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Resumen: Tercer parcial de historia indígena americana y extra

americana

Unidad 5

Texto n° 15: economía y organización social en Teotihuacán

IV. Economía y organización social


Teotihuacan llegó a ser la urbe más poblada de Mesoamérica.

El estado teotihuacano
La definición de estado se cumple en Teotihuacán desde los comienzos de la
ciudad. El estado puede identificarse cuando los indicadores arqueológicos muestran que
existe una diferencia social evidente. Dentro de dicha sociedad hay individuos con estatus
diferente al de la mayoría, que empiezan a tener control político, económico y religioso y
que crean los aparatos ideológicos y coercitivos mediante los cuales mantener ese poder.
Esto se manifiesta en la arquitectura Monumental, religiosa, que requiere de quien la dirija y
de mano de obra suficiente. El estado se manifiesta en los aparatos ideológicos que
controlan diversos aspectos internos de la sociedad, y en los aparatos coercitivos. Con esto
se hace patente la división tanto en lo social como en el trabajo. Cuándo es estado así
constituido rebasa sus propias fronteras para conquistar otras regiones, estamos ante un
estado imperialista. Hay dos componentes para hablar de un estado: un territorio específico
que le es propio, cuyas fronteras están definidas y una población qué se reconoce como
parte de ese estado y que puede estar unida a él por razones de parentesco, por la lengua
y por una historia común. En Mesoamérica, las sociedades tenían estás características. En
Teotihuacán, el estado se presenta como órgano de gobierno qué tiene bajo su control el
todo social.

Población y territorio
Aunque en un principio la población de Teotihuacán estaba conformada por diversos
grupos, hacia la fase Tzacualli todos estos grupos comparten una determinada forma de
pensamiento. Si entonces o después se incorporaban habitantes de otras etnias, como los
zapotecos, estos conservan sus costumbres, de ahí que podamos diferenciar claramente
unas de otras. Teotihuacán se convirtió en una metrópolis cosmopolita que mantenía
relación con otras regiones, sin perder su sello característico.
Resulta difícil saber en qué lugar exacto se encontraba el límite con territorios
vecinos. Sí bien un estado comienza con un determinado territorio, este puede crecer o
decrecer. Sin embargo, la presencia de algunos objetos típicos teotihuacanos puede ser de
gran ayuda para tratar de establecer fronteras.
El Valle de México prácticamente formó parte del Estado teotihuacano. Se ha
podido determinar que, mientras duró el apogeo de la gran ciudad, la población rural estuvo
asentada principalmente en pequeñas villas y aldeas, y para cubrir sus necesidades
dependía y seguía las directrices del grupo gobernante de Teotihuacán. Los asentamientos
eran aproximadamente de 100 habitantes y eran controlados por Teotihuacán.
Existe una hipótesis de que el Valle de México estuvo bajo el control directo del
Estado Imperial de Teotihuacán. Huapalcalco alberga edificios con talud y tablero, además
de evidencias cerámicas similares a los de la gran urbe. El asentamiento pareciera ser una
copia en pequeño de Teotihuacán. Tanto en la arquitectura como en la cerámica hallada en
Huapalcalco descubrimos los estilos y tipos teotihuacanos, aunque también restos de
objetos de la costa del Golfo, por lo que se supone una ruta de Teotihuacán hacia la parte
norte de esta región. En el Cerro de las Navajas se encuentran los principales yacimientos
de obsidiana, por lo que los teotihuacanos controlaron rápidamente el área.
En Teotlalpan se han encontrado materiales cerámicos teotihuacanos. Es probable
que estos asentamientos se deban a la existencia de grandes yacimientos de piedra caliza.
El control teotihuacano debió de extenderse hasta esta área, pues tendrían así acceso
directo a los yacimientos.
Hacia el oriente se encuentra Cholula, un cruce importante en las rutas que
conectaban el altiplano central con la costa del Golfo y la región Oaxaqueña. Cholula creó
monumentos tan o más grandes que los de Teotihuacán. Esta impresionante masa
arquitectónica y la ciudad misma se desarrollaron al mismo tiempo que Teotihuacán y, al
igual que ésta, provocaron la ruralización de las áreas adyacentes. Cuando Teotihuacán se
vino a menos, hacia el siglo VIII, Cholula continuó siendo ocupada y fue un gran centro
religioso. Si bien hubieron cambios en el asentamiento, la cerámica continúa siendo
teotihuacana, así como algunas manifestaciones pictóricas.
La región poblano- tlaxcalteca tiene elementos propiamente teotihuacanos. Durante
el apogeo de Teotihuacán existió un “corredor teotihuacano”, es decir, un paso que iba de
la metrópoli a las regiones costeñas, ya que se han encontrado en algunos sitios restos de
fortificaciones para defenderse de la expansión de la urbe.
Teotihuacán mantenía relaciones con la costa del Golfo. En Matacapan y en otros
lugares se ha encontrado su influencia en la cerámica. En cuanto al sur, hay evidencia de
que durante el período clásico hubo presencia Teotihuacana en aquella área. Esta área
sureña fue importante para Teotihuacán por varias razones. Una de ellas es la existencia de
yacimientos de piedras verdes que fueron empleados en la elaboración de objetos de
adorno y ceremoniales. A esto se une la riqueza de los litorales, qué proveían de
determinadas especies de conchas y caracoles y otros productos marinos.
En la región de Occidente también se han encontrado rastros teotihuacanos en
sitios como el Ixtépete dónde hay arquitectura de talud y tablero, en Ixtlán se han hallado
materiales que indican relación con el altiplano, en Colima se encontraron ollas de tipo
Comala pintadas con figuras de sacerdotes teotihuacanos.
La relación con la región de Oaxaca se hace evidente de diversas maneras. Hacia
la fase III-A de Monte Albán ( 250- 500 d.C.), tenemos cerámica teotihuacana importada, a
la vez que hay una producción local que imita a la urbe. También hay lápidas que
representan personajes teotihuacanos, y por esas fechas se establece en Teotihuacán el
barrio oaxaqueño. Esto se convirtió en un enfrentamiento entre dos importantes urbes,
cabezas de estado diferentes.
La relación con la región maya se evidencia por la presencia de gobernantes de
origen teotihuacano en ciudades como Copán en Honduras. En Kaminaljuyú, Guatemala,
se ven personajes ataviados con elementos propios teotihuacanos y con escudos y lanzas,
además de algunos edificios con talud y tablero tipo teotihuacano. Kidder ha pensado qué
verdaderas colonias de guerreros teotihuacanos se asentaron en el lugar. En Tikal,
Guatemala, gran Centro Maya, hay vasijas recubiertas de estuco en las que tanto la forma
como la decoración son semejantes a las teotihuacanas.
El Valle de México y las áreas al norte de Teotihuacán donde existen yacimientos
importantes de obsidiana y piedra caliza desde luego estuvieron bajo el control directo
teotihuacano. En el sur, en algunos casos parece que hubo un establecimiento militar, y en
otros, solo fue resultado de la influencia.

Economía, estamentos, división del trabajo y gobierno


La sociedad teotihuacana estuvo fuertemente estratificada. En el ambiente rural
vivían individuos pertenecientes al pueblo, dedicados a la producción agrícola. Son
campesinos teotihuacanos, así como algunos sacerdotes. En el ambiente urbano se
observan personas de un estatus más elevado. La sociedad Teotihuacana estuvo dividida
en dos grandes estamentos: por un lado de la gente del pueblo, y por el otro, gente de la
nobleza o del grupo dirigente dedicada al esparcimiento. Al interior de cada uno de estos
dos grupos se dio una compleja jerarquía social.
Existe una marcada diferencia en el tipo de habitación. En una aldea viven
especialistas en la elaboración de materiales líticos, y se diferencian de los habitantes de
espacios y conjuntos que pertenecen a un nivel social más elevado.
Se diferencian dos grandes estamentos, uno de ellos compuestos por el grupo
productor trabajador en el que se incluyen varios especialistas, como ceramistas, talladores
de piedras, especializados en el trabajo de la obsidiana, tejedores, trabajadores de la
construcción, médicos, comerciantes, y otras actividades dependientes de la clase
dirigente, como escultores, pintores, gente abocada aspectos administrativos, soldados,
entre otros; y los pertenecientes al grupo dirigente, sacerdotes, militares, administradores,
arquitectos de alto nivel y otros más.
Campesinos: se dedican a la producción agrícola. Eran el pilar económico de
Teotihuacán. Cultivaban maíz, calabaza, frijol, tomate, Nopal, entre otros. Algunas plantas
requerían ser cultivadas y otras eran silvestres.
Ceramistas: había cerámica para uso cotidiano y para determinados rituales y
ceremonias. En los talleres se hallaron cerca de 30,000 moldes. Se piensa que este taller
sirvió a quiénes residían en los conjuntos que se encontraban a ambos lados del Templo de
la Serpiente Emplumada, personajes de la más alta jerarquía de la élite Teotihuacana. La
abundancia de material cerámico lleva a pensar que un alto número de especialistas estaba
dedicado a la producción de la alfarería en sus diversas modalidades.
Talladores de piedras: Eran artesanos que trabajaban piedras duras en la
elaboración de objetos suntuarios. Por lo general se trata de piedras verdes que debieron
de ser muy estimadas. Se necesitaba una gran habilidad y el conocimiento de los diferentes
tipos de piedra así como de las técnicas específicas y de los instrumentos para desbastar,
pulir y agujerear. También se hallaron grandes esculturas talladas en piedra de origen
volcánico.
Trabajo de obsidiana: existía un número considerable de especialistas que se
dedicaban al tallado de este vidrio de origen volcánico. Miles de personas debieron estar
abocadas a la producción de diversos objetos de obsidiana.
Tejedores: la gran cantidad de vestidos fueron elaborados por personas
conocedoras de estos menesteres. Producían atavíos para el diario vestir y también para
las ceremonias y rituales, el algodón era el material más empleado. La vestimenta es
también un indicador de la división jerárquica estamental de la sociedad Teotihuacana.
Construcción: la proliferación de construcciones de todo tipo en Teotihuacán dice
mucho de la enorme cantidad de personas de diferentes especialidades que debió de
absorber este ramo. La construcción de un Templo requería del trabajo de arquitectos que
tendrían que estar de acuerdo con los sacerdotes. La primera etapa era la de traer los
rellenos, piedra, tierra o adobes para dar base al templo, lo que requería de un gran número
de trabajadores. Al mismo tiempo se necesitaba empezar a construir el núcleo del edificio.
Durante el proceso de construcción también intervendrían carpinteros al terminado del
templo, así como una serie de escultores para la aplicación de toda una serie de decorados
en piedra. Un monumento como la Pirámide del Sol debió de requerir una inimaginable
fuerza de trabajo para su construcción.
Sacerdotes: el conocimiento debió de darse dentro del grupo sacerdotal, el cual
monopolizaba este sector. La observación del cielo para conocer el movimiento de los
astros, la orientación de la ciudad, los rituales que acompañaban diversas actividades
desde la preparación de los campos, entre otras cosas, todo iba acompañado de rituales y
ceremonias. Un calendario agrícola debió de regir todo lo relacionado con el ciclo de lluvias.
Así, dentro de la sociedad, el sacerdote tenía el control total de los aspectos ideológicos y
de los procesos productivos.
La impresión que dan la Calle de los Muertos y la gran cantidad de templos junto
con las grandes plazas es que en estas actividades no participaban solamente la población
de Teotihuacán, sino que quizá venía en peregrinación gente de otras regiones.
Militares: para el control interno de la ciudad y para llevar a cabo la expansión del
imperio teotihuacano, se necesitaron guerreros de alta jerarquía. El guerrero tenía un
desempeño destacado dentro de las esferas de gobierno del Estado teotihuacano. En sus
manos estaba la defensa del territorio y la expansión. Debió de haber una preparación
militar organizada, tanto en el adiestramiento como en las prácticas militares y el uso del
armamento.
El gobierno: el guerrero de alta jerarquía desempeñaba un importante papel, al igual
que la nobleza Teotihuacana. No sabemos si el gobierno recaía en un solo individuo o si el
máximo gobernante se apoyaba en una serie de individuos pertenecientes a las altas
esferas de la nobleza, quienes quizás constituyeron una especie de consejo. Si se trataba
de un rey es posible que alianzas dinásticas hayan favorecido a la expansión. El gobierno
pudo estar en manos de 4 dirigentes, correspondientes a cada una de las cuatro divisiones
de la ciudad. Durante el desarrollo teotihuacano hubo momentos de inestabilidad política
interna a causa de la lucha por el control del poder.
Comercio y mercado: existían dos tipos de comerciantes. Por un lado, aquel que
tenía los medios para comerciar a larga distancia, y que podría haber estado vinculado al
estado y a los altos dirigentes, y por el otro quien llevaba sus propios productos
manufacturados al mercado de la ciudad para intercambiarlos. Los distintos productos
pudieron concentrarse en Teotihuacán por dos vías: el intercambio comercial con las
regiones donde existían estos productos o por medio del tributo impuesto a los pueblos
conquistados. Forasteros procedentes de otras regiones se asentaron en la metrópoli y
formaron barrios como el barrio oaxaqueño. Sus pobladores estaban dedicados a la
manufactura de cerámica, al trabajo de la obsidiana y a las labores diarias. En el barrio de
los comerciantes se encontraba un almacenamiento de cerámica proveniente de la costa
del Golfo y de la región maya.
Teotihuacán tuvo repercusión en otros centros contemporáneos, aún después de
qué la ciudad perdió su hegemonía. La influencia en el ámbito religioso se plasmó en la
experiencia y tradición de los primeros centros, pero también devino en una serie de
principios que observamos en los pueblos que se asentaron en el altiplano central después
del esplendor teotihuacano.
Texto n° 16: La Zona Maya en el Clásico Terminal

