Está en la página 1de 11

5.

3 Encuestas criminológicas

o Introducción
o Encuestas de victimización e inseguridad ciudadana
o Razones para la realización de encuestas de
inseguridad ciudadana
o Encuestas de autoinforme
o Encuestas sobre violencia de género
o La medición de la violencia de género a través de encuestas
o La producción de datos de encuesta sobre violencia de género y
su relevancia criminológica
o Encuestas sobre uso y percepción de las drogas
o La Encuesta sobre alcohol y otras drogas en España, EDADES
o Los estudios sobre “La percepción social de los problemas de
drogas en España”
o La encuesta “La población andaluza ante las drogas”
o Actividad:
o Conoce una aplicación reciente del ISRD y sus resultados
o Conoce lo que preguntan (y cómo lo preguntan) las encuestas
acerca del uso y percepción social de las drogas
o Aprende con las lecturas transversales
o Para saber más

Introducción

La base de este tema la constituye el siguiente texto (está en el aula virtual):

 Aizpurúa, E. y Gómez-Fraguela, X.A. (2019) “La encuesta en Criminología”, en R. Barberet,


R. Bartolomé, y E. Fernández-Molina (coords.) Metodología de la investigación en
Criminología Valencia: Tirant; págs. 137-160.

Dicho texto tiene como objetivo de familiarizar a la persona lectura con la encuesta, explicando sus
características principales como técnica de investigación social, presentando alguna de las investigaciones
que marcaron un hito en la criminología y describiendo los pasos a seguir para su correcta aplicación.

El contenido de este documento complementa y completa el contenido del texto base de Aizpurúa y Gómez-
Fraguela. Lo hace sobre usos específicos de la encuesta para la producción de datos sobre determinadas
temáticas. Junto con lo anterior, una serie de anexos (disponibles en la carpeta correspondiente a este tema
del aula virtual) se ocupan de lo siguiente:

 Anexo 1. Conocer cuestionarios sobre inseguridad ciudadana


 Anexo 2. Conocer las encuestas sobre inseguridad ciudadana del CIS
 Anexo 3. Conocer cuánto preocupa la delincuencia o la inseguridad
 Anexo 4. Conocer encuestas sobre violencia de género

Encuestas de victimización e inseguridad ciudadana1

La encuesta constituye uno de los procedimientos de uso más generalizado en las ciencias sociales. Es una
estrategia de investigación basada en las declaraciones verbales de una población concreta (Cea D’Ancona,
1999: 239). La delincuencia produce experiencias, percepciones y comportamientos La obtención de datos
sobre las experiencias y percepciones que produce el delito y sobre sus consecuencias en términos
actitudinales o conductuales es posible mediante la

1
Este apartado resume el contenido de algunos capítulos del libro Encuestas de seguridad ciudadana, publicado por el CIS en 2020 y del que
son coautores M. Caro, F. Pozo, A. López y L. Navarro.

1
realización de encuestas a la población. Las llamadas encuestas de inseguridad ciudadana proporcionan
información sobre cuánto y cómo afecta la delincuencia a la población, y también sobre cómo y cuánto de
eficaces considera dicha población que son las respuestas político- criminales a la misma. Junto con las
estadísticas oficiales sobre criminalidad, basadas en el registro policial y judicial de la actividad delictiva
conocida por ambas instancias, las encuestas a la población constituyen instrumentos ineludibles para medir
el delito y la inseguridad que provoca (Caro et al, 2020: 11).

La base desde la que se habla hoy de encuestas de seguridad ciudadana son las llamadas encuestas de
victimización. En ellas se seleccionan muestras representativas de la población a las que se pregunta si
durante un periodo concreto han sido objeto de delito y cuántas veces, así como si se formuló denuncia y se
siguió a partir de la misma algún proceso penal. Se pregunta a la ciudadanía sobre sus experiencias como
víctimas con el objetivo de estimar las cifras de delincuencia real frente a las de la delincuencia registrada
por las estadísticas oficiales (Pozo et al., 2013; Pérez y Benito, 2013). Desde que comienzan a utilizarse
durante la pasada década de los sesenta, introducen una innovación importante en el análisis de la
criminalidad. En lugar de ser la policía la que informa sobre la actividad delictiva (cuántos y qué delitos se
han registrado), se pregunta directamente a la gente si ha sufrido alguno con independencia de que este fuera
o no denunciado. La encuesta deja así en manos de las víctimas definir como delito un determinado evento
que les ha ocurrido y manifestarse en relación con su posible denuncia (Thomé, 2004). Este cambio de sujeto
informante permitió visibilizar ciertos tipos de delito que las estadísticas oficiales no recogían fácilmente,
como por ejemplo la agresión sexual o la violencia de género. La expresión cifra negra de la delincuencia
acabaría utilizándose para hablar de aquellos delitos que realmente suceden pero que no recogen los registros
policiales y judiciales. Entre las razones más importantes que están detrás de esta ausencia de registro figuran
el que estos hechos no resulten denunciados o que ni siquiera sean considerados delitos por las personas a las
que les ocurren. Con la evolución de las encuestas de victimización el concepto de cifra negra se ha ido
redefiniendo para acabar distinguiendo entre la cifra negra global y la denominada cifra negra delictiva. Esta
última es la referida al conjunto de hechos que, siendo considerados delitos por quienes los han sufrido, no
han sido denunciados. De ahí que las encuestas de victimización permitan visibilizar la existencia de
importantes diferencias entre el conjunto de hechos sufridos, los que se consideran delictivos y los que
finalmente son denunciados ante la instancia policial o judicial. De esta forma, es posible estimar qué parte
de los hechos sufridos se considera delictiva (con independencia de que jurídicamente acaben siendo
considerados como tales) y qué parte de los hechos que se consideran delictivos no llega a denunciarse (Mur,
2016: 6-9). Otro rasgo de la evolución de las encuestas de victimización lo constituye el hecho de que
acabaran ampliando su objeto de atención hacia el miedo al delito o las opiniones de la ciudadanía acerca del
funcionamiento de la policía o la justicia penal (Ruidíaz, 1997; García España et al., 2010).

