hablar contigo y saber que estás bien.
No recibí ninguna respuesta, así que decidí seguir hablando.
—Siento mucho que esto haya pasado. Él te disparó, y es mi culpa. No deberías
haberte lastimado. Estabas tratando de protegerme. Nunca quise que esto sucediera. Yo…
La mano de Ace se movió un poco debajo de la mía y me congelé. Con voz áspera,
dijo—: Cristo, mujer. Recibí una bala. No es gran cosa.
Solté un pequeño sollozo y él abrió los ojos un poco para mirar a Sketch y a mí.
—Estás bien.
Me miró como si estuviera loca—. ¿No te dijeron eso?
—Lo hicieron.
Sacudió su cabeza y se estremeció un poco ante el movimiento. Luego, le dijo
Sketch—: Debes controlar a tu mujer.
Todavía llorando y sin poder controlarlo, le dije—: Bueno, discúlpame por
agradecerte por salvarme la vida.
Empecé a retirar mi mano, pero él la agarró. Me detuve y lo miré a los ojos. Los suyos
eran serios entonces—. Me alegra que hayas salido bien —dijo.
—Gracias por protegerme.
—En cualquier momento.
Sketch colocó su mano sobre mi espalda antes de hablar—. Gracias, hermano.
Mis lágrimas aumentaron un punto.
Ace intentó moverse, pero al final se detuvo con un gesto de dolor. Después de un
segundo, dijo—: Por lo que he oído, tu mujer nos salvó a los dos.
Me tensé. 232
—Sí, lo hizo —coincidió Sketch.
¿Qué?
—No, no lo hice —me apresuré a decir. Miré a Ace y le dije—: Tú te deshiciste del
otro tipo —antes de girar a Sketch y terminar—, y ustedes ya estaban allí antes de que yo…
No podía decirlo. Incluso en mi cabeza, no podía terminar ese pensamiento. La
imagen de tener la pistola apuntando a Barton apareció en mi mente, pero la apagué antes
de poder revivir el momento.
—Lo incapacitaste —me recordó Sketch—. A menos que Ace haya sido quien puso la
bala en su brazo.
No lo confirmé, pero Ace se encargó de hacerlo—. No fui yo.
—De no haber hecho eso —Sketch prosiguió—, ustedes dos podrían no haber estado
allí para cuando nosotros aparecimos.
—Yo... —no sabía qué decir. Lo estaban explicando como si lo que hice fuera bueno.
—Salvaste mi trasero y el tuyo —completó Ace—, si luchas con esa mierda en
absoluto, recuerda que mi culo está aquí por ti. Sigues aquí junto a mi hermano, pudiendo
ir a casa con tu pequeña, porque actuaste.
Eso no era verdad, bueno, está bien, tal vez era cierto para conseguir su arma y
desarmar a Barton, tal vez tenía razón en que hacerlo nos salvó a los dos, pero había más
que eso.
Pasó un momento antes de que Ace volviera a hablar—. Carajo, voy para abajo de
nuevo —murmuró. Sus ojos ya estaban medio cerrados—. Putas medicinas —se dirigió a
Sketch, y ordenó—, llévala a casa, y dile a los chicos que quiero a la puta enfermera sexy
aquí la próxima vez que me despierte.
Se estaba quedando dormido incluso mientras hablaba y se desvaneció por completo
justo después de que terminara.
—Vamos —dijo Sketch, tendiéndome la mano—. Es hora de dejarlo descansar.
Podemos volver mañana.
233
Me sacó de la habitación, asegurándose de cerrar la puerta corrediza y la cortina
detrás de nosotros, y luego a través del laberinto de pasillos que realmente no había
asimilado en el camino hasta aquí. Eventualmente, llegamos a una sala de espera donde
varios de los Discípulos estaban sentados.
Roadrunner se acercó y me tomó en sus brazos.
—Estoy tan jodidamente feliz de que estés bien —retumbó.
Lo apreté con fuerza y murmuré—: Estoy bien.
—No podría soportar perderte a ti también.
Mi corazón se rompió. Este hombre, que había sido una parte tan importante de mi
vida había perdido a su mejor amigo, y yo me había ido justo después. Yo sabía que él quería
decir que estaba contento de que no pasara nada peor con Barton, pero comprendí en ese
momento cuánto más profundo era.