Viejas y nuevas perspectivas sobre el “colapso Maya” del 800- 900 d.C.
Viejas perspectivas:
El viejo modelo de la antigua civilización maya concebía a las tierras bajas mayas
como una entidad política que alcanzó una cima única en el 800 después de Cristo, y que
después sufrió un sólo colapso generalizado en el 900 después de Cristo. La idea de un
solo colapso generalizado se basa en dos variables: 1) la fecha del último texto jeroglífico
de cada sitio y 2) La fecha en que se dejaron de construir los enormes edificios públicos.
Los arqueólogos supusieron qué las tierras bajas del Sur habían sufrido un colapso
simultáneo, caracterizado por una rápida despoblación en un período de apenas 50- 100
años.
¿Qué lo provocó? Entre las diversas explicaciones podemos distinguir dos
categorías: causas internas contra causas externas. Entre las causas internas se
encuentran las causas sociopolíticas y las causas ambientales/ demográficas. Entre las
externas, encontramos las conquistas, las invasiones extranjeras y reasentamientos, y la
ruptura de las extensas redes de intercambio. Varios elementos se toman como prueba del
impacto de estos extranjeros: las nuevas convenciones arquitectónicas, los chac mools, las
figuras guerreras en procesión y los portaestandartes.
Otro ejemplo de una causa externa es el argumento según el cual los estados de
las regiones montañosas se extendieron hacia el este a costa de sus vecinos mayas de las
tierras bajas.
Se propuso un modelo general de “El colapso maya”, que constaba de 8 elementos:
1. Cuando la influencia de Teotihuacán desapareció, las funciones
administrativas de los mayas se intensificaron, la economía Maya se enfocó
en la competencia con otras ciudades mayas de las tierras bajas.
2. Para el 600 d.C. las élites mayas estaban estrechamente vinculadas con las
élites de otras ciudades; las élites tenían más características en común entre
sí que con los plebeyos.
3. Del 600 al 800 d.C. la población y densidad de las ciudades mayas se
incrementaron, y los recursos naturales se hicieron más escasos.
4. La población plebeya estaba cada vez más oprimida por las exigencias de
la élite, lo cual llevó a una mayor incidencia de enfermedades y desnutrición.
5. A pesar de estas tensiones internas, la élite Maya carecía de la burocracia
adecuada para enfrentarlas.
6. Había presión de los estados del altiplano central y de las regiones
montañosas, que se extendían hacia el este contra la frontera occidental de
las tierras bajas mayas.
7. Como resultado de estas tensiones internas y externas, el estado Maya
clásico dejó de ser viable.
8. La coincidencia de un conjunto de factores parecen haberse combinado para
propinar un golpe al Estado maya alrededor del 771- 790 d.C.
Los estudiosos enfatizaron que los mayas nunca pudieron recuperarse de este
golpe, aunque ya se sabía de la existencia de ciudades mayas posclásicas. En sus
esfuerzos por hacer generalizaciones subestimaron la diversidad regional y local, las
diferentes trayectorias políticas de los sitios y la creciente evidencia de una continuidad en
la ocupación.
Nuevas perspectivas:
La fuerza del modelo de 1970 radica en que toma en cuenta una gran variedad de
factores. Sin embargo, presenta puntos débiles: Supone que hubo un colapso; supone que
la región maya puede ser tratada como un solo estado; y supone que no hubo recuperación
del impacto. No podemos hablar del Estado masa clásico como si fuera un solo conjunto
unificado. Existen nuevas evidencias de surgimientos múltiples y múltiples colapsos. Los
principales estados mayas surgieron y se colapsaron en épocas diferentes. Hay diferencias
en la longevidad de la ocupación de los sitios de distintos tamaños y en las diversas
subregiones. Muchos de los sitios más pequeños en la región tuvieron una mayor
longevidad que los sitios más grandes.

Patrones de la organización política mayas del 300 al 900 después de Cristo


Existe un nuevo modelo dinámico de la civilización maya. En la cúspide de cada ciclo, un
estado Maya determinado era territorialmente extenso, y contaba con una jerarquía de
asentamientos de por lo menos 4 niveles. En el punto más bajo de cada ciclo, este estado
se dividía en provincias más pequeñas, semiautónomas o en alianzas definidas. Las
provincias más pequeñas eran gobernadas por señores hereditarios.

Los estados mayas antiguos


Durante el preclásico tardío ( 300 a.C.- 250 d.C.), algunas regiones de las tierras
bajas mayas ya tenían sociedades con diferencias hereditarias de rango, jerarquías de
asentamientos en dos o tres niveles, y suficientes conflictos como para asegurar
construcciones defensivas de tierra.
En el período de 250 a 500 después de Cristo ( clásico temprano) aparecieron
algunas de las características más universales del Estado. Las entidades políticas con nivel
Estatal se distinguían por una jerarquía de asentamientos en cuatro niveles. Algunos de
estos estados “de primera generación” no eran muy sólidos. De hecho, un rompimiento
político caracterizó a muchos.
El hiato del siglo VI d.C. se hace evidente en algunos sitios mediante el cese en la
talla de textos jeroglíficos, y la interrupción de construcción de edificios públicos
monumentales. El gobierno central dejó de invertir en obras públicas durante algún tiempo,
pero necesariamente podemos decir que todos sus ocupantes abandonaron el sitio.
Dos de los estados mayas más antiguos surgieron durante el siglo IV d.C. Tikal
empleó una combinación de fuerza militar, alianza por matrimonios reales y diplomacia
para subyugar a pueblos como Uaxactún, Río Azul y Yaxchilán. Por medio de su
incorporación, Tikal se convirtió en un estado expansionista que con el tiempo llegaría a
cubrir unos 30,000 km2. Sin embargo, solo una parte del reino de Tikal era un bloque
contiguo.Poco después de haber alcanzado su máxima expansión, se empezó a reducir.
Algunas de las provincias fueron atraídas por Calakmul. Otras se separaron y alcanzaron la
independencia.
El colapso de Tikal y Calakmul convirtió a sus antiguas provincias en estados
autónomos de menor extensión.

Los estados mayas del clásico tardío


Del 600 al 900 d.C. (clásico tardío), ocurrió un segundo incremento demográfico y un
fenómeno de centralización, acompañado del surgimiento de estados de “segunda
generación” como Quiriguá, Dos Pilas, Naranjo y Piedras Negras.
A este segundo ciclo de formación estatal siguió un segundo colapso en muchas
ciudades durante del 800 al 1100 d.C. (Clásico terminal y posclásico temprano). Esto no
marcó el fin de toda la civilización maya. El derrumbe del 800-900 afectó a cada región de
forma diferente. En algunas regiones significó la desaparición política de una dinastía real.
En otras regiones este periodo estuvo marcado por una evolución política que llevó a un
apogeo efectivo, mientras que en otras regiones los estados de segunda generación se
colapsaban.

Sitios mayas de las tierras bajas que florecieron después del 800 d.C.

Al mismo tiempo en que se colapsaban capitales políticas, otras ciudades


alcanzaban su cúspide en el norte de Bélice y en la región Puuc. Y cuando estas ciudades
empezaron a decaer, ocurrió un nuevo auge en la formación y expansión estatal, primero en
Chichén Itzá (800-1000 d.C.) y después en Mayapán (1221-1441 d.C.).
Cuando los españoles llegaron a la costa de Yucatán en el siglo XVI, el Estado de
Mayapán ya no existía, se había fragmentado en 16 provincias más pequeñas. En este
periodo, muchas áreas del Petén contaban con numerosas comunidades rurales dispersas,
pero aún habían algunos pueblos grandes que prosperaban en Bélice y en el Lago Petén
Itzá. Gran parte de la población maya del siglo XVI parece haberse reubicado en lugares
próximos al agua.

Estados y estados fragmentados


En su cúspide, ciudades como Tikal y Calakmul eran capitales de grandes estados
regionales que cubrían miles de kilómetros cuadrados. Cuando se desintegraron, el
resultado fueron grupos de antiguas provincias que no deben considerarse estados ni
ciudades-estado. Es preferible el término en español “señorío”, ya que se refiere
específicamente a un señor hereditario que controlaba a su gente o al cargo que era la
obligación o “carga” del señor.

Sitios que dejaron de ser capitales políticas después del 900 d.C.
Para el 900, algunas capitales regionales mayas dejaron de esculpir monumentos y
de registrar las historias de sus gobernantes. Las últimas fechas registradas en las ciudades
varían mucho, y van desde el 799 en Palenque hasta el 909 en Toniná. No estamos
seguros de que toda la gente abandonó la región.El registro arqueológico puede demostrar
el fin del gobierno dinástico, pero jamás se ha demostrado el abandono total de sitios, ni la
despoblación de las tierras bajas del sur.

Sitios que florecieron después del 800 d.C.