Los cuatro objetos o aspectos relativos a la inseguridad ciudadana de los que se ocupan actualmente las
encuestas son: a) la victimización o experiencia de delito; b) las percepciones o reacciones que expresan
inseguridad o miedo al delito; c) la valoración que se hace de la respuesta formal frente a la delincuencia (la
protagonizada fundamentalmente por la policía y los tribunales del orden penal); y d) las actitudes punitivas
que presenta la ciudadanía, esto es, la predisposición y el apoyo que reciben determinados planteamientos y
alternativas político-criminales.

En España la producción y disponibilidad de datos sobre estos cuatro objetos es ciertamente escasa. Pese a
que el campo de las experiencias, percepciones y reacciones de la ciudadanía acerca de la delincuencia es
uno de los principales ámbitos de investigación criminológica, no son muchas las encuestas y por
consiguiente los datos sobre dicho ámbito que existen en nuestro país. Aunque no han dejado de realizarse
encuestas de este tipo desde los ámbitos institucional o académico, este procedimiento no ha sido integrado
aún en la producción estadística oficial, pese a que no han faltado recomendaciones en ese sentido
(Stangeland, 2001: 21; García España et al., 2010: 2). La única excepción en este sentido la constituye
Cataluña, con una dilatada experiencia en la realización de estudios periódicos consolidados, la Enquesta de
Seguretat Pública de Catalunya (ESPC), del Departamento de Interior de la Generalitat de Cataluña, y la
Encuesta de

2
Victimización del Área Metropolitana de Barcelona (EVAMP), tal y como atestigua el trabajo de Murriá,
Sobrino y González (2020)2.

El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha realizado hasta la fecha varias encuestas de seguridad
ciudadana de ámbito nacional o autonómico, la primera en 1978. Cabe destacar como referencia a tres de
ellas, dos por sus amplitudes muestrales y temáticas, Delincuencia, seguridad ciudadana e imagen de la
policía (Estudio 2125, 1995) y Seguridad ciudadana y victimización (Estudio 2315, 1999); la tercera por ser
la encuesta específica más reciente, Delincuencia y victimización en la Comunidad de Madrid (Estudio
2702, 2007). Entre las encuestas generalistas del CIS que han estudiado la seguridad ciudadana debe
destacarse, por el amplio número de preguntas incorporadas, la edición 2015 de la Encuesta Social General
Española (ESGE) (Estudio 3123). Otras experiencias reseñables son las encuestas de victimización
realizadas por el Observatorio de la Delincuencia (ODA), adscrito a la Universidad de Málaga, en distintas
capitales andaluzas, durante 2006, 2007 y 2008, y para el conjunto de España en 2009 (pueden consultarse
los informes publicados en http://www.oda.uma.es/index.php). En todos estos casos se utilizó como
instrumento una adaptación de la International Crime Victims Survey (ICVS) del Instituto Interregional de
Naciones Unidas para la Investigación sobre justicia y crimen (UNICRI, según sus siglas en ingles). Aunque
ha dejado de realizarse, la ICVS es el esfuerzo más relevante de entre los alumbrados a favor de la
institucionalización de estudios sobre evolución de la seguridad ciudadana en el plano internacional (Thomé,
2004: 77). España participó en dos de las oleadas de la encuesta, en 1998 y 2005 (García España et al.,
2010).

Deben citarse algunas encuestas generalistas que han incorporado en alguna de sus ediciones bloques o
preguntas específicas sobre seguridad ciudadana. De ámbito internacional en las que ha participado España,
deben señalarse dos ediciones de la Encuesta Social Europea (ESE), 2010 y 2018, y del Eurobarómetro
Estándar, 2015 y 2018. De ámbito nacional, deben señalarse diversos Barómetros de Opinión del CIS (enero
2003, diciembre 2005, febrero y junio 2011 y enero y julio 2019). Asimismo, pueden señalarse ediciones
específicas de algunos estudios como la 9ª Ola del Panel Ciudadano para la Investigación Social en
Andalucía 2019 (PACIS), del Instituto de Estudios Sociales Avanzados.

