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ABUSO SEXUAL INFANTIL

¿sabes qué es el abuso sexual a niñas y niños? Podemos entenderlo cuando


una persona de la misma o mayor edad, los obliga a tener contacto sexual a
través de caricias, besos o tocamientos; a ver y escuchar pornografía o exhibir los
genitales y/o a manifestar cualquier comportamiento de tipo sexual.

Las formas más comunes en que niñas y niños pueden ser abusados sexualmente
son al tocar sus genitales u otras partes de su cuerpo; tener contacto buco-genital
del abusador(a) con la niña o el niño; utilizarlos en la elaboración de material
pornográfico; obligarlos a ver películas, revistas o fotos y exhibir o tocar los
genitales del abusador (a).

¿Sabes cuáles son las falsas creencias acerca del abuso sexual a niñas y
niños?

Como madres y padres de familia, cuidadores, educadores y tutores, debemos


estar alertas a las señales que demuestren, en caso de encontrarse en una
situación que los pone en peligro y/o haber sido víctimas de abuso sexual, lo que
significa, que nunca debemos menospreciar, ni sus conductas, ni sus palabras.

las falsas creencias que hay acerca del abuso sexual infantil, por ejemplo, pensar
que esta conducta no es frecuente porque niñas y niños conocen sus derechos;
decir que confunden la realidad con la fantasía; pensar que les gusta o lo
inventan sólo para llamar la atención.

De igual manera, creer que el abuso sexual es un fenómeno relacionado con la


pobreza; señalar que las madres son cómplices; considerar que niñas y niños se
vuelven pervertidos sexuales o repiten el patrón con otros; asegurar que sólo los
pedófilos violan y que el abusador sexual tiene características muy
identificables; dar por hecho que se requiere de mucho tiempo para abusar
sexualmente de una niña o un niño y lo más común, decir que a mis hijas e hijos
nunca les va a pasar.
Tener estas falsas creencias en torno al abuso sexual, puede hacer la diferencia
entre hacer caso omiso de todas las señales o estar atentos a los que nos dicen
puede ser la diferencia entre ser o no una víctima.

Principales características de las personas que abusan sexualmente a niñas


y niños

Por lo regular, quienes llevan a cabo esta práctica, emplean su


poder, autoridad y fuerza, así como el engaño y la mentira; puede ser un
familiar, conocido de la familia, vecino, profesor, cuidador e incluso el padre o la
madre.

Desde luego, abusan de la confianza que se le tiene y utilizan premios;


amenazan verbalmente, propician castigos, tienen conductas no esperadas,
generan miedo o violencia física.

Etapas del abuso sexual

El abuso sexual inicia con la seducción; la persona abusadora realiza con la niña
o el niño actividades que le son divertidas y le gustan, a fin de ganarse su
confianza. El segundo paso es la interacción abusiva en donde el
abusador continúa con juegos eróticos y sexuales como besos, caricias y
tocamientos en genitales.

Un tercer momento es el secreto para mantener la relación abusiva, a través de la


“ley del silencio”, el chantaje o las amenazas por parte de la persona abusadora, y
como cuarto paso se encuentra la divulgación, que se da cuando la niña o el niño
ya no toleran el abuso y deciden contarlo, cuando son sorprendidos por otra
persona o cuando aparecen síntomas que generan sospecha.

Finalmente, está la represión o retractación que ocurre cuando la niña o el niño


se sienten descalificados por las personas adultas en lo que dice, niegan la
evidencia de los hechos o en ocasiones es presionado para retractarse de lo
ocurrido.
Características que propician que una niña o un niño sea víctima de abuso
sexual