—Nunca me perderás otra vez —le dije—. Siento haberme ido antes. Fue un error.
Hoffman es mi hogar. Siempre lo ha sido.
Él me abrazó un poco más antes de dar un paso atrás—. Siempre y cuando lo sepas
ahora. De ninguna manera voy a dejar que te vayas con Emmy —bromeó.
—Las dos no van a ningún puto lugar —dijo Sketch.
Miré por encima de mi hombro hacia él, viendo su temperamento levantarse ante la
mera idea de irme. A pesar de toda la porquería que girando por mi cerebro, a pesar de estar
segura de que nunca había estado más agotada en mi vida, le sonreí. Él no dudó en acercarse
y envolverme con sus brazos por detrás. Lo sentí descansar su barbilla en la parte superior
de mi cabeza.
Oh, sí, esto era mi hogar.
El resto de los chicos, Stone, Tank, Gauge, Ham y Daz, se turnaron para revisarme y
decirme a su manera que estaban contentos de que yo estuviera bien. Incluyendo el toque
de Daz—: Sería una lástima que el mundo tuviera a una mujer menos hermosa como tú en
él.
Lloré todo el tiempo. 234

Eran más de las tres de la madrugada y yo estaba afuera en la terraza, mirando al patio
oscuro y viendo la pequeña lucecita ocasional de una luciérnaga. No podía dormir. Lo había
intentado. Sketch y yo nos habíamos acostado casi de inmediato cuando volvimos a la
granja. Él sólo lo había retrasado para alimentarnos a los dos.
Ambos nos quedamos dormidos rápidamente, pero me desperté una hora más tarde.
Luego, una hora más o menos después de eso. Y siguió sucediendo.
Cada vez que me dormía, terminaba de vuelta en esos bosques en el borde del
cementerio, con la pistola en la mano. Cada vez que apretaba el gatillo me despertaba
sobresaltada. Sucedía una y otra vez. No podía escapar de eso.
Eventualmente, harta de reciclar el mismo sueño, me levanté de la cama.
Afortunadamente, Sketch siguió durmiendo mientras me despertaba otra vez y me
escabullía. Lo amaba, pero no estaba segura de querer compañía.
Estuve afuera por un rato, tratando de concentrarme en los pequeños destellos de luz
en el patio, no en el desorden en mi cabeza, cuando escuché que la puerta abrirse. Sketch
probablemente se dio cuenta de que me había ido y fue a buscarme. No dije nada y esperé
que me dejara quedarme un rato más.
—No fuiste tú —retumbó una voz profunda.
Me giré y vi a Jager apoyado contra el revestimiento al lado de la puerta.
—¿Qué?
—Barton. No fuiste tú quien lo mató. Yo di el otro tiro. Lo golpeé primero.
Él estaba intentando hacerme sentir mejor—. No lo sabes.
—Sí, sí lo hago. No estoy diciendo que no te voy a dejar en evidencia por esto sólo 235
porque estás luchando, pero te estoy diciendo que no. Tengo más experiencia con un arma
que tú. Puedo rastrear mi tiro. Lo golpeé primero.
Lo tomé, decidiendo confiar en lo que él estaba diciendo. No me hizo sentir nada
mejor—. No importa.
Él se acercó y se paró a mi lado, pero mantuve mis ojos en el césped.
—Perdí a toda mi familia —dijo él después de un momento.
Mi cabeza voló hacia él, pero no me estaba mirando.
—¿Qué? —susurré con horror.
—Hace mucho tiempo. Incendio, algún pendejo que mi padre despidió decidió que
quería venganza. Borracho hasta el culo, porque mi padre lo despidió. No sé si tenía la
intención de lastimar a alguien o simplemente dañar la casa. No sé si lo hizo a propósito.
Santo cielo.
—Yo fui el único que lo logró. Él comenzó el fuego en el extremo de la casa más alejado
de mi habitación. Los perdí a todos esa noche, de la peor manera que podía imaginar.
Él no continuó por un tiempo y yo sabía que era porque hablar de eso lo estaba
matando, incluso si él no lo demostraba. Mi corazón estaba sangrando por él al tener una
experiencia como esa.