En el ámbito internacional son muchos los países donde las encuestas de seguridad ciudadana gozan de
mejores niveles de institucionalización que en España. Tres de estas encuestas pueden considerarse como
referentes. En el Reino Unido, la Crime Survey for England and Wales (CSEW), antes denominada British
Crime Survey, lleva implementándose desde 1981. En Chile, desde 2003, la Encuesta Nacional Urbana de
Seguridad Ciudadana (ENUSC) proporciona información sobre la percepción de inseguridad, la reacción
frente al delito y la victimización de personas y hogares de zonas urbanas a nivel nacional y regional. En
México, los resultados de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública
(ENVIPE) se consideran información de interés nacional y constituye una de las prácticas internacionales de
referencia en el análisis de la seguridad ciudadana (Caro et al., 2020).

Razones para la realización de encuestas de inseguridad ciudadana

Entendida como el conjunto de experiencias, percepciones, predisposiciones y comportamientos que


producen las conductas delictivas y la acción que frente a ellas protagoniza el aparato de justicia penal, la
seguridad ciudadana es un tema de enorme importancia tanto científico-social como política.

Tanto si se atiende a diversos ámbitos académicos e institucionales como si se presta atención al espacio
mediático, se constata la presencia y la relevancia creciente que tienen el debate y la información sobre el
binomio delincuencia-seguridad y sobre la percepción ciudadana acerca de determinados problemas que
tienen su origen (y adquieren tal consideración de problemas) en la

2
Murrià, M. Sobrino, C. y González, C. (eds.) (2020) 30 años de la Encuesta de Victimización del Área Metropolitana de Barcelona.
Vigencia y uso de las encuestas de seguridad en las metrópolis. Barcelona, Institut d’Estudis Regionals i Metropolitans de Barcelona.
https://iermb.uab.cat/es/altrepublicacion/30-anos-de-la-encuesta-de-victimizacion-del-area-metropolitana-de-barcelona/

3
ruptura con las normas y en las consecuencias que se derivan (o se demanda que se deriven) de ella. En este
contexto, la investigación sociológica y criminológica adquiere un doble compromiso con la medida rigurosa
de la percepción pública de la delincuencia y la actuación de la justicia penal. Por un lado, el que deriva de la
relevancia de estos temas en sí misma. Por otro, el que tiene que ver con su trascendencia sociopolítica. Son
varias las razones que explican dicha trascendencia. En primer lugar, la colaboración ciudadana es necesaria
para el funcionamiento del sistema penal, luego lo es también la opinión de los ciudadanos sobre el mismo,
el que el público confíe en él, denuncie y así evite que parte de la criminalidad no sea detectada. En segundo
lugar, la conformidad de la ciudadanía con las normas, aunque sólo sea para que estas cumplan su función
simbólica, se basa en buena medida en que el sistema y su funcionamiento merezcan crédito, es decir, sean
percibidos como correctos. Junto a las dos razones anteriores, las reformas que vienen endureciendo la
justicia penal se han presentado como respuestas a las demandas sociales, de ahí que deba determinarse con
base en el rigor metodológico el alcance y razones de tales demandas. De manera particular, esta
contextualización ha de hacerse en un escenario que autores como Garland (2003) consideran dominado por
la cultura del control, en el que el pensamiento criminológico atiende menos a las causas del delito –y cada
vez más a las decisiones supuestamente racionales del delincuente– y en el que se ha difuminado la fe en el
ideal resocializador de la prisión, empezándola a concebir exclusivamente como herramienta de disuasión e
incapacitación (Diez Ripollés, 2004).

Como objeto de estudio, la seguridad ciudadana alberga cuatro dimensiones, a saber, victimización, miedo al
delito, confianza en la acción del sistema penal y demandas de castigo a quienes cometen delito. La medición
de estas cuatro dimensiones permite analizarlas y comprenderlas en sí mismas, en su relación con factores
sociodemográficos, culturales o ideológicos que han demostrado tener influencia sobre dicha experiencia
(Hough, 1995) y en su relación recíproca (Rader et al., 2007). En este sentido, unas (la desconfianza en el
aparato de justicia penal o la demanda de más castigo, por ejemplo) pueden ser consecuencia de las otras
(haber sido víctima o tener miedo al delito) (Thomé y Torrente, 2003). A la vez, en circunstancias como la
existencia de un clima de opinión influido por la agenda mediática o política, la percepción de que el sistema
penal no funciona, o que no castiga con la suficiente dureza, pueden provocar en la población inseguridad o
miedo a resultar victimizada. El de las actitudes punitivas de la ciudadanía es además un asunto que suscita
un interés sociológico y criminológico creciente. Opinión pública y política criminal parecen
retroalimentarse en los últimos años, dando como resultado reformas de la normativa penal y aun de las
disposiciones legales en materia de seguridad pública. Reformas de corte punitivista que, en cierta medida,
desbordan el terreno de lo estrictamente delictivo, anegando el de lo socialmente controvertido (violencia
sexual, prostitución, expresión de opiniones mediadas por las redes sociales, etc.). Sin duda, se trata de
cuestiones criminológicas clave y cuyo estudio requiere de la existencia de datos y en particular de la
realización de encuestas que, con la suficiente periodicidad, incorporen medidas de las cuatro dimensiones
mencionadas de la experiencia ciudadana de y con la delincuencia y no sólo de una o algunas de ellas.

