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2º Grado en Criminología
Facultad de Derecho
Universidad de Sevilla
No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
I.- IUS POENALE Y IUS PUNIENDI: LAS DIMENSIONES DEL DERECHO PENAL
Según un criterio tradicional de definición se distingue entre el Derecho Penal en sentido objetivo (Ius poenale) y
el Derecho Penal en sentido subjetivo (Ius puniendi).
– El Ius poenale se entiende como el conjunto de normas jurídicas públicas impuestas por el Estado
(Derecho positivo) que definen determinadas acciones como delitos e imponen las penas o medidas de
seguridad correspondientes.
– El Ius puniendi se refiere, más bien, al Derecho Penal. El Ius puniendi es la facultad o potestad que tiene
el Estado de imponer sanciones jurídico-penales (penas o medidas de seguridad) por la comisión de los
delitos. En otras palabras, es la competencia de hacer valer su cometido constitucional de órgano
legitimado para solucionar los conflictos criminales desencadenados en la Sociedad.
NOTA: Las acciones que castiga el derecho penal son las más graves, es decir, las que tienen más repercusión en
la sociedad.
Estas diferencias son muy dogmáticas, por lo que en la realidad no se va a distinguir entre ellas.
En definitiva, el delincuente al cometer la acción antijurídica infringe la norma (quebranta el mandato: “¡no
matarás!”), pero cumple el mandato o tipo legal (se le impone la pena correspondiente por la infracción de la
norma). A estas categorías se le asocia dos derechos subjetivos:
– El derecho a la obediencia en relación al contenido de la norma. El derecho a la pena en relación a
la ley penal.
El sujeto tiene el derecho subjetivo a la obediencia de la norma. Si incumple la norma, obtiene el derecho a la
pena. Ambos derechos están coaccionados, a su vez, mediante dos clases de amenaza, coacción o coerción:
– La coacción de cumplimiento o de realización: constituye una coacción física referida a la norma.
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– La coacción de aseguramiento o de garantía: constituye una coacción psicológica referida a la pena
prevista en la ley penal.
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– La facultad alude al Ius puniendi de forma más matizada, aludiendo también a sus límites positivos. Por
tanto, es preferible emplear el término facultad punitiva del Estado.
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4.- LA PROBLEMÁTICA DE LOS DELITOS «PRIVADOS» Y «SEMIPRIVADOS»: ¿UNA EXCEPCIÓN
A LA TITULARIDAD ESTATAL DE IUS PUNIENDI?
El Derecho penal es un sector del Derecho público ya que se ocupa de conflictos públicos y su interés es público
al intentar proteger determinados bienes jurídicos esenciales para la convivencia social. Por eso, los delitos son
perseguidos siempre de oficio.
Sin embargo, existe un tipo de delito que no puede ser considerado público, ya que se necesita de una querella o
denuncia para poder ser perseguido y punible, considerándose estos; delitos privados o semiprivados.
La cuestión es, ¿Quién es entonces el titular del Ius puniendi? La denuncia o querella por parte del sujeto
agraviado, hace que la persecución penal se arbitre a una persona privada, no al interés público. Pero en ningún
momento se cuestiona la titularidad del Ius puniendi, ya que, pese a esa cesión en la persecución delictiva, el
Estado sigue siendo titular de la facultad de imponer penas o medidas de seguridad.
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V.- LEGITIMACIÓN MATERIAL DEL DERECHO PENAL
En la actualidad, la mayoría de doctrinas legitiman el Ius puniendi del Estado para cumplir concretos fines de
protección y prevención. Sin embargo, siempre han existido algunos autores que han negado la potestad del
Estado.
1.- POSTURAS LEGITIMADORAS DE LA POTESTAD PUNITIVA ESTATAL
La mayoría de las doctrinas afirman que la pena se legitima por sus fines preventivos y tutelares, y se fundamenta
o justifica por su necesidad: se sanciona para tutelar bienes y para prevenir futuros delitos.
Se acepta la pena como un instrumento imprescindible, siendo a su vez el más drástico dentro del ordenamiento.
Así, Schütz definía la pena como una amarga necesidad en una sociedad imperfecta.