Seibal: Ciudad sobre el río de la pasión en Guatemala. Estuvo ocupado desde el
preclásico tardío hasta el clásico tardío, pero durante gran parte de su historia fue solo un
sitio de Tercer nivel. Después del derrumbe del reino administrado por el sitio de Dos Pilas,
Seibal alcanzó su independencia y llegó a su propio auge alrededor del 900- 1000 d.C.
Lamanai: Se ubica en el norte de Belice. Los datos arqueológicos sugieren un
desarrollo gradual del clásico tardío al posclásico. Los sitios como Lamanai en realidad iban
en ascenso y eran innovadores. Lamanai tuvo una ocupación continua desde por lo menos
mediados del preclásico medio hasta 1675 d.C. o más tarde. Esta ciudad nos muestra que
el período de los siglos IX al XVI d.C. No fue de estancamiento y decadencia, fue una
época en que Lamanai formaba parte de una red comercial.
Santa Rita: Se encuentra en el norte de Belice. Ha tenido una ocupación continua
desde el preclásico medio (c. 800 a.C.) hasta la fecha. En 1531 d.C. fue seleccionado como
ubicación para el asentamiento español de Villa Real. De gran interés resulta el perfil
demográfico de Santa Rita. Sugiere una población relativamente estable del preclásico al
clásico tardío; un incremento en el posclásico temprano; y después la triplicación del
número de habitantes en el posclásico tardío.
Nohmul: Localizado en el norte de Belice. Tuvo una ocupación que empezó en el
preclásico medio y llegó hasta el posclásico temprano ( 800- 1000 d.C.). Tenía lazos
importantes con Chichén Itzá, a tal grado qué algunos arqueólogos han sugerido que
Nohmul era un puesto fronterizo de esta capital del norte de Yucatán al inicio del posclásico.
Tayasal y el distrito lacustre del Petén central: La antigua tayasal, localizada en la
isla de flores en el lago Petén Itzá de Guatemala, es famosa por ser la última fortaleza
independiente de los antiguos mayas Itzás. Este reino fue conquistado por los españoles en
1697. Negromán-Tipú Es un pueblo que muestra una ocupación continua desde el
posclásico hasta la época colonial española. se encuentra situado en el oeste de Belice en
la periferia Oriental del Estado itzá. Tipú era parte del reino administrado por Tayasal. Se
sabe que se estableció una misión española en Tipú antes de 1567. El pueblo de Tipú
siguió ocupado hasta que su población fue obligada a cooperar en la conquista de los Itzás
en 1697, y la población de Tipú fue obligada a emigrar a las orillas del Lago Petén Itzá en
1707.
Sayil: Su apogeo se dio en el 800- 900. Además, la ocupación continúa hasta el
período del 900 al 1000.
Cobá: Estuvo ocupado por lo menos desde el 600 hasta el 1500.
Uxmal: Aunque su apogeo coincide con el de Tikal, la primera siguió siendo una
ciudad pujante después del derrumbe de la segunda punto Poco después del 1000, sufrió
su propio derrumbe.
Chichén Itzá: Posee una variedad de estructuras pertenecientes al clásico terminal
(800-1000) Y al posclásico temprano (1000-1200). Fungió como capital de un gran sector de
las tierras bajas del Norte en esta época. Algunos textos jeroglíficos insinúan que Chichén
itzá tenía un tipo de gobierno conjunto, en el que los señores de varios estados
anteriormente subordinados eran considerados hermanos del gobernante de chichen-itza y
se unían con él para gobernar la capital conjuntamente.
Tulum: Estuvo ocupado desde el 1200 hasta la época de la conquista española.
Mayapán: El gobierno de Chichén Itzá se colapsó en 1221 cediendo la hegemonía a
Mayapán, qué fue la capital hasta 1450. Estuvo gobernada por un “Multepal” durante 200
años. Poco después de 1440 hubo una revuelta. Después de la revuelta, Mayapán fue
saqueada y abandonada en 1441. Los señores locales volvieron a sus respectivas
provincias.
Texto n° 17: Wari y Tiwanaku: Identidades internacionales del
Horizonte Medio de los Andes centrales

La civilización de los Andes centrales : Wari y Tiahuanaco


En el Horizonte medio las culturas de los Andes centrales alcanzaron la mayor
civilización (650 al 1050 d.C.). Las formaciones sociales del horizonte medio wari y
tiahuanaco fueron civilizaciones con ciudades, gobierno Estatal e incluso quizás un sistema
imperial expansivo. Tuvieron además complejas jerarquías de asentamientos. El Horizonte
Medio fue un momento en el cual el predominio en Los Andes centrales se trasladó desde el
norte de Perú y la costa del Pacífico hacia el centro sur de Perú, noroeste de Bolivia y las
tierras altas andinas. A través de los Andes se expandió un nuevo arte religioso. Los íconos
religiosos se dispersaron desde las nuevas capitales urbanas hasta la sierra y la costa norte
de Perú. En el sur se dispersaron a través de las tierras altas, alcanzando el sur de Bolivia y
los valles orientales que descienden hacia las florestas tropicales. El norte de Chile participó
en esta gran esfera de interacción, así como el estilo cultural La Aguada en el Noroeste
argentino. La dispersión del arte del horizonte medio implica algún tipo de unificación.
Tomar los dos fenómenos de Tiwanaku y Wari juntos es algo progresivo.
Seguramente es el único modo de entender el Horizonte medio y el modo en que cambiaron
las trayectorias de la evolución cultural de los Andes centrales. Para evadir implicancias
imprecisas del nombre, utilizaremos uno neutral, SISA (Serie iconográfica Sur andina), para
el arte del horizonte medio anteriormente denominado “ tiwanaku”.

El panteón sisa y la datación relativa de Huari y Tiahuanaco


La iconografía sisa aparece representada en la megalítica Puerta del Sol de
Tiahuanaco. Los seres representados son tres figuras antropomórficas, el dios de los
báculos, la cabeza radiada y una variedad de acompañantes de perfil. Es posible que
representen el núcleo ideológico de una nueva religión. Los tres estaban claramente
jerarquizados. La cabeza radiada, incluyendo la cara del dios de los báculos, seguramente
representan los 12 meses. Los 30 días están representados por los acompañantes de perfil,
produciendo un calendario solar de 360 días. El dios de los báculos seguramente
representa una versión temprana de la deidad andina principal. Parece más probable que
sea el sol, debido a las 12 cabezas radiadas de la puerta. Una imagen del dios de los
báculos en Huari muestra una versión femenina y otra masculina. Algunos investigadores
los relacionaron con la divina pareja incaica, el sol y la luna. Hay ciertamente continuidad
entre el arte sisa y la ideología religiosa incaica. Sabemos que la iconografía sisa no se
originó en tiahuanaco. Las raíces de la iconografía sisa se basan en varias culturas
Surandinas tempranas, incluyendo a pucará, pucará provincial, el estilo ya ya mamá y el
arte del norte de Chile.
Aunque se ha sabido por años que tiahuanaco y huari compartieron las imágenes
sisa, recientemente hemos descubierto que se dio una duplicación en los dos centros,
confirmando que las imágenes en ambos fueron copiadas del mismo modelo, que
aparentemente estaba circulando entre las dos capitales. La dirección de la difusión no
puede ser inferida con seguridad, aunque los estilos culturales antecesores provienen del
sur. El desarrollo estilístico sisa en los dos centros puede ser coetáneo. Las imágenes sisa
aparecieron en huari y en tiahuanaco en el 700 después de Cristo, según dataciones
radiocarbónicas.
Los líderes religiosos de las dos esferas deben haberse encontrado y acordado una
nueva cosmología junto a las convenciones para su representación. La iconografía sisa
reconfigurada se volvería popular en las dos metrópolis.