Son, en definitiva, muchas las razones que hacen muy necesaria la obtención y análisis de datos de encuesta
sobre seguridad ciudadana en España. La primera es la relevancia académica y social que tienen los cuatro
temas de los que pueden ocuparse: victimización, miedo al delito, confianza en el apartado de justicia penal y
punitivismo. La segunda es la escasez de datos españoles sobre estos cuatro objetos. Como se ha dicho, no
son muchas las encuestas y por consiguiente los datos sobre dicho ámbito que existen en nuestro país. La
tercera razón, muy relacionada con la segunda, es la necesidad de que la producción de datos se haga de
manera suficientemente válida y rigurosa para que sirva de base a nuestra política criminal en un momento
en el que dicha política suele alimentarse de eventos noticiosos e intereses políticos mucho más que de
evidencias empíricas (Melendo et al., 2019).

4
Encuestas de autoinforme

“El autoinforme delictivo (o encuesta de delincuencia autorevelada o de autoinculpación) es,


básicamente, una encuesta que pregunta directamente a las personas si han participado en una
serie de comportamientos antisociales y/o delictivos, y si es así, con qué frecuencia” (…).

Así comienza “Autoinformes delictivos”, epígrafe (páginas 78 a 82) de un texto más


amplio de Torrente et al. (2019) titulado “Medición de la delincuencia y la victimización”3.
Como material de estudio de este tema 5.3, se encuentra en la carpeta correspondiente del
aula virtual.

Encuestas sobre violencia de género

La violencia de género (en adelante VG) representa en la actualidad un grave problema social en el contexto
occidental. La realización de encuestas sobre dicho problema constituye un instrumento imprescindible para
disponer de conocimiento sobre cuánto y cómo incide en las víctimas y sobre cómo son percibidas por la
población tanto la propia violencia, como el conjunto de prácticas y conductas sociales que le confieren
carácter estructural. El diseño, la implementación y la evaluación de políticas públicas contra la violencia de
género necesita de dicho conocimiento.

La medición de la violencia de género a través de encuestas

La VG hace referencia a cualquier forma de maltrato, abuso o explotación que resulta de las relaciones de
poder desiguales en función del género. Está catalogada como una violación de los derechos humanos y
constituye un problema social de primera magnitud. La forma más frecuente de VG es la violencia contra la
mujer (FRA, 2014).

En España, la Ley 1/2004, de medidas de protección integral contra la violencia de género, circunscribe en
España la VG a la violencia que sufre una mujer a manos de su pareja o expareja, aunque también se han
acabado incluyendo otras formas de violencia contra la mujer. Entendida como violencia a manos de parejas
o exparejas, la VG ha tenido y tiene un enorme impacto en la salud y desarrollo de las mujeres a lo largo de
la historia. Eliminar esta violencia sigue siendo objetivo prioritario de las instituciones en los ámbitos tanto
internacional como nacional (Torrente y Bartolomé, 2019: 90).

La necesidad de conocer sus dimensiones y características ha llevado al desarrollo de instrumentos


específicos para medir la VG entre los que destacan las encuestas. El estudio de la VG a través de datos de
encuesta diferencia fundamentalmente los que tratan de conocer la percepción social (pública) de dicha
problemática entre población general y los que miden su incidencia entre las mujeres junto a un amplio
conjunto de indicadores relacionados con la experiencia posterior de las víctimas (afectación subjetiva,
repercusiones económicas, uso de servicios de atención, etcétera) y la de sus hijos o hijas fundamentalmente.

Las encuestas específicas de incidencia de la violencia machista o de violencia contra la mujer pueden
considerarse el mejor método para construir indicadores al respecto y constituyen un instrumento esencial
para recopilar sistemáticamente información de las propias víctimas de la violencia (Naciones Unidas, 2014).

Las encuestas de victimización dirigidas específicamente a mujeres no están exentas de crítica en la literatura
internacional por la consideración de que la violencia en la pareja es una forma de violencia o conflicto
familiar y no una forma particular de VG. Se arguye además que el género afecta a la forma e intensidad con
la que se interpreta el hecho de ser víctima y, con ello, a la denuncia de la violencia y, por tanto además, a la
validez de los instrumentos que la miden (Follingstad et al., 2013; Nybergh et al., 2013). Frente a estas
consideraciones, desde una
3
Torrente, D., Giménez-Salinas, A. y Bartolomé, R. (2019). Medición de la delincuencia y la victimización. En Barberet, R., Bartolomé, R. y
Fernández-Molina, E. (coords.) Metodología de la investigación en Criminología (pp. 67-100). Valencia: Tirant lo Blanch.

