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El documento resume un caso judicial importante de 1889 en Nueva York llamado Riggs vs. Palmer. En el caso, un nieto asesinó a su abuelo para heredar su propiedad según el testamento. Aunque el testamento era válido según la ley, el juez Earl dictaminó que el nieto no podía beneficiarse de su propio crimen. Earl utilizó una interpretación equitativa de la ley basada en principios generales de justicia en lugar de solo aplicar la letra de la ley. Esta decisión estableció el precedente de que nadie puede benefici
El documento resume un caso judicial importante de 1889 en Nueva York llamado Riggs vs. Palmer. En el caso, un nieto asesinó a su abuelo para heredar su propiedad según el testamento. Aunque el testamento era válido según la ley, el juez Earl dictaminó que el nieto no podía beneficiarse de su propio crimen. Earl utilizó una interpretación equitativa de la ley basada en principios generales de justicia en lugar de solo aplicar la letra de la ley. Esta decisión estableció el precedente de que nadie puede benefici
El documento resume un caso judicial importante de 1889 en Nueva York llamado Riggs vs. Palmer. En el caso, un nieto asesinó a su abuelo para heredar su propiedad según el testamento. Aunque el testamento era válido según la ley, el juez Earl dictaminó que el nieto no podía beneficiarse de su propio crimen. Earl utilizó una interpretación equitativa de la ley basada en principios generales de justicia en lugar de solo aplicar la letra de la ley. Esta decisión estableció el precedente de que nadie puede benefici
El caso Riggs vs. Palmer es un caso de suma importancia no solo para la
Jurisprudencia de Nueva York, sino que es también un ejemplo del poder Judicial con el "objeto social" la regla de interpretación de la ley, el proceso de Interpretar y aplicar la legislación. En el caso, se desarrolla un conflicto que se origina con un testamento el cual las demandantes, la Sra. Riggs y la Sra. Preston, trataron de invalidar la Voluntad de su padre, Francis B. Palmer. El acusado en el caso fue Elmer E. Palmer, nieto del testador, a quien su abuelo, Francis B. Palmer, dejaba la Mayoría de sus bienes con pequeños legados a dos de sus hijas. Sabiendo que iba a ser el destinatario de la gran finca de su abuelo, Elmer, temiendo que su abuelo podría cambiar la voluntad, asesinó a su abuelo por envenenamiento. a partir de este caso, el filósofo Ronald Dworkin realiza un análisis con el fin de explicar que los casos judiciales se resuelven a través de principios, y no de normas de forma estricta. A continuación, en nuestro trabajo, trataremos de analizar la sentencia que condena al joven Elmer E. Palmer a fin de poder establecer el punto de vista de Ronald Dworkin.
Para comenzar con nuestro análisis, debemos tener en cuenta el contexto en
que se sitúa. Históricamente, estamos tratando con una sentencia dictada por la Court of Appels (Corte de Apelaciones) del estado de Nueva York en el año 1889. En ese momento, no existía una ley promulgara que previera el caso y estableciera que "nadie podía beneficiarse de su propio ilícito". Sólo estaban reguladas las disposiciones de última voluntad -es decir, el testamento-, a fin de que sean válidas y cobren eficacia (que sería partir de la muerte del causante). Acto seguido, creemos que es conveniente realizar una síntesis sobre el voto del Juez Earl, cuya relevancia se resume a que fue la decisión final del Tribunal estadounidense gracias a la concurrencia del Juez Danforth. Sin embargo, el Juez Gray disiente. El juez Earl sostiene que si bien es cierto que, de acuerdo con la interpretación literal de la ley el testamento era válido y otorgaba esa propiedad a Palmer, el propósito de estas leyes fue permitir a los testadores disponer de su herencia como recompensa al momento de su muerte y llevar a efecto sus últimos deseos jurídicamente expresados.1 Fue la intención del legislador que los instituidos en un testamento obtuvieran la propiedad a ellos otorgada, pero en ningún caso ha podido ser su intención que una persona llamada a heredar y que asesina al testador para acelerar el trámite sucesorio pudiera obtener algún beneficio en virtud de éste. Según Earl, es un método común de interpretación que la intención del legislador es tan ley como si fuera la propia letra de la ley. Los redactores de las leyes no siempre expresan su intención perfectamente, sino que se exceden o es insuficiente, por lo que los jueces recopilan solamente las conjeturas racionales o probables, lo cual es denominado por Earl como “interpretación racional”2. Sin embargo, a nuestro parecer, sería más exacto de hablar “interpretación equitativa o razonable”, ya que tal interpretación de la ley debe ser considerada como la mejor respuesta de la intención que los legisladores tuvieron en mente. Como Bacon señala "Mediante una interpretación equitativa