—Si hubiera sabido que el hijo de puta iba a hacer eso antes de que sucediera, si nos
hubiera amenazado y sólo fuera una posibilidad, lo habría matado yo mismo.
Oh Dios. Ahí es a donde él iba con esto.
—Jager…
—No, Ash. Tienes que escuchar esto. Pudo haber sido una puta posibilidad de que él
lo hiciera, y yo lo hubiera eliminado sin dudarlo. Hubiera tenido que hacerlo yo mismo para
saber que estaba hecho y hecho correctamente. Nada más satisfaría ese miedo.
No dije nada. Estaba demasiado abrumada.
—Lo que estoy diciendo es, que no tienes ni una puta cosa por la que estar destrozada.
Ese pendejo tomó mucho de ti y amenazó con lastimar a tu hija. No deberías perder ni un
sólo guiño de sueño por el hecho de que trataste de sacarlo de esta tierra. No lo hiciste, lo 236
sé al cien por cien. Pero ni siquiera deberías luchar con el hecho de que lo intentaste.
Estabas protegiendo a tu pequeña. No hay nada malo en eso.
No sabía qué decir a eso, porque estaba pensando que él podría estar en lo cierto.
—Puede que luches con eso por un tiempo, pero recuerda lo que ese hijo de puta
amenazaba con quitarte. Sostendrás a tu hija y sabrás por experiencia que harías todo lo
posible para protegerla. No hay nada malo en eso. Eso es sólo una prueba de cuánto la amas.
Con esas palabras haciendo eco en mi cabeza mientras estábamos juntos en silencio,
me di cuenta de que tenía razón. Barton era un monstruo y había amenazado a Emmy. Hice
lo que necesitaba hacer.
—Gracias —finalmente dije en el paisaje oscuro.
Jager no dijo nada, pero no esperaba que lo hiciera. Después de un tiempo, decidí
volver adentro. Antes de irme, coloqué una mano sobre su brazo superior. Cuando miró en
mi dirección, le dije con toda la fuerza que sentía—: Lo siento.
Levantó su barbilla hacia mí y decidí que era hora de dejarlo en paz. Él había abierto
heridas muy profundas, lo menos que podía hacer era dejarle tener paz para tratar de
detener el sangrado.
Cuando entré, Sketch estaba de pie allí. Estaba apoyado contra la pared, con una clara
vista de la parte trasera de donde estaba.
—¿Te ayudó? —preguntó.
Asentí, luego él reflejó el movimiento. Sin decir una palabra, extendió su mano.
Caminando el resto del camino hacia él, coloqué la mía en la suya. Nos llevó de vuelta a mi
habitación y a la cama.
No tuve las pesadillas de nuevo.

237
CAPITULO 34

—¿Cómo estás, cumpleañera? —le pregunté cuando Carson se tomó un momento para
sacudir su mano y darme un respiro.
Emmy estaba sentada en una silla junto a mí, con un escritorio morado sobre sus
piernas, coloreando. Al final del crayón en su mano había un regalo de cumpleaños que Jess
le había dado cuando llegamos a la tienda. Era una réplica de madera de una máquina de
tatuajes pintada de rosa. Incluso rosa, era genial como el carajo, y a Emmy le encantó. Ella
pensó que era increíble que fuera como yo, y a mí jodidamente me encantó que quisiera
serlo. 238
Estaba aún más emocionada de usarla mientras Carson trabajaba en mi pecho con la
real.
Me habían encargado que me quedara con Emmy por la mañana mientras los chicos
decoraban el patio de la casa club bajo los estrictos ojos de Ash, Cami y Deni. Estaba más
que feliz de llevar a mi chica y salirme al carajo de eso.
La había llevado a desayunar, donde le permití pedir un waffle con fresas, helado y
crema batida, pero sólo después de que jurara que no se lo diría a su madre. Helado como
desayuno, Ash me patearía el trasero. El camarero incluso le añadió chispas y una vela a su
waffle, captando la indirecta no-sutil de la camiseta rosa que llevaba puesta y que decía
“Cumpleañera” en purpurina. Emmy estaba en la luna.
No hace falta decir que a mi princesa le encantó su cumpleaños. Era un día completo
en el que llegaba a ser la estrella, y ni siquiera sabía lo que habíamos planeado para ella.