5
perspectiva feminista, se señala la gran asimetría entre hombres y mujeres en la violencia en pareja y, con
ello, lo diferentes que resultan el uso de formas concretas de agresión, como la sexual, la gravedad de la
violencia que se infringe y los efectos que tienen en las víctimas (Hamby, 2014). Se reivindica con ello la
medición específica de la violencia contra la mujer y el uso de instrumentos diferenciados en relación con los
que miden la violencia o conflicto familiar (Kimmel, 2002; Chan, 2011).

Entre las encuestas específicas de violencia contra la mujer, uno de los ejemplos más significativos a escala
europea fue la encuesta sobre violencia contra las mujeres, realizada a 42.000 mujeres de 28 estados
miembros por la Agencia Europea de Derechos Fundamentales (FRA según sus siglas en inglés) en 2014.

Junto a la citada experiencia europea, debe destacarse el caso de América Latina, donde desde los años 90,
varias encuestas nacionales de los ámbitos demográfico y sociosanitario incorporan módulos específicos de
VG (Almerás et al., 2002; Guedes et al., 2014). Varios países de la región han promovido además en las dos
últimas décadas oleadas de la International Violence Against Women Survey -IWAS-. Esta encuesta
internacional está impulsada por el Programa de Prevención del Delito y Justicia Penal de la ONU -UNICRI-
y el Instituto Europeo para la Prevención y el Control del Delito, afiliado a las Naciones Unidas –-HEUNI-
(Johnson et al., 2008; Torrente y Bartolomé, 2019).

En España, son referencia de este tipo de estudios las macroencuestas de violencia contra las mujeres
realizadas en cinco ediciones, las tres primeras (1999, 2002 y 2006) por Sigma Dos por encargo del Instituto
de la Mujer y las dos últimas (2011 y 2015) por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) por encargo
de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género. Constituyen estudios de amplio espectro,
efectuados mediante entrevistas telefónicas (1999, 2002 y 2006) o presenciales (2011 y 2015) y a partir de
muestreos representativos de la población. Por tanto, no se realizan a mujeres que denuncian su situación,
sino que se realizan a muestras seleccionadas mediante criterios estadísticos de manera que son
representativas de la población de mujeres. Por lo tanto, los resultados obtenidos pueden generalizarse, con
un cierto margen de error, a toda la población (Menéndez et al., 2013).

Como mecanismo de producción de datos sobre VG, las encuestas representan en la actualidad un intento
eficaz a la hora de incluir las distintas dimensiones con configura la violencia en pareja. La citada
macroencuesta de violencia contra la mujer de 2015 abarca en concreto las siguientes dimensiones: violencia
física, sexual, psicológica de control, psicológica emocional y económica. Y es la que por primera vez recoge
información sobre otras formas de violencia contra la mujer distintas a las provocadas por las parejas o
exparejas.

Como objeto de encuesta, la incidencia de la VG constituye una problemática con ciertas particularidades en
las formas de medición. En este sentido han sido frecuentes, entre otros, los cambios en la formulación de
preguntas o en el uso de términos (Malpica, 2015). En el caso de la macroencuesta española de 2015, y
comparación a las ediciones anteriores, el cuestionario utilizado incorporó las directrices de la División de
Estadística de las Naciones Unidas introduciendo cambios en la formulación de las preguntas. Así, por
ejemplo, se evitaron usar los términos ‘maltrato’, ‘violencia’, ‘violación’, etc. y se preguntó por actos
concretos y bien definidos (te ha insultado, te ha pegado, te ha dado patadas…) (ONU, 2014). Los
cuestionarios de las macroencuestas anteriores preguntaban sobre lo que se denomina “maltrato subjetivo”
(preguntaban directamente si alguna vez se habían sentido maltratadas por sus parejas o exparejas). Según se
desprende del informe de resultados, este tipo de preguntas no estaban midiendo adecuadamente la violencia
de género porque muchas mujeres sienten vergüenza por ello y no lo cuentan y porque muchas otras no se
reconocen como víctimas de violencia de género porque no identifican ciertos actos (por ejemplo, celos
compulsivos, aislamiento de su familia o amigos, control de las finanzas de la pareja o incluso bofetadas o
puñetazos esporádicos), como constitutivos de violencia, asimilándolo como algo normal (MSSSI, 2015: 51-
52). La realización de estos cambios se consideró imprescindibles para medir de forma adecuada la violencia
contra las mujeres, pero significaron que los datos de 2015 no sean comparables con las de ediciones

6
anteriores. Otro de los cambios relevantes motivados por las recomendaciones de la mencionada División de
Estadística de las Naciones Unidas fue la utilización de tarjetas en todas las preguntas consideradas sensibles
para facilitar la confidencialidad de las respuestas.

