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Análisis Del Bien Común.

El liberalismo clásico se dio en el siglo XVII Y XVIII, por el cual se dio para la disolución
y unión del estado de derecho para así construir una convivencia humana razonable y con
valores para la sociedad, fue así, que el individuo pudo liberar su capacidad individual,
ámbito político, religioso y económico. El liberalismo hace parte del derecho como un bien
común, gracias a su adaptación, se ha ido envolviendo en la democracia y en un estado
liberal. La búsqueda de un gobierno justo con las circunstancias sociales civiles se radica
primero que todo en la expresión de las personas, en su libre convivencia.
Siendo así, en nuestra nación el liberalismo se da a conocer por medio de la constitución
política de Colombia, en donde el Artículo 16. Nos dice que “Todas las personas tienen
derecho al libre desarrollo de su personalidad sin más limitaciones que las que imponen los
derechos de los demás y el orden jurídico”.
El contractualismo llega luego del liberalismo, ya que es una corriente del derecho que
busca el orden social a partir desde un contrato primigenio, que quiere decir que mediante
la expedición de las normas, la sociedad se compromete a regirse mediante las normas y
cumplir con sus cláusulas, figura que su función es limitar la libertad del individuo y su
supervivencia en la sociedad.
La democracia busca que cada individuo opine y proponga soluciones para determinado
problema social y generar un bien común, allí se abren brechas y para ello se necesita la
presencia de la sociedad. El estado ha avanzado significativamente; por ejemplo, en la
antigüedad las personas no tenían la libertad de votar por su líder, ya que el monarca era
elegido por medio de su herencia y/o generación, En cambio, en la actualidad la sociedad
puede elegir a sus representantes mediante el voto, siendo así, la democracia contractualista
no simplemente se dirige hacia las personas, sino también a los gobernantes.
Se generó para la organización económica y social. Su idea principal fue que la producción
fuese para la propiedad colectiva, al igual que su administración fuese publica, a través de
un sistema estado-unido. Anqué el socialismo buscaba la eliminación de las propiedades
privadas y así se fuesen extinguiendo las clases sociales al generar una propiedad colectiva,
sus características principales para el bien común fue; perseguir la igualdad social, Mayor
control por parte del Estado (por el cual colocaba en contra el liberalismo) Sustitución del
sistema capitalista por un sistema comunista.
SEGURIDAD JURIDICA
La seguridad jurídica en el liberalismo clásico tuvo un gran impacto a fines del siglo XIX
los triunfos militares de los conservadores en las guerras civiles y la imposición de la
cosmovisión católica y gramatical liquidaron al liberalismo durante cincuenta años. La
concepción de la sociedad en la que se basó la Constitución de 1886 era orgánica y
corporativa, concibiendo la nación cimentada por la religión y el derecho sustentado en la
divinidad. En ese entonces este conservadurismo fue nacionalista y anti imperialista, esto
último más como resultado de una visión religiosa opuesta a la reforma protestante que de
una percepción geo-política. Fue además receloso de las ciencias y de las técnicas, cerrando
al país frente al extranjero. La primera globalización capitalista, que se desató a fines del
siglo XIX, encontró a una Colombia erizada y paranoica que la rechazó orgullosamente,
mientras se contaba entre los países más pobres del planeta. Tantos fueron los ataques
políticos y morales contra el liberalismo que Rafael Uribe Uribe, se vio precisado a escribir
a principios de siglo un libro titulado “De cómo el liberalismo colombiano no es pecado”.
La idea de contractualismo fue defendida en la época moderna por Hobbes, Locke y
Rousseau. Para Hobbes la sociedad surge producto de un contrato entre individuos y de allí
parte el Estado, en tanto el individuo se preocupa por sí mismo y busca cualquier medio
para conseguir sus metas, de ahí que desconfíe de todos, porque a cada uno le interesa el
poder y por tanto corresponde al monarca buscar principalmente la seguridad; aspecto que
no riñe con la democracia porque el Leviatán no tiene que ser un individuo, puede ser una
asamblea con poder. Por su parte, Locke considera que a pesar de que la sociedad surge
fruto de un contrato, son las libertades individuales las que le dan razón de ser al mismo, en
tanto para él, el objetivo primordial es la defensa de las libertades individuales frente al
Estado, sin intervención alguna en la parte económica.
Se dogmatiza que la seguridad jurídica es un principio rector de los Estados modernos,
independientemente de la tradición jurídica que impere en cada Estado. Vaya
transnacionalización. Así, tanto en los países de tradición jurídica latina como en los países
del common law, la seguridad jurídica es un principio fundamental a la entraña legalista. Es
un principio absoluto que se encuentra moldeado con algunos matices y características
similares en todos los Estados, y por tanto no obedece principalmente a los rasgos propios
de cada sociedad. Su sentido es siempre “ordenador” y dominante sobre los intereses
populares. La seguridad jurídica en formaciones “estatales” que preceden al Estado de
derecho (absolutismo monárquico), da cuenta de lo dicho. Tanto en los períodos feudales
(al parecer vigentes en términos de tenencia de la tierra y defensa del Carlos Arturo Gallego
Marín 74 poder a sangre y fuego) como en otras etapas históricas del Estado, existieron
prescripciones normativas que ofrecieron certeza, pero solo de las consecuencias que
traerían para los hombres sus respectivos actos.
SOLIDARIDAD