—Bien —respondió Emmy, con la cabeza baja en su nuevo libro para colorear de
princesa.
Bueno, mientras ella estuviera feliz. No teníamos mucho tiempo aquí, de todos modos.
Carson estaba casi terminado y la preparación de la fiesta debería estar casi completa.
Tener a Emmy pasando el rato mientras me hacía un tatuaje no era en lo que quería
pasar toda la mañana, pero me había resultado difícil sacar tiempo en la última semana.
Después de su charla con Jager, Ash parecía estar mejor. Sin embargo, eso no
significaba que la mierda fuera perfecta para ella. Todavía tenía momentos donde ella
luchaba. Cuando fuimos a buscar a Emmy la mañana después de que sucedió, había tenido
que excusarse antes de que venirse abajo. En los primeros días, las veces que la abrumaban
eran más frecuentes.
Desafortunadamente, también me había tocado en esos días contarle sobre Jackson.
Había considerado no decirle nada, pero ella sabía demasiado sobre nuestros planes para
eso. Habría llegado el momento en el que ella preguntara o al menos se preocupara por lo
que parecería ser una falta de progreso en su búsqueda. No quería que eso la atormentara
en ningún momento, así que se lo expliqué. Encontramos a Jackson. Él ya no era una
amenaza para nadie. Fin de la historia. 239
Los muchachos se habían ocupado de deshacerse de Jackson, Barton y los matones de
Barton. Habían tratado con el oficial Andrews en relación con las heridas de bala de Ace y
la repentina desaparición de Barton de los negocios locales. Yo no había tenido
participación en nada de eso. Mi enfoque estaba en Ash.
Con todo eso, le había pedido a Jess que reprogramara mis clientes para poder estar
allí para ella. Esto significaba que una vez que ella comenzara a estar mejor, yo había tenido
un horario de trabajo pesado.
Finalmente, había terminado el diseño del tatuaje que iba a hacerme para llenar el
espacio intacto en mi pecho un par de días antes de que cayera la mierda con Barton. Carson
me había ayudado a resolver algunos de los defectos del diseño. Lo que no habíamos tenido
oportunidad de hacer realmente fue sentarnos para poder ponerlo sobre mí. Tenía planes
para este tatuaje, y esos planes significaban que necesitaba tenerlo hecho.
—Estamos a punto de terminar aquí. Sólo tengo que finalizar algunos de los
sombreados —dijo Carson. Metió la aguja en una de las pequeñas tapas de tinta a su lado
y volvió a trabajar.
Aproximadamente media hora después, limpió lo que quedaba de sangre y el exceso
de tinta, y me entregó un espejo para echarle un vistazo al producto final.
—Jodidamente increíble, hombre —dije mientras lo apreciaba. Era exactamente lo
que quería, exactamente lo que había planeado obtener por años.
—Supongo que esto significa que estoy oficialmente retirado ahora —dijo Carson
mientras él estudiaba su propia obra—. También significa que este lugar es tuyo ahora.
Joder.
Sailor's Grave era mío.
—Te haré sentir orgulloso —le prometí.
—Sé que lo harás —regresó.
Mientras él limpiaba, volví con Emmy. Aún estaba coloreando, pero levantó la vista
cuando me acerqué.
—¿Lista para irnos, princesa? 240
—¿A dónde vamos ahora? —preguntó ella.
—Eso es una sorpresa.
Eso llamó su atención y su emoción. Rápidamente recogió sus crayones y su libro para
colorear, y los puso en su mochila. Una vez que estuvo lista para partir, miré a Jess y a
Carson, los únicos en el estudio con nosotros.
—¿Ambos se dirigen hacia allá?
Con un asentimiento de parte de ellos, salimos. Le envié un mensaje a Ash para hacerle
saber que estaríamos allí en media hora, dándoles suficiente tiempo para terminar todo lo
que tenían que hacer y darles a Jess y a Carson tiempo para llegar antes que Emmy y yo.
Cuando finalmente llegamos a la casa club, me complació ver que Emmy no notó la
gran cantidad de motocicletas y autos que había en el enfrente. La saqué de la camioneta y
la llevé por el edificio hasta la parte de atrás. Pulsé enviar un mensaje pre-escrito a Ash
cuando me estacioné para que ella supiera que tenía que preparar a todos.