A diferencia de las ediciones anteriores que preguntaba por las parejas de los últimos 10 años, la
macroencuesta de 2015 recoge información de todas las parejas que la mujer ha tenido a lo largo de su vida,
aproximándose de una forma más precisa a la prevalencia de la violencia en el ámbito de la pareja o expareja
a lo largo de la vida de las mujeres. A todas las mujeres que han tenido más de una pareja en sus vidas, se les
pregunta adicionalmente por la violencia sufrida en cinco tipos de delitos (física, sexual, emocional, control y
económica) de todo el resto de parejas que hayan tenido.

En la Encuesta de violencia machista en Cataluña, otro referente de las encuestas que se realizan en nuestro
país, la prevalencia se mide preguntando por los últimos doce meses y a lo largo de la vida. En el caso de la
Agencia Europea de Derechos Fundamentales, las preguntas tomaban la edad de 15 años como referencia
para que las encuestadas recordaran incidentes ocurridos antes de esa edad, desde esa edad (hasta el día de la
entrevista) y los ocurridos en los 12 meses anteriores a la entrevista. Esta estrategia trataba de diferenciar los
incidentes sucedidos durante la infancia, así como de distinguir los incidentes recientes de los ocurridos
probablemente en un pasado lejano (FRA, 2014; Mur, 2014).

Cuando se operacionalizan los distintos tipos de violencia, se recomienda incluir ítems que en cada caso
estén claramente definidos para asegurar que se incluyan como violencia situaciones que lo son y para evitar
que se queden fuera situaciones reales de violencia como ocurría en las anteriores macroencuestas. Algunas
encuestas de victimización general incluyen preguntas directamente a las mujeres sobre delitos asociados
como las agresiones sexuales. Así, si la persona encuestada es mujer, en el caso de la ICSV en su última
versión española de 2009, se pregunta si durante los últimos cinco años alguien ha intentado cogerla, tocarla
o agredirla con fines sexuales. En este caso, antes de formular la pregunta, el enunciado aporta una
información breve relativa a la mayor victimización de las mujeres en el ámbito doméstico (actitudes
informadas) y se recuerda la confidencialidad de la información facilitada (Díez Ripollés y García España,
2009).

En cuanto a la experiencia posterior de las mujeres víctimas por violencia de género, los estudios específicos
como las citadas macroencuestas española y europea o profundizan preguntando por las consecuencias sobre
la salud física y psíquica de las mujeres afectadas (depresión, ansiedad, ataques de pánico, pérdida de
confianza en una misma…), por la notificación a la policía y otros servicios (en qué medida han denunciado
su situación, acudido algún servicio de ayuda o contado su situación a personas del entorno), por las
necesidades no satisfechas de las víctimas (tener a alguien con quien hablar y de quien recibir apoyo, recibir
protección…), y por la salida de la violencia de género o superación de las experiencias de violencia (apoyo
de sus familiares y amigos, servicios de apoyo…) (FRA, 2014; MSSSI, 2015).

La producción de datos de encuesta sobre VG y su relevancia criminológica.

En la asignatura se pretende que el alumnado conozca los fundamentos y rasgos básicos de la medición de la
VG a través de encuestas que ya han sido expuestos en el epígrafe anterior. Se trata de conocer de primera
mano los estudios por encuesta más recientes sobre VG en España y los resultados que dichos estudios
arrojan.

Como se expuso anteriormente, las encuestas sobre VG son de dos tipos o tienen dos objetos fundamentales:

a) medir la victimización de las mujeres junto con indicadores relacionados con la experiencia posterior
de las víctimas (afectación subjetiva, repercusiones económicas, uso de servicios de atención,
etcétera) y la de sus hijos o hijas fundamentalmente.
b) conocer la percepción social de dicha problemática entre población general.

7
De entre las primeras, destaca para el conjunto de España la ya citada Macroencuesta de Violencia contra
la Mujer. Sus dos últimas ediciones corresponden a 2015 (Estudio CIS 3027) y 2019 (Estudio CIS 3235).
Fueron realizadas a muestras, de 10.171 y 9.568 mujeres respectivamente, representativas de la población
femenina residente en España de 16 y más años. La macroencuesta permite analizar la prevalencia de cinco
tipos de violencia de género: física, sexual, psicológica de control, psicológica emocional y económica.
También estudia las consecuencias de esta violencia sobre la salud física y psíquica de las mujeres afectadas,
en qué medida han denunciado su situación, acudido algún servicio de ayuda o contado su situación a
personas del entorno. Mide también el impacto que la violencia de género tiene sobre los hijos e hijas de las
víctimas y la salida de la violencia de género. Asimismo permite estudiar la prevalencia entre las mujeres de
la violencia física y sexual ejercida por personas con las que las mujeres no mantienen, ni en la actualidad ni
con anterioridad, una relación de pareja, distinguiendo en función de si dicha violencia se sufrió en la infancia
o en la edad adulta y desagregándola por tipos de agresores. El estudio atiende por último a la situación
específica, en lo que a violencia se refiere, de los siguientes colectivos: mujeres con discapacidad acreditada
del 33% o más, mujeres nacidas en el extranjero, residentes en municipios de pequeño tamaño poblacional,
jóvenes de 16 a 24 años, y mayores de 65 (MSSSI, 2015).