2.- POSTURAS DESLEGITIMADORAS O LIMITADORAS DE LA POTESTAD ESTATAL: EL
MOVIMIENTO ABOLICIONISTA
Por otro lado, existía una pequeña oposición a la legitimación del Ius puniendi; las llamadas teorías abolicionista.
VI.- PRESENTE Y FUTURO DEL DERECHO PENAL: SU LEGITIMACIÓN ANTE LOS NUEVOS
FENÓMENOS EXPANSIVOS
Las Sociedades actuales son muy cercanas a sociedades de riesgo. El Derecho penal no puede mantenerse
estancado, inmóvil; debe evolucionar ante los cambios producidos. Sin embargo, el Derecho deseado por la
sociedad no coincide normalmente con el Derecho que realmente existe:
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2.1.- POSTURAS NEOCRIMINALIZADORAS
Dichas posturas tienden a la expansión del Derecho penal pues consideran que, en esta sociedad globalizada y
moderna, surgen cada día nuevos tipos de delitos que no podrían ser controlados con el Derecho penal antiguo,
por ello, algunos autores defienden que éste debería ser acorde a los cambios sociales, pudiendo responder a los
problemas de modernización con una “modernización del Derecho”, mediante un Derecho de intervención. Así,
aumentará la incriminación de nuevos delitos y se agravarán las penas.
Sin embargo, esta teoría está sometida a críticas, ya que no todo cambio social ha de provocar inmediatamente un
cambio de la legislación penal: el legislador ha de ser cauto en su tarea incriminadora, pues un exceso de
intervención puede acarrear más problemas de los que pretende resolver.
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2.2.- DERECHO PENAL DEL ENEMIGO
Debemos de resaltar a Jakobs como principal propulsor de dicha teoría en la que se intenta explicar el Derecho
penal ajustado a las sociedades actuales, globalizadas y modernas. Las características principales del Derecho
penal según esta doctrina son:
– Progresiva anonimidad de los contactos sociales, lo que provoca una mayor dificultad a la hora de
determinar la responsabilidad de cualquier delito, ya que la persona no se reconoce nítidamente, por
ejemplo, en delitos de vandalismo o delitos medioambientales.
– Uniformidad de comportamientos en masa: cuanta mayor cantidad de personas cometan un delito, mayor
familiarización con el riesgo tenemos, es decir, mayor ubicuidad del riesgo y adición de daños.
– Uniformidad del sistema punitivo, visible actualmente en el proceso de internacionalización que
experimentamos con la Unión Europea.
La clave, por tanto, del Derecho penal del enemigo, se haya en la creación de inseguridad cognitiva en la
vigencia de la norma: quien quiera ser tratado como persona debe dar a cambio cierta garantía. Si ésta no existe,
el Derecho penal pasa de ser una reacción de la Sociedad a una reacción contra un enemigo, encontrando
fundamento y justificación en el especial foco de peligro: mientras más peligroso sea, mayor deberá ser la
reacción penal. La legislación penal, para Jakobs, deberán incluir estas características para controlar la
peligrosidad:
– Adelanto de la punibilidad: Cambio de la perspectiva del hecho producido por la del hecho que se va a
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de las garantías propias del Estado de Derecho.
– El adelanto de la punibilidad incumple el principio del hecho, ya que la pena ha de predicarse
proporcionalmente con el delito ya cometido (retrospectivamente), no prospectivamente como propone
Jakobs, es decir, ante la posible peligrosidad futura.
– Las medidas de seguridad no conforman el Derecho penal, entonces con mayor razón debería excluirse el
llamado Derecho penal de enemigos del Derecho penal e incluirse en el Derecho penal de policía.
– Derecho penal de enemigos es una contradicción en sus términos pues solo nominalmente forma parte
del Derecho penal y es incompatible con el principio del hecho.
– Otros autores como Polaino-Orts, afirman que el derecho penal del enemigo en los países autoritarios o
dictatoriales no tiene nada que ver con el de los países democráticos. En los primeros; todo el derecho es
ilegítimo debido a un déficit de democracia estatal. En cambio, en el segundo; existe una presunción de
legitimidad tanto formal como material.