En el momento en que salimos al patio trasero, un coro de gritos nos recibió.
—¡Sorpresa!
Emmy comenzó a aplaudir salvajemente y retorciéndose para que yo la bajara. En el
momento en que lo hice, se fue como un rayo hacia su madre. Ash la cargó y le dio un beso.
Eso fue todo lo que obtuvo de Emmy antes de que nuestra chica despegara para saludar al
resto de sus invitados.
Fui a Ash, envolviéndola, pero manteniéndola inclinada contra mi lado derecho, lejos
de mi nuevo tatuaje. Traté de no sonreír al verla usando el cuero negro con un parche que
decía “Luciérnaga” en su pecho. En la parte de atrás, mucho más grande en una declaración
que se necesitaría a un puto tonto para no verlo, estaban las palabras “Propiedad de
Sketch”. Había estado planeando ponerle ese parche desde que tenía seis años. Finalmente
lo hice el día después de que Barton cayó.
Ella había querido ir a visitar a Ace otra vez, así que habíamos estado preparándonos
para irnos para llegar tan pronto como comenzaron las horas de visita. Una vez que ella
estuvo vestida, se dirigió directamente hacia la puerta.
—¿A dónde vas, nena? —le pregunté. 241
Ella me había dado una mirada de impaciencia—. Quiero llegar al hospital.
—No estás lista todavía —le había dicho. No entendió, pero yo no había querido que ella
lo hiciera. Fui hacia la cama, tomando la bolsa que había escondido debajo. De espaldas a
ella, había puesto la segunda parte de la sorpresa en mi bolsillo. Luego, me giré para
entregarle la primera parte.
Lloró tan pronto como vio el cuero negro en mis manos. Sabía exactamente qué era y
supuse que ella había esperado tanto tiempo para tenerlo como yo para dárselo. No pasó
un momento antes de que ella lo tomara y se lo pusiera. Mientras ella se acercaba al espejo
pegado al interior de la puerta del armario, tomé su segundo regalo de mi bolsillo.
Fui a ponerme detrás de ella mientras admiraba la imagen de sí misma con el chaleco.
Por un momento, me paré a uno pocos centímetros para poder quemar permanentemente
la imagen de mi parche en su espalda en mi cabeza. Una vez que estuve seguro de que estaba
allí, me acerqué. Sus ojos se encontraron con los míos en el espejo mientras me sonreía y me
daba las gracias. Mientras su atención estaba allí, deslicé el anillo en su mano izquierda.
Así fue como se lo propuse. No me arrodillé. No pregunté, no importa cuánta mierda
me diera por ello después. Ella ya era mía y yo era de ella. Ese era sólo mi símbolo que le
decía que lo legalizaríamos.
Todavía no estaba acostumbrado a verla usar mi parche o mi anillo, aunque
jodidamente me encantaba ver ambos. Así que incluso aunque intentaba no hacerlo, estaba
sonriendo como un idiota cuando me acerqué a ella rodeada de los invitados de cumpleaños
de Emmy, que eran prácticamente las mismas personas que siempre estaban allí, los
Discípulos.
—Hola, Luciérnaga —dije antes de darle un beso.
Me devolvió el beso, luego movió sus ojos hacia Emmy, quien estaba en los brazos de 242
Daz. Parecía que estaba entusiasmada con la fiesta sorpresa. Joder, ella era una fanfarrona.
—¿Crees que le gustó? —preguntó Ash.
Estaba a punto de decirle que era bastante obvio y señalar que no había forma de que
a nuestra pequeña princesa no le encantara el hecho de que parecía que las mujeres habían
encontrado cada pedacito de decoración rosa y brillante que pudieron, y la tiraron por todo
el patio cuando escuchamos un chillido.
Ambos nos giramos hacia Emmy, que todavía estaba en los brazos de Daz con sus
manos cubriendo su boca y sus ojos enormes. Luego, movió sus manos para gritar de nuevo.
—¡Un pony!
Sí, habíamos conseguido un puto pony. No para que se lo quede. Estaba simplemente
allí con su dueño por la tarde.
—Creo que le gusta —dije lo obvio.