El Horizonte estilístico y la unificación política: la cuestión del imperio


Los arqueólogos antiguos consideraban que la difusión cultural del horizonte medio
había sido una sola ola originada en tiahuanaco, qué disminuía gradualmente con la
distancia. Posteriormente se volvió claro que había dos variantes, cada una coherente
dentro de su territorio. Tiwanaku se caracteriza por monumentos de piedra megalíticos,
alfarería fácilmente diferenciable de las cerámicas huari. En contraste, Wari se caracteriza
por rústicas edificaciones de piedra. Cada ciudad distribuyó su propia cultura material
creando una esfera huari en el norte y una tiwanaku en el sur. Basada en las distribuciones
de materiales, la frontera entre los territorios huari y tiwanaku corría por el sur de Perú, a
alguna distancia del norte del lago Titicaca, hasta la costa de Arequipa y Moquegua.
Un rasgo intrigante de las expansiones de huari y tiwanaku es la acción concertada.
tempranamente en el Horizonte medio, quizás hacia 650 o 700, los colonos Huari y
tiwanaku invadieron el valle de moquegua, en la costa sur de Perú. Huari ocupó el valle
Superior y tiwanaku el sector medio. En moquegua, huari estableció su centro principal en
una meseta llamada Cerro Baúl, así como en otros cerros cercanos. Fue fortificado y en la
cumbre plana construyeron edificaciones. Una autoridad central huari comandaba el trabajo
en Cerro Baúl y negociaba con sus vecinos de tiahuanaco. Los asentamientos huari en las
colinas circundantes incluyen un amplio rango de estructuras residenciales. Algunos
residentes parecen haber venido de la ciudad de huari, mientras que otros parecen locales
“warizados”. El registro arqueológico revela una intrusión huari, así como la emergencia de
una nueva identidad huari basada en una cultura material e innovadora combinándose con
las tradiciones locales. Se estaba forjando una nueva identidad wari internacional.
Tiwanaku estableció 2 conjuntos de comunidades. No estaban fortificados y se
caracterizaban por tener una cultura material metropolitana casi pura, en dos versiones
conocidas como Omo y Chen Chen. La cultura material así como las personas parecen
haberse mantenido metropolitanos. En el enclave Omo se construyó un monumento de
adobe de tamaño medio.Los habitantes locales de moquegua no fueron incorporados en
una identidad política expansiva e internacional tiwanaku. Incluso si las colonias tiwanaku
fueran gobernadas desde la capital tiahuanaco, el comportamiento de tiahuanaco es
intrigante. Los imperios promueven nuevas identidades internacionales, explotan a la gente
que Habita en las provincias y no ignoran a los locales conquistados puntos
En el área nuclear del altiplano Sur hay sitios del horizonte medio que tienen restos
de arquitectura monumental reminiscentes a las edificaciones de tiahuanaco. Ninguno se
ubica a más de 50 o 75 km de la antigua capital. La distribución espacial parece definir un
territorio nuclear que no excedía los 75 km de distancia desde la capital. Probablemente
representaría el centro cultural temprano dentro del cual se desarrolló tiahuanaco, así como
una área que estuvo bajo su control directo. Si consideramos a tiwanaku fuera de este
territorio nuclear, probablemente el valle medio de moquegua fuera una provincia Imperial
de tiahuanaco, con su capital en Omo M10. Tiahuanaco controló directamente un
asentamiento en la costa Norte del titicaca, así como un corredor que comunicaba los dos
asentamientos, pero sin capital administrativa, los arqueólogos no pueden estar seguros.
Durante el Horizonte Medio, el arte y los artefactos tiwanaku se vuelven comunes en
el valle de Cochabamba. Algunos investigadores sostienen que tiwanaku temprano
reorganizó completamente el valle para extraer el cultivo del maíz. Sin embargo, no se ha
identificado arquitectura administrativa de estilo tiwanaku. En cuanto a las relaciones entre
tiahuanaco y Cochabamba, en la actualidad parece factible que tiahuanaco fuera un centro
religioso influyente, un socio de intercambio, y un modelo cultural internacional, no un
administrador imperial. a partir de los artefactos de estilo tiwanaku- Cochabamba, emergió
una nueva identidad internacional tiwanaku.
En Arica, un investigador sostiene que había colonos altiplánicos de tiwanaku, pero
no existe arquitectura administrativa. Otros concluyen qué los materiales tiwanaku eran
intercambiados con los colonos vecinos de Moquegua. Al sur de moquegua y arica, algunos
investigadores infieren la presencia de colonos procedentes del titicaca, pero la mayoría
señalan que el número de objetos de estilo tiwanaku es muy pequeño.La interpretación más
convincente es que las caravanas transportaban bienes a lo largo del desierto, dispersando
productos de distintos microambientes en un amplio sistema de interacción transcultural.
tiahuanaco no estaba extendiendo su control político en Chile, sino que participaba de una
antigua esfera de relaciones. Lo que era novedoso era la promoción de una identidad
tihuanacu multinacional.
Wari presenta un gran contraste. En muchos sectores de la esfera huari se presenta
arquitectura administrativa similar a la construida en Cerro Baúl. La capital administrativa
provincial más destacada es Pikillacta en el valle de Cuzco. Huaro es mayor en área que
Pikillacta, pero de naturaleza más residencial.Cuzco se convirtió en una provincia
administrada más o menos directamente desde huari, y que los locales explotados
participaban en un imperio que promovía una nueva identidad internacional. En el valle de
Huamachuco se encuentra Viracochapampa. Tenía una notable tradición arquitectónica
propia, la cual contribuyó a huari en el mismo grado en que recibió innovaciones.
Representa la adaptación a un gobierno indirecto, o quizás un proceso más mutuo,
involucrando algún grado de control así como la adopción de la identidad internacional y la
cultura material Wari.
Existe una ocupación wari intrusiva en el valle de sondondo. Se construyó un
pequeño compuesto administrativo. Huari construyó caminos en el área, relocalizó los
asentamientos, construyó un altar y aterrazó e irrigó los flancos del valle. Fue una conquista
imperial, colonización y luego una reorganización administrativa y el control de los
beneficios imperiales.
Wari puede ser entendido como un imperio. La variación en las políticas provinciales
de wari fue muy grande, así como las formas de su control y otras influencias. También
ocupó el valle vecino de Chicha, pero los asentamientos y el paisaje fueron muy poco
modificados. Las capitales provinciales administrativas huari en las tierras altas de Perú
revelan una diferencia entre wari y tiwanaku. El comportamiento huari es mucho más
consistente con las expectativas de un imperio que tihuanacu. Huari estableció y administró
provincias en beneficio de la élite metropolitana. “warificó” a los provincianos. Tiahuanaco
muestra un solo caso de arquitectura administrativa provincial. No existe en ningún otro
lugar ninguna evidencia de administración, sino evidencia de una cultura material empleada
para crear una nueva identidad tiwanaku.
Los valles costeros del sur experimentaron cambios en su cerámica durante el
Horizonte Medio, reemplazando a las tradiciones locales con estilos alfareros huari. Esto
sugiere una colonización huari seguida de la formación de una nueva identidad. La costa
central de Perú tiene poca evidencia de arquitectura administrativa especializada Wari, a
pesar de las grandes transformaciones durante el Horizonte Medio. En la costa norte la
cerámica de estilo Wari y las puntas de proyectil de obsidiana aparecen en tumbas. Se
hallaron además íconos y cerámicas Wari.
Investigaciones recientes identifican algunos patrones culturales en las culturas de la
costa norte, antes pensados como introducidos en la cultura Moche, previa al Horizonte
Medio. Las convulsiones de la civilización de la costa norte durante el Horizonte Medio y el
Período Intermedio Tardío son ahora atribuidas a factores internos, no a soldados Wari.
Wari puede haber sido resistido por Moche, pero la costa norte aún revela suficiente
influencia Wari para indicar una significativa participación en la identidad internacional en
emergencia.
Tiwanaku fue más divergente que Wari. Wari se comportó de una manera más
parecida a un típico poder imperial.
El valle de Sondondo parece no haber sido una provincia, sino un estado real.
Muchos valles costeros tienen poca o ninguna evidencia de administración directa de Wari.
Por otra parte, la adopción de los íconos SISA, la popularidad de los estilos en cerámica, la
prominencia de las vestimentas de textiles entrelazados y otras materialidades, apuntan a la
emergencia de una religión e identidad Wari compartida.
Tiwanaku parece haber creado mecanismos para el gobierno provincial en
Moquegua. En otras áreas los procesos de la incursión Tiwanaku parecen haberse basado
en la promoción de una nueva religión e identidad a través del consumo de una cultura
material distintiva.

Las ciudades de Huari y Tiahuanaco


Las condiciones antecedentes en Tiahuanaco son poco conocidas. Cuando los
Moche construían grandes pirámides durante la primera mitad del Período Intermedio
Temprano, el sitio Pucará estaba en ascenso. Pucará colapsó entre 200 y 400 d.C., pero
Tiahuanaco no parece haberse convertido en el nuevo centro altiplánico antes de 500 d.C.
El valle de Ayacucho de Wari también es poco conocido para la cultura Huarpa del
Período Intermedio Temprano. La investigación de los asentamientos indica que la
población creció y que se desarrolló un complejo sistema de asentamientos. La propuesta
de que un solo estado unificó el valle se basa más en expectativas evolutivas que en datos
arqueológicos: si Wari se convirtió en un imperio en el Horizonte Medio, se supone que la
cultura Huarpa antecesora debe haber sido un estado.
Wari y Tiahuanaco estuvieron relacionados en sus ascendencias al predominio. En
algunos aspectos fueron similares, pero en otros son opuestos. La gente de Tiahuanaco
construyó en dos extremos. Las viviendas eran de adobe, y se renovaron
generacionalmente. Los monumentos públicos fueron pirámides con cubiertas megalíticas
que participaron en un espacio-tiempo sagrado eterno. Fuera de los centros cívicos había
simples estructuras de barro y paja.
La gente Wari construyó con rocas cubriendo los irregulares muros con barro.
Construían edificaciones laberínticas de varios pisos.
Tiahuanaco sufrió una transformación dramática entre el 600 y 700, que estableció
nuevos estándares monumentales para la arquitectura cívica e incrementó enormemente la
población residente. Los edificios antiguos fueron selectivamente desmantelados para
construir nuevas estructuras. Estas transformaciones incluyeron el cambio de un almanaque
lunar a uno solar. Tiahuanaco se convirtió en un centro de peregrinaje de los Andes
Meridionales. La mayoría de los ocupantes de Tiahuanaco estaban dedicados a mantener el
funcionamiento del espectáculo. Se estima que tenía una población de entre 15.000 y
20.000 habitantes. En el apogeo de Tiahuanaco miles de hectáreas de campos elevados
estuvieron bajo cultivo intensivo. Una sequía de más de 100 años, comenzando en el 1100,
devastó la producción de campos causando el colapso de Tiahuanaco.
La cuestión del gobierno de Tiahuanaco ha sido abordada a través de las esculturas.
Las estatuas líticas monumentales representarían a reyes. Sin embargo, estas
representaciones parecen ser deliberadamente genéricas, sin rasgos distintivos. Un
investigador sostiene que varias esculturas portan un vaso kero y una tableta de inhalar. El
equipo para trances alucinógenos parece más apropiado para shamanismo que para
liderazgos, a menos que hayan estado más integrados en la estructura política de
Tiahuanaco.
Huari no tiene pirámides megalíticas. Su arquitectura evadió las formas volumétricas
en favor de las construcciones laberínticas. Los complejos arquitectónicos de Huari fueron
cuidadosamente planificados. Tenía una población de entre 20.000 y 40.000 habitantes.
Como ciudad, Huari surgió de la unión de varias aldeas más tempranas poco antes del
inicio del Horizonte Medio, cerca del 650. Su centro original consistía en varios complejos
de palacios que atraían inmigrantes a asentarse a su alrededor como criados o sirvientes.
El grupo de patios de Moraduchayuq albergó gente de estatus intermedio que serían
residentes permanentes, probablemente administradores menores dentro de la burocracia
político-económica de Huari. Sus residentes parecen haber sido parte de una organización
mayor, probablemente el gobierno Huari, quizás gobernantes medios dentro del aparato del
estado.
En Cheqo Wasi se hallaron varias concentraciones de tumbas con cámaras
megalíticas. Éstas representan el segundo nivel más alto en la jerarquía social Huari, muy
por encima de los residentes de Moraduchayuq, e inmediatamente debajo del entierro real
identificado en Monjachaoq.
El centro urbano de Huari parece demasiado congestionado como para recibir
peregrinación. Sin embargo, varios cerros que dominan la ciudad de Huari tienen evidencias
del Horizonte Medio, y amplios espacios para un gran número de acampantes. Quizás Huari
fue al menos un poco similar a Tiahuanaco, constituyéndose como un objetivo de
peregrinaje, pero la experiencia de los visitantes sería coreografiada de manera muy
distinta.
Huari tuvo una segunda ciudad, Conchopata, en el meridional “enclave Huamanga”
del valle de Ayacucho. Tempranamente Conchopata parece haber competido con otros
asentamientos. Quizás incluso entró en competencia con Huari en un momento muy
temprano. Las imágenes SISA conocidas de Huari suelen ser más tardías que en
Conchopata. La naturaleza de las relaciones entre Huari y Conchopata no está clara, pero
los restos mortuorios implican que los gobernantes de Conchopata estuvieron al menos dos
niveles por debajo de los dignatarios supremos de Huari.
Sabemos poco acerca del colapso de Huari, pero en las tierras altas centrales y
meridionales la iconografía SISA desapareció totalmente, así como los centros urbanos y
las unidades políticas complejas. En el complejo Moradochayuq de Huari se aprecia un
abandono gradual, de manera que es poco probable una conquista militar violenta o una
catástrofe similar. La capital fue ocupada hasta el fin del Horizonte Medio. Algunos explican
la caída de Huari con la misma sequía implicada en Tiahuanaco, pero aún le falta
confirmación.

Conclusiones
El surgimiento de Huari y Tiahuanaco fue interactivo, simultáneo y estuvo vinculado.
La reconfiguración de la iconografía SISA y la colonización de Moquegua son aspectos
evidentes de esta relación.
Los íconos SISA seguramente representan el panteón de deidades similares a los dioses
incas posteriores. Estaban asociados con un nuevo calendario solar.
Huari y Tiahuanaco eran capaces de colonizar tierras distantes y establecer una
administración provincial similar a lo que se clasifica como imperio.Wari y Tiwanaku
difundieron una cultura material muy distintiva utilizada en muchos espacios para expresar
una nueva identidad internacional asociada con cada metrópoli.
Huari y Tiahuanaco fueron grandes ciudades. Huari fue superior en habitantes
permanentes, mientras que Tiahuanaco recibió un número mucho mayor de peregrinos.
Tiahuanaco parece ser más ceremonial, Huari parece más administrativo y residencial. A
pesar de la religión compartida, fueron diferentes en la construcción del espacio.

