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DOC.

JENYFERT REQUENA HERRERA


I.E.P:"FEDERICO VILLARREAL"
D.P.C.C
segundo

Proponemos alternativas para contrarrestar el problema de la corrupción


¿Queé significa el mensaje?

La pregunta no es de respuesta sencilla, y no quisiera en este breve espacio ofrecer una respuesta que pudiera
parecer frívola, rápida o de salir del paso, para tan seria cuestión. Pero sí creo que merece una buena reflexión.
Ahí van, pues, unas cuantas líneas de pensamiento.

En primer lugar, se me ocurre que el dinero tiene mucho que ver en todo esto. Alguien puede decidir entrar en un
negocio sucio por tentación económica. Sin embargo, en la corrupción, como en casi todo lo demás, el dinero no
es fin, sino el medio; permite tener una casa más grande, un coche más potente, una ropa más elegante o unas
vacaciones más excitantes… Y ese “tener” no es más que una forma más de búsqueda de reconocimiento, que
responde a la perversa ecuación “tener es más importante que ser”. Y es que nuestra sociedad, tristemente, sigue
poniendo tanto peso en ello, que las personas se sienten tanto más reconocidas socialmente cuanto más poseen,
sin importar lo vacía que esté su vida, aunque esté llena de cosas. Así es como algunos lo dan todo por un cargo;
en el mejor de los casos, cuando lo tienen quieren otro mayor, pero van dejando rastro en su ascenso frenético.
Decía Collin Powell: «No es bueno que tu cargo y tu ego estén muy juntos; porque cuando el uno caiga, caerá el
otro».

Otra razón por la que se puede caer en la trampa de la corrupción es el afán de poder. Más arriba, más servilismo
alrededor, más capacidad de someter a los demás, más afán por ser objeto de flashes y compartir mesa y mantel
con los grandes. Y ¿detrás de esa foto? La hambruna de ser visto (que no de ver), y no de cualquier manera, sino
de ser visto por otros como un igual. Soy como ellos, puesto que salgo en las mismas fotos y accedo a los mismos
círculos. El lucro al que permite acceder la corrupción tiene su máximo exponente en los grandes eventos sociales,
donde corrompidos y corruptos juegan a deberse favores oscuros, y sonríen a la cámara desde el disfrute de su
enorme visibilidad y supuesta amistad. Y poco después se niegan unos a otros y se acusan desde el banquillo. Es
lo que se llama la muerte de la polilla, que en su afán de buscar la luz muere achicharrada…

Un argumento que también se me ocurrió fue: corrupción y vulnerabilidad. En las organizaciones que tienen
problemas de ética, los ojos examinadores suelen posarse en las capas altas de la dirección. Aquí nos
encontraríamos con la necesidad de reconocimiento y visibilidad ya mencionada; sin embargo, en mi trabajo con
este tema a menudo he encontrado que en los puestos más alejados del poder y donde los salarios son más
bajos, existe un riesgo claro de exposición a la corrupción que viene de la necesidad. Así, sin más, de la necesidad
pura.

Cuando se ingresan mil euros al mes, se tienen tres hijos en edad escolar, unos padres mayores y dependientes, y
una mujer en paro o con problemas de salud, la tentación adquiere otro cuerpo. Recuerdo una película en la que
la mafia siciliana ofrecía a un miembro de un jurado costear un tratamiento médico carísimo a su esposa si emitía
un veredicto de inocencia al mafioso acusado de asesinato. ¿Es verdad que todos tenemos un precio? Mejor que
no te veas en la situación de comprobarlo. Esa es, en mi opinión, la ecuación: la ética personal resiste tanto más
cuanto menos vulnerables social y económicamente seamos. Aquí no es el reconocimiento; es la supervivencia, la
necesidad, incluso el amor por alguien. Maslow lo explicó muy bien.
Por último (por hoy, porque esto daría para mucho más…) creo que el miedo es otra gran razón por la que
alguien puede renunciar a sus valores y principios.

Dos reflexiones finales, a propósito de lo anterior, que no por muy escuchadas, son menos interesantes. La
primera es que el corrupto no actúa solo: como en el tango, para que se produzca un acto de corrupción hacen
falta dos, un sobornado y un sobornador, o un corrompedor y un corrompido. Por eso en una organización es
importante trabajar en un modelo de cultura de valores que permita aislar estas conductas, de manera que los
corrompedores tengan cada día más difícil encontrar a quien corromper, y se vayan quedando solos. Para que
una organización se comporte de manera ética, todos los que trabajan en ella han de comportarse de manera
ética; sin embargo, para que una organización se corrompa, se necesitan dos. Una fuerte cultura interna
construida sobre valores y comportamientos es la mejor vacuna contra la falta de ética.

Y la otra reflexión: no existen organizaciones éticas, solo existen personas éticas, decía Karl Popper. Detrás de
cada decisión, de cada pequeña elección diaria, hay una persona. Por eso, porque son las personas las que eligen
actuar de manera ética o no, sepamos que cuando se trabaja en los comportamientos de una organización se
está manejando el reconocimiento, la visibilidad, la vulnerabilidad, o el miedo. Y que éstos son tan poderosos a la
hora de mover a las personas, que son capaces de vencer a los principios y valores de cada cual. Me dura esta
reflexión mucho, muchísimo más de lo que me ha llevado escribir estas líneas.

Reflexión

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