CAPITULO 35
Ash
Unas horas más tarde, estábamos sentados al lado de una gran mesa cargada de regalos. Los
buitres a los que llamaba familia ya habían caído y consumieron el pastel, pero sólo después
de cantar el feliz cumpleaños más bajo y ruidoso a la “Princesa Emmy” y ver cómo apagaba sus
cuatro velitas.
La mayoría de los regalos ya se habían abierto cuando Sketch declaró que era su turno.
Agarró las dos bolsas de regalo restantes de la mesa y le dio la primera a Emmy. Ella agarró
de inmediato y sacó una hoja de papel. Como yo estaba cerca de ella, me la entregó.
243
—¿Qué dice, mami?
Miré al papel que Sketch y yo habíamos presentado hace un par de días, y luego me
acerqué a él. Hicimos nuestra investigación y descubrimos que añadir a Sketch al
certificado de nacimiento de Emmy no requería ninguna prueba de paternidad, sólo
declaraciones firmadas de nosotros de que él lo era. Lo habíamos solucionado de inmediato,
pero todavía no se lo habíamos explicado a Emmy. Las lágrimas ya me picaban los ojos.
—Dice —respondió Sketch a Emmy—, que oficialmente eres mi hija y yo soy tu papi.
Emmy, bendito sea su pequeño corazón, no lo entendió—. Tú ya eres mi papi.
Sketch sonrió enormemente, la levantó y se sentó en el suelo con ella en su regazo.
—Sí, pero ese pedazo de papel le dice al mundo entero eso.
—¿En sedio? —preguntó maravillada.
—Sí, princesa.
—Es un buen degalo —le dijo ella, y eso rompió mi escudo. Las lágrimas cayeron por
mis mejillas y no hice nada para detenerlas. Por los gritos ahogados que escuché cerca,
supuse que Cami y Deni también estaban descontrolándose.
Mientras me recuperaba, Sketch siguió adelante, tirando de las dos últimas bolsas de
regalo. Él entregó una a Emmy y la otra a mí. Le di una mirada curiosa mientras la tomaba.
En respuesta a mi mirada inquisitiva, me dijo—: Probablemente vas a tener una
preocupación o dos sobre este regalo. Tu regalo es la respuesta a esas preocupaciones.
No tenía idea de qué estaba hablando, pero seguí la corriente. Obteniendo el visto
bueno de su papá, Emmy rompió la bolsa nueva y sacó una pelota de tenis. Ella lo miró, pero
él estaba mirando hacia la puerta. Justo a tiempo, Tank llegó al patio con un cachorro
Sheppard retorciéndose en sus brazos.
Emmy se puso de pie—. ¡Un cachodito!
Observé mientras ella corría hacia Tank, quien se arrodilló frente a ella y la ayudó a
conocer a su nuevo cachorro. Estaba casi tan emocionado de verla como ella a él. Se movía 244
sobre ella, tratando de lamerle la cara. Me alegré cuando vi a Cami con su teléfono y en
ángulo. Ese era un recuerdo que querríamos tener para siempre.
—Abre el tuyo —dijo Sketch a mi lado.
Mirando a través del papel de seda, saqué unas hojas de papel engrapadas. Parecían
una copia impresa de un sitio web de bienes raíces. Hojeé las páginas, leyendo sobre una
casa de dos pisos y tres habitaciones. En la última página, eché un vistazo a la propiedad.
—Tú... —ni siquiera pude ponerlo en palabras. Estaba viendo una foto de la casa de
mi infancia.
—Volvió al mercado hace unos meses. La he estado vigilando —explicó—, acabo de
cerrar el trato el miércoles.
—¿Compraste la casa de mi papá? —le pregunté. No podía creerlo.
Él sonrió—. Compré nuestra casa.
Nuestra casa. Una casa que nosotros dos, Emmy y su nuevo cachorro llamaríamos
hogar. Una casa en la que la criaríamos. Una casa en la que podríamos darle un hermano.
Y era una casa que ya conocía como mi hogar.
Era perfecto.

Horas después, Sketch y yo estábamos en la habitación que una vez había sido mía,
pero comencé a pensar que era la nuestra, en la granja. Emmy ya estaba en la cama, su
perrito, Duncan, en una caja en el pasillo, directamente entre su habitación y la nuestra.
Ella se había desmayado temprano después de toda la emoción.