Texto n° 18: Eso que llamamos Aguada. Su lugar en la arqueología


del Noroeste argentino

El concepto de la cultura Aguada tiene un gran recorrido dentro de la Arqueología


Argentina. A finales del siglo XIX, Lafone Quevedo en base a materiales cerámicos
provenientes de Andalgalá definió a esta alfarería como draconiana. Durante esta época
pionera de la arqueología americana imperó una visión plana de la historia indígena. Entre
las excepciones a esta visión se encuentran Debenedetti y Casanova, quienes arriban a un
panorama más contextualizado de aquellas manifestaciones y dejan de lado el término
draconiano, y en su lugar hablan de la Cultura de los Barreales. Temporalmente la ubican
con anterioridad a aquellos pueblos hallados por la conquista española. Leviller es quien
reconoce en tales diseños la figura del felino.
La publicación de “North Western Argentine Archeology” de Bennett, Bleiler y
Sommer en 1948 significó un punto de inflexión en la construcción del conocimiento
arqueológico en la región. La subdivisión espacial y temporal iniciaron en nuestro país un
nuevo período influenciado por los enfoques teórico-metodológicos de la arqueología
norteamericana. Rex González introduce nuevos criterios para la determinación de
secuencias y contextos en la interpretación del proceso cultural prehispánico. En su
publicación de 1964 caracteriza y contextualiza a la cultura de Aguada, redefiniendo su
desarrollo temporal con posterioridad a Ciénaga y su relación con culturas altoandinas.
En 1974 Nuñez Regueiro replantea la periodización del NOA prehispánico en
función de los modos de producción y sus manifestaciones superestructurales. Introduce el
concepto de Formativo, subdividido en inferior, medio y superior. Desde mediados de los
80, resulta evidente la variabilidad regional de Aguada y al mismo tiempo su unicidad en los
recursos simbólicos. Nuñez Regueiro y Tartusi plantean que Aguada no es una cultura sino
la manifestación de una integración regional.
En el espacio cultural de Aguada existe un debate en torno a las desigualdades
sociales que se manifiestan en torno a la organización sociopolítica. Existen dos posturas al
respecto. Por un lado, autores que se atreven a hablar de sociedades complejas con cierto
grado de jerarquización social y política hereditaria, organizadas en alguna forma de señorío
o jefatura. El registro arqueológico del valle de Ambato posee una variedad de
instalaciones, con sitios de distinta magnitud y arquitectura, con unidades residenciales
simples y otras más complejas. Sin embargo, todas ellas poseen similares técnicas y estilos
constructivos, además de un patrimonio común de elementos muebles, lo que sugiere un
acceso igualitario a los recursos alimenticios, materiales y simbólicos.
Siguiendo esta postura mencionada, Laguens interpreta que las desigualdades
sociales fueron generadas y mantenidas a través de un discurso material ambiguo, en el
que los bienes y recursos eran compartidos sin restricciones, pero su cantidad y
acumulación marcaba la diferencia. En contraste con este postulado, Pablo Cruz, como
parte de los autores que afirman la existencia de una sociedad compleja y heterogénea pero
niegan las jerarquías institucionalizadas, no encuentra en Ambato una repartición
estratificada del poder. En su lugar, considera que se debe caracterizar a estas sociedades
como heterárquicas, de redes interpersonales que se auto-organizan, donde las relaciones
sociales se basaron en la reciprocidad y la cooperación.
En principio, las representaciones iconográficas de la cultura de Aguada eran
consideradas draconianas, pero luego de nuevas interpretaciones se definieron como
figuras felinas o felino-antropomorfas. Su importancia radica en la difusión de esta
iconografía como capital simbólico a través de los objetos en que se encontraban
representadas, que se expandieron por las distintas zonas de esta cultura. En el sitio de La
Rinconada, también llamado Iglesia de los Indios, el registro arqueológico nos muestra un
gran conjunto de estructuras articuladas que configuran una gran U abierta hacia el oeste.
Se encuentra conformado por una plaza en el centro, alrededor de la cual se disponen una
serie de estructuras. En el sur se dispone una plataforma principal. En este espacio público
es donde se realizaban las prácticas eventuales y colectivas de carácter religioso. Ambos
componentes arquitectónicos se complementan, cobran significado uno en relación al otro, y
así este binomio plataforma-plaza resulta fundamental en términos de comunicación ritual.

Unidad 6

Texto n° 19: La zona del altiplano central en el Posclásico: la etapa


de la Triple Alianza

Introducción
La triple Alianza tenía conquistada la mayor parte del área cultural a la llegada de los
españoles en 1519. Por ello es la mejor etapa descrita por las fuentes históricas al momento
del contacto. Ninguno otro estado de los desarrollados en el centro-sur de México y en
Centroamérica alcanzó dimensiones y grados de complejidad sociopolítica semejantes a los
que caracterizaron a este imperio.
La expansión militar de ciertos centros de la Cuenca de México sobre lejanas
regiones empezaba a generar grandes cambios en las instituciones sociales y políticas
mesoamericanas. Los últimos siglos antes de la conquista fueron un momento de transición
entre antiguas formas tradicionales de organización y otras más adecuadas a las nuevas
condiciones históricas.
Tanto en las crónicas y textos españoles como en los indígenas, la mayoría de los
datos se refieren a la cultura mexica, correspondiendo muchas veces a la transcripción de la
historia oficial. Ésta incluye una interpretación posterior de los hechos, y contiene gran
cantidad de elementos míticos y legitimadores de la realidad social imperante.
Otra causa de imprecisiones es el hecho de que dichas fuentes designen con el
mismo nombre a distintos grupos étnicos o lingüísticos que convivían en una misma área
geográfica, por lo que muchos estudios los consideran poblaciones unificadas que nunca
fueron. Otro problema sigue siendo el de la cronología. Las fechas que proporcionan las
distintas crónicas sobre los acontecimientos no coinciden de un documento a otro. Sus
diferencias se debían a que cada centro de la Cuenca de México había dado inicio al
cómputo del tiempo en fechas distintas.
En este periodo no existe una relación directa entre tipos o estilos cerámicos con
grupos étnicos específicos, sino que existían tradiciones alfareras generalizadas en amplias
áreas que incluían a muy diversas poblaciones. Por tanto, no puede utilizarse como
distintivo o definitorio de alguna de ellas, y tampoco reflejan cambios históricos.
Gracias a la aplicación de métodos lingüísticos sobre fuentes primarias resulta
evidente que las crónicas del siglo XVI reflejan más las categorías y formas de vida de
quien hace la narración que el objeto que están describiendo.
En el momento de la llegada de los españoles, el imperio de la Triple Alianza pasaba
por importantes transformaciones estructurales que le iban permitiendo consolidar su
autoridad sobre los grupos sujetos, e imponer nuevas formas organizativas. Hubiese podido
transformar completamente la historia de los pueblos mesoamericanos. El hecho de que
dicho proceso fuera interrumpido por la conquista deja abierta la duda sobre cuáles
hubieran sido sus resultados finales.

Migración mexica
El último de los grupos chichimecas que se estableció definitivamente en la Cuenca
de México fue el de los mexicas, llegando a constituirse en la principal fuerza política de
toda el área cultural.
Según las fuentes históricas, los mexicas habían realizado un largo recorrido
buscando un sitio apropiado para asentarse. Los nombres de los primeros puntos en que se
detuvieron antes de Tula, coinciden con los de las migraciones de otros grupos chichimecas
e incluso de los propios toltecas siglos antes. Por está razón puede pensarse que la
narración de esta primera parte de la migración es fundamentalmente mítica. Los mexicas
decían provenir de una isla llamada Aztlán situada en una laguna. Algunos se inclinan por
creer que se trata de un arquetipo o representación simbólica, creado siglos después por los
mexicas a imagen de su capital Tenochtitlan, como parte de su intento de legitimación.
Otros autores han tratado de localizarlo geográficamente. Aztlán quedaría comprendido
dentro del área ocupada por grupos mesoamericanos, a pesar de la exaltación constante
del origen chichimeca del grupo que hizo la historia "oficial" mexica. Esto explica la mención
que hacen las fuentes documentales de varios rasgos culturales plenamente
mesoamericanos, como propios de los mexicas ya durante la migración.
Los mexicas abandonaron la isla huyendo de las obligaciones tributarias excesivas
que debían a los señores de ésta. A partir de su salida tomaron nombre de mextin, "gente
de mexi". Desde el inicio de su peregrinar iban organizados en siete calpultin o clanes,
compuestos por varias familias unidas por lazos de parentesco real o mítico. Las decisiones
eran tomadas por los representantes de dichas unidades, encabezados por los
teomamaque o sacerdotes que cargaban con las reliquias de los dioses e interpretaban sus
mandatos.
Después de su estancia en Tula, la ruta que siguieron los mexicas hacia la Cuenca
de México es fácilmente reconocible. Pasaron por varios lugares hasta llegar a ocupar
Chapultepec, donde permanecieron 20 años. Construyeron importantes obras de carácter
defensivo y sufrieron un importante cambio en su sistema político al centralizar el poder en
un solo líder llamado Huitzilíhuitl, en quien se unificaba el liderazgo militar y religioso. Sin
embargo, su crecimiento empezó a ser considerado como una amenaza por varias de las
ciudades-estados poderosas de la Cuenca, por lo que a finales de la segunda década del
siglo XIV, éstas se aliaron militarmente para obligarlos a dejar el sitio. Con la derrota y la
muerte de su líder, el grupo mexica tuvo que fragmentarse, la mayoría llegó hasta
Culhuacán para ofrecerse como tributarios a cambio de un sitio donde asentarse. Éste
señorío les dió Tizapán. A cambio de él tuvieron que participar como fuerzas mercenarias
de los colhuas en varias guerras. Esta colaboración les fue ganando mejor trato por parte
del señorío, e incluso el matrimonio de muchos mexicas y colhuas. La estancia en Tizapan
terminó en un violento enfrentamiento. Los mexicas resultaron vencidos y tuvieron que
cruzar los lagos del sur, hacía el noroeste del Texcoco.
Escogieron el islote en donde levantarían su capital definitiva. La fecha de fundación
de México-Tenochtitlán fue en el año 1325, aunque algunos autores creen que sería 1345.
La elección del sitio tuvo razones de tipo económico y militar, pero también de tipo
ideológico. La ocupación del islote que pertenecía al señorío de Azcapotzalco obligó a los
mexicas a aceptar la condición de vasallos de éste y por tanto a pagarle tributo.