Hoy te platicaremos sobre las características que propician que una niña o un niño
sea víctima de abuso sexual y las podemos dividir en: individuales como la baja
autoestima; la timidez o retraimiento; la dificultad para establecer límites; la actitud
de sumisión y la dificultad para decidir.
Familiares como el hecho de vivir separados de sus padres o personas viviendo
temporalmente en casa; el aislamiento dentro del entorno familiar; la necesidad de
afecto y atención no satisfechas; la escaza o nula educación sexual o alguna
discapacidad.
Finalmente, las características sociales, están vinculadas con el ejercicio de la
prostitución en su entorno; la orfandad; el hecho de pertenecer a una minoría
étnica; vivir o trabajar en la calle y, el abuso de drogas y/o alcohol.
Como padres, cuidadores, educadores y o tutores nunca debemos perder de vista
dichas características si queremos niñas y niños felices, libres de abuso sexual, de
aquí que platicar con ellas y ellos y, brindarles toda nuestra confianza, es una
tarea fundamental que contribuirá a su prevención
Desafortunadamente, el abuso sexual es una realidad que enfrentan las personas
desde su primera infancia hasta la adultez, por ello, la importancia de enseñarles a
niñas y niños el conocimiento, respeto y cuidado de su cuerpo y hacerlos
conscientes para que se digan a sí mismos “Mi cuerpo es mi territorio”.
No hay nada mejor como la prevención y más aún, cuando se trata de niñas y
niños pues en un abrir y cerrar de ojos puede cambiar para siempre su vida. Por
ello, debemos explicarles la diferencia entre una expresión de cariño y una
caricia sexual.
También es parte de nuestra tarea el que comprendan que cualquier
persona, hasta un familiar, puede lastimarlos o hacerlos sentir mal por lo
que nadie puede tocar su cuerpo o hacerles caricias que los hagan sentir
incómodos, aun siendo personas cercanas a ellas y ellos y en especial que
aprendan a reconocer que hay secretos que lastiman y que no pueden quedar
como secretos.
Educar a niñas y niños en el reconocimiento, autocuidado y respeto de su cuerpo
con un lenguaje claro, sencillo e información de acuerdo a su edad, es la mejor
medida que los protegerá del abuso sexual. 

Algunas características que pueden presentar niñas y niños abusados


sexualmente

Hablemos hoy de las características que pueden presentar niñas y niños que han
sido abusados sexualmente, un tema por demás delicado, pero inevitable y al
que debemos estar atentos para poder ayudarlos.

Entre dichas características se pueden observar conductas diferentes a las que


venían realizando de manera cotidiana como tener pesadillas, dificultad para
dormir o mojar la cama cuando ya no lo hacían; muestran conocimiento o
comportamiento sexual, no propios de su edad y que no han sido aprendidos en
su entorno familiar ni escolar.

Asimismo, expresan temor por una persona en particular y se resisten a estar


solos en casa y/o asistir a la escuela.

Una vez más, reiteramos la importancia de estar atentos a las señales que nos
dan las niñas y los niños, ya que a veces relacionamos el cambio de sus
conductas con meros “caprichos”, como el hecho de no querer ir a su centro
escolar. Estemos atentos a todo y pensemos que un simple “capricho” nos
puede indicar que el menor está en riesgo.

El abuso sexual entendido como una de las formas de la violencia, quizás la más
terrible, por los efectos que provoca, se nos presenta en nuestros días como un
síntoma social. Un síntoma que vela y devela al mismo tiempo, enunciado de un
malestar que nace de lo social y se hace presente en el mismo escenario que lo
produce. La violencia, tal como lo señalamos en numerosas oportunidades,
constituye, junto con la drogadicción, la anorexia y la bulimia, una de las nuevas
formas del malestar propia de nuestra época. Si bien siempre hubo abusos contra
los niños, hoy parecen haberse puesto en palabras.

Otro dato interesante es que más del 40% de los sujetos que fueron abusados
sufren consecuencias no solo a corto, sino también a largo plazo, las cuales tienen
como principal causa la incredulidad de los adultos sobre lo que cuentan los niños
respecto a cómo sucedieron los hechos (Sauan, 2009), lo que genera distintas
formas de defensa más o menos patológicas.

Otro obstáculo dentro de esta área, y tal vez el más serio, son las distintas
definiciones, y por ende los distintos posicionamientos frente al concepto de abuso
sexual: mientras algunos teóricos lo describen como un problema que surge por
interacciones familiares disfuncionales, otros lo ven como la expresión de la
violencia general producida por el patriarcado en la sociedad. Estas perspectivas
resultan, a primera vista, inconciliables, tanto para quien actúa desde el derecho
como para quienes lo hacemos desde la perspectiva de la rectificación subjetiva.

