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nuestra salud.
Practicar regularmente el agradecimiento nos da más resiliencia ante situaciones
traumáticas y nos permite re enmarcar nuestra mirada sobre los acontecimientos.
Mejora nuestras relaciones, y no solo con los que le expresamos o nos expresan
gratitud, sino en nuestras relaciones en general. Huberman Lab es el podcast del
neurocientífico y oftalmólogo de la Universidad de Stanford Andrew Huberman,
que en uno de sus últimos episodios explora nuestros mecanismos mentales a la
hora de experimentar gratitud y desafía la efectividad de algunas ideas y
prácticas que muchos tenemos sobre esta, al menos desde una
perspectiva neurocientífica.
Lo que ahora sabemos es que podemos cambiar nuestros sentimientos pro sociales
para que dominen nuestra fisiología y nuestros modelos mentales. Los
neuromoduladores, explica Huberman, son químicos que son liberados en el
cerebro y cuerpo que cambian la actividad de otros neurocircuitos, hacen que
algunas áreas del cerebro estén más activas que otras. La serotonina es el
químico más asociado con el agradecimiento, que al ser liberado nos
impulsa a estar en profunda interacción y conexión a algo o a
alguien. La actividad cerebral de esta aumenta cuanto más intensa es la
experiencia de gratitud y se da en la corteza prefrontal medial que es el área del
cerebro involucrada en pensamiento profundo, evaluación automática de hechos
pasados, presentes, futuros. Esta área del cerebro nos da contexto y define el
sentido de nuestra experiencia. Una práctica efectiva contra intuitiva es recibir un
agradecimiento por algo que hicimos, y no tanto cuando expresamos gratitud.
También exponernos a historias en donde otras personas son ayudadas nos mueve
a experimentar esta profundo sentimiento. Nuestras conexiones cerebrales
están muy orientadas a conectar con las historias de otros e impactan,
para bien, en nuestra salud física y mental.