De entre las segundas, la última de ámbito nacional ha sido la Encuesta sobre percepción social de la
violencia sexual 2017 (Estudio CIS 3182). Fue realizada por la Delegación del Gobierno para la Violencia
de Género (DGVG) en colaboración con el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Se hizo a una
muestra de 2.465 personas de 16 y más años, representativa de la población de hombres y mujeres residente
en España. Según declara el propio informe final del estudio, se considera que la erradicación de la violencia
sexual no puede lograrse sin abordar las actitudes sociales que la toleran o justifican (DGVG, 2017: 11). En
este sentido, el estudio proporciona una panorámica detallada de las percepciones que la población
manifiesta sobre los distintos aspectos relacionados con la violencia sexual. Tras contextualizar la percepción
de la violencia sexual en el marco de las desigualdades de género y el sexismo, se analiza la percepción
existente en relación al acoso sexual en el trabajo, profundizando en el rechazo o la tolerancia hacia actitudes
que pueden de alguna forma justificar dicho acoso. Se continúa analizando la tolerancia entre la población
hacia actitudes que pueden implicar justificar la violencia sexual, culpabilizar a la víctima, o eximir al
agresor, y las opiniones de la población sobre la punibilidad de los distintos tipos de violencia sexual contra
las mujeres. El estudio aborda también los estereotipos acerca de los agresores, el conocimiento de casos de
violencia sexual en el entorno de las personas entrevistadas, y el conocimiento y opiniones sobre las
denuncias por violencia sexual, para finalizar con un análisis sobre la prevención de la violencia sexual a
través de la educación y la sensibilización ciudadana (DGVG, 2017).

Junto con las dos encuestas citadas, y como ejemplo de las encuestas que abordan ambos objetos
(victimización y percepción social) y no sólo uno de los dos, puede citarse la Encuesta de Violencia
Machista de Cataluña (EVMC), cuya primera edición fue la de 2010 y la más reciente en 2016. La EVMC
2016 es un estudio realizado por la Generalitat de Catalunya, el Ayuntamiento de Barcelona y la Fundación
La Caixa. Se entrevistó a 9.577 mujeres con el objetivo de recoger los datos de victimización que sufren las
mujeres de Catalunya, tanto la realizada por la pareja y expareja (violencia de género), como la perpetrada
por no parejas. Se estudian también detalles de las agresiones, denuncias y consecuencias para las mujeres.
La victimización se estudia para tres referentes temporales: el año en curso, desde que las mujeres tenían 15
años y con anterioridad a cumplir 15 años (infancia). La edición del 2016 introdujo nuevos ámbitos con
respecto a la primera edición (Mur, 2014). Se trata de la victimización directa e indirecta de los menores que
viven en entornos de violencia machista. Se estudia si estos sufren una especial sintomatología en
comparación con los que no viven estas situaciones. Se analiza también el grado de victimización de las
mujeres con diversidad funcional. Junto con el estudio de la victimización la encuesta contiene un bloque de
preguntas para el estudio de las opiniones sobre la violencia machista que se realiza también a una muestra
de 1.378 hombres.

8
Encuestas sobre uso y percepción social de las drogas

Este curso, son propone una aproximación a este tipo de encuestas en el caso de España mediante tres
ejemplos concretos, dos de ámbito nacional y uno autonómico:

La Encuesta sobre alcohol y otras drogas en España, EDADES

El Programa de Encuestas sobre alcohol y otras drogas en España (EDADES) está dirigido por la Delegación
del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas (DGPNSD) y cuenta con la colaboración de las
comunidades autónomas. Este programa, que se realiza cada dos años, comenzó en 1995 y en la actualidad
están disponibles los resultados de trece encuestas (1995, 1997, 1999, 2001, 2003, 2005, 2007, 2009, 2011,
2013, 2015, 2017 y 2019/2020), lo que permite
observar la evolución de las prevalencias de consumo de alcohol, tabaco, hipnosedantes, opiáceos y drogas
psicoactivas de comercio ilegal. Se extrae información sobre otros aspectos relacionados con el consumo de
drogas, como los perfiles de los consumidores, la percepción de riesgo que tiene la población ante
determinadas conductas de consumo, la percepción de disponibilidad de distintas sustancias psicoactivas, la
visibilidad del problema y otros aspectos. Adicionalmente, las últimas ediciones han ido incorporando
algunos contenidos relacionados con las adicciones sin sustancia o comportamentales, preferentemente sobre
los problemas asociados a los juegos de azar y al uso de las nuevas tecnologías de comunicación, en línea
con la inclusión de esta área en la Estrategia Nacional de Adicciones 2017-2024 del Plan Nacional sobre
Drogas. Por otra parte, el cuestionario y la metodología que se emplean para este Programa son bastante
similares a los utilizados en otros países de la Unión Europea y Estados Unidos, lo que permite realizar
comparaciones internacionales.