Nuestra época ha producido también algunos cambios. Tanto las concepciones


teóricas sobre el tema como las técnicas de intervención y la clínica que de ellas
se desprende se han ido desarrollando en virtud del pasaje de una sociedad
eminentemente patriarcal, dependiente y asistencialista a otra donde reinan el
mercado, el consumo y la tecnología. La utopía de una sociedad construida sobre
la igualdad de derechos y de oportunidades fue desplazada por la fantasía de la
igualdad frente al consumo, en la que la ilusión de inclusión está lejos de
materializarse. Esta sociedad, definida por muchos como posmoderna y
globalizada, ha dejado sin embargo a nuestros infantes encerrados en una trampa:
por un lado, se lucha por los derechos de los niños, pero, por otro, se los arroja a
un mundo competitivo, convirtiéndolos en meros consumidores, cuando no objetos
de ese consumo

Tipos de abusos No está de más señalar que ni todos los abusos son iguales ni
afectan de la misma manera a la integridad psicológica de la víctima (Vázquez
Mezquita y Calle, 1997). En cuanto al agresor, en unos casos el abuso sexual
infantil puede ser cometido por familiares (padres, hermanos mayores, etc.) —es
el incesto propiamente dicho— o por personas relacionadas con la víctima
(profesores, entrenadores, monitores, etc.). En uno y en otro caso, que abarcan
del 65 al 85 % del total) y que son las situaciones más duraderas, no suelen darse
conductas violentas asociadas.

La situación habitual incestuosa suele ser la siguiente: un comienzo con


tocamientos corporales; un paso posterior a la masturbación y al contacto buco
genital, y en algunos casos una evolución al coito vaginal, que puede ser más
tardío (cuando la niña alcanza la pubertad). Al no haber huellas fácilmente
identificables, los abusos sexuales en niños pueden quedar más fácilmente
impunes (Finkelhor, 2008).

En otras ocasiones los agresores son desconocidos. Este tipo de abuso se limita a
situaciones aisladas, pero, sin embargo, puede estar ligado a conductas violentas
o amenazas de ellas, al menos en el 10 al 15 % de los casos (Lanyon, 1986). No
obstante, la violencia es menos frecuente que cuando las relaciones no
consentidas se dan entre adultos. Al margen de ciertas características
psicopatológicas en los agresores (por ejemplo, el sadismo sexual), lo que suele
generar violencia es la resistencia física de la víctima y la posible identificación del
agresor. Sin embargo, los niños habitualmente no ofrecen resistencia y tienen
dificultades —tanto mayores cuanto más pequeños son— para identificar a los
agresores.

El abuso sexual infantil es un fenómeno delictivo con características propias que lo


diferencian de la mayoría de los restantes delitos del Código Penal.

El secreto es una de las características más notables del abuso sexual infantil y
tenerlo en cuenta desde la sospecha misma, es una condición indispensable para
una adecuada intervención.

Sólo cabe señalar aquí que, mientras que el secreto se mantiene mayormente
DENTRO del grupo familiar o conviviente y depende de quienes lo integran, los
restantes factores que determinan la CIFRA NEGRA, obedecen a la inexistente o
deficiente actividad de actores AJENOS a dicho núcleo. En este sentido las cifras
resultan significativas. Hay investigaciones en España en las que se establece que
sólo un dos por ciento del abuso intrafamiliar y el seis por ciento del extra familiar
es denunciado a la policía.

Más allá de la exactitud de los números señalados, lo cierto es que la mayoría de


los autores coinciden en que el porcentaje de casos denunciados es
significativamente menor que los realmente producidos. Sobre este punto apunta
Perrone: ''El secreto supone la convicción de que las vivencias en cuestión son
incomunicables. Entre las personas involucradas nace entonces un vínculo de
Jacto, sin alternativas . . . El abusador manipula el poder y carga a la víctima con
la responsabilidad del secreto. El silencio del niño protege no sólo al abusador,
sino a sí mismo y a su familia'

Así, el secreto impuesto por el abusador ha dejado de contar con el importante


aval - ¿complicidad? - que le dio, a lo largo de la historia, la consideración de que
los asuntos de familia eran "privados' y por tales el Estado -según se sostenía- no
podía intervenir. En el nuevo contexto, el fenómeno que antes era INVISIBLE, hoy
ha comenzado a HACERSE VISIBLE y, en lógica consecuencia, a ser tratado de
una manera coherente con los nuevos paradigmas de protección.

Confusión: Los sentimientos y las emociones que viven los niños abusados son de
tal entidad que si se pudieran sintetizar en una palabra es la de CONFUSIÓN.
Culpa, autor recriminación, ira, afecto -en el caso de haber sido abusados por
parientes cercanos o convivientes terror, se mezclan en la mente del niño en un
rompecabezas que no está en condiciones de armar.