La solidaridad social era teorizada aquí como un derecho “natural”, en la medida en que
Bourgeois considera que los procesos de solidaridad caracterizan la vida, en el sentido
biológico de la palabra, que se opone a la idea (católica) de caridad, en una lógica que no
era en verdad original. Sobre el dato de una solidaridad natural, se construirá el deber social
de la solidaridad, que surge como tal del hecho que el hombre, al nacer, adquiere una deuda
social como beneficiario de la obra humana que lo precede y le permite existir.

En ese sentido, Bourgeois escribirá que “la ley positiva puede asegurar, a través de
sanciones imperativas, el pago de la deuda social, la ejecución de la obligación que resulta,
para cada hombre, de su estado de deudor hacia todos los otros”. El carácter obligatorio de
la deuda se fundamenta en una forma de casi-contrato, que traduce retroactivamente ese
consentimiento a las reglas de la solidaridad social que existe en los hechos.

La solidaridad en su dimensión política se mueve entre dos extremos: por un lado, es vista
como medio (sentimiento, deber) para el aseguramiento de otros fines o intereses, por lo
que tiene un valor instrumental para la colectividad; por otro lado, hace parte del ideal
universal de la justicia, con carácter deontológico, y asegura la igual consideración y
respeto de todas las personas sometidas a una misma legislación. Los siglos XIX y XX han
sido un teatro de confrontaciones entre ideologías que han dado diferente significación al
concepto, como se puede apreciar en las accidentadas historias francesa, inglesa y alemana.
A grandes rasgos, puede decirse que la solidaridad ha sufrido una serie de apropiaciones
políticas a lo largo de la historia que no impiden reconocer que se trata de un concepto ético
denso de central importancia para la teoría política actual.

La solidaridad es "interdependencia social", es un hecho y como tal, puede ser fundamento


del Derecho objetivo. Esta idea trae consigo la configuración del papel del Estado,
entendido como el ente cooperante para asegurar los servicios públicos, con un deber de
intervenir activamente y garantizar la realización de la solidaridad social en materia de
trabajo, asistencia y educación.

A nivel de derecho positivo, la solidaridad se encuentra reconocida en diversos


instrumentos internacionales. Como principio vinculado a la educación, la encontramos en
la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) “Toda persona tiene derecho a
la educación, la que debe estar inspirada en los principios de libertad, moralidad y
solidaridad humanas”. Como bloque de derechos, en la Carta de los Derechos
Fundamentales de la Unión Europea (2000) y como valor universal en el preámbulo del
mismo documento “La Unión está fundada sobre los valores indivisibles y universales de la
dignidad humana, la libertad, la igualdad y la solidaridad”.

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