Situación política de la Cuenca en el siglo XIV


Al llegar los mexicas, la Cuenca de México se encontraba densamente poblada y
fragmentada políticamente en numerosas ciudades-estado que controlaban los territorios
circundantes. Las relaciones eran de inestabilidad, producto de la constante competencia
por ampliar sus áreas de influencia. Cuando un estado o capital lograba asumir un papel de
liderazgo en cierta región, terminaba imponiendo totalmente su dominio. A través de
alianzas con otras ciudades, controlaban amplias zonas dentro de la cuenca e incluso fuera
de ella. El relativo equilibrio que mantenía la competencia constante entre todas estas
fuerzas, quedó roto a partir de 1371, al consolidarse el estado tepaneca de Azcapotzalco.
Constantes campañas militares victoriosas llevaron a los tepanecas a imponer tributación y
controlar gran parte de la región norte de la cuenca.
El expansionismo tepaneca afectó de manera más inmediata al Señorío de Xaltocan.
La posición hegemónica de Azcapotzalco le permitió establecer alianzas con otros grupos
del área. Algunas a través de matrimonios entre miembros de su linaje gobernante y los de
otros centros. Azcapotzalco otorgó calidad de aliados o señoríos semi independientes a
algunos que había incorporado por la fuerza. En las alianzas establecidas por los tepanecas
los participantes no tenían igual jerarquía y no resultaron muy duraderas. En todas las
acciones tepanecas, los mexicas participaron como parte de sus fuerzas militares. A pesar
de que Azcapotzalco fue la principal potencia hegemónica en la cuenca, el señorío acolhua
de Texcoco inició su expansión en el extremo oriental. Impuso su dominio por medio de las
armas a varios de los más ricos centros agrícolas. Llegó a convertirse en el más peligroso
rival de Azcapotzalco, y en un freno para sus ambiciones expansionistas. Esta tensión
terminaría llevándolos a un enfrentamiento directo años más tarde.
Los primeros años de México Tenochtitlan
Con la fundación de su capital, los mexicas iniciaron un periodo de esfuerzos para
adecuar las condiciones naturales del islote, así como para cumplir con sus obligaciones
tributarias. Lo lograron hacer a través de la explotación de los recursos del lago, cuyos
productos intercambiaban por alimentos agrícolas y materias primas. 13 años después de la
fundación de Tenochtitlan, una fracción del grupo se separó y pasó a ocupar un islote
aledaño, donde fundó su capital México Tlatelolco. Los tlatelolcas con la fundación de su
linaje gobernante habían establecido estrechos vínculos con Azcapotzalco, por lo que
debían gozar de una mejor posición que sus vecinos.
Para entonces la sociedad mexica se encontraba ya claramente estratificada tanto al
interior de cada calpulli como a nivel global, ya que algunas de estas unidades
monopolizaban las funciones directivas y controlaban al resto. Su organización política
seguía siendo tribal. Deseando poder ingresar al juego de fuerzas políticas, decidieron
adoptar una forma de gobierno semejante. Para ello, Acamapichtli fue su primer Tlatoani.
Era el hijo de un mexica con una noble culhua. La elección de Culhuacán para fundar su
linaje gobernante parece responder a intereses de legitimación ideológica.
El poder de los primeros tres tlatoque mexica fue limitado tanto internamente por las
autoridades de los calpultin, como externamente por el monarca tepaneca del que eran
subordinados. Aún así, esta etapa fue importante para la consolidación de la nobleza
tenochca por su participación en las guerras de conquista de Azcapotzalco. La actuación
mexica les reportó mejores condiciones de trato por parte de la capital tepaneca. Después
de conquistado Texcoco (1418) por Azcapotzalco, se inició el reparto del reino dividiéndolo
en ocho partes. Esto favoreció a la nobleza mexica, que empezó a beneficiarse de los
excedentes productivos. Esto tendría también como resultado el surgimiento de grupos
ocupacionales intermedios como comerciantes, burócratas y artesanos especializados. Las
relaciones entre Tenochtitlan y Azcapotzalco se vieron reforzadas con la introducción de la
sangre real tepaneca en el linaje reinante de Tenochtitlan. El prestigio que habían adquirido
las fuerzas militares mexicas en las conquistas del señorío azcapotzalca, le permitieron no
actuar como mercenarios, sino también de algunos de sus aliados.

Liberación del control de Azcapotzalco


La creciente tendencia a la centralización del poder político se veía frenada por los
líderes de los calpultin. El grupo gobernante empezó a sentir que el dominio tepaneca
obstaculizaba su desarrollo. Las fricciones entre Tenochtitlan y Azcapotzalco hicieron surgir
una actitud anti mexica entre los nobles tepanecas.
En 1426 surgieron problemas por la sucesión al trono tepaneca. Este momento en el
que los tepanecas se encontraban divididos fue aprovechado por los líderes tenochcas para
tratar de liberarse de su dominio. Buscaron alianzas con otros pueblos descontentos,
logrando reunir un fuerte ejército que atacaría simultáneamente Azcapotzalco en distintos
frentes. Azcapotzalco contó también con el apoyo de centros tepanecas. El triunfo sobre los
tepanecas en 1428 marca el momento clave en el que los mexicas lograron pasar del nivel
de señorío al de un estado verdadero. Entonces se crearon las instituciones que les
permitirían convertirse en la potencia hegemónica.

Estructuración del estado mexica y formación de la Triple Alianza


Tras el triunfo sobre Azcapotzalco, los mexicas y sus aliados controlaron los
señoríos que hasta entonces habían estado bajo el tepaneca. Fueron repartiéndose el
excedente productivo y grandes extensiones de tierra de los pueblos que iban
conquistando. La sociedad mexica sufrió entonces una reestructuración profunda basada en
la desigual distribución de esas ganancias. Las nuevas tierras fueron adscritas a los
miembros del grupo dominante, profundizando la división social ya existente. El control
sobre otros pueblos y la progresiva centralización de bienes permitía la especialización en
actividades productivas que les ofrecían mayores ingresos. El aumento de poder por parte
de la nobleza mexica tuvo repercusiones en la forma de gobierno, dándose una tendencia a
la centralización del poder en la figura del Tlatoani y del consejo de cuatro principales. Hubo
un cambio en las leyes de sucesión, estableciendo que la elección del máximo cargo
político caería en manos de dicho grupo colegiado. Con esto se excluyó a los líderes de los
calpultin de la nueva estructura política.
Los mexicas decidieron formalizar la alianza con aquellos que habían participado
junto con ellos en la guerra. Está alianza tomó una forma tripartita. Cada uno de los
participantes se decía heredero de uno de los grandes señoríos: Tenochtitlan de Culhuacán,
Texcoco de Coatlinchan y Tlacopan de Azcapotzalco. Este pacto aseguraba su fuerza
militar y permitía una continua expansión en el futuro. En los arreglos formales, la triple
alianza aparece como una confederación de tres señoríos aliados en igualdad de
condiciones. Sin embargo, de hecho esto no fue así ya que Tlacopan recibía tan solo una
quinta parte del tributo. Se trataba originalmente de una alianza militar para llevar a cabo
campañas de expansión y repartirse las ganancias. Cada uno de los miembros podía
realizar además campañas independientes. En cuanto a sus asuntos internos, cada uno
tenía total independencia, pero la sucesión al cargo del Tlatoani en uno de ellos tenía que
ser ratificada por los otros dos gobernantes. Cada uno de los miembros iría adoptando
funciones especializadas dentro de la liga.

Estructura política original


La unidad política básica siguió siendo el pueblo. Éste puede definirse como un
territorio con un gobierno soberano a quien tributaban varias comunidades o calpultin.
Internamente se caracterizaban por una gran estabilidad y una notable tendencia a la
cohesión y solidaridad interna. Este nivel político no incluye a grupos amplios aunque
fuesen hablantes de un mismo idioma. Dichos pueblos se habían mantenido en permanente
lucha con sus vecinos. Cuando uno lograba sujetar militarmente a otros e imponerles
tributación, alcanzaba el siguiente nivel en la organización política, que era el de señorío.
Estas ciudades estado formadas por la capital y pueblos subordinados variaban en
extensión. La cabecera de cada señorío concentraba funciones políticas y administrativas,
servía como punto de intercambio comercial o mercado, y funcionaba como foco cultural. En
algunos casos la relación entre el señorío dominante y los grupos incorporados como
vasallos, incluía cierta filiación étnica o lingüística. Debido a la constante lucha por el poder,
los señoríos tendieron a establecer confederaciones para ayudarse mutuamente en la
guerra. Tres de dichas ligas establecerían un pacto de ayuda militar, constituyendo la Triple
Alianza.

La expansión imperial
Una vez controlada toda la cuenca lacustre, los ejércitos imperiales se lanzaron a la
conquista del Valle de Morelos. En esta ocasión, cada uno de los aliados actuó por
separado. Sus pobladores defendieron su autonomía, por lo que tomó varios años lograr su
rendición. A partir de su incorporación, sus productos empezaron a llegar como tributo a los
vencedores. Tenochtitlan siguió promoviendo campañas de expansión. Sin embargo, antes
de lanzarse contra zonas lejanas, decidió consolidar el poder mexica en la Cuenca de
México a través de la incorporación de centros otomíes del norte y del último señorío sureño
que seguía resistiendo, Chalco.
Los conflictos que empezaban a surgir entre Tenochtitlan y su aliado Texcoco hizo
que la élite militar de la primera considerara prioritario el control de Chalco para consolidar
su autoridad sobre la cuenca en forma definitiva. La guerra terminó en 1453 con la
incorporación del señorío sureño a los sujetos de la Triple Alianza, y con la emigración de
muchos de sus pobladores. A partir de entonces, Moctezuma pudo dedicarse a dirigir la
expansión hacia zonas cada vez más lejanas. En estas grandes rutas de expansión puede
verse con claridad que las guerras de conquista de la Triple Alianza tenían una relación
directa con la apropiación de fuentes de materias primas y mercancías preciosas imposibles
de conseguir por comercio. Tenochtitlan continuó tratando de extender los dominios
imperiales hacia el oeste de la Cuenca de México.
Una vez controlado éste, en 1478 decidió avanzar aún más lejos llegando hasta
Tajimaroa en la frontera del imperio tarasco. El enfrentamiento resultó una derrota definitiva
para las tropas de la Triple Alianza.
La guerra contra la vecina ciudad de Tlatelolco, y la derrota de esta, fue seguida por
un riguroso trato sobre los tlatelolcas vencidos. Esto deja ver el gran interés por establecer
un control sobre está ciudad, debido a que Tlatelolco representaba un peligroso rival a los
intereses tenochcas ya que controlaba el negocio del comercio a larga distancia.
En estas fechas, la capital mexica no solo encabezaba la alianza militarmente, sino
que ya centralizaba su dirección en muy distintos aspectos. Para asegurar la estabilidad del
imperio que iba formando la Triple Alianza, resultó indispensable afianzar sus fronteras. Dos
de los principales intentos resultaron en derrotas para los ejércitos tripartitas: la campaña
contra los tarascos y el ataque a Metztitlan.
Fue en las dos últimas décadas del siglo XV cuando el imperio alcanzó su máxima
extensión. Las grandes campañas militares promovidas por Tenochtitlan se dirigieron hacia
regiones lejanas del sur, ricas en materias primas y productos de lujo. Su conquista se
tradujo en enormes cantidades de nuevos tributos para los aliados, así como nuevas y más
seguras rutas de comercio.
La acelerada extensión de los territorios bajo el control de la Triple Alianza tendría
como consecuencia notables cambios internos en su organización, en las relaciones con los
grupos sujetos y en el reparto de las ganancias. Los enormes ingresos generados de dichas
conquistas dieron los medios para llevar a cabo una ostentación cada vez mayor del poder
imperial y para financiar grandes rituales públicos que promovían la necesidad de nuevas
guerras.
A principios del siglo XXI tenía que enfrentarse a sublevaciones de grupos
conquistados, por lo que la política de la Triple Alianza cambió notablemente. Se decidió
frenar el crecimiento de sus dominios para un verdadero control sobre los grupos antes
conquistados. La Triple Alianza nunca pudo tener una victoria militar definitiva sobre el
señorío tlaxcalteca y sus aliados.