En casos extremos, como señala Perrone, "la víctima presenta una modificación
de su estado de conciencia, caracterizado por pérdida de la capacidad crítica y
focalización de la atención, es decir que se encuentra bajo la influencia y el
dominio abusivo de quien controla la relación':3 Este concepto expuesto por
Perrone -sobre el que volveré más adelante al describir las consecuencias del
fenómeno sobre las niñas-, da una idea del estado al que puede llegar una criatura
abusada, al que por otra parte rara vez se lo tiene en cuenta en su auténtica
dimensión en el momento de la intervención judicial. Por ejemplo, cuando se
disponen medidas respecto de los niños en el ámbito de la Justicia, y éstos son
enfrentados ante sus supuestos abusadores, es habitual que se pretenda una
simetría que no existe y que es condición ''sinequa-non" para este tipo de
confrontaciones.

Violencia: Todo abuso sexual implica violencia. Como señalan acertadamente


Glaser y Frosh, el abuso sexual en todos los casos incluye el uso de coacción de
un modo implícito o explícito.5 La coacción a la que se refieren estos autores,
obviamente equivale a violencia. Pero a veces se produce de tal modo que "hasta
la misma víctima duda que la violencia haya existido':6 Esto último refiere la
complejidad del fenómeno y la necesidad de que todos los operadores estén
atentos en el momento de interpretar las conductas o los dichos de las víctimas.

Por otra parte, mientras en el ámbito judicial habitualmente no hay mayores


dificultades para aceptar la existencia e implicancia de la violencia física, no
sucede lo mismo con la violencia psicológica. Es por eso que en el derecho
internacional de protección a los derechos human-os la inclusión expresa e
inequívoca de esta clase de violencia es reciente. La Convención Interamericana
para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (Belem do Pard)

Como ya se señaló, la mayoría de los abusos sexuales de niños se produce en el


seno de la familia o grupo conviviente. En este sentido, cabe recordar que haber
considerado históricamente como privados a la mayoría de los hechos producidos
en el seno de la familia, significó un notable factor de impunidad.

Tal como ha sucedido a lo largo de los siglos, el abusador recurre a las amenazas
para evitar que el niño cuente lo que está sucediendo. Si bien la gama de las
mismas es infinita, suelen encontrarse en los expedientes, expresiones cuya
reiteración permite afirmar que son los más frecuentes. Así, el abusador
amenazará a la niña con ''matarla ''matar a su madre" o ''a sus hermanos" si le
cuenta a alguien. Estas advertencias suelen ir acompañadas con alusiones a que
"la familia se destruirá”

En la dogmática jurídica, cuando se habla de amenazas, se tienen en cuenta las


características tanto del presunto autor, como de la víctima, es decir que los
hechos anunciados por el sospechado de inferirlas, aparezcan como posibles -que
sean idónea para quien las recibe. En los casos de abuso, es obvio que la niña
sometida a semejante disyuntiva tienda a creer seriamente que lo que dice el
abusador se va a cumplir.

La responsabilidad del abuso sexual de niños SIEMPRE es del abusador. Esta


afirmación NO ADMITE CUESTIONAMIENTO ALGUNO y cualquier intento en
este sentido debe ser rápidamente sospechado y rechazado.

Los niños son particularmente DEPENDIENTES y, por diversas razones, requieren


una Protección ESPECIAL. Es así como la legislación internacional protectora ha
puntualizado dicha necesidad. Hoy en día, desde un punto de vista serio, no
puede ponerse en duda ninguna de estas dos características. En lo que hace
específicamente al abuso sexual, DEPENDENCIA y PODER están presentes en
cada acto de la relación entre el adulto-abusador y el niño-víctima.

Como señalan Glaser y Frosh, "en el caso de contacto sexual entre un niño y un
adulto no hay necesidad de explorar su relación específica, porque los niños
estructuralmente dependen de los adultos, es decir su dependencia es uno de los
factores que los definen como niños. La actividad sexual entre un adulto y un niño
siempre señala una explotación de poder': Y luego agregan que "la dependencia
es un elemento definitorio y necesario de la infancia, y los niños tienen el derecho
de vivirla con confianza. La trasgresión de 10 este derecho especial constituye
siempre un abuso': En una relación de esta naturaleza, resulta claro que no queda
ningún espacio para que el niño comparta siquiera la más mínima parte de
responsabilidad. El adulto, como apunta Perrone, se vale de su ventaja intelectual
y física, de su posición, de su autoridad y de su poder social para desarrollar una
dominación tendiente a la satisfacción sexual .
En algunos casos donde la prueba del abuso es abrumadora, se suele escuchar
que el imputado sucumbió a la provocación de la niña a la que describen como
"seductora" (el mito de Lolita), no sólo con él sino con todos sus compañeros de
colegio y amigos. Según esta argumentación, el delito se produjo como
consecuencia de la provocación, y si ésta no hubiera ocurrido ..., tampoco el
delito. Esta racionalización persigue atenuar -cuando no excluir- la responsabilidad
del adulto. Más allá de que la Justicia no debería tomar como serias estas
argumentaciones, resulta interesante lo que señala Glaser en cuanto a que "la
niña seductora no es, por lo tanto, una invención desesperada y auto servida de
los hombres que abusan de niños; es una persistente imagen cul12 rural en la cual
abrevan los hombres': La utilización de niñas cada vez más jóvenes -12 o 13
años- en trabajos de modelos publicitarios con ropa transparente y en actitudes
altamente erotizadas, es un buen ejemplo de lo dicho.