El objetivo general de estas encuestas es conseguir información que permita diseñar y evaluar políticas
dirigidas a prevenir el consumo de drogas y otras adicciones y los problemas asociados a estas conductas.
Los objetivos concretos y comunes a toda la serie de encuestas han sido los siguientes:

 Conocer la prevalencia de consumo de las distintas drogas psicoactivas y otras conductas


relacionadas.
 Conocer las características sociodemográficas de los consumidores.
 Conocer los patrones de consumo de sustancias psicoactivas.
 Conocer la disponibilidad de drogas percibida por la población y el riesgo percibido ante diversas
conductas de consumo.
 Conocer la visibilidad de los problemas de drogas en el lugar donde viven los encuestados.
 Conocer la opinión de la población acerca de la importancia de los problemas del uso de drogas y
las medidas para reducirlos.
 Conocer la evolución temporal (desde 1995) de los aspectos antes expuestos

Accede a toda la información sobre


esta encuesta, y atiende en
particular a su cuestionario a través
del siguiente enlace:

https://pnsd.sanidad.gob.es/profesionales/sistemasInformacion/sistemaInformacion/encuestas_ED ADES.htm

9
Los estudios sobre “La percepción social de los problemas de drogas en España”,

La Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD, en la actualidad Fundación FAD Juventud) llevó a
cabo una serie de tres análisis sobre la representación social de los problemas de drogas en España, en 1999,
2004 y 2014. El último de estos permitió analizar desde un punto de vista diacrónico la evolución de la
percepción social de las drogas y los cambios más significativos en los perfiles de los consumidores, las
preocupaciones sociales o las maneras de abordar e intervenir socialmente sobre ellas.

Los objetivos de este estudio fueron:

 Analizar la representación social de la dimensión objetiva de los problemas de drogas, para


identificar elementos definitorios de esa situación.
 Detectar los perfiles sociodemográficos y culturales que marcan diferencias sustanciales en la forma
de aproximarse a las drogas (las tipologías).
 Analizar en qué medida persisten, o cómo pueden haber evolucionado dichos perfiles, respecto
a los hallazgos de las investigaciones de años precedentes.

Según declara el último de los


estudios realizados, “conocer los
cambios en la percepción social de
los problemas de drogas en España,
en un momento además de procesos
y debates internacionales que
revisan el estatus legal de sustancias
como el cánnabis, se hace necesario,
oportuno y pertinente”.

Accede al texto completo del


último informe (incluye como
anexo el cuestionario) o a su resumen ejecutivo a través de estos enlaces.

https://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=690595

https://pnsd.sanidad.gob.es/gl/profesionales/publicaciones/catalogo/bibliotecaDigital/publicaciones/ pdf/FAD-
Percepcionsocial_Resumen.pdf

La encuesta “La población andaluza ante las drogas”

En el caso de Andalucía, se han realizado estudios sobre el consumo de drogas en la población, con una
periodicidad bianual, desde 1987 a 2017. A través de esos años las encuestas realizadas fueron incorporando
algunas modificaciones, para adaptarlo a las recomendaciones metodológicas de los Observatorios Europeo y
Español sobre Drogas y a la cambiante realidad social.

“La población andaluza ante las drogas” es una serie de estudios bienales, que se inició en 1987 (su
denominación, hasta 2005, era “Los Andaluces ante las drogas”). En 2017 se realizó su decimocuarta edición
(última hasta la fecha), lo que supone un largo recorrido monitorizando el fenómeno de las drogas en esta
Comunidad Autónoma. El objetivo principal de esta encuesta es conocer la prevalencia del consumo de
distintas sustancias psicoactivas entre la población andaluza y las principales características
sociodemográficas de las personas consumidoras de las drogas más prevalentes. La realización del estudio
cada dos años permitió, además, observar la evolución de estos consumos a lo largo del tiempo, explorando
la percepción del riesgo y de la disponibilidad de las diversas sustancias psicoactivas, así como las actitudes
de la ciudadanía andaluza ante el consumo de sustancias y sobre diversas actuaciones de prevención e
intervención en materia de

10
drogas. En la última edición se mantuvo la estructura y el contenido
fundamental del cuestionario empleado en ediciones anteriores, con el
fin de permitir la comparabilidad de los resultados obtenidos,
especialmente en cuanto a prevalencias de consumo de las distintas
sustancias. Para ello, los bloques de preguntas referidas a indicadores
epidemiológicos sobre prevalencia de consumo de alcohol, tabaco y
otras sustancias psicoactivas se mantuvieron sin cambios significativos.

11
1

También podría gustarte