El tributo y el comercio
La expansión de la Triple Alianza tuvo como finalidad la imposición de obligaciones
tributarias. El triunfo fue la forma básica de apropiación del excedente productivo de las
comunidades y señoríos dominados. Esta incluía a todos los miembros del imperio,
exceptuando a la nobleza. Al terminar un enfrentamiento, el ganador tasa la cantidad y la
frecuencia con que los conquistados entregarían sus tributos. La extracción tributaria tomó
dos formas básicas: el tributo en trabajo y el tributo en especies y productos. El primero era
prestado en forma rotativa por las distintas comunidades y constaba de trabajo no
especializado. Gracias a esta fuerza de trabajo se realizaron en la Cuenca de México obras
públicas de gran magnitud que permitieron mejorar el sistema productivo. En otros casos
fueron asignados para cultivar tierras de propiedad estatal. El segundo tipo de tributo era
entregado al estado directamente en bienes o mercancías. En su mayor parte se trataba de
materias primas preciosas, mientras que en otros casos incluía productos semielaborados y
mercancías acabadas. El tributo como ganancia de conquistas militares beneficiaba a las
tres capitales, más no de manera igualitaria. Tenochtitlan y Texcoco recibían dos quintas
partes, mientras que Tlacopan sólo una quinta parte.
La asignación como tributo de todo el excedente productivo producido en un
amplísimo territorio hacía tres centros políticos evitó que se lograra integrar una estructura
totalmente centralizada. Hacía ella iba avanzando Tenochtitlan en los últimos años antes de
la conquista. Para la recolección tributaria se establecieron pueblos que tenían como
obligación centralizar el producto de las comunidades incorporadas de sus alrededores, y
recibían el nombre de calpizcazgos. A los pueblos que integraban estas provincias no los
unía ninguna relación política, étnica o económica, sólo el hecho de estar bajo el control de
un mismo centro en el aspecto tributario. La organización de la producción del tributo
asignado a cada comunidad se hacía internamente entre sus miembros. La cabecera tan
solo se encargaba de reunirlo y entregarlo a un recaudador. Los productos recolectados
eran llevados hacia las capitales imperiales para guardarse en los almacenes del estado.
El estado utilizó ciertos mecanismos de redistribución como regalos a funcionarios y
guerreros destacados, intercambio de presentes con otros líderes, financiamiento del ritual,
reparto de comida y objetos al pueblo en algunas grandes fiestas públicas o en épocas de
crisis. El comercio iba adquiriendo una importancia cada vez mayor, conforme las capitales
del imperio se iban convirtiendo en productoras de bienes elaborados. El intercambio
comercial tuvo dos modalidades: el mercado o tianguis y el comercio a larga distancia. En el
primero, a través del trueque entre productos directos, se podían adquirir satisfactores. La
amplitud de los mercados variaba mucho: de tipo local, mercados interregionales y grandes
mercados especializados. A todos los niveles el estado actuaba como vigilante del orden en
los tragos y fijaba los precios. El comercio a larga distancia generaba enormes ganancias.
Los bienes conseguidos se entregaban directamente al estado central. Estas transacciones
rebasaban las fronteras imperiales y eran realizadas por un grupo especializado de
mercaderes conocido como los pochtecas.

Relaciones políticas dentro de la Triple Alianza


Las capitales de los tres estados aliados adquirieron una jerarquía superior a las que
se les reconocía un poder religioso superior. En sus orígenes, el imperio estableció su
hegemonía política de una manera indirecta. Su autoridad fue impuesta por medio de las
armas sobre autoridades locales legítimamente reconocidas por las poblaciones. La política
más utilizada fue la de utilizar los tlatoque de los pueblos subordinados como oficiales
imperiales, actuando como máximo recolector de tributos en los territorios a su cargo. Esto
evitó que surgiese la necesidad de crear toda una jerarquía política centralizada. Sin
embargo, su incorporación nunca intentó unificar en ningún sentido a los grupos dominados.
Como un medio importante para lograr la total lealtad de estos grupos, las noblezas de
Tenochtitlan, Texcoco y Tlacopan establecieron con los linajes locales alianzas de tipo
matrimonial. Las relaciones interdinásticas fortalecidas así, promovieron la formación de
bloques territoriales unidos por pactos de ayuda y respeto mutuo, que contribuyeron a crear
un contexto de estabilidad. Pero en mucha mayor medida sirvieron para reforzar la sujeción
de los grupos incorporados, que para unir a señoríos de igual nivel.
A pesar del aparente respeto a los líderes locales, su derecho a gobernar en
realidad estuvo cada vez más condicionado por las capitales de la Triple Alianza. Los tres
estados imperiales parecen haber empezado a intervenir directamente sobre las
autoridades de todos los grupos sujetos. Algunos señoríos ocasionaban problemas para su
control presentando resistencia a ser manipulados en favor de los intereses tripartitas, por lo
que fueron castigados a través de nuevas campañas militares y con la deposición de sus
legítimos gobernantes. En los casos más extremos de resistencia y rebeldía, el imperio llegó
a eliminar por completo la dinastía local y a mandar funcionarios suyos a actuar como
gobernantes. Algunos de los pueblos que más severamente fueron tratados terminaron por
convertirse en aliados e importantes colaboradores de la Triple Alianza.
Un control político directo también se aplicó sobre centros estratégicos para la
estabilidad y vigilancia de todo el territorio ya dominado. Estos puntos claves se
construyeron en fortificaciones asociadas con la protección de las fronteras. Por tal motivo,
la población autóctona fue desalojada o arrasada, y repoblados por súbditos del centro de
México cuya lealtad a la Triple Alianza estaba garantizada.
El éxito de la expansión imperial hizo que algunos pueblos que nunca habían sido
directamente atacados en sus campañas se mostraran dispuestos a ofrecer una actitud
amigable ante la Triple Alianza. Sirvieron como puntos de segura hospitalidad y
abastecimiento para sus ejércitos, sin ser integrados como provincias tributarias.
Hubo muchos intentos constantes de muchos de los grupos conquistados por
liberarse del dominio de las potencias centrales. Sin embargo, hacia los últimos años antes
de la llegada de los españoles la tendencia a rebelarse empezó a disminuir. Este hecho
demuestra el éxito de la política hacia la centralización real de la autoridad.
Otra forma de resistencia fue la migración masiva hacia áreas alejadas de sus
dominios o a refugiarse en señoríos todavía no conquistados.
Para principios del siglo XVI la Triple Alianza tenía como tributarios a casi todos los
habitantes del centro de México y una pequeña zona en el área maya, quedando así
aislados entre los grupos sujetos unos cuantos grupos independientes.
Por lo que respecta al gobierno interno de las tres cabeceras de la alianza, cada una
conservó internamente su forma tradicional de funcionamiento, aunque lógicamente
evolucionaban de acuerdo con las nuevas necesidades. En Tenochtitlan el poder político
tomó la forma de una dualidad: tlatoani-cihuacóatl que tomaba las últimas decisiones, un
consejo consultivo de cuatro nobles, y una pareja de funcionarios que encabezaba cada una
de las ramas de la administración pública, cúspide administrativa de la que dependían
directamente las autoridades locales.
Mientras tanto en Texcoco, el Tlatoani encabezaba a seis linajes de nobles que
gobernaban cada uno una sección de la ciudad, y sobre 14 provincias administradas por
principales de segundo nivel.
Tlacopan funcionaba como una confederación de ocho unidades administrativas
formadas por casi 30 pueblos a su alrededor.
A principios del siglo XVI el imperio vivía una clara tendencia a la centralización del
poder hacia sus capitales, y dentro de éstas al liderazgo incuestionable de Tenochtitlan. Sin
embargo, este proceso fue interrumpido violentamente por la llegada de los españoles y el
estallido de la guerra de conquista.

Texto n° 20: Circulación de bienes y de energía en las áreas


nucleares antes de la invasión europea

La circulación de bienes y energía humana en Mesoamérica


Al menos desde el Período Preclásico Tardío (400 a.C. a 200 d.C.), la circulación de
bienes era intensa en todo el espacio mesoamericano. Tanto en los altos de Guatemala
como en Teotihuacán, el comercio ocupó un lugar fundamental. En este último caso, se
trata del papel jugado por las minas de obsidiana. Los centros más importantes de
intercambio con el valle de México de esta época fueron San Lorenzo en el golfo (olmeca),
el valle de Oaxaca y Chiapas. Y durante el Período Clásico (200 a 650-900 d.C.), la
existencia de una red de circulación organizada y dirigida por los teotihuacanos fue una
realidad indudable. Existen hoy algunas hipótesis que insinúan que la "caída" de
Teotihuacán fue el resultado de la competencia mercantil de algunos centros emergentes
del periodo. Y durante el Posclásico, que abarca desde el 1200 hasta la invasión europea,
la circulación de bienes y energías fue un elemento central en el funcionamiento de las
sociedades mesoamericanas.

Formas de circulación en Mesoamérica


Tenemos dos tipos de formas de circulación de bienes y de energía humana: el
sistema tributario y el sistema de mercados. El tributo era la forma básica de apropiación del
excedente producido por los campesinos y por los señoríos dominados. Se divide en trabajo
y en productos. El tributo en trabajo era prestado de forma rotativa por las comunidades
incorporadas a la Triple Alianza y se trataba de trabajo no especializado, como el de obras
públicas. También una parte se prestaba en acarreo, o en ocasiones se prestaba un tributo
en trabajo agrícola en tierras asignadas a los templos o al palacio. El tributo en productos
era entregado directamente a la autoridad central, las tres capitales de la Triple Alianza que
se lo repartían de forma desigual. Consistía en alimentos, algunas materias primas,
productos acabados y cacao. En general, se solicitaban productos locales, pero a veces los
tributarios debían acudir a los mercados para procurárselos.
Muchos de esos bienes que circulaban primero como tributo, lo hicieron más tarde a
través de mecanismos no mercantiles, como el de la redistribución.
En cuanto al mercado, había dos formas bien diferenciadas. En primer lugar, los
mercados locales, y en segundo lugar, los mercados de larga distancia. Los mercados
locales pueden variar desde el muy pequeño tianguis de una aldea hasta el enorme
mercado de Tlatelolco. Las facilidades para el transporte por vía acuática hicieron que
algunos de estos mercados urbanos fueran realmente impresionantes. En los mercados
locales, la operación fundamental parece ser el trueque de un producto por otro. De esta
forma, el campesino se procura dos tipos de productos: los que necesita para su
subsistencia o vestimenta y que él no posee en ese momento, y aquellos que integran el
tributo en los diversos niveles de obligaciones a los que estaban sometidos. Cuando un
mercado local tenía las dimensiones de Tlatelolco o Cholula, probablemente estemos ante
situaciones que se asemejan al sistema de semimoneda.
Los mercados de larga distancia constituyen sistemas de circulación que pueden
abarcar miles de kilómetros y están basados sobre todo en puertos de intercambio. Parecen
ser el resultado de grupos de mercaderes especializados en diferentes tipos de productos.
Las tasas y las formas de intercambio fueron reguladas por los poderes políticos en estos
sistemas de mercados de larga distancia.
La existencia de un intenso sistema de circulación no implica necesariamente la
existencia de un sistema mercantil aunque solo fuera por el hecho de que la tierra y el
trabajo están completamente fuera de toda forma de transacción mercantil, y se hallan
institucionalizados. Y, además, muchos de los bienes que circulan lo hacen a través de
mecanismos no mercantiles, como la reciprocidad y la redistribución. Pero hemos visto que
existe también un sistema de mercados bastante desarrollado y algunas formas de
acumulación mercantil parecen ya estar presentes. Una parte sustancial de los bienes
entregados como tributo era a su vez redistribuido y volvía nuevamente a circular, pero no
por medio de mecanismos mercantiles. El sistema redistributivo constituye en realidad el
fundamento mismo del sistema social y económico de la época prehispánica en
Mesoamérica, un sistema en el que ni la tierra ni el trabajo eran mercancías y en el cual la
mayor parte de los bienes circulaban intensamente, pero no a través de mecanismos
mercantiles.