En este sentido todo fallo judicial que pretenda atenuar la responsabilidad del
abusador sobre la base ya sea de una supuesta "seducción" por parte de la niña o
de una imposibilidad del abusador de sustraerse a los estímulos recibidos, debe
ser descalificada. Ninguna mención del grado de desarrollo físico de la víctima o
de un aspecto CASI adulto, PROVOCATIVO o EXCESIVAMENTE CARIÑOSO,
debe ser tolerada si se quiere poner en su adecuada medida la labor de la
Justicia. La niña es niña y el adulto es adulto y el responsable es SIEMPRE el
segundo. Insinuar lo contrario, resulta intolerable y, como se ha dicho, esas
interpretaciones deben ser rechazadas con todo el rigor que corresponde y con los
argumentos que hoy la Psicología pone a disposición del Derecho. Igual cuidado
se debe tener respecto de determinadas características del grupo familiar o
conviviente que resultan FACILITADORAS de situaciones de acercamiento entre
el abusador y su víctima. Así, en los expedientes judiciales es frecuente observar
del entorno de la niña-víctí.ma como las que enuncia la especialista
estadounidense Salter: ''el aislamiento social las relaciones sexuales
insatisfactorias de la pareja conyugal la discordia conyugal, la inversión de roles
(familias en las que los hijos cumplen funciones parentales y se encargan de
cuidar y proteger a los padres), a las esposas colusivas, pasivas, impotentes o
dependientes, a las es- : posas con enfermedades mentales, físicas o con
trastornos psicosomáticos, a las madres punitivas en lo sexual, a madres
ausentes, a las disfunciones familiares, al alcoholismo

En la mayoría de los expedientes judiciales de abuso, es posible detectar alguna o


varias de las situaciones referidas pero, como bien reflexiona Intebi,
''convengamos que abundan los hombres con problemas conyugales y/o familiares
y la mayoría no reacciona abusando de sus hijas . . . ': Por eso compara Intebi el
grado de responsabilidad de los familiares con "las condiciones que ofrece una
casa deshabitada a los ladrones': 1 4 Una cosa es que existan condiciones del
entorno conviviente de la niña que puedan ser consideradas FACILITADORAS del
abuso, y otra muy distinta es que esas situaciones familiares resulten atenuantes
de los delitos cometidos o que prueben de alguna forma la falsedad de las
acusaciones .

El daño psicológico que sufren las niñas abusadas es inconmensurable. Se les ha


arrancado una parte importante de su integridad, alterándose de manera
irreversible el ciclo normal del despertar sexual. Las perturbaciones en un principio
abarcarán sus actividades escolares y familiares, así como sus relaciones con
adultos y niños, incidiendo posteriormente en sus relaciones sexuales y sociales
como adulto.

En este sentido, como sostienen investigadores de diversos países -citados por


Glaser-, se puede afirmar que "la experiencia del abuso aumenta la vulnerabilidad
de las mujeres respecto a hombres sexualmente explotadores y reduce su
capacidad para proteger a sus hijos. Por lo tanto, son muchos los modos por los
que el abuso sexual puede perjudicar a varias generaciones'

Esta verdadera "hipoteca de futuro" se advierte con frecuencia en los expedientes


judiciales de abuso. Muchas madres de niñas víctimas han sufrido a su vez
maltrato o abuso en su infancia. é Incluso es común que, a la época del abuso de
sus hijas, sean ellas mismas víctimas de violencia por parte de los abusadores
(esposos o concubinas).
La reiteración de ese cuadro familiar -madre víctima de violencia e hijos
abusados-, obliga a tener en cuenta esas circunstancias al analizar las diversas
declaraciones que se prestaron a lo largo de una causa judicial, así como los
informes sociales efectuados. Si bien resulta imposible hacer un listado completo
de las consecuencias psicológicas que el abuso sexual puede ocasionar en las
víctimas, es factible en cambio enumerar aquellas que se citan con mayor
frecuencia y que son posibles de detectar en cualquier expediente de abuso
correctamente investigado.