Sketch y yo habíamos pasado la noche desde que la arropamos hablando de la casa.
Planeamos cómo la amueblaríamos, en cuál de las habitaciones instalaríamos a Emmy,
y lloré más de un puñado de veces al darme cuenta de que la criaríamos donde papá me 245
había criado.
Estábamos en la cama, Sketch sentado contra la cabecera, yo recostada contra él,
cuando dijo—: Tengo otro regalo para ti.
Me senté y volteé a mirarlo—. Es el cumpleaños de Emmy, no el mío.
—Tal vez, pero hace cuatro años, trajiste a esa niña perfecta al mundo. Eso también
merece ser celebrado.
Rayos. Él realmente había estado yendo por todas todo el día.
Inclinándose sobre un lado de la cama, metió la mano en la mesita de noche y sacó una
hoja de papel. Su rostro era serio de una manera que me puso cautelosa cuando regresó a
su lugar.
—Antes de mostrarte esto, quiero que entiendas por qué lo hice. Pensé que
necesitabas esto para seguir. Si hubiera habido un resultado diferente, no te lo estaría
mostrando. Llevaría ese secreto conmigo a la tumba. Nunca lo hubieras sabido. Pero quiero
que veas esto ahora.
Le quité los papeles, preocupada porque ya sabía lo que era.
El reporte impreso estaba cargado con información que no podía comprender, pero la
parte superior incluía una palabra que me dejó sin palabras. Paternidad.
Mis ojos se dispararon hacia él—. Soy su padre —declaró.
Mi agarre en el papel se apretó hasta que lo arrugué, pero no me importó.
Él continuó—. Sé que no querías hacer la prueba porque te preocupaba que no fuera
yo. Es por eso que no te dije. Si hubiera resultado negativo, habría guardado ese secreto.
Habría amado a Emmy de la misma manera. Lo hice por ti, para que finalmente pudieras
dejar ir lo que pasó. Emmy es nuestra, por sangre y por algo mucho más importante —él
dejó de hablar, pero comenzó a moverse. Se quitó el chaleco y luego su camisa. Debajo, a
través del lado izquierdo de su pecho, había un vendaje. Lo supe, incluso antes de que
comenzara a quitar la cinta que lo mantenía sellado, lo que él había hecho. Ese punto era la
única parte de su torso que no tenía tatuajes. Al menos, lo había sido.
El tatuaje que reveló me robó el aliento. A pesar de la crema brillante que lo cubría y
el enrojecimiento en sus bordes, era el tatuaje más hermoso que había visto en mi vida. Era
un tarro, diseñado como una pintura de acuarela. Dentro, había dos formas amarillas 246
brillantes.
Luciérnagas.
—Decidí hace mucho tiempo que este lugar —dijo, indicando su pecho—, era para ti.
Lo mantuve despejado todo este tiempo, porque era tuyo. Ahora, te pertenece a ti y a Emmy.
Durante años, mi vida se había desviado de su curso, llevándome por un camino que
nunca había esperado. Había aceptado que nunca volvería a los sueños que había tenido.
Estaba preparada para aceptar una felicidad diferente, una alegría centrada por completo
en Emmy. Mirando la tinta en su pecho, con los regalos que él me había dado en el cuarto
aniversario de traer a mi bebé—nuestra hija—al mundo, él me devolvió esos sueños.
—Lo hiciste —susurré.
—¿Qué?
—Cuando éramos sólo niños, me dijiste que íbamos a tener todo esto algún día. Ibas
a convertirte en un Discípulo, a casarte conmigo, y tendríamos hijos juntos. Me dijiste que
harías de mí la esposa más feliz de la historia —lo miré fijamente, sin tener idea de cómo
reaccionar ante todo lo que estaba sintiendo—. Lo hiciste.
Me besó entonces, hasta que mi cuerpo estuvo en llamas, y estaba lista para que me
diera un tipo diferente de felicidad mientras le devolvía el favor. Justo contra mis labios,
susurró—. Haría cualquier cosa por ti, Luciérnaga.
Él lo haría, yo lo sabía. Él había reclamado a la hija de un Discípulo a los seis años e
hizo una suya. Él ya lo había hecho cuando hizo mi mundo entero cambiar.

247
PROXIMAMENTE

248

Historia de Jager.

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