La circulación de bienes y de energía humana en el mundo andino


El hecho más importante que podemos destacar es la inexistencia de un sistema de
mercados como el que existía contemporáneamente en Mesoamérica. Los bienes y la
energía circulaban, pero no lo hacían a través de mercados, sino gracias a un complejo
sistema de acceso a los recursos. El grupo étnico de los chupaychu en Perú, en la región
del Alto Huallaga, tenía su núcleo étnico situado en la sierra, a unos 3000 metros, y allí se
encontraban los recursos más importantes. A unos tres días hacia las alturas de la puna, a
unos 4000 metros, estaban los rebaños de camélidos y las salinas. Estos recursos estaban
controlados por pequeñas colonias chupaychu asentadas de forma permanente en el lugar.
No se trataba de migraciones estacionales, ni de comercio, ni de trashumancia. También
tenían colonias en los valles de las tierras más cálidas (Yungas), en donde se hallaban los
cocales y otros productos de la selva.
Uno de los elementos de este modelo andino de circulación es que las colonias
alejadas del núcleo solían estar acompañadas de colonias de otros grupos étnicos, es decir,
eran colonias multiétnicas. La circulación de los productos se realizaba a través de las
diversas formas de reciprocidad ligadas al parentesco. Varias veces al año, los mitimaes
irían hasta el núcleo para intercambiar la lana, coca o los ajíes por papa, maíz o quinoa con
sus parientes y aliados. En este caso tampoco hay formas de mercado como las
mesoamericanas. Los productos circulan, pero lo hacen sin que ello dé lugar a qué surja un
sistema de mercados. Si bien el ejemplo de los chupaychu es demográficamente limitado,
sabemos que este sistema de control vertical de varios pisos ecológicos también funcionaba
con señoríos étnicos mucho más grandes.
Estamos ante lo que podríamos llamar un auténtico "modelo andino" de control de
recursos y de circulación de bienes que funcionaría en todos los niveles de esta compleja
sociedad, dando cuenta así de un mecanismo isomórfico, modelo que presupone la
ausencia de todo tipo de sistema de mercados y que hallaba su fundamento en la
necesidad de acceder a varios nichos. Las variaciones de altura, humedad e insolación
pueden ser muy marcadas. Esas variaciones permiten acceder a una multiplicidad de
recursos y posibilitan repartir los riesgos inherentes a la producción agrícola campesina en
un medio ambiente frágil e inhóspito como el andino.

Los límites del modelo


En los márgenes del espacio andino,este modelo encuentra sus límites
estructurales.
En Chincha existió un señorío muy importante, uno de cuyos componentes era un
fuerte sector de mercaderes. Hacían largos viajes tanto hacia el interior como por la costa.
El objeto de estos tráficos mercantiles entre Chincha y la costa ecuatoriana era una concha
marina conocida como mullu. Los chinchanos llevaban productos de la sierra, en especial el
cobre, que era intercambiado por el mullu en el norte. También comerciaban a su vez todo a
lo largo de la costa norte ecuatoriana, y se sabe de contactos entre éstos y grupos del
Estrecho de Panamá. Gracias a estos mercaderes y marinos, los contactos entre las dos
grandes áreas de civilización americana prehispánica pueden haber sido regulares.
En el margen norte del área andina encontramos otros sistemas de mercados. En la
región de Pasto, los mercaderes ocupaban un lugar destacado en esa sociedad. Estos
mindalaes intercambiaban diversos tipos de productos y fue gracias a ellos que las
preciosas chaquiras y otros productos se intercambiaban por la coca que llegaba desde el
área selvática. Los mindaláes parecen ser un grupo cuyas funciones políticas son también
notables. Sus tráficos se parecen más a un sistema redistributivo ligado con el poder que a
una transacción mercantil. Por otro lado, las primeras fuentes castellanas confirman la
existencia de auténticos ámbitos espaciales de mercado.
También en la región de Otavalo y Quito nos hallamos con mindalaes y con un
peculiar tipo de tianguis. En mercados como el de Quito se intercambiaban diversos tipos de
productos llegados de distintos pisos ecológicos. Aquí funcionaba un sistema mucho más
parecido al mesoamericano en función del intercambio de bienes entre diversas áreas
ecológicas y productivas.
Los dos escenarios presentados en lo más general del mundo andino tienen una
serie de elementos comunes que los aproximan al tipo de formas de intercambio que ya
conocemos para el espacio mesoamericano. Todo indica que, junto al modelo central del
archipiélago vertical de un máximo de pisos ecológicos existieron variadas formas en las
que un sistema de mercados ocupó un lugar determinante en las formas de circulación de
los más diversos productos. Pero también en las sociedades andinas nos encontramos con
el fenómeno de la circulación de energía humana a través del tributo. En el mundo andino
las formas de tributación son siempre en servicios. Las grandes tareas colectivas como los
servicios a las autoridades eran una obligación de las comunidades campesinas que la
realizaban de forma rotativa.

Texto n° 21: Formaciones sociales del noroeste argentino:


variabilidad prehispánica en el surandino durante el Período de
Desarrollos Regionales y el estado Inca
El Tawantinsuyo
Debemos entender al Tawantinsuyo como una entidad política dinámica que
enfrentó circunstancias particulares en cada región anexada. La mayoría de las
instalaciones imperiales del NOA no presentan características defensivas y entre los
grandes poblados pre incas no se registran eventos de destrucción importantes, lo que
podría sugerir que se recurrió a otras estrategias para la conquista, como la negociación
con las poblaciones locales.
Los incas construyeron importantes asentamientos en lugares donde había
población local, así como en zonas vacías. La ocupación inca habría sido selectivamente
intensiva y ocurrió en bolsones o islas con zonas productivas y estratégicamente ubicadas.
En el valle de Hualfín, en Fiambalá y en las quebradas altas occidentales del valle
calchaquí, muestran una ocupación inca con características particulares, que permiten
generar hipótesis acerca de la importancia que pudieron tener estos valles y quebradas
para la obtención de recursos de las Yungas y de productos de la puna, con relación al
sostenimiento de la política económica estatal.
Las principales unidades ambientales, para este sector de los Andes, son la puna,
los valles y las Yungas. La puna fue una zona de intenso tránsito y era atravesada como
paso obligado entre los oasis del norte chileno y los grandes valles que se interponen y que
comunican con la selva y el Chaco. Los pisos equivalentes a los "quechwas", en general se
encuentran entre los 1700 y 2300 msnm, los cuales son aptos para los cultivos
mesotérmicos como maíz, poroto, pallar, zapallo, entre otros. Los valles más altos son más
aptos para vegetales microtérmicos como la quinoa, papa, oca y ulluco.
Durante el Período de Desarrollos Regionales (900-1400 d.C.) habría existido un
estado de conflicto, fragmentación política y el surgimiento de jerarquías sociales no
desarrolladas, que se materializa en la aparición de asentamientos defensivos, los Pukara.
Estas sociedades entraron en competencia con otras por la apropiación de recursos como
consecuencia de un cambio climático que se inició en el siglo XIII y continuó hasta la
formación del Tawantinsuyo en el siglo XV. Las técnicas más avanzadas de regadío
sistemático y control de la erosión posibilitó el cultivo de tierras fértiles en quebradas altas y
de pendientes pronunciadas. Estás quebradas tienen dos características principales:
cuentan con tierras fértiles naturalmente protegidas para el cultivo y forman pasos naturales
al ambiente puneño.
El estado inca diseñó una lógica espacial totalmente distinta a la preexistente.
Construyeron en forma segregada sus centros de poder partiendo del supuesto que la
arquitectura estatal fue además de una decisión constructiva o monumental, un acto
simbólico de apropiación de la tierra. Son ejemplos de la asociación la presencia de
sectores con arquitectura inca en poblados preexistentes como Turi y Catarpe Este en el
norte de Chile y Pukará de Tilcara, La Huerta, La Paya y Guitián en el NOA. Pero junto a
este principio de asociación se dispone otro de exclusión que marca diferencias en el
manejo de la espacialidad entre el dominio de lo inca y lo local. En ambos casos lo inca se
mezcla con lo local pero al mismo tiempo se separa establecido una distancia social.
Existe una hipótesis de que el interés del estado inca, en estas quebradas, fue
intensificar y maximizar la producción agrícola practicada por las poblaciones del PDR a
partir de la incorporación de una variedad de granos y de nuevos terrenos cultivables.
La Quebrada de Humahuaca y su borde oriental tienen una gran importancia con
relación a la instalación de enclaves estatales, los cuales han sido destinados a la
explotación de recursos mineros, a la explotación de recursos agrícolas, al ejercicio del
control político, a la producción de artesanías para solventar la hospitalidad del estado y el
intercambio, y a las vías de circulación con las tierras altas.
En el sitio Esquina de Huajra, ubicado frente a la quebrada homónima, es una de las
vías de acceso más cortas e importantes hacia los valles orientales. Está peculiar
localización refleja el control productivo de la zona y la probable extracción de los recursos
de las Yungas, destinados a sostener el sistema estatal, a nivel local, y el mantenimiento del
personal administrativo y militar para generar reservas en casos de catástrofe y solventar la
subsistencia de las poblaciones locales.
El centro administrativo y de almacenaje de Agua Hedionda asociado a otros sitios
cercanos con áreas residenciales, producción agrícola y puntos de vigilancia o de control en
un momento muy tardío de la dominación inca, a mediados del siglo XVI, y que debió
imponerse como un símbolo del poder imperial, desde allí debió ejercerse un control político
directo.

Epílogo
Sobre la incorporación del NOA al Tawantinsuyo sabemos que la ocupación fue
intensiva en algunas zonas, de corta duración en otras y que estuvo moldeada por
circunstancias históricas locales. El escaso registro de eventos de destrucción en los sitios
del NOA podría sugerir que se recurrió a otras estrategias para la conquista como la
negociación con las élites locales.
La lógica de localización entre lo local y lo inca es diferente si consideramos que el
interés de las poblaciones locales que habitaron la zona entre el 900 y el 1450 d.C. fue, a
partir de la construcción y uso de los Pukara, vigilar su entorno dado la amplia visibilidad
desde los mismos, pero no en ser vistos. Esta concepción se modifica con la llegada de los
incas quienes construyeron sus centros en lugares visibles desde distintos puntos. El
Pucará y Tambo de Angastaco pudieron haber constituido una defensa contra poblaciones
locales hostiles. Pero también pudo funcionar como un recordatorio de la presencia y
poderío inca, y como sede de actividades administrativas. El interés del Tawantinsuyo en
este sector del valle fueron las tierras agrícolas de las quebradas de acceso a la puna.
Aquí, el estado inca invirtió energía en maximizar las áreas agrícolas administrando
la producción de recursos y servicios desde sus centros estatales y expandiendo las líneas
de cultivo a mayores alturas.
Agua Hedionda y Esquina de Huajra habrían participado en el control de las
prestaciones rotativas de trabajo (Mita), de la producción y de redes de distribución de
bienes, así como en la estructuración de una frontera oriental aparentemente discontinua y
no militar con los grupos fragmentarios del Chaco.

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