Así, las víctimas suelen presentar:

 depresión
 miedo
 culpa
 autoestima disminuida
 vergüenza
 pesadillas
 claustrofobia
 inquietud
 dificultades escolares
 tentativas de suicidio
 vulnerabilidad ante nuevos abusos
 reducción de la capacidad para proteger a sus propios hijos
 dependencia
 prostitución
 adicciones

Además de las consecuencias aludidas, el abuso sexual prolongado produce en


los niños, con frecuencia, diversos trastornos, los que adquieren relevancia
durante la intervención judicial.

Tanto los sospechosos, que en general difieren de la imagen estereotipo de un


abusador sexual de niños, como las víctimas, desorientan a aquellos operadores
inexpertos, que deben enfrentar estos casos. Como afirma Intebi "las personas
que se acercan a este problema por primera vez, se sorprenden ante ciertas
conductas que contradicen lo que, desde el sentido común parecería esperable.
La víctima no protesta, no se defiende, no denuncia ... ': Cita luego diversas
preguntas que suelen hacerse los familiares, las autoridades, y la gente: "Debe ser
cierto que él/ella lo buscó. Siempre andaban juntos': '¿Por qué no lo contó antes?':
"Si no contaba nada es porque le gustaba':5

Al respecto, es igualmente frecuente que los defensores citen al juicio como


testigos, a familiares o allegados de las víctimas para preguntarles si alguna vez la
niña les contó lo que le estaba sucediendo. Esto tiene como objeto tender un
manto de sospecha sobre los dichos de las víctimas. Debido a las propias
características del fenómeno, la respuesta en la mayoría de esos casos es la que
se espera: que la niña nunca ha dicho nada. Estos testimonios deben ser
merituados con sumo cuidado ya que una lectura lineal puede llevar a
conclusiones erróneas no sólo respecto de la figura legal en que debe
encuadrarse el hecho, sino incluso en cuanto a la existencia misma del abuso.
Roland Summit describió en 1 983 el síndrome DE Acomodación AL ABUSO
SEXUAL INFANTIL cuyo conocimiento, como señala Intebi, se torna esencial para
poder explicar de manera desprejuiciada las conductas destinadas a ocultar lo
ocurrido y 6 para comprender la propia estigmatización de las víctimas. Se trata de
una secuencia de patrones conductuales que se observan habitualmente en los
niños abusados:

 el secreto
 la desprotección
 el atrapamiento y la acomodación la revelación tardía,
 conflictiva y poco convincente la retractación

La DESPROTECCIÓN es el marco que permite que el secreto se mantenga y el


sometimiento sea total. Intebi indica que los, ofensores parecen contar con un
''radar" para detectar niños y jóvenes con carencias emocionales. Agrega que
''muchos saben de forma intuitiva que no será complicado hacer creer a esas
criaturas -ya que sobrellevan una persistente desprotección-, que aceptaron
voluntariamente participar en los episodios abusivos':7 En numerosos expedientes
judiciales se puede advertir esa particular "intuición" de los abusadores. Resulta
impresionante como, en los casos de abusos prolongados, con precisión casi
''quirúrgica' llevan a cabo los diversos actos que van desde los contactos iniciales
hasta la penetración. Además de la meticulosidad con la que los abusadores
actúan durante largos años, es sorprendente que esta mecánica se observa tanto
por parte de individuos con escasa o nula instrucción· y alejados de o tros
poblados, como en sujetos con mayor nivel de educación y que viven en grandes
ciudades.

https://www.gob.mx/difnacional/articulos/sabes-que-es-el-abuso-sexual-a-ninas-y-
ninos?idiom=es

https://www.derechopenalenlared.com/libros/abusos-sexuales-y-traumas-en-la-
infancia.pdf

http://www.psi.uba.ar/academica/carrerasdegrado/psicologia/sitios_catedras/
practicas_profesionales/825_rol_psicologo/material/descargas/unidad_4/
obligatoria/asi_denunciar_osilenciar.pdf

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