un caso que no está incluido en la letra de la ley se considera algunas veces
que cae dentro de su significado porque está comprendido en el daño para el cual se ha dispuesto el remedio jurídico"3. En algunos casos la letra de la ley se restringe mediante una interpretación equitativa, en otros casos se extiende; en otros la interpretación es contraria a la letra de la ley. Dicho juez se plantea "¿Qué sería más irrazonable que suponer que fue
intención del legislador en las leyes generales aprobadas para la transmisión
ordenada, pacífica y justa de la propiedad que ellas deberían actuar en favor de quien asesinó a su ascendiente para poder acceder rápidamente a la posesión de su herencia? Tal intención es inconcebible."4 Earl llega a la conclusión que “a ninguno se le debe permitir beneficiarse de su
propio fraude o tomar ventaja de su propio error, fundar cualquier demanda
sobre su propia iniquidad o adquirir propiedad sobre la base de su propio crimen”5. Este principio emana del orden público, tienen su fundamento en el derecho universal administrado en todas las naciones y en ningún lugar pueden ser sustituidas por las leyes. El juez se basa, además, en la decisión del caso New York Mutual Life Insurance Company c. Armstrong: aquí se consideró que la persona que procuró una póliza sobre la vida de otra, pagadera a su muerte, y luego asesina al asegurado para hacer efectiva la póliza, no puede recuperarla por ello. Por lo tanto, entiende Earl, teniendo en cuenta esta máxima, que “un
testamento obtenido mediante fraude y engaño, como cualquier otro negocio
jurídico, puede ser declarado nulo; y así una parte concreta de un testamento puede ser declarada ilegal o ineficaz si la voluntad fue inducida mediante fraude o bajo la influencia indebida de la persona en cuyo favor está hecho”6. Igualmente un testamento puede contener disposiciones que sean inmorales, irreligiosas o contrarias al orden público y, entonces, ellas serán consideradas nulas. Para el juez Earl, no había certeza de que el asesino sobreviviría al testador, o de que el testador no cambiaría su testamento, tampoco de que aquél obtendría la propiedad si la naturaleza hubiera seguido su curso. Elmer Palmer, por lo tanto, asesinó al testador para conferirse a sí mismo una herencia. En tales circunstancias, ¿qué derecho, humano o divino, le permitiría tomar la herencia y disfrutar de los frutos de su crimen? La voluntad del testador habló y se hizo efectiva a su muerte; Elmer causó esta muerte y, a través de su crimen, la hizo hablar y ser eficaz. Pero, ¿podía Elmer dar ejecutar un testamento mediante un asesinato y, además, obtener la propiedad? Según este juez, responder estas preguntas en forma afirmativa sería vergüenza a la ciencia jurídica del Estado y una ofensa contra el orden público.7 Asimismo, Earl afirma que en ningún país, donde el common law prevalece, se había estimado importante promulgar una ley que provea tal caso. El derecho Juez Earl, Fallo Riggs vs. Palmer (traducido al español), 115 NY 506 (1889), Corte de apelaciones de Nueva York El continental europeo les había sido similar los legisladores del Estado y no estimaron importante incorporar a sus leyes alguna disposición sobre este asunto. Por consiguiente, entiende Earl, “fue supuesto que las máximas del common law serían suficientes para regular tal caso y que su promulgación específica para este propósito no era necesaria.”8 Finalmente, Earl dispone que el demandado Palmer no debiera tomar ninguna de las propiedades como heredero, ya que él no era heredero antes del asesinato y no había certeza de que llegara a serlo. El mismo Palmer se convirtió en heredero a través de un asesinato y trató de obtener la propiedad como fruto de su ilícito. “No puede concederse derecho alguno a sí mismo mediante un crimen.”9 De esta manera, el Juez Earl revoca la decisión del árbitro inferior10, haciendo lugar a la demanda de las actoras y prohibiéndolo a Palmer beneficiarse de la herencia dejada por el testador. Por otro lado, teniendo en cuenta lo expresado, dicho caso, en la actualidad, se vería resuelto a través de la aplicación del artículo 2281 del Nuevo Código Civil y Comercial de la Nación, que establece: "Causas de indignidad. Son indignos de suceder: a) los autores, cómplices o partícipes de delito doloso contra la persona, el honor, la integridad sexual, la libertad o la propiedad del causante, o de sus descendientes, ascendientes, cónyuge, conviviente o hermanos. Esta causa de indignidad no se cubre por la extinción de la acción penal ni por la de la pena; […] En todos los supuestos enunciados, basta la prueba de que al indigno le es imputable el hecho lesivo, sin necesidad de condena penal."11 Sin embargo, tal como lo presenta Dworkin el caso en el derecho estadounidense a fines del Siglo XIX12, no hay en aquél sistema regla.